Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Pascua de Resurrección<br />
Hechos 10, 34-43, Salmo 118, 14-29, Colos<strong>en</strong>ses 3, 1-4, Marcos 16, 1-8<br />
“No os espantéis. Buscáis a Jesús Nazar<strong>en</strong>o, <strong>el</strong> crucificado” (Mc 16,6).No te asustes, María, no<br />
t<strong>en</strong>gas miedo, pues gozas d<strong>el</strong> favor de Dios.No te asustes, Samu<strong>el</strong>, es Dios <strong>el</strong> Señor <strong>el</strong> que te llama.<br />
Con frecu<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> las Escrituras se les ha pedido a personas de fe que no t<strong>en</strong>gan miedo cuando Dios<br />
está a punto de obrar grandes port<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> sus vidas.<br />
A veces cantamos <strong>el</strong> corito: “¡Abre mis ojos, quiero ver a Cristo!” Pero, ¿qué es lo que queremos<br />
ver? ¿A quién buscamos? Aún más importante, ¿estamos pre<strong>para</strong>dos <strong>para</strong> recibir lo que nos v<strong>en</strong>ga de lo<br />
alto?<br />
Las mujeres muy temprano fueron al sepulcro de Jesús a embalsamar <strong>el</strong> cadáver, cosa que no pudo<br />
hacer José de Arimatea porque <strong>el</strong> sábado se echaba <strong>en</strong>cima. Encu<strong>en</strong>tran la piedra corrida y <strong>el</strong> sepulcro<br />
vacío. Despavoridas por la desaparición d<strong>el</strong> difunto y sin poder explicárs<strong>el</strong>o, se refugian <strong>en</strong> <strong>el</strong> sil<strong>en</strong>cio.<br />
Tal vez fuera bu<strong>en</strong>o preguntarnos a nosotros mismos. ¿A qué v<strong>en</strong>imos a la iglesia? ¿V<strong>en</strong>imos<br />
porque esperamos <strong>en</strong>contrar a Jesús? ¿Tal vez nosotros quisiéramos oír también la promesa de que sí lo<br />
<strong>en</strong>contraremos.<br />
Hoy c<strong>el</strong>ebramos <strong>el</strong> día más grande de la fe cristiana. En esta Pascua nos damos cu<strong>en</strong>ta de que<br />
servimos a un Cristo resucitado, a un Cristo vivo. ¿Qué significa eso <strong>para</strong> nuestras vidas? El Dios d<strong>el</strong><br />
universo nos visitó, vivió <strong>en</strong>tre nosotros, murió por nosotros, fue sepultado y resucitó. ¿Qué significa<br />
todo esto?<br />
Dios nos ha dado un gran regalo por medio de Jesucristo. Nos ha ofrecido algo gratis, sin que nos<br />
cueste nada y, sin merecerlo, nos ha dado vida. El precio de recibir ese regalo de Dios fue pagado <strong>en</strong> la<br />
cruz. Ahora se nos llama a compartir con los demás lo que hemos recibido. Se nos llama a compartir <strong>el</strong><br />
regalo de Dios.<br />
Cuando vamos buscando a Jesús, esto es lo que podemos <strong>en</strong>contrar: nada y todo, al mismo<br />
tiempo. Un Jesús que no podemos ver con los ojos físicos, y un Cristo tan verdadero que lo podemos<br />
s<strong>en</strong>tir. Este es <strong>el</strong> regalo que Dios nos da. Este es <strong>el</strong> significado de la vida. En él <strong>en</strong>contramos s<strong>en</strong>tido<br />
<strong>para</strong> nuestra vida. Porque él vive, nosotros también podemos vivir. Porque él resucitó, nosotros también<br />
podemos resucitar. “Pero, ¡si nosotros no estamos muertos!”, me pued<strong>en</strong> decir. Puede ser, pero<br />
¡tampoco vivimos una vida nueva!<br />
Cristo murió <strong>para</strong> que nosotros pudiéramos darle un sí a Dios. Ese sí nos trae una transformación<br />
llamada conversión. Conversión significa lo sigui<strong>en</strong>te: un cambio de lo que éramos antes a un vivir<br />
nuevo.<br />
Dios, por medio de Jesucristo, nos exti<strong>en</strong>de una invitación <strong>para</strong> transformarnos <strong>en</strong> nuevas<br />
criaturas, por su medio se nos ofrece la oportunidad de que nuestra exist<strong>en</strong>cia t<strong>en</strong>ga un nuevo<br />
significado, por su medio podemos vivir una vida nueva de fe <strong>en</strong> Dios.<br />
P<strong>en</strong>semos seriam<strong>en</strong>te esto. ¿Qué clase de Dios es este? Dios inicia la r<strong>el</strong>ación. Dios se <strong>en</strong>trega a la<br />
muerte <strong>en</strong> la cruz, por nosotros. Dios nos da <strong>el</strong> poder <strong>para</strong> aceptarlo. ¿Qué nos falta <strong>para</strong> <strong>en</strong>tregar<br />
nuestras vidas a Cristo?<br />
Hoy, Dios nos está invitando a que formemos parte de la r<strong>el</strong>ación personal más importante de<br />
nuestras vidas, r<strong>el</strong>ación con él. Dios ha mostrado su amor al morir y resucitar por nosotros. La maravilla<br />
es que no somos nosotros los que buscamos a Jesús, sino que él ya nos busca <strong>para</strong> reconciliarnos con<br />
él y los unos con los otros.<br />
¿Por qué nos busca Dios? Dios quiere que compartamos nuestra vida con él, <strong>en</strong>tregando nuestras<br />
vidas a Cristo. Entonces nos convertiríamos <strong>en</strong> apóstoles. Pert<strong>en</strong>ecerle a Cristo significa llevarlo al<br />
mundo donde vivimos. Si queremos que nuestra iglesia cambie y sea lo que Dios desea, primero ti<strong>en</strong>e<br />
que darse un cambio <strong>en</strong> nuestro interior.<br />
Hoy es Pascua de Resurrección, día <strong>en</strong> que se r<strong>en</strong>uevan los votos bautismales. Día <strong>en</strong> <strong>el</strong> que nos<br />
comprometemos con <strong>el</strong> Señor. Esta es nuestra gran oportunidad de <strong>en</strong>tregar nuestra vida a Cristo de<br />
una manera consci<strong>en</strong>te y responsable. El futuro de la <strong>Iglesia</strong> dep<strong>en</strong>de de la r<strong>en</strong>ovación de nuestra alma,<br />
porque sólo así ésta se <strong>el</strong>evará a ser lo que Dios desea <strong>para</strong> <strong>el</strong> bi<strong>en</strong> de la comunidad. Hermanos y<br />
hermanas, que Dios nos dé la gracia <strong>para</strong> que <strong>en</strong>treguemos nuestra vida a Cristo este domingo de<br />
Resurrección.<br />
36