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LECTURAS UNO DE AGOSTO DE 2008 - Insumisos

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eso, todas esas personas que nos engañaron también murieron a manos nuestras. Y las<br />

comunidades también son muy culpables, porque en algún momento llegábamos a una vereda y<br />

los convocábamos a la plaza y no faltaba el de la comunidad que señalara: ‘Es el de camisa verde’.<br />

Y nosotros lo matábamos. La misma comunidad los ‘sapeaba’. Eso fue un problema porque en un<br />

principio nos daban información que no era y muchos inocentes cayeron.<br />

¿Y esa ola de homicidios, cómo la puede justificar hoy?<br />

Muchos asesinatos los cometimos por el convencimiento del proyecto antisubversivo.<br />

¿En qué año entró usted a las autodefensas?<br />

En 1994. Tenía 28 años. Mi primera operación fue a finales de 1994 en Córdoba. Yo todavía estaba<br />

en entrenamiento en la finca La 35 y Las Tangas. Ahí fue la primera vez que maté a alguien. Ingresé<br />

a las autodefensas por un amigo que era cuñado de un primo de los Castaño<br />

De su mano, ¿cuántas personas mató?<br />

Muchas. Fueron muchas. Y en general, calculo que mis dos bloques asesinaron a 3.000 personas o<br />

más. Muchos se tiraron al Cauca. Cantidades.<br />

¿Y cómo hacían para que no flotaran? ¿Es verdad que los abrían y los rellenaban con piedras?<br />

No. El Cauca se lo lleva todo.<br />

¿Quién lo entrenó a usted en armas?<br />

Había una escuela en La 35. Allá nos entrenaba JL, que era un sargento retirado del Ejército. Doble<br />

Cero, también, que era el comandante después de los Castaño, y alias Estopín, que era un<br />

instructor. Duré cuatro meses en entrenamiento. Yo combatí en La Guajira, en Atlántico, en<br />

Córdoba, en el Valle, en el Urabá, y abríamos zonas para luego entregarlas a comandantes.<br />

¿Por qué no se ha confesado la sevicia con que ustedes perpetraron muchas masacres? ¿Les da<br />

todavía urticaria de hablar de tantas atrocidades?<br />

Estamos en la obligación de contarlas. Mi próxima versión va a ser para hablar sólo de masacres,<br />

como la del Naya, la de Alaska, de varias incursiones a Barragán, de la de Zabaletas. Vamos a<br />

contar cómo murieron estas personas y si hubo excesos de las tropas. Mire, se han generado<br />

muchas historias sobre los crímenes paramilitares. Yo ingresé como patrullero y llegué al Estado<br />

Mayor, y pasé por todos los estadios, y a mí nunca me enseñaron, en ninguna escuela, a<br />

descuartizar una persona o a beber sangre o a comerse dizque el hígado. Eso no me lo enseñaron.<br />

Son dificultades que se dan en las zonas. Matar gente se vuelve un vicio, como meter perico o<br />

fumar marihuana. Hay gente que se deja absorber de eso. Y llegan límites de la vida que ya son<br />

fuera de lo normal. Pero eso no era una directriz, sino que eran decisiones de los muchachos en el<br />

área.<br />

¿Sus tropas qué tipo de excesos cometieron?

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