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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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hallaban bajo un grotesco retrato al óleo de uno de los padres fundadores de la<br />

ciudad, intercambiando anécdotas sobre vigilias pasadas. Se levantaron<br />

instantáneamente y rodearon a Bannerman y Johnny.<br />

–Sheriff, ¿es cierto que hay novedades en el caso?<br />

–Por ahora no tengo nada que informar –respondió Bannerman<br />

impasiblemente.<br />

–Corre el rumor de que ha puesto bajo custodia a un hombre de Oxford,<br />

sheriff. ¿Es verdad?<br />

–No. Si nos disculpan...<br />

Pero la atención de los periodistas se había desviado hacia Johnny, y éste<br />

sintió un peso en el estómago cuando reconoció por lo menos dos rostros de la<br />

rueda de prensa del hospital.<br />

–¡Santo cielo! –exclamó uno de ellos–. ¿Usted es John Smith, no es cierto?<br />

Johnny experimentó un loco anhelo de acogerse a la quinta enmienda de la<br />

Constitución y de negarse a declarar contra sí mismo, <strong>com</strong>o un gángster en una<br />

audiencia de una <strong>com</strong>isión del Senado.<br />

–Sí –contestó–. Soy yo.<br />

–¿El vidente? –preguntó otro.<br />

–Escuchen, ¡déjennos pasar! –ordenó Bannerman, levantando la voz–. ¿No<br />

tienen nada mejor que hacer... ?<br />

–Según Inside View usted es un impostor –acotó un hombre joven enfundado<br />

en un grueso abrigo–. ¿Eso es verdad?<br />

–Lo único que puedo decir es que Inside View publica lo que se le antoja –<br />

respondió Johnny–. Escuchen, realmente...<br />

–¿Desmiente la versión de Inside View?<br />

–Sinceramente no puedo agregar nada más.<br />

Cuando traspusieron la puerta de vidrio esmerilado y entraron en el despacho<br />

del sheriff, los reporteros ya corrían hacia los dos teléfonos públicos adosados a<br />

la pared junto al despacho del encargado de la perrera.<br />

–Ahora sí que va .a armarse la gorda –<strong>com</strong>entó Bannerman, desolado–. Juro<br />

ante Dios que no pensé que aún estarían aquí en una noche <strong>com</strong>o ésta. Debería

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