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Las «locas» de postín Los ambiguos Lolita buscadora de emociones El tonto<br />
—Hablad bajo, que no os oiga la servidumbre –recomendó el aristócrata–.<br />
El marqués me tenía aburrido porque es un viejo inaguantable, y<br />
además, como es amigo de mi familia, se pasaba el día en casa; pero, afortunadamente,<br />
el Gobierno le ha encargado de una misión como extraordinaria<br />
en el extranjero, y voy a divertirme de lo lindo con la suma que me ha dejado.<br />
Miradla, miradla –concluyó Rafaelito, abriendo el armario y sacando una caja<br />
de madera olorosa.<br />
El regalo del marqués de Villamalo estaba en tres billetes de mil pesetas,<br />
y el resto, de quinientas y de cien. La Duquesa contemplaba las cuatro mil<br />
pesetas con mirada perversa, satisfecha de ver que no la habían informado<br />
equivocadamente y que el truco que proyectaba contra Rafaelito merecía la<br />
pena de ser puesto en práctica.<br />
—No necesitaré deciros que como mi familia ignora que poseo este tesoro,<br />
digno de competir con el auténtico tesoro de los Nibelungos 36, tengo que<br />
andar con unas precauciones horrorosas. Me lo pienso gastar todo en trapos<br />
y perfumes. Vos me acompañaréis algunos días a hacer las compras, y os feriaré<br />
con algunas fruslerías 37. ¿Me aceptaréis un corsé? ¿Unos sujeta-pechos?<br />
¿O preferís unas medias de seda?<br />
—¡Qué verdad es que una dicha nunca viene sola! –murmuró la taimada<br />
Duquesa con acento arrullador 38–. Sabréis que vuestra felicidad está llamada a<br />
aumentar dentro de pocas horas. Tengo que daros una noticia como sensacional.<br />
Pero sólo con una condición: que me invitéis a almorzar en el Ritz 39. Allí, de<br />
sobremesa, os revelaré algo que os colmará de legítimo orgullo y de alegría.<br />
—Le digo a usted que esta Duquesa es una trucosa rematada –proclamó<br />
Rafaelito poniéndose una camisa de seda celeste con rosas amarillas–. No<br />
tendré más remedio que convidarla al Ritz. Por más que no sé si nos prohibirán<br />
la entrada –añadió frunciendo las cejas con gracioso mohín 40–. Porque<br />
en el Ritz no dejan pasar a las cocottes 41 al comedor.<br />
—Anda, grulla 42, anda –recomendó impaciente la Duquesa, que mientras<br />
Rafaelito peroraba se había incautado diestramente de una barra de carmín,<br />
de unos guantes, de una corbata y de unas tijeritas, que sepultó en el bolsillo<br />
de su gabán 43. Ponte tu talma 44 y tu capota y vámonos corriendo a tomar una<br />
vistosa carretela. Ardo en deseos de revelarte mi secreto.<br />
36 Nibelungos: Se refiere a El anillo de los nibelungos (Der Ring des Nibelungen, 1876), ciclo<br />
de cuatro óperas épicas compuesto por el compositor Alemán Richard Wagner (1813-<br />
1883). El argumento gira alrededor de un anillo mágico, el cual concede a su dueño el<br />
poder de dominar el mundo.<br />
37 Fruslería: Cosa de poco valor o entidad.<br />
38 Arrullador: De arrullar. Hablar de forma seductora para enamorar a alguien.<br />
39 El Ritz: Hotel de lujo situado en el centro de Madrid, construido en 1910 bajo el reinado<br />
de Alfonso XIII. Sus salones y restaurantes son lugar de cita predilecto de la alta sociedad<br />
madrileña.<br />
40 Mohín: Mueca o gesto.<br />
41 Cocotte: Mujer promíscua. Prostituta de lujo.<br />
42 Grulla: Ave zancuda. En este con<strong>text</strong>o, apelativo cariñoso dirigido a un homosexual.<br />
43 Gabán: Abrigo.<br />
44 Talma: Abrigo sin mangas.<br />
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