Untitled - Universidad de Málaga
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)k PO
CAPÍTULO C.<br />
I'¡--.'¡.i';: y si hemos <strong>de</strong> dar crédito á la historia , Lejos estuvieron<br />
aquellos ilustres personajes <strong>de</strong> usarlos coa mo<strong>de</strong>ración. La raza <strong>de</strong><br />
príncipes y nobles sajones fué casi completamente estopada, ,i<br />
<strong>de</strong>spojada <strong>de</strong> los bienes que poseían: ni era gran<strong>de</strong> el número <strong>de</strong><br />
ios hacendados <strong>de</strong> claso inferior, á quienes fué licito cultivar la<br />
tierra <strong>de</strong> sna padres. La política do los reyes no tuvo otro objeto<br />
durante mucho tiempo que <strong>de</strong>bilitar por todos ios medios posibles.<br />
I 'gales ó ilegales , la, fuerza <strong>de</strong> los habitantes á quienes se atribuía<br />
iv-u sobra.ios motivos un odio inveterado hacia sus vencedores.To-<br />
l
4 -VA.NHOE.<br />
<strong>de</strong> su pasado predominio, y ia comparación entre lo (pie habían<br />
sido y lo que entonces eran , fueron circunstancias que hasta los<br />
tiempos <strong>de</strong> Eduardo III mantuvieron abiertas las heridas que había<br />
hecho la conquista, y la profunda línea que separaba álos <strong>de</strong>scendientes<br />
<strong>de</strong> los vencedores Normandos y <strong>de</strong> los vencidos Sajones.<br />
Ocultábase el sol <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las colinas que servían <strong>de</strong> límite ü<br />
uno <strong>de</strong> los herbosos ámbitos <strong>de</strong> la selva <strong>de</strong> que hemos hecho mención<br />
al principiar este capítulo. Centenares do robustas encinas,<br />
que quizás habían sido testigos <strong>de</strong> la marcha do las tropas romanas,<br />
estendian sus hojosos y fornidos brazos sobre una alfombratejida<br />
<strong>de</strong> tupido césped , cuyo ver<strong>de</strong> podía eclipsar al <strong>de</strong> las mas lucientes<br />
esmeraldas. Mezclábanse con ellas , en algunos puntos, hayas,<br />
castaños, y maleza <strong>de</strong> varias clases, tan espesa y entretejidas,<br />
que cerraba enteramente el paso á los últimos rayos <strong>de</strong>! sol. En<br />
otros , los árboles se separaban , formando estendidas calles , en<br />
cuyas prolongadas líneas se espaciaba <strong>de</strong>leitosamente la vista,<br />
mientras la imaginación se placia cu consi<strong>de</strong>rarlas como ingresos<br />
á escenas mas selváticas y retiradas. De cuando en cuando los rayos<br />
<strong>de</strong>l sol se revestían do tintas pálidas y rojizas, al atravesar las<br />
corpulentas ramas, ó al reflejar en los musgosos troncos <strong>de</strong> los árboles,<br />
iluminando <strong>de</strong> lleno las partes <strong>de</strong>l espeso prado en que caian.<br />
En medio <strong>de</strong> aquel espacio se <strong>de</strong>scubría otro , enteramente <strong>de</strong>snudo<br />
<strong>de</strong> árboles, que parecía haber sido consagrado antiguamente á los<br />
ritos supersticiosos <strong>de</strong> los Druidas ; porque en la cima <strong>de</strong> una elevación<br />
, que segunda regularidad do sus formas, parecía hecha por<br />
la mano <strong>de</strong>l hombre, ex istia aun un círculo <strong>de</strong> toscas piedras <strong>de</strong><br />
gran volumen , siete <strong>de</strong> las cuales se mantenían <strong>de</strong>rechas , y las<br />
otras habiau sido arrancadas <strong>de</strong> sus sitios, quizás por el celo <strong>de</strong> algún<br />
cristiano recien convertido. De estas, unas permanecían junto<br />
al sitio <strong>de</strong> don<strong>de</strong> habían sido <strong>de</strong>molidas; otras habian rodado<br />
por los <strong>de</strong>clives <strong>de</strong> la colina. Una sola habia caído á lo mas profundo<br />
<strong>de</strong> la falda, <strong>de</strong>teniendo el curso <strong>de</strong> un arroyuelo, que murmullaba<br />
apacible al pié <strong>de</strong> la altura, y que irritado por este obstáculo<br />
interrumpía el silencio <strong>de</strong> aquellos sitios.<br />
Las figuras humanas que completaban este paisaje eran dos, y<br />
ambas correspondían, en su trage y aspecto, al carácter rústico y<br />
selvático <strong>de</strong> aquellos tiempos y <strong>de</strong> aquellos lugares. El mayor do<br />
estos dos hombres era <strong>de</strong> un csterior serio, ó por mejor <strong>de</strong>cir, áspero<br />
é inculto. No pue<strong>de</strong> imaginarse una cosa mas sencilla que su
CAPÍTULO I. 5<br />
truge, el cual se reducía á un angosto coleto con mangas, hecho<br />
con la piel <strong>de</strong> un animal; pero tan usado, tan traído y tan remendado<br />
, (lucera difícil conocer, en vista <strong>de</strong> los diversos fragmentos<br />
que lo componían, á qué especie <strong>de</strong> criatura Labia pertenecido.<br />
Este trago , tan semejante al que probablemente usarían los primeros<br />
hombres , llegaba <strong>de</strong>sdo la garganta hasta las rodillas , y<br />
era todo lo que <strong>de</strong>fendía al cuerpo déla intemperie <strong>de</strong> las estaciones.<br />
E¡i su parte superior no Labia otra abertura que la muy necesaria<br />
para dar paso á la cabeza, <strong>de</strong> modo que. solo podia ponerse á guisa<br />
<strong>de</strong> camisa mo<strong>de</strong>rna, ó <strong>de</strong> túnica antigua. El calzado era unas<br />
sandalias , sujetas con correas hecha-; con piel <strong>de</strong> jabalí, y unas<br />
piezas <strong>de</strong> cuero <strong>de</strong>lgado atadas á las piernas , algo mas' arriba <strong>de</strong><br />
las pantorrillas , <strong>de</strong>jando la rodilla <strong>de</strong>scubierta . como la llevan<br />
ahora los montañeses <strong>de</strong> Escocia.. Para sujetar el coleto al cuerpo,<br />
llevaba un ancho tinturen <strong>de</strong> cuero , asegurado por una hebilla <strong>de</strong><br />
cobre; á, un lado <strong>de</strong>l chitaron pendía una especie <strong>de</strong> saco ó bolsa:<br />
al otro un cuerno <strong>de</strong> carnero con una embocadura. En el mismo<br />
timaron estaba, sujeto un cuchillo <strong>de</strong> dos filos, largo, ancho y muy<br />
agudo , <strong>de</strong> los que se fabricaban entonces en aquella parte <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
El mango era <strong>de</strong> cuerno , y esta arma se llamaba ya en<br />
aquella época remola, navaja, <strong>de</strong> Shefíieid. El hombre <strong>de</strong> que vamos<br />
hablando no llevaba en la cabeza otra <strong>de</strong>fensa que su espesa cabellera<br />
, formada en trenzas, y tan ennegrecida por el sol y la intemperie,<br />
que ofrecía el mas estraño contraste con la crecida barba<br />
que pendía <strong>de</strong> sus mejillas , y cuyo color era casi amarillo como el<br />
<strong>de</strong>l ámbar. 1.a parte <strong>de</strong> su atavío <strong>de</strong> que aun no hemos hablado,<br />
era. la mas curiosa , y seguramente merece ponerse en noticia <strong>de</strong><br />
nuestros lectores. Reducíase auna argolla <strong>de</strong> bronce , semejante ¡i<br />
un collar <strong>de</strong> perro , pero sin ninguna abertura, sino soldada alre<strong>de</strong>dor<br />
<strong>de</strong>! cuello : la cual aunque no impedia la respiración ni los<br />
mo\ ¡mientes <strong>de</strong> la cabeza, no podia quitarse sin el auxilio <strong>de</strong> la lima.<br />
En este singular adorno estaba grabada en caracteres sajones<br />
ana inscripción que <strong>de</strong>cía : «Gurth, hijo <strong>de</strong> Beowulf, vasallo natural<br />
<strong>de</strong> ( :<br />
edric <strong>de</strong> Hotherwood.»<br />
Gurth era porquerizo <strong>de</strong> su señor, y junto á id estaba sentado,<br />
sobre uno délos <strong>de</strong>rrocados monumentos druídicos , otro hombre<br />
que representaba tener diez años menos , y cuyo ropaje , aunque<br />
semejante al <strong>de</strong> Gurth en el corte y la forma , era <strong>de</strong> mejor material<br />
y <strong>de</strong> colores estraños y caprichosos. Su coleto era <strong>de</strong> un púr-
6 IVANHOE.<br />
pura brillante, y sobre este fondo parecían algunos restos ele Jii li<br />
jos fantásticos <strong>de</strong> diferentes tintes. Tenia a<strong>de</strong>más una eapita que<br />
apenas le llegaba á la mitad <strong>de</strong>l cuerpo : era <strong>de</strong> paño carmes: , fine<br />
fué bueno en su tiempo , y forrada <strong>de</strong> una tela amarilla : y r.on.o<br />
podia pasarla <strong>de</strong> un hombro á otro, ó embozarse con ella si se le<br />
antojaba, las diferentes posiciones que tomaba y el contraste entre<br />
su amplitud y su cortedad presentaban las formas mas riilínil.-.s y<br />
estravagantes. Llevaba brazaletes do plata, muy ligeros; y ¡:J cue<br />
llo una argolla <strong>de</strong>l mismo metal con la inscripción : «Warnba, hi<br />
jo <strong>de</strong> Witless , vasallo <strong>de</strong> Ccdrk; <strong>de</strong> Rotherwood.» listo personaje<br />
calzaba sandalias por el estilo <strong>de</strong> las <strong>de</strong> su compañero, pero en lu<br />
gar <strong>de</strong> las piezas <strong>de</strong>, cuero que <strong>de</strong>fendían las piernas al .¡íru:.»,<br />
visaba una especie <strong>de</strong> botines, cada uno <strong>de</strong> los cuales era ib' distin<br />
to color. Adornaba su cabeza una gorra <strong>de</strong> que pendían algunas<br />
campanillas , semejantes á las que se ponían al cuello <strong>de</strong> los ¡'.aleo<br />
nes : sonaban todas ellas al menor movimiento que hacia con la<br />
cabeza, y como raras veces permanecía un minuto en la misma<br />
postura, el ruido que ocasionaban era poco menos que continuo.<br />
Al re<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la copa <strong>de</strong> la gorra se veía una guarnición <strong>de</strong> cuero<br />
recortada á guisa <strong>de</strong> corona ducal, y <strong>de</strong>l fondo salia una manga<br />
larga que pendía sobre los hombros , como la que suelen llevar los<br />
i 'atalanes. De esta parte <strong>de</strong>l tocado pendían las campanillas ; todo<br />
lo cual unido al aspecto general <strong>de</strong> su persona, y á la espresion <strong>de</strong><br />
su fisonomía medio necia, medio aguda, <strong>de</strong>notaba (pie el tal sugeto<br />
era uno <strong>de</strong> aquellos bufones, que los ricos tenían en su servidum<br />
bre, para distraerlos en las fastidiosas horas que á veces estaban<br />
obligados á pasar entre las pare<strong>de</strong>s do sus castillos. También lle-<br />
vrba como su compañero un saco pendiente <strong>de</strong>l cinto; pero sin<br />
cuerno ni cuchillo , pues quizás no era muy pru<strong>de</strong>nte poner ins<br />
trumentos cortantes ni punzantes en aquellas manos. En lugar <strong>de</strong><br />
estos utensilios, estaba provisto <strong>de</strong> una espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, como la<br />
que Arlequín emplea en sus diabluras y fechurías.<br />
ha diferencia que se notaba en el aspecto y en los modales <strong>de</strong> es<br />
tos dos compañeros era mayor que la que distinguía sus respecti<br />
vos trages. El porquerizo era torvo y taciturno : miraba continua<br />
mente al suelo, como un hombre abatido y sin esperanza; y cual<br />
quiera hubiera atribuido su aire indiferente á su estupi<strong>de</strong>z , si <strong>de</strong><br />
cuando en cuando no centellease en sus encendidos ojos la espre<br />
sion <strong>de</strong>l brío y <strong>de</strong>l arrojo , manifestando que aquella apare?.le <strong>de</strong>-
CAPÍTULO I. "3<br />
siilia ocultaba la amargura <strong>de</strong> la opresión y una disposición pron<br />
ta á la resistencia. Las miradas <strong>de</strong> "VVamba indicaban , como era<br />
natural en su profesión, una curiosidad vaga, un atolondramiento<br />
continuo, juntos con el orgullo que le inspiraban sus funciones', y<br />
el papel que representaba en la servidumbre <strong>de</strong> su señor. Hablaban<br />
en el dialecto anglo-sajon , que como ya liemos dicho , era el que<br />
generalmente prevalecía en las gentes <strong>de</strong> inferior condición , es-<br />
eepto los soldados normandos y los criados y <strong>de</strong>más subalternos<br />
que <strong>de</strong>pendían inmediatamente <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>sseñores feudales. Si<br />
refiriéramos pues su diálogo en aquel idioma , es muy probable<br />
que la mayor parte <strong>de</strong> nuestros lectores se quedarían en ayunas; y<br />
para su recreo les presentamos la siguiente traducción :<br />
'(¡Maldiga el santo <strong>de</strong> mi parroquia á estos perversos marranos!»<br />
¡lijo su custodio, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hecho resonar los ecos <strong>de</strong> los<br />
montes con el estrepitoso instrumento <strong>de</strong> que ya hemos hecho<br />
jnencion , á fin <strong>de</strong> reunir la esparcida manada <strong>de</strong> sus subditos, los<br />
cuales respondieron á su llamamiento con una solfa no menos ar<br />
mónica , poro sin dar muestras <strong>de</strong> abandonar el espléndido ban<br />
quete <strong>de</strong> castañas y bellotas en que so estaban <strong>de</strong>leitando , ni <strong>de</strong><br />
alzarse <strong>de</strong> las fangosas orillas <strong>de</strong>l arroyo en que algunos <strong>de</strong> ellos se<br />
habían medio sumergido y arrellanado , sordos al mandato <strong>de</strong> su<br />
jefe. «¡Maldígalos el santo <strong>de</strong> mi parroquia á ellos y á mi, repitió<br />
Gurth, y que me ahorquen si algunos <strong>de</strong> ellos no van á parar esta<br />
noche á manos <strong>de</strong> algún lobo en dos pies! Aquí, Fangs Fangs,» gritó<br />
con toda la fuerza <strong>de</strong> sus pulmones al perro que lo ayudaba en el<br />
ejercicio <strong>de</strong> su ministerio , el cual era un mestizo, con apariencias<br />
<strong>de</strong> mastin y <strong>de</strong> alano, y al punto echó á correr como si, dócil á la<br />
voz <strong>de</strong> su amo, fuera á poner en ejecución sus ór<strong>de</strong>nes; pero loque<br />
hizo en efecto fué alborotar á las rebel<strong>de</strong>s bestias, y esparcirlas mas<br />
y mas por aquellas cercanías , sea por su natural propensión á la<br />
malicia , sea porque no entendió la señal <strong>de</strong>l porquerizo, sea en fin<br />
porque no era muy diestro en el cumplimiento <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ber. Fangs,<br />
en resumidas cuentas, no hizo mas que aumentar el mal, en lugar<br />
tle ponerle remedio. «¡Mala lepra te cubra , dijo el porquerizo , y<br />
confunda Hat anas al guardabosque que se ha empeñado en cortar<br />
las uñas á los perros, y los <strong>de</strong>ja incapaces <strong>de</strong> servir. Wamba, arri<br />
ba, y ayúdame por Dios : así él te dé su gracia. No tienes mas que<br />
ir por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> esa colina y ganarles el viento, y verás que los<br />
echas y se vienen todos juntos tan dóciles como mansos cor<strong>de</strong>ros.»
8 IVANIIOE.<br />
— Ей verdad , dijo AVamba sin moverse <strong>de</strong> su asiento , que be<br />
consultado la voluntad <strong>de</strong> las dos piernas que Dios me ha dado.,<br />
sobre la materia , y ambas son <strong>de</strong> opinión que no proce<strong>de</strong>ría bien<br />
con mi soberana persona ni con el magnífico ropaje que la cubre, si<br />
me fuera á intrincar en esos laberintos <strong>de</strong> maleza: por lo cual, hijo<br />
mió, lo que te aconsejo es que llames áFangs,y <strong>de</strong>jes los marranos<br />
abandonados á su <strong>de</strong>stino, en la inteligencia, <strong>de</strong> que si dan en manos<br />
<strong>de</strong> soldados dispersos ó <strong>de</strong> bandidos, antes <strong>de</strong> salir el sol se verán<br />
convertidos en normandos hechos y <strong>de</strong>rechos , con infinita satisfacción<br />
tuya , que <strong>de</strong> este modo te ves libro <strong>de</strong> la enojosa tarea<br />
ile guardarlos.<br />
—¡ Los marranos convertidos en normandos! dijoGurth : hombre,<br />
esplícame eso que has dicho, que á fe mía no lo entiendo, y no<br />
hay que estrañarlp puesto que nú natural torpeza y mis pesadumbres<br />
me han encerrado las enten<strong>de</strong>doras.<br />
—¿Cómo se llaman en nuestro Mioma, dijo el bufón , estos gruñidores<br />
brutos cuando andan á cuatro patas en el monis?<br />
—¡ Que pregunta ! contesto el porquerizo. ¿"o lo sabes? He llaman<br />
cerdos.<br />
—• Así es verdad, dijo Wamba ; y dime ahora , maja<strong>de</strong>ro , cer<strong>de</strong>es<br />
buen sajón...' ¿ no es verdad ? Y ¿ cómo se llaman cuando lian<br />
perecido á mano <strong>de</strong>l cortador, y están abiertos por medio, y colgados<br />
por los talones como traidores?<br />
—¿Como se han <strong>de</strong> llamar? dijo el otro. Tocino: eso todo el<br />
mundo lo salie.<br />
—Menester es, dijo el bufón, que todo el mundo lo sepa para que<br />
tú no lo ignores. Tocino no es cosa <strong>de</strong> nuestra tierra, sino palabra<br />
<strong>de</strong> la lengua normanda francesa. Así ¡mes. (mando el animal vive<br />
y está confiado al cuidado <strong>de</strong>l siervo sajón, se le da. el nombre sajón<br />
: y cuando está convertido en jamón ó tocino, y pasa al comedor<br />
á regalar la gula <strong>de</strong> los nobles y do los ricos, entonces se leda<br />
el nombre francés (1). ¿ Qué dices á esto ? Eii ?<br />
—Digo que tienes razón, respondió Gurth, y que es doctrina verda<strong>de</strong>ra,<br />
aun que dicha por boca <strong>de</strong> un loco.<br />
(lj Para enten<strong>de</strong>r ese juego do pala'ias así como los que siguen, es preciso<br />
notar que muchos animales no tienen en inglés el mismo nombre cuando vivos que<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muertos pavn ven<strong>de</strong>r cu la carnicería. Л4 pues S-wíiie <strong>de</strong>nota el cerdo<br />
vivo y !>
CAPÍTULO :. p<br />
—Mas te puerto <strong>de</strong>cir, aiíadió Wamba: el buey se llama o;zen sajón<br />
cuando va á pastar en compañía <strong>de</strong>l esclavo sajón ; pero se<br />
trasl'orma en hecfíi la francesa, cuando se presenta ante las ilustres<br />
mandíbulas que han <strong>de</strong> <strong>de</strong>vorarlo : y su pariente inmediato<br />
Mynlieer Oalf se cambia en Monshnvilc Vrau <strong>de</strong> la misma manera<br />
: sajón cuando da que hacer al pobre, y francés cuando satisface<br />
el apetito d.el po<strong>de</strong>roso.<br />
— Por san Duustan, dijo (¡urth, que son harto amargas tus verda<strong>de</strong>s.<br />
Lo único que nos <strong>de</strong>jan nuestros opresores es el aire que respiramos,<br />
y aun eso <strong>de</strong> mala ¡rana , y no mas que lo muy preciso<br />
para que no sucumbamos en el surco . y podamos llevar la carga<br />
que nos han echado ¡í cuestas. Lo mejor y lo mas sabroso es para<br />
sus mesas, y todo el dinero <strong>de</strong> la tierra para sus bolsas. Los mejores<br />
y ie.es honrados siguen las ban<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> sus enemigos , y van ú<br />
blanquear con sus huesos las playas mas remotas, y apenas quedan<br />
aquí algunos pocos que puedan ó ciñieran proteger á los pobres<br />
sajones. ¡ Dios eche su santa bendición á nuestro buen amo<br />
Cedrie. que ha hecho lo que <strong>de</strong>bía, permaneciendo firme en su puesto<br />
! Pero <strong>de</strong>ja que ya. se acerca Reginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey en persona,<br />
y veremos <strong>de</strong>que le sirven á Cedrie todas sus penas y fatigas<br />
... Aquí,aquí, esclamó entonces el porquerizo <strong>de</strong>jándola conversación<br />
y dirigiendo la palabra al perro: aquí, aquí. Fangs; bien<br />
lo has hecho : reelígelos todos, chucho.<br />
—(¡urth, dijo Wamba,tú ene tienes por loco, y no <strong>de</strong>bías, obrando<br />
con seso , liarte tanto al que tiene los suyos <strong>de</strong>stemplados. Si Reginaldo<br />
Frente do buey, ó Felipe <strong>de</strong> Malvoisin llegan á enten<strong>de</strong>r<br />
que has proferido el menor <strong>de</strong>nuesto contra los Normandos , no te<br />
ha <strong>de</strong> valer la dignidad ríe porquerizo, sino que te has <strong>de</strong> ver colgado<br />
<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> estos árboles, para servir <strong>de</strong> espantajo, no ya á los<br />
gorriones, sino á todo el que no acate y reverencie tan altos personajes.<br />
—¡ Hombre <strong>de</strong> Dios! esclamó (¡urth : ¿serás capaz <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rme,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberme puesto en el resbala<strong>de</strong>ro ?<br />
—Ven<strong>de</strong>rte 1 respondió Wamba. Ven<strong>de</strong>rte no, que seria acción <strong>de</strong><br />
cuerdo, y ningún loco salte promover sus propios intereses. Pero<br />
¿qué ruido es este ? preguntó oyendo un tropel <strong>de</strong> caballos que se<br />
acercaban.<br />
—Sea quien fuere, respondió Gurth que habia conseguido al cabo<br />
recoger su manada, y con la ayuda <strong>de</strong> Fangs procuraba guiar-
10 IVAXIIOE.<br />
la por una <strong>de</strong> aquellas aberturas ó interrupciones <strong>de</strong> la selva que<br />
hemos procurado <strong>de</strong>scribir.<br />
—No por cierto, respondió Wamba, que quiero ver la gente que<br />
es. Quizás vienen <strong>de</strong> la tierra <strong>de</strong> las hadas, y nos traen noticias <strong>de</strong>l<br />
rey Oberon (1).<br />
—¡ Mal torozón te mate ! dijo el porquerizo. ¡ Que quieras hablar<br />
<strong>de</strong>esas cosas cuando nos está amenazandoá poca distancia <strong>de</strong><br />
aquí una espantosa borrasca <strong>de</strong> truenos y relámpagos ! Oye , oye<br />
los estampidos , y para lluvia <strong>de</strong> otoño jamás he visto caer <strong>de</strong> las<br />
nubes gotas por este estilo. No se menea una paja, y mira como<br />
crujen las encinas , anunciando lo que so acerca. Ten juicio una<br />
vez siquiera en tu vida. Créeme , y vamonos á casa lo mas aprisa<br />
que podamos, antes que [<strong>de</strong>scargue la nube, que la noche va á ser<br />
terrible.<br />
Wamba conoció la fuerza <strong>de</strong> estas razones, y se dispuso á seguir<br />
los pasos <strong>de</strong> su compañero, el cual rompió la marcha, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
haber recogido un enorme garrote que estaba en el suelo. Este segundo<br />
Eumeo tomó el camino <strong>de</strong> uno do los espacios abiertos <strong>de</strong>l<br />
bosque, llevando <strong>de</strong>lante con la ayuda <strong>de</strong> Fangs toda su inarmónica<br />
comitiva.<br />
CAPÍTULO II.<br />
A pesar <strong>de</strong> las exhortaciones é instancias <strong>de</strong> su compañero, como<br />
se acercaba mas el ruido <strong>de</strong> los ginetes que antes habían oido,<br />
Wamba no podía menos <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerse <strong>de</strong> cuando en cuando con<br />
el primer pretesto que se le ocurría , ya para coger un puñado <strong>de</strong><br />
nueces á medio madurar que habían caído <strong>de</strong> los árboles , ya para<br />
echar un requiebro á la al<strong>de</strong>ana que atravesaba la vereda. Y tanto<br />
hizo, que no tardaron en alcanzarlos los ginetes.<br />
Componían estos una cuadrilla <strong>de</strong> diez hombres, dos <strong>de</strong> los cuales,<br />
que venían á la cabeza <strong>de</strong> los otros, parecían sugetos <strong>de</strong> importancia,<br />
y los <strong>de</strong>más tenían trazas <strong>de</strong> asistentes y criados. No era<br />
difícil conocer la condición y carácter <strong>de</strong>l uno <strong>de</strong> aquellos perso-<br />
(1) Personaje fabuioso, muy nombrado en la mitología dolos pueblos <strong>de</strong>l corte<br />
ie Europa.
CAPÍTULO II, 11<br />
najes. Veíase claramente que era eclesiástico <strong>de</strong> alta gerarquía ; y<br />
por su hábito conocíase pertenecer á la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>lCíster.<br />
Este digno religioso montaba una lozana muía <strong>de</strong> paso, cuyas<br />
gualdrapas eran sumamente galanas y vistosas, y cuyo freno adornaban,<br />
según la costumbre <strong>de</strong>l tiempo , muchas campanillas <strong>de</strong><br />
plata. Su posición acaballono manifestaba el <strong>de</strong>sgarbo <strong>de</strong> un hombre<br />
retirado, sino la gracia y la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> un ginete inteligente y<br />
práctico. De todo lo cual era fácil inferir cpie tan humil<strong>de</strong> cabalgadura,<br />
por agradable y cómodo que fuera su paso, solo le servia<br />
para caminar por aquellas malezas y soleda<strong>de</strong>s. En otras ocasiones<br />
montaba uno <strong>de</strong> los potros mas generosos y arrogantes délos<br />
que se crian en las orillas <strong>de</strong>l Guadalquivir , y en la época <strong>de</strong> que<br />
vamos hablando los merca<strong>de</strong>res llevaban, con gran riesgo y gasto,<br />
estos animales á Inglaterra para el uso <strong>de</strong> las gentes ricas y <strong>de</strong> distinción.<br />
Llevábalo por la brida un hermanolego, délos que acompañaban<br />
en calidad <strong>de</strong> sirvientes al prelado. Cubría la silla y gualdrapas<br />
<strong>de</strong> este soberbio palafrén, una gran manta <strong>de</strong> paño, que casi<br />
¡•arria la tierra, y en (pie estaban bordados con gran esplendor varios<br />
emblemas eclesiásticos. Otro hermano lego conducía una acémila<br />
cargada con el equipaje <strong>de</strong>l monje, y otros dos <strong>de</strong> la misma<br />
ur<strong>de</strong>n, aunque <strong>de</strong> grado inferior, cabalgaban <strong>de</strong>trás, riendo y conversando<br />
entre sí, sin prestar atención á los <strong>de</strong>más que componían<br />
la comitiva.<br />
El compañero <strong>de</strong>l magnate eclesiástico era un hombre <strong>de</strong> mas<br />
<strong>de</strong> cuarenta años do edad, <strong>de</strong>lgado, fuerte, alto y nervudo ; figura<br />
atlética, en quien las gran<strong>de</strong>s fatigas y el ejercicio constante no<br />
habían <strong>de</strong>jado, según parecía, ninguna <strong>de</strong> las partes blandas <strong>de</strong> la<br />
constitución humana, sino una armazón <strong>de</strong> huesos y fibras que había<br />
sobrellevado, sin per<strong>de</strong>r su vigor, muchos trabajos y esfuerzos,<br />
y se hallaba en disposición <strong>de</strong> sobrellevar muchas mas. Cubríale<br />
la cabeza un gorro <strong>de</strong> grana, forrado do pieles, <strong>de</strong> una hechura<br />
particular , llamado entonces mortier, mortero, en lengua<br />
francesa, por su semejanza con este utensilio doméstico; mas este<br />
gorro le <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong>scubierta la fisonomía, cuya espresion inspiraba<br />
eierta estrañeza, ó mas bien un verda<strong>de</strong>ro terror, al que por primera<br />
vez la miraba. Sus facciones, naturalmente prominentes y animadas,<br />
habían adquirido un tinte oscurísimo, casi semejante al ele<br />
un africano en la ardiente atmósfera délos climas <strong>de</strong> los trópicos, y<br />
.-. n su estado ordinario mostraban la calma eme suce<strong>de</strong> á la bor-
12 IVANHOE.<br />
rasca embravecida <strong>de</strong> las pasiones; pero el abultado volumen <strong>de</strong> las<br />
venas <strong>de</strong> la frente, y la facilidad con que temblaba, cuando lo agitaba<br />
cualquier sentimiento, el labio superior y el poblado y negro<br />
bigote que lo sombreaba, daban indicios ciertos <strong>de</strong> que no era difícil<br />
suscitar <strong>de</strong> nuevo la tempestad. En sus ojos agudos , oscuros y<br />
penetrantes, so leia la larga historia <strong>de</strong> las dificulta<strong>de</strong>s que habí;,<br />
vencido, y <strong>de</strong> los peligrosa que se había arrojado en el curso <strong>de</strong> su<br />
vida. Sus miradas eran un <strong>de</strong>safío á todo el que osase oponerse ñ<br />
sus <strong>de</strong>seos, sin otro motivo que el gusto <strong>de</strong> llevar a<strong>de</strong>lante su voluntad,<br />
y <strong>de</strong> ostentar su fuerza y predominio, sobrepujando cuantos<br />
obstáculos so opusiesen á sus intentos. Había recibido en la<br />
frente una profunda herida, cuya cicatriz aumentaba la severidad<br />
<strong>de</strong> su aspecto y ¡a siniest a mirada <strong>de</strong> un ojo, que había sufrido algún<br />
daño do resultas <strong>de</strong>l mismo acci<strong>de</strong>nte ; y aunque su vista era<br />
perfecta, se notaba cu ella cierta <strong>de</strong>sigualdad que no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong><br />
contribuir á hacer poco grato el conjunto <strong>de</strong> la persona.<br />
La parte superior <strong>de</strong>l ropaje <strong>de</strong> este sugeto se parecía en la forma<br />
y corte al <strong>de</strong> su compañero ; pero su color, que era grana, manifestaba<br />
que no pertenecía á ninguna <strong>de</strong> las cuatro ór<strong>de</strong>nes monacales.<br />
¡Sobre el hombro <strong>de</strong>recho había en este manto una cruz<br />
sobrepuesta <strong>de</strong> paño blanco, <strong>de</strong> una. forma particular. Descubríase<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l manto una vestidura que parecía incompatible con el<br />
carácter que este representaba, á saber, un eamisole <strong>de</strong> malla, con<br />
mangas y guantes <strong>de</strong> lo mismo, curiosamente labrada y entretejida,<br />
y tan flexible como si. saliera <strong>de</strong> un telar, ó como si fuese <strong>de</strong><br />
lana ó <strong>de</strong> otro material blando y elástico. Era también <strong>de</strong> malla la<br />
<strong>de</strong>fensa délos muslos, que <strong>de</strong>jaban visible los anchos pliegues <strong>de</strong>]<br />
manto : el pié y las rodillas estaban cubiertos <strong>de</strong> <strong>de</strong>lgadas placas<br />
<strong>de</strong> acero ingeniosamente unidas entre sí: y un botin <strong>de</strong> malla, que<br />
llegaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las rodillas hasta el tobillo guarnecía la pierna y<br />
completaba la armadura <strong>de</strong>l ginete. Llevaba pendiente <strong>de</strong>l cintu<br />
ron una larga daga <strong>de</strong> dos filos, única arma ofensiva que se echa<br />
ba <strong>de</strong> ver en su persona.<br />
No montaba una muía como su compañero, sino ana jaca fuerte<br />
y andadora, á fin <strong>de</strong> no fatigar á su caballo <strong>de</strong> batalla, que conducía<br />
<strong>de</strong>trás un escu<strong>de</strong>ro, y que llevaba todo el aparejo <strong>de</strong>fensivo ,<br />
como si fuera á entrar en acción, con una pieza <strong>de</strong> armadura que<br />
le guarecía la cabeza, y <strong>de</strong> cuya parte <strong>de</strong>lantera salía un pico agudo.<br />
De un lado <strong>de</strong> la silla pendía un hacha ó maza, adornada COL-
CAPÍTULO II. 13<br />
dibujos damasquinos; y do la otra, el yelmo coronado <strong>de</strong> plumas,<br />
la capucha <strong>de</strong> malla, y el montante que usaban entonces los que<br />
profesaban la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> caballería. Otro escu<strong>de</strong>ro llevaba la lanza<br />
<strong>de</strong> su señor , <strong>de</strong> cuya estremidad colgaba un pendón ó pequeña<br />
ban<strong>de</strong>rola, con una cruz <strong>de</strong> la misma forma que la <strong>de</strong>l manto, y el<br />
escudo triangular, cuya parte superior era bastante ancha para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />
el pecho , y disminuía por los dos lados hasta rematar en<br />
punta. El escudo estaba cubierto con un paño <strong>de</strong> grana, lo que estorbaba<br />
que se viese la divisa.<br />
A. estos dos escu<strong>de</strong>ros seguían otros dos sirvientes negros , con<br />
turbantes blancos y con vestiduras que <strong>de</strong>notaban proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> algún<br />
remoto pais <strong>de</strong> Oriente. Todo el aspecto <strong>de</strong> la comitiva era estraordinario,<br />
y diferente <strong>de</strong> los usos y costumbres <strong>de</strong> Inglaterra<br />
: el trage <strong>de</strong> los escu<strong>de</strong>ros era espléndido; los negros llevaban<br />
collares <strong>de</strong> plata, y brazaletes y argollas <strong>de</strong> lo mismo alre<strong>de</strong>dor<br />
<strong>de</strong> los brazos y <strong>de</strong> las piernas ; aquellos iban <strong>de</strong>snudos<br />
hasta el codo, y estas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> la pantorrilla hasta<br />
el tobillo. Sus ropajes <strong>de</strong> seda bordada indicaban la riqueza <strong>de</strong>l<br />
dueño á quien servían , contrastando con la marcial secillez<br />
que se notaba en la persona <strong>de</strong> este. Sus armas eran unos sables<br />
corvos, con guarnición y vaina engastadas en oro, y puñales turcos<br />
todavía mas ricos y costosos. Tenían a<strong>de</strong>más en el arzón <strong>de</strong> la<br />
silla un manojo <strong>de</strong> dardos ó rejones , <strong>de</strong> cuatro pies <strong>de</strong> largo, con<br />
puntas agudísimas <strong>de</strong> acero, arma muy usada entonces entre los<br />
Sarracenos, y cuyo manejo se conserva todavía entre las naciones<br />
orientales, en el ejercicio bélico, á que dan el nombre <strong>de</strong> eljerrid.<br />
Los caballos <strong>de</strong> estos dos negros eran ó parecían tan estranjeros<br />
como los ginetcs que los montaban. En efecto, eran sarracenos <strong>de</strong><br />
origen, y por consiguiente do raza árabe : sus miembros menudos<br />
y <strong>de</strong>licados, sus cascos pequeños, sus enjutos brazos, y la ligereza<br />
<strong>de</strong> su movimiento, sobresalían mas cuando se comparaban con los<br />
membrudos y pesados caballos <strong>de</strong> raza flamenca y normanda, que<br />
eran los que usaban las gentes do armas <strong>de</strong> aquel tiempo, como<br />
los únicos capaces <strong>de</strong> soportar el peso <strong>de</strong> las armaduras y <strong>de</strong>más<br />
atavíos militares. Colocados al lado <strong>de</strong> los troteros orientales, parecían<br />
estos la sombra que aquellos <strong>de</strong>spedían.<br />
Este singular aparato no solamente atrajo la curiosidad <strong>de</strong> Wamba,<br />
sino también la <strong>de</strong> su distraido compañero. Inmediatamente<br />
reconocieron a) P. Prior <strong>de</strong> la abadía <strong>de</strong> Jorvaulx, famoso en todas
14 IVAMI01 .<br />
aquellas cercanías por su afición á la caza y á los buenos bocados-<br />
Su índole franca y jovial le habia grangeado el afecto <strong>de</strong> los no<br />
bles y délos principales caballeros, con muchos <strong>de</strong> les cuales tenia<br />
relaciones <strong>de</strong> parentesco, por ser <strong>de</strong> noble familia normanda. Las<br />
damas en particular le estimaban . pues poseía mil recursos parí<br />
disipar el tedio que con harta frecuencia se introducía en las bóve<br />
das <strong>de</strong> los castillos feudales. El prior asi.-t i a. como aficionado in<br />
teligente, á las diversiones que dominaban entonces en la nobleza,<br />
y tenia fama <strong>de</strong> poseer los mejores halcones, y la mejor jauría <strong>de</strong><br />
todo el norte <strong>de</strong> Inglaterra : circunstancias que lo recomendaba;-<br />
en gran manera á los ojos <strong>de</strong> los mozos nobles <strong>de</strong>l país. Las renta?<br />
<strong>de</strong> su monasterio, que estaban en parte á su disposición, le propor<br />
cionaban medios suficientes para los gastos que sus aficiones ^<br />
pasatiempos exigían, y para las dádivas que esparcía entre ios po<br />
bres, y con que muchas veces aliviaba los males <strong>de</strong> los oprimidos.<br />
Si el prior Aymer consagraba algunos días á correr liebres y vena<br />
dos, si pasaba largas horas en el banquete, la gente que esto vehí<br />
se lo perdonaba en atención á su carácter noble y generoso. J'or<br />
tanto ningún vasallo sajón ignoraba quien era el prior Aymer. Al<br />
pasar junto á él le hacían una profunda reverencia, y él les echa<br />
ba la bendición.<br />
'.'ero Wamba y su companero fijaron toda su atención con anhe-<br />
íosa curiosidad en el otro personaje y en su lucido acompañamien<br />
to, <strong>de</strong> modo que apenas prestaron oidos al Prior <strong>de</strong> Jorvaulx cuan<br />
do este les preguutó si habia por allí cerca algún albergue en que<br />
pudieran él y los otros caminantes pasar la noche : tal fué la sor<br />
presa con que miraron el bufón y el porquerizo el aparato medio<br />
monástico, medio militar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sconocido estranjero, y el nunca<br />
visto disfraz y las amias estrañas <strong>de</strong> sus sirvientes orientales. Es<br />
probable también que el lenguaje <strong>de</strong> que el Prior se valió para ha<br />
cer su pregunta, y el sentido <strong>de</strong> esta no fueron, muy gratos á los<br />
dos vasallos sajones, por razones que ya quizás habrá adivinado ei<br />
'lector.<br />
CAPÍTULO II. 15<br />
Dijo esto en un tono <strong>de</strong> importancia, que no estaba en armonía<br />
con sus mo<strong>de</strong>stas razones.<br />
Wamba alzó los ojos, y respondió á lo que el Prior <strong>de</strong>seaba saber.<br />
« Si sus reverencias, dijo, gustan <strong>de</strong> buenos bocados y <strong>de</strong> camas<br />
mullidas , a. pocas millas <strong>de</strong> aquí darán con el priorato <strong>de</strong> Brinx-<br />
worh, don<strong>de</strong> su calidad no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> asegurarles lamas fa<br />
vorable acogida ; ó si prefieren hacer penitencia, pue<strong>de</strong>n atrave<br />
sar esas pra<strong>de</strong>ras, al cabo <strong>de</strong> las cuales hallarán la hermita <strong>de</strong> Cop-<br />
manhurst, don<strong>de</strong> vive un piadoso anacoreta que les franqueará por<br />
esta noche el abrigo <strong>de</strong> su techo.»<br />
El prior frunció el gesto al oir estas noticias.<br />
—Buen hombre, respondió el prelado, si el ruido <strong>de</strong> tus campa<br />
nillas no te ha trastornado los sesos, omitirías sin duda esos con<br />
sejos.<br />
—Verda<strong>de</strong>s, dijo \Yamba, que yo, que no soy mas que un asno,<br />
tengo el honor <strong>de</strong> llevar campanillas como la nuda <strong>de</strong> su reveren<br />
cia : con todo eso, tengo entendido que la caridad bien or<strong>de</strong>nada<br />
empieza por sí mismo.<br />
—Bastado insolencias, mentecato, dijo entonces el ginete arma<br />
do, rompiendo aquel diálogo con voz sonora y altanera : y dínos el<br />
camino <strong>de</strong>.... ¿como <strong>de</strong>cís, P. Prior, que se llama ese hidalgo?<br />
—Cedric el sajón, respondió el Prior. Buen amigo, <strong>de</strong>cidnos si es<br />
tamos cerca <strong>de</strong> su morada , y cuál es el camino que á ella con<br />
duce.<br />
—No es fácil dar con él, dijo entonces üurth que no Labia aun<br />
<strong>de</strong>splegado los labios: y a<strong>de</strong>más la familia <strong>de</strong> Cedric se recoje tem<br />
prano.<br />
—Poco importa, dijo el otro mal humorado caminante : fácil les<br />
será levantarse, y suministrar lo necesario á sugetos como noso<br />
tros . que no solemos pedir la hospitalidad cuando tenemos <strong>de</strong>re<br />
cho á exigirla.<br />
—Yo no sé, dijo Gurth con harta sequedad, si <strong>de</strong>bo enseñar el<br />
camino <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> mi amo á los que reclaman como <strong>de</strong>recho el<br />
abrigo que otros pi<strong>de</strong>n como favor.<br />
—¿Osas disputar conmigo, miserable vasallo'? dijo el <strong>de</strong> la ar<br />
madura apretando espuelas al caballo, a<strong>de</strong>lantándose precipitada<br />
mente Lucia Gurth, y alzando el látigo <strong>de</strong> montar que llevaba en la,<br />
mano, para castigar lo que era, en su opinión, criminal insolencia<br />
en boca <strong>de</strong> un hombre nacido para obe<strong>de</strong>cer.
Itj IVAÍÑH01C.<br />
Gurth le lanzó una mirada en que se pintaban la ferocidad y el<br />
<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza, y con pronto aunque trémulo movimiento, echó<br />
mano al cuchillo : pero el prior Aymer se puso entre su compa<br />
ñero y el porquerizo, y previno la meditada violencia.<br />
—Por la Virgen ívtra. Señora, hermano Brian, no penséis que es-<br />
tais ahora en Palestina, echando plantas entre paganos Turcos ó in -<br />
<strong>de</strong>les Sarracenos:nosotros,los que esta isla <strong>de</strong> Inglaterra habitamos,<br />
no gustamos <strong>de</strong> golpes. Dímc, buen amigo, continuó dirigiendo la<br />
palabra al bufón y acompañando su arenga con una moneda <strong>de</strong><br />
plata, ¿dón<strong>de</strong> está el camino <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Cedric el sajón. Imposi<br />
ble es que lo ignores, y es tu obligación encaminar al estraviado,<br />
aun cuando no tenga el carácter sacerdotal que nosotros poseemos.<br />
—En verdad, reverendo padre, dijo Wamba, que la cabeza mo<br />
risca <strong>de</strong> vuestro reverendo compañero me lia <strong>de</strong>jado un poco lla<br />
mado a<strong>de</strong>ntro, y hasta los huesos me tiemblan <strong>de</strong> susto. "Ni siquie<br />
ra sé si podré llegar esta noche á casa.<br />
— Vaya, respondió el monje, que pronto volverás en tí, si quie<br />
res. Este reverendo padre ha estado toda su vida peleando en la<br />
Palestina: es <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> ios caballeros Templarios, <strong>de</strong> que ten<br />
drás noticias.<br />
— Sea lo que quiera, dijo Wamba, con falque no tenga esos<br />
arranques sítbitos , con los que van sin meterse con medie por el<br />
camino , aunque sean tardos en respon<strong>de</strong>r á las preguntas que se<br />
les hacen sobre asuntos en que ni salen ni entran.<br />
— Todo te lo perdono , dijo el monje , con tal que me enseñes el<br />
camino <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Cedric.<br />
— Vuesas reverencias , dijo el bufón , <strong>de</strong>ben seguir esta, misma<br />
vereda hasta que lleguen á una cruz caida, <strong>de</strong> la cual todavía que<br />
da cosa <strong>de</strong> una vara fuera <strong>de</strong> tierra ; entonces tomarán el camino<br />
<strong>de</strong> la izquierda, porque hay cuatro que se cruzan en aquel punto ;<br />
y yo les aseguro que hallarán buena posada antes que <strong>de</strong>scargue<br />
la borrasen. »<br />
El Prior dio gracias á su advertido conductor; y la comitiva,<br />
apretando espuelas á los caballos , echó á caminar á paso levanta<br />
do , como gente que <strong>de</strong>sea ponerse <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> techado antes que<br />
reviente la nube que la amenaza. Cuando se alejaba el ruido <strong>de</strong><br />
las huellas <strong>de</strong> los caballos , Gurth dijo á su compañero : «Si los<br />
reverendos padres siguen tu consejo , milagro será que lleguen á<br />
Rothenvood antes <strong>de</strong> anochecer.»
CAPÍTULO II. 17<br />
— Sin duda , respondió Wamba; pero pue<strong>de</strong>n llegar á Sheííield<br />
si no hallan tropiezo , y aquel es buen sitio para ellos. No soy yo<br />
cazador <strong>de</strong> aquellos que indican al perro don<strong>de</strong> está el gamo, si no<br />
tienen humor <strong>de</strong> perseguirlo.<br />
— Tienes razón, dijo Gurth ; no fuera bien que esc templario vie<br />
se á lady Bou ena; y peor fuera quizás que Cedric las hubiese con<br />
él. Pero nosotros, como buenos criados, <strong>de</strong>bemos ver, oir y callar.»<br />
Volvamos á nuestros viajantes , los cuales se alejaron muy en<br />
breve <strong>de</strong>l bufón y <strong>de</strong>l porquerizo , y siguieron su conversación en<br />
el idioma normandofrancés , que era el que usaban entonces las<br />
gentes <strong>de</strong> distinción , salvo los pocos que se vanagloriaban <strong>de</strong> su<br />
ascen<strong>de</strong>ncia sajona.<br />
«¿ Qué significa la familiar insolencia <strong>de</strong> esos siervos? preguntó<br />
el Templario ; y por qué me habéis estorbado tratarlos como me<br />
recen 1<br />
— Hermano Brian , respondió el Prior. tocante á uno <strong>de</strong> ellos,<br />
difícil fuera daros razón <strong>de</strong> las locuras <strong>de</strong>l que es loco <strong>de</strong> profesión;<br />
en cuanto al otro , sabed que pertenece á esa raza feroz , bárbara é<br />
intratable , <strong>de</strong> la cual os he hablado ya repetidas veces , y <strong>de</strong> que<br />
todavía se encuentran muchos individuos éntrelos <strong>de</strong>scendientes<br />
<strong>de</strong> los conquistados Sajones. Estos hombres tienen toda su satis<br />
facción en <strong>de</strong>mostrar , por cuantos medios están á su alcance , la<br />
aversión con que miran á sus conquistadores.<br />
— Pronto les enseñaría yo á tener cortesía , dijo Brian ; estoy<br />
acostumbrado , hermano Prior , á manejar esa clase da gente. Los<br />
cautivos turcos son tan rebel<strong>de</strong>s y tan indómitos como podrá ha<br />
ber sido el mismo odin (К ; y sin embargo , con estar ios meses<br />
en mi casa al cuidado <strong>de</strong> mi maestro <strong>de</strong> esclavos , so ponen mas<br />
mansos que unos cor<strong>de</strong>ros , humil<strong>de</strong>s , sumisos, serviciales , y dó<br />
ciles á todo lo que, seles manda. Y cuenta que saben manejar la<br />
daga y el veneno , y no vacilan en ponerlos en práctica cuando se<br />
íes proporciona ocasión favorable.<br />
— Sí, respondió el prior Aymer , pero cada tierra tiene sus dife<br />
rentes usos y costumbres ; y a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que con dar <strong>de</strong> golpes á<br />
ese hombre no hubiéramos a<strong>de</strong>lantado mucho en las noticias que<br />
buscábamos acerca <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> la casa do Cedric , si damos con<br />
él os arma una quimera , sabiendo como habéis tratado á un vasa<br />
o l Mo df les рласipaks personaje» <strong>de</strong> la mitoUc '» ac io¡= S¡>,iimcs
IVANHOE.<br />
lio suyo. Acordaos <strong>de</strong> lo que os tengo dicho acerca <strong>de</strong> ese opulento<br />
hidalgo, el cual es altivo, vano, envidioso é irritable; hombre qus<br />
se las apuesta con los mas encopetados , y aun con sus dos vecinos<br />
Ueginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey y Felipe Malvoisin , que no son niños<br />
iie teta. El nombre <strong>de</strong> el Sajón , que se le da generalmente, prore<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>l empeño con que sostiene los privilegios <strong>de</strong> su alcurnia, y<br />
déla vanagloria con que hace alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> su no interrumpida <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> Hereward, campeón famoso <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> los reyes<br />
sajones. Se jacta <strong>de</strong> pertenecer á una nación cuya proce<strong>de</strong>ncia no<br />
se atreven á confesar otros muchos por no esperimentar la suerte<br />
ni sufrir los males á que están sujetos los vencidos.<br />
— Prior Aymer , dijo el Templario , concedo que en materia <strong>de</strong><br />
i .elleza seáis vos tan buen voto como el mas galán trovador; pero<br />
muy linda <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser esa Rowena, para reducirme al sufrimiento<br />
y tolerancia <strong>de</strong> que <strong>de</strong>bo echar mano si he <strong>de</strong> grangearme el favor<br />
• Se tan indómito sajón como su padre Cedric, según me lo habéis<br />
pintado.<br />
— Cedric no es padre <strong>de</strong> Rowena, dijo el Prior , sino su pariente,<br />
v aun no muy cercano. Es su tutor, según creo, y ama tanto é<br />
su pupila como si fuera su hija ; pero la sangre <strong>de</strong> Rowena es mucho<br />
mas ilustre que la suya. En cuanto á su hermosura, pronto<br />
juzgaréis <strong>de</strong> ella por vuestros mismos ojos : y si la belleza <strong>de</strong> su<br />
complexión y la majestuosa aunque blanda espresiou <strong>de</strong> sus suaves<br />
ojos azules no aventajan á las bellezas <strong>de</strong> Palestina convengo<br />
en que jamás <strong>de</strong>is crédito á mis palabras.<br />
— Si su hermosura , dijo el Templario , no correspon<strong>de</strong> á los encomios<br />
que <strong>de</strong> ella habéis hecho , ya sabéis nuestra apuesta.<br />
— Mi collar <strong>de</strong> oro , respondió el Prior , contra diez botas <strong>de</strong> vino<br />
<strong>de</strong> Scio ; y por tan mias las tengo , como si ya estuvieran en las<br />
cuevas <strong>de</strong>l convento , bajo la llave <strong>de</strong>l bo<strong>de</strong>guero.<br />
— Y yo <strong>de</strong>bo juzgar por mí mismo , dijo el Templario , y por<br />
mí mismo convencerme que no he visto mujer mas hermosa <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
un año antes <strong>de</strong> Pentecostés. ¿ No son estas nuestras condiciones?<br />
Prior , vuestro collar peligra , y ya lo veréis puesto sobre mi gola<br />
en el torneo <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche.<br />
—Engalanaos con él en buena hora, respondió el monje, con<br />
tal que lo ganéis lealmente , diciendo sin disfraz vuestro parecer<br />
, y asegurándolo con vuestra palabra como .caballero. De<br />
todos modos , hermano Brian , exijo <strong>de</strong> vos que miréis esas cosas
CAPÍTULO II. 3$<br />
-orno una diversión inocente; y ya que os empeñáis en llevarla á<br />
••abo , seguiré a<strong>de</strong>lante solo por complaceros, pues no es cosa que<br />
se avenga con mi circunspección y ministerio. Seguid mi consejo,<br />
refrenad la lengua y usad <strong>de</strong> mas cortesía que á la que estáis acos<br />
tumbrado <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong>l predominio que habéis ejercido con cau-»<br />
tivos infieles y groseros Mahometanos. SiCedric el sajón se enfada,<br />
y la menor cosa basta para ello, es hombre que sin respeto á vues<br />
tra clase <strong>de</strong> caballero ni á mi dignidad , nos <strong>de</strong>spedirá <strong>de</strong> su casa,<br />
y nos enviará á buscar albergue con los conejos <strong>de</strong> la selva, aun<br />
que sea media noche. Y cuidado con las miradas que echéis á Ro-<br />
wena, á quien él ama como á las niñas <strong>de</strong> sus ojos; y somos per<br />
didos si llega atener la menor inquietud sobre este punto. Dicen<br />
que ha echado <strong>de</strong> casa á su propio hijo, solo porque se atrevió á<br />
<strong>de</strong>clarar á ltovena su atrevido pensamiento , porque quiere que la<br />
adoren <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lejos.<br />
— Harto habéis dicho , contestó el Templario , y por esta noche<br />
podéis contar con mi reserva y mo<strong>de</strong>ración , pues así he ds estar<br />
recatado y mo<strong>de</strong>sto <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Cedric y <strong>de</strong> su pupila , como ia mas<br />
tímida doncella. V en cuanto á eso que teméis que nos eche <strong>de</strong> por<br />
fuerza <strong>de</strong> su casa, yo y mis escu<strong>de</strong>ros y los dos esclavos Hamet y<br />
Abdala, bastamos para que no se atreva á tanto <strong>de</strong>sacato. No du<br />
déis que sabremos pilantar nuestros reales y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlos.<br />
— No le <strong>de</strong>mos ocasión para que á esc estremo llegue su enojo,<br />
dijo el Prior : pero aquí está la cruz caida <strong>de</strong> que nos habló el loco,<br />
y la noche es tan oscura que apenas se pue<strong>de</strong> columbrar el ca<br />
mino que él nos indicó. ¿Nonos dijo que volviésemos á la iz<br />
quierda '!<br />
— A la <strong>de</strong>recha dijo , respondió Brian , si mal no me acuerdo.<br />
— No , no , dijo el Prior , á la izquierda: por señas que lo indicó<br />
con su espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra.<br />
— Sí, replicó el Templario , pero la tenia en la mano izquierda,<br />
y señaló con ella hacía el lado opuesto. »<br />
Tino y otro, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sostenido con tenacidad su opinión,<br />
eomo suce<strong>de</strong> en semejantes casos , llamaron á las otras personas <strong>de</strong><br />
;a comitiva para que <strong>de</strong>cidiesen ; pero ninguna <strong>de</strong> ellas había es<br />
tado á distancia <strong>de</strong> oír las señas que habia dado el bufen. \1 fin<br />
Brian, <strong>de</strong>scubrió loque hasta entonces les habia estorbado ver la<br />
oscuridad <strong>de</strong>l crepúsculo.<br />
— Alguien 'ay . dijo, a", pié <strong>de</strong> 3o cruz . y en verdad que parece
20 IVANHOE.<br />
dormido 6 rauerto. Hugo . mira si pue<strong>de</strong>s dispertarlo con el cabo<br />
<strong>de</strong> la lanza. »<br />
Apenas puso Hugo en ejecución las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su amo ; cuando<br />
Se alzó el dormido , diciendo en buen francés: «Quien quiera que<br />
tú seas. no es cortesía distraerme <strong>de</strong> ese modo <strong>de</strong> mis pensamientos.<br />
— Solo quisiéramos saber , dijo el Prior , cual es el camino <strong>de</strong><br />
Rothenvood , la hacienda <strong>de</strong> Cedric el sajón.<br />
— Allá tengo yo que ir esta noche , respondió el <strong>de</strong>sconocido ; y<br />
si me dierais un caballo , os serviría <strong>de</strong> conductor, pues aunque im<br />
perfectamente el camino , no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser intrincado y difícil.<br />
— Gran sen icio nos harás en ello , dijo el Prior, y no te pesará.<br />
En seguida mandó á uno <strong>de</strong> sus asistentes que montase el<br />
caballo andaluz . y diese el suyo á aquel buen hombre que iba «<br />
servirles <strong>de</strong> guia.<br />
Este tomó el camino opuesto al que Wamba les habia indicado<br />
con espreso <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> apartarlos déla hacienda <strong>de</strong> Cedric. \.u<br />
vereda se internó en una espesa maleza y cruzó diferentes arroyos<br />
cuyo paso era bastante peligroso , por los pantanos que atravesa<br />
ban; pero el extranjero sabia como por instinto los sitios mas segu<br />
ros y los vados mas cómodos : y en efecto, gracias á su tino y dis<br />
cernimiento . los viajeros llegaron á un terreno mas ancho y<br />
agradable que el que hasta entonces habían visto . y allí , seña<br />
lando un edificio bajo é irregular que á corta distancia 30 <strong>de</strong>scu<br />
bría : & Ved ah! á Rothenvood , dijo al Prior : aquella es la hacien<br />
da <strong>de</strong> Cedric el sajón. »<br />
Escelente noticia fué estapara el prior Aymer, cuyos nervio.-<br />
eran harto <strong>de</strong>licados y sensibles , y que había sufrido consi<strong>de</strong>rable<br />
agitación y no poco susto al atravesar aquellos fangales y malos<br />
pasos , en términos que ni aun tuvo la curiosidad <strong>de</strong> hacer un»<br />
sola pregunta .'1 «11 conductor. Viéndose en camino y cerca <strong>de</strong>l al<br />
bergue , empezó á dispertarse su curiosidad . y le preguntó quién<br />
era , y qué oficio ó profesión tenia.<br />
«Soy un peregrino , dijo, y acabo <strong>de</strong> llegar <strong>de</strong> la tierra Sania.,<br />
— Y 1 cómo conocéis tan bien esas intrincadas veredas <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> tan larga ausencia?<br />
— Nací, dijo el peregrino, en estas cercanías;» y al acabar csm-<br />
palabras, se paró a la puerta <strong>de</strong> la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Cedric , la cua 1<br />
constaba •je yn edificio <strong>de</strong> <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada estructura . que ocupaba
CAPÍTULO 111. 21<br />
una consi<strong>de</strong>rable estension <strong>de</strong> terreno , y estaba ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> vastos<br />
cercados o corrales. Aunque sus dimensiones anunciaban la riqueza<br />
<strong>de</strong>l dueño , se diferenciaba enteramente <strong>de</strong> las altas mansiones<br />
<strong>de</strong> los nobles normandos, flanqueadas y cubiertas <strong>de</strong> torres, según<br />
el estilo que ya empezaba á prevalecer en la arquitectura usada<br />
entonces en Inglaterra.<br />
Sin embargo, Rothenvood no carecía <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa , porque en<br />
aquellos tiempos <strong>de</strong> revueltas y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n no podía haber vivienda<br />
que no la tuviese, so pena <strong>de</strong> ser muy en breve saqueada ó <strong>de</strong>vorada<br />
por las llamas. Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la casa reinaba un foso ó zanja,<br />
que so llenaba <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong> un arroyo vecino. Las dos orillas <strong>de</strong>l<br />
foso estaban <strong>de</strong>fendidas por fuertes y puntiagudas estacas , hechas<br />
con los árboles <strong>de</strong> la selva inmediata. Habiauna entrada en la parte<br />
occi<strong>de</strong>ntal do este circuito , con un puente levadizo que comunicaba<br />
eon la <strong>de</strong>fensa interior. Se habían tomado algunas precauciones<br />
para proteger este ingreso con ángulos salientes, por los<br />
que podia ser flanqueado en caso <strong>de</strong> necesidad por ballesteros, y<br />
hon<strong>de</strong>ros.<br />
El Templario sonó fuertemente la trompa á la entrada <strong>de</strong> la casa,<br />
porque la lluvia que había estado-amenazando toda ia tar<strong>de</strong> . empezaba<br />
á caer eon gran violencia.<br />
CAPITULO III<br />
En un salón cuya altura no guardaba proporción con su anchu<br />
ra y con su longitud , había una gran mesa <strong>de</strong> encina, compuesta<br />
<strong>de</strong> enormes tablas , tan toscas como cuando salieron <strong>de</strong>l bosque, y<br />
encima estaba todo preparado para la cena <strong>de</strong> Cedric el sajón. El<br />
techo formado <strong>de</strong> vigas y estacas, no presentaba otra <strong>de</strong>fensa con<br />
tra la intemperie sino su propio armazón y el ramaje que la cu<br />
bría. En cada testero había una profunda chimenea: pero tan mal<br />
construidas eran las <strong>de</strong> aquel tiempo, que casi tanto humo se es<br />
parcía, en lo interior como el que salia por el conducto. El vapor<br />
constante que<strong>de</strong> aquí resultaba, había revestido el artesón <strong>de</strong> un<br />
negro barniz <strong>de</strong> hollín. Colgaban <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s diferentes instru<br />
mentos y utensilios <strong>de</strong> caza y <strong>de</strong> guerra , y en cada rincón había
22 1VANH0B.<br />
v¡na puerta que daba entrada á las piezas interiores <strong>de</strong>! vasto<br />
edificio.<br />
Las otras partes <strong>de</strong> este manifestaban en todos sus pormenores la<br />
tosca sencillez que prevalecía en los usos y costumbres <strong>de</strong>l país, en<br />
tiempo <strong>de</strong> los Sajones: sencillez que Cedric tenia á gloria conser-<br />
» ar. El pavimento era una composición <strong>de</strong> tierra y cal, endurecida<br />
y consolidada como el estuco. El piso se alzaba en la sala principal,<br />
formando un estrado que ocupaba una cuarta parte <strong>de</strong> su<br />
fstension. Este espacio se llamaba el dosel, y solo servia á los principales<br />
miembros <strong>de</strong> la familia y & las personas <strong>de</strong> carácter que<br />
¡iian á visitarla. Con este objeto había una mesa dispuesta á lo anrho<br />
<strong>de</strong> la plataforma y cubierta <strong>de</strong> grana; <strong>de</strong>l medio <strong>de</strong> ella salía<br />
o ra mas larga que llegaba hasta la ostrera idad <strong>de</strong> la pieza, á Ja<br />
• nal comían los criados y los huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong> clase inferior. Toda esta<br />
armazón tenia la forma <strong>de</strong> la letra T, y todavía se ven en los<br />
colegios antiguos <strong>de</strong> Oxford y Cambridge algunas mesas construidas<br />
jJor este estilo. Sobre el dosel estaban colocados voluminosos<br />
sillones, y asientos <strong>de</strong> encina. Lamosa mas elevada tenia encima<br />
en verda<strong>de</strong>ro dosel <strong>de</strong> paño, que servia para, <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r á los personajes<br />
que ocupaban aquel distinguido puesto <strong>de</strong> la inclemencia y<br />
lie la lluvia, la cual solia introducirse por las aberturas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>scoi<br />
upaginada techumbre.<br />
1.as pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la parte <strong>de</strong>l salón á que correspondía la plataforma<br />
tenían por adorno diferentes colgaduras y cortinas, las cuales<br />
como la alfombra que cubría el piso, estaban revestidas <strong>de</strong> una<br />
imperfecta tapicería, ó <strong>de</strong> toscos bordados con brillantes y encendidos<br />
colores. Hacia la parte inferior <strong>de</strong> la mesa, ni el techo ni las<br />
pare<strong>de</strong>s ni el piso tenían cubierta alguna. Las pare<strong>de</strong>s y el suelo<br />
estaban <strong>de</strong>snudos; lo estaba también la mesa, y los asientos eran<br />
unos bancos <strong>de</strong> groseras tablas.<br />
Kn medio <strong>de</strong> la testera <strong>de</strong> la mesa superior había dos sibones<br />
mas altos que los <strong>de</strong>más, para el amo y el ama <strong>de</strong> la casa, QUE eran<br />
los que presidian aquella escena <strong>de</strong> hospitalidad, <strong>de</strong> cuya circunstancia<br />
tomaban el mas honroso título <strong>de</strong> la nobleza sajona, que<br />
significa repartido? <strong>de</strong> pm. Delante <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> estes sillones<br />
habia un escabel embutido y guarnecido <strong>de</strong> marfil, que erar jeterogativas<br />
honoríficas <strong>de</strong> las personas é quienes estaban <strong>de</strong>stinados.<br />
Lno <strong>de</strong> estos sitios estaba ocupado á la sazón por Cedric, e 1<br />
cual,<br />
aunque <strong>de</strong> un grado Je nobleza inferior á 3a <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s perso-
CAPÍTULO III. 23<br />
najes que dominaban entonces en Inglaterra, veia con irritable<br />
impaciencia la tardanza <strong>de</strong> los criados en servirle lacena, que ya<br />
reclamaba su imperioso apetito.<br />
En el rostro <strong>de</strong>l dueño <strong>de</strong> la casa se lcia en efecto que era hom<br />
bre <strong>de</strong> genio franco, pero <strong>de</strong> temperamento precipitado y colérico.<br />
Su estatura no era mas que mediana; era ancho <strong>de</strong> espaldas, largo<br />
<strong>de</strong> brazos, fornido y robusto como hombre acostumbrado á sobre<br />
llevar las fatigas y malos ratos <strong>de</strong> la guerra y <strong>de</strong> la caza, notable<br />
mente cariancho, con gran<strong>de</strong>s ojos azules, facciones abiertas, bolla<br />
<strong>de</strong>ntadura, y una cabeza bien formada, cuyo conjunto anunciaba<br />
el buen humor que muchas veces acompaña los temperamentos vi<br />
vos é impetuosos. Sus miradas espresaban <strong>de</strong> cuando en cuando or<br />
gullo y recelo, efecto <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s contestaciones que habí;; soste<br />
nido en el curso <strong>de</strong> su vida para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>rechos espuestos á<br />
continuas invasiones y disputas; así es que su resolución, pronti<br />
tud y energía habían estado siempre alerta, y siempre dispuestas<br />
•i entrar en combate. Su rubia y poblada cabellera estaba dividida<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1,i parte superior <strong>de</strong> la cabeza sobre la frente, y caia en toda<br />
su estension por ambos lados hasta cubrir los hombros. Tenia en<br />
ella algunas canas, ¡moque pocas, sin embargo <strong>de</strong> que ya rayaba<br />
en los sesenta.<br />
Su trago se reducía ú una túnica ver<strong>de</strong>, guarnecida en el cuello<br />
y las mangas <strong>de</strong> una piel inferior en calidad ala <strong>de</strong>l armiño, y que<br />
probablemente seria <strong>de</strong> ardilla cenicienta. Este ropaje no tenia bo<br />
tones, y caia sobre otro mas estrecho <strong>de</strong> grana que cenia el cuer<br />
po; los calzones eren <strong>de</strong> lo mismo; pero llegaban á poco mas <strong>de</strong> me<br />
dio muslo, y <strong>de</strong>jaban <strong>de</strong>scubierta la rodilla, has sandalias eran <strong>de</strong><br />
¡a misma forma y hechura que las <strong>de</strong> la gente común; pero <strong>de</strong> ma<br />
teriales mas lino-, y sujetas con broches <strong>de</strong> oro. Del mismo metal<br />
iranios brazaletes, y una ancha argolla que le adornaba el cuello.<br />
Servíale <strong>de</strong> cintura un rico talabarte , <strong>de</strong> que pendía casi perpen-<br />
dicularmente una espada corta, estrecha, puntiaguda y <strong>de</strong> '.los<br />
tilos. Del espaldar <strong>de</strong> su sillón colgaba una capa <strong>de</strong> grana forrada<br />
<strong>de</strong> pieles, y un gorro <strong>de</strong> lo mismo, con vistosos bordados, lo cual<br />
completaba el trage <strong>de</strong> calle <strong>de</strong> un opulento hacendado en aquellos<br />
tiempos. En el mismo sillón se apoyaba una lanza corta con bri<br />
llante y ancha guarnición <strong>de</strong> acero, que le servia en sus paseos y<br />
escursiones <strong>de</strong> arrea y <strong>de</strong> bastón, según lo requerían las circuns<br />
tancias .
24 IVANHOE.<br />
Los criados, cuyo trage guardaba diferentes proporciones entre<br />
las galas <strong>de</strong> su amo y el sencillo equipaje <strong>de</strong> Gurth el porquerizo,<br />
observaban atentamente las miradas y aguardaban en silenciólas<br />
ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Cedric. Dos ó tres <strong>de</strong> escalera arriba estaban colocado.':'<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l sillón <strong>de</strong>l amo sobre la plataforma: los <strong>de</strong>más ocupaban<br />
la parte inferior <strong>de</strong> la sala. En ella habia otros subalternos <strong>de</strong> dife<br />
rente especie, á saber: dos ó tres gran<strong>de</strong>s y melenudos mastines <strong>de</strong><br />
los que servían entonces para cazar ciervos y zorros; otros tantos'<br />
<strong>de</strong> menor estatura, y <strong>de</strong> una casta notable por lo grueso <strong>de</strong>l cue<br />
llo y déla cabeza, y por las gran<strong>de</strong>s orejas que <strong>de</strong> ella pendían: y<br />
uno ó dos mas pequeños, que solo servían para ensuciar y hacer<br />
ruido, y que esperaban impacientemente la cena, pero valiéndose<br />
<strong>de</strong>l sagaz conocimiento íísionómico que distingue aquella casta, se:<br />
guardaban <strong>de</strong> interrumpir el silencio <strong>de</strong> su amo, temerosos <strong>de</strong><br />
cierto garrote que al lado <strong>de</strong> este se <strong>de</strong>scubría, y <strong>de</strong> que solia hacer<br />
uso para rechazar la importunidad <strong>de</strong> sus cuadrúpedos cortesanos.<br />
Tan solo un perro <strong>de</strong> partos, viejo y gruñidor, aprovechándose <strong>de</strong><br />
la libertad <strong>de</strong> que gozan los favoritos, se habia colocado junto al<br />
sillón <strong>de</strong> Cedric, y <strong>de</strong> cuando en cuando osaba llamar la atención<br />
<strong>de</strong>l amo apoyando la cabeza en su rodilla, ó restregando el hocico<br />
en su mano; á todo lo cual el ceñudo dueño respondía: «Quieto,<br />
Bal<strong>de</strong>r, quieto; que no estoy ahora para chanzas.»<br />
En efecto, el lector habrá ya observado que Cedric no estaba <strong>de</strong><br />
buen humor. Acababa <strong>de</strong> llegar á casa lady líowena, que habia<br />
ido á vísperas á una iglesia distante, y estaba ala sazón mudándo<br />
se <strong>de</strong> ropa, por haberle caido encima parte <strong>de</strong> la tormenta. Nada se<br />
sabia <strong>de</strong> Gurth ni <strong>de</strong> la manada puesta á su cargo, aunque hacia<br />
mucho tiempo que estaban en el bosque; y tan poca seguridad se<br />
gozaba entonces en aquellos países, que era natural atribuir la tar<br />
danza, ó á los bandidos que infestaban los campos y los caminos. 6<br />
á algún po<strong>de</strong>roso barón <strong>de</strong> las cercanías que se creía absuelto <strong>de</strong><br />
las obligaciones que imponen las leyes <strong>de</strong> la propiedad. No <strong>de</strong>jaba<br />
<strong>de</strong> inspirarle recelos esta tardanza; porque la mayor parte <strong>de</strong> la ri<br />
queza <strong>de</strong> los hacendados sajones consistía en ganado <strong>de</strong> cerda, es<br />
pecialmente en los países montuosos, don<strong>de</strong> abundaba el pasto que<br />
estos animales necesitan.<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> estos motivos <strong>de</strong> inquietud, el sajón echaba, menos á<br />
su favorito Wamba, cuyos dichos y bufonadas, malos ó buenos<br />
servían coreo <strong>de</strong> salsa gustosí* '< los platos <strong>de</strong> que !n<br />
cerní se eom-
CAPÍTULO m. 25<br />
ponía, y <strong>de</strong> estímulo á los abundosos tragos <strong>de</strong> vino con que el amo<br />
solía regarlos. Añádase á esto que Cedric no había comido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> me<br />
dio dia; que la hora ordinaria <strong>de</strong> la cena habia pasado: circunstan<br />
cia que en todos tiempos y naciones ha contribuido notablemente á<br />
aumentar el mal humor <strong>de</strong> los hidalgos, sobre todo cuando viven<br />
lejos <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s y en el retiro <strong>de</strong> sus haciendas. Espresaba su<br />
<strong>de</strong>sagrado en breves é interrumpidas sentencias, unas pronuncia<br />
das entre dientes, y dirigidas otras á los servidores que le ro<strong>de</strong>a<br />
ban. El copero le presentaba <strong>de</strong> cuando en cuando como eficaz cal<br />
mante un vaso <strong>de</strong> vino. Cedric no rehusaba la medicina, y <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> haber apurado el vaso, <strong>de</strong>cia con impaciencia: «¿Porque tarda<br />
tanto lady Iíowena?»<br />
—Lady Rovena está mudando <strong>de</strong> ropa, dijo al fin una criada<br />
con toda la. seguridad que le daba su puesto <strong>de</strong> confi<strong>de</strong>nta; ¿que<br />
réis que asista á la cena con el manto y la capucha? ¡Pues á, fe que<br />
no hay en Inglaterra una dama que tar<strong>de</strong> menos en vestirse que<br />
mi señorita!»<br />
Este irrebatible argumento escitó en el sajón una esclamacion <strong>de</strong><br />
enojo y <strong>de</strong> impaciencia: «Quisiera, dijo, que escogiera un tiempo<br />
mas sereno para sus <strong>de</strong>vociones; pero, ¡con dos mil diablos, conti<br />
nuó, volviéndose hacia el copero y alzando la voz, como valiéndose<br />
<strong>de</strong>l pretestoque entonces se le ocurría para <strong>de</strong>sahogar su indigna<br />
ción; ¡con dos mil diablos! ¿qué hace Gurth á estas horas por esos<br />
campos <strong>de</strong> .Dios? ¡Malas nuevas nos traerá <strong>de</strong> la manada....! Hasta<br />
ahora ha sido fiel y esmerado, y yo le habia <strong>de</strong>stinado para otra<br />
cosa: quizás le hubiera dado impuesto <strong>de</strong> guarda (1).»<br />
Osvaldo el copero observó respetuosamente que no hacia mas<br />
que una, hora que habían tocado la queda, (2); respuesta harto ino<br />
portuna ala sazón, pues tan amargos recuerdos dispertaba en los<br />
que habían sido víctimas <strong>de</strong> la conquista.<br />
«¡Satanás cargue con la queda, esclamó Cedric, y con el bastar<br />
do que la imaginó, y con el <strong>de</strong>scorazonado esclavo que pronuncia<br />
semejante palabra en sajón y <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sajones! ¡La queda! eonti-<br />
(!) Estos guardas se llamaban en sajón Cniclits, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> probablemente se <strong>de</strong>rívala<br />
palabra inglesa KiiUjId. Eran una especie <strong>de</strong>criados militares, libres ó vasallos,<br />
pero siempre superiores á los <strong>de</strong>más que componían la ser\ idumbre.<br />
(N. <strong>de</strong>l T.<br />
¡2i Guillermo el conquistador mandó que se tocase (odas las noches á las ocho<br />
una campana que sirviese <strong>de</strong> señal para que los vecinos apagasen el fuego y la?<br />
luces: <strong>de</strong>d.O'id"trajo su origen el nombre <strong>de</strong> crT/eír, .• ¡¡bv-fnego (• qn'da. 'N. <strong>de</strong>l T. >
•¿6 JVASUOK.<br />
nuó <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una ligera pausa. Sí; la queda! que obliga á los<br />
hombres <strong>de</strong> bien á apagar las luces <strong>de</strong> su casa, para que los saltea<br />
dores y los asesinos puedan hacer <strong>de</strong> las suyas con el patrocinio <strong>de</strong><br />
lastinieblas.. ¡La queda! Reginaldo Frente <strong>de</strong> buey y Felipe <strong>de</strong>Mal-<br />
voisin saben lo que significa la queda, tan bien como todos los<br />
aventureros normandos que pelearon enllastings [lj. Apostaré que<br />
mis bienes han ido & parar esta noche á manos <strong>de</strong> algunos bandi<br />
dos que los conquistadores protegen, y que no tienen mas que este<br />
recurso para no morirpo <strong>de</strong> hambre. Mi fiel vasallo ha perecido á<br />
-sus manos; mis ganados lian <strong>de</strong>saparecido y.... Wamba? ¿Dón<strong>de</strong><br />
está Wamba? ¿Quien ha dicho que había salido en compañía <strong>de</strong><br />
< ¡urth?))<br />
—Así es, respondió < Osvaldo.<br />
—Mejor que mejor,, dijo Cedric. Bueno es que los señores norman<br />
dos tengan loco,; que los diviertan. Locos somos en verdad, todos<br />
los que los servirnos, y mas dignos <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sprecio y <strong>de</strong> su risa,<br />
que si estuviéramos en nuestros cinco sentidos. No hay cuidado...<br />
yo me vengaré.» Dijo estas palabras levantándose con impacien<br />
cia, y apo<strong>de</strong>rándose precipitadamente <strong>de</strong> la lanza que estaba apo<br />
yada en ci sillón. « Acudiré, al gran Consejo, don<strong>de</strong> tengo ami<br />
gos y partidarios : hombre á hombre llamaré á todos los norman<br />
dos á pe'ear cuerpo á cuerpo ; y acudan si quieren con sus ca-<br />
misotes <strong>de</strong> malla, y sus planchas <strong>de</strong> acero, y con todo ID que pue<strong>de</strong><br />
dar arrogancia á su cobardía. Mayores obstáculos he vencido yo<br />
con una isnm no mayor que la que tengo ahora en las manos. Por<br />
viejo me tienen, y yo me alegro; pero no saben lo que pue<strong>de</strong> la<br />
sangre <strong>de</strong> Herevard, que corre por las venas <strong>de</strong> Cedric. ; \ Wilfre-<br />
do, WiKrcdo! esclamó en tono mas bajo. ¡Hubieras tú sabido refre<br />
nar aquella <strong>de</strong>sacordada pasión, y no se veria ahora tu padre . con<br />
todos sus años, tan abandonado como la encina solitaria que tiene<br />
que resistir átodo el furor <strong>de</strong>l huracán, sin otra <strong>de</strong>fensa que sus<br />
débiles ramas» Esta consi<strong>de</strong>ración convirtióla cólera <strong>de</strong> Cedric en<br />
pesad muere. Dejó la lanza <strong>de</strong> las manos; volvió á ocupar e! sillón;<br />
inclinó !a cabeza, y quedó absorto en reflexiones melancólicas.<br />
Sacólo <strong>de</strong> su profunda distracción el sonido <strong>de</strong> una trompa á que<br />
resncndieion inmediatamente los aullidos clamorosos . y sonoros<br />
CAPÍTULO 111. 21<br />
maridos <strong>de</strong> todos los perros que estaban en el salón, y los <strong>de</strong> otros<br />
veíníe 6 treinta qne guardaban las partes estertores <strong>de</strong>l edificio.<br />
Fué necesario que anduviese listo el garrote, y que se pusiesen en<br />
movimiento todos los criados para apaciguar aquella estrepitosa<br />
algazara.<br />
«¡A la puerta todo el mundo! dijo el Sajón cuando se acabo el tu<br />
multo y ¡ludieron oir su voz los criados. Id áver que significa esto:<br />
sin chula vienen á noticiarme, algún robo ó <strong>de</strong>saguisado cometido<br />
en mis tierras.»<br />
En menos <strong>de</strong> tres minutos volvió uno <strong>de</strong> los guardas anunciando<br />
que el prior Aymer <strong>de</strong> Jorvaulx y el buen caballero Brian <strong>de</strong> Bois-<br />
ftuilbert, comendador <strong>de</strong> la valiente or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los caballeros Tem<br />
plarios, con una corta comitiva, pedian hospitalidad y albergue<br />
por aquella noche, hallándose <strong>de</strong> camino hacia el torneo que <strong>de</strong>bía<br />
celebrarse <strong>de</strong> allí á dos días en Ashby-<strong>de</strong>-la Zouche.<br />
« i Aymer, el prior Aymer ! Brian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert! murmuró<br />
Cedric... ¡Normandos los dos! Pero sajón ó normando, no importa,<br />
para todos es le hospitalidad <strong>de</strong> Cedric. Sean bien venidos puesto<br />
que quieren pasar aquí la noche, aunque mejor fuera que la pasa<br />
ran en otra 'parte. Pero no murmuremos por tan poca cosa : á lo<br />
menos, como gentes que reciben favor, es <strong>de</strong> esperar que estos nor<br />
mandos sean algo comedidos y repriman su insolencia. Anda,<br />
Hundcberto, añadió dirigiendo la palabra á un mayordomo que<br />
•staba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> su sillón con una vara blanca en las manos : toma<br />
seis criados; sal á recibir á esos estrangeros, y llévalos á la hospe<br />
<strong>de</strong>ría . Que se tenga cuidado con los caballos y las muías, y que no<br />
se estravie nada en el equipaje. Bales muda <strong>de</strong> ropa, si la necesitan<br />
Y lumbre y aguapara lavarse, y vino y cerveza. Di á los cocineros<br />
que añadan lo que puedan á la cena, y que todo esté en la mesa<br />
cuando vengan á cenar. Dilos que Cedric les da la bien venida;<br />
pero que ha hecho voto <strong>de</strong> no dar tres pasos mas allá <strong>de</strong>l dosel <strong>de</strong><br />
su salón para recibir á quien no tenga sangre sajona en sus venas.<br />
Cuida <strong>de</strong> todo : y no digan que el sajón ha dado muestras <strong>de</strong> po<br />
breza y <strong>de</strong> avaricia. »<br />
Kl mayordomo salió con otros criados para ejecutar las ór<strong>de</strong>nes<br />
,'• su señor. « El prior Aymer ! repitió Cedric mirando á Osvaldo,<br />
hermano sino me equivoco <strong>de</strong> Gil <strong>de</strong> Mauleverer, que es hoy señor<br />
<strong>de</strong> Middlheam.»<br />
Oswaldo inclinó respetuosamente la cabeza, en señal <strong>de</strong> consen-
28 IYAN'HOE,<br />
tir con io que su amo <strong>de</strong>cía. « Su hermano, continuó el oajon. ocupa<br />
el sillón y usurpa las haciendas <strong>de</strong> Ulfgar <strong>de</strong> Middleham, que es<br />
<strong>de</strong> mejor raza que la suya. ¿ Cuál es el señor normando que no hace<br />
lo mismo? Tengo entendido que el Prior es muy fino y amable.<br />
Venga enhorabuena y sea bien venido, i Cómo sollama el Templario<br />
?<br />
— Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />
— ¡ Bois-Guilbert'. replicó Cedric, en aquel tono distraído á que<br />
lo habia acostumbrado el hábito <strong>de</strong> vivir con inferiores y como si<br />
hablara consigo mismo, y no con las personas que estaban presentes.<br />
Mucho bien y mucho mal se dice <strong>de</strong> ese hombro. Dicen que es<br />
valiente como el mas valiente <strong>de</strong> los templarios : pero altivo, arrogante<br />
y cruel: corazón empe<strong>de</strong>rnido y rebel<strong>de</strong>, que no respeta cosa<br />
alguna en la tierra. Así dicen los pocos guerreros que han vuelto<br />
<strong>de</strong> Palestina. Pero al fin solo es por una noche : sea también bien<br />
venido. Oswaldo, lo mejor que haya en casa; el vino mas añejo,<br />
la mejor cidra, los postres mas <strong>de</strong>licados; llena los mayores cuernos.<br />
Pos caminantes y viajeros gustan délo fino y <strong>de</strong> la buena medida,<br />
KIgita, di álady Rosvena que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> presentarse esta noche<br />
en el banquete si no gusta asistir á él.<br />
— Antes bien con mucho gusto, respondióla criada con prontitud<br />
; siempre anhela por saber las últimas noticias <strong>de</strong> Palestina.),<br />
Cedric arrojó una mirada furiosa ala atrevida doncella : pero nc<br />
osó <strong>de</strong>jar estallar su cólera, porque Bovvena y todo cuanto le pertenecía<br />
gozaban <strong>de</strong> altos privilegios en la casa, y estaban al abrigo<br />
<strong>de</strong> sus arranques. «Silencio muchacha, le dijo; mas valiera que<br />
le echaras un nudo á la lengua. Di á tu señora lo que íe iic man<br />
dado, y haga lo que guste. Iquí á. lo menos reina sin obstáculo la<br />
<strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Alfredo ¡ Palestina, repitió el sajón,Palestina¡<br />
¡ Cuánto escitan la curiosidad las noticias que nos traen <strong>de</strong> aquella<br />
tierra sagrada los cruzados y peregrinos ! Yo también pudiera oir<br />
con anhelante curiosidad lo que <strong>de</strong> aquel pais nos cuentan: pero<br />
no. El hijo que me <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ce no es mi hijo, y lauto me interesa<br />
su suerte como la <strong>de</strong>l último cruzado. »<br />
Al acabar estas palabras, frunció el entrecejo \ clavó cu el suca,<br />
sus tristes miradas; pero al punto se abrió la puerta que servia <strong>de</strong><br />
entrada principal al salón, y los huésped* s entraron precedidos por<br />
el mayordomo déla vara blanca y por cuatro criados con hachas<br />
encendidas en las manos
CAPÍTULO IV.<br />
CAPITOLO IV.<br />
El prior Aymcr se había aprovechado <strong>de</strong> la ocasión que se le<br />
había ofrecido <strong>de</strong> mudar ropa, para ponerse una túnica <strong>de</strong> un tejido<br />
fino y costoso, y encima un manto curiosamente bordado. A<strong>de</strong>más<br />
<strong>de</strong> la sortija <strong>de</strong> oro, símbolo <strong>de</strong> su dignidad eclesiástica, sus<br />
<strong>de</strong>dos estaban cubiertos con una multitud <strong>de</strong> piedras preciosas.<br />
Sus sandalias eran <strong>de</strong>l cuero mas fino que venia entonces <strong>de</strong> España,-<br />
su barba estaba dispuesta en pequeñas trenzas <strong>de</strong>l tamaño que<br />
su or<strong>de</strong>n permitía, y la tonsura cubierta con un gorro <strong>de</strong> grana<br />
bordado.<br />
También el caballero Templario habia <strong>de</strong>jado el traje <strong>de</strong> camino<br />
por otro mas galán y espléndido, y que parecía mas digno <strong>de</strong> un<br />
personaje <strong>de</strong> distinción.<br />
En lugar <strong>de</strong>l camisote <strong>de</strong> malla, llevaba una túnica <strong>de</strong> seda <strong>de</strong><br />
color <strong>de</strong> púrpura oscura con guarniciones <strong>de</strong> pieles, y encima, for<br />
mando anchos pliegues, el manto blanquísimo <strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n. La<br />
cruz sobrepuesta al manto era <strong>de</strong> ocho puntas, como la común <strong>de</strong><br />
los templarios, y <strong>de</strong> terciopelo negro. Iba con la cabeza <strong>de</strong>snuda,<br />
enseñando espesos rizos <strong>de</strong> una cabellera negrísima correspondiente<br />
á la tez <strong>de</strong> su rostro. Su persona y sus modales respiraban<br />
lá majestad, aunque los afeaba el hábito <strong>de</strong> la altanería y <strong>de</strong>l predominio<br />
fácilmente adquirido en el ejercicio <strong>de</strong> una autoridad sin<br />
límites.<br />
Seguían á estas dos personas sus respectivos acompañamientos,<br />
y á una distancia mas respetuosa, el <strong>de</strong>sconocido que les habia ser<br />
vido <strong>de</strong> conductor, en cuyo aspecto solo se observaba el atavío común<br />
<strong>de</strong> los peregrinos <strong>de</strong> aquella época. Un ropón <strong>de</strong> sarga negra<br />
muy tosca : una esclavina <strong>de</strong> la misma tela que le cubría los brazos<br />
: toscas sandalias atadas con cuerdas; sombrero gran<strong>de</strong> y sobradamente<br />
traído, con algunas conchas dispuestas en sus alas ;<br />
largo bordón con regatón <strong>de</strong> hierro, y una rama <strong>de</strong> palma atada &<br />
la estremidad superior : tales eran las prendas <strong>de</strong> su arreo. Entró<br />
con a<strong>de</strong>man mo<strong>de</strong>sto <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> los últimos criados ; y viendo que<br />
apenas habia sitio para él en la mesa inferior, ocupada ya por la<br />
•servidumbre <strong>de</strong> Cedric y por la <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s, se dirigió á una
M RVANHOE.<br />
<strong>de</strong> las chimeneas, á cuyo calor se pusoá secar la ropa, aguardando<br />
que hubiese concluido alguno <strong>de</strong> los sirvientes para ocupar su<br />
puesto, 6 que el caritativo mayordomo le enviase alguna comida al<br />
sitio que por humildad y compostura había tomado.<br />
Cedric se levantó con gravedad placentera, bajó <strong>de</strong> la platafor<br />
ma, dio tres pasos hacia sus huéspe<strong>de</strong>s, y se <strong>de</strong>tuvo aguardando<br />
que ellos se acercasen.<br />
« Me pesa, dijo, reverendo,prior, que mis votos me estorben lle<br />
gar á la puerta <strong>de</strong> ia mansión <strong>de</strong> mis padres á recibir á tan dignes<br />
huéspe<strong>de</strong>s come ,-cs y eco valiente caballero <strong>de</strong>l Temple. Mi mayor<br />
domo os habrá esnlicado la causa <strong>de</strong> esta que parece <strong>de</strong>scortesía.<br />
También os ruego que me perdonéis si hablo en mi lengua nativa,<br />
y que me respondáis en la misma si la sabéis : y si no, yo entien<br />
do el normando, y podré respon<strong>de</strong>ros á cuanto en este idioma me<br />
preguntéis.<br />
— Los votos, contestó el Prior, <strong>de</strong>ben ser escrupulosamente ..ib-<br />
servados: y en cuanto al habla, gran satisfacción tengo en servirme<br />
<strong>de</strong> la misma que usaba mi respetable abuela Hilda <strong>de</strong> Middleham.<br />
Cuando el prior hubo concluido estas palabras conciliatorias, que<br />
tal las creyó sin dada, su compañero dijo breve y enfáticamente:<br />
« Yo hablo siempre francés, epiees lengua <strong>de</strong>l rey Ricardo y <strong>de</strong> sos<br />
nobles : pero entiendo el inglés lo bastante para po<strong>de</strong>r comunicar<br />
eonlos naturales <strong>de</strong> este país. » Cedric le lanzó una <strong>de</strong> aquellas<br />
prontas 6 impacientes miradas que tantas veces escitaba en aque<br />
llos tiempos ia comparación entre dos naciones rivales; pero recor<br />
dando las obligaciones que la hospitalidad le imponía, reprimió<br />
los impulsos <strong>de</strong> su resentimiento, é indicó á sus huéspe<strong>de</strong>s los pues<br />
tos que <strong>de</strong>bían tomar, que eran algo inferiores aunque inmediatos<br />
al suyo, ú hizo señal á los criados que sirviesen la cena.<br />
Mientras se ponian en ejecución las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> Cedric. columbró<br />
alo lejos & Gurth el porquerizo que con su compañero Wamba<br />
acababa <strong>de</strong> entrar en el salón. «Enviadme aquí esos malandrines,<br />
dijo el Pajón: y cuando los reos estuvieron en su presencia: ¿ Có<br />
mo es esto, villanos? esclamó. ¿Qué habéis estado haciendo fuera<br />
<strong>de</strong> casa 3, estas horas ? Y tú, bellaco, ¿ qué has hecho <strong>de</strong> ia manadíí 3<br />
la has <strong>de</strong>jado en manos <strong>de</strong> los bandidos?<br />
— La manada está segura: con vuestro perdón, respondió Gurth.<br />
— Lo que no os perdono, grandísimo bergante, dijo Cedric, es el<br />
haberme tenido aquí dos horas pensando en vengarme <strong>de</strong> mis ve-
CAPÍTULO IV. 31<br />
einos, y atribuyéndoles las culpas que no han cometido. Pero el<br />
¿epo y la cárcel castigarán la primera <strong>de</strong> estas que me hagáis. »<br />
Gurth, que conocía los hábitos <strong>de</strong>stemplados <strong>de</strong> su señor, no pro<br />
curó disculpar su falta; pero el bufón, que podia contar con la tole<br />
rancia <strong>de</strong> Gedric en virtud <strong>de</strong> los privilegios anexos á su oficio,<br />
tomó la palabra por sí y por su compañero : «Por cierto, tio Cedric,<br />
le dijo, que no dais esta Doche gran<strong>de</strong>s pruebas <strong>de</strong> seso ni <strong>de</strong> ra<br />
zón.»<br />
— ¿Qué se entien<strong>de</strong>, insensato"? respondió el Sajón. ¿ Quieres ir<br />
al cuarto <strong>de</strong>l portero á llevar una buena zurra, por esas liberta<strong>de</strong>s<br />
que tomas 1<br />
— En primer lugar, continuó Wamba, dígame tu sabiduría si es<br />
justo que paguen los unos las faltas <strong>de</strong> los otros.<br />
— No por cierto, maja<strong>de</strong>ro, dijo Cedric.<br />
— Pues entonces, siguió Wamba, tampoco es justo que el po<br />
bre Gurth sufra la pena cuando el <strong>de</strong>lito no es suyo, sino <strong>de</strong> su<br />
perro Fangs, y en verdad puedo <strong>de</strong>cir bajo juramento que no he<br />
mos perdido un minuto en el camino, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que estuvo reunida la<br />
manada, y Eangs no habia aun acabado <strong>de</strong> reunir la piara, cuan<br />
do sonó la campana <strong>de</strong> vísperas.<br />
— Entonces, dijo Cedric, volviéndose hacia el porquerizo, ahorca<br />
á Fangs, y compra otro perro.<br />
— Con vuestra venia, tio, dijo el bufón, tan injusto seria lo uno<br />
• fimo lo otro. Fangs es inocente, puesto que está cojo, y no pue<strong>de</strong><br />
correr tras el ganado. Quien tiene la culpa es quien le arrancó las<br />
uñas: y ciertamente, si hubieran consultado al pobre animal acer-<br />
• a <strong>de</strong> esta operación, no creo que hubiera dado su voto en favor.<br />
— ¿ Y quién se atrevió á hacer daño á un perro <strong>de</strong> mi ganado ?<br />
esclamó lleno <strong>de</strong> furor el iracundo Sajón.<br />
—¿ Quién habia <strong>de</strong> ser ? respondió Wamba: Huberto, el guarda-<br />
ííosque <strong>de</strong> sir Felipe <strong>de</strong> Malvoisin. Encontró al perro en el coto <strong>de</strong><br />
su amo, y le castigó por este <strong>de</strong>sacato.<br />
— Malos lobos coman á Felipe <strong>de</strong> Malvoisin y á su guarda-bos<br />
que, dijo Cedric: yo les haré ver que la or<strong>de</strong>nanza <strong>de</strong> montes, no<br />
habla con su coto. Basta <strong>de</strong> esto por ahora: tú villano, marcha á tu<br />
puesto: y tú Gurth, pon otro perro en tu manada, y si el guarda<br />
bosque le toca al pelo, nos hemos <strong>de</strong> verlas caras. Satanás me lle<br />
ve si no le corto el <strong>de</strong>do pulgar <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha: á ver si pue<strong>de</strong><br />
manejar <strong>de</strong>spués el arco. Qs pido perdón, mis dignos huéspe<strong>de</strong>s.
&> IVANHOK.<br />
A.quí estamos ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> infieles, peores que los que habéis visto<br />
en Tierra santa, señor caballero; pero la cena nos aguarda, y supla<br />
la buena voluntad la pobreza <strong>de</strong>l banquete- »<br />
No necesitaban sin embargo <strong>de</strong> esta escusa los platos que cubrían<br />
la mesa los cuales se reducían á carne <strong>de</strong> puerco a<strong>de</strong>rezada <strong>de</strong> di<br />
versos modos, gallinas, venado, cabra y liebre, diversas especies <strong>de</strong><br />
pescado, pan, tortas <strong>de</strong> harina y dulces, y compotas <strong>de</strong> frutas y <strong>de</strong><br />
miel. Las viandas menudas y las aves pequeñas, <strong>de</strong> que Labia gran<br />
abundancia, no fueron servidas en platos sino en cuencos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong><br />
ra, que los pajes y otros criados presentaban sucesivamente á los<br />
huéspe<strong>de</strong>s, y estos se servían á su gusto. Delante <strong>de</strong> cada convida<br />
do <strong>de</strong> distinción, habia un vaso <strong>de</strong> plata: los otros <strong>de</strong> clase inferior<br />
bebían en cuernos.<br />
Cuando iban á empezar á comer, el mayordomo alzó la vara \<br />
gritó: te Plaza á lady Itovena. » Entonces se abrió una puerta la<br />
teral colocada junto á la mesa <strong>de</strong>l banquete, y lady Eowena entró<br />
en el salón acompañada <strong>de</strong> cuatro camareras. Cedric, aunque sor<br />
prendido y quizás enojado <strong>de</strong> que su pupila se presentase en aque<br />
lla ocasión y ante aquellos estranjeros, salió á recibirla, yacompa<br />
ñarla con gran ceremonia y cortesía, al sillón que estaba á la ma<br />
no <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l suyo, y que era el <strong>de</strong>stinado á la dama principal <strong>de</strong><br />
la casa. Todos los presentes se pusieron en pié mientras entraba, y<br />
ella respondiendo con mudas inclinaciones al saludo general que<br />
se le hizo, marchó con graciosos a<strong>de</strong>manes áocupar su sillón. An<br />
tes <strong>de</strong> que se hubiese tomado asiento, el Templario dijo al Prior ai<br />
oido: «No seré yo el que lleve vuestro collar <strong>de</strong> oro en el torneo<br />
Habéis ganado y es vuestro el vino <strong>de</strong> tício.<br />
— ;. No oslo Labia dicho? respondió el Prior : poro reportaos. \<br />
mo<strong>de</strong>rad vuestros arrebatos, que el hidalgo os observa. »<br />
Sordo á esta advertencia, y acostumbrado á entregarse sin em<br />
pacho á los impulsos <strong>de</strong> su voluntad, Brian <strong>de</strong> Bois-ü uilbert-fijó<br />
sus ojos en la noble doncella, cuya hermosura le hacia una impre<br />
.-ion tanto mas fuerte, cuanto menos se asemejaba á la <strong>de</strong> las su)<br />
tanas <strong>de</strong> Levante.<br />
Kowena era <strong>de</strong> elevada estatura, mas no tanto que llamase Ja<br />
atención, porque sus proporciones eran esquisitas, y conformes é<br />
las que mas gustan generalmente en las personas <strong>de</strong> su sexo. Era<br />
rubia en estremo, mas el perfil majestuoso-<strong>de</strong> la cabeza y <strong>de</strong> las<br />
facciones, corregía aquella insipi<strong>de</strong>z que se nott» siempre en 1 os
CAPÍTULO IV. 33<br />
que no son nías que rubias. Realzaban el claro azul do sus ojos las<br />
graciosas pestañas <strong>de</strong> color mas subido, dando espresion á la frente<br />
y á las miradas, con las cuales sabia inflamar y <strong>de</strong>rretir los corazones,<br />
mandar con imperio, y suplicar con ternura. La blandura<br />
y la suavidad estaban pintadas en todas las facciones <strong>de</strong> su rostro;<br />
pero bien se echaba <strong>de</strong> ver que el ejercicio habitual <strong>de</strong> la superioridad<br />
y la costumbre <strong>de</strong> recibir continuos homenajes, les daban<br />
un aire mas señalado <strong>de</strong> elevación y <strong>de</strong> dignidad, que se uiiia con<br />
el que habian recibido <strong>de</strong> la naturaleza. Su profusa cabellera estaba<br />
graciosamente distribuida en innumerables rizos, formados<br />
tanto por la naturaleza como por el arte. Estos rizos estaban entrelazados<br />
con piedras preciosas, y todo el cabello suelto, en señal<br />
<strong>de</strong> noble nacimiento y libre condición <strong>de</strong> la doncella. Pendíale <strong>de</strong>l<br />
cuello una gran ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro, con un pequeño relicario <strong>de</strong>l mismo<br />
metal. Llevaba los brazos <strong>de</strong>snudos, adornados con ricos brazaletes.<br />
Vestía enaguas y vaquero <strong>de</strong> seda ver<strong>de</strong>mar claro, y encima<br />
un trage ancho que harria el suelo. Las mangas <strong>de</strong> este trage<br />
*>ran muy cortas, y todo él <strong>de</strong> un esquisito tejido <strong>de</strong> lana. De la cintura<br />
colgaba un velo <strong>de</strong> seda, entretejido con oro, <strong>de</strong>l que podia<br />
servirse para cubrirse el rostro y el pecho ala usanza española, 6<br />
para formar airosos pabellones alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cuerpo.<br />
Cuando iady Kovena hizo alto en el ahinco con que la miraba<br />
el caballero Templario, y observó aquellas miradas encendidas que<br />
parecían salir <strong>de</strong> dos profundas cavernas, se cubrió con el velo,<br />
manifestando en su majestuoso a<strong>de</strong>man cuanto la ofendía la libertad<br />
<strong>de</strong> aquel estranjero. Cedric notó este movimiento y adivinó el<br />
motivo.<br />
«Señor Templario, dijo, las mejillas <strong>de</strong> nuestras doncellas sajonas<br />
no están acostumbradas al sol, y no hay que estrañar por tanto<br />
que las ofendan las miradas <strong>de</strong> un cruzado.<br />
—Os pido perdón, respondió Brian, si en algo lie faltado: quiero<br />
<strong>de</strong>cir, que pido perdón á esa dama, porque hasta aquí llega mi humildad<br />
y no pasa mas allá.<br />
—-Lady liovvena, dijo el Prior, nos castiga á todos, cuando mi<br />
amigo solo es culpable, lis <strong>de</strong> esperar que no se use <strong>de</strong> tanto rigor<br />
cuando honre con su presencia el próximo torneo.<br />
—Aun no está dicho que iremos al torneo, dijo Cedric: porque á<br />
<strong>de</strong>cir verdad, no gusto <strong>de</strong> esas vanida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>sconocidas en tiempo<br />
<strong>de</strong> mis padres, cuando Inglaterra era libre.<br />
3
84 IVANHOK.<br />
—Quizás,, elijo ei Flúor, os <strong>de</strong>terminará á ello la ocasión que tíos<br />
presenta <strong>de</strong> ir acompañado : los caminos no están seguros, y n<br />
es <strong>de</strong> <strong>de</strong>spreciar la escolta <strong>de</strong> sir Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />
— Padre Prior, respondió el Sajón, cuando yo me pongo en camino<br />
por esta tierra, no necesito <strong>de</strong> otro auxilio que el <strong>de</strong> mi acero,<br />
ni <strong>de</strong> otra escolta que la <strong>de</strong> mis criados. En caso <strong>de</strong> <strong>de</strong>terminarme<br />
á asistir á las fiestas <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche, lo haré con mi<br />
noble vecino y compatriota Athelstane <strong>de</strong> Coning'sburgh, y no haya<br />
miedo que nos asalten bandoleros ni enemigos feudales. A vue;<br />
tra salud, padre Prior, va este trago <strong>de</strong> vino, que no creo indigne<br />
<strong>de</strong> vuestra aprobación, y os doy gracias por vuestra cortesía.<br />
—Y yo, dijo el Templario llenando ei vaso, bebo á la salud <strong>de</strong><br />
lady Rowena, <strong>de</strong> quien me confieso vasallo; porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la pri<br />
mera que uso su nombre en Inglaterra, ninguna ha habido mas<br />
digna <strong>de</strong> este atributo.<br />
— Yo os absuelvo <strong>de</strong> vuestro vasallaje, dijo lady Rowena con<br />
gravedad y sin <strong>de</strong>scubrirse, ó por mejor <strong>de</strong>cir, usaré <strong>de</strong> les <strong>de</strong>rechos<br />
que me concedéis, exigiendo que pongáis á mi noticia los úl -<br />
timos sucesos <strong>de</strong> Palestina: asunto mas grato á los oidos <strong>de</strong> una<br />
inglesa, que todos esos cumplimientos que ia urbanidad francesa<br />
os dicta.<br />
—Nada puedo <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> importante, respondió sir Brian <strong>de</strong> Bois-<br />
Guilbert, si no es la confirmación <strong>de</strong> las treguas con Saladino.»<br />
El Templario fué interrumpido por Warnba. que se habia ya colocado<br />
en el sitio que le correspondía, y era una silla adornada con<br />
dos orejas <strong>de</strong> asno en su respaldar, y dispuesta á poca distancia<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la <strong>de</strong> su amo; este le daba <strong>de</strong> cuando en cuando las viandas<br />
<strong>de</strong> su propio plato , favor <strong>de</strong> que gozaba el bufón con algunos<br />
perros favoritos, <strong>de</strong> los cuales, como ya ha visto el lector, habia<br />
una buena provisión en la casa. Tenia <strong>de</strong>lante una mesita, y él estaba<br />
sentado con los talones apoyados en uno <strong>de</strong> los palos <strong>de</strong> la silla,<br />
con sus mejillas tan enjutas y chupadas, que las mandíbulas<br />
parecían dos cascapiñones, y con los ojos entreabiertos, en a<strong>de</strong>man<br />
<strong>de</strong> escuchar con atención lo que se <strong>de</strong>cía, para aprovechar la<br />
primera coyuntura que se lo ofreciese <strong>de</strong> ejercer las funciones <strong>de</strong><br />
su <strong>de</strong>satinado ministerio.<br />
«Esas treguas con infieles, esclamó <strong>de</strong> repente sin hacer mucho<br />
caso <strong>de</strong>l Templario á quien cortaba la palabra, esas treguas con<br />
infieles me hacen mas viejo que lo que yo creia ser.
OAi'ii'i-i.o •. •<br />
—¿Yen quó manera? preguntó Oedric con aire risueño, como ..i<br />
aguardase una ocurrencia chistosa.<br />
—Acuerdóme ya <strong>de</strong> tres, dijo "Wamba, en el discurso <strong>de</strong> mi vida:<br />
cada una <strong>de</strong> ellas <strong>de</strong>bía durar cincuenta años ; con que, teng' ><br />
ciento y cincuenta años <strong>de</strong> edad, cuando menos y por la parte<br />
mas corta.<br />
—Y yo os aseguro, dijo entonces el Templario reconociéndolo y<br />
acordándose <strong>de</strong> loque había pasado aquella tar<strong>de</strong>, que no haréis<br />
huesos viejos ni moriréis en vuestra cama, si os portáis con todo.ios<br />
viajeros estraviados como lo habéis hecho con el padre Prior -<br />
eonmigo.<br />
—¿Cómo es eso? dijo Cedric: ¿engañar á los viajeros que preguntan<br />
por el camino? Azotes has <strong>de</strong> llevar por vida mia, ya que<br />
eres tan bellaco como loco.<br />
—Por Dios, tio, respondió W'amba, sirva <strong>de</strong> amparo mi locura á<br />
mi bellaquería. Tomó la mano <strong>de</strong>recha por la izquierda, y no hubo<br />
mas: mas estraño es que ellos tomen un loco por guia.»<br />
Aquí fué interrumpida la conversación por uno <strong>de</strong> los pajes do<br />
la portería, que anunciaba hallarse á la puerta un caminante, que<br />
pedia albergue y hospitalidad.<br />
«Dádsela, dijo Cedric, sin reparar en quien sea : que en una no-<br />
Che como la presente, hasta los animales mas feroces se amansan,<br />
y buscan la protección <strong>de</strong>l hombre, que es su enemigo mortal, mas<br />
bien que perecer en la intemperie. Oswaldo, cuida <strong>de</strong> que se le dé<br />
cuanto necesite.»<br />
El mayordomo <strong>de</strong>jó la sala <strong>de</strong>l banquete, para poner en ejecución<br />
las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su amo.<br />
CAPITULO V.<br />
Oswaldo volvió <strong>de</strong>su encargo, se acercó á Cedric, y le dijo en voz<br />
baja: «Es un judío, que se llama Isaac <strong>de</strong> York. ¿ He <strong>de</strong> hacerle entrar<br />
en la sala?<br />
—Deja que Gurth haga tu oñcio, dijo Wamba , con su natural<br />
<strong>de</strong>sfachatez : el porquerizo <strong>de</strong>be ser el que cui<strong>de</strong> <strong>de</strong>l hebreo.<br />
—! Un perro judío, dijo el Templario, en nuestra compañía l
36 IV ANUOS.<br />
—Sabed, nobles huéspe<strong>de</strong>s , dijo Cedric, que mi hospitalidad no<br />
pue<strong>de</strong> arreglarse á vuestro gusto. A nadie obligo á que le hable ó<br />
coma con él. Póngasele mesa aparte , y en ella cuanto necesite : á<br />
menos que quieran hacerle compañía esos señores <strong>de</strong> los turbantes.<br />
—Señor hidalgo, respondió el Templario, mis esclavos sarracenos<br />
son verda<strong>de</strong>ros muslines (1) y huyen <strong>de</strong>l trato y comunicación con<br />
los Judíos.<br />
—Se sentará á tu lado, W'amba , dijo Cedric , que un bribón no<br />
está mal junto á un loco.<br />
—El loco, dijo Wamba alzando los restos <strong>de</strong> un pemil, alzará este<br />
baluarte entre él y el bribón.<br />
—Silencio, dijo Cedric, que ya lo tenemos aquí.')<br />
Al <strong>de</strong>cir esto, se vio entrar y acercarse al lugar ínfimo <strong>de</strong> ia mesa<br />
un hombre do avanzada edad y <strong>de</strong> alta estatura, aunque encorvado<br />
á fuerza <strong>de</strong> reverencias é inclinaciones. Fué introducido con<br />
poca ceremonia, y se presentó turbadoé in<strong>de</strong>ciso, haciendoá todas<br />
partes humil<strong>de</strong>s y profundas cortesías. Sus facciones eran represivas<br />
y proporcionadas : la nariz aguileña, los ojos neg-ros y penetrantes<br />
, la frente alta y simétrica . y majestuosas las canas <strong>de</strong> la<br />
barba y <strong>de</strong> la cabeza : todo lo cual hubiera formado un hermoso<br />
conjunto, si no se notara en él aquel aspecto peculiar <strong>de</strong> su rav.<br />
Kl trage <strong>de</strong>l judío , que parecía haber sido harto maltratado en<br />
la tormenta, era una sencilla capa con muchos pliegues, y <strong>de</strong>iiajo<br />
una túnica <strong>de</strong> color púrpura subido. Llevaba gran<strong>de</strong>s botas guarnecidas<br />
<strong>de</strong> pieles , y un cinturon <strong>de</strong> que no pendían otras armas<br />
que una navaja y un recado <strong>de</strong> escribir.<br />
El gorro era alto, cuadrado, amarillo y <strong>de</strong> una forma particular,<br />
que los Judíos estaban obligados á usar para distinguirse <strong>de</strong> los<br />
Cristianos: mas él lo había <strong>de</strong>jado por respeto á la puerta déla<br />
sala.<br />
El recibimiento que dieron al hebreo <strong>de</strong> Vorck todos los presentes<br />
fué tal, como si hubieran sido sus enemigos personales. Kl mis<br />
mo Cedric no hizo mas que respon<strong>de</strong>r con una ligera inclinación<br />
<strong>de</strong> cabeza á sus repetidos acatamientos, señalándole al mismo tiempo<br />
el último sitio <strong>de</strong> la mesa, opuesto al que él ocupaba , sin embargo<br />
<strong>de</strong> lo cual, nadie se incomodó para <strong>de</strong>jarle asiento : lejos <strong>de</strong><br />
eso, cuando pasó por la fila <strong>de</strong> huéspe<strong>de</strong>s y criados , echando sen<br />
tí) Lo mismo rpie musulmán.
CAW'IÜLO V. 31<br />
das miradas tímidas y humil<strong>de</strong>s á unos y otros, los criados sajones<br />
se encogían <strong>de</strong> hombros y continuaban <strong>de</strong>vorando los manjares que<br />
<strong>de</strong>lante tenían, sin cuidarse <strong>de</strong>l hambre que naturalmente había<br />
<strong>de</strong> tener el recien llegado: y aun los mismos sarracenos, al ver que<br />
Isaac se les acercaba, retorcieron los bigotes con indignación, y<br />
echaron mano á los puñales, como si estuvieran prontos á acudir<br />
ai último estremo , antes que contaminarse con el roce <strong>de</strong> Jaque]<br />
proscrito.<br />
Quizás Cedric le hubiera acogido con mas cortesía y benevolencia<br />
por la misma razón que le movió á darle la hospitalidad en <strong>de</strong>specho<br />
<strong>de</strong> sus huéspe<strong>de</strong>s , si no hubiera estado enredado á la sazón<br />
en una disputa acerca <strong>de</strong> la cria é índole <strong>de</strong> los perros <strong>de</strong> caza,<br />
asunto para él <strong>de</strong> la mayor gravedad, y que no hubiera interrumpido<br />
aunque se tratase <strong>de</strong> cosas mas importantes quej<strong>de</strong> enviar á<br />
un judío á la cama sineenar. En tanto que Isaac se hallaba espulso<br />
<strong>de</strong> aquella concurrencia, como su nación lo está <strong>de</strong> las otras <strong>de</strong> la<br />
tierra, buscando en vano un alma caritativa que le <strong>de</strong>jase un palmo<br />
<strong>de</strong> banco en que sentarse, el peregrino que se había mantenido<br />
junto á la chimenea, tuvo compasión do su suerte y le <strong>de</strong>jó su<br />
asiento, diciéndole en breves razones: «Buen viejo, mi ropa está<br />
enjuta, y mi hambre satisfecha: tú estás mojado y en ayunas.» Diciendo<br />
estas palabras, recogió y echó al fuego las ramas que estaban<br />
esparcidas alre<strong>de</strong>dor: tomó <strong>de</strong> la mesa principal un plato <strong>de</strong><br />
potaje y otro <strong>de</strong> cabrito asado : los puso sobre la mesita en que él<br />
mismo había cenado, y sin aguardar á que el judío le diera gracias,<br />
se retiró á la parto opuesta <strong>de</strong> la sala, aunque no nos es dado<br />
<strong>de</strong>cir si lo hizo por evitar mayor comunicación con el objeto <strong>de</strong> su<br />
benevolencia, ó por <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> acercarse á los distinguidos personajes<br />
que estaban al testero <strong>de</strong> la mesa.<br />
Hi hubiera habido en aquella época un pintor capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñar<br />
semejante asunto, el judío encogido <strong>de</strong> frió <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l fuego,<br />
y presentándole sus trémulas y entumidas manos, le hubiera ofrecido<br />
una escótente personificación emblemática <strong>de</strong>l invierno. Satisfecha<br />
aquella primera necesidad , se volvió á la mesa que el peregrino<br />
le habia preparado, y <strong>de</strong>spachó lo que tenia <strong>de</strong>lante , con<br />
el ansia y satisfacción que produce una larga abstinencia.<br />
Entretanto Cedric continuaba su plática sobre montería : lady<br />
Rowena conversaba con las mujeres <strong>de</strong> su servidumbre : y el altanero<br />
Templario, cuyas miradas se fijaban alternativamente, ora en
38 TV ^NHOE.<br />
• 1 judío, ora en la hermosa Sajona, se entregaba á pensamientos que<br />
absorvian toda su atención y parecían escitar en él un gran interés.<br />
El prior Aymer sostenía que en el ejercicio <strong>de</strong> la caza, que era la<br />
diversión general <strong>de</strong> los nobles y ricos ingleses en aquella época,<br />
<strong>de</strong>bían adoptarse, como mas propios y expresivos , los lia-minos y<br />
locuciones <strong>de</strong> que se valian los franceses, Cedric <strong>de</strong>eia por el conirarioque<br />
esta innovación no aumentaba en manera alguna el placer,<br />
y que no se necesitaba hablar francés para correr liebres y venados.<br />
Cada cual sostuvo con igual ahinco su opinión, hasta que<br />
el Templario, alzando la voz con aquel tono <strong>de</strong> predominio y autoridad<br />
que siempre usaba en semejantes ocasiones: «1 ,a lengua francesa,<br />
dijo, no solo es el idioma natural <strong>de</strong> la caza, sino también el<br />
le la guerra y el <strong>de</strong>l amor. Con él se gana el corazón <strong>de</strong> las damas,<br />
y con él se <strong>de</strong>safia al enemigo y se escita el valor en la pelea.<br />
—Dad una copa <strong>de</strong> vino al señor Templario, dijo Cedric, y otra<br />
;d P. Prior, en tanto que yo les cuento un suceso <strong>de</strong> ahora hace<br />
treinta años. Cedric el sajón no necesitaba entonces <strong>de</strong> los primores<br />
que han' introducido los poetas franceses; su lengua natural le<br />
bastaba para hallar buena acogida entre las damas, y ahí está el<br />
campo <strong>de</strong> Northallcrton, que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir si en la jornada <strong>de</strong>l santo<br />
estandarte no se oían <strong>de</strong>s<strong>de</strong> tan lejos las bélicas aclamaciones <strong>de</strong><br />
las filas <strong>de</strong> los Escoceses como el cr¿ <strong>de</strong> guerre délos mas intrépidos<br />
barones normandos... ¡A la memoria <strong>de</strong> los que pelearon en aquella<br />
gloriosa acción! Haced la razón, nobles huéspe<strong>de</strong>s.» Bebió, al acabar<br />
estas palabras, una copa llena, y continuó su perorar-ion con<br />
igual ardor y entusiasmo: «Gran día fué aquel en que no se oia mas<br />
que el choque <strong>de</strong> los broqueles, y en que cien ban<strong>de</strong>ras cayeron sota-e<br />
las cabezas <strong>de</strong> los que las <strong>de</strong>fendían, y la sangre corría como<br />
agua, y do quiera se veia la muerte, y en ninguna parte la fuga.<br />
La fiesta <strong>de</strong> las espadas la llamó un poeta sajón; y en verdad que<br />
los Sajones parecían una bandada <strong>de</strong> águilas que se arrojan á la<br />
presa. ¡Que martilleteo continuo <strong>de</strong> golpes sobre los escudos y los<br />
yelmos! ¡Que gritería, cien veces mas alegre que la <strong>de</strong> un dia <strong>de</strong><br />
boda! Mas ya no existen nuestros bardos; la memoria <strong>de</strong> nuestras<br />
hazañas se <strong>de</strong>svanece en la fama <strong>de</strong> otro pueblo; nuestro idioma y<br />
hasta nuestros nombres se van perdiendo, y nadie llora estos infortunios<br />
sino un pobre viejo solitario.... Copero, bellacos, llenad las<br />
copas. Señor Templario, á la salud <strong>de</strong>! mas valiente <strong>de</strong> cuantos
CAPÍTULO v. 3y<br />
pelean en Palestina por el santo Sepulcro, sea cualquiera su origen,<br />
sea cualquiera su idioma.<br />
—No me correspon<strong>de</strong>, dijo sir' Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, hacer razón<br />
á vuestro brindis; pues ¿a quién <strong>de</strong>be darse la palma entre los<br />
<strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> la Cruz, sino es á los campeones jurados <strong>de</strong>l Temple?<br />
—A ios caballeros Hospitalarios, dijo el Prior. Yo tengo un hermano<br />
en aquella or<strong>de</strong>n.<br />
—Yo seré yo quien amancille su fama, respondió el Templario:<br />
sin embargo....<br />
—¿Es posible, dijo entonces iady Rowena, que no haya en el<br />
ejército inglés ningún caballero cuyo nombre pueda competir con<br />
ios <strong>de</strong> ios caballeros <strong>de</strong>l Templo y <strong>de</strong> San Juan ?<br />
—Los hay, señora, respondió <strong>de</strong> Bois-Guilbert: el rey Ricardo<br />
llevó consigo una hueste <strong>de</strong> guerreros, que <strong>de</strong> cuantos han espuesto<br />
su pecho á los tiros enemigos en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> aquella santa<br />
Herra, ce<strong>de</strong>n tan solo á mis hermanos <strong>de</strong> armas.<br />
—A nadie ce<strong>de</strong>n los caballeros ingleses <strong>de</strong>l ejército <strong>de</strong> Ricardo,»<br />
dijo el peregrino que había oído toda aquella conversación con notables<br />
indicios <strong>de</strong> impaciencia. Los concurrentes se volvieron al sillo<br />
<strong>de</strong> don<strong>de</strong> había salido aquella voz inesperada. «Digo, repitió con<br />
voz firme y <strong>de</strong>cidida, que á los caballeros ingleses no se aventaja<br />
cingue) <strong>de</strong> cuantos han sacado el acero en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> Sion: y digo<br />
a<strong>de</strong>más, porque lo be visto, que el rey Ricardo en persona, con<br />
otros cinco caballeros, sostuvieron un torneo <strong>de</strong>spués do la toma<br />
le .lerusalen, <strong>de</strong>safiando á cuantos se presentasen; y digo que en<br />
aquel i lia cada caballero corrió tres carreras, y echó al suelo tres<br />
antagonistas; y añado que siete <strong>de</strong> los vencidos eran caballeros <strong>de</strong>l<br />
Temple, y ahí está sir Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que no me <strong>de</strong>jará<br />
mentir.»<br />
lis imposible <strong>de</strong>scribir con palabras el ímpetu <strong>de</strong> rabia que conmovió<br />
al oir esta arenga el sombrío rostro <strong>de</strong>l Templario. Tales fueron<br />
su resentimiento y su confusión, que su trémula y agitada<br />
mano se apo<strong>de</strong>ró do pronto <strong>de</strong>l puño <strong>de</strong> la espada, y solo pudo<br />
contenerlo la reflexión que inmediatamente hizo délas fatales consecuencias<br />
que cualquier acto <strong>de</strong> violencia podia acarrear en aquella<br />
ocasión. Ccdric, que era hombre llano y <strong>de</strong> buena fé. incapaz <strong>de</strong><br />
emplear su atención mas que en un solo objeto á la vez, y que había<br />
oído con arrebato aquellos encomios <strong>de</strong>l valor y <strong>de</strong> la gloria <strong>de</strong><br />
-es compatriotas, no hizo alto en el a<strong>de</strong>man, ni en el iracundo
40 IVANHOE.<br />
gesto <strong>de</strong> su huésped. «Este brazalete <strong>de</strong> oro es tuyo, peregrino*<br />
dijo, si rae nombras á esos caballeros que tan dignamente sostuvieron<br />
el honor <strong>de</strong> las armas inglesas.<br />
—Lo haré con mucho gusto, respondió el peregrino, y sin necesidad<br />
<strong>de</strong> galardón: puesto que mis votos me prohiben tocar oro<br />
con las manos, y usar prendas <strong>de</strong> este metal.<br />
—Hazme un po<strong>de</strong>r, dijo "vúimba, y yo llevaré el brazalete en tu<br />
nombre.<br />
—El primero en honor y en intrepi<strong>de</strong>z, en fama y en dignidad,<br />
continuó el peregrino, fué el valiente Kicardo, rey <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
—Yo le perdono, dijo Cedric, su <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l tirano duque<br />
Guillermo.<br />
—El con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Leicester fué el segundo, dijo el peregrino: sir To<br />
más Multon <strong>de</strong> Gilsland el tercero.<br />
—De familia sajona, esclamó Cedric triunfante.<br />
—Sir Eoulk Doilly el cuarto, dijo el peregrino.<br />
—Sajón también, á lo menos por parte <strong>de</strong> madre, replicó Cedrk<br />
olvidando su odio contra los Normandos al oir los triunfos <strong>de</strong> estos<br />
unidos á los <strong>de</strong>l bey <strong>de</strong> Inglaterra y sus isleños. ¿Y el quinto?<br />
—Sir I'khvin Turneham.<br />
—Sajón legítimo, por el alma <strong>de</strong> mi padre, gritó Cedric. ¿Y e¡<br />
otro?<br />
—El otro, respondió el peregrino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse parado un<br />
rato como si quisiera traer algo á la memoria, el otro era un caballero<br />
<strong>de</strong> poca fama y <strong>de</strong> humil<strong>de</strong> gerarquía, que si se colocó al<br />
lado <strong>de</strong> tan ilustres guerreros, no fué porque merecía tomar parte<br />
en aquella hazaña, sino por completar el número. No puedo acordarme<br />
<strong>de</strong> su nombre.<br />
—Señor peregrino, dijo sir Brian <strong>de</strong> Bois-üuilbert, ese olvido<br />
afectado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantos y tan exactos pormenores, no os servirá<br />
<strong>de</strong> nada en esta ocasión. Yo mismo os diré el nombre <strong>de</strong>l caballero<br />
ante quien quedé vencido, porque así lo quisieron la fortuna y mi<br />
caballo. Fué el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe; y para sus pocos años, ninguno<br />
<strong>de</strong> los otros cinco le aventajaban en nombradla. Y digo sin<br />
rebozo que si se hallara actualmente en Inglaterra, y se atreviera<br />
á repetir en el torneo á que nos dirigimos mi compañero y yo, ei<br />
reto <strong>de</strong> San .luán <strong>de</strong> Acre, armado como estoy actualmente mediría<br />
las armas con él. dándole cuantas ventajas quisiera; y veríamos<br />
las residías.
CAPÍTULO V, 41<br />
—Pronto tendríais respuesta, dijo el peregrino, si vuestro antagonista<br />
se hallara presente, No turbemos este pacífico albergue<br />
disputando sobre un combate que, como vos sabéis, no pue<strong>de</strong> verificarse<br />
por ahora. Si Ivanhoe vuelve <strong>de</strong> Palestina, él iráá buscaros,<br />
y yo respondo.<br />
—¡Buen fiador! dijo el caballero Templario: pero ¿qué fianza daréis'<br />
—Tiste relicario, dijo el peregrino sacando <strong>de</strong>l pecho una cajita<br />
<strong>de</strong> marfil, el cual contiene un pedazo <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra Cruz, traído<br />
<strong>de</strong>l monte Carmelo.»<br />
El prior <strong>de</strong> Jorvaulx se santiguó, ejemplo que repitieron todos<br />
los concurrentes, escepto el judío y los mahometanos. El Templario<br />
se quitó <strong>de</strong>l cuello una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro, la puso sobre la mesa, y<br />
dijo: «Becoja el peregrino su prenda, pues solo es propia para recibir<br />
adoraciones; y conserve el Prior la mía en testimonio <strong>de</strong> que<br />
si el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe aborda á alguna <strong>de</strong> las playas que bañan<br />
los cuatro Océanos <strong>de</strong> Inglaterra, acudirá al reto <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong><br />
Bois-Guilbert; y si así no lo hiciere, quedará, como cobar<strong>de</strong> en todos<br />
los castillos <strong>de</strong> los Templarios <strong>de</strong> Europa.<br />
— So será así, dijo lady Kowena, y yo tomaré la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> Ivanhoe<br />
si no hay otra persona en la sala que alce la voz en su favor<br />
Yo afirmo que sabrá respon<strong>de</strong>r á todo aquel que le llame; y si se<br />
necesitara algo mas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la prenda inapreciable que quería<br />
<strong>de</strong>positar ese buen peregrino, con mi nombre y fama respondo que<br />
Ivanhoe no faltará á la cita que le da ese arrogante caballero.»<br />
Gran<strong>de</strong> y terrible fué la. lucha que suscitó en el pecho <strong>de</strong> Cedric<br />
esta conversación, durante la cual guardó el mas profundo silencio.<br />
El orgullo satisfecho, el resentimiento, el embarazo, eran los<br />
afectos que sucesivamente se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> su alma, y que oscurecieron<br />
sus ojos, como la sombra <strong>de</strong> la nube que pasa por el sembrado,<br />
l.os criados, que al nombre <strong>de</strong> Ivanhoe salieron <strong>de</strong> la indiferencia<br />
con que hasta entonces habían oído aquel altercado, fijaron<br />
los ojos en su amo. La voz <strong>de</strong> Kowena dispertó á Cedric <strong>de</strong> su<br />
distracción.<br />
eSeñora. dijo, no está bien que toméis parte en este asunto. Si<br />
otra fianza fuera necesaria, yo, aunque justamente agraviado, empeñaría<br />
mi honor por el honor <strong>de</strong> Ivanhoe. Pero nada falta á la legalidad<br />
<strong>de</strong>l duelo, aun según los ritos fantásticos <strong>de</strong> la caballería<br />
normanda. ¿No es así. padre Aymer?
;2 1VVNH0E.<br />
—Asi es, respondió el Prior. Y ahora permitidnos, noble Cedrie,<br />
beber el último brindis á la salud <strong>de</strong> lady Kowena, y nos retiraremos<br />
á <strong>de</strong>scansar.<br />
•—Por las barbas <strong>de</strong> todos los reyes sajones, respondió Cedric,<br />
que no podéis habéroslas conmigo. Pero á fe mia que en mi tiempo<br />
un sajón <strong>de</strong> doce años no hubiera <strong>de</strong>jado tan proido la partida.»<br />
El Prior tenia buenas ra/.ones para llevar a<strong>de</strong>lante el sistema <strong>de</strong><br />
sobriedad á que le obligaban su profesión y su carácter. No solo<br />
hacia alar<strong>de</strong> <strong>de</strong> mediar en todas las disputas y rencillas, sino que<br />
realmente las odiaba. En la ocasión presente tenia ciertos recelos<br />
fundados en la índole irritable <strong>de</strong>l Bajón, y en el orgullo y presunción<br />
<strong>de</strong> que el Templario había dado tantas pruebas, y temía que<br />
acabase la noche con algún disgusto. Así que, insistió eortesmente<br />
en su resolución, manifestando cuan arduo negocio era disputárselas<br />
con un sajón en una contienda <strong>de</strong> mesa, añadiendo algunas,<br />
aunque ligeras insinuaciones acerca do ia dignidad <strong>de</strong> su carácter,<br />
y terminando su discurso con pedir <strong>de</strong> nuevo el permiso <strong>de</strong> retirarse.<br />
Sirvióse pue,- ia copa <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida, y ios huéspe<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
hacer las <strong>de</strong>bidas reverencias á Cedrie y á lady llovcna, se alzaron<br />
<strong>de</strong> sus sitios y se pusieron en movimiento, mientras los amos <strong>de</strong><br />
casa se retiraron á sus cuartos por puertas separadas.<br />
«Perro judío, dijo el caballero Templario á Isaac; <strong>de</strong> York al pasar<br />
por su lado, ¿vas tú también á Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche?<br />
—Tengo esa intención, respondió el judío con humil<strong>de</strong> acatamiento,<br />
si no lo lleva á mal vuesa señoría.<br />
—A sacar las entrañas á los nobles ron tus usuras, dijo Brian, y á<br />
saquear las bolsas <strong>de</strong> los pobres con fruslerías. Apuesto á que llevas<br />
el saco lleno <strong>de</strong> alhajas.<br />
—Ni una joya, respondió Isaac c; uzándose <strong>de</strong> brazos, ni una sola<br />
moneda <strong>de</strong> plata ni <strong>de</strong> cobre, asi me dé su bendición el Idos <strong>de</strong><br />
Abraham. Yoy á pedir socorro á los hermanos <strong>de</strong> mi tribu, á lio<br />
<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r pagar las nuevas contribuciones que se han echado á los<br />
pobres hebreos. ¡El padre Jacob me ayu<strong>de</strong>! Soy un pobre miserable,<br />
y hasta la gabardina que llevo á cuestas me ha prestado Buhen.<br />
—Eres un malandrín embustero.» dijo el Templario con amarga,<br />
sonrisa, y se separó <strong>de</strong>l hebreo como si se <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñara <strong>de</strong> seguir la<br />
conversación, y volviéndose á s\ s esclavos sarracenos, les habló en<br />
idioma estraño. El pobre israelita quedó tan asustado <strong>de</strong> las pala-
CAPÍTULO VI. 43<br />
oras que le habia dirijido el Templario, que ya este se había aléjalo<br />
y él permaneció largo rato en su humil<strong>de</strong> postura. Cuando se<br />
atrevió á levantar los ojos, parecía un hombre que había visto caer<br />
el rayo á sus pies, y que oia aun á lo lejos el estampido do la nube<br />
• píeloha arrojado.<br />
El Templario y el Prior fueron conducidos á su dormitorio por el<br />
mayordomo, y el copero, cuatro pajes con hachas, y otros dos con<br />
-alvillas <strong>de</strong> refrescos. Los criados inferiores indicaron á los que<br />
•omponian la comitiva <strong>de</strong> aquellos personajes y á los otros huéspe<strong>de</strong>s<br />
las piezas que les estaban <strong>de</strong>stinadas.<br />
CAPITULO VI.<br />
eaiando oí peregrino, precedido por el criado que le alumbraba,<br />
marchaba por el intrincado laberinto <strong>de</strong> cuadras y corredores que<br />
componían aquella vasta y <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada mansión, se le acercó por<br />
<strong>de</strong>trás el. copero, y le dijo al oido que si no tenia inconveniente cu<br />
echar un trago en su aposento, serviría <strong>de</strong> mucha satisfacción á<br />
los principales criados <strong>de</strong> la casa, que <strong>de</strong>seaban saber noticias <strong>de</strong><br />
la Tierra santa, y particularmente todo lo que dijera relación con<br />
el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe. "VVamba se presentó en seguida, insistiendo<br />
en lo mismo, y diciendo que un trago <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> media noche<br />
vale mas que tres <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la queda. Sin disputar una doctrina<br />
fundada en tan grave autoridad, el peregrino dio gracias á ambos<br />
por su cortesía; pero se negó á aceptar el convite, por haber hecho<br />
voto <strong>de</strong> no hablar jamás en la cocina acerca <strong>de</strong> lo que no podía<br />
tratarse en el estrado. «¡Pobres criados, dijo "Wamba, si todos hicieran<br />
el mismo voto cpie el peregrino!»<br />
Z No sentó bien al copero la respuesta <strong>de</strong>l huésped. «Tenia intendón,<br />
dijo, <strong>de</strong> darle una <strong>de</strong> las mejores cámaras: mas puesto que es<br />
tan <strong>de</strong>sabrido con los Cristianos, bueno será epue pase la noche junto<br />
al judío. Anwold, dijo al criado que le conducía, lleva al peregrino<br />
adon<strong>de</strong> sabes; y vos, señor entonado, buenas noches, que poca<br />
cortesía merece poco agra<strong>de</strong>cimiento.<br />
—Buenas noches y la "Virgen os bendiga,» respondió con mesura<br />
y continuó en pos <strong>de</strong>l conductor.
ii IVANliOK.<br />
Al llegar á una estrecha antecámara, á la que daban varias pie<br />
zas interiores y que estaba alumbrada por una pequeña lámpara<br />
<strong>de</strong> hierro, fué <strong>de</strong> nuevo interrumpido por una <strong>de</strong> las camareras <strong>de</strong><br />
Eowena, la cual le dijo con tono <strong>de</strong> autoridad que su señora <strong>de</strong>seaba<br />
hablarle: y tomando la luz <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> Anwold, á quien<br />
mandó que aguardase en aquel sitio, hizo seña al peregrino que lu<br />
siguiese. Probablemente no creyó oportuno rehusar esta imitación,<br />
como habia hecho con la <strong>de</strong> los criados ; porque , aunque su gesto<br />
<strong>de</strong>notó cuan estraño le parecía este mensaje, obe<strong>de</strong>ció sin réplica<br />
Después <strong>de</strong> un angosto tránsito que terminaba en siete escalones,<br />
cada uno <strong>de</strong> los cuales era un robusto leño <strong>de</strong> encina, entró en la<br />
cámara, cuya tosca magnificencia correspondía al respeto con que<br />
miraba Cedric á la que la ocupaba. Pendían <strong>de</strong> los muros gran<strong>de</strong>s<br />
colgaduras, en que se habia empleado toda la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> los artí<br />
fices <strong>de</strong> aquella época para representar las proezas <strong>de</strong> la montería<br />
y <strong>de</strong> la balconería con bordados y sobrepuestos <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> diversos<br />
colores y <strong>de</strong> hilos <strong>de</strong> oro y plata, ha tapicería que cubría la cama<br />
era <strong>de</strong> la misma especie, y tenia a<strong>de</strong>más cortinas <strong>de</strong> seda coloi<br />
<strong>de</strong> púrpura. También estaban matizados los forros <strong>de</strong> los sillones,<br />
uno <strong>de</strong> los cuales , mas elevado que los otros, tenia <strong>de</strong>lante un es<br />
cabel <strong>de</strong> marfil curiosamente labrado.<br />
Cuatro bugías, puestas en otros tantos can<strong>de</strong>leros <strong>de</strong> plata, ilu<br />
minaban el aposento <strong>de</strong> la noble doncella. Mas no <strong>de</strong>be causar envidia<br />
su lujo á las damas <strong>de</strong> nuestro siglo. Los muros estaban tan<br />
mal concluidos y habia en ellos tantas grietas, que las espléndidas<br />
colgaduras se agitaban cuando soplaba el viento; y en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong><br />
una especie <strong>de</strong> biombo que <strong>de</strong>fendía las luces, on<strong>de</strong>aban á veces en<br />
el aire como el pendón <strong>de</strong> un paladín. El conjunto era magnífico.,<br />
con algunos ligeros vislumbres <strong>de</strong> buen gusto, pero con pocas comodida<strong>de</strong>s,<br />
y estas no se echaban menos porque no eran cono<br />
cidas.<br />
Lady Kowena estaba sentada en un sillón elevado, <strong>de</strong> que liemos<br />
hecho mención, y tres criadas le a<strong>de</strong>rezaban el cabello, <strong>de</strong>spojan<br />
doló <strong>de</strong> las joyas que lo cubrían. Tan lindo y majestuoso era su<br />
aspecto, que parecía nacida para recibir el homenaje <strong>de</strong> cuantos<br />
fijasen en ella la vista. El peregrino conoció que no podía disputarle<br />
esta prerogativa y se inclinó respetuosamente.<br />
«Alza, peregrino , le dijo con gentil talante. El <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong>l ausente<br />
es acreedor al aprecio <strong>de</strong> todos los que aman el honor y '-•
CAPÍTULO VI. 45<br />
verdad. Doncellas, retiraos todas escepto Elgita: tengo que hablar<br />
H solas con el peregrino.»<br />
has doncellas, sin salir <strong>de</strong>l aposento, se retiraron ala estremidad<br />
opuesta , y se sentaron sobre un banco que estaba apoyado contra<br />
el muro, don<strong>de</strong> permanecieron mudas como estatuas , aunque estaban<br />
tan lejos que hubieran podido hablar entre sí sin interrumpir<br />
la conversación <strong>de</strong> su señora.<br />
• Peregrino, dijo la dama <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse <strong>de</strong>tenido algunos instantes<br />
como si no supiera <strong>de</strong> qué modo entrar en materia, habéis<br />
hecho mención esta noche <strong>de</strong> un nombre que hubiera <strong>de</strong>bido ser<br />
mas favorablemente acogido en una casa don<strong>de</strong> la naturaleza y el<br />
parentesco reclaman gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>rechos en favor <strong>de</strong>l que lo lleva. Y<br />
sin embargo, tal es el funesto <strong>de</strong>creto <strong>de</strong> la suerte que aunque muchos<br />
corazones han palpitado al oiros pronunciar el nombre <strong>de</strong><br />
Ivanhoe, yo soy la única persona que se atreve á preguntaros en<br />
qué situación lo <strong>de</strong>jasteis cuando salisteis <strong>de</strong> Palestina. Han corrido<br />
voces <strong>de</strong> que permaneció allí <strong>de</strong>spués déla retirada <strong>de</strong> las tropas<br />
inglesas, por causa <strong>de</strong> su mala salud: y que <strong>de</strong>spués ha sido perseguido<br />
por la facción francesa, á la que son adictos los caballeros<br />
Templarios.<br />
—Pocas noticias tengo <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> Ivanhoe, respondió turbado<br />
el peregrino ; y mejor informado estaría si hubiera sabido el<br />
interés que tomáis en su suerte. Creo rpie ha salido con bien <strong>de</strong> las<br />
persecuciones <strong>de</strong> sus enemigos en Palestina , y que se halla á la<br />
víspera, <strong>de</strong> llegar á Inglaterra, don<strong>de</strong> vos, bella dama, <strong>de</strong>béis saber<br />
mejor que yo la dicha ó la <strong>de</strong>sventura que le aguarda.»<br />
Lanzó liowena un j>rofundo suspiro al oir estas palabras, y preguntó<br />
mas menudamente cuándo llegaría el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe<br />
á su patria, y si no correría nuevos peligros en el viaje. A lo primero<br />
respondió el peregrino que nada sabia acerca <strong>de</strong> la época<br />
<strong>de</strong> su regreso; y á lo segundo, que el viaje podía hacerse con<br />
toda seguridad por Venecia y Genova, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este punto por Francia<br />
á Inglaterra. «Ivanhoe, continuó, está tan familiarizado con el<br />
habla y los usos <strong>de</strong> los franceses, que no haya miedo le suceda la<br />
menor <strong>de</strong>sventura en esta parte <strong>de</strong> su jornada.<br />
—¡ Plegué á Dios, dijo lady Tíowena, y ojalá estuviese ya aquí, y<br />
pudiese asistir al torneo que ha <strong>de</strong> celebrarse esta semana, en que<br />
todos los caballeros <strong>de</strong> Inglaterra van á lucir su valor y <strong>de</strong>streza!<br />
Si Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgb sale vencedor, malas nuevas aguar-
IVANIÍ0E.<br />
dan á. Ivanboe en Inglaterra. ¿Qué aspecto era t-l «u,vi> cuando k<br />
visteis la última vez ? ¿Ha <strong>de</strong>jado la enfermedad profundas huellas<br />
en su vigor y en su bella presencia ?<br />
—Algo mas <strong>de</strong>lgado y moreno me pareció, respondió el estranjero,<br />
que cuando vino <strong>de</strong> Chipre en la comitiva <strong>de</strong> Ricardo ('orazoL.<br />
<strong>de</strong> león. Parecía torvo y apesadumbrado ; pero yo :io le \ i <strong>de</strong> cer<br />
ea, no siendo conocido suyo.<br />
—Pocas cosas hallará en su tierra nativa, dijo ia dama, que pue<br />
dan disipar esas nubes que le ofuscaban. Gracias, buen peregrino,<br />
por esas noticias que me habéis dado acerca <strong>de</strong>l compañero do mi<br />
infancia. Doncellas , ofreced un vaso do vino á este santo varón , •'.<br />
quien no es justo que yo <strong>de</strong>tenga mas tiempo.»<br />
Una <strong>de</strong> las camareras presentó una copa <strong>de</strong> plata iiena <strong>de</strong> una<br />
bebida hecha con vino y especería , que lady Rowena. <strong>de</strong>spués d><br />
haber aplicado á sus labios, entregó al peregrino. Este hizo una re<br />
verencia, y bebió algunas gotas.<br />
«Acepta esta limosna, amigo, continuó la dama presentando ,u<br />
peregrino una pieza <strong>de</strong> oro, en galardón <strong>de</strong> tus romerías, y en nombre<br />
<strong>de</strong> los santos lugares que has visitado.»<br />
El peregrino tomó la limosna haciendo otra inclinación, y siguió<br />
" á Elgita fuera <strong>de</strong>l aposento.<br />
En la antecámara halló á Anwold, que tornando ia luz <strong>de</strong> mano.<strong>de</strong><br />
la doncella, lo condujo apresuradamente y con poca ceremonia<br />
á la parte esterior y mas humil<strong>de</strong> <strong>de</strong>l edificio, don<strong>de</strong> Labia gran<br />
número <strong>de</strong> piezas pequeñas dispuestas á lo largo <strong>de</strong> un corredor, ><br />
<strong>de</strong>stinadas para dormitorio <strong>de</strong> los criados inferiores y <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> condición humil<strong>de</strong>.<br />
«¿En cuál <strong>de</strong> estas piezas duerme el judío? preguntó el peregrino.<br />
—El po<strong>de</strong>nco, respondió Anwold, está en la celda inmediata á ia<br />
tuya. Mucho limpión y mucho barrido necesita antes (pac pueda<br />
servir <strong>de</strong> albergue á un hombre honrado.<br />
—¿Y dón<strong>de</strong> duerme Gurth el porquerizo? dijo el estranjero.<br />
—Gurth, respondió el criado, duerme en la otra próxima á ia<br />
tuya: tú estás en medio para preservar al judío <strong>de</strong> la abominación<br />
<strong>de</strong> sus doce tribus. Mejor aposento se te hubiera <strong>de</strong>stinado si hubieras<br />
aceptado el convite <strong>de</strong>l copero.<br />
—Bueno es este, dijo el peregrino, que no hay contagio que pase<br />
por un tabique <strong>de</strong> tablas <strong>de</strong> encina.»
CAPÍTULO VI. 41<br />
Dicho esto, entro en aquella especie <strong>de</strong> camaranchón, tomó la luz<br />
que llevaba el criado , le dio las gracias y las buenas noches. Habiendo<br />
cerrado la puerta, puso la luz en un can<strong>de</strong>lera <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, \<br />
examinó el aposento, cuyos muebles oran sobrado toscos y sencillos,<br />
pues consistían en una tarima cubierta <strong>de</strong> paja fresca con pioles <strong>de</strong>,<br />
carnero que sen ian <strong>de</strong> mantas.<br />
El peregrino apagó la luz , y se echo sin <strong>de</strong>snudarse en la pobre<br />
cania que le estaba dispuesta, don<strong>de</strong> durmió, ó á lo menos <strong>de</strong>scansó<br />
<strong>de</strong> las fatigas <strong>de</strong>l dia anterior, basta »me se introdujeron los primeros<br />
albores <strong>de</strong> la aurora, por la ventanilla que daba, entrada al aire y {%<br />
la luz en aquel mo<strong>de</strong>sto albergue. Entonces se levantó, y <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> haber rezado sus oraciones, so ajustó la túnica y entró en el<br />
cuarto <strong>de</strong>l judío, alzando con la mayor precaución el pestillo.<br />
Isaac <strong>de</strong> York estaba entregado a. un sueño nada tranquilo ni<br />
suave, en una cama semejante á la en que el peregrino había pasado<br />
la noche, has diferentes piezas <strong>de</strong> su atavio estaban cuidadosamente<br />
dispuestas en. torno <strong>de</strong> su persona, á fin <strong>de</strong> tenerlasá mano<br />
en caso <strong>de</strong> sorpresa. I.a agitación que se pintaba en su rostro era<br />
casi semejante á. una penosa agonía. El movimiento <strong>de</strong> sus manos<br />
y brazos era convulsivo como el que produce la pesadilla. Pronunciaba<br />
algunas exclamaciones en hebreo, y <strong>de</strong>spués dijo en voz clara<br />
y en lengua normando-inglesa: .'Por el Dios do Abraham tened<br />
piedad <strong>de</strong> este pobre amda.no. Soy pobre , pobrísimo, miserable...<br />
aunque me rompáis los huesos, no puedo daros una blanca siquiera.»<br />
El peregrino no aguardó á que Isaac dispertase, sino que le tocó<br />
con el bordón . y esta sensación se unió sin duda con los temores<br />
que sus sueños habían engendrado, puesto que se irguió <strong>de</strong> repente,<br />
con los cabellos erizados, y apo<strong>de</strong>rándose <strong>de</strong> sus vestidos, como<br />
el halcón que echa las garras á la paloma , fijó sus penetrantes"<br />
miradas en el peregrino con todos los síntomas <strong>de</strong> la sorpresa y <strong>de</strong>t<br />
terror.<br />
Nada temas <strong>de</strong> mí, Isaac , dijo el estranjero ; vengo <strong>de</strong> paz y<br />
como amigo.<br />
—El Dios <strong>de</strong> Isaac os lo recompense, dijo el israelita gran<strong>de</strong>men<br />
te aliviado <strong>de</strong> la xxmaq-ue le oprimía. Estaba soñando... pero gra<br />
cias al padre Abraham que no fué mas que sueño. Entonces ajus<br />
fando su <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado ropaje : ¿ Y con qué motivo, añadió , tenéis<br />
la bondad <strong>de</strong> dispertar tan temprano al pobre judío?
4$ IVANHOK.<br />
—Es para <strong>de</strong>cirte , continuó el peregrino, que si no sales al ins<br />
tante <strong>de</strong> esta casa , y si no aprietas el paso , vas á tener un mal ra<br />
to en el camino.<br />
—¡Válganme los Patriarcas! esclamó el judío. ¿Y quién pue<strong>de</strong> te<br />
ner interés en hacer daño á este pobre <strong>de</strong>sventurado?<br />
— Mejor lo sabrás tú que yo, respondió el peregrino: lo que pue<br />
do <strong>de</strong>cirte es que anoche cuando el Templario se ¡e\ antó <strong>de</strong> la me<br />
sa, habló á sus esclavos sarracenos en idioma árabe, ignorando<br />
quizás que yo lo entiendo y lo hablo, y les dijo que boy por la. ma<br />
ñana observasen al judío , se apo<strong>de</strong>rasen <strong>de</strong> él á cierta distancia <strong>de</strong><br />
esta hacienda , y lo condujesen al castillo <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong> Malvoisin,<br />
ó al <strong>de</strong> Keginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey.»<br />
Es imposible <strong>de</strong>scribir la angustia que apretó el corazón <strong>de</strong>l ju<br />
dío, y el estraordinario <strong>de</strong>sfallecimiento en que cayeron indas sus<br />
faculta<strong>de</strong>s al oir tan infaustas nuevas. Dejó caer lánguidamente los<br />
brazos , dobló la cabeza , se aflojaron sus rodillas, y todos los mús<br />
culos y nervios <strong>de</strong> su cuerpo quedaron privados <strong>de</strong> vigor y <strong>de</strong> elas<br />
ticidad. Arrojóse á los pies <strong>de</strong>l peregrino, no como un hombre que<br />
implora la protección <strong>de</strong> otro y quiere escitar su compasión , sino<br />
con el abatimiento <strong>de</strong>l que ce<strong>de</strong> á un po<strong>de</strong>r invisible que le poslra<br />
con irresistible golpe.<br />
«¡Santo Dios <strong>de</strong> Abraham! dijo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l primer sobrecogi<br />
miento , alzando los trémulos brazos al Cielo, pero sin levantar la<br />
cabeza <strong>de</strong>l suelo. ¡Oh santo Moisés! Oh bendito Aaron! No fueron<br />
vanos los sueños y visiones que acaban di; pasar por mi fanta<br />
sía... no... todavía siento el hierro que me atraviesa. Todavía crujen<br />
mis huesos, como los <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Animen y los hombres <strong>de</strong> Rab-<br />
bah cuando sentían en sus cuerpos las sierras y las hachas y las<br />
flechas <strong>de</strong> sus enemigos.<br />
—Levántate, Isaac , y óyeme , dijo el peregrino viendo la estre<br />
mada aflicción <strong>de</strong> aquel <strong>de</strong>sgraciado con piedad y <strong>de</strong>sprecio. Moti<br />
vos tienes para temblar, puesto que tan cruelmente han sido 1 ro<br />
tados y <strong>de</strong>spojados tus hermanos por los nobles y príncipes <strong>de</strong> esta<br />
tierra ; pero, levántate digo, y yo te proporcionaré los medios <strong>de</strong><br />
escapar. Sal <strong>de</strong> aquí inmediatamente mientras todos los huéspe<strong>de</strong>s<br />
están aun dormidos, gracias á los humos <strong>de</strong> la cena. Yo te guiaré<br />
por las secretas veredas <strong>de</strong>l bosque , que me son tan conocidas<br />
como álos guarda-bosques que lo custodian : y no te <strong>de</strong>jaré hasta<br />
que te ponga en manos <strong>de</strong> algún barón ó caballero <strong>de</strong> los que van
CAPÍTULO VI. 49<br />
al torneo, cuya buena voluntad podrás grangearte fácilmente con<br />
los medios que sin duda posees.<br />
Cuando llegaron estos anuncios <strong>de</strong> esperanza á oídos <strong>de</strong>l hebreo,<br />
empezó poco á poco y pulgada por pulgada á alzarse <strong>de</strong>l suelo,<br />
hasta que se puso en pié; y entonces echándose atrás la blanca<br />
cabellera que le cubría el rostro , lijó sus ojos en el <strong>de</strong>l peregrino<br />
con miradas que espresaban al mismo tiempo esperanza y temor,<br />
no sin algunos vislumbres <strong>de</strong> sospecha. Pero al oir las últimas palabras<br />
<strong>de</strong>l cstranjero , se renovaron todos sus sustos y agitaciones,<br />
y postrándose <strong>de</strong> nuevo , esclamó : «¡Qué medios he <strong>de</strong> poseer yo<br />
<strong>de</strong> grangearme la voluntad, <strong>de</strong> ningún alma viviente! A y <strong>de</strong> mí!<br />
;Un solo medio hay <strong>de</strong> conseguir gracial ¿ Y qué ha <strong>de</strong> hacer el<br />
pobre judío, reducido <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tantas extorsiones á la miseria <strong>de</strong><br />
Lázaro? Detúvose , y como si la sospecha pudiese mas en su corazón<br />
que cualquier otro sentimiento, continuó: Por amor <strong>de</strong> Dios no<br />
me engañes;por el Padre omnipotente <strong>de</strong> todos los hombres, Judíos<br />
y Cristianos, Israelitas é Ismaelitas , no me hagas traición. No<br />
tengo medio alguno <strong>de</strong> grangearme la voluntad <strong>de</strong>l mas pobre<br />
mendigo cristiano aunque solo bastara á ello un maravedí.» Levantóse<br />
al terminar esta plegaria , y se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> la estremidad<br />
<strong>de</strong> la túnica <strong>de</strong>l peregrino con gesto <strong>de</strong> rendición y súplica: mas él<br />
se la arrancó <strong>de</strong> las manos, como si temiese contaminarse.<br />
«Aunque estuvieras cargado con todas las riquezas <strong>de</strong> tu tribu,<br />
dijo, ¿que interés podría yo tener en hacerte daño? Mitrage anuncia<br />
el voto (p¡e lie hecho <strong>de</strong> pobreza, y no lo cambiaría por la alhaja<br />
mas preciosa , salvo por un caballo y por una cota <strong>de</strong> malla. No<br />
creas pues (pie tenga el menor interés en acompañarte, ni que espere<br />
<strong>de</strong> tí ventaja alguna. Quédate aquí , si quieres . y ponte bajo<br />
el amparo <strong>de</strong> Cedric el Sajón.<br />
— Ahí esclamó Isaac, ¿cómo ha <strong>de</strong> permitirme viajar en su comitia?<br />
Normandos y sajones se avergüenzan <strong>de</strong> juntarse con el pobre<br />
israelita; y ¿qué he <strong>de</strong> hacer solo por en medio <strong>de</strong> las tierras <strong>de</strong><br />
Felipe <strong>de</strong> Malvoisin , y <strong>de</strong> Regiualdo Fren te-<strong>de</strong>-buey ? Buen mancebo<br />
, iremos juntos. Aprisa, vamos; no nos <strong>de</strong>tengamos un minuto...<br />
aquí esta un bordón. ¿A qué te paras?<br />
—No me paro , dijo el peregrino , sino que pienso en el modo <strong>de</strong><br />
salir <strong>de</strong> aquí: sigúeme.»<br />
Los dos pasaron á la pieza inmediata á la que había servido <strong>de</strong><br />
dormitorio al peregrino, y en la cual, como ya sabe el lector , es-<br />
í
50 IVANHOE.<br />
taba hospedado Gurth el porquerizo. «Arriba, Gurth , dijo el pere<br />
grino ; abre la puerta , y déjanos salir al judío y á nú.»<br />
Gurth , cuya ocupación parece tan baja en nuestros tiempos,<br />
aunque era <strong>de</strong> tanta importancia cuando los Sajones dominaban en<br />
Inglaterra, como la <strong>de</strong> Eumeo en Itaca, se ofendió al oir el tono fa<br />
miliar é imperioso <strong>de</strong>l peregrino. Incorporóse sobro la cama ; Se<br />
apoyó en el codo ; miró á los dos atentamente , y dijo: «;E1 judio y<br />
el peregrino salir tan temprano y juntos <strong>de</strong> la hacienda!...<br />
—¡El judio con el peregrino! dijo Wamba , eme entraba á la sa<br />
zón. No me espantara mas si le viera salir <strong>de</strong> casa con una hoja cié<br />
tocino <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la gabardina.<br />
—Bueno será, dijo Gurth volviendo á apoyar la cabeza en el pe<br />
dazo <strong>de</strong> leño que servia <strong>de</strong> almohada, bueno será que judíos y pa<br />
ganos aguar<strong>de</strong>n á que se abra la puerta principal <strong>de</strong> la hacienda.<br />
No conviene que los huéspe<strong>de</strong>s salgan á estas horas.<br />
—No conviene tampoco, dijo el;peregrino en tono imperioso, que<br />
me rehuses este favor.»<br />
Dichas estas palabras se inclinó hacia el porquerizo , y le habló<br />
al oido en sajón. Gurth, se levantó <strong>de</strong> pronto , como si cediera á un<br />
po<strong>de</strong>r irresistible. El peregrino, alzando el <strong>de</strong>do en actitud <strong>de</strong><br />
amenaza: «Gurth, cuenta con lo que haces. Tú sabes ser pru<strong>de</strong>nte<br />
cuando quieres. Abre el postigo, y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco sabrás mas.»<br />
Gurth obe<strong>de</strong>ció al estranjero con tanta satisfacción y prontitud,<br />
que Wamba y el judío no sabían como csplicar tan estraordinaria<br />
mudanza.<br />
«Mi muía, mi muía, clamó Isaac cuando se vio cerca <strong>de</strong>l postigo<br />
—Dale su muía, dijo el peregrino, y dame á mí otra, para que yo<br />
pueda acompañarle hasta salir <strong>de</strong>l bosque. Yo la <strong>de</strong>volveré á la co<br />
mitiva <strong>de</strong> Cedricen Ashby. Ytú....y continuó hablando con Gurth,<br />
en voz baja.<br />
—Asilo haré como lo mandas , respondió Gurth, y partió) inme<br />
diatamente.<br />
—Quisiera yo saber, dijo entonces Wamba, qué es lo que los pe<br />
regrinos apren<strong>de</strong>n en Tierra Santa.<br />
—¿Qué han <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r , loco? respondió el peregrino. A enco<br />
mendarse á Dios , á pedir perdón <strong>de</strong> sus pecados , y á mortificar el<br />
cuerpo con ayunos , vigilias y oraciones.<br />
—Algo mas eficaz que todo eso aprendéis, continuó Wamba,<br />
porque Gurth no es hombre que sirva á nadie por arrepentimiento,
CAPÍTULO VI. 51<br />
ni preste ínulas por ayunos y disciplinas : tan bueno es en esta<br />
parte como el gran marrano negro <strong>de</strong> la manada.<br />
—Anda á paseo, respondió el peregrino , loco sajón.<br />
—Dices bien , dijo el bufón : si hubiera nacido normando como<br />
tú , entonces sí tendría ciencia infusa en la mollera.»<br />
Guríh se presentó entonces á los viajeros conduciendo las dos<br />
muías do los ramales. Los dos cruzaron el foso sobre un estrecho<br />
puente levadizo compuesto <strong>de</strong> dos tablas, que se apoyaba en el postigo<br />
interior y en otro mas allá <strong>de</strong>l foso por el cual se salia al bosque.<br />
Apenas se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> las muías, el judío, trémulo y apresurado<br />
, sacó <strong>de</strong> <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la túnica y aseguró al albardon un saco<br />
<strong>de</strong> barragan azul, que según dijo, solo contenia una muda <strong>de</strong> ropa<br />
: no mas que una. Subiendo entonces con mas ligereza y soltura<br />
que la que permitían sus años , acomodó sin per<strong>de</strong>r tiempo las<br />
faldas <strong>de</strong> su vestimenta , <strong>de</strong> modo que ocultaba perfectamente el<br />
saco,<br />
El peregrino montó sin tanto apresuramiento como su compañero;<br />
hecho lo cual presentó su mano á Gurth, y este la besó con todas<br />
las señales <strong>de</strong>l respeto y <strong>de</strong> la veneración. El porquerizo permaneció<br />
allí, observando á los viajeros , hasta que se perdieron <strong>de</strong><br />
vista en los frondosos circuitos <strong>de</strong> la selva. Wamba lo sacó <strong>de</strong> la<br />
distracción en que estaba sumergido.<br />
«¿Sabes lo que observo, mi buen amigo Gurth? dijo el bufón. Que<br />
eres estraordinariamente cortés, y piadoso en las mañanas <strong>de</strong> otoño.<br />
Quisiera ser yo ahora un reverendo prior ó un peregrino <strong>de</strong>scalzo^,<br />
para aprovecharme <strong>de</strong> esos arranques <strong>de</strong> celo y urbanidad,<br />
y ciftrto que si así fuera , no me contentaría con que me besaras la<br />
mano.<br />
—cío basta tu locura á tanto, respondió Gurth, aunque sobra para<br />
juzgar por las apariencias, como hacen los mas entendidos. Mas<br />
ahora lo que importa es que nos vayamos cada cual á <strong>de</strong>sempeñar<br />
su obligación.»<br />
Dicho esto, volvieron juntos á la casa.<br />
Al mismo tiempo los viajeros continuaron su jornada', apresurando<br />
el paso cuanto mas podían , sobre todo Isaac , cuyo miedo le<br />
obligaba á andar mas aprisa que lo que su edad permitía. El peregrino,<br />
que parecía perfectamente instruido en todos los recodos y<br />
escondrijos <strong>de</strong> aquella espesura , lo llevaba por las veredas mas<br />
apartadas y sinuosas , <strong>de</strong> modo que escitó mas <strong>de</strong> una vez las sos-
pechas <strong>de</strong>l israelita, el cual le atribuía el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> llevarle á una<br />
emboscada <strong>de</strong> enemigos.<br />
Razón tenia en verdad para abrigar aquellas inquietu<strong>de</strong>s : porque<br />
en la época <strong>de</strong> que vamos hablando, no habia raza alguna en<br />
la tierra , en los aguas y en los aires, espuesta á una persecución<br />
tan general, tan continua y tan implacable , como la que sufrían<br />
los malhadados hijos <strong>de</strong> Abraham. hos pretestos mas ligeros y mas<br />
<strong>de</strong>scabellados , las acusaciones mas infundadas y absurdas , bastaban<br />
para entregar sus bienes y personas á todos los eseesos <strong>de</strong>l<br />
furor popular. Normandos , Sajones, Bretones y Daneses , aunque<br />
enemigos encarnizados entre sí , se las disputaban en aborrecer á<br />
los hebreos , y en envilecerles, <strong>de</strong>spreciarles, saquearles y perseguirles.<br />
Los reyes <strong>de</strong> la dinastía normanda, y los nobles in<strong>de</strong>pendientes<br />
que seguían su ejemplo, sostenían contra aquel pueblo<br />
una persecución metodizada , y fundada en los cálculos <strong>de</strong> su codicia<br />
y en las ventajas que les producía. Sabida es la historia <strong>de</strong>l<br />
rey Juan , que mandó encerrar en uno <strong>de</strong> sus castillos á un judío<br />
opulento, y cada día mandaba arrancarle un diente, basta que<br />
viéndose con la mitad <strong>de</strong> la <strong>de</strong>ntadura, consintió pagar una fuerte<br />
suma , que era lo que el Monarca <strong>de</strong>seaba. El poco dinero corriente<br />
que habia en el país , estaba principalmente en manos <strong>de</strong> aquel<br />
pueblo perseguido; y los nobles , imitando el ejemplo que el Rey<br />
les daba , empleaban los medios mas violentos, y hasta la tortura,<br />
para sacarles alguna suma. Los judíos sufrían todos estos males<br />
con aquel valor pasivo que suele inspirarles el ansia <strong>de</strong> ganar , y<br />
se <strong>de</strong>squitaban con los inmensos provechos que sabían realizar en<br />
un país que poseía tantas riquezas naturales. En <strong>de</strong>specho mf esta<br />
multitud <strong>de</strong> calamida<strong>de</strong>s que tanto <strong>de</strong>bían <strong>de</strong>sanimarles y abatirles<br />
, y á pesar <strong>de</strong> la contribución particular á que estaban sujetos<br />
por un ramo especial <strong>de</strong> administración llamado el Echiquici' <strong>de</strong><br />
los judíos, y cuyo único objeto era <strong>de</strong>spojarles y per<strong>de</strong>rles , ellos<br />
se aumentaban y multiplicaban . y acumulaban gran<strong>de</strong>s capitales,<br />
que trasferian <strong>de</strong> una mano á otra por medio <strong>de</strong> letras <strong>de</strong> cambio<br />
, invención que se les atribuye, y que fraguaron sin duda para<br />
enviar sus tesoros fuera <strong>de</strong> los países en que se les hacían insoportables<br />
los infortunios que les aquejaban.<br />
La obstinación y avaricia <strong>de</strong> los judíos luchaban pues con la<br />
tiranía <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>rosos ; pero aumentaban en razón <strong>de</strong> sus pa<strong>de</strong>cimientos.<br />
Los gran<strong>de</strong>s tesoro= que les producía el comercio au-
CAPÍTULO VI. 53<br />
mentaban muchas veces sus riesgos personales ; pero en otras ocasiones<br />
les aseguraban cierto influjo y protección. Tal era la sitúa<br />
cion <strong>de</strong> los judíos entonces : su carácter se habia amoldado á las<br />
circunstancias, y eran por consiguiente cautelosos , suspicaces,<br />
tímidos, obstinados a<strong>de</strong>más, egoístas , y sumamente, diestros en<br />
evitar los peligros á que continuamente estaban espuestos.<br />
E! peregrino rompió el silencio <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber andado largo<br />
trecho á paso levantado y por sendas estraviadas y difíciles.<br />
«Aquella encina vieja, dijo, es el término <strong>de</strong> las tierras <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey<br />
; y ya hace mucho tiempo que estamos lejos <strong>de</strong> las <strong>de</strong><br />
Malvoisin. Ya no tienes nada que temer<br />
—; (>jalá , dijo Isaac , se rompan las ruedas <strong>de</strong> sus carros como<br />
los <strong>de</strong> Faraón , para que no puedan alcanzarme! Pero no te separes<br />
<strong>de</strong> mí, buen peregrino. Acuérdate <strong>de</strong> aquel altivo Templario j<br />
<strong>de</strong> sus dos esclavos sarracenos : gentes son estas que no respetan<br />
ni término ni jurisdicción.<br />
— Sin embargo , respondió el peregrino, aquí es don<strong>de</strong> cada<br />
uno <strong>de</strong>be tomar por su lado ; porque hombres como tú y como yo<br />
no <strong>de</strong>ben caminar juntos sino cuando no pue<strong>de</strong> ser <strong>de</strong> otro modo.<br />
A<strong>de</strong>más, ¿ qué socorro pue<strong>de</strong> darte un pacífico peregrino contra<br />
dos paganos armados ?<br />
— ¡ Oh buen joven ! repuso el judío , yo sé que tú pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rme<br />
si quieres. Aunque soy pobre , no <strong>de</strong>jaré <strong>de</strong> manifestarte<br />
mi agra<strong>de</strong>cimiento : no con dinero , porque así no me falte la protección<br />
<strong>de</strong> Abraham , como es cierto que estoy sin un maravedí;<br />
pero<br />
— Va te be dicho, replicó el peregrino interrumpiéndole, que<br />
no tienes para qué hablarme <strong>de</strong> dinero ni <strong>de</strong> recompensa. Puedo<br />
servirte <strong>de</strong> conductor, y quizás <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa; puesto que no es<br />
acción tan indigna <strong>de</strong> un cristiano <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r aun judio contra dos<br />
musulmanes. Por tanto , israelita, cuenta conmigo hasta que encontremos<br />
escolta, segura que te acompañe. No estamos ya muy<br />
lejos <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Sheííield don<strong>de</strong> no te será difícil hallar alguno<br />
<strong>de</strong> tu tribu que te ampare y socorra.<br />
La bendición do Jacob sea contigo , esclamó el hebreo. En SheíTieid<br />
está mi pariente Zareth , que podrá asistirme , y proporcionarme<br />
medios <strong>de</strong> continuar con seguridad mi jornada.<br />
— Que me place, respondió el peregrino: vamos pues á Sheííield,<br />
y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> media hora estaremos á vista <strong>de</strong> sus muros.);
54 IVANH0E.<br />
Pasó la media hora, durante la cual los dos viajeros caminaron<br />
en silencio : el peregrino <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñaba hablar con el judío , y solo lo<br />
hacia cuando era absolutamente necesario; y el judío no so atrevía<br />
á dirigir la palabra á un hombre que venia <strong>de</strong> visitar los Santos<br />
Lugares , y que por consiguiente era mirado por los Cristianos con<br />
cierta veneración. Paráronse en la cima <strong>de</strong> una pequeña altura, y<br />
el peregrino señalando la ciudad do Sheílield, que se divisaba á<br />
poca distancia , dijo : « Aquí es preciso separarnos. »<br />
—Deja antes que el pobre judío te dé las gracias por tu bondad:<br />
dijo Isaac. Si me atreviera á mas, te rogaría vinieses conmigo á<br />
casa <strong>de</strong> mi pariente Zareth , que pue<strong>de</strong> suministrarme los medios<br />
<strong>de</strong> pagarte lo que por mí has hecho.<br />
—¿Cuántas veces he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirte, respondió el peregrino, que no necesito<br />
pago mi galardón ? Si entre la larga lista <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>udores,<br />
hay algún pobre cristiano , y te sientes dispuesto á ahorrarle los<br />
grillos y el calabozo , hazlo por mí , y me habrás pagado suficientemente<br />
mi trabajo.<br />
— Aguarda , aguarda, esclamó el judío alzándose las faldas <strong>de</strong><br />
su gabardina ; algo mas he <strong>de</strong> hacer por tí que lo que me pi<strong>de</strong>s;<br />
por tí, y no en favor do otro. Dios sabe que soy pobre el mendigo<br />
<strong>de</strong> la tribu : pero perdóname si adivino lo que mas falta te<br />
hace en este momento.<br />
— Si lo has adivinado en verdad, repuso el peregrino, <strong>de</strong>bes saber<br />
que no pue<strong>de</strong>s proporcionármelo , aunque fueras tan rico como<br />
pebre eres , según dices.<br />
— ¡Según digo ! esclamó Isaac. Bien pue<strong>de</strong>s creerme, puesto<br />
• vi?, no he dicho mas que la verdad. Me han <strong>de</strong>jado en camisa, plagado<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>udas ; no tengo sobre qué caerme muerto. Mis bienes,<br />
mi dinero , mis navios, todo se lo ha llevado la trampa. Sin embargo<br />
, repito que sé lo que te hace falta , y que puedo proporcionártelo.<br />
Lo que tú quisieras tener ahora es un caballo y una armadura.»<br />
El peregrino se <strong>de</strong>tuvo sorprendido , y volviéndose al hebreo , le<br />
preguntó quién habia podido inspirarle semejante conjetura.<br />
«"No importa , respondió Isaac. Lo que conviene es que tú tengas<br />
lo que necesitas.<br />
— Consi<strong>de</strong>ra , elijo el peregrino, mis votos . mi trage, mi carácter.<br />
—Ya sé lo que sen los < Yr U,y o? . respondió el hebreo. No les es-
CAPÍTULO VI. 55<br />
torba el ser nobles y ricos para empuñar bordón y calzar sanda<br />
lias<br />
— .ludio! interrumpió el peregrino con voz airada.<br />
— Perdona , dijo el judío ; confieso que te he faltado al respeto.<br />
Anoche y esta mañana se te han escapado algunas palabras que<br />
me han <strong>de</strong>scubierto lo que eres , como las chispas <strong>de</strong>scubren el<br />
pe<strong>de</strong>rnal. Debajo <strong>de</strong> esa esclavina hay un cinturon <strong>de</strong> caballero y<br />
unas espuelas doradas. Las vi relumbrar esta mañana cuando en-<br />
Irastes en mi aposento. »<br />
El peregrino no pudo menos <strong>de</strong> sonreírse. «Si algún curioso, dijo,<br />
examinara menudamente tu vestimenta , ¿ qué <strong>de</strong> cosas no se <strong>de</strong>s<br />
abrirían ?<br />
— No hablemos <strong>de</strong> eso , dijo el hebreo mudando <strong>de</strong> color ; y sa<br />
cando apresuradamente el recado <strong>de</strong> escribir , tomó <strong>de</strong> lo interior<br />
<strong>de</strong>l gorro un pedazo <strong>de</strong> papel , y sin <strong>de</strong>smontarse <strong>de</strong> la muía, es<br />
cribió en él algunos renglones. Estaban en lengua hebrea, y cuan<br />
do hubo concluido, entregó el papel á su compañero , diciéndole:<br />
i Todo el mundo conoce en Leicester al rico judío Kirgath Jairam<br />
<strong>de</strong> Lombardía ; dale esa esquela. Tiene <strong>de</strong> venta seis arneses <strong>de</strong> Mi<br />
lán, y el mas malo <strong>de</strong> ellos es digno <strong>de</strong> una testa coronada , á mas<br />
<strong>de</strong> diez hermosos caballos , y el peor podría servir á un rey, para<br />
pelear en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> su trono. De estos , te franqueará is que Ion<br />
todas las cosas necesarias para que puedas asistir al torneo; con<br />
cluido el cual, le <strong>de</strong>volverás cuanto Layas recibido , á menos que<br />
tengas medios <strong>de</strong> pagarle su valor.<br />
— Pero , Isaac , dijo el peregrino sonriéndose , ¿ no sabes que en<br />
••semejantes ocasiones , las armas y el caballo <strong>de</strong>l vencido pertene<br />
cen al vencedor ? Yo puedo tener esta <strong>de</strong>sgracia, y per<strong>de</strong>r lo que<br />
no puedo restituir ni pagar.»<br />
El judío se asustó al oír esta reflexión : pero cobró ánimo, y dijo:<br />
f< No , no; no pue<strong>de</strong> ser. La bendición <strong>de</strong> nuestro Padre estará con<br />
tigo. Tu lanza será tan po<strong>de</strong>rosa como la vara <strong>de</strong> Moisés. »<br />
Dicho esto, volvió las riendas á la muía , cuando el peregrino lo<br />
<strong>de</strong>tuvo por las faldas <strong>de</strong> la túnica. «Isaac , le dijo, todavía no has<br />
caído en la cuenta. Yo soy hombre que no reparo en ginete ni en<br />
caballo :si me matan el mió , ó si tiene algún menoscabo la arma<br />
dura, ¿qué hemos <strong>de</strong> hacer? Tus paisanos no dan las cosas á humo<br />
<strong>de</strong> pajas, y será preciso pagar el alquiler.»<br />
El judío se echó <strong>de</strong> bruzas en el fuste <strong>de</strong>lantero [<strong>de</strong>l albardon,
56 IVANHOE.<br />
como si le hubiera acometido un cólico violento ; pero sus buenos<br />
sentimientos impusieron silencio á los que dominaban comunmen<br />
te en su corazón. «Tío importa, dijo; déjame.'ir. Si hay alguna<br />
avería , no te costará nada ; eu cuanto al alquiler, Kirgath .Tairam<br />
te lo perdonará en consi<strong>de</strong>ración al servicio que has hecho á su<br />
pariente Isaac. Hasta mas ver. Lo que te encargo es que no te en<br />
golfes <strong>de</strong>masiado en esa bataola <strong>de</strong> porrazos ; y no lo digo por el<br />
arnés ni por el caballo , sino porque conserves la vida . y salgas<br />
con los huesos sanos. »<br />
«Gracias por el consejo . dijo el peregrino sonriéndose <strong>de</strong> nuevo.<br />
Me serviré francamente <strong>de</strong> tu oferta, y mal han tic andar las cosas,<br />
si note satisfago como <strong>de</strong>bo. »<br />
Entonces se separaron tomando cada uno un camino diferente<br />
hacia la ciudad <strong>de</strong> Sheffield.<br />
CAPITULO VIL<br />
La condición <strong>de</strong>l pueblo inglés era en aquellos tiempos harto<br />
^tce e Q ¿rada. Estaba ausente y prisionero el rey Ricardo en po<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong>l pérfido y cruel duque <strong>de</strong> Austria. Ni aun se sabia <strong>de</strong> positivo el<br />
sitio <strong>de</strong> su cautiverio: sus vasallos solo tenían noticias muy vagas<br />
acercado la suerte <strong>de</strong> aquel Monarca , y entretanto sufrían toda<br />
suerte <strong>de</strong> tiranía y opresión.<br />
El príncipe Juan . ligado con Felipe <strong>de</strong> Francia . enemigo mortal<br />
<strong>de</strong> Ricardo , echaba mano <strong>de</strong> cuantos medios estaban á su alcance<br />
para que el Duque <strong>de</strong> Austria prolongase el cautiverio <strong>de</strong> su hermano<br />
Ricardo, á quien tantos favores <strong>de</strong>bía. Al mismo tiempo con<br />
solidaba su facción en Inglaterra, áfin <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r disputar la sucesión<br />
al trono, en caso <strong>de</strong> que el Rey muriese, al here<strong>de</strong>ro legítimo,<br />
que era Arturo , duque <strong>de</strong> Bretaña , hijo <strong>de</strong> Gofredo Plantage.net,<br />
hermano mayor <strong>de</strong> Juan. Sabido es que esta usurpación se verificó<br />
<strong>de</strong>spués en efecto. Su carácter era ligero . pérfido y disoluto : con<br />
lo cual logró que se le uniesen y abrazasen su partido , no solo los<br />
que tenían motivos <strong>de</strong> temer el resentimiento <strong>de</strong> Ricardo por la<br />
conducta que habían observado en su ausencia , sino también los<br />
innumerables caballeros que habian vuelto <strong>de</strong> las cruzadas con
CAPÍTULO VIL 5'3<br />
todos los vicios do Oriente , sin bienes y sin recursos , llenos <strong>de</strong><br />
arrojo y temeridad , y reducidos á no tener otra esperanza <strong>de</strong> mejorar<br />
<strong>de</strong> fortuna , que la que podian darles las revueltas <strong>de</strong> una<br />
guerra civil.<br />
A. estas causas <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconfianza y miedo , se agregaban las gavillas<br />
<strong>de</strong> salteadores , ¡i quienes habían conducido á la <strong>de</strong>sesperación<br />
las tiranías <strong>de</strong> la nobleza feudal, y la severa ejecución <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>nanza<br />
<strong>de</strong> montes. Aquellos foragidos , reunidos en gran número,<br />
se apo<strong>de</strong>raban <strong>de</strong> los bosques y <strong>de</strong>spoblados, y arrostraban el rigor<br />
<strong>de</strong> la justicia y la vigilancia <strong>de</strong> los magistrados <strong>de</strong>l país. Los nobles<br />
, fortificados en sus castillos y convertidos en soberanos <strong>de</strong><br />
sus dominios , eran jefes y capitanes <strong>de</strong> otras cuadrillas no menos<br />
ilegales y opresivas que las <strong>de</strong> los ladrones <strong>de</strong> profesión. Para mantener<br />
A sus secuaces , y para sostener el estravagante lujo y magnificencia<br />
que su soberbia les inducía á afectar, les era preciso tomar<br />
gran<strong>de</strong>s sumas prestadas <strong>de</strong> los judíos , á un interés crecidísimo:<br />
y «dios se apo<strong>de</strong>raban <strong>de</strong> sus estados , á guisa <strong>de</strong> bandadas <strong>de</strong> langostas<br />
, <strong>de</strong> que los <strong>de</strong>udores no se veían libres sino es cuando se<br />
les ofreció la ocasión <strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong> sus acreedores por medio <strong>de</strong><br />
alguna atroz violencia.<br />
La Nación inglesa sufría las calamida<strong>de</strong>s que <strong>de</strong> semejante estado<br />
<strong>de</strong> cosas <strong>de</strong>bían resultar; pero aun eran mas graves las que le<br />
ofrecía el porvenir. Para colmo <strong>de</strong> infortunios se propagó en el país<br />
un contagio cuyo carácter era sumamente peligroso y maligno. El<br />
<strong>de</strong>saseo, los malos alimentos y la mala condición <strong>de</strong> las habitaciones<br />
<strong>de</strong> los pobres, fueron circunstancias que contribuyeron á agravar<br />
aquella dolencia. Los que sobrevivían, envidiaban la suerte <strong>de</strong><br />
ios que cedían al mal, porque temían que fuesen todavía mas funestos<br />
los <strong>de</strong>sastres que se preparaban.<br />
Y sin embargo, en medio <strong>de</strong> estos trastornos, cuando se anunciaba<br />
algún torneo, que era la diversión favorita <strong>de</strong> aquella época,<br />
pobres y ricos, nobles y plebeyos acudían á presenciarlo afanados<br />
y solícitos, como asiste á la corrida <strong>de</strong> toros el alegre madrileño<br />
Ni obligación ni enfermedad bastaban á privar al joven y al anciano<br />
<strong>de</strong>l gusto <strong>de</strong> asistir á aquellas funciones. El paso <strong>de</strong> armas<br />
que iba á celebrarse en Ashby, pueblo <strong>de</strong>l condado <strong>de</strong> Leicester,<br />
habia dispertado en alto grado la curiosidad general, porque los<br />
campeones que <strong>de</strong>bian tomar el campo eran <strong>de</strong> primera nota; y<br />
porque se esperaba que lo bonrase el príncipe Juan con su presen-
58 IVANHOE.<br />
cia: <strong>de</strong> modo, que era inmenso el concurso <strong>de</strong> gentes <strong>de</strong> toda clase<br />
y gerarquía, que se hallaban en el sitio señalado, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que ama<br />
neció el dia <strong>de</strong>l combate.<br />
La escena que este concurso presentaba era realmente estraña y<br />
curiosa. Cerca <strong>de</strong> un bosque, que no distaba una milla <strong>de</strong> la ciudad<br />
<strong>de</strong> Ashby, habia una vasta pra<strong>de</strong>ra cubierta <strong>de</strong> menudo y lozano<br />
césped, y limitada <strong>de</strong> un lado por la estremidad <strong>de</strong> la selva, y <strong>de</strong><br />
otro por una fila <strong>de</strong> aisladas encinas, algunas <strong>de</strong> las cuales eran <strong>de</strong><br />
estraordinaria corpulencia y volumen. El terreno, como si lo hu<br />
biesen dispuesto á propósito para aquel certamen marcial, <strong>de</strong>scen<br />
día suave y gradualmente por todas partes, hasta formar una lla<br />
nura que estaba guarnecida <strong>de</strong> fuertes empalizadas, y cuyo espacio<br />
tendría un cuarto <strong>de</strong> milla <strong>de</strong> largo y la mitad <strong>de</strong> ancho. La forma<br />
era cuadrada, salvo en los ángulos que eran redondos, para mayor<br />
comodidad <strong>de</strong> los espectadores. Las dos entradas para los comba<br />
tientes estaban en los lados <strong>de</strong>l norte y <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong>l palenque, y<br />
consistían en fuertes puertas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, anchas lo bastante para<br />
que pudiesen entrar dos ginetes <strong>de</strong> frente. En cada puerta se ha<br />
bían colocado dos heraldos con seis trompetas y otros tantos asis<br />
tentes, y cierto número <strong>de</strong> gentes do armas para conservar el or<strong>de</strong>n<br />
y examinar la condición <strong>de</strong> los caballeros que se presentasen á to<br />
mar parte en la lid.<br />
Sobre una plataforma inmediata á la entrada <strong>de</strong>l sur, y formada<br />
por la elevación natural <strong>de</strong>l terreno, se habían dispuesto cinco mag<br />
níficos pabellones adornados con pendones pardos y negros, colo<br />
res que los cinco caballeros mantenedores habían adoptado, has<br />
cuerdas <strong>de</strong> los pabellones eran <strong>de</strong>l mismo color. Delante <strong>de</strong> cada<br />
uno estaba colgado el escudo <strong>de</strong>l caballero que lo ocupaba, guar<br />
dado por un escu<strong>de</strong>ro en trage <strong>de</strong> salvaje ó en otro disfraz fantás<br />
tico, análogo al papel que el amo <strong>de</strong>bia representar durante la fun<br />
ción. Habíase señalado el pabellón <strong>de</strong> enmedio, que era el <strong>de</strong> mayor<br />
dignidad, á Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que por su renombre en todos<br />
los juegos <strong>de</strong> caballería y por sus conexiones con los otros caballeros<br />
mantenedores, habia sido por ellos recibido con la mayor satisfac<br />
ción y nombrado su caudillo. A un lado <strong>de</strong> esta tienda estaban las<br />
<strong>de</strong> Eeginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey y Felipe <strong>de</strong> Malvoisin, y al otro la <strong>de</strong><br />
Hugo <strong>de</strong> Grantmesnil, noble barón <strong>de</strong> aquellas cercanías, cuyo<br />
abuelo habia sido mayordomo mayor <strong>de</strong> palacio en tiempo <strong>de</strong> la<br />
conquista. Balfo <strong>de</strong> Vipont caballero <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> S. Juan <strong>de</strong> Je-
CAPÍTULO VII. 59<br />
rusalen, ocupaba el quinto pabellón. Des<strong>de</strong> la entrada en el palenque<br />
hasta la plataforma en que estaban las tiendas, había un tránsito<br />
on suave <strong>de</strong>clive y <strong>de</strong> diez varas <strong>de</strong> ancho. Guarnecíalo por<br />
ambos lados una empalizada, como también á la esplanada que estaba<br />
enfrente <strong>de</strong> las tiendas, y todo el circuito estaba custodiado<br />
por partidas <strong>de</strong> gentes <strong>de</strong> armas.<br />
El lado <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong>l palenque terminaba en otro tránsito <strong>de</strong><br />
Treinta pies <strong>de</strong> ancho, y esto en un vasto espacio cerrado, para los<br />
•aballeros que acudiesen á medir las armas con los mantenedores.<br />
Detrás habla tiendas con manjares y bebidas para su obsequio, y<br />
pocos pasos <strong>de</strong> distancia estaban los armeros, los herradores y<br />
••tros asistentes prontos á acudir do quiera que fueran necesarios<br />
sus servicios.<br />
Lo esterior <strong>de</strong> las barreras estaba ocupado en parte por galerías<br />
adornadas con alfombras y tapices, y provistas <strong>de</strong> almohadones<br />
¡jara comodidad <strong>de</strong> las damas y <strong>de</strong> los nobles que <strong>de</strong>bían asistir á<br />
presenciar el torneo. El espacio que mediaba entre estos tablados y<br />
e] palenque, era el reservado para los hacendados y otros espectadores<br />
<strong>de</strong> mejor condición que el vulgo, cuya confusa muchedumbre<br />
había tomado puesto en anchos bancos <strong>de</strong> césped dispuestos<br />
al propósito, y <strong>de</strong>sdólos cuales, <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong> la elevación natural<br />
<strong>de</strong>l terreno podían ver las galerías y toda la ostensión déla<br />
palestra. Centenares <strong>de</strong> curiosos se habían colocado en las ramas<br />
<strong>de</strong> los árboles que guarnecían la pra<strong>de</strong>ra, y hasta el campanario<br />
<strong>de</strong> una iglesia inmediata estaba cubierto <strong>de</strong> gente.<br />
Para terminar el cuadro general <strong>de</strong> esta escena, solo falta hacer<br />
mención <strong>de</strong> otro tablado dispuesto en la mitad <strong>de</strong>l lado oriental <strong>de</strong>l<br />
palenque, enfrente <strong>de</strong>l punto en que los combatientes <strong>de</strong>bían encontrarse.<br />
Era mas alto que los otros, adornado con mas suntuosidad,<br />
y en medio se alzaba un dosel con las armas Reales <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
En torno <strong>de</strong> este sitio, <strong>de</strong>stinado al príncipe Juan y á sus<br />
cortesanos, estaban sus escu<strong>de</strong>ros, pajes y otros individuos <strong>de</strong> la<br />
servidumbre en libreas <strong>de</strong> gala. Enfrente había otro tablado elevado<br />
á la misma altura y engalanado <strong>de</strong> un modo mas vistoso,<br />
aunque no tan rico como el <strong>de</strong>l Príncipe. Cubríanle pendones y<br />
gallar<strong>de</strong>tes en que estaban representados los emblemas vulgares<br />
<strong>de</strong> los triunfos <strong>de</strong> Cupido, como corazones heridos é inflamadoSj<br />
arcos, flechas y carcajes. En medio se leia en brillantes caracteres<br />
*sta inscripción; .4 la. Reina <strong>de</strong> la Hermosura y <strong>de</strong> los Amores- Mas
60 IVANHOK.<br />
no habia llegado el momento <strong>de</strong> saber á quien pertenecían el titulo<br />
y el asiento.<br />
Entretanto se agolpaban los espectadores á los puestos que les<br />
estaban señalados, resultando muchas disputas sobre quién <strong>de</strong>bia<br />
ocuparlos; pero los guardas ponían término á estas rencillas, empleando<br />
sin gran ceremonia los mangos <strong>de</strong> las mazas y las guarniciones<br />
<strong>de</strong> los aceros, como argumentos perentorios é irresistibles.<br />
Las dificulta<strong>de</strong>s suscitadas acerca <strong>de</strong> los asientos <strong>de</strong> las gentes <strong>de</strong><br />
distinción, se <strong>de</strong>cidían por los heraldos ó por los maestres <strong>de</strong>l campo<br />
Guillermo <strong>de</strong> Wyvil y Esteban <strong>de</strong> Martival, los cuales armados<strong>de</strong><br />
punta en blanco, recorrían á caballo la palestra ;í fin <strong>de</strong> conservar<br />
el buen or<strong>de</strong>n.<br />
Poco á poco se llenaron las galerías <strong>de</strong> nobles y <strong>de</strong> caballeros que<br />
venían en trage <strong>de</strong> gala, y cuyos mantos contrastaban con los vistosos<br />
adornos <strong>de</strong> las damas. El número <strong>de</strong> estas era mayor que el<br />
<strong>de</strong> los hombres, á pesar <strong>de</strong> ser tan peligroso y sangriento aquel género<br />
<strong>de</strong> espectáculo. Til espacio interior y mas bajo se llenó muy<br />
en breve <strong>de</strong> hacendados, pecheros ricos, y <strong>de</strong> otras personas que<br />
por pobreza ó por mo<strong>de</strong>stia no osaban aspirar á puestos mas elevados:<br />
y por consiguiente allí eran mas frecuentes las disputas y<br />
las contestaciones.<br />
«;Perro judío! esclamó un anciano, cuya raída túnica indicaba<br />
ei mal estado <strong>de</strong> su hacienda, al mismo tiempo que la espada, la<br />
daga y 1» ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro señalaban su gerarquía. ¡Hijo <strong>de</strong> perra!<br />
¿te atreves á empujar á un cristiano y á un normando <strong>de</strong> la sangre<br />
<strong>de</strong> Montdidier?»<br />
Dirigíase esta enérgica arenga á nuestro conocido Isaac, el cual<br />
rica y magníficamente vestido <strong>de</strong> una gabardina guarnecida <strong>de</strong><br />
galón y forrada <strong>de</strong> pieles, procuraba hacer lugar en la primera<br />
línea <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la galería á su hermosa hija Rebeca, que habia ido<br />
á juntarse con su padre en Ashby, y le daba á la sazón el brazo,<br />
con no pocos síntomas <strong>de</strong> susto 3' <strong>de</strong> inquietud, al ver el <strong>de</strong>sagrado<br />
general que escitaba su petulancia. Isaac, aunque hasta ahora le<br />
hemos visto sobrecogido <strong>de</strong> temor, sabia que en la ocasión presente<br />
no corría peligro su persona. En las concurrencias numerosas á que<br />
asistían también muchos <strong>de</strong> sus paisanos, ningún noble por vengativo<br />
ó codicioso que fuera se hubiera atrevido á hacerle el menor<br />
daño. En aquellos casos los judíos estaban bajo la protección <strong>de</strong> los<br />
magistrados; y si esto no bastaba, nunca faltaba entre losconcur-
CAPÍTULO VII. 61<br />
rentes algún barón po<strong>de</strong>roso cpie por su propio interés los amparaba<br />
y <strong>de</strong>fendía. Otro motivo tenia Isaac para presentarse con<br />
mas seguridad en aquel torneo, pues sabia que el príncipe Juan<br />
trataba <strong>de</strong> negociar un empréstito con los judios <strong>de</strong> York, dándoles<br />
en fianza ciertas tierras y joyeles. Isaac tomaba gran parte en este<br />
negocio, y sabia que el Príncipe se le manifestaría propicio y favorable,<br />
á fin <strong>de</strong> terminar pronta y felizmente un asunto que le<br />
interesaba en gran manera.<br />
Animado por estas consi<strong>de</strong>raciones, Isaac siguió <strong>de</strong>lante por<br />
medio <strong>de</strong> la muchedumbre, atrepellando al ilustre normando, y sin<br />
curarse <strong>de</strong> su alcurnia ni <strong>de</strong> su clase. Las reconvenciones <strong>de</strong>l anciano<br />
escitaron la indignación <strong>de</strong> todos los presentes. Uno <strong>de</strong> estos,<br />
hombre corpulento y robusto, con doce dardos en la cintura y un<br />
arco <strong>de</strong> seis pies en la mano, se volvió hacia el judío con rostro en<br />
que se pintaban el odio y la cólera al través <strong>de</strong> unas facciones curtidas<br />
al sol y á la intemperie. «Acuérdate, le dijo, que no eres mas<br />
que una araña que, ha engordado chupando la sangre <strong>de</strong> tantas<br />
<strong>de</strong>sventuradas víctimas. La araña pue<strong>de</strong> vivir solitaria y oscura en<br />
un rincón; pero no hay quien no le ponga el pié encima, si se<br />
atreve á presentarse á la luz <strong>de</strong>l dia.» Este discurso, pronunciado<br />
en el dialecto normando inglés, y con voz firme y terrible, <strong>de</strong>tuvo<br />
los pasos <strong>de</strong>l hebreo, y probablemente se hubiera alejado <strong>de</strong> tan<br />
peligroso vecino, á no haber llamado la atención general en aquel<br />
instante la llegada <strong>de</strong>l príncipe Juan con su numerosa y alegre<br />
comitiva.<br />
' 'omponíase esta en parte <strong>de</strong> legos, y en parte <strong>de</strong> eclesiásticos',<br />
ios cuales se presentaron no menos engalanados que sus compañeros.<br />
Entre los últimos se distinguía el Prior <strong>de</strong> Jorvaulx, vestido<br />
con toda la magnificencia que permitía su profesión y gerarquía.<br />
Usábanse entonces <strong>de</strong>smesuradamente largas las puntas <strong>de</strong> las botas,<br />
tanto, que algunos se las ataban á las rodillas; pero las <strong>de</strong>l<br />
Prior iban sujetas ala cintura, <strong>de</strong> modo que, le estorbaban poner<br />
el pié en el estribo. No era ligero este inconveniente, pues gustaba<br />
<strong>de</strong> lucir su <strong>de</strong>streza á caballo. Los otros cortesanos que acompañaban<br />
al Príncipe eran los jefes favoritos <strong>de</strong> sus tropas mercenarias,<br />
algunos barones aventureros, otros personajes <strong>de</strong> perversa<br />
conducta, y varios caballeros Templarios y <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> San<br />
Juan.<br />
Debe tenerse presente que los caballeros <strong>de</strong> estas dos ór<strong>de</strong>nes eran
62 IVA.NH0K.<br />
<strong>de</strong>clarados enemigos <strong>de</strong>l Rey Ricardo, pues habían abrazado el partido<br />
<strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong> Francia en la larga serie <strong>de</strong> disputas que habían<br />
ocurrido entre aquellos dos Monarcas. Las consecuencias <strong>de</strong> estos<br />
disturbios eran que las repetidas victorias <strong>de</strong> Ricardo habían sido<br />
enteramente infructuosas; qoe se habían frustrado todas sus arrojadas<br />
tentativas para el sitio <strong>de</strong> Jerusalen; y que el resultado <strong>de</strong><br />
toda su gloria y <strong>de</strong> todas sus hazañas había venido á parar en una<br />
tregua incierta con el sultán Saladino. Los Templarios y los Hospitalarios,<br />
siguiendo en Inglaterra y en Normandía la misma política<br />
que sus hermanos habían adoptado en Tierra santa, se habían<br />
agregado á la facción <strong>de</strong>l príncipe Juan, y en verdad que no<br />
tenia razón para <strong>de</strong>sear el regreso <strong>de</strong>l Rey, ni la sucesión <strong>de</strong> Arturo,<br />
su here<strong>de</strong>ro legítimo. Por la misma razón, el príncipe Juan<br />
aborrecía y <strong>de</strong>spreciaba las pocas familias sajonas <strong>de</strong> alguna importancia<br />
que aun existían en Inglaterra, y se valia <strong>de</strong> todas las<br />
ocasiones que se le presentaban <strong>de</strong> vilipendiarlas y abatirlas. Sabia<br />
que todas ellas le miraban con <strong>de</strong>safecto, como lo hacían también<br />
los comunes <strong>de</strong>l Reino, que <strong>de</strong> un monarca tan licencioso y tiránico,<br />
solo podían aguardar nuevas usurpaciones <strong>de</strong> sus fueros.<br />
El príncipe Juan -se presentó en medio <strong>de</strong> su brillante acompañamiento,<br />
suntuosamente vestido <strong>de</strong> carmesí y oro, con un halcón<br />
en la mano, y en la cabeza una gorra <strong>de</strong> costosas pieles, adornada<br />
con un círculo <strong>de</strong> piedras preciosas, <strong>de</strong>l cual salia su rizada cabellera<br />
esparciéndose airosamente en los hombros. Montaba un fogoso<br />
palafrén tordo, y dio una vuelta al palenque, á la cabeza <strong>de</strong> sus<br />
alegres cortesanos, con quienes hablaba y reia, observando al<br />
mismo tiempo, como buen conocedor, las belda<strong>de</strong>s que adornaban<br />
las galerías.<br />
Notábanse en el rostro <strong>de</strong> aquel personaje la audacia y la disolución,<br />
que le eran características, juntas con la mayor altanería y<br />
con la mas completa indiferencia á las opiniones y sentimientos<br />
ágenos: mas no podía negarse que era hombre <strong>de</strong> gentil parecer,<br />
pues sus facciones eran naturalmente bellas, y su cortesía habitual<br />
les había dado una espresion plácida y risueña, en la cual se leían<br />
la franqueza y la honra<strong>de</strong>z, como si estas fueran en realidad las<br />
prendas naturales <strong>de</strong> su alma. Semejantes fisonomías suelen, atribuirse<br />
á una índole candida y enemiga <strong>de</strong> disfraz ; pero en general<br />
son efecto <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scaro que trae consigo el libertinaje, déla<br />
superioridad que dan la alcurnia y la riqueza, y <strong>de</strong> otras ventajas
capítulo vii. 63<br />
estertores que nada tienen <strong>de</strong> común con el mérito sólido y verda<strong>de</strong>ro.<br />
La muchedumbre ciega é ignorante, que no mira tan <strong>de</strong> cerca<br />
las cosas, recibió al Príncipe con estrepitosos aplausos, que mas<br />
que á sus prendas personales se dirigían al esplendor <strong>de</strong> su gorra,<br />
á las soberbias pieles que forraban su capa, á sus botas <strong>de</strong> tafilete<br />
con espuelas <strong>de</strong> oro, y á la gracia y <strong>de</strong>senvoltura con que manejaba<br />
su palafrén.<br />
En medio <strong>de</strong> su paseo alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l palenque, llamó su atención<br />
ei alboroto que habia ocasionado el empeño <strong>de</strong>l judío en apo<strong>de</strong>rarse-<br />
<strong>de</strong> un sitio <strong>de</strong>lantero para su hija. Los ojos penetrantes <strong>de</strong>l Prínci<br />
pe distinguieron muy en breve áIsaac; pero se fijaron, con mas<br />
satisfacción en su hermosa bija, que aterrada por el tumulto,<br />
apretaba cuanto mas podía el brazo <strong>de</strong> su anciano padre.<br />
La figura <strong>de</strong> Rebeca podía competir con las mas célebres belda<br />
<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Inglaterra, aun á ios ojos <strong>de</strong> un conocedor tan esperto como<br />
Juan. La perfecta simetría <strong>de</strong> sus formas, lucia maravillosamente<br />
en el trage oriental <strong>de</strong> que usaba, como todas las mujeres <strong>de</strong> su<br />
nación. Su turbante <strong>de</strong> soda amarillo con venia al color moreno <strong>de</strong>l<br />
rostro. El brillo <strong>de</strong> sus ojos, el airoso arco que dibujaban sus cejas,<br />
su bien formada nariz aguileña, sus dientes blancos como las per<br />
las mas linas, las profusas y negras trenzas diestramente labradas<br />
y dispuestas en líneas espirales y que caían sobro el cuello, y sobre<br />
un trage magnífico <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> Persia, en cuyas flores y ramas se<br />
ostentaba el brillante colorido <strong>de</strong> la naturaleza; todo este conjunto<br />
<strong>de</strong> gala y hermosura eclipsaba á las mas bellas <strong>de</strong> cuantas concur<br />
rían al torneo. Realzaban su esplendor los broches <strong>de</strong> oro y perlas<br />
que sujetaban el trage <strong>de</strong>s<strong>de</strong>el cuello hasta la cintura,y <strong>de</strong> los cua<br />
les los tres superiores estaban abiertos por causa <strong>de</strong>l calor. Tambien-<br />
contribuian á darle mas brillo un collar <strong>de</strong> diamantes, con pendien<br />
tes <strong>de</strong> lo mismo, que valían un tesoro,y una gran pluma <strong>de</strong> avestruz<br />
sujeta ai turbante con un botón <strong>de</strong> las mismas piedras. Las damas<br />
que estaban en las galerías altas miraban con <strong>de</strong>sprecio á la he<br />
brea, pero en realidad envidiaban las gracias que la naturaleza le<br />
habia dado, y las suntuosas galas que la cubrían.<br />
«Por la calva <strong>de</strong> Abraham, dijo el Príncipe, aquella judía <strong>de</strong>be<br />
ser la copia <strong>de</strong> la que volcó el juicio al mas sabio <strong>de</strong> los reyes. ¿Qué<br />
dices, prior Aymer ?<br />
— La Rosa <strong>de</strong> Saron y. el lirio <strong>de</strong> los valles, respondió el prior en<br />
tono <strong>de</strong> chanza; pero Y, A. <strong>de</strong>be tener presente que es judía.
(54 ivanhoe.<br />
— Sí, respondió Juan; pero es lástima que el barón <strong>de</strong> los Ducados<br />
y el marqués <strong>de</strong> los Bizantes (1) esté disputando un miserable<br />
puesto con esos <strong>de</strong>scamisados, que no tienen en sus bolsillos una<br />
sola cruz para preservarse <strong>de</strong>l Diablo. Por el cuerpo <strong>de</strong> san Marcos<br />
que mi proveedor <strong>de</strong> dinero y su amable hebrea, tendrán puesto<br />
en mi galería. ¿ Quién es esa joven, Isaac? ¿ Es tu hermana, ó tu<br />
mujer, ó alguna <strong>de</strong> las huris?<br />
— Mi hija Rebeca, con perdón <strong>de</strong> V. A., respondió Isaac con una<br />
profunda reverencia, pero sin que le embarazase la presencia <strong>de</strong>l<br />
Príncipe, no obstante el tono burlón con que este le habia hablado.<br />
— Mejor para tí, dijo el Príncipe lanzando una carcajada que<br />
fué repetida en coro por sus cortesanos. Pero, luja ó mujer ó lo que<br />
sea, tendrá lugar correspondiente á su mérito y hermosura. ¿ Quiénes<br />
son aquellos ? preguntó alzando la vista á la galería. Villanos<br />
sajones...... afuera con ellos: que se aprieten y <strong>de</strong>jen lugar al<br />
príncipe <strong>de</strong> los usureros y á su hermosa hija. "Yo les haré ver que<br />
el mejor asiento en la sinagoga es <strong>de</strong> aquellos á quienes <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho<br />
pertenece.»<br />
Dirigióse esta <strong>de</strong>scortés é injuriosa arenga á la familia <strong>de</strong> Cedric<br />
el Sajón, que ocupaba una parte <strong>de</strong> la galena con la <strong>de</strong> su aliado<br />
y pariente Athelstane <strong>de</strong> Conigsburgh, personaje que, por traer su<br />
origen <strong>de</strong>l último Monarca sajón que ocupó el trono <strong>de</strong> Inglaterra,<br />
era mirado con gran respeto por todos los sajones <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> aquel<br />
país. Pero con la sangre <strong>de</strong> su ilustre ascen<strong>de</strong>ncia, Athelstane habia<br />
heredado muchos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>fectos. Era <strong>de</strong> agradable aspecto,<br />
membrudo y fuerte en su persona, y se hallaba entonces en la flor<br />
déla edad; pero carecía <strong>de</strong> espresion en la fisonomía; sus miradas<br />
eran fijas é inanimadas, torpes y üojos sus movimientos, y su índole<br />
tan parada é irresoluta, que se le habia dado el sobrenombre<br />
<strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus progenitores, y todos le llamaban Athelstane el <strong>de</strong>sapercibido.<br />
Tenia muchos amigos, y entre ellos Cedric el Sajón, los<br />
cuales le profesaban el mas tierno cariño, y todos creían que su<br />
flojedad procedía mas bien <strong>de</strong> falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión que <strong>de</strong> cobardía,<br />
otros <strong>de</strong>cían que el vicio hereditario do la embriaguez habia oscurecido<br />
sus faculta<strong>de</strong>s mentales, las cuales nunca habían sido <strong>de</strong> un<br />
or<strong>de</strong>n superior; y que el valor pasivo y la suavidad <strong>de</strong> temple que<br />
aun conservaba, eran, por <strong>de</strong>cirlo así, las heces <strong>de</strong> un ánimo que<br />
•'!) Moneda <strong>de</strong> aquel tiempo.
CAPÍTULO VI). 65<br />
hubiera podido ser gran<strong>de</strong> y generoso siei vicio no le hubiera <strong>de</strong>spojado<br />
<strong>de</strong> sus prendas mas nobles y apreciables.<br />
A este sugeto se dirigió principalmente el imperioso mandato <strong>de</strong><br />
Juan, que so hiciese puesto al hebreo Isaac, y á su hija Rebeca,<br />
Athelstaue, confuso al oir aquellas palabras, que según los usos y<br />
costumbres <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong>bían tomarse como un terrible insulto, dispuesto<br />
¡i no obe<strong>de</strong>cer, y sin embargo incapaz <strong>de</strong> resistir, opuso tan<br />
solo á la voluntad <strong>de</strong>l Príncipe la fuerza <strong>de</strong> inercia, tan análoga á<br />
ÜU carácter. Mantúvose inmóvil, y fijó sus gran<strong>de</strong>s ojos en el<br />
Príncipe con un espanto que no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> parecer ridículo. Pero Juan<br />
no lo consi<strong>de</strong>ró así.<br />
a El marrano sajón, dijo, duerme ó no hace caso <strong>de</strong> mí. Púnzalo<br />
con la lanza, Bracy.» Este Bracy era uno <strong>de</strong> los ginetes que iban<br />
al lado <strong>de</strong>l príncipe y capitán <strong>de</strong> una compañía <strong>de</strong> aventureros,<br />
ó como se llamaban entonces, compañeros libres, gente sin casa ni<br />
hogar, que servían á todos los que les pagaban. Los que acompañaban<br />
á Juan murmuraron contra esta impru<strong>de</strong>ncia, pero Bracy, á<br />
quien su profesión absolvía <strong>de</strong> toda clase <strong>de</strong> escrúpulo, alzó la<br />
lanza sobre el espacio que mediaba éntrela galería y-el palenque,<br />
v hubiera ejecutado la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Príncipe antes que Aíhelstane el<br />
Desapercibido hubiera tenido bastante presenciado ánimo para ©visarlo,<br />
si en aquel instante Cedric el •Sajón, que era tan violento como<br />
su amigo era <strong>de</strong>sidioso, no hubiera <strong>de</strong>senvainado la espada con la<br />
prontitud <strong>de</strong>l rayo, y <strong>de</strong> un solo golpe separado el hierro <strong>de</strong>l hasta.<br />
Inflamóse do cólera el rostro <strong>de</strong>l príncipe: echó dos ó tres juramentos<br />
<strong>de</strong> los mas horribles que solia usar, y hubiera pasado mas a<strong>de</strong>lante<br />
su enojo, á no haberle distraído <strong>de</strong> su propósito, por un lado sus<br />
mismos cortesanos, aconsejándole cpie se mo<strong>de</strong>rase y contuviese, y<br />
por otro la general aclamación que escitó en la muchedumbre la<br />
"•allardn acción <strong>de</strong> Cedric. El príncipe paseó sus iracundas miradas<br />
por todas partes, como si buscase víctimas á su furor, y se <strong>de</strong>tuvieron<br />
acaso en el hombre do las doce flechas, <strong>de</strong> que ya hemos hecho<br />
mención, el cual persistía en sus aplausos, sin hacer caso <strong>de</strong>l gesto<br />
-aondo <strong>de</strong> Juan. ¿ Qué significan esos gritos ? le preguntó el príncipe.<br />
-oro.<br />
—No hay buen cazador, dijo el montero, .sao no celebr: un buen<br />
—Apuesto, respondió Juan, que eres un Uxe;: tirador,<br />
—A cualquiera, distancia,» dijo el <strong>de</strong>sceño:.do,
66 IVANIIOE.<br />
Juan, á quien irritaban mas y mas las alusiones que hicieron aigamos<br />
<strong>de</strong> los concurrentes al odio que la nación le profesaba, se<br />
contentó por entonces con mandar á uno <strong>de</strong> los guardias que no<br />
perdiese <strong>de</strong> vista al montero.<br />
«Por las barbas do mi padre, dijo el Príncipe, que hemos <strong>de</strong> ver<br />
si es tan buen tirador como dice.<br />
—Veremos, respondió el tal con el mismo <strong>de</strong>sembarazo con que<br />
había sostenido la conversación.<br />
—Y vosotros, villanos sajones, dijo el Príncipe, arriba, que por<br />
la luz <strong>de</strong> los Cielos se ha <strong>de</strong> sentar el judío entre vosotros.<br />
—l)e ningún modo, con perdón <strong>de</strong> V. A., dijo el judío: no está<br />
bien que los hombres <strong>de</strong> mi clase tomen asiento junto á los magnates<br />
<strong>de</strong>l pais. El israelita no habia tenido inconveniente en atropellar<br />
al pobre y <strong>de</strong>rrotado <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> la línea do Montdidier;<br />
pero sabia que <strong>de</strong>bia respetar los privilegios <strong>de</strong> los sajones ricos<br />
—Haz lo que mando, perro infiel, dijo el Príncipe, ó te mando<br />
<strong>de</strong>sollar y curtir la piel para correas <strong>de</strong>l arnés <strong>de</strong> mi caballo.»<br />
El judío dócil á tan suave insinuación, empezó á subir la angosta<br />
escalera do la galería.<br />
«Veamos quién se atreve á <strong>de</strong>tenerle,» dijo el príncipe Juan lijando<br />
la vista en Cedric el Sajón que parecía dispuesto á cerrar el<br />
paso al hijo <strong>de</strong> Abraham.<br />
Mas YVamba evitó el conflicto, colocándose <strong>de</strong> un salto entre su<br />
amo y el hebreo. «Yo,» respondió el bufón á la amenaza <strong>de</strong>l Príncipe,<br />
y presentó al judío, á guisa <strong>de</strong> broquel, un pernil que llevaba<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l coleto, y <strong>de</strong> que sin duda se habia provisto por si e¡<br />
torneo duraba mas tiempo <strong>de</strong> to que su apetito permitía. El judío<br />
retrocedió espantado al ver tan cerca <strong>de</strong> su rostro el objeto <strong>de</strong> la<br />
abominación <strong>de</strong> su tribu, y se echó á correr por la escalera abajo,,<br />
en tanto que el bufón agitaba orgullosamente la espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />
en señal <strong>de</strong> triunfo. Los espectadores <strong>de</strong>leitados con el chasco, prorumpieron<br />
en carcajadas, como lo hicieron también el Príncipe y<br />
sus cortesanos.<br />
—Dame el laurel <strong>de</strong> la victoria, primo Juan, dijo el bufón. He<br />
vencido á mi enemigo en batalla campal, con broquel y espada,<br />
añadió alzando en una mano la espada y en la otra el pernil.<br />
—¿Y quién eres tíi, noble campeón? dijo Juan sonriéndose todavía.<br />
—Un loco por todos cuatro costados, respondió el bufón. Yo soy
CAPÍTULO VIII. Q 1<br />
)<br />
Waniba; hijo <strong>de</strong> VYitless. que fué hijo <strong>de</strong> Weaherhrain. que fue<br />
hijo <strong>de</strong> un al<strong>de</strong>rman (1).<br />
—Haced sitio ai judío en el banco inferior, dijo el Príncipe sin<br />
querer <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> su intento. El vencido no <strong>de</strong>be estar junto al:<br />
vencedor.<br />
—"Ni el trizan junto al loco, dijo Waniba, ni el judío junto al<br />
tocino.<br />
—Gracias, amigo, dijo Juan: mucho me gustas. Oye, Isaac:<br />
préstame un puñado do bizantes.»<br />
Mientras el judío, <strong>de</strong>spavorido al oír esta intimación que no se<br />
sentía dispuesto á obe<strong>de</strong>cer y que no se atrevía á negar, metía la<br />
mano en el saco <strong>de</strong> pieles que le colgaba <strong>de</strong> la cintura, y procuraba<br />
sacar el menor número posible <strong>de</strong> las monedas que contenia, el<br />
Príncipe cortó la dificultad inclinándose sobre el fuste <strong>de</strong> la silla,<br />
y apo<strong>de</strong>rándose <strong>de</strong> la bolsa, <strong>de</strong> la cual sacó dos piezas <strong>de</strong> oro. Dioselas<br />
á Wamba, y continuó su paseo alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l palenque, <strong>de</strong>jando<br />
al hebreo hecho el escarnio <strong>de</strong> todos los concurrentes, y recibiendo<br />
tantos aplausos como si hubiera hecho una acción magnánima<br />
ó loable.<br />
CAPITULO VÍII.<br />
El Príncipe se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong> pronto enmedio <strong>de</strong>l paseo, y llamando<br />
al Prior <strong>de</strong> Jorvaulx, lo dijo que había olvidado la circunstancie<br />
principal <strong>de</strong> la fiesta.<br />
«Se nos ha escapado, P. Prior, dijo, nombrar la hermosa soberana<br />
<strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura, por cuyas blancas manos han <strong>de</strong><br />
ser distribuidas las palmas <strong>de</strong> la victoria. Por lo que á mí toca soy<br />
generoso, y no tengo inconveniente en dar mi voto á los negros<br />
ojos <strong>de</strong> Rebeca,<br />
—¡Santa Virgen! esclamó el Prior volviendo el rostro, ¡una judía!<br />
Seria preciso, si así fuera, que nos echasen á pedradas <strong>de</strong>l torneo.<br />
A<strong>de</strong>más, que juro por mi santo fundador que la hermosa sajona<br />
T'owena no ce<strong>de</strong> en nada á la hija <strong>de</strong>l israelita.<br />
(1)Nombre <strong>de</strong> los magistrados municipales <strong>de</strong> Londres y <strong>de</strong> algunas otras citi'la-<br />
(Ses tic ¡oy laten".!..
68 IVAN1I0E.<br />
—Sajona ó judía, respondió el Principe, judía ó sajona, perra ó<br />
marrana ¿qué importa? Nombremos á Rebeca, aun que no sea mas<br />
que por hacer rabiar á esos villanos sajones.<br />
Estas espresiones escitaron un murmullo <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación entre<br />
todos los cortesanos que las oyeron.<br />
«Esto pasa <strong>de</strong> chanza, dijo Bracy. ¿Cuál es el caballero que ha <strong>de</strong><br />
poner lanza en ristre <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tamaño insulto?<br />
—Masque insulto podría llamarse, dijo Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse, uno<br />
<strong>de</strong> los mas antiguos partidarios <strong>de</strong>l príncipe Juan, y si vuestra<br />
Alteza lo pone en ejecución, no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> ser funesto á sus<br />
<strong>de</strong>signios.<br />
—Os pago, dijo Juan con altanería, para que me sirváis, y no<br />
para que me aconsejéis.<br />
—Los que siguen á vuestra Alteza en los caminos por don<strong>de</strong><br />
transita, dijo Wal<strong>de</strong>mar en voz baja y respetuosa, pue<strong>de</strong>n tornarse<br />
alguna vez la libertad <strong>de</strong> aconsejarle, puesto que sus intereses<br />
y su seguridad están tan comprometidos como los <strong>de</strong> vuestra Alteza.»<br />
Juan le perdonó esta reflexión en favor <strong>de</strong>l tono en quela había<br />
hecho. «He querido chancear, dijo, y todos os arrojáis á mí como<br />
lobos hambrientos. Nombrada la quemas os guste, con dos mil <strong>de</strong><br />
á caballo; y no me rompáis la cabeza.<br />
Lo mejor será, dijo Bracy, que el trono que<strong>de</strong> vacante hasta que<br />
se publique el nombre <strong>de</strong>l vencedor, y este elija la que ha <strong>de</strong> ocuparlo.<br />
De este modo será mas satisfactorio el triunfo, y las damas<br />
sabrán apreciar el homenaje <strong>de</strong> los valientes caballeros que pue<strong>de</strong>?)<br />
elevarles á tan alta dignidad.<br />
—Si sale vencedor Brian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert, dijo el Prior, apuesto<br />
á que acierto quién será la reina <strong>de</strong> la hermosura y <strong>de</strong> los amores.<br />
—Bois-Guilbert, dijo Bracy, es una buena lanza; pero hay otras<br />
en el torneo que no tienen por qué temerla.<br />
—Silencio, señores . dijo Wal<strong>de</strong>mar , que ya es hora <strong>de</strong> que el<br />
Príncipe tome asiento. Los caballeros y los espectadores están impacientes<br />
: el tiempo pasa, y la función va á empezar. »<br />
El príncipe Juan, aunque todavía no era monarca, tenia en Wal<strong>de</strong>mar<br />
Fitzurse todos los inconvenientes <strong>de</strong> un ministro favorito<br />
que sirve á su soberano, pero á su manera y según sus propias i<strong>de</strong>as<br />
y caprichos. Aunque el carácter <strong>de</strong> Juan era <strong>de</strong> aquellos que se obstinan<br />
en frioleras, y arman disputas por las mas <strong>de</strong>spreciable? tri-
CAPÍTULO ¥111. 6$<br />
vialida<strong>de</strong>s, cedió en aquella ocasiona la insinuación <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar;<br />
sentóse en el trono, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> sus cortesanos, y mandó que los heraldos<br />
publicasen las leyes <strong>de</strong>l torneo, que en resumen, eran como<br />
sigue :<br />
Primero. Los cinco mantenedores pelearían con todos los caballeros<br />
que se presentasen.<br />
Segundo. Todo caballero podia. si gustaba, escoger un antagonista<br />
particular entre los mantenedores, para lo cual bastaría tocar<br />
su escudo. Si lo tocaba con la parte, inferior <strong>de</strong> la lanza , las armas<br />
<strong>de</strong>l combate serian las que entonces se llamaban armas <strong>de</strong> cortesía,<br />
es <strong>de</strong>cir, lanzas que en lugar <strong>de</strong> punta llevaban una pieza redonda<br />
<strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra . <strong>de</strong> modo que el único daño que podían hacerse era el<br />
que resultaría <strong>de</strong>l choque <strong>de</strong> los cabadlos y <strong>de</strong> las astas. Pero si el<br />
caballero tocaba el escudo con la punta <strong>de</strong> hilanza, las armas <strong>de</strong>l<br />
combate serian cortantes y punzantes. •<br />
Tercero. Cuando los caballeros sostenedores hubieren cumplid»<br />
cu v oto, rompiendo cada uno cinco lanzas, el Príncipe <strong>de</strong>clararía<br />
el vencedor <strong>de</strong>l primer dia , el cual recibiría en premio un caballo<br />
<strong>de</strong> batalla <strong>de</strong> esquisíta belleza, intrépido y vigoroso ; y a<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />
este galardón, tendría la honra <strong>de</strong> nombrar la reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong><br />
la belleza, á quien tocaba dar el premio el siguiente dia.<br />
'uarto. El segundo dia habría un torneo general,en que podrían<br />
tomar parte todos los caballeros presentes (pie gustasen ; y divididos<br />
en dos cuadrillas, cada una do igual número <strong>de</strong> combatientes*,<br />
pelearían hasta que el príncipe Juan hiciese señal <strong>de</strong> poner fin á<br />
la batalla. La reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la belleza coronaria al caballera<br />
que el Principe <strong>de</strong>signase como vencedor <strong>de</strong>l segundo dia, con<br />
una corona <strong>de</strong> oro en forma <strong>de</strong> laurel. Los juegos do caballería cesarían<br />
entonces; pero el tercer dia habría corridas <strong>de</strong> toros, tiro a!<br />
blanco con arco, y otras diversiones populares para recreo <strong>de</strong>l vulgo.<br />
De este modo procuraba el príncipe Juan atraerse el afecto <strong>de</strong>l<br />
pueblo, que cada dia lo aborrecía mas y mas por las violencias que<br />
continuamente ponía en práctica céntralos intereses y sentimientos<br />
generales <strong>de</strong> la nación.<br />
La palestra ofrecía entonces un magnífico espectáculo. Las galernas<br />
encerraban las familias mas ricas, mas nobles y mas po<strong>de</strong>rosa,-,<br />
y las damas mas bellas <strong>de</strong>l norte y <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
El contraste délas galas <strong>de</strong> estos ilustres espectadores presentaba<br />
un conjunto tan alegre como espléndido. El espacio interior y mas-
70 IVANHOE.<br />
bajo, lleno <strong>de</strong> labradores ricos y <strong>de</strong> honrados habitantes, en trago<br />
mas llano y sencillo, formaba una especie <strong>de</strong> guarnición <strong>de</strong> coloresopacos<br />
alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> aquel circo brillante, realzando su lucimiento<br />
y esplendor.<br />
Los heraldos terminaron su proclamación con el acostumbrado<br />
grito: «Largueza, largueza, valientes caballeros;» y al punto se<br />
<strong>de</strong>sprendió <strong>de</strong> las galerías una lluvia <strong>de</strong> monedas <strong>de</strong> oro y plata,<br />
pues era gala <strong>de</strong> la caballería mostrarse generosa y liberal con<br />
aquellos empleados , que según los usos <strong>de</strong>l siglo , eran al mismo<br />
tiempo los secretarios y los cronistas <strong>de</strong>l honor. A esta prodigalidad<br />
respondieron los heraldos con las aclamaciones : «Amor á las<br />
damas , honor á los generosos , gloria á los valientes ; » ú que se<br />
uniéronlos aplausos <strong>de</strong> la muchedumbre y los ecos <strong>de</strong> los instrumentos<br />
marciales. Cuando hubo cesado esto ruido, se retiraron iosheraldos<br />
<strong>de</strong>l palenque en alegre y vistosa procesión , y solo quedaron<br />
en él los maestres <strong>de</strong>l campo armados <strong>de</strong> punta en blanco y á<br />
caballo, inmóviles como estatuas, y «focados cu las estremida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> la palestra. Al mismo tiempo, el espacio <strong>de</strong> la estremidad <strong>de</strong>l<br />
norte , aunque ancho , estaba completamente cubierto <strong>de</strong> caballeros<br />
<strong>de</strong>seosos <strong>de</strong> medir sus fuerzas con los mantenedores ; y vistos<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las galerías, presentaban el aspecto <strong>de</strong> un mar <strong>de</strong> on<strong>de</strong>antesplumas,<br />
brillantes yelmos, altas lanzas con brillantes pendones, loe<br />
cuales impulsados por el viento , unían su trémula agitación á la<br />
<strong>de</strong> los penachos, y formaban una escena animadísima y lucida.<br />
Al ñn abriéronse las barreras, y cinco caballerosa quienes había<br />
tocado la suerte, entraron lentamente en la plaza, lino iba <strong>de</strong>lante,<br />
y los otros le seguían dos á dos. Todos ellos estaban magníficamente<br />
armados ; y el manuscrito sajón, <strong>de</strong>que sacamos estas noticias,<br />
relata menudamente sus divisas, sus colores, y la <strong>de</strong>scripción<br />
<strong>de</strong> los bordados <strong>de</strong> sus gualdrapas y arreos. No hemos creído necesario<br />
entrar en estas particularida<strong>de</strong>s; pues , como dice un poeto<br />
<strong>de</strong> aquel tiempo :<br />
Polvo son los caballeros,<br />
Y orín sus nobles espadas,<br />
» V ellos en el Cielo moran,<br />
Y en tranquila paz <strong>de</strong>scansan.<br />
Sus escudos se <strong>de</strong>sprendieron hace mucho tiempo dolos muros<br />
<strong>de</strong> sus castillos; sus castillos no son en el día sino montones <strong>de</strong><br />
minas, ó llanuras cubiertas <strong>de</strong> césped; su memoria ha <strong>de</strong>saparecí"
CAPÍTULO VIII. 71<br />
do do los sitios que antes ocupaban; muchas generaciones han <strong>de</strong>saparecido<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la tierra que les ha olvidado, y en que ejercieron<br />
toda la plenitud <strong>de</strong> la autoridad feudal. ¿De qué aprovechara<br />
pues al lector saber sus nombres y los símbolos perece<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> su<br />
jerarquía ?<br />
Ágenos sin embargo <strong>de</strong>l olvido en que habían <strong>de</strong> caer sus nombres<br />
y sos hazañas, los campeones entraron en el palenque, comprimiendo<br />
sus briosos caballos, obligándolos á moverse pausada y<br />
graciosameute, y ostentando así la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> los ginetes. Cuanío<br />
estaban ya en el sitio <strong>de</strong>l combate, sonó <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las tiendas <strong>de</strong><br />
los mantenedores una música estraña y <strong>de</strong>l género oriental, puesto<br />
que había \ cuido <strong>de</strong> Tierra santa; y el conjunto <strong>de</strong> platillos y campanillas<br />
servia al mismo tiempo <strong>de</strong> bienvenida y <strong>de</strong> amenazad los<br />
caballeros recien llegados. Los ojos <strong>de</strong> la inmensa muchedumbre<br />
<strong>de</strong> espectadores so fijaron en los cinco, los cuales se acercaron á la<br />
plataforma en que estaban las tiendas, y separándose allí, cada<br />
uno tocó ligeramente y con el cabo <strong>de</strong> la lanza el escudo <strong>de</strong>l caballero<br />
con quien quería, medir sus fuerzas. Los espectadores <strong>de</strong> clase<br />
inferior, y aun muchos do los <strong>de</strong> mas alta, "jerarquía, inclusas algunas<br />
damas, se disgustaron notablemente al ver que los campeones<br />
escogían las armas <strong>de</strong> la cortesía: porque el mismo interés que oscilan<br />
en el dia las muertes .y catástrofes que se representan en las<br />
tragedias, inspiraban entonces los torneos y justas; y este interés<br />
crecía en razón, <strong>de</strong>l peligro que corrían los que en ellas tomaban<br />
parte.<br />
Habiendo manifestado <strong>de</strong> este modo sus pacíficas intenciones,<br />
ios campeones se retiraron á la estremidad opuesta, don<strong>de</strong> se formaron<br />
en linca; los mantenedores salieron ;i caballo <strong>de</strong> sus respectivos<br />
pabellones, capitaneados por Bois-Guilbert; bajaron <strong>de</strong> la plataforma,<br />
y cada uno se colocó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l caballero que había to-<br />
•e.do su escudo.<br />
Hicieron la señal los clarines y las trompetas, y todos partieron<br />
a. carrera tendida, siendo tal la superior <strong>de</strong>streza ó la buena fortuna<br />
<strong>de</strong> los mantenedores, que los contrarios <strong>de</strong> Bois-Guilbert, <strong>de</strong><br />
Malvoisin, y <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey, cayeron al suelo al primer encuentro.<br />
El antagonista do Grand-Mesnil, en lugar <strong>de</strong> dirijir el golpe<br />
al crestón ó al broquel <strong>de</strong> su enemigo, se separó en tales términos<br />
<strong>de</strong> esta dirección que rompió la lanza hiriéndole <strong>de</strong> refilón el cuerpo<br />
<strong>de</strong> la armadura; circunstancia mas <strong>de</strong>shonrosa que la <strong>de</strong>caer
72 IVAMI01S.<br />
al suelo <strong>de</strong>smontado, porque esta podia ser un acci<strong>de</strong>nte inevitable,<br />
mas aquella suponía falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>streza 5' <strong>de</strong> conocimiento en ei<br />
manejo <strong>de</strong>l arma y <strong>de</strong>l caballo. El quinto caballero fué el único que<br />
sostuvo el honor <strong>de</strong> su cuadrilla, haciendo frente al caballero <strong>de</strong><br />
san Juan, con quien rompió tres lanzas, sin que ni uno ni otro ganase<br />
ventaja consi<strong>de</strong>rable.<br />
Los gritos <strong>de</strong> la muchedumbre, las aclamaciones <strong>de</strong> los heraldos<br />
y el sonido <strong>de</strong> las trompetas anunciaren el triunfo <strong>de</strong> los vencedores<br />
y la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> los vencidos. Los primeros se retiraron á sus pe.<br />
bellones, y los segundos alzándose como pudieron <strong>de</strong>l suelo, salieron<br />
confusos y avergonzados <strong>de</strong> la palestra, y fueron á tratar con<br />
los vencedores acerca <strong>de</strong>l rescate <strong>de</strong> las armas y caballos, que se<br />
gun las leyes <strong>de</strong>l torneo les correspondían. El quinto fué el que nia,tiempo<br />
tardó en <strong>de</strong>jar la escena <strong>de</strong>l combate, do la que se retiró<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber recibido los Víctores <strong>de</strong> los espectadores, para ma<br />
yor bochorno^<strong>de</strong> sus compañeros.<br />
Otras dos cuadrillas do caballeros tomaron sucesivamente ei<br />
campo, y aunque tuvieron'varias alternativas en sus respectivos<br />
encuentros, la victoria quedó al cabo por los mantenedores, ninguno<br />
<strong>de</strong> los cuales quechi <strong>de</strong>smontado, ni retrocedió <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su antagonista,<br />
como hicieron algunos <strong>de</strong> estos en la serie <strong>de</strong> lances en<br />
que se empeñaron. Estas repetidas victorias abatieron consi<strong>de</strong>ra,<br />
Memento el ánimo <strong>de</strong> los campeones. Tres solos se presentaron en<br />
la cuarta entrada, los cuales sin aproximarse á los escudos <strong>de</strong> Bois<br />
Guilbert, y <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey, tocaron los <strong>de</strong> los otros tres, que<br />
no habían manifestado tanta fuerza ni <strong>de</strong>streza. Mas esta, precaución<br />
no les valió <strong>de</strong> mucho, y los mantenedores quedaron dueños<br />
<strong>de</strong>l campo como antes. Uno <strong>de</strong> los recién entrados perdiólos estribos<br />
y cayó: los otros dos 110 supieron dar el golpe que se llamaba<br />
en el lenguaje caballeresco atktint. y que consistía en herir cotí<br />
fuerza y empuje el yelmo ó el broquel <strong>de</strong>l contrario, hasta <strong>de</strong>rribarle<br />
ó romper la lanza.<br />
Después <strong>de</strong> este cuarto encuentro, hubo una pausa que duró largo<br />
rato, pues nadie se presentaba con ganas <strong>de</strong> esperimentar la suerte<br />
<strong>de</strong> los vencidos. Los espectadores murmuraban; porque entre los<br />
mantenedores, Malvoisin y Frente-<strong>de</strong>-buey eran generalmente<br />
aborrecidos por su altanería,y los otros escepto Grand-Mesnil, eran<br />
estranjeros, y por consiguiente mal mirados por la muchedumbre<br />
Pero nadie manifestó su <strong>de</strong>scontento tan á las claras como Cedrh-
CAPÍTULO VIII. "73<br />
el bajón, el cual en cada ventaja eme ganaban los normandos, vela<br />
ta <strong>de</strong>rrota y la humillación <strong>de</strong> Inglaterra. Mo había adquirido en<br />
su juventud gran habilidad en los ejercicios do caballería, aunque<br />
con i us armas <strong>de</strong>sús abuelos los sajones se había portado en varios<br />
lances como soldado <strong>de</strong>terminado y valiente. Miró con ansia<br />
á su amigo Athelstane, esperto en el manejo do las armas normandas,<br />
eomo si lo incitara á salir <strong>de</strong> su inacción, y hacer un esfuerzo<br />
para recobrar la victoria que tan <strong>de</strong>cidida parecía en favor<br />
<strong>de</strong>l Ti tuplario y <strong>de</strong> sus compañeros. Pero en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> su robuste/<br />
; vigor y <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong> su ánimo, Athelstane era <strong>de</strong>masiado in<strong>de</strong>ciso<br />
para respon<strong>de</strong>r tan <strong>de</strong> pronto á los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> Cedric.<br />
: I.a suerte está contra nosotros, Milord, dijo Cedric con tono expresivo.<br />
;,No estáis dispuesto á tomar una lanza?<br />
—Mañana entraré en la mélée (1-, respondió Athelstane. Kl toril!.!)<br />
<strong>de</strong> hoy no vale la pena <strong>de</strong> ponerse la armadura. ><br />
Dos cosas <strong>de</strong>sagradaron á Cedric en esta respuesta, lín primer<br />
logar, la palabra ttiélée, espresion normanda con que no <strong>de</strong>bían<br />
mancharse los labios <strong>de</strong> un sajón: en segundo, el poco interés que<br />
<strong>de</strong>notaba en el honor y en la gloria, <strong>de</strong> Inglaterra; pero bastaba que<br />
lo hubiese dicho Athelstane, á quien Cedric miraba con el mayor<br />
respeto, para que este no osase contra<strong>de</strong>cirle mi oponerse á sus intenciones.<br />
V<strong>de</strong>más, que no tuvo tiempo para replicar, pues Wambasalto<br />
inmediatamente: «Mas vale sobresalir entre ciento, que<br />
entre dos...<br />
Athelstane recibió esta observación como un elogio; pero Cedric,<br />
olio conoció la malicia <strong>de</strong>l bufón, le lanzó una mirada terrible, y<br />
le hubiera dado señales mas positivas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sagrado no obstante<br />
hi libertad que le permitía, si no se lo hubieran estorbado el sitio y<br />
la ocasión.<br />
Duraba entretanto la pausa <strong>de</strong>l torneo, sin otra interrupción<br />
que las esclamaciones <strong>de</strong> los heraldos: «Amor á las damas, rómpanse<br />
lanzas; ánimo, valientes caballeros; ved los hermosos ojos<br />
que os están mirando. .><br />
1.a música <strong>de</strong> los mantenedores daba también <strong>de</strong> cuando en<br />
cuando señales do triunfo, y <strong>de</strong> reto á los caballeros que aun no se<br />
habían presentado; la gente baja se quejaba <strong>de</strong> que pasase el dia<br />
sin toda la diversión que prometía, y los caballeros j nobles añ<br />
il no Mismo f|uc eurntnlro i pelee.
74 IVANIIOE.<br />
cíanos se hablaban al oído, <strong>de</strong>plorando la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong>l espíritu<br />
marcial, tan diferente <strong>de</strong>l que reinaba en su tiempo, atribuyéndolo<br />
en gran parte á la escasez <strong>de</strong> damas hermosas, como las que<br />
en su juventud coronaban en las justas á los vencedores. El principo<br />
Juan daba ya las disposiciones necesarias ¡tara que se sirviese<br />
el banquete, y hablaba <strong>de</strong> adjudicar el premio á Brian <strong>de</strong> Bois-<br />
Guilbert, que con una sola lanza habia <strong>de</strong>smontado dos caballeros,<br />
y maltratado á otro.<br />
Al fin, cuando la música <strong>de</strong> los sarracenos terminaba una <strong>de</strong><br />
aquellas largas fanfarrias con que, habia interrumpido el silencio<br />
general, se oyó en la parte opuesta el eco <strong>de</strong> una sola trompeta que<br />
respondía al <strong>de</strong>safío. Volviéronse los ojos <strong>de</strong> todo el concurso al<br />
nuevo campeón, y no bien se habían abierto las barreras, cuando<br />
se presentó en medio <strong>de</strong> la arena. Parecía, en cuanto podia conjeturarse<br />
do un hombre enteramente cubierto <strong>de</strong> hierro, persona <strong>de</strong><br />
mediana estatura, y no muy fuerte ni robusto. Su armadura era<br />
<strong>de</strong> acero, con ricos adornos <strong>de</strong> oro; y la divisa <strong>de</strong> su escudo, una<br />
encina tierna, arrancada por las raices, con el mote español: .Besheredado.»<br />
Montaba un gallardo caballo negro, y al dar la vuelta<br />
por lo interior <strong>de</strong> las vallas, saludó cortesmente al Príncipe y alas<br />
damas, inclinando con gracioso a<strong>de</strong>man la punta <strong>de</strong> la lanza. La<br />
<strong>de</strong>streza con que manejaba su caballo, y cierto aire juvenil que <strong>de</strong>notaba<br />
su talante, le grangearon el favor <strong>de</strong> ios espectadores; muchos<br />
do los cuales, particularmente <strong>de</strong> la gente ordinaria, le gritaban:<br />
«Toca el escudo <strong>de</strong> Ralfo<strong>de</strong> Vipont... toca el escudo <strong>de</strong>l<br />
.Hospitalario. Son los menos seguros á caballo: mejor saldrás con<br />
ellos que con los otros.»<br />
til campeón, marchando pausadamente en medio <strong>de</strong> esta gritería,<br />
subió á la plataforma por el paso que conducía á ella <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
palenque, y con estrañeza <strong>de</strong> todos los concurrentes marchó en línea<br />
recta al pabellón <strong>de</strong>l centro, y tocó con la punta <strong>de</strong> la lanza<br />
el escudo <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert, cuyo sonido retumbé'en todo<br />
el ámbito <strong>de</strong> la palestra. Esta arrogancia causó general admiración;<br />
mas nadie pareció tan atónito como el mismo caballero, retado<br />
por aquella señal á mortal combate.<br />
«¿Os habéis confesado, hermano, dijo el Templario, ó habéis oido<br />
misa esta mañana, puesto que con tan poca ceremonia queréis esponer<br />
la vida?<br />
—Mas pronto estoy á arrostrar la muerte que tú, respondió e!
CAPÍTULO VIII. 75<br />
Desheredado, que tal era el nombre que todos le daban, y con el<br />
que estaba <strong>de</strong>signado en los libros <strong>de</strong>l torneo.<br />
—En ese caso, repuso el Templario, anda á tomar tu puesto y<br />
<strong>de</strong>spí<strong>de</strong>te <strong>de</strong>l sol, que esta noche has <strong>de</strong> dormir con los santos <strong>de</strong>i<br />
• 'icio.<br />
—Gracias por tu. cortesía, dijo e¡ Desheredado, y en cambio te<br />
aconsejo tomes otro caballo y otra lanza, pues te juro por mi honor<br />
que así lo lias menester.»<br />
Dicho esto con tono sereno .y condado, hizo retroce<strong>de</strong>r al caballo,<br />
andando hacia atrás por el pasaje (pie conducía al pabellón, y por<br />
toda la estension <strong>de</strong>! palenque, hasta la estremidad <strong>de</strong>l norte, don<strong>de</strong><br />
se paró aguardando á su antagonista. El público aplaudió con<br />
entusiasmo este golpe maestro do equitación.<br />
Brian <strong>de</strong> Bois Guilbcrt, aunque frenético <strong>de</strong> cólera al ver la insolencia<br />
<strong>de</strong> su adversario, no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> tomar las precauciones que<br />
este le habia aconsejado: estaba su honor en gran manera comprometido,<br />
y no <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>sperdiciar medio alguno <strong>de</strong> vencer á tan presuntuoso<br />
competidor. Aludo <strong>de</strong> caballo, y tomó uno (legran brio<br />
é intrepi<strong>de</strong>z; íambk u mandó que lo trajesen una <strong>de</strong> las lanzas mas<br />
fuertes <strong>de</strong>! astillero, por si la que le habia servido hasta entonces<br />
se Pabia resentido algún tanto en los repetidos choques <strong>de</strong>l dia.<br />
Por último, sus escu<strong>de</strong>ros le pusieron en los manos otro escudo»<br />
porque el que habia tenido durante el torneo, estaba abollado en<br />
algunas partes. Este llevaba la divisa común <strong>de</strong> Brian, que representaba<br />
dos ginetcs montados en un caballo, emblema <strong>de</strong> la primitiva<br />
humildad y pobreza <strong>de</strong> los Templarios.<br />
El segundo escudo llevaba un cuervo, á. vuelo <strong>de</strong>splegado, con<br />
una calavera en las garras, y el mote: Guardo el aterro.<br />
Cuando los dos caballeros estuvieron situados uno en frente <strong>de</strong><br />
otro, es Imposible <strong>de</strong>scribir el ansia y atención con que el público<br />
!es miraba. Había muy pocos entre los espectadores que creyesen<br />
podría salir bien el Desheredado <strong>de</strong> aquel encuentro; pero su valor<br />
y bizarría le habían grangeado los buenos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> todos.<br />
Aun no habían terminado las trompetas la señal <strong>de</strong>l ataque,<br />
cuando los dos antagonistas se dispararon <strong>de</strong> sus puestos con la<br />
prontitud <strong>de</strong>l rayo, y se encontraron en medio <strong>de</strong> la palestra con<br />
el estampido <strong>de</strong>l trueno, luciéronse astillas las lanzas al primer<br />
choque, y aun pareció que ambos iban á <strong>de</strong>splomarse al suelo,<br />
porque á tan violento golpe los dos caballos retrocedieron y dobla-
7(5 IVANHOI;.<br />
ron el cuarto trasero. Lino y otro se recobraron con la ayuda <strong>de</strong> la<br />
brida y <strong>de</strong> la espuela, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse mirado con 0J03 que<br />
parecían arrojar fuego al través <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong> las viseras, volvieron<br />
riendas, y pasaron á los estreñios opuestos, don<strong>de</strong> los asís<br />
tentes les dieron nuevas lanzas.<br />
has aclamaciones generales <strong>de</strong> todos los espectadores, y el tre<br />
molar <strong>de</strong> las fajas y pañuelos, manifestaban el interés que todos<br />
tomaban en aquella lid, que era la mas igual y la mas bien <strong>de</strong>sempeñada<br />
<strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>l torneo. Pero apenas volvieron d sus puestos<br />
los combatientes, cuando á tan estrepitosa algazara sucedió un<br />
silencio tan profundo, que parecía que nadie osaba <strong>de</strong>spedir el<br />
aliento.<br />
Sucedió una pausa do algunos minutos, para que recobrasen e 1<br />
suyo ginctes y caballos: <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> los cuales el Príncipe hizo otrk<br />
señal con ol bastón, y los clarines tocaron á ataque. Pos campeones<br />
arrancaron <strong>de</strong> sus sitios, y so encontraron en el medio con 1»<br />
misma prontitud, con la misma <strong>de</strong>streza y con la misma violencia<br />
que en la primera ocasión; mas el resultado fué diferente.<br />
hueste segundo choque, el Templario se dirijió a! centro <strong>de</strong>!<br />
broquel <strong>de</strong> su enemigo, y lo hirió con tanto lino y fuerza, (pie la<br />
lanza saltó convertida en átomos, y el caballero Desheredado vaciló<br />
algunos instantes en la silla. El campeón, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio<br />
<strong>de</strong> la carrera, había apuntado la lanza hacia el broquel <strong>de</strong> llois<br />
Guilbert; pero mudando <strong>de</strong> dirección, casi en el momento <strong>de</strong>l choque,<br />
la dirijió al yelmo, (pie era punto mas difícil <strong>de</strong> acertar, pero<br />
que si se conseguía, hacia mas irresistible el empuje. \un con esta<br />
notable <strong>de</strong>sventaja, el Templario sostuvo su bien sentado crédito, y<br />
no hubiera sido <strong>de</strong>smontado á no haber estallado las chinchas. E<br />
resultado fué que ginete, caballo y silla cayeron al suelo enmedio<br />
<strong>de</strong> una espesa nube <strong>de</strong> polvo.<br />
Desembarazarse <strong>de</strong> los estribos y <strong>de</strong>l caballo fue para el Templario<br />
obra <strong>de</strong> un momento. Confuso y aturdido, tanto por su <strong>de</strong>rrota,<br />
como por las aclamaciones en que prorumpieron los espectadores,<br />
sacó la espada, y amenazó con ella ásu vencedor. El caballero Des<br />
heredado echó pié á tierra, y <strong>de</strong>senvainó la suya: los maestres <strong>de</strong>l<br />
campo, empero, apretando espuelas á los caballos, se pusieron en<br />
medio, y les recordaron que las leyes <strong>de</strong>l torneo no permitían, en<br />
la presente ocasión, aquella especio <strong>de</strong> combate.<br />
«En otra parte nos veremos, dijo el Templario lanzando á su an-
CAPÍTULO VIII. 77<br />
tagonista una mirada, intérprete <strong>de</strong>l odio y <strong>de</strong>l furor que le<br />
atormentaba el pecho; y será don<strong>de</strong> no haya nadie que nos se<br />
pare.<br />
—No faltará por mí, dijo el .'Desheredado, ni será culpa mia si<br />
así no se verifica. A pié y caballo me hallarás siempre dispuesto á<br />
pelear contigo ; sea con espada, con hacha ó con lanza.»<br />
Otras y mas agrias razones hubieran proferido, si los maestres<br />
<strong>de</strong>l campo, cruzando sus lanzas entre los dos, no los hubieran obligado<br />
á separarse. El Desheredado volvió á su puesto, y Bois-Guilhert<br />
á su tienda, don<strong>de</strong> permaneció todo el resto <strong>de</strong>l día, entregado<br />
í los arrebatos do la <strong>de</strong>sesperación.<br />
Sin bajarse <strong>de</strong>l caballo, el vencedor pidió una taza do vino, y <strong>de</strong>satando<br />
el barboquejo <strong>de</strong>l yelmo, dijo en voz alta que brindaba á la<br />
salud <strong>de</strong> todos los verda<strong>de</strong>ros ingleses, y por la confusión do la tiranía<br />
estranjera. En seguida mandó tocar la trompeta, y rogó á un<br />
heraldo dijese á los mantenedores que no hacia distinción entre<br />
ellos, sino que estaba pronto á medir sus armas con cualquiera <strong>de</strong><br />
ios que quisiesen hacerle frente.<br />
El gigantesco Ercnte-dc-bucy, cubierto <strong>de</strong> negra armadura, fué<br />
el primero que tomó el campo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota do su compañero.<br />
Elevaba en escudo blanco una cabeza negra <strong>de</strong> buey, medio<br />
<strong>de</strong>spintada por los repetidos golpes que habia resistido; y encima<br />
el arrogante mote: Cave: v.dsv.m. El triunfo <strong>de</strong>l Desheredado sobre<br />
este nuevo enemigo fué <strong>de</strong>cisivo, aunque no importante. Los dos<br />
rompieron las lanzas gallarda y acertadamente; pero Frente-<strong>de</strong>buey<br />
perdió un estribo, y por consiguiente perdió la batalla.<br />
A'o fué menos aventurado el <strong>de</strong>sconocido en su tercer encuentro<br />
con sir Felipe <strong>de</strong> Malvoisin, a quien hirió con tanto ímpetu en el<br />
yelmo, que se rompieron las hebillas, y si no cayó al suelo fué porque<br />
libre <strong>de</strong> este estorbo, pudo manejar con mas holgura el caballo.<br />
Malvoisin quedó vencido, como sus compañeros.<br />
En su cuarto encuentro con De Grand-Mesnil, el Desheredado se<br />
mostró tan cortés, como hasta entonces habia sido diestro y valeroso.<br />
El caballo <strong>de</strong> este contrario era joven y fogoso, y en su primer<br />
-arranque se <strong>de</strong>scompasó en tales términos, que el ginete no pudo<br />
asegurar la puntería. El vencedor no quiso aprovecharse <strong>de</strong> esta<br />
ventaja : alzó la lanza, y pasando junto á su contrario sin tocarle,<br />
dio vuelta á su puesto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cual ofreció á De Grand-Mesnil un<br />
•segundo encuentro por mcd'o <strong>de</strong> un heraldo, Mas él lo rehusó, con-
«78 IVANHOK<br />
fesáudose vencido, tanto por la urbanidad, como por la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong><br />
su enemigo.<br />
Rallo <strong>de</strong> Vipont proporcionó el último triunfo al forastero, cayen<br />
do con tanta violencia, que inmediatamente se vieron salir tres<br />
caños <strong>de</strong> sangre por nariz y boca. Sus escu<strong>de</strong>ros lo sacaron sin sen<br />
tido <strong>de</strong>l palenque.<br />
El Príncipe y los maestres <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong>clararon vencedor al ca<br />
ballero Desheredado, y los espectadores respondieron con ince<br />
santes vivas y aclamaciones<br />
CAPITULO ÍX.<br />
Guillermo <strong>de</strong> Wyvil y Esteban <strong>de</strong> Martival, maestres <strong>de</strong>l campo,,<br />
fueron los primeros que dieron la enhorabuena al vencedor, rogándole<br />
al mismo tiempo les permitiese <strong>de</strong>sabrocharle el yelmo, ó que<br />
& lo menos se alzase la visera antes <strong>de</strong> ser conducido á recibir el<br />
premio que Labia ganado, <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>l príncipe Juan. El caballero<br />
Desheredado rehuso ambas cosas con la mayor urbanidad, alegando<br />
que en aquella ocasión no le era dado <strong>de</strong>scubrirse, por las<br />
razones que Labia puesto en consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> los heraldos antes do<br />
entrar en las barreras. Esta respuesta satisfizo completamente álos<br />
maestres, porque entre las caprichosas promesas que hacían los caballeros<br />
en aquellos tiempos, ninguna era mas común, que la d<<br />
disfrazarse y vivir <strong>de</strong> incógnito durante cierto tiempo, ó hasta llevar<br />
á cabo alguna aventura. Por tanto los maestres no insistieron<br />
en sus <strong>de</strong>mandas, sino que anunciaron al príncipe Juan que el caballero<br />
Desheredado <strong>de</strong>seaba no ser conocido, y le pidieron permiso<br />
<strong>de</strong> presentarlo á S. A., á fin <strong>de</strong> que recibiese el galardón que había<br />
merecido.<br />
Este misterio escitó la curiosidad <strong>de</strong>l Príncipe; el cual, disgustado<br />
al ver el éxito <strong>de</strong>l combate, que tan funesto había sido á los caballeros<br />
que él miraba cou particular afición, habiendo sido todos<br />
<strong>de</strong>rrotados por un solo antagonista, respondió con altanería á los<br />
maestres: «Por la Virgen nuestra señora, que tan <strong>de</strong>sdichado parece<br />
en cortesía, como en bienes <strong>de</strong> fortuna. Milores, continuó vol-
CAPÍTULO IX.<br />
viéndose á ios personajes <strong>de</strong> su comitiva, ¿no podéis adivinar quién<br />
es este galán que con tanta altanería se porta?<br />
—No caigo en ello, respondió De Bracy, ni creía yo que hubiera<br />
en medio do los cuatro mares que ro<strong>de</strong>an á Inglaterra, campeón<br />
alguno capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>rrotar á esos cinco mantenedores en un dia <strong>de</strong><br />
justa. A fe mia que no olvidaré el modo con que arrojó á De Yipont<br />
al suelo. Así salió el pobre Hospitalario <strong>de</strong> la silla, como guijarro<br />
<strong>de</strong>spedido <strong>de</strong> la honda.<br />
— No os jactéis <strong>de</strong> eso, dijo un caballero <strong>de</strong> San Juan que estaba<br />
presente, que no fué mejor la suerte <strong>de</strong>l Templario. Tres veces vi<br />
rodar por el suelo ¡i Bois-Guilbert, y á fe que tomaba arena á puhados.»<br />
Bracy , que era partidario <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong>l Temple , hubiera<br />
replicado sin <strong>de</strong>tenerse, pero se atravesó el príncipe Juan diciendo<br />
"Silencio . señores: ¿qué significa este inútil <strong>de</strong>bato?»<br />
— El vencedor , dijo De Wyvil, aguarda la voluntad do V. A,<br />
—Mi voluntad es, respondió el Príncipe, que aguar<strong>de</strong> hasta que<br />
encontremos alguno que nos dé algunas i<strong>de</strong>as acerca <strong>de</strong> su nombro<br />
y condición. Después <strong>de</strong> lo que ha hecho , bien pue<strong>de</strong> aguardar <strong>de</strong><br />
aquí á la noche sin resfriarse.<br />
— V. A., dijo Waldcmar Eitzurse, no dará la <strong>de</strong>bida honra al vencedor<br />
, si lo <strong>de</strong>tiene hasta saber lo que es imposible averiguar. Yo<br />
5 lo menos no tengo dato alguno en que fundar mis conjeturas , ó,<br />
meuos que el <strong>de</strong>sconocido sea alguna <strong>de</strong> las buenas lanzas que<br />
acompañaron al rey Ricardo á Tierra santa, y que según dicen,<br />
han salido ya <strong>de</strong> vuelta á Inglaterra.<br />
— Quizás sera el ('on<strong>de</strong> <strong>de</strong> Salisbury, dijo Bracy, que es casi <strong>de</strong><br />
ia misma estatura.<br />
— Mas bien sir Tomas <strong>de</strong> Multon , el caballero do Gilsland, dijo<br />
Fitzursc ; Salisbury es mucho mas rehecho.» Suscitóse al oír esto<br />
algún murmullo éntrelos cortesanos, aunque no fué posible saber<br />
quién le dio principio. «; Si será el Rey ! a se <strong>de</strong>cían unos á otros;<br />
al oiiio. «| Si será el mismo Corazón <strong>de</strong> León!»<br />
— jDics nos libre! esclamó involuntariamente el príncipe Juan<br />
poniéndose pálido como la muerte, y dando un retemblido como<br />
Si le hubiera <strong>de</strong>slumhrado el resplandor <strong>de</strong> un relámpago. YVal<strong>de</strong>mar,<br />
Bracy, valientes caballeros , acordaos <strong>de</strong> vuestras promesas,<br />
y manteneos fieles y leales.<br />
—Libres estamos <strong>de</strong> todo peligro, respondió Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse,
80 IVANHOE.<br />
¿Habéis olvidado las formas membrudas <strong>de</strong> vuestro hermano, y<br />
podéis imaginaros que quepan en aquella armadura? De Wyvih<br />
Martival, el mejor servicio que podéis hacer al Príncipe es acercar al<br />
vencedor al trono, y terminar las dudas que le han sacado los colores<br />
al rostro. Mírelo vuestra Alteza <strong>de</strong> cerca, continuó dirigiendo<br />
la palabra al Príncipe, y verá que le faltan tres pulgadas para la<br />
estatura <strong>de</strong>l Rey , y seis para la anchura <strong>de</strong> sus hombros. El caballo<br />
que monta no podría servir al rey Ricardo para una sola carrera.»<br />
Aun no había acabado <strong>de</strong> hablar , cuando los maestres presentaron<br />
el caballero Desheredado al pié <strong>de</strong> los escalones <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra que<br />
subian <strong>de</strong>l palenque, al trono <strong>de</strong>l Príncipe. Tan turbado estaba este<br />
con el temor <strong>de</strong>que hubiese llegado á Inglaterra un hermano ú<br />
quien tantos favores <strong>de</strong>bia, y con quien se había mostrado tan ingrato<br />
y fementido, que no bastaron á tranquilizar sus dudas las diferencias<br />
indicadas por "Wal<strong>de</strong>mar. Cuando pronunciaba algunas<br />
frases breves y mal digeridas sobre el valor <strong>de</strong>l Desheredado, y daba<br />
or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> que se le entregase el caballo que servia <strong>de</strong> premio, todos<br />
los miembros <strong>de</strong> su cuerpo temblaban , como si aguardase que<br />
saliese <strong>de</strong> aquella visera que tenia enfrente la voz sonora y formidable<br />
<strong>de</strong> Ricardo Corazón <strong>de</strong> león.<br />
Pero el caballero Desheredado no respondió una sola palabra i la<br />
arenga <strong>de</strong>l Príncipe: solo le hizo una profunda reverencia.<br />
Dos volantes magníficamente vestidos condujeron el caballo, cubierto<br />
<strong>de</strong> un suntuoso arnés militar ; mas este adorno no realzaba<br />
su precio á los ojos <strong>de</strong> los inteligentes. El Desheredado puso le. mano<br />
en el arzón <strong>de</strong>lantero, y saltó sobre la silla sin apoyar el pie en<br />
el estribo: blandió la lanza y recorrió dos veces la palestra, haciendo<br />
lucir la gracia y el vigor <strong>de</strong>l bruto, con toda la inteligencia y<br />
tino <strong>de</strong> un gánete consumado.<br />
Este rasgo <strong>de</strong> ostentación hubiera sido atribuido á vanidad en<br />
cualquiera otra circunstancia, pero en aquella pareció generalmente<br />
dictado por el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> manifestar todo el mérito <strong>de</strong>l galardón<br />
con que el Príncipe le había favorecido: así que el público repitió<br />
con nuevo ahinco sus gritos y aplausos.<br />
Al mismo tiempo el prior Aymer se acercó al Príncipe \ ie dijo<br />
al oido que era ya tiempo do que el campeón diese pruebas <strong>de</strong> su<br />
buen gusto, como las había dado <strong>de</strong> su valor, eligiendo entre las<br />
damas que hermoseaban las galerías, la que <strong>de</strong>bia ocupar el tropo
CAPÍTULO IX. 81<br />
•le la belleza y <strong>de</strong>l amor, y coronar al vencedor el siguiente dia. En<br />
virtud <strong>de</strong> esto recuerdo , el Príncipe hizo seña con el bastón al caballero<br />
cuando este pasaba segunda vez por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l trono. El<br />
caballero se paró do pronto, bajó la lanza hasta poner la punta á un<br />
pié <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong>l suelo, y quedó inmóvil aguardando las ór<strong>de</strong>nes<br />
<strong>de</strong>l Príncipe. Los espectadores admiraron la fuerza y prontitud con<br />
que supo reducir al caballo <strong>de</strong> la violencia <strong>de</strong>l galope tendido á la<br />
firmeza <strong>de</strong> una estatua ecuestre.<br />
'«Señor Desheredado, dijo el Príncipe, puesto que esto es el único<br />
lítulo que puedo daros hasta ahora, vuestro privilegio y obligación<br />
es nombrar á la hermosa dama que <strong>de</strong>be presidir la fiesta <strong>de</strong> mañana,<br />
como reina <strong>de</strong>l honor, <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura. Si, como es-<br />
¡ranjero, necesitáis <strong>de</strong>l aviso ageno para dirigir vuestra elección,<br />
ío vínico que po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>ciros es que lady Alicia, hija <strong>de</strong> nuestro<br />
valiente caballero Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Eitzurse, ocupa hace mucho tiempo<br />
en nuestra Corte el primer puesto <strong>de</strong> la belleza. Sin embargo,<br />
'•orno es prerogatiya vuestra dar la corona á quien mas os agra<strong>de</strong>,<br />
la elección será formal y completa, cualquiera que sea la noble dama<br />
en quien recaiga : y ahora alzad la lanza.»<br />
Obe<strong>de</strong>ció el Desheredado , y el príncipe Juan colocó en la punta<br />
una dia<strong>de</strong>ma <strong>de</strong> raso ver<strong>de</strong>, guarnecida <strong>de</strong> un circulo <strong>de</strong> oro, en cuya<br />
liarte superior estaban representados alternativamente corazones<br />
y puntas <strong>de</strong> flecha, aguisa <strong>de</strong> las hojas <strong>de</strong> fresa y las bolas que<br />
distinguen la corona ducal.<br />
Juan tenia varios motivos para indicar al campeón la elección<br />
que <strong>de</strong>bía Lacer en la Lija <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Eitzurse: motivos en<br />
verdad propios do una índole como la suya , en que se notaba una<br />
mezcla estrada <strong>de</strong> <strong>de</strong>sidia, presunción , sutileza y astucia. Por un<br />
lado quería borrar <strong>de</strong> la memoria <strong>de</strong> sus cortesanos sus inoportunas<br />
é in<strong>de</strong>centes chanzas acerca <strong>de</strong> Eebeca la judía; por otro, <strong>de</strong>seaba<br />
lisonjear la vanidad do Eitzurse, á quien miraba ya con temor<br />
y <strong>de</strong>sconfianza, y que mas <strong>de</strong> una vez Labia <strong>de</strong>saprobado la conducta<br />
<strong>de</strong>l Príncipe en los lances y ocurrencias <strong>de</strong> aquel torneo,<br />
también aspiraba á cautivar la afición <strong>de</strong> Alicia ; porque Juan era<br />
tan licencioso en sus galanteos, como <strong>de</strong>senfrenado en su ambición.<br />
Pero su intención principal era suscitar contra el caballero Desheredado<br />
,'á quien miraba con secreta aunque violenta repugnancia]<br />
el resentimiento <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Eitzurse, que entonces era un<br />
po<strong>de</strong>roso enemigo, y que llevaría muy á mal el <strong>de</strong>saire hecho á su<br />
c
82 IVA-SIIOK.<br />
hija, si, como era probable , el vencedor hacia otra elección que \u<br />
que el Príncipe le había insinuado.<br />
Y así fué en efecto; porque el Desheredado pasó por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ¡a<br />
galería inmediata á la <strong>de</strong>l Príncipe , en la cual estaba sentada Ali<br />
cia <strong>de</strong> Fitzurse con todo el orgullo <strong>de</strong> una beldad que no reconoce<br />
rival alguna que la eclipse; y sujetando el paso <strong>de</strong>l caballo, pare<br />
cía empleado en examinar una por una las damas que formaban<br />
aquel espléndido conjunto.<br />
Eran dignos <strong>de</strong> observarse los diferentes a<strong>de</strong>manes <strong>de</strong> las damas<br />
cuando el caballero las pasaba revista. Las unas se ponían encen<br />
didas y ruborosas ; las otras serias y entonadas; aquella fijaba sus<br />
ojos en otra parte , como si no hubiera hecho alto en el campeón:<br />
esta procuraba sonreírse , y aun hubo dos ó tres que soltaron la<br />
carcajada. Notáronse algunas que cubrieron el rostro con el velo;<br />
mas el manuscrito que nos suministra todos estos pormenores dice<br />
que eran doncellas añejas que habían gozado hartas veces en su<br />
juventud <strong>de</strong> aquel triunfo, y que renunciaban á sus <strong>de</strong>rechos al<br />
trono en favor <strong>de</strong> las mas jóvenes.<br />
M fin el caballero Desheredado se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l balcón o:,<br />
que estaba lady Kowcna, y esta circunstancia escitó vivamente la<br />
curiosidad general.<br />
Es menester confesar que si hubiera podido influir en la elección<br />
aquella predilección que resulta en favor <strong>de</strong> los que se muestran<br />
interesados y anhelantes en la suerte <strong>de</strong> los otros, el balcón <strong>de</strong> lady<br />
Eowena tenia gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>rechos á la preferencia <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>bia con<br />
ferir el trono. Cedric el Sajón , gozoso al ver el <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong>l Tem<br />
plario . y aun mas el <strong>de</strong> sus dos malévolos vecinos Ereníe-<strong>de</strong>-buey<br />
y Malvoisin, había estado durante todo el encuentro con la mitad<br />
<strong>de</strong>l cuerpo fuera <strong>de</strong>l balcón, y siguiendo todos los movimientos <strong>de</strong>l<br />
que los había <strong>de</strong>rrotado, no solo con sus miradas, sino con sus<br />
gestos y a<strong>de</strong>manes. No Labia sido menos vehemente el interés <strong>de</strong><br />
lady llovvena, aun que no lo habia <strong>de</strong>scubierto tan á las claras. Aun<br />
el <strong>de</strong>sidioso Athelstanc habia dado algunos síntomas <strong>de</strong> energía,<br />
bebiendo una gran copa <strong>de</strong> vino moscatel á la salud <strong>de</strong>l caballero<br />
Desheredado.<br />
Debajo <strong>de</strong> la galería ocupada por los sajones se divisaba otro<br />
grupo, que no habia dado pocas pruebas <strong>de</strong> inquietud durante ei<br />
combate.<br />
«¡Padre Abraham! dijo Isaac <strong>de</strong> Yorclc <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l primer choque
CAPÍTULO i-- &í<br />
entre el Templario y el caballero Desheredado : ¡como trata al po<br />
bre caballo! ¡Un caballo que ha sidotraidoá tanta costa nada menos<br />
que <strong>de</strong> las arenas <strong>de</strong> Arabia! y arrearlo como si fuera asno <strong>de</strong> ye<br />
sero! ¡Y la armadura que ha costado tantos zequines á José Pereirs<br />
el <strong>de</strong> Milán, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l setenta por ciento <strong>de</strong> ganancia! Lo mismo<br />
cuida <strong>de</strong> ella que si la hubiera encontrado en medio <strong>de</strong>l camino.<br />
—¿Cómo queréis, respondió Rebeca, que cui<strong>de</strong> <strong>de</strong>l caballo y <strong>de</strong> la,<br />
armadura, cuando tiene que cuidar <strong>de</strong> sus miembros , espuestos á<br />
tan formidables golpes.<br />
—Muchacha, dijo Isaac , calla, que no sabes lo que dices. Lo?<br />
miembros <strong>de</strong> su cuerpo son suyos propios , y pue<strong>de</strong> hacer con ellos<br />
lo que se le antoje; pero el caballo y la armadura son <strong>de</strong>... ¡Santo<br />
Jacob! ¿qué iba yo á <strong>de</strong>cir? Con todo eso, es un gallardo mancebo<br />
Mira, Rebeca , ahora va á pelear con el filisteo. Pí<strong>de</strong>le á Dios que<br />
le saque con bien , y también al caballo y á la armadura. ¡Dios di<br />
luís padres! esclamó <strong>de</strong> pronto... ganó, y el incircuuciso filisteo ha<br />
cedido al empuje <strong>de</strong> su lanza, como Og rey <strong>de</strong> Bashan, y Sihonrev<br />
<strong>de</strong> los Amoritas cayeron bajo la espada <strong>de</strong> nuestros padres. Segu<br />
ramente son suyos los <strong>de</strong>spojos <strong>de</strong>l vencido : el oro y la plata, y ff.<br />
caballo, y la armadura <strong>de</strong> acero y <strong>de</strong> bronce.»<br />
Con la misma ansiedad estuvo observando el buen judío todos lo><br />
otros lances <strong>de</strong>l torneo, sin <strong>de</strong>sperdiciar ocasión <strong>de</strong> calcular la gs -<br />
nancia que podia sacar el Desheredado <strong>de</strong> cada combate en que sa<br />
lia victorioso. Así que, como hemos visto, también los espectadores<br />
situados <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l balcón enfrente <strong>de</strong>l cual se había parado , m<br />
mostraron interesados en su suerte.<br />
Sea in<strong>de</strong>cisión , sea cualquier otro motivo <strong>de</strong> duda, el campeou<br />
se mantuvo inmóvil por espacio <strong>de</strong> mas <strong>de</strong> un minuto, en tanh<br />
que las miradas <strong>de</strong> los silenciosos espectadores estaban clavadas en<br />
su persona. En seguida se a<strong>de</strong>lantó respetuosa y pausadamente<br />
hacia el balcón , y puso la corona que llevaba en la punta <strong>de</strong> la<br />
lanza á los pies <strong>de</strong> lady Rowena. Al instante tocaron las trompetas.,<br />
y los heraldos proclamaron á la hermosa sajona Reina <strong>de</strong> la her<br />
mosura y <strong>de</strong>l amor para la fiesta <strong>de</strong>l siguiente día, amenazando<br />
con graves penas á los que se mostrasen rebel<strong>de</strong>s á su autoridad.<br />
Repitieron <strong>de</strong>spués los gritos <strong>de</strong> largueza, largueza; & que respon<br />
dió Cedric lleno <strong>de</strong> orgullo y satisfacción, esparciendo profusa<br />
mente monedas <strong>de</strong> oro y plata. Athelstane hizo lo mismo, aunque<br />
tardó algún tiempo en <strong>de</strong>cidirse.
84 IVANIIOE.<br />
El triunfo <strong>de</strong> la hermosa Rowena suscitó algunos murmullos en<br />
tre las damas <strong>de</strong> las familias normandas; las cuales estaban tan<br />
poco acostumbradas á verse pospuestas á las sajonas , como los<br />
nobles <strong>de</strong> la misma <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia á quedar vencidos en los ejerci<br />
cios caballerescos que ellos mismos habían introducido. Pero estas<br />
señales <strong>de</strong> <strong>de</strong>scontento cedieron á los gritos populares <strong>de</strong> «;Yiva<br />
lady Rovrena , reina legítima <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la, belleza ! •> Algunos<br />
espectadores gritaban a<strong>de</strong>más: «¡Vivan los Príncq.tos sajones!<br />
jviva la familia <strong>de</strong>l inmortal Alfredo!»<br />
Por muy <strong>de</strong>sagradables que fuesen estas aclamaciones á los oídos<br />
<strong>de</strong>l príncipe Juan y <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>aban, le fué preciso confirmar<br />
el nombramiento <strong>de</strong>l vencedor; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo cual montó á caba<br />
llo , y acompañado por sus cortesanos volvió á entrar en el palen<br />
que. El Príncipe'se <strong>de</strong>tuvo al pié <strong>de</strong> la galería en que estaba lady<br />
Alicia, á quien dirigió algunos cumplimientos y galanterías: y<br />
volviéndose á su comitiva : «Por el Santo <strong>de</strong> mi nombre , dijo, que<br />
si las hazañas <strong>de</strong>l caballero prueban que es hombre <strong>de</strong> puños , su<br />
elección <strong>de</strong>muestra que tiene los ojos llenos <strong>de</strong> telarañas.»<br />
En esta ocasión , como durante todo el curso do su vida, Juan<br />
tuvo la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconocer enteramente el carácter <strong>de</strong> las per<br />
sonas cuyo afecto quería granjearse. Wal<strong>de</strong>mar Eitzurse se resin<br />
tió amargamente <strong>de</strong> la franqueza con qixe el Príncipe mani<br />
festaba su opinión acerca <strong>de</strong>l <strong>de</strong>saire que babia recibido lady<br />
Alicia.<br />
A IS'o hay , dijo , <strong>de</strong>recho mas precioso ni mas inviolable en la<br />
caballería , que el que cada caballero tiene <strong>de</strong> fijar sus pensamien<br />
tos en la dama que ha cautivado su corazón. Mi hija no tiene pri<br />
vilegio alguno <strong>de</strong> que las otras no disfruten , y en su gerarquía y<br />
esfera nunca le faltarán los homenajes que le son <strong>de</strong>bidos. »<br />
El Príncipe no respondió á esta indirecta reconvención ; sino que<br />
apretó espuelas al caballo , como para ocultar su bochorno, y se<br />
puso <strong>de</strong> un salto al pié <strong>de</strong> la galería en que estaba lady Rowena,<br />
con ¡a corona á los pies, como el campeón la habia<strong>de</strong>jado.<br />
« Recibid, dijo, hermosa dama, el emblema <strong>de</strong> vuestra sobera<br />
nía , que nadie mas sinceramente que yo reverencia y acata ; y si<br />
tenéis & bien honrar el banquete <strong>de</strong> hoy en el castillo <strong>de</strong> Asbby,<br />
•en compañía <strong>de</strong> vuestro noble padre y amigos, conoceremos <strong>de</strong><br />
cerca á la soberana á quien <strong>de</strong>dicaremos mañana nuestros ser<br />
vicios. »
CAPÍTULO IX, 85<br />
Uowena no <strong>de</strong>splegó los labios. Gedric respondió por ella en lengua<br />
sajona.<br />
— Lady Rowena, dijo , no posee el idioma en que <strong>de</strong>biera respon<strong>de</strong>r<br />
á, vuestra cortesía y presentarse dignamente al banquete en<br />
que os dignáis convidarla. El noble Athelstane <strong>de</strong> Coningsburg y<br />
yo no hablamos tampoco otra lengua que la <strong>de</strong> nuestros padres.<br />
Por tanto, nos es imposible aceptar vuestro favor. Mañana lady<br />
h'owena ocupará el puesto á que ha sido llamada por la libre elección<br />
<strong>de</strong>! caballero vencedor, que las aclamaciones <strong>de</strong>l pueblo han<br />
confirmado. »<br />
Dicho esto tomó la dia<strong>de</strong>ma , y la puso sobre la cabeza <strong>de</strong> Rowena<br />
, en señal <strong>de</strong> aceptar la autoridad que se le había conferido.<br />
1VANH0E.<br />
Quiero ver como se portan los mejores tiradores <strong>de</strong>l pais ; y cuenta<br />
que los hay buenos.<br />
— Veremos , dijo Juan á los suyos, como se porta él mismo ; y<br />
eara le ha <strong>de</strong> costar la función si su habilidad no es bastante á re<br />
parar los yerros <strong>de</strong> su insolencia.<br />
— Ya es tiempo, dijo Bracy, <strong>de</strong> hacer un ejemplar con estos vi<br />
llanos : á ver si escarmientan »<br />
Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse , que probablemente conocia cuanto aumen<br />
taban estas impru<strong>de</strong>ncias el <strong>de</strong>safecto con que los ingleses miraban<br />
al hermano <strong>de</strong> Bicardo , se encogió <strong>de</strong> hombros y guardó silencio.<br />
SI Príncipe continuó su retirada, y entonces fué general la disper<br />
sión <strong>de</strong> la muchedumbre.<br />
Los espectadores cruzaban la llanura en cuadrillas mas ó menos<br />
oumerosas y por diferentes caminos, según los puntos á que se<br />
en<strong>de</strong>rezaban. La mayor parte se dirigía á Ashby: pues muchos <strong>de</strong><br />
tos distinguidos personajes que habían concurrido al torneo esta<br />
ban alojados en el castillo, y otros en las casas <strong>de</strong> los principales<br />
sugetos <strong>de</strong> la ciudad. A esta clase pertenecían gran número <strong>de</strong> los<br />
caballeros que habían tomado parte en el combato <strong>de</strong> aquel dia , y<br />
«tros <strong>de</strong> los que se disponían á pelear en el siguiente ; los cuales se<br />
retiraban hablando <strong>de</strong> las ocurrencias <strong>de</strong>l torneo, y eran saludados<br />
con gran<strong>de</strong>s aclamaciones por el pueblo. También recibió muchos<br />
Víctores el príncipe Juan , menos por !a popularidad <strong>de</strong> que go<br />
zaba, que por el esplendor y magnificencia <strong>de</strong> su acompaña<br />
miento.<br />
Mas sinceros", mas generales y mas bien merecidos eran los<br />
aplausos que se prodigaban por todas partes al caballero vencedor,<br />
hasta que ansioso <strong>de</strong> evitar las miradas <strong>de</strong>l público , entró en uno<br />
te los pabellones colocados á la estremidad <strong>de</strong> la palestra., cuyo<br />
aso le habia sido ofrecido cortesmente por los maestres <strong>de</strong>l campo.<br />
Entonces se retiraron los curiosos que se habían reunido en torno<br />
<strong>de</strong> la tienda con el objeto <strong>de</strong> examinarlo <strong>de</strong> cerca 3' formar conje<br />
turas acerca do quien podría ser tan misterioso personaje.<br />
Al rumor y alboroto <strong>de</strong> aquel vasto concurso <strong>de</strong> gentes, reunidas<br />
en un solo punto y agitadas por los interesantes lances y sucesos<br />
le que habían sido testigos, sucedió el distante y confuso mur<br />
mullo <strong>de</strong> las cuadrillas que por todas partes se alejaban ; y á este,<br />
un profundo silencio , interrumpido tan solo por los operarios que<br />
recogíanlas alfombra? y cojines <strong>de</strong> los tablados, y que partían
CAPÍTULO X. tf)<br />
entre si los restos <strong>de</strong>l vino , <strong>de</strong> los manjares y refrescos, <strong>de</strong> que se<br />
habían provisto los espectadores.<br />
A. cierta distancia <strong>de</strong> las barreras se habían erigido algunas fra<br />
guas , y al anochecer empezó á oírse el marfil leteo <strong>de</strong> los armeros,<br />
que pasaron la noche reparando y componiendo las diferentes pie<br />
zas <strong>de</strong> armadura que <strong>de</strong>bían servir en los encuentros <strong>de</strong>l siguiente<br />
dia.<br />
Un fuerte <strong>de</strong>stacamento <strong>de</strong> guardias , que se relevaba <strong>de</strong> dos en<br />
ríos horas , se mantuvo toda la noche custodiando la escena <strong>de</strong>l<br />
•orábate.<br />
CAPITULO X.<br />
Apenas hubo entrado el caballero Desheredado en la tienda que<br />
se le había dispuesto, cuando se le presentaron gan número <strong>de</strong> pajes<br />
y escu<strong>de</strong>ros ofreciéndole sus servicios, nuevo surtido <strong>de</strong> armadura<br />
si la necesitaba, y todo lo preciso para tomar un baño. Quizás<br />
• •ra la curiosidad el aguijón <strong>de</strong>l zelo que manifestaron en esta ocasión,<br />
pues tocios <strong>de</strong>seaban saber quién era el caballero que tan honrosos<br />
triunfos habia conseguido, y que ni siquiera se habia alzado<br />
la visera ni pronunciado su nombre. Empero quedó poco satisfecha<br />
su hazañera oficiosidad. El caballero Desheredado rehusó toda<br />
!a asistencia que se le ofrecía, y se contentó con la <strong>de</strong> su escu<strong>de</strong>ro<br />
ó mas bien mozo <strong>de</strong> espuela, hombre <strong>de</strong> rústico y ordinario aspecto,<br />
cpie envuelto en una capa <strong>de</strong> color oscuro, y cubierta la cabeza<br />
y gran parte <strong>de</strong>l rostro con un gorro <strong>de</strong> pieles negras á la normanda<br />
, parecía <strong>de</strong>scoso <strong>de</strong> permanecer incógnito como el dueño á<br />
quien servia. Cuando todos los estraños salieron <strong>de</strong> la tienda , el<br />
criado aligeró á su señor <strong>de</strong> las piezas mas pesadas <strong>de</strong> la armadura,<br />
y le présenlo algunos manjares y vino, <strong>de</strong> que tenia gran necesidad<br />
<strong>de</strong>spués do tanta fatiga y esfuerzos.<br />
Apenas habia acabado <strong>de</strong> tomar aquel refrigerio cuando el servílar<br />
le dio parte <strong>de</strong> que cinco hombres, cada uno <strong>de</strong> los cuales traía<br />
<strong>de</strong>l diestro un caballo, pedían licencia <strong>de</strong> hablarle. El caballero Des -<br />
heredado se habia <strong>de</strong>sarmado completamente, y vestido la sobre-<br />
• «'«ta <strong>de</strong> que usaban en casa los sugetos <strong>de</strong> su condición, liste ro-
88 ITANHOK.<br />
paje tenia una capucha que podia cuhrir toda la cabeza en caso necesario,<br />
y que ocultaba las facciones <strong>de</strong>l rostro, como la visera <strong>de</strong><br />
un morrión; pero iba ya entrando la noche, y fué, inútil este disfraz,<br />
á menos que le conocieran muy familiarmente las personas que<br />
<strong>de</strong>seaban hablarle.<br />
El caballero Desheredado se acercó ala entrada <strong>de</strong> la tienda,y encontró<br />
en ella á los escu<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> los mantenedores <strong>de</strong>l torneo, ái<br />
quienes conoció fácilmente por las libreas pardas y negras que vestían.<br />
Cada uno llevaba <strong>de</strong>l diestro el caballo <strong>de</strong> su señor, con laar<br />
madura <strong>de</strong> que se había servido en el combate.<br />
«Según las leyes <strong>de</strong> la caballería, dijo el primero, yo, Balduino <strong>de</strong><br />
Oyley, escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l temible caballero Brian <strong>de</strong> BoisGuilbert, os<br />
presento á vos que os apellidáis el caballero Desheredado, el caballo<br />
y la armadura que han servido al dicho Brian <strong>de</strong> BoisGuilbert<br />
en el paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> este dia, <strong>de</strong>jando á vuestro arbitrio el retener<br />
ó el rescatar estas prendas, según vuestro noble ánimo os le<br />
dicte; porque tal es la ley <strong>de</strong> las armas.»<br />
Los otros escu<strong>de</strong>ros repitieron la misma fórmula, sin otra alteración<br />
que la <strong>de</strong> los nombres <strong>de</strong> sus dueños respectivos , y aguardaron<br />
la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong>l caballero Desheredado.<br />
« A vosotros cuatro, dijo el vencedor encarándose con los cuatfí.<br />
últimos que habían hablado, y á vuestros nobles y valientes señores,<br />
digo en general que me encomiendo á su estimación, y que no<br />
es mi ánimo privarles <strong>de</strong> sus armas y caballos, los cuales nunca podrán<br />
tener dueños que con ellos puedan competir en <strong>de</strong>streza y valor.<br />
Quisiera terminar aquí mimensaje; pero siendo en verdad. Des<br />
heredado, como mi nombre lo dice , me veo ел la necesidad <strong>de</strong> suplicarles<br />
rescaten las armaduras . en la manera que les dicte su<br />
cortesía; pues apenas puedo <strong>de</strong>cir que es mia la que me ha servid',<br />
en el torneo.<br />
—Estamos autorizados, dijo el escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>lieginaldo Frente<strong>de</strong><br />
buey, á ofrecer cada uno cien cequines en rescate <strong>de</strong> estos caballos<br />
y armaduras.<br />
La mitad <strong>de</strong> la suma, respondió el caballero Desheredado, basta<br />
á satisfacer las necesida<strong>de</strong>s que en la actualidad me aprietan. Le<br />
otra mitad será dividida en dos partes: una para vosotros , señores<br />
escu<strong>de</strong>ros, y la otra para los heraldos , músicos y <strong>de</strong>más asistentes<br />
<strong>de</strong>l torneo.»<br />
Los escu<strong>de</strong>ros, con gorra en mano, hicieron una profunda rev
CAPÍTULO x. 89<br />
reacia, y manifestaron su gratitud por aquella cortesía y generosidad,<br />
nada común entre los campeones, ó á lo menos pocas veces<br />
practicada con tanta profusión. El Desheredado se dirigió entonces<br />
á Bulduino, escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert. «De vuestro<br />
amo, le dijo, no acepto armas ni rescate. Decidle en mi nombre que<br />
no ha terminado nuestro combate, ni terminará hasta que hayamos<br />
peleado con espada y lanza, á caballo y á pié. A esta mortal pelea<br />
me ha <strong>de</strong>safiado él mismo , y yo no he olvidado el reto. Ai mismo<br />
licaipo le diréis que con él no obraré, como con los otros mantenedores<br />
, en términos corteses ; sino como con un hombre á quien<br />
mortalmen te aborrezco.<br />
—Mi amo, respondió Balbuino, sabe respon<strong>de</strong>rá los baldones, ó<br />
las estocadas y á las cortesías. Puesto que <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñáis aceptar <strong>de</strong> su<br />
parte el rescate que <strong>de</strong> los otros caballeros habéis exigido, aquí <strong>de</strong><br />
jo el caballo que nunca montará, y la armadura que nunca vestirá<br />
lirian <strong>de</strong> Bois-íluilbert.<br />
—Bien habéis hablado, buen escu<strong>de</strong>ro, dijo el Desheredado, bien<br />
y dignamente, y como correspon<strong>de</strong> al que habla en nombre <strong>de</strong> su<br />
dueño ausenle. No <strong>de</strong>jéis sin embargo aquí el caballo ni la armadura.<br />
Restituid ambas prendas á vuestro señor, y si se niega á recibirlas<br />
, conservadlas para, vuestro uso, buen amigo. Puesto que<br />
están á mi disposición, os las doy do mi plena y libre voluntad.)'<br />
Balduino hizo una reverencia, y se retiró con sus compañeros; y<br />
el caballero Desheredado volvió á entrar en el pahellon.<br />
«A lo menos, dijo hablando con su asistente ; á lo menos, amigo<br />
fúirth, no habrá quien diga que el honor <strong>de</strong> las armas inglesas ha<br />
sufrido, menoscabo alguno por mi causa.<br />
-A yo, respondió (lurtli. no por ser un porquerizo sajón, he re -<br />
presentado mal el papel <strong>de</strong> escu<strong>de</strong>ro normando.<br />
—Sí, dijo el caballero, pero temblando estaba yo <strong>de</strong> que <strong>de</strong>scubriesen<br />
tu aspecto rústico y tu continente <strong>de</strong>saliñado.<br />
— Imposible, dijo (¡urth. El único <strong>de</strong> quien <strong>de</strong>bo recolar es <strong>de</strong> mi<br />
compañero Wamba el bufón ; aunque á la hora estaño sé <strong>de</strong>cir si<br />
en él domina mas la astucia que la locura; pero apenas pu<strong>de</strong> contener<br />
la carcajada cuando pasó tan cerca <strong>de</strong> mí el amo pensando<br />
quizás que üurth estaba guardando sus berra'cos á muchas millas<br />
<strong>de</strong> aquí , en medio do los fangales y espesuras <strong>de</strong> Kotherwood. Si<br />
llegan á conocerme...<br />
—No importa, dijo el Desheredado : ya sabes lo ofrecido.
1íO IVANHOE.<br />
—Eso es lo <strong>de</strong> menos, dijo Gurth, que yo nunca <strong>de</strong>jo á mis ami<br />
gos por guardar la persona. Tengo el pellejo duro, y así aguanta<br />
el látigo como el <strong>de</strong>l mas robusto animal <strong>de</strong> mi manada.<br />
—Confia en mi palabra, y ten entendido que sabré galardonar el<br />
riesgo que por mí corres, dijo el caballero: y por ahora toma esas<br />
diez piezas <strong>de</strong> oro.<br />
—Jamás, dijo Gurth poniendo el dinero en el bolsillo, jamás hubo<br />
porquerizo ni mayoral mas rico que yo lo soy ahora.<br />
—Lleva esta sortija <strong>de</strong> oro á la ciudad , continuó el caballero,<br />
busca á Isaac <strong>de</strong> York, y dile que se pague el caballo y las armas<br />
que por su crédito he obtenido.<br />
—Eso no, por san Dunstan, dijo Gurth.<br />
—¡Como, bollacol esclamó el caballero. ¿Te niegas á obe<strong>de</strong>cer mis<br />
mandatos?<br />
—Los obe<strong>de</strong>ceré, dijo Gurth, en tanto que sean justos , sensatos<br />
y cristianos ; mas esto no lo es. Dejar que un judío se pague por<br />
*us manos seria injusto, porque perjudicaría los intereses <strong>de</strong> mi<br />
amo; insensato, porque es acción <strong>de</strong> necios y <strong>de</strong>sacordados : an-<br />
ti-cristiano, porque seria <strong>de</strong>spojar al fiel para enriquecer al infiel:<br />
con que mandad otra cosa en que pueda serviros.<br />
—Págale lo que sea justo, dijo el caballero.<br />
—Así lo haré , dijo Gurth , tomando la sortija : y añadió entre<br />
dientes : « Lo justo será la mitad <strong>de</strong> loque pida.» Con esto salió <strong>de</strong><br />
la tienda, <strong>de</strong>jando á su amo entregado ásus cavilaciones, las cua<br />
les, por razones particulares que no nos es dado comunicar ahora<br />
i nuestros lectores, eran extraordinariamente penosas , turbulen<br />
tas y amargas.<br />
Mu<strong>de</strong>mos ahora <strong>de</strong> escena , y pasemos á los muros <strong>de</strong> Asbby, ó<br />
mas bien, á una casa <strong>de</strong> campo <strong>de</strong> sus cercanías , perteneciente á<br />
un po<strong>de</strong>roso israelita, y en la cual se habían alojado Isaac <strong>de</strong> York,<br />
su hija y sus criados. Todo el mundo sabe que los judíos son tan<br />
francos y generosos en dar hospitalidad á los <strong>de</strong> su creencia y na<br />
ción, como opuestos á conce<strong>de</strong>r la misma gracia á los estraños.<br />
En un aposento <strong>de</strong> estrechas, dimensiones, pero magníficamente<br />
adornado con muebles <strong>de</strong>l gusto oriental, Rebeca estaba reclinada<br />
sobre un montón <strong>de</strong> cojines primorosamente bordados , los cuales<br />
servían <strong>de</strong> sillones y canapés , y guarnecían una plataforma poco<br />
elevada, que daba vuelta al cuarto, á guisa <strong>de</strong> los estrados que usa<br />
ban en otros siglos los españoles. No se apartaban sus ojos ansio-
CAPÍTULO X. 01<br />
sos y llenos <strong>de</strong> afecto filial, <strong>de</strong> los movimientos <strong>de</strong> su padre, ei cual<br />
6e paseaba con ánimo abatido y con pasos <strong>de</strong>siguales é irresolutos,<br />
"ra alzaba las manos al Cielo, ora fijaba sus miradas en el sue<br />
lo, como si le aquejase la mas horrible tribulación. «¡ Oh Jacob!<br />
esclamaba: ¡ oh vosotros doce santos Patriarcas <strong>de</strong> las tribus! ¡Que<br />
<strong>de</strong>sventura es esta para uno que observa hasta los ápices la ley <strong>de</strong><br />
Moisés!; Cincuenta cequines arrebatados <strong>de</strong> un golpe, y por ios<br />
garfios <strong>de</strong> un tirano !<br />
—Pero, padre, dijo Rebeca, ye creí que dabais el dinero al Prin<br />
cipe <strong>de</strong> buena gana.<br />
—¡De buena gana ! gritó el judio: la peste <strong>de</strong> Egipto le confun<br />
da. ¡ De buena gana! Sí: como cuando en el golfo <strong>de</strong> León, soplan<br />
do una rabiosa tempestad, arrojé al mar las mercancías , vistiendo<br />
sus embravecidas olas <strong>de</strong> las mejores sedas <strong>de</strong>l Oriente, prefliman<br />
do sus saladas espumas con mirra y aloes, y adornando sos hon<br />
das cavernas con oro y plata labrada: ¿no fué aquél uno <strong>de</strong> los<br />
trances mas terribles <strong>de</strong> mi vida? ¿No fueron mis propias manos las<br />
que hicieron el sacrificio, porque era preciso aligerar la nave?<br />
— Fué para salvarnos la vida, dijo Rebeca; y el Dios <strong>de</strong> nuestros<br />
«adres ha echado su santa bendición á todas vuestras empresas y<br />
especulaciones.<br />
— ¿ Y <strong>de</strong> qué sirve? respondió el angustiado Isaac; ¿<strong>de</strong> qué sirvo<br />
todo eso, si el tirano se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> lo que es mió, como lo ha hecho<br />
hoy, y me obliga á reir mientras me roba ? ¡ Oh hija mia ! Deshere<br />
dados y vagabundos somos; pero el peor <strong>de</strong> los males que nos ato<br />
sigan es que en tanto que nos <strong>de</strong>snudan y nos roban y nos saquean,<br />
todo el mundo se alegra y aplau<strong>de</strong>, y el único recurso que nos que<br />
da es aguantar y sonreír cuando <strong>de</strong>biéramos vengarnos.<br />
— No penséis en eso, padre mió, dijo Rebeca. Nuestra condiciou<br />
no <strong>de</strong>jado tener sus ventajas. Esos gentiles , tan opresores y crue<br />
les, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los dispersos hijos <strong>de</strong> Sion, á quienes <strong>de</strong>sprecian y<br />
persiguen. Sin el socorro <strong>de</strong> los hebreos , ni pue<strong>de</strong>n mantener sus<br />
huestes en la guerra, ni celebrar sus triunfos en la paz. El dinero<br />
que se les presta vuelve con gran<strong>de</strong>s aumentos á nuestros cofres.<br />
Somos como la yerba: mientras mas hollada, mas lozana y florida.<br />
¿Qué hubiera sido <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong> hoy , si el <strong>de</strong>spreciado judío le.*<br />
hubiera suministrado las sumas necesarias?<br />
— Hija , otro asunto has tocado, dijo Isaac, que me atraviesa el<br />
corazón <strong>de</strong> parte á parte. El hermoso caballo y la rica armadura....
92 IVANHOE.<br />
¡negocio perdido!... El solo se traga todos los provechos <strong>de</strong> la semana....<br />
y con todo eso, quizás acabará mejor que yo pienso, porque<br />
el mancebo me parece honrado.<br />
—Seguro que lo es, respondió la doncella , y no os arrepentiréis<br />
do haberle manifestado vuestra gratitud por el favor que os hizo.<br />
— Así lo espero, dijo Isaac, y también espero en la reedificación<br />
dcíerusalen. Pero <strong>de</strong>l mismo modo que los ojos <strong>de</strong> mi cara han <strong>de</strong><br />
ver los cimientos y los muros <strong>de</strong>l nuevo templo, verán á un cristiano,<br />
aunque sea el mejor <strong>de</strong> ellos, pagar sus <strong>de</strong>udas á un judío,<br />
salvo con la intervención <strong>de</strong>l juez y <strong>de</strong>l carcelero.»<br />
Al <strong>de</strong>cir estas razones, continuó el paseo con el mismo abatimiento<br />
que antes, Rebeca, viendo que todo lo que <strong>de</strong>cía para consolarle solo<br />
servia para suscitar nuevos motivos <strong>de</strong> pesadumbre , <strong>de</strong>sistió discretamente<br />
<strong>de</strong> su inútil empeño: conducta pru<strong>de</strong>ntísima que nosotros<br />
recomendamos á todos los que en semejantes casos la quieran<br />
echar <strong>de</strong> consejeros.<br />
Acercábanse ya las pardas sombras <strong>de</strong> la noche, cuando una criada<br />
israelita entró cu el aposento y puso sobre la mesa dos lámparas<br />
<strong>de</strong> plata llenas <strong>de</strong> aceite perfumado; otro sirviente colocó sobre un<br />
mueble <strong>de</strong> ébano guarnecido <strong>de</strong> plata los vinos mas esquisitos y los<br />
manjares mas <strong>de</strong>licados : porque en lo interior <strong>de</strong> sus casas los judíos<br />
no escaseaban las comodida<strong>de</strong>s y finuras <strong>de</strong>l lujo mas suntuoso.<br />
En seguida vinieron á <strong>de</strong>cir á Isaac que <strong>de</strong>seaba hablarle un<br />
nazareno, nombre que daban entre sí á los cristianos. El que vive<br />
<strong>de</strong>l tráfico <strong>de</strong>be estar á disposición <strong>de</strong>l primero que llega. Isaac<br />
volvió á poner sobre la mesa el vaso <strong>de</strong> vino que había llevado á los<br />
labios, y <strong>de</strong>que aun no había probado gota, y mandando á su hija<br />
que so cubriese con. el velo, dio or<strong>de</strong>n que el forastero pasase a<strong>de</strong>lante.<br />
Apenas había ocultado Hebcca sus hermosas facciones bajo un<br />
<strong>de</strong>licadísimo tejido do plata que le llegaba hasta los píes , se abrió<br />
la puerta y entró Gurth embozado en los anchos pliegues <strong>de</strong> su capa<br />
normanda. Su aspecto era realmente sospechoso, y lo pareció<br />
mucho mas cuando en lugar <strong>de</strong> quitarse la gorra se la encasquetó<br />
hasta las cejas.<br />
«¿Eres lú Isaac el judío do York? preguntó Gurth en .sajón.<br />
—Sí, respondió Isaac en la misma lengua, porque sus continuos<br />
negocios le habían obligado á apren<strong>de</strong>r todas las que se hablaban<br />
entonces en Inglaterra. ¿Y tuquien eres?
— Nada te importa, respondió Gurth.<br />
CAPÍTULO X. 93<br />
— Tanto como á lí saber quien soy yo, dijo Isaac; porque ;.<strong>de</strong> qué<br />
sirve hablar, si no sé con quién hablo?<br />
— De mucho, respondió Gurth : yo vengo á traerte dinero, y por<br />
consiguiente <strong>de</strong>bo saber á quién se lo entrego : tú vas á recibirlo, y<br />
<strong>de</strong> nada te aprovecha saber quién te lo da.<br />
— Oh! esclamó el hebreo. ¿A traer dinero vienes? ; Santo padre<br />
Abraham! Kso es otra cosa. ¿Y quién es el hombre <strong>de</strong> bien que fe<br />
en via?<br />
— til caballero Desheredado, vencedor en el torneo <strong>de</strong> hoy , res<br />
pondió el porquerizo. Vengo á pagarte el valor <strong>de</strong> la armadura que<br />
le franqueó Kirgath Jairam <strong>de</strong> Leicester en virtud <strong>de</strong> tu recomen<br />
dación. El caballo está ya en tu establo, y ahora es menester que<br />
me digas cuanto vale la armadura.<br />
—; Bien <strong>de</strong>cía yo, repuso Isaac, que era un escelente joven! No tu<br />
hará daño una copa <strong>de</strong> vino, dijo entregando al porquerizo una copa<br />
llena <strong>de</strong> un licor cual jamás habían tocado sus labios. ¿ Y cuánto<br />
dinero tienes en tu po<strong>de</strong>r?<br />
— ; Virgen santa! esclamó Gurth <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber apurado la<br />
oopa y limpiádose los labios con el revés <strong>de</strong> ¡a mano. ; Que néctar<br />
beben estos perros, mientras nosotros pobres cristianos apenas po<br />
<strong>de</strong>mos gustar una mala cerveza turbia como el lodo en que se en<br />
fangan los marranos! ¿Cuánto dinero traigo ? continuó el porque<br />
rizo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber terminado su enérgica esclamaeion. Poca,<br />
cosa; pero mas vale algo que nada ; y tú, Isaac, aunque judío, <strong>de</strong><br />
bes tener un poco <strong>de</strong> conciencia.<br />
•—Tu amo . dijo Isaac , ha ganado escelentes caballos y costosas<br />
armaduras con la fuerza <strong>de</strong> sus puños y <strong>de</strong> su lanza ; pero es hom<br />
bre <strong>de</strong> bien, y yo me contentaré con todo lo que traes, y le perdono<br />
lo <strong>de</strong>más queme queda á <strong>de</strong>ber.<br />
— Mi amo, dijo Gurth, ha dispuesto do todos los <strong>de</strong>spojos que por<br />
ley <strong>de</strong>l torneo le correspondían.<br />
—; Que locura 1 dijo el judío, i Que <strong>de</strong>sacuerdo 1 No hay cristiano<br />
cuestas cercanías que pueda comprar tan ricas alhajas, ni judío<br />
que ofrezca por ellas la mitad que yo le hubiera ofrecido. Y tentan<br />
do el saco que Gurth llevaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la capa : Lo menos, dijo,<br />
que tú trae^ aquí son cien cequines. ¡ Olí como pesa !<br />
— Qué ! dijo Gurth , si la mitad está llena <strong>de</strong> clavos para dardos<br />
<strong>de</strong> ballesta.
M IVANH0E.<br />
— Ochenta zequines, dijo el judío, es el último precio <strong>de</strong> la arma<br />
dura, y no gano en ella el valor <strong>de</strong> un alfiler. ¿Los traes?<br />
—Escasamente , respondió Gurth, y eso <strong>de</strong>jando ó mi amo sin<br />
blanca en el bolsillo. Sin embargo, puesto que así lo quieres tendré<br />
paciencia.<br />
— Echa otro trago <strong>de</strong> vino, dijo el judío. Ochenta cequines es po<br />
co dinero. ¿Y el interés <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> ayer ? A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que, el ca<br />
bailo pue<strong>de</strong> haber recibido algún menoscabo en el encuentro. ¡Ter<br />
ribles choques hubo ! Lo mismo se embestían los homb res uno a<br />
otro, que los toros <strong>de</strong> Bashan. Es imposible que el caballo no haya<br />
sacado alguna avería.<br />
— Pues yo te digo , repuso Gurth , que el caballo tiene todos sus<br />
miembros sanos, y ahí está en tus pesebres que no me <strong>de</strong>jará<br />
mentir. Y" te digo , a<strong>de</strong>más, que setenta cequines es cuanto basta y<br />
sobra por la armadura ; y la palabra <strong>de</strong> un cristiano es tan buena<br />
como la <strong>de</strong> un judío. Si note contentas con setenta cequines , aña<br />
dió sacudiendo el saco y haciendo sonar las piezas que contenia,<br />
me voy como me he venido.<br />
— Iso , no , dijo Isaac. Los ochenta , los ochenta. Échalos aquí. •<br />
verás como me porto contigo. »<br />
Gurth cedió , contó ochenta cequines sobre la mesa, y el judío<br />
le dio el recibo <strong>de</strong>l valor <strong>de</strong> la armadura. Temblábanle las manos<br />
<strong>de</strong> alegría al repasar una á una las primeras setenta monedas. Con<br />
tó las últimas diez pausada y <strong>de</strong>liberadamente , parándose en cada<br />
una, y pronunciando alguna frase á medida que caían en el bolsi<br />
llo. Parecía epue su avaricia luchaba tenazmente con un sentimien<br />
to opuesto, y que aquella le impulsaba á embolsar ¡oda la suma»<br />
en tanto que su generosidad le inclinaba á restituir una parte <strong>de</strong><br />
ella á su bienhechor.<br />
« Setenta y una .... <strong>de</strong>cia, tu amo es un buen muchacho. Setenta<br />
y dos gallardo mozo. Setenta y tres.... muy hombre <strong>de</strong> bien.<br />
Setenta y cuatro á este cequin le falta algo en el cordoncillo<br />
Setenta y cinco ¡qué ligero es este'. Setenta y seis Si tu amo<br />
necesita <strong>de</strong> algo, no tienes mas que acudir á Isaac <strong>de</strong> York. Se<br />
tenta y siete se entien<strong>de</strong>, con buenas fianzas.» Aquí se <strong>de</strong>tuvo<br />
largo rato, y Gurth empezó á concebir algunas esperanzas <strong>de</strong> que<br />
las tres restantes no sufrirían la suerte <strong>de</strong> sus compañeras: mas el<br />
judío continuó su operación aritmética. Setenta y ocho buen.<br />
chico eres tú. Setenta y nueve y algo mereces por tu trabajo.»
CAl'ÍTTJLQ X. 95<br />
Detúvose otra vez y estuvo contemplando el último cequin con<br />
intención <strong>de</strong> dárselo al porquerizo. Lo pesó con la punta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>d,<br />
y lo echó á rodar sobre la mesa. La generosidad hubiera ganado la<br />
victoria si el sonido <strong>de</strong>l cequin hubiera sido algo sospechoso ó si<br />
le hubiera faltado un átomo <strong>de</strong> su peso. Pero por <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong><br />
Gurth , el retintín fué lleno y sonoro , el cuño nuevo, y pesaba un<br />
grano mas <strong>de</strong> la ley. Isaac no pudo <strong>de</strong>cidirse á tan duro sacrificio<br />
así que lo <strong>de</strong>jó caer en la bolsa fingiendo una distracción, y dicien<br />
do: «((dienta: cuenta cabal, y espero que tu amo te haga un buen<br />
regalo. Apuesto, añadió tentando otra vez el saco ,á que todavía<br />
queda algo <strong>de</strong>ntro.<br />
— Otro tanto como lo (pie acabas <strong>de</strong> contar , respondió el por<br />
querizo con una contorsión violenta que era en él anuncio <strong>de</strong> risa<br />
Dobló el recibo , lo puso en la copa <strong>de</strong> la gorra y añadió : « ¡Pese á<br />
tus barbas , esta va á ser hasta los topes 1 Y llenando la copa <strong>de</strong><br />
vino sin que el judío le convidase , se la ochó á pechos , y salió <strong>de</strong>'<br />
aposento sin darle las buenas noches.<br />
— iíebeca , dijo el judío , ese ismaelita sabe mas que yo. Sin em<br />
bargo , su amo es un buen muchacho , y yo celebro mucho qu<<br />
haya ganado monedas <strong>de</strong> oro y plata con el vigor <strong>de</strong> su caballo v<br />
el empuje <strong>de</strong> su lanza , que como la do Goliat el filisteo sabe ma<br />
nejar á guisa <strong>de</strong> lanza<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> tejedor. »<br />
Cuando volvió el rostro hacia su hija se encontró sin ella; porque<br />
Iíebeca , durante las contestaciones <strong>de</strong> su padre con el porquerizo<br />
, habia salido <strong>de</strong> puntillas <strong>de</strong>l aposento.<br />
Al mismo tiempo Gurth bajaba la escalera , y habiendo llegado<br />
al oscuro zaguán cuya salida procuraba encontrar á tientas , se le<br />
apareció <strong>de</strong> pronto una mujer toda vestida <strong>de</strong> blanco con una lám<br />
para <strong>de</strong> plata en la mano , la cual le hizo seña que entrase en un<br />
aposento inmediato. Gurth no se sintió muy dispuesto á aceptar ei<br />
convite. Pero aunque era áspero é impetuoso como jabalí cuando<br />
solo se trataba <strong>de</strong> resistir á fuerzas humanas, poseía todas las i<strong>de</strong>as<br />
supersticiosas acerca <strong>de</strong> duen<strong>de</strong>s , aparecidos, vestigios y almas en<br />
pena, que los sajones habian traído <strong>de</strong> las selvas <strong>de</strong> Alemania. Se<br />
acordó a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que los judíos, entre las odiosas calida<strong>de</strong>s que<br />
las i<strong>de</strong>as vulgares les atribuían , tenían la <strong>de</strong> ser nigromantes 3<br />
cabalistas. Se <strong>de</strong>tuvo algunos instautes , y resolviéndose por fin á<br />
obe<strong>de</strong>cer las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> la aparición, entró en el aposento que esta<br />
le habia indicado.
96 IVANHOK.<br />
«Mi padre ha estado chanceándose contigo, buen hombre, le dijo<br />
Rebeca. Los favores que <strong>de</strong>be á tu amo son diez veces <strong>de</strong> mas valor<br />
que el precio <strong>de</strong>l caballo y <strong>de</strong> la armadura; ¿ cuánto dinero le has,<br />
pagado en nombre <strong>de</strong> tu amo ?<br />
—Ochenta coquinas , respondió (ínrth no poco sorprendido al oír<br />
aquella pregunta.<br />
— Cien enquiñes hay en esta bolsa, dijo Rebeca, <strong>de</strong>vuelve á tu<br />
amo loque se le <strong>de</strong>be . y guárdate lo <strong>de</strong>más. Vete pronto , y no te<br />
<strong>de</strong>tengas á darme gracias; y ten cuidado como atraviesas las calles<br />
<strong>de</strong> la ciudad, que están llenas <strong>de</strong> gente, y don<strong>de</strong> fácilmente podrías<br />
per<strong>de</strong>r el dinero y la vida. Rubén, dijo dando una palmada, alumbra<br />
á ese forastero . y echa el cerrojo , y la tranca á la puerta. »<br />
Rubén , rpie era un judío moreno como un argelino, con una<br />
erecida barba negra como el azabache entró en el aposento con<br />
una antorcha en la mano , y echando á andar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l sajón<br />
abrió la puerta que conducía á uir patio empedrado , y á la extremidad<br />
<strong>de</strong> este , abrió otra que daba á la calle. Curth salió por esta<br />
y oyó el ruido <strong>de</strong> los caudados , ca<strong>de</strong>nas y cerrojos que Rubén aseguraba<br />
, y que hubieran podido guardar un calabozo.<br />
« ¡ Por san Dunstan ! dijo (¡urth cuando se vio fuera <strong>de</strong> la casa,<br />
que esta no es judía sino ángel bajado <strong>de</strong>l cielo. ¡ Diez cequines<br />
<strong>de</strong>l señorito, y veinte <strong>de</strong> esta perla <strong>de</strong> Síon ! ¡oh cien veces venturoso<br />
dia '. Con otro igual, tengo lo bastante para romper la dura<br />
ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> la servidumbre , y quedar tan libre <strong>de</strong>l vasallaje como<br />
el que mas. (¡urth , ánimo, que pronto trocarás el cuerno y bel garrote<br />
<strong>de</strong>l porquerizo por la espada y el escudo, y seguirás á tu amo<br />
basta la muerte sin necesidad <strong>de</strong> ocultar tu rostro ni tu nombre. »<br />
CAPITULO XI.<br />
Aun no habían terminado las aventuras nocturnas <strong>de</strong> G urth.. Kl<br />
mismo llegó á sospechar que le suce<strong>de</strong>ría algún percance, cuando<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber pasado dos ó tres casas aisladas, que eran las úl<br />
timas <strong>de</strong>l pueblo, se halló en una larga hondonada que servia <strong>de</strong><br />
camino, y cuyos fior<strong>de</strong>s estaban cubiertos <strong>de</strong> espesos matorrales,<br />
con algunas encinas que estendian sus ramas sobre la vereda. 1 i a-
CAPÍTULO XI. 97<br />
bia en esta profundos hoyos y barrancos, hechos por los carruajes<br />
que habían conducido al torneo todo el aparato y los utensilios necesarios<br />
en semejantes ocasiones, lira gran<strong>de</strong> a<strong>de</strong>más la oscuridad<br />
porque aunque la luna estaba fuera <strong>de</strong>l horizonte interceptaba su<br />
resplandor la áspera maleza que guarnecía por ambos lados el camino.<br />
Oíase á lo lejos el alegre rumor <strong>de</strong> los forasteros que pasaban la<br />
noche en el pueblo, interrumpido á veces por gran<strong>de</strong>s carcajadas<br />
<strong>de</strong> risa, y á veces por conciertos y cauciones. Toda esta algazara<br />
indicaba el <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n que reinaba en la ciudad, y Gurth empezó á<br />
sentir gran<strong>de</strong>s recelos, al consi<strong>de</strong>rar el gran número <strong>de</strong> nobles que<br />
habían asistido á la tiesta, y que habían llevado consigo numeroso<br />
acompañamiento <strong>de</strong> criados insolentes y disolutos. «líazon tuvo la<br />
hebrea, <strong>de</strong>cía Gurth á sus solas, y algo diera yo por hallarme a!<br />
cabo <strong>de</strong> la jornada con la bolsa segura. Tales bandadas han acudido<br />
á Ashby, no diré ya <strong>de</strong> ladrones <strong>de</strong> profesión, sino <strong>de</strong> andantes<br />
caballeros, andantes escu<strong>de</strong>ros, andantes músicos, andantes bufones<br />
y andantes saltimbanquis, que un hombre con un bizante en<br />
el bolsillo correría gran peligro á estas horas en estas encrucijadas;<br />
cuanto y mas, un porquerizo sajón, con un saco lleno <strong>de</strong> zequines.<br />
¡Si á lo menos me viera libre <strong>de</strong> esta intrincada espesura para divisar<br />
<strong>de</strong> lejos al primer bicho viviente que se acercara!»<br />
Gurth, en virtud <strong>de</strong> estas reflexiones apretó el paso, á fin <strong>de</strong> llegar<br />
cuanto antes á la llanura en que terminaba aquella profunda<br />
vereda; mas no pudo conseguir lo que <strong>de</strong>seaba. Al llegar á un punto<br />
en que el monte era mas espeso y tortuoso, salieron do repente<br />
cuatro hombres, dos por ceda lado <strong>de</strong>l camino, y le echaron mano<br />
con tanta violencia, que aun cuando hubiera sido posible resistirles<br />
era ya <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong> para hacerlo. ((Suelta lo que llevas, dijo<br />
uno do ellos; nosotros somos los libertadores <strong>de</strong> los oprimidos, y<br />
procuramos aliviar á cada cual <strong>de</strong>l peso que les abruma.<br />
—No me aligeraríais tan fácilmente si pudiera siquiera dar tres<br />
golpes en mi <strong>de</strong>fensa, dijo entre dientes el porquerizo, cuya intrepi<strong>de</strong>z<br />
no cedía tan fácilmente, ni aun á fuerzas superiores.<br />
—Lo veremos, dijo el bandido. Traed á ese bellaco, añadió habiendo<br />
con sus compañeros. "Parece que tiene gana <strong>de</strong> que se le<br />
rompa la cabeza, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r lo que tiene consigo. Lo sangraremos<br />
<strong>de</strong> dos \ enas a la vez.»<br />
Gurth fué conducido no con muy corteses modales al bor<strong>de</strong> iz-<br />
7
ats IVANH0E.<br />
quierdo <strong>de</strong>l camino, don<strong>de</strong> era menos espeso el matorral que linda<br />
ba con la llanura. De allí le condujeron á lo interior <strong>de</strong> la selva,<br />
lon<strong>de</strong> <strong>de</strong> pronto se halló en un espacio abierto é irregular, <strong>de</strong>snudo<br />
por consiguiente <strong>de</strong> árboles, y bañado por la claridad <strong>de</strong> la luna.<br />
VIH estaban otros dos hombres que sin duda pertenecían á la mis<br />
ma cuadrilla. Todos llevaban espadas y garrotes cortos. Gurth ob<br />
servó que llevaban máscaras, lo cual no <strong>de</strong>jaba la menor duda acer<br />
ba <strong>de</strong> su profesión, aun cuando no hubieran sido tan claras sus pri<br />
maras <strong>de</strong>mostraciones.<br />
>
CAPÍTULO XI. Vi*<br />
—¿Y tú como te llamas? preguntó el ladrón.<br />
—Toma! repuso Gurth. Eso seria <strong>de</strong>cir como se llama mi señor<br />
—Bien sabes la aguja <strong>de</strong> marear, dijo el preguntón. ¿ Y cómo ha<br />
adquirido el caballero esta suma? ¿ La ha heredado, ó por qué me<br />
dios ha venido á sus manos ?<br />
—Por la fuerza <strong>de</strong> su lanza, dijo Gurth. Este dinero es <strong>de</strong>l resca<br />
te <strong>de</strong> los cuatro caballos, y <strong>de</strong> las cuatro armaduras <strong>de</strong> los caballe<br />
ros vencidos.<br />
—¿Cuantos cequines hay aquí <strong>de</strong>ntro?<br />
—Doscientos justos.<br />
—¡"No mas que doscientos 1 esclamó el bandolero. Liberabnen-<br />
te se ha portado tu amo con los mantenedores puesto que con<br />
tan gran friolera se ha contentado. ¿Quiénes son los caballeros qufl<br />
han pagado?»<br />
Gurth los nombró.<br />
«¡ Ah bribón! ¿Piensas que me has <strong>de</strong> engañar? ¿Dón<strong>de</strong> esta el<br />
rescate <strong>de</strong>l caballo y <strong>de</strong> la armadura <strong>de</strong>l caballero templario Brian<br />
<strong>de</strong> Bois-Guilbcrt?<br />
—Mi amo, respondió Gurth, no quiere nada <strong>de</strong>l Templario, salvo<br />
la sangre <strong>de</strong> sus venas. Los dos están <strong>de</strong>safiados á muerte, y nú<br />
pue<strong>de</strong> haber entre ellos cortesía.<br />
—¿De veras? dijo el ladrón; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber guardado silen<br />
cio ai gun rato, ¿qué ibas á hacer al pueblo, continuó, con todo ese<br />
dinero en la bolsa?<br />
—Luí, respondió Gurth, á pagar al judío Isaac <strong>de</strong> Yorck el pre<br />
cio <strong>de</strong> la armadura que ha prestado á mi amo para el torneo.<br />
—¿Y cuánto lo has pagado?<br />
—Pagué á Isaac ochenta cequines, y él me ha dado en cambio<br />
ciento.<br />
—Vaya, vaya, esclamaron todos los <strong>de</strong> la gavilla al mismo tiem<br />
po. Este quiere divertirse á costa nuestra: ¡qué mentira!<br />
—Lo que os digo, repuso Gurth, es tan verdad como nos alumbra<br />
ahora la luna. I .os cien zequines que me <strong>de</strong>volvió el judío, están, en<br />
una bolsa <strong>de</strong> seda, aparte <strong>de</strong> la otra suma.<br />
—¡Hombre <strong>de</strong> Dios! dijo el capitán. Consi<strong>de</strong>ra que estás hablando<br />
ele un judío, <strong>de</strong> un israelita, tan incapaz <strong>de</strong> restituir el oro que en<br />
tra en sus uñas, como el <strong>de</strong>sierto <strong>de</strong> arrojar la copa <strong>de</strong> agua que el<br />
peregrino vierte sobre sus arenas.<br />
—No hay mas piedad en su corazón, dijo otro <strong>de</strong> los salteadores,
100 IVANHOE.<br />
que eu el déla mujer <strong>de</strong>l carcelero cuando no se le unta la mano<br />
—Lo dicho, dicho, repuso Gurth.<br />
—Venga una luz pronto, dijo el capitán. Examinemos el contenido<br />
<strong>de</strong>l saco; y si es cierto lo que ese hombre dice, la generosidad<br />
<strong>de</strong>l judío no es menos milagrosa que la fuente que apaciguó la sed<br />
<strong>de</strong> sus padres en el <strong>de</strong>sierto.»<br />
Inmediatamente trajeron una luz los ladrones, y pasaron al es<br />
crutinio <strong>de</strong>l saco. Todos ellos formaron un círculo, y aun los que<br />
tenían sujeto á Gurth le <strong>de</strong>jaron suelto, y fueron á alargar el cuello<br />
por cima <strong>de</strong> los que se habían echado al suelo, para observar<br />
mas <strong>de</strong> cerca la operación. Gurth tenia atados los brazos á la espal<br />
da; pero valiéndose <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scuido <strong>de</strong> los ladrones, hizo un gran esfuerzo,<br />
rompió la cuerda, y pudiera haberse escapado si hubiese'<br />
podido resolverse á abandonar el dinero <strong>de</strong> su amo. No eran tales<br />
sus intenciones. Loque hizo fué apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los garro<br />
tes cortos que habian <strong>de</strong>jado en el suelo, y darle, un terrible gripal<br />
capitán, que no Labia sospechado su <strong>de</strong>signio; y seguramente<br />
hubiera podido rescatar la bolsa, á no serían notable la superior:<br />
dad <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> sus contrarios, listos aseguraron <strong>de</strong> nuevo a 1<br />
pobre Gurth.<br />
Su arrojo escitó la indignación general <strong>de</strong> los ladrones, y sobriodo<br />
la <strong>de</strong>l capitán, en cuya frente se alzaba ya un voluminoso<br />
chichón, Pero en tiempos en que la prenda que mas se estima ellos<br />
hombres es el valor personal, cualquier acción intrépida y <strong>de</strong>nodada<br />
se perdona fácilmente, cualquiera que sea la intención qu<<br />
que la Laya dictado. Gurth recibió sendas injurias; y calmada iu<br />
efervescencia déla gavilla: «Pronto, dijo el capitán al porquerizo,<br />
sabrás la suerte que te aguarda. Hablemos primero <strong>de</strong> tu amo; por<br />
que los negocios <strong>de</strong>l paladín son antes que los <strong>de</strong>l escu<strong>de</strong>ro, segué<br />
las reglas <strong>de</strong> la caballería. Ten cuenta contigo entretanto, y si Lo<br />
ees el menor movimiento, pobre <strong>de</strong> tí. Camaradas, dijo hablan. :<br />
con los otros bandoleros: esta bolsa, está bordada con letras he<br />
breas, y ya voy creyendo cuanto el campesino nos La dicho acerca<br />
<strong>de</strong> la generosidad <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> Y orle. El caballero andante pasa<br />
rá libre <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos. Es <strong>de</strong> nuestra profesión, y entre sastres no .-•><br />
pagan hechuras. Los perros no <strong>de</strong>ben acometerse unos á otros, i, -<br />
hiendo zorras y lobos en el monte,<br />
—¡De nuestra profesión! gritó uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong> !a gavilla.<br />
—¿No es pobre y <strong>de</strong>sheredado como-o-: tres? cotinuo el capitfc'.
CAPÍTULO XI. 101<br />
-¿No gana, corno nosotros, el pan que come, con la punta <strong>de</strong> la espada?<br />
¿No lia echado al suelo á Frente-<strong>de</strong>-buey y á Malvoisin, como<br />
hiciéramos si pudiéramos? ¿No es enemigo <strong>de</strong>clarado <strong>de</strong>l templario.<br />
Brian <strong>de</strong> Bois-Guilber.t, á quien nosotros se la tenemos jurada? Y<br />
aunque todo esto no fuera así, ¿hemos <strong>de</strong>tener nosotros menos conciencia<br />
que un judío?<br />
—Vergüenza fuera en verdad, dijo uno <strong>de</strong> los ladrones, que hasta<br />
entonces no habia tomado la palabra: sin embargo, cuando yo<br />
estaba en la cuadrilla <strong>de</strong> Gan<strong>de</strong>lyn, no nos parábamos en tantos<br />
escrúpulos. ¿Y qué haremos <strong>de</strong> ese. insolente villano? ¿Hemos <strong>de</strong><br />
• tejarle ir con lo suyo?<br />
—No, dijo el capitán, si tú eres mas hombre que él. Aquí, bellaco,<br />
dijo encarándose con Gurth; ¿sabes manejar el palo (li?<br />
—Mejor pue<strong>de</strong>s respon<strong>de</strong>r á esa pregunta que yo , contestó<br />
Ourth.<br />
—En verdad, dijo el capitán, que no me ha sabido á almendras..<br />
Haz lo mismo con ese otro, y si vences, sales libre <strong>de</strong> nuestras ma-<br />
ZÍOS; sino... pero no haya miedo, que te tengo por hombre Capaz <strong>de</strong><br />
hacerme pagar tu rescate. Toma el garrote, molinero; dadle uno al<br />
sajón. Vamos á ver quien pue<strong>de</strong> mas.»<br />
j.os dos campeones, provistos <strong>de</strong> las armas correspondientes, se<br />
colocaron en medio <strong>de</strong> un espacio <strong>de</strong>scubierto, á fin <strong>de</strong> aprovecharse<br />
<strong>de</strong> la claridad <strong>de</strong> la luna. Los ladrones reían y gritaban á<br />
su compañero: «Molinero, cuidado con la tapa do los sesos.» El<br />
eeolinero agarró el palo por en medio, y agitándolo en circulo, ti<br />
manera <strong>de</strong>l golpe que en la esgrima se llama molinete: «Vamos, villano,<br />
dijo; empieza si te atreves. Ahora vas á ver lo que s»n los<br />
puños <strong>de</strong> un molinero.<br />
—Si eres molinero, dijo Gurth, imitando el juego <strong>de</strong> su contrario,<br />
eres dos veces ladrón: y yo como hombre <strong>de</strong> bien no tengo<br />
porqué temerte.»<br />
Dicho esto los dos campeones se acercaron uuo á otro, ,\ durante<br />
la primera parte <strong>de</strong> la lucha, <strong>de</strong>mostraron gran igualdad <strong>de</strong><br />
fuerza, <strong>de</strong> sangre fria y <strong>de</strong> <strong>de</strong>streza, <strong>de</strong>fendiéndose y atacando sucesivamente<br />
con lamas pronta agilidad, y produciendo un continuo<br />
golpeteo, que á cierta, distancia pareció, el <strong>de</strong> caletre • • seis animosos<br />
combatientes. Menos peligrosas y menos obsíin.-IE -, batallas<br />
:'*.. EI Kiaiajti ¿el pulo FUÉ un EJERKCIOHW; coma A aíitígutiioeuts EO luírlatcrra.
182 IVANHOB.<br />
han sido cantadas en versos heroicos por poetas <strong>de</strong> diferentes siglos<br />
y naciones; pero la <strong>de</strong> Gurth y el molinero no merecerá tan<br />
alto honor, por falta <strong>de</strong> poeta que haga justicia á sus hazañas. Sin<br />
embargo, aunque el arma que usaban aquellos adali<strong>de</strong>s no está<br />
»uy en moda en nuestros tiempos, haremos en prosa cuanto pulamos<br />
para conservar su fama y su memoria.<br />
Largo tiempo estuvieron midiendo sus fuerzas, sin que se notase<br />
rentaja alguna en favor do uno ó <strong>de</strong> otro: el Molinero empezó á<br />
iesmayar al ver la incontrastable resistencia <strong>de</strong> su contrario y la<br />
rechifla <strong>de</strong> sus compañeros, que, como suce<strong>de</strong> en semejantes ocasiones,<br />
se burlaban <strong>de</strong> los primeros anuncios <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota. El juego<br />
<strong>de</strong>l palo exige gran serenidad y compostura, y el pobre molinero<br />
se hallaba harto aturrullado y confuso. Gurth, que no perdía<br />
íon tanta facilidad su presensia <strong>de</strong> ánimo, se aprovechó <strong>de</strong> la flaqueza<br />
<strong>de</strong> Vi contrario, y ostentó su singular agilidad y conocimiento<br />
<strong>de</strong>l arma que manejaba.<br />
Sin embargo, el molinero cobró algún valor, y renovó sus ataques,<br />
dirigiendo sucesivamente á Gurth las dos estreñíida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l<br />
arma, y procurando acercársele á distancia <strong>de</strong>medio garrote:<br />
«iurth se <strong>de</strong>fendía, estendiendo los brazos y cubriéndose, el cuerpo<br />
y la cabeza con estraordinaria firmeza y prontitud. Así so mantuvo<br />
largo rato, siguiendo el compás con los ojos, con los pies y<br />
,'on las manos, hasta que observando que, las fuerzas <strong>de</strong> su antagonista<br />
se agotaban, le asestó un golpe al rostro, y mientras el molinero<br />
lo paraba, afianzó el garrote con las dos manos, y le <strong>de</strong>scargó<br />
ano <strong>de</strong> Heno en el lado izquierdo <strong>de</strong> la cabeza.; <strong>de</strong> modo, que el molinero<br />
cayó cuan largo era sobre la ver<strong>de</strong> grama.<br />
Esta, proeza fué gran<strong>de</strong>mente aplaudida por los ladrones. «El saion,<br />
gritaron,ha salvado la bolsa y el pellejo.<br />
—Amigo, dijo el capitán en confirmación <strong>de</strong>l dictamen general<br />
<strong>de</strong>l concurso, bien pue<strong>de</strong>s seguir 1 o camino cuando te. acomo<strong>de</strong>.<br />
Dos <strong>de</strong> mis camaradas te acompañarán basta la, tienda <strong>de</strong>l caballero:<br />
pues quizás podríais encontrar gente <strong>de</strong>, mas blanda, conciencia que<br />
ta nuestra: en una noche como esta no faltan aficionados cerca <strong>de</strong> los<br />
caminos. Solo te prevengo que asi como nos has ocultado tu nombre,<br />
te guar<strong>de</strong>s do averiguar el nuestro y nuestra condición, porque<br />
te costará muy cari > la menor co sa que lia gas con este objeto.<br />
Gurth dio gracias ai capitán por su cortesía, y lo aseguró que<br />
*iguiria su consejo, ¡ <strong>de</strong> los bandidos tomaron entonces sus gar-
CAPÍTULO XI. 103<br />
rotes, v encargando al porquerizo que los siguiera <strong>de</strong> cerca, empezaron<br />
á andar por la vereda que atravesaba una parte <strong>de</strong>l monte<br />
bajo, y las asperezas inmediatas. Al llegar á la estremidad <strong>de</strong><br />
aquel punto, se presentaron otros dos hombres, á quienes los ladrones<br />
hablaron al oido, y que se retiraron inmediatamente. Esta circunstancia<br />
dio á enten<strong>de</strong>r á Gurth que la cuadrilla era numerosa,<br />
y que estaba distribuida cu varias partes <strong>de</strong> aquellas cercanías, con.<br />
puestos avanzados en torno <strong>de</strong>l punto general <strong>de</strong> reunión.<br />
('muido llegaron ¡i tierra, llana y <strong>de</strong>scubierta, don<strong>de</strong> no hubiera<br />
sido fácil á Gurth hallar el camino, los ladrones le condujeron á la<br />
cima <strong>de</strong> una pequeña elevación, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cual pudo divisar, á favor<br />
<strong>de</strong> la luna, las empalizadas <strong>de</strong>l torneo, los pabellones situados en<br />
una <strong>de</strong> sus estremida<strong>de</strong>s, y los pendones que on<strong>de</strong>aban entre ellos;<br />
oyendo al mismo tiempo las canciones con que los centinelas procuraban<br />
distraer el fastidio <strong>de</strong> la noche.<br />
Allí se <strong>de</strong>tuvieron los ladrones.<br />
«No piulemos pasar <strong>de</strong> aquí, dijouno <strong>de</strong> ellos, sin arriesgar nuestras<br />
personas. Acuérdate fie la palabra, que has dado al capitán. Silencio<br />
sobretodo lo ipie ha pasado esta noche, y no te pesara. Si<br />
asi no lo hicieres, ni aun la torre <strong>de</strong> Londres será parte á guarecerte<br />
<strong>de</strong> nuestra venganza.<br />
—Buenas noches, caballeros, dijo Gurth. Haré lo prometido, y<br />
Dios quiera darles un tráfico mas seguro y mas honrado.»<br />
Separáronse entonces los bandoleros por el camino por don<strong>de</strong><br />
habían venido, y Gurt hacia la tienda <strong>de</strong> su amo, áquien no obslanle<br />
las amenazas que acababa <strong>de</strong> oir, refirió menudamente cuanto<br />
le había ocurrido.<br />
El caballero Desheredado quedó atónito al saberla generosidad <strong>de</strong><br />
Rebeca, <strong>de</strong> lo cual en ningún modo quería aprovecharse; y mucho<br />
mas <strong>de</strong> la <strong>de</strong> ios salteadores, con cuya profesión parecia incompatible<br />
aquella prendo. Sus reflexiones, sin embargo, sobre tan patrañas<br />
circunstancias, fueron interrumpidas por la necesidad <strong>de</strong> tomar<br />
algún reposo, a tía <strong>de</strong> reparar el cansancio <strong>de</strong> aquel dia, y <strong>de</strong> recobrar<br />
fuerzas para los ataques <strong>de</strong>l siguiente.<br />
El caballero se recostó sobre un lecho suntuoso con que estaba<br />
provista la tienda. El riel porquerizo imitó su ejemplo, sirviéndolo<br />
<strong>de</strong> cama, la piel <strong>de</strong> oso que servia <strong>de</strong> alfombra, y tomó la precaución<br />
<strong>de</strong> colocarse al través <strong>de</strong> la puerta, á Un <strong>de</strong> que nadie pudiese<br />
enerar en el pabellón sin dispertarle.
104<br />
IVAMIOE.<br />
CAPITULO XII.<br />
Amaneció el dia brillante y sereno,y antes <strong>de</strong>que estuviera mu;<br />
entrado, los espectadores mas <strong>de</strong>socupados y curiosos empezaron á<br />
dirigirse al palenque, como á un punto general <strong>de</strong> reunión, a fin<br />
<strong>de</strong> encontrar puestos cómodos para ver los ejercicios que, se preparaban<br />
.<br />
Los maestres y sus acompañantes se, presentaron en seguida.jim<br />
tameute con los heraldos, con el objeto <strong>de</strong> saber los nombres <strong>de</strong> los<br />
caballeros que acudirían á tomar parte en el torneo, y al partido<br />
en qué <strong>de</strong>seaban alistarse: precaución necesaria para que hubiese<br />
igualdad éntrelos dos cuerpos contrarios.<br />
Según los usos y formalida<strong>de</strong>s establecidas, el Desheredado <strong>de</strong>bía<br />
capitanear una <strong>de</strong> las cuadrillas, y Urian <strong>de</strong> líois-íiuilbert la<br />
otra, por haber obtenido el segundo lugar en los combates <strong>de</strong>l din<br />
anterior. Los otros mantenedores se alistaron, como era natural, en<br />
la cuadrilla <strong>de</strong>l Templario, escepto lialfo <strong>de</strong> Vipont, á quien su calda<br />
estorbaba el uso <strong>de</strong> la armadura. Muchos fueron los distinguidos<br />
y nobles campeones que abrazaron una y otra causa.<br />
En efecto, el torneo general en que todos los caballeros peleaban<br />
S la vez. era el mas frecuente en aquel siglo, aunque harto mas peligroso<br />
que el torneo <strong>de</strong> bpmbre ;i hombre. Muchos caballeros que<br />
no tenían bastante, confianza en su propia <strong>de</strong>streza para <strong>de</strong>safiar<br />
un adversario <strong>de</strong> gran reputación, preferían el combate general,<br />
don<strong>de</strong> podían ostentar su calor, y encontrar antagonistas iguales<br />
En la presente ocasión, mas <strong>de</strong> cincuenta caballeros.se habían alis<br />
tado en cada cuadrilla, cuando los maestres <strong>de</strong>clararon que no po<br />
dian admitir mas combatientes; lo que causó general disgus<br />
to á los que Labian llegado tar<strong>de</strong> á inscribir sus nombres.<br />
A las diez <strong>de</strong> la mañana, toda la llanura estaba cubierta <strong>de</strong> hom<br />
bres y mujeres á caballo y ¿pié, que se acercaban apresuradamente<br />
ó las barreras. Poco tiempo <strong>de</strong>spués anunciaron las trompetas la<br />
venida <strong>de</strong>l príncipe Juan: estese presentó escoltado por los caballo -<br />
TOS <strong>de</strong> su Curte que se hablan alistado en la pelea, y por los otro.,<br />
que no habían tenido seniehr<strong>de</strong> intención
CAPÍTULO XII. 105<br />
Casi en el mismo instante llegó Cedric el Sajón, con lady Rowuna;<br />
pero sin su amigo Athelstane. Este barón babia armado su<br />
corpulenta persona, con áninio <strong>de</strong> combatir; y con no poca estrañeza<br />
<strong>de</strong> Cedric, se habia puesto <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l caballero Templario.<br />
Kl Sajón le reconvino amargamente acerca <strong>de</strong> una elección tan <strong>de</strong>sacordada;<br />
mas no recibió otra respuesta que la que ordinariamente<br />
dan en tales ocasiones los que están mas resueltos á seguir<br />
que á justificar el partido que han abrazado.<br />
Athelstane guardó en su pecho la única razón que tenia para<br />
alistarse en la cuadrilla <strong>de</strong>l Templario. Aunque su natural indolencia<br />
le estorbaba grangearse el afecto <strong>de</strong> lady Eowena, sin embargo,<br />
muy lejos estaba <strong>de</strong> ser insensible á su mérito, y miraba su<br />
enlace con aquella dama como negocio concluido y sancionado por<br />
el consentimiento <strong>de</strong> Cedric, y <strong>de</strong> los otros amigos <strong>de</strong> la familia.<br />
Por tanto, no pudo ver sin enojo que el vencedor <strong>de</strong>l día prece<strong>de</strong>n<br />
te hubiese; conferido á Eowena la dignidad <strong>de</strong> Reina <strong>de</strong>l amor y<br />
<strong>de</strong> la hermosura. Para castigar un arrojo que era á su enten<strong>de</strong>r la<br />
usurpación do los <strong>de</strong>rechos que esclusivaruen.te le pertenecían, Athelstane,<br />
fiado en sus propias fuerzas y en la. <strong>de</strong>streza, que sabían<br />
encomiar con gran<strong>de</strong>s pon<strong>de</strong>raciones sus aduladores, habia <strong>de</strong>terminado<br />
no solo privar al caballero Desheredado <strong>de</strong>l socorro que hu<br />
Mera podido darle peleando en su cuadrilla, sino medir también<br />
con él su hacha si se le presentaba ocasión favorable.<br />
Hraey y los otros caballeros <strong>de</strong> la comitiva <strong>de</strong>l Principe, dóciles<br />
a su voz, se habían unido á la cuadrilla <strong>de</strong> los mantenedores; porque<br />
Juan empleaba todos los medios posibles á fin <strong>de</strong> que se <strong>de</strong>clarase<br />
en favor <strong>de</strong> estos la victoria. Los oíros paladines normandos<br />
y sajones, nacionales y estranjeros, que se hablan puesto <strong>de</strong>l lado<br />
contrario, tenían á mucha honra que los capitanease un caudillo<br />
tan valiente como habia probado serlo el caballero Desheredado.<br />
! uaudo el Príncipe notó que la Reina <strong>de</strong>l torneo se aproximaba,<br />
usando <strong>de</strong> aquella urbanidad que tan bien le sentaba cuando<br />
quería hacer uso <strong>de</strong> ella, corrió á su encuentro, se quitó la gorra,<br />
y echando pié á tierra, dio la mano á Rowena para, que <strong>de</strong>smontase<br />
<strong>de</strong>l palafrén: uno <strong>de</strong> sus mas distinguidos cortesanos tuvo entretanto<br />
al corcel por la brida, y todos los <strong>de</strong>más personajes se man-tvr<br />
ieron <strong>de</strong>scubiertos.<br />
.Así es, dijo el príncipe Juan, como manifestamos nuestra lealu.¿<br />
ú la. Reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la belleza. Ahora permitidme que os
10(5 IVANHOE.<br />
conduzca al trono que os está <strong>de</strong>stinado. Nobles damas, acatad á<br />
vuestra Reina, como queráis ser acatadas cuando ocupéis el mismo<br />
puesto.»<br />
El Principe llevó por la mano a Iíowena basta el sitio <strong>de</strong>shonor,<br />
que estaba enfrente <strong>de</strong> su trono, y las mas bellas é ilustres damas<br />
<strong>de</strong> las presentes, corrieron á ocupar puestos inmediatos al <strong>de</strong> su<br />
soberana.<br />
Apenas tomó asiento Rowena, cuando saludaron su dignidad los<br />
instrumentos bélicos y los gritos <strong>de</strong>l concurso. El sol reflejaba al<br />
mismo tiempo sus rayos en las resplan<strong>de</strong>cientes armaduras <strong>de</strong> los<br />
combatientes <strong>de</strong> ambas cuadrillas, (pie colocados en las dos estremida<strong>de</strong>s<br />
opuestas, conferenciaban entre sí acerca <strong>de</strong> las disposiciones<br />
déla linea <strong>de</strong> batalla, y <strong>de</strong>más precauciones oportunas para<br />
salir airosos <strong>de</strong>l encuentro.<br />
Pos heraldos impusieron silencio, para, que se oyese el pregón <strong>de</strong><br />
las leyes <strong>de</strong>l torneo, en las cuales se notaban varias precauciones<br />
á fin <strong>de</strong> disminuir los peligros <strong>de</strong>l combate: cautela necesaria,<br />
puesto que este <strong>de</strong>bia sostenerse á punta <strong>de</strong> lanza y dio <strong>de</strong> espada.<br />
El pregón <strong>de</strong>cia que en el uso <strong>de</strong> esta, solo se permitía (d tajo, y<br />
se, prohibía enteramente la, estocada. Los caballeros podían pelear<br />
con el bacba, si lo tenían á bien, mas en ningún caso con daga. II<br />
caballero <strong>de</strong>smontado podía volver á entrar en combatí 1<br />
con otro<br />
<strong>de</strong>smontado <strong>de</strong>l lado opuesto; mas ninguno <strong>de</strong> los montados podía<br />
atacarle ni ofen<strong>de</strong>rle. Cuando un caballero hubiese estrechado a,<br />
otro, basta una <strong>de</strong> las estremida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l palenque, el segundo <strong>de</strong>beriaconfesarse<br />
vencido, y per<strong>de</strong>ría el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> entrar otra vez<br />
en combate durante el torneo. Su caballo y su armadura, serian<br />
entregados al vencedor. El caballero que cayese al suelo, y no pudiese<br />
recobrarse ni ponerse en pié, seria socorrido por sus pajes y<br />
escu<strong>de</strong>ros; mas seria <strong>de</strong>clarado vencido, y per<strong>de</strong>ría armas y caballo.<br />
La batalla cesaría cuando el principe Juan hiciese seña con el<br />
bastón: otra precaución indispensable para evitar la, efusión <strong>de</strong>,<br />
sangre que ocasionaría el <strong>de</strong>masiado encarnizamiento <strong>de</strong> los combatientes.<br />
Cualquier caballero que faltase á las leyes <strong>de</strong>l torneo, ó<br />
a los usos y reglas <strong>de</strong> la caballería, seria <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> la armadura,<br />
y con el escudo <strong>de</strong> revés, puesto á caballo sobre las vallas, para<br />
servir <strong>de</strong> escarnio al público, en penado su <strong>de</strong>sleal y villana conducta.<br />
Terminado ei pegón, !o« bewldo» tv.borlaron a los corrí—
CAPÍTULO XII. íu"í<br />
batientes u cumplir con la obligación <strong>de</strong>l día, y á merecer ei favor<br />
<strong>de</strong> la Reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura.<br />
Cumplidas todas estas formalida<strong>de</strong>s, los heraldos se retiraron á<br />
ms puestos. Los caballeros entraron en coluna á ocupar los suyos,<br />
y se formaron en dos lilas, cada uno en frente <strong>de</strong> un antagonista.<br />
Cuando los jefes ó cuadrilleros hubieron colocado á cada cual en<br />
,:i
108 IVANHOK.<br />
midiendo los aceros con los antagonistas; dos ó tres, heridos é incapaces<br />
<strong>de</strong> continuar, se vendaban con las fajas, y procuraban<br />
apartarse <strong>de</strong>l encuentro. Los caballeros montados, los cuales habian<br />
casi todos roto sus lanzas en el primer choque, peleaban con las<br />
espadas, prorumpiendo en sus acostumbrados gritos, y repitiendo<br />
tajos y reveses con tanto ahinco y tesón, como si el honor y la vida<br />
<strong>de</strong>pendiesen <strong>de</strong> aquel lance.<br />
Aumentóse ala sazón el tumulto por haber entrado en combate<br />
la segunda fila <strong>de</strong> cada cuadrilla, que obraba como cuerpo <strong>de</strong> reserva,<br />
y que corrió precipitadamente al auxilio <strong>de</strong> la primera. Los partidarios<br />
<strong>de</strong> Brian do Bois-Guilbert gritaban; «Mancan, Bauvaii (b<br />
El Temple, el Temple.» El opuesto partido respondía con las acia<br />
daciones: «Desheredado, Desheredado:» cuyas voces eran tomadas<br />
<strong>de</strong>l mote que llevaba en el escudo cada uno <strong>de</strong> los cuadrilleros.<br />
La batalla presentó entonces diferentes alternativas <strong>de</strong> ventaja<br />
en cada uno <strong>de</strong> los bandos antagonistas, según la furia <strong>de</strong> los combatientes,<br />
su <strong>de</strong>streza, su vigor, y el fuego y docilidad <strong>de</strong> sus caballos;<br />
y á medida que prevalecía una ú otra cuadrilla, se veía<br />
fluctuar la masa general hacia cada una <strong>de</strong> las estremida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />
palestra. El retumbar <strong>de</strong> los golpes y los gritos <strong>de</strong> los caballeros y<br />
los ecos <strong>de</strong> los instrumentos marciales, formaban un estrepitoso<br />
concierto que ahogaba los aves <strong>de</strong> los heridos y <strong>de</strong> los que caiao<br />
in<strong>de</strong>fensos á los pies (le los caballos. Las espléndidas armaduras,<br />
empañadas con el polvo y con la sangre, cedían ya á los tajos <strong>de</strong><br />
las espadas, ya á los golpes <strong>de</strong> las hachas. Los ostentosos plumajes,<br />
<strong>de</strong>sprendidos <strong>de</strong> los yelmos, eran arrebatados por el viento, ;><br />
guisa <strong>de</strong> copos <strong>de</strong> nieve, i.a hermosura y lucimiento <strong>de</strong>l aparato<br />
militar había <strong>de</strong>saparecido. y solo se veía una escena <strong>de</strong> odio y d*<br />
peligro, que no podía inspirar mas que terror y compasión.<br />
Tal era sin embargo el imperio <strong>de</strong> la costumbre, que no solo el<br />
vulgo ignorante y grosero, que por lo coi aun se place en espectáculos<br />
sanguinarios, sino las damas que coronaban las galerías,<br />
miraban aquella encarnizada lid, con afanoso interés sin duda,<br />
pero al mismo tiempo sin po<strong>de</strong>r apartar <strong>de</strong> ella los ojos. Cuando<br />
un amante, un marido ó un hermano saltaba <strong>de</strong> la silla, esparcíase<br />
mortal pali<strong>de</strong>z en. algún rostro, y sonaba un grito agudo <strong>de</strong> es<br />
(1; Banca» «xa. el .. ole d« la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> loa Templarios, te cual era medio blaica<br />
y medio negra. oti se "ai <strong>de</strong> que aquella or<strong>de</strong>n se mostraba tan benigna y la »<br />
venable á los Cristiane:: como formidable y terrible á los Sarracenos.
CAPÍTULO XII. 109<br />
panto. Pero en general todas las damas incitaba á los combatientes<br />
con palmadas y con las acostumbradas aclamaciones: «Brava<br />
lanza... buen golpe,•> cuando observaban algún lance que mere -<br />
ciese su aprobación.<br />
Y si el bello sexo se interesaba <strong>de</strong> tal modo en el éxito <strong>de</strong> tan<br />
cruel diversión, inútil es <strong>de</strong>cir que no era menos vehemente ei<br />
alan con que la miraban los hombres. Espresábanlo en ruidosa gritería<br />
á cada mudanza <strong>de</strong> fortuna : y <strong>de</strong> tal modo se fijaban las miradas<br />
<strong>de</strong> todo el concurso en la batalla, que no parecía sino que los<br />
espectadores eran los que recibían los golpes que no cesaban <strong>de</strong><br />
asestarse los combatientes. Oíase <strong>de</strong> cuando en cuando la voz <strong>de</strong> los<br />
heraldos, que gritaban: «Animo, valientes caballeros. El hombre<br />
muere: y la gloria vive. Pelead... la muerte es preferible á la <strong>de</strong>s<br />
honra. Bellos ojos merecen gran<strong>de</strong>s hazañas.»<br />
En medio <strong>de</strong> las variadas suertes <strong>de</strong> la pelea, todos los concurrentes<br />
procuraban distinguir á los cuadrilleros, los cuales acudían<br />
á lo mas empeñado <strong>de</strong> la batalla, para animar á sus compañeros<br />
con la voz y con el ejemplo. Uno y otro hicieron aquel dia<br />
gran<strong>de</strong>s hazañas: y ni el Desheredado, ni Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert,<br />
hubieran podido hallar en las filas contrarias otro enemigo capaz<br />
<strong>de</strong> medir con ellos las armas. Repetidas veces se dirigieron uno á<br />
otro, para pelear do hombre á hombre, á lo que les impulsaba no<br />
solo su mutua animosidad, sino el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir <strong>de</strong> un golpe e|<br />
éxito <strong>de</strong>l torneo, pues la suerte <strong>de</strong>l cuadrillero era comunmente la<br />
señal <strong>de</strong> la completa victoria.<br />
Pero cuando el número <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong> ambos partidos empezó<br />
á disminuir, <strong>de</strong>spués haberse confesado vencidos los unos,<br />
arrollados los otros á las barreras, y retirados© no pocos, por los<br />
golpes y heridas que habían recibido, el Templario y el Desheredado,<br />
se encontraron mano á mano con toda la furia que pue<strong>de</strong>n<br />
inspirar el odio y la competencia <strong>de</strong>l honor. Tal fué la <strong>de</strong>streza chambos<br />
en el ataque y en la <strong>de</strong>fensa, que los espectadores prorumpieron<br />
unánime é involuntariamente cu aclamaciones <strong>de</strong> aplauso,<br />
efecto <strong>de</strong> la admiración que inspiraban sus proezas.<br />
La cuadrilla <strong>de</strong>l Desheredado empezó entonces á flaquear y retroce<strong>de</strong>r.<br />
El terrible brazo <strong>de</strong> Erentc-do-buey por un lado, y pos<br />
otro el po<strong>de</strong>roso empuje <strong>de</strong> Athelstane, lograron <strong>de</strong>shacerse mu}<br />
en breve <strong>de</strong> los dos caballeros con quienes empezaron el combatí'<br />
Hallándose libres <strong>de</strong> sus inmediatos antagonistas, parece que álos
110 IVÁNHOE.<br />
dos les ocurrió al mismo tiempo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> ayudar <strong>de</strong>l modo mas<br />
ventajoso á su partido, socorriendo al Templario en la lucha con<br />
su rival. Volvieron riendas casi al mismo instante, y el sajón acu<br />
dió por un lado y el normando por otro, lira casi imposible resis<br />
tir á tan <strong>de</strong>sigual é inesperado ataque; y quién sabe, cual hubiera<br />
sido la suerte <strong>de</strong>l Desheredado, si no lo hubiera salvado el grito<br />
general <strong>de</strong> los espectadores, que no podían menos <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidirse en<br />
favor <strong>de</strong>l que peleaba con tanta <strong>de</strong>sventaja.<br />
«¡Ojo alerta, señor caballero Desheredado! > Tales fueron las vo<br />
ces que sonaron simultáneamente eti todo el ámbito <strong>de</strong> la palestra;<br />
y esto fué lo que le dio á enten<strong>de</strong>r el riesgo que corría. Descargó<br />
un golpe al Templario, y volvió el caballo para eludir los <strong>de</strong> aque<br />
llos dos nuevos enemigos. Viendo estos frustrada su intención,<br />
corrieron en opuestas direcciones á ponerse entro Brian y el Des<br />
heredado, y tan violento fué su arranque, que casi se atropellaron<br />
uno á otro. Recobráronse con prontitud, y circundando el objeto<br />
<strong>de</strong> su encono, insistieron en su <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> echarle al suelo.<br />
Hubiéranlo logrado en efecto, á no ser por la estraordinaria<br />
fuerza y agilidad <strong>de</strong>l generoso bruto con que, habían sido premia<br />
das sus hazañas <strong>de</strong>l día anterior; lo cual le fué tanto mas prove<br />
choso, cuanto que el caballo <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> liois-tíuilbert estaba he<br />
rido, y los <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey y Athelstane cedían ya á la violen<br />
ta fatiga <strong>de</strong> los lances anteriores, al enorme peso <strong>de</strong> sus fornidos<br />
amos y <strong>de</strong> sus armaduras. La admirable <strong>de</strong>streza <strong>de</strong>l Desheredado<br />
en manejar el agilísimo y fogoso caballo que montaba, le sirvió<br />
durante algunos minutos para hacer frente á los tres enemigos: á<br />
veces giraba con la rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l balcón que se lanza sobre la presa,<br />
á fin <strong>de</strong> mantenerlos separados, á veces <strong>de</strong>scargaba un tajo al uno,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber fingido dirigirlo al otro, y siempre estaba su es<br />
pada en movimiento, evitando y parando los golpes que <strong>de</strong> consu<br />
no le asestaban.<br />
Pero aunque todos admiraban aquella increíble prontitud y sere-<br />
uidad, veían al mismo tiempo que era imposible que durase : los que<br />
estaban alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l Príncipe le instaban á que hiciese la señal<br />
que <strong>de</strong>bía poner término á la lucha , á fin do evitar á tan gallardo<br />
caballero un vencimiento que solo podia atribuirse ala <strong>de</strong>spropor--<br />
•don <strong>de</strong> las fuerzas con que se las había.<br />
«No, por la clara luz <strong>de</strong> ios Cielos, respondió (d Príncipe; el mo<br />
tívete que oculta su nombre y <strong>de</strong>sprecia las ofertas <strong>de</strong> mi bospi-
CAPÍTULO XI. .ijj<br />
lalidad, ha ganado ya un premio, y es necesario que cada uno tenga<br />
su vez.» Mas apenas hubo dicho estas palabras, un inci<strong>de</strong>nte<br />
inesperado cambió el aspecto <strong>de</strong>l combate.<br />
Entre los caballeros <strong>de</strong> la cuadrilla <strong>de</strong>l Desheredado había un<br />
campeón cubierto <strong>de</strong> negra armadura , montado en un caballo negro,<br />
alto, robusto, y según todas las apariencias, fuerte y po<strong>de</strong>roso.<br />
Este combatiente, que no llevaba mote en el escudo, había tomado<br />
hasta entonces poca parte cu la pelea. Es cierto que había<br />
cencido con aparento facilidad y soltura á los que le habían atacado<br />
: pero sin aprovecharse <strong>de</strong> sus ventajas, y sin atacar á ninguno<br />
<strong>de</strong> los <strong>de</strong> la cuadrilla opuesta. En fin, mas bien parecía espectador<br />
que combatiente: por lo cual, y por el color <strong>de</strong> sus armas \ caballo,<br />
ios concurrentes le habían dado el nombre <strong>de</strong> El Negro ¡rollazan.<br />
Al ver á su cuadrillero en trance tan apurado, este <strong>de</strong>sconocido<br />
salió <strong>de</strong> pronto <strong>de</strong> su inacción, y arrimando espuelas al caballo que<br />
estaba <strong>de</strong>scansado y fresco, se lanzó raudo á la pelea, gritando con<br />
voz semejante;'; la <strong>de</strong>l clarín: «Aellos, Desheredado.:) Oportunísimo<br />
fué en verdad su socorro, porque mientras el Desheredado estrechaba<br />
á Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, Frente-<strong>de</strong>-buey alzó contra él<br />
la espada, mas antes que <strong>de</strong>scargase el golpe, el Holgazán le asestó<br />
uno tan terrible, que ginete y caballo se <strong>de</strong>splomaron al suelo. En<br />
seguida, volvió riendas á Ooningsburgh; y habiéndosele roto la espada<br />
en su encuentro con el normando, arrancó <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong>l<br />
sajón el hacha, y lanzándosela á la cabeza le arrojó al suelo sin sentido.<br />
Terminadas estas dos proezas, por las que recibió infinitos<br />
aplausos <strong>de</strong> los sorprendidos espectadores, volvió á su primera intolencia,<br />
se arrimó á un lado <strong>de</strong> las barreras, y <strong>de</strong>jó al Desheredado<br />
que se las hubiese á solas con el caballero <strong>de</strong>l Temple. Mas su<br />
posición no (¡ra tan crítica como al principio. El caballo <strong>de</strong> Brian<br />
había perdido mucha sangre y no pudo resistir á los golpes <strong>de</strong> su<br />
antagonista. Brian cayó al suelo sin po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sembarazar el pié <strong>de</strong>l<br />
estribo. Entonces el Desheredado saltando <strong>de</strong>l caballo, le mandó<br />
que se rindiese ; pero el príncipe Juan, compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> la peligrosa<br />
situación <strong>de</strong>l Templario , mas que lo había estado <strong>de</strong> la <strong>de</strong> su<br />
memigOj le evitó el bochorno <strong>de</strong> confesarse vencido, y arrojando<br />
;l bastón á la palestra puso fin á la batalla.<br />
De esta solo habia quedado aquel combate particular entre ios<br />
los caudillos; porque <strong>de</strong> los pocos caballeros que habían pernoane-
112 IVANHOE.<br />
cído en el palenque , la mayor parte habían convenido en suspen<br />
<strong>de</strong>r las hostilida<strong>de</strong>s, y <strong>de</strong>jar la suerte <strong>de</strong> la lid confiada á los ace<br />
ros <strong>de</strong> sus jefes.<br />
Los escu<strong>de</strong>ros, que no habian podido aten<strong>de</strong>r á sus amos, por no<br />
esponerse álos peligros y dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la batalla, entraron enton<br />
ces en la palestra, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> fueron sacados los heridos con el mayor<br />
esmero y precaución , y conducidos á los pabellones inmediatos, ó<br />
fi ios cuarteles que se les habian preparado en la ciudad vecina.<br />
Así terminó el memorable torneo <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche, uno <strong>de</strong><br />
los mas reñidos y encarnizados <strong>de</strong> aquella época : porque aunque<br />
solo murieron en el campo cuatro <strong>de</strong> los combatientes , incluso uno<br />
¿quien ahogó el peso <strong>de</strong> la armadura, mas <strong>de</strong> treinta recibieron<br />
atroces heridas y nunca jamás se recobraron <strong>de</strong> ellas. Muchos nías<br />
fueron los que quedaron estropeados para toda la vida; y los que<br />
mejor escaparon conservaron trazas <strong>de</strong>l conflicto hasta el sepulcro;<br />
por cuyas razones las crónicas antiguas llaman aquella j usta el gen -<br />
til llore paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> AsMy.<br />
Llegado el momento <strong>de</strong> que el príncipe Juan nombrase el cabo<br />
Pero que mejor se halda portado en los lances <strong>de</strong>l dia, <strong>de</strong>cidió que<br />
aquel honor era <strong>de</strong>ludo al que la voz pública habia <strong>de</strong>signado con<br />
el dictado <strong>de</strong>l Negro holgazán. No faltó quien insinuase al Príncipe,<br />
que el caballero Desheredado era quien realmente habia ganado ¡a.<br />
victoria, puesto que en el curso <strong>de</strong>l dia habia vencido con sus ar<br />
mas seis campeones, y por último <strong>de</strong>smontado y postrado al suelo<br />
al caudillo do los contrarios. Pero el príncipe Juan se mantuvo en<br />
su opinión, alegando que el Desheredado y su cuadrilla hubieran<br />
sido completamente <strong>de</strong>rrotados, á no haber sido por el eficaz y po<br />
<strong>de</strong>roso ausilio <strong>de</strong>! caballero <strong>de</strong> la negra armadura, á quien por tan<br />
ío persistía en adjudicar el premio.<br />
No fué poca la sorpresa <strong>de</strong> todos los concurrentes, cuando se supe<br />
que nadie podía dar con el Negro holgazán. Rabia salido <strong>de</strong> las<br />
i-arreras inmediatamente que cesó la pelea, y algunos cuidosos 1,<br />
habian visto internarse en lasciva, con la misma lentitud y con<br />
aquel continente Pojo y <strong>de</strong>sidioso que le había grangeado el epíteto<br />
por el que era generalmente <strong>de</strong>signado Dos veces le llamaron en<br />
vano las trompetas y los pregones <strong>de</strong> ios heraldos: <strong>de</strong> modo , que<br />
fué necesario nombrar otro caballero que recibiese los honores <strong>de</strong> P<br />
fiesta. Kl Principo no pudo resistir al indisputable <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>l De- -<br />
heredado, y lo proclamó campeón o» 1<br />
Pe
CAPÍTULO XII. 113<br />
Los maestres condujeron <strong>de</strong> nuevo al vencedor al trono <strong>de</strong>l Príncipe,<br />
por medio <strong>de</strong>l campo cubierto <strong>de</strong> sangre y sembrado <strong>de</strong> armaduras<br />
rotas y <strong>de</strong> caballos muertos ó heridos.<br />
«Caballero Desheredado, dijo el Príncipe, ya que este es el e'mico<br />
vítulo por el que permitís que se os llame, segunda vez os damos<br />
sos honores <strong>de</strong>l torneo, y el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> pedir y recibir <strong>de</strong> manos <strong>de</strong><br />
la Reina <strong>de</strong>l amor y <strong>de</strong> la hermosura la corona <strong>de</strong> honor que vuestro<br />
valor tan ampliamente ha merecido.- Kl caballero se inclinó<br />
profundamente sin <strong>de</strong>splegar los labios.<br />
Mientras sonaban las trompetas, y los heraldos enronquecían proclamando<br />
honor al valiente y gloria al vencedor ; y mientras las<br />
damas tremolaban sus fajas <strong>de</strong> seda y sus velos bordados, al compás<br />
<strong>de</strong> la algazara y vivas <strong>de</strong> la muchedumbre, los maestres <strong>de</strong>l<br />
campo conducían al vencedor por medio <strong>de</strong>l palenque, á los pies<br />
<strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> honor que estaba ocupado por lady Rovvena.<br />
Los maestres le hicieron arrodillar en la mas baja <strong>de</strong> las gradas<br />
que conducían al trono: y cierto que todos sus movimientos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
que terminó la batalla, habían parecido mas bien dirigidos por impulso<br />
ageno que por su propia y libre voluntad. Algunos observaron<br />
que titubeaba y apenas podía sostenerse cuando atravesó segunda<br />
vez el campo. Rovrcna, bajando <strong>de</strong> su puesto, con agraciado<br />
y majestuoso talante iba á colocar la corona que llevaba en las manos<br />
en torno <strong>de</strong>l .yelmo <strong>de</strong>l campeón , cuando los dos maestres clamaron<br />
al mismo tiempo : « no <strong>de</strong>be ser así, sino con la cabeza <strong>de</strong>scubierta.»<br />
El caballero pronunció algunas palabras , cuyo débil y<br />
confuso sonido se perdió en la concavidad <strong>de</strong>l yelmo: pero bien se<br />
echaba <strong>de</strong> ver que se resistía á <strong>de</strong>jar espuestas sus facciones á los<br />
ojos <strong>de</strong>l público.<br />
Sea por apego á las leyes y usos <strong>de</strong> la caballería, sea por curiosidad<br />
, los maestres no dieron oidos á su repugnancia, sino que le<br />
<strong>de</strong>spojaron <strong>de</strong>l yelmo, rompiendo los cordones <strong>de</strong>l casco, y aflojando<br />
las hebillas <strong>de</strong> la gola Entonces se <strong>de</strong>jaron ver las facciones bien<br />
formadas, aunque tostadas por el sol, <strong>de</strong> un joven <strong>de</strong> veinte y cinco<br />
años, <strong>de</strong> cuya frente on<strong>de</strong>aba rubia y poblada cabellera. Cubríale<br />
el rostro mortal pali<strong>de</strong>z , y en él se notaban algunas gotas <strong>de</strong><br />
sangre.<br />
Apenas le vio la soberana <strong>de</strong>l torneo, cuando lanzó sin po<strong>de</strong>rse<br />
reprimir un grito agudo: recogiendo, sin embarg-o, todas las fuer<br />
zas <strong>de</strong> su ánimo, aunque sin contenor el violento temblor que agi-<br />
8
114 IVANHOE.<br />
taba todo su cuerpo, colocó en torno <strong>de</strong> la abatida cabeza <strong>de</strong>l ven<br />
cedor la magnífica corona <strong>de</strong>stinada á premiar sus hazañas, y pronunció<br />
en voz clara y distinta las siguientes palabras: «Os do.v<br />
esta corona, señor caballero, como señal <strong>de</strong> la victoria cpie habéis<br />
alcanzado.» Detúvose un momento, y añadió con ürmeza: «Y ja<br />
más ciñeron sienes mas dignas los símbolos <strong>de</strong> la caballería , <strong>de</strong>i<br />
triunfo y <strong>de</strong>l valor.»<br />
El caballero inclinó la cabeza, y besó la mano <strong>de</strong> la amable Sobe<br />
rana que habia recompensado sus esfuerzos: en seguida subió otro<br />
escalón,y cayó <strong>de</strong>smayado á sus pies.<br />
Este acci<strong>de</strong>nte produjo una consternación general. Cedric, cuya<br />
sorpresa y enmu<strong>de</strong>cimiento al ver á su <strong>de</strong>sterrado lujo, no acerta<br />
mos á <strong>de</strong>scribir, corrió á separarlo <strong>de</strong> Eowena ; mas ya lo habían<br />
hecho así los dos maestres <strong>de</strong>l campo, los cuales sospechando la<br />
causa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>smayo <strong>de</strong> Ivanhoe, se dieron prisa á <strong>de</strong>sarmarlo, y ha<br />
liaron el peto atravesado por la punta <strong>de</strong> una lanza, la cual habíherido<br />
al caballero en un costado.<br />
CAPITULO XIII.<br />
El nombre <strong>de</strong> Ivanhoe corrió inmediatamente <strong>de</strong> boca en boca<br />
con toda la prontitud que emplean en acontecimientos tan imprevistos<br />
la sorpresa y la curiosidad. Ni tardó mucho en llegar id<br />
acompañamiento <strong>de</strong>l Príncipe , y á sus oidos, el cual frunció ceñu<br />
damente el gesto, al saber una nueva tan <strong>de</strong>sagradable. Dirigién<br />
dose sin embargo á los cortesanos, con aire <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio : «Mitores,<br />
les dijo, y vos, P. Prior Aymer , ¿qué pensáis <strong>de</strong> lo que dicen<br />
los peritos acerca <strong>de</strong> las antipatías innatas y <strong>de</strong> las atracciones V<br />
Dándome estaba el corazón que no se hallaba lejos <strong>de</strong> mí el benjamín<br />
<strong>de</strong> mi hermano , aun antes <strong>de</strong> saber quién se ocultaba bajo<br />
aquella armadura.<br />
—Bien pue<strong>de</strong> prepararse Erente-<strong>de</strong>-buey á restituir el feudo <strong>de</strong><br />
Ivanhoe , dijo Bracy que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber peleado valientemente<br />
en el torneo y <strong>de</strong>spojádose <strong>de</strong> sus armas , estaba ya con los otros<br />
personajes <strong>de</strong> la comitiva <strong>de</strong>l Príncipe.<br />
— Sin duda, dijo Wal<strong>de</strong>mar Eitzurse al Príncipe; porque es re
CAPÍTULO XIII. llft<br />
guiar que este valentón venga á reclamar el castillo y las tierras<br />
que Ricardo le dio, y que vuestra Alteza ha adjudicado <strong>de</strong>spués ge<br />
nerosamente á Frente-<strong>de</strong>-buey.<br />
—Frente-<strong>de</strong>-buey, repuso el Príncipe, no es hombre que <strong>de</strong>ja escapar<br />
tan fácilmente los castillos y tierras que tiene entre las uñas<br />
Y por lo <strong>de</strong>más, caballeros, creo que ninguno <strong>de</strong> vosotros me negará<br />
el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> conferir los feudos <strong>de</strong> la Corona á los que me sirven<br />
y asisten fielmente, y están siempre apercibidos á esgrimir sus<br />
armas en servicio <strong>de</strong> la Nación, en lugar <strong>de</strong> los vagabundos que se<br />
van á tierras estrañas, y por consiguiente no pue<strong>de</strong>n acudir cuan<br />
do el servicio público les necesita y llama.<br />
Los oyentes, que estaban vivamente interesados en aquella cuestión,<br />
pronunciaron <strong>de</strong> común acuerdo que el Príncipe habia ejerci<br />
do un <strong>de</strong>recho inenagenable y sagrado. «¡Viva el generoso príncipe<br />
Juan! Viva quien tan liberalmente sabe recompensar á sus fie<br />
les servidores!»<br />
Tales fueron las eselamaciones <strong>de</strong> los palaciegos, <strong>de</strong> los cuales<br />
algunos habían recibido ya, y la mayor parte esperaba recibir<br />
iguales gracias y concesiones, á espensas <strong>de</strong> los amigos y favoritos<br />
<strong>de</strong>l rey Ricardo. El prior Aymer fué <strong>de</strong> la misma opinión, añadiendo<br />
sin embargo que la santa ciudad <strong>de</strong> Jerusalen no <strong>de</strong>bia entrar en<br />
el número <strong>de</strong> las tierras estrañas <strong>de</strong> que habia hablado Su Alteza,<br />
por ser commuiiis maler, es <strong>de</strong>cir, la madre común <strong>de</strong> todos los<br />
Cristianos. «Mas con todo eso , dijo , no creo que el caballero <strong>de</strong><br />
Ivanhoe pueda alegar esta circunstancia en su favor, pues todo»<br />
saben que la hueste <strong>de</strong> cruzados mandada por el rey Ricardo no<br />
ha dado un paso mas allá <strong>de</strong> Ascalon, que es una ciudad <strong>de</strong> Filisteos,<br />
como es público y notorio, y <strong>de</strong> ningún modo acreedora á los<br />
<strong>de</strong>rechos y prerogativas <strong>de</strong> la santa Ciudad.»<br />
Wal<strong>de</strong>mar , cuya curiosidad le habia impelido al sitio en que<br />
Tvanhoe habia caido <strong>de</strong>smayado, volvió apresuradamente , y dij
116 :> \M,ov.<br />
El Principe pronunció estas frases con amarga sonrisa. Wal<strong>de</strong>-<br />
mar Fitzurse respondió que ya habían sacado áIvanhoe <strong>de</strong> la ga<br />
lería, y que estaba á cargo <strong>de</strong> sus amigos.<br />
«Movióme á compasión, añadió, la angustia <strong>de</strong> la Peina <strong>de</strong>l amor<br />
y <strong>de</strong> la hermosura, cuyas galas se han convertido en luto <strong>de</strong> resul<br />
tas <strong>de</strong> aquel suceso. No soy yo hombre <strong>de</strong> los que se enternecen<br />
á los lamentos <strong>de</strong> una mujer , sobre todo cuando los arranca un<br />
galán: pero es justo <strong>de</strong>cir que la tal Soberana reprimió con mucha<br />
gravedad los impulsos <strong>de</strong> su dolor, pues ni siquiera <strong>de</strong>rramó una<br />
lágrima; pero bien se echaba <strong>de</strong> ver lo que pasaba en su corazón,<br />
al ver aquellos brazos lánguidos, y aquellos ojos trémulos , que en<br />
vano procuraban fijarse en las pálidas facciones <strong>de</strong>l amante.<br />
—•¿.Quién es, preguntó el Príncipe, esa lady Eowena, <strong>de</strong> que tan<br />
to se habla?<br />
—Una sajona respondió un cortesano, here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> vastas posesio<br />
nes ; la rosa <strong>de</strong>l amor, y la joya <strong>de</strong> la riqueza ; la mas hermosa en<br />
tre las hermosas ; una rama <strong>de</strong> florido mirto: una perla, un rubí,<br />
un diamante.<br />
—Es preciso consolarla, dijo el Príncipe, y purificar su raza con<br />
un marido normando. Parece menor, y por tanto nos toca dispo<br />
ner <strong>de</strong> su mano. ¿Qué dices á esto, Bracy? ¿Quisieras tú tener bue<br />
nas rentas y posesiones, casándote con una sajona , como hicieron<br />
los partidarios <strong>de</strong>l Conquistador?<br />
—Si las posesiones son <strong>de</strong> mi gusto , respondió el aventurero,<br />
harto será que me <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong> la novia; sea quien fuere: gran<strong>de</strong> fue<br />
ra mi reconocimiento hacia vuestra Alteza por esa buena acción,<br />
que satisfará las promesas benignamente hechas ú su servidor y<br />
vasallo.<br />
—Hablaremos <strong>de</strong> eso , dijo el Príncipe; y para no per<strong>de</strong>r<br />
tiempo, vaya nuestro senescal á convidar <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n mía al banque<br />
te <strong>de</strong> esta tar<strong>de</strong> á lady Eowena y á su acompañamiento, esto es, a)<br />
villano <strong>de</strong>l tutor, y al buey sajón á quien arrojó al suelo el Negro<br />
holgazán. De Bigot, dijo hablando con el Senescal , lleva este se<br />
gundo mensaje con la posible cortesía, á fin <strong>de</strong> adular el orgullo<br />
<strong>de</strong> esos sajones, y haz cuanto puedas para que no rehusen la invi<br />
tación. Usar <strong>de</strong> urbanidad con esa gente es echar perlas á verra<br />
cos. >-•<br />
Terminada esta conversación, iba el Príncipe Juan á retirarse <strong>de</strong><br />
su galería, cuando pusieron en sus manos un billete
CAPÍTULO xm. 11*3<br />
« ¿Do dón<strong>de</strong>? preguntó el Príncipe á la persona que se lo había<br />
entregado.<br />
—De países estranjeros, respondió; mas no puedo <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> cuál.<br />
I¿I francés que lo ha traído dice que lia corrido día y noche para<br />
ponerlo en manos <strong>de</strong> vuestra Alteza.,.<br />
El Príncipe leyó atentamente el sobrescrito, y <strong>de</strong>spués examinó<br />
el sello que sujetaba el cordón <strong>de</strong> seda alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l billete, y que<br />
representaba las tres flores <strong>de</strong> lis. Juan lo abrió entonces con alguna<br />
agitación , que aumentaba visiblemente á medida que leia<br />
su contenido, el cual era como sigue :<br />
Ojo alerta, que el diablo anda suelto.<br />
El Príncipe mudó <strong>de</strong> color ; bajó los ojos, y los clavó <strong>de</strong>spués en<br />
el Cielo, como un hombre que acaba <strong>de</strong> leer su sentencia <strong>de</strong> muerte,<br />
Recobrándose <strong>de</strong> los primeros efectos <strong>de</strong>,^ sorpresa, llamó á<br />
Y al<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Fitzurse y á Bracy aparte, y les puso sucesivamente<br />
en las manos aquel fatal billete.<br />
v Invención pura, dijo P.racy, y terrores falsos.<br />
- -La letra y el sello son <strong>de</strong>l Ley <strong>de</strong> Francia, dijo Juan.<br />
—Va es tiempo, dijo Fitzurse , <strong>de</strong> recoger todo nuestro partido,<br />
en York ó en otro punto central. Dentro <strong>de</strong> pocos días será tar<strong>de</strong>.<br />
Vuestra Alteza <strong>de</strong>be mandar concluir todas estas pantomimas.<br />
—Sin embargo, dijo Bracy, el pueblo no ha tomado todavía parte<br />
en los ejercicios <strong>de</strong>l torneo, y no fuera, bien que se retirara disgustado.<br />
—Aun queda dia bastante, dijo Wal<strong>de</strong>mar, para ver algunos tiro?<br />
<strong>de</strong> arco. Bastan pocos para adjudicar el premio. Con esto cumple<br />
vuestra Alteza lo que ha ofrecido, y harto y <strong>de</strong>masiado es para<br />
esos villanos sajones.<br />
—Te doy gracias, Wal<strong>de</strong>mar, dijo el Príncipe , por haberme recordado<br />
la <strong>de</strong>uda que tengo contraída con aquel insolente campesino<br />
que ayer insultó mi persona. Tampoco ha <strong>de</strong> haber alteración<br />
en el banquete. Si fuera esta la última hora <strong>de</strong> mi po<strong>de</strong>r, la <strong>de</strong>dicaría<br />
al placer y á la venganza. Vengan mañana las pesadumbres, si<br />
quieren.»<br />
VI toque délas trompetas volvieron atrás los espectadores que ya<br />
habían empezado á retirarse. En seguida se leyó el pregón, en que<br />
se anunciaba que en virtud <strong>de</strong> sus altas y perentorias obligaciones<br />
públicas, el príncipe Juan se veía obligado á poner termino á<br />
los ejercicios <strong>de</strong> la justa, y que los dispuestos para el día siguiente
118 1VANH0E.<br />
ai) podian tener lugar ; que, sin embargo, no pudiendo consentir<br />
en que se retirasen tantos honrados pecheros y paisanos sin hacer<br />
prueba <strong>de</strong> su <strong>de</strong>streza y tino, les invitaba á disputar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego el<br />
premio que hubiera sido adjudicado el dia siguiente; por último,<br />
¡rué este premio se compouia <strong>de</strong> un cuerno <strong>de</strong> caza guarnecido do<br />
plata, y un collar <strong>de</strong> seda bordado, con la medalla <strong>de</strong> san Huberto,<br />
patrón <strong>de</strong> la montería.<br />
Mas <strong>de</strong> treinta personas se presentaron inmediatamente como<br />
competidores ; entre ellas habia algunos monteros y guardas <strong>de</strong><br />
ios bosques y parques reales. Mas cudrido los tiradores supieron<br />
¿on quien iban á rivalizar, se retiraron mas <strong>de</strong> veinte , que no se<br />
atrevían á esponerse á la vergüenza <strong>de</strong> un vencimiento casi seguro.<br />
Porque en aquellos dias,la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los tiradores<br />
acreditados era tan famosa y conocida muchas millas á la redonda,<br />
como en el dia los nombres <strong>de</strong> los caballos que se inmortalizan<br />
las carreras <strong>de</strong> Newmarket.<br />
La reducida lista <strong>de</strong> combatientes en aquella selvática justa , no<br />
pasaba <strong>de</strong> ocho. El príncipe Juan bajó <strong>de</strong>l solio , para examinar <strong>de</strong><br />
certa sus personas , y vio entre ellos algunos vestidos con la librea<br />
<strong>de</strong> la casa Real. Satisfecha esta curiosidad, buscó al objeto <strong>de</strong><br />
su encono, el cual no se habia apartado <strong>de</strong> su sitio, don<strong>de</strong> se mantenía<br />
tan impávido como acostumbraba.<br />
«Camarada, dijo el Príncipe, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego he conocido en tu insolente<br />
charla que no eres verda<strong>de</strong>ro aficionado al arco; y ahora veo<br />
que no te atreves á colocarte entre estos hombres honrados que<br />
van á lucir su tino.<br />
—Con vuestro perdón, dijo el campesino, tengo otra razón para<br />
no tirar, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l recelo <strong>de</strong> no salir airoso.<br />
—¿Y cuál es esa otra razón ? preguntó el príncipe Juan que sin<br />
saber porqué le miraba con afanosa curiosidad.<br />
—La razón es, dijo el rústico, porque no sé si esos hombres y yo<br />
usamos <strong>de</strong>l mismo tiro y á la misma distancia: fuera <strong>de</strong> que, tampoco<br />
sé si Y. A. se resolverá á dar el tercer premio <strong>de</strong>l torneo á<br />
quien involuntariamente ha incurrido en su <strong>de</strong>sagrado.<br />
—¿Cómo te llamas? dijo el Príncipe poniéndose <strong>de</strong> mil colores.<br />
—Locksley, respondió el pechero.<br />
—Pues Locksley, dijo el Príncipe, habrás <strong>de</strong> tirar cuando estos<br />
jiros hayan concluido. Si ganas el premio, cuenta con treinta monedas<br />
mas; pero si lo pier<strong>de</strong>s, serás <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> tus ropas, y azota-
CAPÍTULO XIII. i 19<br />
t! o con las cuerdas délos arcos, como bellaco insolente •> palabrero.<br />
—¿Qué me ha <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r si me niego á aceptar ese partido? preguntó<br />
Locksley. "V. A. pue<strong>de</strong> servirse <strong>de</strong> su fuerza y autoridad para<br />
.¡ue se me impongan los castigos que fueren <strong>de</strong> su agrado; mas todo<br />
su po<strong>de</strong>r no alcanza á hacerme tirar el arco si no me acomoda.<br />
—En ese caso, dijo el Príncipe, el preboste <strong>de</strong>l torneo cortará la<br />
cuerda <strong>de</strong> tu arco, romperá tus flechas, y te arrojará <strong>de</strong>l concurso<br />
como un malsin <strong>de</strong>svergonzado.<br />
—No me parece que V. A. lo hace muy bien conmigo, dijo el campesino.<br />
¡Qué 1 ¿Castigarme con la infamia porque no me atrevo á<br />
competir con los mas diestros tiradores <strong>de</strong> estos condados ? Sin embargo,<br />
será preciso obe<strong>de</strong>cer á V. A.<br />
—¡Cuenta con él, guardias! dijo el Príncipe; ya empieza á<strong>de</strong>salentarse,<br />
y no quisiera yo por todo el oro <strong>de</strong>l mundo que, se escapase<br />
sin tirar. Y vosotros, camaradas, ánimo y haced vuestra obligación.<br />
Tin cabrito y una bota <strong>de</strong>vino están preparadas para vuestro<br />
regalo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> concluido el tiro.»<br />
Colocóse el blanco al fin <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong>l palenque. Los<br />
oiupetidores ocuparon sus puestos á la distancia acostumbrada en<br />
aquella clase <strong>de</strong> ejercicios. Echáronse suertes para saber el or<strong>de</strong>n<br />
que habían <strong>de</strong> guardar entre sí, y se <strong>de</strong>cidió a<strong>de</strong>más que cada uno<br />
tiraría tres voces sin interrupción. Dirigía todas las formalida<strong>de</strong>s<br />
un empleado inferior llamado el preboste <strong>de</strong>l tiro; porque el puesto<br />
<strong>de</strong> maestre <strong>de</strong> campo era <strong>de</strong>masiado distinguido, y no podia sin<br />
<strong>de</strong>shonra, intervenir en los ejercicios <strong>de</strong> la gente común.<br />
I.os monteros se presentaron uno á uno, y dispararon lastres fiedlas<br />
con gran firmeza y tino. De las veinte y cuatro, diez hirieron<br />
el círculo; las otras se aproximaron tanto, que atendida la distancia<br />
podían consi<strong>de</strong>rarse como escelentes punterías. De las diez que<br />
dieron en el círculo, dos eme quedaron fijadas en el centro, habían<br />
••ido disparadas por Huberto montero <strong>de</strong> los bosques <strong>de</strong> Malvoisin;<br />
• en su consecuencia fué <strong>de</strong>clarado vencedor.<br />
Ahora, Locksley, dijo el Príncipe con maliciosa risa al perseguido<br />
tirador, ¿quieres habértelas con Huberto, ó entregar todo tu<br />
•trreo <strong>de</strong> montería al preboste ?<br />
j| -Puesto que ambos partidos son malos, dijo Locksley, probaremos<br />
fortuna; pero ha <strong>de</strong> ser con la condición, que cuando yo haya<br />
libado dos flechas al blanco <strong>de</strong> Huberto, él ha <strong>de</strong> tirar r.na al que
1 2 0 1VANHOK.<br />
—Es cosa muy <strong>de</strong>bida, dijo el Príncipe, y no te será negada. Huberto,<br />
si vences á este villano, te lleno el cuerno <strong>de</strong> monedas <strong>de</strong><br />
plata.<br />
—Cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>, respondió Huberto; pero mi bisa<br />
buelo peleó con su arco en Haustings, y yo no quisiera <strong>de</strong>shonrar<br />
su memoria.»<br />
» Quitóse el primer blanco, y se puso otro <strong>de</strong>l mismo tamaño en su<br />
lugar. Huberto, que como vencedor en el primer tiro <strong>de</strong>bia tener<br />
la preferencia, apuntó con gran <strong>de</strong>sembarazo, midiendo largo<br />
tiempo la distancia con los ojos y sosteniendo con las dos manos el<br />
arco y la flecha. Al fin dio un paso a<strong>de</strong>lante, y levantando el arco á<br />
toda la altura <strong>de</strong>l brazo <strong>de</strong>recho hasta poner el centro enfrente <strong>de</strong>l<br />
rostro, tiró la cuerda hasta cerca <strong>de</strong> la oreja. La flecha cortó silbando<br />
el aire, y fué á dar en el círculo pequeño <strong>de</strong>l blanco : pero no<br />
justamente en el centro.<br />
«No contabas con el viento, Huberto, le dijo su antagonista preparándose<br />
á tirar; que sin este inconveniente el tiro hubiera sido<br />
<strong>de</strong> los mejores.»<br />
Dichas estas palabras, y sin dar las menores muestras <strong>de</strong> inquie<br />
tud ni zozobra; Locksley pasó á ocupar su puesto, é hizo la puntería<br />
con tan poco aparente esmero, que casi no miró al blanco. Todavía<br />
estaba hablando, cuando la flecha salió <strong>de</strong>l arco, y se clavó<br />
dos pulgadas mas cerca <strong>de</strong>l centro que la <strong>de</strong> su competidor.<br />
«¡ Voto á tantos! dijo el Príncipe á Huberto, que si <strong>de</strong>jas que ese<br />
malsín salga vencedor mereces ir diez años á galeras.»<br />
Huberto no tenia mas que una respuesta en semejantes ocasiones.<br />
«Aunque V. A. me man<strong>de</strong> colgar, cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>;<br />
mi bisabuelo peleó con su arco en<br />
—Satanás cargue con tu bisabuelo y con toda tu generación,<br />
dijo el Príncipe : tira, mentecato ; haz lo mejor que sepas, y sino<br />
nos veremos las caras.»<br />
Huberto, cediendo á esta insinuación, volvida colocarse, y si);<br />
echar en saco roto la lección que le habia dado su adversario, y<br />
contando con el soplo <strong>de</strong> un ligero vientecillo que acababa <strong>de</strong> levantarse<br />
á la sazón, tiró con tan acertada puntería, que la flecha<br />
fué á dar en el mismo punto central <strong>de</strong>l blanco.<br />
«¡Viva Huberto! Huberto es el vencedor! gritaron los concurrentes,<br />
que se interesaban mas en un conocido que en un forastero<br />
.
CAPÍTULO XIII. 121<br />
—No pue<strong>de</strong>s hacer mas, dijo el Príncipe á Locksley con una sonrisa<br />
que valia cien insultos.<br />
—Pronto lo veremos,» dijo el vencido.<br />
1 apuntando con alguna mas atención que antes, partió con su<br />
flecha la <strong>de</strong> Huberto, y la hizo bastillas. El pueblo quedó tan atónito<br />
al ver esta portentosa <strong>de</strong>streza, que la admiración reprimió los<br />
acostumbrados gritos <strong>de</strong> aplauso. «¡ El diablo tiene en el cuerpo! se<br />
<strong>de</strong>cían unos á otros los monteros : ¡ ese no es hombre, sino Luzbel<br />
en persona! Jamás se ha visto un tiro semejante <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que se usó el<br />
primer arco en Inglaterra.<br />
—Y ahora, dijo Locksley, con permiso <strong>de</strong> V. A. plantaré un blanco<br />
como los que se acostumbran en los condados <strong>de</strong>l Norte; y venen<br />
cualquier honrado montero á tirarlo, y tenga en galardón si atina,<br />
una sonrisa <strong>de</strong> la muchacha <strong>de</strong> sus pensamientos.»<br />
Echó á andar con dirección á la salida <strong>de</strong> las barreras. «Man<strong>de</strong><br />
V. A., dijo, que me siga un guardia, si gusta. Solo voy á cortar<br />
una vara <strong>de</strong> esos sauces inmediatos.»<br />
El príncipe Juan dio or<strong>de</strong>n que le siguiesen, temeroso todavía <strong>de</strong><br />
que se escapase; pero se alzó un grito general <strong>de</strong> <strong>de</strong>saprobación en<br />
la muchedumbre, y tuvo que <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> su poco generoso intento<br />
Locksley volvió inmediatamente con su vara <strong>de</strong> sauce perfectamente<br />
<strong>de</strong>recha, y <strong>de</strong>l grueso <strong>de</strong>l <strong>de</strong>do pulgar. Empezó á <strong>de</strong>scortezarla<br />
con gran<strong>de</strong> mesura, observando al mismo tiempo que todo<br />
buen tirador <strong>de</strong>bia avergonzarse <strong>de</strong> servirse <strong>de</strong> un blanco como los<br />
que habian sido empleados hasta entonces. «Lo mismo vale, <strong>de</strong>cia,<br />
á lo menos en mi tierra, tirar á la mesa redonda <strong>de</strong>l rey Arturo en<br />
que podían comer sesenta caballeros. Un niño <strong>de</strong> siete años pue<strong>de</strong><br />
tirar á esos blancos <strong>de</strong> por aquí con una flecha <strong>de</strong>scabezada. Pero el<br />
que acierte á esta rama <strong>de</strong> sauce á distancia <strong>de</strong> cien varas, bien<br />
pue<strong>de</strong> presentarse á tirar á cara <strong>de</strong>scubierta <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> un monarca,<br />
aunque sea el valiente líicardo <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
Mi bisabuelo, dijo Huberto, peleó con su arco en la batalla <strong>de</strong><br />
líastings, y jamás arrojó semejante tiro en todo el curso <strong>de</strong> su vida.<br />
Si esto hombro clava la flecha en la vara, le doy el premio que<br />
be ganado, ó mas bien se lo doy al diablo , que es el que está .en su<br />
coleto. Cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>, y yo no me meto don<strong>de</strong> no<br />
puedo salir airoso. Tanto monta tirar á un cabello ó á una paja ó<br />
á un rayo <strong>de</strong>soí.<br />
— Cobar<strong>de</strong>! esclamó el Príncipe: y tú, Locksley, manos á la obra,,
122 1VANH0B.<br />
que estas son amores y no buenas razones. No pienses que la has <strong>de</strong><br />
echar <strong>de</strong> guapo si no lo eres en efecto.<br />
— Cada uno hace lo que pue<strong>de</strong>, como dice Huberto,» respondió<br />
el rústico.<br />
Preparóse <strong>de</strong> nuevo y puso nueva cuerda al arco por parecerle<br />
que se habia aflojado algún tanto la que tenia. Examinó la punta<br />
<strong>de</strong> la flecha y apuntó con la mayor serenidad, en tanto que la muehedumbre<br />
tenia fijos en él los ojos y casi suspenso el aliento. El<br />
tiro fué como lo habia anunciado; la flecha partió en dos mita<strong>de</strong>s la<br />
vara <strong>de</strong> sauce. Siguióse una esplosion <strong>de</strong> vivas, y aun el príncipe<br />
.luán quedó tan admirado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> I.ocksley, que mudó su<br />
odio en afición. «Estos veinte nobles ¡1), dijo, son tuyos, y el cuerno<br />
que tan dignamente has ganado. Cincuenta mas te ofrezco si<br />
quieres vestir la librea <strong>de</strong> mis monteros y servir cerca <strong>de</strong> mi persona<br />
, porque jamás he visto brazo mas robusto ni ojo mas certero<br />
que el tuyo.<br />
— Perdonad, noble Príncipe , dijo Locksley; pero he hecho voto<br />
<strong>de</strong> no servir á nadie, salvo á vuestro h'eal hermano el rey Ricardo.<br />
Rstos veinte nobles son para Huberto, que hoy se ha servido <strong>de</strong> tan<br />
buen arco, como el que llevó su bisabuelo en la batalla <strong>de</strong> Hastings.<br />
Si no hubiera sido tan mo<strong>de</strong>sto, hubiera acertado á la vara lo mismo<br />
que yo.»<br />
Huberto meneó la cabeza , y tomó aunque con repugnancia el<br />
don generoso <strong>de</strong> su antagonista; el cual <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> no llamar mas<br />
la atención, se confundió en la turba y no se le vio mas.<br />
No hubiera frustrado la curiosidad <strong>de</strong>l Príncipe, á no habertenido<br />
este á la sazón asuntos mas graves en que pensar, los cuales molestaban<br />
su ánimo, y no podían alejarse <strong>de</strong> su imaginación. Al dar<br />
la señal <strong>de</strong> retirada llamó á uno <strong>de</strong> los gentiles hombres, y le mandó<br />
fuese á toda brida á buscar al judío Isaac en Vshby. «Drleal<br />
perro que me envíe antes <strong>de</strong> anochecer doscientas coronas. Ya sabe<br />
la fianza, y a<strong>de</strong>más preséntale esta sortija.. Lo <strong>de</strong>más <strong>de</strong> la suma ha<br />
<strong>de</strong> ser pagado en York <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> seis dias. Si así no lo hace , díle<br />
que le haré saltar la cabeza <strong>de</strong> los hombros. Ten cuenta si le ves en<br />
el camino, que no hace mucho estaba enseñando á los tontos sus<br />
baratijas.^<br />
El Príncipe montó á caballo, y regresó á A.shby por en medio <strong>de</strong><br />
la turba que por todas partes se retiraba.<br />
(?) Moneda <strong>de</strong> aquel tiempo.
CAPÍTULO XIV.<br />
CAPITULO XIV.<br />
El príncipe Juan daba un suntuoso banquete en el castillo do<br />
\shby, el cual no era el mismo ediñcio cuyas altas ruinas escitan<br />
aun el interés <strong>de</strong>l viajero. Este segundo fué construido por lord<br />
¡íastings, mayordomo mayor <strong>de</strong> la Corte <strong>de</strong> Inglaterra, y una <strong>de</strong><br />
las primeras victimas <strong>de</strong> la tiranía <strong>de</strong> Ricardo III, meno3 conocido<br />
por su fama histórica, que por los versos <strong>de</strong>l inmortal trágico inglés<br />
Shakespeare. El castillo y la ciudad <strong>de</strong> Ashby pertenecían en<br />
arpuel tiempo á Rogero<strong>de</strong> Quincy,con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Winchester, el cual durante<br />
el período <strong>de</strong> nuestra historia se hallaba en Tierra santa. El<br />
príncipe Juan entretanto ocupaba su castillo, y disponía <strong>de</strong> sus estados<br />
sin escrúpulo. Deseando <strong>de</strong>slumhrar álos ingleses por su hospitalidad<br />
y magnificencia, habia mandado hacer gran<strong>de</strong>s preparativos,<br />
á fin <strong>de</strong> que el banquete fuese sobresaliente en abundancia,<br />
leliea<strong>de</strong>za y esplendor.<br />
Los proveedores <strong>de</strong>l Príncipe, que en semejantes ocasiones ejer-<br />
•ían toda la plenitud <strong>de</strong> la autoridad Real, habían saqueado el pais<br />
para llevar á la mesa <strong>de</strong> su amo los manjares mas sabrosos y espaisitos.<br />
Era gran<strong>de</strong> el número <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s, y precisado á<br />
yrangearse partidarios y amigos, el Príncipe habia convidado algunas<br />
distinguidas familias danesas y sajonas y á todos los nobles<br />
é hidalgos normandos <strong>de</strong> las cercanías. A pesar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sprecio<br />
•on que eran, generalmente tratados los Anglo-Sajones, podían<br />
presentar una masa formidable en las conmociones y revueltas que<br />
se aproximaban; y era importantísimo á la causa <strong>de</strong>l Príncipe<br />
itraerse á sus caudillos.<br />
Juan se propuso, por tanto, tratar aquellos estraños huéspe<strong>de</strong>s<br />
i;onuna cortesía á que no estaban acostumbrados. Pero aunque jamás<br />
hubo hombre que escrupulizase menos en acomodar sus hábitos<br />
y modales á los intereses <strong>de</strong>l momento, tuvo la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> dar<br />
rienda suelta á su ligereza y petulancia, frustrando <strong>de</strong> este modo<br />
las ventajas que le habia grangeado su disimulo.<br />
Dio notables pruebas <strong>de</strong> su <strong>de</strong>stemplada índole cuando fué envíate<br />
á Irlanda por su padre Enrique II, con el objeto <strong>de</strong> grangearse<br />
íl afecto <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong> aquella importante adquisición recien
124 IVANHOE.<br />
hecha por la Corona do Inglaterra. En aquella ocasión los caudillos<br />
y magnates <strong>de</strong> Hibcrma competían en presentar al Príncipe los ho<br />
menajes <strong>de</strong> su rendimiento, y el ósculo <strong>de</strong> paz. Pero en lugar <strong>de</strong><br />
recibir sus atenciones con cortesía, Juan y sus <strong>de</strong>scarados acompañantes<br />
no pudieron resistir á la tentación <strong>de</strong> divertirse en tirar<br />
<strong>de</strong> sus enormes barbas á los irlan<strong>de</strong>ses : insulto que, como era <strong>de</strong><br />
temer, irritó sobremanera á aquellos personajes, y produjo funes<br />
tas consecuencias al dominio <strong>de</strong> los monarcas ingleses en la isla.<br />
Es necesario que el lector no pierda <strong>de</strong> vista estas inconsecuencias<br />
<strong>de</strong>l carácter <strong>de</strong> Juan, á ün <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>r su conducta durante el banquete<br />
<strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Ashby.<br />
En cumplimiento <strong>de</strong> la resolución que había tomado durante uno<br />
<strong>de</strong> sus intervalos <strong>de</strong> sensatez y cordura, el príncipe Juan recibió a<br />
Ccdric y á su compañero Athelstane con distinción y cortesía, ma<br />
nifestándose apesadumbrado , aunque no resentido, cuando el primero<br />
alegó la indisposición <strong>de</strong> lady Rowena como causa que la ha<br />
bia impedido asistir al banquete. Cedrie y Athelstane estaban vestidos<br />
al uso antiguo sajón , que aunque no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser vistoso,<br />
sobre todo cuando se componía, como el <strong>de</strong> aquellos dos personajes,<br />
<strong>de</strong> telas esquisitas, se diferenciaba tanto en tela y corte <strong>de</strong>l <strong>de</strong> los<br />
otros huéspe<strong>de</strong>s, que el Príncipe se acreditó á los ojos <strong>de</strong> Fitzurse<br />
<strong>de</strong> hombre <strong>de</strong> gran madurez, por haber comprimido la risa á vista<br />
<strong>de</strong> un disfraz que <strong>de</strong>bía parecer ridículo comparado con las modas<br />
reinantes. Sin embargo, examinado sin preocupación, el trage sajón,<br />
compuesto <strong>de</strong> una túnica corta y <strong>de</strong> un gran manto , era mucho<br />
mas agraciado y cómodo que la larga túnica <strong>de</strong> los normandos,<br />
ancha y <strong>de</strong>sgarbada , como el gabán <strong>de</strong> un carromatero y la<br />
estrecha y brevísima capa, incapaz <strong>de</strong> preservar <strong>de</strong>l frió y <strong>de</strong> la<br />
lluvia, y cuyo único objeto era ostentar un vistoso conjunto <strong>de</strong> pieles,<br />
joyas, bordados y galones. El emperador Cario Magno conoció<br />
muy bien los inconvenientes <strong>de</strong> semejante atavío. <br />
sirve, preguntaba á los normandos, ese trapo que os cuelga, <strong>de</strong> los<br />
hombros? En la cama, no basta á cubriros : á caballo, no os protege<br />
<strong>de</strong>l viento n i <strong>de</strong> la lluvia: y cuando estáis sentados, no os guarda<br />
las piernas <strong>de</strong>l frió ni <strong>de</strong> la humedad.»<br />
Sin embargo, y en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> las objeciones <strong>de</strong> aquel personaje,<br />
la capa corta prevaleció como moda dominante hasta los tiempos<br />
<strong>de</strong> que vamos hablando, sobre todo entre los Príncipes <strong>de</strong> la<br />
casa <strong>de</strong> Anjou. Osábanla, por consiguiente, todos los partidarios ;
capítulo xiv. 125<br />
palaciegos <strong>de</strong> Juan; y la pomposa y ancha capa <strong>de</strong> los sajones solo<br />
escitaba burla y rechifla.<br />
Los huéspe<strong>de</strong>s tomaron asiento en torno <strong>de</strong> una mesa cubierta<br />
profusamente <strong>de</strong> manjares, l.os cocineros que el Príncipe habia<br />
empleado en aquella ocasión, mostraron todo su saber en variar las<br />
formas <strong>de</strong> los guisos y asados, y sobresalieron quizás tanto como<br />
ios mejores artistas mo<strong>de</strong>rnos en disfrazar el aspecto natural <strong>de</strong><br />
aves, cuadrúpedos, legumbres y peces. A<strong>de</strong>más do los productos<br />
<strong>de</strong>l suelo <strong>de</strong> Inglaterra, se sirvieron golosinas traídas <strong>de</strong> los paises<br />
estranjeros, sin contar una gran colección <strong>de</strong> pasteles do diferentes<br />
clases, entre los cuales <strong>de</strong>scollaban las tortas <strong>de</strong> dulces y <strong>de</strong><br />
conservas, que solo se ponían entonces en las mesas <strong>de</strong> los másateos<br />
personajes. La provisión <strong>de</strong> vinos era tan abundante, como rica<br />
y variada. '<br />
Pero, aunque amigos <strong>de</strong> buenos bocados, los normandos no eran<br />
oestemplados ni comilones. Gustaban <strong>de</strong> convites, pero en ellos<br />
preferían la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za y la finura; y motejaban la glotonería y la<br />
'•mbriaguez <strong>de</strong> los sajones, como vicios peculiares <strong>de</strong> una raza <strong>de</strong>gradada<br />
y humil<strong>de</strong>. El príncipe Juan, sin embargo, y los que creían<br />
serle agradables imitando sus <strong>de</strong>fectos, se abandonaban con frecuencia<br />
á los escesos <strong>de</strong> la gula y <strong>de</strong> lo. botella; y la historia, dice<br />
que la muerte <strong>de</strong> aquel magnate procedió do un hartazgo <strong>de</strong> albérchigos<br />
y cerveza nueva. Su conducta en esta parte era una esceprion<br />
á las costumbres generales <strong>de</strong> sus compatricios.<br />
Los caballeros y nobles normandos observaban con afectada gra-<br />
\ edad, y mirándose entre sí con aire burlón, los groseros modales<br />
<strong>de</strong> Cedric y Athelstane, que tan estrados y ridículos les parecían;<br />
mas ellos, que ignoraban la diversión que ofrecían ásus huéspe<strong>de</strong>s,<br />
continuaban hollando las leyes mas fundamentales <strong>de</strong> la etiqueta<br />
y <strong>de</strong> la buena crianza. Entonces, como ahora, no era tan mal vista<br />
una infracción <strong>de</strong> las reglas <strong>de</strong> la hombría <strong>de</strong> bien y <strong>de</strong> la sana<br />
moral, como el menor <strong>de</strong>scuido contra el ceremonial que la moda<br />
establece. Cedric, que se enjugó las manos en una toalla, en lugar<br />
<strong>de</strong> secárselas sacudiéndolas con afectados movimientos, como haeian<br />
los pisaver<strong>de</strong>s <strong>de</strong> aquel siglo, no fué menos ridículo á los ojos<br />
<strong>de</strong>l concurso, que Athelstane cuando se engulló en un santiamén<br />
¡m enorme pastel, compuesto <strong>de</strong> los mas raros y esquisitos ingredientes.<br />
Esto inci<strong>de</strong>nte dio lugar á un menudo interrogatorio, <strong>de</strong>l<br />
cual resultó que el franUln <strong>de</strong> Coningsburgo ¡como lo llamaban los
12*1 IVANHOE.<br />
normandos; había tomado por alondras y pichones ios que era,,<br />
realmente papafigos y ruiseñores: lo que escitó mas y mas la risa<br />
délos otros huéspe<strong>de</strong>s, que no hubieran llevado á mal su glotonería,<br />
pero que no podían perdonarle su ignorancia.<br />
Alzáronse los platos, y empezaron á circular las copas. La conversación<br />
giró sobre las hazañas <strong>de</strong>l torneo; el montero <strong>de</strong>sconocido<br />
que habia ganado el premio <strong>de</strong>l tiro al blanco; el caballero negro,<br />
que tan <strong>de</strong>sinteresadamente habia renunciado al galardón que<br />
merecía, y el bizarro Ivanhoe, que á tanta costa habia comprad!<br />
su triunfo. Hablábase con franqueza militar, y las carcajadas;,<br />
los chistes resonaban por todo el circuito <strong>de</strong> la mesa. Solo en la<br />
frente <strong>de</strong>l príncipe Juan se notaba el ceño <strong>de</strong> la inquietud, como si<br />
aquejasen su espíritu graves y amargos recelos; y únicamente tomaba<br />
parte en la conversación cuando le dirijia la palabra alguno<br />
<strong>de</strong> sus cortesanos favoritos. Entonces dispertaba <strong>de</strong> su distracción,<br />
llenaba una copa <strong>de</strong> vino, y respondía con alguna observación impremeditada<br />
y á veces fuera <strong>de</strong> propósito.<br />
«Bebamos ahora, dijo, á la salud <strong>de</strong> Yvilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe, cam<br />
peón <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong> armas, y por la satisfacción que tendríamos en<br />
verle entre nosotros si su herida no se lo estorbara. Llenemos todos<br />
las copas para este brindis, y sobre todo Cedric <strong>de</strong> Botherham.<br />
padre <strong>de</strong> un hijo que tanto promete.<br />
—Con perdón <strong>de</strong> Y. A., dijo Cedric poniéndose en pié y <strong>de</strong>jando<br />
la copa vacía sobre la mesa, yo no doy el nombre <strong>de</strong> hijo al joven<br />
<strong>de</strong>sobediente, que <strong>de</strong>sprecia mis mandatos, y abandona los usos y<br />
costumbres <strong>de</strong> sus padres.<br />
—Imposible parece, dijo el Príncipe con fingida estrañeza, qu<<br />
tan valiente caballero sea hijo rebel<strong>de</strong> é indigno <strong>de</strong> su sangre.<br />
—Lo es, por <strong>de</strong>sgracia, contestó Cedric. Abandonó el hogar paterno,<br />
por seguir álos nobles <strong>de</strong> la Corte <strong>de</strong> vuestro hermano, don<strong>de</strong><br />
aprendió todas esas fruslerías que tanto estiman vuestros compatricios.<br />
Hízolo contra mi voluntad y espreso mandato; y semejante<br />
acción, en los dias <strong>de</strong> Alfredo le hubiera acarreado el mas<br />
severo castigo.<br />
—Ah! dijo el Príncipe lanzando un suspiro <strong>de</strong> afectada compa<br />
sion, si vuestro hijo ha seguido las huellas <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sventurado<br />
hermano, no hay que preguntar dón<strong>de</strong> tomó lecciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>sobediencia<br />
filial.»<br />
Esto dijo el príncipe Juan, echando en olvido que aunque nía-
CAPÍTULO XIV. 127<br />
guno do ios hijos <strong>de</strong> Enrique II estaba libre <strong>de</strong>l misino cargo, él<br />
les habia escedido á todos en ingratitud y rebeldía.<br />
128 IVANHOE.<br />
que acometido por una multitud <strong>de</strong> perros, no sabe á cual <strong>de</strong> ellos<br />
dirigirlos primeros ímpetus <strong>de</strong> su venganza. Al fin habló , aunque<br />
con voz ahogada por la cólera ; y dirigiéndose al Príncipe,<br />
como primer autor <strong>de</strong> las ofensas que habia recibido : «Cualesquiera<br />
que hayan sido , dijo , las locuras y vicios <strong>de</strong> nuestra raza, an -<br />
tes hubiera consentido un sajón en ser hollado como el bicho mas<br />
inmundo, que sufrir en su sala, y mientras se bebe el vino <strong>de</strong> sus<br />
bo<strong>de</strong>gas , los insultos con que se me ha tratado en vuestra presencia;<br />
y sea cual fuere la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> nuestros padres <strong>de</strong> Hastings,<br />
<strong>de</strong>bieran guardar silencio á lo menos los que hace poco y mas <strong>de</strong><br />
una vez han perdido silla y estribo ante la lanza <strong>de</strong> un caballero<br />
sajón. Dijo estas últimas palabras mirando á frente-<strong>de</strong>-buey y al<br />
Templario.<br />
«Bien dicho , \ á tiempo , dijo el príncipe Juan. ¿Qué os parece.<br />
Milores? Nuestros subditos sajones hacen gran<strong>de</strong>s a<strong>de</strong>lantos en ingenio<br />
y sutileza. Se les van aguzando las enten<strong>de</strong><strong>de</strong>ras, y se van<br />
poniendo mas duros que los tiempos que corren . que no es poco<br />
<strong>de</strong>cir. Voto á tantos, que será preciso embarcarnos, y volver cuanto<br />
antes áNormandía.<br />
—¿ Por miedo <strong>de</strong> los sajones ? dijo Bracy. lina lanzado monie<br />
basta para esos jabalíes.<br />
— Basta, <strong>de</strong> chanzas . caballeros , dijo leitzurse , y bueno lucra<br />
que V. A. asegurase al noble Cedric que en estos dichos inocentes,<br />
que quizás sonarán mal en sus oídos , no ha habido la menor intención<br />
<strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>rle ni insultarle.<br />
— ¡ Insultarle i dijo el príncipe .luán volviéndose á su primera<br />
urbanidad ; no creo que nadie me juzgue capaz <strong>de</strong> permitir que se<br />
insulte á tan digno huésped en mi presencia : y en prueba <strong>de</strong> ello,<br />
bebamos á su salud , puesto que se niega á brindar por la <strong>de</strong> so<br />
hijo. »<br />
La copa dio la vuelta, en medio <strong>de</strong> los aplausos con que los caballeros<br />
normandos querían ahogar la memoria <strong>de</strong> las impru<strong>de</strong>ncias<br />
que habían cometido : mas no produjeron el efecto que pensaban<br />
, pues aunque Cedric no era sobradamente <strong>de</strong>spejado , ni los<br />
cumplimientos ni las lisonjas podian borrar <strong>de</strong> su memoria las injurias<br />
que se les habian hecho. El Príncipe brindó en seguida á la<br />
salud <strong>de</strong> sir Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh ; y Cedric bebió, guardando<br />
profundo silencio. Athelstane respondió á aquella cortesía<br />
haciendo una reverencia y bebiendo una copa llena.
CAPÍTULO xiv. 129<br />
« Y ahora , caballero , dijo el príncipe Juan rpie empezaba á sentir<br />
los efectos <strong>de</strong>l vino , puesto que hemos hecho justicia á nuestros<br />
huéspe<strong>de</strong>s sajones, justo es que nos paguen en la misma moneda.<br />
El noble Cedric tendrá la bondad <strong>de</strong> nombrar al caballero *<br />
normando que mas digno le parezca <strong>de</strong> ser proferido por sus labios,<br />
y <strong>de</strong> ahogar en el vaso todo el resentimiento que haya producido<br />
en su alma la conversación <strong>de</strong> esta tar<strong>de</strong>.<br />
En tanto que el Príncipe hablaba , Fitzurse se acercó por <strong>de</strong>trás<br />
a Cedric y le dijo que brindase por el príncipe Juan , pues aquella<br />
era una escelento ocasión <strong>de</strong> manifestar un espíritu conciliador<br />
entre sajones y normandos. Cedric no le respondió ; púsose en pié,<br />
y habló en los términos siguientes: « V. A. me manda nombrar á<br />
un normando digno <strong>de</strong> los aplausos <strong>de</strong> este concurso ; y en verdad<br />
que es cosa dura , pues es <strong>de</strong>cir al esclavo que cante los loores <strong>de</strong><br />
su señor , y al vencido aun oprimido por los males <strong>de</strong> la conquista<br />
, que entone las alabanzas <strong>de</strong>l victorioso. "Nombraré sin embargo<br />
á un normando , primero en las armas y primero en gerar-<br />
quía el mejor y el mas noble <strong>de</strong> su raza. Y llamaré falsos y<br />
viles á Jos labios (pie no paguen este tributo á su bien merecida<br />
fama , y así lo sostendré con mi vida. A la salud <strong>de</strong> Jíicardo Corazón<br />
<strong>de</strong> león.<br />
El príncipe Juan , que esperaba oír su propio nombre al fin <strong>de</strong><br />
ia arenga <strong>de</strong>l Sajón , quedó atónito y confuso oyendo ¡nesperadainente<br />
el <strong>de</strong> su ofendido hermano. Alzó maquinalmente la copa , y<br />
folvió á ponerla sobro la mesa, para observar como recibían el<br />
brindis los convidados . <strong>de</strong> los cuales muchos no sabían qué hacer,<br />
.•revendo que era tan peligroso beberlo corno rehusarlo. Algunos<br />
diestros cortesanos imitaron el ejemplo <strong>de</strong>l Príncipe , aplicando la<br />
• •opa á los labios , y poniéndola en seguida sobre la mesa. Otros<br />
hubo que . animados por sentimientos mas generosos , esclamaron:<br />
• Viva el rey Tiieardo! ; < íjalá se restituya pronto á sus hogares'..»<br />
ífrente-<strong>de</strong>-buey , llrían y algunos otros no llevaron las manos á<br />
las copas , respondiendo al brindis con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosa risa ; mas nina-uno<br />
osó contra<strong>de</strong>cir abiertamente aquel homenaje tributado al<br />
Monarca reinante.<br />
Habiendo gozado á sus anchas do esto triunfo , Cedric dijo á su<br />
compañero : ;< Vamos , noble Athelstane , nada tenemos que hacer<br />
aquí., puesto que hemos respondido á la cortés hospitalidad <strong>de</strong>l<br />
i'ríncipe. Los que <strong>de</strong>seen saber algo mas do nuestras groseras cos-<br />
'j
130 rVANHÓE.<br />
Lumbres , que nos busquen en nuestras casas paternas. Harto hemos<br />
disfrutado <strong>de</strong>l banquete Iteal y <strong>de</strong> la urbanidad normanda. >•»<br />
Levantóse al <strong>de</strong>cir estas palabras, y salió en compañía <strong>de</strong> Athelstane<br />
<strong>de</strong> la sala <strong>de</strong>l convite. Siguiéronle otros muchos huéspe<strong>de</strong>s,<br />
partidarios <strong>de</strong> los sajones y justamente ofendidos <strong>de</strong> las injurias<br />
<strong>de</strong>l príncipe Juan y <strong>de</strong> sus palaciegos.<br />
«Por las barbas do mi padre, dijo el Príncipe cuando los vio fuera<br />
<strong>de</strong> la sala, que los sajones se han burlado y triunfado <strong>de</strong> nosotros.<br />
—Harto hemos brindado, dijo el prior Aymer, y ya era tiempo<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>jarlo.<br />
—Su Paternidad, dijo Bracy, lleva mucha prisa.<br />
—Sí llevo, señor caballero, respondió el Prior, pues que tengo<br />
que andar muchas millas antes <strong>de</strong> llegar á casa.<br />
—Todos tienen gana <strong>de</strong> irse, dijo el Príncipe á Fitzurse en voz<br />
baja; mas miedo tienen que <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> ayudarme.<br />
—No hay que temer, respondió "Wal<strong>de</strong>mar; yo sabré reducirlos^<br />
y todos ellos se reunirán con nosotros en York. Padre Prior, quisiera<br />
hablaros en particular antes que montéis á caballo.)'<br />
Ya se habían retirado los otros huéspe<strong>de</strong>s, eseepto los <strong>de</strong> la comitiva<br />
personal <strong>de</strong>l Príncipe y sus mas zelosos partidarios, «listos<br />
son los resultados <strong>de</strong> vuestros consejos, dijo Juan á Pitzurse; estos<br />
berracos sajones vienen á hurlarse <strong>de</strong> mí en mis barbas; y al oir el<br />
nombre <strong>de</strong> mi hermano, todos mis amigos tiemblan como si tuvieran<br />
perlesía.<br />
—Tened paciencia, replicó el consejero: pudiera respon<strong>de</strong>ros<br />
echando la culpa á las impru<strong>de</strong>ncias que han frustrado mis <strong>de</strong>signios:<br />
mas no es ahora tiempo <strong>de</strong> reconvenciones, bracy y yo vamos<br />
á ver á esos cobar<strong>de</strong>s, y á probarles que no pue<strong>de</strong>n retroce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> haberse a<strong>de</strong>lantado tanto.<br />
—Será en vano, <strong>de</strong>cía el principe Juan paseándose <strong>de</strong>satentadamente<br />
por la sala, y manifestando estraordinaria agitación, á que<br />
los tragos <strong>de</strong>l banquete contribuían en gran manera. Será en vano...<br />
esos hombres han visto la mano que escribía la sentencia en<br />
el muro; han conocido al león por la huella que <strong>de</strong>jaba estampada<br />
en la arena; han oidosus rugidos en el bosque. Nada hay que baste,<br />
á reanimar su valor.<br />
— ¡Ojalá, dijo Fitzurse áBracy, pudiera reanimarse el suyo! pero<br />
el nombre <strong>de</strong> su hermano le dá la calentura. ¡Cuan <strong>de</strong>sgraciados
CAPÍTULO XV. 181<br />
son los cortesanos ele un principe que carece <strong>de</strong> fortaleza y <strong>de</strong> perr<br />
scv( rancia tanto en el mal como en el bien!<br />
CAPITULO XV.<br />
Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse redujo y congregó ios diseminados miembros<br />
<strong>de</strong>l bando <strong>de</strong>l príncipe Juan, con no menor fatiga que la que<br />
emplea la araña para unir los sueltos hilos <strong>de</strong> su <strong>de</strong>strozada tela<br />
Pocos eran los partidarios que le seguían por inclinación y afecta,<br />
y ninguno por estimación personal. Por tanto fué necesario qu t<br />
Fitzurse les ofreciese nuevas ventajas y recompensas, y les traje.*<br />
á la memoria las que ya estaban disfrutando. A los nobles, jóvenes<br />
y disolutos, prometió la impunidad <strong>de</strong> sus escesos y la facilidad <strong>de</strong><br />
cometer otros; á los ambiciosos, medios <strong>de</strong> aumentar su po<strong>de</strong>r; y é<br />
los interesados, gran<strong>de</strong>s sumas y cuantiosos estados. Los jefes <strong>de</strong><br />
ias tropas mercenarias recibieron un buen donativo en oro: argumento<br />
que ejercía en ellos un imperio irresistible, y sin el cual<br />
ningún otro hubiera podido producir efecto. Sin embargo, aquel<br />
elicaz agente fué mas liberal en promesas que en dádivas; pero ai<br />
cabo nada omitió <strong>de</strong> cuanto podia <strong>de</strong>cidir al irresoluto, y animar<br />
al <strong>de</strong>scorazonado. Hablaba <strong>de</strong>l regreso <strong>de</strong> Ricardo como <strong>de</strong> un suceso<br />
que no estaba en los límites <strong>de</strong> la posibilidad; mas cuando infería<br />
por las miradas inciertas y respuestas dudosas que recibía,<br />
que aquel ora el único temor que contenia á muchos, aseguraba oon<br />
la mayor confianza que la presencia <strong>de</strong>l Rey, aun suponiendo posible<br />
su vuelta, no alteraba en manera alguna sus cálculos políticos.<br />
«Si Ricardo vuelve, <strong>de</strong>cía Fitzurse, vuelve á enriquecer sus hambrientos<br />
cruzados á espensas <strong>de</strong> los (pie no le han seguido en la<br />
Tierra santa; vuelve á tomar cuentas severas á los que durante su<br />
ausencia hayan dado el menor paso que pueda llamarse ofensa <strong>de</strong><br />
las leyes, ó usurpación <strong>de</strong> las tierras y privilegios <strong>de</strong> la Corona:<br />
viene á vengar en las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l Temple y do san Juan <strong>de</strong> Jerusalcn<br />
el zelo con que han abrazado el partido <strong>de</strong> Francia durante<br />
las guerras ele Palestina; viene en fin á castigar como rebel<strong>de</strong> y<br />
traidor á todo el epie se haya <strong>de</strong>clarado en favor <strong>de</strong>-su hermano
132 1VAM10U.<br />
¿Qué podéis recelar <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r? continuaba el astuto confi<strong>de</strong>nte<br />
<strong>de</strong>l usurpador. Confieso que es un caballero valiente é intrépido -<br />
,<br />
mas ahora no estamos en los tiempos <strong>de</strong>l rey Arturo, en que ur<br />
paladin solo combatía con una hueste entera. Si Ricardo vuelve,<br />
volverá solo sin partidarios ni amigos. Los huesos <strong>de</strong> los que le han<br />
acompañado blanquean ¡i la hora esta las arenas <strong>de</strong> Palestina. Los<br />
pocos que se han salvado <strong>de</strong> este <strong>de</strong>sastre han venido, corno \Yüfrido<br />
<strong>de</strong> Ivanhoe, mendigos, <strong>de</strong>rrotados. ¿Y qué significa la legitimidad<br />
<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos? respondía á los que se mostraban es ore:<br />
pulosos sobre este punto. ¿Es mas positivo y sagrado el título <strong>de</strong><br />
primogenitura <strong>de</strong> Ricardo, que el <strong>de</strong>l duque Roberto <strong>de</strong> Normandía,<br />
hijo mayor <strong>de</strong>l conquistador? Y sin embargo, Guillermo el Rojo ;><br />
Enrique, sus hermanos menores, le fueron sucesivamente proferidos<br />
por la voz <strong>de</strong> la Nación. Roberto no cedia eti prendas nobles<br />
y generosas á Ricardo; era buen caballero, escelente caudillo, generoso<br />
con sus amigos, y á mayor abundamiento, cruzado y conquistador<br />
<strong>de</strong>l santo Sepulcro. Sin embargo, murió ciego y miserable,<br />
preso en el castillo <strong>de</strong> Cardiffe, porque el pueblo no quiso<br />
prestarle obediencia. En cuanto á prendas personales, pue<strong>de</strong> que<br />
el príncipe Juan sea inferior á su hermano Ricardo; pero cuando<br />
se consi<strong>de</strong>ra que este no pue<strong>de</strong> venir sino con la espada <strong>de</strong> la venganza<br />
en la mano, mientras el otro no tiene en las suyas sino recompensas,<br />
inmunida<strong>de</strong>s, privilegios, riqueza y honores, no se<br />
pue<strong>de</strong> dudar cual es el Rey que la nobleza, si obra con discero -<br />
miento, <strong>de</strong>be suportar y <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r.»<br />
Estos y otros argumentos, adaptados á las circustancias partí rolares<br />
<strong>de</strong> las personas á quienes se dirigían, tuvieron el influjo ¡ocse<br />
esperaba en los nobles <strong>de</strong> la facción <strong>de</strong>l Príncipe. Muchos <strong>de</strong><br />
ellos consintieron en asistir á la asamblea que <strong>de</strong>bía reunirse nv<br />
York, y cuyo objeto era tomar las medidas necesarias para pone.'<br />
la corona en las sienes <strong>de</strong> Juan.<br />
Ya era algo entrada ¡a noche, cuando molido <strong>de</strong> todos esto- otaos<br />
y diligencias, aunque satisfecho con sus resultados , Fitzursc<br />
<strong>de</strong> vuelta al castillo <strong>de</strong> Ashby, se encontró con De Bracy, que ei<br />
lugar <strong>de</strong> los tragos <strong>de</strong> gala con que habia asistido al banquete, estaba<br />
con una túnica corta ver<strong>de</strong> , calzones <strong>de</strong>l mismo color , casco<br />
<strong>de</strong> cuero en la cabezo, espada corta, cuerno <strong>de</strong> caza al hombro , un<br />
gran arce en la mano, y un haz <strong>de</strong> flechas sujeto al ciuturon. ói<br />
Fitzurse 'caliera visto esta figura en uno <strong>de</strong> los aposentos ester'."
CAPÍTULOXY. 133<br />
res-, ao "hubiera fijado en ella la atención, tomándola por uno <strong>de</strong> los<br />
guardia* <strong>de</strong>l Príncipe ; mas hallándola en uno <strong>de</strong> los salones <strong>de</strong>l<br />
cuarto <strong>de</strong> Juan, la miró con alguna curiosidad, y reconoció al caballero<br />
normando en trage <strong>de</strong> un montero ó campesino.<br />
¿Qué significa esta trasformacion, De Bracy ? le preguntó con<br />
alguna acritud el confi<strong>de</strong>nte. ¿Estamos en tiempos <strong>de</strong> máscaras y<br />
mojigangas cuando va á <strong>de</strong>cidirse <strong>de</strong> un momento á otro la suerte<br />
<strong>de</strong> nuestro amo ? ¿Porqué no has ido como yo á persuadir á esas<br />
gallinas, (pie se echan á temblar al oir el nombre <strong>de</strong> Ricardo , como<br />
dicen que hacen los hijos <strong>de</strong> los Sarracenos ?<br />
—Estoy pensando en mis negocios como tú en los tuyos, respondió<br />
De ¡iracy con gran serenidad.<br />
—; En mis negocios! repitió Wal<strong>de</strong>mar : di mas bien en los <strong>de</strong>l<br />
Príncipe, que son mios y tuyos.<br />
— V la única razón que tienes para hacerlo, respondió De Braoy,<br />
es el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> promover tus propios intereses. Vamos, Fitzurse : tú<br />
me conoces, y yo te conozco. La ambición es tu norte; la diversión<br />
es el mío, como correspon<strong>de</strong> á nuestras respectivas-eda<strong>de</strong>s. Acerca<br />
<strong>de</strong>l príncipe Juan, lo mismo piensas tú que yo: que es <strong>de</strong>masiado<br />
débil, para ser un monarca resuelto ; <strong>de</strong>masiado insolente y presuntoso,<br />
para ser un monarca amante <strong>de</strong> sus pueblos; y <strong>de</strong>masiado<br />
mudable y tímido, para ser un monarca <strong>de</strong> cualquiera especie.<br />
Pero es
134 IVANH0E.<br />
—Ninguno <strong>de</strong>be quedar, respondió De Bracy : la obra <strong>de</strong> la conquista<br />
<strong>de</strong>be ser completa.<br />
—No es tiempo <strong>de</strong> pensar en eso, dijo Wal<strong>de</strong>mar: en la crisis quise<br />
acerca , nada nos es tan necesario como el favor <strong>de</strong> la muchedumbre<br />
; y el Príncipe no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> hacer justicia contra el<br />
que agravie á los que gozan <strong>de</strong> alguna popularidad.<br />
—Hágalo aú conmigo si se atreve, dijo De Bracy, y verá la diferencia<br />
que hay entre unas lanzas como las cpie están bajo mis<br />
ór<strong>de</strong>nes, y esa canalla sajona. Pero nada temas, porque es imposi"<br />
ble que me <strong>de</strong>scubran. ¿No parezco en este atavío un montero hecho<br />
y <strong>de</strong>recho ? Verás como todo el mundo echa la culpa á los bandidos<br />
délas selvas <strong>de</strong> York. Tengo buenas espías que observan todos<br />
los movimientos <strong>de</strong> esos sajones. Esta noche duermen en Burton,<br />
en el convento <strong>de</strong> san Wittol ó Witthold. Mañana se ponen á mi<br />
alcance, y me lanzo sobre la avecilla, ni mas ni menos corno un gerifalte.<br />
Después me presentaré á cara <strong>de</strong>scubierta, y con mi ropaje<br />
acostumbrado: la echaré <strong>de</strong> caballero galán ; arrebataré á la <strong>de</strong>sventurada<br />
hermosa <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> sus raptores; me la llevaré al<br />
castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, ó á Normandía si es necesario, y jamás<br />
volverá á poner el pié en esta isla, si no es convertida en esposa <strong>de</strong><br />
Mauricio De Bracy.<br />
—¡ Maravilloso plan, dijo Fitzurse, aunque no ha salido enteramente<br />
<strong>de</strong> tu caletre! Vamos, sé franco. ¿Quién te ayudó en la invención?<br />
Quién ha <strong>de</strong> ayudarte á ponerla en práctica?<br />
—Yaya, una vez que se te ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir todo,respondió De Bracy,<br />
sábete que el templario Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, fué el que arregló<br />
toda la tramoya; aunque la primera i<strong>de</strong>a fué mia. El Templario y<br />
los suyos han <strong>de</strong> ayudarme, haciendo el papel <strong>de</strong> bandoleros , <strong>de</strong><br />
los cuales he <strong>de</strong> libertar yo <strong>de</strong>spués á la hermosa cautiva.<br />
— ¡Voto á tal, dijo Fitzurse! que el proyecto es digno <strong>de</strong> esas dos<br />
¡•abezas! y en lo que mas lucen tu sensatez y discernimiento, es en<br />
confiar la dama á tan honrado compañero. No dudo que puedas<br />
arrebatarla <strong>de</strong> su comitiva, pero como la has <strong>de</strong> sacar <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
las uñas <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, me parece algo mas dudoso.<br />
Es halcón que no suelta tan fácilmente la perdiz.<br />
—Es Templario, dijo De Bracy : y por lo que hace á agraviar el<br />
honor <strong>de</strong> la que ha <strong>de</strong> ser la mujer <strong>de</strong> Braey, por mi padre que nos<br />
habíamos <strong>de</strong> ver las caras.<br />
—Entonces, dijo AVal<strong>de</strong>mar, puesto que nada <strong>de</strong> cuanto yo diga
CAPÍTULO xv. 135<br />
pue<strong>de</strong> quitarte esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la cabeza, porque conozco poresperiencia<br />
la obstinación <strong>de</strong> tu índole, á lo píenos no pongas mucho tiempo<br />
en realizarla; y ya que la empresa es prematura, á lómenos que<br />
nonos perjudique con su duración.<br />
—Dígote, prosiguió De Bracy, que es negocio do pocas horas , y<br />
¡pie no tardaré en hadarme en York á la cabeza <strong>de</strong> mis valientes y<br />
arrojados compañeros, para sostener cuantos planes pueda fraguar<br />
tu política. Pero ya oigo á. los mios que se reúnen, y los caballos<br />
que van llegando al patio <strong>de</strong>l castillo. A Dios. Voy, como buen caballero,<br />
á merecer las sonrisas <strong>de</strong> la hermosura.<br />
—¡ Como buen caballero! dijo Fitzurse siguiéndole con los ojos.<br />
Como un insensato, dirías mejor, ó como un niño <strong>de</strong> la escuela que<br />
en el momento <strong>de</strong>l peligro se echa á correr tras la mariposa que pasa<br />
revoloteando. Pero tales son los muñecos que yo tengo que manejar...<br />
y ¿en favor <strong>de</strong> quién? De un príncipe tan necio como vicioso,<br />
y rpie probablemente será dueño tan <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido, como ha<br />
sido hijo rebel<strong>de</strong> y hermano <strong>de</strong>sleal. Pero también le tengo que<br />
manejar como los otros; y por orgulloso que sea, si presume separar<br />
sus intereses <strong>de</strong> los mios, pronto sabrá lo que le aguarda.»<br />
Las meditaciones <strong>de</strong>l pobre Fitzurse fueron interumpidas por la<br />
voz <strong>de</strong>l Príncipe, que le llamaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su cámara; y con gorra en<br />
mano, el futuro canciller <strong>de</strong> Inglaterra, porque tal era el alto puesto<br />
á que el ambicioso normando aspiraba, acudió á toda prisa á<br />
recibirlas ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su futuro Monarca.<br />
CAPITULO XVI.<br />
El curioso lector no pue<strong>de</strong> haber olvidado que el éxito <strong>de</strong>l torneo<br />
se <strong>de</strong>bió al oportuno socorro <strong>de</strong> un caballero <strong>de</strong>sconocido, al cual<br />
dieron los espectadores el nombre <strong>de</strong>l Negro holgazán-, con alusión<br />
ala conducta pasiva é indiferente que habia observado. Aquel caballero<br />
salió repentinamente <strong>de</strong>l campo, inmediatamente <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> la victoria; y cuando fué llamado para recibir el galardón que<br />
su valor merecía, nadie pudo <strong>de</strong>scubrir su para<strong>de</strong>ro En tanto que<br />
le emplazaban los heraldos y las trompetas, el caballero se habia internado<br />
en los bosques, hacia el norte <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Ashby, evi-
130 IVANHÓK.<br />
tatido los caminos frecuentados y tomando los atajos y las veredas<br />
mas cortas. Pasó la noche en una mala venta, don<strong>de</strong> se reunieron<br />
algunos viageros, entre, ellos un trovador que le trajo las últimas<br />
noticias <strong>de</strong>l tornee.<br />
A la mañai a siguiente salió temprano, con ánimo <strong>de</strong> hacer una<br />
larga jornada: su caballo no necesitaba <strong>de</strong> muelo» reposo, porque<br />
como ya hemos visto, no había trabajado con esceso durante la batalla.<br />
Sin embargo, no pudo realizar su <strong>de</strong>signio, por haberse es<br />
traviadomas <strong>de</strong> una vez en los tortuosos laberintos déla selva; d><br />
modo que al anochecer,se encontró en la frontera occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l condado<br />
<strong>de</strong> York. Ya á la sazón estaban harto molidos trinóte y caballo,<br />
y fué preciso pensar seriamente en buscar algún albergue en<br />
que pasar la noche, que á toda prisa se acercaba.<br />
El sitio en que el viajero se, hallaba cuando le asaltaron estas re<br />
flexiones, no era el mas propicio para el logro <strong>de</strong> los fines que <strong>de</strong><br />
seaba; y ya vio que no le quedaba otro recurso que el <strong>de</strong> los caba<br />
fieros errantes, los cuales en semejantes ocasiones <strong>de</strong>jan pastar<br />
al caballo la menuda yerba, y se echan <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una encina k<br />
meditar á sus anchas en la dama <strong>de</strong> sus pensamientos. Pero el Holgazán<br />
no tenia siquiera este recurso <strong>de</strong> que echar mano: tan insensible<br />
al amor, como indiferente había parecido en los combates, no<br />
podía darse á reflexiones melancólicas sobre la crueldad <strong>de</strong> algu<br />
na princesa empe<strong>de</strong>rnida y sorda á sus ayos: el amor por consiguien<br />
te no podia satisfacer su apetito, ni aliviar su cansancio, ni suplir<br />
la falta <strong>de</strong> la cama y <strong>de</strong> lacena. Viósocon harta pesadumbre en medie<br />
<strong>de</strong> ásperas malezas, en que solo se distinguían estrechísimas veré<br />
das, formadas sin duda por los numerosos rebaños que pastaban<br />
en aquellos bosques, por las liebres y venados que los habitaban, ,\<br />
por los cazadores que los perseguían.<br />
El sol, que hasta entonces había dirigido su rumbo, se había<br />
ocultado <strong>de</strong>trás do las colinas <strong>de</strong> la izquierda, y en aquellas circunstancias<br />
cada paso que diera en busca <strong>de</strong> camino podia estra<br />
viarlo mas y mas en la espesura. En vano procuró dirigirse por lo><br />
sitios menos quebrados, creyendo que <strong>de</strong> este modo llegaría al ran<br />
cho <strong>de</strong> algún pastor, ó á la choza <strong>de</strong> algún guarda-bosque: pero<br />
viendo que nada favorable resultaba <strong>de</strong> sus diversas tentativas,<br />
resolvió abandonarse al instinto <strong>de</strong> su caballo, porque la esperien<br />
cia le había <strong>de</strong>mostrado la admirable sagacidad con que estos ani<br />
males sacan á los viageros dotan incómodos apuros.
CAPÍTULO XVI. 131<br />
Cl caballo empezaba ya á sentir la fatiga <strong>de</strong> tan larga jornada.<br />
\ el peso <strong>de</strong> un gincte que llevaba encima algunas libras <strong>de</strong> hierro:<br />
mas apenas conoció por la flojedad <strong>de</strong> las riendas los <strong>de</strong>signios<br />
iic su amo, cobró nueva fuerza y vigor; y en lugar <strong>de</strong>l mal humor<br />
y áspero gruñido con que hasta entonces había respondido ala espinela,<br />
envanecido con la confianza que se le dispensaba, en<strong>de</strong>rezó<br />
¡as ..'rejas y apretó el paso, con indicios <strong>de</strong> satisfacción y seguridad.<br />
Tomó al principio una dirección contraria á la que ei ginete había<br />
seguido hasta entonces; mas este no quiso oponerse á lo que su<br />
testudo le dictaba.<br />
El éxito justificó sus esperanzas, porque á poco trecho se presenil.'<br />
un sen<strong>de</strong>ro algo mas ancho y hollado que, los anteriores, y no<br />
•'ardo en oírse el sonido <strong>de</strong> una campana, lo cual indicaba la proximidad<br />
<strong>de</strong> alguna ermita ó capilla.<br />
En efecto, llegó muy en breve á un espacio abierto, vestido <strong>de</strong><br />
m nudo césped, en cuya, estremidad, y al pié <strong>de</strong> una suave elevación,<br />
se alzaba en una roca solitaria y escabrosa. Ceñíanla por un<br />
lado frondosas colgaduras <strong>de</strong> hiedra, y por otro enmarañados grupos<br />
<strong>de</strong> encinas y matorrales, cuyas raices, buscando la humedad <strong>de</strong>,<br />
un profundo barranco, pendían <strong>de</strong>snudas <strong>de</strong>l bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l precipicio,<br />
como la pluma <strong>de</strong>l crestón <strong>de</strong> un guerrero, que engalana lo que dis-<br />
[<strong>de</strong>rta ¡<strong>de</strong>as <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción y <strong>de</strong> peligro. En uno <strong>de</strong> los senos <strong>de</strong>l<br />
fisco se distinguía una tosca y grosera cabana, apoyada en aquel<br />
muro natural, y construida con los troncos que la seis a vecina suministraba,<br />
unidos con pegotes <strong>de</strong> musgo y greda. Un retoño <strong>de</strong><br />
encina, <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> sus ramas, con otro pedazo <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra atado<br />
hacia su estremidad superior, adornaba la entrada sirviendo <strong>de</strong> rústico<br />
emblema <strong>de</strong> la santa Cruz. A poca distancia, y á la mano <strong>de</strong>recha<br />
<strong>de</strong> la choza, se veía salir <strong>de</strong> la roca un manantial <strong>de</strong> agua<br />
cristalina, que eaia en una escavacion labrada en la piedra viva ,<br />
aunque sin gran artificio ni primor. Desprendíase <strong>de</strong> ella, y corría<br />
por el cauce que con su mismo impulso había formado; y atravesando<br />
en tortuosos giros la llanura, se perdia entro los frondosos senos<br />
<strong>de</strong>l bosque.<br />
Alzábanse junto á la fuente las ruinas <strong>de</strong> una humil<strong>de</strong> capilla, cuyo<br />
techo había <strong>de</strong>saparecido en parte. Nunca tuvo en sus mejores<br />
tiempos aquel edificio mas <strong>de</strong> diez y seis pies do largo, y doce <strong>de</strong><br />
ancho, el techo era proporcionalmente bajo, y se apoyaba en cuatro<br />
tíreos concéntricos, que arrancaban <strong>de</strong> los cuatro ángulos, sos-
138 IVANHOE.<br />
tenido cada uno en una corta y gruesa pilastra. Dos <strong>de</strong> estos arcos<br />
existían aun, pero sin la bóveda que babian sostenido, la <strong>de</strong> los<br />
otros dos se conservaba entera. La entrada <strong>de</strong> este antiguo santua<br />
rio era un corredor estrecho y embovedado, con algunas molduras,<br />
como las que se ven todavía en los antiguos edificios sajones. Cuatro<br />
pilares <strong>de</strong> reducida elevación formaban el campanario, que se<br />
erguía sobre el pórtico, y <strong>de</strong> él colgaba la verdosa y enmohecida<br />
campana, cuyos ecos hirieran poco antes los oidos <strong>de</strong>l Caballero <strong>de</strong><br />
la negra armadura.<br />
Tal era la pacífica y retirada escena que iluminaban aun los vis<br />
lumbres <strong>de</strong>l crepúsculo, y que prometía, al viajante un albergue<br />
tranquilo para aquella noche; pues era obligación <strong>de</strong> los ermitaños<br />
que habitaban los bosques, ejercer la hospitalidad con todos los<br />
caminantes que llamaban á sus puertas.<br />
El caballero Holgazán, que no se había <strong>de</strong>tenido ¡íexaminar menudamente<br />
todos los pormenores que acabamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir, dio<br />
gracias muy sinceras á san Julián, patrón <strong>de</strong> los viajeros, por haberle<br />
<strong>de</strong>parado tan buena hospe<strong>de</strong>ría; bajó <strong>de</strong>l caballo, y llamó á la<br />
puerta <strong>de</strong> la ermita con el regatón <strong>de</strong> la lanza.<br />
Algún tiempo estuvo sin oír respuesta alguna, y la que oyó al<br />
cabo no era muy satisfactoria por cierto.<br />
xSigue tu camino, quien quiera que seas, dijo una, voz agria y<br />
<strong>de</strong>stemplada que parecía salir <strong>de</strong> lo profundo <strong>de</strong> un sótano, y no<br />
turbes mis <strong>de</strong>vociones.<br />
—Padre mió, respondió el caballero, aquí está un pobre caminante,<br />
que se ha cstraviado en medio <strong>de</strong> estos bosques, y que os<br />
ofrece una ocasión <strong>de</strong> ejercer la hospitalidad y la caridad cristiana.<br />
—Hermano, repuso el habitante <strong>de</strong> la ermita, yo recibo la caridad<br />
agena y no puedo ejercerla. No tengo un mendrugo <strong>de</strong> pan<br />
en esta pobre cueva, ni mas cama que la que usan los mas humil<strong>de</strong>s<br />
animales. Sigue pues tu camino, y Dios te dé su santa gracia.<br />
—¿Y cómo he <strong>de</strong> hallar el camino, repuso el délas negras armas,<br />
en medio <strong>de</strong> estos matorrales y en una noche tan oscura? Ruégeos<br />
que abráis la puerta, ó á lo menos que me enseñéis el camino,<br />
—Y yo te ruego, hermano, dijo el anacoreta, que no me molestes.<br />
—Enseñadme el camino, dijo el caballero, ya que no puedo esperar<br />
otra cosa.<br />
—Fácilmente lo encontrarás si quieres, respondió el ermitaño.<br />
Esa vereda <strong>de</strong>l bosque atraviesa un pantano, y pasado este batía-
CAPÍTULO XVI. 139<br />
cas un rio que se pue<strong>de</strong> va<strong>de</strong>ar, ahora que han pasado las lluvias.<br />
Sen cuidado cuando pases á la orilla izquierda que es algo escabrosa<br />
y resbaladiza. También creo que hay algunos agujeros mas allá<br />
<strong>de</strong>l rio, aunque no los he visto, porque raras veces me alejo <strong>de</strong> esta<br />
-anta capilla. Sigue <strong>de</strong>spués a<strong>de</strong>lante y<br />
—¡Un pantano, un vado, unos agujeros! dijo el caballero interrumpiéndole<br />
: señor ermitaño, dígote que aunque seas mas santo<br />
que torios los anacoretas juntos, no me obligarás á menearme <strong>de</strong><br />
aquí en toda la noche. El que vive <strong>de</strong> la caridad, aunque tú no lo<br />
mereces en verdad, no <strong>de</strong>be negar el abrigo <strong>de</strong> su techo á un caminante<br />
estraviado. Abre la puerta, ó voto á tantos que la echo al<br />
suelo y entro á tu pesar.<br />
—No seas importuno, buen amigo, repuso el ermitaño, y si me obligas<br />
á valerme <strong>de</strong> las armas carnales, cara te ha <strong>de</strong> costar la fiesta.»<br />
Hacia algún rato que el caballero oia algunos ladridos ; pero en<br />
aquel momento llegaron á ser tan furiosos, que no pudo menos <strong>de</strong><br />
atribuir al ermitaño la intención <strong>de</strong> ponerse en <strong>de</strong>fensa, llamando<br />
á su socorro á una jauría entera, que sin duda habia estado hasta<br />
entonces en algún distante escondrijo. Estos preparativos hostiles<br />
aumentaron su mal humor, en términos que dio una terrible patada<br />
ala puerta, haciendo temblar todo aquel frágil edificio.<br />
El anacoreta no tuvo por conveniente esponerse á otro ataque.<br />
'(Ten un poco <strong>de</strong> paciencia, buen caminante, le dijo con voz algo<br />
mas suave que al principio : voy á darte entrada, aunque sé que<br />
hallarás poca satisfacción en esta miserable choza.»<br />
Abrióse la puerta, y se presentó á la vista <strong>de</strong>l caballero un hombre<br />
fuerte y robusto, con su túnica y capucha (P, un cinto <strong>de</strong><br />
cuerda, una tea encendida en una mano, y en la otra un cayado,<br />
que podia muy bien <strong>de</strong>sempeñarlas funciones <strong>de</strong> garrote. Dos corpulentos<br />
y peludos mastines estaban prontos á arrojarse al caminante,<br />
inmediatamente que se abriese la puerta; pero el reflejo <strong>de</strong><br />
la luz en el peto <strong>de</strong>l caballero hizo mudar <strong>de</strong> propósito al ermitaño<br />
el cual reprimió el furor <strong>de</strong> aquellos animales, y cambiando su aspereza<br />
en urbana socarronería, convidó al caballero á entrar en su<br />
«moza, alegando como escusa <strong>de</strong> lo que antes habia hecho, la multitud<br />
<strong>de</strong> ladrones y foragidos que andaban por aquellos alre<strong>de</strong>do-<br />
.1) Ya se verá mas a<strong>de</strong>lante quifin era este personaje que aquí se presenta «oes»<br />
riaitaEo.
140 ¡VAMIOE.<br />
res, y que ni respetaban á san Dunstan ni á los varones piadosoque<br />
se consagraban á su servicio.<br />
«Harta <strong>de</strong>fensa contra ladrones es la pobreza <strong>de</strong> vuestra choza,<br />
respondió el caballero al ver que no contenia otros muebles que un<br />
montón <strong>de</strong> paja, una mesa coja, y dos banquillos. A<strong>de</strong>más, que<br />
vuestros perros bastan á acogotar al ciervo mas vigoroso, cuanto ;<br />
nías á un hombre.<br />
—El buen guarda-bosque, continuó el anacoreta, me ha permi<br />
ti do el uso <strong>de</strong> estos animales para une me guar<strong>de</strong>n en esta soledad,<br />
hasta que mejoren los tiempos.<br />
Dicho esto fijó la tea en un pedazo <strong>de</strong> hierro que le servia <strong>de</strong> can<br />
<strong>de</strong>lero ; colocó la mesa <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l fuego reanimándolo con algu<br />
ñas ramas ; y sentándose en uno <strong>de</strong> los banquillos junto á una df<br />
las estremida<strong>de</strong>s do la mesa, convidó al forastero á que hiciera b<br />
mismo.<br />
Sentáronse, y miráronse con gravedad, diciendo cada uno en su<br />
interior que raras veces había visto una persona mas atlética \<br />
fornida que la que tenia enfrente.<br />
«Reverendo ermitaño, dijo el caballero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber mirado<br />
y remirado a su huésped, si no temiera interrumpir vuestras san<br />
tas meditaciones, os rogaría que me informaseis <strong>de</strong> tres cosas que<br />
me importa mucho saber: primera, dón<strong>de</strong> he do colocar el caballee<br />
segunda, qué es lo que me daréis <strong>de</strong> cenar : y tercera, don<strong>de</strong> lie <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>scansar esta noche.<br />
— Te respon<strong>de</strong>ré por señas, dijo el ermitaño, que es mi regla<br />
cuando puedo esousar palabras. V en seguida apuntó con los <strong>de</strong>dos<br />
álos dos rincones <strong>de</strong> ¡a pieza. Aquel es tu establo, dijo; esta es tu<br />
cama, y esta es tu cena. » ha cual se reduciaá un puñado <strong>de</strong> judías<br />
secas, que el ermitaño sacó <strong>de</strong> la alacena, en una mala escudilla.<br />
El pobre caminante se encogió <strong>de</strong> hombros al ver tan tristes<br />
preparativos. Alzóse sin embargo <strong>de</strong> su asiento, salió <strong>de</strong> la. cabana,<br />
trajo el caballo, que hasta entonces había estado atado á una encina,<br />
lo <strong>de</strong>saparejó con el mayor esmero y lo cubrió con su capa<br />
Quizás escitaron algún interés en el ánimo <strong>de</strong>l anacoreta el cui<br />
dado y la <strong>de</strong>streza con que el caballero atendía á las. necesida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong>l animal: lo cierto es que dijo algo acercado un pienso que se<br />
había <strong>de</strong>jado allí el buen guarda-bosque,y sacév <strong>de</strong> un rincón unce,<br />
pioso haz <strong>de</strong> heno, que estendió <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l caballo, y otro mas fres<br />
co, con una buena cantidad <strong>de</strong> grano. El caballero le dio gracias por
CAPÍTULO XVi. 141<br />
su cortesía: hecho lo cual, cada uno volvió á ocupar su puesto junto<br />
á la m?sa, sobre la que estaban colocadas las intactas judías. El ermitaño,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una larga oración, que fué latín en su origen, y<br />
•jue solo conservaba <strong>de</strong> él tal cual terminación sonora y retumbante<br />
• lióel ejemplo á su huésped, introduciendo dos ó tres judías en una<br />
•anchísimaboca, guarnecida <strong>de</strong> blancos y añlados dientes que podrían<br />
competir con los <strong>de</strong>l oso mas montaraz; ¡ triste molienda por<br />
nerto para tan escelcnte molino!<br />
Antes <strong>de</strong> hacer lo mismo, el caballero se quitó el yelmo, el peto<br />
y otras piezas <strong>de</strong> la armadura, <strong>de</strong>jando <strong>de</strong>scubierta una cabeza<br />
bien poblada, facciones espresivas, ojos azules notablemente animados<br />
y vivos, boca bien formada, con espesos bigotes, algo mas<br />
üscuros que el cabello, y todo el aspecto <strong>de</strong> un hombre animado,<br />
intrépido y empren<strong>de</strong>dor,como lo indicaba también susólida corpulencia.<br />
El ermitaño, como si quisiera correspon<strong>de</strong>r á la confianza <strong>de</strong>l<br />
. iajero, se bajó la capucha y <strong>de</strong>scubrió una cabeza redonda, que<br />
ostentaba la lozanía <strong>de</strong> la juventud. Nada se notaba en sus facciones<br />
que indicase la austeridad monástica ni las privaciones ascéticas<br />
propias <strong>de</strong> su estado: todo lo contrario se leia en su faz rolliza<br />
y apelmazada, en su poblado y negro entrecejo, en su mórbida y<br />
bien proporcionada frente, y en sus mejillas redondasy encendidas<br />
como las <strong>de</strong> un trompetero, do la que pendía la barba, en ensortijados<br />
y lozanos tufos. Aquel rostro, juntamente con sus membrudas<br />
formas, daba á enten<strong>de</strong>r que el anacoreta gustaba mas <strong>de</strong> lomos y<br />
torreznos, que <strong>de</strong> raices y <strong>de</strong> judías. No <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> observar el huésped<br />
esta natural analogía. Después que con gran dificultad hubo concluido<br />
la ardua masticación <strong>de</strong> algunas do aquellas acartonad».? legumbres,<br />
se halló en la absoluta necesidad <strong>de</strong> pedir al solitario alguna<br />
bebida con que suavizar su empe<strong>de</strong>rnida dureza: alo oyie<br />
respondió el anacoreta colocando sobre la mesa un jarro <strong>de</strong>l ag.V»<br />
Durísima que manaba <strong>de</strong> la fuente.<br />
«Esta agua, hijo mió, dijo el anacoreta, es <strong>de</strong>l pozo <strong>de</strong> san !>•,.< ••>i<br />
un, en el cual se bautizó <strong>de</strong> sol á sol quinientos paganos daneses y<br />
bretones. ¡Santo mió do mi alma! » y aplicando el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> sus negras<br />
barbas, bebió <strong>de</strong> aquel precioso licor un trago que en su mo<br />
'erada cantidad no correspondía al encomio que acababa <strong>de</strong> pronunciar.<br />
• Figúraseme, reverendo padre, di\o el caballero,que los fu
I4S4 IVANHOK.<br />
bocados con que os alimentáis, y ese maravilloso aunque frió licot<br />
que bebéis, os han sentado prodigiosamente. Parecéis hombre mas<br />
á propósito para empuñar la lanza ó domar un toro, que para gastar<br />
el tiempo en estas asperezas rezando oraciones y viviendo ¡te<br />
judías duras y <strong>de</strong> agua fresca.<br />
--Señor caballero, respondió el solitario, vuestros pensamientos,<br />
como los <strong>de</strong>l vulgo ignorante, son carnales y como tales bajos y mezquinos.<br />
El Cielo lia sido servido ben<strong>de</strong>cir la pobre pitanza con que<br />
sostengo mi humanidad, así como el Dios <strong>de</strong> Israel bendijo el agua<br />
y las raices que Sidrac, llisac y Ab<strong>de</strong>nago pretirieron á los manjares<br />
que el Bey <strong>de</strong> los Sarracenos les ofrecía.<br />
—Santo padre, dijo el caballero, puesto que la Provi<strong>de</strong>ncia divina<br />
se ha dignado obrar en vos tan admirable portento, permitid í¡<br />
este lego pecador que cometa el arrojo <strong>de</strong> preguntar vuestro nombre.<br />
—Pue<strong>de</strong>s darme, dijo el huésped, el <strong>de</strong>l ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst,<br />
porque así es como me llaman en estas cercanías. Algunos<br />
es verdad, suelen añadir á este dictado el <strong>de</strong> santo; mas yo me reconozco<br />
indigno do tan encumbrado titulo. Y ahora quisiera yo<br />
¡saber cómo se llama mi noble huésped.<br />
—Por ahí, respondió, me conocen por el nombre <strong>de</strong>l caballero<br />
N'egro. Algunos aña<strong>de</strong>n el sobrenombre <strong>de</strong> Holgazán; mas yo no<br />
pongo un gran empeño en que se me dé este distintivo. »<br />
El ermitaño no pudo menos <strong>de</strong> reírse al oir esta observación.<br />
« Ya veo, dijo el ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst, que eres hombre <strong>de</strong><br />
ceso, y veo a<strong>de</strong>más que note acomoda mi pobre y monástica ración,<br />
por estar acostumbrado al <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los palacios y <strong>de</strong> lo?<br />
campamentos, y al lujo y finura <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s. Ahora mismo caigo<br />
en que cuando el buen guarda-bosque <strong>de</strong>jó aquí esos perros y<br />
esos haces <strong>de</strong> heno, <strong>de</strong>jó también alguna vianda, que por no ser<br />
propia <strong>de</strong> mi uso, habia <strong>de</strong>saparecido enteramente <strong>de</strong> mi memoria:<br />
lo que no es estrado en medio <strong>de</strong> mis graves meditaciones.<br />
—Des<strong>de</strong> que os quitasteis la capucha, dijo el caballero Negro, me<br />
dio en la nariz que tendríais algo mejor que darme que esas malvadasjudías,<br />
que Dios perdone. El guarda-bosque <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser un<br />
hombre <strong>de</strong> bien, y no hay hombre que merezca este dictado y que<br />
pueda ver con indiferencia que os llenáis el cuerpo <strong>de</strong> esa broza, y<br />
y hume<strong>de</strong>céis el gaznate con ese líquido insustancial. Vamos á vei<br />
.los frutos <strong>de</strong> la caridad <strong>de</strong> tu bienhechor.»
CAPÍTULO XVI. 14;!<br />
El ermitaño lanzó á su huésped una espresiva mirada que manifestaba<br />
ciertos recelos y dudas acerca <strong>de</strong> la confianza que podría<br />
hacer en su pru<strong>de</strong>ncia y discreción. Sin embargo, el rostro <strong>de</strong>l caballero<br />
indicaba toda la franqueza y toda la jovialidad que pue<strong>de</strong><br />
pintarse en la fisonomía do un hombre. Su sonrisa érala <strong>de</strong> la lealtad<br />
y buena fé, <strong>de</strong> modo que el ermitaño congenió con él, y empe<br />
zó á tratarse sin tanta afectación como al principio.<br />
Después <strong>de</strong> haberse mirado recíprocamente los dos comensales, ei<br />
ermitaño pasó á uno <strong>de</strong> los rincones <strong>de</strong> su aposento, y abrió una<br />
puertecilla que estaba disimulada con gran cuidado y no poco ar<br />
íificio. Del seno <strong>de</strong>l oscuro escondite á que daba entrada, sacó un<br />
gran pastel colocado en una <strong>de</strong>smesurada fuente <strong>de</strong> peltre. Péisolo<br />
<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l huésped, el cual valiéndose <strong>de</strong> su puñal, no tardó en<br />
informarse <strong>de</strong> loque <strong>de</strong>ntro se ocultaba.<br />
«¿Cuánto tiempo hace que estuvo aquí la última vez el buen<br />
guarda-bosque? preguntó el caballero á su huésped <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />
engullido algunos fragmentos menudos que se <strong>de</strong>sprendieron<br />
<strong>de</strong>l pastel al tiempo <strong>de</strong> cortarlo.<br />
—Habrá cosa <strong>de</strong>dos meses, respondió precipitadamente el anacoreta.<br />
Por la luz <strong>de</strong> los ('icios, dijoel caballero, que todo lo que veo aquí<br />
es milagroso. Juraría que el cabrito montes cuyos miembros llenan<br />
lo interior <strong>de</strong>l pastel corria por estos bosques hace pocos días. •<br />
Quedó algo confuso el ermitaño al oir esta reflexión, y por otro<br />
lado ponia algo fruncido el gesto al ver la disminución <strong>de</strong>l pastel<br />
en que el caballero estaba haciendo terribles estragos: ocupación<br />
en que no podia acompañarle, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo cuanto había dicho<br />
acerca <strong>de</strong> su abstinencia y frugalidad.<br />
a Yo he estado en Palestina, padre mió, dijo el caballero hacieit<br />
do una ligera pausa, y me acuerdo <strong>de</strong> una costumbre que allí reina,<br />
y es que todo el que da do comer á un estraño, para seguridad<br />
y confianza <strong>de</strong> osle, come <strong>de</strong> todos los manjares que le sirve. Lejos<br />
estoy yo <strong>de</strong> creer que sois hombre capaz <strong>de</strong> criminales <strong>de</strong>signios:<br />
sin embargo, tendría satisfacción en que participaseis <strong>de</strong> mi<br />
eolia.<br />
•—Para tranquilizar vuestros escrúpulos y sin ejemplar, quiero<br />
daros ese gusto y salir por una vez <strong>de</strong> mi regla.» Esto dijo el ermitaño,<br />
y como id tenedor era utensilio <strong>de</strong>sconocido en aquella época,<br />
clavó inmediatamente los <strong>de</strong>dos en el pastel.
144 IVANHOE.<br />
Eota una vez la valla, parecía que iban los dos á competencia ee<br />
dar cabo al cabrito y ála masa que lo envolvía; y aunque probablemente<br />
el caballero era el que había estado mas tiempo en ayunas,<br />
su huésped le venció en aquel combate.<br />
—Santo varón, dijo el caballero cuando estuvo satisfecho su apetito,<br />
apuesto mi caballo contra uncequin, á que ese honrado guarda-bosque,<br />
á cuya caridad <strong>de</strong>bes el cabrito que ya no existe, <strong>de</strong>jó<br />
también como su digno aliado, algún pellejo <strong>de</strong> vino ó cosa semejante.<br />
Esta sin duda seria una circunstancia indigna <strong>de</strong> Ajarse en<br />
la memoria <strong>de</strong> tan santo anacoreta; pero creo que si buscaras otra<br />
vez en tu escondite, hallarías algo que confirmaría mis conjeturas-<br />
El ermitaño respondió con un gruñido, y volviendo al sitio <strong>de</strong><br />
don<strong>de</strong> habia sacado el pastel, sacó una bota <strong>de</strong> cuero, que contendría<br />
sus cuatro cuartillos. También puso sobre la mesa dos gran<strong>de</strong>s<br />
copas <strong>de</strong> cuerno, engastadas en plata; y creyendo que todo escrúpulo<br />
y ceremonia seria en a<strong>de</strong>lante inútil, las llenó ambas, y brindando<br />
á la salud <strong>de</strong> su huésped, vació la suya, <strong>de</strong> un sorbo.<br />
— A la tuya, respondió el caballero, é hizo la razón con la re -<br />
ma prontitud.<br />
—Buen ermitaño, continuó, no ceso <strong>de</strong> maravillarme <strong>de</strong> que •&<br />
hombre <strong>de</strong> tus puños y <strong>de</strong> tu vigor, y que a<strong>de</strong>más gusta <strong>de</strong> les<br />
buenos bocados, se haya sepultado vivo en estas soleda<strong>de</strong>s. Debieras<br />
estar en un fuerte ó castillo, comiendo <strong>de</strong> lo bueno y bebiendo<br />
<strong>de</strong> lo fino, mas bien que manteniéndote, <strong>de</strong> yerba y agua, y cuando<br />
mas <strong>de</strong> los regalos <strong>de</strong>l guarda-bosque. Alo menos, si yo me, hall:?,<br />
ra en tu pellejo había <strong>de</strong> pasar la vida <strong>de</strong> un rey, á, costa <strong>de</strong> las roses<br />
que pastan en estas cercanías. No faltan por cierto en el bosq .•;<br />
y nadie echaría, menos un venado, si era para la mesa <strong>de</strong>l servidor<br />
<strong>de</strong> san Dunstan.<br />
—Señor caballero Holgazán, respondió el ermitaño, cuenta co::-, L><br />
que se habla, que las pare<strong>de</strong>s tienen oídos. Soy un pobre anacoreta,<br />
fiel al Bey y ala ley; y si osara tocar ala caza <strong>de</strong>l señor o'e ~¡ •<br />
te coto, no me habia <strong>de</strong> libertar <strong>de</strong> la cárcel, y ni aun quizás do b<br />
horca.<br />
—Sin embargo, repuso el Holgazán, si yo fuera tú, me aprove<br />
diaria <strong>de</strong> las noches <strong>de</strong> luna, y mientras los guardas están en sie<br />
te sueños, me saldría por esas encrucijadas, y <strong>de</strong> cuando en cuan<br />
do <strong>de</strong>jaría caer una flecha en una manada <strong>de</strong> ciervos. ¿Cuánto va<br />
'fue algunas veces te has entretenido en ese pasatiempo?
CAPÍTULO XVI. 145<br />
—Amigo Holgazán, dijo el ermitaño, ya has cenado y bebido,<br />
que es todo lo que <strong>de</strong>seabas, y mucho mas <strong>de</strong> lo que merece quien<br />
entra <strong>de</strong> por fuerza en su alojamiento. Mejor es gozar tranquila<br />
mente dolo cpie Dios nos envia, que meterse en averiguar por don<br />
<strong>de</strong> viene. Llena la copa, y buen provecho te haga. No me obligues<br />
con tu impertinente curiosidad á <strong>de</strong>mostrarte que si se me hubiera<br />
puesto en las mientes, no te hubiera sido tan fácil introducirte<br />
aquí <strong>de</strong> golpe y porrazo.<br />
—Por el santo <strong>de</strong> mi nombre, dijo el caballero, que lo que has<br />
dicho aumenta mas y mas mi curiosidad. Eres el mas misterioso <strong>de</strong>-<br />
cuantos ermitaños he visto; y algo mas he <strong>de</strong> saber <strong>de</strong> tí antes <strong>de</strong><br />
ponerme en camino. En cuanto á tus amenazas, sabe que mi oñcio<br />
es buscar peligros y arrostrarlos.<br />
—Señor caballero Holgazán, repuso el ermitaño, á tu salud. Mu<br />
cho respeto tu valor, pero en cuanto á tu discreción es harina <strong>de</strong><br />
otro costal. Si quieres tomar armas iguales conmigo en buena paz<br />
y amistad, se entien<strong>de</strong>, te he <strong>de</strong> dar tan severa penitencia que has<br />
<strong>de</strong> estar un año ei<strong>de</strong>ro pagando la pena <strong>de</strong> tu curiosidad.»<br />
El caballero respondió que estaba pronto, y que solo <strong>de</strong>seaba sa<br />
ber las armas que escogía.<br />
(. Cualquiera, respondió el ermitaño, porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las tijeras <strong>de</strong><br />
Dálila y el clavo <strong>de</strong> Jael, hasta la cimitarra <strong>de</strong> Goliat, no hay ar<br />
ma alguna que no me atreva á manejar contigo. Pero en caso <strong>de</strong><br />
elegir, ¿qué dices <strong>de</strong> estas frioleras?»<br />
Al <strong>de</strong>cir estas palabras, abrió otro escondite, y sacó <strong>de</strong> él dos an<br />
chas espadas y dos escudos, como los que usaba en aquel tiempo<br />
la gente <strong>de</strong>l estado llano. El caballero, que observaba atentamente<br />
todos sus movimientos, <strong>de</strong>scubrió en el mismo sitio una ballesta,<br />
dos(i tres arcos, bodoques para la primera, y flechas para los se<br />
gundos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> un arpa, y otros varios objetos nada propios <strong>de</strong><br />
la vida eremítica.<br />
v Te doy palabra, dijo, <strong>de</strong> no incomodarte con preguntas indis<br />
cretas. Lo que contiene esa alacena satisface completamente mi cu<br />
riosidad, y allí estoy mirando un arma (dijo esto tomando en sus<br />
manos el arpa) en la que quisiera medir mis fuerzas contig-o, mas<br />
bien que <strong>de</strong> otro modo<br />
—No creo, repuso el ermitaño, que hayas dado motivo al epíteto<br />
<strong>de</strong> holgazán, con que te distinguen. Confieso que te he sospechado<br />
injustamente. Veo que eres hombre <strong>de</strong> armas tomar; perc según re-<br />
10
146 IYANHOE.<br />
glas <strong>de</strong> cortesía <strong>de</strong>bo aceptar las que me propongas. Siéntate pues,<br />
llena la copa, bebamos, cantemos y viva la alegría. Siempre que<br />
quieras echar un trago y cantar una copla, no te faltará un pedazo<br />
<strong>de</strong> pastel en Copmanhurst, á lo menos mientras yo sirva la capilla<br />
<strong>de</strong> San Dunstan, que será hasta que cambie la túnica <strong>de</strong> paño<br />
burdo por un agujero en la tierra. Echa un trago, mientras yo<br />
procuro templar el arpa. Nada aclara la voz, ni agúzalos oídos<br />
como el vino. Por lo que á mí toea, quiero que me salga por los <strong>de</strong>dos,<br />
antes <strong>de</strong> tomar el instrumento en las manos.»<br />
CAPITULO XVII.<br />
A pesar <strong>de</strong> la receta <strong>de</strong>l bien humorado ermitaño, y <strong>de</strong> la doci<br />
lidad con que el caballero le puso en práctica, no era tan fácil po<br />
ner entono las cuerdas <strong>de</strong>l arpa.<br />
«Creo, dijo el caballero, que le falta una cuerda, y que las otras<br />
están harto rozadas.<br />
—Bien se conoce que lo entien<strong>de</strong>s, dijo el ermitaño. El vino tiene<br />
la culpa. Le dije á Allan-á-Lale que echaría á per<strong>de</strong>r el arpa si 1c<br />
ponia las manos encima <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la séptima copa; pero qué! es<br />
hombre que no escucha razones. Amigo, á tu salud. Al <strong>de</strong>cir esto<br />
bebió una copa, sacudiendo la cabeza, como en <strong>de</strong>saprobación <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>stemplanza <strong>de</strong>l tal Alian -á-Dale.<br />
El caballero apretó algunas clavijas, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un ligero pre<br />
ludio quiso saber <strong>de</strong>l huésped qué clase <strong>de</strong> música era la que mas<br />
le gustaba.<br />
«Cualquier cosa, dijo el anacoreta, con tal que sea inglés puro.<br />
Vosotros, los que por esos mundos <strong>de</strong> Dios corréis á caza <strong>de</strong> aven<br />
turas, gustáis <strong>de</strong> lucir en los estrados las noveda<strong>de</strong>s que apren<br />
déis en vuestras caravanas; pero en mi celda no se ha <strong>de</strong> cantar<br />
nada que no sea fruto <strong>de</strong> la tierra.<br />
— Vamos á ello, dijo el caballero; oiréis una canción que me en<br />
señó un músico sajón en Palestina.»<br />
Muy pronto se echó <strong>de</strong> ver que aun que el <strong>de</strong> la negra armadura<br />
no era un hombre consumado en los primores <strong>de</strong> la gaya ciencia,<br />
tenia gusto y habia recibido buenas lecciones. El arte suavizando
CAPÍTULO XVII. 147<br />
una voz áspera y <strong>de</strong> poca estension, había hecho cuanto podía ha<br />
cer para que halagase los oídos y llegase al alma. Cualquiera inte<br />
ligente mas profundo que el ermitaño hubiera aplaudido su'.ejecu-<br />
cion, enérgica á veces, y á veces llena <strong>de</strong> un entusiasmo melancó<br />
lico, que daba nuevo realce á los versos que cantó; los cuales <strong>de</strong>cían:<br />
LA VTELTA DEL CABALLERO CRUZADO.<br />
De Egipto, y á su <strong>de</strong>spedí»,<br />
Vuelve el valiente Cruzado,<br />
Hierro turco ha <strong>de</strong>strozado<br />
La cruz que le adorna el pecho.<br />
La»za le abolló el broquel,<br />
V cimitarra el crestón;<br />
Vías no llegó el corazón.<br />
Que es enamorado y fiel.<br />
Corre al llegar á la arena<br />
(Tanto amor su pecho incita;<br />
A la mansión don<strong>de</strong> habita<br />
La hermosura por quien pena.<br />
El balcón cerrado mira,<br />
Por ser ya la noche entrada:<br />
V osla amorosa tonada<br />
Con trémula voz suspira:<br />
Pàg 149.
CAPÍTULO XVII. H9<br />
Cual ay': se precipita<br />
Dea<strong>de</strong> alt» cumbre el veneídor torrente,<br />
Y férvido se irritu,<br />
Y amenaza á la gente<br />
Ronco, veloz, indómito y valiente.<br />
¿Cuándo será que vuelva<br />
f,a linda flor, y un rápido momento<br />
Brille en la ver<strong>de</strong> selva,<br />
Y en vez <strong>de</strong> airado viento<br />
De aura gentil amoroso aliento?<br />
¿De milgraciosas ninfas<br />
A percibirse el cántico sonoro,<br />
Y <strong>de</strong> secretas linfas<br />
El solitario lloro i j<br />
Rodando limpias por arenas <strong>de</strong> oro?<br />
Astuto byuconero<br />
Entonces sal.üo por la noche humbria.<br />
Y' con arco certero<br />
Lacho en gentil porfía<br />
Con brutos <strong>de</strong> pujanza j <strong>de</strong> osadía.<br />
Persigoles altivo,<br />
Arrogante y sereno los combato.<br />
Burlóme fugitivo<br />
Tal vez <strong>de</strong> su arrebato<br />
Y -<br />
<strong>de</strong> repente vuélvome y los mato.<br />
Ufano, receloso,<br />
Cargo en mis hombros la sangrienta fiera.<br />
Y vuelvo silencioso<br />
A mi dulce ribera...<br />
¿Ouién? ay! al cielo serenar pudiera?<br />
En noche tormentosa<br />
Mísero braconero así cantaba<br />
En tanto que horrorosa<br />
Tempestad resonaba,<br />
Y el firmamento cóncavo temblaba.<br />
«Voto á tantos, dijo el caballero, que cantas biea y con gusto, y<br />
que has encomiado dignamente las alabanzas <strong>de</strong> tu profesión.<br />
Los dos compañeros estuvieron largo rato cantando y bebiendo,<br />
hasta que interrumpió su diversión un apresurado golpeteo que se<br />
oyó á la puerta <strong>de</strong> la ermita.<br />
Para poner al lector al corriente <strong>de</strong> esta interrupción, es nece<br />
sario que volvamos á tomar el hilo <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> otros persona<br />
jes que hace mucho tiempo hemos perdido <strong>de</strong> vista; porque á gui<br />
sa <strong>de</strong>l buen Ariosto, no gustamos <strong>de</strong> acompañar largo rato á los<br />
actores <strong>de</strong> nuestro drama.
150 IVANHOE.<br />
CAPITULO XVIII.<br />
Cuando Cedric el Sajón vio caer á su hijo sin sentido en ei torneo<br />
<strong>de</strong> Ashby, su primer impulso fué mandar que se apo<strong>de</strong>rasen<br />
<strong>de</strong> él sus criados; pero se le ahogaron las palabras en la garganta,<br />
y no pudo resolverse á reconocer <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> tan numeroso concurso<br />
al hijo que habia <strong>de</strong>spedido y <strong>de</strong>sheredado. Mandó sin embargo<br />
á Oswaldo que no le perdiese <strong>de</strong> vista, y que le condujese<br />
con dos <strong>de</strong> sus siervos á la ciudad inmediata cuando se hubiese<br />
disipado la muchedumbre, Oswaldo no pudo ejecutar las ór<strong>de</strong>nes<br />
<strong>de</strong> su amo: porque cuando se dispersó la turba, Ivanhoe habia<br />
<strong>de</strong>saparecido.<br />
En vano le buscó el ñel copero por todas aquellas cercanías: vio<br />
la sangre que habia arrojado al caer á los pies <strong>de</strong> lady Rowena;<br />
pero no pudo volver ó ver su persona: parecía que algún nigromante<br />
le habia arrebatado por los aires. Quizás Oswaldo, supersticioso<br />
como todos los sajones, lo hubiera asegurado así á Cedric,<br />
atribuyendo á aquel prodigio la inutilidad <strong>de</strong> sus diligencias y la<br />
<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong>l caballero, á no haber echado la vista casualmente<br />
en un hombre vestido como escu<strong>de</strong>ro, y en cuyas facciones reconoció<br />
á su compañero Curth. Ansioso <strong>de</strong> saber la suerte <strong>de</strong> su amo,<br />
y estraordinariamente inquieto no pudiendo <strong>de</strong>scubrirlo en ninguna<br />
parte, el ñel porquerizo continuaba sus indagaciones, olvidando<br />
los riesgos que él mismo corría al presentarse sin precaución<br />
alguna en medio <strong>de</strong>l concurso. Oswaldo le echó mano como<br />
fugitivo, cuya sentencia <strong>de</strong>bia pronunciar Cedric.<br />
Sin embargo, el copero prosiguió tomando cuantas noticias podía<br />
acerca <strong>de</strong> la suerte <strong>de</strong> Ivanhoe, y lo único que pudo averiguar<br />
fué que le habían tomado en brazos unos lacayos muy bien vestidos,<br />
y conducido á la litera <strong>de</strong> una dama <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l torneo, en la<br />
cual se habia alejado inmediatamente <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong> los espectadores.<br />
Oswaldo comunicó esta noticia al padre sin pérdida <strong>de</strong> tiempo,<br />
presentándole también á Gurth, á quien consi<strong>de</strong>raba como <strong>de</strong>sertor<br />
<strong>de</strong>l servicio <strong>de</strong> su amo.<br />
El corazón <strong>de</strong> Cedric estaba atosigado por las mas amargas in-
CAPÍTULO XVIII. 151<br />
quietu<strong>de</strong>s acerca <strong>de</strong>l para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Ivanhoe: la naturaleza habia recobrado<br />
sus <strong>de</strong>rechos, á pesar <strong>de</strong> la resistencia que le oponía el<br />
estoicismo patriótico. Mas apenas supo el Sajón que su hijo estaba<br />
en manos seguras, y probablemente en las <strong>de</strong> algún amigo, la ansiedad<br />
paterna que sus dudas habían escitado, cedió al resentimiento<br />
<strong>de</strong>l orgullo agraviado, y á la memoria <strong>de</strong> lo que en su opinión halda<br />
sido un acto <strong>de</strong> rebeldía y <strong>de</strong>sobediencia. «Vaya don<strong>de</strong> quiera|<br />
dijo; cúrenlo los que tienen la culpa <strong>de</strong> sus heridas, una vez que<br />
pretiere las mojigangas <strong>de</strong> los normandos á la fama y al honor <strong>de</strong><br />
sus abuelos.<br />
—Si para sostener la gloria <strong>de</strong> su familia, dijo lady Rowena que<br />
estaba presente en esta conversación, basta ser intrépido en el<br />
combate y pru<strong>de</strong>nte en el consejo, valiente entre los valientes y<br />
galán entre los galanes, solo el padre <strong>de</strong> Ivanhoe podrá <strong>de</strong>cir<br />
—Basta, lady Rowena, dijo Cedric; este es el único punto en que<br />
r»o estamos <strong>de</strong> acuerdo. Preparaos para el festín que da el Príncipe,<br />
al cual estamos convidados con estraordinarias <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong><br />
honor; y los normandos no acostumbran tener estas urbanida<strong>de</strong>s<br />
con los sajones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la catástrofe <strong>de</strong> Hastings. Debemos ir, aunque<br />
no sea mas que por manifestar á esos bárbaros cuan poca mella<br />
hace en el corazón <strong>de</strong> un sajón la suerte <strong>de</strong> un hijo que sabe<br />
vencer á los mas encopetados <strong>de</strong> esa perversa raza.<br />
—Pues yo os <strong>de</strong>claro, dijo lady Bovena, que no iré á la tiesta<br />
<strong>de</strong>l Príncipe; y os ruego cpie consi<strong>de</strong>réis que eso que en vuestra<br />
opinión es valor y <strong>de</strong>sprendimiento, pue<strong>de</strong> atribuirse por los otros<br />
á crueldad y falta <strong>de</strong> sentimientos naturales.<br />
—Quédate pues en casa, ingrata doncella , respondió Cedric ; tú<br />
eres la cruel que te places en .sacrificar la suerte <strong>de</strong> un pueblo oprimido<br />
á un cariño impru<strong>de</strong>nte, y que jamás tendrá mi aprobación.<br />
Uhelstane y yo iremos al banquete <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> Anjou.»<br />
Y en efecto, como ya ha visto el lector, los dos sajones asistieron<br />
al convite, cuyos principales sucesos hemos mencionado. Y olvieron<br />
ú casa, <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong>l Príncipe, y montaron á caballo con sus guardias<br />
y criados, y entonces fué cuando Cedric vio por primera vez<br />
al pobre Gurth. Como la cena le habia dado tan mal humor, se aprovechó<br />
<strong>de</strong>l primer pretesto que tuvo para estallar. «¿Y porqué no le<br />
habéis cargado <strong>de</strong> ca<strong>de</strong>nas, perros villanos?» esclamó en el primer<br />
Ímpetu <strong>de</strong> su cólera.<br />
Sin atreverse á replicar, los criados <strong>de</strong> Cedric ataron á Gurth, el
]59 IVANHÓE.<br />
cual se sometió humil<strong>de</strong>mente á esta operación, lanzando una<br />
mirada espresiva á su amo, y diciéndole al mismo tiempo: «Este<br />
es el pago que recibo por amar vuestra sangre mas que la mia<br />
propia.<br />
—A caballo y marchemos, dijoCedric.<br />
—Ya es tiempo, dijo Athelstane; y si no andamos aprisa, causa-<br />
yernos gran inquietud al P. Abad que nos aguarda esta noche con<br />
impaciencia.»<br />
Los viajeros, sin embargo, apretaron tinto el paso, que llegaron<br />
al monasterio <strong>de</strong> san Withold antes que se realizase el temor <strong>de</strong><br />
Athelstane. El Abad , que era <strong>de</strong> familia sajona , trató á sus hués<br />
pe<strong>de</strong>s con aquella profusión que caracterizaba entonces á la gente<br />
<strong>de</strong>supais: la segunda cena duró hasta muy tar<strong>de</strong>, ó por mejor<br />
<strong>de</strong>cir, no concluyó basta el siguiente dia; sin embargo <strong>de</strong> lo<br />
cual, los viajeros almorzaron opíparamente antes <strong>de</strong> ponerse en<br />
camino.<br />
Al tiempo <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l patio <strong>de</strong>l convento , ocurrió un inci<strong>de</strong>nte<br />
funesto á los ojos <strong>de</strong> los sajones. Estos se distinguían á la sazón en<br />
tre todos los pueblos <strong>de</strong> Europa por su ciega creencia en agüeros<br />
y presagios, á cuyo origen se <strong>de</strong>ben atribuir los restos <strong>de</strong> estas su<br />
persticiones que se encuentran en las antiguallas populares <strong>de</strong> In<br />
glaterra. Los normandos se habían cruzado con otras razas y na<br />
ciones, y tenian i<strong>de</strong>as algo mas sanas, comparadas con el estado<br />
<strong>de</strong> la ilustración general. Habían <strong>de</strong>saparecido los errores que sus<br />
abuelos trajeron <strong>de</strong> Escandinavia, y se jactaban <strong>de</strong> pensar con mas<br />
juicio en semejantes materias.<br />
Lo que asustó á los acompañantes <strong>de</strong> Cedric en el acto <strong>de</strong> salir<br />
<strong>de</strong>l convento en que babian pasado la noche, fué nada menos que<br />
un perro negro tan largo como flaco y estenuado , que comenzó ¡5<br />
lanzar lastimeros aullidos cuando los caminantes se pusieron en<br />
marcha, ladrando <strong>de</strong>spués con obstinado ahinco, corriendo <strong>de</strong> un<br />
lado á otro, y procurando ag-regarse á la cabalgata.<br />
«No me gusta esa música, P. Cedric, dijo Athelstane, porque es<br />
taba acostumbrado á darle este respetuoso título.<br />
—Ni á mí tampoco, tío, dijo Wamba; y mucho me temo que nos<br />
cueste la torta un pan.<br />
—Paréceme, dijo Athelstane, á quien habia hecho mucha impre<br />
sión la escelente cerveza <strong>de</strong>l Abad; paréceme que seria mucho me<br />
jor quedarnos en el convento hasta la far<strong>de</strong>. Una liebre y un perro
CAPÍTULO XVIII. 153<br />
que aulla son <strong>de</strong> malísimo agüero al principio <strong>de</strong> la jornada. Lo<br />
que se hace en estos casos es volver atrás, y no ponerse en camino<br />
hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber coñudo otra vez.<br />
—¡Tontería! dijo Cedric con impaciencia ; los dias son ya <strong>de</strong>masiado<br />
cortos, y la jornada <strong>de</strong> hoy es larga. El perro es el <strong>de</strong> ese bribón<br />
<strong>de</strong> Gurth, tan buena alhaja como su amo.»<br />
Bicho esto, y afianzándose bien es sus estribos, resuelto á proseguir<br />
el viaje, lanzó la jabalina al pobre Fangs , el cual habia seguido<br />
á su amo al torneo, don<strong>de</strong> lo perdió en medio <strong>de</strong> la bulla , y<br />
habiendo al fin dado con él á la puerta <strong>de</strong>l monasterio, estaba celebrando<br />
á su modo tan agradable encuentro. La jabalina entró en la<br />
espalda <strong>de</strong>l animal, y poco faltó para <strong>de</strong>jarlo clavado al suelo. Fangs<br />
huyó repitiendo sus aullidos <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong>l irritado sajón , y<br />
Gurth sintió partírsele el corazón como si le llegasen mas á lo vivo<br />
los males <strong>de</strong> su perro que los suyos propios. Habiendo procurado<br />
en vano alzar las manos á los ojos para enjugárselos, y viendo que<br />
AVamba, temeroso <strong>de</strong> la cólera <strong>de</strong> Cedric, se habia colocado pru<strong>de</strong>ntemente<br />
á retaguardia : «líuégote, le dijo, que me limpies los ojos,<br />
que el polvo me hace daño, y estas ligaduras no me permiten el uso<br />
<strong>de</strong> los miembros que Dios me ha dado.»<br />
AVamba satisfizo su <strong>de</strong>manda; y los dos caminaron juntos algún<br />
rato, guardando triste silencio. Al fin, Gurth no pudo reprimir los<br />
sentimientos que le ahogaban.<br />
«Amigo AVamba, dijo á su compañero, <strong>de</strong> todos cuantos locos estamos<br />
al servicio <strong>de</strong> Cedric, tú eres el único cuyas locuras son bien<br />
recibidas. Anda y díle <strong>de</strong> mi parte que no cuente conmigo, puesto<br />
que ni <strong>de</strong> grado ni por fuerza logrará que permanezca bajo su autoridad.<br />
Que me arranque el pellejo á latigazos, que me cargue <strong>de</strong><br />
grillos y ca<strong>de</strong>nas, que me corte la cabeza si quiere ; pero servirle,<br />
eso no. Anda y díselo.<br />
—Loco soy, dijo AVamba, y por loco paso; mas no lo bastante para<br />
encargarme <strong>de</strong> tu comisión. Cedric tiene otra jabalina en la cintura,<br />
y es hombre que no yerra tiro.<br />
—Pues que me tire, con dos mil <strong>de</strong> á caballo, dijo Gurth. Ayer<br />
<strong>de</strong>jó á su hijo, á mi pobre señorito V'ilfrido bañado en sangre: hoy<br />
ha querido matar á la única criatura viviente que me tiene algún<br />
cariño. ¡ Por san Edmundo, san Dunstan, san AYithold, san Edv\ ardo<br />
el Confesor, y todos los santos sajones <strong>de</strong>l calendario, que no se<br />
lo perdono'. * Es <strong>de</strong> advertir que Cedric no juraba nunca sino por los
154 IVANHOE.<br />
santos que habían tenido sangre sajona en sus venas, y todos sus<br />
criados imitaban la misma práctica.<br />
«En mi enten<strong>de</strong>r, dijo el bufón que estaba acostumbrado á ser el<br />
pacificador <strong>de</strong> los disturbios domésticos, Cedric no tuvo intención<br />
«le matar áFangs, sino <strong>de</strong> asustarle. El perro dio un salto en aquel<br />
momento, y recibió el golpe: mas no te dé cuidado,'que yo lo curo<br />
con un ochavo <strong>de</strong> cerote.<br />
—Si así fuera , dijo Gurth... ¡ pero no!... vi que apuntaba ;bien<br />
con el dardo; le oí silbar por el aire con toda la rabiosa malevolencia<br />
<strong>de</strong>l que lo arrojaba. ¿ No vistes que se mordía los puños <strong>de</strong> furia<br />
cuando el pobre animal echó á correr? Lo que quiso fué <strong>de</strong>jarlo en<br />
el sitio. ¡ Por la vida <strong>de</strong> mi padre que no vuelvo á obe<strong>de</strong>cerle en mi<br />
vida!»<br />
El indignado porquerizo volvió á guardar silencio, y no fueron<br />
parte á sacarlo <strong>de</strong> él todos los esfuerzos que hizo para ello el bufón.<br />
Al mismo tiempo Cedric y Athelstane, que iban á la cabeza <strong>de</strong><br />
la comitiva, hablaban sobre el estado <strong>de</strong> los negocios, las disensiones<br />
<strong>de</strong> la Familia Real, los feudos y disputas <strong>de</strong> los nobles normandos,<br />
y la probabilidad <strong>de</strong> que los sajones pudieran sacudir el<br />
yugo que les oprimía, ó recobrar á lo menos su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y<br />
po<strong>de</strong>r durante las revueltas civiles que por todas partes amenazaban.<br />
Cedric no hablaba nunca <strong>de</strong> semejantes asuntos sin animarse<br />
estraordinariamente. El restablecimiento <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />
su Nación era el ídolo <strong>de</strong> su alma, al cual habia sacrificado voluntariamente<br />
su ventura doméstica y los intereses <strong>de</strong> su propio hijo.<br />
Pero el pueblo conquistado no podia llevar á cabo tan ardua empresa<br />
sin estar íntimamente unido entre sí y sin obe<strong>de</strong>cer aun<br />
caudillo. Era, pues, necesario escogerlo entre los altos personajes<br />
que <strong>de</strong>scendían <strong>de</strong> la Familia Real sajona, y en esta condición estaban<br />
<strong>de</strong> acuerdo todos aquellos á quienes Cedric habia confiado<br />
.secretamente sus <strong>de</strong>signios y sus esperanzas. Atbelstaue se hallaba<br />
en aquel caso, y aunque sus prendas mentales no eran las que<br />
tan <strong>de</strong>licado puesto requería, tenia una bella persona, no carecía<br />
<strong>de</strong> valor, se habia acostumbrado á los ejercicios marciales, y parecía<br />
dispuesto á seguir los consejos <strong>de</strong> hombres mas espertes y<br />
sensatos. Sobre todo, gozaba gran reputación <strong>de</strong> generoso y liberal,<br />
y todos le creían hombre <strong>de</strong> buena índole. A pesar <strong>de</strong> todas<br />
estas circunstancias, tan favorables para constituirle jefe <strong>de</strong> la nobleza<br />
sajona, otros muchos <strong>de</strong> la misma nación preferían los títu-
CAPÍTULO XVIII. 155<br />
sos y <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> lady Rowena que <strong>de</strong>scendía <strong>de</strong>l rey Alfredo, y<br />
cuyo padre había sido un caudillo famoso por su pru<strong>de</strong>ncia, su<br />
valor y su generosidad altamente estimado por sus oprimidos<br />
«•ompatriotas.<br />
No hubiera sido muy difícil á Cedric, si tales hubieran sido sus<br />
intenciones, colocarse á la cabeza <strong>de</strong> otro partido no menos formidable<br />
que los dos <strong>de</strong> que hemos hecho nieucion. En lugar <strong>de</strong> ascen<strong>de</strong>ncia<br />
Peal, tenia intrepi<strong>de</strong>z, actividad, energía, y sobre todo<br />
un zelo ardiente é inapeable en favor <strong>de</strong> la causa, por cuya razón<br />
había merecido el sobrenombre <strong>de</strong> Sajón: su alcurnia no cedía á<br />
ninguna, si no es á la <strong>de</strong> su pupila y á la <strong>de</strong> Athelstane. No eclipsaba<br />
estas prendas el mas ligero vislumbre <strong>de</strong> egoísmo: en lugar<br />
le <strong>de</strong>bilitar mas <strong>de</strong> lo que lo estaba el partido con nuevas divisiones,<br />
solo se empleaba en estinguir las que ya reinaban, y este<br />
era el objeto que se habia propuesto en el proyectado enlace do<br />
Athelstane con lady Rowena. Presentóse muy en breve un gran<br />
obstáculo á este <strong>de</strong>signio en la mutua inclinación <strong>de</strong> Rowena y <strong>de</strong><br />
ivauhoe; y <strong>de</strong> aquí el <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> este <strong>de</strong> la casa paterna.<br />
Cedric no había puesto en ejecución tan severa medida, sino en<br />
la esperanza <strong>de</strong> que durante la ausencia <strong>de</strong> Ivanhoe, Rowena le<br />
borraría poco á poco <strong>de</strong> su memoria, y se hallaría mejor dispuesta<br />
á recibir la mano <strong>de</strong> Athelstane; mas el éxito frustró sus planes.<br />
< "edric, para quien el nombre <strong>de</strong> Alfredo era poco menos que el <strong>de</strong><br />
la divinidad, habia tratado al único retoño que existia <strong>de</strong> su raza,<br />
con una veneración igual á la que se tributaba en aquellos tiempos<br />
á las princesas reconocidas. La voluntad <strong>de</strong> Rowena era ley<br />
suprema en casa <strong>de</strong> su tutor; y Cedric, como si quisiera que la soberanía<br />
<strong>de</strong> aquella dama fuese venerada por todos los que <strong>de</strong> él <strong>de</strong>pendían,<br />
se envanecía en obe<strong>de</strong>cerla y acatarla como el primero <strong>de</strong><br />
sus subditos. Acostumbrada <strong>de</strong> este modo, no solo al pleno ejercicio<br />
<strong>de</strong> su voluntad, sino al <strong>de</strong> una autoridad <strong>de</strong>spótica, Rowena<br />
había aprendido durante su educación á irritarse contra todo lo<br />
que se oponia á sus <strong>de</strong>seos; y por consiguiente, reclamó con energía<br />
su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia en aquel paso <strong>de</strong>cisivo <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> la mujer,<br />
en que la doncella mas obediente y mas tímida suele contestar<br />
ia autoridad <strong>de</strong> los padres y superiores. Confesaba abiertamente<br />
sus opiniones acerca <strong>de</strong> este asunto: y Cedric, que no podia apartarse<br />
<strong>de</strong>l giro que habia tomado, no sabia á veces <strong>de</strong> qué medios<br />
echar mano para ejercer sus <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> tutor.
loó IVANHOK.<br />
En vano procuró <strong>de</strong>slumhrarla con el aspecto <strong>de</strong> un trono i<strong>de</strong>al.<br />
Uowena, que juzgaba <strong>de</strong> las cosas con sensatez, ni creia que puiliesen<br />
realizarse aquellos planes, ni por su parte lo <strong>de</strong>seaba. Sin<br />
curarse <strong>de</strong> ocultar su inclinación á Wilfrido <strong>de</strong> Ivanboe, <strong>de</strong>claraba<br />
que poniendo aparte este, sentimiento, antes se encerrarla toda<br />
su vida en un convento, que ocupar un trono con Atbelstane, á<br />
quien siempre Pabia mirado con <strong>de</strong>precio, pero que ya empezaba<br />
ó mirar con odio, <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong>l enojo que le causaba su galanteo.<br />
Sin embargo, Cedric, que no tenia una alta opinión <strong>de</strong> la constancia<br />
<strong>de</strong> las mujeres, persistía en emplear todos los medios que<br />
estaban á su alcance para reducirla á consentir en aquella unión,<br />
con la cual se imaginaba hacer un importante servicio á la causa<br />
délos sajones. La repentina 6 inesperada aparición <strong>de</strong> su hijo en<br />
el torneo <strong>de</strong>, Asbby fué un golpe mortal para sus <strong>de</strong>signios y esperanzas.<br />
Es verdad que el amor paterno domelló por algunos instantes<br />
su orgullo y su patriotismo; pero recobraron <strong>de</strong> consuno<br />
mayor brio, y le impulsaron á esforzar sus diligencias para veriíiear<br />
el enlace <strong>de</strong> bofena y do Atbelstane. así corno para tomar<br />
otras medidas que parecían necesarias al restablecimiento <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> los sajones.<br />
De este asunto iba conversando con su amigo al principio <strong>de</strong>l<br />
viaje, lamentándose secretamente <strong>de</strong> cuando en cuando <strong>de</strong> que estuviese<br />
tan noble y bonorílica empresa en manos <strong>de</strong> un hombre<br />
que, mas que sangre, parecía tener hielo en las venas. El ilustre<br />
sajón no carecía <strong>de</strong> vanidad, y gustaba <strong>de</strong> que le lisonjeasen con<br />
los recuerdos <strong>de</strong> su prosapia, y <strong>de</strong> sus legítimos <strong>de</strong>rechos a! homenaje<br />
y ala soberanía; pero bastaban á satisfacer su mezquino orgullo<br />
los obsequiosos rendimientos <strong>de</strong> sus vasallos y <strong>de</strong> los sajones<br />
que le trataban con frecuencia. Sabia arrostrar el peligro; pero no<br />
quería tomarse el trabajo <strong>de</strong> ir en su busca. Convenía con Cedric<br />
en los principios generales acerca <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos (pie los sajones<br />
tenian á sacudir las ca<strong>de</strong>nas que la conquista les habia impuesto;<br />
y mucho mas en los suyos al trono que se estableciese <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
haber conseguido aquella emancipación; pero cuando se trataba<br />
<strong>de</strong> plantear los medios <strong>de</strong> ejecutar tan importante <strong>de</strong>signio, solo<br />
se <strong>de</strong>scubrían en él la irresolución, la lentitud, la flojedad, que le<br />
habían acarreado el sobrenombre <strong>de</strong> Desapercibido. Las ardientes<br />
y vigorosas exhortaciones <strong>de</strong> Cedric producían en su alma el mis-
CAPÍTULO XIX. i 57<br />
mo efecto que en la mar la "bala roja, la cual <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> hacer un<br />
poco <strong>de</strong> espuma y ruido, se hun<strong>de</strong> y se apaga.<br />
Si <strong>de</strong>jando aquel empeño, que era lo mismo que machacar en<br />
hierro frío ó espolonear una muía cansada, Cedric volvía riendas<br />
al caballo y pasaba á conversar algún rato con lady Rovena, esperimentaba<br />
nuevas incomodida<strong>de</strong>s y contradicciones; porque su<br />
presencia interrumpía la plática que tenia aquella noble dama con<br />
Elgita, su confl<strong>de</strong>nta, acerca <strong>de</strong>l valor y galantería <strong>de</strong> WilfrJdo;<br />
y la astuta criada, para vengarse y para vengar á su señora, sacaba<br />
inmediatamente la conversación <strong>de</strong> la cuida y <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> Athelstane<br />
en el torneo, (pie era lo mas <strong>de</strong>sagradable que podía llegar<br />
á los oidos <strong>de</strong> Cedric. De modo, que por todos estilos la función<br />
habia sido para él un enca<strong>de</strong>namiento <strong>de</strong> sinsabores, y no<br />
cesaba <strong>de</strong> mal<strong>de</strong>cir interiormente el torneo, ei que lo había proclamado,<br />
y su propia necedad en haber concurrido á tan endiablada<br />
fiesta.<br />
Llegó la hora <strong>de</strong> mediodía, y Athclstane fué <strong>de</strong> opinión que sestease<br />
la comitiva en un bosquecillo agradable, por el cual vagaba<br />
susurrando un arroyo cristalino. Allí <strong>de</strong>scansaron y pastaron las<br />
cabalgaduras, y los viajeros dieron fin <strong>de</strong> las abundosas provisiones<br />
<strong>de</strong>bidas á la hospitalidad <strong>de</strong>l Prelado. Duraron largo rato estas<br />
operaciones; ele modo, que les pareció imposible llegar á Rotherwood<br />
sin caminar una parte <strong>de</strong> la noche. Montaron á caballo, y<br />
empezaron á caminar algo mas aprisa que hasta entonces.<br />
CAPITULO XIX,<br />
Llegaron los viajeros ú ias cercanías <strong>de</strong> un terreno quebrado y<br />
montuoso, y ya iban internándose en su hojoso, y espeso laberinto,<br />
peligroso como todos ios bosques en aquel tiempo, por el número<br />
<strong>de</strong> bandidos á quienes la opresión y la pobreza habían dado las ar<br />
mas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación, ios cuales formaban numerosas cuadrillas<br />
que arrostraban sin temor el vano aparato déla autoridad publica.<br />
No obstante que se aproximaba la noche, Cedric y Athelstauo se<br />
creían seguros,por tener nada menos que diez criados en su escol<br />
ta, sin contar á Curth y a V amba, <strong>de</strong> los que nada se podía espe-
358 IYAKHOE.<br />
rar, por ir el uno amarrado, y ser el otro bufón y por consiguiente<br />
cobar<strong>de</strong>. También les daban mucha confianza, en medio <strong>de</strong> aquellastinieblas<br />
y soleda<strong>de</strong>s, su origen sajón, y el respeto con que sus<br />
compatriotas les miraban; porque la mayor parte <strong>de</strong> los bandidos,<br />
é quienes las or<strong>de</strong>nanzas <strong>de</strong> montes habían reducido a abrazar<br />
aquella vida <strong>de</strong>salmada, eran campesinos y cazadores sajones, y<br />
por lo común no se atrevían á las personas ni á las propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
los que traían su mismo origen.<br />
Se habían ya internado algún trecho en la espesura <strong>de</strong> la selva,<br />
cuando llegaron á sus oidos los gritos <strong>de</strong> una persona que con el<br />
acento <strong>de</strong>l terror pedia ausilio á todo el que alcanzase á oírla. Ai<br />
acercarse al lugar <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estas voces salían, vieron con sorpresa<br />
una litera puesta en el suelo, y junto A ella una mujer joven, ricamente<br />
vestida al uso <strong>de</strong> las judías, y á cierta distancia un anciano,<br />
cuyo gorro amarillo <strong>de</strong>notaba ser <strong>de</strong>l mismo origen, el cual se<br />
paseaba <strong>de</strong>satentadamente con gestos <strong>de</strong> amarga <strong>de</strong>sesperación, y<br />
agitando sus manos en señal <strong>de</strong> haberle ocurrido alguna grave<br />
<strong>de</strong>sventura.<br />
A las preguntas <strong>de</strong> Athelstane y <strong>de</strong> Cedric, el judío no respondió<br />
al principio sino lanzando esclamaciones con que invocaba la<br />
protección <strong>de</strong> todos los patriarcas <strong>de</strong>l viejo Testamento contra los<br />
hijos <strong>de</strong> Ismael, que le habían asesinado sin piedad. Cuando empezó<br />
á recobrarse un poco <strong>de</strong> su angustia y <strong>de</strong> su terror, Isaac <strong>de</strong><br />
York (pues este era el apesadumbrado hebreo) refirió como pudo<br />
que había tomado en Ashby una escolta <strong>de</strong> seis hombres, y dos<br />
muías para llevar la litera <strong>de</strong> un amigo suyo, enfermo á la sazón.<br />
La escolta se había obligado á acompañarle hasta Doncaster. Habían<br />
llegado sin encuentro ni tropiezo al punto en que se hallaba;<br />
pero habiendo sabido por un leñador que en el bosque inmediato<br />
habia una gavilla <strong>de</strong> salteadores, la escolta le había abandonado<br />
llevándose a<strong>de</strong>más las midas <strong>de</strong> la litera, y <strong>de</strong>jándole con su hija,<br />
sin medios <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa ni <strong>de</strong> retirada, espuestos á ser robados y asesinados<br />
por aquellos bandoleros, á quienes por momentos aguardaba.<br />
«Si os dignarais, nobles señores, añadió el judío con el tono<br />
y el gesto déla mas profunda humildad, permitir que estos pobres<br />
judíos continuasen su jornada bajo vuestra protección, juro pollas<br />
tablas <strong>de</strong> Moisés quejamos habrá sido concedido mayor favor á<br />
un israelita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dias <strong>de</strong> nuestro cautiverio, y que el agra<strong>de</strong><br />
cimiento correspon<strong>de</strong>rá ásu gran<strong>de</strong>za y á vuestra misericordia.
CAPÍTULO XIX. * 159"<br />
—Perro judío, esclamó Athelstane, que era hombre <strong>de</strong> aquellos<br />
que solo conservan en la memoria las ofensas, y sobre todo las mas<br />
mezquinas y <strong>de</strong>spreciables; bien caro pagas ahora tu insolencia en<br />
la galería <strong>de</strong>l torneo <strong>de</strong> Asbby. Huye, ó pelea, ó componte con los<br />
bandidos como quieras; que si ellos se contentan con robar á los<br />
que roban á todo el género humano, digo que son hombres <strong>de</strong> bien<br />
y que merecen recompensa.»<br />
Cedric no aprobó la repulsa <strong>de</strong> su compañero. «Mejor será, dijo,<br />
<strong>de</strong>jarles dos criados y dos caballos, para que les conduzcan hasta<br />
la al<strong>de</strong>a inmediata. Poco nos importa llevar dos hombres mas 6<br />
menos; y con vuestra espada y los otros que nos quedan, harto será<br />
que puedan intimidarnos veinte <strong>de</strong> esos bribones.<br />
Bowena, á quien habia sobresaltado la noticia <strong>de</strong> la proximidad<br />
<strong>de</strong> los ladrones en número consi<strong>de</strong>rable, insistió fuertemente en la<br />
opinión <strong>de</strong> su tutor. Pero Rebeca, saliendo <strong>de</strong>l abatimiento en que<br />
hasta entonces habia permanecido, y abriéndose camino por entre<br />
los criados que ro<strong>de</strong>aban el palafrén <strong>de</strong> la Sajona, se echó <strong>de</strong> rodillas<br />
y le besó la guarnición <strong>de</strong>ltrage, como se acostumbra en Criente<br />
cuando se dirige la palabra á personas <strong>de</strong> superior gerarquía-<br />
Púsose en pié, y echándose atrás el velo, le rogó encarecidamente<br />
que tuviese compasión <strong>de</strong> su padre y <strong>de</strong> ella, y que les permitiese<br />
ir en su acompañamiento. «No lo pido por mí, <strong>de</strong>cia, ni aun por<br />
ese pobre anciano. Conozco que los agravios y males que se hacen<br />
ú los judíos son faltas leves, si no ya acciones loables, á los ojos <strong>de</strong><br />
los cristianos. ¿Qué importa que nos roben y nos maltraten en 1»<br />
ciudad, en el campo ó en el <strong>de</strong>sierto? Lo pido por uno en cuya<br />
suerte se interesan muchos, y quilas vos misma. Disponed que ese<br />
enfermo sea trasportado con cuidado y esmero bajo vuestra protección.<br />
Si negáis 1<br />
esta gracia, el daño que le sobrevenga <strong>de</strong> sus<br />
resultas, emponzoñará hasta el último instante <strong>de</strong> vuestra existencia.^<br />
La gravedad y mesura con que Rebeca pronunció estas palabras,<br />
escitaron vivamente el aubelo<strong>de</strong> Rowena.<br />
«El judío es viejo y débil, dijo á su tutor; la bija joven y hermosa;<br />
su amigo está enfermo <strong>de</strong> peligro. Judíos son ; empero nosotros<br />
no po<strong>de</strong>mos, á fuer <strong>de</strong> cristianos, abandonarlos en esta situación. Los<br />
dos caballos <strong>de</strong> mano podrán servir para el padrey la hija; sus muías<br />
llevarán la litera, y la carga que ellas llevan se colocará en las<br />
acémilas <strong>de</strong> los criados.»
i 60 IVAXHOE.<br />
Cedric dio su consentimiento á todas estas disposiciones: Athelstañe<br />
no se atrevió á exigir otra cosa, sino que los judíos marcharían<br />
á retaguardia, don<strong>de</strong> "Wamba podría <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlos y asistirlos con el<br />
escudo <strong>de</strong> piel <strong>de</strong> jabalí.<br />
—Mi escudo, respondió Wamba, so quedó tirado por el suelo en<br />
la palestra <strong>de</strong> la justa, como ha sucedido á los <strong>de</strong> otros caballeros<br />
mas valientes que yo.»<br />
Subiéronsele los colores á la cara á Athelstane al oír esta alusión<br />
á la suerte que había esperimentado en el torneo. ROM ena celebró<br />
interiormente la ocurrencia <strong>de</strong>l bufón ; y para aumentar el enojo <strong>de</strong><br />
Athelstane, dijo á Rebeca que no se separase <strong>de</strong> su iado durante ia<br />
marcha.<br />
«No conviene que sea así, respondió Rebeca con humil<strong>de</strong> majestad,<br />
puesto que mi compañía dará <strong>de</strong>shonra ámi protectora.»<br />
A la sazón los criados habían concluido precipitadamente la mudanza<br />
<strong>de</strong> las cargas, porque á la voz ladrones todo el mundo se había<br />
puesto alerta, mucho mas empezando á oscurecer. En medio <strong>de</strong><br />
esta operación, fué preciso que Gurth echara pié á tierra, para colocar<br />
parte <strong>de</strong> la carga en la grupa <strong>de</strong> su caballo, .y consiguió <strong>de</strong>l<br />
bufón le aflojase la cuerda que le aprisionaba. Wamba, con intención<br />
ó sin ella, lo hizo <strong>de</strong> tal modo, que el porquerizo no halló dificultad<br />
en <strong>de</strong>sembarazarse <strong>de</strong> un todo; y hecho así, se escabulló entre<br />
la maleza, y se separó <strong>de</strong> la comitiva.<br />
Como el trastorno habia sido general, pasó largo rato antes que<br />
se echase <strong>de</strong> menos al preso; pues iba <strong>de</strong>trás bajo la custodia <strong>de</strong> un<br />
criado, y nadie pensó mas en él. Cuando empezó á susurrarse que<br />
Gurth habia <strong>de</strong>saparecido, todos tenían fija la atención en los bandidos,<br />
y no hizo gran impresión el suceso.<br />
Entretanto los caminantes se hallaron en una vereda tan estrecha,<br />
que solo podían transitar por ella dos hombres <strong>de</strong> frente. 1.a vereda<br />
bajaba á una hondonada, bañada por un arroyo cuyas orillas ásperas<br />
y quebradas estaban cubiertas <strong>de</strong> sauces enanos. Cedric y Athelstane,<br />
que marchaban siempre á la cabeza, conocieron cuan peligroso<br />
era aquel <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ro; mas, poco prácticos en las maniobra?<br />
<strong>de</strong> la guerra, el único medio que se les ocurrió <strong>de</strong> evitar el riesgo<br />
fué apretar cuanto mas podían el paso. A<strong>de</strong>lantáronse por tanto<br />
sin mucho or<strong>de</strong>n, y apenas habían cruzado el arroyo con algunos<br />
délos suyos, cuando fueron atacados <strong>de</strong> frente, flancos y retaguardia,<br />
con un ímpetu, al que en su <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada distribución no po-
CAPÍTULO XIX. 161<br />
dian oponer la menor resistencia. Los gritos <strong>de</strong> guerra <strong>de</strong> que usaban<br />
en todo encuentro los sajones, se oyeron a! mismo tiempo en<br />
ambas cuadrillas, porque los agresores eran <strong>de</strong> aquella misma nacion,<br />
y su ataque fué tan pronto y simultáneo, que parecieron mas<br />
numerosos <strong>de</strong> lo (pie eran en realidad.<br />
Los dos gefes sajones fueron hechos prisioneros al mismo tiempo,<br />
y eon circunstancias análogas á la índole <strong>de</strong> cada uno. Cedric,<br />
ai verse atacado por un enemigo, le arrojó la jabalina con mucho<br />
mas acierto que á Fangs, y le <strong>de</strong>jó clavado á una encina que <strong>de</strong>trás<br />
se hallaba. En seguida, apretando espuelas al caballo, se dirigió й<br />
otro, sacando ai mismo tiempo la espada, y asestándola con tanta<br />
furia, que la hoja dio en una rama <strong>de</strong>l árbol, á cuyo violento golpe<br />
le saltó el acero <strong>de</strong> las manos. Al punto se apo<strong>de</strong>raron <strong>de</strong> él dos ó<br />
tres bandidos, y lo obligaron á <strong>de</strong>smontar. Otro habia tomado por<br />
ia brida al caballo <strong>de</strong> Athelstane, el cual se vio en tierra antes <strong>de</strong><br />
haber podido sacar la espada, ó tomado alguna precaución <strong>de</strong> <strong>de</strong>le<br />
usa.<br />
Los criados, embarazados por las acémilas, aterrados y sorprendidos<br />
al ver la suerte do sus amos, cayeron sin dificultad en po<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong> los salteadores : lariy llovería, que iba en medio <strong>de</strong> todos, y el<br />
hebreo y su hija (pie marchaban <strong>de</strong>trás, sufrieron la misma <strong>de</strong>svento<br />
ra.<br />
Uno solo se. escapó <strong>de</strong>. toda la comitiva, y este fué Wamba, e<br />
cual manifestó mi aquella ocasión mas presencia <strong>de</strong> ánimo, que los<br />
que creían aventajársele en sensatez. Apo<strong>de</strong>rándose <strong>de</strong> la espada<br />
<strong>de</strong> uno délos criados, (pie no sabia que hacer con ella, se a<strong>de</strong>lantó<br />
como un león hacia los malvados, echó al suelo á los que se le acercaron,<br />
é hizo valientes aunque inútiles esfuerzos para socorrerá su<br />
señor. Convencido entonces déla superioridad <strong>de</strong>l número <strong>de</strong> los<br />
bandidos, bajó eon prontitud <strong>de</strong>l caballo, se metió en los matorrales,<br />
y quedó fuera, <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> batalla.<br />
Mas el intrépido bufón, al verse libre y seguro, tuvo mas <strong>de</strong> una<br />
vez la tentación <strong>de</strong> volver atrás, y participar <strong>de</strong> la cautividad <strong>de</strong><br />
un amoá quien miraba con sincero afecto.<br />
•Los hombres no cesan <strong>de</strong> charlar, <strong>de</strong>cia, <strong>de</strong> los bienes que acarrea<br />
la libertad; mas yo ¡pusiera saber qué he <strong>de</strong> hacer á la hora<br />
esta con la mia.»<br />
Ai pronunciar estas palabras, oyó <strong>de</strong>trás una voz que lo llamaba<br />
eon mucha cautela ; al mismo tiempo le saltó encima un perro, la<br />
11
102 IYA.NH0E.<br />
miéndolo y festejándole. El perro era Fangs, y <strong>de</strong>trás estaba el peri[i:erizo,<br />
el cual al oir que Wamba lo llamaba con la misma precaución,<br />
salió <strong>de</strong> las matas y se presentó á su vista.<br />
• ¿Qué es esto? dijo (íurth con no pocas muestras <strong>de</strong> sobresalí •<br />
¿ Qué significan esos gritos, y ese martilleteo <strong>de</strong> espadas?<br />
— L na chanza <strong>de</strong> estos tiempos, respondió c; bufón: todos están<br />
prisioneros.<br />
—Quiénes? esclamó (Íurth con impaciencia.<br />
—Milor, y Milady, y Athelstane, y Flundiberto, y Oswaldo. ¿Quf<br />
quiere <strong>de</strong>cir todos'.'<br />
—; Por Idos santo! dijo el porquerizo: ¿cómo ha sido eso? quiénes<br />
han sido los agresores ?<br />
—El amo, dijo Wamba, se dio mucha prisa á pelear : Atliolstam<br />
io tomó con mucha calma, y ninguno <strong>de</strong> ¡os otros estaba prevenido,<br />
i.as tropas contrarias llevan gabanes ver<strong>de</strong>s, y mascarillas negras.<br />
Todos están tendidos en el suelo como las algarrobas que echas á<br />
ios gorrinos. Y voto á sanes, que el lance me baria re ir si no fuer.-,<br />
porque tengo mas ganado llorar.» Al <strong>de</strong>cir esto <strong>de</strong>rramaba lágrimas<br />
<strong>de</strong> sincero dolor.<br />
« Wamba, dijo (íurth arrojando fuego por ¡os ojos; armado estás,<br />
y tu corazón ha sido siempre mejor que tu cabeza. Somos dos : poro<br />
dos hombres resueltos pue<strong>de</strong>n mucho : sígneme.<br />
— ¿V adon<strong>de</strong>? respondió el bufón ; ¿ y con qué objeto?<br />
— A rescatar á Cedric.<br />
— ¡Tú, esclamó Wamba , que no hace mucho renunciaste* á st,<br />
servicio!<br />
— Entonces, dijo Gurtb, Cedric era feliz. Sigúeme te digo. •<br />
Wamba iba á seguir los pasos <strong>de</strong> su compañero , cuando se presentó<br />
en la escena otro personaje, que les mandó <strong>de</strong>tener so pena <strong>de</strong><br />
la vida. A vista <strong>de</strong> su trage y armamento le hubieran tenido por<br />
uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong> la cuadrilla que habia acometido á sus amos ; per.<br />
a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> no llevar máscara, por el vistoso tahalí que ie adornaba<br />
el pecho, y por el cuerno que <strong>de</strong> él pendía , por la majestuosa es -<br />
presión <strong>de</strong> su voz y <strong>de</strong> sus modales, conocieron á pesar <strong>de</strong> la oscuridad<br />
que era Locksley, el montero que habia ganado el premio <strong>de</strong>i<br />
blanco en el torneo.<br />
« ¿ Qué alboroto es este ? preguntó. ¿ Quiénes son los que atacan<br />
y hacen prisioneros en estas selvas?<br />
—Mira <strong>de</strong> cerca sus gabanes, dijo Wamba, y díme si no son los
CAPÍTULO XIX. !ii:¡<br />
<strong>de</strong> tus Iiijus: porque voto á sanes, que se parecen al tuyo como un<br />
guisante ver<strong>de</strong> á otro guisante ver<strong>de</strong>.<br />
—No tardaré en saberlo, dijo Locksley; y os mando, si queréis<br />
conservar la vida, que no os apartéis <strong>de</strong> este sitio hasta que yo<br />
vuelva. Ohe<strong>de</strong>cedme, y os saldrá la cuenta á vosotros y á vuestros<br />
amos. Voy á disfrazarme como ellos.»<br />
Al <strong>de</strong>cir esto, se <strong>de</strong>spojó <strong>de</strong>l tahalí y <strong>de</strong>l cuerno , y con una plu<br />
ma que se quitó <strong>de</strong> la gorra, lo pusoeu manos <strong>de</strong> Wamba; sacó una<br />
mascarilla, y repitiéndoles sus encargos <strong>de</strong> no alejarse <strong>de</strong> allí, mar<br />
chó á ejecutar el reconocimiento.<br />
«¿Nos vamos ó nos quedamos? dijo Wamba al verse á solas coa<br />
su amigo, ó mienten las senas , ó las suyas son <strong>de</strong> un ladrón que<br />
trae el vestuario en el bolsillo.<br />
— Sea el mismo Luzbel, si quiere, respondió Gurth. Por aguar<br />
dar su vuelta no hemos <strong>de</strong> estar peor que estamos. Si es <strong>de</strong> los <strong>de</strong><br />
la gavilla, á la hora esta les ha dado el aviso, y <strong>de</strong> nada nos ha <strong>de</strong><br />
servir echar á correr. A<strong>de</strong>más, que yo he esperimentado, hace po<br />
co, que los ladrones <strong>de</strong> camino no son la peor gente <strong>de</strong>l mundo. -<br />
El montero volvió al cabo <strong>de</strong> algunos minutos.<br />
«Amigo Gurth , le dijo , ya sé quiénes son , quién los paga, y<br />
adóu<strong>de</strong> se encaminan. Por ahora no creo que haya que temer cometan<br />
alguna violencia con vuestros amos. Tratar <strong>de</strong> atacarles, siendo<br />
nosotros no mas que tres, seria locura; porque has <strong>de</strong> saber que,<br />
son hombres aguerridos , y como tales han puesto centinelas para<br />
que <strong>de</strong>n el alarma en caso <strong>de</strong> necesidad. Alas no tardaremos en recoger<br />
bastante fuerza para burlarnos <strong>de</strong> todas sus precauciones.<br />
Vosotros sois dos servidores <strong>de</strong> Cedric , y fieles según creo. Cedrie<br />
ei Sajón es el <strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> los ingleses, y no faltarán<br />
manos inglesas que acudan á su auxilio. Venid conmigo, y veréis.»<br />
Dicho esto, se internó en el bosque á paso acelerado, seguido por<br />
el porquerizo y el bufón: el cual, como saben ya nuestros lectores,<br />
no era hombre que podia estar mucho tiempo sin menear la.<br />
lengua.<br />
1.6-1 1VANHÜF.<br />
— Amigos inios, respondió el montero , quién quiera que yo sea,<br />
no es <strong>de</strong>l easo ahora. Si logro rescatar á vuestro amo, bien podéis<br />
<strong>de</strong>cir que soy el mejor amigo que habéis tenido en la -vida. Lláme<br />
me como me llamare, tire ó no bien al arco , guste <strong>de</strong> andar <strong>de</strong> día<br />
ó <strong>de</strong> noche, son negocios que no os atañen ; y por consiguiente, no<br />
tenéis que calentaros las cabezas en averiguarlos.<br />
-Nuestras cabezas están en la boca <strong>de</strong>l león, dijo Wambo á Uurtb<br />
al oido. Salgamos <strong>de</strong>l paso como podamos.<br />
--Silencio, dijo Grurtli; no le ofendas con tus locuras, y tocio irá<br />
bien •><br />
CAPITULO XX.<br />
Después do haber andado tres horas á paso picado, llegaron los<br />
sirvientes <strong>de</strong> Cedric con su misterioso guia á un sitio <strong>de</strong>scubierto,<br />
en medio <strong>de</strong>l cual se alzaba una robusta emana, esparciendo poli<br />
posamente sus ramas por una vasta circunferencia. Junto al tron<br />
co estaban echados por tierra cuatro ó cinco monteros , y otro se<br />
paseaba á la luz <strong>de</strong> la luna, á guisa <strong>de</strong> centinela.<br />
Al oir los pasos que se acercaban, la centinela dio el alarma, los<br />
otros se alzaron con gran prontitud , y apercibieron los arcos.<br />
Apuntáronse inmediatamente seis flechas al punto <strong>de</strong> don<strong>de</strong> venia<br />
el ruido <strong>de</strong> los caminantes, cuyo conductor fué reconocido \ salu<br />
dado por los otros con todas las <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> afecto y sumi<br />
sión. Desaparecieron por consiguiente todos los preparativos hos<br />
tiles.<br />
«¿Dón<strong>de</strong> está el molinero? fué su primera pregunte.<br />
En el camino <strong>de</strong> Rohterham.<br />
--¿Con cuántos? preguntó el jefe, que tal lo parecía.<br />
— Con seis hombres, y buenas esperanzas <strong>de</strong> botín.<br />
— ¿Y dón<strong>de</strong> está Allan-á-Dale? dijo Locskley.<br />
— Ha ido á echarle una ojeada al 1'. Prior <strong>de</strong> Jorvaulx.<br />
— Bien pensado, continuó el capitán ¿ Y el hermano ?<br />
- En su ermita.<br />
--Allá voy yo, dijo Locksley ; dispersaos todos, y buscad a<br />
vuestros compañeros. Recoged cuanta fuerza podáis , porque hay
CAPÍTULO XX. 165<br />
caza en el monte . y es menester perseguirla. Estad aquí todos al<br />
romper el día.... <strong>de</strong>teneos. Lo mas importante se me olvidaba. Va<br />
yan dos <strong>de</strong> vosotros , tan aprisa como puedan , hacia el castillo <strong>de</strong><br />
Frente-<strong>de</strong>-buey , que por allí anda una cuadrilla <strong>de</strong> galanes dis<br />
frazados como nosotros, y se llevan consigo algunos prisioneros.<br />
Observadlos <strong>de</strong> cerca , porque aunque lleguen al castillo antes que<br />
podamos reunimos , nuestro honor exige que les castiguemos , y<br />
asi será por vida mía. Ved lo que hacen , y <strong>de</strong>spachad al mas lige<br />
ro , para que lleve las nuevas á todos los amigos. »<br />
Los monteros dieron á enten<strong>de</strong>r que obe<strong>de</strong>cerían , y se separaron<br />
por distintos caminos. Al mismo tiempo, el capitán con sus dos<br />
compañeros , que ya no le miraban solo con respeto, sino con mie<br />
do , tomaron la dirección <strong>de</strong> la capilla <strong>de</strong> Copmanhurst.<br />
Cuando llegaron á la llanura en cuya estromidad se alzaba la<br />
venerable aunque arruinada capilla, y la selvática choza, que tanto<br />
convidaban al recogimiento, "Wamba dijo en voz baja á Gurth: «Si<br />
son ladrones, verdad es el refrán que dice que <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la Cruz<br />
esta el Diablo ; y por las barbas <strong>de</strong> mi padre , que no me engaño.<br />
' 'ye ; oye que coplas están cantando los <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro. »<br />
En efecto el anacoreta y su huésped se <strong>de</strong>sgañifaban repitiendo<br />
á dúo el estribillo <strong>de</strong> una antigua canción que <strong>de</strong>cía así:<br />
.Choquen vasos, y á raudales,<br />
V :'. ¡orientes caiga el vino;<br />
Por beber se pier<strong>de</strong> el tino.<br />
¿Quién no rabia por beber?<br />
Vino es dicha á los mortales<br />
Vino anima los amores-,<br />
Vino aboga los dolores;<br />
Vino es padre <strong>de</strong>l placar.*<br />
— 1' no lo hacen mal, continuó Wamba , que Labia acompañado<br />
las ca<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l coro , aunque sin atreverse á echar toda la voz-<br />
;, Quién diantres había <strong>de</strong> aguardar semejante canción en una ermita,<br />
y á media noche ?<br />
— Cualquiera, dijo Gurth , que sepa lo que es el ermitaño <strong>de</strong><br />
Copmanhurst, el cual es conocido en toda esta comarca , y así<br />
mata venados como canta maitines ; y hay quien dice que la mitad<br />
<strong>de</strong> la caza (pie roban al amo <strong>de</strong>l coto va á parar á su celda , y que<br />
el guarda-bosque se ha quejado al amo , y que le han <strong>de</strong> arrancar<br />
<strong>de</strong>l cuerpo el sayal si no se enmienda. »<br />
Durante esta conversación , Locksley , con ios repetidos golpes
!t>6 1V4-NH0E.<br />
ijue dio á la puerta <strong>de</strong>l ermitaño , interrumpió la grave ocupación<br />
>i que estaban entregados él y su huésped. «Por san Dunstan, dijo<br />
el ermitaño parándose <strong>de</strong> repente en medio do un gorgorito , que<br />
feriemos mas caminantes estraviados á ¡a puerta , y no quisiera<br />
por todo el oro <strong>de</strong>l mundo que me vieran en esta disposición. Cada<br />
•ual tiene sus enemigos, señor caballero Holgazán ; y al vernos<br />
aquí mano á mano , al cabo <strong>de</strong> tres horas, con esta pobreza (pac os<br />
he podido ofrecer, como la caridad lo manda, no faltarían malva<br />
dos que lo atribuyesen á borrachera y á comilona, vicios tan<br />
opuestos á mi carácter, como á la natural disposición <strong>de</strong> mi índole.<br />
— Son unas malas lenguas , repuso el caballero , y yo les he <strong>de</strong><br />
lar su merecido. Verdad es , padre mió , que cada cual tiene sus<br />
enemigos, y hombre hay en estas cercanías con quien yo quisiera<br />
mas bien hablar al través <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong>l yelmo , que cara á<br />
cara.<br />
— Ponte el tuyo, amigo Holgazán , dijo el ermitaño , tan aprisa<br />
como telo permita la índole que tu sobrenombre <strong>de</strong>nota; mientras<br />
yo guardo estos jarros <strong>de</strong> peltre , cuyo contenido me está alboro<br />
tando los cascos. Para que no oigan <strong>de</strong> afuera el ruido cantemos<br />
lo que quieras ; cualquier cosa no importa ¡ Sobre que no<br />
sé lo que hago 1 »<br />
Enseguida entonó con recia voz un <strong>de</strong>voto De pro/mtdis , con<br />
cuyo estrépito ahogó el retintín <strong>de</strong> los jarros y <strong>de</strong> los otros restos<br />
<strong>de</strong>l convite: entretanto el caballero se armaba y procuraba hacer<br />
el dúo al anacoreta en cuanto se lo permitíala risa que le retozaba<br />
en el cuerpo,<br />
«¿Qué diantres <strong>de</strong> maitines son esos á estas horas ? dijo una voz<br />
a. la puerta.<br />
—Dios te asista, buen caminante , dijo el ermitaño á quien el<br />
ruido que él mismo hacia , y quizás también los efectos <strong>de</strong>l vino,<br />
no permitían reconocer una voz que ciertamente no le era estraña.<br />
Prosigue tu camino en nombre <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> san Dunstan, y no nos<br />
interrumpas á mi venerable hermano yá mí en nuestras <strong>de</strong>votas<br />
oraciones.<br />
—¿Eslás loco ? continuó el <strong>de</strong> afuera. Abre á Lockslcy.<br />
— Seguros estamos ; todo va bien , dijo el ermitaño á su compa<br />
ñero.<br />
— Pero ¿ quién es ? respondió el caballero. Me importa saberlo.<br />
— ¿Quién es? replicó el anacoreta. Dígote que es un amigo.
CAPÍTULO xx. 1(57<br />
— Pero ¿ qué amigo? porque pue<strong>de</strong> ser amigo tuyo y no mió.<br />
— i, Qué amigo ? dijo el ermitaño. Mas fácil es hacer esa pregunta<br />
que respon<strong>de</strong>rla. ;. Qué amigo ? Ese honrado guarda-bosque <strong>de</strong><br />
quien te he hablado.<br />
— Tan honrado , como tú penitente , dijo el caballero. No lo dudo<br />
pero abre la puerta antes que la eche abajo á golpes. »<br />
! ,os perros , que al principio <strong>de</strong>l ruido esterior habían hecho una<br />
salva espantosa <strong>de</strong> ladridos , conocieron sin duda la voz <strong>de</strong>l que<br />
llamaba; pues mudaron <strong>de</strong> tono , y acercándose á la puerta y meneando<br />
la cola, parecían interce<strong>de</strong>r en favor <strong>de</strong>l que estaba aguarlando.<br />
¿ Qué es esto , ermdaño? dijo el montero cuando le abrieron la<br />
puerta. ¿Quién es este compañero?<br />
— Un hermano <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n , respondió el ermitaño con gesto<br />
misterioso. Toda la noche hemos estado en oración.<br />
— Sin duda, dijo Locksley,, es algún individuo <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n militante<br />
; y como él hay muchos por ahí fuera. Lo que importa es<br />
que <strong>de</strong>jes el rosario y tomes el garrote. Ha llegado el caso <strong>de</strong> echar<br />
mano <strong>de</strong> todos nuestros amigos. Pero ¿estás en tus cinco sentidos ?<br />
¿Así admites á un caballero á quien no conoces? ¿Has olvidado<br />
nuestras reglas ?<br />
— ¡ Qué no lo conozco'. respondió el ermitaño: como á tí, ni mas<br />
ni menos.<br />
— Cómo se llama ? pregunto el montero.<br />
— ¿ Cómo se llama ? respondió el anacoreta sin <strong>de</strong>tenerse. Sir Antonio<br />
<strong>de</strong> Scrabelstone. ¡Cómo si yo me sentara ábebercon unhombre<br />
, sin saber cómo se llama !<br />
— Has bebido mas <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong>s, dijo Locksley . y quizás<br />
hablado mas <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>bes.<br />
-Buen montero , dijo el caballero , no os enfadéis con mi honrado<br />
huésped. No ha hecho mas que darme la hospitalidad que yo<br />
le hubiera exigido por fuerza, si me la hubiera negado.<br />
—-¿Por fuerza! repuso el ermitaño: <strong>de</strong>ja que trueque la túnica por<br />
an gabán ver<strong>de</strong>, y si te <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>s <strong>de</strong> doce golpes <strong>de</strong> mi garrote,<br />
digo que no soy hombre <strong>de</strong> pro.»<br />
\1 <strong>de</strong>cir esto, se <strong>de</strong>spojó <strong>de</strong> su grosero saco, y quedó en coleto y<br />
calzones <strong>de</strong> gamuza, sobre lo cual se puso con la mayor prontitud<br />
el gabán ver<strong>de</strong> y calzones <strong>de</strong>l mismo color. «Átame esas agujetas»<br />
dijo á Wamba, y tendrás u:? vaso <strong>de</strong> vino seco por tu trabajo.
168 IVAN'HOE.<br />
—Gracias por el viuo seco, respondió el bufón; pero ¿no crees tu<br />
que es caso <strong>de</strong> conciencia ayudar á convertir un santo varón en un<br />
pecador mundano"?<br />
—No tengas cuidado, dijo el ermitaño.<br />
—Así sea, respondió Wamba: y acabó la operación <strong>de</strong> atar los innumerables<br />
cordones <strong>de</strong>l nuevo ropaje que el anacoreta había ves<br />
tido, y entretanto l.ocksley hablaba aparte con el caballero.<br />
—No lo podéis negar, le <strong>de</strong>cía: vos sois el caballero <strong>de</strong> la negra<br />
armadura que <strong>de</strong>cidió el combate en favor <strong>de</strong> los ingleses y en<br />
contra <strong>de</strong> los estranjeros el segundo día <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong> armas.<br />
—¿Y qué se inferiría <strong>de</strong> eso en caso <strong>de</strong> ser así? preguntó el Holgazán.<br />
—Si es así, respondió el montero, contaríamos con vuestro so<br />
corro cu favor <strong>de</strong>l débil.<br />
—Mi obligación es socorrer al necesitado, dijo el caballero; y no<br />
creo que hay razón para pensar <strong>de</strong> mí otra cosa.<br />
—Convendría sin embargo saber, dijo l.ocksley, si sois tan buen<br />
inglés como buen caballero; porque el negocio que tenemos entro<br />
manos atañe á todo hombre <strong>de</strong> bien, pero mas particularmente á<br />
los que tienen sangre, inglesa en las venas.<br />
—A nadie pue<strong>de</strong>n ser mas caras Inglaterra y la vida <strong>de</strong> todo ii¡<br />
glés que á mí, respondió con entusiasmo el caballero.<br />
—Quiera Dios que asi sea. respondió el montero, pues nunca ha<br />
necesitado tanto Inglaterra <strong>de</strong>l apoyo <strong>de</strong> los que la aman como<br />
ahora. Y ahora os hablaré <strong>de</strong> la empresa, en que, si sois realmenh'<br />
lo que <strong>de</strong>cís, podréis tomar honrosa parte. Una cuadrilla <strong>de</strong> mal<br />
sines, adoptando el trago <strong>de</strong> los que valen mas que ellos, se han<br />
hecho dueños <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> un noble inglés, llamado Cedric o]<br />
Sajón, déla <strong>de</strong> su hija, y <strong>de</strong> la <strong>de</strong> su amigo Atbelstane <strong>de</strong> Conings<br />
burgh, y los han llevado á uno <strong>de</strong> los castillos inmediatos. Dinaahora<br />
si, como buen caballero y buen inglés, quieres y pue<strong>de</strong>s ayo<br />
darnos á rescatarlos do sus enemigos.<br />
—Mis votos me obligan á ello, dijo el caballero; pero ¿quién eretú<br />
que tan á pechos tomas este negocio?<br />
—Yo no tengo nombre, dijo el montero, pero amo á mi patria ¿<br />
á todos los que la aman. Bástete saber esto <strong>de</strong> mí por ahora, puesto<br />
que nos <strong>de</strong>be bastar á nosotros lo que <strong>de</strong> tí has querido <strong>de</strong>cirnos<br />
Cree, sin embargo, que cuando empeño mi palabra, es tan invio<br />
lable como si calzara espuelas <strong>de</strong> oro.
CAPÍTULO XX. 169<br />
—No lo dudo, respondió el caballero, porque estoy acostumbrado<br />
н leer en la fisonomía <strong>de</strong> los hombres, y en la tuya estoy leyendo<br />
la honra<strong>de</strong>z y la resolución. Nada mas quiero saber, sino ayudarte<br />
я poner en libertad á esos cautivos; <strong>de</strong>spués nos conoceremos mejor<br />
uno á otro, y creo que seremos amigos.<br />
—¡Con que tenemos un nuevo aliado! dijo Wamba, que habiendo<br />
acabado <strong>de</strong> vestir al ermitaño se habia acercado á Locksley, y oido<br />
las últimas palabras <strong>de</strong> la conversación. Mucho me alegro, porque<br />
el valor <strong>de</strong> este paladín es metal mas fino que la capucha <strong>de</strong>l er<br />
mitaño y que la honra<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l montero, el cual tiene trazas <strong>de</strong> ser<br />
un caballero nocturno, como el anacoreta las tiene <strong>de</strong> socarrón ca<br />
mandulero.<br />
—Calla, Wamba, dijo Gurth; poco importa que sean fundadas<br />
i us sospechas. Cristiano viejo soy y creo en Dios á puño cerrado;<br />
pero si el mismo Satanás se ofreciera á darnos ayuda en este aprie<br />
to, temo que la aceptaría.»<br />
K! ermitaño estaba ya completamente armado <strong>de</strong> espada, broquel,<br />
arco, flechas, y una gran partesana al hombro: salió <strong>de</strong> la celda ó<br />
la cabeza <strong>de</strong> Ь partida., echó la llave y la <strong>de</strong>jó <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la puerta<br />
., ¿Estás en aptitud <strong>de</strong> hacer algo bueno, le preguntó Locksley,<br />
ó corren todavía en tu mollera los raudales <strong>de</strong> vino <strong>de</strong> la canción?<br />
—Algo me hormiguean los cascos, respondió el anacoreta, y ó<br />
<strong>de</strong>cir verdad, las piernas no están muy seguras; pero el agua <strong>de</strong><br />
лап Dunstan hace prodigios, y ya verás cuan pronto se me pasao<br />
Üicho esto, se aproximó á la concavidad do la roca, en que bor<br />
í>ollaban los cristales <strong>de</strong> la fuente, y se echó á pechos un trago,<br />
que á ¡loco nías la <strong>de</strong>ja, exhausta.<br />
—¿Cuanto tiempo ha que no haces otro tanto? preguntó el <strong>de</strong> la<br />
negra armadura.<br />
—Dos meses justos, dijo el ermitaño, que fué cuando se reventó<br />
la bota;c se fue lo que, contenía, y solo me quedó para apaciguar<br />
ia sed esta prodigiosa fuente, producto <strong>de</strong> un milagro <strong>de</strong>l Santo<br />
bendito.»<br />
Después <strong>de</strong> haber bebido, se lavó el rostro y las manos, para pu<br />
rificarse <strong>de</strong> todos los restos do la francachela. Enarbolando enton<br />
ces la partesana, como si se hallara en frente <strong>de</strong>l enemigo: ¿ Dón<br />
<strong>de</strong> están, esclamó, esos follones opresores <strong>de</strong> la inocencia., y robado<br />
res <strong>de</strong> nobles doncellas? Lléveme Luzbel, si no basto yo solo para,<br />
una docena <strong>de</strong> ellos.
.1 70 IVANHOE.<br />
—¡Como juras, hermano ! dijo el caballero.<br />
—No me hermanees mas, respondió, que harto hermaneado estoy<br />
cuando tengo el saco al hombro. Por san Jorge y el dragón, que<br />
cuando visto el gabán ver<strong>de</strong>, me las apuesto á jurar, á beber, y ¡i<br />
enamorar, con el mejor montero <strong>de</strong> estas cercanías.<br />
• —Al negocio y callemos, dijo Locksley, que eres mas ruidoso que<br />
iina mujer. Y vosotros amigos, no os entretengáis con sus dicharachos.<br />
Vamos, á reunir nuestras fuerzas, que no necesitamos <strong>de</strong> muchas<br />
para apo<strong>de</strong>rarnos <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Eeginaldo Frentc-<strong>de</strong>-buey.<br />
—¡ Frente-do-buey! eschimó el Holgazán. ¡El noble Normando<br />
se ha echado al camino! ¡Padrón y opresor lo tenemos!<br />
—Opresor, dijo Locksley, siempre lo ha sido.<br />
—Y en cuanto á lo ladrón, dijo el ermitaño, ya quisiera el tener<br />
• a mitad <strong>de</strong> la conciencia que algunos ladrones que yo conozco.<br />
—Ancla y calla, dijo Locksley : mejor fuera que nos dirigieras al<br />
punto <strong>de</strong> reunión, y te <strong>de</strong>jaras <strong>de</strong> baldar con tanta impru<strong>de</strong>ncia.»<br />
CAPITULO XXI.<br />
En tanto que se tomaban estas disposiciones para rescatar a < e-<br />
•Iric y á los suyos, los malvados que los conducían procuraban llegar<br />
cuanto antes al sitio que <strong>de</strong>bia servirles <strong>de</strong> prisión. Vero sobrevino<br />
la noche, y los bandidos no eran muy prácticos en los circuitos<br />
<strong>de</strong> la selva. Paráronse muchas veces, y otras volvieron atrás<br />
para tomar el camino <strong>de</strong> que so habían estraviado. Lució la mañana<br />
entes que pudiesen marchar con seguridad y certeza ; pero lo
CAPÍTULO XXI. 17J<br />
—¿ Y qué es lo que te ha hecho mudar <strong>de</strong> plan? preguntó Brian.<br />
—Poce te importa, respondió el aventurero.<br />
—So creo que hayan hecho impresión en tu ánimo, dijo el Tem-<br />
¡.itirto, las sospechas que lia procurado inspirarte YVal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> Fit-<br />
eu'se.<br />
—liso se queda para mí, repuso Bracy. Dicen que (d <strong>de</strong>monio se<br />
ie cuando un ladrón roba á otro ladrón: y yo sé que no hay fuerza,<br />
«imana que <strong>de</strong>tenga á un caballero como tú en la prosecución <strong>de</strong><br />
-os <strong>de</strong>signios.<br />
—No es cstraño, dijo el Templario, que los compañeros libres s«s~<br />
lechen <strong>de</strong> un amigo, <strong>de</strong> un camarada, <strong>de</strong> todo el mundo, cuando<br />
odo el mundo sospecha <strong>de</strong> ellos, y con razón.<br />
—No es ocasión esta <strong>de</strong> reconvenciones , dijo Bracy : basta <strong>de</strong>cir<br />
pie conozco tus escrúpulos, y (pie no quiero darte ocasión <strong>de</strong> arre<br />
batarme la presa que tantos riesgos me ha costado.<br />
—¿Qué tienes que temer? dijo Brian. has promesas me atan las<br />
manos.<br />
—; Y tan bien como las observas ! replicó Bracy. Desengañémo-<br />
íoS, señor Templario: las leyes do ¡a galantería se interpretan aleo<br />
«tajadamente en nuestros tiempos; y en negocios como este , no<br />
ne iio <strong>de</strong> tu conciencia.<br />
—¿Quieres que te diga la verdad ? dijo el Templario. No son los<br />
¡jos azules <strong>de</strong> tu dama los que cas golpe me han dado entre los que<br />
iTeñen en la comitiva.<br />
—¿Qué? dijo Bracy. ¿Te gusta mas la criada?<br />
—No, señor caballero, dijo el Templario. Entre las cautivas hay<br />
nía que no ce<strong>de</strong> en nada á la sajona.<br />
—Por las barbas <strong>de</strong> mi padre, dijo Bracy, que te lia dado flechazo<br />
a hebrea.<br />
—Y* aun cuando así fuera , dijo Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, ¿quién<br />
me<strong>de</strong> oponerse á ello ?<br />
—Nadie que yo sepa , dijo Bracy : mejor que yo sabes tus intereses<br />
: mas yo hubiera jurado que echabas el ojo mas bien al saco<br />
ie! padre que á la hermosura <strong>de</strong> la hija.<br />
—i ,os dos me acomodan , respondió Brian ; á mas <strong>de</strong> que, el saco<br />
loí viejo usurero es mitad para mi y mitad para Frente-<strong>de</strong>-buey,<br />
pae no presta su castillo á humo <strong>de</strong> pajas. Quiero tener alguna<br />
orenda para mí solo en el botiu, y ninguna me conviene tanto come<br />
la judía. Mas ahora que sabes mis intenciones, y que nada tic-
1*72 1VAÍJH0K.<br />
nes que temer <strong>de</strong> mí ¿por qué no sigues tu primer <strong>de</strong>signio? Yu<br />
ves que no corremos los dos la misma liebre.<br />
—No importa, coutestó líraey ; lo diclio dicho. Verdad será loque<br />
me cuentas; pero yo no me fio en tu conciencia. •<br />
Durante todo este diálogo, Cedric procuraba sacar <strong>de</strong> los que le<br />
custodiaban algunas noticias acerca <strong>de</strong> quiénes eran y <strong>de</strong>l objeto<br />
que se proponían. Si sois ingleses, les <strong>de</strong>cía, ¿ por qué os apo<strong>de</strong>ráis<br />
<strong>de</strong> vuestros compatriotas , como podrían hacer los normandos? Si<br />
sois mis vecinos, ¿cómo ignoráis mis principios y mi modo <strong>de</strong> pon<br />
sar? Hasta los bandidos esperimentan los frutos <strong>de</strong> mi protección,<br />
porque nadie mas que yo compa<strong>de</strong>ce sus males y maldice la tiranía<br />
<strong>de</strong> sus opresores. ¿Qué queréis do mí? ¿ Y <strong>de</strong> qué pue<strong>de</strong> serviros<br />
vuestro silencio? Peores sois que los brutos indómitos en vuestras<br />
mociones, y hasta los imitáis en vuestro silencio.:-.'<br />
En vano exhortaba Cedric á sus guardias, los cuales tenían ra<br />
zoues muy po<strong>de</strong>rosas para no ce<strong>de</strong>r á súplicas ni amenazas, Continuaron<br />
á su lado, caminando cuanto mas aprisa podían hasta que<br />
al fin <strong>de</strong> una calle do añosos árboles so <strong>de</strong>scubrió el musgoso y an<br />
tiguo castillo <strong>de</strong> Fronte-<strong>de</strong>-buey. Era una fortaleza <strong>de</strong> mediana estension,<br />
en medio <strong>de</strong> la cual se alzaba un torreón cuadrado, ro<strong>de</strong>ado<br />
<strong>de</strong> edificios <strong>de</strong> menor altura, y estos <strong>de</strong> un vasto cercado, guarnecido<br />
<strong>de</strong> un foso profundo, á que suministraba sus aguas un<br />
arroyo inmediato. Frente-<strong>de</strong>-buey , que por la perversidad <strong>de</strong> su<br />
carácter se habia puesto en guerra abierta con todos sus vecinos,<br />
habiu aumentado la fortificación <strong>de</strong> su resi<strong>de</strong>ncia , construyendo<br />
en los muros torres elevadas que flanqueaban sus ángulos. La en<br />
irada , como la <strong>de</strong> todos los castillos <strong>de</strong> aquel tiempo, era una bar -<br />
baeaua embovedada, especie <strong>de</strong> obra estertor, que terminaba en dos<br />
torrecillas.<br />
Apenas divisó Cedric las pardas y verdosas almonas <strong>de</strong>l castillo<br />
<strong>de</strong> i'rente-<strong>de</strong>-buey, que se erguían entre los espesos bosques que laro<strong>de</strong>aban,<br />
conoció la causa real <strong>de</strong>l infortunio en que se hallaba su<br />
mergido.<br />
(Injusto fui, dijo, para con los ladrones y foragidos <strong>de</strong>.estas sel<br />
vac cuando les atribuí tamaño <strong>de</strong>sacato: tanto montaría confundir a<br />
los lobos <strong>de</strong> estos montes con las voraces zorras <strong>de</strong> Francia. Decid<br />
cae, perros, ¿qué es ¡o que vuestro amo quiere <strong>de</strong> mi, mi vida ó mi<br />
caudal? ¿No será lícito á dos nobles sajones como Athelstane y yo.<br />
po: ecr las tierras que sus padres les <strong>de</strong>jaron? Acabad con nosotros
CAPÍTULO XXI. I !<br />
73<br />
j consumad vuestra tiranía, quitándonos la vida como nos habéis<br />
quitado ia libertad. Si Cedric el Sajón no puedo rescatar á Inglaterra,<br />
morirá en la <strong>de</strong>manda. Decid á vuestro cruel amo que lo único<br />
que le pido es que <strong>de</strong>je libre y sin <strong>de</strong>shonra á lady Rowena. Es<br />
mujer , y no tiene por que temerla. Cuando faltemos Athelsfane y<br />
yo, nadie tomar:! las armas en su <strong>de</strong>fensa.;<br />
Los <strong>de</strong> la escolta permanecieron tan sordos á este discurso coiau<br />
al primero, y así llegaron á la puerta <strong>de</strong>l castillo, Hracy tocó tres<br />
veces ia trompa, y los ballesteros que guarnecían las torres echaron<br />
inmediatamente el puente levadizo, y le dieron entrada. Los<br />
enmascarados obligaron á los prisioneros á echar pié á tierra, y les<br />
condujeron á un aposento, en que encontraron algunos manjares,<br />
<strong>de</strong>, los que solo se sintió dispuesto á comer Athelsfane. Sin embargo,<br />
el <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> los reyes sajones no pudo saborear largo<br />
tiempo las provisiones <strong>de</strong> sus carceleros, porque inmediatamente se<br />
le dio á enten<strong>de</strong>r que él y Cedric, <strong>de</strong>bían ocupar una habitación separada<br />
<strong>de</strong> lady líowena. Era inútil resistir : así que , siguieron 0<br />
sus conductores por una gran sata, cuyas bóvedas sostenían gruesas<br />
pilastras <strong>de</strong> arquitectura sajona, como las que se ven en los re<br />
i'ectorios y salas capitulares <strong>de</strong> ios antiguos monasterios <strong>de</strong> lupia<br />
ierra.<br />
Lady Kovena fué separada <strong>de</strong> sus doncellas, con cortesía en verdad,<br />
pero sin consultar su gusto y llevada á un aposento distante<br />
i.a misma sospechosa distinción se hizo á Rebeca, en <strong>de</strong>specho ditas<br />
súplicas <strong>de</strong>, su padre, que llegó hasta ofrecer dinero, en aquella<br />
angustiosa estremidad, porque la <strong>de</strong>jaran á su laclo. «Perro infiel,<br />
respondió uno<strong>de</strong> los conductores, cuando hayas visto la habitación<br />
que se te ha señalado, no querrás mirar en olla á tu hija.» V sin<br />
mas ceremonia fué arrebatado por diferente camino que los otros<br />
prisioneros. Los criados, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido <strong>de</strong>sarmados y registrados<br />
con el mayor rigor, pasaron á la otra ala <strong>de</strong>l castillo; y Tío<br />
vena no pudo conseguir el único favor que pidió, y fué la compañía<br />
<strong>de</strong> su camarera Lílgita.<br />
La pieza cu que estaban encarcelados los dos proceres sajones<br />
<strong>de</strong> los que hablaremos en primer lugar, era una especie <strong>de</strong> cuerpo<br />
<strong>de</strong> guardia, que en otros tiempos había sido el salón principal <strong>de</strong>l<br />
castillo. Después hahia servido á diferentes usos, porque el dueño<br />
actual <strong>de</strong> la, posesión, á fin <strong>de</strong> realzar las comodida<strong>de</strong>s, la seguridad<br />
y la hermosura <strong>de</strong> su resi<strong>de</strong>ncia, había construido otro salón mas
grandioso que el primero, en que se notaban las pilastras esb.lta.:<br />
y <strong>de</strong>licadas, y los primorosos adornos introducidos por los ñor<br />
mandos en la arquitectura inglesa.<br />
P'edric se paseaba por el cuarto, indignado con las re (lección ív<br />
que hacia sobre los sucesos pasados y sobre su condición presente<br />
mientras la <strong>de</strong>sidia <strong>de</strong> su compañero le servia en lugar <strong>de</strong> pacien<br />
cia y filosofía, para alejar <strong>de</strong> sí todo lo que podia molestarle: sol><br />
pensaba en las incomodida<strong>de</strong>s personales <strong>de</strong> su situación, y aun<br />
estas le hacían tan poca impresión, que solo <strong>de</strong>splegaba los labio-<br />
para dar <strong>de</strong> cuando en cuando alguna respuesta á las animadas ;••<br />
vehementes peroraciones <strong>de</strong> su amigo.<br />
«.Sí, <strong>de</strong>cia Cedrie hablando á veces consigo mismo, y dirigien<br />
do otras la palabra al inalterable <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Eduardo; aquí<br />
en. esta misma sala fuá don<strong>de</strong> mi padre asistió al convite que Tor-<br />
quil Woll'ganger dio al valiente y <strong>de</strong>sventurado Harold cuando es<br />
te marchaba contra los noruegos que se habían unido al rebeldt<br />
Tosti. Aquí, en esta misma sala fué don<strong>de</strong> Harold dio tan magná<br />
nima respuesta á los embajadores <strong>de</strong> su pérfido hermano- Mil veces<br />
vi á mi padre enar<strong>de</strong>cerse al referir aquel lance. Cuando se dio en<br />
trada ai enviado <strong>de</strong> Tosti, los muros <strong>de</strong> esta vasta pieza podían<br />
apenas contener la turba <strong>de</strong> nobles caudillos sajones, que bebían<br />
el brindis <strong>de</strong> venganza y muerte alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> su Monarca.<br />
— Es regular, dijo Athelstane á quien sacó <strong>de</strong> su distracción este<br />
episodio <strong>de</strong>l discurso <strong>de</strong> su amigo, es regular que nos envíen ¡i me<br />
dio dia algún vino y algo que comer: apenas nos han dado tiempo<br />
para <strong>de</strong>sayunarnos, y jamás me ha hecho provecho comer inmedia<br />
tamente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> apearme, á pesar <strong>de</strong> que los médicos dicen que<br />
es bueno.»<br />
Cedrie continuó el hilo <strong>de</strong> su historia sin hacer caso <strong>de</strong> ios inge<br />
niosos comentarios <strong>de</strong> su compañero.<br />
«El emisario <strong>de</strong> Tosti, dijo, entró en la sala sin que le <strong>de</strong>sanima<br />
sen los gestos terribles <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>aban, y se a<strong>de</strong>lantó con<br />
paso firme hasta el trono <strong>de</strong> Harold. á quien hizo una reverencia.<br />
—¿Qué condiciones, dijo, tiene que esperar tu hermano lord Rey,<br />
si <strong>de</strong>ja las armas y te pi<strong>de</strong> la paz? —El amor <strong>de</strong> un hermano, res<br />
pondió el generoso Harold, y el hermoso condado <strong>de</strong> Cumberland.<br />
—Paro si Tosti acepta estas condiciones, dijo el enviado, ¿quépo<br />
sesiones se darán á su fiel aliado Hardrada, rey <strong>de</strong> Noruega? —Sie<br />
te pies <strong>de</strong> tierra, contestó <strong>de</strong>nodadamente Harold, y quizás doce
CAPÍTULO Y.XI. llií<br />
pulgadas mas, puesto quo dicen que Hardrada es <strong>de</strong> estatura, gigantesca.<br />
Resonaron entonces las esclamaciones <strong>de</strong> los concurrentes<br />
en las bóvedas <strong>de</strong> la sala, y se llenaron las copas y los cuernoen<br />
honor <strong>de</strong> los estados que <strong>de</strong>bía poseer el rey noruego en la tierra<br />
<strong>de</strong> nuestros padres.<br />
—De buena gana haría .yo ahora !o mismo, dijo Atbelstane. que<br />
vasa me va pegando la lengua al paladar.<br />
—Retiróse el abochornado embajador, continuó mas animado todavía<br />
( edriiq en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> la indiferencia <strong>de</strong> su auditorio, y llevé<br />
á Tosti y á su aliado la ominosa respuesta <strong>de</strong>l ofendido hermano.<br />
Entonces fué cuando los muros <strong>de</strong> Stamford y las fatales agua»<br />
<strong>de</strong>l Welland, tan célebres en nuestras antiguas profecías, presenciaron<br />
aquel terrible encuentro, en quo <strong>de</strong>spees <strong>de</strong> haber obstentado<br />
un valer impertérrito, e! rey <strong>de</strong> Noruega y Tosti cayeron con<br />
diez mil <strong>de</strong> sus mas valientes partidarios 1). ¿.Quién hubiera pensado<br />
en aquel glorioso día, y en medio <strong>de</strong> aquella completa viche<br />
ría. que el mismo soplo que agitaba las ban<strong>de</strong>ras triunfantes <strong>de</strong><br />
tos sajones, impelíalas velas <strong>de</strong> los normandos á las funestas píavas<br />
<strong>de</strong> Sussex.' ¿Quién hubiera dicho que pocos dias <strong>de</strong>spués, e !<br />
mismo ííarold no poseería mas tierra en su reino que la que concedió.<br />
f*n el ímpetu <strong>de</strong> su rabia, al noruego invasor? ¿Quién hubiera<br />
creído que vos, noble Atbelstane, <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong><br />
Harold, \ que yo, cuyo padre no fué el mas débil <strong>de</strong> los <strong>de</strong>fensores<br />
<strong>de</strong> la dia<strong>de</strong>ma sajorna, seríamos prisioneros <strong>de</strong> un vil normando, en .<br />
esta misma sala en que nuestros antepasados asistieron á tan glorioso<br />
banquete?<br />
—;Tristes memorias por cierto! dijo Athelstane; pero yo espero<br />
que no nos pedirán un rescate escesivo. Y en todo caso, ¿qué interés<br />
pue<strong>de</strong>n tener en matarnos <strong>de</strong> hambre? Con todo eso, es medio din<br />
y no veo anuncios <strong>de</strong> comida. Asomaos á esa ventana, y por los<br />
rayos <strong>de</strong>l sol conoceréis que no me engaño en la hora.<br />
— Podrá ser asi, respondió Cedric; pero yo no puedo fijar la vis-<br />
U, Nuestros lectores enten<strong>de</strong>rán estas alusiones á una <strong>de</strong> las épocas mas interesantes<br />
<strong>de</strong> U historia <strong>de</strong> Inglaterra, si se toman el trabajo <strong>de</strong> consultar algunos <strong>de</strong><br />
los esceientes historiadores que posee la literatura <strong>de</strong> este país. Basta <strong>de</strong>cirles por<br />
ahora, que esta batalla <strong>de</strong> Slamfort, en que el rey Harold <strong>de</strong>rrotó á su hermano<br />
Tosti y á los Noruegos, ocurrió por los años 106C>, y que muy pocos dias <strong>de</strong>spués,<br />
ei mismo Herold perdió la corona en los campos <strong>de</strong> Hastings. Noruegos y Sajones se<br />
disputaron con furioso encor.oel puente <strong>de</strong>l rio Welland. Un noruego solo lo.<strong>de</strong>fendio,<br />
sin otras armas que sus brazos, hasta que l-> atravesi una lanza que le arrojaron<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el rio.
1.76 IVANHOE<br />
ta en aquella vidriera <strong>de</strong> colores, sin que se dispierten en ni i alma<br />
pensamientos diferentes <strong>de</strong> las privaciones y penalida<strong>de</strong>s actuales.<br />
Cuando se hizo esa ventana, amigo mió, no se conocía en Ingla<br />
terra el arte <strong>de</strong> hacer cristal ni el <strong>de</strong> pintarlo. El orgullo <strong>de</strong>l padre do<br />
Wolfganger fué el que le indujo á traer un artista <strong>de</strong> Normandia<br />
para hermosear su salón con ese nuevo adorno, que trasforma<br />
bendita luz <strong>de</strong>] día que Dios nos ha dado, en tan fatásíicos vislum<br />
bres. Eicstranjero vino aquí pobre, mend'go, andrajoso, sumiso, se.<br />
iudando con gorra en mano á los ínfimos criados <strong>de</strong> la servidum<br />
bre; y volvió repleto y po<strong>de</strong>roso, contando maravillas á sus rapaee-<br />
compatriotas <strong>de</strong> la riqueza y <strong>de</strong> la sencillez <strong>de</strong> los no liles sajones<br />
locuras vaticinadas ;oh amigo Athelstane! por los <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong><br />
Hengisto y <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>nodadas tribus, que habían conservado lo-<br />
sencillos modales <strong>de</strong> sus progenitores. Esos estranjeros llegaron a<br />
ser nuestros amigos Íntimos, nuestros confi<strong>de</strong>ntes y servidores:<br />
nos dieron sus artes y sus artífices y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces empezamos á<br />
<strong>de</strong>spreciar la honrada dureza, la noble sencillez en que habían vi.<br />
vido nuestros padres. Nos enervarnos con el lujo <strong>de</strong> los normandos,<br />
antes que la espada normanda nos sometiera. ¡Harto diferentes era:<br />
nuestros manjares domésticos, comidos en paz y libertad,<strong>de</strong>esa*<br />
<strong>de</strong>lica<strong>de</strong>zas y golosinas cuya afición nos ha entregado como si«'-<br />
vos humil<strong>de</strong>s al conquistador estraujero!<br />
—La mas pobre comida, dijo Athelstane, me serviría ahora. d<<br />
banquete <strong>de</strong>licado; y lo que estraño es, noble Cecine, que tengai'-<br />
tan presentes á la memoria los hechos pasados, y no os acordó:-: <strong>de</strong><br />
que se acerca labora <strong>de</strong> comer.<br />
—Es tiempo perdido, dijo Cedric aparte y con impaciencia, ha<br />
blarle <strong>de</strong> otra cosa que <strong>de</strong> lo que pue<strong>de</strong> satisfacer su apetito. El en<br />
eenagamiento <strong>de</strong> su alma no reconoce mas placer que llenar el vaso,<br />
beber y pedir roas. Vh! dijo mirando á Athelstane con ojos en que<br />
se pintaba, la. compasión. ¡Posible es que resida tan grosero espíritu<br />
en tan bella hábil ación', ¡posible- es que rue<strong>de</strong> la gran obra <strong>de</strong> i*,<br />
restauración <strong>de</strong> Inglaterra eu.un eje tan incapaz <strong>de</strong> sobrellevar:;:!<br />
VI lado <strong>de</strong> Rowena, su alma noble y generosa podria quizás dis<br />
pertar esa índole, entorpecida y aletargada. Pero ¿<strong>de</strong> qué sirve pen<br />
sar en esto, nuestras Athelstane, Rowena y yo mismo somos pri<br />
sioneros <strong>de</strong> ese bárbaro, sin otra causa quizás que el temor <strong>de</strong> lo- -<br />
peligros que acarrearía nuestra libertad al usurpado po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su<br />
nación?»
CAPÍTULO XXI. 17J<br />
Mientras el Sajón estaba sumergido en estas tristes consi<strong>de</strong>raciones,<br />
se abrió la puerta y entró un maestre-sala con la vara blanca,<br />
símbolo délas funciones que ejereia. Este importante personaje<br />
marchaba con talante majestuoso, y le seguían cuatro criados qu P<br />
traían una mesa cubierta <strong>de</strong> manjares, cuya vista y olor compensaron<br />
por entonces todas las incomodida<strong>de</strong>s- que Athelstane había<br />
sufrido. Todas estas personas estaban enmascaradas y cubiertas<br />
<strong>de</strong> anchos capotes.<br />
«¿Que mojiganga es esta? preguntó Cedric. ¿Pensáis (pie con ociendo<br />
como conocemos al dueño <strong>de</strong> este castillo, po<strong>de</strong>mos ignorar<br />
quien nos ha hecho prisioneros? Decidle, continuó queriendo<br />
aprovecharse <strong>de</strong> aquella oportunidad para abrir una negociación<br />
acerca <strong>de</strong> su rescate, <strong>de</strong>cidle que nos sometemos á su rapacidad,<br />
como podríamos hacerlo en iguales circunstancias con un ladrón <strong>de</strong><br />
caminos, puesto que el único motivo que Frente-<strong>de</strong>-buey ha podido<br />
tener para privarvos <strong>de</strong> nuestra libertad es el ilegal <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> enri<br />
quecerse á costa nuestra. Que diga cuánto pi<strong>de</strong> por nuestro rescate<br />
y lesera pagado, con tal que no pida una suma superior á nuestras<br />
faculta<strong>de</strong>s. >•<br />
El maestre-sala bajóla cabeza sin dar otra contestación,<br />
«Y <strong>de</strong>cid á sirlieginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey , dijo Athelstane, qu<<br />
le reto y <strong>de</strong>safío á mortal combate , á pié ó á cabadlo en cualquier<br />
lugar seguro, en el térm ino <strong>de</strong> ocho dias <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> nuestro resca<br />
te, y si es caballero como dice, no podrá rehusar ni diferir el duelo<br />
que ¡e propongo.<br />
—Pondré en noticia <strong>de</strong>l caballero vuestro <strong>de</strong>safío, dijo el maestre-sala<br />
; y entretanto aquí tenéis vuestra comida.<br />
Athelstane. sin embargo, no había pronunciado su arenga con<br />
la majestad \ el <strong>de</strong>coro que el lance requería; porque un enorme<br />
bocado que entraba á ¡a sazón en sus labios y que exigía ejercicio<br />
<strong>de</strong> ambas mandíbulas unido á su natural lentitud disminuyó en<br />
gran manera el electo <strong>de</strong> la sangrienta amenaza. No obstante , Cedric<br />
la oyó con placer, como una señal-infalible <strong>de</strong> la reanimación<br />
dad espíritu <strong>de</strong> su compañero, cuya anterior indiferencia empezaba<br />
á. causarle enojo, á pesar <strong>de</strong>l respeto con que miraba á su alcurnia.<br />
Dióle la mano y apretósela en señal <strong>de</strong> aprobación , aunque volvió<br />
á enfadarse cuando Athelstane observó que <strong>de</strong> buena gana pelearía<br />
con una docena <strong>de</strong> hombres como Frente-<strong>de</strong>-buey, sido este modo<br />
pudiera salir <strong>de</strong> un castillo en que usaban echar tanto ajo á los<br />
1 l<br />
2
?~8 IVANHOE.<br />
guisos. Cedric se colocó en frente <strong>de</strong> Athelstane, el cual tío había<br />
perdido tiempo en acomodarse, y muy en breve manifestó que si<br />
ias <strong>de</strong>sventuras <strong>de</strong> su patria le hacían olvidarla comida cuando<br />
no estaba puesta la mesa, la vista, <strong>de</strong> los manjares escitaba en él las<br />
-•scelentes disposiciones gástricas que con las otras calida<strong>de</strong>s heredara<br />
<strong>de</strong> sus abuelos.<br />
Poco tiempo habían estado los cautivos empleados en satisfacer<br />
¡as primeras necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l apetito, cuando interrumpió esta seria<br />
ocupación el sonido <strong>de</strong> una trompeta que se oyó á la puerta<br />
<strong>de</strong>l castillo. Repitióse tres veces el llamamiento con tanta violencia<br />
como si saliera ele boca <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> aquellos caballeros en-<br />
•andados , cuyo aliento teníala virtud <strong>de</strong> disipar como el vapor<br />
<strong>de</strong> la mañana torres y barbacanas , almenas y rastrillos, ¡.os<br />
-ojones se alzaron <strong>de</strong> la mesa y corrieron ;i la ventana; mas vieron<br />
enriada su curiosidad, porque solo daba al patio <strong>de</strong>l castillo , y el<br />
-unido venia <strong>de</strong>l recinto esterior. Parecía, sin embargo , (pie apmi<br />
inci<strong>de</strong>nte era <strong>de</strong> gran importancia; porque al mismo tiempo se notó<br />
gran confusión y alboroto en lo interior.<br />
CAPÍTULO XXII.<br />
Dejando á los caudillos sajones volver á ocupar sus puestos, cian<br />
do su infructuosa curiosidad les permitió satisfacer su medio sa<br />
tisfecho apetito , entremos en la prisión algo mas rigurosa <strong>de</strong>l<br />
pobre judío Isaac <strong>de</strong> York , el cual había sido precipitadamente<br />
conducido á un calabozo embovedado y subterráneo, y en que pe<br />
netraba por todas partes la humedad <strong>de</strong>l foso inmediato. Alumbra<br />
ban esta triste mansión dos ó tres agujeros , á los que no pedia al<br />
canzar la mano <strong>de</strong>l cautivo. Por estas aberturas solo entraba una<br />
luz pálida é incierta cuando el sol brillaba, en todo su esplendor , la<br />
cual se convertía en total lobreguez mucho tiempo antes que <strong>de</strong>sa<br />
pareciesen <strong>de</strong>l cielo los albores <strong>de</strong>l día. Colgaban <strong>de</strong> los monis en<br />
mohecidas ca<strong>de</strong>nas y argollas que antes habían servólo, a. otros<br />
<strong>de</strong>sventurados, <strong>de</strong> quienes sin duda se temía que hiciesen ¡ Igunos<br />
esfuerzos para recobrar su libertad ; y en una <strong>de</strong> (días se % r al-<br />
irunos huesos medio pulverizados y que parecían canillas hcnjem-N.
.M'ÍTTjto xxn. i~9<br />
drobsblemonte habia perecido allí alguna víctima <strong>de</strong> la tiranía,<br />
•on<strong>de</strong>nada no solo á morir , sino á convertirse en esqueleto en el<br />
-no <strong>de</strong> tan impío sepulcro.<br />
Kn uno <strong>de</strong> los ángulos <strong>de</strong> este fúnebre aposento habia una chii¡enea<br />
cubierta <strong>de</strong> algunas barras <strong>de</strong> hierro medio <strong>de</strong>voradas por<br />
'i orin.<br />
El aspecto <strong>de</strong> aquella mazmorra hubiera podido intimidar un<br />
•orazon algo mas fuerte que el <strong>de</strong>l judío; el cual, no obstante , se<br />
nantnvo mucho mas sereno en aquel urgentísimo peligro, que<br />
•liando en el ataque <strong>de</strong> sus raptores: solo tenia i<strong>de</strong>as confusas é ingertas<br />
acercado los males que le amenazaban. Los aficionadosála<br />
•aza dicen que la liebre pa<strong>de</strong>ce mas angustia y sobrecogimiento<br />
•candólos galgos la persiguen, que cuando al fin le echan el diene<br />
¡1). También es muy probable que los judíos , amenazados <strong>de</strong><br />
autos peligros, y víctimas <strong>de</strong> tantas persecuciones , tenían siem-<br />
•¡•3 á la mano y en reserva algún espediente para hacer rostro á<br />
es golpes y cruelda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>rosos. Así que, pasado el primer<br />
e-do, s,. disminuía el terror con la esperanza <strong>de</strong>l remedio aperchado.<br />
Ni era esta la voz primera (pie Isaac se habia visto en tan<br />
•ritióos apuros : por tanto, tenia en su favor la esperieneia, y casi<br />
a certeza <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> bis garras <strong>de</strong> su opresor. Sobre todo, contaba<br />
•oiivla inflexible obstinación , rasgo característico <strong>de</strong> la nación á<br />
ine pertenecía, y <strong>de</strong> ella habían dado notables testimonios los jubos<br />
<strong>de</strong> Inglaterra, sufriendo los males mas atroces que el po<strong>de</strong>r y<br />
violencia pue<strong>de</strong>n imponer, antes que ce<strong>de</strong>r ala codicia <strong>de</strong> sus ti-<br />
•Ü nos.<br />
1<br />
*o." esta disposición <strong>de</strong> resistencia pasiva, y con su ropa dispuesa<br />
<strong>de</strong> modo (pie pudiese preservar sus miembros <strong>de</strong> la humedad,<br />
-aae se sentó en uno <strong>de</strong> los rincones <strong>de</strong>l calabozo, don<strong>de</strong> visto á la<br />
nciertaluz que por los agujeros entraba, con el aspecto abatido y<br />
os brazos cruzados, el alio gorro y la peluda gabardina , hubiera<br />
M'recidoá ¡indiestro pintor el emblema <strong>de</strong>l hábito <strong>de</strong> la iírnominia,<br />
leí incansable empeño <strong>de</strong> enriquecerse, y <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más mezquinos<br />
. viles sentimientos que <strong>de</strong> aquellas disposiciones nacen. El judío<br />
lormaueeió inmóvil en aquella postura por espacio <strong>de</strong> tres horas»<br />
d eaboce bis cuales se oyeron pasos en la escalera. Crujieron los<br />
N.. *it ,;.'• miraaXf* ile Inexactitud <strong>de</strong> este rasgo 'ir historia natural. El<br />
>•«•*•• '•'-- como lo ha lió oa el antiguo üst sajón do "He ha sacado lo* principales<br />
'y..', pore;'i'i.n-! y verídica historia
180 IVA.NII0E.<br />
cerrojos, chillaron los goznes, y entró en la prisión el mismo Frente-<strong>de</strong>-huey<br />
seguido <strong>de</strong> los dos esclavos sarracenos <strong>de</strong>l Templario<br />
El robusto y gigantesco Frente-<strong>de</strong>-buey habia pasado toda su<br />
vida en los campos <strong>de</strong> batalla, ó en conmociones y disturbios pn<br />
vados, y su principal empeño habia sido esten<strong>de</strong>r y consolidar so<br />
po<strong>de</strong>r feudal, sin reparar en los medios que á ello podian contri<br />
buir. Sus facciones correspondían á su carácter, y espresaban lasmalvadas<br />
y feroces pasiones <strong>de</strong> su corazón. Las cicatrices que cu<br />
brian su rostro hubieran escitado en otras facciones la compasión<br />
ó el respeto , como señales honrosas <strong>de</strong> valor; pero en las suya»,<br />
realzaban la ferocidad <strong>de</strong> su aspecto y el miedo cpie naturalmente<br />
inspiraba. Este formidable caudillo vestía un ceñido coleto <strong>de</strong> gamuza,<br />
en que se notaban las señales <strong>de</strong>l roce <strong>de</strong> la armadura. IV<br />
traia mas arma que un puñal al cinto, y al lado opuesto un enor<br />
me manojo <strong>de</strong> llaves.<br />
Los esclavos que venían en su compañía se habian <strong>de</strong>spojado di<br />
sus vistosos arreos orientales, y traian calzones y chaquetas ib<br />
tosco lienzo, con las mangas remangadas hasta el codo, á guisa dicarnicero<br />
que se prepara á ejercer sus sangrientas funciones. Cada<br />
cual venia provisto con un canastillo, y cuando entraron en el ca<br />
labozo se <strong>de</strong>tuvieron á la puerta, hasta que Frente-<strong>de</strong>-buey la hubo<br />
cerrado con dos vueltas. Lomada esta precaución, se a<strong>de</strong>lantó á pa<br />
so mesurado hacia el judío, fijando en él sus miradas como si qui<br />
siese aumentar el terror que le sobrecogía, á guisa<strong>de</strong> las serpiente»,<br />
que según cuentan, aseguran la presa, entorpeciéndola antes con<br />
su maléfico aliento. Parecía pn efecto que los ojos <strong>de</strong>l normandi<br />
tenían aquella estraña. virtud. El judío quedó encogido \ estátb'o.<br />
mirando <strong>de</strong> hito en hito al barón con el aletargamiento <strong>de</strong>l horror,<br />
y con tan angustioso sobresalto, que parecía que toda su per<br />
sona se comprimía y arrugaba, á efecto <strong>de</strong>l gesto iracundo <strong>de</strong> se<br />
carcelero. El <strong>de</strong>sventurado Isaac no pudo siquiera alzarse! para ba<br />
cer la reverencia que su situación exlgia, ni echar mano ala caerá,<br />
ni articular una sola palabra <strong>de</strong> súplica: tan espantoso era
CAPÍTULO XXII. 181<br />
por seíias á uno <strong>de</strong> los esclavos. El satélite negro se acercó; y sacando<br />
<strong>de</strong>l canasto un gran peso <strong>de</strong> cruz, con varias pesas, las echó<br />
á los pies <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, y se volvió á la respetuosa distancia<br />
á que habia quedado su compañero.<br />
Los gestos y movimientos <strong>de</strong> estos hombres eran pausados y majestuosos,<br />
como si estuviesen penetrados <strong>de</strong>l horror y <strong>de</strong> la crueldad<br />
•te aquella escena. Frente-<strong>de</strong>-buey rompió el silencio, hablando <strong>de</strong><br />
este modo a su malhadado cautivo.<br />
« Malditísimo perro <strong>de</strong> la mas maldita casta, dijo con voz ronca<br />
y espantosa, que rosonó en las bóvedas <strong>de</strong> la mazmorra, ¿ves<br />
este ¡leso? <br />
El judio pronunció con eco <strong>de</strong>sfalleciente un si languidísimo.<br />
« En esos i>esos, continuó el implacable liaron, vas á pesarme<br />
ahora mismo mil libras <strong>de</strong> plata <strong>de</strong> buena, ley, según la. <strong>de</strong> la torre<br />
<strong>de</strong> Londres (1).<br />
—; Santos Cielos! esclamó el judío recobrando el habla, gracias<br />
a lo inminente <strong>de</strong>l peligro; ¿hubo jamás <strong>de</strong>manda mas <strong>de</strong>scabellada?<br />
¿Quién oyó jamás hablar <strong>de</strong> mil libras <strong>de</strong> plata, sino en los<br />
cuentos y romances? ¿Cuál es el hombre que ha gozado déla vista<br />
<strong>de</strong> semejante tesoro? .Saquea mi casa, y la. <strong>de</strong> toda mí tribu; saquea<br />
toda la. (dudad <strong>de</strong> York, no sacarás <strong>de</strong> ella ia suma <strong>de</strong> que hablas<br />
—Soy mo<strong>de</strong>rado, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y si escasea la plata, no<br />
tengo inconveniente en tomar oro. A razón <strong>de</strong> un marco <strong>de</strong> oro por<br />
seis libras <strong>de</strong> plata, pue<strong>de</strong>s libertar tus miserables huesos <strong>de</strong> los<br />
tormentos que tu imaginación no pue<strong>de</strong> concebir.<br />
—Apiádate <strong>de</strong> mí, noble caballero, dijo Isaac; soy pobre, viejo,<br />
<strong>de</strong>svalido. No es digno <strong>de</strong> ti tan humil<strong>de</strong> triunfo.¿Qué gloria resulta<br />
<strong>de</strong> aplastar un gusano?<br />
—Podrás ser viejo, dijo l'reiite-<strong>de</strong>-buey, y mas vergüenza para<br />
ti el haber envejecido en la usura y en la truhanería. Débil eres sin<br />
duda, perqué no hay judío que tenga manos ni corazón. Pero eres<br />
rico, y todo el mundo lo sabe.<br />
—Juróte, noble caballero, dijo el judío, por todo lo que tú y yo<br />
creemos en común...<br />
—No perjures,dijo Frente-<strong>de</strong> buey, no selles tu suerte con tu obs<br />
filiación, basta que hayas visto y consi<strong>de</strong>rado lo que te aguarda.<br />
No pienses que hablo solo por escitar tu terror, y la baja cobardía<br />
1; VIH estaba aat ijr(IAinfante ia curia ile moneda 'le Lulidivs.<br />
1¿'
182 IVANHOE.<br />
tan innata en tu raza. Este calabozo no ee sitio propio <strong>de</strong> chanzas,<br />
Cautivos diez veces mas distinguidos que tú han muerto <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
estas cuatro pare<strong>de</strong>s, y nadie ha sabido mas <strong>de</strong> ellos. Pero la muer-<br />
*e que han sufrido seria para tí una golosina: la tuya será larga,<br />
.^olorosa y terrible.»<br />
Hizo otra seña á los esclavos; estos se acercaron, y les habló ,i<br />
parte en su propio idioma, porque también había estado en Pales<br />
tina. Los sarracenos sacaron inmediatamente <strong>de</strong> las canastas algún<br />
•arbon, unos fuelles, y un frasco <strong>de</strong> aceite. Mientras uno echaba<br />
Himbrecon eslabón y pe<strong>de</strong>rnal, el otro dispuso el carboneóla<br />
diimenea <strong>de</strong> que hemos hablado, y sopló con les fuelles hasta que<br />
-tuvo encendido.<br />
« ¿Ves, Isaac, dijo entonces el normando, esas barras <strong>de</strong> hierro<br />
jue cubren el carbón? En esa ardiente cama vas aechar un sueño,<br />
<strong>de</strong>snudo como si fueras á reposar en mullidos colchones. Uno <strong>de</strong> esos<br />
esclavos mantendrá el fuego, y el otro untará tus malditos miembros<br />
con aceite, para que no se queme el asado, quesería lástima<br />
por cierto. Escoge pues ahora entre ese buen rato que te espera y<br />
las mil libras <strong>de</strong> plata, porque voto á tantos que no hay remedio<br />
ó uno ú otro.<br />
—Es imposible, dijo el cuitado judío, que abrigues semejantes ín -<br />
tenciones. El Dios <strong>de</strong> la naturaleza no formó jamás un corazón capaz<br />
<strong>de</strong> tamaña crueldad.<br />
—No confies en eso, Isaac,dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, porque te engaíiastristemente.<br />
¿Crees tuque el que ha visto una ciudad saqueada<br />
en que mil cristianos perecieron en las llamas ó pasados á <strong>de</strong>güello,<br />
se <strong>de</strong>tendrá en atormentar á un perro judío por mas que añile y<br />
grite? ¿O piensas que esos esclavos, que no tienen mas ley, mas<br />
patria, ni mas conciencia que la voluntad <strong>de</strong> su amo, y que tan<br />
pronto manejan el palo como el veneno, y la.cuerda como el ¡moa:,<br />
tendrán compasión <strong>de</strong> tí, cuando ni siquiera entien<strong>de</strong>n el idioma<br />
en que les hablas? Ten pru<strong>de</strong>ncia, viejo: <strong>de</strong>sembarázate <strong>de</strong> una<br />
parte <strong>de</strong> tu inútil riqueza; <strong>de</strong>vuelve á los cristianos una porción<br />
<strong>de</strong> lo que les has robado con tus usuras. Muy en breve volveres á<br />
henchir la bolsa con tus arterías; pero no hay medicina en la tierra<br />
que pueda restituirte el pellejo y la carne que <strong>de</strong>jes en esos bar<br />
rotes. Despáchate y prepara el rescate, y alégrate <strong>de</strong> escapar á tanbajo<br />
precio <strong>de</strong> este calabozo, <strong>de</strong> que pocos han salido con vida. No<br />
gastaré mas palabras contigo, Decí<strong>de</strong>te entre la bolsa y el pe-
CAPÍTULO XXII. 183<br />
¡lejo. Tu suerte está en tus manos: habla, y se te dará gusto.<br />
— Ten compasión, dijo el judio : no puedo escoger entre los me<br />
dios que propones: mis faculta<strong>de</strong>s no me permiten suscribir á tan<br />
exorbitante <strong>de</strong>manda.<br />
—Desnudadlo, esclavos, dijo el caballero, y asístanlo los <strong>de</strong> su<br />
casta si pue<strong>de</strong>n.»<br />
Los satélites, obe<strong>de</strong>ciendo mas bien los ojos y los gestos <strong>de</strong>l Barón<br />
que sus palabras, echaron mano <strong>de</strong>l infeliz Isaac, le arrancaron <strong>de</strong>l<br />
suelo, y colocándole entre los dos, aguardaron la última señal <strong>de</strong>l<br />
feroz normando. El mísero hebreo miró sucesivamente á los tres,<br />
esperando leer en sus rostros algunos síntomas <strong>de</strong> misericordia;<br />
pero el <strong>de</strong> Frentc-<strong>de</strong>-buey manifestaba la misma fria é implacable<br />
sonrisa que al principio; y los ojos feroces <strong>de</strong> los sarracenos cente~<br />
lleaban entre sus negras pupilas, realzando su horrorosa espresion<br />
el blanco círculo que los ro<strong>de</strong>aba, como si lejos <strong>de</strong> repugnar al mi<br />
nisterio que iban á ejercer, gozasen <strong>de</strong> antemano <strong>de</strong> la escena que<br />
se preparaba. El judío miró en seguida las ardientes ascuas, sobre<br />
las cuales iban á ser estendidos sus miembros; y perdiendo toda es<br />
peranza <strong>de</strong> compasión <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> su verdugo, cedió <strong>de</strong> su tenaz<br />
resolución.<br />
Pagaré, dijo, las mil libras <strong>de</strong> plata; quiero <strong>de</strong>cir, añadió <strong>de</strong>s<br />
pués <strong>de</strong> haberse parado un momento, las pagaré con la ayuda <strong>de</strong><br />
mis hermanos ; y será preciso que pordiosee á la puerta <strong>de</strong> la Si<br />
nagoga antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r juntar tan inaudita suma. ¿Cuándo y adon<br />
<strong>de</strong> las has <strong>de</strong> recibir?<br />
Vquí, y ahora, respondió Frente-<strong>de</strong>-buey. En estas balanzas<br />
lian <strong>de</strong> ser pesadas, y contadas en el suelo <strong>de</strong> este calabozo. ¿Pien<br />
sas que te <strong>de</strong>jaré ir sin tener el rescate en mis manos ?<br />
—¿Y quién me asegura, preguntó el judío, que se me <strong>de</strong>jará li<br />
bre <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber pagado?<br />
—La palabra <strong>de</strong> un noble normando que es algo mas que la <strong>de</strong><br />
un perro usurero, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey. La fe <strong>de</strong> un normando, que<br />
es mas pura que el oro y la plata <strong>de</strong> toda tu tribu.<br />
—Perdona, noble Lord, dijo el hebreo; pero ¿porqué he <strong>de</strong> con<br />
fiar en la palabra <strong>de</strong>l que no confia en la mia?<br />
—Porque no te queda mas arbitrio humano, dijo el caballero con<br />
firmeza. Si estuvieras en tu escritorio <strong>de</strong> York, y yo fuera á pedir<br />
te, prestado dinero, podrías dictar el interés y las fianzas. Este es<br />
mi escritorio ahora; aquí mando yo, y ni siquiera me digno rene-
184 IVASnOK.<br />
tir los tórnanos en virtud <strong>de</strong> los que se te ha <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>rla libertad.><br />
El judío suspiró al oír estas palabras. «Concé<strong>de</strong>me á lo menos, dijo,<br />
con mi libertad la <strong>de</strong> los compañeros que viajan conmigo. Me.<br />
<strong>de</strong>sprecian porque soy judío: sin embargo, se apiadaron <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sventura,<br />
y si les ha ocurrido la misma <strong>de</strong>sgracia que ámí, fué poique<br />
se <strong>de</strong>tuvieron á darme socorro: a<strong>de</strong>más, que pue<strong>de</strong>n ayudarme<br />
á pagar el rescate.<br />
—Si hablas <strong>de</strong> esos villanos sajones, dijo Frcnte-<strong>de</strong>-buey, su rescate<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rá <strong>de</strong> otras condiciones que el tuyo. Métete en tus negocios,<br />
judío, y <strong>de</strong>ja los ágenos.<br />
—¿Con que entonces, preguntó el hebreo, solo quedaremos libre*<br />
mi amigo el herido y yo?<br />
—¿Cuántas veces te he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir, repuso el caballero, que trates<br />
<strong>de</strong> tus asuntos y no <strong>de</strong> los que no te atañen ? Puesto que has <strong>de</strong>cidido<br />
ya tu suerte, paga el rescate y lo mas pronto mejor.<br />
—Oye un momento, dijo el judío, siquiera por ese mismo caudal<br />
que quieres adquirir á costa do tu «Detúvose aquí por miedo <strong>de</strong><br />
irritar al normando; mas este echándose á reir concluyó la frase<br />
interrumpida.c De mi conciencia querrás <strong>de</strong>cir: ya ves que soy mas<br />
manso que lo que crees, y que sé oir <strong>de</strong>nuestos <strong>de</strong> un inferior aunque<br />
sea judío. No eras tan paciente, Isaac, cuando pediste justicia<br />
contra .lacobo Fitzdotterel porque te llamó usurero y sanguijuela<br />
chupadora <strong>de</strong> sangre, cuando tus impías exacciones habían agotado<br />
su patrimonio.<br />
—Juro, dijo Isaac, que estás equivocado en ese asunto, Fitzdotterel<br />
sacó el puñal contra mí en mi propio aposento porque le pedí<br />
el dinero que me <strong>de</strong>bia, habiendo espirado el término <strong>de</strong> su pagaré,<br />
que era por Pascua.<br />
—Poco me importa, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey : lo que me importa e><br />
saber cuando tendré lo mió. ¿Cuándo me pagas Isaac?<br />
—Deja que mi hija Rebeca vaya ái York, dijo el judío, con tu .-a!<br />
vocondueto: y lo que tar<strong>de</strong> en volver un hombrea caballo <strong>de</strong> aquella<br />
ciudad . eso tardará el tesoro •> Aquí se paró, y lanzó un profundo<br />
suspiro. «Eso, continuó, tardará el tesoro en estar en tómanos.<br />
—¡Tuhija! esclamó Frente-<strong>de</strong>-buey, con alguna sorpesa. Porta<br />
Cielo santo que ahora me <strong>de</strong>sayuno <strong>de</strong> esa noticia. Creí que esa muchacha<br />
<strong>de</strong> ios ojos negros era tu concubina, y la he dado á sir Briai<br />
<strong>de</strong> Bois-Guilbert para que le sirva
C/VPÍTTJLO xxii. 185<br />
El chillido que lanzó el pobre hebreo al recibir este terrible golpe<br />
hizo temblar las bóvedas <strong>de</strong>l calabozo. Eos dos sarracenos sorprendidos<br />
le <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> las manos. Él se aprovechó <strong>de</strong> esta oportunidad<br />
para echarse <strong>de</strong> rodillas, y estrechar en sus brazos las <strong>de</strong> Frente-do<br />
buey.<br />
«Toma todo lo que <strong>de</strong> mí has exigido, dijo ; toma diez veces mas;<br />
déjame en canosa, si quieres; atraviésame el corazón; tríeme en esa<br />
hornilla, con tal que mi bija salga <strong>de</strong>este castillo libre y con honor.<br />
Si has nacido <strong>de</strong>l seno <strong>de</strong> una mujer, no <strong>de</strong>soigas el ruego <strong>de</strong> un<br />
padre que solo pi<strong>de</strong> el honor <strong>de</strong> su hija. Es la hmígen <strong>de</strong> mi difunta<br />
Baque!, y la única que conservo <strong>de</strong> las seis prendas <strong>de</strong> su amor.<br />
¿ Privarás á un pobre viudo <strong>de</strong>l único apoyo que le queda en la<br />
tierra? ¿ be obligarás á <strong>de</strong>sear que el único objeto <strong>de</strong> su cariño repose<br />
en el sepulcro <strong>de</strong> sus padres, al lado <strong>de</strong> la que le dio el ser ?<br />
4<br />
--Quisiera, dijo el "Normando con menos aspereza, cpiisiera haberlo<br />
salado antes. Yo creí que los <strong>de</strong> tu raza solo tienen apego al<br />
bolsillo.<br />
—No pienses tan mal <strong>de</strong> nosotros, dijo Isaac aprovechándose <strong>de</strong><br />
aquellas buenas disposiciones: la zorra perseguida, ama á sus cachorros;<br />
el <strong>de</strong>spreciado y perseguido <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Abrabam<br />
ama á sus hijos.<br />
—Sea así en buena hora, dijo el caballero, y así lo creeré <strong>de</strong> ahora<br />
en a<strong>de</strong>lante, puesto que lo dices; pero <strong>de</strong> nada te pue<strong>de</strong> servir<br />
eso por ahora. No puedo remediar lo que ha sucedido, ni evitar lo<br />
que pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r: he empeñado mi palabra á mis amigos y compañeros,<br />
y no faltaré á ella por todos los judíos y judías déla tierra.<br />
Adcemis, ¿que daño ha <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r á la muchacha, por estar en<br />
manos <strong>de</strong> Bois-Guilbert como parte que le correspon<strong>de</strong> en el botin?<br />
— ¡Qué daño! esclamó el judío, retorciendo las manos, con las <strong>de</strong><br />
mostraciones <strong>de</strong>l mas acerbo dolor. ¿Cuando respiró Bois-Guilbert<br />
otra cosa que crueldad á los hombres, y <strong>de</strong>shonra alas mujeres?<br />
— ¡Perro infiel! dijo el caballero lanzando fuego por los ojos y<br />
<strong>de</strong>jándose llevar <strong>de</strong> la cólera que habia estado comprimiendo. ¿Así<br />
blasfema tu lengua <strong>de</strong> víbora <strong>de</strong> un caballero? Apercíbete á pagar<br />
tu rescate, ó á morir.<br />
— Ladrón villano, dijo el judío en respuesta á los insultos <strong>de</strong> su<br />
opresor, con rabia impotente, pero que le reventaba en el corazón;<br />
ni una sola moneda tendrás <strong>de</strong> mí. si no pones en libertad á mi<br />
bija Rebeca.
18tj IVANHOE.<br />
—¿Estás en tu sentido, israelita? dijo el caballero. ¿Tienen tus<br />
carnes algún ensalmo que las preserven <strong>de</strong>l hierro encendido y<br />
<strong>de</strong>l aceite hirviendo?<br />
—No me importa, dijo el hebreo, <strong>de</strong>sesperado ya á impulsos <strong>de</strong>l<br />
amor paterno: haz lo que quieras. Mí hija es mi carne y mi sangre,<br />
cien veces mas preciosa á mi corazón que estos miembros que con<br />
tan infernal crueldad amenazas. No, no te gozarás con mi plata, á<br />
menos que sea <strong>de</strong>rritiéndola yo mismo en tu codiciosa garganta:<br />
ni un lúzante tendrás <strong>de</strong> mi, aunque fuera para libertarte <strong>de</strong> la<br />
eterna con<strong>de</strong>nación que toda tu vida merece. Toma mi vida, si quie-'<br />
res; y di <strong>de</strong>spués que un judío supo, en medio <strong>de</strong> los tormentos,<br />
frustrar tus esperanzas.<br />
—Ahora lo veremos, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y pronto sabrás lo que<br />
son hierro y aceite. Desnudadle, esclavos, y al fuego con él.»<br />
Un <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> la débil resistencia <strong>de</strong>l anciano, los esclavos le<br />
habían ya <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong> su ropaje esterior, é iban á continuar la<br />
operación, cuando el sonido <strong>de</strong> una trompeta, dos veces repetido,<br />
penetró en los ámbitos <strong>de</strong>l subterráneo, y en seguida se oyeron<br />
gritos que llamaban con ahinco á sir tteginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey.No<br />
queriendo que le encontrasen en aquella infernal ocupación, el perverso<br />
Barón mandóá los esclavos que restituyesen á Isaac sus vestiduras,<br />
y salió con ellos <strong>de</strong>l calabozo, <strong>de</strong>jándole ocupado en dar<br />
gracias á Dios por haber escapado <strong>de</strong> aquel apuro, y en lamentar la<br />
suerte <strong>de</strong> su hija, sobre la cual su afecto le inspiraba los mas negros<br />
presentimientos.<br />
CAPÍTULO XXIII.<br />
El aposento que se habia <strong>de</strong>stinado á lady Itowena conservaba<br />
algunos restos <strong>de</strong> ornato y magnilicencia, <strong>de</strong> modo que dcbia consi<strong>de</strong>rarse<br />
como una distinción y señal <strong>de</strong> respeto, <strong>de</strong> que no<br />
habían sido dignos los otros cautivos. Hacia mucho tiempo que<br />
habia muerto la mujer <strong>de</strong> sir Tteginaldo, para quien se amuebló<br />
en otra época; y el <strong>de</strong>scuido y el abandono habían <strong>de</strong>gradado todos<br />
sus adornos. La tapicería pendía en varias partes, dividida en<br />
girones y fragmentos, y en otras el sol y el tiempo habían borrado<br />
sus colores y dibujo. A pesar <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, aquella era la
CAPÍTULO XXIII. 187<br />
única pieza <strong>de</strong> la casa que había parecido digna <strong>de</strong> servir <strong>de</strong> habitación<br />
Á la here<strong>de</strong>ra sajona, ALA que <strong>de</strong>jaron sola, abandonada á las<br />
Meditaciones que su suerte <strong>de</strong>bia inspirarle hasta que estuviesen<br />
preparados los actores (pie <strong>de</strong>bían tomar parte en aquel infame<br />
drama. Todas estas disposiciones habían sido trazadas en una conferencia<br />
que tuvieron Frente-<strong>de</strong>-buey, el Templario y Bracy, en el<br />
cual, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> largo y acalorado <strong>de</strong>bate sobre las ventajas peculiares<br />
que cada uno quería sacar <strong>de</strong> la parte que habia tomado en la<br />
empresa, quedaron al lin <strong>de</strong> acuerdo sóbrela suerte <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>sventuradas<br />
víctimas.<br />
Era ya cerca <strong>de</strong> la hora <strong>de</strong> medio dia, cuando Bracy, en cuyo favor<br />
se habia fraguado en su principio aquel atentado, empezó á poner<br />
en ejecución los <strong>de</strong>signios que habia concebido para apo<strong>de</strong>rarse<br />
<strong>de</strong> la mano y <strong>de</strong> los bienes <strong>de</strong> lady Kovena.<br />
Sin embargo, no se ocupó todo el intervalo <strong>de</strong> que hemos hecho<br />
mención en el consejo <strong>de</strong> los caudillos; porque Bracy habia empleado<br />
algún tiempo en adornarse con todos los primores <strong>de</strong> las modas<br />
que entonces reinaban. Habían <strong>de</strong>saparecido lamascarilla y el gabán<br />
ver<strong>de</strong>. Su larga cabellera caía en trenzas sobre las pieles <strong>de</strong>l<br />
vestido, el cual era una túnica que no pasaba <strong>de</strong> las rodillas, sujeta<br />
con un cinturon cubierto <strong>de</strong> bordados y realces <strong>de</strong> oro, <strong>de</strong> la que<br />
pendía una espada <strong>de</strong> extraordinarias dimensiones. Ya hemos<br />
hecho mención <strong>de</strong> la estravagante hechura <strong>de</strong> los zapatos que usábanlos<br />
galanes <strong>de</strong> aquel tiempo; y las puntas <strong>de</strong> los <strong>de</strong> Mauricio<br />
<strong>de</strong> Bracy podian apostárselas con las astas <strong>de</strong> ciervo mas largas y<br />
retorcidas. Tal era el gusto reinante; y en la ocasión <strong>de</strong>que vamos<br />
hablando, realzaban el efecto <strong>de</strong>l atavío la buena presencia y gallardo<br />
continente <strong>de</strong>l que lo llevaba, cuyos modales tenían la grana<br />
<strong>de</strong> un cortesano y la franqueza <strong>de</strong> un militar.<br />
Saludó á lady Kowena quitándose el gorro <strong>de</strong> terciopelo, al que<br />
•ervia <strong>de</strong> broche un medallón que representaba á san Miguel<br />
hollando la cerviz <strong>de</strong>l Príncipe <strong>de</strong> las tinieblas; y con el mismo<br />
HIZO seña ALA dama que tomase asiento; mas como ella permanecía<br />
m pié, el caballero se quitó el guante <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong>recha, y se la<br />
¡ resentí) en a<strong>de</strong>man <strong>de</strong> conducirla al sillón inmediato. Revena<br />
•vi¡ usó con gesto majestuoso la oferta.<br />
—Si estoy, dijo, en presencia <strong>de</strong> mi carcelero, como no puedo<br />
• •(darlo, me conviene permanecer en esta situación hasta saber le<br />
- mrte que me está reservada.
188 IVAXHOK.<br />
«Ali! hermosa Bowena, dijo Bracy, estáis en presencia <strong>de</strong> vuestro<br />
cautivo, que no <strong>de</strong> vuestro opresor, y esos lindos ojos son los<br />
que <strong>de</strong>ben <strong>de</strong>cidir la ventura <strong>de</strong> mi vida.<br />
—No os conozco, respondió la dama con toda la altivez <strong>de</strong> una<br />
noble ofendida y <strong>de</strong> una hermosa insultada. No os conozco; y la<br />
insolente familiaridad con que me dirigís esa algarabía <strong>de</strong> coplero,<br />
no justifica en manera alguna la violencia que con migo habéis<br />
usado.<br />
—Tuya es la culpa, hermosa doncella, continuó el aventurero<br />
en el mismo tono con que había empezado la conversación; y <strong>de</strong><br />
tus prendas hechiceras, si he traspasado la línea <strong>de</strong>l respeto, cuando<br />
estoy mirando en tí la reina <strong>de</strong> mi corazón y la estrella do<br />
mis ojos.<br />
—Os repito, señor caballero, que no os conozco, y que ningún<br />
hombre que calza espuela dorada, y lleva ca<strong>de</strong>na al cuello, se introduce,<br />
como vos lo habéis hecho, en presencia <strong>de</strong> una dama in<strong>de</strong>fensa.<br />
—Mi <strong>de</strong>sgracia es que no me conozcáis, dijo el aventurero; aunque<br />
<strong>de</strong>bo lisonjearme con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el nombre <strong>de</strong> Bracy ha<br />
llegado á vuestros oidos, si alguna vez oistes á los poetas y á los<br />
heraldos celebrar las hazañas <strong>de</strong>l campo y <strong>de</strong>l torneo.<br />
—Heraldos y poetas, dijo lady líovena, canten si quieren tus<br />
encomios, mas propios <strong>de</strong> sus labios que <strong>de</strong> los mios. ¿Cuál <strong>de</strong> ellos<br />
recordará en sus trovas ó en los libros <strong>de</strong> justa la memorable victoria<br />
<strong>de</strong> esta noche, ganada contra, un anciano y unos pocos tímidos<br />
siervos, y <strong>de</strong> la cual ha sido botín una infeliz doncella arrebatada<br />
mal <strong>de</strong> su grado al castillo <strong>de</strong> un raptor?<br />
—Sois por <strong>de</strong>más injusta, lady Bovena, dijo el caballero mordiéndose<br />
confuso los labios y hablando en tono mas análogo á su<br />
índole que el <strong>de</strong> galantería que hasta entonces había adoptado.<br />
Desconocéis la fuerza <strong>de</strong> la pasión, y no podéis escusar la pasión<br />
agena aunque la inspiró vuestra hermosura.<br />
—Os ruego, dijo lady líovena, que <strong>de</strong>jéis ese idioma <strong>de</strong> pisaver<strong>de</strong>,<br />
tan impropio en boca <strong>de</strong> un caballero. Sin duda me obligareis<br />
á tomar asiento, si empezáis esa cáfila, <strong>de</strong> neceda<strong>de</strong>s, <strong>de</strong> que no hay<br />
mancebo <strong>de</strong> barbería que no tenga suficiente acopio para estar<br />
charlando <strong>de</strong> aquí á Navidad.<br />
— Doncella orgullosa, respondió Bracy <strong>de</strong>spechado al ver el menosprecio<br />
que le habia grangeado su galantería, también es or-
CM'ÍTIÍLO xxm, 18í*<br />
trulloso el hombre que está en tu presencia. Sabe pue^ que el modo<br />
con que he sostenido mis pretensiones es el que mas correspon<strong>de</strong><br />
á tu índole, puesto que prefieres la fuerza abierta á los medios<br />
pacíficos y & la cortesía.<br />
—-Cortesía en la lengua, dijo lady Rowena, y ruindad en las ac<br />
• •iones es talabarte <strong>de</strong> caballero en la cintura <strong>de</strong> un <strong>de</strong>spreciable<br />
ulano. No me admiro <strong>de</strong> que te <strong>de</strong>sconcierten la reserva y el <strong>de</strong><br />
• oro. Mas convendría á tu honor haber conservado el trage y el<br />
habla <strong>de</strong> un bandido, que disfrazarlos sentimientos <strong>de</strong>l que real<br />
mente lo es. con modales y palabras <strong>de</strong> galantería.<br />
—bien me aconsejas, dijo el caballero; y en pocas y terminantes<br />
palabras, que son las que convienen á acciones resueltas, te <strong>de</strong>cía<br />
r > que jamás saldrás <strong>de</strong> este castillo sino como esposa <strong>de</strong> Mauricio<br />
190 IVA..NH0K.<br />
—¡Wilfrido aquí! eselamó lady Rowena con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>n. Tai; cierto<br />
;s eso, como que Keginaldo Prente-<strong>de</strong>-buey es su rival. •><br />
De Ilracy la estuvo mirando algún rato con firmeza. «¿Lo ignorabas<br />
en efecto? le preguntó. ¿No sabias que viajaba en la litera <strong>de</strong>l<br />
judío? ¡Digno carruaje por cierto <strong>de</strong> un cruzado! y terminó esta<br />
esclamacion riéndose á carcajadas.<br />
—ó" aunque fuera cierto elijo lady Rowena violentando sus sentimientos<br />
y comprimiendo el terror que le había dado aquella noticia,<br />
aunque le parecía imposible disimularlo; y aunque estuviera<br />
aquí Wilfrido, ¿en dón<strong>de</strong>; está su rivalidad con Prente-<strong>de</strong>-buey?<br />
;A qué tiene que temer si no es un breve cautiverio y un rescate<br />
honroso, según los usos <strong>de</strong> la caballería?<br />
—Rowena, dijo el caballero, ya veo que estás en el mismo error<br />
que alucina á todas las <strong>de</strong> tu sexo, las cuales piensan que no pue<strong>de</strong><br />
haber otra rivalidad entre los hombres que la que nace <strong>de</strong> la pasión<br />
que ellas inspiran. ¿No sabes qiie hay celos en la ambición y<br />
en la riqueza, lo mismo que en el amor? Nuestro huésped Prente<strong>de</strong>-buey<br />
se <strong>de</strong>sembarazará con tanta prontitud, con tanta facilidad,<br />
y con tan pocos escrúpulos <strong>de</strong>l que contradiga sus <strong>de</strong>rechos á<br />
la rica baronía, <strong>de</strong>, Ivanhoe, como <strong>de</strong>l que le dispute la posesión <strong>de</strong><br />
unos ojos azules. Acepta mis proposiciones, y el campeón herido<br />
no tendrá nada que temer <strong>de</strong> Keginaldo Prente-<strong>de</strong>-buey, <strong>de</strong> quien<br />
<strong>de</strong>bes recelar los mayores escesos si no te ablandas, como <strong>de</strong> un<br />
hombre que jamás ha sentido un impulso <strong>de</strong> compasión en so<br />
pecho.<br />
—¡Sálvalo, por el Dios que está en los cielos! eselamó lady líow o<br />
oa abandonándose sin reserva al terror que le inspiraba le. suerte<br />
<strong>de</strong> su amante.<br />
—Puedo salvarle, lo <strong>de</strong>seo, y tal es mi intención, dijo liraoy:<br />
porque cuando Rowena consienta en ser mi esposa, ¿quién se atreverá,<br />
á poner las manos en su pariente, en el hijo <strong>de</strong> su tutor, en el<br />
compañero <strong>de</strong>. su infancia? Tu mano <strong>de</strong>be ser el precio <strong>de</strong> su seguridad:<br />
porque yo no soy uno <strong>de</strong> esos héroes novelescos que patrocinan<br />
y amparan á los que se oponen como invencibles obstáculos<br />
a sus <strong>de</strong>seos. T T<br />
sa en su favor <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que en mí ejerces, y está<br />
ubre: continúa en tu tenacidad, y muere: y tú misma no v-]:('rc>:<br />
recobrar tan pronto la libertad.<br />
— La indiferencia cor, que bables, dijola doncella sajona, no pue<br />
<strong>de</strong> concillarse con les e+rocida<strong>de</strong>s que tus palabras espre-on \"o
CAPÍTULO XXIII. ít)I<br />
reo que tus intenciones sean tan perversas, ni que sea tan gran<strong>de</strong><br />
tu po<strong>de</strong>río.<br />
—Lisonjéate con esa creencia, dijo el caballero, y el tiempo te <strong>de</strong>sengañará.<br />
Tu amante, el ídolo <strong>de</strong> tu corazón, está herido en este<br />
•astillo. Su vida es un obstáculo á los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey<br />
lóseos mucho mas imperiosos en su corazón, que todos los que<br />
aciertan á escitar el amor y la ambición. Con un puñal ó con una<br />
jabalina pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>shacerse en un momento <strong>de</strong> este embarazo. Y si<br />
Reginaldo no se atreve á obrar tan á las claras, el médico le dará<br />
una medicina, ó la enfermera que le asiste le <strong>de</strong>spachará <strong>de</strong> cualquier<br />
manera, y Wilfrido, en su actual situación, muere sin efusión<br />
<strong>de</strong> sangre. También Cedric...<br />
—¡Cedric también! esclamó lady Rovcena: ¡minoble, mi generoso<br />
tutor! Merezco los males que me ro<strong>de</strong>an, por haber olvidado su<br />
suerte, tan preciosa á mis ojos como la <strong>de</strong> su hijo.<br />
—La suerte <strong>de</strong> Cedric, dijo el normando, <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> también <strong>de</strong> tu<br />
resolución, y yo la pongo en tus manos.»<br />
Hasta aquí lío nena había sostenido su papel en aquella terrible<br />
escena con valor inapeable; pero no había consi<strong>de</strong>rado todavía cuan<br />
inminente y cuan serio era el peligro que la amenazaba. Su índole<br />
era, la que los fisonomistas atribuyen á la beldad perfecta, es <strong>de</strong>cir,<br />
suave, tímida y blanda; pero su educación y los sucesos <strong>de</strong> su juventud<br />
la habían alterado y fortalecido. Acostumbrada á que todos<br />
los que la ro<strong>de</strong>aban cediesen á sus <strong>de</strong>seos, hasta el mismo Cedric,<br />
que no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser arbitrario y predominante con los otros, había<br />
adquirido aquella confianza y seguridad que resulta <strong>de</strong> la docilidad<br />
agena. Apenas podia concebirla posibilidad <strong>de</strong> que la <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ciesen,<br />
y mucho menos la <strong>de</strong> que la tratasen sin respeto ni <strong>de</strong>ferencia.<br />
Su altanería, su hábito <strong>de</strong> dominar, habían formado en ella un<br />
carácter opuesto á la naturaleza, el cual no pudo por consiguiente<br />
sostenerse cuando <strong>de</strong>scubrió <strong>de</strong> pronto el peligro en que se hallaban .<br />
ella misma, su amante y su tutor, objetos en que todos sus afectos<br />
se encerraban ; y cuando vio que su voluntad, que hasta entonces<br />
con la mas ligera indicación era obe<strong>de</strong>cida y respetada, tei<br />
ia que doblarse ante un hombre <strong>de</strong> índole firme, altiva y <strong>de</strong>terminada,<br />
que tenia la fuerza en las manos y estaba resuelto á<br />
osaría.<br />
Después <strong>de</strong> haber mirado en torno <strong>de</strong> sí buscando auxilio, que
nadie podía darle, alzó las manos al cielo, y se abandonó á todoios<br />
estreñios <strong>de</strong>l dolor y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>specho. Era imposible mirar á tan<br />
hermosa criatura, <strong>de</strong>vorada por aquella cruel angustia, sin compa<br />
<strong>de</strong>cerla y aliviarla. Braey no pudo ser insensible á aquel espectáculo,<br />
aunque su embarazo era mayor que su compasión. Se habia<br />
a<strong>de</strong>lantado en <strong>de</strong>masía, y no le era dado retroce<strong>de</strong>r: mas conoció<br />
«pie en la situación en que se hallaba U'owena, tan inútiles serian<br />
las raaoues como las amenazas. Dio algunos pasos por el aposento,<br />
ora exhortando á la hermosa doncella y procurando tranquilizarla,<br />
ora cavilando lo que <strong>de</strong>bería hacer en aquel apuro.<br />
«Si me <strong>de</strong>jo llevar, <strong>de</strong>cía en su interior, por las lagrimas <strong>de</strong> esta<br />
<strong>de</strong>sconsolada criat ira, ¿ qué habré sacado <strong>de</strong> los riesgo-- que be cor<br />
rido, sino la pérdida <strong>de</strong> mis esperanzas, y la burla y la rechifla <strong>de</strong>l<br />
principie .luán y <strong>de</strong> sus alegres cortesanos? Por otra parte, ¿cómo<br />
he <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l paso en que me he comprometido? No puedo mirar<br />
con serenidad eso hermoso rostro <strong>de</strong>sfigurado por las contorsiones<br />
<strong>de</strong>l terror, ni esos ojos divinos bañados en llanto. [Ojalá hubiera<br />
conservado su primera altivez, y ojalá tuviera yo un corazón di<br />
tironee como el <strong>de</strong>, Reginaldo!<br />
Agitado por estos pensamientos, lo único (pie pialo hacer fué <strong>de</strong><br />
cir algunas palabras <strong>de</strong> consuelo á la bella cautiva, asegurándola<br />
que no habia motivo para que so abandonase á tan terrible <strong>de</strong>sesperación.<br />
Pero en medio <strong>de</strong> este discurso, llegaron á sus oídos los<br />
ecos penetrantes <strong>de</strong> la trompeta que habia sobresaltado á los otros<br />
habitantes <strong>de</strong>l castillo, y este inci<strong>de</strong>nte interrumpió bis planes <strong>de</strong><br />
su ambición y <strong>de</strong> su brutal galantería. Quizás celebro aquella interrupción<br />
mas que su <strong>de</strong>sventurada prisionera; porque su conferencia<br />
con esta había llegado á un punto en que ni sabia continua!<br />
ni abandonarla empresa comenzada.<br />
Y aquí nos es forzoso presentar pruebas algo mas sólidas que la<br />
narración do una novela, para justificar á, ¡os ojos <strong>de</strong> nuestros lee<br />
toros el <strong>de</strong>plorable cuadro que acabarnos do <strong>de</strong>scubrirles. Es dolo<br />
roso pensar que aquellos intrépidos barones, á. quienes se <strong>de</strong>ben las<br />
liberta<strong>de</strong>s do que goza actualmente la Inglaterra, eran opresores<br />
implacables, y capaces <strong>de</strong> los mas crimínales esce-os,contrarios ¡a<br />
solo á las leyes <strong>de</strong> Inglaterra, sino ñ las <strong>de</strong> la. naturaleza y á las <strong>de</strong><br />
¡a humanidad. Pero con solo estractar <strong>de</strong> las obras <strong>de</strong>l laborioso<br />
Henry uno <strong>de</strong> los innumerables pasaje.- que ha copiado <strong>de</strong> los autores<br />
contemporáneos, nos con» enceramos <strong>de</strong> que ¡as ficciones: la
CAPÍTULO XX) 11. 193<br />
fantasía no alcanzan á la espantosa realidad do los horrores <strong>de</strong><br />
aquel siglo.<br />
La <strong>de</strong>scripción que da aquel escritor <strong>de</strong> las cruelda<strong>de</strong>s que ejer<br />
cían en el reinado <strong>de</strong> Esteban los gran<strong>de</strong>s barones y señores <strong>de</strong> cas<br />
tillos, que eran todos normandos, suministra hartas pruebas <strong>de</strong> los<br />
cscesos <strong>de</strong> que eran capaces cuando se inflamaban sus pasiones.<br />
•Oprimían á las gentes pobres, dice el cronista sajón, obligándo<br />
los á edificar sus castillos; y cuando estaban edificados, los guar<br />
necían con hombres malvados, ó mas bien <strong>de</strong>monios, que se apo<strong>de</strong><br />
raban <strong>de</strong> los villanos, sin distinción <strong>de</strong> sexo, si creían que poseían<br />
algún dinero, y les encarcelaban y les daban tormentos atroces.<br />
\lgunos morían ahogados en fango; y otros colgados por los pies,<br />
ó por los pulgares <strong>de</strong> la mano, ó por la cabeza, y <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> estos<br />
cuitados se encendían hogueras. Apretaban á otros las cabezas con<br />
cuerdas añudadas, hasta que penetraban en los sesos; y otros eran<br />
arrojados á mazmorras en que hormigueaban serpientes y sapos y<br />
otras alimañas y sabandijas malignas.» Mas no queremos dar á<br />
nuestros lectores el mal rato <strong>de</strong> que lean lo restante <strong>de</strong> la <strong>de</strong>s<br />
cripción.<br />
Otra prueba <strong>de</strong> los amargos frutos que produjo la. conquista, y<br />
quizás la mas convincente que pue<strong>de</strong> citarse, es que la emperatriz<br />
Matil<strong>de</strong>, aunque hija <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Escocia, y <strong>de</strong>spués reina <strong>de</strong> Ingla<br />
terra y emperatriz <strong>de</strong> Alemania; hija por consiguiente, esposa y<br />
madre <strong>de</strong> monarcas, se vio obligada durante los años <strong>de</strong> su juven<br />
tud que pasó en Inglaterra para recibir educación, á tomar el velo<br />
<strong>de</strong> monja, como único recurso que le quedaba para huir <strong>de</strong> la per<br />
secución licenciosa <strong>de</strong> los nobles normandos. Así lo <strong>de</strong>claró ella<br />
misma ante el Concilio <strong>de</strong>l clero <strong>de</strong> Inglaterra: el cual reconoció la<br />
fuerza y vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> tan po<strong>de</strong>roso motivo, y la notoriedad <strong>de</strong> los he<br />
chos en que se fundaba, dando un testimonio auténtico é irrefraga<br />
ble <strong>de</strong> la corrupción <strong>de</strong> costumbres cpie <strong>de</strong>shonraba aquella época.<br />
Rra un hecho público, <strong>de</strong>cía el clero, que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la conquista<br />
<strong>de</strong>l rey Guillermo, sus partidarios normandos, ensoberbecidos con<br />
tan señalado triunfo, no reconocían otra ley que la <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>stem<br />
plados apetitos: y no solo <strong>de</strong>spojaban á los conquistados sajones<br />
<strong>de</strong> sus haciendas y bienes, sino que atentaban también al honor <strong>de</strong><br />
sus mujeres y <strong>de</strong> sus hijas con el mas <strong>de</strong>scarado <strong>de</strong>senfreno; y <strong>de</strong><br />
aquí provino que muchas matronas y doncellas tomasen el veló re<br />
ligioso, y se acogiesen al abrigo <strong>de</strong> los conventos, ne porque las<br />
13
194 IVANHOK.<br />
llamase la vocación divina, sino solo para preservar su honor <strong>de</strong><br />
aquellos hombres perversos y <strong>de</strong>sbocados.<br />
Tales eran las costumbres licenciosas <strong>de</strong> aquella era, si hemos <strong>de</strong><br />
dar crédito á la <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> todo el clero inglés; y nada mas<br />
añadiremos para justificar la probabilidad <strong>de</strong> las escenas que hemos<br />
referido y <strong>de</strong> las que vamos á referir, con el apoyo, no tan respetable<br />
como el que acabamos <strong>de</strong> citar , <strong>de</strong>l Cronicón que nos sirve df<br />
guia<br />
CAPÍTULO XXIV.<br />
Mientras ocurrían las escenas que acabamos <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir en diferentes<br />
partes <strong>de</strong>l castillo , la judía Rebeca estaba aguardando la<br />
suerte cpie se le <strong>de</strong>paraba en lo interior <strong>de</strong> una torrecilla algo distante<br />
<strong>de</strong> las principales alas <strong>de</strong>l edificio. Allí la habían conducid,<br />
dos <strong>de</strong> sus enmascarados raptores, y al entrar en la pieza, se hall'<br />
con una vieja sibila quo cantaba una antigua trova sajona, llevando<br />
el compás á los giros que daba su uso por el suelo. Alzó la vista<br />
la vieja cuando oyó el ruido , y la fijó en la judía con aquella raa -<br />
ligua envidia que escita siempre en la <strong>de</strong>crepitud y en la fealdad,<br />
sobre todo cuando se le agrega una perversa condición , el aspeetr<br />
<strong>de</strong> la juventud y <strong>de</strong> la hermosura.<br />
«Marcha <strong>de</strong> aquí, bruja, dijo uno <strong>de</strong> los enmascarados VA ame ;•<br />
manda. Deja tu puesto á quién vale mas que tú.<br />
— Ah '. respondió la vieja, ¡cómo se pagan mis servicios ! Acuerdóme<br />
<strong>de</strong> cuando una sola palabra do mi boca bastaba para echar fe<br />
suelo al ginete mas intrépido, y ahora estoy á disposición <strong>de</strong>l mas<br />
ruin <strong>de</strong> los lacayos!<br />
— Señora Ilrfrieda, dijo otro <strong>de</strong> ¡os <strong>de</strong>sconocidos , no perdáis e!<br />
tiempo en palabras, sino <strong>de</strong>jad libre el puesto. Lo rpie manda el am •<br />
se obe<strong>de</strong>ce sin chistar. Pasaron tus tiempos, amiga, y hace ya 'argos<br />
años que se puso el sol en tu horizonte. Eres como el caballo,<br />
que fué bueno en su tiempo, y ahora pasta como un asno ruin ¡a<br />
yerba <strong>de</strong>l prado. Anduviste y corriste como la mejor , pero ya cojeas.<br />
¡ Vamos á fuera, cojeando ó cómo puedas!<br />
— ¡ Malditos perros! esclamó la tal, sea vuestro sepulcro una pe-
CAPÍTULO XXIV. 195<br />
oilga; y Satanás cargue con mis huesos uno á uno si salgo <strong>de</strong> aquí<br />
antes <strong>de</strong> haber hilado el copo <strong>de</strong> mi rueca.<br />
— A.nda á <strong>de</strong>cirlo al amo si quieres, dijo el hombre; y se retiró<br />
<strong>de</strong>jando á Rebeca en compañía <strong>de</strong> la vieja , ante la cual tan contra<br />
su gusto habia sido traída.<br />
— ¿ Qué mil diablos es esto ? <strong>de</strong>cia entre dientes, echando <strong>de</strong> cuan -<br />
do en cuando una mirada maliciosa á Rebeca; pero ya caigo. ¡ Bellos<br />
ojos, cabellos negros y una tez blanca como la nieve ! Fácil es<br />
adivinar para que la envían á esta torre, don<strong>de</strong> bien pue<strong>de</strong> gritar<br />
y chillar, que así la oirán en el castillo como si estuviera á cien varas<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> tierra. Lechuzas tendrás por vecinas, hija mia, y con<br />
tanto respeto oirán y tanto caso harán esos hombres <strong>de</strong> sus aullido><br />
como <strong>de</strong> tus lamentos. ¡ Y es estranjera la buena moza! añadió observando<br />
el ropaje y el turbante <strong>de</strong> Rebeca. ¿ Y <strong>de</strong> qué tierra eres ?<br />
¿Sarracena? ¿Egipcia? ¡Qué ! ¿no respon<strong>de</strong>s? ¿ Lloras y no sabes<br />
hablar ?<br />
— No os enfadéis, buena mujer, dijo Rebeca.<br />
— iJasta, basta, repuso Urfrieda; que así se conocen los judío.por<br />
el habla como la zorra por la huella.<br />
— ¡Por Dios santo te pido, esclamó Rebeca, que me digas quéelo<br />
que puedo aguardar <strong>de</strong> la violencia que conmigo se ha usado!<br />
I Van á quitarme la vida? Háganlo cuando quieran.<br />
—Tu vida, perla! respondióla sibila. ¿De qué les pue<strong>de</strong> servir tu<br />
vida? Nada temas por esta parte. Lo que van á hacer contigo es lo<br />
que Laclan antes con las doncellas sajonas. Aquí me tienes á mí;<br />
joven era yo, y dos veces mas hermosa que tú cuando Frente-<strong>de</strong>buey,<br />
padre (ie ese Reginaldo, tomó por asalto este castillo á la cabeza<br />
<strong>de</strong> sus normandos. Mi padre y sus siete hijos <strong>de</strong>fendieron su<br />
casa solariega piso por piso y aposento por aposento. No habia un<br />
ladrillo, no habia un escalón que no estuviese cubierto <strong>de</strong> sangre.<br />
Murieron en la <strong>de</strong>manda; todos ellos perecieron : y antes que estuviesen<br />
frios sus cadáveres y seca la sangre que habían <strong>de</strong>rramado.<br />
Labia yo caído en manos <strong>de</strong>l vencedor , y era el escarnio <strong>de</strong> todos<br />
ios suyos.<br />
— ¿No hay <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> esperar socorro ? ¿ No hay medio alguno <strong>de</strong><br />
escapar <strong>de</strong> aquí? dijo Rebeca. Cuenta con un cuantioso galardón.<br />
— No pienses en eso, dijo la vieja; <strong>de</strong> aquí nadie escapa, si no es<br />
por las puertas <strong>de</strong> la muerte; y estas siempre se abren tar<strong>de</strong>; añadió<br />
sacudiendo su blanca cabellera. Con todo, pue<strong>de</strong> servir <strong>de</strong> con-
190 1VANH0E.<br />
suelo que los que quedan <strong>de</strong>trás han <strong>de</strong> esperimentar ¡a misma<br />
suerte. Pásalo bien, judía. Judía ó cristiana, no importa; todas pasan<br />
por el haro. Hombres son estos con tanto escrúpulo como compasión.<br />
Pásalo bien , hija: que ya he hilado mi copo. Se acabó mi<br />
tarea y ahora empieza la tuya.<br />
— ¡ Detente, <strong>de</strong>tente por el Dios <strong>de</strong> los cielos! clamó la judía ¡<strong>de</strong>tente<br />
aunque sea para mal<strong>de</strong>cirme y <strong>de</strong>spreciarme. Tu presencio<br />
pue<strong>de</strong> protegerme.<br />
— ¡ Mi presencia ! respondió la vieja. De maldita la cosa te serviría<br />
la <strong>de</strong> la reina mas encumbrada.»<br />
Dijo estas palabras saliendo <strong>de</strong> la pieza y riéndose con espantosas<br />
contorsiones cpie realzaban su fealdad. Cerró la puerta y bajó lentísimamente<br />
la escalera echando mil maldiciones en cada escalón<br />
.<br />
Rebeca <strong>de</strong>bia aguardar una suerte mas <strong>de</strong>sventurada que la <strong>de</strong><br />
Rowena: porque si esta podía esperar alguna sombra <strong>de</strong> respeto y<br />
cortesía ¿ que probabilidad habia <strong>de</strong> que se usase <strong>de</strong> algún comedimiento<br />
con una mujer <strong>de</strong> aquella nación tan perseguida y <strong>de</strong>spreciada<br />
? Sin embargo, la hebrea tenia la ventaja <strong>de</strong> que sus pensamientos<br />
habituales, y la firmeza natural <strong>de</strong> su índole la habían<br />
dispuesto á hacer frente á peligros como los que en aquella ocasión<br />
la amenazaban. Des<strong>de</strong> sus mas tiernos años habia tenido un carácter<br />
serio y observador ; la pompa y riqueza que su padre ostentaba<br />
en lo interior <strong>de</strong> su casa , y que veia reinar en las <strong>de</strong> los otros judíos<br />
opulentos no la habían alucinado; y jamás habia perdido <strong>de</strong><br />
vista la situación precaria <strong>de</strong> los <strong>de</strong> su Nación, ni los riesgos que<br />
continuamente corrían. Como Damocles en su famoso banquete,<br />
Rebeca, en medio <strong>de</strong> toda aquella profusión y magnificencia que le<br />
ro<strong>de</strong>aban, veia siempre sobre la cabeza <strong>de</strong>l judío la espada que colgaba<br />
<strong>de</strong> un cabello. Estas reflexiones le habían dado cierta madurez<br />
y templanza, y suavizado en ella la altanería y la obstinación,<br />
que quizás en otras circunstancias hubieran sido las calida<strong>de</strong>s sobresalientes<br />
<strong>de</strong> su índole.<br />
El ejemplo y las lecciones <strong>de</strong> su padre la habían enseñado í<br />
tratar con urbanidad y blandura á todos los que se le acercaban.<br />
No podia imitar los escesos <strong>de</strong> humillación <strong>de</strong> Isaac; porque no cabían<br />
en su alma la mezquindad <strong>de</strong> intenciones, y el sobresalto habitual<br />
que le dictaban aquella conducta : en su humildad se notahan<br />
algunas vislumbres <strong>de</strong> soberbia, como si se sometiera á los males
CAPÍTULO XXIV. 197<br />
á que la con<strong>de</strong>na su origen, con la certeza <strong>de</strong> ser acreedora por su<br />
mérito persnial á la estimación pública.<br />
Preparada <strong>de</strong> este modo á las cireustancias adversas que pudieran<br />
sobrevenir, babia adquirido la magnanimidad y la firmeza necesaria<br />
para hacerle frente. La posición en que á la sazón se hallaba<br />
requería gran presencia <strong>de</strong> ánimo, y ella echó mano <strong>de</strong> todas las<br />
<strong>de</strong>terminaciones capaces <strong>de</strong> sostener el suyo.<br />
Su primer diligencia fué examinar el aposento que se le había<br />
<strong>de</strong>stinado, y halló que no había casi esperanza <strong>de</strong> socorro ni <strong>de</strong> fuga.<br />
No había en él ni pasadizo, ni comunicación con otra pieza. La<br />
única interrupción <strong>de</strong>l muro, que era el mismo que formaba la<br />
torre, consistió en la puerta por don<strong>de</strong> había entrado y en una ventana<br />
ó postigo, ha puerta carecía <strong>de</strong> cerrojo y <strong>de</strong> pestillo en la parte<br />
interior. La ventana daba á un espacio circular ó azotea; la cual<br />
á primera vista le dio algunas esperanzas <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r escaparse por<br />
allí; mas en breve <strong>de</strong>scubrió que esta parte <strong>de</strong>l edificio no tenia<br />
comunicación con el resto <strong>de</strong> la fortaleza, sino que era un puesto<br />
aislado, asegurado, según era costumbre en aquellos tiempos, por<br />
un parapeto con almenas en que podían colocarse algunos ballesteros,<br />
no solo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la torre, sino para flanquear el muro<br />
<strong>de</strong>l castillo.<br />
No le quedaba pues otro recurso que su propia fortaleza y la vehemente<br />
confianza en el Señor <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s y Protector <strong>de</strong> la<br />
inocencia. Todas las cireustancias <strong>de</strong> su situación le anunciaban<br />
que <strong>de</strong>bía consi<strong>de</strong>rarse como en una crisis <strong>de</strong> castigo , y sufrirlo<br />
sin contaminar su alma con el pecado. Dispuesta <strong>de</strong> este modo ala<br />
resignación que conviene á una víctima, todas sus reflexiones la<br />
muducian á la firme resolución <strong>de</strong> someterse sin mormurar á,<br />
¡mantos infortunios pudiera encontrar en el camino <strong>de</strong> la vida, resistiendo<br />
ai mismo tiempo á todo lo que pudiera manchar la pure-<br />
'.a <strong>de</strong> su corazón.<br />
La cautiva tembló sin embargo, y mudo <strong>de</strong> color al oír pasos en<br />
la escalera, y mucho mas al ver que la puerta se abría lentamente,<br />
y (pie la cerró por <strong>de</strong>ntro con llave la persona que entraba, que era<br />
un hombre <strong>de</strong> alta estatura, vestido como los bandoleros que la habían<br />
atacado en el camino. La gorra 1c cubría la mitad <strong>de</strong>l rostro,<br />
y la otra mitad el embozo <strong>de</strong> la capa. De este modo, y como si le<br />
tvergonzasc á él mismo el crimen que estaba resuelto á cometer,<br />
i <strong>de</strong>sconocido se a<strong>de</strong>lantó hacia don<strong>de</strong> estaba la judia . y se paró
198 IVANHOB'<br />
en frente <strong>de</strong> ella. A pesar <strong>de</strong> lo que indicaba sutrage , parecía que<br />
no acertaba á esplicar el motivo que allí le conducía. Rebeca, esforzándose<br />
en cuanto lo permitía su turbación, lo sacó <strong>de</strong> este embarazo.<br />
Habíase <strong>de</strong>sabrochado dos costosos brazaletes y un collar, y<br />
ios presentó al supuesto bandido, creyendo sin duda que con satisfacer<br />
su codicia podría grangearse su protección.<br />
«Toma estas frioleras, le dijo, buen amigo, y por Dios ten piedad<br />
fie mí y <strong>de</strong> mi anciano padre. Las alhajas que te doy son <strong>de</strong> algún<br />
valor; pero con mucho mas pue<strong>de</strong>s contar si nos sacas <strong>de</strong> este<br />
castillo libres y sin daño.<br />
—Hermosa Rebeca , respondió el bandido; esas perlas son .le<br />
Oriente, y no llegan en albor á la <strong>de</strong> tu <strong>de</strong>ntadura; finos son esos<br />
diamantes, y el esplendor <strong>de</strong> tus ojos los eclipsa. Yo no hago .-150<br />
<strong>de</strong> la riqueza.<br />
—No sea así en la ocasión presente, dijo Rebeca; sé compasivo y<br />
pi<strong>de</strong> rescate. Con el dinero se compra el bienestar, y con ofen<strong>de</strong>r al<br />
<strong>de</strong>svalido solo se compra remordimiento. Mi padre satisfará todos tus<br />
<strong>de</strong>seos, y si obras con cordura, nuestros <strong>de</strong>spojos te bastarán para<br />
restituirte á la sociedad, para lograr el perdón <strong>de</strong> tus errores pasados,<br />
y para preservarte <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> cometer otros nuevos.<br />
—Bien hablas, dijo el embozado en lengua francesa, siéndole quizás<br />
difícil seguir la conversación en la sajona, en que Rebeca la<br />
habia empezado ; pero sabe, brillante lirio <strong>de</strong>l valle , que tu padre<br />
está ya en manos <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>roso alquimista que sabe convertir<br />
en oro y plata las barras <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong>l fogón <strong>de</strong> un calabozo. El venerable<br />
Isaac se halla á la hora esta en un alambique, que le hará<br />
<strong>de</strong>stilar gota á gota todo lo que mas ama en la tierra, sin que puedan<br />
valerle mi mediación ni tus súplicas. Tu rescate elebe pagarse<br />
en amor y en hermosura, y no acepto otra moneda.<br />
—No eres bandolero, dijo Rebeca en el mismo lenguaje <strong>de</strong> que se<br />
habia servido el disfrazado, porque ningún bandolero sabe rehusar<br />
ofertas como las que acabo <strong>de</strong> hacerte. Los <strong>de</strong> esta tierra no conocen<br />
el idioma en que me hablas : eres normando y quizás <strong>de</strong> noble<br />
nacimiento. Sé también noble en tus acciones, y arroja esa máscara<br />
que oculta <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> ultraje y <strong>de</strong> violencia.<br />
—Y tú , que tan bien sabes adivinar, dijo el estranjero <strong>de</strong>sembotándose,<br />
no eres verda<strong>de</strong>ra hija <strong>de</strong> Israel, sino una hechicera en<br />
todo, salvo en juventud y en hermosura. Verdad es que no soy bandolero,<br />
lindísima rosa ; soy uno que lejos <strong>de</strong> privarte <strong>de</strong> esos ador--
CAPÍTULO XXIV. 199<br />
nos, que tan bien te sientan , quisiera cubrirte el cuello con todos<br />
ios diamantes y perlas <strong>de</strong> Turquía.<br />
—¿Qué quieres <strong>de</strong> mí, preguntó Rebeca, si no es mi riqueza? Nada<br />
pue<strong>de</strong> haber común entre los dos: tú eres cristiano y yo judía.<br />
¿ Que relaciones pue<strong>de</strong> haber entre los dos ?<br />
—Las <strong>de</strong> puro amor y no mas, y así te quiero amar. Soy caballero<br />
templario. Mira la cruz <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n.<br />
—¡ Te atreves á ostentarla en una ocasión como esta ! dijola Israelita.<br />
¿Quieres injuriar á un mismo tiempo á tu religión, á tu estado<br />
y a tu persona ? ¿ No te horrorizas <strong>de</strong> presentar el símbolo mas<br />
sagrado para los "cristianos en el mismo instante en que intentas<br />
obrar como hombre irreligioso y vil esclavo ? i Qué; tan poco te<br />
,niportan tu honor, tus votos y tus promesas !»<br />
Al oír esta reconvención se inflamaron <strong>de</strong> cólera los ojos <strong>de</strong>l<br />
templario. «Oye, Rebeca, le dijo: hasta ahora te he hablado con dulzura<br />
; <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante te hablaré como vencedor. Eres mi<br />
cautiva y te he conquistado con mis armas. Estás sujeta á mi voiuntad<br />
por la ley general délas naciones y no ce<strong>de</strong>ré una pulgada<br />
<strong>de</strong> mi <strong>de</strong>recho , ni hay po<strong>de</strong>r humano que me estorbe tomar por<br />
tuérzalo que rehusos ámis súplicas.<br />
—Detente, dijo Rebeca ; <strong>de</strong>tente y óyeme antes <strong>de</strong> arrojarte á<br />
cometer ese horrible pecado. Podrás abusar <strong>de</strong> mi fuerza, puesto que<br />
Líos crió débil á la mujer : pero mi voz te proclamará villano y<br />
malsín <strong>de</strong> un cabo <strong>de</strong> Europa á otro. Si hay quien mire con indiferencia<br />
la <strong>de</strong>shonra <strong>de</strong> una doncella inocente , nadie mirará sin<br />
horror el crimen que meditas.»<br />
El Templario conocía la verdad <strong>de</strong> cuanto <strong>de</strong>cia Rebeca. «Note<br />
taita penetración, judía, le dijo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber reflexionado en<br />
sus últimas espresiones ; pero mucho has <strong>de</strong> gritar para que tu<br />
vez llegue á uidos <strong>de</strong> alma viviente. Quejas, lamentos, insultos, invocaciones<br />
á la justicia, todo se queda aquí <strong>de</strong>ntro , nada sale <strong>de</strong>l<br />
recinto <strong>de</strong> estos muros. Una sola cosa pue<strong>de</strong> salvarte, Rebeca ; sométete<br />
ala suerte y yo te pondré en tal estado, que las mas encopetadas<br />
<strong>de</strong> las normandas tengan que humillarse ante la querida<br />
<strong>de</strong> la mejor lanza.<br />
— ¡ Someterme á mi suerte! esclamó Rebeca. ¡Sagrados cielos!<br />
¿ A. qué suerte ? ¡Cobar<strong>de</strong> guerrero ! Yo te escupo , y no temo tus<br />
amenazas. El Señor que protege la inocencia ha acudió al socorro<br />
<strong>de</strong> su hija, yme saca <strong>de</strong> este abismo <strong>de</strong> infamia.»
200 IVANHOE.<br />
Al <strong>de</strong>cir estas palabras abrió las celosías <strong>de</strong> la ventana , que da<br />
ba, como hemos dicho, á una elevada plataforma, y en un instan<br />
te sé colocó en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l parapeto, colgada, digámoslo así, <strong>de</strong>l<br />
precipicio. Bois-Guilbert, que hasta entonces no habia echo movimiento<br />
alguno, y que estaba muy lejos <strong>de</strong> aguardar esta <strong>de</strong>sespe<br />
rada resolución, no tuvo tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerla. A<strong>de</strong>lantóse hacia Rebeca,<br />
la cual esclamó : « No te muevas, orgulloso templario, ó si<br />
quieres, acércate. Si das un solo paso mas, me arrojo. Mi cuerpo<br />
será <strong>de</strong>strozado; per<strong>de</strong>ré hasta la forma <strong>de</strong> criatura humana en ia?<br />
piedras <strong>de</strong>l patio, antes que ser víctima <strong>de</strong> tu barbarie.»<br />
Al mismo tiempo juntó sus manos y las alzó al cielo , como si<br />
implorase su misericordia, antes <strong>de</strong> consumar el sacrificio. Quedó<br />
atónito y vacilante el templario, y aquel espíritu feroz que jamás<br />
habia cedido á la compasión ni á la amenaza , empezó á ce<strong>de</strong>r U<br />
la admiración que le causaba tanta fortaleza. «Vuelve atrás , dijo,<br />
mujer temeraria, .luro por el cielo y por la tierra que no he <strong>de</strong> ha<br />
certe daño.<br />
—No me fio <strong>de</strong> tu palabra, respondió Rebeca ; harto me has dado<br />
á conocer tus intenciones. Faltarías á ese nuevo juramento re<br />
putándole por falta leve; y ¿qué te importaría á tí el honor ó el <strong>de</strong>shonor<br />
<strong>de</strong> una. miserable judía?<br />
—Sobrada injusta eres para conmigo, dijo el templario ; te juro<br />
por el nombre que llevo, por la cruz que tengo á los pechos, por la<br />
espada que ciño, por los antiguos timbres <strong>de</strong> mi padre, que no he<br />
<strong>de</strong> hacerte la menor ofensa Apártate <strong>de</strong> esa horrible situación, sino<br />
es por tí, por tu padre á lo menos. Seré su amigo , y en este<br />
castillo necesita, <strong>de</strong> uno que sea po<strong>de</strong>roso.<br />
—¡ Ahí respondió Rebeca ; <strong>de</strong>masiado lo sé.... pero ¿podré confiar<br />
en tu palabra, cuando huellas la buena fama <strong>de</strong> tantos y tan<br />
nobles caballeros como cuenta tu or<strong>de</strong>n?<br />
—Deshónrense mis armas y mi nombre, dijo Briau <strong>de</strong> Bois-Guilbert,<br />
si doy lugar á tus quejas. Muchas leyes y muchas obligado<br />
nes he violado : pero mi palabra, nunca.<br />
—Cedo, dijo Rebeca ; pero no mas que hasta aquí: y bajando <strong>de</strong>l<br />
parapeto, se apoyó en una délas almenas que lo guarnecían. De.<br />
aquí no me muevo. Quédate tú don<strong>de</strong> estás; y si preten<strong>de</strong>s abreviar<br />
con un paso solo la distancia que nos separa, verás que la doncella<br />
jiídía prefiere la muerte á la <strong>de</strong>shonra.»<br />
Mientras hablaba Rebeca eu estos términos, su noble y magna
CAPÍTULO XXIV. 201<br />
uima resolución, que tan bien correspondía á su elevado y majestuoso<br />
continente, daba á sus movimientos y miradas una dignidad<br />
casi sobrehumana. El terror que <strong>de</strong>bia dominarla en tan formidable<br />
crisis, no alteró la serenidad <strong>de</strong> sus ojos, ni el color <strong>de</strong> sus mejillas;<br />
al contrario, estas se sonrosaron, y aquellos se encendieron á impulso<br />
<strong>de</strong>l orgullo con que contemplaba que su suerte estaba en sus<br />
manos, y que nada podía estorbarle la muerte, que preferia mil<br />
veces á la infamia. Bois-Guilbert, que era altivo y arrojado, creyó<br />
no haber visto jamás una hermosura tan animada ni tan resuelta<br />
202 IVANHOE.<br />
ria, sin <strong>de</strong>jar en pos <strong>de</strong> mí quien conserve el antiguo nombre <strong>de</strong><br />
iíois-Guilbert.»<br />
Paróse un momento al terminar estas palabras, y añadió: «Rebeca,<br />
la mujer que prefiere ia muerte á la <strong>de</strong>shonra, tiene un alma<br />
superior y exaltada. Mia has <strong>de</strong> ser... aguarda... no te asustes.<br />
.Mía, con tu consentimiento, y con las condiciones que quieras dictar.<br />
Parte conmigo mis esperanzas, mas estendidas que las que alcanzan<br />
á verse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los tronos <strong>de</strong> los monareas. Óyeme antes <strong>de</strong><br />
respon<strong>de</strong>r, y juzga por tí misma antes <strong>de</strong> negar. El Templario<br />
pier<strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos, como hombre; su po<strong>de</strong>r, como agente libre;<br />
pero es miembro y parte <strong>de</strong> un cuerpo formidable ante el cuaJ<br />
tiemblan los dueños <strong>de</strong>l mundo, como la gota <strong>de</strong> agua que se <strong>de</strong>sgaja<br />
<strong>de</strong>l cielo llega á ser parte <strong>de</strong>l irresistible Océano, que mina<br />
las rocas, y traga potentes armadas. Tal es el imperio <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n.<br />
En ella, no soy un oscuro individuo, y puedo aspirar algún dia é.<br />
empuñar el bastón <strong>de</strong>l mando. Los pobres soldados <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n no<br />
solo pisan el cuello <strong>de</strong> los magnates, sino que con nuestro camisote<br />
<strong>de</strong> malla subimos las gradas <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, y con nuestro guantelete<br />
<strong>de</strong> acero arrancamos sus insignias. Durante toda mi vida be estado<br />
buscando un corazón intrépido y generoso con quien partir mi<br />
ambición, y el tuyo es el único que he encontrado. Pero no es esta<br />
ocasión <strong>de</strong> alzar el velo que cubre mis <strong>de</strong>signios. Esa trompeta<br />
anuncia algún negocio importante que requiere mi presencia.<br />
Piensa bien en lo que te he dicho: no te ruego que me perdones la<br />
violencia que he usado, porque ha sido necesaria para conocer tu<br />
carácter. El oro no se conoce sino cuando se aplica á la piedra <strong>de</strong><br />
toque. Volveré pronto, y hablaremos.»<br />
El Templario, que durante esta conversación se Pabia colocado<br />
en la plataforma, aunque á cierta distancia <strong>de</strong> la almena en que<br />
Rebeca se apoyaba, volvió á entrar en el aposento <strong>de</strong> la torre, y<br />
bajó precipitadamente la escalera-, <strong>de</strong>jando á la judía menos asustada<br />
<strong>de</strong>l peligro <strong>de</strong> una muerte horrorosa á que acababa <strong>de</strong> verse<br />
espuesta, que <strong>de</strong> la ambición furiosa, y <strong>de</strong> la profunda maldad <strong>de</strong>!<br />
hombreen cuyo po<strong>de</strong>r se hallaba. Cuando volvió á su prisión, lo<br />
primero en que pensó fué en dar gracias al Dios <strong>de</strong> .lacob por la<br />
protección que le habia concedido, rogándole que continuase dispensándosela,<br />
tanto á ella como á su padre. Otro nombre pronunciaron<br />
sus labios en aquella fervorosa súplica, y fué el <strong>de</strong>l cristiano<br />
herido, á quien su mala suerte habia traído á manos <strong>de</strong> aque-
CAPÍTULO XXV. 203<br />
dos enemigos sedientos <strong>de</strong> su sangre. A la verdad, no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> sen<br />
tir algún escrúpulo por haber mezclado en sus <strong>de</strong>vociones el nom<br />
bre <strong>de</strong> uno con quien no podía tener la menor relación, un naza<br />
reno, un enemigo <strong>de</strong> su nación. Pero la plegaria habia ya salido <strong>de</strong><br />
su boca, y las mezquinas preocupaciones <strong>de</strong> su secta no pudieron<br />
inducirla á revocarla.<br />
CAPITULO XXV.<br />
< úando el Templario llegó al salón <strong>de</strong>l castillo, ya estaba en él<br />
i >e Bracy. «Tu galanteo, dijo este, ha sido sin duda interrumpido,<br />
romo el mió, por este intempestivo llamamiento. Pero tú vienes<br />
mas <strong>de</strong>spacio que yo, y <strong>de</strong> peor gana: <strong>de</strong> lo que infiero que no han<br />
sido tan malhadados como los mios tus amores.<br />
—Con qué ¿según eso, dijo el Templario, no te han salido las<br />
cuentas como pensabas?<br />
—No por cierto, respondió <strong>de</strong> Bracy; lady Rowena ha conocido<br />
que me es imposible ver llorar á una mujer.<br />
—¡Que vergüenza! dijo Brian. ¡El jefe <strong>de</strong> una compañía <strong>de</strong> aventureros<br />
hace caso <strong>de</strong> esas niñerías! Lágrimas <strong>de</strong> mujer son gotas<br />
<strong>de</strong> agua que animan las llamas <strong>de</strong> la tea <strong>de</strong>l amor.<br />
—¡Si no hubieran sido mas que gotas! contestó Bracy; pero la<br />
pobre muchacha ha vertido un raudal capaz <strong>de</strong> estinguir cien hogueras.<br />
Jamás se vieron tantos retortijones <strong>de</strong> manos, ni tantos<br />
soponcios, ni chillidos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dias <strong>de</strong> TStiobe. Ligóte que la sajona<br />
tiene el diablo en el cuerpo.<br />
—Y yo te digo, repuso el Templario, que la judía no tiene un<br />
diablo solo, sino una legión entera, y solo así hubiera podido salir<br />
iel lance con tan indomable orgullo y resolución. Pero ¿dón<strong>de</strong> está.<br />
Frente-<strong>de</strong>-buey? ¿Qué significa esa trompeta que tanta prisa trae?<br />
—Supongo que estará negociando con el judío, dijo el Normando,<br />
y que los aullidos <strong>de</strong> este no le permitirán oirlo que pasa afuera,<br />
tin judío que se separa <strong>de</strong> sus talegos, y con las suaves condiciones<br />
<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, es capaz <strong>de</strong> ahogar con sus gritos todas<br />
las trompetas <strong>de</strong>l ejército <strong>de</strong> la Cruzada. Decid á los criados que lo<br />
busquen.»<br />
No tardó en presentarse Iteginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey, que como el
204 IVANHOE.<br />
lector ha visto, habia sido interrumpido en su diabólica tarea por<br />
el mismo inci<strong>de</strong>nte que suspendió los galanteos <strong>de</strong> sus dos amigos:<br />
y que se habia <strong>de</strong>tenido para tomar algunas disposiciones acerca<br />
<strong>de</strong> aquella inesperada novedad.<br />
«Veamos la causa <strong>de</strong> este maldito trompeteo, dijo Frente-<strong>de</strong><br />
huey. Aquí tenemos una carta, y está en sajón, si no me engaño..<br />
El Barón miró y remiró la carta, y la volvió por todos lados, co<br />
mo si las diferentes posiciones <strong>de</strong>l mensaje pudieran hacerle enten<strong>de</strong>r<br />
su contenido. Viendo que sus esfuerzos eran inútiles, se la<br />
entregó á Bracy.<br />
«Pue<strong>de</strong> ser, dijo este, que sean garabatos <strong>de</strong> Nigromante; pero<br />
yo no los entiendo. El capellán <strong>de</strong> casa se empeñó en enseñarme<br />
á escribir; pero viendo que mis letras eran como hierros <strong>de</strong> lanza,<br />
tuvo que <strong>de</strong>sistir <strong>de</strong> la tarea. De Bracy era en efecto tan ignorante<br />
como la mayor parte <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong> su época y <strong>de</strong> su nación.<br />
—Dádmela, dijo Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que á lo menos los templarios<br />
tenemos la ventaja <strong>de</strong> reunir la sabiduría al valor.<br />
—Aprovechémonos pues, dijo Bracy, <strong>de</strong> tu reverendo saber: ¿que<br />
dice el papel ?<br />
— Es un <strong>de</strong>safío hecho y <strong>de</strong>recho, respondió el Templario ; pero<br />
por Dios que si no es chasco, es el reto mas estraordinario que pasó<br />
jamás por el puente levadizo <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> un barón.<br />
—¡ Chasco! esclamó Frentc-<strong>de</strong>-buey: cara le ha <strong>de</strong> costar la lies<br />
ta á cualquiera que se meta en chanzas conmigo sobre asuntos <strong>de</strong><br />
esta especie. Peed, sir Brian.»<br />
El Templario leyó en estos términos:<br />
«Wamba, hijo <strong>de</strong> Witless, bufón <strong>de</strong>l noble Cedric, conocido por<br />
el nombre <strong>de</strong>l Sajón, y (lurth, hijo <strong>de</strong> Heowolf, porquerizo...»<br />
«¿Estásloco? dijo Frente-<strong>de</strong>-buey , interrumpiéndole.<br />
—Por san Lúeas, que así está escrito; oid lo que sigue : «y Curtb.<br />
hijo <strong>de</strong> Beovcolf, porquerizo <strong>de</strong>l dicho Cedric, con la ayuda y asistencia<br />
<strong>de</strong> nuestros aliados y confe<strong>de</strong>rados, que hacen causa común<br />
con nos en este nuestro feudo ; á saber: el buen caballero llamado<br />
por la presente el Negro Holgazán, á vos Reginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey,<br />
y á vuestros aliados y cómplices, sean los que fueren , sabed: que<br />
habiéndoos, sin previa <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> feudo ni otra causa conocida,<br />
apo<strong>de</strong>rado maliciosamente y <strong>de</strong> mano armada <strong>de</strong> la personado<br />
nuestro señor y amo, el arriba dicho Cedric . alias el Sajón ; como<br />
también <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> la noble doncella. lady Tíovena <strong>de</strong> llar
CAPÍTULO X\V. 20¿<br />
gottstandste<strong>de</strong> ; como también <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong>l noble Athelstane<br />
<strong>de</strong> Poningsburgh ; como también <strong>de</strong> las personas <strong>de</strong> otros hombres<br />
libres , guardias <strong>de</strong> los arriba dichos; también <strong>de</strong> las personas <strong>de</strong><br />
algunos siervos <strong>de</strong> los mismos ; y <strong>de</strong> cierto judío, llamado Isaac <strong>de</strong><br />
York ; y <strong>de</strong> cierta judía, hija <strong>de</strong>l dicho judío ; y <strong>de</strong> ciertos caballos<br />
y muías, cuyas nobles personas, con sus dichos guardias y siervos,<br />
y dichos caballos y muías, caminaban en paz y quietud por cami<br />
no real: por tanto os requerimos y <strong>de</strong>mandamos que las dichas no<br />
bles personas, á saber: Cedric, alias el Sajón, Rowena <strong>de</strong> Hargotts-<br />
tandste<strong>de</strong>, y Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh , con sus sirvientes,<br />
guardias, y otros acompañantes; y los caballos y muías, y los re<br />
feridos judío y judía, con todas las monedas y efectos <strong>de</strong> su perte<br />
nencia, nos sean entregados en el término <strong>de</strong> una hora <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />
recibo <strong>de</strong> esta , á nos, ó á la persona ó personas que para ello <strong>de</strong><br />
signaremos, sin daño corporal ni menoscabo <strong>de</strong> bienes <strong>de</strong> las dichas<br />
nobles personas, criados y guardias, judío y judía , muías y caba<br />
llos. Y os damos por requeridos y <strong>de</strong>mandados ; y <strong>de</strong> no cumplir<br />
con este nuestro requerimiento y <strong>de</strong>manda, os <strong>de</strong>claramos ladrones,<br />
y malsines, y traidores <strong>de</strong>sleales, y pelearemos contra vos, en ba<br />
talla, ó sitio, ó <strong>de</strong> otro modo; haciendo todo lo que pueda contribuir<br />
a vuestro daño y <strong>de</strong>strucción. Dios os guar<strong>de</strong> muchos años. Fecho<br />
y Armado por nos, en la víspera <strong>de</strong> san Withold, bajo la encina<br />
gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> Hart-hill, y escrito por el que se titula hermitaño <strong>de</strong><br />
Oopmanhurst.»<br />
VI pié <strong>de</strong> este precioso documento se veia , en primer lugar, un<br />
tosquísimo bosquejo <strong>de</strong> una cabeza <strong>de</strong> gallo con su cresta, con un<br />
mote que espresaba ser aquel el geroglíñeo <strong>de</strong>l infrascrito Wamba,<br />
hijo <strong>de</strong> Witless. Debajo <strong>de</strong> este curioso emblema estaba la cruz, que<br />
servia <strong>de</strong> firma á Gurth, hijo <strong>de</strong> Beowolf. En otro lado se leía, en<br />
enormes y mal formadas letras, el nombre <strong>de</strong>l Caballero Holgazán;<br />
y por conclusion habia una flecha bastante bien dibujada, símbolo<br />
<strong>de</strong>l montero Locksley.<br />
Los caballeros oyeron la lectura <strong>de</strong> este estraordinario documen<br />
to, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cruz á la fecha, y se miraron unos á otros, inciertos y<br />
atónitos, como si ninguno <strong>de</strong> ellos pudiera <strong>de</strong>cidir si era negocio<br />
serio ó <strong>de</strong> burlas. De Bracy fué el primero que rompió el silencio<br />
con estrepitosas carcajadas, que repitió, aunque no tan <strong>de</strong> veras, el<br />
Templario. Frente-<strong>de</strong>-buey, lejos <strong>de</strong> reírse, daba indicios <strong>de</strong> <strong>de</strong>sa<br />
probar aquella inoportuna alegría.
206 IVANHOE.<br />
«Yo os aseguro, caballeros, dijo el Barón, que mas convendría<br />
pensar maduramente en los efectos que pue<strong>de</strong> producir este escrito,<br />
que reírse fuera <strong>de</strong> propósito <strong>de</strong> las neceda<strong>de</strong>s que contiene.<br />
—Frente-<strong>de</strong>-buey, dijo <strong>de</strong> Bracy á Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, no ha<br />
recobrado sus sentidos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el último batacazo. La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un <strong>de</strong>safío<br />
hace temblar todos los huesos <strong>de</strong> su cuerpo aunque venga <strong>de</strong><br />
un bufón y <strong>de</strong> un porquerizo.<br />
—Por San Miguel, respondió Frente-<strong>de</strong>-buey, que quisiera verte<br />
cargar con todas las consecuencias <strong>de</strong>l negocio. Esos maja<strong>de</strong>ros no<br />
se atreverían á cometerían increíble <strong>de</strong>sacato, á no estar sostenidos<br />
por alguna gavilla numerosa. Hartos foragidos hay en esos<br />
bosques, llenos <strong>de</strong> resentimiento contra mí, por las ganas que les<br />
tienen a mis liebres y á mis venados. Uno fué sorprendido con las<br />
astas <strong>de</strong> un ciervo en la mano, y no tardó cinco minutos en pagar<br />
con la vida : do cuyas resultas me tienen disparadas mas flechas<br />
sus compañeros que las que se tiraron al blanco en el torneo <strong>de</strong><br />
Ashby. ¡ Hola! dijo, llamando á su criado: ¿ Se sabe cuánta es la<br />
gente que trata <strong>de</strong> sostener ese precioso <strong>de</strong>safío?<br />
— Habrá á lo menos unos doscientos hombres en la selva , respondió<br />
un escu<strong>de</strong>ro.<br />
— - Buena la hemos hecho, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey. Esto es lo que resulta<br />
<strong>de</strong> prestar mi castillo á gentes que no se contentan con su negocio,<br />
sino que me atraen esa bandada <strong>de</strong> tábanos, á que me zumben<br />
los oidos.<br />
— i Tábanos ! repuso el aventurero: llámalos mas bien zánganos<br />
sin aguijón: holgazanes que se van al monte á <strong>de</strong>struir la caza agena,<br />
en lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>stripar terrones para ganar un pedazo <strong>de</strong> pan.<br />
— Sus aguijones, dijo el Barón, son (lechas largas como pinos, y<br />
á fé que no se les escapa una mosca cuando apuntan.<br />
— ¿No os caéis muerto <strong>de</strong> vergüenza, señor Barón? dijo el Templario.<br />
Congregad á los vuestros, y vamos á ellos. Un caballero,<br />
un escu<strong>de</strong>ro solo basta para veinte <strong>de</strong> esa canalla.<br />
— Basta y sobra, dijo Bracy; y vergüenza me diera enristrar b.<br />
lanza contra semejantes enemigos.<br />
—No creáis, señor Templario, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que sean turcos<br />
ni agarenos; ni vos, valiente <strong>de</strong> Bracy, os imaginéis que se parecen<br />
en nada á los campesinos franceses. Son monteros ingleses,<br />
contra los cuales no tenemos otra ventaja que las armas y los caballos;<br />
todo lo cual nos aprovecha <strong>de</strong> muy poco en los ro<strong>de</strong>os y es-
CAPÍTULO XXV. 207<br />
pesuras <strong>de</strong>l monte. ¿Salir contra ellos? Apenas tenemos gente para<br />
<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r el castillo. Los mas valientes délos míos están en York:<br />
también están allí tus lanceros , Bracy. Lomas que está á nuestra<br />
disposición son veinte hombres, á mas <strong>de</strong> los que nos han ayudado<br />
en esta bella hazaña.<br />
— ¿Crees tú, dijo el Templario, que puedan reunirse en número<br />
suficiente para asaltar el castillo ?<br />
— Eso no, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey : esos bandidos tienen á la verdad<br />
un jefe intrépido y arrojado; pero carecen <strong>de</strong> máquinas , <strong>de</strong> escalas,<br />
y <strong>de</strong> todo lo que se necesita para un asalto. Dentro <strong>de</strong> los muros<br />
<strong>de</strong>l castillo nada tenemos que temer.<br />
•—Pedid socorro á vuestros vecinos, dijo el Templario. Que se junten<br />
todos ellos , y vengan á rescatar á tres caballeros sitiados por<br />
un bufón y un porquerizo, en el castillo <strong>de</strong> la Baronía <strong>de</strong> Frente<strong>de</strong>-buey.<br />
—¡Mis vecinos! repuso el Barón. ¿Quiénes son ellos? Malvoisiu<br />
está á la hora esta en York con su gente; y allí están todos mis<br />
otros aliados, y allí estaría yo con ellos si no hubiera sido por esta<br />
infernal empresa. .<br />
—Pues enviad un hombre á York , dijo Bracy , y acudan todos<br />
nuestros amigos. Si esos bandidos resisten á mis lanceros, digo que<br />
merecen calzar espuela dorada.<br />
—¿ Y quién ha <strong>de</strong> llevar el mensaje? dijo Frente-<strong>de</strong>-buey. Esos<br />
hombres conocen todas las veredas, y se echarán sobre todo lo que<br />
salga <strong>de</strong>l castillo... Ahora me ocurre una cosa, dijo parándose algunos<br />
instantes: Templario, téi sabes leer , y apuesto á que sabes<br />
escribir. Si pudiéramos encontrar el tintero <strong>de</strong>l capellán, que murió<br />
hace un año...<br />
—La tia Bárbara, dijo el escu<strong>de</strong>ro que aguardaba las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong><br />
su amo, lo tiene guardado en un rincón, en memoria <strong>de</strong>l capellán,<br />
que, según dice, fué el último hombre que la trató con alguna cortesía.<br />
—Anda y tráelo, Engelredo, dijo el Barón, y el Templario nos escribirá<br />
cuatro renglones, en respuesta á ese <strong>de</strong>safio.<br />
—De mejor gana lo baria con la punta <strong>de</strong> la espada que con la<br />
pluma, dijo el Templario; pero sea como gustes.<br />
Sentóse Brian, y escribió en lengua francesa lo siguiente:<br />
—«Sir Beginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey, y sus nobles y valientes aliados<br />
y confe<strong>de</strong>rados no reciben retos <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> esclavos, siervos y
208 IVANHOE.<br />
fugitivos. Si la persona qo.e se llama el Caballero Negro tiene en realidad<br />
<strong>de</strong>recho á los honores <strong>de</strong> la caballería, <strong>de</strong>be saber que se envilece<br />
en esa compañía, y nada pue<strong>de</strong> requerir do gente noble y <strong>de</strong> ilustre<br />
sangre. Tocante á los prisioneros que hemos hecho, en virtud <strong>de</strong><br />
lo que nos mándala caridad cristiana, os aconsejamos que enviéis un<br />
sacerdote que los confiese y reconcilie con Dios, puesto que tenemos<br />
lafirme intención <strong>de</strong> <strong>de</strong>capitarlos esta mañana antes <strong>de</strong> mediodía,<br />
para que sus cabezas, puestas en las almenas <strong>de</strong> este castillo, os manifiesten<br />
el caso que hacemos <strong>de</strong> los que vienen á su socorro. Por tanto<br />
os requerimos que les enviéis un eclesiástico, que es el único favor<br />
que podéis hacerles.»<br />
El escu<strong>de</strong>ro se hizo cargo <strong>de</strong> la carta, y la entregó al mensajero<br />
que estaba fuera <strong>de</strong> los muros <strong>de</strong>l castillo, aguardando la respuesta.<br />
tíl montero, cumplido su encargo,volvió á los cuarteles generales<br />
<strong>de</strong> los aliados, establecidos á la sazón <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una <strong>de</strong>crépita encina,<br />
á tres tiros <strong>de</strong> flecha <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong>l castillo. Allí esperaban<br />
con impaciencia la respuesta á su intimación, Wamba y Gurth con<br />
sus confe<strong>de</strong>rados , el caballero Negro, Locksley y el jovial anacoreta.<br />
En torno, y á cierta distancia <strong>de</strong> ellos, se notaban muchos<br />
hombres armados, cuyos gabanes ver<strong>de</strong>s y rostros curtidos á la intemperie<br />
<strong>de</strong>notaban su género <strong>de</strong> vida. .Mas <strong>de</strong> doscientos estaban<br />
ya reunidos, y otros muchos acudían sin cesar. Eos jefes ó capitanes<br />
estaban vestidos, armados y equipados como los otros ; solo se<br />
distinguían <strong>de</strong> ellos, por una pluma que llevaban en la gorra.<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> estas gavillas, se habían congregado muchos sajones<br />
habitantes délos pueblos inmediatos, y no pocos siervos <strong>de</strong> los vastos<br />
estados <strong>de</strong> Cedric ; y aunque el intento que los animaba era el<br />
mismo, estos no formaban una fuerza tan or<strong>de</strong>nada ni tan bien armada<br />
como los monteros, ó si quier bandidos. Su armamento consistía<br />
en los instrumentos rústicos, que la necesidad convierte á veces<br />
en medios <strong>de</strong> venganza y <strong>de</strong>strucción. Llevaban hoces, picas y<br />
garrotes; ni podían echar mano <strong>de</strong> otra cosa, porque los normandos,<br />
según el estilo común <strong>de</strong> los conquistadores, no permitían á<br />
los vencidos sajones la posesión ni el uso <strong>de</strong> ninguna especie <strong>de</strong> armas.<br />
De resultas <strong>de</strong> lo cual, esta fuerza no era tan formidable á los<br />
sitiados como hubiera podido serlo en otras circunstancias', consi<strong>de</strong>rado<br />
su número, su vigor físico y la intrepi<strong>de</strong>z que suele inspirar<br />
la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> una causa justa. Tal era el ejército á cuyos jefes<br />
fué entregada la carta <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.
CAPÍTULO xxv, 209<br />
inmediatamente fué puesto el papel en manos <strong>de</strong>l creido ermitaño<br />
para que se hiciera cargo <strong>de</strong> su contenido.<br />
•Por vida <strong>de</strong> mi padre, dijo este, juro que no puedo esplicaros esta<br />
gerigonza, la cual, sea arábiga ó francesa, está fuera <strong>de</strong> mis alcances.»<br />
El anacoreta entregó la carta á Gurth, el cual se encogió <strong>de</strong> hombros<br />
j< la pasó á Wamba. El bufón la examinó atentamente con a<strong>de</strong>manes<br />
<strong>de</strong> afectada inteligencia, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muchos gestos misteriosos,<br />
como si le hiciera gran impresión lo que leia, la dio á<br />
Loclvsley, diciendo que no habia entendido una palabra.<br />
• Si las letras gran<strong>de</strong>s fueran arcos, dijo el montero, y las pequeñas<br />
fueran flechas, algo podria alcanzar en el asunto; pero tan seguro<br />
está el contenido <strong>de</strong> mi comprensión como <strong>de</strong> mis manos un<br />
ciervo á doce millas <strong>de</strong> distancia.<br />
—Yo voy á sacaros <strong>de</strong>l apuro, dijo el caballero Negro, y habiendo<br />
¡eido la carta para sí, la esplicó <strong>de</strong>spués en sajón á sus compañeros.<br />
—¡ Decapitar al noble Oedric! esclamó Wamba. Voto á tantos que<br />
os habéis engañado, señor caballero.<br />
—No, amigo mió, dijo el <strong>de</strong> las negras armas. Os he referido puntualmente<br />
lo que, contiene la carta.<br />
-Por Dios, dijo Gurth, que hemos <strong>de</strong> hacer añicos el castillo.<br />
—¿ Y con qué? replicó Wamba. ¿Con las manos? has mias no<br />
pue<strong>de</strong>n servir ni para amasar yeso.<br />
—Todo eso es astucia para ganar tiempo, dijo Locksley -, no se<br />
atreverán á cometer un atentado que tan caro les pue<strong>de</strong> costar.<br />
—Lo mejor seria, dijo el caballero Negro, que uno <strong>de</strong> nosotros se<br />
introdujera en el castillo, para saber lo que pasa a<strong>de</strong>ntro. Una vez<br />
que pi<strong>de</strong>n un sacerdote, este bHen ermitaño podria ejercer su ministerio,<br />
y darnos las noticias que <strong>de</strong>seamos.<br />
—Antes ciegues que tal veas, respondió el fingido ermitaño.<br />
Has di 1<br />
saber, caballero holgazán, que no quiero esponerme tan tontamente.<br />
—;Si hubiera uno entre nosotros, continuó el caballero, que puliera<br />
entrar en el castillo...»<br />
Todos se, miraron unos á otros sin respon<strong>de</strong>r.<br />
V a estoy viendo, dijo Wamba , que esto ha <strong>de</strong> venir á parar en<br />
que el loco haga una locura y caiga eu la ratonera, mientras los<br />
•uerdos se quedan en salvo. Présteme el buen anacoreta su saco y<br />
veréis come sé <strong>de</strong>sempeñar este encargo,<br />
15
210 IVANHOE.<br />
—¿Crees tú, preguntó el caballero á Curtb, que es hombre á<br />
quien se pue<strong>de</strong> conñar este encargo?<br />
—No sé, dijo Gurtb ; pero si no sale con ella, será la primera vez<br />
que le haya faltado el ingenio para sacar provecho <strong>de</strong> su locura....<br />
—Vamos pronto, buen amigo, dijo el caballero, que Dios nos<br />
perdona este atrevimiento; y ponte ese sayal, y sepamos cuál es la<br />
actual situación <strong>de</strong> tu amo en el castillo. No <strong>de</strong>ben ser muchos los<br />
que lo <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n, y harto será que no podamos apo<strong>de</strong>rarnos <strong>de</strong> sus<br />
muros por medio <strong>de</strong> un ataque pronto y <strong>de</strong>cisivo.<br />
—Y al mismo tiempo, dijo Locksley, <strong>de</strong> tal modo sitiaremos la<br />
plaza, que ni una mosca ha <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> su recinto. Manos á la obra,<br />
buen amigo, dijo dirigiéndose á Wamba, y bien pue<strong>de</strong>s asegurar<br />
á esos tirauos que pagarán con sus personas cualquier violencia<br />
que cometan con las <strong>de</strong> los cautivos.<br />
—Pax toMscum, dijo "Wamba disfrazado ya con la túnica <strong>de</strong>l ermitaño;<br />
y marchando gravedosamente, se encaminó al castillo a<br />
<strong>de</strong>sempeñar su encargo.<br />
CAPITULO XXVI<br />
Cuando el bufón, calada la capucha y metidas las manos en las<br />
mangas, se paró á la puerta <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey: el<br />
guardia que la custodiaba le preguntó quién era, qué objeto le traia<br />
—Pao; wliscuin, respondió Wamba; soy un humil<strong>de</strong> religioso y<br />
vengo á suministrar ausilios espirituales á los pobres presos <strong>de</strong> es<br />
te castillo.<br />
—Hace veinte años, dijo el guardia, que no cidra por sus puer<br />
tas un hombre <strong>de</strong> vuestro carácter.<br />
—Id, hermano, continuó el fingido fraile, y anunciad mi veni<br />
da al señor <strong>de</strong> esta fortaleza, que ya veréis la acogida que me dá,<br />
correspondiente al hábito que, aunque indignamente, visto.<br />
—Pero si no es así, dijo el guardia, y el amo las ha conmigo, no<br />
os irá muy bien.»<br />
Fl guardia <strong>de</strong>jó su puesto, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber proferido esta ame<br />
naza, y entró en el salón <strong>de</strong>l castillo, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>s<br />
pachado su comisión, recibió con gran sorpresa suya, la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>
CAPÍTULO XXVI. 211<br />
su amo <strong>de</strong> darle entrada siu pérdida <strong>de</strong> tiempo. Volvió á la puerta, y<br />
tomadas las precauciones necesarias, obe<strong>de</strong>ció el mandato <strong>de</strong>l Barón<br />
La estrada presunción con que Wamba se encargó <strong>de</strong> comisión<br />
tan ardua y tan difícil no bastó casi á sostener su ánimo cuando<br />
se bailó en presencia <strong>de</strong> un hombre tan temible y tan temido co,<br />
rao Vrente-<strong>de</strong>-buey; y al dirigirle el pax TOIJÍSCUHI, que era la fór<br />
mula con que <strong>de</strong>bía empezará representar su papel, conoció en las<br />
piernas y en la voz cierta vacilación que no estaba en su carácter<br />
Pero Frente-<strong>de</strong>-buey estaba acostumbrado á ver temblar gentes <strong>de</strong><br />
toilas gerarquías: así que la timi<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l fingido eclesiástico no le<br />
inspiró ni podia inspirarle la menor sospecha.<br />
«¿Quién eres, padre, y <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> vienes? le preguntó.<br />
— I'n.i; Tülriscum, repitió Wamba: soy un pobre religioso quevia<br />
jando por estas asperezas , he caído en manos <strong>de</strong> ladrones, qwidain<br />
Tiator incidit in lutrones: los cuales ladrones me han enviado á es<br />
te castillo para ejercer mi ministerio con ciertos reos con<strong>de</strong>nados á<br />
muerte por vuestra justicia.<br />
— Bien, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, ¿y pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>cirme, reverendo pa<br />
dre, cuántos serán esos foragidos?<br />
—Valiente caballero, respondió) Wamba, nomen lilis le/jio. Tan<br />
tos son, que forman una legión entera.<br />
—Dime sin preámbulos cuántos son, repuso el barón.<br />
—Ah! respondió el fingido ermitaño. Creo que entre monteros y<br />
campesinos podrán ser unos quinientos hombres.<br />
—¡Qué! dijo el Templario entrando ala sazón en la sala. ¿Todo<br />
ese enjambre se ha reunido en torno <strong>de</strong> nosotros? Preciso es ester<br />
minarlo á toda costa. En seguida llamando aparte á Frente-<strong>de</strong><br />
buey, ¿conoces á ese fraile? le preguntó.<br />
—Es forastero, respondió, y <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> algún convento rnu.\<br />
distante <strong>de</strong> aquí. No sé quién es.<br />
•—Entonces, continuó Brian, no <strong>de</strong>bemos confiarle nada <strong>de</strong> pa<br />
labra. Démosle una carta para los lanceros <strong>de</strong> Bracy, mandándoles<br />
que acudan aquí sin pérdida <strong>de</strong> tiempo. Para mayor disimulo, y á<br />
fin <strong>de</strong> que los <strong>de</strong> afuera no sospechen nada, bueno será <strong>de</strong>jarle ir<br />
al cuarto <strong>de</strong> los sajones antes <strong>de</strong> enviarlos al mata<strong>de</strong>ro. ><br />
En virtud <strong>de</strong> esta opinión <strong>de</strong>l Templario, Frentc-<strong>de</strong>-buey mandó<br />
á un criado que acompañase al ermitaño á la pieza en que estaban<br />
cnceHrados Cedric y Athelstane.<br />
El encierro <strong>de</strong> Cedric, en lugar <strong>de</strong> disminuir, habia aumentado
212 IVANHOE.<br />
su impaciencia. Peaseábase <strong>de</strong> un lado á otro <strong>de</strong> la sala con tanto<br />
<strong>de</strong>nuedo y precipitación como si saliera al encuentro <strong>de</strong> su ene<br />
migo, ó como si fuera á saltar A la brecha <strong>de</strong> una plaza sitiada<br />
Unas veces hablaba á solas, otras dirigia la palabra al estoico<br />
Athelstane: el cual aguardaba tranquilo el éxito <strong>de</strong> aquella aven<br />
tura, digiriendo entretanto los manjares <strong>de</strong> que tan abundante<br />
mente habia comido á mediodía. Interesábale poco la duración<br />
<strong>de</strong> su cautiverio, consi<strong>de</strong>rándolo como uno <strong>de</strong> los infinitos males<br />
que esperimenta el hombre en esta vida, y que hallan luego el ga<br />
lardón en la otra<br />
«Paa voblscmn, dijo el bufón al entrar en la pieza. La bendición<br />
<strong>de</strong> san Dunstan y <strong>de</strong> todos los santos <strong>de</strong>l cielo sea con vosotros.<br />
—Sálvete fit vos, respondió Cedria ¿Qué se os ofrece?<br />
—Vengo A prepararos para el último trance, respondió Wamba.<br />
—Es imposible, respondió atónito el Sajón. Por infames y per<br />
versos que sean mis enemigos, no creo que se atrevan á cometer<br />
tan cruel atentado.<br />
—¡Ahí dijo el bufón, los sentimientos <strong>de</strong> humanidad y <strong>de</strong> com<br />
pasión son para ellos lo que un freno <strong>de</strong> seda para un caballo <strong>de</strong>s<br />
bocado. Recordad pues, noble Cedric, y valiente Athelstane vues<br />
tras flaquezas y pecados; porque este dia será el <strong>de</strong> vuestro examen<br />
en otro tribunal.<br />
—¿Oyes esto, Athelstane? dijo Cedric; si ha <strong>de</strong> ser, apercibámo<br />
nos á sufr ir el golpe con valor y dignidad: mas vale morir como<br />
hombres, que vivir como esclavos.<br />
—Siempre he aguardado lo peor <strong>de</strong> esa gente, respondió Uhels-<br />
tane; y tan sereno iré á la muerte como á un convite.<br />
—Vamos pues á lo principal, dijo Cedric: empezad, padre, mió, á<br />
<strong>de</strong>sempeñar vuestro ministerio.<br />
—Poco á poco, tio Cedric, dijo Wamba en su tono natural. VA<br />
salto es gran<strong>de</strong>, y <strong>de</strong>bes mirarte bien en ello.<br />
—A fe mia, dijo Cedric, que esa voz no me es <strong>de</strong>sconocida.<br />
—Es la <strong>de</strong> vuestro fiel siervo y bufón, dijo Wamba bajándosela<br />
capucha. Si hubierais tomado el consejo <strong>de</strong> un loco, no os halla<br />
ríais aquí á la hora esta. Si lo tomáis ahora, pronto estaréis fuera<br />
<strong>de</strong> aquí.<br />
—¿Qué estás diciendo, mentecato? preguntó Cedric.<br />
—Lo que digo es, respondió Wamba, que tomes este saco y es<br />
ta cuerda, que son todas las ór<strong>de</strong>nes que tengo encima, y ene te
CAPÍTULO XXVI 213<br />
vayas paso entro paso <strong>de</strong> este castillo, <strong>de</strong>jándome tu capa y todos<br />
tus atavíos; y no tengas cuidado, que si es menester dar el salto,<br />
yo lo daré por tí.<br />
—¡Dejarte en mi lugar! dijo admirado Cedric. ¿Sabes que te<br />
cuelgan, si te <strong>de</strong>scubren?<br />
—Mas vale que cuelguen á un villano que á un noble, respondió<br />
Wamba; á menos que tengas á mengua que mi villanía ocupe<br />
el lugar <strong>de</strong>stinado á tu nobleza.<br />
-Ks'á bien, Wamba, dijo Cedric. Acepto tu oferta, con una<br />
condición: que en lugar <strong>de</strong> cambiar <strong>de</strong> ropa conmigo, sea con lord<br />
Athelstane.<br />
—Eso no, por san Dunstan, dijo el bufón, que no seria proce<strong>de</strong>r<br />
con cordura. Bueno es (pie el hijo <strong>de</strong> Witless sufra la muerte por<br />
el hijo <strong>de</strong> Hereward; pero seria malísimo que muriese por el hijo<br />
<strong>de</strong> padres con quienes nada tiene ni ha tetddo jamás que ver.<br />
—Bellaco, dijo Cedric, los padres <strong>de</strong> Athelstane fueron monarca-<br />
<strong>de</strong> Inglaterra.<br />
—Sean lo que fueren, repuso Wamba; pero mi pescuezo está <strong>de</strong>masiado<br />
sujeto á mis hombros, y no se separa <strong>de</strong> ellos á humo <strong>de</strong><br />
pajas. Por tanto mi buen amo, ó aceptad mi proposición, ó permitid<br />
que me vaya por don<strong>de</strong> he venido.<br />
—Dejemos en pié el árbol antiguo, dijo Cedric. y no se per<strong>de</strong>rán<br />
las esperanzas <strong>de</strong>l bosque. Salva al ilustro Athelstane, amigo<br />
Wamba, que tal es la obligación <strong>de</strong> todo el que tiene sangre sajona<br />
en las venas. Tú y yo resistiremos aquí la rabia <strong>de</strong> nuestros<br />
injustos opresores, mientras él, libre y seguro, suscita el<br />
brío y (d eníusiasmo <strong>de</strong> todos los nuestros, y viene con ellos á redimirnos.<br />
—No, padre Cedric, dijo Athelstane, dando un golpe en la mesa,<br />
porque en ciertas ocasiones sus hechos y sus palabras no eran indignos<br />
<strong>de</strong> su alto nacimiento, antes consentiría en pasar una semana<br />
á pan y agua en los muros <strong>de</strong> este castillo, que abrazar esa<br />
oportunidad que tu siervo te proporciona.<br />
—Vosotros os creéis hombres do seso, dijo el bufón, y me llamáis<br />
loco; pero, tío Cedric, primo Athelstane. el loco va á <strong>de</strong>cidir<br />
esta cuestión, y os ahorrará el trabajo <strong>de</strong> haceros tantos cumplimientos.<br />
Vo soy como la yegua <strong>de</strong> Juan Duck, que no consiente<br />
que nadie la monte sino es su amo. Vine á salvar el mió, y si no<br />
acomoda, santas pascuas: ofertas <strong>de</strong> esta especie no son pelotas que
214 IVANHOE.<br />
van <strong>de</strong> mano en mano. Por nadie me <strong>de</strong>jo ahorcar sino por mí<br />
dueño legítimo.<br />
—Idos, noble Cedric, dijo Athelstane: no <strong>de</strong>sperdiciéis esta ocasión.<br />
Vuestra presencia basta para reunir todos vuestros amigos,<br />
y hacerles venir á darnos libertad. Si permanecéis aquí, todo se<br />
pier<strong>de</strong>.<br />
—¿Y hay alguna esperanza <strong>de</strong> socorro por ahí fuera? preguntó<br />
Cedric al bufón.<br />
—¡Esperanza! respondió Wamba. Cuando vistas mi sayal, escomo<br />
si te pusieras la casaca <strong>de</strong> un general en jefe. Quinientos hombres<br />
están á cien pasos <strong>de</strong> aquí, y yo era esta mañana uno <strong>de</strong> sus<br />
caudillos. Mi gorra <strong>de</strong> bufón era un casco, mi espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra un<br />
bastón <strong>de</strong> comandante. Veamos que efecto produce el cambio <strong>de</strong> un<br />
cuerdo por un loco: quizás ganarán en pru<strong>de</strong>ncia, lo que pier<strong>de</strong>n<br />
en valor. Manos á la obra: y cuidado como tratas al pobre Gurth y<br />
á su compañero Fongs. Sime tuercen estos picaros el pescuezo<br />
colgad todos los emblemas <strong>de</strong> mi oficio en la sala <strong>de</strong> Kothervood,<br />
en memoria <strong>de</strong> que sacrifiqué mi vida por mi amo como siervo fie!,<br />
aunque loco.»<br />
Wamba pronunció estas últimas palabras entre chanzas y veras,<br />
y los ojos <strong>de</strong> Cedric se llenaron <strong>de</strong> lagrimas.<br />
«Tu memoria, dijo Cedric, durará entre los hombres, mientras<br />
haya quien aprecie el afecto y la fi<strong>de</strong>lidad. Pero no nos aflijamos,<br />
antes <strong>de</strong> tiempo, pues no dudo que hallaré medios <strong>de</strong> salvar álady<br />
Rowena, á tí, noble Athelstane, y á tí también, pobre YVamba.<br />
Hízose el cambio <strong>de</strong> los vestidos, y Cedric se <strong>de</strong>tuvo, habiéndosele<br />
ocurrido una duda <strong>de</strong> pronto.<br />
«Yo no sé otra lengua que la mia, dijo, y algunas pocas palabras<br />
<strong>de</strong>l normando. ¿Cómo he <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> este apuro?<br />
—Con dos palabras tienes cuanto basta y sobra, respondió Varaba.<br />
Pax mbiscti'íii es una respuesta general para toda especie <strong>de</strong><br />
preguntas. Con el Pax toMscum pue<strong>de</strong>s entrar y salir, comer y<br />
beber, hablar <strong>de</strong> veras ó en chanza. No tienes mas que hacer, sino<br />
ponerte muy entonado y recalcarte al pronunciar Pax tolnamm.<br />
Es cosa irresistible. Centinelas y guarda-bosques, caballeros<br />
y escu<strong>de</strong>ros, infantes y ginetes, todos te obe<strong>de</strong>cerán. Creo que si<br />
me llevan al palo mañana, como es muy posible que lo hagan, he<br />
<strong>de</strong> aturrullar al verdugo con un sonoro Pax voblscum.<br />
—Si no es mas que eso, dijo Cedric, pronto se apren<strong>de</strong> el oficio.
CAPÍTULO XXVI. 215<br />
Paíe VOUSCWM... 110 haya miedo que se me olvi<strong>de</strong>. A Dios, noble<br />
Athelstane: á Dios, amigo AVamba. Tu corazón vale mas que tu<br />
cabeza. 3ili intención es venir á salvaros á todos, ó volver á morir<br />
en vuestra compañía. La sangre real <strong>de</strong> Sajonia no ha <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>rramada,<br />
mientras la <strong>de</strong> Cedric circule en sus venas; ni habrá quien<br />
toque á un cabello <strong>de</strong> este leal servidor, si la vida <strong>de</strong> Cedric pue<strong>de</strong><br />
estorbarlo. A Dios.<br />
—A Dios, tío, dijo AVamba, y cuidado con Pax wbiscnm. Cedric<br />
<strong>de</strong>jó á sus amigos y se puso en marcha para llevar á cabo la proyectada<br />
empresa. No tardó mucho en hallar ocasión <strong>de</strong> poner en<br />
práctica los consejos <strong>de</strong>l bufón, porque al llegar aun pasadizo oscuro<br />
y embovedado, por el cual ereia po<strong>de</strong>r pasar al salón <strong>de</strong>l cashile,<br />
le salió al paso una mujer.<br />
—Pax to'jiscam, dijo el fingido fraile sin hacer caso <strong>de</strong> aquella<br />
<strong>de</strong>sconocida, y procurando <strong>de</strong>sembarazarse cuanto antes <strong>de</strong> ella,,<br />
cuando oyó que le respondía con voz suave: et vobis. Queso, domine<br />
reverendissime, pro misericordia restra.<br />
—Soy sordo, dijo Cedric en buen sajón, renegando en su interior<br />
<strong>de</strong> las instrucciones que el bufón le habia dado, puesto que tan<br />
'•ortado se hallaba en el primer encuentro. «Pero en aquellos tiempos<br />
la sor<strong>de</strong>ra al idioma latino era harto común entre clérigos y<br />
frailes, y no lo ignoraba la persona que acababa <strong>de</strong> hablar á Cedric,<br />
pues inmediatamente le dirigió la palabra en sajón.<br />
«liuégoos encarecidamente, reverendo padre, le dijo, que os digneis<br />
visitar y suministrar los socorros espirituales á un prisionero<br />
que está herido en este castillo; y que os apiadéis <strong>de</strong> su situación,<br />
como vuestro santo ministerio os lo manda; y en cambio tendréis<br />
una copiosa limosna para vuestro convento.<br />
--Hija, respondió Cedric muy embarazado y confuso; el tiempo<br />
que se me ha concedido para permanecer en esta fortaleza no me<br />
permite satisfacer á todos los que necesitan las obligaciones <strong>de</strong> mi<br />
ministerio. No puedo <strong>de</strong>tenerme un instante, sin esponerme á per<strong>de</strong>r<br />
la vida.<br />
—Por los votos que habéis pronunciado, repuso la muje*, os<br />
pido que no <strong>de</strong>jéis sin consuelo al <strong>de</strong>sventurado.»<br />
Cedric pronunció entre dientes algunas espresiones <strong>de</strong> impaciencia<br />
y mal humor, que le arrancaron <strong>de</strong>l embarazo en que se hallaba;<br />
y probablemente hubiera partido por medio, quitándose<br />
•nterarnente la máscara, si no hubiera venido ala sazón, y cuando
216 IVANHOE.<br />
ya iba á estallar su enojo, la vieja Urfrieda, á quien elejamos en la<br />
escalera <strong>de</strong> la torrecilla.<br />
«¿Qué es esto, mi alma? dijo con agria voz y asperísimo tono á<br />
la que estaba hablando con Cedric. ¿Así pagas las bonda<strong>de</strong>s que he<br />
tenido contigo? ¿Abandonando al pobre herido que puse átu cuidado?<br />
¿Y obligando á este santo varón á que se ponga como un a<br />
furia para <strong>de</strong>sembarazarse <strong>de</strong> las importunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una judía?<br />
—¡Judía! esclamó Cedric, aprovechándose <strong>de</strong> aquella ocasión<br />
para salir mas pronto <strong>de</strong>l paso. Apártate, mujer; apártate pronto.<br />
Tu sola presencia amancilla.<br />
—Venid por aquí, padre mió; dijo la vieja, que no sabéis las entradas<br />
y salidas <strong>de</strong>l castillo, ni podéis dar un paso en él sin conductor.<br />
Venid, que tengo que baldaros. V tú, bija <strong>de</strong> raza maldita,<br />
vuelve al cuarto <strong>de</strong>l enfermo, y aguárdame allí. ¡Pobre <strong>de</strong> tí si te<br />
apartas <strong>de</strong> su lado sin mi.permiso!»<br />
"Rebeca obe<strong>de</strong>ció á la vieja, <strong>de</strong> quien á fuerza <strong>de</strong> importunida<strong>de</strong>s<br />
habia conseguido antes que la <strong>de</strong>jase salir <strong>de</strong> la torre; y Urfrieda.<br />
creyendo imponerle una tarea enojosa, la obligó á cuidar al prisionero<br />
herido; encargo que la hebrea aceptó con mucho gusto. Convencida<br />
<strong>de</strong> la crítica situación en que este se hallaba, y <strong>de</strong>seosa <strong>de</strong><br />
aprovecharse <strong>de</strong> todos los medios que se le ofreciesen para mejorar<br />
su suerte común, Rebeca aguardaba algún auxilio <strong>de</strong>l religioso,<br />
que según las noticias dadas por Urfrieda, había penetrado en el<br />
ominoso castillo. Salió al pasadizo para esperarlo, é inducirlo á que<br />
entrase en el aposento <strong>de</strong> Ivanhoe: y vahemos visto cuanto se frustraron<br />
sus intenciones.<br />
CAPITULO XXVII.<br />
Cuando Urfrieda, á fuerza <strong>de</strong> gritos y amenazas, hubo reducido<br />
á la»judía á volver á la nueva prisión que le habia señalado, con<br />
dujo á Cedric, aunque contra la voluntad <strong>de</strong> este, á otra pieza, cuya<br />
puerta cerró por <strong>de</strong>ntro, con gran misterio y precaución. En se<br />
guida sacó <strong>de</strong> una alacena dos copas y un jarro <strong>de</strong> vino; y dijo,<br />
mas bien en tono <strong>de</strong> afirmación que <strong>de</strong> pregunta: «padre, tú eres<br />
sajón; no pue<strong>de</strong>s negarlo:" y continuó, viendo que Cedric no se
CAPÍTULO XXVII. 21T<br />
daba prisa á respon<strong>de</strong>rle: «los acentos <strong>de</strong> mi lengua nativa son<br />
suaves ;í mi oído, aunque raras veces los oigo sino en boca <strong>de</strong> esos<br />
miserables siervos, á quienes los feroces Normandos abruman <strong>de</strong><br />
ca<strong>de</strong>nas y <strong>de</strong> ignominia. Eres sajón y hombre libre, salvo <strong>de</strong>l servicio<br />
<strong>de</strong> Dios. Tus acentos me llegan al alma.<br />
—¿Nunca vienen eclesiásticos sajones á este castillo? preguntó<br />
'• 'edric. Obligación suya es socorrer y amparar á sus <strong>de</strong>sventurados<br />
compatriotas, oprimidos por el yugo <strong>de</strong> los conquistadores.<br />
—No vienen, respondió la vieja; ó si vienen es muy rara vez. Digo<br />
esto, porque lo be oblo, que yo por mi parte no he visto aquí otro<br />
eclesiástico ipie el capellán normando: pero ya hace muchos años<br />
¡pie murió. Dejemos esto; y pues eres sajón, como no puedo dudarlo,<br />
<strong>de</strong>ja que te haga una pregunta.<br />
—Soy sajón, respondió Cedric; pero indigno <strong>de</strong>l título <strong>de</strong> sacerdote.<br />
Nada puedo <strong>de</strong>cir; y es inútil que te molestes en preguntarme.<br />
Déjame pues salir <strong>de</strong> aquí lo mas pronto que pueda: no<br />
tardaré en volver ó en enviarte un compañero mió, si tal es tu<br />
<strong>de</strong>seo.<br />
—Detente, que no abusaré <strong>de</strong> tu paciencia, dijo Erfrieda. La tierra<br />
tria abogará muy en breve mi voz, y no quiero bajar á su lóbrega<br />
morada sin <strong>de</strong>jar quien conserve mi memoria, y refiera mis<br />
sucesos. Horribles son, espantosos; y necesito cobrar fuerzas para<br />
contarlos. Al <strong>de</strong>cir esto, llenó una copa <strong>de</strong> vino, y la bebió con tanta<br />
avi<strong>de</strong>z, como si la aquejara el ardor <strong>de</strong> una fiebre violenta. Embrutece,<br />
dijo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber bebido; pero no alegra. Echa un<br />
trago, padre mió. si quieres oírme, sin que se te ericen los cabellos<br />
i edric hubiera rehusado <strong>de</strong> buena gana aquel convite, mas no se<br />
atrevió á resistir á los gestos violentos que la, vieja le hacia. Bebió<br />
una copa llena; y Urfrieda, algo mas tranquila con esta con<strong>de</strong>s<br />
een<strong>de</strong>noia. volvió á tomar la palabra:<br />
«No be nacido, padre mió, en la, miserable condición en queme<br />
ves ahora. Luí libre, feliz, noble, amada, y amada muy <strong>de</strong> veras<br />
Ahora soy esclava, <strong>de</strong>sventurada y envilecida. Serví <strong>de</strong> juguete á<br />
las pasiones <strong>de</strong> mis opresores, mientras fui hermosa; ahora soy objeto<br />
<strong>de</strong> su <strong>de</strong>sprecio y <strong>de</strong>. su rencor, ¿lis <strong>de</strong> estrañar que aborrezca<br />
ai género humano, y sobre todo, á la raza execrable que me ha<br />
trashumado <strong>de</strong> lo que fui, en lo que soy? ¿Pue<strong>de</strong> olvidar la mísera<br />
<strong>de</strong>crépita que tienes á la vista, y cuya rabia solo pue<strong>de</strong> exhalarse<br />
en impotentes maldiciones, que su padre fué el dueño <strong>de</strong> este cas-
218 IVANHOE.<br />
tillo, el señor <strong>de</strong> Torquilstone, ante quien temblabau millares <strong>de</strong><br />
vasallos?<br />
—¡Tú,hija<strong>de</strong>Torquil! dijoCedric horrorizado. ¡Tú, hija <strong>de</strong> aquel<br />
noble sajón, amigo y compañero <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> mi padre!<br />
—¡El, amigo <strong>de</strong> tu padre! repitió Urfrieda. Luego eres Cedric, á<br />
quien todos conocen por el dictado <strong>de</strong>l Sajón: porque el noble Herewardo<br />
<strong>de</strong> Rotherwood no tuvo mas que un hijo, cuyo nombre es<br />
conocido á todos los que tienen sangre sajona en las venas. Y si<br />
eres Cedric <strong>de</strong> Rotherwood, ¿ que significa ese hábito religioso?<br />
¿Has perdido toda esperanza <strong>de</strong> salvar tu patria y has huido <strong>de</strong> la<br />
opresión acogiéndote á la sombra <strong>de</strong>l claustro ?<br />
—Nada te importa saberlo, respondió Cedric, prosigue tu <strong>de</strong>plorable<br />
historia, que supongo será un tejido <strong>de</strong> crímenes y <strong>de</strong> iniquida<strong>de</strong>s.<br />
Sobrado crimen es ya tu existencia en esta mansión.<br />
—Razón tienes, dijo la <strong>de</strong>sventurada sajona. Crímenes hay en mi<br />
historia tan negros y tan espantosos, que todos los fuegos <strong>de</strong>l infierno<br />
no bastan á purificarlos.<br />
—Si, noble Cedric, en estos salones, manchados con la sangre <strong>de</strong><br />
mi padre y <strong>de</strong> mis hermanos, he vivido como manceba <strong>de</strong> su asesino,<br />
como esclava y partícipe <strong>de</strong> su <strong>de</strong>senfreno, y esto basta para<br />
que cada una <strong>de</strong> las respiraciones que exhalo sea crimen y maldición.<br />
—¡Infeliz mujer! esclamó Cedric. ¡Y mientras todos los verda<strong>de</strong>ros<br />
sajones, mientras todos los amigos <strong>de</strong> tu padre, reverenciaban<br />
tu memoria como la suya y la <strong>de</strong> sus valientes hijos, estabas tú<br />
mereciendo su odio y execración ; viviendo con el que se encenagó<br />
en la sangre <strong>de</strong> los tuyos, con el que esterminó hasta los tiernos<br />
retoños <strong>de</strong> tu familia, y unida con tu verdugo en los lazos <strong>de</strong> un<br />
amor ilegítimo!<br />
—En lazos ilegítimos, respondió la vieja; pero no en ios <strong>de</strong>l amor;<br />
que el amor huye <strong>de</strong> estas infames bóvedas como <strong>de</strong> las cavernas<br />
infernales. No; <strong>de</strong> esa culpa estoy exenta á lo menos. La pasión<br />
que ha reinado y reina inestinguible en mi alma es el odio á Frente-<strong>de</strong>-buey<br />
y á su familia, y con igual furor reinaba en los momentos<br />
en que participaba <strong>de</strong>l estravío <strong>de</strong> mi opresor.<br />
—¡Lo odiabas y vivías! dijo Cedric. ¿No tenias á tu disposición<br />
un puñal, una cuerda? Pues apreciabas semejante vida, fortuna<br />
tuya ha sido que los secretos <strong>de</strong> una fortaleza normanda sean como<br />
los <strong>de</strong>l sepulcro; porque si hubiera yo llegado á soñar que la hija
CAPÍTULO XXVII. * 219<br />
• le Torquil era la concubina <strong>de</strong>l verdugo <strong>de</strong> su padre, mi acero te<br />
hubiera atravesado el corazón en los brazos <strong>de</strong>l perverso.<br />
—¿Hubieras osado vengar <strong>de</strong> ese modo la fama <strong>de</strong> Torquil ? preguntó<br />
Ulrica (que este era su nombre verda<strong>de</strong>ro, y no el <strong>de</strong> Urfriedaj.<br />
Ahora conozco que eres digno <strong>de</strong>l renombre que por tu patriotismo<br />
has ganado: renombre que ha llegado á estos muros empapados<br />
en <strong>de</strong>litos. Y yo, aunque envilecida y <strong>de</strong>gradada, palpitaba<br />
le gozo al saber que existia quien pensaba en rescatar mi infeliz n a-<br />
.don. No: no se ha estinguido en mí el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza que animaba<br />
al que me dio el ser. ¡Venganza!... yo he gustado sus <strong>de</strong>licias;<br />
yo he fomentado las discordias <strong>de</strong> nuestros enemigos, y los<br />
he ecsitado al combate, en medio <strong>de</strong> los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> la embriaguez<br />
; he visto correr su sangre, he oído los ayes <strong>de</strong> su agonía. Mírame<br />
Cedric. ¿Nío notas en estas facciones marchitas alguna semejanza<br />
con las <strong>de</strong>l amigo <strong>de</strong> tu padre'?<br />
—No me lo preguntes, Ulrica, dijo Cedric, tan compa<strong>de</strong>cido como<br />
aterrado <strong>de</strong> lo que oia. Tu semejanza con Torquil, es como la <strong>de</strong>l<br />
cadáver que sale <strong>de</strong> la tumba reanimado por el ángel <strong>de</strong> las tinieblas.<br />
—Ángel <strong>de</strong> luz, dijo Ulrica, era yo cuando armé el brazo <strong>de</strong>l hijo<br />
contra el padre. La oscuridad <strong>de</strong>l Averno <strong>de</strong>bería ocultar lo que<br />
vas á oir ; poro la venganza alzará el velo que cubre este misterio<br />
<strong>de</strong> iniquidad. Largo tiempo había reinado la <strong>de</strong>sunión entre Lrente-<strong>de</strong>-buey,<br />
y el brutal Reginaldo, su hijo: largo tiempo estuve yo<br />
fomentándola. Al fin, estalló en medio <strong>de</strong> los vapores <strong>de</strong>l vino, y mí<br />
opresor cayó sóbrela mesa á manos <strong>de</strong>l que le <strong>de</strong>bia la vida : tales<br />
*on los secretos que estos muros ocultan. Abrios, esclamó, alzando<br />
la vista al techo, abrios, bóvedas <strong>de</strong> abominación, y confundid en<br />
vuestras ruinas á todos los que saben este espantoso arcano.<br />
—¡Ytú, dijo Cedric, monstruo <strong>de</strong> iniquidad y <strong>de</strong> <strong>de</strong>sventura,<br />
;, qué suerte has tenido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> tus males?<br />
—Adivínalo, respondió Ulrica, y no lo preguntes. Aquí... aquí he<br />
vivido hasta que la vejez prematura estampó en mi rostro un sello<br />
mortífero y helado: insultada y escupida, don<strong>de</strong> antes todos me<br />
obe<strong>de</strong>cían y acataban; obligada á satisfacer la venganza, que antes<br />
recogió tan amplia cosecha, con vanos murmullos é infructuosas<br />
maldiciones ; con<strong>de</strong>nada á oir <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mi torrecilla solitaria, los gritos<br />
<strong>de</strong>l banquete, en que tantas veces resonaron los míos, ó los quejidos<br />
y sollozos <strong>de</strong> las nuevas víctimas <strong>de</strong> la opresión.
220 IVANHOK.<br />
--Lírica, dijo Cedric, con un corazón que todavía echa menos e¡<br />
galardón <strong>de</strong> sus crímenes, y los crímenes que le merecieron aquel<br />
galardón, ¿osas dirigir la palabra á quien viste un hábito como el<br />
mió ? ¿ Qué podría hacer por tí el santo Eduardo, si se presentase ¡i<br />
tu vista en carne mortal ? El piadoso Rey obtuvo <strong>de</strong>l cielo la gracia<br />
<strong>de</strong> curar las úlceras <strong>de</strong>l cuerpo ; mas solo Dios pue<strong>de</strong> sanar la, lepra<br />
<strong>de</strong>l alma.<br />
—"No me abandones aun, dijo Ulriea, infausto profeta <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nación.<br />
Dime, si pue<strong>de</strong>s, adon<strong>de</strong> me conducirán estos nuevos impulsos<br />
que me agitan en mi soledad. ¿Por qué se <strong>de</strong>spiertan en mi pe"<br />
cho, con nuevos é irresistibles horrores, los pensamientos <strong>de</strong> m¡<br />
malhadada, juventud ? ¿ Cuál es la suerte que reserva la tumba á ¡a<br />
que ha sido en la tierra objeto <strong>de</strong> la cólera celeste ? Atorméntenme<br />
con crueles suplicios YVo<strong>de</strong>n, Herta, Zernebok, Alista y Scogula (1:<br />
mas bien que sufrir los negros presagios que me angustian durantelas<br />
largas horas <strong>de</strong> la noche.<br />
—No soy sacerdote, dijo Cedric apartándose con horror <strong>de</strong> aquella<br />
triste pintura <strong>de</strong>l crimen, <strong>de</strong> la miseria y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación<br />
No soy sacerdote, aunque lo parezco en mi trago.<br />
—Sacerdote ó lego, dijo Lírica, eres el único mortal temeroso <strong>de</strong><br />
Dios, y honrado por los hombres, que mis ojos han visto, en estos<br />
últimos veinte años. ¿Quieres conducirme al <strong>de</strong>specho?<br />
—No al <strong>de</strong>specho, respondió Cedric ; sino al arrepentimiento <strong>de</strong><br />
tus culpas. Encomiéndate áDios y haz penitencia; y procura que<br />
sea aceptada la ofrenda <strong>de</strong> tu contrición. Pero ni puedo, ni <strong>de</strong>bo<br />
<strong>de</strong>tenerme.<br />
—Un solo instante, dijo Lírica : si no quieres que vengue en tí el<br />
<strong>de</strong>sprecio y la dureza con que me tratas. ¿Piensas que duraría muchas<br />
horas la vida <strong>de</strong> Cedric el Sajón, si lo hallase Erente-<strong>de</strong>-bue.\<br />
en este castillo y con este disfraz? Ya se han i*ecreado en tí sus mi<br />
radas como las <strong>de</strong>l halcón en la paloma.<br />
—Venga, dijo Cedric, y <strong>de</strong>stróceme con pico y garras, mas bien<br />
que profanar mis labios con palabras que mi corazón no prueba.<br />
Moriré como Sajón con la verdad en la boca, y la honra<strong>de</strong>z en el<br />
pecho. No me toques ni me <strong>de</strong>tengas. La presencia <strong>de</strong> Keginaldo es<br />
menos odiosa á mis ojos que la <strong>de</strong> tu infamia y miseria.<br />
— Sea así, dijo Ulriea, <strong>de</strong>sistiendo <strong>de</strong> su empeño. Vete si quieres,<br />
y olvida en tu insolente superioridad, que la <strong>de</strong>sgraciada que has<br />
(1; Divinida<strong>de</strong>s infernales <strong>de</strong> los antiguos Sajones paganos.
CAPÍTULO XXVII. 221<br />
visto es la hija <strong>de</strong>l amigo <strong>de</strong> tu padre. Vete, Cedric. Si me separau<br />
mis males <strong>de</strong> todo el género humano, y me hacen odiosa á los ojos<br />
<strong>de</strong> aquellas <strong>de</strong> quienes <strong>de</strong>bía esperar algún auxilio, también me<br />
separaré <strong>de</strong> todo el mundo en mi venganza. Nadie me ayudará;<br />
pero se estremecerán los hombres al oir la ejecución <strong>de</strong>l <strong>de</strong>signio<br />
que abrigo en mi corazón. A Dios: tu <strong>de</strong>sprecio ha roto el último<br />
vinculo que me ligaba con los hombres, puesto que ni aun siquiera<br />
me queda la esperanza <strong>de</strong>que mis compatriotas se apia<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mis<br />
males.<br />
— Ulrica, dijo Cedric, algo movido á compasión, ¡has podido vivir<br />
en ese abismo <strong>de</strong> crímenes y <strong>de</strong> infortunios; y ahora te das á<br />
ia <strong>de</strong>sesperación, cuando <strong>de</strong>bieras abrir los ojos y eiafregarte al<br />
arrepentimiento!<br />
—Cedric, respondió Ulrica, bien veo que no conoces el corazón<br />
humano. El amor <strong>de</strong>senfrenado <strong>de</strong>l placer, el <strong>de</strong>seo insaciable <strong>de</strong><br />
venganza, el orgullo inseparable <strong>de</strong> la gerarquía en que nací, tales<br />
lian sido los móviles <strong>de</strong> mi conducta: y por cierto que estos venenosos<br />
ingredientes alucinan hartas veces la razón, é imponen silencio<br />
á la voz <strong>de</strong> la conciencia. La vejez no tiene placeres; las arrugas<br />
no tienen influjo, y hasta la venganza muere en impotentes<br />
maldiciones. Entonces es cuando el remordimiento se presenta armado<br />
<strong>de</strong> vívoras; entonces se echa <strong>de</strong> menos lo pasado, y el porvenir<br />
solo ofrece <strong>de</strong>sesperación. Las pasiones se callan y el culpable,<br />
semejante al <strong>de</strong>monio, es víctima <strong>de</strong>l remordimiento, pero no sabe<br />
arrepentirse, 'fus palabras han reanimado mi abatido espíritu. Bien<br />
has dicho: nada es imposible para quien sabe y se atreve á morir-<br />
Tú me, has enseñado el camino <strong>de</strong> la venganza, y yo lo seguiré<br />
hasta el fin. La venganza ha residido cu mi alma con otras pasiones:<br />
<strong>de</strong> hoy mas vivirá sola en ella, y tú mismo dirás que si Ulrica<br />
ha vivido culpable, su muerte fué digna <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> Torquil. Ya<br />
sé que este castillo está sitiado por fuerzas enemigas: date prisa,<br />
diles que estrechen el asedio, y cuando veas on<strong>de</strong>ar una ban<strong>de</strong>ra<br />
roja en la torrecilla <strong>de</strong>l ángulo oriental <strong>de</strong> la fortaleza, entonces<br />
ios sajones pue<strong>de</strong>n pelear sin recelo. Poco les quedará que hacer;<br />
suyos serán estos muros, en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> toda la resistencia que les<br />
opongan los malvados. No pierdas tiempo; sigue tu suerte, que yo<br />
se, la que me aguarda.)»<br />
Cedric hubiera querido saber los pormenores <strong>de</strong>l <strong>de</strong>signio que<br />
fdriea anunciaba <strong>de</strong> un modo tan enfático y terrible; pero en aquel
222 IVAXHOE.<br />
momento se oyó la formidable voz <strong>de</strong> Reginaldo Frente-<strong>de</strong>-buey.<br />
«¿Dón<strong>de</strong> diablos se oculta este fraile? por mi vida que no le valdrá<br />
ser fraile si viene á sembrar traición entre mis gentes.<br />
—¡Que buen profeta! dijoTJlrica, es una mala conciencia! no te<br />
<strong>de</strong>tengas: sal como puedas <strong>de</strong> sus manos: vuelve á tus sajones.<br />
Que canten el bimno <strong>de</strong> guerra, y que no tar<strong>de</strong>n en venir á consu<br />
mar el sacrificio.» Dijo, y se escapó por una puerta oculta, al mis<br />
mo tiempo que Frente-<strong>de</strong>-buey entró en el aposento. Cedric, aun<br />
que con repugnancia, hizo una profunda reverencia al altanero<br />
barón, á la cual respondió este inclinando ligeramente la cabeza.<br />
«Tus penitentes, padre, dijo, han hecho una larga confesión: y á<br />
fe que lo aciertan, puesto que es la última que han <strong>de</strong> hacer en su<br />
vida. ¿Están dispuestos á morir?<br />
—Aguardan lo peor, dijo Cedric, esplicándose en francés lo menos<br />
mal que podia. Saben que estando en tus manos no tienen que es<br />
perar misericordia.<br />
—Conozco en tu acento, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que eres sajón.<br />
—Soy, dijo Cedric, <strong>de</strong>l convento <strong>de</strong> san Withold <strong>de</strong> Hartón.<br />
—Mejor fuera y mas me convendría que fueras Normando, dijo<br />
el barón: pero la necesidad no tiene ley. Tu convento es un nido <strong>de</strong><br />
pájaros dañinos; pero dia llegará en que ni la capucha baste á pro<br />
teger la canalla sajona.<br />
—Hágase la voluntad <strong>de</strong> Dios, dijo Cedric temblando <strong>de</strong> cólera,<br />
aunque Frente-<strong>de</strong>-buey lo atribuyó á miedo.<br />
—Ya se meflgura, dijo el barón, que ves entrar á mis alabar<strong>de</strong>ros<br />
por las puertas <strong>de</strong>l refectorio; pero si <strong>de</strong>sempeñas el encargo que<br />
voy á darte, pue<strong>de</strong>s estar seguro, y dormir tan tranquilo en tu<br />
celda como el caracol en su concha.<br />
—Manda lo que gustes, dijo Cedric comprimiendo su agitación.<br />
— Sigúeme, dijo el barón, por este pasadizo y saldrás <strong>de</strong>l castillo<br />
por la poterna.»<br />
Vrente-<strong>de</strong>-buey echó á andar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Cedric, instruyéndole<br />
al mismo tiempo en el encargo que intentaba confiarle.<br />
«Y"a ves, fraile, le <strong>de</strong>cia, esa manada <strong>de</strong> marranos sajones que se<br />
han atrevido á presentarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mis almenas. Díles lo que<br />
has visto <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong> estos muros; y no creo que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> oír<br />
te se <strong>de</strong>tengan mucho tiempo en tan inútil empresa. Toma este pa<br />
pel; pero antes <strong>de</strong> todo.... ¿Sabes leer?<br />
—Nada, respetable señor, respondió Cedric,
CAPÍTULO XXVII. 228<br />
—Mejor que mejor. Lleva este papel al castillo <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong>Malvoi-<br />
sin; díle que va <strong>de</strong> mi parte, que lo ha escrito Brian <strong>de</strong>Bois-Guilhert<br />
y que le ruego lo envié á York, aunque sea reventando un caballo.<br />
Asegúrale al mismo tiempo que nos encontrará firmes <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />
nuestras almenas. ¿No seria una vergüenza que nos intimidase ese-<br />
puñado <strong>de</strong> vagabundos, que tiemblan cuando ven tremolar mis<br />
pendones y oyen relinchar mis caballos? Mucho me alegraría <strong>de</strong><br />
que, echando mano <strong>de</strong> algún artificio los redujeses á permanecer<br />
enfrente <strong>de</strong>l castillo hasta la venida <strong>de</strong> nuestras lanzas. Mi vengan<br />
za está dispierta, y es como el halcón que no se duerme hasta te<br />
ner lleno el buche.<br />
—¡Por el santo <strong>de</strong> mi nombre! dijo Cedric, con la energía propia<br />
<strong>de</strong> su carácter, y por todos los santos <strong>de</strong>l calendario que serán obe-<br />
<strong>de</strong>cidas vuestras ór<strong>de</strong>nes! Ni un sajón so ha <strong>de</strong> apartar <strong>de</strong> estas<br />
cercanías si yo puedo ejercer algún influjo en ellos.<br />
—Hola! dijo el barón; parece que mudas <strong>de</strong> tono, y que hablas<br />
como quien no gusta mucho <strong>de</strong> esa gente. ¿No eres tú también <strong>de</strong>i<br />
mismo ganado!»<br />
Cedric no era muy práctico en las artes <strong>de</strong>l disimulo, y algo hu<br />
biera dado en aquel momento por tener á su disposición alguna <strong>de</strong><br />
las ingeniosas ocurrencias <strong>de</strong> Wamba; pero la necesidad aguza el<br />
entendimiento; y para justificar su enojo echó mano <strong>de</strong>l odio que<br />
<strong>de</strong>bían inspirar á todos los religiosos aquellos malsines <strong>de</strong>scomul<br />
gados.<br />
«Tienes razón, dijo Frente-<strong>de</strong>-Buey, lo mismo <strong>de</strong>spachan á un<br />
P. Prior queá un villano.<br />
—¡ Hombres <strong>de</strong>salmados! dijo Cedric. •><br />
Frente-<strong>de</strong>-Buey llegó á la poterna, y pasando el foso por una ta<br />
bla, á una pequeña barbacana que comunicaba con el campo por<br />
medio <strong>de</strong> un portalón fuerte y bien <strong>de</strong>fendido.<br />
«Despáchate, dijo el barón, y si ejecutas bien mi encargo, y vuel<br />
ves aqui <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos dias, hallarás la carne sajona mas barata<br />
que la <strong>de</strong> javalí en el mercado <strong>de</strong> Sheífield. Parece que eres hombre<br />
<strong>de</strong> buen humor; déjame <strong>de</strong>spachar á estos bellacos, y ven á verme<br />
<strong>de</strong>spués,que te recompensaré.<br />
—Yo te prometo que nos.hemos <strong>de</strong> ver, y pronto; dijo Cedric.<br />
—Vaya eso por ahora, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey poniendo á Cedric<br />
una pieza <strong>de</strong> oro en la mano. Abrió la poterna, y <strong>de</strong>jó salir al fingido<br />
fraile diciéndole: ¡Cuenta con cumplir la palabra queme has dado'
224 IVANHOE.<br />
— Licencia te doy <strong>de</strong> que me arranques el pellejo si cuando te<br />
vuelva á ver no merezco algo mas que el cumplimiento <strong>de</strong> tu amenaza.<br />
«Esto dijo Cedric echando á correr por el campo: y volviéndose<br />
<strong>de</strong> pronto hacia el castillo,arrojó la moneda <strong>de</strong> oro á la puerta escla<br />
mando: «¡Traidor, impío. Satanás cargue contigo y con tu dinero!.)<br />
Frente-<strong>de</strong>-buey oyó, aunque imperfectamente, estas últimas palabras;<br />
mas pareciéndole sospechosa la acción, gritó á dos ballesteros<br />
délas almenas que disparasen algunas flechas al fraile. Arrepintióse<br />
en seguida y revocó la or<strong>de</strong>n, creyendo que el fraile no se<br />
atrevería á <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cerle. » En todo caso, dijo, mas vale tratar <strong>de</strong>l<br />
rescate <strong>de</strong> estos verracos sajones. Hola! ¿Dón<strong>de</strong> está Gil el carcelero"?<br />
Que traiga á mi presencia á Cedric y á su compañero Athelstane ó<br />
como se llama, que hasta los nombres <strong>de</strong> esa gente saben á tocino y<br />
ensucian los labios <strong>de</strong> un normando. Quiero lavarlos mios con vino<br />
como dice el Príncipe Juan. Poned un jarro sobre la mesa <strong>de</strong> la<br />
armería, y conducid allí á los cautivos.»<br />
Los mandatos <strong>de</strong>l barón fueron inmediatamente obe<strong>de</strong>cidos; y al<br />
entrar en aquel gótico aposento, <strong>de</strong> cuyos muros pendían los <strong>de</strong>spojosganadospor<br />
el valor <strong>de</strong> su padre y por el suyo, vio el jarro <strong>de</strong> vino<br />
sobre la enorme mesa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> encina, y á los dos sajones que<br />
acababan <strong>de</strong> entrar, custodiados por cuatro alabar<strong>de</strong>ros. Frente-<strong>de</strong>buey<br />
empezó por refrescarse el paladar con un buen trago: y en<br />
seguida dirigió la palabra á los prisioneros. No echó <strong>de</strong> ver <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
luego la trasformacion <strong>de</strong> Cedric en su bufón; porque este se habia<br />
calado hasta las cejas el gorro <strong>de</strong> su amo, y porque la pieza estaba<br />
algo oscura: a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> que el barón no habia examinado jamás<br />
atentamente las facciones <strong>de</strong> Cedric, creyendo que se <strong>de</strong>gradaba<br />
su dignidad si fijaba la vista en el rostro <strong>de</strong> un sajón; así que, al<br />
principio <strong>de</strong> la entrevista no concibió la menor sospecha <strong>de</strong> la fuga<br />
<strong>de</strong> su principal enemigo.<br />
«Valientes paladines! dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, ¿qué tal os sienta el<br />
aire <strong>de</strong> este castillo? ¿Os acordáis <strong>de</strong> la insolencia y <strong>de</strong> la altanería<br />
conque os portasteis en el banquete <strong>de</strong> un príncipe déla casa <strong>de</strong>.<br />
Anjou? ¿Cuándo merecisteis vosotros sentaros á la mesa <strong>de</strong>l prin<br />
cipe Juan? ¡Por Dios y por san Dionisio que si no estrujáis las bolsas<br />
hasta el último bizante, habéis <strong>de</strong> estar colgados por los pies ó<br />
las rejas <strong>de</strong>l castillo hasta que os hayan comido los cuervos! Vamos,<br />
esplicaos: ¿Cuánto dais por vuestros indignos pellejos? ¿Qué dices<br />
tú, viejo <strong>de</strong> Rotfcerwood?
CAPÍTULO sxvi 1<br />
. 225<br />
—Yo no doy inedia blanca por mi persona, dijo Wamba; y en<br />
maído á colgarme por los pies, lias <strong>de</strong> eaber que <strong>de</strong>sd'e que me<br />
pusieron el primer capillo en la cabeza, tengo según dicen trasfornados<br />
los cascos; y pue<strong>de</strong> ser que con la colgadura vuelvan á<br />
su sitio natural.<br />
—¡Santa Genoveva! esclamó Frente-<strong>de</strong>-buey: ¿quién es este que<br />
habla?»<br />
Y al <strong>de</strong>cir esto, quitó el gorro <strong>de</strong> Cedric <strong>de</strong> ia cabeza <strong>de</strong> Wamba,<br />
y <strong>de</strong>scubrió en el cuello la argolla <strong>de</strong> plata que indicaba su condi<br />
ción <strong>de</strong> siervo.<br />
«¡ Gil, Clemente, perros vasallos! esclamó furioso el normando.<br />
;. quién es este que me habéis traído?<br />
— Yo os lo diré, respondió Bracy, que entró á la sazón. Este es<br />
el bufón <strong>de</strong> ('edric, que pegó tan terrible chasco á Isaac <strong>de</strong> Yole en<br />
el torneo.<br />
—No importa, respondió Frente-<strong>de</strong>-buey: los dos colgarán <strong>de</strong><br />
ana misma cuerda, á menos que Cedric y este marrano <strong>de</strong> Coliingsburgh<br />
paguen cuanto se les ha <strong>de</strong>jado poseer hasta ahora: y<br />
no solo esto, sino que nos han <strong>de</strong> quitar <strong>de</strong> eii frente ese enjambre<br />
<strong>de</strong> malvados; y han <strong>de</strong> firmar una renuncia formal <strong>de</strong> sus privilegios,<br />
obligándose á vivir <strong>de</strong> hoy mas como nuestros siervos y vasallos.<br />
¡ Id, dijo á dos <strong>de</strong> sus guardias que estaban á la puerta,<br />
traedme al verda<strong>de</strong>ro Cedric, y os perdono por esta vez vuestra<br />
equivocación; a<strong>de</strong>más que no hay mucha diferencia entre un loco y<br />
•m hidalgo sajón.<br />
—Cierto es, respondió Wamba: pero vuestra sabiduría ignora<br />
|ue han quedado mas locos que hidalgos en el. castillo.<br />
—¿Qué dice este maja<strong>de</strong>ro? dijo el barón á los guardias, los cuales<br />
en sus miradas daban áenten<strong>de</strong>r que si aquel no era el verdaiero<br />
Cedric, no habia quedado otro en el aposento que le había ser-<br />
. ¡do <strong>de</strong> prisión.<br />
¿Qué quieres apostar, dijo Bracy, que Cedric ha tomado las <strong>de</strong><br />
.illadiego con la túnica <strong>de</strong>l fraile?<br />
Bestia, <strong>de</strong> mí, dijo Frentc-<strong>de</strong>-buey: yo mismo le abrí la po-<br />
rema y le di libertad con mis manos. Bien está, señor bufón;<br />
tu locura ha podido mas que la vigilancia <strong>de</strong> estos animales que<br />
me sirven: pero, una vez que te gusta el estado religioso, yo<br />
te daré las ór<strong>de</strong>nes sagradas, y te pondré como nuevo. Hola, ar<br />
rancad áese tunante el pellejo <strong>de</strong> la cabeza, y cebadlo <strong>de</strong> las alme-<br />
13
226 IVANHOE.<br />
ñas abajo. Tu oficio es chancear. ¿Tienes gana <strong>de</strong> chancear ahora?<br />
—Digo, respondió "Wamba, sin que turbase su buen humor e]<br />
aspecto <strong>de</strong> la muerte, digo que tus hechos valen masque tus pala<br />
bfás; pues en lugar <strong>de</strong> hacerme simple religioso me das el birrete<br />
encarnado, que es distintivo <strong>de</strong> Car<strong>de</strong>nal.<br />
— Va Aeo, dijo Bracy, que quiere morir en su oficio. Dejadlo vivir,<br />
Frente <strong>de</strong> buey. Mas vale que se venga conmigo, y sirva <strong>de</strong>.<br />
diversión ¡i mis lanceros. ¿Que dices á esto, bufón?<br />
—Digo, respondió Wamba, que tengo una argolla al cuello, v<br />
que no puedo quitármela sin permiso <strong>de</strong> mi amo.<br />
—La lima normanda, d-ijo Frente-<strong>de</strong>-buey, sabe romper las argolláis<br />
sajonas.<br />
— Y aun por eso, dijo Wamba, queremos tan sinceramente nosotros<br />
los sajones á vosotros los normandos. Vuestras sierras cortan<br />
nuestras encinas, vuestro yugo oprime nuestros cuellos, vuestras<br />
cucharas agotan nuestro potaje. ¿Cuándo querrá Dios que salga<br />
mos <strong>de</strong> una vez <strong>de</strong> vuestras uñas?<br />
—Bien haces, Bracy, en divertirte con los disl ales <strong>de</strong> este necio,<br />
cuando estamos amenazados por todas partes. ¿Xo ves que se han bur<br />
lado <strong>de</strong> nosotros, y que nuestra proyectada comunicación con núes<br />
tros amigos ha sido frustrada por este mismo á quien quieres protejer?<br />
¿Qué po<strong>de</strong>mos aguardar si no es un ataque general y pronto.'<br />
—Vamos pues á las murallas, dijo <strong>de</strong> Bracy. ¿Me has visto alguna<br />
vez <strong>de</strong>tenerme cuando llega la ocasión <strong>de</strong> dar y recibir golpes ?Ven<br />
ga también el Templario, y pelee por su vida, como ha peleado antes<br />
por su or<strong>de</strong>n. Haz tú lo que puedas con tu gente, y yo os ayudaré<br />
en cuanto esté á mis alcances; y aseguro que tan fácilmente escala<br />
rán los sajones este castillo como las nubes. Si queremos tratar con<br />
los bandidos,¿porqué no emplearemos la mediación <strong>de</strong> este buen hidalgo,<br />
que con tan <strong>de</strong>vota atención está contemplado el jarro <strong>de</strong> v i<br />
no? Vamos, sajón, dijo á Athelstane, presentándole una copa <strong>de</strong> vi<br />
no, refréscate el gaznate con este soberano licor, y dinos qué es lo<br />
que pue<strong>de</strong>s hacer para conseguir tu libertad.<br />
—Lo que un hombre pue<strong>de</strong> hacer, respondió Athelstane, con tal<br />
<strong>de</strong> que no sea lo que pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>shonrarlo. Dejadme ir libre con mis<br />
compañeros, y pagaré un rescate <strong>de</strong> mil marcos.<br />
—Y a<strong>de</strong>más, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, nos has <strong>de</strong> asegurar la retira<br />
da <strong>de</strong> esa vil canalla, que asedia el castillo contra todas las leyes<br />
divinas} humanas.
CAPÍTULO XXVII. 227<br />
—11«ró cuanto pueda, repuso Athelstane, y creo que ¡o consegro*<br />
ti-, a<strong>de</strong>más que Cedric me ayudará en la empresa.<br />
— listamos <strong>de</strong> acuerda, dijo Erente-<strong>de</strong>-buey: tú y ios luyes que<br />
dareis, en libertad, y hebra paz entre nosotros, por tales mil mar'-<br />
cOo <strong>de</strong> plata, lisióos una, friolera, sajón, y bien pue<strong>de</strong>s agra<strong>de</strong>cería<br />
mo<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> la <strong>de</strong>manda, Pero cuenta que el judio no entra cu<br />
el irado.<br />
— Ni la judia tampoco, dijo ürian <strong>de</strong> iíois-tíuübert, que ala sa<br />
zón entraba cu el aposento.<br />
— Ninguno ilc ¡os dos, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, ,-on <strong>de</strong> la comitiva do<br />
los dos sajones.<br />
— A<strong>de</strong>más, dijo Athelstane, que yo seria, indigno <strong>de</strong>l nombre-<strong>de</strong><br />
cristiano.si tuviera roce alguno con un ¡ierro <strong>de</strong> esta secta.<br />
—Ni tampoco, dijo el hurón, se incluye en el tratado ese bufón,-á-j<br />
quien guardo en mi po<strong>de</strong>r,para que sirva <strong>de</strong> ejemplo á todos los que •<br />
quieran,usar <strong>de</strong> chanzas pesadas conmigo.<br />
—Ni el rescate compren<strong>de</strong> tampoco á lady. Rowena. dijo Braoyi.<br />
que es la parte que me toca en el botín, y no estoy do humor dé.<strong>de</strong>jarla<br />
ir tan fácilmente d¡ entre las manos.<br />
—hady líowena, dijo Athelstane con noble arrogancia,.es la prometida<br />
esposa <strong>de</strong> Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh; y Athelstane <strong>de</strong> Oenipgsburgh<br />
se <strong>de</strong>jará tirar antes por cuatro caballos furiosos, que<br />
salir <strong>de</strong> este castillo sin {.esta, ilustre dama. El siervo Wamba ha, salvado<br />
boy la .vida <strong>de</strong> Cedric, á. quien miro como padre, y yo quien* •<br />
per<strong>de</strong>r la vida antes que se le toque á un cabello.<br />
—¡Tu.prometida esposa! ¡Lady Rowena esposa <strong>de</strong> un esclavo'..esclamó<br />
<strong>de</strong> bracy. Sajón, tú has soñado que estás todavía en los tiempos<br />
<strong>de</strong> san Eduardo el confesor. Dígote, sí no lo sabes.que losprín-.<br />
cipes <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Anjou no dan esa clase <strong>de</strong> pupilas, úhombres<strong>de</strong>e<br />
tu alcurnia.<br />
—Mi alcurnia., altivo Normando, respondió Aílieistane, proviene<br />
iie un manantial algo mas puro y antiguo que la <strong>de</strong> un vagabundo<br />
francés, que solo vive vendiendo la sangre <strong>de</strong> ios ladrones que se<br />
'alistan bajo el trapo <strong>de</strong> su pendón. Leyes fueron mis .antepasado» •<br />
uertesen campaña, y sabios en consejo: y festejaban en sus salones<br />
á tantos centenares <strong>de</strong> maguabas, cuantos tú pue<strong>de</strong>s contar •<br />
<strong>de</strong>rrotados lanceros en tu escuadrón; reyes cuyos nombres han sido<br />
encomiados por los poetas, cuyas leyes han sido conservadas<br />
por los doctos; reyes, cuyos huesos fueron enterrados en medio <strong>de</strong>>•
228 IVAKHOK.<br />
las oraciones <strong>de</strong> los santos, y sobre cuyas tumbas se lian edificado<br />
monasterios.<br />
—Me alegro, <strong>de</strong>Braey, dijoFrente-<strong>de</strong>-buey,que miraba con satisfacción<br />
el bochorno <strong>de</strong>l aventurero: el sajón no se muer<strong>de</strong> la lengua.<br />
—Justo es, dijo Bracy, que tenga la lengua suelta quien tiene<br />
los brazos atados. Diga lo que quiera, no por eso eonsiguirá la libertad<br />
<strong>de</strong> lady Rovena.»<br />
Athelstane, que acababa <strong>de</strong> pronunciar uno <strong>de</strong> los mas largos<br />
discursos que habian salido <strong>de</strong> sus labios en toda su vida, no replicó<br />
á las nuevas injurias <strong>de</strong>l Normando: pero la conversación fué interrumpida<br />
por la llegada <strong>de</strong> un criado, con el aviso <strong>de</strong> que un fraile<br />
estaba en la poterna, y pedia entrada en el castillo.<br />
—Por san Benito, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey ¿tendremos aquí otro impostor,<br />
ó un fraile real y verda<strong>de</strong>ro? Registradlo antes <strong>de</strong> abrirle<br />
la puerta: porque si introducís aquí otro disfrazado, juro por los<br />
cielos que os he <strong>de</strong> mandar sacar los ojos, y habéis <strong>de</strong> morir con las<br />
plantas <strong>de</strong> los pies en un brasero encendido.<br />
—Descargad sobre mí toda vuestra cólera, dijo Gil el carcelero,<br />
si este no es un verda<strong>de</strong>ro religioso. Vuestro escu<strong>de</strong>ro Jocelyn le<br />
conoce, y yo aseguro que es Fr. Ambrosio, lego asistente <strong>de</strong>l Prior<br />
<strong>de</strong> Jorvaulx.<br />
—Que entre al instante, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, pues sin duda nos<br />
trae noticias interesantes. El diablo anda suelto estos dias por todos<br />
estos alre<strong>de</strong>dores. Elevaos estos prisioneros; y tú, sajón, piensa en<br />
lo dicho.<br />
—Reclamo, dijo, un cautiverio honroso, con la <strong>de</strong>bida asistencia<br />
cual correspon<strong>de</strong> á mi gerarquía, y al que está tratando <strong>de</strong> su rescate.<br />
A<strong>de</strong>más, requiero al mejor <strong>de</strong> entre vosotros que me responda<br />
cuerpo á cuerpo y con las armas en la mano, por esta agresión contra<br />
mi libertad. Va te he enviado este <strong>de</strong>safío por tu maestresala, y<br />
no he recibido respuesta. Aquí está mi guante.<br />
—Yo no respondo, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, al <strong>de</strong>safío <strong>de</strong> un prisionero,<br />
ni tú <strong>de</strong>bes aceptarlo tampoco, Bracy. Gil, cuelga el guante<br />
<strong>de</strong> este Sajón <strong>de</strong> una escarpia <strong>de</strong>l castillo: allí quedará hasta que<br />
sea hombre libre. Si lo pi<strong>de</strong> antes, ó si quiere alegar que ha sido<br />
hecho prisionero villanamente ó á traición, se las enten<strong>de</strong>rá con -<br />
migo, que soy hombre que no me niego á pelear á pié ni á caballo,<br />
mucho menos con él, aunque traiga en pos á todos los vasallos sa<br />
jones <strong>de</strong> sus estados.»
CAPÍTULO XXVII 229<br />
Los guardias se llevaron á los prisioneros, y al mismo tiempo<br />
entró Fr. Ambrosio, cuyo aspecto <strong>de</strong>notábala mayor turbación.<br />
—lísteos el verda<strong>de</strong>ro Pax'coUscum, dijo Wamba al pasar junto<br />
ai fraile, todos los <strong>de</strong>más lian sido moneda falsa.<br />
—¡"Dios mió do mi alma! dijo Fr. Ambrosio, al verse en presencia<br />
<strong>de</strong> los dos normandos. ¿Estoy al fin entre cristianos?<br />
—Estás seguro, dijo Bracy; aquí tienes á Keginaldo Frente-<strong>de</strong>buey,<br />
que nada aborrece tanto como á un judío; y al caballero<br />
Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que tiene por oficio matar agarenos. Si<br />
estas no son buenas señales, digo que no sé don<strong>de</strong> las hallarás<br />
mejores.<br />
— Va veo que estoy entre amigos y aliados <strong>de</strong> nuestro reverendo<br />
1'. Yymer. prior <strong>de</strong> Jorvaulx, dijo el fraile, sin hacer caso <strong>de</strong>l tono<br />
burlón con que le habia hablado Bracy: como tales, le <strong>de</strong>béis asistencia<br />
<strong>de</strong> caballeros, y caridad <strong>de</strong> cristianos.<br />
— Dejémonos <strong>de</strong> preámbulos, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y dinos tú lo<br />
que tienes que <strong>de</strong>cir: y sea pronto, que no estamos ahora para per<strong>de</strong>r<br />
el tiempo.<br />
— María Santísima , dijo Fr. Ambrosio, ¡cuan pronto se encien<strong>de</strong>n<br />
en cólera estos seglares ! Sabed pues que unos bandidos <strong>de</strong>salmados,<br />
sin temor á Dios, y sin respeto á nuestra religión...<br />
— Fraile, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, dinos en plata si el Prior está en<br />
manos <strong>de</strong> los bandoleros, ó que le ha sucedido.<br />
— Seguramente , dijo Ambrosio , está en manos <strong>de</strong> esos hombres<br />
<strong>de</strong> Bella!, que infestan los bosques do estas cercanías.<br />
— Tú que no pue<strong>de</strong>s , llévame á cuestas, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey<br />
volviéndoso á sus compañeros.<br />
— ¡ Con qué en lugar <strong>de</strong> darnos socorro el Prior, nos lo pi<strong>de</strong>!<br />
Buenos estamos para sacar <strong>de</strong> apuros á su reverencia. Y en dos palabras<br />
¿ qué es lo que el Prior quiere <strong>de</strong> nosotros?<br />
—< 'on vuestro perdón, dijo fray Ambrosio, habiendo sido impuestas<br />
manos violentas en mi reverendo prelado, y habiéndose atrevido<br />
esos hombres <strong>de</strong> Bolial á <strong>de</strong>spojarlo <strong>de</strong> sus ropas y alhajas, y <strong>de</strong><br />
doscientos mareos <strong>de</strong> oro tino y puro, y exigido a<strong>de</strong>más mayor cantidad<br />
por su rescate ; por tanto, el reverendo padre espera que vosotros,<br />
como sus leales amigos, facilitéis esta suma, ó acudáis á libertarlo<br />
con vuestras armas, según mejor os lo dicte vuestra pru<strong>de</strong>ncia.<br />
—¿Quién ha dicho á tu amo, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que un barón
230 IVANHOE.<br />
normando afloja la bolsa para rescatar á un fraile? ¿Y cómo po<strong>de</strong>mos<br />
emplear nuestras armas en su <strong>de</strong>fensa, cuando á cada instante<br />
estamos aguardando que nos asalten esos foragidos?<br />
— De eso iba á hablar, dijo fray Ambrosio ; pero vuestraprecipitacionrme<br />
ha cortado el hilo ; a<strong>de</strong>más que soy viejo, y este lance me<br />
ha trastornado el sentido. Os diré, pues, que ya se acercan á vuestras<br />
murallas.<br />
— Alas almenas, dijo llracy, y veamos qué es lo que intentan :<br />
:y al <strong>de</strong>cir esto abrió una ventana que daba á la fortaleza estorior y<br />
hamo inmediatamente á sus dos compañeros. «Por san Dionisio que<br />
el anciano tiene razón. Manteletes traen y pavosos , y los flecheros<br />
que se divisan en el bosque forman una nube <strong>de</strong>nsa que amenaza<br />
borrasca.»<br />
Keginaldo Frentc-<strong>de</strong>-buey miró también por la ventana , y en<br />
seguida tocó la trompeta , y mandó congregar toda su gente.<br />
« Bracy , dijo, cuida <strong>de</strong> la parto <strong>de</strong> oriente. Noble Brian . tú entien<strong>de</strong>s<br />
el" ataque y la. <strong>de</strong>fensa, y estarás mejoren la parte opuesta:<br />
yo tomo á mi cargo la barbacana : pero no nos lijemos en un punto<br />
solo ; acudamos á don<strong>de</strong> sea mayor la necesidad, y con nuestra<br />
presencia escitemos el valor <strong>de</strong> los nuestros, don<strong>de</strong> quiera que sea<br />
mas fuerte el ataque. Somos pocos, pero la actividad y el valor suplirán<br />
el número, puesto que los que nos atacan son villanos sin<br />
jefe y sin disciplina.<br />
— Pero, nobles caballeros, esclamó fray Ambrosio, en medio <strong>de</strong>l<br />
alboroto y confusión que ocasionaban aquellos preparativos <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa,<br />
¿ no habrá ninguno entre vosotros que quiera oír el mensaje<br />
<strong>de</strong>l reverendo padre. Aymer . prior <strong>de</strong> .Torvaulx ? oidme por Dios,<br />
noble sir B.eginaldo.<br />
— Dirigid vuestras plegarias al cielo , dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, que<br />
sn la tierra poco tiempo tenemos <strong>de</strong> escucharos. Anselmo , pronto,<br />
aceite y pez hirviendo , para bautizar á los primeros que se acerquen.<br />
Que no pierdan tiro los ballesteros. Bnarbolad mi ban<strong>de</strong>ra<br />
sobre la puerta: pronto sabrán esos infames que las tienen que haber<br />
conmigo.<br />
— Pero, noble señor, continuó el fraile , perseverando en su intento<br />
do que le prestasen atención, consi<strong>de</strong>rad mi voto <strong>de</strong> obediencia,<br />
y que á la hora esta no he <strong>de</strong>sempeñado el encargo <strong>de</strong> mi superior.<br />
—Dejadme en paz, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y retiraos cuanto antes.-
CAPÍTULO XXVIII. 231<br />
Kl Templario había estado observando los movimientos <strong>de</strong> los sitiadores,<br />
con alguna mas atención que sus insensatos compañeros.<br />
Por la or<strong>de</strong>n que profeso, dijo, que estos hombres se acercan con<br />
¡ñas disciplina que la que yo aguardaba. Mirad como saben aprovechar<br />
las <strong>de</strong>sigualda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l terreno, y ponerse á cubierto <strong>de</strong> los tiros<br />
<strong>de</strong> las ballestas. No distingo ban<strong>de</strong>ra ni pendón, y sin embargo<br />
apuesto mi ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro á que los dirige algún noble caballero ú<br />
'itm guerrero diestro en esta clase do ataques.<br />
— Si no me engaño , dijo Bracy, so columbra entre la turba un<br />
crestón <strong>de</strong> caballero, y el resplandor <strong>de</strong> una armadura. ¿ No veis á<br />
un hombro alto, con armas negras, que parece ocupado en distribuir<br />
la gente y arreglarla? Por san Dionisio, que os el Negro Holgazán,<br />
que echó al suelo ¡í 1'rente-<strong>de</strong>-buey en el torneo <strong>de</strong> Ashby.<br />
—Tanto mejor, dijo el liaron, pues viene á que le dé el <strong>de</strong>squite.<br />
Vlgun pájaro <strong>de</strong> cuenta <strong>de</strong>be ser, puesto que no se atrevió á reclamar<br />
el premio que <strong>de</strong>bió al acaso. Parece que no es hombre epue<br />
gusta <strong>de</strong> acompañarse con gente <strong>de</strong> forma, y por Dios que me alegro<br />
<strong>de</strong>. verle entre tan ruines combatientes.»<br />
tas <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> inmediato ataque que por todas partes hacia<br />
ei enemigo, obligaron á los caballeros aponer término á la conversación.<br />
Cada uno <strong>de</strong> ellos acudió al puesto que se le había <strong>de</strong>signado,<br />
á la cabeza <strong>de</strong> las fuerzas <strong>de</strong> que no podían disponer ; y<br />
aunque estas no bastaban á la <strong>de</strong>fensa déla fortificación, los candidos<br />
aguardaron con serenidad el asalto que les amenazaba.<br />
CAPITULO XXVIII.<br />
Debemos retroce<strong>de</strong>r con nuestra historia, para poner en noticia<br />
<strong>de</strong> los lectores algunos hechos que <strong>de</strong>ben tener presentes, á fin <strong>de</strong>,<br />
enten<strong>de</strong>r los que siguen. Ya habrán adivinado los mas discretos<br />
que cuando el caballero <strong>de</strong> Ivanhoo cayó <strong>de</strong>smayado á los pies <strong>de</strong><br />
lady líowena, y parecía abandonado <strong>de</strong> todo el mundo, <strong>de</strong>bió so<br />
corro y asistencia á la hermosa judia Rebeca, y es <strong>de</strong> suponer que<br />
solo á fuerza <strong>de</strong> impunida<strong>de</strong>s podría conseguir esta <strong>de</strong> su padre que<br />
d caballero fuese conducido á la casa que el viejo había tomado en<br />
ios arrabales <strong>de</strong> Ashby.
232 iVANHOK.<br />
No hubiera sido difícil inducir á Isaac á dar este paso en otras<br />
circunstancias, porque era naturalmente agra<strong>de</strong>cido , y no carecía<br />
<strong>de</strong> sentimientos humanos ; pero luchaban con sus buenos <strong>de</strong>seos<br />
las preocupaciones y la timi<strong>de</strong>z, propias <strong>de</strong> la situación en que<br />
los judíos se hallaban entonces en Inglaterra : y estos fueron los<br />
gran<strong>de</strong>s obstáculos que tuvo que vencer su hija.<br />
«Santo Abraham. <strong>de</strong>cía Isaac, sin duda es un buen joven , y yo<br />
no puedo mirar sin <strong>de</strong>rramar lágrimas la sangre que salía, por e'<br />
finísimo peto <strong>de</strong> acero. Pero ¡ traerlo á nuestra propia casa ! Mu<br />
chacha ¿estás en tus cinco sentidos? ¿No sabes que es cristiano y<br />
que nuestra ley nos prohibe habitar con ellos,salvo cuando redro»<br />
da en bien <strong>de</strong> nuestro comercio ?<br />
—No digáis eso, padre mío. respondió Rebeca ; no nos es perim<br />
tido mezclarnos con los cristianos en convites y diversiones ; per'<br />
cuando el cristiano yace en la miseria y el abandono, entonces e*<br />
hermano <strong>de</strong>l hebreo-<br />
—Quisiera, dijo Isaac, saber sobro "sta materia la opinión <strong>de</strong>l ra<br />
bino Jacob Ben Tu<strong>de</strong>la; sin embargo, no <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>jar que el buen<br />
mancebo perezca, por falta <strong>de</strong> asistencia. Di á Seth y á líuben qui<br />
le lleven á Ashby.<br />
—De ningún modo, dijo Rebeca ; mejor será que vaya en mi !i<br />
tera, y yo montaré uno <strong>de</strong> los palafrenes.<br />
—Eso seria esponerte & las risas y á los insultos <strong>de</strong> estos perros<br />
Ismaelitas,» dijo Isaac, dirigiendo sus miradas suspicaces á la tur<br />
ba <strong>de</strong> caballeros, y escu<strong>de</strong>ros. Pero Rebeca, firme en su propósito,,<br />
estaba ya ocupándose en dar las ór<strong>de</strong>nes necesarias para ponerlo<br />
en ejecución. Isaac la agarró por el brazo <strong>de</strong> pronto , diciéndole<br />
«Por las barbas <strong>de</strong> Varón , que no hemos pensado en io principa!<br />
Si este joven se nos muere en las manos ¿sabes cuales serán las<br />
consecuencias ? Que nos achacarán esta <strong>de</strong>sgracia, y nos harán pe<br />
dazos.<br />
—No morirá, dijo Rebeca, procurando <strong>de</strong>sasirse <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> so,<br />
padre, si cuidamos do sus heridas; pero morirá si le abandonamos,<br />
y seremos responsables <strong>de</strong> su vida á Dios y á los hombres.<br />
—Eso no, repuso Isaac: tanto me duelen las gotas <strong>de</strong> sangre que.<br />
vierten <strong>de</strong> su herida, como si fueran bizantes <strong>de</strong> oro que cay (-sen <strong>de</strong><br />
mi bolsa. Gracias á las lecciones <strong>de</strong> Miriam, bija <strong>de</strong>l Rabino Manases<br />
<strong>de</strong> Bizancio, eres diestra en el arte <strong>de</strong> curar y en las virtu<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> las yerbas y- <strong>de</strong> los elixires, Por tanto . haz lo que te dicte í-
CAPÍTULO xxvui. 233<br />
buen corazón; eres una joven cumplida, la bendición <strong>de</strong> tu padre y<br />
el cántico <strong>de</strong> alegría <strong>de</strong> tu casa y <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> mis abuelos.»<br />
Sin embargo, no eran infundados los temores <strong>de</strong>l hebreo. La generosa<br />
y agra<strong>de</strong>cida Rebeca se espuso, en su regreso á Asbby , 6<br />
las audaces miradas <strong>de</strong>l Templario Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, el cual<br />
volvió atrás dos ó tres veces para contemplar á sus anchas la hermosura<br />
<strong>de</strong> ía judía. Ya hemos visto las consecuencias déla impresión<br />
que hizo en su alma corrompida, y el acci<strong>de</strong>nte que le facilitó<br />
la ocasión <strong>de</strong> apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> la que habia <strong>de</strong>stinado á ser victima <strong>de</strong><br />
su <strong>de</strong>senfreno.<br />
lícheca no perdió tiempo en la ejecución <strong>de</strong> su <strong>de</strong>signio. ívanhoe<br />
fué ¡levado por or<strong>de</strong>n suya á la casa que Isaac habia tomado á<br />
ias puertas <strong>de</strong> Asbby, y ella misma examinó y vendó las heridas<br />
<strong>de</strong>l caballero. Todos los que han leido las crónicas y romances <strong>de</strong><br />
los tiempos <strong>de</strong> la edad media saben que las mujeres eran muy<br />
diestras y entendidas en la prácticas <strong>de</strong> la cirugía, y que los paladines<br />
confiaban generalmente la cura <strong>de</strong> sus heridas á la misma<br />
dama cuyos ojos les habían atravesado el corazón.<br />
hos judíos do ambos sexos poseían y pacticaban la medicina en<br />
todos sus ramos, y los Monarcas y los Barones mas po<strong>de</strong>rosos, en<br />
caso <strong>de</strong> acci<strong>de</strong>nte y <strong>de</strong> enfermedad, tenían siempre á la cabecera <strong>de</strong><br />
la cama algún docto anciano do aquel pueblo <strong>de</strong>spreciado. La opinión<br />
gcn< ral atribuía á los hebreos un conocimiento profundo en<br />
las ciencias ocultas, y particularmente en el arte cabalística, cuyo<br />
nombre y origen provenían <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> los sabios <strong>de</strong> Israel. Los<br />
rabinos no negaban su conocimiento en lasarles sobrenaturales:<br />
circunstancia (¡nono aumentaba el odio , pero que disminuía eJ<br />
<strong>de</strong>sprecio con que eran umversalmente mirados.<br />
( n mago judío era tan execrable á los ojos <strong>de</strong> la muchedumbre<br />
come' un usurero <strong>de</strong> la misma nación ; pero nadie se burlaba <strong>de</strong>l<br />
primero, y todos lo hacían <strong>de</strong>l segundo. Es a<strong>de</strong>más probable, envista<br />
<strong>de</strong> la prodigiosas curas que <strong>de</strong> los judíos se refieren, que poseían<br />
secretos propios <strong>de</strong> su nación , y que, los ocultaban escrupulosamente<br />
<strong>de</strong> los cristianos, <strong>de</strong> quienes <strong>de</strong>sconfiaban.<br />
La hermosa Rebeca habia aprendido en su niñez las prácticas<br />
tradicionales <strong>de</strong> su gente ; pero, dotada <strong>de</strong> un ingenio penetrante<br />
y <strong>de</strong> un espíritu observador, las halda perfeccionado <strong>de</strong> un modo<br />
superior á lo que pedia esperar <strong>de</strong> su edad, <strong>de</strong> su sexo, y aun <strong>de</strong> la<br />
época en que vivía. Habia tenido por maestra ala hija <strong>de</strong> unce-
234 IVANHOE.<br />
ieb're rabino, la cual, en prueba <strong>de</strong>l entrañable amor que profesaba<br />
á Rebeca, la babia hecho <strong>de</strong>positaría <strong>de</strong> los secretos y recetas que<br />
su padre le había comunicado poco antes <strong>de</strong> morir. La <strong>de</strong>sgraciada<br />
Mariam fué víctima <strong>de</strong>l fanatismo <strong>de</strong> aquellos tiempos ; pero su<br />
inteligente discípula conservaba cuidadosamente el tesoro <strong>de</strong> su<br />
saber.<br />
Rebeca, que á su notable hermosura reunía tan estraordinaria<br />
habilidad, era el objeto <strong>de</strong> la veneración <strong>de</strong> los judíos <strong>de</strong> su tribuios<br />
cuales la consi<strong>de</strong>raban como una <strong>de</strong> aquellas mujeres favorecidas<br />
por la divinidad, <strong>de</strong> quienes habla
CAPÍTULO xxvm. 235<br />
favores que el Dios <strong>de</strong> Israel nos conce<strong>de</strong>, ora sean monedas <strong>de</strong> oro<br />
y plata, ora virtu<strong>de</strong>s y recetas medicinales, no <strong>de</strong>ben prodigarse á<br />
volitas y á locas. Cosas son estas <strong>de</strong> que solo <strong>de</strong>ben gozar aquellos<br />
a quienes la Provi<strong>de</strong>ncia las ha dispensado. Y en cuanto á ese, que<br />
ios nazarenos llaman < 'orazon <strong>de</strong> León, si supiera mis negocios cbn<br />
su hermano, mas me valiera caer en manos <strong>de</strong> un león <strong>de</strong>ldumea<br />
que en las suyas. Por tanto me someto á tus consejos, y ese buen<br />
mancebo irá con nosotros ,-í casa, y podrá estar en ella como en la<br />
suya propia hasta que se curo <strong>de</strong> su herida. Y si Corazón <strong>de</strong> León<br />
vuelve á Inglaterra, como ya lo susurra la gente, nuestro huésped<br />
será para mí un muro <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa (pie me preserve <strong>de</strong> los males que<br />
¡Hiedan amenazarme. Si no vuelve, Ivanboe podrá fácilmente<br />
pagarme los gastos que me ocasiona, con los <strong>de</strong>spojos que gane su<br />
valor, como ha hecho en el último torneo. Ks un buen muchacho;<br />
•umple la palabra que da; restituye lo que se le presta, y socorre<br />
al israelita en medio <strong>de</strong> los ladrones y <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Belial.»<br />
Ivanboe volvió en sí cuando ya iba cerrando la noche. Dispertó<br />
<strong>de</strong> un sueño agitado con aquella confusión <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as que naturalmente<br />
sigue ¡i la. completa insensibilidad. Durante mucho tiempo<br />
le fué imposible traer á la memoria las circunstancias que habían<br />
precedido á su <strong>de</strong>smayo, y ligar la ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> sucesos que le habían<br />
ocurrido el dia anterior. Sentía el dolor <strong>de</strong> la herida y un<br />
extraordinario abatimiento; á lo cual se unían en su imaginación<br />
i<strong>de</strong>as confusas <strong>de</strong> golpes y estocadas, <strong>de</strong> encuentros <strong>de</strong> caballos y<br />
gañeres, y la polvareda, y el ruido <strong>de</strong> las armas, y la gritería y<br />
alboroto <strong>de</strong> una pelea encarnizada. Hizo un esfuerzo para levantar<br />
la cortina <strong>de</strong> su cama, y lo consiguió, aunque sintiendo al mismo<br />
tiempo un dolor agudo.<br />
Hallóse con gran sorpresa suya en un aposento magnifleamente<br />
amueblado; pero como vio cojines en lugar <strong>de</strong> sillones y otros<br />
adornos <strong>de</strong>l gusto oriental, casi llegó á creer que durante su sueño<br />
habia sido trasportado otra vez á la tierra <strong>de</strong> Palestina. Aumentóse,<br />
su sorpresa cuando se alzó un lienzo <strong>de</strong> la tapicería, y<br />
vio entrar una mujer ricamente vestida á la manera <strong>de</strong> Levante,<br />
seguida por un criado <strong>de</strong> color algo mas oscuro que el trigueño.<br />
Cuando el caballero iba á dirijir la palabra á la hermosa aparición,<br />
la judía le hizo seña <strong>de</strong> que guardase silencio, colocando el<br />
<strong>de</strong>do sobre sus labios <strong>de</strong> rubí; el criado se acercó al enfermo, le<br />
<strong>de</strong>scubrió el costado, y Kebeca examinó el vendaje y pareció sa-
23i¡ IVANMOK.<br />
fcisfecha <strong>de</strong>l estado déla herida. Hizo todo esto con tanta senei<br />
Hez, majestad y mo<strong>de</strong>stia, que aun en tiempos mas civilizados,<br />
nadie hubiera osado criticar su conducta como in<strong>de</strong>corosa ni impropia<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su sexo. Ivanhoe no vio en ella la mujei<br />
caritativa que se emplea en aliviar los males <strong>de</strong> sus semejantes,<br />
sino un ser i<strong>de</strong>al que baja á la tierra para <strong>de</strong>tener con sobrenatu<br />
ral po<strong>de</strong>r el golpe do la muerte. Rebeca dio algunas ór<strong>de</strong>nes en<br />
hebreo á su criado; y este, que la servia en semejantes ocasiones,<br />
la obe<strong>de</strong>ció con puntualidad.<br />
Los acentos <strong>de</strong> una lengua estrada en los labios <strong>de</strong> la hermosa<br />
Rebeca, produjeron en el caballero el mismo efecto que la superstición<br />
atribuyo á los ensalmos <strong>de</strong> las Hadas, que. aunque no st<br />
entiendan por la suavidad <strong>de</strong>l sonido y por la blanda sonrisa que<br />
los acompaña, penetran y suavizan el corazón. Ivanhoe no quise<br />
interrumpirla mientras estaba dando aquellas benéficas disposiciones;<br />
pero cuando vio que iba á retirarse, no pudo coatener so<br />
curiosidad, y le dirijió la palabra en lengua arábiga, que habia<br />
aprendido en sus viajes por Palestina, y que le pareció la mas<br />
propia <strong>de</strong> que podia hacer uso hablando auna joven que tenia<br />
un turbante en la cabeza y un caftán (1) al hombro: «Amable doncella,<br />
le dijo, tened la bondad... .y><br />
Rebeca interrumpió á su enfermo con una sonrisa, que rara.veces<br />
lucia en un rostro cuya espresion natural era la <strong>de</strong> la melancolía.<br />
«Soy inglesa, le dijo, señor caballero, y hablo la lengua<br />
<strong>de</strong> mi país, aunque mi trage y mi familia son <strong>de</strong> otros climas.<br />
—Noble señora, dijo Ivanhoe: y Rebeca le interrumpió <strong>de</strong> nuevo<br />
—No me <strong>de</strong>is, señor caballero, dijo Rebeca, el epiteto <strong>de</strong> noble<br />
Conviene que sepáis sin pérdida <strong>de</strong> tiempo que vuestra criada es<br />
una pobre judía, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> York, á quien habéis concedido<br />
tan generosa protección: y no <strong>de</strong>be pareceres estraño que su familia<br />
agra<strong>de</strong>cida os suministre los auxilios que, vuestra situación<br />
requiere.»<br />
No po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir si lady Rowena liabria visto con satisfacción<br />
el interés y la ternura con que Ivanhoe contemplaba las hermosa!:<br />
facciones, la estatura majestuosa y los ojos bridantes <strong>de</strong> la amable<br />
Rebeca: ojos cuyo resplandor amortiguaban sus largas pestañanegras,<br />
que algún poeta <strong>de</strong> aquel siglo hubiera comparado á la<br />
11 'I'jajp Oriental
CAPÍTULO xxviu. 237<br />
¡strella <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> cuando introduce sus rayos por entro las ramas<br />
<strong>de</strong> un bosque <strong>de</strong> jazmines. Pero Ivanboe era buen cristiano<br />
y amante iirme; y no podia ser infiel á su Dios ni á su dama. Rebeca<br />
sabia lo primero, y por esto se apresuró á noticiar al caballero<br />
su linaje: sin embargo, aunque instruida y pru<strong>de</strong>nte, pagaba<br />
el tributo
238 IVANHOK.<br />
nuestra nación es mas diestra en.curar.heridas que en hacerlas, j<br />
nuestra familia en particular posee secretos, que le han sido trasmitidos<br />
<strong>de</strong>generación en generación, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los dias <strong>de</strong> Salomón,y<br />
cuya virtud-habéis esperimentado. No, nazareno-, perdonad si o.-,<br />
digo que no hay módico cristiano en Inglaterra, que pueda.poneros<br />
en estado <strong>de</strong> usar vuestra armadura antes <strong>de</strong> un mes.<br />
—¿Ycuándo podré vestirla, dijo Ivanhoo, por la virtud <strong>de</strong> tus<br />
me<strong>de</strong>cinas?<br />
—Dentro <strong>de</strong> ocho, dias, respondió la hebrea, si sigues dócilmente<br />
mis consejos.<br />
—Por la Virgen, santísima, dijo Ivanhoo, (pie no estamos en ocnsion<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sperdiciar los instantes. Si cumples ío que prometes, yo.<br />
te ofrezco mi yelmo Heno <strong>de</strong> escudos <strong>de</strong> oro. vengan <strong>de</strong> don<strong>de</strong> vinieren.<br />
—Yo ejecutaré fielmente lo que te ofrezco, respondió Rebeca, y.te<br />
pondré en estado, <strong>de</strong> armarte en el término que he dicho, con tal <strong>de</strong>que<br />
me hagas un favor en lugar <strong>de</strong>l dinero que me propones.<br />
—Si el favor que me pi<strong>de</strong>s está, en mi po<strong>de</strong>r, dijo Ivanhoo, y es<br />
tal que un cristiano pueda conce<strong>de</strong>rlo sin escrúpulo á uno <strong>de</strong> tu<br />
creencia, no du<strong>de</strong>s que lo haré con satisfacción y con agra<strong>de</strong>cimiento.<br />
—Lo que únicamente te pido, dijo Rebeca, es que <strong>de</strong> ahora en<br />
a<strong>de</strong>lante vivas en la persuasión <strong>de</strong> que un judío pue<strong>de</strong> hacer un.<br />
beneficio á un cristiano, sin otro móvil que la beneficencia.<br />
—Fuera un crimen en mí el dudarlo, repuso el caballero : confio<br />
en tí y en tu habilidad, y espero que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ocho dias podré acudir<br />
don<strong>de</strong> el honor y la obligación me llamen. Y ahora permíteme<br />
que te haga algunas preguntas sobre lo que pasa pur ahí fuera.<br />
¿Qué es.<strong>de</strong>l noble Cedric y <strong>de</strong> su familia? ¿Qué es <strong>de</strong> la amable dama...<br />
aquí se <strong>de</strong>tuvo, como si no quisiera marchitar el nombre <strong>de</strong><br />
Rowena, pronunciándolo en presencia <strong>de</strong> una judía : <strong>de</strong> la que fué<br />
nombrada Reina <strong>de</strong>l torneo ?<br />
—¿La que tú, dijo Rebeca, dcsignastes para ocupar el trono <strong>de</strong> la<br />
hermosura, con un discernimiento que no fué menos aplaudido que<br />
tu valor?»<br />
Aunque Ivanhoe habia perdido mucha sangre, no por esto <strong>de</strong>jaron<br />
<strong>de</strong> encen<strong>de</strong>rse sus mejillas al consi<strong>de</strong>rar que él mismo había<br />
<strong>de</strong>scubierto el secreto que procuraba ocultar.<br />
«Quise hablar, dijo Ivanboe, <strong>de</strong>l príncipe Juan; y holgárame tarn
CAPÍTULO XXVIII. 23^,<br />
bien <strong>de</strong> saber algo <strong>de</strong> mi fiel escu<strong>de</strong>ro, y por qué no ha venido á<br />
servirme.<br />
— Permite, dijo Rebeca, que me valga <strong>de</strong> la autoridad <strong>de</strong> médico,<br />
y pongq un término á tus preguntas, y á esas reflexiones que,te<br />
agitan, dándote cuenta <strong>de</strong> todo lo que pue<strong>de</strong> interesarte. El príncipe<br />
.luán disolvió el torneo, y salió precipitadamente para York con<br />
ios nobles, caballeros y eclesiásticos <strong>de</strong> su partido; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />
recogido cuanto dinero pudo, exigiéndolo <strong>de</strong> grado ó por fuerza<br />
<strong>de</strong> la gente mas rica <strong>de</strong> estos países. Dicen que va á sentarse en<br />
el trono <strong>de</strong> su hermano.<br />
—No será sin <strong>de</strong>rramar mucha sangre antes, si hay todavía ingleses<br />
en Inglaterra, repuso Ivanhoe, incorporándose <strong>de</strong> golpe en<br />
la cama. Aquí estoy yo para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> Ricardo,,<br />
contrae! mejor, y aun contra los dos mejores <strong>de</strong>l partido <strong>de</strong>l rebel<strong>de</strong>.<br />
—Para eso es necesario tener fuerzas, dijo Rebeca, tocándole ligeramente<br />
en el hombro. Por ahora solo <strong>de</strong>béis seguir mis consejos<br />
y estar tranquilo.<br />
—Verda<strong>de</strong>s, dijo [vanhoe; tan tranquilo como lo permitan los,<br />
tiempos revueltos en que vivimos. Hablemos ahora <strong>de</strong> Cedric y délos<br />
suyos.<br />
—Hace poco, dijo Rebeca que el mayordomo estuvo aquí á cobrar<br />
el valor <strong>de</strong> la lana <strong>de</strong> los rebaños <strong>de</strong> su amo, y por él hemos sabido<br />
que Cedric y Atbelstane <strong>de</strong> Coningsburgh salieron muy disgustados<br />
<strong>de</strong>l convite <strong>de</strong>l Príncipe, y estaban disponiéndose para volverá<br />
sus casas.<br />
—Fué alguna dama con ellos al banquete ? preguntó Wilfrido..<br />
—Lady Eoucna, respondió la judía, con mas individualidad que<br />
la que con tenia la pregunta, lady Rowena no asistió al banquete<br />
<strong>de</strong>l príncipe Juan: y según dijo el mayordomo, se halla ahora en<br />
compañía <strong>de</strong> su tutor, <strong>de</strong> camino hacia Rotherwood; y en cuanto á<br />
tu fiel escu<strong>de</strong>ro (íurth...<br />
—¿ Con qué sabes su nombre ? dijo el caballera; pero sin dudabas<br />
<strong>de</strong> saberlo, puesto que <strong>de</strong>be á tu generosidad los cien cequiues que<br />
recibió ayer.<br />
— No hables <strong>de</strong> eso, dijo Rebeca. Ya veo cuan fácilmente <strong>de</strong>scubre<br />
la lengua lo que quisiera ocultar el corazón.<br />
—]Mi honor, dijo Ivanhoe, me obliga á restituir esta suma, y no<br />
lin<strong>de</strong>s que la pondré en manos do tu padre.<br />
—Sea como quiera, respondió Rebeca, mas no antes <strong>de</strong> ocho días'
240 IVANHOE.<br />
y ahora no pienses ni hables <strong>de</strong> eso, si no quieres atrasar tu curación<br />
.<br />
—Debo obe<strong>de</strong>certe, dijo lvanhoc, y seria ingratitud en mí resistir<br />
á tus mandatos. Solo quiero hacerte una pregunta, y será la última,<br />
acerca <strong>de</strong> la suerte <strong>de</strong>l pobre (lurth.<br />
—Me duele <strong>de</strong>cirte, señor caballero, respondió la judía, (pie, está<br />
preso por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> tu padre ; y observando que esta noticia aíligia<br />
á Ivanhoe, añadió inmediatamente : pero el mayordomo uswaldo<br />
dice que, si. no ocurre alguna otra novedad (pie exaspere el ánimo<br />
<strong>de</strong> Cedric, no hay duda que le perdonará ; por ser un siervo lie!, á<br />
quien el anciano ha mirado siempre con gran afecto, y que solo lia<br />
cometido una falta., y eso por amor á su hijo. Y dice a<strong>de</strong>más que él<br />
y sus otros compañeros, particularmente Wamba el bufón, estaban<br />
resueltos á facilitar la fuga <strong>de</strong> (lurth, en caso <strong>de</strong> que no se, aplacase<br />
la cólera <strong>de</strong> su amo.<br />
—Quiera Dios que así lo hayan ejecutado, dijo Ivanhoe, porque<br />
no parece sino que la mala suerte se empeña en perseguir á todos<br />
los que me aman y favorecen. El rey, que tanto me ha honrado y<br />
distinguido, se halla próximo á per<strong>de</strong>r la corona por la traición <strong>de</strong><br />
un hermano, que le <strong>de</strong>bo innumerables beneficios; mis atenciones<br />
acarrean disgustos y sinsabores á la dama mas hermosa <strong>de</strong> Inglaterra;<br />
y un pobre servidor está espuesto á morir á manos <strong>de</strong> mi padre,<br />
solo porque me ha dado una prueba <strong>de</strong> afecto y lealtad.<br />
— El mal estado <strong>de</strong> tu salud, dijo Rebeca , y la pesadumbre que<br />
te agita te hacen interpretar torcidamente los altos <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> la<br />
Provi<strong>de</strong>ncia. Has sido restituido á tu patria, cuando mas necesidad<br />
tiene <strong>de</strong> brazos fuertes y <strong>de</strong> corazones leales; has humillado á los<br />
enemigos <strong>de</strong> tu rey y á los tuyos, cuando mas entonada se hallaba<br />
su soberbia ; y cuando te has visto débil y herido, los cielos te<br />
han <strong>de</strong>parado asistencia y médico, entre las gentes mas <strong>de</strong>spreciadas<br />
<strong>de</strong> la tierra. Estas consi<strong>de</strong>raciones <strong>de</strong>ben darte ánimo y brío, y<br />
la esperanza <strong>de</strong> hacer gran<strong>de</strong>s proezas en favor <strong>de</strong> la justa causa que<br />
<strong>de</strong>fien<strong>de</strong>s. A Dios : toma la medicina que voy á enviarte por mano<br />
<strong>de</strong> Rubén. Tranquilízate, á fin <strong>de</strong> que tengas las fuerzas necesarias<br />
para empren<strong>de</strong>r la jornada <strong>de</strong> mañana.»<br />
Convencido por las razones <strong>de</strong> Rebeca, Ivanhoe se sometió enteramente<br />
á sus consejos. Tomó la bebida que Rubén le administró,<br />
y como era narcótica y calmante, le proporcionó una noche tranquila,<br />
y sueños agradables. A la mañana siguiente, Rebeca lo en-
CAPÍTULO xxvni. 241<br />
contra libre <strong>de</strong> to<strong>de</strong> síntoma <strong>de</strong> calentura, y capaz <strong>de</strong> soportar las<br />
'atigas <strong>de</strong>l viaje.<br />
fvanboe fué colocado en la misma litera en que salió <strong>de</strong>l torneo, y<br />
no se omitió ninguna <strong>de</strong> las precauciones necesarias á su comodidad.<br />
Lo único que no pudieron conseguir las instancias <strong>de</strong> Rebeca,<br />
fué que se caminara <strong>de</strong>spacio, como lo juzgaba indispensable para<br />
la conveniencia <strong>de</strong>l herido: porque Isaac, semejante al viajero rico<br />
<strong>de</strong> quien Labia .Tuvenal en su sátira décima, tenia siempre ala vista<br />
una gavilla <strong>de</strong> salteadores , sabiendo que tanto los nobles normandos,<br />
como los bandidos sajones , tendrían la mayor satisfacción<br />
en <strong>de</strong>spojarle. Por tanto caminó ápaso levantado, haciendo cortas<br />
paradas y mas cortas comidas ; <strong>de</strong> modo que se a<strong>de</strong>lantó á Cedric y<br />
-Uhelstane, que habían salido muchas horas antes que él; pero que<br />
se habían <strong>de</strong>tenido largo tiempo á la mesa <strong>de</strong>l Abad <strong>de</strong> san Withold.<br />
Sin embargo , gracias á la eficaz virtud <strong>de</strong>l bálsamo <strong>de</strong> Miriam,<br />
y á la robusta constitución <strong>de</strong> Ivanhoe, no le resultaron <strong>de</strong><br />
aquella marcha precipitada los ineovenientes quo Rebeca temía.<br />
Con todo, bajo otro punto <strong>de</strong> vista, la prisa <strong>de</strong> Isaac produjo fatales<br />
consecuencias ; porque <strong>de</strong> sus resultas se suscitaron gran<strong>de</strong>s<br />
disputas entre él y los hombres quo había tomado para que le sirviesen<br />
<strong>de</strong> escolta. Eran sajones, y no estaban esentos <strong>de</strong> la afición<br />
á los buenos bocados , que los normandos les echaban en cara , como<br />
pereza y glotonería. Habían aceptado la proposición <strong>de</strong>l judío<br />
con la esperanza <strong>de</strong> que este baria una opípara provisión para la<br />
marcha; masía precipitación <strong>de</strong> esta frustró todas sus esperanzas.<br />
También se quejaban <strong>de</strong>l daño que sufrían los caballos , que iban<br />
siempre al troto, y que solo <strong>de</strong>scansaban algunos minutos : por último,<br />
la cantidad <strong>de</strong> vino y do cerveza que <strong>de</strong>bia consumirse en<br />
cada comida fué otro gran motivo <strong>de</strong> reconvenciones y disputas<br />
entre Isaac y su escolta : <strong>de</strong> todo esto resultó, que cuando llegó la<br />
hora <strong>de</strong>l peligro, y sobrevino á Isaac la calamidad que con tanta<br />
razón temía, se vio abandonado por aquellos en cuya <strong>de</strong>fensa confiaba<br />
, aunque nada habia hecho para grangearse su afecto.<br />
Así fué como Cedric y los suyos encontraron al judío, á su hija y<br />
ai herido: y así fué como todos ellos cayeron en manos <strong>de</strong> Bracy, y<br />
<strong>de</strong> sus confe<strong>de</strong>rados. Al principio nadie hizo alto en la litera , y<br />
quizás nadie hubiera sabido lo que contenia , si no fuera porque<br />
Bracy quiso examinarla creyendo que iba <strong>de</strong>ntro lady Rowena, la<br />
cual no se habia alzado el velo que la cubría. No fué poca la admi-<br />
Itl
242 iva.NÍIOK.<br />
ración <strong>de</strong>l aventurero cuando <strong>de</strong>scubrió un hombre herido, el cual,<br />
creyéndose en manos <strong>de</strong> bandidos sajones, que conocían y respeta<br />
baai su nombre, confesó francamente se!' Wilfrido <strong>de</strong> fvanhoe.<br />
Las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l honor caballeresco, que no habían abandonado en<br />
toramente á Bracy, á pesar <strong>de</strong> su maldad y ligereza, no le permi<br />
tieron ven<strong>de</strong>r á un hombre herido é in<strong>de</strong>fenso : poique sabia que<br />
Frente-<strong>de</strong>-buey no tendría el menor escrúpulo en dar muerte in<br />
mediatamente al que venia á disputarle el feudo <strong>de</strong> 1\animo. Por<br />
otra parte, ciar libertad á un rival favorecido por iady lioweiía, co<br />
mo lo <strong>de</strong>notaba lo ocurrido en el torneo, y como lo aseguraba la<br />
voz pública, que atribuía á estos amores el <strong>de</strong>stierro tic Wilfrido <strong>de</strong><br />
la casa paterna, era un esfuerzo <strong>de</strong>masiado superior a la generosi<br />
dad <strong>de</strong>l normando. Adoptó en estas circunstancias un término me<br />
dio ce : re los dos quo so le ofrecían ; y fué mandar á dos do sus es<br />
cu<strong>de</strong>ros que no se apartasen <strong>de</strong> la litera, ni permitiesen que nadie<br />
se acercase ó ella. Si alguien preguntaba quién iba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la li<br />
tera, <strong>de</strong>bían respon<strong>de</strong>r que era un escu<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Bracy, que había si<br />
do herido en el primer encuentro. Al llegar al castillo , mientras<br />
Frente-<strong>de</strong>-buey y el Templario se, ocupaban en Levar a<strong>de</strong>lante sus<br />
planes,
CAPÍTULO xxix. 24i<br />
<strong>de</strong> tantos embarazos. Y vosotros, escu<strong>de</strong>ros ; aquí tenéis ballestas<br />
y bodoques. A la barbacana, y que no que<strong>de</strong> sajón con vida.»<br />
Los escu<strong>de</strong>ros, que como todos los partidarios <strong>de</strong> Bracy, no gus<br />
taban <strong>de</strong> la inacción , sino <strong>de</strong> la vida guerrera, y <strong>de</strong> las empresas<br />
aventuradas, á que estaban acostumbrados, se dirigieron alegre<br />
mente al punto que les había señalado Frente-<strong>de</strong>-buey. Ivanhoe<br />
quedó confiado á Urfrieda; mas esta , que solo pensaba en llevar 6<br />
cabo sus proyectos <strong>de</strong> venganza, <strong>de</strong>jó al enfermo en manos d*<br />
Rebeca.<br />
CAPITULO XXIX.<br />
Los momentos <strong>de</strong> peligro suelen ser también momentos <strong>de</strong> franqueza,<br />
en que el cariño se muestra sin disfraz : la agitación gene<br />
ral <strong>de</strong> los sentimientos rompe los lazos <strong>de</strong>l disimulo, y <strong>de</strong>scubre lo<br />
que ta pru<strong>de</strong>ncia oculta en tiempos mas tranquilos. Al hallarse <strong>de</strong><br />
nuevo junto á Ivanhoe, Rebeca observó con estrañeza el placer que<br />
esperimentaba <strong>de</strong> tantas escenas <strong>de</strong> males y peligros. Cuando le tomó<br />
el pulso y le preguntó por su salud , sus movimientos y palabras<br />
indicaban un interés mucho mas vivo que el que ella hubiera<br />
querido manifestar abiertamente. Sintióse agitada por un tembló?<br />
estraordinario. «¿Fres tú, hermosa doncella?» le dijo fríamente<br />
Ivanhoe, y esta pregunta la hizo volver en sí, recordándole que el<br />
sentimiento que abrigaba en su corazón no podia ni <strong>de</strong>bía ser correspondido.<br />
Escápesele un suspiro, en que Ivanhoe no hizo alto; \<br />
las preguntas que le dirigió acerca <strong>de</strong> su salud fueron hechas en<br />
el tono <strong>de</strong> la amistad. Ivanhoe le respondió en pocas palabras que<br />
su salud se hallaba lo menos mal que podia hallarse en aquellas circunstancias<br />
, «y eso, añadió, gracias á tu habilidad , querida Rebeca.»<br />
Me llama querida, se <strong>de</strong>cia á sí misma Rebeca, pero ¡con cuanto<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong>n, y con cuanta indiferencia! Su caballo, y sus po<strong>de</strong>ncos son<br />
mas preciosos á. sus ojos que la pobre y humillada judía.<br />
«Mi espíritu, continuó Ivanhoe, está mas enfermo <strong>de</strong> ansiedad que<br />
mi cuerpo <strong>de</strong> la dolencia que lo aqueja Por lo que he oido á esos<br />
hombres que me han custodiado hasta ahora, be venido en conoci<br />
miento <strong>de</strong> que estoy privado <strong>de</strong> mi libertad; y si no me engaña la
244 IVAHHOE.<br />
voz áspera y terrible que los ha echado do aquí, mi prisión es el<br />
castillo do Frente-<strong>de</strong>-buey. Si es asi ¿cómo acabará todo esto, v<br />
como podré protegerá lady Rowena, y ámi padre'?»<br />
Ni aun siquiera se acuerda <strong>de</strong>l judío y <strong>de</strong> la judia, <strong>de</strong>cía inte<br />
riormente Rebeca. ¿Por qué nos hemos <strong>de</strong> interesar en su suerte?<br />
¡ Oh , cuan justamente me castigan los cielos por haber puesto en<br />
él mis pensamientos'. Después do esta acusación interior, pasó á no<br />
ticiar á tvanhoe todo lo que sabia: qvie el Templario lírian <strong>de</strong> liois-<br />
Guilbert, y el liaron <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey mandaban las fuerzas <strong>de</strong>l<br />
castillo, y que este se hallaba sitiado por gentes que ella no cono<br />
cía. Anadió , por último, que habia en la fortaleza, un eclesiástico,<br />
que quizás podría darle noticias mas seguras<br />
— ¡Un eclesiástico ! repuso el caballero. Tráelo aquí inmediata<br />
mente , Rebeca., si pue<strong>de</strong>s. Di le que hay aquí un enfermo que ne<br />
cesita <strong>de</strong> sus socorros espirituales: díle lo que (mieras , con tal <strong>de</strong><br />
que me lo traigas, bis preciso hacer algo para salir <strong>de</strong> este apuro :<br />
pero ¿ qué he <strong>de</strong> hacer sin saber lo que pasa ?»<br />
Rebeca, en cumplimiento <strong>de</strong>l encargo <strong>de</strong> Ivanhone , hizo cuanto<br />
pudo para que el fingido eclesiástico pasase al aposento <strong>de</strong>l enfer<br />
mo: pero lo estorbó como hemos visto 1 Tfrieda que también <strong>de</strong>seaba<br />
hablarle : y Rebeca volvió á dar cuenta á Ivanhoe <strong>de</strong> la inutilidad<br />
<strong>de</strong> sus diligencias.<br />
No tuvieron mucho tiempo para lamentarse <strong>de</strong> esta falta <strong>de</strong> noti<br />
cias, ni para imaginar nuevos medios <strong>de</strong> adquirirlas , porque el<br />
ruido quo ocasionaban los preparativos <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa crecía por mo<br />
mentos , y llegó á ser un verda<strong>de</strong>ro alboroto. El paso <strong>de</strong> los guar<br />
dias y ballesteros que iban á ocupar las almenas resonaba en los pa<br />
sadizos y escaleras que conducían á los diferentes puntos <strong>de</strong> la for<br />
tificación. Oíanse al mismo tiempo las voces <strong>de</strong> los caudillos que<br />
animaban á sus partidarios, y que dictaban todas las provi<strong>de</strong>ncias<br />
que la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la plaza requería; y en seguida el estrépito do las<br />
armas y los clamores y vocería <strong>de</strong> los soldados. Aunque todos estos<br />
anuncios eran terribles, como presagios <strong>de</strong> una catástrofe espan<br />
tosa , habia en el conjunto <strong>de</strong> aquellos sonidos cierta sublimidad<br />
que penetró el alma <strong>de</strong> Rebeca. Animáronse sus ojos, encendiéronse<br />
sus mejillas , y medio agitada por el temor, medio reanimada por<br />
el entusiasmo, repitió á su compañero estas palabras : «Suena el es<br />
trépito <strong>de</strong> las aljabas, y <strong>de</strong> las lanzas, y délos broqueles; y las vo<br />
ces <strong>de</strong> los capitanes, y la gritería <strong>de</strong> loa soldados.
CAPÍTULO XXIX. 245<br />
Pero Ivanhoo era como el caballo <strong>de</strong> que hace mención aquel suilhne<br />
pasaje, el cual ardia <strong>de</strong> impaciencia por correr á la pelea que<br />
aquellos rumores anunciaban. «Si yo pudiera , <strong>de</strong>cía, acercarme á<br />
esa ventana y ver lo que pasa en los muros; si tuviera un arco, una<br />
hacha para dar un solo golpe en nuestra <strong>de</strong>fensa... pero es inútil.<br />
Las fuerzas me abandonan.<br />
—rso te agites, noble caballero, le <strong>de</strong>cia Rebeca ; el ruido ha cesado,<br />
y quizás no llegará el caso <strong>de</strong> que vengan á las manos.<br />
Poco se te alcanza <strong>de</strong> estas cosas , respondió Ivanhoe; esa pausa<br />
indica que los hombres están en sus puestos aguardando el momento<br />
<strong>de</strong>l ataque. Lo que hemos oido hasta ahora era la amenaza,<br />
lejana <strong>de</strong> la tormenta ; pronto estallará con toda su furia. ¡ Qué no<br />
pueda yo acercarme á esa ventana !<br />
—No lo emprendas, dijo Rebeca, si no quieres que se abra tu herida.<br />
Y observando la estraordinaria impaciencia <strong>de</strong>l caballero, yo<br />
me pondré á la ventana, dijo, y te daré cuenta <strong>de</strong> todo lo que observe.<br />
—No lo harás ; no lo permito, dijo Ivanhoe, cada ventana, cada<br />
abertura <strong>de</strong> este castillo será muy en breve blanco <strong>de</strong> la furia <strong>de</strong><br />
los sitiadores. I na Hecha perdida...<br />
Venga en buen hora, dijo en voz baja Rebeca ; y en seguida subió<br />
con paso firme los dos ó tres escalones que llevaban á la ventana.<br />
—Rebeca, querida líebeca, chimó Ivanhoe, no son estos pasatiempos<br />
<strong>de</strong> muchachas. No te espongas á la muerte, ni me hagas infeliz<br />
para, siempre por haber yo sido la causa <strong>de</strong> tu <strong>de</strong>sgracia. A lo<br />
menos guarecido con ese broquel viejo que está en el suelo, y <strong>de</strong>scubre<br />
lo menos que puedas <strong>de</strong> tu persona.»<br />
Rebeca siguió el consejo <strong>de</strong> Ivanhoe, y parapetándose con un<br />
gran broquel que estaba abandonado en un rincón <strong>de</strong>l aposento,<br />
pudo ser testigo <strong>de</strong> todos los sucesos <strong>de</strong>l primer ataque y referirlos<br />
al herido á medida que iban ocurriendo. Su situación era. muy favorable,<br />
porque la ventana estaba en un ángulo <strong>de</strong>l edificio principal,<br />
y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ella se <strong>de</strong>scubría, no solo el recinto <strong>de</strong> la fortaleza,<br />
sino una obra esterior, que probablemente seria el primer objeto <strong>de</strong>l<br />
ataque. Era una especie <strong>de</strong> baluarte <strong>de</strong> poca elevación y <strong>de</strong> no<br />
mucha soli<strong>de</strong>z, que servia <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa á la poterna, por don<strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey<br />
habia <strong>de</strong>spedido á Cedric. El foso <strong>de</strong>l castillo lo dividía<br />
<strong>de</strong>l resto <strong>de</strong> la fortaleza: así que, en caso <strong>de</strong> caer en manos <strong>de</strong>l ene-
:<br />
346 IVANHOB.<br />
migo, era fácil cortar su comunicación con esta, retirando el piieullevadizo.<br />
En el baluarte había un rastrillo que correspondía e
CAPÍTULO XXXI. 247<br />
sitiados: en avant, <strong>de</strong> Bracy: Beau-Séawt; Fmit-<strong>de</strong>-Bm'f á lare*-<br />
cmsse, según los gritos <strong>de</strong> guerra adoptados por cada uno <strong>de</strong> los<br />
i-andidos.<br />
Mi unos ui otros, sin embargo se contentaron con gritos y aclamaciones:<br />
sino que el furioso ataque do los sajones fué vigorosamente<br />
resistido por los normandos. Los monteros, acostumbrados<br />
en sus pasatiempos y ejercicios al manejo <strong>de</strong>l arco, en que eran sobresalientes,<br />
hicieron una <strong>de</strong>scarga cerrada, <strong>de</strong> la que no escapó<br />
ninguno <strong>de</strong> los que tenían alguna parte <strong>de</strong> su cuerpo fuera <strong>de</strong> las<br />
almenas. De resultas <strong>de</strong> estas <strong>de</strong>scargas, que duraron algún tiempo<br />
á manera <strong>de</strong> aguacero, murieron dos ó tres <strong>de</strong> la guarnición, y<br />
quedaron muidlos heridos, porque cada flecha tenia un blanco particular,<br />
y no quedó tronera, abertura ni ventana á que no se dirigiese<br />
un tiro. Pos partidarios <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey y sus aliados,<br />
fiados en sus fuertes armaduras y en los parapetos <strong>de</strong> la fortificación,<br />
respondieron obstinadamente con otra <strong>de</strong>scarga <strong>de</strong> ballestas,<br />
arcos y hondas, haciendo consi<strong>de</strong>rable estrago en los enemigos<br />
que casi se presentaban á cuerpo <strong>de</strong>scubierto. El silbido <strong>de</strong> las flechas,<br />
piedras y bodoques era solo interrumpido por los clamores<br />
<strong>de</strong> los combatientes <strong>de</strong> uno y otro lado, cuando notaban algún daño<br />
consi<strong>de</strong>rable en el partido opuesto.<br />
«¡Que tenga yo que estar aquí encerrado como un fraile en su<br />
celda, dijo ivanhoe, mientras otros están jugando mi libertad ó mi<br />
muerte! Mira otra vez por la ventana, Rebeca; pero cuenta no te<br />
asesten un tiro. Mira otra vez, y dime si se aproximan al asalto.»<br />
Rebeca con nuevo brio, que le habían dado sus actos <strong>de</strong> <strong>de</strong>voción,<br />
volvió á colocarse en la ventana, abroquelándose <strong>de</strong> modo que era<br />
imposible la, viesen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo.<br />
«¿Qué estás viendo? preguntó Ivanhoe.<br />
—Nada, sino una nube <strong>de</strong> flechas que oculta á los que las disnaran.<br />
—Pisto no pue<strong>de</strong> durar, dijo Ivanhoe: si no vienen en <strong>de</strong>rechura<br />
á tomar el castillo á viva fuerza, sus Hechas poca mella han <strong>de</strong><br />
hacer en las piedras <strong>de</strong> los baluartes. Mira si distingues al caballero<br />
<strong>de</strong>l candado, y que tal se porta en esa coyuntura; porque los<br />
moldados no pelean sino les da ejemplo el caudillo.<br />
—No le veo, respondió la judía.<br />
—¡Malsín cobar<strong>de</strong>! esclamó Ivanhoe; ahora <strong>de</strong>ja el timón cuando<br />
o oís aprieta la borrasca.
248 IVANHOE.<br />
—No lo <strong>de</strong>ja, uo lo <strong>de</strong>ja; dijo Rebeca; ahora le veo; se dirige con<br />
una partida consi<strong>de</strong>rable hacia la barrera <strong>de</strong> la barbacana. Están<br />
echando abajo las estacas y las empalizadas con hachas, y en medio<br />
<strong>de</strong> todos se distingue el plumero negro <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l Candado,<br />
á guisa <strong>de</strong>l cuervo entre las arenas <strong>de</strong> la playa. Ya han he<br />
cho una brecha en la estacada.... corren á ella... pero vuelven atrás<br />
Frente-<strong>de</strong>-buey <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> la brecha con los suyos. ¡Como <strong>de</strong>scuella,<br />
su enorme estatura entre los que lo signen! Los sitiadores la atacan<br />
<strong>de</strong> nuevo, y se disputan el paso, hombre á hombre. ¡Dios <strong>de</strong> Jacob»<br />
parece el choque <strong>de</strong> dos océanos, impulsados por viento contrario,-*<br />
Rebeca apartó el rostro <strong>de</strong> la ventana, como si le fuera imposible<br />
soportar la vista <strong>de</strong> tan horrible escena.<br />
«Mira otra vez, Rebeca, dijo Ivanhoe, que atribuyo á otra causa<br />
este movimiento. No es regular que tiren Hechas ahora, puesto que<br />
pelean mano á mano. No tengas miedo. Rebeca volvió á la ventana,<br />
y esclamó inmediatamente: « ¡Santos profetas <strong>de</strong> la ley! Frente-<strong>de</strong>-buey<br />
y el caballero <strong>de</strong> la negra armadura pelean ahora<br />
cuerpo á cuerpo en la brecha; parece que los <strong>de</strong> uno y otro partido<br />
contemplan eon ansia este terrible encuentro. El cielo <strong>de</strong>fienda Ja<br />
causa <strong>de</strong>l oprimido y <strong>de</strong>l preso. ¡Dios mió! gritó <strong>de</strong> pronto con el<br />
mayor sobresalto, cayó á los pies <strong>de</strong> su enemigo.<br />
—¿Quién cayó? preguntó Ivanhoe. Por Dios Santo, que no me<br />
tengas en esta inquietud.<br />
—El caballero negro, dijo Rebeca casi <strong>de</strong>sfallecida; y en seguida<br />
gritó con júbilo: No... ¡Bendito sea el Dios <strong>de</strong> los ejércitos! Está<br />
otra vez en pié, y peleando como si tuviera la fuerza <strong>de</strong> veinte<br />
hombres en su brazo. Se le rompió la espada, pero ha tomado el<br />
hacha <strong>de</strong> un montero. ¡Dios mió, cuantos golpes <strong>de</strong>scarga á su<br />
enemigo! El gigante vacila como la encina á los hachazos <strong>de</strong>! leñador...<br />
ya cayó... al suelo.<br />
—¿Frente-<strong>de</strong>-buey? preguntó Ivanhoe.<br />
—Frente-<strong>de</strong>-buey, dijo la judía; y los suyos capitaneados por el<br />
Templario, acu<strong>de</strong>n á su socorro. El campeón se <strong>de</strong>tiene viendo que<br />
le acometen tantos. Ya han retirado al Barón, y lo traen á lasmurallas.<br />
—¿Han tomado los sitiadores las barreras? preguntó Ivanhoe.<br />
—Las han tomado, dijo Rebeca, y ya estrechan á los sitiados en<br />
los muros. Algunos aplican escalas, y otros se, agolpan, y se precipitan<br />
unos á otros como abejas para subir por ellas. De arriba
CAPÍTULO XXIX. 249<br />
les echan piedras, vigas, y troncos <strong>de</strong> árboles. Los que caen heridos<br />
se retiran, y otros vuelven á ocupar sus puestos. ¡Santo Dios*,<br />
¿has dado tu imagen al hombre, para que se la maltrate y <strong>de</strong>sfigure<br />
tan horriblemente su propio hermano?<br />
—No pienses en eso, dijo Ivanhoe, que ahora no estamos en<br />
tiempo <strong>de</strong> reflexiones. ¿Quién ce<strong>de</strong>? ¿Quién a<strong>de</strong>lanta?<br />
—Ya no hay escalas en el muro, dijo Rebeca; todas han caído al<br />
suelo. Los pobres sitiadores ruedan como reptiles. Los sitiados<br />
ganan.<br />
—San Jorge sea con nosotros, dijo Ivanhoe. ¿Posible es que esos<br />
villanos se amedrenten?<br />
—No, respondió Rebeca; que se rehacen y pelean con valor. El<br />
caballero negro se acerca á la poterna, con una hacha formidable<br />
en la mano. Bien pue<strong>de</strong>s oir los terrible golpes que le <strong>de</strong>scarga.<br />
Los <strong>de</strong>l muro le arrojan vigas y piedras; mas él las aparta como<br />
si fueran plumas.<br />
—Por san Juan <strong>de</strong> Acre, esclamó Ivanhoe, incorporándose con<br />
gran<strong>de</strong>s muestras <strong>de</strong> alegría, no hay mas que un hombre en Inglaterra<br />
que sea capaz <strong>de</strong> semejante hazaña.<br />
—La poterna ce<strong>de</strong>, dijo Rebeca; ya cruje.., ya está hecha astillas.<br />
La barbacana, es nuestra. ¡O Dios! Los Normandos <strong>de</strong>jan el<br />
parapeto... ya están en el foso. ¡Hombres, si hombres sois en verdad,<br />
perdonad al rendido!<br />
—El puente, dijo Ivanhoe : observa el puente que comunica con<br />
el castillo, ¿Lo han pasado los sitiadores?<br />
—No, dijo Rebeca; el Templario lo ha <strong>de</strong>struido, y se retira ai<br />
castillo con algunos pocos. Los otros... ya oyes sus quejidos lastimeros.<br />
Cierto es que la. victoria es mucho mas cruel que el combate<br />
—¿Qué hacen ahora? dijo Ivanhoe. Observa bien, que no es ocasión<br />
esta <strong>de</strong> espantarse al ver muertos y heridos.<br />
—Todo está suspenso, dijoh'ebeca; los nuestros se fortifican en la<br />
barbacana, y en ella se parapetan <strong>de</strong> los pocos tiros que les disparan<br />
<strong>de</strong> cuando en cuando los <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro; y creo que es mas bien<br />
para incomodarlos que para hacerles daño.<br />
—Los nuestros, dijo Ivanhoe, no abandonarán una empresa que<br />
han empezado tan gloriosamente, y que con tanta felicidad han<br />
llevado á cabo. No por cierto; apostaría mi vida á que no ce<strong>de</strong> ese<br />
buen caballero que ha echado abajo las barras <strong>de</strong> hierro y tablas<br />
<strong>de</strong> encina <strong>de</strong> la poterna. ¡Cosa estrada! No hay dos hombres en la
2fi0 IVANHOE.<br />
Cristiandad capaces <strong>de</strong> tamaño arrojo. Pero ¿qué significan el cerrojo<br />
y el candado azul en campo negro? Rebeca, mira si pue<strong>de</strong>*<br />
distinguir alguna otra particularidad en su persona.<br />
—Nada absolutamente, respondió '{choca; su armadura y repajo,<br />
c-l caballo y sus «meses, todo es igual y negro como las alas <strong>de</strong> v¡»<br />
cuervo; pero estoy segura que podrí::, distinguirle <strong>de</strong> ahora en<br />
a<strong>de</strong>lente entre mil guerreros. Con la misma serenidad, acu<strong>de</strong> al<br />
peligro que si fuera á un banquete. Parece que cada gobio que da<br />
lleva en sí todo al espíritu que le anima. ¡Dios le perdone el p».* a_<br />
do <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>rramado la sangre <strong>de</strong> su hermano! Terrible cosa es.<br />
pero sublime al mismo tiempo, ver ¡i un hombre solo triunfar <strong>de</strong><br />
tantos enemigos.<br />
—Rebeca, dijo Ivanhoe, tú has hecho la pintura <strong>de</strong> un héroe: seguramente<br />
ese intervalo es para tomar algún <strong>de</strong>scanso y preparar<br />
ios medías do pasar el foso; porque t;on un caudillo como ese no<br />
hay <strong>de</strong>moras, ni contemplaciones, ni <strong>de</strong>scuidos. Mientras mas pe.<br />
ligros mas gloría. Juro por el honor <strong>de</strong> mí casa, y por el nombre ¡le<br />
la dama do mis pensamientos, que pasaría diez años <strong>de</strong> cautive:-.'-»<br />
solo por pelear un día al lado <strong>de</strong> ese buen caballero en una. causa<br />
tan justa como esta.<br />
— ¡Ab! dijo Rebeca, quitándose <strong>de</strong> la ventana y acercándose a' lecho<br />
<strong>de</strong>l herido, esos movimientos <strong>de</strong> impaciencia, esta lucha M ¡<br />
vuestra actual <strong>de</strong>bilidad, no hacen otra cosa que retardar vuestro<br />
alivio. ¿Como podéis dar heridas á los otros si no se curan las<br />
vuestras?<br />
—Rebeca, dijo el caballero, tú no pue<strong>de</strong>s imaginarte cuan difícil<br />
aspara el que está acostumbrado á la guerra y á los hechos <strong>de</strong> caballería,<br />
permanecer tranquilo, mientras otros pelean á poca distancia.<br />
111 amor <strong>de</strong> la batalla es nuestro alimento: el polvo <strong>de</strong> la<br />
refriega es el aliento que nos anima. No vivimos, ni <strong>de</strong>seamos \ ivir,<br />
en tanto que no somos victoriosos y nombrados. Tales son las<br />
íeyes <strong>de</strong> la caballería que hemos jurado obe<strong>de</strong>cer, y á las cuales sacrificamos<br />
cuanto mas apreciamos en el mundo.<br />
—¡Ahí dijo la judía, ¿qué es eso sino sacrificar al ídolo <strong>de</strong> la \ anagloria,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse consumido en los fuegos <strong>de</strong> Moloc?<br />
¿Qué os queda en galardón <strong>de</strong> toda la sangre que habéis vertido,<br />
<strong>de</strong> todos los males que habéis sufrido, <strong>de</strong> todas las lágrimas que<br />
habéis hecho <strong>de</strong>rramar, cuando la muerte biela el brazo <strong>de</strong>l guerrero,<br />
y <strong>de</strong>tiene la carrera <strong>de</strong> su caballo?
CAPÍTULO XXIX. 251<br />
—¿Qué queda? dijo Ivanhoe, la gloria, que es el 'Orillo que dora<br />
r -.¡estro sepulcro, y el bálsamo que conserva nuestro nombre.<br />
—La. gloria, dijo Rebeca, es una armadura vieja cubierta <strong>de</strong><br />
,rín , que cuelga sobre el <strong>de</strong>struido sepulcro <strong>de</strong>l guerrero: es la<br />
inscripción borrada que apenas pue<strong>de</strong> leer el erudito, para, satisfacer<br />
la curiosidad <strong>de</strong>l pasajero. ¿Es esta suficiente recompensa <strong>de</strong><br />
•antos afectos sacrificados, y <strong>de</strong> una vida miserable, empleada en<br />
hacer miserables á ios otros? ¿Qué virtud tienen las trovas <strong>de</strong> un<br />
bardo, que baste á suplir la falta <strong>de</strong>l amor doméstico, <strong>de</strong> los sentimientos<br />
suaves, <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong> la ventura? La gloria, señor caballero,<br />
en los tiempos en que vivimos, no es mas que la fama que<br />
•¿>. adquiere en las tabernas cuando un cantor vagabundo celebra<br />
á un concurso <strong>de</strong> villanos ebrios las hazañas <strong>de</strong> los que ya no<br />
visten.<br />
—Por el alma <strong>de</strong> mi abuelo, dijo Ivanhoe, que estás hablando <strong>de</strong><br />
lo que no entien<strong>de</strong>s, y ajando el esplendor déla caballería, que es<br />
;«» único que distingue al noble <strong>de</strong>l bajo , al caballero galán <strong>de</strong>l<br />
malsín grosero y agreste ; lo único que realza, el honor sobre la vida<br />
; nos hace vencedores <strong>de</strong> ios trabajos y fatigas, y nos enseña á<br />
no temer otro mal sino es la <strong>de</strong>shonra. Tú no eres cristiana , Rebea.y<br />
por consiguiente, <strong>de</strong>sconoces la dulzura (pie esperimenta el<br />
¡•orazon <strong>de</strong> una dama , cuando su amanto ha. inmortalizado su<br />
brazo con alguna noble y atrevida hazaña, la caballería es la. cuna<strong>de</strong><br />
los afectos puros y generosos, el apoyo <strong>de</strong> los oprimidos , la<br />
vengadora <strong>de</strong> los agravios , el yugo que doma el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l tirano.<br />
Sin ella, nobleza es palabra sin significación, y su lanza y su espada<br />
son la mejor <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la libertad y <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia.<br />
—Mi nación, dijo Rebeca, hizo prodigios <strong>de</strong> valor en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />
¡a patria; mas nunca tomó las armas sino por espreso mandato<br />
<strong>de</strong>l Dios <strong>de</strong> Israel, ó para rechazar la opresión. El sonido <strong>de</strong> la trompeta<br />
no dispierta ya á.Iudá <strong>de</strong> su sueño ; y sus <strong>de</strong>spreciados hijos<br />
se presentan como víctimas que gimen bajo el peso <strong>de</strong> una esclavitud<br />
mas larga aun que la <strong>de</strong> Babilonia. Bien has dicho, caballero,<br />
no está bien que una doncella hebrea hable <strong>de</strong> guerras ni batalias,<br />
mientras el Dios <strong>de</strong> Jacob no suscita un nuevo (¡e<strong>de</strong>on, un<br />
segundo Macabeo.»<br />
La orgullosa doncella concluyó estas palabras entono <strong>de</strong> dolor y<br />
amargura, que espresaba su <strong>de</strong>specho al consi<strong>de</strong>rar la <strong>de</strong>gradación<br />
<strong>de</strong> su pueblo. Mugíala también la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que Ivanhoe la juagase
252 IVANH0E.<br />
indigna <strong>de</strong> dar su voto en puntos <strong>de</strong> honor, y <strong>de</strong> abrigar en su a;<br />
ma sentimientos exaltados y generosos.<br />
«¡Cuan mal me conoce, <strong>de</strong>cia, si cree que la censura que he hecho<br />
<strong>de</strong> la estravagancia caballeresca <strong>de</strong> los nazarenos proce<strong>de</strong> df<br />
bajeza y cobardía ! ¡Ojalá mi sangre <strong>de</strong>rramada gota á gota pu<br />
diese redimir la cautividad <strong>de</strong> Judá! ; Ojalá pudiera ella pagar la<br />
libertad do mi padrey <strong>de</strong> su bienhechor! Entonces veria el cristiane<br />
si una hija <strong>de</strong> Israel no es tan arrojada y valiente, como la soberbia<br />
doncella nazarena envanecida con los pergaminos <strong>de</strong> su raza, y<br />
con poseer algún mal castillo entre los hielos áridos <strong>de</strong>l norte.»<br />
Rebeca, al terminar estas reflexiones, lijó sus ojos en el caballero<br />
herido.<br />
«Duerme, dijo : la naturaleza, fatigada <strong>de</strong> tañía inquietud y agitación<br />
, se aprovecha <strong>de</strong>l primer intervalo <strong>de</strong> reposo para reparar<br />
con un sueño benéfico las fuerzas perdidas. Ah ! quizás mis ojos le<br />
contemplan por última vez : quizás <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos momentos <strong>de</strong>saparecerá<br />
<strong>de</strong>l rostro esa espresion generosa y valiente que aun durante<br />
el sueño lo anima ; quizás no tardarán en marchitarse sus<br />
facciones con el hielo <strong>de</strong> la muerte : y el mas ruin villano <strong>de</strong> este<br />
odioso castillo hollará con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>n el cuerpo en que se abriga tan<br />
noble espíritu. El en tanto reposa tranquilo, sin que, le, asuste ei<br />
golpe que le amenaza. ¡ Y mi padre ! Oh padre mió ! ¿ Posible es<br />
que tu bija olvi<strong>de</strong> tus canas por los rubios rizos <strong>de</strong> un estranjero?<br />
Oh Dios <strong>de</strong> mi pueblo! Los males que me ro<strong>de</strong>an no son mas que<br />
las amenazas <strong>de</strong> tu cólera, contra la hija ingrata que piensa en ei<br />
cautiverio <strong>de</strong>l infiel antes que en las calamida<strong>de</strong>s que atosigan<br />
la vida <strong>de</strong> su padre : que no se cuida <strong>de</strong> la <strong>de</strong>solación <strong>de</strong> Judá. ,\<br />
fija sus pensamientos en la gentileza <strong>de</strong> ese joven. Arranquemos esta<br />
quimera <strong>de</strong>l corazón, aunque sea <strong>de</strong>strozando todas sus fibras.»<br />
Rebeca se cubrió con su velo , y se sentó á cierta distancia <strong>de</strong><br />
Ivanhoe, volviéndole la espalda, y procurando fortificar su espíritu,<br />
no solo contra los riesgos que circundaban su vida y su honor,<br />
sino también contra los arrojados pensamientos que iban echando<br />
raices en su alma.
CAPÍTULO XXX.<br />
CAPITULO XXX.<br />
Durante el intervalo <strong>de</strong> suspensión <strong>de</strong> hostilida<strong>de</strong>s que siguió al<br />
primer triunfo <strong>de</strong> los sitiadores, mientras estos se disponían á estre<br />
char el asedio, y los sitiados fortificaban sus medios <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa, el<br />
'Templario y De Bracy tuvieron una nueva conferencia en el sa<br />
lón <strong>de</strong>l castillo.<br />
«¿Dón<strong>de</strong> está Frente-<strong>de</strong>-buey? preguntó De Bracy, que había di<br />
rigido la acción en la parte opuesta á la que el Barón <strong>de</strong>fendía<br />
Por ahí corren voces <strong>de</strong> su muerte.<br />
— Vive, dijo el Templario; vive aun; pero aunque hubiera tenido<br />
!a cabeza <strong>de</strong> buey que lleva en las armas y diez planchas <strong>de</strong> hierro<br />
encima difícil le hubiera sido resistir al hacha <strong>de</strong> su enemigo. Den<br />
tro <strong>de</strong> pocas horas Frente-<strong>de</strong>-buey estará en compafda <strong>de</strong> sus pa<br />
dres; y cierto que es una gran pérdida para la empresa <strong>de</strong>l príncipe<br />
-luán.<br />
—Y un gran refuerzo para el reino <strong>de</strong> Satanás, dijo Bracy; estos<br />
son los frutos <strong>de</strong> sus blasfemias contratos ángeles, y <strong>de</strong> sus chan<br />
zas y amenazas <strong>de</strong> echar las estatuas <strong>de</strong> los santos por las almenas<br />
abajo.<br />
—Anda, loco, repuso el Templario: tu impiedad y la <strong>de</strong>l Barón<br />
corren parejas.<br />
—Gracias, señor Templario, dijo Bracy; solo te ruego no olvi<strong>de</strong>s<br />
el refrán: quien t :<br />
253<br />
ne tejado <strong>de</strong> vidrio.... ya sabes lo d?má-\ Lo que<br />
te digo es que so,' mejor cristi IDO que tú: pues si no miente la fama<br />
no eres tú <strong>de</strong> los i .ejores.<br />
—Poco me impo da lo que digan, respondió Brian: lo que impor<br />
ta ahora es <strong>de</strong>fencer el castillo, y eme no seamos el escarnio <strong>de</strong> eso s<br />
malsines. ¿Cómo han peleado los que tenias enfrente?<br />
—Como leones, respondió el aventurero. Agolpábanse á los mu<br />
ros á guisa <strong>de</strong> abejas furiosas, acaudillados por el villano que ganó<br />
el premio <strong>de</strong>l blanco en el torneo <strong>de</strong> Ashby, á quien conocí fácil<br />
mente por el tahalí y el cuerno. Estas son las consecuencias <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>cantada política <strong>de</strong> Fitzurse; envalentonar á esos perros para que<br />
se rebelen contra sus señores. Siete veces me apuntó el villano con<br />
tan poco reparo como si fuera un gamo <strong>de</strong> esas selvas. Cada aber-
254 . IVA.NHOE.<br />
tura <strong>de</strong> mi armadura recibió una flecha <strong>de</strong> una vara <strong>de</strong> largo, qui<br />
rebotaba en mis costillas como si hubieran sido <strong>de</strong> bronce. Gracias<br />
al camisote <strong>de</strong> malla <strong>de</strong> España, que llevo <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l peto; que á<br />
no ser así, hubiera dado cuenta <strong>de</strong> mi persona.<br />
—Pero, á lo menos, dijo el Templario, tubas conservado tu pues<br />
to, y nosotros perdimos el nuestro.<br />
—Malo es eso, dijo Bracy; los villanos se guarecerán en la obra<br />
estertor; atacarán mas <strong>de</strong> cerca el castillo, y si no tenemos mucho<br />
cuidado se aprovecharán do algún rincón <strong>de</strong> turre, ó <strong>de</strong> alguna<br />
ventana olvidada, y los tendremos encima en un santiamén. So<br />
mos poquísimos pare, una línea <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa tan estendida: los núes<br />
tros dicen (pao no pue<strong>de</strong>n asomar la cabeza fuera <strong>de</strong> los parapetos<br />
sin recibir un tiro. Frente-<strong>de</strong>-Buey se muere y se acaba el socorrí<br />
que nos daban su fuerza brutal y su genio indomable. ¿Qué liemos<br />
<strong>de</strong> hacer ahora? No seria bueno hacer déla necesidad virtud, y en<br />
ten<strong>de</strong>rnos con esos bellacos, para el rescate do nuestros cautivos?<br />
—Qué vergüenza! esclamó el Templario. ¡Noshemos apo<strong>de</strong>rado di<br />
noche do unos caminantes in<strong>de</strong>fensos, y no po<strong>de</strong>rnos conservarlos<br />
en una fortaleza, porque nos ataca una gavilla <strong>de</strong> salteadores! ¡Qué<br />
sediria <strong>de</strong> nosotros! Que ce<strong>de</strong>mos aun puñado <strong>de</strong> bufones,porqueri<br />
zos, y otra canalla inmunda, que es la hez do la especie humana.<br />
No te cubres <strong>de</strong> bochorno, Mauricio <strong>de</strong> Bracy! Enterrémonos en be-<br />
ruinas <strong>de</strong> este castillo antes <strong>de</strong> consentir en tanta humillación.<br />
—Pues corramos á los muros, dijo Bracy, que ni Turco ni Tere<br />
plario <strong>de</strong>spreció tanto la vida como yo la <strong>de</strong>sprecio. Creo sin em<br />
bargo, que no hay <strong>de</strong>shonra en <strong>de</strong>sear queso presenten en el cam<br />
po cuarenta siquiera <strong>de</strong> mis valientes compañeros. ¡Oh lanceros <strong>de</strong><br />
Bracee! Si supierais los apuros da vuestro capitán ¡cuan pronto<br />
on<strong>de</strong>arla mi ban<strong>de</strong>ra entro los árboles do ese bosque, y cuan poco<br />
se <strong>de</strong>tendrían ó esperaros esa cuadrilla <strong>de</strong> vagabundos!<br />
—Desea cuanto quieras, dijo el Templario, y saquemos el mejor'<br />
partirlo posible <strong>de</strong> los hombres que tenemos á nuestra disposición<br />
Casi todos son partidarios<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, aborrecidos en estos<br />
alre<strong>de</strong>dores por su insolencia y tiranía,<br />
—Tanto mejor, dijo <strong>de</strong> Bracy, con eso se mantendrán firmes j<br />
<strong>de</strong>rramarán la última gota <strong>de</strong> sangre, antes que esponerse á la<br />
venganza <strong>de</strong> sus enemigos. Animo, y manos á la obra; y ya verás<br />
si Mauricio <strong>de</strong> Bracy se porta como hombre <strong>de</strong> valor y <strong>de</strong> noble al<br />
curnia.,-
CAPÍTULO XXX. 255<br />
-~A las murallas, gritó elTemplarío; y los dos caudillos se presen-<br />
t.uou inmediatamente en las almenas, para disponer todo cuanto<br />
¡•odian dictar la <strong>de</strong>streza.mili'ar y el valor en <strong>de</strong>fensa ele la pla<br />
za. .No tardaron en conocer que el punto mas peligroso era ei<br />
opuesto á la barbacana, do que so habían apo<strong>de</strong>rado los sitiadores.<br />
Es cierto C[ue el foso (pie mediaba entre ella y el castillo era un<br />
gran osbiá'-ulo que im podia vencerse con facilidad, y <strong>de</strong> otro modo<br />
ora imposible atas .ir ia puerca principa!; pero Bracy y el Templa-,<br />
rio tucron parecer que los sitiadores podían llamar la atención<br />
do la guarnición hacia .aquella parte, por medio <strong>de</strong> un ataque viólen<br />
lo y repentino, \ ai mismo tiempo aprovecharse <strong>de</strong> cualquier otro<br />
punto <strong>de</strong>scuidado, ''ara. frustrar este plan, solo les quedaba el recur"<br />
-" d.- coloca r cent i radas en todo el recinto <strong>de</strong> la plaza, que pudieran<br />
comunicar cutre sí, y dar el grito <strong>de</strong> alarma en caso necesario. Tam<br />
bién se dispuso que Bracy tornase el mando do la puerta, y que el<br />
Templario se colocaría, á el, ría distancia, con un cuerpo <strong>de</strong> veinte<br />
hombres, á .io <strong>de</strong> acudir en todo caso ú los otros puntos amenaza<br />
do..-. 1.a pérdida do la barbacana tenia también el gran<strong>de</strong> inconve<br />
niente, <strong>de</strong>que, a, p -sar do la consi<strong>de</strong>rable altura do la muralla, los<br />
sitiados no podían observar tan completamente como antes las ope<br />
raciones y movimientos <strong>de</strong>l enemigo, porque la maleza <strong>de</strong>l bosque<br />
'legaba i ¡asta la obra esícrior, y do este modo podían introducirse<br />
en elias nuevas fuerzas, no solo al abrigo, pero sin noticia <strong>de</strong> la<br />
guarnición, inciertos por tanto <strong>de</strong>l punto en que reventaría la bor<br />
rasca, <strong>de</strong> Bracy y su compañero <strong>de</strong>bían estar prevenidos para ha<br />
cer rostro en todo el circuito do los muros; pero los escu<strong>de</strong>ros y sol<br />
dados empezaban .-i <strong>de</strong>smayar, viéndose cercados por todas partes<br />
por enemigos furiosos qr. 3 podían escoger ú sus anchas el punto y<br />
la hora <strong>de</strong>l ata.ip.Ke<br />
Entre tanto, el dueño <strong>de</strong>l castillo y acia en cama, atormentado<br />
por ¡os dolores que io ocasionaban sus heridas, y por la angustia y<br />
<strong>de</strong>specho que mas y mas las irritaban. Ni siquiera tenia el recur<br />
so cpi.e aletarga el alma, sin tranquilizarla, como el opio calma los<br />
dolores sin <strong>de</strong>tener los progresos <strong>de</strong> la enfermedad; pero que á lo<br />
menos era preferible á ¡as horrorosas agonías déla <strong>de</strong>sesperación<br />
3 <strong>de</strong> la rabia. La avaricia era el vicio dominante <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey;<br />
y lejos <strong>de</strong> dar limosna á los establecimientos piadosos, había mu<br />
chas veces arrostrado la indignación <strong>de</strong> los eclesiásticos, y usur<br />
pado sus haciendas y caudales. Mas era llegado el momento en
256 1YVNH0E.<br />
que la tierra y todos sus tesoros iban á <strong>de</strong>svanecerse para siempre<br />
á sus ojos: y su corazón, aunque duro como el mármol, se estremeció<br />
al consi<strong>de</strong>rar el oscuro abismo <strong>de</strong>l porvenir. Luchaban en él la<br />
agitación <strong>de</strong> la ñebrecon los sobresaltos <strong>de</strong> la imaginación, y los<br />
impulsos <strong>de</strong>l recien <strong>de</strong>spertado remordimiento con la inflexibilidad<br />
y dureza <strong>de</strong> su índole: horrible situación <strong>de</strong>l alma, semejante<br />
á laque domina en aquellas tenebrosas regiones en que el <strong>de</strong>sengaño<br />
vive sin remordimiento, el dolor sin esperanza, y en que se<br />
emponzoñan los tormentos presentes con la certeza <strong>de</strong> ¡pie jamás<br />
tendrán fin ni intervalo.<br />
«¡Dón<strong>de</strong> están ahora, <strong>de</strong>ciael Barón,esos curas! ¿Dón<strong>de</strong> están esos<br />
Carmelitas, á quien mi padre fundó un convento, dándoles sendos<br />
prados y sendas tierras <strong>de</strong> labor? Estarán sin duda á la cabecera<br />
<strong>de</strong> algún villano moribundo. ¡Y yo moriré corno un perro; yo,<br />
bijo <strong>de</strong>l que les dio el pan que comen! ¿No dicen que es buenorezar?<br />
A lo menos para rezar no se necesita el favor ageno.... pero ¡yo....<br />
rezar! no me atrevo.<br />
—¿No te atreves? ¿Cuándo has dicho otro tanto, Frente-<strong>de</strong>-buey?<br />
esclamó junto á la cabecera <strong>de</strong>l Barón una voz tremida y aguda.»<br />
Trastornado por su mala conciencia, y por la agitación <strong>de</strong> sus<br />
nervios, Frente-<strong>de</strong>-buey creyó que esta interrupción <strong>de</strong> su soliloquio,<br />
procedía <strong>de</strong> alguno <strong>de</strong> aquellos ángeles perversos quebabia<br />
acudido para distraer sus meditaciones, y estorbarle pensar en el<br />
gran negocio <strong>de</strong> su salvación. Estremecióse, miró por todas partes;<br />
y recogiendo todas sus fuerzas, esclamó: «¿Quién está ahí? ¿Quién<br />
repite mis palabras? ¿Quién eres tú. que graznas en mis oídos? Ponte<br />
<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mí, para que yo pueda verte.<br />
—Soy el Demonio que te persigue, respondió la voz.<br />
—Déjate ver en forma corpórea, dijo Frente-<strong>de</strong>-buey, y verás<br />
que no te temo. Por las cavernas <strong>de</strong>l iníierno, que si pudiera luchar<br />
con estas fantasmas que me atormentan, como con un enemigo <strong>de</strong><br />
carne y hueso, me habia <strong>de</strong> burlar <strong>de</strong> tí, y <strong>de</strong> todas tus legiones.<br />
—Piensa en tus pecados, siguió la voz; en la rebeldía, en la rapiña,<br />
en el asesinato. ¿Quién indujo al licencioso príncipe Juan á tomar<br />
las armas contra el anciano que le dio la vida, contra el generoso<br />
hermano, que le prodigó tantos beneficios?<br />
—Alientes, Demonio, hechicero ó quien quiera que seas, respondió<br />
Frente-<strong>de</strong>-buey. Mientes como un villano. No fui yo solo; foímos<br />
cincuenta caballeros y barones, los mejores que han enristrado lan-
CAPÍTULO XXX. 25.7<br />
zu: la flor <strong>de</strong> la nobleza <strong>de</strong> Inglaterra. ¿He <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los pecados<br />
ágenos. P'also enemigo, me burlo <strong>de</strong> tí y <strong>de</strong> tus acusaciones.<br />
Pete, y déjame morir en paz, si eres mortal,y si no lo eres, todavía<br />
no ha llegado tu hora.<br />
—No morirás en paz, repitió la voz. No, que tu muerte será emponzoñada<br />
por el recuerdo <strong>de</strong> tus homicidios, por el eco <strong>de</strong> los alaridos<br />
que han retumbado en estas bóvedas, porla sangre que ha<br />
inundado estos pavimentos.<br />
—No me impones silencio contris cargos, respondió el barón con<br />
amarga y violenta sonrisa. El judío ha esperimentado la suerte que<br />
merece. Y por lo que hace á los sajones que han muerto á mis<br />
manos, eran enemigos <strong>de</strong> mi patria, <strong>de</strong> mi linaje y do mi soberano.<br />
Ya ves que estoy bien parapetado contra tus tiros. ¿Te has<br />
ido, ó porqué callas?<br />
—No, infame parricida , repuso la voz: acuérdate do tu padre,<br />
<strong>de</strong> su muerte; acuérdate <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong>l banquete, regada con su<br />
sangre, que acababa <strong>de</strong> verter la mano <strong>de</strong> su hijo.<br />
— ¡Ahí esclamó el liaron, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse parado algún rato.<br />
Ya veo que tienen razón, los que dicen que nada se te escapa. Yo<br />
creía que ese secreto estaba <strong>de</strong>positado solo en mi pecho, y en el <strong>de</strong><br />
laque fué mi cómplice. Anda y busca la bruja sajona Pírica, que te<br />
podrá <strong>de</strong>cir lo (pie solo ella y yo vimos. Ella fué la que lavó las<br />
heridas, y amortajó el cadáver, y propagó la noticia <strong>de</strong> que el viejo<br />
habia muerto <strong>de</strong> cólico. Ella fué la que me puso en el resbala<strong>de</strong>ro y<br />
<strong>de</strong>be tener su parte en el castigo. Anda, y hazle saborearlos tormentos<br />
precursores <strong>de</strong>l inlierno.<br />
—- \ a los saboreo <strong>de</strong> antemano, dijo Lírica, poniéndose <strong>de</strong> pronto<br />
enfrente <strong>de</strong>l barón. Vahe apurado la copa, y solo ha podido dulcificarme<br />
su amargura la esperanza do ver lo que estoy viendo<br />
ahora. ¿De qué te sirve apretar los dientes, y echarme esas miradas<br />
furibundas? ¿De qué sirven esos gestos <strong>de</strong> amenaza? Pisa mano, que<br />
como la <strong>de</strong>l padre (pie adquirió el nombre que llevas, hubiera podido<br />
en otro tiempo, partir la cabeza <strong>de</strong> un toro indómito, esta<br />
ahora tan enervada y tan débil como la mía.<br />
—¡Vil saco <strong>de</strong> huesos! esclamó Frente-<strong>de</strong>-buey. ¡Detestable lecho<br />
za! ¡Ahora vienes á <strong>de</strong>leitarte en las ruinas <strong>de</strong>l edificio que has<br />
echado al suelo!<br />
—KeginaldoFrente-<strong>de</strong>-buey, repúsola vieja: esta es i lrica, esta<br />
es ia bija <strong>de</strong>l asesinado Torquil <strong>de</strong> Wolfganger: esta es la hermana
№8 IVANH0E.<br />
<strong>de</strong> sus hijos <strong>de</strong>gollados: esta es la que te pi<strong>de</strong> padre, familia, nombre,<br />
fama, todo lo que ha perdido á manos <strong>de</strong> un Frente<strong>de</strong>buey. Tales<br />
son los males que he sufrido...—¿Te atreverás á negarlo? Pues<br />
¡<strong>de</strong>n, si hasta ahora has sido el Demonio <strong>de</strong> mi persecución, ahora<br />
lo soy yo <strong>de</strong> la tuya; y te perseguiré y te atormentaré hasta el último<br />
momento <strong>de</strong> tu infame existencia.<br />
—".so es lo que no verán tus ojos, furia aborrecible, respondió<br />
e're¡ite<strong>de</strong>buey. ¡Hola ! Gil, Clemente, Eustaquio, Esteban, Mauro,<br />
acudid, y arrojada esa maldita <strong>de</strong> cabeza por una tronera <strong>de</strong>l casfilio.<br />
Nos ha vendido á los sajones. ¿ En cpié tardáis, picaros?<br />
—Llámalos mas <strong>de</strong> recio, dijoUlrica, con sonrisa burlona. Llama<br />
; todos tus vasallos, y amenázalos con el azote y el calabozo. Sabe,<br />
••rgulloso caudillo, añadió mudando <strong>de</strong> tono, que ni te darán respuesta<br />
ni ausilio. Oye, oye esos espantosos sonidos, dijo <strong>de</strong>teniéndose<br />
para que el Barón escuchase el rumor <strong>de</strong>l combate, que<br />
estaba á la sazón en su mayor encarnizamiento. Esos gritos son los<br />
precursores <strong>de</strong> la ruina <strong>de</strong> tu casa y <strong>de</strong> tu familia. El edificio <strong>de</strong><br />
ía prosperidad <strong>de</strong> Frente<strong>de</strong>buey, cimentado en crímenes y en<br />
sangre, va á <strong>de</strong>smoronarse ante sus mas <strong>de</strong>spreciados enemigos<br />
El Sajón, Reginaldo, el Sajón asalta tus murallas. ¿Y tú yaces<br />
amilanado en tu cama, mientras que él se prepara á hollar tus timbres<br />
y tu soberbia?<br />
—¡Que no tenga yo, dijo Frente<strong>de</strong>buey, un momento <strong>de</strong> vigor<br />
para ir 'á recibir á esos menguados como merecen!<br />
—No pienses en eso, noble y valiente guerrero, dijo Lírica. 1<br />
ú<br />
muerte no será la <strong>de</strong>l soldado; morirás como la zorra en la guarida,<br />
cuando los pastores ponen fuego á la maleza que la circunda,<br />
—¡Execrable fantasma! mientes, repuso Frente<strong>de</strong>buey; mis soldados<br />
pelean con brio; mis compañeros sostienen el honor <strong>de</strong> sus<br />
armas. Yo oigo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí los gritos animosos <strong>de</strong> Bracy y <strong>de</strong>l<br />
Templario; y yo te juro por mi honor que cuando encendamos la<br />
hoguera con que hemos <strong>de</strong> celebrar nuestro triunfo, sus llamas<br />
han ile consumir tus huesos y tu pellejo. He <strong>de</strong> vivir con la satisfacción<br />
<strong>de</strong> haberte enviado <strong>de</strong>l fuego terreno al fuego infernal, •] •;e<br />
jamás habrá consumido un ser mas diabólico que tú.<br />
—Vive en esa esperanza, dijo Lírica, hasta que la real ices; por..,<br />
no; quiero que sepas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora la suerte que te aguarda; y aunque<br />
preparada por estas débiles y trémulas manos, no son parí; .i<br />
evitarla tu fuerza, tu po<strong>de</strong>r, ni tu valor. ¿No ves ese vapor espeso
CAPÍTULO xxx. 259<br />
que se alza por todo el aposento? ¿Lo Las atribuido quizás á la<br />
turbación que ocasionan tus heridas, ó al <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n que ofusca tu<br />
maginacion? ¿No, Frente-<strong>de</strong>-buey: <strong>de</strong> otra causa proce<strong>de</strong>. ¿Te<br />
acuerdas <strong>de</strong>l pajar que está en el piso bajo <strong>de</strong> esta torre?<br />
—¡Mujer! esclamó furioso el liaron. ¿Le has pegado fuego? Pero,<br />
-i... ya veo... ya veo ¡as llamas...<br />
-Sí: dijo Lírica, ya cun<strong>de</strong>n, ya se acercan al sitio en que estás.<br />
Esas llamas sirven <strong>de</strong> aviso á los sajones para que vengan á apa<br />
garlas. A Dios Frente-<strong>de</strong>-buey. Asístante en tu agonía Mista, Sko-<br />
gula, y Zernebock, divinida<strong>de</strong>s do mi pueblo. En sus manos te <strong>de</strong><br />
jo; pero sabe, si esto pue<strong>de</strong> servirte <strong>de</strong> consuelo, que Lírica va á<br />
embarcarse contigo y á ser la. compañera <strong>de</strong> tu castigo como lo ba<br />
sido <strong>de</strong> tu culpa. A Dios, parricida. ¡Plugiese al cielo que hubiese<br />
cien lenguas en cada piedra, <strong>de</strong> este edificio, y que no cesasen <strong>de</strong><br />
repetirte este dictado durante los pocos instantes que te quedan <strong>de</strong><br />
\ ida!»<br />
i bebas estas palabras, salió <strong>de</strong>l aposento, y Frente-<strong>de</strong> -buey oyó<br />
••1 tremendo ruido <strong>de</strong> les cerrojos y llaves, que ella aseguraba con<br />
el mayor esmero, á Jlu <strong>de</strong> quitarle basta la mas remota esperanza.<br />
Estovan, Mauro, Clemente, Gil, esclamaba en los últimos estre-<br />
mos<strong>de</strong>l terror y <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación .. venid... que me quemo. Ve<br />
nid ó mi ayuda, valiente Bois-Guilbert, intrépido Bracy. Frente-<strong>de</strong><br />
buey os llama, traidores vasallos; vuestro amigo, perjuros y falsos<br />
caballeros. Caigan sobre vosotros todas las maldiciones <strong>de</strong>l infier<br />
no si me <strong>de</strong>jais perecer tan miserablemente. ¿No me oís? No... no<br />
pue<strong>de</strong>n oírme. Mi voz se confun<strong>de</strong> en el estrépito déla batalla. El<br />
humo se agolpa cada \ ez mas: las llamas calientan ya el piso. Ven<br />
ga un soplo <strong>de</strong> aire, aunque sea á costa <strong>de</strong> mi aniquilación. -.El per<br />
verso, enagenado por el frenesí <strong>de</strong>, su <strong>de</strong>specho, repetía los gritos<br />
le, los combatientes; y <strong>de</strong>spués prorumpia en maldiciones espan<br />
tosas contra sí mismo, céntralos hombres, contra todo la mas sa<br />
grado que ellos respetan. «Las llamas me ro<strong>de</strong>an, gritaba; el <strong>de</strong><br />
monio marcha contra mí en medio <strong>de</strong> su propio elemento. Perver<br />
so espíritu, huye <strong>de</strong> aquí. No... no me llevarás solo. Vengan con<br />
migo ñus compañeros. Todos son tuyos; tuyos son también los<br />
muros <strong>de</strong> mi fortaleza. ¿ Han <strong>de</strong> quedarse aquí el inmoral Templa<br />
rio, el licencioso Bracy? Lírica, vieja en<strong>de</strong>moniada, los hombres<br />
ue me han ayudado en esta empresa, los perros sajones, y los<br />
malditos judíos, mis prisioneros, todos, todos iremos juntos. ¡Como
260 EVAKHOE.<br />
hemos <strong>de</strong> divertirnos en el camino!» Frente-<strong>de</strong>-buey prorumpic<br />
en ruidosas carcajadas, cuyos ecos resonaron en las bóbedas <strong>de</strong>,<br />
aposento. «¿Quién se rie? esclamó. ¿Eres tú, ülrica? Habla y te<br />
perdono; solo tú ó Satanás pue<strong>de</strong>n reirse en ocasión como esta.<br />
Pero corramos el velo: seria una impiedad repetir las últimas pa<br />
labras dsl blasfemo parricida.<br />
CAPITULO XXXI.<br />
Aunque Cedric no confiaba mucho en la ejecución <strong>de</strong> los plañe?<br />
<strong>de</strong> Ulrica, no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> comunicar su promesa al caballero <strong>de</strong>l Canda<br />
doy á Locksley. Estos supieron con satisfacción, que tenían un alia<br />
do en la plaza que podría facilitarles la entrada en caso convenien'<br />
te; y acordaron con el Sajón la necesidad <strong>de</strong> aventurar el ataque.<br />
Cualesquiera que fueran sus inconvenientes, como el único medio que<br />
les quedaba <strong>de</strong> libertar á los cautivos <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong>! cruel Eren<br />
te-<strong>de</strong>-buey.<br />
«Rescatemos la sangre real <strong>de</strong> Alfredo, <strong>de</strong>cía Cedric.<br />
—Salvemos el honor <strong>de</strong> una hermosa dama, <strong>de</strong>cia el caballero<br />
—¡Y por san Cristóval bendito, <strong>de</strong>cia el valiente montero; aun<br />
que no hubiera otro motivo que ol libertar á ese pobre, AYamba. 1o<br />
dos <strong>de</strong>bíamos perecer antes que <strong>de</strong>jarle en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> esos impíos!<br />
—Y r<br />
o dig'O lo mismo, dijo el fingido ermitaño; un loco que con su.-<br />
ocurrencias hace tan buen paladar á una copa <strong>de</strong> vino como una<br />
lonja <strong>de</strong> jamón, no carecerá jamás <strong>de</strong> mi au xilio mientras yo pueda<br />
blandir una partesana.<br />
--Razón tenéis, hermano, dijo el caballero <strong>de</strong>l «'andado; habei-<br />
hablado como hombre <strong>de</strong> juicio. V ahora <strong>de</strong>cidme, amigo Locksley.<br />
¿no seria bueno que el noble, Cedric tomara el mando <strong>de</strong>l asalto''<br />
—Ni por pienso, dijo Cedric. Yo no he aprendido á <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r n,<br />
atacar esas mansiones <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r tiránico, erigidas por los norman<br />
dos en mi <strong>de</strong>sventurada patria. Pelearé como el que mas; pero to<br />
dos mis vecinos saben que no estoy acostumbrado á la disciplina d<<br />
la guerra, y mucho menos á dar estocadas á las piedras <strong>de</strong> los cas<br />
tillos.<br />
—En ese caso, noble Cedric. dijo Locksley. tomar:' con muele
CAPÍTULO XXXI. 261<br />
gusto á mi cargo la dirección <strong>de</strong> los flecheros: y que me cuelguen<br />
<strong>de</strong>! árbol mas alto <strong>de</strong> estas selvas, si se asoma uno solo <strong>de</strong> los sitia<br />
dos al muro sin llevar mas flechas en la cabeza que las que se dispararon<br />
en el torneo <strong>de</strong> Ashby.<br />
—Bien dicho! respondió el caballero Negro; y si me oreéis digno<br />
do tener algún mando en esta empresa, y hay algunos entre núes<br />
tros bravos monteros que quieran seguir los pasos <strong>de</strong> un caballero<br />
que así puedo llamarme, pronto estoy, con lo que la esperiencia me<br />
ba enseñado, á conducirlos al ataque <strong>de</strong> esos muros.<br />
Distribuidos <strong>de</strong> este modo los respectivos cargos <strong>de</strong> los jefes, em<br />
pozaron el primer asalto en los términos <strong>de</strong>que ya está informado<br />
el lector.<br />
Cuando los sitiadores tomaron la barbacana, el caballero Negro<br />
on\ ió la noticia <strong>de</strong> tan feliz suceso al montero Loeksley, previniéndole<br />
que aquella era la ocasión <strong>de</strong> observar mas <strong>de</strong> cerca y con masvigilancia<br />
rpie nunca el castillo, á fin <strong>de</strong> evitar que lossitiados con<br />
pregasen todas sus fuerzas, hiciesen una salida repentina, y volvió<br />
sen á apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l puesto <strong>de</strong> que habían sido arrojados. El Caba<br />
doro tenia gran empeño en estorbar semejante <strong>de</strong>signio; porque sabia<br />
que los hombres que mandaba., alistados con precipitación, imperfectamente<br />
armados y poco acostumbrados á obe<strong>de</strong>cer, <strong>de</strong>bían<br />
pelear con gran <strong>de</strong>sventaja con los soldados veteranos <strong>de</strong> los normandos,<br />
que estaban bien provistos <strong>de</strong> armas ofensivas y <strong>de</strong>fensivas:<br />
y (pie para contrarestar el zelo y la intrepi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> los sitiado<br />
res, contaban con la superioridad que dan los hábitos militaros y<br />
el diestro manejo déla espada y <strong>de</strong>l broquel.<br />
El Caballero empleó la suspensión que siguió á la toma <strong>de</strong> la<br />
barbacana, en dirigir la construcción <strong>de</strong> un gran tablado ó puente<br />
volante, por cuyo medio esperaba pasar el foso, en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> teda<br />
la resistencia que podrían oponer los enemigos. Esta operación<br />
exigía algún tiempo: mas osle nc era gran inconveniente para los<br />
sitiadores, los míales esperaban que entre tanto lírica ejecutaría<br />
su proyecto<br />
Cuando el puente estaño concluido: «No <strong>de</strong>bemos per<strong>de</strong>r tiempo,<br />
lijo el caballero <strong>de</strong>l Candado; el sol <strong>de</strong>clina y yo no podré pasar<br />
aquí el clia <strong>de</strong> mañana. «Milagro será a<strong>de</strong>más, que no vengan lar.<br />
ceros <strong>de</strong> York al socorro <strong>de</strong> esa gente, en cuyo caso no nos será tan<br />
fácil llevar á cabo la. empresa. Vaya uno <strong>de</strong> vosotros á Loeksley , y<br />
dígale que ahora es la ocasión <strong>de</strong> disparar una <strong>de</strong>scarga cerrada<br />
* ir
3tS2 IV ANUDE.<br />
<strong>de</strong> flechas por el lado opuesto, y hacer todas las <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong><br />
esaltar por aquella parte: y vosotros, valientes ingleses, manteneos<br />
firmes á mi lado, y disponeos á echar el puente sobre el foso<br />
inmediatamente que, se abra la poterna. Seguidme cuando yo em-<br />
;.uezo ¡i pasar el puente; y me ayudareis ¡i echar abajo la puerta<br />
principal <strong>de</strong>l castillo. Los que no quieran emplearse en este ser-<br />
. icio ó no están bien armados para <strong>de</strong>sempeñarlo, coloqúense sobre<br />
a barbacana, preparen los áreos, y no <strong>de</strong>jen hombre á vida en las<br />
o menas. Noble Cedric, ¿queréis tomar el mando <strong>de</strong> los que formen<br />
a reserva?<br />
—No por cierto, dijo Cedric; eso <strong>de</strong> mandar no está en mis libros;<br />
n'.ro maldígame toda mi prosperidad, si no te sigo valientemente<br />
'.on<strong>de</strong> quiera que vayas. La causa es mia, y mió <strong>de</strong>be ser el ma-<br />
, ir peligro.<br />
—Consi<strong>de</strong>ra, dijo el caballero, noble Cedric, que no tienes mas<br />
iieun yelmo, una espada y un mal broquel, y (pie careces <strong>de</strong><br />
'"to y espaldar.<br />
—Mucho mejor, respondió < 'edric, así estaré mas ligero para suoir<br />
las murallas; y perdona que te hable con alguna vanidad; mas<br />
iioy verás, señor caballero, que el pecho <strong>de</strong>snudo <strong>de</strong> un sajón sabe<br />
oponerse á los tiros con tanta intrepi<strong>de</strong>z como la armadura <strong>de</strong> ace-<br />
•o <strong>de</strong>l mejor paladín normando.<br />
— Empecemos en nombre <strong>de</strong> Dios, dijo el caballero: abrid la<br />
puerta y echad el puente.»<br />
Inmediatamente se abrió el portalón <strong>de</strong> la barbacana que daba al<br />
foso, y que correspondía con la puerta principal <strong>de</strong>l castillo ; en seguida<br />
, los monteros empujaron el puente , que formaba entre la<br />
fortaleza y la obra esterior un paso resbaladizo y peligroso , por el<br />
cual solo podían marchar dos hombres <strong>de</strong> frente. Conociendo la importancia<br />
<strong>de</strong> tomar el punto por sorpresa, el caballero Negro, seguido<br />
<strong>de</strong> Cedric, pasó el puente y llegó al lado opuesto, empezando á<br />
dar terribles golpazos con el hacha en la puerta <strong>de</strong>l castillo. Protegíanlo<br />
en parte <strong>de</strong> los tiros <strong>de</strong> los sitiados , las ruinas <strong>de</strong>l puente<br />
antiguo, que el Templario había cortado al retirarse <strong>de</strong> la barbacana<br />
, <strong>de</strong>jando un enorme contrapeso pendiente <strong>de</strong> la parte superior<br />
'le la portada. Los monteros que siguieron al caballero no tenían este<br />
<strong>de</strong>fensivo : dos murieron inmediatamente á los tiros <strong>de</strong> la guarnición<br />
; otros dos cayeron en el foso, los otros so retiraron.<br />
Kntonces fué sumamente peligrosa la situación <strong>de</strong>l caballero y <strong>de</strong>
CAPITULO XXXI. 263<br />
' edric, y mas jo hubiera sido, á no haber mostrado la mayor tenacidad<br />
los monteros <strong>de</strong> la barbaema en molestar con incesantes <strong>de</strong>scargas<br />
á los sitiados, distrayendo <strong>de</strong> este modo su atención , y estorbando<br />
que cayese sobre los dos caballeros la borrasca <strong>de</strong> vigas y<br />
piedras que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> arriba podían arrojarles : no obstante lo cual,<br />
crecían por instantes los peligros (pie les ro<strong>de</strong>aban. «¿No os caéis<br />
muertos <strong>de</strong> vergüenza? <strong>de</strong>cía Bracy á los soldados que estaban sobre<br />
la puerta. ¿ Os llamáis ballesteros y permitís que esos dos bellacos<br />
se burlen <strong>de</strong> vosotros? Vengan acámanos, y picas, y palancas<br />
, y <strong>de</strong>scarguémosles encima esa parte <strong>de</strong> la comiza. •> Dijo esto<br />
señalando á un grandísimo cantón que sobresalía <strong>de</strong>l muro, sirviendo<br />
<strong>de</strong> comiza entre este y las troneras.<br />
Poro en aquel instante los sitiadores vieron tremolar una ban<strong>de</strong>ra<br />
roja en la torre que Vírica había <strong>de</strong>signado á Oedric. Id buen<br />
montero Locksley fué el primero que <strong>de</strong>scubrió esta señal <strong>de</strong> próxima<br />
victoria: cuando lleno <strong>de</strong> impaciencia, y <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> apresurar<br />
el asalto, se dirigía á la barbacana con el <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> observar<br />
<strong>de</strong> cerca, los progresos que el caballero y Cedric hacían:<br />
; San Jorge, eselanió ! Viva Inglaterra. Al ataque, monteros.<br />
No <strong>de</strong>jemos al buen caballero y al noble Cedric solos en el lance<br />
mas crítico. Ermitaño, veamos si eres tan diestro en la pelea corno<br />
supones. Arriba, valientes amigos: nuestro es el castillo, puesto que<br />
tenemos amigos <strong>de</strong>ntro. ¿Veis la ban<strong>de</strong>ra ? Esa es la señal <strong>de</strong>l triunfo<br />
<strong>de</strong> la buena causa. Honor y <strong>de</strong>spojos nos aguardan ; gloria y<br />
botín. Hagamos un esfuerzo, y la plaza es nuestra.»<br />
\1 <strong>de</strong>cir esto apuntó el arco y disparó una flecha al pecho <strong>de</strong> un<br />
soldado, que bajo la dirección <strong>de</strong> Bracy , estaba <strong>de</strong>scarnando con<br />
una barra, uno <strong>de</strong> los ángulos <strong>de</strong> la comiza , á fin <strong>de</strong> precipitarla<br />
sobre Cedric y el caballero <strong>de</strong>l Candado Otro soldado ocupó el lucrar<br />
<strong>de</strong>l muerto, tomándole la barra <strong>de</strong> las manos para continuar la<br />
operación, y ya sus golpes habían conseguido que la comiza empezase<br />
á ce<strong>de</strong>r, cuando recibió una flecha en el yelmo, y cayó muerto<br />
<strong>de</strong> las almenas al foso. Eos otros que estaban en los muros parecían<br />
amedrentados, porque veían que no había armadura que pudiera<br />
resistir á los golpes <strong>de</strong> aquel formidable tirador.<br />
¿Ya perdéis ánimo, cobar<strong>de</strong>s? esclamó Bracy. Dadme la barra<br />
y venus. •<br />
Y tomándola con intrepi<strong>de</strong>z y firmeza, empujó con cuanto vigor<br />
pudo o] canto <strong>de</strong> la comiza, cuyo peso era suficiente no í-o'o pera
264 IYANHOE.<br />
arrebatar ios restos <strong>de</strong>l puente antiguo, bajo el cual estaban guarecidos<br />
Cedric y el caballero, sino para hundir el puente nuevo . ><br />
sepultar con él á los que lo ocupaban. Los sajones vieron el peí i<br />
gro, y los mas atrevidos, inclusos el ermitaño, no osaron poner el<br />
pié en las tablas. Tres veces disparó Locksley á liracy , y tres fte<br />
chas fueron rechazadas <strong>de</strong> su escelente armadura.<br />
«¡ Maldiga Dios el acero <strong>de</strong> España! dijo <strong>de</strong>spechado el monten<br />
Hubiéralo forjado un herrero inglés, y así lo atravesaran mis Hechas<br />
como si fuera tafetán. ¡ Cantaradas, amigos, noble, ('edric! atrás<br />
ó sino perecéis !»<br />
Los tremendos golpes que el caballero <strong>de</strong>l Candado <strong>de</strong>scargaba en<br />
la poterna, hubieran ahogado el rumor <strong>de</strong> veinte trompetas: así quilos<br />
gritos <strong>de</strong> Locksley no llegaron á sus oidos ni álos <strong>de</strong> Cedric. El<br />
fiel Gurth se aventuró á pasar el puente para retirar á su amo <strong>de</strong><br />
aquel inminentísimo riesgo, ó para morir á su lado. Pero ya resbalaba<br />
la piedra, y el celo <strong>de</strong> aquel escelente servidor hubiera sido io<br />
fructuoso, y Bracy hubiera llevado á cabo su propósito, si no bu<br />
biera oído en aquel instante la voz <strong>de</strong>l Templario.<br />
— Todo se ha perdido, Bracy, gritó Brían. El castillo ar<strong>de</strong>.<br />
•— ¿ Estás loco ? dijo <strong>de</strong> Bracy.<br />
— Las llamas consumen toda el ala <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> poniente. Vanohan<br />
sido todos los esfuerzos que he hecho para apagarlas.<br />
Brian <strong>de</strong> líois-Guilbert dio esta noticia con la inalterable frialdad<br />
que formaba una <strong>de</strong> las bases principales <strong>de</strong> su carácter; mas no la<br />
recibió <strong>de</strong>l mismo modo su compañero.<br />
— ¡Santos <strong>de</strong>l cielo i dijo <strong>de</strong> Bracy. ¿ Qué hemos <strong>de</strong> hacer ahora''.<br />
Ofrezco un can<strong>de</strong>lera <strong>de</strong> oro á, san Nicolás <strong>de</strong> Limoges...<br />
—Buenos estamos para votos, repuso el Templario. Óyeme y si •<br />
gue mis consejos. Reúne tus hombres, como si fueras á hacer nna<br />
salida, abre la poterna , empuja al foso los dos solos hombres que<br />
están en el puente volante, hazte camino hasta la barbacana, Al<br />
mismo tiempo, yo saldré por la puerta principal y atacaré la barbacana<br />
por el lado opuesto. Sí volvemos á apo<strong>de</strong>rarnos <strong>de</strong>l punto,<br />
nos <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>remos en él hasta recibir socorro; si no, á lo menos capitularemos<br />
con honor.<br />
— Bien pensado, dijo Bracy; yo haré cuanto pueda; pero Te/e<br />
piarlo, no me faltes.<br />
— Mano y guante ; dijo Bois-Guilbert. Date prisa, en nombre
CAPÍTULO XXXI. 265<br />
De Bracy reunió sus hombres, corrió á la poterna, y la abrió <strong>de</strong><br />
par en par: pero apenas lo había hecho, cuando la fuerza portentosa<br />
<strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l Candado echó al suelo á cuantos quisieron<br />
estorbarle la entrada. Dos <strong>de</strong> los primeros ca yeron inmediatamente:<br />
los otros cedieron, á pesar <strong>de</strong> todos los esfuerzos que su jefe hacia<br />
para <strong>de</strong>tenerlos.<br />
«Perros, esclamó Bracy. ¡Dos hombres solos bastan para arrollaros!<br />
— ; Es el mismo <strong>de</strong>monio! dijo un veterano, retirándose cubierto<br />
<strong>de</strong> contusiones y car<strong>de</strong>nales.<br />
— ; \ aunque lo fuera! respondió el normando:;, huiríais <strong>de</strong> él<br />
bástala, boca <strong>de</strong>l infierno'? El castillo está ardiendo, villanos. Si no<br />
roñéis valor, haga sus veces la <strong>de</strong>sesperación ; <strong>de</strong>jadme habérmelas<br />
non ese valiente campeón. »<br />
Bracy sostuvo valientemente la fama que había adquirido en las<br />
guerras civiles <strong>de</strong> aquella agitada época. El con su espada , y su<br />
enemigo con su hacha, hicieron retemblar el pasadizo embovedad"<br />
que terminaba en la poterna, á, fuerza, do <strong>de</strong>sesperados y repetidos<br />
golpes. AI fin, el normando recibió uno , que, amortiguado algún<br />
tanto por id escudo , sin lo cual hubiera dado ñn <strong>de</strong> su vida , cayó<br />
tan <strong>de</strong> lleno y con tanta violencia sobre el crestón , que no le fué<br />
dado resistirlo, y dio con su cuerpo en tierra.<br />
< Kín<strong>de</strong>te, <strong>de</strong> Bracy, dijo el vencedor, apoyando una rodilla sobre<br />
el peto <strong>de</strong>l vencido , y presentándole <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong>i<br />
yelmo la daga con que los caballeros mataban á sus enemigos , y<br />
que se llamaba en aquellos tiempos, la daga <strong>de</strong> gracia. Rín<strong>de</strong>te ú<br />
discreción. Mauricio do Bracy, ó mueres.<br />
— No me rindo á un vencedor <strong>de</strong>sconocido, dijo con voz apagada<br />
el normando. Di cómo te llamas, ó haz <strong>de</strong> mí lo que quieras. Jamás<br />
se dirá que Mauricio <strong>de</strong> Bracy se ha entregado á un guerrero sin<br />
nombre.<br />
SI caballero <strong>de</strong>l (andado se inclinó, y dijo algunas palabras a!<br />
oido <strong>de</strong> Bracy.<br />
«Soy tu prisionero y me rindo á discreción , dijo el normando<br />
cambiando su tono altanero y obstinado en el <strong>de</strong> la mas profunda<br />
.-¡•'.misión.<br />
— Pasa á la barbacana, dijo el guerrero, y aguarda allí mis ór<br />
<strong>de</strong>nes.<br />
— Deja que te informe antes, dijo Mauricio <strong>de</strong> Bracy, <strong>de</strong> lo que tt
Ü66 IVANHOE-<br />
importa saber. Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe está herido y prisionero en este<br />
¡•astillo, y perecerá en las llamas si no acu<strong>de</strong>s á su socorro.<br />
— ¡ Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe.' esclamó el <strong>de</strong> las negras armas. ¡ Wilfrido<br />
espuesto á perecer'. La vida <strong>de</strong> cuantos están en el castillo me<br />
respon<strong>de</strong>rá <strong>de</strong>l menor daño que le sobrevenga. Enséñame dón<strong>de</strong><br />
está.<br />
— Esa escalera que tienes enfrente, dijo <strong>de</strong> Hracy , conduce é. su<br />
aposento. ¿Quieres que te guie'.'<br />
—No, respondió oí caballero: repítote que vayas á la barbacana...<br />
no me ño <strong>de</strong> tí, Mauricio.»<br />
Durante este combate y la breve conversación que le siguió. Oedric,<br />
á la cabeza <strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> los suyos, entre bis cuales se distinguía<br />
el ermitaño, penetró por el pasadizo, cuando vio abierta la<br />
poterna, arrollando á los <strong>de</strong>sanimados partidarios <strong>de</strong> Hracy, <strong>de</strong> los<br />
cuales unos pedían cuartel, otros presentaron débil é inútil resistencia,<br />
y los <strong>de</strong>más huyeron <strong>de</strong>spavoridos. De Hracy se alzó como<br />
pudo <strong>de</strong>l suelo , y echó una triste mirada al que le, había vencido.<br />
; No se fia <strong>de</strong> mí! dijo. ¿ Y acaso he merecido yo su confianza ? Recogió<br />
su espada , se quitó el yelmo en señal <strong>de</strong> sumisión . y encaminándose<br />
á la barbacana, entregó la espada á Locbsley . á quién<br />
encontró en el camino.<br />
Entretanto aumentaba el incendio, y ya penetraban las llamas<br />
en el aposento en que estaban Ivanhoe y Rebeca. Ivanhoe habia<br />
dispertado <strong>de</strong> su sueño oyendo el estrépito <strong>de</strong> la, batalla; su enfermera,<br />
cada vez mas ansiosa y mas inquieta , se había vuelto á poner<br />
en la ventana, para observar las ocurrencias <strong>de</strong>l ataque, y dar<br />
cuenta <strong>de</strong> ellas al herido ; pero el humo que se alzaba por todo el<br />
circuito <strong>de</strong> la fortaleza le impedia ver lo que, pasaba. Al fin las ráfagas<br />
que se introducían en el aposento, y los gritos <strong>de</strong> «#?•••
CAPÍTULO XXXI. '¿67<br />
rota y sangrienta ia armadura , y <strong>de</strong>shecho en parte , y en parte<br />
quemado el plumero <strong>de</strong> su morrión. « \1 fin te encuentro, dijo á<br />
Rebeca; y vengo á probarte que mi espada es capaz <strong>de</strong> sacarte <strong>de</strong><br />
los mas inminentes peligros. No hay mas que un camino para salvarte<br />
: yo lo he abierto al través <strong>de</strong> mil riesgos ; sigúeme sin <strong>de</strong>tenerte<br />
•— No te seguiré sola, respondió <strong>de</strong>nodadamente Rebeca. Si tedio<br />
ia vida una mujer y no una ñera <strong>de</strong> estos montes : si hay la menor<br />
sombra, <strong>de</strong> caridad en tu corazón ; si tu alma no tiene la misma<br />
dureza que tu armadura, salva á mi padre ; salva á este caballero<br />
herido.<br />
— El caballero herido, respondió lirian, con su frialdad acostumbrada,<br />
tomará el tiempo como venga ; y <strong>de</strong>be serle indiferente morir<br />
cu las llamas , ó á los filos <strong>de</strong>l acero. Y en cuanto á tu padre,<br />
¿ quién diablos ha <strong>de</strong> dar á la hora esta con el judío ?<br />
--Fiera implacable, esclamó la doncella , antes morir mil veces<br />
en el incendio que recibir la vida <strong>de</strong> tus manos.<br />
— Eso no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> tí, dijo Brian ; una vez te has burlado
'¿68 IVANHOE.<br />
lírica. Los sitiadores persiguieron á sus enemigos <strong>de</strong> salón en salón,<br />
y <strong>de</strong> aposento en aposento , saciando la rabia que por espacie<br />
<strong>de</strong> tanto tiempo les babia animado contra el sangriento Frente-<strong>de</strong>buey<br />
y contra los instrumentos <strong>de</strong> su. tiranía. La mayor parte
CAPÍTULO XXXI 269<br />
te levadizo; mas le habían cerrado el paso los monteros, los cuales,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber disparado innumerables <strong>de</strong>scargas ala fortificación,<br />
apenas vieron el incendio y el puente echado, se agolparon<br />
á su entrada, tanto para estorbar la salida <strong>de</strong> la guarnición , como<br />
para asegurar una parte <strong>de</strong>l botín, antes que las llamas hubiesen<br />
consumido enteramente el edificio. Por otra parte, los sitiadores<br />
que habían entrado por la poterna , <strong>de</strong>sembocaban entonces en el<br />
patio; y atacaban con furor los restos <strong>de</strong> la guarnición, los cuales<br />
se hallaban comprometidos á un tiempo por frente y retaguardia<br />
Animados sin embargo por la <strong>de</strong>sesperación, y sostenidos por el<br />
ejemplo <strong>de</strong> su indómito jefe, los que ro<strong>de</strong>aban al Templario peleaban<br />
con inflexible valor. Estaban bien armados, y aunque inferiores<br />
en número, mas <strong>de</strong> una vez lograron rechazar á, sus enemigos.<br />
Rebeca, á caballo, en el <strong>de</strong> uno délos esclavos Sarracenos <strong>de</strong> Brian.<br />
se hallaba en medio <strong>de</strong> la pelea ; y este, á pesar <strong>de</strong> la confusión <strong>de</strong>l<br />
encuentro, atendía incesantemente á su seguridad. Púsose muchas<br />
veces á su lado, y <strong>de</strong>scuidando su propia <strong>de</strong>fensa , cubria á la Hebrea<br />
con su broquel triangular : <strong>de</strong>spués volvía al ataque , abatía<br />
al mas arrojado <strong>de</strong> los enemigos, y se colocaba <strong>de</strong> nuevo junto á la<br />
que se había apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> su corazón.<br />
Athelstane, que como ya sabe el lector , era lento é irresoluto<br />
uero no cobar<strong>de</strong>, viendo una mujer protegida con tanto esmero por<br />
el Templario, no dudó que seria lady Rowena, <strong>de</strong> quien suponía que<br />
se había apo<strong>de</strong>rado por fuerza , procurando llevársela consigo á<br />
ouia costa.<br />
Por san Eduardo, dijo, que la arrancaré <strong>de</strong> sus manos, y él morirá<br />
á las mías.<br />
—Pensadlo bien antes, le dijo el bufón, que muchas veces el ca<br />
/.ador apresurado coje gato por liebre: cualquiera cosa apuesto ó<br />
que no es lady Rowena. ¿No veis aquellas trenzas negras ? Si no<br />
sabéis distinguir lo negro <strong>de</strong> lo blanco, bien podréis ir solo á esa<br />
empresa, que no seré yo quien os siga. No se rompen mis huesos á<br />
humo do pajas ni sin saber por quién.... ; y estáis sin armadura!<br />
ved que gorra <strong>de</strong> seda, no aguanta tajo ni revés ; y no se diga polvos<br />
aquello <strong>de</strong> tute metiste, fraile mosteo. Dcws voliscum, temerá<br />
rio caballero, añadió, viendo (pie Athelstane se le escapaba do las<br />
manos, con (pie hasta entonces le habia tenido asido.»<br />
Tomar una hacha , que alguno <strong>de</strong> los guerreros muertos en la<br />
acción habia <strong>de</strong>jado por el suelo, y abrirse camino hacia el Teta-
210 IVANHOE.<br />
plario, echando á tierra <strong>de</strong> cada golpe á uno <strong>de</strong> los que le ro<strong>de</strong>aban,<br />
fué obra <strong>de</strong> un momento para el noble sajón, cuya fuerza natural<br />
cobraba mayor empuje <strong>de</strong>l furor que á la sazón le animaba.<br />
Muy en breve se puso á pocos pasos <strong>de</strong>Brian, á quien <strong>de</strong>safió en los<br />
términos mas violentos.<br />
«Deja, falso Templario, á esa dama que no eres digno <strong>de</strong> tocar.<br />
Déjala, capitán <strong>de</strong> una cuadrilla <strong>de</strong> ladrones y asesinos.<br />
—Perro, eselamó el Templario apretando los dientes, yo te ensc -<br />
fiaré á blasfemar <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n:» y con estas palabras dirigió y apretó<br />
el caballo hacia el sajón; y empinándose sobre los estribos para<br />
aprovecharse <strong>de</strong> la bajada <strong>de</strong>l caballo que habia dado una corveta<br />
<strong>de</strong>scargó un terrible golpe sobre la cabeza <strong>de</strong> Athelstaue.<br />
Bien <strong>de</strong>cia Wamba que el gorro <strong>de</strong> seda no preserva <strong>de</strong> tajo m<br />
revés. Tan agudo era. el filo <strong>de</strong> la espada <strong>de</strong>l Templario, que partió,<br />
como.si fuera una vara <strong>de</strong> sauce, el mango <strong>de</strong>l hacha con que el<br />
Sajón habia parado el golpe,y penetrándole en la cabeza , le, abatió<br />
al suelo cubierto <strong>de</strong> sangre.<br />
«Así perezcan, dijo el Templario, todos los enemigos <strong>de</strong> mi or<strong>de</strong>n;»<br />
y aprovechándose <strong>de</strong>l terror que habia producido la muerte<br />
<strong>de</strong>l sajón, gritó á los suyos que le siguiese el que (pusiese escapar<br />
con vida y partió á carrera hacia el puente levadizo, dispersando a.<br />
los enemigos que le hacían frente. Detrás pasaron sus esclavos sar<br />
rácenos, y algunos pocos <strong>de</strong> los soldados <strong>de</strong> la guarnición á caballo.<br />
Su retirada fué algo peligrosa por el gran número <strong>de</strong> flechas<br />
que los monteros les dispararon; mas á,pesar <strong>de</strong> todo llegaron ai<br />
pié <strong>de</strong> la barbacana, <strong>de</strong> que Brian suponía que Bracy habia tomado<br />
posesión, según el plan concertado entre ellos anteriormente.<br />
—Bracy , Mauricio <strong>de</strong> Bracy , gritó el Templario. ¿ estás ahí'.'<br />
—Aquí estoy, respondió el normando, pero soy prisionero.<br />
—¿Puedo librarte ? le preguntó el Templario.<br />
—No, repuso Bracy: me he rendido á discreción, .y seré ñe¡ a mi<br />
palabra. Escapa como puedas, que hay moros en la costa ; pon la<br />
mar <strong>de</strong> por medio, y no puedo <strong>de</strong>cirte mas por ahora.<br />
—Está bien, dijo Brian, y sino volvemosá vernos, acuérdate <strong>de</strong><br />
que he cumplido mi palabra. Haya moros en la costa, y venga si<br />
quiere toda la morería, que á fé no me alcanzarán en el preceptorio<br />
<strong>de</strong>l temple. Allá voy volando como el pájaro al nido.»<br />
Dicho esto, echó á correr con sus esclavos. Rebeca y los pocos <strong>de</strong><br />
la guarnición que se 1c habían agregado.
CAPÍTULO XXXI. 271<br />
Los que habían quedado en el castillo, por falta <strong>de</strong> caballos, conriuaarou<br />
resistiendo <strong>de</strong>sesperadamente á los sitiadores, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
la fuga <strong>de</strong>l Templario ; vendiendo caras las vidas, pues sabían que<br />
DO les serian perdonadas. El fuego cundía rápidamente por todas<br />
las partes <strong>de</strong>l castillo, y Ulrica, que lo había encendido , apareció<br />
culo alto <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las torres, semejante á una <strong>de</strong> aquellas furias<br />
infernales,que, según los errores mitológicos <strong>de</strong> los antiguos sajones,<br />
cantaban el himno <strong>de</strong> venganza y <strong>de</strong> muerto en el campo <strong>de</strong><br />
batalla. Llevaba suelta y <strong>de</strong>sgreñada su blanca cabellera, ánima-<br />
Ios los ojos con el <strong>de</strong>leite <strong>de</strong> la venganza y con el fuego déla embriaguez:<br />
y blandía con gesto amenazador la rueca, á guisa <strong>de</strong> las<br />
látales hermanas que hilan y abrevian la vida <strong>de</strong> los mortales. La<br />
tradición ha conservado algunas <strong>de</strong> las estrofas que. con voz trémula<br />
pero terrible y sonora, entonó en medio <strong>de</strong> aquella escena <strong>de</strong><br />
incendio y <strong>de</strong>strucción ; y aunque es casi imposible espresar en<br />
nuestras lenguas mo<strong>de</strong>rnas aquella semibárbara poesía , inspirada<br />
por un <strong>de</strong>seo feroz <strong>de</strong> venganza, y llena <strong>de</strong> alusiones á las i<strong>de</strong>as<br />
mitológicas <strong>de</strong> los pueblos <strong>de</strong>l Norte; nos hemos atrevido á presentar<br />
á nuestros lectores una remota imitación <strong>de</strong> aquel origina!.<br />
Afilad el acero , fuertes lujes<br />
Del dragón Boreal,brillen las teas,<br />
Descendientes <strong>de</strong> Engisto ; acero y llamas<br />
Luzcan ya por do quier. Nupciales pompas<br />
No enuncia su esplendor. Venganza, muerte....<br />
Esto el acero, esto la llama indica.<br />
¿Porqué, agitando sus funestas alas.<br />
Grazna sobre las torres <strong>de</strong>l castillo.<br />
Cuervo voraz? Manjares abundosos<br />
Los hijos <strong>de</strong> Vallialla te aperciben.<br />
Descien<strong>de</strong> y gozarás, y en tanto, suene,<br />
Pueblo sajón, el canto <strong>de</strong> alegría.<br />
II<br />
III.<br />
¡Que parda ,iube, erguidos torreones,<br />
Y orgullosas almenas oscurece !<br />
Pronto enrojecerá, como la sangre<br />
Del guerrero vencido, y en su seno
272 IVANHOE.<br />
[(enejará la <strong>de</strong>structora llama<br />
Sus ráfagas voraces... pronto. En lmm ><br />
Se envolverán el opulento alcázar.<br />
Y la soberbia <strong>de</strong>l señor altivo !<br />
IV.<br />
Perezcan todos, ni una vida escape<br />
De la aniquilación. Venid, guerreros,<br />
' Segura esta la victima. A raudales<br />
Verted sangre opresora; en sangre impía<br />
Los hierros empapad, y si en la vuestra<br />
Falta calor vital, calor os presten<br />
Estas que enciendo llamas vengativas.<br />
No haya piedad: venced todos perezcan<br />
Ya el incendio habla vencido todos los obstáculos, y alzaba has<br />
ta los cielos una masa inmensa <strong>de</strong> esplendor que iluminaba muchas<br />
millas á la redonda. Las torres se <strong>de</strong>splomaban una á una, y<br />
sus ruinas, y el ma<strong>de</strong>raje encendido que caia al patio, arrojaron <strong>de</strong><br />
él á los guerreros que aun lo ocupaban. Los pocos vencidos quehabian<br />
escapado <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción universal , huyeron á los bosques<br />
inmediatos. Los vencedores, reunidos en numerosas cuadrillas, miraban<br />
con asombro y no sin algún temor, aquel espantoso volumen<br />
<strong>de</strong> fuego. Durante gran rato se vieron las frenéticas contorsiones<br />
<strong>de</strong> Lírica , que se mantenía en la misma torre en que a]<br />
principio se había colocado, alzando los brazos en señal <strong>de</strong> júbilo,<br />
como si se enseñorease sóbrelas llamas que su ven ganza había producido.<br />
Al fin hundióse la torre, con fragoroso estrépito , y la insana<br />
pereció en el misino fuego que habia consumido á su opresor.<br />
Siguióse á esta catástrofe un silencio <strong>de</strong> horror, durante el cual<br />
los monteros permanecieron inmóviles. La, voz <strong>de</strong> Locksley fué la<br />
primera que se oyó. «Amigos, esclamó, ya no existe la caverna <strong>de</strong><br />
la tiranía. Apodérese cada cual dolos <strong>de</strong>spojos que pueda, y vayan<br />
todos á la encina .gran<strong>de</strong>, que es el punto general <strong>de</strong> reunión. Mañana,<br />
al romper <strong>de</strong>l día se hará el justo reparto, entre nosotros y los<br />
valientes aliados que nos han ayudado en tal honorífica empresa<br />
CAPITULO XXXII.<br />
I ,os primeros albores <strong>de</strong>l día penetraban \ a entre las vacilante-<br />
sombras <strong>de</strong> la espesura: brillaban en las frondosas ramas las perlas
CAPITULO XXXII. 273<br />
<strong>de</strong>l rocío matinal. La" cierva conducía al cervatillo , <strong>de</strong> la enmarañada<br />
maleza al hermoso y florido prado; y el venado, sin temor <strong>de</strong><br />
la flecha <strong>de</strong>l cazador, se pascaba orgulloso á la cabeza <strong>de</strong> la alegre<br />
manada.<br />
Los monteros estaban ya reunidos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la gran encina, don<strong>de</strong><br />
habían pasado la noche; los unos entregados al sueño, los otros<br />
en torno <strong>de</strong> la bota <strong>de</strong> vino ; aquellos refiriéndolos sucesos y proezas<br />
<strong>de</strong>l dia anterior, y estos calculando la parte que les tocaría <strong>de</strong>l<br />
botín (pie estaba ya en manos y á disposición <strong>de</strong>l capitán.<br />
Los <strong>de</strong>spojos habían sido ciertamente cuantiosos: porque aunque<br />
mucho se habia perdido en las llamas, los monteros, á quienes no<br />
<strong>de</strong>tenían ningún peligro cuando tenían á la vista la esperanza <strong>de</strong><br />
algún galardón, habían recogido una gran cantidad <strong>de</strong> plata labrada,<br />
<strong>de</strong> ricas piezas <strong>de</strong> armadura, y <strong>de</strong> telas costosas y esquisitas.<br />
Sin embargo, tan estrechas eran las leyes prácticas <strong>de</strong> su sociedad,<br />
que ninguno osó apropiarse la parte mas pequeña <strong>de</strong>l botín,<br />
<strong>de</strong>l cual se habia hecho una masa general, que <strong>de</strong>bía ser distribuida<br />
por el caudillo.<br />
lil punto <strong>de</strong> reunión, como ya hemos dicho, era una añosa encina<br />
; no la misma á que Loeksley habia conducido á Wamba y á<br />
< íurth en su primer encuentro ; sino otra que estaba en el centro<br />
<strong>de</strong> un frondoso anfiteatro, á media milla <strong>de</strong> distancia fie la <strong>de</strong>molida<br />
fortaleza <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey. Allí tomó asiento Loeksley sobre<br />
un trono <strong>de</strong> césped, erigido bajo las ramas <strong>de</strong>l árbol. Ro<strong>de</strong>ábanlo<br />
sus compañeros ; y él colocó al caballero <strong>de</strong>l Candado á su mano<br />
<strong>de</strong>recha, y á Cedric á la izquierda.<br />
Perdonad esta libertad , nobles señores , dijo el montero ; mas<br />
<strong>de</strong>béis saber que yo soy monarca en estos dominios ; y mis ásperos<br />
y agrestes vasallos, <strong>de</strong>jarían muy pronto <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cerme, si me<br />
viesen ce<strong>de</strong>r á otro hombre el puesto á que ellos me han elevado.<br />
Ahora bien, señores: ¿ dón<strong>de</strong> está nuestro capellán? ¿Dón<strong>de</strong> está<br />
el anacoreta? ¿Nadie ha visto al ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst ? No<br />
quiera Dios que se haya dormido junto á una bota <strong>de</strong> vino. ¿ Quién<br />
le ha visto <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong>l castillo?<br />
—Yo le vi, dijo el Molinero, á la puerta <strong>de</strong> la bo<strong>de</strong>ga <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong><br />
buey, jurando que habia <strong>de</strong> probar <strong>de</strong>l vino <strong>de</strong> Borgoña <strong>de</strong>l Barón.<br />
—Los santos <strong>de</strong>l cielo, dijo Loeksley, le hayan libertado á la hora<br />
en que se <strong>de</strong>splomaron las ruinas <strong>de</strong> la fortaleza. Vamos, Molinero,<br />
toma contigo algunos hombres, y búscalo por todas partes.<br />
18
271 IVANIiO/'..<br />
Saca agua <strong>de</strong>l foso, y viértela hacia el sitio en que le vistes. Si e.preciso,<br />
hemos <strong>de</strong> levantar todas las piedras <strong>de</strong>l castillo hasta dar<br />
con él.»<br />
ha docilidad con que se prestaron el Molinero y los que le acompañaban<br />
á ejecutar las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong>l capitán, en el momento interesante<br />
<strong>de</strong> repartirse los <strong>de</strong>spojos, manifestaba cuanto se. interesaban<br />
todos los <strong>de</strong> la cuadrilla en su digno compañero.<br />
Oso perdamos el tiempo, continuó Locksley, porque cuando se<br />
propagare la fama <strong>de</strong> estos sucesos, las partidas <strong>de</strong> Bracy, <strong>de</strong> Mal<br />
voisin, y <strong>de</strong> los otros amigos <strong>de</strong> Frente- <strong>de</strong>-buey acudirán á vengar<br />
este agravio, y ya será tiempo <strong>de</strong> pensar en nuestra seguridad.<br />
Noble Cedric. añadió volviéndose al Sajón; este <strong>de</strong>spojo está dividirlo<br />
en dos porciones : elige la que mas te acomo<strong>de</strong>, para recompon<br />
sar á tus vasallos que nos han ayudado en esta empresa.<br />
—Buen montero, respondió Cedric; mi corazón está oprimido <strong>de</strong><br />
dolor. YA ilustre Athelstane <strong>de</strong> Coninsgburgh no existe: el último<br />
retoño <strong>de</strong> la Beal familia <strong>de</strong> Eduardo. Con él han perecido esparar<br />
zas que no volverán á florecer. La centella que ha apagado su san<br />
gre no volverá á encen<strong>de</strong>rse. Mi gente, escepto los pocos que están<br />
aquí conmigo, aguardan mi presencia para trasportar sus restos<br />
mortales al último domicilio. Lady ltowena <strong>de</strong>sea con impaciencia<br />
volver á líothenvood, y <strong>de</strong>be ser escoltada con fuerza suficiente Ya<br />
hubiera yo <strong>de</strong>bido ponerme en camino; solo aguardaba, ñola distribución<br />
<strong>de</strong>l botín, porque así Dios me ayu<strong>de</strong>, ni yo, ni ninguno<br />
<strong>de</strong> los míos tocará al valor <strong>de</strong> un bizante; aguardábala ocasión <strong>de</strong><br />
darte las mas sinceras gracias, á tí, y á esos valientes monteros,<br />
por la vida y el honor queme habéis salvado.<br />
—Nosotros no hemos hecho mas que la mitad <strong>de</strong> la obra, dijo<br />
Locksley: vuestros vecinos y criados <strong>de</strong>ben tener también su recompensa.<br />
—Gracias á Dios, dijo Cedric tengo con que recompensarles, sin<br />
privaros <strong>de</strong> vuestro galardón.<br />
—ó' algunos, dijo Wamba, se han recompensado por sus manos<br />
No todos se vuelven á sus casas con los bolsillos vacíos; no todos<br />
llevan gorra con cascabeles.<br />
—lían hecho bien, repuso el montero. El rigor <strong>de</strong> nuestras \vye?<br />
no habla mas que con nosotros.<br />
—Pero tú. fiel servidor, dijo Cedric volviéndose á Wamba: ¿cómo<br />
podré pagarte <strong>de</strong>bidamente? ¡Tú, que has presentado las manos á
CAPÍTULO XXXII. 275<br />
las ca<strong>de</strong>nas, y que te has espuesto á la muerte por salvarme! Todome<br />
abandonaban, y tú te sacrificabas por mí.»<br />
Al <strong>de</strong>cir estas palabras, se asomaron las lágrimas á los ojos <strong>de</strong><br />
Cedric: señal <strong>de</strong> ternura, que ni aun la muerte <strong>de</strong> su amigo Athelstane<br />
le habia arrancado; pero en la impremeditada lealtad <strong>de</strong>l bu<br />
fon, habia cierta candida sensibilidad que le llegó al corazón, mucho<br />
mas que el dolor y la pesadumbre.<br />
«Si con tus lágrimas ecsitas las mias, dijo Wamba, esquivándose<br />
<strong>de</strong> las caricias <strong>de</strong> su amo, me verás hacer pucheros; y entonces se<br />
acabaron mis bufonadas y tendré que <strong>de</strong>jar el oficio. Pero, tio, si<br />
quieres realmente hacerme un favor, conce<strong>de</strong> un perdón generoso<br />
á mi camarada Gurth, que te ha robado una semana <strong>de</strong> servicio<br />
para consagrarse al <strong>de</strong>tn hijo.<br />
—iPerdonarlo! esclamó el Sajón. No por cierto ; recompensarle<br />
como lo merece. Arrodíllate, Gurth. El porquerizo obe<strong>de</strong>ció inmediatamente.<br />
Ya no eres siervo ni vasallo, dijo Cedric, tocándole con<br />
una vara; hombre libre eres, en poblado y <strong>de</strong>spoblado: en la pra<strong>de</strong>ra<br />
y en el bosque ; y dueño <strong>de</strong> una hacienda que te doy y concedo<br />
en mis estados <strong>de</strong> Walbrugham, para tí, y para tu <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia,<br />
<strong>de</strong> generación en generación ; y maldiga Dios al que á esto<br />
se oponga.»<br />
Gurth se alzó <strong>de</strong>l suelo, y dio tres saltos en señal <strong>de</strong> alegría por<br />
él beneficio que acababa <strong>de</strong> recibir.<br />
«Venga una lima, esclamó; no mas argolla en el cuello <strong>de</strong> un<br />
hombre libre. ¡Noble Cedric! Doble fuerza me da la libertad, y con<br />
doble valor pelearé en <strong>de</strong>fensa tuya y <strong>de</strong> los tuyos. Este corazón<br />
nació para la libertad; ahora se halla en su elemento. Fangs, ¿me<br />
conoces? dijo al fiel can, que viendo tan alegre á su amo, se puso á<br />
saltar y ladrar, como en celebridad <strong>de</strong> su buena dicha.<br />
—Fangs y yo, dijo Wamba, te conocemos todavía, aunque uno<br />
y otro llevamos argolla al pescuezo. Dentro <strong>de</strong> poco, ni tú conocerás<br />
á nadie, ni te conocerás á tí mismo.<br />
—Antes me olvidaré <strong>de</strong> mí mismo que <strong>de</strong> tí, dijo Gurth, y si fueras<br />
capaz <strong>de</strong> hacer uso <strong>de</strong> tu libertad, estoy seguro que nuestro<br />
buen amo te la conce<strong>de</strong>ria.<br />
—No, dijo Wamba, no creas que te la envidio. El siervo se calien<br />
ta al hogar, mientras el libre da y recibe porrazos en el campo; y<br />
como dice el sastre <strong>de</strong> mi lugar, mejor está el necio en el banquete,<br />
que el cuerdo en la batalla.»
270 IVANIIOE.<br />
Oyéronse á la sazón pasos <strong>de</strong> caballos, y apareció lady Rovena<br />
en medio <strong>de</strong> un gran acompañamiento <strong>de</strong> ginetes, y <strong>de</strong> otra ¡ñas<br />
numerosa escolta <strong>de</strong> infantes, que anunciaron su llegada con el<br />
choque <strong>de</strong> las picas y <strong>de</strong> los arcos. Iba magníficamente vestida, y<br />
montaba un palafrén alazán, sobre el cual lucia su majestuosa persona<br />
; notándose tan solo en sus mejillas la pali<strong>de</strong>z que sus últimos<br />
pa<strong>de</strong>cimientos habían producido. Leíase en su frente, con los restos<br />
<strong>de</strong> su pasada agitación, la vivificante esperanza <strong>de</strong>l porvenir, y la<br />
satisfacción <strong>de</strong> verse libre <strong>de</strong> tantos infortunios. Había que Ivanhoe<br />
estaba seguro, y que Athelstane había muerto. La primera noticia<br />
había llenado su corazón <strong>de</strong> alegría; y si no le causaba una, viva,<br />
satisfacción la segunda, á lo menos <strong>de</strong>be perdonársele que celebrase<br />
verse exenta <strong>de</strong> importunida<strong>de</strong>s y disgustos en el único punto<br />
sobre el cual sus i<strong>de</strong>as no convenían con las <strong>de</strong> su tutor Cedric<br />
Cuando Rowcna dirigió su caballo hacia el sitio eu que estaba<br />
Locksley con sus compañeros, todos se levantaron, como impulsados<br />
por un instinto <strong>de</strong> respeto y cortesía. La n»ble doncella les saludó<br />
inclinándose repetidas veces, en términos que sus doradas<br />
trenzas se mezclaron con la on<strong>de</strong>ante crin <strong>de</strong> su caballo. La gratitud<br />
y el júbilo enrojecieron sus mejillas, Espresó err pocas y comedidas<br />
palabras su agra<strong>de</strong>cimiento á todos los que habían contribuido<br />
á su rescjite. Dios os bendiga, díjoles al concluir, «Dios y ¡a<br />
Virgen os bendigan, y os galardonen los riesgos que habéis corrido<br />
por acudir á la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> los agraviados. Si alguno <strong>de</strong> vosotros<br />
tiene hambre, Rovena le dará pan ; si tiene sed, Kowena le, dará<br />
vino y cerveza; silos normandos os arrojan <strong>de</strong> estos bosques, Kowena<br />
tiene cotos en que todos podréis cazar á vuestras anchas.<br />
—Gracias, noble dama, dijo Locksley ; gracias en nombre do mis<br />
compañeros y en el mió. La mayor <strong>de</strong> nuestras recompensas es haber<br />
contribuido á vuestra seguridad. Muchos <strong>de</strong>saguisados hemos<br />
hecho en estas malezas : mas no dudamos que nos sean perdonados<br />
en premio <strong>de</strong>l servicio con que os heriros probado nuestro afecto ><br />
Rowena les hizo otra cortesía, y volvió riendas, con ánimo <strong>de</strong> ponerse<br />
en camino hacia Rotherwood; pero <strong>de</strong>túvose un momento,<br />
mientras Cedric se <strong>de</strong>spedía <strong>de</strong> los monteros , y se halló inesperadamente<br />
cerca <strong>de</strong>l prisionero De Bracy. Estaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol<br />
entregado á tristes meditaciones , cruzados los brazos , y tan distraído,<br />
que ella pasó á su lado, creyendo que no la había visto. Mas<br />
el normando alzó los ojos, y no pudo menos <strong>de</strong> cubrirse <strong>de</strong> rubor
CAPÍTULO XXXII. 27)<br />
al verla tan cerca. Quedó turbado y sin saber qué hacer: al fin se<br />
a<strong>de</strong>lantó, <strong>de</strong>tuvo al caballo por la rienda , é hincó una rodilla en<br />
tierra.<br />
«¿No se digna lady Rowena, dijo, echar una mirada ó un caballero<br />
sin libertad, y á un soldado sin honor ?<br />
—Señor caballero, respondió la doncella sajona , empresas como<br />
la vuestra <strong>de</strong>shonran mas si se llevan á cabo que si se frustran.<br />
—Sin embargo, respondió <strong>de</strong> Bracy, la victoria echa un velo sobre<br />
las faltas que la han precedido. Solo <strong>de</strong>seo saber si lady Ro .vena<br />
quiere perdonar un atentado, hijo <strong>de</strong> una pasión fatal, y asegurarle<br />
que pronto sabrá si <strong>de</strong> Bracy es capaz <strong>de</strong> emplearse en empresas<br />
mas nobles.<br />
—Os perdono, dijo lady Rowena, mas lo que no perdono es la miseria<br />
y la <strong>de</strong>solación que vuestro <strong>de</strong>sacuerdo ha ocasionado.<br />
—Deja esas riendas , dijo Cedric, que á la sazón se aproximaba.<br />
Por el sol que nos alumbra , si no fuera mengua, habia <strong>de</strong> clavarte<br />
al suelo con una jabalina; pero dia llegará, Mauricio <strong>de</strong> Bracy, en<br />
que las pagues todas juntas.<br />
—Bien pue<strong>de</strong> amenazar á sus anchas , respondió el normando,<br />
quien amenaza á un cautivo : proeza digna <strong>de</strong> un sajón.»<br />
Retiróse al <strong>de</strong>cir esto, y <strong>de</strong>jó pasar á lady Rowena.<br />
Cedric, antes <strong>de</strong> separarse <strong>de</strong> sus aliados, manifestó su especial<br />
agra<strong>de</strong>cimiento al caballero <strong>de</strong>l Caudado, haciéndole las mas vivas<br />
instancias para que le acompañase á Rotherwood.<br />
«Bien sé, le dijo, que vosotros los caballeros andantes no queréis<br />
mas fortuna que la que os adquiere la punta <strong>de</strong> la lanza, y que no<br />
os curáis <strong>de</strong> bienes ni <strong>de</strong> haciendas. Pero la guerra es una dama<br />
caprichosa, y bueno es tener un rincón don<strong>de</strong> meterse, en caso <strong>de</strong><br />
que haya <strong>de</strong>scalabro en las aventuras. En Rotherwood tienes uno<br />
& tu disposición, noble guerrero. Cedric posee lo bastante para reparar<br />
las injusticias <strong>de</strong> la suerte, y todo lo suyo es <strong>de</strong> sus libertadores.<br />
Ven pues á mi morada , no como huésped, sino como hijo,<br />
como hermano.<br />
—Harto bien me habis hecho, respondió el <strong>de</strong> las negras armas,<br />
mostrándome las virtu<strong>de</strong>s que abriga el pecho <strong>de</strong> un sajón. Iré á<br />
Rotherwood, y. pronto : mas por ahora me lo impi<strong>de</strong>n negocios graves<br />
y urgentes. Quizás, cuando nos veamos en tu morada, te pediré<br />
una gracia que pondrá á prueba tu generosidad.<br />
—Antes que la pidas cuenta con todo lo que <strong>de</strong> mí puedas <strong>de</strong>sear,
278 IVANHOE.<br />
respondió el sajón, apretando en sus manos las <strong>de</strong>l caballero. Cuenta<br />
con ello, aunque importe la mitad <strong>de</strong> mi hacienda.<br />
—No empeñes tan ligeramente tu palabra, dijo el paladín; aunque<br />
espero conseguir mi <strong>de</strong>manda sin comprometer tus bienes ni tu<br />
honor. A Dios; hasta entonces.<br />
—Solo me queda que <strong>de</strong>cirte, añadió Cedric, que durante las exequias<br />
<strong>de</strong>l noble Athelstane, fijaré mi resi<strong>de</strong>ncia en el castillo <strong>de</strong> Coaingsburgh.<br />
Aquellas puertas estarán abiertas á todo el que quiera<br />
participar <strong>de</strong>l fúnebre banquete; y jamás se cerrarán para quien<br />
tan animosamente se esforzó, aunque en vano, por salvar al ilustre<br />
joven, <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas y <strong>de</strong>l hierro <strong>de</strong> los normandos. Ligólo en nombre<br />
<strong>de</strong> la noble Edita, madre <strong>de</strong>l difunto Príncipe.<br />
—Y cuenta, dijo Wamba, que ya habia tomado el puesto acostumbrado<br />
junto á su señor, cuenta que el convite será suntuoso, y<br />
es lástima que no asista á él Athelstane.<br />
Esta chanza hubiera costado cara al bufón, si Cedric no hubiera<br />
tenido presente los últimos servicios que le habia hecho.<br />
Rowena saludó cortesmente al <strong>de</strong>l Candado : Cedric le repitió sus<br />
ofertas, y toda la comitiva tomó á paso levantado el camino <strong>de</strong><br />
Rotherwood.<br />
Apenas se habían separado <strong>de</strong>l sitio en que quedaban sus amigos,<br />
atando vieron una procesión que marchaba en la misma dirección<br />
que ellos, por entre las ver<strong>de</strong>s calles <strong>de</strong> la selva. Eran los monjes <strong>de</strong><br />
un monasterio inmediato, que acompañaban el cadáver <strong>de</strong> Athelstane,<br />
entonando los salmos y oraciones que la Iglesia <strong>de</strong>dica al sufragio<br />
<strong>de</strong> las almas. Llevaban el ataúd los servidores <strong>de</strong> la ilustre<br />
familia, y se encaminaban al castillo <strong>de</strong> Coningsburgh, para <strong>de</strong>positar<br />
los restos mortales <strong>de</strong>l Barón en la misma bóveda en que reposaban<br />
los <strong>de</strong> su progenitor Engisto. Muchos <strong>de</strong> sus vasallos, al saber<br />
la noticia <strong>de</strong> su muerte, se habían unido al triste acompañamiento,<br />
y seguían el ataúd, dando muestras <strong>de</strong>l dolor que aquella<br />
pérdida les ocasionaba. Los monteros se pusieron en pié, y tributaron<br />
á la muerte el mismo homenaje espontáneo y respetuoso que<br />
antesjhabian tributado á la hermosura. El canto pausado y melancólico<br />
<strong>de</strong> los religiosos les trajo á la memoria los compañeros que<br />
habían perdido en los combates <strong>de</strong>l dia anterior : pero semejantes<br />
recuerdos no duran mucho en hombres acostumbrados á una vida<br />
<strong>de</strong> aventuras y peligros: y antes que el eco <strong>de</strong> los himnos fúnebres<br />
se hubiese perdido en los circuitos <strong>de</strong> la espesura, los monteros es-
CAPÍTULO хххп. 279<br />
tañan <strong>de</strong> nuevo ocupados en la distribución <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>spojos.<br />
280 IVANHOE.<br />
«Noble caballero, dijo al <strong>de</strong>l Candado, si no miras con <strong>de</strong>s<strong>de</strong>n<br />
una prenda <strong>de</strong> mi uso, ruégote que conserves esta para recuerdo<br />
<strong>de</strong>l valor que has manifestado en tan memorable aventura y si<br />
consientes en ello, y como suce<strong>de</strong> ordinariamente á los <strong>de</strong> tu profesión,<br />
te hallas en algún lance apurado en estos alre<strong>de</strong>dores, toca<br />
estas palabras con el cuerno así Wa-sa-hoa, y quizás no<br />
faltará quien acuda á tu socorro.»<br />
Entonces aplicó el cuerno á los labios y repitió muchas veces<br />
aquel toque, hasta que el caballero lo hubo aprendido.<br />
«Con todo mi corazón te agra<strong>de</strong>zco tu regalo, dijo el caballero,<br />
y no podré jamás recibir ausilio mas eficaz ni mas <strong>de</strong> mi gusto que<br />
el que me dais tú y tus arrojados monteros. En seguida tocó el<br />
cuerno <strong>de</strong>l mismo modo que se lo habia enseñado Locksley.<br />
—Perfectamente, dijo este; y bien se echa <strong>de</strong> ver que tanto entien<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> montería como <strong>de</strong> guerra. Apuesto á que has sido buen<br />
cazador en tu tiempo. Camaradas, acordaos <strong>de</strong> este toque, que es<br />
<strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante propio y peculiar <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l Candado<br />
El que lo oiga y no acuda inmediatamenle, será azotado por mis<br />
manos con la cuerda <strong>de</strong> mi arco.<br />
—¡Yiva nuestro Capitán! gritaron con entusiasmo todos los<br />
monteros. ¡Viva el caballero negro <strong>de</strong>l Candado, y quiera Dios<br />
que se sirva <strong>de</strong> nosotros cuanto antes, para que vea si acudimos á<br />
su ayuda.»<br />
Locksley procedió en seguida á la distribución <strong>de</strong>l botin, lo que<br />
ejecutó con la mas escrupulosa imparcialidad. Puso á un lado la<br />
décima parte para el tesoro público; otra porción fué <strong>de</strong>stinada á<br />
un fondo común <strong>de</strong> reserva; otra para las viudas é hijos <strong>de</strong> los que<br />
habían perecido en la acción, y para el entierro y sufragios <strong>de</strong> los<br />
que no habían <strong>de</strong>jado familia. Lo <strong>de</strong>más se repartió entre los bandidos,<br />
según la clase y. servicios <strong>de</strong> cada cual; y cuando sobreve<br />
nia alguua duda, el Capitán <strong>de</strong>cidía con gran madurez y pru<strong>de</strong>ncia,<br />
y su <strong>de</strong>cisión era recibida con sumisión y sin réplica. El caballero<br />
Negro observaba con estrañeza y admiración la equidad 3<br />
justicia que reinaba en aquellos hombres <strong>de</strong>salmados, y todo cuanto<br />
oia y notaba aumentaba la i<strong>de</strong>a que ya habia formado <strong>de</strong>l ingenio<br />
y <strong>de</strong> la sensatez <strong>de</strong> su jefe.<br />
Cada uno <strong>de</strong> los monteros se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> la parte que le corres<br />
pondia. El que hacia <strong>de</strong> tesorero, acompañado <strong>de</strong> cuatro hombres,<br />
llevó la porción <strong>de</strong>l fondo común, al sitio en que solían ocultarlo
CAIÚTULO XXXII. 281<br />
< ¿Dón<strong>de</strong>, dijo Locksley, estará nuestro ermitaño? Ko suele estar<br />
ausente cuando cada uno <strong>de</strong>be tomar lo que le toca. A su cargo<br />
<strong>de</strong>be correr esta parte. También nos hallamos con un monje prisionero<br />
que no tardará en venir, y quisiera que nuestro ermitaño<br />
estuviera aquí para tratarle con el <strong>de</strong>bido respeto. Mucho dudo que<br />
vuelva á parecer.<br />
—Mucho lo sentiría, dijo el <strong>de</strong>l Candado, puesto que le soy <strong>de</strong>udor<br />
<strong>de</strong> una noche <strong>de</strong> alegre hospitalidad. Vamos todos á las ruinas<br />
<strong>de</strong>l castillo, y quizás sabremos algo <strong>de</strong> su para<strong>de</strong>ro.»<br />
Al terminar esta conversación, se oyó una gritería que anun<br />
ciaba la llegada <strong>de</strong>l mismo cuya ausencia causaba tanta inquietud;<br />
y no tardó en resonar la voz estrepitosa <strong>de</strong>l ermitaño <strong>de</strong> Cop<br />
manliurst, mucho antes que se <strong>de</strong>scubriese su persona.<br />
«¡Plaza, jdaza, gente buena, gritó; plaza á vuestro ermitaño y ó<br />
su prisionero! Ya estoy con los mios, y vengo como un águila con<br />
la presa en las garras. Y r<br />
al <strong>de</strong>cir esto, penetró por el círculo <strong>de</strong><br />
monteros que le habían salido al encuentro, y se presentó echando<br />
plantas <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Capitán, con la partesana en una mano y en<br />
ia otra una cuerda por la que conducía, atado por el cuello, al abatido<br />
y <strong>de</strong>sventurado judío Isaac <strong>de</strong> York. ¿Don<strong>de</strong> está Allan-a-Dale<br />
nuestro cantor? ¡Por san Hermenegildo que merezco ser inmortaliza<strong>de</strong><br />
en uno <strong>de</strong> sus romances.<br />
—¡Hombre <strong>de</strong>l diablo, dijo Locksley : apuesto á que ya habrás<br />
echado un trago esta mañana! Pero, ¿quién es ese que traes contigo?<br />
—Un cautivo, respondió, <strong>de</strong> mi espada y <strong>de</strong> mi lanza; ó por mejor<br />
<strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> mi arco y <strong>de</strong> mi partesana: cautivo en verdad; pero<br />
"edimido por mi <strong>de</strong> peor cautiverio. Kcspon<strong>de</strong>, judío: ¿No te he res<br />
catado <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> Satanás? ¿No me prometiste que te barias<br />
ermitaño?<br />
-—¡Por amor <strong>de</strong> Dios! esclamó el hebreo, ¿no hay quien me saque<br />
délas manos <strong>de</strong> este loco quiero <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> este respetable varón?<br />
—¡Como es eso! dijo el ermitaño: ¿Volvemos á las andadas? ¿Quieres<br />
que te friamos en una sartén como infiel relapso? Vamos, Isaac,<br />
710 nos an<strong>de</strong>mos en chanzas, y acuérdate <strong>de</strong> mis consejos.<br />
—Dejémonos <strong>de</strong> profanar las cosas santas, dijo Locksley, y di<br />
nos don<strong>de</strong> has encontrado ese prisionero.<br />
—¿Dón<strong>de</strong> habia <strong>de</strong> ser sino en la bo<strong>de</strong>ga? dijo el ermitaño. Allí so<br />
dirijieron mis primeros pasos, con <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> libertar <strong>de</strong>l incen
282 IVANHOK.<br />
«lio los preciosos huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong> tan r spetahle sitio; y en efecto, ya<br />
habia puesto al abrigo un pellejo <strong>de</strong> vino seco,é iba á llamar á alguna<br />
<strong>de</strong> estas buenas alhajas que siempre están listos en tales ocasiones,<br />
para que me ayudaran en tan importante obra, cuando di<br />
con una puerta cerrada que méllamela atención. Aquí está sin<br />
duda, dije á mi sayo, lo mas rico y escogido <strong>de</strong> la cueva; y el bribón<br />
<strong>de</strong>l mayordomo, asustado con la pelotera, se ha <strong>de</strong>jado la llave<br />
en la cerradura. Abro, y ¿qué encuentro? Sendas colgaduras <strong>de</strong><br />
•a<strong>de</strong>nas mohosas, y este perro judío que inmediatamente se entrego<br />
á discreción. No hice mas que echar dos ó tres tragos con el hebreo,<br />
para recobrar las fuerzas que en la batalla habia perdido, y<br />
traté <strong>de</strong> sacarle <strong>de</strong> allí para ponerle en vuestras manos, cuando....^<br />
zas la torre se vino abajo con horrible estruendo, y las ruínfg<br />
se amontonaron á la puerta, y me <strong>de</strong>jan sin tener por don<strong>de</strong> salir.<br />
Tras <strong>de</strong> aquella, cae otra y crecen los obstáculos. "Viéndome sin esperanzas,<br />
y no pareciéndome honroso salir <strong>de</strong> este mundo en compañía<br />
<strong>de</strong> un judío, alcé la partesana para <strong>de</strong>spacharle, cuando<br />
compa<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> sus canas, preferí atacarle con la armas espiritu;;~<br />
les. Gracias á san Dunstan bendito, la semilla ha caído en buen<br />
terreno: bien es verdad que le hablé con irresistible elocuencia. Sin<br />
embargo, al fin me sentí algo interca<strong>de</strong>nte, ó sino, ahí están Gilberto<br />
y Wibaldo que no me <strong>de</strong>jarán mentir.<br />
—Verdad es, dijo Gilberto. Cuando con la ayuda <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong><br />
nuestros puños <strong>de</strong>sembarazamos los escombros, y pudimos entrar<br />
en la bo<strong>de</strong>ga, el cuero estaba medio apurado, el judío medio muerto,<br />
y el amigo mas que medio interca<strong>de</strong>nte, como él dice.<br />
—Mientes y remientes, dijo el ermitaño. Vosotros fuisteis los que<br />
os bebisteis la mitad <strong>de</strong>l cuero, diciendo que era para matar el gusano.<br />
¿No lo habría yo reservado para regalo <strong>de</strong> nuestro Capitán?<br />
Pero todo esto importa poco. Lo cierto es que el judío entien<strong>de</strong> todo<br />
lo que le he esplicado.<br />
—Judío, dijo el Capitán, ¿eso es verdad?<br />
—Así os apiadéis <strong>de</strong> mi suerte, dijo Isaac, como no be entendido<br />
una sola palabra délo que ese hombre me ha estado esplicando<br />
durante toda esta terrible noche. El miedo, el espanto, el dolor sa<br />
habían apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> mi alma; en términos, rpie aunque el padre<br />
Abraham hubiera venido á exhortarme me hubiera encontrado<br />
sordo á sus avisos.<br />
—También tú mientes y remientes, hebreo, dijo el ermitaño. Mis
CAPÍTULO XXXII. 283<br />
palabras hicieron mella en tí, y por mas señas que prometiste ce<strong>de</strong>rme<br />
todos tus bienes.<br />
—Así logre yo lo que <strong>de</strong>seo, esclamó el judío, mas asustado que<br />
nunca, como es cierto que semejantes palabras no han salido <strong>de</strong><br />
mis labios. ¿Qué ha <strong>de</strong> dar quien nada tiene? Quizás ni aun hija<br />
tengo á la hora esta. Compa<strong>de</strong>ceos <strong>de</strong> mi suerte, buenos señores,<br />
y <strong>de</strong>jadme ir á llorar mis cuitas.<br />
—No, dijo el ermitaño; si no cumples tu promesa <strong>de</strong>bes hacer<br />
penitencia: y diciendo estas palabras alzó la alabarda, y ya iba á<br />
<strong>de</strong>scargarla sobre el pobre Isaac, cuando le <strong>de</strong>tuvo el caballero <strong>de</strong>l<br />
i 'andado.<br />
—Por santo Tomás <strong>de</strong> Canterbury! dijo el fingido ermitaño, resentido<br />
<strong>de</strong> esta acción, que yo te enseñaré á meterte en negocios<br />
ágenos, por mas fuerte que sea esa olla <strong>de</strong> hierro que te cubre los<br />
'•ascos.<br />
—No te enfa<strong>de</strong>s; respondió el caballero; ya sabes que somos compañeros<br />
y amigos.<br />
—No hay mas amigos, dijo el ermitaño.<br />
—¿Cómo es eso? repuso el caballero, que parecía tener gusto particular<br />
en provocar á su huésped. ¿Has olvidado que yo fui quien<br />
te indujo á quebrantar el voto <strong>de</strong> abstinencia, con el pastel y el pellejo<br />
<strong>de</strong> marras?<br />
—Es verdad, dijo el ermitaño, y si entonces te hice aquel regalo<br />
ahora estoy dispuesto á hacerte otro que no te ha <strong>de</strong> saber á almendras.<br />
Y diciendo esto le amenazó con el puño cerrado.<br />
—No lo acepto, dijo el <strong>de</strong> lo Negro, á menos que tú resistas mi<br />
umlpe si yo resisto el tuyo.<br />
—Manos á la obra, dijo el ermitaño.<br />
—Hola! gritó el Capitán: peleas <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la encina que es nuestro<br />
cuartel general.<br />
—No es pelea, dijo el caballero, sino una chanza amistosa. Yaya,<br />
amigo, da si te atreves, y aguanta si pue<strong>de</strong>s.<br />
—(tran ventaja tienes en el puchero que te guarece la cabeza,<br />
dijo el ermitaño; pero <strong>de</strong> nada te valdría, aunque fueras el mismo<br />
Goliat.»<br />
Desnudóse al <strong>de</strong>cir esto el brazo, y haciendo un vigoroso esfuerzo,<br />
lanzó al caballero un puñetazo que hubiera podido <strong>de</strong>rribará un<br />
toro. Mas su adversario se mantuvo Arme como una roca. Eos<br />
monteros admiraron y aplaudieron su estraordinaria fortaleza..
281 IVANHOE.<br />
«Ahora, dijo el <strong>de</strong>l Candado, quitándose el guantelete <strong>de</strong> acero;<br />
si te llevé alguna ventaja en la cabeza, no quiero tenerla en la<br />
mano. Toma esta friolera y no te dobles si pue<strong>de</strong>s.<br />
—Genam nieam <strong>de</strong>di vapulatori, dijo el anacoreta: es <strong>de</strong>cir, que he<br />
caido en las garras <strong>de</strong>l lobo. Da recio, y si me tumbas, tuyo es el<br />
rescate <strong>de</strong>l judio.»<br />
Esto dijo el ermitaño, y se preparo á recibir el ataque <strong>de</strong> su antagonista:<br />
el cual, aunque las habia con un hombre robustísimo y<br />
acostumbrado á semejantes hazañas, no tardó en hacerle medir ei<br />
suelo con su persona. Los bandidos confesaron unánimemente que<br />
habia pocos hombres en Inglaterra, capaces <strong>de</strong> hacer otro tanto<br />
El ermitaño se alzó, sin muestras <strong>de</strong> resentimiento.<br />
Terminado este episodio, tan propio <strong>de</strong> las costumbres <strong>de</strong> aquellos<br />
tiempos y <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> aquellas gentes, se notiflcó formalmente ai<br />
judío que pensase seriamente en su rescate. «Retírate á un lado, le<br />
dijo Locksley, á consultar con tu bolsillo, en tanto que examinamos<br />
á un prisionero <strong>de</strong> diferente naturaleza.<br />
—Es quizás alguno <strong>de</strong> los partidarios <strong>de</strong> Prente-<strong>de</strong>-buey? pre<br />
guntó el caballero.<br />
—No por cierto, dijo Locksley; ninguno <strong>de</strong> ellos era digno <strong>de</strong> los<br />
honores <strong>de</strong>l rescate. Todos han sido <strong>de</strong>spedidos con licencia <strong>de</strong> ir a<br />
buscar nuevo amo. Aquella guarida <strong>de</strong> <strong>de</strong>salmados ha <strong>de</strong>saparecido<br />
para siempre; y harta venganza, y harto botín han recogido<br />
sus vencedores. El cautivo <strong>de</strong> que hablo es <strong>de</strong> mas quilates. Silen<br />
eio, que ya lo tenemos aquí.» Al <strong>de</strong>cir esto, se presentó entre dos<br />
monteros, ante el trono selvático <strong>de</strong> Locksley, nuestro antiguo<br />
amigo, el prior Aymer <strong>de</strong> Jorvaulx.<br />
CAPITULO XXXIII.<br />
Kn las facciones y en los a<strong>de</strong>manes <strong>de</strong>l prelado cautivo se leia ei<br />
temor.<br />
«¿Qué es esto? esclamó con voz alterada. ¿Qué leyes son las<br />
que sigue esa gente? ¿Sois acaso turcos ó infieles, que <strong>de</strong>sconocen<br />
el respeto <strong>de</strong>bido á un sacerdote? ¿Habéis saqueado mis maletas?<br />
Otro cualquiera en mi lugar os hubiera hecho un ejemplar castigo:<br />
pero yo soy manso é indulgente y tengo piedad <strong>de</strong> vosotros. Os
CAPÍTULO XXXIII. 285<br />
ofrezco un perdón generoso y que no se hablará mas <strong>de</strong> esta cala-,<br />
vcrada, con tal que me <strong>de</strong>volváis mi ropa, y que <strong>de</strong>jéis libres á mis<br />
compañeros.<br />
— Venerable señor Prior, dijo el Capitán, mucho me pesa que<br />
hayáis sido tratado por alguno <strong>de</strong> mis compañeros en términos<br />
poco dignos <strong>de</strong> vuestro carácter y dignidad, como lo <strong>de</strong>bo inferir<br />
<strong>de</strong> vuestra reprensión.<br />
— El trato que he recibido, dijo el Prior, animado por esta aren<br />
ga, seria cruel para con una fiera <strong>de</strong> estos montes; cuanto mas para<br />
con un cristiano, con un sacerdote, con el prelado <strong>de</strong> la respetable<br />
comunidad <strong>de</strong> .lorvaulx. Un tal Allan-á-Dale, borracho y<br />
coplero <strong>de</strong> profesión, ha tenido el arrojo <strong>de</strong> amenazarme con castigo<br />
corporal, y aun con la muerte si no le pagaba doscientas coronas<br />
<strong>de</strong> rescate, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> todo lo que me ha robado, que no es una bagatela.<br />
— Imposible me parece, dijo el Capitán, que Allan-á-Dale haya<br />
cometido tantos <strong>de</strong>sacatos con una persona tan conocida en estos<br />
alre<strong>de</strong>dores por su virtud.<br />
— Tan cierto es lo que digo, repuso el Prior, como ahora nos<br />
alumbra el sol. Hizo mas: juró que me había <strong>de</strong> colgar <strong>de</strong>l roblo<br />
mas alto <strong>de</strong> estas selvas.<br />
— ¿Lo juró? dijo Locksley: pues mal habéis bocho en no cumplir<br />
con su <strong>de</strong>manda: porque Allan-á-Dale antes se <strong>de</strong>jará cortar les<br />
orejas que faltar á un juramento.<br />
— Ya veo que estáis <strong>de</strong> buen humor, dijo Aymer, procurando hacer<br />
<strong>de</strong> la necesidad virtud. A mí no me disgustan las chanzas, y<br />
por cierto (pie el chasco es ingenioso. Pero yo he estado <strong>de</strong> camino<br />
toda la noche, y ya es tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scansar.<br />
— Pues muy <strong>de</strong> veras os anuncio, dijo Locksley, que paguéis<br />
un buen rescate, ó escribáis á vuestros monjes que procedan á<br />
nueva elección: porque si no aflojáis la bolsa, se me figura que en<br />
volvereis á ocupar la silla prioral <strong>de</strong>l monasterio.<br />
— ¿Sois cristianos, dijo Aymer, y así respetáis á los ministros<br />
<strong>de</strong>l Señor ?<br />
—Cristianos somos, respondió Locksley: pero no pudiendo robar<br />
á los gentiles robamos á nuestros hermanos. A ver, ermitaño,<br />
acercaos, y esplicad á este reverendo padre los textos latinos relativos<br />
al negocio.»<br />
El ermitaño, cuya interca<strong>de</strong>ncia no se había disipado enteramen-
286 IVANHOE.<br />
te, se caló un girón <strong>de</strong> hábito sobre elgabau; y recordándolos latí<br />
najos que habia aprendido en casa <strong>de</strong>l Domine <strong>de</strong> su lugar, venera<br />
ble prelado, dijo: «.Deus salvwmfacietlenignUatem vestram; quiere<br />
<strong>de</strong>cir, seáis bien venido.<br />
—¿Qué farsa es esta? esclamó el Prior. Amigo, si eres en efecto<br />
<strong>de</strong> la Iglesia, mas te convendría indicarme el modo <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong><br />
las manos <strong>de</strong> esos gentiles, que divertirte en hacer contorsiones eo<br />
mo un bailarín <strong>de</strong> mojiganga.<br />
—Bien <strong>de</strong>cís, respondió el ermitaño; y para que veáis queme apro<br />
vecho <strong>de</strong> vuestra amonestación, os digo que no hay mas que un<br />
medio <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong> aquí con vida. Hoy es dia <strong>de</strong> pagar el diezmo<br />
—Las personas <strong>de</strong> mi clase no lo pagan, dijo el Prior.<br />
—Todo el mundo, dijo el ermitaño, nos lo paga á nosotros, como<br />
cada hijo <strong>de</strong> vecino. Con que así, facite rmhis amicos <strong>de</strong> mammo-<br />
%e iniqnüatis. Placeos amigos <strong>de</strong>dos hombres <strong>de</strong> bien, y sino, nuil a<br />
est re<strong>de</strong>mplio.<br />
—Yo soy aficionadísimo á la montería y á los monteros, dijo A y<br />
mer,y por consiguiente merezco que me tratéis con alguna consi<br />
<strong>de</strong>racion. Tan bien sé tocar el cuerno como el mejor. Vaya...tra<br />
tadme como amigo.<br />
—Dadle un cuerno, dijo el Capitán, y veremos qué tal lo hace.<br />
El Prior Aymer tocó el cuerno, y Locksley sacudió la cabeza.<br />
«Padre prior, dijo, eso no paga vuestro rescate. Algo mas vale<br />
esa persona que aire y sonido: a<strong>de</strong>más que ya se echa <strong>de</strong> ver á qué<br />
nación perteneces. Las fdtimas notas <strong>de</strong> tu toque aumentan cincuenta<br />
coronas á tu rescate, como corrupción <strong>de</strong> la antigua monte<br />
ría nacional.<br />
—Sobre gustos no hay disputas, dijo el Prior.Despachemos proa<br />
ta, queme están aguardando en casa. ¿Cuánto queréis por <strong>de</strong>jar<br />
me libre?<br />
—¿No fuera bueno, dijo aparte el teniente <strong>de</strong> la gavilla al Capitán,<br />
que el Judío <strong>de</strong>signase el rescate <strong>de</strong>l Prior, y el Prior el <strong>de</strong>;<br />
judío ?<br />
—Loca ocurrencia, dijo Locksley; pero al fin nos divertiremos<br />
Ven acá judío. El que está en tu presencia es el padre Aymer, Prior<br />
<strong>de</strong> la rica abadía <strong>de</strong> Jorvaulx. Dinos ahora cuánto <strong>de</strong>bemos pedirle<br />
por su rescate, puesto que <strong>de</strong>bes conocer las rentas <strong>de</strong>l monasterio<br />
—Y tanto como las conozco dijo Isaac. Muchas veces he tratado<br />
con los buenos padres, y les he comprado el trigo y la cebada <strong>de</strong>
CAPÍTUM xxxnr, U8~¡<br />
sus oteros, los frutos <strong>de</strong> sus huertos, y la lana <strong>de</strong> sus rebaños. Oh!<br />
son muy ricos! muy ricos! Si yo tuviera la mitad <strong>de</strong> sus rentas,<br />
habia <strong>de</strong> pagar una gran sama por mi rescate.<br />
— .ludio, dijo el Prior, nadie sabe mejor que tú las <strong>de</strong>udas <strong>de</strong><br />
nuestra casa. Todavía no hemos podido pagar las cuentas <strong>de</strong>l año<br />
pasado.<br />
—Ni la última provisión <strong>de</strong> vino <strong>de</strong> Gascuña, repuso Isaac; pero<br />
esas son friolerillas.<br />
—Te engañas, hebreo, dijo el Prior; esos vinos <strong>de</strong> que hablas en<br />
trarom...<br />
—De poco aprovecha todo eso, dijo Locksley. Isaac, resuelve<br />
pronto esta duda, y no te an<strong>de</strong>s en comentarios.<br />
-lil padre Prior, dijo el judío, pue<strong>de</strong> muy bien daros seiscientas<br />
caronas, y volverse muy tranquilo á su celda..<br />
—Sescientas coronas, que me place, dijo Locksley. Fías hablado<br />
como hombre <strong>de</strong> seso. Prior, ya has oído tu sentencia.<br />
—Tiene razón, esclamaron los monteros.<br />
—¿Estáis en vuestro juicio? dijo el Prior. ¿Dón<strong>de</strong> he <strong>de</strong> ir yo pójese<br />
montón <strong>de</strong> dinero? Auncpie vendiera las halajas <strong>de</strong>l monasterio<br />
no podría juntar ni la mitad. Os daré una buena suma, os lo prometo;<br />
mas para esto es necesario que yo vaya en persona á proporcionármela.<br />
Dejadme ir á Jorvaulx, .reguardad enjrehenes á mis<br />
dos compañeros.<br />
—Ni por pienso, dijo Locksley. Tus compañeros irán por las seiscientas<br />
<strong>de</strong>l pico, y tit te quedarás con nosotros; y cuenta que si<br />
gustas <strong>de</strong> montería, ya verás la provisión que tenemos.<br />
— otra cosa pue<strong>de</strong> hacerse, dijo el judío, queriendo grangearse<br />
ei favor <strong>de</strong> los monteros. Yo puedo enviar á Ymrk por las seiscientas<br />
coronas , <strong>de</strong> cierto <strong>de</strong>pósito que está en mi po<strong>de</strong>r, si el reverendo<br />
padre tiene la bondad <strong>de</strong> Armar un recibo.<br />
—firmará lo que tú quieras, dijo el capitán : y tú pagarás el rescate<br />
<strong>de</strong>l padre, y el tuyo al mismo tiempo.<br />
— ¡Mi rescate! ¡ Ah, valientes guerreros! esclamó el judío. ¡Qué<br />
rescate queréis <strong>de</strong>l que no tiene sobre qué caerse muerto ! Si me<br />
pedís cincuenta coronas , teugo que ir con un háculo en la mano,<br />
mendigando <strong>de</strong> puerta en puerta.<br />
— El Prior <strong>de</strong>cidirá la cuestión , dijo Locksley. ¿ Cuánto creéis,<br />
padre Aymer, que pue<strong>de</strong> pagar el judío ?<br />
— ¿ Cuánto ? respondió el prelado. Isaac <strong>de</strong> York tiene en sus ar-
288 tVANHOK.<br />
cas lo que bastarla á redimir las diez tribus <strong>de</strong> Israel, <strong>de</strong>l cautiverio<br />
<strong>de</strong> los asirios. Pocos negocios be tenido con él; pero el mayordomo<br />
<strong>de</strong> casa ha tenido muchos , y dicen que el oro y la plata<br />
que hay en la habitación <strong>de</strong> ese perro son la ignominia <strong>de</strong> una nación<br />
cristiana. Todos los hombres <strong>de</strong> bien se escandalizan <strong>de</strong> ver<br />
que se/permite á esas sabandijas chupar la sangre <strong>de</strong>l Estado, y aun<br />
la <strong>de</strong> la Iglesia, con sus usuras y estorsiones.<br />
— Poco á poco, padre mió, dijo Isaac ; aplacad algún tanto vuestro<br />
colérico humor. Vuestra reverencia ha <strong>de</strong> saber que yo no pongo<br />
á nadie el puñal al pecho para que tome mis escudos. Cuando<br />
el eclesiástico y el lego, el príncipe y el harón , el prior y el caballero,<br />
llaman á la puerta <strong>de</strong> Isaac para pedirle dinero prestado, no<br />
usan <strong>de</strong> esos términos <strong>de</strong>scorteses. « Amigo Isaac , sácame <strong>de</strong> este<br />
apuro ; cuenta con el pago. Isaac, buen Isaac, soy hombre perdido<br />
si no acu<strong>de</strong>s á mi socorro.» Pero cuando llega el término <strong>de</strong>l pagaré<br />
, y voy á pedir lo mió, entonces son los <strong>de</strong>nuestos y las maldiciones<br />
<strong>de</strong> Egipto, y perro judio, y los <strong>de</strong>más primores.<br />
— Prior , dijo el capitán ; judío ó no judio, lo que ha dicho es la<br />
verdad pura. Pronuncia tú su sentencia, como él ha pronunciado<br />
la tuya ; y basta <strong>de</strong> injurias y vituperios.<br />
— A no ser un [afro J'amoms, dijo el Prior, palabras que os esplicaré<br />
en otro tiempo y lugí.r, no osariais colocar en la misma línea á<br />
un judío y á un cristiano. Mas, puesto que <strong>de</strong>bo apreciar la libertad<br />
<strong>de</strong> ese hombre, digo redondamente que perjudicáis gravemente<br />
vuestros intereses si lo <strong>de</strong>jais ir por unbizante menos <strong>de</strong> mil coronas.<br />
— Fallo <strong>de</strong>finitivo, esclamaron los bandidos.<br />
— Y sin apelación, dijo el capitán.<br />
—¡ El Dios <strong>de</strong> mis padres me socorra! gritó Isaac. ¿ Queréis arruinarme<br />
<strong>de</strong> un golpe como el castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey ? He perdido<br />
á mi hija, y ¿ queréis que pierda basta el último bocado <strong>de</strong> pan ?<br />
— Si has perdido á tu hija, dijo el Prior, tendrás menos bocas que<br />
mantener.<br />
— Ah! reverendo prelado, dijo Isaac, el estado que profesas no te<br />
permite saber lo que es el amor <strong>de</strong> padre. ¡ Oh Rebeca ! i Hija <strong>de</strong> mí<br />
bienamada Raquel! Si tuviera á mi disposición tantos cequines<br />
cuantas hojas hay en estos árboles, todos los daria por saber si vives,<br />
y si has escapado <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> aquel impío.<br />
— ¿No es pelinegra tu hija? le preguntó uno <strong>de</strong> los bandidos.<br />
¿No llevaba un velo bordado <strong>de</strong> plata?
CAPÍTULO XXXIII. 289<br />
— Sí; esa es, respondió el anciano, temblando <strong>de</strong> inquietud , CO<br />
MO antes babia temblado <strong>de</strong> miedo.bendígate Jacob, si pue<strong>de</strong>s darme<br />
alguna noticia <strong>de</strong> la prenda <strong>de</strong> mi alma.<br />
— Lo único que puedo <strong>de</strong>cirte , continuó el montero , es que el<br />
Templario la sacó <strong>de</strong>l último encuentro, y que ya yo le babia apuntado<br />
con la flecha , cuando me <strong>de</strong>tuvo el temor <strong>de</strong> herir á la dama.<br />
— ¡ Ojalá, dijo el judío , la bruñeses disparado , aunque hubieses<br />
atravesado el corazón á la <strong>de</strong>sventurada Rebeca ! Antes yazca en el<br />
sepulcro <strong>de</strong> mis padres, que en los brazos <strong>de</strong>l licencioso y sanguinario<br />
Bois-Guilbert.<br />
— Amigos, dijo el capitán, aunque ese hombre no es mas que un<br />
judío, su angustia me llega al corazón. Di la verdad, Isaac; ¿has <strong>de</strong><br />
quedar completamente arruinado si pagas las mil coronas <strong>de</strong>l rescate<br />
? »<br />
(saac, volviendo á la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> su dinero , cuya afición á<br />
tuerza <strong>de</strong> un hábito inveterado luchaba en su alma con los impulsos<br />
<strong>de</strong>l amor paterno, quedó pálido y confuso al oír esta pregunta:<br />
mas al fin , no pudo menos <strong>de</strong> confesar que le quedaría algún sobrante<br />
— No importa, dijo hocksley , contigo no repararemos en pelillos<br />
; y a<strong>de</strong>más (pie sin el auxilio <strong>de</strong> buenos sacos <strong>de</strong> escudos , tan<br />
fácil te será sacar á tu bija <strong>de</strong> las manos <strong>de</strong> ürian , como matar un<br />
ciervo con pelotas <strong>de</strong> lana. Pagarás la misma suma que el Prior, ó<br />
por mejor <strong>de</strong>cir, cien coronas menos. cuyas cien coronas serán<br />
disminuidas <strong>de</strong> la parte que me toque en tu rescate. Con eso evitaremos<br />
el poner al judio en la misma clase que al prelado , y tenores<br />
seiscientas coronas para tratar <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> tu hija. Bois-<br />
< ¡uilbert es tan aficionado á los ojos negros, como á la plata acuñada<br />
: date prisa á tentar la codicia <strong>de</strong> Brian, antes que suceda alguna<br />
catástrofe. Seguir las indicias que me han traído mis compañeros,<br />
le encontrarás á pocas millas <strong>de</strong> aquí, en el preceptorio <strong>de</strong> su<br />
or<strong>de</strong>n. ¿He dicho bien, amigos?»<br />
Los monteros espresaron su aprobación á las medidas tomadas<br />
por el jefe. Isaac, aliviado en parte <strong>de</strong> sus temores por los datos que<br />
iiabia adquirido acerca <strong>de</strong>l para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Rebeca, y por la esperanza<br />
le rescatarla, se arrojó á los pies <strong>de</strong>l generoso bandido, y quiso beíar<br />
la guarnición <strong>de</strong> su gabán : mas el capitán retrocedió , no sin<br />
¡arle muestras <strong>de</strong> <strong>de</strong>sprecio.<br />
Álzate, <strong>de</strong>sdichado , le dijo: yo he nacido cu Inglaterra , y no<br />
10
2У0 IVANHOE.<br />
gusto <strong>de</strong> esas postraciones á la turca. Arrodíllate <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios?<br />
y no <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> un pobre pecador, como yo soy.<br />
— Aquí tienes á uno, dijo el Prior, que pue<strong>de</strong> mucho con Briau<br />
<strong>de</strong> BoisGuilbert. Entendámonos , y haré cuanto pueda porque te<br />
sea <strong>de</strong>vuelta tu hija.;<br />
Isaac lanzó un profundo suspiro , alzó las manos al cielo , y se<br />
abandonó á los escesos <strong>de</strong> su dolor. Locksley lo llamó aparte.<br />
«Piensa bien, le dijo, lo que vas á hacer en este negocio. Sí quieres<br />
seguir mi consejo , halba al Prior. Es ambicioso , ó á lo menos<br />
necesita tener barro á mano para sus profusiones. Fácilmente podrás<br />
satisfacerlo ; y no creas que me alucinas con esa fingida pobreza.<br />
Conozco basta las barras <strong>de</strong>l arcon <strong>de</strong> hierro en que guardas<br />
tus talegas. ¿ Qué es <strong>de</strong>l manzano que tienes en el jardín <strong>de</strong><br />
York , y <strong>de</strong> la piedra que está <strong>de</strong>bajo, y que sirve <strong>de</strong> entrada á un<br />
escondrijo? El judío al oir esto quedó pálido como la muerte. Pero'<br />
nada temas, continuó el capitán • años hace que nos conocemos.<br />
¿Te acuerdas <strong>de</strong>l montero que tu hermosa hija sacó <strong>de</strong> la cárcel <strong>de</strong><br />
York, y que estuvo en tu casa hasta que restableció su salud? ¿ Te<br />
acuerdas <strong>de</strong> la pieza <strong>de</strong> oro que le pusistes en la mano cuando se<br />
<strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> tí? Aunque eres un afortunado usurero, jamás empleastes<br />
tus fondos á mas altos intereses ; puesto que aquella corta<br />
cantidad te ha producido hoy nada menos que quinientas coronas.<br />
—¿Eres tú Dicon Tiraelarco? preguntó Isaac: por el Idos <strong>de</strong><br />
Israel que me pareció haber conocido tu voz.<br />
—Yo soy Dicon Tiraelarco, respondió el Capitán, y soy también<br />
Locbsley, y todavía tengo otro nombre mejor que todos esos.<br />
—Pero, antes <strong>de</strong> todo, dijo el judío, <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cirte (pie te engañasen<br />
cuanto alo <strong>de</strong> la piedra y el manzano. Así me ayu<strong>de</strong>n los Profetas,<br />
como es cierto que allí no hay mas que algunas frioleras <strong>de</strong><br />
poco valor; y si quieres, las partiré do buena gana contigo; cien<br />
varas <strong>de</strong> paño ver<strong>de</strong> para gabanes, como los que usa tu gente;<br />
cien estacas <strong>de</strong> boj <strong>de</strong> España, y cien cuerdas <strong>de</strong> seda, duras, fuertes<br />
y bieu torcidas. Dispon á tu gusto do todo esto, con tal (pie no<br />
hables á alma viviente <strong>de</strong>l manzano ni <strong>de</strong> la piedra, querido Dicon.<br />
—IS'o <strong>de</strong>splegaré los labios sobre el asunto, dijo el Capitán; y en<br />
cuanto á tu hija, cree que me duele su situación. Pero ¿qué he <strong>de</strong><br />
hacer? Las lanzas <strong>de</strong> los Templarios pue<strong>de</strong>n mas que nuestras flechas,<br />
y lo mismo nos barrenan que telarañas. Algo hubiéramos hecho<br />
por tu hija, si antes hubiéramos sabido su aventura; mas abo
CAI'ÍTI LO XXXIII. 2tíá<br />
ra solo pue<strong>de</strong> saharte la política. ¿Quieres que me entienda con eí<br />
Prior?<br />
—Haz lo que quieras, buen Dicon, repuso el Judío, con tal (pie<br />
me restituyas mi amada Rebeca.<br />
—No vengas á interrumpirme, dijo el moni ero. con tu importuna<br />
codicia, y haré cuanto me sea dado en tu favor.»<br />
Locksley se separó <strong>de</strong>l judío, mas este le siguió como si fuer»<br />
la sombra do su cuerpo.<br />
«Prior Aymer, dijo Locksley, dos palabras aparte. Por ahí dicen<br />
que eres jovial y caritativo; lo cierto es que nadie ha dicho <strong>de</strong> ti<br />
que seas opresor ni tiránico. Aquí tienes á Isaac que podrá <strong>de</strong>sempeñar<br />
tu casa si consigues <strong>de</strong>l Templario la libertad <strong>de</strong> su hija.<br />
—Poco á poco, dijo Isaac; ha <strong>de</strong> volver Ubre, y tan honrada «rimo<br />
cuando se separó <strong>de</strong> mí; si no, no hay nada en lo dicho.<br />
—tsaac. dijo el montero, ó callas ó so acabó mi mediación. ¿QtV<br />
dices á esto, prior Aymer?<br />
—Digo, respondió el Prelado, que el negocio es condicional:<br />
porque si por un lado hago bien, por otro contribuyo á la felicidad<br />
<strong>de</strong> un judío, lo cual os contra mi conciencia. Siu embargo, si el<br />
Israelita quiere contribuir á la reedificación <strong>de</strong> nuestro arruinado<br />
monasterio, tomaré á mi cargo la negociación <strong>de</strong>l rescate <strong>de</strong> Su hija<br />
—No nos paremos, dijo Locksley... (estáte quieto, Isaac), en cuarenta<br />
marcos mas ó menos.<br />
—Pero, por el Dios <strong>de</strong> los cielos, dijo el judío, buen Tira-el-areo..<br />
—Buen judío, buen diablo <strong>de</strong> los infiernos, dijo el montero perdiendo<br />
la paciencia. ¿Quieres poner tus talegos miserables en le<br />
misma balanza que el honor y la libertad <strong>de</strong> tu hija? Por las bar<br />
bas <strong>de</strong> mi padre, que le be <strong>de</strong> <strong>de</strong>spojar <strong>de</strong>l último maravedí, si si<br />
gues molestándome»<br />
Isaac se cruzó <strong>de</strong> brazos, y bajó la cabeza.<br />
«¿Y quién me salo garante, dijo el Prior <strong>de</strong> vuestras promesas?<br />
—Cuando Isaac haya salido bien con su empresa, por tu mediación,<br />
dijo el Capitán, juro por San Huberto que le he <strong>de</strong> ver con<br />
mis ojos pagar lo estipulado, y si no, las habrá conmigo: y mas le<br />
valdría, en este caso, haber pagado diez tantos mas.<br />
—Bien está, judío, dijo Aymer; puesto que <strong>de</strong>bo tomar cart-as'eo<br />
el asunto, dame tu recado <strong>de</strong> escribir. ¿Pero que no hay pluma?<br />
—En cuanto á pluma, dijo Locksley, yo te podré facilitar cuan<br />
tas quieras. \ siendo revolotear sobre su cabeza una bandada <strong>de</strong>
292 IVANH0E.<br />
ána<strong>de</strong>s, apuntó al eme iba <strong>de</strong>lante, el cual cayó inmediatamente,<br />
atravesado por una flecha.<br />
«Aquí hay plumas, dijo el montero, mas <strong>de</strong> las que bastan para<br />
la provisión <strong>de</strong> tu monasterio por espacio <strong>de</strong> un siglo.»<br />
El Prior se sentó <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un árbol, y escribió con gran sosiego<br />
una epístola á su amigo; y habiéndola cerrado, la entregó ai judío,<br />
diciéndole: «esta te servirá <strong>de</strong> salvo conducto para el preceptorio<br />
<strong>de</strong> Templestowe, y probablemente lograrás por su medio el<br />
rescate <strong>de</strong> la muchacha. Mas cuenta con las proposiciones que taces<br />
para conseguirlo, porque el buen caballero Bois-Guilbert no<br />
hace nada sin cuenta y razón.<br />
—A otra cosa, dijo el montero. Ya no tienes que hacer nada aquj,<br />
si no es firmar el recibo <strong>de</strong> las quinientas coronas <strong>de</strong> tu rescate<br />
El judío será mi tesorero, y si llego á tener la menor noticia <strong>de</strong><br />
que rehusas el pago, juro que he <strong>de</strong> poner luego al monasterio, y<br />
todos vosotros habréis <strong>de</strong> ser reducidos á cenizas, aunque sepan<br />
que me han <strong>de</strong> ahorcar diez años antes.»<br />
El Prior se puso á escribir <strong>de</strong> nuevo, aunque no <strong>de</strong> tan buena<br />
gana como antes, y estendió y firmó un recibo par valor <strong>de</strong> las<br />
quinientas coronas que el Judío habia dado por su rescate, obligándose<br />
á pagarlas leal y exactamente.<br />
«Y ahora, dijo el Prior, tendréis la bondad <strong>de</strong> restituirme las<br />
muías y palafrenes, y las personas <strong>de</strong> los monjes que me acompañan;<br />
juntamente con las alhajas y ropa <strong>de</strong> mi uso, lo cual se halla<br />
comprendido en mi rescate.<br />
—En cuanto á los monjes, dijo Locksley, ahora mismo van a<br />
ser puestos en libertad, porque seria injusto <strong>de</strong>tenerlos; también site<br />
<strong>de</strong>volverán las muías y palafrenes, con alguna plata menuda,<br />
para que puedas continuar tu jornada. Mas por lo que hace á la<br />
ropa y alhajas, has do saber que somos hombres <strong>de</strong> conciencia, y<br />
no po<strong>de</strong>mos permitir que un hombre <strong>de</strong> tu carácter se lleve cons.<br />
go esas vanida<strong>de</strong>s mundanas.<br />
—Mírate bien en ello, dijo el Prior, y consi<strong>de</strong>ra (pie son bienes<br />
<strong>de</strong> un sacerdote, y que se espone á terrible castigo todo seglar que<br />
los toque.<br />
—Yo cuidaré <strong>de</strong> eso, reverendo padre, dijo el ermitaño, y tus<br />
alhajas vendrán á mi po<strong>de</strong>r.<br />
—Hermano, ó amigo, ó lo que quiera que seas, dijo - ymer,<br />
si en efecto has recibido ór<strong>de</strong>nes sagradas, no sé que cuenta
CAPÍTULO XXXIII. 29¡í<br />
darás á tu prelado <strong>de</strong> la parte que has tenido en esta fechuría.<br />
—Amigo Aymer, respondió el Anacoreta, has <strong>de</strong> saber que toda<br />
!a comunidad <strong>de</strong> mi convento se recopila en mi persona: y quenada<br />
tengo que ver con el arzobispo <strong>de</strong> York, ni con el abad <strong>de</strong> Jorvaulx<br />
y <strong>de</strong> todo su capitulo.<br />
—Eres irregular, dijo el Prior, y en tí estoy viendo uno <strong>de</strong> los<br />
muchos que se dan por eclesiásticos, sin serlo, profanando los santos<br />
ritos, perdiendo las almas <strong>de</strong> los fieles, y dándoles piedras en<br />
lugar <strong>de</strong> pan.<br />
—Díme lo que quieras, repuso el ermitaño.<br />
—Basta, dijo boksley; haya paz entre vosotros. Tú, Prior, si<br />
quieres escapar con vida, no provoques la cólera <strong>de</strong> nuestro ermitaño;<br />
y tú. buena alhaja, no <strong>de</strong>tengas mas al reverendo prelado.»<br />
Este consi<strong>de</strong>ró al fin que comprometía su dignidad, disputando<br />
con el capellán <strong>de</strong> una gavilla <strong>de</strong> ladrones: juntóse con los otros<br />
monjes <strong>de</strong> su acompañamiento, y montó á caballo con menos pompa,<br />
que cuando cayó en manos <strong>de</strong> los bandidos.<br />
Solo quedaba que arreglar la fianza que había <strong>de</strong> dar el judío,<br />
tanto por su rescate como por el <strong>de</strong> Aymer. Viendo que era indispensable<br />
esta formalidad, firmó y selló una or<strong>de</strong>n á uno <strong>de</strong> sus<br />
compañeros <strong>de</strong> York, mandándole que pagase mil coronas al portador,<br />
entregándole al mismo tiempo las mercancías especificadas<br />
en la nota que iba adjunta.<br />
«.Mi hermano Sheva, dijo, arrojando un profundo suspiro, tiene<br />
la llave <strong>de</strong> todos mis almacenes.<br />
—¿Y la <strong>de</strong> la piedra que está <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l manzano? preguntó<br />
Loeksley.<br />
—Dios me libre, respondió Isaac, y no permita que se <strong>de</strong>scubra<br />
.¡amásese secreto.<br />
—So será por mi boca, dijo Loeksley, con tal <strong>de</strong> que ese papel<br />
produzca el efecto <strong>de</strong>seado. Pero ¿qué haces, Isaac? ¿Estás lelo?<br />
¿No piensas ya en el peligro <strong>de</strong> tu hija?<br />
—Si. dijo el judío, saliendo <strong>de</strong> la suspensión en que le babia<br />
puesto la firma que acababa <strong>de</strong> echar. Me voy sin <strong>de</strong>tenerme. A Dios<br />
tú, á quien quisiera llamar buen hombre, y á quien ni quiero ni<br />
<strong>de</strong>bo llamar malvado. •<br />
Antes que Isaac se separase <strong>de</strong> la cuadrilla, el Capitán le dio el<br />
consejo siguiente. Sé liberal en tus ofertas, Isaac; no te parea en<br />
dinero, si quieres sacar á tu hija <strong>de</strong> las garras <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Boii-
294 IVANHOK.<br />
(ruilbert. Oréeme: el oro que rehuses por libertarla te isa do dar<br />
con el tiempo mas tormento que si cayera <strong>de</strong>rritido en la pararan<br />
ta.<br />
Isaac convino con harto dolor <strong>de</strong> su corazón en la verdad <strong>de</strong><br />
estas observaciones, y se puso en camino con dos monteros, que<br />
<strong>de</strong>bian guiarle y custodiarle en su jornada.<br />
El caballero Negro, que habia estado observando con el mayor<br />
mterés todos estos procedimientos, se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> Locksley para<br />
marchar adon<strong>de</strong> sus arduos negocios le llamaban; ni pudo menos<br />
<strong>de</strong> espresar la sorpresa cpie le causaba el ver reinar tanto or<strong>de</strong>n y<br />
disciplina, entre gentes que estaban fuera <strong>de</strong> la protección ordinaria<br />
y <strong>de</strong>l indujo <strong>de</strong> las leyes.<br />
•
CAPÍTULO XXXIV '295<br />
CAPITULO XXXIV.<br />
Dábase un espléndido banquete en el castillo <strong>de</strong> York, al que el<br />
príncipe Juan había convidado diodos los prelados, nobles y caudillos,<br />
con cuyo socorro esperaba realizar sus miras ambiciosas, y<br />
ocupar el trono <strong>de</strong> Ricardo Corazón <strong>de</strong> León. Wal<strong>de</strong>mar Fitzurse,<br />
su diestro y político agente, era el resorte secreto <strong>de</strong> toda aquella<br />
máquina, y id que sostenía entre todos los partidarios el valor que<br />
era necesario para hacer una <strong>de</strong>claración píiblica <strong>de</strong> los intentos<br />
<strong>de</strong>l Príncipe. Pero había sido forzoso diferir el último golpe, por la<br />
•ausencia <strong>de</strong> algunos miembros importantes <strong>de</strong> la confe<strong>de</strong>ración.<br />
El brío empren<strong>de</strong>dor é irresistible, aunque brutal é impru<strong>de</strong>nte <strong>de</strong><br />
Frente-<strong>de</strong>-buey; el arrojo y la ambición <strong>de</strong> Mauricio <strong>de</strong> Bracy; la,<br />
sagacidad, la pericia militar y el acreditado valer <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-<br />
Muilbert, eran elementos indispensables al buen éxito <strong>de</strong>l plan, y<br />
mientras mal<strong>de</strong>cían en secreto su importuna ausencia, ni Juan ni<br />
su favorito osaban dar un paso a<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su ayuda. También había<br />
<strong>de</strong>saparecido Isaac <strong>de</strong> York, y con él la esperanza <strong>de</strong> ciertas<br />
sumas que <strong>de</strong>bía suministrar, en virtud <strong>de</strong>l contrato celebrado con<br />
el Príncipe. Todas estas circunstancias eran fatales á, su partido, en<br />
tan crítica y <strong>de</strong>cisiva urgencia.<br />
Por la mañana <strong>de</strong>l dia siguiente al <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l castillo<br />
<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey, empezó á susurrarse, en la ciudad <strong>de</strong> York<br />
que el Barón, <strong>de</strong> Bracy, Brian y sus confe<strong>de</strong>rados habían perecido<br />
ó caido en manos <strong>de</strong> sus contrarios. Wal<strong>de</strong>marfué el que dio la primera,<br />
noticia al príncipe Juan, indicándole sus temores <strong>de</strong> que tamaña<br />
<strong>de</strong>sgracia hubiese, provenido <strong>de</strong>l ataqué planteado por Bracy<br />
contra el Sajón y su familia. En otras circunstancias, el Príncipe no<br />
hubiera visto en aquel atentado masque una risible niñería; pero<br />
como entonces se oponía, ó á lo menos retardaba la ejecución <strong>de</strong><br />
sus miras, se puso á <strong>de</strong>clamar violentamente contra los agresores,<br />
<strong>de</strong>plorando la infracción <strong>de</strong> las leyes y <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n público, como hubiera<br />
podido hacerlo el mismo rey Alfredo.<br />
«¡Inicuos raptores! <strong>de</strong>cía el Príncipe. Si llego á sentarme en e]<br />
trono <strong>de</strong> Inglaterra, por las barbas <strong>de</strong> mi padre que los be <strong>de</strong> colgar<br />
en las puertas <strong>de</strong>sús castillos.
298 1VANH01Í.<br />
—Para sentaros en el trono <strong>de</strong> Inglaterra,dijo Fitzurse, es necesa<br />
rio no solo que vuestra Alteza pase por alto esos atentados, sino que<br />
conceda su protección & los que los cometen, á pesar<strong>de</strong>ese celo lau -<br />
dable en favor <strong>de</strong> las leyes, que ellos están acostumbrados á quebrantar<br />
.Buenos estarían nuestros negocios, si los bellacos sajones<br />
vieran convertidas en horcas las puertas <strong>de</strong> los castillos <strong>de</strong> los Barones<br />
normandos. Eso es lo que <strong>de</strong>sean C'edric y todos sus partidarios.<br />
Vuestra Alteza conoce que no po<strong>de</strong>mos retroce<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l punto<br />
á que hemos llegado; pero bien ve cuan peligroso seria dar un paso<br />
cuando nos faltan tan útiles cooperadores.<br />
El Príncipe oyó con impaciencia estas observaciones, y se puse<br />
á pasear por el aposento, con todos los síntomas <strong>de</strong> la inquietud \<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>specho.<br />
«Villanos, <strong>de</strong>cía, traidores haberme abandonado en este<br />
apuro.<br />
—Locos y <strong>de</strong>sacordados mas bien merecen llamarse,dijo Wal<strong>de</strong>inar:<br />
insensatos que se divierten en frioleras, y <strong>de</strong>jan el negocio<br />
mas importante.<br />
—¿Qué hemos <strong>de</strong> hacer? dijo el príncipe, parándose <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>!<br />
consejero.<br />
—No sé que se pueda hacer otra cosa, respondió este, que lo qw •<br />
ya he dispuesto; ni soy hombre <strong>de</strong> los que se ponen á <strong>de</strong>clamar con<br />
tra la mala suerte antes <strong>de</strong> haber hecho todo lo posible para mejorarla.<br />
—Eres el ángel <strong>de</strong> mi guarda, dijo el príncipe, y si tengo la dicha<br />
<strong>de</strong> que no me falten tus consejos, el reinado <strong>de</strong> .luán será famoso<br />
en los anales <strong>de</strong> esta isla. Refiéreme las disposiciones que has tomado.<br />
—He dado or<strong>de</strong>n a Luis Winkelbraud, teniente <strong>de</strong> Mauricio,que<br />
toque á caballo, y tremole el pendón, y marche al castillo do<br />
Frente-<strong>de</strong>-buey, á dar cuanto socorro pueda á nuestros amigos.<br />
El príncipe .luán enrojeció <strong>de</strong> cólera como si. acabara <strong>de</strong> recibir<br />
un insulto.<br />
«Por la Virgen santa, dijo que te has atrevido á mucho. ¡Tocar<br />
trompeta y <strong>de</strong>splegar ban<strong>de</strong>ra en una ciudad en que se halla el<br />
príncipe Juan, y sin su consentimiento!<br />
— Pido á Vuestra Alteza mil perdones, dijo Fitzurse. maldiciendo<br />
interiormente la pueril vanidad <strong>de</strong> su protector; pero cuando urgen<br />
tanto las circunstancias, y cuando pue<strong>de</strong> ser tan fatal la per
CAPÍTULO XXXIV. 2ÍO<br />
elida <strong>de</strong> un minuto, uo he vacilado en tomar á mi cargo esta disposición,<br />
que he juzgado necesaria á vuestros intereses.<br />
—Te perdono, Fitzurse, dijo el Príncipe, porque conozco la rectitud<br />
<strong>de</strong> tus intenciones. Mas ¿quién es este que se acerca? Bracy es,<br />
voto á tantos, y cierto que viene en buen estado.»<br />
Era Bracy en efecto, y,su persona y su ata\ío <strong>de</strong>notaban la borrasca<br />
anterior. Venia cubierto <strong>de</strong> lodo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el crestón hasta la espuela;<br />
rota y ensangrentada la armadura; sin espada al cinto, y<br />
con todas las señales <strong>de</strong> un guerrero que ha sábado la vida áespertas<br />
<strong>de</strong>l honor ó <strong>de</strong> la libertad. Quitóse el yelmo <strong>de</strong> la cabeza,<br />
lo colocó sobre un mueble, y se mantuvo algún rato en silencio<br />
cómo si necesitara cobrar aliento para referir las tristes nuevas<br />
<strong>de</strong> que era portador.<br />
' l.'e Bracy, dijo el Príncipe: ¿qué significa todo eso, se han rebelado<br />
los sajones, qué te ha sucedido?<br />
— Habla, <strong>de</strong> Bracy, dijo Fitzurse casi al mismo tiempo que el<br />
Príncipe. ¿Eres hombre ó gallina; dón<strong>de</strong> están Frente-<strong>de</strong>-Buey y el<br />
Templario?<br />
—El Templario, dijo <strong>de</strong> liracy. ha huido: Frente-<strong>de</strong>-Buey ha<br />
muerto asado en las llamas que han consumido su castillo. Yo solo<br />
he escapado con pellejo para traeros las noticias.<br />
—Y bien frió me <strong>de</strong>jan, repuso el Príncipe aunque tanto hablas<br />
do incendios y llamas.<br />
—Aun no sabéis lo peor, respondió <strong>de</strong> Bracy. y acercándose al<br />
Príncipe, dijo en voz baja y enfática: Ricardo está en Inglaterra.,<br />
¡o he visto y he hablado con él.<br />
El Príncipe quedó pálido como la cera: se apoyó en el espalda r<br />
<strong>de</strong> un sillón, como si acabase <strong>de</strong> recibir un dardo en el pecho.<br />
Sueñas, <strong>de</strong> Bracy, dijo Fitzurse: no pue<strong>de</strong> ser.<br />
—Es tan verdad como la verdad misma, respondió el normando:<br />
fe hablado con él, y he sido su prisionero.<br />
—¿Con Ricardo Plantagenet? dijo Fitzurse.<br />
—Con Ricardo Plantagenet, respondió <strong>de</strong> Bracy; con Ricardo Corazón<br />
<strong>de</strong> León, con Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
—; V has sido su. prisionero! repuso Wal<strong>de</strong>mar. ¡Con qué tiene<br />
fuerzas á su mando!<br />
—No algunos monteros estaban con él pero no le conocían<br />
I e oí <strong>de</strong>cir que iba á separarse <strong>de</strong> ellos muy en breve, puesto que<br />
solo se les unió para atacar el castillo <strong>de</strong> Beginaldo-.
~'J8 IVANH0E.<br />
—Esa es la manía <strong>de</strong> Ricardo, dijo Fitzurse: caballero andante,<br />
errando do aventura en aventura, y dándolo todo á la punta <strong>de</strong><br />
la espada como Tirante el blanco ó Palmario <strong>de</strong> Inglaterra, mientras<br />
peligran su persona y los negocios <strong>de</strong>l Estado. ¿Y toqué piensas<br />
hacer, Mauricio?<br />
—¡Yo! Ofrecí el servicio <strong>de</strong> mis lanceros á Ricardo, y no quiso admitirlos.<br />
Mi proyecto es apretar espuelas con los míos Inicia el<br />
puerto maspróximo, y no parar hasta Flan <strong>de</strong>s. Gracias á Dios, tocio<br />
está revuelto en Europa, y un hombre como yo sabe aprovecharse<br />
<strong>de</strong> estas tormentas. Créeme, AYal<strong>de</strong>mar, tu cabeza pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> un<br />
hilo. Deja aparte la política; empuña al acero, y vente conmigo á<br />
ver lo que la suerte nos <strong>de</strong>para.<br />
—Soy viejo, Mauricio, dijo Fitzurse, y tengo una hija.<br />
—Dañada en casamiento, repuso el normando, y yo la manten -<br />
dré como merece su condición, con la ayuda <strong>de</strong> mi lanza.<br />
Ni por pienso, dijo Fitzurse: cuando llueve, es necesario ponerse,<br />
al abrigo; y yo me marcho cuanto antes á la iglesia <strong>de</strong> san Pedro,<br />
cuyo arzobispo es amigo y casi hermano mió.»<br />
Durante esta conversación, el príncipe .luán fué saliendo poco á<br />
poco <strong>de</strong>l abatimiento en que le había puesto la. inesperada noticia<br />
<strong>de</strong>t arribo <strong>de</strong> su hermano, y escuchó con la mayor atención lo que<br />
<strong>de</strong>cían aquellos dos apoyos <strong>de</strong> su partido. «Me <strong>de</strong>jan, <strong>de</strong>cía en sus<br />
a<strong>de</strong>ntros; se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>n <strong>de</strong> mí, como la hoja marchita que separa <strong>de</strong>l<br />
árbol el soplo mas ligero. ¿No podré yo hacer nada por mi mismo,<br />
cuando estos bellacos me abandonen?» Paróse al terminar estas consi<strong>de</strong>raciones,<br />
y prorumpiendo en una risa forzada, (pie dio á su fisonomía<br />
una espresion diabólica: «Milores, dijo, por el santo <strong>de</strong> mi<br />
nombre que sois hombres tan constantes en vuestros <strong>de</strong>signios,como<br />
ingeniosos en vuestros planes. ¡Que diablos! riqueza, placer, honor,<br />
todo lo que nuestra empresa prometía lo arrojáis por la ventana,<br />
justamente cuando no se necesita mas que un golpe para coger<br />
el fruto <strong>de</strong> tantos afanes.<br />
No os entiendo, dijo Fitzurse; Ricardo tardará en estar á la cabeza<br />
<strong>de</strong> un ejército, lo que tar<strong>de</strong> en saberse en Inglaterra su llegada;<br />
y entonces se acabó esto. Lo que os aconsejo es que os embarquéis<br />
para Francia, ó que imploréis la protección <strong>de</strong> la Reina madre.<br />
—Yo no me curo <strong>de</strong> mi seguridad, dijo el príncipe: basta una palabra<br />
que yo diga á Ricardo para tenerla. Pero aunque tú, <strong>de</strong> Braey,<br />
y tú, Fitzurse, os mostráis tan apresurados por separara" <strong>de</strong> mí,
CAPÍTULO xxxiv. 29a<br />
no por esto se escaparán vuestros pescuezos <strong>de</strong>l nacha <strong>de</strong>l verdugo.<br />
¿Piensas tú Wal<strong>de</strong>mar, que el Arzobizpo estorbará que te arranquen<br />
<strong>de</strong> su lado, si llega á hacer la paz con Ricardo? ¿Y qué estás<br />
tú hablando <strong>de</strong> embarcarte, Mauricio? ¿ por dón<strong>de</strong> te dirigirás ala<br />
mar que no encuentres á Roberto Estoteville con todas sus fuerzas, y<br />
quizás al con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex que está recogiendo las suyas? Si nos hacían<br />
sombra estos armamentos antes <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> Ricardo, ¿qué<br />
será cuando se sepa, que este ha pisado las playas <strong>de</strong> Inglaterra?<br />
Sstoteville con los suyos I >asta para echarte á tí y á todos tus lanceros<br />
<strong>de</strong> cabeza en el rio Humber.» Wal<strong>de</strong>mar,y <strong>de</strong> Bracy se miraron<br />
uno á otro, con no poco sobresalto al oir tan fatales nuevas.<br />
(¿•Queréis que os diga francamente lo que pienso, continuó el Príncipe,<br />
arrugando el entreoyó, como si no osara confesar el atroz <strong>de</strong>signio<br />
que ocultaba en su corazón. Este objeto <strong>de</strong> nuesto terror viaja<br />
solo: es necesario salirle al encuentro.<br />
—No seré yo, dijo el normando, quien toque á una pluma <strong>de</strong> su cimera.<br />
Fui su cautivo,me entregué á discreción, y él me dio libertad.<br />
--¿Quién habla <strong>de</strong> hacerle daño? dijo el príncipe, con violenta<br />
sonrisa. Capaz eres <strong>de</strong> creer que voy á mandarlo asesinar. No: un<br />
castillo... esta será su habitación. En Inglaterra ó en Austria ¿qué<br />
importa? has cosas quedarán como estaban al principio <strong>de</strong> nuestra<br />
empresa: entonces se trató como condición indispensable que Ricardo<br />
quedaría prisionero en manos <strong>de</strong>l Archiduque. ¿Qué tiene eso<br />
<strong>de</strong> estrado? Mi tio Roberto vivió y murió en el castillo <strong>de</strong> CarditVe.<br />
Sí, dijo Wal<strong>de</strong>mar; pero su hermano Enrique se sentó en un trouo<br />
mas sólido que pue<strong>de</strong> serlo el vuestro. No hay mejor prisión que<br />
ia que hace el enterrador, ni mejor castillo que la bóveda <strong>de</strong> la parroquia.<br />
Esta es mi opinión.<br />
—Prisión ó sepulcro, dijo <strong>de</strong> Bracy, yo me lavo ¡as manos y no<br />
me meto en esas honduras.<br />
—Villano, dijo el Príncipe, ¿vas á ven<strong>de</strong>rnos?<br />
—Yo no vendo anadie, dijo Mauricio, ni sufro que se junte el<br />
nombre <strong>de</strong> villano con el mió.<br />
—Silencio, <strong>de</strong> Bracy, dijo Fitzurse, y vos, señor, no estrañeis los<br />
escrúpulos <strong>de</strong> un valiente caballero. Creo que no tardaré, en disiparlos.<br />
—No alcanza á tanto tu elocuencia, dijo el Normando.<br />
—Sir Mauricio, continuó el astuto cortesano; no os asustéis como<br />
venado perseguido sin conocer el objeto <strong>de</strong> vuestro terror. ¿No <strong>de</strong>-
300 IVANHOE.<br />
ciáis, hace tres dias, que toda vuestra ambición quedaría satisfe<br />
cha, si hallarais ocasión <strong>de</strong> pelear <strong>de</strong> hombre á hombre, ó á la cabe<br />
za <strong>de</strong> vuestros lanceros cénese mismo Ricardo, cuyo nombre os ha<br />
ce temblar ahora? Mil veces lo habéis dicho en presencia <strong>de</strong> los<br />
amigos <strong>de</strong> Su Alteza.<br />
Cuerpo á cuerpo, ó á la cabeza do mis valientes, repuso el nor<br />
mando: tú lo has dicho. Tero atacar <strong>de</strong> buenas á primeras á un<br />
hombre solo, en medio <strong>de</strong> una selva, cuándo ha salido <strong>de</strong> mis la<br />
bios semejante <strong>de</strong>signio?<br />
—No eres buen caballero si eso te causa escrúpulo, dijo Wal<strong>de</strong><br />
mar. ¿Cómo ganaron fama 'Pristan y Cancelóte? No fué por cierto<br />
presentándose frente á frente á sus enemigos, sino saltándoles en<br />
cima <strong>de</strong> lo oscuro <strong>de</strong> una emboscada, como el lobo á la oveja.<br />
—Ni Lancelote ni 'Pristan, dijo Mauricio, hubieran usado hacer<br />
otro tanto con Ricardo Plantagenet.<br />
—Has perdido el seso, dijo "Wal<strong>de</strong>mar; ¿no estás al sen icio <strong>de</strong>l<br />
príncipe Juan? ¿No ha comprado este con moneda contante tu va<br />
lor y tu lanza, y el valor y las lanzas <strong>de</strong> los compañeros libres <strong>de</strong> tu<br />
escuadrón? Tenemos el enemigo á la vista, y ¡toparas en escrúpu<br />
los, cuando tu honor, tu vida y lado todos nosotros está pendiente<br />
<strong>de</strong> un cabello!<br />
— Ricardo, dijo <strong>de</strong> Bracy, pudo matarme y no lo hizo. Es verdad<br />
que me <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> su presencia, y que no admitió mis servicios,<br />
por consiguiente, no le <strong>de</strong>bo vasallaje ni sumisión; pero ponerle<br />
las manos encima.. . eso no.<br />
—Ni es menester tampoco, dijo Ritzurse: envía á uno <strong>de</strong> tus oü-<br />
i-Sales con veinte lanzas.<br />
—Hartos asesinos tenéis en vuestros tercios, respondió <strong>de</strong> Bracy<br />
En el mió no hay hombres <strong>de</strong> esa calaña.<br />
—¡Que seas tan obstinado! esclamó el Príncipe. ¿Qué >e han he<br />
cho tantas protestas <strong>de</strong> celo y <strong>de</strong> lealtad?<br />
—Yo haré por V. A., dijo el normando, todo lo que correspon<strong>de</strong><br />
aun caballero; pero ocharme á ladrón <strong>de</strong> caminos....<br />
— Wal<strong>de</strong>mar, dijo el Príncipe ¡qué <strong>de</strong>sgraciado soy! Mi padre, el<br />
Rey' Enrique, tuvo cuantos fieles servidores necesitó para afianzar<br />
su dominio. Apenas dio á enten<strong>de</strong>r que le molestaba un obispo,<br />
cuando la. sangre <strong>de</strong> Tomás regó los escalones <strong>de</strong>l altar; y era un<br />
santo, canonizado <strong>de</strong>spués: Tracy, Morville, BritoflJ, hombres fie-<br />
(1) Nombres ile lo? caballeros <strong>de</strong> la servidumbre <strong>de</strong> Enrique II. que dieron
CAPÍTULO XXIV, 301<br />
ies y <strong>de</strong>cididos, ya no existe el espíritu que os animaba. Beginaldo<br />
Fitzursé ha <strong>de</strong>jado unhijo; pero sin su valor, y sin su fi<strong>de</strong>lidad.<br />
—El hijo <strong>de</strong> Reginaldo es tan valiente y tan fiel como su padre,<br />
dijo Fitzursé; y pues que no hay otro arbitrio, yo tomo á mi cargo<br />
esta peligrosa, empresa. Caro le costó á mi padre el celo que acreditóen<br />
favor <strong>de</strong> su amo; y sin embargo lo que hizo por Enrique es algo<br />
diferente <strong>de</strong> lo que yo voy á hacer en vuestro favor; porque mas<br />
valdría atacará una legión <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios, que poner la lanza en<br />
ristre contra Corazón <strong>de</strong> león. De Bracy, quédate aquí para sostener<br />
el ánimo <strong>de</strong> los nuestros, y para custodiar la presencia <strong>de</strong>l Príncipe.<br />
Si recibís las noticias que espero enviaros, todo mudará <strong>de</strong> asnéete;<br />
ya no habrá dudas sobre el éxito <strong>de</strong> nuestros planes. Page,<br />
marcha á casa, y di á los armeros que tengan pronta la mejor <strong>de</strong><br />
mis armaduras; á Wetherel, á Toresby, y á las tres lanzas <strong>de</strong><br />
Spyinghow, que se preparen á marchar; ú Hugo, el correo, lo<br />
mismo. A Dios, ilustre Príncipe, hasta mas ver. Dijo, y salió apresuradamente<br />
déla cámara.<br />
—Con tanta serenidad echará el guante á mi hermano, dijo o]<br />
príncipe Juan, como si fuera un hidalgo sajón. Espero sin embargo<br />
que obe<strong>de</strong>cerá mis ór<strong>de</strong>nes, y tratará la persona <strong>de</strong> mi querido<br />
hermano con el respeto <strong>de</strong>bido.»<br />
De Bracy respondió con una maliciosa sonrisa-<br />
«Por Santiago <strong>de</strong> Galicia, dijo el Príncipe, que mis ór<strong>de</strong>rfes son<br />
íerminantes; quizás tú no las oirías por estar algo lejos. Positivamente<br />
le mandé que respetase la vida <strong>de</strong> 'Ricardo, y pobre <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar<br />
s así no lo hiciere.<br />
—Mejor será dijo Bracy, que vaya, árecordárselo; pues así como<br />
yo no oí. esas ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> que habláis, así pudo él también no haberlas<br />
oido.<br />
— No, no, dijo el príncipe impacientándose: estoy seguro que<br />
las oyó: a<strong>de</strong>más que tengo otro negocio en que emplearte, Mauricio,<br />
-en acá dame el brazo, y paseémonos.<br />
De Bracy presentó el brazo al Príncipe, y los dos se pasearon por<br />
¡1 aposento, como dos íntimos amigos.<br />
Después <strong>de</strong> un rato <strong>de</strong> silencio: ¿qué piensas <strong>de</strong> Wal<strong>de</strong>mar <strong>de</strong><br />
fitzurse? dijo el Príncipe, con el tono <strong>de</strong> la mas sincera confianza.<br />
.Sabes á lo que aspira? A ser Canciller <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
suerte al fiebre T«más do Bocket, incitados ¿i tan horroroso crimen por a Ignota<br />
'!';p"fsi'.>.nf« qq« soltó J<br />
u soberano. y*c
•XX¿ IVAJU10K.<br />
Mucho me he <strong>de</strong> mirar en ello antes <strong>de</strong> conce<strong>de</strong>r tai! elevado cargo<br />
á quien tan poco respeta la sangre real <strong>de</strong> mi familia: que al fin<br />
Ricardo es rey, y es mi hermano. .Apuesto á que te figuras que<br />
has perdido algo en mi estimación por haberte rehusado á ese <strong>de</strong>sa<br />
cato. No: Mauricio, tu loable firmeza te dá mayor precio á mis ojos.<br />
Hay cosas necesarias y urgentes que se confian á. hombres indignos<br />
<strong>de</strong> estima y <strong>de</strong> afecto: y á veces el que niega un servicio se grangea<br />
el agra<strong>de</strong>cimiento <strong>de</strong>l que se lo pidió. La prisión <strong>de</strong> mi malhadado<br />
hermano no da tantos <strong>de</strong>rechos ala toga <strong>de</strong> Canciller, como tu noble<br />
franqueza al bastón <strong>de</strong> Mariscal. Piensa en ello, y disponte ó<br />
empuñarlo.<br />
— Vil tirano, dijo Mauricio <strong>de</strong> liracy, cuando se retiró el Príncipe,<br />
harto necio esquíen se fia en tus palabras. ¡Waldomar custodio do<br />
tu conciencia! (1) Poco tiene que custodiar por cierto...Mariscal <strong>de</strong><br />
Inglaterra... gran cosa, y digna <strong>de</strong> dar algunos pasos para lograrla.^<br />
Esto <strong>de</strong>cia Bracy, saliendo déla cámara <strong>de</strong>l Príncipe en actitud<br />
fiera y majestuosa, y apretando el puño como si tuviera ya el<br />
bastón prometido.<br />
Apenas se habia retirado el normando, cuando el Príncipe mandó<br />
llamar á Hugo el correo, que era también el jefe <strong>de</strong> sus espías,<br />
ínterin venia, .luán se paseaba con la mayor agitación.<br />
«Hugo, le dijo, ¿que te ha mandado AVal<strong>de</strong>mar?<br />
—Ate pidió dos hombres resueltos, diestros en las veredas y escondrijos<br />
<strong>de</strong> los bosques <strong>de</strong> estas cercanías, y en seguir las huella?<br />
<strong>de</strong> hombres y caballos.<br />
—¿Se los has proporcionado?<br />
—Y <strong>de</strong> los buenos, respondió el confi<strong>de</strong>nte, lino <strong>de</strong> ello.-- se lia<br />
empleado toda su vida en rastrear ladrones, y ha llevado mas hombres<br />
á la horca que gotas <strong>de</strong> agua tiene el Támesis. El otro es cazador<br />
intruso, y conoce cuantas cuevas y barrancos hay <strong>de</strong> aquí ó<br />
Eichemond.<br />
—Bien; dijo el Príncipe, ¿listan listos?<br />
—Al instante van á ponerse en camino.<br />
—¿Que gente <strong>de</strong> puños lleva AVal<strong>de</strong>mar consigo?<br />
—Thoresby y AVetherel, llamado por su crueldad Esteban <strong>de</strong> Ace-<br />
U¡ lecese en Inglaterra que el canciller es custodio <strong>de</strong> la conciencia <strong>de</strong>l Bey, por<br />
estar á la cabeza <strong>de</strong> la administración <strong>de</strong> la justicia y ¡rozar <strong>de</strong> gran autoridad en<br />
losnegrf"'"; eclesiásticos.
CAPÍTULO XXXV. 30í¡<br />
ra;, y tres lanceros que estuvieron untes en la gavilla <strong>de</strong>l mayos<br />
ladrón que ha nacido en Inglaterra.<br />
—Basta, dijo el. Príncipe, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber pensado algún ra<br />
to: Hugo, añadió, importa á mi servicio que sigas los pasos á Mau<br />
ricio do Bracy, <strong>de</strong> modo que él no lo observe. Sepamos <strong>de</strong> cuando<br />
en cuando, lo que hace, con quién habla, y <strong>de</strong> que asuntos habla<br />
Cuidado con esto, y con tu cabeza.»<br />
Hugo hizo una cortesía y se retiró.<br />
»Si Mauricio me engaña, dijo el Príncipe, como me lo temo, pol<br />
los santos <strong>de</strong>l cielo, que ha <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la vida, aunque estuviese Ri<br />
cardo á las puertas <strong>de</strong> York.,<br />
CAPÍTULO XXXV.<br />
Volvamos al judío Isaac <strong>de</strong> York: el cual moutado en una. ínula<br />
que le había franqueado el capitán délos bandidos, y acompañado<br />
por dos <strong>de</strong> estos, que le servían <strong>de</strong> guia y <strong>de</strong> escolta, se encaminaba<br />
al preceptario <strong>de</strong> los Templarios <strong>de</strong> Templestowe, con el objeto <strong>de</strong><br />
negociar el rescate <strong>de</strong> su hija. Aquel edificio distaha solo una jornada<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>molido castillo <strong>de</strong> Krente-<strong>de</strong>-buey; y el judío esperaba<br />
llegar al término <strong>de</strong> su viaje antes <strong>de</strong> anochecer. Despidió á los<br />
monteros á la salida <strong>de</strong>l bosque, les dio una pieza <strong>de</strong> plata para<br />
que echaran un trago, y empezó á dar espuelas á la. muía, en<br />
cuanto so lo permitía su abatimiento físico y moral. Pero casi <strong>de</strong>s<br />
falleció cuando llegó á cuatro millas <strong>de</strong> distancia <strong>de</strong>l preceptorio:<br />
empezó á sentir dolores agudos en todos sus miembros, y aumentaban<br />
consi<strong>de</strong>rablemente su pa<strong>de</strong>cer las penas é inquietu<strong>de</strong>s que<br />
agobiaban su espíritu: al fin le, fué imposible pasar <strong>de</strong> un pueblecilio<br />
que estaba en el camino, y en que residía un rabino <strong>de</strong> su<br />
tribu, antiguo conocido suyo, y muy diestro en el arte <strong>de</strong> curar.<br />
Natán Ben Israel acogió á su dolorido compatriota con todo el afecto<br />
que su ley prescribía, y que los judíos se manifestaban siempre recíprocamente.<br />
Lo primero que le or<strong>de</strong>nó fué el reposo: y en seguí<br />
da le aplicó los remedios mas eficaces, para cortar los progresos<br />
<strong>de</strong> la fiebre que el miedo, el cansancio y la pesadumbre habían<br />
acarreado al mísero hebreo
304 IYA.NHOK.<br />
Al día siguiente, Isaac quiso lavantarse y continuar la marcha;<br />
y aunque Natán se opuso á esta <strong>de</strong>terminación, como médico y como<br />
amigo, diciéndole que aquella locura podria costarle la vida, no nu<br />
do reducirle á quedarse, pues Isaac aseguraba que mas que la vida<br />
le importaba el negocio que le llevaba á Templestowe.<br />
—¡A Templestowe! dijo el Rabino sorprendido; y volviendo a to<br />
marle el pulso, <strong>de</strong>cía entre sí: el pulso ha bajado, pero ha <strong>de</strong>jado<br />
trazas en el cerebro.<br />
—¿Y porqué no? dijo Isaac: yo bien sé que allí se anidan los mas<br />
crueles enemigos que tuvieron jamás los hijos <strong>de</strong> Israel; pero ya<br />
sabes que los negocios <strong>de</strong>l tráfleo son imperiosos, y que á veces te<br />
nemos que acudir á los preceptorios <strong>de</strong> los Templarios y á las ene< -<br />
miendas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>, san Juan como si no fueran el azote <strong>de</strong> nuestro<br />
pueblo (1).<br />
—Lo sé, dijo Natán; pero quizás no ha llegado á tu noticia que<br />
Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir, jefe <strong>de</strong> los Templarios ó (irán Maestre, co<br />
rno ellos dicen, se halla á la hora esta en Templestowe.<br />
—Lejos estaba <strong>de</strong> figurármelo, respondió Isaac, porque las últi<br />
mas cartas <strong>de</strong> nuestros hermanos <strong>de</strong> París <strong>de</strong>cían que á la sazón se<br />
hallaba en aquella ciudad, implorando socorros <strong>de</strong> Pelipe contra ei<br />
sultán Saladino.<br />
—Hace pocos días en efecto que ha llegado á Inglaterra, cuando<br />
menos le aguardaban sus hermanos: y viene armado <strong>de</strong> cólera y<br />
<strong>de</strong> venganza á corregir y á castigar. Está furioso contra todos los<br />
<strong>de</strong> su or<strong>de</strong>n que han faltado ó los votos y á las reglas <strong>de</strong> ella, y eso?<br />
caballeros tiemblan como la hoja en el árbol. ¿No has oido hablar<br />
<strong>de</strong> Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir?<br />
—Y" tanto, dijo Isaac. Los cristianos le aplau<strong>de</strong>n como el mas ce<br />
loso observador <strong>de</strong> todos los puntos <strong>de</strong> la ley nazarena; y nuestros<br />
hermanos le llaman feroz <strong>de</strong>structor <strong>de</strong> sarracenos, y tirano do ios<br />
hijos <strong>de</strong> Israel.<br />
—Y no se engañan, contestó el Rabino, otros Templarios ce<strong>de</strong>n a<br />
los placeres mundanos, ó á las promesas <strong>de</strong> oro y plata; pero ese<br />
Beaumanoir es hombre <strong>de</strong> otro temple. Odia la sensualidad, <strong>de</strong>s<br />
precia el dinero, y solo aspira á morir matando sarracenos. Este<br />
(1) Las casas d« ios caballeros Templarios se llamaban preceptorios, y preceptor<br />
-jl superior década una <strong>de</strong> ellas. Corno los principales caballeros <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Sa¡i<br />
Juan, que <strong>de</strong>spués fin; <strong>de</strong> Malta, eran comendadores, sus casas se llamaba» eivomieudas:<br />
pero ambos títulos so daban ¡udiaüntameute & unas y á otras,
CAFÍTULO xxxv. 305<br />
hombre ha cobrado tal ojeriza al pueblo <strong>de</strong> Israel, que con razón<br />
<strong>de</strong>bemos temerle. Dice cosas impías y falsas <strong>de</strong> la virtud <strong>de</strong> nuestras<br />
medicinas, como si fueran ensalmos y amaños <strong>de</strong> Satanás. El<br />
Señor lo confunda.<br />
— Sin embargo, repuso Isaac, tengo <strong>de</strong> ir á Templestowe, aunque<br />
me echen los que lo habitan en un horno ardiendo.»<br />
Entonces esplicó á Natán el motivo <strong>de</strong> su espedicion. El Rabino<br />
le oyó con interés, y manifestóel dolor que le producía aquella <strong>de</strong>sgracia,<br />
<strong>de</strong>l modo en que solían hacerlo los <strong>de</strong> su creencia; <strong>de</strong>sgarrando<br />
sus vestiduras, y esclamando: ¡Oh hija mía, hija mía! ¡Oh<br />
hija <strong>de</strong> Sion! ¡Oh cautiverio <strong>de</strong> Israel!<br />
—Ya ves, dijo Isaac, que el negocio urge, y que no puedo <strong>de</strong>tenerme.<br />
Quizás la presencia <strong>de</strong> Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir, que es el<br />
jefe, retraerá á Lrian <strong>de</strong> Bois-Guilbert <strong>de</strong> los atentados que medita,<br />
y le inducirá á restituirme la prenda que me ha robado.<br />
—Ponte en camino, hermano, dijo el Rabino, y ten pru<strong>de</strong>ncia<br />
que fué la que salvó á Daniel en la cueva <strong>de</strong> los leones. Quiera e\<br />
Dios <strong>de</strong> Abraham que todo salga á medida <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>seos. En todo<br />
caso, huye <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir, que tiene particular<br />
<strong>de</strong>leite en ultrajar y vilipendiar á los Isrealitas. Habla á solas<br />
con ese Bois-Guilbert, y quizás lograrás reducirle; porque la<br />
gente dice que esos nazarenos <strong>de</strong>l preceptorio están divididos en<br />
bandos. Dios <strong>de</strong>sbarate sus consejos. Pero, cuenta con que vuelvas<br />
á referirme el éxito <strong>de</strong> tu empresa, y que mires siempre esta casa<br />
como la <strong>de</strong> tu padre. ¡Pobre Rebeca! la discípula <strong>de</strong> la sabia Miriam,<br />
<strong>de</strong> cuyas medicinas <strong>de</strong>cían esos <strong>de</strong>sacordados nazarenos que<br />
eran obras <strong>de</strong> nigromancia.»<br />
Isaac <strong>de</strong> York se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> su huésped, y al cabo <strong>de</strong> una hora<br />
<strong>de</strong> marcha se halló á las puertas <strong>de</strong>l preceptorio.<br />
Este establecimiento <strong>de</strong> los Templarios ocupaba el centro <strong>de</strong> unas<br />
vastas pra<strong>de</strong>ras, que el fundador habia legado á la or<strong>de</strong>n. Estaba<br />
i>ien fortificado, porque los Templarios nunca <strong>de</strong>scuidaban esta<br />
precaución, que ala sazón era <strong>de</strong> suma importancia, estando tan<br />
agitada y revuelta Ihglaterra. Dos alabar<strong>de</strong>ros, vestidos <strong>de</strong> negro,<br />
guardaban el puente levadizo, y otros dos, con el mismo trage, se<br />
paseaban á pasos mesurados sobre la muralla, pareciendo espectros<br />
mas bien que hombres. Tal era el uniforme <strong>de</strong> los empleados inferiores<br />
<strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que el uso <strong>de</strong>l ropaje blanco, semejante al<br />
<strong>de</strong> los caballeros y escu<strong>de</strong>ros, habia dado origen, en las montañas<br />
20
306 IVANHÓE.<br />
<strong>de</strong> Palestina, á la formación <strong>de</strong> unos falsos Templarios que habian<br />
acarreado gran <strong>de</strong>shonra á los verda<strong>de</strong>ros. De cuando en cuando<br />
atravesaba el patio un caballero déla or<strong>de</strong>n, con su manto blanco<br />
la cabeza inclinada, y los brazos cruzados. Si se encontraban dos,<br />
se saludaban en silencio, con una profunda cortesía: porque tal era<br />
la regla que observaban, fundada quizás en lo que dice la Escritura:<br />
«pecado hay en muchas palabras, y la vida y la muerte están<br />
en tu lengua.» En fin la severa disciplina <strong>de</strong> Lúeas <strong>de</strong> üeaumanoir<br />
habia hecho renacer el ascético rigor <strong>de</strong> los tiempos primitivos <strong>de</strong>l<br />
Temple, en lugar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n en que por tanto tiempo habia vivido<br />
aquella or<strong>de</strong>n militante.<br />
Isaac se paró á la puerta, sin saber como podría introducirse en<br />
el preceptorio: porque sabia que la nueva severidad <strong>de</strong> los Templarios<br />
no era menos funesta á los <strong>de</strong> la nación hebrea, que su antiguo<br />
<strong>de</strong>sarreglo; y que á la sazón, la ley que profesaba le esponia á<br />
la persecución <strong>de</strong> los caballeros, como en otra época su riqueza le<br />
habría espuesto á las estorsiones <strong>de</strong> su implacable tiranía.<br />
Entretanto Lucas <strong>de</strong> üeaumanoir se paseaba por un pequeño jardin<br />
<strong>de</strong>l proceptorio, situado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> las murallas; y conversaba<br />
triste y confi<strong>de</strong>ncialmente con uno <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n<br />
que habia venido en su compañía <strong>de</strong> Tierra Santa.<br />
El Gran Maestro era un hombre avanzado en edad, como ¡o <strong>de</strong>notaba<br />
el color <strong>de</strong> su larga barba y <strong>de</strong> las pobladas cejas que sombreaban<br />
sus ojos; mas' los años no habian apagado el fuego que en estos<br />
centelleaba. Sus facciones ásperas, y la espresion <strong>de</strong> fiereza que en<br />
ellas se leía, anunciaban el guerrero intrépido y formidable; en<br />
tanto que la pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su rostro, y el orgullo <strong>de</strong> sus miradas daban<br />
á conocer su valor y entereza, y la secreta satisfacción <strong>de</strong>l que se<br />
juzga superior á cuantos le ro<strong>de</strong>an. En medio <strong>de</strong> estos rasgos peculiares<br />
<strong>de</strong> su fisonomía, se notaba en ella cierto aire <strong>de</strong> nobleza y<br />
magnanimidad, <strong>de</strong>bido sin duda á su trato frecuente con príncipes<br />
y soberanos, y al ejercicio <strong>de</strong> la autoridad suprema, en una sociedad<br />
<strong>de</strong> guerreros, ligados no menos por las leyes <strong>de</strong>l honor, que<br />
por las reglas <strong>de</strong> su instituto. Su estatura era elevada, y á x>esar <strong>de</strong><br />
ios años y <strong>de</strong> los trabajos, erguida y majestuosa. El corte y hechura<br />
<strong>de</strong> su manto, eran los mismos que prescribía la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> san<br />
Bernardo; y se componía <strong>de</strong> un paño común, ajustado al cuerpo,<br />
con la cruz peculiar á la or<strong>de</strong>n, <strong>de</strong> paño color <strong>de</strong> grana, sobre el<br />
hombro izquierdo. No adornaban este atavío los armiños con que
CAPÍTULO XXXV.<br />
se engalanaban los prelados <strong>de</strong> otras-ór<strong>de</strong>nes .religiosas; pero en<br />
consi<strong>de</strong>ración ¡i su edad, se había aprovechado <strong>de</strong>l permiso que le<br />
daba la regla, y llevábala túnica forrada <strong>de</strong> piel <strong>de</strong> cor<strong>de</strong>ro, con la<br />
lana hacia afuera, que era el mayor lujo que su conciencia le permitía<br />
usar, en vez <strong>de</strong> los ricos forros <strong>de</strong> pieles estradas, tan á la moda<br />
en aquellos siglos. Tenia en la mano el báculo correspondiente á<br />
su dignidad. Llamábase aMciw.y terminaba por la parte superior,<br />
envina placa redonda, en que estaba grabada en medio <strong>de</strong> una orla,<br />
la cruz octangular <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n. Su compañero estaba vestido <strong>de</strong>l<br />
mismo modo; pero el profundo respeto con que le hablaba, dah* á<br />
enten<strong>de</strong>r que nada era igual entre ellos, sino el trago. Aunque* era<br />
preceptor, ó superior ele una <strong>de</strong> las casas <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n., no marulhtba<br />
<strong>de</strong> frente con él, sino alga<strong>de</strong>trás; <strong>de</strong> manera que el gran Maestre<br />
pudiera dirigirle la palabra sin volver la cabeza.<br />
Conrado, <strong>de</strong>cía Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, querido amigo y comparte<br />
ro en mis batallas y peligros, en tu fiel corazón puedo <strong>de</strong>sahogar<br />
¡as cuitas que atosigan el mió, En tí solo puedo <strong>de</strong>positar mis ardientes<br />
<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> reunirme con los justos-. Ninguno <strong>de</strong> los objetos<br />
que se han presentado hasta ahora á mis ojos en Inglaterra me ha<br />
servido sino es<strong>de</strong> tormento y mortificación, salvo lasjtumbas<strong>de</strong> noes<br />
tros hermanos, (pie aun adornan la iglesia <strong>de</strong> laór<strong>de</strong>n en la orgullo -<br />
sa capital. ¡Oh, valiente ltoberto <strong>de</strong>,Eos! esclamaba yo interiormente:<br />
al ver las estatuas do aquellos buenos soldados <strong>de</strong> la cruz recostadas<br />
sobre sus sepulcros. ¡Ohdigno Guillermo <strong>de</strong> Mareschal! abrid vuestras<br />
moradas <strong>de</strong> mármol, y admitid á un hermano, cansado <strong>de</strong> Ja<br />
vida, que mas bien quiere pelear con cien paganos, que ser testigo<br />
<strong>de</strong> la <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, <strong>de</strong> su santa or<strong>de</strong>n.<br />
—Escierto, respondió Conrado Mont-Fitchet, es <strong>de</strong>masiado cierto.<br />
Las irregularida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nuestros hermanos <strong>de</strong> Inglaterra son mucho<br />
peores que las <strong>de</strong> los <strong>de</strong> Francia.<br />
—Porque son mas ricos, <strong>de</strong>cia el gran Maestre. No e> por alabarme:<br />
pero ya sabes la vida que he llevado, mi celo en cumplir hasta<br />
los ápices do nuestra regla. Mi <strong>de</strong>seo es pelear con gentes endiabladas<br />
y perversas, mí incansable ardor es acometer al león rugiente,<br />
que gira en tomo buscando á quien <strong>de</strong>vorar. Buen caballero, eclesiástico<br />
<strong>de</strong>voto: á esto he aspirado en el curso <strong>de</strong> mi larga esperiencia.<br />
Mi divisa ha sido lo que dice nuestro padre san Bernardo, en el<br />
capítulo cuarenta y cinco <strong>de</strong> nuestra constitución: ni leo xmperferiat-nr.<br />
Este es el ardor que ha <strong>de</strong>vorado mi sustancia y m ;<br />
jugo vi-
308 1VAMI01S.<br />
tal, y hasta mis nervios y la médula <strong>de</strong> mis huesos, Pero por el san<br />
to Temple 1-e juro, que si no eres tú y algunos pocos que conser<br />
van la severidad <strong>de</strong>l instituto, no veo entre nuestros hermanos, sino<br />
hombres indignos <strong>de</strong>l hábito que visten. ¡Que diferencia entre lo<br />
que prescribe nuestra regla, y el modo que tienen <strong>de</strong> observaría los<br />
Templarios <strong>de</strong>l día! Se les prohibe usar <strong>de</strong> galas profanas, <strong>de</strong> crestón<br />
en el yelmo, <strong>de</strong> oro en el freno y en los escritos. ¿Y acaso hay ca<br />
balleros que se presenten con tanto lujo y esplendor en los campa<br />
mentos y justas, como los humil<strong>de</strong>s soldados <strong>de</strong>l Temple? Se. les<br />
prohibe el ejercicio <strong>de</strong> la cetrería, la caza con arco y ballesta, toda<br />
diversión campestre y <strong>de</strong>structora, todos los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes á que ellas<br />
dan lugar. ¿Y dón<strong>de</strong> están los mas acreditados cazadores, y los hal<br />
cones mas famosos, y las jaurías mas nombradas, si no es en nues<br />
tros preceptorios? Se les prohibe leer, salvo los libros que los supe<br />
riores les permitan, y las vidas <strong>de</strong> los sautos, en las horas <strong>de</strong> refecto<br />
rio; se les recomienda que empleen todos sus esfuerzos en estripar<br />
ja magia y la heregía; y todo el mundo les acusa <strong>de</strong> estudiarlo»<br />
malditos secretos cabalísticos <strong>de</strong> los judíos, y la nigromancia <strong>de</strong><br />
jos sarracenos. Se les prescribe una rigorosa abstinencia, comidas<br />
sencillas y frugales, como raices, potajes, frutas; carne, solo tres<br />
veces la semana; porque el uso diario <strong>de</strong> las sustancias animales<br />
trae corrupción al alma y al cuerpo; y sus convites son tan <strong>de</strong>lica<br />
dos y opíparos como los <strong>de</strong> los monarcas mas po<strong>de</strong>rosos. La bebida<br />
<strong>de</strong> nuestros antepasados era el agua pura <strong>de</strong> la fuente; y hoy, cuan<br />
do se quiere exagerar el <strong>de</strong>stemple <strong>de</strong> un bebedor, se dice comun<br />
mente que se las apuesta con un Templario. Kste jardín en que es<br />
tamos, hermoseado con árboles peregrinos, y plantas curiosas <strong>de</strong><br />
los climas mas remotos ¿no es mas propio <strong>de</strong>l serrallo <strong>de</strong> un Emir,<br />
que <strong>de</strong>l humil<strong>de</strong> retiro <strong>de</strong> los siervos <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Dios? ¡A Con<br />
rado! Y si no fuera mas que esto! ¡Si se redujeran á estas prácticas<br />
viciosas la relajación <strong>de</strong> nuestra disciplina y la corrupción <strong>de</strong> nues<br />
tras costumbres! Va sabes que no nos es lícito recibir aquellas <strong>de</strong><br />
votas mujeres, que eu los primeros tiempos se asociaban como her<br />
manas <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n: porque, como dice el capitulo cuarenta y seis,<br />
el enemigo se vale <strong>de</strong> la compañía <strong>de</strong> las mujeres para apartar á<br />
muchos <strong>de</strong>! verda<strong>de</strong>ro camino. Y a<strong>de</strong>más, en el último libro, que<br />
es como la cúpula <strong>de</strong>l edificio glorioso alzado por el santo Funda<br />
dor, senos prohibe hasta dar el ósculo <strong>de</strong> cariño á nuestras madres<br />
y á nuestras hermanas: v.l omnium mwlienm oscula fiigiantnr.
CAPÍTULO xxxv. 309<br />
cómo se observan estos preciosos documentos? Me avergüenzo, ami<br />
go mió; me lleno <strong>de</strong> rubor al reflexionar en la corrupción, en la li<br />
viandad que se notan en nuestros compañeros. Estos males turban<br />
y molestan, en medio <strong>de</strong> las <strong>de</strong>licias celestiales <strong>de</strong> que están gozan<br />
do, á las almas <strong>de</strong> nuestros puros fundadores: <strong>de</strong> Hugo <strong>de</strong> Payen,<br />
<strong>de</strong> Oodofredo <strong>de</strong> S. Omer, y <strong>de</strong> los otros siete bienaventurados que<br />
se les unieron para consagrar sus vidas al servicio y custodia <strong>de</strong>l<br />
Temple santo. Yo les he visto, Conrado, en los éxtasis y raptos <strong>de</strong><br />
mi espíritu: les he visto llorar lágrimas amargas, al consi<strong>de</strong>rarlos<br />
pecados y locuras <strong>de</strong> sus hijos; ese lujo frenético, ese espíritu mun<br />
dano que los pier<strong>de</strong> y alucina. «Beaumanoir, me <strong>de</strong>cían aquellos va<br />
rones angélicos: dormido estás, <strong>de</strong>spierta. Mira esa mancha que afea<br />
los muros <strong>de</strong>l Temple; esa mancha semejante á la que <strong>de</strong>ja la lepra<br />
en las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l leproso. Los soldados <strong>de</strong> la Cruz, que <strong>de</strong>berían<br />
huir <strong>de</strong> las miradas <strong>de</strong> la mujer, como <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l basilisco, viven<br />
en pecado, no solo con las <strong>de</strong> su propia creencia, sino con las hijas<br />
(iel maldito pagano y con las <strong>de</strong>l mucho mas maldito hebreo. Beau<br />
manoir, sal <strong>de</strong> ese letargo; venga la causa <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. Mata, <strong>de</strong>s<br />
truye á los pecadores; no distingas <strong>de</strong> sexo ni <strong>de</strong> religión.» Esto me<br />
dijo aquella visión; y ya estaba yo dispierto, y aun oia el ruido <strong>de</strong><br />
¡a armadura <strong>de</strong> aquellos santos guerreros y <strong>de</strong> sus mantos, tan al<br />
ijos y tan puros como su espíritu, fíi... sabré obe<strong>de</strong>cerles; purificaré<br />
la fábrica <strong>de</strong>l Temple. Las piedras empapadas en crímenes, caerán<br />
a! suelo á impulsos <strong>de</strong> mi brazo.<br />
Cautela, sobre todo, reverendo padre, <strong>de</strong>cia Montddtchet. El tiem<br />
po y la costumbre han arraigado profundamente el mal. La refor<br />
ma es justa y necesaria; pero <strong>de</strong>be ser pru<strong>de</strong>nte.<br />
—No, sino pronta y terrible, dijo el gran Maestre. La Or<strong>de</strong>n es<br />
tá á la orilla <strong>de</strong>l precipicio. La sobriedad, el zelo, la piedad <strong>de</strong> nues<br />
tros pre<strong>de</strong>cesores les grangearon po<strong>de</strong>rosos amigos ; nuestra pre<br />
sunción, nuestra riqueza , nuestro lujo, nos han acarreado enemi<br />
gos formidables. Despojémonos <strong>de</strong> esa opulencia, que tanta envidia<br />
causa á los príncipes <strong>de</strong> Europa, <strong>de</strong> ese orgullo que les ofen<strong>de</strong> y<br />
exaspera, <strong>de</strong> esas costumbres licenciosas que son el escándalo <strong>de</strong><br />
todo el mundo cristiano. Conrado, oye esta predicción: la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l<br />
Temple será completamente <strong>de</strong>struida ; las naciones <strong>de</strong> la tierra no<br />
conocerán el sitio en que estuvieron edificados sus cimientos.<br />
— Dios aparte <strong>de</strong> nosotros tamaña calamidad . esclamó el Pre<br />
ceptor.
310 IVANHOE.<br />
—Amen, dijo el gran Maestre con tono grave y <strong>de</strong>voto; mas para<br />
que Dios nos asista, <strong>de</strong>bemos hacernos dignos <strong>de</strong> su misericordia.<br />
Conrado, ni el cielo ni la tierra pue<strong>de</strong>n sufrir con paciencia la maldad<br />
<strong>de</strong> esta generación. La tierra sobre la cual se alza el edificio <strong>de</strong><br />
nuestro po<strong>de</strong>r está ya minada : cuanto añadamos al engran<strong>de</strong>cimiento<br />
<strong>de</strong> su estructura, servirá tan solo <strong>de</strong> precipitar su ruina. Si<br />
queremos evitar esta catástrofe, retrocedamos <strong>de</strong> la carrera <strong>de</strong> la<br />
iniquidad; mostrémonos fieles campeones <strong>de</strong> la Cruz ; sacrifiquemos<br />
á nuestra vocación , no solo nuestra sangre y nuestra vida,<br />
sino nuestro reposo, nuestros afectos naturales, y hasta los placeres<br />
y recreos que pue<strong>de</strong>n ser legítimos en otros; pero que son vedad'os<br />
á los guerreros y <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong>l Temple <strong>de</strong>l Señor.»<br />
Apenas habia concluido el gran Maestre su <strong>de</strong>clamatoria homilía,<br />
se presentó en el jardín un escu<strong>de</strong>ro, vestido con el humil<strong>de</strong><br />
trage que usaban los aspirantes <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n; los cuales durante el<br />
noviciado, no podían usar el ropaje ni la armadura <strong>de</strong> los caballeros.<br />
Hizo una profunda reverencia, y se mantuvo en pié sin <strong>de</strong>splegar<br />
los labios, aguardando que el superior le diese licencia <strong>de</strong><br />
hablar.<br />
«Aquí tienes á Damián, dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, con el atavío<br />
correspondiente á la humildad cristiana, y en el a<strong>de</strong>man respetuoso<br />
y mo<strong>de</strong>sto que conviene al que se halla en presencia <strong>de</strong> su prelado;<br />
y no hace tres días que estaba tan engalanado como un saltarín, y<br />
que andaba á brincos y piruetas, como si estuviera en un estrado.<br />
Habla,, Damián .• ¿qué ha ocurrido?<br />
—Un judío está á la puerta <strong>de</strong> las murallas, noble y reverendo<br />
padre: y pi<strong>de</strong> licencia <strong>de</strong> hablar con el hermano Brian <strong>de</strong> Bois-<br />
(iruilbert.<br />
—Has hecho bien en prevenírmelo, dijo el gran Maestre. El hermano<br />
Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet es preceptor <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n ; mas en<br />
mi presencia no es mas que los otros hermanos. Me importa observar<br />
la conducta <strong>de</strong> ese Brian, añadió, volviéndose á su amigo.<br />
—Todos dicen que es un valiente caballero, respondió Conrado.<br />
— En punto á valor, no hemos <strong>de</strong>generado <strong>de</strong> nuestros pre<strong>de</strong>cesores<br />
, los héroes <strong>de</strong> la Cruz. Pero Brian vino á la or<strong>de</strong>n cuando se<br />
habian frustrado sus esperanzas mundanas : renunció al siglo, no<br />
con la sinceridad <strong>de</strong> su alma , sino á impulsos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>specho y <strong>de</strong>l<br />
ení^OcDes<strong>de</strong> entonces no ha sido mas que un agitador activo, un revoltoso,<br />
un hombre inquieto .y <strong>de</strong>sasosegado, el jefe do todos los que
CAPÍTULO XXXV. 311<br />
resisten á mi autoridad y murmuran <strong>de</strong> mis reformas. Es menester<br />
»Hie sepa el tal Brian y todos los que se le parecen que la Provi<strong>de</strong>ncia<br />
divina lia puesto en mis manos el cayado y la vara: aquel para<br />
apoyar al débil y al enfermo; esta para corregir al <strong>de</strong>lincuente y<br />
al díscolo, Damián, venga el judío á mi presencia.»<br />
Damián hizo otra reverencia y salió <strong>de</strong>l jardín ; <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> pocos<br />
minutos volvió á presentarse conduciendo á Isaac <strong>de</strong> York. El esclavo<br />
<strong>de</strong>snudo que parece ante un implacable tirano <strong>de</strong> Oriente, y<br />
aguarda á cada instante la señal que ha do abatir su cabeza, no esperimenta<br />
un terror mas profundo que el que se, apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong>l judío<br />
cuando se vio enfrente <strong>de</strong>l formidable Oran Maestre <strong>de</strong> los Templarios.<br />
Llegado que hubo á distancia <strong>de</strong> tres varas <strong>de</strong> Laicas <strong>de</strong> Beaumanoir,<br />
este le hizo seña con el báculo que no pasase mas a<strong>de</strong>lante.<br />
El judío se arrodilló, besó la tierra en señal <strong>de</strong> reverencia, y levantándose<br />
trémulo y confuso, quedó en pié, con los brazos cruzados<br />
y los ojos fijos en el suelo.<br />
—Damián, dijo el Oran Maestre, retírate, y ten una guardia lista<br />
para recibir mis ór<strong>de</strong>nes. No permitas que nadie entre en el jardín<br />
hasta que yo llame.» El escu<strong>de</strong>ro obe<strong>de</strong>ció el mandato <strong>de</strong> su jefe.<br />
«Judío, dijo el anciano, óyeme: ni yo gusto do per<strong>de</strong>r el tiempo id<br />
las palabras , ni me conviene tener larga conversación contigo. Sé<br />
breve por tanto á las preguntas que yo te haga, y sobre todo, no<br />
digas mas que la verdad. Si te atreves á engañarme, he <strong>de</strong> hacer<br />
que te arranquen la lengua.»<br />
El judío iba á respon<strong>de</strong>r : mas el Oran Maestre le <strong>de</strong>tuvo.<br />
«Silencio, dijo Beaumanoir, no hables sino es para respon<strong>de</strong>r á<br />
mis preguntas. ¿ Cuáles son tus negocios con el hermano Brian <strong>de</strong><br />
Bois-Guilbert ?»<br />
Isaac no sabia salir <strong>de</strong> aquel lance. Si referia la verdad, temía escandalizar<br />
al inflexible Oran Maestre, <strong>de</strong> lo cual podrían originársele<br />
fatales consecuencias. Si ocultaba el objeto que allí le traía,<br />
¿qué esperanza le quedaba <strong>de</strong> rescatar á su hija? Beaumauoir conoció<br />
su embarazo, y se dignó dirigirle algunas palabras benignas<br />
y templadas.<br />
¿Nada temas, le dijo, si obras con rectitud. Respon<strong>de</strong> sin disfraz,<br />
y <strong>de</strong>clara los negocios que tienes con Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />
—Soy portador <strong>de</strong> una carta , dijo el Judío, con voz trémula , y<br />
agitada, que el prior Aymer, <strong>de</strong> la abadía <strong>de</strong> Jorvaulx dirige al<br />
buen caballero Brian <strong>de</strong> BOis-Guilbert.
312 IVANHOE.<br />
—i En qué tiempos estamos, Conrado ! dijo el Maestre. Un prior <strong>de</strong><br />
la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Cister escribe á un soldado <strong>de</strong>l Temple, y no encuentra<br />
mensagero mas á propósito que un perro judío. Dame esa carta.»<br />
Isaac <strong>de</strong>sató temblando la cubierta <strong>de</strong>l gorro armenio que usaba,<br />
en la cual para mayor seguridad, habia guardado la carta <strong>de</strong>l<br />
prior; y ya iba á acercarse al Maestre, estendiendo el brazo y encorvando<br />
el cuerpo, ¡i fin <strong>de</strong> abreviar lo menos posible la distancia<br />
respetuosa en que se habia colocado.<br />
—Atrás, impío, dijo el gran Maestre : yo no toco la gente <strong>de</strong> tu<br />
casta sino es con la punta <strong>de</strong> mi acero. Conrado, toma ese papel, y<br />
entrégamelo.-»<br />
Beaumanoir examinó el sobrescrito, y empezó á <strong>de</strong>satar el hilo<br />
que lo aseguraba. « Reverendo padre, dijo Conrado, interrumpiéndole,<br />
aun que con a<strong>de</strong>man respetuoso. ¿Vais á romper el sello?<br />
—¿Y porqué no? dijo Beaumanoir. ¿No está escrito en el capítulo<br />
cuarenta y dos <strong>de</strong> leeüone lilcrarmn que ningún Templario pue<strong>de</strong><br />
recibir cartas , aunque sean <strong>de</strong> su padre , sin permiso <strong>de</strong>l gran<br />
Maestre, ni leerlas sino es en su presencia ?e<br />
Beaumanoir leyó precipitadamente la carta <strong>de</strong> Aymer, con gran<strong>de</strong>s<br />
gestos <strong>de</strong> horror y <strong>de</strong> sorpresa : volvió á leerla mas <strong>de</strong>spacio, y<br />
entregándosela á Conrado con una mano, y dándole una palmada<br />
en el hombro con la otra : he aquí, le dijo , una correspon<strong>de</strong>ncia<br />
digna <strong>de</strong> dos cristianos. ¿Cuándo , añadió con voz pausada y<br />
alzándolos ojos al cielo, cuándo vendrás con el bieldo á limpiar esta<br />
ora <strong>de</strong> mies corrompida?<br />
Mont-Fitchet tomó la carta, é iba á leerla en voz baja. Léela en<br />
alto, dijo el gran Maestre: y tú, judio, escucha atentamente, que es<br />
cosa que te atañe.<br />
Conrado leyó lo siguiente : «Aymer, por la gracia <strong>de</strong> Dios, Prior<br />
<strong>de</strong> la casa Cistereiense <strong>de</strong> santa María <strong>de</strong> .íorvaulx, á sír Brian <strong>de</strong><br />
Bois-Guilbert, caballero <strong>de</strong> la santa Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, salud. Sabed<br />
, carísimo hermano, que nuestra presente condición no es <strong>de</strong><br />
las mas agradables , puesto que nos hallamos en manos <strong>de</strong> ciertos<br />
<strong>de</strong>salmados bandidos, que han <strong>de</strong>tenido nuestra persona , y nos<br />
exigen rescate ; y en esta situación hemos tenido noticia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia<br />
<strong>de</strong> Eren te-<strong>de</strong>-buey, y <strong>de</strong> vuestro escape con la judía. Nos:<br />
hemos alegrado sinceramente <strong>de</strong> saber que estáis libre <strong>de</strong> todo peligro;<br />
sin embargo, por lo que respecta á la hebrea os rogamos que<br />
uséis <strong>de</strong> cautela : porque corren voces <strong>de</strong> que vuestro gan Maestre
CAPÍTULO XXXV. 313<br />
viene <strong>de</strong> Normandía con el<strong>de</strong>sigmio <strong>de</strong> ajustaroslas cuentas. Por<br />
tanto el rico judío su padre, Isaac <strong>de</strong> York, habiéndome rogado que<br />
interceda en su favor, no he tenido inconveniente en hacerlo, aconsejándoos<br />
que se la restituyáis. No dudo queme complaceréis como<br />
verda<strong>de</strong>ro hermano.<br />
Hasta que nos veamos , en mejores circunstancias que las presentes.<br />
Dado en esta caverna <strong>de</strong> ladrones , <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la madrugada.<br />
AYMI.R, Pr. S. M. Jorvolciencis.»<br />
314 IVANHOE.<br />
doles <strong>de</strong> la eterna ventura celestial. Bien dice nuestra santa regla:<br />
acometamos al león , <strong>de</strong>struyamos al que todo lo <strong>de</strong>struye : y diciendo<br />
estas palabras, blandía el báculo, símbolo <strong>de</strong> su dignidad,<br />
como si tuviese <strong>de</strong>lante á un enemigo y fuese á batallar con él. Tu<br />
bija, añadió, hace sin duda esas curas prodigiosas por medio <strong>de</strong><br />
palabras, y ensalmos, y otras prácticas cabalísticas.<br />
—No, reverendo y bravo caballero, dijo Isaac. Lo quemas comunmente<br />
empleaos un bálsamo <strong>de</strong> raras virtu<strong>de</strong>s, cuyo secreto posee.<br />
—¿ Quien le <strong>de</strong>scubrió ese secreto ?<br />
—Miriam, sabia matrona <strong>de</strong> nuestra tribu.<br />
—Ah! falso judío! esclamó el gran Maestre. Miriam , la hechicera<br />
abominable, cuyos sortilegios llenaron el mundo do horror y escándalo.<br />
Pues bien : esa perversa murió en una hoguera, y sus cenizas<br />
fueron esparcidas á los vientos: y quiera Dios que suceda lo<br />
mismo á la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios, si la discípula no esperimenta<br />
la suerte <strong>de</strong> la maestra. Yo le enseñaré á usar encantos con los soldados<br />
<strong>de</strong>l Santo Temple. Damián, echa á ese judío por la puerta <strong>de</strong><br />
la fortaleza, y déjalo muerto si vuelve ó si hace la menor resistencia<br />
; y con su hija , tomaremos las medidas que correspondan á<br />
nuestra dignidad.<br />
El pobre Isaac fué arrojado <strong>de</strong>l preceptorio : sus ofertas, sus suplicas<br />
fueron infructuosas. Volvió á casa <strong>de</strong>l Rabino, á consultar<br />
con él sobre el partido que <strong>de</strong>bia abrazar en tan terrible apuro.<br />
Hasta entonces solo le había inspirado recelo el honor <strong>de</strong> Rebeca:<br />
mas ya se trataba <strong>de</strong> su vida. El gran Maestro mandó llamar a)<br />
preceptor <strong>de</strong> Templestowe.<br />
CAPITULO XXXVI.<br />
Alberto Malvoisin, presi<strong>de</strong>nte, ó según el lenguaje técnico <strong>de</strong> la<br />
or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios, preceptor <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Templestowe, era<br />
hermano <strong>de</strong> Felipe <strong>de</strong> Malvoisin, <strong>de</strong> quien ya se ha hecho mención<br />
en esta historia , y como aquel barón , amigo íntimo y aliado <strong>de</strong><br />
Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />
Alberto sobresalía entre los hombres disolutos y perversos <strong>de</strong><br />
aquella época; pero se diferenciaba <strong>de</strong> Brian, en que sabia echar ú
CAPÍTULO XXXVI. 31f><br />
sus vicios y á su ambición el velo <strong>de</strong> la hipocresía. Si no hubiera<br />
sido tan repentina la llegada <strong>de</strong>l gran Maestre, nada hubiera notado<br />
en Templestowe que no fuera conforme á la severidad primitiva<br />
<strong>de</strong>l instituto; y aun, á pesar <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubierto en que se halló á<br />
ios ojos <strong>de</strong>l rigorosísimo Beaumanoir, oyó con tanto respeto y<br />
contrición sus amonestaciones, y se dio tanta prisa en reformar<br />
los <strong>de</strong>sór<strong>de</strong>nes que dominaban en el preceptorio, introduciendo las<br />
esteriorida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n en don<strong>de</strong> acababa <strong>de</strong> reinar el <strong>de</strong>sarreglo,<br />
que Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir empezó á mejorar la mala opinión que<br />
<strong>de</strong> él habia formado al principio, y á creer que era hombre <strong>de</strong> sana<br />
moral y <strong>de</strong> buenos y nobles sentimientos. *<br />
Pero estas favorables i<strong>de</strong>as so disiparon en gran parte, cuando el<br />
gran Maestre llegó á enten<strong>de</strong>r que Alberto habia hospedado en el<br />
preceptorio auna cautiva hebrea, la cual, según todas las apariencias<br />
habia sido arrebatada do los brazos <strong>de</strong> su padre: así que, cuando<br />
el preceptor compareció ante el gran Maestre, lo primero que<br />
"ste hizo, fué lanzarle una terrible mirada.<br />
«En esta casa, <strong>de</strong>dicada á, los altos fines <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los caballeros<br />
<strong>de</strong>l Temple, dijo con tono severo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, se<br />
halla á la hora esta una mujer judía, traída á su respetable recinto<br />
por uno <strong>de</strong> nuestros hermanos, y con vuestro consentimiento, señor<br />
preceptor.»<br />
Alberto quedó inmóbil y aterrado; porque la infeliz Kebeca habia<br />
sido alojada en un ala secreta y remota <strong>de</strong>l edificio; y se habían<br />
tomado a<strong>de</strong>más todas las precauciones necesarias para apartarla <strong>de</strong><br />
las miradas <strong>de</strong> los curiosos. Leyó en los ojos <strong>de</strong>l gran Maestre la<br />
ruina <strong>de</strong> Bois-Guilbert y Ta suya propia, si no conseguía alejar la<br />
tempestad que les amenazaba.<br />
:¿Forqué callas? dijo Beaumanoir.<br />
—¿Me es lícito justificarme? preguntó el Preceptor con hipócrita<br />
humildad, aunque con el solo objeto <strong>de</strong> ganar tiempo, á fin <strong>de</strong><br />
imaginar alguna respuesta que pudiese dar el colorido <strong>de</strong> la pru<strong>de</strong>ncia<br />
y <strong>de</strong> la regularidad á su conducta.<br />
—Licencia tienes; habla, dijo el gran Maestre: habla y dime si<br />
tienes noticia <strong>de</strong> nuestro instituto.<br />
—Seguramente, reverendo padre, respondió el preceptor. No he<br />
subido al alto puesto que ocupo en la or<strong>de</strong>n, sin estar penetrado<br />
<strong>de</strong> tan importantes preceptos.<br />
— ¿Pues cómo has permitido que profane y contamine estos sa-
316 ITANHOE.<br />
grados muros una mujer, y mucho mas siendo judía y hechicera?<br />
—¡Una judía hechicera! esclamó Alberto <strong>de</strong> Mabvoisin. ¡Dios nos<br />
libre!<br />
—Sí, hermano; una judía hechicera. ¿Te atreves á negar que esa<br />
Kebeca es hija <strong>de</strong>l vil usurero Isaac <strong>de</strong> York, y discípula <strong>de</strong> la perversa<br />
y maldita Miriam?<br />
—Vuestra sabiduría, reverendo padre, dijo el Preceptor, ha disipado<br />
las tinieblas <strong>de</strong> mi entendimiento. Estrado es en efecto que<br />
Rois-Guilbertesté tan prendado <strong>de</strong> la hermosura <strong>de</strong> esa mujer; mas<br />
no es estraño que yo haya procurado poner estorbos insuperables<br />
á esa pasión. Con este objeto la he recibido en esta casa; pues mi<br />
intención era evitar que hubiese el menor trato entre ellos, dando<br />
á nuestro hermano el tiempo <strong>de</strong> volver en sí, y <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar el<br />
abismo en que iba á precipitarse.<br />
—¿Ha pasado algo entre ellos, dijo el gran Maestre, contrario á<br />
los votos que profesamos?<br />
—¡Qué! ¡bajo los techos <strong>de</strong>l preceptorio! esclamó Malvoisin. ¡Dios<br />
nos ampare y <strong>de</strong>fienda! No, reverendo padre: si he faltado en abrir<br />
las puertas á esa mujer, ha sido para evitar mayores males. La pasión<br />
<strong>de</strong> Bois-Guilbert me ha parecido efecto <strong>de</strong> locura mas bien<br />
que <strong>de</strong> perversidad; y he creído que podría curarse mas eficazmente<br />
por medio <strong>de</strong> la blandura que con reconvenciones y castigos.<br />
Mas puesto que tu sabiduría ha <strong>de</strong>scubierto que la hebrea está iniciada<br />
en las artes diabólicas, quizás <strong>de</strong>beremos atribuir á su influjo<br />
la <strong>de</strong>sventura <strong>de</strong> nuestro hermano.<br />
—No hay duda; no hay duda, dijo Beaumanoir. Observa, Conrado,<br />
cuan peligroso es ce<strong>de</strong>r á los primeros halagos <strong>de</strong>l enemigo. Nos<br />
complacemos en mirar á una mujer para satisfacer una vana curiosidad,<br />
y para <strong>de</strong>leitarnos en esa flor engañosa que se llama hermosura:<br />
<strong>de</strong> esta criminal flaqueza se vale Satanás, para completar con<br />
sus artes infernales la perdición que tuvo origen en la indiscreción<br />
y en la ociosidad. Pue<strong>de</strong> ser que nuestro hermano merezca mas<br />
compasión que castigo; y el apoyo <strong>de</strong>l báculo, mas bien que el<br />
golpe <strong>de</strong> la vara. ¡Quiera Dios que podamos restituirle al seno <strong>de</strong><br />
sus hermanos, y al conocimiento <strong>de</strong> la verdad!<br />
—Fuera lástima por cierto, dijo Conrado Mont-Fitchet, que la<br />
(•r<strong>de</strong>n perdiera una <strong>de</strong> sus mejores lanzas, cuando mas necesita el<br />
apoyo <strong>de</strong> todos sus hijos. Trescientos Sarracenos han perecido á<br />
manos <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guiibert
CAPÍTULO XXXVJ. 311<br />
—Tienes razón, dijo el Oran Maestre, procuremos <strong>de</strong>shacer el encanto<br />
<strong>de</strong> que es víctima ese <strong>de</strong>sgraciado. El favor <strong>de</strong>l cielo romperá<br />
los lazos <strong>de</strong> esta Dálila, como Sansón rompió las cuerdas con<br />
que le habían atado los Filisteos, y Brian quedará libre <strong>de</strong> sus ca<strong>de</strong>nas,<br />
y volverá á verter á raudales la sangre <strong>de</strong> los infieles. Mas<br />
por lo que hace á esa maga aborrecible que se ha atrevido á ejercer<br />
sus hechizos con un soldado <strong>de</strong>l Temple, la impía morirá <strong>de</strong><br />
muerte.<br />
—¡Y las leyes <strong>de</strong> Inglaterra! dijo Malvoisin, el cual, aunque miraba<br />
con placer que la cólera <strong>de</strong> su superior habia tomado una dirección<br />
diferente <strong>de</strong> la que él temía, procuraba mo<strong>de</strong>rarla; á fin <strong>de</strong><br />
que no llegara al estremo.<br />
—has leyes <strong>de</strong> Inglaterra, dijo el gran Maestre, permiten y mandan<br />
á cada uno juzgar y ejecutar justicia en los límites <strong>de</strong> su jurisdicción.<br />
El Barón menos ilustre pue<strong>de</strong> pren<strong>de</strong>r, sentenciar y<br />
con<strong>de</strong>nar á una hechicera que ha <strong>de</strong>linquido en sus dominios. ¡Y<br />
no tendrá la misma facultad el gran Maestre <strong>de</strong> los Templarios en<br />
ios muros <strong>de</strong> un preceptorio! Sí: la juzgaremos y pronunciaremos<br />
sentencia. La hechicera pagará con la vida, y el <strong>de</strong>scarrío <strong>de</strong> Brian<br />
será perdonado. Dispon la sala <strong>de</strong>l castillo para el juicio.<br />
liberto <strong>de</strong> Malvoisin hizo una reverencia, y se retiró, no á dar<br />
las disposiciones que el gran Maestre le habia mandado, sino á<br />
buscar á Bois-Guilbert, y á darle cuenta <strong>de</strong> todo lo que pasaba. No<br />
tardó en encontrarle, pateando <strong>de</strong> rabia <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong> los nuevos<br />
<strong>de</strong>saires que le habia hecho la judía. «¡Ingrata! <strong>de</strong>cia. ¡Perversa, A<br />
quien en medio <strong>de</strong> las llamas y <strong>de</strong> la sangre salvé la vida, arriesgando<br />
la mía propia! Te juro que por arrancarla <strong>de</strong> aquel peligro<br />
me <strong>de</strong>tuve en el castillo <strong>de</strong> Frente-dc-buey hasta que ya crugian<br />
las vigas sobre mi cabeza. Fui blanco <strong>de</strong> cien flechas, que golpeteaban<br />
en mi armadura, como el granizo en un techo <strong>de</strong> plomo, y solo<br />
me serví <strong>de</strong> mi escudo para protegerla. Esto he hecho por ella;<br />
y ahora la infame me maldice porque no la <strong>de</strong>jé perecer en el incendio;<br />
y no solo no quiere darme la mas pequeña señal <strong>de</strong> agra<strong>de</strong>cimiento,<br />
pero ni aun la roas remota esperanza <strong>de</strong> que llegue ei<br />
día en que me trate con menos crueldad. El Diablo se ha apo<strong>de</strong>rado<br />
•le su persona.<br />
318 IVA.NHOK.<br />
que tengo, creo que Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir tiene razón cuando dice<br />
que esta doncella te ha trastornado con maleficios.<br />
—¡ Lucas <strong>de</strong> Beaumanoir ! dijo Brian <strong>de</strong> Bois-(¡uilbert. ¡ Estas son<br />
tus precauciones, Malvoisin ! ¿ Has permitido que ese hombre sepa<br />
que Rebeca está en el preceptorio ?<br />
— ¿He podido estorbarlo acaso? dijo Malvoisin. Nada he omitido<br />
para que este secreto que<strong>de</strong> entre los dos ; pero nos han vendido., y<br />
solo pue<strong>de</strong> haber sido el Diablo. Sin embargo, no te azores : la cosa<br />
está mejor <strong>de</strong> lo que yo temí al principio , y tú no tienes nada que<br />
temer si renuncias á tu proyecto. Eres digno <strong>de</strong> piedad, según dice<br />
Beaumanoir; te han hechizado. Bebeca es nigromante, y como<br />
tal <strong>de</strong>be morir.<br />
— No morirá, esclamó Bois-G uilbert.<br />
— Morirá, y <strong>de</strong>be morir, respondió Malvoisin: ni tú, ni yo po<strong>de</strong>mos<br />
salvarla. Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir ha jurado la muerte <strong>de</strong> la israelita<br />
, y tú no ignoras sus <strong>de</strong>seos y su po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> ejecutar su intento.<br />
— ¿ Creerán los siglos futuros que haya podido existir en el nuestro<br />
tan estúpida crueldad ? <strong>de</strong>cia Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, paseándose<br />
aguadamente por la pieza.<br />
— Crean, dijo el Preceptor, lo que les dé la gana; lo que yo creo<br />
es que en el siglo en que vivimos, <strong>de</strong> los ciento los noventa y nueve<br />
respon<strong>de</strong>rán amen á la sentencia <strong>de</strong>l gran Maestre.<br />
— No importa, dijo Brian. Alberto, tú eres mi amigo, <strong>de</strong>ja escapar<br />
á la hermosa Rebeca, y yo la haré llevar á un sitio secreto y<br />
seguro.<br />
—Aunque quisiera, no puedo: dijo el Preceptor: la casa está lieña<br />
<strong>de</strong> criados y asistentes <strong>de</strong>l gran Maestre , y <strong>de</strong> templarios que<br />
están á su <strong>de</strong>voción : y, si quieres que sea franco contigo, aunque<br />
supiera salir bieu con la empresa, no me atrevería á engolfarme en<br />
tantas honduras. Harto me he comprometido por darte gusto: no<br />
estoy <strong>de</strong> humor <strong>de</strong> tener á cuestas una sentencia <strong>de</strong> <strong>de</strong>gradación,<br />
ni <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r el preceptorio por los ojos negros <strong>de</strong> una judía. Si quieres<br />
guiarte por mi consejo , echa el halcón á otra parte. Piénsalo<br />
bien, Brian : tu dignidad actual, tu engran<strong>de</strong>cimiento futuro, todo<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la opinión que goces en la or<strong>de</strong>n. Si te obstinas en retener<br />
á Rebeca , das ocasión á Beaumanoir para que te eche <strong>de</strong>l<br />
Temple ; y es hombre que no sabrá <strong>de</strong>sperdiciarla. Tiene sobrado<br />
apego al báculo que su trémula mano empuña, y ya ha sospechado<br />
que aquel es el término <strong>de</strong> tus miras. Te arruinará cuando le
CAPÍTULO XXXVI. 819*<br />
ofrezcas el menor pretesto, y no es friolera esto <strong>de</strong> proteger á una<br />
judía, ítem mas hechicera. Cé<strong>de</strong>le en este asunto, puesto que no te<br />
queda otro arbitrio.<br />
— Malvoisin, dijo Bois-Guilbert: alabo tu serenidad.<br />
— Brian , respondió el Preceptor , un amigo sereno y <strong>de</strong> sangre<br />
fría es el único que pue<strong>de</strong> darte consejos saludables. No te canses<br />
en dar coces contra el aguijón: por mas que hagas, no pue<strong>de</strong>s salvar<br />
á Rebeca; mas te digo : te espones á perecer con ella. Échate á<br />
los pies <strong>de</strong>l gran Maestre...<br />
— ¡Echarme á sus pies! esclamó con ojos iracundos el altivo é<br />
indómito templario. No , Alberto. Iré á verle, y le diré en sus<br />
barbas...<br />
—Pues bien , continuó Malvoisin ; díle en sus barbas que estás<br />
loco <strong>de</strong> amor por la judía, y verás la prisa que él se da en <strong>de</strong>spacharla.<br />
Y tú, cogido con las manos en la masa, en un <strong>de</strong>lito contrario<br />
á nuestro instituto , no pue<strong>de</strong>s contar con el socorro, <strong>de</strong> tus<br />
hermanos: y abandonando todas las quimeras <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> ambición,<br />
tendrás que alistarte como un lancero mercenario , y tomar<br />
parte en las revueltas <strong>de</strong> Flandcs y Borgoña.<br />
—Dices bien, Malvoisin , respondió Brian , <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber reflexionado<br />
algunos momentos. No quiero que Beaumanoir se ria <strong>de</strong><br />
mí; y por lo que hace á Rebeca, la tengo por indigna <strong>de</strong> que yo esponga<br />
mi vida y mi honor en bien suyo. Debo abandonarla, y <strong>de</strong>jarla<br />
seguir su suerte.<br />
—No te arrepentirás <strong>de</strong> esa resolución, dijo Malvoisin. Las mujeres<br />
son juguetes que nos divierten en los ratos perdidos : el negocio<br />
principal <strong>de</strong> la vida es la ambición. Perezcan mil veces todas las<br />
hermosas antes que tú vuelvas el pié atrás en la brillante carrera<br />
que has emprendido. A Dios, que no conviene prolongar esta conversación.<br />
Voy á preparar todo lo necesario para el juicio.<br />
— ¡ Qué ! ¡ tan pronto ! dijo Bois-Guilbert.<br />
—- Si, respondió el Preceptor; el juicio va <strong>de</strong> prisa cuando ya está<br />
pronunciada la sentencia <strong>de</strong> antemano.<br />
— Rebeca, dijo Bois-Guilbert, cuando quedó solo. ¡ Qué caro me<br />
cuestas! ¿ Porqué no me es dado abandonarte á tu suerte, como este<br />
frió hipócrita me aconseja ? Haré un esfuerzo por salvarte; pero<br />
i ay <strong>de</strong> tí si continuas ingrata á mis beneficios! Mi venganza será<br />
entonces igual á mi amor. Bois-Guilbert no arriesga el honor y la<br />
vida, para tener en galardón injurias y <strong>de</strong>sprecio.-
320 IVANH01S.<br />
Apenas hubo dado el Preceptor las ór<strong>de</strong>nes necesarias , cuando<br />
Conrado Mont-Fitchet vino á noticiarle que el gran Maestre habia<br />
<strong>de</strong>cidido proce<strong>de</strong>r al juicio sin pérdida <strong>de</strong> tiempo.<br />
«¿Qué <strong>de</strong>lirios son estos ? dijo Alberto <strong>de</strong> Malvoisin. Toda Europa<br />
está llena <strong>de</strong> físicos hebreos ; y por cierto que nadie atribuya<br />
sus curas portentosas al arte mágica ui á los sortilegios.<br />
— El gran Maestre, respondió Conrado, piensa <strong>de</strong> otro modo; y<br />
Alberto, hablemos claro. Hechicera ó no, mas vale que esta judia<br />
perezca, que ver la or<strong>de</strong>n dividida por disensiones y bandos, ó privada<br />
<strong>de</strong> un guerrero como Brian. Ya sabes que su reputación es<br />
gran<strong>de</strong>, y que la merece ; mas <strong>de</strong> nada le serviria si el gran Maestre<br />
le creyera cómplice, y no víctima <strong>de</strong> la hebrea. Aunque pereciera<br />
con ella todo el pueblo <strong>de</strong> Israel, mejor es que muera sola, y que<br />
no perdamos un miembro útil, y con él la fama <strong>de</strong> nuestra gran<br />
familia,<br />
— Hasta ahora he estado batallando con él, y persuadiéndole que<br />
ta abandone, dijo Malvoisin ; pero seamos justos : ¿hay motivos suficientes<br />
para con<strong>de</strong>nar á esa infeliz como hechicera? ¿Qué dirá el<br />
gran Maestre cuando vea que la acusación carece <strong>de</strong> pruebas?<br />
— No carecerá, dijo Conrado ; sobrarán pruebas irresistibles para<br />
con<strong>de</strong>narla.<br />
— Pero no se nos da tiempo para preparar la máquina, respondió<br />
Malvoisin.<br />
—Prepárala lo mas aprisa que puedas, dijo Conrado, y te saldrá<br />
la cuenta. Templestowe es un pobre preceptorio: el <strong>de</strong> la casa<br />
<strong>de</strong> Dios tiene rentas dobles y otras muchas ventajas. Encárgate <strong>de</strong><br />
disponer los pormenores <strong>de</strong>l proceso, y ya sabes que yo puedo<br />
mucho con Beaumanoir. ¿Quieres ser preceptor <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong><br />
Dios, en el fértil condado <strong>de</strong> Kent? ¿ Qué dices?<br />
—Entre los que han venido con Brian, dijo Malvoisin, hay dos<br />
hombres que me son muy conocidos: porque estuvieron mucho<br />
tiempo al servicio <strong>de</strong> mi hermano Felipe, y <strong>de</strong> él pasaron al ch<br />
Krente-<strong>de</strong>-buey. Pue<strong>de</strong> ser que ellos sepan algo acerca <strong>de</strong> Rebeca<br />
—Búscalos inmediatamente, dijo Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet, y<br />
algunos bizantes pue<strong>de</strong>n refrescarles la memoria, no pares en eso<br />
—Despáchate, que el juicio ha <strong>de</strong> empezar á las doce, .tamas h<<br />
visto á Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir tan apresurado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que con<strong>de</strong>nó a<br />
relapso Hamet Alfagi.»<br />
La sonora campana <strong>de</strong>l castillo habia acabado <strong>de</strong> dar la señal tí
CAPÍTULO xxxvi. 321<br />
mediodía, cuando Rebeca oyó pasos eu la escalera secreta <strong>de</strong>l aponerte<br />
que se le había <strong>de</strong>stinado. El ruido indicaba la llegada <strong>de</strong><br />
muchas personas, y esta circunstancia le causó alegría: porque<br />
mas temía las visitas privadas <strong>de</strong>l feroz y apasionado Bois-Guilbert,<br />
que todos los otros males que podían sobrevenirle. Las puertas<br />
<strong>de</strong>l aposento se abrieron, y entraron Conrado, el preceptor, y<br />
cuatro alabar<strong>de</strong>ros vestidos <strong>de</strong> negro.<br />
•.Hija <strong>de</strong> raza maldita, dijo Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, levántate, y sígnenos.<br />
—¿A dón<strong>de</strong>, dijo Rebeca, y para qué?<br />
—Mujer, dijo Conrado, no te toca preguntar, sino obe<strong>de</strong>cer. ¡Sabe<br />
sin embargo, que vas á. ser presentada ante el tribunal <strong>de</strong>l gran<br />
Maestre <strong>de</strong> nuestra or<strong>de</strong>n, para respon<strong>de</strong>r á los cargos que se te<br />
bagan.<br />
—•.Bendito sea el Dios <strong>de</strong> Abraham! dijo Rebeca, cruzando las<br />
manos. Hl nombre <strong>de</strong> juez es para mí como el <strong>de</strong> protector. De<br />
buena gana te sigo: permíteme tan solo que me cubra con el velo »<br />
Rebeca bajó pausadamente la escalera, atravesó una larga galería,<br />
al fin <strong>de</strong> la cual, por una gran puerta, entró en el salón principal<br />
<strong>de</strong>! preceptorio, don<strong>de</strong> Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir habia reunido el<br />
tribunal <strong>de</strong> que, como gran Maestre <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios,<br />
era presi<strong>de</strong>nte nato.<br />
La parte inferior <strong>de</strong> aquel vasto salón estaba llena <strong>de</strong> escu<strong>de</strong>ros<br />
y gente délos alre<strong>de</strong>dores, que con gran dificultad hicieron calle<br />
á Rebeca: la cual se presentó en medio <strong>de</strong> los don preceptores, y<br />
seguida <strong>de</strong> los cuatro alabar<strong>de</strong>ros. Estos la condujeron al sitio que<br />
ie estaba <strong>de</strong>stinado. Al pasar por la muchedumbre, con los brazos<br />
cruzados y la cabeza inclinada, sintió que le habían puesto un<br />
papel en la mano; mas ella continuó sin examinar su contenido.<br />
La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tener en aquel concurso alguna persona que se interesaba<br />
en su suerte le dio algún aliento; y alzando los ojos, echó una<br />
miradaal sitio en que se bailaba; ycierto que le causó gran<strong>de</strong> estrañeza<br />
la escena que procuraremos <strong>de</strong>scribir en el siguiente capítulo<br />
CAPITULO XXXVII.<br />
El tribunal erigido para el proceso déla inocente y <strong>de</strong>sgraciada<br />
Rebeca, era la plataforma, que, como hemos dicho anteriormente?<br />
21
322 IVANHOK,<br />
llenaba el testero <strong>de</strong>le* salones délas casas <strong>de</strong> aquella época<br />
y servia tan solo para los dueños <strong>de</strong> la mansión y otras personas<br />
distinguidas.<br />
Enfrente <strong>de</strong> la acusada se alzaba el dosel <strong>de</strong>l gran Maestre, el<br />
cual estalla vestido con el ropaje <strong>de</strong> gala <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n, y tenia en la<br />
mano el báculo místico, símbolo <strong>de</strong> su autoridad. A sus pies<br />
había una mesa, y á ella dos secretarios, que tenían el cargo <strong>de</strong><br />
poner por escrito todos los procedimientos <strong>de</strong> la causa. Las túnicas<br />
negras <strong>de</strong> estos dos eclesiásticos, sus cabezas <strong>de</strong>snudas, y sus<br />
miradas graves y humil<strong>de</strong>s, contrastaban con el aparato guerrero<br />
<strong>de</strong> los caballeros Templarios que asistían al juicio, ora como miembros<br />
<strong>de</strong>l preceptorio, ora como individuos <strong>de</strong> la comitiva <strong>de</strong> Lúeas<br />
<strong>de</strong> Beaumanoir. Había cuatro preceptores en la audiencia, y ocupaban<br />
sitios inferiores al <strong>de</strong>l. gran Maestre, y algo mas elevados<br />
que (1 piso inferior. Los bancos <strong>de</strong> los caballeros estaban al pié <strong>de</strong>i<br />
tribunal y á la misma distancia <strong>de</strong> los preceptores que estos <strong>de</strong>!<br />
gran Maestre. Detrás <strong>de</strong> ellos, pero en la mis.na plataforma se<br />
habían colocado los escu<strong>de</strong>ros, con ropajes blancos, diferentes en<br />
hechura <strong>de</strong> los que usaban los otros individuos <strong>de</strong>l Temple. Todo<br />
el concurso presentaba el aspecto <strong>de</strong> una gravedad majestuosa<br />
En los rostros délos caballeros se notaba el aire militar correspon<br />
diente á su profesión, unido á la severidad y al recogimiento<br />
propios <strong>de</strong> unos hombres consagrados al servicio <strong>de</strong> Dios: esta últi<br />
ma circunstancia era indispensable en presencia <strong>de</strong> un jefe comí<br />
Beaumanoir.<br />
En los otros puntos <strong>de</strong> la sala había guardias armados con partesanas,<br />
y otras muchas gentes atraídas por la curiosidad, y por<br />
el <strong>de</strong>seo (le ver á una hechicera judia, y al gran Maestre délos<br />
Templarios. La mayor parte <strong>de</strong> estos espectadores eran <strong>de</strong>pendientes<br />
<strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n; como lo <strong>de</strong>notaban sus negros ropajes. Pero во si<br />
había negado la entrada á los habitantes <strong>de</strong> los pueblos y campos<br />
circunvecinos: porque Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir tenia particular satis<br />
facción en dar la mayor publicidad al edificante espectáculo <strong>de</strong> la<br />
administración <strong>de</strong> la justicia. Inflamáronse sus gran<strong>de</strong>s ojos azules<br />
al consi<strong>de</strong>rar aquel aparato, como si lo envaneciera el papel que<br />
iba árepresentar, y la superioridad (pie le daban su puesto y<br />
mérito. Abriese la sesión con un salmo, que él mismo entono en<br />
voz suave; pero mas firme y segura <strong>de</strong> lo que correspondía á su<br />
edad. Este era el mismo que los Templarios cantaban, antes <strong>de</strong> ate
CAPÍTULO XXXVII lin<br />
ear al enemigo, y que Beaumanoir juzgó mas oportuno en aquella<br />
ocasión. Aquellos ecos majestuosos, repetidos por cien voces acostumbradas<br />
á entonar los loores <strong>de</strong>l Altísimo, subieron á las bóvedas<br />
<strong>de</strong>l salón, y se esparcieron entre sus arcos, con un ruido semejante<br />
al que produce una remota cascada.<br />
Cuando cesaron los cantos, el gran Maestre echó otra mirada en<br />
torno <strong>de</strong>l concurso, y observó que uno <strong>de</strong> los asientos <strong>de</strong> los pre<br />
ceptores estaba vacío. Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, que <strong>de</strong>bía ocuparlo,<br />
se había colocado en la estremidad <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los bancos <strong>de</strong>stinados<br />
á los caballeros. Ocultábase en parte el rostro con un pliegue <strong>de</strong><br />
su manto, y con la otra mano empuñaba la espada; divirtiéndose á<br />
veces en escribir con la punta envainada en el tablazón <strong>de</strong>l pavimento.<br />
« ¡ Hombre <strong>de</strong>sventurado! dijo el gran Maestre, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ha<br />
berle lanzado una mirada <strong>de</strong> compasión. Ya ves, Conrado, cuanto<br />
le abruma esta obra. Mira á que estado se halla reducido un va<br />
liento y digno caballero por las miradas <strong>de</strong> una mujer, á quien<br />
ha prestado su sabiduría el enemigo común. Ni se atreve á mirar<br />
nos, ni osa lijar sus ojos en la que, ha causado su ruina. ¿Sabes lo<br />
que está formando con la punta <strong>de</strong> la espada? Letras cabalísticas<br />
que ie, sugiero el Demonio. Quizás es un pacto fraguado contra mi<br />
vida: pero yo lo miro con <strong>de</strong>sprecio.»<br />
Después <strong>de</strong> este diálogo, que el gran Maestre tuvo aparte con su<br />
confi<strong>de</strong>nte y amigo Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet, alzó la voz, y dirigió<br />
estas palabras á la asamblea.<br />
« Reverendos y valientes hombres, caballeros, preceptores y compañeros<br />
<strong>de</strong> esta Or<strong>de</strong>n, hijos mios y hermanos, vosotros bien nacidos<br />
y piadosos escu<strong>de</strong>ros, que aspiráis á llevar la honrosa distinción<br />
<strong>de</strong> la Cruz, y vosotros cristianos, mis hermanos en ei<br />
Señor, séaos notorio que tenemos suficiente, autoridad y jurisdicción<br />
para proce<strong>de</strong>r al acto solemne <strong>de</strong> que vais á ser testigos; porque,<br />
aunque indignos <strong>de</strong> tanto honor, se nos ha cometido con este<br />
bastón la facultad <strong>de</strong> juzgar y sentenciar en todo lo relativo á la<br />
conservación <strong>de</strong> nuestra santa Or<strong>de</strong>n. En estas reuniones, es nuestra<br />
obligación oír el dictamen <strong>de</strong> nuestros hermanos, y proce<strong>de</strong><br />
según nuestro propio juicio. Pero cuando el lobo se ha introducido<br />
en el rebaño y arrebatado una <strong>de</strong> sus ovejas, el buen pastor reúne<br />
á todos sus compañeros para que aperciban arcos y hondas, y arrojen<br />
y <strong>de</strong>struyan al enemigo: lo cual está <strong>de</strong> acuerdo con la divisa
~12-i IVANHOE.<br />
«le nuestra Or<strong>de</strong>n, que nos manda atacar sin cesar al león rugiente -<br />
Por tanto, hemos mandado comparecer á nuestra presencia á una<br />
mujer judía, llamada Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac do York; mujer infame<br />
por sus sortilegios y hechizos; con los cuales ha echado un male -<br />
licioy trastornado el espíritu, no <strong>de</strong> un hombre vulgar, sino <strong>de</strong> un<br />
caballero; no <strong>de</strong> un caballero seglar, sino <strong>de</strong> uno que se ha consagrado<br />
al servicio <strong>de</strong>l Temple; no <strong>de</strong> un caballero compañero, sino<br />
<strong>de</strong> un preceptor, primero en honor y en dignidad. Nuestro hermano<br />
Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, á quien todos los presentes conocen<br />
como digno campeón <strong>de</strong> nuestra Or<strong>de</strong>n, se ha hecho famoso por sus<br />
hazañas en Palestina, purificando aquel sagrado suelo con la sangre<br />
<strong>de</strong> los sarracenos que lo habían contaminado. La sagacidad y<br />
pru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> nuestro hermano no son menos notorias que su valor<br />
y pericia militar; y tanto es su mérito, que los caballeros <strong>de</strong> las regiones<br />
orientales le consi<strong>de</strong>ran digno <strong>de</strong> empuñar este bastón,<br />
miando la divina Provi<strong>de</strong>ncia se digne aliviarnos <strong>de</strong> su peso. Cuando<br />
ese caballero tan honrado, y tan digno <strong>de</strong> serlo, olvida las consi<strong>de</strong>raciones<br />
<strong>de</strong>bidas á su carácter, á sus votos á sus hermanos y á<br />
su engran<strong>de</strong>cimiento futuro, uniéndose con una judia, vagando<br />
con ella por sil ios remotos y solitarios, y <strong>de</strong>fendiendo la vida <strong>de</strong><br />
esta mujer con peligro <strong>de</strong> la suya propia; cuando un hombre <strong>de</strong><br />
tan eminentes prendas se alucina basta el estremo <strong>de</strong> conducir esta<br />
perversa al sagrado asilo <strong>de</strong> un preceptorio, ¿qué podremos <strong>de</strong>cir<br />
sino es que algún espíritu maligno se ha apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> su alma, ó<br />
que esta se halla aprisionada y seducida por algún ensalmo infernal?<br />
Si así no fuera, ni su valor, ni su fama, ni ninguna otra ceusi<strong>de</strong>ración<br />
terrena le pondrían al abrigo <strong>de</strong>l justo castigo que hubiera<br />
merecido. Muchos y muy graves son los <strong>de</strong>litos comprendidos<br />
en el que da lugar á este proceso. 1." Nuestro hermano ha<br />
salido <strong>de</strong> los muros <strong>de</strong>l preceptorio sin nuestro especial permiso,<br />
contra el capítulo xxxm: 2.° Ha tenido comunicación con una judía;<br />
capítulo LVII; fi.° lía conversado con mujeres cstrañas, contra<br />
la regla; 4. 0<br />
Ha solicitado los ósculos <strong>de</strong> una mujer. Por cuyos<br />
odiosos <strong>de</strong>litos, Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert saldría espulso <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n,<br />
aun cuando fuera su brazo <strong>de</strong>recho.»<br />
El gran Maesire interrumpió aquí su discurso. Los jóvenes <strong>de</strong> la<br />
asamblea casi no pudieron contener la risa al oir el último cargo;<br />
pero sus miradas sevtras les impusieron mo<strong>de</strong>ración, y todo ei<br />
concurso continuó escuchando con el mayor silencio.
CAPÍTULO xxxvn. 325<br />
Tal y tan rigurosa seria la suerte <strong>de</strong> uu caballero Templario<br />
si hubiera infringido nuestra regla en materias <strong>de</strong> tanta gravedad<br />
Tero cuando por medio <strong>de</strong> encantos y hechizos Satanás ha conseguido<br />
dominarle y oprimirle, quizás por haber mirado con crimi<br />
nal ligereza los ojos <strong>de</strong> una mujer, lo juzgamos mas digno <strong>de</strong> com<br />
pasión que <strong>de</strong> castigo; y reservándonos la imposición <strong>de</strong> la penitencia,<br />
que baste á purificarlo <strong>de</strong> su culpa, <strong>de</strong>bemos dirigir el filo<br />
<strong>de</strong> la espada contra el maldito instrumento <strong>de</strong> tan infernal operación.<br />
Preséntense los testigos <strong>de</strong> la causa, y <strong>de</strong>pongan <strong>de</strong> los he<br />
chos que han presenciado, á fin <strong>de</strong> que podamos pronunciar sen<br />
tencia, según los méritos <strong>de</strong>l proceso.»<br />
En seguida fueron llamados los testigos para probar los riesgos<br />
que Brian habia corrido, en el incendio y la toma <strong>de</strong>l castillo, por<br />
libertar á Rebeca <strong>de</strong> los tiros y <strong>de</strong> las llamas: las <strong>de</strong>claraciones<br />
fueron tan exageradas como <strong>de</strong>bía esperarse <strong>de</strong> unos hombres g-ro<br />
seros é ignorantes, en quienes hace gran<strong>de</strong> impresión todo lo estraordinario,<br />
y cuya vanidad se bailaba al mismo tiempo lison<br />
geada por la satisfacción que daban sus dichos al personaje principal<br />
<strong>de</strong> aquel solemne acto. Pintaron como portentosos los<br />
esfuerzos <strong>de</strong>l caballero Templario en aquel crítico lance; su celo er¡<br />
<strong>de</strong>fensa déla judía, como digno do los héroes <strong>de</strong> los tiempos antiguos;<br />
su sumisión á todo lo que olla <strong>de</strong>cía, como absolutamente<br />
inesplicable en un sugeto <strong>de</strong> tan elevado carácter y <strong>de</strong> tan altiva<br />
índole.<br />
Después fué examinado el preceptor <strong>de</strong> Templcstow e acerca <strong>de</strong> ia<br />
entrada <strong>de</strong> Brian en el preceptorio. Alberto <strong>de</strong> Malvoisin procuré'<br />
astutamente justificar á su amigo, ocultando todas las circunstancias<br />
que podrían hacer mas odioso su <strong>de</strong>lito; pero en su <strong>de</strong>claración<br />
se echaba <strong>de</strong> ver que atribuía la fogosa pasión <strong>de</strong> Bois-Guilbert á<br />
un estravío mental, que solo podía proce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> causa sobrenatural<br />
y diabólica. Lanzó profundos suspiros, y se dio <strong>de</strong> golpes en los<br />
pechos al confesar que habia tenido la ilaqueza<strong>de</strong> admitir á la judía<br />
en los muros <strong>de</strong>l preceptorio. «Sírvame <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa lo que lm<br />
dicho anteriormente al muy reverendo gran Maestre. El sabe qiuaunque<br />
mi conducta fué irregular, mis motivos fueron justos \<br />
loables. Con la mayor alegría me someteré á la penitencia que so<br />
digne imponerme.<br />
Bien has dicho, respondió el gran Maestre. Tu intención fue<br />
buena, puesto que solo aspirabas á <strong>de</strong>tener ¡i tu hermano en el bor
326 - IVANHOB.<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>l precipicio; pero tu conducta fué errada, como la <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>tiene<br />
al caballo <strong>de</strong>sbocado, no por el freno, sino por los estribos, <strong>de</strong><br />
io que resulta que él mismo se espone á morir sin conseguir el fin<br />
que se proponía. Tres veces la semana se permite al Templario coioer<br />
carne: pero tú te abstendrás durante los siete dias. Seis semanas<br />
es el término que te señalo á esta penitencia, y quedarás absuelto.»<br />
El preceptor, con aire <strong>de</strong> hipócrita sumisión, hizo una profunda<br />
reverencia y volvió á ocupar su puesto.<br />
«Bueno seria, hermanos, dijo el gran Maestre, que tomásemos algunos<br />
informes acerca <strong>de</strong> la vida anterior <strong>de</strong> esta mujer: porque<br />
si resulta que es una <strong>de</strong> las iniciadas en las artes mágicas y sobronaturales,<br />
podremos mas fácilmente averiguar la causa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scarrío<br />
<strong>de</strong> nuestro hermano.»<br />
Hermán <strong>de</strong> Goodalricke era uno <strong>de</strong> los preceptores que asistían<br />
al juicio: los otros eran Conrado, Malvoisin y el mismo Brian <strong>de</strong><br />
tiois Guilbert. Hermán era un veterano, cuyo rostro estaba notablemente<br />
<strong>de</strong>sfigurado por heridas <strong>de</strong> cimitarra turca, y gozaba <strong>de</strong><br />
gran<strong>de</strong> influjo y prepon<strong>de</strong>rancia en la Or<strong>de</strong>n. Levantóse, hizo una<br />
eran reverencia al gran maestre, el cuai le concedió inmediatamente<br />
licencia <strong>de</strong> hablar: «Quisiera saber, muy reverendo padre,<br />
como respon<strong>de</strong> atan espantosos cargos nuestro valiente hermano,<br />
Brian <strong>de</strong> Bois Guilbert, y bajo qué aspecto consi<strong>de</strong>ra él mismo sus<br />
relaciones con esa judía.<br />
—Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, dijo el gran maestre; ya oyes las preguntas<br />
que quiere hacerte este venerable preceptor, hermano nuestro.<br />
Temando que le respondas.»<br />
Brian volvió la cabeza hacia el gran maestre, pero sin <strong>de</strong>splegar<br />
ios labios.<br />
—Brian, habla, yo te conjuro, dijo el gran Maestre.»<br />
Brian hizo cuanto pudo por contener Ja indignación y el <strong>de</strong>sprecio<br />
que todo aquello le inspiraba. «No acostumbro, dijo, respon<strong>de</strong>r<br />
á cargos infundados. Si alguien ataca mi honor, sabré <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo<br />
con mi brazo, y con la espada que tantas veces he esgrimido en <strong>de</strong>fensa<br />
<strong>de</strong>l Temple.<br />
—Te perdono, hermano Brian, dijo el gran Maestre. Pisa jactancia,<br />
esa vanagloria que ostentas en presencia <strong>de</strong> tu superior, es<br />
una nueva tentación <strong>de</strong>l enemigo. Digo que te perdono, porque<br />
consi<strong>de</strong>ro que no es Bois-Guilbert quien habla, sino el espíritu ma-
CAPÍTULO xxxvn. 327<br />
:igno que »e ha apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> su alma. Inflamáronse <strong>de</strong> cólera las<br />
megillas <strong>de</strong> Brian al oír estas espresiones, mas no se dignó darles<br />
respuesta. Y puesto, continuó Beaumanoir, que la pregunta <strong>de</strong>l reverendo<br />
preceptor ha quedado imperfectamente satisfecha, procedamos<br />
a<strong>de</strong>lante, hermanos míos, y con ios ausilios <strong>de</strong> nuestro fundador,<br />
procuremos <strong>de</strong>scubrir este misterio <strong>de</strong> iniquidad. Comparezcan<br />
á mi vista los que han sido testigos <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> las operaciones<br />
<strong>de</strong> esa mujer. Al <strong>de</strong>cir esto se notó alguna confusión, en<br />
el auditorio. El gran Maestro preguntó la causa, y supo que se bailaba<br />
entre los espectadores un hombre que habia estado impedido<br />
y gafo, peer (d espacio <strong>de</strong> muchos años, y á quien la judía habia restituido<br />
la salud con el uso <strong>de</strong> un bálsamo milagroso.»<br />
El pobre campesino sajón fué presentado al tribunal, y todo su<br />
aspecto indicaba el terror que le producía la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s castigos<br />
que se le iban á imponer por haber recibido la salud <strong>de</strong> manos<br />
<strong>de</strong> una israelita. Conservaba aun gran<strong>de</strong>s reliquias déla parálisis,<br />
corno se ochaba<strong>de</strong> ver en lasdos muletas que lo sostenían.Manifestó<br />
gran repugnancia á dar su <strong>de</strong>claración, y no la dio sin verter<br />
muchas lágrimas; resultando <strong>de</strong> ella, que dos años antes, bailándose<br />
en York, trabajando en su oficio <strong>de</strong> carpintero, por cuenta<br />
<strong>de</strong> Issac, se. vid) <strong>de</strong> pronto acometido por una dolencia que lo privó<br />
<strong>de</strong>d uso <strong>de</strong> sus miembros; que habia permanecido largo tiempo<br />
en aquella penosa situación, hasta que Rebeca le aplico varios remedios;<br />
y que el que mas habia contribuido á su alivio era un<br />
bálsamo fortificante, cuyo olor era fuerte y aromático. A<strong>de</strong>más,<br />
lijo (pie Rebeca le habia dado una pequeña vasija llenado aquella<br />
preciosa medicina, y una pieza <strong>de</strong> oro, para restituirse á su casa<br />
paterna, que no distaba <strong>de</strong> Templestowe. Y' con permiso <strong>de</strong> vuestra<br />
paternidad, dijo el sajón, no creo que la doncella tuviera intención<br />
<strong>de</strong> hacerme, o] menor daño, aunque ha tenido la <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> nacer<br />
india.<br />
—Silencio, villano, «lijo el gran Maestre, y retírate. Propio es <strong>de</strong><br />
brutos irracionales como tú fiarse en brujerías, y estar al salario<br />
<strong>de</strong> esos infieles. ¿Tienes en tu po<strong>de</strong>r ese ungüento <strong>de</strong> que hablas?»<br />
El pobre sajón metió su trémula mano en el bolsillo y sacó <strong>de</strong> él<br />
¡na caja <strong>de</strong> plomo, en que habia grabados algunos caracteres hebreos,<br />
lo que, según el voto unánime <strong>de</strong> la asamblea, era una<br />
prueba segure, do que el diablo se habia metido á boticario. Beaumanoir,<br />
tomó la caja en las manos, y como era muy versado en
828 IVANIIOE.<br />
casi todas las lenguas orientales, leyó con facilidad el epígrafe, qu<strong>de</strong>cia:<br />
El león <strong>de</strong> la tribu <strong>de</strong> Jada lia vencido. ¿ No hay algún médico<br />
en la audiencia que pueda <strong>de</strong>scubrir los ingredientes <strong>de</strong> que se<br />
compone esa droga ?<br />
Dos personas, que se daban el título <strong>de</strong> médicos, compareciero:.<br />
inmediatamente á este llamamiento <strong>de</strong>l Maestre. Kl uno era calzador<br />
<strong>de</strong> asnos, y el otro barbero: ambos examinaron con mil aspavientos<br />
y visajes el bálsamo, y <strong>de</strong>clararon que no conocían los simples<br />
<strong>de</strong> que se habia formado, salvo que olía mucho á mirra y al<br />
canfor, las cuales, en su opinión, eran medicinas orientales. Per"<br />
animados por el odio común <strong>de</strong> los físicos ignorantes á todos los<br />
que saben mas que ellos, indicaron que puesto que aquella com<br />
posición no estaba á sus alcances, <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser obra <strong>de</strong> la fármaco<br />
pea <strong>de</strong>l Averno; añadiendo, que aunque no eran nigromantes, poseían<br />
todos los ramos <strong>de</strong>l arte que profesaban, en cuanto á las leyes<br />
se lo permitían. Terminado el informe do estos profundos é imparciales<br />
doctores, el sajón pidió que so le <strong>de</strong>volviese su medicina,<br />
que le habia producido tan saludables efectos: mas el gran Maestre<br />
le respondió con un gesto terrible. ¿Cómo le llamas, villano ? le<br />
preguntó.<br />
«Higg, hijo <strong>de</strong>Snell, contestó el <strong>de</strong> las muletas.<br />
—Higg, hijo <strong>de</strong> Snell, repuso Beaumanoir, mas vale pasar toda<br />
la vida impedido en la cama que aceptar la salud <strong>de</strong> manos impías:<br />
mas vale <strong>de</strong>spojar á los infieles con la fuerza <strong>de</strong> las armas, <strong>de</strong> lo que<br />
poseen, que recibir <strong>de</strong> ellos donesy aun salarios. Anda, y vive prevenido.<br />
—,;.Ah'. dijo el sajón, la lección viene tar<strong>de</strong>, puesto que soy un<br />
hombre inútil: pero dos hermanos míos: que sirven al rico Rabino<br />
Natán Ben Samuel, sabrán que vuestra reverencia dice que mas<br />
vale robarlo que servirle fielmente.<br />
—Echad fuera ese bellaco, dijo Beaumanoir, que no estaba prepa<br />
rado á refutar esta aplicación práctica <strong>de</strong> sus consejos.<br />
Higg, hijo <strong>de</strong>Snell, se retiró: pero, interesado por la suerte <strong>de</strong> su<br />
bienhechora, se ocultó entre la muchedumbre, y aguardó á que se<br />
pronunciase la sentencia á pesar <strong>de</strong>l terror que le inspiraban el<br />
gesto furibundo y la voz amenazadora <strong>de</strong>l gran Maestre.<br />
Tales eran los trámites que se habían seguido en la causa, cuan<br />
do Beaumanoir mandó á la judía que se <strong>de</strong>scubriese. Abriendo entonces<br />
ror primera vez los labios, respondió sumisamente, pero cor
CAPÍTULO XXXVII, 321»<br />
dignidad, que las hijas <strong>de</strong> su pueblo no se <strong>de</strong>scubrían cuando estaban<br />
solasen una reunión <strong>de</strong> estranjeros. La suavidad <strong>de</strong> su voz es<br />
citó en la audiencia un movimiento <strong>de</strong> interés y <strong>de</strong> compasión.<br />
Pero Beaumanoir, que so jactaba <strong>de</strong> saber comprimir todos les sentimientos<br />
naturales, opuestos, en su enten<strong>de</strong>r, al cumplimiento <strong>de</strong><br />
su obligación, repitió con tono severo el mismo mandato. Los<br />
guardias iban á arrancar el velo á lajudía, y esta se dirigió al gran<br />
Maestre, y le dijo: «no por el amor <strong>de</strong> vuestras bijas, que ya sé quino<br />
las tenéis: pero por amor <strong>de</strong> vuestras madres y hermanas, y por<br />
el honor <strong>de</strong> su sexo, no permitáis que pongan esos hombres las manos<br />
en la persona <strong>de</strong> una pobre, doncella in<strong>de</strong>fensa. Os obe<strong>de</strong>ceré,<br />
añadió con una espresion <strong>de</strong> paciencia y <strong>de</strong> amargura, que casi<br />
suavizó el corazón <strong>de</strong>l mismo Beaumanoir: vosotros sois los ancianos<br />
<strong>de</strong> vuestro pueblo, y por consiguiente los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong>l inocente j<br />
<strong>de</strong>l oprimido.»<br />
Quitóse el velo, y miró á sus jueces con rubor, pero con dignidad.<br />
Su estraordinariabelleza escitó un murmullo <strong>de</strong> admiración: y<br />
las miradas que so echaban unosá otros los caballeros jóvenes dallan<br />
á enten<strong>de</strong>rque la justificación <strong>de</strong> Brian consistía mas bien eu<br />
las gracias <strong>de</strong> la acusada que en sus sortilegios. Pero Higg, el hijo<br />
<strong>de</strong> Snell. no pudo resistir á la impresión que hizo en él la vista <strong>de</strong> la<br />
que le había restituido la salud. «Dejadme salir, <strong>de</strong>cía á los guardias<br />
déla puerta; <strong>de</strong>jadme salir, que yo he tenido parte en su pérdida,<br />
y no puedo fijar los ojos en ella.<br />
—Silencio, buen hombre, dijo Rebeca al oir estas palabras: no<br />
pue<strong>de</strong>s hacerme daño, puesto que no has dicho mas que la verdad,<br />
u¡ salvarme cou tus quejas y lamentaciones. Silencio; retírate, y<br />
piensa en tu seguid iad.»<br />
Aun no habian sido oidas las <strong>de</strong>posiciones <strong>de</strong> los dos partidarios<br />
<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-Buey, á quienes Malvoisin habia dado <strong>de</strong> antemano<br />
las instrucciones necesarias. Aunque eran hombres toscos y endurecidos<br />
en la vida militar, dieron muestras <strong>de</strong> vacilar en su propósito,<br />
cuando vieron la juventud y la hermosura <strong>de</strong> aquella <strong>de</strong>s ven<br />
turada; pero una seña espresiva <strong>de</strong>l preceptor <strong>de</strong> Tcmplestowe<br />
les hizo volveren sí. Dieron su <strong>de</strong>claración con una individualidad<br />
que hubiera sido sospechosa á jueces <strong>de</strong> otro temple, refiriendo<br />
circunstancias comunes y naturales en sí mismas: pero capaces<br />
ile inspirar dudas y recelos al tribunal y al auditorio, sea<br />
por los exagerados pormenores, sea por los siniestros comentarios
¡130 ÍYANHOE.<br />
que les anadian. Los hechos «le que dieron cuenta, eran «3 indiferentes<br />
y comunes, ó físicamente imposibles; pero unos y otros <strong>de</strong>bían<br />
hacer gran<strong>de</strong> impresión, en una época en que tan profundamente<br />
arraigadas estaban la ignorancia y el fanatismo. Do los primeros<br />
resultaba que Rebeca habia murmurado algunas palabras.en una<br />
lengua estrada y <strong>de</strong>sconocida; que había entonado cánticos, tan<br />
singularmente melodiosos y patéticos, que resonaban <strong>de</strong> un modo<br />
extraordinario en ¡os oídos, y agitaban el corazón; que hablaba á<br />
solas y alzaba los ojo?, como si aguardase respuesta <strong>de</strong> un sitio elevado;<br />
que la forma <strong>de</strong> su ropaje no era semejante á la que usaban<br />
las mujeres en aquel país ven aquel tiempo; que en sus sortijas se<br />
veían símbolos cabalístico-, y que el bordado <strong>de</strong> su velo representaba<br />
figuras y caracteres <strong>de</strong>sconocidos.<br />
Estas trivialida<strong>de</strong>s tan inocentes y tan sencillas, fueron admitidas<br />
como pruebas, ó alo menos como graves indicios <strong>de</strong> las ciencia*<br />
sobrenaturales que se atribuían á la acusada.<br />
Mas áesto se agregaron testimonios nada, equívocos, que aunque<br />
increíbles, hollaron asenso en el concurso, ó á lo menos en la mayor<br />
parto <strong>de</strong> las personas que lo componían. Uno <strong>de</strong> los soldados dijo<br />
que la habia visto curar á. uno <strong>de</strong> los herido-; <strong>de</strong>l capullo <strong>de</strong> Frente<strong>de</strong>-<br />
buey. «Lo primero que hizo tal era la. relación <strong>de</strong>! testigo! fué<br />
trazar alguna., figuras con la mano, y pronunciar sobre la herida<br />
algunas palabras misteriosas en un idioma que nadie pudo enten<strong>de</strong>r;<br />
al instante se <strong>de</strong>sprendió <strong>de</strong> la parte la flecha que en ella habia<br />
penetrado, se estancó la sangre, se cerró la herida, y el paciente,<br />
que poco antes se hallaba en el artículo <strong>de</strong>, la muerte, echó á andar<br />
por las murallas, y ayudó al testigo á manejar una máquina que<br />
servia para, arrojar piedras á los sitiadores > Esta historia se funda,<br />
ha probablemente en la asistencia que Rebeca habia <strong>de</strong>do á Ivanhoe<br />
durante la mansión <strong>de</strong> este en el castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey. La<br />
<strong>de</strong>posición <strong>de</strong> este hombre era tanto mas irrebatible, cuanto que.<br />
para darle mayor apoyo, sacó y presentó al tribunal y al auditorio<br />
la misma flecha que, tan milagrosamente se habia <strong>de</strong>sprendido <strong>de</strong>l<br />
cuerpo <strong>de</strong>l soldado. Pesaba una onza, y por tanto nadie pudo dudar<br />
<strong>de</strong> tan maravilloso suceso. Su compañero habia visto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una tronera<br />
inmediata la escena entre el Templario y Rebeca, cuando esta<br />
iba á pricipitar.se <strong>de</strong> lo alto «le la torre. Para no quedarse, <strong>de</strong>trás<br />
en punto á pon<strong>de</strong>ración, el testigo refirió que la judía se lanzó en<br />
efecto <strong>de</strong>l parapeto <strong>de</strong> la torre, y tomando la forma <strong>de</strong> un cisne
CAPÍTULO XXXVII. Gol<br />
blanquísimo, voló tres veces alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l castillo, <strong>de</strong>spués déla<br />
nial, apareció <strong>de</strong> nuevo sobre el parapeto, en su forma natural.<br />
Menos <strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong> esta portentosa relación hubiera bastado<br />
para con<strong>de</strong>nar & una vieja pobre y fea, aunque no hubiera sido<br />
judía. Pero esta ultima circunstancia, unida & tan formidable testimonio,<br />
<strong>de</strong>bia sor fatal á Eebeca, y lo fué en electo, si posar <strong>de</strong> su<br />
•squisita belleza y <strong>de</strong> su juventud.<br />
El gran Maestre recogió los votos <strong>de</strong> los preceptores y caballeros,<br />
y preguntó á Rebeca, con voz pausada y majestuosa, si toda<br />
•dgo que alegar, contra la sentencia que Usad imponerle.<br />
«Tan solo implorar vuestra compasión, dijo la amable judía, trémula<br />
y conmovida: aunque creo que es débil argumento y nodulo<br />
que será infructuoso. Tampoco ¡no servirla probar que la cura<br />
ie los enfermos y heridos <strong>de</strong> otra nación no quedo ser <strong>de</strong>sagradable<br />
á los ojos <strong>de</strong>l Padre universal. No me cansaré en <strong>de</strong>mostrar que<br />
muchos <strong>de</strong> bis hechos que esos hombres (Dios les perdone; han recitado,<br />
son enteramente imposibles y absurdos; y digo que no rebatiré<br />
esta, acusación, porque veo (pie le habéis dado entero crédito.<br />
¿De qué mo serviría <strong>de</strong>cir que mi trago, mi idioma, y mis<br />
osos son los do todo mi pueblo? Quisiera <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> mi patria; pero<br />
00 hay patria para nu oí pera mis <strong>de</strong>sgraciados compañeros.. No<br />
mo justificaré á espensas <strong>de</strong> mi opresor, que esta, oyendo todas<br />
esas patrañas y ficciones en actitud mas propia <strong>de</strong> víctima que<strong>de</strong><br />
tirano. Dios juzgará entre lirian y Rebeca. Lo que sí aseguróos<br />
que antes sufriría mil muertes las mas horrorosas que podáis imaginar,<br />
(pie dar oídos á las solicitaciones <strong>de</strong> ese hombre perverso:<br />
solicitaciones dirigidas á una mujer abandonada <strong>de</strong> todo el mundo,<br />
cautiva suya,y*pr¡vada <strong>de</strong> toda <strong>de</strong>fensa. Pero es vuestro compañero,<br />
y una sola palabra que pronuncie pesa mas en la balanza<br />
<strong>de</strong> vuestra justicia, que las protestas mas solemnes <strong>de</strong> una <strong>de</strong>sventurada<br />
judía. Estoy lejos do querer acusarle <strong>de</strong> los <strong>de</strong>litos que so<br />
me imputan; pero apodaré á su honor y ú su conciencia. Di, Briau<br />
<strong>de</strong>Bois-Guilbert: ¿no son falsas esas acusaciones? ¿No son tan<br />
quiméricas y calumniosas como terribles y fatales?» A estas palabras<br />
<strong>de</strong> la judía siguió un silencio universal y profundo. Todas<br />
las miradas se fijaron en Bois-Guilbert, el cual permaneció inmó-<br />
1 íl y callado.<br />
«Habla, continuó la judía: si eres cristiano, si eres hombre, La<br />
ida. Te lo ruego por el hábito que vistes, por el nombre que lias he-
332 IVANHOE.<br />
redado, por la ór<strong>de</strong>u <strong>de</strong> caballería que has recibido, por el honor <strong>de</strong><br />
tu madre, por la tumba en que reposan los huesos <strong>de</strong> tu padre: di<br />
si son falsas ó verda<strong>de</strong>ras esas acusaciones.<br />
— Respón<strong>de</strong>le, hermano, dijo el gran Maestre, si te lo permite ei<br />
enemigo que te domina.»<br />
Kn efecto, Bois-Guilbert estaba aguadísimo y trémulo á impulso<br />
<strong>de</strong> las pasiones que lidiaban en su corazón. Solo pudo pronunciar,<br />
mirando á Rebeca, y con voz abogada: el papel, el papel.<br />
—¿Lo veis? dijo Beaumanoir. Ese papel <strong>de</strong> que habla es proba<br />
lilemente el pacto diabólico, en virtud <strong>de</strong>l cual está con<strong>de</strong>nado ai<br />
silencio.»<br />
i'ero Rebeca interpretó <strong>de</strong> otra, manera laesclamacion que el gran<br />
Maestre habia arrancado á su opresor; y aprovechándose <strong>de</strong> i;,<br />
atención con que iodo el concurso le miraba, echó la vista sobre<br />
ei papel, que le habían entregado <strong>de</strong> un modo tan misterioso, j<br />
leyó estas palabras escritas en lengua Arábiga: pi<strong>de</strong> v.n campeón.<br />
Mientras todos los espectadores se ocupaban en comentar <strong>de</strong> diversos<br />
modos la estrada cuanto inesperada, respuesta <strong>de</strong>l Templario.<br />
Rebeca hizo mil pedazos el papel, sin que nadie la observase.<br />
(Asando cesó el rumor ocasionado por aquel inci<strong>de</strong>nte, el gran Maestre<br />
volvió ¡i tomar la palabra.<br />
c.Rebeca, <strong>de</strong> ningún provecho te sirve el testimonio <strong>de</strong> este caballero,<br />
puesto que está poseído por el Espíritu <strong>de</strong> las tinieblas.<br />
¿Tienes algo mas que <strong>de</strong>cir?<br />
—Solo pue<strong>de</strong> quedarme una esperanza <strong>de</strong> vida, dijo la judía, s<br />
lo o no voy á proponer es conforme á vuestras leyes y á vuestros<br />
usos. Mi vida na sido miserable, sobre todo la última parte <strong>de</strong> ella:<br />
pero yo <strong>de</strong>bo conservar en cuanto me sea posible el don <strong>de</strong> mi<br />
criador, y aprovecharme <strong>de</strong> todos los medios <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa que su<br />
bondad me facilita. Niego los cargos que se me hacen; sostengo ni.<br />
iuocencia; <strong>de</strong>claro falsa y calumniosa la acusación: pero pido y reclamo<br />
el privilegio <strong>de</strong>l juicio <strong>de</strong> combate, y pareceré en él por<br />
lo»-dio <strong>de</strong> un campeón.<br />
—¿Y quién, dijo Beaumanoir, enristrará lanza en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> una<br />
judía?<br />
— Dios me suscitará <strong>de</strong>fensor, dijo Rebeca: en la noble Inglater<br />
ra. en esta tierra libre, generosa y benéfica don<strong>de</strong> hay tantos que<br />
esponen la vida por el honor, no faltará quien quiera esponerla por<br />
la justicia. Basta por ahora que yo reclame el <strong>de</strong>recho que nopue<br />
,5¡. serme negado: aquí está mi prenda.»
CAPÍTULO XXXVIII. 333<br />
Al <strong>de</strong>cir esto, tomó un guante, y lo arrojó <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l gran<br />
Mf estre, con un a<strong>de</strong>man sencillo y majestuoso, que eseitó generalmente<br />
la admiración y la sorpresa.<br />
CAPITULO XXXVIII.<br />
La conducta <strong>de</strong> Rebeca durante el proceso interesó vivamente ¡i<br />
rodos los que la habían presenciado, y aun hasta al mismo Lúeas<br />
<strong>de</strong> Beaumanoir. Su índole no era naturalmente cruel ni severa, pero<br />
con pasiones frias y con una i<strong>de</strong>a exaltada <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>beres, su<br />
corazón se habia endurecido lentamente á fuerza <strong>de</strong> combates , y<br />
<strong>de</strong>l hábito <strong>de</strong> ejercer un po<strong>de</strong>r sin límites. Ablandóse, notablemente<br />
la aspereza <strong>de</strong> su fisonomía, al consi<strong>de</strong>rar aquella hermosa criatura,<br />
sola, <strong>de</strong>samparada, y que al mismo tiempo se habia <strong>de</strong>fendido<br />
con tanto valor y firmeza. Dos veces se levantó como para preservarse<br />
<strong>de</strong> aquellos impulsos <strong>de</strong> ternura, tan impropios <strong>de</strong> un corazón<br />
que en semejantes circustancias solía revestirse <strong>de</strong> la dureza<br />
<strong>de</strong> la roca.<br />
«Mujer, dijo , gran<strong>de</strong> es tu <strong>de</strong>sacato si la compasión que me inspiras<br />
es efecto <strong>de</strong> las artes que ejerces. Pero reas bien quiero atribuirlo<br />
al sentimiento natural que <strong>de</strong>be producir la consi<strong>de</strong>ración<br />
<strong>de</strong> que sea vaso <strong>de</strong> perdición una persona tan favorecida por el Hacedor<br />
supremo. Arrepiéntete, hija mia : confiesa el <strong>de</strong>lito que has<br />
cometido <strong>de</strong> pacto diabólico y nigromancia : abandona los errores<br />
<strong>de</strong> tu secta , abraza este santo emblema que tengo en las manos,<br />
y serás feliz ahora y siempre. En el asilo <strong>de</strong> algún claustro religioso<br />
podrás consagrarte á la oración y á la penitencia; al arrepentimiento,<br />
y á la ciencia <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro Dios. Sigue mis consejos<br />
v vivirás. ¿ Qué razón tienes para morir por la ley <strong>de</strong> Moisís?<br />
—Es la ley <strong>de</strong> mis padres , dijo Rebeca ; fué dada en el monte<br />
Sinaí entre truenos y relámpagos, entre fuego y nubes.<br />
—Venga el capellán <strong>de</strong>l preceptorio , dijo Beaumanoir, y haga<br />
ver á esta obstinada infiel....<br />
—Perdonad que os interrumpa , dijo Rebeca ; yo no sé argüir<br />
por mi religión; pero puedo morir por ella. Respon<strong>de</strong>dme á la <strong>de</strong>manda<br />
que he hecho <strong>de</strong> un campeón.<br />
—Dadme el guante <strong>de</strong> esa mujer, dijo Beaumanoir. Prendaesesta,
331 ¡VANHOlí.<br />
añadió, consi<strong>de</strong>rando la <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za <strong>de</strong> su tejido y la pequenez <strong>de</strong> i;-¡<br />
forma,prenda es esta <strong>de</strong>masiado leve para negocio <strong>de</strong> tanta gravedad<br />
Rebeca, tu causa, comparada con la <strong>de</strong> nuestra santa Or<strong>de</strong>n,<br />
que es la que tú <strong>de</strong>safías , es como este guante frágil y <strong>de</strong>licado,<br />
comparado con nuestros guanteletes <strong>de</strong> acero, que tan po<strong>de</strong>rosas<br />
armas empuñan , y tantos valientes enemigos confun<strong>de</strong>n j<br />
aterran.<br />
—Pon mi inocencia en la balanza , dijo Rebeca, y el guante <strong>de</strong><br />
seda pesará masque todos los guanteletes <strong>de</strong> un ejército entero.<br />
—¿Conque persistes en negar tu culpa, y en pedir el juicio poi<br />
combate ?<br />
—Persisto, noble señor, respondió Rebeca.<br />
—Hágase pues en nombre <strong>de</strong> Dios, dijo el gran Maestre . y <strong>de</strong><br />
clárese su justicia en favor <strong>de</strong> la razón y <strong>de</strong> la verdad.<br />
- -Asi sea, respondieron los preceptores.<br />
—Hermanos , dijo Beaumanoir , bien os consta que hubiéramos<br />
podido negar á esa mujer el privilegio que <strong>de</strong>manda : pero , aun<br />
que incrédula judía, es estranjera, y está in<strong>de</strong>fensa ; y no permita<br />
Dios que yo la prive <strong>de</strong> la benéfica protección <strong>de</strong> nuestras leyes<br />
A<strong>de</strong>más que somos caballeros y soldados, como eclesiásticos y religiosos,<br />
y seria <strong>de</strong>nuesto <strong>de</strong> nuestra fama rehusar el combate que sr<br />
nos ofrece. Ahora se presenta una cuestión que <strong>de</strong>bo someter á<br />
vuestro juicio. Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> York, en virtud <strong>de</strong> muchas<br />
circunstancias sospechosas, parece culpable ante vuestros ojos, por<br />
haber practicado artes ilícitas y diabólicas, en la persona <strong>de</strong> un no<br />
ble caballero <strong>de</strong> nuestra or<strong>de</strong>n : se ofrece á probar su inocencia poi<br />
medio <strong>de</strong>l combato , como nuestras leyes se lo permiten. ¿A quién<br />
<strong>de</strong>beremos entregar, según vuestra opinión, la prenda <strong>de</strong> la batalia'.''<br />
¿Quién será el campeón <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los Templarios en este<br />
duelo ?<br />
—Este cargo, dijo ¡1 Preceptor <strong>de</strong> Ooodalricke, atañe <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho<br />
á llrian <strong>de</strong> Rois-Guilbert: a<strong>de</strong>más, que él es el único que pue<strong>de</strong> sa<br />
ber la verdad en esta materia.<br />
—¡ Y si nuestro hermano Bois-Guilbert, repuso el gran Maestre,<br />
se halla sometido al influjo maligno <strong>de</strong> sus sortilegios 1 Digo esto<br />
por via <strong>de</strong> precaución: porque si no fuera por tan estraordinaria<br />
ocurrencia, á nadie podría confiarse tan dignamente la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />
nuestra Or<strong>de</strong>n, como á ese valiente y acreditado hermano.<br />
—Reverendo padre, dijoel Preceptor <strong>de</strong> Goodalricke. no hay pac
CAPÍTULO X\.\VI1I. 33f><br />
lo, ni ensalmo, ni brujería que liaste á enca<strong>de</strong>nar el brazo <strong>de</strong>l gucr<br />
rere que pelea en el juicio <strong>de</strong> Dios. La prueba <strong>de</strong>l combate como to<br />
das lasque se practican en semejantes casos, no es mas que el medio<br />
<strong>de</strong> conocerla sentencia <strong>de</strong> la, sabiduría Divina, en materias conten<br />
ciosas, que la débil razón <strong>de</strong>l hombro no es parle á <strong>de</strong>cidir ; y la<br />
sabiduría, di\ ¡na no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> las diabluras <strong>de</strong> ruja mujer supers<br />
ticiosa.<br />
—•Tienes razón, hermano, dijo Lúeas <strong>de</strong> Boaumanoir. Alberto do<br />
víahoisin, entrega la .prenda <strong>de</strong>l reto á Liban do Uois-Guilbert<br />
Y dirigiendo la palabra á este : Hermano le dijo ; en virtud <strong>de</strong> la-<br />
autoridad que ejerzo, aunque indignamente, en nuestra Or<strong>de</strong>n, os<br />
mando tomar las armas en este duelo, recomendándoos que peleéis<br />
con valor y confianza, y no dudéis que con el favor <strong>de</strong> Dios triun<br />
fará la buena causa.. V tú, Rebeca, ten entendido que el duelo se<br />
verificará <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tres dias, y que para entonces <strong>de</strong>be estaraper<br />
eibido tu campeón.<br />
—Es harto breve ese término, dijo Rebeca, para que una estran-<br />
jera pueda encontrar un guerrero, <strong>de</strong> religión contraria á la suya,<br />
que quiera esponer vida, y honor en su <strong>de</strong>fensa.<br />
—No po<strong>de</strong>mos ampliarlo, dijo el gran Maestre : el duelo <strong>de</strong>be ve<br />
rificarse en nuestra presencia, y negocios <strong>de</strong> mayor importancia<br />
nos obligan á salir <strong>de</strong> aquí <strong>de</strong>ntro do pocos dias.<br />
—¡Hágase la voluntad <strong>de</strong> Dios! respondió la judía. Mi confianza<br />
está en él, puesto qu; salva en siglos como en instantes.<br />
—Ríen has dicho, mujer, continuó el gran Maestre. Quédanos que<br />
<strong>de</strong>signar el sitio <strong>de</strong>l combate, y quizás el <strong>de</strong> la ejecución. ¿Dón<strong>de</strong><br />
está el Preceptor <strong>de</strong> esta casa?»<br />
Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, que aun tenia en sus manos el guante <strong>de</strong><br />
Rebeca, estaba á la sazón hablando con calor y en voz baja con<br />
Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert.<br />
«.¡Qué! dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir. ¿ No quiere aceptar la prenda<br />
<strong>de</strong>l reto?<br />
—La acepta, reverendo padre, dijo Malvoisin, ocultando el guan<br />
te en la túnica ; y por lo que hace al sitio <strong>de</strong>l combate , paréceme<br />
que podría disponerse en el campo <strong>de</strong> san Jorge, que pertenece á<br />
estepreceptorio, y sirve comunmente para los ejercicios militares<br />
<strong>de</strong> sus individuos.<br />
—Está bien, dijo el gran -Maestre. Rebeca, allí <strong>de</strong>berá presentar<br />
se tu campeen : si así no se verifica . ó si el que se presente en tu
:)36 1YANII0E.<br />
nombre es vencido en el juicio <strong>de</strong> Dios, morirás <strong>de</strong> muerte,<br />
conforme á tu sentencia. Regístrese nuestro fallo, y léase en alta<br />
voz, para que nadie pueda alegar ignorancia.»<br />
Tino <strong>de</strong> los que hacían las funciones <strong>de</strong> secretario <strong>de</strong>l capitulo escribió<br />
la sentencia en un grueso volumen, que contenia las actas <strong>de</strong><br />
las reuniones solemnes <strong>de</strong> los caballeros Templarios <strong>de</strong>l preceptorio<br />
<strong>de</strong> Templestowe. Terminada esta operación , el otro secretario<br />
leyó en público la sentencia, que traducida fielmente <strong>de</strong> la lengua<br />
normando-francesa, <strong>de</strong>cia así:<br />
«La Judía Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong> York, es acusada <strong>de</strong> soríile<br />
gio, seducción, y otras artes criminales y perversas . practicadas<br />
con un caballero <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Templo; y niega los ¡ cargos<br />
hechos en la causa, y dice que las <strong>de</strong>posiciones <strong>de</strong> los testigos que<br />
la acusan son falsas y calumniosas ; y que no siéndole posible presentarse<br />
en persona al combate que reclama, mediante el privilegio<br />
<strong>de</strong>l juicio <strong>de</strong> Dios, comparecerá en su nombre y <strong>de</strong>fensa un caballero<br />
campeón : el cual peleará bien y realmente, según las reglas<br />
<strong>de</strong> la caballería, con las armas legales y permitidas, y á su costa y<br />
peligro. Y por tanto, hadado la prenda correspondiente , la cual<br />
lia sido entregada al-noble señor y caballero lirian <strong>de</strong> Bois-Ouilbert,<br />
<strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, nombrado para este duelo, por superior<br />
autoridad, caballero campeón en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la dicha Or<strong>de</strong>n y<br />
<strong>de</strong> su misma persona, como ofendida y agraviada por las prácticas<br />
y malas artes <strong>de</strong> la apelante. En vista <strong>de</strong> todo lo cual , el muy<br />
reverendo padre y po<strong>de</strong>roso señor Lúeas, marqués <strong>de</strong> Beaumanoir,<br />
conce<strong>de</strong>d la apelante el privilegio <strong>de</strong>l combate en juicio <strong>de</strong> Dios,<br />
que reclama, y la facultad <strong>de</strong> comparecer en él por medio <strong>de</strong> un<br />
campeón; y señala para este acto el día tercero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong> la<br />
fecha, y el cercado llamado <strong>de</strong> San Jorge, lin<strong>de</strong>ro con los muros<br />
<strong>de</strong> este preceptorio <strong>de</strong> Templestowe. Y el dicho gran Maestre manda<br />
y requiere que la apelante comparezca por medio <strong>de</strong> campeón,<br />
so pena <strong>de</strong> ser con<strong>de</strong>nada á la <strong>de</strong> muerte, que merece , como convicta<br />
<strong>de</strong> sortilegio y nigromancia; y también al <strong>de</strong>mandado' que<br />
comparezca por sí mismo, so pena <strong>de</strong> ser tenido por malsín, cobar<strong>de</strong><br />
y mal caballero ; y el noble señor y muy reverendo padre manda<br />
que el combate se verifique en su presencia, y en los términos<br />
Segales y acostumbrados en semejantes ocasiones -. y Dios ayu<strong>de</strong> y<br />
proteja la justa causa.»<br />
«Amen», dijo el gran Maestre, y repitió el concurso.» Rebeca no
CAPÍTULO xxxviu. 33-7<br />
<strong>de</strong>splegó los labios , alzó los ojos al Cielo, cruzó los brazos, y<br />
en esta actitud se mantuvo algunos minutos. Después pidió con<br />
gran mo<strong>de</strong>stia al gran Maestre, que se le permitiese escribir<br />
á sus amigos á iin <strong>de</strong> enterarles lo que pasaba, y que le proporcionasen<br />
algún campeón , según los términos <strong>de</strong> la sen<br />
tencia.<br />
El < Irán Maestre, no podiendo negarse á petición tan justa y t an<br />
legal, le permitió nombrar un mensajero , el cual podría entrar y<br />
salir <strong>de</strong> la prisión basta el dia <strong>de</strong>l combate.<br />
«¿Hay alguna persona en este concurso, dijo Rebeca, que en bien<br />
lie la buena causa., ó por el precio que pida , quiera encargarse <strong>de</strong><br />
llevar una carta ?»<br />
Nadie respondió a esta pregunta, porque cada cual temia que el<br />
Í irán Maestre le sospechase <strong>de</strong> judaismo si manifestaba el menor<br />
interés en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la acusada. Ni aun la esperanza <strong>de</strong> una buena<br />
recompensa pudo disipar este temor.<br />
Rebeca, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber aguardado con ansiosa inquietud que<br />
alguien se ofreciese á servirla, esclamó: «¡Será posible ! ¿No habrá<br />
en esta tierra <strong>de</strong> nobleza y generosidad quien se interese en la<br />
suerte <strong>de</strong> una doncella inocente y perseguida? ¿Se me nejará lo<br />
que se conce<strong>de</strong> al peor <strong>de</strong> los criminales?<br />
Higg , hijo <strong>de</strong> Snell , alzó entonces la voz: «Estoy privado, dijo,<br />
<strong>de</strong>l libre uso <strong>de</strong> mis miembros; pero ó ella <strong>de</strong>bo la salud poca ó mucha<br />
<strong>de</strong> que gozo. Yo llevaré la carta , continué) dirigiéndose á Rebeca<br />
, y haré cuanto pue<strong>de</strong> hacer un cojo con muletas. ¡ Ojalá tuviera<br />
alas para reparar el daño que ha hecho mi lengua ! Lejos estaba<br />
yo <strong>de</strong> creer que cuando hablaba <strong>de</strong> su caridad estaba preparando<br />
su ruina.<br />
—Dios , respondió Rebeca , es el que dispone do nuestra suerte.<br />
101 pue<strong>de</strong> redimir mi cautividad por los medios mas humil<strong>de</strong>s: y<br />
para llevaí' este mensaje , tan bueno es el caracol como el águila.<br />
Busca á Isaac <strong>de</strong> York, y aquí tienes para pagar hombres y caballos.<br />
Entrégale este billete. Yo no sé si me inspira el espíritu <strong>de</strong><br />
Dios; pero comió en no morir <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong> esta causa . y en que<br />
no faltará quien tome á su cargo mi <strong>de</strong>fensa. A Dios : <strong>de</strong> tí <strong>de</strong>pen<strong>de</strong><br />
mi muerte ó mi vida.<br />
El Sajón tomó el billete, que contenia algunas líneas para el He<br />
breo. Muchos <strong>de</strong> los presentes quisieron disuadirle <strong>de</strong> su propósito:<br />
per > el hijo <strong>de</strong> Snell estaba «esuelto á servir á su bienhechora. Le<br />
'22-
¿313 tVANHOB.<br />
habia dado la salud <strong>de</strong>l cuerpo, y el buen hombre quería servir <strong>de</strong><br />
instrumento para salvarla.<br />
«Mi vecino Buthan, <strong>de</strong>cia, me prestará su yegua, y estaré en<br />
\ orlt en menos que canta un pollo.»<br />
Mas no tuvo necesidad <strong>de</strong> ir tan lejos porque á un cuarto <strong>de</strong> mida<br />
<strong>de</strong>l preceptorio <strong>de</strong> Templestowe encontró dos hombres á caballo,<br />
¡>m conoció ser <strong>de</strong> la nación hebrea, por su trage y por sus gorras<br />
amarillas. Se acercó á ellos , y distinguió á su amo antiguo Isaac<br />
le York. El otro era el rabino Ban Samuel. Los dos se encaminaban<br />
«.! preceptorio, por tener ya noticias <strong>de</strong> que el tiran Maestre habia<br />
onvocado el capítulo para la causa <strong>de</strong> una judia.<br />
—Hermano Ben Samuel, <strong>de</strong>cia Isaac, mi alma está inquieta y no<br />
- i por qué. Estas acusaciones <strong>de</strong> nigromancia sirven para perseguirnos<br />
y hacernos odiosos.<br />
—Ten ánimo, hermano, le respondió el Rabino : tú tienes con qué<br />
mmprar el favor <strong>de</strong> esas gentes. El dinero es el que domeña los ánimos<br />
<strong>de</strong> esos hombres crueles. Pero ¿quién es ese <strong>de</strong> las muletas que<br />
se dirige hacia nosotros? Parece que quiere hablarnos. Amigo, con-<br />
'ínuóel físico, hablando con Higg hijo <strong>de</strong> Snell. No te rehuso los socorros<br />
<strong>de</strong> mi arte; pero yo no curo á ¡os vagabundos que viven <strong>de</strong><br />
pedir limosna por los caminos. Si estás paralítico <strong>de</strong> las piernas<br />
l por qué no trabajas con las manos? No todos pue<strong>de</strong>n ser pastores<br />
ni correos, ni soldados: mil ocupaciones hay que, no necesitan el uso<br />
le los pies.» El Rabino interrumpió su arenga, viendo que Isaac,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber tomado el billete <strong>de</strong> manos <strong>de</strong>l cojo , y leido <strong>de</strong><br />
prisa, cayó <strong>de</strong> la muía abajo, como si le hubiera privado <strong>de</strong> la vida<br />
un rayo <strong>de</strong>l cielo.<br />
El Rabino <strong>de</strong>smontó con gran inquietud y precipitación: y aplicó<br />
á su compañero los remedios que creyó oportunos. Ya habia sacado<br />
la lanceta <strong>de</strong>l estuche, y se disponía á ejecutar una obra maestra<br />
<strong>de</strong> flebotomía, cuando Isaac recobró el uso <strong>de</strong> sus sentidos. Lo<br />
primero que hizo fué arrojar la gorra al suelo y cubrirse <strong>de</strong> polvo<br />
las canas. El médico al principio atribuyó aquella acción á la turbación<br />
ocasionada por el <strong>de</strong>smayo, ó á un ataque repentino <strong>de</strong> <strong>de</strong>lirio,<br />
y continuado en su propósito, disponía lo necesario para la<br />
operación : mas pronto lo <strong>de</strong>sengañó el <strong>de</strong>sventurado viejo.<br />
«¡Hija <strong>de</strong> mi dolor! esclamó; bien podrías llamarte Benonien lugar<br />
<strong>de</strong> Rebeca. ¿Por qué me obliga tu muerte á mal<strong>de</strong>cir la fe <strong>de</strong><br />
mi pueblo? ¿Por .qué no bajo contigo al sepulcro?
CAPÍTULO xxxvni. 339<br />
—Hermano, dijo con la mayor sorpresa.el Rabino lien Samuel,<br />
jeres padre en Israel, y te atreves á pronunciar esas palabras? ¿Ha<br />
muerto tu bija, la sabia y hermosa Rebeca?<br />
—Vive, dijo Isaac; pero vive como Daniel, llamado Beltheshazzar,<br />
cuando estaba en la cueva <strong>de</strong> los leones. Es cautiva, y será víctima<br />
<strong>de</strong> la crueldad, lira la corona <strong>de</strong> palmas <strong>de</strong> mi frente, y ahora va á<br />
perecer. ¡ Hija <strong>de</strong> mi amor! ; Consuelo <strong>de</strong> mi vejez ! ¡«>h Rebeca!<br />
; Hija <strong>de</strong> Raquel! Ya se acercan las tinieblas <strong>de</strong> la noche eterna en<br />
que vas á sumergirte.<br />
—Vuelve á leer esa carta, dijo el Rabino, quizás hallarás alguna<br />
esperanza <strong>de</strong> salvación.<br />
—Léela tú , hermano lien Samuel, respondió Isaac, porque mis<br />
ojos están Lechos dos fuentes <strong>de</strong> lágrimas.<br />
El fisico leyó en lengua hebrea el contenido <strong>de</strong> la carta, que <strong>de</strong><br />
cía así:<br />
< A Isaac, hijo <strong>de</strong> Adonikam , á quien los cristianos llaman Isaac<br />
<strong>de</strong> York: paz, y las bendiciones multiplicadas <strong>de</strong> la promisión. Pa<br />
dre, estoy condonada á morir por un <strong>de</strong>lito cuya naturaleza igno<br />
ro; a saber, por magia ó nigromancia. Si encuentras un hombre<br />
fuerte y aguerrido que quiera enristrar lanza , y esgrimir espada<br />
en mi favor, según las leyes y usos <strong>de</strong> los nazarenos; y presentarse<br />
en el preceptorio <strong>de</strong> los templarios, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tercero día, quizás<br />
nuestro padre Uios le dará vigor para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r á la inocente y á la<br />
<strong>de</strong>samparada. Si no pue<strong>de</strong> ser así, lloren por mí las vírgenes <strong>de</strong> mi<br />
pueblo, como por el ciervo herido por el cazador, y por la flor cor<br />
tada por la hoz <strong>de</strong>l campesino. Mira pues lo que pue<strong>de</strong>s hacer para<br />
rescatarme <strong>de</strong> esta miseria. Quizás se movería á compasión <strong>de</strong> mi<br />
suerte el guerrero Nazareno que tú y yo conocemos. AVilfrido, hijo<br />
<strong>de</strong> Cedric, que los gentiles llaman Ivanhoe : mas pue<strong>de</strong> ser que á la<br />
hora esta no le sea dado todavía soportar el peso <strong>de</strong> la armadura.<br />
Sin embargo, escríbele ó hazle saber lo que pasa; porque goza <strong>de</strong><br />
mucho favor y estima entre la gente <strong>de</strong> su pueblo; y si se acuerda<br />
<strong>de</strong> que fué nuestro compañero en la cautividad, acaso encontrará<br />
otro guerrero que quiera tomar armas en mi <strong>de</strong>fensa. Y* en todo caso<br />
le dirás al mismo AYilfrido, hijo <strong>de</strong> Cedric, que muerta ó viva, soy<br />
inocente <strong>de</strong>l crimen que se me imputa. Y si es la voluntad <strong>de</strong> Dios<br />
que seas privado <strong>de</strong> tu hija, no te <strong>de</strong>tengas en esta tierra <strong>de</strong> san<br />
gre y <strong>de</strong> crueldad: sino ve á Córdoba, don<strong>de</strong> tu hermano vive se<br />
guro bajo el amparo <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> Boabdil el Sarraceno: porque me-
340 1VA.NH0E.<br />
nos crueles son ios moros con la raza <strong>de</strong> Jacob que los nazarenos <strong>de</strong><br />
Inglaterra.<br />
Isaac escuchó con toda la atención posible la carta que el Rabim:<br />
Ben Samuel habia leido; y <strong>de</strong>spués se abandonó á todos los estre<br />
ñios <strong>de</strong> su dolor, <strong>de</strong>sgarrándose los vestidos, cubriéndose <strong>de</strong> polvo<br />
la cabeza, á guisa <strong>de</strong> los orientales, y esclamando con la mas amar<br />
ga aflicción: «¡Hija mia! ¡carne <strong>de</strong> mis carnes, y hueso <strong>de</strong> mis<br />
huesos!)i<br />
—Cobra ánimo, Isaac, le dijo el Rabino, que <strong>de</strong> nada aprovecha<br />
la <strong>de</strong>sesperación. Date prisa, y busca á ese Wilfrido, hijo <strong>de</strong> Cedric<br />
Quizás te dará consejo y apoyo; porque el joven goza <strong>de</strong> la pri<br />
vanza y <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong> Ricardo, á quien los nazarenos llaman Cora<br />
zon <strong>de</strong> León, y todo el mundo dice (pie ya ha vuelto <strong>de</strong> sus rome<br />
rías. Pue<strong>de</strong> ser que consiga <strong>de</strong>l rey una carta con su sello, man<br />
dando áesos hombres sanguinarios, que se abstengan <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r<br />
a<strong>de</strong>lante en su inhumano <strong>de</strong>signio.<br />
—Sí, dijo Isaac; voy á buscarle sin pérdida <strong>de</strong> tiempo, porque es<br />
un buen mancebo, y se compa<strong>de</strong>ce <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong> Jacob. Pero, es<br />
tá herido y no pue<strong>de</strong> usar armadura,, y ¿quién otro osará encar<br />
garse <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa do la hija <strong>de</strong> Sion?<br />
—Hablas, dijo el Rabino, como si no conocieras á esas gentes.<br />
Con el oro comprarás su valor, como compras tu seguridad. No<br />
<strong>de</strong>smayes ni te <strong>de</strong>tengas, y yo también me emplearé en tu bien,<br />
pues seria pecado <strong>de</strong>jarte abandonado á tamaña calamidad. Voy á<br />
la ciudad <strong>de</strong> York, don<strong>de</strong> hay reunidos ahora, con motivo délas<br />
presentes revueltas, muchos guerreros y soldados; y no dudo que<br />
encontraré uno que convenga en pelear por tu hija. El oro es ei<br />
Dios <strong>de</strong> esta nación, y por el oro empeñará la vida, como empeña<br />
sus alhajas y haciendas. Supongo que no tendrás inconveniente en<br />
cumplir el contrato que yo celebre en tu nombre.<br />
—No lo du<strong>de</strong>s, hermano, dijo Isaac <strong>de</strong> York; y el cielo quiere<br />
darme socorro en esta aflicción Sin embargo, no promotas lo que<br />
te pidan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego, porque ya sabes que esa maldita gente pich<br />
por arrobas, y fuego, si es preciso, toma por adarmes. Pero, haz le<br />
que quieras, porque yo no sé lo que digo con esa atroz pesadum<br />
bre. ¿Y <strong>de</strong> qué rae servirían todos los tesoros <strong>de</strong>l mundo, si he d<<br />
perdí r á ¡a joya <strong>de</strong> mi familia y <strong>de</strong> mi pueblo?<br />
—A Dios, dijo el Rabino, y suceda todo á medida <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>seos<br />
Les <strong>de</strong>s anbgos abrazaren tiernamente, y so separaron toman
CAPÍTULO XXXIX. 341<br />
do distintos caminos. El cojo Higg estuvo algún tiempo contemplándolos.<br />
—¡Estos perros judíos! <strong>de</strong>cía Higg hijo <strong>de</strong> Snell. El mismo caso<br />
hacen <strong>de</strong> mí, que si fuera un esclavo ó un montón <strong>de</strong> estiércol,<br />
¿Qué les hubiera costado echarme en la gorra algunos tuzantes?<br />
¿Ni qué obligación tenia yo <strong>de</strong> traer y llevar recados, esponiéndome<br />
á tener otro hechizo á guisa <strong>de</strong>l Templario, como todos me<br />
<strong>de</strong>cían? Es verdad que la doncella me dio una pieza <strong>de</strong> oro: pero ya<br />
veremos.... ¡tan mas, que la gente <strong>de</strong>l lugar dirá que soy correo<br />
<strong>de</strong> judíos, y me quedaré con el apodo. ¡Si me habrá echado la judía<br />
algún sortilegio, ó como se llama! Pero con todos los que se 1c<br />
acercan suce<strong>de</strong> lo mismo, y no obstante creo que daria la tienda y<br />
la herramienta por salvarlo la vida.<br />
CAPITULO XXXIX.<br />
Al anochecer <strong>de</strong>l día en que se había celebrado el juicio, si así<br />
pue<strong>de</strong> llamarse, <strong>de</strong> ltebeca, se oyeron algunos golpes pausados ala<br />
puerta <strong>de</strong> su prisión. No por esto interrumpió la doncella las oraciones<br />
<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> que su religión prescribía, y que terminaban,<br />
con un himno, cuya traducción, aunque imperfecta, ofrecemos<br />
aquí á nuestros lectores :<br />
Cuendo ísraeí sal;.,<br />
Del cautiverio que sufrió bumiáado.<br />
El .Señor dirigía<br />
Al pueblo bienamado,<br />
De llame, y humo, y eupi jndor a r x - . i R<br />
Y <strong>de</strong> día se alzaby.<br />
Como gigante, el guia ne'oulo.-•>.<br />
Y <strong>de</strong> noche doraba<br />
Su fulgor gloriosa,<br />
El <strong>de</strong>sierto callado y arenoso.<br />
Y el pontífice santo<br />
V el guerrero, y la virgen \ e: levita,<br />
Con armonioso canto<br />
Loaban la infinita<br />
Bondad <strong>de</strong>l Padre nue en eUuio u/iic...<br />
2s'
342 IVANHOE.<br />
No admira el gran portenta<br />
Cual en era parsada el enemigo;<br />
Que libre <strong>de</strong> tormento,<br />
Camina sin testigo,<br />
El pueblo <strong>de</strong> quien fuera Dios amigo.<br />
Mas ora, aquí presente,<br />
Dios <strong>de</strong> eterna bondad, aunque invisible,<br />
Tu blando influjo siente<br />
Kl ánimo apacible,<br />
Solaz vertiendo y júbilo in<strong>de</strong>cible.<br />
Y aunque silba el tremendo<br />
Presagio <strong>de</strong> huracán, y velo oscuro<br />
Va los aires cubriendo,<br />
Cual en sólido muro<br />
MI inocente en tí vive^eguro.<br />
Empero tú <strong>de</strong>sprecias<br />
Carne <strong>de</strong> oveja y sangre <strong>de</strong> cabrito.<br />
Y el homenaje precias<br />
Del ánimo contrito,<br />
Y mucho mas la caridad que el rito.<br />
Cuando cesaron los ecos <strong>de</strong>l himno <strong>de</strong>voto <strong>de</strong> Rebeca, volvieron<br />
á sonar los golpes cautelosos que antes habia oido á la puerta. 'Entra,<br />
respondió, si eres amigo; y si eres enemigo, ¿por qué llamas?<br />
—Soy yo, dijo entrando en el aposento Rrian <strong>de</strong> Bois-Guilbert:<br />
amigo ó enemigo, según quieras tú misma, y según resulte <strong>de</strong><br />
esta entrevista.»<br />
Asustada al ver á este hombre, á cuya licenciosa pasión atribuía<br />
Rebeca, y con sobrados motivos, todos los infortunios que la ro<strong>de</strong>aban,<br />
la infeliz doncella dio algunos pasos atrás, no aparentando<br />
miedo, sino recelo y precaución; y se retiró al lado opuesto <strong>de</strong> la<br />
pieza, resuelta á huir en cuanto se lo permitieran las circunstancias,<br />
y en todo caso á oponer una resistencia inflexible á la osadía<br />
<strong>de</strong> su perseguidor. Púsose en actitud firme y <strong>de</strong>cidida, no como<br />
quien provoca el ataque, sino como quien está dispuesto á recibir<br />
al enemigo con toda su fuerza y po<strong>de</strong>r.<br />
No tienes razón para temerme, Rebeca, dijo el templario; ó á lo<br />
menos no tienes razón para temerme ahora.<br />
—Ni ahora ni nunca, respondió la hebrea, aunque la agitación<br />
con que respiraba <strong>de</strong>smentía en parte el heroísmo <strong>de</strong> su resolución,<br />
confío en quien es mas fuerte que tú. No; no creas que te temo.<br />
—Haces bien, dijo el templario con gravedad y compostura. Ni
C.VÍTUI.O xxxix. 343<br />
rea- 1<br />
ta que puedo abandonarme en la ocasión presente a los frenéticos<br />
ímpetus <strong>de</strong> mi pasión. A poca distancia <strong>de</strong> aquí hay una<br />
guardia, que seguramente no hará caso <strong>de</strong> mis mandatos. Es la<br />
• l ue lia <strong>de</strong> conducirte al patíbulo, mas no por eso permitiría que<br />
se te hiciera el menor daño; ni aun respetaría mi carácter, si á<br />
anto llegara mi locura, que así puedo llamarla.<br />
—Gracias al cielo, dijo Rebeca, la muerte es lo que monos temo<br />
»11 medio <strong>de</strong> tantas aflicciones.<br />
-Sí, repuso el templario, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la muerte no espanta ai<br />
ánimo valeroso cuando viene pronto y sin ro<strong>de</strong>os. Un tajo, una<br />
estocada, son cosas <strong>de</strong>spreciables para mí. Tú pue<strong>de</strong>s precipitarte<br />
le una torre, y guardar tranquila el golpe <strong>de</strong>l puñal: pero ¿qué es<br />
sto comparado con la <strong>de</strong>shonra, con la infamia, con un nombre<br />
envilecido? Oye atenta lo que voy á <strong>de</strong>cirte. Quizás mis i<strong>de</strong>as sobre<br />
el honor no son menos exaltadas que las tuyas: lo cierto es<br />
pie. sabré morir mas bien que <strong>de</strong>smentirlas.<br />
- ¡Hombre infeliz! esclamó Rebeca. ¡Morir en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> unos prin-<br />
dpios que odias en lo íntimo <strong>de</strong> tu corazón! Te enagenas <strong>de</strong> un te-<br />
-oro, en cambio <strong>de</strong> una paja: mas no creas (pie yo pienso <strong>de</strong>l mismu<br />
modo, 'fu resolución fluctuará en las mudables y agitadas olas<br />
íe ias opiniones humanas: la mía se apoya, en la roca dolos siglos.<br />
—De poco te aprovechan esas i<strong>de</strong>as y propósitos, dijo Brian <strong>de</strong><br />
Hois-( iuilbert. ha muerte que te aguarda no es suave ni pronta<br />
•orno la que <strong>de</strong>sea el <strong>de</strong>sgraciado, como la que la <strong>de</strong>sesperación<br />
prefiere; sino lenta, amarguísima, prolongada por los tormentos,<br />
mal correspon<strong>de</strong> al crimen que los hombres te atribuyen.<br />
— V ¿á. quién se la. <strong>de</strong>bo, dijo líebeca, sino al que me condujo á<br />
•sa odiosa mansión para satisfacer un <strong>de</strong>seo vil y brutal, y ahora,<br />
por motivos que no comprendo, está exagerando la suerte, que él<br />
mismo me ha preparado?<br />
— No creas, dijo Hois-Guilbert, que yo soy el autor <strong>de</strong> tu <strong>de</strong>sgrana.<br />
Yo te hubiera servido <strong>de</strong> escudo contra olla, <strong>de</strong>l mismo modo<br />
v con tanto /cío como cuando (espuse mi vida y recibí los tiros que<br />
amenazaban la tuya.<br />
—Si tu objeto hubiera sido la. protección <strong>de</strong> una mujer in<strong>de</strong>fensa<br />
inocente , dijo Rebeca, yo hubiera sabido mostrarte mi gratitud;<br />
i ro puesto que tantas veces me has echado en cara ese patrocinio,<br />
dol>o <strong>de</strong>cirte (¡ue en nada estimóla vida comprada ai precio<br />
, ;•• tú Isas querido exigirme por ella.
344 IVANH0E.<br />
—Basta <strong>de</strong> janctancia, dijo el templario; hartas pesadumbres<br />
me abruman en este momento, y no necesito que tú las aumentes<br />
con tus reconvenciones.<br />
—¿Qué pues es lo que intentas? dijo Rebeca. Dílo, y sea pronto<br />
Si vienes á contemplar las <strong>de</strong>sgracias y miserias que me has ocasionado,<br />
complácete en ellas, y déjame en paz. El tránsito <strong>de</strong>l tiempo<br />
á la eternidad es corto, pero terrible; y yo no tengo sobrado espacio<br />
para prepararme á él.<br />
—Conozco, dijo el templario, que no cesarás <strong>de</strong> atribuirme tus<br />
<strong>de</strong>sventuras, que <strong>de</strong> todo mi corazón hubiera querido evitarte.<br />
—Señor caballero, dijo Rebeca, no es esta, ocasión <strong>de</strong> quejas:<br />
pero lo cierto es que mi muerte se <strong>de</strong>be á tu <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada pasión.<br />
—Te engañas, te engañas, dijo Brian con gran<strong>de</strong>s muestras <strong>de</strong><br />
impaciencia. Me imputas lo que no he podido prever ni evitar,<br />
¿Quién habia <strong>de</strong> pensar en la inesperada venida <strong>de</strong>l gran Maestre,<br />
á quien algunos raptos <strong>de</strong> valor han elevado al puesto que ocupa?<br />
—¡Y sin embargo, dijo Rebeca, tomas asiento entre mis jueces, y<br />
aunque sabes que soy inocente, apruebas con tu silencio mi sentencia;<br />
y si no me engaño, vas á empuñar las armas para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />
mi culpa y asegurar mi pérdida!<br />
—Ten paciencia, dijo Brian. Nadie mejor que el judío sabe con<br />
temporizar con la suerte, y navegar con todos vientos.<br />
— ¡Perezca la hora, dijo la hebrea, en que la casa <strong>de</strong> Israel aprendió<br />
esa ciencia <strong>de</strong> envilecimiento y <strong>de</strong> ignominia. Pero la adversidad<br />
dobla el corazón , como el fuego dobla los metales mas duros.<br />
¿Y qué, ha <strong>de</strong> hacer el que no tiene, sueldo ni patria ni hogar? qué<br />
ha <strong>de</strong> hacer el que ha sido arrojado <strong>de</strong> la mansión paterna, sino<br />
someterse al extranjero á cuya merced se pone? Sin duda nuestros<br />
pecados y los <strong>de</strong> nuestros padres nos han acarreado la maldición<br />
que hoy nos oprime; pero tú, que te jactas <strong>de</strong> tu libertad y <strong>de</strong>!<br />
lustre <strong>de</strong> tu cuna, ¡cuanto mas vil no es tu humillación, puesto<br />
que ce<strong>de</strong>s á las preocupaciones ágenos, obrando contra lo que tu<br />
convicción te dicta!<br />
—Amargas son tus acusaciones, dijo Brian; mas yo no vengo á<br />
reñir ni á disputar. Sabe que Bois-Guilbert no ce<strong>de</strong> á hombre alguno,<br />
aunque las circunstancias le obliguen á veces á diferir la ejecución<br />
<strong>de</strong> sus planes. Su resolución es como el arroyo <strong>de</strong> la montaña,<br />
que pue<strong>de</strong> ro<strong>de</strong>ar al pié <strong>de</strong> una peña, pero que. por mas estorbos<br />
que encuentre, va á parar al Océano. ¿De quién piensa? que
CAPÍTULO XXYIY. 345<br />
venia aquel papel en que se te aconsejaba que pidieses campeón,<br />
si no es <strong>de</strong> Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert? ¿De quién podías esperar tanto<br />
interés y tan saludable consejo?<br />
—Para suspen<strong>de</strong>r un momento una muerte inevitable, dijo Rebeca.<br />
¿Es eso todo lo que podías hacer por mí, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberme<br />
sumido en el abismo <strong>de</strong> mi perdición?<br />
—No, dijo el templario, no es esto todo lo que me propongo hacer.<br />
Si no hubiera sido por la intervención <strong>de</strong>l gran Maestre y <strong>de</strong><br />
Goodalricke, que se jacta <strong>de</strong> pensar y sentir según las reglas ordinarias<br />
<strong>de</strong> la humanidad, el oficio <strong>de</strong> campeón <strong>de</strong>fensor correspondía,<br />
no á un preceptor, sino á un compañero <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. En este<br />
caso, yo mismo, tal era mi propósito, me hubiera presentado en el<br />
palenque al primer sonido <strong>de</strong> la trompeta, disfrazado como un caballero<br />
errante (pie va á caza <strong>de</strong> aventuras y á probar con el primero<br />
que se presenta la fuerza <strong>de</strong> su espada y <strong>de</strong> su lanza. Y entonces,<br />
aunque Beaumanoir hubiera escogido dos, tres, cuatro<br />
caballeros <strong>de</strong> los mas valientes <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n, yo te aseguro que nada<br />
hubiera tenido que temer; entonces hubiera sido <strong>de</strong>clarada tu inocencia,<br />
y quedaría á cargo do tu gratitud el galardón <strong>de</strong> tanto<br />
riesgo y <strong>de</strong> tanto sacrificio.<br />
—Os estáis vanagloriaudo, dijo Rebeca, <strong>de</strong> lo que hubierais hecho<br />
á no haber tenido por mas conveniente obrar <strong>de</strong> otro modo.<br />
Habéis recibido mi guante; y mi campeón, si una criatura tan <strong>de</strong>sgraciada<br />
pue<strong>de</strong> encontrar quien la <strong>de</strong>fienda, tendrá que lidiar con<br />
vos cuerpo á cuerpo. ¿Y aun 03 atrevéis á llamaros mi protector y<br />
mi amigo?<br />
—Y lo seré, respondió el templario; pero observa el riesgo; ó por<br />
mejor <strong>de</strong>cir, la certeza <strong>de</strong>l <strong>de</strong>shonor que me aguarda, y no estraiíes<br />
que estipule algunas condiciones antes <strong>de</strong> esponer lo que siempre<br />
lie apreciado mas que la vida.<br />
— Habla, dijo Rebeca, que no te entiendo.<br />
— Te hablaré, dijo el Templario , con la misma franqueza que ei<br />
penitente al confesor. Si no me presento en ei combate, como se me<br />
lia mandado, pierdo para, siempre la fama y la dignidad que ocupo<br />
; cosas que son para nosotros como el aliento que respiramos:<br />
pierdo la estimación <strong>de</strong> mis hermanos, y las esperanzas bien fundadas<br />
<strong>de</strong> subir á la suprema autoridad que hoy ocupa Lúeas <strong>de</strong><br />
Beaumanoir. Tal será mi suerte si no salgo armado á combatir tu<br />
causa. ; Maldito sea el preceptor que me armó este íazo, y maldito
346 1VAN1101Í.<br />
sea Alberto <strong>de</strong> Malvoisin que me impidió arrojar tu guante al rostro<br />
<strong>de</strong> aquellas gentes que dan oidos á una acusación tan absurda<br />
contra una criatura tan perfecta como tú !<br />
— De poco sirven ahora los cumplimientos y la« lisonjas, dijo ia<br />
judía. Tú has escogido entre la, sangre <strong>de</strong> una inocente, y tu vaui<br />
dad y tus esperanzas mundanas. ;, De qué sirve hablar sobre loque<br />
no tiene remedio? Has tomado tu partido.<br />
—No lo he tomado aun , dijo el Templario en tono mas suave y<br />
acercándose á Rebeca. Tú eres quien <strong>de</strong>bes <strong>de</strong>cidirme. Si me presento<br />
al combate, <strong>de</strong>bo mantenerla reputación (pie lie sabido grangearme<br />
en la carrera délas armas: y en este caso, tengas ó no tengas<br />
campeón, mueres en la hoguera : porque hasta ahora no he<br />
cedido á nadie, salvo á ('orazon <strong>de</strong> Peón y á. su favorito Ivaehoe.<br />
Ivanhoe, como sabes, no se halla en estado <strong>de</strong> vestir armadura ¡ Ricardo<br />
está preso en tierra, estraña. No hay remedio : si salgo al palenque<br />
, mueres , aunque tus gracias esciten á, algún joven do ánimo<br />
á tomar el campo en tu favor.<br />
— ¿A qué viene repetir lo mismo tantas veces? dijo Rebee.!.<br />
— Sirve <strong>de</strong> mucho, dijo Brian ; porque conviene que consi<strong>de</strong>res<br />
tu suerte bajo todos sus aspectos.<br />
— Entonces, dijo la judía, vuélvela medalla, y veamos el rev :rso.<br />
— Si no me presento al combate me <strong>de</strong>gradan, me <strong>de</strong>shonran,<br />
me acusan <strong>de</strong> magia y <strong>de</strong> sortilegio. El nombre ilustre que llevo y<br />
que. he sabido conservar , llegará, á ser un dictado <strong>de</strong> vilipendio.<br />
Todo lo pierdo, fama, honor, esperanzas, ambición ; y mi ambición,<br />
Rebeca, es como las montañas con que los gigantes quisieron escalar<br />
el Olimpo. Y sin embargo, esta gran<strong>de</strong>za que sacrifico, esta<br />
fama, á que renuncio, este po<strong>de</strong>r que abandono, aun teniéndolo casi<br />
seguro, no son nada ¡i mis ojos, si Rebeca se digna <strong>de</strong>cir: Brian<br />
te doy mi corazón.<br />
— No pienses en esas locuras, señor caballero, dijo líebeca. \euie<br />
al Regente y al príncipe Juan , ios cuales . si en algo aprecian ia<br />
dignidad <strong>de</strong> la corona <strong>de</strong> Inglaterra, no podrán permitir esa autoridad<br />
que el gran Maestre se arroga. De este modo podrás protegerme<br />
sin hacer sacrificios , y sin tener protestos que alegar para<br />
exigírmelos.<br />
— Nada tengo que ver con ellos, dijo Brian ; á tí sola me dirijo y<br />
en tus ¡nanos pongo tu suerte y la mía : la muerte es mi rive', y<br />
en caso <strong>de</strong> escoger, mas valgo yo que ella.
CAPÍTTJTO XXXX1X. IÍ47<br />
— YODO hago esa comparación, dijo Rebeca temerosa <strong>de</strong> exaspe<br />
rar nías al caballero , pero resuelta á no dar acogida á su pasión y<br />
aun á no ungir que la daba. Sé hombre y sé cristiano. Si eres no<br />
ble y generoso, sálvame <strong>de</strong> esta horrible muerte, sin exigir un ga<br />
lardón que convertiría tu heroísmo en villanía.<br />
— No, dijo el Templario volviendo á su acostumbrada actitud <strong>de</strong><br />
orgullo y altanería. No es tan fácil abusar <strong>de</strong> mi credulidad : si<br />
pierdo toda mi ventura , por tí la pierdo ; contigo <strong>de</strong>bo dividir la<br />
suerte que me aguarda. Mira , Rebeca, añadió suavizando la voz:<br />
Inglaterra, Europa, no son el mundo entero. Regiones hay bastante<br />
anchas para mi ambición : en ellas podremos vivir y ser felices.<br />
Iremos á Palestina ; allí está Conrado <strong>de</strong> Monserrate, mi amigo ínfimo.<br />
Allí sabré encontrar nuevos caminos al engran<strong>de</strong>cimiento. La<br />
Europa oirá los pasos <strong>de</strong>l que ha arrojado <strong>de</strong> su seno. Los millones<br />
<strong>de</strong> cruzados que ella envia no pue<strong>de</strong>n hacer tanto en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />
Palestina, ni los sables <strong>de</strong> los ejércitos sarracenos pue<strong>de</strong>n cimentar<br />
tan sólidamente su dominio en aquella tierra, objeto <strong>de</strong> tantos combates,<br />
como yo y algunos <strong>de</strong> mis hermanos cpie están unidos conmigo<br />
para todo cnanto exija yo <strong>de</strong> ellos. Serás reina ; colocaré en<br />
aquellas tierras el trono que habré sabido conquistar para tí; y en<br />
lugar <strong>de</strong> ese bastón que tanto tiempo he <strong>de</strong>seado, empuñaré un ce-<br />
'ro que hará temblar el mundo entero.<br />
— Eso es sonar, dijo Rebeca ; pero aunque fueran realida<strong>de</strong>s tus<br />
quimeras, no creas que bastarían áconmover mi resolución. No tengo<br />
tan en poco á la patria y á la religión , que pueda mirar con<br />
aprecio al que rompe tan sagrados vínculos , y sacu<strong>de</strong> el yugo <strong>de</strong><br />
ana or<strong>de</strong>n á la cual lo ligan sus juramentos, por satisfacer la pa-<br />
-ion que le ha inspirado una estraña. No pongas precio á mi libertad<br />
; no vendas la protección ; <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> al oprimido por caridad ; no<br />
"O vista <strong>de</strong> ventajas perece<strong>de</strong>ras. Implora el amparo <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong><br />
Inglaterra; Ricardo acogerá mí apelación contra esos hombres<br />
cacles.<br />
— Hso no, Rebeca, dijo el templario ; si renuncio á mi or<strong>de</strong>n, por<br />
;<br />
i la renuncio. Si tu amor no me recompensa , á lo menos conser-<br />
\ aré mi ambición ; que lo contrario seria per<strong>de</strong>rlo todo á un tiemoo.<br />
¡ Humillarme ante Ricardo ! ¡Pedir gracias á aquel mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong><br />
-nberbia y <strong>de</strong> orgullo! No, Rebeca: jamás se humillará tanto le orlen<br />
<strong>de</strong> los templarios en mi persona. Puedo salir <strong>de</strong> su seno ; pero<br />
n cubrirla <strong>de</strong> ignominia.
34.8 IVYNMIOK.<br />
— Pues Dios tenga piedad <strong>de</strong> mí, dijo Ucheca , ya que en lo=<br />
hombres no puedo hallarla.<br />
— No por cierto , dijo el templario: eres altiva , y has dado con<br />
quien no lo es menos que tú. Si llego á entrar en el palenque con<br />
la lanza en ristre.no hay consi<strong>de</strong>ración humana que me estorbe ha<br />
certodo lo que puedo en semejantes casos: piensa en el resultado<br />
Sufrirás una muerte horrorosa, como el peor <strong>de</strong> los criminales: serás<br />
consumida por las llamas ; ni un átomo quedará <strong>de</strong> esa estructura<br />
preciosa ; dotada ahora <strong>de</strong> vida, <strong>de</strong> movimiento , do genio , <strong>de</strong><br />
pasiones.... no, no hay mujer que pueda sostener el aspecto <strong>de</strong> tan<br />
espantoso porvenir. Rebeca, ce<strong>de</strong>rás á mis súplicas.<br />
— Bois-Guilbert , respondió la judía , no conoces la. índole, <strong>de</strong> la<br />
mujer , ó solo has tratado con las que han perdido los nobles sentimientos<br />
con que nos ha distinguido la naturaleza. Sabe, arrogante<br />
caballero, que no has ostentado tú tanto valor en las mas encarnizadas<br />
batallas, como el que posee una mujer resuelta á sufrir antes<br />
que sacrificar su afecto ó su obligación . Soy mujer , y criada con<br />
la mayor blandura, y naturalmente temerosa <strong>de</strong>l peligro, .lamas he<br />
cisto <strong>de</strong> cerca la <strong>de</strong>sgracia,, y por consiguiente no sé sufrirla : pero<br />
cuando entremos en el campo <strong>de</strong> batallaytú á pelear, y yo á morir,<br />
mi corazón me dice que te esce<strong>de</strong>rá en valor, en firmeza y en resolución.<br />
A Dios : no perdamos el tiempo en palabras vanas; el poce<br />
<strong>de</strong> que puedo disponer en la tierra <strong>de</strong>be ser empleado <strong>de</strong> muy distinto<br />
modo. Voy á buscar al Padre, <strong>de</strong> las misericordias, que no niega<br />
sus consuelos al que los busca con sinceridad y candor.<br />
—Separémonos, dijo el templario; y ¡ojalá nunca nos hubiéramos<br />
visto, ó á lo menos hubieras nacido noble y cristiana! Por e!<br />
cielo santo, que cuando te contemplo, y consi<strong>de</strong>ro las circunstancias<br />
en (pie nos hemos di 1<br />
volver á ver, quisiera, haber nacido en tu<br />
<strong>de</strong>gradado pueblo, y enten<strong>de</strong>r mas bien <strong>de</strong> mercancías y <strong>de</strong> zoquines,<br />
que <strong>de</strong> espadas y broqueles. Entonéis estaría, acostumbrado<br />
á doblarla cabeza ante los nobles y po<strong>de</strong>rosos, y solo serian terribles<br />
mis miradas para mis <strong>de</strong>udores. Solo puedo formar semejantes<br />
<strong>de</strong>seos, por estar mas cerca <strong>de</strong> tí en la vida, y por evitar el<br />
golpe horrible que me prepara tu muerte.<br />
— Hablas <strong>de</strong>l judío según ahora lo estás contemplando. El cié!<br />
en su cólera, le ha arrojado <strong>de</strong>l suelo natal; pero su industria le ha<br />
abierto el camino <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> la riqueza, que lian querido cerrarle<br />
las naciones. Léela historia antigua <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios.;
o<br />
CAPÍTULO XXXIX. 349<br />
diluí' si aquellos en cuyo favor obró Jeovah tantos prodigios entro<br />
las naciones, eran una cuadrilla <strong>de</strong> míseros usureros. Y sabe que<br />
po<strong>de</strong>mos contar muchos nombres, junto álos cuales los nobles que<br />
tanto orgullo os inspiran, son lo mismo que el hisopo comparado<br />
al cedro; nombres cuyo catálogo sube á los tiempos venturosos en<br />
que la presencia Divina se mostró en un trono <strong>de</strong> querubines;<br />
nombres que <strong>de</strong>rivan su esplendor, no <strong>de</strong> una raza terrena, sino <strong>de</strong><br />
aquella voz formidable que congregó á nuestros padres para que<br />
fuesen testigos <strong>de</strong> las visiones celestes. Tales fueron los príncipe?<br />
<strong>de</strong> !a casa <strong>de</strong> Jacob.»<br />
Encendiéronse las mejillas <strong>de</strong> Rebeca al referir las glorias <strong>de</strong> su<br />
pueblo: ¡icro muy en breve se cubrieron <strong>de</strong> pali<strong>de</strong>z al añadir dando<br />
un suspiro: oTales eran los príncipes <strong>de</strong> Jacob; pero no son así en<br />
el día. Han sidobollados como la yerba marchita,, y mezclados coi,<br />
la arena <strong>de</strong>l camino. Sin embargo, judíos hay que no se avergüenzan<br />
<strong>de</strong> tan alta genealogía, y <strong>de</strong> este número es la hija <strong>de</strong> Isaac,<br />
hijo <strong>de</strong> Adonikam. A Dios: no te envidio tus sangrientos honores;<br />
no te envidio tu bárbaro origen <strong>de</strong> los paganos <strong>de</strong>l norte; note<br />
envidio esa fe que siempre está en tus labios, y nunca en tu corazón<br />
ni en tus obras.<br />
— Por Dios que estoy verda<strong>de</strong>ramente hechizado, dijo Erian: el<br />
gran Maestre tiene razón; y la repugnancia con que me separo <strong>de</strong><br />
ti parece obra <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r sobrenatural. ¡Hermosa criatura', dijeacercándose<br />
á la judía; ¡tan joven, tan linda, tan impávida en pre<br />
simeia <strong>de</strong> la muerte, y con<strong>de</strong>nada á morir, y á morir con infamia,<br />
\ en medio <strong>de</strong> horribles tormentos! ¿Quién no llorará tu suerteV<br />
\ einte años hace que no se asoman lágrimas á mis ojos, y ahora se,<br />
hume<strong>de</strong>cen al contemplarte. Pero <strong>de</strong>be ser: nada es capaz <strong>de</strong> salva:-<br />
fu vida. Tú y yo somos ciegos instrumentos <strong>de</strong> alguna fatalidad<br />
irresistible, que nos empuja y arrastra como los barcos en la.<br />
tormenta cuando las olas los sacu<strong>de</strong>n y hacen chocar entre sí .y perecen.<br />
Perdóname, y separémonos amigos. En vano lio querido di<br />
suaclirte <strong>de</strong> tu resolución; pero la mía es inapeable como los <strong>de</strong>creto*<br />
que dimanan <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino.<br />
— Así es como, dijo Rebeca, los hombres achacan al <strong>de</strong>stinólo<br />
que es efecto d.e sus indómitas pasiones. Yo te perdono, Bois-Guüherí,<br />
aunque eres el autor <strong>de</strong> mi muerte terrena. No puedo negar<br />
eco hay gérmenes nobles en reanimo atrevido; pero es como e!<br />
jardín <strong>de</strong>l perezoso, en el cual les raices se lian .apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong>l ter-
350 IVANIIOK.<br />
reno, <strong>de</strong>sfigurando su belleza y abogando las plantas útiles.<br />
—Así soy como me has pintado, dijo el templario; áspero, indómito<br />
y envanecido con la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y con la fuerza que me,<br />
han hecho tan superior á esos necios casquivanos que me ro<strong>de</strong>an.<br />
La guerra ha sido mi educación, y á ella <strong>de</strong>bo la elevación <strong>de</strong> mis<br />
miras, y la inflexible tenacidad que empleo en alcanzarlas. Tal es<br />
mi carácter, y tal será siempre. Lo probaré con hechos que causarán<br />
admiración al mundo. Pero ¿es cierto que me perdonas';<br />
—Como la víctima perdona al sacriíicador, dijo Rebeca.<br />
—A Líos, dijo el templario, y salió <strong>de</strong>l aposento. ><br />
El preceptor Alberto aguardaba con impaciencia en una pieza<br />
inmediata el regreso <strong>de</strong> Bois-Guilbcrt.<br />
«Mucho has tardado, le dije; y te aseguro que ya estaba sobre<br />
ascuas. ¿Qué hubiera sido <strong>de</strong> nosotros, si hubiera venido el gran<br />
Maestre, ó su amigo Conrado? Cara me hubiera costado mi con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia.<br />
Pero ¿qué tienes, hermano? ¿Qué significa ese seño<br />
terrible? Apenas pue<strong>de</strong>s sostenerte.<br />
—Estoy, respondió Briau, como el que sabe, que va á morir <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> una hora: y quizás peor, porque hay muchos que sebee, al<br />
cadalso como si fueran á mudar <strong>de</strong> ropa. Malvoisin, esa muchacha<br />
me hace en realidad per<strong>de</strong>r el juicio. Poco me faltó para ir a ver al<br />
gran Maestre, abjurar <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n en sus barbas, y negarme á ejecutar<br />
la cruel obligación que me ha impuesto.<br />
¿Has perdido el seso? dijo Malvoisin. ¿Y qué saearias <strong>de</strong> tamaño<br />
dislate? Per<strong>de</strong>rte para siempre, sin salvar la vida <strong>de</strong> esa mujer que<br />
es <strong>de</strong> tanto precio á tus ojos. Beaumanoir nombrará otro individuo<br />
<strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n que tome las armas, y la judía perecerá como si tú hubieras<br />
hecho lo que se te ha mandado.<br />
—Puesbien: saldré á su <strong>de</strong>fensa, dijo Brian con resolueion y orgullo;<br />
y veremos si hay en la Or<strong>de</strong>n quien resista al empuje <strong>de</strong> mi<br />
lanza. La judía es inocente: yo seré su campeón.<br />
—Pero has olvidado que ni tienes tiempo ni oportunidad <strong>de</strong> poneren<br />
ejecución tan <strong>de</strong>satinado proyecto. Oí á Beaumanoir que<br />
renuncias al voto <strong>de</strong> obediencia, y verás cuanto tarda en ponerte<br />
entre cuatro pare<strong>de</strong>s, río habrán acabado <strong>de</strong> salir las palabras <strong>de</strong><br />
tu boca, cuando te hallarás á cien pies <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> tierra, en ti calabozo<br />
<strong>de</strong>l preceptorio, hasta que se te juzgue como apóstata <strong>de</strong> la<br />
Or<strong>de</strong>n: ó si confirma en la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que estás en<strong>de</strong>moniado, prepárate<br />
á vivir en alguna cárcel distante; á gozar las dulzuras <strong>de</strong> la
CAPÍTULO XXXIX. .551<br />
oscuridad, <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas y <strong>de</strong> una cama <strong>de</strong> paja. Desengáñale: 6<br />
peleas ó quedas <strong>de</strong>shonrado.<br />
—Huiré, amigo Malvoisin, dijo Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert; huiré á<br />
países remotos. Ni una gota <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong> esta hermosa criatura<br />
será <strong>de</strong>rramada por mi intervención, ni con mi consentimiento.<br />
—No podrás huir, dijo el preceptor, porque ya tu conducta ha<br />
escitado sospechas, y te será imposible salir <strong>de</strong>l recinto <strong>de</strong> estas<br />
murallas. Haz la prueba: preséntate á la puerta; manda que echen<br />
el puente, y verás lo que te respon<strong>de</strong>n. Ya veo que esta noticia te<br />
sorpren<strong>de</strong> y agravia: pero ¿no es mucho mejor para, tí que así sea?<br />
¿duales serian las consecuencias <strong>de</strong> tu fuga? La <strong>de</strong>shonra <strong>de</strong> tus<br />
armas; el envilecimiento <strong>de</strong> tu nombre y <strong>de</strong> tu familia; la pérdida<br />
<strong>de</strong> tu dignidad. ¿Dón<strong>de</strong> podrán ocultarse tus compañeros <strong>de</strong> armas,<br />
cuando Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, la mejor lanza <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n,<br />
sea proclamado infiel y cobar<strong>de</strong>, en medio <strong>de</strong>l escarnio y <strong>de</strong> las risas<br />
<strong>de</strong>l populacho? ¿Qué se dirá en la Corte <strong>de</strong> Francia? ¿Con cuanta<br />
satisfacción no sabrá, el altivo Bicardo que el caballero que le<br />
lió tan malos ratos en Palestina, y que iba ya oscureciéndole la.<br />
fama, ha perdido la suya por una mozuela judía, á quien no pudo<br />
salvar, ni aun ¡i costa <strong>de</strong> tanto sacrificio?<br />
—Malvoisin, te doy las gracias, dijo Brian: has tocado la cuerda<br />
mas sensible <strong>de</strong> mi corazón. Venga lo que viniere, el dictado dé<br />
cobar<strong>de</strong> no se agregará jamás al nombre <strong>de</strong> Bois-Guilbert. ¡Ojalá<br />
se presentara al combate el mismo Bicardo ó alguno <strong>de</strong> sus favoritos!<br />
Lo peor es que nadie acudirá á <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r á esa infeliz; nadie<br />
se espondrá á romper una lanza por la inocente abandonada.<br />
—Mejor para tí si así suce<strong>de</strong>, dijo el preceptor. Si Rebeca no tiene<br />
campeón, no es culpa tuya, ni se te pue<strong>de</strong> atribuir su muerte<br />
sino al gran Maestre.<br />
—Si no hay campeón, dijo Bois-Guilbert, todo el papel que tengo<br />
que representar es salir á caballo enmedio <strong>de</strong>l palenque; pero sin<br />
tener parte alguna en lo que se hará <strong>de</strong>spués. Me mantengo en lo<br />
dicho; me ha <strong>de</strong>spreciado; me ha rechazado; me ha cubierto <strong>de</strong><br />
dicterios. ¿Y por qué le he <strong>de</strong> sacrificarla opinión en que los otros<br />
me tienen? Alberto, saldré al combate: no lo du<strong>de</strong>s.»<br />
Al <strong>de</strong>cir esto salió <strong>de</strong>l aposento, y Malvoisin le siguió para observarle<br />
<strong>de</strong> cerca y confirmarle en sus resoluciones. Interesábase<br />
en la suerte <strong>de</strong> su amigo, no solo por lo que él esperaba, sino también<br />
por la recompensa que aguardaba en virtud <strong>de</strong> las promesas
852 IVAN'HOK.<br />
<strong>de</strong> Mont-Fitchet si contribuía zelosameute al proceso <strong>de</strong> Ke<br />
beca. Sin embargo , -aunque al combatir los impulsos <strong>de</strong> humanidad<br />
<strong>de</strong> Brian tenia toda la ventaja que dan la sangre fría<br />
y el egoísmo sobre los afectos vivos y exaltados , tuvo que<br />
echar mano <strong>de</strong> toda su astucia para disuadirle <strong>de</strong> su primer<br />
propósito. Por lo mismo no quiso per<strong>de</strong>rle <strong>de</strong> vista un solo instante,<br />
pues temia que en un momento <strong>de</strong> impru<strong>de</strong>ncia se le escapase<br />
<strong>de</strong> entre las manos ó tuviese una entrevista con el gran Maestre,<br />
<strong>de</strong> la que naturalmente <strong>de</strong>bía resultar un escandaloso rompimiento<br />
Malvoisin siguió á Bois-Guilbert, y repetidas veces le <strong>de</strong>mostró 3a<br />
necesidad en que estaba <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer ¡i su superior, la imposibilidad<br />
<strong>de</strong> salvar en todo caso á Kebeca, y la suerte que le amenazaba<br />
si no se presentaba al duelo como campeón <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n.<br />
CAPITULO XL.<br />
Volvamos á tomar el hilo <strong>de</strong> las aventuras <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> la negra<br />
armadura; el cual habiéndose separado <strong>de</strong>l generoso bandido<br />
se dirigió en <strong>de</strong>rechura á un pobre convento <strong>de</strong> las inmediaciones,<br />
al que habia sido trasladado Ivanhoe, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tomado el castillo,<br />
por el fiel Gurth y el magnánimo Wamba. Es inútil por ahora<br />
entrar en los pormenores <strong>de</strong> lo que pasó entre Wilfrido y su libertador:<br />
baste <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una larga ó interesante conversación,<br />
el Prior <strong>de</strong> san Botolph <strong>de</strong>spachó mensajeros ¡idiferentes puntos,<br />
y que al día siguiente el caballero negro se dispuso á continuar<br />
su marcha, sirviéndole el bufón <strong>de</strong>, guia.<br />
«Nos veremos, dijo el <strong>de</strong> lo negro, en el castillo <strong>de</strong> Coningsburgh,<br />
puesto que tu padre va á celebrar en él las exequias <strong>de</strong> su<br />
noble pariente Athelstane. Allí veré á vuestra parentela y nos conoceremos<br />
unos á otros. No faltes á esta cita, y yo me encargo <strong>de</strong><br />
reconciliarte con Cedric.»<br />
Dicho esto, se <strong>de</strong>spidió afectuosamente <strong>de</strong> Wilfrido, el cuaima<br />
nifestó los mas vivos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> acompañarle: mas el caballero no<br />
quiso dar oídos ó semejante proposición.<br />
«Pasa aquí el dia <strong>de</strong> hoy; y aun Dios sabe si tendrás mañana<br />
bastantes fuerzas para ponerte en camino. No quiero tener mas
CAPÍTULO NL. 333<br />
guia que el honrado Waniba, el cual sabe hacer el cuerdo y el loto<br />
según se presenta la ocasión.<br />
—V yo te acompañaré <strong>de</strong> mil amores, dijo el bufón, pero no quisiera<br />
faltar al convite <strong>de</strong>l tlia <strong>de</strong>l entierro, porque si todo no está en<br />
or<strong>de</strong>n, es capaz el muerto <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> la tumba, y armar un pelotera<br />
con el cocinero y el mayordomo: y cierto seria cosa <strong>de</strong> ver. En<br />
todo caso, señor caballero, tu valor me servirá <strong>de</strong> padrino si Cedric<br />
<strong>de</strong>saprueba esta romería,<br />
—Y si tu ingenio no hasta á justificarte, ¿<strong>de</strong> qué servirá mi<br />
•:alor?<br />
—El ingenio, dijo el bufón, pue<strong>de</strong> mucho. Es un truhán astuto,<br />
que sabe aprovecharse <strong>de</strong>l flanco <strong>de</strong>l enemigo, y ponerse á, sotavento<br />
cuando mas fuerte soplan sus pasiones. Pero el valor es un calavera<br />
aturdido, que parte por medio y hace astillas cuanto se le presenta.<br />
Navega contra viento y marea, y siempre va a<strong>de</strong>lante.<br />
Por tanto, mas seguro es confiar en tu valor que en mi ingenio.<br />
-Señor Caballero <strong>de</strong>l candado, dijo AVilfrido, ya que no permites<br />
que se te dé otro nombre; no sé si te acomodará un guia tan<br />
inquieto y parlanchín: pero á lo nimios uo hay cazador que sepa<br />
mejor que él todas las v crudas y atajos <strong>de</strong> estas eselvas y matorrales-<br />
Por lo <strong>de</strong>más, motivos 1 ¡enes <strong>de</strong> saber que es mas fiel que el oro.<br />
-Condúzcame él, dijo el caballero, por el camino mas corto y<br />
mas seguro, y diga si quiere cuantas locuras se le presenten á la<br />
imaginación. A. "Dios, buen Wilfrido; cuida <strong>de</strong> tu salud, y no te<br />
pongas en camino hasta mañana »<br />
Dicho esto, presentó la mano á Wilfrido, el cual se la besó respetuosamente;<br />
se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong>l prior; montó á caballo y empezó á<br />
caminar, siguiendo los pasos <strong>de</strong>l bufón. Ivanlioe los estuvo mirando<br />
hasta que <strong>de</strong>saparecieron en las sombras <strong>de</strong>l bosque.<br />
Pero poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l toque <strong>de</strong> maitines mandó llamar al prior.<br />
VA anciano acudió iumediatamente y le preguntó por el estado <strong>de</strong><br />
su salud.<br />
•' Mucho mejor, respondió Wilfrido, <strong>de</strong> lo que hubiera podido esperar.<br />
O la herida no es tan consi<strong>de</strong>rable como lo daba á enten<strong>de</strong>r<br />
ta gran efusión <strong>de</strong> sangre, ó ese bálsamo ha hecho en mí un efecto<br />
prodigioso. Se me figura que puedo armarme sin inconveniente -<br />
y creed que me alegro, porque me están pasando cosas por la imaginación<br />
que me hacen insoportables la inacción y el reposo.<br />
—No permitan los santos <strong>de</strong>l Cielo, dijo el prior , que el hijo <strong>de</strong><br />
23
35l IYANHOK-<br />
Cedric salga déoste convento sin estar perfectamente curado. Seria<br />
por cierto <strong>de</strong>shonra <strong>de</strong> nuestra profesión.<br />
—Ni yo quisiera tampoco , reverendo padre, dijo Ivanlioe, <strong>de</strong>jai<br />
la hospitalidad que tan generosamente me habéis ofrecido, si no<br />
me sintiera capaz <strong>de</strong> soportar la jornada, y si no me creyera obligado<br />
á empren<strong>de</strong>rla.<br />
—;. V que motivo podéis tener , dijo el prior, para tan repentina<br />
marcha?<br />
—¿ No has sentido nunca, dijo "Wilfrido, vagos presentimientos<br />
<strong>de</strong> una calamidad próxima y sin causa conocida? ¿No lias tenido<br />
nunca oscurecido el espíritu, á manera <strong>de</strong> los campos cuando las<br />
nubes les anuncian la cercanía <strong>de</strong> la tempestad ? ¿Y no crees que<br />
son dignos <strong>de</strong> atención semejantes impulsos, como avisos celestes<br />
<strong>de</strong>l peligro que nos amenaza?<br />
—No puedo negar, dijo el prior, que se han visto gran<strong>de</strong>s ejem<br />
píos <strong>de</strong> esos testimonios <strong>de</strong> la protección divina; pero siempre tienen<br />
un fin visiblemente útil y saludable: mas tú estás herido, y<br />
no pue<strong>de</strong>s <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rá tu amigo en caso <strong>de</strong> verse atacado.<br />
—Prior, dijo Ivanhoe, te engañas. Todavía tengo bastante fuerza<br />
en los puños para ajustaría cuenta á todo el que me provoque: pe<br />
ro aunque así no fuera, no solo pue<strong>de</strong> uno servir á su amigo con<br />
el vigor <strong>de</strong> los brazos. Sabido es el odio que los Sajones tienen A<br />
los Normandos; y ¿quién sabe á dón<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> llevarles la exasperación<br />
que ha producido la muerte <strong>de</strong> Athelstane, y mas cuando haya<br />
hecho su efecto el vino que va á distribuirse en el castillo <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> las exequias? La ocasión en que ese hombre va á presentarse<br />
en medio <strong>de</strong> gentes que <strong>de</strong>testan á los <strong>de</strong> su raza es en estremo<br />
peligrosa, y yo < stoy resuelto á evitarle toda especie <strong>de</strong> mal, ó<br />
á sufrirlo con él. Proporcióname un caballo cuyo paso sea mas suave<br />
que el <strong>de</strong>l mío.<br />
—Te daré mi yegua, dijo el prior, é irás en ella como cu un col<br />
chon <strong>de</strong> plumas. Es mucho animal Malkin. En tu vida has monta<br />
do bestia mas noble ni mas segura.<br />
— Pues bien, reverendo padre , dijo Ivanhoe; manda aparejar a<br />
Malkin, y di á Gurth que me prepárelas armas.<br />
—Eso no, amigo, dijo el prior; Malkin están pacífica como su<br />
amo, y no sufrirá que la montes con todo ese aparato <strong>de</strong> peto y es<br />
paldar. No consiente encima mas peso que aquel á que está acostumbrada.<br />
El otro dia al <strong>de</strong>spedirme <strong>de</strong>l abad <strong>de</strong> Canuto me prestó
CAPÍTULO -VL 35ó<br />
un tomo <strong>de</strong>l Frucius temporum; pero Malkin ÜO quiso moverse <strong>de</strong><br />
la puerta hasta que <strong>de</strong>volví aquel grueso volumen, y quedé sin otro<br />
equipaje que el Breviario.<br />
—No creáis, dijo Wilfrido, que la molestará mi peso; y si quiere<br />
habérselas conmigo, difícil será que se salga con la suya »<br />
Ivanhoe pronunció estas últimas palabras mientras Gurth le cal<br />
•/.aba un par <strong>de</strong> espuelas doradas, capaz <strong>de</strong> convencer al caballo<br />
mas rebel<strong>de</strong>, que el mejor partido que podía abrazar era someterse<br />
á la voluntad <strong>de</strong>l ginete.<br />
arrepentido el prior <strong>de</strong> su cortés oferta al ver las puntasenorm.es<br />
<strong>de</strong> las espuelas <strong>de</strong> Ivanhoe, le dijo algo confuso y apesadumbrado:<br />
«Buen caballero, Malkin no está acostumbrada á sufrir hierro en<br />
los ijares. Mejor fuera enviar por el caballo capón <strong>de</strong>l proveedor <strong>de</strong>l<br />
convento, que pue<strong>de</strong> estar aquí <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una hora , y es mucho<br />
mas manso y tratable, puesto que está hecho á traer cargas <strong>de</strong> le<br />
ba, y uuuca prueba grano.<br />
—Os doy gracias, dijo Ivanhoe; pero vuestra primera oferta me<br />
acomoda mucho mas. Malkin está ya ala puerta, seguu estoy vien<br />
do <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí, y no quiero hacerle ese <strong>de</strong>saire. Gurth llevará mi<br />
armadura, y no tengáis recelo, que la yegua volverá á vuestro po<br />
<strong>de</strong>r sin menoscabo.»<br />
Ivanhoe bajó las escaleras mas aprisa <strong>de</strong> lo que podía esperarse<br />
en su situación, y montó sobre le yegua, <strong>de</strong>seando verse libre d<<br />
las instaucias <strong>de</strong>l prior. El buen viejo se mantuvo á su lado hasta<br />
el último momento, ora pon<strong>de</strong>rando el mérito <strong>de</strong> Malkin, ora reco<br />
mendando á Ivanhoe que la cuidase y la tratase con blandura.<br />
«Está en los quince años, <strong>de</strong>cia riéndose <strong>de</strong> su propio chiste, que<br />
es edad tan peligrosa para yeguas como para doncellas.<br />
Ivanhoe, que tenia otras cosas en qué pensar que la yegua <strong>de</strong>l<br />
prior, no prestó gran atención á sus consejos y prevenciones ; y<br />
dispuesto á marchar , y mandando á su escu<strong>de</strong>ro (que este era el<br />
título que Gurth se daba) que no se separase <strong>de</strong> su lado, echó á an<br />
dar por el mismo camino que habia tomado el caballero negro,<br />
mientras el prior se mantenía á la puerta <strong>de</strong>l convento mirándole<br />
<strong>de</strong> hito en hito , y esclamando: «¡Dios mió! que aprisa caminan<br />
estos caballeros! Mucho siento haber puesto en sus manos al pobre<br />
animalito, porque si queda inservible, ¿ qué ha <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> mí con<br />
este reumatismo que Dios me ha dado? Sin embargo , yo estoy<br />
pronto á emplear mis pobres y débiles miembros en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la
ílürt ¡v ANUO i:.<br />
eauaa <strong>de</strong> Inglaterra, y bueno es que Mnlkin emplee los suyos en la<br />
misma. Quizls si ganan los nuestros se acordarán <strong>de</strong> este convento,<br />
que bien lo necesite; ó á lo menos enviarán un buen caballo <strong>de</strong><br />
regalo al prior. Si así no lo hicieren, porque los gran<strong>de</strong>s suelen olvidar<br />
los favores <strong>de</strong> los pequeños, me servirá <strong>de</strong> recompensa la satisfacción<br />
<strong>de</strong> haber cumplido con mi <strong>de</strong>ber. Pero ya es hora <strong>de</strong> mandar<br />
tocar á refectorio para el almuerzo.»<br />
El prior pasó en efecto al refectorio, don<strong>de</strong> se estaba \ a sirvieu.<br />
do á la comunidad el bacalao y la cerveza que ordinariamente ie<br />
servia <strong>de</strong> <strong>de</strong>sayuno. Sentóse á la testera , y soltó algunas palabras<br />
sobre los gran<strong>de</strong>s beneficios que podrían resultar al convento tic<br />
cierto servicio importante que acababa <strong>de</strong> hacer á persona <strong>de</strong> alto<br />
fiordo, y que en otra época hubiera.hecho gran ruido en el mundo.<br />
Entretanto, el caballero negro y su guia atravesaban alegres y<br />
contentos los laberintos <strong>de</strong>l bosque: el primero , entreteniéndose<br />
ora en escitar con preguntas el buen humor y el agudo ingenio <strong>de</strong>l<br />
segundo; ora en cantar á media voz algún romanee <strong>de</strong> trovador<br />
enamorado: <strong>de</strong>. modo, que su conversación formó una estraña miscelánea<br />
<strong>de</strong> prosa y verso , <strong>de</strong> que procuraremos dar alguna i<strong>de</strong>a á<br />
nuestros lectores. Imagínense á este po<strong>de</strong>roso guerrero, como ya<br />
le hemos bosquejado, alto <strong>de</strong> estatura, fuerte <strong>de</strong> huesos, montado en<br />
un caballo negro que parecía hecho para semejante ginete; alta la<br />
visera para respirar con holgura , pero subido el barboquejo <strong>de</strong><br />
modo que solo podía distinguirse una parte <strong>de</strong> su rostro, (ion todo,<br />
bien se echaban <strong>de</strong> ver las prominencias <strong>de</strong> sus tostadas mejillas, y<br />
los gran<strong>de</strong>s y brillantes ojos azules que centellaban notablemente<br />
al través <strong>de</strong> la sombra <strong>de</strong> la visera: iodo su talante indicaba el<br />
buen humor <strong>de</strong> quien no sabe temer peligros y la seguridad <strong>de</strong><br />
quien sabe arrostrarlos ; una índole incapaz <strong>de</strong> prever los contratiempos,<br />
pero resuelta a combatirlos y sobrepujarlos; y sin embargo,<br />
los riesgos eran la ocupación habitual <strong>de</strong> su vida, puesto que<br />
solo vivía <strong>de</strong> guerras y <strong>de</strong> aventuras.<br />
El bufón llevaba su traje acostumbrado: pero las últimas ocurrencias<br />
le habían obligado á prevenirse <strong>de</strong> una gran<strong>de</strong> cuchilla<br />
encorvada, en lugar <strong>de</strong> su espada <strong>de</strong> palo, y <strong>de</strong> un broquel que 'fi<br />
«ervia <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa. A pesar <strong>de</strong>, su profesión, se habia servido diestramente<br />
<strong>de</strong> estas dos armas durante el asedio <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-buey.<br />
V ciertamente la enfermedad mental <strong>de</strong> Wamba no<br />
-consistía mas, que en una especie <strong>de</strong> irritabilidad ó impaciencia,
CAPÍTULO XI., 353<br />
r¡ue no lo <strong>de</strong>jaba permanecer en la misma posición ni fijarse en una<br />
i<strong>de</strong>a: no obstante lo cual, podia <strong>de</strong>sempeñar todo lo que requería<br />
prontitud y eficacia, y compren<strong>de</strong>r con la mayor claridad lo que<br />
se presentaba <strong>de</strong> golpe á su entendimiento. Cuando iba á caballo,<br />
estaba en movimiento continuo, ora junto á la cola, ora junto alas;<br />
orejas<strong>de</strong>l animal; ya <strong>de</strong>jando colgar las dos piernas hacia un la<br />
do, ya vuelta la espalda ¡i la cabeza. Tales fueron sus evoluciones<br />
cuando acompañaba al caballero <strong>de</strong> lo negro; y tantos fueron sus<br />
brincos, y gestos y contorsiones, que el caballo no pudo sufrirlos 3<br />
le arrojó cuan largo era al suelo. Este inci<strong>de</strong>nte sirvió <strong>de</strong> gran diversión<br />
al <strong>de</strong>l candado, y <strong>de</strong> lección al bufón para guardar algún<br />
mas reposo y compostura.<br />
Al principio <strong>de</strong> la jornada los dos alegres caminantes se pusieron<br />
á cantar alternativamente, formando una especie <strong>de</strong> certamen, en<br />
que el uno continuaba ó respondía al tema que el otro habia empezado:<br />
y en esta lucha <strong>de</strong> ingenio, aunque el caballero tenia mas<br />
instrucción y facilidad, no llevó gran ventaja, á su compañero. So.<br />
primer canto fué como sigue:<br />
Ei CAIULLKÜO. WAMJ-.A.<br />
Despierta. .1 muía; Grato es el sueno.<br />
No mas dormir; Grato es dormir.<br />
Ouc el aura sale AI que durmiendo<br />
Con su carmín. Solo es feliz,<br />
Deja ya el leclio. ¡Sueño en mi amante<br />
S:il á lucir Como le vi<br />
l.n faz <strong>de</strong> rosas Bajo ios olmos<br />
V <strong>de</strong> marfil. Oe mi jardín.<br />
Cou tus miradas Danme estos sueño-.<br />
Hay. revivir Placer sin fin:<br />
\1 que se muere Pero no pienses<br />
Oe an-or ñor ti. Que -ueño en tí.<br />
«Donosa canción! dijo Wainba cuando hubo concluido; y á fe quila<br />
moral es <strong>de</strong> lo bueno, y cosa que todos los dias se ven entre mujeres<br />
y hombres. Muchas veces la he cantado con mi compañero<br />
ííurt, hoy. por la. gracia <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> mi amo, elevado á la alta<br />
dignidad <strong>de</strong> hombre libre; y una vez nos enfrascamos tanto en ella<br />
que nos estuvimos en la cama hasta dos horas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />
salido el sol, cantándola entre sueños, hasta que nos <strong>de</strong>sportaron á<br />
latigazos. Des<strong>de</strong> entonces nunca la canto sin que me tiemblen los
858 IVANH0E.<br />
huesos. Sin embargo, por daros gusto he hecho el papel <strong>de</strong> Juana»<br />
y estoy pronto á respon<strong>de</strong>r á cuantas entonéis.<br />
—Ahora te toca á tí empezar, y á mí respon<strong>de</strong>r, dijo el caballero.<br />
El bufón empezó otra canción por el estilo déla prece<strong>de</strong>nte, que.<br />
con la respuesta <strong>de</strong>l caballero, <strong>de</strong>cía así:<br />
WAMBA.<br />
Tres galanes á mi pueblo<br />
Vinieron <strong>de</strong> buen humor,<br />
A buscar una -viuda<br />
Que dé por respuesta: No.<br />
Un hidalgo, un caballero,<br />
Y el tercero un labrador;<br />
Y dieron con Catalina,<br />
Que es viuda y como un sol.<br />
Diz el noble «Catalina,<br />
Ilustres abuelos son<br />
Los que fundaron mi alcurnia<br />
Allá cuando el Key rabió.<br />
Tengo barras en mis armas,<br />
Dos cal<strong>de</strong>ras y un león.<br />
¿Qué respon<strong>de</strong>s?—La viuda<br />
Le dio por respuesta: ííc.t<br />
EL CABALLERO.<br />
Diz el héroe: «Catalina,<br />
Mas turcos he muerto yo,<br />
Que arenas ciñen los mores.<br />
Y rayos <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> el sol.<br />
En Flán<strong>de</strong>s y en Palestini<br />
Tiene fama mi pendón.<br />
¿Qué respon<strong>de</strong>s?—La viuda<br />
Le dio por respuesta: A'o.v<br />
WAMBA:<br />
Diz el patán: «Catalina<br />
Tengo á tu disposición<br />
Diez hanegadas <strong>de</strong> tierra<br />
Y algún ganado mayor;<br />
Un buen corral <strong>de</strong> gallina;-<br />
Y para pascua, un lechen<br />
¿Qué respon<strong>de</strong>s?—La viuda<br />
Dio no por respuesta? No.<br />
«Quisiera, amigo Wamba, dijo el caballero, que estuviese aquí<br />
nuestro alegre ermitaño <strong>de</strong> Copmanhurst para que nos hiciera<br />
tercio.<br />
—Pues yo no quisiera, dijo Wamba, aunque me valiera ese precioso<br />
cuerno que cuelga <strong>de</strong> tu tahalí.<br />
—Prenda es esta, dijo el <strong>de</strong> lo negro, <strong>de</strong> la buena amistad <strong>de</strong>l<br />
montero Locksley, aunque no creo me veré en el caso <strong>de</strong> hacer uso<br />
<strong>de</strong> ella. Pero si fuera preciso, con solo tocar tres notas en ese cuerno,<br />
ya verías acudir gente á nuestro socorro.<br />
—Dios nos libre <strong>de</strong> ellos, dijo Wamba, aunque creo que el cuerm.<br />
<strong>de</strong> Locksley sirve <strong>de</strong> pasaporte para que nadie os moleste en estas<br />
soleda<strong>de</strong>s.<br />
—¿Qué quieres <strong>de</strong>cir? repuso el caballero. ¿Crees tú que esos hon<br />
ráelos monteros son ladrones?<br />
—No he dicho semejante cosa, contestó Wamba, y me guardare<br />
muy bien <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirlo: porque habéis <strong>de</strong> saber, señor caballero, que
CAPÍTULO KL. 338<br />
tos arbolen tienen oídos como las pare<strong>de</strong>s. Solo quisiera que adi\ ¡miráis<br />
un acertijo. ¿Cuando están la copa y la. bolsa mejor, vacías<br />
que llenas'?<br />
—;La copa y la bolsa! respondió el caballero : nunca.<br />
—Merecerías por tan simple respuesta, dijo Wamba, que nunca<br />
estuvieran llenas las tuyas. Vacía la copa antes <strong>de</strong> pasarla á, manos<br />
<strong>de</strong> un sajón, y vacía la bolsa, antes <strong>de</strong> ponerte en cambio.<br />
—Eso es <strong>de</strong>cir en dos palabras, respondió el caballero, que nuestros<br />
amigos son ladrones do profesión.<br />
—Ni por pienso, dijo Wamba. El caballo marcha mas ligero cuanto<br />
no lleva, maleta, en la grupa , y la conciencia está mas tranquila<br />
aiando el hombre no lleva en el bolsillo lo que , según dicen, es la.<br />
causa <strong>de</strong> todo el mal que suce<strong>de</strong> en el mundo: por tanto, me guardaré<br />
muy bien <strong>de</strong> dar ese feo nombre que has pronunciado á las almas<br />
caritativas que. se entretienen en aligerar conciencias y caballos.<br />
Pero para aporrarles trabajo bueno es <strong>de</strong>jar en. casa bolsa y<br />
maleta.<br />
—Encomendémoslos á Dios, dijo el caballero, y pidamos por ellos,<br />
M son lo que tfi dices.<br />
-Recemos por ellos, dijo el bufón: pero en casa y no en <strong>de</strong>spoblado.<br />
— Dí lo que quieras, repuso el caballero: lo cierto es que esos hombres<br />
han asistido bravamente á tu amo en la toma <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong><br />
frente- <strong>de</strong>-buey.<br />
—¡Toma! dijo Wamba: esa es su composición con el cielo.<br />
—¿ Qué quieres <strong>de</strong>cir? preguntó el caballero.<br />
—Esa gente, dijo Wamba, tiene cuenta abierta con el (délo, como<br />
Isaac el judío con sus <strong>de</strong>udores; y á guisa <strong>de</strong> este y <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong><br />
su casta, con poco dinero abren un crédito ilimitado. Sin duda cuentan<br />
con el siete por uno.<br />
—Dame un ogemplo <strong>de</strong> tu i<strong>de</strong>a, dijo el <strong>de</strong>l Candado, que á fe mía<br />
muy poco ó nada se me alcanza en esto <strong>de</strong> cuentas y números.<br />
—Menester es, dijo Wamba, que tengáis embotada la mollera. Sabed<br />
pues que esa gente paga con una buena acción otra que no lo<br />
es tanto. Cuando quitan cien bisantes á un provincial, dan algunos<br />
maravedises á un manda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> monjas. Cuando hacen alguna<br />
fechoría con la doncella que topan en el camino, envían un cuarterón<br />
<strong>de</strong> pan á una viuda pobre.<br />
—¿Cuál <strong>de</strong> esas acciones es la buena, y cual es la mala V preguntó<br />
caballero.
360 IYANUOK.<br />
—Bien dicho, voto á tantos , esclamó Wamha: y bien se conoce<br />
que andas con hombres <strong>de</strong> ingenio, y que el tuyo se va aguzando<br />
Pues, como iba diciendo, esos monteros ó como se llamen, reparan<br />
una choza y queman un castillo; encien<strong>de</strong>n una lámpara á la Virgen<br />
y roban un convento; y para contraernos á lo <strong>de</strong>l dia, libertai'<br />
á un hidalgo sajón y queman vivo á un barón normando. Corteses<br />
son aunque <strong>de</strong>salmados, y caritativos aunque ladrones; pero mavale<br />
no topar con ellos, si no es cuando han hecho una mala acción<br />
—¿Cómo es eso? dijo el caballero,<br />
—Porque cuando <strong>de</strong>ben, respondió Wamha , quieren pagar; asi<br />
como cuando les <strong>de</strong>ben, quieren cobrarse por sus manos. Fresco<br />
está el primer caminante que encuentren <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la buena obra<br />
que han hecho con Frento-<strong>de</strong>-buey. Y sin embargo, continuó acercándose<br />
al caballero y hablándole al oido, no es esa la peor gente<br />
que po<strong>de</strong>mos hallar por estas inmediaciones.<br />
—;Pues qué! dijo el caballero. ¿Hay por aquí tigres y panteras ,y<br />
—No, dijo YYamba, sino la cuadrilla <strong>de</strong> Malvoisin , que en tiempos<br />
<strong>de</strong> revueltas como los presentes son mucho peores que todas las<br />
Aeras <strong>de</strong> los <strong>de</strong>siertos <strong>de</strong> Libia. Ahora están esperando su agosto,<br />
y mucho mas con el refuerzo <strong>de</strong> los que se escaparon <strong>de</strong>l castillo<br />
<strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>-buey. Si damos con ellos, señor caballero, nos ponen<br />
las peras á cuarto.<br />
—Vengan , dijo el <strong>de</strong>l Candado, y verás como los clavo al suelo<br />
con mi lanza.<br />
—¿Y si son cuatro? preguntó Wamba.<br />
—Todos tendrán la misma suerte, respondió el caballero.<br />
—¿Y si son seis? continuó Wamba. ¿No echarás mano <strong>de</strong>l cuerno<br />
<strong>de</strong> í.oclvsley?<br />
—I Pedir socorro contra esa canalla , cuando un buen caballerc<br />
basta para veinte <strong>de</strong> esos malsines 1<br />
—Hazme el favor . dijo Wamba, <strong>de</strong> prestarme ese cuerno, que :><br />
fe mía es primoroso y lo quiero mirar <strong>de</strong> cerca.»<br />
El caballero se quitó el tahalí y lo entregó al bufón, el cual se le<br />
ciñó inmediatamente. Púsose á silbar el mismo tono que Lockshv<br />
habia enseñado al caballero, y dijo con aire orgulloso : oSeñor caballero,<br />
yayo sé la solfa tan bien como tú.<br />
—¿Qué es eso, bribón? dijo el caballero: vuélveme esa alhaja,<br />
—Poco á poco, que, está en buenas manos, dijo AVamba : cuando<br />
el valor y la locura caminan juntos , bueno es que la locura üev r<br />
-
CAPÍTULO XI. . 3C>\<br />
el cuerno, puesto que tiene mejores pulmones para soplarlo.<br />
Eso pasa <strong>de</strong> chanza, dijo el <strong>de</strong> lo negro. Venga el cuerno, 6 nos<br />
cerémos las caras.<br />
•—Señor caballero, dijo el bufón poniéndose á cierta distancia <strong>de</strong><br />
su compañero, pocas fanfarronadas, que si la locura toma las <strong>de</strong> Villadiego<br />
, veremos lo que hace el valor solo en estos laberintos <strong>de</strong><br />
monte.<br />
--Haz lo que quieras, dijo el caballero, que no tengo ánimo <strong>de</strong><br />
enfadarme contigo. Guarda el cuerno, con tal <strong>de</strong> que an<strong>de</strong>mos <strong>de</strong><br />
prisa.<br />
—¿Puedo acercarme sin recelo <strong>de</strong> que me hagas un cariño? preguntó<br />
el bufón.<br />
—Nada temas , respondió el <strong>de</strong>l Candado.<br />
—¡Palabra <strong>de</strong> caballero! dijo Wamba.<br />
—Palabra <strong>de</strong> caballero, dijo el <strong>de</strong> la Negra armadura.<br />
—Ahora sí que te creo, repuso el bufón acercándose sin temor. En<br />
verdad que no soy aficionado á las chanzas que tuvistes con el er~<br />
mitaño <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la encina. Y ahora que la locura lleva el cuerno,<br />
bien pue<strong>de</strong> prepararse el valor, que si no me engaño, hay po<strong>de</strong>ncos<br />
fpae nos rastrean.<br />
—¿Por qué lo dices ? preguntó el caballero.<br />
—Porque ya hace rato que estoy viendo relumbrar un morrión<br />
entre aquellos árboles <strong>de</strong> en frente. Si fueran hombres <strong>de</strong> bien, ven -<br />
drian por el camino : pero aquella maleza es muy frecuentada <strong>de</strong><br />
ladrones.<br />
—Voto á tantos , dijo el caballero , que tienes razón.<br />
Y ya era tiempo <strong>de</strong> apercibirse, porque apenas habia pronunciado<br />
estas palabras, cuando se dispararon <strong>de</strong>l sitio sospechoso tres flechas<br />
que vinieron A dar en su yelmo; y una <strong>de</strong> ellas le hubiera<br />
atravesado las sienes, á no haberla rechazado el filo <strong>de</strong> la visera,<br />
ñas otras dos dieron en la gola, y en el escudo que el paladín llevaba<br />
colgado al cuello.<br />
«Gracias al armero, dijo sin alterarse el <strong>de</strong>l Candado. A ellos,<br />
amigo AYamba;» y al <strong>de</strong>cir esto se dirigió á todo escape al punto<br />
<strong>de</strong> la emboscada. Saliéronle al encuentro seis hombres armados,<br />
con lanzas en ristre, y también á carrera tendida. Las tres primeras<br />
lanzas que le atacaron se Licierou astillas como si hubieran dado<br />
contra una torre <strong>de</strong> bronce. Los ojos <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>spedían ceñidlas<br />
al través <strong>de</strong> las barras <strong>de</strong> la visera. Alzóse sobre los estribos
:îf>2 ¡vAHNOic.<br />
con noble altivez, y eselamó : «¿Qué significa esto, enmaradas?» A<br />
.lo cual los <strong>de</strong>sconocidos respondieron sacando las espadas , acometiéndole<br />
todos á un tiempo, y gritando: Muera el tirano ><br />
—San Jorge! san Eduardo! eselamó el caballero <strong>de</strong>rribando un<br />
hombre á cada invocación. Traidores sois, que no bandidos. •<br />
Aunque <strong>de</strong>sesperados y resueltos, los alborotadores tuvieron algún<br />
miedo <strong>de</strong> un brazo que en cada golpe <strong>de</strong>spachaba un enemigo.<br />
Va iba el terror á <strong>de</strong>cidir la victoria, cuando un caballero<br />
armado <strong>de</strong> azul, que hasta entonces habia permanecido <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />
los otros, apretó espuelas, y dirigiendo la lanza, nó a! ginete sino<br />
al caballo, hirió mortalmentc al noble animal.<br />
•¡Traidor cobar<strong>de</strong>! esclamó el <strong>de</strong>l candado cayendo a! suelo con<br />
el generoso compañero ele sus hazañas.e<br />
Bu aquel momento Wambatocó el cuerno, y no habia podido<br />
hacerlo antes, por no haberle dado tiempo tan repentino ataque.<br />
Este inci<strong>de</strong>nte hizo retroce<strong>de</strong>r á los asesinos; y Wamba. aunque;<br />
tan mal armado, como ya hemos visto, corrió hacia el caballero, y<br />
le ayudó á ponerse en pié.<br />
-Cobar<strong>de</strong>s! dijo entonces el <strong>de</strong> las armas azules que parecía el<br />
caudillo <strong>de</strong> los otros. ¿Huís <strong>de</strong>l guindo <strong>de</strong> un cuerno tocado por un<br />
bufón?<br />
Animados por estas palabras, los <strong>de</strong>sconocidos volvieron á atacar<br />
con nuevo furor al caballero; el cual, apoyada la espalda contra<br />
una encina, se <strong>de</strong>fendía valerosamente con su espada. El <strong>de</strong> lo azul,<br />
que habia tomado otra lanza, aprovechando el momento en que su<br />
enemigo se hallaba en los mayores apuros, corrió) hacia él, con el<br />
<strong>de</strong>signio <strong>de</strong> clavarle al árbol <strong>de</strong> un lanzazo; mas el bufón supo<br />
frustrar su intento. Valiéndose <strong>de</strong> toda su ligereza y presencia <strong>de</strong><br />
ánimo, Wamba, en quien no habían reparado los asesinos, que tenían<br />
toda su atención lija en el caballero., cortó la carrera al caudillo,<br />
y tiró una terrible estocada al caballo, el cual dio en tierra<br />
con el ginete. Sin embargo, la. situación <strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong>l ('andado<br />
era. cada instante mas critica y peligrosa, porque las habia con<br />
hombres armados <strong>de</strong> punta en Illanco, y ya empezaba á cansarlo<br />
la necesidad <strong>de</strong> parar continuamente los golpes que en todas direcciones<br />
le asestaban: pero <strong>de</strong> pronto cayó uno atravesado poruña<br />
<strong>de</strong>cha, y en seguida se presentó una cuadrilla do monteros, capitaneados<br />
por Lochsley y por el ermitaño. Presentarse estos valientes<br />
y <strong>de</strong>jar muertos ó mal heridos á todos los contrarios, fué obra
CAPÍTULO XV. 3(53<br />
<strong>de</strong> Tin momento. El caballero <strong>de</strong> las negras armas dio gracias á sus<br />
libertadores con majestuosa dignidad, que hasta entonces no habian<br />
notado en su continente, el cual parecía mas bien el <strong>de</strong> un<br />
soldado intrépido, que el <strong>de</strong> una persona <strong>de</strong> alto nacimiento.<br />
«Lo que mas me importa, dijo, aun antes que mostraros mi gratitud,<br />
es averiguar quienes son estos enemigos encubiertos. Wamba,<br />
abre la visera <strong>de</strong> ese <strong>de</strong> lo azul, que parece ser el capitán <strong>de</strong><br />
.•sos villanos.»<br />
El bufón se acercó al instante al jefe <strong>de</strong> los asesinos, que entumido<br />
por el golpe y embarazado con el peso <strong>de</strong>l caballo herido, no<br />
podía huir ni hacer la menor resistencia.<br />
-Vamos, valiente guerrero, díjole Wamba, vuestro escu<strong>de</strong>ro he<br />
sido, y ahora seré vuestro armero. Os he ayudado á <strong>de</strong>smontar, y<br />
ahora os <strong>de</strong>spojaré <strong>de</strong> vuestra armadura.,<br />
Dicho esto, arraneó y tiró por el suelo, con no mucha blandura.<br />
,i cortesía, el yelmo <strong>de</strong>l do lo azul; y el caballero <strong>de</strong>l candado reconoció<br />
á Val<strong>de</strong>mar <strong>de</strong> P'ifzurse, á quien seguramente no esperaba<br />
ver en aquella ocasión.<br />
¡Val<strong>de</strong>mar! dijo con espanto el caballero, ¡f'on tus canas, y<br />
con tus altos empleos! ¿Quien ha podido escitarte á tan loco <strong>de</strong>s.gnio:<br />
—Ricardo, dijo el cautivo alzando la vista al Soberano, no conoces<br />
á los hombres si ignoras á don<strong>de</strong> pue<strong>de</strong>n, conducir á. cada,<br />
lujo <strong>de</strong> Adán la ambición y el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza.<br />
—Venganza! dijo el caballero negro. ¿Que daño te he, hecho, y<br />
porqué <strong>de</strong>seas vengarte <strong>de</strong> raí?<br />
—Despreciaste la mano <strong>de</strong> mi hija, y jamás podrá olvidar esta,<br />
afrenta un noble normando tan ilustre como tú.<br />
—¡Tu bija! Cierto que no aguardaba tanta enemistad portan<br />
¡eve motivo. Amigos, dijo á los monteros, retiraos algunos pasos,<br />
que quiero hablarle á, solas. Val<strong>de</strong>mar Fitzurse, dime la verdad:<br />
confiesa quién te lia instigado á este <strong>de</strong>sacato.<br />
—El hijo <strong>de</strong> tu padre, respondió Fitzurse, cpie castiga <strong>de</strong> este<br />
•.nodo lo que tú hiciste con el que te dio la vida.»<br />
Los ojos <strong>de</strong> Ricardo centelleaban <strong>de</strong> indignación; mas esta cedió<br />
muy en breve, á los impulsos <strong>de</strong> su bondad natural. Púsose la mano<br />
en la frente, y permaneció algún rato contemplando al vencido<br />
Harón, en cuyo rostro luchaba el orgullo con la vergüenza.<br />
—¿No me pi<strong>de</strong>s la vida? dijo el Rey.
3t>4 IVANHOE.<br />
—Seria inútil, respondió Fitzurse, puesto que está en las garras<br />
<strong>de</strong>l león.<br />
—El león, dijo Ricardo, no ensangrienta sns uñas en bestias rendidas.<br />
"Vive, pero sal <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> tres dias <strong>de</strong> Inglaterra; ve á ocultar<br />
tu infamia en tu castillo <strong>de</strong> Normaudía, y guárdate <strong>de</strong> dar á<br />
enten<strong>de</strong>r la parte que ha tenido mi hermano en esta villanía. Si te<br />
<strong>de</strong>tienes en Inglaterra un momento <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l término concedido,<br />
mueres: si pronuucias una palabra que manche el honor <strong>de</strong> mi familia,<br />
ni el templo <strong>de</strong> Dios te ha <strong>de</strong> preservar <strong>de</strong> mis ¡ras. Por san<br />
Jorge que has <strong>de</strong> estar colgado <strong>de</strong> tus almenas hasta que los cuer<br />
vos hayan dado fin <strong>de</strong> tí. Locksley, franquea á este hombre uno <strong>de</strong><br />
los caballos <strong>de</strong> sus cómplices; <strong>de</strong>sármale, y déjale ir en paz.<br />
—Ya veo, respondió el bandido, que estoy hablando con uno á<br />
quien no puedo ni <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cer; pero soy <strong>de</strong> opinión <strong>de</strong> ahorrar<br />
á ese villano el trabajo <strong>de</strong> hacer una larga jornada.<br />
—Tienes un corazón inglés, dijo el caballero, y él te ha dicho<br />
que <strong>de</strong>bes someterte á mis mandatos. Yo soy Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra.»<br />
Y estas palabras, pronunciadas con una majestad digna <strong>de</strong> un<br />
monarca y <strong>de</strong>nlos elevados sentimientos <strong>de</strong> Corazón <strong>de</strong> León, los<br />
monteros se arrodillaron á un tiempo, reconociéndole por su sobe<br />
rano, y pidiéndole el perdón <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>litos.<br />
«Alzaos, amigos,» dijo Ricardo con la mayor afabilidad. Notábase<br />
ya en su rostro la espresion habitual <strong>de</strong> buen humor y franqueza;<br />
habia <strong>de</strong>saparecido toda señal <strong>de</strong> resentimiento, y solo en<br />
ias sonrosadas mejillas se veían algunas huellas <strong>de</strong> los esfuerzos<br />
hechos durante tan <strong>de</strong>sesperado conflicto. «Alzaos, amigos, repitió;<br />
vuestros escesos y <strong>de</strong>scarríos no valen tanto como el leal servicio<br />
que habéis lacho á mi causa en el castillo <strong>de</strong> Erente-<strong>de</strong>-bue,\<br />
y el socorro que liabeis dado este dia á vuestro Soberano. Alzaos,<br />
y sed buenos vasallos <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante. Y tú, valiente Locksley....<br />
— No me <strong>de</strong>is eso nombre, dijo el capitán, sino el mío verda<strong>de</strong>ro<br />
que , quizás la fama habrá llevado á vuestros oidos. Y r<br />
o soy Robín<br />
llood, <strong>de</strong>l bosque <strong>de</strong> Shervvood (11.<br />
(1; Cuando los reyeá normandos promulgaron en Inglaterra sus tiránicas or<strong>de</strong>narlas<br />
<strong>de</strong> montee, se licuó la isla <strong>de</strong> bandidos y <strong>de</strong>scontentos, á quienes la crueldad<br />
<strong>de</strong> aquellas leyes habia dado las armas <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sesperación. Robin llood, ca-;i<br />
rio. Siestri«iru'i hombre valiente y empren<strong>de</strong>dor, capitaneaba una formidable ctia-
CAPITULO XL. ÍJtíü<br />
— ¡Rey <strong>de</strong> los bandidos, y príncipe <strong>de</strong> la gente <strong>de</strong>l bronce ! exclamó<br />
el Rey. Quién no habrá oído las famas <strong>de</strong> tus proezas, puesto<br />
que hau llegado á Palestina? Pero nada tenias. El velo <strong>de</strong>l olvido<br />
cubrirá todo lo que ha pasado en mi ausmcia. y durante las revueltas<br />
á que ella ha dado lugar.<br />
— Bien dice la copla , esclamó Wamba interrumpiendo al Rey,<br />
aunque no con su acostumbrada petulancia:<br />
Valló '/.apiron , y al punió<br />
.irman gresca los ratones.<br />
—Qué! ¿ Estás aquí, W'amba? dijo el Rey. Como hace tanto tiempo<br />
que no oigo tu voz, creí que las habías afufado.<br />
—¿Cuándo se, separó la locura <strong>de</strong>l valor? dijo Warnba. Aquí esta<br />
el trofeo <strong>de</strong> mi espada, añadió señalando al caballo <strong>de</strong> Eitzurse; ¡y<br />
ojalá estuviera el buen animal lleno <strong>de</strong> vida y salud, con tal <strong>de</strong> que<br />
el amo ocupara su lugar! Estas son todas mis hazañas , porque el<br />
gabán no resiste á los golpes como un peto <strong>de</strong> acero. Mas si no te<br />
be igualado en el manejo <strong>de</strong>, la espada, no podrás negar que sé manejar<br />
diestramente el cuerno,<br />
—Y muy á propósito , dijo id Monarca. No olvidaré tus buenos<br />
servicios.<br />
— Confíteor, dijo entonces una voz trémula y compungida. OM-<br />
.fiteor, que es todo el latin <strong>de</strong> que me acuerdo. Confieso mis <strong>de</strong>litos,<br />
y pido la absolución antes <strong>de</strong> subir al palo. >-<br />
Ricardo volvió la vista, y <strong>de</strong>scubrió al ermitaño que estaba <strong>de</strong> rodillas,<br />
tirado al suelo el garrote que no había estado ocioso durante<br />
la acción. Hacia cuanto podía por dar á sus facciones la espresion<br />
<strong>de</strong> la contrición mas profunda, clavados los ojos en el cielo, é inclinadas<br />
hacia abajo las estreñíida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los labios, como los cordones<br />
<strong>de</strong> una bolsa, según la comparación <strong>de</strong> YVamba : pero en medio <strong>de</strong><br />
este aparato <strong>de</strong> santidad, bien se echaba <strong>de</strong> ver su natural truhanería<br />
y <strong>de</strong>sfachatez. En una palabra, su aspecto era mas bien e) <strong>de</strong><br />
un verda<strong>de</strong>ro arrepentido.<br />
—¿Por qué tanto abatimiento? dijo Ricardo. ¿Temes que llegue<br />
•A oídos <strong>de</strong> tu diocesano la fama <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s que practicasen tu<br />
ermita, y <strong>de</strong>l modo que tienes <strong>de</strong> servir á san Dunstan ? No tengo<br />
miedo: Ricardo sabe guardar los secretos que se sellan con «1<br />
jarro.<br />
drilla <strong>de</strong> estos <strong>de</strong>sgraciados, lis personaje famoso en las orínicaq y romances <br />
aquellos tiempos.
306 IVAN'HOK.<br />
— No, benigno Soberano, respondió el anacoreta ( el cual es muy<br />
conocido en las historias con el nombre <strong>de</strong> hermano Tuck , y fué<br />
compañero y amigo <strong>de</strong> Robin Hood). No temo al báculo, sino al<br />
cetro. ¿ Cómo no he <strong>de</strong> temblar si consi<strong>de</strong>ro que mi sacrilego puño<br />
ha osado tocar al ungido <strong>de</strong>l Señor?<br />
— Ya se me halda olvidado, dijo Ricardo , aunque es cierto que<br />
me estuvieron zumbando todo el dia los oidos Pero si el golpe fué<br />
bien dado, que digan todos los presentes si no fué bien <strong>de</strong>vuelto. Y<br />
si crees que te <strong>de</strong>bo algo, pronto estoy A pagar lo que reclames.<br />
— Nada menos , dijo el ermitaño : la <strong>de</strong>uda está pagada y con<br />
usura. ¡ Ojalá pague V. A. tan cumplidamente las <strong>de</strong> su corona.<br />
— Si se pagaran con los puños, dijo el Rey , yo te aseguro que<br />
nunca estaria Yació mi tesoro.<br />
— Pero ¿qué penitencia he dé hacer, repuso el ermitaño volviendo<br />
á su postura humil<strong>de</strong> y abatida, por tan impío <strong>de</strong>sacato?<br />
— No haolemos <strong>de</strong> eso, dijo Ricardo. Después <strong>de</strong> haber recibido<br />
tantos golpes <strong>de</strong> inñeles y paganos, no seria justo llevar á mal uu<br />
pescozón <strong>de</strong> un ungido ermitaño como el <strong>de</strong> Copmanburst. Aunque<br />
si he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir lo que siento, mejor seria para tí que entrases á servir<br />
en los monteros <strong>de</strong> mi guardia, custodiando mi persona, como<br />
hasta ahorahas custodiado la <strong>de</strong> san Dunstan.<br />
— Señor , dijo Tuck , perdone Y. A. si no acepto su favor. San<br />
Dunstan y yo nos avenimos perfectamente. Gran honor seria sin<br />
duda para mí vestir el uniforme <strong>de</strong> los monteros <strong>de</strong> vuestra guardia<br />
: mas si me entretengo acaso en consolar una viuda, ó en tirar<br />
cuatro tiros en la selva, ¿que<strong>de</strong> injurias no lloverán sobre mí?<br />
¿Don<strong>de</strong> esta el maldito Tuck? dirá el uno. ¿Quién ha visto á ese<br />
con<strong>de</strong>nado
CAPÍTULO XL"I. 367<br />
bota do vino seco, un pellejo <strong>de</strong> malvasía, y tres barriles <strong>de</strong> cerveza<br />
la mejor. Si esto no basta para apagarte la sed , ven á, la corte y<br />
hazte amigo <strong>de</strong>l mayordomo-<br />
— ¿Y para san Dunstau? dijo Turk.<br />
— ¿No chaceemos con las cosas santas , dijo el Rey ; no sea que<br />
Dios se ofenda <strong>de</strong> ver que pensamos mas en nuestras locuras que<br />
en su servicio.<br />
— Yo respondo <strong>de</strong> san Dunstau, dijo Turk.<br />
— Respon<strong>de</strong> <strong>de</strong> tí mismo, dijo el Rey con gravedad; y en seguí<br />
da presentó la mano al ermitaño, el cual hincó una rodilla y la beso.<br />
Va veo, continuó Ricardo que haces mas acatamiento á mi mano<br />
cuando está cerrada que cuando está abierta ; porque á esta te<br />
arrodillas, y á aquella te postras.»<br />
El auacoreta, temeroso <strong>de</strong> abusar <strong>de</strong> la paciencia <strong>de</strong>l Rey con sus<br />
jocosida<strong>de</strong>s y hurlas , riesgo á que se esponen los que conversar',<br />
con po<strong>de</strong>rosos, hizo una profunda reverencia, y se retiró.<br />
Al mismo tiempo entraron dos nuevos personajes en la escena<br />
CAPITULO XLI.<br />
Eran Wilfrido <strong>de</strong> Ivanboe, montado en la yegua <strong>de</strong>l prior <strong>de</strong> i>o<br />
tolph, y (íurtb en el caballo <strong>de</strong> batallo <strong>de</strong> su amo. No pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<br />
cribirse la sorpresa <strong>de</strong>l caballero al ver la armadura <strong>de</strong>l Rey salpi<br />
cada <strong>de</strong> sangre , y los muertos y <strong>de</strong>spojos que cubrían el campo<br />
<strong>de</strong> batalla. Ni estrañó menos ver á Ricardo circundado <strong>de</strong> bandidos<br />
y ladrones , que no son por cierto la escolta mas segura para un<br />
monarca perseguido. No sabia si <strong>de</strong>bería dirigirle la palabra como<br />
n un caballero errante, ó como á su señor y monarca legítimo. Ri<br />
cardo conoció su embarazo.<br />
«Nada temas, Wilfrido, dijo el Rey : habíame como á Ricardo do<br />
Plautagenet. Estoy ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> verda<strong>de</strong>ros ingleses , á quienes<br />
quizás el natural arrojo <strong>de</strong> la nación ha hecho cometer algunos pe<br />
cados veniales, que ya están perdonados.<br />
—Sir Wilfrido <strong>de</strong> Ivanboe, dijo el gefe <strong>de</strong> los bandidos , <strong>de</strong> nada<br />
serviría lo que yo dijera <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> lo que habéis oido: séame lícito<br />
sin embargo añad.r que a u<br />
nque hemos sufrido mucho y estamos
368 IVANH0E<br />
privados <strong>de</strong> ia protección <strong>de</strong> las leyes , el Rey <strong>de</strong> Inglaterra no tiene<br />
vasallos mas leales que los que en este instante le ro<strong>de</strong>an.<br />
—No lo dudo puesto que tú los mandas, dijo Wilfrido <strong>de</strong> Ivanlioe<br />
: pero ¿qué significan estas señales <strong>de</strong> discordia y muerte? qué<br />
significan esos cadáveres y esas manchas <strong>de</strong>. sangre en la armadura<br />
<strong>de</strong> mi Principe?<br />
—La traición, amigo lvanhoe , dijo el Monarca, acaba <strong>de</strong> hacer<br />
una délas suyas; pero ha recibido la pena que mi recia, gracias ¡d<br />
/.elo y á la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> estos valientes. Pero ahora caigo , añadió<br />
sonriéndose, en que tú también eres traidor y <strong>de</strong>sobediente ;i ¡as<br />
ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> tu Monarca. ¿ No te mandé permanecer en el convento<br />
<strong>de</strong> san Botoldh hasta que estuviera curada tu herida?<br />
—Lo está, señor, dijo lvanhoe; y lo que tengo es como araño do<br />
gato travieso. Pero ¿ será posible que <strong>de</strong>is tanta inquietud á los<br />
que os aman y sirven , esponiendo vuestra vida cu estas correrías<br />
y aventuras, como si no fuera mas preciosa que la <strong>de</strong> un caballero<br />
errante, sin mas dominios ni fama que los que la lanza y la espada<br />
le proporcionen ?<br />
—Ricardo <strong>de</strong> Plantagenet no ambiciona, mas gloria ni mas imperios<br />
que los que con su espada y su lanza sepa adquirir ; y en mas<br />
alto precio tiene llevar á cabo una aventura con la fuerza <strong>de</strong> su brazo,<br />
que ganar una batalla á la cabeza <strong>de</strong> cien mil hombres armados.<br />
—Pero, señor, dijo lvanhoe, la disolución y la guerra civil amenazan<br />
á vuestro reino. ¿ Qué será <strong>de</strong> vuestros vasallos si perecéis<br />
en uno <strong>de</strong> esos peligros que continuamente estáis arrostrando?<br />
No hace mucho que os habéis visto espuesto á per<strong>de</strong>r la vida en la<br />
soledad <strong>de</strong> un bosque.<br />
—¡Mi reino y mis vasallos! dijo el Rey. Sabe que ninguno <strong>de</strong> ellos<br />
tiene mas juicio que yo. Por ejemplo, mi fiel servidor Wilfrido <strong>de</strong><br />
lvanhoe acaba <strong>de</strong> faltar á mis preceptos, y ahora me predica porque<br />
no he seguido sus avisos. Pero por esta vez te perdono. Va te<br />
he dicho en el convento que-<strong>de</strong>bo mantenerme oculto, para dar<br />
tiempo á que los nobles que se han mantenido fieles á mi causa,<br />
reúnan sus fuerzas y se aperciban á la <strong>de</strong>fensa do mis <strong>de</strong>rechos.<br />
Ricardo no <strong>de</strong>be presentarse á la Nación inglesa si no es á la cabeza<br />
<strong>de</strong> un ejército numeroso, que baste á frustrar los planes <strong>de</strong><br />
sus enemigos sin necesidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>senvainar el acero. Estoteville y<br />
Bohun necesitan todavía veinte y cuatro horas antes <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r pre-
OAFÍTTJLO XLI. 369<br />
sentarse <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> York. [Aun no tengo noticias <strong>de</strong> los progresos<br />
que hacen Salisbury, Beauchamp y Multon. Debo contar con Londres,<br />
y <strong>de</strong> esto se ha encargado el Canciller. Mi aparición repentina<br />
me espondría á peligros mayores que los que puedo vencer con<br />
mi espada y con mi lanza, aun cuando viniesen á mi socorro Robín<br />
con su arco, Tuck con su garrote, y Wamba con .su cuerno.»<br />
Ivanbóe se inclinó respetuosamente, y no quiso persistir en sus<br />
reconvenciones : sabia que era invencible la afición <strong>de</strong>l Rey á los<br />
peligros y aventuras caballerescas, aunque conocía cuan imperdonable<br />
era semejante arrojo en el gefe <strong>de</strong>l Estado. Wilfrido lanzó un<br />
suspiro y no rompió el silencio ; mientras Ricardo, satisfecho <strong>de</strong><br />
haber puesto término á sus objeciones, aunque no podia menos <strong>de</strong><br />
reconocer su justicia, entró en conversación con Robín Hood. «Rey<br />
<strong>de</strong> los monteros, le dijo con ¡a mayor afabilidad el Monarca , ¿no<br />
tiene un pedazo <strong>de</strong> carne que ofrecer á otra testa coronada ? Porque<br />
esos <strong>de</strong>salmados me cogieron en ayunas, y las estocadas me<br />
han abierto el apetito.<br />
—Seria pecado engañar AV. A. respondió el bandido : nuestra<br />
<strong>de</strong>spensa se halla suficientemente provista <strong>de</strong>....» Robín no se atrevió<br />
á continuar, porque sabia apesar <strong>de</strong> la indulgencia <strong>de</strong> Ricardo,<br />
cuando ofendían á ios príncipes <strong>de</strong> la casa Normanda las infracciones<br />
<strong>de</strong> las leyes <strong>de</strong> montería.<br />
«¿De venado? dijo Ricardo. Y como un rey no pue<strong>de</strong> estar todo<br />
oldia en el monte, matando la caza que han <strong>de</strong> servirle A la mesa,<br />
bueno es que haya quien se la tenga muerta y guisada.<br />
—Si Y'. A. se digna honrar con su presencia uno <strong>de</strong> nuestros<br />
puntos <strong>de</strong> reunión , no le faltará carne <strong>de</strong> venado ; y aun quizás le<br />
ofreceremos un buen trago <strong>de</strong> cerveza y otro <strong>de</strong> vino seco.,-><br />
Robin se puso en camino, seguido por el alegre Monarca , mas<br />
satisfecho con el encuentro <strong>de</strong> aquel célebre bandido , que si estuviera<br />
presidiendo un banquete Real , á la cabeza <strong>de</strong> los nobles y<br />
pares <strong>de</strong> Inglaterra. La novedad tenia gran<strong>de</strong>s atractivos para el<br />
corazón <strong>de</strong> Ricardo, y mucho mas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber vencido y arrostrado<br />
peligros y contratiempos. Aquel Monarca realizaba el carácter<br />
<strong>de</strong> los caballeros andantes, héroes <strong>de</strong> tantas novelas y romances.<br />
Pa gloria personal, adquirida por su intrepi<strong>de</strong>z y valor,<br />
le era mucho mas grata que la que hubiera podido grangearse por<br />
medio <strong>de</strong> una política sabia y juiciosa. Su reinado fué como uno <strong>de</strong><br />
•'sos brillantes y rajados metéoros que cruzan la inmensidad <strong>de</strong> los
370 IVANHOE.<br />
cielos esparciendo portentosas ráfagas <strong>de</strong> luz. y que al instante se<br />
confun<strong>de</strong>n en la oscuridad <strong>de</strong>l espacio. Sus proezas sirvieron <strong>de</strong><br />
texto inagotable á los trovadores <strong>de</strong> su siglo, sin proporcionar á su<br />
Reino ninguno <strong>de</strong> aquellos sólidos beneficios que la historia perpe<br />
túa en sus anales para ejemplo <strong>de</strong> la posteridad. Kn la ocasión pre<br />
¡senté, sin embargo,sirvió <strong>de</strong> mucho á Ricardo su espíritu arrojado<br />
y caballeresco ; porque le grangeó el afecto <strong>de</strong> aquellos hombres<br />
indómitos y empren<strong>de</strong>dores, entre los cuales se mostró franco, alegre<br />
y bondadoso. 151 valor eraá sus ojos la primera <strong>de</strong> las virtu<strong>de</strong>s,<br />
y apreciaba á todo el que lo poseía, cualquiera que fuese su<br />
clase y su condición.<br />
Sentóse el Rey <strong>de</strong> Inglaterra <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una frondosa encina, a!<br />
rústico banquete que le habían preparado aquellos hombres, poco<br />
antes perseguidos por las leyes <strong>de</strong> su Peino, y (pie á la sazón com<br />
poniaii toda su Corte y toda su guardia.<br />
A medida que daba vueltas el jarro, los bandidos empezaron a<br />
per<strong>de</strong>r el terror que al principio les había inspirado la. presencia<br />
<strong>de</strong> su Soberano. Hubo chanzas y canciones; y mientras cada cual<br />
referia sus hazañas, todos olvidaban que estas eran oi ras tantas<br />
infracciones <strong>de</strong> las leyes cuyo protector natura! les estaba oyendo<br />
El Monarca reía y chanceaba como los <strong>de</strong>más, olvidándose <strong>de</strong> su<br />
dignidad, y poniéndose al nivel <strong>de</strong> sus huéspe<strong>de</strong>s. Robín Hood.<br />
sin embargo, que era hombre <strong>de</strong> sana razón, temía que ocurriese<br />
algún disgusto y que se turbase la buena armonía que hasta entonces<br />
habia reinado en el banquete. Aumentáronse sus recelos<br />
cuando observó la inquietud <strong>de</strong> Vilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe. Llamó á parte<br />
al barón, y le dijo: «Gran<strong>de</strong> honor es para nosotros la presencia<br />
<strong>de</strong> nuestro amado Soberano; pero los negocios <strong>de</strong> su Peino son<br />
muy urgentes, y es lástima que pierda un tiempo tan precioso.<br />
—Tienes razón, Robin, dijo Ivanhoe, y sabe a<strong>de</strong>más (pie los que<br />
se familiarizan con la majestad, aun cuando esta olvida lo que vale,<br />
juegan con un león que saca, las garras ,\ <strong>de</strong>stroza cuando menos<br />
se pienza.<br />
—Habéis dado en la verda<strong>de</strong>ra causa <strong>de</strong> mis recelos: esos hombres<br />
son ásperos <strong>de</strong> suyo, y violentos por hábito. Y el Rey, aunque<br />
<strong>de</strong> buen humor, suele tener sus arranques. La menor cosa pue<strong>de</strong><br />
dar motivo á que se le ofenda, y Dios sabe á don<strong>de</strong> llegarían las<br />
consecuencias. Tiempo es <strong>de</strong> separarnos.<br />
—'•rocara m hacerlo con mañana y <strong>de</strong>lica<strong>de</strong>za, dijo Ivanhoe:
CAPITULO SU . .til<br />
porque yo lio ocluido algunas indirectas y todas nao sido inútiles-<br />
— Sei" or, d'joRobin Hocd ¡i hienido, voy á espoi erme al enojo<br />
do \. A .; pero por san Cristóbal que es por su bien, y que lo he <strong>de</strong><br />
hacer aunque nunca, me perdoi e. Bernardo, dijo entonces llamando<br />
á parte á un montero, corre á esas malezas <strong>de</strong> la izquierda, sin<br />
que te observe ninguno <strong>de</strong> los presentes; toca, el cuerno ala manera<br />
<strong>de</strong> los normandos; y si to <strong>de</strong>tienes un instante, te parto por<br />
medio.»<br />
Bernardo se separó con el mayor disimulo <strong>de</strong> la concurrencia, \<br />
obe<strong>de</strong>ció exactamente las ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> su capitán. Aquel inesperado<br />
sonido <strong>de</strong>jó suspensos á todos los asistentes.<br />
«Este es el toque <strong>de</strong> Malvoisin» dijo el molinero apo<strong>de</strong>rándose<br />
<strong>de</strong>l arco. El ermitaño <strong>de</strong>jó caer el jarro, y empuñó el garrote. Wamba<br />
suspendió sus carcajadas, y echó mano <strong>de</strong> la espada y <strong>de</strong>l broquel.<br />
Todos los <strong>de</strong>más se pusieron en pié y tomaron las armas.<br />
hombres <strong>de</strong> vida tan precaria y borrascosa pasan sin alterarse<br />
<strong>de</strong> la alegría <strong>de</strong>l banquete al peligro <strong>de</strong> la batalla.<br />
Para Ricardo esta transición era un recreo. Pidió el yelmo y las<br />
piezas principales <strong>de</strong> la armadura, y mientras Gurth se las ajusta<br />
ba. mandó espresamento á Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe, so pena <strong>de</strong> su perpetuo<br />
enojo, que no tomase parto cu el encuentro.<br />
«Hartas veces has peleado por mí, le dijo el Monarca: ahora serás<br />
espectador, y verás como sabe pelear Ricardo por su vasallo, \<br />
por su amigo. ><br />
Entretanto, Robín Hood hah ia enviado algunos monteros en di<br />
ferentes direcciones, como para reconocer al enemigo; y cuando<br />
vio que todos estaban en pié y separados, y el Rey completamente<br />
armado y dispuesto á marchar, se echó á sus pies y lo pidió<br />
perdón.<br />
«¿De qué, buen montero? dijo Ricardo. ¿No basta el perdón general<br />
(pie ya es he concedido? Piensas tú que mi palabra es una<br />
pluma que el viento lleva á discreción? ¿O has cometido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces<br />
algún nuevo <strong>de</strong>saguisado?<br />
—Sí señor, respondió Robín Hood: he cometido una falta, si así<br />
pue<strong>de</strong> llamarse un engaño que redunda en bien <strong>de</strong> V. A. El toque<br />
que habéis oido no es <strong>de</strong> Malvoisin, sino dado por or<strong>de</strong>n mía. Mi<br />
objeto ha sido poner término á. este banquete, en el cual se está<br />
perdiendo un tiempo que pue<strong>de</strong> ser mas útilmente empleado.»<br />
Levantóse al concluir estas palabras; cruzóse <strong>de</strong> brazos, y en ac-
:Y¡2 IVASIIOE.<br />
litud mas respetuosa que sumisa, aguardó la respuesta <strong>de</strong>l Rey,<br />
como quien conoce la falta que ha cometido, y confia en la rectitud<br />
<strong>de</strong> los motivos que le han impulsado. Asomóse la cólera á los ojos<br />
<strong>de</strong>l Rey; pero este movimiento instantáneo cedió á la justicia na<br />
tural <strong>de</strong> su carácter.<br />
«El rey <strong>de</strong> los bosques, dijo, tiene miedo do que Ricardo dé fin<br />
<strong>de</strong> su venado y <strong>de</strong> su vino seco: yo te convidaré á comer en Lon<br />
dres, y no te echaré tan pronto <strong>de</strong> mi mesa. Tienes razón, Robín:<br />
á caballo y marchemos. Hace una hora que estoy leyendo la in<br />
quietud en los ojos <strong>de</strong> 'Wilfrido: díme, ¿no tienes en tu cuadrilla<br />
algún amigo que, no contento con estar predicando todo el dia,<br />
observa tus movimientos, y se pone <strong>de</strong> mal humor cuando tú ha<br />
ces lo que se te antoja?<br />
—Sí señor, respondió Robín Hood; esa es justamente la condi<br />
ción <strong>de</strong> mi teniente .luanito, que está ahora <strong>de</strong> espedicion en los<br />
confinés <strong>de</strong> Escocia; y aseguro á V. A. que algunas veces me mo<br />
lestan las liberta<strong>de</strong>s que loma: pero bien reflexionado, no puedo<br />
enfadarme contra quien se aflige por mi bien, y se inquieta por<br />
mis peligros.<br />
—Bien has dicho, contestó Ricardo; y si yo tuviera por un lado<br />
á Ivanboe para dirijirme por sus graves consejos y amonestacio<br />
nes, y á tí por otro para que me engañases en lo que crees con<br />
veniente á mi servicio, pronto me veria tan libre en mis acciones<br />
como el esclavo atado á una ca<strong>de</strong>na. Vamos, gente honrada, á Oo~<br />
ningsburgh, y no hablemos mas <strong>de</strong>l asunto.»<br />
Robin notició al Rey y á su amigo que había enviado una par<br />
tida <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubierta al camino, y que sin duda si había alguna em<br />
boscada pronto se tendría aviso: les dijo que por entonces no tenia<br />
el menor peligro, pero que en todo caso, él y los suyos no se se<br />
pararían <strong>de</strong> aquellos alre<strong>de</strong>dores, y acudirían, como ya lo /odre;;<br />
hecho, á la menor novedad.<br />
Las pru<strong>de</strong>ntes y atentas precauciones adoptadas por el bandido<br />
para la seguridad <strong>de</strong> Ricardo enternecieron su corazón geni-roso,<br />
y disiparon todas las sospechas que hubiera podido inspirarle el.<br />
artificio do que había echado mano. Presentóle otra vez la suya,<br />
asegurándole su perdón y su protección, y dándole palabra <strong>de</strong><br />
suavizar las or<strong>de</strong>nanzas <strong>de</strong> montes y otras leyes tiránicas y opre<br />
sivas que tenían á muchos buenos ingleses en un estado <strong>de</strong> per<br />
petua rebeldía. Frustró las buenas intenciones <strong>de</strong>l Monarca su
CAPÍTULO XLI. 373<br />
muerte <strong>de</strong>sgraciada y prematura, y las leyes <strong>de</strong> montería fueron<br />
abolidas <strong>de</strong>spués & <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> Juan, cuando este sucedió á su heroico<br />
hermano. En cuanto á las otras aventuras <strong>de</strong> Robín Hood,<br />
que terminaron por una muerte traidora, los lectores podrán consultar<br />
las innumerables relaciones <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> este famoso<br />
bandido que corren impresas en Inglaterra.<br />
Volvamos á Ricardo corazón <strong>de</strong> león, el cual en compañía <strong>de</strong><br />
Ivanhoe, <strong>de</strong> Gurth y <strong>de</strong> Wamba, llegó sin obstáculo ni tropiezo,<br />
como Robin lo habia predicho, á vista <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Coningsburgb<br />
antes que el sol se ocultase en el occi<strong>de</strong>nte.<br />
Pocas escenas hay en el territorio <strong>de</strong> Inglaterra mas hermosas y<br />
mas interesantes, que las que ofrecen las cercanías <strong>de</strong> esta fortaleza<br />
sajona. El manso y apacible rio Don pasea en suaves circuitos<br />
sus limpias y cristalinas aguas por un anfiteatro en que<br />
las tierras cultivadas alternan en vistoso <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n con frondosas<br />
selvas y espesos y herbosos matorrales. Sobre uno <strong>de</strong> los montes<br />
que se elevan <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las márgenes <strong>de</strong>l rio, bien <strong>de</strong>fendido por fosos<br />
y murallas, se erguía el antiguo edificio que, como su nombre lo<br />
da á enten<strong>de</strong>r, servia <strong>de</strong> resi<strong>de</strong>ncia, antes <strong>de</strong> la conquista, á los<br />
monarcas <strong>de</strong> Inglaterra. I.a fortificación esterior fué sin duda<br />
construida por los Normandos ; pero toda la parte interior indica<br />
¡a mas remota antigüedad. El edificio principal está sobre una elevación,<br />
en uno <strong>de</strong> los ángulos <strong>de</strong>l recinto <strong>de</strong> la forticaíicion antigua,<br />
y forma un círculo completo, <strong>de</strong> cerca <strong>de</strong> veinte y cinco pies<br />
<strong>de</strong> diámetro. El muro es estraordinariamente macizo, y lo apoyan<br />
y <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n seis gruesos esperontes (1), que forman otras tantas<br />
proyecciones <strong>de</strong>l círculo, y suben hasta la torre, por sus ángulos,<br />
como para sostenerla y fortificarla. Eos esperontes están huecos en<br />
su estremidad superior, y terminan en una especie <strong>de</strong> torrecillas<br />
que comunican interiormente con la cúpula. El aspecto lejano <strong>de</strong> este<br />
sólido edificio, con sus estraños adornos, es tan interesante al<br />
amante <strong>de</strong> la belleza pintoresca, como las cuadras y salones <strong>de</strong>l castillo<br />
al historiador y al anticuario; pues todo recuerda en ellas la gloria,<br />
los usos y las <strong>de</strong>sgracias <strong>de</strong> los monarcas sajones <strong>de</strong> la Isla. En<br />
las cercanías <strong>de</strong>l castillo hay todavía una pequeña elevación, que se<br />
cree fué el sepulcro <strong>de</strong>l famoso Hengisto, y en el cementerio inmediato<br />
se ven muchos monumentos no menos curiosos que antiguos.<br />
(fi KxiKm'iir. es ana especie <strong>de</strong> estribo ó espolón, qne formaba un úugulo salieni"<br />
011 las fortificaciones antiguas.
374 IVANHOK.<br />
Cuando Ricardo corazón <strong>de</strong> león se acercó con su comitiva á este<br />
singular edificio, no estaba como ahora ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> obras estenores.<br />
El arquitecto sajón babia apurado todo su esmero y su saber<br />
en la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong>l castillo; y fuera, <strong>de</strong> él no habia otra<br />
circunvalación que una tosca empalizada.<br />
Una gran ban<strong>de</strong>ra negra que tremolaba en lo alto di; la torre,<br />
indicaba que se estaban celebrando á la sazón las exequias <strong>de</strong>l ultimo<br />
dueño <strong>de</strong>l castillo. No se distinguía en ella ningún emblema<br />
relativo al origen ni al nacimiento <strong>de</strong>l difunto; porque los Sajones<br />
<strong>de</strong>sconocían enteramente el uso <strong>de</strong> los escudos <strong>de</strong> armas, los cuales<br />
aun entre la nobleza normanda eran unaoovedad en los tiempos á<br />
que se refiere esta historia. Habia otra ban<strong>de</strong>ra sobre la puerta con<br />
la mal trazada figura, <strong>de</strong> un caballo blanco. Este símbolo <strong>de</strong> ||enlisto<br />
y <strong>de</strong> sus guerreros era. relativo al origen sajón <strong>de</strong> los habitantes<br />
<strong>de</strong> la casa.<br />
Las inmediaciones <strong>de</strong>l castillo ofrecían una escena <strong>de</strong> bulla j<br />
confusión; porque las ceremonias fúnebres <strong>de</strong> los Sajones daban<br />
lugar á la hospitalidad mas generosa y opípara, <strong>de</strong> la que disfrutaban<br />
no solo los <strong>de</strong>udos, amigos y aliados <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong>l muerto,<br />
sino todos los pasajeros y <strong>de</strong>sconocidos que se presentaban.<br />
Esta costumbre se observó en aquella ocasión con estraordinaria<br />
pompa y prodigalidad, en atención á la riqueza é ilustre origen <strong>de</strong><br />
Vthelstano. Veíanse, numerosas cuadrillas <strong>de</strong> forasteros subir y<br />
bajar por el monte en que estaba situado el castillo; y cuando el<br />
Rey y sus acompañantes llegaron á las puertas <strong>de</strong> la barrera esterior,<br />
que estaban abiertas y sin guardias, el concurso que se ofreció<br />
á su vista no parecía muy análogo ni conforme al objeto <strong>de</strong><br />
su reunión. Los cocineros asaban bueyes y carneros; la cerveza<br />
corría á raudales. Los huéspe<strong>de</strong>s, distribuidos en diferentes grupos<br />
que se componían <strong>de</strong> gentes <strong>de</strong> toda clase y condición, <strong>de</strong>voraban<br />
con ansia los manjares, y apuraban las botas que con tanta<br />
abundancia se les repartían. El miserable siervo sajón procuraba<br />
<strong>de</strong>squitarse <strong>de</strong>l hambre y <strong>de</strong> la sed <strong>de</strong> todo el año, con un día <strong>de</strong><br />
glotonería y <strong>de</strong> embriaguez. El labrador y el montero saboreaban<br />
á sus anchas el] lomo ó la costilla, y criticaban los ingredientes <strong>de</strong><br />
la cerveza, y la habilidad <strong>de</strong>l fabricante. Algunos caballeros normandos,<br />
no <strong>de</strong> los mas ricos ni po<strong>de</strong>rosos, habian sido atraídos<br />
por la curiosidad, ó quizás por el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> sacar el vientre <strong>de</strong> mal<br />
año. Distinguíanse i or sus ropillas cortas y por sus barbas afeita-
CAPÍTULO xu. :fi5<br />
das, y manteníanse juntos, y separados <strong>de</strong> !a muchedumbre, burlándose<br />
cutre sí <strong>de</strong> aquellos usos estraños pero sin <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñar los<br />
nian jares y tragos que tan liberalmente se les presentaban.<br />
Habían acudido bandadas <strong>de</strong> mendigos: soldados vagabundos<br />
que acababan <strong>de</strong> llegar, según <strong>de</strong>cían, <strong>de</strong> la Tierra santa: buhoneros,<br />
con sus tiendas portátiles llenas <strong>de</strong> baratijas y chucherías;<br />
jornaleros que buscaban acomodo, peregrinos charlatanes; músicos<br />
y trovadores, que cantaban salmos y plegarias al son <strong>de</strong> sus<br />
agrios y <strong>de</strong>sentonados instrumentos. Uno entonábalos encomios<br />
le Atbelstane en pomposo y altisonante panegírico; otro enumeraba<br />
en versos sajones los ásperos y exóticos nombres <strong>de</strong> sus ilustres<br />
ascendientes. No faltaban titiriteros y bufones, para divertir<br />
con sus chistes y contorsiones á la concurrencia: ni parecían impropios<br />
estos ejercicios en ocasión tan triste y en tan respetable<br />
ceremonia. Las i<strong>de</strong>as dominantes entre los Sajones sobre estas fúnebres<br />
festivida<strong>de</strong>s eran sencillas y aun groseras. La pesadumbre<br />
no sacia el hambre ni apaga la sed: y en este principio se fundaba<br />
ia costumbre inmemorial que observaban <strong>de</strong> solemnizar la muerte<br />
<strong>de</strong> sus parientes y amigos con borracheras y comilonas, proporcionando<br />
al mismo tiempo motivos <strong>de</strong> distracción y recreo á los<br />
que se sentían sobradamente afligidos y consternados. Los concurrentes<br />
se aprovechaban <strong>de</strong> tantos y tan eficaces motivos <strong>de</strong> consuelo;<br />
pero do cuando en cuando , como si se acordaran <strong>de</strong> pronto <strong>de</strong>l<br />
objeto que les bahía reunido, los hombres prorumpian <strong>de</strong> consuno<br />
en sollozos, y las mujeres en penetrantes lamentos y aullidos.<br />
Tal era el aspecto que presentaba el patio <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> G'oningshurgh<br />
cuando entraron en él Kieardo y los suyos. El senescal, que<br />
se curaba poco <strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong> clase inferior, procurando solo<br />
evitar sus escesos y conservar el buen or<strong>de</strong>n, reparó con estrañeza<br />
mi el buen talante <strong>de</strong> Kieardo y <strong>de</strong> Ivanhoe; recordando al mismo<br />
tiempo una i<strong>de</strong>a, aunque confusa, <strong>de</strong> las facciones <strong>de</strong>l último. La venida<br />
a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> dos caballeros , porque tales <strong>de</strong>notaban ser los dos<br />
estrangeros en sufrago, era raro acaecimiento en una fiesta <strong>de</strong>.<br />
Sajones, y se consi<strong>de</strong>raba como gran honor al difunto y á su familia.<br />
El senescal, vestido <strong>de</strong> luto, y empuñando la vara blanca<br />
que <strong>de</strong>notaba su oficio, penetró por entre ia muchedumbre, y condujo<br />
á los dos recíenvenidos á. la entrada <strong>de</strong> la torre. Gurth y<br />
Wamba encontraron muchos conocidos en el patio, y no se atrevieron<br />
ó pasar mas a<strong>de</strong>lante hasta ser espresamente llamados.
376 1YANH0K.<br />
CAPITULO XLII.<br />
La entrada <strong>de</strong> la torre principal <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Coningsburgh<br />
era tan singular en su estructura, como correspondiente á la tosca<br />
sencillez <strong>de</strong> los tiempos en que fué erigida. Por unos escalones tan-<br />
estrechos y empinados que mas bien merecían el nombre <strong>de</strong> preci<br />
picio, se entraba á un portal bajo, situado en la parte <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong> la<br />
torre, por el cual el curioso anticuario pue<strong>de</strong> aun pasar, ó podiaá<br />
lo menos hace pocos años, á la escalera construida en el espesor <strong>de</strong>l<br />
muro que conducía al piso tercero <strong>de</strong>l edificio. Los dos inferiores<br />
s<br />
e componían <strong>de</strong> piezas embovedadas, sin otra luz ni ventilación<br />
que la que recibían por un agujero cuadrado, el cual, por medio<br />
<strong>de</strong> una escala <strong>de</strong> mano, servia <strong>de</strong> comunicación con los aposentos<br />
altos. Los pisos eran cuatro, y la escalera principal que conducía<br />
<strong>de</strong> unos & otros, se apoyaba en los esperoutes <strong>de</strong> que ya hemos he<br />
cho mención.<br />
El rey Ricardo, en compañía <strong>de</strong> Ivauhoe, pasó por esta compli<br />
cada y difícil entrada, y fué introducido al aposento circular que<br />
ocupaba todo el tercer piso. AVilfrido se subió cuanto pudo el em<br />
bozo <strong>de</strong> la capa, porque no juzgaba oportuno presentarse á su pa<br />
dre hasta que se lo mandase el Rey.<br />
En este aposento, y en torno <strong>de</strong> una gran masa <strong>de</strong> encina, esta<br />
ban sentados doce <strong>de</strong> los mas distinguidos representantes <strong>de</strong> las fa<br />
milias sajonas resi<strong>de</strong>ntes en los condados circunvecinos. Todos<br />
eran <strong>de</strong> edad avanzada, ó alómenos algo mas que madura, porque<br />
los jóvenes habían seguido, con gran sentimiento <strong>de</strong> sus padres, el<br />
ejemplo <strong>de</strong> Ivanhoe, y roto las barreras que por mas <strong>de</strong> medio si<br />
glo habían separado á los vencedores Normandos <strong>de</strong> los vencidos<br />
Sajones. Las miradas graves y abatidas <strong>de</strong> aquellos hombres vene<br />
rables presentaban una escena algo diferente <strong>de</strong>l bullicio y alegría<br />
<strong>de</strong> los huéspe<strong>de</strong>s estemos <strong>de</strong>l castillo. Cualquiera hubiera dicho a¡<br />
ver aquellas blancas cabelleras, aquellas barbas hasta la cintura,<br />
juntamente con las túnicas antiguas y las anchas capas negras,<br />
que los personajes reunidos en tan singular y tosco aposento eran
CAPÍTULO XLI1. 377<br />
algunos sacerdotes <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Wo<strong>de</strong>n (1), reciensalidos <strong>de</strong> sus<br />
sepulcros para <strong>de</strong>plorar la pérdida <strong>de</strong> su gloria nacional.<br />
Cedric, aunque sentado sin distinción enmedio <strong>de</strong> sus compañeros,<br />
parecía ejercer, por consentimiento <strong>de</strong> ellos, las veces <strong>de</strong> presi<strong>de</strong>nte<br />
<strong>de</strong> aquella reunión. Levantóse con a<strong>de</strong>man majestuoso<br />
cuando vio entrar á Ricardo, á quien solo conocia por el título <strong>de</strong><br />
caballero <strong>de</strong>l Candado, y le saludó con la fórmula ordinaria Waes<br />
//fiel, alzando al mismo tiempo una copa basta la frente. El Rey.<br />
que no <strong>de</strong>sconocía las costumbres <strong>de</strong> sus vasallos, <strong>de</strong>volvió el saludo<br />
con las palabras <strong>de</strong> estilo, Drim Me!, y bebió <strong>de</strong> la copa que le<br />
presentó el coporo. La misma formalidad se usó con ivanhoe, el<br />
coa' respondió con una cortesía, temeroso <strong>de</strong> que le <strong>de</strong>scubriese el<br />
sonido <strong>de</strong> su voz.<br />
Terminada esta ceremonia, <strong>de</strong> introducción, Cedric se separó <strong>de</strong><br />
sus compañeros, presentó la mano á Ricardo, y le condujo á una<br />
pequeña capilla, labradaá pico en uno <strong>de</strong> los esperontes rpie ro<strong>de</strong>aban<br />
esteriormente la cúpula. Una estrechísima claraboya era la<br />
fin lea abertura que se notaba en la pared; mas ;í la rojiza y opaca<br />
lez <strong>de</strong> dos cirios, se distinguían la techumbre embovedada, los mu<br />
ros <strong>de</strong>snudos, y un tosco altar <strong>de</strong> piedra, con un crucifijo <strong>de</strong> b><br />
mismo.<br />
i leíante <strong>de</strong>l altar estaba colocado el ataúd, entre dos frailes arrodillados,<br />
que rezaban en voz baja con aspecto <strong>de</strong>voto y compungí<br />
do. La madre <strong>de</strong>l difunto pagaba una buena propina al convento<br />
<strong>de</strong> san Edmundo por la asistencia <strong>de</strong> estos religiosos; y á ñu <strong>de</strong> dar<br />
mayor esplendor á la ceremonia, la comunidad entera sehabia trasladado<br />
á Coningsburgh. Seis sacerdotes estaban constantemente<br />
<strong>de</strong> guardia en la capilla. Ponían todo su empeño en no interrumpir<br />
un solo instante sus <strong>de</strong>votas oraciones; también cuidaban <strong>de</strong><br />
que ningún lego tocase al paño <strong>de</strong> tumba que había servido en<br />
igual ocasión al bendito san Edmundo<br />
I¡ ¡cardo y Wilfrido entraron en la capilla mortuoria conducidos<br />
por Cedric, el cual les señaló, con gesto grave y melancólico el<br />
ataúd <strong>de</strong> su amigo.Los tres se santiguaron <strong>de</strong>votamente, y dijeron<br />
una breve oración por el reposo <strong>de</strong> su alma.<br />
Concluido este acto <strong>de</strong> piadosa caridad. Cedric hizo seña á su*<br />
huéspe<strong>de</strong>s que le siguiesen; salió, con pasos silenciosos, <strong>de</strong> la capilla,<br />
y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> subir algunos escalones, abrió con gran precau<br />
I Divinid ad fabulosa <strong>de</strong> los sajones.
378 IVANHOK.<br />
eion la puerta <strong>de</strong> un pequeño oratorio contiguo. Era una pieza <strong>de</strong><br />
ocho pies en cuadro, abierta, como la capilla, en la misma piedra<br />
<strong>de</strong>l muro, y alumbrada también por una claraboya; mas esta daba<br />
al occi<strong>de</strong>nte, y estando el sol á la sazón en el ocaso, un rayo <strong>de</strong> su<br />
luz que en aquel momento penetró en el opaco recinto, <strong>de</strong>scubrió<br />
á los ojos <strong>de</strong> los dos estranjeros una dama <strong>de</strong> gravísimo aspecto,<br />
cuyo rostro conservaba notables restos <strong>de</strong> majestuosa hermosura<br />
Su pomposo y ancho trago <strong>de</strong> luto, y la guirnalda <strong>de</strong> fúnebre ciprés<br />
que le sombreaba la frente, realzaban la blancura <strong>de</strong> su complexión<br />
y el esplendor <strong>de</strong> su rubia cabellera, que on<strong>de</strong>aba esparcida<br />
por el cuello y por los hombros, sin que los años la hubiesen aun<br />
plateado ni disminuido. La espresion <strong>de</strong> su fisonomía era la <strong>de</strong>l<br />
mas profundo dolor, comprimido por la resignación y por la humildad,<br />
Tin la mesa <strong>de</strong> piedra que tenia en frente había un crucifijo<br />
<strong>de</strong> marfil, y un misal con primorosas viñetas, y broches y placas<br />
<strong>de</strong> oro.<br />
—Noble Edita, dijo Cedric <strong>de</strong>spués do haber permanecido algún<br />
rato en silencio, como para dar tiempo á los estranjeros á que examinasen<br />
el aposento <strong>de</strong> la dama; aquí están dos dignos caballeros,<br />
que vienen á tomar parte en vuestra aflicción. Este particularmente<br />
es el valiente guerrero que peleó con tanto arrojo por la libertad<br />
<strong>de</strong>l que hoy lloramos.<br />
—Reciba su valor el tributo <strong>de</strong> mi agra<strong>de</strong>cimiento, respondióla<br />
llama, aunque la voluntad Divina dispuso que le emplease tan infructuosamente.<br />
También agra<strong>de</strong>sco su cortesía y la <strong>de</strong> su compañero,<br />
por haber venido á compañar á la viuda do A<strong>de</strong>ling y á la<br />
madre <strong>de</strong> Athelstane, en los días <strong>de</strong> su mayor pena y amargura. A<br />
vuestra amistad y vigilancia los encomiendo, y espero que no carecerán<br />
<strong>de</strong> la hospitalidad que esta triste mansión pue<strong>de</strong> ofrecerles.»<br />
Los dos caballeros la saludarofi con una humil<strong>de</strong> reverencia, y se<br />
retiraron en compañía <strong>de</strong> su oficioso conductor.<br />
Este los introdujo por otra escalera auna pieza <strong>de</strong> las mismas dimensiones<br />
que la que acababan <strong>de</strong> visitar, situada sobre ella y <strong>de</strong><br />
la cual salía una armonía melancólica y pausada. Cuando entraron<br />
en este aposento, se hallaron en presencia <strong>de</strong> viente matronas y<br />
doncellas <strong>de</strong> las mas ilustres familias sajonas. Cuatro <strong>de</strong> las últimas,<br />
dirigidas por lady Rowena, entonaban una canción fúnebre,<br />
<strong>de</strong> la cual solo hemos podido <strong>de</strong>scifrar las siguientes estrofas:
Polvo y cenizas<br />
Y corrupción.<br />
Ka ya el potente<br />
Noble señor.<br />
Y el alma libre<br />
Rauda voló<br />
Don<strong>de</strong> la llame.<br />
Celeste voz.<br />
Quizás habita<br />
Negra mansión<br />
Reino fio llantos<br />
Y rio dolor:<br />
CAPITULO XXII. 379<br />
Mientras el fuego<br />
Limpia el borrón<br />
Que la privara<br />
De su esplendor<br />
;Reina <strong>de</strong>l cielo<br />
Madre <strong>de</strong> Dios!<br />
De su martirio<br />
Ten compasión.<br />
Bajo el amparo<br />
De tu favor,<br />
Entre en el puerto<br />
De salvación.<br />
Duran te esta canción, cuyo tono correspondía á su asunto, las<br />
otras damas y doncellas estaban separadas en dos divisiones. Las<br />
unas se ocupaban en bordar un paño <strong>de</strong> tumba <strong>de</strong> un rico tejido <strong>de</strong>.<br />
seda, que <strong>de</strong>bía servir para cubrir el féretro <strong>de</strong> Athelstaue. Las<br />
«tras a<strong>de</strong>rezaban guirnaldas <strong>de</strong> flores para la ceremonia <strong>de</strong>l entierro.<br />
Aunque el aspecto <strong>de</strong> las doncellas era comedido y <strong>de</strong>coroso, y<br />
algunas <strong>de</strong> ellas parecían realmente afligidas, <strong>de</strong> cuando en cuando<br />
se les solía escapar tal cual seña ó sonrisa, que les atraía una severa<br />
reconvención <strong>de</strong> las tías y <strong>de</strong> las madres: y aun hubo alguna<br />
entre elias que se empleaba mas en examinar como le sentaba el trai<br />
ge <strong>de</strong> luto, que en disponerse para la triste solemnidad <strong>de</strong>l día. Si<br />
hemos <strong>de</strong> confesar la verdad, la presencia <strong>de</strong> los dos caballeros dio<br />
lugar á nuevos gestos y miradas. Pero liowena, que era orgullosa<br />
y no vana, se contentó con inclinar la cabeza á su valiente libertador.<br />
Su continente era grave, pero no abatido; y quizás esta gravedad<br />
provenia mas bien <strong>de</strong> la incertidumbre en que estaba acerca<br />
<strong>de</strong> su suerte y <strong>de</strong>l para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Ivanhoe, que <strong>de</strong> la pesadumbre que<br />
le producía la muerte <strong>de</strong> su pariente.<br />
Cedric, sin embargo, cuya perspicacia no era la prenda que sobresalía<br />
en su carácter, creyó ver en el rostro <strong>de</strong> su pupila mayores<br />
muestras <strong>de</strong> aflicción que en los <strong>de</strong> las otras amas <strong>de</strong>l duelo, y no<br />
tardó en esplicará sus huéspe<strong>de</strong>s la causa <strong>de</strong> esta diferencia. «Lady<br />
Roweua, les dijo, era la esposa prometida <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>sgraciado amigo.»<br />
Ivanhoe oyó esta esplicacion, y poco le faltó para interrumpir<br />
con unacarcajada la tristeza general que reinabaen Coningsburgh-<br />
Después <strong>de</strong> haber sido introducidos á las diferentes partes <strong>de</strong>l editicio,<br />
en que se celebraban <strong>de</strong> diversos modos las exequias <strong>de</strong>l noble<br />
sajón, los dos caballeros, conducidos siempre por Cedric, pasa-
880 IYANHOK.<br />
roa á otro aposento <strong>de</strong>stinado á los forasteros <strong>de</strong> distinción, que<br />
por su conexión con la familia quisiesen venir á acompañarla en la<br />
fúnebre solemnidad. Cedric les aseguró que podrían residir allí co<br />
roo en sus propias moradas, y ya iba á retirarse, cuando el caballero<br />
<strong>de</strong> las negras armas le <strong>de</strong>tuvo por la mano.<br />
cYhora es la ocasión <strong>de</strong> recordarte noble Cedric, le dijo, que<br />
cuando nos separamos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong><br />
.Buey, me prometiste.? una gracia en galardón <strong>de</strong> los servicios que<br />
tuve la fortuna <strong>de</strong> emplear en tu <strong>de</strong>fensa.<br />
—Está concedida <strong>de</strong> contado, dijo Cedric; pero en esta triste oca<br />
líien sé, dijo Ricardo, que no es la mas oportuna; pero el tiempo<br />
me urge, y no creo tampoco que sea fuera <strong>de</strong> propósito cuando se<br />
cierra ia tumba <strong>de</strong> un amigo, <strong>de</strong>positar en ella todo resentimiento<br />
y enemistad.<br />
—Señor caballero <strong>de</strong>l candado,dijo Cedric poniéndose encendido,<br />
ia gracia que fe be prometido es para ti, y no para otra persona:<br />
ni puedo permitir que un estranjero turne parle en lo concerniente<br />
al honor ele mi familia.<br />
— Ni yo quiero tomarla, dijo ed ny . sino en lo que peculiarmente<br />
me interesa. Hasta ahora solo lie sido á tus ojos el caballero <strong>de</strong>l<br />
candado. ¿Conoces a Ricardo Plantagcnet?<br />
—¡Ricardo <strong>de</strong> Ynjou! esclamó Cedric dando un paso atrás, atónito<br />
y confuso.<br />
—No, noble Cedric: Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra, cuyo mas vivo inte<br />
ré.-.. cuyo mas vehemente <strong>de</strong>seo es ver unidos á todos los que la.<br />
Provi<strong>de</strong>ncia ha colocado bajo su protección. ¡Y qué! ¿No doblas la<br />
rodilla átu soberano?<br />
-.(amas se doblo ante la sangre normanda, respondió Cedric.<br />
—Reserva pues tu homenaje, dijo el rey, piara cuando veas que<br />
mi protección abraza igualmente á normandos é ingleses.<br />
—Príncipe, respondió Cedido, siempre he hecho justicia átu valor<br />
y á tu magnanimidad: ni ignorólos <strong>de</strong>rechos que alegas á la corona<br />
<strong>de</strong> Inglaterra, por tu <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Matil<strong>de</strong> sobrina <strong>de</strong> Edgar<br />
Aiheling é hija <strong>de</strong> Malcolm <strong>de</strong> Escocia. Pero Matil<strong>de</strong>, aunque <strong>de</strong><br />
sangre real sajona, no era la inmediata here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l trono.<br />
—No vengo á disputar contigo mis <strong>de</strong>rechos, dijo el monarca:<br />
solo te pido que veas si encuentras otros (pie poner en la balanza<br />
—¿V has venido á este castillo á <strong>de</strong>círmelo? para amargarme con
CAPITULO XLII. 061<br />
ios recuerdos <strong>de</strong> nuestra <strong>de</strong>gradación y miseria, cuando aun no está<br />
cerrada !a tumba <strong>de</strong>l último vastago <strong>de</strong> la familia real <strong>de</strong> Sajonia?<br />
—No por cierto, dijo el rey: te hablo con la confianza que tu<br />
hombre <strong>de</strong> bien pue<strong>de</strong> tener en otro, sin que ninguno <strong>de</strong> los dos<br />
<strong>de</strong>ba temer las consecuencias.<br />
—Tienes razón, señor Rey , dijo Cedric ; porque rey eres, y rey<br />
serás en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> mi débil oposición : y creo que no soy capaz,<br />
<strong>de</strong> aprovecharme <strong>de</strong> la ocasión que tú mismo me ofreces <strong>de</strong> estorbarlo,<br />
por gran<strong>de</strong> que sea la tentación.<br />
—Volvamosá la gracia que me lias concedido, dijo el Rey , y 1:0<br />
presumas que confio menos en tu palabra, por la repugnancia cíe<br />
muestras á reconocerme por tu legitimo soberano. Exijo <strong>de</strong> tí, cerno<br />
hombre <strong>de</strong> honor y <strong>de</strong> palabra, so pena <strong>de</strong> <strong>de</strong>clararte <strong>de</strong>slecl y<br />
villano mal nacido, que restituyas tu afecto paternal al buen caballero<br />
Wilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe. Confieso que estoy interesado en esta<br />
reconciliación , tanto por la ventura <strong>de</strong> mi amigo , como p'»r<br />
•oncordia que <strong>de</strong>seo ver establecida en todos mis vasallos.<br />
—¿ Y es este Wilfrido? dijo Cedric señalando á su hijo.<br />
—Yo soy, dijo Ivanhoe echándose á los pies <strong>de</strong> Cedric: padre -,. '. .
382 IVANHOE.<br />
No c. posible <strong>de</strong>scribirla sensación que produjo esta aparición en<br />
ios que la presenciaron. Cedric retrocedió precipitadamente hasta<br />
la pared, y quedó apoyado en ella como si no bastasen sus propias<br />
fuerzas á sostenerle. tijas las miradas , entreabiertos los labios, é<br />
incapaz <strong>de</strong> respirar y <strong>de</strong> moverse. Ivanhoe se santiguaba lo mas<br />
<strong>de</strong> prisa que podia, y recitaba cuantas oraciones se presentaron á<br />
su memoria en sajón, en latin y en francés. Ricardo, luchando en<br />
tre sus sentimientos religiosos y su inturbable valor . empezó por<br />
im salmo y acabó con un terrible juramento<br />
Al mismo tiempo se oyó en las piezas inferiores una confusa<br />
gritería.<br />
«En nombre <strong>de</strong> Dios, dijo Cedric al que creía espectro <strong>de</strong> su di<br />
funto amigo, si eres mortal, habla ; si eres espíritu, dínos por qué<br />
causa vuelves ñ la tierra , ó qué po<strong>de</strong>mos hacer para asegurar tu<br />
eterno reposo: vivo «i muerto , noble Athelstane , habla á tu amigo<br />
Cedric.<br />
—Hablaré, dijo el espectro sin alterarse , cuando me <strong>de</strong>jes hablar<br />
y cuando cobre aliento. ¿ Que si estoy vivo ? Tanto como pue<strong>de</strong><br />
serlo el que ha estado en ayunas por espacio <strong>de</strong> dos dias , que me<br />
han parecido dos siglos. Sí, padre Cedric, así Dios me salve; y pro<br />
vi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios es que pueda contarlo.<br />
— ¿Como es posible? dijo Eicardo. Yo mismo te vi caer bajo la<br />
espada <strong>de</strong>l feroz templario poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l asalto <strong>de</strong>l castillo, y<br />
creí como <strong>de</strong>spués me aseguró VVamba, que te habia partido el<br />
cráneo hasta los dientes.<br />
—Te engañaste, señor caballero, dijo Athelstane, y Wamba mintió<br />
como villano: mis dientes están como estaban , y espero probarlo<br />
cuando me <strong>de</strong>n <strong>de</strong> cenar. No fué la culpa <strong>de</strong>l templerario , sino <strong>de</strong><br />
su espada, que se le torció en las manos y cayó <strong>de</strong> llano sobre mi<br />
cabeza. A no haber estado sin morrión, ni aun hubiera sentido el<br />
golpe, y el templario hubiera ido á contarlo al otro mundo. Pero<br />
estaba <strong>de</strong>scubierto, y caí aturdido, aunque sin daño consi<strong>de</strong>rable<br />
Pin seguida cayeron sobre mí cinco ó seis entre muertos y heridos,<br />
todo lo cual prolongó mi muerte aparente. Cuando recobré mis<br />
sentidos, me hallé <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un ataúd, que por fortuna estaba<br />
abierto, en frente <strong>de</strong>l altar <strong>de</strong> san Edmundo. Estornudé repetidas<br />
veces, me quejé, disperté <strong>de</strong> un todo, y ya iba á levantarme, cuan<br />
do el sacristán y el abad acudieron al ruido aterrados y confusos,<br />
tomándome por un espectro. Así que echaron á correr y me quedé
CAPÍTULO XL1I. 383<br />
solo. Kl sitio estaba envuelto en la mas profunda oscuridad. Era sin<br />
duda el cementerio <strong>de</strong> su convento. Ocurriéronme estraños pensn<br />
mientos acerca <strong>de</strong> todo lo quo me había pasarlo.<br />
—Cobrad aliento, noble Athelstane , dijo Ricardo , para referir<br />
vuestra historia, que perlas barbas <strong>de</strong> mi padre , tiene algo <strong>de</strong><br />
novela.<br />
—No hay novela que valga, dijo Athelstane.<br />
—En nombre do la Virgen santísima, dijo Cedric tomando la mano<br />
á su amigo: ¿como pudiste escapar <strong>de</strong> tan inminente peligro ?<br />
—Tuve la buena suerte <strong>de</strong> que el sacristán cerrase la puerta en<br />
vago.»<br />
Athelstane se sintió cansado <strong>de</strong> hablar y con la lengua seca. Pidió<br />
<strong>de</strong> beber, y quiso que sus huéspe<strong>de</strong>s le hiciesen la razón. Entretanto<br />
Edita, <strong>de</strong>spués do haber dado ciertas disposiciones que le<br />
parecieron pru<strong>de</strong>ntes en tan estraordinaria ocurrencia , siguió ios<br />
pasos <strong>de</strong>l resucitado y entró en el cuarto <strong>de</strong> los extranjeros. Acudieron<br />
inmediatamente cuantos huéspe<strong>de</strong>s cabian en tan reducida<br />
pieza. < Pros se agolparon en la escalera, y la historia <strong>de</strong> Athelstane<br />
corrió do boca en boca., con tantas alteraciones y comentarios, que<br />
cuando llegó á los que estaban fuera <strong>de</strong>l castillo, en nada se parecía<br />
á la realidad. El muerto entretanto continuó <strong>de</strong>l modo siguiente<br />
la relación <strong>de</strong> sus aventuras :<br />
«Pocos esfuerzos bastaron para levantarme <strong>de</strong> mi embarazosa<br />
posición. 1 abre ya, subí las escaleras con la ligereza que me permitia<br />
el peso que llevaba encima, y sin saber don<strong>de</strong> dirigirme, seguí el<br />
sonido <strong>de</strong> un alegre romance que llegó á mis oídos. Bajé alas cuadras<br />
y encontré en una <strong>de</strong> ellas á mi propio caballo, que sin duda<br />
el Abad se había reservado para su uso particular. Púsome en camino,<br />
aguijoneándole cuanto mas podía , y asustando con mi sepulcral<br />
presencia á cuantos alcanzaban á, verme á una milla <strong>de</strong><br />
distancia. Ni aun en mi propio castillo hubiera hallado entrada, á<br />
no ser porque los <strong>de</strong> la puerta rne tomaron por uno <strong>de</strong> los bufones<br />
que están divirtiendo ahí fuera á los que han venido a mis exequias;<br />
y exequias mas alegres en mi vida las be visto. Fui me en <strong>de</strong>rechura<br />
á ver á mi madre, y he venido en seguida á buscaros, noble amigo.<br />
—Y aquí me encuentras, dijo Cedric, pronto siempre á sostenerte<br />
en el camino <strong>de</strong> la gloria y <strong>de</strong> la libertad. Las circunstancias no<br />
pue<strong>de</strong>n ser mas favorables, y jamás hallarás mejor dispuesto el<br />
terreno para libertar la ilustre raza <strong>de</strong> tos Sajones,
:$4 IVAKHOE.<br />
—No me hables <strong>de</strong> libertar á nadie, dijo Athelstane, que harto<br />
he hecho con libertarme á mí mismo.<br />
—¿Es posible, dijo Cedric, que pienses <strong>de</strong> ese modo cuando tienes<br />
abierta la carrera <strong>de</strong> la gloria? Vé aquí al príncipe normando Ricardo<br />
<strong>de</strong> Anjou; dile que aunque tiene un corazón <strong>de</strong> león en el<br />
pecho, trabajo le ha <strong>de</strong> costar subir al trono <strong>de</strong> Alfredo Ínterin<br />
exista un <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong>l santo Confesor que se lo dispute.<br />
—Qué! esclamó Athelstane. ¿Este es el noble rey Ricardo?<br />
—Este es Ricardo <strong>de</strong> Plantagenet, dijo Cedric, cuya vida y libertad<br />
están seguras en nuestras manos, puesto que ha venido por<br />
su propia voluntad á ser nuestro huésped. El noble Athelstane <strong>de</strong><br />
Ooningsbugh sabrá respetar los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong> la hospitalidad.<br />
—Y también los <strong>de</strong> la soberanía, dijo Athelstane; y como Rey le<br />
reconozco con mano y palabra.<br />
—¡Hijo mió! dijo Edita; ¿así olvidas la sangre que tienes en las<br />
venas?<br />
—¡Príncipe <strong>de</strong>generado! esclamó Cedric. ¿Así abandonas la libertad<br />
<strong>de</strong> Inglaterra?<br />
—Madre! amigo! dijo Athelstane, no mas reconvenciones. Cu<br />
calabozo y dos dias <strong>de</strong> pan y agua son po<strong>de</strong>rosos agentes para humillar<br />
la ambición. El sepulcro me ha dado el juicio y la sensatez<br />
que me faltaban. Esta ocurrencia ha disipado las locuras que me<br />
calentaban el celebro. Me ha dado una buena lección, y yo no la<br />
echaré en saco roto. Des<strong>de</strong> que anda toda esta baraúnda <strong>de</strong> planes<br />
y proyectos <strong>de</strong> restablecimiento, y <strong>de</strong> libertad, y <strong>de</strong> patriotismo<br />
solo he sacado en limpio sendas indigestiones, y sendos golpes y<br />
porrazos, cautiverio y ayuno. ¿En qué vendrían á parar todos<br />
nuestros castillos en el aire? En la muerte <strong>de</strong> algunos millares <strong>de</strong><br />
inocentes, queso curan muy poco <strong>de</strong> nuestro engran<strong>de</strong>cimiento y<br />
<strong>de</strong> nuestra dignidad. No señor. Key seré, pero no mas allá <strong>de</strong> mis<br />
estados; y el primer acto <strong>de</strong> mi soberanía será apo<strong>de</strong>rarme <strong>de</strong>l sepulturero<br />
<strong>de</strong>l convento y torcerle el gaznate.<br />
—¿Y mi pupila Rovveua? dijo Cedric.<br />
—Padre Cedric, continuó el sajón, hablemos claro. Lady Rovena<br />
no piensa en mi, ni ha pensado nunca. Mas aprecia ella un <strong>de</strong>do<br />
<strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> mi primo Wilfrido, que toda mi persona. Aquí está<br />
ella, que no me <strong>de</strong>jará mentir. No te avergüences, parienta: todos<br />
sabemos que un caballero cortesano vale mas que un hidalgo <strong>de</strong>stripaterrones.<br />
¿Te ries, Rowena? Pues cierto que una mortaja y un
CAPÍTULO XLII. 385<br />
rostro <strong>de</strong> fantasma como el mío son cosas <strong>de</strong> risa. Pero si estás <strong>de</strong><br />
humor <strong>de</strong> divertirte, yo te proporcionaré diversión. Dame tu mano,<br />
ú por mejor <strong>de</strong>cir, préstamela por algunos instantes, cpie solo te la<br />
pido como amigo. ¡Hola, primo Wilfrido <strong>de</strong> Ivanlioe! en tu favor<br />
renuncio y abjuro. ¿Don<strong>de</strong> diablo se ha escabullido? O el ayuno<br />
me ha puesto telarañas en la vista, ó no hace un minuto que estaba<br />
aqui á mi lado.»<br />
Ivanhoe habia en efecto <strong>de</strong>saparecido. Buscáronle por todas paríes,<br />
y al fin se supo que habia venido á buscarle un judío; que <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> una breve conversación mandó llamar á Gurth, pidió la<br />
armadura, montó á caballo, y habia salido á todo escape por la<br />
puerta <strong>de</strong>l castillo.<br />
«Hermosa prima, dijo Athelstane, si no creyera que esa salida<br />
repentina ha sido ocasionada por motivos urgentes y po<strong>de</strong>rosos,<br />
con tu permiso retractaría....»<br />
No pudo acabar la frase, pues echó <strong>de</strong> ver que también se habia<br />
<strong>de</strong>svanecido Rowena, la cual viéndose en una situación embarazosa<br />
y <strong>de</strong>licada, habia salido <strong>de</strong>l aposento sin que nadie lo notase.<br />
< ¡Lo que son las mujeres! esclamó Athelstane. No hay peores<br />
bichos en la tierra. Cuando esperaba que me diera las gracias por<br />
mi generosidad., y quizás... quizás un beso <strong>de</strong> gratitud, <strong>de</strong>saparece<br />
como una sombra. Esta mortaja tiene sin duda la virtud <strong>de</strong> hacer<br />
huir <strong>de</strong> mi presencia á todo el género humano. Pero tú, noble rey<br />
Bicardo, á quien repito mi homenaje....»<br />
Alzó los ojos y se encontró sin el Rey. Este habia bajado al patio<br />
<strong>de</strong>! castillo cuando supo las nuevas <strong>de</strong> la partida <strong>de</strong> Ivanhoe. Habió<br />
con el judío: pidió á toda prisa un caballo; obligó al israelita á<br />
montar en otro, y los dos habiau tomado el trote, «en términos,<br />
<strong>de</strong>cia \Vamba, (pie no doy dos maravedises por los huesos <strong>de</strong>l hijo<br />
<strong>de</strong> Abraham.»<br />
—Zernebock, dijo Athelstane, se ha apo<strong>de</strong>rado <strong>de</strong> mí y <strong>de</strong> mi<br />
castillo. Cosas se han visto en estos pocos dias que podrían llenar<br />
muchas historias. Muertos resucitados, reyes, damas y caballeros<br />
que se hun<strong>de</strong>n como por escotillón. Pero, pensemos en lo principal.<br />
Amigos míos, los que todavía no se hayan convertido en humo,<br />
que me sigan al comedor. Allí estáis todos seguros. Algunos<br />
restos habrán quedado <strong>de</strong> la comilona fúnebre <strong>de</strong> un noble sajón-<br />
No nos <strong>de</strong>tengamos, porque ¿quien sabe si no habrá cargado oí<br />
Diablo con la cena?»<br />
2:;
386 IVA.NHOE.<br />
CAPITULO XLIII.<br />
Figúrense nuestros lectores que están á vista <strong>de</strong>l castillo 6 preceptorio<br />
<strong>de</strong> Templestowe, una hora poco mas ó menos antes <strong>de</strong><br />
darse el sangriento combate <strong>de</strong>l que <strong>de</strong>pendia la vida ó la muerte<br />
<strong>de</strong> la interesante y <strong>de</strong>sgraciada Rebeca. Habíase agolpado á presenciar<br />
tan terrible escena, como á divertirse en una feria ó romería,<br />
un numeroso concurso <strong>de</strong> habitantes <strong>de</strong> los pueblos circunvecinos.<br />
Mas la curiosidad que escitan los espectáculos crueles no es<br />
peculiar <strong>de</strong> los siglos bárbaros. Pos duelos solemnes y legales, en<br />
que un guerrero perdía la vida á manos <strong>de</strong> otro, en presencia <strong>de</strong><br />
una gran muchedumbre, y con tantas formalida<strong>de</strong>s religiosas y<br />
jurídicas como si fuera el lance mas inocente, eran entonces comunísimos<br />
y formaban parte <strong>de</strong> las costumbres públicas. Pero en nuestros<br />
días, con todos los progresos que hemos hecho en la civilización,<br />
con todas las teorías que ilustran y fortifican los principios<br />
morales, ¿no vemos correr hombres y mujeres á millares á presenciar<br />
la ejecución <strong>de</strong> una sentencia <strong>de</strong> muerte? ¿No hay todavía<br />
corridas <strong>de</strong> toros en España, y combates á puñadas en Inglaterra?<br />
El tropel que ro<strong>de</strong>aba el preceptorio se había dividido en dos<br />
porciones. Los unos estaban en frente <strong>de</strong> la puerta, aguardando la<br />
procesión que <strong>de</strong>bia dar principio á las solemnida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l día; los<br />
otros, en mayor número, habían ido á tomar puesto alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l<br />
campo <strong>de</strong> batalla. Era este un vasto cercado, inmediato al edificio,<br />
nivelado con el mayor esmero para que sirviese á los ejercicios militares<br />
<strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong>l Temple. Ocupaba el pié <strong>de</strong> una suave<br />
eminencia, y estaba ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> fuertes empalizadas y barreras; y<br />
como los Templarios gustaban <strong>de</strong> lucir su <strong>de</strong>streza en el manejo<br />
<strong>de</strong> armas y caballos, había dispuestas en torno suficientes galerías<br />
para admitir un gran número <strong>de</strong> espectadores.<br />
En la ocasión presente se habia erigido un trono en uno <strong>de</strong> los<br />
lados <strong>de</strong>l palenque para el Gran Maestre <strong>de</strong> los Templarios, y puestos<br />
<strong>de</strong> distinción para los caballeros y preceptores <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n. Tremolaba<br />
sobre este aparato el estandarte sagrado llamado Le Batícan,<br />
que era la insignia, como su nombre era el grito <strong>de</strong> guerra, <strong>de</strong><br />
aquella Or<strong>de</strong>n militar,
CAPÍTULO XLIII. 38"J<br />
Enfrente <strong>de</strong>l trono se alzaba la pira fúnebre, dispuesta alre<strong>de</strong><br />
dor <strong>de</strong> una estaca, <strong>de</strong> modo que quedaba en'medio un espacio vacío<br />
para la víctima que las llamas <strong>de</strong>bían consumir. De la estaca pen<br />
dían las ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>stinadas á sujetarla. Custodiaban esta horrible<br />
armazón cuatro esclavos africanos, cuyo color y facciones que á la<br />
sazón no eran muy comunes en Inglaterra, llenaban <strong>de</strong> terror á la<br />
muchedumbre. Mirábanles los espectadores como <strong>de</strong>monios verda<br />
<strong>de</strong>ros , y dignos ejecutores <strong>de</strong>l infernal ministerio que se les habia<br />
encargado. Estos hombres estaban inmóviles como estatuas, y solo<br />
daban señales <strong>de</strong> vida cuando el que hacia <strong>de</strong> jefe les mandaba echar<br />
leña en la hoguera. Parecían insensibles á todo lo que les ro<strong>de</strong>aba<br />
y solo atentos al <strong>de</strong>sempeño <strong>de</strong> su odiosa obligación. Cuando ha<br />
blaban cid re sí, los movimientos <strong>de</strong> sus prominentes labios , y la<br />
blancura <strong>de</strong> los dientes que <strong>de</strong>scubrían, aumentaban la estrañeza<br />
y el horror do los que los observaban. Hubo quien dijo que eran los<br />
espíritus familiares <strong>de</strong> la hebrea, convocados por ella con sus en<br />
salmos y brujerías, para asistirla en el lance terrible que la aguar<br />
daba. Esta opinión dio lugar á gran<strong>de</strong>s comentarios sobre las he-<br />
churías <strong>de</strong> Luzbel en aquellos tiempos <strong>de</strong> crímenes y revueltas ;y<br />
por cierto que so le atribuyeron cosas en que no tuvo la menor parte.<br />
«¿lias oído <strong>de</strong>cir, fio Dionisio, preguntó un patán á otro avan<br />
zado en años, que el diablo ha cargado con Athelstane, el señor <strong>de</strong>l<br />
castillo <strong>de</strong> Coningsburgh?<br />
—Sí, respondió Dionisio; pero ya lo ha <strong>de</strong>vuelto, gracias á Dios<br />
y á san Dunstan.<br />
—¿ ( orno es eso ? » preguntó un joven <strong>de</strong> gallarda presencia, ves<br />
tido <strong>de</strong> gabán ver<strong>de</strong> , bordado <strong>de</strong> oro, y acompañado por un mu<br />
chacho (pac llevaba el arpa, símbolo <strong>de</strong> su profesión. Este maestro<br />
<strong>de</strong> la gaya ciencia parecía hombre do alguna distinción: porque,<br />
a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l esplendor do su trage , llevaba al cuello una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong><br />
plata, <strong>de</strong> ¡a que pendía la llave que le servia para templar el ins<br />
trumento. Tenia en el brazo <strong>de</strong>recho una placa <strong>de</strong>l mismo metal,<br />
en la cual, en lugar <strong>de</strong> la divisa ó escudo <strong>de</strong>l señor feudal á quien<br />
pertenecía, solo se notaba, grabada <strong>de</strong> realce, la palabra Shcrwood.<br />
«¿Cómo es eso? volvió á preguntar el alegro arpista tomando parta<br />
en la conversación <strong>de</strong> los dos campesinos. Justamente vengo á bus<br />
car asunto para un romance, y por la Virgen que me alegro <strong>de</strong> hallarme<br />
con dos. Lúa judía quemada por los Templarios, y un baroa<br />
arrebatado por los Demonios,
388 IVANHOE.<br />
—Es bien sabido, dijo el viejo Dionisio, que Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber estado muerto cuatro semanas.,.<br />
—No pue<strong>de</strong> ser, dijo el trovador; porque yo le vi lleno <strong>de</strong> vida y<br />
salud en el paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> Ashby-<strong>de</strong>-la-Zouche.<br />
—Muerto estaba, dijo el campesino joven, ó en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás,<br />
que es lo mismo para el caso. Yo mismo oí á los frailes <strong>de</strong> san Edmundo<br />
cuando le cantaban el responso. Y a<strong>de</strong>más, que el castillo<br />
<strong>de</strong> Coningsburgh ha estado lleno <strong>de</strong> gentes estos dias, y ha habido<br />
pernil por barba, como era regular. Y yo no hubiera faltado á la<br />
fiesta, si no fuera porque le dio torozón al mulo.<br />
—Muerto estaba, dijo el tio Dionisio; y es lástima , porque era<br />
•el último do los...<br />
—Vamos al caso, dijo el músico con alguna impaciencia.<br />
—Acabad con dos mil santos el cuento, dijo uno que parecía frai-<br />
,le, que se había acercado á la sazón, y que se apoyaba en un palo<br />
grueso capaz <strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñar en caso necesario, y según lo exigían<br />
las circunstancias, las funciones <strong>de</strong> garrote y <strong>de</strong> bordón <strong>de</strong> peregrino.<br />
Acabad el cuento, que no tenemos mucho tiempo que per<strong>de</strong>r.<br />
—Con perdón <strong>de</strong> vuestra reverencia, continuó Dionisio, diré que<br />
vino un bribón borracho á visitar al sacristán <strong>de</strong> san Edmundo...<br />
—No gusta mi reverencia, respondió el fingido religioso, <strong>de</strong>que<br />
haya bribones borrachos en el mundo. Sed comedido y bien hablado<br />
, hermano ; y no digáis que estaba borracho, sino arrobado<br />
•en algún estasis quo á veces hace ¡laquear las piernas, como si estuviera<br />
el estómago lleno <strong>de</strong> vino nuevo. Lo sé por esperiencía.<br />
—Pue<strong>de</strong> ser así, dijo el labrador; pero lo cierto es que el tal, que<br />
•como iba diciendo vino á visitar al sacristán <strong>de</strong> san Edmundo, es<br />
el que mata la mitad <strong>de</strong> los venados que se roban en esos cotos: hombre<br />
que gusta mas <strong>de</strong>l jarro que <strong>de</strong> la campanilla, y mas <strong>de</strong> una<br />
lonja <strong>de</strong> jamón que <strong>de</strong>l Breviario. Por lo <strong>de</strong>más, es una buena criatura<br />
(mis palabras no le ofendan], capaz <strong>de</strong> manejar el palo con el<br />
mejor montero <strong>de</strong> estos alre<strong>de</strong>dores.<br />
—Tus últimas palabras, dijo el pseudo fraile, te han libertado <strong>de</strong><br />
tener dos costillas hundidas. Al cuento, y <strong>de</strong>jémonos <strong>de</strong> floreos.<br />
—Pues, como digo, continuó Dionisio,cnaudo enterraron á Atbelstane<br />
<strong>de</strong> Coninsgsburgh en el convento <strong>de</strong> san Edmundo...<br />
—¡Qué lo habían <strong>de</strong> enterrar, dijo el otro, si yo le vi en cuerpo<br />
y alma caminar hacia su castillo!<br />
—Busca quien te dé mas noticias, # dijo el viejo cansado <strong>de</strong> tan
CAPÍTULO XLIII. 389<br />
repetidas interrupciones. Pero cedió á las instancias <strong>de</strong> su compañero<br />
y <strong>de</strong>l trovador, y volvió á tomar el liilo <strong>de</strong> su historia.<br />
«Los dos santos varones, ya que este reverendo padre no quiero<br />
que se les dé otro título, estaban piadosamente ocupados en vaciar<br />
una bota <strong>de</strong> cerveza, cuando oyeron ca<strong>de</strong>nas y gemidos, y vieron<br />
entrar por la puerta el alma en pena <strong>de</strong> Athelstane, que les dijo<br />
con voz terrible, y echando fuego por los ojos: En nombre <strong>de</strong>-<br />
Dios...<br />
—No dijo tal cosa, repuso el fingido fraile.<br />
— Tuck <strong>de</strong> Parrabas , dijo el músico llamando á parte al ermitaño,<br />
¿ como quieres que componga el romance si á cada paso estás,<br />
quitando á ese hombre las palabras <strong>de</strong> la boca?<br />
— Dígote, Allan-á-Dale, contestó Tuck, que yo vi con mis ojos á<br />
Athelstane <strong>de</strong> Coningsburgh , como te estoy viendo á tí. Estaba<br />
amortajado, y apestaba á difunto. Una arroba <strong>de</strong> vino seco no bastará<br />
á borrarle <strong>de</strong> mi memoria.<br />
—; Qué ganas tienes <strong>de</strong>, chancearte! dijo Allan-á-Dale.<br />
— Por mas señas, continuó Tuck, que le asesté un garrotazo capaz<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>rribar á un toro <strong>de</strong> ocho años; pero lo mismo le atravesó<br />
el cuerpo que si hubiera sido <strong>de</strong> humo.<br />
—Por san Huberto, dijo el arpista, que es cosa maravillosa y digna<br />
<strong>de</strong> ponerse en romance.<br />
— Si yo lo canto, dijo el fraile, que me ahorquen <strong>de</strong> una encina,<br />
¿Quieres que se aparezca otra vez el muerto , y me dé otro sustocomo<br />
el pasado? No, hijo mió; esas son chanzas pesadas.»<br />
A! <strong>de</strong>cir esto, la pon<strong>de</strong>rosa campana <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> san Miguel<br />
<strong>de</strong> Templestowe, venerable edificio situado en una al<strong>de</strong>a inmediata<br />
al preeeptorio, interrumpió su conversación. Uno á uno llegaron ú<br />
sus oidos aquellos golpes majestuosos, <strong>de</strong>jando apenas tiempo á que<br />
uno se <strong>de</strong>svaneciese en los ecos distantes cuando el bronce conmovía<br />
<strong>de</strong> nuevo los aires. Esta era la señal <strong>de</strong>l principio <strong>de</strong> la ceremonia.<br />
Los espectadores quedaron suspensos y aterrados, y todas las<br />
miradas se. fijaron en la puerta <strong>de</strong>l preeeptorio, aguardando la salida<br />
<strong>de</strong>l gran Maestre, <strong>de</strong> la judía y <strong>de</strong> su campeón.<br />
EcLóse el puente levadizo, abrióse la puerta, y se presentó un caballero<br />
con el gran guión <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n, precedido por seis trompetas,<br />
y seguido por los preceptores, que marchaban dos á dos, y á<br />
quienes precedía el gran Maestre montado en un soberbio caballo<br />
enjaezado con la mayor sencillez. Detrás venia Brian <strong>de</strong> Bois-Guil-
390 IVANHOE.<br />
bert, brillantemente armado <strong>de</strong> punta en blanco. Dos escu<strong>de</strong>ros lle<br />
vaban su escudo, su lanza y su espada. Aunque el pomposo plume<br />
ro <strong>de</strong>l morrión le ocultaba parte <strong>de</strong>l rostro, bien se echaba <strong>de</strong> ver<br />
en sus facciones alteradas y <strong>de</strong>scompuestas que el orgullo y la ir<br />
resolución luchaban obstinadamente en su alma. La pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> su<br />
rostro indicaba que habia pasado muchas noches sin gozar <strong>de</strong> sue<br />
ño ni <strong>de</strong> reposo; mas sin embargo, manejaba el caballo con la <strong>de</strong>s<br />
treza y gracia propias <strong>de</strong> la mejor lanza <strong>de</strong>l Temple. Su continente<br />
era, como siempre , noble y majestuoso ; pero el que le observaba<br />
con atención leia en sus ojos sentimientos y pasiones en que no<br />
queremos fijar la nuestra.<br />
A los dos lados <strong>de</strong>l campeón <strong>de</strong> los templarios, venían Conrado<br />
<strong>de</strong> Mont-Fitchet y Alberto <strong>de</strong> Malvoisin , que hacían <strong>de</strong> padrinos<br />
en el duelo, y que vestían el trage <strong>de</strong> paz , ó manto blanco <strong>de</strong> la<br />
Or<strong>de</strong>n. Seguíanles los caballeros y compañeros, y una gran comi<br />
tiva <strong>de</strong> pajes y escu<strong>de</strong>ros, que aspiraban á los mismos grados. De<br />
trás <strong>de</strong> estos neófitos marchaba una guardia <strong>de</strong> alabar<strong>de</strong>ros , entre<br />
cuyas aceradas puntas se divisaba el pálido rostro <strong>de</strong> Rebeca. Su<br />
aspecto <strong>de</strong>notaba aflicción, pero no abatimiento. Habíasela <strong>de</strong>spo<br />
jado <strong>de</strong> todos sus adornos, por miedo <strong>de</strong> que hubiese entre ellos al<br />
gún talismán ú otra prenda diabólica dada por el enemigo <strong>de</strong> las<br />
almas para privarla <strong>de</strong> la facultad <strong>de</strong> confesar sus pecados, aun en<br />
medio <strong>de</strong> las agonías y <strong>de</strong> los horrores <strong>de</strong> la muerte. En lugar <strong>de</strong> su<br />
vistoso y espléndido traje oriental, llevaba uno <strong>de</strong> grosera tela<br />
blanca y <strong>de</strong> sencillísima forma; pero tan irresistible era la espre-<br />
sion <strong>de</strong> valor y resignación que se leia en sus miradas, que aun en<br />
aquel tosco atavío, y sin otra gala que las largas trenzas <strong>de</strong> sus<br />
negros cabellos, inspiró la mas tierna compasión á cuantos la veían.<br />
Hasta los hombres mas empe<strong>de</strong>rnidos <strong>de</strong>ploraban su suerte, la<br />
mentándose <strong>de</strong> que una criatura tan favorecida por la Provi<strong>de</strong>ncia,<br />
hubiese caido en las re<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l ángel <strong>de</strong> las tinieblas, y fuese <strong>de</strong>stina<br />
da á ser vaso <strong>de</strong> reprobación.<br />
Seguían á la víctima todos los <strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong>l preceptorio , que<br />
marchaban en buen or<strong>de</strong>n , con los brazos cruzados, y la vista en<br />
el suelo.<br />
Subió la procesión á la altura próxima á la escena <strong>de</strong>l combate,<br />
entró en el palenque, dio una vuelta por él <strong>de</strong> <strong>de</strong>recha á izquier<br />
da, y concluida hizo alto. El gran Maestre y todos los que le acom<br />
pañaban, escepto el campeón y los dos padrinos, <strong>de</strong>smontaron <strong>de</strong>
CAPÍTULO XLIII. 391<br />
sus caballos, y estos salieron inmediatamente <strong>de</strong> las barreras, conducidos<br />
por los pajes que con este objeto los seguían.<br />
La <strong>de</strong>sgraciada Rebeca pasó en medio <strong>de</strong> la guardia á un banquillo<br />
cubierto <strong>de</strong> negro , próximo al sitio <strong>de</strong> la ejecución. Al echar<br />
una ojeada á los horrorosos preparativos <strong>de</strong> la muerte que le estaha<br />
<strong>de</strong>stinada , tan espantosa por los agudos tormentos que <strong>de</strong>bían<br />
acompañarla, se estremeció, cerró los ojos, y el movimiento <strong>de</strong> sus<br />
labios <strong>de</strong>notó que sus primeros pensamientos en tan amargo trance<br />
se dirigían al Padre <strong>de</strong> las misericordias. Abrió sin embargo los<br />
ojos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> algunos instantes, miró atentamente á la pira, como<br />
para familiarizarse con su aspecto , y volvió sin afectación la<br />
cabeza á otro lado.<br />
Entretanto el gran Maestre ocupó su sitio; y cuando todos los individuos<br />
<strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n se acomodaron en los que correspondían á sus<br />
grados y dignida<strong>de</strong>s, las trompetas anunciaron la abertura solemne<br />
<strong>de</strong>l juicio. Malvoisin entonces , como padrino <strong>de</strong>l campeón,<br />
tomó el guante <strong>de</strong> la judía, y lo arrojó á los pies <strong>de</strong>l gran<br />
Maestre.<br />
«Valeroso señor y reverendo padre, dijo, aquí está el buen caballero<br />
Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, caballero preceptor <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l<br />
Temple, que al aceptar la prenda do batalla que presento á los pies<br />
<strong>de</strong> vuestra reverencia, se ha obligado á hacer su <strong>de</strong>ber en el combate<br />
<strong>de</strong> este dia , y á mantener que la mujer judía llamada Rebeca<br />
merece la sentencia pronunciada contra ella por el capítulo <strong>de</strong> esta<br />
santa or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, con<strong>de</strong>nándola como á hechicera. Aquí está,<br />
vuelvo á <strong>de</strong>cir, el caballero campeón <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n , para pelear<br />
como tal y como hombre <strong>de</strong> honor, si tal es vuestra noble y santa<br />
voluntad.<br />
— ¿ Ha hecho juramento, preguntó el gran Maestre, do ser justa<br />
y honrosa ia causa que <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> ? Traed el cáliz y la patena.<br />
—Señor y muy reverendo padre, dijo Malvoisin, nuestro hermano<br />
que está presente ha jurado ya la verdad <strong>de</strong> su acusación en manos<br />
<strong>de</strong>l buen caballero Conrado <strong>de</strong> Mont-Fitchet, y no pue<strong>de</strong> celebrarse<br />
<strong>de</strong> otro modo esta formalidad, en vista <strong>de</strong> que la parte contraria<br />
no pue<strong>de</strong> jurar, por ser infiel.»<br />
El astuto Alberto había imaginado este subterfugio, por estar<br />
convencido <strong>de</strong> la gran dificultad, ó por mejor <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> la imposibilidad<br />
absoluta <strong>de</strong> reducir á Bois-Guilbert á pronunciar <strong>de</strong>lante <strong>de</strong><br />
aquel vasto concurso un juramento tan contrario á sus sentimien-
392 IVANHOE.<br />
tos y opiniones. El gran Maestre quedó satisfecho , y Malvoisin libre<br />
<strong>de</strong> un gran embarazo.<br />
El gran Maestre mandó entonces á los heraldos que hicieran su<br />
<strong>de</strong>ber. Tocáronse <strong>de</strong> nuevo las trompetas; y un heraldo, presentándose<br />
en medio <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> batalla, proclamó el duelo en los<br />
términos siguientes:<br />
« Oid, oid , oid. Aquí está el buen caballero sir Brian <strong>de</strong> Bois-<br />
Guilbert, pronto y apercibido á pelear cuerpo á cuerpo con todo caballero<br />
<strong>de</strong> sangre libre que salga á la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la judía Rebeca,<br />
en virtud <strong>de</strong> la facultad que se le ha concedido <strong>de</strong> presentarse por<br />
medio <strong>de</strong> otra persona en este juicio <strong>de</strong> Dios, en que <strong>de</strong>be ser juzgada;<br />
y al caballero que salga al duelo, como campeón <strong>de</strong> la dicha<br />
Rebeca, el reverendo y valeroso gran Maestre <strong>de</strong> la muy santa or<strong>de</strong>n<br />
<strong>de</strong> los Templarios, que está aquí presente , conce<strong>de</strong> campo libre<br />
é igual partición <strong>de</strong> sol y aire y todos los <strong>de</strong>más requisitos <strong>de</strong><br />
un combate legal.» Volvieron á sonar las trompetas , y siguieron<br />
algunos minutos <strong>de</strong> suspensión y silencio.<br />
«Ningún campeón se presenta por la apelante, dijo el grá^ Maestre.Heraldo,<br />
pregunta á la judía Rebeca si aguarda que se presente<br />
algún caballero que tome las armas en su <strong>de</strong>fensa.»<br />
El heraldo se encaminó hacia la judía, y Bois-Guilberí, volviendo<br />
<strong>de</strong> pronto las riendas al caballo, en <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> las amonestaciones<br />
<strong>de</strong> sus dos padrinos, se dirigió al mismo punto, y llegó á él<br />
casi al mismo tiempo que el heraldo.<br />
«¿Es esto conforme á las reglas <strong>de</strong>l combate judicial? preguntó<br />
Alberto <strong>de</strong> Malvoisin al gran Maestre.<br />
—Sí, hermano, respondió Lúeas do Beaumauoir; porque en esta<br />
apelación al juicio <strong>de</strong> Dios no <strong>de</strong>bemos estorbar que las partes comuniquen<br />
entre sí, á fin <strong>de</strong> no impedir ninguno <strong>de</strong> los medios que<br />
puedan conducirnos al <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> la verdad y <strong>de</strong> la justicia.»<br />
Entretanto, el heraldo habló á Rebeca en estos términos :<br />
«Doncella, el honorable y reverendo gran Maestre te pregunta si<br />
estás apercibida <strong>de</strong> algún campeón que sostenga tu parte en la pelea,<br />
ó si reconoces la justicia <strong>de</strong> la sentencia y te sometes á la pena<br />
que te impone.<br />
—Di al gran Maestre, respondió Rebeca, que persisto en <strong>de</strong>clarar<br />
mi inocencia; y protesto, y <strong>de</strong>bo protestar contra el fallo pronunciado,<br />
so pena <strong>de</strong> ser homicida <strong>de</strong> mí misma. Dile a<strong>de</strong>más que le
CAPÍTULO XLIIL 393<br />
pido .y requiero me conceda todo el término que las formalida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong>l juicio permitan; á ver si Dios, que socorre al hombre en las úl<br />
timas estremida<strong>de</strong>s, me suscita un libertador: y si este término pa<br />
sa, hágase su santa voluntad.» El heraldo se retiró á llevar esta res<br />
puesta al gran Maestre.<br />
«No permita Dios , dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir, que falte yo á<br />
'.ajusticia, aunque sea judío ó pagano quien la <strong>de</strong>man<strong>de</strong>. Has<br />
ta que las sombras sean arrojadas <strong>de</strong>poniente á levante , aguar<br />
daremos á ver si se presenta algún campeón en favor <strong>de</strong> esa cui<br />
tada.»<br />
El heraldo comunicó la resolución <strong>de</strong>l gran Maestre á Rebeca, la<br />
cual inclinó respetuosamente la cabeza, cruzó los brazos y miró á<br />
los ciclos, como si esperase <strong>de</strong> su bondad el favor que ya no podia<br />
aguardar <strong>de</strong> los hombres. Durante este terrible intervalo llegó á<br />
sus oidos la voz <strong>de</strong> Bois-Ouilbert. Aunque apenas podia enten<strong>de</strong>r<br />
sus pala i iras; aquel sonido le hizo mas impresión que si fuera el <strong>de</strong><br />
un trueno espantoso.<br />
«¿Me oyes, Rebeca?le dijo el templario.<br />
—Nada tienes que <strong>de</strong>cirme, hombre cruel y empe<strong>de</strong>rnido, respon<br />
dió la <strong>de</strong>sgraciada.<br />
- Limo si entien<strong>de</strong>s mis palabras, dijo Brian ; porque yo mismo<br />
no me entiendo. Apenas sé don<strong>de</strong> estoy, ni con qué objetóme han<br />
traído aquí. Esas barreras, ese asiento enlutado, esos haces <strong>de</strong> le<br />
ña, ¿qué significan... Ah !... ya sé... ya conozco la triste realidad...<br />
pero ¿es realidad ó ilusión? Ilusión tenebrosa que espanta mi fan<br />
tasía, y no convence mi razón.<br />
—Mi razón y nú fantasía, dijo Rebeca, no son parte á <strong>de</strong>svanecer<br />
la realidad <strong>de</strong> mi suerte. Esos haces <strong>de</strong> leña van á consumir mi<br />
existencia terrena : van á abrirme un tránsito doloroso , pero bre<br />
ve, á la eternidad.<br />
—Óyeme, Bebeca, continuó con estraño anhelo. Mas esperanzas<br />
<strong>de</strong> vida y libertad pue<strong>de</strong>s tener, que las que esos insensatos se fi<br />
guran. Monta en la grupa <strong>de</strong> mi caballo; <strong>de</strong> mi valiente Zamorque<br />
jamás abandona á su ginete. Despojo es <strong>de</strong>l Soldán <strong>de</strong> Trebizonda,<br />
á quien vencí en singular combate. Monta, digo ; y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> po<br />
cas horas te burlarás <strong>de</strong> esos encarnizados perseguidores : un nue<br />
vo mundo <strong>de</strong> placeres se abrirá á tu vista, y á mí una nueva carre<br />
ra <strong>de</strong> ambición y <strong>de</strong> fama. Pronuncien contra mí sus anatemas: yo<br />
los <strong>de</strong>sprecio. Borren el nombre <strong>de</strong> Bois-Guilbert <strong>de</strong>l catálogo <strong>de</strong>
394 IVANH0E.<br />
los suyos: yo borraré con su sangre cualquier mancha que osen<br />
echar en mi escudo.<br />
—Huye<strong>de</strong> mí, tentador, dijo Rebeca. Tus ofertas nobastanácon-<br />
mover mi resolución , aun estando como estoy en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l se<br />
pulcro. Me veo ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> enemigos ; pero tú eres el peor y el mas<br />
implacable. Apártate, en nombre <strong>de</strong> Dios.»<br />
Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, á quien inquietaba sobremanera esta con<br />
versación, la interrumpió'acercándose á su amigo.<br />
« ¿Ha confesado su culpa, le preguntó, ó está resuelta á negarla?<br />
—Está resuelta, respondió enfáticamente Bois-Guilbert.<br />
—Pues entonces , dijo Malvoisin , <strong>de</strong>bes volver á tu puesto, y es<br />
perar á tu enemigo si es que alguno se presenta. El término señala<br />
do se aproxima. Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, tú eres la esperanza <strong>de</strong> la<br />
or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Temple, y pronto serás su caudillo.»<br />
Dijo estas palabras con tono suave y amistoso ; pero al mismo<br />
tiempo echó mano al freno <strong>de</strong>l caballo <strong>de</strong> su amigo , para guiarle<br />
al puesto que <strong>de</strong>bía ocupar.<br />
«i Villano, falso amig-o 1 dijo Bois-Guilbert. ¿Cómo te atreves á<br />
apo<strong>de</strong>rarte <strong>de</strong> la brida <strong>de</strong> mi caballo?» Y en seguida , arrancándo<br />
se délas manos <strong>de</strong> su compañero, echó á correr hacia el lado opues<br />
to <strong>de</strong>l palenque.<br />
« Todavía, dijo Alberto á Conrado, hay brio en su corazón: lásti<br />
ma es que lo emplee tan <strong>de</strong>sacordadamente.»<br />
Ya hacia dos horas que los jueces aguardaban en vano al cam<br />
peón <strong>de</strong> Rebeca.<br />
«¿ Quién ha <strong>de</strong> querer esgrimir la espada en favor <strong>de</strong> una judía?<br />
dijo Tuck á su amigo el cantor : y sin embargo, por las barbas <strong>de</strong><br />
mi padre , es lástima que tan joven y tan hermosa vaya á perecer<br />
en las llamas, sin haber quien dé un golpe en su favor. Aunque<br />
fuera diez veces bruja, con tal <strong>de</strong> que tuviera algo <strong>de</strong> cristiano en<br />
su cuerpo, por Dios santo que el templario y yo nos veríamos las<br />
caras; y yo le aseguro que un garrotazo <strong>de</strong>scargado por mí en su<br />
gorra <strong>de</strong> acero, le había <strong>de</strong> quitar las ganas <strong>de</strong> llevar el asunto a<strong>de</strong><br />
lante.»<br />
La opinión general <strong>de</strong> los espectadores era en efecto que nin<br />
gún cristiano se <strong>de</strong>cidiría á montar á caballo por una hechice<br />
ra judía. Los Templarios , escitados por Malvoisin , hablaban ya<br />
entre sí <strong>de</strong> dar por finada la causa, y <strong>de</strong> pasar á la ejecución <strong>de</strong> la<br />
sentencia, cuando se vio venir un caballero á todo escape por la
CAPÍTULO XLIII. ' 395<br />
llanura inmediata al campo <strong>de</strong> batalla. «¡Un campeón , un cam<br />
peón .'» gritaron á un mismo tiempo los espectadores ; y en <strong>de</strong>spe<br />
cho <strong>de</strong> la preocupación general y <strong>de</strong> los errores que dominaban en<br />
aquella época <strong>de</strong> tinieblas, la presencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sconocido escitó los<br />
aplausos <strong>de</strong> la muchedumbre. Sin embargo , perdieron toda espe<br />
ranza los que se interesaban en la suerte <strong>de</strong> Rebeca. El caballo<br />
<strong>de</strong>l forastero, que sin duda habia hecho una larga jornada, pa<br />
recía l'atigadisimo; y el ginete, sea por cansancio, ó por <strong>de</strong>bili<br />
dad, ó por ambas causas juntas, apenas podía mantenerse sobre la<br />
silla.<br />
A las preguntas <strong>de</strong> los heraldos acerca <strong>de</strong> su nombre y clase, y<br />
<strong>de</strong>l objeto que allí le traía, el caballero respondió con firmeza y<br />
prontitud : «Soy un noble y buen caballero, que vengo á sostener<br />
con lanza y con espada la justa causa <strong>de</strong> Rebeca, hija <strong>de</strong> Isaac <strong>de</strong><br />
York, contra la sentencia pronunciada en su juicio, la que <strong>de</strong>claro<br />
falsa é inicua; y á <strong>de</strong>safiar á sir Brian <strong>de</strong> Bois-Guilbert, como trai<br />
dor, homicida y embustero. Y lo probaré en este campo <strong>de</strong> batalla,<br />
con mis armas y con la ayuda <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> la Virgen y <strong>de</strong> san Jor<br />
ge el buen caballero.<br />
—El forastero <strong>de</strong>be probar ante todo, djjo Malvoisin, que ha sido<br />
armado caballero, y que es <strong>de</strong> noble linaje. Los campeones <strong>de</strong>l Tem<br />
ple no pelean con hombres <strong>de</strong>sconocidos.<br />
—Mi nombre, dijo el caballero alzando la visera, es mas noble, y<br />
mi linaje mas puro que el tuyo, Malvoisin. ó'o soy AVilfrido <strong>de</strong><br />
Ivanhoe.<br />
—No seré yo quien pelee contigo , dijo Brian <strong>de</strong>mudado y tré<br />
mulo. Cúratelas heridas, toma mejor caballo, y pue<strong>de</strong> ser que re<br />
cibas una lección <strong>de</strong> mi mano por esta pueril fanfarronada.<br />
—Bien podias tener presente, dijo Ivanhoe, que dos veces has ce<br />
dido al impulso <strong>de</strong> mi lanza, Orgulloso templario , acuérdate <strong>de</strong>l<br />
paso <strong>de</strong> armas <strong>de</strong> Ashby; acuérdate <strong>de</strong> tu insensata jactancia en el<br />
salón <strong>de</strong> ('edric, cuando diste tu ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> oro contra mi relicario,<br />
en prenda <strong>de</strong> que pelearlas con Ivanhoe, y que recobrarías el honor<br />
<strong>de</strong> que te <strong>de</strong>spojó su brazo. Por aquel bendito relicario, por la santa<br />
reliquia que contiene , juro que te <strong>de</strong>clararé cobar<strong>de</strong> en todas las<br />
cortes <strong>de</strong> Europa, en todos los preceptorios <strong>de</strong> tu Or<strong>de</strong>n , si no to<br />
mas las armas inmediatamente.»<br />
Bois-Guilbert volvióla vista hacia Rebeca, con todas las señales<br />
<strong>de</strong> la irresolución; <strong>de</strong>spués echó una mirada feroz á Ivanhoe; y es-
396 IVANHOE.<br />
clamó: «Perro sajón, tómala lanza , y prepárate á la muerte que<br />
te has acarread».<br />
—Gran Maestre, preguntó Ivanhoe, ¿ me concedéis el campo ?<br />
—No puedo negarlo, dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir , con tal <strong>de</strong> que<br />
la acusada te acepte por campeón. Duéleme, sin embargo, que vengas<br />
á este combate con tan mala salud, y con tan pocas fuerzas.<br />
Siempre has sido enemigo <strong>de</strong> nuestra ur<strong>de</strong>n ; mas DO quisiera que<br />
pelearas con <strong>de</strong>sventaja.<br />
—Así he <strong>de</strong> pelear, dijo Ivanhoe , y no <strong>de</strong> otro modo. Este es el<br />
juicio <strong>de</strong> Dios. A su santa guardia me encomiendo. Rebeca , dijo<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberse aproximado á la judía, ¿me aceptas por tu<br />
campeón ?<br />
—Te acepto , dijo con una turbación que el miedo <strong>de</strong> la muerte<br />
no le había ocasionado. Te acepto por el campeón que los cielos me<br />
han enviado. Pero no : tus heridas están abiertas ; no te espongas<br />
al furor <strong>de</strong> ese malvado. ¿ Has <strong>de</strong> perecer tú también ?»<br />
Ivanhoe no oyó estas últimas palabras, porque ya estaba en su<br />
puesto, visera calada, y lanza én ristre. Brian <strong>de</strong> Bois-Guilhert<br />
hizo lo mismo; y su escu<strong>de</strong>ro observó , al tiempo <strong>de</strong> darle el escudo,<br />
que su rostro, aunque se hahia mantenido pálido como el <strong>de</strong> un<br />
cadáver durante todas las agitaciones <strong>de</strong>l dia, se encendió estraordinariamente<br />
en aquel momento crítico.<br />
El heraldo entonces, viendo á los dos combatientes en sus puestos<br />
respectivos, pronunció tres veces en alta voz : Faitea votre <strong>de</strong>voir,<br />
prcwx chevaliers (1). Después <strong>de</strong>l tercer grito, se acercó á las barreras<br />
y pregonó que ninguno se atreviese, so pena <strong>de</strong> la vida, á interrumpir<br />
el combate <strong>de</strong> obra ni palabra. El gran Maestre, que tenia<br />
en sos manos el guante <strong>de</strong> Eebeca, prenda <strong>de</strong>l <strong>de</strong>safio, lo arrojó<br />
al campo <strong>de</strong> batalla, y pronunció las fatales palabras : Lalssez<br />
aller (2).<br />
Sonaron las trompetas, y los dos adali<strong>de</strong>s partieron uno contra<br />
otro á carrera tendida. El caballo <strong>de</strong> Ivanhoe y su ginete cayeron<br />
al suelo, como todos temían, ante la formidable lanza y el vigoroso<br />
trotero <strong>de</strong>l templario: pero aunque la lanza <strong>de</strong>l primero no hizo<br />
mas que tocar el broquel <strong>de</strong>l segundo, Bois-Guilhert, con asombro<br />
general <strong>de</strong> los concurrentes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber titubeado en la silla,<br />
perdió los estribos y cayó <strong>de</strong>l caballo.<br />
(1¡ Cumplid con vuestra oblig-acion. valientes caballeros.<br />
2) Dejadlos ir.
CAPÍTULO XLIV. 39T<br />
lvanhoe <strong>de</strong>sembarazándose <strong>de</strong>l suyo , se puso inmcdiamente en<br />
pié, con <strong>de</strong>signio <strong>de</strong> reparar su mala suerte con la espada: pero su<br />
antagonista no se levantó. Wili'rido, plantándole el pié en el pecho,<br />
y colocando la punta <strong>de</strong> la espada en la garganta, lo gritó : « Rín<br />
<strong>de</strong>te ó mueres. » Bois-duilbert no dio respuesta alguna.<br />
« No le mates, señor caballero, dijo el gran Maestre; está sin con<br />
fesión : ten piedad <strong>de</strong> su alma. Le damos por vencido : tuya es la<br />
victoria.»<br />
El gran Maestre bajó al campo , y mandó <strong>de</strong>scubrir al campeón<br />
vencido. Sus ojos estaban cerrados; sus mejillas encendidas. Mien<br />
tras todos le observaban con espanto , abrió los ojos , pero estaban<br />
helados y íijos. La pali<strong>de</strong>z déla muerte se esparció al instante por<br />
su rostro. No le había tocado la lanza <strong>de</strong> su enemigo: murió vícti<br />
ma <strong>de</strong> la violencia <strong>de</strong> sus encontradas pasiones.<br />
«Este es el juicio <strong>de</strong> Dios, dijo Lúeas <strong>de</strong> Reaumanoir alzando los<br />
ojos al cielo : Fiat tolmitas lita.<br />
CAPITULO XLIV.<br />
Cuando pasaron los primeros momentos <strong>de</strong> sorpresa y <strong>de</strong> agita<br />
ción que este inesperado suceso había producido, Wilfrido <strong>de</strong> lvan<br />
hoe preguntó al gran Maestre como á juez <strong>de</strong>l campo, si había cum<br />
plido bien y legalmente su <strong>de</strong>ber en el combate.<br />
«Bien y legalmente lo has hecho, respondió Lúeas <strong>de</strong> Beauma-<br />
uoir. Declaro á la doncella absuelta y libre. Las armas y el cuerpo<br />
<strong>de</strong>l caballero vencido quedan al arbitrio <strong>de</strong>l vencedor.<br />
—Ni lo <strong>de</strong>spojaré <strong>de</strong> sus armas, dijo Wilfrido <strong>de</strong> lvanhoe, ni pri<br />
varé do sepultura á quien tantas veces se espuso en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la<br />
cristiandad. La mano <strong>de</strong> Dios le ha vencido; no mi lanza. Lo único<br />
que exijo es que sean privadas sus exequias, puesto que en esta<br />
ocasión peleó por una causa injusta; y en cuanto á la doncella....»<br />
Interrumpió la voz <strong>de</strong>l caballero el estrépito <strong>de</strong> un gran número<br />
<strong>de</strong> caballos, los cuales se aproximaban con tanta rapi<strong>de</strong>z, que ha<br />
cían temblar la tierra. No tardó en presentarse en el campo <strong>de</strong> ba<br />
talla el caballero negro, capitaneando una gran cuadrilla <strong>de</strong> guer<br />
reros y caballeros en completa armadura.
398 IVANHOB.<br />
«Vengo tar<strong>de</strong>, dijo el <strong>de</strong> lo negro, mirando á todas partes. Venia<br />
á tomar posesión <strong>de</strong> la persona <strong>de</strong> Bois-Guilbert, y á escusarle el<br />
trabajo <strong>de</strong> morir por ahora. ¿Es regular, sir Wilfrido, que os me<br />
táis en aventuras cuando apenas podéis sosteneros á caballo?<br />
—El cielo, señor, dijo Ivanhoe, lo ha dispuesto así, señalando su<br />
justicia con la muerte <strong>de</strong> este hombre; ni aun siquiera era digno <strong>de</strong><br />
vuestro enojo.<br />
—Dios tenga piedad <strong>de</strong> su alma, dijo el Rey, mirando atenta<br />
mente el cadáver. Era valiente, y ha muerto vestido <strong>de</strong> acero como<br />
mueren los hombres <strong>de</strong> pro. Pero no perdamos el tiempo. Bohun,<br />
haz tu oficio.»<br />
Al mandato <strong>de</strong>l Rey salió <strong>de</strong> su comitiva un caballero, y ponien<br />
do la mano en el hombro <strong>de</strong> Malvoisin, le dijo: «Alberto <strong>de</strong> Mal-<br />
voisin, date preso como reo <strong>de</strong> alta traición.»<br />
El gran Maestre habia mirado con gran estrañeza la repentina<br />
aparición <strong>de</strong> aquella gente armada. Entonces rompió el silencio.<br />
—¿Quien se atreve, dijo, á pren<strong>de</strong>r á un caballero <strong>de</strong>l Temple<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la jurisdicción <strong>de</strong> su preeeptorio, y <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l gran<br />
Maestre <strong>de</strong> la Or<strong>de</strong>n? ¿Por mandato <strong>de</strong> quién se comete este aten<br />
tado?<br />
—Yo me apo<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> su persona, dijo el caballero: yo, Enrique<br />
Bohun, con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex, lord gran Con<strong>de</strong>stable <strong>de</strong> Inglaterra.<br />
—Y quien loba mandado, dijo Ricardo alzándose la visera, es<br />
Ricardo <strong>de</strong> Plantagcuet, que está presente. Conrado Mont-Fitchet,<br />
válgate no haber nacido en mis estados. Y tú, Malvoisin, morirás<br />
antes <strong>de</strong> una semana, con tu hermano Felipe.<br />
—Protesto contra esta violencia, dijo Lúeas <strong>de</strong> Beaumanoir.<br />
—Es en vano, orgulloso templario, dijo el Rey; alza los ojos á los<br />
muros <strong>de</strong> tu preeeptorio: verás tremolado en ellos el estandarte<br />
Real <strong>de</strong> Inglaterra. Ten pru<strong>de</strong>ncia, y no hagas una resistencia in<br />
fructuosa. Estás en la boca <strong>de</strong>l león.<br />
—Apelaré á la cristiandad, dijo el gran Maestre, contra esta<br />
usurpación <strong>de</strong> los privilegios <strong>de</strong> mi Or<strong>de</strong>n.<br />
—Haz lo que quieras, dijo el Rey; pero no hables <strong>de</strong> usurpación<br />
por ahora, si no quieres pasarlo mal. Disuelve tu Capítulo, y retí<br />
rate con tu comitiva al primer preeeptorio que encuentres, si acaso<br />
hay alguno que no haya sido teatro <strong>de</strong> traidoras conspiraciones<br />
contra el Rey <strong>de</strong> Inglaterra. O si quieres quedarte en casa, go<br />
zarás <strong>de</strong> mi hospitalidad y presenciarás mi justicia.
CAPÍTULO XLIV. 399<br />
—¿Ser huésped don<strong>de</strong> he sido amo? dijo el templario: nunca.<br />
Hermanos, entonad el salmo Quare fremuericni gentes. Caballeros;<br />
escu<strong>de</strong>ros, <strong>de</strong>pendientes <strong>de</strong> la santa Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los caballeros <strong>de</strong>l<br />
Temple, preparaos á seguir la ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Baucan.»<br />
El gran Maestre habló con una dignidad que sorprendió á Ricardo,<br />
y escitó las esperanzas y el valor délos Templarios. Todos acudieron<br />
cerca <strong>de</strong> su persona, como las ovejas al perro que las guarda,<br />
cuando oyen el aullido <strong>de</strong>l lobo. Mas no imitaron la timi<strong>de</strong>z;<br />
<strong>de</strong>l rebaño in<strong>de</strong>fenso; sus gestos y miradas indicaban los <strong>de</strong>seos<br />
que teniau <strong>de</strong> venir á las manos con un enemigo, á quien sin embargo<br />
no osaban provocar <strong>de</strong> otro modo. Formaron en breve un<br />
espeso bosque <strong>de</strong>, lanzas, en que sobresalían ios mantos blancos <strong>de</strong><br />
los caballeros por entre el negro conjunto <strong>de</strong> sus subalternos, como<br />
los bor<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una nube tenebrosa cuando reilejan los rayos <strong>de</strong>l sol.<br />
La muchedumbre, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio <strong>de</strong> esta escena habia alzado<br />
el grito contra los Templarios, miró con algún terror aquel<br />
formidable cuerpo <strong>de</strong> guerreros esperimentados, á quienes habían,<br />
insultado tan temerariamente El tropel enmu<strong>de</strong>ció, y se retiró &<br />
cierta distancia.<br />
El con<strong>de</strong> iie Esscx, cuando los vio formados con tanto or<strong>de</strong>n y en.<br />
tan consi<strong>de</strong>rable número, apretó espuelas al caballo, y corrió por<br />
todas partes dando las ór<strong>de</strong>nes que creyó necesarias á fin <strong>de</strong> evitar<br />
una sorpresa. Ricardo solo, como si se complaciese en el peligro<br />
que 61 habia provocado, se a<strong>de</strong>lantó hacíalos Templarios, gritándoles:<br />
« ¿Qué es eso, señores Templarios? ¿rio hay uno entre vosotros<br />
que quiera romper una lanza con Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra? En<br />
poco tenéis á vuestras damas, si rehusáis pelear conmigo por su<br />
honor.»<br />
El gran Maestre se separó <strong>de</strong> los suyos, salió al encuentro á Ricardo,<br />
y le dijo: «Los hermanos <strong>de</strong>l Temple no pelean por tan profanos<br />
motivos. En mi presencia no peleará contigo ninguno <strong>de</strong> mis<br />
subditos. Los príncipes <strong>de</strong> Europa <strong>de</strong>cidirán entre tú y yo, y ellos<br />
te harán saber si conviene á un monarca cristiano adoptar la causa<br />
por la que tú lias querido pronunciarte. Kos retiramos sin ofen<strong>de</strong>r<br />
á nadie, si no somos ofendidos. A tu honor confio las armas, y otros<br />
efectos que, <strong>de</strong>jamos en el preceptorio, yá tu conciencia el encargo<br />
<strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l escándalo que has dado hoy á la cristiandad.»<br />
Al <strong>de</strong>cir esto, y sin esperar contestación, el gran Maestre dio ia<br />
or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> marchar: las trompetas tocaron una marcha oriental, que
400 IVANHOE.<br />
era la señal <strong>de</strong> ataque <strong>de</strong> que usaban ordinariamente los Templarios.<br />
Cambiaron la formación <strong>de</strong> línea en coluna, y se pusieron en<br />
movimiento con suma lentitud, como si dieran á enten<strong>de</strong>r que se<br />
retiraban solo por obe<strong>de</strong>cer á su superior, y no por temor <strong>de</strong> sus<br />
enemigos.<br />
«Por la Virgen nuestra señora, dijo Ricardo, es lástima que esos<br />
Templarios no sean tan leales como disciplinados y valientes.»<br />
El concurso, á guisa <strong>de</strong> gozque tímido y cauteloso, que solo ladra<br />
cuando se aleja el objeto <strong>de</strong> su terror, prorumpió en <strong>de</strong>nuestos<br />
é injurias apenas habia vuelto la espalda el aguerrido escuadrón.<br />
Durante el alboroto á que dio lugar la retirada <strong>de</strong> los templarios,<br />
Rebeca ni oyó ni vio nada <strong>de</strong> lo que ocurría. Estaba aprisionada<br />
en los brazos <strong>de</strong> su padre, aturdida y enagenada, á efecto <strong>de</strong><br />
las violentas sensaciones que habia esperimentado en tan rápida<br />
mudanza <strong>de</strong> circunstancias. Las palabras <strong>de</strong> Isaac la hicieron volver<br />
en sí,<br />
«Vamos, hija mia, le <strong>de</strong>cía el viejo, tesoro restituido, vamos á<br />
echarnos á los pies <strong>de</strong> ese valiente joven.<br />
—No, no, respondió su hija: no tengo bastantes fuerzas para hablarle<br />
en este momento. Quizás diria mas no, padre mió; <strong>de</strong>jemos<br />
cuanto antes este horroroso sitio.<br />
—Pero, hija mia, repuso Isaac, ¿hemos <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> aquí sin manifestar<br />
nuestra gratitud al que ha espucsto su vida por salvar la<br />
tuya, siendo hija <strong>de</strong> un pueblo cstraíio? liste servicio merece algún<br />
agra<strong>de</strong>cimiento.<br />
—Merece todo el agra<strong>de</strong>cimiento que pue<strong>de</strong> abrigarse en el corazón<br />
humano: merece mas todavía: pero ahora me es imposible.<br />
Padre mío, ten piedad <strong>de</strong> la hija <strong>de</strong> tu amor.<br />
—¿Que dirán <strong>de</strong> nosotros? dijo Isaac. Dirán que somos unos perros<br />
ingratos.<br />
—¡En presencia <strong>de</strong> Ricardo! esclamó Rebeca.<br />
—Tienes razón, dijo Isaac, y eres mas pru<strong>de</strong>nte que tu padre.<br />
Vamonos, vamonos pronto. Ricardo está falto <strong>de</strong> dinero, como que<br />
viene <strong>de</strong> Palestina; y aun dicen que ha sufrido un penoso cautiverio.<br />
No le faltarán pretestos para arrancarme hasta el último maravedí,<br />
si sabe mis negocios con su hermano Juan. Salgamos ce<br />
aquí cuanto antes. Isaac y Rebeca salieron inmediatamente <strong>de</strong>l<br />
palenque, y en las acémilas que ei hebreo leuia preparadas pasaron<br />
á casa <strong>de</strong>l rabino Nathan,
CAPÍTULO XLIV. 401<br />
La judía, cuya suerte había sido el objeto <strong>de</strong>l interés general en<br />
los diferentes sucesos <strong>de</strong> aquel dia, pudo retirarse sin que nadie lo<br />
echase <strong>de</strong> ver,porque la atención <strong>de</strong> todos los espectadores se habia<br />
fijado en la llegada repentina y en el belicoso acompañamiento<br />
<strong>de</strong>l caballero <strong>de</strong> las negras armas. Reconocido ya por el pueblo,<br />
oyéronse por todas partes las mas ruidosas aclamaciones.<br />
«¡Viva Ricardo <strong>de</strong> Inglaterra, Corazón <strong>de</strong> león! ¡Mueran los usurpadores<br />
Templarios!<br />
—A pesar <strong>de</strong> todas estas <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> afecto y lealtad, dijo<br />
Ivanhoe al con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex: bien ha hecho el Rey en venir en tu<br />
compañía y en la <strong>de</strong> tus fieles y valientes partidarios.»<br />
El Con<strong>de</strong> se sonrió, como si conviniera en la observación <strong>de</strong>YVilfrido:<br />
sin embargo, no qiuso confesar que fuesen justos sus recelos.<br />
«Conociendo tan á fondo á nuestro amo, le respondió, ¿le juzgas<br />
capaz <strong>de</strong> tomar esas precauciones? la casualidad ha querido que<br />
cuando me dirijia á York, por tener noticias <strong>de</strong>l armamento <strong>de</strong>l<br />
príncipe Juan, encontrase á Ricardo, solo, como un caballero andante;<br />
y creo que su intención era acometer esta aventura <strong>de</strong> la<br />
judía y <strong>de</strong>l templario.<br />
—¿Y qué noticias tenemos <strong>de</strong> York? preguntó Ivanhoe. ¿Crees<br />
tú, noble con<strong>de</strong>, que nos resistirán los traidores?<br />
—Como la nieve resiste al fuego, respondió Essex. Ya se están<br />
dispersando como bandada <strong>de</strong> aviones. ¿Sabes quién ha venido en<br />
posta á traernos la noticia? El mismo príncipe Juan.<br />
—¡Traidor! <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cido, insolente traidor! esclamó 'Wilfrido.<br />
¿No le mandó echar Ricardo una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> veinte arrobas?<br />
—No por cierto, dijo el con<strong>de</strong>. Lo mismo le recibió que si le hubiera<br />
dado cita para correr liebres. Ya ves, le dijo, llamándole la<br />
atención á la gente que yo habia conducido, ya ves, hermano, lo<br />
que traigo conmigo. Anda á ver á nuestra madre; hazle presente<br />
mi cariño y sumisión. Quédate en su compañía hasta que se apacigüen<br />
estas revueltas.<br />
—¿Y" no hubo mas? dijo Ivanhoe. No parece sino que Ricardo convida<br />
á los rebel<strong>de</strong>s con su clemencia.<br />
--Como el hombre, dijo Essex, convida á la muerte cuando pelea<br />
teniendo abiertas sus heridas.<br />
—Ya te entiendo, señor con<strong>de</strong>, dijo Ivanhoe; pero y o no espongo<br />
mas que mi vida, y Ricardo espone la seguridad <strong>de</strong> su reino.<br />
—Los que <strong>de</strong>sprecian su vida, dijo el con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Essex, no suelen<br />
2G
402 IVANHOE.<br />
tener en mucho la <strong>de</strong> los otros. Pero, vamos al castillo. Ricardo<br />
piensa castigar á muchos <strong>de</strong> los que han tomado parte en.la conspiración,<br />
aunque ya están perdonados algunos <strong>de</strong> los jefes principales.»<br />
El manuscrito <strong>de</strong> que hemos sacado los sucesos <strong>de</strong> esta historia<br />
refiere muy por menor los procedimientos judiciales á que dio lugar<br />
el plan tramado contra los <strong>de</strong>rechos legítimos <strong>de</strong> Ricardo Plantagenet.<br />
Nos limitaremos por ahora á poner en noticia <strong>de</strong> nuestros<br />
lectores que Bracy huyó á P'rancia, y se alistó al servicio <strong>de</strong>l rey<br />
Felipe; cpie Alberto <strong>de</strong> Malvoisin, preceptor <strong>de</strong> Templestowe, y su<br />
hermano el Barón, murieron en el cadalso; que Yval<strong>de</strong>mar Fitzurse,<br />
á pesar <strong>de</strong> haber sido el resorte principal <strong>de</strong> la conspiración, fuá<br />
tratado con mas blandura, y salió <strong>de</strong>sterrado <strong>de</strong>l reino: y que el<br />
príncipe Juan, cuya ambición había dado lugar á tantos crímenes<br />
y trastornos, no recibió la menor reconvención <strong>de</strong> su bondadoso<br />
hermano. No hubo un inglés que se apiadara <strong>de</strong> los dos hermanos<br />
Malvoisin: todos confesaban que habían merecido la muerte por<br />
sus innumerables perfidias, tiranías y cruelda<strong>de</strong>s.<br />
Poco <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> terminado el combate judicial, Cedric el Sajón<br />
fué llamado á presencia <strong>de</strong> Ricardo, el cual con el objeto <strong>de</strong> apaciguar<br />
los condados mas turbulentos, había establecido su corte<br />
en la ciudad <strong>de</strong> York. Cedric hizo mil aspavientos al recibir esta<br />
mensaje; mas no se atrevió á <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cer al Monarca. En efecto,<br />
el regreso <strong>de</strong> este príncipe habia <strong>de</strong>sbaratado enteramente las esperanzas<br />
y los proyectos do restablecer la dinastía sajona en el<br />
trono <strong>de</strong> Inglaterra. En los vaivenes <strong>de</strong> la discordia civil, los sajones<br />
podían adquirir mucho partido: y nada podían esperar bajo<br />
el dominio indisputable <strong>de</strong> Ricardo, el cual se habia grangeado<br />
a<strong>de</strong>más la afición <strong>de</strong>l pueblo por sus buenas calida<strong>de</strong>s y por su fama<br />
militar, no obstante la sobrada indulgencia, el criminal abandono<br />
y la injusta arbitrariedad <strong>de</strong> su gobierno.<br />
Cedric, por otra parte, conocía á pesar suyo que la unión <strong>de</strong>l<br />
partido sajón por medio <strong>de</strong>l casamiento <strong>de</strong> lady Rowena con Athelstane<br />
no podia tener efecto en virtud <strong>de</strong> la repugnancia <strong>de</strong><br />
las partes interesadas. El buen viejo, lleno siempre <strong>de</strong> entusiasmo<br />
en favor <strong>de</strong> la causa que <strong>de</strong>fendía, no habia previsto esta ocurrencia:<br />
y aun <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>de</strong>sengañado, le costaba mucho trabajo<br />
compren<strong>de</strong>r que dos sajones <strong>de</strong> sangre real renunciasen á una<br />
alianza tan necesaria al bien general <strong>de</strong> su nación. Mas era preci-
Pág. 4C3.
CAPÍTULO XLIV. 403<br />
so ce<strong>de</strong>r á la realidad: lady Rowena se había manifestado opuesta<br />
al proyectado consorcio; y Athelstane, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la aventura <strong>de</strong>l entierro<br />
no habia cesado <strong>de</strong> <strong>de</strong>clarar en los términos mas positivos<br />
que renunciaba para siempre á sus antiguas pretensiones. Cedric,<br />
á.pesar <strong>de</strong> su obstinación, no pudo sobrepujar tan insuperables inconvenientes,<br />
y era inútil que persistiese en querer ligar dos personas<br />
tan poco dispuestas sí realizar sus <strong>de</strong>seos. Hizo, sin embargo,<br />
la última tentativa, y procuro reducir con razones que le parecieron<br />
invencibles el ánimo do su amigo; mas este, lejos <strong>de</strong> darla<br />
oídos, solo hablaba <strong>de</strong>l atentado cometido en su persona y <strong>de</strong>l castigo<br />
que trataba do imponer.<br />
A pesar <strong>de</strong> todas sus amenazas, pudieron mas la natural blandura<br />
<strong>de</strong> su índole, 3 r<br />
las instancias y ruegos <strong>de</strong> su madre. El ilustre<br />
<strong>de</strong>scendiente déla Casa Real do Sajorna estaba tan embebido en esta<br />
controversia y en los medios <strong>de</strong> refrenar la ambición <strong>de</strong>l Abad,<br />
que Cedric nopñdo llamar su atención á ningún otro asunto. Cuando<br />
pronunció el nombre <strong>de</strong> Rowena, Athelstane llenó una copa <strong>de</strong><br />
vino, y dijo: «A la salud <strong>de</strong> tu hermosa pupila, y á su próxima<br />
unión con mi pariente Yv'ilfrido.» El negocio no <strong>de</strong>jaba la menor<br />
esperanza. Yvamba enterado <strong>de</strong> todos estos pormenores, dijo: «Athelstane<br />
es un gallo que no quiere pelea.»<br />
Quedaban sin embargo que vencer dos gran<strong>de</strong>s obstáculos en el<br />
ánimo <strong>de</strong> Cedric, para realizar los <strong>de</strong>seos do los dos amantes, á saber:<br />
su tenacidad característica, y el odio con que miraba á la dinastía<br />
normanda. El primero fué cediendo poco á poco á las instancias<br />
<strong>de</strong> Rowena, y al orgullo que le inspiraba la fama <strong>de</strong> su hijo-<br />
Cedric tenia a<strong>de</strong>más á mucha honra la alianza <strong>de</strong> su familia con la<br />
<strong>de</strong> aquella ilustre dama, á pesar <strong>de</strong> todo el empeño que habia manifestado<br />
en unirla con el único <strong>de</strong>scendiente <strong>de</strong> Eduardo el Confesor.<br />
También se enfrió consi<strong>de</strong>rablemente su aversión á los conquistadores<br />
<strong>de</strong> Inglaterra. Consi<strong>de</strong>raba quo era imposible <strong>de</strong>spojarles<br />
<strong>de</strong>l trono en quo habían sabido cimentarse. Contribuyó á suavizarle<br />
la bondad que le manifestaba Ricardo, el cual se divertía<br />
con sus francas y naturales ocurrencias. Lo cierto es que á los siete<br />
dias <strong>de</strong> su permanencia en la corte <strong>de</strong>l Monarca, el noble sajón<br />
dio su consentimiento al enlace <strong>de</strong> Rowena y Yv'ilfrido.<br />
Las bodas <strong>de</strong> nuestro héroe, obtenida la venia <strong>de</strong> su padre, se ceebraron<br />
en la augusta y magnífica catedral <strong>de</strong> York. Honrólas<br />
aquel Príncipe con su asistencia: y la afabilidad con que entonces
404 IVANIIOE.<br />
y en otras muchas ocasiones, trató a los abatidos y <strong>de</strong>sgraciados<br />
compatriotas <strong>de</strong> Cedric, le grangeó mayores auxilios para la <strong>de</strong>fensa<br />
<strong>de</strong> sus legítimos <strong>de</strong>rechos, que los que hubiera podido esperar<br />
<strong>de</strong> las vicisitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la guerra civil. La iglesia hermoseó aquella solemnidad<br />
con toda la pompa y esplendor <strong>de</strong>l culto católico.<br />
Gurth, vistosamente engalanado, acompañó á su amo en calidad<br />
<strong>de</strong> escu<strong>de</strong>ro, y tuvo en gran precio este galardón <strong>de</strong> sus fieles servicios.<br />
El magnánimo Wamba concurrió también á la ceremonia,<br />
luciendo un ruidoso atavío <strong>de</strong> campanillas <strong>de</strong> plata. Habian sido<br />
compañeros <strong>de</strong> lvanhoe en sus infortunios, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces fueron<br />
como <strong>de</strong>bian esperarlo, partícipes <strong>de</strong> su prosperidad.<br />
Las bodas <strong>de</strong> Wilfrido y Kowena dieron lugar á un numeroso<br />
concurso <strong>de</strong> familias normandas y sajonas, <strong>de</strong> todas clases y gcrarquías.<br />
Unas y otras miraron aquel enlace como prenda <strong>de</strong> la íntima<br />
unión <strong>de</strong> los dos pueblos; los cuales <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquella época se<br />
han ido mezclando y confundiendo en términos que ya no los separa<br />
ninguna distinción. Cedric vivió lo bastante para alcanzar los<br />
últimos anuncios <strong>de</strong> la completa unión <strong>de</strong> ambos pueblos; porque<br />
ya en su tiempo empezaban á ligarse sajones y normandos con los<br />
vínculos <strong>de</strong>l matrimonio; los unos perdían sus modales altivos, y<br />
los otros su natural grosería y aspereza. Pero hasta el reinado <strong>de</strong><br />
Eduardo 111 no se habló en la corte <strong>de</strong> Londres la lengua mixta llamada<br />
inglesa; y entonces fué también cuando sajones y normandos<br />
llegaron á formar una sola familia.<br />
Dos dias <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su casamiento, ltowena supo por su camarera<br />
Elgita que una doncella estrangeray bien parecida <strong>de</strong>seaba hablarle<br />
á solas. La esposa <strong>de</strong> Wilfrido recibió con sorpresa este mensaje;<br />
vaciló acerca <strong>de</strong> la respuesta que habia <strong>de</strong> dar, y cediendo por<br />
fin á la curiosidad, mandó que le diesen entrada.<br />
Presentóse á su vista una persona <strong>de</strong> noble y majestuoso talante,<br />
cubierta <strong>de</strong> un gran velo blanco, que lejos <strong>de</strong> ocultar, realzaba ia<br />
gracia <strong>de</strong> su talle. Su aspecto indicaba respetuoso comedimiento,<br />
con algunos visos <strong>de</strong> temor, ó mas bien <strong>de</strong> <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> concillarse indulgencia<br />
y buena voluntad. Rowena estaba siempre naturalmente<br />
dispuesta á compa<strong>de</strong>cer y aliviar los males ágenos. Levantóse ó<br />
iba á dar asiento á la hermosa estranjera, cuando reparó en Elgita,<br />
á quien hizo seña <strong>de</strong> retirarse. Cuando esta la hubo obe<strong>de</strong>cido,<br />
no sin alguna repugnancia, la <strong>de</strong>sconocida hincó una rodilla en<br />
tierra, se puso las dos manos en la frente, la inclinó hasta el sue-
CAPÍTULO XLIV. 405<br />
lo, y á pesar <strong>de</strong> la resistencia <strong>de</strong> lady Ivanhoe le besó la guarnición<br />
<strong>de</strong>l vestido.<br />
«¿Qué significa esto? dijo la dama con la mayor sorpresa. ¿Qué<br />
significa tan estraña <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> homenaje?<br />
—Lady Rowena, dijo Rebeca levantándose y volviendo á tomar<br />
su mo<strong>de</strong>sta y grave actitud, vengo á pagaros la <strong>de</strong>uda que he contraído<br />
con vuestro esposo. Perdonadme si os ha ofendido la espresion<br />
<strong>de</strong> veneración y agra<strong>de</strong>cimiento usada en mi pueblo. Yo soy<br />
a <strong>de</strong>sgraciada judía por quien el caballero <strong>de</strong> Ivanhoe arrostró tan<br />
inminentes peligros en el campo <strong>de</strong> batalla <strong>de</strong> Templestowe.<br />
—Doncella, dijo Rowena, YVilfrido <strong>de</strong> Ivanhoe no hizo mas y ni<br />
aun tanto como <strong>de</strong>bia por quien con tanta caridad le asistió en sus<br />
heridas é infortunios. Decidme si todavía po<strong>de</strong>mos mi esposo y yo<br />
hacer algo en vuestro obsequio.<br />
—Nada, respondió la judía. Solo os pido le <strong>de</strong>is en mi nombre el<br />
último á Dios.<br />
—¿Os vais <strong>de</strong> Inglaterra? dijo Rowena aun no bien recobrada <strong>de</strong><br />
la sorpresa que le causaba aquella visita.<br />
—Saldré <strong>de</strong> Inglaterra antes que esta luna termine su giro. Mi<br />
padre tiene un hermano que goza favor <strong>de</strong> Mohammed Boabdil, rey<br />
<strong>de</strong> Granada. Allí po<strong>de</strong>mos gozar <strong>de</strong> paz y protección, en cambio<br />
<strong>de</strong>l tributo que aquel Monarca exige <strong>de</strong> nuestro pueblo.<br />
—¿No estáis bastante protegidos en Inglaterra? dijo Rowena. Mi<br />
esposo merece mucho favor <strong>de</strong> Ricardo, el cual es a<strong>de</strong>más tan generoso<br />
como justo.<br />
—No lo dudo, dijo Rebeca; pero los ingleses son hombres turbulentos<br />
y arrojados; discor<strong>de</strong>s entre sí y con sus vecinos; dispuestos<br />
siempre á esgrimir las armas unos contra otros. Los hijos <strong>de</strong> mi<br />
pueblo no pue<strong>de</strong>n vivir en tan inquieto asilo. Israel, durante su peregrinación,<br />
no pue<strong>de</strong> fijar sus tiendas en una mansión <strong>de</strong> sangre<br />
y <strong>de</strong> disturbios, ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> enemigos y dividida en facciones enearnizadas.<br />
—¿Qué tienes que temer? dijo lady Rowena. La que consoló á<br />
Ivanhoe en sus <strong>de</strong>sventuras, la que curó sus heridas, añadió con<br />
entusiasmo, pue<strong>de</strong> vivir tranquila en Inglaterra, don<strong>de</strong> sajones y<br />
normandos se esmerarán en protegerla y honrarla.<br />
—Dulces son tus palabras, dijo Rebeca, y mas dulces son tus sentimientos:<br />
pero no pue<strong>de</strong> ser. Sobrado profundo es el golfo que nos<br />
separa. La educación y la fe no nos permiten atravesarlo á unos ni
406 IVANHOE.<br />
á otros. A Dios; pero antes <strong>de</strong> irme quiero pedirte una gracia. Alza<br />
el velo nupcial que te cubre, y déjame contemplar esa hermosura <strong>de</strong><br />
que tanto dice la fama.<br />
—La fama pon<strong>de</strong>ra como acostumbra, dijo Rovvona; pero consiento<br />
en lo que me pi<strong>de</strong>s, con tal que me concedas el mismo favor.»<br />
•i Descubrióse la dama, y sea por mo<strong>de</strong>stia y timi<strong>de</strong>z, sea por vanidad,<br />
enrojeció <strong>de</strong> tal manera que el pecho y el rostro se le cubrieron<br />
<strong>de</strong> un carmin subidísimo. También enrojeció la judía al <strong>de</strong>spojarse<br />
<strong>de</strong> su velo, mas solo duró su rubor un instante, pasando ligeramente<br />
por su fisonomía, como los tintes encendidos <strong>de</strong> la nube<br />
que muda <strong>de</strong> color cuando el sol se un<strong>de</strong> en el horizonte.<br />
—Noble dama, dijo Rebeca, las facciones que os habéis dignado<br />
mostrarme vivirán largo tiempo en mi memoria. En ellas reinan<br />
la gentileza y la bondad; y si no está exenta su amable espresion<br />
<strong>de</strong>l orgullo que traen consigo las vanida<strong>de</strong>s mundanas, ¿qué estraño<br />
es cpie lo que es <strong>de</strong> tierra conserve su color original? Jamás olvidaré<br />
lo que ahora he visto. Y gracias á Dios que mi generoso libertador<br />
ha conseguido ya...»<br />
Detúvose al <strong>de</strong>cir estas palabras; vertió algunas lágrimas; lanzó<br />
un profundo suspiro, y viendo que lady Eovcena se inquietaba<br />
creyéndola indispuesta, le dijo: «No os asustéis; estoy buena, pero<br />
me estremezco al recordar los sucesos <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Frente-<strong>de</strong>buey,<br />
y <strong>de</strong>l preceptorio <strong>de</strong> los Templarios. Solo me queda que molestaros<br />
con otra pequeña súplica. Aceptad este cofreeito, y no os<br />
sorprendáis al ver lo que contiene.»<br />
Entonces presentó un cofreeito <strong>de</strong> ébano guarnecido <strong>de</strong> plata á<br />
lady Rovrena, la cual lo abrió y vio en él un collar <strong>de</strong> diamantes y<br />
otras piedras preciosas, que parecían <strong>de</strong> gran valor.<br />
«Es imposible, dijo lady Rowena <strong>de</strong>volviendo el cofre á la judía;<br />
me es imposible aceptar un don <strong>de</strong> esta especio.<br />
—No me neguéis esta prueba <strong>de</strong> benevolencia,dijo Rebeca. Vosotro<br />
los Nazarenos tenéis el po<strong>de</strong>r, las dignida<strong>de</strong>s, la autoridad é influjo,<br />
nosotros los Hebreos tenérnosla riqueza, que es el origen <strong>de</strong> nuestra<br />
fuerza, y <strong>de</strong> nuestros males. Aunque el valor <strong>de</strong> esas frioleras<br />
fuera mil veces mas subido, no podria tanto en Inglaterra como>l<br />
mas fugaz <strong>de</strong> tus <strong>de</strong>seos. Lo que te doy es <strong>de</strong> poco precio para tí:<br />
para mí <strong>de</strong> mucho menos. No pienses tan bajamente <strong>de</strong> mi nación<br />
como la mayor parte <strong>de</strong> tus compatriotas. ¿Crees tú que estimo mas<br />
esos brillantes fragmentos <strong>de</strong> piedra, que mi libertad? ¿Crees tú
CAPÍTULO XLIV. 40^<br />
que mi padre los tiene en mas que mi honor y mi vida? Acéptalos.<br />
Inútiles son para mí,puesto quejamásadornaré con joyas mi persona;<br />
—Muy <strong>de</strong>sgraciada <strong>de</strong>bes <strong>de</strong> ser, dijo Rowena, á quien hicieron<br />
una estraña impresión las últimas palabras <strong>de</strong> la judía. Quédate<br />
con nosotros; los consejos <strong>de</strong> los hombres sabios y piadosos te apartarán<br />
do los errores do tu creencia, y yo seré tu hermana.<br />
—No señora, dijola judía con un tono <strong>de</strong> voz y con una espresiou<br />
<strong>de</strong> melancolía y <strong>de</strong> abatimiento. Es imposible: yo no puedo abandonar<br />
mi fe, como si fuera un ropaje que no se usa en la tierra en<br />
que vivo. Seré <strong>de</strong>sgraciada; pero no tanto. Aquel á quien he consagrado<br />
mi vida será quien me consuele: hágase su voluntad.<br />
—¿Tenéis conventos en vuestra religión? ¿Piensas retirarte á alguno<br />
<strong>de</strong> el I os?<br />
—No señora, dijo Rebeca; pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los tiempos do Abraham hasta<br />
los presentes ha habido en la nación hebrea mujeres <strong>de</strong>sengañadas<br />
y piadosas, que han <strong>de</strong>dicado sus pensamientos á las verda<strong>de</strong>s<br />
eternas y al ejercicio <strong>de</strong> la caridad, ocupándose en curar al enfermo,<br />
en dar <strong>de</strong> comer al hambriento, y en socorrer al <strong>de</strong>svalido: tal<br />
será mi <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> ahora en a<strong>de</strong>lante. Decidlo así á vuestro esposo,<br />
si alguna vez se digna preguntar por aquella <strong>de</strong>sgraciada á quien<br />
salvó la vida.»<br />
El temblor involuntario que se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> Rebeca al pronunciar<br />
estas palabras, y el tono suave y afectuoso <strong>de</strong> su voz espresaban ma s<br />
do lo que ella quería. Dióse prisa á retirarse diciendo: A Dios, noble<br />
dama: el que dio la vida á judíos y á cristianos <strong>de</strong>rrame sobre vos<br />
la plenitud <strong>de</strong> sus bendiciones.»<br />
Rebeca <strong>de</strong>sapareció <strong>de</strong>l aposento <strong>de</strong>jando tan sorprendida á Rowena<br />
como sihubiera pasado ante sus ojos una visión sobrenatural.<br />
La hermosa sajona refirió esta estraña conferencia á su esposo, á<br />
quien dio mucho en qué pensar. Rowena é Ivanhoe vivieron largos<br />
y felices anos, porque les ligaban vínculos que se estrecharon en su<br />
infancia, y porque jamás olvidaron los obstáculos que so habían<br />
opuesto á su anión. No seria sin embargo pru<strong>de</strong>nte averiguar S£<br />
el recuerdo <strong>de</strong> la hermosura y <strong>de</strong> la magnanimidad <strong>de</strong>]Rebeca s e<br />
presentaba á la imaginación <strong>de</strong> Ivanhoe con mas frecuencia <strong>de</strong> la<br />
que convenia á la tranquilidad <strong>de</strong> la bella nieta <strong>de</strong> Alfredo.<br />
Ivanhoe se distinguió en el servicio <strong>de</strong> Ricardo, y mereció nueva;<br />
prendas <strong>de</strong> su favor. Mayor hubiera sido su elevación á no haberla<br />
interrumpido la muerte prematura <strong>de</strong>l heroico Corazón <strong>de</strong>JLeoii
408 IVANHOE.<br />
ocurrida en el asedio <strong>de</strong>l castillo <strong>de</strong> Clialuz, cerca <strong>de</strong> Limoges. Con<br />
la vida <strong>de</strong> su magnánimo, pero temerario y novelesco protector,<br />
perecieron todos los proyectos que su generosa ambición habia for<br />
mado. Pue<strong>de</strong>n aplicársele,con algunaalteracion, estos versos com<br />
puestos por un poeta inglés á Carlos XII, Rey <strong>de</strong> Suecia:<br />
Destino fué <strong>de</strong>l héroe que cantamos<br />
Coger laureles en remotos climas. »<br />
Tuto humil<strong>de</strong> castillo, y pecho andace,<br />
Y un yate oscuro celebró sus hechos.<br />
Su nombre fué terror <strong>de</strong>l enemigo,<br />
Y dio asunto moral & esta novela.<br />
FIN DEL IVANHOE.