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LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

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2.<br />

–Y a mí, que era el cu... culpable in... indi... indirecto de su muerte, me cogió<br />

débilmente la mano y me dis... disculpó con una sonrisa. Fue un trance difícil, y<br />

me fui con la sensación de que yo había causado tanto mal en el mundo que<br />

nunca podría <strong>com</strong>... <strong>com</strong>pensarle.<br />

Chuck cerró el libro con un golpe seco.<br />

–Listo. El que llegue último a la piscina es un maricón.<br />

–Espera un momento, Chuck.<br />

–Ahhhh:,.. –Chuck volvió a sentarse, pesadamente, y sus rasgos adoptaron lo<br />

que Johnny ya identificaba <strong>com</strong>o la expresión del ahora vienen las preguntas. En<br />

general predominaba un resignado buen humor, pero detrás de éste a veces<br />

vislumbraba a otro Chuck: hosco, preocupado y asustado. Muy asustado. En ese<br />

mundo de lectores, los iletrados de los Estados Unidos eran dinosaurios que<br />

marchaban por un callejón sin salida, y Chuck era lo suficientemente espabilado<br />

<strong>com</strong>o para saberlo. Le aterraba pensar en lo que podría sucederle cuando<br />

volviera a la escuela ese otoño.<br />

–Sólo un par de preguntas, Chuck.<br />

–¿Por qué te molestas? Sabes que no podré contestarlas.<br />

–Oh, sí. Esta vez podrás contestarlas todas.<br />

–Nunca entiendo lo que leo. Ya deberías haberte dado cuenta. –Chuck tenía<br />

un aire malhumorado y afligido–. Ni siquiera sé por qué estás aquí, a menos que<br />

sea por el dinero.<br />

–Podrás contestar las preguntas porque no se refieren al libro.<br />

Chuck levantó la mirada.<br />

–¿No se refieren al libro? ¿Entonces por qué me las formulas? Pensé...<br />

–¿Quieres hacer el favor de seguirme la corriente, eh?<br />

El corazón de Johnny latía fuertemente, y no le sorprendió demasiado<br />

descubrir que tenía miedo. Hacía mucho que planeaba esto, esperando sólo que<br />

se produjera la confluencia justa de circunstancias. Difícilmente se le presentaría<br />

otra ocasión mejor. La señora Chatsworth no revoloteaba ansiosamente<br />

alrededor de ellos, aumentando así el nerviosismo de Chuck. Ninguno de sus

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