11.05.2013 Views

e15.5-000375-11-10-11_23-08-21.pdf

e15.5-000375-11-10-11_23-08-21.pdf

e15.5-000375-11-10-11_23-08-21.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

"La inseguridad de la desresponsabilización en el malestar en la cultura"<br />

Eje temático: 15.5 Psicología y Problemáticas sociales – problemáticas<br />

psicosociales<br />

Autor: Bucsinszky, María Mercedes<br />

Mail: mercedesbucsinszky@gmail.com<br />

1


Resumen:<br />

Se tomarán dos significantes mediante los cuales se articulará con la época actual<br />

el malestar irreductible, inherente a la civilización, tal como se planteara en los<br />

postulados freudianos.<br />

Uno de ellos, la inseguridad, que se recorta del discurso de estos tiempos,<br />

principalmente a nivel de medios de comunicación, tomando en él la<br />

estigmatización que se intenta hacer de los adolescentes; ubicando allí gran parte<br />

de la incomodidad percibida a nivel social. La rebelión adolescente y el riesgo de<br />

procurar apaciguar este espíritu desafiante que genera una reacción fuera de los<br />

lazos familiares apelando a Otro cada vez más impersonal. Tanto el adolescente<br />

con su embate hacia lo instituído como el mundo adulto, recurriendo al discurso<br />

del derecho y la penalización como posible solución.<br />

El adormecimiento, segundo significante articulador del discurso de la época con<br />

la temática planteada, propio de los objetos ofrecidos al silenciamiento del deseo<br />

en busca de la satisfacción plena, siempre fracasada, armonía perdida en el<br />

ingreso a la cultura. La ortopedia actual con distintos objetos de mercado que no<br />

hacen más que adormecer el deseo inconsciente. La inseguridad como una<br />

consecuencia lógica de éste adormecimiento, pues intenta desligar al sujeto de la<br />

responsabilidad por su deseo.<br />

Desarrollo:<br />

El título que lleva este trabajo ubica al malestar en la cultura como contexto. En<br />

tanto condición de la cultura hay un resto no asimilable, ineliminable. Sobre esta<br />

base se plantea la propuesta de los jóvenes como una evidencia de esta condición<br />

de malestar ante un mundo actual con particulares características de intentos de<br />

eliminación de ese malestar. No obstante lo cual creemos que no es una cuestión<br />

2


de época, intentando hacerlo atravesar las épocas y sociedades y subrayar un<br />

momento particular que pone en jaque al mundo adulto. Lo grafica Shakespeare<br />

ya en el siglo XVII, cuando en una de sus obras “El cuento de invierno” nos dice:<br />

“Quisiera que no hubiese edad entre los <strong>10</strong> y los <strong>23</strong> años, o que la juventud<br />

durmiera en el intervalo, pues entre las dos edades no hay otra cosa sino<br />

muchachas embarazadas, viejos insultados, robos y peleas” 1<br />

Decidimos tomar dos significantes centrales como orientadores para la exposición<br />

de la idea que pretendemos y esperamos poder transmitir. Inseguridad y<br />

adormecimiento, permitiéndonos hacerlos jugar con el discurso de la época y<br />

articularlo con el malestar estructural al que hacíamos referencia.<br />

Podemos leer en estos tiempos un significante que insiste: inseguridad. Esta<br />

cuestión atraviesa la sociedad toda, una amenaza que toma muchas veces cierta<br />

estigmatización de determinadas esferas, ya sea por edad, posición social o de<br />

índole económica. Lo que nos interesa pensar aquí, intentando leer este fenómeno<br />

desde otro lugar al mediático, es el temor que surge ante los jóvenes como si<br />

estos desearan sin más “destruir el sistema” tal como se encuentra instituido,<br />

ubicando allí gran parte de la incomodidad que percibimos a nivel social.<br />

En una primera instancia y ubicándonos desde una perspectiva psicoanalítica nos<br />

preguntamos ¿qué sucede con este malestar? Esta incomodidad que nos perturba<br />

y que nos mueve a querer acallarla. Para pensar ¿Cuál es nuestra responsabilidad<br />

como sujetos ante esta problemática que nos presentan los adolescentes? ¿Qué<br />

plantean y en qué incomodidad ubican a los adultos? Sin adentrarnos en las<br />

particularidades de la conflictiva adolescente, la presentamos en relación a las<br />

respuestas que originan en los adultos sus planteos.<br />

Desde una mirada freudiana la cultura se define como el intento, siempre fallido,<br />

de responder a un crimen originario, mítico, que Freud ubica en el mito que crea<br />

1 William Shakespeare, “El cuento de invierno”, en Obras Completas, trad: Luis Astrana Marín, Santillana<br />

ediciones generales, Madrid, 2003, pág. 7<strong>10</strong><br />

3


en Tótem y Tabú. A partir de éste, los hijos se reúnen y ninguno ocupará el lugar<br />

del padre muerto, se instaura una ley que exige la renuncia al goce todo que se<br />

decidieron a aniquilar en la figura de este padre omnipotente y poseedor de este<br />

goce todo. Ya, mediante la renuncia a la satisfacción pulsional, podrá<br />

conformarse la sociedad, en la cual el incesto y el parricidio se establecen como<br />

prohibiciones por las cuales velarán cada uno de sus miembros. Con la amenaza<br />

constante de este retorno pulsional que acecha y para lo cual, la misma cultura<br />

promulgará sus leyes y sanciones.<br />

Esta instauración de la ley generará inexorablemente un continuo vagar del<br />

hombre en la medida en que no todo queda regulado por la ley, lado amenazante<br />

para el sujeto contra sí mismo y contra el lazo social que conforma la civilización.<br />

Dice Marta Gerez Ambertín “… al sujeto no le queda más remedio que navegar<br />

por la cultura haciendo lazo social y soportando, a su vez, los oleajes traumáticos<br />

que estallan en su seno. Y las minas de lo real que estallan ya no provienen tan<br />

solo de la vida pulsional sino, y fundamentalmente, de la domesticación que la<br />

cultura pretendió hacer sobre esa vida” 2<br />

Por tanto, dentro de la concepción de sujeto que introduce y constituye al<br />

Psicoanálisis, no habría discurso jurídico que pudiera soslayar estos embates<br />

pulsionales, pues es la misma convivencia de los opuestos la que estamos<br />

sometidos a “navegar”.<br />

No cabría entonces la suposición de que estos preceptos que promulga la misma<br />

cultura, para los cuales el hombre debe destinar gran parte de sus energías<br />

psíquicas, puedan subvertirse como promesa de solución pues, en palabras de<br />

Freud, “… el plan de la “creación” no incluye el propósito de que el hombre sea<br />

feliz” 3<br />

2<br />

Marta Gerez Ambertín, “La “doble moral (sexual)”, en Cien años de novedad “La moral sexual cultural y la<br />

nerviosidad moderna”, Siglo XXI, México, 20<strong>08</strong>, p.99<br />

3<br />

Sigmund Freud, “El malestar en la cultura” (1930), en Obras Completas, Biblioteca Nueva, 1996, Tomo III,<br />

pág. 3025<br />

4


En su texto, “El malestar en la cultura” (1930), Freud se refiere al Derecho, como<br />

una sustitución del poderío individual y se constituye en el “paso decisivo hacia la<br />

cultura” 4 dado que cada individuo restringe las satisfacciones propias en relación a<br />

un bien común. A partir del establecimiento del orden jurídico, éste no será violado<br />

a menos que las normas éticas así lo requieran.<br />

El discurso jurídico, en su estudio sobre las leyes y la aplicación de las mismas,<br />

conforma uno de los bienes sociales que hace a la regulación del contrato entre<br />

los hombres reunidos en un determinado vínculo, sea una sociedad laboral, un<br />

grupo, una nación. Pues dada la sanción que regularía el cumplimiento de una<br />

legalidad se promueve el desarrollo de obligaciones y se garantizan derechos. Lo<br />

cual se constituye en una necesidad de índole regulatoria de suma importancia<br />

para el sostenimiento de la cultura.<br />

No nos encontramos en condiciones y tampoco interesados en los alcances<br />

legales de las normas del Derecho. Pues, nada lograríamos intentando<br />

superponer ambos discursos; ya que tanto el Psicoanálisis como el Derecho<br />

trabajan aquello que insiste y se manifiesta poniendo en riesgo la vinculación del<br />

sujeto con su deseo y por tanto, atentando contra el lazo social. Pero lo hacen<br />

desde distintos puntos de incumbencia, podríamos pensar al Derecho como<br />

intentando determinar qué le corresponde a cada uno y redistribuir entre las partes<br />

implicadas un estatuto de justicia que sería dar a cada quien lo que le<br />

corresponde, pero ese dictamen, ocurre desde un lugar que no tiene que ver con<br />

la singularidad como lo plantea el psicoanálisis, en donde el lugar de cada sujeto<br />

está dado por la interpelación propia desde el lugar del deseo.<br />

Partiríamos entonces, de la premisa que supone que la sola intervención de la<br />

penalidad del aparato judicial no recubre el malestar ni acabará con él. No se trata<br />

de la penalización como solución sino, como dijimos anteriormente a modo de<br />

regulación.<br />

4 Ibíd, pág. 3036<br />

5


Actualmente la época presenta promesas de felicidad y retoma el significante del<br />

adormecer en todas sus variantes y para todos los sujetos: la industria médico-<br />

farmacológica, los objetos de tecnología, los preceptos publicitarios masivos,<br />

presentan una respuesta a ese inquietante malestar propio del fallido encuentro<br />

con el objeto buscado. Ya que no hay satisfacción plena pues esta armonía<br />

perdida en el ingreso a la cultura es constitutiva del sujeto y su ortopedia actual<br />

con distintos objetos propios del mercado no hace más que adormecer el deseo<br />

inconsciente, ofreciendo para todos, a nivel “globalizado”, los mismos objetos. Al<br />

tomarlos, y obturar la pregunta por aquellos significantes que nos representan en<br />

la particularidad como sujetos, perdemos la responsabilidad por este deseo que<br />

queda capturado en el goce empalagoso de los medicamentos, las nuevas<br />

tecnologías, los mandatos que deberíamos cumplir para estar “bien”, suturando la<br />

posibilidad de implicación en aquello que decimos que nos aqueja.<br />

Al inicio hacíamos referencia a otro significante que ha adquirido hoy un lugar<br />

privilegiado en los distintos discursos que conforman el devenir social,<br />

inseguridad. Desde el discurso colectivo, se ha instalado a razón de explotar, por<br />

lo menos en lo que respecta a nuestro país, la relación más estrecha entre edad y<br />

peligrosidad. En cambio, desde el Psicoanálisis podríamos pensarlo como una<br />

consecuencia lógica de éste adormecimiento que, al desligar al sujeto de la<br />

responsabilidad por su deseo, la inseguridad subjetiva reclama al discurso legal<br />

como un Otro que ordena excesos, que venga a tomar ese lugar al que los<br />

jóvenes lo enfrentan en oposición. Cabe mencionar los planteos de Donald<br />

Winnicott que ubican el tiempo de la adolescencia como un momento del<br />

crecimiento en que dejan la infancia y avanzan hacia la adultez y esto significa<br />

“ocupar el lugar de los padres”. Su principal ventaja es “la libertad de concebir<br />

ideas y actuar siguiendo sus impulsos”. Allí deben estar los adultos para facilitar<br />

este acto, vía oposición sin represalias. (Winnicott, 1968)<br />

Este adormecimiento afecta también al lazo social que nos enfrenta con los<br />

avatares de la singularidad del deseo que nos interpela. Dice Freud al inicio de<br />

“Psicología de las masas y análisis del yo”(1921):<br />

6


“En la vida anímica individual aparece integrado siempre, efectivamente, “el otro”,<br />

como modelo, objeto, auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual<br />

es al mismo tiempo y desde un principio Psicología social en un sentido amplio,<br />

pero plenamente justificado” 5<br />

En el caso de la rebelión adolescente la dificultad, o mejor dicho, el riesgo de<br />

procurar apaciguar su espíritu desafiante, de acallarlo, generará una reacción<br />

fuera de los lazos familiares apelando a un Otro que es cada vez más impersonal.<br />

El adolescente cuenta con las capacidades físicas y la astucia de un adulto pero<br />

se encuentra en un proceso en el cual la adultez será su fin, los efectos entonces,<br />

podrán constituir un mayor peligro para él.<br />

Cuando los padres se corren de su lugar de depositarios de éstas<br />

manifestaciones, y no se encuentran las instituciones subrogadas de éstos<br />

preparadas para tal embate, se pierden los soportes que se hacen necesarios<br />

para el tránsito de este periodo y los adolescentes comienzan a ocupar el lugar del<br />

horror. Los ideales de la adolescencia se vuelven amenazadores para los<br />

mandatos de la actualidad y la sociedad en su conjunto los rechaza.<br />

Colocar a todos los adolescentes en el lugar de contrincantes del orden o de lo<br />

instituido, implica renunciar a comprometerse con cada uno de ellos en su<br />

singularidad, con su constelación propia y acompañar este momento de<br />

resexualización pulsional, en donde el acecho de la sexualidad debe encontrar un<br />

objeto exogámico, fuera de la familia. Para ello deberán, del modo que le sea<br />

propicio a cada uno en relación a su propia historia libidinal, desafiar la autoridad<br />

que hasta ahora se encontraba en los padres y en las instituciones que continúan<br />

a la familia, en el mejor de los casos, la escuela. Quedando solos ante las<br />

exigencias que aún no les es posible recubrir y responsabilizándolos de esto.<br />

Conclusiones:<br />

5 Sigmund Freud, “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), en Obras Completas, Biblioteca Nueva,<br />

Buenos Aires, 1996, Tomo III, pág. 2563<br />

7


Allí donde el adulto, sean los padres, los educadores, los legisladores y la<br />

sociedad en su conjunto, se desreponsabilizan de la vivencia adolescente, éstos<br />

quedan solos ante un mundo que los culpabiliza de las miserias que en su<br />

formalización nada tienen que ver con la cuestión adolescente sino con este<br />

adormecimiento al que referíamos con su consecuencia de incremento de la<br />

inseguridad propia de cada sujeto como efecto de la desresponsabilización<br />

subjetiva.<br />

Este adormecimiento, sutura de la implicación en aquello del orden del malestar<br />

que trabajamos aquí, tiene una posibilidad, esta es la de despertar. Conectar al<br />

sujeto con su deseo donde no se trata de igualdad sino de diferencia. La<br />

propuesta del Psicoanálisis es alojar al sujeto en un dispositivo cuyo único medio<br />

es y sigue siendo la palabra.<br />

BIBLIOGRAFIA<br />

Citada:<br />

Freud, S. “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), en Obras<br />

Completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1996, Tomo III<br />

Freud, S. “El malestar en la cultura” (1930), en Obras Completas, Biblioteca<br />

Nueva, Madrid, 1996, Tomo III,<br />

Gerez Ambertín, M. “La “doble moral (sexual)”, en Cien años de novedad<br />

“La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna”, Siglo XXI, México,<br />

20<strong>08</strong>,<br />

Shakespeare, W. “El cuento de invierno”, en Obras Completas, trad: Luis<br />

Astrana Marín, Santillana ediciones generales, Madrid, 2003<br />

8


De Referencia:<br />

Freud, S. “Totem y tabu” (1912), en Obras Completas, Biblioteca Nueva,<br />

Madrid, 1996, Tomo II<br />

Gerber, D. “El Psicoanálisis en el malestar en la cultura”, Ed. Lazos, Buenos<br />

Aires, 2006<br />

Winnicott, D. “Inmadurez adolescente” (1968), Trabajo presentado en la 21°<br />

reunión anual de la asociación Británica de Sanidad Estudiantil.<br />

9

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!