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www.elortiba.org LAS COSMICOMICAS (1965) Italo Calvino La ...

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escondiéndonos detrás de las "l", sobre todo de las "l" de la palabra "paralelas", para<br />

disparar y protegernos de las balas y fingirnos muertos y esperar que pase Fenimore para<br />

hacerle una zancadilla y arrastrarlo por los pies haciéndole golpear con el mentón en el<br />

fondo de las "v" y de las "u" y de las "m" y de las "n" que escritas en cursiva, todas iguales,<br />

se convierten en una sucesión de tumbos por los hoyos del pavimento, por ejemplo en la<br />

expresión "universo unidimensional", dejándolo tendido en un punto todo hollado de<br />

tachaduras y de allí alzarme embadurnado de tinta agrumada y correr hacia Ursula H'x que<br />

querría hacerse la pícara deslizándose dentro de los nudos de la "f" que se afinan hasta<br />

volverse filiformes, pero yo la tomo por el pelo y la doblo contra una "d" o una "t", así como<br />

las escribo ahora aprisa, tan inclinadas que es posible tenderse encima, después cavamos<br />

abajo un nicho en la "j", en la "j" de abajo, una guarida subterránea que se puede adaptar a<br />

gusto a nuestras dimensiones o hacer más recogida y casi invisible, o bien disponer más en<br />

sentido horizontal para quedar bien acostados. Mientras naturalmente los mismos renglones<br />

y aun las sucesiones de letras y de palabras pueden muy bien desenrollarse en su hilo<br />

negro y tenderse en líneas rectas continuas paralelas que no significan nada más que ellas<br />

mismas en su deslizarse continuo sin encontrarse nunca, como no nos encontramos nunca<br />

en nuestra continua caída yo, Ursula H'x, el Teniente Fenimore, todos los demás.<br />

Los años-luz<br />

Cuanto más distante una galaxia, más velozmente se aleja de nosotros. Una galaxia<br />

que se encontrara a diez millares de millones de años–luz de nosotros, tendría una<br />

velocidad de fuga igual a la de la luz, trescientos mil kilómetros por segundo. <strong>La</strong>s "casi<br />

estrellas" descubiertas recientemente estarían ya cerca de este umbral.<br />

Una noche, como de costumbre, observaba el cielo con mi telescopio. Noté que<br />

desde una galaxia a cien millones de años–luz de distancia sobresalía un cartel. Decía: TE<br />

HE VISTO. fiice rápidamente el cálculo: la luz de la galaxia había empleado cien millones de<br />

años para alcanzarme, y como desde allá arriba veían lo que sucedía aquí con cien millones<br />

de años de retraso, el momento en que me habían visto debía remontarse a doscientos<br />

millones de años.<br />

Aun antes de verificar en mi agenda para saber qué había hecho aquel día, me asaltó<br />

un presentimiento terrible: justo doscientos millones de años antes, ni un día más ni un día<br />

menos, me había sucedido algo que siempre había tratado de ocultar. Esperaba que con el<br />

tiempo el episodio quedara completamente olvidado; contrastaba netamente –por lo menos<br />

así me parecía– con mi comportamiento habitual de antes y después de esa fecha, de<br />

manera que si alguna vez alguien hubiera intentado sacar a relucir aquella historia, estaba<br />

dispuesto a desmentirlo con toda tranquilidad, y no sólo porque le hubiera resultado<br />

imposible aducir pruebas, sino también porque un hecho determinado por azares tan<br />

excepcionales –aun en caso de ser verificado– era tan poco probable que podía de buena fe<br />

ser considerado no verdadero incluso por mí mismo. Y en cambio desde un lejano cuerpo<br />

celeste alguien me había visto y la historia volvía a salir a la luz justo ahora.<br />

Naturalmente, estaba en condiciones de explicar todo lo que había sucedido, y cómo<br />

había podido suceder, y hacer comprensible, si no del todo justificable, mi manera de obrar.<br />

Pensé en responder en seguida también yo con un cartel, empleando una fórmula defensiva<br />

como DEJENME QUE LES EXPLIQUE, o si no, HUBIERA QUERIDO VERLOS EN MI<br />

LUGAR, pero esto no habría bastado y la explicación habría sido demasiado larga para una<br />

inscripción sinsintética que resultase legible a tanta distancia. Y sobre todo debía estar<br />

atento a no dar un paso en falso, o sea a no subrayar con una explícita admisión mía<br />

aquello a lo cual el TE HE VISTO se limitaba a aludir. En una palabra, antes de dejarme<br />

sacar una declaración cualquiera tendría que saber exactamente qué habían visto desde la<br />

galaxia y qué no; y para eso no había más que preguntarlo con un cartel del tipo de: ¿PERO<br />

HAS VISTO TODO O APENAS UN POCO?, o bien: VEAMOS SI DICES LA VERDAD:<br />

¿QUE HACIA?, y después esperar el tiempo necesario para que desde allá vieran mi letrero,<br />

y el tiempo igualmente largo para que yo viese la respuesta de ellos y pudiera proceder a las<br />

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