el jugador - texto
el jugador - texto
el jugador - texto
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Page 5<br />
a comer. Sin duda, <strong>el</strong> general olvidó dar las órdenes oportunas; de otro modo,<br />
me habría enviado a comer a la mesa redonda. He venido por mi propia inic<br />
i a t i va y me he atraído una mirada de desagrado d<strong>el</strong> general. La buena Ma r í a<br />
Fi l i p p ovna me señaló en seguida un sitio, pero mi encuentro con míster Astley<br />
me sacó de ese mal trance, y, por la fuerza de las circunstancias, me vi formando<br />
parte d<strong>el</strong> gru p o.<br />
En Prusia me encontré por primera vez con ese hombre original. Estábamos<br />
sentados uno frente a otro en un compartimiento cuando iba a re u n i r m e<br />
con mis amigos. Luego me lo volví a encontrar en la frontera francesa y<br />
después en Suiza. Por tanto, lo he visto dos veces en quince días, ¡y ahora me<br />
lo encuentro en Roulettenburg! En la vida he visto un hombre tan tímido;<br />
llega hasta la tontería, y lo sabe muy bien, porque no tiene nada de tonto.<br />
Tiene, además, un carácter pacífico y encantador. Cuando nuestro primer<br />
e n c u e n t ro en Prusia, le hice hablar. Me dijo que aqu<strong>el</strong> verano había visitado<br />
<strong>el</strong> cabo No rte y que tenía mucho interés en ver la feria de Ni j n i - Nov g o ro d .<br />
Ig n o ro cómo se puso en r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> general; me parece que está enamorado<br />
de Paulina. Cuando <strong>el</strong>la ha entrado, se ha puesto rojo como una amapola.<br />
Se sentía muy contento de estar a mi lado en la mesa, y creo que me<br />
considera ya como un íntimo amigo.<br />
Durante la comida, <strong>el</strong> francés se ha dado mucho tono, trata a todo <strong>el</strong><br />
mundo con desdén y sin cumplidos. Re c u e rdo que en Moscú le gustaba desl<br />
u m b r a . rHa<br />
hablado interminablemente sobre la política y la economía ru s a s .<br />
El general se ha permitido contradecirle una o dos veces, pero discre t a m e n t e ,<br />
lo bastante para no perder definitivamente su pre s t i g i o.<br />
Me encontraba en un extraño estado de ánimo. Ni que decir tiene que<br />
antes de mediar la comida me había hecho ya la habitual y eterna pre g u n t a :<br />
« ¿ Por qué voy a remolque d<strong>el</strong> general? Hace ya mucho tiempo que debí de<br />
haberles dejado.» De vez en cuando miraba por <strong>el</strong> rabillo d<strong>el</strong> ojo a Pa u l i n a<br />
A l e x a n d rovna; no me prestaba la menor atención. Por último, me amosqué<br />
y decidí cometer una impert i n e n c i a .<br />
Para empez a r, me mezclé bruscamente en la conversación, sin haber sido<br />
invitado, hablando en voz alta. Trataba, sobre todo, de quer<strong>el</strong>larme con <strong>el</strong><br />
francés. Me dirigí al general y, sin preámbulos, en voz alta e int<strong>el</strong>igible —cre o<br />
incluso que le interrumpí—, le hice notar que aqu<strong>el</strong> verano los rusos se encontraban<br />
en la casi imposibilidad de comer en mesa redonda. El general me<br />
miró con asombro.<br />
— Si es usted un hombre que se respete a sí mismo —proseguí—, se expondrá<br />
irremisiblemente a ser afrentado y a tener que soportar desaires. En Pa r í s ,<br />
http://www.scribd.com/Insurgencia