Descargar libro - Manuel Requena

estable de relación personal es así, porque la gente, los hombres, las personas somos así o no
somos nada. O somos para el amor, en ese estado de conciencia en relación a otro, a imagen del
“Arke-tipo” nuestro que llamamos Dios, o no somos ni hombres. Ser en relación creadora hacia
otro, ser hombre que ama, no es fácil porque no es algo de lo que pueda decirse “ya lo he
terminado”, pero no existe otra forma de ser verdaderamente hombre, sino amando. Y si
conscientemente se pudiera decir “todo está cumplido”, nos quedaría un instante para entregar
el alma al Creador. Así fue Él.
* * *
Empezar a escribir o a leer un libro en el que no es la vida de otros la que está literaria o
verbalmente en juego, sino la propia, aunque sea usando para ello como excusa las noticias de
algunos personajes que, reales o inventados, han entrado ya en la historia del universo de la
palabra, eso, tampoco es fácil. No es lo mismo leer o escribir historias de héroes, de personas
que hayan existido físicamente o no, siempre están fuera de nosotros, que escribir o leer la
Noticia, la Buena Noticia, el Evangelio. Lo que se lee o se dice, es parte de uno mismo y una
forma real de entrar a la eternidad que se espera, aunque ya se tiene.
Abrir una preciosa relación con la Palabra, en la palabra, como aventura que empieza
justamente cuando se manifiesta en cada uno de sus cuatro tiempos clásicos, -primero cuando
se siente, se piensa y codifica, después cuando ejecutando el código elegido, se lee, se escribe o
se dice, luego, cuando interviene el otro que lee o escucha, y decodifica, propiciando un tiempo
final espléndido cuando se entiende, es sin duda la mayor y más compartible riqueza del
hombre, que según la técnica del Espíritu de Dios, se hace Evangelio o noticia de vida en la que
el hombre nace y crece, y ya no tiene fin su inercia expansiva, porque el inicio y el fin de la
relación están en la misma Palabra, principio, desarrollo y fin del universo.
Y eso es lo que pretendo comenzar humildemente en este libro. Una relación con la Palabra
viva, tal como se manifiesta en el segundo Evangelio que tiene como símbolo al león. Aunque
parezca, y así lo siento a veces, solo un soberbio atrevimiento de mi ignorancia, quiero que
entremos juntos por el venero de la fuente de la Vida, siguiendo la cimbra de misterio que es el
texto concreto del Evangelio de S. Marcos. Es un relato de historias de hombres, hecho por
hombres para hombres, pero que le puede complicar aún la vida de amor al hombre del siglo
veintiuno, que lo lea con las gafas tetradimensionales de la fe. Su lectura en el estilo de entrega
de la Iglesia, sigue produciendo el efecto maravilloso de la “comunión”, por la que a la vez que
se lee, se va almacenando y reescribiendo dentro del alma la vida de la familia auténtica del
Hombre auténtico, colectivo y eterno, -incluyendo naturalmente a su “cabeza” como el
“principio” o “Arke”- vivo desde siempre y para siempre que es Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.
El hombre o grupo de hombres que aprenden en esa fuente de la Buena Noticia a vivir, sacando
de ella la energía personal y la sinergia del grupo, gustando la comunión en ella, ya no quiere
otra cosa sino ese vivir. Ni siquiera puede buscarse con éxito otra cosa, porque la vida de Dios
para el hombre, que se le entrega en el agua de esa fuente de Palabra, crea adicción, como el
Amor que es.
Hoy he tenido la suerte de atreverme a iniciar la aventura de escribir, con la ilusión de que ese
atrevimiento pueda llevarme a una cumbre de la cordillera inexploradaRIS de la vida que es la
palabra de Dios entre nosotros. Al menos a un alto en la comprensión de la “Noticia Maravillosa”
que ha llegado hasta mí en forma de sucesos personales, sucesos de personas concretas y
sencillas, que son como la envoltura de la esencia de otra persona también concreta en un
tiempo y un espacio, que se llama Jesús de Nazaret.