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Homilias para el Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en ...

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Quinto Domingo de Pascua<br />

Hechos 8, 26-40, Salmo 66, 1-11, 1Juan 3, (14-17) 18-24, Juan 14, 15-21<br />

“El Señor esté con vosotros”. Y con tu espíritu.<br />

En nuestra liturgia, hay frases y oraciones, que por lo frecu<strong>en</strong>te de repetirlas, pierd<strong>en</strong> su s<strong>en</strong>tido y<br />

m<strong>en</strong>saje profundos. Una de <strong>el</strong>las es la que <strong>en</strong>cabeza hoy nuestra meditación. ¡Qué bu<strong>en</strong>o que no<br />

estemos solos <strong>en</strong> nuestro peregrinaje sino que contamos con la pres<strong>en</strong>cia constante de nuestro Señor!<br />

Más de una vez <strong>en</strong> nuestra vida hemos estado embargados por <strong>el</strong> miedo. Mas <strong>en</strong> <strong>el</strong> evang<strong>el</strong>io, Jesús<br />

nos anima: “No t<strong>en</strong>gáis miedo, no os voy a abandonar”.<br />

La conducta d<strong>el</strong> maestro mostraba todas las señales de una despedida. Por eso los discípulos<br />

estaban angustiados y pres<strong>en</strong>tían que les abandonaba. Ahora bi<strong>en</strong>, <strong>en</strong> esos mom<strong>en</strong>tos de miedo y<br />

soledad profundos, a veces nos vi<strong>en</strong><strong>en</strong> a la m<strong>en</strong>te unas como “luces”, porciones de las Escrituras, donde<br />

<strong>el</strong> Señor nos ali<strong>en</strong>ta: “No t<strong>en</strong>gas miedo, yo estoy contigo, yo te sost<strong>en</strong>go con mi mano victoriosa. No<br />

t<strong>en</strong>gas miedo ni te desanimes porque yo, tu Dios, estaré contigo dondequiera que vayas”. Si esto lo<br />

lleváramos grabado siempre <strong>en</strong> nuestra alma t<strong>en</strong>dríamos un fundam<strong>en</strong>to más sólido <strong>en</strong> nuestra vida<br />

espiritual.<br />

En este pasaje, Jesús les dice a los asustados y atemorizados discípulos que no les va a abandonar<br />

-”Volveré <strong>para</strong> estar con vosotros” - les dijo. Esto lo haría <strong>en</strong> la persona d<strong>el</strong> Espíritu Santo. Mi<strong>en</strong>tras<br />

tanto t<strong>en</strong>ían que obedecer los mandami<strong>en</strong>tos.<br />

Los mandami<strong>en</strong>tos se resum<strong>en</strong> <strong>en</strong>, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno<br />

mismo. Si nos dejamos llevar por los acontecimi<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> mundo y por las dificultades que <strong>en</strong>contramos<br />

<strong>en</strong> la vida, aún <strong>para</strong> los seguidores de Cristo, parece como si Jesús realm<strong>en</strong>te nos hubiera abandonado;<br />

mas puede que sea lo contrario, que nosotros hayamos abandonado los mandami<strong>en</strong>tos. Dios sólo espera<br />

de nosotros que le demostremos verdadero amor, así él desplegará <strong>el</strong> suyo y se mostrará a la <strong>Iglesia</strong> con<br />

todo poder. Su pres<strong>en</strong>cia será viva y real con nosotros <strong>para</strong> servir a los demás.<br />

Necesitamos que Dios nos hable como a F<strong>el</strong>ipe y nos mueva <strong>para</strong> llegar, con <strong>el</strong> m<strong>en</strong>saje de las<br />

bu<strong>en</strong>as nuevas, a todas las personas que de alguna manera buscan a Dios, como <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> eunuco.<br />

Tal vez Dios quiera que vayamos fuera, al campo, al parque, al teatro, a la taberna, <strong>en</strong> busca de almas<br />

desori<strong>en</strong>tadas, y que dejemos temporalm<strong>en</strong>te nuestros <strong>el</strong>aborados esquemas y programas pedagógicos<br />

y misioneros. La mies está lista. Jesús ord<strong>en</strong>a: “Id” (Mt 28,16-20). No dice: “V<strong>en</strong>id”.<br />

Para lograr esto es necesario que <strong>el</strong> Espíritu Santo ilumine nuestros p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos y actitudes y<br />

miremos siempre al faro iluminador que es Jesús. A Jesús no le importaban las críticas de qui<strong>en</strong>es se<br />

t<strong>en</strong>ían por justos cuando salía a comer con pecadores y se acompañaba de g<strong>en</strong>te no bi<strong>en</strong> vista. Pero<br />

Jesús era Jesús, con <strong>en</strong>tereza y fortaleza <strong>para</strong> actuar con libertad y guiado por <strong>el</strong> espíritu de Dios.<br />

Nosotros, si queremos ser más efici<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> nuestro apostolado hemos de actuar con la misma<br />

decisión y determinación que Jesús. Tal vez lo más fácil sea dar una clase de r<strong>el</strong>igión. Tal vez lo más<br />

fácil y seguro, sea seguir los cánones. Lo más arriesgado es alterar <strong>el</strong> ord<strong>en</strong> establecido. El pobre<br />

eunuco, si le hubiera tocado vivir hoy, se hubiera quedado sin bautismo, porque, tal vez, hubiera t<strong>en</strong>ido<br />

que asistir a un riguroso programa de instrucciones, o catequesis o programa de catecum<strong>en</strong>ado. F<strong>el</strong>ipe<br />

fue más efici<strong>en</strong>te. Había agua, había fe <strong>en</strong> <strong>el</strong> eunuco, ¿quién impedía <strong>el</strong> bautismo? Nadie, <strong>en</strong>tonces. Hoy<br />

sí. El sistema de F<strong>el</strong>ipe, a la larga, es lo que más fruto produce. Ahora bi<strong>en</strong>, todo esto su<strong>en</strong>a a anatema<br />

a los ojos de legalistas.<br />

Conocemos las experi<strong>en</strong>cias tan difíciles por las que tuvieron que pasar Isra<strong>el</strong> y la <strong>Iglesia</strong> <strong>en</strong> sus<br />

comi<strong>en</strong>zos. Pero <strong>en</strong> sus cánticos siempre se resalta <strong>el</strong> poder divino: “Aclamad a Dios, todo <strong>el</strong> mundo,<br />

tañed <strong>en</strong> honor de su nombre, dadle gloria con la alabanza. Decid a Dios: ¡Qué formidable es tu acción!<br />

Por tu inm<strong>en</strong>so poder los <strong>en</strong>emigos te adulan” (Sal 66, 1-3) Parece que la <strong>Iglesia</strong> de hoy debiera pasar<br />

por agua y por fuego, como ha ocurrido <strong>en</strong> sur y c<strong>en</strong>tro América, <strong>para</strong> darse cu<strong>en</strong>ta de la pres<strong>en</strong>cia real<br />

y constante de Dios <strong>en</strong> la persona d<strong>el</strong> Espíritu Santo. Si te <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tras <strong>en</strong> pruebas hoy, te digo: “Que <strong>el</strong><br />

Señor esté contigo...”<br />

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