08.05.2013 Views

LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

LA ZONA MUERTA - www.moreliain.com

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

qué suerte tienes, chico, allá en la, allá en la allá en la URSS... ».<br />

Aún no era un asesino, no en realidad. Pero hacía mucho tiempo que eso<br />

figuraba en sus pensamientos, el asesinato. Le escocía sin cesar. Y tampoco era<br />

desagradable. Se sentía muy optimista al respecto. Era un buen momento. No<br />

tenía por qué preocuparle la idea de que le pillaran. No tenía por qué<br />

preocuparle la pinza de la ropa. Porque era escurridizo.<br />

Empezó a nevar ligeramente. Era el 12 de noviembre de 1970, y doscientos<br />

cuarenta kilómetros al noreste de esa ciudad mediana del oeste de Maine, el<br />

oscuro sueño de John Smith seguía sin parar.<br />

El asesino escudriñó el parque... el parque <strong>com</strong>unal de la ciudad, <strong>com</strong>o<br />

preferían llamarlo los turistas que acudían a Castle Rock y a la región de los<br />

lagos. Pero ahora no había turistas. El parque, tan verde en verano, estaba<br />

ahora amarillo, ralo y muerto. Esperaba que el invierno lo cubriera<br />

decorosamente. La valla de tela metálica situada detrás de la base meta del<br />

campo de béisbol del equipo juvenil alzaba sus herrumbrosos rombos<br />

superpuestos, recortados contra el cielo blanco. El pabellón de conciertos<br />

necesitaba una mano de pintura.<br />

Era un cuadro deprimente, pero el asesino no estaba deprimido. Casi deliraba<br />

de júbilo. Sentía deseos de zapatear, de chasquear los dedos. Esta vez no<br />

habría retrocesos.<br />

Aplastó una colilla bajo el tacón de la bota y encendió inmediatamente otro<br />

cigarrillo. Consultó el reloj. Las tres y dos minutos de la tarde. Se quedó sentado,<br />

fumando. Dos chicos atravesaron el parque, pasándose un balón de fútbol el<br />

uno al otro, pero no vieron al asesino porque los bancos se hallaban en una<br />

hondonada. Suponía que ése era un lugar donde los cochinos jodedores se<br />

congregaban por la noche cuando hacía más calor. Lo sabía todo acerca de los<br />

cochinos jodedores y acerca de las cosas que hacían. Su madre se lo había<br />

contado y él los había visto.<br />

La evocación de su madre le borró un poco la sonrisa. Recordó un día en que<br />

él tenía siete años y en que ella había entrado en su habitación sin golpear –<br />

nunca golpeaba– y le había sorprendido jugando con su cosa. Casi había

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!