09.05.2013 Views

www.elortiba.org LAS COSMICOMICAS (1965) Italo Calvino La ...

www.elortiba.org LAS COSMICOMICAS (1965) Italo Calvino La ...

www.elortiba.org LAS COSMICOMICAS (1965) Italo Calvino La ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

cuando no hay espacio, tener siempre montado en las narices a un antipático como el señor<br />

Pbert Pberd es de lo más cargante.<br />

¿Cuántos éramos? Bueno, nunca pude saberlo, ni siquiera aproximadamente. Para<br />

contar hay que poder separarse por lo menos un poquito uno de otro, y nosotros<br />

ocupábamos todos el mismo punto. Contrariamente a lo que podría parecer, no era una<br />

situación que favoreciese la sociabilidad; sé que por ejemplo en otras épocas los vecinos se<br />

frecuentan; allí, en cambio, como todos éramos vecinos, no había siquiera un buenos días ni<br />

un buenas noches.<br />

Cada uno terminaba por tener trato solamente con un número restringido de<br />

conocidos. Los que yo recuerdo son sobre todo la señora Ph(i)Nko, su amigo De XuaeauX,<br />

una familia de emigrados, los Z'zu, y el señor Pbern Pbern que he nombrado. Había también<br />

la mujer de la limpieza –"adscrita a la manutención" la llamaban–, una sola para todo el<br />

universo, dado lo reducido del ambiente. A decir verdad, no tenía nada que hacer en todo el<br />

día, ni siquiera quitar el polvo –dentro de un punto no puede entrar ni un granito de polvo– y<br />

se desahogaba en continuos chismes y lamentos.<br />

Con estos que les he nombrado ya hubiera habido supernumerarios; añadan,<br />

además, las cosas que debíamos tener allí amontonadas: todo el material que después<br />

serviría para formar el universo, desmontado y concentrado de manera que no conseguías<br />

distinguir lo que después pasaría a formar parte de la astronomía (como la nebulosa de<br />

Andrómeda), de lo que estaba destinado a la geografía (por ejemplo, los Vosgos) o a la<br />

química (como ciertos isótopos del berilo). Además, se tropezaba siempre con los trastos de<br />

la fablia Z'zu, catres, colchones, cestas: estos Z'zu, si uno se descuidaba, con la excusa de<br />

que eran una familia numerosa hacían como si no hubiera más que ellos en el mundo,<br />

pretendían incluso tender cuerdas a través del punto para poner a secar la ropa.<br />

Pero también los otros tenían su parte de culpa con los Z'zu, empezando por la<br />

calificación de "emigrados" basada en el supuesto de que mientras los demás estaban allí<br />

desde antes, ellos habían venido después. Me parece evidente que éste era un prejuicio<br />

infundado, pues no existía ni un antes ni un después ni otro lugar de donde emigrar, pero<br />

había quien sostenía que el concepto de "emigrado" podía entenderse al estado puro, es<br />

decir, independientemente del espacio y del tiempo.<br />

Era una mentalidad, confesémoslo, limitada, la que teníamos entonces, mezquina.<br />

Culpa del ambiente en que nos habíamos formado. Una mentalidad que se ha mantenido en<br />

el fondo de todos nosotros, fíjense: sigue asomando todavía hoy, cuando por casualidad dos<br />

de nosotros se encuentran –en la parada del autobús, en un cine, en un congreso<br />

internacional de dentistas– y se ponen a recordar aquellos tiempos. Nos saludamos –a<br />

veces es alguien que me reconoce, a veces yo reconozco a alguien– y de pronto<br />

empezamos a preguntar por éste y por aquél (aunque cada uno recuerde sólo a algunos de<br />

los que recuerda el otro) y así se reanudan las disputas de una época, las maldades, las<br />

difamaciones. Hasta que se nombra a la señora Ph(i)Nko –todas las conversaciones van a<br />

parar siempre allí– y entonces de golpe se dejan de lado las mezquindades y uno se siente<br />

como elevado por un entemecimiento beatífico y generoso. <strong>La</strong> señora Ph(i)Nko, la única que<br />

ninguno de nosotros ha olvidado y que todos añoramos. ¿Dónde ha ido a parar? Hace<br />

tiempo que he dejado de buscarla: la señora Ph(i)Nko; su peho, sus caderas, su batón<br />

anaranjado, no la encontraremos más, ni en este sistema de galaxia ni en otro.<br />

Que quede bien claro, a mí la teoría de que el universo, después de haber alcanzado<br />

un grado extremo de enrarecimiento, volverá a condensarse y que, por lo tanto, nos tocará<br />

encontrarnos en aquel punto para recomenzar después, nunca me ha convencido. Y, sin<br />

embargo, son tantos los que cuentan solamente con eso, los que siguen haciendo proyectos<br />

para cuando estemos todos de nuevo allí. El mes pasado entro en el café de aquí de la<br />

esquina, ¿y a quién veo? Al señor Pbert Pberd. –¿Qué cuenta de bueno? ¿Qué anda<br />

haciendo por aquí? –Me entero de que tiene una representación de material plástico en<br />

Pavía. Está tal cual, con su diente de oro y los tirantes floreados. –Cuando volvamos allá –<br />

me dice en voz baja– habrá que fijarse para que esta vez cierta gente quede afuera... Usted<br />

me entiende: esos Z'zu...<br />

17

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!