Cuzco - Peru Travel Now

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CHOQUEQUIRAO, CUNA DE ORO
Cuentan que poco después de la Conquista, la familia imperial inca disfrutó de
una cómoda aunque impotente existencia en la ciudad del Cuzco, observada
de cerca por el dominio hispano. Algunos colaboraron abiertamente con
los invasores, llegando a someterse a un soberano ficticio, impuesto por
los conquistadores. Fue el caso de Paullu Inca, declarado heredero del
Tawantinsuyo por el propio Diego de Almagro en 1537. Sin embargo, hubo
otros que se resistieron a la naciente dominación, agrupándose bajo las
órdenes de Manco Inca en las impenetrables selvas de Vilcabamba. Ese
puñado de bravos guerreros constituiría, más tarde, el grupo de rebeldes
que asoló a las huestes hispanas a lo largo de más de siete años.
Manco, el inca rebelde, había abandonado la plaza de Ollantaytambo en
julio de ese mismo año, en vista de la gran ventaja que los conquistadores
del Cuzco le llevaban en número y poder bélico. Inició entonces su retirada
hacia las montañas. Atravesó el abra de Panticalla, a casi cinco kilómetros
de altura, con el capitán realista Rodrigo de Orgónez pisándole los
talones. Sin embargo, el inca había preparado con anticipación su partida.
Tomando una ruta poco previsible, cruzó el río Urubamba por el puente
Choquechaca y –literalmente– desapareció tragado por la exuberante
vegetación de las montañas.
Manco tomó posesión de la ciudadela de Vitccos, ubicada muy cerca
de Choquechaca, y fue atacado por los conquistadores poco antes de
haber reagrupado a sus ejércitos. Sin embargo, una vez más la suerte
salvó al Inca. La codicia de los invasores los llevó a detenerse en Vitcos y
saquear sus riquezas, dándole a Manco el tiempo necesario para escapar
montaña adentro.
Con los meses, los conquistadores habrían de lamentar su error.
Establecido en la remota Cordillera de Vilcabamba, Manco Inca organizó
un poderoso ejército, el mismo que hostilizó a la Corona convirtiéndose
en una verdadera leyenda a lo largo y ancho de los Cuatro Suyos. Un
lugar que infundiría terror a los españoles asentados en la región y que
se convertiría en fuente de inspiración para millones de indígenas fieles al
incario a lo largo de los Andes.
El principal asentamiento inca en la remota Cordillera Vilcabamba era,
sin duda, la ciudadela de Choquequirao. Edificada por el Inca Pachacútec
luego de su victoria ante los chancas, con el objeto de evitar su
CHOQUEQUIRAO, CRANDLE OF GOLD
Walter h. Wust
The story goes that just after the Conquest, the Incan imperial family
enjoyed a comfortable yet impotent existence in the city of Cuzco,
watched very closely by the Spanish conquerors. Some collaborated
openly with the invaders and submitted themselves to a false monarch
chosen by the Conquistadors. This was the case of Paulla Inca, declared
the inheritor of the Tawantinsuyo by Diego de Almagro himself in 1537.
However, there were others that resisted this new ruling house and
gathered themselves together under the banner of Manco Inca in the
impenetrable jungles of Vilcabamba. This handful of brave warriors
would later make up the group of rebels that devastated the Spanish
forces for more than seven years.
Manco, the rebel Inca, had to flee the city of Ollantaytambo in July of
the same year after seeing the large advantage the Cuzco Conquistadors
possessed in the amount of warriors. He therefore started his retreat
towards the mountains and soon crossed the Panticalla Pass, at almost
5,000 m.a.s.l., with the royalist capitan, Rodrigo de Orgónez, snapping at
his heels. Nevertheless, the Inca had prepared his exit in advance. Taking
a carefully planned alternate route, he crossed the Urubamba River by the
Choquechaca Bridge and literally disappeared, swallowed up by the lush
mountain vegetation.
Manco took possession of the fortress of Vitcos, located very close to
Choquechaca, and was attacked by the Conquistadors as soon as they
were able to regroup their army. Yet, once again luck saved the Inca. The
greed of the invaders forced them to stop and sack the city of Vitccos of its
riches, giving Manco the necessary time to escape into the mountains.
As the months passed, the Conquistadors would regret their mistake.
Established in the remote Vilcabamba mountain range, Manco Inca
organized a powerful army, the same one that terrorized the Crown,
converting himself into a true legend throughout the length and
breadth of the Four Suyos. It became a place that brought terror to the
Spanish settled near the region and one that would become a source of
inspiration for the thousands of indigenous faithful to their monarch
throughout the Andes. This was the starting point for dozens of attacks
against the Crown and its property and the origin of the second great
rebellion that would make the newly created Viceroy of Peru tremble
with fear.