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VI Concurso de Relatos recuperados de la tradición ... - Hartu Emanak

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nos importantes. Algunos empezamos a sentir <strong>de</strong> vez en cuando<br />

que <strong>la</strong> vida a veces te rega<strong>la</strong> <strong>la</strong> compañía <strong>de</strong> un ser extraordinario,<br />

y que por esa incapacidad que tenemos, <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>rlo valorar en<br />

un presente compartido, nos queda <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> buscar eternamente<br />

su esencia.<br />

El jardín lucía exuberante. Los efluvios <strong>de</strong> <strong>la</strong>s madreselvas y<br />

una gran variedad <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntas y árboles frutales llenaban <strong>de</strong> aromas<br />

dulzones aquel pequeño rincón olvidado <strong>de</strong>l mundo. Como he comentado<br />

al principio <strong>de</strong>l re<strong>la</strong>to, <strong>la</strong> casita estaba situada en un pequeño<br />

cerro ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> montes, y a sus pies el barrio <strong>de</strong> Triano.<br />

Aquel<strong>la</strong> tar<strong>de</strong>, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l colegio, los niños y yo fuimos a<br />

pasar el fin <strong>de</strong> semana a <strong>la</strong> pequeña casita, tenía necesidad <strong>de</strong> pasar<br />

más tiempo con mamá. La excusa que tuve que poner para<br />

no a<strong>la</strong>rmar<strong>la</strong> era que los niños y yo necesitábamos un pequeño<br />

<strong>de</strong>scanso, y que el aire allí era muy sano. Pero <strong>la</strong> verdad es que<br />

mamá estaba muy <strong>de</strong>smejorada, <strong>la</strong> salud le estaba jugando una<br />

ma<strong>la</strong> pasada. Eso fue lo que motivó que nuestra estancia se a<strong>la</strong>rgaría<br />

varios meses.<br />

Pasó el verano reconfortada por <strong>la</strong>s bonda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l estío. Todas<br />

<strong>la</strong>s mañanas, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tomar un ligero <strong>de</strong>sayuno, se sumergía<br />

en un mundo <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntas, tenía <strong>la</strong>rgas conversaciones con el<strong>la</strong>s, les<br />

<strong>de</strong>cía con mucho mimo lo bonitas que estaban. Después <strong>de</strong> regar<br />

y <strong>de</strong> limpiar <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s hierbas, se sentaba en su rincón favorito,<br />

se mecía lentamente en <strong>la</strong> mecedora, y cerrando los ojos aspiraba<br />

el aire impregnado <strong>de</strong> aromas. De esa manera fueron pasando los<br />

meses. El jardín poco a poco se preparaba para un <strong>la</strong>rgo invierno.<br />

Los árboles se <strong>de</strong>sprendían <strong>de</strong> sus hojas, <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas empezaban a<br />

sumirse en un profundo letargo. Del mismo modo que el jardín,<br />

el<strong>la</strong> también, empezó a sentir <strong>la</strong> llegada <strong>de</strong>l frio. Su corazón cansado<br />

<strong>de</strong> luchar, se fue apagando.<br />

En silencio, sin hacer ruido, discretamente, con <strong>la</strong> misma entereza<br />

con <strong>la</strong> que había vivido se fue, <strong>de</strong>jando un sabor agridulce en<br />

todo aquel que tuvo <strong>la</strong> suerte <strong>de</strong> conocer<strong>la</strong>.<br />

Nos <strong>de</strong>jó en <strong>la</strong> soledad <strong>de</strong> nuestros egoísmos, pero su esencia,<br />

su buen hacer, quedará para siempre en nuestros corazones.<br />

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