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primera parte

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Algunos conceptos clave de la antropología 29<br />

pudiéramos acercarnos mucho a las categorías semánticas nativas, la<br />

traducción sería imposible. No es imposible, pero sí, es difícil y parcial.<br />

Por eso, hay el dicho en castellano “Traducir es mentir”, porque los<br />

significados de la lengua original siempre pierden algo del sabor original<br />

cuando son traducidos, pero, normalmente se puede entender lo esencial.<br />

¿Por qué es tan difícil que los adultos aprendamos perfectamente bien<br />

una segunda lengua y una segunda cultura? Chomsky (Language and<br />

Mind, 2006) demuestra de manera convincente que los infantes son “hardwired”<br />

(bien preparados genéticamente) para aprender un idioma. Muchos<br />

psicólogos cognoscitivos creen que lo mismo ocurre con ciertas categorías<br />

culturales. Pero al llegar a cierta edad, esta habilidad disminuye<br />

significativamente en casi todas las personas. Algunas investigaciones<br />

neurológicas recientes revelan que se registra cierto aumento del número<br />

de neuronas del cerebro durante la infancia y también durante los primeros<br />

años de la adolescencia. Pero después de ese crecimiento, los grupos (o<br />

redes) de neuronas son “podados” y reducidos, si no han sido usados. No<br />

podemos estar seguros de lo que significa este fenómeno, pero parece que<br />

el ser humano se especializa en su idioma y su cultura, y que después de<br />

aprenderlos pierde <strong>parte</strong> de la habilidad de aprender bien nuevos idiomas y<br />

culturas. Sea como fuere, los conocimientos que “absorbemos” en los<br />

primeros años de vida definen la realidad para nosotros a un nivel más<br />

profundo que los conocimientos adquiridos después. En un viaje de<br />

Cajamarca a Huánuco, nos sirvieron jugo en una cajita de 200 ml. Después<br />

de veintisiete años de trabajar con el sistema métrico, entendí más o menos<br />

cuánto era, pero para “sentirlo” mejor, lo convertí a onzas, y así pude<br />

relacionar la cantidad con la de objetos de mi niñez y mi juventud, como<br />

por ejemplo, las botellas pequeñas de Coca Cola que comprábamos a cinco<br />

centavos de dólar. Lo mismo pasa con la temperatura en grados<br />

centígrados o con el peso en kilos. Tengo una idea general de estas<br />

medidas, pero para comprenderlas mejor las convierto a mi sistema<br />

original, aprendido en la niñez. Pero en mi manera de pensar también se<br />

han registrado cambios profundos debido a los muchos años que he vivido<br />

bajo la influencia de la cultura quechua. Por ejemplo, al llegar al Perú yo<br />

“sabía” que tomar bebidas frías o comer helados por la noche no producía<br />

enfermedades, como todos creen en la sierra. Pero he cambiado de idea<br />

después de haber vivido muchos años en la altura sin calefacción en la<br />

casa. Lo aprendí después de muchos años, mientras que mi hija, por haber<br />

nacido en el Perú, lo “sabía” desde el principio. Ella también aprendió a<br />

tener mucho miedo a los cerros y a los animales que pertenecen al cerro,

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