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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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aguardaba y tenía un coraje fe ... fenomenal. No pedía nada, no se arrepentía de<br />

nada. Todo el terror y el ner... nerviosismo que lo habían abr... abram...<br />

abrumado mientras se en... en... enfrentaba... enfrentaba con un destino<br />

desconocido...<br />

Johnny había encontrado la solicitud de preceptor en el Maine Times y había<br />

pedido el puesto sin hacerse muchas ilusiones. Se había mudado a Kittery a<br />

mediados de febrero, sobre todo porque necesitaba alejarse de Pownal, del<br />

buzón que se llenaba todos los días de correspondencia, de los periodistas que<br />

convergían cada día en mayor número hacia la casa, de las mujeres nerviosas<br />

de mirada afligida que «se dejaban caer» por allí porque «pasaban casualmente<br />

por las inmediaciones» (una que se había dejado caer por allí porque pasaba<br />

casualmente por las inmediaciones lucía en su coche una matrícula de<br />

Maryland, en tanto. que otra había llegado conduciendo un viejo Ford<br />

destartalado con placas de Arizona). Sus manos, que se estiraban para tocarle...<br />

En Kittery había descubierto por primera vez que un nombre tan vulgar <strong>com</strong>o<br />

John sin inicial intermedia Smith tenía sus ventajas. Tres días después de llegar<br />

a la ciudad había solicitado trabajo <strong>com</strong>o cocinero de minutas, y citó <strong>com</strong>o<br />

antecedentes su experiencia en la universidad de Maine y en un campamento de<br />

verano para varones en Rangely Lakes. La propietaria de la cantina, una viuda<br />

implacable llamada Ruby Pelletier, echó una mirada a su solicitud y <strong>com</strong>entó:,<br />

–Eres demasiado culto para freír hamburguesas. ¿Lo sabes, verdad?<br />

–Es cierto –contestó Johnny–. Estudié tanto que me condené a vivir de brazos<br />

cruzados.<br />

Ruby Pelletier apoyó las. manos sobre sus caderas huesudas, echó la cabeza<br />

hacia atrás y lanzó una carcajada atronadora.<br />

–Crees que podrás apañarte cuando una docena de camioneros entren en<br />

tropel a las dos de la mañana y pidan huevos revueltos, tocino, salchichas,<br />

tostadas y tortillas?<br />

–Creo que sí.<br />

–Y yo creo que por ahora no sabes qué demonios te espera –respondió<br />

Ruby–. Pero te daré una oportunidad, profesor. Debes someterte a un examen

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