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Untitled - Universidad de Málaga

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)k PO


CAPÍTULO C.<br />

I'¡--.'¡.i';: y si hemos <strong>de</strong> dar crédito á la historia , Lejos estuvieron<br />

aquellos ilustres personajes <strong>de</strong> usarlos coa mo<strong>de</strong>ración. La raza <strong>de</strong><br />

príncipes y nobles sajones fué casi completamente estopada, ,i<br />

<strong>de</strong>spojada <strong>de</strong> los bienes que poseían: ni era gran<strong>de</strong> el número <strong>de</strong><br />

ios hacendados <strong>de</strong> claso inferior, á quienes fué licito cultivar la<br />

tierra <strong>de</strong> sna padres. La política do los reyes no tuvo otro objeto<br />

durante mucho tiempo que <strong>de</strong>bilitar por todos ios medios posibles.<br />

I 'gales ó ilegales , la, fuerza <strong>de</strong> los habitantes á quienes se atribuía<br />

iv-u sobra.ios motivos un odio inveterado hacia sus vencedores.To-<br />

l


4 -VA.NHOE.<br />

<strong>de</strong> su pasado predominio, y ia comparación entre lo (pie habían<br />

sido y lo que entonces eran , fueron circunstancias que hasta los<br />

tiempos <strong>de</strong> Eduardo III mantuvieron abiertas las heridas que había<br />

hecho la conquista, y la profunda línea que separaba álos <strong>de</strong>scendientes<br />

<strong>de</strong> los vencedores Normandos y <strong>de</strong> los vencidos Sajones.<br />

Ocultábase el sol <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las colinas que servían <strong>de</strong> límite ü<br />

uno <strong>de</strong> los herbosos ámbitos <strong>de</strong> la selva <strong>de</strong> que hemos hecho mención<br />

al principiar este capítulo. Centenares do robustas encinas,<br />

que quizás habían sido testigos <strong>de</strong> la marcha do las tropas romanas,<br />

estendian sus hojosos y fornidos brazos sobre una alfombratejida<br />

<strong>de</strong> tupido césped , cuyo ver<strong>de</strong> podía eclipsar al <strong>de</strong> las mas lucientes<br />

esmeraldas. Mezclábanse con ellas , en algunos puntos, hayas,<br />

castaños, y maleza <strong>de</strong> varias clases, tan espesa y entretejidas,<br />

que cerraba enteramente el paso á los últimos rayos <strong>de</strong>! sol. En<br />

otros , los árboles se separaban , formando estendidas calles , en<br />

cuyas prolongadas líneas se espaciaba <strong>de</strong>leitosamente la vista,<br />

mientras la imaginación se placia cu consi<strong>de</strong>rarlas como ingresos<br />

á escenas mas selváticas y retiradas. De cuando en cuando los rayos<br />

<strong>de</strong>l sol se revestían do tintas pálidas y rojizas, al atravesar las<br />

corpulentas ramas, ó al reflejar en los musgosos troncos <strong>de</strong> los árboles,<br />

iluminando <strong>de</strong> lleno las partes <strong>de</strong>l espeso prado en que caian.<br />

En medio <strong>de</strong> aquel espacio se <strong>de</strong>scubría otro , enteramente <strong>de</strong>snudo<br />

<strong>de</strong> árboles, que parecía haber sido consagrado antiguamente á los<br />

ritos supersticiosos <strong>de</strong> los Druidas ; porque en la cima <strong>de</strong> una elevación<br />

, que segunda regularidad do sus formas, parecía hecha por<br />

la mano <strong>de</strong>l hombre, ex istia aun un círculo <strong>de</strong> toscas piedras <strong>de</strong><br />

gran volumen , siete <strong>de</strong> las cuales se mantenían <strong>de</strong>rechas , y las<br />

otras habiau sido arrancadas <strong>de</strong> sus sitios, quizás por el celo <strong>de</strong> algún<br />

cristiano recien convertido. De estas, unas permanecían junto<br />

al sitio <strong>de</strong> don<strong>de</strong> habían sido <strong>de</strong>molidas; otras habian rodado<br />

por los <strong>de</strong>clives <strong>de</strong> la colina. Una sola habia caído á lo mas profundo<br />

<strong>de</strong> la falda, <strong>de</strong>teniendo el curso <strong>de</strong> un arroyuelo, que murmullaba<br />

apacible al pié <strong>de</strong> la altura, y que irritado por este obstáculo<br />

interrumpía el silencio <strong>de</strong> aquellos sitios.<br />

Las figuras humanas que completaban este paisaje eran dos, y<br />

ambas correspondían, en su trage y aspecto, al carácter rústico y<br />

selvático <strong>de</strong> aquellos tiempos y <strong>de</strong> aquellos lugares. El mayor do<br />

estos dos hombres era <strong>de</strong> un csterior serio, ó por mejor <strong>de</strong>cir, áspero<br />

é inculto. No pue<strong>de</strong> imaginarse una cosa mas sencilla que su


CAPÍTULO I. 5<br />

truge, el cual se reducía á un angosto coleto con mangas, hecho<br />

con la piel <strong>de</strong> un animal; pero tan usado, tan traído y tan remendado<br />

, (lucera difícil conocer, en vista <strong>de</strong> los diversos fragmentos<br />

que lo componían, á qué especie <strong>de</strong> criatura Labia pertenecido.<br />

Este trago , tan semejante al que probablemente usarían los primeros<br />

hombres , llegaba <strong>de</strong>sdo la garganta hasta las rodillas , y<br />

era todo lo que <strong>de</strong>fendía al cuerpo déla intemperie <strong>de</strong> las estaciones.<br />

E¡i su parte superior no Labia otra abertura que la muy necesaria<br />

para dar paso á la cabeza, <strong>de</strong> modo que. solo podia ponerse á guisa<br />

<strong>de</strong> camisa mo<strong>de</strong>rna, ó <strong>de</strong> túnica antigua. El calzado era unas<br />

sandalias , sujetas con correas hecha-; con piel <strong>de</strong> jabalí, y unas<br />

piezas <strong>de</strong> cuero <strong>de</strong>lgado atadas á las piernas , algo mas' arriba <strong>de</strong><br />

las pantorrillas , <strong>de</strong>jando la rodilla <strong>de</strong>scubierta . como la llevan<br />

ahora los montañeses <strong>de</strong> Escocia.. Para sujetar el coleto al cuerpo,<br />

llevaba un ancho tinturen <strong>de</strong> cuero , asegurado por una hebilla <strong>de</strong><br />

cobre; á, un lado <strong>de</strong>l chitaron pendía una especie <strong>de</strong> saco ó bolsa:<br />

al otro un cuerno <strong>de</strong> carnero con una embocadura. En el mismo<br />

timaron estaba, sujeto un cuchillo <strong>de</strong> dos filos, largo, ancho y muy<br />

agudo , <strong>de</strong> los que se fabricaban entonces en aquella parte <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

El mango era <strong>de</strong> cuerno , y esta arma se llamaba ya en<br />

aquella época remola, navaja, <strong>de</strong> Shefíieid. El hombre <strong>de</strong> que vamos<br />

hablando no llevaba en la cabeza otra <strong>de</strong>fensa que su espesa cabellera<br />

, formada en trenzas, y tan ennegrecida por el sol y la intemperie,<br />

que ofrecía el mas estraño contraste con la crecida barba<br />

que pendía <strong>de</strong> sus mejillas , y cuyo color era casi amarillo como el<br />

<strong>de</strong>l ámbar. 1.a parte <strong>de</strong> su atavío <strong>de</strong> que aun no hemos hablado,<br />

era. la mas curiosa , y seguramente merece ponerse en noticia <strong>de</strong><br />

nuestros lectores. Reducíase auna argolla <strong>de</strong> bronce , semejante ¡i<br />

un collar <strong>de</strong> perro , pero sin ninguna abertura, sino soldada alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong>! cuello : la cual aunque no impedia la respiración ni los<br />

mo\ ¡mientes <strong>de</strong> la cabeza, no podia quitarse sin el auxilio <strong>de</strong> la lima.<br />

En este singular adorno estaba grabada en caracteres sajones<br />

ana inscripción que <strong>de</strong>cía : «Gurth, hijo <strong>de</strong> Beowulf, vasallo natural<br />

<strong>de</strong> ( :<br />

edric <strong>de</strong> Hotherwood.»<br />

Gurth era porquerizo <strong>de</strong> su señor, y junto á id estaba sentado,<br />

sobre uno délos <strong>de</strong>rrocados monumentos druídicos , otro hombre<br />

que representaba tener diez años menos , y cuyo ropaje , aunque<br />

semejante al <strong>de</strong> Gurth en el corte y la forma , era <strong>de</strong> mejor material<br />

y <strong>de</strong> colores estraños y caprichosos. Su coleto era <strong>de</strong> un púr-


6 IVANHOE.<br />

pura brillante, y sobre este fondo parecían algunos restos ele Jii li­<br />

jos fantásticos <strong>de</strong> diferentes tintes. Tenia a<strong>de</strong>más una eapita que<br />

apenas le llegaba á la mitad <strong>de</strong>l cuerpo : era <strong>de</strong> paño carmes: , fine<br />

fué bueno en su tiempo , y forrada <strong>de</strong> una tela amarilla : y r.on.o<br />

podia pasarla <strong>de</strong> un hombro á otro, ó embozarse con ella si se le<br />

antojaba, las diferentes posiciones que tomaba y el contraste entre<br />

su amplitud y su cortedad presentaban las formas mas riilínil.-.s y<br />

estravagantes. Llevaba brazaletes do plata, muy ligeros; y ¡:J cue­<br />

llo una argolla <strong>de</strong>l mismo metal con la inscripción : «Warnba, hi­<br />

jo <strong>de</strong> Witless , vasallo <strong>de</strong> Ccdrk; <strong>de</strong> Rotherwood.» listo personaje<br />

calzaba sandalias por el estilo <strong>de</strong> las <strong>de</strong> su compañero, pero en lu­<br />

gar <strong>de</strong> las piezas <strong>de</strong>, cuero que <strong>de</strong>fendían las piernas al .¡íru:.»,<br />

visaba una especie <strong>de</strong> botines, cada uno <strong>de</strong> los cuales era ib' distin­<br />

to color. Adornaba su cabeza una gorra <strong>de</strong> que pendían algunas<br />

campanillas , semejantes á las que se ponían al cuello <strong>de</strong> los ¡'.aleo­<br />

nes : sonaban todas ellas al menor movimiento que hacia con la<br />

cabeza, y como raras veces permanecía un minuto en la misma<br />

postura, el ruido que ocasionaban era poco menos que continuo.<br />

Al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la copa <strong>de</strong> la gorra se veía una guarnición <strong>de</strong> cuero<br />

recortada á guisa <strong>de</strong> corona ducal, y <strong>de</strong>l fondo salia una manga<br />

larga que pendía sobre los hombros , como la que suelen llevar los<br />

i 'atalanes. De esta parte <strong>de</strong>l tocado pendían las campanillas ; todo<br />

lo cual unido al aspecto general <strong>de</strong> su persona, y á la espresion <strong>de</strong><br />

su fisonomía medio necia, medio aguda, <strong>de</strong>notaba (pie el tal sugeto<br />

era uno <strong>de</strong> aquellos bufones, que los ricos tenían en su servidum­<br />

bre, para distraerlos en las fastidiosas horas que á veces estaban<br />

obligados á pasar entre las pare<strong>de</strong>s do sus castillos. También lle-<br />

vrba como su compañero un saco pendiente <strong>de</strong>l cinto; pero sin<br />

cuerno ni cuchillo , pues quizás no era muy pru<strong>de</strong>nte poner ins­<br />

trumentos cortantes ni punzantes en aquellas manos. En lugar <strong>de</strong><br />

estos utensilios, estaba provisto <strong>de</strong> una espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, como la<br />

que Arlequín emplea en sus diabluras y fechurías.<br />

ha diferencia que se notaba en el aspecto y en los modales <strong>de</strong> es­<br />

tos dos compañeros era mayor que la que distinguía sus respecti­<br />

vos trages. El porquerizo era torvo y taciturno : miraba continua­<br />

mente al suelo, como un hombre abatido y sin esperanza; y cual­<br />

quiera hubiera atribuido su aire indiferente á su estupi<strong>de</strong>z , si <strong>de</strong><br />

cuando en cuando no centellease en sus encendidos ojos la espre­<br />

sion <strong>de</strong>l brío y <strong>de</strong>l arrojo , manifestando que aquella apare?.le <strong>de</strong>-


CAPÍTULO I. "3<br />

siilia ocultaba la amargura <strong>de</strong> la opresión y una disposición pron­<br />

ta á la resistencia. Las miradas <strong>de</strong> "VVamba indicaban , como era<br />

natural en su profesión, una curiosidad vaga, un atolondramiento<br />

continuo, juntos con el orgullo que le inspiraban sus funciones', y<br />

el papel que representaba en la servidumbre <strong>de</strong> su señor. Hablaban<br />

en el dialecto anglo-sajon , que como ya liemos dicho , era el que<br />

generalmente prevalecía en las gentes <strong>de</strong> inferior condición , es-<br />

eepto los soldados normandos y los criados y <strong>de</strong>más subalternos<br />

que <strong>de</strong>pendían inmediatamente <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>sseñores feudales. Si<br />

refiriéramos pues su diálogo en aquel idioma , es muy probable<br />

que la mayor parte <strong>de</strong> nuestros lectores se quedarían en ayunas; y<br />

para su recreo les presentamos la siguiente traducción :<br />

'(¡Maldiga el santo <strong>de</strong> mi parroquia á estos perversos marranos!»<br />

¡lijo su custodio, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hecho resonar los ecos <strong>de</strong> los<br />

montes con el estrepitoso instrumento <strong>de</strong> que ya hemos hecho<br />

jnencion , á fin <strong>de</strong> reunir la esparcida manada <strong>de</strong> sus subditos, los<br />

cuales respondieron á su llamamiento con una solfa no menos ar­<br />

mónica , poro sin dar muestras <strong>de</strong> abandonar el espléndido ban­<br />

quete <strong>de</strong> castañas y bellotas en que so estaban <strong>de</strong>leitando , ni <strong>de</strong><br />

alzarse <strong>de</strong> las fangosas orillas <strong>de</strong>l arroyo en que algunos <strong>de</strong> ellos se<br />

habían medio sumergido y arrellanado , sordos al mandato <strong>de</strong> su<br />

jefe. «¡Maldígalos el santo <strong>de</strong> mi parroquia á ellos y á mi, repitió<br />

Gurth, y que me ahorquen si algunos <strong>de</strong> ellos no van á parar esta<br />

noche á manos <strong>de</strong> algún lobo en dos pies! Aquí, Fangs Fangs,» gritó<br />

con toda la fuerza <strong>de</strong> sus pulmones al perro que lo ayudaba en el<br />

ejercicio <strong>de</strong> su ministerio , el cual era un mestizo, con apariencias<br />

<strong>de</strong> mastin y <strong>de</strong> alano, y al punto echó á correr como si, dócil á la<br />

voz <strong>de</strong> su amo, fuera á poner en ejecución sus ór<strong>de</strong>nes; pero loque<br />

hizo en efecto fué alborotar á las rebel<strong>de</strong>s bestias, y esparcirlas mas<br />

y mas por aquellas cercanías , sea por su natural propensión á la<br />

malicia , sea porque no entendió la señal <strong>de</strong>l porquerizo, sea en fin<br />

porque no era muy diestro en el cumplimiento <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ber. Fangs,<br />

en resumidas cuentas, no hizo mas que aumentar el mal, en lugar<br />

tle ponerle remedio. «¡Mala lepra te cubra , dijo el porquerizo , y<br />

confunda Hat anas al guardabosque que se ha empeñado en cortar<br />

las uñas á los perros, y los <strong>de</strong>ja incapaces <strong>de</strong> servir. Wamba, arri­<br />

ba, y ayúdame por Dios : así él te dé su gracia. No tienes mas que<br />

ir por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> esa colina y ganarles el viento, y verás que los<br />

echas y se vienen todos juntos tan dóciles como mansos cor<strong>de</strong>ros.»


8 IVANIIOE.<br />

— Ей verdad , dijo AVamba sin moverse <strong>de</strong> su asiento , que be<br />

consultado la voluntad <strong>de</strong> las dos piernas que Dios me ha dado.,<br />

sobre la materia , y ambas son <strong>de</strong> opinión que no proce<strong>de</strong>ría bien<br />

con mi soberana persona ni con el magnífico ropaje que la cubre, si<br />

me fuera á intrincar en esos laberintos <strong>de</strong> maleza: por lo cual, hijo<br />

mió, lo que te aconsejo es que llames áFangs,y <strong>de</strong>jes los marranos<br />

abandonados á su <strong>de</strong>stino, en la inteligencia, <strong>de</strong> que si dan en manos<br />

<strong>de</strong> soldados dispersos ó <strong>de</strong> bandidos, antes <strong>de</strong> salir el sol se verán<br />

convertidos en normandos hechos y <strong>de</strong>rechos , con infinita satisfacción<br />

tuya , que <strong>de</strong> este modo te ves libro <strong>de</strong> la enojosa tarea<br />

ile guardarlos.<br />

—¡ Los marranos convertidos en normandos! dijoGurth : hombre,<br />

esplícame eso que has dicho, que á fe mía no lo entiendo, y no<br />

hay que estrañarlp puesto que nú natural torpeza y mis pesadumbres<br />

me han encerrado las enten<strong>de</strong>doras.<br />

—¿Cómo se llaman en nuestro Mioma, dijo el bufón , estos gruñidores<br />

brutos cuando andan á cuatro patas en el monis?<br />

—¡ Que pregunta ! contesto el porquerizo. ¿"o lo sabes? He llaman<br />

cerdos.<br />

—• Así es verdad, dijo Wamba ; y dime ahora , maja<strong>de</strong>ro , cer<strong>de</strong>es<br />

buen sajón...' ¿ no es verdad ? Y ¿ cómo se llaman cuando lian<br />

perecido á mano <strong>de</strong>l cortador, y están abiertos por medio, y colgados<br />

por los talones como traidores?<br />

—¿Como se han <strong>de</strong> llamar? dijo el otro. Tocino: eso todo el<br />

mundo lo salie.<br />

—Menester es, dijo el bufón, que todo el mundo lo sepa para que<br />

tú no lo ignores. Tocino no es cosa <strong>de</strong> nuestra tierra, sino palabra<br />

<strong>de</strong> la lengua normanda francesa. Así ¡mes. (mando el animal vive<br />

y está confiado al cuidado <strong>de</strong>l siervo sajón, se le da. el nombre sajón<br />

: y cuando está convertido en jamón ó tocino, y pasa al comedor<br />

á regalar la gula <strong>de</strong> los nobles y do los ricos, entonces se leda<br />

el nombre francés (1). ¿ Qué dices á esto ? Eii ?<br />

—Digo que tienes razón, respondió Gurth, y que es doctrina verda<strong>de</strong>ra,<br />

aun que dicha por boca <strong>de</strong> un loco.<br />

(lj Para enten<strong>de</strong>r ese juego do pala'ias así como los que siguen, es preciso<br />

notar que muchos animales no tienen en inglés el mismo nombre cuando vivos que<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muertos pavn ven<strong>de</strong>r cu la carnicería. Л4 pues S-wíiie <strong>de</strong>nota el cerdo<br />

vivo y !>


CAPÍTULO :. p<br />

—Mas te puerto <strong>de</strong>cir, aiíadió Wamba: el buey se llama o;zen sajón<br />

cuando va á pastar en compañía <strong>de</strong>l esclavo sajón ; pero se<br />

trasl'orma en hecfíi la francesa, cuando se presenta ante las ilustres<br />

mandíbulas que han <strong>de</strong> <strong>de</strong>vorarlo : y su pariente inmediato<br />

Mynlieer Oalf se cambia en Monshnvilc Vrau <strong>de</strong> la misma manera<br />

: sajón cuando da que hacer al pobre, y francés cuando satisface<br />

el apetito d.el po<strong>de</strong>roso.<br />

— Por san Duustan, dijo (¡urth, que son harto amargas tus verda<strong>de</strong>s.<br />

Lo único que nos <strong>de</strong>jan nuestros opresores es el aire que respiramos,<br />

y aun eso <strong>de</strong> mala ¡rana , y no mas que lo muy preciso<br />

para que no sucumbamos en el surco . y podamos llevar la carga<br />

que nos han echado ¡í cuestas. Lo mejor y lo mas sabroso es para<br />

sus mesas, y todo el dinero <strong>de</strong> la tierra para sus bolsas. Los mejores<br />

y ie.es honrados siguen las ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> sus enemigos , y van ú<br />

blanquear con sus huesos las playas mas remotas, y apenas quedan<br />

aquí algunos pocos que puedan ó ciñieran proteger á los pobres<br />

sajones. ¡ Dios eche su santa bendición á nuestro buen amo<br />

Cedrie. que ha hecho lo que <strong>de</strong>bía, permaneciendo firme en su puesto<br />

! Pero <strong>de</strong>ja que ya. se acerca Reginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey en persona,<br />

y veremos <strong>de</strong>que le sirven á Cedrie todas sus penas y fatigas<br />

... Aquí,aquí, esclamó entonces el porquerizo <strong>de</strong>jándola conversación<br />

y dirigiendo la palabra al perro: aquí, aquí. Fangs; bien<br />

lo has hecho : reelígelos todos, chucho.<br />

—(¡urth, dijo Wamba,tú ene tienes por loco, y no <strong>de</strong>bías, obrando<br />

con seso , liarte tanto al que tiene los suyos <strong>de</strong>stemplados. Si Reginaldo<br />

Frente do buey, ó Felipe <strong>de</strong> Malvoisin llegan á enten<strong>de</strong>r<br />

que has proferido el menor <strong>de</strong>nuesto contra los Normandos , no te<br />

ha <strong>de</strong> valer la dignidad ríe porquerizo, sino que te has <strong>de</strong> ver colgado<br />

<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> estos árboles, para servir <strong>de</strong> espantajo, no ya á los<br />

gorriones, sino á todo el que no acate y reverencie tan altos personajes.<br />

—¡ Hombre <strong>de</strong> Dios! esclamó (¡urth : ¿serás capaz <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rme,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberme puesto en el resbala<strong>de</strong>ro ?<br />

—Ven<strong>de</strong>rte 1 respondió Wamba. Ven<strong>de</strong>rte no, que seria acción <strong>de</strong><br />

cuerdo, y ningún loco salte promover sus propios intereses. Pero<br />

¿qué ruido es este ? preguntó oyendo un tropel <strong>de</strong> caballos que se<br />

acercaban.<br />

—Sea quien fuere, respondió Gurth que habia conseguido al cabo<br />

recoger su manada, y con la ayuda <strong>de</strong> Fangs procuraba guiar-


10 IVAXIIOE.<br />

la por una <strong>de</strong> aquellas aberturas ó interrupciones <strong>de</strong> la selva que<br />

hemos procurado <strong>de</strong>scribir.<br />

—No por cierto, respondió Wamba, que quiero ver la gente que<br />

es. Quizás vienen <strong>de</strong> la tierra <strong>de</strong> las hadas, y nos traen noticias <strong>de</strong>l<br />

rey Oberon (1).<br />

—¡ Mal torozón te mate ! dijo el porquerizo. ¡ Que quieras hablar<br />

<strong>de</strong>esas cosas cuando nos está amenazandoá poca distancia <strong>de</strong><br />

aquí una espantosa borrasca <strong>de</strong> truenos y relámpagos ! Oye , oye<br />

los estampidos , y para lluvia <strong>de</strong> otoño jamás he visto caer <strong>de</strong> las<br />

nubes gotas por este estilo. No se menea una paja, y mira como<br />

crujen las encinas , anunciando lo que so acerca. Ten juicio una<br />

vez siquiera en tu vida. Créeme , y vamonos á casa lo mas aprisa<br />

que podamos, antes que [<strong>de</strong>scargue la nube, que la noche va á ser<br />

terrible.<br />

Wamba conoció la fuerza <strong>de</strong> estas razones, y se dispuso á seguir<br />

los pasos <strong>de</strong> su compañero, el cual rompió la marcha, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

haber recogido un enorme garrote que estaba en el suelo. Este segundo<br />

Eumeo tomó el camino <strong>de</strong> uno do los espacios abiertos <strong>de</strong>l<br />

bosque, llevando <strong>de</strong>lante con la ayuda <strong>de</strong> Fangs toda su inarmónica<br />

comitiva.<br />

CAPÍTULO II.<br />

A pesar <strong>de</strong> las exhortaciones é instancias <strong>de</strong> su compañero, como<br />

se acercaba mas el ruido <strong>de</strong> los ginetes que antes habían oido,<br />

Wamba no podía menos <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse <strong>de</strong> cuando en cuando con<br />

el primer pretesto que se le ocurría , ya para coger un puñado <strong>de</strong><br />

nueces á medio madurar que habían caído <strong>de</strong> los árboles , ya para<br />

echar un requiebro á la al<strong>de</strong>ana que atravesaba la vereda. Y tanto<br />

hizo, que no tardaron en alcanzarlos los ginetes.<br />

Componían estos una cuadrilla <strong>de</strong> diez hombres, dos <strong>de</strong> los cuales,<br />

que venían á la cabeza <strong>de</strong> los otros, parecían sugetos <strong>de</strong> importancia,<br />

y los <strong>de</strong>más tenían trazas <strong>de</strong> asistentes y criados. No era<br />

difícil conocer la condición y carácter <strong>de</strong>l uno <strong>de</strong> aquellos perso-<br />

(1) Personaje fabuioso, muy nombrado en la mitología dolos pueblos <strong>de</strong>l corte<br />

ie Europa.


CAPÍTULO II, 11<br />

najes. Veíase claramente que era eclesiástico <strong>de</strong> alta gerarquía ; y<br />

por su hábito conocíase pertenecer á la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>lCíster.<br />

Este digno religioso montaba una lozana muía <strong>de</strong> paso, cuyas<br />

gualdrapas eran sumamente galanas y vistosas, y cuyo freno adornaban,<br />

según la costumbre <strong>de</strong>l tiempo , muchas campanillas <strong>de</strong><br />

plata. Su posición acaballono manifestaba el <strong>de</strong>sgarbo <strong>de</strong> un hombre<br />

retirado, sino la gracia y la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> un ginete inteligente y<br />

práctico. De todo lo cual era fácil inferir cpie tan humil<strong>de</strong> cabalgadura,<br />

por agradable y cómodo que fuera su paso, solo le servia<br />

para caminar por aquellas malezas y soleda<strong>de</strong>s. En otras ocasiones<br />

montaba uno <strong>de</strong> los potros mas generosos y arrogantes délos<br />

que se crian en las orillas <strong>de</strong>l Guadalquivir , y en la época <strong>de</strong> que<br />

vamos hablando los merca<strong>de</strong>res llevaban, con gran riesgo y gasto,<br />

estos animales á Inglaterra para el uso <strong>de</strong> las gentes ricas y <strong>de</strong> distinción.<br />

Llevábalo por la brida un hermanolego, délos que acompañaban<br />

en calidad <strong>de</strong> sirvientes al prelado. Cubría la silla y gualdrapas<br />

<strong>de</strong> este soberbio palafrén, una gran manta <strong>de</strong> paño, que casi<br />

¡•arria la tierra, y en (pie estaban bordados con gran esplendor varios<br />

emblemas eclesiásticos. Otro hermano lego conducía una acémila<br />

cargada con el equipaje <strong>de</strong>l monje, y otros dos <strong>de</strong> la misma<br />

ur<strong>de</strong>n, aunque <strong>de</strong> grado inferior, cabalgaban <strong>de</strong>trás, riendo y conversando<br />

entre sí, sin prestar atención á los <strong>de</strong>más que componían<br />

la comitiva.<br />

El compañero <strong>de</strong>l magnate eclesiástico era un hombre <strong>de</strong> mas<br />

<strong>de</strong> cuarenta años do edad, <strong>de</strong>lgado, fuerte, alto y nervudo ; figura<br />

atlética, en quien las gran<strong>de</strong>s fatigas y el ejercicio constante no<br />

habían <strong>de</strong>jado, según parecía, ninguna <strong>de</strong> las partes blandas <strong>de</strong> la<br />

constitución humana, sino una armazón <strong>de</strong> huesos y fibras que había<br />

sobrellevado, sin per<strong>de</strong>r su vigor, muchos trabajos y esfuerzos,<br />

y se hallaba en disposición <strong>de</strong> sobrellevar muchas mas. Cubríale<br />

la cabeza un gorro <strong>de</strong> grana, forrado do pieles, <strong>de</strong> una hechura<br />

particular , llamado entonces mortier, mortero, en lengua<br />

francesa, por su semejanza con este utensilio doméstico; mas este<br />

gorro le <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong>scubierta la fisonomía, cuya espresion inspiraba<br />

eierta estrañeza, ó mas bien un verda<strong>de</strong>ro terror, al que por primera<br />

vez la miraba. Sus facciones, naturalmente prominentes y animadas,<br />

habían adquirido un tinte oscurísimo, casi semejante al ele<br />

un africano en la ardiente atmósfera délos climas <strong>de</strong> los trópicos, y<br />

.-. n su estado ordinario mostraban la calma eme suce<strong>de</strong> á la bor-


12 IVANHOE.<br />

rasca embravecida <strong>de</strong> las pasiones; pero el abultado volumen <strong>de</strong> las<br />

venas <strong>de</strong> la frente, y la facilidad con que temblaba, cuando lo agitaba<br />

cualquier sentimiento, el labio superior y el poblado y negro<br />

bigote que lo sombreaba, daban indicios ciertos <strong>de</strong> que no era difícil<br />

suscitar <strong>de</strong> nuevo la tempestad. En sus ojos agudos , oscuros y<br />

penetrantes, so leia la larga historia <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s que habí;,<br />

vencido, y <strong>de</strong> los peligrosa que se había arrojado en el curso <strong>de</strong> su<br />

vida. Sus miradas eran un <strong>de</strong>safío á todo el que osase oponerse ñ<br />

sus <strong>de</strong>seos, sin otro motivo que el gusto <strong>de</strong> llevar a<strong>de</strong>lante su voluntad,<br />

y <strong>de</strong> ostentar su fuerza y predominio, sobrepujando cuantos<br />

obstáculos so opusiesen á sus intentos. Había recibido en la<br />

frente una profunda herida, cuya cicatriz aumentaba la severidad<br />

<strong>de</strong> su aspecto y ¡a siniest a mirada <strong>de</strong> un ojo, que había sufrido algún<br />

daño do resultas <strong>de</strong>l mismo acci<strong>de</strong>nte ; y aunque su vista era<br />

perfecta, se notaba cu ella cierta <strong>de</strong>sigualdad que no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong><br />

contribuir á hacer poco grato el conjunto <strong>de</strong> la persona.<br />

La parte superior <strong>de</strong>l ropaje <strong>de</strong> este sugeto se parecía en la forma<br />

y corte al <strong>de</strong> su compañero ; pero su color, que era grana, manifestaba<br />

que no pertenecía á ninguna <strong>de</strong> las cuatro ór<strong>de</strong>nes monacales.<br />

¡Sobre el hombro <strong>de</strong>recho había en este manto una cruz<br />

sobrepuesta <strong>de</strong> paño blanco, <strong>de</strong> una. forma particular. Descubríase<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l manto una vestidura que parecía incompatible con el<br />

carácter que este representaba, á saber, un eamisole <strong>de</strong> malla, con<br />

mangas y guantes <strong>de</strong> lo mismo, curiosamente labrada y entretejida,<br />

y tan flexible como si. saliera <strong>de</strong> un telar, ó como si fuese <strong>de</strong><br />

lana ó <strong>de</strong> otro material blando y elástico. Era también <strong>de</strong> malla la<br />

<strong>de</strong>fensa délos muslos, que <strong>de</strong>jaban visible los anchos pliegues <strong>de</strong>]<br />

manto : el pié y las rodillas estaban cubiertos <strong>de</strong> <strong>de</strong>lgadas placas<br />

<strong>de</strong> acero ingeniosamente unidas entre sí: y un botin <strong>de</strong> malla, que<br />

llegaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las rodillas hasta el tobillo guarnecía la pierna y<br />

completaba la armadura <strong>de</strong>l ginete. Llevaba pendiente <strong>de</strong>l cintu<br />

ron una larga daga <strong>de</strong> dos filos, única arma ofensiva que se echa<br />

ba <strong>de</strong> ver en su persona.<br />

No montaba una muía como su compañero, sino ana jaca fuerte<br />

y andadora, á fin <strong>de</strong> no fatigar á su caballo <strong>de</strong> batalla, que conducía<br />

<strong>de</strong>trás un escu<strong>de</strong>ro, y que llevaba todo el aparejo <strong>de</strong>fensivo ,<br />

como si fuera á entrar en acción, con una pieza <strong>de</strong> armadura que<br />

le guarecía la cabeza, y <strong>de</strong> cuya parte <strong>de</strong>lantera salía un pico agudo.<br />

De un lado <strong>de</strong> la silla pendía un hacha ó maza, adornada COL-


CAPÍTULO II. 13<br />

dibujos damasquinos; y do la otra, el yelmo coronado <strong>de</strong> plumas,<br />

la capucha <strong>de</strong> malla, y el montante que usaban entonces los que<br />

profesaban la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> caballería. Otro escu<strong>de</strong>ro llevaba la lanza<br />

<strong>de</strong> su señor , <strong>de</strong> cuya estremidad colgaba un pendón ó pequeña<br />

ban<strong>de</strong>rola, con una cruz <strong>de</strong> la misma forma que la <strong>de</strong>l manto, y el<br />

escudo triangular, cuya parte superior era bastante ancha para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

el pecho , y disminuía por los dos lados hasta rematar en<br />

punta. El escudo estaba cubierto con un paño <strong>de</strong> grana, lo que estorbaba<br />

que se viese la divisa.<br />

A. estos dos escu<strong>de</strong>ros seguían otros dos sirvientes negros , con<br />

turbantes blancos y con vestiduras que <strong>de</strong>notaban proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> algún<br />

remoto pais <strong>de</strong> Oriente. Todo el aspecto <strong>de</strong> la comitiva era estraordinario,<br />

y diferente <strong>de</strong> los usos y costumbres <strong>de</strong> Inglaterra<br />

: el trage <strong>de</strong> los escu<strong>de</strong>ros era espléndido; los negros llevaban<br />

collares <strong>de</strong> plata, y brazaletes y argollas <strong>de</strong> lo mismo alre<strong>de</strong>dor<br />

<strong>de</strong> los brazos y <strong>de</strong> las piernas ; aquellos iban <strong>de</strong>snudos<br />

hasta el codo, y estas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> la pantorrilla hasta<br />

el tobillo. Sus ropajes <strong>de</strong> seda bordada indicaban la riqueza <strong>de</strong>l<br />

dueño á quien servían , contrastando con la marcial secillez<br />

que se notaba en la persona <strong>de</strong> este. Sus armas eran unos sables<br />

corvos, con guarnición y vaina engastadas en oro, y puñales turcos<br />

todavía mas ricos y costosos. Tenían a<strong>de</strong>más en el arzón <strong>de</strong> la<br />

silla un manojo <strong>de</strong> dardos ó rejones , <strong>de</strong> cuatro pies <strong>de</strong> largo, con<br />

puntas agudísimas <strong>de</strong> acero, arma muy usada entonces entre los<br />

Sarracenos, y cuyo manejo se conserva todavía entre las naciones<br />

orientales, en el ejercicio bélico, á que dan el nombre <strong>de</strong> eljerrid.<br />

Los caballos <strong>de</strong> estos dos negros eran ó parecían tan estranjeros<br />

como los ginetcs que los montaban. En efecto, eran sarracenos <strong>de</strong><br />

origen, y por consiguiente do raza árabe : sus miembros menudos<br />

y <strong>de</strong>licados, sus cascos pequeños, sus enjutos brazos, y la ligereza<br />

<strong>de</strong> su movimiento, sobresalían mas cuando se comparaban con los<br />

membrudos y pesados caballos <strong>de</strong> raza flamenca y normanda, que<br />

eran los que usaban las gentes do armas <strong>de</strong> aquel tiempo, como<br />

los únicos capaces <strong>de</strong> soportar el peso <strong>de</strong> las armaduras y <strong>de</strong>más<br />

atavíos militares. Colocados al lado <strong>de</strong> los troteros orientales, parecían<br />

estos la sombra que aquellos <strong>de</strong>spedían.<br />

Este singular aparato no solamente atrajo la curiosidad <strong>de</strong> Wamba,<br />

sino también la <strong>de</strong> su distraido compañero. Inmediatamente<br />

reconocieron a) P. Prior <strong>de</strong> la abadía <strong>de</strong> Jorvaulx, famoso en todas


14 IVAMI01 .<br />

aquellas cercanías por su afición á la caza y á los buenos bocados-<br />

Su índole franca y jovial le habia grangeado el afecto <strong>de</strong> los no­<br />

bles y délos principales caballeros, con muchos <strong>de</strong> les cuales tenia<br />

relaciones <strong>de</strong> parentesco, por ser <strong>de</strong> noble familia normanda. Las<br />

damas en particular le estimaban . pues poseía mil recursos parí<br />

disipar el tedio que con harta frecuencia se introducía en las bóve­<br />

das <strong>de</strong> los castillos feudales. El prior asi.-t i a. como aficionado in­<br />

teligente, á las diversiones que dominaban entonces en la nobleza,<br />

y tenia fama <strong>de</strong> poseer los mejores halcones, y la mejor jauría <strong>de</strong><br />

todo el norte <strong>de</strong> Inglaterra : circunstancias que lo recomendaba;-<br />

en gran manera á los ojos <strong>de</strong> los mozos nobles <strong>de</strong>l país. Las renta?<br />

<strong>de</strong> su monasterio, que estaban en parte á su disposición, le propor­<br />

cionaban medios suficientes para los gastos que sus aficiones ^<br />

pasatiempos exigían, y para las dádivas que esparcía entre ios po­<br />

bres, y con que muchas veces aliviaba los males <strong>de</strong> los oprimidos.<br />

Si el prior Aymer consagraba algunos días á correr liebres y vena­<br />

dos, si pasaba largas horas en el banquete, la gente que esto vehí<br />

se lo perdonaba en atención á su carácter noble y generoso. J'or<br />

tanto ningún vasallo sajón ignoraba quien era el prior Aymer. Al<br />

pasar junto á él le hacían una profunda reverencia, y él les echa­<br />

ba la bendición.<br />

'.'ero Wamba y su companero fijaron toda su atención con anhe-<br />

íosa curiosidad en el otro personaje y en su lucido acompañamien­<br />

to, <strong>de</strong> modo que apenas prestaron oidos al Prior <strong>de</strong> Jorvaulx cuan­<br />

do este les preguutó si habia por allí cerca algún albergue en que<br />

pudieran él y los otros caminantes pasar la noche : tal fué la sor­<br />

presa con que miraron el bufón y el porquerizo el aparato medio<br />

monástico, medio militar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sconocido estranjero, y el nunca<br />

visto disfraz y las amias estrañas <strong>de</strong> sus sirvientes orientales. Es<br />

probable también que el lenguaje <strong>de</strong> que el Prior se valió para ha­<br />

cer su pregunta, y el sentido <strong>de</strong> esta no fueron, muy gratos á los<br />

dos vasallos sajones, por razones que ya quizás habrá adivinado ei<br />

'lector.<br />


CAPÍTULO II. 15<br />

Dijo esto en un tono <strong>de</strong> importancia, que no estaba en armonía<br />

con sus mo<strong>de</strong>stas razones.<br />

Wamba alzó los ojos, y respondió á lo que el Prior <strong>de</strong>seaba saber.<br />

« Si sus reverencias, dijo, gustan <strong>de</strong> buenos bocados y <strong>de</strong> camas<br />

mullidas , a. pocas millas <strong>de</strong> aquí darán con el priorato <strong>de</strong> Brinx-<br />

worh, don<strong>de</strong> su calidad no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> asegurarles lamas fa­<br />

vorable acogida ; ó si prefieren hacer penitencia, pue<strong>de</strong>n atrave­<br />

sar esas pra<strong>de</strong>ras, al cabo <strong>de</strong> las cuales hallarán la hermita <strong>de</strong> Cop-<br />

manhurst, don<strong>de</strong> vive un piadoso anacoreta que les franqueará por<br />

esta noche el abrigo <strong>de</strong> su techo.»<br />

El prior frunció el gesto al oir estas noticias.<br />

—Buen hombre, respondió el prelado, si el ruido <strong>de</strong> tus campa­<br />

nillas no te ha trastornado los sesos, omitirías sin duda esos con­<br />

sejos.<br />

—Verda<strong>de</strong>s, dijo \Yamba, que yo, que no soy mas que un asno,<br />

tengo el honor <strong>de</strong> llevar campanillas como la nuda <strong>de</strong> su reveren­<br />

cia : con todo eso, tengo entendido que la caridad bien or<strong>de</strong>nada<br />

empieza por sí mismo.<br />

—Bastado insolencias, mentecato, dijo entonces el ginete arma­<br />

do, rompiendo aquel diálogo con voz sonora y altanera : y dínos el<br />

camino <strong>de</strong>.... ¿como <strong>de</strong>cís, P. Prior, que se llama ese hidalgo?<br />

—Cedric el sajón, respondió el Prior. Buen amigo, <strong>de</strong>cidnos si es­<br />

tamos cerca <strong>de</strong> su morada , y cuál es el camino que á ella con­<br />

duce.<br />

—No es fácil dar con él, dijo entonces üurth que no Labia aun<br />

<strong>de</strong>splegado los labios: y a<strong>de</strong>más la familia <strong>de</strong> Cedric se recoje tem­<br />

prano.<br />

—Poco importa, dijo el otro mal humorado caminante : fácil les<br />

será levantarse, y suministrar lo necesario á sugetos como noso­<br />

tros . que no solemos pedir la hospitalidad cuando tenemos <strong>de</strong>re­<br />

cho á exigirla.<br />

—Yo no sé, dijo Gurth con harta sequedad, si <strong>de</strong>bo enseñar el<br />

camino <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> mi amo á los que reclaman como <strong>de</strong>recho el<br />

abrigo que otros pi<strong>de</strong>n como favor.<br />

—¿Osas disputar conmigo, miserable vasallo'? dijo el <strong>de</strong> la ar­<br />

madura apretando espuelas al caballo, a<strong>de</strong>lantándose precipitada­<br />

mente Lucia Gurth, y alzando el látigo <strong>de</strong> montar que llevaba en la,<br />

mano, para castigar lo que era, en su opinión, criminal insolencia<br />

en boca <strong>de</strong> un hombre nacido para obe<strong>de</strong>cer.


Itj IVAÍÑH01C.<br />

Gurth le lanzó una mirada en que se pintaban la ferocidad y el<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza, y con pronto aunque trémulo movimiento, echó<br />

mano al cuchillo : pero el prior Aymer se puso entre su compa­<br />

ñero y el porquerizo, y previno la meditada violencia.<br />

—Por la Virgen ívtra. Señora, hermano Brian, no penséis que es-<br />

tais ahora en Palestina, echando plantas entre paganos Turcos ó in -<br />

<strong>de</strong>les Sarracenos:nosotros,los que esta isla <strong>de</strong> Inglaterra habitamos,<br />

no gustamos <strong>de</strong> golpes. Dímc, buen amigo, continuó dirigiendo la<br />

palabra al bufón y acompañando su arenga con una moneda <strong>de</strong><br />

plata, ¿dón<strong>de</strong> está el camino <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Cedric el sajón. Imposi­<br />

ble es que lo ignores, y es tu obligación encaminar al estraviado,<br />

aun cuando no tenga el carácter sacerdotal que nosotros poseemos.<br />

—En verdad, reverendo padre, dijo Wamba, que la cabeza mo­<br />

risca <strong>de</strong> vuestro reverendo compañero me lia <strong>de</strong>jado un poco lla­<br />

mado a<strong>de</strong>ntro, y hasta los huesos me tiemblan <strong>de</strong> susto. "Ni siquie­<br />

ra sé si podré llegar esta noche á casa.<br />

— Vaya, respondió el monje, que pronto volverás en tí, si quie­<br />

res. Este reverendo padre ha estado toda su vida peleando en la<br />

Palestina: es <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> ios caballeros Templarios, <strong>de</strong> que ten­<br />

drás noticias.<br />

— Sea lo que quiera, dijo Wamba, con falque no tenga esos<br />

arranques sítbitos , con los que van sin meterse con medie por el<br />

camino , aunque sean tardos en respon<strong>de</strong>r á las preguntas que se<br />

les hacen sobre asuntos en que ni salen ni entran.<br />

— Todo te lo perdono , dijo el monje , con tal que me enseñes el<br />

camino <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Cedric.<br />

— Vuesas reverencias , dijo el bufón , <strong>de</strong>ben seguir esta, misma<br />

vereda hasta que lleguen á una cruz caida, <strong>de</strong> la cual todavía que­<br />

da cosa <strong>de</strong> una vara fuera <strong>de</strong> tierra ; entonces tomarán el camino<br />

<strong>de</strong> la izquierda, porque hay cuatro que se cruzan en aquel punto ;<br />

y yo les aseguro que hallarán buena posada antes que <strong>de</strong>scargue<br />

la borrasen. »<br />

El Prior dio gracias á su advertido conductor; y la comitiva,<br />

apretando espuelas á los caballos , echó á caminar á paso levanta­<br />

do , como gente que <strong>de</strong>sea ponerse <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> techado antes que<br />

reviente la nube que la amenaza. Cuando se alejaba el ruido <strong>de</strong><br />

las huellas <strong>de</strong> los caballos , Gurth dijo á su compañero : «Si los<br />

reverendos padres siguen tu consejo , milagro será que lleguen á<br />

Rothenvood antes <strong>de</strong> anochecer.»


CAPÍTULO II. 17<br />

— Sin duda , respondió Wamba; pero pue<strong>de</strong>n llegar á Sheííield<br />

si no hallan tropiezo , y aquel es buen sitio para ellos. No soy yo<br />

cazador <strong>de</strong> aquellos que indican al perro don<strong>de</strong> está el gamo, si no<br />

tienen humor <strong>de</strong> perseguirlo.<br />

— Tienes razón, dijo Gurth ; no fuera bien que esc templario vie­<br />

se á lady Bou ena; y peor fuera quizás que Cedric las hubiese con<br />

él. Pero nosotros, como buenos criados, <strong>de</strong>bemos ver, oir y callar.»<br />

Volvamos á nuestros viajantes , los cuales se alejaron muy en<br />

breve <strong>de</strong>l bufón y <strong>de</strong>l porquerizo , y siguieron su conversación en<br />

el idioma normando­francés , que era el que usaban entonces las<br />

gentes <strong>de</strong> distinción , salvo los pocos que se vanagloriaban <strong>de</strong> su<br />

ascen<strong>de</strong>ncia sajona.<br />

«¿ Qué significa la familiar insolencia <strong>de</strong> esos siervos? preguntó<br />

el Templario ; y por qué me habéis estorbado tratarlos como me­<br />

recen 1<br />

— Hermano Brian , respondió el Prior. tocante á uno <strong>de</strong> ellos,<br />

difícil fuera daros razón <strong>de</strong> las locuras <strong>de</strong>l que es loco <strong>de</strong> profesión;<br />

en cuanto al otro , sabed que pertenece á esa raza feroz , bárbara é<br />

intratable , <strong>de</strong> la cual os he hablado ya repetidas veces , y <strong>de</strong> que<br />

todavía se encuentran muchos individuos éntrelos <strong>de</strong>scendientes<br />

<strong>de</strong> los conquistados Sajones. Estos hombres tienen toda su satis­<br />

facción en <strong>de</strong>mostrar , por cuantos medios están á su alcance , la<br />

aversión con que miran á sus conquistadores.<br />

— Pronto les enseñaría yo á tener cortesía , dijo Brian ; estoy<br />

acostumbrado , hermano Prior , á manejar esa clase da gente. Los<br />

cautivos turcos son tan rebel<strong>de</strong>s y tan indómitos como podrá ha­<br />

ber sido el mismo odin (К ; y sin embargo , con estar ios meses<br />

en mi casa al cuidado <strong>de</strong> mi maestro <strong>de</strong> esclavos , so ponen mas<br />

mansos que unos cor<strong>de</strong>ros , humil<strong>de</strong>s , sumisos, serviciales , y dó­<br />

ciles á todo lo que, seles manda. Y cuenta que saben manejar la<br />

daga y el veneno , y no vacilan en ponerlos en práctica cuando se<br />

íes proporciona ocasión favorable.<br />

— Sí, respondió el prior Aymer , pero cada tierra tiene sus dife­<br />

rentes usos y costumbres ; y a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que con dar <strong>de</strong> golpes á<br />

ese hombre no hubiéramos a<strong>de</strong>lantado mucho en las noticias que<br />

buscábamos acerca <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> la casa do Cedric , si damos con<br />

él os arma una quimera , sabiendo como habéis tratado á un vasa­<br />

o l Mo df les рлас­ipaks personaje» <strong>de</strong> la mitoUc '» ac io¡= S¡>,iimcs


IVANHOE.<br />

lio suyo. Acordaos <strong>de</strong> lo que os tengo dicho acerca <strong>de</strong> ese opulento<br />

hidalgo, el cual es altivo, vano, envidioso é irritable; hombre qus<br />

se las apuesta con los mas encopetados , y aun con sus dos vecinos<br />

Ueginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey y Felipe Malvoisin , que no son niños<br />

iie teta. El nombre <strong>de</strong> el Sajón , que se le da generalmente, prore<strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>l empeño con que sostiene los privilegios <strong>de</strong> su alcurnia, y<br />

déla vanagloria con que hace alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> su no interrumpida <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> Hereward, campeón famoso <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> los reyes<br />

sajones. Se jacta <strong>de</strong> pertenecer á una nación cuya proce<strong>de</strong>ncia no<br />

se atreven á confesar otros muchos por no esperimentar la suerte<br />

ni sufrir los males á que están sujetos los vencidos.<br />

— Prior Aymer , dijo el Templario , concedo que en materia <strong>de</strong><br />

i .elleza seáis vos tan buen voto como el mas galán trovador; pero<br />

muy linda <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser esa Rowena, para reducirme al sufrimiento<br />

y tolerancia <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bo echar mano si he <strong>de</strong> grangearme el favor<br />

• Se tan indómito sajón como su padre Cedric, según me lo habéis<br />

pintado.<br />

— Cedric no es padre <strong>de</strong> Rowena, dijo el Prior , sino su pariente,<br />

v aun no muy cercano. Es su tutor, según creo, y ama tanto é<br />

su pupila como si fuera su hija ; pero la sangre <strong>de</strong> Rowena es mucho<br />

mas ilustre que la suya. En cuanto á su hermosura, pronto<br />

juzgaréis <strong>de</strong> ella por vuestros mismos ojos : y si la belleza <strong>de</strong> su<br />

complexión y la majestuosa aunque blanda espresiou <strong>de</strong> sus suaves<br />

ojos azules no aventajan á las bellezas <strong>de</strong> Palestina convengo<br />

en que jamás <strong>de</strong>is crédito á mis palabras.<br />

— Si su hermosura , dijo el Templario , no correspon<strong>de</strong> á los encomios<br />

que <strong>de</strong> ella habéis hecho , ya sabéis nuestra apuesta.<br />

— Mi collar <strong>de</strong> oro , respondió el Prior , contra diez botas <strong>de</strong> vino<br />

<strong>de</strong> Scio ; y por tan mias las tengo , como si ya estuvieran en las<br />

cuevas <strong>de</strong>l convento , bajo la llave <strong>de</strong>l bo<strong>de</strong>guero.<br />

— Y yo <strong>de</strong>bo juzgar por mí mismo , dijo el Templario , y por<br />

mí mismo convencerme que no he visto mujer mas hermosa <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

un año antes <strong>de</strong> Pentecostés. ¿ No son estas nuestras condiciones?<br />

Prior , vuestro collar peligra , y ya lo veréis puesto sobre mi gola<br />

en el torneo <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche.<br />

—Engalanaos con él en buena hora, respondió el monje, con<br />

tal que lo ganéis lealmente , diciendo sin disfraz vuestro parecer<br />

, y asegurándolo con vuestra palabra como .caballero. De<br />

todos modos , hermano Brian , exijo <strong>de</strong> vos que miréis esas cosas


CAPÍTULO II. 3$<br />

-orno una diversión inocente; y ya que os empeñáis en llevarla á<br />

••abo , seguiré a<strong>de</strong>lante solo por complaceros, pues no es cosa que<br />

se avenga con mi circunspección y ministerio. Seguid mi consejo,<br />

refrenad la lengua y usad <strong>de</strong> mas cortesía que á la que estáis acos­<br />

tumbrado <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong>l predominio que habéis ejercido con cau-»<br />

tivos infieles y groseros Mahometanos. SiCedric el sajón se enfada,<br />

y la menor cosa basta para ello, es hombre que sin respeto á vues­<br />

tra clase <strong>de</strong> caballero ni á mi dignidad , nos <strong>de</strong>spedirá <strong>de</strong> su casa,<br />

y nos enviará á buscar albergue con los conejos <strong>de</strong> la selva, aun­<br />

que sea media noche. Y cuidado con las miradas que echéis á Ro-<br />

wena, á quien él ama como á las niñas <strong>de</strong> sus ojos; y somos per­<br />

didos si llega atener la menor inquietud sobre este punto. Dicen<br />

que ha echado <strong>de</strong> casa á su propio hijo, solo porque se atrevió á<br />

<strong>de</strong>clarar á ltovena su atrevido pensamiento , porque quiere que la<br />

adoren <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos.<br />

— Harto habéis dicho , contestó el Templario , y por esta noche<br />

podéis contar con mi reserva y mo<strong>de</strong>ración , pues así he ds estar<br />

recatado y mo<strong>de</strong>sto <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Cedric y <strong>de</strong> su pupila , como ia mas<br />

tímida doncella. V en cuanto á eso que teméis que nos eche <strong>de</strong> por<br />

fuerza <strong>de</strong> su casa, yo y mis escu<strong>de</strong>ros y los dos esclavos Hamet y<br />

Abdala, bastamos para que no se atreva á tanto <strong>de</strong>sacato. No du­<br />

déis que sabremos pilantar nuestros reales y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlos.<br />

— No le <strong>de</strong>mos ocasión para que á esc estremo llegue su enojo,<br />

dijo el Prior : pero aquí está la cruz caida <strong>de</strong> que nos habló el loco,<br />

y la noche es tan oscura que apenas se pue<strong>de</strong> columbrar el ca­<br />

mino que él nos indicó. ¿Nonos dijo que volviésemos á la iz­<br />

quierda '!<br />

— A la <strong>de</strong>recha dijo , respondió Brian , si mal no me acuerdo.<br />

— No , no , dijo el Prior , á la izquierda: por señas que lo indicó<br />

con su espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra.<br />

— Sí, replicó el Templario , pero la tenia en la mano izquierda,<br />

y señaló con ella hacía el lado opuesto. »<br />

Tino y otro, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sostenido con tenacidad su opinión,<br />

eomo suce<strong>de</strong> en semejantes casos , llamaron á las otras personas <strong>de</strong><br />

;a comitiva para que <strong>de</strong>cidiesen ; pero ninguna <strong>de</strong> ellas había es­<br />

tado á distancia <strong>de</strong> oír las señas que habia dado el bufen. \1 fin<br />

Brian, <strong>de</strong>scubrió loque hasta entonces les habia estorbado ver la<br />

oscuridad <strong>de</strong>l crepúsculo.<br />

— Alguien 'ay . dijo, a", pié <strong>de</strong> 3o cruz . y en verdad que parece


20 IVANHOE.<br />

dormido 6 rauerto. Hugo . mira si pue<strong>de</strong>s dispertarlo con el cabo<br />

<strong>de</strong> la lanza. »<br />

Apenas puso Hugo en ejecución las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su amo ; cuando<br />

Se alzó el dormido , diciendo en buen francés: «Quien quiera que<br />

tú seas. no es cortesía distraerme <strong>de</strong> ese modo <strong>de</strong> mis pensamientos.<br />

— Solo quisiéramos saber , dijo el Prior , cual es el camino <strong>de</strong><br />

Rothenvood , la hacienda <strong>de</strong> Cedric el sajón.<br />

— Allá tengo yo que ir esta noche , respondió el <strong>de</strong>sconocido ; y<br />

si me dierais un caballo , os serviría <strong>de</strong> conductor, pues aunque im­<br />

perfectamente el camino , no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser intrincado y difícil.<br />

— Gran sen icio nos harás en ello , dijo el Prior, y no te pesará.<br />

En seguida mandó á uno <strong>de</strong> sus asistentes que montase el<br />

caballo andaluz . y diese el suyo á aquel buen hombre que iba «<br />

servirles <strong>de</strong> guia.<br />

Este tomó el camino opuesto al que Wamba les habia indicado<br />

con espreso <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> apartarlos déla hacienda <strong>de</strong> Cedric. \.u<br />

vereda se internó en una espesa maleza y cruzó diferentes arroyos<br />

cuyo paso era bastante peligroso , por los pantanos que atravesa­<br />

ban; pero el extranjero sabia como por instinto los sitios mas segu<br />

ros y los vados mas cómodos : y en efecto, gracias á su tino y dis­<br />

cernimiento . los viajeros llegaron á un terreno mas ancho y<br />

agradable que el que hasta entonces habían visto . y allí , seña­<br />

lando un edificio bajo é irregular que á corta distancia 30 <strong>de</strong>scu­<br />

bría : & Ved ah! á Rothenvood , dijo al Prior : aquella es la hacien­<br />

da <strong>de</strong> Cedric el sajón. »<br />

Escelente noticia fué estapara el prior Aymer, cuyos nervio.-<br />

eran harto <strong>de</strong>licados y sensibles , y que había sufrido consi<strong>de</strong>rable<br />

agitación y no poco susto al atravesar aquellos fangales y malos<br />

pasos , en términos que ni aun tuvo la curiosidad <strong>de</strong> hacer un»<br />

sola pregunta .'1 «11 conductor. Viéndose en camino y cerca <strong>de</strong>l al­<br />

bergue , empezó á dispertarse su curiosidad . y le preguntó quién<br />

era , y qué oficio ó profesión tenia.<br />

«Soy un peregrino , dijo, y acabo <strong>de</strong> llegar <strong>de</strong> la tierra Sania.,<br />

— Y 1 cómo conocéis tan bien esas intrincadas veredas <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> tan larga ausencia?<br />

— Nací, dijo el peregrino, en estas cercanías;» y al acabar csm-<br />

palabras, se paró a la puerta <strong>de</strong> la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Cedric , la cua 1<br />

constaba •je yn edificio <strong>de</strong> <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada estructura . que ocupaba


CAPÍTULO 111. 21<br />

una consi<strong>de</strong>rable estension <strong>de</strong> terreno , y estaba ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> vastos<br />

cercados o corrales. Aunque sus dimensiones anunciaban la riqueza<br />

<strong>de</strong>l dueño , se diferenciaba enteramente <strong>de</strong> las altas mansiones<br />

<strong>de</strong> los nobles normandos, flanqueadas y cubiertas <strong>de</strong> torres, según<br />

el estilo que ya empezaba á prevalecer en la arquitectura usada<br />

entonces en Inglaterra.<br />

Sin embargo, Rothenvood no carecía <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa , porque en<br />

aquellos tiempos <strong>de</strong> revueltas y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n no podía haber vivienda<br />

que no la tuviese, so pena <strong>de</strong> ser muy en breve saqueada ó <strong>de</strong>vorada<br />

por las llamas. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la casa reinaba un foso ó zanja,<br />

que so llenaba <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> un arroyo vecino. Las dos orillas <strong>de</strong>l<br />

foso estaban <strong>de</strong>fendidas por fuertes y puntiagudas estacas , hechas<br />

con los árboles <strong>de</strong> la selva inmediata. Habiauna entrada en la parte<br />

occi<strong>de</strong>ntal do este circuito , con un puente levadizo que comunicaba<br />

eon la <strong>de</strong>fensa interior. Se habían tomado algunas precauciones<br />

para proteger este ingreso con ángulos salientes, por los<br />

que podia ser flanqueado en caso <strong>de</strong> necesidad por ballesteros, y<br />

hon<strong>de</strong>ros.<br />

El Templario sonó fuertemente la trompa á la entrada <strong>de</strong> la casa,<br />

porque la lluvia que había estado-amenazando toda ia tar<strong>de</strong> . empezaba<br />

á caer eon gran violencia.<br />

CAPITULO III<br />

En un salón cuya altura no guardaba proporción con su anchu­<br />

ra y con su longitud , había una gran mesa <strong>de</strong> encina, compuesta<br />

<strong>de</strong> enormes tablas , tan toscas como cuando salieron <strong>de</strong>l bosque, y<br />

encima estaba todo preparado para la cena <strong>de</strong> Cedric el sajón. El<br />

techo formado <strong>de</strong> vigas y estacas, no presentaba otra <strong>de</strong>fensa con­<br />

tra la intemperie sino su propio armazón y el ramaje que la cu­<br />

bría. En cada testero había una profunda chimenea: pero tan mal<br />

construidas eran las <strong>de</strong> aquel tiempo, que casi tanto humo se es­<br />

parcía, en lo interior como el que salia por el conducto. El vapor<br />

constante que<strong>de</strong> aquí resultaba, había revestido el artesón <strong>de</strong> un<br />

negro barniz <strong>de</strong> hollín. Colgaban <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s diferentes instru­<br />

mentos y utensilios <strong>de</strong> caza y <strong>de</strong> guerra , y en cada rincón había


22 1VANH0B.<br />

v¡na puerta que daba entrada á las piezas interiores <strong>de</strong>! vasto<br />

edificio.<br />

Las otras partes <strong>de</strong> este manifestaban en todos sus pormenores la<br />

tosca sencillez que prevalecía en los usos y costumbres <strong>de</strong>l país, en<br />

tiempo <strong>de</strong> los Sajones: sencillez que Cedric tenia á gloria conser-<br />

» ar. El pavimento era una composición <strong>de</strong> tierra y cal, endurecida<br />

y consolidada como el estuco. El piso se alzaba en la sala principal,<br />

formando un estrado que ocupaba una cuarta parte <strong>de</strong> su<br />

fstension. Este espacio se llamaba el dosel, y solo servia á los principales<br />

miembros <strong>de</strong> la familia y & las personas <strong>de</strong> carácter que<br />

¡iian á visitarla. Con este objeto había una mesa dispuesta á lo anrho<br />

<strong>de</strong> la plataforma y cubierta <strong>de</strong> grana; <strong>de</strong>l medio <strong>de</strong> ella salía<br />

o ra mas larga que llegaba hasta la ostrera idad <strong>de</strong> la pieza, á Ja<br />

• nal comían los criados y los huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong> clase inferior. Toda esta<br />

armazón tenia la forma <strong>de</strong> la letra T, y todavía se ven en los<br />

colegios antiguos <strong>de</strong> Oxford y Cambridge algunas mesas construidas<br />

jJor este estilo. Sobre el dosel estaban colocados voluminosos<br />

sillones, y asientos <strong>de</strong> encina. Lamosa mas elevada tenia encima<br />

en verda<strong>de</strong>ro dosel <strong>de</strong> paño, que servia para, <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r á los personajes<br />

que ocupaban aquel distinguido puesto <strong>de</strong> la inclemencia y<br />

lie la lluvia, la cual solia introducirse por las aberturas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scoi<br />

upaginada techumbre.<br />

1.as pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la parte <strong>de</strong>l salón á que correspondía la plataforma<br />

tenían por adorno diferentes colgaduras y cortinas, las cuales<br />

como la alfombra que cubría el piso, estaban revestidas <strong>de</strong> una<br />

imperfecta tapicería, ó <strong>de</strong> toscos bordados con brillantes y encendidos<br />

colores. Hacia la parte inferior <strong>de</strong> la mesa, ni el techo ni las<br />

pare<strong>de</strong>s ni el piso tenían cubierta alguna. Las pare<strong>de</strong>s y el suelo<br />

estaban <strong>de</strong>snudos; lo estaba también la mesa, y los asientos eran<br />

unos bancos <strong>de</strong> groseras tablas.<br />

Kn medio <strong>de</strong> la testera <strong>de</strong> la mesa superior había dos sibones<br />

mas altos que los <strong>de</strong>más, para el amo y el ama <strong>de</strong> la casa, QUE eran<br />

los que presidian aquella escena <strong>de</strong> hospitalidad, <strong>de</strong> cuya circunstancia<br />

tomaban el mas honroso título <strong>de</strong> la nobleza sajona, que<br />

significa repartido? <strong>de</strong> pm. Delante <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> estes sillones<br />

habia un escabel embutido y guarnecido <strong>de</strong> marfil, que erar jeterogativas<br />

honoríficas <strong>de</strong> las personas é quienes estaban <strong>de</strong>stinados.<br />

Lno <strong>de</strong> estos sitios estaba ocupado á la sazón por Cedric, e 1<br />

cual,<br />

aunque <strong>de</strong> un grado Je nobleza inferior á 3a <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s perso-


CAPÍTULO III. 23<br />

najes que dominaban entonces en Inglaterra, veia con irritable<br />

impaciencia la tardanza <strong>de</strong> los criados en servirle lacena, que ya<br />

reclamaba su imperioso apetito.<br />

En el rostro <strong>de</strong>l dueño <strong>de</strong> la casa se lcia en efecto que era hom­<br />

bre <strong>de</strong> genio franco, pero <strong>de</strong> temperamento precipitado y colérico.<br />

Su estatura no era mas que mediana; era ancho <strong>de</strong> espaldas, largo<br />

<strong>de</strong> brazos, fornido y robusto como hombre acostumbrado á sobre­<br />

llevar las fatigas y malos ratos <strong>de</strong> la guerra y <strong>de</strong> la caza, notable­<br />

mente cariancho, con gran<strong>de</strong>s ojos azules, facciones abiertas, bolla<br />

<strong>de</strong>ntadura, y una cabeza bien formada, cuyo conjunto anunciaba<br />

el buen humor que muchas veces acompaña los temperamentos vi­<br />

vos é impetuosos. Sus miradas espresaban <strong>de</strong> cuando en cuando or­<br />

gullo y recelo, efecto <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s contestaciones que habí;; soste­<br />

nido en el curso <strong>de</strong> su vida para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>rechos espuestos á<br />

continuas invasiones y disputas; así es que su resolución, pronti­<br />

tud y energía habían estado siempre alerta, y siempre dispuestas<br />

•i entrar en combate. Su rubia y poblada cabellera estaba dividida<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1,i parte superior <strong>de</strong> la cabeza sobre la frente, y caia en toda<br />

su estension por ambos lados hasta cubrir los hombros. Tenia en<br />

ella algunas canas, ¡moque pocas, sin embargo <strong>de</strong> que ya rayaba<br />

en los sesenta.<br />

Su trago se reducía ú una túnica ver<strong>de</strong>, guarnecida en el cuello<br />

y las mangas <strong>de</strong> una piel inferior en calidad ala <strong>de</strong>l armiño, y que<br />

probablemente seria <strong>de</strong> ardilla cenicienta. Este ropaje no tenia bo­<br />

tones, y caia sobre otro mas estrecho <strong>de</strong> grana que cenia el cuer­<br />

po; los calzones eren <strong>de</strong> lo mismo; pero llegaban á poco mas <strong>de</strong> me­<br />

dio muslo, y <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong>scubierta la rodilla, has sandalias eran <strong>de</strong><br />

¡a misma forma y hechura que las <strong>de</strong> la gente común; pero <strong>de</strong> ma­<br />

teriales mas lino-, y sujetas con broches <strong>de</strong> oro. Del mismo metal<br />

iranios brazaletes, y una ancha argolla que le adornaba el cuello.<br />

Servíale <strong>de</strong> cintura un rico talabarte , <strong>de</strong> que pendía casi perpen-<br />

dicularmente una espada corta, estrecha, puntiaguda y <strong>de</strong> '.los<br />

tilos. Del espaldar <strong>de</strong> su sillón colgaba una capa <strong>de</strong> grana forrada<br />

<strong>de</strong> pieles, y un gorro <strong>de</strong> lo mismo, con vistosos bordados, lo cual<br />

completaba el trage <strong>de</strong> calle <strong>de</strong> un opulento hacendado en aquellos<br />

tiempos. En el mismo sillón se apoyaba una lanza corta con bri­<br />

llante y ancha guarnición <strong>de</strong> acero, que le servia en sus paseos y<br />

escursiones <strong>de</strong> arrea y <strong>de</strong> bastón, según lo requerían las circuns­<br />

tancias .


24 IVANHOE.<br />

Los criados, cuyo trage guardaba diferentes proporciones entre<br />

las galas <strong>de</strong> su amo y el sencillo equipaje <strong>de</strong> Gurth el porquerizo,<br />

observaban atentamente las miradas y aguardaban en silenciólas<br />

ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Cedric. Dos ó tres <strong>de</strong> escalera arriba estaban colocado.':'<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l sillón <strong>de</strong>l amo sobre la plataforma: los <strong>de</strong>más ocupaban<br />

la parte inferior <strong>de</strong> la sala. En ella habia otros subalternos <strong>de</strong> dife­<br />

rente especie, á saber: dos ó tres gran<strong>de</strong>s y melenudos mastines <strong>de</strong><br />

los que servían entonces para cazar ciervos y zorros; otros tantos'<br />

<strong>de</strong> menor estatura, y <strong>de</strong> una casta notable por lo grueso <strong>de</strong>l cue­<br />

llo y déla cabeza, y por las gran<strong>de</strong>s orejas que <strong>de</strong> ella pendían: y<br />

uno ó dos mas pequeños, que solo servían para ensuciar y hacer<br />

ruido, y que esperaban impacientemente la cena, pero valiéndose<br />

<strong>de</strong>l sagaz conocimiento íísionómico que distingue aquella casta, se:<br />

guardaban <strong>de</strong> interrumpir el silencio <strong>de</strong> su amo, temerosos <strong>de</strong><br />

cierto garrote que al lado <strong>de</strong> este se <strong>de</strong>scubría, y <strong>de</strong> que solia hacer<br />

uso para rechazar la importunidad <strong>de</strong> sus cuadrúpedos cortesanos.<br />

Tan solo un perro <strong>de</strong> partos, viejo y gruñidor, aprovechándose <strong>de</strong><br />

la libertad <strong>de</strong> que gozan los favoritos, se habia colocado junto al<br />

sillón <strong>de</strong> Cedric, y <strong>de</strong> cuando en cuando osaba llamar la atención<br />

<strong>de</strong>l amo apoyando la cabeza en su rodilla, ó restregando el hocico<br />

en su mano; á todo lo cual el ceñudo dueño respondía: «Quieto,<br />

Bal<strong>de</strong>r, quieto; que no estoy ahora para chanzas.»<br />

En efecto, el lector habrá ya observado que Cedric no estaba <strong>de</strong><br />

buen humor. Acababa <strong>de</strong> llegar á casa lady líowena, que habia<br />

ido á vísperas á una iglesia distante, y estaba ala sazón mudándo­<br />

se <strong>de</strong> ropa, por haberle caido encima parte <strong>de</strong> la tormenta. Nada se<br />

sabia <strong>de</strong> Gurth ni <strong>de</strong> la manada puesta á su cargo, aunque hacia<br />

mucho tiempo que estaban en el bosque; y tan poca seguridad se<br />

gozaba entonces en aquellos países, que era natural atribuir la tar­<br />

danza, ó á los bandidos que infestaban los campos y los caminos. 6<br />

á algún po<strong>de</strong>roso barón <strong>de</strong> las cercanías que se creía absuelto <strong>de</strong><br />

las obligaciones que imponen las leyes <strong>de</strong> la propiedad. No <strong>de</strong>jaba<br />

<strong>de</strong> inspirarle recelos esta tardanza; porque la mayor parte <strong>de</strong> la ri­<br />

queza <strong>de</strong> los hacendados sajones consistía en ganado <strong>de</strong> cerda, es­<br />

pecialmente en los países montuosos, don<strong>de</strong> abundaba el pasto que<br />

estos animales necesitan.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> estos motivos <strong>de</strong> inquietud, el sajón echaba, menos á<br />

su favorito Wamba, cuyos dichos y bufonadas, malos ó buenos<br />

servían coreo <strong>de</strong> salsa gustosí* '< los platos <strong>de</strong> que !n<br />

cerní se eom-


CAPÍTULO m. 25<br />

ponía, y <strong>de</strong> estímulo á los abundosos tragos <strong>de</strong> vino con que el amo<br />

solía regarlos. Añádase á esto que Cedric no había comido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> me­<br />

dio dia; que la hora ordinaria <strong>de</strong> la cena habia pasado: circunstan­<br />

cia que en todos tiempos y naciones ha contribuido notablemente á<br />

aumentar el mal humor <strong>de</strong> los hidalgos, sobre todo cuando viven<br />

lejos <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s y en el retiro <strong>de</strong> sus haciendas. Espresaba su<br />

<strong>de</strong>sagrado en breves é interrumpidas sentencias, unas pronuncia­<br />

das entre dientes, y dirigidas otras á los servidores que le ro<strong>de</strong>a­<br />

ban. El copero le presentaba <strong>de</strong> cuando en cuando como eficaz cal­<br />

mante un vaso <strong>de</strong> vino. Cedric no rehusaba la medicina, y <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> haber apurado el vaso, <strong>de</strong>cia con impaciencia: «¿Porque tarda<br />

tanto lady Iíowena?»<br />

—Lady Rovena está mudando <strong>de</strong> ropa, dijo al fin una criada<br />

con toda la. seguridad que le daba su puesto <strong>de</strong> confi<strong>de</strong>nta; ¿que­<br />

réis que asista á la cena con el manto y la capucha? ¡Pues á, fe que<br />

no hay en Inglaterra una dama que tar<strong>de</strong> menos en vestirse que<br />

mi señorita!»<br />

Este irrebatible argumento escitó en el sajón una esclamacion <strong>de</strong><br />

enojo y <strong>de</strong> impaciencia: «Quisiera, dijo, que escogiera un tiempo<br />

mas sereno para sus <strong>de</strong>vociones; pero, ¡con dos mil diablos, conti­<br />

nuó, volviéndose hacia el copero y alzando la voz, como valiéndose<br />

<strong>de</strong>l pretestoque entonces se le ocurría para <strong>de</strong>sahogar su indigna­<br />

ción; ¡con dos mil diablos! ¿qué hace Gurth á estas horas por esos<br />

campos <strong>de</strong> .Dios? ¡Malas nuevas nos traerá <strong>de</strong> la manada....! Hasta<br />

ahora ha sido fiel y esmerado, y yo le habia <strong>de</strong>stinado para otra<br />

cosa: quizás le hubiera dado impuesto <strong>de</strong> guarda (1).»<br />

Osvaldo el copero observó respetuosamente que no hacia mas<br />

que una, hora que habían tocado la queda, (2); respuesta harto ino­<br />

portuna ala sazón, pues tan amargos recuerdos dispertaba en los<br />

que habían sido víctimas <strong>de</strong> la conquista.<br />

«¡Satanás cargue con la queda, esclamó Cedric, y con el bastar­<br />

do que la imaginó, y con el <strong>de</strong>scorazonado esclavo que pronuncia<br />

semejante palabra en sajón y <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sajones! ¡La queda! eonti-<br />

(!) Estos guardas se llamaban en sajón Cniclits, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> probablemente se <strong>de</strong>rívala<br />

palabra inglesa KiiUjId. Eran una especie <strong>de</strong>criados militares, libres ó vasallos,<br />

pero siempre superiores á los <strong>de</strong>más que componían la ser\ idumbre.<br />

(N. <strong>de</strong>l T.<br />

¡2i Guillermo el conquistador mandó que se tocase (odas las noches á las ocho<br />

una campana que sirviese <strong>de</strong> señal para que los vecinos apagasen el fuego y la?<br />

luces: <strong>de</strong>d.O'id"trajo su origen el nombre <strong>de</strong> crT/eír, .• ¡¡bv-fnego (• qn'da. 'N. <strong>de</strong>l T. >


•¿6 JVASUOK.<br />

nuó <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una ligera pausa. Sí; la queda! que obliga á los<br />

hombres <strong>de</strong> bien á apagar las luces <strong>de</strong> su casa, para que los saltea­<br />

dores y los asesinos puedan hacer <strong>de</strong> las suyas con el patrocinio <strong>de</strong><br />

lastinieblas.. ¡La queda! Reginaldo Frente <strong>de</strong> buey y Felipe <strong>de</strong>Mal-<br />

voisin saben lo que significa la queda, tan bien como todos los<br />

aventureros normandos que pelearon enllastings [lj. Apostaré que<br />

mis bienes han ido & parar esta noche á manos <strong>de</strong> algunos bandi­<br />

dos que los conquistadores protegen, y que no tienen mas que este<br />

recurso para no morirpo <strong>de</strong> hambre. Mi fiel vasallo ha perecido á<br />

-sus manos; mis ganados lian <strong>de</strong>saparecido y.... Wamba? ¿Dón<strong>de</strong><br />

está Wamba? ¿Quien ha dicho que había salido en compañía <strong>de</strong><br />

< ¡urth?))<br />

—Así es, respondió < Osvaldo.<br />

—Mejor que mejor,, dijo Cedric. Bueno es que los señores norman­<br />

dos tengan loco,; que los diviertan. Locos somos en verdad, todos<br />

los que los servirnos, y mas dignos <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sprecio y <strong>de</strong> su risa,<br />

que si estuviéramos en nuestros cinco sentidos. No hay cuidado...<br />

yo me vengaré.» Dijo estas palabras levantándose con impacien­<br />

cia, y apo<strong>de</strong>rándose precipitadamente <strong>de</strong> la lanza que estaba apo­<br />

yada en ci sillón. « Acudiré, al gran Consejo, don<strong>de</strong> tengo ami­<br />

gos y partidarios : hombre á hombre llamaré á todos los norman­<br />

dos á pe'ear cuerpo á cuerpo ; y acudan si quieren con sus ca-<br />

misotes <strong>de</strong> malla, y sus planchas <strong>de</strong> acero, y con todo ID que pue<strong>de</strong><br />

dar arrogancia á su cobardía. Mayores obstáculos he vencido yo<br />

con una isnm no mayor que la que tengo ahora en las manos. Por<br />

viejo me tienen, y yo me alegro; pero no saben lo que pue<strong>de</strong> la<br />

sangre <strong>de</strong> Herevard, que corre por las venas <strong>de</strong> Cedric. ; \ Wilfre-<br />

do, WiKrcdo! esclamó en tono mas bajo. ¡Hubieras tú sabido refre­<br />

nar aquella <strong>de</strong>sacordada pasión, y no se veria ahora tu padre . con<br />

todos sus años, tan abandonado como la encina solitaria que tiene<br />

que resistir átodo el furor <strong>de</strong>l huracán, sin otra <strong>de</strong>fensa que sus<br />

débiles ramas» Esta consi<strong>de</strong>ración convirtióla cólera <strong>de</strong> Cedric en<br />

pesad muere. Dejó la lanza <strong>de</strong> las manos; volvió á ocupar e! sillón;<br />

inclinó !a cabeza, y quedó absorto en reflexiones melancólicas.<br />

Sacólo <strong>de</strong> su profunda distracción el sonido <strong>de</strong> una trompa á que<br />

resncndieion inmediatamente los aullidos clamorosos . y sonoros<br />


CAPÍTULO 111. 21<br />

maridos <strong>de</strong> todos los perros que estaban en el salón, y los <strong>de</strong> otros<br />

veíníe 6 treinta qne guardaban las partes estertores <strong>de</strong>l edificio.<br />

Fué necesario que anduviese listo el garrote, y que se pusiesen en<br />

movimiento todos los criados para apaciguar aquella estrepitosa<br />

algazara.<br />

«¡A la puerta todo el mundo! dijo el Sajón cuando se acabo el tu­<br />

multo y ¡ludieron oir su voz los criados. Id áver que significa esto:<br />

sin chula vienen á noticiarme, algún robo ó <strong>de</strong>saguisado cometido<br />

en mis tierras.»<br />

En menos <strong>de</strong> tres minutos volvió uno <strong>de</strong> los guardas anunciando<br />

que el prior Aymer <strong>de</strong> Jorvaulx y el buen caballero Brian <strong>de</strong> Bois-<br />

ftuilbert, comendador <strong>de</strong> la valiente or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los caballeros Tem­<br />

plarios, con una corta comitiva, pedian hospitalidad y albergue<br />

por aquella noche, hallándose <strong>de</strong> camino hacia el torneo que <strong>de</strong>bía<br />

celebrarse <strong>de</strong> allí á dos días en Ashby-<strong>de</strong>-la Zouche.<br />

« i Aymer, el prior Aymer ! Brian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert! murmuró<br />

Cedric... ¡Normandos los dos! Pero sajón ó normando, no importa,<br />

para todos es le hospitalidad <strong>de</strong> Cedric. Sean bien venidos puesto<br />

que quieren pasar aquí la noche, aunque mejor fuera que la pasa­<br />

ran en otra 'parte. Pero no murmuremos por tan poca cosa : á lo<br />

menos, como gentes que reciben favor, es <strong>de</strong> esperar que estos nor­<br />

mandos sean algo comedidos y repriman su insolencia. Anda,<br />

Hundcberto, añadió dirigiendo la palabra á un mayordomo que<br />

•staba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> su sillón con una vara blanca en las manos : toma<br />

seis criados; sal á recibir á esos estrangeros, y llévalos á la hospe­<br />

<strong>de</strong>ría . Que se tenga cuidado con los caballos y las muías, y que no<br />

se estravie nada en el equipaje. Bales muda <strong>de</strong> ropa, si la necesitan<br />

Y lumbre y aguapara lavarse, y vino y cerveza. Di á los cocineros<br />

que añadan lo que puedan á la cena, y que todo esté en la mesa<br />

cuando vengan á cenar. Dilos que Cedric les da la bien venida;<br />

pero que ha hecho voto <strong>de</strong> no dar tres pasos mas allá <strong>de</strong>l dosel <strong>de</strong><br />

su salón para recibir á quien no tenga sangre sajona en sus venas.<br />

Cuida <strong>de</strong> todo : y no digan que el sajón ha dado muestras <strong>de</strong> po­<br />

breza y <strong>de</strong> avaricia. »<br />

Kl mayordomo salió con otros criados para ejecutar las ór<strong>de</strong>nes<br />

,'• su señor. « El prior Aymer ! repitió Cedric mirando á Osvaldo,<br />

hermano sino me equivoco <strong>de</strong> Gil <strong>de</strong> Mauleverer, que es hoy señor<br />

<strong>de</strong> Middlheam.»<br />

Oswaldo inclinó respetuosamente la cabeza, en señal <strong>de</strong> consen-


28 IYAN'HOE,<br />

tir con io que su amo <strong>de</strong>cía. « Su hermano, continuó el oajon. ocupa<br />

el sillón y usurpa las haciendas <strong>de</strong> Ulfgar <strong>de</strong> Middleham, que es<br />

<strong>de</strong> mejor raza que la suya. ¿ Cuál es el señor normando que no hace<br />

lo mismo? Tengo entendido que el Prior es muy fino y amable.<br />

Venga enhorabuena y sea bien venido, i Cómo sollama el Templario<br />

?<br />

— Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />

— ¡ Bois-Guilbert'. replicó Cedric, en aquel tono distraído á que<br />

lo habia acostumbrado el hábito <strong>de</strong> vivir con inferiores y como si<br />

hablara consigo mismo, y no con las personas que estaban presentes.<br />

Mucho bien y mucho mal se dice <strong>de</strong> ese hombro. Dicen que es<br />

valiente como el mas valiente <strong>de</strong> los templarios : pero altivo, arrogante<br />

y cruel: corazón empe<strong>de</strong>rnido y rebel<strong>de</strong>, que no respeta cosa<br />

alguna en la tierra. Así dicen los pocos guerreros que han vuelto<br />

<strong>de</strong> Palestina. Pero al fin solo es por una noche : sea también bien<br />

venido. Oswaldo, lo mejor que haya en casa; el vino mas añejo,<br />

la mejor cidra, los postres mas <strong>de</strong>licados; llena los mayores cuernos.<br />

Pos caminantes y viajeros gustan délo fino y <strong>de</strong> la buena medida,<br />

KIgita, di álady Rosvena que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> presentarse esta noche<br />

en el banquete si no gusta asistir á él.<br />

— Antes bien con mucho gusto, respondióla criada con prontitud<br />

; siempre anhela por saber las últimas noticias <strong>de</strong> Palestina.),<br />

Cedric arrojó una mirada furiosa ala atrevida doncella : pero nc<br />

osó <strong>de</strong>jar estallar su cólera, porque Bovvena y todo cuanto le pertenecía<br />

gozaban <strong>de</strong> altos privilegios en la casa, y estaban al abrigo<br />

<strong>de</strong> sus arranques. «Silencio muchacha, le dijo; mas valiera que<br />

le echaras un nudo á la lengua. Di á tu señora lo que íe iic man<br />

dado, y haga lo que guste. Iquí á. lo menos reina sin obstáculo la<br />

<strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Alfredo ¡ Palestina, repitió el sajón,Palestina¡<br />

¡ Cuánto escitan la curiosidad las noticias que nos traen <strong>de</strong> aquella<br />

tierra sagrada los cruzados y peregrinos ! Yo también pudiera oir<br />

con anhelante curiosidad lo que <strong>de</strong> aquel pais nos cuentan: pero<br />

no. El hijo que me <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ce no es mi hijo, y lauto me interesa<br />

su suerte como la <strong>de</strong>l último cruzado. »<br />

Al acabar estas palabras, frunció el entrecejo \ clavó cu el suca,<br />

sus tristes miradas; pero al punto se abrió la puerta que servia <strong>de</strong><br />

entrada principal al salón, y los huésped* s entraron precedidos por<br />

el mayordomo déla vara blanca y por cuatro criados con hachas<br />

encendidas en las manos


CAPÍTULO IV.<br />

CAPITOLO IV.<br />

El prior Aymcr se había aprovechado <strong>de</strong> la ocasión que se le<br />

había ofrecido <strong>de</strong> mudar ropa, para ponerse una túnica <strong>de</strong> un tejido<br />

fino y costoso, y encima un manto curiosamente bordado. A<strong>de</strong>más<br />

<strong>de</strong> la sortija <strong>de</strong> oro, símbolo <strong>de</strong> su dignidad eclesiástica, sus<br />

<strong>de</strong>dos estaban cubiertos con una multitud <strong>de</strong> piedras preciosas.<br />

Sus sandalias eran <strong>de</strong>l cuero mas fino que venia entonces <strong>de</strong> España,-<br />

su barba estaba dispuesta en pequeñas trenzas <strong>de</strong>l tamaño que<br />

su or<strong>de</strong>n permitía, y la tonsura cubierta con un gorro <strong>de</strong> grana<br />

bordado.<br />

También el caballero Templario habia <strong>de</strong>jado el traje <strong>de</strong> camino<br />

por otro mas galán y espléndido, y que parecía mas digno <strong>de</strong> un<br />

personaje <strong>de</strong> distinción.<br />

En lugar <strong>de</strong>l camisote <strong>de</strong> malla, llevaba una túnica <strong>de</strong> seda <strong>de</strong><br />

color <strong>de</strong> púrpura oscura con guarniciones <strong>de</strong> pieles, y encima, for<br />

mando anchos pliegues, el manto blanquísimo <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n. La<br />

cruz sobrepuesta al manto era <strong>de</strong> ocho puntas, como la común <strong>de</strong><br />

los templarios, y <strong>de</strong> terciopelo negro. Iba con la cabeza <strong>de</strong>snuda,<br />

enseñando espesos rizos <strong>de</strong> una cabellera negrísima correspondiente<br />

á la tez <strong>de</strong> su rostro. Su persona y sus modales respiraban<br />

lá majestad, aunque los afeaba el hábito <strong>de</strong> la altanería y <strong>de</strong>l predominio<br />

fácilmente adquirido en el ejercicio <strong>de</strong> una autoridad sin<br />

límites.<br />

Seguían á estas dos personas sus respectivos acompañamientos,<br />

y á una distancia mas respetuosa, el <strong>de</strong>sconocido que les habia ser<br />

vido <strong>de</strong> conductor, en cuyo aspecto solo se observaba el atavío común<br />

<strong>de</strong> los peregrinos <strong>de</strong> aquella época. Un ropón <strong>de</strong> sarga negra<br />

muy tosca : una esclavina <strong>de</strong> la misma tela que le cubría los brazos<br />

: toscas sandalias atadas con cuerdas; sombrero gran<strong>de</strong> y sobradamente<br />

traído, con algunas conchas dispuestas en sus alas ;<br />

largo bordón con regatón <strong>de</strong> hierro, y una rama <strong>de</strong> palma atada &<br />

la estremidad superior : tales eran las prendas <strong>de</strong> su arreo. Entró<br />

con a<strong>de</strong>man mo<strong>de</strong>sto <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los últimos criados ; y viendo que<br />

apenas habia sitio para él en la mesa inferior, ocupada ya por la<br />

•servidumbre <strong>de</strong> Cedric y por la <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s, se dirigió á una


M RVANHOE.<br />

<strong>de</strong> las chimeneas, á cuyo calor se pusoá secar la ropa, aguardando<br />

que hubiese concluido alguno <strong>de</strong> los sirvientes para ocupar su<br />

puesto, 6 que el caritativo mayordomo le enviase alguna comida al<br />

sitio que por humildad y compostura había tomado.<br />

Cedric se levantó con gravedad placentera, bajó <strong>de</strong> la platafor­<br />

ma, dio tres pasos hacia sus huéspe<strong>de</strong>s, y se <strong>de</strong>tuvo aguardando<br />

que ellos se acercasen.<br />

« Me pesa, dijo, reverendo,prior, que mis votos me estorben lle­<br />

gar á la puerta <strong>de</strong> ia mansión <strong>de</strong> mis padres á recibir á tan dignes<br />

huéspe<strong>de</strong>s come ,-cs y eco valiente caballero <strong>de</strong>l Temple. Mi mayor­<br />

domo os habrá esnlicado la causa <strong>de</strong> esta que parece <strong>de</strong>scortesía.<br />

También os ruego que me perdonéis si hablo en mi lengua nativa,<br />

y que me respondáis en la misma si la sabéis : y si no, yo entien­<br />

do el normando, y podré respon<strong>de</strong>ros á cuanto en este idioma me<br />

preguntéis.<br />

— Los votos, contestó el Prior, <strong>de</strong>ben ser escrupulosamente ..ib-<br />

servados: y en cuanto al habla, gran satisfacción tengo en servirme<br />

<strong>de</strong> la misma que usaba mi respetable abuela Hilda <strong>de</strong> Middleham.<br />

Cuando el prior hubo concluido estas palabras conciliatorias, que<br />

tal las creyó sin dada, su compañero dijo breve y enfáticamente:<br />

« Yo hablo siempre francés, epiees lengua <strong>de</strong>l rey Ricardo y <strong>de</strong> sos<br />

nobles : pero entiendo el inglés lo bastante para po<strong>de</strong>r comunicar<br />

eonlos naturales <strong>de</strong> este país. » Cedric le lanzó una <strong>de</strong> aquellas<br />

prontas 6 impacientes miradas que tantas veces escitaba en aque­<br />

llos tiempos ia comparación entre dos naciones rivales; pero recor­<br />

dando las obligaciones que la hospitalidad le imponía, reprimió<br />

los impulsos <strong>de</strong> su resentimiento, é indicó á sus huéspe<strong>de</strong>s los pues­<br />

tos que <strong>de</strong>bían tomar, que eran algo inferiores aunque inmediatos<br />

al suyo, ú hizo señal á los criados que sirviesen la cena.<br />

Mientras se ponian en ejecución las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Cedric. columbró<br />

alo lejos & Gurth el porquerizo que con su compañero Wamba<br />

acababa <strong>de</strong> entrar en el salón. «Enviadme aquí esos malandrines,<br />

dijo el Pajón: y cuando los reos estuvieron en su presencia: ¿ Có­<br />

mo es esto, villanos? esclamó. ¿Qué habéis estado haciendo fuera<br />

<strong>de</strong> casa 3, estas horas ? Y tú, bellaco, ¿ qué has hecho <strong>de</strong> ia manadíí 3<br />

la has <strong>de</strong>jado en manos <strong>de</strong> los bandidos?<br />

— La manada está segura: con vuestro perdón, respondió Gurth.<br />

— Lo que no os perdono, grandísimo bergante, dijo Cedric, es el<br />

haberme tenido aquí dos horas pensando en vengarme <strong>de</strong> mis ve-


CAPÍTULO IV. 31<br />

einos, y atribuyéndoles las culpas que no han cometido. Pero el<br />

¿epo y la cárcel castigarán la primera <strong>de</strong> estas que me hagáis. »<br />

Gurth, que conocía los hábitos <strong>de</strong>stemplados <strong>de</strong> su señor, no pro­<br />

curó disculpar su falta; pero el bufón, que podia contar con la tole­<br />

rancia <strong>de</strong> Gedric en virtud <strong>de</strong> los privilegios anexos á su oficio,<br />

tomó la palabra por sí y por su compañero : «Por cierto, tio Cedric,<br />

le dijo, que no dais esta Doche gran<strong>de</strong>s pruebas <strong>de</strong> seso ni <strong>de</strong> ra­<br />

zón.»<br />

— ¿Qué se entien<strong>de</strong>, insensato"? respondió el Sajón. ¿ Quieres ir<br />

al cuarto <strong>de</strong>l portero á llevar una buena zurra, por esas liberta<strong>de</strong>s<br />

que tomas 1<br />

— En primer lugar, continuó Wamba, dígame tu sabiduría si es<br />

justo que paguen los unos las faltas <strong>de</strong> los otros.<br />

— No por cierto, maja<strong>de</strong>ro, dijo Cedric.<br />

— Pues entonces, siguió Wamba, tampoco es justo que el po­<br />

bre Gurth sufra la pena cuando el <strong>de</strong>lito no es suyo, sino <strong>de</strong> su<br />

perro Fangs, y en verdad puedo <strong>de</strong>cir bajo juramento que no he­<br />

mos perdido un minuto en el camino, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que estuvo reunida la<br />

manada, y Eangs no habia aun acabado <strong>de</strong> reunir la piara, cuan­<br />

do sonó la campana <strong>de</strong> vísperas.<br />

— Entonces, dijo Cedric, volviéndose hacia el porquerizo, ahorca<br />

á Fangs, y compra otro perro.<br />

— Con vuestra venia, tio, dijo el bufón, tan injusto seria lo uno<br />

• fimo lo otro. Fangs es inocente, puesto que está cojo, y no pue<strong>de</strong><br />

correr tras el ganado. Quien tiene la culpa es quien le arrancó las<br />

uñas: y ciertamente, si hubieran consultado al pobre animal acer-<br />

• a <strong>de</strong> esta operación, no creo que hubiera dado su voto en favor.<br />

— ¿ Y quién se atrevió á hacer daño á un perro <strong>de</strong> mi ganado ?<br />

esclamó lleno <strong>de</strong> furor el iracundo Sajón.<br />

—¿ Quién habia <strong>de</strong> ser ? respondió Wamba: Huberto, el guarda-<br />

ííosque <strong>de</strong> sir Felipe <strong>de</strong> Malvoisin. Encontró al perro en el coto <strong>de</strong><br />

su amo, y le castigó por este <strong>de</strong>sacato.<br />

— Malos lobos coman á Felipe <strong>de</strong> Malvoisin y á su guarda-bos­<br />

que, dijo Cedric: yo les haré ver que la or<strong>de</strong>nanza <strong>de</strong> montes, no<br />

habla con su coto. Basta <strong>de</strong> esto por ahora: tú villano, marcha á tu<br />

puesto: y tú Gurth, pon otro perro en tu manada, y si el guarda­<br />

bosque le toca al pelo, nos hemos <strong>de</strong> verlas caras. Satanás me lle­<br />

ve si no le corto el <strong>de</strong>do pulgar <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha: á ver si pue<strong>de</strong><br />

manejar <strong>de</strong>spués el arco. Qs pido perdón, mis dignos huéspe<strong>de</strong>s.


&> IVANHOK.<br />

A.quí estamos ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> infieles, peores que los que habéis visto<br />

en Tierra santa, señor caballero; pero la cena nos aguarda, y supla<br />

la buena voluntad la pobreza <strong>de</strong>l banquete- »<br />

No necesitaban sin embargo <strong>de</strong> esta escusa los platos que cubrían<br />

la mesa los cuales se reducían á carne <strong>de</strong> puerco a<strong>de</strong>rezada <strong>de</strong> di­<br />

versos modos, gallinas, venado, cabra y liebre, diversas especies <strong>de</strong><br />

pescado, pan, tortas <strong>de</strong> harina y dulces, y compotas <strong>de</strong> frutas y <strong>de</strong><br />

miel. Las viandas menudas y las aves pequeñas, <strong>de</strong> que Labia gran<br />

abundancia, no fueron servidas en platos sino en cuencos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>­<br />

ra, que los pajes y otros criados presentaban sucesivamente á los<br />

huéspe<strong>de</strong>s, y estos se servían á su gusto. Delante <strong>de</strong> cada convida<br />

do <strong>de</strong> distinción, habia un vaso <strong>de</strong> plata: los otros <strong>de</strong> clase inferior<br />

bebían en cuernos.<br />

Cuando iban á empezar á comer, el mayordomo alzó la vara \<br />

gritó: te Plaza á lady Itovena. » Entonces se abrió una puerta la­<br />

teral colocada junto á la mesa <strong>de</strong>l banquete, y lady Eowena entró<br />

en el salón acompañada <strong>de</strong> cuatro camareras. Cedric, aunque sor<br />

prendido y quizás enojado <strong>de</strong> que su pupila se presentase en aque­<br />

lla ocasión y ante aquellos estranjeros, salió á recibirla, yacompa<br />

ñarla con gran ceremonia y cortesía, al sillón que estaba á la ma<br />

no <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l suyo, y que era el <strong>de</strong>stinado á la dama principal <strong>de</strong><br />

la casa. Todos los presentes se pusieron en pié mientras entraba, y<br />

ella respondiendo con mudas inclinaciones al saludo general que<br />

se le hizo, marchó con graciosos a<strong>de</strong>manes áocupar su sillón. An­<br />

tes <strong>de</strong> que se hubiese tomado asiento, el Templario dijo al Prior ai<br />

oido: «No seré yo el que lleve vuestro collar <strong>de</strong> oro en el torneo<br />

Habéis ganado y es vuestro el vino <strong>de</strong> tício.<br />

— ;. No oslo Labia dicho? respondió el Prior : poro reportaos. \<br />

mo<strong>de</strong>rad vuestros arrebatos, que el hidalgo os observa. »<br />

Sordo á esta advertencia, y acostumbrado á entregarse sin em<br />

pacho á los impulsos <strong>de</strong> su voluntad, Brian <strong>de</strong> Bois-ü uilbert-fijó<br />

sus ojos en la noble doncella, cuya hermosura le hacia una impre<br />

.-ion tanto mas fuerte, cuanto menos se asemejaba á la <strong>de</strong> las su)<br />

tanas <strong>de</strong> Levante.<br />

Kowena era <strong>de</strong> elevada estatura, mas no tanto que llamase Ja<br />

atención, porque sus proporciones eran esquisitas, y conformes é<br />

las que mas gustan generalmente en las personas <strong>de</strong> su sexo. Era<br />

rubia en estremo, mas el perfil majestuoso-<strong>de</strong> la cabeza y <strong>de</strong> las<br />

facciones, corregía aquella insipi<strong>de</strong>z que se nott» siempre en 1 os


CAPÍTULO IV. 33<br />

que no son nías que rubias. Realzaban el claro azul do sus ojos las<br />

graciosas pestañas <strong>de</strong> color mas subido, dando espresion á la frente<br />

y á las miradas, con las cuales sabia inflamar y <strong>de</strong>rretir los corazones,<br />

mandar con imperio, y suplicar con ternura. La blandura<br />

y la suavidad estaban pintadas en todas las facciones <strong>de</strong> su rostro;<br />

pero bien se echaba <strong>de</strong> ver que el ejercicio habitual <strong>de</strong> la superioridad<br />

y la costumbre <strong>de</strong> recibir continuos homenajes, les daban<br />

un aire mas señalado <strong>de</strong> elevación y <strong>de</strong> dignidad, que se uiiia con<br />

el que habian recibido <strong>de</strong> la naturaleza. Su profusa cabellera estaba<br />

graciosamente distribuida en innumerables rizos, formados<br />

tanto por la naturaleza como por el arte. Estos rizos estaban entrelazados<br />

con piedras preciosas, y todo el cabello suelto, en señal<br />

<strong>de</strong> noble nacimiento y libre condición <strong>de</strong> la doncella. Pendíale <strong>de</strong>l<br />

cuello una gran ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro, con un pequeño relicario <strong>de</strong>l mismo<br />

metal. Llevaba los brazos <strong>de</strong>snudos, adornados con ricos brazaletes.<br />

Vestía enaguas y vaquero <strong>de</strong> seda ver<strong>de</strong>mar claro, y encima<br />

un trage ancho que harria el suelo. Las mangas <strong>de</strong> este trage<br />

*>ran muy cortas, y todo él <strong>de</strong> un esquisito tejido <strong>de</strong> lana. De la cintura<br />

colgaba un velo <strong>de</strong> seda, entretejido con oro, <strong>de</strong>l que podia<br />

servirse para cubrirse el rostro y el pecho ala usanza española, 6<br />

para formar airosos pabellones alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cuerpo.<br />

Cuando iady Kovena hizo alto en el ahinco con que la miraba<br />

el caballero Templario, y observó aquellas miradas encendidas que<br />

parecían salir <strong>de</strong> dos profundas cavernas, se cubrió con el velo,<br />

manifestando en su majestuoso a<strong>de</strong>man cuanto la ofendía la libertad<br />

<strong>de</strong> aquel estranjero. Cedric notó este movimiento y adivinó el<br />

motivo.<br />

«Señor Templario, dijo, las mejillas <strong>de</strong> nuestras doncellas sajonas<br />

no están acostumbradas al sol, y no hay que estrañar por tanto<br />

que las ofendan las miradas <strong>de</strong> un cruzado.<br />

—Os pido perdón, respondió Brian, si en algo lie faltado: quiero<br />

<strong>de</strong>cir, que pido perdón á esa dama, porque hasta aquí llega mi humildad<br />

y no pasa mas allá.<br />

—-Lady liovvena, dijo el Prior, nos castiga á todos, cuando mi<br />

amigo solo es culpable, lis <strong>de</strong> esperar que no se use <strong>de</strong> tanto rigor<br />

cuando honre con su presencia el próximo torneo.<br />

—Aun no está dicho que iremos al torneo, dijo Cedric: porque á<br />

<strong>de</strong>cir verdad, no gusto <strong>de</strong> esas vanida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>sconocidas en tiempo<br />

<strong>de</strong> mis padres, cuando Inglaterra era libre.<br />

3


84 IVANHOK.<br />

—Quizás,, elijo ei Flúor, os <strong>de</strong>terminará á ello la ocasión que tíos<br />

presenta <strong>de</strong> ir acompañado : los caminos no están seguros, y n<br />

es <strong>de</strong> <strong>de</strong>spreciar la escolta <strong>de</strong> sir Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />

— Padre Prior, respondió el Sajón, cuando yo me pongo en camino<br />

por esta tierra, no necesito <strong>de</strong> otro auxilio que el <strong>de</strong> mi acero,<br />

ni <strong>de</strong> otra escolta que la <strong>de</strong> mis criados. En caso <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminarme<br />

á asistir á las fiestas <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche, lo haré con mi<br />

noble vecino y compatriota Athelstane <strong>de</strong> Coning'sburgh, y no haya<br />

miedo que nos asalten bandoleros ni enemigos feudales. A vue;<br />

tra salud, padre Prior, va este trago <strong>de</strong> vino, que no creo indigne<br />

<strong>de</strong> vuestra aprobación, y os doy gracias por vuestra cortesía.<br />

—Y yo, dijo el Templario llenando ei vaso, bebo á la salud <strong>de</strong><br />

lady Rowena, <strong>de</strong> quien me confieso vasallo; porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la pri<br />

mera que uso su nombre en Inglaterra, ninguna ha habido mas<br />

digna <strong>de</strong> este atributo.<br />

— Yo os absuelvo <strong>de</strong> vuestro vasallaje, dijo lady Rowena con<br />

gravedad y sin <strong>de</strong>scubrirse, ó por mejor <strong>de</strong>cir, usaré <strong>de</strong> les <strong>de</strong>rechos<br />

que me concedéis, exigiendo que pongáis á mi noticia los úl -<br />

timos sucesos <strong>de</strong> Palestina: asunto mas grato á los oidos <strong>de</strong> una<br />

inglesa, que todos esos cumplimientos que ia urbanidad francesa<br />

os dicta.<br />

—Nada puedo <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> importante, respondió sir Brian <strong>de</strong> Bois-<br />

Guilbert, si no es la confirmación <strong>de</strong> las treguas con Saladino.»<br />

El Templario fué interrumpido por Warnba. que se habia ya colocado<br />

en el sitio que le correspondía, y era una silla adornada con<br />

dos orejas <strong>de</strong> asno en su respaldar, y dispuesta á poca distancia<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la <strong>de</strong> su amo; este le daba <strong>de</strong> cuando en cuando las viandas<br />

<strong>de</strong> su propio plato , favor <strong>de</strong> que gozaba el bufón con algunos<br />

perros favoritos, <strong>de</strong> los cuales, como ya ha visto el lector, habia<br />

una buena provisión en la casa. Tenia <strong>de</strong>lante una mesita, y él estaba<br />

sentado con los talones apoyados en uno <strong>de</strong> los palos <strong>de</strong> la silla,<br />

con sus mejillas tan enjutas y chupadas, que las mandíbulas<br />

parecían dos cascapiñones, y con los ojos entreabiertos, en a<strong>de</strong>man<br />

<strong>de</strong> escuchar con atención lo que se <strong>de</strong>cía, para aprovechar la<br />

primera coyuntura que se lo ofreciese <strong>de</strong> ejercer las funciones <strong>de</strong><br />

su <strong>de</strong>satinado ministerio.<br />

«Esas treguas con infieles, esclamó <strong>de</strong> repente sin hacer mucho<br />

caso <strong>de</strong>l Templario á quien cortaba la palabra, esas treguas con<br />

infieles me hacen mas viejo que lo que yo creia ser.


OAi'ii'i-i.o •. •<br />

—¿Yen quó manera? preguntó Oedric con aire risueño, como ..i<br />

aguardase una ocurrencia chistosa.<br />

—Acuerdóme ya <strong>de</strong> tres, dijo "Wamba, en el discurso <strong>de</strong> mi vida:<br />

cada una <strong>de</strong> ellas <strong>de</strong>bía durar cincuenta años ; con que, teng' ><br />

ciento y cincuenta años <strong>de</strong> edad, cuando menos y por la parte<br />

mas corta.<br />

—Y yo os aseguro, dijo entonces el Templario reconociéndolo y<br />

acordándose <strong>de</strong> loque había pasado aquella tar<strong>de</strong>, que no haréis<br />

huesos viejos ni moriréis en vuestra cama, si os portáis con todo.ios<br />

viajeros estraviados como lo habéis hecho con el padre Prior -<br />

eonmigo.<br />

—¿Cómo es eso? dijo Cedric: ¿engañar á los viajeros que preguntan<br />

por el camino? Azotes has <strong>de</strong> llevar por vida mia, ya que<br />

eres tan bellaco como loco.<br />

—Por Dios, tio, respondió W'amba, sirva <strong>de</strong> amparo mi locura á<br />

mi bellaquería. Tomó la mano <strong>de</strong>recha por la izquierda, y no hubo<br />

mas: mas estraño es que ellos tomen un loco por guia.»<br />

Aquí fué interrumpida la conversación por uno <strong>de</strong> los pajes do<br />

la portería, que anunciaba hallarse á la puerta un caminante, que<br />

pedia albergue y hospitalidad.<br />

«Dádsela, dijo Cedric, sin reparar en quien sea : que en una no-<br />

Che como la presente, hasta los animales mas feroces se amansan,<br />

y buscan la protección <strong>de</strong>l hombre, que es su enemigo mortal, mas<br />

bien que perecer en la intemperie. Oswaldo, cuida <strong>de</strong> que se le dé<br />

cuanto necesite.»<br />

El mayordomo <strong>de</strong>jó la sala <strong>de</strong>l banquete, para poner en ejecución<br />

las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su amo.<br />

CAPITULO V.<br />

Oswaldo volvió <strong>de</strong>su encargo, se acercó á Cedric, y le dijo en voz<br />

baja: «Es un judío, que se llama Isaac <strong>de</strong> York. ¿ He <strong>de</strong> hacerle entrar<br />

en la sala?<br />

—Deja que Gurth haga tu oñcio, dijo Wamba , con su natural<br />

<strong>de</strong>sfachatez : el porquerizo <strong>de</strong>be ser el que cui<strong>de</strong> <strong>de</strong>l hebreo.<br />

—! Un perro judío, dijo el Templario, en nuestra compañía l


36 IV ANUOS.<br />

—Sabed, nobles huéspe<strong>de</strong>s , dijo Cedric, que mi hospitalidad no<br />

pue<strong>de</strong> arreglarse á vuestro gusto. A nadie obligo á que le hable ó<br />

coma con él. Póngasele mesa aparte , y en ella cuanto necesite : á<br />

menos que quieran hacerle compañía esos señores <strong>de</strong> los turbantes.<br />

—Señor hidalgo, respondió el Templario, mis esclavos sarracenos<br />

son verda<strong>de</strong>ros muslines (1) y huyen <strong>de</strong>l trato y comunicación con<br />

los Judíos.<br />

—Se sentará á tu lado, W'amba , dijo Cedric , que un bribón no<br />

está mal junto á un loco.<br />

—El loco, dijo Wamba alzando los restos <strong>de</strong> un pemil, alzará este<br />

baluarte entre él y el bribón.<br />

—Silencio, dijo Cedric, que ya lo tenemos aquí.')<br />

Al <strong>de</strong>cir esto, se vio entrar y acercarse al lugar ínfimo <strong>de</strong> ia mesa<br />

un hombre do avanzada edad y <strong>de</strong> alta estatura, aunque encorvado<br />

á fuerza <strong>de</strong> reverencias é inclinaciones. Fué introducido con<br />

poca ceremonia, y se presentó turbadoé in<strong>de</strong>ciso, haciendoá todas<br />

partes humil<strong>de</strong>s y profundas cortesías. Sus facciones eran represivas<br />

y proporcionadas : la nariz aguileña, los ojos neg-ros y penetrantes<br />

, la frente alta y simétrica . y majestuosas las canas <strong>de</strong> la<br />

barba y <strong>de</strong> la cabeza : todo lo cual hubiera formado un hermoso<br />

conjunto, si no se notara en él aquel aspecto peculiar <strong>de</strong> su rav.<br />

Kl trage <strong>de</strong>l judío , que parecía haber sido harto maltratado en<br />

la tormenta, era una sencilla capa con muchos pliegues, y <strong>de</strong>iiajo<br />

una túnica <strong>de</strong> color púrpura subido. Llevaba gran<strong>de</strong>s botas guarnecidas<br />

<strong>de</strong> pieles , y un cinturon <strong>de</strong> que no pendían otras armas<br />

que una navaja y un recado <strong>de</strong> escribir.<br />

El gorro era alto, cuadrado, amarillo y <strong>de</strong> una forma particular,<br />

que los Judíos estaban obligados á usar para distinguirse <strong>de</strong> los<br />

Cristianos: mas él lo había <strong>de</strong>jado por respeto á la puerta déla<br />

sala.<br />

El recibimiento que dieron al hebreo <strong>de</strong> Vorck todos los presentes<br />

fué tal, como si hubieran sido sus enemigos personales. Kl mis<br />

mo Cedric no hizo mas que respon<strong>de</strong>r con una ligera inclinación<br />

<strong>de</strong> cabeza á sus repetidos acatamientos, señalándole al mismo tiempo<br />

el último sitio <strong>de</strong> la mesa, opuesto al que él ocupaba , sin embargo<br />

<strong>de</strong> lo cual, nadie se incomodó para <strong>de</strong>jarle asiento : lejos <strong>de</strong><br />

eso, cuando pasó por la fila <strong>de</strong> huéspe<strong>de</strong>s y criados , echando sen­<br />

tí) Lo mismo rpie musulmán.


CAW'IÜLO V. 31<br />

das miradas tímidas y humil<strong>de</strong>s á unos y otros, los criados sajones<br />

se encogían <strong>de</strong> hombros y continuaban <strong>de</strong>vorando los manjares que<br />

<strong>de</strong>lante tenían, sin cuidarse <strong>de</strong>l hambre que naturalmente había<br />

<strong>de</strong> tener el recien llegado: y aun los mismos sarracenos, al ver que<br />

Isaac se les acercaba, retorcieron los bigotes con indignación, y<br />

echaron mano á los puñales, como si estuvieran prontos á acudir<br />

ai último estremo , antes que contaminarse con el roce <strong>de</strong> Jaque]<br />

proscrito.<br />

Quizás Cedric le hubiera acogido con mas cortesía y benevolencia<br />

por la misma razón que le movió á darle la hospitalidad en <strong>de</strong>specho<br />

<strong>de</strong> sus huéspe<strong>de</strong>s , si no hubiera estado enredado á la sazón<br />

en una disputa acerca <strong>de</strong> la cria é índole <strong>de</strong> los perros <strong>de</strong> caza,<br />

asunto para él <strong>de</strong> la mayor gravedad, y que no hubiera interrumpido<br />

aunque se tratase <strong>de</strong> cosas mas importantes quej<strong>de</strong> enviar á<br />

un judío á la cama sineenar. En tanto que Isaac se hallaba espulso<br />

<strong>de</strong> aquella concurrencia, como su nación lo está <strong>de</strong> las otras <strong>de</strong> la<br />

tierra, buscando en vano un alma caritativa que le <strong>de</strong>jase un palmo<br />

<strong>de</strong> banco en que sentarse, el peregrino que se había mantenido<br />

junto á la chimenea, tuvo compasión do su suerte y le <strong>de</strong>jó su<br />

asiento, diciéndole en breves razones: «Buen viejo, mi ropa está<br />

enjuta, y mi hambre satisfecha: tú estás mojado y en ayunas.» Diciendo<br />

estas palabras, recogió y echó al fuego las ramas que estaban<br />

esparcidas alre<strong>de</strong>dor: tomó <strong>de</strong> la mesa principal un plato <strong>de</strong><br />

potaje y otro <strong>de</strong> cabrito asado : los puso sobre la mesita en que él<br />

mismo había cenado, y sin aguardar á que el judío le diera gracias,<br />

se retiró á la parto opuesta <strong>de</strong> la sala, aunque no nos es dado<br />

<strong>de</strong>cir si lo hizo por evitar mayor comunicación con el objeto <strong>de</strong> su<br />

benevolencia, ó por <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> acercarse á los distinguidos personajes<br />

que estaban al testero <strong>de</strong> la mesa.<br />

Hi hubiera habido en aquella época un pintor capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñar<br />

semejante asunto, el judío encogido <strong>de</strong> frió <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l fuego,<br />

y presentándole sus trémulas y entumidas manos, le hubiera ofrecido<br />

una escótente personificación emblemática <strong>de</strong>l invierno. Satisfecha<br />

aquella primera necesidad , se volvió á la mesa que el peregrino<br />

le habia preparado, y <strong>de</strong>spachó lo que tenia <strong>de</strong>lante , con<br />

el ansia y satisfacción que produce una larga abstinencia.<br />

Entretanto Cedric continuaba su plática sobre montería : lady<br />

Rowena conversaba con las mujeres <strong>de</strong> su servidumbre : y el altanero<br />

Templario, cuyas miradas se fijaban alternativamente, ora en


38 TV ^NHOE.<br />

• 1 judío, ora en la hermosa Sajona, se entregaba á pensamientos que<br />

absorvian toda su atención y parecían escitar en él un gran interés.<br />

El prior Aymer sostenía que en el ejercicio <strong>de</strong> la caza, que era la<br />

diversión general <strong>de</strong> los nobles y ricos ingleses en aquella época,<br />

<strong>de</strong>bían adoptarse, como mas propios y expresivos , los lia-minos y<br />

locuciones <strong>de</strong> que se valian los franceses, Cedric <strong>de</strong>eia por el conirarioque<br />

esta innovación no aumentaba en manera alguna el placer,<br />

y que no se necesitaba hablar francés para correr liebres y venados.<br />

Cada cual sostuvo con igual ahinco su opinión, hasta que<br />

el Templario, alzando la voz con aquel tono <strong>de</strong> predominio y autoridad<br />

que siempre usaba en semejantes ocasiones: «1 ,a lengua francesa,<br />

dijo, no solo es el idioma natural <strong>de</strong> la caza, sino también el<br />

le la guerra y el <strong>de</strong>l amor. Con él se gana el corazón <strong>de</strong> las damas,<br />

y con él se <strong>de</strong>safia al enemigo y se escita el valor en la pelea.<br />

—Dad una copa <strong>de</strong> vino al señor Templario, dijo Cedric, y otra<br />

;d P. Prior, en tanto que yo les cuento un suceso <strong>de</strong> ahora hace<br />

treinta años. Cedric el sajón no necesitaba entonces <strong>de</strong> los primores<br />

que han' introducido los poetas franceses; su lengua natural le<br />

bastaba para hallar buena acogida entre las damas, y ahí está el<br />

campo <strong>de</strong> Northallcrton, que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir si en la jornada <strong>de</strong>l santo<br />

estandarte no se oían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tan lejos las bélicas aclamaciones <strong>de</strong><br />

las filas <strong>de</strong> los Escoceses como el cr¿ <strong>de</strong> guerre délos mas intrépidos<br />

barones normandos... ¡A la memoria <strong>de</strong> los que pelearon en aquella<br />

gloriosa acción! Haced la razón, nobles huéspe<strong>de</strong>s.» Bebió, al acabar<br />

estas palabras, una copa llena, y continuó su perorar-ion con<br />

igual ardor y entusiasmo: «Gran día fué aquel en que no se oia mas<br />

que el choque <strong>de</strong> los broqueles, y en que cien ban<strong>de</strong>ras cayeron sota-e<br />

las cabezas <strong>de</strong> los que las <strong>de</strong>fendían, y la sangre corría como<br />

agua, y do quiera se veia la muerte, y en ninguna parte la fuga.<br />

La fiesta <strong>de</strong> las espadas la llamó un poeta sajón; y en verdad que<br />

los Sajones parecían una bandada <strong>de</strong> águilas que se arrojan á la<br />

presa. ¡Que martilleteo continuo <strong>de</strong> golpes sobre los escudos y los<br />

yelmos! ¡Que gritería, cien veces mas alegre que la <strong>de</strong> un dia <strong>de</strong><br />

boda! Mas ya no existen nuestros bardos; la memoria <strong>de</strong> nuestras<br />

hazañas se <strong>de</strong>svanece en la fama <strong>de</strong> otro pueblo; nuestro idioma y<br />

hasta nuestros nombres se van perdiendo, y nadie llora estos infortunios<br />

sino un pobre viejo solitario.... Copero, bellacos, llenad las<br />

copas. Señor Templario, á la salud <strong>de</strong>! mas valiente <strong>de</strong> cuantos


CAPÍTULO v. 3y<br />

pelean en Palestina por el santo Sepulcro, sea cualquiera su origen,<br />

sea cualquiera su idioma.<br />

—No me correspon<strong>de</strong>, dijo sir' Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, hacer razón<br />

á vuestro brindis; pues ¿a quién <strong>de</strong>be darse la palma entre los<br />

<strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> la Cruz, sino es á los campeones jurados <strong>de</strong>l Temple?<br />

—A ios caballeros Hospitalarios, dijo el Prior. Yo tengo un hermano<br />

en aquella or<strong>de</strong>n.<br />

—Yo seré yo quien amancille su fama, respondió el Templario:<br />

sin embargo....<br />

—¿Es posible, dijo entonces iady Rowena, que no haya en el<br />

ejército inglés ningún caballero cuyo nombre pueda competir con<br />

ios <strong>de</strong> ios caballeros <strong>de</strong>l Templo y <strong>de</strong> San Juan ?<br />

—Los hay, señora, respondió <strong>de</strong> Bois-Guilbert: el rey Ricardo<br />

llevó consigo una hueste <strong>de</strong> guerreros, que <strong>de</strong> cuantos han espuesto<br />

su pecho á los tiros enemigos en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> aquella santa<br />

Herra, ce<strong>de</strong>n tan solo á mis hermanos <strong>de</strong> armas.<br />

—A nadie ce<strong>de</strong>n los caballeros ingleses <strong>de</strong>l ejército <strong>de</strong> Ricardo,»<br />

dijo el peregrino que había oído toda aquella conversación con notables<br />

indicios <strong>de</strong> impaciencia. Los concurrentes se volvieron al sillo<br />

<strong>de</strong> don<strong>de</strong> había salido aquella voz inesperada. «Digo, repitió con<br />

voz firme y <strong>de</strong>cidida, que á los caballeros ingleses no se aventaja<br />

cingue) <strong>de</strong> cuantos han sacado el acero en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> Sion: y digo<br />

a<strong>de</strong>más, porque lo be visto, que el rey Ricardo en persona, con<br />

otros cinco caballeros, sostuvieron un torneo <strong>de</strong>spués do la toma<br />

le .lerusalen, <strong>de</strong>safiando á cuantos se presentasen; y digo que en<br />

aquel i lia cada caballero corrió tres carreras, y echó al suelo tres<br />

antagonistas; y añado que siete <strong>de</strong> los vencidos eran caballeros <strong>de</strong>l<br />

Temple, y ahí está sir Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que no me <strong>de</strong>jará<br />

mentir.»<br />

lis imposible <strong>de</strong>scribir con palabras el ímpetu <strong>de</strong> rabia que conmovió<br />

al oir esta arenga el sombrío rostro <strong>de</strong>l Templario. Tales fueron<br />

su resentimiento y su confusión, que su trémula y agitada<br />

mano se apo<strong>de</strong>ró do pronto <strong>de</strong>l puño <strong>de</strong> la espada, y solo pudo<br />

contenerlo la reflexión que inmediatamente hizo délas fatales consecuencias<br />

que cualquier acto <strong>de</strong> violencia podia acarrear en aquella<br />

ocasión. Ccdric, que era hombre llano y <strong>de</strong> buena fé. incapaz <strong>de</strong><br />

emplear su atención mas que en un solo objeto á la vez, y que había<br />

oído con arrebato aquellos encomios <strong>de</strong>l valor y <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong><br />

-es compatriotas, no hizo alto en el a<strong>de</strong>man, ni en el iracundo


40 IVANHOE.<br />

gesto <strong>de</strong> su huésped. «Este brazalete <strong>de</strong> oro es tuyo, peregrino*<br />

dijo, si rae nombras á esos caballeros que tan dignamente sostuvieron<br />

el honor <strong>de</strong> las armas inglesas.<br />

—Lo haré con mucho gusto, respondió el peregrino, y sin necesidad<br />

<strong>de</strong> galardón: puesto que mis votos me prohiben tocar oro<br />

con las manos, y usar prendas <strong>de</strong> este metal.<br />

—Hazme un po<strong>de</strong>r, dijo "vúimba, y yo llevaré el brazalete en tu<br />

nombre.<br />

—El primero en honor y en intrepi<strong>de</strong>z, en fama y en dignidad,<br />

continuó el peregrino, fué el valiente Kicardo, rey <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

—Yo le perdono, dijo Cedric, su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l tirano duque<br />

Guillermo.<br />

—El con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Leicester fué el segundo, dijo el peregrino: sir To<br />

más Multon <strong>de</strong> Gilsland el tercero.<br />

—De familia sajona, esclamó Cedric triunfante.<br />

—Sir Eoulk Doilly el cuarto, dijo el peregrino.<br />

—Sajón también, á lo menos por parte <strong>de</strong> madre, replicó Cedrk<br />

olvidando su odio contra los Normandos al oir los triunfos <strong>de</strong> estos<br />

unidos á los <strong>de</strong>l bey <strong>de</strong> Inglaterra y sus isleños. ¿Y el quinto?<br />

—Sir I'khvin Turneham.<br />

—Sajón legítimo, por el alma <strong>de</strong> mi padre, gritó Cedric. ¿Y e¡<br />

otro?<br />

—El otro, respondió el peregrino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse parado un<br />

rato como si quisiera traer algo á la memoria, el otro era un caballero<br />

<strong>de</strong> poca fama y <strong>de</strong> humil<strong>de</strong> gerarquía, que si se colocó al<br />

lado <strong>de</strong> tan ilustres guerreros, no fué porque merecía tomar parte<br />

en aquella hazaña, sino por completar el número. No puedo acordarme<br />

<strong>de</strong> su nombre.<br />

—Señor peregrino, dijo sir Brian <strong>de</strong> Bois-üuilbert, ese olvido<br />

afectado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantos y tan exactos pormenores, no os servirá<br />

<strong>de</strong> nada en esta ocasión. Yo mismo os diré el nombre <strong>de</strong>l caballero<br />

ante quien quedé vencido, porque así lo quisieron la fortuna y mi<br />

caballo. Fué el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe; y para sus pocos años, ninguno<br />

<strong>de</strong> los otros cinco le aventajaban en nombradla. Y digo sin<br />

rebozo que si se hallara actualmente en Inglaterra, y se atreviera<br />

á repetir en el torneo á que nos dirigimos mi compañero y yo, ei<br />

reto <strong>de</strong> San .luán <strong>de</strong> Acre, armado como estoy actualmente mediría<br />

las armas con él. dándole cuantas ventajas quisiera; y veríamos<br />

las residías.


CAPÍTULO V, 41<br />

—Pronto tendríais respuesta, dijo el peregrino, si vuestro antagonista<br />

se hallara presente, No turbemos este pacífico albergue<br />

disputando sobre un combate que, como vos sabéis, no pue<strong>de</strong> verificarse<br />

por ahora. Si Ivanhoe vuelve <strong>de</strong> Palestina, él iráá buscaros,<br />

y yo respondo.<br />

—¡Buen fiador! dijo el caballero Templario: pero ¿qué fianza daréis'<br />

—Tiste relicario, dijo el peregrino sacando <strong>de</strong>l pecho una cajita<br />

<strong>de</strong> marfil, el cual contiene un pedazo <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra Cruz, traído<br />

<strong>de</strong>l monte Carmelo.»<br />

El prior <strong>de</strong> Jorvaulx se santiguó, ejemplo que repitieron todos<br />

los concurrentes, escepto el judío y los mahometanos. El Templario<br />

se quitó <strong>de</strong>l cuello una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro, la puso sobre la mesa, y<br />

dijo: «Becoja el peregrino su prenda, pues solo es propia para recibir<br />

adoraciones; y conserve el Prior la mía en testimonio <strong>de</strong> que<br />

si el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe aborda á alguna <strong>de</strong> las playas que bañan<br />

los cuatro Océanos <strong>de</strong> Inglaterra, acudirá al reto <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong><br />

Bois-Guilbert; y si así no lo hiciere, quedará, como cobar<strong>de</strong> en todos<br />

los castillos <strong>de</strong> los Templarios <strong>de</strong> Europa.<br />

— So será así, dijo lady Kowena, y yo tomaré la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> Ivanhoe<br />

si no hay otra persona en la sala que alce la voz en su favor<br />

Yo afirmo que sabrá respon<strong>de</strong>r á todo aquel que le llame; y si se<br />

necesitara algo mas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la prenda inapreciable que quería<br />

<strong>de</strong>positar ese buen peregrino, con mi nombre y fama respondo que<br />

Ivanhoe no faltará á la cita que le da ese arrogante caballero.»<br />

Gran<strong>de</strong> y terrible fué la. lucha que suscitó en el pecho <strong>de</strong> Cedric<br />

esta conversación, durante la cual guardó el mas profundo silencio.<br />

El orgullo satisfecho, el resentimiento, el embarazo, eran los<br />

afectos que sucesivamente se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> su alma, y que oscurecieron<br />

sus ojos, como la sombra <strong>de</strong> la nube que pasa por el sembrado,<br />

l.os criados, que al nombre <strong>de</strong> Ivanhoe salieron <strong>de</strong> la indiferencia<br />

con que hasta entonces habían oído aquel altercado, fijaron<br />

los ojos en su amo. La voz <strong>de</strong> Kowena dispertó á Cedric <strong>de</strong> su<br />

distracción.<br />

eSeñora. dijo, no está bien que toméis parte en este asunto. Si<br />

otra fianza fuera necesaria, yo, aunque justamente agraviado, empeñaría<br />

mi honor por el honor <strong>de</strong> Ivanhoe. Pero nada falta á la legalidad<br />

<strong>de</strong>l duelo, aun según los ritos fantásticos <strong>de</strong> la caballería<br />

normanda. ¿No es así. padre Aymer?


;2 1VVNH0E.<br />

—Asi es, respondió el Prior. Y ahora permitidnos, noble Cedrie,<br />

beber el último brindis á la salud <strong>de</strong> lady Kowena, y nos retiraremos<br />

á <strong>de</strong>scansar.<br />

•—Por las barbas <strong>de</strong> todos los reyes sajones, respondió Cedric,<br />

que no podéis habéroslas conmigo. Pero á fe mia que en mi tiempo<br />

un sajón <strong>de</strong> doce años no hubiera <strong>de</strong>jado tan proido la partida.»<br />

El Prior tenia buenas ra/.ones para llevar a<strong>de</strong>lante el sistema <strong>de</strong><br />

sobriedad á que le obligaban su profesión y su carácter. No solo<br />

hacia alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> mediar en todas las disputas y rencillas, sino que<br />

realmente las odiaba. En la ocasión presente tenia ciertos recelos<br />

fundados en la índole irritable <strong>de</strong>l Bajón, y en el orgullo y presunción<br />

<strong>de</strong> que el Templario había dado tantas pruebas, y temía que<br />

acabase la noche con algún disgusto. Así que, insistió eortesmente<br />

en su resolución, manifestando cuan arduo negocio era disputárselas<br />

con un sajón en una contienda <strong>de</strong> mesa, añadiendo algunas,<br />

aunque ligeras insinuaciones acerca do ia dignidad <strong>de</strong> su carácter,<br />

y terminando su discurso con pedir <strong>de</strong> nuevo el permiso <strong>de</strong> retirarse.<br />

Sirvióse pue,- ia copa <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida, y ios huéspe<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

hacer las <strong>de</strong>bidas reverencias á Cedrie y á lady llovcna, se alzaron<br />

<strong>de</strong> sus sitios y se pusieron en movimiento, mientras los amos <strong>de</strong><br />

casa se retiraron á sus cuartos por puertas separadas.<br />

«Perro judío, dijo el caballero Templario á Isaac; <strong>de</strong> York al pasar<br />

por su lado, ¿vas tú también á Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche?<br />

—Tengo esa intención, respondió el judío con humil<strong>de</strong> acatamiento,<br />

si no lo lleva á mal vuesa señoría.<br />

—A sacar las entrañas á los nobles ron tus usuras, dijo Brian, y á<br />

saquear las bolsas <strong>de</strong> los pobres con fruslerías. Apuesto á que llevas<br />

el saco lleno <strong>de</strong> alhajas.<br />

—Ni una joya, respondió Isaac c; uzándose <strong>de</strong> brazos, ni una sola<br />

moneda <strong>de</strong> plata ni <strong>de</strong> cobre, asi me dé su bendición el Idos <strong>de</strong><br />

Abraham. Yoy á pedir socorro á los hermanos <strong>de</strong> mi tribu, á lio<br />

<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r pagar las nuevas contribuciones que se han echado á los<br />

pobres hebreos. ¡El padre Jacob me ayu<strong>de</strong>! Soy un pobre miserable,<br />

y hasta la gabardina que llevo á cuestas me ha prestado Buhen.<br />

—Eres un malandrín embustero.» dijo el Templario con amarga,<br />

sonrisa, y se separó <strong>de</strong>l hebreo como si se <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñara <strong>de</strong> seguir la<br />

conversación, y volviéndose á s\ s esclavos sarracenos, les habló en<br />

idioma estraño. El pobre israelita quedó tan asustado <strong>de</strong> las pala-


CAPÍTULO VI. 43<br />

oras que le habia dirijido el Templario, que ya este se había aléjalo<br />

y él permaneció largo rato en su humil<strong>de</strong> postura. Cuando se<br />

atrevió á levantar los ojos, parecía un hombre que había visto caer<br />

el rayo á sus pies, y que oia aun á lo lejos el estampido do la nube<br />

• píeloha arrojado.<br />

El Templario y el Prior fueron conducidos á su dormitorio por el<br />

mayordomo, y el copero, cuatro pajes con hachas, y otros dos con<br />

-alvillas <strong>de</strong> refrescos. Los criados inferiores indicaron á los que<br />

•omponian la comitiva <strong>de</strong> aquellos personajes y á los otros huéspe<strong>de</strong>s<br />

las piezas que les estaban <strong>de</strong>stinadas.<br />

CAPITULO VI.<br />

eaiando oí peregrino, precedido por el criado que le alumbraba,<br />

marchaba por el intrincado laberinto <strong>de</strong> cuadras y corredores que<br />

componían aquella vasta y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada mansión, se le acercó por<br />

<strong>de</strong>trás el. copero, y le dijo al oido que si no tenia inconveniente cu<br />

echar un trago en su aposento, serviría <strong>de</strong> mucha satisfacción á<br />

los principales criados <strong>de</strong> la casa, que <strong>de</strong>seaban saber noticias <strong>de</strong><br />

la Tierra santa, y particularmente todo lo que dijera relación con<br />

el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe. "VVamba se presentó en seguida, insistiendo<br />

en lo mismo, y diciendo que un trago <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> media noche<br />

vale mas que tres <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la queda. Sin disputar una doctrina<br />

fundada en tan grave autoridad, el peregrino dio gracias á ambos<br />

por su cortesía; pero se negó á aceptar el convite, por haber hecho<br />

voto <strong>de</strong> no hablar jamás en la cocina acerca <strong>de</strong> lo que no podía<br />

tratarse en el estrado. «¡Pobres criados, dijo "Wamba, si todos hicieran<br />

el mismo voto cpie el peregrino!»<br />

Z No sentó bien al copero la respuesta <strong>de</strong>l huésped. «Tenia intendón,<br />

dijo, <strong>de</strong> darle una <strong>de</strong> las mejores cámaras: mas puesto que es<br />

tan <strong>de</strong>sabrido con los Cristianos, bueno será epue pase la noche junto<br />

al judío. Anwold, dijo al criado que le conducía, lleva al peregrino<br />

adon<strong>de</strong> sabes; y vos, señor entonado, buenas noches, que poca<br />

cortesía merece poco agra<strong>de</strong>cimiento.<br />

—Buenas noches y la "Virgen os bendiga,» respondió con mesura<br />

y continuó en pos <strong>de</strong>l conductor.


ii IVANliOK.<br />

Al llegar á una estrecha antecámara, á la que daban varias pie<br />

zas interiores y que estaba alumbrada por una pequeña lámpara<br />

<strong>de</strong> hierro, fué <strong>de</strong> nuevo interrumpido por una <strong>de</strong> las camareras <strong>de</strong><br />

Eowena, la cual le dijo con tono <strong>de</strong> autoridad que su señora <strong>de</strong>seaba<br />

hablarle: y tomando la luz <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> Anwold, á quien<br />

mandó que aguardase en aquel sitio, hizo seña al peregrino que lu<br />

siguiese. Probablemente no creyó oportuno rehusar esta imitación,<br />

como habia hecho con la <strong>de</strong> los criados ; porque , aunque su gesto<br />

<strong>de</strong>notó cuan estraño le parecía este mensaje, obe<strong>de</strong>ció sin réplica<br />

Después <strong>de</strong> un angosto tránsito que terminaba en siete escalones,<br />

cada uno <strong>de</strong> los cuales era un robusto leño <strong>de</strong> encina, entró en la<br />

cámara, cuya tosca magnificencia correspondía al respeto con que<br />

miraba Cedric á la que la ocupaba. Pendían <strong>de</strong> los muros gran<strong>de</strong>s<br />

colgaduras, en que se habia empleado toda la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> los artí<br />

fices <strong>de</strong> aquella época para representar las proezas <strong>de</strong> la montería<br />

y <strong>de</strong> la balconería con bordados y sobrepuestos <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> diversos<br />

colores y <strong>de</strong> hilos <strong>de</strong> oro y plata, ha tapicería que cubría la cama<br />

era <strong>de</strong> la misma especie, y tenia a<strong>de</strong>más cortinas <strong>de</strong> seda coloi<br />

<strong>de</strong> púrpura. También estaban matizados los forros <strong>de</strong> los sillones,<br />

uno <strong>de</strong> los cuales , mas elevado que los otros, tenia <strong>de</strong>lante un es<br />

cabel <strong>de</strong> marfil curiosamente labrado.<br />

Cuatro bugías, puestas en otros tantos can<strong>de</strong>leros <strong>de</strong> plata, ilu<br />

minaban el aposento <strong>de</strong> la noble doncella. Mas no <strong>de</strong>be causar envidia<br />

su lujo á las damas <strong>de</strong> nuestro siglo. Los muros estaban tan<br />

mal concluidos y habia en ellos tantas grietas, que las espléndidas<br />

colgaduras se agitaban cuando soplaba el viento; y en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong><br />

una especie <strong>de</strong> biombo que <strong>de</strong>fendía las luces, on<strong>de</strong>aban á veces en<br />

el aire como el pendón <strong>de</strong> un paladín. El conjunto era magnífico.,<br />

con algunos ligeros vislumbres <strong>de</strong> buen gusto, pero con pocas comodida<strong>de</strong>s,<br />

y estas no se echaban menos porque no eran cono<br />

cidas.<br />

Lady Kowena estaba sentada en un sillón elevado, <strong>de</strong> que liemos<br />

hecho mención, y tres criadas le a<strong>de</strong>rezaban el cabello, <strong>de</strong>spojan<br />

doló <strong>de</strong> las joyas que lo cubrían. Tan lindo y majestuoso era su<br />

aspecto, que parecía nacida para recibir el homenaje <strong>de</strong> cuantos<br />

fijasen en ella la vista. El peregrino conoció que no podía disputarle<br />

esta prerogativa y se inclinó respetuosamente.<br />

«Alza, peregrino , le dijo con gentil talante. El <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong>l ausente<br />

es acreedor al aprecio <strong>de</strong> todos los que aman el honor y '-•


CAPÍTULO VI. 45<br />

verdad. Doncellas, retiraos todas escepto Elgita: tengo que hablar<br />

H solas con el peregrino.»<br />

has doncellas, sin salir <strong>de</strong>l aposento, se retiraron ala estremidad<br />

opuesta , y se sentaron sobre un banco que estaba apoyado contra<br />

el muro, don<strong>de</strong> permanecieron mudas como estatuas , aunque estaban<br />

tan lejos que hubieran podido hablar entre sí sin interrumpir<br />

la conversación <strong>de</strong> su señora.<br />

• Peregrino, dijo la dama <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse <strong>de</strong>tenido algunos instantes<br />

como si no supiera <strong>de</strong> qué modo entrar en materia, habéis<br />

hecho mención esta noche <strong>de</strong> un nombre que hubiera <strong>de</strong>bido ser<br />

mas favorablemente acogido en una casa don<strong>de</strong> la naturaleza y el<br />

parentesco reclaman gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>rechos en favor <strong>de</strong>l que lo lleva. Y<br />

sin embargo, tal es el funesto <strong>de</strong>creto <strong>de</strong> la suerte que aunque muchos<br />

corazones han palpitado al oiros pronunciar el nombre <strong>de</strong><br />

Ivanhoe, yo soy la única persona que se atreve á preguntaros en<br />

qué situación lo <strong>de</strong>jasteis cuando salisteis <strong>de</strong> Palestina. Han corrido<br />

voces <strong>de</strong> que permaneció allí <strong>de</strong>spués déla retirada <strong>de</strong> las tropas<br />

inglesas, por causa <strong>de</strong> su mala salud: y que <strong>de</strong>spués ha sido perseguido<br />

por la facción francesa, á la que son adictos los caballeros<br />

Templarios.<br />

—Pocas noticias tengo <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> Ivanhoe, respondió turbado<br />

el peregrino ; y mejor informado estaría si hubiera sabido el<br />

interés que tomáis en su suerte. Creo rpie ha salido con bien <strong>de</strong> las<br />

persecuciones <strong>de</strong> sus enemigos en Palestina , y que se halla á la<br />

víspera, <strong>de</strong> llegar á Inglaterra, don<strong>de</strong> vos, bella dama, <strong>de</strong>béis saber<br />

mejor que yo la dicha ó la <strong>de</strong>sventura que le aguarda.»<br />

Lanzó liowena un j>rofundo suspiro al oir estas palabras, y preguntó<br />

mas menudamente cuándo llegaría el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe<br />

á su patria, y si no correría nuevos peligros en el viaje. A lo primero<br />

respondió el peregrino que nada sabia acerca <strong>de</strong> la época<br />

<strong>de</strong> su regreso; y á lo segundo, que el viaje podía hacerse con<br />

toda seguridad por Venecia y Genova, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este punto por Francia<br />

á Inglaterra. «Ivanhoe, continuó, está tan familiarizado con el<br />

habla y los usos <strong>de</strong> los franceses, que no haya miedo le suceda la<br />

menor <strong>de</strong>sventura en esta parte <strong>de</strong> su jornada.<br />

—¡ Plegué á Dios, dijo lady Tíowena, y ojalá estuviese ya aquí, y<br />

pudiese asistir al torneo que ha <strong>de</strong> celebrarse esta semana, en que<br />

todos los caballeros <strong>de</strong> Inglaterra van á lucir su valor y <strong>de</strong>streza!<br />

Si Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgb sale vencedor, malas nuevas aguar-


IVANIÍ0E.<br />

dan á. Ivanboe en Inglaterra. ¿Qué aspecto era t-l «u,vi> cuando k<br />

visteis la última vez ? ¿Ha <strong>de</strong>jado la enfermedad profundas huellas<br />

en su vigor y en su bella presencia ?<br />

—Algo mas <strong>de</strong>lgado y moreno me pareció, respondió el estranjero,<br />

que cuando vino <strong>de</strong> Chipre en la comitiva <strong>de</strong> Ricardo ('orazoL.<br />

<strong>de</strong> león. Parecía torvo y apesadumbrado ; pero yo :io le \ i <strong>de</strong> cer<br />

ea, no siendo conocido suyo.<br />

—Pocas cosas hallará en su tierra nativa, dijo ia dama, que pue<br />

dan disipar esas nubes que le ofuscaban. Gracias, buen peregrino,<br />

por esas noticias que me habéis dado acerca <strong>de</strong>l compañero do mi<br />

infancia. Doncellas , ofreced un vaso do vino á este santo varón , •'.<br />

quien no es justo que yo <strong>de</strong>tenga mas tiempo.»<br />

Una <strong>de</strong> las camareras presentó una copa <strong>de</strong> plata iiena <strong>de</strong> una<br />

bebida hecha con vino y especería , que lady Rowena. <strong>de</strong>spués d><br />

haber aplicado á sus labios, entregó al peregrino. Este hizo una re<br />

verencia, y bebió algunas gotas.<br />

«Acepta esta limosna, amigo, continuó la dama presentando ,u<br />

peregrino una pieza <strong>de</strong> oro, en galardón <strong>de</strong> tus romerías, y en nombre<br />

<strong>de</strong> los santos lugares que has visitado.»<br />

El peregrino tomó la limosna haciendo otra inclinación, y siguió<br />

" á Elgita fuera <strong>de</strong>l aposento.<br />

En la antecámara halló á Anwold, que tornando ia luz <strong>de</strong> mano.<strong>de</strong><br />

la doncella, lo condujo apresuradamente y con poca ceremonia<br />

á la parte esterior y mas humil<strong>de</strong> <strong>de</strong>l edificio, don<strong>de</strong> Labia gran<br />

número <strong>de</strong> piezas pequeñas dispuestas á lo largo <strong>de</strong> un corredor, ><br />

<strong>de</strong>stinadas para dormitorio <strong>de</strong> los criados inferiores y <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> condición humil<strong>de</strong>.<br />

«¿En cuál <strong>de</strong> estas piezas duerme el judío? preguntó el peregrino.<br />

—El po<strong>de</strong>nco, respondió Anwold, está en la celda inmediata á ia<br />

tuya. Mucho limpión y mucho barrido necesita antes (pac pueda<br />

servir <strong>de</strong> albergue á un hombre honrado.<br />

—¿Y dón<strong>de</strong> duerme Gurth el porquerizo? dijo el estranjero.<br />

—Gurth, respondió el criado, duerme en la otra próxima á ia<br />

tuya: tú estás en medio para preservar al judío <strong>de</strong> la abominación<br />

<strong>de</strong> sus doce tribus. Mejor aposento se te hubiera <strong>de</strong>stinado si hubieras<br />

aceptado el convite <strong>de</strong>l copero.<br />

—Bueno es este, dijo el peregrino, que no hay contagio que pase<br />

por un tabique <strong>de</strong> tablas <strong>de</strong> encina.»


CAPÍTULO VI. 41<br />

Dicho esto, entro en aquella especie <strong>de</strong> camaranchón, tomó la luz<br />

que llevaba el criado , le dio las gracias y las buenas noches. Habiendo<br />

cerrado la puerta, puso la luz en un can<strong>de</strong>lera <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, \<br />

examinó el aposento, cuyos muebles oran sobrado toscos y sencillos,<br />

pues consistían en una tarima cubierta <strong>de</strong> paja fresca con pioles <strong>de</strong>,<br />

carnero que sen ian <strong>de</strong> mantas.<br />

El peregrino apagó la luz , y se echo sin <strong>de</strong>snudarse en la pobre<br />

cania que le estaba dispuesta, don<strong>de</strong> durmió, ó á lo menos <strong>de</strong>scansó<br />

<strong>de</strong> las fatigas <strong>de</strong>l dia anterior, basta »me se introdujeron los primeros<br />

albores <strong>de</strong> la aurora, por la ventanilla que daba, entrada al aire y {%<br />

la luz en aquel mo<strong>de</strong>sto albergue. Entonces se levantó, y <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> haber rezado sus oraciones, so ajustó la túnica y entró en el<br />

cuarto <strong>de</strong>l judío, alzando con la mayor precaución el pestillo.<br />

Isaac <strong>de</strong> York estaba entregado a. un sueño nada tranquilo ni<br />

suave, en una cama semejante á la en que el peregrino había pasado<br />

la noche, has diferentes piezas <strong>de</strong> su atavio estaban cuidadosamente<br />

dispuestas en. torno <strong>de</strong> su persona, á fin <strong>de</strong> tenerlasá mano<br />

en caso <strong>de</strong> sorpresa. I.a agitación que se pintaba en su rostro era<br />

casi semejante á. una penosa agonía. El movimiento <strong>de</strong> sus manos<br />

y brazos era convulsivo como el que produce la pesadilla. Pronunciaba<br />

algunas exclamaciones en hebreo, y <strong>de</strong>spués dijo en voz clara<br />

y en lengua normando-inglesa: .'Por el Dios do Abraham tened<br />

piedad <strong>de</strong> este pobre amda.no. Soy pobre , pobrísimo, miserable...<br />

aunque me rompáis los huesos, no puedo daros una blanca siquiera.»<br />

El peregrino no aguardó á que Isaac dispertase, sino que le tocó<br />

con el bordón . y esta sensación se unió sin duda con los temores<br />

que sus sueños habían engendrado, puesto que se irguió <strong>de</strong> repente,<br />

con los cabellos erizados, y apo<strong>de</strong>rándose <strong>de</strong> sus vestidos, como<br />

el halcón que echa las garras á la paloma , fijó sus penetrantes"<br />

miradas en el peregrino con todos los síntomas <strong>de</strong> la sorpresa y <strong>de</strong>t<br />

terror.<br />

Nada temas <strong>de</strong> mí, Isaac , dijo el estranjero ; vengo <strong>de</strong> paz y<br />

como amigo.<br />

—El Dios <strong>de</strong> Isaac os lo recompense, dijo el israelita gran<strong>de</strong>men­<br />

te aliviado <strong>de</strong> la xxmaq-ue le oprimía. Estaba soñando... pero gra­<br />

cias al padre Abraham que no fué mas que sueño. Entonces ajus­<br />

fando su <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado ropaje : ¿ Y con qué motivo, añadió , tenéis<br />

la bondad <strong>de</strong> dispertar tan temprano al pobre judío?


4$ IVANHOK.<br />

—Es para <strong>de</strong>cirte , continuó el peregrino, que si no sales al ins­<br />

tante <strong>de</strong> esta casa , y si no aprietas el paso , vas á tener un mal ra­<br />

to en el camino.<br />

—¡Válganme los Patriarcas! esclamó el judío. ¿Y quién pue<strong>de</strong> te­<br />

ner interés en hacer daño á este pobre <strong>de</strong>sventurado?<br />

— Mejor lo sabrás tú que yo, respondió el peregrino: lo que pue­<br />

do <strong>de</strong>cirte es que anoche cuando el Templario se ¡e\ antó <strong>de</strong> la me­<br />

sa, habló á sus esclavos sarracenos en idioma árabe, ignorando<br />

quizás que yo lo entiendo y lo hablo, y les dijo que boy por la. ma­<br />

ñana observasen al judío , se apo<strong>de</strong>rasen <strong>de</strong> él á cierta distancia <strong>de</strong><br />

esta hacienda , y lo condujesen al castillo <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong> Malvoisin,<br />

ó al <strong>de</strong> Keginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey.»<br />

Es imposible <strong>de</strong>scribir la angustia que apretó el corazón <strong>de</strong>l ju­<br />

dío, y el estraordinario <strong>de</strong>sfallecimiento en que cayeron indas sus<br />

faculta<strong>de</strong>s al oir tan infaustas nuevas. Dejó caer lánguidamente los<br />

brazos , dobló la cabeza , se aflojaron sus rodillas, y todos los mús­<br />

culos y nervios <strong>de</strong> su cuerpo quedaron privados <strong>de</strong> vigor y <strong>de</strong> elas­<br />

ticidad. Arrojóse á los pies <strong>de</strong>l peregrino, no como un hombre que<br />

implora la protección <strong>de</strong> otro y quiere escitar su compasión , sino<br />

con el abatimiento <strong>de</strong>l que ce<strong>de</strong> á un po<strong>de</strong>r invisible que le poslra<br />

con irresistible golpe.<br />

«¡Santo Dios <strong>de</strong> Abraham! dijo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l primer sobrecogi­<br />

miento , alzando los trémulos brazos al Cielo, pero sin levantar la<br />

cabeza <strong>de</strong>l suelo. ¡Oh santo Moisés! Oh bendito Aaron! No fueron<br />

vanos los sueños y visiones que acaban di; pasar por mi fanta­<br />

sía... no... todavía siento el hierro que me atraviesa. Todavía crujen<br />

mis huesos, como los <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Animen y los hombres <strong>de</strong> Rab-<br />

bah cuando sentían en sus cuerpos las sierras y las hachas y las<br />

flechas <strong>de</strong> sus enemigos.<br />

—Levántate, Isaac , y óyeme , dijo el peregrino viendo la estre­<br />

mada aflicción <strong>de</strong> aquel <strong>de</strong>sgraciado con piedad y <strong>de</strong>sprecio. Moti­<br />

vos tienes para temblar, puesto que tan cruelmente han sido 1 ro­<br />

tados y <strong>de</strong>spojados tus hermanos por los nobles y príncipes <strong>de</strong> esta<br />

tierra ; pero, levántate digo, y yo te proporcionaré los medios <strong>de</strong><br />

escapar. Sal <strong>de</strong> aquí inmediatamente mientras todos los huéspe<strong>de</strong>s<br />

están aun dormidos, gracias á los humos <strong>de</strong> la cena. Yo te guiaré<br />

por las secretas veredas <strong>de</strong>l bosque , que me son tan conocidas<br />

como álos guarda-bosques que lo custodian : y no te <strong>de</strong>jaré hasta<br />

que te ponga en manos <strong>de</strong> algún barón ó caballero <strong>de</strong> los que van


CAPÍTULO VI. 49<br />

al torneo, cuya buena voluntad podrás grangearte fácilmente con<br />

los medios que sin duda posees.<br />

Cuando llegaron estos anuncios <strong>de</strong> esperanza á oídos <strong>de</strong>l hebreo,<br />

empezó poco á poco y pulgada por pulgada á alzarse <strong>de</strong>l suelo,<br />

hasta que se puso en pié; y entonces echándose atrás la blanca<br />

cabellera que le cubría el rostro , lijó sus ojos en el <strong>de</strong>l peregrino<br />

con miradas que espresaban al mismo tiempo esperanza y temor,<br />

no sin algunos vislumbres <strong>de</strong> sospecha. Pero al oir las últimas palabras<br />

<strong>de</strong>l cstranjero , se renovaron todos sus sustos y agitaciones,<br />

y postrándose <strong>de</strong> nuevo , esclamó : «¡Qué medios he <strong>de</strong> poseer yo<br />

<strong>de</strong> grangearme la voluntad, <strong>de</strong> ningún alma viviente! A y <strong>de</strong> mí!<br />

;Un solo medio hay <strong>de</strong> conseguir gracial ¿ Y qué ha <strong>de</strong> hacer el<br />

pobre judío, reducido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantas extorsiones á la miseria <strong>de</strong><br />

Lázaro? Detúvose , y como si la sospecha pudiese mas en su corazón<br />

que cualquier otro sentimiento, continuó: Por amor <strong>de</strong> Dios no<br />

me engañes;por el Padre omnipotente <strong>de</strong> todos los hombres, Judíos<br />

y Cristianos, Israelitas é Ismaelitas , no me hagas traición. No<br />

tengo medio alguno <strong>de</strong> grangearme la voluntad <strong>de</strong>l mas pobre<br />

mendigo cristiano aunque solo bastara á ello un maravedí.» Levantóse<br />

al terminar esta plegaria , y se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> la estremidad<br />

<strong>de</strong> la túnica <strong>de</strong>l peregrino con gesto <strong>de</strong> rendición y súplica: mas él<br />

se la arrancó <strong>de</strong> las manos, como si temiese contaminarse.<br />

«Aunque estuvieras cargado con todas las riquezas <strong>de</strong> tu tribu,<br />

dijo, ¿que interés podría yo tener en hacerte daño? Mitrage anuncia<br />

el voto (p¡e lie hecho <strong>de</strong> pobreza, y no lo cambiaría por la alhaja<br />

mas preciosa , salvo por un caballo y por una cota <strong>de</strong> malla. No<br />

creas pues (pie tenga el menor interés en acompañarte, ni que espere<br />

<strong>de</strong> tí ventaja alguna. Quédate aquí , si quieres . y ponte bajo<br />

el amparo <strong>de</strong> Cedric el Sajón.<br />

— Ahí esclamó Isaac, ¿cómo ha <strong>de</strong> permitirme viajar en su comitia?<br />

Normandos y sajones se avergüenzan <strong>de</strong> juntarse con el pobre<br />

israelita; y ¿qué he <strong>de</strong> hacer solo por en medio <strong>de</strong> las tierras <strong>de</strong><br />

Felipe <strong>de</strong> Malvoisin , y <strong>de</strong> Regiualdo Fren te-<strong>de</strong>-buey ? Buen mancebo<br />

, iremos juntos. Aprisa, vamos; no nos <strong>de</strong>tengamos un minuto...<br />

aquí esta un bordón. ¿A qué te paras?<br />

—No me paro , dijo el peregrino , sino que pienso en el modo <strong>de</strong><br />

salir <strong>de</strong> aquí: sigúeme.»<br />

Los dos pasaron á la pieza inmediata á la que había servido <strong>de</strong><br />

dormitorio al peregrino, y en la cual, como ya sabe el lector , es-<br />

í


50 IVANHOE.<br />

taba hospedado Gurth el porquerizo. «Arriba, Gurth , dijo el pere­<br />

grino ; abre la puerta , y déjanos salir al judío y á nú.»<br />

Gurth , cuya ocupación parece tan baja en nuestros tiempos,<br />

aunque era <strong>de</strong> tanta importancia cuando los Sajones dominaban en<br />

Inglaterra, como la <strong>de</strong> Eumeo en Itaca, se ofendió al oir el tono fa­<br />

miliar é imperioso <strong>de</strong>l peregrino. Incorporóse sobro la cama ; Se<br />

apoyó en el codo ; miró á los dos atentamente , y dijo: «;E1 judio y<br />

el peregrino salir tan temprano y juntos <strong>de</strong> la hacienda!...<br />

—¡El judio con el peregrino! dijo Wamba , eme entraba á la sa­<br />

zón. No me espantara mas si le viera salir <strong>de</strong> casa con una hoja cié<br />

tocino <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la gabardina.<br />

—Bueno será, dijo Gurth volviendo á apoyar la cabeza en el pe­<br />

dazo <strong>de</strong> leño que servia <strong>de</strong> almohada, bueno será que judíos y pa­<br />

ganos aguar<strong>de</strong>n á que se abra la puerta principal <strong>de</strong> la hacienda.<br />

No conviene que los huéspe<strong>de</strong>s salgan á estas horas.<br />

—No conviene tampoco, dijo el;peregrino en tono imperioso, que<br />

me rehuses este favor.»<br />

Dichas estas palabras se inclinó hacia el porquerizo , y le habló<br />

al oido en sajón. Gurth, se levantó <strong>de</strong> pronto , como si cediera á un<br />

po<strong>de</strong>r irresistible. El peregrino, alzando el <strong>de</strong>do en actitud <strong>de</strong><br />

amenaza: «Gurth, cuenta con lo que haces. Tú sabes ser pru<strong>de</strong>nte<br />

cuando quieres. Abre el postigo, y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco sabrás mas.»<br />

Gurth obe<strong>de</strong>ció al estranjero con tanta satisfacción y prontitud,<br />

que Wamba y el judío no sabían como csplicar tan estraordinaria<br />

mudanza.<br />

«Mi muía, mi muía, clamó Isaac cuando se vio cerca <strong>de</strong>l postigo<br />

—Dale su muía, dijo el peregrino, y dame á mí otra, para que yo<br />

pueda acompañarle hasta salir <strong>de</strong>l bosque. Yo la <strong>de</strong>volveré á la co­<br />

mitiva <strong>de</strong> Cedricen Ashby. Ytú....y continuó hablando con Gurth,<br />

en voz baja.<br />

—Asilo haré como lo mandas , respondió Gurth, y partió) inme­<br />

diatamente.<br />

—Quisiera yo saber, dijo entonces Wamba, qué es lo que los pe­<br />

regrinos apren<strong>de</strong>n en Tierra Santa.<br />

—¿Qué han <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r , loco? respondió el peregrino. A enco­<br />

mendarse á Dios , á pedir perdón <strong>de</strong> sus pecados , y á mortificar el<br />

cuerpo con ayunos , vigilias y oraciones.<br />

—Algo mas eficaz que todo eso aprendéis, continuó Wamba,<br />

porque Gurth no es hombre que sirva á nadie por arrepentimiento,


CAPÍTULO VI. 51<br />

ni preste ínulas por ayunos y disciplinas : tan bueno es en esta<br />

parte como el gran marrano negro <strong>de</strong> la manada.<br />

—Anda á paseo, respondió el peregrino , loco sajón.<br />

—Dices bien , dijo el bufón : si hubiera nacido normando como<br />

tú , entonces sí tendría ciencia infusa en la mollera.»<br />

Guríh se presentó entonces á los viajeros conduciendo las dos<br />

muías do los ramales. Los dos cruzaron el foso sobre un estrecho<br />

puente levadizo compuesto <strong>de</strong> dos tablas, que se apoyaba en el postigo<br />

interior y en otro mas allá <strong>de</strong>l foso por el cual se salia al bosque.<br />

Apenas se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> las muías, el judío, trémulo y apresurado<br />

, sacó <strong>de</strong> <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la túnica y aseguró al albardon un saco<br />

<strong>de</strong> barragan azul, que según dijo, solo contenia una muda <strong>de</strong> ropa<br />

: no mas que una. Subiendo entonces con mas ligereza y soltura<br />

que la que permitían sus años , acomodó sin per<strong>de</strong>r tiempo las<br />

faldas <strong>de</strong> su vestimenta , <strong>de</strong> modo que ocultaba perfectamente el<br />

saco,<br />

El peregrino montó sin tanto apresuramiento como su compañero;<br />

hecho lo cual presentó su mano á Gurth, y este la besó con todas<br />

las señales <strong>de</strong>l respeto y <strong>de</strong> la veneración. El porquerizo permaneció<br />

allí, observando á los viajeros , hasta que se perdieron <strong>de</strong><br />

vista en los frondosos circuitos <strong>de</strong> la selva. Wamba lo sacó <strong>de</strong> la<br />

distracción en que estaba sumergido.<br />

«¿Sabes lo que observo, mi buen amigo Gurth? dijo el bufón. Que<br />

eres estraordinariamente cortés, y piadoso en las mañanas <strong>de</strong> otoño.<br />

Quisiera ser yo ahora un reverendo prior ó un peregrino <strong>de</strong>scalzo^,<br />

para aprovecharme <strong>de</strong> esos arranques <strong>de</strong> celo y urbanidad,<br />

y ciftrto que si así fuera , no me contentaría con que me besaras la<br />

mano.<br />

—cío basta tu locura á tanto, respondió Gurth, aunque sobra para<br />

juzgar por las apariencias, como hacen los mas entendidos. Mas<br />

ahora lo que importa es que nos vayamos cada cual á <strong>de</strong>sempeñar<br />

su obligación.»<br />

Dicho esto, volvieron juntos á la casa.<br />

Al mismo tiempo los viajeros continuaron su jornada', apresurando<br />

el paso cuanto mas podían , sobre todo Isaac , cuyo miedo le<br />

obligaba á andar mas aprisa que lo que su edad permitía. El peregrino,<br />

que parecía perfectamente instruido en todos los recodos y<br />

escondrijos <strong>de</strong> aquella espesura , lo llevaba por las veredas mas<br />

apartadas y sinuosas , <strong>de</strong> modo que escitó mas <strong>de</strong> una vez las sos-


pechas <strong>de</strong>l israelita, el cual le atribuía el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> llevarle á una<br />

emboscada <strong>de</strong> enemigos.<br />

Razón tenia en verdad para abrigar aquellas inquietu<strong>de</strong>s : porque<br />

en la época <strong>de</strong> que vamos hablando, no habia raza alguna en<br />

la tierra , en los aguas y en los aires, espuesta á una persecución<br />

tan general, tan continua y tan implacable , como la que sufrían<br />

los malhadados hijos <strong>de</strong> Abraham. hos pretestos mas ligeros y mas<br />

<strong>de</strong>scabellados , las acusaciones mas infundadas y absurdas , bastaban<br />

para entregar sus bienes y personas á todos los eseesos <strong>de</strong>l<br />

furor popular. Normandos , Sajones, Bretones y Daneses , aunque<br />

enemigos encarnizados entre sí , se las disputaban en aborrecer á<br />

los hebreos , y en envilecerles, <strong>de</strong>spreciarles, saquearles y perseguirles.<br />

Los reyes <strong>de</strong> la dinastía normanda, y los nobles in<strong>de</strong>pendientes<br />

que seguían su ejemplo, sostenían contra aquel pueblo<br />

una persecución metodizada , y fundada en los cálculos <strong>de</strong> su codicia<br />

y en las ventajas que les producía. Sabida es la historia <strong>de</strong>l<br />

rey Juan , que mandó encerrar en uno <strong>de</strong> sus castillos á un judío<br />

opulento, y cada día mandaba arrancarle un diente, basta que<br />

viéndose con la mitad <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ntadura, consintió pagar una fuerte<br />

suma , que era lo que el Monarca <strong>de</strong>seaba. El poco dinero corriente<br />

que habia en el país , estaba principalmente en manos <strong>de</strong> aquel<br />

pueblo perseguido; y los nobles , imitando el ejemplo que el Rey<br />

les daba , empleaban los medios mas violentos, y hasta la tortura,<br />

para sacarles alguna suma. Los judíos sufrían todos estos males<br />

con aquel valor pasivo que suele inspirarles el ansia <strong>de</strong> ganar , y<br />

se <strong>de</strong>squitaban con los inmensos provechos que sabían realizar en<br />

un país que poseía tantas riquezas naturales. En <strong>de</strong>specho mf esta<br />

multitud <strong>de</strong> calamida<strong>de</strong>s que tanto <strong>de</strong>bían <strong>de</strong>sanimarles y abatirles<br />

, y á pesar <strong>de</strong> la contribución particular á que estaban sujetos<br />

por un ramo especial <strong>de</strong> administración llamado el Echiquici' <strong>de</strong><br />

los judíos, y cuyo único objeto era <strong>de</strong>spojarles y per<strong>de</strong>rles , ellos<br />

se aumentaban y multiplicaban . y acumulaban gran<strong>de</strong>s capitales,<br />

que trasferian <strong>de</strong> una mano á otra por medio <strong>de</strong> letras <strong>de</strong> cambio<br />

, invención que se les atribuye, y que fraguaron sin duda para<br />

enviar sus tesoros fuera <strong>de</strong> los países en que se les hacían insoportables<br />

los infortunios que les aquejaban.<br />

La obstinación y avaricia <strong>de</strong> los judíos luchaban pues con la<br />

tiranía <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>rosos ; pero aumentaban en razón <strong>de</strong> sus pa<strong>de</strong>cimientos.<br />

Los gran<strong>de</strong>s tesoro= que les producía el comercio au-


CAPÍTULO VI. 53<br />

mentaban muchas veces sus riesgos personales ; pero en otras ocasiones<br />

les aseguraban cierto influjo y protección. Tal era la sitúa<br />

cion <strong>de</strong> los judíos entonces : su carácter se habia amoldado á las<br />

circunstancias, y eran por consiguiente cautelosos , suspicaces,<br />

tímidos, obstinados a<strong>de</strong>más, egoístas , y sumamente, diestros en<br />

evitar los peligros á que continuamente estaban espuestos.<br />

E! peregrino rompió el silencio <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber andado largo<br />

trecho á paso levantado y por sendas estraviadas y difíciles.<br />

«Aquella encina vieja, dijo, es el término <strong>de</strong> las tierras <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey<br />

; y ya hace mucho tiempo que estamos lejos <strong>de</strong> las <strong>de</strong><br />

Malvoisin. Ya no tienes nada que temer<br />

—; (>jalá , dijo Isaac , se rompan las ruedas <strong>de</strong> sus carros como<br />

los <strong>de</strong> Faraón , para que no puedan alcanzarme! Pero no te separes<br />

<strong>de</strong> mí, buen peregrino. Acuérdate <strong>de</strong> aquel altivo Templario j<br />

<strong>de</strong> sus dos esclavos sarracenos : gentes son estas que no respetan<br />

ni término ni jurisdicción.<br />

— Sin embargo , respondió el peregrino, aquí es don<strong>de</strong> cada<br />

uno <strong>de</strong>be tomar por su lado ; porque hombres como tú y como yo<br />

no <strong>de</strong>ben caminar juntos sino cuando no pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> otro modo.<br />

A<strong>de</strong>más, ¿ qué socorro pue<strong>de</strong> darte un pacífico peregrino contra<br />

dos paganos armados ?<br />

— ¡ Oh buen joven ! repuso el judío , yo sé que tú pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rme<br />

si quieres. Aunque soy pobre , no <strong>de</strong>jaré <strong>de</strong> manifestarte<br />

mi agra<strong>de</strong>cimiento : no con dinero , porque así no me falte la protección<br />

<strong>de</strong> Abraham , como es cierto que estoy sin un maravedí;<br />

pero<br />

— Va te be dicho, replicó el peregrino interrumpiéndole, que<br />

no tienes para qué hablarme <strong>de</strong> dinero ni <strong>de</strong> recompensa. Puedo<br />

servirte <strong>de</strong> conductor, y quizás <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa; puesto que no es<br />

acción tan indigna <strong>de</strong> un cristiano <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r aun judio contra dos<br />

musulmanes. Por tanto , israelita, cuenta conmigo hasta que encontremos<br />

escolta, segura que te acompañe. No estamos ya muy<br />

lejos <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Sheííield don<strong>de</strong> no te será difícil hallar alguno<br />

<strong>de</strong> tu tribu que te ampare y socorra.<br />

La bendición do Jacob sea contigo , esclamó el hebreo. En SheíTieid<br />

está mi pariente Zareth , que podrá asistirme , y proporcionarme<br />

medios <strong>de</strong> continuar con seguridad mi jornada.<br />

— Que me place, respondió el peregrino: vamos pues á Sheííield,<br />

y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> media hora estaremos á vista <strong>de</strong> sus muros.);


54 IVANH0E.<br />

Pasó la media hora, durante la cual los dos viajeros caminaron<br />

en silencio : el peregrino <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñaba hablar con el judío , y solo lo<br />

hacia cuando era absolutamente necesario; y el judío no so atrevía<br />

á dirigir la palabra á un hombre que venia <strong>de</strong> visitar los Santos<br />

Lugares , y que por consiguiente era mirado por los Cristianos con<br />

cierta veneración. Paráronse en la cima <strong>de</strong> una pequeña altura, y<br />

el peregrino señalando la ciudad do Sheílield, que se divisaba á<br />

poca distancia , dijo : « Aquí es preciso separarnos. »<br />

—Deja antes que el pobre judío te dé las gracias por tu bondad:<br />

dijo Isaac. Si me atreviera á mas, te rogaría vinieses conmigo á<br />

casa <strong>de</strong> mi pariente Zareth , que pue<strong>de</strong> suministrarme los medios<br />

<strong>de</strong> pagarte lo que por mí has hecho.<br />

—¿Cuántas veces he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirte, respondió el peregrino, que no necesito<br />

pago mi galardón ? Si entre la larga lista <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>udores,<br />

hay algún pobre cristiano , y te sientes dispuesto á ahorrarle los<br />

grillos y el calabozo , hazlo por mí , y me habrás pagado suficientemente<br />

mi trabajo.<br />

— Aguarda , aguarda, esclamó el judío alzándose las faldas <strong>de</strong><br />

su gabardina ; algo mas he <strong>de</strong> hacer por tí que lo que me pi<strong>de</strong>s;<br />

por tí, y no en favor do otro. Dios sabe que soy pobre el mendigo<br />

<strong>de</strong> la tribu : pero perdóname si adivino lo que mas falta te<br />

hace en este momento.<br />

— Si lo has adivinado en verdad, repuso el peregrino, <strong>de</strong>bes saber<br />

que no pue<strong>de</strong>s proporcionármelo , aunque fueras tan rico como<br />

pebre eres , según dices.<br />

— ¡Según digo ! esclamó Isaac. Bien pue<strong>de</strong>s creerme, puesto<br />

• vi?, no he dicho mas que la verdad. Me han <strong>de</strong>jado en camisa, plagado<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>udas ; no tengo sobre qué caerme muerto. Mis bienes,<br />

mi dinero , mis navios, todo se lo ha llevado la trampa. Sin embargo<br />

, repito que sé lo que te hace falta , y que puedo proporcionártelo.<br />

Lo que tú quisieras tener ahora es un caballo y una armadura.»<br />

El peregrino se <strong>de</strong>tuvo sorprendido , y volviéndose al hebreo , le<br />

preguntó quién habia podido inspirarle semejante conjetura.<br />

«"No importa , respondió Isaac. Lo que conviene es que tú tengas<br />

lo que necesitas.<br />

— Consi<strong>de</strong>ra , elijo el peregrino, mis votos . mi trage, mi carácter.<br />

—Ya sé lo que sen los < Yr U,y o? . respondió el hebreo. No les es-


CAPÍTULO VI. 55<br />

torba el ser nobles y ricos para empuñar bordón y calzar sanda­<br />

lias<br />

— .ludio! interrumpió el peregrino con voz airada.<br />

— Perdona , dijo el judío ; confieso que te he faltado al respeto.<br />

Anoche y esta mañana se te han escapado algunas palabras que<br />

me han <strong>de</strong>scubierto lo que eres , como las chispas <strong>de</strong>scubren el<br />

pe<strong>de</strong>rnal. Debajo <strong>de</strong> esa esclavina hay un cinturon <strong>de</strong> caballero y<br />

unas espuelas doradas. Las vi relumbrar esta mañana cuando en-<br />

Irastes en mi aposento. »<br />

El peregrino no pudo menos <strong>de</strong> sonreírse. «Si algún curioso, dijo,<br />

examinara menudamente tu vestimenta , ¿ qué <strong>de</strong> cosas no se <strong>de</strong>s­<br />

abrirían ?<br />

— No hablemos <strong>de</strong> eso , dijo el hebreo mudando <strong>de</strong> color ; y sa­<br />

cando apresuradamente el recado <strong>de</strong> escribir , tomó <strong>de</strong> lo interior<br />

<strong>de</strong>l gorro un pedazo <strong>de</strong> papel , y sin <strong>de</strong>smontarse <strong>de</strong> la muía, es­<br />

cribió en él algunos renglones. Estaban en lengua hebrea, y cuan­<br />

do hubo concluido, entregó el papel á su compañero , diciéndole:<br />

i Todo el mundo conoce en Leicester al rico judío Kirgath Jairam<br />

<strong>de</strong> Lombardía ; dale esa esquela. Tiene <strong>de</strong> venta seis arneses <strong>de</strong> Mi­<br />

lán, y el mas malo <strong>de</strong> ellos es digno <strong>de</strong> una testa coronada , á mas<br />

<strong>de</strong> diez hermosos caballos , y el peor podría servir á un rey, para<br />

pelear en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> su trono. De estos , te franqueará is que Ion<br />

todas las cosas necesarias para que puedas asistir al torneo; con­<br />

cluido el cual, le <strong>de</strong>volverás cuanto Layas recibido , á menos que<br />

tengas medios <strong>de</strong> pagarle su valor.<br />

— Pero , Isaac , dijo el peregrino sonriéndose , ¿ no sabes que en<br />

••semejantes ocasiones , las armas y el caballo <strong>de</strong>l vencido pertene­<br />

cen al vencedor ? Yo puedo tener esta <strong>de</strong>sgracia, y per<strong>de</strong>r lo que<br />

no puedo restituir ni pagar.»<br />

El judío se asustó al oír esta reflexión : pero cobró ánimo, y dijo:<br />

f< No , no; no pue<strong>de</strong> ser. La bendición <strong>de</strong> nuestro Padre estará con­<br />

tigo. Tu lanza será tan po<strong>de</strong>rosa como la vara <strong>de</strong> Moisés. »<br />

Dicho esto, volvió las riendas á la muía , cuando el peregrino lo<br />

<strong>de</strong>tuvo por las faldas <strong>de</strong> la túnica. «Isaac , le dijo, todavía no has<br />

caído en la cuenta. Yo soy hombre que no reparo en ginete ni en<br />

caballo :si me matan el mió , ó si tiene algún menoscabo la arma­<br />

dura, ¿qué hemos <strong>de</strong> hacer? Tus paisanos no dan las cosas á humo<br />

<strong>de</strong> pajas, y será preciso pagar el alquiler.»<br />

El judío se echó <strong>de</strong> bruzas en el fuste <strong>de</strong>lantero [<strong>de</strong>l albardon,


56 IVANHOE.<br />

como si le hubiera acometido un cólico violento ; pero sus buenos<br />

sentimientos impusieron silencio á los que dominaban comunmen­<br />

te en su corazón. «Tío importa, dijo; déjame.'ir. Si hay alguna<br />

avería , no te costará nada ; eu cuanto al alquiler, Kirgath .Tairam<br />

te lo perdonará en consi<strong>de</strong>ración al servicio que has hecho á su<br />

pariente Isaac. Hasta mas ver. Lo que te encargo es que no te en­<br />

golfes <strong>de</strong>masiado en esa bataola <strong>de</strong> porrazos ; y no lo digo por el<br />

arnés ni por el caballo , sino porque conserves la vida . y salgas<br />

con los huesos sanos. »<br />

«Gracias por el consejo . dijo el peregrino sonriéndose <strong>de</strong> nuevo.<br />

Me serviré francamente <strong>de</strong> tu oferta, y mal han tic andar las cosas,<br />

si note satisfago como <strong>de</strong>bo. »<br />

Entonces se separaron tomando cada uno un camino diferente<br />

hacia la ciudad <strong>de</strong> Sheffield.<br />

CAPITULO VIL<br />

La condición <strong>de</strong>l pueblo inglés era en aquellos tiempos harto<br />

^tce e Q ¿rada. Estaba ausente y prisionero el rey Ricardo en po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong>l pérfido y cruel duque <strong>de</strong> Austria. Ni aun se sabia <strong>de</strong> positivo el<br />

sitio <strong>de</strong> su cautiverio: sus vasallos solo tenían noticias muy vagas<br />

acercado la suerte <strong>de</strong> aquel Monarca , y entretanto sufrían toda<br />

suerte <strong>de</strong> tiranía y opresión.<br />

El príncipe Juan . ligado con Felipe <strong>de</strong> Francia . enemigo mortal<br />

<strong>de</strong> Ricardo , echaba mano <strong>de</strong> cuantos medios estaban á su alcance<br />

para que el Duque <strong>de</strong> Austria prolongase el cautiverio <strong>de</strong> su hermano<br />

Ricardo, á quien tantos favores <strong>de</strong>bía. Al mismo tiempo con<br />

solidaba su facción en Inglaterra, áfin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r disputar la sucesión<br />

al trono, en caso <strong>de</strong> que el Rey muriese, al here<strong>de</strong>ro legítimo,<br />

que era Arturo , duque <strong>de</strong> Bretaña , hijo <strong>de</strong> Gofredo Plantage.net,<br />

hermano mayor <strong>de</strong> Juan. Sabido es que esta usurpación se verificó<br />

<strong>de</strong>spués en efecto. Su carácter era ligero . pérfido y disoluto : con<br />

lo cual logró que se le uniesen y abrazasen su partido , no solo los<br />

que tenían motivos <strong>de</strong> temer el resentimiento <strong>de</strong> Ricardo por la<br />

conducta que habían observado en su ausencia , sino también los<br />

innumerables caballeros que habian vuelto <strong>de</strong> las cruzadas con


CAPÍTULO VIL 5'3<br />

todos los vicios do Oriente , sin bienes y sin recursos , llenos <strong>de</strong><br />

arrojo y temeridad , y reducidos á no tener otra esperanza <strong>de</strong> mejorar<br />

<strong>de</strong> fortuna , que la que podian darles las revueltas <strong>de</strong> una<br />

guerra civil.<br />

A. estas causas <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconfianza y miedo , se agregaban las gavillas<br />

<strong>de</strong> salteadores , ¡i quienes habían conducido á la <strong>de</strong>sesperación<br />

las tiranías <strong>de</strong> la nobleza feudal, y la severa ejecución <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>nanza<br />

<strong>de</strong> montes. Aquellos foragidos , reunidos en gran número,<br />

se apo<strong>de</strong>raban <strong>de</strong> los bosques y <strong>de</strong>spoblados, y arrostraban el rigor<br />

<strong>de</strong> la justicia y la vigilancia <strong>de</strong> los magistrados <strong>de</strong>l país. Los nobles<br />

, fortificados en sus castillos y convertidos en soberanos <strong>de</strong><br />

sus dominios , eran jefes y capitanes <strong>de</strong> otras cuadrillas no menos<br />

ilegales y opresivas que las <strong>de</strong> los ladrones <strong>de</strong> profesión. Para mantener<br />

A sus secuaces , y para sostener el estravagante lujo y magnificencia<br />

que su soberbia les inducía á afectar, les era preciso tomar<br />

gran<strong>de</strong>s sumas prestadas <strong>de</strong> los judíos , á un interés crecidísimo:<br />

y «dios se apo<strong>de</strong>raban <strong>de</strong> sus estados , á guisa <strong>de</strong> bandadas <strong>de</strong> langostas<br />

, <strong>de</strong> que los <strong>de</strong>udores no se veían libres sino es cuando se<br />

les ofreció la ocasión <strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> sus acreedores por medio <strong>de</strong><br />

alguna atroz violencia.<br />

La Nación inglesa sufría las calamida<strong>de</strong>s que <strong>de</strong> semejante estado<br />

<strong>de</strong> cosas <strong>de</strong>bían resultar; pero aun eran mas graves las que le<br />

ofrecía el porvenir. Para colmo <strong>de</strong> infortunios se propagó en el país<br />

un contagio cuyo carácter era sumamente peligroso y maligno. El<br />

<strong>de</strong>saseo, los malos alimentos y la mala condición <strong>de</strong> las habitaciones<br />

<strong>de</strong> los pobres, fueron circunstancias que contribuyeron á agravar<br />

aquella dolencia. Los que sobrevivían, envidiaban la suerte <strong>de</strong><br />

ios que cedían al mal, porque temían que fuesen todavía mas funestos<br />

los <strong>de</strong>sastres que se preparaban.<br />

Y sin embargo, en medio <strong>de</strong> estos trastornos, cuando se anunciaba<br />

algún torneo, que era la diversión favorita <strong>de</strong> aquella época,<br />

pobres y ricos, nobles y plebeyos acudían á presenciarlo afanados<br />

y solícitos, como asiste á la corrida <strong>de</strong> toros el alegre madrileño<br />

Ni obligación ni enfermedad bastaban á privar al joven y al anciano<br />

<strong>de</strong>l gusto <strong>de</strong> asistir á aquellas funciones. El paso <strong>de</strong> armas<br />

que iba á celebrarse en Ashby, pueblo <strong>de</strong>l condado <strong>de</strong> Leicester,<br />

habia dispertado en alto grado la curiosidad general, porque los<br />

campeones que <strong>de</strong>bian tomar el campo eran <strong>de</strong> primera nota; y<br />

porque se esperaba que lo bonrase el príncipe Juan con su presen-


58 IVANHOE.<br />

cia: <strong>de</strong> modo, que era inmenso el concurso <strong>de</strong> gentes <strong>de</strong> toda clase<br />

y gerarquía, que se hallaban en el sitio señalado, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que ama­<br />

neció el dia <strong>de</strong>l combate.<br />

La escena que este concurso presentaba era realmente estraña y<br />

curiosa. Cerca <strong>de</strong> un bosque, que no distaba una milla <strong>de</strong> la ciudad<br />

<strong>de</strong> Ashby, habia una vasta pra<strong>de</strong>ra cubierta <strong>de</strong> menudo y lozano<br />

césped, y limitada <strong>de</strong> un lado por la estremidad <strong>de</strong> la selva, y <strong>de</strong><br />

otro por una fila <strong>de</strong> aisladas encinas, algunas <strong>de</strong> las cuales eran <strong>de</strong><br />

estraordinaria corpulencia y volumen. El terreno, como si lo hu­<br />

biesen dispuesto á propósito para aquel certamen marcial, <strong>de</strong>scen­<br />

día suave y gradualmente por todas partes, hasta formar una lla­<br />

nura que estaba guarnecida <strong>de</strong> fuertes empalizadas, y cuyo espacio<br />

tendría un cuarto <strong>de</strong> milla <strong>de</strong> largo y la mitad <strong>de</strong> ancho. La forma<br />

era cuadrada, salvo en los ángulos que eran redondos, para mayor<br />

comodidad <strong>de</strong> los espectadores. Las dos entradas para los comba­<br />

tientes estaban en los lados <strong>de</strong>l norte y <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong>l palenque, y<br />

consistían en fuertes puertas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, anchas lo bastante para<br />

que pudiesen entrar dos ginetes <strong>de</strong> frente. En cada puerta se ha­<br />

bían colocado dos heraldos con seis trompetas y otros tantos asis­<br />

tentes, y cierto número <strong>de</strong> gentes do armas para conservar el or<strong>de</strong>n<br />

y examinar la condición <strong>de</strong> los caballeros que se presentasen á to­<br />

mar parte en la lid.<br />

Sobre una plataforma inmediata á la entrada <strong>de</strong>l sur, y formada<br />

por la elevación natural <strong>de</strong>l terreno, se habían dispuesto cinco mag­<br />

níficos pabellones adornados con pendones pardos y negros, colo­<br />

res que los cinco caballeros mantenedores habían adoptado, has<br />

cuerdas <strong>de</strong> los pabellones eran <strong>de</strong>l mismo color. Delante <strong>de</strong> cada<br />

uno estaba colgado el escudo <strong>de</strong>l caballero que lo ocupaba, guar­<br />

dado por un escu<strong>de</strong>ro en trage <strong>de</strong> salvaje ó en otro disfraz fantás­<br />

tico, análogo al papel que el amo <strong>de</strong>bia representar durante la fun­<br />

ción. Habíase señalado el pabellón <strong>de</strong> enmedio, que era el <strong>de</strong> mayor<br />

dignidad, á Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que por su renombre en todos<br />

los juegos <strong>de</strong> caballería y por sus conexiones con los otros caballeros<br />

mantenedores, habia sido por ellos recibido con la mayor satisfac­<br />

ción y nombrado su caudillo. A un lado <strong>de</strong> esta tienda estaban las<br />

<strong>de</strong> Eeginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey y Felipe <strong>de</strong> Malvoisin, y al otro la <strong>de</strong><br />

Hugo <strong>de</strong> Grantmesnil, noble barón <strong>de</strong> aquellas cercanías, cuyo<br />

abuelo habia sido mayordomo mayor <strong>de</strong> palacio en tiempo <strong>de</strong> la<br />

conquista. Balfo <strong>de</strong> Vipont caballero <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> S. Juan <strong>de</strong> Je-


CAPÍTULO VII. 59<br />

rusalen, ocupaba el quinto pabellón. Des<strong>de</strong> la entrada en el palenque<br />

hasta la plataforma en que estaban las tiendas, había un tránsito<br />

on suave <strong>de</strong>clive y <strong>de</strong> diez varas <strong>de</strong> ancho. Guarnecíalo por<br />

ambos lados una empalizada, como también á la esplanada que estaba<br />

enfrente <strong>de</strong> las tiendas, y todo el circuito estaba custodiado<br />

por partidas <strong>de</strong> gentes <strong>de</strong> armas.<br />

El lado <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong>l palenque terminaba en otro tránsito <strong>de</strong><br />

Treinta pies <strong>de</strong> ancho, y esto en un vasto espacio cerrado, para los<br />

•aballeros que acudiesen á medir las armas con los mantenedores.<br />

Detrás habla tiendas con manjares y bebidas para su obsequio, y<br />

pocos pasos <strong>de</strong> distancia estaban los armeros, los herradores y<br />

••tros asistentes prontos á acudir do quiera que fueran necesarios<br />

sus servicios.<br />

Lo esterior <strong>de</strong> las barreras estaba ocupado en parte por galerías<br />

adornadas con alfombras y tapices, y provistas <strong>de</strong> almohadones<br />

¡jara comodidad <strong>de</strong> las damas y <strong>de</strong> los nobles que <strong>de</strong>bían asistir á<br />

presenciar el torneo. El espacio que mediaba entre estos tablados y<br />

e] palenque, era el reservado para los hacendados y otros espectadores<br />

<strong>de</strong> mejor condición que el vulgo, cuya confusa muchedumbre<br />

había tomado puesto en anchos bancos <strong>de</strong> césped dispuestos<br />

al propósito, y <strong>de</strong>sdólos cuales, <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong> la elevación natural<br />

<strong>de</strong>l terreno podían ver las galerías y toda la ostensión déla<br />

palestra. Centenares <strong>de</strong> curiosos se habían colocado en las ramas<br />

<strong>de</strong> los árboles que guarnecían la pra<strong>de</strong>ra, y hasta el campanario<br />

<strong>de</strong> una iglesia inmediata estaba cubierto <strong>de</strong> gente.<br />

Para terminar el cuadro general <strong>de</strong> esta escena, solo falta hacer<br />

mención <strong>de</strong> otro tablado dispuesto en la mitad <strong>de</strong>l lado oriental <strong>de</strong>l<br />

palenque, enfrente <strong>de</strong>l punto en que los combatientes <strong>de</strong>bían encontrarse.<br />

Era mas alto que los otros, adornado con mas suntuosidad,<br />

y en medio se alzaba un dosel con las armas Reales <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

En torno <strong>de</strong> este sitio, <strong>de</strong>stinado al príncipe Juan y á sus<br />

cortesanos, estaban sus escu<strong>de</strong>ros, pajes y otros individuos <strong>de</strong> la<br />

servidumbre en libreas <strong>de</strong> gala. Enfrente había otro tablado elevado<br />

á la misma altura y engalanado <strong>de</strong> un modo mas vistoso,<br />

aunque no tan rico como el <strong>de</strong>l Príncipe. Cubríanle pendones y<br />

gallar<strong>de</strong>tes en que estaban representados los emblemas vulgares<br />

<strong>de</strong> los triunfos <strong>de</strong> Cupido, como corazones heridos é inflamadoSj<br />

arcos, flechas y carcajes. En medio se leia en brillantes caracteres<br />

*sta inscripción; .4 la. Reina <strong>de</strong> la Hermosura y <strong>de</strong> los Amores- Mas


60 IVANHOK.<br />

no habia llegado el momento <strong>de</strong> saber á quien pertenecían el titulo<br />

y el asiento.<br />

Entretanto se agolpaban los espectadores á los puestos que les<br />

estaban señalados, resultando muchas disputas sobre quién <strong>de</strong>bia<br />

ocuparlos; pero los guardas ponían término á estas rencillas, empleando<br />

sin gran ceremonia los mangos <strong>de</strong> las mazas y las guarniciones<br />

<strong>de</strong> los aceros, como argumentos perentorios é irresistibles.<br />

Las dificulta<strong>de</strong>s suscitadas acerca <strong>de</strong> los asientos <strong>de</strong> las gentes <strong>de</strong><br />

distinción, se <strong>de</strong>cidían por los heraldos ó por los maestres <strong>de</strong>l campo<br />

Guillermo <strong>de</strong> Wyvil y Esteban <strong>de</strong> Martival, los cuales armados<strong>de</strong><br />

punta en blanco, recorrían á caballo la palestra ;í fin <strong>de</strong> conservar<br />

el buen or<strong>de</strong>n.<br />

Poco á poco se llenaron las galerías <strong>de</strong> nobles y <strong>de</strong> caballeros que<br />

venían en trage <strong>de</strong> gala, y cuyos mantos contrastaban con los vistosos<br />

adornos <strong>de</strong> las damas. El número <strong>de</strong> estas era mayor que el<br />

<strong>de</strong> los hombres, á pesar <strong>de</strong> ser tan peligroso y sangriento aquel género<br />

<strong>de</strong> espectáculo. Til espacio interior y mas bajo se llenó muy<br />

en breve <strong>de</strong> hacendados, pecheros ricos, y <strong>de</strong> otras personas que<br />

por pobreza ó por mo<strong>de</strong>stia no osaban aspirar á puestos mas elevados:<br />

y por consiguiente allí eran mas frecuentes las disputas y<br />

las contestaciones.<br />

«;Perro judío! esclamó un anciano, cuya raída túnica indicaba<br />

ei mal estado <strong>de</strong> su hacienda, al mismo tiempo que la espada, la<br />

daga y 1» ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro señalaban su gerarquía. ¡Hijo <strong>de</strong> perra!<br />

¿te atreves á empujar á un cristiano y á un normando <strong>de</strong> la sangre<br />

<strong>de</strong> Montdidier?»<br />

Dirigíase esta enérgica arenga á nuestro conocido Isaac, el cual<br />

rica y magníficamente vestido <strong>de</strong> una gabardina guarnecida <strong>de</strong><br />

galón y forrada <strong>de</strong> pieles, procuraba hacer lugar en la primera<br />

línea <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la galería á su hermosa hija Rebeca, que habia ido<br />

á juntarse con su padre en Ashby, y le daba á la sazón el brazo,<br />

con no pocos síntomas <strong>de</strong> susto 3' <strong>de</strong> inquietud, al ver el <strong>de</strong>sagrado<br />

general que escitaba su petulancia. Isaac, aunque hasta ahora le<br />

hemos visto sobrecogido <strong>de</strong> temor, sabia que en la ocasión presente<br />

no corría peligro su persona. En las concurrencias numerosas á que<br />

asistían también muchos <strong>de</strong> sus paisanos, ningún noble por vengativo<br />

ó codicioso que fuera se hubiera atrevido á hacerle el menor<br />

daño. En aquellos casos los judíos estaban bajo la protección <strong>de</strong> los<br />

magistrados; y si esto no bastaba, nunca faltaba entre losconcur-


CAPÍTULO VII. 61<br />

rentes algún barón po<strong>de</strong>roso cpie por su propio interés los amparaba<br />

y <strong>de</strong>fendía. Otro motivo tenia Isaac para presentarse con<br />

mas seguridad en aquel torneo, pues sabia que el príncipe Juan<br />

trataba <strong>de</strong> negociar un empréstito con los judios <strong>de</strong> York, dándoles<br />

en fianza ciertas tierras y joyeles. Isaac tomaba gran parte en este<br />

negocio, y sabia que el Príncipe se le manifestaría propicio y favorable,<br />

á fin <strong>de</strong> terminar pronta y felizmente un asunto que le<br />

interesaba en gran manera.<br />

Animado por estas consi<strong>de</strong>raciones, Isaac siguió <strong>de</strong>lante por<br />

medio <strong>de</strong> la muchedumbre, atrepellando al ilustre normando, y sin<br />

curarse <strong>de</strong> su alcurnia ni <strong>de</strong> su clase. Las reconvenciones <strong>de</strong>l anciano<br />

escitaron la indignación <strong>de</strong> todos los presentes. Uno <strong>de</strong> estos,<br />

hombre corpulento y robusto, con doce dardos en la cintura y un<br />

arco <strong>de</strong> seis pies en la mano, se volvió hacia el judío con rostro en<br />

que se pintaban el odio y la cólera al través <strong>de</strong> unas facciones curtidas<br />

al sol y á la intemperie. «Acuérdate, le dijo, que no eres mas<br />

que una araña que, ha engordado chupando la sangre <strong>de</strong> tantas<br />

<strong>de</strong>sventuradas víctimas. La araña pue<strong>de</strong> vivir solitaria y oscura en<br />

un rincón; pero no hay quien no le ponga el pié encima, si se<br />

atreve á presentarse á la luz <strong>de</strong>l dia.» Este discurso, pronunciado<br />

en el dialecto normando inglés, y con voz firme y terrible, <strong>de</strong>tuvo<br />

los pasos <strong>de</strong>l hebreo, y probablemente se hubiera alejado <strong>de</strong> tan<br />

peligroso vecino, á no haber llamado la atención general en aquel<br />

instante la llegada <strong>de</strong>l príncipe Juan con su numerosa y alegre<br />

comitiva.<br />

' 'omponíase esta en parte <strong>de</strong> legos, y en parte <strong>de</strong> eclesiásticos',<br />

ios cuales se presentaron no menos engalanados que sus compañeros.<br />

Entre los últimos se distinguía el Prior <strong>de</strong> Jorvaulx, vestido<br />

con toda la magnificencia que permitía su profesión y gerarquía.<br />

Usábanse entonces <strong>de</strong>smesuradamente largas las puntas <strong>de</strong> las botas,<br />

tanto, que algunos se las ataban á las rodillas; pero las <strong>de</strong>l<br />

Prior iban sujetas ala cintura, <strong>de</strong> modo que, le estorbaban poner<br />

el pié en el estribo. No era ligero este inconveniente, pues gustaba<br />

<strong>de</strong> lucir su <strong>de</strong>streza á caballo. Los otros cortesanos que acompañaban<br />

al Príncipe eran los jefes favoritos <strong>de</strong> sus tropas mercenarias,<br />

algunos barones aventureros, otros personajes <strong>de</strong> perversa<br />

conducta, y varios caballeros Templarios y <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> San<br />

Juan.<br />

Debe tenerse presente que los caballeros <strong>de</strong> estas dos ór<strong>de</strong>nes eran


62 IVA.NH0K.<br />

<strong>de</strong>clarados enemigos <strong>de</strong>l Rey Ricardo, pues habían abrazado el partido<br />

<strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong> Francia en la larga serie <strong>de</strong> disputas que habían<br />

ocurrido entre aquellos dos Monarcas. Las consecuencias <strong>de</strong> estos<br />

disturbios eran que las repetidas victorias <strong>de</strong> Ricardo habían sido<br />

enteramente infructuosas; qoe se habían frustrado todas sus arrojadas<br />

tentativas para el sitio <strong>de</strong> Jerusalen; y que el resultado <strong>de</strong><br />

toda su gloria y <strong>de</strong> todas sus hazañas había venido á parar en una<br />

tregua incierta con el sultán Saladino. Los Templarios y los Hospitalarios,<br />

siguiendo en Inglaterra y en Normandía la misma política<br />

que sus hermanos habían adoptado en Tierra santa, se habían<br />

agregado á la facción <strong>de</strong>l príncipe Juan, y en verdad que no<br />

tenia razón para <strong>de</strong>sear el regreso <strong>de</strong>l Rey, ni la sucesión <strong>de</strong> Arturo,<br />

su here<strong>de</strong>ro legítimo. Por la misma razón, el príncipe Juan<br />

aborrecía y <strong>de</strong>spreciaba las pocas familias sajonas <strong>de</strong> alguna importancia<br />

que aun existían en Inglaterra, y se valia <strong>de</strong> todas las<br />

ocasiones que se le presentaban <strong>de</strong> vilipendiarlas y abatirlas. Sabia<br />

que todas ellas le miraban con <strong>de</strong>safecto, como lo hacían también<br />

los comunes <strong>de</strong>l Reino, que <strong>de</strong> un monarca tan licencioso y tiránico,<br />

solo podían aguardar nuevas usurpaciones <strong>de</strong> sus fueros.<br />

El príncipe Juan -se presentó en medio <strong>de</strong> su brillante acompañamiento,<br />

suntuosamente vestido <strong>de</strong> carmesí y oro, con un halcón<br />

en la mano, y en la cabeza una gorra <strong>de</strong> costosas pieles, adornada<br />

con un círculo <strong>de</strong> piedras preciosas, <strong>de</strong>l cual salia su rizada cabellera<br />

esparciéndose airosamente en los hombros. Montaba un fogoso<br />

palafrén tordo, y dio una vuelta al palenque, á la cabeza <strong>de</strong> sus<br />

alegres cortesanos, con quienes hablaba y reia, observando al<br />

mismo tiempo, como buen conocedor, las belda<strong>de</strong>s que adornaban<br />

las galerías.<br />

Notábanse en el rostro <strong>de</strong> aquel personaje la audacia y la disolución,<br />

que le eran características, juntas con la mayor altanería y<br />

con la mas completa indiferencia á las opiniones y sentimientos<br />

ágenos: mas no podía negarse que era hombre <strong>de</strong> gentil parecer,<br />

pues sus facciones eran naturalmente bellas, y su cortesía habitual<br />

les había dado una espresion plácida y risueña, en la cual se leían<br />

la franqueza y la honra<strong>de</strong>z, como si estas fueran en realidad las<br />

prendas naturales <strong>de</strong> su alma. Semejantes fisonomías suelen, atribuirse<br />

á una índole candida y enemiga <strong>de</strong> disfraz ; pero en general<br />

son efecto <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scaro que trae consigo el libertinaje, déla<br />

superioridad que dan la alcurnia y la riqueza, y <strong>de</strong> otras ventajas


capítulo vii. 63<br />

estertores que nada tienen <strong>de</strong> común con el mérito sólido y verda<strong>de</strong>ro.<br />

La muchedumbre ciega é ignorante, que no mira tan <strong>de</strong> cerca<br />

las cosas, recibió al Príncipe con estrepitosos aplausos, que mas<br />

que á sus prendas personales se dirigían al esplendor <strong>de</strong> su gorra,<br />

á las soberbias pieles que forraban su capa, á sus botas <strong>de</strong> tafilete<br />

con espuelas <strong>de</strong> oro, y á la gracia y <strong>de</strong>senvoltura con que manejaba<br />

su palafrén.<br />

En medio <strong>de</strong> su paseo alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l palenque, llamó su atención<br />

ei alboroto que habia ocasionado el empeño <strong>de</strong>l judío en apo<strong>de</strong>rarse-<br />

<strong>de</strong> un sitio <strong>de</strong>lantero para su hija. Los ojos penetrantes <strong>de</strong>l Prínci­<br />

pe distinguieron muy en breve áIsaac; pero se fijaron, con mas<br />

satisfacción en su hermosa bija, que aterrada por el tumulto,<br />

apretaba cuanto mas podía el brazo <strong>de</strong> su anciano padre.<br />

La figura <strong>de</strong> Rebeca podía competir con las mas célebres belda­<br />

<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Inglaterra, aun á ios ojos <strong>de</strong> un conocedor tan esperto como<br />

Juan. La perfecta simetría <strong>de</strong> sus formas, lucia maravillosamente<br />

en el trage oriental <strong>de</strong> que usaba, como todas las mujeres <strong>de</strong> su<br />

nación. Su turbante <strong>de</strong> soda amarillo con venia al color moreno <strong>de</strong>l<br />

rostro. El brillo <strong>de</strong> sus ojos, el airoso arco que dibujaban sus cejas,<br />

su bien formada nariz aguileña, sus dientes blancos como las per­<br />

las mas linas, las profusas y negras trenzas diestramente labradas<br />

y dispuestas en líneas espirales y que caían sobro el cuello, y sobre<br />

un trage magnífico <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> Persia, en cuyas flores y ramas se<br />

ostentaba el brillante colorido <strong>de</strong> la naturaleza; todo este conjunto<br />

<strong>de</strong> gala y hermosura eclipsaba á las mas bellas <strong>de</strong> cuantas concur­<br />

rían al torneo. Realzaban su esplendor los broches <strong>de</strong> oro y perlas<br />

que sujetaban el trage <strong>de</strong>s<strong>de</strong>el cuello hasta la cintura,y <strong>de</strong> los cua­<br />

les los tres superiores estaban abiertos por causa <strong>de</strong>l calor. Tambien-<br />

contribuian á darle mas brillo un collar <strong>de</strong> diamantes, con pendien­<br />

tes <strong>de</strong> lo mismo, que valían un tesoro,y una gran pluma <strong>de</strong> avestruz<br />

sujeta ai turbante con un botón <strong>de</strong> las mismas piedras. Las damas<br />

que estaban en las galerías altas miraban con <strong>de</strong>sprecio á la he­<br />

brea, pero en realidad envidiaban las gracias que la naturaleza le<br />

habia dado, y las suntuosas galas que la cubrían.<br />

«Por la calva <strong>de</strong> Abraham, dijo el Príncipe, aquella judía <strong>de</strong>be<br />

ser la copia <strong>de</strong> la que volcó el juicio al mas sabio <strong>de</strong> los reyes. ¿Qué<br />

dices, prior Aymer ?<br />

— La Rosa <strong>de</strong> Saron y. el lirio <strong>de</strong> los valles, respondió el prior en<br />

tono <strong>de</strong> chanza; pero Y, A. <strong>de</strong>be tener presente que es judía.


(54 ivanhoe.<br />

— Sí, respondió Juan; pero es lástima que el barón <strong>de</strong> los Ducados<br />

y el marqués <strong>de</strong> los Bizantes (1) esté disputando un miserable<br />

puesto con esos <strong>de</strong>scamisados, que no tienen en sus bolsillos una<br />

sola cruz para preservarse <strong>de</strong>l Diablo. Por el cuerpo <strong>de</strong> san Marcos<br />

que mi proveedor <strong>de</strong> dinero y su amable hebrea, tendrán puesto<br />

en mi galería. ¿ Quién es esa joven, Isaac? ¿ Es tu hermana, ó tu<br />

mujer, ó alguna <strong>de</strong> las huris?<br />

— Mi hija Rebeca, con perdón <strong>de</strong> V. A., respondió Isaac con una<br />

profunda reverencia, pero sin que le embarazase la presencia <strong>de</strong>l<br />

Príncipe, no obstante el tono burlón con que este le habia hablado.<br />

— Mejor para tí, dijo el Príncipe lanzando una carcajada que<br />

fué repetida en coro por sus cortesanos. Pero, luja ó mujer ó lo que<br />

sea, tendrá lugar correspondiente á su mérito y hermosura. ¿ Quiénes<br />

son aquellos ? preguntó alzando la vista á la galería. Villanos<br />

sajones...... afuera con ellos: que se aprieten y <strong>de</strong>jen lugar al<br />

príncipe <strong>de</strong> los usureros y á su hermosa hija. "Yo les haré ver que<br />

el mejor asiento en la sinagoga es <strong>de</strong> aquellos á quienes <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho<br />

pertenece.»<br />

Dirigióse esta <strong>de</strong>scortés é injuriosa arenga á la familia <strong>de</strong> Cedric<br />

el Sajón, que ocupaba una parte <strong>de</strong> la galena con la <strong>de</strong> su aliado<br />

y pariente Athelstane <strong>de</strong> Conigsburgh, personaje que, por traer su<br />

origen <strong>de</strong>l último Monarca sajón que ocupó el trono <strong>de</strong> Inglaterra,<br />

era mirado con gran respeto por todos los sajones <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> aquel<br />

país. Pero con la sangre <strong>de</strong> su ilustre ascen<strong>de</strong>ncia, Athelstane habia<br />

heredado muchos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>fectos. Era <strong>de</strong> agradable aspecto,<br />

membrudo y fuerte en su persona, y se hallaba entonces en la flor<br />

déla edad; pero carecía <strong>de</strong> espresion en la fisonomía; sus miradas<br />

eran fijas é inanimadas, torpes y üojos sus movimientos, y su índole<br />

tan parada é irresoluta, que se le habia dado el sobrenombre<br />

<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus progenitores, y todos le llamaban Athelstane el <strong>de</strong>sapercibido.<br />

Tenia muchos amigos, y entre ellos Cedric el Sajón, los<br />

cuales le profesaban el mas tierno cariño, y todos creían que su<br />

flojedad procedía mas bien <strong>de</strong> falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión que <strong>de</strong> cobardía,<br />

otros <strong>de</strong>cían que el vicio hereditario do la embriaguez habia oscurecido<br />

sus faculta<strong>de</strong>s mentales, las cuales nunca habían sido <strong>de</strong> un<br />

or<strong>de</strong>n superior; y que el valor pasivo y la suavidad <strong>de</strong> temple que<br />

aun conservaba, eran, por <strong>de</strong>cirlo así, las heces <strong>de</strong> un ánimo que<br />

•'!) Moneda <strong>de</strong> aquel tiempo.


CAPÍTULO VI). 65<br />

hubiera podido ser gran<strong>de</strong> y generoso siei vicio no le hubiera <strong>de</strong>spojado<br />

<strong>de</strong> sus prendas mas nobles y apreciables.<br />

A este sugeto se dirigió principalmente el imperioso mandato <strong>de</strong><br />

Juan, que so hiciese puesto al hebreo Isaac, y á su hija Rebeca,<br />

Athelstaue, confuso al oir aquellas palabras, que según los usos y<br />

costumbres <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong>bían tomarse como un terrible insulto, dispuesto<br />

¡i no obe<strong>de</strong>cer, y sin embargo incapaz <strong>de</strong> resistir, opuso tan<br />

solo á la voluntad <strong>de</strong>l Príncipe la fuerza <strong>de</strong> inercia, tan análoga á<br />

ÜU carácter. Mantúvose inmóvil, y fijó sus gran<strong>de</strong>s ojos en el<br />

Príncipe con un espanto que no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> parecer ridículo. Pero Juan<br />

no lo consi<strong>de</strong>ró así.<br />

a El marrano sajón, dijo, duerme ó no hace caso <strong>de</strong> mí. Púnzalo<br />

con la lanza, Bracy.» Este Bracy era uno <strong>de</strong> los ginetes que iban<br />

al lado <strong>de</strong>l príncipe y capitán <strong>de</strong> una compañía <strong>de</strong> aventureros,<br />

ó como se llamaban entonces, compañeros libres, gente sin casa ni<br />

hogar, que servían á todos los que les pagaban. Los que acompañaban<br />

á Juan murmuraron contra esta impru<strong>de</strong>ncia, pero Bracy, á<br />

quien su profesión absolvía <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> escrúpulo, alzó la<br />

lanza sobre el espacio que mediaba éntrela galería y-el palenque,<br />

v hubiera ejecutado la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Príncipe antes que Aíhelstane el<br />

Desapercibido hubiera tenido bastante presenciado ánimo para ©visarlo,<br />

si en aquel instante Cedric el •Sajón, que era tan violento como<br />

su amigo era <strong>de</strong>sidioso, no hubiera <strong>de</strong>senvainado la espada con la<br />

prontitud <strong>de</strong>l rayo, y <strong>de</strong> un solo golpe separado el hierro <strong>de</strong>l hasta.<br />

Inflamóse do cólera el rostro <strong>de</strong>l príncipe: echó dos ó tres juramentos<br />

<strong>de</strong> los mas horribles que solia usar, y hubiera pasado mas a<strong>de</strong>lante<br />

su enojo, á no haberle distraído <strong>de</strong> su propósito, por un lado sus<br />

mismos cortesanos, aconsejándole cpie se mo<strong>de</strong>rase y contuviese, y<br />

por otro la general aclamación que escitó en la muchedumbre la<br />

"•allardn acción <strong>de</strong> Cedric. El príncipe paseó sus iracundas miradas<br />

por todas partes, como si buscase víctimas á su furor, y se <strong>de</strong>tuvieron<br />

acaso en el hombre do las doce flechas, <strong>de</strong> que ya hemos hecho<br />

mención, el cual persistía en sus aplausos, sin hacer caso <strong>de</strong>l gesto<br />

-aondo <strong>de</strong> Juan. ¿ Qué significan esos gritos ? le preguntó el príncipe.<br />

-oro.<br />

—No hay buen cazador, dijo el montero, .sao no celebr: un buen<br />

—Apuesto, respondió Juan, que eres un Uxe;: tirador,<br />

—A cualquiera, distancia,» dijo el <strong>de</strong>sceño:.do,


66 IVANIIOE.<br />

Juan, á quien irritaban mas y mas las alusiones que hicieron aigamos<br />

<strong>de</strong> los concurrentes al odio que la nación le profesaba, se<br />

contentó por entonces con mandar á uno <strong>de</strong> los guardias que no<br />

perdiese <strong>de</strong> vista al montero.<br />

«Por las barbas do mi padre, dijo el Príncipe, que hemos <strong>de</strong> ver<br />

si es tan buen tirador como dice.<br />

—Veremos, respondió el tal con el mismo <strong>de</strong>sembarazo con que<br />

había sostenido la conversación.<br />

—Y vosotros, villanos sajones, dijo el Príncipe, arriba, que por<br />

la luz <strong>de</strong> los Cielos se ha <strong>de</strong> sentar el judío entre vosotros.<br />

—l)e ningún modo, con perdón <strong>de</strong> V. A., dijo el judío: no está<br />

bien que los hombres <strong>de</strong> mi clase tomen asiento junto á los magnates<br />

<strong>de</strong>l pais. El israelita no habia tenido inconveniente en atropellar<br />

al pobre y <strong>de</strong>rrotado <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> la línea do Montdidier;<br />

pero sabia que <strong>de</strong>bia respetar los privilegios <strong>de</strong> los sajones ricos<br />

—Haz lo que mando, perro infiel, dijo el Príncipe, ó te mando<br />

<strong>de</strong>sollar y curtir la piel para correas <strong>de</strong>l arnés <strong>de</strong> mi caballo.»<br />

El judío dócil á tan suave insinuación, empezó á subir la angosta<br />

escalera do la galería.<br />

«Veamos quién se atreve á <strong>de</strong>tenerle,» dijo el príncipe Juan lijando<br />

la vista en Cedric el Sajón que parecía dispuesto á cerrar el<br />

paso al hijo <strong>de</strong> Abraham.<br />

Mas YVamba evitó el conflicto, colocándose <strong>de</strong> un salto entre su<br />

amo y el hebreo. «Yo,» respondió el bufón á la amenaza <strong>de</strong>l Príncipe,<br />

y presentó al judío, á guisa <strong>de</strong> broquel, un pernil que llevaba<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l coleto, y <strong>de</strong> que sin duda se habia provisto por si e¡<br />

torneo duraba mas tiempo <strong>de</strong> to que su apetito permitía. El judío<br />

retrocedió espantado al ver tan cerca <strong>de</strong> su rostro el objeto <strong>de</strong> la<br />

abominación <strong>de</strong> su tribu, y se echó á correr por la escalera abajo,,<br />

en tanto que el bufón agitaba orgullosamente la espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

en señal <strong>de</strong> triunfo. Los espectadores <strong>de</strong>leitados con el chasco, prorumpieron<br />

en carcajadas, como lo hicieron también el Príncipe y<br />

sus cortesanos.<br />

—Dame el laurel <strong>de</strong> la victoria, primo Juan, dijo el bufón. He<br />

vencido á mi enemigo en batalla campal, con broquel y espada,<br />

añadió alzando en una mano la espada y en la otra el pernil.<br />

—¿Y quién eres tíi, noble campeón? dijo Juan sonriéndose todavía.<br />

—Un loco por todos cuatro costados, respondió el bufón. Yo soy


CAPÍTULO VIII. Q 1<br />

)<br />

Waniba; hijo <strong>de</strong> VYitless. que fué hijo <strong>de</strong> Weaherhrain. que fue<br />

hijo <strong>de</strong> un al<strong>de</strong>rman (1).<br />

—Haced sitio ai judío en el banco inferior, dijo el Príncipe sin<br />

querer <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> su intento. El vencido no <strong>de</strong>be estar junto al:<br />

vencedor.<br />

—"Ni el trizan junto al loco, dijo Waniba, ni el judío junto al<br />

tocino.<br />

—Gracias, amigo, dijo Juan: mucho me gustas. Oye, Isaac:<br />

préstame un puñado do bizantes.»<br />

Mientras el judío, <strong>de</strong>spavorido al oír esta intimación que no se<br />

sentía dispuesto á obe<strong>de</strong>cer y que no se atrevía á negar, metía la<br />

mano en el saco <strong>de</strong> pieles que le colgaba <strong>de</strong> la cintura, y procuraba<br />

sacar el menor número posible <strong>de</strong> las monedas que contenia, el<br />

Príncipe cortó la dificultad inclinándose sobre el fuste <strong>de</strong> la silla,<br />

y apo<strong>de</strong>rándose <strong>de</strong> la bolsa, <strong>de</strong> la cual sacó dos piezas <strong>de</strong> oro. Dioselas<br />

á Wamba, y continuó su paseo alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l palenque, <strong>de</strong>jando<br />

al hebreo hecho el escarnio <strong>de</strong> todos los concurrentes, y recibiendo<br />

tantos aplausos como si hubiera hecho una acción magnánima<br />

ó loable.<br />

CAPITULO VÍII.<br />

El Príncipe se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong> pronto enmedio <strong>de</strong>l paseo, y llamando<br />

al Prior <strong>de</strong> Jorvaulx, lo dijo que había olvidado la circunstancie<br />

principal <strong>de</strong> la fiesta.<br />

«Se nos ha escapado, P. Prior, dijo, nombrar la hermosa soberana<br />

<strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura, por cuyas blancas manos han <strong>de</strong><br />

ser distribuidas las palmas <strong>de</strong> la victoria. Por lo que á mí toca soy<br />

generoso, y no tengo inconveniente en dar mi voto á los negros<br />

ojos <strong>de</strong> Rebeca,<br />

—¡Santa Virgen! esclamó el Prior volviendo el rostro, ¡una judía!<br />

Seria preciso, si así fuera, que nos echasen á pedradas <strong>de</strong>l torneo.<br />

A<strong>de</strong>más, que juro por mi santo fundador que la hermosa sajona<br />

T'owena no ce<strong>de</strong> en nada á la hija <strong>de</strong>l israelita.<br />

(1)Nombre <strong>de</strong> los magistrados municipales <strong>de</strong> Londres y <strong>de</strong> algunas otras citi'la-<br />

(Ses tic ¡oy laten".!..


68 IVAN1I0E.<br />

—Sajona ó judía, respondió el Principe, judía ó sajona, perra ó<br />

marrana ¿qué importa? Nombremos á Rebeca, aun que no sea mas<br />

que por hacer rabiar á esos villanos sajones.<br />

Estas espresiones escitaron un murmullo <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación entre<br />

todos los cortesanos que las oyeron.<br />

«Esto pasa <strong>de</strong> chanza, dijo Bracy. ¿Cuál es el caballero que ha <strong>de</strong><br />

poner lanza en ristre <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tamaño insulto?<br />

—Masque insulto podría llamarse, dijo Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse, uno<br />

<strong>de</strong> los mas antiguos partidarios <strong>de</strong>l príncipe Juan, y si vuestra<br />

Alteza lo pone en ejecución, no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> ser funesto á sus<br />

<strong>de</strong>signios.<br />

—Os pago, dijo Juan con altanería, para que me sirváis, y no<br />

para que me aconsejéis.<br />

—Los que siguen á vuestra Alteza en los caminos por don<strong>de</strong><br />

transita, dijo Wal<strong>de</strong>mar en voz baja y respetuosa, pue<strong>de</strong>n tornarse<br />

alguna vez la libertad <strong>de</strong> aconsejarle, puesto que sus intereses<br />

y su seguridad están tan comprometidos como los <strong>de</strong> vuestra Alteza.»<br />

Juan le perdonó esta reflexión en favor <strong>de</strong>l tono en quela había<br />

hecho. «He querido chancear, dijo, y todos os arrojáis á mí como<br />

lobos hambrientos. Nombrada la quemas os guste, con dos mil <strong>de</strong><br />

á caballo; y no me rompáis la cabeza.<br />

Lo mejor será, dijo Bracy, que el trono que<strong>de</strong> vacante hasta que<br />

se publique el nombre <strong>de</strong>l vencedor, y este elija la que ha <strong>de</strong> ocuparlo.<br />

De este modo será mas satisfactorio el triunfo, y las damas<br />

sabrán apreciar el homenaje <strong>de</strong> los valientes caballeros que pue<strong>de</strong>?)<br />

elevarles á tan alta dignidad.<br />

—Si sale vencedor Brian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert, dijo el Prior, apuesto<br />

á que acierto quién será la reina <strong>de</strong> la hermosura y <strong>de</strong> los amores.<br />

—Bois-Guilbert, dijo Bracy, es una buena lanza; pero hay otras<br />

en el torneo que no tienen por qué temerla.<br />

—Silencio, señores . dijo Wal<strong>de</strong>mar , que ya es hora <strong>de</strong> que el<br />

Príncipe tome asiento. Los caballeros y los espectadores están impacientes<br />

: el tiempo pasa, y la función va á empezar. »<br />

El príncipe Juan, aunque todavía no era monarca, tenia en Wal<strong>de</strong>mar<br />

Fitzurse todos los inconvenientes <strong>de</strong> un ministro favorito<br />

que sirve á su soberano, pero á su manera y según sus propias i<strong>de</strong>as<br />

y caprichos. Aunque el carácter <strong>de</strong> Juan era <strong>de</strong> aquellos que se obstinan<br />

en frioleras, y arman disputas por las mas <strong>de</strong>spreciable? tri-


CAPÍTULO ¥111. 6$<br />

vialida<strong>de</strong>s, cedió en aquella ocasiona la insinuación <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar;<br />

sentóse en el trono, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> sus cortesanos, y mandó que los heraldos<br />

publicasen las leyes <strong>de</strong>l torneo, que en resumen, eran como<br />

sigue :<br />

Primero. Los cinco mantenedores pelearían con todos los caballeros<br />

que se presentasen.<br />

Segundo. Todo caballero podia. si gustaba, escoger un antagonista<br />

particular entre los mantenedores, para lo cual bastaría tocar<br />

su escudo. Si lo tocaba con la parte, inferior <strong>de</strong> la lanza , las armas<br />

<strong>de</strong>l combate serian las que entonces se llamaban armas <strong>de</strong> cortesía,<br />

es <strong>de</strong>cir, lanzas que en lugar <strong>de</strong> punta llevaban una pieza redonda<br />

<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra . <strong>de</strong> modo que el único daño que podían hacerse era el<br />

que resultaría <strong>de</strong>l choque <strong>de</strong> los cabadlos y <strong>de</strong> las astas. Pero si el<br />

caballero tocaba el escudo con la punta <strong>de</strong> hilanza, las armas <strong>de</strong>l<br />

combate serian cortantes y punzantes. •<br />

Tercero. Cuando los caballeros sostenedores hubieren cumplid»<br />

cu v oto, rompiendo cada uno cinco lanzas, el Príncipe <strong>de</strong>clararía<br />

el vencedor <strong>de</strong>l primer dia , el cual recibiría en premio un caballo<br />

<strong>de</strong> batalla <strong>de</strong> esquisíta belleza, intrépido y vigoroso ; y a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />

este galardón, tendría la honra <strong>de</strong> nombrar la reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong><br />

la belleza, á quien tocaba dar el premio el siguiente dia.<br />

'uarto. El segundo dia habría un torneo general,en que podrían<br />

tomar parte todos los caballeros presentes (pie gustasen ; y divididos<br />

en dos cuadrillas, cada una do igual número <strong>de</strong> combatientes*,<br />

pelearían hasta que el príncipe Juan hiciese señal <strong>de</strong> poner fin á<br />

la batalla. La reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la belleza coronaria al caballera<br />

que el Principe <strong>de</strong>signase como vencedor <strong>de</strong>l segundo dia, con<br />

una corona <strong>de</strong> oro en forma <strong>de</strong> laurel. Los juegos do caballería cesarían<br />

entonces; pero el tercer dia habría corridas <strong>de</strong> toros, tiro a!<br />

blanco con arco, y otras diversiones populares para recreo <strong>de</strong>l vulgo.<br />

De este modo procuraba el príncipe Juan atraerse el afecto <strong>de</strong>l<br />

pueblo, que cada dia lo aborrecía mas y mas por las violencias que<br />

continuamente ponía en práctica céntralos intereses y sentimientos<br />

generales <strong>de</strong> la nación.<br />

La palestra ofrecía entonces un magnífico espectáculo. Las galernas<br />

encerraban las familias mas ricas, mas nobles y mas po<strong>de</strong>rosa,-,<br />

y las damas mas bellas <strong>de</strong>l norte y <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

El contraste délas galas <strong>de</strong> estos ilustres espectadores presentaba<br />

un conjunto tan alegre como espléndido. El espacio interior y mas-


70 IVANHOE.<br />

bajo, lleno <strong>de</strong> labradores ricos y <strong>de</strong> honrados habitantes, en trago<br />

mas llano y sencillo, formaba una especie <strong>de</strong> guarnición <strong>de</strong> coloresopacos<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> aquel circo brillante, realzando su lucimiento<br />

y esplendor.<br />

Los heraldos terminaron su proclamación con el acostumbrado<br />

grito: «Largueza, largueza, valientes caballeros;» y al punto se<br />

<strong>de</strong>sprendió <strong>de</strong> las galerías una lluvia <strong>de</strong> monedas <strong>de</strong> oro y plata,<br />

pues era gala <strong>de</strong> la caballería mostrarse generosa y liberal con<br />

aquellos empleados , que según los usos <strong>de</strong>l siglo , eran al mismo<br />

tiempo los secretarios y los cronistas <strong>de</strong>l honor. A esta prodigalidad<br />

respondieron los heraldos con las aclamaciones : «Amor á las<br />

damas , honor á los generosos , gloria á los valientes ; » ú que se<br />

uniéronlos aplausos <strong>de</strong> la muchedumbre y los ecos <strong>de</strong> los instrumentos<br />

marciales. Cuando hubo cesado esto ruido, se retiraron iosheraldos<br />

<strong>de</strong>l palenque en alegre y vistosa procesión , y solo quedaron<br />

en él los maestres <strong>de</strong>l campo armados <strong>de</strong> punta en blanco y á<br />

caballo, inmóviles como estatuas, y «focados cu las estremida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la palestra. Al mismo tiempo, el espacio <strong>de</strong> la estremidad <strong>de</strong>l<br />

norte , aunque ancho , estaba completamente cubierto <strong>de</strong> caballeros<br />

<strong>de</strong>seosos <strong>de</strong> medir sus fuerzas con los mantenedores ; y vistos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las galerías, presentaban el aspecto <strong>de</strong> un mar <strong>de</strong> on<strong>de</strong>antesplumas,<br />

brillantes yelmos, altas lanzas con brillantes pendones, loe<br />

cuales impulsados por el viento , unían su trémula agitación á la<br />

<strong>de</strong> los penachos, y formaban una escena animadísima y lucida.<br />

Al ñn abriéronse las barreras, y cinco caballerosa quienes había<br />

tocado la suerte, entraron lentamente en la plaza, lino iba <strong>de</strong>lante,<br />

y los otros le seguían dos á dos. Todos ellos estaban magníficamente<br />

armados ; y el manuscrito sajón, <strong>de</strong>que sacamos estas noticias,<br />

relata menudamente sus divisas, sus colores, y la <strong>de</strong>scripción<br />

<strong>de</strong> los bordados <strong>de</strong> sus gualdrapas y arreos. No hemos creído necesario<br />

entrar en estas particularida<strong>de</strong>s; pues , como dice un poeto<br />

<strong>de</strong> aquel tiempo :<br />

Polvo son los caballeros,<br />

Y orín sus nobles espadas,<br />

» V ellos en el Cielo moran,<br />

Y en tranquila paz <strong>de</strong>scansan.<br />

Sus escudos se <strong>de</strong>sprendieron hace mucho tiempo dolos muros<br />

<strong>de</strong> sus castillos; sus castillos no son en el día sino montones <strong>de</strong><br />

minas, ó llanuras cubiertas <strong>de</strong> césped; su memoria ha <strong>de</strong>saparecí"


CAPÍTULO VIII. 71<br />

do do los sitios que antes ocupaban; muchas generaciones han <strong>de</strong>saparecido<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la tierra que les ha olvidado, y en que ejercieron<br />

toda la plenitud <strong>de</strong> la autoridad feudal. ¿De qué aprovechara<br />

pues al lector saber sus nombres y los símbolos perece<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> su<br />

jerarquía ?<br />

Ágenos sin embargo <strong>de</strong>l olvido en que habían <strong>de</strong> caer sus nombres<br />

y sos hazañas, los campeones entraron en el palenque, comprimiendo<br />

sus briosos caballos, obligándolos á moverse pausada y<br />

graciosameute, y ostentando así la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> los ginetes. Cuanío<br />

estaban ya en el sitio <strong>de</strong>l combate, sonó <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las tiendas <strong>de</strong><br />

los mantenedores una música estraña y <strong>de</strong>l género oriental, puesto<br />

que había \ cuido <strong>de</strong> Tierra santa; y el conjunto <strong>de</strong> platillos y campanillas<br />

servia al mismo tiempo <strong>de</strong> bienvenida y <strong>de</strong> amenazad los<br />

caballeros recien llegados. Los ojos <strong>de</strong> la inmensa muchedumbre<br />

<strong>de</strong> espectadores so fijaron en los cinco, los cuales se acercaron á la<br />

plataforma en que estaban las tiendas, y separándose allí, cada<br />

uno tocó ligeramente y con el cabo <strong>de</strong> la lanza el escudo <strong>de</strong>l caballero<br />

con quien quería, medir sus fuerzas. Los espectadores <strong>de</strong> clase<br />

inferior, y aun muchos do los <strong>de</strong> mas alta, "jerarquía, inclusas algunas<br />

damas, se disgustaron notablemente al ver que los campeones<br />

escogían las armas <strong>de</strong> la cortesía: porque el mismo interés que oscilan<br />

en el dia las muertes .y catástrofes que se representan en las<br />

tragedias, inspiraban entonces los torneos y justas; y este interés<br />

crecía en razón, <strong>de</strong>l peligro que corrían los que en ellas tomaban<br />

parte.<br />

Habiendo manifestado <strong>de</strong> este modo sus pacíficas intenciones,<br />

ios campeones se retiraron á la estremidad opuesta, don<strong>de</strong> se formaron<br />

en linca; los mantenedores salieron ;i caballo <strong>de</strong> sus respectivos<br />

pabellones, capitaneados por Bois-Guilbert; bajaron <strong>de</strong> la plataforma,<br />

y cada uno se colocó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l caballero que había to-<br />

•e.do su escudo.<br />

Hicieron la señal los clarines y las trompetas, y todos partieron<br />

a. carrera tendida, siendo tal la superior <strong>de</strong>streza ó la buena fortuna<br />

<strong>de</strong> los mantenedores, que los contrarios <strong>de</strong> Bois-Guilbert, <strong>de</strong><br />

Malvoisin, y <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey, cayeron al suelo al primer encuentro.<br />

El antagonista do Grand-Mesnil, en lugar <strong>de</strong> dirijir el golpe<br />

al crestón ó al broquel <strong>de</strong> su enemigo, se separó en tales términos<br />

<strong>de</strong> esta dirección que rompió la lanza hiriéndole <strong>de</strong> refilón el cuerpo<br />

<strong>de</strong> la armadura; circunstancia mas <strong>de</strong>shonrosa que la <strong>de</strong>caer


72 IVAMI01S.<br />

al suelo <strong>de</strong>smontado, porque esta podia ser un acci<strong>de</strong>nte inevitable,<br />

mas aquella suponía falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>streza 5' <strong>de</strong> conocimiento en ei<br />

manejo <strong>de</strong>l arma y <strong>de</strong>l caballo. El quinto caballero fué el único que<br />

sostuvo el honor <strong>de</strong> su cuadrilla, haciendo frente al caballero <strong>de</strong><br />

san Juan, con quien rompió tres lanzas, sin que ni uno ni otro ganase<br />

ventaja consi<strong>de</strong>rable.<br />

Los gritos <strong>de</strong> la muchedumbre, las aclamaciones <strong>de</strong> los heraldos<br />

y el sonido <strong>de</strong> las trompetas anunciaren el triunfo <strong>de</strong> los vencedores<br />

y la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> los vencidos. Los primeros se retiraron á sus pe.<br />

bellones, y los segundos alzándose como pudieron <strong>de</strong>l suelo, salieron<br />

confusos y avergonzados <strong>de</strong> la palestra, y fueron á tratar con<br />

los vencedores acerca <strong>de</strong>l rescate <strong>de</strong> las armas y caballos, que se<br />

gun las leyes <strong>de</strong>l torneo les correspondían. El quinto fué el que nia,tiempo<br />

tardó en <strong>de</strong>jar la escena <strong>de</strong>l combate, do la que se retiró<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber recibido los Víctores <strong>de</strong> los espectadores, para ma<br />

yor bochorno^<strong>de</strong> sus compañeros.<br />

Otras dos cuadrillas do caballeros tomaron sucesivamente ei<br />

campo, y aunque tuvieron'varias alternativas en sus respectivos<br />

encuentros, la victoria quedó al cabo por los mantenedores, ninguno<br />

<strong>de</strong> los cuales quechi <strong>de</strong>smontado, ni retrocedió <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su antagonista,<br />

como hicieron algunos <strong>de</strong> estos en la serie <strong>de</strong> lances en<br />

que se empeñaron. Estas repetidas victorias abatieron consi<strong>de</strong>ra,<br />

Memento el ánimo <strong>de</strong> los campeones. Tres solos se presentaron en<br />

la cuarta entrada, los cuales sin aproximarse á los escudos <strong>de</strong> Bois<br />

Guilbert, y <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey, tocaron los <strong>de</strong> los otros tres, que<br />

no habían manifestado tanta fuerza ni <strong>de</strong>streza. Mas esta, precaución<br />

no les valió <strong>de</strong> mucho, y los mantenedores quedaron dueños<br />

<strong>de</strong>l campo como antes. Uno <strong>de</strong> los recién entrados perdiólos estribos<br />

y cayó: los otros dos 110 supieron dar el golpe que se llamaba<br />

en el lenguaje caballeresco atktint. y que consistía en herir cotí<br />

fuerza y empuje el yelmo ó el broquel <strong>de</strong>l contrario, hasta <strong>de</strong>rribarle<br />

ó romper la lanza.<br />

Después <strong>de</strong> este cuarto encuentro, hubo una pausa que duró largo<br />

rato, pues nadie se presentaba con ganas <strong>de</strong> esperimentar la suerte<br />

<strong>de</strong> los vencidos. Los espectadores murmuraban; porque entre los<br />

mantenedores, Malvoisin y Frente-<strong>de</strong>-buey eran generalmente<br />

aborrecidos por su altanería,y los otros escepto Grand-Mesnil, eran<br />

estranjeros, y por consiguiente mal mirados por la muchedumbre<br />

Pero nadie manifestó su <strong>de</strong>scontento tan á las claras como Cedrh-


CAPÍTULO VIII. "73<br />

el bajón, el cual en cada ventaja eme ganaban los normandos, vela<br />

ta <strong>de</strong>rrota y la humillación <strong>de</strong> Inglaterra. Mo había adquirido en<br />

su juventud gran habilidad en los ejercicios do caballería, aunque<br />

con i us armas <strong>de</strong>sús abuelos los sajones se había portado en varios<br />

lances como soldado <strong>de</strong>terminado y valiente. Miró con ansia<br />

á su amigo Athelstane, esperto en el manejo do las armas normandas,<br />

eomo si lo incitara á salir <strong>de</strong> su inacción, y hacer un esfuerzo<br />

para recobrar la victoria que tan <strong>de</strong>cidida parecía en favor<br />

<strong>de</strong>l Ti tuplario y <strong>de</strong> sus compañeros. Pero en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> su robuste/<br />

; vigor y <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong> su ánimo, Athelstane era <strong>de</strong>masiado in<strong>de</strong>ciso<br />

para respon<strong>de</strong>r tan <strong>de</strong> pronto á los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> Cedric.<br />

: I.a suerte está contra nosotros, Milord, dijo Cedric con tono expresivo.<br />

;,No estáis dispuesto á tomar una lanza?<br />

—Mañana entraré en la mélée (1-, respondió Athelstane. Kl toril!.!)<br />

<strong>de</strong> hoy no vale la pena <strong>de</strong> ponerse la armadura. ><br />

Dos cosas <strong>de</strong>sagradaron á Cedric en esta respuesta, lín primer<br />

logar, la palabra ttiélée, espresion normanda con que no <strong>de</strong>bían<br />

mancharse los labios <strong>de</strong> un sajón: en segundo, el poco interés que<br />

<strong>de</strong>notaba en el honor y en la gloria, <strong>de</strong> Inglaterra; pero bastaba que<br />

lo hubiese dicho Athelstane, á quien Cedric miraba con el mayor<br />

respeto, para que este no osase contra<strong>de</strong>cirle mi oponerse á sus intenciones.<br />

V<strong>de</strong>más, que no tuvo tiempo para replicar, pues Wambasalto<br />

inmediatamente: «Mas vale sobresalir entre ciento, que<br />

entre dos...<br />

Athelstane recibió esta observación como un elogio; pero Cedric,<br />

olio conoció la malicia <strong>de</strong>l bufón, le lanzó una mirada terrible, y<br />

le hubiera dado señales mas positivas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sagrado no obstante<br />

hi libertad que le permitía, si no se lo hubieran estorbado el sitio y<br />

la ocasión.<br />

Duraba entretanto la pausa <strong>de</strong>l torneo, sin otra interrupción<br />

que las esclamaciones <strong>de</strong> los heraldos: «Amor á las damas, rómpanse<br />

lanzas; ánimo, valientes caballeros; ved los hermosos ojos<br />

que os están mirando. .><br />

1.a música <strong>de</strong> los mantenedores daba también <strong>de</strong> cuando en<br />

cuando señales do triunfo, y <strong>de</strong> reto á los caballeros que aun no se<br />

habían presentado; la gente baja se quejaba <strong>de</strong> que pasase el dia<br />

sin toda la diversión que prometía, y los caballeros j nobles añ­<br />

il no Mismo f|uc eurntnlro i pelee.


74 IVANIIOE.<br />

cíanos se hablaban al oído, <strong>de</strong>plorando la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l espíritu<br />

marcial, tan diferente <strong>de</strong>l que reinaba en su tiempo, atribuyéndolo<br />

en gran parte á la escasez <strong>de</strong> damas hermosas, como las que<br />

en su juventud coronaban en las justas á los vencedores. El principo<br />

Juan daba ya las disposiciones necesarias ¡tara que se sirviese<br />

el banquete, y hablaba <strong>de</strong> adjudicar el premio á Brian <strong>de</strong> Bois-<br />

Guilbert, que con una sola lanza habia <strong>de</strong>smontado dos caballeros,<br />

y maltratado á otro.<br />

Al fin, cuando la música <strong>de</strong> los sarracenos terminaba una <strong>de</strong><br />

aquellas largas fanfarrias con que, habia interrumpido el silencio<br />

general, se oyó en la parte opuesta el eco <strong>de</strong> una sola trompeta que<br />

respondía al <strong>de</strong>safío. Volviéronse los ojos <strong>de</strong> todo el concurso al<br />

nuevo campeón, y no bien se habían abierto las barreras, cuando<br />

se presentó en medio <strong>de</strong> la arena. Parecía, en cuanto podia conjeturarse<br />

do un hombre enteramente cubierto <strong>de</strong> hierro, persona <strong>de</strong><br />

mediana estatura, y no muy fuerte ni robusto. Su armadura era<br />

<strong>de</strong> acero, con ricos adornos <strong>de</strong> oro; y la divisa <strong>de</strong> su escudo, una<br />

encina tierna, arrancada por las raices, con el mote español: .Besheredado.»<br />

Montaba un gallardo caballo negro, y al dar la vuelta<br />

por lo interior <strong>de</strong> las vallas, saludó cortesmente al Príncipe y alas<br />

damas, inclinando con gracioso a<strong>de</strong>man la punta <strong>de</strong> la lanza. La<br />

<strong>de</strong>streza con que manejaba su caballo, y cierto aire juvenil que <strong>de</strong>notaba<br />

su talante, le grangearon el favor <strong>de</strong> ios espectadores; muchos<br />

do los cuales, particularmente <strong>de</strong> la gente ordinaria, le gritaban:<br />

«Toca el escudo <strong>de</strong> Ralfo<strong>de</strong> Vipont... toca el escudo <strong>de</strong>l<br />

.Hospitalario. Son los menos seguros á caballo: mejor saldrás con<br />

ellos que con los otros.»<br />

til campeón, marchando pausadamente en medio <strong>de</strong> esta gritería,<br />

subió á la plataforma por el paso que conducía á ella <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

palenque, y con estrañeza <strong>de</strong> todos los concurrentes marchó en línea<br />

recta al pabellón <strong>de</strong>l centro, y tocó con la punta <strong>de</strong> la lanza<br />

el escudo <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert, cuyo sonido retumbé'en todo<br />

el ámbito <strong>de</strong> la palestra. Esta arrogancia causó general admiración;<br />

mas nadie pareció tan atónito como el mismo caballero, retado<br />

por aquella señal á mortal combate.<br />

«¿Os habéis confesado, hermano, dijo el Templario, ó habéis oido<br />

misa esta mañana, puesto que con tan poca ceremonia queréis esponer<br />

la vida?<br />

—Mas pronto estoy á arrostrar la muerte que tú, respondió e!


CAPÍTULO VIII. 75<br />

Desheredado, que tal era el nombre que todos le daban, y con el<br />

que estaba <strong>de</strong>signado en los libros <strong>de</strong>l torneo.<br />

—En ese caso, repuso el Templario, anda á tomar tu puesto y<br />

<strong>de</strong>spí<strong>de</strong>te <strong>de</strong>l sol, que esta noche has <strong>de</strong> dormir con los santos <strong>de</strong>i<br />

• 'icio.<br />

—Gracias por tu. cortesía, dijo e¡ Desheredado, y en cambio te<br />

aconsejo tomes otro caballo y otra lanza, pues te juro por mi honor<br />

que así lo lias menester.»<br />

Dicho esto con tono sereno .y condado, hizo retroce<strong>de</strong>r al caballo,<br />

andando hacia atrás por el pasaje (pie conducía al pabellón, y por<br />

toda la estension <strong>de</strong>! palenque, hasta la estremidad <strong>de</strong>l norte, don<strong>de</strong><br />

se paró aguardando á su antagonista. El público aplaudió con<br />

entusiasmo este golpe maestro do equitación.<br />

Brian <strong>de</strong> Bois Guilbcrt, aunque frenético <strong>de</strong> cólera al ver la insolencia<br />

<strong>de</strong> su adversario, no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> tomar las precauciones que<br />

este le habia aconsejado: estaba su honor en gran manera comprometido,<br />

y no <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>sperdiciar medio alguno <strong>de</strong> vencer á tan presuntuoso<br />

competidor. Aludo <strong>de</strong> caballo, y tomó uno (legran brio<br />

é intrepi<strong>de</strong>z; íambk u mandó que lo trajesen una <strong>de</strong> las lanzas mas<br />

fuertes <strong>de</strong>! astillero, por si la que le habia servido hasta entonces<br />

se Pabia resentido algún tanto en los repetidos choques <strong>de</strong>l dia.<br />

Por último, sus escu<strong>de</strong>ros le pusieron en los manos otro escudo»<br />

porque el que habia tenido durante el torneo, estaba abollado en<br />

algunas partes. Este llevaba la divisa común <strong>de</strong> Brian, que representaba<br />

dos ginetcs montados en un caballo, emblema <strong>de</strong> la primitiva<br />

humildad y pobreza <strong>de</strong> los Templarios.<br />

El segundo escudo llevaba un cuervo, á. vuelo <strong>de</strong>splegado, con<br />

una calavera en las garras, y el mote: Guardo el aterro.<br />

Cuando los dos caballeros estuvieron situados uno en frente <strong>de</strong><br />

otro, es Imposible <strong>de</strong>scribir el ansia y atención con que el público<br />

!es miraba. Había muy pocos entre los espectadores que creyesen<br />

podría salir bien el Desheredado <strong>de</strong> aquel encuentro; pero su valor<br />

y bizarría le habían grangeado los buenos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> todos.<br />

Aun no habían terminado las trompetas la señal <strong>de</strong>l ataque,<br />

cuando los dos antagonistas se dispararon <strong>de</strong> sus puestos con la<br />

prontitud <strong>de</strong>l rayo, y se encontraron en medio <strong>de</strong> la palestra con<br />

el estampido <strong>de</strong>l trueno, luciéronse astillas las lanzas al primer<br />

choque, y aun pareció que ambos iban á <strong>de</strong>splomarse al suelo,<br />

porque á tan violento golpe los dos caballos retrocedieron y dobla-


7(5 IVANHOI;.<br />

ron el cuarto trasero. Lino y otro se recobraron con la ayuda <strong>de</strong> la<br />

brida y <strong>de</strong> la espuela, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse mirado con 0J03 que<br />

parecían arrojar fuego al través <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong> las viseras, volvieron<br />

riendas, y pasaron á los estreñios opuestos, don<strong>de</strong> los asís<br />

tentes les dieron nuevas lanzas.<br />

has aclamaciones generales <strong>de</strong> todos los espectadores, y el tre<br />

molar <strong>de</strong> las fajas y pañuelos, manifestaban el interés que todos<br />

tomaban en aquella lid, que era la mas igual y la mas bien <strong>de</strong>sempeñada<br />

<strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>l torneo. Pero apenas volvieron d sus puestos<br />

los combatientes, cuando á tan estrepitosa algazara sucedió un<br />

silencio tan profundo, que parecía que nadie osaba <strong>de</strong>spedir el<br />

aliento.<br />

Sucedió una pausa do algunos minutos, para que recobrasen e 1<br />

suyo ginctes y caballos: <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los cuales el Príncipe hizo otrk<br />

señal con ol bastón, y los clarines tocaron á ataque. Pos campeones<br />

arrancaron <strong>de</strong> sus sitios, y so encontraron en el medio con 1»<br />

misma prontitud, con la misma <strong>de</strong>streza y con la misma violencia<br />

que en la primera ocasión; mas el resultado fué diferente.<br />

hueste segundo choque, el Templario se dirijió a! centro <strong>de</strong>!<br />

broquel <strong>de</strong> su enemigo, y lo hirió con tanto lino y fuerza, (pie la<br />

lanza saltó convertida en átomos, y el caballero Desheredado vaciló<br />

algunos instantes en la silla. El campeón, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio<br />

<strong>de</strong> la carrera, había apuntado la lanza hacia el broquel <strong>de</strong> llois<br />

Guilbert; pero mudando <strong>de</strong> dirección, casi en el momento <strong>de</strong>l choque,<br />

la dirijió al yelmo, (pie era punto mas difícil <strong>de</strong> acertar, pero<br />

que si se conseguía, hacia mas irresistible el empuje. \un con esta<br />

notable <strong>de</strong>sventaja, el Templario sostuvo su bien sentado crédito, y<br />

no hubiera sido <strong>de</strong>smontado á no haber estallado las chinchas. E<br />

resultado fué que ginete, caballo y silla cayeron al suelo enmedio<br />

<strong>de</strong> una espesa nube <strong>de</strong> polvo.<br />

Desembarazarse <strong>de</strong> los estribos y <strong>de</strong>l caballo fue para el Templario<br />

obra <strong>de</strong> un momento. Confuso y aturdido, tanto por su <strong>de</strong>rrota,<br />

como por las aclamaciones en que prorumpieron los espectadores,<br />

sacó la espada, y amenazó con ella ásu vencedor. El caballero Des<br />

heredado echó pié á tierra, y <strong>de</strong>senvainó la suya: los maestres <strong>de</strong>l<br />

campo, empero, apretando espuelas á los caballos, se pusieron en<br />

medio, y les recordaron que las leyes <strong>de</strong>l torneo no permitían, en<br />

la presente ocasión, aquella especio <strong>de</strong> combate.<br />

«En otra parte nos veremos, dijo el Templario lanzando á su an-


CAPÍTULO VIII. 77<br />

tagonista una mirada, intérprete <strong>de</strong>l odio y <strong>de</strong>l furor que le<br />

atormentaba el pecho; y será don<strong>de</strong> no haya nadie que nos se­<br />

pare.<br />

—No faltará por mí, dijo el .'Desheredado, ni será culpa mia si<br />

así no se verifica. A pié y caballo me hallarás siempre dispuesto á<br />

pelear contigo ; sea con espada, con hacha ó con lanza.»<br />

Otras y mas agrias razones hubieran proferido, si los maestres<br />

<strong>de</strong>l campo, cruzando sus lanzas entre los dos, no los hubieran obligado<br />

á separarse. El Desheredado volvió á su puesto, y Bois-Guilhert<br />

á su tienda, don<strong>de</strong> permaneció todo el resto <strong>de</strong>l día, entregado<br />

í los arrebatos do la <strong>de</strong>sesperación.<br />

Sin bajarse <strong>de</strong>l caballo, el vencedor pidió una taza do vino, y <strong>de</strong>satando<br />

el barboquejo <strong>de</strong>l yelmo, dijo en voz alta que brindaba á la<br />

salud <strong>de</strong> todos los verda<strong>de</strong>ros ingleses, y por la confusión do la tiranía<br />

estranjera. En seguida mandó tocar la trompeta, y rogó á un<br />

heraldo dijese á los mantenedores que no hacia distinción entre<br />

ellos, sino que estaba pronto á medir sus armas con cualquiera <strong>de</strong><br />

ios que quisiesen hacerle frente.<br />

El gigantesco Ercnte-dc-bucy, cubierto <strong>de</strong> negra armadura, fué<br />

el primero que tomó el campo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota do su compañero.<br />

Elevaba en escudo blanco una cabeza negra <strong>de</strong> buey, medio<br />

<strong>de</strong>spintada por los repetidos golpes que habia resistido; y encima<br />

el arrogante mote: Cave: v.dsv.m. El triunfo <strong>de</strong>l Desheredado sobre<br />

este nuevo enemigo fué <strong>de</strong>cisivo, aunque no importante. Los dos<br />

rompieron las lanzas gallarda y acertadamente; pero Frente-<strong>de</strong>buey<br />

perdió un estribo, y por consiguiente perdió la batalla.<br />

A'o fué menos aventurado el <strong>de</strong>sconocido en su tercer encuentro<br />

con sir Felipe <strong>de</strong> Malvoisin, a quien hirió con tanto ímpetu en el<br />

yelmo, que se rompieron las hebillas, y si no cayó al suelo fué porque<br />

libre <strong>de</strong> este estorbo, pudo manejar con mas holgura el caballo.<br />

Malvoisin quedó vencido, como sus compañeros.<br />

En su cuarto encuentro con De Grand-Mesnil, el Desheredado se<br />

mostró tan cortés, como hasta entonces habia sido diestro y valeroso.<br />

El caballo <strong>de</strong> este contrario era joven y fogoso, y en su primer<br />

-arranque se <strong>de</strong>scompasó en tales términos, que el ginete no pudo<br />

asegurar la puntería. El vencedor no quiso aprovecharse <strong>de</strong> esta<br />

ventaja : alzó la lanza, y pasando junto á su contrario sin tocarle,<br />

dio vuelta á su puesto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual ofreció á De Grand-Mesnil un<br />

•segundo encuentro por mcd'o <strong>de</strong> un heraldo, Mas él lo rehusó, con-


«78 IVANHOK<br />

fesáudose vencido, tanto por la urbanidad, como por la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong><br />

su enemigo.<br />

Rallo <strong>de</strong> Vipont proporcionó el último triunfo al forastero, cayen­<br />

do con tanta violencia, que inmediatamente se vieron salir tres<br />

caños <strong>de</strong> sangre por nariz y boca. Sus escu<strong>de</strong>ros lo sacaron sin sen­<br />

tido <strong>de</strong>l palenque.<br />

El Príncipe y los maestres <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong>clararon vencedor al ca<br />

ballero Desheredado, y los espectadores respondieron con ince­<br />

santes vivas y aclamaciones<br />

CAPITULO ÍX.<br />

Guillermo <strong>de</strong> Wyvil y Esteban <strong>de</strong> Martival, maestres <strong>de</strong>l campo,,<br />

fueron los primeros que dieron la enhorabuena al vencedor, rogándole<br />

al mismo tiempo les permitiese <strong>de</strong>sabrocharle el yelmo, ó que<br />

& lo menos se alzase la visera antes <strong>de</strong> ser conducido á recibir el<br />

premio que Labia ganado, <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>l príncipe Juan. El caballero<br />

Desheredado rehuso ambas cosas con la mayor urbanidad, alegando<br />

que en aquella ocasión no le era dado <strong>de</strong>scubrirse, por las<br />

razones que Labia puesto en consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> los heraldos antes do<br />

entrar en las barreras. Esta respuesta satisfizo completamente álos<br />

maestres, porque entre las caprichosas promesas que hacían los caballeros<br />

en aquellos tiempos, ninguna era mas común, que la d<<br />

disfrazarse y vivir <strong>de</strong> incógnito durante cierto tiempo, ó hasta llevar<br />

á cabo alguna aventura. Por tanto los maestres no insistieron<br />

en sus <strong>de</strong>mandas, sino que anunciaron al príncipe Juan que el caballero<br />

Desheredado <strong>de</strong>seaba no ser conocido, y le pidieron permiso<br />

<strong>de</strong> presentarlo á S. A., á fin <strong>de</strong> que recibiese el galardón que había<br />

merecido.<br />

Este misterio escitó la curiosidad <strong>de</strong>l Príncipe; el cual, disgustado<br />

al ver el éxito <strong>de</strong>l combate, que tan funesto había sido á los caballeros<br />

que él miraba cou particular afición, habiendo sido todos<br />

<strong>de</strong>rrotados por un solo antagonista, respondió con altanería á los<br />

maestres: «Por la Virgen nuestra señora, que tan <strong>de</strong>sdichado parece<br />

en cortesía, como en bienes <strong>de</strong> fortuna. Milores, continuó vol-


CAPÍTULO IX.<br />

viéndose á ios personajes <strong>de</strong> su comitiva, ¿no podéis adivinar quién<br />

es este galán que con tanta altanería se porta?<br />

—No caigo en ello, respondió De Bracy, ni creía yo que hubiera<br />

en medio do los cuatro mares que ro<strong>de</strong>an á Inglaterra, campeón<br />

alguno capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>rrotar á esos cinco mantenedores en un dia <strong>de</strong><br />

justa. A fe mia que no olvidaré el modo con que arrojó á De Yipont<br />

al suelo. Así salió el pobre Hospitalario <strong>de</strong> la silla, como guijarro<br />

<strong>de</strong>spedido <strong>de</strong> la honda.<br />

— No os jactéis <strong>de</strong> eso, dijo un caballero <strong>de</strong> San Juan que estaba<br />

presente, que no fué mejor la suerte <strong>de</strong>l Templario. Tres veces vi<br />

rodar por el suelo ¡i Bois-Guilbert, y á fe que tomaba arena á puhados.»<br />

Bracy , que era partidario <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong>l Temple , hubiera<br />

replicado sin <strong>de</strong>tenerse, pero se atravesó el príncipe Juan diciendo<br />

"Silencio . señores: ¿qué significa este inútil <strong>de</strong>bato?»<br />

— El vencedor , dijo De Wyvil, aguarda la voluntad do V. A,<br />

—Mi voluntad es, respondió el Príncipe, que aguar<strong>de</strong> hasta que<br />

encontremos alguno que nos dé algunas i<strong>de</strong>as acerca <strong>de</strong> su nombro<br />

y condición. Después <strong>de</strong> lo que ha hecho , bien pue<strong>de</strong> aguardar <strong>de</strong><br />

aquí á la noche sin resfriarse.<br />

— V. A., dijo Waldcmar Eitzurse, no dará la <strong>de</strong>bida honra al vencedor<br />

, si lo <strong>de</strong>tiene hasta saber lo que es imposible averiguar. Yo<br />

5 lo menos no tengo dato alguno en que fundar mis conjeturas , ó,<br />

meuos que el <strong>de</strong>sconocido sea alguna <strong>de</strong> las buenas lanzas que<br />

acompañaron al rey Ricardo á Tierra santa, y que según dicen,<br />

han salido ya <strong>de</strong> vuelta á Inglaterra.<br />

— Quizás sera el ('on<strong>de</strong> <strong>de</strong> Salisbury, dijo Bracy, que es casi <strong>de</strong><br />

ia misma estatura.<br />

— Mas bien sir Tomas <strong>de</strong> Multon , el caballero do Gilsland, dijo<br />

Fitzursc ; Salisbury es mucho mas rehecho.» Suscitóse al oír esto<br />

algún murmullo éntrelos cortesanos, aunque no fué posible saber<br />

quién le dio principio. «; Si será el Rey ! a se <strong>de</strong>cían unos á otros;<br />

al oiiio. «| Si será el mismo Corazón <strong>de</strong> León!»<br />

— jDics nos libre! esclamó involuntariamente el príncipe Juan<br />

poniéndose pálido como la muerte, y dando un retemblido como<br />

Si le hubiera <strong>de</strong>slumhrado el resplandor <strong>de</strong> un relámpago. YVal<strong>de</strong>mar,<br />

Bracy, valientes caballeros , acordaos <strong>de</strong> vuestras promesas,<br />

y manteneos fieles y leales.<br />

—Libres estamos <strong>de</strong> todo peligro, respondió Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse,


80 IVANHOE.<br />

¿Habéis olvidado las formas membrudas <strong>de</strong> vuestro hermano, y<br />

podéis imaginaros que quepan en aquella armadura? De Wyvih<br />

Martival, el mejor servicio que podéis hacer al Príncipe es acercar al<br />

vencedor al trono, y terminar las dudas que le han sacado los colores<br />

al rostro. Mírelo vuestra Alteza <strong>de</strong> cerca, continuó dirigiendo<br />

la palabra al Príncipe, y verá que le faltan tres pulgadas para la<br />

estatura <strong>de</strong>l Rey , y seis para la anchura <strong>de</strong> sus hombros. El caballo<br />

que monta no podría servir al rey Ricardo para una sola carrera.»<br />

Aun no había acabado <strong>de</strong> hablar , cuando los maestres presentaron<br />

el caballero Desheredado al pié <strong>de</strong> los escalones <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra que<br />

subian <strong>de</strong>l palenque, al trono <strong>de</strong>l Príncipe. Tan turbado estaba este<br />

con el temor <strong>de</strong>que hubiese llegado á Inglaterra un hermano ú<br />

quien tantos favores <strong>de</strong>bia, y con quien se había mostrado tan ingrato<br />

y fementido, que no bastaron á tranquilizar sus dudas las diferencias<br />

indicadas por "Wal<strong>de</strong>mar. Cuando pronunciaba algunas<br />

frases breves y mal digeridas sobre el valor <strong>de</strong>l Desheredado, y daba<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> que se le entregase el caballo que servia <strong>de</strong> premio, todos<br />

los miembros <strong>de</strong> su cuerpo temblaban , como si aguardase que<br />

saliese <strong>de</strong> aquella visera que tenia enfrente la voz sonora y formidable<br />

<strong>de</strong> Ricardo Corazón <strong>de</strong> león.<br />

Pero el caballero Desheredado no respondió una sola palabra i la<br />

arenga <strong>de</strong>l Príncipe: solo le hizo una profunda reverencia.<br />

Dos volantes magníficamente vestidos condujeron el caballo, cubierto<br />

<strong>de</strong> un suntuoso arnés militar ; mas este adorno no realzaba<br />

su precio á los ojos <strong>de</strong> los inteligentes. El Desheredado puso le. mano<br />

en el arzón <strong>de</strong>lantero, y saltó sobre la silla sin apoyar el pie en<br />

el estribo: blandió la lanza y recorrió dos veces la palestra, haciendo<br />

lucir la gracia y el vigor <strong>de</strong>l bruto, con toda la inteligencia y<br />

tino <strong>de</strong> un gánete consumado.<br />

Este rasgo <strong>de</strong> ostentación hubiera sido atribuido á vanidad en<br />

cualquiera otra circunstancia, pero en aquella pareció generalmente<br />

dictado por el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> manifestar todo el mérito <strong>de</strong>l galardón<br />

con que el Príncipe le había favorecido: así que el público repitió<br />

con nuevo ahinco sus gritos y aplausos.<br />

Al mismo tiempo el prior Aymer se acercó al Príncipe \ ie dijo<br />

al oido que era ya tiempo do que el campeón diese pruebas <strong>de</strong> su<br />

buen gusto, como las había dado <strong>de</strong> su valor, eligiendo entre las<br />

damas que hermoseaban las galerías, la que <strong>de</strong>bia ocupar el tropo


CAPÍTULO IX. 81<br />

•le la belleza y <strong>de</strong>l amor, y coronar al vencedor el siguiente dia. En<br />

virtud <strong>de</strong> esto recuerdo , el Príncipe hizo seña con el bastón al caballero<br />

cuando este pasaba segunda vez por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l trono. El<br />

caballero se paró do pronto, bajó la lanza hasta poner la punta á un<br />

pié <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong>l suelo, y quedó inmóvil aguardando las ór<strong>de</strong>nes<br />

<strong>de</strong>l Príncipe. Los espectadores admiraron la fuerza y prontitud con<br />

que supo reducir al caballo <strong>de</strong> la violencia <strong>de</strong>l galope tendido á la<br />

firmeza <strong>de</strong> una estatua ecuestre.<br />

'«Señor Desheredado, dijo el Príncipe, puesto que esto es el único<br />

lítulo que puedo daros hasta ahora, vuestro privilegio y obligación<br />

es nombrar á la hermosa dama que <strong>de</strong>be presidir la fiesta <strong>de</strong> mañana,<br />

como reina <strong>de</strong>l honor, <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura. Si, como es-<br />

¡ranjero, necesitáis <strong>de</strong>l aviso ageno para dirigir vuestra elección,<br />

ío vínico que po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>ciros es que lady Alicia, hija <strong>de</strong> nuestro<br />

valiente caballero Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Eitzurse, ocupa hace mucho tiempo<br />

en nuestra Corte el primer puesto <strong>de</strong> la belleza. Sin embargo,<br />

'•orno es prerogatiya vuestra dar la corona á quien mas os agra<strong>de</strong>,<br />

la elección será formal y completa, cualquiera que sea la noble dama<br />

en quien recaiga : y ahora alzad la lanza.»<br />

Obe<strong>de</strong>ció el Desheredado , y el príncipe Juan colocó en la punta<br />

una dia<strong>de</strong>ma <strong>de</strong> raso ver<strong>de</strong>, guarnecida <strong>de</strong> un circulo <strong>de</strong> oro, en cuya<br />

liarte superior estaban representados alternativamente corazones<br />

y puntas <strong>de</strong> flecha, aguisa <strong>de</strong> las hojas <strong>de</strong> fresa y las bolas que<br />

distinguen la corona ducal.<br />

Juan tenia varios motivos para indicar al campeón la elección<br />

que <strong>de</strong>bía Lacer en la Lija <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Eitzurse: motivos en<br />

verdad propios do una índole como la suya , en que se notaba una<br />

mezcla estrada <strong>de</strong> <strong>de</strong>sidia, presunción , sutileza y astucia. Por un<br />

lado quería borrar <strong>de</strong> la memoria <strong>de</strong> sus cortesanos sus inoportunas<br />

é in<strong>de</strong>centes chanzas acerca <strong>de</strong> Eebeca la judía; por otro, <strong>de</strong>seaba<br />

lisonjear la vanidad do Eitzurse, á quien miraba ya con temor<br />

y <strong>de</strong>sconfianza, y que mas <strong>de</strong> una vez Labia <strong>de</strong>saprobado la conducta<br />

<strong>de</strong>l Príncipe en los lances y ocurrencias <strong>de</strong> aquel torneo,<br />

también aspiraba á cautivar la afición <strong>de</strong> Alicia ; porque Juan era<br />

tan licencioso en sus galanteos, como <strong>de</strong>senfrenado en su ambición.<br />

Pero su intención principal era suscitar contra el caballero Desheredado<br />

,'á quien miraba con secreta aunque violenta repugnancia]<br />

el resentimiento <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Eitzurse, que entonces era un<br />

po<strong>de</strong>roso enemigo, y que llevaría muy á mal el <strong>de</strong>saire hecho á su<br />

c


82 IVA-SIIOK.<br />

hija, si, como era probable , el vencedor hacia otra elección que \u<br />

que el Príncipe le había insinuado.<br />

Y así fué en efecto; porque el Desheredado pasó por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ¡a<br />

galería inmediata á la <strong>de</strong>l Príncipe , en la cual estaba sentada Ali­<br />

cia <strong>de</strong> Fitzurse con todo el orgullo <strong>de</strong> una beldad que no reconoce<br />

rival alguna que la eclipse; y sujetando el paso <strong>de</strong>l caballo, pare­<br />

cía empleado en examinar una por una las damas que formaban<br />

aquel espléndido conjunto.<br />

Eran dignos <strong>de</strong> observarse los diferentes a<strong>de</strong>manes <strong>de</strong> las damas<br />

cuando el caballero las pasaba revista. Las unas se ponían encen­<br />

didas y ruborosas ; las otras serias y entonadas; aquella fijaba sus<br />

ojos en otra parte , como si no hubiera hecho alto en el campeón:<br />

esta procuraba sonreírse , y aun hubo dos ó tres que soltaron la<br />

carcajada. Notáronse algunas que cubrieron el rostro con el velo;<br />

mas el manuscrito que nos suministra todos estos pormenores dice<br />

que eran doncellas añejas que habían gozado hartas veces en su<br />

juventud <strong>de</strong> aquel triunfo, y que renunciaban á sus <strong>de</strong>rechos al<br />

trono en favor <strong>de</strong> las mas jóvenes.<br />

M fin el caballero Desheredado se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l balcón o:,<br />

que estaba lady Kowcna, y esta circunstancia escitó vivamente la<br />

curiosidad general.<br />

Es menester confesar que si hubiera podido influir en la elección<br />

aquella predilección que resulta en favor <strong>de</strong> los que se muestran<br />

interesados y anhelantes en la suerte <strong>de</strong> los otros, el balcón <strong>de</strong> lady<br />

Eowena tenia gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>rechos á la preferencia <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>bia con­<br />

ferir el trono. Cedric el Sajón , gozoso al ver el <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong>l Tem­<br />

plario . y aun mas el <strong>de</strong> sus dos malévolos vecinos Ereníe-<strong>de</strong>-buey<br />

y Malvoisin, había estado durante todo el encuentro con la mitad<br />

<strong>de</strong>l cuerpo fuera <strong>de</strong>l balcón, y siguiendo todos los movimientos <strong>de</strong>l<br />

que los había <strong>de</strong>rrotado, no solo con sus miradas, sino con sus<br />

gestos y a<strong>de</strong>manes. No Labia sido menos vehemente el interés <strong>de</strong><br />

lady llovvena, aun que no lo habia <strong>de</strong>scubierto tan á las claras. Aun<br />

el <strong>de</strong>sidioso Athelstanc habia dado algunos síntomas <strong>de</strong> energía,<br />

bebiendo una gran copa <strong>de</strong> vino moscatel á la salud <strong>de</strong>l caballero<br />

Desheredado.<br />

Debajo <strong>de</strong> la galería ocupada por los sajones se divisaba otro<br />

grupo, que no habia dado pocas pruebas <strong>de</strong> inquietud durante ei<br />

combate.<br />

«¡Padre Abraham! dijo Isaac <strong>de</strong> Yorclc <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l primer choque


CAPÍTULO i-- &í<br />

entre el Templario y el caballero Desheredado : ¡como trata al po­<br />

bre caballo! ¡Un caballo que ha sidotraidoá tanta costa nada menos<br />

que <strong>de</strong> las arenas <strong>de</strong> Arabia! y arrearlo como si fuera asno <strong>de</strong> ye­<br />

sero! ¡Y la armadura que ha costado tantos zequines á José Pereirs<br />

el <strong>de</strong> Milán, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l setenta por ciento <strong>de</strong> ganancia! Lo mismo<br />

cuida <strong>de</strong> ella que si la hubiera encontrado en medio <strong>de</strong>l camino.<br />

—¿Cómo queréis, respondió Rebeca, que cui<strong>de</strong> <strong>de</strong>l caballo y <strong>de</strong> la,<br />

armadura, cuando tiene que cuidar <strong>de</strong> sus miembros , espuestos á<br />

tan formidables golpes.<br />

—Muchacha, dijo Isaac , calla, que no sabes lo que dices. Lo?<br />

miembros <strong>de</strong> su cuerpo son suyos propios , y pue<strong>de</strong> hacer con ellos<br />

lo que se le antoje; pero el caballo y la armadura son <strong>de</strong>... ¡Santo<br />

Jacob! ¿qué iba yo á <strong>de</strong>cir? Con todo eso, es un gallardo mancebo<br />

Mira, Rebeca , ahora va á pelear con el filisteo. Pí<strong>de</strong>le á Dios que<br />

le saque con bien , y también al caballo y á la armadura. ¡Dios di­<br />

luís padres! esclamó <strong>de</strong> pronto... ganó, y el incircuuciso filisteo ha<br />

cedido al empuje <strong>de</strong> su lanza, como Og rey <strong>de</strong> Bashan, y Sihonrev<br />

<strong>de</strong> los Amoritas cayeron bajo la espada <strong>de</strong> nuestros padres. Segu<br />

ramente son suyos los <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong>l vencido : el oro y la plata, y ff.<br />

caballo, y la armadura <strong>de</strong> acero y <strong>de</strong> bronce.»<br />

Con la misma ansiedad estuvo observando el buen judío todos lo><br />

otros lances <strong>de</strong>l torneo, sin <strong>de</strong>sperdiciar ocasión <strong>de</strong> calcular la gs -<br />

nancia que podia sacar el Desheredado <strong>de</strong> cada combate en que sa<br />

lia victorioso. Así que, como hemos visto, también los espectadores<br />

situados <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l balcón enfrente <strong>de</strong>l cual se había parado , m<br />

mostraron interesados en su suerte.<br />

Sea in<strong>de</strong>cisión , sea cualquier otro motivo <strong>de</strong> duda, el campeou<br />

se mantuvo inmóvil por espacio <strong>de</strong> mas <strong>de</strong> un minuto, en tanh<br />

que las miradas <strong>de</strong> los silenciosos espectadores estaban clavadas en<br />

su persona. En seguida se a<strong>de</strong>lantó respetuosa y pausadamente<br />

hacia el balcón , y puso la corona que llevaba en la punta <strong>de</strong> la<br />

lanza á los pies <strong>de</strong> lady Rowena. Al instante tocaron las trompetas.,<br />

y los heraldos proclamaron á la hermosa sajona Reina <strong>de</strong> la her­<br />

mosura y <strong>de</strong>l amor para la fiesta <strong>de</strong>l siguiente día, amenazando<br />

con graves penas á los que se mostrasen rebel<strong>de</strong>s á su autoridad.<br />

Repitieron <strong>de</strong>spués los gritos <strong>de</strong> largueza, largueza; & que respon­<br />

dió Cedric lleno <strong>de</strong> orgullo y satisfacción, esparciendo profusa­<br />

mente monedas <strong>de</strong> oro y plata. Athelstane hizo lo mismo, aunque<br />

tardó algún tiempo en <strong>de</strong>cidirse.


84 IVANIIOE.<br />

El triunfo <strong>de</strong> la hermosa Rowena suscitó algunos murmullos en­<br />

tre las damas <strong>de</strong> las familias normandas; las cuales estaban tan<br />

poco acostumbradas á verse pospuestas á las sajonas , como los<br />

nobles <strong>de</strong> la misma <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia á quedar vencidos en los ejerci­<br />

cios caballerescos que ellos mismos habían introducido. Pero estas<br />

señales <strong>de</strong> <strong>de</strong>scontento cedieron á los gritos populares <strong>de</strong> «;Yiva<br />

lady Rovrena , reina legítima <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la, belleza ! •> Algunos<br />

espectadores gritaban a<strong>de</strong>más: «¡Vivan los Príncq.tos sajones!<br />

jviva la familia <strong>de</strong>l inmortal Alfredo!»<br />

Por muy <strong>de</strong>sagradables que fuesen estas aclamaciones á los oídos<br />

<strong>de</strong>l príncipe Juan y <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>aban, le fué preciso confirmar<br />

el nombramiento <strong>de</strong>l vencedor; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo cual montó á caba­<br />

llo , y acompañado por sus cortesanos volvió á entrar en el palen­<br />

que. El Príncipe'se <strong>de</strong>tuvo al pié <strong>de</strong> la galería en que estaba lady<br />

Alicia, á quien dirigió algunos cumplimientos y galanterías: y<br />

volviéndose á su comitiva : «Por el Santo <strong>de</strong> mi nombre , dijo, que<br />

si las hazañas <strong>de</strong>l caballero prueban que es hombre <strong>de</strong> puños , su<br />

elección <strong>de</strong>muestra que tiene los ojos llenos <strong>de</strong> telarañas.»<br />

En esta ocasión , como durante todo el curso do su vida, Juan<br />

tuvo la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconocer enteramente el carácter <strong>de</strong> las per­<br />

sonas cuyo afecto quería granjearse. Wal<strong>de</strong>mar Eitzurse se resin­<br />

tió amargamente <strong>de</strong> la franqueza con qixe el Príncipe mani­<br />

festaba su opinión acerca <strong>de</strong>l <strong>de</strong>saire que babia recibido lady<br />

Alicia.<br />

A IS'o hay , dijo , <strong>de</strong>recho mas precioso ni mas inviolable en la<br />

caballería , que el que cada caballero tiene <strong>de</strong> fijar sus pensamien­<br />

tos en la dama que ha cautivado su corazón. Mi hija no tiene pri­<br />

vilegio alguno <strong>de</strong> que las otras no disfruten , y en su gerarquía y<br />

esfera nunca le faltarán los homenajes que le son <strong>de</strong>bidos. »<br />

El Príncipe no respondió á esta indirecta reconvención ; sino que<br />

apretó espuelas al caballo , como para ocultar su bochorno, y se<br />

puso <strong>de</strong> un salto al pié <strong>de</strong> la galería en que estaba lady Rowena,<br />

con ¡a corona á los pies, como el campeón la habia<strong>de</strong>jado.<br />

« Recibid, dijo, hermosa dama, el emblema <strong>de</strong> vuestra sobera­<br />

nía , que nadie mas sinceramente que yo reverencia y acata ; y si<br />

tenéis & bien honrar el banquete <strong>de</strong> hoy en el castillo <strong>de</strong> Asbby,<br />

•en compañía <strong>de</strong> vuestro noble padre y amigos, conoceremos <strong>de</strong><br />

cerca á la soberana á quien <strong>de</strong>dicaremos mañana nuestros ser­<br />

vicios. »


CAPÍTULO IX, 85<br />

Uowena no <strong>de</strong>splegó los labios. Gedric respondió por ella en lengua<br />

sajona.<br />

— Lady Rowena, dijo , no posee el idioma en que <strong>de</strong>biera respon<strong>de</strong>r<br />

á, vuestra cortesía y presentarse dignamente al banquete en<br />

que os dignáis convidarla. El noble Athelstane <strong>de</strong> Coningsburg y<br />

yo no hablamos tampoco otra lengua que la <strong>de</strong> nuestros padres.<br />

Por tanto, nos es imposible aceptar vuestro favor. Mañana lady<br />

h'owena ocupará el puesto á que ha sido llamada por la libre elección<br />

<strong>de</strong>! caballero vencedor, que las aclamaciones <strong>de</strong>l pueblo han<br />

confirmado. »<br />

Dicho esto tomó la dia<strong>de</strong>ma , y la puso sobre la cabeza <strong>de</strong> Rowena<br />

, en señal <strong>de</strong> aceptar la autoridad que se le había conferido.<br />


1VANH0E.<br />

Quiero ver como se portan los mejores tiradores <strong>de</strong>l pais ; y cuenta<br />

que los hay buenos.<br />

— Veremos , dijo Juan á los suyos, como se porta él mismo ; y<br />

eara le ha <strong>de</strong> costar la función si su habilidad no es bastante á re­<br />

parar los yerros <strong>de</strong> su insolencia.<br />

— Ya es tiempo, dijo Bracy, <strong>de</strong> hacer un ejemplar con estos vi­<br />

llanos : á ver si escarmientan »<br />

Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse , que probablemente conocia cuanto aumen­<br />

taban estas impru<strong>de</strong>ncias el <strong>de</strong>safecto con que los ingleses miraban<br />

al hermano <strong>de</strong> Bicardo , se encogió <strong>de</strong> hombros y guardó silencio.<br />

SI Príncipe continuó su retirada, y entonces fué general la disper­<br />

sión <strong>de</strong> la muchedumbre.<br />

Los espectadores cruzaban la llanura en cuadrillas mas ó menos<br />

oumerosas y por diferentes caminos, según los puntos á que se<br />

en<strong>de</strong>rezaban. La mayor parte se dirigía á Ashby: pues muchos <strong>de</strong><br />

tos distinguidos personajes que habían concurrido al torneo esta­<br />

ban alojados en el castillo, y otros en las casas <strong>de</strong> los principales<br />

sugetos <strong>de</strong> la ciudad. A esta clase pertenecían gran número <strong>de</strong> los<br />

caballeros que habían tomado parte en el combato <strong>de</strong> aquel dia , y<br />

«tros <strong>de</strong> los que se disponían á pelear en el siguiente ; los cuales se<br />

retiraban hablando <strong>de</strong> las ocurrencias <strong>de</strong>l torneo, y eran saludados<br />

con gran<strong>de</strong>s aclamaciones por el pueblo. También recibió muchos<br />

Víctores el príncipe Juan , menos por !a popularidad <strong>de</strong> que go­<br />

zaba, que por el esplendor y magnificencia <strong>de</strong> su acompaña­<br />

miento.<br />

Mas sinceros", mas generales y mas bien merecidos eran los<br />

aplausos que se prodigaban por todas partes al caballero vencedor,<br />

hasta que ansioso <strong>de</strong> evitar las miradas <strong>de</strong>l público , entró en uno<br />

te los pabellones colocados á la estremidad <strong>de</strong> la palestra., cuyo<br />

aso le habia sido ofrecido cortesmente por los maestres <strong>de</strong>l campo.<br />

Entonces se retiraron los curiosos que se habían reunido en torno<br />

<strong>de</strong> la tienda con el objeto <strong>de</strong> examinarlo <strong>de</strong> cerca 3' formar conje­<br />

turas acerca do quien podría ser tan misterioso personaje.<br />

Al rumor y alboroto <strong>de</strong> aquel vasto concurso <strong>de</strong> gentes, reunidas<br />

en un solo punto y agitadas por los interesantes lances y sucesos<br />

le que habían sido testigos, sucedió el distante y confuso mur­<br />

mullo <strong>de</strong> las cuadrillas que por todas partes se alejaban ; y á este,<br />

un profundo silencio , interrumpido tan solo por los operarios que<br />

recogíanlas alfombra? y cojines <strong>de</strong> los tablados, y que partían


CAPÍTULO X. tf)<br />

entre si los restos <strong>de</strong>l vino , <strong>de</strong> los manjares y refrescos, <strong>de</strong> que se<br />

habían provisto los espectadores.<br />

A. cierta distancia <strong>de</strong> las barreras se habían erigido algunas fra­<br />

guas , y al anochecer empezó á oírse el marfil leteo <strong>de</strong> los armeros,<br />

que pasaron la noche reparando y componiendo las diferentes pie­<br />

zas <strong>de</strong> armadura que <strong>de</strong>bían servir en los encuentros <strong>de</strong>l siguiente<br />

dia.<br />

Un fuerte <strong>de</strong>stacamento <strong>de</strong> guardias , que se relevaba <strong>de</strong> dos en<br />

ríos horas , se mantuvo toda la noche custodiando la escena <strong>de</strong>l<br />

•orábate.<br />

CAPITULO X.<br />

Apenas hubo entrado el caballero Desheredado en la tienda que<br />

se le había dispuesto, cuando se le presentaron gan número <strong>de</strong> pajes<br />

y escu<strong>de</strong>ros ofreciéndole sus servicios, nuevo surtido <strong>de</strong> armadura<br />

si la necesitaba, y todo lo preciso para tomar un baño. Quizás<br />

• •ra la curiosidad el aguijón <strong>de</strong>l zelo que manifestaron en esta ocasión,<br />

pues tocios <strong>de</strong>seaban saber quién era el caballero que tan honrosos<br />

triunfos habia conseguido, y que ni siquiera se habia alzado<br />

la visera ni pronunciado su nombre. Empero quedó poco satisfecha<br />

su hazañera oficiosidad. El caballero Desheredado rehusó toda<br />

!a asistencia que se le ofrecía, y se contentó con la <strong>de</strong> su escu<strong>de</strong>ro<br />

ó mas bien mozo <strong>de</strong> espuela, hombre <strong>de</strong> rústico y ordinario aspecto,<br />

cpie envuelto en una capa <strong>de</strong> color oscuro, y cubierta la cabeza<br />

y gran parte <strong>de</strong>l rostro con un gorro <strong>de</strong> pieles negras á la normanda<br />

, parecía <strong>de</strong>scoso <strong>de</strong> permanecer incógnito como el dueño á<br />

quien servia. Cuando todos los estraños salieron <strong>de</strong> la tienda , el<br />

criado aligeró á su señor <strong>de</strong> las piezas mas pesadas <strong>de</strong> la armadura,<br />

y le présenlo algunos manjares y vino, <strong>de</strong> que tenia gran necesidad<br />

<strong>de</strong>spués do tanta fatiga y esfuerzos.<br />

Apenas habia acabado <strong>de</strong> tomar aquel refrigerio cuando el servílar<br />

le dio parte <strong>de</strong> que cinco hombres, cada uno <strong>de</strong> los cuales traía<br />

<strong>de</strong>l diestro un caballo, pedían licencia <strong>de</strong> hablarle. El caballero Des -<br />

heredado se habia <strong>de</strong>sarmado completamente, y vestido la sobre-<br />

• «'«ta <strong>de</strong> que usaban en casa los sugetos <strong>de</strong> su condición, liste ro-


88 ITANHOK.<br />

paje tenia una capucha que podia cuhrir toda la cabeza en caso necesario,<br />

y que ocultaba las facciones <strong>de</strong>l rostro, como la visera <strong>de</strong><br />

un morrión; pero iba ya entrando la noche, y fué, inútil este disfraz,<br />

á menos que le conocieran muy familiarmente las personas que<br />

<strong>de</strong>seaban hablarle.<br />

El caballero Desheredado se acercó ala entrada <strong>de</strong> la tienda,y encontró<br />

en ella á los escu<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> los mantenedores <strong>de</strong>l torneo, ái<br />

quienes conoció fácilmente por las libreas pardas y negras que vestían.<br />

Cada uno llevaba <strong>de</strong>l diestro el caballo <strong>de</strong> su señor, con laar<br />

madura <strong>de</strong> que se había servido en el combate.<br />

«Según las leyes <strong>de</strong> la caballería, dijo el primero, yo, Balduino <strong>de</strong><br />

Oyley, escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l temible caballero Brian <strong>de</strong> Bois­Guilbert, os<br />

presento á vos que os apellidáis el caballero Desheredado, el caballo<br />

y la armadura que han servido al dicho Brian <strong>de</strong> Bois­Guilbert<br />

en el paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> este dia, <strong>de</strong>jando á vuestro arbitrio el retener<br />

ó el rescatar estas prendas, según vuestro noble ánimo os le<br />

dicte; porque tal es la ley <strong>de</strong> las armas.»<br />

Los otros escu<strong>de</strong>ros repitieron la misma fórmula, sin otra alteración<br />

que la <strong>de</strong> los nombres <strong>de</strong> sus dueños respectivos , y aguardaron<br />

la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong>l caballero Desheredado.<br />

« A vosotros cuatro, dijo el vencedor encarándose con los cuatfí.<br />

últimos que habían hablado, y á vuestros nobles y valientes señores,<br />

digo en general que me encomiendo á su estimación, y que no<br />

es mi ánimo privarles <strong>de</strong> sus armas y caballos, los cuales nunca podrán<br />

tener dueños que con ellos puedan competir en <strong>de</strong>streza y valor.<br />

Quisiera terminar aquí mimensaje; pero siendo en verdad. Des<br />

heredado, como mi nombre lo dice , me veo ел la necesidad <strong>de</strong> suplicarles<br />

rescaten las armaduras . en la manera que les dicte su<br />

cortesía; pues apenas puedo <strong>de</strong>cir que es mia la que me ha servid',<br />

en el torneo.<br />

—Estamos autorizados, dijo el escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>lieginaldo Frente­<strong>de</strong><br />

buey, á ofrecer cada uno cien cequines en rescate <strong>de</strong> estos caballos<br />

y armaduras.<br />

La mitad <strong>de</strong> la suma, respondió el caballero Desheredado, basta<br />

á satisfacer las necesida<strong>de</strong>s que en la actualidad me aprietan. Le<br />

otra mitad será dividida en dos partes: una para vosotros , señores<br />

escu<strong>de</strong>ros, y la otra para los heraldos , músicos y <strong>de</strong>más asistentes<br />

<strong>de</strong>l torneo.»<br />

Los escu<strong>de</strong>ros, con gorra en mano, hicieron una profunda rev


CAPÍTULO x. 89<br />

reacia, y manifestaron su gratitud por aquella cortesía y generosidad,<br />

nada común entre los campeones, ó á lo menos pocas veces<br />

practicada con tanta profusión. El Desheredado se dirigió entonces<br />

á Bulduino, escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert. «De vuestro<br />

amo, le dijo, no acepto armas ni rescate. Decidle en mi nombre que<br />

no ha terminado nuestro combate, ni terminará hasta que hayamos<br />

peleado con espada y lanza, á caballo y á pié. A esta mortal pelea<br />

me ha <strong>de</strong>safiado él mismo , y yo no he olvidado el reto. Ai mismo<br />

licaipo le diréis que con él no obraré, como con los otros mantenedores<br />

, en términos corteses ; sino como con un hombre á quien<br />

mortalmen te aborrezco.<br />

—Mi amo, respondió Balbuino, sabe respon<strong>de</strong>rá los baldones, ó<br />

las estocadas y á las cortesías. Puesto que <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñáis aceptar <strong>de</strong> su<br />

parte el rescate que <strong>de</strong> los otros caballeros habéis exigido, aquí <strong>de</strong><br />

jo el caballo que nunca montará, y la armadura que nunca vestirá<br />

lirian <strong>de</strong> Bois-íluilbert.<br />

—Bien habéis hablado, buen escu<strong>de</strong>ro, dijo el Desheredado, bien<br />

y dignamente, y como correspon<strong>de</strong> al que habla en nombre <strong>de</strong> su<br />

dueño ausenle. No <strong>de</strong>jéis sin embargo aquí el caballo ni la armadura.<br />

Restituid ambas prendas á vuestro señor, y si se niega á recibirlas<br />

, conservadlas para, vuestro uso, buen amigo. Puesto que<br />

están á mi disposición, os las doy do mi plena y libre voluntad.)'<br />

Balduino hizo una reverencia, y se retiró con sus compañeros; y<br />

el caballero Desheredado volvió á entrar en el pahellon.<br />

«A lo menos, dijo hablando con su asistente ; á lo menos, amigo<br />

fúirth, no habrá quien diga que el honor <strong>de</strong> las armas inglesas ha<br />

sufrido, menoscabo alguno por mi causa.<br />

-A yo, respondió (lurtli. no por ser un porquerizo sajón, he re -<br />

presentado mal el papel <strong>de</strong> escu<strong>de</strong>ro normando.<br />

—Sí, dijo el caballero, pero temblando estaba yo <strong>de</strong> que <strong>de</strong>scubriesen<br />

tu aspecto rústico y tu continente <strong>de</strong>saliñado.<br />

— Imposible, dijo (¡urth. El único <strong>de</strong> quien <strong>de</strong>bo recolar es <strong>de</strong> mi<br />

compañero Wamba el bufón ; aunque á la hora estaño sé <strong>de</strong>cir si<br />

en él domina mas la astucia que la locura; pero apenas pu<strong>de</strong> contener<br />

la carcajada cuando pasó tan cerca <strong>de</strong> mí el amo pensando<br />

quizás que üurth estaba guardando sus berra'cos á muchas millas<br />

<strong>de</strong> aquí , en medio do los fangales y espesuras <strong>de</strong> Kotherwood. Si<br />

llegan á conocerme...<br />

—No importa, dijo el Desheredado : ya sabes lo ofrecido.


1íO IVANHOE.<br />

—Eso es lo <strong>de</strong> menos, dijo Gurth, que yo nunca <strong>de</strong>jo á mis ami­<br />

gos por guardar la persona. Tengo el pellejo duro, y así aguanta<br />

el látigo como el <strong>de</strong>l mas robusto animal <strong>de</strong> mi manada.<br />

—Confia en mi palabra, y ten entendido que sabré galardonar el<br />

riesgo que por mí corres, dijo el caballero: y por ahora toma esas<br />

diez piezas <strong>de</strong> oro.<br />

—Jamás, dijo Gurth poniendo el dinero en el bolsillo, jamás hubo<br />

porquerizo ni mayoral mas rico que yo lo soy ahora.<br />

—Lleva esta sortija <strong>de</strong> oro á la ciudad , continuó el caballero,<br />

busca á Isaac <strong>de</strong> York, y dile que se pague el caballo y las armas<br />

que por su crédito he obtenido.<br />

—Eso no, por san Dunstan, dijo Gurth.<br />

—¡Como, bollacol esclamó el caballero. ¿Te niegas á obe<strong>de</strong>cer mis<br />

mandatos?<br />

—Los obe<strong>de</strong>ceré, dijo Gurth, en tanto que sean justos , sensatos<br />

y cristianos ; mas esto no lo es. Dejar que un judío se pague por<br />

*us manos seria injusto, porque perjudicaría los intereses <strong>de</strong> mi<br />

amo; insensato, porque es acción <strong>de</strong> necios y <strong>de</strong>sacordados : an-<br />

ti-cristiano, porque seria <strong>de</strong>spojar al fiel para enriquecer al infiel:<br />

con que mandad otra cosa en que pueda serviros.<br />

—Págale lo que sea justo, dijo el caballero.<br />

—Así lo haré , dijo Gurth , tomando la sortija : y añadió entre<br />

dientes : « Lo justo será la mitad <strong>de</strong> loque pida.» Con esto salió <strong>de</strong><br />

la tienda, <strong>de</strong>jando á su amo entregado ásus cavilaciones, las cua­<br />

les, por razones particulares que no nos es dado comunicar ahora<br />

i nuestros lectores, eran extraordinariamente penosas , turbulen­<br />

tas y amargas.<br />

Mu<strong>de</strong>mos ahora <strong>de</strong> escena , y pasemos á los muros <strong>de</strong> Asbby, ó<br />

mas bien, á una casa <strong>de</strong> campo <strong>de</strong> sus cercanías , perteneciente á<br />

un po<strong>de</strong>roso israelita, y en la cual se habían alojado Isaac <strong>de</strong> York,<br />

su hija y sus criados. Todo el mundo sabe que los judíos son tan<br />

francos y generosos en dar hospitalidad á los <strong>de</strong> su creencia y na­<br />

ción, como opuestos á conce<strong>de</strong>r la misma gracia á los estraños.<br />

En un aposento <strong>de</strong> estrechas, dimensiones, pero magníficamente<br />

adornado con muebles <strong>de</strong>l gusto oriental, Rebeca estaba reclinada<br />

sobre un montón <strong>de</strong> cojines primorosamente bordados , los cuales<br />

servían <strong>de</strong> sillones y canapés , y guarnecían una plataforma poco<br />

elevada, que daba vuelta al cuarto, á guisa <strong>de</strong> los estrados que usa­<br />

ban en otros siglos los españoles. No se apartaban sus ojos ansio-


CAPÍTULO X. 01<br />

sos y llenos <strong>de</strong> afecto filial, <strong>de</strong> los movimientos <strong>de</strong> su padre, ei cual<br />

6e paseaba con ánimo abatido y con pasos <strong>de</strong>siguales é irresolutos,<br />

"ra alzaba las manos al Cielo, ora fijaba sus miradas en el sue­<br />

lo, como si le aquejase la mas horrible tribulación. «¡ Oh Jacob!<br />

esclamaba: ¡ oh vosotros doce santos Patriarcas <strong>de</strong> las tribus! ¡Que<br />

<strong>de</strong>sventura es esta para uno que observa hasta los ápices la ley <strong>de</strong><br />

Moisés!; Cincuenta cequines arrebatados <strong>de</strong> un golpe, y por ios<br />

garfios <strong>de</strong> un tirano !<br />

—Pero, padre, dijo Rebeca, ye creí que dabais el dinero al Prin­<br />

cipe <strong>de</strong> buena gana.<br />

—¡De buena gana ! gritó el judio: la peste <strong>de</strong> Egipto le confun­<br />

da. ¡ De buena gana! Sí: como cuando en el golfo <strong>de</strong> León, soplan­<br />

do una rabiosa tempestad, arrojé al mar las mercancías , vistiendo<br />

sus embravecidas olas <strong>de</strong> las mejores sedas <strong>de</strong>l Oriente, prefliman­<br />

do sus saladas espumas con mirra y aloes, y adornando sos hon­<br />

das cavernas con oro y plata labrada: ¿no fué aquél uno <strong>de</strong> los<br />

trances mas terribles <strong>de</strong> mi vida? ¿No fueron mis propias manos las<br />

que hicieron el sacrificio, porque era preciso aligerar la nave?<br />

— Fué para salvarnos la vida, dijo Rebeca; y el Dios <strong>de</strong> nuestros<br />

«adres ha echado su santa bendición á todas vuestras empresas y<br />

especulaciones.<br />

— ¿ Y <strong>de</strong> qué sirve? respondió el angustiado Isaac; ¿<strong>de</strong> qué sirvo<br />

todo eso, si el tirano se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> lo que es mió, como lo ha hecho<br />

hoy, y me obliga á reir mientras me roba ? ¡ Oh hija mia ! Deshere­<br />

dados y vagabundos somos; pero el peor <strong>de</strong> los males que nos ato­<br />

sigan es que en tanto que nos <strong>de</strong>snudan y nos roban y nos saquean,<br />

todo el mundo se alegra y aplau<strong>de</strong>, y el único recurso que nos que­<br />

da es aguantar y sonreír cuando <strong>de</strong>biéramos vengarnos.<br />

— No penséis en eso, padre mió, dijo Rebeca. Nuestra condiciou<br />

no <strong>de</strong>jado tener sus ventajas. Esos gentiles , tan opresores y crue­<br />

les, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los dispersos hijos <strong>de</strong> Sion, á quienes <strong>de</strong>sprecian y<br />

persiguen. Sin el socorro <strong>de</strong> los hebreos , ni pue<strong>de</strong>n mantener sus<br />

huestes en la guerra, ni celebrar sus triunfos en la paz. El dinero<br />

que se les presta vuelve con gran<strong>de</strong>s aumentos á nuestros cofres.<br />

Somos como la yerba: mientras mas hollada, mas lozana y florida.<br />

¿Qué hubiera sido <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> hoy , si el <strong>de</strong>spreciado judío le.*<br />

hubiera suministrado las sumas necesarias?<br />

— Hija , otro asunto has tocado, dijo Isaac, que me atraviesa el<br />

corazón <strong>de</strong> parte á parte. El hermoso caballo y la rica armadura....


92 IVANHOE.<br />

¡negocio perdido!... El solo se traga todos los provechos <strong>de</strong> la semana....<br />

y con todo eso, quizás acabará mejor que yo pienso, porque<br />

el mancebo me parece honrado.<br />

—Seguro que lo es, respondió la doncella , y no os arrepentiréis<br />

do haberle manifestado vuestra gratitud por el favor que os hizo.<br />

— Así lo espero, dijo Isaac, y también espero en la reedificación<br />

dcíerusalen. Pero <strong>de</strong>l mismo modo que los ojos <strong>de</strong> mi cara han <strong>de</strong><br />

ver los cimientos y los muros <strong>de</strong>l nuevo templo, verán á un cristiano,<br />

aunque sea el mejor <strong>de</strong> ellos, pagar sus <strong>de</strong>udas á un judío,<br />

salvo con la intervención <strong>de</strong>l juez y <strong>de</strong>l carcelero.»<br />

Al <strong>de</strong>cir estas razones, continuó el paseo con el mismo abatimiento<br />

que antes, Rebeca, viendo que todo lo que <strong>de</strong>cía para consolarle solo<br />

servia para suscitar nuevos motivos <strong>de</strong> pesadumbre , <strong>de</strong>sistió discretamente<br />

<strong>de</strong> su inútil empeño: conducta pru<strong>de</strong>ntísima que nosotros<br />

recomendamos á todos los que en semejantes casos la quieran<br />

echar <strong>de</strong> consejeros.<br />

Acercábanse ya las pardas sombras <strong>de</strong> la noche, cuando una criada<br />

israelita entró cu el aposento y puso sobre la mesa dos lámparas<br />

<strong>de</strong> plata llenas <strong>de</strong> aceite perfumado; otro sirviente colocó sobre un<br />

mueble <strong>de</strong> ébano guarnecido <strong>de</strong> plata los vinos mas esquisitos y los<br />

manjares mas <strong>de</strong>licados : porque en lo interior <strong>de</strong> sus casas los judíos<br />

no escaseaban las comodida<strong>de</strong>s y finuras <strong>de</strong>l lujo mas suntuoso.<br />

En seguida vinieron á <strong>de</strong>cir á Isaac que <strong>de</strong>seaba hablarle un<br />

nazareno, nombre que daban entre sí á los cristianos. El que vive<br />

<strong>de</strong>l tráfico <strong>de</strong>be estar á disposición <strong>de</strong>l primero que llega. Isaac<br />

volvió á poner sobre la mesa el vaso <strong>de</strong> vino que había llevado á los<br />

labios, y <strong>de</strong>que aun no había probado gota, y mandando á su hija<br />

que so cubriese con. el velo, dio or<strong>de</strong>n que el forastero pasase a<strong>de</strong>lante.<br />

Apenas había ocultado Hebcca sus hermosas facciones bajo un<br />

<strong>de</strong>licadísimo tejido do plata que le llegaba hasta los píes , se abrió<br />

la puerta y entró Gurth embozado en los anchos pliegues <strong>de</strong> su capa<br />

normanda. Su aspecto era realmente sospechoso, y lo pareció<br />

mucho mas cuando en lugar <strong>de</strong> quitarse la gorra se la encasquetó<br />

hasta las cejas.<br />

«¿Eres lú Isaac el judío do York? preguntó Gurth en .sajón.<br />

—Sí, respondió Isaac en la misma lengua, porque sus continuos<br />

negocios le habían obligado á apren<strong>de</strong>r todas las que se hablaban<br />

entonces en Inglaterra. ¿Y tuquien eres?


— Nada te importa, respondió Gurth.<br />

CAPÍTULO X. 93<br />

— Tanto como á lí saber quien soy yo, dijo Isaac; porque ;.<strong>de</strong> qué<br />

sirve hablar, si no sé con quién hablo?<br />

— De mucho, respondió Gurth : yo vengo á traerte dinero, y por<br />

consiguiente <strong>de</strong>bo saber á quién se lo entrego : tú vas á recibirlo, y<br />

<strong>de</strong> nada te aprovecha saber quién te lo da.<br />

— Oh! esclamó el hebreo. ¿A traer dinero vienes? ; Santo padre<br />

Abraham! Kso es otra cosa. ¿Y quién es el hombre <strong>de</strong> bien que fe<br />

en via?<br />

— til caballero Desheredado, vencedor en el torneo <strong>de</strong> hoy , res­<br />

pondió el porquerizo. Vengo á pagarte el valor <strong>de</strong> la armadura que<br />

le franqueó Kirgath Jairam <strong>de</strong> Leicester en virtud <strong>de</strong> tu recomen­<br />

dación. El caballo está ya en tu establo, y ahora es menester que<br />

me digas cuanto vale la armadura.<br />

—; Bien <strong>de</strong>cía yo, repuso Isaac, que era un escelente joven! No tu<br />

hará daño una copa <strong>de</strong> vino, dijo entregando al porquerizo una copa<br />

llena <strong>de</strong> un licor cual jamás habían tocado sus labios. ¿ Y cuánto<br />

dinero tienes en tu po<strong>de</strong>r?<br />

— ; Virgen santa! esclamó Gurth <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber apurado la<br />

oopa y limpiádose los labios con el revés <strong>de</strong> ¡a mano. ; Que néctar<br />

beben estos perros, mientras nosotros pobres cristianos apenas po­<br />

<strong>de</strong>mos gustar una mala cerveza turbia como el lodo en que se en­<br />

fangan los marranos! ¿Cuánto dinero traigo ? continuó el porque­<br />

rizo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber terminado su enérgica esclamaeion. Poca,<br />

cosa; pero mas vale algo que nada ; y tú, Isaac, aunque judío, <strong>de</strong>­<br />

bes tener un poco <strong>de</strong> conciencia.<br />

•—Tu amo . dijo Isaac , ha ganado escelentes caballos y costosas<br />

armaduras con la fuerza <strong>de</strong> sus puños y <strong>de</strong> su lanza ; pero es hom­<br />

bre <strong>de</strong> bien, y yo me contentaré con todo lo que traes, y le perdono<br />

lo <strong>de</strong>más queme queda á <strong>de</strong>ber.<br />

— Mi amo, dijo Gurth, ha dispuesto do todos los <strong>de</strong>spojos que por<br />

ley <strong>de</strong>l torneo le correspondían.<br />

—; Que locura 1 dijo el judío, i Que <strong>de</strong>sacuerdo 1 No hay cristiano<br />

cuestas cercanías que pueda comprar tan ricas alhajas, ni judío<br />

que ofrezca por ellas la mitad que yo le hubiera ofrecido. Y tentan­<br />

do el saco que Gurth llevaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la capa : Lo menos, dijo,<br />

que tú trae^ aquí son cien cequines. ¡ Olí como pesa !<br />

— Qué ! dijo Gurth , si la mitad está llena <strong>de</strong> clavos para dardos<br />

<strong>de</strong> ballesta.


M IVANH0E.<br />

— Ochenta zequines, dijo el judío, es el último precio <strong>de</strong> la arma­<br />

dura, y no gano en ella el valor <strong>de</strong> un alfiler. ¿Los traes?<br />

—Escasamente , respondió Gurth, y eso <strong>de</strong>jando ó mi amo sin<br />

blanca en el bolsillo. Sin embargo, puesto que así lo quieres tendré<br />

paciencia.<br />

— Echa otro trago <strong>de</strong> vino, dijo el judío. Ochenta cequines es po­<br />

co dinero. ¿Y el interés <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> ayer ? A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que, el ca<br />

bailo pue<strong>de</strong> haber recibido algún menoscabo en el encuentro. ¡Ter­<br />

ribles choques hubo ! Lo mismo se embestían los homb res uno a<br />

otro, que los toros <strong>de</strong> Bashan. Es imposible que el caballo no haya<br />

sacado alguna avería.<br />

— Pues yo te digo , repuso Gurth , que el caballo tiene todos sus<br />

miembros sanos, y ahí está en tus pesebres que no me <strong>de</strong>jará<br />

mentir. Y" te digo , a<strong>de</strong>más, que setenta cequines es cuanto basta y<br />

sobra por la armadura ; y la palabra <strong>de</strong> un cristiano es tan buena<br />

como la <strong>de</strong> un judío. Si note contentas con setenta cequines , aña­<br />

dió sacudiendo el saco y haciendo sonar las piezas que contenia,<br />

me voy como me he venido.<br />

— Iso , no , dijo Isaac. Los ochenta , los ochenta. Échalos aquí. •<br />

verás como me porto contigo. »<br />

Gurth cedió , contó ochenta cequines sobre la mesa, y el judío<br />

le dio el recibo <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong> la armadura. Temblábanle las manos<br />

<strong>de</strong> alegría al repasar una á una las primeras setenta monedas. Con­<br />

tó las últimas diez pausada y <strong>de</strong>liberadamente , parándose en cada<br />

una, y pronunciando alguna frase á medida que caían en el bolsi­<br />

llo. Parecía epue su avaricia luchaba tenazmente con un sentimien­<br />

to opuesto, y que aquella le impulsaba á embolsar ¡oda la suma»<br />

en tanto que su generosidad le inclinaba á restituir una parte <strong>de</strong><br />

ella á su bienhechor.<br />

« Setenta y una .... <strong>de</strong>cia, tu amo es un buen muchacho. Setenta<br />

y dos gallardo mozo. Setenta y tres.... muy hombre <strong>de</strong> bien.<br />

Setenta y cuatro á este cequin le falta algo en el cordoncillo<br />

Setenta y cinco ¡qué ligero es este'. Setenta y seis Si tu amo<br />

necesita <strong>de</strong> algo, no tienes mas que acudir á Isaac <strong>de</strong> York. Se­<br />

tenta y siete se entien<strong>de</strong>, con buenas fianzas.» Aquí se <strong>de</strong>tuvo<br />

largo rato, y Gurth empezó á concebir algunas esperanzas <strong>de</strong> que<br />

las tres restantes no sufrirían la suerte <strong>de</strong> sus compañeras: mas el<br />

judío continuó su operación aritmética. Setenta y ocho buen.<br />

chico eres tú. Setenta y nueve y algo mereces por tu trabajo.»


CAl'ÍTTJLQ X. 95<br />

Detúvose otra vez y estuvo contemplando el último cequin con<br />

intención <strong>de</strong> dárselo al porquerizo. Lo pesó con la punta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>d,<br />

y lo echó á rodar sobre la mesa. La generosidad hubiera ganado la<br />

victoria si el sonido <strong>de</strong>l cequin hubiera sido algo sospechoso ó si<br />

le hubiera faltado un átomo <strong>de</strong> su peso. Pero por <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong><br />

Gurth , el retintín fué lleno y sonoro , el cuño nuevo, y pesaba un<br />

grano mas <strong>de</strong> la ley. Isaac no pudo <strong>de</strong>cidirse á tan duro sacrificio<br />

así que lo <strong>de</strong>jó caer en la bolsa fingiendo una distracción, y dicien­<br />

do: «((dienta: cuenta cabal, y espero que tu amo te haga un buen<br />

regalo. Apuesto, añadió tentando otra vez el saco ,á que todavía<br />

queda algo <strong>de</strong>ntro.<br />

— Otro tanto como lo (pie acabas <strong>de</strong> contar , respondió el por­<br />

querizo con una contorsión violenta que era en él anuncio <strong>de</strong> risa<br />

Dobló el recibo , lo puso en la copa <strong>de</strong> la gorra y añadió : « ¡Pese á<br />

tus barbas , esta va á ser hasta los topes 1 Y llenando la copa <strong>de</strong><br />

vino sin que el judío le convidase , se la ochó á pechos , y salió <strong>de</strong>'<br />

aposento sin darle las buenas noches.<br />

— iíebeca , dijo el judío , ese ismaelita sabe mas que yo. Sin em­<br />

bargo , su amo es un buen muchacho , y yo celebro mucho qu<<br />

haya ganado monedas <strong>de</strong> oro y plata con el vigor <strong>de</strong> su caballo v<br />

el empuje <strong>de</strong> su lanza , que como la do Goliat el filisteo sabe ma­<br />

nejar á guisa <strong>de</strong> lanza<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> tejedor. »<br />

Cuando volvió el rostro hacia su hija se encontró sin ella; porque<br />

Iíebeca , durante las contestaciones <strong>de</strong> su padre con el porquerizo<br />

, habia salido <strong>de</strong> puntillas <strong>de</strong>l aposento.<br />

Al mismo tiempo Gurth bajaba la escalera , y habiendo llegado<br />

al oscuro zaguán cuya salida procuraba encontrar á tientas , se le<br />

apareció <strong>de</strong> pronto una mujer toda vestida <strong>de</strong> blanco con una lám<br />

para <strong>de</strong> plata en la mano , la cual le hizo seña que entrase en un<br />

aposento inmediato. Gurth no se sintió muy dispuesto á aceptar ei<br />

convite. Pero aunque era áspero é impetuoso como jabalí cuando<br />

solo se trataba <strong>de</strong> resistir á fuerzas humanas, poseía todas las i<strong>de</strong>as<br />

supersticiosas acerca <strong>de</strong> duen<strong>de</strong>s , aparecidos, vestigios y almas en<br />

pena, que los sajones habian traído <strong>de</strong> las selvas <strong>de</strong> Alemania. Se<br />

acordó a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que los judíos, entre las odiosas calida<strong>de</strong>s que<br />

las i<strong>de</strong>as vulgares les atribuían , tenían la <strong>de</strong> ser nigromantes 3<br />

cabalistas. Se <strong>de</strong>tuvo algunos instautes , y resolviéndose por fin á<br />

obe<strong>de</strong>cer las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> la aparición, entró en el aposento que esta<br />

le habia indicado.


96 IVANHOK.<br />

«Mi padre ha estado chanceándose contigo, buen hombre, le dijo<br />

Rebeca. Los favores que <strong>de</strong>be á tu amo son diez veces <strong>de</strong> mas valor<br />

que el precio <strong>de</strong>l caballo y <strong>de</strong> la armadura; ¿ cuánto dinero le has,<br />

pagado en nombre <strong>de</strong> tu amo ?<br />

—Ochenta coquinas , respondió (ínrth no poco sorprendido al oír<br />

aquella pregunta.<br />

— Cien enquiñes hay en esta bolsa, dijo Rebeca, <strong>de</strong>vuelve á tu<br />

amo loque se le <strong>de</strong>be . y guárdate lo <strong>de</strong>más. Vete pronto , y no te<br />

<strong>de</strong>tengas á darme gracias; y ten cuidado como atraviesas las calles<br />

<strong>de</strong> la ciudad, que están llenas <strong>de</strong> gente, y don<strong>de</strong> fácilmente podrías<br />

per<strong>de</strong>r el dinero y la vida. Rubén, dijo dando una palmada, alumbra<br />

á ese forastero . y echa el cerrojo , y la tranca á la puerta. »<br />

Rubén , rpie era un judío moreno como un argelino, con una<br />

erecida barba negra como el azabache entró en el aposento con<br />

una antorcha en la mano , y echando á andar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l sajón<br />

abrió la puerta que conducía á uir patio empedrado , y á la extremidad<br />

<strong>de</strong> este , abrió otra que daba á la calle. Curth salió por esta<br />

y oyó el ruido <strong>de</strong> los caudados , ca<strong>de</strong>nas y cerrojos que Rubén aseguraba<br />

, y que hubieran podido guardar un calabozo.<br />

« ¡ Por san Dunstan ! dijo (¡urth cuando se vio fuera <strong>de</strong> la casa,<br />

que esta no es judía sino ángel bajado <strong>de</strong>l cielo. ¡ Diez cequines<br />

<strong>de</strong>l señorito, y veinte <strong>de</strong> esta perla <strong>de</strong> Síon ! ¡oh cien veces venturoso<br />

dia '. Con otro igual, tengo lo bastante para romper la dura<br />

ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> la servidumbre , y quedar tan libre <strong>de</strong>l vasallaje como<br />

el que mas. (¡urth , ánimo, que pronto trocarás el cuerno y bel garrote<br />

<strong>de</strong>l porquerizo por la espada y el escudo, y seguirás á tu amo<br />

basta la muerte sin necesidad <strong>de</strong> ocultar tu rostro ni tu nombre. »<br />

CAPITULO XI.<br />

Aun no habían terminado las aventuras nocturnas <strong>de</strong> G urth.. Kl<br />

mismo llegó á sospechar que le suce<strong>de</strong>ría algún percance, cuando<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber pasado dos ó tres casas aisladas, que eran las úl­<br />

timas <strong>de</strong>l pueblo, se halló en una larga hondonada que servia <strong>de</strong><br />

camino, y cuyos fior<strong>de</strong>s estaban cubiertos <strong>de</strong> espesos matorrales,<br />

con algunas encinas que estendian sus ramas sobre la vereda. 1 i a-


CAPÍTULO XI. 97<br />

bia en esta profundos hoyos y barrancos, hechos por los carruajes<br />

que habían conducido al torneo todo el aparato y los utensilios necesarios<br />

en semejantes ocasiones, lira gran<strong>de</strong> a<strong>de</strong>más la oscuridad<br />

porque aunque la luna estaba fuera <strong>de</strong>l horizonte interceptaba su<br />

resplandor la áspera maleza que guarnecía por ambos lados el camino.<br />

Oíase á lo lejos el alegre rumor <strong>de</strong> los forasteros que pasaban la<br />

noche en el pueblo, interrumpido á veces por gran<strong>de</strong>s carcajadas<br />

<strong>de</strong> risa, y á veces por conciertos y cauciones. Toda esta algazara<br />

indicaba el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n que reinaba en la ciudad, y Gurth empezó á<br />

sentir gran<strong>de</strong>s recelos, al consi<strong>de</strong>rar el gran número <strong>de</strong> nobles que<br />

habían asistido á la tiesta, y que habían llevado consigo numeroso<br />

acompañamiento <strong>de</strong> criados insolentes y disolutos. «líazon tuvo la<br />

hebrea, <strong>de</strong>cía Gurth á sus solas, y algo diera yo por hallarme a!<br />

cabo <strong>de</strong> la jornada con la bolsa segura. Tales bandadas han acudido<br />

á Ashby, no diré ya <strong>de</strong> ladrones <strong>de</strong> profesión, sino <strong>de</strong> andantes<br />

caballeros, andantes escu<strong>de</strong>ros, andantes músicos, andantes bufones<br />

y andantes saltimbanquis, que un hombre con un bizante en<br />

el bolsillo correría gran peligro á estas horas en estas encrucijadas;<br />

cuanto y mas, un porquerizo sajón, con un saco lleno <strong>de</strong> zequines.<br />

¡Si á lo menos me viera libre <strong>de</strong> esta intrincada espesura para divisar<br />

<strong>de</strong> lejos al primer bicho viviente que se acercara!»<br />

Gurth, en virtud <strong>de</strong> estas reflexiones apretó el paso, á fin <strong>de</strong> llegar<br />

cuanto antes á la llanura en que terminaba aquella profunda<br />

vereda; mas no pudo conseguir lo que <strong>de</strong>seaba. Al llegar á un punto<br />

en que el monte era mas espeso y tortuoso, salieron do repente<br />

cuatro hombres, dos por ceda lado <strong>de</strong>l camino, y le echaron mano<br />

con tanta violencia, que aun cuando hubiera sido posible resistirles<br />

era ya <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> para hacerlo. ((Suelta lo que llevas, dijo<br />

uno do ellos; nosotros somos los libertadores <strong>de</strong> los oprimidos, y<br />

procuramos aliviar á cada cual <strong>de</strong>l peso que les abruma.<br />

—No me aligeraríais tan fácilmente si pudiera siquiera dar tres<br />

golpes en mi <strong>de</strong>fensa, dijo entre dientes el porquerizo, cuya intrepi<strong>de</strong>z<br />

no cedía tan fácilmente, ni aun á fuerzas superiores.<br />

—Lo veremos, dijo el bandido. Traed á ese bellaco, añadió habiendo<br />

con sus compañeros. "Parece que tiene gana <strong>de</strong> que se le<br />

rompa la cabeza, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r lo que tiene consigo. Lo sangraremos<br />

<strong>de</strong> dos \ enas a la vez.»<br />

Gurth fué conducido no con muy corteses modales al bor<strong>de</strong> iz-<br />

7


ats IVANH0E.<br />

quierdo <strong>de</strong>l camino, don<strong>de</strong> era menos espeso el matorral que linda­<br />

ba con la llanura. De allí le condujeron á lo interior <strong>de</strong> la selva,<br />

lon<strong>de</strong> <strong>de</strong> pronto se halló en un espacio abierto é irregular, <strong>de</strong>snudo<br />

por consiguiente <strong>de</strong> árboles, y bañado por la claridad <strong>de</strong> la luna.<br />

VIH estaban otros dos hombres que sin duda pertenecían á la mis­<br />

ma cuadrilla. Todos llevaban espadas y garrotes cortos. Gurth ob­<br />

servó que llevaban máscaras, lo cual no <strong>de</strong>jaba la menor duda acer­<br />

ba <strong>de</strong> su profesión, aun cuando no hubieran sido tan claras sus pri­<br />

maras <strong>de</strong>mostraciones.<br />

>


CAPÍTULO XI. Vi*<br />

—¿Y tú como te llamas? preguntó el ladrón.<br />

—Toma! repuso Gurth. Eso seria <strong>de</strong>cir como se llama mi señor<br />

—Bien sabes la aguja <strong>de</strong> marear, dijo el preguntón. ¿ Y cómo ha<br />

adquirido el caballero esta suma? ¿ La ha heredado, ó por qué me­<br />

dios ha venido á sus manos ?<br />

—Por la fuerza <strong>de</strong> su lanza, dijo Gurth. Este dinero es <strong>de</strong>l resca­<br />

te <strong>de</strong> los cuatro caballos, y <strong>de</strong> las cuatro armaduras <strong>de</strong> los caballe­<br />

ros vencidos.<br />

—¿Cuantos cequines hay aquí <strong>de</strong>ntro?<br />

—Doscientos justos.<br />

—¡"No mas que doscientos 1 esclamó el bandolero. Liberabnen-<br />

te se ha portado tu amo con los mantenedores puesto que con<br />

tan gran friolera se ha contentado. ¿Quiénes son los caballeros qufl<br />

han pagado?»<br />

Gurth los nombró.<br />

«¡ Ah bribón! ¿Piensas que me has <strong>de</strong> engañar? ¿Dón<strong>de</strong> esta el<br />

rescate <strong>de</strong>l caballo y <strong>de</strong> la armadura <strong>de</strong>l caballero templario Brian<br />

<strong>de</strong> Bois-Guilbcrt?<br />

—Mi amo, respondió Gurth, no quiere nada <strong>de</strong>l Templario, salvo<br />

la sangre <strong>de</strong> sus venas. Los dos están <strong>de</strong>safiados á muerte, y nú<br />

pue<strong>de</strong> haber entre ellos cortesía.<br />

—¿De veras? dijo el ladrón; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber guardado silen­<br />

cio ai gun rato, ¿qué ibas á hacer al pueblo, continuó, con todo ese<br />

dinero en la bolsa?<br />

—Luí, respondió Gurth, á pagar al judío Isaac <strong>de</strong> Yorck el pre­<br />

cio <strong>de</strong> la armadura que ha prestado á mi amo para el torneo.<br />

—¿Y cuánto lo has pagado?<br />

—Pagué á Isaac ochenta cequines, y él me ha dado en cambio<br />

ciento.<br />

—Vaya, vaya, esclamaron todos los <strong>de</strong> la gavilla al mismo tiem­<br />

po. Este quiere divertirse á costa nuestra: ¡qué mentira!<br />

—Lo que os digo, repuso Gurth, es tan verdad como nos alumbra<br />

ahora la luna. I .os cien zequines que me <strong>de</strong>volvió el judío, están, en<br />

una bolsa <strong>de</strong> seda, aparte <strong>de</strong> la otra suma.<br />

—¡Hombre <strong>de</strong> Dios! dijo el capitán. Consi<strong>de</strong>ra que estás hablando<br />

ele un judío, <strong>de</strong> un israelita, tan incapaz <strong>de</strong> restituir el oro que en­<br />

tra en sus uñas, como el <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong> arrojar la copa <strong>de</strong> agua que el<br />

peregrino vierte sobre sus arenas.<br />

—No hay mas piedad en su corazón, dijo otro <strong>de</strong> los salteadores,


100 IVANHOE.<br />

que eu el déla mujer <strong>de</strong>l carcelero cuando no se le unta la mano<br />

—Lo dicho, dicho, repuso Gurth.<br />

—Venga una luz pronto, dijo el capitán. Examinemos el contenido<br />

<strong>de</strong>l saco; y si es cierto lo que ese hombre dice, la generosidad<br />

<strong>de</strong>l judío no es menos milagrosa que la fuente que apaciguó la sed<br />

<strong>de</strong> sus padres en el <strong>de</strong>sierto.»<br />

Inmediatamente trajeron una luz los ladrones, y pasaron al es<br />

crutinio <strong>de</strong>l saco. Todos ellos formaron un círculo, y aun los que<br />

tenían sujeto á Gurth le <strong>de</strong>jaron suelto, y fueron á alargar el cuello<br />

por cima <strong>de</strong> los que se habían echado al suelo, para observar<br />

mas <strong>de</strong> cerca la operación. Gurth tenia atados los brazos á la espal<br />

da; pero valiéndose <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scuido <strong>de</strong> los ladrones, hizo un gran esfuerzo,<br />

rompió la cuerda, y pudiera haberse escapado si hubiese'<br />

podido resolverse á abandonar el dinero <strong>de</strong> su amo. No eran tales<br />

sus intenciones. Loque hizo fué apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los garro<br />

tes cortos que habian <strong>de</strong>jado en el suelo, y darle, un terrible gripal<br />

capitán, que no Labia sospechado su <strong>de</strong>signio; y seguramente<br />

hubiera podido rescatar la bolsa, á no serían notable la superior:<br />

dad <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> sus contrarios, listos aseguraron <strong>de</strong> nuevo a 1<br />

pobre Gurth.<br />

Su arrojo escitó la indignación general <strong>de</strong> los ladrones, y sobriodo<br />

la <strong>de</strong>l capitán, en cuya frente se alzaba ya un voluminoso<br />

chichón, Pero en tiempos en que la prenda que mas se estima ellos<br />

hombres es el valor personal, cualquier acción intrépida y <strong>de</strong>nodada<br />

se perdona fácilmente, cualquiera que sea la intención qu<<br />

que la Laya dictado. Gurth recibió sendas injurias; y calmada iu<br />

efervescencia déla gavilla: «Pronto, dijo el capitán al porquerizo,<br />

sabrás la suerte que te aguarda. Hablemos primero <strong>de</strong> tu amo; por<br />

que los negocios <strong>de</strong>l paladín son antes que los <strong>de</strong>l escu<strong>de</strong>ro, segué<br />

las reglas <strong>de</strong> la caballería. Ten cuenta contigo entretanto, y si Lo<br />

ees el menor movimiento, pobre <strong>de</strong> tí. Camaradas, dijo hablan. :<br />

con los otros bandoleros: esta bolsa, está bordada con letras he<br />

breas, y ya voy creyendo cuanto el campesino nos La dicho acerca<br />

<strong>de</strong> la generosidad <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> Y orle. El caballero andante pasa<br />

rá libre <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos. Es <strong>de</strong> nuestra profesión, y entre sastres no .-•><br />

pagan hechuras. Los perros no <strong>de</strong>ben acometerse unos á otros, i, -<br />

hiendo zorras y lobos en el monte,<br />

—¡De nuestra profesión! gritó uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong> !a gavilla.<br />

—¿No es pobre y <strong>de</strong>sheredado como-o-: tres? cotinuo el capitfc'.


CAPÍTULO XI. 101<br />

-¿No gana, corno nosotros, el pan que come, con la punta <strong>de</strong> la espada?<br />

¿No lia echado al suelo á Frente-<strong>de</strong>-buey y á Malvoisin, como<br />

hiciéramos si pudiéramos? ¿No es enemigo <strong>de</strong>clarado <strong>de</strong>l templario.<br />

Brian <strong>de</strong> Bois-Guilber.t, á quien nosotros se la tenemos jurada? Y<br />

aunque todo esto no fuera así, ¿hemos <strong>de</strong>tener nosotros menos conciencia<br />

que un judío?<br />

—Vergüenza fuera en verdad, dijo uno <strong>de</strong> los ladrones, que hasta<br />

entonces no habia tomado la palabra: sin embargo, cuando yo<br />

estaba en la cuadrilla <strong>de</strong> Gan<strong>de</strong>lyn, no nos parábamos en tantos<br />

escrúpulos. ¿Y qué haremos <strong>de</strong> ese. insolente villano? ¿Hemos <strong>de</strong><br />

• tejarle ir con lo suyo?<br />

—No, dijo el capitán, si tú eres mas hombre que él. Aquí, bellaco,<br />

dijo encarándose con Gurth; ¿sabes manejar el palo (li?<br />

—Mejor pue<strong>de</strong>s respon<strong>de</strong>r á esa pregunta que yo , contestó<br />

Ourth.<br />

—En verdad, dijo el capitán, que no me ha sabido á almendras..<br />

Haz lo mismo con ese otro, y si vences, sales libre <strong>de</strong> nuestras ma-<br />

ZÍOS; sino... pero no haya miedo, que te tengo por hombre Capaz <strong>de</strong><br />

hacerme pagar tu rescate. Toma el garrote, molinero; dadle uno al<br />

sajón. Vamos á ver quien pue<strong>de</strong> mas.»<br />

j.os dos campeones, provistos <strong>de</strong> las armas correspondientes, se<br />

colocaron en medio <strong>de</strong> un espacio <strong>de</strong>scubierto, á fin <strong>de</strong> aprovecharse<br />

<strong>de</strong> la claridad <strong>de</strong> la luna. Los ladrones reían y gritaban á<br />

su compañero: «Molinero, cuidado con la tapa do los sesos.» El<br />

eeolinero agarró el palo por en medio, y agitándolo en circulo, ti<br />

manera <strong>de</strong>l golpe que en la esgrima se llama molinete: «Vamos, villano,<br />

dijo; empieza si te atreves. Ahora vas á ver lo que s»n los<br />

puños <strong>de</strong> un molinero.<br />

—Si eres molinero, dijo Gurth, imitando el juego <strong>de</strong> su contrario,<br />

eres dos veces ladrón: y yo como hombre <strong>de</strong> bien no tengo<br />

porqué temerte.»<br />

Dicho esto los dos campeones se acercaron uuo á otro, ,\ durante<br />

la primera parte <strong>de</strong> la lucha, <strong>de</strong>mostraron gran igualdad <strong>de</strong><br />

fuerza, <strong>de</strong> sangre fria y <strong>de</strong> <strong>de</strong>streza, <strong>de</strong>fendiéndose y atacando sucesivamente<br />

con lamas pronta agilidad, y produciendo un continuo<br />

golpeteo, que á cierta, distancia pareció, el <strong>de</strong> caletre • • seis animosos<br />

combatientes. Menos peligrosas y menos obsíin.-IE -, batallas<br />

:'*.. EI Kiaiajti ¿el pulo FUÉ un EJERKCIOHW; coma A aíitígutiioeuts EO luírlatcrra.


182 IVANHOB.<br />

han sido cantadas en versos heroicos por poetas <strong>de</strong> diferentes siglos<br />

y naciones; pero la <strong>de</strong> Gurth y el molinero no merecerá tan<br />

alto honor, por falta <strong>de</strong> poeta que haga justicia á sus hazañas. Sin<br />

embargo, aunque el arma que usaban aquellos adali<strong>de</strong>s no está<br />

»uy en moda en nuestros tiempos, haremos en prosa cuanto pulamos<br />

para conservar su fama y su memoria.<br />

Largo tiempo estuvieron midiendo sus fuerzas, sin que se notase<br />

rentaja alguna en favor do uno ó <strong>de</strong> otro: el Molinero empezó á<br />

iesmayar al ver la incontrastable resistencia <strong>de</strong> su contrario y la<br />

rechifla <strong>de</strong> sus compañeros, que, como suce<strong>de</strong> en semejantes ocasiones,<br />

se burlaban <strong>de</strong> los primeros anuncios <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota. El juego<br />

<strong>de</strong>l palo exige gran serenidad y compostura, y el pobre molinero<br />

se hallaba harto aturrullado y confuso. Gurth, que no perdía<br />

íon tanta facilidad su presensia <strong>de</strong> ánimo, se aprovechó <strong>de</strong> la flaqueza<br />

<strong>de</strong> Vi contrario, y ostentó su singular agilidad y conocimiento<br />

<strong>de</strong>l arma que manejaba.<br />

Sin embargo, el molinero cobró algún valor, y renovó sus ataques,<br />

dirigiendo sucesivamente á Gurth las dos estreñíida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />

arma, y procurando acercársele á distancia <strong>de</strong>medio garrote:<br />

«iurth se <strong>de</strong>fendía, estendiendo los brazos y cubriéndose, el cuerpo<br />

y la cabeza con estraordinaria firmeza y prontitud. Así so mantuvo<br />

largo rato, siguiendo el compás con los ojos, con los pies y<br />

,'on las manos, hasta que observando que, las fuerzas <strong>de</strong> su antagonista<br />

se agotaban, le asestó un golpe al rostro, y mientras el molinero<br />

lo paraba, afianzó el garrote con las dos manos, y le <strong>de</strong>scargó<br />

ano <strong>de</strong> Heno en el lado izquierdo <strong>de</strong> la cabeza.; <strong>de</strong> modo, que el molinero<br />

cayó cuan largo era sobre la ver<strong>de</strong> grama.<br />

Esta, proeza fué gran<strong>de</strong>mente aplaudida por los ladrones. «El saion,<br />

gritaron,ha salvado la bolsa y el pellejo.<br />

—Amigo, dijo el capitán en confirmación <strong>de</strong>l dictamen general<br />

<strong>de</strong>l concurso, bien pue<strong>de</strong>s seguir 1 o camino cuando te. acomo<strong>de</strong>.<br />

Dos <strong>de</strong> mis camaradas te acompañarán basta la, tienda <strong>de</strong>l caballero:<br />

pues quizás podríais encontrar gente <strong>de</strong>, mas blanda, conciencia que<br />

ta nuestra: en una noche como esta no faltan aficionados cerca <strong>de</strong> los<br />

caminos. Solo te prevengo que asi como nos has ocultado tu nombre,<br />

te guar<strong>de</strong>s do averiguar el nuestro y nuestra condición, porque<br />

te costará muy cari > la menor co sa que lia gas con este objeto.<br />

Gurth dio gracias ai capitán por su cortesía, y lo aseguró que<br />

*iguiria su consejo, ¡ <strong>de</strong> los bandidos tomaron entonces sus gar-


CAPÍTULO XI. 103<br />

rotes, v encargando al porquerizo que los siguiera <strong>de</strong> cerca, empezaron<br />

á andar por la vereda que atravesaba una parte <strong>de</strong>l monte<br />

bajo, y las asperezas inmediatas. Al llegar á la estremidad <strong>de</strong><br />

aquel punto, se presentaron otros dos hombres, á quienes los ladrones<br />

hablaron al oido, y que se retiraron inmediatamente. Esta circunstancia<br />

dio á enten<strong>de</strong>r á Gurth que la cuadrilla era numerosa,<br />

y que estaba distribuida cu varias partes <strong>de</strong> aquellas cercanías, con.<br />

puestos avanzados en torno <strong>de</strong>l punto general <strong>de</strong> reunión.<br />

('muido llegaron ¡i tierra, llana y <strong>de</strong>scubierta, don<strong>de</strong> no hubiera<br />

sido fácil á Gurth hallar el camino, los ladrones le condujeron á la<br />

cima <strong>de</strong> una pequeña elevación, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cual pudo divisar, á favor<br />

<strong>de</strong> la luna, las empalizadas <strong>de</strong>l torneo, los pabellones situados en<br />

una <strong>de</strong> sus estremida<strong>de</strong>s, y los pendones que on<strong>de</strong>aban entre ellos;<br />

oyendo al mismo tiempo las canciones con que los centinelas procuraban<br />

distraer el fastidio <strong>de</strong> la noche.<br />

Allí se <strong>de</strong>tuvieron los ladrones.<br />

«No piulemos pasar <strong>de</strong> aquí, dijouno <strong>de</strong> ellos, sin arriesgar nuestras<br />

personas. Acuérdate fie la palabra, que has dado al capitán. Silencio<br />

sobretodo lo ipie ha pasado esta noche, y no te pesara. Si<br />

asi no lo hicieres, ni aun la torre <strong>de</strong> Londres será parte á guarecerte<br />

<strong>de</strong> nuestra venganza.<br />

—Buenas noches, caballeros, dijo Gurth. Haré lo prometido, y<br />

Dios quiera darles un tráfico mas seguro y mas honrado.»<br />

Separáronse entonces los bandoleros por el camino por don<strong>de</strong><br />

habían venido, y Gurt hacia la tienda <strong>de</strong> su amo, áquien no obslanle<br />

las amenazas que acababa <strong>de</strong> oir, refirió menudamente cuanto<br />

le había ocurrido.<br />

El caballero Desheredado quedó atónito al saberla generosidad <strong>de</strong><br />

Rebeca, <strong>de</strong> lo cual en ningún modo quería aprovecharse; y mucho<br />

mas <strong>de</strong> la <strong>de</strong> ios salteadores, con cuya profesión parecia incompatible<br />

aquella prendo. Sus reflexiones, sin embargo, sobre tan patrañas<br />

circunstancias, fueron interrumpidas por la necesidad <strong>de</strong> tomar<br />

algún reposo, a tía <strong>de</strong> reparar el cansancio <strong>de</strong> aquel dia, y <strong>de</strong> recobrar<br />

fuerzas para los ataques <strong>de</strong>l siguiente.<br />

El caballero se recostó sobre un lecho suntuoso con que estaba<br />

provista la tienda. El riel porquerizo imitó su ejemplo, sirviéndolo<br />

<strong>de</strong> cama, la piel <strong>de</strong> oso que servia <strong>de</strong> alfombra, y tomó la precaución<br />

<strong>de</strong> colocarse al través <strong>de</strong> la puerta, á Un <strong>de</strong> que nadie pudiese<br />

enerar en el pabellón sin dispertarle.


104<br />

IVAMIOE.<br />

CAPITULO XII.<br />

Amaneció el dia brillante y sereno,y antes <strong>de</strong>que estuviera mu;<br />

entrado, los espectadores mas <strong>de</strong>socupados y curiosos empezaron á<br />

dirigirse al palenque, como á un punto general <strong>de</strong> reunión, a fin<br />

<strong>de</strong> encontrar puestos cómodos para ver los ejercicios que, se preparaban<br />

.<br />

Los maestres y sus acompañantes se, presentaron en seguida.jim<br />

tameute con los heraldos, con el objeto <strong>de</strong> saber los nombres <strong>de</strong> los<br />

caballeros que acudirían á tomar parte en el torneo, y al partido<br />

en qué <strong>de</strong>seaban alistarse: precaución necesaria para que hubiese<br />

igualdad éntrelos dos cuerpos contrarios.<br />

Según los usos y formalida<strong>de</strong>s establecidas, el Desheredado <strong>de</strong>bía<br />

capitanear una <strong>de</strong> las cuadrillas, y Urian <strong>de</strong> líois-íiuilbert la<br />

otra, por haber obtenido el segundo lugar en los combates <strong>de</strong>l din<br />

anterior. Los otros mantenedores se alistaron, como era natural, en<br />

la cuadrilla <strong>de</strong>l Templario, escepto lialfo <strong>de</strong> Vipont, á quien su calda<br />

estorbaba el uso <strong>de</strong> la armadura. Muchos fueron los distinguidos<br />

y nobles campeones que abrazaron una y otra causa.<br />

En efecto, el torneo general en que todos los caballeros peleaban<br />

S la vez. era el mas frecuente en aquel siglo, aunque harto mas peligroso<br />

que el torneo <strong>de</strong> bpmbre ;i hombre. Muchos caballeros que<br />

no tenían bastante, confianza en su propia <strong>de</strong>streza para <strong>de</strong>safiar<br />

un adversario <strong>de</strong> gran reputación, preferían el combate general,<br />

don<strong>de</strong> podían ostentar su calor, y encontrar antagonistas iguales<br />

En la presente ocasión, mas <strong>de</strong> cincuenta caballeros.se habían alis<br />

tado en cada cuadrilla, cuando los maestres <strong>de</strong>clararon que no po<br />

dian admitir mas combatientes; lo que causó general disgus<br />

to á los que Labian llegado tar<strong>de</strong> á inscribir sus nombres.<br />

A las diez <strong>de</strong> la mañana, toda la llanura estaba cubierta <strong>de</strong> hom<br />

bres y mujeres á caballo y ¿pié, que se acercaban apresuradamente<br />

ó las barreras. Poco tiempo <strong>de</strong>spués anunciaron las trompetas la<br />

venida <strong>de</strong>l príncipe Juan: estese presentó escoltado por los caballo -<br />

TOS <strong>de</strong> su Curte que se hablan alistado en la pelea, y por los otro.,<br />

que no habían tenido seniehr<strong>de</strong> intención


CAPÍTULO XII. 105<br />

Casi en el mismo instante llegó Cedric el Sajón, con lady Rowuna;<br />

pero sin su amigo Athelstane. Este barón babia armado su<br />

corpulenta persona, con áninio <strong>de</strong> combatir; y con no poca estrañeza<br />

<strong>de</strong> Cedric, se habia puesto <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l caballero Templario.<br />

Kl Sajón le reconvino amargamente acerca <strong>de</strong> una elección tan <strong>de</strong>sacordada;<br />

mas no recibió otra respuesta que la que ordinariamente<br />

dan en tales ocasiones los que están mas resueltos á seguir<br />

que á justificar el partido que han abrazado.<br />

Athelstane guardó en su pecho la única razón que tenia para<br />

alistarse en la cuadrilla <strong>de</strong>l Templario. Aunque su natural indolencia<br />

le estorbaba grangearse el afecto <strong>de</strong> lady Eowena, sin embargo,<br />

muy lejos estaba <strong>de</strong> ser insensible á su mérito, y miraba su<br />

enlace con aquella dama como negocio concluido y sancionado por<br />

el consentimiento <strong>de</strong> Cedric, y <strong>de</strong> los otros amigos <strong>de</strong> la familia.<br />

Por tanto, no pudo ver sin enojo que el vencedor <strong>de</strong>l día prece<strong>de</strong>n<br />

te hubiese; conferido á Eowena la dignidad <strong>de</strong> Reina <strong>de</strong>l amor y<br />

<strong>de</strong> la hermosura. Para castigar un arrojo que era á su enten<strong>de</strong>r la<br />

usurpación do los <strong>de</strong>rechos que esclusivaruen.te le pertenecían, Athelstane,<br />

fiado en sus propias fuerzas y en la. <strong>de</strong>streza, que sabían<br />

encomiar con gran<strong>de</strong>s pon<strong>de</strong>raciones sus aduladores, habia <strong>de</strong>terminado<br />

no solo privar al caballero Desheredado <strong>de</strong>l socorro que hu<br />

Mera podido darle peleando en su cuadrilla, sino medir también<br />

con él su hacha si se le presentaba ocasión favorable.<br />

Hraey y los otros caballeros <strong>de</strong> la comitiva <strong>de</strong>l Principe, dóciles<br />

a su voz, se habían unido á la cuadrilla <strong>de</strong> los mantenedores; porque<br />

Juan empleaba todos los medios posibles á fin <strong>de</strong> que se <strong>de</strong>clarase<br />

en favor <strong>de</strong> estos la victoria. Los oíros paladines normandos<br />

y sajones, nacionales y estranjeros, que se hablan puesto <strong>de</strong>l lado<br />

contrario, tenían á mucha honra que los capitanease un caudillo<br />

tan valiente como habia probado serlo el caballero Desheredado.<br />

! uaudo el Príncipe notó que la Reina <strong>de</strong>l torneo se aproximaba,<br />

usando <strong>de</strong> aquella urbanidad que tan bien le sentaba cuando<br />

quería hacer uso <strong>de</strong> ella, corrió á su encuentro, se quitó la gorra,<br />

y echando pié á tierra, dio la mano á Rowena para, que <strong>de</strong>smontase<br />

<strong>de</strong>l palafrén: uno <strong>de</strong> sus mas distinguidos cortesanos tuvo entretanto<br />

al corcel por la brida, y todos los <strong>de</strong>más personajes se man-tvr<br />

ieron <strong>de</strong>scubiertos.<br />

.Así es, dijo el príncipe Juan, como manifestamos nuestra lealu.¿<br />

ú la. Reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la belleza. Ahora permitidme que os


10(5 IVANHOE.<br />

conduzca al trono que os está <strong>de</strong>stinado. Nobles damas, acatad á<br />

vuestra Reina, como queráis ser acatadas cuando ocupéis el mismo<br />

puesto.»<br />

El Principe llevó por la mano a Iíowena basta el sitio <strong>de</strong>shonor,<br />

que estaba enfrente <strong>de</strong> su trono, y las mas bellas é ilustres damas<br />

<strong>de</strong> las presentes, corrieron á ocupar puestos inmediatos al <strong>de</strong> su<br />

soberana.<br />

Apenas tomó asiento Rowena, cuando saludaron su dignidad los<br />

instrumentos bélicos y los gritos <strong>de</strong>l concurso. El sol reflejaba al<br />

mismo tiempo sus rayos en las resplan<strong>de</strong>cientes armaduras <strong>de</strong> los<br />

combatientes <strong>de</strong> ambas cuadrillas, (pie colocados en las dos estremida<strong>de</strong>s<br />

opuestas, conferenciaban entre sí acerca <strong>de</strong> las disposiciones<br />

déla linea <strong>de</strong> batalla, y <strong>de</strong>más precauciones oportunas para<br />

salir airosos <strong>de</strong>l encuentro.<br />

Pos heraldos impusieron silencio, para, que se oyese el pregón <strong>de</strong><br />

las leyes <strong>de</strong>l torneo, en las cuales se notaban varias precauciones<br />

á fin <strong>de</strong> disminuir los peligros <strong>de</strong>l combate: cautela necesaria,<br />

puesto que este <strong>de</strong>bia sostenerse á punta <strong>de</strong> lanza y dio <strong>de</strong> espada.<br />

El pregón <strong>de</strong>cia que en el uso <strong>de</strong> esta, solo se permitía (d tajo, y<br />

se, prohibía enteramente la, estocada. Los caballeros podían pelear<br />

con el bacba, si lo tenían á bien, mas en ningún caso con daga. II<br />

caballero <strong>de</strong>smontado podía volver á entrar en combatí 1<br />

con otro<br />

<strong>de</strong>smontado <strong>de</strong>l lado opuesto; mas ninguno <strong>de</strong> los montados podía<br />

atacarle ni ofen<strong>de</strong>rle. Cuando un caballero hubiese estrechado a,<br />

otro, basta una <strong>de</strong> las estremida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l palenque, el segundo <strong>de</strong>beriaconfesarse<br />

vencido, y per<strong>de</strong>ría el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> entrar otra vez<br />

en combate durante el torneo. Su caballo y su armadura, serian<br />

entregados al vencedor. El caballero que cayese al suelo, y no pudiese<br />

recobrarse ni ponerse en pié, seria socorrido por sus pajes y<br />

escu<strong>de</strong>ros; mas seria <strong>de</strong>clarado vencido, y per<strong>de</strong>ría armas y caballo.<br />

La batalla cesaría cuando el principe Juan hiciese seña con el<br />

bastón: otra precaución indispensable para evitar la, efusión <strong>de</strong>,<br />

sangre que ocasionaría el <strong>de</strong>masiado encarnizamiento <strong>de</strong> los combatientes.<br />

Cualquier caballero que faltase á las leyes <strong>de</strong>l torneo, ó<br />

a los usos y reglas <strong>de</strong> la caballería, seria <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> la armadura,<br />

y con el escudo <strong>de</strong> revés, puesto á caballo sobre las vallas, para<br />

servir <strong>de</strong> escarnio al público, en penado su <strong>de</strong>sleal y villana conducta.<br />

Terminado ei pegón, !o« bewldo» tv.borlaron a los corrí—


CAPÍTULO XII. íu"í<br />

batientes u cumplir con la obligación <strong>de</strong>l día, y á merecer ei favor<br />

<strong>de</strong> la Reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura.<br />

Cumplidas todas estas formalida<strong>de</strong>s, los heraldos se retiraron á<br />

ms puestos. Los caballeros entraron en coluna á ocupar los suyos,<br />

y se formaron en dos lilas, cada uno en frente <strong>de</strong> un antagonista.<br />

Cuando los jefes ó cuadrilleros hubieron colocado á cada cual en<br />

,:i


108 IVANHOK.<br />

midiendo los aceros con los antagonistas; dos ó tres, heridos é incapaces<br />

<strong>de</strong> continuar, se vendaban con las fajas, y procuraban<br />

apartarse <strong>de</strong>l encuentro. Los caballeros montados, los cuales habian<br />

casi todos roto sus lanzas en el primer choque, peleaban con las<br />

espadas, prorumpiendo en sus acostumbrados gritos, y repitiendo<br />

tajos y reveses con tanto ahinco y tesón, como si el honor y la vida<br />

<strong>de</strong>pendiesen <strong>de</strong> aquel lance.<br />

Aumentóse ala sazón el tumulto por haber entrado en combate<br />

la segunda fila <strong>de</strong> cada cuadrilla, que obraba como cuerpo <strong>de</strong> reserva,<br />

y que corrió precipitadamente al auxilio <strong>de</strong> la primera. Los partidarios<br />

<strong>de</strong> Brian do Bois-Guilbert gritaban; «Mancan, Bauvaii (b<br />

El Temple, el Temple.» El opuesto partido respondía con las acia<br />

daciones: «Desheredado, Desheredado:» cuyas voces eran tomadas<br />

<strong>de</strong>l mote que llevaba en el escudo cada uno <strong>de</strong> los cuadrilleros.<br />

La batalla presentó entonces diferentes alternativas <strong>de</strong> ventaja<br />

en cada uno <strong>de</strong> los bandos antagonistas, según la furia <strong>de</strong> los combatientes,<br />

su <strong>de</strong>streza, su vigor, y el fuego y docilidad <strong>de</strong> sus caballos;<br />

y á medida que prevalecía una ú otra cuadrilla, se veía<br />

fluctuar la masa general hacia cada una <strong>de</strong> las estremida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />

palestra. El retumbar <strong>de</strong> los golpes y los gritos <strong>de</strong> los caballeros y<br />

los ecos <strong>de</strong> los instrumentos marciales, formaban un estrepitoso<br />

concierto que ahogaba los aves <strong>de</strong> los heridos y <strong>de</strong> los que caiao<br />

in<strong>de</strong>fensos á los pies (le los caballos. Las espléndidas armaduras,<br />

empañadas con el polvo y con la sangre, cedían ya á los tajos <strong>de</strong><br />

las espadas, ya á los golpes <strong>de</strong> las hachas. Los ostentosos plumajes,<br />

<strong>de</strong>sprendidos <strong>de</strong> los yelmos, eran arrebatados por el viento, ;><br />

guisa <strong>de</strong> copos <strong>de</strong> nieve, i.a hermosura y lucimiento <strong>de</strong>l aparato<br />

militar había <strong>de</strong>saparecido. y solo se veía una escena <strong>de</strong> odio y d*<br />

peligro, que no podía inspirar mas que terror y compasión.<br />

Tal era sin embargo el imperio <strong>de</strong> la costumbre, que no solo el<br />

vulgo ignorante y grosero, que por lo coi aun se place en espectáculos<br />

sanguinarios, sino las damas que coronaban las galerías,<br />

miraban aquella encarnizada lid, con afanoso interés sin duda,<br />

pero al mismo tiempo sin po<strong>de</strong>r apartar <strong>de</strong> ella los ojos. Cuando<br />

un amante, un marido ó un hermano saltaba <strong>de</strong> la silla, esparcíase<br />

mortal pali<strong>de</strong>z en. algún rostro, y sonaba un grito agudo <strong>de</strong> es<br />

(1; Banca» «xa. el .. ole d« la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> loa Templarios, te cual era medio blaica<br />

y medio negra. oti se "ai <strong>de</strong> que aquella or<strong>de</strong>n se mostraba tan benigna y la »<br />

venable á los Cristiane:: como formidable y terrible á los Sarracenos.


CAPÍTULO XII. 109<br />

panto. Pero en general todas las damas incitaba á los combatientes<br />

con palmadas y con las acostumbradas aclamaciones: «Brava<br />

lanza... buen golpe,•> cuando observaban algún lance que mere -<br />

ciese su aprobación.<br />

Y si el bello sexo se interesaba <strong>de</strong> tal modo en el éxito <strong>de</strong> tan<br />

cruel diversión, inútil es <strong>de</strong>cir que no era menos vehemente ei<br />

alan con que la miraban los hombres. Espresábanlo en ruidosa gritería<br />

á cada mudanza <strong>de</strong> fortuna : y <strong>de</strong> tal modo se fijaban las miradas<br />

<strong>de</strong> todo el concurso en la batalla, que no parecía sino que los<br />

espectadores eran los que recibían los golpes que no cesaban <strong>de</strong><br />

asestarse los combatientes. Oíase <strong>de</strong> cuando en cuando la voz <strong>de</strong> los<br />

heraldos, que gritaban: «Animo, valientes caballeros. El hombre<br />

muere: y la gloria vive. Pelead... la muerte es preferible á la <strong>de</strong>s<br />

honra. Bellos ojos merecen gran<strong>de</strong>s hazañas.»<br />

En medio <strong>de</strong> las variadas suertes <strong>de</strong> la pelea, todos los concurrentes<br />

procuraban distinguir á los cuadrilleros, los cuales acudían<br />

á lo mas empeñado <strong>de</strong> la batalla, para animar á sus compañeros<br />

con la voz y con el ejemplo. Uno y otro hicieron aquel dia<br />

gran<strong>de</strong>s hazañas: y ni el Desheredado, ni Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert,<br />

hubieran podido hallar en las filas contrarias otro enemigo capaz<br />

<strong>de</strong> medir con ellos las armas. Repetidas veces se dirigieron uno á<br />

otro, para pelear do hombre á hombre, á lo que les impulsaba no<br />

solo su mutua animosidad, sino el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir <strong>de</strong> un golpe e|<br />

éxito <strong>de</strong>l torneo, pues la suerte <strong>de</strong>l cuadrillero era comunmente la<br />

señal <strong>de</strong> la completa victoria.<br />

Pero cuando el número <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong> ambos partidos empezó<br />

á disminuir, <strong>de</strong>spués haberse confesado vencidos los unos,<br />

arrollados los otros á las barreras, y retirados© no pocos, por los<br />

golpes y heridas que habían recibido, el Templario y el Desheredado,<br />

se encontraron mano á mano con toda la furia que pue<strong>de</strong>n<br />

inspirar el odio y la competencia <strong>de</strong>l honor. Tal fué la <strong>de</strong>streza chambos<br />

en el ataque y en la <strong>de</strong>fensa, que los espectadores prorumpieron<br />

unánime é involuntariamente cu aclamaciones <strong>de</strong> aplauso,<br />

efecto <strong>de</strong> la admiración que inspiraban sus proezas.<br />

La cuadrilla <strong>de</strong>l Desheredado empezó entonces á flaquear y retroce<strong>de</strong>r.<br />

El terrible brazo <strong>de</strong> Erentc-do-buey por un lado, y pos<br />

otro el po<strong>de</strong>roso empuje <strong>de</strong> Athelstane, lograron <strong>de</strong>shacerse mu}<br />

en breve <strong>de</strong> los dos caballeros con quienes empezaron el combatí'<br />

Hallándose libres <strong>de</strong> sus inmediatos antagonistas, parece que álos


110 IVÁNHOE.<br />

dos les ocurrió al mismo tiempo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ayudar <strong>de</strong>l modo mas<br />

ventajoso á su partido, socorriendo al Templario en la lucha con<br />

su rival. Volvieron riendas casi al mismo instante, y el sajón acu­<br />

dió por un lado y el normando por otro, lira casi imposible resis­<br />

tir á tan <strong>de</strong>sigual é inesperado ataque; y quién sabe, cual hubiera<br />

sido la suerte <strong>de</strong>l Desheredado, si no lo hubiera salvado el grito<br />

general <strong>de</strong> los espectadores, que no podían menos <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidirse en<br />

favor <strong>de</strong>l que peleaba con tanta <strong>de</strong>sventaja.<br />

«¡Ojo alerta, señor caballero Desheredado! > Tales fueron las vo­<br />

ces que sonaron simultáneamente eti todo el ámbito <strong>de</strong> la palestra;<br />

y esto fué lo que le dio á enten<strong>de</strong>r el riesgo que corría. Descargó<br />

un golpe al Templario, y volvió el caballo para eludir los <strong>de</strong> aque­<br />

llos dos nuevos enemigos. Viendo estos frustrada su intención,<br />

corrieron en opuestas direcciones á ponerse entro Brian y el Des­<br />

heredado, y tan violento fué su arranque, que casi se atropellaron<br />

uno á otro. Recobráronse con prontitud, y circundando el objeto<br />

<strong>de</strong> su encono, insistieron en su <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> echarle al suelo.<br />

Hubiéranlo logrado en efecto, á no ser por la estraordinaria<br />

fuerza y agilidad <strong>de</strong>l generoso bruto con que, habían sido premia­<br />

das sus hazañas <strong>de</strong>l día anterior; lo cual le fué tanto mas prove­<br />

choso, cuanto que el caballo <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> liois-tíuilbert estaba he­<br />

rido, y los <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey y Athelstane cedían ya á la violen­<br />

ta fatiga <strong>de</strong> los lances anteriores, al enorme peso <strong>de</strong> sus fornidos<br />

amos y <strong>de</strong> sus armaduras. La admirable <strong>de</strong>streza <strong>de</strong>l Desheredado<br />

en manejar el agilísimo y fogoso caballo que montaba, le sirvió<br />

durante algunos minutos para hacer frente á los tres enemigos: á<br />

veces giraba con la rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l balcón que se lanza sobre la presa,<br />

á fin <strong>de</strong> mantenerlos separados, á veces <strong>de</strong>scargaba un tajo al uno,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber fingido dirigirlo al otro, y siempre estaba su es­<br />

pada en movimiento, evitando y parando los golpes que <strong>de</strong> consu­<br />

no le asestaban.<br />

Pero aunque todos admiraban aquella increíble prontitud y sere-<br />

uidad, veían al mismo tiempo que era imposible que durase : los que<br />

estaban alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l Príncipe le instaban á que hiciese la señal<br />

que <strong>de</strong>bía poner término á la lucha , á fin do evitar á tan gallardo<br />

caballero un vencimiento que solo podia atribuirse ala <strong>de</strong>spropor--<br />

•don <strong>de</strong> las fuerzas con que se las había.<br />

«No, por la clara luz <strong>de</strong> ios Cielos, respondió (d Príncipe; el mo­<br />

tívete que oculta su nombre y <strong>de</strong>sprecia las ofertas <strong>de</strong> mi bospi-


CAPÍTULO XI. .ijj<br />

lalidad, ha ganado ya un premio, y es necesario que cada uno tenga<br />

su vez.» Mas apenas hubo dicho estas palabras, un inci<strong>de</strong>nte<br />

inesperado cambió el aspecto <strong>de</strong>l combate.<br />

Entre los caballeros <strong>de</strong> la cuadrilla <strong>de</strong>l Desheredado había un<br />

campeón cubierto <strong>de</strong> negra armadura , montado en un caballo negro,<br />

alto, robusto, y según todas las apariencias, fuerte y po<strong>de</strong>roso.<br />

Este combatiente, que no llevaba mote en el escudo, había tomado<br />

hasta entonces poca parte cu la pelea. Es cierto que había<br />

cencido con aparento facilidad y soltura á los que le habían atacado<br />

: pero sin aprovecharse <strong>de</strong> sus ventajas, y sin atacar á ninguno<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong> la cuadrilla opuesta. En fin, mas bien parecía espectador<br />

que combatiente: por lo cual, y por el color <strong>de</strong> sus armas \ caballo,<br />

ios concurrentes le habían dado el nombre <strong>de</strong> El Negro ¡rollazan.<br />

Al ver á su cuadrillero en trance tan apurado, este <strong>de</strong>sconocido<br />

salió <strong>de</strong> pronto <strong>de</strong> su inacción, y arrimando espuelas al caballo que<br />

estaba <strong>de</strong>scansado y fresco, se lanzó raudo á la pelea, gritando con<br />

voz semejante;'; la <strong>de</strong>l clarín: «Aellos, Desheredado.:) Oportunísimo<br />

fué en verdad su socorro, porque mientras el Desheredado estrechaba<br />

á Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, Frente-<strong>de</strong>-buey alzó contra él<br />

la espada, mas antes que <strong>de</strong>scargase el golpe, el Holgazán le asestó<br />

uno tan terrible, que ginete y caballo se <strong>de</strong>splomaron al suelo. En<br />

seguida, volvió riendas á Ooningsburgh; y habiéndosele roto la espada<br />

en su encuentro con el normando, arrancó <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong>l<br />

sajón el hacha, y lanzándosela á la cabeza le arrojó al suelo sin sentido.<br />

Terminadas estas dos proezas, por las que recibió infinitos<br />

aplausos <strong>de</strong> los sorprendidos espectadores, volvió á su primera intolencia,<br />

se arrimó á un lado <strong>de</strong> las barreras, y <strong>de</strong>jó al Desheredado<br />

que se las hubiese á solas con el caballero <strong>de</strong>l Temple. Mas su<br />

posición no (¡ra tan crítica como al principio. El caballo <strong>de</strong> Brian<br />

había perdido mucha sangre y no pudo resistir á los golpes <strong>de</strong> su<br />

antagonista. Brian cayó al suelo sin po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sembarazar el pié <strong>de</strong>l<br />

estribo. Entonces el Desheredado saltando <strong>de</strong>l caballo, le mandó<br />

que se rindiese ; pero el príncipe Juan, compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> la peligrosa<br />

situación <strong>de</strong>l Templario , mas que lo había estado <strong>de</strong> la <strong>de</strong> su<br />

memigOj le evitó el bochorno <strong>de</strong> confesarse vencido, y arrojando<br />

;l bastón á la palestra puso fin á la batalla.<br />

De esta solo habia quedado aquel combate particular entre ios<br />

los caudillos; porque <strong>de</strong> los pocos caballeros que habían pernoane-


112 IVANHOE.<br />

cído en el palenque , la mayor parte habían convenido en suspen­<br />

<strong>de</strong>r las hostilida<strong>de</strong>s, y <strong>de</strong>jar la suerte <strong>de</strong> la lid confiada á los ace­<br />

ros <strong>de</strong> sus jefes.<br />

Los escu<strong>de</strong>ros, que no habian podido aten<strong>de</strong>r á sus amos, por no<br />

esponerse álos peligros y dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la batalla, entraron enton­<br />

ces en la palestra, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> fueron sacados los heridos con el mayor<br />

esmero y precaución , y conducidos á los pabellones inmediatos, ó<br />

fi ios cuarteles que se les habian preparado en la ciudad vecina.<br />

Así terminó el memorable torneo <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche, uno <strong>de</strong><br />

los mas reñidos y encarnizados <strong>de</strong> aquella época : porque aunque<br />

solo murieron en el campo cuatro <strong>de</strong> los combatientes , incluso uno<br />

¿quien ahogó el peso <strong>de</strong> la armadura, mas <strong>de</strong> treinta recibieron<br />

atroces heridas y nunca jamás se recobraron <strong>de</strong> ellas. Muchos nías<br />

fueron los que quedaron estropeados para toda la vida; y los que<br />

mejor escaparon conservaron trazas <strong>de</strong>l conflicto hasta el sepulcro;<br />

por cuyas razones las crónicas antiguas llaman aquella j usta el gen -<br />

til llore paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> AsMy.<br />

Llegado el momento <strong>de</strong> que el príncipe Juan nombrase el cabo<br />

Pero que mejor se halda portado en los lances <strong>de</strong>l dia, <strong>de</strong>cidió que<br />

aquel honor era <strong>de</strong>ludo al que la voz pública habia <strong>de</strong>signado con<br />

el dictado <strong>de</strong>l Negro holgazán. No faltó quien insinuase al Príncipe,<br />

que el caballero Desheredado era quien realmente habia ganado ¡a.<br />

victoria, puesto que en el curso <strong>de</strong>l dia habia vencido con sus ar­<br />

mas seis campeones, y por último <strong>de</strong>smontado y postrado al suelo<br />

al caudillo do los contrarios. Pero el príncipe Juan se mantuvo en<br />

su opinión, alegando que el Desheredado y su cuadrilla hubieran<br />

sido completamente <strong>de</strong>rrotados, á no haber sido por el eficaz y po­<br />

<strong>de</strong>roso ausilio <strong>de</strong>! caballero <strong>de</strong> la negra armadura, á quien por tan<br />

ío persistía en adjudicar el premio.<br />

No fué poca la sorpresa <strong>de</strong> todos los concurrentes, cuando se supe<br />

que nadie podía dar con el Negro holgazán. Rabia salido <strong>de</strong> las<br />

i-arreras inmediatamente que cesó la pelea, y algunos cuidosos 1,<br />

habian visto internarse en lasciva, con la misma lentitud y con<br />

aquel continente Pojo y <strong>de</strong>sidioso que le había grangeado el epíteto<br />

por el que era generalmente <strong>de</strong>signado Dos veces le llamaron en<br />

vano las trompetas y los pregones <strong>de</strong> ios heraldos: <strong>de</strong> modo , que<br />

fué necesario nombrar otro caballero que recibiese los honores <strong>de</strong> P<br />

fiesta. Kl Principo no pudo resistir al indisputable <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>l De- -<br />

heredado, y lo proclamó campeón o» 1<br />

Pe


CAPÍTULO XII. 113<br />

Los maestres condujeron <strong>de</strong> nuevo al vencedor al trono <strong>de</strong>l Príncipe,<br />

por medio <strong>de</strong>l campo cubierto <strong>de</strong> sangre y sembrado <strong>de</strong> armaduras<br />

rotas y <strong>de</strong> caballos muertos ó heridos.<br />

«Caballero Desheredado, dijo el Príncipe, ya que este es el e'mico<br />

vítulo por el que permitís que se os llame, segunda vez os damos<br />

sos honores <strong>de</strong>l torneo, y el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> pedir y recibir <strong>de</strong> manos <strong>de</strong><br />

la Reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura la corona <strong>de</strong> honor que vuestro<br />

valor tan ampliamente ha merecido.- Kl caballero se inclinó<br />

profundamente sin <strong>de</strong>splegar los labios.<br />

Mientras sonaban las trompetas, y los heraldos enronquecían proclamando<br />

honor al valiente y gloria al vencedor ; y mientras las<br />

damas tremolaban sus fajas <strong>de</strong> seda y sus velos bordados, al compás<br />

<strong>de</strong> la algazara y vivas <strong>de</strong> la muchedumbre, los maestres <strong>de</strong>l<br />

campo conducían al vencedor por medio <strong>de</strong>l palenque, á los pies<br />

<strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> honor que estaba ocupado por lady Rovvena.<br />

Los maestres le hicieron arrodillar en la mas baja <strong>de</strong> las gradas<br />

que conducían al trono: y cierto que todos sus movimientos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

que terminó la batalla, habían parecido mas bien dirigidos por impulso<br />

ageno que por su propia y libre voluntad. Algunos observaron<br />

que titubeaba y apenas podía sostenerse cuando atravesó segunda<br />

vez el campo. Rovrcna, bajando <strong>de</strong> su puesto, con agraciado<br />

y majestuoso talante iba á colocar la corona que llevaba en las manos<br />

en torno <strong>de</strong>l .yelmo <strong>de</strong>l campeón , cuando los dos maestres clamaron<br />

al mismo tiempo : « no <strong>de</strong>be ser así, sino con la cabeza <strong>de</strong>scubierta.»<br />

El caballero pronunció algunas palabras , cuyo débil y<br />

confuso sonido se perdió en la concavidad <strong>de</strong>l yelmo: pero bien se<br />

echaba <strong>de</strong> ver que se resistía á <strong>de</strong>jar espuestas sus facciones á los<br />

ojos <strong>de</strong>l público.<br />

Sea por apego á las leyes y usos <strong>de</strong> la caballería, sea por curiosidad<br />

, los maestres no dieron oidos á su repugnancia, sino que le<br />

<strong>de</strong>spojaron <strong>de</strong>l yelmo, rompiendo los cordones <strong>de</strong>l casco, y aflojando<br />

las hebillas <strong>de</strong> la gola Entonces se <strong>de</strong>jaron ver las facciones bien<br />

formadas, aunque tostadas por el sol, <strong>de</strong> un joven <strong>de</strong> veinte y cinco<br />

años, <strong>de</strong> cuya frente on<strong>de</strong>aba rubia y poblada cabellera. Cubríale<br />

el rostro mortal pali<strong>de</strong>z , y en él se notaban algunas gotas <strong>de</strong><br />

sangre.<br />

Apenas le vio la soberana <strong>de</strong>l torneo, cuando lanzó sin po<strong>de</strong>rse<br />

reprimir un grito agudo: recogiendo, sin embarg-o, todas las fuer­<br />

zas <strong>de</strong> su ánimo, aunque sin contenor el violento temblor que agi-<br />

8


114 IVANHOE.<br />

taba todo su cuerpo, colocó en torno <strong>de</strong> la abatida cabeza <strong>de</strong>l ven<br />

cedor la magnífica corona <strong>de</strong>stinada á premiar sus hazañas, y pronunció<br />

en voz clara y distinta las siguientes palabras: «Os do.v<br />

esta corona, señor caballero, como señal <strong>de</strong> la victoria cpie habéis<br />

alcanzado.» Detúvose un momento, y añadió con ürmeza: «Y ja<br />

más ciñeron sienes mas dignas los símbolos <strong>de</strong> la caballería , <strong>de</strong>i<br />

triunfo y <strong>de</strong>l valor.»<br />

El caballero inclinó la cabeza, y besó la mano <strong>de</strong> la amable Sobe<br />

rana que habia recompensado sus esfuerzos: en seguida subió otro<br />

escalón,y cayó <strong>de</strong>smayado á sus pies.<br />

Este acci<strong>de</strong>nte produjo una consternación general. Cedric, cuya<br />

sorpresa y enmu<strong>de</strong>cimiento al ver á su <strong>de</strong>sterrado lujo, no acerta<br />

mos á <strong>de</strong>scribir, corrió á separarlo <strong>de</strong> Eowena ; mas ya lo habían<br />

hecho así los dos maestres <strong>de</strong>l campo, los cuales sospechando la<br />

causa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>smayo <strong>de</strong> Ivanhoe, se dieron prisa á <strong>de</strong>sarmarlo, y ha<br />

liaron el peto atravesado por la punta <strong>de</strong> una lanza, la cual habíherido<br />

al caballero en un costado.<br />

CAPITULO XIII.<br />

El nombre <strong>de</strong> Ivanhoe corrió inmediatamente <strong>de</strong> boca en boca<br />

con toda la prontitud que emplean en acontecimientos tan imprevistos<br />

la sorpresa y la curiosidad. Ni tardó mucho en llegar id<br />

acompañamiento <strong>de</strong>l Príncipe , y á sus oidos, el cual frunció ceñu<br />

damente el gesto, al saber una nueva tan <strong>de</strong>sagradable. Dirigién<br />

dose sin embargo á los cortesanos, con aire <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio : «Mitores,<br />

les dijo, y vos, P. Prior Aymer , ¿qué pensáis <strong>de</strong> lo que dicen<br />

los peritos acerca <strong>de</strong> las antipatías innatas y <strong>de</strong> las atracciones V<br />

Dándome estaba el corazón que no se hallaba lejos <strong>de</strong> mí el benjamín<br />

<strong>de</strong> mi hermano , aun antes <strong>de</strong> saber quién se ocultaba bajo<br />

aquella armadura.<br />

—Bien pue<strong>de</strong> prepararse Erente-<strong>de</strong>-buey á restituir el feudo <strong>de</strong><br />

Ivanhoe , dijo Bracy que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber peleado valientemente<br />

en el torneo y <strong>de</strong>spojádose <strong>de</strong> sus armas , estaba ya con los otros<br />

personajes <strong>de</strong> la comitiva <strong>de</strong>l Príncipe.<br />

— Sin duda, dijo Wal<strong>de</strong>mar Eitzurse al Príncipe; porque es re


CAPÍTULO XIII. llft<br />

guiar que este valentón venga á reclamar el castillo y las tierras<br />

que Ricardo le dio, y que vuestra Alteza ha adjudicado <strong>de</strong>spués ge<br />

nerosamente á Frente-<strong>de</strong>-buey.<br />

—Frente-<strong>de</strong>-buey, repuso el Príncipe, no es hombre que <strong>de</strong>ja escapar<br />

tan fácilmente los castillos y tierras que tiene entre las uñas<br />

Y por lo <strong>de</strong>más, caballeros, creo que ninguno <strong>de</strong> vosotros me negará<br />

el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> conferir los feudos <strong>de</strong> la Corona á los que me sirven<br />

y asisten fielmente, y están siempre apercibidos á esgrimir sus<br />

armas en servicio <strong>de</strong> la Nación, en lugar <strong>de</strong> los vagabundos que se<br />

van á tierras estrañas, y por consiguiente no pue<strong>de</strong>n acudir cuan<br />

do el servicio público les necesita y llama.<br />

Los oyentes, que estaban vivamente interesados en aquella cuestión,<br />

pronunciaron <strong>de</strong> común acuerdo que el Príncipe habia ejerci<br />

do un <strong>de</strong>recho inenagenable y sagrado. «¡Viva el generoso príncipe<br />

Juan! Viva quien tan liberalmente sabe recompensar á sus fie<br />

les servidores!»<br />

Tales fueron las eselamaciones <strong>de</strong> los palaciegos, <strong>de</strong> los cuales<br />

algunos habían recibido ya, y la mayor parte esperaba recibir<br />

iguales gracias y concesiones, á espensas <strong>de</strong> los amigos y favoritos<br />

<strong>de</strong>l rey Ricardo. El prior Aymer fué <strong>de</strong> la misma opinión, añadiendo<br />

sin embargo que la santa ciudad <strong>de</strong> Jerusalen no <strong>de</strong>bia entrar en<br />

el número <strong>de</strong> las tierras estrañas <strong>de</strong> que habia hablado Su Alteza,<br />

por ser commuiiis maler, es <strong>de</strong>cir, la madre común <strong>de</strong> todos los<br />

Cristianos. «Mas con todo eso , dijo , no creo que el caballero <strong>de</strong><br />

Ivanhoe pueda alegar esta circunstancia en su favor, pues todo»<br />

saben que la hueste <strong>de</strong> cruzados mandada por el rey Ricardo no<br />

ha dado un paso mas allá <strong>de</strong> Ascalon, que es una ciudad <strong>de</strong> Filisteos,<br />

como es público y notorio, y <strong>de</strong> ningún modo acreedora á los<br />

<strong>de</strong>rechos y prerogativas <strong>de</strong> la santa Ciudad.»<br />

Wal<strong>de</strong>mar , cuya curiosidad le habia impelido al sitio en que<br />

Tvanhoe habia caido <strong>de</strong>smayado, volvió apresuradamente , y dij


116 :> \M,ov.<br />

El Principe pronunció estas frases con amarga sonrisa. Wal<strong>de</strong>-<br />

mar Fitzurse respondió que ya habían sacado áIvanhoe <strong>de</strong> la ga­<br />

lería, y que estaba á cargo <strong>de</strong> sus amigos.<br />

«Movióme á compasión, añadió, la angustia <strong>de</strong> la Peina <strong>de</strong>l amor<br />

y <strong>de</strong> la hermosura, cuyas galas se han convertido en luto <strong>de</strong> resul­<br />

tas <strong>de</strong> aquel suceso. No soy yo hombre <strong>de</strong> los que se enternecen<br />

á los lamentos <strong>de</strong> una mujer , sobre todo cuando los arranca un<br />

galán: pero es justo <strong>de</strong>cir que la tal Soberana reprimió con mucha<br />

gravedad los impulsos <strong>de</strong> su dolor, pues ni siquiera <strong>de</strong>rramó una<br />

lágrima; pero bien se echaba <strong>de</strong> ver lo que pasaba en su corazón,<br />

al ver aquellos brazos lánguidos, y aquellos ojos trémulos , que en<br />

vano procuraban fijarse en las pálidas facciones <strong>de</strong>l amante.<br />

—•¿.Quién es, preguntó el Príncipe, esa lady Eowena, <strong>de</strong> que tan­<br />

to se habla?<br />

—Una sajona respondió un cortesano, here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> vastas posesio­<br />

nes ; la rosa <strong>de</strong>l amor, y la joya <strong>de</strong> la riqueza ; la mas hermosa en­<br />

tre las hermosas ; una rama <strong>de</strong> florido mirto: una perla, un rubí,<br />

un diamante.<br />

—Es preciso consolarla, dijo el Príncipe, y purificar su raza con<br />

un marido normando. Parece menor, y por tanto nos toca dispo­<br />

ner <strong>de</strong> su mano. ¿Qué dices á esto, Bracy? ¿Quisieras tú tener bue­<br />

nas rentas y posesiones, casándote con una sajona , como hicieron<br />

los partidarios <strong>de</strong>l Conquistador?<br />

—Si las posesiones son <strong>de</strong> mi gusto , respondió el aventurero,<br />

harto será que me <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong> la novia; sea quien fuere: gran<strong>de</strong> fue­<br />

ra mi reconocimiento hacia vuestra Alteza por esa buena acción,<br />

que satisfará las promesas benignamente hechas ú su servidor y<br />

vasallo.<br />

—Hablaremos <strong>de</strong> eso , dijo el Príncipe; y para no per<strong>de</strong>r<br />

tiempo, vaya nuestro senescal á convidar <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n mía al banque­<br />

te <strong>de</strong> esta tar<strong>de</strong> á lady Eowena y á su acompañamiento, esto es, a)<br />

villano <strong>de</strong>l tutor, y al buey sajón á quien arrojó al suelo el Negro<br />

holgazán. De Bigot, dijo hablando con el Senescal , lleva este se­<br />

gundo mensaje con la posible cortesía, á fin <strong>de</strong> adular el orgullo<br />

<strong>de</strong> esos sajones, y haz cuanto puedas para que no rehusen la invi­<br />

tación. Usar <strong>de</strong> urbanidad con esa gente es echar perlas á verra­<br />

cos. >-•<br />

Terminada esta conversación, iba el Príncipe Juan á retirarse <strong>de</strong><br />

su galería, cuando pusieron en sus manos un billete


CAPÍTULO xm. 11*3<br />

« ¿Do dón<strong>de</strong>? preguntó el Príncipe á la persona que se lo había<br />

entregado.<br />

—De países estranjeros, respondió; mas no puedo <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> cuál.<br />

I¿I francés que lo ha traído dice que lia corrido día y noche para<br />

ponerlo en manos <strong>de</strong> vuestra Alteza.,.<br />

El Príncipe leyó atentamente el sobrescrito, y <strong>de</strong>spués examinó<br />

el sello que sujetaba el cordón <strong>de</strong> seda alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l billete, y que<br />

representaba las tres flores <strong>de</strong> lis. Juan lo abrió entonces con alguna<br />

agitación , que aumentaba visiblemente á medida que leia<br />

su contenido, el cual era como sigue :<br />

Ojo alerta, que el diablo anda suelto.<br />

El Príncipe mudó <strong>de</strong> color ; bajó los ojos, y los clavó <strong>de</strong>spués en<br />

el Cielo, como un hombre que acaba <strong>de</strong> leer su sentencia <strong>de</strong> muerte,<br />

Recobrándose <strong>de</strong> los primeros efectos <strong>de</strong>,^ sorpresa, llamó á<br />

Y al<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Fitzurse y á Bracy aparte, y les puso sucesivamente<br />

en las manos aquel fatal billete.<br />

v Invención pura, dijo P.racy, y terrores falsos.<br />

- -La letra y el sello son <strong>de</strong>l Ley <strong>de</strong> Francia, dijo Juan.<br />

—Va es tiempo, dijo Fitzurse , <strong>de</strong> recoger todo nuestro partido,<br />

en York ó en otro punto central. Dentro <strong>de</strong> pocos días será tar<strong>de</strong>.<br />

Vuestra Alteza <strong>de</strong>be mandar concluir todas estas pantomimas.<br />

—Sin embargo, dijo Bracy, el pueblo no ha tomado todavía parte<br />

en los ejercicios <strong>de</strong>l torneo, y no fuera, bien que se retirara disgustado.<br />

—Aun queda dia bastante, dijo Wal<strong>de</strong>mar, para ver algunos tiro?<br />

<strong>de</strong> arco. Bastan pocos para adjudicar el premio. Con esto cumple<br />

vuestra Alteza lo que ha ofrecido, y harto y <strong>de</strong>masiado es para<br />

esos villanos sajones.<br />

—Te doy gracias, Wal<strong>de</strong>mar, dijo el Príncipe , por haberme recordado<br />

la <strong>de</strong>uda que tengo contraída con aquel insolente campesino<br />

que ayer insultó mi persona. Tampoco ha <strong>de</strong> haber alteración<br />

en el banquete. Si fuera esta la última hora <strong>de</strong> mi po<strong>de</strong>r, la <strong>de</strong>dicaría<br />

al placer y á la venganza. Vengan mañana las pesadumbres, si<br />

quieren.»<br />

VI toque délas trompetas volvieron atrás los espectadores que ya<br />

habían empezado á retirarse. En seguida se leyó el pregón, en que<br />

se anunciaba que en virtud <strong>de</strong> sus altas y perentorias obligaciones<br />

públicas, el príncipe Juan se veía obligado á poner termino á<br />

los ejercicios <strong>de</strong> la justa, y que los dispuestos para el día siguiente


118 1VANH0E.<br />

ai) podian tener lugar ; que, sin embargo, no pudiendo consentir<br />

en que se retirasen tantos honrados pecheros y paisanos sin hacer<br />

prueba <strong>de</strong> su <strong>de</strong>streza y tino, les invitaba á disputar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego el<br />

premio que hubiera sido adjudicado el dia siguiente; por último,<br />

¡rué este premio se compouia <strong>de</strong> un cuerno <strong>de</strong> caza guarnecido do<br />

plata, y un collar <strong>de</strong> seda bordado, con la medalla <strong>de</strong> san Huberto,<br />

patrón <strong>de</strong> la montería.<br />

Mas <strong>de</strong> treinta personas se presentaron inmediatamente como<br />

competidores ; entre ellas habia algunos monteros y guardas <strong>de</strong><br />

ios bosques y parques reales. Mas cudrido los tiradores supieron<br />

¿on quien iban á rivalizar, se retiraron mas <strong>de</strong> veinte , que no se<br />

atrevían á esponerse á la vergüenza <strong>de</strong> un vencimiento casi seguro.<br />

Porque en aquellos dias,la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los tiradores<br />

acreditados era tan famosa y conocida muchas millas á la redonda,<br />

como en el dia los nombres <strong>de</strong> los caballos que se inmortalizan<br />

las carreras <strong>de</strong> Newmarket.<br />

La reducida lista <strong>de</strong> combatientes en aquella selvática justa , no<br />

pasaba <strong>de</strong> ocho. El príncipe Juan bajó <strong>de</strong>l solio , para examinar <strong>de</strong><br />

certa sus personas , y vio entre ellos algunos vestidos con la librea<br />

<strong>de</strong> la casa Real. Satisfecha esta curiosidad, buscó al objeto <strong>de</strong><br />

su encono, el cual no se habia apartado <strong>de</strong> su sitio, don<strong>de</strong> se mantenía<br />

tan impávido como acostumbraba.<br />

«Camarada, dijo el Príncipe, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego he conocido en tu insolente<br />

charla que no eres verda<strong>de</strong>ro aficionado al arco; y ahora veo<br />

que no te atreves á colocarte entre estos hombres honrados que<br />

van á lucir su tino.<br />

—Con vuestro perdón, dijo el campesino, tengo otra razón para<br />

no tirar, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l recelo <strong>de</strong> no salir airoso.<br />

—¿Y cuál es esa otra razón ? preguntó el príncipe Juan que sin<br />

saber porqué le miraba con afanosa curiosidad.<br />

—La razón es, dijo el rústico, porque no sé si esos hombres y yo<br />

usamos <strong>de</strong>l mismo tiro y á la misma distancia: fuera <strong>de</strong> que, tampoco<br />

sé si Y. A. se resolverá á dar el tercer premio <strong>de</strong>l torneo á<br />

quien involuntariamente ha incurrido en su <strong>de</strong>sagrado.<br />

—¿Cómo te llamas? dijo el Príncipe poniéndose <strong>de</strong> mil colores.<br />

—Locksley, respondió el pechero.<br />

—Pues Locksley, dijo el Príncipe, habrás <strong>de</strong> tirar cuando estos<br />

jiros hayan concluido. Si ganas el premio, cuenta con treinta monedas<br />

mas; pero si lo pier<strong>de</strong>s, serás <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> tus ropas, y azota-


CAPÍTULO XIII. i 19<br />

t! o con las cuerdas délos arcos, como bellaco insolente •> palabrero.<br />

—¿Qué me ha <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r si me niego á aceptar ese partido? preguntó<br />

Locksley. "V. A. pue<strong>de</strong> servirse <strong>de</strong> su fuerza y autoridad para<br />

.¡ue se me impongan los castigos que fueren <strong>de</strong> su agrado; mas todo<br />

su po<strong>de</strong>r no alcanza á hacerme tirar el arco si no me acomoda.<br />

—En ese caso, dijo el Príncipe, el preboste <strong>de</strong>l torneo cortará la<br />

cuerda <strong>de</strong> tu arco, romperá tus flechas, y te arrojará <strong>de</strong>l concurso<br />

como un malsin <strong>de</strong>svergonzado.<br />

—No me parece que V. A. lo hace muy bien conmigo, dijo el campesino.<br />

¡Qué 1 ¿Castigarme con la infamia porque no me atrevo á<br />

competir con los mas diestros tiradores <strong>de</strong> estos condados ? Sin embargo,<br />

será preciso obe<strong>de</strong>cer á V. A.<br />

—¡Cuenta con él, guardias! dijo el Príncipe; ya empieza á<strong>de</strong>salentarse,<br />

y no quisiera yo por todo el oro <strong>de</strong>l mundo que, se escapase<br />

sin tirar. Y vosotros, camaradas, ánimo y haced vuestra obligación.<br />

Tin cabrito y una bota <strong>de</strong>vino están preparadas para vuestro<br />

regalo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> concluido el tiro.»<br />

Colocóse el blanco al fin <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong>l palenque. Los<br />

oiupetidores ocuparon sus puestos á la distancia acostumbrada en<br />

aquella clase <strong>de</strong> ejercicios. Echáronse suertes para saber el or<strong>de</strong>n<br />

que habían <strong>de</strong> guardar entre sí, y se <strong>de</strong>cidió a<strong>de</strong>más que cada uno<br />

tiraría tres voces sin interrupción. Dirigía todas las formalida<strong>de</strong>s<br />

un empleado inferior llamado el preboste <strong>de</strong>l tiro; porque el puesto<br />

<strong>de</strong> maestre <strong>de</strong> campo era <strong>de</strong>masiado distinguido, y no podia sin<br />

<strong>de</strong>shonra, intervenir en los ejercicios <strong>de</strong> la gente común.<br />

I.os monteros se presentaron uno á uno, y dispararon lastres fiedlas<br />

con gran firmeza y tino. De las veinte y cuatro, diez hirieron<br />

el círculo; las otras se aproximaron tanto, que atendida la distancia<br />

podían consi<strong>de</strong>rarse como escelentes punterías. De las diez que<br />

dieron en el círculo, dos eme quedaron fijadas en el centro, habían<br />

••ido disparadas por Huberto montero <strong>de</strong> los bosques <strong>de</strong> Malvoisin;<br />

• en su consecuencia fué <strong>de</strong>clarado vencedor.<br />

Ahora, Locksley, dijo el Príncipe con maliciosa risa al perseguido<br />

tirador, ¿quieres habértelas con Huberto, ó entregar todo tu<br />

•trreo <strong>de</strong> montería al preboste ?<br />

j| -Puesto que ambos partidos son malos, dijo Locksley, probaremos<br />

fortuna; pero ha <strong>de</strong> ser con la condición, que cuando yo haya<br />

libado dos flechas al blanco <strong>de</strong> Huberto, él ha <strong>de</strong> tirar r.na al que


1 2 0 1VANHOK.<br />

—Es cosa muy <strong>de</strong>bida, dijo el Príncipe, y no te será negada. Huberto,<br />

si vences á este villano, te lleno el cuerno <strong>de</strong> monedas <strong>de</strong><br />

plata.<br />

—Cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>, respondió Huberto; pero mi bisa<br />

buelo peleó con su arco en Haustings, y yo no quisiera <strong>de</strong>shonrar<br />

su memoria.»<br />

» Quitóse el primer blanco, y se puso otro <strong>de</strong>l mismo tamaño en su<br />

lugar. Huberto, que como vencedor en el primer tiro <strong>de</strong>bia tener<br />

la preferencia, apuntó con gran <strong>de</strong>sembarazo, midiendo largo<br />

tiempo la distancia con los ojos y sosteniendo con las dos manos el<br />

arco y la flecha. Al fin dio un paso a<strong>de</strong>lante, y levantando el arco á<br />

toda la altura <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong>recho hasta poner el centro enfrente <strong>de</strong>l<br />

rostro, tiró la cuerda hasta cerca <strong>de</strong> la oreja. La flecha cortó silbando<br />

el aire, y fué á dar en el círculo pequeño <strong>de</strong>l blanco : pero no<br />

justamente en el centro.<br />

«No contabas con el viento, Huberto, le dijo su antagonista preparándose<br />

á tirar; que sin este inconveniente el tiro hubiera sido<br />

<strong>de</strong> los mejores.»<br />

Dichas estas palabras, y sin dar las menores muestras <strong>de</strong> inquie<br />

tud ni zozobra; Locksley pasó á ocupar su puesto, é hizo la puntería<br />

con tan poco aparente esmero, que casi no miró al blanco. Todavía<br />

estaba hablando, cuando la flecha salió <strong>de</strong>l arco, y se clavó<br />

dos pulgadas mas cerca <strong>de</strong>l centro que la <strong>de</strong> su competidor.<br />

«¡ Voto á tantos! dijo el Príncipe á Huberto, que si <strong>de</strong>jas que ese<br />

malsín salga vencedor mereces ir diez años á galeras.»<br />

Huberto no tenia mas que una respuesta en semejantes ocasiones.<br />

«Aunque V. A. me man<strong>de</strong> colgar, cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>;<br />

mi bisabuelo peleó con su arco en<br />

—Satanás cargue con tu bisabuelo y con toda tu generación,<br />

dijo el Príncipe : tira, mentecato ; haz lo mejor que sepas, y sino<br />

nos veremos las caras.»<br />

Huberto, cediendo á esta insinuación, volvida colocarse, y si);<br />

echar en saco roto la lección que le habia dado su adversario, y<br />

contando con el soplo <strong>de</strong> un ligero vientecillo que acababa <strong>de</strong> levantarse<br />

á la sazón, tiró con tan acertada puntería, que la flecha<br />

fué á dar en el mismo punto central <strong>de</strong>l blanco.<br />

«¡Viva Huberto! Huberto es el vencedor! gritaron los concurrentes,<br />

que se interesaban mas en un conocido que en un forastero<br />

.


CAPÍTULO XIII. 121<br />

—No pue<strong>de</strong>s hacer mas, dijo el Príncipe á Locksley con una sonrisa<br />

que valia cien insultos.<br />

—Pronto lo veremos,» dijo el vencido.<br />

1 apuntando con alguna mas atención que antes, partió con su<br />

flecha la <strong>de</strong> Huberto, y la hizo bastillas. El pueblo quedó tan atónito<br />

al ver esta portentosa <strong>de</strong>streza, que la admiración reprimió los<br />

acostumbrados gritos <strong>de</strong> aplauso. «¡ El diablo tiene en el cuerpo! se<br />

<strong>de</strong>cían unos á otros los monteros : ¡ ese no es hombre, sino Luzbel<br />

en persona! Jamás se ha visto un tiro semejante <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se usó el<br />

primer arco en Inglaterra.<br />

—Y ahora, dijo Locksley, con permiso <strong>de</strong> V. A. plantaré un blanco<br />

como los que se acostumbran en los condados <strong>de</strong>l Norte; y venen<br />

cualquier honrado montero á tirarlo, y tenga en galardón si atina,<br />

una sonrisa <strong>de</strong> la muchacha <strong>de</strong> sus pensamientos.»<br />

Echó á andar con dirección á la salida <strong>de</strong> las barreras. «Man<strong>de</strong><br />

V. A., dijo, que me siga un guardia, si gusta. Solo voy á cortar<br />

una vara <strong>de</strong> esos sauces inmediatos.»<br />

El príncipe Juan dio or<strong>de</strong>n que le siguiesen, temeroso todavía <strong>de</strong><br />

que se escapase; pero se alzó un grito general <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación en<br />

la muchedumbre, y tuvo que <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> su poco generoso intento<br />

Locksley volvió inmediatamente con su vara <strong>de</strong> sauce perfectamente<br />

<strong>de</strong>recha, y <strong>de</strong>l grueso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>do pulgar. Empezó á <strong>de</strong>scortezarla<br />

con gran<strong>de</strong> mesura, observando al mismo tiempo que todo<br />

buen tirador <strong>de</strong>bia avergonzarse <strong>de</strong> servirse <strong>de</strong> un blanco como los<br />

que habian sido empleados hasta entonces. «Lo mismo vale, <strong>de</strong>cia,<br />

á lo menos en mi tierra, tirar á la mesa redonda <strong>de</strong>l rey Arturo en<br />

que podían comer sesenta caballeros. Un niño <strong>de</strong> siete años pue<strong>de</strong><br />

tirar á esos blancos <strong>de</strong> por aquí con una flecha <strong>de</strong>scabezada. Pero el<br />

que acierte á esta rama <strong>de</strong> sauce á distancia <strong>de</strong> cien varas, bien<br />

pue<strong>de</strong> presentarse á tirar á cara <strong>de</strong>scubierta <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> un monarca,<br />

aunque sea el valiente líicardo <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

Mi bisabuelo, dijo Huberto, peleó con su arco en la batalla <strong>de</strong><br />

líastings, y jamás arrojó semejante tiro en todo el curso <strong>de</strong> su vida.<br />

Si esto hombro clava la flecha en la vara, le doy el premio que<br />

be ganado, ó mas bien se lo doy al diablo , que es el que está .en su<br />

coleto. Cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>, y yo no me meto don<strong>de</strong> no<br />

puedo salir airoso. Tanto monta tirar á un cabello ó á una paja ó<br />

á un rayo <strong>de</strong>soí.<br />

— Cobar<strong>de</strong>! esclamó el Príncipe: y tú, Locksley, manos á la obra,,


122 1VANH0B.<br />

que estas son amores y no buenas razones. No pienses que la has <strong>de</strong><br />

echar <strong>de</strong> guapo si no lo eres en efecto.<br />

— Cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>, como dice Huberto,» respondió<br />

el rústico.<br />

Preparóse <strong>de</strong> nuevo y puso nueva cuerda al arco por parecerle<br />

que se habia aflojado algún tanto la que tenia. Examinó la punta<br />

<strong>de</strong> la flecha y apuntó con la mayor serenidad, en tanto que la muehedumbre<br />

tenia fijos en él los ojos y casi suspenso el aliento. El<br />

tiro fué como lo habia anunciado; la flecha partió en dos mita<strong>de</strong>s la<br />

vara <strong>de</strong> sauce. Siguióse una esplosion <strong>de</strong> vivas, y aun el príncipe<br />

.luán quedó tan admirado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> I.ocksley, que mudó su<br />

odio en afición. «Estos veinte nobles ¡1), dijo, son tuyos, y el cuerno<br />

que tan dignamente has ganado. Cincuenta mas te ofrezco si<br />

quieres vestir la librea <strong>de</strong> mis monteros y servir cerca <strong>de</strong> mi persona<br />

, porque jamás he visto brazo mas robusto ni ojo mas certero<br />

que el tuyo.<br />

— Perdonad, noble Príncipe , dijo Locksley; pero he hecho voto<br />

<strong>de</strong> no servir á nadie, salvo á vuestro h'eal hermano el rey Ricardo.<br />

Rstos veinte nobles son para Huberto, que hoy se ha servido <strong>de</strong> tan<br />

buen arco, como el que llevó su bisabuelo en la batalla <strong>de</strong> Hastings.<br />

Si no hubiera sido tan mo<strong>de</strong>sto, hubiera acertado á la vara lo mismo<br />

que yo.»<br />

Huberto meneó la cabeza , y tomó aunque con repugnancia el<br />

don generoso <strong>de</strong> su antagonista; el cual <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> no llamar mas<br />

la atención, se confundió en la turba y no se le vio mas.<br />

No hubiera frustrado la curiosidad <strong>de</strong>l Príncipe, á no habertenido<br />

este á la sazón asuntos mas graves en que pensar, los cuales molestaban<br />

su ánimo, y no podían alejarse <strong>de</strong> su imaginación. Al dar<br />

la señal <strong>de</strong> retirada llamó á uno <strong>de</strong> los gentiles hombres, y le mandó<br />

fuese á toda brida á buscar al judío Isaac en Vshby. «Drleal<br />

perro que me envíe antes <strong>de</strong> anochecer doscientas coronas. Ya sabe<br />

la fianza, y a<strong>de</strong>más preséntale esta sortija.. Lo <strong>de</strong>más <strong>de</strong> la suma ha<br />

<strong>de</strong> ser pagado en York <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> seis dias. Si así no lo hace , díle<br />

que le haré saltar la cabeza <strong>de</strong> los hombros. Ten cuenta si le ves en<br />

el camino, que no hace mucho estaba enseñando á los tontos sus<br />

baratijas.^<br />

El Príncipe montó á caballo, y regresó á A.shby por en medio <strong>de</strong><br />

la turba que por todas partes se retiraba.<br />

(?) Moneda <strong>de</strong> aquel tiempo.


CAPÍTULO XIV.<br />

CAPITULO XIV.<br />

El príncipe Juan daba un suntuoso banquete en el castillo do<br />

\shby, el cual no era el mismo ediñcio cuyas altas ruinas escitan<br />

aun el interés <strong>de</strong>l viajero. Este segundo fué construido por lord<br />

¡íastings, mayordomo mayor <strong>de</strong> la Corte <strong>de</strong> Inglaterra, y una <strong>de</strong><br />

las primeras victimas <strong>de</strong> la tiranía <strong>de</strong> Ricardo III, meno3 conocido<br />

por su fama histórica, que por los versos <strong>de</strong>l inmortal trágico inglés<br />

Shakespeare. El castillo y la ciudad <strong>de</strong> Ashby pertenecían en<br />

arpuel tiempo á Rogero<strong>de</strong> Quincy,con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Winchester, el cual durante<br />

el período <strong>de</strong> nuestra historia se hallaba en Tierra santa. El<br />

príncipe Juan entretanto ocupaba su castillo, y disponía <strong>de</strong> sus estados<br />

sin escrúpulo. Deseando <strong>de</strong>slumhrar álos ingleses por su hospitalidad<br />

y magnificencia, habia mandado hacer gran<strong>de</strong>s preparativos,<br />

á fin <strong>de</strong> que el banquete fuese sobresaliente en abundancia,<br />

leliea<strong>de</strong>za y esplendor.<br />

Los proveedores <strong>de</strong>l Príncipe, que en semejantes ocasiones ejer-<br />

•ían toda la plenitud <strong>de</strong> la autoridad Real, habían saqueado el pais<br />

para llevar á la mesa <strong>de</strong> su amo los manjares mas sabrosos y espaisitos.<br />

Era gran<strong>de</strong> el número <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s, y precisado á<br />

yrangearse partidarios y amigos, el Príncipe habia convidado algunas<br />

distinguidas familias danesas y sajonas y á todos los nobles<br />

é hidalgos normandos <strong>de</strong> las cercanías. A pesar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sprecio<br />

•on que eran, generalmente tratados los Anglo-Sajones, podían<br />

presentar una masa formidable en las conmociones y revueltas que<br />

se aproximaban; y era importantísimo á la causa <strong>de</strong>l Príncipe<br />

itraerse á sus caudillos.<br />

Juan se propuso, por tanto, tratar aquellos estraños huéspe<strong>de</strong>s<br />

i;onuna cortesía á que no estaban acostumbrados. Pero aunque jamás<br />

hubo hombre que escrupulizase menos en acomodar sus hábitos<br />

y modales á los intereses <strong>de</strong>l momento, tuvo la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> dar<br />

rienda suelta á su ligereza y petulancia, frustrando <strong>de</strong> este modo<br />

las ventajas que le habia grangeado su disimulo.<br />

Dio notables pruebas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stemplada índole cuando fué envíate<br />

á Irlanda por su padre Enrique II, con el objeto <strong>de</strong> grangearse<br />

íl afecto <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong> aquella importante adquisición recien


124 IVANHOE.<br />

hecha por la Corona do Inglaterra. En aquella ocasión los caudillos<br />

y magnates <strong>de</strong> Hibcrma competían en presentar al Príncipe los ho<br />

menajes <strong>de</strong> su rendimiento, y el ósculo <strong>de</strong> paz. Pero en lugar <strong>de</strong><br />

recibir sus atenciones con cortesía, Juan y sus <strong>de</strong>scarados acompañantes<br />

no pudieron resistir á la tentación <strong>de</strong> divertirse en tirar<br />

<strong>de</strong> sus enormes barbas á los irlan<strong>de</strong>ses : insulto que, como era <strong>de</strong><br />

temer, irritó sobremanera á aquellos personajes, y produjo funes<br />

tas consecuencias al dominio <strong>de</strong> los monarcas ingleses en la isla.<br />

Es necesario que el lector no pierda <strong>de</strong> vista estas inconsecuencias<br />

<strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> Juan, á ün <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r su conducta durante el banquete<br />

<strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Ashby.<br />

En cumplimiento <strong>de</strong> la resolución que había tomado durante uno<br />

<strong>de</strong> sus intervalos <strong>de</strong> sensatez y cordura, el príncipe Juan recibió a<br />

Ccdric y á su compañero Athelstane con distinción y cortesía, ma<br />

nifestándose apesadumbrado , aunque no resentido, cuando el primero<br />

alegó la indisposición <strong>de</strong> lady Rowena como causa que la ha<br />

bia impedido asistir al banquete. Cedrie y Athelstane estaban vestidos<br />

al uso antiguo sajón , que aunque no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser vistoso,<br />

sobre todo cuando se componía, como el <strong>de</strong> aquellos dos personajes,<br />

<strong>de</strong> telas esquisitas, se diferenciaba tanto en tela y corte <strong>de</strong>l <strong>de</strong> los<br />

otros huéspe<strong>de</strong>s, que el Príncipe se acreditó á los ojos <strong>de</strong> Fitzurse<br />

<strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> gran madurez, por haber comprimido la risa á vista<br />

<strong>de</strong> un disfraz que <strong>de</strong>bía parecer ridículo comparado con las modas<br />

reinantes. Sin embargo, examinado sin preocupación, el trage sajón,<br />

compuesto <strong>de</strong> una túnica corta y <strong>de</strong> un gran manto , era mucho<br />

mas agraciado y cómodo que la larga túnica <strong>de</strong> los normandos,<br />

ancha y <strong>de</strong>sgarbada , como el gabán <strong>de</strong> un carromatero y la<br />

estrecha y brevísima capa, incapaz <strong>de</strong> preservar <strong>de</strong>l frió y <strong>de</strong> la<br />

lluvia, y cuyo único objeto era ostentar un vistoso conjunto <strong>de</strong> pieles,<br />

joyas, bordados y galones. El emperador Cario Magno conoció<br />

muy bien los inconvenientes <strong>de</strong> semejante atavío. <br />

sirve, preguntaba á los normandos, ese trapo que os cuelga, <strong>de</strong> los<br />

hombros? En la cama, no basta á cubriros : á caballo, no os protege<br />

<strong>de</strong>l viento n i <strong>de</strong> la lluvia: y cuando estáis sentados, no os guarda<br />

las piernas <strong>de</strong>l frió ni <strong>de</strong> la humedad.»<br />

Sin embargo, y en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> las objeciones <strong>de</strong> aquel personaje,<br />

la capa corta prevaleció como moda dominante hasta los tiempos<br />

<strong>de</strong> que vamos hablando, sobre todo entre los Príncipes <strong>de</strong> la<br />

casa <strong>de</strong> Anjou. Osábanla, por consiguiente, todos los partidarios ;


capítulo xiv. 125<br />

palaciegos <strong>de</strong> Juan; y la pomposa y ancha capa <strong>de</strong> los sajones solo<br />

escitaba burla y rechifla.<br />

Los huéspe<strong>de</strong>s tomaron asiento en torno <strong>de</strong> una mesa cubierta<br />

profusamente <strong>de</strong> manjares, l.os cocineros que el Príncipe habia<br />

empleado en aquella ocasión, mostraron todo su saber en variar las<br />

formas <strong>de</strong> los guisos y asados, y sobresalieron quizás tanto como<br />

ios mejores artistas mo<strong>de</strong>rnos en disfrazar el aspecto natural <strong>de</strong><br />

aves, cuadrúpedos, legumbres y peces. A<strong>de</strong>más do los productos<br />

<strong>de</strong>l suelo <strong>de</strong> Inglaterra, se sirvieron golosinas traídas <strong>de</strong> los paises<br />

estranjeros, sin contar una gran colección <strong>de</strong> pasteles do diferentes<br />

clases, entre los cuales <strong>de</strong>scollaban las tortas <strong>de</strong> dulces y <strong>de</strong><br />

conservas, que solo se ponían entonces en las mesas <strong>de</strong> los másateos<br />

personajes. La provisión <strong>de</strong> vinos era tan abundante, como rica<br />

y variada. '<br />

Pero, aunque amigos <strong>de</strong> buenos bocados, los normandos no eran<br />

oestemplados ni comilones. Gustaban <strong>de</strong> convites, pero en ellos<br />

preferían la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y la finura; y motejaban la glotonería y la<br />

'•mbriaguez <strong>de</strong> los sajones, como vicios peculiares <strong>de</strong> una raza <strong>de</strong>gradada<br />

y humil<strong>de</strong>. El príncipe Juan, sin embargo, y los que creían<br />

serle agradables imitando sus <strong>de</strong>fectos, se abandonaban con frecuencia<br />

á los escesos <strong>de</strong> la gula y <strong>de</strong> lo. botella; y la historia, dice<br />

que la muerte <strong>de</strong> aquel magnate procedió do un hartazgo <strong>de</strong> albérchigos<br />

y cerveza nueva. Su conducta en esta parte era una esceprion<br />

á las costumbres generales <strong>de</strong> sus compatricios.<br />

Los caballeros y nobles normandos observaban con afectada gra-<br />

\ edad, y mirándose entre sí con aire burlón, los groseros modales<br />

<strong>de</strong> Cedric y Athelstane, que tan estrados y ridículos les parecían;<br />

mas ellos, que ignoraban la diversión que ofrecían ásus huéspe<strong>de</strong>s,<br />

continuaban hollando las leyes mas fundamentales <strong>de</strong> la etiqueta<br />

y <strong>de</strong> la buena crianza. Entonces, como ahora, no era tan mal vista<br />

una infracción <strong>de</strong> las reglas <strong>de</strong> la hombría <strong>de</strong> bien y <strong>de</strong> la sana<br />

moral, como el menor <strong>de</strong>scuido contra el ceremonial que la moda<br />

establece. Cedric, que se enjugó las manos en una toalla, en lugar<br />

<strong>de</strong> secárselas sacudiéndolas con afectados movimientos, como haeian<br />

los pisaver<strong>de</strong>s <strong>de</strong> aquel siglo, no fué menos ridículo á los ojos<br />

<strong>de</strong>l concurso, que Athelstane cuando se engulló en un santiamén<br />

¡m enorme pastel, compuesto <strong>de</strong> los mas raros y esquisitos ingredientes.<br />

Esto inci<strong>de</strong>nte dio lugar á un menudo interrogatorio, <strong>de</strong>l<br />

cual resultó que el franUln <strong>de</strong> Coningsburgo ¡como lo llamaban los


12*1 IVANHOE.<br />

normandos; había tomado por alondras y pichones ios que era,,<br />

realmente papafigos y ruiseñores: lo que escitó mas y mas la risa<br />

délos otros huéspe<strong>de</strong>s, que no hubieran llevado á mal su glotonería,<br />

pero que no podían perdonarle su ignorancia.<br />

Alzáronse los platos, y empezaron á circular las copas. La conversación<br />

giró sobre las hazañas <strong>de</strong>l torneo; el montero <strong>de</strong>sconocido<br />

que habia ganado el premio <strong>de</strong>l tiro al blanco; el caballero negro,<br />

que tan <strong>de</strong>sinteresadamente habia renunciado al galardón que<br />

merecía, y el bizarro Ivanhoe, que á tanta costa habia comprad!<br />

su triunfo. Hablábase con franqueza militar, y las carcajadas;,<br />

los chistes resonaban por todo el circuito <strong>de</strong> la mesa. Solo en la<br />

frente <strong>de</strong>l príncipe Juan se notaba el ceño <strong>de</strong> la inquietud, como si<br />

aquejasen su espíritu graves y amargos recelos; y únicamente tomaba<br />

parte en la conversación cuando le dirijia la palabra alguno<br />

<strong>de</strong> sus cortesanos favoritos. Entonces dispertaba <strong>de</strong> su distracción,<br />

llenaba una copa <strong>de</strong> vino, y respondía con alguna observación impremeditada<br />

y á veces fuera <strong>de</strong> propósito.<br />

«Bebamos ahora, dijo, á la salud <strong>de</strong> Yvilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe, cam<br />

peón <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong> armas, y por la satisfacción que tendríamos en<br />

verle entre nosotros si su herida no se lo estorbara. Llenemos todos<br />

las copas para este brindis, y sobre todo Cedric <strong>de</strong> Botherham.<br />

padre <strong>de</strong> un hijo que tanto promete.<br />

—Con perdón <strong>de</strong> Y. A., dijo Cedric poniéndose en pié y <strong>de</strong>jando<br />

la copa vacía sobre la mesa, yo no doy el nombre <strong>de</strong> hijo al joven<br />

<strong>de</strong>sobediente, que <strong>de</strong>sprecia mis mandatos, y abandona los usos y<br />

costumbres <strong>de</strong> sus padres.<br />

—Imposible parece, dijo el Príncipe con fingida estrañeza, qu<<br />

tan valiente caballero sea hijo rebel<strong>de</strong> é indigno <strong>de</strong> su sangre.<br />

—Lo es, por <strong>de</strong>sgracia, contestó Cedric. Abandonó el hogar paterno,<br />

por seguir álos nobles <strong>de</strong> la Corte <strong>de</strong> vuestro hermano, don<strong>de</strong><br />

aprendió todas esas fruslerías que tanto estiman vuestros compatricios.<br />

Hízolo contra mi voluntad y espreso mandato; y semejante<br />

acción, en los dias <strong>de</strong> Alfredo le hubiera acarreado el mas<br />

severo castigo.<br />

—Ah! dijo el Príncipe lanzando un suspiro <strong>de</strong> afectada compa<br />

sion, si vuestro hijo ha seguido las huellas <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sventurado<br />

hermano, no hay que preguntar dón<strong>de</strong> tomó lecciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>sobediencia<br />

filial.»<br />

Esto dijo el príncipe Juan, echando en olvido que aunque nía-


CAPÍTULO XIV. 127<br />

guno do ios hijos <strong>de</strong> Enrique II estaba libre <strong>de</strong>l misino cargo, él<br />

les habia escedido á todos en ingratitud y rebeldía.<br />


128 IVANHOE.<br />

que acometido por una multitud <strong>de</strong> perros, no sabe á cual <strong>de</strong> ellos<br />

dirigirlos primeros ímpetus <strong>de</strong> su venganza. Al fin habló , aunque<br />

con voz ahogada por la cólera ; y dirigiéndose al Príncipe,<br />

como primer autor <strong>de</strong> las ofensas que habia recibido : «Cualesquiera<br />

que hayan sido , dijo , las locuras y vicios <strong>de</strong> nuestra raza, an -<br />

tes hubiera consentido un sajón en ser hollado como el bicho mas<br />

inmundo, que sufrir en su sala, y mientras se bebe el vino <strong>de</strong> sus<br />

bo<strong>de</strong>gas , los insultos con que se me ha tratado en vuestra presencia;<br />

y sea cual fuere la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> nuestros padres <strong>de</strong> Hastings,<br />

<strong>de</strong>bieran guardar silencio á lo menos los que hace poco y mas <strong>de</strong><br />

una vez han perdido silla y estribo ante la lanza <strong>de</strong> un caballero<br />

sajón. Dijo estas últimas palabras mirando á frente-<strong>de</strong>-buey y al<br />

Templario.<br />

«Bien dicho , \ á tiempo , dijo el príncipe Juan. ¿Qué os parece.<br />

Milores? Nuestros subditos sajones hacen gran<strong>de</strong>s a<strong>de</strong>lantos en ingenio<br />

y sutileza. Se les van aguzando las enten<strong>de</strong><strong>de</strong>ras, y se van<br />

poniendo mas duros que los tiempos que corren . que no es poco<br />

<strong>de</strong>cir. Voto á tantos, que será preciso embarcarnos, y volver cuanto<br />

antes áNormandía.<br />

—¿ Por miedo <strong>de</strong> los sajones ? dijo Bracy. lina lanzado monie<br />

basta para esos jabalíes.<br />

— Basta, <strong>de</strong> chanzas . caballeros , dijo leitzurse , y bueno lucra<br />

que V. A. asegurase al noble Cedric que en estos dichos inocentes,<br />

que quizás sonarán mal en sus oídos , no ha habido la menor intención<br />

<strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>rle ni insultarle.<br />

— ¡ Insultarle i dijo el príncipe .luán volviéndose á su primera<br />

urbanidad ; no creo que nadie me juzgue capaz <strong>de</strong> permitir que se<br />

insulte á tan digno huésped en mi presencia : y en prueba <strong>de</strong> ello,<br />

bebamos á su salud , puesto que se niega á brindar por la <strong>de</strong> so<br />

hijo. »<br />

La copa dio la vuelta, en medio <strong>de</strong> los aplausos con que los caballeros<br />

normandos querían ahogar la memoria <strong>de</strong> las impru<strong>de</strong>ncias<br />

que habían cometido : mas no produjeron el efecto que pensaban<br />

, pues aunque Cedric no era sobradamente <strong>de</strong>spejado , ni los<br />

cumplimientos ni las lisonjas podian borrar <strong>de</strong> su memoria las injurias<br />

que se les habian hecho. El Príncipe brindó en seguida á la<br />

salud <strong>de</strong> sir Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh ; y Cedric bebió, guardando<br />

profundo silencio. Athelstane respondió á aquella cortesía<br />

haciendo una reverencia y bebiendo una copa llena.


CAPÍTULO xiv. 129<br />

« Y ahora , caballero , dijo el príncipe Juan rpie empezaba á sentir<br />

los efectos <strong>de</strong>l vino , puesto que hemos hecho justicia á nuestros<br />

huéspe<strong>de</strong>s sajones, justo es que nos paguen en la misma moneda.<br />

El noble Cedric tendrá la bondad <strong>de</strong> nombrar al caballero *<br />

normando que mas digno le parezca <strong>de</strong> ser proferido por sus labios,<br />

y <strong>de</strong> ahogar en el vaso todo el resentimiento que haya producido<br />

en su alma la conversación <strong>de</strong> esta tar<strong>de</strong>.<br />

En tanto que el Príncipe hablaba , Fitzurse se acercó por <strong>de</strong>trás<br />

a Cedric y le dijo que brindase por el príncipe Juan , pues aquella<br />

era una escelento ocasión <strong>de</strong> manifestar un espíritu conciliador<br />

entre sajones y normandos. Cedric no le respondió ; púsose en pié,<br />

y habló en los términos siguientes: « V. A. me manda nombrar á<br />

un normando digno <strong>de</strong> los aplausos <strong>de</strong> este concurso ; y en verdad<br />

que es cosa dura , pues es <strong>de</strong>cir al esclavo que cante los loores <strong>de</strong><br />

su señor , y al vencido aun oprimido por los males <strong>de</strong> la conquista<br />

, que entone las alabanzas <strong>de</strong>l victorioso. "Nombraré sin embargo<br />

á un normando , primero en las armas y primero en gerar-<br />

quía el mejor y el mas noble <strong>de</strong> su raza. Y llamaré falsos y<br />

viles á Jos labios (pie no paguen este tributo á su bien merecida<br />

fama , y así lo sostendré con mi vida. A la salud <strong>de</strong> Jíicardo Corazón<br />

<strong>de</strong> león.<br />

El príncipe Juan , que esperaba oír su propio nombre al fin <strong>de</strong><br />

ia arenga <strong>de</strong>l Sajón , quedó atónito y confuso oyendo ¡nesperadainente<br />

el <strong>de</strong> su ofendido hermano. Alzó maquinalmente la copa , y<br />

folvió á ponerla sobro la mesa, para observar como recibían el<br />

brindis los convidados . <strong>de</strong> los cuales muchos no sabían qué hacer,<br />

.•revendo que era tan peligroso beberlo corno rehusarlo. Algunos<br />

diestros cortesanos imitaron el ejemplo <strong>de</strong>l Príncipe , aplicando la<br />

• •opa á los labios , y poniéndola en seguida sobre la mesa. Otros<br />

hubo que . animados por sentimientos mas generosos , esclamaron:<br />

• Viva el rey Tiieardo! ; < íjalá se restituya pronto á sus hogares'..»<br />

ífrente-<strong>de</strong>-buey , llrían y algunos otros no llevaron las manos á<br />

las copas , respondiendo al brindis con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa risa ; mas nina-uno<br />

osó contra<strong>de</strong>cir abiertamente aquel homenaje tributado al<br />

Monarca reinante.<br />

Habiendo gozado á sus anchas do esto triunfo , Cedric dijo á su<br />

compañero : ;< Vamos , noble Athelstane , nada tenemos que hacer<br />

aquí., puesto que hemos respondido á la cortés hospitalidad <strong>de</strong>l<br />

i'ríncipe. Los que <strong>de</strong>seen saber algo mas do nuestras groseras cos-<br />

'j


130 rVANHÓE.<br />

Lumbres , que nos busquen en nuestras casas paternas. Harto hemos<br />

disfrutado <strong>de</strong>l banquete Iteal y <strong>de</strong> la urbanidad normanda. >•»<br />

Levantóse al <strong>de</strong>cir estas palabras, y salió en compañía <strong>de</strong> Athelstane<br />

<strong>de</strong> la sala <strong>de</strong>l convite. Siguiéronle otros muchos huéspe<strong>de</strong>s,<br />

partidarios <strong>de</strong> los sajones y justamente ofendidos <strong>de</strong> las injurias<br />

<strong>de</strong>l príncipe Juan y <strong>de</strong> sus palaciegos.<br />

«Por las barbas do mi padre, dijo el Príncipe cuando los vio fuera<br />

<strong>de</strong> la sala, que los sajones se han burlado y triunfado <strong>de</strong> nosotros.<br />

—Harto hemos brindado, dijo el prior Aymer, y ya era tiempo<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>jarlo.<br />

—Su Paternidad, dijo Bracy, lleva mucha prisa.<br />

—Sí llevo, señor caballero, respondió el Prior, pues que tengo<br />

que andar muchas millas antes <strong>de</strong> llegar á casa.<br />

—Todos tienen gana <strong>de</strong> irse, dijo el Príncipe á Fitzurse en voz<br />

baja; mas miedo tienen que <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> ayudarme.<br />

—No hay que temer, respondió "Wal<strong>de</strong>mar; yo sabré reducirlos^<br />

y todos ellos se reunirán con nosotros en York. Padre Prior, quisiera<br />

hablaros en particular antes que montéis á caballo.)'<br />

Ya se habían retirado los otros huéspe<strong>de</strong>s, eseepto los <strong>de</strong> la comitiva<br />

personal <strong>de</strong>l Príncipe y sus mas zelosos partidarios, «listos<br />

son los resultados <strong>de</strong> vuestros consejos, dijo Juan á Pitzurse; estos<br />

berracos sajones vienen á hurlarse <strong>de</strong> mí en mis barbas; y al oir el<br />

nombre <strong>de</strong> mi hermano, todos mis amigos tiemblan como si tuvieran<br />

perlesía.<br />

—Tened paciencia, replicó el consejero: pudiera respon<strong>de</strong>ros<br />

echando la culpa á las impru<strong>de</strong>ncias que han frustrado mis <strong>de</strong>signios:<br />

mas no es ahora tiempo <strong>de</strong> reconvenciones, bracy y yo vamos<br />

á ver á esos cobar<strong>de</strong>s, y á probarles que no pue<strong>de</strong>n retroce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> haberse a<strong>de</strong>lantado tanto.<br />

—Será en vano, <strong>de</strong>cía el principe Juan paseándose <strong>de</strong>satentadamente<br />

por la sala, y manifestando estraordinaria agitación, á que<br />

los tragos <strong>de</strong>l banquete contribuían en gran manera. Será en vano...<br />

esos hombres han visto la mano que escribía la sentencia en<br />

el muro; han conocido al león por la huella que <strong>de</strong>jaba estampada<br />

en la arena; han oidosus rugidos en el bosque. Nada hay que baste,<br />

á reanimar su valor.<br />

— ¡Ojalá, dijo Fitzurse áBracy, pudiera reanimarse el suyo! pero<br />

el nombre <strong>de</strong> su hermano le dá la calentura. ¡Cuan <strong>de</strong>sgraciados


CAPÍTULO XV. 181<br />

son los cortesanos ele un principe que carece <strong>de</strong> fortaleza y <strong>de</strong> perr<br />

scv( rancia tanto en el mal como en el bien!<br />

CAPITULO XV.<br />

Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse redujo y congregó ios diseminados miembros<br />

<strong>de</strong>l bando <strong>de</strong>l príncipe Juan, con no menor fatiga que la que<br />

emplea la araña para unir los sueltos hilos <strong>de</strong> su <strong>de</strong>strozada tela<br />

Pocos eran los partidarios que le seguían por inclinación y afecta,<br />

y ninguno por estimación personal. Por tanto fué necesario qu t<br />

Fitzurse les ofreciese nuevas ventajas y recompensas, y les traje.*<br />

á la memoria las que ya estaban disfrutando. A los nobles, jóvenes<br />

y disolutos, prometió la impunidad <strong>de</strong> sus escesos y la facilidad <strong>de</strong><br />

cometer otros; á los ambiciosos, medios <strong>de</strong> aumentar su po<strong>de</strong>r; y é<br />

los interesados, gran<strong>de</strong>s sumas y cuantiosos estados. Los jefes <strong>de</strong><br />

ias tropas mercenarias recibieron un buen donativo en oro: argumento<br />

que ejercía en ellos un imperio irresistible, y sin el cual<br />

ningún otro hubiera podido producir efecto. Sin embargo, aquel<br />

elicaz agente fué mas liberal en promesas que en dádivas; pero ai<br />

cabo nada omitió <strong>de</strong> cuanto podia <strong>de</strong>cidir al irresoluto, y animar<br />

al <strong>de</strong>scorazonado. Hablaba <strong>de</strong>l regreso <strong>de</strong> Ricardo como <strong>de</strong> un suceso<br />

que no estaba en los límites <strong>de</strong> la posibilidad; mas cuando infería<br />

por las miradas inciertas y respuestas dudosas que recibía,<br />

que aquel ora el único temor que contenia á muchos, aseguraba oon<br />

la mayor confianza que la presencia <strong>de</strong>l Rey, aun suponiendo posible<br />

su vuelta, no alteraba en manera alguna sus cálculos políticos.<br />

«Si Ricardo vuelve, <strong>de</strong>cía Fitzurse, vuelve á enriquecer sus hambrientos<br />

cruzados á espensas <strong>de</strong> los (pie no le han seguido en la<br />

Tierra santa; vuelve á tomar cuentas severas á los que durante su<br />

ausencia hayan dado el menor paso que pueda llamarse ofensa <strong>de</strong><br />

las leyes, ó usurpación <strong>de</strong> las tierras y privilegios <strong>de</strong> la Corona:<br />

viene á vengar en las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l Temple y do san Juan <strong>de</strong> Jerusalcn<br />

el zelo con que han abrazado el partido <strong>de</strong> Francia durante<br />

las guerras ele Palestina; viene en fin á castigar como rebel<strong>de</strong> y<br />

traidor á todo el epie se haya <strong>de</strong>clarado en favor <strong>de</strong>-su hermano


132 1VAM10U.<br />

¿Qué podéis recelar <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r? continuaba el astuto confi<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong>l usurpador. Confieso que es un caballero valiente é intrépido -<br />

,<br />

mas ahora no estamos en los tiempos <strong>de</strong>l rey Arturo, en que ur<br />

paladin solo combatía con una hueste entera. Si Ricardo vuelve,<br />

volverá solo sin partidarios ni amigos. Los huesos <strong>de</strong> los que le han<br />

acompañado blanquean ¡i la hora esta las arenas <strong>de</strong> Palestina. Los<br />

pocos que se han salvado <strong>de</strong> este <strong>de</strong>sastre han venido, corno \Yüfrido<br />

<strong>de</strong> Ivanhoe, mendigos, <strong>de</strong>rrotados. ¿Y qué significa la legitimidad<br />

<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos? respondía á los que se mostraban es ore:<br />

pulosos sobre este punto. ¿Es mas positivo y sagrado el título <strong>de</strong><br />

primogenitura <strong>de</strong> Ricardo, que el <strong>de</strong>l duque Roberto <strong>de</strong> Normandía,<br />

hijo mayor <strong>de</strong>l conquistador? Y sin embargo, Guillermo el Rojo ;><br />

Enrique, sus hermanos menores, le fueron sucesivamente proferidos<br />

por la voz <strong>de</strong> la Nación. Roberto no cedia eti prendas nobles<br />

y generosas á Ricardo; era buen caballero, escelente caudillo, generoso<br />

con sus amigos, y á mayor abundamiento, cruzado y conquistador<br />

<strong>de</strong>l santo Sepulcro. Sin embargo, murió ciego y miserable,<br />

preso en el castillo <strong>de</strong> Cardiffe, porque el pueblo no quiso<br />

prestarle obediencia. En cuanto á prendas personales, pue<strong>de</strong> que<br />

el príncipe Juan sea inferior á su hermano Ricardo; pero cuando<br />

se consi<strong>de</strong>ra que este no pue<strong>de</strong> venir sino con la espada <strong>de</strong> la venganza<br />

en la mano, mientras el otro no tiene en las suyas sino recompensas,<br />

inmunida<strong>de</strong>s, privilegios, riqueza y honores, no se<br />

pue<strong>de</strong> dudar cual es el Rey que la nobleza, si obra con discero -<br />

miento, <strong>de</strong>be suportar y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r.»<br />

Estos y otros argumentos, adaptados á las circustancias partí rolares<br />

<strong>de</strong> las personas á quienes se dirigían, tuvieron el influjo ¡ocse<br />

esperaba en los nobles <strong>de</strong> la facción <strong>de</strong>l Príncipe. Muchos <strong>de</strong><br />

ellos consintieron en asistir á la asamblea que <strong>de</strong>bía reunirse nv<br />

York, y cuyo objeto era tomar las medidas necesarias para pone.'<br />

la corona en las sienes <strong>de</strong> Juan.<br />

Ya era algo entrada ¡a noche, cuando molido <strong>de</strong> todos esto- otaos<br />

y diligencias, aunque satisfecho con sus resultados , Fitzursc<br />

<strong>de</strong> vuelta al castillo <strong>de</strong> Ashby, se encontró con De Bracy, que ei<br />

lugar <strong>de</strong> los tragos <strong>de</strong> gala con que habia asistido al banquete, estaba<br />

con una túnica corta ver<strong>de</strong> , calzones <strong>de</strong>l mismo color , casco<br />

<strong>de</strong> cuero en la cabezo, espada corta, cuerno <strong>de</strong> caza al hombro , un<br />

gran arce en la mano, y un haz <strong>de</strong> flechas sujeto al ciuturon. ói<br />

Fitzurse 'caliera visto esta figura en uno <strong>de</strong> los aposentos ester'."


CAPÍTULOXY. 133<br />

res-, ao "hubiera fijado en ella la atención, tomándola por uno <strong>de</strong> los<br />

guardia* <strong>de</strong>l Príncipe ; mas hallándola en uno <strong>de</strong> los salones <strong>de</strong>l<br />

cuarto <strong>de</strong> Juan, la miró con alguna curiosidad, y reconoció al caballero<br />

normando en trage <strong>de</strong> un montero ó campesino.<br />

¿Qué significa esta trasformacion, De Bracy ? le preguntó con<br />

alguna acritud el confi<strong>de</strong>nte. ¿Estamos en tiempos <strong>de</strong> máscaras y<br />

mojigangas cuando va á <strong>de</strong>cidirse <strong>de</strong> un momento á otro la suerte<br />

<strong>de</strong> nuestro amo ? ¿Porqué no has ido como yo á persuadir á esas<br />

gallinas, (pie se echan á temblar al oir el nombre <strong>de</strong> Ricardo , como<br />

dicen que hacen los hijos <strong>de</strong> los Sarracenos ?<br />

—Estoy pensando en mis negocios como tú en los tuyos, respondió<br />

De ¡iracy con gran serenidad.<br />

—; En mis negocios! repitió Wal<strong>de</strong>mar : di mas bien en los <strong>de</strong>l<br />

Príncipe, que son mios y tuyos.<br />

— V la única razón que tienes para hacerlo, respondió De Braoy,<br />

es el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> promover tus propios intereses. Vamos, Fitzurse : tú<br />

me conoces, y yo te conozco. La ambición es tu norte; la diversión<br />

es el mío, como correspon<strong>de</strong> á nuestras respectivas-eda<strong>de</strong>s. Acerca<br />

<strong>de</strong>l príncipe Juan, lo mismo piensas tú que yo: que es <strong>de</strong>masiado<br />

débil, para ser un monarca resuelto ; <strong>de</strong>masiado insolente y presuntoso,<br />

para ser un monarca amante <strong>de</strong> sus pueblos; y <strong>de</strong>masiado<br />

mudable y tímido, para ser un monarca <strong>de</strong> cualquiera especie.<br />

Pero es


134 IVANH0E.<br />

—Ninguno <strong>de</strong>be quedar, respondió De Bracy : la obra <strong>de</strong> la conquista<br />

<strong>de</strong>be ser completa.<br />

—No es tiempo <strong>de</strong> pensar en eso, dijo Wal<strong>de</strong>mar: en la crisis quise<br />

acerca , nada nos es tan necesario como el favor <strong>de</strong> la muchedumbre<br />

; y el Príncipe no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> hacer justicia contra el<br />

que agravie á los que gozan <strong>de</strong> alguna popularidad.<br />

—Hágalo aú conmigo si se atreve, dijo De Bracy, y verá la diferencia<br />

que hay entre unas lanzas como las cpie están bajo mis<br />

ór<strong>de</strong>nes, y esa canalla sajona. Pero nada temas, porque es imposi"<br />

ble que me <strong>de</strong>scubran. ¿No parezco en este atavío un montero hecho<br />

y <strong>de</strong>recho ? Verás como todo el mundo echa la culpa á los bandidos<br />

délas selvas <strong>de</strong> York. Tengo buenas espías que observan todos<br />

los movimientos <strong>de</strong> esos sajones. Esta noche duermen en Burton,<br />

en el convento <strong>de</strong> san Wittol ó Witthold. Mañana se ponen á mi<br />

alcance, y me lanzo sobre la avecilla, ni mas ni menos corno un gerifalte.<br />

Después me presentaré á cara <strong>de</strong>scubierta, y con mi ropaje<br />

acostumbrado: la echaré <strong>de</strong> caballero galán ; arrebataré á la <strong>de</strong>sventurada<br />

hermosa <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> sus raptores; me la llevaré al<br />

castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, ó á Normandía si es necesario, y jamás<br />

volverá á poner el pié en esta isla, si no es convertida en esposa <strong>de</strong><br />

Mauricio De Bracy.<br />

—¡ Maravilloso plan, dijo Fitzurse, aunque no ha salido enteramente<br />

<strong>de</strong> tu caletre! Vamos, sé franco. ¿Quién te ayudó en la invención?<br />

Quién ha <strong>de</strong> ayudarte á ponerla en práctica?<br />

—Yaya, una vez que se te ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir todo,respondió De Bracy,<br />

sábete que el templario Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, fué el que arregló<br />

toda la tramoya; aunque la primera i<strong>de</strong>a fué mia. El Templario y<br />

los suyos han <strong>de</strong> ayudarme, haciendo el papel <strong>de</strong> bandoleros , <strong>de</strong><br />

los cuales he <strong>de</strong> libertar yo <strong>de</strong>spués á la hermosa cautiva.<br />

— ¡Voto á tal, dijo Fitzurse! que el proyecto es digno <strong>de</strong> esas dos<br />

¡•abezas! y en lo que mas lucen tu sensatez y discernimiento, es en<br />

confiar la dama á tan honrado compañero. No dudo que puedas<br />

arrebatarla <strong>de</strong> su comitiva, pero como la has <strong>de</strong> sacar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

las uñas <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, me parece algo mas dudoso.<br />

Es halcón que no suelta tan fácilmente la perdiz.<br />

—Es Templario, dijo De Bracy : y por lo que hace á agraviar el<br />

honor <strong>de</strong> la que ha <strong>de</strong> ser la mujer <strong>de</strong> Braey, por mi padre que nos<br />

habíamos <strong>de</strong> ver las caras.<br />

—Entonces, dijo AVal<strong>de</strong>mar, puesto que nada <strong>de</strong> cuanto yo diga


CAPÍTULO xv. 135<br />

pue<strong>de</strong> quitarte esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la cabeza, porque conozco poresperiencia<br />

la obstinación <strong>de</strong> tu índole, á lo píenos no pongas mucho tiempo<br />

en realizarla; y ya que la empresa es prematura, á lómenos que<br />

nonos perjudique con su duración.<br />

—Dígote, prosiguió De Bracy, que es negocio do pocas horas , y<br />

¡pie no tardaré en hadarme en York á la cabeza <strong>de</strong> mis valientes y<br />

arrojados compañeros, para sostener cuantos planes pueda fraguar<br />

tu política. Pero ya oigo á. los mios que se reúnen, y los caballos<br />

que van llegando al patio <strong>de</strong>l castillo. A Dios. Voy, como buen caballero,<br />

á merecer las sonrisas <strong>de</strong> la hermosura.<br />

—¡ Como buen caballero! dijo Fitzurse siguiéndole con los ojos.<br />

Como un insensato, dirías mejor, ó como un niño <strong>de</strong> la escuela que<br />

en el momento <strong>de</strong>l peligro se echa á correr tras la mariposa que pasa<br />

revoloteando. Pero tales son los muñecos que yo tengo que manejar...<br />

y ¿en favor <strong>de</strong> quién? De un príncipe tan necio como vicioso,<br />

y rpie probablemente será dueño tan <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido, como ha<br />

sido hijo rebel<strong>de</strong> y hermano <strong>de</strong>sleal. Pero también le tengo que<br />

manejar como los otros; y por orgulloso que sea, si presume separar<br />

sus intereses <strong>de</strong> los mios, pronto sabrá lo que le aguarda.»<br />

Las meditaciones <strong>de</strong>l pobre Fitzurse fueron interumpidas por la<br />

voz <strong>de</strong>l Príncipe, que le llamaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su cámara; y con gorra en<br />

mano, el futuro canciller <strong>de</strong> Inglaterra, porque tal era el alto puesto<br />

á que el ambicioso normando aspiraba, acudió á toda prisa á<br />

recibirlas ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su futuro Monarca.<br />

CAPITULO XVI.<br />

El curioso lector no pue<strong>de</strong> haber olvidado que el éxito <strong>de</strong>l torneo<br />

se <strong>de</strong>bió al oportuno socorro <strong>de</strong> un caballero <strong>de</strong>sconocido, al cual<br />

dieron los espectadores el nombre <strong>de</strong>l Negro holgazán-, con alusión<br />

ala conducta pasiva é indiferente que habia observado. Aquel caballero<br />

salió repentinamente <strong>de</strong>l campo, inmediatamente <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la victoria; y cuando fué llamado para recibir el galardón que<br />

su valor merecía, nadie pudo <strong>de</strong>scubrir su para<strong>de</strong>ro En tanto que<br />

le emplazaban los heraldos y las trompetas, el caballero se habia internado<br />

en los bosques, hacia el norte <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Ashby, evi-


130 IVANHÓK.<br />

tatido los caminos frecuentados y tomando los atajos y las veredas<br />

mas cortas. Pasó la noche en una mala venta, don<strong>de</strong> se reunieron<br />

algunos viageros, entre, ellos un trovador que le trajo las últimas<br />

noticias <strong>de</strong>l tornee.<br />

A la mañai a siguiente salió temprano, con ánimo <strong>de</strong> hacer una<br />

larga jornada: su caballo no necesitaba <strong>de</strong> muelo» reposo, porque<br />

como ya hemos visto, no había trabajado con esceso durante la batalla.<br />

Sin embargo, no pudo realizar su <strong>de</strong>signio, por haberse es<br />

traviadomas <strong>de</strong> una vez en los tortuosos laberintos déla selva; d><br />

modo que al anochecer,se encontró en la frontera occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l condado<br />

<strong>de</strong> York. Ya á la sazón estaban harto molidos trinóte y caballo,<br />

y fué preciso pensar seriamente en buscar algún albergue en<br />

que pasar la noche, que á toda prisa se acercaba.<br />

El sitio en que el viajero se, hallaba cuando le asaltaron estas re<br />

flexiones, no era el mas propicio para el logro <strong>de</strong> los fines que <strong>de</strong><br />

seaba; y ya vio que no le quedaba otro recurso que el <strong>de</strong> los caba<br />

fieros errantes, los cuales en semejantes ocasiones <strong>de</strong>jan pastar<br />

al caballo la menuda yerba, y se echan <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una encina k<br />

meditar á sus anchas en la dama <strong>de</strong> sus pensamientos. Pero el Holgazán<br />

no tenia siquiera este recurso <strong>de</strong> que echar mano: tan insensible<br />

al amor, como indiferente había parecido en los combates, no<br />

podía darse á reflexiones melancólicas sobre la crueldad <strong>de</strong> algu<br />

na princesa empe<strong>de</strong>rnida y sorda á sus ayos: el amor por consiguien<br />

te no podia satisfacer su apetito, ni aliviar su cansancio, ni suplir<br />

la falta <strong>de</strong> la cama y <strong>de</strong> lacena. Viósocon harta pesadumbre en medie<br />

<strong>de</strong> ásperas malezas, en que solo se distinguían estrechísimas veré<br />

das, formadas sin duda por los numerosos rebaños que pastaban<br />

en aquellos bosques, por las liebres y venados que los habitaban, ,\<br />

por los cazadores que los perseguían.<br />

El sol, que hasta entonces había dirigido su rumbo, se había<br />

ocultado <strong>de</strong>trás do las colinas <strong>de</strong> la izquierda, y en aquellas circunstancias<br />

cada paso que diera en busca <strong>de</strong> camino podia estra<br />

viarlo mas y mas en la espesura. En vano procuró dirigirse por lo><br />

sitios menos quebrados, creyendo que <strong>de</strong> este modo llegaría al ran<br />

cho <strong>de</strong> algún pastor, ó á la choza <strong>de</strong> algún guarda-bosque: pero<br />

viendo que nada favorable resultaba <strong>de</strong> sus diversas tentativas,<br />

resolvió abandonarse al instinto <strong>de</strong> su caballo, porque la esperien<br />

cia le había <strong>de</strong>mostrado la admirable sagacidad con que estos ani<br />

males sacan á los viageros dotan incómodos apuros.


CAPÍTULO XVI. 131<br />

Cl caballo empezaba ya á sentir la fatiga <strong>de</strong> tan larga jornada.<br />

\ el peso <strong>de</strong> un gincte que llevaba encima algunas libras <strong>de</strong> hierro:<br />

mas apenas conoció por la flojedad <strong>de</strong> las riendas los <strong>de</strong>signios<br />

iic su amo, cobró nueva fuerza y vigor; y en lugar <strong>de</strong>l mal humor<br />

y áspero gruñido con que hasta entonces había respondido ala espinela,<br />

envanecido con la confianza que se le dispensaba, en<strong>de</strong>rezó<br />

¡as ..'rejas y apretó el paso, con indicios <strong>de</strong> satisfacción y seguridad.<br />

Tomó al principio una dirección contraria á la que ei ginete había<br />

seguido hasta entonces; mas este no quiso oponerse á lo que su<br />

testudo le dictaba.<br />

El éxito justificó sus esperanzas, porque á poco trecho se presenil.'<br />

un sen<strong>de</strong>ro algo mas ancho y hollado que, los anteriores, y no<br />

•'ardo en oírse el sonido <strong>de</strong> una campana, lo cual indicaba la proximidad<br />

<strong>de</strong> alguna ermita ó capilla.<br />

En efecto, llegó muy en breve á un espacio abierto, vestido <strong>de</strong><br />

m nudo césped, en cuya, estremidad, y al pié <strong>de</strong> una suave elevación,<br />

se alzaba en una roca solitaria y escabrosa. Ceñíanla por un<br />

lado frondosas colgaduras <strong>de</strong> hiedra, y por otro enmarañados grupos<br />

<strong>de</strong> encinas y matorrales, cuyas raices, buscando la humedad <strong>de</strong>,<br />

un profundo barranco, pendían <strong>de</strong>snudas <strong>de</strong>l bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l precipicio,<br />

como la pluma <strong>de</strong>l crestón <strong>de</strong> un guerrero, que engalana lo que dis-<br />

[<strong>de</strong>rta ¡<strong>de</strong>as <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción y <strong>de</strong> peligro. En uno <strong>de</strong> los senos <strong>de</strong>l<br />

fisco se distinguía una tosca y grosera cabana, apoyada en aquel<br />

muro natural, y construida con los troncos que la seis a vecina suministraba,<br />

unidos con pegotes <strong>de</strong> musgo y greda. Un retoño <strong>de</strong><br />

encina, <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> sus ramas, con otro pedazo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra atado<br />

hacia su estremidad superior, adornaba la entrada sirviendo <strong>de</strong> rústico<br />

emblema <strong>de</strong> la santa Cruz. A poca distancia, y á la mano <strong>de</strong>recha<br />

<strong>de</strong> la choza, se veía salir <strong>de</strong> la roca un manantial <strong>de</strong> agua<br />

cristalina, que eaia en una escavacion labrada en la piedra viva ,<br />

aunque sin gran artificio ni primor. Desprendíase <strong>de</strong> ella, y corría<br />

por el cauce que con su mismo impulso había formado; y atravesando<br />

en tortuosos giros la llanura, se perdia entro los frondosos senos<br />

<strong>de</strong>l bosque.<br />

Alzábanse junto á la fuente las ruinas <strong>de</strong> una humil<strong>de</strong> capilla, cuyo<br />

techo había <strong>de</strong>saparecido en parte. Nunca tuvo en sus mejores<br />

tiempos aquel edificio mas <strong>de</strong> diez y seis pies do largo, y doce <strong>de</strong><br />

ancho, el techo era proporcionalmente bajo, y se apoyaba en cuatro<br />

tíreos concéntricos, que arrancaban <strong>de</strong> los cuatro ángulos, sos-


138 IVANHOE.<br />

tenido cada uno en una corta y gruesa pilastra. Dos <strong>de</strong> estos arcos<br />

existían aun, pero sin la bóveda que babian sostenido, la <strong>de</strong> los<br />

otros dos se conservaba entera. La entrada <strong>de</strong> este antiguo santua<br />

rio era un corredor estrecho y embovedado, con algunas molduras,<br />

como las que se ven todavía en los antiguos edificios sajones. Cuatro<br />

pilares <strong>de</strong> reducida elevación formaban el campanario, que se<br />

erguía sobre el pórtico, y <strong>de</strong> él colgaba la verdosa y enmohecida<br />

campana, cuyos ecos hirieran poco antes los oidos <strong>de</strong>l Caballero <strong>de</strong><br />

la negra armadura.<br />

Tal era la pacífica y retirada escena que iluminaban aun los vis<br />

lumbres <strong>de</strong>l crepúsculo, y que prometía, al viajante un albergue<br />

tranquilo para aquella noche; pues era obligación <strong>de</strong> los ermitaños<br />

que habitaban los bosques, ejercer la hospitalidad con todos los<br />

caminantes que llamaban á sus puertas.<br />

El caballero Holgazán, que no se había <strong>de</strong>tenido ¡íexaminar menudamente<br />

todos los pormenores que acabamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir, dio<br />

gracias muy sinceras á san Julián, patrón <strong>de</strong> los viajeros, por haberle<br />

<strong>de</strong>parado tan buena hospe<strong>de</strong>ría; bajó <strong>de</strong>l caballo, y llamó á la<br />

puerta <strong>de</strong> la ermita con el regatón <strong>de</strong> la lanza.<br />

Algún tiempo estuvo sin oír respuesta alguna, y la que oyó al<br />

cabo no era muy satisfactoria por cierto.<br />

xSigue tu camino, quien quiera que seas, dijo una, voz agria y<br />

<strong>de</strong>stemplada que parecía salir <strong>de</strong> lo profundo <strong>de</strong> un sótano, y no<br />

turbes mis <strong>de</strong>vociones.<br />

—Padre mió, respondió el caballero, aquí está un pobre caminante,<br />

que se ha cstraviado en medio <strong>de</strong> estos bosques, y que os<br />

ofrece una ocasión <strong>de</strong> ejercer la hospitalidad y la caridad cristiana.<br />

—Hermano, repuso el habitante <strong>de</strong> la ermita, yo recibo la caridad<br />

agena y no puedo ejercerla. No tengo un mendrugo <strong>de</strong> pan<br />

en esta pobre cueva, ni mas cama que la que usan los mas humil<strong>de</strong>s<br />

animales. Sigue pues tu camino, y Dios te dé su santa gracia.<br />

—¿Y cómo he <strong>de</strong> hallar el camino, repuso el délas negras armas,<br />

en medio <strong>de</strong> estos matorrales y en una noche tan oscura? Ruégeos<br />

que abráis la puerta, ó á lo menos que me enseñéis el camino,<br />

—Y yo te ruego, hermano, dijo el anacoreta, que no me molestes.<br />

—Enseñadme el camino, dijo el caballero, ya que no puedo esperar<br />

otra cosa.<br />

—Fácilmente lo encontrarás si quieres, respondió el ermitaño.<br />

Esa vereda <strong>de</strong>l bosque atraviesa un pantano, y pasado este batía-


CAPÍTULO XVI. 139<br />

cas un rio que se pue<strong>de</strong> va<strong>de</strong>ar, ahora que han pasado las lluvias.<br />

Sen cuidado cuando pases á la orilla izquierda que es algo escabrosa<br />

y resbaladiza. También creo que hay algunos agujeros mas allá<br />

<strong>de</strong>l rio, aunque no los he visto, porque raras veces me alejo <strong>de</strong> esta<br />

-anta capilla. Sigue <strong>de</strong>spués a<strong>de</strong>lante y<br />

—¡Un pantano, un vado, unos agujeros! dijo el caballero interrumpiéndole<br />

: señor ermitaño, dígote que aunque seas mas santo<br />

que torios los anacoretas juntos, no me obligarás á menearme <strong>de</strong><br />

aquí en toda la noche. El que vive <strong>de</strong> la caridad, aunque tú no lo<br />

mereces en verdad, no <strong>de</strong>be negar el abrigo <strong>de</strong> su techo á un caminante<br />

estraviado. Abre la puerta, ó voto á tantos que la echo al<br />

suelo y entro á tu pesar.<br />

—No seas importuno, buen amigo, repuso el ermitaño, y si me obligas<br />

á valerme <strong>de</strong> las armas carnales, cara te ha <strong>de</strong> costar la fiesta.»<br />

Hacia algún rato que el caballero oia algunos ladridos ; pero en<br />

aquel momento llegaron á ser tan furiosos, que no pudo menos <strong>de</strong><br />

atribuir al ermitaño la intención <strong>de</strong> ponerse en <strong>de</strong>fensa, llamando<br />

á su socorro á una jauría entera, que sin duda habia estado hasta<br />

entonces en algún distante escondrijo. Estos preparativos hostiles<br />

aumentaron su mal humor, en términos que dio una terrible patada<br />

ala puerta, haciendo temblar todo aquel frágil edificio.<br />

El anacoreta no tuvo por conveniente esponerse á otro ataque.<br />

'(Ten un poco <strong>de</strong> paciencia, buen caminante, le dijo con voz algo<br />

mas suave que al principio : voy á darte entrada, aunque sé que<br />

hallarás poca satisfacción en esta miserable choza.»<br />

Abrióse la puerta, y se presentó á la vista <strong>de</strong>l caballero un hombre<br />

fuerte y robusto, con su túnica y capucha (P, un cinto <strong>de</strong><br />

cuerda, una tea encendida en una mano, y en la otra un cayado,<br />

que podia muy bien <strong>de</strong>sempeñarlas funciones <strong>de</strong> garrote. Dos corpulentos<br />

y peludos mastines estaban prontos á arrojarse al caminante,<br />

inmediatamente que se abriese la puerta; pero el reflejo <strong>de</strong><br />

la luz en el peto <strong>de</strong>l caballero hizo mudar <strong>de</strong> propósito al ermitaño<br />

el cual reprimió el furor <strong>de</strong> aquellos animales, y cambiando su aspereza<br />

en urbana socarronería, convidó al caballero á entrar en su<br />

«moza, alegando como escusa <strong>de</strong> lo que antes habia hecho, la multitud<br />

<strong>de</strong> ladrones y foragidos que andaban por aquellos alre<strong>de</strong>do-<br />

.1) Ya se verá mas a<strong>de</strong>lante quifin era este personaje que aquí se presenta «oes»<br />

riaitaEo.


140 ¡VAMIOE.<br />

res, y que ni respetaban á san Dunstan ni á los varones piadosoque<br />

se consagraban á su servicio.<br />

«Harta <strong>de</strong>fensa contra ladrones es la pobreza <strong>de</strong> vuestra choza,<br />

respondió el caballero al ver que no contenia otros muebles que un<br />

montón <strong>de</strong> paja, una mesa coja, y dos banquillos. A<strong>de</strong>más, que<br />

vuestros perros bastan á acogotar al ciervo mas vigoroso, cuanto ;<br />

nías á un hombre.<br />

—El buen guarda-bosque, continuó el anacoreta, me ha permi<br />

ti do el uso <strong>de</strong> estos animales para une me guar<strong>de</strong>n en esta soledad,<br />

hasta que mejoren los tiempos.<br />

Dicho esto fijó la tea en un pedazo <strong>de</strong> hierro que le servia <strong>de</strong> can<br />

<strong>de</strong>lero ; colocó la mesa <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l fuego reanimándolo con algu<br />

ñas ramas ; y sentándose en uno <strong>de</strong> los banquillos junto á una df<br />

las estremida<strong>de</strong>s do la mesa, convidó al forastero á que hiciera b<br />

mismo.<br />

Sentáronse, y miráronse con gravedad, diciendo cada uno en su<br />

interior que raras veces había visto una persona mas atlética \<br />

fornida que la que tenia enfrente.<br />

«Reverendo ermitaño, dijo el caballero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber mirado<br />

y remirado a su huésped, si no temiera interrumpir vuestras san<br />

tas meditaciones, os rogaría que me informaseis <strong>de</strong> tres cosas que<br />

me importa mucho saber: primera, dón<strong>de</strong> he do colocar el caballee<br />

segunda, qué es lo que me daréis <strong>de</strong> cenar : y tercera, don<strong>de</strong> lie <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>scansar esta noche.<br />

— Te respon<strong>de</strong>ré por señas, dijo el ermitaño, que es mi regla<br />

cuando puedo esousar palabras. V en seguida apuntó con los <strong>de</strong>dos<br />

álos dos rincones <strong>de</strong> ¡a pieza. Aquel es tu establo, dijo; esta es tu<br />

cama, y esta es tu cena. » ha cual se reduciaá un puñado <strong>de</strong> judías<br />

secas, que el ermitaño sacó <strong>de</strong> la alacena, en una mala escudilla.<br />

El pobre caminante se encogió <strong>de</strong> hombros al ver tan tristes<br />

preparativos. Alzóse sin embargo <strong>de</strong> su asiento, salió <strong>de</strong> la. cabana,<br />

trajo el caballo, que hasta entonces había estado atado á una encina,<br />

lo <strong>de</strong>saparejó con el mayor esmero y lo cubrió con su capa<br />

Quizás escitaron algún interés en el ánimo <strong>de</strong>l anacoreta el cui<br />

dado y la <strong>de</strong>streza con que el caballero atendía á las. necesida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>l animal: lo cierto es que dijo algo acercado un pienso que se<br />

había <strong>de</strong>jado allí el buen guarda-bosque,y sacév <strong>de</strong> un rincón unce,<br />

pioso haz <strong>de</strong> heno, que estendió <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l caballo, y otro mas fres<br />

co, con una buena cantidad <strong>de</strong> grano. El caballero le dio gracias por


CAPÍTULO XVi. 141<br />

su cortesía: hecho lo cual, cada uno volvió á ocupar su puesto junto<br />

á la m?sa, sobre la que estaban colocadas las intactas judías. El ermitaño,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una larga oración, que fué latín en su origen, y<br />

•jue solo conservaba <strong>de</strong> él tal cual terminación sonora y retumbante<br />

• lióel ejemplo á su huésped, introduciendo dos ó tres judías en una<br />

•anchísimaboca, guarnecida <strong>de</strong> blancos y añlados dientes que podrían<br />

competir con los <strong>de</strong>l oso mas montaraz; ¡ triste molienda por<br />

nerto para tan escelcnte molino!<br />

Antes <strong>de</strong> hacer lo mismo, el caballero se quitó el yelmo, el peto<br />

y otras piezas <strong>de</strong> la armadura, <strong>de</strong>jando <strong>de</strong>scubierta una cabeza<br />

bien poblada, facciones espresivas, ojos azules notablemente animados<br />

y vivos, boca bien formada, con espesos bigotes, algo mas<br />

üscuros que el cabello, y todo el aspecto <strong>de</strong> un hombre animado,<br />

intrépido y empren<strong>de</strong>dor,como lo indicaba también susólida corpulencia.<br />

El ermitaño, como si quisiera correspon<strong>de</strong>r á la confianza <strong>de</strong>l<br />

. iajero, se bajó la capucha y <strong>de</strong>scubrió una cabeza redonda, que<br />

ostentaba la lozanía <strong>de</strong> la juventud. Nada se notaba en sus facciones<br />

que indicase la austeridad monástica ni las privaciones ascéticas<br />

propias <strong>de</strong> su estado: todo lo contrario se leia en su faz rolliza<br />

y apelmazada, en su poblado y negro entrecejo, en su mórbida y<br />

bien proporcionada frente, y en sus mejillas redondasy encendidas<br />

como las <strong>de</strong> un trompetero, do la que pendía la barba, en ensortijados<br />

y lozanos tufos. Aquel rostro, juntamente con sus membrudas<br />

formas, daba á enten<strong>de</strong>r que el anacoreta gustaba mas <strong>de</strong> lomos y<br />

torreznos, que <strong>de</strong> raices y <strong>de</strong> judías. No <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> observar el huésped<br />

esta natural analogía. Después que con gran dificultad hubo concluido<br />

la ardua masticación <strong>de</strong> algunas do aquellas acartonad».? legumbres,<br />

se halló en la absoluta necesidad <strong>de</strong> pedir al solitario alguna<br />

bebida con que suavizar su empe<strong>de</strong>rnida dureza: alo oyie<br />

respondió el anacoreta colocando sobre la mesa un jarro <strong>de</strong>l ag.V»<br />

Durísima que manaba <strong>de</strong> la fuente.<br />

«Esta agua, hijo mió, dijo el anacoreta, es <strong>de</strong>l pozo <strong>de</strong> san !>•,.< ••>i<br />

un, en el cual se bautizó <strong>de</strong> sol á sol quinientos paganos daneses y<br />

bretones. ¡Santo mió do mi alma! » y aplicando el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> sus negras<br />

barbas, bebió <strong>de</strong> aquel precioso licor un trago que en su mo<br />

'erada cantidad no correspondía al encomio que acababa <strong>de</strong> pronunciar.<br />

• Figúraseme, reverendo padre, di\o el caballero,que los fu


I4S4 IVANHOK.<br />

bocados con que os alimentáis, y ese maravilloso aunque frió licot<br />

que bebéis, os han sentado prodigiosamente. Parecéis hombre mas<br />

á propósito para empuñar la lanza ó domar un toro, que para gastar<br />

el tiempo en estas asperezas rezando oraciones y viviendo ¡te<br />

judías duras y <strong>de</strong> agua fresca.<br />

--Señor caballero, respondió el solitario, vuestros pensamientos,<br />

como los <strong>de</strong>l vulgo ignorante, son carnales y como tales bajos y mezquinos.<br />

El Cielo lia sido servido ben<strong>de</strong>cir la pobre pitanza con que<br />

sostengo mi humanidad, así como el Dios <strong>de</strong> Israel bendijo el agua<br />

y las raices que Sidrac, llisac y Ab<strong>de</strong>nago pretirieron á los manjares<br />

que el Bey <strong>de</strong> los Sarracenos les ofrecía.<br />

—Santo padre, dijo el caballero, puesto que la Provi<strong>de</strong>ncia divina<br />

se ha dignado obrar en vos tan admirable portento, permitid í¡<br />

este lego pecador que cometa el arrojo <strong>de</strong> preguntar vuestro nombre.<br />

—Pue<strong>de</strong>s darme, dijo el huésped, el <strong>de</strong>l ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst,<br />

porque así es como me llaman en estas cercanías. Algunos<br />

es verdad, suelen añadir á este dictado el <strong>de</strong> santo; mas yo me reconozco<br />

indigno do tan encumbrado titulo. Y ahora quisiera yo<br />

¡saber cómo se llama mi noble huésped.<br />

—Por ahí, respondió, me conocen por el nombre <strong>de</strong>l caballero<br />

N'egro. Algunos aña<strong>de</strong>n el sobrenombre <strong>de</strong> Holgazán; mas yo no<br />

pongo un gran empeño en que se me dé este distintivo. »<br />

El ermitaño no pudo menos <strong>de</strong> reírse al oir esta observación.<br />

« Ya veo, dijo el ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst, que eres hombre <strong>de</strong><br />

ceso, y veo a<strong>de</strong>más que note acomoda mi pobre y monástica ración,<br />

por estar acostumbrado al <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los palacios y <strong>de</strong> lo?<br />

campamentos, y al lujo y finura <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s. Ahora mismo caigo<br />

en que cuando el buen guarda-bosque <strong>de</strong>jó aquí esos perros y<br />

esos haces <strong>de</strong> heno, <strong>de</strong>jó también alguna vianda, que por no ser<br />

propia <strong>de</strong> mi uso, habia <strong>de</strong>saparecido enteramente <strong>de</strong> mi memoria:<br />

lo que no es estrado en medio <strong>de</strong> mis graves meditaciones.<br />

—Des<strong>de</strong> que os quitasteis la capucha, dijo el caballero Negro, me<br />

dio en la nariz que tendríais algo mejor que darme que esas malvadasjudías,<br />

que Dios perdone. El guarda-bosque <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser un<br />

hombre <strong>de</strong> bien, y no hay hombre que merezca este dictado y que<br />

pueda ver con indiferencia que os llenáis el cuerpo <strong>de</strong> esa broza, y<br />

y hume<strong>de</strong>céis el gaznate con ese líquido insustancial. Vamos á vei<br />

.los frutos <strong>de</strong> la caridad <strong>de</strong> tu bienhechor.»


CAPÍTULO XVI. 14;!<br />

El ermitaño lanzó á su huésped una espresiva mirada que manifestaba<br />

ciertos recelos y dudas acerca <strong>de</strong> la confianza que podría<br />

hacer en su pru<strong>de</strong>ncia y discreción. Sin embargo, el rostro <strong>de</strong>l caballero<br />

indicaba toda la franqueza y toda la jovialidad que pue<strong>de</strong><br />

pintarse en la fisonomía do un hombre. Su sonrisa érala <strong>de</strong> la lealtad<br />

y buena fé, <strong>de</strong> modo que el ermitaño congenió con él, y empe<br />

zó á tratarse sin tanta afectación como al principio.<br />

Después <strong>de</strong> haberse mirado recíprocamente los dos comensales, ei<br />

ermitaño pasó á uno <strong>de</strong> los rincones <strong>de</strong> su aposento, y abrió una<br />

puertecilla que estaba disimulada con gran cuidado y no poco ar<br />

íificio. Del seno <strong>de</strong>l oscuro escondite á que daba entrada, sacó un<br />

gran pastel colocado en una <strong>de</strong>smesurada fuente <strong>de</strong> peltre. Péisolo<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l huésped, el cual valiéndose <strong>de</strong> su puñal, no tardó en<br />

informarse <strong>de</strong> loque <strong>de</strong>ntro se ocultaba.<br />

«¿Cuánto tiempo hace que estuvo aquí la última vez el buen<br />

guarda-bosque? preguntó el caballero á su huésped <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

engullido algunos fragmentos menudos que se <strong>de</strong>sprendieron<br />

<strong>de</strong>l pastel al tiempo <strong>de</strong> cortarlo.<br />

—Habrá cosa <strong>de</strong>dos meses, respondió precipitadamente el anacoreta.<br />

Por la luz <strong>de</strong> los ('icios, dijoel caballero, que todo lo que veo aquí<br />

es milagroso. Juraría que el cabrito montes cuyos miembros llenan<br />

lo interior <strong>de</strong>l pastel corria por estos bosques hace pocos días. •<br />

Quedó algo confuso el ermitaño al oir esta reflexión, y por otro<br />

lado ponia algo fruncido el gesto al ver la disminución <strong>de</strong>l pastel<br />

en que el caballero estaba haciendo terribles estragos: ocupación<br />

en que no podia acompañarle, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo cuanto había dicho<br />

acerca <strong>de</strong> su abstinencia y frugalidad.<br />

a Yo he estado en Palestina, padre mió, dijo el caballero hacieit<br />

do una ligera pausa, y me acuerdo <strong>de</strong> una costumbre que allí reina,<br />

y es que todo el que da do comer á un estraño, para seguridad<br />

y confianza <strong>de</strong> osle, come <strong>de</strong> todos los manjares que le sirve. Lejos<br />

estoy yo <strong>de</strong> creer que sois hombre capaz <strong>de</strong> criminales <strong>de</strong>signios:<br />

sin embargo, tendría satisfacción en que participaseis <strong>de</strong> mi<br />

eolia.<br />

•—Para tranquilizar vuestros escrúpulos y sin ejemplar, quiero<br />

daros ese gusto y salir por una vez <strong>de</strong> mi regla.» Esto dijo el ermitaño,<br />

y como id tenedor era utensilio <strong>de</strong>sconocido en aquella época,<br />

clavó inmediatamente los <strong>de</strong>dos en el pastel.


144 IVANHOE.<br />

Eota una vez la valla, parecía que iban los dos á competencia ee<br />

dar cabo al cabrito y ála masa que lo envolvía; y aunque probablemente<br />

el caballero era el que había estado mas tiempo en ayunas,<br />

su huésped le venció en aquel combate.<br />

—Santo varón, dijo el caballero cuando estuvo satisfecho su apetito,<br />

apuesto mi caballo contra uncequin, á que ese honrado guarda-bosque,<br />

á cuya caridad <strong>de</strong>bes el cabrito que ya no existe, <strong>de</strong>jó<br />

también como su digno aliado, algún pellejo <strong>de</strong> vino ó cosa semejante.<br />

Esta sin duda seria una circunstancia indigna <strong>de</strong> Ajarse en<br />

la memoria <strong>de</strong> tan santo anacoreta; pero creo que si buscaras otra<br />

vez en tu escondite, hallarías algo que confirmaría mis conjeturas-<br />

El ermitaño respondió con un gruñido, y volviendo al sitio <strong>de</strong><br />

don<strong>de</strong> habia sacado el pastel, sacó una bota <strong>de</strong> cuero, que contendría<br />

sus cuatro cuartillos. También puso sobre la mesa dos gran<strong>de</strong>s<br />

copas <strong>de</strong> cuerno, engastadas en plata; y creyendo que todo escrúpulo<br />

y ceremonia seria en a<strong>de</strong>lante inútil, las llenó ambas, y brindando<br />

á la salud <strong>de</strong> su huésped, vació la suya, <strong>de</strong> un sorbo.<br />

— A la tuya, respondió el caballero, é hizo la razón con la re -<br />

ma prontitud.<br />

—Buen ermitaño, continuó, no ceso <strong>de</strong> maravillarme <strong>de</strong> que •&<br />

hombre <strong>de</strong> tus puños y <strong>de</strong> tu vigor, y que a<strong>de</strong>más gusta <strong>de</strong> les<br />

buenos bocados, se haya sepultado vivo en estas soleda<strong>de</strong>s. Debieras<br />

estar en un fuerte ó castillo, comiendo <strong>de</strong> lo bueno y bebiendo<br />

<strong>de</strong> lo fino, mas bien que manteniéndote, <strong>de</strong> yerba y agua, y cuando<br />

mas <strong>de</strong> los regalos <strong>de</strong>l guarda-bosque. Alo menos, si yo me, hall:?,<br />

ra en tu pellejo había <strong>de</strong> pasar la vida <strong>de</strong> un rey, á, costa <strong>de</strong> las roses<br />

que pastan en estas cercanías. No faltan por cierto en el bosq .•;<br />

y nadie echaría, menos un venado, si era para la mesa <strong>de</strong>l servidor<br />

<strong>de</strong> san Dunstan.<br />

—Señor caballero Holgazán, respondió el ermitaño, cuenta co::-, L><br />

que se habla, que las pare<strong>de</strong>s tienen oídos. Soy un pobre anacoreta,<br />

fiel al Bey y ala ley; y si osara tocar ala caza <strong>de</strong>l señor o'e ~¡ •<br />

te coto, no me habia <strong>de</strong> libertar <strong>de</strong> la cárcel, y ni aun quizás do b<br />

horca.<br />

—Sin embargo, repuso el Holgazán, si yo fuera tú, me aprove<br />

diaria <strong>de</strong> las noches <strong>de</strong> luna, y mientras los guardas están en sie­<br />

te sueños, me saldría por esas encrucijadas, y <strong>de</strong> cuando en cuan­<br />

do <strong>de</strong>jaría caer una flecha en una manada <strong>de</strong> ciervos. ¿Cuánto va<br />

'fue algunas veces te has entretenido en ese pasatiempo?


CAPÍTULO XVI. 145<br />

—Amigo Holgazán, dijo el ermitaño, ya has cenado y bebido,<br />

que es todo lo que <strong>de</strong>seabas, y mucho mas <strong>de</strong> lo que merece quien<br />

entra <strong>de</strong> por fuerza en su alojamiento. Mejor es gozar tranquila­<br />

mente dolo cpie Dios nos envia, que meterse en averiguar por don­<br />

<strong>de</strong> viene. Llena la copa, y buen provecho te haga. No me obligues<br />

con tu impertinente curiosidad á <strong>de</strong>mostrarte que si se me hubiera<br />

puesto en las mientes, no te hubiera sido tan fácil introducirte<br />

aquí <strong>de</strong> golpe y porrazo.<br />

—Por el santo <strong>de</strong> mi nombre, dijo el caballero, que lo que has<br />

dicho aumenta mas y mas mi curiosidad. Eres el mas misterioso <strong>de</strong>-<br />

cuantos ermitaños he visto; y algo mas he <strong>de</strong> saber <strong>de</strong> tí antes <strong>de</strong><br />

ponerme en camino. En cuanto á tus amenazas, sabe que mi oñcio<br />

es buscar peligros y arrostrarlos.<br />

—Señor caballero Holgazán, repuso el ermitaño, á tu salud. Mu­<br />

cho respeto tu valor, pero en cuanto á tu discreción es harina <strong>de</strong><br />

otro costal. Si quieres tomar armas iguales conmigo en buena paz<br />

y amistad, se entien<strong>de</strong>, te he <strong>de</strong> dar tan severa penitencia que has<br />

<strong>de</strong> estar un año ei<strong>de</strong>ro pagando la pena <strong>de</strong> tu curiosidad.»<br />

El caballero respondió que estaba pronto, y que solo <strong>de</strong>seaba sa­<br />

ber las armas que escogía.<br />

(. Cualquiera, respondió el ermitaño, porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las tijeras <strong>de</strong><br />

Dálila y el clavo <strong>de</strong> Jael, hasta la cimitarra <strong>de</strong> Goliat, no hay ar­<br />

ma alguna que no me atreva á manejar contigo. Pero en caso <strong>de</strong><br />

elegir, ¿qué dices <strong>de</strong> estas frioleras?»<br />

Al <strong>de</strong>cir estas palabras, abrió otro escondite, y sacó <strong>de</strong> él dos an­<br />

chas espadas y dos escudos, como los que usaba en aquel tiempo<br />

la gente <strong>de</strong>l estado llano. El caballero, que observaba atentamente<br />

todos sus movimientos, <strong>de</strong>scubrió en el mismo sitio una ballesta,<br />

dos(i tres arcos, bodoques para la primera, y flechas para los se­<br />

gundos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> un arpa, y otros varios objetos nada propios <strong>de</strong><br />

la vida eremítica.<br />

v Te doy palabra, dijo, <strong>de</strong> no incomodarte con preguntas indis­<br />

cretas. Lo que contiene esa alacena satisface completamente mi cu­<br />

riosidad, y allí estoy mirando un arma (dijo esto tomando en sus<br />

manos el arpa) en la que quisiera medir mis fuerzas contig-o, mas<br />

bien que <strong>de</strong> otro modo<br />

—No creo, repuso el ermitaño, que hayas dado motivo al epíteto<br />

<strong>de</strong> holgazán, con que te distinguen. Confieso que te he sospechado<br />

injustamente. Veo que eres hombre <strong>de</strong> armas tomar; perc según re-<br />

10


146 IYANHOE.<br />

glas <strong>de</strong> cortesía <strong>de</strong>bo aceptar las que me propongas. Siéntate pues,<br />

llena la copa, bebamos, cantemos y viva la alegría. Siempre que<br />

quieras echar un trago y cantar una copla, no te faltará un pedazo<br />

<strong>de</strong> pastel en Copmanhurst, á lo menos mientras yo sirva la capilla<br />

<strong>de</strong> San Dunstan, que será hasta que cambie la túnica <strong>de</strong> paño<br />

burdo por un agujero en la tierra. Echa un trago, mientras yo<br />

procuro templar el arpa. Nada aclara la voz, ni agúzalos oídos<br />

como el vino. Por lo que á mí toea, quiero que me salga por los <strong>de</strong>dos,<br />

antes <strong>de</strong> tomar el instrumento en las manos.»<br />

CAPITULO XVII.<br />

A pesar <strong>de</strong> la receta <strong>de</strong>l bien humorado ermitaño, y <strong>de</strong> la doci­<br />

lidad con que el caballero le puso en práctica, no era tan fácil po­<br />

ner entono las cuerdas <strong>de</strong>l arpa.<br />

«Creo, dijo el caballero, que le falta una cuerda, y que las otras<br />

están harto rozadas.<br />

—Bien se conoce que lo entien<strong>de</strong>s, dijo el ermitaño. El vino tiene<br />

la culpa. Le dije á Allan-á-Lale que echaría á per<strong>de</strong>r el arpa si 1c<br />

ponia las manos encima <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la séptima copa; pero qué! es<br />

hombre que no escucha razones. Amigo, á tu salud. Al <strong>de</strong>cir esto<br />

bebió una copa, sacudiendo la cabeza, como en <strong>de</strong>saprobación <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>stemplanza <strong>de</strong>l tal Alian -á-Dale.<br />

El caballero apretó algunas clavijas, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un ligero pre<br />

ludio quiso saber <strong>de</strong>l huésped qué clase <strong>de</strong> música era la que mas<br />

le gustaba.<br />

«Cualquier cosa, dijo el anacoreta, con tal que sea inglés puro.<br />

Vosotros, los que por esos mundos <strong>de</strong> Dios corréis á caza <strong>de</strong> aven­<br />

turas, gustáis <strong>de</strong> lucir en los estrados las noveda<strong>de</strong>s que apren­<br />

déis en vuestras caravanas; pero en mi celda no se ha <strong>de</strong> cantar<br />

nada que no sea fruto <strong>de</strong> la tierra.<br />

— Vamos á ello, dijo el caballero; oiréis una canción que me en­<br />

señó un músico sajón en Palestina.»<br />

Muy pronto se echó <strong>de</strong> ver que aun que el <strong>de</strong> la negra armadura<br />

no era un hombre consumado en los primores <strong>de</strong> la gaya ciencia,<br />

tenia gusto y habia recibido buenas lecciones. El arte suavizando


CAPÍTULO XVII. 147<br />

una voz áspera y <strong>de</strong> poca estension, había hecho cuanto podía ha­<br />

cer para que halagase los oídos y llegase al alma. Cualquiera inte­<br />

ligente mas profundo que el ermitaño hubiera aplaudido su'.ejecu-<br />

cion, enérgica á veces, y á veces llena <strong>de</strong> un entusiasmo melancó­<br />

lico, que daba nuevo realce á los versos que cantó; los cuales <strong>de</strong>cían:<br />

LA VTELTA DEL CABALLERO CRUZADO.<br />

De Egipto, y á su <strong>de</strong>spedí»,<br />

Vuelve el valiente Cruzado,<br />

Hierro turco ha <strong>de</strong>strozado<br />

La cruz que le adorna el pecho.<br />

La»za le abolló el broquel,<br />

V cimitarra el crestón;<br />

Vías no llegó el corazón.<br />

Que es enamorado y fiel.<br />

Corre al llegar á la arena<br />

(Tanto amor su pecho incita;<br />

A la mansión don<strong>de</strong> habita<br />

La hermosura por quien pena.<br />

El balcón cerrado mira,<br />

Por ser ya la noche entrada:<br />

V osla amorosa tonada<br />

Con trémula voz suspira:<br />


Pàg 149.


CAPÍTULO XVII. H9<br />

Cual ay': se precipita<br />

Dea<strong>de</strong> alt» cumbre el veneídor torrente,<br />

Y férvido se irritu,<br />

Y amenaza á la gente<br />

Ronco, veloz, indómito y valiente.<br />

¿Cuándo será que vuelva<br />

f,a linda flor, y un rápido momento<br />

Brille en la ver<strong>de</strong> selva,<br />

Y en vez <strong>de</strong> airado viento<br />

De aura gentil amoroso aliento?<br />

¿De milgraciosas ninfas<br />

A percibirse el cántico sonoro,<br />

Y <strong>de</strong> secretas linfas<br />

El solitario lloro i j<br />

Rodando limpias por arenas <strong>de</strong> oro?<br />

Astuto byuconero<br />

Entonces sal.üo por la noche humbria.<br />

Y' con arco certero<br />

Lacho en gentil porfía<br />

Con brutos <strong>de</strong> pujanza j <strong>de</strong> osadía.<br />

Persigoles altivo,<br />

Arrogante y sereno los combato.<br />

Burlóme fugitivo<br />

Tal vez <strong>de</strong> su arrebato<br />

Y -<br />

<strong>de</strong> repente vuélvome y los mato.<br />

Ufano, receloso,<br />

Cargo en mis hombros la sangrienta fiera.<br />

Y vuelvo silencioso<br />

A mi dulce ribera...<br />

¿Ouién? ay! al cielo serenar pudiera?<br />

En noche tormentosa<br />

Mísero braconero así cantaba<br />

En tanto que horrorosa<br />

Tempestad resonaba,<br />

Y el firmamento cóncavo temblaba.<br />

«Voto á tantos, dijo el caballero, que cantas biea y con gusto, y<br />

que has encomiado dignamente las alabanzas <strong>de</strong> tu profesión.<br />

Los dos compañeros estuvieron largo rato cantando y bebiendo,<br />

hasta que interrumpió su diversión un apresurado golpeteo que se<br />

oyó á la puerta <strong>de</strong> la ermita.<br />

Para poner al lector al corriente <strong>de</strong> esta interrupción, es nece­<br />

sario que volvamos á tomar el hilo <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> otros persona­<br />

jes que hace mucho tiempo hemos perdido <strong>de</strong> vista; porque á gui­<br />

sa <strong>de</strong>l buen Ariosto, no gustamos <strong>de</strong> acompañar largo rato á los<br />

actores <strong>de</strong> nuestro drama.


150 IVANHOE.<br />

CAPITULO XVIII.<br />

Cuando Cedric el Sajón vio caer á su hijo sin sentido en ei torneo<br />

<strong>de</strong> Ashby, su primer impulso fué mandar que se apo<strong>de</strong>rasen<br />

<strong>de</strong> él sus criados; pero se le ahogaron las palabras en la garganta,<br />

y no pudo resolverse á reconocer <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> tan numeroso concurso<br />

al hijo que habia <strong>de</strong>spedido y <strong>de</strong>sheredado. Mandó sin embargo<br />

á Oswaldo que no le perdiese <strong>de</strong> vista, y que le condujese<br />

con dos <strong>de</strong> sus siervos á la ciudad inmediata cuando se hubiese<br />

disipado la muchedumbre, Oswaldo no pudo ejecutar las ór<strong>de</strong>nes<br />

<strong>de</strong> su amo: porque cuando se dispersó la turba, Ivanhoe habia<br />

<strong>de</strong>saparecido.<br />

En vano le buscó el ñel copero por todas aquellas cercanías: vio<br />

la sangre que habia arrojado al caer á los pies <strong>de</strong> lady Rowena;<br />

pero no pudo volver ó ver su persona: parecía que algún nigromante<br />

le habia arrebatado por los aires. Quizás Oswaldo, supersticioso<br />

como todos los sajones, lo hubiera asegurado así á Cedric,<br />

atribuyendo á aquel prodigio la inutilidad <strong>de</strong> sus diligencias y la<br />

<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong>l caballero, á no haber echado la vista casualmente<br />

en un hombre vestido como escu<strong>de</strong>ro, y en cuyas facciones reconoció<br />

á su compañero Curth. Ansioso <strong>de</strong> saber la suerte <strong>de</strong> su amo,<br />

y estraordinariamente inquieto no pudiendo <strong>de</strong>scubrirlo en ninguna<br />

parte, el ñel porquerizo continuaba sus indagaciones, olvidando<br />

los riesgos que él mismo corría al presentarse sin precaución<br />

alguna en medio <strong>de</strong>l concurso. Oswaldo le echó mano como<br />

fugitivo, cuya sentencia <strong>de</strong>bia pronunciar Cedric.<br />

Sin embargo, el copero prosiguió tomando cuantas noticias podía<br />

acerca <strong>de</strong> la suerte <strong>de</strong> Ivanhoe, y lo único que pudo averiguar<br />

fué que le habían tomado en brazos unos lacayos muy bien vestidos,<br />

y conducido á la litera <strong>de</strong> una dama <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l torneo, en la<br />

cual se habia alejado inmediatamente <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong> los espectadores.<br />

Oswaldo comunicó esta noticia al padre sin pérdida <strong>de</strong> tiempo,<br />

presentándole también á Gurth, á quien consi<strong>de</strong>raba como <strong>de</strong>sertor<br />

<strong>de</strong>l servicio <strong>de</strong> su amo.<br />

El corazón <strong>de</strong> Cedric estaba atosigado por las mas amargas in-


CAPÍTULO XVIII. 151<br />

quietu<strong>de</strong>s acerca <strong>de</strong>l para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Ivanhoe: la naturaleza habia recobrado<br />

sus <strong>de</strong>rechos, á pesar <strong>de</strong> la resistencia que le oponía el<br />

estoicismo patriótico. Mas apenas supo el Sajón que su hijo estaba<br />

en manos seguras, y probablemente en las <strong>de</strong> algún amigo, la ansiedad<br />

paterna que sus dudas habían escitado, cedió al resentimiento<br />

<strong>de</strong>l orgullo agraviado, y á la memoria <strong>de</strong> lo que en su opinión halda<br />

sido un acto <strong>de</strong> rebeldía y <strong>de</strong>sobediencia. «Vaya don<strong>de</strong> quiera|<br />

dijo; cúrenlo los que tienen la culpa <strong>de</strong> sus heridas, una vez que<br />

pretiere las mojigangas <strong>de</strong> los normandos á la fama y al honor <strong>de</strong><br />

sus abuelos.<br />

—Si para sostener la gloria <strong>de</strong> su familia, dijo lady Rowena que<br />

estaba presente en esta conversación, basta ser intrépido en el<br />

combate y pru<strong>de</strong>nte en el consejo, valiente entre los valientes y<br />

galán entre los galanes, solo el padre <strong>de</strong> Ivanhoe podrá <strong>de</strong>cir<br />

—Basta, lady Rowena, dijo Cedric; este es el único punto en que<br />

r»o estamos <strong>de</strong> acuerdo. Preparaos para el festín que da el Príncipe,<br />

al cual estamos convidados con estraordinarias <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong><br />

honor; y los normandos no acostumbran tener estas urbanida<strong>de</strong>s<br />

con los sajones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la catástrofe <strong>de</strong> Hastings. Debemos ir, aunque<br />

no sea mas que por manifestar á esos bárbaros cuan poca mella<br />

hace en el corazón <strong>de</strong> un sajón la suerte <strong>de</strong> un hijo que sabe<br />

vencer á los mas encopetados <strong>de</strong> esa perversa raza.<br />

—Pues yo os <strong>de</strong>claro, dijo lady Bovena, que no iré á la tiesta<br />

<strong>de</strong>l Príncipe; y os ruego cpie consi<strong>de</strong>réis que eso que en vuestra<br />

opinión es valor y <strong>de</strong>sprendimiento, pue<strong>de</strong> atribuirse por los otros<br />

á crueldad y falta <strong>de</strong> sentimientos naturales.<br />

—Quédate pues en casa, ingrata doncella , respondió Cedric ; tú<br />

eres la cruel que te places en .sacrificar la suerte <strong>de</strong> un pueblo oprimido<br />

á un cariño impru<strong>de</strong>nte, y que jamás tendrá mi aprobación.<br />

Uhelstane y yo iremos al banquete <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> Anjou.»<br />

Y en efecto, como ya ha visto el lector, los dos sajones asistieron<br />

al convite, cuyos principales sucesos hemos mencionado. Y olvieron<br />

ú casa, <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong>l Príncipe, y montaron á caballo con sus guardias<br />

y criados, y entonces fué cuando Cedric vio por primera vez<br />

al pobre Gurth. Como la cena le habia dado tan mal humor, se aprovechó<br />

<strong>de</strong>l primer pretesto que tuvo para estallar. «¿Y porqué no le<br />

habéis cargado <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas, perros villanos?» esclamó en el primer<br />

Ímpetu <strong>de</strong> su cólera.<br />

Sin atreverse á replicar, los criados <strong>de</strong> Cedric ataron á Gurth, el


]59 IVANHÓE.<br />

cual se sometió humil<strong>de</strong>mente á esta operación, lanzando una<br />

mirada espresiva á su amo, y diciéndole al mismo tiempo: «Este<br />

es el pago que recibo por amar vuestra sangre mas que la mia<br />

propia.<br />

—A caballo y marchemos, dijoCedric.<br />

—Ya es tiempo, dijo Athelstane; y si no andamos aprisa, causa-<br />

yernos gran inquietud al P. Abad que nos aguarda esta noche con<br />

impaciencia.»<br />

Los viajeros, sin embargo, apretaron tinto el paso, que llegaron<br />

al monasterio <strong>de</strong> san Withold antes que se realizase el temor <strong>de</strong><br />

Athelstane. El Abad , que era <strong>de</strong> familia sajona , trató á sus hués­<br />

pe<strong>de</strong>s con aquella profusión que caracterizaba entonces á la gente<br />

<strong>de</strong>supais: la segunda cena duró hasta muy tar<strong>de</strong>, ó por mejor<br />

<strong>de</strong>cir, no concluyó basta el siguiente dia; sin embargo <strong>de</strong> lo<br />

cual, los viajeros almorzaron opíparamente antes <strong>de</strong> ponerse en<br />

camino.<br />

Al tiempo <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong>l convento , ocurrió un inci<strong>de</strong>nte<br />

funesto á los ojos <strong>de</strong> los sajones. Estos se distinguían á la sazón en­<br />

tre todos los pueblos <strong>de</strong> Europa por su ciega creencia en agüeros<br />

y presagios, á cuyo origen se <strong>de</strong>ben atribuir los restos <strong>de</strong> estas su­<br />

persticiones que se encuentran en las antiguallas populares <strong>de</strong> In­<br />

glaterra. Los normandos se habían cruzado con otras razas y na­<br />

ciones, y tenian i<strong>de</strong>as algo mas sanas, comparadas con el estado<br />

<strong>de</strong> la ilustración general. Habían <strong>de</strong>saparecido los errores que sus<br />

abuelos trajeron <strong>de</strong> Escandinavia, y se jactaban <strong>de</strong> pensar con mas<br />

juicio en semejantes materias.<br />

Lo que asustó á los acompañantes <strong>de</strong> Cedric en el acto <strong>de</strong> salir<br />

<strong>de</strong>l convento en que babian pasado la noche, fué nada menos que<br />

un perro negro tan largo como flaco y estenuado , que comenzó ¡5<br />

lanzar lastimeros aullidos cuando los caminantes se pusieron en<br />

marcha, ladrando <strong>de</strong>spués con obstinado ahinco, corriendo <strong>de</strong> un<br />

lado á otro, y procurando ag-regarse á la cabalgata.<br />

«No me gusta esa música, P. Cedric, dijo Athelstane, porque es­<br />

taba acostumbrado á darle este respetuoso título.<br />

—Ni á mí tampoco, tío, dijo Wamba; y mucho me temo que nos<br />

cueste la torta un pan.<br />

—Paréceme, dijo Athelstane, á quien habia hecho mucha impre­<br />

sión la escelente cerveza <strong>de</strong>l Abad; paréceme que seria mucho me­<br />

jor quedarnos en el convento hasta la far<strong>de</strong>. Una liebre y un perro


CAPÍTULO XVIII. 153<br />

que aulla son <strong>de</strong> malísimo agüero al principio <strong>de</strong> la jornada. Lo<br />

que se hace en estos casos es volver atrás, y no ponerse en camino<br />

hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber coñudo otra vez.<br />

—¡Tontería! dijo Cedric con impaciencia ; los dias son ya <strong>de</strong>masiado<br />

cortos, y la jornada <strong>de</strong> hoy es larga. El perro es el <strong>de</strong> ese bribón<br />

<strong>de</strong> Gurth, tan buena alhaja como su amo.»<br />

Bicho esto, y afianzándose bien es sus estribos, resuelto á proseguir<br />

el viaje, lanzó la jabalina al pobre Fangs , el cual habia seguido<br />

á su amo al torneo, don<strong>de</strong> lo perdió en medio <strong>de</strong> la bulla , y<br />

habiendo al fin dado con él á la puerta <strong>de</strong>l monasterio, estaba celebrando<br />

á su modo tan agradable encuentro. La jabalina entró en la<br />

espalda <strong>de</strong>l animal, y poco faltó para <strong>de</strong>jarlo clavado al suelo. Fangs<br />

huyó repitiendo sus aullidos <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong>l irritado sajón , y<br />

Gurth sintió partírsele el corazón como si le llegasen mas á lo vivo<br />

los males <strong>de</strong> su perro que los suyos propios. Habiendo procurado<br />

en vano alzar las manos á los ojos para enjugárselos, y viendo que<br />

AVamba, temeroso <strong>de</strong> la cólera <strong>de</strong> Cedric, se habia colocado pru<strong>de</strong>ntemente<br />

á retaguardia : «líuégote, le dijo, que me limpies los ojos,<br />

que el polvo me hace daño, y estas ligaduras no me permiten el uso<br />

<strong>de</strong> los miembros que Dios me ha dado.»<br />

AVamba satisfizo su <strong>de</strong>manda; y los dos caminaron juntos algún<br />

rato, guardando triste silencio. Al fin, Gurth no pudo reprimir los<br />

sentimientos que le ahogaban.<br />

«Amigo AVamba, dijo á su compañero, <strong>de</strong> todos cuantos locos estamos<br />

al servicio <strong>de</strong> Cedric, tú eres el único cuyas locuras son bien<br />

recibidas. Anda y díle <strong>de</strong> mi parte que no cuente conmigo, puesto<br />

que ni <strong>de</strong> grado ni por fuerza logrará que permanezca bajo su autoridad.<br />

Que me arranque el pellejo á latigazos, que me cargue <strong>de</strong><br />

grillos y ca<strong>de</strong>nas, que me corte la cabeza si quiere ; pero servirle,<br />

eso no. Anda y díselo.<br />

—Loco soy, dijo AVamba, y por loco paso; mas no lo bastante para<br />

encargarme <strong>de</strong> tu comisión. Cedric tiene otra jabalina en la cintura,<br />

y es hombre que no yerra tiro.<br />

—Pues que me tire, con dos mil <strong>de</strong> á caballo, dijo Gurth. Ayer<br />

<strong>de</strong>jó á su hijo, á mi pobre señorito V'ilfrido bañado en sangre: hoy<br />

ha querido matar á la única criatura viviente que me tiene algún<br />

cariño. ¡ Por san Edmundo, san Dunstan, san AYithold, san Edv\ ardo<br />

el Confesor, y todos los santos sajones <strong>de</strong>l calendario, que no se<br />

lo perdono'. * Es <strong>de</strong> advertir que Cedric no juraba nunca sino por los


154 IVANHOE.<br />

santos que habían tenido sangre sajona en sus venas, y todos sus<br />

criados imitaban la misma práctica.<br />

«En mi enten<strong>de</strong>r, dijo el bufón que estaba acostumbrado á ser el<br />

pacificador <strong>de</strong> los disturbios domésticos, Cedric no tuvo intención<br />

«le matar áFangs, sino <strong>de</strong> asustarle. El perro dio un salto en aquel<br />

momento, y recibió el golpe: mas no te dé cuidado,'que yo lo curo<br />

con un ochavo <strong>de</strong> cerote.<br />

—Si así fuera , dijo Gurth... ¡ pero no!... vi que apuntaba ;bien<br />

con el dardo; le oí silbar por el aire con toda la rabiosa malevolencia<br />

<strong>de</strong>l que lo arrojaba. ¿ No vistes que se mordía los puños <strong>de</strong> furia<br />

cuando el pobre animal echó á correr? Lo que quiso fué <strong>de</strong>jarlo en<br />

el sitio. ¡ Por la vida <strong>de</strong> mi padre que no vuelvo á obe<strong>de</strong>cerle en mi<br />

vida!»<br />

El indignado porquerizo volvió á guardar silencio, y no fueron<br />

parte á sacarlo <strong>de</strong> él todos los esfuerzos que hizo para ello el bufón.<br />

Al mismo tiempo Cedric y Athelstane, que iban á la cabeza <strong>de</strong><br />

la comitiva, hablaban sobre el estado <strong>de</strong> los negocios, las disensiones<br />

<strong>de</strong> la Familia Real, los feudos y disputas <strong>de</strong> los nobles normandos,<br />

y la probabilidad <strong>de</strong> que los sajones pudieran sacudir el<br />

yugo que les oprimía, ó recobrar á lo menos su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y<br />

po<strong>de</strong>r durante las revueltas civiles que por todas partes amenazaban.<br />

Cedric no hablaba nunca <strong>de</strong> semejantes asuntos sin animarse<br />

estraordinariamente. El restablecimiento <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />

su Nación era el ídolo <strong>de</strong> su alma, al cual habia sacrificado voluntariamente<br />

su ventura doméstica y los intereses <strong>de</strong> su propio hijo.<br />

Pero el pueblo conquistado no podia llevar á cabo tan ardua empresa<br />

sin estar íntimamente unido entre sí y sin obe<strong>de</strong>cer aun<br />

caudillo. Era, pues, necesario escogerlo entre los altos personajes<br />

que <strong>de</strong>scendían <strong>de</strong> la Familia Real sajona, y en esta condición estaban<br />

<strong>de</strong> acuerdo todos aquellos á quienes Cedric habia confiado<br />

.secretamente sus <strong>de</strong>signios y sus esperanzas. Atbelstaue se hallaba<br />

en aquel caso, y aunque sus prendas mentales no eran las que<br />

tan <strong>de</strong>licado puesto requería, tenia una bella persona, no carecía<br />

<strong>de</strong> valor, se habia acostumbrado á los ejercicios marciales, y parecía<br />

dispuesto á seguir los consejos <strong>de</strong> hombres mas espertes y<br />

sensatos. Sobre todo, gozaba gran reputación <strong>de</strong> generoso y liberal,<br />

y todos le creían hombre <strong>de</strong> buena índole. A pesar <strong>de</strong> todas<br />

estas circunstancias, tan favorables para constituirle jefe <strong>de</strong> la nobleza<br />

sajona, otros muchos <strong>de</strong> la misma nación preferían los títu-


CAPÍTULO XVIII. 155<br />

sos y <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> lady Rowena que <strong>de</strong>scendía <strong>de</strong>l rey Alfredo, y<br />

cuyo padre había sido un caudillo famoso por su pru<strong>de</strong>ncia, su<br />

valor y su generosidad altamente estimado por sus oprimidos<br />

«•ompatriotas.<br />

No hubiera sido muy difícil á Cedric, si tales hubieran sido sus<br />

intenciones, colocarse á la cabeza <strong>de</strong> otro partido no menos formidable<br />

que los dos <strong>de</strong> que hemos hecho nieucion. En lugar <strong>de</strong> ascen<strong>de</strong>ncia<br />

Peal, tenia intrepi<strong>de</strong>z, actividad, energía, y sobre todo<br />

un zelo ardiente é inapeable en favor <strong>de</strong> la causa, por cuya razón<br />

había merecido el sobrenombre <strong>de</strong> Sajón: su alcurnia no cedía á<br />

ninguna, si no es á la <strong>de</strong> su pupila y á la <strong>de</strong> Athelstane. No eclipsaba<br />

estas prendas el mas ligero vislumbre <strong>de</strong> egoísmo: en lugar<br />

le <strong>de</strong>bilitar mas <strong>de</strong> lo que lo estaba el partido con nuevas divisiones,<br />

solo se empleaba en estinguir las que ya reinaban, y este<br />

era el objeto que se habia propuesto en el proyectado enlace do<br />

Athelstane con lady Rowena. Presentóse muy en breve un gran<br />

obstáculo á este <strong>de</strong>signio en la mutua inclinación <strong>de</strong> Rowena y <strong>de</strong><br />

ivauhoe; y <strong>de</strong> aquí el <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> este <strong>de</strong> la casa paterna.<br />

Cedric no había puesto en ejecución tan severa medida, sino en<br />

la esperanza <strong>de</strong> que durante la ausencia <strong>de</strong> Ivanhoe, Rowena le<br />

borraría poco á poco <strong>de</strong> su memoria, y se hallaría mejor dispuesta<br />

á recibir la mano <strong>de</strong> Athelstane; mas el éxito frustró sus planes.<br />

< "edric, para quien el nombre <strong>de</strong> Alfredo era poco menos que el <strong>de</strong><br />

la divinidad, habia tratado al único retoño que existia <strong>de</strong> su raza,<br />

con una veneración igual á la que se tributaba en aquellos tiempos<br />

á las princesas reconocidas. La voluntad <strong>de</strong> Rowena era ley<br />

suprema en casa <strong>de</strong> su tutor; y Cedric, como si quisiera que la soberanía<br />

<strong>de</strong> aquella dama fuese venerada por todos los que <strong>de</strong> él <strong>de</strong>pendían,<br />

se envanecía en obe<strong>de</strong>cerla y acatarla como el primero <strong>de</strong><br />

sus subditos. Acostumbrada <strong>de</strong> este modo, no solo al pleno ejercicio<br />

<strong>de</strong> su voluntad, sino al <strong>de</strong> una autoridad <strong>de</strong>spótica, Rowena<br />

había aprendido durante su educación á irritarse contra todo lo<br />

que se oponia á sus <strong>de</strong>seos; y por consiguiente, reclamó con energía<br />

su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia en aquel paso <strong>de</strong>cisivo <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> la mujer,<br />

en que la doncella mas obediente y mas tímida suele contestar<br />

ia autoridad <strong>de</strong> los padres y superiores. Confesaba abiertamente<br />

sus opiniones acerca <strong>de</strong> este asunto: y Cedric, que no podia apartarse<br />

<strong>de</strong>l giro que habia tomado, no sabia á veces <strong>de</strong> qué medios<br />

echar mano para ejercer sus <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> tutor.


loó IVANHOK.<br />

En vano procuró <strong>de</strong>slumhrarla con el aspecto <strong>de</strong> un trono i<strong>de</strong>al.<br />

Uowena, que juzgaba <strong>de</strong> las cosas con sensatez, ni creia que puiliesen<br />

realizarse aquellos planes, ni por su parte lo <strong>de</strong>seaba. Sin<br />

curarse <strong>de</strong> ocultar su inclinación á Wilfrido <strong>de</strong> Ivanboe, <strong>de</strong>claraba<br />

que poniendo aparte este, sentimiento, antes se encerrarla toda<br />

su vida en un convento, que ocupar un trono con Atbelstane, á<br />

quien siempre Pabia mirado con <strong>de</strong>precio, pero que ya empezaba<br />

ó mirar con odio, <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong>l enojo que le causaba su galanteo.<br />

Sin embargo, Cedric, que no tenia una alta opinión <strong>de</strong> la constancia<br />

<strong>de</strong> las mujeres, persistía en emplear todos los medios que<br />

estaban á su alcance para reducirla á consentir en aquella unión,<br />

con la cual se imaginaba hacer un importante servicio á la causa<br />

délos sajones. La repentina 6 inesperada aparición <strong>de</strong> su hijo en<br />

el torneo <strong>de</strong>, Asbby fué un golpe mortal para sus <strong>de</strong>signios y esperanzas.<br />

Es verdad que el amor paterno domelló por algunos instantes<br />

su orgullo y su patriotismo; pero recobraron <strong>de</strong> consuno<br />

mayor brio, y le impulsaron á esforzar sus diligencias para veriíiear<br />

el enlace <strong>de</strong> bofena y do Atbelstane. así corno para tomar<br />

otras medidas que parecían necesarias al restablecimiento <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong> los sajones.<br />

De este asunto iba conversando con su amigo al principio <strong>de</strong>l<br />

viaje, lamentándose secretamente <strong>de</strong> cuando en cuando <strong>de</strong> que estuviese<br />

tan noble y bonorílica empresa en manos <strong>de</strong> un hombre<br />

que, mas que sangre, parecía tener hielo en las venas. El ilustre<br />

sajón no carecía <strong>de</strong> vanidad, y gustaba <strong>de</strong> que le lisonjeasen con<br />

los recuerdos <strong>de</strong> su prosapia, y <strong>de</strong> sus legítimos <strong>de</strong>rechos a! homenaje<br />

y ala soberanía; pero bastaban á satisfacer su mezquino orgullo<br />

los obsequiosos rendimientos <strong>de</strong> sus vasallos y <strong>de</strong> los sajones<br />

que le trataban con frecuencia. Sabia arrostrar el peligro; pero no<br />

quería tomarse el trabajo <strong>de</strong> ir en su busca. Convenía con Cedric<br />

en los principios generales acerca <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos (pie los sajones<br />

tenian á sacudir las ca<strong>de</strong>nas que la conquista les habia impuesto;<br />

y mucho mas en los suyos al trono que se estableciese <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

haber conseguido aquella emancipación; pero cuando se trataba<br />

<strong>de</strong> plantear los medios <strong>de</strong> ejecutar tan importante <strong>de</strong>signio, solo<br />

se <strong>de</strong>scubrían en él la irresolución, la lentitud, la flojedad, que le<br />

habían acarreado el sobrenombre <strong>de</strong> Desapercibido. Las ardientes<br />

y vigorosas exhortaciones <strong>de</strong> Cedric producían en su alma el mis-


CAPÍTULO XIX. i 57<br />

mo efecto que en la mar la "bala roja, la cual <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> hacer un<br />

poco <strong>de</strong> espuma y ruido, se hun<strong>de</strong> y se apaga.<br />

Si <strong>de</strong>jando aquel empeño, que era lo mismo que machacar en<br />

hierro frío ó espolonear una muía cansada, Cedric volvía riendas<br />

al caballo y pasaba á conversar algún rato con lady Rovena, esperimentaba<br />

nuevas incomodida<strong>de</strong>s y contradicciones; porque su<br />

presencia interrumpía la plática que tenia aquella noble dama con<br />

Elgita, su confl<strong>de</strong>nta, acerca <strong>de</strong>l valor y galantería <strong>de</strong> WilfrJdo;<br />

y la astuta criada, para vengarse y para vengar á su señora, sacaba<br />

inmediatamente la conversación <strong>de</strong> la cuida y <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> Athelstane<br />

en el torneo, (pie era lo mas <strong>de</strong>sagradable que podía llegar<br />

á los oidos <strong>de</strong> Cedric. De modo, que por todos estilos la función<br />

habia sido para él un enca<strong>de</strong>namiento <strong>de</strong> sinsabores, y no<br />

cesaba <strong>de</strong> mal<strong>de</strong>cir interiormente el torneo, ei que lo había proclamado,<br />

y su propia necedad en haber concurrido á tan endiablada<br />

fiesta.<br />

Llegó la hora <strong>de</strong> mediodía, y Athclstane fué <strong>de</strong> opinión que sestease<br />

la comitiva en un bosquecillo agradable, por el cual vagaba<br />

susurrando un arroyo cristalino. Allí <strong>de</strong>scansaron y pastaron las<br />

cabalgaduras, y los viajeros dieron fin <strong>de</strong> las abundosas provisiones<br />

<strong>de</strong>bidas á la hospitalidad <strong>de</strong>l Prelado. Duraron largo rato estas<br />

operaciones; ele modo, que les pareció imposible llegar á Rotherwood<br />

sin caminar una parte <strong>de</strong> la noche. Montaron á caballo, y<br />

empezaron á caminar algo mas aprisa que hasta entonces.<br />

CAPITULO XIX,<br />

Llegaron los viajeros ú ias cercanías <strong>de</strong> un terreno quebrado y<br />

montuoso, y ya iban internándose en su hojoso, y espeso laberinto,<br />

peligroso como todos ios bosques en aquel tiempo, por el número<br />

<strong>de</strong> bandidos á quienes la opresión y la pobreza habían dado las ar­<br />

mas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación, ios cuales formaban numerosas cuadrillas<br />

que arrostraban sin temor el vano aparato déla autoridad publica.<br />

No obstante que se aproximaba la noche, Cedric y Athelstauo se<br />

creían seguros,por tener nada menos que diez criados en su escol­<br />

ta, sin contar á Curth y a V amba, <strong>de</strong> los que nada se podía espe-


358 IYAKHOE.<br />

rar, por ir el uno amarrado, y ser el otro bufón y por consiguiente<br />

cobar<strong>de</strong>. También les daban mucha confianza, en medio <strong>de</strong> aquellastinieblas<br />

y soleda<strong>de</strong>s, su origen sajón, y el respeto con que sus<br />

compatriotas les miraban; porque la mayor parte <strong>de</strong> los bandidos,<br />

é quienes las or<strong>de</strong>nanzas <strong>de</strong> montes habían reducido a abrazar<br />

aquella vida <strong>de</strong>salmada, eran campesinos y cazadores sajones, y<br />

por lo común no se atrevían á las personas ni á las propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

los que traían su mismo origen.<br />

Se habían ya internado algún trecho en la espesura <strong>de</strong> la selva,<br />

cuando llegaron á sus oidos los gritos <strong>de</strong> una persona que con el<br />

acento <strong>de</strong>l terror pedia ausilio á todo el que alcanzase á oírla. Ai<br />

acercarse al lugar <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estas voces salían, vieron con sorpresa<br />

una litera puesta en el suelo, y junto A ella una mujer joven, ricamente<br />

vestida al uso <strong>de</strong> las judías, y á cierta distancia un anciano,<br />

cuyo gorro amarillo <strong>de</strong>notaba ser <strong>de</strong>l mismo origen, el cual se<br />

paseaba <strong>de</strong>satentadamente con gestos <strong>de</strong> amarga <strong>de</strong>sesperación, y<br />

agitando sus manos en señal <strong>de</strong> haberle ocurrido alguna grave<br />

<strong>de</strong>sventura.<br />

A las preguntas <strong>de</strong> Athelstane y <strong>de</strong> Cedric, el judío no respondió<br />

al principio sino lanzando esclamaciones con que invocaba la<br />

protección <strong>de</strong> todos los patriarcas <strong>de</strong>l viejo Testamento contra los<br />

hijos <strong>de</strong> Ismael, que le habían asesinado sin piedad. Cuando empezó<br />

á recobrarse un poco <strong>de</strong> su angustia y <strong>de</strong> su terror, Isaac <strong>de</strong><br />

York (pues este era el apesadumbrado hebreo) refirió como pudo<br />

que había tomado en Ashby una escolta <strong>de</strong> seis hombres, y dos<br />

muías para llevar la litera <strong>de</strong> un amigo suyo, enfermo á la sazón.<br />

La escolta se había obligado á acompañarle hasta Doncaster. Habían<br />

llegado sin encuentro ni tropiezo al punto en que se hallaba;<br />

pero habiendo sabido por un leñador que en el bosque inmediato<br />

habia una gavilla <strong>de</strong> salteadores, la escolta le había abandonado<br />

llevándose a<strong>de</strong>más las midas <strong>de</strong> la litera, y <strong>de</strong>jándole con su hija,<br />

sin medios <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa ni <strong>de</strong> retirada, espuestos á ser robados y asesinados<br />

por aquellos bandoleros, á quienes por momentos aguardaba.<br />

«Si os dignarais, nobles señores, añadió el judío con el tono<br />

y el gesto déla mas profunda humildad, permitir que estos pobres<br />

judíos continuasen su jornada bajo vuestra protección, juro pollas<br />

tablas <strong>de</strong> Moisés quejamos habrá sido concedido mayor favor á<br />

un israelita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dias <strong>de</strong> nuestro cautiverio, y que el agra<strong>de</strong><br />

cimiento correspon<strong>de</strong>rá ásu gran<strong>de</strong>za y á vuestra misericordia.


CAPÍTULO XIX. * 159"<br />

—Perro judío, esclamó Athelstane, que era hombre <strong>de</strong> aquellos<br />

que solo conservan en la memoria las ofensas, y sobre todo las mas<br />

mezquinas y <strong>de</strong>spreciables; bien caro pagas ahora tu insolencia en<br />

la galería <strong>de</strong>l torneo <strong>de</strong> Asbby. Huye, ó pelea, ó componte con los<br />

bandidos como quieras; que si ellos se contentan con robar á los<br />

que roban á todo el género humano, digo que son hombres <strong>de</strong> bien<br />

y que merecen recompensa.»<br />

Cedric no aprobó la repulsa <strong>de</strong> su compañero. «Mejor será, dijo,<br />

<strong>de</strong>jarles dos criados y dos caballos, para que les conduzcan hasta<br />

la al<strong>de</strong>a inmediata. Poco nos importa llevar dos hombres mas 6<br />

menos; y con vuestra espada y los otros que nos quedan, harto será<br />

que puedan intimidarnos veinte <strong>de</strong> esos bribones.<br />

Bowena, á quien habia sobresaltado la noticia <strong>de</strong> la proximidad<br />

<strong>de</strong> los ladrones en número consi<strong>de</strong>rable, insistió fuertemente en la<br />

opinión <strong>de</strong> su tutor. Pero Rebeca, saliendo <strong>de</strong>l abatimiento en que<br />

hasta entonces habia permanecido, y abriéndose camino por entre<br />

los criados que ro<strong>de</strong>aban el palafrén <strong>de</strong> la Sajona, se echó <strong>de</strong> rodillas<br />

y le besó la guarnición <strong>de</strong>ltrage, como se acostumbra en Criente<br />

cuando se dirige la palabra á personas <strong>de</strong> superior gerarquía-<br />

Púsose en pié, y echándose atrás el velo, le rogó encarecidamente<br />

que tuviese compasión <strong>de</strong> su padre y <strong>de</strong> ella, y que les permitiese<br />

ir en su acompañamiento. «No lo pido por mí, <strong>de</strong>cia, ni aun por<br />

ese pobre anciano. Conozco que los agravios y males que se hacen<br />

ú los judíos son faltas leves, si no ya acciones loables, á los ojos <strong>de</strong><br />

los cristianos. ¿Qué importa que nos roben y nos maltraten en 1»<br />

ciudad, en el campo ó en el <strong>de</strong>sierto? Lo pido por uno en cuya<br />

suerte se interesan muchos, y quilas vos misma. Disponed que ese<br />

enfermo sea trasportado con cuidado y esmero bajo vuestra protección.<br />

Si negáis 1<br />

esta gracia, el daño que le sobrevenga <strong>de</strong> sus<br />

resultas, emponzoñará hasta el último instante <strong>de</strong> vuestra existencia.^<br />

La gravedad y mesura con que Rebeca pronunció estas palabras,<br />

escitaron vivamente el aubelo<strong>de</strong> Rowena.<br />

«El judío es viejo y débil, dijo á su tutor; la bija joven y hermosa;<br />

su amigo está enfermo <strong>de</strong> peligro. Judíos son ; empero nosotros<br />

no po<strong>de</strong>mos, á fuer <strong>de</strong> cristianos, abandonarlos en esta situación. Los<br />

dos caballos <strong>de</strong> mano podrán servir para el padrey la hija; sus muías<br />

llevarán la litera, y la carga que ellas llevan se colocará en las<br />

acémilas <strong>de</strong> los criados.»


i 60 IVAXHOE.<br />

Cedric dio su consentimiento á todas estas disposiciones: Athelstañe<br />

no se atrevió á exigir otra cosa, sino que los judíos marcharían<br />

á retaguardia, don<strong>de</strong> "Wamba podría <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlos y asistirlos con el<br />

escudo <strong>de</strong> piel <strong>de</strong> jabalí.<br />

—Mi escudo, respondió Wamba, so quedó tirado por el suelo en<br />

la palestra <strong>de</strong> la justa, como ha sucedido á los <strong>de</strong> otros caballeros<br />

mas valientes que yo.»<br />

Subiéronsele los colores á la cara á Athelstane al oír esta alusión<br />

á la suerte que había esperimentado en el torneo. ROM ena celebró<br />

interiormente la ocurrencia <strong>de</strong>l bufón ; y para aumentar el enojo <strong>de</strong><br />

Athelstane, dijo á Rebeca que no se separase <strong>de</strong> su iado durante ia<br />

marcha.<br />

«No conviene que sea así, respondió Rebeca con humil<strong>de</strong> majestad,<br />

puesto que mi compañía dará <strong>de</strong>shonra ámi protectora.»<br />

A la sazón los criados habían concluido precipitadamente la mudanza<br />

<strong>de</strong> las cargas, porque á la voz ladrones todo el mundo se había<br />

puesto alerta, mucho mas empezando á oscurecer. En medio <strong>de</strong><br />

esta operación, fué preciso que Gurth echara pié á tierra, para colocar<br />

parte <strong>de</strong> la carga en la grupa <strong>de</strong> su caballo, .y consiguió <strong>de</strong>l<br />

bufón le aflojase la cuerda que le aprisionaba. Wamba, con intención<br />

ó sin ella, lo hizo <strong>de</strong> tal modo, que el porquerizo no halló dificultad<br />

en <strong>de</strong>sembarazarse <strong>de</strong> un todo; y hecho así, se escabulló entre<br />

la maleza, y se separó <strong>de</strong> la comitiva.<br />

Como el trastorno habia sido general, pasó largo rato antes que<br />

se echase <strong>de</strong> menos al preso; pues iba <strong>de</strong>trás bajo la custodia <strong>de</strong> un<br />

criado, y nadie pensó mas en él. Cuando empezó á susurrarse que<br />

Gurth habia <strong>de</strong>saparecido, todos tenían fija la atención en los bandidos,<br />

y no hizo gran impresión el suceso.<br />

Entretanto los caminantes se hallaron en una vereda tan estrecha,<br />

que solo podían transitar por ella dos hombres <strong>de</strong> frente. 1.a vereda<br />

bajaba á una hondonada, bañada por un arroyo cuyas orillas ásperas<br />

y quebradas estaban cubiertas <strong>de</strong> sauces enanos. Cedric y Athelstane,<br />

que marchaban siempre á la cabeza, conocieron cuan peligroso<br />

era aquel <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ro; mas, poco prácticos en las maniobra?<br />

<strong>de</strong> la guerra, el único medio que se les ocurrió <strong>de</strong> evitar el riesgo<br />

fué apretar cuanto mas podían el paso. A<strong>de</strong>lantáronse por tanto<br />

sin mucho or<strong>de</strong>n, y apenas habían cruzado el arroyo con algunos<br />

délos suyos, cuando fueron atacados <strong>de</strong> frente, flancos y retaguardia,<br />

con un ímpetu, al que en su <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada distribución no po-


CAPÍTULO XIX. 161<br />

dian oponer la menor resistencia. Los gritos <strong>de</strong> guerra <strong>de</strong> que usaban<br />

en todo encuentro los sajones, se oyeron a! mismo tiempo en<br />

ambas cuadrillas, porque los agresores eran <strong>de</strong> aquella misma nacion,<br />

y su ataque fué tan pronto y simultáneo, que parecieron mas<br />

numerosos <strong>de</strong> lo (pie eran en realidad.<br />

Los dos gefes sajones fueron hechos prisioneros al mismo tiempo,<br />

y eon circunstancias análogas á la índole <strong>de</strong> cada uno. Cedric,<br />

ai verse atacado por un enemigo, le arrojó la jabalina con mucho<br />

mas acierto que á Fangs, y le <strong>de</strong>jó clavado á una encina que <strong>de</strong>trás<br />

se hallaba. En seguida, apretando espuelas al caballo, se dirigió й<br />

otro, sacando ai mismo tiempo la espada, y asestándola con tanta<br />

furia, que la hoja dio en una rama <strong>de</strong>l árbol, á cuyo violento golpe<br />

le saltó el acero <strong>de</strong> las manos. Al punto se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> él dos ó<br />

tres bandidos, y lo obligaron á <strong>de</strong>smontar. Otro habia tomado por<br />

ia brida al caballo <strong>de</strong> Athelstane, el cual se vio en tierra antes <strong>de</strong><br />

haber podido sacar la espada, ó tomado alguna precaución <strong>de</strong> <strong>de</strong>le<br />

usa.<br />

Los criados, embarazados por las acémilas, aterrados y sorprendidos<br />

al ver la suerte do sus amos, cayeron sin dificultad en po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong> los salteadores : lariy llovería, que iba en medio <strong>de</strong> todos, y el<br />

hebreo y su hija (pie marchaban <strong>de</strong>trás, sufrieron la misma <strong>de</strong>svento<br />

ra.<br />

Uno solo se. escapó <strong>de</strong>. toda la comitiva, y este fué Wamba, e<br />

cual manifestó mi aquella ocasión mas presencia <strong>de</strong> ánimo, que los<br />

que creían aventajársele en sensatez. Apo<strong>de</strong>rándose <strong>de</strong> la espada<br />

<strong>de</strong> uno délos criados, (pie no sabia que hacer con ella, se a<strong>de</strong>lantó<br />

como un león hacia los malvados, echó al suelo á los que se le acercaron,<br />

é hizo valientes aunque inútiles esfuerzos para socorrerá su<br />

señor. Convencido entonces déla superioridad <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> los<br />

bandidos, bajó eon prontitud <strong>de</strong>l caballo, se metió en los matorrales,<br />

y quedó fuera, <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> batalla.<br />

Mas el intrépido bufón, al verse libre y seguro, tuvo mas <strong>de</strong> una<br />

vez la tentación <strong>de</strong> volver atrás, y participar <strong>de</strong> la cautividad <strong>de</strong><br />

un amoá quien miraba con sincero afecto.<br />

•Los hombres no cesan <strong>de</strong> charlar, <strong>de</strong>cia, <strong>de</strong> los bienes que acarrea<br />

la libertad; mas yo ¡pusiera saber qué he <strong>de</strong> hacer á la hora<br />

esta con la mia.»<br />

Ai pronunciar estas palabras, oyó <strong>de</strong>trás una voz que lo llamaba<br />

eon mucha cautela ; al mismo tiempo le saltó encima un perro, la­<br />

11


102 IYA.NH0E.<br />

miéndolo y festejándole. El perro era Fangs, y <strong>de</strong>trás estaba el peri[i:erizo,<br />

el cual al oir que Wamba lo llamaba con la misma precaución,<br />

salió <strong>de</strong> las matas y se presentó á su vista.<br />

• ¿Qué es esto? dijo (íurth con no pocas muestras <strong>de</strong> sobresalí •<br />

¿ Qué significan esos gritos, y ese martilleteo <strong>de</strong> espadas?<br />

— L na chanza <strong>de</strong> estos tiempos, respondió c; bufón: todos están<br />

prisioneros.<br />

—Quiénes? esclamó (Íurth con impaciencia.<br />

—Milor, y Milady, y Athelstane, y Flundiberto, y Oswaldo. ¿Quf<br />

quiere <strong>de</strong>cir todos'.'<br />

—; Por Idos santo! dijo el porquerizo: ¿cómo ha sido eso? quiénes<br />

han sido los agresores ?<br />

—El amo, dijo Wamba, se dio mucha prisa á pelear : Atliolstam<br />

io tomó con mucha calma, y ninguno <strong>de</strong> ¡os otros estaba prevenido,<br />

i.as tropas contrarias llevan gabanes ver<strong>de</strong>s, y mascarillas negras.<br />

Todos están tendidos en el suelo como las algarrobas que echas á<br />

ios gorrinos. Y voto á sanes, que el lance me baria re ir si no fuer.-,<br />

porque tengo mas ganado llorar.» Al <strong>de</strong>cir esto <strong>de</strong>rramaba lágrimas<br />

<strong>de</strong> sincero dolor.<br />

« Wamba, dijo (íurth arrojando fuego por ¡os ojos; armado estás,<br />

y tu corazón ha sido siempre mejor que tu cabeza. Somos dos : poro<br />

dos hombres resueltos pue<strong>de</strong>n mucho : sígneme.<br />

— ¿V adon<strong>de</strong>? respondió el bufón ; ¿ y con qué objeto?<br />

— A rescatar á Cedric.<br />

— ¡Tú, esclamó Wamba , que no hace mucho renunciaste* á st,<br />

servicio!<br />

— Entonces, dijo Gurtb, Cedric era feliz. Sigúeme te digo. •<br />

Wamba iba á seguir los pasos <strong>de</strong> su compañero , cuando se presentó<br />

en la escena otro personaje, que les mandó <strong>de</strong>tener so pena <strong>de</strong><br />

la vida. A vista <strong>de</strong> su trage y armamento le hubieran tenido por<br />

uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong> la cuadrilla que habia acometido á sus amos ; per.<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> no llevar máscara, por el vistoso tahalí que ie adornaba<br />

el pecho, y por el cuerno que <strong>de</strong> él pendía , por la majestuosa es -<br />

presión <strong>de</strong> su voz y <strong>de</strong> sus modales, conocieron á pesar <strong>de</strong> la oscuridad<br />

que era Locksley, el montero que habia ganado el premio <strong>de</strong>i<br />

blanco en el torneo.<br />

« ¿ Qué alboroto es este ? preguntó. ¿ Quiénes son los que atacan<br />

y hacen prisioneros en estas selvas?<br />

—Mira <strong>de</strong> cerca sus gabanes, dijo Wamba, y díme si no son los


CAPÍTULO XIX. !ii:¡<br />

<strong>de</strong> tus Iiijus: porque voto á sanes, que se parecen al tuyo como un<br />

guisante ver<strong>de</strong> á otro guisante ver<strong>de</strong>.<br />

—No tardaré en saberlo, dijo Locksley; y os mando, si queréis<br />

conservar la vida, que no os apartéis <strong>de</strong> este sitio hasta que yo<br />

vuelva. Ohe<strong>de</strong>cedme, y os saldrá la cuenta á vosotros y á vuestros<br />

amos. Voy á disfrazarme como ellos.»<br />

Al <strong>de</strong>cir esto, se <strong>de</strong>spojó <strong>de</strong>l tahalí y <strong>de</strong>l cuerno , y con una plu­<br />

ma que se quitó <strong>de</strong> la gorra, lo pusoeu manos <strong>de</strong> Wamba; sacó una<br />

mascarilla, y repitiéndoles sus encargos <strong>de</strong> no alejarse <strong>de</strong> allí, mar­<br />

chó á ejecutar el reconocimiento.<br />

«¿Nos vamos ó nos quedamos? dijo Wamba al verse á solas coa<br />

su amigo, ó mienten las senas , ó las suyas son <strong>de</strong> un ladrón que<br />

trae el vestuario en el bolsillo.<br />

— Sea el mismo Luzbel, si quiere, respondió Gurth. Por aguar­<br />

dar su vuelta no hemos <strong>de</strong> estar peor que estamos. Si es <strong>de</strong> los <strong>de</strong><br />

la gavilla, á la hora esta les ha dado el aviso, y <strong>de</strong> nada nos ha <strong>de</strong><br />

servir echar á correr. A<strong>de</strong>más, que yo he esperimentado, hace po­<br />

co, que los ladrones <strong>de</strong> camino no son la peor gente <strong>de</strong>l mundo. -<br />

El montero volvió al cabo <strong>de</strong> algunos minutos.<br />

«Amigo Gurth , le dijo , ya sé quiénes son , quién los paga, y<br />

adóu<strong>de</strong> se encaminan. Por ahora no creo que haya que temer cometan<br />

alguna violencia con vuestros amos. Tratar <strong>de</strong> atacarles, siendo<br />

nosotros no mas que tres, seria locura; porque has <strong>de</strong> saber que,<br />

son hombres aguerridos , y como tales han puesto centinelas para<br />

que <strong>de</strong>n el alarma en caso <strong>de</strong> necesidad. Alas no tardaremos en recoger<br />

bastante fuerza para burlarnos <strong>de</strong> todas sus precauciones.<br />

Vosotros sois dos servidores <strong>de</strong> Cedric , y fieles según creo. Cedrie<br />

ei Sajón es el <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los ingleses, y no faltarán<br />

manos inglesas que acudan á su auxilio. Venid conmigo, y veréis.»<br />

Dicho esto, se internó en el bosque á paso acelerado, seguido por<br />

el porquerizo y el bufón: el cual, como saben ya nuestros lectores,<br />

no era hombre que podia estar mucho tiempo sin menear la.<br />

lengua.<br />


1.6-1 1VANHÜF.<br />

— Amigos inios, respondió el montero , quién quiera que yo sea,<br />

no es <strong>de</strong>l easo ahora. Si logro rescatar á vuestro amo, bien podéis<br />

<strong>de</strong>cir que soy el mejor amigo que habéis tenido en la -vida. Lláme­<br />

me como me llamare, tire ó no bien al arco , guste <strong>de</strong> andar <strong>de</strong> día<br />

ó <strong>de</strong> noche, son negocios que no os atañen ; y por consiguiente, no<br />

tenéis que calentaros las cabezas en averiguarlos.<br />

-Nuestras cabezas están en la boca <strong>de</strong>l león, dijo Wambo á Uurtb<br />

al oido. Salgamos <strong>de</strong>l paso como podamos.<br />

--Silencio, dijo Grurtli; no le ofendas con tus locuras, y tocio irá<br />

bien •><br />

CAPITULO XX.<br />

Después do haber andado tres horas á paso picado, llegaron los<br />

sirvientes <strong>de</strong> Cedric con su misterioso guia á un sitio <strong>de</strong>scubierto,<br />

en medio <strong>de</strong>l cual se alzaba una robusta emana, esparciendo poli­<br />

posamente sus ramas por una vasta circunferencia. Junto al tron­<br />

co estaban echados por tierra cuatro ó cinco monteros , y otro se<br />

paseaba á la luz <strong>de</strong> la luna, á guisa <strong>de</strong> centinela.<br />

Al oir los pasos que se acercaban, la centinela dio el alarma, los<br />

otros se alzaron con gran prontitud , y apercibieron los arcos.<br />

Apuntáronse inmediatamente seis flechas al punto <strong>de</strong> don<strong>de</strong> venia<br />

el ruido <strong>de</strong> los caminantes, cuyo conductor fué reconocido \ salu­<br />

dado por los otros con todas las <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> afecto y sumi­<br />

sión. Desaparecieron por consiguiente todos los preparativos hos­<br />

tiles.<br />

«¿Dón<strong>de</strong> está el molinero? fué su primera pregunte.<br />

En el camino <strong>de</strong> Rohterham.<br />

--¿Con cuántos? preguntó el jefe, que tal lo parecía.<br />

— Con seis hombres, y buenas esperanzas <strong>de</strong> botín.<br />

— ¿Y dón<strong>de</strong> está Allan-á-Dale? dijo Locskley.<br />

— Ha ido á echarle una ojeada al 1'. Prior <strong>de</strong> Jorvaulx.<br />

— Bien pensado, continuó el capitán ¿ Y el hermano ?<br />

- En su ermita.<br />

--Allá voy yo, dijo Locksley ; dispersaos todos, y buscad a<br />

vuestros compañeros. Recoged cuanta fuerza podáis , porque hay


CAPÍTULO XX. 165<br />

caza en el monte . y es menester perseguirla. Estad aquí todos al<br />

romper el día.... <strong>de</strong>teneos. Lo mas importante se me olvidaba. Va­<br />

yan dos <strong>de</strong> vosotros , tan aprisa como puedan , hacia el castillo <strong>de</strong><br />

Frente-<strong>de</strong>-buey , que por allí anda una cuadrilla <strong>de</strong> galanes dis­<br />

frazados como nosotros, y se llevan consigo algunos prisioneros.<br />

Observadlos <strong>de</strong> cerca , porque aunque lleguen al castillo antes que<br />

podamos reunimos , nuestro honor exige que les castiguemos , y<br />

asi será por vida mía. Ved lo que hacen , y <strong>de</strong>spachad al mas lige­<br />

ro , para que lleve las nuevas á todos los amigos. »<br />

Los monteros dieron á enten<strong>de</strong>r que obe<strong>de</strong>cerían , y se separaron<br />

por distintos caminos. Al mismo tiempo, el capitán con sus dos<br />

compañeros , que ya no le miraban solo con respeto, sino con mie­<br />

do , tomaron la dirección <strong>de</strong> la capilla <strong>de</strong> Copmanhurst.<br />

Cuando llegaron á la llanura en cuya estromidad se alzaba la<br />

venerable aunque arruinada capilla, y la selvática choza, que tanto<br />

convidaban al recogimiento, "Wamba dijo en voz baja á Gurth: «Si<br />

son ladrones, verdad es el refrán que dice que <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la Cruz<br />

esta el Diablo ; y por las barbas <strong>de</strong> mi padre , que no me engaño.<br />

' 'ye ; oye que coplas están cantando los <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro. »<br />

En efecto el anacoreta y su huésped se <strong>de</strong>sgañifaban repitiendo<br />

á dúo el estribillo <strong>de</strong> una antigua canción que <strong>de</strong>cía así:<br />

.Choquen vasos, y á raudales,<br />

V :'. ¡orientes caiga el vino;<br />

Por beber se pier<strong>de</strong> el tino.<br />

¿Quién no rabia por beber?<br />

Vino es dicha á los mortales<br />

Vino anima los amores-,<br />

Vino aboga los dolores;<br />

Vino es padre <strong>de</strong>l placar.*<br />

— 1' no lo hacen mal, continuó Wamba , que Labia acompañado<br />

las ca<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l coro , aunque sin atreverse á echar toda la voz-<br />

;, Quién diantres había <strong>de</strong> aguardar semejante canción en una ermita,<br />

y á media noche ?<br />

— Cualquiera, dijo Gurth , que sepa lo que es el ermitaño <strong>de</strong><br />

Copmanhurst, el cual es conocido en toda esta comarca , y así<br />

mata venados como canta maitines ; y hay quien dice que la mitad<br />

<strong>de</strong> la caza (pie roban al amo <strong>de</strong>l coto va á parar á su celda , y que<br />

el guarda-bosque se ha quejado al amo , y que le han <strong>de</strong> arrancar<br />

<strong>de</strong>l cuerpo el sayal si no se enmienda. »<br />

Durante esta conversación , Locksley , con ios repetidos golpes


!t>6 1V4-NH0E.<br />

ijue dio á la puerta <strong>de</strong>l ermitaño , interrumpió la grave ocupación<br />

>i que estaban entregados él y su huésped. «Por san Dunstan, dijo<br />

el ermitaño parándose <strong>de</strong> repente en medio do un gorgorito , que<br />

feriemos mas caminantes estraviados á ¡a puerta , y no quisiera<br />

por todo el oro <strong>de</strong>l mundo que me vieran en esta disposición. Cada<br />

•ual tiene sus enemigos, señor caballero Holgazán ; y al vernos<br />

aquí mano á mano , al cabo <strong>de</strong> tres horas, con esta pobreza (pac os<br />

he podido ofrecer, como la caridad lo manda, no faltarían malva­<br />

dos que lo atribuyesen á borrachera y á comilona, vicios tan<br />

opuestos á mi carácter, como á la natural disposición <strong>de</strong> mi índole.<br />

— Son unas malas lenguas , repuso el caballero , y yo les he <strong>de</strong><br />

lar su merecido. Verdad es , padre mió , que cada cual tiene sus<br />

enemigos, y hombre hay en estas cercanías con quien yo quisiera<br />

mas bien hablar al través <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong>l yelmo , que cara á<br />

cara.<br />

— Ponte el tuyo, amigo Holgazán , dijo el ermitaño , tan aprisa<br />

como telo permita la índole que tu sobrenombre <strong>de</strong>nota; mientras<br />

yo guardo estos jarros <strong>de</strong> peltre , cuyo contenido me está alboro­<br />

tando los cascos. Para que no oigan <strong>de</strong> afuera el ruido cantemos<br />

lo que quieras ; cualquier cosa no importa ¡ Sobre que no<br />

sé lo que hago 1 »<br />

Enseguida entonó con recia voz un <strong>de</strong>voto De pro/mtdis , con<br />

cuyo estrépito ahogó el retintín <strong>de</strong> los jarros y <strong>de</strong> los otros restos<br />

<strong>de</strong>l convite: entretanto el caballero se armaba y procuraba hacer<br />

el dúo al anacoreta en cuanto se lo permitíala risa que le retozaba<br />

en el cuerpo,<br />

«¿Qué diantres <strong>de</strong> maitines son esos á estas horas ? dijo una voz<br />

a. la puerta.<br />

—Dios te asista, buen caminante , dijo el ermitaño á quien el<br />

ruido que él mismo hacia , y quizás también los efectos <strong>de</strong>l vino,<br />

no permitían reconocer una voz que ciertamente no le era estraña.<br />

Prosigue tu camino en nombre <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> san Dunstan, y no nos<br />

interrumpas á mi venerable hermano yá mí en nuestras <strong>de</strong>votas<br />

oraciones.<br />

—¿Eslás loco ? continuó el <strong>de</strong> afuera. Abre á Lockslcy.<br />

— Seguros estamos ; todo va bien , dijo el ermitaño á su compa­<br />

ñero.<br />

— Pero ¿ quién es ? respondió el caballero. Me importa saberlo.<br />

— ¿Quién es? replicó el anacoreta. Dígote que es un amigo.


CAPÍTULO xx. 1(57<br />

— Pero ¿ qué amigo? porque pue<strong>de</strong> ser amigo tuyo y no mió.<br />

— i, Qué amigo ? dijo el ermitaño. Mas fácil es hacer esa pregunta<br />

que respon<strong>de</strong>rla. ;. Qué amigo ? Ese honrado guarda-bosque <strong>de</strong><br />

quien te he hablado.<br />

— Tan honrado , como tú penitente , dijo el caballero. No lo dudo<br />

pero abre la puerta antes que la eche abajo á golpes. »<br />

! ,os perros , que al principio <strong>de</strong>l ruido esterior habían hecho una<br />

salva espantosa <strong>de</strong> ladridos , conocieron sin duda la voz <strong>de</strong>l que<br />

llamaba; pues mudaron <strong>de</strong> tono , y acercándose á la puerta y meneando<br />

la cola, parecían interce<strong>de</strong>r en favor <strong>de</strong>l que estaba aguarlando.<br />

¿ Qué es esto , ermdaño? dijo el montero cuando le abrieron la<br />

puerta. ¿Quién es este compañero?<br />

— Un hermano <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n , respondió el ermitaño con gesto<br />

misterioso. Toda la noche hemos estado en oración.<br />

— Sin duda, dijo Locksley,, es algún individuo <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n militante<br />

; y como él hay muchos por ahí fuera. Lo que importa es<br />

que <strong>de</strong>jes el rosario y tomes el garrote. Ha llegado el caso <strong>de</strong> echar<br />

mano <strong>de</strong> todos nuestros amigos. Pero ¿estás en tus cinco sentidos ?<br />

¿Así admites á un caballero á quien no conoces? ¿Has olvidado<br />

nuestras reglas ?<br />

— ¡ Qué no lo conozco'. respondió el ermitaño: como á tí, ni mas<br />

ni menos.<br />

— Cómo se llama ? pregunto el montero.<br />

— ¿ Cómo se llama ? respondió el anacoreta sin <strong>de</strong>tenerse. Sir Antonio<br />

<strong>de</strong> Scrabelstone. ¡Cómo si yo me sentara ábebercon unhombre<br />

, sin saber cómo se llama !<br />

— Has bebido mas <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong>s, dijo Locksley . y quizás<br />

hablado mas <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>bes.<br />

-Buen montero , dijo el caballero , no os enfadéis con mi honrado<br />

huésped. No ha hecho mas que darme la hospitalidad que yo<br />

le hubiera exigido por fuerza, si me la hubiera negado.<br />

—-¿Por fuerza! repuso el ermitaño: <strong>de</strong>ja que trueque la túnica por<br />

an gabán ver<strong>de</strong>, y si te <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>s <strong>de</strong> doce golpes <strong>de</strong> mi garrote,<br />

digo que no soy hombre <strong>de</strong> pro.»<br />

\1 <strong>de</strong>cir esto, se <strong>de</strong>spojó <strong>de</strong> su grosero saco, y quedó en coleto y<br />

calzones <strong>de</strong> gamuza, sobre lo cual se puso con la mayor prontitud<br />

el gabán ver<strong>de</strong> y calzones <strong>de</strong>l mismo color. «Átame esas agujetas»<br />

dijo á Wamba, y tendrás u:? vaso <strong>de</strong> vino seco por tu trabajo.


168 IVAN'HOE.<br />

—Gracias por el viuo seco, respondió el bufón; pero ¿no crees tu<br />

que es caso <strong>de</strong> conciencia ayudar á convertir un santo varón en un<br />

pecador mundano"?<br />

—No tengas cuidado, dijo el ermitaño.<br />

—Así sea, respondió Wamba: y acabó la operación <strong>de</strong> atar los innumerables<br />

cordones <strong>de</strong>l nuevo ropaje que el anacoreta había ves<br />

tido, y entretanto l.ocksley hablaba aparte con el caballero.<br />

—No lo podéis negar, le <strong>de</strong>cía: vos sois el caballero <strong>de</strong> la negra<br />

armadura que <strong>de</strong>cidió el combate en favor <strong>de</strong> los ingleses y en<br />

contra <strong>de</strong> los estranjeros el segundo día <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong> armas.<br />

—¿Y qué se inferiría <strong>de</strong> eso en caso <strong>de</strong> ser así? preguntó el Holgazán.<br />

—Si es así, respondió el montero, contaríamos con vuestro so<br />

corro cu favor <strong>de</strong>l débil.<br />

—Mi obligación es socorrer al necesitado, dijo el caballero; y no<br />

creo que hay razón para pensar <strong>de</strong> mí otra cosa.<br />

—Convendría sin embargo saber, dijo l.ocksley, si sois tan buen<br />

inglés como buen caballero; porque el negocio que tenemos entro<br />

manos atañe á todo hombre <strong>de</strong> bien, pero mas particularmente á<br />

los que tienen sangre, inglesa en las venas.<br />

—A nadie pue<strong>de</strong>n ser mas caras Inglaterra y la vida <strong>de</strong> todo ii¡<br />

glés que á mí, respondió con entusiasmo el caballero.<br />

—Quiera Dios que asi sea. respondió el montero, pues nunca ha<br />

necesitado tanto Inglaterra <strong>de</strong>l apoyo <strong>de</strong> los que la aman como<br />

ahora. Y ahora os hablaré <strong>de</strong> la empresa, en que, si sois realmenh'<br />

lo que <strong>de</strong>cís, podréis tomar honrosa parte. Una cuadrilla <strong>de</strong> mal<br />

sines, adoptando el trago <strong>de</strong> los que valen mas que ellos, se han<br />

hecho dueños <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> un noble inglés, llamado Cedric o]<br />

Sajón, déla <strong>de</strong> su hija, y <strong>de</strong> la <strong>de</strong> su amigo Atbelstane <strong>de</strong> Conings<br />

burgh, y los han llevado á uno <strong>de</strong> los castillos inmediatos. Dinaahora<br />

si, como buen caballero y buen inglés, quieres y pue<strong>de</strong>s ayo<br />

darnos á rescatarlos do sus enemigos.<br />

—Mis votos me obligan á ello, dijo el caballero; pero ¿quién eretú<br />

que tan á pechos tomas este negocio?<br />

—Yo no tengo nombre, dijo el montero, pero amo á mi patria ¿<br />

á todos los que la aman. Bástete saber esto <strong>de</strong> mí por ahora, puesto<br />

que nos <strong>de</strong>be bastar á nosotros lo que <strong>de</strong> tí has querido <strong>de</strong>cirnos<br />

Cree, sin embargo, que cuando empeño mi palabra, es tan invio<br />

lable como si calzara espuelas <strong>de</strong> oro.


CAPÍTULO XX. 169<br />

—No lo dudo, respondió el caballero, porque estoy acostumbrado<br />

н leer en la fisonomía <strong>de</strong> los hombres, y en la tuya estoy leyendo<br />

la honra<strong>de</strong>z y la resolución. Nada mas quiero saber, sino ayudarte<br />

я poner en libertad á esos cautivos; <strong>de</strong>spués nos conoceremos mejor<br />

uno á otro, y creo que seremos amigos.<br />

—¡Con que tenemos un nuevo aliado! dijo Wamba, que habiendo<br />

acabado <strong>de</strong> vestir al ermitaño se habia acercado á Locksley, y oido<br />

las últimas palabras <strong>de</strong> la conversación. Mucho me alegro, porque<br />

el valor <strong>de</strong> este paladín es metal mas fino que la capucha <strong>de</strong>l er­<br />

mitaño y que la honra<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l montero, el cual tiene trazas <strong>de</strong> ser<br />

un caballero nocturno, como el anacoreta las tiene <strong>de</strong> socarrón ca­<br />

mandulero.<br />

—Calla, Wamba, dijo Gurth; poco importa que sean fundadas<br />

i us sospechas. Cristiano viejo soy y creo en Dios á puño cerrado;<br />

pero si el mismo Satanás se ofreciera á darnos ayuda en este aprie­<br />

to, temo que la aceptaría.»<br />

K! ermitaño estaba ya completamente armado <strong>de</strong> espada, broquel,<br />

arco, flechas, y una gran partesana al hombro: salió <strong>de</strong> la celda ó<br />

la cabeza <strong>de</strong> Ь partida., echó la llave y la <strong>de</strong>jó <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la puerta<br />

., ¿Estás en aptitud <strong>de</strong> hacer algo bueno, le preguntó Locksley,<br />

ó corren todavía en tu mollera los raudales <strong>de</strong> vino <strong>de</strong> la canción?<br />

—Algo me hormiguean los cascos, respondió el anacoreta, y ó<br />

<strong>de</strong>cir verdad, las piernas no están muy seguras; pero el agua <strong>de</strong><br />

лап Dunstan hace prodigios, y ya verás cuan pronto se me pasao­<br />

Üicho esto, se aproximó á la concavidad do la roca, en que bor­<br />

í>ollaban los cristales <strong>de</strong> la fuente, y se echó á pechos un trago,<br />

que á ¡loco nías la <strong>de</strong>ja, exhausta.<br />

—¿Cuanto tiempo ha que no haces otro tanto? preguntó el <strong>de</strong> la<br />

negra armadura.<br />

—Dos meses justos, dijo el ermitaño, que fué cuando se reventó<br />

la bota;c se fue lo que, contenía, y solo me quedó para apaciguar<br />

ia sed esta prodigiosa fuente, producto <strong>de</strong> un milagro <strong>de</strong>l Santo<br />

bendito.»<br />

Después <strong>de</strong> haber bebido, se lavó el rostro y las manos, para pu­<br />

rificarse <strong>de</strong> todos los restos do la francachela. Enarbolando enton­<br />

ces la partesana, como si se hallara en frente <strong>de</strong>l enemigo: ¿ Dón­<br />

<strong>de</strong> están, esclamó, esos follones opresores <strong>de</strong> la inocencia., y robado<br />

res <strong>de</strong> nobles doncellas? Lléveme Luzbel, si no basto yo solo para,<br />

una docena <strong>de</strong> ellos.


.1 70 IVANHOE.<br />

—¡Como juras, hermano ! dijo el caballero.<br />

—No me hermanees mas, respondió, que harto hermaneado estoy<br />

cuando tengo el saco al hombro. Por san Jorge y el dragón, que<br />

cuando visto el gabán ver<strong>de</strong>, me las apuesto á jurar, á beber, y ¡i<br />

enamorar, con el mejor montero <strong>de</strong> estas cercanías.<br />

• —Al negocio y callemos, dijo Locksley, que eres mas ruidoso que<br />

iina mujer. Y vosotros amigos, no os entretengáis con sus dicharachos.<br />

Vamos, á reunir nuestras fuerzas, que no necesitamos <strong>de</strong> muchas<br />

para apo<strong>de</strong>rarnos <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Eeginaldo Frentc-<strong>de</strong>-buey.<br />

—¡ Frente-do-buey! eschimó el Holgazán. ¡El noble Normando<br />

se ha echado al camino! ¡Padrón y opresor lo tenemos!<br />

—Opresor, dijo Locksley, siempre lo ha sido.<br />

—Y en cuanto á lo ladrón, dijo el ermitaño, ya quisiera el tener<br />

• a mitad <strong>de</strong> la conciencia que algunos ladrones que yo conozco.<br />

—Ancla y calla, dijo Locksley : mejor fuera que nos dirigieras al<br />

punto <strong>de</strong> reunión, y te <strong>de</strong>jaras <strong>de</strong> baldar con tanta impru<strong>de</strong>ncia.»<br />

CAPITULO XXI.<br />

En tanto que se tomaban estas disposiciones para rescatar a < e-<br />

•Iric y á los suyos, los malvados que los conducían procuraban llegar<br />

cuanto antes al sitio que <strong>de</strong>bia servirles <strong>de</strong> prisión. Vero sobrevino<br />

la noche, y los bandidos no eran muy prácticos en los circuitos<br />

<strong>de</strong> la selva. Paráronse muchas veces, y otras volvieron atrás<br />

para tomar el camino <strong>de</strong> que so habían estraviado. Lució la mañana<br />

entes que pudiesen marchar con seguridad y certeza ; pero lo


CAPÍTULO XXI. 17J<br />

—¿ Y qué es lo que te ha hecho mudar <strong>de</strong> plan? preguntó Brian.<br />

—Poce te importa, respondió el aventurero.<br />

—So creo que hayan hecho impresión en tu ánimo, dijo el Tem-<br />

¡.itirto, las sospechas que lia procurado inspirarte YVal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Fit-<br />

eu'se.<br />

—liso se queda para mí, repuso Bracy. Dicen que (d <strong>de</strong>monio se<br />

ie cuando un ladrón roba á otro ladrón: y yo sé que no hay fuerza,<br />

«imana que <strong>de</strong>tenga á un caballero como tú en la prosecución <strong>de</strong><br />

-os <strong>de</strong>signios.<br />

—No es cstraño, dijo el Templario, que los compañeros libres s«s~<br />

lechen <strong>de</strong> un amigo, <strong>de</strong> un camarada, <strong>de</strong> todo el mundo, cuando<br />

odo el mundo sospecha <strong>de</strong> ellos, y con razón.<br />

—No es ocasión esta <strong>de</strong> reconvenciones , dijo Bracy : basta <strong>de</strong>cir<br />

pie conozco tus escrúpulos, y (pie no quiero darte ocasión <strong>de</strong> arre­<br />

batarme la presa que tantos riesgos me ha costado.<br />

—¿Qué tienes que temer? dijo Brian. has promesas me atan las<br />

manos.<br />

—; Y tan bien como las observas ! replicó Bracy. Desengañémo-<br />

íoS, señor Templario: las leyes do ¡a galantería se interpretan aleo<br />

«tajadamente en nuestros tiempos; y en negocios como este , no<br />

ne iio <strong>de</strong> tu conciencia.<br />

—¿Quieres que te diga la verdad ? dijo el Templario. No son los<br />

¡jos azules <strong>de</strong> tu dama los que cas golpe me han dado entre los que<br />

iTeñen en la comitiva.<br />

—¿Qué? dijo Bracy. ¿Te gusta mas la criada?<br />

—No, señor caballero, dijo el Templario. Entre las cautivas hay<br />

nía que no ce<strong>de</strong> en nada á la sajona.<br />

—Por las barbas <strong>de</strong> mi padre, dijo Bracy, que te lia dado flechazo<br />

a hebrea.<br />

—Y* aun cuando así fuera , dijo Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, ¿quién<br />

me<strong>de</strong> oponerse á ello ?<br />

—Nadie que yo sepa , dijo Bracy : mejor que yo sabes tus intereses<br />

: mas yo hubiera jurado que echabas el ojo mas bien al saco<br />

ie! padre que á la hermosura <strong>de</strong> la hija.<br />

—i ,os dos me acomodan , respondió Brian ; á mas <strong>de</strong> que, el saco<br />

loí viejo usurero es mitad para mi y mitad para Frente-<strong>de</strong>-buey,<br />

pae no presta su castillo á humo <strong>de</strong> pajas. Quiero tener alguna<br />

orenda para mí solo en el botiu, y ninguna me conviene tanto come<br />

la judía. Mas ahora que sabes mis intenciones, y que nada tic-


1*72 1VAÍJH0K.<br />

nes que temer <strong>de</strong> mí ¿por qué no sigues tu primer <strong>de</strong>signio? Yu<br />

ves que no corremos los dos la misma liebre.<br />

—No importa, coutestó líraey ; lo diclio dicho. Verdad será loque<br />

me cuentas; pero yo no me fio en tu conciencia. •<br />

Durante todo este diálogo, Cedric procuraba sacar <strong>de</strong> los que le<br />

custodiaban algunas noticias acerca <strong>de</strong> quiénes eran y <strong>de</strong>l objeto<br />

que se proponían. Si sois ingleses, les <strong>de</strong>cía, ¿ por qué os apo<strong>de</strong>ráis<br />

<strong>de</strong> vuestros compatriotas , como podrían hacer los normandos? Si<br />

sois mis vecinos, ¿cómo ignoráis mis principios y mi modo <strong>de</strong> pon<br />

sar? Hasta los bandidos esperimentan los frutos <strong>de</strong> mi protección,<br />

porque nadie mas que yo compa<strong>de</strong>ce sus males y maldice la tiranía<br />

<strong>de</strong> sus opresores. ¿Qué queréis do mí? ¿ Y <strong>de</strong> qué pue<strong>de</strong> serviros<br />

vuestro silencio? Peores sois que los brutos indómitos en vuestras<br />

mociones, y hasta los imitáis en vuestro silencio.:-.'<br />

En vano exhortaba Cedric á sus guardias, los cuales tenían ra<br />

zoues muy po<strong>de</strong>rosas para no ce<strong>de</strong>r á súplicas ni amenazas, Continuaron<br />

á su lado, caminando cuanto mas aprisa podían hasta que<br />

al fin <strong>de</strong> una calle do añosos árboles so <strong>de</strong>scubrió el musgoso y an<br />

tiguo castillo <strong>de</strong> Fronte-<strong>de</strong>-buey. Era una fortaleza <strong>de</strong> mediana estension,<br />

en medio <strong>de</strong> la cual se alzaba un torreón cuadrado, ro<strong>de</strong>ado<br />

<strong>de</strong> edificios <strong>de</strong> menor altura, y estos <strong>de</strong> un vasto cercado, guarnecido<br />

<strong>de</strong> un foso profundo, á que suministraba sus aguas un<br />

arroyo inmediato. Frente-<strong>de</strong>-buey , que por la perversidad <strong>de</strong> su<br />

carácter se habia puesto en guerra abierta con todos sus vecinos,<br />

habiu aumentado la fortificación <strong>de</strong> su resi<strong>de</strong>ncia , construyendo<br />

en los muros torres elevadas que flanqueaban sus ángulos. La en<br />

irada , como la <strong>de</strong> todos los castillos <strong>de</strong> aquel tiempo, era una bar -<br />

baeaua embovedada, especie <strong>de</strong> obra estertor, que terminaba en dos<br />

torrecillas.<br />

Apenas divisó Cedric las pardas y verdosas almonas <strong>de</strong>l castillo<br />

<strong>de</strong> i'rente-<strong>de</strong>-buey, que se erguían entre los espesos bosques que laro<strong>de</strong>aban,<br />

conoció la causa real <strong>de</strong>l infortunio en que se hallaba su<br />

mergido.<br />

(Injusto fui, dijo, para con los ladrones y foragidos <strong>de</strong>.estas sel<br />

vac cuando les atribuí tamaño <strong>de</strong>sacato: tanto montaría confundir a<br />

los lobos <strong>de</strong> estos montes con las voraces zorras <strong>de</strong> Francia. Decid<br />

cae, perros, ¿qué es ¡o que vuestro amo quiere <strong>de</strong> mi, mi vida ó mi<br />

caudal? ¿No será lícito á dos nobles sajones como Athelstane y yo.<br />

po: ecr las tierras que sus padres les <strong>de</strong>jaron? Acabad con nosotros


CAPÍTULO XXI. I !<br />

73<br />

j consumad vuestra tiranía, quitándonos la vida como nos habéis<br />

quitado ia libertad. Si Cedric el Sajón no puedo rescatar á Inglaterra,<br />

morirá en la <strong>de</strong>manda. Decid á vuestro cruel amo que lo único<br />

que le pido es que <strong>de</strong>je libre y sin <strong>de</strong>shonra á lady Rowena. Es<br />

mujer , y no tiene por que temerla. Cuando faltemos Athelsfane y<br />

yo, nadie tomar:! las armas en su <strong>de</strong>fensa.;<br />

Los <strong>de</strong> la escolta permanecieron tan sordos á este discurso coiau<br />

al primero, y así llegaron á la puerta <strong>de</strong>l castillo, Hracy tocó tres<br />

veces ia trompa, y los ballesteros que guarnecían las torres echaron<br />

inmediatamente el puente levadizo, y le dieron entrada. Los<br />

enmascarados obligaron á los prisioneros á echar pié á tierra, y les<br />

condujeron á un aposento, en que encontraron algunos manjares,<br />

<strong>de</strong>, los que solo se sintió dispuesto á comer Athelsfane. Sin embargo,<br />

el <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> los reyes sajones no pudo saborear largo<br />

tiempo las provisiones <strong>de</strong> sus carceleros, porque inmediatamente se<br />

le dio á enten<strong>de</strong>r que él y Cedric, <strong>de</strong>bían ocupar una habitación separada<br />

<strong>de</strong> lady líowena. Era inútil resistir : así que , siguieron 0<br />

sus conductores por una gran sata, cuyas bóvedas sostenían gruesas<br />

pilastras <strong>de</strong> arquitectura sajona, como las que se ven en los re<br />

i'ectorios y salas capitulares <strong>de</strong> ios antiguos monasterios <strong>de</strong> lupia<br />

ierra.<br />

Lady Kovena fué separada <strong>de</strong> sus doncellas, con cortesía en verdad,<br />

pero sin consultar su gusto y llevada á un aposento distante<br />

i.a misma sospechosa distinción se hizo á Rebeca, en <strong>de</strong>specho ditas<br />

súplicas <strong>de</strong>, su padre, que llegó hasta ofrecer dinero, en aquella<br />

angustiosa estremidad, porque la <strong>de</strong>jaran á su laclo. «Perro infiel,<br />

respondió uno<strong>de</strong> los conductores, cuando hayas visto la habitación<br />

que se te ha señalado, no querrás mirar en olla á tu hija.» V sin<br />

mas ceremonia fué arrebatado por diferente camino que los otros<br />

prisioneros. Los criados, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido <strong>de</strong>sarmados y registrados<br />

con el mayor rigor, pasaron á la otra ala <strong>de</strong>l castillo; y Tío<br />

vena no pudo conseguir el único favor que pidió, y fué la compañía<br />

<strong>de</strong> su camarera Lílgita.<br />

La pieza cu que estaban encarcelados los dos proceres sajones<br />

<strong>de</strong> los que hablaremos en primer lugar, era una especie <strong>de</strong> cuerpo<br />

<strong>de</strong> guardia, que en otros tiempos había sido el salón principal <strong>de</strong>l<br />

castillo. Después hahia servido á diferentes usos, porque el dueño<br />

actual <strong>de</strong> la, posesión, á fin <strong>de</strong> realzar las comodida<strong>de</strong>s, la seguridad<br />

y la hermosura <strong>de</strong> su resi<strong>de</strong>ncia, había construido otro salón mas


grandioso que el primero, en que se notaban las pilastras esb.lta.:<br />

y <strong>de</strong>licadas, y los primorosos adornos introducidos por los ñor<br />

mandos en la arquitectura inglesa.<br />

P'edric se paseaba por el cuarto, indignado con las re (lección ív<br />

que hacia sobre los sucesos pasados y sobre su condición presente<br />

mientras la <strong>de</strong>sidia <strong>de</strong> su compañero le servia en lugar <strong>de</strong> pacien­<br />

cia y filosofía, para alejar <strong>de</strong> sí todo lo que podia molestarle: sol><br />

pensaba en las incomodida<strong>de</strong>s personales <strong>de</strong> su situación, y aun<br />

estas le hacían tan poca impresión, que solo <strong>de</strong>splegaba los labio-<br />

para dar <strong>de</strong> cuando en cuando alguna respuesta á las animadas ;••<br />

vehementes peroraciones <strong>de</strong> su amigo.<br />

«.Sí, <strong>de</strong>cia Cedrie hablando á veces consigo mismo, y dirigien­<br />

do otras la palabra al inalterable <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Eduardo; aquí<br />

en. esta misma sala fuá don<strong>de</strong> mi padre asistió al convite que Tor-<br />

quil Woll'ganger dio al valiente y <strong>de</strong>sventurado Harold cuando es­<br />

te marchaba contra los noruegos que se habían unido al rebeldt<br />

Tosti. Aquí, en esta misma sala fué don<strong>de</strong> Harold dio tan magná­<br />

nima respuesta á los embajadores <strong>de</strong> su pérfido hermano- Mil veces<br />

vi á mi padre enar<strong>de</strong>cerse al referir aquel lance. Cuando se dio en­<br />

trada ai enviado <strong>de</strong> Tosti, los muros <strong>de</strong> esta vasta pieza podían<br />

apenas contener la turba <strong>de</strong> nobles caudillos sajones, que bebían<br />

el brindis <strong>de</strong> venganza y muerte alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> su Monarca.<br />

— Es regular, dijo Athelstane á quien sacó <strong>de</strong> su distracción este<br />

episodio <strong>de</strong>l discurso <strong>de</strong> su amigo, es regular que nos envíen ¡i me­<br />

dio dia algún vino y algo que comer: apenas nos han dado tiempo<br />

para <strong>de</strong>sayunarnos, y jamás me ha hecho provecho comer inmedia­<br />

tamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> apearme, á pesar <strong>de</strong> que los médicos dicen que<br />

es bueno.»<br />

Cedrie continuó el hilo <strong>de</strong> su historia sin hacer caso <strong>de</strong> ios inge­<br />

niosos comentarios <strong>de</strong> su compañero.<br />

«El emisario <strong>de</strong> Tosti, dijo, entró en la sala sin que le <strong>de</strong>sanima­<br />

sen los gestos terribles <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>aban, y se a<strong>de</strong>lantó con<br />

paso firme hasta el trono <strong>de</strong> Harold. á quien hizo una reverencia.<br />

—¿Qué condiciones, dijo, tiene que esperar tu hermano lord Rey,<br />

si <strong>de</strong>ja las armas y te pi<strong>de</strong> la paz? —El amor <strong>de</strong> un hermano, res­<br />

pondió el generoso Harold, y el hermoso condado <strong>de</strong> Cumberland.<br />

—Paro si Tosti acepta estas condiciones, dijo el enviado, ¿quépo­<br />

sesiones se darán á su fiel aliado Hardrada, rey <strong>de</strong> Noruega? —Sie­<br />

te pies <strong>de</strong> tierra, contestó <strong>de</strong>nodadamente Harold, y quizás doce


CAPÍTULO Y.XI. llií<br />

pulgadas mas, puesto quo dicen que Hardrada es <strong>de</strong> estatura, gigantesca.<br />

Resonaron entonces las esclamaciones <strong>de</strong> los concurrentes<br />

en las bóvedas <strong>de</strong> la sala, y se llenaron las copas y los cuernoen<br />

honor <strong>de</strong> los estados que <strong>de</strong>bía poseer el rey noruego en la tierra<br />

<strong>de</strong> nuestros padres.<br />

—De buena gana haría .yo ahora !o mismo, dijo Atbelstane. que<br />

vasa me va pegando la lengua al paladar.<br />

—Retiróse el abochornado embajador, continuó mas animado todavía<br />

( edriiq en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> la indiferencia <strong>de</strong> su auditorio, y llevé<br />

á Tosti y á su aliado la ominosa respuesta <strong>de</strong>l ofendido hermano.<br />

Entonces fué cuando los muros <strong>de</strong> Stamford y las fatales agua»<br />

<strong>de</strong>l Welland, tan célebres en nuestras antiguas profecías, presenciaron<br />

aquel terrible encuentro, en quo <strong>de</strong>spees <strong>de</strong> haber obstentado<br />

un valer impertérrito, e! rey <strong>de</strong> Noruega y Tosti cayeron con<br />

diez mil <strong>de</strong> sus mas valientes partidarios 1). ¿.Quién hubiera pensado<br />

en aquel glorioso día, y en medio <strong>de</strong> aquella completa viche<br />

ría. que el mismo soplo que agitaba las ban<strong>de</strong>ras triunfantes <strong>de</strong><br />

tos sajones, impelíalas velas <strong>de</strong> los normandos á las funestas píavas<br />

<strong>de</strong> Sussex.' ¿Quién hubiera dicho que pocos dias <strong>de</strong>spués, e !<br />

mismo ííarold no poseería mas tierra en su reino que la que concedió.<br />

f*n el ímpetu <strong>de</strong> su rabia, al noruego invasor? ¿Quién hubiera<br />

creído que vos, noble Atbelstane, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong><br />

Harold, \ que yo, cuyo padre no fué el mas débil <strong>de</strong> los <strong>de</strong>fensores<br />

<strong>de</strong> la dia<strong>de</strong>ma sajorna, seríamos prisioneros <strong>de</strong> un vil normando, en .<br />

esta misma sala en que nuestros antepasados asistieron á tan glorioso<br />

banquete?<br />

—;Tristes memorias por cierto! dijo Athelstane; pero yo espero<br />

que no nos pedirán un rescate escesivo. Y en todo caso, ¿qué interés<br />

pue<strong>de</strong>n tener en matarnos <strong>de</strong> hambre? Con todo eso, es medio din<br />

y no veo anuncios <strong>de</strong> comida. Asomaos á esa ventana, y por los<br />

rayos <strong>de</strong>l sol conoceréis que no me engaño en la hora.<br />

— Podrá ser asi, respondió Cedric; pero yo no puedo fijar la vis-<br />

U, Nuestros lectores enten<strong>de</strong>rán estas alusiones á una <strong>de</strong> las épocas mas interesantes<br />

<strong>de</strong> U historia <strong>de</strong> Inglaterra, si se toman el trabajo <strong>de</strong> consultar algunos <strong>de</strong><br />

los esceientes historiadores que posee la literatura <strong>de</strong> este país. Basta <strong>de</strong>cirles por<br />

ahora, que esta batalla <strong>de</strong> Slamfort, en que el rey Harold <strong>de</strong>rrotó á su hermano<br />

Tosti y á los Noruegos, ocurrió por los años 106C>, y que muy pocos dias <strong>de</strong>spués,<br />

ei mismo Herold perdió la corona en los campos <strong>de</strong> Hastings. Noruegos y Sajones se<br />

disputaron con furioso encor.oel puente <strong>de</strong>l rio Welland. Un noruego solo lo.<strong>de</strong>fendio,<br />

sin otras armas que sus brazos, hasta que l-> atravesi una lanza que le arrojaron<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el rio.


1.76 IVANHOE<br />

ta en aquella vidriera <strong>de</strong> colores, sin que se dispierten en ni i alma<br />

pensamientos diferentes <strong>de</strong> las privaciones y penalida<strong>de</strong>s actuales.<br />

Cuando se hizo esa ventana, amigo mió, no se conocía en Ingla­<br />

terra el arte <strong>de</strong> hacer cristal ni el <strong>de</strong> pintarlo. El orgullo <strong>de</strong>l padre do<br />

Wolfganger fué el que le indujo á traer un artista <strong>de</strong> Normandia<br />

para hermosear su salón con ese nuevo adorno, que trasforma<br />

bendita luz <strong>de</strong>] día que Dios nos ha dado, en tan fatásíicos vislum­<br />

bres. Eicstranjero vino aquí pobre, mend'go, andrajoso, sumiso, se.<br />

iudando con gorra en mano á los ínfimos criados <strong>de</strong> la servidum­<br />

bre; y volvió repleto y po<strong>de</strong>roso, contando maravillas á sus rapaee-<br />

compatriotas <strong>de</strong> la riqueza y <strong>de</strong> la sencillez <strong>de</strong> los no liles sajones<br />

locuras vaticinadas ;oh amigo Athelstane! por los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong><br />

Hengisto y <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>nodadas tribus, que habían conservado lo-<br />

sencillos modales <strong>de</strong> sus progenitores. Esos estranjeros llegaron a<br />

ser nuestros amigos Íntimos, nuestros confi<strong>de</strong>ntes y servidores:<br />

nos dieron sus artes y sus artífices y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces empezamos á<br />

<strong>de</strong>spreciar la honrada dureza, la noble sencillez en que habían vi.<br />

vido nuestros padres. Nos enervarnos con el lujo <strong>de</strong> los normandos,<br />

antes que la espada normanda nos sometiera. ¡Harto diferentes era:<br />

nuestros manjares domésticos, comidos en paz y libertad,<strong>de</strong>esa*<br />

<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>zas y golosinas cuya afición nos ha entregado como si«'-<br />

vos humil<strong>de</strong>s al conquistador estraujero!<br />

—La mas pobre comida, dijo Athelstane, me serviría ahora. d<<br />

banquete <strong>de</strong>licado; y lo que estraño es, noble Cecine, que tengai'-<br />

tan presentes á la memoria los hechos pasados, y no os acordó:-: <strong>de</strong><br />

que se acerca labora <strong>de</strong> comer.<br />

—Es tiempo perdido, dijo Cedric aparte y con impaciencia, ha<br />

blarle <strong>de</strong> otra cosa que <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong> satisfacer su apetito. El en<br />

eenagamiento <strong>de</strong> su alma no reconoce mas placer que llenar el vaso,<br />

beber y pedir roas. Vh! dijo mirando á Athelstane con ojos en que<br />

se pintaba, la. compasión. ¡Posible es que resida tan grosero espíritu<br />

en tan bella hábil ación', ¡posible- es que rue<strong>de</strong> la gran obra <strong>de</strong> i*,<br />

restauración <strong>de</strong> Inglaterra eu.un eje tan incapaz <strong>de</strong> sobrellevar:;:!<br />

VI lado <strong>de</strong> Rowena, su alma noble y generosa podria quizás dis­<br />

pertar esa índole, entorpecida y aletargada. Pero ¿<strong>de</strong> qué sirve pen­<br />

sar en esto, nuestras Athelstane, Rowena y yo mismo somos pri­<br />

sioneros <strong>de</strong> ese bárbaro, sin otra causa quizás que el temor <strong>de</strong> lo- -<br />

peligros que acarrearía nuestra libertad al usurpado po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su<br />

nación?»


CAPÍTULO XXI. 17J<br />

Mientras el Sajón estaba sumergido en estas tristes consi<strong>de</strong>raciones,<br />

se abrió la puerta y entró un maestre-sala con la vara blanca,<br />

símbolo délas funciones que ejereia. Este importante personaje<br />

marchaba con talante majestuoso, y le seguían cuatro criados qu P<br />

traían una mesa cubierta <strong>de</strong> manjares, cuya vista y olor compensaron<br />

por entonces todas las incomodida<strong>de</strong>s- que Athelstane había<br />

sufrido. Todas estas personas estaban enmascaradas y cubiertas<br />

<strong>de</strong> anchos capotes.<br />

«¿Que mojiganga es esta? preguntó Cedric. ¿Pensáis (pie con ociendo<br />

como conocemos al dueño <strong>de</strong> este castillo, po<strong>de</strong>mos ignorar<br />

quien nos ha hecho prisioneros? Decidle, continuó queriendo<br />

aprovecharse <strong>de</strong> aquella oportunidad para abrir una negociación<br />

acerca <strong>de</strong> su rescate, <strong>de</strong>cidle que nos sometemos á su rapacidad,<br />

como podríamos hacerlo en iguales circunstancias con un ladrón <strong>de</strong><br />

caminos, puesto que el único motivo que Frente-<strong>de</strong>-buey ha podido<br />

tener para privarvos <strong>de</strong> nuestra libertad es el ilegal <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> enri<br />

quecerse á costa nuestra. Que diga cuánto pi<strong>de</strong> por nuestro rescate<br />

y lesera pagado, con tal que no pida una suma superior á nuestras<br />

faculta<strong>de</strong>s. >•<br />

El maestre-sala bajóla cabeza sin dar otra contestación,<br />

«Y <strong>de</strong>cid á sirlieginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey , dijo Athelstane, qu<<br />

le reto y <strong>de</strong>safío á mortal combate , á pié ó á cabadlo en cualquier<br />

lugar seguro, en el térm ino <strong>de</strong> ocho dias <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> nuestro resca<br />

te, y si es caballero como dice, no podrá rehusar ni diferir el duelo<br />

que ¡e propongo.<br />

—Pondré en noticia <strong>de</strong>l caballero vuestro <strong>de</strong>safío, dijo el maestre-sala<br />

; y entretanto aquí tenéis vuestra comida.<br />

Athelstane. sin embargo, no había pronunciado su arenga con<br />

la majestad \ el <strong>de</strong>coro que el lance requería; porque un enorme<br />

bocado que entraba á ¡a sazón en sus labios y que exigía ejercicio<br />

<strong>de</strong> ambas mandíbulas unido á su natural lentitud disminuyó en<br />

gran manera el electo <strong>de</strong> la sangrienta amenaza. No obstante , Cedric<br />

la oyó con placer, como una señal-infalible <strong>de</strong> la reanimación<br />

dad espíritu <strong>de</strong> su compañero, cuya anterior indiferencia empezaba<br />

á. causarle enojo, á pesar <strong>de</strong>l respeto con que miraba á su alcurnia.<br />

Dióle la mano y apretósela en señal <strong>de</strong> aprobación , aunque volvió<br />

á enfadarse cuando Athelstane observó que <strong>de</strong> buena gana pelearía<br />

con una docena <strong>de</strong> hombres como Frente-<strong>de</strong>-buey, sido este modo<br />

pudiera salir <strong>de</strong> un castillo en que usaban echar tanto ajo á los<br />

1 l<br />

2


?~8 IVANHOE.<br />

guisos. Cedric se colocó en frente <strong>de</strong> Athelstane, el cual tío había<br />

perdido tiempo en acomodarse, y muy en breve manifestó que si<br />

ias <strong>de</strong>sventuras <strong>de</strong> su patria le hacían olvidarla comida cuando<br />

no estaba puesta la mesa, la vista, <strong>de</strong> los manjares escitaba en él las<br />

-•scelentes disposiciones gástricas que con las otras calida<strong>de</strong>s heredara<br />

<strong>de</strong> sus abuelos.<br />

Poco tiempo habían estado los cautivos empleados en satisfacer<br />

¡as primeras necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l apetito, cuando interrumpió esta seria<br />

ocupación el sonido <strong>de</strong> una trompeta que se oyó á la puerta<br />

<strong>de</strong>l castillo. Repitióse tres veces el llamamiento con tanta violencia<br />

como si saliera ele boca <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> aquellos caballeros en-<br />

•andados , cuyo aliento teníala virtud <strong>de</strong> disipar como el vapor<br />

<strong>de</strong> la mañana torres y barbacanas , almenas y rastrillos, ¡.os<br />

-ojones se alzaron <strong>de</strong> la mesa y corrieron ;i la ventana; mas vieron<br />

enriada su curiosidad, porque solo daba al patio <strong>de</strong>l castillo , y el<br />

-unido venia <strong>de</strong>l recinto esterior. Parecía, sin embargo , (pie apmi<br />

inci<strong>de</strong>nte era <strong>de</strong> gran importancia; porque al mismo tiempo se notó<br />

gran confusión y alboroto en lo interior.<br />

CAPÍTULO XXII.<br />

Dejando á los caudillos sajones volver á ocupar sus puestos, cian­<br />

do su infructuosa curiosidad les permitió satisfacer su medio sa<br />

tisfecho apetito , entremos en la prisión algo mas rigurosa <strong>de</strong>l<br />

pobre judío Isaac <strong>de</strong> York , el cual había sido precipitadamente<br />

conducido á un calabozo embovedado y subterráneo, y en que pe<br />

netraba por todas partes la humedad <strong>de</strong>l foso inmediato. Alumbra­<br />

ban esta triste mansión dos ó tres agujeros , á los que no pedia al­<br />

canzar la mano <strong>de</strong>l cautivo. Por estas aberturas solo entraba una<br />

luz pálida é incierta cuando el sol brillaba, en todo su esplendor , la<br />

cual se convertía en total lobreguez mucho tiempo antes que <strong>de</strong>sa­<br />

pareciesen <strong>de</strong>l cielo los albores <strong>de</strong>l día. Colgaban <strong>de</strong> los monis en­<br />

mohecidas ca<strong>de</strong>nas y argollas que antes habían servólo, a. otros<br />

<strong>de</strong>sventurados, <strong>de</strong> quienes sin duda se temía que hiciesen ¡ Igunos<br />

esfuerzos para recobrar su libertad ; y en una <strong>de</strong> (días se % r al-<br />

irunos huesos medio pulverizados y que parecían canillas hcnjem-N.


.M'ÍTTjto xxn. i~9<br />

drobsblemonte habia perecido allí alguna víctima <strong>de</strong> la tiranía,<br />

•on<strong>de</strong>nada no solo á morir , sino á convertirse en esqueleto en el<br />

-no <strong>de</strong> tan impío sepulcro.<br />

Kn uno <strong>de</strong> los ángulos <strong>de</strong> este fúnebre aposento habia una chii¡enea<br />

cubierta <strong>de</strong> algunas barras <strong>de</strong> hierro medio <strong>de</strong>voradas por<br />

'i orin.<br />

El aspecto <strong>de</strong> aquella mazmorra hubiera podido intimidar un<br />

•orazon algo mas fuerte que el <strong>de</strong>l judío; el cual, no obstante , se<br />

nantnvo mucho mas sereno en aquel urgentísimo peligro, que<br />

•liando en el ataque <strong>de</strong> sus raptores: solo tenia i<strong>de</strong>as confusas é ingertas<br />

acercado los males que le amenazaban. Los aficionadosála<br />

•aza dicen que la liebre pa<strong>de</strong>ce mas angustia y sobrecogimiento<br />

•candólos galgos la persiguen, que cuando al fin le echan el diene<br />

¡1). También es muy probable que los judíos , amenazados <strong>de</strong><br />

autos peligros, y víctimas <strong>de</strong> tantas persecuciones , tenían siem-<br />

•¡•3 á la mano y en reserva algún espediente para hacer rostro á<br />

es golpes y cruelda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>rosos. Así que, pasado el primer<br />

e-do, s,. disminuía el terror con la esperanza <strong>de</strong>l remedio aperchado.<br />

Ni era esta la voz primera (pie Isaac se habia visto en tan<br />

•ritióos apuros : por tanto, tenia en su favor la esperieneia, y casi<br />

a certeza <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> bis garras <strong>de</strong> su opresor. Sobre todo, contaba<br />

•oiivla inflexible obstinación , rasgo característico <strong>de</strong> la nación á<br />

ine pertenecía, y <strong>de</strong> ella habían dado notables testimonios los jubos<br />

<strong>de</strong> Inglaterra, sufriendo los males mas atroces que el po<strong>de</strong>r y<br />

violencia pue<strong>de</strong>n imponer, antes que ce<strong>de</strong>r ala codicia <strong>de</strong> sus ti-<br />

•Ü nos.<br />

1<br />

*o." esta disposición <strong>de</strong> resistencia pasiva, y con su ropa dispuesa<br />

<strong>de</strong> modo (pie pudiese preservar sus miembros <strong>de</strong> la humedad,<br />

-aae se sentó en uno <strong>de</strong> los rincones <strong>de</strong>l calabozo, don<strong>de</strong> visto á la<br />

nciertaluz que por los agujeros entraba, con el aspecto abatido y<br />

os brazos cruzados, el alio gorro y la peluda gabardina , hubiera<br />

M'recidoá ¡indiestro pintor el emblema <strong>de</strong>l hábito <strong>de</strong> la iírnominia,<br />

leí incansable empeño <strong>de</strong> enriquecerse, y <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más mezquinos<br />

. viles sentimientos que <strong>de</strong> aquellas disposiciones nacen. El judío<br />

lormaueeió inmóvil en aquella postura por espacio <strong>de</strong> tres horas»<br />

d eaboce bis cuales se oyeron pasos en la escalera. Crujieron los<br />

N.. *it ,;.'• miraaXf* ile Inexactitud <strong>de</strong> este rasgo 'ir historia natural. El<br />

>•«•*•• '•'-- como lo ha lió oa el antiguo üst sajón do "He ha sacado lo* principales<br />

'y..', pore;'i'i.n-! y verídica historia


180 IVA.NII0E.<br />

cerrojos, chillaron los goznes, y entró en la prisión el mismo Frente-<strong>de</strong>-huey<br />

seguido <strong>de</strong> los dos esclavos sarracenos <strong>de</strong>l Templario<br />

El robusto y gigantesco Frente-<strong>de</strong>-buey habia pasado toda su<br />

vida en los campos <strong>de</strong> batalla, ó en conmociones y disturbios pn<br />

vados, y su principal empeño habia sido esten<strong>de</strong>r y consolidar so<br />

po<strong>de</strong>r feudal, sin reparar en los medios que á ello podian contri<br />

buir. Sus facciones correspondían á su carácter, y espresaban lasmalvadas<br />

y feroces pasiones <strong>de</strong> su corazón. Las cicatrices que cu<br />

brian su rostro hubieran escitado en otras facciones la compasión<br />

ó el respeto , como señales honrosas <strong>de</strong> valor; pero en las suya»,<br />

realzaban la ferocidad <strong>de</strong> su aspecto y el miedo cpie naturalmente<br />

inspiraba. Este formidable caudillo vestía un ceñido coleto <strong>de</strong> gamuza,<br />

en que se notaban las señales <strong>de</strong>l roce <strong>de</strong> la armadura. IV<br />

traia mas arma que un puñal al cinto, y al lado opuesto un enor<br />

me manojo <strong>de</strong> llaves.<br />

Los esclavos que venían en su compañía se habian <strong>de</strong>spojado di<br />

sus vistosos arreos orientales, y traian calzones y chaquetas ib<br />

tosco lienzo, con las mangas remangadas hasta el codo, á guisa dicarnicero<br />

que se prepara á ejercer sus sangrientas funciones. Cada<br />

cual venia provisto con un canastillo, y cuando entraron en el ca<br />

labozo se <strong>de</strong>tuvieron á la puerta, hasta que Frente-<strong>de</strong>-buey la hubo<br />

cerrado con dos vueltas. Lomada esta precaución, se a<strong>de</strong>lantó á pa<br />

so mesurado hacia el judío, fijando en él sus miradas como si qui<br />

siese aumentar el terror que le sobrecogía, á guisa<strong>de</strong> las serpiente»,<br />

que según cuentan, aseguran la presa, entorpeciéndola antes con<br />

su maléfico aliento. Parecía pn efecto que los ojos <strong>de</strong>l normandi<br />

tenían aquella estraña. virtud. El judío quedó encogido \ estátb'o.<br />

mirando <strong>de</strong> hito en hito al barón con el aletargamiento <strong>de</strong>l horror,<br />

y con tan angustioso sobresalto, que parecía que toda su per<br />

sona se comprimía y arrugaba, á efecto <strong>de</strong>l gesto iracundo <strong>de</strong> se<br />

carcelero. El <strong>de</strong>sventurado Isaac no pudo siquiera alzarse! para ba<br />

cer la reverencia que su situación exlgia, ni echar mano ala caerá,<br />

ni articular una sola palabra <strong>de</strong> súplica: tan espantoso era


CAPÍTULO XXII. 181<br />

por seíias á uno <strong>de</strong> los esclavos. El satélite negro se acercó; y sacando<br />

<strong>de</strong>l canasto un gran peso <strong>de</strong> cruz, con varias pesas, las echó<br />

á los pies <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, y se volvió á la respetuosa distancia<br />

á que habia quedado su compañero.<br />

Los gestos y movimientos <strong>de</strong> estos hombres eran pausados y majestuosos,<br />

como si estuviesen penetrados <strong>de</strong>l horror y <strong>de</strong> la crueldad<br />

•te aquella escena. Frente-<strong>de</strong>-buey rompió el silencio, hablando <strong>de</strong><br />

este modo a su malhadado cautivo.<br />

« Malditísimo perro <strong>de</strong> la mas maldita casta, dijo con voz ronca<br />

y espantosa, que rosonó en las bóvedas <strong>de</strong> la mazmorra, ¿ves<br />

este ¡leso? <br />

El judio pronunció con eco <strong>de</strong>sfalleciente un si languidísimo.<br />

« En esos i>esos, continuó el implacable liaron, vas á pesarme<br />

ahora mismo mil libras <strong>de</strong> plata <strong>de</strong> buena, ley, según la. <strong>de</strong> la torre<br />

<strong>de</strong> Londres (1).<br />

—; Santos Cielos! esclamó el judío recobrando el habla, gracias<br />

a lo inminente <strong>de</strong>l peligro; ¿hubo jamás <strong>de</strong>manda mas <strong>de</strong>scabellada?<br />

¿Quién oyó jamás hablar <strong>de</strong> mil libras <strong>de</strong> plata, sino en los<br />

cuentos y romances? ¿Cuál es el hombre que ha gozado déla vista<br />

<strong>de</strong> semejante tesoro? .Saquea mi casa, y la. <strong>de</strong> toda mí tribu; saquea<br />

toda la. (dudad <strong>de</strong> York, no sacarás <strong>de</strong> ella ia suma <strong>de</strong> que hablas<br />

—Soy mo<strong>de</strong>rado, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y si escasea la plata, no<br />

tengo inconveniente en tomar oro. A razón <strong>de</strong> un marco <strong>de</strong> oro por<br />

seis libras <strong>de</strong> plata, pue<strong>de</strong>s libertar tus miserables huesos <strong>de</strong> los<br />

tormentos que tu imaginación no pue<strong>de</strong> concebir.<br />

—Apiádate <strong>de</strong> mí, noble caballero, dijo Isaac; soy pobre, viejo,<br />

<strong>de</strong>svalido. No es digno <strong>de</strong> ti tan humil<strong>de</strong> triunfo.¿Qué gloria resulta<br />

<strong>de</strong> aplastar un gusano?<br />

—Podrás ser viejo, dijo l'reiite-<strong>de</strong>-buey, y mas vergüenza para<br />

ti el haber envejecido en la usura y en la truhanería. Débil eres sin<br />

duda, perqué no hay judío que tenga manos ni corazón. Pero eres<br />

rico, y todo el mundo lo sabe.<br />

—Juróte, noble caballero, dijo el judío, por todo lo que tú y yo<br />

creemos en común...<br />

—No perjures,dijo Frente-<strong>de</strong> buey, no selles tu suerte con tu obs<br />

filiación, basta que hayas visto y consi<strong>de</strong>rado lo que te aguarda.<br />

No pienses que hablo solo por escitar tu terror, y la baja cobardía<br />

1; VIH estaba aat ijr(IAinfante ia curia ile moneda 'le Lulidivs.<br />

1¿'


182 IVANHOE.<br />

tan innata en tu raza. Este calabozo no ee sitio propio <strong>de</strong> chanzas,<br />

Cautivos diez veces mas distinguidos que tú han muerto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

estas cuatro pare<strong>de</strong>s, y nadie ha sabido mas <strong>de</strong> ellos. Pero la muer-<br />

*e que han sufrido seria para tí una golosina: la tuya será larga,<br />

.^olorosa y terrible.»<br />

Hizo otra seña á los esclavos; estos se acercaron, y les habló ,i<br />

parte en su propio idioma, porque también había estado en Pales<br />

tina. Los sarracenos sacaron inmediatamente <strong>de</strong> las canastas algún<br />

•arbon, unos fuelles, y un frasco <strong>de</strong> aceite. Mientras uno echaba<br />

Himbrecon eslabón y pe<strong>de</strong>rnal, el otro dispuso el carboneóla<br />

diimenea <strong>de</strong> que hemos hablado, y sopló con les fuelles hasta que<br />

-tuvo encendido.<br />

« ¿Ves, Isaac, dijo entonces el normando, esas barras <strong>de</strong> hierro<br />

jue cubren el carbón? En esa ardiente cama vas aechar un sueño,<br />

<strong>de</strong>snudo como si fueras á reposar en mullidos colchones. Uno <strong>de</strong> esos<br />

esclavos mantendrá el fuego, y el otro untará tus malditos miembros<br />

con aceite, para que no se queme el asado, quesería lástima<br />

por cierto. Escoge pues ahora entre ese buen rato que te espera y<br />

las mil libras <strong>de</strong> plata, porque voto á tantos que no hay remedio<br />

ó uno ú otro.<br />

—Es imposible, dijo el cuitado judío, que abrigues semejantes ín -<br />

tenciones. El Dios <strong>de</strong> la naturaleza no formó jamás un corazón capaz<br />

<strong>de</strong> tamaña crueldad.<br />

—No confies en eso, Isaac,dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, porque te engaíiastristemente.<br />

¿Crees tuque el que ha visto una ciudad saqueada<br />

en que mil cristianos perecieron en las llamas ó pasados á <strong>de</strong>güello,<br />

se <strong>de</strong>tendrá en atormentar á un perro judío por mas que añile y<br />

grite? ¿O piensas que esos esclavos, que no tienen mas ley, mas<br />

patria, ni mas conciencia que la voluntad <strong>de</strong> su amo, y que tan<br />

pronto manejan el palo como el veneno, y la.cuerda como el ¡moa:,<br />

tendrán compasión <strong>de</strong> tí, cuando ni siquiera entien<strong>de</strong>n el idioma<br />

en que les hablas? Ten pru<strong>de</strong>ncia, viejo: <strong>de</strong>sembarázate <strong>de</strong> una<br />

parte <strong>de</strong> tu inútil riqueza; <strong>de</strong>vuelve á los cristianos una porción<br />

<strong>de</strong> lo que les has robado con tus usuras. Muy en breve volveres á<br />

henchir la bolsa con tus arterías; pero no hay medicina en la tierra<br />

que pueda restituirte el pellejo y la carne que <strong>de</strong>jes en esos bar<br />

rotes. Despáchate y prepara el rescate, y alégrate <strong>de</strong> escapar á tanbajo<br />

precio <strong>de</strong> este calabozo, <strong>de</strong> que pocos han salido con vida. No<br />

gastaré mas palabras contigo, Decí<strong>de</strong>te entre la bolsa y el pe-


CAPÍTULO XXII. 183<br />

¡lejo. Tu suerte está en tus manos: habla, y se te dará gusto.<br />

— Ten compasión, dijo el judio : no puedo escoger entre los me­<br />

dios que propones: mis faculta<strong>de</strong>s no me permiten suscribir á tan<br />

exorbitante <strong>de</strong>manda.<br />

—Desnudadlo, esclavos, dijo el caballero, y asístanlo los <strong>de</strong> su<br />

casta si pue<strong>de</strong>n.»<br />

Los satélites, obe<strong>de</strong>ciendo mas bien los ojos y los gestos <strong>de</strong>l Barón<br />

que sus palabras, echaron mano <strong>de</strong>l infeliz Isaac, le arrancaron <strong>de</strong>l<br />

suelo, y colocándole entre los dos, aguardaron la última señal <strong>de</strong>l<br />

feroz normando. El mísero hebreo miró sucesivamente á los tres,<br />

esperando leer en sus rostros algunos síntomas <strong>de</strong> misericordia;<br />

pero el <strong>de</strong> Frentc-<strong>de</strong>-buey manifestaba la misma fria é implacable<br />

sonrisa que al principio; y los ojos feroces <strong>de</strong> los sarracenos cente~<br />

lleaban entre sus negras pupilas, realzando su horrorosa espresion<br />

el blanco círculo que los ro<strong>de</strong>aba, como si lejos <strong>de</strong> repugnar al mi­<br />

nisterio que iban á ejercer, gozasen <strong>de</strong> antemano <strong>de</strong> la escena que<br />

se preparaba. El judío miró en seguida las ardientes ascuas, sobre<br />

las cuales iban á ser estendidos sus miembros; y perdiendo toda es­<br />

peranza <strong>de</strong> compasión <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> su verdugo, cedió <strong>de</strong> su tenaz<br />

resolución.<br />

Pagaré, dijo, las mil libras <strong>de</strong> plata; quiero <strong>de</strong>cir, añadió <strong>de</strong>s­<br />

pués <strong>de</strong> haberse parado un momento, las pagaré con la ayuda <strong>de</strong><br />

mis hermanos ; y será preciso que pordiosee á la puerta <strong>de</strong> la Si­<br />

nagoga antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r juntar tan inaudita suma. ¿Cuándo y adon­<br />

<strong>de</strong> las has <strong>de</strong> recibir?<br />

Vquí, y ahora, respondió Frente-<strong>de</strong>-buey. En estas balanzas<br />

lian <strong>de</strong> ser pesadas, y contadas en el suelo <strong>de</strong> este calabozo. ¿Pien­<br />

sas que te <strong>de</strong>jaré ir sin tener el rescate en mis manos ?<br />

—¿Y quién me asegura, preguntó el judío, que se me <strong>de</strong>jará li­<br />

bre <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber pagado?<br />

—La palabra <strong>de</strong> un noble normando que es algo mas que la <strong>de</strong><br />

un perro usurero, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey. La fe <strong>de</strong> un normando, que<br />

es mas pura que el oro y la plata <strong>de</strong> toda tu tribu.<br />

—Perdona, noble Lord, dijo el hebreo; pero ¿porqué he <strong>de</strong> con­<br />

fiar en la palabra <strong>de</strong>l que no confia en la mia?<br />

—Porque no te queda mas arbitrio humano, dijo el caballero con<br />

firmeza. Si estuvieras en tu escritorio <strong>de</strong> York, y yo fuera á pedir­<br />

te, prestado dinero, podrías dictar el interés y las fianzas. Este es<br />

mi escritorio ahora; aquí mando yo, y ni siquiera me digno rene-


184 IVASnOK.<br />

tir los tórnanos en virtud <strong>de</strong> los que se te ha <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>rla libertad.><br />

El judío suspiró al oír estas palabras. «Concé<strong>de</strong>me á lo menos, dijo,<br />

con mi libertad la <strong>de</strong> los compañeros que viajan conmigo. Me.<br />

<strong>de</strong>sprecian porque soy judío: sin embargo, se apiadaron <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sventura,<br />

y si les ha ocurrido la misma <strong>de</strong>sgracia que ámí, fué poique<br />

se <strong>de</strong>tuvieron á darme socorro: a<strong>de</strong>más, que pue<strong>de</strong>n ayudarme<br />

á pagar el rescate.<br />

—Si hablas <strong>de</strong> esos villanos sajones, dijo Frcnte-<strong>de</strong>-buey, su rescate<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rá <strong>de</strong> otras condiciones que el tuyo. Métete en tus negocios,<br />

judío, y <strong>de</strong>ja los ágenos.<br />

—¿Con que entonces, preguntó el hebreo, solo quedaremos libre*<br />

mi amigo el herido y yo?<br />

—¿Cuántas veces te he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, repuso el caballero, que trates<br />

<strong>de</strong> tus asuntos y no <strong>de</strong> los que no te atañen ? Puesto que has <strong>de</strong>cidido<br />

ya tu suerte, paga el rescate y lo mas pronto mejor.<br />

—Oye un momento, dijo el judío, siquiera por ese mismo caudal<br />

que quieres adquirir á costa do tu «Detúvose aquí por miedo <strong>de</strong><br />

irritar al normando; mas este echándose á reir concluyó la frase<br />

interrumpida.c De mi conciencia querrás <strong>de</strong>cir: ya ves que soy mas<br />

manso que lo que crees, y que sé oir <strong>de</strong>nuestos <strong>de</strong> un inferior aunque<br />

sea judío. No eras tan paciente, Isaac, cuando pediste justicia<br />

contra .lacobo Fitzdotterel porque te llamó usurero y sanguijuela<br />

chupadora <strong>de</strong> sangre, cuando tus impías exacciones habían agotado<br />

su patrimonio.<br />

—Juro, dijo Isaac, que estás equivocado en ese asunto, Fitzdotterel<br />

sacó el puñal contra mí en mi propio aposento porque le pedí<br />

el dinero que me <strong>de</strong>bia, habiendo espirado el término <strong>de</strong> su pagaré,<br />

que era por Pascua.<br />

—Poco me importa, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey : lo que me importa e><br />

saber cuando tendré lo mió. ¿Cuándo me pagas Isaac?<br />

—Deja que mi hija Rebeca vaya ái York, dijo el judío, con tu .-a!<br />

vocondueto: y lo que tar<strong>de</strong> en volver un hombrea caballo <strong>de</strong> aquella<br />

ciudad . eso tardará el tesoro •> Aquí se paró, y lanzó un profundo<br />

suspiro. «Eso, continuó, tardará el tesoro en estar en tómanos.<br />

—¡Tuhija! esclamó Frente-<strong>de</strong>-buey, con alguna sorpesa. Porta<br />

Cielo santo que ahora me <strong>de</strong>sayuno <strong>de</strong> esa noticia. Creí que esa muchacha<br />

<strong>de</strong> ios ojos negros era tu concubina, y la he dado á sir Briai<br />

<strong>de</strong> Bois-Guilbert para que le sirva


C/VPÍTTJLO xxii. 185<br />

El chillido que lanzó el pobre hebreo al recibir este terrible golpe<br />

hizo temblar las bóvedas <strong>de</strong>l calabozo. Eos dos sarracenos sorprendidos<br />

le <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> las manos. Él se aprovechó <strong>de</strong> esta oportunidad<br />

para echarse <strong>de</strong> rodillas, y estrechar en sus brazos las <strong>de</strong> Frente-do<br />

buey.<br />

«Toma todo lo que <strong>de</strong> mí has exigido, dijo ; toma diez veces mas;<br />

déjame en canosa, si quieres; atraviésame el corazón; tríeme en esa<br />

hornilla, con tal que mi bija salga <strong>de</strong>este castillo libre y con honor.<br />

Si has nacido <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong> una mujer, no <strong>de</strong>soigas el ruego <strong>de</strong> un<br />

padre que solo pi<strong>de</strong> el honor <strong>de</strong> su hija. Es la hmígen <strong>de</strong> mi difunta<br />

Baque!, y la única que conservo <strong>de</strong> las seis prendas <strong>de</strong> su amor.<br />

¿ Privarás á un pobre viudo <strong>de</strong>l único apoyo que le queda en la<br />

tierra? ¿ be obligarás á <strong>de</strong>sear que el único objeto <strong>de</strong> su cariño repose<br />

en el sepulcro <strong>de</strong> sus padres, al lado <strong>de</strong> la que le dio el ser ?<br />

4<br />

--Quisiera, dijo el "Normando con menos aspereza, cpiisiera haberlo<br />

salado antes. Yo creí que los <strong>de</strong> tu raza solo tienen apego al<br />

bolsillo.<br />

—No pienses tan mal <strong>de</strong> nosotros, dijo Isaac aprovechándose <strong>de</strong><br />

aquellas buenas disposiciones: la zorra perseguida, ama á sus cachorros;<br />

el <strong>de</strong>spreciado y perseguido <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Abrabam<br />

ama á sus hijos.<br />

—Sea así en buena hora, dijo el caballero, y así lo creeré <strong>de</strong> ahora<br />

en a<strong>de</strong>lante, puesto que lo dices; pero <strong>de</strong> nada te pue<strong>de</strong> servir<br />

eso por ahora. No puedo remediar lo que ha sucedido, ni evitar lo<br />

que pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r: he empeñado mi palabra á mis amigos y compañeros,<br />

y no faltaré á ella por todos los judíos y judías déla tierra.<br />

Adcemis, ¿que daño ha <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r á la muchacha, por estar en<br />

manos <strong>de</strong> Bois-Guilbert como parte que le correspon<strong>de</strong> en el botin?<br />

— ¡Qué daño! esclamó el judío, retorciendo las manos, con las <strong>de</strong><br />

mostraciones <strong>de</strong>l mas acerbo dolor. ¿Cuando respiró Bois-Guilbert<br />

otra cosa que crueldad á los hombres, y <strong>de</strong>shonra alas mujeres?<br />

— ¡Perro infiel! dijo el caballero lanzando fuego por los ojos y<br />

<strong>de</strong>jándose llevar <strong>de</strong> la cólera que habia estado comprimiendo. ¿Así<br />

blasfema tu lengua <strong>de</strong> víbora <strong>de</strong> un caballero? Apercíbete á pagar<br />

tu rescate, ó á morir.<br />

— Ladrón villano, dijo el judío en respuesta á los insultos <strong>de</strong> su<br />

opresor, con rabia impotente, pero que le reventaba en el corazón;<br />

ni una sola moneda tendrás <strong>de</strong> mí. si no pones en libertad á mi<br />

bija Rebeca.


18tj IVANHOE.<br />

—¿Estás en tu sentido, israelita? dijo el caballero. ¿Tienen tus<br />

carnes algún ensalmo que las preserven <strong>de</strong>l hierro encendido y<br />

<strong>de</strong>l aceite hirviendo?<br />

—No me importa, dijo el hebreo, <strong>de</strong>sesperado ya á impulsos <strong>de</strong>l<br />

amor paterno: haz lo que quieras. Mí hija es mi carne y mi sangre,<br />

cien veces mas preciosa á mi corazón que estos miembros que con<br />

tan infernal crueldad amenazas. No, no te gozarás con mi plata, á<br />

menos que sea <strong>de</strong>rritiéndola yo mismo en tu codiciosa garganta:<br />

ni un lúzante tendrás <strong>de</strong> mi, aunque fuera para libertarte <strong>de</strong> la<br />

eterna con<strong>de</strong>nación que toda tu vida merece. Toma mi vida, si quie-'<br />

res; y di <strong>de</strong>spués que un judío supo, en medio <strong>de</strong> los tormentos,<br />

frustrar tus esperanzas.<br />

—Ahora lo veremos, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y pronto sabrás lo que<br />

son hierro y aceite. Desnudadle, esclavos, y al fuego con él.»<br />

Un <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> la débil resistencia <strong>de</strong>l anciano, los esclavos le<br />

habían ya <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> su ropaje esterior, é iban á continuar la<br />

operación, cuando el sonido <strong>de</strong> una trompeta, dos veces repetido,<br />

penetró en los ámbitos <strong>de</strong>l subterráneo, y en seguida se oyeron<br />

gritos que llamaban con ahinco á sir tteginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey.No<br />

queriendo que le encontrasen en aquella infernal ocupación, el perverso<br />

Barón mandóá los esclavos que restituyesen á Isaac sus vestiduras,<br />

y salió con ellos <strong>de</strong>l calabozo, <strong>de</strong>jándole ocupado en dar<br />

gracias á Dios por haber escapado <strong>de</strong> aquel apuro, y en lamentar la<br />

suerte <strong>de</strong> su hija, sobre la cual su afecto le inspiraba los mas negros<br />

presentimientos.<br />

CAPÍTULO XXIII.<br />

El aposento que se habia <strong>de</strong>stinado á lady Itowena conservaba<br />

algunos restos <strong>de</strong> ornato y magnilicencia, <strong>de</strong> modo que dcbia consi<strong>de</strong>rarse<br />

como una distinción y señal <strong>de</strong> respeto, <strong>de</strong> que no<br />

habían sido dignos los otros cautivos. Hacia mucho tiempo que<br />

habia muerto la mujer <strong>de</strong> sir Tteginaldo, para quien se amuebló<br />

en otra época; y el <strong>de</strong>scuido y el abandono habían <strong>de</strong>gradado todos<br />

sus adornos. La tapicería pendía en varias partes, dividida en<br />

girones y fragmentos, y en otras el sol y el tiempo habían borrado<br />

sus colores y dibujo. A pesar <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, aquella era la


CAPÍTULO XXIII. 187<br />

única pieza <strong>de</strong> la casa que había parecido digna <strong>de</strong> servir <strong>de</strong> habitación<br />

Á la here<strong>de</strong>ra sajona, ALA que <strong>de</strong>jaron sola, abandonada á las<br />

Meditaciones que su suerte <strong>de</strong>bia inspirarle hasta que estuviesen<br />

preparados los actores (pie <strong>de</strong>bían tomar parte en aquel infame<br />

drama. Todas estas disposiciones habían sido trazadas en una conferencia<br />

que tuvieron Frente-<strong>de</strong>-buey, el Templario y Bracy, en el<br />

cual, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> largo y acalorado <strong>de</strong>bate sobre las ventajas peculiares<br />

que cada uno quería sacar <strong>de</strong> la parte que habia tomado en la<br />

empresa, quedaron al lin <strong>de</strong> acuerdo sóbrela suerte <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>sventuradas<br />

víctimas.<br />

Era ya cerca <strong>de</strong> la hora <strong>de</strong> medio dia, cuando Bracy, en cuyo favor<br />

se habia fraguado en su principio aquel atentado, empezó á poner<br />

en ejecución los <strong>de</strong>signios que habia concebido para apo<strong>de</strong>rarse<br />

<strong>de</strong> la mano y <strong>de</strong> los bienes <strong>de</strong> lady Kovena.<br />

Sin embargo, no se ocupó todo el intervalo <strong>de</strong> que hemos hecho<br />

mención en el consejo <strong>de</strong> los caudillos; porque Bracy habia empleado<br />

algún tiempo en adornarse con todos los primores <strong>de</strong> las modas<br />

que entonces reinaban. Habían <strong>de</strong>saparecido lamascarilla y el gabán<br />

ver<strong>de</strong>. Su larga cabellera caía en trenzas sobre las pieles <strong>de</strong>l<br />

vestido, el cual era una túnica que no pasaba <strong>de</strong> las rodillas, sujeta<br />

con un cinturon cubierto <strong>de</strong> bordados y realces <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong> la que<br />

pendía una espada <strong>de</strong> extraordinarias dimensiones. Ya hemos<br />

hecho mención <strong>de</strong> la estravagante hechura <strong>de</strong> los zapatos que usábanlos<br />

galanes <strong>de</strong> aquel tiempo; y las puntas <strong>de</strong> los <strong>de</strong> Mauricio<br />

<strong>de</strong> Bracy podian apostárselas con las astas <strong>de</strong> ciervo mas largas y<br />

retorcidas. Tal era el gusto reinante; y en la ocasión <strong>de</strong>que vamos<br />

hablando, realzaban el efecto <strong>de</strong>l atavío la buena presencia y gallardo<br />

continente <strong>de</strong>l que lo llevaba, cuyos modales tenían la grana<br />

<strong>de</strong> un cortesano y la franqueza <strong>de</strong> un militar.<br />

Saludó á lady Kowena quitándose el gorro <strong>de</strong> terciopelo, al que<br />

•ervia <strong>de</strong> broche un medallón que representaba á san Miguel<br />

hollando la cerviz <strong>de</strong>l Príncipe <strong>de</strong> las tinieblas; y con el mismo<br />

HIZO seña ALA dama que tomase asiento; mas como ella permanecía<br />

m pié, el caballero se quitó el guante <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha, y se la<br />

¡ resentí) en a<strong>de</strong>man <strong>de</strong> conducirla al sillón inmediato. Revena<br />

•vi¡ usó con gesto majestuoso la oferta.<br />

—Si estoy, dijo, en presencia <strong>de</strong> mi carcelero, como no puedo<br />

• •(darlo, me conviene permanecer en esta situación hasta saber le<br />

- mrte que me está reservada.


188 IVAXHOK.<br />

«Ali! hermosa Bowena, dijo Bracy, estáis en presencia <strong>de</strong> vuestro<br />

cautivo, que no <strong>de</strong> vuestro opresor, y esos lindos ojos son los<br />

que <strong>de</strong>ben <strong>de</strong>cidir la ventura <strong>de</strong> mi vida.<br />

—No os conozco, respondió la dama con toda la altivez <strong>de</strong> una<br />

noble ofendida y <strong>de</strong> una hermosa insultada. No os conozco; y la<br />

insolente familiaridad con que me dirigís esa algarabía <strong>de</strong> coplero,<br />

no justifica en manera alguna la violencia que con migo habéis<br />

usado.<br />

—Tuya es la culpa, hermosa doncella, continuó el aventurero<br />

en el mismo tono con que había empezado la conversación; y <strong>de</strong><br />

tus prendas hechiceras, si he traspasado la línea <strong>de</strong>l respeto, cuando<br />

estoy mirando en tí la reina <strong>de</strong> mi corazón y la estrella do<br />

mis ojos.<br />

—Os repito, señor caballero, que no os conozco, y que ningún<br />

hombre que calza espuela dorada, y lleva ca<strong>de</strong>na al cuello, se introduce,<br />

como vos lo habéis hecho, en presencia <strong>de</strong> una dama in<strong>de</strong>fensa.<br />

—Mi <strong>de</strong>sgracia es que no me conozcáis, dijo el aventurero; aunque<br />

<strong>de</strong>bo lisonjearme con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el nombre <strong>de</strong> Bracy ha<br />

llegado á vuestros oidos, si alguna vez oistes á los poetas y á los<br />

heraldos celebrar las hazañas <strong>de</strong>l campo y <strong>de</strong>l torneo.<br />

—Heraldos y poetas, dijo lady líovena, canten si quieren tus<br />

encomios, mas propios <strong>de</strong> sus labios que <strong>de</strong> los mios. ¿Cuál <strong>de</strong> ellos<br />

recordará en sus trovas ó en los libros <strong>de</strong> justa la memorable victoria<br />

<strong>de</strong> esta noche, ganada contra, un anciano y unos pocos tímidos<br />

siervos, y <strong>de</strong> la cual ha sido botín una infeliz doncella arrebatada<br />

mal <strong>de</strong> su grado al castillo <strong>de</strong> un raptor?<br />

—Sois por <strong>de</strong>más injusta, lady Bovena, dijo el caballero mordiéndose<br />

confuso los labios y hablando en tono mas análogo á su<br />

índole que el <strong>de</strong> galantería que hasta entonces había adoptado.<br />

Desconocéis la fuerza <strong>de</strong> la pasión, y no podéis escusar la pasión<br />

agena aunque la inspiró vuestra hermosura.<br />

—Os ruego, dijo lady líovena, que <strong>de</strong>jéis ese idioma <strong>de</strong> pisaver<strong>de</strong>,<br />

tan impropio en boca <strong>de</strong> un caballero. Sin duda me obligareis<br />

á tomar asiento, si empezáis esa cáfila, <strong>de</strong> neceda<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> que no hay<br />

mancebo <strong>de</strong> barbería que no tenga suficiente acopio para estar<br />

charlando <strong>de</strong> aquí á Navidad.<br />

— Doncella orgullosa, respondió Bracy <strong>de</strong>spechado al ver el menosprecio<br />

que le habia grangeado su galantería, también es or-


CM'ÍTIÍLO xxm, 18í*<br />

trulloso el hombre que está en tu presencia. Sabe pue^ que el modo<br />

con que he sostenido mis pretensiones es el que mas correspon<strong>de</strong><br />

á tu índole, puesto que prefieres la fuerza abierta á los medios<br />

pacíficos y & la cortesía.<br />

—-Cortesía en la lengua, dijo lady Rowena, y ruindad en las ac<br />

• •iones es talabarte <strong>de</strong> caballero en la cintura <strong>de</strong> un <strong>de</strong>spreciable<br />

ulano. No me admiro <strong>de</strong> que te <strong>de</strong>sconcierten la reserva y el <strong>de</strong><br />

• oro. Mas convendría á tu honor haber conservado el trage y el<br />

habla <strong>de</strong> un bandido, que disfrazarlos sentimientos <strong>de</strong>l que real<br />

mente lo es. con modales y palabras <strong>de</strong> galantería.<br />

—bien me aconsejas, dijo el caballero; y en pocas y terminantes<br />

palabras, que son las que convienen á acciones resueltas, te <strong>de</strong>cía<br />

r > que jamás saldrás <strong>de</strong> este castillo sino como esposa <strong>de</strong> Mauricio<br />


190 IVA..NH0K.<br />

—¡Wilfrido aquí! eselamó lady Rowena con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>n. Tai; cierto<br />

;s eso, como que Keginaldo Prente-<strong>de</strong>-buey es su rival. •><br />

De Ilracy la estuvo mirando algún rato con firmeza. «¿Lo ignorabas<br />

en efecto? le preguntó. ¿No sabias que viajaba en la litera <strong>de</strong>l<br />

judío? ¡Digno carruaje por cierto <strong>de</strong> un cruzado! y terminó esta<br />

esclamacion riéndose á carcajadas.<br />

—ó" aunque fuera cierto elijo lady Rowena violentando sus sentimientos<br />

y comprimiendo el terror que le había dado aquella noticia,<br />

aunque le parecía imposible disimularlo; y aunque estuviera<br />

aquí Wilfrido, ¿en dón<strong>de</strong>; está su rivalidad con Prente-<strong>de</strong>-buey?<br />

;A qué tiene que temer si no es un breve cautiverio y un rescate<br />

honroso, según los usos <strong>de</strong> la caballería?<br />

—Rowena, dijo el caballero, ya veo que estás en el mismo error<br />

que alucina á todas las <strong>de</strong> tu sexo, las cuales piensan que no pue<strong>de</strong><br />

haber otra rivalidad entre los hombres que la que nace <strong>de</strong> la pasión<br />

que ellas inspiran. ¿No sabes qiie hay celos en la ambición y<br />

en la riqueza, lo mismo que en el amor? Nuestro huésped Prente<strong>de</strong>-buey<br />

se <strong>de</strong>sembarazará con tanta prontitud, con tanta facilidad,<br />

y con tan pocos escrúpulos <strong>de</strong>l que contradiga sus <strong>de</strong>rechos á<br />

la rica baronía, <strong>de</strong>, Ivanhoe, como <strong>de</strong>l que le dispute la posesión <strong>de</strong><br />

unos ojos azules. Acepta mis proposiciones, y el campeón herido<br />

no tendrá nada que temer <strong>de</strong> Keginaldo Prente-<strong>de</strong>-buey, <strong>de</strong> quien<br />

<strong>de</strong>bes recelar los mayores escesos si no te ablandas, como <strong>de</strong> un<br />

hombre que jamás ha sentido un impulso <strong>de</strong> compasión en so<br />

pecho.<br />

—¡Sálvalo, por el Dios que está en los cielos! eselamó lady líow o<br />

oa abandonándose sin reserva al terror que le inspiraba le. suerte<br />

<strong>de</strong> su amante.<br />

—Puedo salvarle, lo <strong>de</strong>seo, y tal es mi intención, dijo liraoy:<br />

porque cuando Rowena consienta en ser mi esposa, ¿quién se atreverá,<br />

á poner las manos en su pariente, en el hijo <strong>de</strong> su tutor, en el<br />

compañero <strong>de</strong>. su infancia? Tu mano <strong>de</strong>be ser el precio <strong>de</strong> su seguridad:<br />

porque yo no soy uno <strong>de</strong> esos héroes novelescos que patrocinan<br />

y amparan á los que se oponen como invencibles obstáculos<br />

a sus <strong>de</strong>seos. T T<br />

sa en su favor <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que en mí ejerces, y está<br />

ubre: continúa en tu tenacidad, y muere: y tú misma no v-]:('rc>:<br />

recobrar tan pronto la libertad.<br />

— La indiferencia cor, que bables, dijola doncella sajona, no pue­<br />

<strong>de</strong> concillarse con les e+rocida<strong>de</strong>s que tus palabras espre-on \"o


CAPÍTULO XXIII. ít)I<br />

reo que tus intenciones sean tan perversas, ni que sea tan gran<strong>de</strong><br />

tu po<strong>de</strong>río.<br />

—Lisonjéate con esa creencia, dijo el caballero, y el tiempo te <strong>de</strong>sengañará.<br />

Tu amante, el ídolo <strong>de</strong> tu corazón, está herido en este<br />

•astillo. Su vida es un obstáculo á los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey<br />

lóseos mucho mas imperiosos en su corazón, que todos los que<br />

aciertan á escitar el amor y la ambición. Con un puñal ó con una<br />

jabalina pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse en un momento <strong>de</strong> este embarazo. Y si<br />

Reginaldo no se atreve á obrar tan á las claras, el médico le dará<br />

una medicina, ó la enfermera que le asiste le <strong>de</strong>spachará <strong>de</strong> cualquier<br />

manera, y Wilfrido, en su actual situación, muere sin efusión<br />

<strong>de</strong> sangre. También Cedric...<br />

—¡Cedric también! esclamó lady Rovcena: ¡minoble, mi generoso<br />

tutor! Merezco los males que me ro<strong>de</strong>an, por haber olvidado su<br />

suerte, tan preciosa á mis ojos como la <strong>de</strong> su hijo.<br />

—La suerte <strong>de</strong> Cedric, dijo el normando, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> también <strong>de</strong> tu<br />

resolución, y yo la pongo en tus manos.»<br />

Hasta aquí lío nena había sostenido su papel en aquella terrible<br />

escena con valor inapeable; pero no había consi<strong>de</strong>rado todavía cuan<br />

inminente y cuan serio era el peligro que la amenazaba. Su índole<br />

era, la que los fisonomistas atribuyen á la beldad perfecta, es <strong>de</strong>cir,<br />

suave, tímida y blanda; pero su educación y los sucesos <strong>de</strong> su juventud<br />

la habían alterado y fortalecido. Acostumbrada á que todos<br />

los que la ro<strong>de</strong>aban cediesen á sus <strong>de</strong>seos, hasta el mismo Cedric,<br />

que no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser arbitrario y predominante con los otros, había<br />

adquirido aquella confianza y seguridad que resulta <strong>de</strong> la docilidad<br />

agena. Apenas podia concebirla posibilidad <strong>de</strong> que la <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ciesen,<br />

y mucho menos la <strong>de</strong> que la tratasen sin respeto ni <strong>de</strong>ferencia.<br />

Su altanería, su hábito <strong>de</strong> dominar, habían formado en ella un<br />

carácter opuesto á la naturaleza, el cual no pudo por consiguiente<br />

sostenerse cuando <strong>de</strong>scubrió <strong>de</strong> pronto el peligro en que se hallaban .<br />

ella misma, su amante y su tutor, objetos en que todos sus afectos<br />

se encerraban ; y cuando vio que su voluntad, que hasta entonces<br />

con la mas ligera indicación era obe<strong>de</strong>cida y respetada, tei<br />

ia que doblarse ante un hombre <strong>de</strong> índole firme, altiva y <strong>de</strong>terminada,<br />

que tenia la fuerza en las manos y estaba resuelto á<br />

osaría.<br />

Después <strong>de</strong> haber mirado en torno <strong>de</strong> sí buscando auxilio, que


nadie podía darle, alzó las manos al cielo, y se abandonó á todoios<br />

estreñios <strong>de</strong>l dolor y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>specho. Era imposible mirar á tan<br />

hermosa criatura, <strong>de</strong>vorada por aquella cruel angustia, sin compa<br />

<strong>de</strong>cerla y aliviarla. Braey no pudo ser insensible á aquel espectáculo,<br />

aunque su embarazo era mayor que su compasión. Se habia<br />

a<strong>de</strong>lantado en <strong>de</strong>masía, y no le era dado retroce<strong>de</strong>r: mas conoció<br />

«pie en la situación en que se hallaba U'owena, tan inútiles serian<br />

las raaoues como las amenazas. Dio algunos pasos por el aposento,<br />

ora exhortando á la hermosa doncella y procurando tranquilizarla,<br />

ora cavilando lo que <strong>de</strong>bería hacer en aquel apuro.<br />

«Si me <strong>de</strong>jo llevar, <strong>de</strong>cía en su interior, por las lagrimas <strong>de</strong> esta<br />

<strong>de</strong>sconsolada criat ira, ¿ qué habré sacado <strong>de</strong> los riesgo-- que be cor<br />

rido, sino la pérdida <strong>de</strong> mis esperanzas, y la burla y la rechifla <strong>de</strong>l<br />

principie .luán y <strong>de</strong> sus alegres cortesanos? Por otra parte, ¿cómo<br />

he <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l paso en que me he comprometido? No puedo mirar<br />

con serenidad eso hermoso rostro <strong>de</strong>sfigurado por las contorsiones<br />

<strong>de</strong>l terror, ni esos ojos divinos bañados en llanto. [Ojalá hubiera<br />

conservado su primera altivez, y ojalá tuviera yo un corazón di<br />

tironee como el <strong>de</strong>, Reginaldo!<br />

Agitado por estos pensamientos, lo único (pie pialo hacer fué <strong>de</strong><br />

cir algunas palabras <strong>de</strong> consuelo á la bella cautiva, asegurándola<br />

que no habia motivo para que so abandonase á tan terrible <strong>de</strong>sesperación.<br />

Pero en medio <strong>de</strong> este discurso, llegaron á sus oídos los<br />

ecos penetrantes <strong>de</strong> la trompeta que habia sobresaltado á los otros<br />

habitantes <strong>de</strong>l castillo, y este inci<strong>de</strong>nte interrumpió bis planes <strong>de</strong><br />

su ambición y <strong>de</strong> su brutal galantería. Quizás celebro aquella interrupción<br />

mas que su <strong>de</strong>sventurada prisionera; porque su conferencia<br />

con esta había llegado á un punto en que ni sabia continua!<br />

ni abandonarla empresa comenzada.<br />

Y aquí nos es forzoso presentar pruebas algo mas sólidas que la<br />

narración do una novela, para justificar á, ¡os ojos <strong>de</strong> nuestros lee<br />

toros el <strong>de</strong>plorable cuadro que acabarnos do <strong>de</strong>scubrirles. Es dolo<br />

roso pensar que aquellos intrépidos barones, á. quienes se <strong>de</strong>ben las<br />

liberta<strong>de</strong>s do que goza actualmente la Inglaterra, eran opresores<br />

implacables, y capaces <strong>de</strong> los mas crimínales esce-os,contrarios ¡a<br />

solo á las leyes <strong>de</strong> Inglaterra, sino ñ las <strong>de</strong> la. naturaleza y á las <strong>de</strong><br />

¡a humanidad. Pero con solo estractar <strong>de</strong> las obras <strong>de</strong>l laborioso<br />

Henry uno <strong>de</strong> los innumerables pasaje.- que ha copiado <strong>de</strong> los autores<br />

contemporáneos, nos con» enceramos <strong>de</strong> que ¡as ficciones: la


CAPÍTULO XX) 11. 193<br />

fantasía no alcanzan á la espantosa realidad do los horrores <strong>de</strong><br />

aquel siglo.<br />

La <strong>de</strong>scripción que da aquel escritor <strong>de</strong> las cruelda<strong>de</strong>s que ejer­<br />

cían en el reinado <strong>de</strong> Esteban los gran<strong>de</strong>s barones y señores <strong>de</strong> cas­<br />

tillos, que eran todos normandos, suministra hartas pruebas <strong>de</strong> los<br />

cscesos <strong>de</strong> que eran capaces cuando se inflamaban sus pasiones.<br />

•Oprimían á las gentes pobres, dice el cronista sajón, obligándo­<br />

los á edificar sus castillos; y cuando estaban edificados, los guar­<br />

necían con hombres malvados, ó mas bien <strong>de</strong>monios, que se apo<strong>de</strong>­<br />

raban <strong>de</strong> los villanos, sin distinción <strong>de</strong> sexo, si creían que poseían<br />

algún dinero, y les encarcelaban y les daban tormentos atroces.<br />

\lgunos morían ahogados en fango; y otros colgados por los pies,<br />

ó por los pulgares <strong>de</strong> la mano, ó por la cabeza, y <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> estos<br />

cuitados se encendían hogueras. Apretaban á otros las cabezas con<br />

cuerdas añudadas, hasta que penetraban en los sesos; y otros eran<br />

arrojados á mazmorras en que hormigueaban serpientes y sapos y<br />

otras alimañas y sabandijas malignas.» Mas no queremos dar á<br />

nuestros lectores el mal rato <strong>de</strong> que lean lo restante <strong>de</strong> la <strong>de</strong>s­<br />

cripción.<br />

Otra prueba <strong>de</strong> los amargos frutos que produjo la. conquista, y<br />

quizás la mas convincente que pue<strong>de</strong> citarse, es que la emperatriz<br />

Matil<strong>de</strong>, aunque hija <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Escocia, y <strong>de</strong>spués reina <strong>de</strong> Ingla­<br />

terra y emperatriz <strong>de</strong> Alemania; hija por consiguiente, esposa y<br />

madre <strong>de</strong> monarcas, se vio obligada durante los años <strong>de</strong> su juven­<br />

tud que pasó en Inglaterra para recibir educación, á tomar el velo<br />

<strong>de</strong> monja, como único recurso que le quedaba para huir <strong>de</strong> la per­<br />

secución licenciosa <strong>de</strong> los nobles normandos. Así lo <strong>de</strong>claró ella<br />

misma ante el Concilio <strong>de</strong>l clero <strong>de</strong> Inglaterra: el cual reconoció la<br />

fuerza y vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> tan po<strong>de</strong>roso motivo, y la notoriedad <strong>de</strong> los he­<br />

chos en que se fundaba, dando un testimonio auténtico é irrefraga­<br />

ble <strong>de</strong> la corrupción <strong>de</strong> costumbres cpie <strong>de</strong>shonraba aquella época.<br />

Rra un hecho público, <strong>de</strong>cía el clero, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la conquista<br />

<strong>de</strong>l rey Guillermo, sus partidarios normandos, ensoberbecidos con<br />

tan señalado triunfo, no reconocían otra ley que la <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>stem­<br />

plados apetitos: y no solo <strong>de</strong>spojaban á los conquistados sajones<br />

<strong>de</strong> sus haciendas y bienes, sino que atentaban también al honor <strong>de</strong><br />

sus mujeres y <strong>de</strong> sus hijas con el mas <strong>de</strong>scarado <strong>de</strong>senfreno; y <strong>de</strong><br />

aquí provino que muchas matronas y doncellas tomasen el veló re­<br />

ligioso, y se acogiesen al abrigo <strong>de</strong> los conventos, ne porque las<br />

13


194 IVANHOK.<br />

llamase la vocación divina, sino solo para preservar su honor <strong>de</strong><br />

aquellos hombres perversos y <strong>de</strong>sbocados.<br />

Tales eran las costumbres licenciosas <strong>de</strong> aquella era, si hemos <strong>de</strong><br />

dar crédito á la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> todo el clero inglés; y nada mas<br />

añadiremos para justificar la probabilidad <strong>de</strong> las escenas que hemos<br />

referido y <strong>de</strong> las que vamos á referir, con el apoyo, no tan respetable<br />

como el que acabamos <strong>de</strong> citar , <strong>de</strong>l Cronicón que nos sirve df<br />

guia<br />

CAPÍTULO XXIV.<br />

Mientras ocurrían las escenas que acabamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir en diferentes<br />

partes <strong>de</strong>l castillo , la judía Rebeca estaba aguardando la<br />

suerte cpie se le <strong>de</strong>paraba en lo interior <strong>de</strong> una torrecilla algo distante<br />

<strong>de</strong> las principales alas <strong>de</strong>l edificio. Allí la habían conducid,<br />

dos <strong>de</strong> sus enmascarados raptores, y al entrar en la pieza, se hall'<br />

con una vieja sibila quo cantaba una antigua trova sajona, llevando<br />

el compás á los giros que daba su uso por el suelo. Alzó la vista<br />

la vieja cuando oyó el ruido , y la fijó en la judía con aquella raa -<br />

ligua envidia que escita siempre en la <strong>de</strong>crepitud y en la fealdad,<br />

sobre todo cuando se le agrega una perversa condición , el aspeetr<br />

<strong>de</strong> la juventud y <strong>de</strong> la hermosura.<br />

«Marcha <strong>de</strong> aquí, bruja, dijo uno <strong>de</strong> los enmascarados VA ame ;•<br />

manda. Deja tu puesto á quién vale mas que tú.<br />

— Ah '. respondió la vieja, ¡cómo se pagan mis servicios ! Acuerdóme<br />

<strong>de</strong> cuando una sola palabra do mi boca bastaba para echar fe<br />

suelo al ginete mas intrépido, y ahora estoy á disposición <strong>de</strong>l mas<br />

ruin <strong>de</strong> los lacayos!<br />

— Señora Ilrfrieda, dijo otro <strong>de</strong> ¡os <strong>de</strong>sconocidos , no perdáis e!<br />

tiempo en palabras, sino <strong>de</strong>jad libre el puesto. Lo rpie manda el am •<br />

se obe<strong>de</strong>ce sin chistar. Pasaron tus tiempos, amiga, y hace ya 'argos<br />

años que se puso el sol en tu horizonte. Eres como el caballo,<br />

que fué bueno en su tiempo, y ahora pasta como un asno ruin ¡a<br />

yerba <strong>de</strong>l prado. Anduviste y corriste como la mejor , pero ya cojeas.<br />

¡ Vamos á fuera, cojeando ó cómo puedas!<br />

— ¡ Malditos perros! esclamó la tal, sea vuestro sepulcro una pe-


CAPÍTULO XXIV. 195<br />

oilga; y Satanás cargue con mis huesos uno á uno si salgo <strong>de</strong> aquí<br />

antes <strong>de</strong> haber hilado el copo <strong>de</strong> mi rueca.<br />

— A.nda á <strong>de</strong>cirlo al amo si quieres, dijo el hombre; y se retiró<br />

<strong>de</strong>jando á Rebeca en compañía <strong>de</strong> la vieja , ante la cual tan contra<br />

su gusto habia sido traída.<br />

— ¿ Qué mil diablos es esto ? <strong>de</strong>cia entre dientes, echando <strong>de</strong> cuan -<br />

do en cuando una mirada maliciosa á Rebeca; pero ya caigo. ¡ Bellos<br />

ojos, cabellos negros y una tez blanca como la nieve ! Fácil es<br />

adivinar para que la envían á esta torre, don<strong>de</strong> bien pue<strong>de</strong> gritar<br />

y chillar, que así la oirán en el castillo como si estuviera á cien varas<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> tierra. Lechuzas tendrás por vecinas, hija mia, y con<br />

tanto respeto oirán y tanto caso harán esos hombres <strong>de</strong> sus aullido><br />

como <strong>de</strong> tus lamentos. ¡ Y es estranjera la buena moza! añadió observando<br />

el ropaje y el turbante <strong>de</strong> Rebeca. ¿ Y <strong>de</strong> qué tierra eres ?<br />

¿Sarracena? ¿Egipcia? ¡Qué ! ¿no respon<strong>de</strong>s? ¿ Lloras y no sabes<br />

hablar ?<br />

— No os enfadéis, buena mujer, dijo Rebeca.<br />

— iJasta, basta, repuso Urfrieda; que así se conocen los judío.por<br />

el habla como la zorra por la huella.<br />

— ¡Por Dios santo te pido, esclamó Rebeca, que me digas quéelo<br />

que puedo aguardar <strong>de</strong> la violencia que conmigo se ha usado!<br />

I Van á quitarme la vida? Háganlo cuando quieran.<br />

—Tu vida, perla! respondióla sibila. ¿De qué les pue<strong>de</strong> servir tu<br />

vida? Nada temas por esta parte. Lo que van á hacer contigo es lo<br />

que Laclan antes con las doncellas sajonas. Aquí me tienes á mí;<br />

joven era yo, y dos veces mas hermosa que tú cuando Frente-<strong>de</strong>buey,<br />

padre (ie ese Reginaldo, tomó por asalto este castillo á la cabeza<br />

<strong>de</strong> sus normandos. Mi padre y sus siete hijos <strong>de</strong>fendieron su<br />

casa solariega piso por piso y aposento por aposento. No habia un<br />

ladrillo, no habia un escalón que no estuviese cubierto <strong>de</strong> sangre.<br />

Murieron en la <strong>de</strong>manda; todos ellos perecieron : y antes que estuviesen<br />

frios sus cadáveres y seca la sangre que habían <strong>de</strong>rramado.<br />

Labia yo caído en manos <strong>de</strong>l vencedor , y era el escarnio <strong>de</strong> todos<br />

ios suyos.<br />

— ¿No hay <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> esperar socorro ? ¿ No hay medio alguno <strong>de</strong><br />

escapar <strong>de</strong> aquí? dijo Rebeca. Cuenta con un cuantioso galardón.<br />

— No pienses en eso, dijo la vieja; <strong>de</strong> aquí nadie escapa, si no es<br />

por las puertas <strong>de</strong> la muerte; y estas siempre se abren tar<strong>de</strong>; añadió<br />

sacudiendo su blanca cabellera. Con todo, pue<strong>de</strong> servir <strong>de</strong> con-


190 1VANH0E.<br />

suelo que los que quedan <strong>de</strong>trás han <strong>de</strong> esperimentar ¡a misma<br />

suerte. Pásalo bien, judía. Judía ó cristiana, no importa; todas pasan<br />

por el haro. Hombres son estos con tanto escrúpulo como compasión.<br />

Pásalo bien , hija: que ya he hilado mi copo. Se acabó mi<br />

tarea y ahora empieza la tuya.<br />

— ¡ Detente, <strong>de</strong>tente por el Dios <strong>de</strong> los cielos! clamó la judía ¡<strong>de</strong>tente<br />

aunque sea para mal<strong>de</strong>cirme y <strong>de</strong>spreciarme. Tu presencio<br />

pue<strong>de</strong> protegerme.<br />

— ¡ Mi presencia ! respondió la vieja. De maldita la cosa te serviría<br />

la <strong>de</strong> la reina mas encumbrada.»<br />

Dijo estas palabras saliendo <strong>de</strong> la pieza y riéndose con espantosas<br />

contorsiones cpie realzaban su fealdad. Cerró la puerta y bajó lentísimamente<br />

la escalera echando mil maldiciones en cada escalón<br />

.<br />

Rebeca <strong>de</strong>bia aguardar una suerte mas <strong>de</strong>sventurada que la <strong>de</strong><br />

Rowena: porque si esta podía esperar alguna sombra <strong>de</strong> respeto y<br />

cortesía ¿ que probabilidad habia <strong>de</strong> que se usase <strong>de</strong> algún comedimiento<br />

con una mujer <strong>de</strong> aquella nación tan perseguida y <strong>de</strong>spreciada<br />

? Sin embargo, la hebrea tenia la ventaja <strong>de</strong> que sus pensamientos<br />

habituales, y la firmeza natural <strong>de</strong> su índole la habían<br />

dispuesto á hacer frente á peligros como los que en aquella ocasión<br />

la amenazaban. Des<strong>de</strong> sus mas tiernos años habia tenido un carácter<br />

serio y observador ; la pompa y riqueza que su padre ostentaba<br />

en lo interior <strong>de</strong> su casa , y que veia reinar en las <strong>de</strong> los otros judíos<br />

opulentos no la habían alucinado; y jamás habia perdido <strong>de</strong><br />

vista la situación precaria <strong>de</strong> los <strong>de</strong> su Nación, ni los riesgos que<br />

continuamente corrían. Como Damocles en su famoso banquete,<br />

Rebeca, en medio <strong>de</strong> toda aquella profusión y magnificencia que le<br />

ro<strong>de</strong>aban, veia siempre sobre la cabeza <strong>de</strong>l judío la espada que colgaba<br />

<strong>de</strong> un cabello. Estas reflexiones le habían dado cierta madurez<br />

y templanza, y suavizado en ella la altanería y la obstinación,<br />

que quizás en otras circunstancias hubieran sido las calida<strong>de</strong>s sobresalientes<br />

<strong>de</strong> su índole.<br />

El ejemplo y las lecciones <strong>de</strong> su padre la habían enseñado í<br />

tratar con urbanidad y blandura á todos los que se le acercaban.<br />

No podia imitar los escesos <strong>de</strong> humillación <strong>de</strong> Isaac; porque no cabían<br />

en su alma la mezquindad <strong>de</strong> intenciones, y el sobresalto habitual<br />

que le dictaban aquella conducta : en su humildad se notahan<br />

algunas vislumbres <strong>de</strong> soberbia, como si se sometiera á los males


CAPÍTULO XXIV. 197<br />

á que la con<strong>de</strong>na su origen, con la certeza <strong>de</strong> ser acreedora por su<br />

mérito persnial á la estimación pública.<br />

Preparada <strong>de</strong> este modo á las cireustancias adversas que pudieran<br />

sobrevenir, babia adquirido la magnanimidad y la firmeza necesaria<br />

para hacerle frente. La posición en que á la sazón se hallaba<br />

requería gran presencia <strong>de</strong> ánimo, y ella echó mano <strong>de</strong> todas las<br />

<strong>de</strong>terminaciones capaces <strong>de</strong> sostener el suyo.<br />

Su primer diligencia fué examinar el aposento que se le había<br />

<strong>de</strong>stinado, y halló que no había casi esperanza <strong>de</strong> socorro ni <strong>de</strong> fuga.<br />

No había en él ni pasadizo, ni comunicación con otra pieza. La<br />

única interrupción <strong>de</strong>l muro, que era el mismo que formaba la<br />

torre, consistió en la puerta por don<strong>de</strong> había entrado y en una ventana<br />

ó postigo, ha puerta carecía <strong>de</strong> cerrojo y <strong>de</strong> pestillo en la parte<br />

interior. La ventana daba á un espacio circular ó azotea; la cual<br />

á primera vista le dio algunas esperanzas <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r escaparse por<br />

allí; mas en breve <strong>de</strong>scubrió que esta parte <strong>de</strong>l edificio no tenia<br />

comunicación con el resto <strong>de</strong> la fortaleza, sino que era un puesto<br />

aislado, asegurado, según era costumbre en aquellos tiempos, por<br />

un parapeto con almenas en que podían colocarse algunos ballesteros,<br />

no solo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la torre, sino para flanquear el muro<br />

<strong>de</strong>l castillo.<br />

No le quedaba pues otro recurso que su propia fortaleza y la vehemente<br />

confianza en el Señor <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s y Protector <strong>de</strong> la<br />

inocencia. Todas las cireustancias <strong>de</strong> su situación le anunciaban<br />

que <strong>de</strong>bía consi<strong>de</strong>rarse como en una crisis <strong>de</strong> castigo , y sufrirlo<br />

sin contaminar su alma con el pecado. Dispuesta <strong>de</strong> este modo ala<br />

resignación que conviene á una víctima, todas sus reflexiones la<br />

muducian á la firme resolución <strong>de</strong> someterse sin mormurar á,<br />

¡mantos infortunios pudiera encontrar en el camino <strong>de</strong> la vida, resistiendo<br />

ai mismo tiempo á todo lo que pudiera manchar la pure-<br />

'.a <strong>de</strong> su corazón.<br />

La cautiva tembló sin embargo, y mudo <strong>de</strong> color al oír pasos en<br />

la escalera, y mucho mas al ver que la puerta se abría lentamente,<br />

y (pie la cerró por <strong>de</strong>ntro con llave la persona que entraba, que era<br />

un hombre <strong>de</strong> alta estatura, vestido como los bandoleros que la habían<br />

atacado en el camino. La gorra 1c cubría la mitad <strong>de</strong>l rostro,<br />

y la otra mitad el embozo <strong>de</strong> la capa. De este modo, y como si le<br />

tvergonzasc á él mismo el crimen que estaba resuelto á cometer,<br />

i <strong>de</strong>sconocido se a<strong>de</strong>lantó hacia don<strong>de</strong> estaba la judia . y se paró


198 IVANHOB'<br />

en frente <strong>de</strong> ella. A pesar <strong>de</strong> lo que indicaba sutrage , parecía que<br />

no acertaba á esplicar el motivo que allí le conducía. Rebeca, esforzándose<br />

en cuanto lo permitía su turbación, lo sacó <strong>de</strong> este embarazo.<br />

Habíase <strong>de</strong>sabrochado dos costosos brazaletes y un collar, y<br />

ios presentó al supuesto bandido, creyendo sin duda que con satisfacer<br />

su codicia podría grangearse su protección.<br />

«Toma estas frioleras, le dijo, buen amigo, y por Dios ten piedad<br />

fie mí y <strong>de</strong> mi anciano padre. Las alhajas que te doy son <strong>de</strong> algún<br />

valor; pero con mucho mas pue<strong>de</strong>s contar si nos sacas <strong>de</strong> este<br />

castillo libres y sin daño.<br />

—Hermosa Rebeca , respondió el bandido; esas perlas son .le<br />

Oriente, y no llegan en albor á la <strong>de</strong> tu <strong>de</strong>ntadura; finos son esos<br />

diamantes, y el esplendor <strong>de</strong> tus ojos los eclipsa. Yo no hago .-150<br />

<strong>de</strong> la riqueza.<br />

—No sea así en la ocasión presente, dijo Rebeca; sé compasivo y<br />

pi<strong>de</strong> rescate. Con el dinero se compra el bienestar, y con ofen<strong>de</strong>r al<br />

<strong>de</strong>svalido solo se compra remordimiento. Mi padre satisfará todos tus<br />

<strong>de</strong>seos, y si obras con cordura, nuestros <strong>de</strong>spojos te bastarán para<br />

restituirte á la sociedad, para lograr el perdón <strong>de</strong> tus errores pasados,<br />

y para preservarte <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> cometer otros nuevos.<br />

—Bien hablas, dijo el embozado en lengua francesa, siéndole quizás<br />

difícil seguir la conversación en la sajona, en que Rebeca la<br />

habia empezado ; pero sabe, brillante lirio <strong>de</strong>l valle , que tu padre<br />

está ya en manos <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>roso alquimista que sabe convertir<br />

en oro y plata las barras <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong>l fogón <strong>de</strong> un calabozo. El venerable<br />

Isaac se halla á la hora esta en un alambique, que le hará<br />

<strong>de</strong>stilar gota á gota todo lo que mas ama en la tierra, sin que puedan<br />

valerle mi mediación ni tus súplicas. Tu rescate elebe pagarse<br />

en amor y en hermosura, y no acepto otra moneda.<br />

—No eres bandolero, dijo Rebeca en el mismo lenguaje <strong>de</strong> que se<br />

habia servido el disfrazado, porque ningún bandolero sabe rehusar<br />

ofertas como las que acabo <strong>de</strong> hacerte. Los <strong>de</strong> esta tierra no conocen<br />

el idioma en que me hablas : eres normando y quizás <strong>de</strong> noble<br />

nacimiento. Sé también noble en tus acciones, y arroja esa máscara<br />

que oculta <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> ultraje y <strong>de</strong> violencia.<br />

—Y tú , que tan bien sabes adivinar, dijo el estranjero <strong>de</strong>sembotándose,<br />

no eres verda<strong>de</strong>ra hija <strong>de</strong> Israel, sino una hechicera en<br />

todo, salvo en juventud y en hermosura. Verdad es que no soy bandolero,<br />

lindísima rosa ; soy uno que lejos <strong>de</strong> privarte <strong>de</strong> esos ador--


CAPÍTULO XXIV. 199<br />

nos, que tan bien te sientan , quisiera cubrirte el cuello con todos<br />

ios diamantes y perlas <strong>de</strong> Turquía.<br />

—¿Qué quieres <strong>de</strong> mí, preguntó Rebeca, si no es mi riqueza? Nada<br />

pue<strong>de</strong> haber común entre los dos: tú eres cristiano y yo judía.<br />

¿ Que relaciones pue<strong>de</strong> haber entre los dos ?<br />

—Las <strong>de</strong> puro amor y no mas, y así te quiero amar. Soy caballero<br />

templario. Mira la cruz <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n.<br />

—¡ Te atreves á ostentarla en una ocasión como esta ! dijola Israelita.<br />

¿Quieres injuriar á un mismo tiempo á tu religión, á tu estado<br />

y a tu persona ? ¿ No te horrorizas <strong>de</strong> presentar el símbolo mas<br />

sagrado para los "cristianos en el mismo instante en que intentas<br />

obrar como hombre irreligioso y vil esclavo ? i Qué; tan poco te<br />

,niportan tu honor, tus votos y tus promesas !»<br />

Al oír esta reconvención se inflamaron <strong>de</strong> cólera los ojos <strong>de</strong>l<br />

templario. «Oye, Rebeca, le dijo: hasta ahora te he hablado con dulzura<br />

; <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante te hablaré como vencedor. Eres mi<br />

cautiva y te he conquistado con mis armas. Estás sujeta á mi voiuntad<br />

por la ley general délas naciones y no ce<strong>de</strong>ré una pulgada<br />

<strong>de</strong> mi <strong>de</strong>recho , ni hay po<strong>de</strong>r humano que me estorbe tomar por<br />

tuérzalo que rehusos ámis súplicas.<br />

—Detente, dijo Rebeca ; <strong>de</strong>tente y óyeme antes <strong>de</strong> arrojarte á<br />

cometer ese horrible pecado. Podrás abusar <strong>de</strong> mi fuerza, puesto que<br />

Líos crió débil á la mujer : pero mi voz te proclamará villano y<br />

malsín <strong>de</strong> un cabo <strong>de</strong> Europa á otro. Si hay quien mire con indiferencia<br />

la <strong>de</strong>shonra <strong>de</strong> una doncella inocente , nadie mirará sin<br />

horror el crimen que meditas.»<br />

El Templario conocía la verdad <strong>de</strong> cuanto <strong>de</strong>cia Rebeca. «Note<br />

taita penetración, judía, le dijo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber reflexionado en<br />

sus últimas espresiones ; pero mucho has <strong>de</strong> gritar para que tu<br />

vez llegue á uidos <strong>de</strong> alma viviente. Quejas, lamentos, insultos, invocaciones<br />

á la justicia, todo se queda aquí <strong>de</strong>ntro , nada sale <strong>de</strong>l<br />

recinto <strong>de</strong> estos muros. Una sola cosa pue<strong>de</strong> salvarte, Rebeca ; sométete<br />

ala suerte y yo te pondré en tal estado, que las mas encopetadas<br />

<strong>de</strong> las normandas tengan que humillarse ante la querida<br />

<strong>de</strong> la mejor lanza.<br />

— ¡ Someterme á mi suerte! esclamó Rebeca. ¡Sagrados cielos!<br />

¿ A. qué suerte ? ¡Cobar<strong>de</strong> guerrero ! Yo te escupo , y no temo tus<br />

amenazas. El Señor que protege la inocencia ha acudió al socorro<br />

<strong>de</strong> su hija, yme saca <strong>de</strong> este abismo <strong>de</strong> infamia.»


200 IVANHOE.<br />

Al <strong>de</strong>cir estas palabras abrió las celosías <strong>de</strong> la ventana , que da<br />

ba, como hemos dicho, á una elevada plataforma, y en un instan<br />

te sé colocó en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l parapeto, colgada, digámoslo así, <strong>de</strong>l<br />

precipicio. Bois-Guilbert, que hasta entonces no habia echo movimiento<br />

alguno, y que estaba muy lejos <strong>de</strong> aguardar esta <strong>de</strong>sespe<br />

rada resolución, no tuvo tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerla. A<strong>de</strong>lantóse hacia Rebeca,<br />

la cual esclamó : « No te muevas, orgulloso templario, ó si<br />

quieres, acércate. Si das un solo paso mas, me arrojo. Mi cuerpo<br />

será <strong>de</strong>strozado; per<strong>de</strong>ré hasta la forma <strong>de</strong> criatura humana en ia?<br />

piedras <strong>de</strong>l patio, antes que ser víctima <strong>de</strong> tu barbarie.»<br />

Al mismo tiempo juntó sus manos y las alzó al cielo , como si<br />

implorase su misericordia, antes <strong>de</strong> consumar el sacrificio. Quedó<br />

atónito y vacilante el templario, y aquel espíritu feroz que jamás<br />

habia cedido á la compasión ni á la amenaza , empezó á ce<strong>de</strong>r U<br />

la admiración que le causaba tanta fortaleza. «Vuelve atrás , dijo,<br />

mujer temeraria, .luro por el cielo y por la tierra que no he <strong>de</strong> ha<br />

certe daño.<br />

—No me fio <strong>de</strong> tu palabra, respondió Rebeca ; harto me has dado<br />

á conocer tus intenciones. Faltarías á ese nuevo juramento re<br />

putándole por falta leve; y ¿qué te importaría á tí el honor ó el <strong>de</strong>shonor<br />

<strong>de</strong> una. miserable judía?<br />

—Sobrada injusta eres para conmigo, dijo el templario ; te juro<br />

por el nombre que llevo, por la cruz que tengo á los pechos, por la<br />

espada que ciño, por los antiguos timbres <strong>de</strong> mi padre, que no he<br />

<strong>de</strong> hacerte la menor ofensa Apártate <strong>de</strong> esa horrible situación, sino<br />

es por tí, por tu padre á lo menos. Seré su amigo , y en este<br />

castillo necesita, <strong>de</strong> uno que sea po<strong>de</strong>roso.<br />

—¡ Ahí respondió Rebeca ; <strong>de</strong>masiado lo sé.... pero ¿podré confiar<br />

en tu palabra, cuando huellas la buena fama <strong>de</strong> tantos y tan<br />

nobles caballeros como cuenta tu or<strong>de</strong>n?<br />

—Deshónrense mis armas y mi nombre, dijo Briau <strong>de</strong> Bois-Guilbert,<br />

si doy lugar á tus quejas. Muchas leyes y muchas obligado<br />

nes he violado : pero mi palabra, nunca.<br />

—Cedo, dijo Rebeca ; pero no mas que hasta aquí: y bajando <strong>de</strong>l<br />

parapeto, se apoyó en una délas almenas que lo guarnecían. De.<br />

aquí no me muevo. Quédate tú don<strong>de</strong> estás; y si preten<strong>de</strong>s abreviar<br />

con un paso solo la distancia que nos separa, verás que la doncella<br />

jiídía prefiere la muerte á la <strong>de</strong>shonra.»<br />

Mientras hablaba Rebeca eu estos términos, su noble y magna


CAPÍTULO XXIV. 201<br />

uima resolución, que tan bien correspondía á su elevado y majestuoso<br />

continente, daba á sus movimientos y miradas una dignidad<br />

casi sobrehumana. El terror que <strong>de</strong>bia dominarla en tan formidable<br />

crisis, no alteró la serenidad <strong>de</strong> sus ojos, ni el color <strong>de</strong> sus mejillas;<br />

al contrario, estas se sonrosaron, y aquellos se encendieron á impulso<br />

<strong>de</strong>l orgullo con que contemplaba que su suerte estaba en sus<br />

manos, y que nada podía estorbarle la muerte, que preferia mil<br />

veces á la infamia. Bois-Guilbert, que era altivo y arrojado, creyó<br />

no haber visto jamás una hermosura tan animada ni tan resuelta<br />


202 IVANHOE.<br />

ria, sin <strong>de</strong>jar en pos <strong>de</strong> mí quien conserve el antiguo nombre <strong>de</strong><br />

iíois-Guilbert.»<br />

Paróse un momento al terminar estas palabras, y añadió: «Rebeca,<br />

la mujer que prefiere ia muerte á la <strong>de</strong>shonra, tiene un alma<br />

superior y exaltada. Mia has <strong>de</strong> ser... aguarda... no te asustes.<br />

.Mía, con tu consentimiento, y con las condiciones que quieras dictar.<br />

Parte conmigo mis esperanzas, mas estendidas que las que alcanzan<br />

á verse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los tronos <strong>de</strong> los monareas. Óyeme antes <strong>de</strong><br />

respon<strong>de</strong>r, y juzga por tí misma antes <strong>de</strong> negar. El Templario<br />

pier<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos, como hombre; su po<strong>de</strong>r, como agente libre;<br />

pero es miembro y parte <strong>de</strong> un cuerpo formidable ante el cuaJ<br />

tiemblan los dueños <strong>de</strong>l mundo, como la gota <strong>de</strong> agua que se <strong>de</strong>sgaja<br />

<strong>de</strong>l cielo llega á ser parte <strong>de</strong>l irresistible Océano, que mina<br />

las rocas, y traga potentes armadas. Tal es el imperio <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n.<br />

En ella, no soy un oscuro individuo, y puedo aspirar algún dia é.<br />

empuñar el bastón <strong>de</strong>l mando. Los pobres soldados <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n no<br />

solo pisan el cuello <strong>de</strong> los magnates, sino que con nuestro camisote<br />

<strong>de</strong> malla subimos las gradas <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, y con nuestro guantelete<br />

<strong>de</strong> acero arrancamos sus insignias. Durante toda mi vida be estado<br />

buscando un corazón intrépido y generoso con quien partir mi<br />

ambición, y el tuyo es el único que he encontrado. Pero no es esta<br />

ocasión <strong>de</strong> alzar el velo que cubre mis <strong>de</strong>signios. Esa trompeta<br />

anuncia algún negocio importante que requiere mi presencia.<br />

Piensa bien en lo que te he dicho: no te ruego que me perdones la<br />

violencia que he usado, porque ha sido necesaria para conocer tu<br />

carácter. El oro no se conoce sino cuando se aplica á la piedra <strong>de</strong><br />

toque. Volveré pronto, y hablaremos.»<br />

El Templario, que durante esta conversación se Pabia colocado<br />

en la plataforma, aunque á cierta distancia <strong>de</strong> la almena en que<br />

Rebeca se apoyaba, volvió á entrar en el aposento <strong>de</strong> la torre, y<br />

bajó precipitadamente la escalera-, <strong>de</strong>jando á la judía menos asustada<br />

<strong>de</strong>l peligro <strong>de</strong> una muerte horrorosa á que acababa <strong>de</strong> verse<br />

espuesta, que <strong>de</strong> la ambición furiosa, y <strong>de</strong> la profunda maldad <strong>de</strong>!<br />

hombreen cuyo po<strong>de</strong>r se hallaba. Cuando volvió á su prisión, lo<br />

primero en que pensó fué en dar gracias al Dios <strong>de</strong> .lacob por la<br />

protección que le habia concedido, rogándole que continuase dispensándosela,<br />

tanto á ella como á su padre. Otro nombre pronunciaron<br />

sus labios en aquella fervorosa súplica, y fué el <strong>de</strong>l cristiano<br />

herido, á quien su mala suerte habia traído á manos <strong>de</strong> aque-


CAPÍTULO XXV. 203<br />

dos enemigos sedientos <strong>de</strong> su sangre. A la verdad, no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> sen­<br />

tir algún escrúpulo por haber mezclado en sus <strong>de</strong>vociones el nom­<br />

bre <strong>de</strong> uno con quien no podía tener la menor relación, un naza­<br />

reno, un enemigo <strong>de</strong> su nación. Pero la plegaria habia ya salido <strong>de</strong><br />

su boca, y las mezquinas preocupaciones <strong>de</strong> su secta no pudieron<br />

inducirla á revocarla.<br />

CAPITULO XXV.<br />

< úando el Templario llegó al salón <strong>de</strong>l castillo, ya estaba en él<br />

i >e Bracy. «Tu galanteo, dijo este, ha sido sin duda interrumpido,<br />

romo el mió, por este intempestivo llamamiento. Pero tú vienes<br />

mas <strong>de</strong>spacio que yo, y <strong>de</strong> peor gana: <strong>de</strong> lo que infiero que no han<br />

sido tan malhadados como los mios tus amores.<br />

—Con qué ¿según eso, dijo el Templario, no te han salido las<br />

cuentas como pensabas?<br />

—No por cierto, respondió <strong>de</strong> Bracy; lady Rowena ha conocido<br />

que me es imposible ver llorar á una mujer.<br />

—¡Que vergüenza! dijo Brian. ¡El jefe <strong>de</strong> una compañía <strong>de</strong> aventureros<br />

hace caso <strong>de</strong> esas niñerías! Lágrimas <strong>de</strong> mujer son gotas<br />

<strong>de</strong> agua que animan las llamas <strong>de</strong> la tea <strong>de</strong>l amor.<br />

—¡Si no hubieran sido mas que gotas! contestó Bracy; pero la<br />

pobre muchacha ha vertido un raudal capaz <strong>de</strong> estinguir cien hogueras.<br />

Jamás se vieron tantos retortijones <strong>de</strong> manos, ni tantos<br />

soponcios, ni chillidos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dias <strong>de</strong> TStiobe. Ligóte que la sajona<br />

tiene el diablo en el cuerpo.<br />

—Y yo te digo, repuso el Templario, que la judía no tiene un<br />

diablo solo, sino una legión entera, y solo así hubiera podido salir<br />

iel lance con tan indomable orgullo y resolución. Pero ¿dón<strong>de</strong> está.<br />

Frente-<strong>de</strong>-buey? ¿Qué significa esa trompeta que tanta prisa trae?<br />

—Supongo que estará negociando con el judío, dijo el Normando,<br />

y que los aullidos <strong>de</strong> este no le permitirán oirlo que pasa afuera,<br />

tin judío que se separa <strong>de</strong> sus talegos, y con las suaves condiciones<br />

<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, es capaz <strong>de</strong> ahogar con sus gritos todas<br />

las trompetas <strong>de</strong>l ejército <strong>de</strong> la Cruzada. Decid á los criados que lo<br />

busquen.»<br />

No tardó en presentarse Iteginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey, que como el


204 IVANHOE.<br />

lector ha visto, habia sido interrumpido en su diabólica tarea por<br />

el mismo inci<strong>de</strong>nte que suspendió los galanteos <strong>de</strong> sus dos amigos:<br />

y que se habia <strong>de</strong>tenido para tomar algunas disposiciones acerca<br />

<strong>de</strong> aquella inesperada novedad.<br />

«Veamos la causa <strong>de</strong> este maldito trompeteo, dijo Frente-<strong>de</strong><br />

huey. Aquí tenemos una carta, y está en sajón, si no me engaño..<br />

El Barón miró y remiró la carta, y la volvió por todos lados, co<br />

mo si las diferentes posiciones <strong>de</strong>l mensaje pudieran hacerle enten<strong>de</strong>r<br />

su contenido. Viendo que sus esfuerzos eran inútiles, se la<br />

entregó á Bracy.<br />

«Pue<strong>de</strong> ser, dijo este, que sean garabatos <strong>de</strong> Nigromante; pero<br />

yo no los entiendo. El capellán <strong>de</strong> casa se empeñó en enseñarme<br />

á escribir; pero viendo que mis letras eran como hierros <strong>de</strong> lanza,<br />

tuvo que <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> la tarea. De Bracy era en efecto tan ignorante<br />

como la mayor parte <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong> su época y <strong>de</strong> su nación.<br />

—Dádmela, dijo Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que á lo menos los templarios<br />

tenemos la ventaja <strong>de</strong> reunir la sabiduría al valor.<br />

—Aprovechémonos pues, dijo Bracy, <strong>de</strong> tu reverendo saber: ¿que<br />

dice el papel ?<br />

— Es un <strong>de</strong>safío hecho y <strong>de</strong>recho, respondió el Templario ; pero<br />

por Dios que si no es chasco, es el reto mas estraordinario que pasó<br />

jamás por el puente levadizo <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> un barón.<br />

—¡ Chasco! esclamó Frentc-<strong>de</strong>-buey: cara le ha <strong>de</strong> costar la lies<br />

ta á cualquiera que se meta en chanzas conmigo sobre asuntos <strong>de</strong><br />

esta especie. Peed, sir Brian.»<br />

El Templario leyó en estos términos:<br />

«Wamba, hijo <strong>de</strong> Witless, bufón <strong>de</strong>l noble Cedric, conocido por<br />

el nombre <strong>de</strong>l Sajón, y (lurth, hijo <strong>de</strong> Heowolf, porquerizo...»<br />

«¿Estásloco? dijo Frente-<strong>de</strong>-buey , interrumpiéndole.<br />

—Por san Lúeas, que así está escrito; oid lo que sigue : «y Curtb.<br />

hijo <strong>de</strong> Beovcolf, porquerizo <strong>de</strong>l dicho Cedric, con la ayuda y asistencia<br />

<strong>de</strong> nuestros aliados y confe<strong>de</strong>rados, que hacen causa común<br />

con nos en este nuestro feudo ; á saber: el buen caballero llamado<br />

por la presente el Negro Holgazán, á vos Reginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey,<br />

y á vuestros aliados y cómplices, sean los que fueren , sabed: que<br />

habiéndoos, sin previa <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> feudo ni otra causa conocida,<br />

apo<strong>de</strong>rado maliciosamente y <strong>de</strong> mano armada <strong>de</strong> la personado<br />

nuestro señor y amo, el arriba dicho Cedric . alias el Sajón ; como<br />

también <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> la noble doncella. lady Tíovena <strong>de</strong> llar


CAPÍTULO X\V. 20¿<br />

gottstandste<strong>de</strong> ; como también <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong>l noble Athelstane<br />

<strong>de</strong> Poningsburgh ; como también <strong>de</strong> las personas <strong>de</strong> otros hombres<br />

libres , guardias <strong>de</strong> los arriba dichos; también <strong>de</strong> las personas <strong>de</strong><br />

algunos siervos <strong>de</strong> los mismos ; y <strong>de</strong> cierto judío, llamado Isaac <strong>de</strong><br />

York ; y <strong>de</strong> cierta judía, hija <strong>de</strong>l dicho judío ; y <strong>de</strong> ciertos caballos<br />

y muías, cuyas nobles personas, con sus dichos guardias y siervos,<br />

y dichos caballos y muías, caminaban en paz y quietud por cami­<br />

no real: por tanto os requerimos y <strong>de</strong>mandamos que las dichas no­<br />

bles personas, á saber: Cedric, alias el Sajón, Rowena <strong>de</strong> Hargotts-<br />

tandste<strong>de</strong>, y Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh , con sus sirvientes,<br />

guardias, y otros acompañantes; y los caballos y muías, y los re­<br />

feridos judío y judía, con todas las monedas y efectos <strong>de</strong> su perte­<br />

nencia, nos sean entregados en el término <strong>de</strong> una hora <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

recibo <strong>de</strong> esta , á nos, ó á la persona ó personas que para ello <strong>de</strong>­<br />

signaremos, sin daño corporal ni menoscabo <strong>de</strong> bienes <strong>de</strong> las dichas<br />

nobles personas, criados y guardias, judío y judía , muías y caba­<br />

llos. Y os damos por requeridos y <strong>de</strong>mandados ; y <strong>de</strong> no cumplir<br />

con este nuestro requerimiento y <strong>de</strong>manda, os <strong>de</strong>claramos ladrones,<br />

y malsines, y traidores <strong>de</strong>sleales, y pelearemos contra vos, en ba­<br />

talla, ó sitio, ó <strong>de</strong> otro modo; haciendo todo lo que pueda contribuir<br />

a vuestro daño y <strong>de</strong>strucción. Dios os guar<strong>de</strong> muchos años. Fecho<br />

y Armado por nos, en la víspera <strong>de</strong> san Withold, bajo la encina<br />

gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> Hart-hill, y escrito por el que se titula hermitaño <strong>de</strong><br />

Oopmanhurst.»<br />

VI pié <strong>de</strong> este precioso documento se veia , en primer lugar, un<br />

tosquísimo bosquejo <strong>de</strong> una cabeza <strong>de</strong> gallo con su cresta, con un<br />

mote que espresaba ser aquel el geroglíñeo <strong>de</strong>l infrascrito Wamba,<br />

hijo <strong>de</strong> Witless. Debajo <strong>de</strong> este curioso emblema estaba la cruz, que<br />

servia <strong>de</strong> firma á Gurth, hijo <strong>de</strong> Beowolf. En otro lado se leía, en<br />

enormes y mal formadas letras, el nombre <strong>de</strong>l Caballero Holgazán;<br />

y por conclusion habia una flecha bastante bien dibujada, símbolo<br />

<strong>de</strong>l montero Locksley.<br />

Los caballeros oyeron la lectura <strong>de</strong> este estraordinario documen­<br />

to, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cruz á la fecha, y se miraron unos á otros, inciertos y<br />

atónitos, como si ninguno <strong>de</strong> ellos pudiera <strong>de</strong>cidir si era negocio<br />

serio ó <strong>de</strong> burlas. De Bracy fué el primero que rompió el silencio<br />

con estrepitosas carcajadas, que repitió, aunque no tan <strong>de</strong> veras, el<br />

Templario. Frente-<strong>de</strong>-buey, lejos <strong>de</strong> reírse, daba indicios <strong>de</strong> <strong>de</strong>sa­<br />

probar aquella inoportuna alegría.


206 IVANHOE.<br />

«Yo os aseguro, caballeros, dijo el Barón, que mas convendría<br />

pensar maduramente en los efectos que pue<strong>de</strong> producir este escrito,<br />

que reírse fuera <strong>de</strong> propósito <strong>de</strong> las neceda<strong>de</strong>s que contiene.<br />

—Frente-<strong>de</strong>-buey, dijo <strong>de</strong> Bracy á Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, no ha<br />

recobrado sus sentidos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el último batacazo. La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un <strong>de</strong>safío<br />

hace temblar todos los huesos <strong>de</strong> su cuerpo aunque venga <strong>de</strong><br />

un bufón y <strong>de</strong> un porquerizo.<br />

—Por San Miguel, respondió Frente-<strong>de</strong>-buey, que quisiera verte<br />

cargar con todas las consecuencias <strong>de</strong>l negocio. Esos maja<strong>de</strong>ros no<br />

se atreverían á cometerían increíble <strong>de</strong>sacato, á no estar sostenidos<br />

por alguna gavilla numerosa. Hartos foragidos hay en esos<br />

bosques, llenos <strong>de</strong> resentimiento contra mí, por las ganas que les<br />

tienen a mis liebres y á mis venados. Uno fué sorprendido con las<br />

astas <strong>de</strong> un ciervo en la mano, y no tardó cinco minutos en pagar<br />

con la vida : do cuyas resultas me tienen disparadas mas flechas<br />

sus compañeros que las que se tiraron al blanco en el torneo <strong>de</strong><br />

Ashby. ¡ Hola! dijo, llamando á su criado: ¿ Se sabe cuánta es la<br />

gente que trata <strong>de</strong> sostener ese precioso <strong>de</strong>safío?<br />

— Habrá á lo menos unos doscientos hombres en la selva , respondió<br />

un escu<strong>de</strong>ro.<br />

— - Buena la hemos hecho, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey. Esto es lo que resulta<br />

<strong>de</strong> prestar mi castillo á gentes que no se contentan con su negocio,<br />

sino que me atraen esa bandada <strong>de</strong> tábanos, á que me zumben<br />

los oidos.<br />

— i Tábanos ! repuso el aventurero: llámalos mas bien zánganos<br />

sin aguijón: holgazanes que se van al monte á <strong>de</strong>struir la caza agena,<br />

en lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>stripar terrones para ganar un pedazo <strong>de</strong> pan.<br />

— Sus aguijones, dijo el Barón, son (lechas largas como pinos, y<br />

á fé que no se les escapa una mosca cuando apuntan.<br />

— ¿No os caéis muerto <strong>de</strong> vergüenza, señor Barón? dijo el Templario.<br />

Congregad á los vuestros, y vamos á ellos. Un caballero,<br />

un escu<strong>de</strong>ro solo basta para veinte <strong>de</strong> esa canalla.<br />

— Basta y sobra, dijo Bracy; y vergüenza me diera enristrar b.<br />

lanza contra semejantes enemigos.<br />

—No creáis, señor Templario, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que sean turcos<br />

ni agarenos; ni vos, valiente <strong>de</strong> Bracy, os imaginéis que se parecen<br />

en nada á los campesinos franceses. Son monteros ingleses,<br />

contra los cuales no tenemos otra ventaja que las armas y los caballos;<br />

todo lo cual nos aprovecha <strong>de</strong> muy poco en los ro<strong>de</strong>os y es-


CAPÍTULO XXV. 207<br />

pesuras <strong>de</strong>l monte. ¿Salir contra ellos? Apenas tenemos gente para<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el castillo. Los mas valientes délos míos están en York:<br />

también están allí tus lanceros , Bracy. Lomas que está á nuestra<br />

disposición son veinte hombres, á mas <strong>de</strong> los que nos han ayudado<br />

en esta bella hazaña.<br />

— ¿Crees tú, dijo el Templario, que puedan reunirse en número<br />

suficiente para asaltar el castillo ?<br />

— Eso no, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey : esos bandidos tienen á la verdad<br />

un jefe intrépido y arrojado; pero carecen <strong>de</strong> máquinas , <strong>de</strong> escalas,<br />

y <strong>de</strong> todo lo que se necesita para un asalto. Dentro <strong>de</strong> los muros<br />

<strong>de</strong>l castillo nada tenemos que temer.<br />

•—Pedid socorro á vuestros vecinos, dijo el Templario. Que se junten<br />

todos ellos , y vengan á rescatar á tres caballeros sitiados por<br />

un bufón y un porquerizo, en el castillo <strong>de</strong> la Baronía <strong>de</strong> Frente<strong>de</strong>-buey.<br />

—¡Mis vecinos! repuso el Barón. ¿Quiénes son ellos? Malvoisiu<br />

está á la hora esta en York con su gente; y allí están todos mis<br />

otros aliados, y allí estaría yo con ellos si no hubiera sido por esta<br />

infernal empresa. .<br />

—Pues enviad un hombre á York , dijo Bracy , y acudan todos<br />

nuestros amigos. Si esos bandidos resisten á mis lanceros, digo que<br />

merecen calzar espuela dorada.<br />

—¿ Y quién ha <strong>de</strong> llevar el mensaje? dijo Frente-<strong>de</strong>-buey. Esos<br />

hombres conocen todas las veredas, y se echarán sobre todo lo que<br />

salga <strong>de</strong>l castillo... Ahora me ocurre una cosa, dijo parándose algunos<br />

instantes: Templario, téi sabes leer , y apuesto á que sabes<br />

escribir. Si pudiéramos encontrar el tintero <strong>de</strong>l capellán, que murió<br />

hace un año...<br />

—La tia Bárbara, dijo el escu<strong>de</strong>ro que aguardaba las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong><br />

su amo, lo tiene guardado en un rincón, en memoria <strong>de</strong>l capellán,<br />

que, según dice, fué el último hombre que la trató con alguna cortesía.<br />

—Anda y tráelo, Engelredo, dijo el Barón, y el Templario nos escribirá<br />

cuatro renglones, en respuesta á ese <strong>de</strong>safio.<br />

—De mejor gana lo baria con la punta <strong>de</strong> la espada que con la<br />

pluma, dijo el Templario; pero sea como gustes.<br />

Sentóse Brian, y escribió en lengua francesa lo siguiente:<br />

—«Sir Beginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey, y sus nobles y valientes aliados<br />

y confe<strong>de</strong>rados no reciben retos <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> esclavos, siervos y


208 IVANHOE.<br />

fugitivos. Si la persona qo.e se llama el Caballero Negro tiene en realidad<br />

<strong>de</strong>recho á los honores <strong>de</strong> la caballería, <strong>de</strong>be saber que se envilece<br />

en esa compañía, y nada pue<strong>de</strong> requerir do gente noble y <strong>de</strong> ilustre<br />

sangre. Tocante á los prisioneros que hemos hecho, en virtud <strong>de</strong><br />

lo que nos mándala caridad cristiana, os aconsejamos que enviéis un<br />

sacerdote que los confiese y reconcilie con Dios, puesto que tenemos<br />

lafirme intención <strong>de</strong> <strong>de</strong>capitarlos esta mañana antes <strong>de</strong> mediodía,<br />

para que sus cabezas, puestas en las almenas <strong>de</strong> este castillo, os manifiesten<br />

el caso que hacemos <strong>de</strong> los que vienen á su socorro. Por tanto<br />

os requerimos que les enviéis un eclesiástico, que es el único favor<br />

que podéis hacerles.»<br />

El escu<strong>de</strong>ro se hizo cargo <strong>de</strong> la carta, y la entregó al mensajero<br />

que estaba fuera <strong>de</strong> los muros <strong>de</strong>l castillo, aguardando la respuesta.<br />

tíl montero, cumplido su encargo,volvió á los cuarteles generales<br />

<strong>de</strong> los aliados, establecidos á la sazón <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una <strong>de</strong>crépita encina,<br />

á tres tiros <strong>de</strong> flecha <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong>l castillo. Allí esperaban<br />

con impaciencia la respuesta á su intimación, Wamba y Gurth con<br />

sus confe<strong>de</strong>rados , el caballero Negro, Locksley y el jovial anacoreta.<br />

En torno, y á cierta distancia <strong>de</strong> ellos, se notaban muchos<br />

hombres armados, cuyos gabanes ver<strong>de</strong>s y rostros curtidos á la intemperie<br />

<strong>de</strong>notaban su género <strong>de</strong> vida. .Mas <strong>de</strong> doscientos estaban<br />

ya reunidos, y otros muchos acudían sin cesar. Eos jefes ó capitanes<br />

estaban vestidos, armados y equipados como los otros ; solo se<br />

distinguían <strong>de</strong> ellos, por una pluma que llevaban en la gorra.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> estas gavillas, se habían congregado muchos sajones<br />

habitantes délos pueblos inmediatos, y no pocos siervos <strong>de</strong> los vastos<br />

estados <strong>de</strong> Cedric ; y aunque el intento que los animaba era el<br />

mismo, estos no formaban una fuerza tan or<strong>de</strong>nada ni tan bien armada<br />

como los monteros, ó si quier bandidos. Su armamento consistía<br />

en los instrumentos rústicos, que la necesidad convierte á veces<br />

en medios <strong>de</strong> venganza y <strong>de</strong>strucción. Llevaban hoces, picas y<br />

garrotes; ni podían echar mano <strong>de</strong> otra cosa, porque los normandos,<br />

según el estilo común <strong>de</strong> los conquistadores, no permitían á<br />

los vencidos sajones la posesión ni el uso <strong>de</strong> ninguna especie <strong>de</strong> armas.<br />

De resultas <strong>de</strong> lo cual, esta fuerza no era tan formidable á los<br />

sitiados como hubiera podido serlo en otras circunstancias', consi<strong>de</strong>rado<br />

su número, su vigor físico y la intrepi<strong>de</strong>z que suele inspirar<br />

la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> una causa justa. Tal era el ejército á cuyos jefes<br />

fué entregada la carta <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.


CAPÍTULO xxv, 209<br />

inmediatamente fué puesto el papel en manos <strong>de</strong>l creido ermitaño<br />

para que se hiciera cargo <strong>de</strong> su contenido.<br />

•Por vida <strong>de</strong> mi padre, dijo este, juro que no puedo esplicaros esta<br />

gerigonza, la cual, sea arábiga ó francesa, está fuera <strong>de</strong> mis alcances.»<br />

El anacoreta entregó la carta á Gurth, el cual se encogió <strong>de</strong> hombros<br />

j< la pasó á Wamba. El bufón la examinó atentamente con a<strong>de</strong>manes<br />

<strong>de</strong> afectada inteligencia, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muchos gestos misteriosos,<br />

como si le hiciera gran impresión lo que leia, la dio á<br />

Loclvsley, diciendo que no habia entendido una palabra.<br />

• Si las letras gran<strong>de</strong>s fueran arcos, dijo el montero, y las pequeñas<br />

fueran flechas, algo podria alcanzar en el asunto; pero tan seguro<br />

está el contenido <strong>de</strong> mi comprensión como <strong>de</strong> mis manos un<br />

ciervo á doce millas <strong>de</strong> distancia.<br />

—Yo voy á sacaros <strong>de</strong>l apuro, dijo el caballero Negro, y habiendo<br />

¡eido la carta para sí, la esplicó <strong>de</strong>spués en sajón á sus compañeros.<br />

—¡ Decapitar al noble Oedric! esclamó Wamba. Voto á tantos que<br />

os habéis engañado, señor caballero.<br />

—No, amigo mió, dijo el <strong>de</strong> las negras armas. Os he referido puntualmente<br />

lo que, contiene la carta.<br />

-Por Dios, dijo Gurth, que hemos <strong>de</strong> hacer añicos el castillo.<br />

—¿ Y con qué? replicó Wamba. ¿Con las manos? has mias no<br />

pue<strong>de</strong>n servir ni para amasar yeso.<br />

—Todo eso es astucia para ganar tiempo, dijo Locksley -, no se<br />

atreverán á cometer un atentado que tan caro les pue<strong>de</strong> costar.<br />

—Lo mejor seria, dijo el caballero Negro, que uno <strong>de</strong> nosotros se<br />

introdujera en el castillo, para saber lo que pasa a<strong>de</strong>ntro. Una vez<br />

que pi<strong>de</strong>n un sacerdote, este bHen ermitaño podria ejercer su ministerio,<br />

y darnos las noticias que <strong>de</strong>seamos.<br />

—Antes ciegues que tal veas, respondió el fingido ermitaño.<br />

Has di 1<br />

saber, caballero holgazán, que no quiero esponerme tan tontamente.<br />

—;Si hubiera uno entre nosotros, continuó el caballero, que puliera<br />

entrar en el castillo...»<br />

Todos se, miraron unos á otros sin respon<strong>de</strong>r.<br />

V a estoy viendo, dijo Wamba , que esto ha <strong>de</strong> venir á parar en<br />

que el loco haga una locura y caiga eu la ratonera, mientras los<br />

•uerdos se quedan en salvo. Présteme el buen anacoreta su saco y<br />

veréis come sé <strong>de</strong>sempeñar este encargo,<br />

15


210 IVANHOE.<br />

—¿Crees tú, preguntó el caballero á Curtb, que es hombre á<br />

quien se pue<strong>de</strong> conñar este encargo?<br />

—No sé, dijo Gurtb ; pero si no sale con ella, será la primera vez<br />

que le haya faltado el ingenio para sacar provecho <strong>de</strong> su locura....<br />

—Vamos pronto, buen amigo, dijo el caballero, que Dios nos<br />

perdona este atrevimiento; y ponte ese sayal, y sepamos cuál es la<br />

actual situación <strong>de</strong> tu amo en el castillo. No <strong>de</strong>ben ser muchos los<br />

que lo <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n, y harto será que no podamos apo<strong>de</strong>rarnos <strong>de</strong> sus<br />

muros por medio <strong>de</strong> un ataque pronto y <strong>de</strong>cisivo.<br />

—Y al mismo tiempo, dijo Locksley, <strong>de</strong> tal modo sitiaremos la<br />

plaza, que ni una mosca ha <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> su recinto. Manos á la obra,<br />

buen amigo, dijo dirigiéndose á Wamba, y bien pue<strong>de</strong>s asegurar<br />

á esos tirauos que pagarán con sus personas cualquier violencia<br />

que cometan con las <strong>de</strong> los cautivos.<br />

—Pax toMscum, dijo "Wamba disfrazado ya con la túnica <strong>de</strong>l ermitaño;<br />

y marchando gravedosamente, se encaminó al castillo a<br />

<strong>de</strong>sempeñar su encargo.<br />

CAPITULO XXVI<br />

Cuando el bufón, calada la capucha y metidas las manos en las<br />

mangas, se paró á la puerta <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey: el<br />

guardia que la custodiaba le preguntó quién era, qué objeto le traia<br />

—Pao; wliscuin, respondió Wamba; soy un humil<strong>de</strong> religioso y<br />

vengo á suministrar ausilios espirituales á los pobres presos <strong>de</strong> es­<br />

te castillo.<br />

—Hace veinte años, dijo el guardia, que no cidra por sus puer­<br />

tas un hombre <strong>de</strong> vuestro carácter.<br />

—Id, hermano, continuó el fingido fraile, y anunciad mi veni­<br />

da al señor <strong>de</strong> esta fortaleza, que ya veréis la acogida que me dá,<br />

correspondiente al hábito que, aunque indignamente, visto.<br />

—Pero si no es así, dijo el guardia, y el amo las ha conmigo, no<br />

os irá muy bien.»<br />

Fl guardia <strong>de</strong>jó su puesto, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber proferido esta ame­<br />

naza, y entró en el salón <strong>de</strong>l castillo, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>s­<br />

pachado su comisión, recibió con gran sorpresa suya, la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>


CAPÍTULO XXVI. 211<br />

su amo <strong>de</strong> darle entrada siu pérdida <strong>de</strong> tiempo. Volvió á la puerta, y<br />

tomadas las precauciones necesarias, obe<strong>de</strong>ció el mandato <strong>de</strong>l Barón<br />

La estrada presunción con que Wamba se encargó <strong>de</strong> comisión<br />

tan ardua y tan difícil no bastó casi á sostener su ánimo cuando<br />

se bailó en presencia <strong>de</strong> un hombre tan temible y tan temido co,<br />

rao Vrente-<strong>de</strong>-buey; y al dirigirle el pax TOIJÍSCUHI, que era la fór­<br />

mula con que <strong>de</strong>bía empezará representar su papel, conoció en las<br />

piernas y en la voz cierta vacilación que no estaba en su carácter<br />

Pero Frente-<strong>de</strong>-buey estaba acostumbrado á ver temblar gentes <strong>de</strong><br />

toilas gerarquías: así que la timi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l fingido eclesiástico no le<br />

inspiró ni podia inspirarle la menor sospecha.<br />

«¿Quién eres, padre, y <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> vienes? le preguntó.<br />

— I'n.i; Tülriscum, repitió Wamba: soy un pobre religioso quevia<br />

jando por estas asperezas , he caído en manos <strong>de</strong> ladrones, qwidain<br />

Tiator incidit in lutrones: los cuales ladrones me han enviado á es­<br />

te castillo para ejercer mi ministerio con ciertos reos con<strong>de</strong>nados á<br />

muerte por vuestra justicia.<br />

— Bien, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, ¿y pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cirme, reverendo pa­<br />

dre, cuántos serán esos foragidos?<br />

—Valiente caballero, respondió) Wamba, nomen lilis le/jio. Tan­<br />

tos son, que forman una legión entera.<br />

—Dime sin preámbulos cuántos son, repuso el barón.<br />

—Ah! respondió el fingido ermitaño. Creo que entre monteros y<br />

campesinos podrán ser unos quinientos hombres.<br />

—¡Qué! dijo el Templario entrando ala sazón en la sala. ¿Todo<br />

ese enjambre se ha reunido en torno <strong>de</strong> nosotros? Preciso es ester­<br />

minarlo á toda costa. En seguida llamando aparte á Frente-<strong>de</strong>­<br />

buey, ¿conoces á ese fraile? le preguntó.<br />

—Es forastero, respondió, y <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> algún convento rnu.\<br />

distante <strong>de</strong> aquí. No sé quién es.<br />

•—Entonces, continuó Brian, no <strong>de</strong>bemos confiarle nada <strong>de</strong> pa­<br />

labra. Démosle una carta para los lanceros <strong>de</strong> Bracy, mandándoles<br />

que acudan aquí sin pérdida <strong>de</strong> tiempo. Para mayor disimulo, y á<br />

fin <strong>de</strong> que los <strong>de</strong> afuera no sospechen nada, bueno será <strong>de</strong>jarle ir<br />

al cuarto <strong>de</strong> los sajones antes <strong>de</strong> enviarlos al mata<strong>de</strong>ro. ><br />

En virtud <strong>de</strong> esta opinión <strong>de</strong>l Templario, Frentc-<strong>de</strong>-buey mandó<br />

á un criado que acompañase al ermitaño á la pieza en que estaban<br />

cnceHrados Cedric y Athelstane.<br />

El encierro <strong>de</strong> Cedric, en lugar <strong>de</strong> disminuir, habia aumentado


212 IVANHOE.<br />

su impaciencia. Peaseábase <strong>de</strong> un lado á otro <strong>de</strong> la sala con tanto<br />

<strong>de</strong>nuedo y precipitación como si saliera al encuentro <strong>de</strong> su ene­<br />

migo, ó como si fuera á saltar A la brecha <strong>de</strong> una plaza sitiada<br />

Unas veces hablaba á solas, otras dirigia la palabra al estoico<br />

Athelstane: el cual aguardaba tranquilo el éxito <strong>de</strong> aquella aven­<br />

tura, digiriendo entretanto los manjares <strong>de</strong> que tan abundante­<br />

mente habia comido á mediodía. Interesábale poco la duración<br />

<strong>de</strong> su cautiverio, consi<strong>de</strong>rándolo como uno <strong>de</strong> los infinitos males<br />

que esperimenta el hombre en esta vida, y que hallan luego el ga­<br />

lardón en la otra<br />

«Paa voblscmn, dijo el bufón al entrar en la pieza. La bendición<br />

<strong>de</strong> san Dunstan y <strong>de</strong> todos los santos <strong>de</strong>l cielo sea con vosotros.<br />

—Sálvete fit vos, respondió Cedria ¿Qué se os ofrece?<br />

—Vengo A prepararos para el último trance, respondió Wamba.<br />

—Es imposible, respondió atónito el Sajón. Por infames y per­<br />

versos que sean mis enemigos, no creo que se atrevan á cometer<br />

tan cruel atentado.<br />

—¡Ahí dijo el bufón, los sentimientos <strong>de</strong> humanidad y <strong>de</strong> com­<br />

pasión son para ellos lo que un freno <strong>de</strong> seda para un caballo <strong>de</strong>s­<br />

bocado. Recordad pues, noble Cedric, y valiente Athelstane vues­<br />

tras flaquezas y pecados; porque este dia será el <strong>de</strong> vuestro examen<br />

en otro tribunal.<br />

—¿Oyes esto, Athelstane? dijo Cedric; si ha <strong>de</strong> ser, apercibámo­<br />

nos á sufr ir el golpe con valor y dignidad: mas vale morir como<br />

hombres, que vivir como esclavos.<br />

—Siempre he aguardado lo peor <strong>de</strong> esa gente, respondió Uhels-<br />

tane; y tan sereno iré á la muerte como á un convite.<br />

—Vamos pues á lo principal, dijo Cedric: empezad, padre, mió, á<br />

<strong>de</strong>sempeñar vuestro ministerio.<br />

—Poco á poco, tio Cedric, dijo Wamba en su tono natural. VA<br />

salto es gran<strong>de</strong>, y <strong>de</strong>bes mirarte bien en ello.<br />

—A fe mia, dijo Cedric, que esa voz no me es <strong>de</strong>sconocida.<br />

—Es la <strong>de</strong> vuestro fiel siervo y bufón, dijo Wamba bajándosela<br />

capucha. Si hubierais tomado el consejo <strong>de</strong> un loco, no os halla­<br />

ríais aquí á la hora esta. Si lo tomáis ahora, pronto estaréis fuera<br />

<strong>de</strong> aquí.<br />

—¿Qué estás diciendo, mentecato? preguntó Cedric.<br />

—Lo que digo es, respondió Wamba, que tomes este saco y es­<br />

ta cuerda, que son todas las ór<strong>de</strong>nes que tengo encima, y ene te


CAPÍTULO XXVI 213<br />

vayas paso entro paso <strong>de</strong> este castillo, <strong>de</strong>jándome tu capa y todos<br />

tus atavíos; y no tengas cuidado, que si es menester dar el salto,<br />

yo lo daré por tí.<br />

—¡Dejarte en mi lugar! dijo admirado Cedric. ¿Sabes que te<br />

cuelgan, si te <strong>de</strong>scubren?<br />

—Mas vale que cuelguen á un villano que á un noble, respondió<br />

Wamba; á menos que tengas á mengua que mi villanía ocupe<br />

el lugar <strong>de</strong>stinado á tu nobleza.<br />

-Ks'á bien, Wamba, dijo Cedric. Acepto tu oferta, con una<br />

condición: que en lugar <strong>de</strong> cambiar <strong>de</strong> ropa conmigo, sea con lord<br />

Athelstane.<br />

—Eso no, por san Dunstan, dijo el bufón, que no seria proce<strong>de</strong>r<br />

con cordura. Bueno es (pie el hijo <strong>de</strong> Witless sufra la muerte por<br />

el hijo <strong>de</strong> Hereward; pero seria malísimo que muriese por el hijo<br />

<strong>de</strong> padres con quienes nada tiene ni ha tetddo jamás que ver.<br />

—Bellaco, dijo Cedric, los padres <strong>de</strong> Athelstane fueron monarca-<br />

<strong>de</strong> Inglaterra.<br />

—Sean lo que fueren, repuso Wamba; pero mi pescuezo está <strong>de</strong>masiado<br />

sujeto á mis hombros, y no se separa <strong>de</strong> ellos á humo <strong>de</strong><br />

pajas. Por tanto mi buen amo, ó aceptad mi proposición, ó permitid<br />

que me vaya por don<strong>de</strong> he venido.<br />

—Dejemos en pié el árbol antiguo, dijo Cedric. y no se per<strong>de</strong>rán<br />

las esperanzas <strong>de</strong>l bosque. Salva al ilustro Athelstane, amigo<br />

Wamba, que tal es la obligación <strong>de</strong> todo el que tiene sangre sajona<br />

en las venas. Tú y yo resistiremos aquí la rabia <strong>de</strong> nuestros<br />

injustos opresores, mientras él, libre y seguro, suscita el<br />

brío y (d eníusiasmo <strong>de</strong> todos los nuestros, y viene con ellos á redimirnos.<br />

—No, padre Cedric, dijo Athelstane, dando un golpe en la mesa,<br />

porque en ciertas ocasiones sus hechos y sus palabras no eran indignos<br />

<strong>de</strong> su alto nacimiento, antes consentiría en pasar una semana<br />

á pan y agua en los muros <strong>de</strong> este castillo, que abrazar esa<br />

oportunidad que tu siervo te proporciona.<br />

—Vosotros os creéis hombres do seso, dijo el bufón, y me llamáis<br />

loco; pero, tío Cedric, primo Athelstane. el loco va á <strong>de</strong>cidir<br />

esta cuestión, y os ahorrará el trabajo <strong>de</strong> haceros tantos cumplimientos.<br />

Vo soy como la yegua <strong>de</strong> Juan Duck, que no consiente<br />

que nadie la monte sino es su amo. Vine á salvar el mió, y si no<br />

acomoda, santas pascuas: ofertas <strong>de</strong> esta especie no son pelotas que


214 IVANHOE.<br />

van <strong>de</strong> mano en mano. Por nadie me <strong>de</strong>jo ahorcar sino por mí<br />

dueño legítimo.<br />

—Idos, noble Cedric, dijo Athelstane: no <strong>de</strong>sperdiciéis esta ocasión.<br />

Vuestra presencia basta para reunir todos vuestros amigos,<br />

y hacerles venir á darnos libertad. Si permanecéis aquí, todo se<br />

pier<strong>de</strong>.<br />

—¿Y hay alguna esperanza <strong>de</strong> socorro por ahí fuera? preguntó<br />

Cedric al bufón.<br />

—¡Esperanza! respondió Wamba. Cuando vistas mi sayal, escomo<br />

si te pusieras la casaca <strong>de</strong> un general en jefe. Quinientos hombres<br />

están á cien pasos <strong>de</strong> aquí, y yo era esta mañana uno <strong>de</strong> sus<br />

caudillos. Mi gorra <strong>de</strong> bufón era un casco, mi espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra un<br />

bastón <strong>de</strong> comandante. Veamos que efecto produce el cambio <strong>de</strong> un<br />

cuerdo por un loco: quizás ganarán en pru<strong>de</strong>ncia, lo que pier<strong>de</strong>n<br />

en valor. Manos á la obra: y cuidado como tratas al pobre Gurth y<br />

á su compañero Fongs. Sime tuercen estos picaros el pescuezo<br />

colgad todos los emblemas <strong>de</strong> mi oficio en la sala <strong>de</strong> Kothervood,<br />

en memoria <strong>de</strong> que sacrifiqué mi vida por mi amo como siervo fie!,<br />

aunque loco.»<br />

Wamba pronunció estas últimas palabras entre chanzas y veras,<br />

y los ojos <strong>de</strong> Cedric se llenaron <strong>de</strong> lagrimas.<br />

«Tu memoria, dijo Cedric, durará entre los hombres, mientras<br />

haya quien aprecie el afecto y la fi<strong>de</strong>lidad. Pero no nos aflijamos,<br />

antes <strong>de</strong> tiempo, pues no dudo que hallaré medios <strong>de</strong> salvar álady<br />

Rowena, á tí, noble Athelstane, y á tí también, pobre YVamba.<br />

Hízose el cambio <strong>de</strong> los vestidos, y Cedric se <strong>de</strong>tuvo, habiéndosele<br />

ocurrido una duda <strong>de</strong> pronto.<br />

«Yo no sé otra lengua que la mia, dijo, y algunas pocas palabras<br />

<strong>de</strong>l normando. ¿Cómo he <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> este apuro?<br />

—Con dos palabras tienes cuanto basta y sobra, respondió Varaba.<br />

Pax mbiscti'íii es una respuesta general para toda especie <strong>de</strong><br />

preguntas. Con el Pax toMscum pue<strong>de</strong>s entrar y salir, comer y<br />

beber, hablar <strong>de</strong> veras ó en chanza. No tienes mas que hacer, sino<br />

ponerte muy entonado y recalcarte al pronunciar Pax tolnamm.<br />

Es cosa irresistible. Centinelas y guarda-bosques, caballeros<br />

y escu<strong>de</strong>ros, infantes y ginetes, todos te obe<strong>de</strong>cerán. Creo que si<br />

me llevan al palo mañana, como es muy posible que lo hagan, he<br />

<strong>de</strong> aturrullar al verdugo con un sonoro Pax voblscum.<br />

—Si no es mas que eso, dijo Cedric, pronto se apren<strong>de</strong> el oficio.


CAPÍTULO XXVI. 215<br />

Paíe VOUSCWM... 110 haya miedo que se me olvi<strong>de</strong>. A Dios, noble<br />

Athelstane: á Dios, amigo AVamba. Tu corazón vale mas que tu<br />

cabeza. 3ili intención es venir á salvaros á todos, ó volver á morir<br />

en vuestra compañía. La sangre real <strong>de</strong> Sajonia no ha <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>rramada,<br />

mientras la <strong>de</strong> Cedric circule en sus venas; ni habrá quien<br />

toque á un cabello <strong>de</strong> este leal servidor, si la vida <strong>de</strong> Cedric pue<strong>de</strong><br />

estorbarlo. A Dios.<br />

—A Dios, tío, dijo AVamba, y cuidado con Pax wbiscnm. Cedric<br />

<strong>de</strong>jó á sus amigos y se puso en marcha para llevar á cabo la proyectada<br />

empresa. No tardó mucho en hallar ocasión <strong>de</strong> poner en<br />

práctica los consejos <strong>de</strong>l bufón, porque al llegar aun pasadizo oscuro<br />

y embovedado, por el cual ereia po<strong>de</strong>r pasar al salón <strong>de</strong>l cashile,<br />

le salió al paso una mujer.<br />

—Pax to'jiscam, dijo el fingido fraile sin hacer caso <strong>de</strong> aquella<br />

<strong>de</strong>sconocida, y procurando <strong>de</strong>sembarazarse cuanto antes <strong>de</strong> ella,,<br />

cuando oyó que le respondía con voz suave: et vobis. Queso, domine<br />

reverendissime, pro misericordia restra.<br />

—Soy sordo, dijo Cedric en buen sajón, renegando en su interior<br />

<strong>de</strong> las instrucciones que el bufón le habia dado, puesto que tan<br />

'•ortado se hallaba en el primer encuentro. «Pero en aquellos tiempos<br />

la sor<strong>de</strong>ra al idioma latino era harto común entre clérigos y<br />

frailes, y no lo ignoraba la persona que acababa <strong>de</strong> hablar á Cedric,<br />

pues inmediatamente le dirigió la palabra en sajón.<br />

«liuégoos encarecidamente, reverendo padre, le dijo, que os digneis<br />

visitar y suministrar los socorros espirituales á un prisionero<br />

que está herido en este castillo; y que os apiadéis <strong>de</strong> su situación,<br />

como vuestro santo ministerio os lo manda; y en cambio tendréis<br />

una copiosa limosna para vuestro convento.<br />

--Hija, respondió Cedric muy embarazado y confuso; el tiempo<br />

que se me ha concedido para permanecer en esta fortaleza no me<br />

permite satisfacer á todos los que necesitan las obligaciones <strong>de</strong> mi<br />

ministerio. No puedo <strong>de</strong>tenerme un instante, sin esponerme á per<strong>de</strong>r<br />

la vida.<br />

—Por los votos que habéis pronunciado, repuso la muje*, os<br />

pido que no <strong>de</strong>jéis sin consuelo al <strong>de</strong>sventurado.»<br />

Cedric pronunció entre dientes algunas espresiones <strong>de</strong> impaciencia<br />

y mal humor, que le arrancaron <strong>de</strong>l embarazo en que se hallaba;<br />

y probablemente hubiera partido por medio, quitándose<br />

•nterarnente la máscara, si no hubiera venido ala sazón, y cuando


216 IVANHOE.<br />

ya iba á estallar su enojo, la vieja Urfrieda, á quien elejamos en la<br />

escalera <strong>de</strong> la torrecilla.<br />

«¿Qué es esto, mi alma? dijo con agria voz y asperísimo tono á<br />

la que estaba hablando con Cedric. ¿Así pagas las bonda<strong>de</strong>s que he<br />

tenido contigo? ¿Abandonando al pobre herido que puse átu cuidado?<br />

¿Y obligando á este santo varón á que se ponga como un a<br />

furia para <strong>de</strong>sembarazarse <strong>de</strong> las importunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una judía?<br />

—¡Judía! esclamó Cedric, aprovechándose <strong>de</strong> aquella ocasión<br />

para salir mas pronto <strong>de</strong>l paso. Apártate, mujer; apártate pronto.<br />

Tu sola presencia amancilla.<br />

—Venid por aquí, padre mió; dijo la vieja, que no sabéis las entradas<br />

y salidas <strong>de</strong>l castillo, ni podéis dar un paso en él sin conductor.<br />

Venid, que tengo que baldaros. V tú, bija <strong>de</strong> raza maldita,<br />

vuelve al cuarto <strong>de</strong>l enfermo, y aguárdame allí. ¡Pobre <strong>de</strong> tí si te<br />

apartas <strong>de</strong> su lado sin mi.permiso!»<br />

"Rebeca obe<strong>de</strong>ció á la vieja, <strong>de</strong> quien á fuerza <strong>de</strong> importunida<strong>de</strong>s<br />

habia conseguido antes que la <strong>de</strong>jase salir <strong>de</strong> la torre; y Urfrieda.<br />

creyendo imponerle una tarea enojosa, la obligó á cuidar al prisionero<br />

herido; encargo que la hebrea aceptó con mucho gusto. Convencida<br />

<strong>de</strong> la crítica situación en que este se hallaba, y <strong>de</strong>seosa <strong>de</strong><br />

aprovecharse <strong>de</strong> todos los medios que se le ofreciesen para mejorar<br />

su suerte común, Rebeca aguardaba algún auxilio <strong>de</strong>l religioso,<br />

que según las noticias dadas por Urfrieda, había penetrado en el<br />

ominoso castillo. Salió al pasadizo para esperarlo, é inducirlo á que<br />

entrase en el aposento <strong>de</strong> Ivanhoe: y vahemos visto cuanto se frustraron<br />

sus intenciones.<br />

CAPITULO XXVII.<br />

Cuando Urfrieda, á fuerza <strong>de</strong> gritos y amenazas, hubo reducido<br />

á la»judía á volver á la nueva prisión que le habia señalado, con<br />

dujo á Cedric, aunque contra la voluntad <strong>de</strong> este, á otra pieza, cuya<br />

puerta cerró por <strong>de</strong>ntro, con gran misterio y precaución. En se­<br />

guida sacó <strong>de</strong> una alacena dos copas y un jarro <strong>de</strong> vino; y dijo,<br />

mas bien en tono <strong>de</strong> afirmación que <strong>de</strong> pregunta: «padre, tú eres<br />

sajón; no pue<strong>de</strong>s negarlo:" y continuó, viendo que Cedric no se


CAPÍTULO XXVII. 21T<br />

daba prisa á respon<strong>de</strong>rle: «los acentos <strong>de</strong> mi lengua nativa son<br />

suaves ;í mi oído, aunque raras veces los oigo sino en boca <strong>de</strong> esos<br />

miserables siervos, á quienes los feroces Normandos abruman <strong>de</strong><br />

ca<strong>de</strong>nas y <strong>de</strong> ignominia. Eres sajón y hombre libre, salvo <strong>de</strong>l servicio<br />

<strong>de</strong> Dios. Tus acentos me llegan al alma.<br />

—¿Nunca vienen eclesiásticos sajones á este castillo? preguntó<br />

'• 'edric. Obligación suya es socorrer y amparar á sus <strong>de</strong>sventurados<br />

compatriotas, oprimidos por el yugo <strong>de</strong> los conquistadores.<br />

—No vienen, respondió la vieja; ó si vienen es muy rara vez. Digo<br />

esto, porque lo be oblo, que yo por mi parte no he visto aquí otro<br />

eclesiástico ipie el capellán normando: pero ya hace muchos años<br />

¡pie murió. Dejemos esto; y pues eres sajón, como no puedo dudarlo,<br />

<strong>de</strong>ja que te haga una pregunta.<br />

—Soy sajón, respondió Cedric; pero indigno <strong>de</strong>l título <strong>de</strong> sacerdote.<br />

Nada puedo <strong>de</strong>cir; y es inútil que te molestes en preguntarme.<br />

Déjame pues salir <strong>de</strong> aquí lo mas pronto que pueda: no<br />

tardaré en volver ó en enviarte un compañero mió, si tal es tu<br />

<strong>de</strong>seo.<br />

—Detente, que no abusaré <strong>de</strong> tu paciencia, dijo Erfrieda. La tierra<br />

tria abogará muy en breve mi voz, y no quiero bajar á su lóbrega<br />

morada sin <strong>de</strong>jar quien conserve mi memoria, y refiera mis<br />

sucesos. Horribles son, espantosos; y necesito cobrar fuerzas para<br />

contarlos. Al <strong>de</strong>cir esto, llenó una copa <strong>de</strong> vino, y la bebió con tanta<br />

avi<strong>de</strong>z, como si la aquejara el ardor <strong>de</strong> una fiebre violenta. Embrutece,<br />

dijo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber bebido; pero no alegra. Echa un<br />

trago, padre mió. si quieres oírme, sin que se te ericen los cabellos<br />

i edric hubiera rehusado <strong>de</strong> buena gana aquel convite, mas no se<br />

atrevió á resistir á los gestos violentos que la, vieja le hacia. Bebió<br />

una copa llena; y Urfrieda, algo mas tranquila con esta con<strong>de</strong>s<br />

een<strong>de</strong>noia. volvió á tomar la palabra:<br />

«No be nacido, padre mió, en la, miserable condición en queme<br />

ves ahora. Luí libre, feliz, noble, amada, y amada muy <strong>de</strong> veras<br />

Ahora soy esclava, <strong>de</strong>sventurada y envilecida. Serví <strong>de</strong> juguete á<br />

las pasiones <strong>de</strong> mis opresores, mientras fui hermosa; ahora soy objeto<br />

<strong>de</strong> su <strong>de</strong>sprecio y <strong>de</strong>. su rencor, ¿lis <strong>de</strong> estrañar que aborrezca<br />

ai género humano, y sobre todo, á la raza execrable que me ha<br />

trashumado <strong>de</strong> lo que fui, en lo que soy? ¿Pue<strong>de</strong> olvidar la mísera<br />

<strong>de</strong>crépita que tienes á la vista, y cuya rabia solo pue<strong>de</strong> exhalarse<br />

en impotentes maldiciones, que su padre fué el dueño <strong>de</strong> este cas-


218 IVANHOE.<br />

tillo, el señor <strong>de</strong> Torquilstone, ante quien temblabau millares <strong>de</strong><br />

vasallos?<br />

—¡Tú,hija<strong>de</strong>Torquil! dijoCedric horrorizado. ¡Tú, hija <strong>de</strong> aquel<br />

noble sajón, amigo y compañero <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> mi padre!<br />

—¡El, amigo <strong>de</strong> tu padre! repitió Urfrieda. Luego eres Cedric, á<br />

quien todos conocen por el dictado <strong>de</strong>l Sajón: porque el noble Herewardo<br />

<strong>de</strong> Rotherwood no tuvo mas que un hijo, cuyo nombre es<br />

conocido á todos los que tienen sangre sajona en las venas. Y si<br />

eres Cedric <strong>de</strong> Rotherwood, ¿ que significa ese hábito religioso?<br />

¿Has perdido toda esperanza <strong>de</strong> salvar tu patria y has huido <strong>de</strong> la<br />

opresión acogiéndote á la sombra <strong>de</strong>l claustro ?<br />

—Nada te importa saberlo, respondió Cedric, prosigue tu <strong>de</strong>plorable<br />

historia, que supongo será un tejido <strong>de</strong> crímenes y <strong>de</strong> iniquida<strong>de</strong>s.<br />

Sobrado crimen es ya tu existencia en esta mansión.<br />

—Razón tienes, dijo la <strong>de</strong>sventurada sajona. Crímenes hay en mi<br />

historia tan negros y tan espantosos, que todos los fuegos <strong>de</strong>l infierno<br />

no bastan á purificarlos.<br />

—Si, noble Cedric, en estos salones, manchados con la sangre <strong>de</strong><br />

mi padre y <strong>de</strong> mis hermanos, he vivido como manceba <strong>de</strong> su asesino,<br />

como esclava y partícipe <strong>de</strong> su <strong>de</strong>senfreno, y esto basta para<br />

que cada una <strong>de</strong> las respiraciones que exhalo sea crimen y maldición.<br />

—¡Infeliz mujer! esclamó Cedric. ¡Y mientras todos los verda<strong>de</strong>ros<br />

sajones, mientras todos los amigos <strong>de</strong> tu padre, reverenciaban<br />

tu memoria como la suya y la <strong>de</strong> sus valientes hijos, estabas tú<br />

mereciendo su odio y execración ; viviendo con el que se encenagó<br />

en la sangre <strong>de</strong> los tuyos, con el que esterminó hasta los tiernos<br />

retoños <strong>de</strong> tu familia, y unida con tu verdugo en los lazos <strong>de</strong> un<br />

amor ilegítimo!<br />

—En lazos ilegítimos, respondió la vieja; pero no en ios <strong>de</strong>l amor;<br />

que el amor huye <strong>de</strong> estas infames bóvedas como <strong>de</strong> las cavernas<br />

infernales. No; <strong>de</strong> esa culpa estoy exenta á lo menos. La pasión<br />

que ha reinado y reina inestinguible en mi alma es el odio á Frente-<strong>de</strong>-buey<br />

y á su familia, y con igual furor reinaba en los momentos<br />

en que participaba <strong>de</strong>l estravío <strong>de</strong> mi opresor.<br />

—¡Lo odiabas y vivías! dijo Cedric. ¿No tenias á tu disposición<br />

un puñal, una cuerda? Pues apreciabas semejante vida, fortuna<br />

tuya ha sido que los secretos <strong>de</strong> una fortaleza normanda sean como<br />

los <strong>de</strong>l sepulcro; porque si hubiera yo llegado á soñar que la hija


CAPÍTULO XXVII. * 219<br />

• le Torquil era la concubina <strong>de</strong>l verdugo <strong>de</strong> su padre, mi acero te<br />

hubiera atravesado el corazón en los brazos <strong>de</strong>l perverso.<br />

—¿Hubieras osado vengar <strong>de</strong> ese modo la fama <strong>de</strong> Torquil ? preguntó<br />

Ulrica (que este era su nombre verda<strong>de</strong>ro, y no el <strong>de</strong> Urfriedaj.<br />

Ahora conozco que eres digno <strong>de</strong>l renombre que por tu patriotismo<br />

has ganado: renombre que ha llegado á estos muros empapados<br />

en <strong>de</strong>litos. Y yo, aunque envilecida y <strong>de</strong>gradada, palpitaba<br />

le gozo al saber que existia quien pensaba en rescatar mi infeliz n a-<br />

.don. No: no se ha estinguido en mí el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza que animaba<br />

al que me dio el ser. ¡Venganza!... yo he gustado sus <strong>de</strong>licias;<br />

yo he fomentado las discordias <strong>de</strong> nuestros enemigos, y los<br />

he ecsitado al combate, en medio <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> la embriaguez<br />

; he visto correr su sangre, he oído los ayes <strong>de</strong> su agonía. Mírame<br />

Cedric. ¿Nío notas en estas facciones marchitas alguna semejanza<br />

con las <strong>de</strong>l amigo <strong>de</strong> tu padre'?<br />

—No me lo preguntes, Ulrica, dijo Cedric, tan compa<strong>de</strong>cido como<br />

aterrado <strong>de</strong> lo que oia. Tu semejanza con Torquil, es como la <strong>de</strong>l<br />

cadáver que sale <strong>de</strong> la tumba reanimado por el ángel <strong>de</strong> las tinieblas.<br />

—Ángel <strong>de</strong> luz, dijo Ulrica, era yo cuando armé el brazo <strong>de</strong>l hijo<br />

contra el padre. La oscuridad <strong>de</strong>l Averno <strong>de</strong>bería ocultar lo que<br />

vas á oir ; poro la venganza alzará el velo que cubre este misterio<br />

<strong>de</strong> iniquidad. Largo tiempo había reinado la <strong>de</strong>sunión entre Lrente-<strong>de</strong>-buey,<br />

y el brutal Reginaldo, su hijo: largo tiempo estuve yo<br />

fomentándola. Al fin, estalló en medio <strong>de</strong> los vapores <strong>de</strong>l vino, y mí<br />

opresor cayó sóbrela mesa á manos <strong>de</strong>l que le <strong>de</strong>bia la vida : tales<br />

*on los secretos que estos muros ocultan. Abrios, esclamó, alzando<br />

la vista al techo, abrios, bóvedas <strong>de</strong> abominación, y confundid en<br />

vuestras ruinas á todos los que saben este espantoso arcano.<br />

—¡Ytú, dijo Cedric, monstruo <strong>de</strong> iniquidad y <strong>de</strong> <strong>de</strong>sventura,<br />

;, qué suerte has tenido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> tus males?<br />

—Adivínalo, respondió Ulrica, y no lo preguntes. Aquí... aquí he<br />

vivido hasta que la vejez prematura estampó en mi rostro un sello<br />

mortífero y helado: insultada y escupida, don<strong>de</strong> antes todos me<br />

obe<strong>de</strong>cían y acataban; obligada á satisfacer la venganza, que antes<br />

recogió tan amplia cosecha, con vanos murmullos é infructuosas<br />

maldiciones ; con<strong>de</strong>nada á oir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi torrecilla solitaria, los gritos<br />

<strong>de</strong>l banquete, en que tantas veces resonaron los míos, ó los quejidos<br />

y sollozos <strong>de</strong> las nuevas víctimas <strong>de</strong> la opresión.


220 IVANHOK.<br />

--Lírica, dijo Cedric, con un corazón que todavía echa menos e¡<br />

galardón <strong>de</strong> sus crímenes, y los crímenes que le merecieron aquel<br />

galardón, ¿osas dirigir la palabra á quien viste un hábito como el<br />

mió ? ¿ Qué podría hacer por tí el santo Eduardo, si se presentase ¡i<br />

tu vista en carne mortal ? El piadoso Rey obtuvo <strong>de</strong>l cielo la gracia<br />

<strong>de</strong> curar las úlceras <strong>de</strong>l cuerpo ; mas solo Dios pue<strong>de</strong> sanar la, lepra<br />

<strong>de</strong>l alma.<br />

—"No me abandones aun, dijo Ulriea, infausto profeta <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nación.<br />

Dime, si pue<strong>de</strong>s, adon<strong>de</strong> me conducirán estos nuevos impulsos<br />

que me agitan en mi soledad. ¿Por qué se <strong>de</strong>spiertan en mi pe"<br />

cho, con nuevos é irresistibles horrores, los pensamientos <strong>de</strong> m¡<br />

malhadada, juventud ? ¿ Cuál es la suerte que reserva la tumba á ¡a<br />

que ha sido en la tierra objeto <strong>de</strong> la cólera celeste ? Atorméntenme<br />

con crueles suplicios YVo<strong>de</strong>n, Herta, Zernebok, Alista y Scogula (1:<br />

mas bien que sufrir los negros presagios que me angustian durantelas<br />

largas horas <strong>de</strong> la noche.<br />

—No soy sacerdote, dijo Cedric apartándose con horror <strong>de</strong> aquella<br />

triste pintura <strong>de</strong>l crimen, <strong>de</strong> la miseria y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación<br />

No soy sacerdote, aunque lo parezco en mi trago.<br />

—Sacerdote ó lego, dijo Lírica, eres el único mortal temeroso <strong>de</strong><br />

Dios, y honrado por los hombres, que mis ojos han visto, en estos<br />

últimos veinte años. ¿Quieres conducirme al <strong>de</strong>specho?<br />

—No al <strong>de</strong>specho, respondió Cedric ; sino al arrepentimiento <strong>de</strong><br />

tus culpas. Encomiéndate áDios y haz penitencia; y procura que<br />

sea aceptada la ofrenda <strong>de</strong> tu contrición. Pero ni puedo, ni <strong>de</strong>bo<br />

<strong>de</strong>tenerme.<br />

—Un solo instante, dijo Lírica : si no quieres que vengue en tí el<br />

<strong>de</strong>sprecio y la dureza con que me tratas. ¿Piensas que duraría muchas<br />

horas la vida <strong>de</strong> Cedric el Sajón, si lo hallase Erente-<strong>de</strong>-bue.\<br />

en este castillo y con este disfraz? Ya se han i*ecreado en tí sus mi<br />

radas como las <strong>de</strong>l halcón en la paloma.<br />

—Venga, dijo Cedric, y <strong>de</strong>stróceme con pico y garras, mas bien<br />

que profanar mis labios con palabras que mi corazón no prueba.<br />

Moriré como Sajón con la verdad en la boca, y la honra<strong>de</strong>z en el<br />

pecho. No me toques ni me <strong>de</strong>tengas. La presencia <strong>de</strong> Keginaldo es<br />

menos odiosa á mis ojos que la <strong>de</strong> tu infamia y miseria.<br />

— Sea así, dijo Ulriea, <strong>de</strong>sistiendo <strong>de</strong> su empeño. Vete si quieres,<br />

y olvida en tu insolente superioridad, que la <strong>de</strong>sgraciada que has<br />

(1; Divinida<strong>de</strong>s infernales <strong>de</strong> los antiguos Sajones paganos.


CAPÍTULO XXVII. 221<br />

visto es la hija <strong>de</strong>l amigo <strong>de</strong> tu padre. Vete, Cedric. Si me separau<br />

mis males <strong>de</strong> todo el género humano, y me hacen odiosa á los ojos<br />

<strong>de</strong> aquellas <strong>de</strong> quienes <strong>de</strong>bía esperar algún auxilio, también me<br />

separaré <strong>de</strong> todo el mundo en mi venganza. Nadie me ayudará;<br />

pero se estremecerán los hombres al oir la ejecución <strong>de</strong>l <strong>de</strong>signio<br />

que abrigo en mi corazón. A Dios: tu <strong>de</strong>sprecio ha roto el último<br />

vinculo que me ligaba con los hombres, puesto que ni aun siquiera<br />

me queda la esperanza <strong>de</strong>que mis compatriotas se apia<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mis<br />

males.<br />

— Ulrica, dijo Cedric, algo movido á compasión, ¡has podido vivir<br />

en ese abismo <strong>de</strong> crímenes y <strong>de</strong> infortunios; y ahora te das á<br />

ia <strong>de</strong>sesperación, cuando <strong>de</strong>bieras abrir los ojos y eiafregarte al<br />

arrepentimiento!<br />

—Cedric, respondió Ulrica, bien veo que no conoces el corazón<br />

humano. El amor <strong>de</strong>senfrenado <strong>de</strong>l placer, el <strong>de</strong>seo insaciable <strong>de</strong><br />

venganza, el orgullo inseparable <strong>de</strong> la gerarquía en que nací, tales<br />

lian sido los móviles <strong>de</strong> mi conducta: y por cierto que estos venenosos<br />

ingredientes alucinan hartas veces la razón, é imponen silencio<br />

á la voz <strong>de</strong> la conciencia. La vejez no tiene placeres; las arrugas<br />

no tienen influjo, y hasta la venganza muere en impotentes<br />

maldiciones. Entonces es cuando el remordimiento se presenta armado<br />

<strong>de</strong> vívoras; entonces se echa <strong>de</strong> menos lo pasado, y el porvenir<br />

solo ofrece <strong>de</strong>sesperación. Las pasiones se callan y el culpable,<br />

semejante al <strong>de</strong>monio, es víctima <strong>de</strong>l remordimiento, pero no sabe<br />

arrepentirse, 'fus palabras han reanimado mi abatido espíritu. Bien<br />

has dicho: nada es imposible para quien sabe y se atreve á morir-<br />

Tú me, has enseñado el camino <strong>de</strong> la venganza, y yo lo seguiré<br />

hasta el fin. La venganza ha residido cu mi alma con otras pasiones:<br />

<strong>de</strong> hoy mas vivirá sola en ella, y tú mismo dirás que si Ulrica<br />

ha vivido culpable, su muerte fué digna <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> Torquil. Ya<br />

sé que este castillo está sitiado por fuerzas enemigas: date prisa,<br />

diles que estrechen el asedio, y cuando veas on<strong>de</strong>ar una ban<strong>de</strong>ra<br />

roja en la torrecilla <strong>de</strong>l ángulo oriental <strong>de</strong> la fortaleza, entonces<br />

ios sajones pue<strong>de</strong>n pelear sin recelo. Poco les quedará que hacer;<br />

suyos serán estos muros, en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> toda la resistencia que les<br />

opongan los malvados. No pierdas tiempo; sigue tu suerte, que yo<br />

se, la que me aguarda.)»<br />

Cedric hubiera querido saber los pormenores <strong>de</strong>l <strong>de</strong>signio que<br />

fdriea anunciaba <strong>de</strong> un modo tan enfático y terrible; pero en aquel


222 IVAXHOE.<br />

momento se oyó la formidable voz <strong>de</strong> Reginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey.<br />

«¿Dón<strong>de</strong> diablos se oculta este fraile? por mi vida que no le valdrá<br />

ser fraile si viene á sembrar traición entre mis gentes.<br />

—¡Que buen profeta! dijoTJlrica, es una mala conciencia! no te<br />

<strong>de</strong>tengas: sal como puedas <strong>de</strong> sus manos: vuelve á tus sajones.<br />

Que canten el bimno <strong>de</strong> guerra, y que no tar<strong>de</strong>n en venir á consu­<br />

mar el sacrificio.» Dijo, y se escapó por una puerta oculta, al mis­<br />

mo tiempo que Frente-<strong>de</strong>-buey entró en el aposento. Cedric, aun­<br />

que con repugnancia, hizo una profunda reverencia al altanero<br />

barón, á la cual respondió este inclinando ligeramente la cabeza.<br />

«Tus penitentes, padre, dijo, han hecho una larga confesión: y á<br />

fe que lo aciertan, puesto que es la última que han <strong>de</strong> hacer en su<br />

vida. ¿Están dispuestos á morir?<br />

—Aguardan lo peor, dijo Cedric, esplicándose en francés lo menos<br />

mal que podia. Saben que estando en tus manos no tienen que es­<br />

perar misericordia.<br />

—Conozco en tu acento, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que eres sajón.<br />

—Soy, dijo Cedric, <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong> san Withold <strong>de</strong> Hartón.<br />

—Mejor fuera y mas me convendría que fueras Normando, dijo<br />

el barón: pero la necesidad no tiene ley. Tu convento es un nido <strong>de</strong><br />

pájaros dañinos; pero dia llegará en que ni la capucha baste á pro­<br />

teger la canalla sajona.<br />

—Hágase la voluntad <strong>de</strong> Dios, dijo Cedric temblando <strong>de</strong> cólera,<br />

aunque Frente-<strong>de</strong>-buey lo atribuyó á miedo.<br />

—Ya se meflgura, dijo el barón, que ves entrar á mis alabar<strong>de</strong>ros<br />

por las puertas <strong>de</strong>l refectorio; pero si <strong>de</strong>sempeñas el encargo que<br />

voy á darte, pue<strong>de</strong>s estar seguro, y dormir tan tranquilo en tu<br />

celda como el caracol en su concha.<br />

—Manda lo que gustes, dijo Cedric comprimiendo su agitación.<br />

— Sigúeme, dijo el barón, por este pasadizo y saldrás <strong>de</strong>l castillo<br />

por la poterna.»<br />

Vrente-<strong>de</strong>-buey echó á andar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Cedric, instruyéndole<br />

al mismo tiempo en el encargo que intentaba confiarle.<br />

«Y"a ves, fraile, le <strong>de</strong>cia, esa manada <strong>de</strong> marranos sajones que se<br />

han atrevido á presentarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mis almenas. Díles lo que<br />

has visto <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong> estos muros; y no creo que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> oír­<br />

te se <strong>de</strong>tengan mucho tiempo en tan inútil empresa. Toma este pa­<br />

pel; pero antes <strong>de</strong> todo.... ¿Sabes leer?<br />

—Nada, respetable señor, respondió Cedric,


CAPÍTULO XXVII. 228<br />

—Mejor que mejor. Lleva este papel al castillo <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong>Malvoi-<br />

sin; díle que va <strong>de</strong> mi parte, que lo ha escrito Brian <strong>de</strong>Bois-Guilhert<br />

y que le ruego lo envié á York, aunque sea reventando un caballo.<br />

Asegúrale al mismo tiempo que nos encontrará firmes <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

nuestras almenas. ¿No seria una vergüenza que nos intimidase ese-<br />

puñado <strong>de</strong> vagabundos, que tiemblan cuando ven tremolar mis<br />

pendones y oyen relinchar mis caballos? Mucho me alegraría <strong>de</strong><br />

que, echando mano <strong>de</strong> algún artificio los redujeses á permanecer<br />

enfrente <strong>de</strong>l castillo hasta la venida <strong>de</strong> nuestras lanzas. Mi vengan­<br />

za está dispierta, y es como el halcón que no se duerme hasta te­<br />

ner lleno el buche.<br />

—¡Por el santo <strong>de</strong> mi nombre! dijo Cedric, con la energía propia<br />

<strong>de</strong> su carácter, y por todos los santos <strong>de</strong>l calendario que serán obe-<br />

<strong>de</strong>cidas vuestras ór<strong>de</strong>nes! Ni un sajón so ha <strong>de</strong> apartar <strong>de</strong> estas<br />

cercanías si yo puedo ejercer algún influjo en ellos.<br />

—Hola! dijo el barón; parece que mudas <strong>de</strong> tono, y que hablas<br />

como quien no gusta mucho <strong>de</strong> esa gente. ¿No eres tú también <strong>de</strong>i<br />

mismo ganado!»<br />

Cedric no era muy práctico en las artes <strong>de</strong>l disimulo, y algo hu­<br />

biera dado en aquel momento por tener á su disposición alguna <strong>de</strong><br />

las ingeniosas ocurrencias <strong>de</strong> Wamba; pero la necesidad aguza el<br />

entendimiento; y para justificar su enojo echó mano <strong>de</strong>l odio que<br />

<strong>de</strong>bían inspirar á todos los religiosos aquellos malsines <strong>de</strong>scomul­<br />

gados.<br />

«Tienes razón, dijo Frente-<strong>de</strong>-Buey, lo mismo <strong>de</strong>spachan á un<br />

P. Prior queá un villano.<br />

—¡ Hombres <strong>de</strong>salmados! dijo Cedric. •><br />

Frente-<strong>de</strong>-Buey llegó á la poterna, y pasando el foso por una ta­<br />

bla, á una pequeña barbacana que comunicaba con el campo por<br />

medio <strong>de</strong> un portalón fuerte y bien <strong>de</strong>fendido.<br />

«Despáchate, dijo el barón, y si ejecutas bien mi encargo, y vuel­<br />

ves aqui <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos dias, hallarás la carne sajona mas barata<br />

que la <strong>de</strong> javalí en el mercado <strong>de</strong> Sheífield. Parece que eres hombre<br />

<strong>de</strong> buen humor; déjame <strong>de</strong>spachar á estos bellacos, y ven á verme<br />

<strong>de</strong>spués,que te recompensaré.<br />

—Yo te prometo que nos.hemos <strong>de</strong> ver, y pronto; dijo Cedric.<br />

—Vaya eso por ahora, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey poniendo á Cedric<br />

una pieza <strong>de</strong> oro en la mano. Abrió la poterna, y <strong>de</strong>jó salir al fingido<br />

fraile diciéndole: ¡Cuenta con cumplir la palabra queme has dado'


224 IVANHOE.<br />

— Licencia te doy <strong>de</strong> que me arranques el pellejo si cuando te<br />

vuelva á ver no merezco algo mas que el cumplimiento <strong>de</strong> tu amenaza.<br />

«Esto dijo Cedric echando á correr por el campo: y volviéndose<br />

<strong>de</strong> pronto hacia el castillo,arrojó la moneda <strong>de</strong> oro á la puerta escla<br />

mando: «¡Traidor, impío. Satanás cargue contigo y con tu dinero!.)<br />

Frente-<strong>de</strong>-buey oyó, aunque imperfectamente, estas últimas palabras;<br />

mas pareciéndole sospechosa la acción, gritó á dos ballesteros<br />

délas almenas que disparasen algunas flechas al fraile. Arrepintióse<br />

en seguida y revocó la or<strong>de</strong>n, creyendo que el fraile no se<br />

atrevería á <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cerle. » En todo caso, dijo, mas vale tratar <strong>de</strong>l<br />

rescate <strong>de</strong> estos verracos sajones. Hola! ¿Dón<strong>de</strong> está Gil el carcelero"?<br />

Que traiga á mi presencia á Cedric y á su compañero Athelstane ó<br />

como se llama, que hasta los nombres <strong>de</strong> esa gente saben á tocino y<br />

ensucian los labios <strong>de</strong> un normando. Quiero lavarlos mios con vino<br />

como dice el Príncipe Juan. Poned un jarro sobre la mesa <strong>de</strong> la<br />

armería, y conducid allí á los cautivos.»<br />

Los mandatos <strong>de</strong>l barón fueron inmediatamente obe<strong>de</strong>cidos; y al<br />

entrar en aquel gótico aposento, <strong>de</strong> cuyos muros pendían los <strong>de</strong>spojosganadospor<br />

el valor <strong>de</strong> su padre y por el suyo, vio el jarro <strong>de</strong> vino<br />

sobre la enorme mesa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> encina, y á los dos sajones que<br />

acababan <strong>de</strong> entrar, custodiados por cuatro alabar<strong>de</strong>ros. Frente-<strong>de</strong>buey<br />

empezó por refrescarse el paladar con un buen trago: y en<br />

seguida dirigió la palabra á los prisioneros. No echó <strong>de</strong> ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

luego la trasformacion <strong>de</strong> Cedric en su bufón; porque este se habia<br />

calado hasta las cejas el gorro <strong>de</strong> su amo, y porque la pieza estaba<br />

algo oscura: a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que el barón no habia examinado jamás<br />

atentamente las facciones <strong>de</strong> Cedric, creyendo que se <strong>de</strong>gradaba<br />

su dignidad si fijaba la vista en el rostro <strong>de</strong> un sajón; así que, al<br />

principio <strong>de</strong> la entrevista no concibió la menor sospecha <strong>de</strong> la fuga<br />

<strong>de</strong> su principal enemigo.<br />

«Valientes paladines! dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, ¿qué tal os sienta el<br />

aire <strong>de</strong> este castillo? ¿Os acordáis <strong>de</strong> la insolencia y <strong>de</strong> la altanería<br />

conque os portasteis en el banquete <strong>de</strong> un príncipe déla casa <strong>de</strong>.<br />

Anjou? ¿Cuándo merecisteis vosotros sentaros á la mesa <strong>de</strong>l prin<br />

cipe Juan? ¡Por Dios y por san Dionisio que si no estrujáis las bolsas<br />

hasta el último bizante, habéis <strong>de</strong> estar colgados por los pies ó<br />

las rejas <strong>de</strong>l castillo hasta que os hayan comido los cuervos! Vamos,<br />

esplicaos: ¿Cuánto dais por vuestros indignos pellejos? ¿Qué dices<br />

tú, viejo <strong>de</strong> Rotfcerwood?


CAPÍTULO sxvi 1<br />

. 225<br />

—Yo no doy inedia blanca por mi persona, dijo Wamba; y en<br />

maído á colgarme por los pies, lias <strong>de</strong> eaber que <strong>de</strong>sd'e que me<br />

pusieron el primer capillo en la cabeza, tengo según dicen trasfornados<br />

los cascos; y pue<strong>de</strong> ser que con la colgadura vuelvan á<br />

su sitio natural.<br />

—¡Santa Genoveva! esclamó Frente-<strong>de</strong>-buey: ¿quién es este que<br />

habla?»<br />

Y al <strong>de</strong>cir esto, quitó el gorro <strong>de</strong> Cedric <strong>de</strong> ia cabeza <strong>de</strong> Wamba,<br />

y <strong>de</strong>scubrió en el cuello la argolla <strong>de</strong> plata que indicaba su condi­<br />

ción <strong>de</strong> siervo.<br />

«¡ Gil, Clemente, perros vasallos! esclamó furioso el normando.<br />

;. quién es este que me habéis traído?<br />

— Yo os lo diré, respondió Bracy, que entró á la sazón. Este es<br />

el bufón <strong>de</strong> ('edric, que pegó tan terrible chasco á Isaac <strong>de</strong> Yole en<br />

el torneo.<br />

—No importa, respondió Frente-<strong>de</strong>-buey: los dos colgarán <strong>de</strong><br />

ana misma cuerda, á menos que Cedric y este marrano <strong>de</strong> Coliingsburgh<br />

paguen cuanto se les ha <strong>de</strong>jado poseer hasta ahora: y<br />

no solo esto, sino que nos han <strong>de</strong> quitar <strong>de</strong> eii frente ese enjambre<br />

<strong>de</strong> malvados; y han <strong>de</strong> firmar una renuncia formal <strong>de</strong> sus privilegios,<br />

obligándose á vivir <strong>de</strong> hoy mas como nuestros siervos y vasallos.<br />

¡ Id, dijo á dos <strong>de</strong> sus guardias que estaban á la puerta,<br />

traedme al verda<strong>de</strong>ro Cedric, y os perdono por esta vez vuestra<br />

equivocación; a<strong>de</strong>más que no hay mucha diferencia entre un loco y<br />

•m hidalgo sajón.<br />

—Cierto es, respondió Wamba: pero vuestra sabiduría ignora<br />

|ue han quedado mas locos que hidalgos en el. castillo.<br />

—¿Qué dice este maja<strong>de</strong>ro? dijo el barón á los guardias, los cuales<br />

en sus miradas daban áenten<strong>de</strong>r que si aquel no era el verdaiero<br />

Cedric, no habia quedado otro en el aposento que le había ser-<br />

. ¡do <strong>de</strong> prisión.<br />

¿Qué quieres apostar, dijo Bracy, que Cedric ha tomado las <strong>de</strong><br />

.illadiego con la túnica <strong>de</strong>l fraile?<br />

Bestia, <strong>de</strong> mí, dijo Frentc-<strong>de</strong>-buey: yo mismo le abrí la po-<br />

rema y le di libertad con mis manos. Bien está, señor bufón;<br />

tu locura ha podido mas que la vigilancia <strong>de</strong> estos animales que<br />

me sirven: pero, una vez que te gusta el estado religioso, yo<br />

te daré las ór<strong>de</strong>nes sagradas, y te pondré como nuevo. Hola, ar­<br />

rancad áese tunante el pellejo <strong>de</strong> la cabeza, y cebadlo <strong>de</strong> las alme-<br />

13


226 IVANHOE.<br />

ñas abajo. Tu oficio es chancear. ¿Tienes gana <strong>de</strong> chancear ahora?<br />

—Digo, respondió "Wamba, sin que turbase su buen humor e]<br />

aspecto <strong>de</strong> la muerte, digo que tus hechos valen masque tus pala<br />

bfás; pues en lugar <strong>de</strong> hacerme simple religioso me das el birrete<br />

encarnado, que es distintivo <strong>de</strong> Car<strong>de</strong>nal.<br />

— Va Aeo, dijo Bracy, que quiere morir en su oficio. Dejadlo vivir,<br />

Frente <strong>de</strong> buey. Mas vale que se venga conmigo, y sirva <strong>de</strong>.<br />

diversión ¡i mis lanceros. ¿Que dices á esto, bufón?<br />

—Digo, respondió Wamba, que tengo una argolla al cuello, v<br />

que no puedo quitármela sin permiso <strong>de</strong> mi amo.<br />

—La lima normanda, d-ijo Frente-<strong>de</strong>-buey, sabe romper las argolláis<br />

sajonas.<br />

— Y aun por eso, dijo Wamba, queremos tan sinceramente nosotros<br />

los sajones á vosotros los normandos. Vuestras sierras cortan<br />

nuestras encinas, vuestro yugo oprime nuestros cuellos, vuestras<br />

cucharas agotan nuestro potaje. ¿Cuándo querrá Dios que salga<br />

mos <strong>de</strong> una vez <strong>de</strong> vuestras uñas?<br />

—Bien haces, Bracy, en divertirte con los disl ales <strong>de</strong> este necio,<br />

cuando estamos amenazados por todas partes. ¿Xo ves que se han bur<br />

lado <strong>de</strong> nosotros, y que nuestra proyectada comunicación con núes<br />

tros amigos ha sido frustrada por este mismo á quien quieres protejer?<br />

¿Qué po<strong>de</strong>mos aguardar si no es un ataque general y pronto.'<br />

—Vamos pues á las murallas, dijo <strong>de</strong> Bracy. ¿Me has visto alguna<br />

vez <strong>de</strong>tenerme cuando llega la ocasión <strong>de</strong> dar y recibir golpes ?Ven<br />

ga también el Templario, y pelee por su vida, como ha peleado antes<br />

por su or<strong>de</strong>n. Haz tú lo que puedas con tu gente, y yo os ayudaré<br />

en cuanto esté á mis alcances; y aseguro que tan fácilmente escala<br />

rán los sajones este castillo como las nubes. Si queremos tratar con<br />

los bandidos,¿porqué no emplearemos la mediación <strong>de</strong> este buen hidalgo,<br />

que con tan <strong>de</strong>vota atención está contemplado el jarro <strong>de</strong> v i<br />

no? Vamos, sajón, dijo á Athelstane, presentándole una copa <strong>de</strong> vi<br />

no, refréscate el gaznate con este soberano licor, y dinos qué es lo<br />

que pue<strong>de</strong>s hacer para conseguir tu libertad.<br />

—Lo que un hombre pue<strong>de</strong> hacer, respondió Athelstane, con tal<br />

<strong>de</strong> que no sea lo que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>shonrarlo. Dejadme ir libre con mis<br />

compañeros, y pagaré un rescate <strong>de</strong> mil marcos.<br />

—Y a<strong>de</strong>más, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, nos has <strong>de</strong> asegurar la retira<br />

da <strong>de</strong> esa vil canalla, que asedia el castillo contra todas las leyes<br />

divinas} humanas.


CAPÍTULO XXVII. 227<br />

—11«ró cuanto pueda, repuso Athelstane, y creo que ¡o consegro*<br />

ti-, a<strong>de</strong>más que Cedric me ayudará en la empresa.<br />

— listamos <strong>de</strong> acuerda, dijo Erente-<strong>de</strong>-buey: tú y ios luyes que­<br />

dareis, en libertad, y hebra paz entre nosotros, por tales mil mar'-<br />

cOo <strong>de</strong> plata, lisióos una, friolera, sajón, y bien pue<strong>de</strong>s agra<strong>de</strong>cería<br />

mo<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> la <strong>de</strong>manda, Pero cuenta que el judio no entra cu<br />

el irado.<br />

— Ni la judia tampoco, dijo ürian <strong>de</strong> iíois-tíuübert, que ala sa­<br />

zón entraba cu el aposento.<br />

— Ninguno ilc ¡os dos, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, ,-on <strong>de</strong> la comitiva do­<br />

los dos sajones.<br />

— A<strong>de</strong>más, dijo Athelstane, que yo seria, indigno <strong>de</strong>l nombre-<strong>de</strong><br />

cristiano.si tuviera roce alguno con un ¡ierro <strong>de</strong> esta secta.<br />

—Ni tampoco, dijo el hurón, se incluye en el tratado ese bufón,-á-j<br />

quien guardo en mi po<strong>de</strong>r,para que sirva <strong>de</strong> ejemplo á todos los que •<br />

quieran,usar <strong>de</strong> chanzas pesadas conmigo.<br />

—Ni el rescate compren<strong>de</strong> tampoco á lady. Rowena. dijo Braoyi.<br />

que es la parte que me toca en el botín, y no estoy do humor dé.<strong>de</strong>jarla<br />

ir tan fácilmente d¡ entre las manos.<br />

—hady líowena, dijo Athelstane con noble arrogancia,.es la prometida<br />

esposa <strong>de</strong> Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh; y Athelstane <strong>de</strong> Oenipgsburgh<br />

se <strong>de</strong>jará tirar antes por cuatro caballos furiosos, que<br />

salir <strong>de</strong> este castillo sin {.esta, ilustre dama. El siervo Wamba ha, salvado<br />

boy la .vida <strong>de</strong> Cedric, á. quien miro como padre, y yo quien* •<br />

per<strong>de</strong>r la vida antes que se le toque á un cabello.<br />

—¡Tu.prometida esposa! ¡Lady Rowena esposa <strong>de</strong> un esclavo'..esclamó<br />

<strong>de</strong> bracy. Sajón, tú has soñado que estás todavía en los tiempos<br />

<strong>de</strong> san Eduardo el confesor. Dígote, sí no lo sabes.que losprín-.<br />

cipes <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Anjou no dan esa clase <strong>de</strong> pupilas, úhombres<strong>de</strong>e<br />

tu alcurnia.<br />

—Mi alcurnia., altivo Normando, respondió Aílieistane, proviene<br />

iie un manantial algo mas puro y antiguo que la <strong>de</strong> un vagabundo<br />

francés, que solo vive vendiendo la sangre <strong>de</strong> ios ladrones que se<br />

'alistan bajo el trapo <strong>de</strong> su pendón. Leyes fueron mis .antepasado» •<br />

uertesen campaña, y sabios en consejo: y festejaban en sus salones<br />

á tantos centenares <strong>de</strong> maguabas, cuantos tú pue<strong>de</strong>s contar •<br />

<strong>de</strong>rrotados lanceros en tu escuadrón; reyes cuyos nombres han sido<br />

encomiados por los poetas, cuyas leyes han sido conservadas<br />

por los doctos; reyes, cuyos huesos fueron enterrados en medio <strong>de</strong>>•


228 IVAKHOK.<br />

las oraciones <strong>de</strong> los santos, y sobre cuyas tumbas se lian edificado<br />

monasterios.<br />

—Me alegro, <strong>de</strong>Braey, dijoFrente-<strong>de</strong>-buey,que miraba con satisfacción<br />

el bochorno <strong>de</strong>l aventurero: el sajón no se muer<strong>de</strong> la lengua.<br />

—Justo es, dijo Bracy, que tenga la lengua suelta quien tiene<br />

los brazos atados. Diga lo que quiera, no por eso eonsiguirá la libertad<br />

<strong>de</strong> lady Rovena.»<br />

Athelstane, que acababa <strong>de</strong> pronunciar uno <strong>de</strong> los mas largos<br />

discursos que habian salido <strong>de</strong> sus labios en toda su vida, no replicó<br />

á las nuevas injurias <strong>de</strong>l Normando: pero la conversación fué interrumpida<br />

por la llegada <strong>de</strong> un criado, con el aviso <strong>de</strong> que un fraile<br />

estaba en la poterna, y pedia entrada en el castillo.<br />

—Por san Benito, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey ¿tendremos aquí otro impostor,<br />

ó un fraile real y verda<strong>de</strong>ro? Registradlo antes <strong>de</strong> abrirle<br />

la puerta: porque si introducís aquí otro disfrazado, juro por los<br />

cielos que os he <strong>de</strong> mandar sacar los ojos, y habéis <strong>de</strong> morir con las<br />

plantas <strong>de</strong> los pies en un brasero encendido.<br />

—Descargad sobre mí toda vuestra cólera, dijo Gil el carcelero,<br />

si este no es un verda<strong>de</strong>ro religioso. Vuestro escu<strong>de</strong>ro Jocelyn le<br />

conoce, y yo aseguro que es Fr. Ambrosio, lego asistente <strong>de</strong>l Prior<br />

<strong>de</strong> Jorvaulx.<br />

—Que entre al instante, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, pues sin duda nos<br />

trae noticias interesantes. El diablo anda suelto estos dias por todos<br />

estos alre<strong>de</strong>dores. Elevaos estos prisioneros; y tú, sajón, piensa en<br />

lo dicho.<br />

—Reclamo, dijo, un cautiverio honroso, con la <strong>de</strong>bida asistencia<br />

cual correspon<strong>de</strong> á mi gerarquía, y al que está tratando <strong>de</strong> su rescate.<br />

A<strong>de</strong>más, requiero al mejor <strong>de</strong> entre vosotros que me responda<br />

cuerpo á cuerpo y con las armas en la mano, por esta agresión contra<br />

mi libertad. Va te he enviado este <strong>de</strong>safío por tu maestresala, y<br />

no he recibido respuesta. Aquí está mi guante.<br />

—Yo no respondo, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, al <strong>de</strong>safío <strong>de</strong> un prisionero,<br />

ni tú <strong>de</strong>bes aceptarlo tampoco, Bracy. Gil, cuelga el guante<br />

<strong>de</strong> este Sajón <strong>de</strong> una escarpia <strong>de</strong>l castillo: allí quedará hasta que<br />

sea hombre libre. Si lo pi<strong>de</strong> antes, ó si quiere alegar que ha sido<br />

hecho prisionero villanamente ó á traición, se las enten<strong>de</strong>rá con -<br />

migo, que soy hombre que no me niego á pelear á pié ni á caballo,<br />

mucho menos con él, aunque traiga en pos á todos los vasallos sa<br />

jones <strong>de</strong> sus estados.»


CAPÍTULO XXVII 229<br />

Los guardias se llevaron á los prisioneros, y al mismo tiempo<br />

entró Fr. Ambrosio, cuyo aspecto <strong>de</strong>notábala mayor turbación.<br />

—lísteos el verda<strong>de</strong>ro Pax'coUscum, dijo Wamba al pasar junto<br />

ai fraile, todos los <strong>de</strong>más lian sido moneda falsa.<br />

—¡"Dios mió do mi alma! dijo Fr. Ambrosio, al verse en presencia<br />

<strong>de</strong> los dos normandos. ¿Estoy al fin entre cristianos?<br />

—Estás seguro, dijo Bracy; aquí tienes á Keginaldo Frente-<strong>de</strong>buey,<br />

que nada aborrece tanto como á un judío; y al caballero<br />

Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que tiene por oficio matar agarenos. Si<br />

estas no son buenas señales, digo que no sé don<strong>de</strong> las hallarás<br />

mejores.<br />

— Va veo que estoy entre amigos y aliados <strong>de</strong> nuestro reverendo<br />

1'. Yymer. prior <strong>de</strong> Jorvaulx, dijo el fraile, sin hacer caso <strong>de</strong>l tono<br />

burlón con que le habia hablado Bracy: como tales, le <strong>de</strong>béis asistencia<br />

<strong>de</strong> caballeros, y caridad <strong>de</strong> cristianos.<br />

— Dejémonos <strong>de</strong> preámbulos, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y dinos tú lo<br />

que tienes que <strong>de</strong>cir: y sea pronto, que no estamos ahora para per<strong>de</strong>r<br />

el tiempo.<br />

— María Santísima , dijo Fr. Ambrosio, ¡cuan pronto se encien<strong>de</strong>n<br />

en cólera estos seglares ! Sabed pues que unos bandidos <strong>de</strong>salmados,<br />

sin temor á Dios, y sin respeto á nuestra religión...<br />

— Fraile, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, dinos en plata si el Prior está en<br />

manos <strong>de</strong> los bandoleros, ó que le ha sucedido.<br />

— Seguramente , dijo Ambrosio , está en manos <strong>de</strong> esos hombres<br />

<strong>de</strong> Bella!, que infestan los bosques do estas cercanías.<br />

— Tú que no pue<strong>de</strong>s , llévame á cuestas, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey<br />

volviéndoso á sus compañeros.<br />

— ¡ Con qué en lugar <strong>de</strong> darnos socorro el Prior, nos lo pi<strong>de</strong>!<br />

Buenos estamos para sacar <strong>de</strong> apuros á su reverencia. Y en dos palabras<br />

¿ qué es lo que el Prior quiere <strong>de</strong> nosotros?<br />

—< 'on vuestro perdón, dijo fray Ambrosio, habiendo sido impuestas<br />

manos violentas en mi reverendo prelado, y habiéndose atrevido<br />

esos hombres <strong>de</strong> Bolial á <strong>de</strong>spojarlo <strong>de</strong> sus ropas y alhajas, y <strong>de</strong><br />

doscientos mareos <strong>de</strong> oro tino y puro, y exigido a<strong>de</strong>más mayor cantidad<br />

por su rescate ; por tanto, el reverendo padre espera que vosotros,<br />

como sus leales amigos, facilitéis esta suma, ó acudáis á libertarlo<br />

con vuestras armas, según mejor os lo dicte vuestra pru<strong>de</strong>ncia.<br />

—¿Quién ha dicho á tu amo, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que un barón


230 IVANHOE.<br />

normando afloja la bolsa para rescatar á un fraile? ¿Y cómo po<strong>de</strong>mos<br />

emplear nuestras armas en su <strong>de</strong>fensa, cuando á cada instante<br />

estamos aguardando que nos asalten esos foragidos?<br />

— De eso iba á hablar, dijo fray Ambrosio ; pero vuestraprecipitacionrme<br />

ha cortado el hilo ; a<strong>de</strong>más que soy viejo, y este lance me<br />

ha trastornado el sentido. Os diré, pues, que ya se acercan á vuestras<br />

murallas.<br />

— Alas almenas, dijo llracy, y veamos qué es lo que intentan :<br />

:y al <strong>de</strong>cir esto abrió una ventana que daba á la fortaleza estorior y<br />

hamo inmediatamente á sus dos compañeros. «Por san Dionisio que<br />

el anciano tiene razón. Manteletes traen y pavosos , y los flecheros<br />

que se divisan en el bosque forman una nube <strong>de</strong>nsa que amenaza<br />

borrasca.»<br />

Keginaldo Frentc-<strong>de</strong>-buey miró también por la ventana , y en<br />

seguida tocó la trompeta , y mandó congregar toda su gente.<br />

« Bracy , dijo, cuida <strong>de</strong> la parto <strong>de</strong> oriente. Noble Brian . tú entien<strong>de</strong>s<br />

el" ataque y la. <strong>de</strong>fensa, y estarás mejoren la parte opuesta:<br />

yo tomo á mi cargo la barbacana : pero no nos lijemos en un punto<br />

solo ; acudamos á don<strong>de</strong> sea mayor la necesidad, y con nuestra<br />

presencia escitemos el valor <strong>de</strong> los nuestros, don<strong>de</strong> quiera que sea<br />

mas fuerte el ataque. Somos pocos, pero la actividad y el valor suplirán<br />

el número, puesto que los que nos atacan son villanos sin<br />

jefe y sin disciplina.<br />

— Pero, nobles caballeros, esclamó fray Ambrosio, en medio <strong>de</strong>l<br />

alboroto y confusión que ocasionaban aquellos preparativos <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa,<br />

¿ no habrá ninguno entre vosotros que quiera oír el mensaje<br />

<strong>de</strong>l reverendo padre. Aymer . prior <strong>de</strong> .Torvaulx ? oidme por Dios,<br />

noble sir B.eginaldo.<br />

— Dirigid vuestras plegarias al cielo , dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que<br />

sn la tierra poco tiempo tenemos <strong>de</strong> escucharos. Anselmo , pronto,<br />

aceite y pez hirviendo , para bautizar á los primeros que se acerquen.<br />

Que no pierdan tiro los ballesteros. Bnarbolad mi ban<strong>de</strong>ra<br />

sobre la puerta: pronto sabrán esos infames que las tienen que haber<br />

conmigo.<br />

— Pero, noble señor, continuó el fraile , perseverando en su intento<br />

do que le prestasen atención, consi<strong>de</strong>rad mi voto <strong>de</strong> obediencia,<br />

y que á la hora esta no he <strong>de</strong>sempeñado el encargo <strong>de</strong> mi superior.<br />

—Dejadme en paz, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y retiraos cuanto antes.-


CAPÍTULO XXVIII. 231<br />

Kl Templario había estado observando los movimientos <strong>de</strong> los sitiadores,<br />

con alguna mas atención que sus insensatos compañeros.<br />

Por la or<strong>de</strong>n que profeso, dijo, que estos hombres se acercan con<br />

¡ñas disciplina que la que yo aguardaba. Mirad como saben aprovechar<br />

las <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l terreno, y ponerse á cubierto <strong>de</strong> los tiros<br />

<strong>de</strong> las ballestas. No distingo ban<strong>de</strong>ra ni pendón, y sin embargo<br />

apuesto mi ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro á que los dirige algún noble caballero ú<br />

'itm guerrero diestro en esta clase do ataques.<br />

— Si no me engaño , dijo Bracy, so columbra entre la turba un<br />

crestón <strong>de</strong> caballero, y el resplandor <strong>de</strong> una armadura. ¿ No veis á<br />

un hombro alto, con armas negras, que parece ocupado en distribuir<br />

la gente y arreglarla? Por san Dionisio, que os el Negro Holgazán,<br />

que echó al suelo ¡í 1'rente-<strong>de</strong>-buey en el torneo <strong>de</strong> Ashby.<br />

—Tanto mejor, dijo el liaron, pues viene á que le dé el <strong>de</strong>squite.<br />

Vlgun pájaro <strong>de</strong> cuenta <strong>de</strong>be ser, puesto que no se atrevió á reclamar<br />

el premio que <strong>de</strong>bió al acaso. Parece que no es hombre epue<br />

gusta <strong>de</strong> acompañarse con gente <strong>de</strong> forma, y por Dios que me alegro<br />

<strong>de</strong>. verle entre tan ruines combatientes.»<br />

tas <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> inmediato ataque que por todas partes hacia<br />

ei enemigo, obligaron á los caballeros aponer término á la conversación.<br />

Cada uno <strong>de</strong> ellos acudió al puesto que se le había <strong>de</strong>signado,<br />

á la cabeza <strong>de</strong> las fuerzas <strong>de</strong> que no podían disponer ; y<br />

aunque estas no bastaban á la <strong>de</strong>fensa déla fortificación, los candidos<br />

aguardaron con serenidad el asalto que les amenazaba.<br />

CAPITULO XXVIII.<br />

Debemos retroce<strong>de</strong>r con nuestra historia, para poner en noticia<br />

<strong>de</strong> los lectores algunos hechos que <strong>de</strong>ben tener presentes, á fin <strong>de</strong>,<br />

enten<strong>de</strong>r los que siguen. Ya habrán adivinado los mas discretos<br />

que cuando el caballero <strong>de</strong> Ivanhoo cayó <strong>de</strong>smayado á los pies <strong>de</strong><br />

lady líowena, y parecía abandonado <strong>de</strong> todo el mundo, <strong>de</strong>bió so­<br />

corro y asistencia á la hermosa judia Rebeca, y es <strong>de</strong> suponer que<br />

solo á fuerza <strong>de</strong> impunida<strong>de</strong>s podría conseguir esta <strong>de</strong> su padre que<br />

d caballero fuese conducido á la casa que el viejo había tomado en<br />

ios arrabales <strong>de</strong> Ashby.


232 iVANHOK.<br />

No hubiera sido difícil inducir á Isaac á dar este paso en otras<br />

circunstancias, porque era naturalmente agra<strong>de</strong>cido , y no carecía<br />

<strong>de</strong> sentimientos humanos ; pero luchaban con sus buenos <strong>de</strong>seos<br />

las preocupaciones y la timi<strong>de</strong>z, propias <strong>de</strong> la situación en que<br />

los judíos se hallaban entonces en Inglaterra : y estos fueron los<br />

gran<strong>de</strong>s obstáculos que tuvo que vencer su hija.<br />

«Santo Abraham. <strong>de</strong>cía Isaac, sin duda es un buen joven , y yo<br />

no puedo mirar sin <strong>de</strong>rramar lágrimas la sangre que salía, por e'<br />

finísimo peto <strong>de</strong> acero. Pero ¡ traerlo á nuestra propia casa ! Mu<br />

chacha ¿estás en tus cinco sentidos? ¿No sabes que es cristiano y<br />

que nuestra ley nos prohibe habitar con ellos,salvo cuando redro»<br />

da en bien <strong>de</strong> nuestro comercio ?<br />

—No digáis eso, padre mío. respondió Rebeca ; no nos es perim<br />

tido mezclarnos con los cristianos en convites y diversiones ; per'<br />

cuando el cristiano yace en la miseria y el abandono, entonces e*<br />

hermano <strong>de</strong>l hebreo-<br />

—Quisiera, dijo Isaac, saber sobro "sta materia la opinión <strong>de</strong>l ra<br />

bino Jacob Ben Tu<strong>de</strong>la; sin embargo, no <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>jar que el buen<br />

mancebo perezca, por falta <strong>de</strong> asistencia. Di á Seth y á líuben qui<br />

le lleven á Ashby.<br />

—De ningún modo, dijo Rebeca ; mejor será que vaya en mi !i<br />

tera, y yo montaré uno <strong>de</strong> los palafrenes.<br />

—Eso seria esponerte & las risas y á los insultos <strong>de</strong> estos perros<br />

Ismaelitas,» dijo Isaac, dirigiendo sus miradas suspicaces á la tur<br />

ba <strong>de</strong> caballeros, y escu<strong>de</strong>ros. Pero Rebeca, firme en su propósito,,<br />

estaba ya ocupándose en dar las ór<strong>de</strong>nes necesarias para ponerlo<br />

en ejecución. Isaac la agarró por el brazo <strong>de</strong> pronto , diciéndole<br />

«Por las barbas <strong>de</strong> Varón , que no hemos pensado en io principa!<br />

Si este joven se nos muere en las manos ¿sabes cuales serán las<br />

consecuencias ? Que nos achacarán esta <strong>de</strong>sgracia, y nos harán pe<br />

dazos.<br />

—No morirá, dijo Rebeca, procurando <strong>de</strong>sasirse <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> so,<br />

padre, si cuidamos do sus heridas; pero morirá si le abandonamos,<br />

y seremos responsables <strong>de</strong> su vida á Dios y á los hombres.<br />

—Eso no, repuso Isaac: tanto me duelen las gotas <strong>de</strong> sangre que.<br />

vierten <strong>de</strong> su herida, como si fueran bizantes <strong>de</strong> oro que cay (-sen <strong>de</strong><br />

mi bolsa. Gracias á las lecciones <strong>de</strong> Miriam, bija <strong>de</strong>l Rabino Manases<br />

<strong>de</strong> Bizancio, eres diestra en el arte <strong>de</strong> curar y en las virtu<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> las yerbas y- <strong>de</strong> los elixires, Por tanto . haz lo que te dicte í-


CAPÍTULO xxvui. 233<br />

buen corazón; eres una joven cumplida, la bendición <strong>de</strong> tu padre y<br />

el cántico <strong>de</strong> alegría <strong>de</strong> tu casa y <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> mis abuelos.»<br />

Sin embargo, no eran infundados los temores <strong>de</strong>l hebreo. La generosa<br />

y agra<strong>de</strong>cida Rebeca se espuso, en su regreso á Asbby , 6<br />

las audaces miradas <strong>de</strong>l Templario Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, el cual<br />

volvió atrás dos ó tres veces para contemplar á sus anchas la hermosura<br />

<strong>de</strong> ía judía. Ya hemos visto las consecuencias déla impresión<br />

que hizo en su alma corrompida, y el acci<strong>de</strong>nte que le facilitó<br />

la ocasión <strong>de</strong> apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> la que habia <strong>de</strong>stinado á ser victima <strong>de</strong><br />

su <strong>de</strong>senfreno.<br />

lícheca no perdió tiempo en la ejecución <strong>de</strong> su <strong>de</strong>signio. ívanhoe<br />

fué ¡levado por or<strong>de</strong>n suya á la casa que Isaac habia tomado á<br />

ias puertas <strong>de</strong> Asbby, y ella misma examinó y vendó las heridas<br />

<strong>de</strong>l caballero. Todos los que han leido las crónicas y romances <strong>de</strong><br />

los tiempos <strong>de</strong> la edad media saben que las mujeres eran muy<br />

diestras y entendidas en la prácticas <strong>de</strong> la cirugía, y que los paladines<br />

confiaban generalmente la cura <strong>de</strong> sus heridas á la misma<br />

dama cuyos ojos les habían atravesado el corazón.<br />

hos judíos do ambos sexos poseían y pacticaban la medicina en<br />

todos sus ramos, y los Monarcas y los Barones mas po<strong>de</strong>rosos, en<br />

caso <strong>de</strong> acci<strong>de</strong>nte y <strong>de</strong> enfermedad, tenían siempre á la cabecera <strong>de</strong><br />

la cama algún docto anciano do aquel pueblo <strong>de</strong>spreciado. La opinión<br />

gcn< ral atribuía á los hebreos un conocimiento profundo en<br />

las ciencias ocultas, y particularmente en el arte cabalística, cuyo<br />

nombre y origen provenían <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> los sabios <strong>de</strong> Israel. Los<br />

rabinos no negaban su conocimiento en lasarles sobrenaturales:<br />

circunstancia (¡nono aumentaba el odio , pero que disminuía eJ<br />

<strong>de</strong>sprecio con que eran umversalmente mirados.<br />

( n mago judío era tan execrable á los ojos <strong>de</strong> la muchedumbre<br />

come' un usurero <strong>de</strong> la misma nación ; pero nadie se burlaba <strong>de</strong>l<br />

primero, y todos lo hacían <strong>de</strong>l segundo. Es a<strong>de</strong>más probable, envista<br />

<strong>de</strong> la prodigiosas curas que <strong>de</strong> los judíos se refieren, que poseían<br />

secretos propios <strong>de</strong> su nación , y que, los ocultaban escrupulosamente<br />

<strong>de</strong> los cristianos, <strong>de</strong> quienes <strong>de</strong>sconfiaban.<br />

La hermosa Rebeca habia aprendido en su niñez las prácticas<br />

tradicionales <strong>de</strong> su gente ; pero, dotada <strong>de</strong> un ingenio penetrante<br />

y <strong>de</strong> un espíritu observador, las halda perfeccionado <strong>de</strong> un modo<br />

superior á lo que pedia esperar <strong>de</strong> su edad, <strong>de</strong> su sexo, y aun <strong>de</strong> la<br />

época en que vivía. Habia tenido por maestra ala hija <strong>de</strong> unce-


234 IVANHOE.<br />

ieb're rabino, la cual, en prueba <strong>de</strong>l entrañable amor que profesaba<br />

á Rebeca, la babia hecho <strong>de</strong>positaría <strong>de</strong> los secretos y recetas que<br />

su padre le había comunicado poco antes <strong>de</strong> morir. La <strong>de</strong>sgraciada<br />

Mariam fué víctima <strong>de</strong>l fanatismo <strong>de</strong> aquellos tiempos ; pero su<br />

inteligente discípula conservaba cuidadosamente el tesoro <strong>de</strong> su<br />

saber.<br />

Rebeca, que á su notable hermosura reunía tan estraordinaria<br />

habilidad, era el objeto <strong>de</strong> la veneración <strong>de</strong> los judíos <strong>de</strong> su tribuios<br />

cuales la consi<strong>de</strong>raban como una <strong>de</strong> aquellas mujeres favorecidas<br />

por la divinidad, <strong>de</strong> quienes habla


CAPÍTULO xxvm. 235<br />

favores que el Dios <strong>de</strong> Israel nos conce<strong>de</strong>, ora sean monedas <strong>de</strong> oro<br />

y plata, ora virtu<strong>de</strong>s y recetas medicinales, no <strong>de</strong>ben prodigarse á<br />

volitas y á locas. Cosas son estas <strong>de</strong> que solo <strong>de</strong>ben gozar aquellos<br />

a quienes la Provi<strong>de</strong>ncia las ha dispensado. Y en cuanto á ese, que<br />

ios nazarenos llaman < 'orazon <strong>de</strong> León, si supiera mis negocios cbn<br />

su hermano, mas me valiera caer en manos <strong>de</strong> un león <strong>de</strong>ldumea<br />

que en las suyas. Por tanto me someto á tus consejos, y ese buen<br />

mancebo irá con nosotros ,-í casa, y podrá estar en ella como en la<br />

suya propia hasta que se curo <strong>de</strong> su herida. Y si Corazón <strong>de</strong> León<br />

vuelve á Inglaterra, como ya lo susurra la gente, nuestro huésped<br />

será para mí un muro <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa (pie me preserve <strong>de</strong> los males que<br />

¡Hiedan amenazarme. Si no vuelve, Ivanboe podrá fácilmente<br />

pagarme los gastos que me ocasiona, con los <strong>de</strong>spojos que gane su<br />

valor, como ha hecho en el último torneo. Ks un buen muchacho;<br />

•umple la palabra que da; restituye lo que se le presta, y socorre<br />

al israelita en medio <strong>de</strong> los ladrones y <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Belial.»<br />

Ivanboe volvió en sí cuando ya iba cerrando la noche. Dispertó<br />

<strong>de</strong> un sueño agitado con aquella confusión <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as que naturalmente<br />

sigue ¡i la. completa insensibilidad. Durante mucho tiempo<br />

le fué imposible traer á la memoria las circunstancias que habían<br />

precedido á su <strong>de</strong>smayo, y ligar la ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> sucesos que le habían<br />

ocurrido el dia anterior. Sentía el dolor <strong>de</strong> la herida y un<br />

extraordinario abatimiento; á lo cual se unían en su imaginación<br />

i<strong>de</strong>as confusas <strong>de</strong> golpes y estocadas, <strong>de</strong> encuentros <strong>de</strong> caballos y<br />

gañeres, y la polvareda, y el ruido <strong>de</strong> las armas, y la gritería y<br />

alboroto <strong>de</strong> una pelea encarnizada. Hizo un esfuerzo para levantar<br />

la cortina <strong>de</strong> su cama, y lo consiguió, aunque sintiendo al mismo<br />

tiempo un dolor agudo.<br />

Hallóse con gran sorpresa suya en un aposento magnifleamente<br />

amueblado; pero como vio cojines en lugar <strong>de</strong> sillones y otros<br />

adornos <strong>de</strong>l gusto oriental, casi llegó á creer que durante su sueño<br />

habia sido trasportado otra vez á la tierra <strong>de</strong> Palestina. Aumentóse,<br />

su sorpresa cuando se alzó un lienzo <strong>de</strong> la tapicería, y<br />

vio entrar una mujer ricamente vestida á la manera <strong>de</strong> Levante,<br />

seguida por un criado <strong>de</strong> color algo mas oscuro que el trigueño.<br />

Cuando el caballero iba á dirijir la palabra á la hermosa aparición,<br />

la judía le hizo seña <strong>de</strong> que guardase silencio, colocando el<br />

<strong>de</strong>do sobre sus labios <strong>de</strong> rubí; el criado se acercó al enfermo, le<br />

<strong>de</strong>scubrió el costado, y Kebeca examinó el vendaje y pareció sa-


23i¡ IVANMOK.<br />

fcisfecha <strong>de</strong>l estado déla herida. Hizo todo esto con tanta senei<br />

Hez, majestad y mo<strong>de</strong>stia, que aun en tiempos mas civilizados,<br />

nadie hubiera osado criticar su conducta como in<strong>de</strong>corosa ni impropia<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su sexo. Ivanhoe no vio en ella la mujei<br />

caritativa que se emplea en aliviar los males <strong>de</strong> sus semejantes,<br />

sino un ser i<strong>de</strong>al que baja á la tierra para <strong>de</strong>tener con sobrenatu<br />

ral po<strong>de</strong>r el golpe do la muerte. Rebeca dio algunas ór<strong>de</strong>nes en<br />

hebreo á su criado; y este, que la servia en semejantes ocasiones,<br />

la obe<strong>de</strong>ció con puntualidad.<br />

Los acentos <strong>de</strong> una lengua estrada en los labios <strong>de</strong> la hermosa<br />

Rebeca, produjeron en el caballero el mismo efecto que la superstición<br />

atribuyo á los ensalmos <strong>de</strong> las Hadas, que. aunque no st<br />

entiendan por la suavidad <strong>de</strong>l sonido y por la blanda sonrisa que<br />

los acompaña, penetran y suavizan el corazón. Ivanhoe no quise<br />

interrumpirla mientras estaba dando aquellas benéficas disposiciones;<br />

pero cuando vio que iba á retirarse, no pudo coatener so<br />

curiosidad, y le dirijió la palabra en lengua arábiga, que habia<br />

aprendido en sus viajes por Palestina, y que le pareció la mas<br />

propia <strong>de</strong> que podia hacer uso hablando auna joven que tenia<br />

un turbante en la cabeza y un caftán (1) al hombro: «Amable doncella,<br />

le dijo, tened la bondad... .y><br />

Rebeca interrumpió á su enfermo con una sonrisa, que rara.veces<br />

lucia en un rostro cuya espresion natural era la <strong>de</strong> la melancolía.<br />

«Soy inglesa, le dijo, señor caballero, y hablo la lengua<br />

<strong>de</strong> mi país, aunque mi trage y mi familia son <strong>de</strong> otros climas.<br />

—Noble señora, dijo Ivanhoe: y Rebeca le interrumpió <strong>de</strong> nuevo<br />

—No me <strong>de</strong>is, señor caballero, dijo Rebeca, el epiteto <strong>de</strong> noble<br />

Conviene que sepáis sin pérdida <strong>de</strong> tiempo que vuestra criada es<br />

una pobre judía, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> York, á quien habéis concedido<br />

tan generosa protección: y no <strong>de</strong>be pareceres estraño que su familia<br />

agra<strong>de</strong>cida os suministre los auxilios que, vuestra situación<br />

requiere.»<br />

No po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir si lady Rowena liabria visto con satisfacción<br />

el interés y la ternura con que Ivanhoe contemplaba las hermosa!:<br />

facciones, la estatura majestuosa y los ojos bridantes <strong>de</strong> la amable<br />

Rebeca: ojos cuyo resplandor amortiguaban sus largas pestañanegras,<br />

que algún poeta <strong>de</strong> aquel siglo hubiera comparado á la<br />

11 'I'jajp Oriental


CAPÍTULO xxviu. 237<br />

¡strella <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> cuando introduce sus rayos por entro las ramas<br />

<strong>de</strong> un bosque <strong>de</strong> jazmines. Pero Ivanboe era buen cristiano<br />

y amante iirme; y no podia ser infiel á su Dios ni á su dama. Rebeca<br />

sabia lo primero, y por esto se apresuró á noticiar al caballero<br />

su linaje: sin embargo, aunque instruida y pru<strong>de</strong>nte, pagaba<br />

el tributo


238 IVANHOK.<br />

nuestra nación es mas diestra en.curar.heridas que en hacerlas, j<br />

nuestra familia en particular posee secretos, que le han sido trasmitidos<br />

<strong>de</strong>generación en generación, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dias <strong>de</strong> Salomón,y<br />

cuya virtud-habéis esperimentado. No, nazareno-, perdonad si o.-,<br />

digo que no hay módico cristiano en Inglaterra, que pueda.poneros<br />

en estado <strong>de</strong> usar vuestra armadura antes <strong>de</strong> un mes.<br />

—¿Ycuándo podré vestirla, dijo Ivanhoo, por la virtud <strong>de</strong> tus<br />

me<strong>de</strong>cinas?<br />

—Dentro <strong>de</strong> ocho, dias, respondió la hebrea, si sigues dócilmente<br />

mis consejos.<br />

—Por la Virgen, santísima, dijo Ivanhoo, (pie no estamos en ocnsion<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>sperdiciar los instantes. Si cumples ío que prometes, yo.<br />

te ofrezco mi yelmo Heno <strong>de</strong> escudos <strong>de</strong> oro. vengan <strong>de</strong> don<strong>de</strong> vinieren.<br />

—Yo ejecutaré fielmente lo que te ofrezco, respondió Rebeca, y.te<br />

pondré en estado, <strong>de</strong> armarte en el término que he dicho, con tal <strong>de</strong>que<br />

me hagas un favor en lugar <strong>de</strong>l dinero que me propones.<br />

—Si el favor que me pi<strong>de</strong>s está, en mi po<strong>de</strong>r, dijo Ivanhoo, y es<br />

tal que un cristiano pueda conce<strong>de</strong>rlo sin escrúpulo á uno <strong>de</strong> tu<br />

creencia, no du<strong>de</strong>s que lo haré con satisfacción y con agra<strong>de</strong>cimiento.<br />

—Lo que únicamente te pido, dijo Rebeca, es que <strong>de</strong> ahora en<br />

a<strong>de</strong>lante vivas en la persuasión <strong>de</strong> que un judío pue<strong>de</strong> hacer un.<br />

beneficio á un cristiano, sin otro móvil que la beneficencia.<br />

—Fuera un crimen en mí el dudarlo, repuso el caballero : confio<br />

en tí y en tu habilidad, y espero que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ocho dias podré acudir<br />

don<strong>de</strong> el honor y la obligación me llamen. Y ahora permíteme<br />

que te haga algunas preguntas sobre lo que pasa pur ahí fuera.<br />

¿Qué es.<strong>de</strong>l noble Cedric y <strong>de</strong> su familia? ¿Qué es <strong>de</strong> la amable dama...<br />

aquí se <strong>de</strong>tuvo, como si no quisiera marchitar el nombre <strong>de</strong><br />

Rowena, pronunciándolo en presencia <strong>de</strong> una judía : <strong>de</strong> la que fué<br />

nombrada Reina <strong>de</strong>l torneo ?<br />

—¿La que tú, dijo Rebeca, dcsignastes para ocupar el trono <strong>de</strong> la<br />

hermosura, con un discernimiento que no fué menos aplaudido que<br />

tu valor?»<br />

Aunque Ivanhoe habia perdido mucha sangre, no por esto <strong>de</strong>jaron<br />

<strong>de</strong> encen<strong>de</strong>rse sus mejillas al consi<strong>de</strong>rar que él mismo había<br />

<strong>de</strong>scubierto el secreto que procuraba ocultar.<br />

«Quise hablar, dijo Ivanboe, <strong>de</strong>l príncipe Juan; y holgárame tarn


CAPÍTULO XXVIII. 23^,<br />

bien <strong>de</strong> saber algo <strong>de</strong> mi fiel escu<strong>de</strong>ro, y por qué no ha venido á<br />

servirme.<br />

— Permite, dijo Rebeca, que me valga <strong>de</strong> la autoridad <strong>de</strong> médico,<br />

y pongq un término á tus preguntas, y á esas reflexiones que,te<br />

agitan, dándote cuenta <strong>de</strong> todo lo que pue<strong>de</strong> interesarte. El príncipe<br />

.luán disolvió el torneo, y salió precipitadamente para York con<br />

ios nobles, caballeros y eclesiásticos <strong>de</strong> su partido; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

recogido cuanto dinero pudo, exigiéndolo <strong>de</strong> grado ó por fuerza<br />

<strong>de</strong> la gente mas rica <strong>de</strong> estos países. Dicen que va á sentarse en<br />

el trono <strong>de</strong> su hermano.<br />

—No será sin <strong>de</strong>rramar mucha sangre antes, si hay todavía ingleses<br />

en Inglaterra, repuso Ivanhoe, incorporándose <strong>de</strong> golpe en<br />

la cama. Aquí estoy yo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> Ricardo,,<br />

contrae! mejor, y aun contra los dos mejores <strong>de</strong>l partido <strong>de</strong>l rebel<strong>de</strong>.<br />

—Para eso es necesario tener fuerzas, dijo Rebeca, tocándole ligeramente<br />

en el hombro. Por ahora solo <strong>de</strong>béis seguir mis consejos<br />

y estar tranquilo.<br />

—Verda<strong>de</strong>s, dijo [vanhoe; tan tranquilo como lo permitan los,<br />

tiempos revueltos en que vivimos. Hablemos ahora <strong>de</strong> Cedric y délos<br />

suyos.<br />

—Hace poco, dijo Rebeca que el mayordomo estuvo aquí á cobrar<br />

el valor <strong>de</strong> la lana <strong>de</strong> los rebaños <strong>de</strong> su amo, y por él hemos sabido<br />

que Cedric y Atbelstane <strong>de</strong> Coningsburgh salieron muy disgustados<br />

<strong>de</strong>l convite <strong>de</strong>l Príncipe, y estaban disponiéndose para volverá<br />

sus casas.<br />

—Fué alguna dama con ellos al banquete ? preguntó Wilfrido..<br />

—Lady Eoucna, respondió la judía, con mas individualidad que<br />

la que con tenia la pregunta, lady Rowena no asistió al banquete<br />

<strong>de</strong>l príncipe Juan: y según dijo el mayordomo, se halla ahora en<br />

compañía <strong>de</strong> su tutor, <strong>de</strong> camino hacia Rotherwood; y en cuanto á<br />

tu fiel escu<strong>de</strong>ro (íurth...<br />

—¿ Con qué sabes su nombre ? dijo el caballera; pero sin dudabas<br />

<strong>de</strong> saberlo, puesto que <strong>de</strong>be á tu generosidad los cien cequiues que<br />

recibió ayer.<br />

— No hables <strong>de</strong> eso, dijo Rebeca. Ya veo cuan fácilmente <strong>de</strong>scubre<br />

la lengua lo que quisiera ocultar el corazón.<br />

—]Mi honor, dijo Ivanhoe, me obliga á restituir esta suma, y no<br />

lin<strong>de</strong>s que la pondré en manos do tu padre.<br />

—Sea como quiera, respondió Rebeca, mas no antes <strong>de</strong> ocho días'


240 IVANHOE.<br />

y ahora no pienses ni hables <strong>de</strong> eso, si no quieres atrasar tu curación<br />

.<br />

—Debo obe<strong>de</strong>certe, dijo lvanhoc, y seria ingratitud en mí resistir<br />

á tus mandatos. Solo quiero hacerte una pregunta, y será la última,<br />

acerca <strong>de</strong> la suerte <strong>de</strong>l pobre (lurth.<br />

—Me duele <strong>de</strong>cirte, señor caballero, respondió la judía, (pie, está<br />

preso por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> tu padre ; y observando que esta noticia aíligia<br />

á Ivanhoe, añadió inmediatamente : pero el mayordomo uswaldo<br />

dice que, si. no ocurre alguna otra novedad (pie exaspere el ánimo<br />

<strong>de</strong> Cedric, no hay duda que le perdonará ; por ser un siervo lie!, á<br />

quien el anciano ha mirado siempre con gran afecto, y que solo lia<br />

cometido una falta., y eso por amor á su hijo. Y dice a<strong>de</strong>más que él<br />

y sus otros compañeros, particularmente Wamba el bufón, estaban<br />

resueltos á facilitar la fuga <strong>de</strong> (lurth, en caso <strong>de</strong> que no se, aplacase<br />

la cólera <strong>de</strong> su amo.<br />

—Quiera Dios que así lo hayan ejecutado, dijo Ivanhoe, porque<br />

no parece sino que la mala suerte se empeña en perseguir á todos<br />

los que me aman y favorecen. El rey, que tanto me ha honrado y<br />

distinguido, se halla próximo á per<strong>de</strong>r la corona por la traición <strong>de</strong><br />

un hermano, que le <strong>de</strong>bo innumerables beneficios; mis atenciones<br />

acarrean disgustos y sinsabores á la dama mas hermosa <strong>de</strong> Inglaterra;<br />

y un pobre servidor está espuesto á morir á manos <strong>de</strong> mi padre,<br />

solo porque me ha dado una prueba <strong>de</strong> afecto y lealtad.<br />

— El mal estado <strong>de</strong> tu salud, dijo Rebeca , y la pesadumbre que<br />

te agita te hacen interpretar torcidamente los altos <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> la<br />

Provi<strong>de</strong>ncia. Has sido restituido á tu patria, cuando mas necesidad<br />

tiene <strong>de</strong> brazos fuertes y <strong>de</strong> corazones leales; has humillado á los<br />

enemigos <strong>de</strong> tu rey y á los tuyos, cuando mas entonada se hallaba<br />

su soberbia ; y cuando te has visto débil y herido, los cielos te<br />

han <strong>de</strong>parado asistencia y médico, entre las gentes mas <strong>de</strong>spreciadas<br />

<strong>de</strong> la tierra. Estas consi<strong>de</strong>raciones <strong>de</strong>ben darte ánimo y brío, y<br />

la esperanza <strong>de</strong> hacer gran<strong>de</strong>s proezas en favor <strong>de</strong> la justa causa que<br />

<strong>de</strong>fien<strong>de</strong>s. A Dios : toma la medicina que voy á enviarte por mano<br />

<strong>de</strong> Rubén. Tranquilízate, á fin <strong>de</strong> que tengas las fuerzas necesarias<br />

para empren<strong>de</strong>r la jornada <strong>de</strong> mañana.»<br />

Convencido por las razones <strong>de</strong> Rebeca, Ivanhoe se sometió enteramente<br />

á sus consejos. Tomó la bebida que Rubén le administró,<br />

y como era narcótica y calmante, le proporcionó una noche tranquila,<br />

y sueños agradables. A la mañana siguiente, Rebeca lo en-


CAPÍTULO xxvni. 241<br />

contra libre <strong>de</strong> to<strong>de</strong> síntoma <strong>de</strong> calentura, y capaz <strong>de</strong> soportar las<br />

'atigas <strong>de</strong>l viaje.<br />

fvanboe fué colocado en la misma litera en que salió <strong>de</strong>l torneo, y<br />

no se omitió ninguna <strong>de</strong> las precauciones necesarias á su comodidad.<br />

Lo único que no pudieron conseguir las instancias <strong>de</strong> Rebeca,<br />

fué que se caminara <strong>de</strong>spacio, como lo juzgaba indispensable para<br />

la conveniencia <strong>de</strong>l herido: porque Isaac, semejante al viajero rico<br />

<strong>de</strong> quien Labia .Tuvenal en su sátira décima, tenia siempre ala vista<br />

una gavilla <strong>de</strong> salteadores , sabiendo que tanto los nobles normandos,<br />

como los bandidos sajones , tendrían la mayor satisfacción<br />

en <strong>de</strong>spojarle. Por tanto caminó ápaso levantado, haciendo cortas<br />

paradas y mas cortas comidas ; <strong>de</strong> modo que se a<strong>de</strong>lantó á Cedric y<br />

-Uhelstane, que habían salido muchas horas antes que él; pero que<br />

se habían <strong>de</strong>tenido largo tiempo á la mesa <strong>de</strong>l Abad <strong>de</strong> san Withold.<br />

Sin embargo , gracias á la eficaz virtud <strong>de</strong>l bálsamo <strong>de</strong> Miriam,<br />

y á la robusta constitución <strong>de</strong> Ivanhoe, no le resultaron <strong>de</strong><br />

aquella marcha precipitada los ineovenientes quo Rebeca temía.<br />

Con todo, bajo otro punto <strong>de</strong> vista, la prisa <strong>de</strong> Isaac produjo fatales<br />

consecuencias ; porque <strong>de</strong> sus resultas se suscitaron gran<strong>de</strong>s<br />

disputas entre él y los hombres quo había tomado para que le sirviesen<br />

<strong>de</strong> escolta. Eran sajones, y no estaban esentos <strong>de</strong> la afición<br />

á los buenos bocados , que los normandos les echaban en cara , como<br />

pereza y glotonería. Habían aceptado la proposición <strong>de</strong>l judío<br />

con la esperanza <strong>de</strong> que este baria una opípara provisión para la<br />

marcha; masía precipitación <strong>de</strong> esta frustró todas sus esperanzas.<br />

También se quejaban <strong>de</strong>l daño que sufrían los caballos , que iban<br />

siempre al troto, y que solo <strong>de</strong>scansaban algunos minutos : por último,<br />

la cantidad <strong>de</strong> vino y do cerveza que <strong>de</strong>bia consumirse en<br />

cada comida fué otro gran motivo <strong>de</strong> reconvenciones y disputas<br />

entre Isaac y su escolta : <strong>de</strong> todo esto resultó, que cuando llegó la<br />

hora <strong>de</strong>l peligro, y sobrevino á Isaac la calamidad que con tanta<br />

razón temía, se vio abandonado por aquellos en cuya <strong>de</strong>fensa confiaba<br />

, aunque nada habia hecho para grangearse su afecto.<br />

Así fué como Cedric y los suyos encontraron al judío, á su hija y<br />

ai herido: y así fué como todos ellos cayeron en manos <strong>de</strong> Bracy, y<br />

<strong>de</strong> sus confe<strong>de</strong>rados. Al principio nadie hizo alto en la litera , y<br />

quizás nadie hubiera sabido lo que contenia , si no fuera porque<br />

Bracy quiso examinarla creyendo que iba <strong>de</strong>ntro lady Rowena, la<br />

cual no se habia alzado el velo que la cubría. No fué poca la admi-<br />

Itl


242 iva.NÍIOK.<br />

ración <strong>de</strong>l aventurero cuando <strong>de</strong>scubrió un hombre herido, el cual,<br />

creyéndose en manos <strong>de</strong> bandidos sajones, que conocían y respeta<br />

baai su nombre, confesó francamente se!' Wilfrido <strong>de</strong> fvanhoe.<br />

Las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l honor caballeresco, que no habían abandonado en<br />

toramente á Bracy, á pesar <strong>de</strong> su maldad y ligereza, no le permi­<br />

tieron ven<strong>de</strong>r á un hombre herido é in<strong>de</strong>fenso : poique sabia que<br />

Frente-<strong>de</strong>-buey no tendría el menor escrúpulo en dar muerte in­<br />

mediatamente al que venia á disputarle el feudo <strong>de</strong> 1\animo. Por<br />

otra parte, ciar libertad á un rival favorecido por iady lioweiía, co­<br />

mo lo <strong>de</strong>notaba lo ocurrido en el torneo, y como lo aseguraba la<br />

voz pública, que atribuía á estos amores el <strong>de</strong>stierro tic Wilfrido <strong>de</strong><br />

la casa paterna, era un esfuerzo <strong>de</strong>masiado superior a la generosi­<br />

dad <strong>de</strong>l normando. Adoptó en estas circunstancias un término me­<br />

dio ce : re los dos quo so le ofrecían ; y fué mandar á dos do sus es­<br />

cu<strong>de</strong>ros que no se apartasen <strong>de</strong> la litera, ni permitiesen que nadie<br />

se acercase ó ella. Si alguien preguntaba quién iba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la li­<br />

tera, <strong>de</strong>bían respon<strong>de</strong>r que era un escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Bracy, que había si­<br />

do herido en el primer encuentro. Al llegar al castillo , mientras<br />

Frente-<strong>de</strong>-buey y el Templario se, ocupaban en Levar a<strong>de</strong>lante sus<br />

planes,


CAPÍTULO xxix. 24i<br />

<strong>de</strong> tantos embarazos. Y vosotros, escu<strong>de</strong>ros ; aquí tenéis ballestas<br />

y bodoques. A la barbacana, y que no que<strong>de</strong> sajón con vida.»<br />

Los escu<strong>de</strong>ros, que como todos los partidarios <strong>de</strong> Bracy, no gus­<br />

taban <strong>de</strong> la inacción , sino <strong>de</strong> la vida guerrera, y <strong>de</strong> las empresas<br />

aventuradas, á que estaban acostumbrados, se dirigieron alegre<br />

mente al punto que les había señalado Frente-<strong>de</strong>-buey. Ivanhoe<br />

quedó confiado á Urfrieda; mas esta , que solo pensaba en llevar 6<br />

cabo sus proyectos <strong>de</strong> venganza, <strong>de</strong>jó al enfermo en manos d*<br />

Rebeca.<br />

CAPITULO XXIX.<br />

Los momentos <strong>de</strong> peligro suelen ser también momentos <strong>de</strong> franqueza,<br />

en que el cariño se muestra sin disfraz : la agitación gene<br />

ral <strong>de</strong> los sentimientos rompe los lazos <strong>de</strong>l disimulo, y <strong>de</strong>scubre lo<br />

que ta pru<strong>de</strong>ncia oculta en tiempos mas tranquilos. Al hallarse <strong>de</strong><br />

nuevo junto á Ivanhoe, Rebeca observó con estrañeza el placer que<br />

esperimentaba <strong>de</strong> tantas escenas <strong>de</strong> males y peligros. Cuando le tomó<br />

el pulso y le preguntó por su salud , sus movimientos y palabras<br />

indicaban un interés mucho mas vivo que el que ella hubiera<br />

querido manifestar abiertamente. Sintióse agitada por un tembló?<br />

estraordinario. «¿Fres tú, hermosa doncella?» le dijo fríamente<br />

Ivanhoe, y esta pregunta la hizo volver en sí, recordándole que el<br />

sentimiento que abrigaba en su corazón no podia ni <strong>de</strong>bía ser correspondido.<br />

Escápesele un suspiro, en que Ivanhoe no hizo alto; \<br />

las preguntas que le dirigió acerca <strong>de</strong> su salud fueron hechas en<br />

el tono <strong>de</strong> la amistad. Ivanhoe le respondió en pocas palabras que<br />

su salud se hallaba lo menos mal que podia hallarse en aquellas circunstancias<br />

, «y eso, añadió, gracias á tu habilidad , querida Rebeca.»<br />

Me llama querida, se <strong>de</strong>cia á sí misma Rebeca, pero ¡con cuanto<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong>n, y con cuanta indiferencia! Su caballo, y sus po<strong>de</strong>ncos son<br />

mas preciosos á. sus ojos que la pobre y humillada judía.<br />

«Mi espíritu, continuó Ivanhoe, está mas enfermo <strong>de</strong> ansiedad que<br />

mi cuerpo <strong>de</strong> la dolencia que lo aqueja Por lo que he oido á esos<br />

hombres que me han custodiado hasta ahora, be venido en conoci­<br />

miento <strong>de</strong> que estoy privado <strong>de</strong> mi libertad; y si no me engaña la


244 IVAHHOE.<br />

voz áspera y terrible que los ha echado do aquí, mi prisión es el<br />

castillo do Frente-<strong>de</strong>-buey. Si es asi ¿cómo acabará todo esto, v<br />

como podré protegerá lady Rowena, y ámi padre'?»<br />

Ni aun siquiera se acuerda <strong>de</strong>l judío y <strong>de</strong> la judia, <strong>de</strong>cía inte­<br />

riormente Rebeca. ¿Por qué nos hemos <strong>de</strong> interesar en su suerte?<br />

¡ Oh , cuan justamente me castigan los cielos por haber puesto en<br />

él mis pensamientos'. Después do esta acusación interior, pasó á no­<br />

ticiar á tvanhoe todo lo que sabia: qvie el Templario lírian <strong>de</strong> liois-<br />

Guilbert, y el liaron <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey mandaban las fuerzas <strong>de</strong>l<br />

castillo, y que este se hallaba sitiado por gentes que ella no cono­<br />

cía. Anadió , por último, que habia en la fortaleza, un eclesiástico,<br />

que quizás podría darle noticias mas seguras<br />

— ¡Un eclesiástico ! repuso el caballero. Tráelo aquí inmediata­<br />

mente , Rebeca., si pue<strong>de</strong>s. Di le que hay aquí un enfermo que ne­<br />

cesita <strong>de</strong> sus socorros espirituales: díle lo que (mieras , con tal <strong>de</strong><br />

que me lo traigas, bis preciso hacer algo para salir <strong>de</strong> este apuro :<br />

pero ¿ qué he <strong>de</strong> hacer sin saber lo que pasa ?»<br />

Rebeca, en cumplimiento <strong>de</strong>l encargo <strong>de</strong> Ivanhone , hizo cuanto<br />

pudo para que el fingido eclesiástico pasase al aposento <strong>de</strong>l enfer­<br />

mo: pero lo estorbó como hemos visto 1 Tfrieda que también <strong>de</strong>seaba<br />

hablarle : y Rebeca volvió á dar cuenta á Ivanhoe <strong>de</strong> la inutilidad<br />

<strong>de</strong> sus diligencias.<br />

No tuvieron mucho tiempo para lamentarse <strong>de</strong> esta falta <strong>de</strong> noti­<br />

cias, ni para imaginar nuevos medios <strong>de</strong> adquirirlas , porque el<br />

ruido quo ocasionaban los preparativos <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa crecía por mo­<br />

mentos , y llegó á ser un verda<strong>de</strong>ro alboroto. El paso <strong>de</strong> los guar­<br />

dias y ballesteros que iban á ocupar las almenas resonaba en los pa­<br />

sadizos y escaleras que conducían á los diferentes puntos <strong>de</strong> la for­<br />

tificación. Oíanse al mismo tiempo las voces <strong>de</strong> los caudillos que<br />

animaban á sus partidarios, y que dictaban todas las provi<strong>de</strong>ncias<br />

que la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la plaza requería; y en seguida el estrépito do las<br />

armas y los clamores y vocería <strong>de</strong> los soldados. Aunque todos estos<br />

anuncios eran terribles, como presagios <strong>de</strong> una catástrofe espan­<br />

tosa , habia en el conjunto <strong>de</strong> aquellos sonidos cierta sublimidad<br />

que penetró el alma <strong>de</strong> Rebeca. Animáronse sus ojos, encendiéronse<br />

sus mejillas , y medio agitada por el temor, medio reanimada por<br />

el entusiasmo, repitió á su compañero estas palabras : «Suena el es­<br />

trépito <strong>de</strong> las aljabas, y <strong>de</strong> las lanzas, y délos broqueles; y las vo­<br />

ces <strong>de</strong> los capitanes, y la gritería <strong>de</strong> loa soldados.


CAPÍTULO XXIX. 245<br />

Pero Ivanhoo era como el caballo <strong>de</strong> que hace mención aquel suilhne<br />

pasaje, el cual ardia <strong>de</strong> impaciencia por correr á la pelea que<br />

aquellos rumores anunciaban. «Si yo pudiera , <strong>de</strong>cía, acercarme á<br />

esa ventana y ver lo que pasa en los muros; si tuviera un arco, una<br />

hacha para dar un solo golpe en nuestra <strong>de</strong>fensa... pero es inútil.<br />

Las fuerzas me abandonan.<br />

—rso te agites, noble caballero, le <strong>de</strong>cia Rebeca ; el ruido ha cesado,<br />

y quizás no llegará el caso <strong>de</strong> que vengan á las manos.<br />

Poco se te alcanza <strong>de</strong> estas cosas , respondió Ivanhoe; esa pausa<br />

indica que los hombres están en sus puestos aguardando el momento<br />

<strong>de</strong>l ataque. Lo que hemos oido hasta ahora era la amenaza,<br />

lejana <strong>de</strong> la tormenta ; pronto estallará con toda su furia. ¡ Qué no<br />

pueda yo acercarme á esa ventana !<br />

—No lo emprendas, dijo Rebeca, si no quieres que se abra tu herida.<br />

Y observando la estraordinaria impaciencia <strong>de</strong>l caballero, yo<br />

me pondré á la ventana, dijo, y te daré cuenta <strong>de</strong> todo lo que observe.<br />

—No lo harás ; no lo permito, dijo Ivanhoe, cada ventana, cada<br />

abertura <strong>de</strong> este castillo será muy en breve blanco <strong>de</strong> la furia <strong>de</strong><br />

los sitiadores. I na Hecha perdida...<br />

Venga en buen hora, dijo en voz baja Rebeca ; y en seguida subió<br />

con paso firme los dos ó tres escalones que llevaban á la ventana.<br />

—Rebeca, querida líebeca, chimó Ivanhoe, no son estos pasatiempos<br />

<strong>de</strong> muchachas. No te espongas á la muerte, ni me hagas infeliz<br />

para, siempre por haber yo sido la causa <strong>de</strong> tu <strong>de</strong>sgracia. A lo<br />

menos guarecido con ese broquel viejo que está en el suelo, y <strong>de</strong>scubre<br />

lo menos que puedas <strong>de</strong> tu persona.»<br />

Rebeca siguió el consejo <strong>de</strong> Ivanhoe, y parapetándose con un<br />

gran broquel que estaba abandonado en un rincón <strong>de</strong>l aposento,<br />

pudo ser testigo <strong>de</strong> todos los sucesos <strong>de</strong>l primer ataque y referirlos<br />

al herido á medida que iban ocurriendo. Su situación era. muy favorable,<br />

porque la ventana estaba en un ángulo <strong>de</strong>l edificio principal,<br />

y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ella se <strong>de</strong>scubría, no solo el recinto <strong>de</strong> la fortaleza,<br />

sino una obra esterior, que probablemente seria el primer objeto <strong>de</strong>l<br />

ataque. Era una especie <strong>de</strong> baluarte <strong>de</strong> poca elevación y <strong>de</strong> no<br />

mucha soli<strong>de</strong>z, que servia <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa á la poterna, por don<strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey<br />

habia <strong>de</strong>spedido á Cedric. El foso <strong>de</strong>l castillo lo dividía<br />

<strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> la fortaleza: así que, en caso <strong>de</strong> caer en manos <strong>de</strong>l ene-


:<br />

346 IVANHOB.<br />

migo, era fácil cortar su comunicación con esta, retirando el piieullevadizo.<br />

En el baluarte había un rastrillo que correspondía e


CAPÍTULO XXXI. 247<br />

sitiados: en avant, <strong>de</strong> Bracy: Beau-Séawt; Fmit-<strong>de</strong>-Bm'f á lare*-<br />

cmsse, según los gritos <strong>de</strong> guerra adoptados por cada uno <strong>de</strong> los<br />

i-andidos.<br />

Mi unos ui otros, sin embargo se contentaron con gritos y aclamaciones:<br />

sino que el furioso ataque do los sajones fué vigorosamente<br />

resistido por los normandos. Los monteros, acostumbrados<br />

en sus pasatiempos y ejercicios al manejo <strong>de</strong>l arco, en que eran sobresalientes,<br />

hicieron una <strong>de</strong>scarga cerrada, <strong>de</strong> la que no escapó<br />

ninguno <strong>de</strong> los que tenían alguna parte <strong>de</strong> su cuerpo fuera <strong>de</strong> las<br />

almenas. De resultas <strong>de</strong> estas <strong>de</strong>scargas, que duraron algún tiempo<br />

á manera <strong>de</strong> aguacero, murieron dos ó tres <strong>de</strong> la guarnición, y<br />

quedaron muidlos heridos, porque cada flecha tenia un blanco particular,<br />

y no quedó tronera, abertura ni ventana á que no se dirigiese<br />

un tiro. Pos partidarios <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey y sus aliados,<br />

fiados en sus fuertes armaduras y en los parapetos <strong>de</strong> la fortificación,<br />

respondieron obstinadamente con otra <strong>de</strong>scarga <strong>de</strong> ballestas,<br />

arcos y hondas, haciendo consi<strong>de</strong>rable estrago en los enemigos<br />

que casi se presentaban á cuerpo <strong>de</strong>scubierto. El silbido <strong>de</strong> las flechas,<br />

piedras y bodoques era solo interrumpido por los clamores<br />

<strong>de</strong> los combatientes <strong>de</strong> uno y otro lado, cuando notaban algún daño<br />

consi<strong>de</strong>rable en el partido opuesto.<br />

«¡Que tenga yo que estar aquí encerrado como un fraile en su<br />

celda, dijo ivanhoe, mientras otros están jugando mi libertad ó mi<br />

muerte! Mira otra vez por la ventana, Rebeca; pero cuenta no te<br />

asesten un tiro. Mira otra vez, y dime si se aproximan al asalto.»<br />

Rebeca con nuevo brio, que le habían dado sus actos <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción,<br />

volvió á colocarse en la ventana, abroquelándose <strong>de</strong> modo que era<br />

imposible la, viesen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo.<br />

«¿Qué estás viendo? preguntó Ivanhoe.<br />

—Nada, sino una nube <strong>de</strong> flechas que oculta á los que las disnaran.<br />

—Pisto no pue<strong>de</strong> durar, dijo Ivanhoe: si no vienen en <strong>de</strong>rechura<br />

á tomar el castillo á viva fuerza, sus Hechas poca mella han <strong>de</strong><br />

hacer en las piedras <strong>de</strong> los baluartes. Mira si distingues al caballero<br />

<strong>de</strong>l candado, y que tal se porta en esa coyuntura; porque los<br />

moldados no pelean sino les da ejemplo el caudillo.<br />

—No le veo, respondió la judía.<br />

—¡Malsín cobar<strong>de</strong>! esclamó Ivanhoe; ahora <strong>de</strong>ja el timón cuando<br />

o oís aprieta la borrasca.


248 IVANHOE.<br />

—No lo <strong>de</strong>ja, uo lo <strong>de</strong>ja; dijo Rebeca; ahora le veo; se dirige con<br />

una partida consi<strong>de</strong>rable hacia la barrera <strong>de</strong> la barbacana. Están<br />

echando abajo las estacas y las empalizadas con hachas, y en medio<br />

<strong>de</strong> todos se distingue el plumero negro <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l Candado,<br />

á guisa <strong>de</strong>l cuervo entre las arenas <strong>de</strong> la playa. Ya han he<br />

cho una brecha en la estacada.... corren á ella... pero vuelven atrás<br />

Frente-<strong>de</strong>-buey <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> la brecha con los suyos. ¡Como <strong>de</strong>scuella,<br />

su enorme estatura entre los que lo signen! Los sitiadores la atacan<br />

<strong>de</strong> nuevo, y se disputan el paso, hombre á hombre. ¡Dios <strong>de</strong> Jacob»<br />

parece el choque <strong>de</strong> dos océanos, impulsados por viento contrario,-*<br />

Rebeca apartó el rostro <strong>de</strong> la ventana, como si le fuera imposible<br />

soportar la vista <strong>de</strong> tan horrible escena.<br />

«Mira otra vez, Rebeca, dijo Ivanhoe, que atribuyo á otra causa<br />

este movimiento. No es regular que tiren Hechas ahora, puesto que<br />

pelean mano á mano. No tengas miedo. Rebeca volvió á la ventana,<br />

y esclamó inmediatamente: « ¡Santos profetas <strong>de</strong> la ley! Frente-<strong>de</strong>-buey<br />

y el caballero <strong>de</strong> la negra armadura pelean ahora<br />

cuerpo á cuerpo en la brecha; parece que los <strong>de</strong> uno y otro partido<br />

contemplan eon ansia este terrible encuentro. El cielo <strong>de</strong>fienda Ja<br />

causa <strong>de</strong>l oprimido y <strong>de</strong>l preso. ¡Dios mió! gritó <strong>de</strong> pronto con el<br />

mayor sobresalto, cayó á los pies <strong>de</strong> su enemigo.<br />

—¿Quién cayó? preguntó Ivanhoe. Por Dios Santo, que no me<br />

tengas en esta inquietud.<br />

—El caballero negro, dijo Rebeca casi <strong>de</strong>sfallecida; y en seguida<br />

gritó con júbilo: No... ¡Bendito sea el Dios <strong>de</strong> los ejércitos! Está<br />

otra vez en pié, y peleando como si tuviera la fuerza <strong>de</strong> veinte<br />

hombres en su brazo. Se le rompió la espada, pero ha tomado el<br />

hacha <strong>de</strong> un montero. ¡Dios mió, cuantos golpes <strong>de</strong>scarga á su<br />

enemigo! El gigante vacila como la encina á los hachazos <strong>de</strong>! leñador...<br />

ya cayó... al suelo.<br />

—¿Frente-<strong>de</strong>-buey? preguntó Ivanhoe.<br />

—Frente-<strong>de</strong>-buey, dijo la judía; y los suyos capitaneados por el<br />

Templario, acu<strong>de</strong>n á su socorro. El campeón se <strong>de</strong>tiene viendo que<br />

le acometen tantos. Ya han retirado al Barón, y lo traen á lasmurallas.<br />

—¿Han tomado los sitiadores las barreras? preguntó Ivanhoe.<br />

—Las han tomado, dijo Rebeca, y ya estrechan á los sitiados en<br />

los muros. Algunos aplican escalas, y otros se, agolpan, y se precipitan<br />

unos á otros como abejas para subir por ellas. De arriba


CAPÍTULO XXIX. 249<br />

les echan piedras, vigas, y troncos <strong>de</strong> árboles. Los que caen heridos<br />

se retiran, y otros vuelven á ocupar sus puestos. ¡Santo Dios*,<br />

¿has dado tu imagen al hombre, para que se la maltrate y <strong>de</strong>sfigure<br />

tan horriblemente su propio hermano?<br />

—No pienses en eso, dijo Ivanhoe, que ahora no estamos en<br />

tiempo <strong>de</strong> reflexiones. ¿Quién ce<strong>de</strong>? ¿Quién a<strong>de</strong>lanta?<br />

—Ya no hay escalas en el muro, dijo Rebeca; todas han caído al<br />

suelo. Los pobres sitiadores ruedan como reptiles. Los sitiados<br />

ganan.<br />

—San Jorge sea con nosotros, dijo Ivanhoe. ¿Posible es que esos<br />

villanos se amedrenten?<br />

—No, respondió Rebeca; que se rehacen y pelean con valor. El<br />

caballero negro se acerca á la poterna, con una hacha formidable<br />

en la mano. Bien pue<strong>de</strong>s oir los terrible golpes que le <strong>de</strong>scarga.<br />

Los <strong>de</strong>l muro le arrojan vigas y piedras; mas él las aparta como<br />

si fueran plumas.<br />

—Por san Juan <strong>de</strong> Acre, esclamó Ivanhoe, incorporándose con<br />

gran<strong>de</strong>s muestras <strong>de</strong> alegría, no hay mas que un hombre en Inglaterra<br />

que sea capaz <strong>de</strong> semejante hazaña.<br />

—La poterna ce<strong>de</strong>, dijo Rebeca; ya cruje.., ya está hecha astillas.<br />

La barbacana, es nuestra. ¡O Dios! Los Normandos <strong>de</strong>jan el<br />

parapeto... ya están en el foso. ¡Hombres, si hombres sois en verdad,<br />

perdonad al rendido!<br />

—El puente, dijo Ivanhoe : observa el puente que comunica con<br />

el castillo, ¿Lo han pasado los sitiadores?<br />

—No, dijo Rebeca; el Templario lo ha <strong>de</strong>struido, y se retira ai<br />

castillo con algunos pocos. Los otros... ya oyes sus quejidos lastimeros.<br />

Cierto es que la. victoria es mucho mas cruel que el combate<br />

—¿Qué hacen ahora? dijo Ivanhoe. Observa bien, que no es ocasión<br />

esta <strong>de</strong> espantarse al ver muertos y heridos.<br />

—Todo está suspenso, dijoh'ebeca; los nuestros se fortifican en la<br />

barbacana, y en ella se parapetan <strong>de</strong> los pocos tiros que les disparan<br />

<strong>de</strong> cuando en cuando los <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro; y creo que es mas bien<br />

para incomodarlos que para hacerles daño.<br />

—Los nuestros, dijo Ivanhoe, no abandonarán una empresa que<br />

han empezado tan gloriosamente, y que con tanta felicidad han<br />

llevado á cabo. No por cierto; apostaría mi vida á que no ce<strong>de</strong> ese<br />

buen caballero que ha echado abajo las barras <strong>de</strong> hierro y tablas<br />

<strong>de</strong> encina <strong>de</strong> la poterna. ¡Cosa estrada! No hay dos hombres en la


2fi0 IVANHOE.<br />

Cristiandad capaces <strong>de</strong> tamaño arrojo. Pero ¿qué significan el cerrojo<br />

y el candado azul en campo negro? Rebeca, mira si pue<strong>de</strong>*<br />

distinguir alguna otra particularidad en su persona.<br />

—Nada absolutamente, respondió '{choca; su armadura y repajo,<br />

c-l caballo y sus «meses, todo es igual y negro como las alas <strong>de</strong> v¡»<br />

cuervo; pero estoy segura que podrí::, distinguirle <strong>de</strong> ahora en<br />

a<strong>de</strong>lente entre mil guerreros. Con la misma serenidad, acu<strong>de</strong> al<br />

peligro que si fuera á un banquete. Parece que cada gobio que da<br />

lleva en sí todo al espíritu que le anima. ¡Dios le perdone el p».* a_<br />

do <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>rramado la sangre <strong>de</strong> su hermano! Terrible cosa es.<br />

pero sublime al mismo tiempo, ver ¡i un hombre solo triunfar <strong>de</strong><br />

tantos enemigos.<br />

—Rebeca, dijo Ivanhoe, tú has hecho la pintura <strong>de</strong> un héroe: seguramente<br />

ese intervalo es para tomar algún <strong>de</strong>scanso y preparar<br />

ios medías do pasar el foso; porque t;on un caudillo como ese no<br />

hay <strong>de</strong>moras, ni contemplaciones, ni <strong>de</strong>scuidos. Mientras mas pe.<br />

ligros mas gloría. Juro por el honor <strong>de</strong> mí casa, y por el nombre ¡le<br />

la dama do mis pensamientos, que pasaría diez años <strong>de</strong> cautive:-.'-»<br />

solo por pelear un día al lado <strong>de</strong> ese buen caballero en una. causa<br />

tan justa como esta.<br />

— ¡Ab! dijo Rebeca, quitándose <strong>de</strong> la ventana y acercándose a' lecho<br />

<strong>de</strong>l herido, esos movimientos <strong>de</strong> impaciencia, esta lucha M ¡<br />

vuestra actual <strong>de</strong>bilidad, no hacen otra cosa que retardar vuestro<br />

alivio. ¿Como podéis dar heridas á los otros si no se curan las<br />

vuestras?<br />

—Rebeca, dijo el caballero, tú no pue<strong>de</strong>s imaginarte cuan difícil<br />

aspara el que está acostumbrado á la guerra y á los hechos <strong>de</strong> caballería,<br />

permanecer tranquilo, mientras otros pelean á poca distancia.<br />

111 amor <strong>de</strong> la batalla es nuestro alimento: el polvo <strong>de</strong> la<br />

refriega es el aliento que nos anima. No vivimos, ni <strong>de</strong>seamos \ ivir,<br />

en tanto que no somos victoriosos y nombrados. Tales son las<br />

íeyes <strong>de</strong> la caballería que hemos jurado obe<strong>de</strong>cer, y á las cuales sacrificamos<br />

cuanto mas apreciamos en el mundo.<br />

—¡Ahí dijo la judía, ¿qué es eso sino sacrificar al ídolo <strong>de</strong> la \ anagloria,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse consumido en los fuegos <strong>de</strong> Moloc?<br />

¿Qué os queda en galardón <strong>de</strong> toda la sangre que habéis vertido,<br />

<strong>de</strong> todos los males que habéis sufrido, <strong>de</strong> todas las lágrimas que<br />

habéis hecho <strong>de</strong>rramar, cuando la muerte biela el brazo <strong>de</strong>l guerrero,<br />

y <strong>de</strong>tiene la carrera <strong>de</strong> su caballo?


CAPÍTULO XXIX. 251<br />

—¿Qué queda? dijo Ivanhoe, la gloria, que es el 'Orillo que dora<br />

r -.¡estro sepulcro, y el bálsamo que conserva nuestro nombre.<br />

—La. gloria, dijo Rebeca, es una armadura vieja cubierta <strong>de</strong><br />

,rín , que cuelga sobre el <strong>de</strong>struido sepulcro <strong>de</strong>l guerrero: es la<br />

inscripción borrada que apenas pue<strong>de</strong> leer el erudito, para, satisfacer<br />

la curiosidad <strong>de</strong>l pasajero. ¿Es esta suficiente recompensa <strong>de</strong><br />

•antos afectos sacrificados, y <strong>de</strong> una vida miserable, empleada en<br />

hacer miserables á ios otros? ¿Qué virtud tienen las trovas <strong>de</strong> un<br />

bardo, que baste á suplir la falta <strong>de</strong>l amor doméstico, <strong>de</strong> los sentimientos<br />

suaves, <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong> la ventura? La gloria, señor caballero,<br />

en los tiempos en que vivimos, no es mas que la fama que<br />

•¿>. adquiere en las tabernas cuando un cantor vagabundo celebra<br />

á un concurso <strong>de</strong> villanos ebrios las hazañas <strong>de</strong> los que ya no<br />

visten.<br />

—Por el alma <strong>de</strong> mi abuelo, dijo Ivanhoe, que estás hablando <strong>de</strong><br />

lo que no entien<strong>de</strong>s, y ajando el esplendor déla caballería, que es<br />

;«» único que distingue al noble <strong>de</strong>l bajo , al caballero galán <strong>de</strong>l<br />

malsín grosero y agreste ; lo único que realza, el honor sobre la vida<br />

; nos hace vencedores <strong>de</strong> ios trabajos y fatigas, y nos enseña á<br />

no temer otro mal sino es la <strong>de</strong>shonra. Tú no eres cristiana , Rebea.y<br />

por consiguiente, <strong>de</strong>sconoces la dulzura (pie esperimenta el<br />

¡•orazon <strong>de</strong> una dama , cuando su amanto ha. inmortalizado su<br />

brazo con alguna noble y atrevida hazaña, la caballería es la. cuna<strong>de</strong><br />

los afectos puros y generosos, el apoyo <strong>de</strong> los oprimidos , la<br />

vengadora <strong>de</strong> los agravios , el yugo que doma el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l tirano.<br />

Sin ella, nobleza es palabra sin significación, y su lanza y su espada<br />

son la mejor <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la libertad y <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />

—Mi nación, dijo Rebeca, hizo prodigios <strong>de</strong> valor en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />

¡a patria; mas nunca tomó las armas sino por espreso mandato<br />

<strong>de</strong>l Dios <strong>de</strong> Israel, ó para rechazar la opresión. El sonido <strong>de</strong> la trompeta<br />

no dispierta ya á.Iudá <strong>de</strong> su sueño ; y sus <strong>de</strong>spreciados hijos<br />

se presentan como víctimas que gimen bajo el peso <strong>de</strong> una esclavitud<br />

mas larga aun que la <strong>de</strong> Babilonia. Bien has dicho, caballero,<br />

no está bien que una doncella hebrea hable <strong>de</strong> guerras ni batalias,<br />

mientras el Dios <strong>de</strong> Jacob no suscita un nuevo (¡e<strong>de</strong>on, un<br />

segundo Macabeo.»<br />

La orgullosa doncella concluyó estas palabras entono <strong>de</strong> dolor y<br />

amargura, que espresaba su <strong>de</strong>specho al consi<strong>de</strong>rar la <strong>de</strong>gradación<br />

<strong>de</strong> su pueblo. Mugíala también la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que Ivanhoe la juagase


252 IVANH0E.<br />

indigna <strong>de</strong> dar su voto en puntos <strong>de</strong> honor, y <strong>de</strong> abrigar en su a;<br />

ma sentimientos exaltados y generosos.<br />

«¡Cuan mal me conoce, <strong>de</strong>cia, si cree que la censura que he hecho<br />

<strong>de</strong> la estravagancia caballeresca <strong>de</strong> los nazarenos proce<strong>de</strong> df<br />

bajeza y cobardía ! ¡Ojalá mi sangre <strong>de</strong>rramada gota á gota pu<br />

diese redimir la cautividad <strong>de</strong> Judá! ; Ojalá pudiera ella pagar la<br />

libertad do mi padrey <strong>de</strong> su bienhechor! Entonces veria el cristiane<br />

si una hija <strong>de</strong> Israel no es tan arrojada y valiente, como la soberbia<br />

doncella nazarena envanecida con los pergaminos <strong>de</strong> su raza, y<br />

con poseer algún mal castillo entre los hielos áridos <strong>de</strong>l norte.»<br />

Rebeca, al terminar estas reflexiones, lijó sus ojos en el caballero<br />

herido.<br />

«Duerme, dijo : la naturaleza, fatigada <strong>de</strong> tañía inquietud y agitación<br />

, se aprovecha <strong>de</strong>l primer intervalo <strong>de</strong> reposo para reparar<br />

con un sueño benéfico las fuerzas perdidas. Ah ! quizás mis ojos le<br />

contemplan por última vez : quizás <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos momentos <strong>de</strong>saparecerá<br />

<strong>de</strong>l rostro esa espresion generosa y valiente que aun durante<br />

el sueño lo anima ; quizás no tardarán en marchitarse sus<br />

facciones con el hielo <strong>de</strong> la muerte : y el mas ruin villano <strong>de</strong> este<br />

odioso castillo hollará con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>n el cuerpo en que se abriga tan<br />

noble espíritu. El en tanto reposa tranquilo, sin que, le, asuste ei<br />

golpe que le amenaza. ¡ Y mi padre ! Oh padre mió ! ¿ Posible es<br />

que tu bija olvi<strong>de</strong> tus canas por los rubios rizos <strong>de</strong> un estranjero?<br />

Oh Dios <strong>de</strong> mi pueblo! Los males que me ro<strong>de</strong>an no son mas que<br />

las amenazas <strong>de</strong> tu cólera, contra la hija ingrata que piensa en ei<br />

cautiverio <strong>de</strong>l infiel antes que en las calamida<strong>de</strong>s que atosigan<br />

la vida <strong>de</strong> su padre : que no se cuida <strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación <strong>de</strong> Judá. ,\<br />

fija sus pensamientos en la gentileza <strong>de</strong> ese joven. Arranquemos esta<br />

quimera <strong>de</strong>l corazón, aunque sea <strong>de</strong>strozando todas sus fibras.»<br />

Rebeca se cubrió con su velo , y se sentó á cierta distancia <strong>de</strong><br />

Ivanhoe, volviéndole la espalda, y procurando fortificar su espíritu,<br />

no solo contra los riesgos que circundaban su vida y su honor,<br />

sino también contra los arrojados pensamientos que iban echando<br />

raices en su alma.


CAPÍTULO XXX.<br />

CAPITULO XXX.<br />

Durante el intervalo <strong>de</strong> suspensión <strong>de</strong> hostilida<strong>de</strong>s que siguió al<br />

primer triunfo <strong>de</strong> los sitiadores, mientras estos se disponían á estre­<br />

char el asedio, y los sitiados fortificaban sus medios <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa, el<br />

'Templario y De Bracy tuvieron una nueva conferencia en el sa­<br />

lón <strong>de</strong>l castillo.<br />

«¿Dón<strong>de</strong> está Frente-<strong>de</strong>-buey? preguntó De Bracy, que había di­<br />

rigido la acción en la parte opuesta á la que el Barón <strong>de</strong>fendía<br />

Por ahí corren voces <strong>de</strong> su muerte.<br />

— Vive, dijo el Templario; vive aun; pero aunque hubiera tenido<br />

!a cabeza <strong>de</strong> buey que lleva en las armas y diez planchas <strong>de</strong> hierro<br />

encima difícil le hubiera sido resistir al hacha <strong>de</strong> su enemigo. Den­<br />

tro <strong>de</strong> pocas horas Frente-<strong>de</strong>-buey estará en compafda <strong>de</strong> sus pa­<br />

dres; y cierto que es una gran pérdida para la empresa <strong>de</strong>l príncipe<br />

-luán.<br />

—Y un gran refuerzo para el reino <strong>de</strong> Satanás, dijo Bracy; estos<br />

son los frutos <strong>de</strong> sus blasfemias contratos ángeles, y <strong>de</strong> sus chan­<br />

zas y amenazas <strong>de</strong> echar las estatuas <strong>de</strong> los santos por las almenas<br />

abajo.<br />

—Anda, loco, repuso el Templario: tu impiedad y la <strong>de</strong>l Barón<br />

corren parejas.<br />

—Gracias, señor Templario, dijo Bracy; solo te ruego no olvi<strong>de</strong>s<br />

el refrán: quien t :<br />

253<br />

ne tejado <strong>de</strong> vidrio.... ya sabes lo d?má-\ Lo que<br />

te digo es que so,' mejor cristi IDO que tú: pues si no miente la fama<br />

no eres tú <strong>de</strong> los i .ejores.<br />

—Poco me impo da lo que digan, respondió Brian: lo que impor­<br />

ta ahora es <strong>de</strong>fencer el castillo, y eme no seamos el escarnio <strong>de</strong> eso s<br />

malsines. ¿Cómo han peleado los que tenias enfrente?<br />

—Como leones, respondió el aventurero. Agolpábanse á los mu­<br />

ros á guisa <strong>de</strong> abejas furiosas, acaudillados por el villano que ganó<br />

el premio <strong>de</strong>l blanco en el torneo <strong>de</strong> Ashby, á quien conocí fácil­<br />

mente por el tahalí y el cuerno. Estas son las consecuencias <strong>de</strong> la<br />

<strong>de</strong>cantada política <strong>de</strong> Fitzurse; envalentonar á esos perros para que<br />

se rebelen contra sus señores. Siete veces me apuntó el villano con<br />

tan poco reparo como si fuera un gamo <strong>de</strong> esas selvas. Cada aber-


254 . IVA.NHOE.<br />

tura <strong>de</strong> mi armadura recibió una flecha <strong>de</strong> una vara <strong>de</strong> largo, qui<br />

rebotaba en mis costillas como si hubieran sido <strong>de</strong> bronce. Gracias<br />

al camisote <strong>de</strong> malla <strong>de</strong> España, que llevo <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l peto; que á<br />

no ser así, hubiera dado cuenta <strong>de</strong> mi persona.<br />

—Pero, á lo menos, dijo el Templario, tubas conservado tu pues<br />

to, y nosotros perdimos el nuestro.<br />

—Malo es eso, dijo Bracy; los villanos se guarecerán en la obra<br />

estertor; atacarán mas <strong>de</strong> cerca el castillo, y si no tenemos mucho<br />

cuidado se aprovecharán do algún rincón <strong>de</strong> turre, ó <strong>de</strong> alguna<br />

ventana olvidada, y los tendremos encima en un santiamén. So­<br />

mos poquísimos pare, una línea <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa tan estendida: los núes<br />

tros dicen (pao no pue<strong>de</strong>n asomar la cabeza fuera <strong>de</strong> los parapetos<br />

sin recibir un tiro. Frente-<strong>de</strong>-Buey se muere y se acaba el socorrí<br />

que nos daban su fuerza brutal y su genio indomable. ¿Qué liemos<br />

<strong>de</strong> hacer ahora? No seria bueno hacer déla necesidad virtud, y en­<br />

ten<strong>de</strong>rnos con esos bellacos, para el rescate do nuestros cautivos?<br />

—Qué vergüenza! esclamó el Templario. ¡Noshemos apo<strong>de</strong>rado di<br />

noche do unos caminantes in<strong>de</strong>fensos, y no po<strong>de</strong>rnos conservarlos<br />

en una fortaleza, porque nos ataca una gavilla <strong>de</strong> salteadores! ¡Qué<br />

sediria <strong>de</strong> nosotros! Que ce<strong>de</strong>mos aun puñado <strong>de</strong> bufones,porqueri­<br />

zos, y otra canalla inmunda, que es la hez do la especie humana.<br />

No te cubres <strong>de</strong> bochorno, Mauricio <strong>de</strong> Bracy! Enterrémonos en be-<br />

ruinas <strong>de</strong> este castillo antes <strong>de</strong> consentir en tanta humillación.<br />

—Pues corramos á los muros, dijo Bracy, que ni Turco ni Tere<br />

plario <strong>de</strong>spreció tanto la vida como yo la <strong>de</strong>sprecio. Creo sin em­<br />

bargo, que no hay <strong>de</strong>shonra en <strong>de</strong>sear queso presenten en el cam­<br />

po cuarenta siquiera <strong>de</strong> mis valientes compañeros. ¡Oh lanceros <strong>de</strong><br />

Bracee! Si supierais los apuros da vuestro capitán ¡cuan pronto<br />

on<strong>de</strong>arla mi ban<strong>de</strong>ra entro los árboles do ese bosque, y cuan poco<br />

se <strong>de</strong>tendrían ó esperaros esa cuadrilla <strong>de</strong> vagabundos!<br />

—Desea cuanto quieras, dijo el Templario, y saquemos el mejor'<br />

partirlo posible <strong>de</strong> los hombres que tenemos á nuestra disposición<br />

Casi todos son partidarios<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, aborrecidos en estos<br />

alre<strong>de</strong>dores por su insolencia y tiranía,<br />

—Tanto mejor, dijo <strong>de</strong> Bracy, con eso se mantendrán firmes j<br />

<strong>de</strong>rramarán la última gota <strong>de</strong> sangre, antes que esponerse á la<br />

venganza <strong>de</strong> sus enemigos. Animo, y manos á la obra; y ya verás<br />

si Mauricio <strong>de</strong> Bracy se porta como hombre <strong>de</strong> valor y <strong>de</strong> noble al­<br />

curnia.,-


CAPÍTULO XXX. 255<br />

-~A las murallas, gritó elTemplarío; y los dos caudillos se presen-<br />

t.uou inmediatamente en las almenas, para disponer todo cuanto<br />

¡•odian dictar la <strong>de</strong>streza.mili'ar y el valor en <strong>de</strong>fensa ele la pla­<br />

za. .No tardaron en conocer que el punto mas peligroso era ei<br />

opuesto á la barbacana, do que so habían apo<strong>de</strong>rado los sitiadores.<br />

Es cierto C[ue el foso (pie mediaba entre ella y el castillo era un<br />

gran osbiá'-ulo que im podia vencerse con facilidad, y <strong>de</strong> otro modo<br />

ora imposible atas .ir ia puerca principa!; pero Bracy y el Templa-,<br />

rio tucron parecer que los sitiadores podían llamar la atención<br />

do la guarnición hacia .aquella parte, por medio <strong>de</strong> un ataque viólen­<br />

lo y repentino, \ ai mismo tiempo aprovecharse <strong>de</strong> cualquier otro<br />

punto <strong>de</strong>scuidado, ''ara. frustrar este plan, solo les quedaba el recur"<br />

-" d.- coloca r cent i radas en todo el recinto <strong>de</strong> la plaza, que pudieran<br />

comunicar cutre sí, y dar el grito <strong>de</strong> alarma en caso necesario. Tam­<br />

bién se dispuso que Bracy tornase el mando do la puerta, y que el<br />

Templario se colocaría, á el, ría distancia, con un cuerpo <strong>de</strong> veinte<br />

hombres, á .io <strong>de</strong> acudir en todo caso ú los otros puntos amenaza­<br />

do..-. 1.a pérdida do la barbacana tenia también el gran<strong>de</strong> inconve­<br />

niente, <strong>de</strong>que, a, p -sar do la consi<strong>de</strong>rable altura do la muralla, los<br />

sitiados no podían observar tan completamente como antes las ope­<br />

raciones y movimientos <strong>de</strong>l enemigo, porque la maleza <strong>de</strong>l bosque<br />

'legaba i ¡asta la obra esícrior, y do este modo podían introducirse<br />

en elias nuevas fuerzas, no solo al abrigo, pero sin noticia <strong>de</strong> la<br />

guarnición, inciertos por tanto <strong>de</strong>l punto en que reventaría la bor­<br />

rasca, <strong>de</strong> Bracy y su compañero <strong>de</strong>bían estar prevenidos para ha­<br />

cer rostro en todo el circuito do los muros; pero los escu<strong>de</strong>ros y sol­<br />

dados empezaban .-i <strong>de</strong>smayar, viéndose cercados por todas partes<br />

por enemigos furiosos qr. 3 podían escoger ú sus anchas el punto y<br />

la hora <strong>de</strong>l ata.ip.Ke<br />

Entre tanto, el dueño <strong>de</strong>l castillo y acia en cama, atormentado<br />

por ¡os dolores que io ocasionaban sus heridas, y por la angustia y<br />

<strong>de</strong>specho que mas y mas las irritaban. Ni siquiera tenia el recur­<br />

so cpi.e aletarga el alma, sin tranquilizarla, como el opio calma los<br />

dolores sin <strong>de</strong>tener los progresos <strong>de</strong> la enfermedad; pero que á lo<br />

menos era preferible á ¡as horrorosas agonías déla <strong>de</strong>sesperación<br />

3 <strong>de</strong> la rabia. La avaricia era el vicio dominante <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey;<br />

y lejos <strong>de</strong> dar limosna á los establecimientos piadosos, había mu­<br />

chas veces arrostrado la indignación <strong>de</strong> los eclesiásticos, y usur­<br />

pado sus haciendas y caudales. Mas era llegado el momento en


256 1YVNH0E.<br />

que la tierra y todos sus tesoros iban á <strong>de</strong>svanecerse para siempre<br />

á sus ojos: y su corazón, aunque duro como el mármol, se estremeció<br />

al consi<strong>de</strong>rar el oscuro abismo <strong>de</strong>l porvenir. Luchaban en él la<br />

agitación <strong>de</strong> la ñebrecon los sobresaltos <strong>de</strong> la imaginación, y los<br />

impulsos <strong>de</strong>l recien <strong>de</strong>spertado remordimiento con la inflexibilidad<br />

y dureza <strong>de</strong> su índole: horrible situación <strong>de</strong>l alma, semejante<br />

á laque domina en aquellas tenebrosas regiones en que el <strong>de</strong>sengaño<br />

vive sin remordimiento, el dolor sin esperanza, y en que se<br />

emponzoñan los tormentos presentes con la certeza <strong>de</strong> ¡pie jamás<br />

tendrán fin ni intervalo.<br />

«¡Dón<strong>de</strong> están ahora, <strong>de</strong>ciael Barón,esos curas! ¿Dón<strong>de</strong> están esos<br />

Carmelitas, á quien mi padre fundó un convento, dándoles sendos<br />

prados y sendas tierras <strong>de</strong> labor? Estarán sin duda á la cabecera<br />

<strong>de</strong> algún villano moribundo. ¡Y yo moriré corno un perro; yo,<br />

bijo <strong>de</strong>l que les dio el pan que comen! ¿No dicen que es buenorezar?<br />

A lo menos para rezar no se necesita el favor ageno.... pero ¡yo....<br />

rezar! no me atrevo.<br />

—¿No te atreves? ¿Cuándo has dicho otro tanto, Frente-<strong>de</strong>-buey?<br />

esclamó junto á la cabecera <strong>de</strong>l Barón una voz tremida y aguda.»<br />

Trastornado por su mala conciencia, y por la agitación <strong>de</strong> sus<br />

nervios, Frente-<strong>de</strong>-buey creyó que esta interrupción <strong>de</strong> su soliloquio,<br />

procedía <strong>de</strong> alguno <strong>de</strong> aquellos ángeles perversos quebabia<br />

acudido para distraer sus meditaciones, y estorbarle pensar en el<br />

gran negocio <strong>de</strong> su salvación. Estremecióse, miró por todas partes;<br />

y recogiendo todas sus fuerzas, esclamó: «¿Quién está ahí? ¿Quién<br />

repite mis palabras? ¿Quién eres tú. que graznas en mis oídos? Ponte<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí, para que yo pueda verte.<br />

—Soy el Demonio que te persigue, respondió la voz.<br />

—Déjate ver en forma corpórea, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y verás<br />

que no te temo. Por las cavernas <strong>de</strong>l iníierno, que si pudiera luchar<br />

con estas fantasmas que me atormentan, como con un enemigo <strong>de</strong><br />

carne y hueso, me habia <strong>de</strong> burlar <strong>de</strong> tí, y <strong>de</strong> todas tus legiones.<br />

—Piensa en tus pecados, siguió la voz; en la rebeldía, en la rapiña,<br />

en el asesinato. ¿Quién indujo al licencioso príncipe Juan á tomar<br />

las armas contra el anciano que le dio la vida, contra el generoso<br />

hermano, que le prodigó tantos beneficios?<br />

—Alientes, Demonio, hechicero ó quien quiera que seas, respondió<br />

Frente-<strong>de</strong>-buey. Mientes como un villano. No fui yo solo; foímos<br />

cincuenta caballeros y barones, los mejores que han enristrado lan-


CAPÍTULO XXX. 25.7<br />

zu: la flor <strong>de</strong> la nobleza <strong>de</strong> Inglaterra. ¿He <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los pecados<br />

ágenos. P'also enemigo, me burlo <strong>de</strong> tí y <strong>de</strong> tus acusaciones.<br />

Pete, y déjame morir en paz, si eres mortal,y si no lo eres, todavía<br />

no ha llegado tu hora.<br />

—No morirás en paz, repitió la voz. No, que tu muerte será emponzoñada<br />

por el recuerdo <strong>de</strong> tus homicidios, por el eco <strong>de</strong> los alaridos<br />

que han retumbado en estas bóvedas, porla sangre que ha<br />

inundado estos pavimentos.<br />

—No me impones silencio contris cargos, respondió el barón con<br />

amarga y violenta sonrisa. El judío ha esperimentado la suerte que<br />

merece. Y por lo que hace á los sajones que han muerto á mis<br />

manos, eran enemigos <strong>de</strong> mi patria, <strong>de</strong> mi linaje y do mi soberano.<br />

Ya ves que estoy bien parapetado contra tus tiros. ¿Te has<br />

ido, ó porqué callas?<br />

—No, infame parricida , repuso la voz: acuérdate do tu padre,<br />

<strong>de</strong> su muerte; acuérdate <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong>l banquete, regada con su<br />

sangre, que acababa <strong>de</strong> verter la mano <strong>de</strong> su hijo.<br />

— ¡Ahí esclamó el liaron, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse parado algún rato.<br />

Ya veo que tienen razón, los que dicen que nada se te escapa. Yo<br />

creía que ese secreto estaba <strong>de</strong>positado solo en mi pecho, y en el <strong>de</strong><br />

laque fué mi cómplice. Anda y busca la bruja sajona Pírica, que te<br />

podrá <strong>de</strong>cir lo (pie solo ella y yo vimos. Ella fué la que lavó las<br />

heridas, y amortajó el cadáver, y propagó la noticia <strong>de</strong> que el viejo<br />

habia muerto <strong>de</strong> cólico. Ella fué la que me puso en el resbala<strong>de</strong>ro y<br />

<strong>de</strong>be tener su parte en el castigo. Anda, y hazle saborearlos tormentos<br />

precursores <strong>de</strong>l inlierno.<br />

—- \ a los saboreo <strong>de</strong> antemano, dijo Lírica, poniéndose <strong>de</strong> pronto<br />

enfrente <strong>de</strong>l barón. Vahe apurado la copa, y solo ha podido dulcificarme<br />

su amargura la esperanza do ver lo que estoy viendo<br />

ahora. ¿De qué te sirve apretar los dientes, y echarme esas miradas<br />

furibundas? ¿De qué sirven esos gestos <strong>de</strong> amenaza? Pisa mano, que<br />

como la <strong>de</strong>l padre (pie adquirió el nombre que llevas, hubiera podido<br />

en otro tiempo, partir la cabeza <strong>de</strong> un toro indómito, esta<br />

ahora tan enervada y tan débil como la mía.<br />

—¡Vil saco <strong>de</strong> huesos! esclamó Frente-<strong>de</strong>-buey. ¡Detestable lecho<br />

za! ¡Ahora vienes á <strong>de</strong>leitarte en las ruinas <strong>de</strong>l edificio que has<br />

echado al suelo!<br />

—KeginaldoFrente-<strong>de</strong>-buey, repúsola vieja: esta es i lrica, esta<br />

es ia bija <strong>de</strong>l asesinado Torquil <strong>de</strong> Wolfganger: esta es la hermana


№8 IVANH0E.<br />

<strong>de</strong> sus hijos <strong>de</strong>gollados: esta es la que te pi<strong>de</strong> padre, familia, nombre,<br />

fama, todo lo que ha perdido á manos <strong>de</strong> un Frente­<strong>de</strong>­buey. Tales<br />

son los males que he sufrido...—¿Te atreverás á negarlo? Pues<br />

¡<strong>de</strong>n, si hasta ahora has sido el Demonio <strong>de</strong> mi persecución, ahora<br />

lo soy yo <strong>de</strong> la tuya; y te perseguiré y te atormentaré hasta el último<br />

momento <strong>de</strong> tu infame existencia.<br />

—".so es lo que no verán tus ojos, furia aborrecible, respondió<br />

e're¡ite­<strong>de</strong>­buey. ¡Hola ! Gil, Clemente, Eustaquio, Esteban, Mauro,<br />

acudid, y arrojada esa maldita <strong>de</strong> cabeza por una tronera <strong>de</strong>l casfilio.<br />

Nos ha vendido á los sajones. ¿ En cpié tardáis, picaros?<br />

—Llámalos mas <strong>de</strong> recio, dijoUlrica, con sonrisa burlona. Llama<br />

; todos tus vasallos, y amenázalos con el azote y el calabozo. Sabe,<br />

••rgulloso caudillo, añadió mudando <strong>de</strong> tono, que ni te darán respuesta<br />

ni ausilio. Oye, oye esos espantosos sonidos, dijo <strong>de</strong>teniéndose<br />

para que el Barón escuchase el rumor <strong>de</strong>l combate, que<br />

estaba á la sazón en su mayor encarnizamiento. Esos gritos son los<br />

precursores <strong>de</strong> la ruina <strong>de</strong> tu casa y <strong>de</strong> tu familia. El edificio <strong>de</strong><br />

ía prosperidad <strong>de</strong> Frente­<strong>de</strong>­buey, cimentado en crímenes y en<br />

sangre, va á <strong>de</strong>smoronarse ante sus mas <strong>de</strong>spreciados enemigos<br />

El Sajón, Reginaldo, el Sajón asalta tus murallas. ¿Y tú yaces<br />

amilanado en tu cama, mientras que él se prepara á hollar tus timbres<br />

y tu soberbia?<br />

—¡Que no tenga yo, dijo Frente­<strong>de</strong>­buey, un momento <strong>de</strong> vigor<br />

para ir 'á recibir á esos menguados como merecen!<br />

—No pienses en eso, noble y valiente guerrero, dijo Lírica. 1<br />

ú<br />

muerte no será la <strong>de</strong>l soldado; morirás como la zorra en la guarida,<br />

cuando los pastores ponen fuego á la maleza que la circunda,<br />

—¡Execrable fantasma! mientes, repuso Frente­<strong>de</strong>­buey; mis soldados<br />

pelean con brio; mis compañeros sostienen el honor <strong>de</strong> sus<br />

armas. Yo oigo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí los gritos animosos <strong>de</strong> Bracy y <strong>de</strong>l<br />

Templario; y yo te juro por mi honor que cuando encendamos la<br />

hoguera con que hemos <strong>de</strong> celebrar nuestro triunfo, sus llamas<br />

han ile consumir tus huesos y tu pellejo. He <strong>de</strong> vivir con la satisfacción<br />

<strong>de</strong> haberte enviado <strong>de</strong>l fuego terreno al fuego infernal, •] •;e<br />

jamás habrá consumido un ser mas diabólico que tú.<br />

—Vive en esa esperanza, dijo Lírica, hasta que la real ices; por..,<br />

no; quiero que sepas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora la suerte que te aguarda; y aunque<br />

preparada por estas débiles y trémulas manos, no son parí­; .i<br />

evitarla tu fuerza, tu po<strong>de</strong>r, ni tu valor. ¿No ves ese vapor espeso


CAPÍTULO xxx. 259<br />

que se alza por todo el aposento? ¿Lo Las atribuido quizás á la<br />

turbación que ocasionan tus heridas, ó al <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n que ofusca tu<br />

maginacion? ¿No, Frente-<strong>de</strong>-buey: <strong>de</strong> otra causa proce<strong>de</strong>. ¿Te<br />

acuerdas <strong>de</strong>l pajar que está en el piso bajo <strong>de</strong> esta torre?<br />

—¡Mujer! esclamó furioso el liaron. ¿Le has pegado fuego? Pero,<br />

-i... ya veo... ya veo ¡as llamas...<br />

-Sí: dijo Lírica, ya cun<strong>de</strong>n, ya se acercan al sitio en que estás.<br />

Esas llamas sirven <strong>de</strong> aviso á los sajones para que vengan á apa­<br />

garlas. A Dios Frente-<strong>de</strong>-buey. Asístante en tu agonía Mista, Sko-<br />

gula, y Zernebock, divinida<strong>de</strong>s do mi pueblo. En sus manos te <strong>de</strong>­<br />

jo; pero sabe, si esto pue<strong>de</strong> servirte <strong>de</strong> consuelo, que Lírica va á<br />

embarcarse contigo y á ser la. compañera <strong>de</strong> tu castigo como lo ba<br />

sido <strong>de</strong> tu culpa. A Dios, parricida. ¡Plugiese al cielo que hubiese<br />

cien lenguas en cada piedra, <strong>de</strong> este edificio, y que no cesasen <strong>de</strong><br />

repetirte este dictado durante los pocos instantes que te quedan <strong>de</strong><br />

\ ida!»<br />

i bebas estas palabras, salió <strong>de</strong>l aposento, y Frente-<strong>de</strong> -buey oyó<br />

••1 tremendo ruido <strong>de</strong> les cerrojos y llaves, que ella aseguraba con<br />

el mayor esmero, á Jlu <strong>de</strong> quitarle basta la mas remota esperanza.<br />

Estovan, Mauro, Clemente, Gil, esclamaba en los últimos estre-<br />

mos<strong>de</strong>l terror y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación .. venid... que me quemo. Ve­<br />

nid ó mi ayuda, valiente Bois-Guilbert, intrépido Bracy. Frente-<strong>de</strong><br />

buey os llama, traidores vasallos; vuestro amigo, perjuros y falsos<br />

caballeros. Caigan sobre vosotros todas las maldiciones <strong>de</strong>l infier­<br />

no si me <strong>de</strong>jais perecer tan miserablemente. ¿No me oís? No... no<br />

pue<strong>de</strong>n oírme. Mi voz se confun<strong>de</strong> en el estrépito déla batalla. El<br />

humo se agolpa cada \ ez mas: las llamas calientan ya el piso. Ven­<br />

ga un soplo <strong>de</strong> aire, aunque sea á costa <strong>de</strong> mi aniquilación. -.El per­<br />

verso, enagenado por el frenesí <strong>de</strong>, su <strong>de</strong>specho, repetía los gritos<br />

le, los combatientes; y <strong>de</strong>spués prorumpia en maldiciones espan­<br />

tosas contra sí mismo, céntralos hombres, contra todo la mas sa­<br />

grado que ellos respetan. «Las llamas me ro<strong>de</strong>an, gritaba; el <strong>de</strong>­<br />

monio marcha contra mí en medio <strong>de</strong> su propio elemento. Perver­<br />

so espíritu, huye <strong>de</strong> aquí. No... no me llevarás solo. Vengan con­<br />

migo ñus compañeros. Todos son tuyos; tuyos son también los<br />

muros <strong>de</strong> mi fortaleza. ¿ Han <strong>de</strong> quedarse aquí el inmoral Templa­<br />

rio, el licencioso Bracy? Lírica, vieja en<strong>de</strong>moniada, los hombres<br />

ue me han ayudado en esta empresa, los perros sajones, y los<br />

malditos judíos, mis prisioneros, todos, todos iremos juntos. ¡Como


260 EVAKHOE.<br />

hemos <strong>de</strong> divertirnos en el camino!» Frente-<strong>de</strong>-buey prorumpic<br />

en ruidosas carcajadas, cuyos ecos resonaron en las bóbedas <strong>de</strong>,<br />

aposento. «¿Quién se rie? esclamó. ¿Eres tú, ülrica? Habla y te<br />

perdono; solo tú ó Satanás pue<strong>de</strong>n reirse en ocasión como esta.<br />

Pero corramos el velo: seria una impiedad repetir las últimas pa<br />

labras dsl blasfemo parricida.<br />

CAPITULO XXXI.<br />

Aunque Cedric no confiaba mucho en la ejecución <strong>de</strong> los plañe?<br />

<strong>de</strong> Ulrica, no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> comunicar su promesa al caballero <strong>de</strong>l Canda<br />

doy á Locksley. Estos supieron con satisfacción, que tenían un alia<br />

do en la plaza que podría facilitarles la entrada en caso convenien'<br />

te; y acordaron con el Sajón la necesidad <strong>de</strong> aventurar el ataque.<br />

Cualesquiera que fueran sus inconvenientes, como el único medio que<br />

les quedaba <strong>de</strong> libertar á los cautivos <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong>! cruel Eren<br />

te-<strong>de</strong>-buey.<br />

«Rescatemos la sangre real <strong>de</strong> Alfredo, <strong>de</strong>cía Cedric.<br />

—Salvemos el honor <strong>de</strong> una hermosa dama, <strong>de</strong>cia el caballero<br />

—¡Y por san Cristóval bendito, <strong>de</strong>cia el valiente montero; aun<br />

que no hubiera otro motivo que ol libertar á ese pobre, AYamba. 1o<br />

dos <strong>de</strong>bíamos perecer antes que <strong>de</strong>jarle en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> esos impíos!<br />

—Y r<br />

o dig'O lo mismo, dijo el fingido ermitaño; un loco que con su.-<br />

ocurrencias hace tan buen paladar á una copa <strong>de</strong> vino como una<br />

lonja <strong>de</strong> jamón, no carecerá jamás <strong>de</strong> mi au xilio mientras yo pueda<br />

blandir una partesana.<br />

--Razón tenéis, hermano, dijo el caballero <strong>de</strong>l «'andado; habei-<br />

hablado como hombre <strong>de</strong> juicio. V ahora <strong>de</strong>cidme, amigo Locksley.<br />

¿no seria bueno que el noble, Cedric tomara el mando <strong>de</strong>l asalto''<br />

—Ni por pienso, dijo Cedric. Yo no he aprendido á <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r n,<br />

atacar esas mansiones <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r tiránico, erigidas por los norman<br />

dos en mi <strong>de</strong>sventurada patria. Pelearé como el que mas; pero to­<br />

dos mis vecinos saben que no estoy acostumbrado á la disciplina d<<br />

la guerra, y mucho menos á dar estocadas á las piedras <strong>de</strong> los cas<br />

tillos.<br />

—En ese caso, noble Cedric. dijo Locksley. tomar:' con muele


CAPÍTULO XXXI. 261<br />

gusto á mi cargo la dirección <strong>de</strong> los flecheros: y que me cuelguen<br />

<strong>de</strong>! árbol mas alto <strong>de</strong> estas selvas, si se asoma uno solo <strong>de</strong> los sitia<br />

dos al muro sin llevar mas flechas en la cabeza que las que se dispararon<br />

en el torneo <strong>de</strong> Ashby.<br />

—Bien dicho! respondió el caballero Negro; y si me oreéis digno<br />

do tener algún mando en esta empresa, y hay algunos entre núes<br />

tros bravos monteros que quieran seguir los pasos <strong>de</strong> un caballero<br />

que así puedo llamarme, pronto estoy, con lo que la esperiencia me<br />

ba enseñado, á conducirlos al ataque <strong>de</strong> esos muros.<br />

Distribuidos <strong>de</strong> este modo los respectivos cargos <strong>de</strong> los jefes, em<br />

pozaron el primer asalto en los términos <strong>de</strong>que ya está informado<br />

el lector.<br />

Cuando los sitiadores tomaron la barbacana, el caballero Negro<br />

on\ ió la noticia <strong>de</strong> tan feliz suceso al montero Loeksley, previniéndole<br />

que aquella era la ocasión <strong>de</strong> observar mas <strong>de</strong> cerca y con masvigilancia<br />

rpie nunca el castillo, á fin <strong>de</strong> evitar que lossitiados con<br />

pregasen todas sus fuerzas, hiciesen una salida repentina, y volvió<br />

sen á apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l puesto <strong>de</strong> que habían sido arrojados. El Caba<br />

doro tenia gran empeño en estorbar semejante <strong>de</strong>signio; porque sabia<br />

que los hombres que mandaba., alistados con precipitación, imperfectamente<br />

armados y poco acostumbrados á obe<strong>de</strong>cer, <strong>de</strong>bían<br />

pelear con gran <strong>de</strong>sventaja con los soldados veteranos <strong>de</strong> los normandos,<br />

que estaban bien provistos <strong>de</strong> armas ofensivas y <strong>de</strong>fensivas:<br />

y (pie para contrarestar el zelo y la intrepi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los sitiado<br />

res, contaban con la superioridad que dan los hábitos militaros y<br />

el diestro manejo déla espada y <strong>de</strong>l broquel.<br />

El Caballero empleó la suspensión que siguió á la toma <strong>de</strong> la<br />

barbacana, en dirigir la construcción <strong>de</strong> un gran tablado ó puente<br />

volante, por cuyo medio esperaba pasar el foso, en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> teda<br />

la resistencia que podrían oponer los enemigos. Esta operación<br />

exigía algún tiempo: mas osle nc era gran inconveniente para los<br />

sitiadores, los míales esperaban que entre tanto lírica ejecutaría<br />

su proyecto<br />

Cuando el puente estaño concluido: «No <strong>de</strong>bemos per<strong>de</strong>r tiempo,<br />

lijo el caballero <strong>de</strong>l Candado; el sol <strong>de</strong>clina y yo no podré pasar<br />

aquí el clia <strong>de</strong> mañana. «Milagro será a<strong>de</strong>más, que no vengan lar.<br />

ceros <strong>de</strong> York al socorro <strong>de</strong> esa gente, en cuyo caso no nos será tan<br />

fácil llevar á cabo la. empresa. Vaya uno <strong>de</strong> vosotros á Loeksley , y<br />

dígale que ahora es la ocasión <strong>de</strong> disparar una <strong>de</strong>scarga cerrada<br />

* ir


3tS2 IV ANUDE.<br />

<strong>de</strong> flechas por el lado opuesto, y hacer todas las <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong><br />

esaltar por aquella parte: y vosotros, valientes ingleses, manteneos<br />

firmes á mi lado, y disponeos á echar el puente sobre el foso<br />

inmediatamente que, se abra la poterna. Seguidme cuando yo em-<br />

;.uezo ¡i pasar el puente; y me ayudareis ¡i echar abajo la puerta<br />

principal <strong>de</strong>l castillo. Los que no quieran emplearse en este ser-<br />

. icio ó no están bien armados para <strong>de</strong>sempeñarlo, coloqúense sobre<br />

a barbacana, preparen los áreos, y no <strong>de</strong>jen hombre á vida en las<br />

o menas. Noble Cedric, ¿queréis tomar el mando <strong>de</strong> los que formen<br />

a reserva?<br />

—No por cierto, dijo Cedric; eso <strong>de</strong> mandar no está en mis libros;<br />

n'.ro maldígame toda mi prosperidad, si no te sigo valientemente<br />

'.on<strong>de</strong> quiera que vayas. La causa es mia, y mió <strong>de</strong>be ser el ma-<br />

, ir peligro.<br />

—Consi<strong>de</strong>ra, dijo el caballero, noble Cedric, que no tienes mas<br />

iieun yelmo, una espada y un mal broquel, y (pie careces <strong>de</strong><br />

'"to y espaldar.<br />

—Mucho mejor, respondió < 'edric, así estaré mas ligero para suoir<br />

las murallas; y perdona que te hable con alguna vanidad; mas<br />

iioy verás, señor caballero, que el pecho <strong>de</strong>snudo <strong>de</strong> un sajón sabe<br />

oponerse á los tiros con tanta intrepi<strong>de</strong>z como la armadura <strong>de</strong> ace-<br />

•o <strong>de</strong>l mejor paladín normando.<br />

— Empecemos en nombre <strong>de</strong> Dios, dijo el caballero: abrid la<br />

puerta y echad el puente.»<br />

Inmediatamente se abrió el portalón <strong>de</strong> la barbacana que daba al<br />

foso, y que correspondía con la puerta principal <strong>de</strong>l castillo ; en seguida<br />

, los monteros empujaron el puente , que formaba entre la<br />

fortaleza y la obra esterior un paso resbaladizo y peligroso , por el<br />

cual solo podían marchar dos hombres <strong>de</strong> frente. Conociendo la importancia<br />

<strong>de</strong> tomar el punto por sorpresa, el caballero Negro, seguido<br />

<strong>de</strong> Cedric, pasó el puente y llegó al lado opuesto, empezando á<br />

dar terribles golpazos con el hacha en la puerta <strong>de</strong>l castillo. Protegíanlo<br />

en parte <strong>de</strong> los tiros <strong>de</strong> los sitiados , las ruinas <strong>de</strong>l puente<br />

antiguo, que el Templario había cortado al retirarse <strong>de</strong> la barbacana<br />

, <strong>de</strong>jando un enorme contrapeso pendiente <strong>de</strong> la parte superior<br />

'le la portada. Los monteros que siguieron al caballero no tenían este<br />

<strong>de</strong>fensivo : dos murieron inmediatamente á los tiros <strong>de</strong> la guarnición<br />

; otros dos cayeron en el foso, los otros so retiraron.<br />

Kntonces fué sumamente peligrosa la situación <strong>de</strong>l caballero y <strong>de</strong>


CAPITULO XXXI. 263<br />

' edric, y mas jo hubiera sido, á no haber mostrado la mayor tenacidad<br />

los monteros <strong>de</strong> la barbaema en molestar con incesantes <strong>de</strong>scargas<br />

á los sitiados, distrayendo <strong>de</strong> este modo su atención , y estorbando<br />

que cayese sobre los dos caballeros la borrasca <strong>de</strong> vigas y<br />

piedras que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba podían arrojarles : no obstante lo cual,<br />

crecían por instantes los peligros (pie les ro<strong>de</strong>aban. «¿No os caéis<br />

muertos <strong>de</strong> vergüenza? <strong>de</strong>cía Bracy á los soldados que estaban sobre<br />

la puerta. ¿ Os llamáis ballesteros y permitís que esos dos bellacos<br />

se burlen <strong>de</strong> vosotros? Vengan acámanos, y picas, y palancas<br />

, y <strong>de</strong>scarguémosles encima esa parte <strong>de</strong> la comiza. •> Dijo esto<br />

señalando á un grandísimo cantón que sobresalía <strong>de</strong>l muro, sirviendo<br />

<strong>de</strong> comiza entre este y las troneras.<br />

Poro en aquel instante los sitiadores vieron tremolar una ban<strong>de</strong>ra<br />

roja en la torre que Vírica había <strong>de</strong>signado á Oedric. Id buen<br />

montero Locksley fué el primero que <strong>de</strong>scubrió esta señal <strong>de</strong> próxima<br />

victoria: cuando lleno <strong>de</strong> impaciencia, y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> apresurar<br />

el asalto, se dirigía á la barbacana con el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> observar<br />

<strong>de</strong> cerca, los progresos que el caballero y Cedric hacían:<br />

; San Jorge, eselanió ! Viva Inglaterra. Al ataque, monteros.<br />

No <strong>de</strong>jemos al buen caballero y al noble Cedric solos en el lance<br />

mas crítico. Ermitaño, veamos si eres tan diestro en la pelea corno<br />

supones. Arriba, valientes amigos: nuestro es el castillo, puesto que<br />

tenemos amigos <strong>de</strong>ntro. ¿Veis la ban<strong>de</strong>ra ? Esa es la señal <strong>de</strong>l triunfo<br />

<strong>de</strong> la buena causa. Honor y <strong>de</strong>spojos nos aguardan ; gloria y<br />

botín. Hagamos un esfuerzo, y la plaza es nuestra.»<br />

\1 <strong>de</strong>cir esto apuntó el arco y disparó una flecha al pecho <strong>de</strong> un<br />

soldado, que bajo la dirección <strong>de</strong> Bracy , estaba <strong>de</strong>scarnando con<br />

una barra, uno <strong>de</strong> los ángulos <strong>de</strong> la comiza , á fin <strong>de</strong> precipitarla<br />

sobre Cedric y el caballero <strong>de</strong>l Candado Otro soldado ocupó el lucrar<br />

<strong>de</strong>l muerto, tomándole la barra <strong>de</strong> las manos para continuar la<br />

operación, y ya sus golpes habían conseguido que la comiza empezase<br />

á ce<strong>de</strong>r, cuando recibió una flecha en el yelmo, y cayó muerto<br />

<strong>de</strong> las almenas al foso. Eos otros que estaban en los muros parecían<br />

amedrentados, porque veían que no había armadura que pudiera<br />

resistir á los golpes <strong>de</strong> aquel formidable tirador.<br />

¿Ya perdéis ánimo, cobar<strong>de</strong>s? esclamó Bracy. Dadme la barra<br />

y venus. •<br />

Y tomándola con intrepi<strong>de</strong>z y firmeza, empujó con cuanto vigor<br />

pudo o] canto <strong>de</strong> la comiza, cuyo peso era suficiente no í-o'o pera


264 IYANHOE.<br />

arrebatar ios restos <strong>de</strong>l puente antiguo, bajo el cual estaban guarecidos<br />

Cedric y el caballero, sino para hundir el puente nuevo . ><br />

sepultar con él á los que lo ocupaban. Los sajones vieron el peí i<br />

gro, y los mas atrevidos, inclusos el ermitaño, no osaron poner el<br />

pié en las tablas. Tres veces disparó Locksley á liracy , y tres fte<br />

chas fueron rechazadas <strong>de</strong> su escelente armadura.<br />

«¡ Maldiga Dios el acero <strong>de</strong> España! dijo <strong>de</strong>spechado el monten<br />

Hubiéralo forjado un herrero inglés, y así lo atravesaran mis Hechas<br />

como si fuera tafetán. ¡ Cantaradas, amigos, noble, ('edric! atrás<br />

ó sino perecéis !»<br />

Los tremendos golpes que el caballero <strong>de</strong>l Candado <strong>de</strong>scargaba en<br />

la poterna, hubieran ahogado el rumor <strong>de</strong> veinte trompetas: así quilos<br />

gritos <strong>de</strong> Locksley no llegaron á sus oidos ni álos <strong>de</strong> Cedric. El<br />

fiel Gurth se aventuró á pasar el puente para retirar á su amo <strong>de</strong><br />

aquel inminentísimo riesgo, ó para morir á su lado. Pero ya resbalaba<br />

la piedra, y el celo <strong>de</strong> aquel escelente servidor hubiera sido io<br />

fructuoso, y Bracy hubiera llevado á cabo su propósito, si no bu<br />

biera oído en aquel instante la voz <strong>de</strong>l Templario.<br />

— Todo se ha perdido, Bracy, gritó Brían. El castillo ar<strong>de</strong>.<br />

•— ¿ Estás loco ? dijo <strong>de</strong> Bracy.<br />

— Las llamas consumen toda el ala <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> poniente. Vanohan<br />

sido todos los esfuerzos que he hecho para apagarlas.<br />

Brian <strong>de</strong> líois-Guilbert dio esta noticia con la inalterable frialdad<br />

que formaba una <strong>de</strong> las bases principales <strong>de</strong> su carácter; mas no la<br />

recibió <strong>de</strong>l mismo modo su compañero.<br />

— ¡Santos <strong>de</strong>l cielo i dijo <strong>de</strong> Bracy. ¿ Qué hemos <strong>de</strong> hacer ahora''.<br />

Ofrezco un can<strong>de</strong>lera <strong>de</strong> oro á, san Nicolás <strong>de</strong> Limoges...<br />

—Buenos estamos para votos, repuso el Templario. Óyeme y si •<br />

gue mis consejos. Reúne tus hombres, como si fueras á hacer nna<br />

salida, abre la poterna , empuja al foso los dos solos hombres que<br />

están en el puente volante, hazte camino hasta la barbacana, Al<br />

mismo tiempo, yo saldré por la puerta principal y atacaré la barbacana<br />

por el lado opuesto. Sí volvemos á apo<strong>de</strong>rarnos <strong>de</strong>l punto,<br />

nos <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>remos en él hasta recibir socorro; si no, á lo menos capitularemos<br />

con honor.<br />

— Bien pensado, dijo Bracy; yo haré cuanto pueda; pero Te/e<br />

piarlo, no me faltes.<br />

— Mano y guante ; dijo Bois-Guilbert. Date prisa, en nombre


CAPÍTULO XXXI. 265<br />

De Bracy reunió sus hombres, corrió á la poterna, y la abrió <strong>de</strong><br />

par en par: pero apenas lo había hecho, cuando la fuerza portentosa<br />

<strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l Candado echó al suelo á cuantos quisieron<br />

estorbarle la entrada. Dos <strong>de</strong> los primeros ca yeron inmediatamente:<br />

los otros cedieron, á pesar <strong>de</strong> todos los esfuerzos que su jefe hacia<br />

para <strong>de</strong>tenerlos.<br />

«Perros, esclamó Bracy. ¡Dos hombres solos bastan para arrollaros!<br />

— ; Es el mismo <strong>de</strong>monio! dijo un veterano, retirándose cubierto<br />

<strong>de</strong> contusiones y car<strong>de</strong>nales.<br />

— ; \ aunque lo fuera! respondió el normando:;, huiríais <strong>de</strong> él<br />

bástala, boca <strong>de</strong>l infierno'? El castillo está ardiendo, villanos. Si no<br />

roñéis valor, haga sus veces la <strong>de</strong>sesperación ; <strong>de</strong>jadme habérmelas<br />

non ese valiente campeón. »<br />

Bracy sostuvo valientemente la fama que había adquirido en las<br />

guerras civiles <strong>de</strong> aquella agitada época. El con su espada , y su<br />

enemigo con su hacha, hicieron retemblar el pasadizo embovedad"<br />

que terminaba en la poterna, á, fuerza, do <strong>de</strong>sesperados y repetidos<br />

golpes. AI fin, el normando recibió uno , que, amortiguado algún<br />

tanto por id escudo , sin lo cual hubiera dado ñn <strong>de</strong> su vida , cayó<br />

tan <strong>de</strong> lleno y con tanta violencia sobre el crestón , que no le fué<br />

dado resistirlo, y dio con su cuerpo en tierra.<br />

< Kín<strong>de</strong>te, <strong>de</strong> Bracy, dijo el vencedor, apoyando una rodilla sobre<br />

el peto <strong>de</strong>l vencido , y presentándole <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong>i<br />

yelmo la daga con que los caballeros mataban á sus enemigos , y<br />

que se llamaba en aquellos tiempos, la daga <strong>de</strong> gracia. Rín<strong>de</strong>te ú<br />

discreción. Mauricio do Bracy, ó mueres.<br />

— No me rindo á un vencedor <strong>de</strong>sconocido, dijo con voz apagada<br />

el normando. Di cómo te llamas, ó haz <strong>de</strong> mí lo que quieras. Jamás<br />

se dirá que Mauricio <strong>de</strong> Bracy se ha entregado á un guerrero sin<br />

nombre.<br />

SI caballero <strong>de</strong>l (andado se inclinó, y dijo algunas palabras a!<br />

oido <strong>de</strong> Bracy.<br />

«Soy tu prisionero y me rindo á discreción , dijo el normando<br />

cambiando su tono altanero y obstinado en el <strong>de</strong> la mas profunda<br />

.-¡•'.misión.<br />

— Pasa á la barbacana, dijo el guerrero, y aguarda allí mis ór­<br />

<strong>de</strong>nes.<br />

— Deja que te informe antes, dijo Mauricio <strong>de</strong> Bracy, <strong>de</strong> lo que tt


Ü66 IVANHOE-<br />

importa saber. Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe está herido y prisionero en este<br />

¡•astillo, y perecerá en las llamas si no acu<strong>de</strong>s á su socorro.<br />

— ¡ Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe.' esclamó el <strong>de</strong> las negras armas. ¡ Wilfrido<br />

espuesto á perecer'. La vida <strong>de</strong> cuantos están en el castillo me<br />

respon<strong>de</strong>rá <strong>de</strong>l menor daño que le sobrevenga. Enséñame dón<strong>de</strong><br />

está.<br />

— Esa escalera que tienes enfrente, dijo <strong>de</strong> Hracy , conduce é. su<br />

aposento. ¿Quieres que te guie'.'<br />

—No, respondió oí caballero: repítote que vayas á la barbacana...<br />

no me ño <strong>de</strong> tí, Mauricio.»<br />

Durante este combate y la breve conversación que le siguió. Oedric,<br />

á la cabeza <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> los suyos, entre bis cuales se distinguía<br />

el ermitaño, penetró por el pasadizo, cuando vio abierta la<br />

poterna, arrollando á los <strong>de</strong>sanimados partidarios <strong>de</strong> Hracy, <strong>de</strong> los<br />

cuales unos pedían cuartel, otros presentaron débil é inútil resistencia,<br />

y los <strong>de</strong>más huyeron <strong>de</strong>spavoridos. De Hracy se alzó como<br />

pudo <strong>de</strong>l suelo , y echó una triste mirada al que le, había vencido.<br />

; No se fia <strong>de</strong> mí! dijo. ¿ Y acaso he merecido yo su confianza ? Recogió<br />

su espada , se quitó el yelmo en señal <strong>de</strong> sumisión . y encaminándose<br />

á la barbacana, entregó la espada á Locbsley . á quién<br />

encontró en el camino.<br />

Entretanto aumentaba el incendio, y ya penetraban las llamas<br />

en el aposento en que estaban Ivanhoe y Rebeca. Ivanhoe habia<br />

dispertado <strong>de</strong> su sueño oyendo el estrépito <strong>de</strong> la, batalla; su enfermera,<br />

cada vez mas ansiosa y mas inquieta , se había vuelto á poner<br />

en la ventana, para observar las ocurrencias <strong>de</strong>l ataque, y dar<br />

cuenta <strong>de</strong> ellas al herido ; pero el humo que se alzaba por todo el<br />

circuito <strong>de</strong> la fortaleza le impedia ver lo que, pasaba. Al fin las ráfagas<br />

que se introducían en el aposento, y los gritos <strong>de</strong> «#?•••


CAPÍTULO XXXI. '¿67<br />

rota y sangrienta ia armadura , y <strong>de</strong>shecho en parte , y en parte<br />

quemado el plumero <strong>de</strong> su morrión. « \1 fin te encuentro, dijo á<br />

Rebeca; y vengo á probarte que mi espada es capaz <strong>de</strong> sacarte <strong>de</strong><br />

los mas inminentes peligros. No hay mas que un camino para salvarte<br />

: yo lo he abierto al través <strong>de</strong> mil riesgos ; sigúeme sin <strong>de</strong>tenerte<br />

•— No te seguiré sola, respondió <strong>de</strong>nodadamente Rebeca. Si tedio<br />

ia vida una mujer y no una ñera <strong>de</strong> estos montes : si hay la menor<br />

sombra, <strong>de</strong> caridad en tu corazón ; si tu alma no tiene la misma<br />

dureza que tu armadura, salva á mi padre ; salva á este caballero<br />

herido.<br />

— El caballero herido, respondió lirian, con su frialdad acostumbrada,<br />

tomará el tiempo como venga ; y <strong>de</strong>be serle indiferente morir<br />

cu las llamas , ó á los filos <strong>de</strong>l acero. Y en cuanto á tu padre,<br />

¿ quién diablos ha <strong>de</strong> dar á la hora esta con el judío ?<br />

--Fiera implacable, esclamó la doncella , antes morir mil veces<br />

en el incendio que recibir la vida <strong>de</strong> tus manos.<br />

— Eso no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> tí, dijo Brian ; una vez te has burlado


'¿68 IVANHOE.<br />

lírica. Los sitiadores persiguieron á sus enemigos <strong>de</strong> salón en salón,<br />

y <strong>de</strong> aposento en aposento , saciando la rabia que por espacie<br />

<strong>de</strong> tanto tiempo les babia animado contra el sangriento Frente-<strong>de</strong>buey<br />

y contra los instrumentos <strong>de</strong> su. tiranía. La mayor parte


CAPÍTULO XXXI 269<br />

te levadizo; mas le habían cerrado el paso los monteros, los cuales,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber disparado innumerables <strong>de</strong>scargas ala fortificación,<br />

apenas vieron el incendio y el puente echado, se agolparon<br />

á su entrada, tanto para estorbar la salida <strong>de</strong> la guarnición , como<br />

para asegurar una parte <strong>de</strong>l botín, antes que las llamas hubiesen<br />

consumido enteramente el edificio. Por otra parte, los sitiadores<br />

que habían entrado por la poterna , <strong>de</strong>sembocaban entonces en el<br />

patio; y atacaban con furor los restos <strong>de</strong> la guarnición, los cuales<br />

se hallaban comprometidos á un tiempo por frente y retaguardia<br />

Animados sin embargo por la <strong>de</strong>sesperación, y sostenidos por el<br />

ejemplo <strong>de</strong> su indómito jefe, los que ro<strong>de</strong>aban al Templario peleaban<br />

con inflexible valor. Estaban bien armados, y aunque inferiores<br />

en número, mas <strong>de</strong> una vez lograron rechazar á, sus enemigos.<br />

Rebeca, á caballo, en el <strong>de</strong> uno délos esclavos Sarracenos <strong>de</strong> Brian.<br />

se hallaba en medio <strong>de</strong> la pelea ; y este, á pesar <strong>de</strong> la confusión <strong>de</strong>l<br />

encuentro, atendía incesantemente á su seguridad. Púsose muchas<br />

veces á su lado, y <strong>de</strong>scuidando su propia <strong>de</strong>fensa , cubria á la Hebrea<br />

con su broquel triangular : <strong>de</strong>spués volvía al ataque , abatía<br />

al mas arrojado <strong>de</strong> los enemigos, y se colocaba <strong>de</strong> nuevo junto á la<br />

que se había apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> su corazón.<br />

Athelstane, que como ya sabe el lector , era lento é irresoluto<br />

uero no cobar<strong>de</strong>, viendo una mujer protegida con tanto esmero por<br />

el Templario, no dudó que seria lady Rowena, <strong>de</strong> quien suponía que<br />

se había apo<strong>de</strong>rado por fuerza , procurando llevársela consigo á<br />

ouia costa.<br />

Por san Eduardo, dijo, que la arrancaré <strong>de</strong> sus manos, y él morirá<br />

á las mías.<br />

—Pensadlo bien antes, le dijo el bufón, que muchas veces el ca<br />

/.ador apresurado coje gato por liebre: cualquiera cosa apuesto ó<br />

que no es lady Rowena. ¿No veis aquellas trenzas negras ? Si no<br />

sabéis distinguir lo negro <strong>de</strong> lo blanco, bien podréis ir solo á esa<br />

empresa, que no seré yo quien os siga. No se rompen mis huesos á<br />

humo do pajas ni sin saber por quién.... ; y estáis sin armadura!<br />

ved que gorra <strong>de</strong> seda, no aguanta tajo ni revés ; y no se diga polvos<br />

aquello <strong>de</strong> tute metiste, fraile mosteo. Dcws voliscum, temerá<br />

rio caballero, añadió, viendo (pie Athelstane se le escapaba do las<br />

manos, con (pie hasta entonces le habia tenido asido.»<br />

Tomar una hacha , que alguno <strong>de</strong> los guerreros muertos en la<br />

acción habia <strong>de</strong>jado por el suelo, y abrirse camino hacia el Teta-


210 IVANHOE.<br />

plario, echando á tierra <strong>de</strong> cada golpe á uno <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>aban,<br />

fué obra <strong>de</strong> un momento para el noble sajón, cuya fuerza natural<br />

cobraba mayor empuje <strong>de</strong>l furor que á la sazón le animaba.<br />

Muy en breve se puso á pocos pasos <strong>de</strong>Brian, á quien <strong>de</strong>safió en los<br />

términos mas violentos.<br />

«Deja, falso Templario, á esa dama que no eres digno <strong>de</strong> tocar.<br />

Déjala, capitán <strong>de</strong> una cuadrilla <strong>de</strong> ladrones y asesinos.<br />

—Perro, eselamó el Templario apretando los dientes, yo te ensc -<br />

fiaré á blasfemar <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n:» y con estas palabras dirigió y apretó<br />

el caballo hacia el sajón; y empinándose sobre los estribos para<br />

aprovecharse <strong>de</strong> la bajada <strong>de</strong>l caballo que habia dado una corveta<br />

<strong>de</strong>scargó un terrible golpe sobre la cabeza <strong>de</strong> Athelstaue.<br />

Bien <strong>de</strong>cia Wamba que el gorro <strong>de</strong> seda no preserva <strong>de</strong> tajo m<br />

revés. Tan agudo era. el filo <strong>de</strong> la espada <strong>de</strong>l Templario, que partió,<br />

como.si fuera una vara <strong>de</strong> sauce, el mango <strong>de</strong>l hacha con que el<br />

Sajón habia parado el golpe,y penetrándole en la cabeza , le, abatió<br />

al suelo cubierto <strong>de</strong> sangre.<br />

«Así perezcan, dijo el Templario, todos los enemigos <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n;»<br />

y aprovechándose <strong>de</strong>l terror que habia producido la muerte<br />

<strong>de</strong>l sajón, gritó á los suyos que le siguiese el que (pusiese escapar<br />

con vida y partió á carrera hacia el puente levadizo, dispersando a.<br />

los enemigos que le hacían frente. Detrás pasaron sus esclavos sar<br />

rácenos, y algunos pocos <strong>de</strong> los soldados <strong>de</strong> la guarnición á caballo.<br />

Su retirada fué algo peligrosa por el gran número <strong>de</strong> flechas<br />

que los monteros les dispararon; mas á,pesar <strong>de</strong> todo llegaron ai<br />

pié <strong>de</strong> la barbacana, <strong>de</strong> que Brian suponía que Bracy habia tomado<br />

posesión, según el plan concertado entre ellos anteriormente.<br />

—Bracy , Mauricio <strong>de</strong> Bracy , gritó el Templario. ¿ estás ahí'.'<br />

—Aquí estoy, respondió el normando, pero soy prisionero.<br />

—¿Puedo librarte ? le preguntó el Templario.<br />

—No, repuso Bracy: me he rendido á discreción, .y seré ñe¡ a mi<br />

palabra. Escapa como puedas, que hay moros en la costa ; pon la<br />

mar <strong>de</strong> por medio, y no puedo <strong>de</strong>cirte mas por ahora.<br />

—Está bien, dijo Brian, y sino volvemosá vernos, acuérdate <strong>de</strong><br />

que he cumplido mi palabra. Haya moros en la costa, y venga si<br />

quiere toda la morería, que á fé no me alcanzarán en el preceptorio<br />

<strong>de</strong>l temple. Allá voy volando como el pájaro al nido.»<br />

Dicho esto, echó á correr con sus esclavos. Rebeca y los pocos <strong>de</strong><br />

la guarnición que se 1c habían agregado.


CAPÍTULO XXXI. 271<br />

Los que habían quedado en el castillo, por falta <strong>de</strong> caballos, conriuaarou<br />

resistiendo <strong>de</strong>sesperadamente á los sitiadores, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

la fuga <strong>de</strong>l Templario ; vendiendo caras las vidas, pues sabían que<br />

DO les serian perdonadas. El fuego cundía rápidamente por todas<br />

las partes <strong>de</strong>l castillo, y Ulrica, que lo había encendido , apareció<br />

culo alto <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las torres, semejante á una <strong>de</strong> aquellas furias<br />

infernales,que, según los errores mitológicos <strong>de</strong> los antiguos sajones,<br />

cantaban el himno <strong>de</strong> venganza y <strong>de</strong> muerto en el campo <strong>de</strong><br />

batalla. Llevaba suelta y <strong>de</strong>sgreñada su blanca cabellera, ánima-<br />

Ios los ojos con el <strong>de</strong>leite <strong>de</strong> la venganza y con el fuego déla embriaguez:<br />

y blandía con gesto amenazador la rueca, á guisa <strong>de</strong> las<br />

látales hermanas que hilan y abrevian la vida <strong>de</strong> los mortales. La<br />

tradición ha conservado algunas <strong>de</strong> las estrofas que. con voz trémula<br />

pero terrible y sonora, entonó en medio <strong>de</strong> aquella escena <strong>de</strong><br />

incendio y <strong>de</strong>strucción ; y aunque es casi imposible espresar en<br />

nuestras lenguas mo<strong>de</strong>rnas aquella semibárbara poesía , inspirada<br />

por un <strong>de</strong>seo feroz <strong>de</strong> venganza, y llena <strong>de</strong> alusiones á las i<strong>de</strong>as<br />

mitológicas <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong>l Norte; nos hemos atrevido á presentar<br />

á nuestros lectores una remota imitación <strong>de</strong> aquel origina!.<br />

Afilad el acero , fuertes lujes<br />

Del dragón Boreal,brillen las teas,<br />

Descendientes <strong>de</strong> Engisto ; acero y llamas<br />

Luzcan ya por do quier. Nupciales pompas<br />

No enuncia su esplendor. Venganza, muerte....<br />

Esto el acero, esto la llama indica.<br />

¿Porqué, agitando sus funestas alas.<br />

Grazna sobre las torres <strong>de</strong>l castillo.<br />

Cuervo voraz? Manjares abundosos<br />

Los hijos <strong>de</strong> Vallialla te aperciben.<br />

Descien<strong>de</strong> y gozarás, y en tanto, suene,<br />

Pueblo sajón, el canto <strong>de</strong> alegría.<br />

II<br />

III.<br />

¡Que parda ,iube, erguidos torreones,<br />

Y orgullosas almenas oscurece !<br />

Pronto enrojecerá, como la sangre<br />

Del guerrero vencido, y en su seno


272 IVANHOE.<br />

[(enejará la <strong>de</strong>structora llama<br />

Sus ráfagas voraces... pronto. En lmm ><br />

Se envolverán el opulento alcázar.<br />

Y la soberbia <strong>de</strong>l señor altivo !<br />

IV.<br />

Perezcan todos, ni una vida escape<br />

De la aniquilación. Venid, guerreros,<br />

' Segura esta la victima. A raudales<br />

Verted sangre opresora; en sangre impía<br />

Los hierros empapad, y si en la vuestra<br />

Falta calor vital, calor os presten<br />

Estas que enciendo llamas vengativas.<br />

No haya piedad: venced todos perezcan<br />

Ya el incendio habla vencido todos los obstáculos, y alzaba has<br />

ta los cielos una masa inmensa <strong>de</strong> esplendor que iluminaba muchas<br />

millas á la redonda. Las torres se <strong>de</strong>splomaban una á una, y<br />

sus ruinas, y el ma<strong>de</strong>raje encendido que caia al patio, arrojaron <strong>de</strong><br />

él á los guerreros que aun lo ocupaban. Los pocos vencidos quehabian<br />

escapado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción universal , huyeron á los bosques<br />

inmediatos. Los vencedores, reunidos en numerosas cuadrillas, miraban<br />

con asombro y no sin algún temor, aquel espantoso volumen<br />

<strong>de</strong> fuego. Durante gran rato se vieron las frenéticas contorsiones<br />

<strong>de</strong> Lírica , que se mantenía en la misma torre en que a]<br />

principio se había colocado, alzando los brazos en señal <strong>de</strong> júbilo,<br />

como si se enseñorease sóbrelas llamas que su ven ganza había producido.<br />

Al fin hundióse la torre, con fragoroso estrépito , y la insana<br />

pereció en el misino fuego que habia consumido á su opresor.<br />

Siguióse á esta catástrofe un silencio <strong>de</strong> horror, durante el cual<br />

los monteros permanecieron inmóviles. La, voz <strong>de</strong> Locksley fué la<br />

primera que se oyó. «Amigos, esclamó, ya no existe la caverna <strong>de</strong><br />

la tiranía. Apodérese cada cual dolos <strong>de</strong>spojos que pueda, y vayan<br />

todos á la encina .gran<strong>de</strong>, que es el punto general <strong>de</strong> reunión. Mañana,<br />

al romper <strong>de</strong>l día se hará el justo reparto, entre nosotros y los<br />

valientes aliados que nos han ayudado en tal honorífica empresa<br />

CAPITULO XXXII.<br />

I ,os primeros albores <strong>de</strong>l día penetraban \ a entre las vacilante-<br />

sombras <strong>de</strong> la espesura: brillaban en las frondosas ramas las perlas


CAPITULO XXXII. 273<br />

<strong>de</strong>l rocío matinal. La" cierva conducía al cervatillo , <strong>de</strong> la enmarañada<br />

maleza al hermoso y florido prado; y el venado, sin temor <strong>de</strong><br />

la flecha <strong>de</strong>l cazador, se pascaba orgulloso á la cabeza <strong>de</strong> la alegre<br />

manada.<br />

Los monteros estaban ya reunidos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la gran encina, don<strong>de</strong><br />

habían pasado la noche; los unos entregados al sueño, los otros<br />

en torno <strong>de</strong> la bota <strong>de</strong> vino ; aquellos refiriéndolos sucesos y proezas<br />

<strong>de</strong>l dia anterior, y estos calculando la parte que les tocaría <strong>de</strong>l<br />

botín (pie estaba ya en manos y á disposición <strong>de</strong>l capitán.<br />

Los <strong>de</strong>spojos habían sido ciertamente cuantiosos: porque aunque<br />

mucho se habia perdido en las llamas, los monteros, á quienes no<br />

<strong>de</strong>tenían ningún peligro cuando tenían á la vista la esperanza <strong>de</strong><br />

algún galardón, habían recogido una gran cantidad <strong>de</strong> plata labrada,<br />

<strong>de</strong> ricas piezas <strong>de</strong> armadura, y <strong>de</strong> telas costosas y esquisitas.<br />

Sin embargo, tan estrechas eran las leyes prácticas <strong>de</strong> su sociedad,<br />

que ninguno osó apropiarse la parte mas pequeña <strong>de</strong>l botín,<br />

<strong>de</strong>l cual se habia hecho una masa general, que <strong>de</strong>bía ser distribuida<br />

por el caudillo.<br />

lil punto <strong>de</strong> reunión, como ya hemos dicho, era una añosa encina<br />

; no la misma á que Loeksley habia conducido á Wamba y á<br />

< íurth en su primer encuentro ; sino otra que estaba en el centro<br />

<strong>de</strong> un frondoso anfiteatro, á media milla <strong>de</strong> distancia fie la <strong>de</strong>molida<br />

fortaleza <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey. Allí tomó asiento Loeksley sobre<br />

un trono <strong>de</strong> césped, erigido bajo las ramas <strong>de</strong>l árbol. Ro<strong>de</strong>ábanlo<br />

sus compañeros ; y él colocó al caballero <strong>de</strong>l Candado á su mano<br />

<strong>de</strong>recha, y á Cedric á la izquierda.<br />

Perdonad esta libertad , nobles señores , dijo el montero ; mas<br />

<strong>de</strong>béis saber que yo soy monarca en estos dominios ; y mis ásperos<br />

y agrestes vasallos, <strong>de</strong>jarían muy pronto <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cerme, si me<br />

viesen ce<strong>de</strong>r á otro hombre el puesto á que ellos me han elevado.<br />

Ahora bien, señores: ¿ dón<strong>de</strong> está nuestro capellán? ¿Dón<strong>de</strong> está<br />

el anacoreta? ¿Nadie ha visto al ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst ? No<br />

quiera Dios que se haya dormido junto á una bota <strong>de</strong> vino. ¿ Quién<br />

le ha visto <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong>l castillo?<br />

—Yo le vi, dijo el Molinero, á la puerta <strong>de</strong> la bo<strong>de</strong>ga <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong><br />

buey, jurando que habia <strong>de</strong> probar <strong>de</strong>l vino <strong>de</strong> Borgoña <strong>de</strong>l Barón.<br />

—Los santos <strong>de</strong>l cielo, dijo Loeksley, le hayan libertado á la hora<br />

en que se <strong>de</strong>splomaron las ruinas <strong>de</strong> la fortaleza. Vamos, Molinero,<br />

toma contigo algunos hombres, y búscalo por todas partes.<br />

18


271 IVANIiO/'..<br />

Saca agua <strong>de</strong>l foso, y viértela hacia el sitio en que le vistes. Si e.preciso,<br />

hemos <strong>de</strong> levantar todas las piedras <strong>de</strong>l castillo hasta dar<br />

con él.»<br />

ha docilidad con que se prestaron el Molinero y los que le acompañaban<br />

á ejecutar las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l capitán, en el momento interesante<br />

<strong>de</strong> repartirse los <strong>de</strong>spojos, manifestaba cuanto se. interesaban<br />

todos los <strong>de</strong> la cuadrilla en su digno compañero.<br />

Oso perdamos el tiempo, continuó Locksley, porque cuando se<br />

propagare la fama <strong>de</strong> estos sucesos, las partidas <strong>de</strong> Bracy, <strong>de</strong> Mal<br />

voisin, y <strong>de</strong> los otros amigos <strong>de</strong> Frente- <strong>de</strong>-buey acudirán á vengar<br />

este agravio, y ya será tiempo <strong>de</strong> pensar en nuestra seguridad.<br />

Noble Cedric. añadió volviéndose al Sajón; este <strong>de</strong>spojo está dividirlo<br />

en dos porciones : elige la que mas te acomo<strong>de</strong>, para recompon<br />

sar á tus vasallos que nos han ayudado en esta empresa.<br />

—Buen montero, respondió Cedric; mi corazón está oprimido <strong>de</strong><br />

dolor. YA ilustre Athelstane <strong>de</strong> Coninsgburgh no existe: el último<br />

retoño <strong>de</strong> la Beal familia <strong>de</strong> Eduardo. Con él han perecido esparar<br />

zas que no volverán á florecer. La centella que ha apagado su san<br />

gre no volverá á encen<strong>de</strong>rse. Mi gente, escepto los pocos que están<br />

aquí conmigo, aguardan mi presencia para trasportar sus restos<br />

mortales al último domicilio. Lady ltowena <strong>de</strong>sea con impaciencia<br />

volver á líothenvood, y <strong>de</strong>be ser escoltada con fuerza suficiente Ya<br />

hubiera yo <strong>de</strong>bido ponerme en camino; solo aguardaba, ñola distribución<br />

<strong>de</strong>l botín, porque así Dios me ayu<strong>de</strong>, ni yo, ni ninguno<br />

<strong>de</strong> los míos tocará al valor <strong>de</strong> un bizante; aguardábala ocasión <strong>de</strong><br />

darte las mas sinceras gracias, á tí, y á esos valientes monteros,<br />

por la vida y el honor queme habéis salvado.<br />

—Nosotros no hemos hecho mas que la mitad <strong>de</strong> la obra, dijo<br />

Locksley: vuestros vecinos y criados <strong>de</strong>ben tener también su recompensa.<br />

—Gracias á Dios, dijo Cedric tengo con que recompensarles, sin<br />

privaros <strong>de</strong> vuestro galardón.<br />

—ó' algunos, dijo Wamba, se han recompensado por sus manos<br />

No todos se vuelven á sus casas con los bolsillos vacíos; no todos<br />

llevan gorra con cascabeles.<br />

—lían hecho bien, repuso el montero. El rigor <strong>de</strong> nuestras \vye?<br />

no habla mas que con nosotros.<br />

—Pero tú. fiel servidor, dijo Cedric volviéndose á Wamba: ¿cómo<br />

podré pagarte <strong>de</strong>bidamente? ¡Tú, que has presentado las manos á


CAPÍTULO XXXII. 275<br />

las ca<strong>de</strong>nas, y que te has espuesto á la muerte por salvarme! Todome<br />

abandonaban, y tú te sacrificabas por mí.»<br />

Al <strong>de</strong>cir estas palabras, se asomaron las lágrimas á los ojos <strong>de</strong><br />

Cedric: señal <strong>de</strong> ternura, que ni aun la muerte <strong>de</strong> su amigo Athelstane<br />

le habia arrancado; pero en la impremeditada lealtad <strong>de</strong>l bu<br />

fon, habia cierta candida sensibilidad que le llegó al corazón, mucho<br />

mas que el dolor y la pesadumbre.<br />

«Si con tus lágrimas ecsitas las mias, dijo Wamba, esquivándose<br />

<strong>de</strong> las caricias <strong>de</strong> su amo, me verás hacer pucheros; y entonces se<br />

acabaron mis bufonadas y tendré que <strong>de</strong>jar el oficio. Pero, tio, si<br />

quieres realmente hacerme un favor, conce<strong>de</strong> un perdón generoso<br />

á mi camarada Gurth, que te ha robado una semana <strong>de</strong> servicio<br />

para consagrarse al <strong>de</strong>tn hijo.<br />

—iPerdonarlo! esclamó el Sajón. No por cierto ; recompensarle<br />

como lo merece. Arrodíllate, Gurth. El porquerizo obe<strong>de</strong>ció inmediatamente.<br />

Ya no eres siervo ni vasallo, dijo Cedric, tocándole con<br />

una vara; hombre libre eres, en poblado y <strong>de</strong>spoblado: en la pra<strong>de</strong>ra<br />

y en el bosque ; y dueño <strong>de</strong> una hacienda que te doy y concedo<br />

en mis estados <strong>de</strong> Walbrugham, para tí, y para tu <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia,<br />

<strong>de</strong> generación en generación ; y maldiga Dios al que á esto<br />

se oponga.»<br />

Gurth se alzó <strong>de</strong>l suelo, y dio tres saltos en señal <strong>de</strong> alegría por<br />

él beneficio que acababa <strong>de</strong> recibir.<br />

«Venga una lima, esclamó; no mas argolla en el cuello <strong>de</strong> un<br />

hombre libre. ¡Noble Cedric! Doble fuerza me da la libertad, y con<br />

doble valor pelearé en <strong>de</strong>fensa tuya y <strong>de</strong> los tuyos. Este corazón<br />

nació para la libertad; ahora se halla en su elemento. Fangs, ¿me<br />

conoces? dijo al fiel can, que viendo tan alegre á su amo, se puso á<br />

saltar y ladrar, como en celebridad <strong>de</strong> su buena dicha.<br />

—Fangs y yo, dijo Wamba, te conocemos todavía, aunque uno<br />

y otro llevamos argolla al pescuezo. Dentro <strong>de</strong> poco, ni tú conocerás<br />

á nadie, ni te conocerás á tí mismo.<br />

—Antes me olvidaré <strong>de</strong> mí mismo que <strong>de</strong> tí, dijo Gurth, y si fueras<br />

capaz <strong>de</strong> hacer uso <strong>de</strong> tu libertad, estoy seguro que nuestro<br />

buen amo te la conce<strong>de</strong>ria.<br />

—No, dijo Wamba, no creas que te la envidio. El siervo se calien<br />

ta al hogar, mientras el libre da y recibe porrazos en el campo; y<br />

como dice el sastre <strong>de</strong> mi lugar, mejor está el necio en el banquete,<br />

que el cuerdo en la batalla.»


270 IVANIIOE.<br />

Oyéronse á la sazón pasos <strong>de</strong> caballos, y apareció lady Rovena<br />

en medio <strong>de</strong> un gran acompañamiento <strong>de</strong> ginetes, y <strong>de</strong> otra ¡ñas<br />

numerosa escolta <strong>de</strong> infantes, que anunciaron su llegada con el<br />

choque <strong>de</strong> las picas y <strong>de</strong> los arcos. Iba magníficamente vestida, y<br />

montaba un palafrén alazán, sobre el cual lucia su majestuosa persona<br />

; notándose tan solo en sus mejillas la pali<strong>de</strong>z que sus últimos<br />

pa<strong>de</strong>cimientos habían producido. Leíase en su frente, con los restos<br />

<strong>de</strong> su pasada agitación, la vivificante esperanza <strong>de</strong>l porvenir, y la<br />

satisfacción <strong>de</strong> verse libre <strong>de</strong> tantos infortunios. Había que Ivanhoe<br />

estaba seguro, y que Athelstane había muerto. La primera noticia<br />

había llenado su corazón <strong>de</strong> alegría; y si no le causaba una, viva,<br />

satisfacción la segunda, á lo menos <strong>de</strong>be perdonársele que celebrase<br />

verse exenta <strong>de</strong> importunida<strong>de</strong>s y disgustos en el único punto<br />

sobre el cual sus i<strong>de</strong>as no convenían con las <strong>de</strong> su tutor Cedric<br />

Cuando Rowcna dirigió su caballo hacia el sitio eu que estaba<br />

Locksley con sus compañeros, todos se levantaron, como impulsados<br />

por un instinto <strong>de</strong> respeto y cortesía. La n»ble doncella les saludó<br />

inclinándose repetidas veces, en términos que sus doradas<br />

trenzas se mezclaron con la on<strong>de</strong>ante crin <strong>de</strong> su caballo. La gratitud<br />

y el júbilo enrojecieron sus mejillas, Espresó err pocas y comedidas<br />

palabras su agra<strong>de</strong>cimiento á todos los que habían contribuido<br />

á su rescjite. Dios os bendiga, díjoles al concluir, «Dios y ¡a<br />

Virgen os bendigan, y os galardonen los riesgos que habéis corrido<br />

por acudir á la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> los agraviados. Si alguno <strong>de</strong> vosotros<br />

tiene hambre, Rovena le dará pan ; si tiene sed, Kowena le, dará<br />

vino y cerveza; silos normandos os arrojan <strong>de</strong> estos bosques, Kowena<br />

tiene cotos en que todos podréis cazar á vuestras anchas.<br />

—Gracias, noble dama, dijo Locksley ; gracias en nombre do mis<br />

compañeros y en el mió. La mayor <strong>de</strong> nuestras recompensas es haber<br />

contribuido á vuestra seguridad. Muchos <strong>de</strong>saguisados hemos<br />

hecho en estas malezas : mas no dudamos que nos sean perdonados<br />

en premio <strong>de</strong>l servicio con que os heriros probado nuestro afecto ><br />

Rowena les hizo otra cortesía, y volvió riendas, con ánimo <strong>de</strong> ponerse<br />

en camino hacia Rotherwood; pero <strong>de</strong>túvose un momento,<br />

mientras Cedric se <strong>de</strong>spedía <strong>de</strong> los monteros , y se halló inesperadamente<br />

cerca <strong>de</strong>l prisionero De Bracy. Estaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol<br />

entregado á tristes meditaciones , cruzados los brazos , y tan distraído,<br />

que ella pasó á su lado, creyendo que no la había visto. Mas<br />

el normando alzó los ojos, y no pudo menos <strong>de</strong> cubrirse <strong>de</strong> rubor


CAPÍTULO XXXII. 27)<br />

al verla tan cerca. Quedó turbado y sin saber qué hacer: al fin se<br />

a<strong>de</strong>lantó, <strong>de</strong>tuvo al caballo por la rienda , é hincó una rodilla en<br />

tierra.<br />

«¿No se digna lady Rowena, dijo, echar una mirada ó un caballero<br />

sin libertad, y á un soldado sin honor ?<br />

—Señor caballero, respondió la doncella sajona , empresas como<br />

la vuestra <strong>de</strong>shonran mas si se llevan á cabo que si se frustran.<br />

—Sin embargo, respondió <strong>de</strong> Bracy, la victoria echa un velo sobre<br />

las faltas que la han precedido. Solo <strong>de</strong>seo saber si lady Ro .vena<br />

quiere perdonar un atentado, hijo <strong>de</strong> una pasión fatal, y asegurarle<br />

que pronto sabrá si <strong>de</strong> Bracy es capaz <strong>de</strong> emplearse en empresas<br />

mas nobles.<br />

—Os perdono, dijo lady Rowena, mas lo que no perdono es la miseria<br />

y la <strong>de</strong>solación que vuestro <strong>de</strong>sacuerdo ha ocasionado.<br />

—Deja esas riendas , dijo Cedric, que á la sazón se aproximaba.<br />

Por el sol que nos alumbra , si no fuera mengua, habia <strong>de</strong> clavarte<br />

al suelo con una jabalina; pero dia llegará, Mauricio <strong>de</strong> Bracy, en<br />

que las pagues todas juntas.<br />

—Bien pue<strong>de</strong> amenazar á sus anchas , respondió el normando,<br />

quien amenaza á un cautivo : proeza digna <strong>de</strong> un sajón.»<br />

Retiróse al <strong>de</strong>cir esto, y <strong>de</strong>jó pasar á lady Rowena.<br />

Cedric, antes <strong>de</strong> separarse <strong>de</strong> sus aliados, manifestó su especial<br />

agra<strong>de</strong>cimiento al caballero <strong>de</strong>l Caudado, haciéndole las mas vivas<br />

instancias para que le acompañase á Rotherwood.<br />

«Bien sé, le dijo, que vosotros los caballeros andantes no queréis<br />

mas fortuna que la que os adquiere la punta <strong>de</strong> la lanza, y que no<br />

os curáis <strong>de</strong> bienes ni <strong>de</strong> haciendas. Pero la guerra es una dama<br />

caprichosa, y bueno es tener un rincón don<strong>de</strong> meterse, en caso <strong>de</strong><br />

que haya <strong>de</strong>scalabro en las aventuras. En Rotherwood tienes uno<br />

& tu disposición, noble guerrero. Cedric posee lo bastante para reparar<br />

las injusticias <strong>de</strong> la suerte, y todo lo suyo es <strong>de</strong> sus libertadores.<br />

Ven pues á mi morada , no como huésped, sino como hijo,<br />

como hermano.<br />

—Harto bien me habis hecho, respondió el <strong>de</strong> las negras armas,<br />

mostrándome las virtu<strong>de</strong>s que abriga el pecho <strong>de</strong> un sajón. Iré á<br />

Rotherwood, y. pronto : mas por ahora me lo impi<strong>de</strong>n negocios graves<br />

y urgentes. Quizás, cuando nos veamos en tu morada, te pediré<br />

una gracia que pondrá á prueba tu generosidad.<br />

—Antes que la pidas cuenta con todo lo que <strong>de</strong> mí puedas <strong>de</strong>sear,


278 IVANHOE.<br />

respondió el sajón, apretando en sus manos las <strong>de</strong>l caballero. Cuenta<br />

con ello, aunque importe la mitad <strong>de</strong> mi hacienda.<br />

—No empeñes tan ligeramente tu palabra, dijo el paladín; aunque<br />

espero conseguir mi <strong>de</strong>manda sin comprometer tus bienes ni tu<br />

honor. A Dios; hasta entonces.<br />

—Solo me queda que <strong>de</strong>cirte, añadió Cedric, que durante las exequias<br />

<strong>de</strong>l noble Athelstane, fijaré mi resi<strong>de</strong>ncia en el castillo <strong>de</strong> Coaingsburgh.<br />

Aquellas puertas estarán abiertas á todo el que quiera<br />

participar <strong>de</strong>l fúnebre banquete; y jamás se cerrarán para quien<br />

tan animosamente se esforzó, aunque en vano, por salvar al ilustre<br />

joven, <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas y <strong>de</strong>l hierro <strong>de</strong> los normandos. Ligólo en nombre<br />

<strong>de</strong> la noble Edita, madre <strong>de</strong>l difunto Príncipe.<br />

—Y cuenta, dijo Wamba, que ya habia tomado el puesto acostumbrado<br />

junto á su señor, cuenta que el convite será suntuoso, y<br />

es lástima que no asista á él Athelstane.<br />

Esta chanza hubiera costado cara al bufón, si Cedric no hubiera<br />

tenido presente los últimos servicios que le habia hecho.<br />

Rowena saludó cortesmente al <strong>de</strong>l Candado : Cedric le repitió sus<br />

ofertas, y toda la comitiva tomó á paso levantado el camino <strong>de</strong><br />

Rotherwood.<br />

Apenas se habían separado <strong>de</strong>l sitio en que quedaban sus amigos,<br />

atando vieron una procesión que marchaba en la misma dirección<br />

que ellos, por entre las ver<strong>de</strong>s calles <strong>de</strong> la selva. Eran los monjes <strong>de</strong><br />

un monasterio inmediato, que acompañaban el cadáver <strong>de</strong> Athelstane,<br />

entonando los salmos y oraciones que la Iglesia <strong>de</strong>dica al sufragio<br />

<strong>de</strong> las almas. Llevaban el ataúd los servidores <strong>de</strong> la ilustre<br />

familia, y se encaminaban al castillo <strong>de</strong> Coningsburgh, para <strong>de</strong>positar<br />

los restos mortales <strong>de</strong>l Barón en la misma bóveda en que reposaban<br />

los <strong>de</strong> su progenitor Engisto. Muchos <strong>de</strong> sus vasallos, al saber<br />

la noticia <strong>de</strong> su muerte, se habían unido al triste acompañamiento,<br />

y seguían el ataúd, dando muestras <strong>de</strong>l dolor que aquella<br />

pérdida les ocasionaba. Los monteros se pusieron en pié, y tributaron<br />

á la muerte el mismo homenaje espontáneo y respetuoso que<br />

antesjhabian tributado á la hermosura. El canto pausado y melancólico<br />

<strong>de</strong> los religiosos les trajo á la memoria los compañeros que<br />

habían perdido en los combates <strong>de</strong>l dia anterior : pero semejantes<br />

recuerdos no duran mucho en hombres acostumbrados á una vida<br />

<strong>de</strong> aventuras y peligros: y antes que el eco <strong>de</strong> los himnos fúnebres<br />

se hubiese perdido en los circuitos <strong>de</strong> la espesura, los monteros es-


CAPÍTULO хххп. 279<br />

tañan <strong>de</strong> nuevo ocupados en la distribución <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>spojos.<br />


280 IVANHOE.<br />

«Noble caballero, dijo al <strong>de</strong>l Candado, si no miras con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>n<br />

una prenda <strong>de</strong> mi uso, ruégote que conserves esta para recuerdo<br />

<strong>de</strong>l valor que has manifestado en tan memorable aventura y si<br />

consientes en ello, y como suce<strong>de</strong> ordinariamente á los <strong>de</strong> tu profesión,<br />

te hallas en algún lance apurado en estos alre<strong>de</strong>dores, toca<br />

estas palabras con el cuerno así Wa-sa-hoa, y quizás no<br />

faltará quien acuda á tu socorro.»<br />

Entonces aplicó el cuerno á los labios y repitió muchas veces<br />

aquel toque, hasta que el caballero lo hubo aprendido.<br />

«Con todo mi corazón te agra<strong>de</strong>zco tu regalo, dijo el caballero,<br />

y no podré jamás recibir ausilio mas eficaz ni mas <strong>de</strong> mi gusto que<br />

el que me dais tú y tus arrojados monteros. En seguida tocó el<br />

cuerno <strong>de</strong>l mismo modo que se lo habia enseñado Locksley.<br />

—Perfectamente, dijo este; y bien se echa <strong>de</strong> ver que tanto entien<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> montería como <strong>de</strong> guerra. Apuesto á que has sido buen<br />

cazador en tu tiempo. Camaradas, acordaos <strong>de</strong> este toque, que es<br />

<strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante propio y peculiar <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l Candado<br />

El que lo oiga y no acuda inmediatamenle, será azotado por mis<br />

manos con la cuerda <strong>de</strong> mi arco.<br />

—¡Yiva nuestro Capitán! gritaron con entusiasmo todos los<br />

monteros. ¡Viva el caballero negro <strong>de</strong>l Candado, y quiera Dios<br />

que se sirva <strong>de</strong> nosotros cuanto antes, para que vea si acudimos á<br />

su ayuda.»<br />

Locksley procedió en seguida á la distribución <strong>de</strong>l botin, lo que<br />

ejecutó con la mas escrupulosa imparcialidad. Puso á un lado la<br />

décima parte para el tesoro público; otra porción fué <strong>de</strong>stinada á<br />

un fondo común <strong>de</strong> reserva; otra para las viudas é hijos <strong>de</strong> los que<br />

habían perecido en la acción, y para el entierro y sufragios <strong>de</strong> los<br />

que no habían <strong>de</strong>jado familia. Lo <strong>de</strong>más se repartió entre los bandidos,<br />

según la clase y. servicios <strong>de</strong> cada cual; y cuando sobreve<br />

nia alguua duda, el Capitán <strong>de</strong>cidía con gran madurez y pru<strong>de</strong>ncia,<br />

y su <strong>de</strong>cisión era recibida con sumisión y sin réplica. El caballero<br />

Negro observaba con estrañeza y admiración la equidad 3<br />

justicia que reinaba en aquellos hombres <strong>de</strong>salmados, y todo cuanto<br />

oia y notaba aumentaba la i<strong>de</strong>a que ya habia formado <strong>de</strong>l ingenio<br />

y <strong>de</strong> la sensatez <strong>de</strong> su jefe.<br />

Cada uno <strong>de</strong> los monteros se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> la parte que le corres<br />

pondia. El que hacia <strong>de</strong> tesorero, acompañado <strong>de</strong> cuatro hombres,<br />

llevó la porción <strong>de</strong>l fondo común, al sitio en que solían ocultarlo


CAIÚTULO XXXII. 281<br />

< ¿Dón<strong>de</strong>, dijo Locksley, estará nuestro ermitaño? Ko suele estar<br />

ausente cuando cada uno <strong>de</strong>be tomar lo que le toca. A su cargo<br />

<strong>de</strong>be correr esta parte. También nos hallamos con un monje prisionero<br />

que no tardará en venir, y quisiera que nuestro ermitaño<br />

estuviera aquí para tratarle con el <strong>de</strong>bido respeto. Mucho dudo que<br />

vuelva á parecer.<br />

—Mucho lo sentiría, dijo el <strong>de</strong>l Candado, puesto que le soy <strong>de</strong>udor<br />

<strong>de</strong> una noche <strong>de</strong> alegre hospitalidad. Vamos todos á las ruinas<br />

<strong>de</strong>l castillo, y quizás sabremos algo <strong>de</strong> su para<strong>de</strong>ro.»<br />

Al terminar esta conversación, se oyó una gritería que anun<br />

ciaba la llegada <strong>de</strong>l mismo cuya ausencia causaba tanta inquietud;<br />

y no tardó en resonar la voz estrepitosa <strong>de</strong>l ermitaño <strong>de</strong> Cop<br />

manliurst, mucho antes que se <strong>de</strong>scubriese su persona.<br />

«¡Plaza, jdaza, gente buena, gritó; plaza á vuestro ermitaño y ó<br />

su prisionero! Ya estoy con los mios, y vengo como un águila con<br />

la presa en las garras. Y r<br />

al <strong>de</strong>cir esto, penetró por el círculo <strong>de</strong><br />

monteros que le habían salido al encuentro, y se presentó echando<br />

plantas <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Capitán, con la partesana en una mano y en<br />

ia otra una cuerda por la que conducía, atado por el cuello, al abatido<br />

y <strong>de</strong>sventurado judío Isaac <strong>de</strong> York. ¿Don<strong>de</strong> está Allan-a-Dale<br />

nuestro cantor? ¡Por san Hermenegildo que merezco ser inmortaliza<strong>de</strong><br />

en uno <strong>de</strong> sus romances.<br />

—¡Hombre <strong>de</strong>l diablo, dijo Locksley : apuesto á que ya habrás<br />

echado un trago esta mañana! Pero, ¿quién es ese que traes contigo?<br />

—Un cautivo, respondió, <strong>de</strong> mi espada y <strong>de</strong> mi lanza; ó por mejor<br />

<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> mi arco y <strong>de</strong> mi partesana: cautivo en verdad; pero<br />

"edimido por mi <strong>de</strong> peor cautiverio. Kcspon<strong>de</strong>, judío: ¿No te he res<br />

catado <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> Satanás? ¿No me prometiste que te barias<br />

ermitaño?<br />

-—¡Por amor <strong>de</strong> Dios! esclamó el hebreo, ¿no hay quien me saque<br />

délas manos <strong>de</strong> este loco quiero <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> este respetable varón?<br />

—¡Como es eso! dijo el ermitaño: ¿Volvemos á las andadas? ¿Quieres<br />

que te friamos en una sartén como infiel relapso? Vamos, Isaac,<br />

710 nos an<strong>de</strong>mos en chanzas, y acuérdate <strong>de</strong> mis consejos.<br />

—Dejémonos <strong>de</strong> profanar las cosas santas, dijo Locksley, y di<br />

nos don<strong>de</strong> has encontrado ese prisionero.<br />

—¿Dón<strong>de</strong> habia <strong>de</strong> ser sino en la bo<strong>de</strong>ga? dijo el ermitaño. Allí so<br />

dirijieron mis primeros pasos, con <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> libertar <strong>de</strong>l incen


282 IVANHOK.<br />

«lio los preciosos huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tan r spetahle sitio; y en efecto, ya<br />

habia puesto al abrigo un pellejo <strong>de</strong> vino seco,é iba á llamar á alguna<br />

<strong>de</strong> estas buenas alhajas que siempre están listos en tales ocasiones,<br />

para que me ayudaran en tan importante obra, cuando di<br />

con una puerta cerrada que méllamela atención. Aquí está sin<br />

duda, dije á mi sayo, lo mas rico y escogido <strong>de</strong> la cueva; y el bribón<br />

<strong>de</strong>l mayordomo, asustado con la pelotera, se ha <strong>de</strong>jado la llave<br />

en la cerradura. Abro, y ¿qué encuentro? Sendas colgaduras <strong>de</strong><br />

•a<strong>de</strong>nas mohosas, y este perro judío que inmediatamente se entrego<br />

á discreción. No hice mas que echar dos ó tres tragos con el hebreo,<br />

para recobrar las fuerzas que en la batalla habia perdido, y<br />

traté <strong>de</strong> sacarle <strong>de</strong> allí para ponerle en vuestras manos, cuando....^<br />

zas la torre se vino abajo con horrible estruendo, y las ruínfg<br />

se amontonaron á la puerta, y me <strong>de</strong>jan sin tener por don<strong>de</strong> salir.<br />

Tras <strong>de</strong> aquella, cae otra y crecen los obstáculos. "Viéndome sin esperanzas,<br />

y no pareciéndome honroso salir <strong>de</strong> este mundo en compañía<br />

<strong>de</strong> un judío, alcé la partesana para <strong>de</strong>spacharle, cuando<br />

compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> sus canas, preferí atacarle con la armas espiritu;;~<br />

les. Gracias á san Dunstan bendito, la semilla ha caído en buen<br />

terreno: bien es verdad que le hablé con irresistible elocuencia. Sin<br />

embargo, al fin me sentí algo interca<strong>de</strong>nte, ó sino, ahí están Gilberto<br />

y Wibaldo que no me <strong>de</strong>jarán mentir.<br />

—Verdad es, dijo Gilberto. Cuando con la ayuda <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong><br />

nuestros puños <strong>de</strong>sembarazamos los escombros, y pudimos entrar<br />

en la bo<strong>de</strong>ga, el cuero estaba medio apurado, el judío medio muerto,<br />

y el amigo mas que medio interca<strong>de</strong>nte, como él dice.<br />

—Mientes y remientes, dijo el ermitaño. Vosotros fuisteis los que<br />

os bebisteis la mitad <strong>de</strong>l cuero, diciendo que era para matar el gusano.<br />

¿No lo habría yo reservado para regalo <strong>de</strong> nuestro Capitán?<br />

Pero todo esto importa poco. Lo cierto es que el judío entien<strong>de</strong> todo<br />

lo que le he esplicado.<br />

—Judío, dijo el Capitán, ¿eso es verdad?<br />

—Así os apiadéis <strong>de</strong> mi suerte, dijo Isaac, como no be entendido<br />

una sola palabra délo que ese hombre me ha estado esplicando<br />

durante toda esta terrible noche. El miedo, el espanto, el dolor sa<br />

habían apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> mi alma; en términos, rpie aunque el padre<br />

Abraham hubiera venido á exhortarme me hubiera encontrado<br />

sordo á sus avisos.<br />

—También tú mientes y remientes, hebreo, dijo el ermitaño. Mis


CAPÍTULO XXXII. 283<br />

palabras hicieron mella en tí, y por mas señas que prometiste ce<strong>de</strong>rme<br />

todos tus bienes.<br />

—Así logre yo lo que <strong>de</strong>seo, esclamó el judío, mas asustado que<br />

nunca, como es cierto que semejantes palabras no han salido <strong>de</strong><br />

mis labios. ¿Qué ha <strong>de</strong> dar quien nada tiene? Quizás ni aun hija<br />

tengo á la hora esta. Compa<strong>de</strong>ceos <strong>de</strong> mi suerte, buenos señores,<br />

y <strong>de</strong>jadme ir á llorar mis cuitas.<br />

—No, dijo el ermitaño; si no cumples tu promesa <strong>de</strong>bes hacer<br />

penitencia: y diciendo estas palabras alzó la alabarda, y ya iba á<br />

<strong>de</strong>scargarla sobre el pobre Isaac, cuando le <strong>de</strong>tuvo el caballero <strong>de</strong>l<br />

i 'andado.<br />

—Por santo Tomás <strong>de</strong> Canterbury! dijo el fingido ermitaño, resentido<br />

<strong>de</strong> esta acción, que yo te enseñaré á meterte en negocios<br />

ágenos, por mas fuerte que sea esa olla <strong>de</strong> hierro que te cubre los<br />

'•ascos.<br />

—No te enfa<strong>de</strong>s; respondió el caballero; ya sabes que somos compañeros<br />

y amigos.<br />

—No hay mas amigos, dijo el ermitaño.<br />

—¿Cómo es eso? repuso el caballero, que parecía tener gusto particular<br />

en provocar á su huésped. ¿Has olvidado que yo fui quien<br />

te indujo á quebrantar el voto <strong>de</strong> abstinencia, con el pastel y el pellejo<br />

<strong>de</strong> marras?<br />

—Es verdad, dijo el ermitaño, y si entonces te hice aquel regalo<br />

ahora estoy dispuesto á hacerte otro que no te ha <strong>de</strong> saber á almendras.<br />

Y diciendo esto le amenazó con el puño cerrado.<br />

—No lo acepto, dijo el <strong>de</strong> lo Negro, á menos que tú resistas mi<br />

umlpe si yo resisto el tuyo.<br />

—Manos á la obra, dijo el ermitaño.<br />

—Hola! gritó el Capitán: peleas <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la encina que es nuestro<br />

cuartel general.<br />

—No es pelea, dijo el caballero, sino una chanza amistosa. Yaya,<br />

amigo, da si te atreves, y aguanta si pue<strong>de</strong>s.<br />

—(tran ventaja tienes en el puchero que te guarece la cabeza,<br />

dijo el ermitaño; pero <strong>de</strong> nada te valdría, aunque fueras el mismo<br />

Goliat.»<br />

Desnudóse al <strong>de</strong>cir esto el brazo, y haciendo un vigoroso esfuerzo,<br />

lanzó al caballero un puñetazo que hubiera podido <strong>de</strong>rribará un<br />

toro. Mas su adversario se mantuvo Arme como una roca. Eos<br />

monteros admiraron y aplaudieron su estraordinaria fortaleza..


281 IVANHOE.<br />

«Ahora, dijo el <strong>de</strong>l Candado, quitándose el guantelete <strong>de</strong> acero;<br />

si te llevé alguna ventaja en la cabeza, no quiero tenerla en la<br />

mano. Toma esta friolera y no te dobles si pue<strong>de</strong>s.<br />

—Genam nieam <strong>de</strong>di vapulatori, dijo el anacoreta: es <strong>de</strong>cir, que he<br />

caido en las garras <strong>de</strong>l lobo. Da recio, y si me tumbas, tuyo es el<br />

rescate <strong>de</strong>l judio.»<br />

Esto dijo el ermitaño, y se preparo á recibir el ataque <strong>de</strong> su antagonista:<br />

el cual, aunque las habia con un hombre robustísimo y<br />

acostumbrado á semejantes hazañas, no tardó en hacerle medir ei<br />

suelo con su persona. Los bandidos confesaron unánimemente que<br />

habia pocos hombres en Inglaterra, capaces <strong>de</strong> hacer otro tanto<br />

El ermitaño se alzó, sin muestras <strong>de</strong> resentimiento.<br />

Terminado este episodio, tan propio <strong>de</strong> las costumbres <strong>de</strong> aquellos<br />

tiempos y <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> aquellas gentes, se notiflcó formalmente ai<br />

judío que pensase seriamente en su rescate. «Retírate á un lado, le<br />

dijo Locksley, á consultar con tu bolsillo, en tanto que examinamos<br />

á un prisionero <strong>de</strong> diferente naturaleza.<br />

—Es quizás alguno <strong>de</strong> los partidarios <strong>de</strong> Prente-<strong>de</strong>-buey? pre<br />

guntó el caballero.<br />

—No por cierto, dijo Locksley; ninguno <strong>de</strong> ellos era digno <strong>de</strong> los<br />

honores <strong>de</strong>l rescate. Todos han sido <strong>de</strong>spedidos con licencia <strong>de</strong> ir a<br />

buscar nuevo amo. Aquella guarida <strong>de</strong> <strong>de</strong>salmados ha <strong>de</strong>saparecido<br />

para siempre; y harta venganza, y harto botín han recogido<br />

sus vencedores. El cautivo <strong>de</strong> que hablo es <strong>de</strong> mas quilates. Silen<br />

eio, que ya lo tenemos aquí.» Al <strong>de</strong>cir esto, se presentó entre dos<br />

monteros, ante el trono selvático <strong>de</strong> Locksley, nuestro antiguo<br />

amigo, el prior Aymer <strong>de</strong> Jorvaulx.<br />

CAPITULO XXXIII.<br />

Kn las facciones y en los a<strong>de</strong>manes <strong>de</strong>l prelado cautivo se leia ei<br />

temor.<br />

«¿Qué es esto? esclamó con voz alterada. ¿Qué leyes son las<br />

que sigue esa gente? ¿Sois acaso turcos ó infieles, que <strong>de</strong>sconocen<br />

el respeto <strong>de</strong>bido á un sacerdote? ¿Habéis saqueado mis maletas?<br />

Otro cualquiera en mi lugar os hubiera hecho un ejemplar castigo:<br />

pero yo soy manso é indulgente y tengo piedad <strong>de</strong> vosotros. Os


CAPÍTULO XXXIII. 285<br />

ofrezco un perdón generoso y que no se hablará mas <strong>de</strong> esta cala-,<br />

vcrada, con tal que me <strong>de</strong>volváis mi ropa, y que <strong>de</strong>jéis libres á mis<br />

compañeros.<br />

— Venerable señor Prior, dijo el Capitán, mucho me pesa que<br />

hayáis sido tratado por alguno <strong>de</strong> mis compañeros en términos<br />

poco dignos <strong>de</strong> vuestro carácter y dignidad, como lo <strong>de</strong>bo inferir<br />

<strong>de</strong> vuestra reprensión.<br />

— El trato que he recibido, dijo el Prior, animado por esta aren<br />

ga, seria cruel para con una fiera <strong>de</strong> estos montes; cuanto mas para<br />

con un cristiano, con un sacerdote, con el prelado <strong>de</strong> la respetable<br />

comunidad <strong>de</strong> .lorvaulx. Un tal Allan-á-Dale, borracho y<br />

coplero <strong>de</strong> profesión, ha tenido el arrojo <strong>de</strong> amenazarme con castigo<br />

corporal, y aun con la muerte si no le pagaba doscientas coronas<br />

<strong>de</strong> rescate, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> todo lo que me ha robado, que no es una bagatela.<br />

— Imposible me parece, dijo el Capitán, que Allan-á-Dale haya<br />

cometido tantos <strong>de</strong>sacatos con una persona tan conocida en estos<br />

alre<strong>de</strong>dores por su virtud.<br />

— Tan cierto es lo que digo, repuso el Prior, como ahora nos<br />

alumbra el sol. Hizo mas: juró que me había <strong>de</strong> colgar <strong>de</strong>l roblo<br />

mas alto <strong>de</strong> estas selvas.<br />

— ¿Lo juró? dijo Locksley: pues mal habéis bocho en no cumplir<br />

con su <strong>de</strong>manda: porque Allan-á-Dale antes se <strong>de</strong>jará cortar les<br />

orejas que faltar á un juramento.<br />

— Ya veo que estáis <strong>de</strong> buen humor, dijo Aymer, procurando hacer<br />

<strong>de</strong> la necesidad virtud. A mí no me disgustan las chanzas, y<br />

por cierto (pie el chasco es ingenioso. Pero yo he estado <strong>de</strong> camino<br />

toda la noche, y ya es tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scansar.<br />

— Pues muy <strong>de</strong> veras os anuncio, dijo Locksley, que paguéis<br />

un buen rescate, ó escribáis á vuestros monjes que procedan á<br />

nueva elección: porque si no aflojáis la bolsa, se me figura que en<br />

volvereis á ocupar la silla prioral <strong>de</strong>l monasterio.<br />

— ¿Sois cristianos, dijo Aymer, y así respetáis á los ministros<br />

<strong>de</strong>l Señor ?<br />

—Cristianos somos, respondió Locksley: pero no pudiendo robar<br />

á los gentiles robamos á nuestros hermanos. A ver, ermitaño,<br />

acercaos, y esplicad á este reverendo padre los textos latinos relativos<br />

al negocio.»<br />

El ermitaño, cuya interca<strong>de</strong>ncia no se había disipado enteramen-


286 IVANHOE.<br />

te, se caló un girón <strong>de</strong> hábito sobre elgabau; y recordándolos latí<br />

najos que habia aprendido en casa <strong>de</strong>l Domine <strong>de</strong> su lugar, venera<br />

ble prelado, dijo: «.Deus salvwmfacietlenignUatem vestram; quiere<br />

<strong>de</strong>cir, seáis bien venido.<br />

—¿Qué farsa es esta? esclamó el Prior. Amigo, si eres en efecto<br />

<strong>de</strong> la Iglesia, mas te convendría indicarme el modo <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong><br />

las manos <strong>de</strong> esos gentiles, que divertirte en hacer contorsiones eo<br />

mo un bailarín <strong>de</strong> mojiganga.<br />

—Bien <strong>de</strong>cís, respondió el ermitaño; y para que veáis queme apro<br />

vecho <strong>de</strong> vuestra amonestación, os digo que no hay mas que un<br />

medio <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> aquí con vida. Hoy es dia <strong>de</strong> pagar el diezmo<br />

—Las personas <strong>de</strong> mi clase no lo pagan, dijo el Prior.<br />

—Todo el mundo, dijo el ermitaño, nos lo paga á nosotros, como<br />

cada hijo <strong>de</strong> vecino. Con que así, facite rmhis amicos <strong>de</strong> mammo-<br />

%e iniqnüatis. Placeos amigos <strong>de</strong>dos hombres <strong>de</strong> bien, y sino, nuil a<br />

est re<strong>de</strong>mplio.<br />

—Yo soy aficionadísimo á la montería y á los monteros, dijo A y<br />

mer,y por consiguiente merezco que me tratéis con alguna consi<br />

<strong>de</strong>racion. Tan bien sé tocar el cuerno como el mejor. Vaya...tra<br />

tadme como amigo.<br />

—Dadle un cuerno, dijo el Capitán, y veremos qué tal lo hace.<br />

El Prior Aymer tocó el cuerno, y Locksley sacudió la cabeza.<br />

«Padre prior, dijo, eso no paga vuestro rescate. Algo mas vale<br />

esa persona que aire y sonido: a<strong>de</strong>más que ya se echa <strong>de</strong> ver á qué<br />

nación perteneces. Las fdtimas notas <strong>de</strong> tu toque aumentan cincuenta<br />

coronas á tu rescate, como corrupción <strong>de</strong> la antigua monte<br />

ría nacional.<br />

—Sobre gustos no hay disputas, dijo el Prior.Despachemos proa<br />

ta, queme están aguardando en casa. ¿Cuánto queréis por <strong>de</strong>jar<br />

me libre?<br />

—¿No fuera bueno, dijo aparte el teniente <strong>de</strong> la gavilla al Capitán,<br />

que el Judío <strong>de</strong>signase el rescate <strong>de</strong>l Prior, y el Prior el <strong>de</strong>;<br />

judío ?<br />

—Loca ocurrencia, dijo Locksley; pero al fin nos divertiremos<br />

Ven acá judío. El que está en tu presencia es el padre Aymer, Prior<br />

<strong>de</strong> la rica abadía <strong>de</strong> Jorvaulx. Dinos ahora cuánto <strong>de</strong>bemos pedirle<br />

por su rescate, puesto que <strong>de</strong>bes conocer las rentas <strong>de</strong>l monasterio<br />

—Y tanto como las conozco dijo Isaac. Muchas veces he tratado<br />

con los buenos padres, y les he comprado el trigo y la cebada <strong>de</strong>


CAPÍTUM xxxnr, U8~¡<br />

sus oteros, los frutos <strong>de</strong> sus huertos, y la lana <strong>de</strong> sus rebaños. Oh!<br />

son muy ricos! muy ricos! Si yo tuviera la mitad <strong>de</strong> sus rentas,<br />

habia <strong>de</strong> pagar una gran sama por mi rescate.<br />

— .ludio, dijo el Prior, nadie sabe mejor que tú las <strong>de</strong>udas <strong>de</strong><br />

nuestra casa. Todavía no hemos podido pagar las cuentas <strong>de</strong>l año<br />

pasado.<br />

—Ni la última provisión <strong>de</strong> vino <strong>de</strong> Gascuña, repuso Isaac; pero<br />

esas son friolerillas.<br />

—Te engañas, hebreo, dijo el Prior; esos vinos <strong>de</strong> que hablas en<br />

trarom...<br />

—De poco aprovecha todo eso, dijo Locksley. Isaac, resuelve<br />

pronto esta duda, y no te an<strong>de</strong>s en comentarios.<br />

-lil padre Prior, dijo el judío, pue<strong>de</strong> muy bien daros seiscientas<br />

caronas, y volverse muy tranquilo á su celda..<br />

—Sescientas coronas, que me place, dijo Locksley. Fías hablado<br />

como hombre <strong>de</strong> seso. Prior, ya has oído tu sentencia.<br />

—Tiene razón, esclamaron los monteros.<br />

—¿Estáis en vuestro juicio? dijo el Prior. ¿Dón<strong>de</strong> he <strong>de</strong> ir yo pójese<br />

montón <strong>de</strong> dinero? Auncpie vendiera las halajas <strong>de</strong>l monasterio<br />

no podría juntar ni la mitad. Os daré una buena suma, os lo prometo;<br />

mas para esto es necesario que yo vaya en persona á proporcionármela.<br />

Dejadme ir á Jorvaulx, .reguardad enjrehenes á mis<br />

dos compañeros.<br />

—Ni por pienso, dijo Locksley. Tus compañeros irán por las seiscientas<br />

<strong>de</strong>l pico, y tit te quedarás con nosotros; y cuenta que si<br />

gustas <strong>de</strong> montería, ya verás la provisión que tenemos.<br />

— otra cosa pue<strong>de</strong> hacerse, dijo el judío, queriendo grangearse<br />

ei favor <strong>de</strong> los monteros. Yo puedo enviar á Ymrk por las seiscientas<br />

coronas , <strong>de</strong> cierto <strong>de</strong>pósito que está en mi po<strong>de</strong>r, si el reverendo<br />

padre tiene la bondad <strong>de</strong> Armar un recibo.<br />

—firmará lo que tú quieras, dijo el capitán : y tú pagarás el rescate<br />

<strong>de</strong>l padre, y el tuyo al mismo tiempo.<br />

— ¡Mi rescate! ¡ Ah, valientes guerreros! esclamó el judío. ¡Qué<br />

rescate queréis <strong>de</strong>l que no tiene sobre qué caerse muerto ! Si me<br />

pedís cincuenta coronas , teugo que ir con un háculo en la mano,<br />

mendigando <strong>de</strong> puerta en puerta.<br />

— El Prior <strong>de</strong>cidirá la cuestión , dijo Locksley. ¿ Cuánto creéis,<br />

padre Aymer, que pue<strong>de</strong> pagar el judío ?<br />

— ¿ Cuánto ? respondió el prelado. Isaac <strong>de</strong> York tiene en sus ar-


288 tVANHOK.<br />

cas lo que bastarla á redimir las diez tribus <strong>de</strong> Israel, <strong>de</strong>l cautiverio<br />

<strong>de</strong> los asirios. Pocos negocios be tenido con él; pero el mayordomo<br />

<strong>de</strong> casa ha tenido muchos , y dicen que el oro y la plata<br />

que hay en la habitación <strong>de</strong> ese perro son la ignominia <strong>de</strong> una nación<br />

cristiana. Todos los hombres <strong>de</strong> bien se escandalizan <strong>de</strong> ver<br />

que se/permite á esas sabandijas chupar la sangre <strong>de</strong>l Estado, y aun<br />

la <strong>de</strong> la Iglesia, con sus usuras y estorsiones.<br />

— Poco á poco, padre mió, dijo Isaac ; aplacad algún tanto vuestro<br />

colérico humor. Vuestra reverencia ha <strong>de</strong> saber que yo no pongo<br />

á nadie el puñal al pecho para que tome mis escudos. Cuando<br />

el eclesiástico y el lego, el príncipe y el harón , el prior y el caballero,<br />

llaman á la puerta <strong>de</strong> Isaac para pedirle dinero prestado, no<br />

usan <strong>de</strong> esos términos <strong>de</strong>scorteses. « Amigo Isaac , sácame <strong>de</strong> este<br />

apuro ; cuenta con el pago. Isaac, buen Isaac, soy hombre perdido<br />

si no acu<strong>de</strong>s á mi socorro.» Pero cuando llega el término <strong>de</strong>l pagaré<br />

, y voy á pedir lo mió, entonces son los <strong>de</strong>nuestos y las maldiciones<br />

<strong>de</strong> Egipto, y perro judio, y los <strong>de</strong>más primores.<br />

— Prior , dijo el capitán ; judío ó no judio, lo que ha dicho es la<br />

verdad pura. Pronuncia tú su sentencia, como él ha pronunciado<br />

la tuya ; y basta <strong>de</strong> injurias y vituperios.<br />

— A no ser un [afro J'amoms, dijo el Prior, palabras que os esplicaré<br />

en otro tiempo y lugí.r, no osariais colocar en la misma línea á<br />

un judío y á un cristiano. Mas, puesto que <strong>de</strong>bo apreciar la libertad<br />

<strong>de</strong> ese hombre, digo redondamente que perjudicáis gravemente<br />

vuestros intereses si lo <strong>de</strong>jais ir por unbizante menos <strong>de</strong> mil coronas.<br />

— Fallo <strong>de</strong>finitivo, esclamaron los bandidos.<br />

— Y sin apelación, dijo el capitán.<br />

—¡ El Dios <strong>de</strong> mis padres me socorra! gritó Isaac. ¿ Queréis arruinarme<br />

<strong>de</strong> un golpe como el castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey ? He perdido<br />

á mi hija, y ¿ queréis que pierda basta el último bocado <strong>de</strong> pan ?<br />

— Si has perdido á tu hija, dijo el Prior, tendrás menos bocas que<br />

mantener.<br />

— Ah! reverendo prelado, dijo Isaac, el estado que profesas no te<br />

permite saber lo que es el amor <strong>de</strong> padre. ¡ Oh Rebeca ! i Hija <strong>de</strong> mí<br />

bienamada Raquel! Si tuviera á mi disposición tantos cequines<br />

cuantas hojas hay en estos árboles, todos los daria por saber si vives,<br />

y si has escapado <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> aquel impío.<br />

— ¿No es pelinegra tu hija? le preguntó uno <strong>de</strong> los bandidos.<br />

¿No llevaba un velo bordado <strong>de</strong> plata?


CAPÍTULO XXXIII. 289<br />

— Sí; esa es, respondió el anciano, temblando <strong>de</strong> inquietud , CO­<br />

MO antes babia temblado <strong>de</strong> miedo.bendígate Jacob, si pue<strong>de</strong>s darme<br />

alguna noticia <strong>de</strong> la prenda <strong>de</strong> mi alma.<br />

— Lo único que puedo <strong>de</strong>cirte , continuó el montero , es que el<br />

Templario la sacó <strong>de</strong>l último encuentro, y que ya yo le babia apuntado<br />

con la flecha , cuando me <strong>de</strong>tuvo el temor <strong>de</strong> herir á la dama.<br />

— ¡ Ojalá, dijo el judío , la bruñeses disparado , aunque hubieses<br />

atravesado el corazón á la <strong>de</strong>sventurada Rebeca ! Antes yazca en el<br />

sepulcro <strong>de</strong> mis padres, que en los brazos <strong>de</strong>l licencioso y sanguinario<br />

Bois-Guilbert.<br />

— Amigos, dijo el capitán, aunque ese hombre no es mas que un<br />

judío, su angustia me llega al corazón. Di la verdad, Isaac; ¿has <strong>de</strong><br />

quedar completamente arruinado si pagas las mil coronas <strong>de</strong>l rescate<br />

? »<br />

(saac, volviendo á la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> su dinero , cuya afición á<br />

tuerza <strong>de</strong> un hábito inveterado luchaba en su alma con los impulsos<br />

<strong>de</strong>l amor paterno, quedó pálido y confuso al oír esta pregunta:<br />

mas al fin , no pudo menos <strong>de</strong> confesar que le quedaría algún sobrante<br />

— No importa, dijo hocksley , contigo no repararemos en pelillos<br />

; y a<strong>de</strong>más (pie sin el auxilio <strong>de</strong> buenos sacos <strong>de</strong> escudos , tan<br />

fácil te será sacar á tu bija <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> ürian , como matar un<br />

ciervo con pelotas <strong>de</strong> lana. Pagarás la misma suma que el Prior, ó<br />

por mejor <strong>de</strong>cir, cien coronas menos. cuyas cien coronas serán<br />

disminuidas <strong>de</strong> la parte que me toque en tu rescate. Con eso evitaremos<br />

el poner al judio en la misma clase que al prelado , y tenores<br />

seiscientas coronas para tratar <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> tu hija. Bois-<br />

< ¡uilbert es tan aficionado á los ojos negros, como á la plata acuñada<br />

: date prisa á tentar la codicia <strong>de</strong> Brian, antes que suceda alguna<br />

catástrofe. Seguir las indicias que me han traído mis compañeros,<br />

le encontrarás á pocas millas <strong>de</strong> aquí, en el preceptorio <strong>de</strong> su<br />

or<strong>de</strong>n. ¿He dicho bien, amigos?»<br />

Los monteros espresaron su aprobación á las medidas tomadas<br />

por el jefe. Isaac, aliviado en parte <strong>de</strong> sus temores por los datos que<br />

iiabia adquirido acerca <strong>de</strong>l para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Rebeca, y por la esperanza<br />

le rescatarla, se arrojó á los pies <strong>de</strong>l generoso bandido, y quiso beíar<br />

la guarnición <strong>de</strong> su gabán : mas el capitán retrocedió , no sin<br />

¡arle muestras <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio.<br />

Álzate, <strong>de</strong>sdichado , le dijo: yo he nacido cu Inglaterra , y no<br />

10


2У0 IVANHOE.<br />

gusto <strong>de</strong> esas postraciones á la turca. Arrodíllate <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios?<br />

y no <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> un pobre pecador, como yo soy.<br />

— Aquí tienes á uno, dijo el Prior, que pue<strong>de</strong> mucho con Briau<br />

<strong>de</strong> Bois­Guilbert. Entendámonos , y haré cuanto pueda porque te<br />

sea <strong>de</strong>vuelta tu hija.;<br />

Isaac lanzó un profundo suspiro , alzó las manos al cielo , y se<br />

abandonó á los escesos <strong>de</strong> su dolor. Locksley lo llamó aparte.<br />

«Piensa bien, le dijo, lo que vas á hacer en este negocio. Sí quieres<br />

seguir mi consejo , halba al Prior. Es ambicioso , ó á lo menos<br />

necesita tener barro á mano para sus profusiones. Fácilmente podrás<br />

satisfacerlo ; y no creas que me alucinas con esa fingida pobreza.<br />

Conozco basta las barras <strong>de</strong>l arcon <strong>de</strong> hierro en que guardas<br />

tus talegas. ¿ Qué es <strong>de</strong>l manzano que tienes en el jardín <strong>de</strong><br />

York , y <strong>de</strong> la piedra que está <strong>de</strong>bajo, y que sirve <strong>de</strong> entrada á un<br />

escondrijo? El judío al oir esto quedó pálido como la muerte. Pero'<br />

nada temas, continuó el capitán • años hace que nos conocemos.<br />

¿Te acuerdas <strong>de</strong>l montero que tu hermosa hija sacó <strong>de</strong> la cárcel <strong>de</strong><br />

York, y que estuvo en tu casa hasta que restableció su salud? ¿ Te<br />

acuerdas <strong>de</strong> la pieza <strong>de</strong> oro que le pusistes en la mano cuando se<br />

<strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> tí? Aunque eres un afortunado usurero, jamás empleastes<br />

tus fondos á mas altos intereses ; puesto que aquella corta<br />

cantidad te ha producido hoy nada menos que quinientas coronas.<br />

—¿Eres tú Dicon Tira­el­arco? preguntó Isaac: por el Idos <strong>de</strong><br />

Israel que me pareció haber conocido tu voz.<br />

—Yo soy Dicon Tira­el­arco, respondió el Capitán, y soy también<br />

Locbsley, y todavía tengo otro nombre mejor que todos esos.<br />

—Pero, antes <strong>de</strong> todo, dijo el judío, <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cirte (pie te engañasen<br />

cuanto alo <strong>de</strong> la piedra y el manzano. Así me ayu<strong>de</strong>n los Profetas,<br />

como es cierto que allí no hay mas que algunas frioleras <strong>de</strong><br />

poco valor; y si quieres, las partiré do buena gana contigo; cien<br />

varas <strong>de</strong> paño ver<strong>de</strong> para gabanes, como los que usa tu gente;<br />

cien estacas <strong>de</strong> boj <strong>de</strong> España, y cien cuerdas <strong>de</strong> seda, duras, fuertes<br />

y bieu torcidas. Dispon á tu gusto do todo esto, con tal (pie no<br />

hables á alma viviente <strong>de</strong>l manzano ni <strong>de</strong> la piedra, querido Dicon.<br />

—IS'o <strong>de</strong>splegaré los labios sobre el asunto, dijo el Capitán; y en<br />

cuanto á tu hija, cree que me duele su situación. Pero ¿qué he <strong>de</strong><br />

hacer? Las lanzas <strong>de</strong> los Templarios pue<strong>de</strong>n mas que nuestras flechas,<br />

y lo mismo nos barrenan que telarañas. Algo hubiéramos hecho<br />

por tu hija, si antes hubiéramos sabido su aventura; mas abo­


CAI'ÍTI LO XXXIII. 2tíá<br />

ra solo pue<strong>de</strong> saharte la política. ¿Quieres que me entienda con eí<br />

Prior?<br />

—Haz lo que quieras, buen Dicon, repuso el Judío, con tal (pie<br />

me restituyas mi amada Rebeca.<br />

—No vengas á interrumpirme, dijo el moni ero. con tu importuna<br />

codicia, y haré cuanto me sea dado en tu favor.»<br />

Locksley se separó <strong>de</strong>l judío, mas este le siguió como si fuer»<br />

la sombra do su cuerpo.<br />

«Prior Aymer, dijo Locksley, dos palabras aparte. Por ahí dicen<br />

que eres jovial y caritativo; lo cierto es que nadie ha dicho <strong>de</strong> ti<br />

que seas opresor ni tiránico. Aquí tienes á Isaac que podrá <strong>de</strong>sempeñar<br />

tu casa si consigues <strong>de</strong>l Templario la libertad <strong>de</strong> su hija.<br />

—Poco á poco, dijo Isaac; ha <strong>de</strong> volver Ubre, y tan honrada «rimo<br />

cuando se separó <strong>de</strong> mí; si no, no hay nada en lo dicho.<br />

—tsaac. dijo el montero, ó callas ó so acabó mi mediación. ¿QtV<br />

dices á esto, prior Aymer?<br />

—Digo, respondió el Prelado, que el negocio es condicional:<br />

porque si por un lado hago bien, por otro contribuyo á la felicidad<br />

<strong>de</strong> un judío, lo cual os contra mi conciencia. Siu embargo, si el<br />

Israelita quiere contribuir á la reedificación <strong>de</strong> nuestro arruinado<br />

monasterio, tomaré á mi cargo la negociación <strong>de</strong>l rescate <strong>de</strong> Su hija<br />

—No nos paremos, dijo Locksley... (estáte quieto, Isaac), en cuarenta<br />

marcos mas ó menos.<br />

—Pero, por el Dios <strong>de</strong> los cielos, dijo el judío, buen Tira-el-areo..<br />

—Buen judío, buen diablo <strong>de</strong> los infiernos, dijo el montero perdiendo<br />

la paciencia. ¿Quieres poner tus talegos miserables en le<br />

misma balanza que el honor y la libertad <strong>de</strong> tu hija? Por las bar<br />

bas <strong>de</strong> mi padre, que le be <strong>de</strong> <strong>de</strong>spojar <strong>de</strong>l último maravedí, si si<br />

gues molestándome»<br />

Isaac se cruzó <strong>de</strong> brazos, y bajó la cabeza.<br />

«¿Y quién me salo garante, dijo el Prior <strong>de</strong> vuestras promesas?<br />

—Cuando Isaac haya salido bien con su empresa, por tu mediación,<br />

dijo el Capitán, juro por San Huberto que le he <strong>de</strong> ver con<br />

mis ojos pagar lo estipulado, y si no, las habrá conmigo: y mas le<br />

valdría, en este caso, haber pagado diez tantos mas.<br />

—Bien está, judío, dijo Aymer; puesto que <strong>de</strong>bo tomar cart-as'eo<br />

el asunto, dame tu recado <strong>de</strong> escribir. ¿Pero que no hay pluma?<br />

—En cuanto á pluma, dijo Locksley, yo te podré facilitar cuan<br />

tas quieras. \ siendo revolotear sobre su cabeza una bandada <strong>de</strong>


292 IVANH0E.<br />

ána<strong>de</strong>s, apuntó al eme iba <strong>de</strong>lante, el cual cayó inmediatamente,<br />

atravesado por una flecha.<br />

«Aquí hay plumas, dijo el montero, mas <strong>de</strong> las que bastan para<br />

la provisión <strong>de</strong> tu monasterio por espacio <strong>de</strong> un siglo.»<br />

El Prior se sentó <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol, y escribió con gran sosiego<br />

una epístola á su amigo; y habiéndola cerrado, la entregó ai judío,<br />

diciéndole: «esta te servirá <strong>de</strong> salvo conducto para el preceptorio<br />

<strong>de</strong> Templestowe, y probablemente lograrás por su medio el<br />

rescate <strong>de</strong> la muchacha. Mas cuenta con las proposiciones que taces<br />

para conseguirlo, porque el buen caballero Bois-Guilbert no<br />

hace nada sin cuenta y razón.<br />

—A otra cosa, dijo el montero. Ya no tienes que hacer nada aquj,<br />

si no es firmar el recibo <strong>de</strong> las quinientas coronas <strong>de</strong> tu rescate<br />

El judío será mi tesorero, y si llego á tener la menor noticia <strong>de</strong><br />

que rehusas el pago, juro que he <strong>de</strong> poner luego al monasterio, y<br />

todos vosotros habréis <strong>de</strong> ser reducidos á cenizas, aunque sepan<br />

que me han <strong>de</strong> ahorcar diez años antes.»<br />

El Prior se puso á escribir <strong>de</strong> nuevo, aunque no <strong>de</strong> tan buena<br />

gana como antes, y estendió y firmó un recibo par valor <strong>de</strong> las<br />

quinientas coronas que el Judío habia dado por su rescate, obligándose<br />

á pagarlas leal y exactamente.<br />

«Y ahora, dijo el Prior, tendréis la bondad <strong>de</strong> restituirme las<br />

muías y palafrenes, y las personas <strong>de</strong> los monjes que me acompañan;<br />

juntamente con las alhajas y ropa <strong>de</strong> mi uso, lo cual se halla<br />

comprendido en mi rescate.<br />

—En cuanto á los monjes, dijo Locksley, ahora mismo van a<br />

ser puestos en libertad, porque seria injusto <strong>de</strong>tenerlos; también site<br />

<strong>de</strong>volverán las muías y palafrenes, con alguna plata menuda,<br />

para que puedas continuar tu jornada. Mas por lo que hace á la<br />

ropa y alhajas, has do saber que somos hombres <strong>de</strong> conciencia, y<br />

no po<strong>de</strong>mos permitir que un hombre <strong>de</strong> tu carácter se lleve cons.<br />

go esas vanida<strong>de</strong>s mundanas.<br />

—Mírate bien en ello, dijo el Prior, y consi<strong>de</strong>ra (pie son bienes<br />

<strong>de</strong> un sacerdote, y que se espone á terrible castigo todo seglar que<br />

los toque.<br />

—Yo cuidaré <strong>de</strong> eso, reverendo padre, dijo el ermitaño, y tus<br />

alhajas vendrán á mi po<strong>de</strong>r.<br />

—Hermano, ó amigo, ó lo que quiera que seas, dijo - ymer,<br />

si en efecto has recibido ór<strong>de</strong>nes sagradas, no sé que cuenta


CAPÍTULO XXXIII. 29¡í<br />

darás á tu prelado <strong>de</strong> la parte que has tenido en esta fechuría.<br />

—Amigo Aymer, respondió el Anacoreta, has <strong>de</strong> saber que toda<br />

!a comunidad <strong>de</strong> mi convento se recopila en mi persona: y quenada<br />

tengo que ver con el arzobispo <strong>de</strong> York, ni con el abad <strong>de</strong> Jorvaulx<br />

y <strong>de</strong> todo su capitulo.<br />

—Eres irregular, dijo el Prior, y en tí estoy viendo uno <strong>de</strong> los<br />

muchos que se dan por eclesiásticos, sin serlo, profanando los santos<br />

ritos, perdiendo las almas <strong>de</strong> los fieles, y dándoles piedras en<br />

lugar <strong>de</strong> pan.<br />

—Díme lo que quieras, repuso el ermitaño.<br />

—Basta, dijo boksley; haya paz entre vosotros. Tú, Prior, si<br />

quieres escapar con vida, no provoques la cólera <strong>de</strong> nuestro ermitaño;<br />

y tú. buena alhaja, no <strong>de</strong>tengas mas al reverendo prelado.»<br />

Este consi<strong>de</strong>ró al fin que comprometía su dignidad, disputando<br />

con el capellán <strong>de</strong> una gavilla <strong>de</strong> ladrones: juntóse con los otros<br />

monjes <strong>de</strong> su acompañamiento, y montó á caballo con menos pompa,<br />

que cuando cayó en manos <strong>de</strong> los bandidos.<br />

Solo quedaba que arreglar la fianza que había <strong>de</strong> dar el judío,<br />

tanto por su rescate como por el <strong>de</strong> Aymer. Viendo que era indispensable<br />

esta formalidad, firmó y selló una or<strong>de</strong>n á uno <strong>de</strong> sus<br />

compañeros <strong>de</strong> York, mandándole que pagase mil coronas al portador,<br />

entregándole al mismo tiempo las mercancías especificadas<br />

en la nota que iba adjunta.<br />

«.Mi hermano Sheva, dijo, arrojando un profundo suspiro, tiene<br />

la llave <strong>de</strong> todos mis almacenes.<br />

—¿Y la <strong>de</strong> la piedra que está <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l manzano? preguntó<br />

Loeksley.<br />

—Dios me libre, respondió Isaac, y no permita que se <strong>de</strong>scubra<br />

.¡amásese secreto.<br />

—So será por mi boca, dijo Loeksley, con tal <strong>de</strong> que ese papel<br />

produzca el efecto <strong>de</strong>seado. Pero ¿qué haces, Isaac? ¿Estás lelo?<br />

¿No piensas ya en el peligro <strong>de</strong> tu hija?<br />

—Si. dijo el judío, saliendo <strong>de</strong> la suspensión en que le babia<br />

puesto la firma que acababa <strong>de</strong> echar. Me voy sin <strong>de</strong>tenerme. A Dios<br />

tú, á quien quisiera llamar buen hombre, y á quien ni quiero ni<br />

<strong>de</strong>bo llamar malvado. •<br />

Antes que Isaac se separase <strong>de</strong> la cuadrilla, el Capitán le dio el<br />

consejo siguiente. Sé liberal en tus ofertas, Isaac; no te parea en<br />

dinero, si quieres sacar á tu hija <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Boii-


294 IVANHOK.<br />

(ruilbert. Oréeme: el oro que rehuses por libertarla te isa do dar<br />

con el tiempo mas tormento que si cayera <strong>de</strong>rritido en la pararan<br />

ta.<br />

Isaac convino con harto dolor <strong>de</strong> su corazón en la verdad <strong>de</strong><br />

estas observaciones, y se puso en camino con dos monteros, que<br />

<strong>de</strong>bian guiarle y custodiarle en su jornada.<br />

El caballero Negro, que habia estado observando con el mayor<br />

mterés todos estos procedimientos, se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> Locksley para<br />

marchar adon<strong>de</strong> sus arduos negocios le llamaban; ni pudo menos<br />

<strong>de</strong> espresar la sorpresa cpie le causaba el ver reinar tanto or<strong>de</strong>n y<br />

disciplina, entre gentes que estaban fuera <strong>de</strong> la protección ordinaria<br />

y <strong>de</strong>l indujo <strong>de</strong> las leyes.<br />


CAPÍTULO XXXIV '295<br />

CAPITULO XXXIV.<br />

Dábase un espléndido banquete en el castillo <strong>de</strong> York, al que el<br />

príncipe Juan había convidado diodos los prelados, nobles y caudillos,<br />

con cuyo socorro esperaba realizar sus miras ambiciosas, y<br />

ocupar el trono <strong>de</strong> Ricardo Corazón <strong>de</strong> León. Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse,<br />

su diestro y político agente, era el resorte secreto <strong>de</strong> toda aquella<br />

máquina, y id que sostenía entre todos los partidarios el valor que<br />

era necesario para hacer una <strong>de</strong>claración píiblica <strong>de</strong> los intentos<br />

<strong>de</strong>l Príncipe. Pero había sido forzoso diferir el último golpe, por la<br />

•ausencia <strong>de</strong> algunos miembros importantes <strong>de</strong> la confe<strong>de</strong>ración.<br />

El brío empren<strong>de</strong>dor é irresistible, aunque brutal é impru<strong>de</strong>nte <strong>de</strong><br />

Frente-<strong>de</strong>-buey; el arrojo y la ambición <strong>de</strong> Mauricio <strong>de</strong> Bracy; la,<br />

sagacidad, la pericia militar y el acreditado valer <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-<br />

Muilbert, eran elementos indispensables al buen éxito <strong>de</strong>l plan, y<br />

mientras mal<strong>de</strong>cían en secreto su importuna ausencia, ni Juan ni<br />

su favorito osaban dar un paso a<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su ayuda. También había<br />

<strong>de</strong>saparecido Isaac <strong>de</strong> York, y con él la esperanza <strong>de</strong> ciertas<br />

sumas que <strong>de</strong>bía suministrar, en virtud <strong>de</strong>l contrato celebrado con<br />

el Príncipe. Todas estas circunstancias eran fatales á, su partido, en<br />

tan crítica y <strong>de</strong>cisiva urgencia.<br />

Por la mañana <strong>de</strong>l dia siguiente al <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l castillo<br />

<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, empezó á susurrarse, en la ciudad <strong>de</strong> York<br />

que el Barón, <strong>de</strong> Bracy, Brian y sus confe<strong>de</strong>rados habían perecido<br />

ó caido en manos <strong>de</strong> sus contrarios. Wal<strong>de</strong>marfué el que dio la primera,<br />

noticia al príncipe Juan, indicándole sus temores <strong>de</strong> que tamaña<br />

<strong>de</strong>sgracia hubiese, provenido <strong>de</strong>l ataqué planteado por Bracy<br />

contra el Sajón y su familia. En otras circunstancias, el Príncipe no<br />

hubiera visto en aquel atentado masque una risible niñería; pero<br />

como entonces se oponía, ó á lo menos retardaba la ejecución <strong>de</strong><br />

sus miras, se puso á <strong>de</strong>clamar violentamente contra los agresores,<br />

<strong>de</strong>plorando la infracción <strong>de</strong> las leyes y <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n público, como hubiera<br />

podido hacerlo el mismo rey Alfredo.<br />

«¡Inicuos raptores! <strong>de</strong>cía el Príncipe. Si llego á sentarme en e]<br />

trono <strong>de</strong> Inglaterra, por las barbas <strong>de</strong> mi padre que los be <strong>de</strong> colgar<br />

en las puertas <strong>de</strong>sús castillos.


298 1VANH01Í.<br />

—Para sentaros en el trono <strong>de</strong> Inglaterra,dijo Fitzurse, es necesa<br />

rio no solo que vuestra Alteza pase por alto esos atentados, sino que<br />

conceda su protección & los que los cometen, á pesar<strong>de</strong>ese celo lau -<br />

dable en favor <strong>de</strong> las leyes, que ellos están acostumbrados á quebrantar<br />

.Buenos estarían nuestros negocios, si los bellacos sajones<br />

vieran convertidas en horcas las puertas <strong>de</strong> los castillos <strong>de</strong> los Barones<br />

normandos. Eso es lo que <strong>de</strong>sean C'edric y todos sus partidarios.<br />

Vuestra Alteza conoce que no po<strong>de</strong>mos retroce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l punto<br />

á que hemos llegado; pero bien ve cuan peligroso seria dar un paso<br />

cuando nos faltan tan útiles cooperadores.<br />

El Príncipe oyó con impaciencia estas observaciones, y se puse<br />

á pasear por el aposento, con todos los síntomas <strong>de</strong> la inquietud \<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>specho.<br />

«Villanos, <strong>de</strong>cía, traidores haberme abandonado en este<br />

apuro.<br />

—Locos y <strong>de</strong>sacordados mas bien merecen llamarse,dijo Wal<strong>de</strong>inar:<br />

insensatos que se divierten en frioleras, y <strong>de</strong>jan el negocio<br />

mas importante.<br />

—¿Qué hemos <strong>de</strong> hacer? dijo el príncipe, parándose <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>!<br />

consejero.<br />

—No sé que se pueda hacer otra cosa, respondió este, que lo qw •<br />

ya he dispuesto; ni soy hombre <strong>de</strong> los que se ponen á <strong>de</strong>clamar con<br />

tra la mala suerte antes <strong>de</strong> haber hecho todo lo posible para mejorarla.<br />

—Eres el ángel <strong>de</strong> mi guarda, dijo el príncipe, y si tengo la dicha<br />

<strong>de</strong> que no me falten tus consejos, el reinado <strong>de</strong> .luán será famoso<br />

en los anales <strong>de</strong> esta isla. Refiéreme las disposiciones que has tomado.<br />

—He dado or<strong>de</strong>n a Luis Winkelbraud, teniente <strong>de</strong> Mauricio,que<br />

toque á caballo, y tremole el pendón, y marche al castillo do<br />

Frente-<strong>de</strong>-buey, á dar cuanto socorro pueda á nuestros amigos.<br />

El príncipe .luán enrojeció <strong>de</strong> cólera como si. acabara <strong>de</strong> recibir<br />

un insulto.<br />

«Por la Virgen santa, dijo que te has atrevido á mucho. ¡Tocar<br />

trompeta y <strong>de</strong>splegar ban<strong>de</strong>ra en una ciudad en que se halla el<br />

príncipe Juan, y sin su consentimiento!<br />

— Pido á Vuestra Alteza mil perdones, dijo Fitzurse. maldiciendo<br />

interiormente la pueril vanidad <strong>de</strong> su protector; pero cuando urgen<br />

tanto las circunstancias, y cuando pue<strong>de</strong> ser tan fatal la per


CAPÍTULO XXXIV. 2ÍO<br />

elida <strong>de</strong> un minuto, uo he vacilado en tomar á mi cargo esta disposición,<br />

que he juzgado necesaria á vuestros intereses.<br />

—Te perdono, Fitzurse, dijo el Príncipe, porque conozco la rectitud<br />

<strong>de</strong> tus intenciones. Mas ¿quién es este que se acerca? Bracy es,<br />

voto á tantos, y cierto que viene en buen estado.»<br />

Era Bracy en efecto, y,su persona y su ata\ío <strong>de</strong>notaban la borrasca<br />

anterior. Venia cubierto <strong>de</strong> lodo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el crestón hasta la espuela;<br />

rota y ensangrentada la armadura; sin espada al cinto, y<br />

con todas las señales <strong>de</strong> un guerrero que ha sábado la vida áespertas<br />

<strong>de</strong>l honor ó <strong>de</strong> la libertad. Quitóse el yelmo <strong>de</strong> la cabeza,<br />

lo colocó sobre un mueble, y se mantuvo algún rato en silencio<br />

cómo si necesitara cobrar aliento para referir las tristes nuevas<br />

<strong>de</strong> que era portador.<br />

' l.'e Bracy, dijo el Príncipe: ¿qué significa todo eso, se han rebelado<br />

los sajones, qué te ha sucedido?<br />

— Habla, <strong>de</strong> Bracy, dijo Fitzurse casi al mismo tiempo que el<br />

Príncipe. ¿Eres hombre ó gallina; dón<strong>de</strong> están Frente-<strong>de</strong>-Buey y el<br />

Templario?<br />

—El Templario, dijo <strong>de</strong> liracy. ha huido: Frente-<strong>de</strong>-Buey ha<br />

muerto asado en las llamas que han consumido su castillo. Yo solo<br />

he escapado con pellejo para traeros las noticias.<br />

—Y bien frió me <strong>de</strong>jan, repuso el Príncipe aunque tanto hablas<br />

do incendios y llamas.<br />

—Aun no sabéis lo peor, respondió <strong>de</strong> Bracy. y acercándose al<br />

Príncipe, dijo en voz baja y enfática: Ricardo está en Inglaterra.,<br />

¡o he visto y he hablado con él.<br />

El Príncipe quedó pálido como la cera: se apoyó en el espalda r<br />

<strong>de</strong> un sillón, como si acabase <strong>de</strong> recibir un dardo en el pecho.<br />

Sueñas, <strong>de</strong> Bracy, dijo Fitzurse: no pue<strong>de</strong> ser.<br />

—Es tan verdad como la verdad misma, respondió el normando:<br />

fe hablado con él, y he sido su prisionero.<br />

—¿Con Ricardo Plantagenet? dijo Fitzurse.<br />

—Con Ricardo Plantagenet, respondió <strong>de</strong> Bracy; con Ricardo Corazón<br />

<strong>de</strong> León, con Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

—; V has sido su. prisionero! repuso Wal<strong>de</strong>mar. ¡Con qué tiene<br />

fuerzas á su mando!<br />

—No algunos monteros estaban con él pero no le conocían<br />

I e oí <strong>de</strong>cir que iba á separarse <strong>de</strong> ellos muy en breve, puesto que<br />

solo se les unió para atacar el castillo <strong>de</strong> Beginaldo-.


~'J8 IVANH0E.<br />

—Esa es la manía <strong>de</strong> Ricardo, dijo Fitzurse: caballero andante,<br />

errando do aventura en aventura, y dándolo todo á la punta <strong>de</strong><br />

la espada como Tirante el blanco ó Palmario <strong>de</strong> Inglaterra, mientras<br />

peligran su persona y los negocios <strong>de</strong>l Estado. ¿Y toqué piensas<br />

hacer, Mauricio?<br />

—¡Yo! Ofrecí el servicio <strong>de</strong> mis lanceros á Ricardo, y no quiso admitirlos.<br />

Mi proyecto es apretar espuelas con los míos Inicia el<br />

puerto maspróximo, y no parar hasta Flan <strong>de</strong>s. Gracias á Dios, tocio<br />

está revuelto en Europa, y un hombre como yo sabe aprovecharse<br />

<strong>de</strong> estas tormentas. Créeme, AYal<strong>de</strong>mar, tu cabeza pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> un<br />

hilo. Deja aparte la política; empuña al acero, y vente conmigo á<br />

ver lo que la suerte nos <strong>de</strong>para.<br />

—Soy viejo, Mauricio, dijo Fitzurse, y tengo una hija.<br />

—Dañada en casamiento, repuso el normando, y yo la manten -<br />

dré como merece su condición, con la ayuda <strong>de</strong> mi lanza.<br />

Ni por pienso, dijo Fitzurse: cuando llueve, es necesario ponerse,<br />

al abrigo; y yo me marcho cuanto antes á la iglesia <strong>de</strong> san Pedro,<br />

cuyo arzobispo es amigo y casi hermano mió.»<br />

Durante esta conversación, el príncipe .luán fué saliendo poco á<br />

poco <strong>de</strong>l abatimiento en que le había puesto la. inesperada noticia<br />

<strong>de</strong>t arribo <strong>de</strong> su hermano, y escuchó con la mayor atención lo que<br />

<strong>de</strong>cían aquellos dos apoyos <strong>de</strong> su partido. «Me <strong>de</strong>jan, <strong>de</strong>cía en sus<br />

a<strong>de</strong>ntros; se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mí, como la hoja marchita que separa <strong>de</strong>l<br />

árbol el soplo mas ligero. ¿No podré yo hacer nada por mi mismo,<br />

cuando estos bellacos me abandonen?» Paróse al terminar estas consi<strong>de</strong>raciones,<br />

y prorumpiendo en una risa forzada, (pie dio á su fisonomía<br />

una espresion diabólica: «Milores, dijo, por el santo <strong>de</strong> mi<br />

nombre que sois hombres tan constantes en vuestros <strong>de</strong>signios,como<br />

ingeniosos en vuestros planes. ¡Que diablos! riqueza, placer, honor,<br />

todo lo que nuestra empresa prometía lo arrojáis por la ventana,<br />

justamente cuando no se necesita mas que un golpe para coger<br />

el fruto <strong>de</strong> tantos afanes.<br />

No os entiendo, dijo Fitzurse; Ricardo tardará en estar á la cabeza<br />

<strong>de</strong> un ejército, lo que tar<strong>de</strong> en saberse en Inglaterra su llegada;<br />

y entonces se acabó esto. Lo que os aconsejo es que os embarquéis<br />

para Francia, ó que imploréis la protección <strong>de</strong> la Reina madre.<br />

—Yo no me curo <strong>de</strong> mi seguridad, dijo el príncipe: basta una palabra<br />

que yo diga á Ricardo para tenerla. Pero aunque tú, <strong>de</strong> Braey,<br />

y tú, Fitzurse, os mostráis tan apresurados por separara" <strong>de</strong> mí,


CAPÍTULO xxxiv. 29a<br />

no por esto se escaparán vuestros pescuezos <strong>de</strong>l nacha <strong>de</strong>l verdugo.<br />

¿Piensas tú Wal<strong>de</strong>mar, que el Arzobizpo estorbará que te arranquen<br />

<strong>de</strong> su lado, si llega á hacer la paz con Ricardo? ¿Y qué estás<br />

tú hablando <strong>de</strong> embarcarte, Mauricio? ¿ por dón<strong>de</strong> te dirigirás ala<br />

mar que no encuentres á Roberto Estoteville con todas sus fuerzas, y<br />

quizás al con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex que está recogiendo las suyas? Si nos hacían<br />

sombra estos armamentos antes <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> Ricardo, ¿qué<br />

será cuando se sepa, que este ha pisado las playas <strong>de</strong> Inglaterra?<br />

Sstoteville con los suyos I >asta para echarte á tí y á todos tus lanceros<br />

<strong>de</strong> cabeza en el rio Humber.» Wal<strong>de</strong>mar,y <strong>de</strong> Bracy se miraron<br />

uno á otro, con no poco sobresalto al oir tan fatales nuevas.<br />

(¿•Queréis que os diga francamente lo que pienso, continuó el Príncipe,<br />

arrugando el entreoyó, como si no osara confesar el atroz <strong>de</strong>signio<br />

que ocultaba en su corazón. Este objeto <strong>de</strong> nuesto terror viaja<br />

solo: es necesario salirle al encuentro.<br />

—No seré yo, dijo el normando, quien toque á una pluma <strong>de</strong> su cimera.<br />

Fui su cautivo,me entregué á discreción, y él me dio libertad.<br />

--¿Quién habla <strong>de</strong> hacerle daño? dijo el príncipe, con violenta<br />

sonrisa. Capaz eres <strong>de</strong> creer que voy á mandarlo asesinar. No: un<br />

castillo... esta será su habitación. En Inglaterra ó en Austria ¿qué<br />

importa? has cosas quedarán como estaban al principio <strong>de</strong> nuestra<br />

empresa: entonces se trató como condición indispensable que Ricardo<br />

quedaría prisionero en manos <strong>de</strong>l Archiduque. ¿Qué tiene eso<br />

<strong>de</strong> estrado? Mi tio Roberto vivió y murió en el castillo <strong>de</strong> CarditVe.<br />

Sí, dijo Wal<strong>de</strong>mar; pero su hermano Enrique se sentó en un trouo<br />

mas sólido que pue<strong>de</strong> serlo el vuestro. No hay mejor prisión que<br />

ia que hace el enterrador, ni mejor castillo que la bóveda <strong>de</strong> la parroquia.<br />

Esta es mi opinión.<br />

—Prisión ó sepulcro, dijo <strong>de</strong> Bracy, yo me lavo ¡as manos y no<br />

me meto en esas honduras.<br />

—Villano, dijo el Príncipe, ¿vas á ven<strong>de</strong>rnos?<br />

—Yo no vendo anadie, dijo Mauricio, ni sufro que se junte el<br />

nombre <strong>de</strong> villano con el mió.<br />

—Silencio, <strong>de</strong> Bracy, dijo Fitzurse, y vos, señor, no estrañeis los<br />

escrúpulos <strong>de</strong> un valiente caballero. Creo que no tardaré, en disiparlos.<br />

—No alcanza á tanto tu elocuencia, dijo el Normando.<br />

—Sir Mauricio, continuó el astuto cortesano; no os asustéis como<br />

venado perseguido sin conocer el objeto <strong>de</strong> vuestro terror. ¿No <strong>de</strong>-


300 IVANHOE.<br />

ciáis, hace tres dias, que toda vuestra ambición quedaría satisfe­<br />

cha, si hallarais ocasión <strong>de</strong> pelear <strong>de</strong> hombre á hombre, ó á la cabe­<br />

za <strong>de</strong> vuestros lanceros cénese mismo Ricardo, cuyo nombre os ha­<br />

ce temblar ahora? Mil veces lo habéis dicho en presencia <strong>de</strong> los<br />

amigos <strong>de</strong> Su Alteza.<br />

Cuerpo á cuerpo, ó á la cabeza do mis valientes, repuso el nor­<br />

mando: tú lo has dicho. Tero atacar <strong>de</strong> buenas á primeras á un<br />

hombre solo, en medio <strong>de</strong> una selva, cuándo ha salido <strong>de</strong> mis la­<br />

bios semejante <strong>de</strong>signio?<br />

—No eres buen caballero si eso te causa escrúpulo, dijo Wal<strong>de</strong>­<br />

mar. ¿Cómo ganaron fama 'Pristan y Cancelóte? No fué por cierto<br />

presentándose frente á frente á sus enemigos, sino saltándoles en­<br />

cima <strong>de</strong> lo oscuro <strong>de</strong> una emboscada, como el lobo á la oveja.<br />

—Ni Lancelote ni 'Pristan, dijo Mauricio, hubieran usado hacer<br />

otro tanto con Ricardo Plantagenet.<br />

—Has perdido el seso, dijo "Wal<strong>de</strong>mar; ¿no estás al sen icio <strong>de</strong>l<br />

príncipe Juan? ¿No ha comprado este con moneda contante tu va­<br />

lor y tu lanza, y el valor y las lanzas <strong>de</strong> los compañeros libres <strong>de</strong> tu<br />

escuadrón? Tenemos el enemigo á la vista, y ¡toparas en escrúpu­<br />

los, cuando tu honor, tu vida y lado todos nosotros está pendiente<br />

<strong>de</strong> un cabello!<br />

— Ricardo, dijo <strong>de</strong> Bracy, pudo matarme y no lo hizo. Es verdad<br />

que me <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> su presencia, y que no admitió mis servicios,<br />

por consiguiente, no le <strong>de</strong>bo vasallaje ni sumisión; pero ponerle<br />

las manos encima.. . eso no.<br />

—Ni es menester tampoco, dijo Ritzurse: envía á uno <strong>de</strong> tus oü-<br />

i-Sales con veinte lanzas.<br />

—Hartos asesinos tenéis en vuestros tercios, respondió <strong>de</strong> Bracy<br />

En el mió no hay hombres <strong>de</strong> esa calaña.<br />

—¡Que seas tan obstinado! esclamó el Príncipe. ¿Qué >e han he­<br />

cho tantas protestas <strong>de</strong> celo y <strong>de</strong> lealtad?<br />

—Yo haré por V. A., dijo el normando, todo lo que correspon<strong>de</strong><br />

aun caballero; pero ocharme á ladrón <strong>de</strong> caminos....<br />

— Wal<strong>de</strong>mar, dijo el Príncipe ¡qué <strong>de</strong>sgraciado soy! Mi padre, el<br />

Rey' Enrique, tuvo cuantos fieles servidores necesitó para afianzar<br />

su dominio. Apenas dio á enten<strong>de</strong>r que le molestaba un obispo,<br />

cuando la. sangre <strong>de</strong> Tomás regó los escalones <strong>de</strong>l altar; y era un<br />

santo, canonizado <strong>de</strong>spués: Tracy, Morville, BritoflJ, hombres fie-<br />

(1) Nombres ile lo? caballeros <strong>de</strong> la servidumbre <strong>de</strong> Enrique II. que dieron


CAPÍTULO XXIV, 301<br />

ies y <strong>de</strong>cididos, ya no existe el espíritu que os animaba. Beginaldo<br />

Fitzursé ha <strong>de</strong>jado unhijo; pero sin su valor, y sin su fi<strong>de</strong>lidad.<br />

—El hijo <strong>de</strong> Reginaldo es tan valiente y tan fiel como su padre,<br />

dijo Fitzursé; y pues que no hay otro arbitrio, yo tomo á mi cargo<br />

esta peligrosa, empresa. Caro le costó á mi padre el celo que acreditóen<br />

favor <strong>de</strong> su amo; y sin embargo lo que hizo por Enrique es algo<br />

diferente <strong>de</strong> lo que yo voy á hacer en vuestro favor; porque mas<br />

valdría atacará una legión <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios, que poner la lanza en<br />

ristre contra Corazón <strong>de</strong> león. De Bracy, quédate aquí para sostener<br />

el ánimo <strong>de</strong> los nuestros, y para custodiar la presencia <strong>de</strong>l Príncipe.<br />

Si recibís las noticias que espero enviaros, todo mudará <strong>de</strong> asnéete;<br />

ya no habrá dudas sobre el éxito <strong>de</strong> nuestros planes. Page,<br />

marcha á casa, y di á los armeros que tengan pronta la mejor <strong>de</strong><br />

mis armaduras; á Wetherel, á Toresby, y á las tres lanzas <strong>de</strong><br />

Spyinghow, que se preparen á marchar; ú Hugo, el correo, lo<br />

mismo. A Dios, ilustre Príncipe, hasta mas ver. Dijo, y salió apresuradamente<br />

déla cámara.<br />

—Con tanta serenidad echará el guante á mi hermano, dijo o]<br />

príncipe Juan, como si fuera un hidalgo sajón. Espero sin embargo<br />

que obe<strong>de</strong>cerá mis ór<strong>de</strong>nes, y tratará la persona <strong>de</strong> mi querido<br />

hermano con el respeto <strong>de</strong>bido.»<br />

De Bracy respondió con una maliciosa sonrisa-<br />

«Por Santiago <strong>de</strong> Galicia, dijo el Príncipe, que mis ór<strong>de</strong>rfes son<br />

íerminantes; quizás tú no las oirías por estar algo lejos. Positivamente<br />

le mandé que respetase la vida <strong>de</strong> 'Ricardo, y pobre <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar<br />

s así no lo hiciere.<br />

—Mejor será dijo Bracy, que vaya, árecordárselo; pues así como<br />

yo no oí. esas ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> que habláis, así pudo él también no haberlas<br />

oido.<br />

— No, no, dijo el príncipe impacientándose: estoy seguro que<br />

las oyó: a<strong>de</strong>más que tengo otro negocio en que emplearte, Mauricio,<br />

-en acá dame el brazo, y paseémonos.<br />

De Bracy presentó el brazo al Príncipe, y los dos se pasearon por<br />

¡1 aposento, como dos íntimos amigos.<br />

Después <strong>de</strong> un rato <strong>de</strong> silencio: ¿qué piensas <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong><br />

fitzurse? dijo el Príncipe, con el tono <strong>de</strong> la mas sincera confianza.<br />

.Sabes á lo que aspira? A ser Canciller <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

suerte al fiebre T«más do Bocket, incitados ¿i tan horroroso crimen por a Ignota<br />

'!';p"fsi'.>.nf« qq« soltó J<br />

u soberano. y*c


•XX¿ IVAJU10K.<br />

Mucho me he <strong>de</strong> mirar en ello antes <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>r tai! elevado cargo<br />

á quien tan poco respeta la sangre real <strong>de</strong> mi familia: que al fin<br />

Ricardo es rey, y es mi hermano. .Apuesto á que te figuras que<br />

has perdido algo en mi estimación por haberte rehusado á ese <strong>de</strong>sa<br />

cato. No: Mauricio, tu loable firmeza te dá mayor precio á mis ojos.<br />

Hay cosas necesarias y urgentes que se confian á. hombres indignos<br />

<strong>de</strong> estima y <strong>de</strong> afecto: y á veces el que niega un servicio se grangea<br />

el agra<strong>de</strong>cimiento <strong>de</strong>l que se lo pidió. La prisión <strong>de</strong> mi malhadado<br />

hermano no da tantos <strong>de</strong>rechos ala toga <strong>de</strong> Canciller, como tu noble<br />

franqueza al bastón <strong>de</strong> Mariscal. Piensa en ello, y disponte ó<br />

empuñarlo.<br />

— Vil tirano, dijo Mauricio <strong>de</strong> liracy, cuando se retiró el Príncipe,<br />

harto necio esquíen se fia en tus palabras. ¡Waldomar custodio do<br />

tu conciencia! (1) Poco tiene que custodiar por cierto...Mariscal <strong>de</strong><br />

Inglaterra... gran cosa, y digna <strong>de</strong> dar algunos pasos para lograrla.^<br />

Esto <strong>de</strong>cia Bracy, saliendo déla cámara <strong>de</strong>l Príncipe en actitud<br />

fiera y majestuosa, y apretando el puño como si tuviera ya el<br />

bastón prometido.<br />

Apenas se habia retirado el normando, cuando el Príncipe mandó<br />

llamar á Hugo el correo, que era también el jefe <strong>de</strong> sus espías,<br />

ínterin venia, .luán se paseaba con la mayor agitación.<br />

«Hugo, le dijo, ¿que te ha mandado AVal<strong>de</strong>mar?<br />

—Ate pidió dos hombres resueltos, diestros en las veredas y escondrijos<br />

<strong>de</strong> los bosques <strong>de</strong> estas cercanías, y en seguir las huella?<br />

<strong>de</strong> hombres y caballos.<br />

—¿Se los has proporcionado?<br />

—Y <strong>de</strong> los buenos, respondió el confi<strong>de</strong>nte, lino <strong>de</strong> ello.-- se lia<br />

empleado toda su vida en rastrear ladrones, y ha llevado mas hombres<br />

á la horca que gotas <strong>de</strong> agua tiene el Támesis. El otro es cazador<br />

intruso, y conoce cuantas cuevas y barrancos hay <strong>de</strong> aquí ó<br />

Eichemond.<br />

—Bien; dijo el Príncipe, ¿listan listos?<br />

—Al instante van á ponerse en camino.<br />

—¿Que gente <strong>de</strong> puños lleva AVal<strong>de</strong>mar consigo?<br />

—Thoresby y AVetherel, llamado por su crueldad Esteban <strong>de</strong> Ace-<br />

U¡ lecese en Inglaterra que el canciller es custodio <strong>de</strong> la conciencia <strong>de</strong>l Bey, por<br />

estar á la cabeza <strong>de</strong> la administración <strong>de</strong> la justicia y ¡rozar <strong>de</strong> gran autoridad en<br />

losnegrf"'"; eclesiásticos.


CAPÍTULO XXXV. 30í¡<br />

ra;, y tres lanceros que estuvieron untes en la gavilla <strong>de</strong>l mayos<br />

ladrón que ha nacido en Inglaterra.<br />

—Basta, dijo el. Príncipe, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber pensado algún ra­<br />

to: Hugo, añadió, importa á mi servicio que sigas los pasos á Mau<br />

ricio do Bracy, <strong>de</strong> modo que él no lo observe. Sepamos <strong>de</strong> cuando<br />

en cuando, lo que hace, con quién habla, y <strong>de</strong> que asuntos habla<br />

Cuidado con esto, y con tu cabeza.»<br />

Hugo hizo una cortesía y se retiró.<br />

»Si Mauricio me engaña, dijo el Príncipe, como me lo temo, pol­<br />

los santos <strong>de</strong>l cielo, que ha <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la vida, aunque estuviese Ri­<br />

cardo á las puertas <strong>de</strong> York.,<br />

CAPÍTULO XXXV.<br />

Volvamos al judío Isaac <strong>de</strong> York: el cual moutado en una. ínula<br />

que le había franqueado el capitán délos bandidos, y acompañado<br />

por dos <strong>de</strong> estos, que le servían <strong>de</strong> guia y <strong>de</strong> escolta, se encaminaba<br />

al preceptario <strong>de</strong> los Templarios <strong>de</strong> Templestowe, con el objeto <strong>de</strong><br />

negociar el rescate <strong>de</strong> su hija. Aquel edificio distaha solo una jornada<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>molido castillo <strong>de</strong> Krente-<strong>de</strong>-buey; y el judío esperaba<br />

llegar al término <strong>de</strong> su viaje antes <strong>de</strong> anochecer. Despidió á los<br />

monteros á la salida <strong>de</strong>l bosque, les dio una pieza <strong>de</strong> plata para<br />

que echaran un trago, y empezó á dar espuelas á la. muía, en<br />

cuanto so lo permitía su abatimiento físico y moral. Pero casi <strong>de</strong>s<br />

falleció cuando llegó á cuatro millas <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong>l preceptorio:<br />

empezó á sentir dolores agudos en todos sus miembros, y aumentaban<br />

consi<strong>de</strong>rablemente su pa<strong>de</strong>cer las penas é inquietu<strong>de</strong>s que<br />

agobiaban su espíritu: al fin le, fué imposible pasar <strong>de</strong> un pueblecilio<br />

que estaba en el camino, y en que residía un rabino <strong>de</strong> su<br />

tribu, antiguo conocido suyo, y muy diestro en el arte <strong>de</strong> curar.<br />

Natán Ben Israel acogió á su dolorido compatriota con todo el afecto<br />

que su ley prescribía, y que los judíos se manifestaban siempre recíprocamente.<br />

Lo primero que le or<strong>de</strong>nó fué el reposo: y en seguí<br />

da le aplicó los remedios mas eficaces, para cortar los progresos<br />

<strong>de</strong> la fiebre que el miedo, el cansancio y la pesadumbre habían<br />

acarreado al mísero hebreo


304 IYA.NHOK.<br />

Al día siguiente, Isaac quiso lavantarse y continuar la marcha;<br />

y aunque Natán se opuso á esta <strong>de</strong>terminación, como médico y como<br />

amigo, diciéndole que aquella locura podria costarle la vida, no nu­<br />

do reducirle á quedarse, pues Isaac aseguraba que mas que la vida<br />

le importaba el negocio que le llevaba á Templestowe.<br />

—¡A Templestowe! dijo el Rabino sorprendido; y volviendo a to­<br />

marle el pulso, <strong>de</strong>cía entre sí: el pulso ha bajado, pero ha <strong>de</strong>jado<br />

trazas en el cerebro.<br />

—¿Y porqué no? dijo Isaac: yo bien sé que allí se anidan los mas<br />

crueles enemigos que tuvieron jamás los hijos <strong>de</strong> Israel; pero ya<br />

sabes que los negocios <strong>de</strong>l tráfleo son imperiosos, y que á veces te­<br />

nemos que acudir á los preceptorios <strong>de</strong> los Templarios y á las ene< -<br />

miendas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>, san Juan como si no fueran el azote <strong>de</strong> nuestro<br />

pueblo (1).<br />

—Lo sé, dijo Natán; pero quizás no ha llegado á tu noticia que<br />

Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir, jefe <strong>de</strong> los Templarios ó (irán Maestre, co­<br />

rno ellos dicen, se halla á la hora esta en Templestowe.<br />

—Lejos estaba <strong>de</strong> figurármelo, respondió Isaac, porque las últi­<br />

mas cartas <strong>de</strong> nuestros hermanos <strong>de</strong> París <strong>de</strong>cían que á la sazón se<br />

hallaba en aquella ciudad, implorando socorros <strong>de</strong> Pelipe contra ei<br />

sultán Saladino.<br />

—Hace pocos días en efecto que ha llegado á Inglaterra, cuando<br />

menos le aguardaban sus hermanos: y viene armado <strong>de</strong> cólera y<br />

<strong>de</strong> venganza á corregir y á castigar. Está furioso contra todos los<br />

<strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n que han faltado ó los votos y á las reglas <strong>de</strong> ella, y eso?<br />

caballeros tiemblan como la hoja en el árbol. ¿No has oido hablar<br />

<strong>de</strong> Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir?<br />

—Y" tanto, dijo Isaac. Los cristianos le aplau<strong>de</strong>n como el mas ce­<br />

loso observador <strong>de</strong> todos los puntos <strong>de</strong> la ley nazarena; y nuestros<br />

hermanos le llaman feroz <strong>de</strong>structor <strong>de</strong> sarracenos, y tirano do ios<br />

hijos <strong>de</strong> Israel.<br />

—Y no se engañan, contestó el Rabino, otros Templarios ce<strong>de</strong>n a<br />

los placeres mundanos, ó á las promesas <strong>de</strong> oro y plata; pero ese<br />

Beaumanoir es hombre <strong>de</strong> otro temple. Odia la sensualidad, <strong>de</strong>s­<br />

precia el dinero, y solo aspira á morir matando sarracenos. Este<br />

(1) Las casas d« ios caballeros Templarios se llamaban preceptorios, y preceptor<br />

-jl superior década una <strong>de</strong> ellas. Corno los principales caballeros <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Sa¡i<br />

Juan, que <strong>de</strong>spués fin; <strong>de</strong> Malta, eran comendadores, sus casas se llamaba» eivomieudas:<br />

pero ambos títulos so daban ¡udiaüntameute & unas y á otras,


CAFÍTULO xxxv. 305<br />

hombre ha cobrado tal ojeriza al pueblo <strong>de</strong> Israel, que con razón<br />

<strong>de</strong>bemos temerle. Dice cosas impías y falsas <strong>de</strong> la virtud <strong>de</strong> nuestras<br />

medicinas, como si fueran ensalmos y amaños <strong>de</strong> Satanás. El<br />

Señor lo confunda.<br />

— Sin embargo, repuso Isaac, tengo <strong>de</strong> ir á Templestowe, aunque<br />

me echen los que lo habitan en un horno ardiendo.»<br />

Entonces esplicó á Natán el motivo <strong>de</strong> su espedicion. El Rabino<br />

le oyó con interés, y manifestóel dolor que le producía aquella <strong>de</strong>sgracia,<br />

<strong>de</strong>l modo en que solían hacerlo los <strong>de</strong> su creencia; <strong>de</strong>sgarrando<br />

sus vestiduras, y esclamando: ¡Oh hija mía, hija mía! ¡Oh<br />

hija <strong>de</strong> Sion! ¡Oh cautiverio <strong>de</strong> Israel!<br />

—Ya ves, dijo Isaac, que el negocio urge, y que no puedo <strong>de</strong>tenerme.<br />

Quizás la presencia <strong>de</strong> Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir, que es el<br />

jefe, retraerá á Lrian <strong>de</strong> Bois-Guilbert <strong>de</strong> los atentados que medita,<br />

y le inducirá á restituirme la prenda que me ha robado.<br />

—Ponte en camino, hermano, dijo el Rabino, y ten pru<strong>de</strong>ncia<br />

que fué la que salvó á Daniel en la cueva <strong>de</strong> los leones. Quiera e\<br />

Dios <strong>de</strong> Abraham que todo salga á medida <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>seos. En todo<br />

caso, huye <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir, que tiene particular<br />

<strong>de</strong>leite en ultrajar y vilipendiar á los Isrealitas. Habla á solas<br />

con ese Bois-Guilbert, y quizás lograrás reducirle; porque la<br />

gente dice que esos nazarenos <strong>de</strong>l preceptorio están divididos en<br />

bandos. Dios <strong>de</strong>sbarate sus consejos. Pero, cuenta con que vuelvas<br />

á referirme el éxito <strong>de</strong> tu empresa, y que mires siempre esta casa<br />

como la <strong>de</strong> tu padre. ¡Pobre Rebeca! la discípula <strong>de</strong> la sabia Miriam,<br />

<strong>de</strong> cuyas medicinas <strong>de</strong>cían esos <strong>de</strong>sacordados nazarenos que<br />

eran obras <strong>de</strong> nigromancia.»<br />

Isaac <strong>de</strong> York se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> su huésped, y al cabo <strong>de</strong> una hora<br />

<strong>de</strong> marcha se halló á las puertas <strong>de</strong>l preceptorio.<br />

Este establecimiento <strong>de</strong> los Templarios ocupaba el centro <strong>de</strong> unas<br />

vastas pra<strong>de</strong>ras, que el fundador habia legado á la or<strong>de</strong>n. Estaba<br />

i>ien fortificado, porque los Templarios nunca <strong>de</strong>scuidaban esta<br />

precaución, que ala sazón era <strong>de</strong> suma importancia, estando tan<br />

agitada y revuelta Ihglaterra. Dos alabar<strong>de</strong>ros, vestidos <strong>de</strong> negro,<br />

guardaban el puente levadizo, y otros dos, con el mismo trage, se<br />

paseaban á pasos mesurados sobre la muralla, pareciendo espectros<br />

mas bien que hombres. Tal era el uniforme <strong>de</strong> los empleados inferiores<br />

<strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que el uso <strong>de</strong>l ropaje blanco, semejante al<br />

<strong>de</strong> los caballeros y escu<strong>de</strong>ros, habia dado origen, en las montañas<br />

20


306 IVANHÓE.<br />

<strong>de</strong> Palestina, á la formación <strong>de</strong> unos falsos Templarios que habian<br />

acarreado gran <strong>de</strong>shonra á los verda<strong>de</strong>ros. De cuando en cuando<br />

atravesaba el patio un caballero déla or<strong>de</strong>n, con su manto blanco<br />

la cabeza inclinada, y los brazos cruzados. Si se encontraban dos,<br />

se saludaban en silencio, con una profunda cortesía: porque tal era<br />

la regla que observaban, fundada quizás en lo que dice la Escritura:<br />

«pecado hay en muchas palabras, y la vida y la muerte están<br />

en tu lengua.» En fin la severa disciplina <strong>de</strong> Lúeas <strong>de</strong> üeaumanoir<br />

habia hecho renacer el ascético rigor <strong>de</strong> los tiempos primitivos <strong>de</strong>l<br />

Temple, en lugar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n en que por tanto tiempo habia vivido<br />

aquella or<strong>de</strong>n militante.<br />

Isaac se paró á la puerta, sin saber como podría introducirse en<br />

el preceptorio: porque sabia que la nueva severidad <strong>de</strong> los Templarios<br />

no era menos funesta á los <strong>de</strong> la nación hebrea, que su antiguo<br />

<strong>de</strong>sarreglo; y que á la sazón, la ley que profesaba le esponia á<br />

la persecución <strong>de</strong> los caballeros, como en otra época su riqueza le<br />

habría espuesto á las estorsiones <strong>de</strong> su implacable tiranía.<br />

Entretanto Lucas <strong>de</strong> üeaumanoir se paseaba por un pequeño jardin<br />

<strong>de</strong>l proceptorio, situado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las murallas; y conversaba<br />

triste y confi<strong>de</strong>ncialmente con uno <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n<br />

que habia venido en su compañía <strong>de</strong> Tierra Santa.<br />

El Gran Maestro era un hombre avanzado en edad, como ¡o <strong>de</strong>notaba<br />

el color <strong>de</strong> su larga barba y <strong>de</strong> las pobladas cejas que sombreaban<br />

sus ojos; mas' los años no habian apagado el fuego que en estos<br />

centelleaba. Sus facciones ásperas, y la espresion <strong>de</strong> fiereza que en<br />

ellas se leía, anunciaban el guerrero intrépido y formidable; en<br />

tanto que la pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su rostro, y el orgullo <strong>de</strong> sus miradas daban<br />

á conocer su valor y entereza, y la secreta satisfacción <strong>de</strong>l que se<br />

juzga superior á cuantos le ro<strong>de</strong>an. En medio <strong>de</strong> estos rasgos peculiares<br />

<strong>de</strong> su fisonomía, se notaba en ella cierto aire <strong>de</strong> nobleza y<br />

magnanimidad, <strong>de</strong>bido sin duda á su trato frecuente con príncipes<br />

y soberanos, y al ejercicio <strong>de</strong> la autoridad suprema, en una sociedad<br />

<strong>de</strong> guerreros, ligados no menos por las leyes <strong>de</strong>l honor, que<br />

por las reglas <strong>de</strong> su instituto. Su estatura era elevada, y á x>esar <strong>de</strong><br />

ios años y <strong>de</strong> los trabajos, erguida y majestuosa. El corte y hechura<br />

<strong>de</strong> su manto, eran los mismos que prescribía la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> san<br />

Bernardo; y se componía <strong>de</strong> un paño común, ajustado al cuerpo,<br />

con la cruz peculiar á la or<strong>de</strong>n, <strong>de</strong> paño color <strong>de</strong> grana, sobre el<br />

hombro izquierdo. No adornaban este atavío los armiños con que


CAPÍTULO XXXV.<br />

se engalanaban los prelados <strong>de</strong> otras-ór<strong>de</strong>nes .religiosas; pero en<br />

consi<strong>de</strong>ración ¡i su edad, se había aprovechado <strong>de</strong>l permiso que le<br />

daba la regla, y llevábala túnica forrada <strong>de</strong> piel <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>ro, con la<br />

lana hacia afuera, que era el mayor lujo que su conciencia le permitía<br />

usar, en vez <strong>de</strong> los ricos forros <strong>de</strong> pieles estradas, tan á la moda<br />

en aquellos siglos. Tenia en la mano el báculo correspondiente á<br />

su dignidad. Llamábase aMciw.y terminaba por la parte superior,<br />

envina placa redonda, en que estaba grabada en medio <strong>de</strong> una orla,<br />

la cruz octangular <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n. Su compañero estaba vestido <strong>de</strong>l<br />

mismo modo; pero el profundo respeto con que le hablaba, dah* á<br />

enten<strong>de</strong>r que nada era igual entre ellos, sino el trago. Aunque* era<br />

preceptor, ó superior ele una <strong>de</strong> las casas <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n., no marulhtba<br />

<strong>de</strong> frente con él, sino alga<strong>de</strong>trás; <strong>de</strong> manera que el gran Maestre<br />

pudiera dirigirle la palabra sin volver la cabeza.<br />

Conrado, <strong>de</strong>cía Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, querido amigo y comparte<br />

ro en mis batallas y peligros, en tu fiel corazón puedo <strong>de</strong>sahogar<br />

¡as cuitas que atosigan el mió, En tí solo puedo <strong>de</strong>positar mis ardientes<br />

<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> reunirme con los justos-. Ninguno <strong>de</strong> los objetos<br />

que se han presentado hasta ahora á mis ojos en Inglaterra me ha<br />

servido sino es<strong>de</strong> tormento y mortificación, salvo lasjtumbas<strong>de</strong> noes<br />

tros hermanos, (pie aun adornan la iglesia <strong>de</strong> laór<strong>de</strong>n en la orgullo -<br />

sa capital. ¡Oh, valiente ltoberto <strong>de</strong>,Eos! esclamaba yo interiormente:<br />

al ver las estatuas do aquellos buenos soldados <strong>de</strong> la cruz recostadas<br />

sobre sus sepulcros. ¡Ohdigno Guillermo <strong>de</strong> Mareschal! abrid vuestras<br />

moradas <strong>de</strong> mármol, y admitid á un hermano, cansado <strong>de</strong> Ja<br />

vida, que mas bien quiere pelear con cien paganos, que ser testigo<br />

<strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong> su santa or<strong>de</strong>n.<br />

—Escierto, respondió Conrado Mont-Fitchet, es <strong>de</strong>masiado cierto.<br />

Las irregularida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nuestros hermanos <strong>de</strong> Inglaterra son mucho<br />

peores que las <strong>de</strong> los <strong>de</strong> Francia.<br />

—Porque son mas ricos, <strong>de</strong>cia el gran Maestre. No e> por alabarme:<br />

pero ya sabes la vida que he llevado, mi celo en cumplir hasta<br />

los ápices do nuestra regla. Mi <strong>de</strong>seo es pelear con gentes endiabladas<br />

y perversas, mí incansable ardor es acometer al león rugiente,<br />

que gira en tomo buscando á quien <strong>de</strong>vorar. Buen caballero, eclesiástico<br />

<strong>de</strong>voto: á esto he aspirado en el curso <strong>de</strong> mi larga esperiencia.<br />

Mi divisa ha sido lo que dice nuestro padre san Bernardo, en el<br />

capítulo cuarenta y cinco <strong>de</strong> nuestra constitución: ni leo xmperferiat-nr.<br />

Este es el ardor que ha <strong>de</strong>vorado mi sustancia y m ;<br />

jugo vi-


308 1VAMI01S.<br />

tal, y hasta mis nervios y la médula <strong>de</strong> mis huesos, Pero por el san­<br />

to Temple 1-e juro, que si no eres tú y algunos pocos que conser­<br />

van la severidad <strong>de</strong>l instituto, no veo entre nuestros hermanos, sino<br />

hombres indignos <strong>de</strong>l hábito que visten. ¡Que diferencia entre lo<br />

que prescribe nuestra regla, y el modo que tienen <strong>de</strong> observaría los<br />

Templarios <strong>de</strong>l día! Se les prohibe usar <strong>de</strong> galas profanas, <strong>de</strong> crestón<br />

en el yelmo, <strong>de</strong> oro en el freno y en los escritos. ¿Y acaso hay ca­<br />

balleros que se presenten con tanto lujo y esplendor en los campa­<br />

mentos y justas, como los humil<strong>de</strong>s soldados <strong>de</strong>l Temple? Se. les<br />

prohibe el ejercicio <strong>de</strong> la cetrería, la caza con arco y ballesta, toda<br />

diversión campestre y <strong>de</strong>structora, todos los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes á que ellas<br />

dan lugar. ¿Y dón<strong>de</strong> están los mas acreditados cazadores, y los hal­<br />

cones mas famosos, y las jaurías mas nombradas, si no es en nues­<br />

tros preceptorios? Se les prohibe leer, salvo los libros que los supe­<br />

riores les permitan, y las vidas <strong>de</strong> los sautos, en las horas <strong>de</strong> refecto­<br />

rio; se les recomienda que empleen todos sus esfuerzos en estripar<br />

ja magia y la heregía; y todo el mundo les acusa <strong>de</strong> estudiarlo»<br />

malditos secretos cabalísticos <strong>de</strong> los judíos, y la nigromancia <strong>de</strong><br />

jos sarracenos. Se les prescribe una rigorosa abstinencia, comidas<br />

sencillas y frugales, como raices, potajes, frutas; carne, solo tres<br />

veces la semana; porque el uso diario <strong>de</strong> las sustancias animales<br />

trae corrupción al alma y al cuerpo; y sus convites son tan <strong>de</strong>lica­<br />

dos y opíparos como los <strong>de</strong> los monarcas mas po<strong>de</strong>rosos. La bebida<br />

<strong>de</strong> nuestros antepasados era el agua pura <strong>de</strong> la fuente; y hoy, cuan­<br />

do se quiere exagerar el <strong>de</strong>stemple <strong>de</strong> un bebedor, se dice comun­<br />

mente que se las apuesta con un Templario. Kste jardín en que es­<br />

tamos, hermoseado con árboles peregrinos, y plantas curiosas <strong>de</strong><br />

los climas mas remotos ¿no es mas propio <strong>de</strong>l serrallo <strong>de</strong> un Emir,<br />

que <strong>de</strong>l humil<strong>de</strong> retiro <strong>de</strong> los siervos <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Dios? ¡A Con­<br />

rado! Y si no fuera mas que esto! ¡Si se redujeran á estas prácticas<br />

viciosas la relajación <strong>de</strong> nuestra disciplina y la corrupción <strong>de</strong> nues­<br />

tras costumbres! Va sabes que no nos es lícito recibir aquellas <strong>de</strong>­<br />

votas mujeres, que eu los primeros tiempos se asociaban como her­<br />

manas <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n: porque, como dice el capitulo cuarenta y seis,<br />

el enemigo se vale <strong>de</strong> la compañía <strong>de</strong> las mujeres para apartar á<br />

muchos <strong>de</strong>! verda<strong>de</strong>ro camino. Y a<strong>de</strong>más, en el último libro, que<br />

es como la cúpula <strong>de</strong>l edificio glorioso alzado por el santo Funda­<br />

dor, senos prohibe hasta dar el ósculo <strong>de</strong> cariño á nuestras madres<br />

y á nuestras hermanas: v.l omnium mwlienm oscula fiigiantnr.


CAPÍTULO xxxv. 309<br />

cómo se observan estos preciosos documentos? Me avergüenzo, ami­<br />

go mió; me lleno <strong>de</strong> rubor al reflexionar en la corrupción, en la li­<br />

viandad que se notan en nuestros compañeros. Estos males turban<br />

y molestan, en medio <strong>de</strong> las <strong>de</strong>licias celestiales <strong>de</strong> que están gozan­<br />

do, á las almas <strong>de</strong> nuestros puros fundadores: <strong>de</strong> Hugo <strong>de</strong> Payen,<br />

<strong>de</strong> Oodofredo <strong>de</strong> S. Omer, y <strong>de</strong> los otros siete bienaventurados que<br />

se les unieron para consagrar sus vidas al servicio y custodia <strong>de</strong>l<br />

Temple santo. Yo les he visto, Conrado, en los éxtasis y raptos <strong>de</strong><br />

mi espíritu: les he visto llorar lágrimas amargas, al consi<strong>de</strong>rarlos<br />

pecados y locuras <strong>de</strong> sus hijos; ese lujo frenético, ese espíritu mun­<br />

dano que los pier<strong>de</strong> y alucina. «Beaumanoir, me <strong>de</strong>cían aquellos va­<br />

rones angélicos: dormido estás, <strong>de</strong>spierta. Mira esa mancha que afea<br />

los muros <strong>de</strong>l Temple; esa mancha semejante á la que <strong>de</strong>ja la lepra<br />

en las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l leproso. Los soldados <strong>de</strong> la Cruz, que <strong>de</strong>berían<br />

huir <strong>de</strong> las miradas <strong>de</strong> la mujer, como <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l basilisco, viven<br />

en pecado, no solo con las <strong>de</strong> su propia creencia, sino con las hijas<br />

(iel maldito pagano y con las <strong>de</strong>l mucho mas maldito hebreo. Beau­<br />

manoir, sal <strong>de</strong> ese letargo; venga la causa <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. Mata, <strong>de</strong>s­<br />

truye á los pecadores; no distingas <strong>de</strong> sexo ni <strong>de</strong> religión.» Esto me<br />

dijo aquella visión; y ya estaba yo dispierto, y aun oia el ruido <strong>de</strong><br />

¡a armadura <strong>de</strong> aquellos santos guerreros y <strong>de</strong> sus mantos, tan al­<br />

ijos y tan puros como su espíritu, fíi... sabré obe<strong>de</strong>cerles; purificaré<br />

la fábrica <strong>de</strong>l Temple. Las piedras empapadas en crímenes, caerán<br />

a! suelo á impulsos <strong>de</strong> mi brazo.<br />

Cautela, sobre todo, reverendo padre, <strong>de</strong>cia Montddtchet. El tiem­<br />

po y la costumbre han arraigado profundamente el mal. La refor­<br />

ma es justa y necesaria; pero <strong>de</strong>be ser pru<strong>de</strong>nte.<br />

—No, sino pronta y terrible, dijo el gran Maestre. La Or<strong>de</strong>n es­<br />

tá á la orilla <strong>de</strong>l precipicio. La sobriedad, el zelo, la piedad <strong>de</strong> nues­<br />

tros pre<strong>de</strong>cesores les grangearon po<strong>de</strong>rosos amigos ; nuestra pre­<br />

sunción, nuestra riqueza , nuestro lujo, nos han acarreado enemi­<br />

gos formidables. Despojémonos <strong>de</strong> esa opulencia, que tanta envidia<br />

causa á los príncipes <strong>de</strong> Europa, <strong>de</strong> ese orgullo que les ofen<strong>de</strong> y<br />

exaspera, <strong>de</strong> esas costumbres licenciosas que son el escándalo <strong>de</strong><br />

todo el mundo cristiano. Conrado, oye esta predicción: la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l<br />

Temple será completamente <strong>de</strong>struida ; las naciones <strong>de</strong> la tierra no<br />

conocerán el sitio en que estuvieron edificados sus cimientos.<br />

— Dios aparte <strong>de</strong> nosotros tamaña calamidad . esclamó el Pre­<br />

ceptor.


310 IVANHOE.<br />

—Amen, dijo el gran Maestre con tono grave y <strong>de</strong>voto; mas para<br />

que Dios nos asista, <strong>de</strong>bemos hacernos dignos <strong>de</strong> su misericordia.<br />

Conrado, ni el cielo ni la tierra pue<strong>de</strong>n sufrir con paciencia la maldad<br />

<strong>de</strong> esta generación. La tierra sobre la cual se alza el edificio <strong>de</strong><br />

nuestro po<strong>de</strong>r está ya minada : cuanto añadamos al engran<strong>de</strong>cimiento<br />

<strong>de</strong> su estructura, servirá tan solo <strong>de</strong> precipitar su ruina. Si<br />

queremos evitar esta catástrofe, retrocedamos <strong>de</strong> la carrera <strong>de</strong> la<br />

iniquidad; mostrémonos fieles campeones <strong>de</strong> la Cruz ; sacrifiquemos<br />

á nuestra vocación , no solo nuestra sangre y nuestra vida,<br />

sino nuestro reposo, nuestros afectos naturales, y hasta los placeres<br />

y recreos que pue<strong>de</strong>n ser legítimos en otros; pero que son vedad'os<br />

á los guerreros y <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong>l Temple <strong>de</strong>l Señor.»<br />

Apenas habia concluido el gran Maestre su <strong>de</strong>clamatoria homilía,<br />

se presentó en el jardín un escu<strong>de</strong>ro, vestido con el humil<strong>de</strong><br />

trage que usaban los aspirantes <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n; los cuales durante el<br />

noviciado, no podían usar el ropaje ni la armadura <strong>de</strong> los caballeros.<br />

Hizo una profunda reverencia, y se mantuvo en pié sin <strong>de</strong>splegar<br />

los labios, aguardando que el superior le diese licencia <strong>de</strong><br />

hablar.<br />

«Aquí tienes á Damián, dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, con el atavío<br />

correspondiente á la humildad cristiana, y en el a<strong>de</strong>man respetuoso<br />

y mo<strong>de</strong>sto que conviene al que se halla en presencia <strong>de</strong> su prelado;<br />

y no hace tres días que estaba tan engalanado como un saltarín, y<br />

que andaba á brincos y piruetas, como si estuviera en un estrado.<br />

Habla,, Damián .• ¿qué ha ocurrido?<br />

—Un judío está á la puerta <strong>de</strong> las murallas, noble y reverendo<br />

padre: y pi<strong>de</strong> licencia <strong>de</strong> hablar con el hermano Brian <strong>de</strong> Bois-<br />

(iruilbert.<br />

—Has hecho bien en prevenírmelo, dijo el gran Maestre. El hermano<br />

Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet es preceptor <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n ; mas en<br />

mi presencia no es mas que los otros hermanos. Me importa observar<br />

la conducta <strong>de</strong> ese Brian, añadió, volviéndose á su amigo.<br />

—Todos dicen que es un valiente caballero, respondió Conrado.<br />

— En punto á valor, no hemos <strong>de</strong>generado <strong>de</strong> nuestros pre<strong>de</strong>cesores<br />

, los héroes <strong>de</strong> la Cruz. Pero Brian vino á la or<strong>de</strong>n cuando se<br />

habian frustrado sus esperanzas mundanas : renunció al siglo, no<br />

con la sinceridad <strong>de</strong> su alma , sino á impulsos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>specho y <strong>de</strong>l<br />

ení^OcDes<strong>de</strong> entonces no ha sido mas que un agitador activo, un revoltoso,<br />

un hombre inquieto .y <strong>de</strong>sasosegado, el jefe do todos los que


CAPÍTULO XXXV. 311<br />

resisten á mi autoridad y murmuran <strong>de</strong> mis reformas. Es menester<br />

»Hie sepa el tal Brian y todos los que se le parecen que la Provi<strong>de</strong>ncia<br />

divina lia puesto en mis manos el cayado y la vara: aquel para<br />

apoyar al débil y al enfermo; esta para corregir al <strong>de</strong>lincuente y<br />

al díscolo, Damián, venga el judío á mi presencia.»<br />

Damián hizo otra reverencia y salió <strong>de</strong>l jardín ; <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos<br />

minutos volvió á presentarse conduciendo á Isaac <strong>de</strong> York. El esclavo<br />

<strong>de</strong>snudo que parece ante un implacable tirano <strong>de</strong> Oriente, y<br />

aguarda á cada instante la señal que ha do abatir su cabeza, no esperimenta<br />

un terror mas profundo que el que se, apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong>l judío<br />

cuando se vio enfrente <strong>de</strong>l formidable Oran Maestre <strong>de</strong> los Templarios.<br />

Llegado que hubo á distancia <strong>de</strong> tres varas <strong>de</strong> Laicas <strong>de</strong> Beaumanoir,<br />

este le hizo seña con el báculo que no pasase mas a<strong>de</strong>lante.<br />

El judío se arrodilló, besó la tierra en señal <strong>de</strong> reverencia, y levantándose<br />

trémulo y confuso, quedó en pié, con los brazos cruzados<br />

y los ojos fijos en el suelo.<br />

—Damián, dijo el Oran Maestre, retírate, y ten una guardia lista<br />

para recibir mis ór<strong>de</strong>nes. No permitas que nadie entre en el jardín<br />

hasta que yo llame.» El escu<strong>de</strong>ro obe<strong>de</strong>ció el mandato <strong>de</strong> su jefe.<br />

«Judío, dijo el anciano, óyeme: ni yo gusto do per<strong>de</strong>r el tiempo id<br />

las palabras , ni me conviene tener larga conversación contigo. Sé<br />

breve por tanto á las preguntas que yo te haga, y sobre todo, no<br />

digas mas que la verdad. Si te atreves á engañarme, he <strong>de</strong> hacer<br />

que te arranquen la lengua.»<br />

El judío iba á respon<strong>de</strong>r : mas el Oran Maestre le <strong>de</strong>tuvo.<br />

«Silencio, dijo Beaumanoir, no hables sino es para respon<strong>de</strong>r á<br />

mis preguntas. ¿ Cuáles son tus negocios con el hermano Brian <strong>de</strong><br />

Bois-Guilbert ?»<br />

Isaac no sabia salir <strong>de</strong> aquel lance. Si referia la verdad, temía escandalizar<br />

al inflexible Oran Maestre, <strong>de</strong> lo cual podrían originársele<br />

fatales consecuencias. Si ocultaba el objeto que allí le traía,<br />

¿qué esperanza le quedaba <strong>de</strong> rescatar á su hija? Beaumauoir conoció<br />

su embarazo, y se dignó dirigirle algunas palabras benignas<br />

y templadas.<br />

¿Nada temas, le dijo, si obras con rectitud. Respon<strong>de</strong> sin disfraz,<br />

y <strong>de</strong>clara los negocios que tienes con Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />

—Soy portador <strong>de</strong> una carta , dijo el Judío, con voz trémula , y<br />

agitada, que el prior Aymer, <strong>de</strong> la abadía <strong>de</strong> Jorvaulx dirige al<br />

buen caballero Brian <strong>de</strong> BOis-Guilbert.


312 IVANHOE.<br />

—i En qué tiempos estamos, Conrado ! dijo el Maestre. Un prior <strong>de</strong><br />

la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Cister escribe á un soldado <strong>de</strong>l Temple, y no encuentra<br />

mensagero mas á propósito que un perro judío. Dame esa carta.»<br />

Isaac <strong>de</strong>sató temblando la cubierta <strong>de</strong>l gorro armenio que usaba,<br />

en la cual para mayor seguridad, habia guardado la carta <strong>de</strong>l<br />

prior; y ya iba á acercarse al Maestre, estendiendo el brazo y encorvando<br />

el cuerpo, ¡i fin <strong>de</strong> abreviar lo menos posible la distancia<br />

respetuosa en que se habia colocado.<br />

—Atrás, impío, dijo el gran Maestre : yo no toco la gente <strong>de</strong> tu<br />

casta sino es con la punta <strong>de</strong> mi acero. Conrado, toma ese papel, y<br />

entrégamelo.-»<br />

Beaumanoir examinó el sobrescrito, y empezó á <strong>de</strong>satar el hilo<br />

que lo aseguraba. « Reverendo padre, dijo Conrado, interrumpiéndole,<br />

aun que con a<strong>de</strong>man respetuoso. ¿Vais á romper el sello?<br />

—¿Y porqué no? dijo Beaumanoir. ¿No está escrito en el capítulo<br />

cuarenta y dos <strong>de</strong> leeüone lilcrarmn que ningún Templario pue<strong>de</strong><br />

recibir cartas , aunque sean <strong>de</strong> su padre , sin permiso <strong>de</strong>l gran<br />

Maestre, ni leerlas sino es en su presencia ?e<br />

Beaumanoir leyó precipitadamente la carta <strong>de</strong> Aymer, con gran<strong>de</strong>s<br />

gestos <strong>de</strong> horror y <strong>de</strong> sorpresa : volvió á leerla mas <strong>de</strong>spacio, y<br />

entregándosela á Conrado con una mano, y dándole una palmada<br />

en el hombro con la otra : he aquí, le dijo , una correspon<strong>de</strong>ncia<br />

digna <strong>de</strong> dos cristianos. ¿Cuándo , añadió con voz pausada y<br />

alzándolos ojos al cielo, cuándo vendrás con el bieldo á limpiar esta<br />

ora <strong>de</strong> mies corrompida?<br />

Mont-Fitchet tomó la carta, é iba á leerla en voz baja. Léela en<br />

alto, dijo el gran Maestre: y tú, judio, escucha atentamente, que es<br />

cosa que te atañe.<br />

Conrado leyó lo siguiente : «Aymer, por la gracia <strong>de</strong> Dios, Prior<br />

<strong>de</strong> la casa Cistereiense <strong>de</strong> santa María <strong>de</strong> .íorvaulx, á sír Brian <strong>de</strong><br />

Bois-Guilbert, caballero <strong>de</strong> la santa Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, salud. Sabed<br />

, carísimo hermano, que nuestra presente condición no es <strong>de</strong><br />

las mas agradables , puesto que nos hallamos en manos <strong>de</strong> ciertos<br />

<strong>de</strong>salmados bandidos, que han <strong>de</strong>tenido nuestra persona , y nos<br />

exigen rescate ; y en esta situación hemos tenido noticia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia<br />

<strong>de</strong> Eren te-<strong>de</strong>-buey, y <strong>de</strong> vuestro escape con la judía. Nos:<br />

hemos alegrado sinceramente <strong>de</strong> saber que estáis libre <strong>de</strong> todo peligro;<br />

sin embargo, por lo que respecta á la hebrea os rogamos que<br />

uséis <strong>de</strong> cautela : porque corren voces <strong>de</strong> que vuestro gan Maestre


CAPÍTULO XXXV. 313<br />

viene <strong>de</strong> Normandía con el<strong>de</strong>sigmio <strong>de</strong> ajustaroslas cuentas. Por<br />

tanto el rico judío su padre, Isaac <strong>de</strong> York, habiéndome rogado que<br />

interceda en su favor, no he tenido inconveniente en hacerlo, aconsejándoos<br />

que se la restituyáis. No dudo queme complaceréis como<br />

verda<strong>de</strong>ro hermano.<br />

Hasta que nos veamos , en mejores circunstancias que las presentes.<br />

Dado en esta caverna <strong>de</strong> ladrones , <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la madrugada.<br />

AYMI.R, Pr. S. M. Jorvolciencis.»<br />


314 IVANHOE.<br />

doles <strong>de</strong> la eterna ventura celestial. Bien dice nuestra santa regla:<br />

acometamos al león , <strong>de</strong>struyamos al que todo lo <strong>de</strong>struye : y diciendo<br />

estas palabras, blandía el báculo, símbolo <strong>de</strong> su dignidad,<br />

como si tuviese <strong>de</strong>lante á un enemigo y fuese á batallar con él. Tu<br />

bija, añadió, hace sin duda esas curas prodigiosas por medio <strong>de</strong><br />

palabras, y ensalmos, y otras prácticas cabalísticas.<br />

—No, reverendo y bravo caballero, dijo Isaac. Lo quemas comunmente<br />

empleaos un bálsamo <strong>de</strong> raras virtu<strong>de</strong>s, cuyo secreto posee.<br />

—¿ Quien le <strong>de</strong>scubrió ese secreto ?<br />

—Miriam, sabia matrona <strong>de</strong> nuestra tribu.<br />

—Ah! falso judío! esclamó el gran Maestre. Miriam , la hechicera<br />

abominable, cuyos sortilegios llenaron el mundo do horror y escándalo.<br />

Pues bien : esa perversa murió en una hoguera, y sus cenizas<br />

fueron esparcidas á los vientos: y quiera Dios que suceda lo<br />

mismo á la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios, si la discípula no esperimenta<br />

la suerte <strong>de</strong> la maestra. Yo le enseñaré á usar encantos con los soldados<br />

<strong>de</strong>l Santo Temple. Damián, echa á ese judío por la puerta <strong>de</strong><br />

la fortaleza, y déjalo muerto si vuelve ó si hace la menor resistencia<br />

; y con su hija , tomaremos las medidas que correspondan á<br />

nuestra dignidad.<br />

El pobre Isaac fué arrojado <strong>de</strong>l preceptorio : sus ofertas, sus suplicas<br />

fueron infructuosas. Volvió á casa <strong>de</strong>l Rabino, á consultar<br />

con él sobre el partido que <strong>de</strong>bia abrazar en tan terrible apuro.<br />

Hasta entonces solo le había inspirado recelo el honor <strong>de</strong> Rebeca:<br />

mas ya se trataba <strong>de</strong> su vida. El gran Maestro mandó llamar a)<br />

preceptor <strong>de</strong> Templestowe.<br />

CAPITULO XXXVI.<br />

Alberto Malvoisin, presi<strong>de</strong>nte, ó según el lenguaje técnico <strong>de</strong> la<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios, preceptor <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Templestowe, era<br />

hermano <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong> Malvoisin, <strong>de</strong> quien ya se ha hecho mención<br />

en esta historia , y como aquel barón , amigo íntimo y aliado <strong>de</strong><br />

Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />

Alberto sobresalía entre los hombres disolutos y perversos <strong>de</strong><br />

aquella época; pero se diferenciaba <strong>de</strong> Brian, en que sabia echar ú


CAPÍTULO XXXVI. 31f><br />

sus vicios y á su ambición el velo <strong>de</strong> la hipocresía. Si no hubiera<br />

sido tan repentina la llegada <strong>de</strong>l gran Maestre, nada hubiera notado<br />

en Templestowe que no fuera conforme á la severidad primitiva<br />

<strong>de</strong>l instituto; y aun, á pesar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubierto en que se halló á<br />

ios ojos <strong>de</strong>l rigorosísimo Beaumanoir, oyó con tanto respeto y<br />

contrición sus amonestaciones, y se dio tanta prisa en reformar<br />

los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes que dominaban en el preceptorio, introduciendo las<br />

esteriorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n en don<strong>de</strong> acababa <strong>de</strong> reinar el <strong>de</strong>sarreglo,<br />

que Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir empezó á mejorar la mala opinión que<br />

<strong>de</strong> él habia formado al principio, y á creer que era hombre <strong>de</strong> sana<br />

moral y <strong>de</strong> buenos y nobles sentimientos. *<br />

Pero estas favorables i<strong>de</strong>as so disiparon en gran parte, cuando el<br />

gran Maestre llegó á enten<strong>de</strong>r que Alberto habia hospedado en el<br />

preceptorio auna cautiva hebrea, la cual, según todas las apariencias<br />

habia sido arrebatada do los brazos <strong>de</strong> su padre: así que, cuando<br />

el preceptor compareció ante el gran Maestre, lo primero que<br />

"ste hizo, fué lanzarle una terrible mirada.<br />

«En esta casa, <strong>de</strong>dicada á, los altos fines <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los caballeros<br />

<strong>de</strong>l Temple, dijo con tono severo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, se<br />

halla á la hora esta una mujer judía, traída á su respetable recinto<br />

por uno <strong>de</strong> nuestros hermanos, y con vuestro consentimiento, señor<br />

preceptor.»<br />

Alberto quedó inmóbil y aterrado; porque la infeliz Kebeca habia<br />

sido alojada en un ala secreta y remota <strong>de</strong>l edificio; y se habían<br />

tomado a<strong>de</strong>más todas las precauciones necesarias para apartarla <strong>de</strong><br />

las miradas <strong>de</strong> los curiosos. Leyó en los ojos <strong>de</strong>l gran Maestre la<br />

ruina <strong>de</strong> Bois-Guilbert y Ta suya propia, si no conseguía alejar la<br />

tempestad que les amenazaba.<br />

:¿Forqué callas? dijo Beaumanoir.<br />

—¿Me es lícito justificarme? preguntó el Preceptor con hipócrita<br />

humildad, aunque con el solo objeto <strong>de</strong> ganar tiempo, á fin <strong>de</strong><br />

imaginar alguna respuesta que pudiese dar el colorido <strong>de</strong> la pru<strong>de</strong>ncia<br />

y <strong>de</strong> la regularidad á su conducta.<br />

—Licencia tienes; habla, dijo el gran Maestre: habla y dime si<br />

tienes noticia <strong>de</strong> nuestro instituto.<br />

—Seguramente, reverendo padre, respondió el preceptor. No he<br />

subido al alto puesto que ocupo en la or<strong>de</strong>n, sin estar penetrado<br />

<strong>de</strong> tan importantes preceptos.<br />

— ¿Pues cómo has permitido que profane y contamine estos sa-


316 ITANHOE.<br />

grados muros una mujer, y mucho mas siendo judía y hechicera?<br />

—¡Una judía hechicera! esclamó Alberto <strong>de</strong> Mabvoisin. ¡Dios nos<br />

libre!<br />

—Sí, hermano; una judía hechicera. ¿Te atreves á negar que esa<br />

Kebeca es hija <strong>de</strong>l vil usurero Isaac <strong>de</strong> York, y discípula <strong>de</strong> la perversa<br />

y maldita Miriam?<br />

—Vuestra sabiduría, reverendo padre, dijo el Preceptor, ha disipado<br />

las tinieblas <strong>de</strong> mi entendimiento. Estrado es en efecto que<br />

Rois-Guilbertesté tan prendado <strong>de</strong> la hermosura <strong>de</strong> esa mujer; mas<br />

no es estraño que yo haya procurado poner estorbos insuperables<br />

á esa pasión. Con este objeto la he recibido en esta casa; pues mi<br />

intención era evitar que hubiese el menor trato entre ellos, dando<br />

á nuestro hermano el tiempo <strong>de</strong> volver en sí, y <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar el<br />

abismo en que iba á precipitarse.<br />

—¿Ha pasado algo entre ellos, dijo el gran Maestre, contrario á<br />

los votos que profesamos?<br />

—¡Qué! ¡bajo los techos <strong>de</strong>l preceptorio! esclamó Malvoisin. ¡Dios<br />

nos ampare y <strong>de</strong>fienda! No, reverendo padre: si he faltado en abrir<br />

las puertas á esa mujer, ha sido para evitar mayores males. La pasión<br />

<strong>de</strong> Bois-Guilbert me ha parecido efecto <strong>de</strong> locura mas bien<br />

que <strong>de</strong> perversidad; y he creído que podría curarse mas eficazmente<br />

por medio <strong>de</strong> la blandura que con reconvenciones y castigos.<br />

Mas puesto que tu sabiduría ha <strong>de</strong>scubierto que la hebrea está iniciada<br />

en las artes diabólicas, quizás <strong>de</strong>beremos atribuir á su influjo<br />

la <strong>de</strong>sventura <strong>de</strong> nuestro hermano.<br />

—No hay duda; no hay duda, dijo Beaumanoir. Observa, Conrado,<br />

cuan peligroso es ce<strong>de</strong>r á los primeros halagos <strong>de</strong>l enemigo. Nos<br />

complacemos en mirar á una mujer para satisfacer una vana curiosidad,<br />

y para <strong>de</strong>leitarnos en esa flor engañosa que se llama hermosura:<br />

<strong>de</strong> esta criminal flaqueza se vale Satanás, para completar con<br />

sus artes infernales la perdición que tuvo origen en la indiscreción<br />

y en la ociosidad. Pue<strong>de</strong> ser que nuestro hermano merezca mas<br />

compasión que castigo; y el apoyo <strong>de</strong>l báculo, mas bien que el<br />

golpe <strong>de</strong> la vara. ¡Quiera Dios que podamos restituirle al seno <strong>de</strong><br />

sus hermanos, y al conocimiento <strong>de</strong> la verdad!<br />

—Fuera lástima por cierto, dijo Conrado Mont-Fitchet, que la<br />

(•r<strong>de</strong>n perdiera una <strong>de</strong> sus mejores lanzas, cuando mas necesita el<br />

apoyo <strong>de</strong> todos sus hijos. Trescientos Sarracenos han perecido á<br />

manos <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guiibert


CAPÍTULO XXXVJ. 311<br />

—Tienes razón, dijo el Oran Maestre, procuremos <strong>de</strong>shacer el encanto<br />

<strong>de</strong> que es víctima ese <strong>de</strong>sgraciado. El favor <strong>de</strong>l cielo romperá<br />

los lazos <strong>de</strong> esta Dálila, como Sansón rompió las cuerdas con<br />

que le habían atado los Filisteos, y Brian quedará libre <strong>de</strong> sus ca<strong>de</strong>nas,<br />

y volverá á verter á raudales la sangre <strong>de</strong> los infieles. Mas<br />

por lo que hace á esa maga aborrecible que se ha atrevido á ejercer<br />

sus hechizos con un soldado <strong>de</strong>l Temple, la impía morirá <strong>de</strong><br />

muerte.<br />

—¡Y las leyes <strong>de</strong> Inglaterra! dijo Malvoisin, el cual, aunque miraba<br />

con placer que la cólera <strong>de</strong> su superior habia tomado una dirección<br />

diferente <strong>de</strong> la que él temía, procuraba mo<strong>de</strong>rarla; á fin <strong>de</strong><br />

que no llegara al estremo.<br />

—has leyes <strong>de</strong> Inglaterra, dijo el gran Maestre, permiten y mandan<br />

á cada uno juzgar y ejecutar justicia en los límites <strong>de</strong> su jurisdicción.<br />

El Barón menos ilustre pue<strong>de</strong> pren<strong>de</strong>r, sentenciar y<br />

con<strong>de</strong>nar á una hechicera que ha <strong>de</strong>linquido en sus dominios. ¡Y<br />

no tendrá la misma facultad el gran Maestre <strong>de</strong> los Templarios en<br />

ios muros <strong>de</strong> un preceptorio! Sí: la juzgaremos y pronunciaremos<br />

sentencia. La hechicera pagará con la vida, y el <strong>de</strong>scarrío <strong>de</strong> Brian<br />

será perdonado. Dispon la sala <strong>de</strong>l castillo para el juicio.<br />

liberto <strong>de</strong> Malvoisin hizo una reverencia, y se retiró, no á dar<br />

las disposiciones que el gran Maestre le habia mandado, sino á<br />

buscar á Bois-Guilbert, y á darle cuenta <strong>de</strong> todo lo que pasaba. No<br />

tardó en encontrarle, pateando <strong>de</strong> rabia <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong> los nuevos<br />

<strong>de</strong>saires que le habia hecho la judía. «¡Ingrata! <strong>de</strong>cia. ¡Perversa, A<br />

quien en medio <strong>de</strong> las llamas y <strong>de</strong> la sangre salvé la vida, arriesgando<br />

la mía propia! Te juro que por arrancarla <strong>de</strong> aquel peligro<br />

me <strong>de</strong>tuve en el castillo <strong>de</strong> Frente-dc-buey hasta que ya crugian<br />

las vigas sobre mi cabeza. Fui blanco <strong>de</strong> cien flechas, que golpeteaban<br />

en mi armadura, como el granizo en un techo <strong>de</strong> plomo, y solo<br />

me serví <strong>de</strong> mi escudo para protegerla. Esto he hecho por ella;<br />

y ahora la infame me maldice porque no la <strong>de</strong>jé perecer en el incendio;<br />

y no solo no quiere darme la mas pequeña señal <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento,<br />

pero ni aun la roas remota esperanza <strong>de</strong> que llegue ei<br />

día en que me trate con menos crueldad. El Diablo se ha apo<strong>de</strong>rado<br />

•le su persona.<br />


318 IVA.NHOK.<br />

que tengo, creo que Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir tiene razón cuando dice<br />

que esta doncella te ha trastornado con maleficios.<br />

—¡ Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir ! dijo Brian <strong>de</strong> Bois-(¡uilbert. ¡ Estas son<br />

tus precauciones, Malvoisin ! ¿ Has permitido que ese hombre sepa<br />

que Rebeca está en el preceptorio ?<br />

— ¿He podido estorbarlo acaso? dijo Malvoisin. Nada he omitido<br />

para que este secreto que<strong>de</strong> entre los dos ; pero nos han vendido., y<br />

solo pue<strong>de</strong> haber sido el Diablo. Sin embargo, no te azores : la cosa<br />

está mejor <strong>de</strong> lo que yo temí al principio , y tú no tienes nada que<br />

temer si renuncias á tu proyecto. Eres digno <strong>de</strong> piedad, según dice<br />

Beaumanoir; te han hechizado. Bebeca es nigromante, y como<br />

tal <strong>de</strong>be morir.<br />

— No morirá, esclamó Bois-G uilbert.<br />

— Morirá, y <strong>de</strong>be morir, respondió Malvoisin: ni tú, ni yo po<strong>de</strong>mos<br />

salvarla. Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir ha jurado la muerte <strong>de</strong> la israelita<br />

, y tú no ignoras sus <strong>de</strong>seos y su po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ejecutar su intento.<br />

— ¿ Creerán los siglos futuros que haya podido existir en el nuestro<br />

tan estúpida crueldad ? <strong>de</strong>cia Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, paseándose<br />

aguadamente por la pieza.<br />

— Crean, dijo el Preceptor, lo que les dé la gana; lo que yo creo<br />

es que en el siglo en que vivimos, <strong>de</strong> los ciento los noventa y nueve<br />

respon<strong>de</strong>rán amen á la sentencia <strong>de</strong>l gran Maestre.<br />

— No importa, dijo Brian. Alberto, tú eres mi amigo, <strong>de</strong>ja escapar<br />

á la hermosa Rebeca, y yo la haré llevar á un sitio secreto y<br />

seguro.<br />

—Aunque quisiera, no puedo: dijo el Preceptor: la casa está lieña<br />

<strong>de</strong> criados y asistentes <strong>de</strong>l gran Maestre , y <strong>de</strong> templarios que<br />

están á su <strong>de</strong>voción : y, si quieres que sea franco contigo, aunque<br />

supiera salir bieu con la empresa, no me atrevería á engolfarme en<br />

tantas honduras. Harto me he comprometido por darte gusto: no<br />

estoy <strong>de</strong> humor <strong>de</strong> tener á cuestas una sentencia <strong>de</strong> <strong>de</strong>gradación,<br />

ni <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r el preceptorio por los ojos negros <strong>de</strong> una judía. Si quieres<br />

guiarte por mi consejo , echa el halcón á otra parte. Piénsalo<br />

bien, Brian : tu dignidad actual, tu engran<strong>de</strong>cimiento futuro, todo<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la opinión que goces en la or<strong>de</strong>n. Si te obstinas en retener<br />

á Rebeca , das ocasión á Beaumanoir para que te eche <strong>de</strong>l<br />

Temple ; y es hombre que no sabrá <strong>de</strong>sperdiciarla. Tiene sobrado<br />

apego al báculo que su trémula mano empuña, y ya ha sospechado<br />

que aquel es el término <strong>de</strong> tus miras. Te arruinará cuando le


CAPÍTULO XXXVI. 819*<br />

ofrezcas el menor pretesto, y no es friolera esto <strong>de</strong> proteger á una<br />

judía, ítem mas hechicera. Cé<strong>de</strong>le en este asunto, puesto que no te<br />

queda otro arbitrio.<br />

— Malvoisin, dijo Bois-Guilbert: alabo tu serenidad.<br />

— Brian , respondió el Preceptor , un amigo sereno y <strong>de</strong> sangre<br />

fría es el único que pue<strong>de</strong> darte consejos saludables. No te canses<br />

en dar coces contra el aguijón: por mas que hagas, no pue<strong>de</strong>s salvar<br />

á Rebeca; mas te digo : te espones á perecer con ella. Échate á<br />

los pies <strong>de</strong>l gran Maestre...<br />

— ¡Echarme á sus pies! esclamó con ojos iracundos el altivo é<br />

indómito templario. No , Alberto. Iré á verle, y le diré en sus<br />

barbas...<br />

—Pues bien , continuó Malvoisin ; díle en sus barbas que estás<br />

loco <strong>de</strong> amor por la judía, y verás la prisa que él se da en <strong>de</strong>spacharla.<br />

Y tú, cogido con las manos en la masa, en un <strong>de</strong>lito contrario<br />

á nuestro instituto , no pue<strong>de</strong>s contar con el socorro, <strong>de</strong> tus<br />

hermanos: y abandonando todas las quimeras <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> ambición,<br />

tendrás que alistarte como un lancero mercenario , y tomar<br />

parte en las revueltas <strong>de</strong> Flandcs y Borgoña.<br />

—Dices bien, Malvoisin , respondió Brian , <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber reflexionado<br />

algunos momentos. No quiero que Beaumanoir se ria <strong>de</strong><br />

mí; y por lo que hace á Rebeca, la tengo por indigna <strong>de</strong> que yo esponga<br />

mi vida y mi honor en bien suyo. Debo abandonarla, y <strong>de</strong>jarla<br />

seguir su suerte.<br />

—No te arrepentirás <strong>de</strong> esa resolución, dijo Malvoisin. Las mujeres<br />

son juguetes que nos divierten en los ratos perdidos : el negocio<br />

principal <strong>de</strong> la vida es la ambición. Perezcan mil veces todas las<br />

hermosas antes que tú vuelvas el pié atrás en la brillante carrera<br />

que has emprendido. A Dios, que no conviene prolongar esta conversación.<br />

Voy á preparar todo lo necesario para el juicio.<br />

— ¡ Qué ! ¡ tan pronto ! dijo Bois-Guilbert.<br />

—- Si, respondió el Preceptor; el juicio va <strong>de</strong> prisa cuando ya está<br />

pronunciada la sentencia <strong>de</strong> antemano.<br />

— Rebeca, dijo Bois-Guilbert, cuando quedó solo. ¡ Qué caro me<br />

cuestas! ¿ Porqué no me es dado abandonarte á tu suerte, como este<br />

frió hipócrita me aconseja ? Haré un esfuerzo por salvarte; pero<br />

i ay <strong>de</strong> tí si continuas ingrata á mis beneficios! Mi venganza será<br />

entonces igual á mi amor. Bois-Guilbert no arriesga el honor y la<br />

vida, para tener en galardón injurias y <strong>de</strong>sprecio.-


320 IVANH01S.<br />

Apenas hubo dado el Preceptor las ór<strong>de</strong>nes necesarias , cuando<br />

Conrado Mont-Fitchet vino á noticiarle que el gran Maestre habia<br />

<strong>de</strong>cidido proce<strong>de</strong>r al juicio sin pérdida <strong>de</strong> tiempo.<br />

«¿Qué <strong>de</strong>lirios son estos ? dijo Alberto <strong>de</strong> Malvoisin. Toda Europa<br />

está llena <strong>de</strong> físicos hebreos ; y por cierto que nadie atribuya<br />

sus curas portentosas al arte mágica ui á los sortilegios.<br />

— El gran Maestre, respondió Conrado, piensa <strong>de</strong> otro modo; y<br />

Alberto, hablemos claro. Hechicera ó no, mas vale que esta judia<br />

perezca, que ver la or<strong>de</strong>n dividida por disensiones y bandos, ó privada<br />

<strong>de</strong> un guerrero como Brian. Ya sabes que su reputación es<br />

gran<strong>de</strong>, y que la merece ; mas <strong>de</strong> nada le serviria si el gran Maestre<br />

le creyera cómplice, y no víctima <strong>de</strong> la hebrea. Aunque pereciera<br />

con ella todo el pueblo <strong>de</strong> Israel, mejor es que muera sola, y que<br />

no perdamos un miembro útil, y con él la fama <strong>de</strong> nuestra gran<br />

familia,<br />

— Hasta ahora he estado batallando con él, y persuadiéndole que<br />

ta abandone, dijo Malvoisin ; pero seamos justos : ¿hay motivos suficientes<br />

para con<strong>de</strong>nar á esa infeliz como hechicera? ¿Qué dirá el<br />

gran Maestre cuando vea que la acusación carece <strong>de</strong> pruebas?<br />

— No carecerá, dijo Conrado ; sobrarán pruebas irresistibles para<br />

con<strong>de</strong>narla.<br />

— Pero no se nos da tiempo para preparar la máquina, respondió<br />

Malvoisin.<br />

—Prepárala lo mas aprisa que puedas, dijo Conrado, y te saldrá<br />

la cuenta. Templestowe es un pobre preceptorio: el <strong>de</strong> la casa<br />

<strong>de</strong> Dios tiene rentas dobles y otras muchas ventajas. Encárgate <strong>de</strong><br />

disponer los pormenores <strong>de</strong>l proceso, y ya sabes que yo puedo<br />

mucho con Beaumanoir. ¿Quieres ser preceptor <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong><br />

Dios, en el fértil condado <strong>de</strong> Kent? ¿ Qué dices?<br />

—Entre los que han venido con Brian, dijo Malvoisin, hay dos<br />

hombres que me son muy conocidos: porque estuvieron mucho<br />

tiempo al servicio <strong>de</strong> mi hermano Felipe, y <strong>de</strong> él pasaron al ch<br />

Krente-<strong>de</strong>-buey. Pue<strong>de</strong> ser que ellos sepan algo acerca <strong>de</strong> Rebeca<br />

—Búscalos inmediatamente, dijo Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet, y<br />

algunos bizantes pue<strong>de</strong>n refrescarles la memoria, no pares en eso<br />

—Despáchate, que el juicio ha <strong>de</strong> empezar á las doce, .tamas h<<br />

visto á Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir tan apresurado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que con<strong>de</strong>nó a<br />

relapso Hamet Alfagi.»<br />

La sonora campana <strong>de</strong>l castillo habia acabado <strong>de</strong> dar la señal tí


CAPÍTULO xxxvi. 321<br />

mediodía, cuando Rebeca oyó pasos eu la escalera secreta <strong>de</strong>l aponerte<br />

que se le había <strong>de</strong>stinado. El ruido indicaba la llegada <strong>de</strong><br />

muchas personas, y esta circunstancia le causó alegría: porque<br />

mas temía las visitas privadas <strong>de</strong>l feroz y apasionado Bois-Guilbert,<br />

que todos los otros males que podían sobrevenirle. Las puertas<br />

<strong>de</strong>l aposento se abrieron, y entraron Conrado, el preceptor, y<br />

cuatro alabar<strong>de</strong>ros vestidos <strong>de</strong> negro.<br />

•.Hija <strong>de</strong> raza maldita, dijo Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, levántate, y sígnenos.<br />

—¿A dón<strong>de</strong>, dijo Rebeca, y para qué?<br />

—Mujer, dijo Conrado, no te toca preguntar, sino obe<strong>de</strong>cer. ¡Sabe<br />

sin embargo, que vas á. ser presentada ante el tribunal <strong>de</strong>l gran<br />

Maestre <strong>de</strong> nuestra or<strong>de</strong>n, para respon<strong>de</strong>r á los cargos que se te<br />

bagan.<br />

—•.Bendito sea el Dios <strong>de</strong> Abraham! dijo Rebeca, cruzando las<br />

manos. Hl nombre <strong>de</strong> juez es para mí como el <strong>de</strong> protector. De<br />

buena gana te sigo: permíteme tan solo que me cubra con el velo »<br />

Rebeca bajó pausadamente la escalera, atravesó una larga galería,<br />

al fin <strong>de</strong> la cual, por una gran puerta, entró en el salón principal<br />

<strong>de</strong>! preceptorio, don<strong>de</strong> Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir habia reunido el<br />

tribunal <strong>de</strong> que, como gran Maestre <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios,<br />

era presi<strong>de</strong>nte nato.<br />

La parte inferior <strong>de</strong> aquel vasto salón estaba llena <strong>de</strong> escu<strong>de</strong>ros<br />

y gente délos alre<strong>de</strong>dores, que con gran dificultad hicieron calle<br />

á Rebeca: la cual se presentó en medio <strong>de</strong> los don preceptores, y<br />

seguida <strong>de</strong> los cuatro alabar<strong>de</strong>ros. Estos la condujeron al sitio que<br />

ie estaba <strong>de</strong>stinado. Al pasar por la muchedumbre, con los brazos<br />

cruzados y la cabeza inclinada, sintió que le habían puesto un<br />

papel en la mano; mas ella continuó sin examinar su contenido.<br />

La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tener en aquel concurso alguna persona que se interesaba<br />

en su suerte le dio algún aliento; y alzando los ojos, echó una<br />

miradaal sitio en que se bailaba; ycierto que le causó gran<strong>de</strong> estrañeza<br />

la escena que procuraremos <strong>de</strong>scribir en el siguiente capítulo<br />

CAPITULO XXXVII.<br />

El tribunal erigido para el proceso déla inocente y <strong>de</strong>sgraciada<br />

Rebeca, era la plataforma, que, como hemos dicho anteriormente?<br />

21


322 IVANHOK,<br />

llenaba el testero <strong>de</strong>le* salones délas casas <strong>de</strong> aquella época<br />

y servia tan solo para los dueños <strong>de</strong> la mansión y otras personas<br />

distinguidas.<br />

Enfrente <strong>de</strong> la acusada se alzaba el dosel <strong>de</strong>l gran Maestre, el<br />

cual estalla vestido con el ropaje <strong>de</strong> gala <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n, y tenia en la<br />

mano el báculo místico, símbolo <strong>de</strong> su autoridad. A sus pies<br />

había una mesa, y á ella dos secretarios, que tenían el cargo <strong>de</strong><br />

poner por escrito todos los procedimientos <strong>de</strong> la causa. Las túnicas<br />

negras <strong>de</strong> estos dos eclesiásticos, sus cabezas <strong>de</strong>snudas, y sus<br />

miradas graves y humil<strong>de</strong>s, contrastaban con el aparato guerrero<br />

<strong>de</strong> los caballeros Templarios que asistían al juicio, ora como miembros<br />

<strong>de</strong>l preceptorio, ora como individuos <strong>de</strong> la comitiva <strong>de</strong> Lúeas<br />

<strong>de</strong> Beaumanoir. Había cuatro preceptores en la audiencia, y ocupaban<br />

sitios inferiores al <strong>de</strong>l. gran Maestre, y algo mas elevados<br />

que (1 piso inferior. Los bancos <strong>de</strong> los caballeros estaban al pié <strong>de</strong>i<br />

tribunal y á la misma distancia <strong>de</strong> los preceptores que estos <strong>de</strong>!<br />

gran Maestre. Detrás <strong>de</strong> ellos, pero en la mis.na plataforma se<br />

habían colocado los escu<strong>de</strong>ros, con ropajes blancos, diferentes en<br />

hechura <strong>de</strong> los que usaban los otros individuos <strong>de</strong>l Temple. Todo<br />

el concurso presentaba el aspecto <strong>de</strong> una gravedad majestuosa<br />

En los rostros délos caballeros se notaba el aire militar correspon<br />

diente á su profesión, unido á la severidad y al recogimiento<br />

propios <strong>de</strong> unos hombres consagrados al servicio <strong>de</strong> Dios: esta últi<br />

ma circunstancia era indispensable en presencia <strong>de</strong> un jefe comí<br />

Beaumanoir.<br />

En los otros puntos <strong>de</strong> la sala había guardias armados con partesanas,<br />

y otras muchas gentes atraídas por la curiosidad, y por<br />

el <strong>de</strong>seo (le ver á una hechicera judia, y al gran Maestre délos<br />

Templarios. La mayor parte <strong>de</strong> estos espectadores eran <strong>de</strong>pendientes<br />

<strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n; como lo <strong>de</strong>notaban sus negros ropajes. Pero во si<br />

había negado la entrada á los habitantes <strong>de</strong> los pueblos y campos<br />

circunvecinos: porque Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir tenia particular satis<br />

facción en dar la mayor publicidad al edificante espectáculo <strong>de</strong> la<br />

administración <strong>de</strong> la justicia. Inflamáronse sus gran<strong>de</strong>s ojos azules<br />

al consi<strong>de</strong>rar aquel aparato, como si lo envaneciera el papel que<br />

iba árepresentar, y la superioridad (pie le daban su puesto y<br />

mérito. Abriese la sesión con un salmo, que él mismo entono en<br />

voz suave; pero mas firme y segura <strong>de</strong> lo que correspondía á su<br />

edad. Este era el mismo que los Templarios cantaban, antes <strong>de</strong> ate


CAPÍTULO XXXVII lin­<br />

ear al enemigo, y que Beaumanoir juzgó mas oportuno en aquella<br />

ocasión. Aquellos ecos majestuosos, repetidos por cien voces acostumbradas<br />

á entonar los loores <strong>de</strong>l Altísimo, subieron á las bóvedas<br />

<strong>de</strong>l salón, y se esparcieron entre sus arcos, con un ruido semejante<br />

al que produce una remota cascada.<br />

Cuando cesaron los cantos, el gran Maestre echó otra mirada en<br />

torno <strong>de</strong>l concurso, y observó que uno <strong>de</strong> los asientos <strong>de</strong> los pre<br />

ceptores estaba vacío. Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que <strong>de</strong>bía ocuparlo,<br />

se había colocado en la estremidad <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los bancos <strong>de</strong>stinados<br />

á los caballeros. Ocultábase en parte el rostro con un pliegue <strong>de</strong><br />

su manto, y con la otra mano empuñaba la espada; divirtiéndose á<br />

veces en escribir con la punta envainada en el tablazón <strong>de</strong>l pavimento.<br />

« ¡ Hombre <strong>de</strong>sventurado! dijo el gran Maestre, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ha<br />

berle lanzado una mirada <strong>de</strong> compasión. Ya ves, Conrado, cuanto<br />

le abruma esta obra. Mira á que estado se halla reducido un va<br />

liento y digno caballero por las miradas <strong>de</strong> una mujer, á quien<br />

ha prestado su sabiduría el enemigo común. Ni se atreve á mirar<br />

nos, ni osa lijar sus ojos en la que, ha causado su ruina. ¿Sabes lo<br />

que está formando con la punta <strong>de</strong> la espada? Letras cabalísticas<br />

que ie, sugiero el Demonio. Quizás es un pacto fraguado contra mi<br />

vida: pero yo lo miro con <strong>de</strong>sprecio.»<br />

Después <strong>de</strong> este diálogo, que el gran Maestre tuvo aparte con su<br />

confi<strong>de</strong>nte y amigo Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet, alzó la voz, y dirigió<br />

estas palabras á la asamblea.<br />

« Reverendos y valientes hombres, caballeros, preceptores y compañeros<br />

<strong>de</strong> esta Or<strong>de</strong>n, hijos mios y hermanos, vosotros bien nacidos<br />

y piadosos escu<strong>de</strong>ros, que aspiráis á llevar la honrosa distinción<br />

<strong>de</strong> la Cruz, y vosotros cristianos, mis hermanos en ei<br />

Señor, séaos notorio que tenemos suficiente, autoridad y jurisdicción<br />

para proce<strong>de</strong>r al acto solemne <strong>de</strong> que vais á ser testigos; porque,<br />

aunque indignos <strong>de</strong> tanto honor, se nos ha cometido con este<br />

bastón la facultad <strong>de</strong> juzgar y sentenciar en todo lo relativo á la<br />

conservación <strong>de</strong> nuestra santa Or<strong>de</strong>n. En estas reuniones, es nuestra<br />

obligación oír el dictamen <strong>de</strong> nuestros hermanos, y proce<strong>de</strong><br />

según nuestro propio juicio. Pero cuando el lobo se ha introducido<br />

en el rebaño y arrebatado una <strong>de</strong> sus ovejas, el buen pastor reúne<br />

á todos sus compañeros para que aperciban arcos y hondas, y arrojen<br />

y <strong>de</strong>struyan al enemigo: lo cual está <strong>de</strong> acuerdo con la divisa


~12-i IVANHOE.<br />

«le nuestra Or<strong>de</strong>n, que nos manda atacar sin cesar al león rugiente -<br />

Por tanto, hemos mandado comparecer á nuestra presencia á una<br />

mujer judía, llamada Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac do York; mujer infame<br />

por sus sortilegios y hechizos; con los cuales ha echado un male -<br />

licioy trastornado el espíritu, no <strong>de</strong> un hombre vulgar, sino <strong>de</strong> un<br />

caballero; no <strong>de</strong> un caballero seglar, sino <strong>de</strong> uno que se ha consagrado<br />

al servicio <strong>de</strong>l Temple; no <strong>de</strong> un caballero compañero, sino<br />

<strong>de</strong> un preceptor, primero en honor y en dignidad. Nuestro hermano<br />

Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, á quien todos los presentes conocen<br />

como digno campeón <strong>de</strong> nuestra Or<strong>de</strong>n, se ha hecho famoso por sus<br />

hazañas en Palestina, purificando aquel sagrado suelo con la sangre<br />

<strong>de</strong> los sarracenos que lo habían contaminado. La sagacidad y<br />

pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> nuestro hermano no son menos notorias que su valor<br />

y pericia militar; y tanto es su mérito, que los caballeros <strong>de</strong> las regiones<br />

orientales le consi<strong>de</strong>ran digno <strong>de</strong> empuñar este bastón,<br />

miando la divina Provi<strong>de</strong>ncia se digne aliviarnos <strong>de</strong> su peso. Cuando<br />

ese caballero tan honrado, y tan digno <strong>de</strong> serlo, olvida las consi<strong>de</strong>raciones<br />

<strong>de</strong>bidas á su carácter, á sus votos á sus hermanos y á<br />

su engran<strong>de</strong>cimiento futuro, uniéndose con una judia, vagando<br />

con ella por sil ios remotos y solitarios, y <strong>de</strong>fendiendo la vida <strong>de</strong><br />

esta mujer con peligro <strong>de</strong> la suya propia; cuando un hombre <strong>de</strong><br />

tan eminentes prendas se alucina basta el estremo <strong>de</strong> conducir esta<br />

perversa al sagrado asilo <strong>de</strong> un preceptorio, ¿qué podremos <strong>de</strong>cir<br />

sino es que algún espíritu maligno se ha apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> su alma, ó<br />

que esta se halla aprisionada y seducida por algún ensalmo infernal?<br />

Si así no fuera, ni su valor, ni su fama, ni ninguna otra ceusi<strong>de</strong>ración<br />

terrena le pondrían al abrigo <strong>de</strong>l justo castigo que hubiera<br />

merecido. Muchos y muy graves son los <strong>de</strong>litos comprendidos<br />

en el que da lugar á este proceso. 1." Nuestro hermano ha<br />

salido <strong>de</strong> los muros <strong>de</strong>l preceptorio sin nuestro especial permiso,<br />

contra el capítulo xxxm: 2.° Ha tenido comunicación con una judía;<br />

capítulo LVII; fi.° lía conversado con mujeres cstrañas, contra<br />

la regla; 4. 0<br />

Ha solicitado los ósculos <strong>de</strong> una mujer. Por cuyos<br />

odiosos <strong>de</strong>litos, Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert saldría espulso <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n,<br />

aun cuando fuera su brazo <strong>de</strong>recho.»<br />

El gran Maesire interrumpió aquí su discurso. Los jóvenes <strong>de</strong> la<br />

asamblea casi no pudieron contener la risa al oir el último cargo;<br />

pero sus miradas sevtras les impusieron mo<strong>de</strong>ración, y todo ei<br />

concurso continuó escuchando con el mayor silencio.


CAPÍTULO xxxvn. 325<br />

Tal y tan rigurosa seria la suerte <strong>de</strong> uu caballero Templario<br />

si hubiera infringido nuestra regla en materias <strong>de</strong> tanta gravedad<br />

Tero cuando por medio <strong>de</strong> encantos y hechizos Satanás ha conseguido<br />

dominarle y oprimirle, quizás por haber mirado con crimi<br />

nal ligereza los ojos <strong>de</strong> una mujer, lo juzgamos mas digno <strong>de</strong> com<br />

pasión que <strong>de</strong> castigo; y reservándonos la imposición <strong>de</strong> la penitencia,<br />

que baste á purificarlo <strong>de</strong> su culpa, <strong>de</strong>bemos dirigir el filo<br />

<strong>de</strong> la espada contra el maldito instrumento <strong>de</strong> tan infernal operación.<br />

Preséntense los testigos <strong>de</strong> la causa, y <strong>de</strong>pongan <strong>de</strong> los he<br />

chos que han presenciado, á fin <strong>de</strong> que podamos pronunciar sen<br />

tencia, según los méritos <strong>de</strong>l proceso.»<br />

En seguida fueron llamados los testigos para probar los riesgos<br />

que Brian habia corrido, en el incendio y la toma <strong>de</strong>l castillo, por<br />

libertar á Rebeca <strong>de</strong> los tiros y <strong>de</strong> las llamas: las <strong>de</strong>claraciones<br />

fueron tan exageradas como <strong>de</strong>bía esperarse <strong>de</strong> unos hombres g-ro<br />

seros é ignorantes, en quienes hace gran<strong>de</strong> impresión todo lo estraordinario,<br />

y cuya vanidad se bailaba al mismo tiempo lison<br />

geada por la satisfacción que daban sus dichos al personaje principal<br />

<strong>de</strong> aquel solemne acto. Pintaron como portentosos los<br />

esfuerzos <strong>de</strong>l caballero Templario en aquel crítico lance; su celo er¡<br />

<strong>de</strong>fensa déla judía, como digno do los héroes <strong>de</strong> los tiempos antiguos;<br />

su sumisión á todo lo que olla <strong>de</strong>cía, como absolutamente<br />

inesplicable en un sugeto <strong>de</strong> tan elevado carácter y <strong>de</strong> tan altiva<br />

índole.<br />

Después fué examinado el preceptor <strong>de</strong> Templcstow e acerca <strong>de</strong> ia<br />

entrada <strong>de</strong> Brian en el preceptorio. Alberto <strong>de</strong> Malvoisin procuré'<br />

astutamente justificar á su amigo, ocultando todas las circunstancias<br />

que podrían hacer mas odioso su <strong>de</strong>lito; pero en su <strong>de</strong>claración<br />

se echaba <strong>de</strong> ver que atribuía la fogosa pasión <strong>de</strong> Bois-Guilbert á<br />

un estravío mental, que solo podía proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> causa sobrenatural<br />

y diabólica. Lanzó profundos suspiros, y se dio <strong>de</strong> golpes en los<br />

pechos al confesar que habia tenido la ilaqueza<strong>de</strong> admitir á la judía<br />

en los muros <strong>de</strong>l preceptorio. «Sírvame <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa lo que lm<br />

dicho anteriormente al muy reverendo gran Maestre. El sabe qiuaunque<br />

mi conducta fué irregular, mis motivos fueron justos \<br />

loables. Con la mayor alegría me someteré á la penitencia que so<br />

digne imponerme.<br />

Bien has dicho, respondió el gran Maestre. Tu intención fue<br />

buena, puesto que solo aspirabas á <strong>de</strong>tener ¡i tu hermano en el bor


326 - IVANHOB.<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>l precipicio; pero tu conducta fué errada, como la <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>tiene<br />

al caballo <strong>de</strong>sbocado, no por el freno, sino por los estribos, <strong>de</strong><br />

io que resulta que él mismo se espone á morir sin conseguir el fin<br />

que se proponía. Tres veces la semana se permite al Templario coioer<br />

carne: pero tú te abstendrás durante los siete dias. Seis semanas<br />

es el término que te señalo á esta penitencia, y quedarás absuelto.»<br />

El preceptor, con aire <strong>de</strong> hipócrita sumisión, hizo una profunda<br />

reverencia y volvió á ocupar su puesto.<br />

«Bueno seria, hermanos, dijo el gran Maestre, que tomásemos algunos<br />

informes acerca <strong>de</strong> la vida anterior <strong>de</strong> esta mujer: porque<br />

si resulta que es una <strong>de</strong> las iniciadas en las artes mágicas y sobronaturales,<br />

podremos mas fácilmente averiguar la causa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scarrío<br />

<strong>de</strong> nuestro hermano.»<br />

Hermán <strong>de</strong> Goodalricke era uno <strong>de</strong> los preceptores que asistían<br />

al juicio: los otros eran Conrado, Malvoisin y el mismo Brian <strong>de</strong><br />

tiois Guilbert. Hermán era un veterano, cuyo rostro estaba notablemente<br />

<strong>de</strong>sfigurado por heridas <strong>de</strong> cimitarra turca, y gozaba <strong>de</strong><br />

gran<strong>de</strong> influjo y prepon<strong>de</strong>rancia en la Or<strong>de</strong>n. Levantóse, hizo una<br />

eran reverencia al gran maestre, el cuai le concedió inmediatamente<br />

licencia <strong>de</strong> hablar: «Quisiera saber, muy reverendo padre,<br />

como respon<strong>de</strong> atan espantosos cargos nuestro valiente hermano,<br />

Brian <strong>de</strong> Bois Guilbert, y bajo qué aspecto consi<strong>de</strong>ra él mismo sus<br />

relaciones con esa judía.<br />

—Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, dijo el gran maestre; ya oyes las preguntas<br />

que quiere hacerte este venerable preceptor, hermano nuestro.<br />

Temando que le respondas.»<br />

Brian volvió la cabeza hacia el gran maestre, pero sin <strong>de</strong>splegar<br />

ios labios.<br />

—Brian, habla, yo te conjuro, dijo el gran Maestre.»<br />

Brian hizo cuanto pudo por contener Ja indignación y el <strong>de</strong>sprecio<br />

que todo aquello le inspiraba. «No acostumbro, dijo, respon<strong>de</strong>r<br />

á cargos infundados. Si alguien ataca mi honor, sabré <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo<br />

con mi brazo, y con la espada que tantas veces he esgrimido en <strong>de</strong>fensa<br />

<strong>de</strong>l Temple.<br />

—Te perdono, hermano Brian, dijo el gran Maestre. Pisa jactancia,<br />

esa vanagloria que ostentas en presencia <strong>de</strong> tu superior, es<br />

una nueva tentación <strong>de</strong>l enemigo. Digo que te perdono, porque<br />

consi<strong>de</strong>ro que no es Bois-Guilbert quien habla, sino el espíritu ma-


CAPÍTULO xxxvn. 327<br />

:igno que »e ha apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> su alma. Inflamáronse <strong>de</strong> cólera las<br />

megillas <strong>de</strong> Brian al oír estas espresiones, mas no se dignó darles<br />

respuesta. Y puesto, continuó Beaumanoir, que la pregunta <strong>de</strong>l reverendo<br />

preceptor ha quedado imperfectamente satisfecha, procedamos<br />

a<strong>de</strong>lante, hermanos míos, y con ios ausilios <strong>de</strong> nuestro fundador,<br />

procuremos <strong>de</strong>scubrir este misterio <strong>de</strong> iniquidad. Comparezcan<br />

á mi vista los que han sido testigos <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> las operaciones<br />

<strong>de</strong> esa mujer. Al <strong>de</strong>cir esto se notó alguna confusión, en<br />

el auditorio. El gran Maestro preguntó la causa, y supo que se bailaba<br />

entre los espectadores un hombre que habia estado impedido<br />

y gafo, peer (d espacio <strong>de</strong> muchos años, y á quien la judía habia restituido<br />

la salud con el uso <strong>de</strong> un bálsamo milagroso.»<br />

El pobre campesino sajón fué presentado al tribunal, y todo su<br />

aspecto indicaba el terror que le producía la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s castigos<br />

que se le iban á imponer por haber recibido la salud <strong>de</strong> manos<br />

<strong>de</strong> una israelita. Conservaba aun gran<strong>de</strong>s reliquias déla parálisis,<br />

corno se ochaba<strong>de</strong> ver en lasdos muletas que lo sostenían.Manifestó<br />

gran repugnancia á dar su <strong>de</strong>claración, y no la dio sin verter<br />

muchas lágrimas; resultando <strong>de</strong> ella, que dos años antes, bailándose<br />

en York, trabajando en su oficio <strong>de</strong> carpintero, por cuenta<br />

<strong>de</strong> Issac, se. vid) <strong>de</strong> pronto acometido por una dolencia que lo privó<br />

<strong>de</strong>d uso <strong>de</strong> sus miembros; que habia permanecido largo tiempo<br />

en aquella penosa situación, hasta que Rebeca le aplico varios remedios;<br />

y que el que mas habia contribuido á su alivio era un<br />

bálsamo fortificante, cuyo olor era fuerte y aromático. A<strong>de</strong>más,<br />

lijo (pie Rebeca le habia dado una pequeña vasija llenado aquella<br />

preciosa medicina, y una pieza <strong>de</strong> oro, para restituirse á su casa<br />

paterna, que no distaba <strong>de</strong> Templestowe. Y' con permiso <strong>de</strong> vuestra<br />

paternidad, dijo el sajón, no creo que la doncella tuviera intención<br />

<strong>de</strong> hacerme, o] menor daño, aunque ha tenido la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> nacer<br />

india.<br />

—Silencio, villano, «lijo el gran Maestre, y retírate. Propio es <strong>de</strong><br />

brutos irracionales como tú fiarse en brujerías, y estar al salario<br />

<strong>de</strong> esos infieles. ¿Tienes en tu po<strong>de</strong>r ese ungüento <strong>de</strong> que hablas?»<br />

El pobre sajón metió su trémula mano en el bolsillo y sacó <strong>de</strong> él<br />

¡na caja <strong>de</strong> plomo, en que habia grabados algunos caracteres hebreos,<br />

lo que, según el voto unánime <strong>de</strong> la asamblea, era una<br />

prueba segure, do que el diablo se habia metido á boticario. Beaumanoir,<br />

tomó la caja en las manos, y como era muy versado en


828 IVANIIOE.<br />

casi todas las lenguas orientales, leyó con facilidad el epígrafe, qu<strong>de</strong>cia:<br />

El león <strong>de</strong> la tribu <strong>de</strong> Jada lia vencido. ¿ No hay algún médico<br />

en la audiencia que pueda <strong>de</strong>scubrir los ingredientes <strong>de</strong> que se<br />

compone esa droga ?<br />

Dos personas, que se daban el título <strong>de</strong> médicos, compareciero:.<br />

inmediatamente á este llamamiento <strong>de</strong>l Maestre. Kl uno era calzador<br />

<strong>de</strong> asnos, y el otro barbero: ambos examinaron con mil aspavientos<br />

y visajes el bálsamo, y <strong>de</strong>clararon que no conocían los simples<br />

<strong>de</strong> que se habia formado, salvo que olía mucho á mirra y al<br />

canfor, las cuales, en su opinión, eran medicinas orientales. Per"<br />

animados por el odio común <strong>de</strong> los físicos ignorantes á todos los<br />

que saben mas que ellos, indicaron que puesto que aquella com<br />

posición no estaba á sus alcances, <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser obra <strong>de</strong> la fármaco<br />

pea <strong>de</strong>l Averno; añadiendo, que aunque no eran nigromantes, poseían<br />

todos los ramos <strong>de</strong>l arte que profesaban, en cuanto á las leyes<br />

se lo permitían. Terminado el informe do estos profundos é imparciales<br />

doctores, el sajón pidió que so le <strong>de</strong>volviese su medicina,<br />

que le habia producido tan saludables efectos: mas el gran Maestre<br />

le respondió con un gesto terrible. ¿Cómo le llamas, villano ? le<br />

preguntó.<br />

«Higg, hijo <strong>de</strong>Snell, contestó el <strong>de</strong> las muletas.<br />

—Higg, hijo <strong>de</strong> Snell, repuso Beaumanoir, mas vale pasar toda<br />

la vida impedido en la cama que aceptar la salud <strong>de</strong> manos impías:<br />

mas vale <strong>de</strong>spojar á los infieles con la fuerza <strong>de</strong> las armas, <strong>de</strong> lo que<br />

poseen, que recibir <strong>de</strong> ellos donesy aun salarios. Anda, y vive prevenido.<br />

—,;.Ah'. dijo el sajón, la lección viene tar<strong>de</strong>, puesto que soy un<br />

hombre inútil: pero dos hermanos míos: que sirven al rico Rabino<br />

Natán Ben Samuel, sabrán que vuestra reverencia dice que mas<br />

vale robarlo que servirle fielmente.<br />

—Echad fuera ese bellaco, dijo Beaumanoir, que no estaba prepa<br />

rado á refutar esta aplicación práctica <strong>de</strong> sus consejos.<br />

Higg, hijo <strong>de</strong>Snell, se retiró: pero, interesado por la suerte <strong>de</strong> su<br />

bienhechora, se ocultó entre la muchedumbre, y aguardó á que se<br />

pronunciase la sentencia á pesar <strong>de</strong>l terror que le inspiraban el<br />

gesto furibundo y la voz amenazadora <strong>de</strong>l gran Maestre.<br />

Tales eran los trámites que se habían seguido en la causa, cuan<br />

do Beaumanoir mandó á la judía que se <strong>de</strong>scubriese. Abriendo entonces<br />

ror primera vez los labios, respondió sumisamente, pero cor


CAPÍTULO XXXVII, 321»<br />

dignidad, que las hijas <strong>de</strong> su pueblo no se <strong>de</strong>scubrían cuando estaban<br />

solasen una reunión <strong>de</strong> estranjeros. La suavidad <strong>de</strong> su voz es<br />

citó en la audiencia un movimiento <strong>de</strong> interés y <strong>de</strong> compasión.<br />

Pero Beaumanoir, que so jactaba <strong>de</strong> saber comprimir todos les sentimientos<br />

naturales, opuestos, en su enten<strong>de</strong>r, al cumplimiento <strong>de</strong><br />

su obligación, repitió con tono severo el mismo mandato. Los<br />

guardias iban á arrancar el velo á lajudía, y esta se dirigió al gran<br />

Maestre, y le dijo: «no por el amor <strong>de</strong> vuestras bijas, que ya sé quino<br />

las tenéis: pero por amor <strong>de</strong> vuestras madres y hermanas, y por<br />

el honor <strong>de</strong> su sexo, no permitáis que pongan esos hombres las manos<br />

en la persona <strong>de</strong> una pobre, doncella in<strong>de</strong>fensa. Os obe<strong>de</strong>ceré,<br />

añadió con una espresion <strong>de</strong> paciencia y <strong>de</strong> amargura, que casi<br />

suavizó el corazón <strong>de</strong>l mismo Beaumanoir: vosotros sois los ancianos<br />

<strong>de</strong> vuestro pueblo, y por consiguiente los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong>l inocente j<br />

<strong>de</strong>l oprimido.»<br />

Quitóse el velo, y miró á sus jueces con rubor, pero con dignidad.<br />

Su estraordinariabelleza escitó un murmullo <strong>de</strong> admiración: y<br />

las miradas que so echaban unosá otros los caballeros jóvenes dallan<br />

á enten<strong>de</strong>rque la justificación <strong>de</strong> Brian consistía mas bien eu<br />

las gracias <strong>de</strong> la acusada que en sus sortilegios. Pero Higg, el hijo<br />

<strong>de</strong> Snell. no pudo resistir á la impresión que hizo en él la vista <strong>de</strong> la<br />

que le había restituido la salud. «Dejadme salir, <strong>de</strong>cía á los guardias<br />

déla puerta; <strong>de</strong>jadme salir, que yo he tenido parte en su pérdida,<br />

y no puedo fijar los ojos en ella.<br />

—Silencio, buen hombre, dijo Rebeca al oir estas palabras: no<br />

pue<strong>de</strong>s hacerme daño, puesto que no has dicho mas que la verdad,<br />

u¡ salvarme cou tus quejas y lamentaciones. Silencio; retírate, y<br />

piensa en tu seguid iad.»<br />

Aun no habian sido oidas las <strong>de</strong>posiciones <strong>de</strong> los dos partidarios<br />

<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-Buey, á quienes Malvoisin habia dado <strong>de</strong> antemano<br />

las instrucciones necesarias. Aunque eran hombres toscos y endurecidos<br />

en la vida militar, dieron muestras <strong>de</strong> vacilar en su propósito,<br />

cuando vieron la juventud y la hermosura <strong>de</strong> aquella <strong>de</strong>s ven<br />

turada; pero una seña espresiva <strong>de</strong>l preceptor <strong>de</strong> Tcmplestowe<br />

les hizo volveren sí. Dieron su <strong>de</strong>claración con una individualidad<br />

que hubiera sido sospechosa á jueces <strong>de</strong> otro temple, refiriendo<br />

circunstancias comunes y naturales en sí mismas: pero capaces<br />

ile inspirar dudas y recelos al tribunal y al auditorio, sea<br />

por los exagerados pormenores, sea por los siniestros comentarios


¡130 ÍYANHOE.<br />

que les anadian. Los hechos «le que dieron cuenta, eran «3 indiferentes<br />

y comunes, ó físicamente imposibles; pero unos y otros <strong>de</strong>bían<br />

hacer gran<strong>de</strong> impresión, en una época en que tan profundamente<br />

arraigadas estaban la ignorancia y el fanatismo. Do los primeros<br />

resultaba que Rebeca habia murmurado algunas palabras.en una<br />

lengua estrada y <strong>de</strong>sconocida; que había entonado cánticos, tan<br />

singularmente melodiosos y patéticos, que resonaban <strong>de</strong> un modo<br />

extraordinario en ¡os oídos, y agitaban el corazón; que hablaba á<br />

solas y alzaba los ojo?, como si aguardase respuesta <strong>de</strong> un sitio elevado;<br />

que la forma <strong>de</strong> su ropaje no era semejante á la que usaban<br />

las mujeres en aquel país ven aquel tiempo; que en sus sortijas se<br />

veían símbolos cabalístico-, y que el bordado <strong>de</strong> su velo representaba<br />

figuras y caracteres <strong>de</strong>sconocidos.<br />

Estas trivialida<strong>de</strong>s tan inocentes y tan sencillas, fueron admitidas<br />

como pruebas, ó alo menos como graves indicios <strong>de</strong> las ciencia*<br />

sobrenaturales que se atribuían á la acusada.<br />

Mas áesto se agregaron testimonios nada, equívocos, que aunque<br />

increíbles, hollaron asenso en el concurso, ó á lo menos en la mayor<br />

parto <strong>de</strong> las personas que lo componían. Uno <strong>de</strong> los soldados dijo<br />

que la habia visto curar á. uno <strong>de</strong> los herido-; <strong>de</strong>l capullo <strong>de</strong> Frente<strong>de</strong>-<br />

buey. «Lo primero que hizo tal era la. relación <strong>de</strong>! testigo! fué<br />

trazar alguna., figuras con la mano, y pronunciar sobre la herida<br />

algunas palabras misteriosas en un idioma que nadie pudo enten<strong>de</strong>r;<br />

al instante se <strong>de</strong>sprendió <strong>de</strong> la parte la flecha que en ella habia<br />

penetrado, se estancó la sangre, se cerró la herida, y el paciente,<br />

que poco antes se hallaba en el artículo <strong>de</strong>, la muerte, echó á andar<br />

por las murallas, y ayudó al testigo á manejar una máquina que<br />

servia para, arrojar piedras á los sitiadores > Esta historia se funda,<br />

ha probablemente en la asistencia que Rebeca habia <strong>de</strong>do á Ivanhoe<br />

durante la mansión <strong>de</strong> este en el castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey. La<br />

<strong>de</strong>posición <strong>de</strong> este hombre era tanto mas irrebatible, cuanto que.<br />

para darle mayor apoyo, sacó y presentó al tribunal y al auditorio<br />

la misma flecha que, tan milagrosamente se habia <strong>de</strong>sprendido <strong>de</strong>l<br />

cuerpo <strong>de</strong>l soldado. Pesaba una onza, y por tanto nadie pudo dudar<br />

<strong>de</strong> tan maravilloso suceso. Su compañero habia visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una tronera<br />

inmediata la escena entre el Templario y Rebeca, cuando esta<br />

iba á pricipitar.se <strong>de</strong> lo alto «le la torre. Para no quedarse, <strong>de</strong>trás<br />

en punto á pon<strong>de</strong>ración, el testigo refirió que la judía se lanzó en<br />

efecto <strong>de</strong>l parapeto <strong>de</strong> la torre, y tomando la forma <strong>de</strong> un cisne


CAPÍTULO XXXVII. Gol<br />

blanquísimo, voló tres veces alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l castillo, <strong>de</strong>spués déla<br />

nial, apareció <strong>de</strong> nuevo sobre el parapeto, en su forma natural.<br />

Menos <strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> esta portentosa relación hubiera bastado<br />

para con<strong>de</strong>nar & una vieja pobre y fea, aunque no hubiera sido<br />

judía. Pero esta ultima circunstancia, unida & tan formidable testimonio,<br />

<strong>de</strong>bia sor fatal á Eebeca, y lo fué en electo, si posar <strong>de</strong> su<br />

•squisita belleza y <strong>de</strong> su juventud.<br />

El gran Maestre recogió los votos <strong>de</strong> los preceptores y caballeros,<br />

y preguntó á Rebeca, con voz pausada y majestuosa, si toda<br />

•dgo que alegar, contra la sentencia que Usad imponerle.<br />

«Tan solo implorar vuestra compasión, dijo la amable judía, trémula<br />

y conmovida: aunque creo que es débil argumento y nodulo<br />

que será infructuoso. Tampoco ¡no servirla probar que la cura<br />

ie los enfermos y heridos <strong>de</strong> otra nación no quedo ser <strong>de</strong>sagradable<br />

á los ojos <strong>de</strong>l Padre universal. No me cansaré en <strong>de</strong>mostrar que<br />

muchos <strong>de</strong> bis hechos que esos hombres (Dios les perdone; han recitado,<br />

son enteramente imposibles y absurdos; y digo que no rebatiré<br />

esta, acusación, porque veo (pie le habéis dado entero crédito.<br />

¿De qué mo serviría <strong>de</strong>cir que mi trago, mi idioma, y mis<br />

osos son los do todo mi pueblo? Quisiera <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> mi patria; pero<br />

00 hay patria para nu oí pera mis <strong>de</strong>sgraciados compañeros.. No<br />

mo justificaré á espensas <strong>de</strong> mi opresor, que esta, oyendo todas<br />

esas patrañas y ficciones en actitud mas propia <strong>de</strong> víctima que<strong>de</strong><br />

tirano. Dios juzgará entre lirian y Rebeca. Lo que sí aseguróos<br />

que antes sufriría mil muertes las mas horrorosas que podáis imaginar,<br />

(pie dar oídos á las solicitaciones <strong>de</strong> ese hombre perverso:<br />

solicitaciones dirigidas á una mujer abandonada <strong>de</strong> todo el mundo,<br />

cautiva suya,y*pr¡vada <strong>de</strong> toda <strong>de</strong>fensa. Pero es vuestro compañero,<br />

y una sola palabra que pronuncie pesa mas en la balanza<br />

<strong>de</strong> vuestra justicia, que las protestas mas solemnes <strong>de</strong> una <strong>de</strong>sventurada<br />

judía. Estoy lejos do querer acusarle <strong>de</strong> los <strong>de</strong>litos que so<br />

me imputan; pero apodaré á su honor y ú su conciencia. Di, Briau<br />

<strong>de</strong>Bois-Guilbert: ¿no son falsas esas acusaciones? ¿No son tan<br />

quiméricas y calumniosas como terribles y fatales?» A estas palabras<br />

<strong>de</strong> la judía siguió un silencio universal y profundo. Todas<br />

las miradas se fijaron en Bois-Guilbert, el cual permaneció inmó-<br />

1 íl y callado.<br />

«Habla, continuó la judía: si eres cristiano, si eres hombre, La­<br />

ida. Te lo ruego por el hábito que vistes, por el nombre que lias he-


332 IVANHOE.<br />

redado, por la ór<strong>de</strong>u <strong>de</strong> caballería que has recibido, por el honor <strong>de</strong><br />

tu madre, por la tumba en que reposan los huesos <strong>de</strong> tu padre: di<br />

si son falsas ó verda<strong>de</strong>ras esas acusaciones.<br />

— Respón<strong>de</strong>le, hermano, dijo el gran Maestre, si te lo permite ei<br />

enemigo que te domina.»<br />

Kn efecto, Bois-Guilbert estaba aguadísimo y trémulo á impulso<br />

<strong>de</strong> las pasiones que lidiaban en su corazón. Solo pudo pronunciar,<br />

mirando á Rebeca, y con voz abogada: el papel, el papel.<br />

—¿Lo veis? dijo Beaumanoir. Ese papel <strong>de</strong> que habla es proba<br />

lilemente el pacto diabólico, en virtud <strong>de</strong>l cual está con<strong>de</strong>nado ai<br />

silencio.»<br />

i'ero Rebeca interpretó <strong>de</strong> otra, manera laesclamacion que el gran<br />

Maestre habia arrancado á su opresor; y aprovechándose <strong>de</strong> i;,<br />

atención con que iodo el concurso le miraba, echó la vista sobre<br />

ei papel, que le habían entregado <strong>de</strong> un modo tan misterioso, j<br />

leyó estas palabras escritas en lengua Arábiga: pi<strong>de</strong> v.n campeón.<br />

Mientras todos los espectadores se ocupaban en comentar <strong>de</strong> diversos<br />

modos la estrada cuanto inesperada, respuesta <strong>de</strong>l Templario.<br />

Rebeca hizo mil pedazos el papel, sin que nadie la observase.<br />

(Asando cesó el rumor ocasionado por aquel inci<strong>de</strong>nte, el gran Maestre<br />

volvió ¡i tomar la palabra.<br />

c.Rebeca, <strong>de</strong> ningún provecho te sirve el testimonio <strong>de</strong> este caballero,<br />

puesto que está poseído por el Espíritu <strong>de</strong> las tinieblas.<br />

¿Tienes algo mas que <strong>de</strong>cir?<br />

—Solo pue<strong>de</strong> quedarme una esperanza <strong>de</strong> vida, dijo la judía, s<br />

lo o no voy á proponer es conforme á vuestras leyes y á vuestros<br />

usos. Mi vida na sido miserable, sobre todo la última parte <strong>de</strong> ella:<br />

pero yo <strong>de</strong>bo conservar en cuanto me sea posible el don <strong>de</strong> mi<br />

criador, y aprovecharme <strong>de</strong> todos los medios <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa que su<br />

bondad me facilita. Niego los cargos que se me hacen; sostengo ni.<br />

iuocencia; <strong>de</strong>claro falsa y calumniosa la acusación: pero pido y reclamo<br />

el privilegio <strong>de</strong>l juicio <strong>de</strong> combate, y pareceré en él por<br />

lo»-dio <strong>de</strong> un campeón.<br />

—¿Y quién, dijo Beaumanoir, enristrará lanza en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> una<br />

judía?<br />

— Dios me suscitará <strong>de</strong>fensor, dijo Rebeca: en la noble Inglater<br />

ra. en esta tierra libre, generosa y benéfica don<strong>de</strong> hay tantos que<br />

esponen la vida por el honor, no faltará quien quiera esponerla por<br />

la justicia. Basta por ahora que yo reclame el <strong>de</strong>recho que nopue<br />

,5¡. serme negado: aquí está mi prenda.»


CAPÍTULO XXXVIII. 333<br />

Al <strong>de</strong>cir esto, tomó un guante, y lo arrojó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l gran<br />

Mf estre, con un a<strong>de</strong>man sencillo y majestuoso, que eseitó generalmente<br />

la admiración y la sorpresa.<br />

CAPITULO XXXVIII.<br />

La conducta <strong>de</strong> Rebeca durante el proceso interesó vivamente ¡i<br />

rodos los que la habían presenciado, y aun hasta al mismo Lúeas<br />

<strong>de</strong> Beaumanoir. Su índole no era naturalmente cruel ni severa, pero<br />

con pasiones frias y con una i<strong>de</strong>a exaltada <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>beres, su<br />

corazón se habia endurecido lentamente á fuerza <strong>de</strong> combates , y<br />

<strong>de</strong>l hábito <strong>de</strong> ejercer un po<strong>de</strong>r sin límites. Ablandóse, notablemente<br />

la aspereza <strong>de</strong> su fisonomía, al consi<strong>de</strong>rar aquella hermosa criatura,<br />

sola, <strong>de</strong>samparada, y que al mismo tiempo se habia <strong>de</strong>fendido<br />

con tanto valor y firmeza. Dos veces se levantó como para preservarse<br />

<strong>de</strong> aquellos impulsos <strong>de</strong> ternura, tan impropios <strong>de</strong> un corazón<br />

que en semejantes circustancias solía revestirse <strong>de</strong> la dureza<br />

<strong>de</strong> la roca.<br />

«Mujer, dijo , gran<strong>de</strong> es tu <strong>de</strong>sacato si la compasión que me inspiras<br />

es efecto <strong>de</strong> las artes que ejerces. Pero reas bien quiero atribuirlo<br />

al sentimiento natural que <strong>de</strong>be producir la consi<strong>de</strong>ración<br />

<strong>de</strong> que sea vaso <strong>de</strong> perdición una persona tan favorecida por el Hacedor<br />

supremo. Arrepiéntete, hija mia : confiesa el <strong>de</strong>lito que has<br />

cometido <strong>de</strong> pacto diabólico y nigromancia : abandona los errores<br />

<strong>de</strong> tu secta , abraza este santo emblema que tengo en las manos,<br />

y serás feliz ahora y siempre. En el asilo <strong>de</strong> algún claustro religioso<br />

podrás consagrarte á la oración y á la penitencia; al arrepentimiento,<br />

y á la ciencia <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Dios. Sigue mis consejos<br />

v vivirás. ¿ Qué razón tienes para morir por la ley <strong>de</strong> Moisís?<br />

—Es la ley <strong>de</strong> mis padres , dijo Rebeca ; fué dada en el monte<br />

Sinaí entre truenos y relámpagos, entre fuego y nubes.<br />

—Venga el capellán <strong>de</strong>l preceptorio , dijo Beaumanoir, y haga<br />

ver á esta obstinada infiel....<br />

—Perdonad que os interrumpa , dijo Rebeca ; yo no sé argüir<br />

por mi religión; pero puedo morir por ella. Respon<strong>de</strong>dme á la <strong>de</strong>manda<br />

que he hecho <strong>de</strong> un campeón.<br />

—Dadme el guante <strong>de</strong> esa mujer, dijo Beaumanoir. Prendaesesta,


331 ¡VANHOlí.<br />

añadió, consi<strong>de</strong>rando la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su tejido y la pequenez <strong>de</strong> i;-¡<br />

forma,prenda es esta <strong>de</strong>masiado leve para negocio <strong>de</strong> tanta gravedad<br />

Rebeca, tu causa, comparada con la <strong>de</strong> nuestra santa Or<strong>de</strong>n,<br />

que es la que tú <strong>de</strong>safías , es como este guante frágil y <strong>de</strong>licado,<br />

comparado con nuestros guanteletes <strong>de</strong> acero, que tan po<strong>de</strong>rosas<br />

armas empuñan , y tantos valientes enemigos confun<strong>de</strong>n j<br />

aterran.<br />

—Pon mi inocencia en la balanza , dijo Rebeca, y el guante <strong>de</strong><br />

seda pesará masque todos los guanteletes <strong>de</strong> un ejército entero.<br />

—¿Conque persistes en negar tu culpa, y en pedir el juicio poi<br />

combate ?<br />

—Persisto, noble señor, respondió Rebeca.<br />

—Hágase pues en nombre <strong>de</strong> Dios, dijo el gran Maestre . y <strong>de</strong><br />

clárese su justicia en favor <strong>de</strong> la razón y <strong>de</strong> la verdad.<br />

- -Asi sea, respondieron los preceptores.<br />

—Hermanos , dijo Beaumanoir , bien os consta que hubiéramos<br />

podido negar á esa mujer el privilegio que <strong>de</strong>manda : pero , aun<br />

que incrédula judía, es estranjera, y está in<strong>de</strong>fensa ; y no permita<br />

Dios que yo la prive <strong>de</strong> la benéfica protección <strong>de</strong> nuestras leyes<br />

A<strong>de</strong>más que somos caballeros y soldados, como eclesiásticos y religiosos,<br />

y seria <strong>de</strong>nuesto <strong>de</strong> nuestra fama rehusar el combate que sr<br />

nos ofrece. Ahora se presenta una cuestión que <strong>de</strong>bo someter á<br />

vuestro juicio. Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> York, en virtud <strong>de</strong> muchas<br />

circunstancias sospechosas, parece culpable ante vuestros ojos, por<br />

haber practicado artes ilícitas y diabólicas, en la persona <strong>de</strong> un no<br />

ble caballero <strong>de</strong> nuestra or<strong>de</strong>n : se ofrece á probar su inocencia poi<br />

medio <strong>de</strong>l combato , como nuestras leyes se lo permiten. ¿A quién<br />

<strong>de</strong>beremos entregar, según vuestra opinión, la prenda <strong>de</strong> la batalia'.''<br />

¿Quién será el campeón <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios en este<br />

duelo ?<br />

—Este cargo, dijo ¡1 Preceptor <strong>de</strong> Ooodalricke, atañe <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho<br />

á llrian <strong>de</strong> Rois-Guilbert: a<strong>de</strong>más, que él es el único que pue<strong>de</strong> sa<br />

ber la verdad en esta materia.<br />

—¡ Y si nuestro hermano Bois-Guilbert, repuso el gran Maestre,<br />

se halla sometido al influjo maligno <strong>de</strong> sus sortilegios 1 Digo esto<br />

por via <strong>de</strong> precaución: porque si no fuera por tan estraordinaria<br />

ocurrencia, á nadie podría confiarse tan dignamente la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />

nuestra Or<strong>de</strong>n, como á ese valiente y acreditado hermano.<br />

—Reverendo padre, dijoel Preceptor <strong>de</strong> Goodalricke. no hay pac


CAPÍTULO X\.\VI1I. 33f><br />

lo, ni ensalmo, ni brujería que liaste á enca<strong>de</strong>nar el brazo <strong>de</strong>l gucr<br />

rere que pelea en el juicio <strong>de</strong> Dios. La prueba <strong>de</strong>l combate como to­<br />

das lasque se practican en semejantes casos, no es mas que el medio<br />

<strong>de</strong> conocerla sentencia <strong>de</strong> la, sabiduría Divina, en materias conten­<br />

ciosas, que la débil razón <strong>de</strong>l hombro no es parle á <strong>de</strong>cidir ; y la<br />

sabiduría, di\ ¡na no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> las diabluras <strong>de</strong> ruja mujer supers­<br />

ticiosa.<br />

—•Tienes razón, hermano, dijo Lúeas <strong>de</strong> Boaumanoir. Alberto do<br />

víahoisin, entrega la .prenda <strong>de</strong>l reto á Liban do Uois-Guilbert<br />

Y dirigiendo la palabra á este : Hermano le dijo ; en virtud <strong>de</strong> la-<br />

autoridad que ejerzo, aunque indignamente, en nuestra Or<strong>de</strong>n, os<br />

mando tomar las armas en este duelo, recomendándoos que peleéis<br />

con valor y confianza, y no dudéis que con el favor <strong>de</strong> Dios triun­<br />

fará la buena causa.. V tú, Rebeca, ten entendido que el duelo se<br />

verificará <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tres dias, y que para entonces <strong>de</strong>be estaraper<br />

eibido tu campeón.<br />

—Es harto breve ese término, dijo Rebeca, para que una estran-<br />

jera pueda encontrar un guerrero, <strong>de</strong> religión contraria á la suya,<br />

que quiera esponer vida, y honor en su <strong>de</strong>fensa.<br />

—No po<strong>de</strong>mos ampliarlo, dijo el gran Maestre : el duelo <strong>de</strong>be ve­<br />

rificarse en nuestra presencia, y negocios <strong>de</strong> mayor importancia<br />

nos obligan á salir <strong>de</strong> aquí <strong>de</strong>ntro do pocos dias.<br />

—¡Hágase la voluntad <strong>de</strong> Dios! respondió la judía. Mi confianza<br />

está en él, puesto qu; salva en siglos como en instantes.<br />

—Ríen has dicho, mujer, continuó el gran Maestre. Quédanos que<br />

<strong>de</strong>signar el sitio <strong>de</strong>l combate, y quizás el <strong>de</strong> la ejecución. ¿Dón<strong>de</strong><br />

está el Preceptor <strong>de</strong> esta casa?»<br />

Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, que aun tenia en sus manos el guante <strong>de</strong><br />

Rebeca, estaba á la sazón hablando con calor y en voz baja con<br />

Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />

«.¡Qué! dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir. ¿ No quiere aceptar la prenda<br />

<strong>de</strong>l reto?<br />

—La acepta, reverendo padre, dijo Malvoisin, ocultando el guan<br />

te en la túnica ; y por lo que hace al sitio <strong>de</strong>l combate , paréceme<br />

que podría disponerse en el campo <strong>de</strong> san Jorge, que pertenece á<br />

estepreceptorio, y sirve comunmente para los ejercicios militares<br />

<strong>de</strong> sus individuos.<br />

—Está bien, dijo el gran -Maestre. Rebeca, allí <strong>de</strong>berá presentar­<br />

se tu campeen : si así no se verifica . ó si el que se presente en tu


:)36 1YANII0E.<br />

nombre es vencido en el juicio <strong>de</strong> Dios, morirás <strong>de</strong> muerte,<br />

conforme á tu sentencia. Regístrese nuestro fallo, y léase en alta<br />

voz, para que nadie pueda alegar ignorancia.»<br />

Tino <strong>de</strong> los que hacían las funciones <strong>de</strong> secretario <strong>de</strong>l capitulo escribió<br />

la sentencia en un grueso volumen, que contenia las actas <strong>de</strong><br />

las reuniones solemnes <strong>de</strong> los caballeros Templarios <strong>de</strong>l preceptorio<br />

<strong>de</strong> Templestowe. Terminada esta operación , el otro secretario<br />

leyó en público la sentencia, que traducida fielmente <strong>de</strong> la lengua<br />

normando-francesa, <strong>de</strong>cia así:<br />

«La Judía Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> York, es acusada <strong>de</strong> soríile<br />

gio, seducción, y otras artes criminales y perversas . practicadas<br />

con un caballero <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Templo; y niega los ¡ cargos<br />

hechos en la causa, y dice que las <strong>de</strong>posiciones <strong>de</strong> los testigos que<br />

la acusan son falsas y calumniosas ; y que no siéndole posible presentarse<br />

en persona al combate que reclama, mediante el privilegio<br />

<strong>de</strong>l juicio <strong>de</strong> Dios, comparecerá en su nombre y <strong>de</strong>fensa un caballero<br />

campeón : el cual peleará bien y realmente, según las reglas<br />

<strong>de</strong> la caballería, con las armas legales y permitidas, y á su costa y<br />

peligro. Y por tanto, hadado la prenda correspondiente , la cual<br />

lia sido entregada al-noble señor y caballero lirian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert,<br />

<strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, nombrado para este duelo, por superior<br />

autoridad, caballero campeón en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la dicha Or<strong>de</strong>n y<br />

<strong>de</strong> su misma persona, como ofendida y agraviada por las prácticas<br />

y malas artes <strong>de</strong> la apelante. En vista <strong>de</strong> todo lo cual , el muy<br />

reverendo padre y po<strong>de</strong>roso señor Lúeas, marqués <strong>de</strong> Beaumanoir,<br />

conce<strong>de</strong>d la apelante el privilegio <strong>de</strong>l combate en juicio <strong>de</strong> Dios,<br />

que reclama, y la facultad <strong>de</strong> comparecer en él por medio <strong>de</strong> un<br />

campeón; y señala para este acto el día tercero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong> la<br />

fecha, y el cercado llamado <strong>de</strong> San Jorge, lin<strong>de</strong>ro con los muros<br />

<strong>de</strong> este preceptorio <strong>de</strong> Templestowe. Y el dicho gran Maestre manda<br />

y requiere que la apelante comparezca por medio <strong>de</strong> campeón,<br />

so pena <strong>de</strong> ser con<strong>de</strong>nada á la <strong>de</strong> muerte, que merece , como convicta<br />

<strong>de</strong> sortilegio y nigromancia; y también al <strong>de</strong>mandado' que<br />

comparezca por sí mismo, so pena <strong>de</strong> ser tenido por malsín, cobar<strong>de</strong><br />

y mal caballero ; y el noble señor y muy reverendo padre manda<br />

que el combate se verifique en su presencia, y en los términos<br />

Segales y acostumbrados en semejantes ocasiones -. y Dios ayu<strong>de</strong> y<br />

proteja la justa causa.»<br />

«Amen», dijo el gran Maestre, y repitió el concurso.» Rebeca no


CAPÍTULO xxxviu. 33-7<br />

<strong>de</strong>splegó los labios , alzó los ojos al Cielo, cruzó los brazos, y<br />

en esta actitud se mantuvo algunos minutos. Después pidió con<br />

gran mo<strong>de</strong>stia al gran Maestre, que se le permitiese escribir<br />

á sus amigos á iin <strong>de</strong> enterarles lo que pasaba, y que le proporcionasen<br />

algún campeón , según los términos <strong>de</strong> la sen<br />

tencia.<br />

El < Irán Maestre, no podiendo negarse á petición tan justa y t an<br />

legal, le permitió nombrar un mensajero , el cual podría entrar y<br />

salir <strong>de</strong> la prisión basta el dia <strong>de</strong>l combate.<br />

«¿Hay alguna persona en este concurso, dijo Rebeca, que en bien<br />

lie la buena causa., ó por el precio que pida , quiera encargarse <strong>de</strong><br />

llevar una carta ?»<br />

Nadie respondió a esta pregunta, porque cada cual temia que el<br />

Í irán Maestre le sospechase <strong>de</strong> judaismo si manifestaba el menor<br />

interés en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la acusada. Ni aun la esperanza <strong>de</strong> una buena<br />

recompensa pudo disipar este temor.<br />

Rebeca, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber aguardado con ansiosa inquietud que<br />

alguien se ofreciese á servirla, esclamó: «¡Será posible ! ¿No habrá<br />

en esta tierra <strong>de</strong> nobleza y generosidad quien se interese en la<br />

suerte <strong>de</strong> una doncella inocente y perseguida? ¿Se me nejará lo<br />

que se conce<strong>de</strong> al peor <strong>de</strong> los criminales?<br />

Higg , hijo <strong>de</strong> Snell , alzó entonces la voz: «Estoy privado, dijo,<br />

<strong>de</strong>l libre uso <strong>de</strong> mis miembros; pero ó ella <strong>de</strong>bo la salud poca ó mucha<br />

<strong>de</strong> que gozo. Yo llevaré la carta , continué) dirigiéndose á Rebeca<br />

, y haré cuanto pue<strong>de</strong> hacer un cojo con muletas. ¡ Ojalá tuviera<br />

alas para reparar el daño que ha hecho mi lengua ! Lejos estaba<br />

yo <strong>de</strong> creer que cuando hablaba <strong>de</strong> su caridad estaba preparando<br />

su ruina.<br />

—Dios , respondió Rebeca , es el que dispone do nuestra suerte.<br />

101 pue<strong>de</strong> redimir mi cautividad por los medios mas humil<strong>de</strong>s: y<br />

para llevaí' este mensaje , tan bueno es el caracol como el águila.<br />

Busca á Isaac <strong>de</strong> York, y aquí tienes para pagar hombres y caballos.<br />

Entrégale este billete. Yo no sé si me inspira el espíritu <strong>de</strong><br />

Dios; pero comió en no morir <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong> esta causa . y en que<br />

no faltará quien tome á su cargo mi <strong>de</strong>fensa. A Dios : <strong>de</strong> tí <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />

mi muerte ó mi vida.<br />

El Sajón tomó el billete, que contenia algunas líneas para el He<br />

breo. Muchos <strong>de</strong> los presentes quisieron disuadirle <strong>de</strong> su propósito:<br />

per > el hijo <strong>de</strong> Snell estaba «esuelto á servir á su bienhechora. Le<br />

'22-


¿313 tVANHOB.<br />

habia dado la salud <strong>de</strong>l cuerpo, y el buen hombre quería servir <strong>de</strong><br />

instrumento para salvarla.<br />

«Mi vecino Buthan, <strong>de</strong>cia, me prestará su yegua, y estaré en<br />

\ orlt en menos que canta un pollo.»<br />

Mas no tuvo necesidad <strong>de</strong> ir tan lejos porque á un cuarto <strong>de</strong> mida<br />

<strong>de</strong>l preceptorio <strong>de</strong> Templestowe encontró dos hombres á caballo,<br />

¡>m conoció ser <strong>de</strong> la nación hebrea, por su trage y por sus gorras<br />

amarillas. Se acercó á ellos , y distinguió á su amo antiguo Isaac<br />

le York. El otro era el rabino Ban Samuel. Los dos se encaminaban<br />

«.! preceptorio, por tener ya noticias <strong>de</strong> que el tiran Maestre habia<br />

onvocado el capítulo para la causa <strong>de</strong> una judia.<br />

—Hermano Ben Samuel, <strong>de</strong>cia Isaac, mi alma está inquieta y no<br />

- i por qué. Estas acusaciones <strong>de</strong> nigromancia sirven para perseguirnos<br />

y hacernos odiosos.<br />

—Ten ánimo, hermano, le respondió el Rabino : tú tienes con qué<br />

mmprar el favor <strong>de</strong> esas gentes. El dinero es el que domeña los ánimos<br />

<strong>de</strong> esos hombres crueles. Pero ¿quién es ese <strong>de</strong> las muletas que<br />

se dirige hacia nosotros? Parece que quiere hablarnos. Amigo, con-<br />

'ínuóel físico, hablando con Higg hijo <strong>de</strong> Snell. No te rehuso los socorros<br />

<strong>de</strong> mi arte; pero yo no curo á ¡os vagabundos que viven <strong>de</strong><br />

pedir limosna por los caminos. Si estás paralítico <strong>de</strong> las piernas<br />

l por qué no trabajas con las manos? No todos pue<strong>de</strong>n ser pastores<br />

ni correos, ni soldados: mil ocupaciones hay que, no necesitan el uso<br />

le los pies.» El Rabino interrumpió su arenga, viendo que Isaac,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber tomado el billete <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>l cojo , y leido <strong>de</strong><br />

prisa, cayó <strong>de</strong> la muía abajo, como si le hubiera privado <strong>de</strong> la vida<br />

un rayo <strong>de</strong>l cielo.<br />

El Rabino <strong>de</strong>smontó con gran inquietud y precipitación: y aplicó<br />

á su compañero los remedios que creyó oportunos. Ya habia sacado<br />

la lanceta <strong>de</strong>l estuche, y se disponía á ejecutar una obra maestra<br />

<strong>de</strong> flebotomía, cuando Isaac recobró el uso <strong>de</strong> sus sentidos. Lo<br />

primero que hizo fué arrojar la gorra al suelo y cubrirse <strong>de</strong> polvo<br />

las canas. El médico al principio atribuyó aquella acción á la turbación<br />

ocasionada por el <strong>de</strong>smayo, ó á un ataque repentino <strong>de</strong> <strong>de</strong>lirio,<br />

y continuado en su propósito, disponía lo necesario para la<br />

operación : mas pronto lo <strong>de</strong>sengañó el <strong>de</strong>sventurado viejo.<br />

«¡Hija <strong>de</strong> mi dolor! esclamó; bien podrías llamarte Benonien lugar<br />

<strong>de</strong> Rebeca. ¿Por qué me obliga tu muerte á mal<strong>de</strong>cir la fe <strong>de</strong><br />

mi pueblo? ¿Por .qué no bajo contigo al sepulcro?


CAPÍTULO xxxvni. 339<br />

—Hermano, dijo con la mayor sorpresa.el Rabino lien Samuel,<br />

jeres padre en Israel, y te atreves á pronunciar esas palabras? ¿Ha<br />

muerto tu bija, la sabia y hermosa Rebeca?<br />

—Vive, dijo Isaac; pero vive como Daniel, llamado Beltheshazzar,<br />

cuando estaba en la cueva <strong>de</strong> los leones. Es cautiva, y será víctima<br />

<strong>de</strong> la crueldad, lira la corona <strong>de</strong> palmas <strong>de</strong> mi frente, y ahora va á<br />

perecer. ¡ Hija <strong>de</strong> mi amor! ; Consuelo <strong>de</strong> mi vejez ! ¡«>h Rebeca!<br />

; Hija <strong>de</strong> Raquel! Ya se acercan las tinieblas <strong>de</strong> la noche eterna en<br />

que vas á sumergirte.<br />

—Vuelve á leer esa carta, dijo el Rabino, quizás hallarás alguna<br />

esperanza <strong>de</strong> salvación.<br />

—Léela tú , hermano lien Samuel, respondió Isaac, porque mis<br />

ojos están Lechos dos fuentes <strong>de</strong> lágrimas.<br />

El fisico leyó en lengua hebrea el contenido <strong>de</strong> la carta, que <strong>de</strong>­<br />

cía así:<br />

< A Isaac, hijo <strong>de</strong> Adonikam , á quien los cristianos llaman Isaac<br />

<strong>de</strong> York: paz, y las bendiciones multiplicadas <strong>de</strong> la promisión. Pa­<br />

dre, estoy condonada á morir por un <strong>de</strong>lito cuya naturaleza igno­<br />

ro; a saber, por magia ó nigromancia. Si encuentras un hombre<br />

fuerte y aguerrido que quiera enristrar lanza , y esgrimir espada<br />

en mi favor, según las leyes y usos <strong>de</strong> los nazarenos; y presentarse<br />

en el preceptorio <strong>de</strong> los templarios, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tercero día, quizás<br />

nuestro padre Uios le dará vigor para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r á la inocente y á la<br />

<strong>de</strong>samparada. Si no pue<strong>de</strong> ser así, lloren por mí las vírgenes <strong>de</strong> mi<br />

pueblo, como por el ciervo herido por el cazador, y por la flor cor­<br />

tada por la hoz <strong>de</strong>l campesino. Mira pues lo que pue<strong>de</strong>s hacer para<br />

rescatarme <strong>de</strong> esta miseria. Quizás se movería á compasión <strong>de</strong> mi<br />

suerte el guerrero Nazareno que tú y yo conocemos. AVilfrido, hijo<br />

<strong>de</strong> Cedric, que los gentiles llaman Ivanhoe : mas pue<strong>de</strong> ser que á la<br />

hora esta no le sea dado todavía soportar el peso <strong>de</strong> la armadura.<br />

Sin embargo, escríbele ó hazle saber lo que pasa; porque goza <strong>de</strong><br />

mucho favor y estima entre la gente <strong>de</strong> su pueblo; y si se acuerda<br />

<strong>de</strong> que fué nuestro compañero en la cautividad, acaso encontrará<br />

otro guerrero que quiera tomar armas en mi <strong>de</strong>fensa. Y* en todo caso<br />

le dirás al mismo AYilfrido, hijo <strong>de</strong> Cedric, que muerta ó viva, soy<br />

inocente <strong>de</strong>l crimen que se me imputa. Y si es la voluntad <strong>de</strong> Dios<br />

que seas privado <strong>de</strong> tu hija, no te <strong>de</strong>tengas en esta tierra <strong>de</strong> san­<br />

gre y <strong>de</strong> crueldad: sino ve á Córdoba, don<strong>de</strong> tu hermano vive se­<br />

guro bajo el amparo <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> Boabdil el Sarraceno: porque me-


340 1VA.NH0E.<br />

nos crueles son ios moros con la raza <strong>de</strong> Jacob que los nazarenos <strong>de</strong><br />

Inglaterra.<br />

Isaac escuchó con toda la atención posible la carta que el Rabim:<br />

Ben Samuel habia leido; y <strong>de</strong>spués se abandonó á todos los estre­<br />

ñios <strong>de</strong> su dolor, <strong>de</strong>sgarrándose los vestidos, cubriéndose <strong>de</strong> polvo<br />

la cabeza, á guisa <strong>de</strong> los orientales, y esclamando con la mas amar<br />

ga aflicción: «¡Hija mia! ¡carne <strong>de</strong> mis carnes, y hueso <strong>de</strong> mis<br />

huesos!)i<br />

—Cobra ánimo, Isaac, le dijo el Rabino, que <strong>de</strong> nada aprovecha<br />

la <strong>de</strong>sesperación. Date prisa, y busca á ese Wilfrido, hijo <strong>de</strong> Cedric<br />

Quizás te dará consejo y apoyo; porque el joven goza <strong>de</strong> la pri­<br />

vanza y <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong> Ricardo, á quien los nazarenos llaman Cora<br />

zon <strong>de</strong> León, y todo el mundo dice (pie ya ha vuelto <strong>de</strong> sus rome­<br />

rías. Pue<strong>de</strong> ser que consiga <strong>de</strong>l rey una carta con su sello, man­<br />

dando áesos hombres sanguinarios, que se abstengan <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r<br />

a<strong>de</strong>lante en su inhumano <strong>de</strong>signio.<br />

—Sí, dijo Isaac; voy á buscarle sin pérdida <strong>de</strong> tiempo, porque es<br />

un buen mancebo, y se compa<strong>de</strong>ce <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> Jacob. Pero, es­<br />

tá herido y no pue<strong>de</strong> usar armadura,, y ¿quién otro osará encar<br />

garse <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa do la hija <strong>de</strong> Sion?<br />

—Hablas, dijo el Rabino, como si no conocieras á esas gentes.<br />

Con el oro comprarás su valor, como compras tu seguridad. No<br />

<strong>de</strong>smayes ni te <strong>de</strong>tengas, y yo también me emplearé en tu bien,<br />

pues seria pecado <strong>de</strong>jarte abandonado á tamaña calamidad. Voy á<br />

la ciudad <strong>de</strong> York, don<strong>de</strong> hay reunidos ahora, con motivo délas<br />

presentes revueltas, muchos guerreros y soldados; y no dudo que<br />

encontraré uno que convenga en pelear por tu hija. El oro es ei<br />

Dios <strong>de</strong> esta nación, y por el oro empeñará la vida, como empeña<br />

sus alhajas y haciendas. Supongo que no tendrás inconveniente en<br />

cumplir el contrato que yo celebre en tu nombre.<br />

—No lo du<strong>de</strong>s, hermano, dijo Isaac <strong>de</strong> York; y el cielo quiere<br />

darme socorro en esta aflicción Sin embargo, no promotas lo que<br />

te pidan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, porque ya sabes que esa maldita gente pich<br />

por arrobas, y fuego, si es preciso, toma por adarmes. Pero, haz le<br />

que quieras, porque yo no sé lo que digo con esa atroz pesadum­<br />

bre. ¿Y <strong>de</strong> qué rae servirían todos los tesoros <strong>de</strong>l mundo, si he d<<br />

perdí r á ¡a joya <strong>de</strong> mi familia y <strong>de</strong> mi pueblo?<br />

—A Dios, dijo el Rabino, y suceda todo á medida <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>seos<br />

Les <strong>de</strong>s anbgos abrazaren tiernamente, y so separaron toman


CAPÍTULO XXXIX. 341<br />

do distintos caminos. El cojo Higg estuvo algún tiempo contemplándolos.<br />

—¡Estos perros judíos! <strong>de</strong>cía Higg hijo <strong>de</strong> Snell. El mismo caso<br />

hacen <strong>de</strong> mí, que si fuera un esclavo ó un montón <strong>de</strong> estiércol,<br />

¿Qué les hubiera costado echarme en la gorra algunos tuzantes?<br />

¿Ni qué obligación tenia yo <strong>de</strong> traer y llevar recados, esponiéndome<br />

á tener otro hechizo á guisa <strong>de</strong>l Templario, como todos me<br />

<strong>de</strong>cían? Es verdad que la doncella me dio una pieza <strong>de</strong> oro: pero ya<br />

veremos.... ¡tan mas, que la gente <strong>de</strong>l lugar dirá que soy correo<br />

<strong>de</strong> judíos, y me quedaré con el apodo. ¡Si me habrá echado la judía<br />

algún sortilegio, ó como se llama! Pero con todos los que se 1c<br />

acercan suce<strong>de</strong> lo mismo, y no obstante creo que daria la tienda y<br />

la herramienta por salvarlo la vida.<br />

CAPITULO XXXIX.<br />

Al anochecer <strong>de</strong>l día en que se había celebrado el juicio, si así<br />

pue<strong>de</strong> llamarse, <strong>de</strong> ltebeca, se oyeron algunos golpes pausados ala<br />

puerta <strong>de</strong> su prisión. No por esto interrumpió la doncella las oraciones<br />

<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> que su religión prescribía, y que terminaban,<br />

con un himno, cuya traducción, aunque imperfecta, ofrecemos<br />

aquí á nuestros lectores :<br />

Cuendo ísraeí sal;.,<br />

Del cautiverio que sufrió bumiáado.<br />

El .Señor dirigía<br />

Al pueblo bienamado,<br />

De llame, y humo, y eupi jndor a r x - . i R<br />

Y <strong>de</strong> día se alzaby.<br />

Como gigante, el guia ne'oulo.-•>.<br />

Y <strong>de</strong> noche doraba<br />

Su fulgor gloriosa,<br />

El <strong>de</strong>sierto callado y arenoso.<br />

Y el pontífice santo<br />

V el guerrero, y la virgen \ e: levita,<br />

Con armonioso canto<br />

Loaban la infinita<br />

Bondad <strong>de</strong>l Padre nue en eUuio u/iic...<br />

2s'


342 IVANHOE.<br />

No admira el gran portenta<br />

Cual en era parsada el enemigo;<br />

Que libre <strong>de</strong> tormento,<br />

Camina sin testigo,<br />

El pueblo <strong>de</strong> quien fuera Dios amigo.<br />

Mas ora, aquí presente,<br />

Dios <strong>de</strong> eterna bondad, aunque invisible,<br />

Tu blando influjo siente<br />

Kl ánimo apacible,<br />

Solaz vertiendo y júbilo in<strong>de</strong>cible.<br />

Y aunque silba el tremendo<br />

Presagio <strong>de</strong> huracán, y velo oscuro<br />

Va los aires cubriendo,<br />

Cual en sólido muro<br />

MI inocente en tí vive^eguro.<br />

Empero tú <strong>de</strong>sprecias<br />

Carne <strong>de</strong> oveja y sangre <strong>de</strong> cabrito.<br />

Y el homenaje precias<br />

Del ánimo contrito,<br />

Y mucho mas la caridad que el rito.<br />

Cuando cesaron los ecos <strong>de</strong>l himno <strong>de</strong>voto <strong>de</strong> Rebeca, volvieron<br />

á sonar los golpes cautelosos que antes habia oido á la puerta. 'Entra,<br />

respondió, si eres amigo; y si eres enemigo, ¿por qué llamas?<br />

—Soy yo, dijo entrando en el aposento Rrian <strong>de</strong> Bois-Guilbert:<br />

amigo ó enemigo, según quieras tú misma, y según resulte <strong>de</strong><br />

esta entrevista.»<br />

Asustada al ver á este hombre, á cuya licenciosa pasión atribuía<br />

Rebeca, y con sobrados motivos, todos los infortunios que la ro<strong>de</strong>aban,<br />

la infeliz doncella dio algunos pasos atrás, no aparentando<br />

miedo, sino recelo y precaución; y se retiró al lado opuesto <strong>de</strong> la<br />

pieza, resuelta á huir en cuanto se lo permitieran las circunstancias,<br />

y en todo caso á oponer una resistencia inflexible á la osadía<br />

<strong>de</strong> su perseguidor. Púsose en actitud firme y <strong>de</strong>cidida, no como<br />

quien provoca el ataque, sino como quien está dispuesto á recibir<br />

al enemigo con toda su fuerza y po<strong>de</strong>r.<br />

No tienes razón para temerme, Rebeca, dijo el templario; ó á lo<br />

menos no tienes razón para temerme ahora.<br />

—Ni ahora ni nunca, respondió la hebrea, aunque la agitación<br />

con que respiraba <strong>de</strong>smentía en parte el heroísmo <strong>de</strong> su resolución,<br />

confío en quien es mas fuerte que tú. No; no creas que te temo.<br />

—Haces bien, dijo el templario con gravedad y compostura. Ni


C.VÍTUI.O xxxix. 343<br />

rea- 1<br />

ta que puedo abandonarme en la ocasión presente a los frenéticos<br />

ímpetus <strong>de</strong> mi pasión. A poca distancia <strong>de</strong> aquí hay una<br />

guardia, que seguramente no hará caso <strong>de</strong> mis mandatos. Es la<br />

• l ue lia <strong>de</strong> conducirte al patíbulo, mas no por eso permitiría que<br />

se te hiciera el menor daño; ni aun respetaría mi carácter, si á<br />

anto llegara mi locura, que así puedo llamarla.<br />

—Gracias al cielo, dijo Rebeca, la muerte es lo que monos temo<br />

»11 medio <strong>de</strong> tantas aflicciones.<br />

-Sí, repuso el templario, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la muerte no espanta ai<br />

ánimo valeroso cuando viene pronto y sin ro<strong>de</strong>os. Un tajo, una<br />

estocada, son cosas <strong>de</strong>spreciables para mí. Tú pue<strong>de</strong>s precipitarte<br />

le una torre, y guardar tranquila el golpe <strong>de</strong>l puñal: pero ¿qué es<br />

sto comparado con la <strong>de</strong>shonra, con la infamia, con un nombre<br />

envilecido? Oye atenta lo que voy á <strong>de</strong>cirte. Quizás mis i<strong>de</strong>as sobre<br />

el honor no son menos exaltadas que las tuyas: lo cierto es<br />

pie. sabré morir mas bien que <strong>de</strong>smentirlas.<br />

- ¡Hombre infeliz! esclamó Rebeca. ¡Morir en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> unos prin-<br />

dpios que odias en lo íntimo <strong>de</strong> tu corazón! Te enagenas <strong>de</strong> un te-<br />

-oro, en cambio <strong>de</strong> una paja: mas no creas (pie yo pienso <strong>de</strong>l mismu<br />

modo, 'fu resolución fluctuará en las mudables y agitadas olas<br />

íe ias opiniones humanas: la mía se apoya, en la roca dolos siglos.<br />

—De poco te aprovechan esas i<strong>de</strong>as y propósitos, dijo Brian <strong>de</strong><br />

Hois-( iuilbert. ha muerte que te aguarda no es suave ni pronta<br />

•orno la que <strong>de</strong>sea el <strong>de</strong>sgraciado, como la que la <strong>de</strong>sesperación<br />

prefiere; sino lenta, amarguísima, prolongada por los tormentos,<br />

mal correspon<strong>de</strong> al crimen que los hombres te atribuyen.<br />

— V ¿á. quién se la. <strong>de</strong>bo, dijo líebeca, sino al que me condujo á<br />

•sa odiosa mansión para satisfacer un <strong>de</strong>seo vil y brutal, y ahora,<br />

por motivos que no comprendo, está exagerando la suerte, que él<br />

mismo me ha preparado?<br />

— No creas, dijo Hois-Guilbert, que yo soy el autor <strong>de</strong> tu <strong>de</strong>sgrana.<br />

Yo te hubiera servido <strong>de</strong> escudo contra olla, <strong>de</strong>l mismo modo<br />

v con tanto /cío como cuando (espuse mi vida y recibí los tiros que<br />

amenazaban la tuya.<br />

—Si tu objeto hubiera sido la. protección <strong>de</strong> una mujer in<strong>de</strong>fensa<br />

inocente , dijo Rebeca, yo hubiera sabido mostrarte mi gratitud;<br />

i ro puesto que tantas veces me has echado en cara ese patrocinio,<br />

dol>o <strong>de</strong>cirte (¡ue en nada estimóla vida comprada ai precio<br />

, ;•• tú Isas querido exigirme por ella.


344 IVANH0E.<br />

—Basta <strong>de</strong> janctancia, dijo el templario; hartas pesadumbres<br />

me abruman en este momento, y no necesito que tú las aumentes<br />

con tus reconvenciones.<br />

—¿Qué pues es lo que intentas? dijo Rebeca. Dílo, y sea pronto<br />

Si vienes á contemplar las <strong>de</strong>sgracias y miserias que me has ocasionado,<br />

complácete en ellas, y déjame en paz. El tránsito <strong>de</strong>l tiempo<br />

á la eternidad es corto, pero terrible; y yo no tengo sobrado espacio<br />

para prepararme á él.<br />

—Conozco, dijo el templario, que no cesarás <strong>de</strong> atribuirme tus<br />

<strong>de</strong>sventuras, que <strong>de</strong> todo mi corazón hubiera querido evitarte.<br />

—Señor caballero, dijo Rebeca, no es esta, ocasión <strong>de</strong> quejas:<br />

pero lo cierto es que mi muerte se <strong>de</strong>be á tu <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada pasión.<br />

—Te engañas, te engañas, dijo Brian con gran<strong>de</strong>s muestras <strong>de</strong><br />

impaciencia. Me imputas lo que no he podido prever ni evitar,<br />

¿Quién habia <strong>de</strong> pensar en la inesperada venida <strong>de</strong>l gran Maestre,<br />

á quien algunos raptos <strong>de</strong> valor han elevado al puesto que ocupa?<br />

—¡Y sin embargo, dijo Rebeca, tomas asiento entre mis jueces, y<br />

aunque sabes que soy inocente, apruebas con tu silencio mi sentencia;<br />

y si no me engaño, vas á empuñar las armas para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />

mi culpa y asegurar mi pérdida!<br />

—Ten paciencia, dijo Brian. Nadie mejor que el judío sabe con<br />

temporizar con la suerte, y navegar con todos vientos.<br />

— ¡Perezca la hora, dijo la hebrea, en que la casa <strong>de</strong> Israel aprendió<br />

esa ciencia <strong>de</strong> envilecimiento y <strong>de</strong> ignominia. Pero la adversidad<br />

dobla el corazón , como el fuego dobla los metales mas duros.<br />

¿Y qué, ha <strong>de</strong> hacer el que no tiene, sueldo ni patria ni hogar? qué<br />

ha <strong>de</strong> hacer el que ha sido arrojado <strong>de</strong> la mansión paterna, sino<br />

someterse al extranjero á cuya merced se pone? Sin duda nuestros<br />

pecados y los <strong>de</strong> nuestros padres nos han acarreado la maldición<br />

que hoy nos oprime; pero tú, que te jactas <strong>de</strong> tu libertad y <strong>de</strong>!<br />

lustre <strong>de</strong> tu cuna, ¡cuanto mas vil no es tu humillación, puesto<br />

que ce<strong>de</strong>s á las preocupaciones ágenos, obrando contra lo que tu<br />

convicción te dicta!<br />

—Amargas son tus acusaciones, dijo Brian; mas yo no vengo á<br />

reñir ni á disputar. Sabe que Bois-Guilbert no ce<strong>de</strong> á hombre alguno,<br />

aunque las circunstancias le obliguen á veces á diferir la ejecución<br />

<strong>de</strong> sus planes. Su resolución es como el arroyo <strong>de</strong> la montaña,<br />

que pue<strong>de</strong> ro<strong>de</strong>ar al pié <strong>de</strong> una peña, pero que. por mas estorbos<br />

que encuentre, va á parar al Océano. ¿De quién piensa? que


CAPÍTULO XXYIY. 345<br />

venia aquel papel en que se te aconsejaba que pidieses campeón,<br />

si no es <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert? ¿De quién podías esperar tanto<br />

interés y tan saludable consejo?<br />

—Para suspen<strong>de</strong>r un momento una muerte inevitable, dijo Rebeca.<br />

¿Es eso todo lo que podías hacer por mí, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberme<br />

sumido en el abismo <strong>de</strong> mi perdición?<br />

—No, dijo el templario, no es esto todo lo que me propongo hacer.<br />

Si no hubiera sido por la intervención <strong>de</strong>l gran Maestre y <strong>de</strong><br />

Goodalricke, que se jacta <strong>de</strong> pensar y sentir según las reglas ordinarias<br />

<strong>de</strong> la humanidad, el oficio <strong>de</strong> campeón <strong>de</strong>fensor correspondía,<br />

no á un preceptor, sino á un compañero <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. En este<br />

caso, yo mismo, tal era mi propósito, me hubiera presentado en el<br />

palenque al primer sonido <strong>de</strong> la trompeta, disfrazado como un caballero<br />

errante (pie va á caza <strong>de</strong> aventuras y á probar con el primero<br />

que se presenta la fuerza <strong>de</strong> su espada y <strong>de</strong> su lanza. Y entonces,<br />

aunque Beaumanoir hubiera escogido dos, tres, cuatro<br />

caballeros <strong>de</strong> los mas valientes <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n, yo te aseguro que nada<br />

hubiera tenido que temer; entonces hubiera sido <strong>de</strong>clarada tu inocencia,<br />

y quedaría á cargo do tu gratitud el galardón <strong>de</strong> tanto<br />

riesgo y <strong>de</strong> tanto sacrificio.<br />

—Os estáis vanagloriaudo, dijo Rebeca, <strong>de</strong> lo que hubierais hecho<br />

á no haber tenido por mas conveniente obrar <strong>de</strong> otro modo.<br />

Habéis recibido mi guante; y mi campeón, si una criatura tan <strong>de</strong>sgraciada<br />

pue<strong>de</strong> encontrar quien la <strong>de</strong>fienda, tendrá que lidiar con<br />

vos cuerpo á cuerpo. ¿Y aun 03 atrevéis á llamaros mi protector y<br />

mi amigo?<br />

—Y lo seré, respondió el templario; pero observa el riesgo; ó por<br />

mejor <strong>de</strong>cir, la certeza <strong>de</strong>l <strong>de</strong>shonor que me aguarda, y no estraiíes<br />

que estipule algunas condiciones antes <strong>de</strong> esponer lo que siempre<br />

lie apreciado mas que la vida.<br />

— Habla, dijo Rebeca, que no te entiendo.<br />

— Te hablaré, dijo el Templario , con la misma franqueza que ei<br />

penitente al confesor. Si no me presento en ei combate, como se me<br />

lia mandado, pierdo para, siempre la fama y la dignidad que ocupo<br />

; cosas que son para nosotros como el aliento que respiramos:<br />

pierdo la estimación <strong>de</strong> mis hermanos, y las esperanzas bien fundadas<br />

<strong>de</strong> subir á la suprema autoridad que hoy ocupa Lúeas <strong>de</strong><br />

Beaumanoir. Tal será mi suerte si no salgo armado á combatir tu<br />

causa. ; Maldito sea el preceptor que me armó este íazo, y maldito


346 1VAN1101Í.<br />

sea Alberto <strong>de</strong> Malvoisin que me impidió arrojar tu guante al rostro<br />

<strong>de</strong> aquellas gentes que dan oidos á una acusación tan absurda<br />

contra una criatura tan perfecta como tú !<br />

— De poco sirven ahora los cumplimientos y la« lisonjas, dijo ia<br />

judía. Tú has escogido entre la, sangre <strong>de</strong> una inocente, y tu vaui<br />

dad y tus esperanzas mundanas. ;, De qué sirve hablar sobre loque<br />

no tiene remedio? Has tomado tu partido.<br />

—No lo he tomado aun , dijo el Templario en tono mas suave y<br />

acercándose á Rebeca. Tú eres quien <strong>de</strong>bes <strong>de</strong>cidirme. Si me presento<br />

al combate, <strong>de</strong>bo mantenerla reputación (pie lie sabido grangearme<br />

en la carrera délas armas: y en este caso, tengas ó no tengas<br />

campeón, mueres en la hoguera : porque hasta ahora no he<br />

cedido á nadie, salvo á ('orazon <strong>de</strong> Peón y á. su favorito Ivaehoe.<br />

Ivanhoe, como sabes, no se halla en estado <strong>de</strong> vestir armadura ¡ Ricardo<br />

está preso en tierra, estraña. No hay remedio : si salgo al palenque<br />

, mueres , aunque tus gracias esciten á, algún joven do ánimo<br />

á tomar el campo en tu favor.<br />

— ¿A qué viene repetir lo mismo tantas veces? dijo Rebee.!.<br />

— Sirve <strong>de</strong> mucho, dijo Brian ; porque conviene que consi<strong>de</strong>res<br />

tu suerte bajo todos sus aspectos.<br />

— Entonces, dijo la judía, vuélvela medalla, y veamos el rev :rso.<br />

— Si no me presento al combate me <strong>de</strong>gradan, me <strong>de</strong>shonran,<br />

me acusan <strong>de</strong> magia y <strong>de</strong> sortilegio. El nombre ilustre que llevo y<br />

que. he sabido conservar , llegará, á ser un dictado <strong>de</strong> vilipendio.<br />

Todo lo pierdo, fama, honor, esperanzas, ambición ; y mi ambición,<br />

Rebeca, es como las montañas con que los gigantes quisieron escalar<br />

el Olimpo. Y sin embargo, esta gran<strong>de</strong>za que sacrifico, esta<br />

fama, á que renuncio, este po<strong>de</strong>r que abandono, aun teniéndolo casi<br />

seguro, no son nada ¡i mis ojos, si Rebeca se digna <strong>de</strong>cir: Brian<br />

te doy mi corazón.<br />

— No pienses en esas locuras, señor caballero, dijo líebeca. \euie<br />

al Regente y al príncipe Juan , ios cuales . si en algo aprecian ia<br />

dignidad <strong>de</strong> la corona <strong>de</strong> Inglaterra, no podrán permitir esa autoridad<br />

que el gran Maestre se arroga. De este modo podrás protegerme<br />

sin hacer sacrificios , y sin tener protestos que alegar para<br />

exigírmelos.<br />

— Nada tengo que ver con ellos, dijo Brian ; á tí sola me dirijo y<br />

en tus ¡nanos pongo tu suerte y la mía : la muerte es mi rive', y<br />

en caso <strong>de</strong> escoger, mas valgo yo que ella.


CAPÍTTJTO XXXX1X. IÍ47<br />

— YODO hago esa comparación, dijo Rebeca temerosa <strong>de</strong> exaspe­<br />

rar nías al caballero , pero resuelta á no dar acogida á su pasión y<br />

aun á no ungir que la daba. Sé hombre y sé cristiano. Si eres no­<br />

ble y generoso, sálvame <strong>de</strong> esta horrible muerte, sin exigir un ga­<br />

lardón que convertiría tu heroísmo en villanía.<br />

— No, dijo el Templario volviendo á su acostumbrada actitud <strong>de</strong><br />

orgullo y altanería. No es tan fácil abusar <strong>de</strong> mi credulidad : si<br />

pierdo toda mi ventura , por tí la pierdo ; contigo <strong>de</strong>bo dividir la<br />

suerte que me aguarda. Mira , Rebeca, añadió suavizando la voz:<br />

Inglaterra, Europa, no son el mundo entero. Regiones hay bastante<br />

anchas para mi ambición : en ellas podremos vivir y ser felices.<br />

Iremos á Palestina ; allí está Conrado <strong>de</strong> Monserrate, mi amigo ínfimo.<br />

Allí sabré encontrar nuevos caminos al engran<strong>de</strong>cimiento. La<br />

Europa oirá los pasos <strong>de</strong>l que ha arrojado <strong>de</strong> su seno. Los millones<br />

<strong>de</strong> cruzados que ella envia no pue<strong>de</strong>n hacer tanto en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />

Palestina, ni los sables <strong>de</strong> los ejércitos sarracenos pue<strong>de</strong>n cimentar<br />

tan sólidamente su dominio en aquella tierra, objeto <strong>de</strong> tantos combates,<br />

como yo y algunos <strong>de</strong> mis hermanos cpie están unidos conmigo<br />

para todo cnanto exija yo <strong>de</strong> ellos. Serás reina ; colocaré en<br />

aquellas tierras el trono que habré sabido conquistar para tí; y en<br />

lugar <strong>de</strong> ese bastón que tanto tiempo he <strong>de</strong>seado, empuñaré un ce-<br />

'ro que hará temblar el mundo entero.<br />

— Eso es sonar, dijo Rebeca ; pero aunque fueran realida<strong>de</strong>s tus<br />

quimeras, no creas que bastarían áconmover mi resolución. No tengo<br />

tan en poco á la patria y á la religión , que pueda mirar con<br />

aprecio al que rompe tan sagrados vínculos , y sacu<strong>de</strong> el yugo <strong>de</strong><br />

ana or<strong>de</strong>n á la cual lo ligan sus juramentos, por satisfacer la pa-<br />

-ion que le ha inspirado una estraña. No pongas precio á mi libertad<br />

; no vendas la protección ; <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> al oprimido por caridad ; no<br />

"O vista <strong>de</strong> ventajas perece<strong>de</strong>ras. Implora el amparo <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong><br />

Inglaterra; Ricardo acogerá mí apelación contra esos hombres<br />

cacles.<br />

— Hso no, Rebeca, dijo el templario ; si renuncio á mi or<strong>de</strong>n, por<br />

;<br />

i la renuncio. Si tu amor no me recompensa , á lo menos conser-<br />

\ aré mi ambición ; que lo contrario seria per<strong>de</strong>rlo todo á un tiemoo.<br />

¡ Humillarme ante Ricardo ! ¡Pedir gracias á aquel mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />

-nberbia y <strong>de</strong> orgullo! No, Rebeca: jamás se humillará tanto le orlen<br />

<strong>de</strong> los templarios en mi persona. Puedo salir <strong>de</strong> su seno ; pero<br />

n cubrirla <strong>de</strong> ignominia.


34.8 IVYNMIOK.<br />

— Pues Dios tenga piedad <strong>de</strong> mí, dijo Ucheca , ya que en lo=<br />

hombres no puedo hallarla.<br />

— No por cierto , dijo el templario: eres altiva , y has dado con<br />

quien no lo es menos que tú. Si llego á entrar en el palenque con<br />

la lanza en ristre.no hay consi<strong>de</strong>ración humana que me estorbe ha<br />

certodo lo que puedo en semejantes casos: piensa en el resultado<br />

Sufrirás una muerte horrorosa, como el peor <strong>de</strong> los criminales: serás<br />

consumida por las llamas ; ni un átomo quedará <strong>de</strong> esa estructura<br />

preciosa ; dotada ahora <strong>de</strong> vida, <strong>de</strong> movimiento , do genio , <strong>de</strong><br />

pasiones.... no, no hay mujer que pueda sostener el aspecto <strong>de</strong> tan<br />

espantoso porvenir. Rebeca, ce<strong>de</strong>rás á mis súplicas.<br />

— Bois-Guilbert , respondió la judía , no conoces la. índole, <strong>de</strong> la<br />

mujer , ó solo has tratado con las que han perdido los nobles sentimientos<br />

con que nos ha distinguido la naturaleza. Sabe, arrogante<br />

caballero, que no has ostentado tú tanto valor en las mas encarnizadas<br />

batallas, como el que posee una mujer resuelta á sufrir antes<br />

que sacrificar su afecto ó su obligación . Soy mujer , y criada con<br />

la mayor blandura, y naturalmente temerosa <strong>de</strong>l peligro, .lamas he<br />

cisto <strong>de</strong> cerca la <strong>de</strong>sgracia,, y por consiguiente no sé sufrirla : pero<br />

cuando entremos en el campo <strong>de</strong> batallaytú á pelear, y yo á morir,<br />

mi corazón me dice que te esce<strong>de</strong>rá en valor, en firmeza y en resolución.<br />

A Dios : no perdamos el tiempo en palabras vanas; el poce<br />

<strong>de</strong> que puedo disponer en la tierra <strong>de</strong>be ser empleado <strong>de</strong> muy distinto<br />

modo. Voy á buscar al Padre, <strong>de</strong> las misericordias, que no niega<br />

sus consuelos al que los busca con sinceridad y candor.<br />

—Separémonos, dijo el templario; y ¡ojalá nunca nos hubiéramos<br />

visto, ó á lo menos hubieras nacido noble y cristiana! Por e!<br />

cielo santo, que cuando te contemplo, y consi<strong>de</strong>ro las circunstancias<br />

en (pie nos hemos di 1<br />

volver á ver, quisiera, haber nacido en tu<br />

<strong>de</strong>gradado pueblo, y enten<strong>de</strong>r mas bien <strong>de</strong> mercancías y <strong>de</strong> zoquines,<br />

que <strong>de</strong> espadas y broqueles. Entonéis estaría, acostumbrado<br />

á doblarla cabeza ante los nobles y po<strong>de</strong>rosos, y solo serian terribles<br />

mis miradas para mis <strong>de</strong>udores. Solo puedo formar semejantes<br />

<strong>de</strong>seos, por estar mas cerca <strong>de</strong> tí en la vida, y por evitar el<br />

golpe horrible que me prepara tu muerte.<br />

— Hablas <strong>de</strong>l judío según ahora lo estás contemplando. El cié!<br />

en su cólera, le ha arrojado <strong>de</strong>l suelo natal; pero su industria le ha<br />

abierto el camino <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> la riqueza, que lian querido cerrarle<br />

las naciones. Léela historia antigua <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios.;


o<br />

CAPÍTULO XXXIX. 349<br />

diluí' si aquellos en cuyo favor obró Jeovah tantos prodigios entro<br />

las naciones, eran una cuadrilla <strong>de</strong> míseros usureros. Y sabe que<br />

po<strong>de</strong>mos contar muchos nombres, junto álos cuales los nobles que<br />

tanto orgullo os inspiran, son lo mismo que el hisopo comparado<br />

al cedro; nombres cuyo catálogo sube á los tiempos venturosos en<br />

que la presencia Divina se mostró en un trono <strong>de</strong> querubines;<br />

nombres que <strong>de</strong>rivan su esplendor, no <strong>de</strong> una raza terrena, sino <strong>de</strong><br />

aquella voz formidable que congregó á nuestros padres para que<br />

fuesen testigos <strong>de</strong> las visiones celestes. Tales fueron los príncipe?<br />

<strong>de</strong> !a casa <strong>de</strong> Jacob.»<br />

Encendiéronse las mejillas <strong>de</strong> Rebeca al referir las glorias <strong>de</strong> su<br />

pueblo: ¡icro muy en breve se cubrieron <strong>de</strong> pali<strong>de</strong>z al añadir dando<br />

un suspiro: oTales eran los príncipes <strong>de</strong> Jacob; pero no son así en<br />

el día. Han sidobollados como la yerba marchita,, y mezclados coi,<br />

la arena <strong>de</strong>l camino. Sin embargo, judíos hay que no se avergüenzan<br />

<strong>de</strong> tan alta genealogía, y <strong>de</strong> este número es la hija <strong>de</strong> Isaac,<br />

hijo <strong>de</strong> Adonikam. A Dios: no te envidio tus sangrientos honores;<br />

no te envidio tu bárbaro origen <strong>de</strong> los paganos <strong>de</strong>l norte; note<br />

envidio esa fe que siempre está en tus labios, y nunca en tu corazón<br />

ni en tus obras.<br />

— Por Dios que estoy verda<strong>de</strong>ramente hechizado, dijo Erian: el<br />

gran Maestre tiene razón; y la repugnancia con que me separo <strong>de</strong><br />

ti parece obra <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r sobrenatural. ¡Hermosa criatura', dijeacercándose<br />

á la judía; ¡tan joven, tan linda, tan impávida en pre<br />

simeia <strong>de</strong> la muerte, y con<strong>de</strong>nada á morir, y á morir con infamia,<br />

\ en medio <strong>de</strong> horribles tormentos! ¿Quién no llorará tu suerteV<br />

\ einte años hace que no se asoman lágrimas á mis ojos, y ahora se,<br />

hume<strong>de</strong>cen al contemplarte. Pero <strong>de</strong>be ser: nada es capaz <strong>de</strong> salva:-<br />

fu vida. Tú y yo somos ciegos instrumentos <strong>de</strong> alguna fatalidad<br />

irresistible, que nos empuja y arrastra como los barcos en la.<br />

tormenta cuando las olas los sacu<strong>de</strong>n y hacen chocar entre sí .y perecen.<br />

Perdóname, y separémonos amigos. En vano lio querido di<br />

suaclirte <strong>de</strong> tu resolución; pero la mía es inapeable como los <strong>de</strong>creto*<br />

que dimanan <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino.<br />

— Así es como, dijo Rebeca, los hombres achacan al <strong>de</strong>stinólo<br />

que es efecto d.e sus indómitas pasiones. Yo te perdono, Bois-Guüherí,<br />

aunque eres el autor <strong>de</strong> mi muerte terrena. No puedo negar<br />

eco hay gérmenes nobles en reanimo atrevido; pero es como e!<br />

jardín <strong>de</strong>l perezoso, en el cual les raices se lian .apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong>l ter-


350 IVANIIOK.<br />

reno, <strong>de</strong>sfigurando su belleza y abogando las plantas útiles.<br />

—Así soy como me has pintado, dijo el templario; áspero, indómito<br />

y envanecido con la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y con la fuerza que me,<br />

han hecho tan superior á esos necios casquivanos que me ro<strong>de</strong>an.<br />

La guerra ha sido mi educación, y á ella <strong>de</strong>bo la elevación <strong>de</strong> mis<br />

miras, y la inflexible tenacidad que empleo en alcanzarlas. Tal es<br />

mi carácter, y tal será siempre. Lo probaré con hechos que causarán<br />

admiración al mundo. Pero ¿es cierto que me perdonas';<br />

—Como la víctima perdona al sacriíicador, dijo Rebeca.<br />

—A Líos, dijo el templario, y salió <strong>de</strong>l aposento. ><br />

El preceptor Alberto aguardaba con impaciencia en una pieza<br />

inmediata el regreso <strong>de</strong> Bois-Guilbcrt.<br />

«Mucho has tardado, le dije; y te aseguro que ya estaba sobre<br />

ascuas. ¿Qué hubiera sido <strong>de</strong> nosotros, si hubiera venido el gran<br />

Maestre, ó su amigo Conrado? Cara me hubiera costado mi con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia.<br />

Pero ¿qué tienes, hermano? ¿Qué significa ese seño<br />

terrible? Apenas pue<strong>de</strong>s sostenerte.<br />

—Estoy, respondió Briau, como el que sabe, que va á morir <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> una hora: y quizás peor, porque hay muchos que sebee, al<br />

cadalso como si fueran á mudar <strong>de</strong> ropa. Malvoisin, esa muchacha<br />

me hace en realidad per<strong>de</strong>r el juicio. Poco me faltó para ir a ver al<br />

gran Maestre, abjurar <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n en sus barbas, y negarme á ejecutar<br />

la cruel obligación que me ha impuesto.<br />

¿Has perdido el seso? dijo Malvoisin. ¿Y qué saearias <strong>de</strong> tamaño<br />

dislate? Per<strong>de</strong>rte para siempre, sin salvar la vida <strong>de</strong> esa mujer que<br />

es <strong>de</strong> tanto precio á tus ojos. Beaumanoir nombrará otro individuo<br />

<strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n que tome las armas, y la judía perecerá como si tú hubieras<br />

hecho lo que se te ha mandado.<br />

—Puesbien: saldré á su <strong>de</strong>fensa, dijo Brian con resolueion y orgullo;<br />

y veremos si hay en la Or<strong>de</strong>n quien resista al empuje <strong>de</strong> mi<br />

lanza. La judía es inocente: yo seré su campeón.<br />

—Pero has olvidado que ni tienes tiempo ni oportunidad <strong>de</strong> poneren<br />

ejecución tan <strong>de</strong>satinado proyecto. Oí á Beaumanoir que<br />

renuncias al voto <strong>de</strong> obediencia, y verás cuanto tarda en ponerte<br />

entre cuatro pare<strong>de</strong>s, río habrán acabado <strong>de</strong> salir las palabras <strong>de</strong><br />

tu boca, cuando te hallarás á cien pies <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> tierra, en ti calabozo<br />

<strong>de</strong>l preceptorio, hasta que se te juzgue como apóstata <strong>de</strong> la<br />

Or<strong>de</strong>n: ó si confirma en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que estás en<strong>de</strong>moniado, prepárate<br />

á vivir en alguna cárcel distante; á gozar las dulzuras <strong>de</strong> la


CAPÍTULO XXXIX. .551<br />

oscuridad, <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas y <strong>de</strong> una cama <strong>de</strong> paja. Desengáñale: 6<br />

peleas ó quedas <strong>de</strong>shonrado.<br />

—Huiré, amigo Malvoisin, dijo Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert; huiré á<br />

países remotos. Ni una gota <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong> esta hermosa criatura<br />

será <strong>de</strong>rramada por mi intervención, ni con mi consentimiento.<br />

—No podrás huir, dijo el preceptor, porque ya tu conducta ha<br />

escitado sospechas, y te será imposible salir <strong>de</strong>l recinto <strong>de</strong> estas<br />

murallas. Haz la prueba: preséntate á la puerta; manda que echen<br />

el puente, y verás lo que te respon<strong>de</strong>n. Ya veo que esta noticia te<br />

sorpren<strong>de</strong> y agravia: pero ¿no es mucho mejor para, tí que así sea?<br />

¿duales serian las consecuencias <strong>de</strong> tu fuga? La <strong>de</strong>shonra <strong>de</strong> tus<br />

armas; el envilecimiento <strong>de</strong> tu nombre y <strong>de</strong> tu familia; la pérdida<br />

<strong>de</strong> tu dignidad. ¿Dón<strong>de</strong> podrán ocultarse tus compañeros <strong>de</strong> armas,<br />

cuando Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, la mejor lanza <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n,<br />

sea proclamado infiel y cobar<strong>de</strong>, en medio <strong>de</strong>l escarnio y <strong>de</strong> las risas<br />

<strong>de</strong>l populacho? ¿Qué se dirá en la Corte <strong>de</strong> Francia? ¿Con cuanta<br />

satisfacción no sabrá, el altivo Bicardo que el caballero que le<br />

lió tan malos ratos en Palestina, y que iba ya oscureciéndole la.<br />

fama, ha perdido la suya por una mozuela judía, á quien no pudo<br />

salvar, ni aun ¡i costa <strong>de</strong> tanto sacrificio?<br />

—Malvoisin, te doy las gracias, dijo Brian: has tocado la cuerda<br />

mas sensible <strong>de</strong> mi corazón. Venga lo que viniere, el dictado dé<br />

cobar<strong>de</strong> no se agregará jamás al nombre <strong>de</strong> Bois-Guilbert. ¡Ojalá<br />

se presentara al combate el mismo Bicardo ó alguno <strong>de</strong> sus favoritos!<br />

Lo peor es que nadie acudirá á <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r á esa infeliz; nadie<br />

se espondrá á romper una lanza por la inocente abandonada.<br />

—Mejor para tí si así suce<strong>de</strong>, dijo el preceptor. Si Rebeca no tiene<br />

campeón, no es culpa tuya, ni se te pue<strong>de</strong> atribuir su muerte<br />

sino al gran Maestre.<br />

—Si no hay campeón, dijo Bois-Guilbert, todo el papel que tengo<br />

que representar es salir á caballo enmedio <strong>de</strong>l palenque; pero sin<br />

tener parte alguna en lo que se hará <strong>de</strong>spués. Me mantengo en lo<br />

dicho; me ha <strong>de</strong>spreciado; me ha rechazado; me ha cubierto <strong>de</strong><br />

dicterios. ¿Y por qué le he <strong>de</strong> sacrificarla opinión en que los otros<br />

me tienen? Alberto, saldré al combate: no lo du<strong>de</strong>s.»<br />

Al <strong>de</strong>cir esto salió <strong>de</strong>l aposento, y Malvoisin le siguió para observarle<br />

<strong>de</strong> cerca y confirmarle en sus resoluciones. Interesábase<br />

en la suerte <strong>de</strong> su amigo, no solo por lo que él esperaba, sino también<br />

por la recompensa que aguardaba en virtud <strong>de</strong> las promesas


852 IVAN'HOK.<br />

<strong>de</strong> Mont-Fitchet si contribuía zelosameute al proceso <strong>de</strong> Ke<br />

beca. Sin embargo , -aunque al combatir los impulsos <strong>de</strong> humanidad<br />

<strong>de</strong> Brian tenia toda la ventaja que dan la sangre fría<br />

y el egoísmo sobre los afectos vivos y exaltados , tuvo que<br />

echar mano <strong>de</strong> toda su astucia para disuadirle <strong>de</strong> su primer<br />

propósito. Por lo mismo no quiso per<strong>de</strong>rle <strong>de</strong> vista un solo instante,<br />

pues temia que en un momento <strong>de</strong> impru<strong>de</strong>ncia se le escapase<br />

<strong>de</strong> entre las manos ó tuviese una entrevista con el gran Maestre,<br />

<strong>de</strong> la que naturalmente <strong>de</strong>bía resultar un escandaloso rompimiento<br />

Malvoisin siguió á Bois-Guilbert, y repetidas veces le <strong>de</strong>mostró 3a<br />

necesidad en que estaba <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer ¡i su superior, la imposibilidad<br />

<strong>de</strong> salvar en todo caso á Kebeca, y la suerte que le amenazaba<br />

si no se presentaba al duelo como campeón <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n.<br />

CAPITULO XL.<br />

Volvamos á tomar el hilo <strong>de</strong> las aventuras <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> la negra<br />

armadura; el cual habiéndose separado <strong>de</strong>l generoso bandido<br />

se dirigió en <strong>de</strong>rechura á un pobre convento <strong>de</strong> las inmediaciones,<br />

al que habia sido trasladado Ivanhoe, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tomado el castillo,<br />

por el fiel Gurth y el magnánimo Wamba. Es inútil por ahora<br />

entrar en los pormenores <strong>de</strong> lo que pasó entre Wilfrido y su libertador:<br />

baste <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una larga ó interesante conversación,<br />

el Prior <strong>de</strong> san Botolph <strong>de</strong>spachó mensajeros ¡idiferentes puntos,<br />

y que al día siguiente el caballero negro se dispuso á continuar<br />

su marcha, sirviéndole el bufón <strong>de</strong>, guia.<br />

«Nos veremos, dijo el <strong>de</strong> lo negro, en el castillo <strong>de</strong> Coningsburgh,<br />

puesto que tu padre va á celebrar en él las exequias <strong>de</strong> su<br />

noble pariente Athelstane. Allí veré á vuestra parentela y nos conoceremos<br />

unos á otros. No faltes á esta cita, y yo me encargo <strong>de</strong><br />

reconciliarte con Cedric.»<br />

Dicho esto, se <strong>de</strong>spidió afectuosamente <strong>de</strong> Wilfrido, el cuaima<br />

nifestó los mas vivos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> acompañarle: mas el caballero no<br />

quiso dar oídos ó semejante proposición.<br />

«Pasa aquí el dia <strong>de</strong> hoy; y aun Dios sabe si tendrás mañana<br />

bastantes fuerzas para ponerte en camino. No quiero tener mas


CAPÍTULO NL. 333<br />

guia que el honrado Waniba, el cual sabe hacer el cuerdo y el loto<br />

según se presenta la ocasión.<br />

—V yo te acompañaré <strong>de</strong> mil amores, dijo el bufón, pero no quisiera<br />

faltar al convite <strong>de</strong>l tlia <strong>de</strong>l entierro, porque si todo no está en<br />

or<strong>de</strong>n, es capaz el muerto <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> la tumba, y armar un pelotera<br />

con el cocinero y el mayordomo: y cierto seria cosa <strong>de</strong> ver. En<br />

todo caso, señor caballero, tu valor me servirá <strong>de</strong> padrino si Cedric<br />

<strong>de</strong>saprueba esta romería,<br />

—Y si tu ingenio no hasta á justificarte, ¿<strong>de</strong> qué servirá mi<br />

•:alor?<br />

—El ingenio, dijo el bufón, pue<strong>de</strong> mucho. Es un truhán astuto,<br />

que sabe aprovecharse <strong>de</strong>l flanco <strong>de</strong>l enemigo, y ponerse á, sotavento<br />

cuando mas fuerte soplan sus pasiones. Pero el valor es un calavera<br />

aturdido, que parte por medio y hace astillas cuanto se le presenta.<br />

Navega contra viento y marea, y siempre va a<strong>de</strong>lante.<br />

Por tanto, mas seguro es confiar en tu valor que en mi ingenio.<br />

-Señor Caballero <strong>de</strong>l candado, dijo AVilfrido, ya que no permites<br />

que se te dé otro nombre; no sé si te acomodará un guia tan<br />

inquieto y parlanchín: pero á lo nimios uo hay cazador que sepa<br />

mejor que él todas las v crudas y atajos <strong>de</strong> estas eselvas y matorrales-<br />

Por lo <strong>de</strong>más, motivos 1 ¡enes <strong>de</strong> saber que es mas fiel que el oro.<br />

-Condúzcame él, dijo el caballero, por el camino mas corto y<br />

mas seguro, y diga si quiere cuantas locuras se le presenten á la<br />

imaginación. A. "Dios, buen Wilfrido; cuida <strong>de</strong> tu salud, y no te<br />

pongas en camino hasta mañana »<br />

Dicho esto, presentó la mano á Wilfrido, el cual se la besó respetuosamente;<br />

se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong>l prior; montó á caballo y empezó á<br />

caminar, siguiendo los pasos <strong>de</strong>l bufón. Ivanlioe los estuvo mirando<br />

hasta que <strong>de</strong>saparecieron en las sombras <strong>de</strong>l bosque.<br />

Pero poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l toque <strong>de</strong> maitines mandó llamar al prior.<br />

VA anciano acudió iumediatamente y le preguntó por el estado <strong>de</strong><br />

su salud.<br />

•' Mucho mejor, respondió Wilfrido, <strong>de</strong> lo que hubiera podido esperar.<br />

O la herida no es tan consi<strong>de</strong>rable como lo daba á enten<strong>de</strong>r<br />

ta gran efusión <strong>de</strong> sangre, ó ese bálsamo ha hecho en mí un efecto<br />

prodigioso. Se me figura que puedo armarme sin inconveniente -<br />

y creed que me alegro, porque me están pasando cosas por la imaginación<br />

que me hacen insoportables la inacción y el reposo.<br />

—No permitan los santos <strong>de</strong>l Cielo, dijo el prior , que el hijo <strong>de</strong><br />

23


35l IYANHOK-<br />

Cedric salga déoste convento sin estar perfectamente curado. Seria<br />

por cierto <strong>de</strong>shonra <strong>de</strong> nuestra profesión.<br />

—Ni yo quisiera tampoco , reverendo padre, dijo Ivanlioe, <strong>de</strong>jai<br />

la hospitalidad que tan generosamente me habéis ofrecido, si no<br />

me sintiera capaz <strong>de</strong> soportar la jornada, y si no me creyera obligado<br />

á empren<strong>de</strong>rla.<br />

—;. V que motivo podéis tener , dijo el prior, para tan repentina<br />

marcha?<br />

—¿ No has sentido nunca, dijo "Wilfrido, vagos presentimientos<br />

<strong>de</strong> una calamidad próxima y sin causa conocida? ¿No lias tenido<br />

nunca oscurecido el espíritu, á manera <strong>de</strong> los campos cuando las<br />

nubes les anuncian la cercanía <strong>de</strong> la tempestad ? ¿Y no crees que<br />

son dignos <strong>de</strong> atención semejantes impulsos, como avisos celestes<br />

<strong>de</strong>l peligro que nos amenaza?<br />

—No puedo negar, dijo el prior, que se han visto gran<strong>de</strong>s ejem<br />

píos <strong>de</strong> esos testimonios <strong>de</strong> la protección divina; pero siempre tienen<br />

un fin visiblemente útil y saludable: mas tú estás herido, y<br />

no pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rá tu amigo en caso <strong>de</strong> verse atacado.<br />

—Prior, dijo Ivanhoe, te engañas. Todavía tengo bastante fuerza<br />

en los puños para ajustaría cuenta á todo el que me provoque: pe<br />

ro aunque así no fuera, no solo pue<strong>de</strong> uno servir á su amigo con<br />

el vigor <strong>de</strong> los brazos. Sabido es el odio que los Sajones tienen A<br />

los Normandos; y ¿quién sabe á dón<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> llevarles la exasperación<br />

que ha producido la muerte <strong>de</strong> Athelstane, y mas cuando haya<br />

hecho su efecto el vino que va á distribuirse en el castillo <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> las exequias? La ocasión en que ese hombre va á presentarse<br />

en medio <strong>de</strong> gentes que <strong>de</strong>testan á los <strong>de</strong> su raza es en estremo<br />

peligrosa, y yo < stoy resuelto á evitarle toda especie <strong>de</strong> mal, ó<br />

á sufrirlo con él. Proporcióname un caballo cuyo paso sea mas suave<br />

que el <strong>de</strong>l mío.<br />

—Te daré mi yegua, dijo el prior, é irás en ella como cu un col<br />

chon <strong>de</strong> plumas. Es mucho animal Malkin. En tu vida has monta<br />

do bestia mas noble ni mas segura.<br />

— Pues bien, reverendo padre , dijo Ivanhoe; manda aparejar a<br />

Malkin, y di á Gurth que me prepárelas armas.<br />

—Eso no, amigo, dijo el prior; Malkin están pacífica como su<br />

amo, y no sufrirá que la montes con todo ese aparato <strong>de</strong> peto y es<br />

paldar. No consiente encima mas peso que aquel á que está acostumbrada.<br />

El otro dia al <strong>de</strong>spedirme <strong>de</strong>l abad <strong>de</strong> Canuto me prestó


CAPÍTULO -VL 35ó<br />

un tomo <strong>de</strong>l Frucius temporum; pero Malkin ÜO quiso moverse <strong>de</strong><br />

la puerta hasta que <strong>de</strong>volví aquel grueso volumen, y quedé sin otro<br />

equipaje que el Breviario.<br />

—No creáis, dijo Wilfrido, que la molestará mi peso; y si quiere<br />

habérselas conmigo, difícil será que se salga con la suya »<br />

Ivanhoe pronunció estas últimas palabras mientras Gurth le cal<br />

•/.aba un par <strong>de</strong> espuelas doradas, capaz <strong>de</strong> convencer al caballo<br />

mas rebel<strong>de</strong>, que el mejor partido que podía abrazar era someterse<br />

á la voluntad <strong>de</strong>l ginete.<br />

arrepentido el prior <strong>de</strong> su cortés oferta al ver las puntasenorm.es<br />

<strong>de</strong> las espuelas <strong>de</strong> Ivanhoe, le dijo algo confuso y apesadumbrado:<br />

«Buen caballero, Malkin no está acostumbrada á sufrir hierro en<br />

los ijares. Mejor fuera enviar por el caballo capón <strong>de</strong>l proveedor <strong>de</strong>l<br />

convento, que pue<strong>de</strong> estar aquí <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una hora , y es mucho<br />

mas manso y tratable, puesto que está hecho á traer cargas <strong>de</strong> le­<br />

ba, y uuuca prueba grano.<br />

—Os doy gracias, dijo Ivanhoe; pero vuestra primera oferta me<br />

acomoda mucho mas. Malkin está ya ala puerta, seguu estoy vien­<br />

do <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí, y no quiero hacerle ese <strong>de</strong>saire. Gurth llevará mi<br />

armadura, y no tengáis recelo, que la yegua volverá á vuestro po<br />

<strong>de</strong>r sin menoscabo.»<br />

Ivanhoe bajó las escaleras mas aprisa <strong>de</strong> lo que podía esperarse<br />

en su situación, y montó sobre le yegua, <strong>de</strong>seando verse libre d<<br />

las instaucias <strong>de</strong>l prior. El buen viejo se mantuvo á su lado hasta<br />

el último momento, ora pon<strong>de</strong>rando el mérito <strong>de</strong> Malkin, ora reco­<br />

mendando á Ivanhoe que la cuidase y la tratase con blandura.<br />

«Está en los quince años, <strong>de</strong>cia riéndose <strong>de</strong> su propio chiste, que<br />

es edad tan peligrosa para yeguas como para doncellas.<br />

Ivanhoe, que tenia otras cosas en qué pensar que la yegua <strong>de</strong>l<br />

prior, no prestó gran atención á sus consejos y prevenciones ; y<br />

dispuesto á marchar , y mandando á su escu<strong>de</strong>ro (que este era el<br />

título que Gurth se daba) que no se separase <strong>de</strong> su lado, echó á an<br />

dar por el mismo camino que habia tomado el caballero negro,<br />

mientras el prior se mantenía á la puerta <strong>de</strong>l convento mirándole<br />

<strong>de</strong> hito en hito , y esclamando: «¡Dios mió! que aprisa caminan<br />

estos caballeros! Mucho siento haber puesto en sus manos al pobre<br />

animalito, porque si queda inservible, ¿ qué ha <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> mí con<br />

este reumatismo que Dios me ha dado? Sin embargo , yo estoy<br />

pronto á emplear mis pobres y débiles miembros en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la


ílürt ¡v ANUO i:.<br />

eauaa <strong>de</strong> Inglaterra, y bueno es que Mnlkin emplee los suyos en la<br />

misma. Quizls si ganan los nuestros se acordarán <strong>de</strong> este convento,<br />

que bien lo necesite; ó á lo menos enviarán un buen caballo <strong>de</strong><br />

regalo al prior. Si así no lo hicieren, porque los gran<strong>de</strong>s suelen olvidar<br />

los favores <strong>de</strong> los pequeños, me servirá <strong>de</strong> recompensa la satisfacción<br />

<strong>de</strong> haber cumplido con mi <strong>de</strong>ber. Pero ya es hora <strong>de</strong> mandar<br />

tocar á refectorio para el almuerzo.»<br />

El prior pasó en efecto al refectorio, don<strong>de</strong> se estaba \ a sirvieu.<br />

do á la comunidad el bacalao y la cerveza que ordinariamente ie<br />

servia <strong>de</strong> <strong>de</strong>sayuno. Sentóse á la testera , y soltó algunas palabras<br />

sobre los gran<strong>de</strong>s beneficios que podrían resultar al convento tic<br />

cierto servicio importante que acababa <strong>de</strong> hacer á persona <strong>de</strong> alto<br />

fiordo, y que en otra época hubiera.hecho gran ruido en el mundo.<br />

Entretanto, el caballero negro y su guia atravesaban alegres y<br />

contentos los laberintos <strong>de</strong>l bosque: el primero , entreteniéndose<br />

ora en escitar con preguntas el buen humor y el agudo ingenio <strong>de</strong>l<br />

segundo; ora en cantar á media voz algún romanee <strong>de</strong> trovador<br />

enamorado: <strong>de</strong>. modo, que su conversación formó una estraña miscelánea<br />

<strong>de</strong> prosa y verso , <strong>de</strong> que procuraremos dar alguna i<strong>de</strong>a á<br />

nuestros lectores. Imagínense á este po<strong>de</strong>roso guerrero, como ya<br />

le hemos bosquejado, alto <strong>de</strong> estatura, fuerte <strong>de</strong> huesos, montado en<br />

un caballo negro que parecía hecho para semejante ginete; alta la<br />

visera para respirar con holgura , pero subido el barboquejo <strong>de</strong><br />

modo que solo podía distinguirse una parte <strong>de</strong> su rostro, (ion todo,<br />

bien se echaban <strong>de</strong> ver las prominencias <strong>de</strong> sus tostadas mejillas, y<br />

los gran<strong>de</strong>s y brillantes ojos azules que centellaban notablemente<br />

al través <strong>de</strong> la sombra <strong>de</strong> la visera: iodo su talante indicaba el<br />

buen humor <strong>de</strong> quien no sabe temer peligros y la seguridad <strong>de</strong><br />

quien sabe arrostrarlos ; una índole incapaz <strong>de</strong> prever los contratiempos,<br />

pero resuelta a combatirlos y sobrepujarlos; y sin embargo,<br />

los riesgos eran la ocupación habitual <strong>de</strong> su vida, puesto que<br />

solo vivía <strong>de</strong> guerras y <strong>de</strong> aventuras.<br />

El bufón llevaba su traje acostumbrado: pero las últimas ocurrencias<br />

le habían obligado á prevenirse <strong>de</strong> una gran<strong>de</strong> cuchilla<br />

encorvada, en lugar <strong>de</strong> su espada <strong>de</strong> palo, y <strong>de</strong> un broquel que 'fi<br />

«ervia <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa. A pesar <strong>de</strong>, su profesión, se habia servido diestramente<br />

<strong>de</strong> estas dos armas durante el asedio <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey.<br />

V ciertamente la enfermedad mental <strong>de</strong> Wamba no<br />

-consistía mas, que en una especie <strong>de</strong> irritabilidad ó impaciencia,


CAPÍTULO XI., 353<br />

r¡ue no lo <strong>de</strong>jaba permanecer en la misma posición ni fijarse en una<br />

i<strong>de</strong>a: no obstante lo cual, podia <strong>de</strong>sempeñar todo lo que requería<br />

prontitud y eficacia, y compren<strong>de</strong>r con la mayor claridad lo que<br />

se presentaba <strong>de</strong> golpe á su entendimiento. Cuando iba á caballo,<br />

estaba en movimiento continuo, ora junto á la cola, ora junto alas;<br />

orejas<strong>de</strong>l animal; ya <strong>de</strong>jando colgar las dos piernas hacia un la<br />

do, ya vuelta la espalda ¡i la cabeza. Tales fueron sus evoluciones<br />

cuando acompañaba al caballero <strong>de</strong> lo negro; y tantos fueron sus<br />

brincos, y gestos y contorsiones, que el caballo no pudo sufrirlos 3<br />

le arrojó cuan largo era al suelo. Este inci<strong>de</strong>nte sirvió <strong>de</strong> gran diversión<br />

al <strong>de</strong>l candado, y <strong>de</strong> lección al bufón para guardar algún<br />

mas reposo y compostura.<br />

Al principio <strong>de</strong> la jornada los dos alegres caminantes se pusieron<br />

á cantar alternativamente, formando una especie <strong>de</strong> certamen, en<br />

que el uno continuaba ó respondía al tema que el otro habia empezado:<br />

y en esta lucha <strong>de</strong> ingenio, aunque el caballero tenia mas<br />

instrucción y facilidad, no llevó gran ventaja, á su compañero. So.<br />

primer canto fué como sigue:<br />

Ei CAIULLKÜO. WAMJ-.A.<br />

Despierta. .1 muía; Grato es el sueno.<br />

No mas dormir; Grato es dormir.<br />

Ouc el aura sale AI que durmiendo<br />

Con su carmín. Solo es feliz,<br />

Deja ya el leclio. ¡Sueño en mi amante<br />

S:il á lucir Como le vi<br />

l.n faz <strong>de</strong> rosas Bajo ios olmos<br />

V <strong>de</strong> marfil. Oe mi jardín.<br />

Cou tus miradas Danme estos sueño-.<br />

Hay. revivir Placer sin fin:<br />

\1 que se muere Pero no pienses<br />

Oe an-or ñor ti. Que -ueño en tí.<br />

«Donosa canción! dijo Wainba cuando hubo concluido; y á fe quila<br />

moral es <strong>de</strong> lo bueno, y cosa que todos los dias se ven entre mujeres<br />

y hombres. Muchas veces la he cantado con mi compañero<br />

ííurt, hoy. por la. gracia <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> mi amo, elevado á la alta<br />

dignidad <strong>de</strong> hombre libre; y una vez nos enfrascamos tanto en ella<br />

que nos estuvimos en la cama hasta dos horas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />

salido el sol, cantándola entre sueños, hasta que nos <strong>de</strong>sportaron á<br />

latigazos. Des<strong>de</strong> entonces nunca la canto sin que me tiemblen los


858 IVANH0E.<br />

huesos. Sin embargo, por daros gusto he hecho el papel <strong>de</strong> Juana»<br />

y estoy pronto á respon<strong>de</strong>r á cuantas entonéis.<br />

—Ahora te toca á tí empezar, y á mí respon<strong>de</strong>r, dijo el caballero.<br />

El bufón empezó otra canción por el estilo déla prece<strong>de</strong>nte, que.<br />

con la respuesta <strong>de</strong>l caballero, <strong>de</strong>cía así:<br />

WAMBA.<br />

Tres galanes á mi pueblo<br />

Vinieron <strong>de</strong> buen humor,<br />

A buscar una -viuda<br />

Que dé por respuesta: No.<br />

Un hidalgo, un caballero,<br />

Y el tercero un labrador;<br />

Y dieron con Catalina,<br />

Que es viuda y como un sol.<br />

Diz el noble «Catalina,<br />

Ilustres abuelos son<br />

Los que fundaron mi alcurnia<br />

Allá cuando el Key rabió.<br />

Tengo barras en mis armas,<br />

Dos cal<strong>de</strong>ras y un león.<br />

¿Qué respon<strong>de</strong>s?—La viuda<br />

Le dio por respuesta: ííc.t<br />

EL CABALLERO.<br />

Diz el héroe: «Catalina,<br />

Mas turcos he muerto yo,<br />

Que arenas ciñen los mores.<br />

Y rayos <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> el sol.<br />

En Flán<strong>de</strong>s y en Palestini<br />

Tiene fama mi pendón.<br />

¿Qué respon<strong>de</strong>s?—La viuda<br />

Le dio por respuesta: A'o.v<br />

WAMBA:<br />

Diz el patán: «Catalina<br />

Tengo á tu disposición<br />

Diez hanegadas <strong>de</strong> tierra<br />

Y algún ganado mayor;<br />

Un buen corral <strong>de</strong> gallina;-<br />

Y para pascua, un lechen<br />

¿Qué respon<strong>de</strong>s?—La viuda<br />

Dio no por respuesta? No.<br />

«Quisiera, amigo Wamba, dijo el caballero, que estuviese aquí<br />

nuestro alegre ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst para que nos hiciera<br />

tercio.<br />

—Pues yo no quisiera, dijo Wamba, aunque me valiera ese precioso<br />

cuerno que cuelga <strong>de</strong> tu tahalí.<br />

—Prenda es esta, dijo el <strong>de</strong> lo negro, <strong>de</strong> la buena amistad <strong>de</strong>l<br />

montero Locksley, aunque no creo me veré en el caso <strong>de</strong> hacer uso<br />

<strong>de</strong> ella. Pero si fuera preciso, con solo tocar tres notas en ese cuerno,<br />

ya verías acudir gente á nuestro socorro.<br />

—Dios nos libre <strong>de</strong> ellos, dijo Wamba, aunque creo que el cuerm.<br />

<strong>de</strong> Locksley sirve <strong>de</strong> pasaporte para que nadie os moleste en estas<br />

soleda<strong>de</strong>s.<br />

—¿Qué quieres <strong>de</strong>cir? repuso el caballero. ¿Crees tú que esos hon<br />

ráelos monteros son ladrones?<br />

—No he dicho semejante cosa, contestó Wamba, y me guardare<br />

muy bien <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirlo: porque habéis <strong>de</strong> saber, señor caballero, que


CAPÍTULO KL. 338<br />

tos arbolen tienen oídos como las pare<strong>de</strong>s. Solo quisiera que adi\ ¡miráis<br />

un acertijo. ¿Cuando están la copa y la. bolsa mejor, vacías<br />

que llenas'?<br />

—;La copa y la bolsa! respondió el caballero : nunca.<br />

—Merecerías por tan simple respuesta, dijo Wamba, que nunca<br />

estuvieran llenas las tuyas. Vacía la copa antes <strong>de</strong> pasarla á, manos<br />

<strong>de</strong> un sajón, y vacía la bolsa, antes <strong>de</strong> ponerte en cambio.<br />

—Eso es <strong>de</strong>cir en dos palabras, respondió el caballero, que nuestros<br />

amigos son ladrones do profesión.<br />

—Ni por pienso, dijo Wamba. El caballo marcha mas ligero cuanto<br />

no lleva, maleta, en la grupa , y la conciencia está mas tranquila<br />

aiando el hombre no lleva en el bolsillo lo que , según dicen, es la.<br />

causa <strong>de</strong> todo el mal que suce<strong>de</strong> en el mundo: por tanto, me guardaré<br />

muy bien <strong>de</strong> dar ese feo nombre que has pronunciado á las almas<br />

caritativas que. se entretienen en aligerar conciencias y caballos.<br />

Pero para aporrarles trabajo bueno es <strong>de</strong>jar en. casa bolsa y<br />

maleta.<br />

—Encomendémoslos á Dios, dijo el caballero, y pidamos por ellos,<br />

M son lo que tfi dices.<br />

-Recemos por ellos, dijo el bufón: pero en casa y no en <strong>de</strong>spoblado.<br />

— Dí lo que quieras, repuso el caballero: lo cierto es que esos hombres<br />

han asistido bravamente á tu amo en la toma <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong><br />

frente- <strong>de</strong>-buey.<br />

—¡Toma! dijo Wamba: esa es su composición con el cielo.<br />

—¿ Qué quieres <strong>de</strong>cir? preguntó el caballero.<br />

—Esa gente, dijo Wamba, tiene cuenta abierta con el (délo, como<br />

Isaac el judío con sus <strong>de</strong>udores; y á guisa <strong>de</strong> este y <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong><br />

su casta, con poco dinero abren un crédito ilimitado. Sin duda cuentan<br />

con el siete por uno.<br />

—Dame un ogemplo <strong>de</strong> tu i<strong>de</strong>a, dijo el <strong>de</strong>l Candado, que á fe mía<br />

muy poco ó nada se me alcanza en esto <strong>de</strong> cuentas y números.<br />

—Menester es, dijo Wamba, que tengáis embotada la mollera. Sabed<br />

pues que esa gente paga con una buena acción otra que no lo<br />

es tanto. Cuando quitan cien bisantes á un provincial, dan algunos<br />

maravedises á un manda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> monjas. Cuando hacen alguna<br />

fechoría con la doncella que topan en el camino, envían un cuarterón<br />

<strong>de</strong> pan á una viuda pobre.<br />

—¿Cuál <strong>de</strong> esas acciones es la buena, y cual es la mala V preguntó<br />

caballero.


360 IYANUOK.<br />

—Bien dicho, voto á tantos , esclamó Wamha: y bien se conoce<br />

que andas con hombres <strong>de</strong> ingenio, y que el tuyo se va aguzando<br />

Pues, como iba diciendo, esos monteros ó como se llamen, reparan<br />

una choza y queman un castillo; encien<strong>de</strong>n una lámpara á la Virgen<br />

y roban un convento; y para contraernos á lo <strong>de</strong>l dia, libertai'<br />

á un hidalgo sajón y queman vivo á un barón normando. Corteses<br />

son aunque <strong>de</strong>salmados, y caritativos aunque ladrones; pero mavale<br />

no topar con ellos, si no es cuando han hecho una mala acción<br />

—¿Cómo es eso? dijo el caballero,<br />

—Porque cuando <strong>de</strong>ben, respondió Wamha , quieren pagar; asi<br />

como cuando les <strong>de</strong>ben, quieren cobrarse por sus manos. Fresco<br />

está el primer caminante que encuentren <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la buena obra<br />

que han hecho con Frento-<strong>de</strong>-buey. Y sin embargo, continuó acercándose<br />

al caballero y hablándole al oido, no es esa la peor gente<br />

que po<strong>de</strong>mos hallar por estas inmediaciones.<br />

—;Pues qué! dijo el caballero. ¿Hay por aquí tigres y panteras ,y<br />

—No, dijo YYamba, sino la cuadrilla <strong>de</strong> Malvoisin , que en tiempos<br />

<strong>de</strong> revueltas como los presentes son mucho peores que todas las<br />

Aeras <strong>de</strong> los <strong>de</strong>siertos <strong>de</strong> Libia. Ahora están esperando su agosto,<br />

y mucho mas con el refuerzo <strong>de</strong> los que se escaparon <strong>de</strong>l castillo<br />

<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey. Si damos con ellos, señor caballero, nos ponen<br />

las peras á cuarto.<br />

—Vengan , dijo el <strong>de</strong>l Candado, y verás como los clavo al suelo<br />

con mi lanza.<br />

—¿Y si son cuatro? preguntó Wamba.<br />

—Todos tendrán la misma suerte, respondió el caballero.<br />

—¿Y si son seis? continuó Wamba. ¿No echarás mano <strong>de</strong>l cuerno<br />

<strong>de</strong> í.oclvsley?<br />

—I Pedir socorro contra esa canalla , cuando un buen caballerc<br />

basta para veinte <strong>de</strong> esos malsines 1<br />

—Hazme el favor . dijo Wamba, <strong>de</strong> prestarme ese cuerno, que :><br />

fe mía es primoroso y lo quiero mirar <strong>de</strong> cerca.»<br />

El caballero se quitó el tahalí y lo entregó al bufón, el cual se le<br />

ciñó inmediatamente. Púsose á silbar el mismo tono que Lockshv<br />

habia enseñado al caballero, y dijo con aire orgulloso : oSeñor caballero,<br />

yayo sé la solfa tan bien como tú.<br />

—¿Qué es eso, bribón? dijo el caballero: vuélveme esa alhaja,<br />

—Poco á poco, que, está en buenas manos, dijo AVamba : cuando<br />

el valor y la locura caminan juntos , bueno es que la locura üev r<br />

-


CAPÍTULO XI. . 3C>\<br />

el cuerno, puesto que tiene mejores pulmones para soplarlo.<br />

Eso pasa <strong>de</strong> chanza, dijo el <strong>de</strong> lo negro. Venga el cuerno, 6 nos<br />

cerémos las caras.<br />

•—Señor caballero, dijo el bufón poniéndose á cierta distancia <strong>de</strong><br />

su compañero, pocas fanfarronadas, que si la locura toma las <strong>de</strong> Villadiego<br />

, veremos lo que hace el valor solo en estos laberintos <strong>de</strong><br />

monte.<br />

--Haz lo que quieras, dijo el caballero, que no tengo ánimo <strong>de</strong><br />

enfadarme contigo. Guarda el cuerno, con tal <strong>de</strong> que an<strong>de</strong>mos <strong>de</strong><br />

prisa.<br />

—¿Puedo acercarme sin recelo <strong>de</strong> que me hagas un cariño? preguntó<br />

el bufón.<br />

—Nada temas , respondió el <strong>de</strong>l Candado.<br />

—¡Palabra <strong>de</strong> caballero! dijo Wamba.<br />

—Palabra <strong>de</strong> caballero, dijo el <strong>de</strong> la Negra armadura.<br />

—Ahora sí que te creo, repuso el bufón acercándose sin temor. En<br />

verdad que no soy aficionado á las chanzas que tuvistes con el er~<br />

mitaño <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la encina. Y ahora que la locura lleva el cuerno,<br />

bien pue<strong>de</strong> prepararse el valor, que si no me engaño, hay po<strong>de</strong>ncos<br />

fpae nos rastrean.<br />

—¿Por qué lo dices ? preguntó el caballero.<br />

—Porque ya hace rato que estoy viendo relumbrar un morrión<br />

entre aquellos árboles <strong>de</strong> en frente. Si fueran hombres <strong>de</strong> bien, ven -<br />

drian por el camino : pero aquella maleza es muy frecuentada <strong>de</strong><br />

ladrones.<br />

—Voto á tantos , dijo el caballero , que tienes razón.<br />

Y ya era tiempo <strong>de</strong> apercibirse, porque apenas habia pronunciado<br />

estas palabras, cuando se dispararon <strong>de</strong>l sitio sospechoso tres flechas<br />

que vinieron A dar en su yelmo; y una <strong>de</strong> ellas le hubiera<br />

atravesado las sienes, á no haberla rechazado el filo <strong>de</strong> la visera,<br />

ñas otras dos dieron en la gola, y en el escudo que el paladín llevaba<br />

colgado al cuello.<br />

«Gracias al armero, dijo sin alterarse el <strong>de</strong>l Candado. A ellos,<br />

amigo AYamba;» y al <strong>de</strong>cir esto se dirigió á todo escape al punto<br />

<strong>de</strong> la emboscada. Saliéronle al encuentro seis hombres armados,<br />

con lanzas en ristre, y también á carrera tendida. Las tres primeras<br />

lanzas que le atacaron se Licierou astillas como si hubieran dado<br />

contra una torre <strong>de</strong> bronce. Los ojos <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>spedían ceñidlas<br />

al través <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong> la visera. Alzóse sobre los estribos


:îf>2 ¡vAHNOic.<br />

con noble altivez, y eselamó : «¿Qué significa esto, enmaradas?» A<br />

.lo cual los <strong>de</strong>sconocidos respondieron sacando las espadas , acometiéndole<br />

todos á un tiempo, y gritando: Muera el tirano ><br />

—San Jorge! san Eduardo! eselamó el caballero <strong>de</strong>rribando un<br />

hombre á cada invocación. Traidores sois, que no bandidos. •<br />

Aunque <strong>de</strong>sesperados y resueltos, los alborotadores tuvieron algún<br />

miedo <strong>de</strong> un brazo que en cada golpe <strong>de</strong>spachaba un enemigo.<br />

Va iba el terror á <strong>de</strong>cidir la victoria, cuando un caballero<br />

armado <strong>de</strong> azul, que hasta entonces habia permanecido <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

los otros, apretó espuelas, y dirigiendo la lanza, nó a! ginete sino<br />

al caballo, hirió mortalmentc al noble animal.<br />

•¡Traidor cobar<strong>de</strong>! esclamó el <strong>de</strong>l candado cayendo a! suelo con<br />

el generoso compañero ele sus hazañas.e<br />

Bu aquel momento Wambatocó el cuerno, y no habia podido<br />

hacerlo antes, por no haberle dado tiempo tan repentino ataque.<br />

Este inci<strong>de</strong>nte hizo retroce<strong>de</strong>r á los asesinos; y Wamba. aunque;<br />

tan mal armado, como ya hemos visto, corrió hacia el caballero, y<br />

le ayudó á ponerse en pié.<br />

-Cobar<strong>de</strong>s! dijo entonces el <strong>de</strong> las armas azules que parecía el<br />

caudillo <strong>de</strong> los otros. ¿Huís <strong>de</strong>l guindo <strong>de</strong> un cuerno tocado por un<br />

bufón?<br />

Animados por estas palabras, los <strong>de</strong>sconocidos volvieron á atacar<br />

con nuevo furor al caballero; el cual, apoyada la espalda contra<br />

una encina, se <strong>de</strong>fendía valerosamente con su espada. El <strong>de</strong> lo azul,<br />

que habia tomado otra lanza, aprovechando el momento en que su<br />

enemigo se hallaba en los mayores apuros, corrió) hacia él, con el<br />

<strong>de</strong>signio <strong>de</strong> clavarle al árbol <strong>de</strong> un lanzazo; mas el bufón supo<br />

frustrar su intento. Valiéndose <strong>de</strong> toda su ligereza y presencia <strong>de</strong><br />

ánimo, Wamba, en quien no habían reparado los asesinos, que tenían<br />

toda su atención lija en el caballero., cortó la carrera al caudillo,<br />

y tiró una terrible estocada al caballo, el cual dio en tierra<br />

con el ginete. Sin embargo, la. situación <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l ('andado<br />

era. cada instante mas critica y peligrosa, porque las habia con<br />

hombres armados <strong>de</strong> punta en Illanco, y ya empezaba á cansarlo<br />

la necesidad <strong>de</strong> parar continuamente los golpes que en todas direcciones<br />

le asestaban: pero <strong>de</strong> pronto cayó uno atravesado poruña<br />

<strong>de</strong>cha, y en seguida se presentó una cuadrilla do monteros, capitaneados<br />

por Lochsley y por el ermitaño. Presentarse estos valientes<br />

y <strong>de</strong>jar muertos ó mal heridos á todos los contrarios, fué obra


CAPÍTULO XV. 3(53<br />

<strong>de</strong> Tin momento. El caballero <strong>de</strong> las negras armas dio gracias á sus<br />

libertadores con majestuosa dignidad, que hasta entonces no habian<br />

notado en su continente, el cual parecía mas bien el <strong>de</strong> un<br />

soldado intrépido, que el <strong>de</strong> una persona <strong>de</strong> alto nacimiento.<br />

«Lo que mas me importa, dijo, aun antes que mostraros mi gratitud,<br />

es averiguar quienes son estos enemigos encubiertos. Wamba,<br />

abre la visera <strong>de</strong> ese <strong>de</strong> lo azul, que parece ser el capitán <strong>de</strong><br />

.•sos villanos.»<br />

El bufón se acercó al instante al jefe <strong>de</strong> los asesinos, que entumido<br />

por el golpe y embarazado con el peso <strong>de</strong>l caballo herido, no<br />

podía huir ni hacer la menor resistencia.<br />

-Vamos, valiente guerrero, díjole Wamba, vuestro escu<strong>de</strong>ro he<br />

sido, y ahora seré vuestro armero. Os he ayudado á <strong>de</strong>smontar, y<br />

ahora os <strong>de</strong>spojaré <strong>de</strong> vuestra armadura.,<br />

Dicho esto, arraneó y tiró por el suelo, con no mucha blandura.<br />

,i cortesía, el yelmo <strong>de</strong>l do lo azul; y el caballero <strong>de</strong>l candado reconoció<br />

á Val<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> P'ifzurse, á quien seguramente no esperaba<br />

ver en aquella ocasión.<br />

¡Val<strong>de</strong>mar! dijo con espanto el caballero, ¡f'on tus canas, y<br />

con tus altos empleos! ¿Quien ha podido escitarte á tan loco <strong>de</strong>s.gnio:<br />

—Ricardo, dijo el cautivo alzando la vista al Soberano, no conoces<br />

á los hombres si ignoras á don<strong>de</strong> pue<strong>de</strong>n, conducir á. cada,<br />

lujo <strong>de</strong> Adán la ambición y el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza.<br />

—Venganza! dijo el caballero negro. ¿Que daño te he, hecho, y<br />

porqué <strong>de</strong>seas vengarte <strong>de</strong> raí?<br />

—Despreciaste la mano <strong>de</strong> mi hija, y jamás podrá olvidar esta,<br />

afrenta un noble normando tan ilustre como tú.<br />

—¡Tu bija! Cierto que no aguardaba tanta enemistad portan<br />

¡eve motivo. Amigos, dijo á los monteros, retiraos algunos pasos,<br />

que quiero hablarle á, solas. Val<strong>de</strong>mar Fitzurse, dime la verdad:<br />

confiesa quién te lia instigado á este <strong>de</strong>sacato.<br />

—El hijo <strong>de</strong> tu padre, respondió Fitzurse, cpie castiga <strong>de</strong> este<br />

•.nodo lo que tú hiciste con el que te dio la vida.»<br />

Los ojos <strong>de</strong> Ricardo centelleaban <strong>de</strong> indignación; mas esta cedió<br />

muy en breve, á los impulsos <strong>de</strong> su bondad natural. Púsose la mano<br />

en la frente, y permaneció algún rato contemplando al vencido<br />

Harón, en cuyo rostro luchaba el orgullo con la vergüenza.<br />

—¿No me pi<strong>de</strong>s la vida? dijo el Rey.


3t>4 IVANHOE.<br />

—Seria inútil, respondió Fitzurse, puesto que está en las garras<br />

<strong>de</strong>l león.<br />

—El león, dijo Ricardo, no ensangrienta sns uñas en bestias rendidas.<br />

"Vive, pero sal <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tres dias <strong>de</strong> Inglaterra; ve á ocultar<br />

tu infamia en tu castillo <strong>de</strong> Normaudía, y guárdate <strong>de</strong> dar á<br />

enten<strong>de</strong>r la parte que ha tenido mi hermano en esta villanía. Si te<br />

<strong>de</strong>tienes en Inglaterra un momento <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l término concedido,<br />

mueres: si pronuucias una palabra que manche el honor <strong>de</strong> mi familia,<br />

ni el templo <strong>de</strong> Dios te ha <strong>de</strong> preservar <strong>de</strong> mis ¡ras. Por san<br />

Jorge que has <strong>de</strong> estar colgado <strong>de</strong> tus almenas hasta que los cuer<br />

vos hayan dado fin <strong>de</strong> tí. Locksley, franquea á este hombre uno <strong>de</strong><br />

los caballos <strong>de</strong> sus cómplices; <strong>de</strong>sármale, y déjale ir en paz.<br />

—Ya veo, respondió el bandido, que estoy hablando con uno á<br />

quien no puedo ni <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cer; pero soy <strong>de</strong> opinión <strong>de</strong> ahorrar<br />

á ese villano el trabajo <strong>de</strong> hacer una larga jornada.<br />

—Tienes un corazón inglés, dijo el caballero, y él te ha dicho<br />

que <strong>de</strong>bes someterte á mis mandatos. Yo soy Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra.»<br />

Y estas palabras, pronunciadas con una majestad digna <strong>de</strong> un<br />

monarca y <strong>de</strong>nlos elevados sentimientos <strong>de</strong> Corazón <strong>de</strong> León, los<br />

monteros se arrodillaron á un tiempo, reconociéndole por su sobe<br />

rano, y pidiéndole el perdón <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>litos.<br />

«Alzaos, amigos,» dijo Ricardo con la mayor afabilidad. Notábase<br />

ya en su rostro la espresion habitual <strong>de</strong> buen humor y franqueza;<br />

habia <strong>de</strong>saparecido toda señal <strong>de</strong> resentimiento, y solo en<br />

ias sonrosadas mejillas se veían algunas huellas <strong>de</strong> los esfuerzos<br />

hechos durante tan <strong>de</strong>sesperado conflicto. «Alzaos, amigos, repitió;<br />

vuestros escesos y <strong>de</strong>scarríos no valen tanto como el leal servicio<br />

que habéis lacho á mi causa en el castillo <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-bue,\<br />

y el socorro que liabeis dado este dia á vuestro Soberano. Alzaos,<br />

y sed buenos vasallos <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante. Y tú, valiente Locksley....<br />

— No me <strong>de</strong>is eso nombre, dijo el capitán, sino el mío verda<strong>de</strong>ro<br />

que , quizás la fama habrá llevado á vuestros oidos. Y r<br />

o soy Robín<br />

llood, <strong>de</strong>l bosque <strong>de</strong> Shervvood (11.<br />

(1; Cuando los reyeá normandos promulgaron en Inglaterra sus tiránicas or<strong>de</strong>narlas<br />

<strong>de</strong> montee, se licuó la isla <strong>de</strong> bandidos y <strong>de</strong>scontentos, á quienes la crueldad<br />

<strong>de</strong> aquellas leyes habia dado las armas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación. Robin llood, ca-;i<br />

rio. Siestri«iru'i hombre valiente y empren<strong>de</strong>dor, capitaneaba una formidable ctia-


CAPITULO XL. ÍJtíü<br />

— ¡Rey <strong>de</strong> los bandidos, y príncipe <strong>de</strong> la gente <strong>de</strong>l bronce ! exclamó<br />

el Rey. Quién no habrá oído las famas <strong>de</strong> tus proezas, puesto<br />

que hau llegado á Palestina? Pero nada tenias. El velo <strong>de</strong>l olvido<br />

cubrirá todo lo que ha pasado en mi ausmcia. y durante las revueltas<br />

á que ella ha dado lugar.<br />

— Bien dice la copla , esclamó Wamba interrumpiendo al Rey,<br />

aunque no con su acostumbrada petulancia:<br />

Valló '/.apiron , y al punió<br />

.irman gresca los ratones.<br />

—Qué! ¿ Estás aquí, W'amba? dijo el Rey. Como hace tanto tiempo<br />

que no oigo tu voz, creí que las habías afufado.<br />

—¿Cuándo se, separó la locura <strong>de</strong>l valor? dijo Warnba. Aquí esta<br />

el trofeo <strong>de</strong> mi espada, añadió señalando al caballo <strong>de</strong> Eitzurse; ¡y<br />

ojalá estuviera el buen animal lleno <strong>de</strong> vida y salud, con tal <strong>de</strong> que<br />

el amo ocupara su lugar! Estas son todas mis hazañas , porque el<br />

gabán no resiste á los golpes como un peto <strong>de</strong> acero. Mas si no te<br />

be igualado en el manejo <strong>de</strong>, la espada, no podrás negar que sé manejar<br />

diestramente el cuerno,<br />

—Y muy á propósito , dijo id Monarca. No olvidaré tus buenos<br />

servicios.<br />

— Confíteor, dijo entonces una voz trémula y compungida. OM-<br />

.fiteor, que es todo el latin <strong>de</strong> que me acuerdo. Confieso mis <strong>de</strong>litos,<br />

y pido la absolución antes <strong>de</strong> subir al palo. >-<br />

Ricardo volvió la vista, y <strong>de</strong>scubrió al ermitaño que estaba <strong>de</strong> rodillas,<br />

tirado al suelo el garrote que no había estado ocioso durante<br />

la acción. Hacia cuanto podía por dar á sus facciones la espresion<br />

<strong>de</strong> la contrición mas profunda, clavados los ojos en el cielo, é inclinadas<br />

hacia abajo las estreñíida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los labios, como los cordones<br />

<strong>de</strong> una bolsa, según la comparación <strong>de</strong> YVamba : pero en medio <strong>de</strong><br />

este aparato <strong>de</strong> santidad, bien se echaba <strong>de</strong> ver su natural truhanería<br />

y <strong>de</strong>sfachatez. En una palabra, su aspecto era mas bien e) <strong>de</strong><br />

un verda<strong>de</strong>ro arrepentido.<br />

—¿Por qué tanto abatimiento? dijo Ricardo. ¿Temes que llegue<br />

•A oídos <strong>de</strong> tu diocesano la fama <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s que practicasen tu<br />

ermita, y <strong>de</strong>l modo que tienes <strong>de</strong> servir á san Dunstan ? No tengo<br />

miedo: Ricardo sabe guardar los secretos que se sellan con «1<br />

jarro.<br />

drilla <strong>de</strong> estos <strong>de</strong>sgraciados, lis personaje famoso en las orínicaq y romances <br />

aquellos tiempos.


306 IVAN'HOK.<br />

— No, benigno Soberano, respondió el anacoreta ( el cual es muy<br />

conocido en las historias con el nombre <strong>de</strong> hermano Tuck , y fué<br />

compañero y amigo <strong>de</strong> Robin Hood). No temo al báculo, sino al<br />

cetro. ¿ Cómo no he <strong>de</strong> temblar si consi<strong>de</strong>ro que mi sacrilego puño<br />

ha osado tocar al ungido <strong>de</strong>l Señor?<br />

— Ya se me halda olvidado, dijo Ricardo , aunque es cierto que<br />

me estuvieron zumbando todo el dia los oidos Pero si el golpe fué<br />

bien dado, que digan todos los presentes si no fué bien <strong>de</strong>vuelto. Y<br />

si crees que te <strong>de</strong>bo algo, pronto estoy A pagar lo que reclames.<br />

— Nada menos , dijo el ermitaño : la <strong>de</strong>uda está pagada y con<br />

usura. ¡ Ojalá pague V. A. tan cumplidamente las <strong>de</strong> su corona.<br />

— Si se pagaran con los puños, dijo el Rey , yo te aseguro que<br />

nunca estaria Yació mi tesoro.<br />

— Pero ¿qué penitencia he dé hacer, repuso el ermitaño volviendo<br />

á su postura humil<strong>de</strong> y abatida, por tan impío <strong>de</strong>sacato?<br />

— No haolemos <strong>de</strong> eso, dijo Ricardo. Después <strong>de</strong> haber recibido<br />

tantos golpes <strong>de</strong> inñeles y paganos, no seria justo llevar á mal uu<br />

pescozón <strong>de</strong> un ungido ermitaño como el <strong>de</strong> Copmanburst. Aunque<br />

si he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir lo que siento, mejor seria para tí que entrases á servir<br />

en los monteros <strong>de</strong> mi guardia, custodiando mi persona, como<br />

hasta ahorahas custodiado la <strong>de</strong> san Dunstan.<br />

— Señor , dijo Tuck , perdone Y. A. si no acepto su favor. San<br />

Dunstan y yo nos avenimos perfectamente. Gran honor seria sin<br />

duda para mí vestir el uniforme <strong>de</strong> los monteros <strong>de</strong> vuestra guardia<br />

: mas si me entretengo acaso en consolar una viuda, ó en tirar<br />

cuatro tiros en la selva, ¿que<strong>de</strong> injurias no lloverán sobre mí?<br />

¿Don<strong>de</strong> esta el maldito Tuck? dirá el uno. ¿Quién ha visto á ese<br />

con<strong>de</strong>nado


CAPÍTULO XL"I. 367<br />

bota do vino seco, un pellejo <strong>de</strong> malvasía, y tres barriles <strong>de</strong> cerveza<br />

la mejor. Si esto no basta para apagarte la sed , ven á, la corte y<br />

hazte amigo <strong>de</strong>l mayordomo-<br />

— ¿Y para san Dunstau? dijo Turk.<br />

— ¿No chaceemos con las cosas santas , dijo el Rey ; no sea que<br />

Dios se ofenda <strong>de</strong> ver que pensamos mas en nuestras locuras que<br />

en su servicio.<br />

— Yo respondo <strong>de</strong> san Dunstau, dijo Turk.<br />

— Respon<strong>de</strong> <strong>de</strong> tí mismo, dijo el Rey con gravedad; y en seguí<br />

da presentó la mano al ermitaño, el cual hincó una rodilla y la beso.<br />

Va veo, continuó Ricardo que haces mas acatamiento á mi mano<br />

cuando está cerrada que cuando está abierta ; porque á esta te<br />

arrodillas, y á aquella te postras.»<br />

El auacoreta, temeroso <strong>de</strong> abusar <strong>de</strong> la paciencia <strong>de</strong>l Rey con sus<br />

jocosida<strong>de</strong>s y hurlas , riesgo á que se esponen los que conversar',<br />

con po<strong>de</strong>rosos, hizo una profunda reverencia, y se retiró.<br />

Al mismo tiempo entraron dos nuevos personajes en la escena<br />

CAPITULO XLI.<br />

Eran Wilfrido <strong>de</strong> Ivanboe, montado en la yegua <strong>de</strong>l prior <strong>de</strong> i>o<br />

tolph, y (íurtb en el caballo <strong>de</strong> batallo <strong>de</strong> su amo. No pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<br />

cribirse la sorpresa <strong>de</strong>l caballero al ver la armadura <strong>de</strong>l Rey salpi<br />

cada <strong>de</strong> sangre , y los muertos y <strong>de</strong>spojos que cubrían el campo<br />

<strong>de</strong> batalla. Ni estrañó menos ver á Ricardo circundado <strong>de</strong> bandidos<br />

y ladrones , que no son por cierto la escolta mas segura para un<br />

monarca perseguido. No sabia si <strong>de</strong>bería dirigirle la palabra como<br />

n un caballero errante, ó como á su señor y monarca legítimo. Ri­<br />

cardo conoció su embarazo.<br />

«Nada temas, Wilfrido, dijo el Rey : habíame como á Ricardo do<br />

Plautagenet. Estoy ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ros ingleses , á quienes<br />

quizás el natural arrojo <strong>de</strong> la nación ha hecho cometer algunos pe­<br />

cados veniales, que ya están perdonados.<br />

—Sir Wilfrido <strong>de</strong> Ivanboe, dijo el gefe <strong>de</strong> los bandidos , <strong>de</strong> nada<br />

serviría lo que yo dijera <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo que habéis oido: séame lícito<br />

sin embargo añad.r que a u<br />

nque hemos sufrido mucho y estamos


368 IVANH0E<br />

privados <strong>de</strong> ia protección <strong>de</strong> las leyes , el Rey <strong>de</strong> Inglaterra no tiene<br />

vasallos mas leales que los que en este instante le ro<strong>de</strong>an.<br />

—No lo dudo puesto que tú los mandas, dijo Wilfrido <strong>de</strong> Ivanlioe<br />

: pero ¿qué significan estas señales <strong>de</strong> discordia y muerte? qué<br />

significan esos cadáveres y esas manchas <strong>de</strong>. sangre en la armadura<br />

<strong>de</strong> mi Principe?<br />

—La traición, amigo lvanhoe , dijo el Monarca, acaba <strong>de</strong> hacer<br />

una délas suyas; pero ha recibido la pena que mi recia, gracias ¡d<br />

/.elo y á la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> estos valientes. Pero ahora caigo , añadió<br />

sonriéndose, en que tú también eres traidor y <strong>de</strong>sobediente ;i ¡as<br />

ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> tu Monarca. ¿ No te mandé permanecer en el convento<br />

<strong>de</strong> san Botoldh hasta que estuviera curada tu herida?<br />

—Lo está, señor, dijo lvanhoe; y lo que tengo es como araño do<br />

gato travieso. Pero ¿ será posible que <strong>de</strong>is tanta inquietud á los<br />

que os aman y sirven , esponiendo vuestra vida cu estas correrías<br />

y aventuras, como si no fuera mas preciosa que la <strong>de</strong> un caballero<br />

errante, sin mas dominios ni fama que los que la lanza y la espada<br />

le proporcionen ?<br />

—Ricardo <strong>de</strong> Plantagenet no ambiciona, mas gloria ni mas imperios<br />

que los que con su espada y su lanza sepa adquirir ; y en mas<br />

alto precio tiene llevar á cabo una aventura con la fuerza <strong>de</strong> su brazo,<br />

que ganar una batalla á la cabeza <strong>de</strong> cien mil hombres armados.<br />

—Pero, señor, dijo lvanhoe, la disolución y la guerra civil amenazan<br />

á vuestro reino. ¿ Qué será <strong>de</strong> vuestros vasallos si perecéis<br />

en uno <strong>de</strong> esos peligros que continuamente estáis arrostrando?<br />

No hace mucho que os habéis visto espuesto á per<strong>de</strong>r la vida en la<br />

soledad <strong>de</strong> un bosque.<br />

—¡Mi reino y mis vasallos! dijo el Rey. Sabe que ninguno <strong>de</strong> ellos<br />

tiene mas juicio que yo. Por ejemplo, mi fiel servidor Wilfrido <strong>de</strong><br />

lvanhoe acaba <strong>de</strong> faltar á mis preceptos, y ahora me predica porque<br />

no he seguido sus avisos. Pero por esta vez te perdono. Va te<br />

he dicho en el convento que-<strong>de</strong>bo mantenerme oculto, para dar<br />

tiempo á que los nobles que se han mantenido fieles á mi causa,<br />

reúnan sus fuerzas y se aperciban á la <strong>de</strong>fensa do mis <strong>de</strong>rechos.<br />

Ricardo no <strong>de</strong>be presentarse á la Nación inglesa si no es á la cabeza<br />

<strong>de</strong> un ejército numeroso, que baste á frustrar los planes <strong>de</strong><br />

sus enemigos sin necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>senvainar el acero. Estoteville y<br />

Bohun necesitan todavía veinte y cuatro horas antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r pre-


OAFÍTTJLO XLI. 369<br />

sentarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> York. [Aun no tengo noticias <strong>de</strong> los progresos<br />

que hacen Salisbury, Beauchamp y Multon. Debo contar con Londres,<br />

y <strong>de</strong> esto se ha encargado el Canciller. Mi aparición repentina<br />

me espondría á peligros mayores que los que puedo vencer con<br />

mi espada y con mi lanza, aun cuando viniesen á mi socorro Robín<br />

con su arco, Tuck con su garrote, y Wamba con .su cuerno.»<br />

Ivanbóe se inclinó respetuosamente, y no quiso persistir en sus<br />

reconvenciones : sabia que era invencible la afición <strong>de</strong>l Rey á los<br />

peligros y aventuras caballerescas, aunque conocía cuan imperdonable<br />

era semejante arrojo en el gefe <strong>de</strong>l Estado. Wilfrido lanzó un<br />

suspiro y no rompió el silencio ; mientras Ricardo, satisfecho <strong>de</strong><br />

haber puesto término á sus objeciones, aunque no podia menos <strong>de</strong><br />

reconocer su justicia, entró en conversación con Robín Hood. «Rey<br />

<strong>de</strong> los monteros, le dijo con ¡a mayor afabilidad el Monarca , ¿no<br />

tiene un pedazo <strong>de</strong> carne que ofrecer á otra testa coronada ? Porque<br />

esos <strong>de</strong>salmados me cogieron en ayunas, y las estocadas me<br />

han abierto el apetito.<br />

—Seria pecado engañar AV. A. respondió el bandido : nuestra<br />

<strong>de</strong>spensa se halla suficientemente provista <strong>de</strong>....» Robín no se atrevió<br />

á continuar, porque sabia apesar <strong>de</strong> la indulgencia <strong>de</strong> Ricardo,<br />

cuando ofendían á ios príncipes <strong>de</strong> la casa Normanda las infracciones<br />

<strong>de</strong> las leyes <strong>de</strong> montería.<br />

«¿De venado? dijo Ricardo. Y como un rey no pue<strong>de</strong> estar todo<br />

oldia en el monte, matando la caza que han <strong>de</strong> servirle A la mesa,<br />

bueno es que haya quien se la tenga muerta y guisada.<br />

—Si Y'. A. se digna honrar con su presencia uno <strong>de</strong> nuestros<br />

puntos <strong>de</strong> reunión , no le faltará carne <strong>de</strong> venado ; y aun quizás le<br />

ofreceremos un buen trago <strong>de</strong> cerveza y otro <strong>de</strong> vino seco.,-><br />

Robin se puso en camino, seguido por el alegre Monarca , mas<br />

satisfecho con el encuentro <strong>de</strong> aquel célebre bandido , que si estuviera<br />

presidiendo un banquete Real , á la cabeza <strong>de</strong> los nobles y<br />

pares <strong>de</strong> Inglaterra. La novedad tenia gran<strong>de</strong>s atractivos para el<br />

corazón <strong>de</strong> Ricardo, y mucho mas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber vencido y arrostrado<br />

peligros y contratiempos. Aquel Monarca realizaba el carácter<br />

<strong>de</strong> los caballeros andantes, héroes <strong>de</strong> tantas novelas y romances.<br />

Pa gloria personal, adquirida por su intrepi<strong>de</strong>z y valor,<br />

le era mucho mas grata que la que hubiera podido grangearse por<br />

medio <strong>de</strong> una política sabia y juiciosa. Su reinado fué como uno <strong>de</strong><br />

•'sos brillantes y rajados metéoros que cruzan la inmensidad <strong>de</strong> los


370 IVANHOE.<br />

cielos esparciendo portentosas ráfagas <strong>de</strong> luz. y que al instante se<br />

confun<strong>de</strong>n en la oscuridad <strong>de</strong>l espacio. Sus proezas sirvieron <strong>de</strong><br />

texto inagotable á los trovadores <strong>de</strong> su siglo, sin proporcionar á su<br />

Reino ninguno <strong>de</strong> aquellos sólidos beneficios que la historia perpe<br />

túa en sus anales para ejemplo <strong>de</strong> la posteridad. Kn la ocasión pre<br />

¡senté, sin embargo,sirvió <strong>de</strong> mucho á Ricardo su espíritu arrojado<br />

y caballeresco ; porque le grangeó el afecto <strong>de</strong> aquellos hombres<br />

indómitos y empren<strong>de</strong>dores, entre los cuales se mostró franco, alegre<br />

y bondadoso. 151 valor eraá sus ojos la primera <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s,<br />

y apreciaba á todo el que lo poseía, cualquiera que fuese su<br />

clase y su condición.<br />

Sentóse el Rey <strong>de</strong> Inglaterra <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una frondosa encina, a!<br />

rústico banquete que le habían preparado aquellos hombres, poco<br />

antes perseguidos por las leyes <strong>de</strong> su Peino, y (pie á la sazón com<br />

poniaii toda su Corte y toda su guardia.<br />

A medida que daba vueltas el jarro, los bandidos empezaron a<br />

per<strong>de</strong>r el terror que al principio les había inspirado la. presencia<br />

<strong>de</strong> su Soberano. Hubo chanzas y canciones; y mientras cada cual<br />

referia sus hazañas, todos olvidaban que estas eran oi ras tantas<br />

infracciones <strong>de</strong> las leyes cuyo protector natura! les estaba oyendo<br />

El Monarca reía y chanceaba como los <strong>de</strong>más, olvidándose <strong>de</strong> su<br />

dignidad, y poniéndose al nivel <strong>de</strong> sus huéspe<strong>de</strong>s. Robín Hood.<br />

sin embargo, que era hombre <strong>de</strong> sana razón, temía que ocurriese<br />

algún disgusto y que se turbase la buena armonía que hasta entonces<br />

habia reinado en el banquete. Aumentáronse sus recelos<br />

cuando observó la inquietud <strong>de</strong> Vilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe. Llamó á parte<br />

al barón, y le dijo: «Gran<strong>de</strong> honor es para nosotros la presencia<br />

<strong>de</strong> nuestro amado Soberano; pero los negocios <strong>de</strong> su Peino son<br />

muy urgentes, y es lástima que pierda un tiempo tan precioso.<br />

—Tienes razón, Robin, dijo Ivanhoe, y sabe a<strong>de</strong>más (pie los que<br />

se familiarizan con la majestad, aun cuando esta olvida lo que vale,<br />

juegan con un león que saca, las garras ,\ <strong>de</strong>stroza cuando menos<br />

se pienza.<br />

—Habéis dado en la verda<strong>de</strong>ra causa <strong>de</strong> mis recelos: esos hombres<br />

son ásperos <strong>de</strong> suyo, y violentos por hábito. Y el Rey, aunque<br />

<strong>de</strong> buen humor, suele tener sus arranques. La menor cosa pue<strong>de</strong><br />

dar motivo á que se le ofenda, y Dios sabe á don<strong>de</strong> llegarían las<br />

consecuencias. Tiempo es <strong>de</strong> separarnos.<br />

—'•rocara m hacerlo con mañana y <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, dijo Ivanhoe:


CAPITULO SU . .til<br />

porque yo lio ocluido algunas indirectas y todas nao sido inútiles-<br />

— Sei" or, d'joRobin Hocd ¡i hienido, voy á espoi erme al enojo<br />

do \. A .; pero por san Cristóbal que es por su bien, y que lo he <strong>de</strong><br />

hacer aunque nunca, me perdoi e. Bernardo, dijo entonces llamando<br />

á parte á un montero, corre á esas malezas <strong>de</strong> la izquierda, sin<br />

que te observe ninguno <strong>de</strong> los presentes; toca, el cuerno ala manera<br />

<strong>de</strong> los normandos; y si to <strong>de</strong>tienes un instante, te parto por<br />

medio.»<br />

Bernardo se separó con el mayor disimulo <strong>de</strong> la concurrencia, \<br />

obe<strong>de</strong>ció exactamente las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su capitán. Aquel inesperado<br />

sonido <strong>de</strong>jó suspensos á todos los asistentes.<br />

«Este es el toque <strong>de</strong> Malvoisin» dijo el molinero apo<strong>de</strong>rándose<br />

<strong>de</strong>l arco. El ermitaño <strong>de</strong>jó caer el jarro, y empuñó el garrote. Wamba<br />

suspendió sus carcajadas, y echó mano <strong>de</strong> la espada y <strong>de</strong>l broquel.<br />

Todos los <strong>de</strong>más se pusieron en pié y tomaron las armas.<br />

hombres <strong>de</strong> vida tan precaria y borrascosa pasan sin alterarse<br />

<strong>de</strong> la alegría <strong>de</strong>l banquete al peligro <strong>de</strong> la batalla.<br />

Para Ricardo esta transición era un recreo. Pidió el yelmo y las<br />

piezas principales <strong>de</strong> la armadura, y mientras Gurth se las ajusta<br />

ba. mandó espresamento á Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe, so pena <strong>de</strong> su perpetuo<br />

enojo, que no tomase parto cu el encuentro.<br />

«Hartas veces has peleado por mí, le dijo el Monarca: ahora serás<br />

espectador, y verás como sabe pelear Ricardo por su vasallo, \<br />

por su amigo. ><br />

Entretanto, Robín Hood hah ia enviado algunos monteros en di<br />

ferentes direcciones, como para reconocer al enemigo; y cuando<br />

vio que todos estaban en pié y separados, y el Rey completamente<br />

armado y dispuesto á marchar, se echó á sus pies y lo pidió<br />

perdón.<br />

«¿De qué, buen montero? dijo Ricardo. ¿No basta el perdón general<br />

(pie ya es he concedido? Piensas tú que mi palabra es una<br />

pluma que el viento lleva á discreción? ¿O has cometido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces<br />

algún nuevo <strong>de</strong>saguisado?<br />

—Sí señor, respondió Robín Hood: he cometido una falta, si así<br />

pue<strong>de</strong> llamarse un engaño que redunda en bien <strong>de</strong> V. A. El toque<br />

que habéis oido no es <strong>de</strong> Malvoisin, sino dado por or<strong>de</strong>n mía. Mi<br />

objeto ha sido poner término á. este banquete, en el cual se está<br />

perdiendo un tiempo que pue<strong>de</strong> ser mas útilmente empleado.»<br />

Levantóse al concluir estas palabras; cruzóse <strong>de</strong> brazos, y en ac-


:Y¡2 IVASIIOE.<br />

litud mas respetuosa que sumisa, aguardó la respuesta <strong>de</strong>l Rey,<br />

como quien conoce la falta que ha cometido, y confia en la rectitud<br />

<strong>de</strong> los motivos que le han impulsado. Asomóse la cólera á los ojos<br />

<strong>de</strong>l Rey; pero este movimiento instantáneo cedió á la justicia na­<br />

tural <strong>de</strong> su carácter.<br />

«El rey <strong>de</strong> los bosques, dijo, tiene miedo do que Ricardo dé fin<br />

<strong>de</strong> su venado y <strong>de</strong> su vino seco: yo te convidaré á comer en Lon­<br />

dres, y no te echaré tan pronto <strong>de</strong> mi mesa. Tienes razón, Robín:<br />

á caballo y marchemos. Hace una hora que estoy leyendo la in­<br />

quietud en los ojos <strong>de</strong> 'Wilfrido: díme, ¿no tienes en tu cuadrilla<br />

algún amigo que, no contento con estar predicando todo el dia,<br />

observa tus movimientos, y se pone <strong>de</strong> mal humor cuando tú ha­<br />

ces lo que se te antoja?<br />

—Sí señor, respondió Robín Hood; esa es justamente la condi­<br />

ción <strong>de</strong> mi teniente .luanito, que está ahora <strong>de</strong> espedicion en los<br />

confinés <strong>de</strong> Escocia; y aseguro á V. A. que algunas veces me mo­<br />

lestan las liberta<strong>de</strong>s que loma: pero bien reflexionado, no puedo<br />

enfadarme contra quien se aflige por mi bien, y se inquieta por<br />

mis peligros.<br />

—Bien has dicho, contestó Ricardo; y si yo tuviera por un lado<br />

á Ivanboe para dirijirme por sus graves consejos y amonestacio­<br />

nes, y á tí por otro para que me engañases en lo que crees con­<br />

veniente á mi servicio, pronto me veria tan libre en mis acciones<br />

como el esclavo atado á una ca<strong>de</strong>na. Vamos, gente honrada, á Oo~<br />

ningsburgh, y no hablemos mas <strong>de</strong>l asunto.»<br />

Robin notició al Rey y á su amigo que había enviado una par­<br />

tida <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubierta al camino, y que sin duda si había alguna em­<br />

boscada pronto se tendría aviso: les dijo que por entonces no tenia<br />

el menor peligro, pero que en todo caso, él y los suyos no se se­<br />

pararían <strong>de</strong> aquellos alre<strong>de</strong>dores, y acudirían, como ya lo /odre;;<br />

hecho, á la menor novedad.<br />

Las pru<strong>de</strong>ntes y atentas precauciones adoptadas por el bandido<br />

para la seguridad <strong>de</strong> Ricardo enternecieron su corazón geni-roso,<br />

y disiparon todas las sospechas que hubiera podido inspirarle el.<br />

artificio do que había echado mano. Presentóle otra vez la suya,<br />

asegurándole su perdón y su protección, y dándole palabra <strong>de</strong><br />

suavizar las or<strong>de</strong>nanzas <strong>de</strong> montes y otras leyes tiránicas y opre­<br />

sivas que tenían á muchos buenos ingleses en un estado <strong>de</strong> per­<br />

petua rebeldía. Frustró las buenas intenciones <strong>de</strong>l Monarca su


CAPÍTULO XLI. 373<br />

muerte <strong>de</strong>sgraciada y prematura, y las leyes <strong>de</strong> montería fueron<br />

abolidas <strong>de</strong>spués & <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> Juan, cuando este sucedió á su heroico<br />

hermano. En cuanto á las otras aventuras <strong>de</strong> Robín Hood,<br />

que terminaron por una muerte traidora, los lectores podrán consultar<br />

las innumerables relaciones <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> este famoso<br />

bandido que corren impresas en Inglaterra.<br />

Volvamos á Ricardo corazón <strong>de</strong> león, el cual en compañía <strong>de</strong><br />

Ivanhoe, <strong>de</strong> Gurth y <strong>de</strong> Wamba, llegó sin obstáculo ni tropiezo,<br />

como Robin lo habia predicho, á vista <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Coningsburgb<br />

antes que el sol se ocultase en el occi<strong>de</strong>nte.<br />

Pocas escenas hay en el territorio <strong>de</strong> Inglaterra mas hermosas y<br />

mas interesantes, que las que ofrecen las cercanías <strong>de</strong> esta fortaleza<br />

sajona. El manso y apacible rio Don pasea en suaves circuitos<br />

sus limpias y cristalinas aguas por un anfiteatro en que<br />

las tierras cultivadas alternan en vistoso <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n con frondosas<br />

selvas y espesos y herbosos matorrales. Sobre uno <strong>de</strong> los montes<br />

que se elevan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las márgenes <strong>de</strong>l rio, bien <strong>de</strong>fendido por fosos<br />

y murallas, se erguía el antiguo edificio que, como su nombre lo<br />

da á enten<strong>de</strong>r, servia <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ncia, antes <strong>de</strong> la conquista, á los<br />

monarcas <strong>de</strong> Inglaterra. I.a fortificación esterior fué sin duda<br />

construida por los Normandos ; pero toda la parte interior indica<br />

¡a mas remota antigüedad. El edificio principal está sobre una elevación,<br />

en uno <strong>de</strong> los ángulos <strong>de</strong>l recinto <strong>de</strong> la forticaíicion antigua,<br />

y forma un círculo completo, <strong>de</strong> cerca <strong>de</strong> veinte y cinco pies<br />

<strong>de</strong> diámetro. El muro es estraordinariamente macizo, y lo apoyan<br />

y <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n seis gruesos esperontes (1), que forman otras tantas<br />

proyecciones <strong>de</strong>l círculo, y suben hasta la torre, por sus ángulos,<br />

como para sostenerla y fortificarla. Eos esperontes están huecos en<br />

su estremidad superior, y terminan en una especie <strong>de</strong> torrecillas<br />

que comunican interiormente con la cúpula. El aspecto lejano <strong>de</strong> este<br />

sólido edificio, con sus estraños adornos, es tan interesante al<br />

amante <strong>de</strong> la belleza pintoresca, como las cuadras y salones <strong>de</strong>l castillo<br />

al historiador y al anticuario; pues todo recuerda en ellas la gloria,<br />

los usos y las <strong>de</strong>sgracias <strong>de</strong> los monarcas sajones <strong>de</strong> la Isla. En<br />

las cercanías <strong>de</strong>l castillo hay todavía una pequeña elevación, que se<br />

cree fué el sepulcro <strong>de</strong>l famoso Hengisto, y en el cementerio inmediato<br />

se ven muchos monumentos no menos curiosos que antiguos.<br />

(fi KxiKm'iir. es ana especie <strong>de</strong> estribo ó espolón, qne formaba un úugulo salieni"<br />

011 las fortificaciones antiguas.


374 IVANHOK.<br />

Cuando Ricardo corazón <strong>de</strong> león se acercó con su comitiva á este<br />

singular edificio, no estaba como ahora ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> obras estenores.<br />

El arquitecto sajón babia apurado todo su esmero y su saber<br />

en la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong>l castillo; y fuera, <strong>de</strong> él no habia otra<br />

circunvalación que una tosca empalizada.<br />

Una gran ban<strong>de</strong>ra negra que tremolaba en lo alto di; la torre,<br />

indicaba que se estaban celebrando á la sazón las exequias <strong>de</strong>l ultimo<br />

dueño <strong>de</strong>l castillo. No se distinguía en ella ningún emblema<br />

relativo al origen ni al nacimiento <strong>de</strong>l difunto; porque los Sajones<br />

<strong>de</strong>sconocían enteramente el uso <strong>de</strong> los escudos <strong>de</strong> armas, los cuales<br />

aun entre la nobleza normanda eran unaoovedad en los tiempos á<br />

que se refiere esta historia. Habia otra ban<strong>de</strong>ra sobre la puerta con<br />

la mal trazada figura, <strong>de</strong> un caballo blanco. Este símbolo <strong>de</strong> ||enlisto<br />

y <strong>de</strong> sus guerreros era. relativo al origen sajón <strong>de</strong> los habitantes<br />

<strong>de</strong> la casa.<br />

Las inmediaciones <strong>de</strong>l castillo ofrecían una escena <strong>de</strong> bulla j<br />

confusión; porque las ceremonias fúnebres <strong>de</strong> los Sajones daban<br />

lugar á la hospitalidad mas generosa y opípara, <strong>de</strong> la que disfrutaban<br />

no solo los <strong>de</strong>udos, amigos y aliados <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong>l muerto,<br />

sino todos los pasajeros y <strong>de</strong>sconocidos que se presentaban.<br />

Esta costumbre se observó en aquella ocasión con estraordinaria<br />

pompa y prodigalidad, en atención á la riqueza é ilustre origen <strong>de</strong><br />

Vthelstano. Veíanse, numerosas cuadrillas <strong>de</strong> forasteros subir y<br />

bajar por el monte en que estaba situado el castillo; y cuando el<br />

Rey y sus acompañantes llegaron á las puertas <strong>de</strong> la barrera esterior,<br />

que estaban abiertas y sin guardias, el concurso que se ofreció<br />

á su vista no parecía muy análogo ni conforme al objeto <strong>de</strong><br />

su reunión. Los cocineros asaban bueyes y carneros; la cerveza<br />

corría á raudales. Los huéspe<strong>de</strong>s, distribuidos en diferentes grupos<br />

que se componían <strong>de</strong> gentes <strong>de</strong> toda clase y condición, <strong>de</strong>voraban<br />

con ansia los manjares, y apuraban las botas que con tanta<br />

abundancia se les repartían. El miserable siervo sajón procuraba<br />

<strong>de</strong>squitarse <strong>de</strong>l hambre y <strong>de</strong> la sed <strong>de</strong> todo el año, con un día <strong>de</strong><br />

glotonería y <strong>de</strong> embriaguez. El labrador y el montero saboreaban<br />

á sus anchas el] lomo ó la costilla, y criticaban los ingredientes <strong>de</strong><br />

la cerveza, y la habilidad <strong>de</strong>l fabricante. Algunos caballeros normandos,<br />

no <strong>de</strong> los mas ricos ni po<strong>de</strong>rosos, habian sido atraídos<br />

por la curiosidad, ó quizás por el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> sacar el vientre <strong>de</strong> mal<br />

año. Distinguíanse i or sus ropillas cortas y por sus barbas afeita-


CAPÍTULO xu. :fi5<br />

das, y manteníanse juntos, y separados <strong>de</strong> !a muchedumbre, burlándose<br />

cutre sí <strong>de</strong> aquellos usos estraños pero sin <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar los<br />

nian jares y tragos que tan liberalmente se les presentaban.<br />

Habían acudido bandadas <strong>de</strong> mendigos: soldados vagabundos<br />

que acababan <strong>de</strong> llegar, según <strong>de</strong>cían, <strong>de</strong> la Tierra santa: buhoneros,<br />

con sus tiendas portátiles llenas <strong>de</strong> baratijas y chucherías;<br />

jornaleros que buscaban acomodo, peregrinos charlatanes; músicos<br />

y trovadores, que cantaban salmos y plegarias al son <strong>de</strong> sus<br />

agrios y <strong>de</strong>sentonados instrumentos. Uno entonábalos encomios<br />

le Atbelstane en pomposo y altisonante panegírico; otro enumeraba<br />

en versos sajones los ásperos y exóticos nombres <strong>de</strong> sus ilustres<br />

ascendientes. No faltaban titiriteros y bufones, para divertir<br />

con sus chistes y contorsiones á la concurrencia: ni parecían impropios<br />

estos ejercicios en ocasión tan triste y en tan respetable<br />

ceremonia. Las i<strong>de</strong>as dominantes entre los Sajones sobre estas fúnebres<br />

festivida<strong>de</strong>s eran sencillas y aun groseras. La pesadumbre<br />

no sacia el hambre ni apaga la sed: y en este principio se fundaba<br />

ia costumbre inmemorial que observaban <strong>de</strong> solemnizar la muerte<br />

<strong>de</strong> sus parientes y amigos con borracheras y comilonas, proporcionando<br />

al mismo tiempo motivos <strong>de</strong> distracción y recreo á los<br />

que se sentían sobradamente afligidos y consternados. Los concurrentes<br />

se aprovechaban <strong>de</strong> tantos y tan eficaces motivos <strong>de</strong> consuelo;<br />

pero do cuando en cuando , como si se acordaran <strong>de</strong> pronto <strong>de</strong>l<br />

objeto que les bahía reunido, los hombres prorumpian <strong>de</strong> consuno<br />

en sollozos, y las mujeres en penetrantes lamentos y aullidos.<br />

Tal era el aspecto que presentaba el patio <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> G'oningshurgh<br />

cuando entraron en él Kieardo y los suyos. El senescal, que<br />

se curaba poco <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong> clase inferior, procurando solo<br />

evitar sus escesos y conservar el buen or<strong>de</strong>n, reparó con estrañeza<br />

mi el buen talante <strong>de</strong> Kieardo y <strong>de</strong> Ivanhoe; recordando al mismo<br />

tiempo una i<strong>de</strong>a, aunque confusa, <strong>de</strong> las facciones <strong>de</strong>l último. La venida<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> dos caballeros , porque tales <strong>de</strong>notaban ser los dos<br />

estrangeros en sufrago, era raro acaecimiento en una fiesta <strong>de</strong>.<br />

Sajones, y se consi<strong>de</strong>raba como gran honor al difunto y á su familia.<br />

El senescal, vestido <strong>de</strong> luto, y empuñando la vara blanca<br />

que <strong>de</strong>notaba su oficio, penetró por entre ia muchedumbre, y condujo<br />

á los dos recíenvenidos á. la entrada <strong>de</strong> la torre. Gurth y<br />

Wamba encontraron muchos conocidos en el patio, y no se atrevieron<br />

ó pasar mas a<strong>de</strong>lante hasta ser espresamente llamados.


376 1YANH0K.<br />

CAPITULO XLII.<br />

La entrada <strong>de</strong> la torre principal <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Coningsburgh<br />

era tan singular en su estructura, como correspondiente á la tosca<br />

sencillez <strong>de</strong> los tiempos en que fué erigida. Por unos escalones tan-<br />

estrechos y empinados que mas bien merecían el nombre <strong>de</strong> preci­<br />

picio, se entraba á un portal bajo, situado en la parte <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong> la<br />

torre, por el cual el curioso anticuario pue<strong>de</strong> aun pasar, ó podiaá<br />

lo menos hace pocos años, á la escalera construida en el espesor <strong>de</strong>l<br />

muro que conducía al piso tercero <strong>de</strong>l edificio. Los dos inferiores<br />

s<br />

e componían <strong>de</strong> piezas embovedadas, sin otra luz ni ventilación<br />

que la que recibían por un agujero cuadrado, el cual, por medio<br />

<strong>de</strong> una escala <strong>de</strong> mano, servia <strong>de</strong> comunicación con los aposentos<br />

altos. Los pisos eran cuatro, y la escalera principal que conducía<br />

<strong>de</strong> unos & otros, se apoyaba en los esperoutes <strong>de</strong> que ya hemos he­<br />

cho mención.<br />

El rey Ricardo, en compañía <strong>de</strong> Ivauhoe, pasó por esta compli­<br />

cada y difícil entrada, y fué introducido al aposento circular que<br />

ocupaba todo el tercer piso. AVilfrido se subió cuanto pudo el em­<br />

bozo <strong>de</strong> la capa, porque no juzgaba oportuno presentarse á su pa­<br />

dre hasta que se lo mandase el Rey.<br />

En este aposento, y en torno <strong>de</strong> una gran masa <strong>de</strong> encina, esta­<br />

ban sentados doce <strong>de</strong> los mas distinguidos representantes <strong>de</strong> las fa­<br />

milias sajonas resi<strong>de</strong>ntes en los condados circunvecinos. Todos<br />

eran <strong>de</strong> edad avanzada, ó alómenos algo mas que madura, porque<br />

los jóvenes habían seguido, con gran sentimiento <strong>de</strong> sus padres, el<br />

ejemplo <strong>de</strong> Ivanhoe, y roto las barreras que por mas <strong>de</strong> medio si­<br />

glo habían separado á los vencedores Normandos <strong>de</strong> los vencidos<br />

Sajones. Las miradas graves y abatidas <strong>de</strong> aquellos hombres vene­<br />

rables presentaban una escena algo diferente <strong>de</strong>l bullicio y alegría<br />

<strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s estemos <strong>de</strong>l castillo. Cualquiera hubiera dicho a¡<br />

ver aquellas blancas cabelleras, aquellas barbas hasta la cintura,<br />

juntamente con las túnicas antiguas y las anchas capas negras,<br />

que los personajes reunidos en tan singular y tosco aposento eran


CAPÍTULO XLI1. 377<br />

algunos sacerdotes <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Wo<strong>de</strong>n (1), reciensalidos <strong>de</strong> sus<br />

sepulcros para <strong>de</strong>plorar la pérdida <strong>de</strong> su gloria nacional.<br />

Cedric, aunque sentado sin distinción enmedio <strong>de</strong> sus compañeros,<br />

parecía ejercer, por consentimiento <strong>de</strong> ellos, las veces <strong>de</strong> presi<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong> aquella reunión. Levantóse con a<strong>de</strong>man majestuoso<br />

cuando vio entrar á Ricardo, á quien solo conocia por el título <strong>de</strong><br />

caballero <strong>de</strong>l Candado, y le saludó con la fórmula ordinaria Waes<br />

//fiel, alzando al mismo tiempo una copa basta la frente. El Rey.<br />

que no <strong>de</strong>sconocía las costumbres <strong>de</strong> sus vasallos, <strong>de</strong>volvió el saludo<br />

con las palabras <strong>de</strong> estilo, Drim Me!, y bebió <strong>de</strong> la copa que le<br />

presentó el coporo. La misma formalidad se usó con ivanhoe, el<br />

coa' respondió con una cortesía, temeroso <strong>de</strong> que le <strong>de</strong>scubriese el<br />

sonido <strong>de</strong> su voz.<br />

Terminada esta ceremonia, <strong>de</strong> introducción, Cedric se separó <strong>de</strong><br />

sus compañeros, presentó la mano á Ricardo, y le condujo á una<br />

pequeña capilla, labradaá pico en uno <strong>de</strong> los esperontes rpie ro<strong>de</strong>aban<br />

esteriormente la cúpula. Una estrechísima claraboya era la<br />

fin lea abertura que se notaba en la pared; mas ;í la rojiza y opaca<br />

lez <strong>de</strong> dos cirios, se distinguían la techumbre embovedada, los mu<br />

ros <strong>de</strong>snudos, y un tosco altar <strong>de</strong> piedra, con un crucifijo <strong>de</strong> b><br />

mismo.<br />

i leíante <strong>de</strong>l altar estaba colocado el ataúd, entre dos frailes arrodillados,<br />

que rezaban en voz baja con aspecto <strong>de</strong>voto y compungí<br />

do. La madre <strong>de</strong>l difunto pagaba una buena propina al convento<br />

<strong>de</strong> san Edmundo por la asistencia <strong>de</strong> estos religiosos; y á ñu <strong>de</strong> dar<br />

mayor esplendor á la ceremonia, la comunidad entera sehabia trasladado<br />

á Coningsburgh. Seis sacerdotes estaban constantemente<br />

<strong>de</strong> guardia en la capilla. Ponían todo su empeño en no interrumpir<br />

un solo instante sus <strong>de</strong>votas oraciones; también cuidaban <strong>de</strong><br />

que ningún lego tocase al paño <strong>de</strong> tumba que había servido en<br />

igual ocasión al bendito san Edmundo<br />

I¡ ¡cardo y Wilfrido entraron en la capilla mortuoria conducidos<br />

por Cedric, el cual les señaló, con gesto grave y melancólico el<br />

ataúd <strong>de</strong> su amigo.Los tres se santiguaron <strong>de</strong>votamente, y dijeron<br />

una breve oración por el reposo <strong>de</strong> su alma.<br />

Concluido este acto <strong>de</strong> piadosa caridad. Cedric hizo seña á su*<br />

huéspe<strong>de</strong>s que le siguiesen; salió, con pasos silenciosos, <strong>de</strong> la capilla,<br />

y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> subir algunos escalones, abrió con gran precau<br />

I Divinid ad fabulosa <strong>de</strong> los sajones.


378 IVANHOK.<br />

eion la puerta <strong>de</strong> un pequeño oratorio contiguo. Era una pieza <strong>de</strong><br />

ocho pies en cuadro, abierta, como la capilla, en la misma piedra<br />

<strong>de</strong>l muro, y alumbrada también por una claraboya; mas esta daba<br />

al occi<strong>de</strong>nte, y estando el sol á la sazón en el ocaso, un rayo <strong>de</strong> su<br />

luz que en aquel momento penetró en el opaco recinto, <strong>de</strong>scubrió<br />

á los ojos <strong>de</strong> los dos estranjeros una dama <strong>de</strong> gravísimo aspecto,<br />

cuyo rostro conservaba notables restos <strong>de</strong> majestuosa hermosura<br />

Su pomposo y ancho trago <strong>de</strong> luto, y la guirnalda <strong>de</strong> fúnebre ciprés<br />

que le sombreaba la frente, realzaban la blancura <strong>de</strong> su complexión<br />

y el esplendor <strong>de</strong> su rubia cabellera, que on<strong>de</strong>aba esparcida<br />

por el cuello y por los hombros, sin que los años la hubiesen aun<br />

plateado ni disminuido. La espresion <strong>de</strong> su fisonomía era la <strong>de</strong>l<br />

mas profundo dolor, comprimido por la resignación y por la humildad,<br />

Tin la mesa <strong>de</strong> piedra que tenia en frente había un crucifijo<br />

<strong>de</strong> marfil, y un misal con primorosas viñetas, y broches y placas<br />

<strong>de</strong> oro.<br />

—Noble Edita, dijo Cedric <strong>de</strong>spués do haber permanecido algún<br />

rato en silencio, como para dar tiempo á los estranjeros á que examinasen<br />

el aposento <strong>de</strong> la dama; aquí están dos dignos caballeros,<br />

que vienen á tomar parte en vuestra aflicción. Este particularmente<br />

es el valiente guerrero que peleó con tanto arrojo por la libertad<br />

<strong>de</strong>l que hoy lloramos.<br />

—Reciba su valor el tributo <strong>de</strong> mi agra<strong>de</strong>cimiento, respondióla<br />

llama, aunque la voluntad Divina dispuso que le emplease tan infructuosamente.<br />

También agra<strong>de</strong>sco su cortesía y la <strong>de</strong> su compañero,<br />

por haber venido á compañar á la viuda do A<strong>de</strong>ling y á la<br />

madre <strong>de</strong> Athelstane, en los días <strong>de</strong> su mayor pena y amargura. A<br />

vuestra amistad y vigilancia los encomiendo, y espero que no carecerán<br />

<strong>de</strong> la hospitalidad que esta triste mansión pue<strong>de</strong> ofrecerles.»<br />

Los dos caballeros la saludarofi con una humil<strong>de</strong> reverencia, y se<br />

retiraron en compañía <strong>de</strong> su oficioso conductor.<br />

Este los introdujo por otra escalera auna pieza <strong>de</strong> las mismas dimensiones<br />

que la que acababan <strong>de</strong> visitar, situada sobre ella y <strong>de</strong><br />

la cual salía una armonía melancólica y pausada. Cuando entraron<br />

en este aposento, se hallaron en presencia <strong>de</strong> viente matronas y<br />

doncellas <strong>de</strong> las mas ilustres familias sajonas. Cuatro <strong>de</strong> las últimas,<br />

dirigidas por lady Rowena, entonaban una canción fúnebre,<br />

<strong>de</strong> la cual solo hemos podido <strong>de</strong>scifrar las siguientes estrofas:


Polvo y cenizas<br />

Y corrupción.<br />

Ka ya el potente<br />

Noble señor.<br />

Y el alma libre<br />

Rauda voló<br />

Don<strong>de</strong> la llame.<br />

Celeste voz.<br />

Quizás habita<br />

Negra mansión<br />

Reino fio llantos<br />

Y rio dolor:<br />

CAPITULO XXII. 379<br />

Mientras el fuego<br />

Limpia el borrón<br />

Que la privara<br />

De su esplendor<br />

;Reina <strong>de</strong>l cielo<br />

Madre <strong>de</strong> Dios!<br />

De su martirio<br />

Ten compasión.<br />

Bajo el amparo<br />

De tu favor,<br />

Entre en el puerto<br />

De salvación.<br />

Duran te esta canción, cuyo tono correspondía á su asunto, las<br />

otras damas y doncellas estaban separadas en dos divisiones. Las<br />

unas se ocupaban en bordar un paño <strong>de</strong> tumba <strong>de</strong> un rico tejido <strong>de</strong>.<br />

seda, que <strong>de</strong>bía servir para cubrir el féretro <strong>de</strong> Athelstaue. Las<br />

«tras a<strong>de</strong>rezaban guirnaldas <strong>de</strong> flores para la ceremonia <strong>de</strong>l entierro.<br />

Aunque el aspecto <strong>de</strong> las doncellas era comedido y <strong>de</strong>coroso, y<br />

algunas <strong>de</strong> ellas parecían realmente afligidas, <strong>de</strong> cuando en cuando<br />

se les solía escapar tal cual seña ó sonrisa, que les atraía una severa<br />

reconvención <strong>de</strong> las tías y <strong>de</strong> las madres: y aun hubo alguna<br />

entre elias que se empleaba mas en examinar como le sentaba el trai<br />

ge <strong>de</strong> luto, que en disponerse para la triste solemnidad <strong>de</strong>l día. Si<br />

hemos <strong>de</strong> confesar la verdad, la presencia <strong>de</strong> los dos caballeros dio<br />

lugar á nuevos gestos y miradas. Pero liowena, que era orgullosa<br />

y no vana, se contentó con inclinar la cabeza á su valiente libertador.<br />

Su continente era grave, pero no abatido; y quizás esta gravedad<br />

provenia mas bien <strong>de</strong> la incertidumbre en que estaba acerca<br />

<strong>de</strong> su suerte y <strong>de</strong>l para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Ivanhoe, que <strong>de</strong> la pesadumbre que<br />

le producía la muerte <strong>de</strong> su pariente.<br />

Cedric, sin embargo, cuya perspicacia no era la prenda que sobresalía<br />

en su carácter, creyó ver en el rostro <strong>de</strong> su pupila mayores<br />

muestras <strong>de</strong> aflicción que en los <strong>de</strong> las otras amas <strong>de</strong>l duelo, y no<br />

tardó en esplicará sus huéspe<strong>de</strong>s la causa <strong>de</strong> esta diferencia. «Lady<br />

Roweua, les dijo, era la esposa prometida <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sgraciado amigo.»<br />

Ivanhoe oyó esta esplicacion, y poco le faltó para interrumpir<br />

con unacarcajada la tristeza general que reinabaen Coningsburgh-<br />

Después <strong>de</strong> haber sido introducidos á las diferentes partes <strong>de</strong>l editicio,<br />

en que se celebraban <strong>de</strong> diversos modos las exequias <strong>de</strong>l noble<br />

sajón, los dos caballeros, conducidos siempre por Cedric, pasa-


880 IYANHOK.<br />

roa á otro aposento <strong>de</strong>stinado á los forasteros <strong>de</strong> distinción, que<br />

por su conexión con la familia quisiesen venir á acompañarla en la<br />

fúnebre solemnidad. Cedric les aseguró que podrían residir allí co<br />

roo en sus propias moradas, y ya iba á retirarse, cuando el caballero<br />

<strong>de</strong> las negras armas le <strong>de</strong>tuvo por la mano.<br />

cYhora es la ocasión <strong>de</strong> recordarte noble Cedric, le dijo, que<br />

cuando nos separamos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong><br />

.Buey, me prometiste.? una gracia en galardón <strong>de</strong> los servicios que<br />

tuve la fortuna <strong>de</strong> emplear en tu <strong>de</strong>fensa.<br />

—Está concedida <strong>de</strong> contado, dijo Cedric; pero en esta triste oca<br />

líien sé, dijo Ricardo, que no es la mas oportuna; pero el tiempo<br />

me urge, y no creo tampoco que sea fuera <strong>de</strong> propósito cuando se<br />

cierra ia tumba <strong>de</strong> un amigo, <strong>de</strong>positar en ella todo resentimiento<br />

y enemistad.<br />

—Señor caballero <strong>de</strong>l candado,dijo Cedric poniéndose encendido,<br />

ia gracia que fe be prometido es para ti, y no para otra persona:<br />

ni puedo permitir que un estranjero turne parle en lo concerniente<br />

al honor ele mi familia.<br />

— Ni yo quiero tomarla, dijo ed ny . sino en lo que peculiarmente<br />

me interesa. Hasta ahora solo lie sido á tus ojos el caballero <strong>de</strong>l<br />

candado. ¿Conoces a Ricardo Plantagcnet?<br />

—¡Ricardo <strong>de</strong> Ynjou! esclamó Cedric dando un paso atrás, atónito<br />

y confuso.<br />

—No, noble Cedric: Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra, cuyo mas vivo inte<br />

ré.-.. cuyo mas vehemente <strong>de</strong>seo es ver unidos á todos los que la.<br />

Provi<strong>de</strong>ncia ha colocado bajo su protección. ¡Y qué! ¿No doblas la<br />

rodilla átu soberano?<br />

-.(amas se doblo ante la sangre normanda, respondió Cedric.<br />

—Reserva pues tu homenaje, dijo el rey, piara cuando veas que<br />

mi protección abraza igualmente á normandos é ingleses.<br />

—Príncipe, respondió Cedido, siempre he hecho justicia átu valor<br />

y á tu magnanimidad: ni ignorólos <strong>de</strong>rechos que alegas á la corona<br />

<strong>de</strong> Inglaterra, por tu <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Matil<strong>de</strong> sobrina <strong>de</strong> Edgar<br />

Aiheling é hija <strong>de</strong> Malcolm <strong>de</strong> Escocia. Pero Matil<strong>de</strong>, aunque <strong>de</strong><br />

sangre real sajona, no era la inmediata here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l trono.<br />

—No vengo á disputar contigo mis <strong>de</strong>rechos, dijo el monarca:<br />

solo te pido que veas si encuentras otros (pie poner en la balanza<br />

—¿V has venido á este castillo á <strong>de</strong>círmelo? para amargarme con


CAPITULO XLII. 061<br />

ios recuerdos <strong>de</strong> nuestra <strong>de</strong>gradación y miseria, cuando aun no está<br />

cerrada !a tumba <strong>de</strong>l último vastago <strong>de</strong> la familia real <strong>de</strong> Sajonia?<br />

—No por cierto, dijo el rey: te hablo con la confianza que tu<br />

hombre <strong>de</strong> bien pue<strong>de</strong> tener en otro, sin que ninguno <strong>de</strong> los dos<br />

<strong>de</strong>ba temer las consecuencias.<br />

—Tienes razón, señor Rey , dijo Cedric ; porque rey eres, y rey<br />

serás en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> mi débil oposición : y creo que no soy capaz,<br />

<strong>de</strong> aprovecharme <strong>de</strong> la ocasión que tú mismo me ofreces <strong>de</strong> estorbarlo,<br />

por gran<strong>de</strong> que sea la tentación.<br />

—Volvamosá la gracia que me lias concedido, dijo el Rey , y 1:0<br />

presumas que confio menos en tu palabra, por la repugnancia cíe<br />

muestras á reconocerme por tu legitimo soberano. Exijo <strong>de</strong> tí, cerno<br />

hombre <strong>de</strong> honor y <strong>de</strong> palabra, so pena <strong>de</strong> <strong>de</strong>clararte <strong>de</strong>slecl y<br />

villano mal nacido, que restituyas tu afecto paternal al buen caballero<br />

Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe. Confieso que estoy interesado en esta<br />

reconciliación , tanto por la ventura <strong>de</strong> mi amigo , como p'»r<br />

•oncordia que <strong>de</strong>seo ver establecida en todos mis vasallos.<br />

—¿ Y es este Wilfrido? dijo Cedric señalando á su hijo.<br />

—Yo soy, dijo Ivanhoe echándose á los pies <strong>de</strong> Cedric: padre -,. '. .


382 IVANHOE.<br />

No c. posible <strong>de</strong>scribirla sensación que produjo esta aparición en<br />

ios que la presenciaron. Cedric retrocedió precipitadamente hasta<br />

la pared, y quedó apoyado en ella como si no bastasen sus propias<br />

fuerzas á sostenerle. tijas las miradas , entreabiertos los labios, é<br />

incapaz <strong>de</strong> respirar y <strong>de</strong> moverse. Ivanhoe se santiguaba lo mas<br />

<strong>de</strong> prisa que podia, y recitaba cuantas oraciones se presentaron á<br />

su memoria en sajón, en latin y en francés. Ricardo, luchando en­<br />

tre sus sentimientos religiosos y su inturbable valor . empezó por<br />

im salmo y acabó con un terrible juramento<br />

Al mismo tiempo se oyó en las piezas inferiores una confusa<br />

gritería.<br />

«En nombre <strong>de</strong> Dios, dijo Cedric al que creía espectro <strong>de</strong> su di­<br />

funto amigo, si eres mortal, habla ; si eres espíritu, dínos por qué<br />

causa vuelves ñ la tierra , ó qué po<strong>de</strong>mos hacer para asegurar tu<br />

eterno reposo: vivo «i muerto , noble Athelstane , habla á tu amigo<br />

Cedric.<br />

—Hablaré, dijo el espectro sin alterarse , cuando me <strong>de</strong>jes hablar<br />

y cuando cobre aliento. ¿ Que si estoy vivo ? Tanto como pue<strong>de</strong><br />

serlo el que ha estado en ayunas por espacio <strong>de</strong> dos dias , que me<br />

han parecido dos siglos. Sí, padre Cedric, así Dios me salve; y pro<br />

vi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios es que pueda contarlo.<br />

— ¿Como es posible? dijo Eicardo. Yo mismo te vi caer bajo la<br />

espada <strong>de</strong>l feroz templario poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l asalto <strong>de</strong>l castillo, y<br />

creí como <strong>de</strong>spués me aseguró VVamba, que te habia partido el<br />

cráneo hasta los dientes.<br />

—Te engañaste, señor caballero, dijo Athelstane, y Wamba mintió<br />

como villano: mis dientes están como estaban , y espero probarlo<br />

cuando me <strong>de</strong>n <strong>de</strong> cenar. No fué la culpa <strong>de</strong>l templerario , sino <strong>de</strong><br />

su espada, que se le torció en las manos y cayó <strong>de</strong> llano sobre mi<br />

cabeza. A no haber estado sin morrión, ni aun hubiera sentido el<br />

golpe, y el templario hubiera ido á contarlo al otro mundo. Pero<br />

estaba <strong>de</strong>scubierto, y caí aturdido, aunque sin daño consi<strong>de</strong>rable<br />

Pin seguida cayeron sobre mí cinco ó seis entre muertos y heridos,<br />

todo lo cual prolongó mi muerte aparente. Cuando recobré mis<br />

sentidos, me hallé <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un ataúd, que por fortuna estaba<br />

abierto, en frente <strong>de</strong>l altar <strong>de</strong> san Edmundo. Estornudé repetidas<br />

veces, me quejé, disperté <strong>de</strong> un todo, y ya iba á levantarme, cuan­<br />

do el sacristán y el abad acudieron al ruido aterrados y confusos,<br />

tomándome por un espectro. Así que echaron á correr y me quedé


CAPÍTULO XL1I. 383<br />

solo. Kl sitio estaba envuelto en la mas profunda oscuridad. Era sin<br />

duda el cementerio <strong>de</strong> su convento. Ocurriéronme estraños pensn<br />

mientos acerca <strong>de</strong> todo lo quo me había pasarlo.<br />

—Cobrad aliento, noble Athelstane , dijo Ricardo , para referir<br />

vuestra historia, que perlas barbas <strong>de</strong> mi padre , tiene algo <strong>de</strong><br />

novela.<br />

—No hay novela que valga, dijo Athelstane.<br />

—En nombre do la Virgen santísima, dijo Cedric tomando la mano<br />

á su amigo: ¿como pudiste escapar <strong>de</strong> tan inminente peligro ?<br />

—Tuve la buena suerte <strong>de</strong> que el sacristán cerrase la puerta en<br />

vago.»<br />

Athelstane se sintió cansado <strong>de</strong> hablar y con la lengua seca. Pidió<br />

<strong>de</strong> beber, y quiso que sus huéspe<strong>de</strong>s le hiciesen la razón. Entretanto<br />

Edita, <strong>de</strong>spués do haber dado ciertas disposiciones que le<br />

parecieron pru<strong>de</strong>ntes en tan estraordinaria ocurrencia , siguió ios<br />

pasos <strong>de</strong>l resucitado y entró en el cuarto <strong>de</strong> los extranjeros. Acudieron<br />

inmediatamente cuantos huéspe<strong>de</strong>s cabian en tan reducida<br />

pieza. < Pros se agolparon en la escalera, y la historia <strong>de</strong> Athelstane<br />

corrió do boca en boca., con tantas alteraciones y comentarios, que<br />

cuando llegó á los que estaban fuera <strong>de</strong>l castillo, en nada se parecía<br />

á la realidad. El muerto entretanto continuó <strong>de</strong>l modo siguiente<br />

la relación <strong>de</strong> sus aventuras :<br />

«Pocos esfuerzos bastaron para levantarme <strong>de</strong> mi embarazosa<br />

posición. 1 abre ya, subí las escaleras con la ligereza que me permitia<br />

el peso que llevaba encima, y sin saber don<strong>de</strong> dirigirme, seguí el<br />

sonido <strong>de</strong> un alegre romance que llegó á mis oídos. Bajé alas cuadras<br />

y encontré en una <strong>de</strong> ellas á mi propio caballo, que sin duda<br />

el Abad se había reservado para su uso particular. Púsome en camino,<br />

aguijoneándole cuanto mas podía , y asustando con mi sepulcral<br />

presencia á cuantos alcanzaban á, verme á una milla <strong>de</strong><br />

distancia. Ni aun en mi propio castillo hubiera hallado entrada, á<br />

no ser porque los <strong>de</strong> la puerta rne tomaron por uno <strong>de</strong> los bufones<br />

que están divirtiendo ahí fuera á los que han venido a mis exequias;<br />

y exequias mas alegres en mi vida las be visto. Fui me en <strong>de</strong>rechura<br />

á ver á mi madre, y he venido en seguida á buscaros, noble amigo.<br />

—Y aquí me encuentras, dijo Cedric, pronto siempre á sostenerte<br />

en el camino <strong>de</strong> la gloria y <strong>de</strong> la libertad. Las circunstancias no<br />

pue<strong>de</strong>n ser mas favorables, y jamás hallarás mejor dispuesto el<br />

terreno para libertar la ilustre raza <strong>de</strong> tos Sajones,


:$4 IVAKHOE.<br />

—No me hables <strong>de</strong> libertar á nadie, dijo Athelstane, que harto<br />

he hecho con libertarme á mí mismo.<br />

—¿Es posible, dijo Cedric, que pienses <strong>de</strong> ese modo cuando tienes<br />

abierta la carrera <strong>de</strong> la gloria? Vé aquí al príncipe normando Ricardo<br />

<strong>de</strong> Anjou; dile que aunque tiene un corazón <strong>de</strong> león en el<br />

pecho, trabajo le ha <strong>de</strong> costar subir al trono <strong>de</strong> Alfredo Ínterin<br />

exista un <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>l santo Confesor que se lo dispute.<br />

—Qué! esclamó Athelstane. ¿Este es el noble rey Ricardo?<br />

—Este es Ricardo <strong>de</strong> Plantagenet, dijo Cedric, cuya vida y libertad<br />

están seguras en nuestras manos, puesto que ha venido por<br />

su propia voluntad á ser nuestro huésped. El noble Athelstane <strong>de</strong><br />

Ooningsbugh sabrá respetar los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> la hospitalidad.<br />

—Y también los <strong>de</strong> la soberanía, dijo Athelstane; y como Rey le<br />

reconozco con mano y palabra.<br />

—¡Hijo mió! dijo Edita; ¿así olvidas la sangre que tienes en las<br />

venas?<br />

—¡Príncipe <strong>de</strong>generado! esclamó Cedric. ¿Así abandonas la libertad<br />

<strong>de</strong> Inglaterra?<br />

—Madre! amigo! dijo Athelstane, no mas reconvenciones. Cu<br />

calabozo y dos dias <strong>de</strong> pan y agua son po<strong>de</strong>rosos agentes para humillar<br />

la ambición. El sepulcro me ha dado el juicio y la sensatez<br />

que me faltaban. Esta ocurrencia ha disipado las locuras que me<br />

calentaban el celebro. Me ha dado una buena lección, y yo no la<br />

echaré en saco roto. Des<strong>de</strong> que anda toda esta baraúnda <strong>de</strong> planes<br />

y proyectos <strong>de</strong> restablecimiento, y <strong>de</strong> libertad, y <strong>de</strong> patriotismo<br />

solo he sacado en limpio sendas indigestiones, y sendos golpes y<br />

porrazos, cautiverio y ayuno. ¿En qué vendrían á parar todos<br />

nuestros castillos en el aire? En la muerte <strong>de</strong> algunos millares <strong>de</strong><br />

inocentes, queso curan muy poco <strong>de</strong> nuestro engran<strong>de</strong>cimiento y<br />

<strong>de</strong> nuestra dignidad. No señor. Key seré, pero no mas allá <strong>de</strong> mis<br />

estados; y el primer acto <strong>de</strong> mi soberanía será apo<strong>de</strong>rarme <strong>de</strong>l sepulturero<br />

<strong>de</strong>l convento y torcerle el gaznate.<br />

—¿Y mi pupila Rovveua? dijo Cedric.<br />

—Padre Cedric, continuó el sajón, hablemos claro. Lady Rovena<br />

no piensa en mi, ni ha pensado nunca. Mas aprecia ella un <strong>de</strong>do<br />

<strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> mi primo Wilfrido, que toda mi persona. Aquí está<br />

ella, que no me <strong>de</strong>jará mentir. No te avergüences, parienta: todos<br />

sabemos que un caballero cortesano vale mas que un hidalgo <strong>de</strong>stripaterrones.<br />

¿Te ries, Rowena? Pues cierto que una mortaja y un


CAPÍTULO XLII. 385<br />

rostro <strong>de</strong> fantasma como el mío son cosas <strong>de</strong> risa. Pero si estás <strong>de</strong><br />

humor <strong>de</strong> divertirte, yo te proporcionaré diversión. Dame tu mano,<br />

ú por mejor <strong>de</strong>cir, préstamela por algunos instantes, cpie solo te la<br />

pido como amigo. ¡Hola, primo Wilfrido <strong>de</strong> Ivanlioe! en tu favor<br />

renuncio y abjuro. ¿Don<strong>de</strong> diablo se ha escabullido? O el ayuno<br />

me ha puesto telarañas en la vista, ó no hace un minuto que estaba<br />

aqui á mi lado.»<br />

Ivanhoe habia en efecto <strong>de</strong>saparecido. Buscáronle por todas paríes,<br />

y al fin se supo que habia venido á buscarle un judío; que <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> una breve conversación mandó llamar á Gurth, pidió la<br />

armadura, montó á caballo, y habia salido á todo escape por la<br />

puerta <strong>de</strong>l castillo.<br />

«Hermosa prima, dijo Athelstane, si no creyera que esa salida<br />

repentina ha sido ocasionada por motivos urgentes y po<strong>de</strong>rosos,<br />

con tu permiso retractaría....»<br />

No pudo acabar la frase, pues echó <strong>de</strong> ver que también se habia<br />

<strong>de</strong>svanecido Rowena, la cual viéndose en una situación embarazosa<br />

y <strong>de</strong>licada, habia salido <strong>de</strong>l aposento sin que nadie lo notase.<br />

< ¡Lo que son las mujeres! esclamó Athelstane. No hay peores<br />

bichos en la tierra. Cuando esperaba que me diera las gracias por<br />

mi generosidad., y quizás... quizás un beso <strong>de</strong> gratitud, <strong>de</strong>saparece<br />

como una sombra. Esta mortaja tiene sin duda la virtud <strong>de</strong> hacer<br />

huir <strong>de</strong> mi presencia á todo el género humano. Pero tú, noble rey<br />

Bicardo, á quien repito mi homenaje....»<br />

Alzó los ojos y se encontró sin el Rey. Este habia bajado al patio<br />

<strong>de</strong>! castillo cuando supo las nuevas <strong>de</strong> la partida <strong>de</strong> Ivanhoe. Habió<br />

con el judío: pidió á toda prisa un caballo; obligó al israelita á<br />

montar en otro, y los dos habiau tomado el trote, «en términos,<br />

<strong>de</strong>cia \Vamba, (pie no doy dos maravedises por los huesos <strong>de</strong>l hijo<br />

<strong>de</strong> Abraham.»<br />

—Zernebock, dijo Athelstane, se ha apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> mí y <strong>de</strong> mi<br />

castillo. Cosas se han visto en estos pocos dias que podrían llenar<br />

muchas historias. Muertos resucitados, reyes, damas y caballeros<br />

que se hun<strong>de</strong>n como por escotillón. Pero, pensemos en lo principal.<br />

Amigos míos, los que todavía no se hayan convertido en humo,<br />

que me sigan al comedor. Allí estáis todos seguros. Algunos<br />

restos habrán quedado <strong>de</strong> la comilona fúnebre <strong>de</strong> un noble sajón-<br />

No nos <strong>de</strong>tengamos, porque ¿quien sabe si no habrá cargado oí<br />

Diablo con la cena?»<br />

2:;


386 IVA.NHOE.<br />

CAPITULO XLIII.<br />

Figúrense nuestros lectores que están á vista <strong>de</strong>l castillo 6 preceptorio<br />

<strong>de</strong> Templestowe, una hora poco mas ó menos antes <strong>de</strong><br />

darse el sangriento combate <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>pendia la vida ó la muerte<br />

<strong>de</strong> la interesante y <strong>de</strong>sgraciada Rebeca. Habíase agolpado á presenciar<br />

tan terrible escena, como á divertirse en una feria ó romería,<br />

un numeroso concurso <strong>de</strong> habitantes <strong>de</strong> los pueblos circunvecinos.<br />

Mas la curiosidad que escitan los espectáculos crueles no es<br />

peculiar <strong>de</strong> los siglos bárbaros. Pos duelos solemnes y legales, en<br />

que un guerrero perdía la vida á manos <strong>de</strong> otro, en presencia <strong>de</strong><br />

una gran muchedumbre, y con tantas formalida<strong>de</strong>s religiosas y<br />

jurídicas como si fuera el lance mas inocente, eran entonces comunísimos<br />

y formaban parte <strong>de</strong> las costumbres públicas. Pero en nuestros<br />

días, con todos los progresos que hemos hecho en la civilización,<br />

con todas las teorías que ilustran y fortifican los principios<br />

morales, ¿no vemos correr hombres y mujeres á millares á presenciar<br />

la ejecución <strong>de</strong> una sentencia <strong>de</strong> muerte? ¿No hay todavía<br />

corridas <strong>de</strong> toros en España, y combates á puñadas en Inglaterra?<br />

El tropel que ro<strong>de</strong>aba el preceptorio se había dividido en dos<br />

porciones. Los unos estaban en frente <strong>de</strong> la puerta, aguardando la<br />

procesión que <strong>de</strong>bia dar principio á las solemnida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l día; los<br />

otros, en mayor número, habían ido á tomar puesto alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l<br />

campo <strong>de</strong> batalla. Era este un vasto cercado, inmediato al edificio,<br />

nivelado con el mayor esmero para que sirviese á los ejercicios militares<br />

<strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong>l Temple. Ocupaba el pié <strong>de</strong> una suave<br />

eminencia, y estaba ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> fuertes empalizadas y barreras; y<br />

como los Templarios gustaban <strong>de</strong> lucir su <strong>de</strong>streza en el manejo<br />

<strong>de</strong> armas y caballos, había dispuestas en torno suficientes galerías<br />

para admitir un gran número <strong>de</strong> espectadores.<br />

En la ocasión presente se habia erigido un trono en uno <strong>de</strong> los<br />

lados <strong>de</strong>l palenque para el Gran Maestre <strong>de</strong> los Templarios, y puestos<br />

<strong>de</strong> distinción para los caballeros y preceptores <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. Tremolaba<br />

sobre este aparato el estandarte sagrado llamado Le Batícan,<br />

que era la insignia, como su nombre era el grito <strong>de</strong> guerra, <strong>de</strong><br />

aquella Or<strong>de</strong>n militar,


CAPÍTULO XLIII. 38"J<br />

Enfrente <strong>de</strong>l trono se alzaba la pira fúnebre, dispuesta alre<strong>de</strong>­<br />

dor <strong>de</strong> una estaca, <strong>de</strong> modo que quedaba en'medio un espacio vacío<br />

para la víctima que las llamas <strong>de</strong>bían consumir. De la estaca pen­<br />

dían las ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>stinadas á sujetarla. Custodiaban esta horrible<br />

armazón cuatro esclavos africanos, cuyo color y facciones que á la<br />

sazón no eran muy comunes en Inglaterra, llenaban <strong>de</strong> terror á la<br />

muchedumbre. Mirábanles los espectadores como <strong>de</strong>monios verda­<br />

<strong>de</strong>ros , y dignos ejecutores <strong>de</strong>l infernal ministerio que se les habia<br />

encargado. Estos hombres estaban inmóviles como estatuas, y solo<br />

daban señales <strong>de</strong> vida cuando el que hacia <strong>de</strong> jefe les mandaba echar<br />

leña en la hoguera. Parecían insensibles á todo lo que les ro<strong>de</strong>aba<br />

y solo atentos al <strong>de</strong>sempeño <strong>de</strong> su odiosa obligación. Cuando ha­<br />

blaban cid re sí, los movimientos <strong>de</strong> sus prominentes labios , y la<br />

blancura <strong>de</strong> los dientes que <strong>de</strong>scubrían, aumentaban la estrañeza<br />

y el horror do los que los observaban. Hubo quien dijo que eran los<br />

espíritus familiares <strong>de</strong> la hebrea, convocados por ella con sus en­<br />

salmos y brujerías, para asistirla en el lance terrible que la aguar­<br />

daba. Esta opinión dio lugar á gran<strong>de</strong>s comentarios sobre las he-<br />

churías <strong>de</strong> Luzbel en aquellos tiempos <strong>de</strong> crímenes y revueltas ;y<br />

por cierto que so le atribuyeron cosas en que no tuvo la menor parte.<br />

«¿lias oído <strong>de</strong>cir, fio Dionisio, preguntó un patán á otro avan­<br />

zado en años, que el diablo ha cargado con Athelstane, el señor <strong>de</strong>l<br />

castillo <strong>de</strong> Coningsburgh?<br />

—Sí, respondió Dionisio; pero ya lo ha <strong>de</strong>vuelto, gracias á Dios<br />

y á san Dunstan.<br />

—¿ ( orno es eso ? » preguntó un joven <strong>de</strong> gallarda presencia, ves­<br />

tido <strong>de</strong> gabán ver<strong>de</strong> , bordado <strong>de</strong> oro, y acompañado por un mu­<br />

chacho (pac llevaba el arpa, símbolo <strong>de</strong> su profesión. Este maestro<br />

<strong>de</strong> la gaya ciencia parecía hombre do alguna distinción: porque,<br />

a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l esplendor do su trage , llevaba al cuello una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong><br />

plata, <strong>de</strong> ¡a que pendía la llave que le servia para templar el ins­<br />

trumento. Tenia en el brazo <strong>de</strong>recho una placa <strong>de</strong>l mismo metal,<br />

en la cual, en lugar <strong>de</strong> la divisa ó escudo <strong>de</strong>l señor feudal á quien<br />

pertenecía, solo se notaba, grabada <strong>de</strong> realce, la palabra Shcrwood.<br />

«¿Cómo es eso? volvió á preguntar el alegro arpista tomando parta<br />

en la conversación <strong>de</strong> los dos campesinos. Justamente vengo á bus­<br />

car asunto para un romance, y por la Virgen que me alegro <strong>de</strong> hallarme<br />

con dos. Lúa judía quemada por los Templarios, y un baroa<br />

arrebatado por los Demonios,


388 IVANHOE.<br />

—Es bien sabido, dijo el viejo Dionisio, que Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado muerto cuatro semanas.,.<br />

—No pue<strong>de</strong> ser, dijo el trovador; porque yo le vi lleno <strong>de</strong> vida y<br />

salud en el paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche.<br />

—Muerto estaba, dijo el campesino joven, ó en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás,<br />

que es lo mismo para el caso. Yo mismo oí á los frailes <strong>de</strong> san Edmundo<br />

cuando le cantaban el responso. Y a<strong>de</strong>más, que el castillo<br />

<strong>de</strong> Coningsburgh ha estado lleno <strong>de</strong> gentes estos dias, y ha habido<br />

pernil por barba, como era regular. Y yo no hubiera faltado á la<br />

fiesta, si no fuera porque le dio torozón al mulo.<br />

—Muerto estaba, dijo el tio Dionisio; y es lástima , porque era<br />

•el último do los...<br />

—Vamos al caso, dijo el músico con alguna impaciencia.<br />

—Acabad con dos mil santos el cuento, dijo uno que parecía frai-<br />

,le, que se había acercado á la sazón, y que se apoyaba en un palo<br />

grueso capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñar en caso necesario, y según lo exigían<br />

las circunstancias, las funciones <strong>de</strong> garrote y <strong>de</strong> bordón <strong>de</strong> peregrino.<br />

Acabad el cuento, que no tenemos mucho tiempo que per<strong>de</strong>r.<br />

—Con perdón <strong>de</strong> vuestra reverencia, continuó Dionisio, diré que<br />

vino un bribón borracho á visitar al sacristán <strong>de</strong> san Edmundo...<br />

—No gusta mi reverencia, respondió el fingido religioso, <strong>de</strong>que<br />

haya bribones borrachos en el mundo. Sed comedido y bien hablado<br />

, hermano ; y no digáis que estaba borracho, sino arrobado<br />

•en algún estasis quo á veces hace ¡laquear las piernas, como si estuviera<br />

el estómago lleno <strong>de</strong> vino nuevo. Lo sé por esperiencía.<br />

—Pue<strong>de</strong> ser así, dijo el labrador; pero lo cierto es que el tal, que<br />

•como iba diciendo vino á visitar al sacristán <strong>de</strong> san Edmundo, es<br />

el que mata la mitad <strong>de</strong> los venados que se roban en esos cotos: hombre<br />

que gusta mas <strong>de</strong>l jarro que <strong>de</strong> la campanilla, y mas <strong>de</strong> una<br />

lonja <strong>de</strong> jamón que <strong>de</strong>l Breviario. Por lo <strong>de</strong>más, es una buena criatura<br />

(mis palabras no le ofendan], capaz <strong>de</strong> manejar el palo con el<br />

mejor montero <strong>de</strong> estos alre<strong>de</strong>dores.<br />

—Tus últimas palabras, dijo el pseudo fraile, te han libertado <strong>de</strong><br />

tener dos costillas hundidas. Al cuento, y <strong>de</strong>jémonos <strong>de</strong> floreos.<br />

—Pues, como digo, continuó Dionisio,cnaudo enterraron á Atbelstane<br />

<strong>de</strong> Coninsgsburgh en el convento <strong>de</strong> san Edmundo...<br />

—¡Qué lo habían <strong>de</strong> enterrar, dijo el otro, si yo le vi en cuerpo<br />

y alma caminar hacia su castillo!<br />

—Busca quien te dé mas noticias, # dijo el viejo cansado <strong>de</strong> tan


CAPÍTULO XLIII. 389<br />

repetidas interrupciones. Pero cedió á las instancias <strong>de</strong> su compañero<br />

y <strong>de</strong>l trovador, y volvió á tomar el liilo <strong>de</strong> su historia.<br />

«Los dos santos varones, ya que este reverendo padre no quiero<br />

que se les dé otro título, estaban piadosamente ocupados en vaciar<br />

una bota <strong>de</strong> cerveza, cuando oyeron ca<strong>de</strong>nas y gemidos, y vieron<br />

entrar por la puerta el alma en pena <strong>de</strong> Athelstane, que les dijo<br />

con voz terrible, y echando fuego por los ojos: En nombre <strong>de</strong>-<br />

Dios...<br />

—No dijo tal cosa, repuso el fingido fraile.<br />

— Tuck <strong>de</strong> Parrabas , dijo el músico llamando á parte al ermitaño,<br />

¿ como quieres que componga el romance si á cada paso estás,<br />

quitando á ese hombre las palabras <strong>de</strong> la boca?<br />

— Dígote, Allan-á-Dale, contestó Tuck, que yo vi con mis ojos á<br />

Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh , como te estoy viendo á tí. Estaba<br />

amortajado, y apestaba á difunto. Una arroba <strong>de</strong> vino seco no bastará<br />

á borrarle <strong>de</strong> mi memoria.<br />

—; Qué ganas tienes <strong>de</strong>, chancearte! dijo Allan-á-Dale.<br />

— Por mas señas, continuó Tuck, que le asesté un garrotazo capaz<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>rribar á un toro <strong>de</strong> ocho años; pero lo mismo le atravesó<br />

el cuerpo que si hubiera sido <strong>de</strong> humo.<br />

—Por san Huberto, dijo el arpista, que es cosa maravillosa y digna<br />

<strong>de</strong> ponerse en romance.<br />

— Si yo lo canto, dijo el fraile, que me ahorquen <strong>de</strong> una encina,<br />

¿Quieres que se aparezca otra vez el muerto , y me dé otro sustocomo<br />

el pasado? No, hijo mió; esas son chanzas pesadas.»<br />

A! <strong>de</strong>cir esto, la pon<strong>de</strong>rosa campana <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> san Miguel<br />

<strong>de</strong> Templestowe, venerable edificio situado en una al<strong>de</strong>a inmediata<br />

al preeeptorio, interrumpió su conversación. Uno á uno llegaron ú<br />

sus oidos aquellos golpes majestuosos, <strong>de</strong>jando apenas tiempo á que<br />

uno se <strong>de</strong>svaneciese en los ecos distantes cuando el bronce conmovía<br />

<strong>de</strong> nuevo los aires. Esta era la señal <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> la ceremonia.<br />

Los espectadores quedaron suspensos y aterrados, y todas las<br />

miradas se. fijaron en la puerta <strong>de</strong>l preeeptorio, aguardando la salida<br />

<strong>de</strong>l gran Maestre, <strong>de</strong> la judía y <strong>de</strong> su campeón.<br />

EcLóse el puente levadizo, abrióse la puerta, y se presentó un caballero<br />

con el gran guión <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n, precedido por seis trompetas,<br />

y seguido por los preceptores, que marchaban dos á dos, y á<br />

quienes precedía el gran Maestre montado en un soberbio caballo<br />

enjaezado con la mayor sencillez. Detrás venia Brian <strong>de</strong> Bois-Guil-


390 IVANHOE.<br />

bert, brillantemente armado <strong>de</strong> punta en blanco. Dos escu<strong>de</strong>ros lle­<br />

vaban su escudo, su lanza y su espada. Aunque el pomposo plume­<br />

ro <strong>de</strong>l morrión le ocultaba parte <strong>de</strong>l rostro, bien se echaba <strong>de</strong> ver<br />

en sus facciones alteradas y <strong>de</strong>scompuestas que el orgullo y la ir­<br />

resolución luchaban obstinadamente en su alma. La pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su<br />

rostro indicaba que habia pasado muchas noches sin gozar <strong>de</strong> sue­<br />

ño ni <strong>de</strong> reposo; mas sin embargo, manejaba el caballo con la <strong>de</strong>s­<br />

treza y gracia propias <strong>de</strong> la mejor lanza <strong>de</strong>l Temple. Su continente<br />

era, como siempre , noble y majestuoso ; pero el que le observaba<br />

con atención leia en sus ojos sentimientos y pasiones en que no<br />

queremos fijar la nuestra.<br />

A los dos lados <strong>de</strong>l campeón <strong>de</strong> los templarios, venían Conrado<br />

<strong>de</strong> Mont-Fitchet y Alberto <strong>de</strong> Malvoisin , que hacían <strong>de</strong> padrinos<br />

en el duelo, y que vestían el trage <strong>de</strong> paz , ó manto blanco <strong>de</strong> la<br />

Or<strong>de</strong>n. Seguíanles los caballeros y compañeros, y una gran comi­<br />

tiva <strong>de</strong> pajes y escu<strong>de</strong>ros, que aspiraban á los mismos grados. De­<br />

trás <strong>de</strong> estos neófitos marchaba una guardia <strong>de</strong> alabar<strong>de</strong>ros , entre<br />

cuyas aceradas puntas se divisaba el pálido rostro <strong>de</strong> Rebeca. Su<br />

aspecto <strong>de</strong>notaba aflicción, pero no abatimiento. Habíasela <strong>de</strong>spo­<br />

jado <strong>de</strong> todos sus adornos, por miedo <strong>de</strong> que hubiese entre ellos al­<br />

gún talismán ú otra prenda diabólica dada por el enemigo <strong>de</strong> las<br />

almas para privarla <strong>de</strong> la facultad <strong>de</strong> confesar sus pecados, aun en<br />

medio <strong>de</strong> las agonías y <strong>de</strong> los horrores <strong>de</strong> la muerte. En lugar <strong>de</strong> su<br />

vistoso y espléndido traje oriental, llevaba uno <strong>de</strong> grosera tela<br />

blanca y <strong>de</strong> sencillísima forma; pero tan irresistible era la espre-<br />

sion <strong>de</strong> valor y resignación que se leia en sus miradas, que aun en<br />

aquel tosco atavío, y sin otra gala que las largas trenzas <strong>de</strong> sus<br />

negros cabellos, inspiró la mas tierna compasión á cuantos la veían.<br />

Hasta los hombres mas empe<strong>de</strong>rnidos <strong>de</strong>ploraban su suerte, la­<br />

mentándose <strong>de</strong> que una criatura tan favorecida por la Provi<strong>de</strong>ncia,<br />

hubiese caido en las re<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l ángel <strong>de</strong> las tinieblas, y fuese <strong>de</strong>stina­<br />

da á ser vaso <strong>de</strong> reprobación.<br />

Seguían á la víctima todos los <strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong>l preceptorio , que<br />

marchaban en buen or<strong>de</strong>n , con los brazos cruzados, y la vista en<br />

el suelo.<br />

Subió la procesión á la altura próxima á la escena <strong>de</strong>l combate,<br />

entró en el palenque, dio una vuelta por él <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha á izquier­<br />

da, y concluida hizo alto. El gran Maestre y todos los que le acom­<br />

pañaban, escepto el campeón y los dos padrinos, <strong>de</strong>smontaron <strong>de</strong>


CAPÍTULO XLIII. 391<br />

sus caballos, y estos salieron inmediatamente <strong>de</strong> las barreras, conducidos<br />

por los pajes que con este objeto los seguían.<br />

La <strong>de</strong>sgraciada Rebeca pasó en medio <strong>de</strong> la guardia á un banquillo<br />

cubierto <strong>de</strong> negro , próximo al sitio <strong>de</strong> la ejecución. Al echar<br />

una ojeada á los horrorosos preparativos <strong>de</strong> la muerte que le estaha<br />

<strong>de</strong>stinada , tan espantosa por los agudos tormentos que <strong>de</strong>bían<br />

acompañarla, se estremeció, cerró los ojos, y el movimiento <strong>de</strong> sus<br />

labios <strong>de</strong>notó que sus primeros pensamientos en tan amargo trance<br />

se dirigían al Padre <strong>de</strong> las misericordias. Abrió sin embargo los<br />

ojos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> algunos instantes, miró atentamente á la pira, como<br />

para familiarizarse con su aspecto , y volvió sin afectación la<br />

cabeza á otro lado.<br />

Entretanto el gran Maestre ocupó su sitio; y cuando todos los individuos<br />

<strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n se acomodaron en los que correspondían á sus<br />

grados y dignida<strong>de</strong>s, las trompetas anunciaron la abertura solemne<br />

<strong>de</strong>l juicio. Malvoisin entonces , como padrino <strong>de</strong>l campeón,<br />

tomó el guante <strong>de</strong> la judía, y lo arrojó á los pies <strong>de</strong>l gran<br />

Maestre.<br />

«Valeroso señor y reverendo padre, dijo, aquí está el buen caballero<br />

Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, caballero preceptor <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l<br />

Temple, que al aceptar la prenda do batalla que presento á los pies<br />

<strong>de</strong> vuestra reverencia, se ha obligado á hacer su <strong>de</strong>ber en el combate<br />

<strong>de</strong> este dia , y á mantener que la mujer judía llamada Rebeca<br />

merece la sentencia pronunciada contra ella por el capítulo <strong>de</strong> esta<br />

santa or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, con<strong>de</strong>nándola como á hechicera. Aquí está,<br />

vuelvo á <strong>de</strong>cir, el caballero campeón <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n , para pelear<br />

como tal y como hombre <strong>de</strong> honor, si tal es vuestra noble y santa<br />

voluntad.<br />

— ¿ Ha hecho juramento, preguntó el gran Maestre, do ser justa<br />

y honrosa ia causa que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> ? Traed el cáliz y la patena.<br />

—Señor y muy reverendo padre, dijo Malvoisin, nuestro hermano<br />

que está presente ha jurado ya la verdad <strong>de</strong> su acusación en manos<br />

<strong>de</strong>l buen caballero Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet, y no pue<strong>de</strong> celebrarse<br />

<strong>de</strong> otro modo esta formalidad, en vista <strong>de</strong> que la parte contraria<br />

no pue<strong>de</strong> jurar, por ser infiel.»<br />

El astuto Alberto había imaginado este subterfugio, por estar<br />

convencido <strong>de</strong> la gran dificultad, ó por mejor <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> la imposibilidad<br />

absoluta <strong>de</strong> reducir á Bois-Guilbert á pronunciar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />

aquel vasto concurso un juramento tan contrario á sus sentimien-


392 IVANHOE.<br />

tos y opiniones. El gran Maestre quedó satisfecho , y Malvoisin libre<br />

<strong>de</strong> un gran embarazo.<br />

El gran Maestre mandó entonces á los heraldos que hicieran su<br />

<strong>de</strong>ber. Tocáronse <strong>de</strong> nuevo las trompetas; y un heraldo, presentándose<br />

en medio <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> batalla, proclamó el duelo en los<br />

términos siguientes:<br />

« Oid, oid , oid. Aquí está el buen caballero sir Brian <strong>de</strong> Bois-<br />

Guilbert, pronto y apercibido á pelear cuerpo á cuerpo con todo caballero<br />

<strong>de</strong> sangre libre que salga á la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la judía Rebeca,<br />

en virtud <strong>de</strong> la facultad que se le ha concedido <strong>de</strong> presentarse por<br />

medio <strong>de</strong> otra persona en este juicio <strong>de</strong> Dios, en que <strong>de</strong>be ser juzgada;<br />

y al caballero que salga al duelo, como campeón <strong>de</strong> la dicha<br />

Rebeca, el reverendo y valeroso gran Maestre <strong>de</strong> la muy santa or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong> los Templarios, que está aquí presente , conce<strong>de</strong> campo libre<br />

é igual partición <strong>de</strong> sol y aire y todos los <strong>de</strong>más requisitos <strong>de</strong><br />

un combate legal.» Volvieron á sonar las trompetas , y siguieron<br />

algunos minutos <strong>de</strong> suspensión y silencio.<br />

«Ningún campeón se presenta por la apelante, dijo el grá^ Maestre.Heraldo,<br />

pregunta á la judía Rebeca si aguarda que se presente<br />

algún caballero que tome las armas en su <strong>de</strong>fensa.»<br />

El heraldo se encaminó hacia la judía, y Bois-Guilberí, volviendo<br />

<strong>de</strong> pronto las riendas al caballo, en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> las amonestaciones<br />

<strong>de</strong> sus dos padrinos, se dirigió al mismo punto, y llegó á él<br />

casi al mismo tiempo que el heraldo.<br />

«¿Es esto conforme á las reglas <strong>de</strong>l combate judicial? preguntó<br />

Alberto <strong>de</strong> Malvoisin al gran Maestre.<br />

—Sí, hermano, respondió Lúeas do Beaumauoir; porque en esta<br />

apelación al juicio <strong>de</strong> Dios no <strong>de</strong>bemos estorbar que las partes comuniquen<br />

entre sí, á fin <strong>de</strong> no impedir ninguno <strong>de</strong> los medios que<br />

puedan conducirnos al <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> la verdad y <strong>de</strong> la justicia.»<br />

Entretanto, el heraldo habló á Rebeca en estos términos :<br />

«Doncella, el honorable y reverendo gran Maestre te pregunta si<br />

estás apercibida <strong>de</strong> algún campeón que sostenga tu parte en la pelea,<br />

ó si reconoces la justicia <strong>de</strong> la sentencia y te sometes á la pena<br />

que te impone.<br />

—Di al gran Maestre, respondió Rebeca, que persisto en <strong>de</strong>clarar<br />

mi inocencia; y protesto, y <strong>de</strong>bo protestar contra el fallo pronunciado,<br />

so pena <strong>de</strong> ser homicida <strong>de</strong> mí misma. Dile a<strong>de</strong>más que le


CAPÍTULO XLIIL 393<br />

pido .y requiero me conceda todo el término que las formalida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong>l juicio permitan; á ver si Dios, que socorre al hombre en las úl­<br />

timas estremida<strong>de</strong>s, me suscita un libertador: y si este término pa­<br />

sa, hágase su santa voluntad.» El heraldo se retiró á llevar esta res­<br />

puesta al gran Maestre.<br />

«No permita Dios , dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, que falte yo á<br />

'.ajusticia, aunque sea judío ó pagano quien la <strong>de</strong>man<strong>de</strong>. Has­<br />

ta que las sombras sean arrojadas <strong>de</strong>poniente á levante , aguar­<br />

daremos á ver si se presenta algún campeón en favor <strong>de</strong> esa cui­<br />

tada.»<br />

El heraldo comunicó la resolución <strong>de</strong>l gran Maestre á Rebeca, la<br />

cual inclinó respetuosamente la cabeza, cruzó los brazos y miró á<br />

los ciclos, como si esperase <strong>de</strong> su bondad el favor que ya no podia<br />

aguardar <strong>de</strong> los hombres. Durante este terrible intervalo llegó á<br />

sus oidos la voz <strong>de</strong> Bois-Ouilbert. Aunque apenas podia enten<strong>de</strong>r<br />

sus pala i iras; aquel sonido le hizo mas impresión que si fuera el <strong>de</strong><br />

un trueno espantoso.<br />

«¿Me oyes, Rebeca?le dijo el templario.<br />

—Nada tienes que <strong>de</strong>cirme, hombre cruel y empe<strong>de</strong>rnido, respon­<br />

dió la <strong>de</strong>sgraciada.<br />

- Limo si entien<strong>de</strong>s mis palabras, dijo Brian ; porque yo mismo<br />

no me entiendo. Apenas sé don<strong>de</strong> estoy, ni con qué objetóme han<br />

traído aquí. Esas barreras, ese asiento enlutado, esos haces <strong>de</strong> le­<br />

ña, ¿qué significan... Ah !... ya sé... ya conozco la triste realidad...<br />

pero ¿es realidad ó ilusión? Ilusión tenebrosa que espanta mi fan­<br />

tasía, y no convence mi razón.<br />

—Mi razón y nú fantasía, dijo Rebeca, no son parte á <strong>de</strong>svanecer<br />

la realidad <strong>de</strong> mi suerte. Esos haces <strong>de</strong> leña van á consumir mi<br />

existencia terrena : van á abrirme un tránsito doloroso , pero bre­<br />

ve, á la eternidad.<br />

—Óyeme, Bebeca, continuó con estraño anhelo. Mas esperanzas<br />

<strong>de</strong> vida y libertad pue<strong>de</strong>s tener, que las que esos insensatos se fi­<br />

guran. Monta en la grupa <strong>de</strong> mi caballo; <strong>de</strong> mi valiente Zamorque<br />

jamás abandona á su ginete. Despojo es <strong>de</strong>l Soldán <strong>de</strong> Trebizonda,<br />

á quien vencí en singular combate. Monta, digo ; y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> po­<br />

cas horas te burlarás <strong>de</strong> esos encarnizados perseguidores : un nue­<br />

vo mundo <strong>de</strong> placeres se abrirá á tu vista, y á mí una nueva carre­<br />

ra <strong>de</strong> ambición y <strong>de</strong> fama. Pronuncien contra mí sus anatemas: yo<br />

los <strong>de</strong>sprecio. Borren el nombre <strong>de</strong> Bois-Guilbert <strong>de</strong>l catálogo <strong>de</strong>


394 IVANH0E.<br />

los suyos: yo borraré con su sangre cualquier mancha que osen<br />

echar en mi escudo.<br />

—Huye<strong>de</strong> mí, tentador, dijo Rebeca. Tus ofertas nobastanácon-<br />

mover mi resolución , aun estando como estoy en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l se­<br />

pulcro. Me veo ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> enemigos ; pero tú eres el peor y el mas<br />

implacable. Apártate, en nombre <strong>de</strong> Dios.»<br />

Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, á quien inquietaba sobremanera esta con­<br />

versación, la interrumpió'acercándose á su amigo.<br />

« ¿Ha confesado su culpa, le preguntó, ó está resuelta á negarla?<br />

—Está resuelta, respondió enfáticamente Bois-Guilbert.<br />

—Pues entonces , dijo Malvoisin , <strong>de</strong>bes volver á tu puesto, y es­<br />

perar á tu enemigo si es que alguno se presenta. El término señala­<br />

do se aproxima. Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, tú eres la esperanza <strong>de</strong> la<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, y pronto serás su caudillo.»<br />

Dijo estas palabras con tono suave y amistoso ; pero al mismo<br />

tiempo echó mano al freno <strong>de</strong>l caballo <strong>de</strong> su amigo , para guiarle<br />

al puesto que <strong>de</strong>bía ocupar.<br />

«i Villano, falso amig-o 1 dijo Bois-Guilbert. ¿Cómo te atreves á<br />

apo<strong>de</strong>rarte <strong>de</strong> la brida <strong>de</strong> mi caballo?» Y en seguida , arrancándo­<br />

se délas manos <strong>de</strong> su compañero, echó á correr hacia el lado opues­<br />

to <strong>de</strong>l palenque.<br />

« Todavía, dijo Alberto á Conrado, hay brio en su corazón: lásti­<br />

ma es que lo emplee tan <strong>de</strong>sacordadamente.»<br />

Ya hacia dos horas que los jueces aguardaban en vano al cam­<br />

peón <strong>de</strong> Rebeca.<br />

«¿ Quién ha <strong>de</strong> querer esgrimir la espada en favor <strong>de</strong> una judía?<br />

dijo Tuck á su amigo el cantor : y sin embargo, por las barbas <strong>de</strong><br />

mi padre , es lástima que tan joven y tan hermosa vaya á perecer<br />

en las llamas, sin haber quien dé un golpe en su favor. Aunque<br />

fuera diez veces bruja, con tal <strong>de</strong> que tuviera algo <strong>de</strong> cristiano en<br />

su cuerpo, por Dios santo que el templario y yo nos veríamos las<br />

caras; y yo le aseguro que un garrotazo <strong>de</strong>scargado por mí en su<br />

gorra <strong>de</strong> acero, le había <strong>de</strong> quitar las ganas <strong>de</strong> llevar el asunto a<strong>de</strong>­<br />

lante.»<br />

La opinión general <strong>de</strong> los espectadores era en efecto que nin­<br />

gún cristiano se <strong>de</strong>cidiría á montar á caballo por una hechice­<br />

ra judía. Los Templarios , escitados por Malvoisin , hablaban ya<br />

entre sí <strong>de</strong> dar por finada la causa, y <strong>de</strong> pasar á la ejecución <strong>de</strong> la<br />

sentencia, cuando se vio venir un caballero á todo escape por la


CAPÍTULO XLIII. ' 395<br />

llanura inmediata al campo <strong>de</strong> batalla. «¡Un campeón , un cam­<br />

peón .'» gritaron á un mismo tiempo los espectadores ; y en <strong>de</strong>spe­<br />

cho <strong>de</strong> la preocupación general y <strong>de</strong> los errores que dominaban en<br />

aquella época <strong>de</strong> tinieblas, la presencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sconocido escitó los<br />

aplausos <strong>de</strong> la muchedumbre. Sin embargo , perdieron toda espe­<br />

ranza los que se interesaban en la suerte <strong>de</strong> Rebeca. El caballo<br />

<strong>de</strong>l forastero, que sin duda habia hecho una larga jornada, pa­<br />

recía l'atigadisimo; y el ginete, sea por cansancio, ó por <strong>de</strong>bili­<br />

dad, ó por ambas causas juntas, apenas podía mantenerse sobre la<br />

silla.<br />

A las preguntas <strong>de</strong> los heraldos acerca <strong>de</strong> su nombre y clase, y<br />

<strong>de</strong>l objeto que allí le traía, el caballero respondió con firmeza y<br />

prontitud : «Soy un noble y buen caballero, que vengo á sostener<br />

con lanza y con espada la justa causa <strong>de</strong> Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong><br />

York, contra la sentencia pronunciada en su juicio, la que <strong>de</strong>claro<br />

falsa é inicua; y á <strong>de</strong>safiar á sir Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, como trai­<br />

dor, homicida y embustero. Y lo probaré en este campo <strong>de</strong> batalla,<br />

con mis armas y con la ayuda <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> la Virgen y <strong>de</strong> san Jor­<br />

ge el buen caballero.<br />

—El forastero <strong>de</strong>be probar ante todo, djjo Malvoisin, que ha sido<br />

armado caballero, y que es <strong>de</strong> noble linaje. Los campeones <strong>de</strong>l Tem­<br />

ple no pelean con hombres <strong>de</strong>sconocidos.<br />

—Mi nombre, dijo el caballero alzando la visera, es mas noble, y<br />

mi linaje mas puro que el tuyo, Malvoisin. ó'o soy AVilfrido <strong>de</strong><br />

Ivanhoe.<br />

—No seré yo quien pelee contigo , dijo Brian <strong>de</strong>mudado y tré­<br />

mulo. Cúratelas heridas, toma mejor caballo, y pue<strong>de</strong> ser que re­<br />

cibas una lección <strong>de</strong> mi mano por esta pueril fanfarronada.<br />

—Bien podias tener presente, dijo Ivanhoe, que dos veces has ce­<br />

dido al impulso <strong>de</strong> mi lanza, Orgulloso templario , acuérdate <strong>de</strong>l<br />

paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> Ashby; acuérdate <strong>de</strong> tu insensata jactancia en el<br />

salón <strong>de</strong> ('edric, cuando diste tu ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro contra mi relicario,<br />

en prenda <strong>de</strong> que pelearlas con Ivanhoe, y que recobrarías el honor<br />

<strong>de</strong> que te <strong>de</strong>spojó su brazo. Por aquel bendito relicario, por la santa<br />

reliquia que contiene , juro que te <strong>de</strong>clararé cobar<strong>de</strong> en todas las<br />

cortes <strong>de</strong> Europa, en todos los preceptorios <strong>de</strong> tu Or<strong>de</strong>n , si no to­<br />

mas las armas inmediatamente.»<br />

Bois-Guilbert volvióla vista hacia Rebeca, con todas las señales<br />

<strong>de</strong> la irresolución; <strong>de</strong>spués echó una mirada feroz á Ivanhoe; y es-


396 IVANHOE.<br />

clamó: «Perro sajón, tómala lanza , y prepárate á la muerte que<br />

te has acarread».<br />

—Gran Maestre, preguntó Ivanhoe, ¿ me concedéis el campo ?<br />

—No puedo negarlo, dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir , con tal <strong>de</strong> que<br />

la acusada te acepte por campeón. Duéleme, sin embargo, que vengas<br />

á este combate con tan mala salud, y con tan pocas fuerzas.<br />

Siempre has sido enemigo <strong>de</strong> nuestra ur<strong>de</strong>n ; mas DO quisiera que<br />

pelearas con <strong>de</strong>sventaja.<br />

—Así he <strong>de</strong> pelear, dijo Ivanhoe , y no <strong>de</strong> otro modo. Este es el<br />

juicio <strong>de</strong> Dios. A su santa guardia me encomiendo. Rebeca , dijo<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse aproximado á la judía, ¿me aceptas por tu<br />

campeón ?<br />

—Te acepto , dijo con una turbación que el miedo <strong>de</strong> la muerte<br />

no le había ocasionado. Te acepto por el campeón que los cielos me<br />

han enviado. Pero no : tus heridas están abiertas ; no te espongas<br />

al furor <strong>de</strong> ese malvado. ¿ Has <strong>de</strong> perecer tú también ?»<br />

Ivanhoe no oyó estas últimas palabras, porque ya estaba en su<br />

puesto, visera calada, y lanza én ristre. Brian <strong>de</strong> Bois-Guilhert<br />

hizo lo mismo; y su escu<strong>de</strong>ro observó , al tiempo <strong>de</strong> darle el escudo,<br />

que su rostro, aunque se hahia mantenido pálido como el <strong>de</strong> un<br />

cadáver durante todas las agitaciones <strong>de</strong>l dia, se encendió estraordinariamente<br />

en aquel momento crítico.<br />

El heraldo entonces, viendo á los dos combatientes en sus puestos<br />

respectivos, pronunció tres veces en alta voz : Faitea votre <strong>de</strong>voir,<br />

prcwx chevaliers (1). Después <strong>de</strong>l tercer grito, se acercó á las barreras<br />

y pregonó que ninguno se atreviese, so pena <strong>de</strong> la vida, á interrumpir<br />

el combate <strong>de</strong> obra ni palabra. El gran Maestre, que tenia<br />

en sos manos el guante <strong>de</strong> Eebeca, prenda <strong>de</strong>l <strong>de</strong>safio, lo arrojó<br />

al campo <strong>de</strong> batalla, y pronunció las fatales palabras : Lalssez<br />

aller (2).<br />

Sonaron las trompetas, y los dos adali<strong>de</strong>s partieron uno contra<br />

otro á carrera tendida. El caballo <strong>de</strong> Ivanhoe y su ginete cayeron<br />

al suelo, como todos temían, ante la formidable lanza y el vigoroso<br />

trotero <strong>de</strong>l templario: pero aunque la lanza <strong>de</strong>l primero no hizo<br />

mas que tocar el broquel <strong>de</strong>l segundo, Bois-Guilhert, con asombro<br />

general <strong>de</strong> los concurrentes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber titubeado en la silla,<br />

perdió los estribos y cayó <strong>de</strong>l caballo.<br />

(1¡ Cumplid con vuestra oblig-acion. valientes caballeros.<br />

2) Dejadlos ir.


CAPÍTULO XLIV. 39T<br />

lvanhoe <strong>de</strong>sembarazándose <strong>de</strong>l suyo , se puso inmcdiamente en<br />

pié, con <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> reparar su mala suerte con la espada: pero su<br />

antagonista no se levantó. Wili'rido, plantándole el pié en el pecho,<br />

y colocando la punta <strong>de</strong> la espada en la garganta, lo gritó : « Rín­<br />

<strong>de</strong>te ó mueres. » Bois-duilbert no dio respuesta alguna.<br />

« No le mates, señor caballero, dijo el gran Maestre; está sin con­<br />

fesión : ten piedad <strong>de</strong> su alma. Le damos por vencido : tuya es la<br />

victoria.»<br />

El gran Maestre bajó al campo , y mandó <strong>de</strong>scubrir al campeón<br />

vencido. Sus ojos estaban cerrados; sus mejillas encendidas. Mien­<br />

tras todos le observaban con espanto , abrió los ojos , pero estaban<br />

helados y íijos. La pali<strong>de</strong>z déla muerte se esparció al instante por<br />

su rostro. No le había tocado la lanza <strong>de</strong> su enemigo: murió vícti­<br />

ma <strong>de</strong> la violencia <strong>de</strong> sus encontradas pasiones.<br />

«Este es el juicio <strong>de</strong> Dios, dijo Lúeas <strong>de</strong> Reaumanoir alzando los<br />

ojos al cielo : Fiat tolmitas lita.<br />

CAPITULO XLIV.<br />

Cuando pasaron los primeros momentos <strong>de</strong> sorpresa y <strong>de</strong> agita­<br />

ción que este inesperado suceso había producido, Wilfrido <strong>de</strong> lvan­<br />

hoe preguntó al gran Maestre como á juez <strong>de</strong>l campo, si había cum­<br />

plido bien y legalmente su <strong>de</strong>ber en el combate.<br />

«Bien y legalmente lo has hecho, respondió Lúeas <strong>de</strong> Beauma-<br />

uoir. Declaro á la doncella absuelta y libre. Las armas y el cuerpo<br />

<strong>de</strong>l caballero vencido quedan al arbitrio <strong>de</strong>l vencedor.<br />

—Ni lo <strong>de</strong>spojaré <strong>de</strong> sus armas, dijo Wilfrido <strong>de</strong> lvanhoe, ni pri­<br />

varé do sepultura á quien tantas veces se espuso en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la<br />

cristiandad. La mano <strong>de</strong> Dios le ha vencido; no mi lanza. Lo único<br />

que exijo es que sean privadas sus exequias, puesto que en esta<br />

ocasión peleó por una causa injusta; y en cuanto á la doncella....»<br />

Interrumpió la voz <strong>de</strong>l caballero el estrépito <strong>de</strong> un gran número<br />

<strong>de</strong> caballos, los cuales se aproximaban con tanta rapi<strong>de</strong>z, que ha­<br />

cían temblar la tierra. No tardó en presentarse en el campo <strong>de</strong> ba­<br />

talla el caballero negro, capitaneando una gran cuadrilla <strong>de</strong> guer­<br />

reros y caballeros en completa armadura.


398 IVANHOB.<br />

«Vengo tar<strong>de</strong>, dijo el <strong>de</strong> lo negro, mirando á todas partes. Venia<br />

á tomar posesión <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> Bois-Guilbert, y á escusarle el<br />

trabajo <strong>de</strong> morir por ahora. ¿Es regular, sir Wilfrido, que os me­<br />

táis en aventuras cuando apenas podéis sosteneros á caballo?<br />

—El cielo, señor, dijo Ivanhoe, lo ha dispuesto así, señalando su<br />

justicia con la muerte <strong>de</strong> este hombre; ni aun siquiera era digno <strong>de</strong><br />

vuestro enojo.<br />

—Dios tenga piedad <strong>de</strong> su alma, dijo el Rey, mirando atenta­<br />

mente el cadáver. Era valiente, y ha muerto vestido <strong>de</strong> acero como<br />

mueren los hombres <strong>de</strong> pro. Pero no perdamos el tiempo. Bohun,<br />

haz tu oficio.»<br />

Al mandato <strong>de</strong>l Rey salió <strong>de</strong> su comitiva un caballero, y ponien­<br />

do la mano en el hombro <strong>de</strong> Malvoisin, le dijo: «Alberto <strong>de</strong> Mal-<br />

voisin, date preso como reo <strong>de</strong> alta traición.»<br />

El gran Maestre habia mirado con gran estrañeza la repentina<br />

aparición <strong>de</strong> aquella gente armada. Entonces rompió el silencio.<br />

—¿Quien se atreve, dijo, á pren<strong>de</strong>r á un caballero <strong>de</strong>l Temple<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la jurisdicción <strong>de</strong> su preeeptorio, y <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l gran<br />

Maestre <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n? ¿Por mandato <strong>de</strong> quién se comete este aten­<br />

tado?<br />

—Yo me apo<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> su persona, dijo el caballero: yo, Enrique<br />

Bohun, con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex, lord gran Con<strong>de</strong>stable <strong>de</strong> Inglaterra.<br />

—Y quien loba mandado, dijo Ricardo alzándose la visera, es<br />

Ricardo <strong>de</strong> Plantagcuet, que está presente. Conrado Mont-Fitchet,<br />

válgate no haber nacido en mis estados. Y tú, Malvoisin, morirás<br />

antes <strong>de</strong> una semana, con tu hermano Felipe.<br />

—Protesto contra esta violencia, dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir.<br />

—Es en vano, orgulloso templario, dijo el Rey; alza los ojos á los<br />

muros <strong>de</strong> tu preeeptorio: verás tremolado en ellos el estandarte<br />

Real <strong>de</strong> Inglaterra. Ten pru<strong>de</strong>ncia, y no hagas una resistencia in­<br />

fructuosa. Estás en la boca <strong>de</strong>l león.<br />

—Apelaré á la cristiandad, dijo el gran Maestre, contra esta<br />

usurpación <strong>de</strong> los privilegios <strong>de</strong> mi Or<strong>de</strong>n.<br />

—Haz lo que quieras, dijo el Rey; pero no hables <strong>de</strong> usurpación<br />

por ahora, si no quieres pasarlo mal. Disuelve tu Capítulo, y retí­<br />

rate con tu comitiva al primer preeeptorio que encuentres, si acaso<br />

hay alguno que no haya sido teatro <strong>de</strong> traidoras conspiraciones<br />

contra el Rey <strong>de</strong> Inglaterra. O si quieres quedarte en casa, go­<br />

zarás <strong>de</strong> mi hospitalidad y presenciarás mi justicia.


CAPÍTULO XLIV. 399<br />

—¿Ser huésped don<strong>de</strong> he sido amo? dijo el templario: nunca.<br />

Hermanos, entonad el salmo Quare fremuericni gentes. Caballeros;<br />

escu<strong>de</strong>ros, <strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong> la santa Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong>l<br />

Temple, preparaos á seguir la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Baucan.»<br />

El gran Maestre habló con una dignidad que sorprendió á Ricardo,<br />

y escitó las esperanzas y el valor délos Templarios. Todos acudieron<br />

cerca <strong>de</strong> su persona, como las ovejas al perro que las guarda,<br />

cuando oyen el aullido <strong>de</strong>l lobo. Mas no imitaron la timi<strong>de</strong>z;<br />

<strong>de</strong>l rebaño in<strong>de</strong>fenso; sus gestos y miradas indicaban los <strong>de</strong>seos<br />

que teniau <strong>de</strong> venir á las manos con un enemigo, á quien sin embargo<br />

no osaban provocar <strong>de</strong> otro modo. Formaron en breve un<br />

espeso bosque <strong>de</strong>, lanzas, en que sobresalían ios mantos blancos <strong>de</strong><br />

los caballeros por entre el negro conjunto <strong>de</strong> sus subalternos, como<br />

los bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una nube tenebrosa cuando reilejan los rayos <strong>de</strong>l sol.<br />

La muchedumbre, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> esta escena habia alzado<br />

el grito contra los Templarios, miró con algún terror aquel<br />

formidable cuerpo <strong>de</strong> guerreros esperimentados, á quienes habían,<br />

insultado tan temerariamente El tropel enmu<strong>de</strong>ció, y se retiró &<br />

cierta distancia.<br />

El con<strong>de</strong> iie Esscx, cuando los vio formados con tanto or<strong>de</strong>n y en.<br />

tan consi<strong>de</strong>rable número, apretó espuelas al caballo, y corrió por<br />

todas partes dando las ór<strong>de</strong>nes que creyó necesarias á fin <strong>de</strong> evitar<br />

una sorpresa. Ricardo solo, como si se complaciese en el peligro<br />

que 61 habia provocado, se a<strong>de</strong>lantó hacíalos Templarios, gritándoles:<br />

« ¿Qué es eso, señores Templarios? ¿rio hay uno entre vosotros<br />

que quiera romper una lanza con Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra? En<br />

poco tenéis á vuestras damas, si rehusáis pelear conmigo por su<br />

honor.»<br />

El gran Maestre se separó <strong>de</strong> los suyos, salió al encuentro á Ricardo,<br />

y le dijo: «Los hermanos <strong>de</strong>l Temple no pelean por tan profanos<br />

motivos. En mi presencia no peleará contigo ninguno <strong>de</strong> mis<br />

subditos. Los príncipes <strong>de</strong> Europa <strong>de</strong>cidirán entre tú y yo, y ellos<br />

te harán saber si conviene á un monarca cristiano adoptar la causa<br />

por la que tú lias querido pronunciarte. Kos retiramos sin ofen<strong>de</strong>r<br />

á nadie, si no somos ofendidos. A tu honor confio las armas, y otros<br />

efectos que, <strong>de</strong>jamos en el preceptorio, yá tu conciencia el encargo<br />

<strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l escándalo que has dado hoy á la cristiandad.»<br />

Al <strong>de</strong>cir esto, y sin esperar contestación, el gran Maestre dio ia<br />

or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> marchar: las trompetas tocaron una marcha oriental, que


400 IVANHOE.<br />

era la señal <strong>de</strong> ataque <strong>de</strong> que usaban ordinariamente los Templarios.<br />

Cambiaron la formación <strong>de</strong> línea en coluna, y se pusieron en<br />

movimiento con suma lentitud, como si dieran á enten<strong>de</strong>r que se<br />

retiraban solo por obe<strong>de</strong>cer á su superior, y no por temor <strong>de</strong> sus<br />

enemigos.<br />

«Por la Virgen nuestra señora, dijo Ricardo, es lástima que esos<br />

Templarios no sean tan leales como disciplinados y valientes.»<br />

El concurso, á guisa <strong>de</strong> gozque tímido y cauteloso, que solo ladra<br />

cuando se aleja el objeto <strong>de</strong> su terror, prorumpió en <strong>de</strong>nuestos<br />

é injurias apenas habia vuelto la espalda el aguerrido escuadrón.<br />

Durante el alboroto á que dio lugar la retirada <strong>de</strong> los templarios,<br />

Rebeca ni oyó ni vio nada <strong>de</strong> lo que ocurría. Estaba aprisionada<br />

en los brazos <strong>de</strong> su padre, aturdida y enagenada, á efecto <strong>de</strong><br />

las violentas sensaciones que habia esperimentado en tan rápida<br />

mudanza <strong>de</strong> circunstancias. Las palabras <strong>de</strong> Isaac la hicieron volver<br />

en sí,<br />

«Vamos, hija mia, le <strong>de</strong>cía el viejo, tesoro restituido, vamos á<br />

echarnos á los pies <strong>de</strong> ese valiente joven.<br />

—No, no, respondió su hija: no tengo bastantes fuerzas para hablarle<br />

en este momento. Quizás diria mas no, padre mió; <strong>de</strong>jemos<br />

cuanto antes este horroroso sitio.<br />

—Pero, hija mia, repuso Isaac, ¿hemos <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> aquí sin manifestar<br />

nuestra gratitud al que ha espucsto su vida por salvar la<br />

tuya, siendo hija <strong>de</strong> un pueblo cstraíio? liste servicio merece algún<br />

agra<strong>de</strong>cimiento.<br />

—Merece todo el agra<strong>de</strong>cimiento que pue<strong>de</strong> abrigarse en el corazón<br />

humano: merece mas todavía: pero ahora me es imposible.<br />

Padre mío, ten piedad <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> tu amor.<br />

—¿Que dirán <strong>de</strong> nosotros? dijo Isaac. Dirán que somos unos perros<br />

ingratos.<br />

—¡En presencia <strong>de</strong> Ricardo! esclamó Rebeca.<br />

—Tienes razón, dijo Isaac, y eres mas pru<strong>de</strong>nte que tu padre.<br />

Vamonos, vamonos pronto. Ricardo está falto <strong>de</strong> dinero, como que<br />

viene <strong>de</strong> Palestina; y aun dicen que ha sufrido un penoso cautiverio.<br />

No le faltarán pretestos para arrancarme hasta el último maravedí,<br />

si sabe mis negocios con su hermano Juan. Salgamos ce<br />

aquí cuanto antes. Isaac y Rebeca salieron inmediatamente <strong>de</strong>l<br />

palenque, y en las acémilas que ei hebreo leuia preparadas pasaron<br />

á casa <strong>de</strong>l rabino Nathan,


CAPÍTULO XLIV. 401<br />

La judía, cuya suerte había sido el objeto <strong>de</strong>l interés general en<br />

los diferentes sucesos <strong>de</strong> aquel dia, pudo retirarse sin que nadie lo<br />

echase <strong>de</strong> ver,porque la atención <strong>de</strong> todos los espectadores se habia<br />

fijado en la llegada repentina y en el belicoso acompañamiento<br />

<strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> las negras armas. Reconocido ya por el pueblo,<br />

oyéronse por todas partes las mas ruidosas aclamaciones.<br />

«¡Viva Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra, Corazón <strong>de</strong> león! ¡Mueran los usurpadores<br />

Templarios!<br />

—A pesar <strong>de</strong> todas estas <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> afecto y lealtad, dijo<br />

Ivanhoe al con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex: bien ha hecho el Rey en venir en tu<br />

compañía y en la <strong>de</strong> tus fieles y valientes partidarios.»<br />

El Con<strong>de</strong> se sonrió, como si conviniera en la observación <strong>de</strong>YVilfrido:<br />

sin embargo, no qiuso confesar que fuesen justos sus recelos.<br />

«Conociendo tan á fondo á nuestro amo, le respondió, ¿le juzgas<br />

capaz <strong>de</strong> tomar esas precauciones? la casualidad ha querido que<br />

cuando me dirijia á York, por tener noticias <strong>de</strong>l armamento <strong>de</strong>l<br />

príncipe Juan, encontrase á Ricardo, solo, como un caballero andante;<br />

y creo que su intención era acometer esta aventura <strong>de</strong> la<br />

judía y <strong>de</strong>l templario.<br />

—¿Y qué noticias tenemos <strong>de</strong> York? preguntó Ivanhoe. ¿Crees<br />

tú, noble con<strong>de</strong>, que nos resistirán los traidores?<br />

—Como la nieve resiste al fuego, respondió Essex. Ya se están<br />

dispersando como bandada <strong>de</strong> aviones. ¿Sabes quién ha venido en<br />

posta á traernos la noticia? El mismo príncipe Juan.<br />

—¡Traidor! <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido, insolente traidor! esclamó 'Wilfrido.<br />

¿No le mandó echar Ricardo una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> veinte arrobas?<br />

—No por cierto, dijo el con<strong>de</strong>. Lo mismo le recibió que si le hubiera<br />

dado cita para correr liebres. Ya ves, le dijo, llamándole la<br />

atención á la gente que yo habia conducido, ya ves, hermano, lo<br />

que traigo conmigo. Anda á ver á nuestra madre; hazle presente<br />

mi cariño y sumisión. Quédate en su compañía hasta que se apacigüen<br />

estas revueltas.<br />

—¿Y" no hubo mas? dijo Ivanhoe. No parece sino que Ricardo convida<br />

á los rebel<strong>de</strong>s con su clemencia.<br />

--Como el hombre, dijo Essex, convida á la muerte cuando pelea<br />

teniendo abiertas sus heridas.<br />

—Ya te entiendo, señor con<strong>de</strong>, dijo Ivanhoe; pero y o no espongo<br />

mas que mi vida, y Ricardo espone la seguridad <strong>de</strong> su reino.<br />

—Los que <strong>de</strong>sprecian su vida, dijo el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex, no suelen<br />

2G


402 IVANHOE.<br />

tener en mucho la <strong>de</strong> los otros. Pero, vamos al castillo. Ricardo<br />

piensa castigar á muchos <strong>de</strong> los que han tomado parte en.la conspiración,<br />

aunque ya están perdonados algunos <strong>de</strong> los jefes principales.»<br />

El manuscrito <strong>de</strong> que hemos sacado los sucesos <strong>de</strong> esta historia<br />

refiere muy por menor los procedimientos judiciales á que dio lugar<br />

el plan tramado contra los <strong>de</strong>rechos legítimos <strong>de</strong> Ricardo Plantagenet.<br />

Nos limitaremos por ahora á poner en noticia <strong>de</strong> nuestros<br />

lectores que Bracy huyó á P'rancia, y se alistó al servicio <strong>de</strong>l rey<br />

Felipe; cpie Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, preceptor <strong>de</strong> Templestowe, y su<br />

hermano el Barón, murieron en el cadalso; que Yval<strong>de</strong>mar Fitzurse,<br />

á pesar <strong>de</strong> haber sido el resorte principal <strong>de</strong> la conspiración, fuá<br />

tratado con mas blandura, y salió <strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong>l reino: y que el<br />

príncipe Juan, cuya ambición había dado lugar á tantos crímenes<br />

y trastornos, no recibió la menor reconvención <strong>de</strong> su bondadoso<br />

hermano. No hubo un inglés que se apiadara <strong>de</strong> los dos hermanos<br />

Malvoisin: todos confesaban que habían merecido la muerte por<br />

sus innumerables perfidias, tiranías y cruelda<strong>de</strong>s.<br />

Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> terminado el combate judicial, Cedric el Sajón<br />

fué llamado á presencia <strong>de</strong> Ricardo, el cual con el objeto <strong>de</strong> apaciguar<br />

los condados mas turbulentos, había establecido su corte<br />

en la ciudad <strong>de</strong> York. Cedric hizo mil aspavientos al recibir esta<br />

mensaje; mas no se atrevió á <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cer al Monarca. En efecto,<br />

el regreso <strong>de</strong> este príncipe habia <strong>de</strong>sbaratado enteramente las esperanzas<br />

y los proyectos do restablecer la dinastía sajona en el<br />

trono <strong>de</strong> Inglaterra. En los vaivenes <strong>de</strong> la discordia civil, los sajones<br />

podían adquirir mucho partido: y nada podían esperar bajo<br />

el dominio indisputable <strong>de</strong> Ricardo, el cual se habia grangeado<br />

a<strong>de</strong>más la afición <strong>de</strong>l pueblo por sus buenas calida<strong>de</strong>s y por su fama<br />

militar, no obstante la sobrada indulgencia, el criminal abandono<br />

y la injusta arbitrariedad <strong>de</strong> su gobierno.<br />

Cedric, por otra parte, conocía á pesar suyo que la unión <strong>de</strong>l<br />

partido sajón por medio <strong>de</strong>l casamiento <strong>de</strong> lady Rowena con Athelstane<br />

no podia tener efecto en virtud <strong>de</strong> la repugnancia <strong>de</strong><br />

las partes interesadas. El buen viejo, lleno siempre <strong>de</strong> entusiasmo<br />

en favor <strong>de</strong> la causa que <strong>de</strong>fendía, no habia previsto esta ocurrencia:<br />

y aun <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>sengañado, le costaba mucho trabajo<br />

compren<strong>de</strong>r que dos sajones <strong>de</strong> sangre real renunciasen á una<br />

alianza tan necesaria al bien general <strong>de</strong> su nación. Mas era preci-


Pág. 4C3.


CAPÍTULO XLIV. 403<br />

so ce<strong>de</strong>r á la realidad: lady Rowena se había manifestado opuesta<br />

al proyectado consorcio; y Athelstane, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la aventura <strong>de</strong>l entierro<br />

no habia cesado <strong>de</strong> <strong>de</strong>clarar en los términos mas positivos<br />

que renunciaba para siempre á sus antiguas pretensiones. Cedric,<br />

á.pesar <strong>de</strong> su obstinación, no pudo sobrepujar tan insuperables inconvenientes,<br />

y era inútil que persistiese en querer ligar dos personas<br />

tan poco dispuestas sí realizar sus <strong>de</strong>seos. Hizo, sin embargo,<br />

la última tentativa, y procuro reducir con razones que le parecieron<br />

invencibles el ánimo do su amigo; mas este, lejos <strong>de</strong> darla<br />

oídos, solo hablaba <strong>de</strong>l atentado cometido en su persona y <strong>de</strong>l castigo<br />

que trataba do imponer.<br />

A pesar <strong>de</strong> todas sus amenazas, pudieron mas la natural blandura<br />

<strong>de</strong> su índole, 3 r<br />

las instancias y ruegos <strong>de</strong> su madre. El ilustre<br />

<strong>de</strong>scendiente déla Casa Real do Sajorna estaba tan embebido en esta<br />

controversia y en los medios <strong>de</strong> refrenar la ambición <strong>de</strong>l Abad,<br />

que Cedric nopñdo llamar su atención á ningún otro asunto. Cuando<br />

pronunció el nombre <strong>de</strong> Rowena, Athelstane llenó una copa <strong>de</strong><br />

vino, y dijo: «A la salud <strong>de</strong> tu hermosa pupila, y á su próxima<br />

unión con mi pariente Yv'ilfrido.» El negocio no <strong>de</strong>jaba la menor<br />

esperanza. Yvamba enterado <strong>de</strong> todos estos pormenores, dijo: «Athelstane<br />

es un gallo que no quiere pelea.»<br />

Quedaban sin embargo que vencer dos gran<strong>de</strong>s obstáculos en el<br />

ánimo <strong>de</strong> Cedric, para realizar los <strong>de</strong>seos do los dos amantes, á saber:<br />

su tenacidad característica, y el odio con que miraba á la dinastía<br />

normanda. El primero fué cediendo poco á poco á las instancias<br />

<strong>de</strong> Rowena, y al orgullo que le inspiraba la fama <strong>de</strong> su hijo-<br />

Cedric tenia a<strong>de</strong>más á mucha honra la alianza <strong>de</strong> su familia con la<br />

<strong>de</strong> aquella ilustre dama, á pesar <strong>de</strong> todo el empeño que habia manifestado<br />

en unirla con el único <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Eduardo el Confesor.<br />

También se enfrió consi<strong>de</strong>rablemente su aversión á los conquistadores<br />

<strong>de</strong> Inglaterra. Consi<strong>de</strong>raba quo era imposible <strong>de</strong>spojarles<br />

<strong>de</strong>l trono en quo habían sabido cimentarse. Contribuyó á suavizarle<br />

la bondad que le manifestaba Ricardo, el cual se divertía<br />

con sus francas y naturales ocurrencias. Lo cierto es que á los siete<br />

dias <strong>de</strong> su permanencia en la corte <strong>de</strong>l Monarca, el noble sajón<br />

dio su consentimiento al enlace <strong>de</strong> Rowena y Yv'ilfrido.<br />

Las bodas <strong>de</strong> nuestro héroe, obtenida la venia <strong>de</strong> su padre, se ceebraron<br />

en la augusta y magnífica catedral <strong>de</strong> York. Honrólas<br />

aquel Príncipe con su asistencia: y la afabilidad con que entonces


404 IVANIIOE.<br />

y en otras muchas ocasiones, trató a los abatidos y <strong>de</strong>sgraciados<br />

compatriotas <strong>de</strong> Cedric, le grangeó mayores auxilios para la <strong>de</strong>fensa<br />

<strong>de</strong> sus legítimos <strong>de</strong>rechos, que los que hubiera podido esperar<br />

<strong>de</strong> las vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la guerra civil. La iglesia hermoseó aquella solemnidad<br />

con toda la pompa y esplendor <strong>de</strong>l culto católico.<br />

Gurth, vistosamente engalanado, acompañó á su amo en calidad<br />

<strong>de</strong> escu<strong>de</strong>ro, y tuvo en gran precio este galardón <strong>de</strong> sus fieles servicios.<br />

El magnánimo Wamba concurrió también á la ceremonia,<br />

luciendo un ruidoso atavío <strong>de</strong> campanillas <strong>de</strong> plata. Habian sido<br />

compañeros <strong>de</strong> lvanhoe en sus infortunios, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces fueron<br />

como <strong>de</strong>bian esperarlo, partícipes <strong>de</strong> su prosperidad.<br />

Las bodas <strong>de</strong> Wilfrido y Kowena dieron lugar á un numeroso<br />

concurso <strong>de</strong> familias normandas y sajonas, <strong>de</strong> todas clases y gcrarquías.<br />

Unas y otras miraron aquel enlace como prenda <strong>de</strong> la íntima<br />

unión <strong>de</strong> los dos pueblos; los cuales <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquella época se<br />

han ido mezclando y confundiendo en términos que ya no los separa<br />

ninguna distinción. Cedric vivió lo bastante para alcanzar los<br />

últimos anuncios <strong>de</strong> la completa unión <strong>de</strong> ambos pueblos; porque<br />

ya en su tiempo empezaban á ligarse sajones y normandos con los<br />

vínculos <strong>de</strong>l matrimonio; los unos perdían sus modales altivos, y<br />

los otros su natural grosería y aspereza. Pero hasta el reinado <strong>de</strong><br />

Eduardo 111 no se habló en la corte <strong>de</strong> Londres la lengua mixta llamada<br />

inglesa; y entonces fué también cuando sajones y normandos<br />

llegaron á formar una sola familia.<br />

Dos dias <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su casamiento, ltowena supo por su camarera<br />

Elgita que una doncella estrangeray bien parecida <strong>de</strong>seaba hablarle<br />

á solas. La esposa <strong>de</strong> Wilfrido recibió con sorpresa este mensaje;<br />

vaciló acerca <strong>de</strong> la respuesta que habia <strong>de</strong> dar, y cediendo por<br />

fin á la curiosidad, mandó que le diesen entrada.<br />

Presentóse á su vista una persona <strong>de</strong> noble y majestuoso talante,<br />

cubierta <strong>de</strong> un gran velo blanco, que lejos <strong>de</strong> ocultar, realzaba ia<br />

gracia <strong>de</strong> su talle. Su aspecto indicaba respetuoso comedimiento,<br />

con algunos visos <strong>de</strong> temor, ó mas bien <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> concillarse indulgencia<br />

y buena voluntad. Rowena estaba siempre naturalmente<br />

dispuesta á compa<strong>de</strong>cer y aliviar los males ágenos. Levantóse ó<br />

iba á dar asiento á la hermosa estranjera, cuando reparó en Elgita,<br />

á quien hizo seña <strong>de</strong> retirarse. Cuando esta la hubo obe<strong>de</strong>cido,<br />

no sin alguna repugnancia, la <strong>de</strong>sconocida hincó una rodilla en<br />

tierra, se puso las dos manos en la frente, la inclinó hasta el sue-


CAPÍTULO XLIV. 405<br />

lo, y á pesar <strong>de</strong> la resistencia <strong>de</strong> lady Ivanhoe le besó la guarnición<br />

<strong>de</strong>l vestido.<br />

«¿Qué significa esto? dijo la dama con la mayor sorpresa. ¿Qué<br />

significa tan estraña <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> homenaje?<br />

—Lady Rowena, dijo Rebeca levantándose y volviendo á tomar<br />

su mo<strong>de</strong>sta y grave actitud, vengo á pagaros la <strong>de</strong>uda que he contraído<br />

con vuestro esposo. Perdonadme si os ha ofendido la espresion<br />

<strong>de</strong> veneración y agra<strong>de</strong>cimiento usada en mi pueblo. Yo soy<br />

a <strong>de</strong>sgraciada judía por quien el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe arrostró tan<br />

inminentes peligros en el campo <strong>de</strong> batalla <strong>de</strong> Templestowe.<br />

—Doncella, dijo Rowena, YVilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe no hizo mas y ni<br />

aun tanto como <strong>de</strong>bia por quien con tanta caridad le asistió en sus<br />

heridas é infortunios. Decidme si todavía po<strong>de</strong>mos mi esposo y yo<br />

hacer algo en vuestro obsequio.<br />

—Nada, respondió la judía. Solo os pido le <strong>de</strong>is en mi nombre el<br />

último á Dios.<br />

—¿Os vais <strong>de</strong> Inglaterra? dijo Rowena aun no bien recobrada <strong>de</strong><br />

la sorpresa que le causaba aquella visita.<br />

—Saldré <strong>de</strong> Inglaterra antes que esta luna termine su giro. Mi<br />

padre tiene un hermano que goza favor <strong>de</strong> Mohammed Boabdil, rey<br />

<strong>de</strong> Granada. Allí po<strong>de</strong>mos gozar <strong>de</strong> paz y protección, en cambio<br />

<strong>de</strong>l tributo que aquel Monarca exige <strong>de</strong> nuestro pueblo.<br />

—¿No estáis bastante protegidos en Inglaterra? dijo Rowena. Mi<br />

esposo merece mucho favor <strong>de</strong> Ricardo, el cual es a<strong>de</strong>más tan generoso<br />

como justo.<br />

—No lo dudo, dijo Rebeca; pero los ingleses son hombres turbulentos<br />

y arrojados; discor<strong>de</strong>s entre sí y con sus vecinos; dispuestos<br />

siempre á esgrimir las armas unos contra otros. Los hijos <strong>de</strong> mi<br />

pueblo no pue<strong>de</strong>n vivir en tan inquieto asilo. Israel, durante su peregrinación,<br />

no pue<strong>de</strong> fijar sus tiendas en una mansión <strong>de</strong> sangre<br />

y <strong>de</strong> disturbios, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> enemigos y dividida en facciones enearnizadas.<br />

—¿Qué tienes que temer? dijo lady Rowena. La que consoló á<br />

Ivanhoe en sus <strong>de</strong>sventuras, la que curó sus heridas, añadió con<br />

entusiasmo, pue<strong>de</strong> vivir tranquila en Inglaterra, don<strong>de</strong> sajones y<br />

normandos se esmerarán en protegerla y honrarla.<br />

—Dulces son tus palabras, dijo Rebeca, y mas dulces son tus sentimientos:<br />

pero no pue<strong>de</strong> ser. Sobrado profundo es el golfo que nos<br />

separa. La educación y la fe no nos permiten atravesarlo á unos ni


406 IVANHOE.<br />

á otros. A Dios; pero antes <strong>de</strong> irme quiero pedirte una gracia. Alza<br />

el velo nupcial que te cubre, y déjame contemplar esa hermosura <strong>de</strong><br />

que tanto dice la fama.<br />

—La fama pon<strong>de</strong>ra como acostumbra, dijo Rovvona; pero consiento<br />

en lo que me pi<strong>de</strong>s, con tal que me concedas el mismo favor.»<br />

•i Descubrióse la dama, y sea por mo<strong>de</strong>stia y timi<strong>de</strong>z, sea por vanidad,<br />

enrojeció <strong>de</strong> tal manera que el pecho y el rostro se le cubrieron<br />

<strong>de</strong> un carmin subidísimo. También enrojeció la judía al <strong>de</strong>spojarse<br />

<strong>de</strong> su velo, mas solo duró su rubor un instante, pasando ligeramente<br />

por su fisonomía, como los tintes encendidos <strong>de</strong> la nube<br />

que muda <strong>de</strong> color cuando el sol se un<strong>de</strong> en el horizonte.<br />

—Noble dama, dijo Rebeca, las facciones que os habéis dignado<br />

mostrarme vivirán largo tiempo en mi memoria. En ellas reinan<br />

la gentileza y la bondad; y si no está exenta su amable espresion<br />

<strong>de</strong>l orgullo que traen consigo las vanida<strong>de</strong>s mundanas, ¿qué estraño<br />

es cpie lo que es <strong>de</strong> tierra conserve su color original? Jamás olvidaré<br />

lo que ahora he visto. Y gracias á Dios que mi generoso libertador<br />

ha conseguido ya...»<br />

Detúvose al <strong>de</strong>cir estas palabras; vertió algunas lágrimas; lanzó<br />

un profundo suspiro, y viendo que lady Eovcena se inquietaba<br />

creyéndola indispuesta, le dijo: «No os asustéis; estoy buena, pero<br />

me estremezco al recordar los sucesos <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>buey,<br />

y <strong>de</strong>l preceptorio <strong>de</strong> los Templarios. Solo me queda que molestaros<br />

con otra pequeña súplica. Aceptad este cofreeito, y no os<br />

sorprendáis al ver lo que contiene.»<br />

Entonces presentó un cofreeito <strong>de</strong> ébano guarnecido <strong>de</strong> plata á<br />

lady Rovrena, la cual lo abrió y vio en él un collar <strong>de</strong> diamantes y<br />

otras piedras preciosas, que parecían <strong>de</strong> gran valor.<br />

«Es imposible, dijo lady Rowena <strong>de</strong>volviendo el cofre á la judía;<br />

me es imposible aceptar un don <strong>de</strong> esta especio.<br />

—No me neguéis esta prueba <strong>de</strong> benevolencia,dijo Rebeca. Vosotro<br />

los Nazarenos tenéis el po<strong>de</strong>r, las dignida<strong>de</strong>s, la autoridad é influjo,<br />

nosotros los Hebreos tenérnosla riqueza, que es el origen <strong>de</strong> nuestra<br />

fuerza, y <strong>de</strong> nuestros males. Aunque el valor <strong>de</strong> esas frioleras<br />

fuera mil veces mas subido, no podria tanto en Inglaterra como>l<br />

mas fugaz <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>seos. Lo que te doy es <strong>de</strong> poco precio para tí:<br />

para mí <strong>de</strong> mucho menos. No pienses tan bajamente <strong>de</strong> mi nación<br />

como la mayor parte <strong>de</strong> tus compatriotas. ¿Crees tú que estimo mas<br />

esos brillantes fragmentos <strong>de</strong> piedra, que mi libertad? ¿Crees tú


CAPÍTULO XLIV. 40^<br />

que mi padre los tiene en mas que mi honor y mi vida? Acéptalos.<br />

Inútiles son para mí,puesto quejamásadornaré con joyas mi persona;<br />

—Muy <strong>de</strong>sgraciada <strong>de</strong>bes <strong>de</strong> ser, dijo Rowena, á quien hicieron<br />

una estraña impresión las últimas palabras <strong>de</strong> la judía. Quédate<br />

con nosotros; los consejos <strong>de</strong> los hombres sabios y piadosos te apartarán<br />

do los errores do tu creencia, y yo seré tu hermana.<br />

—No señora, dijola judía con un tono <strong>de</strong> voz y con una espresiou<br />

<strong>de</strong> melancolía y <strong>de</strong> abatimiento. Es imposible: yo no puedo abandonar<br />

mi fe, como si fuera un ropaje que no se usa en la tierra en<br />

que vivo. Seré <strong>de</strong>sgraciada; pero no tanto. Aquel á quien he consagrado<br />

mi vida será quien me consuele: hágase su voluntad.<br />

—¿Tenéis conventos en vuestra religión? ¿Piensas retirarte á alguno<br />

<strong>de</strong> el I os?<br />

—No señora, dijo Rebeca; pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los tiempos do Abraham hasta<br />

los presentes ha habido en la nación hebrea mujeres <strong>de</strong>sengañadas<br />

y piadosas, que han <strong>de</strong>dicado sus pensamientos á las verda<strong>de</strong>s<br />

eternas y al ejercicio <strong>de</strong> la caridad, ocupándose en curar al enfermo,<br />

en dar <strong>de</strong> comer al hambriento, y en socorrer al <strong>de</strong>svalido: tal<br />

será mi <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante. Decidlo así á vuestro esposo,<br />

si alguna vez se digna preguntar por aquella <strong>de</strong>sgraciada á quien<br />

salvó la vida.»<br />

El temblor involuntario que se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> Rebeca al pronunciar<br />

estas palabras, y el tono suave y afectuoso <strong>de</strong> su voz espresaban ma s<br />

do lo que ella quería. Dióse prisa á retirarse diciendo: A Dios, noble<br />

dama: el que dio la vida á judíos y á cristianos <strong>de</strong>rrame sobre vos<br />

la plenitud <strong>de</strong> sus bendiciones.»<br />

Rebeca <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong>l aposento <strong>de</strong>jando tan sorprendida á Rowena<br />

como sihubiera pasado ante sus ojos una visión sobrenatural.<br />

La hermosa sajona refirió esta estraña conferencia á su esposo, á<br />

quien dio mucho en qué pensar. Rowena é Ivanhoe vivieron largos<br />

y felices anos, porque les ligaban vínculos que se estrecharon en su<br />

infancia, y porque jamás olvidaron los obstáculos que so habían<br />

opuesto á su anión. No seria sin embargo pru<strong>de</strong>nte averiguar S£<br />

el recuerdo <strong>de</strong> la hermosura y <strong>de</strong> la magnanimidad <strong>de</strong>]Rebeca s e<br />

presentaba á la imaginación <strong>de</strong> Ivanhoe con mas frecuencia <strong>de</strong> la<br />

que convenia á la tranquilidad <strong>de</strong> la bella nieta <strong>de</strong> Alfredo.<br />

Ivanhoe se distinguió en el servicio <strong>de</strong> Ricardo, y mereció nueva;<br />

prendas <strong>de</strong> su favor. Mayor hubiera sido su elevación á no haberla<br />

interrumpido la muerte prematura <strong>de</strong>l heroico Corazón <strong>de</strong>JLeoii


408 IVANHOE.<br />

ocurrida en el asedio <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Clialuz, cerca <strong>de</strong> Limoges. Con<br />

la vida <strong>de</strong> su magnánimo, pero temerario y novelesco protector,<br />

perecieron todos los proyectos que su generosa ambición habia for­<br />

mado. Pue<strong>de</strong>n aplicársele,con algunaalteracion, estos versos com­<br />

puestos por un poeta inglés á Carlos XII, Rey <strong>de</strong> Suecia:<br />

Destino fué <strong>de</strong>l héroe que cantamos<br />

Coger laureles en remotos climas. »<br />

Tuto humil<strong>de</strong> castillo, y pecho andace,<br />

Y un yate oscuro celebró sus hechos.<br />

Su nombre fué terror <strong>de</strong>l enemigo,<br />

Y dio asunto moral & esta novela.<br />

FIN DEL IVANHOE.

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