VI Concurso de Relatos recuperados de la tradición ... - Hartu Emanak
VI Concurso de Relatos recuperados de la tradición ... - Hartu Emanak
VI Concurso de Relatos recuperados de la tradición ... - Hartu Emanak
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Posó una mano sobre <strong>la</strong> cabeza <strong>de</strong> su hija y el<strong>la</strong> con <strong>la</strong>s suyas<br />
acarició <strong>la</strong> gran<strong>de</strong> y ruda <strong>de</strong> su padre, pero con <strong>la</strong> mente fija en el<br />
rostro <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer. Anheló saber algo. Descubrir el significado <strong>de</strong><br />
su mirada triste, por lo que <strong>de</strong>cidió regresar a casa por el mismo<br />
sitio. Y tan sólo pensándolo se abrió junto a el<strong>la</strong> <strong>la</strong> boca <strong>de</strong> <strong>la</strong> galería<br />
e intuyó que su padre era ajeno a lo que ocurría, que sólo el<strong>la</strong><br />
lo vivía. Y empujada por <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong> <strong>la</strong> nube <strong>de</strong> humo se encontró<br />
<strong>de</strong>ntro. Esta vez el rostro <strong>de</strong> <strong>la</strong> mujer no aparecía. Se paró conteniendo<br />
<strong>la</strong> respiración para captar el más leve sonido. Entonces<br />
creyó notar entre susurros algunas pa<strong>la</strong>bras:<br />
—Ayuda, ayuda para mi alma. Mi alma <strong>de</strong>scanse en paz, paz,<br />
paz...<br />
Andresa, alucinada, con un hilo <strong>de</strong> voz, mirando en re<strong>de</strong>dor,<br />
pronunció:<br />
—¿Qué ayuda?... ¿Qué alma?<br />
—Mi alma <strong>de</strong>scanse en paz ya que justicia no es necesaria.<br />
Cuéntalo en casa. Todo el pueblo <strong>de</strong>be saberlo.<br />
—Por favor dime algo más. ¿Cuál es tu nombre?... ¿Quién<br />
eres?<br />
Y escuchó como en sueños, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un <strong>la</strong>rgo silencio:<br />
Maitetxu.<br />
—¡Juro que te vamos a ayudar! —gritó Andresa, sin darse<br />
cuenta <strong>de</strong> que ya se encontraba fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> cueva, cuya boca quedó<br />
sepultada entre piedras y matorrales.<br />
Esa tar<strong>de</strong> Andresa no volvió a <strong>la</strong> escue<strong>la</strong>. Hasta que el padre<br />
regresó <strong>de</strong> <strong>la</strong> mina, su madre primero escuchó a Andresa lo sucedido,<br />
para <strong>de</strong>spués contarle lo que había oído re<strong>la</strong>tar a los mayores<br />
sobre Maitechu y comenzó así:<br />
—Ocurrió qué Maitetxu al año siguiente <strong>de</strong> casarse con Martín<br />
el dinamitero, así le apodaban en el barrio, <strong>de</strong>sapareció cuando<br />
volvía <strong>de</strong> llevarle <strong>la</strong> comida a <strong>la</strong> mina. Por <strong>la</strong> tar<strong>de</strong>, cuando<br />
Martín regresó a su casa se extrañó <strong>de</strong> no encontrar a su mujer<br />
en el<strong>la</strong> como cada día. No obstante esperó hasta que se echó <strong>la</strong><br />
noche, y preocupado salió en su busca preguntando a sus vecinos.<br />
Nadie <strong>la</strong> había visto, pero todos se ofrecieron a acompañarle en<br />
<strong>la</strong> búsqueda. Rastrearon cada rincón. Patearon todos los barrios<br />
25