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ALA BLANCA

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24–Mensajero Ala Blanca marzo-abril del 2002<br />

E<br />

l matrimonio es una relación de<br />

unión santa entre un hombre y<br />

una mujer delante de Dios. Esa<br />

unión santa se pide por el<br />

hecho de que el matrimonio es el vínculo<br />

o medio por el cual haya una<br />

simiente de Dios en la tierra (véase<br />

Malaquías 2:15).<br />

Abraham había recibido la promesa<br />

de parte del Señor de que en su<br />

simiente serían bendecidas todas las<br />

naciones de la tierra. Aunque no<br />

aparece explícito en la Escritura, se<br />

infiere que cuando el Señor evangelizó<br />

a Abraham (véase Gálatas 3:7, 8) le dio<br />

instrucciones claras sobre la santidad y<br />

limpieza del matrimonio. Esto explica<br />

la preocupación de Abraham sobre los<br />

atributos morales que debía tener la<br />

mujer que se uniría a su hijo Isaac en<br />

matrimonio. Por ello juramentó a su<br />

criado, diciéndole: “...no has de tomar<br />

mujer para mi hijo de las hijas de los<br />

Cananeos, entre los cuales yo habito”,<br />

(Génesis 24:3). Esa preocupación era<br />

legítima, pues el Señor le había advertido<br />

que la maldad de éstos aun no<br />

estaba cumplida (véase Génesis 15:16),<br />

o sea que en Su omnisciencia, Dios<br />

sabía que ese era un pueblo que continuaría<br />

en su pecado y serían juzgados<br />

por ello. Esto significaba que ninguna<br />

de las mujeres cananeas llenaba los requisitos<br />

del Señor para poder ser esposa<br />

de Isaac, y por consiguiente, tener<br />

una simiente santa en la cual un día<br />

serían bendecidas todas las naciones de<br />

la tierra (véase Génesis 22:18).<br />

Por: Gerardo Ramos Mattos<br />

Creo que es importante mencionar<br />

que Abraham sabía por fe, que el Señor<br />

mismo guiaría a su criado a encontrar<br />

para su hijo una moza (virgen) que al<br />

mismo tiempo compartiera su fe hacia<br />

la edificación de una simiente para<br />

Dios. Génesis 24:7 dice: “Jehová, Dios<br />

de los cielos, que me tomó de la casa de<br />

mi padre y de la tierra de mi parentela,<br />

y me habló y me juró, diciendo: Á tu<br />

simiente daré esta tierra; él enviará su<br />

ángel delante de ti, y tú tomarás de allá<br />

mujer para mi hijo”. El criado de<br />

Abraham conocía la importancia que<br />

tenía para su señor, hallar una virgen<br />

como esposa para su hijo. Por eso oró a<br />

Dios para que Él lo guiara a cumplir el<br />

deseo de su señor. La Escritura nos dice<br />

que Rebeca: “... era de muy hermoso<br />

aspecto, virgen, á la que varón no había<br />

conocido”, (versículo 16).<br />

Después del compromiso y la ceremonia<br />

de boda, en la que no está presente<br />

el novio (véase Génesis 24:49-61),<br />

vemos en los versículos 62 y 63, la actitud<br />

de Isaac como hombre santo de<br />

Dios. Vemos que sale al campo, a solas,<br />

a orar al “viviente que me ve”, y<br />

aunque la Escritura no lo dice explícitamente,<br />

se infiere que Isaac estaba orando<br />

también por una esposa virgen y<br />

pura delante de Dios y de los hombres,<br />

una mujer que compartiera su fe en el<br />

Dios vivo.<br />

Para el pueblo de Israel fue proverbial<br />

desde entonces la pureza y virginidad<br />

de la mujer antes del matrimonio.<br />

Un hermoso ejemplo de ello es el

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