número completo - Youkali, revista crítica de las artes y del ...
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ISBN: 1885-477X YOUKALI, 13 página 36 ¿DERECHO?<br />
percibe que al patrono que lo paga. Las leyes impi<strong>de</strong>n<br />
también <strong>las</strong> agrupaciones y asociaciones puesto que<br />
el carácter estrictamente individualista <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho<br />
burgués entien<strong>de</strong> que los clubs y asociaciones constituyen<br />
una fuerza colectiva que <strong>de</strong>safía la libertad individual.<br />
En tiempos <strong>de</strong> la Primera Internacional<br />
(1864-1872) <strong>las</strong> leyes <strong>de</strong> muchos países europeos, entre<br />
ellos Alemania, impedían la afiliación colectiva <strong>de</strong><br />
modo que los trabajadores <strong>de</strong>bían afiliarse uno a uno,<br />
pero nunca como grupos o secciones.<br />
En el capítulo 8, <strong>de</strong>dicado a “La jornada <strong>de</strong> trabajo”<br />
Marx explica pormenorizadamente <strong>las</strong> innumerables<br />
luchas <strong>de</strong> los obreros ingleses para conseguir<br />
que el Estado regulara la jornada <strong>de</strong> trabajo disminuyendo<br />
los tiempos, estableciendo turnos, reduciendo<br />
<strong>las</strong> jornadas obligatorias para los niños, fijando normas<br />
en trabajos con horarios específicos, como los<br />
pana<strong>de</strong>ros, etc. Toda esta reglamentación, que fue repetidamente<br />
ignorada por los empresarios y que había<br />
que reafirmar periódicamente y vigilar a través<br />
<strong>de</strong> un cuerpo específico – los famosos “inspectores<br />
<strong>de</strong> fábrica” cuyos informes Marx utiliza como material<br />
en este capítulo –, prueba cómo el <strong>de</strong>recho es<br />
aquí un recurso que el movimiento obrero, o sea los<br />
trabajadores asociados, utilizan en su beneficio en<br />
tanto que logran que el Estado promulgue leyes “que<br />
les impida ven<strong>de</strong>rse ellos mismos y su linaje hasta la<br />
muerte y la esclavitud en el contrato voluntario con<br />
el capital. En lugar <strong>de</strong> los «<strong>de</strong>rechos inalienables <strong>de</strong>l<br />
hombre» aparece la mo<strong>de</strong>sta Carta magna <strong>de</strong> una<br />
jornada <strong>de</strong> trabajo legalmente limitada” 11 . La Carta<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos no representa una asun ción indiscutida<br />
<strong>de</strong>l carácter neutral <strong>de</strong>l De recho sino un uso <strong>de</strong>l mismo<br />
como un potente medio <strong>de</strong> control social que en<br />
este caso limitará la fuerza socio-económica <strong>de</strong>l empresariado.<br />
Conse guir que el Estado promulgue este<br />
tipo <strong>de</strong> leyes es resultado, a su vez, <strong>de</strong> una lucha prolongada<br />
que en el caso <strong>de</strong> <strong>las</strong> leyes inglesas abarca<br />
más <strong>de</strong> medio siglo (el periodo estudiado por Marx<br />
se extien<strong>de</strong> entre 1802-1833 y 1833-1864).<br />
7.- Las leyes como instrumentos <strong>de</strong> dominación<br />
De lo dicho hasta ahora se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> que en la época<br />
mo<strong>de</strong>rna nunca <strong>las</strong> estructuras <strong>de</strong> dominación social,<br />
política y económica han podido prescindir <strong>de</strong><br />
los instrumentos legales. La promulgación <strong>de</strong> leyes<br />
es uno <strong>de</strong> los mecanismos más habituales en el cambio<br />
<strong>de</strong> <strong>las</strong> condiciones <strong>de</strong> ejercicio <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> dominación,<br />
puesto que transforma en <strong>de</strong>lito formas<br />
<strong>de</strong> resistencia e incluso comportamientos sociales<br />
que, en una <strong>de</strong>terminada situación, <strong>las</strong> c<strong>las</strong>es domi-<br />
11 El Capital, OME, 40, Libro I, vol. 1, p. 326.<br />
nantes interpretan como lesivo y perjudicial para<br />
el<strong>las</strong>. Eso no significa que <strong>las</strong> leyes sean meros trasuntos<br />
formales <strong>de</strong> condiciones reales, sino que forman<br />
parte <strong>de</strong>l tejido <strong>de</strong> <strong>las</strong> condiciones <strong>de</strong> dominio.<br />
Son un potente instrumento <strong>de</strong> control social y, como<br />
hemos visto en el apartado anterior, incluyen la<br />
posibilidad <strong>de</strong> usar<strong>las</strong> también como elemento <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la parte más débil, limitando la dominación<br />
<strong>de</strong> que es objeto o sea, convirtiendo en <strong>de</strong>lito un<br />
exceso <strong>de</strong> dominación o una forma <strong>de</strong> dominación<br />
que socialmente no es tolerada (por ejemplo la violencia<br />
contra <strong>las</strong> mujeres o la tortura).<br />
En tanto que normas jurídicas tienen varias características<br />
específicas: <strong>de</strong>ben ser promulgadas por<br />
la autoridad competente con todo el aparato simbólico,<br />
<strong>de</strong>ben estar apoyadas en un aparato sancionador<br />
y tienen fundamentalmente carácter lingüístico<br />
<strong>de</strong> corte prescriptivo y performativo.<br />
En primer lugar <strong>las</strong> normas legales tienen que ser<br />
promulgadas por la autoridad política cuya legitimidad<br />
se trasmite a el<strong>las</strong>. Un po<strong>de</strong>r consi<strong>de</strong>rado ilegítimo<br />
o que ha perdido legitimidad popular podrá<br />
promulgar leyes que en muchos casos pue<strong>de</strong> que no<br />
sean obe<strong>de</strong>cidas; son “papel mojado” como se dice<br />
en lenguaje coloquial. Y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rá <strong>de</strong> la fuerza sancionadora<br />
<strong>de</strong> dicho po<strong>de</strong>r para hacer<strong>las</strong> cumplir. Por<br />
sí mismas carecerán <strong>de</strong> la capacidad <strong>de</strong> obligar al<br />
cumplimiento ya que no se reconocerá el po<strong>de</strong>r que<br />
<strong>las</strong> enuncia.<br />
Así pues, frente a la mitificación <strong>de</strong> la figura <strong>de</strong><br />
Sócrates, aceptando el veredicto <strong>de</strong> <strong>las</strong> leyes cualesquiera<br />
que sean, cualquier reflexión <strong>crítica</strong> <strong>de</strong>berá<br />
analizar la legitimidad <strong>de</strong> la fuente <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho, <strong>de</strong><br />
la autoridad que la promulga. Es este un camino<br />
arriesgado puesto que en tantos casos la puesta en<br />
cuestión <strong>de</strong> la autoridad legislativa pone <strong>de</strong> relieve<br />
la inanidad <strong>de</strong> la misma, muestra que es resultado<br />
<strong>de</strong> un compromiso en <strong>las</strong> luchas históricas, y que como<br />
tal es un compromiso reversible. No hay nada<br />
sagrado en la autoridad política, más allá <strong>de</strong> la capacidad<br />
que la misma tenga para expresar y articular<br />
<strong>las</strong> condiciones <strong>de</strong>l bienestar o <strong>de</strong> la supervivencia<br />
común. No conviene pues sacralizar <strong>las</strong> normas, sino<br />
contextualizar<strong>las</strong>, analizar<strong>las</strong> y discutir<strong>las</strong> y si es<br />
preciso, cambiar<strong>las</strong>.<br />
En segundo lugar es casi una obviedad que el<br />
aparato legislativo tiene su contraparte en el aparato<br />
sancionador. Y esto in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> que <strong>las</strong><br />
leyes en sí mismas sean más bien sancionadoras – es<br />
<strong>de</strong>cir que reprimen ciertos comportamientos –o proactivas–<br />
que alimentan o favorecen <strong>de</strong>terminadas<br />
conductas. En ambos casos un aspecto no es in<strong>de</strong>-