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<strong>Revista</strong> ISSN: 0718-714<br />
<strong>Herencia</strong><br />
Estudios literarios, lingüísticos, y creaciones artísticas<br />
Publicación anual - Año 2 - Volumen II - primavera 2010 - Santiago de Chile
<strong>Revista</strong> ISSN: 0718-714<br />
<strong>Herencia</strong><br />
Estudios literarios, lingüísticos, y creaciones artísticas
<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> Vol. II<br />
MMX<br />
Publicada por FACULTAD DE EDUCACIÓN de<br />
UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS<br />
Pedagogía en Lengua Castellana y Literatura<br />
República 71, Santiago de Chile<br />
Editor General<br />
David Gallardo Matus.<br />
Editora de Redacción:<br />
Nickols Valdivia Ibáñez.<br />
Directora:<br />
Angélica Pulgar Núñez.<br />
Profesor asesor:<br />
Cristian Basso Benelli.<br />
Comité editorial:<br />
David Gallardo Matus.<br />
Miguel Bargetto Fernández.<br />
Jorge Matamala Cid.<br />
Angélica Pulgar Núñez.<br />
Juan Rodríguez Salinas.<br />
Nickols Valdivia Ibáñez.<br />
Ilustrador:<br />
Juan Rodríguez Salinas.<br />
ISSN impreso: 0718-7149. ISSN en línea: 0718-9125.<br />
Registro de propiedad intelectual: Nº 183.509.<br />
Depósito legal en conformidad a la Ley 19.733.<br />
Tiraje de 300 ejemplares.<br />
Se permite la reproducción citando la fuente.<br />
http://www.revistaherencia.cl<br />
contacto@revistaherencia.cl<br />
Fundada en septiembre de 2008 por David Gallardo, Angélica Pulgar y Nickols Valdivia.
6<br />
Índice<br />
• Presentación.<br />
David Gallardo Matus. Angélica Pulgar Núñez 8<br />
Especial Bicentenario<br />
• El desplazamiento dinámico de la perspectiva: la profundidad como un dilema en la construcción<br />
de mundo de La Comedia del Arte de Adolfo Couve.<br />
Nadia Norambuena Cofré 12<br />
• La incertidumbre como gnoseología en Estravagario, de Pablo Neruda.<br />
Mario Guerrero Alvarado 17<br />
• María Luisa Bombal: Tres cartas inéditas, un prólogo y un posavasos.<br />
Manuel Peña Muñoz 21<br />
• La etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino, de Pedro Prado.<br />
David Gallardo Matus 35<br />
• Notas a la edición de Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía reunida) de Samir Nazal.<br />
Cristian Basso Benelli 44<br />
Literatura<br />
• Alicia y el reflejo de su espejo: evidencias literarias de cambios históricos.<br />
Javiera Soto Hidalgo 50<br />
• Homero, educador de occidente.<br />
César García Álvarez 59<br />
• Apología del arte.<br />
Eduardo Sánchez Ñiguez 67<br />
Lingüística<br />
• Coherencia y cohesión.<br />
Sebastián Huerta 76<br />
• Bases teóricas del estructuralismo.<br />
Miguel Bargetto Fernández 81<br />
Creaciones artísticas<br />
• Ciudad Juárez. Casablanca. Laguna Estigia. Apocalipsis.<br />
Gloria Favi Cortés 90<br />
• Antiguas ramas chuecas.<br />
Carla Soto Olave 91
<strong>Herencia</strong><br />
• Percepción terrena. San Rafael.<br />
Rosió Rendón 92<br />
• Aguanta. Piojos. Me he puesto el poema alrededor del cuello.<br />
Jean Pierre Frederick 94<br />
• Verdugo.<br />
Daniela Contreras Pavez 95<br />
• Con tu llegada. El olvido y la sangre.<br />
Angélica Pulgar Núñez 96<br />
• Detrás. Letras terapeutas. Mi voz.<br />
Gloria Saavedra Valencia 97<br />
• Hombre, puro hombre.<br />
Jorge Matamala Cid 98<br />
• Evocar.<br />
María Torreblanca 99<br />
• El cuadro.<br />
Nadine Alemán 100<br />
• Pola.<br />
David Gallardo Matus 102<br />
• Furia Azul.<br />
Raúl Ortega Mella 103<br />
• Tregua de Sombras.<br />
Mauricio Saavedra 104<br />
• Minuto a Minuto.<br />
Miguel Bargetto Fernández 106<br />
• Comenzando de cero.<br />
Nickols Valdivia Ibáñez 109<br />
• Juicio al amor.<br />
Dattis Vera Poblete 111<br />
• La verdadera belleza.<br />
María Jesús Campos, Camila Donoso, Myriam Sepúlveda, Daniela Sepúlveda 112<br />
• La espera.<br />
Freddy Fuentes Planells 111<br />
Otros<br />
• Extensión. 117<br />
• Colaboradores. 122<br />
7
8<br />
Presentación<br />
E<strong>vol</strong>ucionar, es una necesidad. El hombre busca siempre mejorar en todos sus aspectos, y el intelectual<br />
es uno de ellos.<br />
Lo que se inició como un sueño de estudiantes, hoy es un proyecto consagrado y en constante<br />
cambio, pues resulta pertinente no sólo satisfacer las necesidades de los lectores, sino también las de nuestros<br />
propios intereses como estudiantes, profesores e investigadores en cuanto a la literatura, el arte y la expresión<br />
del pensamiento.<br />
Este espacio llamado <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>, nos ha permitido engrandecer el espíritu, pues la literatura nos hace<br />
más felices, más conscientes del mundo y los cambios que nos rodean, y lo que en el primer <strong>vol</strong>umen resultó<br />
ser un día feliz, hoy es un momento de reflexión y ensimismamiento en cuanto a lo que somos capaces de lograr<br />
como individuos y como grupo de trabajo. <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> se abre espacios, se da a conocer, se profundiza y<br />
se eterniza en la cultura literaria.<br />
El camino que queda por recorrer es largo y posee muchos obstáculos que no logramos dimensionar,<br />
pero estamos seguros de que estas páginas seguirán abriendo puertas, afianzando amistades y mejorará el<br />
conocimiento.<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> Volumen II, presenta a 25 escritores novatos y profesionales, nacionales y extrajeros,<br />
estudiantes, profesores e investigadores, quienes, quizás sin conocerse entre ellos, dan cuerpo y vida a esta<br />
creación que nos llena de satisfacción y orgullo, pues es fruto del constante esfuerzo que conlleva no sólo<br />
elaborar una revista literaria, sino también una página Web que busca presentar las creaciones literarias y que<br />
hasta la fecha lleva cerca de 7600 visitas tras un año de su creación y desde diferentes partes del mundo, lo cual<br />
nos enorgullece aún más.<br />
Esperamos, que el fruto del esfuerzo esté presente durante muchos años. Creemos que será así, pues<br />
Universidad de las Américas ha visto en esta creación un impulso necesario dentro de las actividades académicas<br />
y de esparcimiento; la carrera ha visto en éste su tema predilecto de conversación entre clases; y nuestras<br />
familias, se enorgullecen tanto como nosotros de esta <strong>Herencia</strong> que aún da sus primeros pasos, pues entregamos<br />
en estas páginas un año de trabajo y entrega, ya no por el anhelo de cumplir un sueño como lo fue con el<br />
<strong>vol</strong>umen uno, sino de cumplir metas desde ahora en adelante.<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> es para el futuro.<br />
David Gallardo Matus
<strong>Herencia</strong><br />
El año pasado, con mucho esfuerzo y trabajo, logramos presentar la primera edición de nuestra revista.<br />
Durante la ceremonia contamos con una clase magistral de nuestro estimado maestro César García<br />
Álvarez, presentándose, además, su libro “Un estudio sobre lo épico: Homero y Cervantes”. Fue un<br />
gran evento.<br />
Este año, en nuestra segunda edición, quisimos conmemorar el Bicentenario de nuestro país a través de<br />
un especial dedicado a la literatura chilena, el cual fue llevado a cabo gracias a la colaboración de nuestros<br />
compañeros, escritores e investigadores destacados y con el aporte de seguidores de nuestra revista a través de<br />
su página en internet. En su totalidad y variedad de temas expuestos en esta edición, creemos haber superado<br />
con creces la alta vara dejada con la pasada publicación, elevándola aún más para la siguiente versión.<br />
Como siempre, dedicamos esta edición a nuestros padres, amigos, profesores y compañeros por su constante<br />
apoyo y colaboración. También agradecemos a destacados escritores y poetas como Nadine Alemán, Nadia<br />
Norambuena, Eduardo Sánchez, Cristian Basso y Manuel Peña; así también a todos los seguidores de nuestra<br />
revista quienes nos leen desde diversos lugares del mundo.<br />
Esta iniciativa nació como un proyecto, un sueño que hoy, ya materializado, se ha convertido en la insignia<br />
de nuestra carrera. Es un legado que esperamos nuestros compañeros compartan, acrecienten y mantengan en el<br />
tiempo con el mismo cariño y trabajo con el que se ha realizado hasta el momento, ya que la Literatura no es sólo<br />
una ciencia o una carrera de estudio, es un arte que en sus distintas formas materializa emociones, imaginación,<br />
mundos y realidades diversas; traspasa barreras de tiempo y de lugar, creando un sinfín de expresiones tanto<br />
sutiles como sublimes. La palabra es la base de todo.<br />
Este trabajo es realizado con cariño y profesionalismo, por lo cual esperamos sea de su completo agrado y<br />
que sea un aporte no sólo a la cultura, sino también un aliciente para que en ustedes, al igual que en nosotros,<br />
acrecienten ese cariño por las letras.<br />
Que disfruten su lectura.<br />
Angélica Pulgar Núñez<br />
9
Especial Bicentenario
El desplazamiento dinámico de la perspectiva:<br />
la profundidad como un dilema en la construcción de mundo<br />
Una obra narrativa es siempre un mundo,<br />
un mundo creado que visitamos a<br />
través de la lectura. En él los personajes<br />
consiguen existir en la medida de que se crean espacios<br />
capaces de contenerlos. Entonces se asume<br />
que cada espacio debiera, por más ficticio que se le<br />
considere, contar en la raíz de su construcción con<br />
la perspectiva, recurso indispensable para construir<br />
en profundidad y equilibrio. Sin ella, los espacios se<br />
desestabilizan, se aplanan, impiden que la luz ingrese,<br />
se desplace y delinee en un emocionante juego<br />
con la sombra, el <strong>vol</strong>umen de los cuerpos contenidos.<br />
Denotativamente, la perspectiva es lo antes señalado<br />
y se la considera como el gran logro de los renacentistas.<br />
La genialidad de estos hombres entregó<br />
a toda la humanidad un método capaz de dotar al<br />
arte de profundidad y <strong>vol</strong>umen. Pero la perspectiva<br />
también entraña una importante cuota de simbolismo.<br />
Ella en sí misma es símbolo de profundidad, a la<br />
vez que la profundidad es símbolo de trascendencia.<br />
Un breve recorrido por la historia nos lo demuestra.<br />
El hombre medieval hizo del arte uno carente de perspectiva.<br />
La pintura, en términos simples, fue plana y<br />
concentrada en un punto central ubicado en la altura de<br />
la tela. Allí representó a Dios. En los alrededores, otras<br />
figuras representaron a los hombres que dependiendo<br />
de su tamaño y nivel de desproporción estaban más o<br />
menos alejados de la presencia divina. Aquí tenemos<br />
entonces un arte bidimensional, carente de perspectiva.<br />
Y su ausencia no responde sólo a una manera de representar<br />
el arte, sino, también, de percibir al mundo, adquiriendo<br />
en esta misma ausencia el valor de metáfora<br />
del teocentrismo medieval. No se aspiró en el arte a la<br />
profundad porque ésta no existiera en su mundo, sino<br />
que se la alojó en la altura. Dios era la profundidad y<br />
el hombre estuvo llamado a alzar la mirada y buscarla<br />
en el cielo. El arte renacentista, en cambio, al valorar<br />
la presencia de la perspectiva en sus representaciones,<br />
huyó de lo bidimensional. Nuevas tierras conquistadas<br />
le revelaron a este hombre renacentista que il mondo<br />
12<br />
de La Comedia del Arte de Adolfo Couve<br />
Nadia Norambuena Cofré<br />
é poco y que en su calidad de creatura perfecta hecha<br />
a imagen y semejanza de Dios era capaz de capturar<br />
toda la belleza y perfección de la realidad. La perspectiva<br />
le daba ese poder de representarse y representar<br />
en exactitud, de recuperar el equilibrio y la armonía de<br />
las formas. La perspectiva adquirió, de esta manera,<br />
la fuerza de símbolo de un hombre seguro de sí mismo<br />
y de su capacidad de aprehender la profundidad<br />
de un mundo amplísimo que deseaba ser conquistado.<br />
¿Puede un método de construcción pictórico y<br />
arquitectónico como la perspectiva ser aplicado a la<br />
narrativa? ¿Es posible unir pintura y literatura a través<br />
de un elemento aparentemente tan alejado de la<br />
segunda? Son muchos los argumentos a través de los<br />
cuales podemos responder afirmativamente a estas<br />
preguntas. Por ahora sólo presentaré dos. En primer<br />
lugar, la narrativa, al proponerse establecer mundos<br />
creados construibles a través de la palabra, requeriría<br />
generar ilusión de profundidad en sus espacios a fin<br />
de que los personajes y sus movimientos nos resultasen,<br />
pese a la ficción, posibles. Y, ¿cómo lograrlo<br />
si no es a través de la perspectiva, método que por<br />
excelencia crea ilusión de profundidad? En segundo<br />
lugar, las páginas de un texto narrativo son verdaderas<br />
superficies bidimensionales y, por ende, obligadas,<br />
cual tela, a valerse de algún medio a través del<br />
cual ilusionar al lector con la posibilidad de ingresar<br />
a la recreación de una realidad tridimensional.<br />
Sin embargo, ¿puede fallar todo lo que hemos<br />
dicho hasta ahora? ¿Puede, como en la pintura, alterarse<br />
la ilusión de profundidad hasta incluso anularla<br />
dentro del mundo creado de un texto narrativo?<br />
El escritor chileno Adolfo Couve (1940-1998) dedicó<br />
gran parte de su carrera a crear una narrativa realista,<br />
tendencia marginal en su época. El resultado fue<br />
perfecto. Sus primeras novelas son el reflejo de una<br />
dedicación absoluta, depuradas de cualquier anécdota<br />
insufrible para un artista que se autodenominara amanante<br />
de lo decimonónico. Las escenas de obras como<br />
Nadia Norambuena Cofré
La lección de pintura, corregidas hasta la angustia,<br />
nos ilusionan con la realidad, una estética, pero<br />
realidad al fin. Nos engañan y frente a ellas el lector<br />
se desconoce para reconocerse esta vez como<br />
espectador de una escena pictórica. ¿Por qué no decir,<br />
entonces, que durante esta extensa etapa literaria<br />
Adolfo Couve supo manejar a la perfección esa<br />
perspectiva que sus amados renacentistas nos heredaron<br />
para representar con exactitud y equilibrio?<br />
Pero cuando Adolfo Couve escribe y luego publica<br />
en el año 1995 su Comedia del arte, se genera<br />
un cambio en su tendencia realista. En la obra hay<br />
un claro afán de abandonar la descripción detallada y<br />
cuidada. El escritor, tal vez como nunca, se encuentra<br />
sobrepasado por la realidad -la misma que lo llevó<br />
tres años después a quitarse la vida-. Adolfo tan<br />
solo deja que la historia de despliegue, avance. Elige<br />
nuestra triste y sórdida Cartagena para ofrecernos un<br />
mundo falto de luz, en extremo precario, en extremo<br />
semejante al nuestro. Todo el equilibrio, la armonía<br />
y <strong>vol</strong>umen que son posibles de recrear gracias a<br />
la perspectiva aquí se debilitan, vacilan, se anulan.<br />
El argumento de La Comedia del Arte es, básicamente,<br />
lo que sigue: un pintor, Camondo, y su modelo,<br />
Marieta, arriban a Cartagena en busca de un sitio<br />
donde el artista pueda dedicarse a su oficio en medio<br />
de la ‘tranquilidad’ de un escenario costero. Juntos se<br />
hospedan en el altillo de la residencial San Julián. Al<br />
poco tiempo, y en medio de los infructuosos intentos<br />
del artista por capturar de manera realista el motivo<br />
elegido, un fotógrafo de temporada seduce a su modelo<br />
y mujer. Una vez descubierta la infidelidad, ocurre<br />
la separación de la pareja. Ésta, sin embargo, será<br />
parcial, pues el tiempo dará lugar a la reconciliación,<br />
no sin asumir las consecuencias del hecho: Camondo<br />
no sólo desiste de su oficio y quita a su mujer la<br />
posibilidad de ser motivo de sus obras, sino que ambos<br />
se embarcan en la búsqueda de un sentido nuevo<br />
para sus vidas que no llegará jamás. La aparición del<br />
fotógrafo había puesto en entredicho no sólo la relación<br />
de la pareja, sino, por sobre todo, la misión de la<br />
pintura en el presente. Frente a la renuncia del artista,<br />
los dioses exigen un espacio en el destino final de la<br />
historia. La ira de Apolo, dios de las artes, irrumpe al<br />
obligar a la musa de Camondo a bajar desde cielo para<br />
castigarlo. Ella cumple con dolor su cometido, introduciendo<br />
en el cuerpo de su inspirado una ponzoña<br />
disfrazada de la manera más soez: un jugo en sobre<br />
marca Yupi. Marieta, conducida por la misma musa,<br />
descubre la consecuencia del sórdido brebaje: Camondo<br />
ha sido transformado en una figura de cera, una que<br />
El desplazamiento dinámico de la perspectiva...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
lo reproduce exactamente pero que, a la vez, le quita<br />
todo rastro de humanidad. En un acto de amor o de<br />
impulsividad o tal vez de irracionalidad, la modelo<br />
arranca la cabeza de la copia de cera del pintor. Abrazada<br />
a ella y luego puesta en sus piernas, inicia la ruta<br />
fúnebre en un taxi cuyo destino nos es desconocido.<br />
Aclarado el argumento, podemos concentrarnos<br />
tan sólo en el comportamiento de la perspectiva<br />
en la construcción de mundo de La Comedia<br />
del Arte y la interpretación de este fenómeno.<br />
Para reconocer que una creación es tridiminensional<br />
-es decir, está en perspectiva-, es necesario que figura<br />
y fondo puedan distinguirse entre sí. Cuando entre<br />
ellas media una distancia, se puede afirmar que se<br />
ha conseguido generar una ilusión de profundidad. La<br />
luz, en este caso, es la que permite que los cuerpos se<br />
separen del fondo, pues al incidir sobre ellos, estos adquieren<br />
<strong>vol</strong>umen, el que a su vez les permite proyectar<br />
sombra. Pero sin luz y, por ende, sin sombra, no hay<br />
recreación de <strong>vol</strong>umen. La figura se aplana, se adhiere<br />
al fondo, se anulan las distancias, no hay perspectiva.<br />
En una representación artística, lo esperado es que<br />
en ella se presente o se ausente la perspectiva. O a eso<br />
nos hemos acostumbrado, es decir, que una apreciación<br />
rápida nos permita concluir si estamos frente a<br />
una construcción bidimensional o tridimensional.<br />
Sin embargo, la lectura detenida de La Comedia del<br />
Arte de Adolfo Couve nos libera de ese patrón al presentarnos<br />
un mundo creado cuya construcción es resultado<br />
del desplazamiento dinámico de la perspectiva.<br />
Pero ¿a qué llamamos desplazamiento dinámico<br />
de la perspectiva? Básicamente nos referimos a que la<br />
perspectiva no logra consolidarse en la construcción de<br />
mundo de la novela. Se presenta por momentos y luego<br />
se retira, haciéndose de esto una constante. La consecuencia<br />
es clara y determinante: si ella no se consolida,<br />
significa que la profundidad se trasforma en un dilema.<br />
En el presente estudio interpretativo, los personajes<br />
son considerados figuras y los espacios en los que<br />
ellos se desenvuelven, el fondo. En una primera etapa<br />
de la historia, personajes y espacios son claramente<br />
distinguibles. Camondo y Marieta son capaces de<br />
recorrer toda la extensión de la playa de Cartagena.<br />
El narrador los describe en sus detalles, dando cuenta<br />
con esto de su <strong>vol</strong>umen. Camondo es un hombre<br />
mayor, lleva un sombrero, arrastra un atril de pintor<br />
y una paleta con sus pomos. Se instala en la playa<br />
13
<strong>Herencia</strong><br />
e intenta capturar con realismo la profundidad del paisaje<br />
en su tela. Marieta, por su parte, arrastra sus redondeces<br />
por una playa atestada de gente. Sus carnes se<br />
quedan literalmente atascadas entre veraneantes, quitasoles<br />
y demás enseres playeros. Además, todo su <strong>vol</strong>umen<br />
es ansiado por el pintor, quien la instala en una<br />
tarima y la retrata como una Diana cazadora. Camondo,<br />
a su vez, busca ansioso la luz de la mañana, la misma<br />
que define los contornos de las basuras esparcidas por<br />
el arenal y que le permite al pintor captar la realidad en<br />
perspectiva para retratarla fielmente. Por todos los elementos<br />
antes señalados -luz, <strong>vol</strong>umen, distinción entre<br />
figura y fondo-, es claro para todos que la construcción<br />
de mundo en su etapa inicial es en perspectiva.<br />
La ilusión de profundidad, entonces, se ha asentado.<br />
No obstante, la llegada de un fotógrafo de temporada<br />
al balneario y su intromisión en la vida de los Camondo<br />
amenaza esta ilusión de profundidad conseguida.<br />
Gastón, el fotógrafo, ofrece a Marieta una relación<br />
clandestina. La modelo se abandona a la seducción,<br />
pese a que esto le significa ocultarse en las sombras del<br />
anonimato. Se besan en la caja de la escalera, tras un<br />
biombo, fingen desinterés mutuo ante los demás, vuelven<br />
a encontrarse en la oscuridad del dormitorio de un<br />
Camondo ausente que pinta en la playa. Que una figura<br />
huya de la luz, busque refugio en las sombras, trae<br />
consigo el debilitamiento del <strong>vol</strong>umen. Esa es la situación<br />
de Marieta. Casi se ha trasformado en una figura<br />
plana adherida al fondo. ¿Dónde está en este punto la<br />
perspectiva? Si está, lo es de una manera débil. Cuando<br />
Camondo, el pintor, descubre que ha sido traicionado<br />
y reacciona iracundo ante la visión de los amantes en<br />
su propia cama, todo el mundo creado se desestabiliza.<br />
La perspectiva se desplaza por primera vez, a tal punto<br />
que el fotógrafo, al querer huir, tropieza una y otra vez<br />
hasta caer. Marieta, la figura casi plana ansía ser plana<br />
cuando en esta sórdida escena intenta ocultar su cuerpo<br />
desnudo con sus propias manos. A pesar de lo descrito,<br />
de tener por lo menos una figura prácticamente<br />
bidimensional y otra que no logra el equilibrio ni la<br />
armonía de sus movimientos, el desplazamiento de<br />
la perspectiva no genera que ésta se ausente del todo.<br />
Continúa el ánimo de construir en perspectiva, aunque<br />
ésta quiera fallar, pues Camondo se mantiene con <strong>vol</strong>umen<br />
gracias al vigor y determinación que demuestra<br />
en su actuar. Es una figura <strong>vol</strong>umétrica que acusa,<br />
condena, imposible de ignorar. Todos lo oyen y ven su<br />
furia. Si existe y su existencia es notoria, entonces, no<br />
se ha adherido al fondo. Por lo tanto, aún hay un espacio<br />
en perspectiva que lo contiene y nos los muestra.<br />
14<br />
Todo lo descrito anteriormente va a implicar que la<br />
construcción de mundo avance hacia la bidimensionalidad.<br />
Luego de que Camondo es testigo de la traición,<br />
por un tiempo tortura con malos tratos a su mujer. Se<br />
encasqueta unos cuernos de alce en la cabeza para<br />
ilustrar públicamente la inmoralidad de Marieta. La<br />
modelo no acepta la ridiculización a que es sometida<br />
y decide marcharse. Por un tiempo, el pintor busca el<br />
amor en los brazos de una loca que cree ver en él un<br />
antiguo amor devorado por el mar. Nunca esta mujer<br />
asume que quien duerme con ella es otro hombre. Que<br />
Camondo no sea percibido por Helena, esta loca de<br />
la playa, nos habla de una figura que comienza a perder<br />
su <strong>vol</strong>umen. Así que sólo podemos concluir que la<br />
perspectiva continúa desplazándose hacia la ausencia.<br />
Cuando la nueva relación se suma a la decadencia<br />
del paisaje, cuando se ensucia como las calles, casas y<br />
arena de Cartagena, el pintor se empecina en recuperar<br />
a su modelo. Marieta atiende al llamado del pintor y<br />
regresa al balneario. Ella toca la puerta de este hombre<br />
que la espera, los golpes despiertan a Camondo.<br />
Abre y no reconoce a la mujer que lo llama por su<br />
nombre, porque en vez de Marieta, lo que percibe es<br />
una sombra total opuesta a la luz del fondo marino que<br />
ella tiene tras sus espaldas. Lo que ocurre aquí es que<br />
figura y fondo se han estrechado. Marieta es apenas<br />
una sombra recortada por el vano de la puerta y, por<br />
ende, anulada como <strong>vol</strong>umen ante quien se enfrenta.<br />
¿Quién es usted? Usted no es Marieta. ¿Entonces mi<br />
Marieta no ha regresado? Tú no eres… Frente a la<br />
sorpresa del pintor, ante la negación de que ella sea<br />
quien es, la modelo duda de su propia existencia y se<br />
palpa aterrada, se pellizca las mejillas para cerciorarse<br />
de que no ha perdido su corporeidad y vuelto un<br />
ánima. Ocurre que la perspectiva como nunca quiere<br />
ausentarse de la representación artística. Crece la<br />
amenaza de la bidimensionalidad cuando los personajes<br />
no se reconocen e, incluso, se atreven a dudar<br />
de su propia existencia como ocurre con Marieta.<br />
El pintor está empecinado en recuperar lo perdido,<br />
todo el mundo creado está empecinado, a su vez,<br />
en que la perspectiva se desplace definitivamente.<br />
Por ello, la consecuencia inmediata es la decisión del<br />
pintor de ir en busca de la mujer que él cree no ha<br />
vuelto. Así, se embarca en un trasatlántico con rumbo<br />
a Arica, conversa con los pasajeros, intercambia<br />
con ellos sus ilusiones de reencontrarse con el amor,<br />
emplea binoculares cuando se acerca a la costa para<br />
que la tremenda distancia no le impida ver a la mujer<br />
que lo espera en tierra. Sin embargo, todo esto<br />
forma parte del desequilibrio mental del personaje<br />
y, por tanto, del mundo creado que ha terminado<br />
Nadia Norambuena Cofré
por construirse sin perspectiva. Es que el trasatlántico<br />
es un barco de lona, una maqueta plana usada por el<br />
fotógrafo para sus retratos playeros y que se encuentra<br />
apoyada en el muro de un patio entre jabas de bebida.<br />
El mar, por su parte, no es otra cosa que el cemento<br />
de la residencial que hospedaba a los Camondo. Y el<br />
pintor está detrás de la maqueta, con los ojos cerrados,<br />
imaginando que su viaje es tridimensional. En esta<br />
escena memorable por su patetismo, en lugar de que<br />
el barco se desplace por toda la extensión del mar y<br />
que el propio mar en toda su profundidad lo sostenga,<br />
tenemos una maqueta estática y apoyada en una superficie<br />
plana. Los binoculares son absurdos, puesto que<br />
se han anulado todas las distancias. Figura y fondo se<br />
encuentran totalmente indistintos. Entre ellos, no hay<br />
separación alguna. En conclusión, la perspectiva se<br />
desplazó y la profundidad se transformó en un dilema.<br />
Pese a todo, el mundo creado no tardará en recuperar<br />
su tridimensionalidad. Porque Camondo despierta<br />
de su ensoñación y, al abrir sus ojos, advierte en la<br />
distancia a Marieta, quien ocupada en la cocina vuelve<br />
a mostrar sus redondeces. El pintor nuevamente es<br />
capaz de percibirla con <strong>vol</strong>umen, atender a sus manos<br />
regordetas entretenidas con el pellejo de unas papas.<br />
Un mundo creado que vuelve a construirse en perspectiva<br />
es el que cobija a estos personajes no sólo reconciliados<br />
con el amor, sino también con el <strong>vol</strong>umen.<br />
Nuevamente caminan juntos por la extensión del jardín,<br />
suben las escaleras de la residencial, Marieta se<br />
acomoda en la tarima, y aunque en ella esté desgranando<br />
porotos, ofrece a Camondo poses retratables.<br />
Pero pronto toda la decadencia del entorno vuelve<br />
a sus vidas, en secreto asumen que su unión carece de<br />
sentido, separan camas y se miran desde sus soledades.<br />
La falta de sentido tanto los atrapa que Camondo<br />
renuncia a su oficio de pintor y en una escena en que lo<br />
ridículo vence a lo trágico devuelve mediante un rito<br />
los dones. “Oh, dios de la Belleza, de la luz, las artes,<br />
la adivinación, hijo del mismo Zeus (…) vengo a de<strong>vol</strong>ver<br />
lo que sólo consideré un préstamo”. Su renuncia<br />
es interpretable como pérdida de <strong>vol</strong>umen, puesto<br />
que abandona el motor de su vida, aquello que lo hacía<br />
existir y diferenciarse del resto. Como si lo bidimensional<br />
lo atrajera, esta figura se está aplanando violentamente.<br />
Lucha por vivir cuando se percata de que sin<br />
la pintura la muerte lo acecha y le pide a la vida una<br />
oportunidad. Quiere teñir su pelo cano, pero renuncia<br />
a eso también por lo patético que resultaría. Finalmente,<br />
se aleja de Marieta y se oculta en las sombras de<br />
una residencial desocupada ya por sus moradores. Pa-<br />
El desplazamiento dinámico de la perspectiva...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
ralelo a esto y producto de la renuncia del pintor, Marieta<br />
vuelca toda su atención en la figura de un payaso<br />
que todas las mañanas pasa frente a su casa. Lo considera<br />
un verdadero artista, a pesar de que este hombre<br />
apodado Bombillín no es más que un ridículo personaje<br />
en medio del descolorido paisaje de Cartagena.<br />
Este nuevo proceso de desplazamiento de la perspectiva<br />
se acentúa cuando Apolo irrumpe en la historia.<br />
El dios griego, enfurecido con Camondo, exige a<br />
la musa del pintor castigarlo. Su ira es total cuando,<br />
luego de haberse marchado ésta, lanza un rayo que<br />
destruye la línea del horizonte, generando con esto el<br />
total desequilibrio dentro del mundo creado. Porque<br />
sin línea del horizonte desaparece la opción del punto<br />
de fuga y sin punto de fuga no hay líneas que converjan<br />
en él a fin de producir ilusión de profundidad.<br />
Luego todo es una cadena de sucesos que marcan la<br />
anulación total de la perspectiva en la construcción. La<br />
musa vierte veneno en el sobre de un jugo marca Yupi.<br />
Camondo no advierte aquello, bebe el líquido y el resultado<br />
es una metamorfosis. La ponzoña lo transforma<br />
en una figura de cera. Marieta lo busca desesperada.<br />
La musa la conduce al paradero final del pintor. En el<br />
camino, la modelo se siente débil, tropieza y finalmente<br />
cae de rodillas ante la Virgen de los Suspiros. No<br />
está rezando, ha perdido el equilibrio porque el mundo<br />
creado ya no lo tiene. Al llegar al refugio de su Camondo,<br />
la musa le cubre el rostro con una bolsa plástica,<br />
negándole la posibilidad de percibir la profundidad del<br />
espacio. En medio de las sombras, se la quita. Lo que<br />
sus ojos presencian es aterrador. Camondo no existe<br />
más, en lugar de él hay una figura de cera que lo reproduce<br />
y miente, porque el <strong>vol</strong>umen está de una manera<br />
artificial y dado por un material condenado a la desintegración.<br />
En las manos de Marieta está la responsabilidad<br />
de anular totalmente la perspectiva. Con ellas<br />
arranca la cabeza de esta copia y se la lleva envuelta.<br />
Y Camondo, sin cabeza, es la prueba irrefutable de<br />
que el mundo creado de La Comedia del Arte terminó<br />
construyéndose sin perspectiva. Sin cabeza, se anula<br />
para siempre la posibilidad de percibir la realidad, de<br />
advertir distancias, de medirlas y de reproducirlas. Sin<br />
cabeza el dilema en que se convirtió la profundidad a<br />
lo largo de todo el proceso de construcción se resuelve<br />
de manera implacable: la bidimensionalidad se consolida<br />
por sobre la tridimensionalidad. Vence el desequilibrio,<br />
se esfuma el <strong>vol</strong>umen, la luz no se capta más.<br />
La hermenéutica, disciplina que guía esta interpretación,<br />
nos permite develar que La Comedia<br />
del Arte, como representación artística,<br />
15
<strong>Herencia</strong><br />
entraña una particular visión de mundo y de hombre.<br />
Si La Comedia del Arte es una representación que<br />
transforma a la profundidad en un dilema y que, además,<br />
resuelve dicho dilema de manera tajante con la<br />
pérdida total de la perspectiva, la visión de mundo<br />
que subyace en ella es totalmente desesperanzadora.<br />
Porque el mundo de La Comedia del Arte es analogía<br />
de nuestro mundo, de uno que no es que carezca<br />
de profundidad, sino que se lo construye sin ella. En<br />
Camondo es castigado el hombre que nacido desde el<br />
abandono se abandona a sí mismo y se niega a mirar<br />
y vivir en profundidad. Por lo tanto, es comprensible<br />
la determinación de los dioses de participar decisivamente<br />
en la historia, porque es reprochable que<br />
los personajes, contando con todo para trascender,<br />
pese a su naturaleza finita, optaran por la mediocridad<br />
y no por la belleza. El hombre contemporáneo<br />
representado en Camondo pierde la cabeza y la perdemos<br />
todos nosotros cuando anulamos la capacidad<br />
de mirarnos y entendernos, de mirar el mundo y entenderlo,<br />
en el fondo, cuando pretendemos existir<br />
sin darle a nuestros actos un sentido trascendente.<br />
16<br />
Bibliografía<br />
•Burckhart, Jacob (1959): La cultura del Renacimiento<br />
en Italia, Barcelona, Editorial Iberia.<br />
•Camille, Michael (2000): El ídolo gótico, Madrid,<br />
Akal Ediciones.<br />
•Campaña, Claudia (2002): Adolfo Couve: una<br />
lección de pintura, Santiago, Ediciones ECO.<br />
•Cornell, Tim (1994): El mundo del Renacimiento,<br />
Vol. 1 y 2, Barcelona, Ediciones Folio.<br />
•Couve, Adolfo (2003): Narrativa completa, Santiago,<br />
Seix Barral.<br />
•Chipp, Herschel (1995): Teorías del arte contemporáneo,<br />
Madrid, Akal Ediciones.<br />
•Da Vinci, Leonardo (1976): Tratado de pintura,<br />
Madrid, Editorial Nacional.<br />
•De Micheli, Mario (1979): Las vanguardias artísticas<br />
del siglo XX, Madrid, Alianza Editorial.<br />
•Fernández, Maximino (2002): Literatura chilena<br />
de fines de siglo XX, Santiago, Edebé.<br />
•Gadamer, Hans-Georg (1991): La actualidad de lo<br />
bello: el arte como juego, símbolo y fiesta, Barcelona,<br />
Paidós.<br />
•Hauser, Arnold (1998): Historia social de la literatura<br />
y el arte, Vol. II, Madrid, Editorial Debate.<br />
•Heidegger, Martin (1997): Arte y poesía, México,<br />
Fondo de Cultura Económica.<br />
•Panofsky, Erwin (2003): La perspectiva como<br />
forma simbólica, Barcelona, Tusquets Editores.<br />
•Touraine, Alain (1994): Crítica de la Modernidad,<br />
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.<br />
Nadia Norambuena Cofré
La incertidumbre como gnoseología en Estravagario,<br />
de Pablo Neruda<br />
Mario Guerrero Alvarado<br />
Más allá de la existencia de diversos ciclos<br />
en la obra de Pablo Neruda (y diversas<br />
teorías que los explican), un rasgo<br />
que cruza de manera transversal toda su producción<br />
poética es su fuerte carácter autobiográfico: desde la<br />
aparición de Crepusculario (1923), hasta Incitación<br />
al nixonicidio (1973) –sin dejar de lado, por supuesto,<br />
sus publicaciones póstumas- es principalmente la<br />
experiencia del autor el material que se yergue como<br />
el sustento semántico llevado a una<br />
concreción estética; aquello, en palabras<br />
del nerudólogo Hernán Loyola,<br />
se denomina como la dirección<br />
egocéntrica de su poesía, la cual, a su<br />
vez, logra la síntesis con una fuerza<br />
contraria, o alocéntrica, enfocada en<br />
el destino del mundo y la sociedad.<br />
Con el fin de explicar la génesis<br />
de Estravagario (1958), y considerando<br />
la experiencia como una de<br />
las bases de la obra nerudiana, es<br />
necesario establecer cuáles son las<br />
circunstancias personales y sociales<br />
que rodean el nacimiento de este libro.<br />
Por lo general, la crítica coincide<br />
en que son dos los episodios<br />
que marcan un notorio quiebre en<br />
la vida de Neruda durante aquellos<br />
años: en el plano personal, en 1955 el poeta termina<br />
su matrimonio con la argentina Delia del Carril -con<br />
quien a la fecha llevaba una relación de aproximadamente<br />
dos décadas- para asumir oficialmente su relación<br />
con Matilde Urrutia, la misteriosa Rosario de<br />
la Cerda, secreta inspiradora de Los versos del Capitán<br />
(1952), y quien posteriormente se transformaría<br />
en su tercera esposa. Por otra parte, desde un punto<br />
de vista político, en el marco del XX Congreso del<br />
Partido Comunista de la Unión Soviética (1956), Nikita<br />
Jruschov hace denuncia pública de los crímenes<br />
cometidos por el régimen estalinista, lo que desemboca<br />
en una crisis al interior de la colectividad, que<br />
lleva a gran cantidad de militantes a cortar de lleno<br />
cualquier relación con el partido o, tal como hizo<br />
Neruda, a mostrar una actitud menos dogmática, de<br />
La incertidumbre cono gnoseología en Estravagario...<br />
reflexión honesta frente a lo sucedido, aunque sin renegar<br />
del proyecto político seguido hasta la época.<br />
Inmenso fue el impacto que generó en Neruda esta<br />
doble crisis personal y social. En este estado vital, y<br />
ya a nivel literario, fue perentorio para el poeta detenerse<br />
a reflexionar acerca de lo que su vida había<br />
sido hasta ese momento, a examinar los caminos recorridos,<br />
a someter a juicio sus propias acciones:<br />
En tantas ciudades estuve<br />
que ya la memoria me falta<br />
y no sé ni cuándo ni como.<br />
[…]<br />
Por qué, por qué tantos caminos,<br />
tantas ciudadelas hostiles?<br />
Qué saqué de tantos mercados?<br />
Cuál es la flor que yo buscaba?<br />
Por qué me moví de mi silla<br />
y me vestí de tempestuoso?<br />
[…]<br />
(Itinerarios)<br />
Atrás quedó la figura profética<br />
del poeta que cantó con la monumental<br />
voz de América en Canto<br />
general. Y es que, al ser Estravagario<br />
un libro de crisis, necesario<br />
fue para Neruda adoptar una actitud<br />
más humilde, un lenguaje más sencillo, y dejar<br />
de lado la grandilocuencia, con el fin de acercarse al<br />
estado de pureza necesario para renacer. Como punto<br />
de partida de la reflexión, uno de los poemas iniciales<br />
es ya revelador desde el título: Pido silencio, en<br />
el cual declara su intención de reinvención personal:<br />
Ahora me dejen tranquilo,<br />
Ahora se acostumbren sin mí.<br />
Yo voy a cerrar los ojos.<br />
[…]<br />
Ahora me dejen tranquilo,<br />
Ahora se acostumbren sin mí.<br />
17
<strong>Herencia</strong><br />
18<br />
Yo voy a cerrar los ojos.<br />
[…]<br />
Pero porque pido silencio<br />
no crean que voy a morirme:<br />
me pasa todo lo contrario:<br />
sucede que voy a vivirme.<br />
[…]<br />
(Pido silencio)<br />
Intenciones parecidas se manifiestan en No tan alto,<br />
donde el silencio necesario para la reflexión se transfigura<br />
en un purificador “baño de tumba”, o la humildad<br />
de la muerte como requisito para reiniciar el ciclo vital:<br />
De cuando en cuando y a lo lejos<br />
hay que darse un baño de tumba.<br />
[…]<br />
Hay que darse un baño de tumba<br />
y desde la tierra cerrada<br />
mirar hacia arriba el orgullo.<br />
(No tan alto)<br />
Ya desde el momento en que el hablante se ha<br />
purificado de sí mismo, en que incluso ha encarnado<br />
en el nombre de Pablo Neruda a su “más pérfido<br />
enemigo” (El miedo), se está en pie de establecer<br />
los fundamentos de la nueva postura del poeta frente<br />
al mundo. Al tomar como base la nueva actitud<br />
de cuestionamiento frente a los sucesos pasados, el<br />
yo lírico se transforma en un ente sumamente crítico<br />
y nihilista, cuya desconfianza se atreve a juzgar lo<br />
que antes era percibido como certeza, e incluso duda<br />
de la posibilidad de alcanzar un verdadero conocimiento<br />
de la realidad. Es, a fin de cuentas, la adopción<br />
de la incertidumbre como base gnoseológica.<br />
Si se interviene el orden en el cual se presentan<br />
los poemas de Estravagario, y se redistribuyen bajo<br />
el orden lógico del camino de la incertidumbre como<br />
acceso al conocimiento, se reconocen tres estaciones:<br />
la primera de ellas es la toma de conciencia del estado<br />
de crisis, ejemplificada en poemas como Itinerarios,<br />
No tan alto, o Pido silencio, expuestos anteriormente.<br />
En una segunda fase, el hablante, ya asumido como<br />
un ser incompleto, se desconcierta frente a ciertas nociones<br />
consideradas anteriormente como certezas, incluido<br />
también el papel del tiempo en la vida humana:<br />
Cuánto vive el hombre, por fin?<br />
Vive mil días o uno solo?<br />
Una semana o varios siglos?<br />
Qué quiere decir “Para Siempre”?<br />
[…]<br />
Regresé a mi casa más viejo<br />
después de recorrer el mundo.<br />
No le pregunto nada a nadie.<br />
Pero sé cada día menos.<br />
(Y cuánto vive?)<br />
No hay elemento dentro del mundo que no caiga<br />
bajo el suspicaz escrutinio de este desconfiado<br />
yo lírico. El desconocimiento de la realidad se extiende<br />
incluso a ciertos fenómenos de la naturaleza:<br />
[…]<br />
En qué medita la tortuga?<br />
Dónde se retira la sombra?<br />
Qué canto repite la lluvia?<br />
Dónde van a morir los pájaros?<br />
Y por qué son verdes las hojas?<br />
Es tan poco lo que sabemos<br />
y tan lentamente aprendemos,<br />
que preguntamos, y morimos.<br />
[…]<br />
(Por boca cerrada entran moscas)<br />
A través del uso de la primera persona plural se<br />
percibe también la intención del poeta de hacer extensiva<br />
su incertidumbre a todo el género humano.<br />
Esto nos conduce inmediatamente a una última etapa,<br />
puesto que si la humanidad en general se encuentra<br />
sumida en la ignorancia, el poco conocimiento que poseemos<br />
invalida el entramado de juicios y categorías<br />
valóricas que se transmiten a través de la cultura. La<br />
última estación de este camino es el llamado a dejar<br />
aprender por sí mismos a los que nacen, a no dejarlos<br />
contaminarse con etiquetas e ideas preconcebidas:<br />
[…]<br />
Quiero que el hombre cuando nazca<br />
respire las flores desnudas,<br />
la tierra fresca, el fuego puro,<br />
no lo que todos respiraron.<br />
Dejen tranquilos a los que nacen!<br />
Dejen sitio para que vivan!<br />
No les tengan todo pensado,<br />
no les lean el mismo libro,<br />
déjenlos descubrir la aurora<br />
y ponerle nombre a sus besos.<br />
[…]<br />
(Cierto cansancio)<br />
Mario Guerrero Alvarado
A modo de cierre, el Estravagario contempla un Testamento<br />
de otoño, destinado a los más variados personajes:<br />
en él se incluyen su partido político, su amada,<br />
algunos bienintencionados que escudriñan en su poesía,<br />
sus enemigos, y también se entregan ciertas recomendaciones<br />
y advertencias, incluida también la clarificación<br />
de objetivos que el poeta le entrega al libro:<br />
[…]<br />
Mientras se resuelven las cosas,<br />
Aquí dejé mi testimonio,<br />
Mi navegante estravagario<br />
Para que leyéndolo mucho<br />
Nadie pudiera aprender nada,<br />
Sino el movimiento perpetuo<br />
De un hombre claro y confundido,<br />
De un hombre lluvioso y alegre,<br />
Enérgico y otoñabundo.<br />
[…]<br />
(Testamento de otoño)<br />
Y con aquellas últimas líneas queda de manifiesto<br />
también la modestia de este nuevo hablante, el<br />
abandono de la posición del poeta como portador de<br />
la verdad, puesto que, si no está seguro de lo que ha<br />
sido su existencia hasta el momento, y su estructura<br />
de conocimiento se basa más bien en inseguridades y<br />
tanteos semiciegos, ¿de que manera podría mostrar el<br />
mundo a los demás? Desnudo ante sí mismo y ante<br />
la realidad, el hablante deja entrever discretamente<br />
una única preceptiva: darnos un “baño de tumba”<br />
de vez en cuando, y sumergirnos en la necesaria reflexión,<br />
buscar las respuestas por nosotros mismos,<br />
agotar las nociones consideradas satisfactorias, desconfiar<br />
de etiquetas y prejuicios, y tomar conciencia<br />
de nosotros mismos como seres que muy difícilmente<br />
llegarán a acercarse al absoluto a través del conocimiento.<br />
En pocas palabras, la idea es hacer parte de<br />
nosotros la sabia sentencia socrática “sólo sé que nada<br />
sé”, o lo que en la epistemología contemporánea se<br />
conoce como “el conocimiento de la ignorancia”.<br />
Estravagario significó un drástico antes y después<br />
dentro de la obra de Neruda, tanto por la presentación<br />
del mundo visto a través del lente de la incertidumbre,<br />
como por la utilización de un lenguaje lúdico, simple<br />
en apariencia, pero profundo en alcance y trascendencia.<br />
Variadas fueron las opiniones acerca de esta rara<br />
avis nerudiana, tanto de exaltación como de rechazo.<br />
Sin embargo, resulta sumamente significativa y esclarecedora<br />
la que el entrega el mismo Pablo Neruda,<br />
el propio padre de este extravagante ser literario,<br />
La incertidumbre como gnoseología en Estravagario...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
quien plantea que “de todos mis libros, Estravagario<br />
no es el que canta más, sino el que salta mejor”.<br />
Podemos agregar: con saltos tan altos, que son capaces<br />
de mostrar al mundo desnudo.<br />
Bibliografía:<br />
• Costa, René de. La poesía de Pablo Neruda.<br />
Santiago: Editorial Andrés Bello, 1993.<br />
• Loyola, Hernán. Origen y razones de la Antología<br />
popular de 1972. Antología popular 1972.<br />
Santiago: Publicaciones Comisión Bicentenario.<br />
2009: 11 – 22.<br />
• -------------------. Itinerario de Pablo Neruda y<br />
esquema bibliográfico. Anales de la Universidad<br />
de Chile: Estudios sobre Pablo Neruda. Vol. 157 –<br />
160 (1971): 9 – 23.<br />
• Neruda, Pablo. Confieso que he vivido. Santiago:<br />
Pehuén, 2008.<br />
• -----------------. Estravagario. Buenos Aires:<br />
Losada, 1958.<br />
• Popper, Karl. El conocimiento de la ignorancia.<br />
Polis, revista de la Universidad Bolivariana<br />
Vol. 1 (2001): 2 – 5.<br />
• Sicard, Alain. El yo nerudiano. Hombre del<br />
sur, poeta chileno, americano del mundo. Santiago:<br />
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad<br />
de Chile. 2007. 27 – 40.<br />
19
<strong>Herencia</strong><br />
20
María Luisa Bombal:<br />
Tres cartas inéditas, un prólogo y un posavasos<br />
Manuel Peña Muñoz<br />
Conocí a María Luisa Bombal una tarde de<br />
lluvia muy acorde a la atmósfera de sus<br />
libros. Vivía en ese tiempo, en el otoño de<br />
1974, en una de esos característicos chalets de Viña del<br />
Mar, cerca de la Plaza México, que se construyeron en<br />
los años treinta, de dos pisos, con ventanas de ojo de<br />
buey, un antejardín lleno de rosas, unos azulejos que<br />
representaban a la virgen de Covadonga y adentro, un<br />
amplio living-comedor dividido por unos cortinajes.<br />
Hacía poco tiempo que había llegado de Estados<br />
Unidos donde vivió más de treinta años alejada<br />
de Chile y muy pocos la recordaban como la<br />
gran escritora chilena que había dado tanto que<br />
hablar con sus novelas “La Ultima Niebla” y “La<br />
Amortajada” y sobre todo con un conflicto sentimental<br />
a raíz del cual tuvo que abandonar el país.<br />
Me recibió en ese salón rodeado de retratos,<br />
con porcelanas y adornos, sentándose alegremente<br />
en un sillón de cretona floreada y hablándome<br />
como si me conociera de siempre. Le agradaba<br />
la gente joven especialmente si uno se acercaba a<br />
ella porque admiraba su talento. Yo tenía veinte<br />
años en ese entonces y terminaba de leer con verdadero<br />
interés sus obras en mis días de estudiante<br />
de literatura en la Universidad Católica de Valparaíso.<br />
Para mí, esos libros eran una verdadera escuela<br />
de sensibilidad y del uso poético del idioma.<br />
Inicialmente supe que estaba en Viña del Mar a<br />
través del músico Marco Antonio Peña a quien yo<br />
visitaba a menudo en su casa de Playa Ancha, ya<br />
que estábamos vinculados con el teatro universitario<br />
del puerto. Marco Antonio era un artista permanente<br />
enamorado de la vida y los viajes. Lo recuerdo<br />
con su alegría desbordante sentado al piano<br />
y cantando baladas sentimentales o boleros taciturnos.<br />
Preparaba el té con canela y ofrecía en las noches<br />
calurosas un vaso de vino blanco helado, con<br />
una rodaja de limón, mientras se paseaba por esa<br />
casa amplia, llena de rincones inesperados con colecciones<br />
de cajas antiguas, sombreros, victrolas y<br />
partituras de música de operetas vienesas. Allí, en<br />
esa semi-penumbra, hablábamos de libros y de su<br />
María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />
vida en Venecia o de cuando había recorrido Alemania,<br />
tocando piano en espectáculos de cabaret.<br />
Una tarde, escuchando discos viejos de comedias<br />
musicales, sonó el teléfono. Marco Antonio descolgó<br />
y estuvo hablando largo rato, en medio de risas, acerca<br />
de “Pedro Urdemales”, una obra de teatro a la que<br />
le había puesto música. Era una versión teatral en estilo<br />
cuento infantil del famoso relato folklórico. Luego,<br />
cuando finalmente colgó, me dijo con toda naturalidad<br />
que estaba hablando con María Luisa Bombal.<br />
Yo no podía creerlo. Aquella figura tan lejana,<br />
tan imprecisa en mi mundo literario, me parecía<br />
de súbito tan cercana. Me contó que no estaba<br />
en el extranjero como yo suponía sino que<br />
en Viña del Mar, viviendo en una casa junto a la<br />
Plaza México. El la conocía mucho ya que ambos<br />
frecuentaban la casa de la escritora Sara Vial.<br />
Marco Antonio, mientras vivía en Madrid, fue<br />
muy amigo de una hermana de Sara Vial que radicaba<br />
allá. Ahora, de regreso en Chile, visitaba<br />
a Sara y le gustaba mucho encontrarse en esa<br />
casa con María Luisa Bombal que me la describió<br />
como una mujer llena de vitalidad y entusiasta<br />
de la música, la poesía y el teatro.<br />
Yo, de inmediato, le pedí su número de teléfono,<br />
pero Marco Antonio me respondió que era muy delicado<br />
y que no podía dármelo. Comprendí su prudencia,<br />
pero ciertamente hubiese deseado obtenerlo<br />
para entablar contacto con mi escritora favorita.<br />
Aquella noche, ligeramente decepcionado, me<br />
fui de la casa de Marco Antonio. Sin embargo albergaba<br />
una esperanza. En el fondo, tenía el presentimiento<br />
de que me había acercado a algo maravilloso<br />
que simplemente estaba al otro lado de la bahía.<br />
Entretanto seguí leyendo sus obras: “Lo Secreto”<br />
y “Las Islas Nuevas”, imaginando que la autora estaba<br />
en una casa de Viña del Mar bajo la misma lluvia o<br />
bajo el mismo sol, a la misma hora y a la misma temperatura.<br />
Que era día o noche para ambos, a la vez.<br />
Una noche, por azar - o tal vez por azahar o porque<br />
estaba premeditado o escrito - fui a una fiesta a<br />
una casa de la Subida Carampangue, en el barrio del<br />
21
<strong>Herencia</strong><br />
puerto de Valparaíso. Era una fiesta juvenil con gente<br />
universitaria y personajes increíbles y estrafalarios<br />
de la bohemia porteña de esos años locos años 70. Escuchábamos<br />
a Simmon and Garfunkel tocar “El cóndor<br />
pasa” y también discos de Luis Dimas y Cecilia.<br />
En un momento, un joven de unos veinte años que<br />
estaba sentado, fumando en un balcón, cayó a la calle.<br />
Asustados, salimos a ver qué había ocurrido. Pero<br />
por suerte - por esos caprichos de la geografía urbana<br />
de Valparaíso - la caída a una vereda en declive fue<br />
a muy poca altura, de modo que el accidente no fue<br />
grave, pero igualmente llevaron al muchacho a uno<br />
de los cuartos y lo tendieron en una cama.<br />
El baile continuó pero yo, por curiosidad, fui a esa<br />
habitación empapelada...¡con diarios! Aquel joven<br />
estaba aturdido por el golpe, pero podía incorporarse.<br />
Sin lugar a dudas, al día<br />
siguiente se iba a recuperar...<br />
Me quedé a su lado y, por<br />
distraerlo, le conversé de<br />
música, de los invitados que<br />
conocíamos y de la casa en<br />
donde nos encontrábamos. Le<br />
conté también que estudiaba<br />
literatura y que me gustaba<br />
leer, que mi autora preferida<br />
era María Luisa Bombal.<br />
El muchacho abrió los<br />
ojos como si se despertase<br />
de un sueño y me preguntó<br />
con una sonrisa cómplice:<br />
“¿Te gustaría conocerla?”<br />
Sorprendido ante<br />
su ofrecimiento, le respondí<br />
que sí, pero que no sabía qué relación<br />
existía entre él y mi escritora predilecta.<br />
Afuera de la habitación se escuchaba la música<br />
y las parejas que bailaban en ese enorme<br />
salón. El dijo simplemente: “Vivo con ella”.<br />
Extrañado por aquella afirmación aparentemente<br />
absurda, pensé que deliraba por efecto de la caída.<br />
Pero no era así. Me dijo que me iba a dar el número<br />
de teléfono de María Luisa con la condición<br />
de que nunca le dijese que él me lo había dado.<br />
- Ni siquiera sé tu nombre - le dije.<br />
- No voy a dártelo tampoco - me dijo - Hay que<br />
ser prudente. Y si alguna vez me ves en la casa o<br />
en la calle con ella, haz cuenta que no me conoces.<br />
Nervioso e intrigado, fui a buscar lápiz<br />
y papel. El joven tendido en aquella cama,<br />
me dictó un número y luego cerró los ojos.<br />
Yo encontraba muy misterioso todo aquello e<br />
incluso pensé que el teléfono era inventado. Al día<br />
22<br />
siguiente, muy nervioso, marqué el número desde<br />
mi casa familiar en el cerro Placeres. Salió una<br />
voz de mujer. Yo pregunté: “¿Puedo hablar con María<br />
Luisa Bombal?” Hubo un momento de silencio<br />
que me pareció interminable. Era muy factible que<br />
me dijeran “Está equivocado”, pero no fue así. La<br />
mujer me respondió “¿De parte de quién?”. Di mi<br />
nombre y luego dijo: “Espere por favor”. Luego<br />
vino un momento aún más largo e impaciente que<br />
el anterior. Pensé que alguien iba a hacerse pasar<br />
por María Luisa Bombal, pero también pensé<br />
que tampoco era un nombre tan conocido o familiar<br />
entre la gente corriente de Viña. Por fin, después<br />
de un momento, escuché una voz de mujer.<br />
- Sí, habla María Luisa Bombal.<br />
- Buenos días, habla un estudiante de literatura de<br />
la Universidad Católica.<br />
Ella no pareció escuchar y<br />
de inmediato se disculpó riéndose<br />
por la tardanza, pues venía<br />
bajando del segundo piso y arguyó<br />
que estaban encerando y<br />
que había tenido que venir “saltando<br />
por las pozas de cera”.<br />
Fueron sus palabras textuales.<br />
Era su primera frase que me reflejó<br />
de inmediato un extraordinario<br />
sentido del humor. Por lo<br />
demás, estaba sorprendido de su<br />
amabilidad y confianza, puesto<br />
que no me conocía de nada.<br />
Le expliqué que me gustaría<br />
mucho conocerla para hablar<br />
de su obra. Ella se mostró muy<br />
complacida, porque dijo que rara vez se le acercaba<br />
un estudiante para entrevistarla y que casi nadie sabía<br />
que se encontraba viviendo en Viña del Mar. Desde<br />
que había regresado a casa de su madre desde New<br />
York prácticamente no se veía con nadie, de modo<br />
que aceptaba con mucho gusto que yo la visitara.<br />
Arreglamos una cita y antes de colgar, se quedó<br />
un momento vacilante y me preguntó : “¿Quién le<br />
dio mi número de teléfono?” Hubo otro largo silencio<br />
dubitativo. Yo vi en mi mente a aquel joven enigmático<br />
del que ni siquiera sabía el nombre, tendido<br />
en aquella cama después de haberse caído del balcón<br />
en una fiesta. Y <strong>vol</strong>ví a escuchar sus palabras : “No<br />
digas nunca que yo te di el teléfono”. Estaba en una<br />
encrucijada. Pero un buen ángel me sopló al oído una<br />
piadosa mentira: “Fue Marco Antonio Peña, el músico<br />
amigo de Sara Vial...”<br />
María Luisa Bombal sonrió complacida. Ya<br />
estaba fijada la primera cita.<br />
Manuel Peña Muñoz
A los pocos días - era una tarde de otoño - acudí a<br />
la casa de María Luisa con un extraña incertidumbre.<br />
Temía incluso de que fuera una broma, que alguien con<br />
sentido del humor me había seguido el juego al otro<br />
lado del teléfono, dándome una dirección inventada.<br />
Crucé el estero Marga Marga, llegué por fin<br />
a la casa de la calle 5 Poniente 77 y toqué el timbre<br />
que estaba junto a la reja. Pronto apareció una<br />
señora que - tras cruzar un pequeño jardín donde<br />
nadaban pétalos de rosas en las pozas de lluvia<br />
- me hizo pasar a un salón para que aguardara.<br />
En medio del living me quedé de pie, sumido en<br />
aquella claridad teatral de tarde lluviosa, mirando los<br />
muebles vetustos y los cuadros al óleo, hasta que escuché<br />
unos pasos que bajaban las escaleras. Allí estaba<br />
ella, sonriendo. Era una mujer que me pareció alta,<br />
con el rostro empolvado, de unos sesenta y cinco años,<br />
vestida con pantalones oscuros y con una chasquilla sobre<br />
la frente, como una heroína de sus propias novelas.<br />
Mi temor inicial ya había desaparecido porque ella<br />
era muy divertida para hablar y constantemente hacía<br />
bromas. Me llamaba mucho la atención su manera<br />
de pronunciar el castellano con una extraña modulación<br />
acompañada de ademanes con sus uñas pintadas.<br />
Recuerdo que conversamos de libros y de películas.<br />
Le gustaba mucho la música y de inmediato<br />
nos pusimos a hablar de Marco Antonio Peña a<br />
quien admiraba por sus condiciones para tocar<br />
el piano. Le agradaba tanto que fuésemos amigos.<br />
- Ha viajado por toda Europa - me decía riéndose<br />
con una carcajada que no perdía nunca.<br />
Después hablamos de sus novelas y de la admiración<br />
que yo sentía por su obra. Lo primero que me<br />
pidió fue que no le formulara preguntas difíciles porque<br />
ella no entendía de análisis modernos. Me contó<br />
que la habían invitado por esos días a la Universidad<br />
de Chile de Valparaíso y que ella estaba aterrada delante<br />
de tanta gente. “Por suerte iba conmigo Sara<br />
Vial”, me dijo, “Porque ella respondía. De pronto, un<br />
profesor de esos doctorales, me dijo que había leído<br />
“La Ultima Niebla”, pero que no había entendido<br />
dónde había quedado el sombrero de paja que pierde<br />
la protagonista. Me preguntó dónde había quedado.<br />
Yo, indignada, le respondí: “¡¡¡Búsquelo usted!!!”...<br />
Después le hablé de unos collages que estaba<br />
haciendo y me dijo que debía inspirarme en canciones<br />
francesas de la Belle Epoque para que pegara<br />
en mis composiciones los elementos de que hablaban<br />
esas letras: rostros de mujeres románticas, tarjetas<br />
postales descoloridas, partituras de música,<br />
pétalos de flores y plumas de sombreros. Luego se<br />
puso a cantar su vals favorito Fascination en francés.<br />
Estuvimos viendo fotografías suyas y conver-<br />
María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
sando de Katherine Mansfield a quien admiraba.<br />
Me habló de París, de Viña del Mar en invierno, de<br />
la niebla que le daba terror y de su madre que estaba<br />
en el segundo piso y que deseaba conocerme.<br />
Al poco tiempo, bajó una anciana muy distinguida,<br />
de pelo blanco y profundos ojos azules. Para<br />
mí, era un privilegio conocer a la señora Blanca<br />
Anthes Precht, que era muy conocida en Viña del<br />
Mar por haber fundado la radio de la Universidad<br />
Santa María que transmitía siempre música clásica.<br />
Me sirvieron té en ese salón y mientras tintineaban<br />
las cucharillas en el silencio, conversamos del balneario<br />
en invierno, del Patio Andaluz de Recreo, de<br />
la playa Miramar con su avenida de palmeras, de los<br />
antiguos palacios del cerro Castillo, del paseo Monterrey<br />
y de la calle Montaña donde vivían. “Con la luz<br />
apagada en el dormitorio, la noche entera percibíamos<br />
nítidamente el nacer, alzarse y desplomarse de cada<br />
ola, y hasta el suspiro de la espuma que ésta desparramara<br />
por las arenas. Un breve silencio hecho de luna, y<br />
de nuevo el murmullo del nacer, alzarse y desplomarse<br />
de la próxima ola, y de la siguiente y de la otra...”<br />
De todo se hablaba en ese salón en invierno, del pitido<br />
del tren en medio de la noche y de aquella fuente en la<br />
plaza de Viña donde siempre nadaba un cisne negro...<br />
La madre era también un cúmulo de recuerdos<br />
que María Luisa Bombal celebraba con su alegre risa<br />
nerviosa... Viña del Mar era otra ciudad en aquella<br />
época, más elegante, cuando desfilaban los suntuosos<br />
carros alegóricos o cuando Sara Rioja fue coronada<br />
Reina de los Juegos Florales Cervantistas en<br />
el teatro Victoria de Valparaíso. Sí, ellas conocían a<br />
las familias antiguas del cerro Castillo, a Nina Anguita,<br />
claro, a la que María Luisa Bombal le había<br />
dedicado el cuento “El Arbol” y ciertamente a Felicitas<br />
Subercaseaux que paseaba en coche-victoria...<br />
Fueron tantas damas distinguidas que se fueron...<br />
De todas ellas, madre e hija cuentan<br />
recuerdos y anécdotas hasta que el salón<br />
va quedando en una tibia penumbra...<br />
Más tarde, después de las cálidas despedidas,<br />
regresé a mi casa de Valparaíso, en el cerro Placeres,<br />
con un extraño sentimiento de angustia mezclado<br />
a la felicidad. Subiendo frente al Bosque de<br />
los Lobos Marinos yo sentía que estaba viviendo<br />
algo mágico y que no tenía con quien compartirlo...<br />
La segunda vez que visité a María Luisa Emilia Inés<br />
Bombal me dijo que me iba a presentar a su se cretario.<br />
Estábamos conversando en aquella sala llena<br />
de antigüedades familiares cuando apareció<br />
a contraluz por la puerta del fondo un joven<br />
muy bien vestido. Me levanté del sillón<br />
23
<strong>Herencia</strong><br />
para saludarlo y fue entonces que lo reconocí.<br />
Era él efectivamente: el joven del balcón que<br />
había conocido en aquella fiesta, aunque ahora<br />
estaba muy diferente, con un impecable traje<br />
gris pizarra y una agenda de cuero para anotar<br />
los compromisos sociales de María Luisa.<br />
Me dio la mano ceremoniosamente como si fuese la<br />
primera vez que nos viésemos. Yo estaba desconcentrado<br />
y procuraba disimular. También él, en todo momento<br />
se comportaba con gran corrección y naturalidad.<br />
Se veía que le tenía un gran cariño a María Luisa<br />
y que estaba allí para cumplir detalladamente las obligaciones.<br />
Era un hombre pálido de modales pausados<br />
que se llamaba José Antonio Gallardo. En un momento<br />
que salió, María Luisa me explicó por lo bajo:<br />
- José Luis es muy buena persona. Vive aquí con<br />
nosotros en las habitaciones del fondo. Su madre es<br />
mi ama de llaves.<br />
“Ama de llaves”, esa fue la expresión que usó,<br />
como si estuviésemos en un castillo o fuésemos<br />
prisioneros en Manderley, la vieja mansión gótica<br />
donde se desarrolla la novela “Rebeca” de Daphne<br />
du Maurier, una novela de sus novelas predilectas.<br />
Efectivamente, de allí sacó inspiración para “La<br />
Ultima Niebla” y la situación de una mujer casada<br />
con un hombre en segundas nupcias y viviendo<br />
en una casa que le recuerda en todo momento a su<br />
primera mujer, está tomada de esa novela en donde<br />
aparece aquella famosa ama de llaves interpretada<br />
en el film de Hitchkock por Judith Anderson.<br />
A María Luisa le agradaba hablar de cine y de<br />
viejas películas. Sabía de estrellas antiguas y me<br />
contó que en Buenos Aires había escrito críticas de<br />
cine en la revista Sur que dirigía Victoria Ocampo.<br />
Hojeando un álbum de fotografías que le trajo su secretario,<br />
me dijo : “Aquí estoy en Buenos Aires en<br />
una confitería con Jorge Luis Borges. Fue toda una<br />
época. Nos juntábamos con Norah Lange, con Luis<br />
Saslawsky, el director de cine. Aquí estamos con<br />
Libertad Lamarque en el set de la película “Puerta<br />
Cerrada”. “Era maravillosa esta actriz ¡Cómo nos<br />
gustaba su clara voz con pájaros, llena de juventud y<br />
de agua fresca! Nunca apreciamos antes su extraordinario<br />
temperamento dramático, pero en “Puerta<br />
Cerrada” la vimos actuar y moverse por primera vez<br />
con soltura, gracia y dignidad... Fue otro triunfo de<br />
Saslawsky el de haber descubierto a una verdadera<br />
actriz patética, de humildad, de emoción contenida,<br />
a una actriz mucho más expresiva y más inteligente,<br />
me atrevería a decir, que muchas de las grandes<br />
figuras de la pantalla de entonces. La película era<br />
fantástica. ¡Qué pena que ni siquiera la pasen en te-<br />
24<br />
levisión! Pero en esos años, era un éxito... Lo que<br />
más me gustaba era la lluvia contra los ventanales del<br />
atelier-buhardilla de la pareja enamorada y la huida<br />
de los hermanos después del crimen: ella arrastrando<br />
una cola de encajes y llevando al niño pequeño en los<br />
brazos, perseguidos por los policías de a caballo en<br />
la noche tormentosa...Con Luis Saslawsky estábamos<br />
encantados con la actuación de Libertad Lamarque.<br />
Incluso después, filmamos con ella “La Casa del Recuerdo”<br />
con un guión que yo escribí especialmente<br />
para ella y que fue también un rotundo éxito...”<br />
Se dejaba guiar por sus recuerdos mientras a su<br />
lado, José Luis Gallardo le pasaba álbumes de fotos<br />
y quedaba presto a anotar cualquier compromiso<br />
que surgiera en su agenda de cuero negro. Sí...era un<br />
joven cortés, alegre y condescendiente. En diversas<br />
oportunidades lo vi llevando del brazo a María Luisa<br />
a reuniones literarias de Viña del Mar e incluso una<br />
vez, acompañándola a visitar al rector de la Universidad<br />
Católica de Valparaíso, don Héctor Herrera Cajas,<br />
una mañana en que nos cruzamos en las escaleras.<br />
En la tercera visita, acudí con el crítico de cine<br />
Sergio Salinas, que no daba crédito a que yo fuese<br />
amigo de María Luisa Bombal, a quien él admiraba,<br />
pero que suponía muerta o viviendo en otro país.<br />
También en otra ocasión acudí con Renato Paveri,<br />
profesor de francés interesado en la literatura, que<br />
trabajaba en la Universidad de Chile y que deseaba<br />
también conocerla. En esa ocasión hablamos de Francia<br />
e hizo recuerdos de su vida en París. También le<br />
comentamos que habíamos leído su último relato “La<br />
Maja y el Ruiseñor”, recién aparecido en la antología<br />
“El Niño que fue” de la Universidad Católica, con<br />
recuerdos de infancia de escritores chilenos. A mí me<br />
había gustado mucho esa nostálgica evocación de Viña<br />
del Mar, con sus neblinas y sus jardines silenciosos.<br />
En realidad, si yo llevaba a alguien a esa casa,<br />
seleccionaba muy bien a quien iba a presentarle.<br />
Para mí, era un ser maravilloso, particularmente<br />
exclusivo, a quien no deseaba compartir con alguien<br />
que no tuviese verdaderamente interés en su<br />
obra. Yo me sentía como dueño de un tesoro. Además,<br />
a esa casa llegaban a veces visitas especiales<br />
y únicas, como cuando acudió una hija del compositor<br />
Osmán Pérez Freire y hablaron de música. Esa<br />
noche de invierno, María Luisa cantó una estrofa<br />
de la canción “Una pena y un cariño” compuesta<br />
precisamente por Lily Pérez Freire y su hermana:<br />
“Me voy riendo riendo<br />
y de tí voy arrancando<br />
más si me fueran siguiendo<br />
me encontrarían llorando”...<br />
Manuel Peña Muñoz
La verdad es que en ese tiempo los intelectuales<br />
eran más bien indiferentes a la obra de María Luisa.<br />
En el ambiente universitario se leían a los autores<br />
latinoamericanos, principalmente a Mario Vargas<br />
Llosa, Leopoldo Marechall, o Juan Rulfo a quienes<br />
habíamos conocido personalmente porque estuvieron<br />
con nosotros departiendo en un encuentro de escritores<br />
en la Universidad Católica de Valparaíso en 1969.<br />
“La Ultima Niebla” o “La Amortajada” eran libros<br />
más bien para iniciados, para algunos estudiosos<br />
o poetas que creían ver en estas obras una magia<br />
especial. Por otro lado, ella misma era un ser de otra<br />
época, algo abstracto, inmaterial como sus heroínas,<br />
intangible como su niebla. Al menos así había sido<br />
para mí, hasta hacía muy<br />
poco tiempo. Se conocían<br />
sus novelas, pero como<br />
vivió prácticamente toda<br />
su vida fuera de Chile, nadie<br />
podía suponer que se<br />
encontraba viviendo allí,<br />
en un chalet de Viña del<br />
Mar, mientras a poca distancia<br />
de su casa, se congregaban<br />
los novelistas<br />
del “boom” latinoamericano,<br />
al cual no pertenecía.<br />
Por otro lado, todavía<br />
no se habían reeditado sus<br />
novelas ni tampoco <strong>vol</strong>vía<br />
a hacer noticia gracias a<br />
la edición de “La Historia<br />
de María Griselda” y<br />
“Trenzas”, textos inéditos<br />
en Chile que Roberto Silva<br />
Bijit tuvo la buena idea<br />
de editar años más tarde,<br />
en 1977, en Quillota, en<br />
la editorial El Observador.<br />
De modo que aquellas visitas<br />
eran para mí algo deslumbrante. No podía entender<br />
cómo la vida seguía indiferente allá afuera,<br />
sin que nadie sospechara siquiera, que a la vuelta de<br />
la esquina, estaba viviendo María Luisa Bombal...<br />
Ella me tomó gran afecto. Le gustaba leer mis<br />
cuentos y siempre me estimulaba en mi camino literario.<br />
Me hablaba de Federico García Lorca a<br />
quien había conocido en Argentina en el año 1933,<br />
en la casa de Pablo Rojas Paz y Sara Tornú, cuando<br />
fue a estrenar “Bodas de Sangre” en Buenos<br />
Aires con Lola Membrives en el Teatro Maipo.<br />
Después de la actuación, García Lorca realizó una<br />
función de títeres como “fin de fiesta” para el pú-<br />
María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
blico asistente al estreno que estaba formado principalmente<br />
por poetas y escritores. El repertorio fue<br />
“El Retablillo de don Cristóbal” del propio García<br />
Lorca y dos adaptaciones : “Las Euménides” de Esquilo<br />
y “Los Habladores” de Cervantes. Por cierto<br />
que el poeta sabía manipular muy bien los muñecos,<br />
pero en aquella ocasión, no actuó solo. Lo acompañaron<br />
con los títeres, Antonio Cunil Cabanillas, un<br />
director de teatro español residente en Argentina y el<br />
escenógrafo de la obra, el pintor e ilustrador de portadas<br />
de revistas femeninas, Jorge Larco, con el que<br />
un año más tarde iba a casarse María Luisa Bombal...<br />
Nostálgica en su sillón de Viña del Mar, recuerda<br />
a su primer marido, con el<br />
que la unían afinidades artísticas,<br />
a Pablo Neruda y a<br />
Federico García Lorca que<br />
tocaba piano para ella y le<br />
decía “María Luisa es así”<br />
tocando rápidos arpegios.<br />
Eran tiempos de alegría<br />
bajo los grandes ceibos de<br />
Buenos Aires, en las confiterías<br />
y en los teatros.<br />
Tiempo también para la<br />
soledad y los constantes altibajos,<br />
para escuchar a Enrique<br />
Granados que tanto le<br />
gustaba, para leer a Alfonsina<br />
Storni que era maestra<br />
e iba a leer poemas al Café<br />
Tortoni, a Juana de Ibarbourou<br />
y a Willa Cather.<br />
Mirando por la ventana<br />
hacia el jardín - o hacia<br />
su propio corazón - María<br />
Luisa habla de las presencias<br />
mágicas y fantasmales.<br />
También de su vida en Estados<br />
Unidos, del conde Raphael de Saint Phalle, su<br />
segundo esposo, que había fallecido en Nueva York<br />
y a quien extrañaba, de su hija Brigitte que vivía<br />
en Estados Unidos y a quien deseaba <strong>vol</strong>ver a ver.<br />
Lamentablemente nunca se llevaron bien y Brigitte<br />
jamás vino a conocer el país de su madre. Pese<br />
a las desavenencias, siempre me hablaba de ella, incluso<br />
una vez, estaba vestida con una bata de color<br />
sandía y me dijo que era regalo de su hija Brigitte.<br />
Tanto la quería que la protagonista de su cuento “El<br />
Arbol” se llama precisamente Brígida.<br />
En ese tiempo, leía a los clásicos. “Siempre hay<br />
que leer a los clásicos”, me decía. “Sobre todo la mi-<br />
25
<strong>Herencia</strong><br />
tología griega que es la base de la literatura. Allí están<br />
los argumentos de peso, los verdaderamente interesantes<br />
que son los dramáticos. Tienes que escribir<br />
cuentos basados en los mitos: Mitología Moderna,<br />
esa es la clave...Ya ves, todas mis heroínas se inspiran<br />
en el mito de la Medusa. Yolanda de “Las Islas<br />
Nuevas” no es más que una Medusa moderna”<br />
Yo me quedaba deslumbrado con sus palabras.<br />
Y cuando regresaba a la casa, comenzaba<br />
a poner en práctica todos esos consejos literarios<br />
que nacían de nuestras conversaciones en<br />
la penumbra de ese antiguo salón viñamarino.<br />
Fue así que, siguiendo sus consejos, escribí “Medea”,<br />
un cuento inspirado en la tragedia de Eurípides.<br />
Tal como me había sugerido, actualicé el tema a la<br />
década de los años cuarenta. Por ese tiempo, en los<br />
años setenta, la revista Paula organizaba todos los<br />
años un célebre concurso de cuentos que era muy famoso<br />
porque era uno de los pocos concursos de cuentos<br />
que había y además, era muy publicitado. Todos<br />
los jóvenes queríamos enviar nuestras creaciones literarias<br />
y yo envié mi cuento que había trabajado con<br />
María Luisa Bombal. Tenía en ese tiempo 20 años<br />
cuando obtuve una “mención honrosa” en ese certamen.<br />
Para mí, era todo un triunfo porque era la primera<br />
vez que obtenía un premio fuera de Valparaíso.<br />
En el puerto había ganado mi primer premio con el<br />
cuento “Berta o los dorados estambres de la locura”<br />
que a María Luisa Bombal le había gustado mucho.<br />
De inmediato la llamé por teléfono para contarle<br />
la noticia y <strong>vol</strong>vió a ratificarme la idea de los clásicos<br />
de la mitología griega. Cuando apareció el cuento<br />
en la revista Paula fue todo un acontecimiento y<br />
María Luisa Bombal me llamó para felicitarme y a<br />
todos les decía que ese cuento lo habíamos escrito<br />
juntos. En realidad, la idea había sido suya y yo había<br />
escrito el cuento siguiendo sus pautas. Ese año<br />
obtuvo el premio Marco Antonio de la Parra y el<br />
dramaturgo Fernando Cuadra, que era mi profesor<br />
de teatro en Valparaíso, una mención honrosa, igual<br />
que yo, lo cual, para mí, era una gran satisfacción.<br />
Más tarde, escribí “Fedra”, siguiendo los mismos<br />
cánones y una novela que titulé “Princesitas”.<br />
Este original obtuvo el segundo premio en el Concurso<br />
de los Juegos Florales Gabriela Mistral de la<br />
Municipalidad de Santiago en 1974. Recuerdo que<br />
entregaron los premios en el Palacio Cousiño que<br />
yo no conocía y me entrevistó el periodista y escritor<br />
Jorge Marchant Lazcano. El primer premio lo<br />
obtuvo Enrique Valdés con su novela “Ventana al<br />
sur”. Yo tenía veintitrés años en ese entonces y me<br />
parecía muy extraño el mundo de Santiago, muy<br />
diferente al ambiente que vivíamos en Valparaíso.<br />
26<br />
Por lo demás, era la segunda vez que venía a la capital<br />
en forma independiente y por más de unas horas.<br />
Antes sólo había venido con mis padres o con<br />
el colegio a ver obras de teatro en el ITUCH de ese<br />
tiempo, como “Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta”<br />
de Pablo Neruda o “El Evangelio según San<br />
Jaime” de Jaime Silva que nos entusiasmaba tanto.<br />
La primera vez que vine por mi cuenta fue cuando<br />
vine a la entrega de los premios literarios de la<br />
revista Paula, una tarde de mucho calor. Viniendo de<br />
Valparaíso no podíamos entender las altas temperaturas<br />
que debían soportar los santiaguinos, a fines<br />
de año que era cuando se entregaron estos premios.<br />
María Luisa estaba muy contenta y sorprendida.<br />
Me pidió que le llevara el manuscrito de “Princesitas”<br />
porque deseaba leerlo. Se lo llevé y quedó encantada.<br />
Tuvimos una reunión en su casa para analizar la novela<br />
y me dijo que el personaje más interesante era un joven<br />
llamado Yayo, de quien todos hablaban, pero que<br />
nunca aparecía. Desde entonces, siempre me llamó así.<br />
Yo seguí visitándola durante ese tiempo. Conversábamos,<br />
salíamos y me llamaba alegremente “mi<br />
enamorado”. También íbamos a ver a Sara Vial donde<br />
siempre había risas, anécdotas y brillantes temas<br />
de conversación. En esa casa de la calle Arlegui pasamos<br />
momentos muy agradables que se duplicaban<br />
con la presencia de María Luisa Bombal porque ella<br />
siempre recordaba su amistad con Pablo Neruda. Y<br />
entonces comenzaba una verdadera cascada de recuerdos<br />
que se entrelazaba con las conversaciones<br />
amenísimas de Sara Vial. Ambas eran niñas joviales<br />
que reían y se mostraban cartas. Sara hablaba de su<br />
infancia en el cerro Alegre, de cuando bajaba al plan<br />
por la calle Urriola, siempre llena de agua, o de cuando<br />
su madre tocaba valses en el piano. Le agradaba<br />
hablar de esas casas misteriosas y de las campanadas<br />
del reloj Turri que acompañaron su niñez de niña elegante.<br />
En un cajón de la cómoda guardaba un poema<br />
que Pablo Neruda le había escrito en una servilleta. A<br />
su lado, María Luisa hablaba de una cocina en Buenos<br />
Aires donde ambos escribían porque allí había<br />
buena luz. En una esquina se sentaba ella corrigiendo<br />
los borradores de “La Ultima Niebla” y en la otra,<br />
Pablo Neruda escribía “Residencia en la Tierra”. En<br />
una de esas reuniones llegó María Urzúa que había<br />
sido secretaria de Gabriela Mistral en Petrópolis. El<br />
esposo de Sara Vial tenía una panadería que funcionaba<br />
en los bajos de la casa, de modo que a las cinco<br />
de la tarde, siempre enviaban bandejas de pasteles<br />
y pan recién salido del horno para la hora del té.<br />
Sentado en silencio en aquella mesa tan bien servida,<br />
yo simplemente escuchaba aquellas conversa-<br />
Manuel Peña Muñoz
ciones de alegres recuerdos con aquellas tres increíbles<br />
escritoras que tenían de común denominador<br />
un extraordinario sentido del humor y gran conocimiento<br />
literario. Se sumaba además el talento y las<br />
sabrosas anécdotas que relataban de escritores. María<br />
Urzúa contaba que estando con Gabriela Mistral<br />
en Brasil, se había suicidado su misterioso sobrino<br />
Yin Yin. A causa de ello, sumida en una profunda<br />
depresión, la escritora había escrito unas famosas<br />
oraciones que hacía leer a las personas que trabajaban<br />
con ella para orar por el alma de Yin Yin.<br />
Al poco tiempo, toda esa convivencia literaria en el<br />
salón de Sara Vial se iba a terminar. Mejor dicho, iba a<br />
ser reemplazada por otras experiencias que vendrían<br />
más tarde, ya que había obtenido una beca del Instituto<br />
de Cultura Hispánica para estudiar literatura en<br />
España. Era una gran oportunidad para perfeccionar<br />
mis estudios en el país de mis antepasados y conocer<br />
mis raíces visitando el pueblo donde había nacido mi<br />
padre en la frontera con Portugal. Con mucha alegría<br />
y profunda nostalgia, dejé Chile en enero de 1976.<br />
Días antes de partir, fui a despedirme de María<br />
Luisa Bombal. Estaba muy contenta con mi viaje,<br />
pero me dijo que me iba a extrañar porque se había<br />
acostumbrado a mis visitas y conversaciones.<br />
En aquella oportunidad, me invitó a tomar un<br />
aperitivo en el Chez Gerald de la avenida Perú que<br />
le gustaba mucho. Recuerdo que era muy especial<br />
el ambiente: parejas jóvenes en todas las mesas. En<br />
una de ellas, una mujer madura, muy pálida, vestida<br />
con un grueso abrigo de piel y un joven de veinte<br />
años, hablando de libros y poetas, del mar y de las<br />
avenidas de ceibos en Buenos Aires, del jacarandá<br />
y de cierto gomero. Yo me sentía como el dueño<br />
de un tesoro y no podía entender cómo a nuestro<br />
lado, la gente se mantenía sin saber que en una<br />
mesa estaba nada menos que María Luisa Bombal.<br />
Regresamos a su casa y nos despedimos amigablemente<br />
en el antejardín de las rosas blancas.<br />
Me dijo que me iba a anotar la dirección para que<br />
le escribiera, pero no teníamos pluma ni papel.<br />
La señora que estaba regando el jardín nos facilitó<br />
un lápiz y riéndose nos dijo “En casa de herrero,<br />
cuchillo de palo”. Días después, en enero de<br />
1976, viajé rumbo a España lleno de ilusiones...<br />
En Madrid viví en un comienzo en el Colegio<br />
Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, en la avenida<br />
Séneca, cerca del Instituto de Cultura Hispánica<br />
que me había becado y donde realizaba estudios de<br />
lengua y literatura española. Al poco tiempo, me<br />
inscribí en los cursos de doctorado en Filología Hispánica<br />
en la Universidad Complutense de Madrid,<br />
María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
cuyos cursos fueron muy interesantes y profundos.<br />
Al cabo de un tiempo, el profesor Federico Sánchez<br />
Castañer que era mi tutor, me indicó que debía<br />
buscar un tema para investigar. No tardé mucho en<br />
encontrarlo. Haría mi tesis doctoral sobre el tema<br />
“Vida y obra de María Luisa Bombal” en una época<br />
en que todavía no comenzaba ese creciente interés<br />
por estudiarla que vino después con las tesis de<br />
investigación en las universidades norteamericanas<br />
y los libros de Hernán Vidal, Agata Gligo, Margorie<br />
Agosin y Lucía Guerra Cunningham entre otros.<br />
Le escribí en mi habitación del Colegio Mayor<br />
una carta a María Luisa Bombal contándole mi<br />
deseo de realizar una investigación en torno a su<br />
obra como tema de mi tesis doctoral. Al poco tiempo,<br />
recibí la respuesta de su puño y letra, escrita con<br />
bolígrafo azul, con esa caligrafía nerviosa que la caracterizaba<br />
y ese uso tan particular de los guiones:<br />
Señor Manuel Peña.<br />
Colegio Mayor N.S. de Guadalupe.<br />
Habitación 125. Av.Séneca 4.<br />
Madrid 3.<br />
España.<br />
Santiago, 24 agosto 1976.<br />
Yayo querido:<br />
¡Cuánto me emocionó tu carta de Madrid del 26 de<br />
mayo pasado! ¡Cuánto, tú no sabes! Ha sido un consuelo<br />
espiritual dentro del pesar y tristeza por las que<br />
he pasado últimamente. Mi mamá murió el 14 de junio<br />
pasado. Se fue en cuatro días - pulmonía doble - pero<br />
no sufrió y se veía muy linda y joven, muerta, cuando<br />
se la llevaron. También llevaba un semblante de paz<br />
muy grande y casi de dulzura. Bueno Yayo, yo estaba<br />
en Santiago y ella me tenía guardada tu carta que tanto<br />
aprecio y leo y releo para darme ánimos y sentirme<br />
una razón de ser. Estoy muy desanimada a ratos y atacada<br />
por la gran tentación de Satanás: la melancolía.<br />
Por favor, Yayo. ¡Pedirme el consentimiento<br />
para ocuparte de mi pequeña obra! Si más que consentimiento<br />
te doy las gracias y todo mi entusiasmo<br />
por ello. Ojalá no te haya desanimado el no recibir<br />
contestación inmediata mía. Mi único anhelo ha<br />
sido ser conocida y publicada en nuestra Madre Patria.<br />
¡Y ahora tú y tu valiosa ayuda ayudándome a<br />
conseguirlo! No puedes haberme dado una alegría y<br />
esperanza mayores. Y me siento orgullosa de ser presentada<br />
allá por el Profesor y escritor Manuel Peña.<br />
Me alegra aún sobremanera lo que me cuentas sobre<br />
tus estudios y además el enterarme que no olvidas<br />
tu libro mitológico. Va a ser grande. Sobretodo si los<br />
27
<strong>Herencia</strong><br />
personajes no son todos completamente nuestros;<br />
si los hay entre ellos algunos “universales”. Tú me<br />
entiendes. - Te echo de menos, Yayo; escríbeme diciéndome<br />
que me perdonas esta tardanza en contestarte<br />
y cuéntame de tí, tus últimas noticias. Te abraza:<br />
María Luisa Bombal.<br />
P.D. Mucho, mucho tendría que enterarte<br />
y contarte de nuestras actividades literarias<br />
aquí, pero será para otra vez - quiero que<br />
esta salga cuanto antes. Cariños. María Luisa.<br />
28<br />
Remitente: M.L.Bombal.<br />
Casilla 344.<br />
Viña del Mar.<br />
Chile.<br />
Sud América.<br />
La carta refleja el desánimo de María Luisa<br />
Bombal en aquellos años. Se sentía profundamente<br />
sola. Recuerdo que una vez, caminando<br />
por la calle Valparaíso se detuvo bruscamente y<br />
me dijo “Yo creo que ya me morí. Y esto que estoy<br />
viviendo es el infierno”. La estaba atacando<br />
“la gran tentación de Satanás : la melancolía”.<br />
Pasaba grandes depresiones y sólo la consolaba<br />
la presencia de alguien a su lado. No soportaba estar<br />
sola. Por eso, Sara Vial fue su gran amiga en Viña del<br />
Mar, con quien podía comunicarse y hablar de libros,<br />
de autores y de literatura. Fuera de ese ámbito, se sentía<br />
desorientada, sin un lugar. Por lo demás, Viña del<br />
Mar le parecía una ciudad fea y vulgar. Ya lo había<br />
sentido cuando escribió “La Maja y el Ruiseñor” en<br />
que recuerda, nostálgica, el balneario de la infancia,<br />
elegante y señorial. Ahora, con tantos años transcurridos,<br />
se sentía en una ciudad que ya no le pertenecía.<br />
La descripción de la muerte de la madre es<br />
uno de los pasajes más bellos de la carta. Parece<br />
una pasaje de “La Amortajada” : “Se veía tan linda<br />
y joven, muerta, cuando se la llevaron. Llevaba<br />
un semblante de paz muy grande y casi de dulzura”.<br />
Para María Luisa Bombal, la muerte tenía<br />
algo bello y misterioso a la vez. Algo enigmático.<br />
Luis Saslawsky, el director de cine argentino de los<br />
años treinta y cuarenta (filmó “El Balcón de la Luna”<br />
con Lola Flores, Carmen Sevilla y Paquita Rico) - a<br />
quien conocí en Buenos Aires muchos años más tarde<br />
- me contó que María Luisa Bombal siempre vivía<br />
obsesionada con la idea de la muerte. Estando allí, en<br />
esa difícil época, escribió varios guiones para el cine,<br />
entre ellos, el de la película “La Casa del Recuerdo”<br />
que Saslawsky filmó con Libertad Lamarque.<br />
“María Luisa sabía dar muy bien ese clima angus-<br />
tioso, claustrofóbico, que se siente en una hacienda<br />
en el campo, en un día de lluvia”, me dijo Saslawsky,<br />
en una amplia casa de la calle Suipacha donde me<br />
hallaba hospedado, en medio de recuerdos cinematográficos<br />
y un enorme foco de filmación. “Y eso era<br />
lo que yo quería precisamente. Durante todas la película<br />
está lloviendo y eso daba un ambiente muy...<br />
muy...María Luisa Bombal...Estábamos filmando esa<br />
película cuando recibí la carta de un amigo mío, moribundo,<br />
en un hospital de Buenos Aires. Con letra<br />
temblorosa me decía que se había enterado de que yo<br />
estaba filmando “La Casa del Recuerdo”, cuyo guión<br />
lo había escrito su autora favorita. Antes de morir,<br />
quería conocer a la autora de “La Amortajada”, novela<br />
que había leído por esos días, próximo a la muerte.<br />
Yo llevé personalmente a María Luisa Bombal al<br />
hospital. La esperé largamente en el auto. Finalmente<br />
apareció con el semblante transfigurado. No dijo<br />
nada. Días más tarde, supe que mi amigo enfermo<br />
había fallecido. A los pocos días, recibí por correo<br />
una brevísima nota con la misma caligrafía debilitada<br />
por la proximidad de la muerte. La nota decía<br />
escuetamente. “Gracias. Mitad hada. Mitad bruja”.<br />
La llegada de esta primera carta fue un extraordinario<br />
incentivo que me llenó de alegría, entusiasmo y<br />
deseos de trabajar. De inmediato comencé a recopilar<br />
datos y artículos, a leer la bibliografía existente y a<br />
analizar en detalle su obra en forma meticulosa. A la<br />
par, se desarrollaba mi vida en Madrid y la necesidad<br />
de cambiarme de casa. Sin embargo, tenía siempre<br />
tiempo para escribirle a María Luisa, cartas llenas<br />
de amistad y adoración verdadera por su obra literaria.<br />
Además, escribí un trabajo de análisis literario<br />
en torno al cuento “Lo Secreto” que se publicó en<br />
la revista de la Universidad de Chile de Valparaíso.<br />
Había adquirido una máquina de escribir vieja con<br />
la que me trasladaba a todas partes. Estaba establecido<br />
finalmente en una casa de una familia gallega<br />
en la calle Goya. Tenía un balcón por donde entraba<br />
la magnífica luz de Madrid. La dueña de casa se<br />
llamaba Marina y siempre me hablaba de “Confieso<br />
que he vivido” de Pablo Neruda que le gustaba<br />
mucho. Fue allí precisamente, en ese departamento<br />
asoleado y hermoso, donde recibí el libro “La Historia<br />
de María Griselda” con una dedicatoria de la<br />
autora. Era una hermosa edición, muy sencilla, publicada<br />
por Roberto Silva en El Observador de Quillota.<br />
Recuerdo que este envío me causó una gran<br />
alegría y esperé la tranquilidad apropiada de una<br />
noche de invierno para leer ese libro. Días más tarde,<br />
recibí la segunda carta de María Luisa Bombal:<br />
Manuel Peña Muñoz
Aéreo.<br />
Sr. Profesor<br />
Manuel Peña<br />
Goya 129 - 4ª dcha.<br />
Madrid 9<br />
España.<br />
Viña del Mar, 13 enero 1977.<br />
Yayo querido: Gracias por tus cartas. Me han emocionado<br />
de verdad. Cartas así las necesitaba mi ánimo<br />
y corazón, y me alegra sobremanera de que éstas<br />
vinieran de tí. Gracias nuevamente por todo lo que<br />
me dices de mi obra, tu interés en ésta y en mi persona.<br />
Sí, me haces comprender cuánto he perdido yo<br />
también al irte tú tan lejos. ¡Cuánto necesito de una<br />
compañía y amistad cotidianas como podrían haber<br />
sido y ser la nuestra! Pues a mí me interesa también<br />
enormemente tu obra. ¿Cómo va<br />
tu libro, ese tu “Mitología Moderna”?<br />
Escríbeme de todo lo que<br />
escribas y piensas pues me interesa<br />
tu pensamiento y vida. Cuéntame<br />
de España y de la gente que<br />
ves. Figúrate que mi sueño dorado<br />
desde hace mucho sería hacer<br />
un viaje largo a ésa. De España<br />
no conozco sino San Sebastián.-<br />
Yayo, me “encantó”, porque la<br />
palabra es “encantamiento” lo<br />
que me inspiró tu trabajo sobre<br />
“Lo Secreto”, trabajo tan profundo,<br />
hermoso...y “ameno”, quiero<br />
decir lleno de gracia además. Y<br />
ahora contestando tus preguntas.<br />
“House of Mist” me encuentro<br />
justamente traduciéndolo yo misma de mi inglés.<br />
Asimismo mi “The Foreign Minister”. Extraña situación.<br />
¿Verdad? pero figúrate que ya tengo contrato<br />
con las Ediciones Universitarias de la Universidad<br />
Católica de Valparaíso para su publicación apenas<br />
éstas, mis obras, estén a punto. No me atrevo a fijarte<br />
fecha aún. También van a hacer una nueva edición<br />
de “La Historia de María Griselda” y “Trenzas”.<br />
Quiero que ésta salga cuanto antes para que estés<br />
al corriente de la situación respecto a todo esto último,<br />
por ello no te escribo más largo; es mucho lo que tendría<br />
que decirte. Sara Vial recibió tu tarjeta y recuerdo.<br />
Muy conmovida. Te escribirá. Para tí un abrazo<br />
fuerte de esta amiga y colega que te quiere y admira:<br />
María Luisa Bombal.<br />
Mi nueva casilla 406.<br />
María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />
Rte. M.L.Bombal.<br />
Casilla 406.<br />
5 Poniente 77.<br />
Viña del Mar.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
Efectivamente, María Luisa Bombal vio una<br />
nueva edición de “La Historia de María Griselda”<br />
en las ediciones Universitarias, lo que le<br />
causó gran alegría. Cuando apareció el libro, hicieron<br />
una presentación en el Club Naval de Valparaíso,<br />
a la que acudió Jorge Luis Borges, especialmente<br />
desde Buenos Aires, porque eran muy<br />
amigos de esos años porteños de bohemia.<br />
Al término de la ceremonia fueron todos a tomarse<br />
fotografías a la Escalera de la Muerte en un<br />
costado del ascensor Cordillera, pero María Luisa<br />
Bombal se quedó abajo, rehusando subir ningún peldaño<br />
porque decía que le podía<br />
traer mala suerte. Era supersticiosa<br />
y en todas las cosas cotidianas<br />
encontraba su lado mágico.<br />
Yo iba siguiendo todos estos<br />
acontecimientos desde Madrid<br />
porque mi familia y amistades me<br />
enviaban los recortes del diario, ya<br />
que sabían que los estaba necesitando<br />
para la redacción de mi tesis.<br />
Por esas fechas, recibí una<br />
carta del editor Roberto Silva, de<br />
Quillota, quien me proponía editarme<br />
un conjunto de mis cuentos,<br />
puesto que había leído “Medea”<br />
en la revista “Paula” y posteriormente<br />
“Vírgenes de Madrid”, un<br />
cuento que había escrito después<br />
de observar los modos de vida y costumbres de los<br />
madrileños. Este cuento se publicó en “La Estafeta<br />
Literaria” de Madrid y resultó finalista en un concurso<br />
de cuentos para escritores de habla española menores<br />
menores de 25 años. Junto a diversas crónicas<br />
de viaje, este cuento se reprodujo en “El Mercurio”<br />
de Valparaíso donde la profesora Ana Julia Ramírez<br />
de la Universidad de Chile lo envió, interesando<br />
también vivamente a Roberto Silva. Me pedía otros<br />
cuentos y permiso además para inspeccionar libremente<br />
mi mundo privado en un cajón de mi escritorio<br />
que yo había dejado con llave en mi casa de la<br />
infancia en Valparaíso. A cambio, me proponía editar<br />
mis cuentos y conseguir un prólogo de María Luisa<br />
Bombal, quien había intercedido también en mi favor.<br />
Roberto me contaba que deseaba publicarle “La<br />
Historia de María Griselda” que era inédita en Chile.<br />
29
<strong>Herencia</strong><br />
Yo le respondí muy entusiasmado. A los pocos<br />
días, Roberto Silva fue a mi casa y después de revisar<br />
mi escritorio, encontró los papeles, cartas, fotografías<br />
y manuscritos que le proporcionó mi madre.<br />
Entretanto, le escribí a María Luisa Bombal agradeciéndole<br />
su apoyo y contándole el desarrollo de mi<br />
trabajo que se sucedió en diversos domicilios, ya<br />
que la beca era exigua y luego se terminó, de modo<br />
que tuve que sobrevivir en pensiones más modestas.<br />
Igualmente yo me trasladaba con mis papeles y<br />
recuerdo que del barrio de Goya, uno de los mejores<br />
de Madrid, me fui a la calle de la Rosa, esquina<br />
del Ava María, en el barrio del Amor de Dios, mucho<br />
más popular y castizo, justo enfrente de la casa<br />
donde vivió (y bailó) Antonia Mercé, la Argentina.<br />
Era una pensión con un cuarto pequeño donde escribí<br />
varios capítulos. Una noche, regresé y me llevé una<br />
gran sorpresa al descubrir que en mi habitación dormían<br />
otras personas en varias camas.<br />
En un comienzo, pensé que me había<br />
equivocado, pero no, mi ropa en cajas<br />
y los papeles con los estudios sobre la<br />
obra de María Luisa Bombal, estaban<br />
en el pasillo. Los dueños de casa salieron<br />
disculpándose, diciendo que unos<br />
familiares habían sufrido una desgracia<br />
ya que se les había incendiado la<br />
casa. Por emergencia, habían tenido<br />
que ocupar mi habitación, donde se<br />
hallaban durmiendo, de modo que esa<br />
misma noche tuve que iniciar mi peregrinaje<br />
por las calles de Madrid para<br />
buscar alojamiento. Esas tres primeras<br />
noches dormí en una pensión en la calle<br />
de Alcalá. Era una habitación sombría<br />
a la que se llegaba después de subir<br />
interminables escaleras de madera.<br />
Días más tarde, por casualidad, me encontré en<br />
la Gran Vía con Gilbert Cabalceta, estudiante de<br />
geografía de la Universidad de Heredia, en Costa<br />
Rica, que había conocido en el Colegio Mayor<br />
Nuestra Señora de Guadalupe. Después de hablar<br />
de nuestras vidas en España, me señaló que venía<br />
llegando de ver a su familia en San José y que<br />
ahora estaba buscando un departamento para irse<br />
a vivir por una temporada, pues tenía que terminar<br />
también su tesis doctoral. De modo que me sugirió<br />
que buscásemos juntos un lugar para compartir.<br />
Muy contento con esta posibilidad, iniciamos<br />
la búsqueda y finalmente nos mudamos al barrio<br />
de Prosperidad a un departamento amplio, moderno,<br />
con terraza, donde trabajé en una habitación<br />
asoleada y tranquila durante varios meses.<br />
30<br />
Cuando Gilbert Cabalceta tuvo que regresar a su<br />
país, entregamos el departamento y me trasladé a la<br />
casa de Juan José Ochoa Escobar, un escritor colombiano<br />
que vivía en una casa madrileña muy antigua<br />
en el barrio de Embajadores, frente a la Plaza de las<br />
Peñuelas. Era una casa de un solo piso, con tejado<br />
de tejas y gruesas murallas. Tal vez era una de las<br />
casas más castizas que estaban quedando en el viejo<br />
Madrid. Tenía un patio interior con su pilón de<br />
agua y a fines de verano, en el mes de septiembre,<br />
se celebraba, justo enfrente de nuestros balcones,<br />
la tradicional Fiesta de la Melonera que era una de<br />
las verbenas más auténticas del Madrid romántico.<br />
Me llevé las fichas de la tesis a Fermoselle, el<br />
pueblo de mi padre en la frontera con Portugal y<br />
allí escribí, en la casa de mi abuela, cuyas ventanas<br />
daban al castillo donde vivió doña Urraca. Muchas<br />
tardes salíamos a andar en bicicleta por los alrededores<br />
y a compartir con los campesinos<br />
en el Paseo de la Ronda. Los<br />
campos estaban llenos de cardos<br />
morados en ese caluroso verano de<br />
1977. Se celebraban allí las Fiestas<br />
de Toros y en medio del bullicio<br />
de las corridas, yo seguía escribiendo<br />
mis reflexiones en torno<br />
a la obra de María Luisa Bombal.<br />
Desde allí, le escribí varias cartas,<br />
compartiendo con ella lo que me<br />
suscitaba la relectura de sus obras, y<br />
contándole también la sucesión de<br />
festividades en el pueblo. Una tarde,<br />
incluso, le envié - en medio de las páginas<br />
de una carta - una flor que corté<br />
para ella en la frontera con Portugal,<br />
frente al pueblo de Mogadouro.<br />
En septiembre regresé a la casita<br />
de las Peñuelas de Madrid y fue en este domicilio<br />
donde terminé la tesis doctoral en mi<br />
vieja máquina de escribir, tecleando hasta muy<br />
tarde. Fue aquí también donde recibí la tercera<br />
carta de María Luisa Bombal, una tarde invernal,<br />
con nieve, que bajé a ver si había algún sobre<br />
con sellos de Chile depositado en el viejo buzón.<br />
Air Mail<br />
Sr.Profesor Manuel Peña<br />
Plaza de las Peñuelas 12.<br />
buzón 20<br />
Madrid 5<br />
España.<br />
Viña del Mar. Diciembre 28, 1977.<br />
Manuel Peña Muñoz
Yayo querido:<br />
Esta carta es loca y breve - pero no sé escribir<br />
cartas que no lo sean a los que considero mis íntimos<br />
dentro de mi corazón y espíritu. Te echo de menos,<br />
me haces falta como si de toda la vida nos hubiéramos<br />
visto tarde a tarde y conversado y compartido<br />
ideas, poesía y atardeceres frente al mar en nuestra<br />
terraza-restorán de la avenida Perú ¿recuerdas? - y<br />
de cómo aquel agudo, peligroso perro canillita nos<br />
siguió...y de cómo mi ama de llaves hubo de prestarnos<br />
sus lápices en la puerta porque nosotros no disponíamos<br />
del más mínimo utensilio similar...”En casa<br />
de herrero, cuchillo de palo” nos retó. ¿te acuerdas?<br />
Recibí tu carta. Sus noticias junto con su flor de<br />
Portugal me levantaron el ánimo...por unos cuantos<br />
días. ¿Cuándo vuelves a levantármelo pan-cotidiano?<br />
Con Sara Vial te recordamos también a menudo.<br />
Ella se encontró con tus padres. Te mandará su nuevo<br />
libro de sonetos “Al oído del viento”, maravilla<br />
en todo sentido. Forma, inspiración, ambiente. Soplo<br />
de su viento apasionado y clásico al oído de ese<br />
viento misterioso de Dios. - Además, figúrate que<br />
es libro “entretenido”. ¿Has oído jamás catalogar a<br />
un libro de sonetos de entretenido? Pues cuando lo<br />
leas, verás que este genial adjetivo mío no les quita<br />
nada de su perfecta grandeza y tierna poesía.-<br />
Roberto Silva me pide con urgencia unas líneas<br />
a fin de “encabezar” tu futuro, precioso y original<br />
libro de cuentos. ¿Qué puedo decir que tú no digas<br />
ya en tus cuentos? Sólo expresar mi admiración literaria<br />
por su originalidad y sentimientos. - Lo haré<br />
con entusiasmo ya que así tú y Roberto lo desean.<br />
Te felicito y nos enorgullecemos todos aquí<br />
por tus triunfos tan merecidos en nuestra Madre<br />
Patria. Feliz Año Nuevo y...vuelve este<br />
año mismo. Un abrazo de tu colega y amiga:<br />
María Luisa Bombal.<br />
A mediados de 1978 regresé a Chile por una<br />
breve temporada. Antes de regresar a España nuevamente,<br />
con informaciones importantes para<br />
mi tesis, Roberto Silva me contó que mi libro de<br />
cuentos estaba en fase de producción, pero que<br />
no había salido porque aún no lo aprobaba la censura.<br />
Viniendo de aquella España moderna, me<br />
parecían muy injustificados aquellos trámites.<br />
María Luisa había escrito el prólogo. Ansioso por<br />
leerlo, se lo pedí en Viña a Roberto Silva pero me<br />
dijo que sería una sorpresa y que lo leería cuando<br />
el libro estuviese publicado. Mi primer libro incluía<br />
cinco cuentos premiados en diversos concursos, tanto<br />
en Chile, como en España. Su título inicial iba a<br />
María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
ser “Berta, o los dorados estambres de la locura” que<br />
era el cuento que iniciaba la serie con el que había<br />
obtenido el primer premio en el concurso de la Universidad<br />
Católica de Valparaíso en 1969. Pero María<br />
Luisa Bombal se escandalizó con un título tan largo.<br />
Entonces, tomando un lápiz, empezó a tachar palabras<br />
sobrantes. Una por una. Dejó solamente dos :<br />
“dorados” y “locura”. Fue ella quien tituló mi libro<br />
que desde ese momento se llamó “Dorada Locura”.<br />
Días antes de mi viaje, otra vez de regreso<br />
a Madrid, nos vimos con María Luisa Bombal<br />
en la casa de Sara Vial en Viña del Mar. Desconcertada<br />
con estos viajes, me escribió en líneas<br />
circulares alrededor de un posavasos: “Yayo: te<br />
vas, vuelves, te vuelves a ir... ¿hasta cuándo?”.<br />
Como sabía que regresaría a España y que tal vez<br />
no iba a <strong>vol</strong>verla a ver más, le dije que deseaba tener<br />
una fotografía en la que estuviéramos juntos. Me respondió<br />
que a ella también le agradaría tener una fotografía<br />
nuestra, pero como yo no tenía máquina fotográfica,<br />
le sugerí que nos fotografiáramos en la plaza<br />
de Viña del Mar, en una de esas máquinas de cajón. A<br />
ella le encantó la idea. La pasé a buscar una tarde, pero<br />
avanzábamos muy lentamente por la avenida 1 Norte,<br />
junto al estero Marga Marga, bajo las palmeras. Cada<br />
cierto tiempo se detenía para descansar aferrada a mi<br />
brazo o para decirme alguna ocurrencia divertida, de<br />
modo que cuando llegamos a la plaza de Viña, ya se<br />
estaba oscureciendo y los fotógrafos se habían ido.<br />
Desilusionada, me invitó a tomar un aperitivo al<br />
Gatsby de la calle Etchevers que a esas horas tempranas<br />
de la tarde era muy tranquilo. Nos fuimos caminando<br />
por la calle Valparaíso que ella no reconocía.<br />
Me habló del Virreina que era un salón de té muy elegante<br />
y también de Jorge Larco que le había ilustrado<br />
la portada de la primera edición de “La Ultima Niebla”.<br />
“Nos llevábamos pésimo”, me decía. “Jorge era<br />
muy sociable, muy artista. Llenaba la casa de gente.”<br />
Recuerdo que en el bar donde nos hallábamos, había<br />
música Disco y ella pidió que la cambiaran. A esa<br />
hora no había prácticamente nadie y pusieron melodías<br />
en piano. ¡Le gustaba tanto esa música! Me habló<br />
de Mozart, de Chopin, de “la música de antes”. Se<br />
sentía mejor escuchando esos preludios, pero a veces<br />
le venía una puntada de tristeza. Se arrebujaba en su<br />
abrigo de piel y se quedaba pensando. Después estallaba<br />
en carcajadas y pedía otra copa de vino blanco.<br />
Al día siguiente regresé a buscarla, esta vez, en la<br />
mañana para asegurarme de que llegaríamos a tiempo.<br />
Ya estaba arreglada y <strong>vol</strong>vimos a hacer el trayecto por<br />
la avenida del estero. Cruzamos el puente de los faroles<br />
en la avenida Libertad y llegamos por fin a la plaza<br />
donde estaban los fotógrafos. Efectivamente,<br />
31
<strong>Herencia</strong><br />
nos tomaron una fotografía teniendo de fondo el<br />
Teatro Municipal y el Hotel Español. ¡Era un marco<br />
muy europeo! Mirando la plaza mientras aguardábamos,<br />
María Luisa me contó que antiguamente<br />
allí había un parque y un estanque con cisnes...<br />
Estaba feliz, y a los pocos minutos, nos dieron dos<br />
fotos en blanco y negro, una para cada uno. Al regresar<br />
a la casa, María Luisa Bombal escribió al dorso:<br />
“Yayo y yo, en un momento feliz que espero se repetirá.<br />
María Luisa Bombal. 11 agosto 1978”.<br />
En esta época, estaba muy ansiosa porque estaba<br />
postulando al Premio Nacional de Literatura que<br />
deseaba obtener. Con Sara Vial la estimulábamos<br />
mucho, diciéndole que era la segura ganadora y que<br />
de sobra lo merecía. Pero María Luisa Bombal se<br />
decepcionó terriblemente cuando supo que lo obtuvo<br />
el filólogo Rodolfo Oroz. “No es un creador”,<br />
decía. “Este Premio se fundó para dárselo a un artista,<br />
a un poeta, no a un científico de la lengua”.<br />
Con Sara Vial tratábamos de consolarla, diciéndole<br />
que “La Ultima Niebla” y “La Amortajada”<br />
eran libros leídos en todo el mundo de habla hispana<br />
y que ahora estaba siendo revalorada en Chile a<br />
raíz de la publicación de “La Historia de María Griselda”.<br />
Pero a ella parecía que nada la consolaba.<br />
También yo regresaba otra vez a Madrid. Antes<br />
de viajar, fui a despedirme de ella. Estaba muy<br />
nerviosa y deprimida, sin entender que yo regresaba<br />
otra vez a España. “No te entiendo, Yayo”, me<br />
decía con una carcajada, jugando con la chasquilla<br />
en la frente. Entonces estando en el comedor de<br />
Sara Vial, tomó un posavasos que había en la mesa<br />
y en el reverso escribió: “A mi Yayo: mensaje. Te<br />
vas, vienes y de nuevo te vas. ¿Hasta cuándo? María<br />
Luisa Bombal. 22 agosto 1978. Viña del Mar”.<br />
En esos días, se vió también con el pintor viñamarino<br />
Alvaro Donoso. El artista, le pasó una<br />
hoja de block y lápices de colores, diciéndole:<br />
“Dibuje lo que quiera”. Ella se quedó un instante<br />
dubitativa. Luego, pintó estrellas amarillas sobre<br />
un fondo celeste. Lo tituló “Mi Cielo” y se lo<br />
dedicó a Alvaro Donoso. Es el único dibujo que<br />
se conserva realizado por María Luisa Bombal.<br />
Regresé otra vez a España donde permanecí algunos<br />
meses más antes de <strong>vol</strong>ver definitivamente<br />
a Chile. Se me venía encima el proceso de término<br />
de la tesis, con todo lo que ello significaba: mecanografiarla<br />
en limpio completamente, fotocopiarla,<br />
encuadernarla y presentarla. Fueron meses intensos<br />
con frecuentes visitas a la Universidad Complu-<br />
32<br />
tense y entrevistas con Federico Sánchez Castañer.<br />
Todavía permanecí un tiempo más en Madrid, trabajando<br />
con la escritora Carmen Bravo-Villasante,<br />
con quien me había especializado en literatura infantil.<br />
Escribí un “Catálogo de Libros Infantiles Antiguos”<br />
para una exposición itinerante en diversos<br />
países de Europa. También su Bibliografía y diversos<br />
cuentos y artículos críticos en “La Estafeta Literaria”.<br />
Ella fue mi segunda hada madrina, pues me<br />
apoyó muchísimo en mis días en España. A través<br />
de ella, entré a trabajar en el Departamento de Literatura<br />
Infantil de la Editorial Miñón de Valladolid.<br />
Ya era tiempo de regresar a Chile. Sentía que<br />
mi tiempo en España había concluido y en febrero<br />
de 1979 regresé definitivamente a Chile.<br />
En un comienzo, me sentí muy desambientado en<br />
Valparaíso. En su mayoría mis relaciones ya no estaban<br />
en la ciudad. Solía caminar por las calles de Valparaíso,<br />
sintiéndome un extraño en mi propia tierra. No reconocía<br />
mi ciudad natal y me sentía extranjero. Experimentaba<br />
esa fuerte y natural sensación de desarraigo<br />
que se tiene después de regresar de un país extranjero<br />
donde se ha vivido intensamente por algunos años.<br />
Para <strong>vol</strong>ver a ser el que era, intenté el camino<br />
de la música y toqué en diversos lugares de Valparaíso.<br />
Lo más hermoso fue un Concierto en Re<br />
para tres guitarras de Rachmanninnoff que tocamos<br />
en los altos del teatro Colón en la calle Pedro<br />
Montt, con Carlos Vásquez de la Oceja y otro guitarrista<br />
que se llamaba Fito. ¿Dónde estarán ahora?<br />
También escribí diarios de vida recordando temporadas<br />
de Madrid y registrando mis impresiones de<br />
recién llegado a Valparaíso, después de una larga ausencia:<br />
olores, ambientes, personajes, fragancias de<br />
otro tiempo <strong>vol</strong>vían a vivir en mí llenos de melancolía.<br />
Roberto Silva me alegró la vida cuando apareció un<br />
día llevándome a la casa unos paquetes con mi primer<br />
libro publicado, con prólogo de María Luisa Bombal.<br />
Pocas veces se ven personas de esta generosidad<br />
puesto que todo el gasto editorial corrió por<br />
su cuenta, sin esperar recompensa alguna, sólo<br />
el placer de brindar la oportunidad a un amigo.<br />
Muy ansioso, abrí los paquetes. Eran 500<br />
ejemplares de mi libro, con una portada tomada<br />
de aquellos collages que yo hacía antes<br />
de irme a España inspirado en esas canciones<br />
que cantaba María Luisa Bombal.<br />
En la primera página, venía su prólogo:<br />
“Nuestro editor y amigo Roberto Silva Bijit,<br />
me hace el honor de pedirme unas breves<br />
líneas de introducción para tu libro.<br />
Manuel Peña Muñoz
¿Cómo hacerlo sin dar de antemano el secreto de<br />
tu obra que es privilegio del lector el descubrir?<br />
¿Cómo definir este libro tuyo, Manuel Peña?<br />
Cuentos de encanto.<br />
Historia de caprichos.<br />
Puntazos y apuntes de lo más hermético dentro<br />
del sentir y el pensamiento de seres puros, tristes solos,<br />
extravagantes.<br />
Berta, la inasible de un soñador extraviado.<br />
Medea, encubriendo con violencia su debilidad.<br />
Mari Tere, alegre melancolía.<br />
Ana María, la hermosa desesperada.<br />
Cristina, manojo de nostalgias.<br />
Tu estilo, racha de viento suspirado, que pasa explicando<br />
la intimidad poética de tus personajes, de<br />
sus anhelos y muerte. Ironía, realidad cotidiana que<br />
sabes tan bien convertir en poesía.<br />
Y bien, para resumir, cito el título de tu libro “Dorada<br />
Locura”, que me atrevo a decir son los estambres<br />
de una locura tan humana como tierna.<br />
Viña del Mar, Invierno de 1978.<br />
María Luisa Bombal.”<br />
Fue la última página que escribió María Luisa<br />
Bombal. En esos años, otros escritores se habían<br />
acercado también a pedirle prólogos de sus libros.<br />
Alrededor de esta fecha, escribió los prólogos de<br />
libros a Margorie Agosin, Sara Vial, Julio Flores,<br />
Isabel Velasco y Patricia Tejeda, entre otros.<br />
“Dorada Locura” fue mi primer libro. Se hicieron<br />
solamente 500 ejemplares y la firma de María Luisa<br />
Bombal se estampó libro a libro con un timbre de<br />
goma con tinta violeta al pie del prólogo. Fue una<br />
idea de Roberto Silva como la de incluir grabados<br />
antiguos que había en la imprenta de su padre. Igualmente<br />
las letras eran antiguos tipos de imprenta, de<br />
modo que todo el trabajo fue una edición verdaderamente<br />
artesanal y por lo tanto, llena de humanidad.<br />
Su difusión fue irregular pues yo mismo distribuí<br />
personalmente el libro en varias librerías de Santiago<br />
y Valparaíso, con escaso éxito porque en algunas<br />
ni siquiera lo aceptaban. No les interesaba o me dejaban<br />
uno o dos en consignación. Cuando iba a la<br />
semana siguiente, los vendedores no sabían del libro<br />
y ni siquiera se podía saber si se había vendido<br />
el ejemplar o lo habían cambiado de lugar. En todo<br />
caso, tuvo éxito de crítica porque yo lo envié por correo<br />
desde Valparaíso a los medios de comunicación.<br />
Oreste Plath, a quien conocí en casa de Isabel Velasco,<br />
cuando viajaba a Santiago a ver a María Luisa<br />
Bombal, me dio una lista de personas a quienes yo podía<br />
enviar mi libro. Yo no conocía a ningún escritor,<br />
María Luisa Bombal: tres cartas inéditas, un prólogo...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
salvo a María Luisa Bombal, de modo que fue una gran<br />
sorpresa, cuando al poco tiempo, aparecieron críticas<br />
espontáneas y elogiosas de María Carolina Geel, Hernán<br />
del Solar, Enrique Lafaourcade, Jaime Quezada<br />
y Juan Antonio Massone. Posteriormente y a raíz de<br />
las críticas que suscitó este libro, entablé una relación<br />
con estos escritores, agradeciéndoles el estímulo.<br />
A raíz de este libro, el escritor Fernando Emmerich<br />
me solicitó un cuento inédito para la revista<br />
literaria de la editorial Andrés Bello. Le entregué<br />
“Una dama de punto-cruz” que había escrito a mi<br />
llegada a Valparaíso. Pero se necesitaba una fotografía.<br />
Al poco tiempo, llegó a mi casa con una fotógrafa<br />
de la editorial. La sesión fue larga porque<br />
deseaban retratarme con el gato rubio angora que estaba<br />
muy asustado con las luces.<br />
Estábamos tratando de atraparlo en medio de<br />
los focos, cuando sonó el teléfono. Era María Luisa<br />
Bombal que se sentía muy sola y deseaba hablar<br />
conmigo. Mi madre la atendió pero ella insistió nuevamente.<br />
Estaba desesperada en su soledad. Esta vez<br />
contestó Ana Hicks, una directora de estudiantina<br />
que estaba de visita junto con la actriz Gloria Barrera.<br />
María Luisa llamó cinco veces esa tarde de lluvia<br />
intensa, mientras Fernando Emmerich y las visitas<br />
no podían entender que era María Luisa Bombal la<br />
que llamaba por teléfono para comunicarle a las distintas<br />
personas que atendían el teléfono que estaba<br />
angustiosamente sola y que necesitaba hablar conmigo.<br />
Al día siguiente, tuve que ir a visitarla para desagraviarme<br />
por no haberle respondido debidamente.<br />
Días más tarde, me radiqué por primera vez en<br />
Santiago. Había obtenido mi primer trabajo que fue<br />
en el Area de Cultura de la Secretaría Ministerial de<br />
Educación donde fui Especialista en Literatura. Durante<br />
esos años, visité a María Luisa Bombal en el<br />
departamento de Isabel Velasco, en la calle Merced.<br />
María Luisa quería que entrara a la Sociedad de Escritores<br />
de Chile. Isabel me trajo unos formularios que<br />
decían que era necesario ser presentado por dos escritores<br />
que fueron Oreste Plath y María Luisa Bombal.<br />
Al poco tiempo, fui a buscarla a ese departamento,<br />
porque le iban a otorgar un premio en la Sociedad<br />
de Escritores. Temía ir sola, de modo que la pasé a<br />
buscar y la llevé hasta la Casa de los Escritores en la<br />
Calle Simpson en un taxi. Íbamos los dos y me decía:<br />
“Este taxista no sabe que lleva un mito viviente”.<br />
Al llegar, se acercaron varios autores a saludarla<br />
y a llevarla al estrado, de modo que ya no estuve<br />
más con ella hasta que la ceremonia terminó.<br />
Entonces la llevé otra vez en taxi a la casa.<br />
33
<strong>Herencia</strong><br />
Iba muy feliz y. llena de satisfacción por las<br />
muestras de cariño de los escritores a quienes yo no<br />
conocía por haber vivido todos esos años en Madrid<br />
y anteriormente en Valparaíso. Para mí, el ambiente<br />
en Santiago era absolutamente desconocido.<br />
Todavía la vi un par de veces más, en el<br />
otro departamento de Isabel Velasco, enfrente<br />
del anterior, en la calle Merced, número 336.<br />
Era un departamento amplio donde María Luisa<br />
estaba siempre sola mientras Isabel trabajaba.<br />
La última vez que la vi le llevé un libro que deseaba<br />
releer y que yo tenía. Eran los Cuentos de Hans<br />
Christian Andersen, publicados en la Editorial Porrúa<br />
de México. “El cuento más bello es el de “La<br />
Sirenita”, me decía. “Siempre lo leo. El personaje<br />
de Yolanda de “Las Islas Nuevas” es como la sirenita,<br />
mitad humana, mitad mítica. Por eso, ambas no<br />
pueden amar. No son totalmente humanas. La sirenita<br />
está enamorada de un príncipe, pero no puede<br />
consumarse ese amor porque es una sirena. Necesita<br />
una gran prueba, un gran sacrificio a costa de mucho<br />
dolor, para llegar a ser amada. También Yolanda<br />
sufre porque tampoco es humana del todo. Tiene<br />
adosada a su espalda un muñón de ala. Ama a Juan<br />
Manuel, pero cuando él se acerca a ella, huye despavorida.<br />
Teme que descubra su secreto. Ambas tienen<br />
una dualidad interior. Son creaturas ambiguas”.<br />
Hablamos de mitología, de cuentos infantiles,<br />
de leyendas antiguas y de sueños. Ese era su mundo.<br />
También del terror a la muerte y a la soledad.<br />
Fue la última vez que la vi, cuando me hizo señas<br />
desde la ventana. Otra vez se había quedado sola.<br />
Al poco tiempo fue internada en el Hospital.<br />
Al comienzo estuvo en una sala común, pero los<br />
escritores, en un esfuerzo solidario, se juntaron<br />
y lograron que la trasladaran a una habitación privada.<br />
Un amigo que la visitó me contó que había dicho:<br />
“Ahora es peor porque me voy a morir sola”.<br />
En 6 de mayo de 1980, me dieron la noticia de<br />
su muerte, víctima de un coma hepático, mientras<br />
yo escribía en una lluviosa mañana de otoño.<br />
El ciclo se había cerrado. Fui a la misa con la escritora<br />
Magdalena Vial que pocos años después se<br />
suicidó en una oficina del Edificio Diego Portales.<br />
No me podía convencer que allí, en esa urna en la<br />
Parroquia de Nuestra Señora de los Angeles, estaba<br />
María Luisa Bombal, “la amortajada”, y que<br />
en torno a su cadáver todavía viviente, estábamos<br />
todos los que la habíamos querido. Seguramente<br />
ella nos veía a todos y a todos nos estaba señalando<br />
con el dedo, hablándonos al oído con el corazón.<br />
Cuando la sacaron de la iglesia, pensé en lo<br />
34<br />
que una vez me dijo bajo las palmeras de la avenida<br />
1 Norte de Viña del Mar: “Los muertos nunca se<br />
van del todo. Siguen acompañándonos siempre”.<br />
Luego del crematorio, las cenizas fueron llevadas<br />
al Cementerio General en un ánfora y depositadas<br />
en el mausoleo de la familia Bombal Videla.<br />
En aquella ocasión, diversos escritores pronunciaron<br />
pomposos discursos de rigor, lamentándose de que<br />
nunca le hubieran otorgado el Premio Nacional de<br />
Literatura. Luego, lentamente, el cortejo se dispersó.<br />
El último que se retiró en medio de las cruces fue<br />
un joven vestido con un traje color gris pizarra...El<br />
ángel del balcón se acercó discretamente, me tendió la<br />
mano en silencio y se alejó por entre la última niebla...<br />
Del libro Ayer soñé con Valparaíso.<br />
Manuel Peña Muñoz.<br />
Editorial RIL (Red Internacional del Libro)<br />
Santiago, 2007. Quinta edición revisada y<br />
ampliada.<br />
Manuel Peña Muñoz
La etapas de la vida y las estaciones del año en<br />
Alsino, de Pedro Prado<br />
David Gallardo Matus<br />
Entre las novelas que podríamos considerar<br />
clásicas dentro de la literatura chilena, se<br />
encuentra Alsino, una de las más hermosas<br />
en relación a la prosa utilizada en la narración<br />
otorgándole a ésta un carácter poético, puesto que<br />
su creador, Pedro Prado (1886-1952), quien fuera<br />
galardonado con el Premio Nacional de Literatura<br />
el 13 de mayo de 1949, además de ser fundador<br />
del grupo Los Diez, fue un excelentísimo poeta e<br />
iniciador del verso libre en Chile, dejando atrás el<br />
modernismo de Rubén Darío y el nacionalismo que<br />
exaltaba los valores regionalistas por aquella época,<br />
pues ya de veinteañero, publica “Flores de Cardo”,<br />
que se convertiría en el punto de partida de grandes<br />
transformaciones dentro de la lírica chilena.<br />
Pero nuestro interés se centra en su prosa, poco<br />
en él conocida ya que no fue a lo que más se dedicó,<br />
pero que sin duda dejó huella dentro de la narrativa<br />
nacional, pues aunque algunos hayan considerado<br />
a Alsino como una novela para niños, es una<br />
de las obras más hermosamente escritas en nuestro<br />
país, pues esa experiencia que le dio la poesía sutil<br />
de un versolibrismo que se fuera perfeccionando<br />
a través de los años, permitió que en el año 1920,<br />
Prado presentara a Alsino en sociedad, narrando la<br />
historia de un joven campesino que deseando <strong>vol</strong>ar<br />
desde niño, se lanza de un árbol cual Ícaro, terminando<br />
estrellado en el suelo donde le surge finalmente<br />
una joroba que daría paso a unas hermosas alas que<br />
le permitieron cumplir su anhelado sueño y gran aspiración<br />
de <strong>vol</strong>ar. Pero ese tormento que era para él<br />
no poder surcar el cielo de niño, devinieron en un<br />
sin fin de calamidades que reflejan no sólo la crueldad<br />
del hombre ante lo desconocido, ante aquello que<br />
no puede entender, sino que se transforma, además,<br />
en un grito de desesperada y necesitada humanidad,<br />
en un ser que fue considerado tanto un ángel enviado<br />
por Dios, como un demonio enviado por Satanás.<br />
Incomprendido, desadaptado, pero sobre todo,<br />
mágica e inexorablemente mucho más humano que<br />
la mayoría de los personajes presentes en esta novela,<br />
como bien escribieran Arriagada y Goldsack:<br />
“La prosa y la poesía, lo lírico, lo dramático y<br />
lo trágico, todos los modos de expresión literaria<br />
concurren, en efecto, para realzar la belleza y el<br />
mensaje del “programa”, esto es, la historia que<br />
en él se cuenta. Esta multiplicidad de elementos<br />
no perjudica, sin embargo, la serena grandeza de<br />
estas páginas. Armonizadas con talento compositor<br />
magistral, van sirviendo cabalmente para los fines<br />
deseados, y el desarrollo del drama fluye, sin esfuerzo<br />
aparente, ahogando el alma del lector en un<br />
océano de sensaciones, emociones y presentimientos<br />
de la más pura calidad humana y estética.” 1<br />
Pero Alsino tiene mucho más que demostrar<br />
y contar, pues esconde, en las cinco partes en las<br />
cuales está dividida la novela, su propio origen, ya<br />
que no será enviado ni de Dios ni del Diablo, sino<br />
creación misma de la naturaleza. Aquellas cinco<br />
partes serán (sin saber si fue intencionado o no<br />
por el autor), en fiel reflejo de cada etapa de la vida<br />
descontando el nacimiento 2 (niñez, adolescencia,<br />
juventud, adultez y muerte), estando además, relacionado<br />
con las diferentes épocas del año. Es decir,<br />
durante el transcurso de la novela, la vida de<br />
Alsino estará en armonía con las estaciones del año.<br />
Imposible será saber, como se dijo anteriormente,<br />
si esto fue realizado a propósito por Prado,<br />
pues quizás su naturaleza poética, en comunión con<br />
el mundo que lo rodeaba, hizo que Alsino, siendo<br />
creación misma de la madre tierra, nos contara<br />
su historia, su vida, al fin y al cabo, como una propia<br />
muestra del poder de la naturaleza, haciéndonos<br />
comprender que la única verdad es aquella que comienza<br />
con el nacimiento y termina con la muerte.<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
1 Arriagada Augier, Julio. Goldsack, Hugo. Pedro Prado, un clásico de América. Separada de la <strong>Revista</strong> Atenea Nºs 321 al<br />
323. Universidad de Concepción. 1952.<br />
2 Aún así, podríamos considerar que el verdadero nacimiento de Alsino ocurre al liberarse sus alas.<br />
Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />
35
<strong>Herencia</strong><br />
Iniciaremos, entonces, este camino junto a<br />
Alsino, buscando comprenderlo dentro de su propia<br />
naturaleza más que de su significado como símbolo<br />
de la muerte, la soledad o la incomprensión humana.<br />
Nuestro objetivo será, más que citar a críticos e<br />
historiadores literarios, ser parte de la naturaleza de<br />
Alsino.<br />
Primera parte<br />
1.- Creación del Ambiente<br />
“La noche cubre los campos como un agua oscura<br />
y sutil. [...] Una niebla delgada, que el viento empuja<br />
contra el mar, vela los contornos de las cosas y hace<br />
que ellas se compenetren. La luna, que cae hacia el<br />
poniente, brilla pálida tras la niebla. [...] El mar,<br />
convertido en una sombra sonora, canta; su voz se<br />
mezcla a la niebla que brota de su seno. [...] Hacia<br />
el oriente, en la última choza, duermen una anciana<br />
y dos niños. [...] El otro niño, tal vez embriagado<br />
con el perfume violento de las ramas de boldo que<br />
forman la choza, tiene un ensueño a la vez sencillo<br />
y maravilloso. Sueña que <strong>vol</strong>ar es una hazaña que<br />
no requiere esfuerzo alguno; sueña que <strong>vol</strong>ar es<br />
un hecho fácil para todo aquel que deje su peso en<br />
tierra.”<br />
Prado elige la noche para introducirnos en el<br />
mundo del pequeño Alsino: viento, mar, niebla y<br />
luna. ¿Por qué no lo pensó antes? Se pregunta Alsino.<br />
Volar parece tan fácil, tan común, tan necesario. Con<br />
la misma facilidad con la que emprenden el vuelo las<br />
aves, debería bastar para que él hiciera lo mismo y<br />
poder contemplar su hogar, las praderas, el mar. El<br />
silencio de la noche nos ayuda a imaginar, escuchar<br />
nuestra propia voz con mayor facilidad en armonía<br />
con la brisa del campo que hace bailar las copas de<br />
los árboles, un ensimismamiento que para Alsino,<br />
será el comienzo de la realización de sus sueños.<br />
2.- Primaveral y breve niñez<br />
Un juego de niños o una travesura, para algunos;<br />
para Alsino, una necesidad. Desea <strong>vol</strong>ar, y para<br />
eso, convence a su pequeño hermano Poli que lo<br />
acompañe a la cumbre de un árbol para realizar el<br />
primer intento de <strong>vol</strong>ar, pues Alsino ha soñado<br />
exactamente cómo debe hacerlo: “Te digo que yo sé<br />
cómo se vuela. Me acuerdo, ahora, claramente de<br />
todo lo que hice anoche”, le replica a su hermano<br />
para que este no tenga miedo. Mientras tanto mira<br />
las “nubecillas largas y débiles que esfuman el sol.”<br />
36<br />
Aferra sus manos a su chaqueta y salta. Antes de caer<br />
al vacío logra aferrarse fuertemente a una rama ante<br />
el estupor del pequeño Poli. Ha fallado. Se convierte<br />
entonces en un significativo momento que comienza<br />
a dar lugar al crecimiento del muchacho; su abuela,<br />
tiempo después, ya comenzando el verano, le dirá:<br />
“¡Como hijo de borracho eres triste, Alsino, y como<br />
eres triste, te quedas pensando![...] Tú heredaste<br />
su tristeza y los deseos de salir y de cambiar. ¿no<br />
andas tú, Alsino, queriendo ser como los pájaros?”.<br />
Alsino se encuentra en etapa de reflexión, pues ya<br />
no será más ese niño ingenuo corriendo por los<br />
prados buscando moras, será ahora un muchacho que<br />
comenzará a buscar su destino y sus sueños; aquella<br />
primavera infantil se ha ido para darle poco a poco<br />
paso al verano de la adolescencia y juventud reflexiva<br />
y cuestionadora, de decisiones fuertes y rebeldes.<br />
3.- Un verano de caídas y tropiezos<br />
Alsino no se quedará con las manos cruzadas,<br />
pues su destino será encontrar la manera de <strong>vol</strong>ar.<br />
Mas será inevitable sufrir para lograr su objetivo: su<br />
abuela lo encontrará moribundo y destartalado tras<br />
un nuevo intento de emprender el vuelo, y como<br />
buena curandera, usará todas las pócimas y hierbas<br />
medicinales a su alcance para recuperar a su nieto. La<br />
naturaleza entonces entrará en juego; no será ni Dios<br />
ni el Diablo. Alsino ha desarrollado una joroba que le<br />
causa dolores que la medicina de su abuela no puede<br />
curar, pues considera que ha quedado curcuncho para<br />
toda la vida.<br />
¿Qué viene ahora? Angustia y desesperación.<br />
¿Para qué quedarse en su casa si sólo traerá dolor<br />
y sufrimiento a su abuela? No desea ser una carga<br />
para ella. Sin duda Alsino ya no es un niño, pues<br />
algo pasa en su interior: “... todo el ruido posible no<br />
apaga este otro que crece en mí y me recorre como un<br />
escalofrío.” Pierde el control de su cuerpo y la noción<br />
del tiempo. “¿Cuándo me vestí? no lo sé. ¡Dios mío!<br />
Pero ¿qué es esto? mis brazos trabajan libres de mis<br />
mandatos. ¿Cómo puede mi abuela decir que estoy<br />
enfermo? Mis piernas se van. ¿Dónde van? Ligado a<br />
ellas, sobre ellas voy.”<br />
Comienza entonces su lucha interna, el primer<br />
grito de su conciencia enfrentándose a sus propios<br />
demonios. Se fuga de su hogar sin saber y sin controlar<br />
a donde ir, pues son sus piernas, su cuerpo finalmente,<br />
y no sus pensamientos los que guían el escape en<br />
busca del destino. Comienza entonces a hablarle a la<br />
naturaleza, a su verdadera madre, en este verano que<br />
nos ha presentado el narrador. Oculta su joroba y se<br />
oculta en la noche. Esa extraña protuberancia que le<br />
David Gallardo Matus
arde, le quema, y le han salido dos puntas que puede<br />
sentir bajo la manta que lo cubre, mientras que<br />
aquellos extraños sonidos en su cabeza lo atormentan<br />
más. ¿Cómo habría de saber Alsino que aquellos<br />
sonidos eran las voces presentes en la naturaleza?<br />
Segunda parte<br />
1.- El verano continúa<br />
¿Qué es la soledad para Alsino? Poco a poco<br />
comienza a comprender a las plantas, al aire, a<br />
la tierra, y a las palomas amaestradas de un viejo<br />
que más que amigo se convierte en acompañante<br />
de soledades. Cada cual en su mundo, pero mejor<br />
si tenemos a alguien más al lado. No buscan<br />
comprenderse ni escucharse más de lo debido, se<br />
tienen para hablar, para hacer el camino más corto,<br />
en definitiva, soportarse más que acompañarse: “Este<br />
viejo Nazario me busca y yo le busco”, reflexionará<br />
Alsino. Se encontraron en verano y ya llegan las<br />
primeras lluvias. Será en invierno cuando sus alas se<br />
liberen.<br />
2.- El invierno impide a las pequeñas alas <strong>vol</strong>ar<br />
Dejaremos que Alsino nos hable:<br />
“Aquellas duras puntas salientes, ¡cómo han<br />
crecido! Todos los días pensaba en ellas. Con temor<br />
pensaba. ¿Sería posible? ¡Dios mío, qué inquietud<br />
más espantosa! [...] Más de una mujer triste ha<br />
pasado su mano por mi joroba en busca de suerte.<br />
[...] ¡Mas nadie me quiere por mí, sino porque yo<br />
les hago brillar sus esperanzas! [...] ¡Oh, sol de<br />
invierno! en el claro de este bosquecillo silencioso,<br />
desnudo te recibo, y veo que tu tibieza se ajusta a<br />
mi cuerpo mil veces más suave y más exacta que<br />
mi burda camisa. Eres siempre como un traje de<br />
justa medida que se amolda y ciñe uno a uno mis<br />
miembros, dejándolos abrigados y libres.”<br />
Y llegarán sus alas:<br />
“Aquí, escondido como un pájaro nuevo, quiero<br />
desentumecer mis pequeñas alas crecientes. ¡Mis<br />
alas! ¡Es posible! Día y noche ellas pasan plegadas<br />
sobre mi espalda. Mil veces me vienen imperiosos<br />
deseos de abrirlas y agitarlas al aire, lleno de<br />
deseos y promesas, de las dulces mañanas. [...]<br />
Con qué delicia, ahora, las extiendo lentamente<br />
y abro el varillaje de sus pequeños abanicos. [...]<br />
Pequeñas son aún para elevar mi cuerpo; pero lo<br />
Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
sobrado grandes para mantener lejos, en el aire, en<br />
caprichosas y febriles rondas, de hojas secas, a un<br />
vasto y palpitante enjambre. [...] Desde los dulces<br />
vientos hasta los huracanes de tempestad, todos<br />
recuerdan este ardor que fluye de las alas y que al<br />
aire pasa. ¡Acaso cuando ellos soplan, Dios, cerca<br />
de nosotros, invisible, vuela!”<br />
3.- Uno con la naturaleza<br />
Sólo la naturaleza entiende a la naturaleza. El<br />
hombre se apartó de ella hace muchos años. Alsino,<br />
como ya se ha venido anticipando, es parte de la<br />
naturaleza, quizás la naturaleza misma, pero le tomará<br />
tiempo comprenderlo. El narrador nos muestra su<br />
soledad cuando nos dice: “por todas partes, durante<br />
largos días, ha vagado Alsino”. Porque vagar implica,<br />
en la vida de Alsino, soledad y abandono, pero a su<br />
vez, en esa soledad puede desplegar sus alas con<br />
tranquilidad, acariciando las finas y suaves plumas.<br />
Posteriormente buscará abrigo de las frías noches del<br />
otoño en las casas abandonadas de los campesinos,<br />
donde contemplará en cielo, las nubes de invierno<br />
batallando entre sí con maravillada atención.<br />
Retomará el camino sintiendo aún ese murmullo en<br />
su cabeza que se irá haciendo más claro:<br />
“Por un instante no sabe si es fantasía o realidad;<br />
pero el murmullo creciente y continuo que lo<br />
persigue, desde su aventura con los muchachos, a<br />
ratos como que se aclara y convierte en palabras.<br />
Ahora escucha anhelante. ¿Son las hojas las que<br />
hablan? ¿Es posible? [...] ¿Soy vosotras las que<br />
habláis, hojas? -pregunta trémulo, Alsino. Al oír<br />
la voz, una gran zozobra detiene la zarabanda.<br />
¿Quién es? -indaga una vocecilla. Es el hombre que<br />
ha entrado en la gruta -contestan varias. Sí, es el<br />
hombre, hojas y demás invitados a la fiesta. ¡Oh,<br />
maravilla! - exclama emocionado-. Cuánto terror<br />
y curiosa alegría me trae el saber que ya podemos<br />
entendernos. Durante largo tiempo todo ha sido<br />
ruido confuso para mí, mas ahora él, por fin, se<br />
aclara, y eras vosotras hojas; erais vosotras, rocas,<br />
aguas y llamas, eras tú, viento, y eran acaso todas<br />
las cosas de la tierra y quizás del mundo, las que<br />
hacían en mí ese ruido.”<br />
Para Alsino será este un momento más de<br />
crecimiento y de comunión con su propio ser, pues la<br />
soledad será ahora diferente en su vida. ¿Cómo podría<br />
sentirse en soledad alguien que puede relacionarse,<br />
hablar y entenderse con todas las criaturas de la<br />
naturaleza? Pero le faltarán dos cosas en su vida: la<br />
37
<strong>Herencia</strong><br />
la primera será emprender finalmente el vuelo, es<br />
decir, la libertad; la segunda será amar, y sufrir por<br />
amor.<br />
4.- El vuelo<br />
Alsino verá a las golondrinas emigrar en busca de<br />
un clima tropical y comenzará a sentir “una agitación<br />
angustiosa” que hará arder su sangre, al contemplar<br />
el lugar en el aire por el cual las golondrinas<br />
desaparecieron. La necesidad crecerá entonces en su<br />
corazón a más no poder, y:<br />
“Sin darse cuenta de sus actos, se encontró con<br />
sus grandes alas desnudas, abiertas y temblorosas.<br />
Las plumas agitadas hacían un rumor semejante al<br />
de los pajonales. [...] Elevando el cuerpo, mientras<br />
los ojos se entrecerraban y la cabeza, en desmayo,<br />
echada atrás, recibía el roce de blandos vientos,<br />
ellas prosiguieron rítmicas, serenas y poderosas.”<br />
Esta libertad, esta sensación de plenitud<br />
mientras vuela, le hará pedir disculpas a la luna por<br />
sorprenderla con su vuelo tan repentino, pues él no<br />
desea ofenderla con esta osadía, pero es algo que<br />
él esperaba que ocurriera tarde o temprano, mas no<br />
sabiendo el momento en que aquello ocurriría, trata<br />
de explicarle que “[...] feliz de sentirme libre, libre de<br />
toda posible libertad, no alcancé a experimentar al<br />
mismo tiempo este terror de verme unido a algo que<br />
ahora me arrastra más allá de los límites de acción<br />
fijados en mi vida.”<br />
Ese día, el cielo estaba cubierto de oscuras nubes<br />
azules.<br />
Tercera parte<br />
1.- El regreso del buen tiempo<br />
“Las noches son más templadas. A las lluvias el sol<br />
las vence y las convierte en pasajeros y bulliciosos<br />
chubascos.” Este nuevo cambio de estación, prepara<br />
al lector para los cambios físicos que Alsino sufre por<br />
el constante roce del viento por sus vuelos:<br />
“Alsino adelgaza. Su rostro pálido y curtido<br />
muestra unos ojos fijos, abiertos y penetrantes;<br />
sus mejillas están enjutas; sus labios, fríos y<br />
descoloridos. [...] El cabello negro, abundante y<br />
crecido, ondula rizado por el oleaje que el viento<br />
imprimiera en él. Sus ropas despedazadas cubren a<br />
medias los muslos ceñidos y recios, que se afinan en<br />
una engañosa y delicada apariencia.”<br />
38<br />
Alsino se está <strong>vol</strong>viendo hombre, adulto quizás,<br />
pues la vida irá siendo cada vez más difícil para él.<br />
Comienza paulatinamente a <strong>vol</strong>ar a plena luz del<br />
día por los pueblos, asustando a los perros y a las<br />
personas; algunos arrancan temiendo por sus vidas<br />
mientras otros oran al señor por haberles enviado<br />
un ángel salvador. Pero Alsino siente una profunda<br />
tristeza al no poder consolar a aquellos que ante su<br />
presencia en el cielo, confiesan sus pecados y juran<br />
arrepentimiento.<br />
Será el mar su gran consuelo, pues <strong>vol</strong>ará sobre él<br />
en cada oportunidad que se le presente, admirando el<br />
movimiento de las olas, pues ve en ellas un reflejo de<br />
sus alas. Se convertirá entonces, el mar, en su padre:<br />
“¡Oh, padre! por dos débiles alas que yo poseo,<br />
en cada ola tú despliegas, curvadas por el ansia<br />
y el viento, alas gigantes de inmensas a veces<br />
desconocidas que naufragan. [...] Si reflejas al cielo,<br />
tú recuerdas a Dios.”<br />
2.- Descubrimiento de la sexualidad<br />
El caluroso verano le impide <strong>vol</strong>ar todo el tiempo<br />
que él desearía, puesto que el excesivo esfuerzo<br />
provoca en él una sed que el aire no puede saciar. Baja<br />
y vuela por entre los árboles, donde las vacas mugen<br />
maternalmente a su paso. Busca un lugar donde beber<br />
y refrescarse. Divisa una pequeña laguna donde<br />
al descender, se encuentra con una joven desnuda<br />
bañándose en sus aguas; Alsino se oculta mientras<br />
observa la hermosura de su cuerpo y sus curvas<br />
pronunciadas. Sin darse cuenta de sus actos, sale de<br />
entre las ramas haciendo un excesivo ruido, por lo<br />
que la joven, al verse sorprendida por un hombre,<br />
huye del lugar tropezando con un árbol, cayendo<br />
desmayada, por lo que Alsino acude en su ayuda. Al<br />
contemplarla desnuda, quieta, asustado, va ha buscar<br />
agua para verterla en su boca, pero siempre se le<br />
escurre entre sus dedos. Decide entonces escuchar<br />
su corazón para saber si se encuentra viva, mas el<br />
roce de su suave piel estremece a Alsino; comienza<br />
entonces su despertar sexual:<br />
“Fue girando su rostro y, antes de mucho, no<br />
escuchó cosa alguna, porque era su boca la que<br />
ahora apoyaba sobre el pecho. Y fue besándola aquí<br />
y allá, en cada disco de sol, como si quisiera con<br />
sus labios hasta ellos limpiarla.<br />
La razón perdida, se recostó sobre la joven como<br />
en un blanco lecho. Enervado fue enderezándose<br />
sobre sus rodillas; y cuando, acometido del furor,<br />
púsose sobre ella, agitado, a temblar, sus alas<br />
David Gallardo Matus
vibraron rápidas como en un vuelo.<br />
Quejábase más dulcemente la joven. Abriendo sus<br />
ojos parecía mirar desde un mundo distante."<br />
3.- ¿Fin de la juventud?<br />
Alsino, con el paso del tiempo, comienza a sentir<br />
esa necesidad de cercanía de su familia. Extraña a<br />
su abuela y a su hermano. Decide, después de una<br />
terrible tempestad, <strong>vol</strong>ver a su hogar. Se encuentra<br />
con su abuela muy enferma, quien le reconoce<br />
inmediatamente, le pregunta si se encuentra ya muerta<br />
y si es él ahora un ángel. Poli la ha abandonado.<br />
Sola, es Alsino un poco de esperanza y alegría para<br />
el final de la vida de una pobre anciana. Conversa<br />
cariñosamente con su nieto, creyéndole ahora un<br />
ángel que ha venido a llevársela con el señor, mas<br />
Alsino no logra comprender sus palabras esquivas<br />
y a veces sin sentido. Su abuela fallece. Alsino cree<br />
haberla muerto de la impresión que le ha causado<br />
su retorno, pues le creían muerto. Se lamenta en<br />
silencio. Sepulta a su abuela y emprende el vuelo. Se<br />
ha quedado nuevamente solo.<br />
1.- El camino al amor<br />
Cuarta parte<br />
En la cuarta parte los cambios estacionales son<br />
recurrentes desde su llegada a Vega de Reinoso,<br />
pues allí vivirá pesares y sufrimientos. Será atrapado<br />
por los habitantes de ese pueblo, sus alas serán<br />
despuntadas para que no pueda <strong>vol</strong>ver a <strong>vol</strong>ar,<br />
será confundido con enviado de Dios y del Diablo,<br />
venderán sus huesos a unos norteamericanos cuando<br />
él muera, vivirá en soledad e incomprensión. Pero<br />
también hará amigos, y más de alguno encontrará en<br />
él algo especial. Muchos usarán su sabiduría en el<br />
uso de las plantas medicinales heredada de su abuela<br />
para mejorar su salud. Conocerá el amor que llegará<br />
en la primavera, en noviembre, cuando “todos los<br />
rosales están floridos." Pues Abigail, la joven hija<br />
del alcalde, se encuentra enferma y nada ha sabido<br />
de ella en mucho tiempo; en su corazón ha crecido un<br />
sentimiento nuevo, pues es ella la única mujer que se<br />
ha preocupado por conocerlo y amarlo por lo que es.<br />
Alsino “recibe el influjo de la primavera” por lo que<br />
siente que algo no anda bien. Se encamina hacia la<br />
casa de Abigail, y exclama:<br />
“¡Ah! si yo ahora <strong>vol</strong>ara y el unísono de tus rayos<br />
vertiera ese canto sobre el mundo, todo él reverberaría<br />
como un clarín. Al oír su voz anunciadora, las flores<br />
Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
innumerables de esta primavera echarían a vuelo sus<br />
pintadas y pequeñas campanas, repicando, ebrias,<br />
por valles y montañas. [...] ¡Oh! Abigail, si la voz de<br />
cualquiera, entre estas montañas, levanta fácilmente<br />
un eco, ¿qué no despertaría mi canto, cuando yo<br />
sé las palabras por todas las cosas comprendidas?<br />
Abigail, ¿alguien que se diga como yo, prendido del<br />
sortilegio de tu amor, podría ofrecer el día de la boda<br />
una fiesta semejante? [...] No son mis alas cortadas<br />
las que aquí me tienen recluido. Siempre hay una fuga<br />
para cada prisionero. Es tu amor, Abigail, el que me<br />
enlaza. Entre estas altas murallas de zarzas, preso<br />
como un pájaro altivo que enmudece, ya ganado por<br />
tus afanes, sabiéndote distante, ensayo en la soledad<br />
mi canto olvidado”<br />
El canto al amor de Alsino no surtirá en Abigail, al<br />
parecer, el efecto deseado, pues sus visitas al huerto<br />
donde se encuentra serán cada vez más distantes en<br />
el tiempo, cambiando además su actitud: “La joven,<br />
pareciendo huirle, rara vez le hablaba. Pero Alsino<br />
siempre creía escuchar en sus palabras un rumor<br />
más vasto de voces ocultas.”<br />
2.- La muerte nuevamente se le hace presente<br />
Ha pasado el tiempo, un año quizás. Verano e<br />
invierno fugaz para la vida de Alsino. Ha perdido<br />
parte de su naturaleza y se ha transformando en objeto<br />
en algunos pasajes de la obra. Pero la recuperará a<br />
través de una trágica experiencia, una más en la vida<br />
de Alsino. Abigail se encuentra nuevamente enferma,<br />
y nada podrá hacer nuestro héroe para evitarlo. Alsino<br />
se desliza sigilosamente al interior de la habitación<br />
de Abigail sin que nadie lo pueda ver o sentir entre<br />
oraciones y súplicas. “Al divisar el dulce y pálido<br />
rostro de la muerta, Alsino dio un grito penetrante<br />
y salvaje; aullido gutural que removió hasta las más<br />
ocultas fibras de las entrañas.”<br />
El insoportable dolor de Alsino le brindó fuerzas<br />
descomunales que lo llevaron a arrancar de Vega<br />
de Reinoso pues ya nada quedaba ahí para él tras la<br />
muerte de su amada. ¿La muerte de Abigail da paso<br />
en la novela a un invierno cruel en la vida de Alsino?<br />
No hay duda de ello. Pues la quinta parte y final de la<br />
obra, depara al héroe más dolor.<br />
Quinta parte<br />
“En la sementera, las cañas del rastrojo asoman<br />
entre la tierra amarilla como la barba de ocho días.<br />
Aún no caen las primeras lluvias y las nieves siguen<br />
altas.<br />
39
<strong>Herencia</strong><br />
1.- La ceguera<br />
Llega Alsino a un miserable rancho perdido entre<br />
las montañas, donde conoce a “dos muchachas con<br />
belleza de juventud y no sin práctica real en lides<br />
amorosas.” Le ofrecen una temerosa hospitalidad<br />
que Alsino retribuye con hierbas medicinales para<br />
el padre enfermo de las muchachas que poco a poco<br />
recupera su salud, lo que lleva gradualmente a que<br />
Rosa se enamore de él:<br />
“Rosa, al comenzar con Alsino una vida de mayor<br />
acercamiento, perdiendo temores y los resabios<br />
de los primeros días, fue cayendo de interés en<br />
curiosidad; de curiosidad en asombro creciente<br />
y continuados pensamientos, que resbalaron sin<br />
tregua, hasta dar en un caprichoso amor.”<br />
¿Y cómo no va a ser caprichoso si para conseguir<br />
su amor recurre a pócimas de una vieja bruja?, pues<br />
“Con sus alas aún incapaces, triste y taciturno,<br />
Alsino mirábalo todo con un aire de ausencia y de<br />
fatiga.” Y Rosa sentía que él no le correspondía.<br />
Necesitó entonces una pócima que puesta en los<br />
ojos de Alsino, apenas los abriera, se enamoraría de<br />
la primera mujer que sus ojos presenciaran. ¿Cómo<br />
utilizar hierbas y secretos de la naturaleza en alguien<br />
que es la naturaleza misma?<br />
“Al borde del camastro, molesto por sus grandes<br />
alas, la ropa caída, medio desnudo, con los ojos<br />
cerrados y la boca entreabierta, en la triste quietud<br />
de esa luz espectral, Alsino parecía un muerto.<br />
Un grito espantoso estremeció el rancho.<br />
Incorporándose de un salto, Alsino llevaba ambas<br />
manos a sus ojos. Enredado en las ropas caídas,<br />
tropezando en la oscuridad, sacudido por aullidos<br />
guturales, como presa de una espantosa pesadilla,<br />
parecía enloquecer de dolor sintiendo en sus ojos<br />
dos llagas ardientes, con sus brazos abiertos y<br />
agitados, atropellándolo todo, logró salir del<br />
ancho.”<br />
Él no sentirá por Rosa amor, sino necesidad. La<br />
pócima dará un resultado inesperado, pues Rosa se<br />
convierte en su lazarillo pues “los días para él se<br />
fundieron en una noche eterna. Y cada despertar era<br />
como <strong>vol</strong>ver a la pesadilla de un perenne insomnio,<br />
siempre en espera del alba que tardaba.” Pero su<br />
consuelo es Cotoipa, el pequeño hermano de las<br />
niñas que encuentra en Alsino un refugio de madre<br />
más que de padre que nadie más le puede dar y que<br />
con su voz, tranquiliza los pesares del pequeño: “El<br />
40<br />
silencio que dejó la canción fue enriquecido por el<br />
susurro de la lluvia.” ¿Y Rosa? Llora al sentir los<br />
lamentos del ciego, y Alsino la consuela: “¿Aún<br />
lloras, Rosa? ¿Por qué te torturas? También mis ojos<br />
ciegos saben de lágrimas, y acaso los ojos, más que<br />
para ver, nos fueron dados para llorar.” El invierno<br />
quizás sea el que llora por él. Prado va recreando en<br />
cada instante los pequeños detalles del ambiente del<br />
lugar con rápidos cambios para indicar el paso del<br />
tiempo: de la lluvia pasaremos al calor: “Cuando<br />
Alsino y Cotopia en busca de la vaca salieron al<br />
camino, les sorprendió el extraordinario calor que<br />
aún hacía. El sol acababa de ocultarse.” ¿Pero qué<br />
es realmente el tiempo para Alsino cuando no puede<br />
ver ni <strong>vol</strong>ar? Pareciera ser una tortura, pues le han<br />
quitado su esencia. Buscará en el pequeño Cotoipa<br />
un consuelo cuando, sintiendo ya que sus alas están<br />
en condiciones de <strong>vol</strong>ar, le pide al pequeño que sea<br />
sus ojos.<br />
2.- Recordando a la naturaleza<br />
No sin temor, Cotoipa es convencido por Alsino<br />
para emprender el vuelo. Mas el niño, pasó del<br />
entusiasmo a la desesperación. Gritó y pataleó<br />
pidiéndole a Alsino que descendiera, pues el vértigo<br />
pudo más. En esa desesperación, el pequeño Cotoipa<br />
no fue los ojos de Alsino, y gritos de ambos, “tocaban<br />
las copas de algunos árboles, y ambos rodaron, entre<br />
ramas y piedras sueltas, al fondo de una quebrada.”<br />
Alsino se encuentra herido y sin la posibilidad<br />
de moverse demasiado, pero de inmediato es la<br />
naturaleza la que le habla y le aconseja, pues “eran<br />
los pájaros, los árboles y una vertiente los que así<br />
hablaban.” Su ceguera pudo haber acrecentado sus<br />
sentidos, por lo que Alsino comienza un proceso de<br />
fusión con la naturaleza; comenzará el camino a la<br />
muerte.<br />
3.- La naturaleza y el dolor<br />
He aquí uno de los capítulos más interesantes del<br />
final de la novela, pues en esta comunión de Alsino<br />
con la naturaleza, será la naturaleza misma, en todo<br />
su esplendor, la que brindará una “humilde ayuda” a<br />
este pobre ciego malherido. Las aves van al amanecer<br />
en busca del alimento diario que darán a Alsino; un<br />
zorro, silencioso se acerca y lámele las heridas con<br />
sumo cuidado; todos, jilgueros y diucas le entretienen<br />
con su canto; durante el día comenzaban a llegar los<br />
zorzales, y el martín pescador “nunca dejaba de traer<br />
plateados pejerreyes.” Alsino les hablará y agradece-<br />
David Gallardo Matus
á. Luego, cuando cae la noche y el sueño le vence,<br />
“las torcazas maternalmente, comenzaban a<br />
arrullarlo en su desvelo.”<br />
4.- La voz de Dios<br />
¡Qué lamentable y trágica es la proximidad de la<br />
muerte de Alsino! Pero nuevas voces le acompañan:<br />
Alsino siente el llamado de Dios, y le responde.<br />
Dejaremos nuevamente a Alsino contar su dolor:<br />
“Entre todos los días de mi vida yo te señalaré a<br />
ti, día de dolor. [...] Como un corazón latiendo oculto<br />
se extenderá tu poder por mi sangre y mi vida. [...] Te<br />
juzgué implacable; mas, cuando creciste demasiado,<br />
tú mismo regalabas la fatiga necesaria para que<br />
viniese en mi ayuda una dulce inconsciencia. [...]<br />
Mas, bendito sea Aquél que ha derramado, hasta en<br />
el mal, el bien, y que hace que los goces supremos no<br />
dependan de una orgullosa plenitud. [...] ¡Señor! yo<br />
ardí más inflamable que una brizna de paja en el júbilo<br />
que vertiste sobre la vida y el mundo. [...] Jamás a<br />
nada pude entregarme por completo. [...] ¡Siempre el<br />
vuelo fue para mí un goce doloroso! Hecho a vuestra<br />
semejanza, perdóname, Señor, si yo también sentí el<br />
ansia de estar en toda cosa. [...] Una noche de otoño,<br />
en el tiempo en que las aves comienzan a emigrar,<br />
[...] Señor, esta eterna e insondable noche, también<br />
para mí se rompe [...] ¡oh, Dios mío!, que ellos me<br />
guíen y, por el mismo sitio donde las tinieblas se<br />
rasgan, pase yo a tu reino.”<br />
Alsino comprende ya el sentido de la vida y de la<br />
muerte. No tiene ya razón para seguir existiendo y<br />
en la paz que le ha brindado la naturaleza, las aves<br />
y las vertientes, se encuentra ya preparado para su<br />
último vuelo hacia el reino de Dios. Alsino deja el<br />
otoño y se vuelve invierno, pues él es la naturaleza.<br />
5.- El llamado de la muerte<br />
Ni el zorro que vino a lamer durante varias noches<br />
sus heridas, ni las minúsculas arañitas que tejen sobre<br />
ellas una tela para curar las llagas, ni el avellano que<br />
lo protege del sol y la lluvia, logran evitar que Alsino<br />
empeore por la fiebre y se consuma. Ante su destino,<br />
Alsino les dice: “¡Amigos inocentes! ¡Dios sólo es<br />
visible cuando llegamos al fondo de la máxima tristeza!<br />
[...] Todo para mí ha sido soledad; ha caído como una<br />
maldición este vuelo limitado.” Y se justifica tanto<br />
dolor argumentadose que su vuelo llevó desconcierto<br />
donde estuviera, mas necesitaba él <strong>vol</strong>ar y <strong>vol</strong>ar.<br />
La naturaleza entonces comienza a preparar el<br />
Las etapas de la vida y las estaciones del año en Alsino...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
camino de la muerte: envía en aquella noche de<br />
lamentaciones una lluvia, “marea avasalladora”,<br />
que lavará el aire para que “hasta a los astros más<br />
pequeños se les distingue con claridad.” ¿Ha llovido<br />
acaso por la tristeza de la pronta partida de Alsino?<br />
Alsino, en el delirio, retorna a su niñez, desvariando<br />
nuevamente con <strong>vol</strong>ar, con sentir el aire en su rostro.<br />
Comienza a ascender sin cesar, “se encuentra a una<br />
altura vertiginosa, dos veces mayor que la que alcanzan<br />
los últimos cóndores. Y sigue, sigue en su vuelo<br />
imperturbable.” Debido a la altura, Alsino comienza<br />
a sentir la falta de oxígeno. Grita innumerables<br />
veces ¡A despertar! ¡A despertar!, pero “en el aire<br />
enrarecido no tienen eco sus palabras.” Entonces la<br />
muerte está por llegar; un poético final para quien se<br />
convirtiera en la mismísima naturaleza; un poético<br />
final para quien ha estado y estará más cerca de Dios:<br />
“Súbitamente cae con una velocidad espantosa<br />
que se va acelerando al infinito. [...] El roce de<br />
su cuerpo con la atmósfera, cada vez más densa,<br />
comienza por encender sus alas y, rápido, como un<br />
vértigo, el fuego se apodera de él y lo consume. Era<br />
el mes de mayo, mes de estrellas fugaces. Confundido<br />
entre las que cayeron esa noche, nadie fue capaz de<br />
distinguirlo. Una legua antes de llegar a la tierra,<br />
de Alsino no quedaba sino ceniza impalpable.<br />
Falta de peso para seguir cayendo, como un jirón<br />
de niebla, flotó sin rumbo hasta la madrugada. Las<br />
brisas del amanecer se encargaron de dispersarlas.<br />
Cayeron al fin, sí; pero el soplo más sutil las<br />
<strong>vol</strong>vía a elevar. Deshechas hasta lo insoportable,<br />
hace ya largo tiempo que han quedado, para<br />
siempre, fundidas en el aire invisible y vagabundo.”<br />
Conclusiones<br />
Maravillosa es la prosa que nos ha<br />
presentado Pedro Prado en su novela Alsino.<br />
La majestuosidad del lenguaje hacen inevitable<br />
pensar cuan cerca de Dios se encontrará Alsino<br />
en estos momentos. Él es y será naturaleza.<br />
Se ha podido demostrar, <strong>vol</strong>viendo a nuestro<br />
objetivo principal, que cada una de las cinco<br />
partes de la novela representa fielmente una etapa<br />
en la vida del Alsino estando éstas relacionadas<br />
con la niñez, la adolescencia, la juventud, la<br />
adultez y la muerte, pero en base a aspectos más<br />
sicológicos que físicos, y aunque no existe una<br />
directa relación de cada etapa con las estaciones<br />
del año como era la intensión de esta investigación,<br />
41
<strong>Herencia</strong><br />
sí se pudo comprobar que los hechos, las penas,<br />
los amores e incluso las alegrías de Alsino, iban de<br />
la mano con la primavera, el verano, el otoño o el<br />
invierno, relacionando:<br />
- La primavera con el descubrimiento del mundo<br />
que lo rodea y el amor,<br />
- el verano con el crecimiento físico y espiritual,<br />
- el otoño con la melancolía de su ser,<br />
- y el invierno con la soledad y la muerte.<br />
Quizás en más de alguna oportunidad Alsino nos<br />
ha pedido desviarnos para recordar algunos pasajes<br />
importantes de su historia, pero éstos finalmente<br />
nos mostraron otras perspectivas de su entorno.<br />
En cuanto al autor, Pedro Prado, quizás haya<br />
sido su “naturaleza poética” lo que lo haya llevado,<br />
probablemente no de una manera consciente, a<br />
relacionar los hechos ocurridos en la vida de Alsino<br />
con las épocas del año, pues resulta inevitable, como<br />
se ha podido ver, separar a Alsino de la naturaleza.<br />
Sólo queda decir que quizás, en algún momento,<br />
en algún lugar, quizás en el bosque, en el campo<br />
o en el mar, exista algún grano invisible de sus<br />
cenizas, esperando por nosotros y nuestra naturaleza.<br />
42<br />
Bibliografía<br />
•Arriagada Augier, Julio. Goldsack, Hugo. Pedro<br />
Prado, un clásico de América. Separada de la<br />
<strong>Revista</strong> Atenea Nºs 321 al 323. Universidad de<br />
Concepción. 1952.<br />
•Muñoz González, Luis; Oelker Link, Dieter. “La<br />
poética (decimal) de Pedro Prado”. Diccionario<br />
de movimientos y grupos literarios chilenos.<br />
Concepción, Chile: Ediciones Universidad de<br />
Concepción, 1993.<br />
•Muñoz Lagos, Marino. “Un gran sonetista<br />
chileno”. La Prensa austral. Punta Arenas: [s.n.], 8<br />
oct. 1998.<br />
•Prado, Pedro. Alsino. Santiago de Chile: Editorial<br />
Nacimiento, 1974.<br />
•Silva Castro, Raúl. Pedro prado, Premio Nacional<br />
de Literatura. Tirada aparte de OCCIDENTE,<br />
junio 1949.<br />
David Gallardo Matus
<strong>Herencia</strong><br />
43
44<br />
Notas a la edición de Vivir, ¿cuándo comienza?<br />
(Poesía reunida) de Samir Nazal 1<br />
Cristian Basso Benelli<br />
La gente que va sola, duerme sola;<br />
el silencio se solaza con ella.<br />
A su casa llega sola: no enciende luces.<br />
La sombra osa abrazarla: vecina, se aproxima,<br />
sigilosa: sienta sus blandos huesos<br />
sobre el sofá y rebulle sus rodillas<br />
contra la carne sola. Cruza las manos<br />
la gente sola y accede a su promiscua<br />
sonrisa. A veces, suspira o expectora<br />
brutalmente. Alza la mano remisa<br />
hacia eso.<br />
El óleo consagrado de la calle<br />
-consortes espectrales- pluraliza la espera.<br />
Se esfuma el rostro en el espejo, hídrido,<br />
acaso surge. Los retratos acechan<br />
un asequible turno de perfumes.<br />
Refugian los sueños: reflejan flecos,<br />
borlas, tapices, cortinas, balcones,<br />
enredaderas, el esbelto cenit.<br />
La espalda de la gente sola es rugosa.<br />
Ancha, comba, recelosa. Muy dura al tacto.<br />
La gente sola no muere, queda sola.<br />
Los versos anteriores pertenecen a<br />
Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía<br />
Reunida) del poeta y escritor Samir<br />
Nazal (1930-2008), obra en la que hemos<br />
trabajado con asombro, <strong>vol</strong>untad y rigor junto<br />
al escritor Daniel Pizarro 2 por más de dos años.<br />
Contemporáneo y amigo de escritores de la<br />
Generación del 50 como David Rosenmann-Taub,<br />
Jorge Edwards, José Donoso y Armando Uribe,<br />
Samir Nazal nació en Limache en el seno de una<br />
familia de origen árabe, se educó en el Liceo<br />
Valentín Letelier de Santiago y estudió Derecho<br />
en la Universidad de Chile, para dedicarse más<br />
tarde por completo a las clases de castellano, de<br />
literatura y a los talleres literarios en los que formó<br />
a destacados escritores jóvenes, principalmente de<br />
la Generación de los 90 o, según la denominación<br />
de Maximino Fernández Fraile, de la Generación del<br />
2002. El mismo “que escribía unos curiosos apuntes<br />
del natural y que influyó, quizá, en mi manera<br />
de enfocar el género de la crónica”, según Jorge<br />
Edwards o, en palabras de León Pascal, el “almirante<br />
vitalicio de la cultura underground santiaguina" que<br />
encontraba refugio para la confesión y la literatura<br />
en las noches a la usanza de la bohemia intelectual.<br />
Uno de ellos<br />
Cuando pienso en Samir Nazal, el estallido<br />
de imágenes que me asedia impide que lo vea o<br />
rememore en una sola construcción descriptiva que lo<br />
trace únicamente en su dimensión de escritor. Tendí<br />
tras su muerte a recrear cada conversación, anécdota<br />
y trabajo poético conjunto con la intención medio<br />
desdibujada de ordenar los recuerdos en una lógica<br />
que pretendía atesorarlos. Ingenua manera de revivir<br />
al maestro (apelativo que lo incomodaba), al amigo<br />
entrañable, al crítico severo y sensato, al poeta oculto,<br />
al lector imparable, al personaje ya mítico, al genio<br />
en contacto con lo profano y lo sagrado de la vida.<br />
Todo ello sin resultado esperanzador más que dejar<br />
que el tiempo otra vez ordenara la historia personal<br />
tamizada por la riqueza todavía misteriosa de su<br />
legado que aún falta por develar en muchos sentidos,<br />
pero renace a través de una vasta producción literaria<br />
que incluye inéditos de poesía, narrativa, crítica<br />
literaria y libretas personales que forman parte de un<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
1 Las notas que se presentan a continuación constituyen los primeros acercamientos a lo que será la primera edición de la obra<br />
poética de Samir Nazal bajo el título de Vivir, ¿cuándo comienza? cuya edición está a cargo del escritor, periodista y guionista<br />
Daniel Pizarro y del poeta y académico de literatura Cristián Basso.<br />
2 Daniel Pizarro es periodista (Universidad de Santiago de Chile), guionista y autor del libro de cuentos La Carta Propia (Ril<br />
Editores, 1993) y de la novela Plaza del Sol Nocturno (RIL Editores, 2003). Obtuvo la Beca de Creación Literaria del CNCA<br />
para la escritura de su segunda novela.<br />
Cristian Basso Benelli
diario íntimo que al escritor le habría gustado titular<br />
Finis Cinis (Al final, la ceniza). Fue más generoso<br />
con la escritura de los jóvenes que con la propia.<br />
A dos días de su funeral, regresé a su departamento<br />
en la calle Toesca, convocado por la familia Nazal,<br />
junto a otros cercanos al autor, para ser partícipe de<br />
la búsqueda y el hallazgo de su obra literaria que,<br />
a medida de que revisábamos manuscritos, notas y<br />
textos de diferentes épocas, nos fue deslumbrando<br />
cada vez más hasta darnos cuenta de que estábamos<br />
frente a un tesoro literario, lo que trajo consigo<br />
nuevas interrogantes con respecto a su opción por no<br />
publicar y la dificultad de decidir frente a textos que<br />
pertenecían a lúcidos proyectos literarios, algunos<br />
de los cuales se encontraban inacabados, pero por<br />
su indudable valor debían integrar el <strong>vol</strong>umen<br />
de Vivir, ¿cuándo comienza? Poesía Reunida.<br />
Fue sobrecogedor abrir la puerta y no encontrarlo,<br />
pero surgió de inmediato un compromiso real con el<br />
destino de sus textos. Cada uno de ellos se nos ofrecía<br />
como la apertura al descubrimiento de<br />
la voz (o las voces) que nos mostrarían<br />
más adelante en incontables sesiones<br />
al prolífico escritor que optó por el<br />
anonimato y la falta de interés por<br />
figurar en la “vida literaria” como lo<br />
confirma el poeta Premio Nacional<br />
de Literatura 2004 Armando Uribe<br />
cuando fue entrevistado por La Nación<br />
con motivo de la muerte del poeta:<br />
“Es de las personas que no necesitan la exposición<br />
pública, no tenía ninguna traza de exhibicionismo,<br />
como otros, dentro de los que me incluyo; él tuvo<br />
la enorme virtud de ser quien se es y quien se ha<br />
sido sin ningún teatro". 3 Así fue como manuscritos<br />
y escritos mecanografiados nos deslumbraron por<br />
su calidad y su cantidad, en una suerte de esplendor<br />
incomparable que confirmaba nuestra admiración<br />
por el hombre y artista que era y es en su obra.<br />
Dejamos pasar un período para aquietar la pena<br />
y tomar distancia crítica que nos permitiera ver<br />
los textos como tales para reunirnos en la casa<br />
de su sobrino Samir Nazal Chacón, siquiatra y<br />
lúcido autor de una biografía novelada sobre el<br />
poeta, con el propósito de hablar sobre su figura<br />
e iniciar la fase lentísima del rescate de su obra,<br />
privilegiando la poesía como primera instancia.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
Fue así como, entre otras propuestas aún en<br />
desarrollo, surgió el documental “Samir Nazal,<br />
poeta y maestro de poetas” del realizador Álvaro<br />
González, y que se exhibió en parte durante el<br />
Homenaje “Samir Nazal: letra y vida”, que reunió a<br />
más de doscientas personas en la principal sala de<br />
eventos de la Biblioteca de Santiago en diciembre<br />
de 2008. En la ocasión, leyeron poemas inéditos<br />
jóvenes poetas y escritores que formaron parte<br />
de los talleres literarios que ofreció el escritor por<br />
más de tres décadas. Entre ellos, Amanda Durán,<br />
Feisal Sukhni, Mónica Montero y Macarena García.<br />
Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía reunida)<br />
La obra compilatoria reúne más de doscientos<br />
poemas en siete secciones agrupadas en torno a líneas<br />
temáticas que identifican una poética particularísima,<br />
de gran fuerza expresiva, desparpajo, desenfado e<br />
intensidad lírica que ya podemos llamar “nazaliana”,<br />
y que aborda mediante variadas formas poéticas el<br />
amor, el erotismo, la muerte, la vejez, el dolor, la<br />
compasión, la ternura y la escritura.<br />
Crónicas del desvivirse, Pastizales<br />
del Espejismo, La mirada de Adán,<br />
Litografías del exilio y Morada de<br />
lo inhabitable son parte de ella. En<br />
el corpus destacan, en una primera<br />
lectura, poemas como Salón, Mi<br />
gana es tu desgana, Si tú vinieras,<br />
cuánta fiesta; Ojos abiertos,<br />
Dios se confiesa, Incursiones al<br />
verano, Decididamente también el mar se duerme,<br />
Whe shall overcome, Nonato, entre otros más.<br />
Además, considera la edición un estudio sobre<br />
su poesía y notas aclaratorias que sustentan la<br />
construcción discursiva del carácter orgánico del<br />
corpus textual, así como también antecedentes<br />
del proceso de recolección, lectura, selección y<br />
transcripción de textos poéticos inéditos –que exige<br />
siempre tiempo y pausa para la visión orgánica en<br />
la conformación de un libro de poemas- se convierte<br />
en una responsabilidad que obliga a reflexiones,<br />
determinación de criterios estéticos-literarios y<br />
fidelidad al extenso acopio de originales, muchas<br />
veces acompañados por más de una variante y escritos<br />
por el autor en distintas épocas de su vida, algunos<br />
poemas fueron escritos en las décadas de los 60 y<br />
70, y otros incluso meses antes de su fallecimiento.<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
3 Declaración del poeta Armando Uribe en el reportaje del periodista Rodrigo Quiroz Castro: “El secreto mejor guardado de<br />
la literatura chilena”, Diario La Nación, 8 de junio de 2008.<br />
Notas a la edición de Vivir, ¿Cuándo comienza? (Poesía...<br />
45
<strong>Herencia</strong><br />
46<br />
1993: Año del encuentro<br />
Lo primero que conocí de él fueron advertencias<br />
de la severidad con que criticaba los textos literarios<br />
que leía y calificaba con juicio crítico insobornable,<br />
la brillantez de su intelecto y la capacidad para captar<br />
el talento literario cuando existía. Más adelante<br />
comprobé que era cierto, enriquecida la visión con su<br />
personalidad que cautivaba a todo el mundo. Uno no<br />
era el mismo después de haberlo escuchado y de haber<br />
recibido el consejo generoso de su intelecto. Me decidí<br />
entonces a enviarle el original de Alalia, mi primer<br />
libro de poemas que Samir Nazal prologó y presentó<br />
en el Centro Cultural de España el 14 de julio de 1994.<br />
Era 1993 y yo había cumplido los 17 años cuando<br />
le envié el libro empastado con letras doradas<br />
borrándose, en cuyo interior figuraban ilustraciones a<br />
grafito y un orden que<br />
yo ingenuamente<br />
creía terminado. Al<br />
pasar los días, recibí<br />
una invitación suya<br />
para visitarlo en una<br />
“librería de viejo” de<br />
la calle Manuel Montt,<br />
frente a Providencia. Y<br />
fui. Más allá del primer<br />
temor de su crítica, tenía<br />
ansias de conocerlo. Ya<br />
me era mítico y quería<br />
saber más sobre él.<br />
Nunca he conocido a<br />
nadie más afectuoso<br />
en mi vida, más alegre<br />
y más elocuente frente<br />
al amor a la vida.<br />
Gustaba de abrir las<br />
puertas de su casa a quien lo visitara. Y se convirtió<br />
rápidamente en padre de aquellos que no lo tuvimos.<br />
Generoso hasta la saciedad, preocupado de cada paso de<br />
nuestros destinos más privados y públicos; conversador<br />
y entusiasta, lúdico, ingenioso, artístico, trágico,<br />
malhablado y solemne, fluía naturalmente nuestra<br />
admiración en cada conversación que fue sumando<br />
años y años de gran aprendizaje. Discutíamos en torno<br />
a la obra de autores que él mismo nos iba presentando<br />
en las sesiones: Vallejo, Tabucchi, Cernuda, Pizarnik,<br />
Maiakovski, Ginsberg, Mistral, Kerouac, sólo por<br />
nombrar algunos. El poeta Armando Uribe declaró<br />
que “era una de las personas más ecuánimes que<br />
he conocido en mi vida. Conversar con él era una<br />
manera de alimentarse intelectual y espiritualmente".<br />
Aparecí en la librería con timidez. Él me indicó<br />
una silla, me saludó afectuoso y me dijo "eres<br />
un palabrero, pero un gran poeta. Hay que pulir<br />
mucho". Luego hablamos de lecturas, de proyectos,<br />
de ideas y me desafió a continuar de memoria la<br />
lectura de algunos poemas de Gabriela Mistral que<br />
él admiraba mucho. Tuve suerte. Al cabo de dos o<br />
tres versos dichos por él, yo continué de memoria<br />
los que restaban para concluirlos. Esa mañana fue<br />
inolvidable. Aún lo veo reír, encantarse verso a<br />
verso, café tras café, palabra tras palabra. Yo estaba<br />
maravillado con su conversación, fue un "satori"<br />
(como decía él, es decir, "una iluminación")<br />
sentirme al fin al centro del corazón de mi familia.<br />
Lo supe un padre y amigo de inmediato. Y lo seguí<br />
siempre, durante los quince años restantes de su<br />
vida carnal.<br />
Primeros atisbos<br />
de la memoria<br />
Más adelante,<br />
conocí varios de sus<br />
amigos más cercanos<br />
y compartí a menudo<br />
con su entorno<br />
cultural y personal<br />
como Andrés Pérez,<br />
León Pascal, Daniel<br />
Pizarro, Manuel<br />
Peña Muñoz, entre<br />
tantos otros. Me hizo<br />
partícipe de lecturas<br />
públicas, conocí junto<br />
a él a Jorge Teillier;<br />
también me instó<br />
a trabajar de modo<br />
sistemático en mis poemas; pasamos muchas noches<br />
leyendo, riendo, llorando, contándonos historias,<br />
analizando lo inmediato, acechados siempre por el<br />
amanecer. Corregimos con entusiasmo mi segundo<br />
libro El amor insecto y pasamos juntos historias<br />
que poco a poco irán aflorando. Pero fueron años<br />
de gran fuerza, de "tristuras" como él las llamaba<br />
y de la "fiesta de vivir" a que siempre me invitó.<br />
Presentación del Homenaje “Samir Nazal, letra y vida”, Biblioteca de<br />
Santiago, diciembre de 2008.<br />
Cuando cumplí 30 años, y yo anhelaba trabajar en<br />
el tercer libro, me entregó la libertad para trabajar solo,<br />
porque, en palabras suyas, ya estaba preparado para<br />
ello. Quince años de taller le parecieron suficientes.<br />
Según sus palabras, era impresionante cómo yo llegaba<br />
hasta su casa con textos nuevos, haciendo correcciones<br />
Cristian Basso Benelli
que él habría determinado para ese proyecto poético.<br />
También le ha ocurrido a otros escritores y poetas<br />
jóvenes de la época, algunos de la Generación de<br />
los 90 que, al igual que yo, recibimos de él tanto<br />
que agradecerle. Quienes lo conocieron de verdad,<br />
saben lo que nos significamos uno para el otro. No<br />
corresponde que yo haga alarde de ello. Me quedo<br />
con su imagen viva, el llanto sin parar que me dejó<br />
su muerte, el júbilo de ser uno de sus discípulos más<br />
próximos y la poesía como destino que, al abrir la<br />
puerta de su departamento, me regaló para toda la<br />
vida. Recuerdo, por ejemplo, la lectura que hizo de<br />
su "Gente sola", transcrito para estas notas. Para mí,<br />
y fuera del lazo afectivo que me une a él, su obra<br />
Notas a la edición de Vivir, ¿Cuándo comienza? (Poesía...<br />
<strong>Herencia</strong><br />
literaria permitirá a los lectores y críticos de poesía<br />
no sólo conocer su talento, la precisión lírica y el<br />
tratamiento visionario de un universo poético provisto<br />
de gran fuerza expresiva, sino que también instalará<br />
su voz entre los grandes poetas chilenos del siglo XX,<br />
condición de la que él mismo renegó y se marginó<br />
<strong>vol</strong>untariamente para vivir concentrado en su obra<br />
y en la de los demás. Su presencia en la literatura<br />
chilena recién comenzará a conocerse y valorarse<br />
cuando se publique Vivir, ¿cuándo comienza? (Poesía<br />
Reunida), porque, concordando con el periodista<br />
Rodrigo Quiroz Ortiz de La Nación, Samir Nazal es<br />
“el secreto mejor guardado de la literatura chilena”.<br />
47
Literatura
50<br />
Alicia y el reflejo de su espejo:<br />
Evidencias literarias de cambios históricos<br />
Consideraciones Previas<br />
Tal vez incluso como una manifestación inherente<br />
al ser humano, desde tiempos remotos<br />
el hombre se ha <strong>vol</strong>cado a la narrativa,<br />
en especial a la literatura, para difundir ideas;<br />
para honrar el pasado; para legar este momento a la<br />
posteridad y tantas otras intenciones, imposibles de<br />
enumerar si es que aquella fuese nuestra misión.<br />
En este amplio plano en que nos situamos, es de<br />
personal interés el lugar que ocupa la literatura que<br />
surge durante el período moderno europeo, y que hoy<br />
identificamos como cuentos infantiles, tales como<br />
Hansel y Gretel, Caperucita Roja, Alicia en el país<br />
de las maravillas, entre otros, siendo en el presente<br />
de conocimiento mundial. Este interés se suscita,<br />
en alguna medida, producto de la percepción de gran<br />
vigencia y difusión que han mantenido estos textos<br />
a lo largo del tiempo y el espacio, mientras que por<br />
otra parte y unido a lo anterior, es muy interesante<br />
notar los cambios a que estas narrativas se han visto<br />
sometidas en la medida en que son reproducidas por<br />
distintas sociedades; en distintos lugares y momentos<br />
de la historia.<br />
La presente investigación, y siguiendo lo anteriormente<br />
planteado, busca estudiar la e<strong>vol</strong>ución de<br />
un cuento en particular originado durante el período<br />
moderno; la historia de Alicia a través del espejo, de<br />
Lewis Carroll. A este respecto, la mirada se orientará<br />
hacia la e<strong>vol</strong>ución que este relato ha experimentado a<br />
lo largo del tiempo, del espacio y de las adaptaciones<br />
existentes, considerando las adiciones, sustracciones<br />
o permanencias de contenido tanto como elementos<br />
externos al cuento en sí, por ejemplo el público<br />
a quien va dirigido; ya que – recordemos – pese a<br />
que actualmente Alicia y la mayoría de los cuentos<br />
de este tipo están orientados a un segmento infantil,<br />
Javiera Soto Hidalgo<br />
en sus orígenes son creados y dirigidos a un público<br />
popular adulto, en gran parte porque la existencia de<br />
la infancia como hoy entendemos –como grupo generacional<br />
y social– es posterior al surgimiento de estas<br />
narraciones, mas sobre este tema no se profundizará<br />
más de lo estrictamente necesario, por ser del interés<br />
de la historia de la infancia, y no de las motivaciones<br />
a que esta investigación responde.<br />
En consecuencia, intentamos comprobar que determinada<br />
creación literaria (para nuestros fines,<br />
Alicia a través del espejo), es resultado no sólo del<br />
discurso que elabora el autor –al tiempo que del discurso<br />
que crea inconscientemente–, sino también,<br />
es producto de la sociedad, la cual actúa como cocreadora,<br />
al proporcionar al mismo tiempo, un contexto,<br />
un sentido y una interpretación a la cual la producción<br />
literaria no puede escapar. En este sentido,<br />
consideramos que cada creación que toma el relato<br />
de Lewis Carroll como punto de partida, nos permite<br />
evaluar diferencias entre las sociedades tras las distintas<br />
elaboraciones narrativas.<br />
Dicho planteamiento se asienta en la línea argumentativa<br />
del historiador Peter Burke, quien desarrolla<br />
en sus distintas obras el tema de la historia cultural<br />
y popular, al tiempo que trabaja las producciones<br />
literarias reconociéndolas como fuentes válidas, dedicando<br />
un acápite al tema de los cuentos populares<br />
– y posteriormente infantiles – en su texto La Cultura<br />
Popular en la Europa Moderna 1 . El concepto de<br />
cultura popular de Burke apunta a todo el bagaje de<br />
la Europa moderna, que hacia el siglo XVIII y con<br />
énfasis en el siglo XIX, comienza a traducirse es manifestaciones<br />
que van desde las festividades hasta la<br />
edición de libros y cuentos con temas de raigambre<br />
tardo medieval, que han sido parcialmente transmitidas<br />
e inventadas mediante la tradición oral 2 .<br />
En complementariedad, se ha recurrido a la idea<br />
de Hayden White 3 de la narrativa como fenómeno de<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
1 Burke, P. (1991). La Cultura Popular en la Europa Moderna. España, Madrid: Alianza.<br />
2 Un punto clave en la cultura popular es el nacimiento de ésta ante el interés que causa en los intelectuales del período el descubrimiento<br />
de una clase media, y su identificación no sólo con la idea de nación, sino que con la construcción misma del Estado-nación. Esta idea será<br />
utilizada en el planteamiento de interrogantes críticas ante la obra de Carroll, intentando descubrir si Alicia corresponde a una manifestación<br />
propia de la tendencia de la cultura popular, tanto en su identificación con un segmento social como en el origen del tema tratado en el relato.<br />
3 White, H. (1992). El contenido de la forma. Narrativa, discurso y representación histórica. Barcelona, España: Paidós.<br />
Javiera Soto Hidalgo
la narrativa como fenómeno humano que copia la<br />
realidad al tiempo en que la significa, ya que éste<br />
es uno de los aspectos que más nos revela del autor,<br />
de las tendencias e incluso de la sociedad que<br />
se encierra tras las líneas de un texto ficcional.<br />
Añadido a lo anterior, se hace uso de los cuatro conceptos<br />
Bajtinianos como categoría esencial de análisis a lo<br />
cual serán sometidas las fuentes bajo estudio, a saber: lo<br />
dialógico, lo carnavalesco, la parodia y la eteroglosia.<br />
Por otra parte, para habilitarnos en una lectura crítica<br />
de Alicia: A través del espejo, se ha de recurrir al libro<br />
de Braulio Arenas; Visiones del país de las maravillas 4 ,<br />
a través del cual el autor nos propone un acercamiento<br />
analítico, intentando ver en las líneas no sólo lo efectivamente<br />
maravilloso, sino que lo realista de la ficción:<br />
Hermoso, inquietante y fascinante libro es este de<br />
“Alicia en el país de las maravillas”, pues precisamente<br />
nos habla de maravillas, iluminando con<br />
sus mágicos colores la grisácea atmósfera que nos<br />
rodea 5 .<br />
E incluso, cómo el autor traspasa su carga; consciente<br />
o inconscientemente a la narración acorde<br />
a fuerzas dignas de ser denunciadas, al tiempo<br />
que él mismo es obligado por otras fuerzas, tanto<br />
más poderosas en la medida que son invisibles:<br />
Algo nos mueve a pensar, entonces, que el autor está<br />
escribiendo más cosas de las que se encierran en<br />
las ordenadas (o desordenadas) líneas topográficas,<br />
más cosas de las que pudiera contener la misma<br />
infancia, como si él propusiera un fulminante mensaje,<br />
de tal gravedad para el mundo, que se hubiera<br />
visto obligado a disfrazarlo en un complicado y, a la<br />
vez, aparentemente simple simbolismo 6 .<br />
Ahora bien, entendiendo que un personaje como<br />
Lewis Carroll – y me refiero a este como personaje<br />
diferenciándolo de Charles Lutwidge Dodgson, la<br />
persona – no es abordable de un modo simplista y<br />
unidireccional, para el desarrollo de la presente investigación<br />
se ha recurrido al texto Lewis Carroll:<br />
El juego de la lógica y otros escritos 7 , cuyo prólogo<br />
realizado por Alfredo Deaño nos entrega en primer<br />
lugar una visión sobre la convivencia de Charles Do-<br />
<strong>Herencia</strong><br />
dgson, el hombre de razón, de mundo industrializado<br />
y modernidad, con Lewis Carroll, hombre del mundo<br />
del sinsentido y la neurosis. En este sentido, la interpretación<br />
del autor apunta a comprender al creador<br />
de Alicia como el punto de unión entre dos mundos<br />
absolutamente reales para el período moderno británico;<br />
la mezcla confusa entre lógica y transgresión<br />
es precisamente aquella característica que dotaría<br />
de realidad a una de las obras más ficcionales y maravillosas<br />
en la historia de la literatura occidental.<br />
En cuanto a las fuentes utilizadas en el estudio,<br />
evidentemente la investigación se inicia con<br />
el análisis de la fuente principal que constituye<br />
el texto de Lewis Carroll, a partir del cual y en relación<br />
a las siguientes fuentes, se deberán establecer<br />
continuidades propias de la narración, y<br />
elementos de cambio que revelan los distintos paradigmas<br />
de las sociedades y tendencias tras éstas.<br />
En consecuencia, se establece una serie de textos<br />
a revisar, los cuales consisten en reediciones<br />
– o reelaboraciones – del cuento original. En función<br />
de las ineludibles limitaciones temporales<br />
de un trabajo investigativo, he decidido reducirme<br />
a comparar el texto primario 8 , con una versión<br />
infantil actual, y un texto que trabaja de modo<br />
alternativo la narración en cuestión, ambas dentro<br />
de la producción chilena, posterior a 1980.<br />
Representante del cuento de Alicia como producción<br />
orientada a lectores infantiles dentro de la<br />
esfera nacional, está el texto Alicia tras el espejo 9 ,<br />
materializada por una connotada editorial infantil. El<br />
mero comentario editorial “texto condensado por”<br />
nos refleja que la narración original ha sido sometida<br />
a supresiones y omisiones por parte de un nuevo<br />
pseudo-autor, a lo cual se añade una necesaria interpretación,<br />
a partir de la cual este sujeto decide qué<br />
fragmentos han de ser quitados de la edición, y cuáles<br />
han de ser adaptados para ser apto al público ideal.<br />
En cuanto a la segunda reproducción, tenemos<br />
una obra póstuma de Jorge Millas, titulada<br />
Escenas Inéditas de Alicia en el País de las Maravillas<br />
(Divertimientos lógico-lingüísticos) 10 ,<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
4 Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas. Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />
5 Arenas, B. Ibid. Pp.27.<br />
6 Arenas, B. Op. Cit. Pp. 28-29.<br />
7 Carroll, L. (1972). El juego de la lógica y otros escritos. Traducción, selección y prólogo de Alfredo Deaño. Madrid, España: Alianza.<br />
8 Carroll, L. (1960). The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. Introduction and notes by Gardner,<br />
J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
9 Carroll, L. (1992). Alicia tras el Espejo. Condensado por Robles, S. Santiago, Chile: Zig-Zag.<br />
10 Millas, J. (1985) Escenas Inéditas de Alicia en el País de las Maravillas (Divertimientos lógico-lingüísticos). Santiago, Chile: Pehuén.<br />
Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />
51
<strong>Herencia</strong><br />
en el cual, el autor traduce, publica y difunde fragmentos<br />
inéditos de la creación de Lewis Carrol.<br />
Las preguntas que surgen y que han de ser abordadas<br />
mediante el análisis particular, tanto como<br />
en el diálogo con las otras fuentes bajo estudio son<br />
¿Por qué un pensador como Jorge Millas se interesa<br />
en una narración ficcional como Alicia en el<br />
país de las maravillas? ¿Cuál es el aporte y la relevancia<br />
de publicar estos fragmentos, en una sociedad<br />
como la chilena? ¿Hay alguna intencionalidad,<br />
o fin moralizante, en la lectura de estos fragmentos?<br />
Añadido a lo anterior, se ha reflexionado sobre el material<br />
audiovisual existente, considerando que los guiones<br />
también entrañan un discurso, y por supuesto, constituyen<br />
una narrativa, lo cual los califica como fuente de<br />
estudio. A este respecto, se pretende analizar el guión<br />
de la película de Disney, entendiendo que esta producción<br />
es dirigida a un público en particular, al tiempo que<br />
la industria tras de ella es ícono de una sociedad compleja<br />
característica del mundo liberal globalizado. Por<br />
lo demás, pese a ser una producción estadounidense, la<br />
difusión de esta incluye Chile y el resto de Latinoamérica,<br />
por tanto, es válido analizar el discurso de Disney.<br />
En el estudio y análisis de estas fuentes, invitamos al<br />
lector a reflexionar qué es lo que esconde Alicia ¿Un ficticio<br />
país de maravillas? ¿Un reflejo de lo real y lo propio?<br />
52<br />
I.- Alice en el país industrializado<br />
Lo primero, es definir a Alicia, a través del espejo,<br />
y no podría haberlo hecho mejor que como<br />
nos expone Braulio Arenas, quien nos indica que<br />
su argumento se basa en la marcha de un peón (Alicia)<br />
desde su casilla inicial, la segunda, hasta la<br />
octava y última casilla donde se coronará reina,<br />
y en las mil y una peripecias que tiene que afrontar<br />
dicho peón durante su peligroso traslado 11 .<br />
En efecto, la obra de Dodgson –bajo el seudónimo<br />
de Lewis Carroll– nos relata la historia de Alicia,<br />
una pequeña de siete años y medio que descubre en<br />
un espejo la imagen del mundo real, pero absolutamente<br />
contrario (como es común y necesario en<br />
los espejos), el cual pasa a constituir la entrada a un<br />
mundo irreal, en el cual se está desarrollando una<br />
gran partida de ajedrez, de la cual Alicia se hace parte,<br />
con el propósito de atravesar el tablero y constituirse<br />
en reina. En el camino ha de encontrar a toda<br />
una serie de personajes maravillosos –animales y<br />
flores parlantes, unicornios, Humpty Dumpty, etc.–<br />
y situaciones extraordinarias, que harán de este viaje<br />
una lectura que hace al lector cuestionar, más que<br />
lo maravilloso, los conceptos de límites y lo absurdo.<br />
Sin embargo, sería pecar de ingenuidad el suponer<br />
que toda la significación del relato se encuentra en la<br />
continuidad de acontecimientos que en él se contienen,<br />
que lo trascendental de la narración son los sucesos<br />
maravillosos que ocurren, dejando de lado la<br />
invisible pero siempre sensible presencia del autor;<br />
de su carácter, su historia, su contexto, su sociedad.<br />
En consecuencia con lo anterior, es correcto detener<br />
la lectura de Alicia para dar a lugar una comprensión<br />
del autor tras esta creación –para muchos una obra<br />
maestra–, para dar sentido al sinsentido tras el espejo.<br />
Dodgson & Carroll: El hombre tras el personaje<br />
Charles Lutwidge Dodgson es tal vez uno de los<br />
mejores ejemplos de las fuerzas que confluyeron,<br />
marcaron y transformaron al hombre culto burgués<br />
del siglo XIX. Por un lado, tenemos el mundo de la<br />
ciencia, de la lógica y la razón: nacido del espíritu<br />
positivista y cientificista post re<strong>vol</strong>ución industrial,<br />
Dodgson no sólo surge en un incipiente círculo intelectual,<br />
sino que se dedica a la ciencia por antonomasia;<br />
no conforme con ser matemático, orienta su<br />
disciplina hacia el proceder de la lógica. Este es el<br />
lenguaje científico por excelencia: la dialéctica hegeliana,<br />
los silogismos, las relaciones causa-efecto;<br />
todas estas formas de conocimiento se basan en los<br />
principios de la lógica, de lo posible y lo racional.<br />
Por otra parte, vemos en Charles Dodgson los residuos<br />
de una espiritualidad que mantiene en ascuas<br />
al hombre del período: aparentemente irreconciliable,<br />
este matemático no sólo es criado en el protestantismo<br />
sino que es diácono de la Iglesia de Inglaterra,<br />
pese a lo cual, según nos indica Deaño, no<br />
concordaba con todos los planteamientos de esta.<br />
Distintos autores, como Chesterton y Breton, han<br />
visto en estos elementos –académicos, religiosos– la<br />
mezcla ideal para una vida tranquila, incluso aburrida,<br />
escasamente trascendental para el mundo real, con<br />
lo cual, Carroll se haría existente para dar realidad a<br />
lo absurdo, como único modo que habría encontrado<br />
Dodgson ante la plana y aplastante realidad:<br />
El sinsentido en Lewis Carroll extrae su importancia<br />
del hecho de que constituye para él la solución vital<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
11 Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas. (pp. 38). Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />
Javiera Soto Hidalgo
de una profunda contradicción entre la aceptación<br />
de la fe y el ejercicio de la razón, por una parte.<br />
Por otra parte, entre una aguda conciencia poética<br />
y los rigurosos deberes profesionales. La particularidad<br />
de esta solución subjetiva es doblarse en una<br />
solución objetiva, precisamente de orden poética:<br />
el espíritu, ante cualquier clase de dificultad puede<br />
encontrar una salida ideal en el absurdo 12 .<br />
Pese a estas visiones, lo que aquí se propone<br />
es que lejos de constituir personalidades distintas,<br />
Charles Dodgson se inmiscuye constantemente en<br />
la obra de Lewis Carroll, lo cual será demostrado<br />
revisando algunos elementos de la realidad –<br />
idea de progreso, razonamiento lógico– que ocupan<br />
espacios significativos en su irrealidad.<br />
Corpus significativo de Alicia, a través<br />
del espejo<br />
Lo cierto es que el maravilloso<br />
mundo que Alicia encuentra tras<br />
el espejo no tiene nada de chimeneas,<br />
ni fábricas, ni del característico<br />
hollín que se nos viene a la<br />
mente cuando pensamos en la idea<br />
tipo 13 de industrialización. Contrario<br />
a ello, el mundo tras el espejo<br />
que nos presenta Carroll se caracteriza<br />
por el verde de los bosques,<br />
y el colorido que constituyen los<br />
distintos personajes; reyes, caballeros,<br />
unicornios, flores animadas, etc.<br />
Sin embargo, podemos deducir que<br />
el proceso de industrialización se hace<br />
presente en el relato mediante pequeños sucesos,<br />
tal vez incluso inconscientes, tanto para Charles<br />
como para Lewis. Uno de estos micro-temas tiene que<br />
ver con el ir hacia atrás. Si bien esto ha sido analizado<br />
desde otros campos del saber, como el sicoanálisis, es<br />
plausible pensar que el ir hacia tiene directa relación<br />
con los ideales que llegan con la modernidad y la re<strong>vol</strong>ución<br />
industrial.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
Pese a que Deaño ve en Dodgson a un puritano<br />
con nulo interés en los conflictos de la naciente clase<br />
obrera, y una total aceptación del estado de las cosas,<br />
es posible concebir que en el ir hacia atrás, hay una<br />
refutación, negación o cuando menos recelo ante uno<br />
de los principios que con más fuerza se anclaron en<br />
la mente del hombre industrial; el progreso indefinido.<br />
Si el esfuerzo de ir en retroceso fuera infructífero<br />
para el sujeto de la acción, tendría sentido concebir en<br />
ello un absurdo o una fijación sicológica que escapa<br />
a mi comprensión, mas es necesario recordar que los<br />
avances en marcha atrás –o para el caso, los “secnava”–<br />
constituyen no sólo éxitos en sí mismos, sino que<br />
una alternativa válida de conocimiento: En un primer<br />
momento tenemos a la pequeña Alicia, quien descubre<br />
el mundo irreal a través del espejo, objeto<br />
al cual le reconocemos a particularidad<br />
de reproducir la realidad de<br />
manera contraria a la que es:<br />
“Now, if you only attend,<br />
Kitty, and not talk so much,<br />
I’ll tell you all my ideas about<br />
Looking-glass House. First,<br />
there’s the room you can see<br />
through the glass –that’s just<br />
the same as our drawing-room,<br />
but only the things go the other<br />
way. (…) Well then, the books<br />
are something like our books,<br />
only the words go the wrong<br />
way” 14<br />
En este párrafo podemos ver<br />
cómo se hacen presentes los conceptos<br />
bajtinianos, en particular lo carnavalesco<br />
15 , ya que más allá de lo literal del<br />
mundo al revés, la abolición de las estructuras se hace<br />
evidente en la medida en que el razonamiento de Alicia<br />
no sólo tiene sentido, sino que en la misma lectura se<br />
demuestra como hecho concreto real. Es decir, lo más<br />
carnavalesco de este planteamiento no es la visión del<br />
espejo en sí, sino que lo irreal de la visión del espejo se<br />
hace real conforme avanza el pensamiento de la niña:<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
12 Breton, A. (1991) Antología del humor negro. Traducción de Jordá, J. (pp.21). Barcelona, España: Anagrama.<br />
13 Se utiliza “idea tipo” según la construcción de Max Weber, según la cual se crean conceptos simplificados,<br />
purificados, que facilitan la construcción de teorías e hipótesis en el proceso de conocimiento histórico.<br />
14 Carroll, L. (1960). The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.180, 181) Introduction and<br />
notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
15 Viu, A. (2009) Conceptualización de la Nueva Novela Histórica. Monografía de Licenciatura: Límites y Encuentros entre la ficción y la<br />
Historia. (07-IX-2009)Santiago, Chile: Pontificia Universidad Católica.<br />
Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />
53
<strong>Herencia</strong><br />
“How would you like to live in Looking-glass House,<br />
Kitty?(…) You can just see a little peep of the passage<br />
in Looking-glass House if you leave the door of<br />
our drawing-room wide open: and it’s very like our<br />
passage as far as you can see, only you know it may<br />
be quite different on beyond. 16 ”<br />
Con lo significativo que es el fragmento anteriormente<br />
revisado, es probablemente el episodio del encuentro<br />
con la reina blanca en el bosque el que más<br />
nos dice de este rechazo a la idea de progreso típica del<br />
industrialismo. No es sólo el breve comentario “It’s<br />
a poor sort of memory that only Works backwards 17<br />
el que nos incita a pensar en esta alternativa al progreso<br />
indefinido, sino el momento en que la reina<br />
señala el castigo como previo al crimen, ya que por<br />
una parte nos habla de un rechazo a la concepción lineal<br />
cronológica de la historia, mientras que nos habla<br />
de una nueva forma de aprendizaje, que apunta<br />
más a mejorar como prevención al error y al crimen,<br />
que aprender a partir de la experiencia y el castigo<br />
que sigue a estos, como plantea la teoría del conocimiento<br />
empírico, del ensayo y error. De este modo,<br />
si bien no podemos situar a Charles Dodgson como<br />
un hombre comprometido con los sucesos de su tiempo,<br />
no podemos pretender que haya sido indiferente<br />
a las grandes ideas que se movían dentro de su propio<br />
espacio intelectual; de su vida privada y pública.<br />
54<br />
Presencia de Dodgson en el mundo de Lewis<br />
Otro elemento – aparte del rebelarse contra la idea<br />
de progreso ligada a la re<strong>vol</strong>ución industrial– de la<br />
realidad propia de Dodgson en el mundo tras el espejo<br />
es la presencia de la lógica, la cual no es explicable si<br />
nos quedamos con la visión del mundo irreal como un<br />
mundo de evasión y negación de los elementos constituyentes<br />
de la realidad cotidiana del autor. Por el contrario<br />
(como diría Tweedle-dum), el uso de la lógica en<br />
diversos puntos de la narración de Lewis Carroll es una<br />
de las principales conexiones entre el creador y el personaje<br />
tras el seudónimo, al punto en que la mixtura entre<br />
la imaginación y la lógica es precisamente lo que otorga<br />
un grado de realidad al relato de este mundo ficticio.<br />
Algunos ejemplos de lo anteriormente planteado<br />
se encuentran en episodios como el encuentro con<br />
el caballero blanco, quien ofrece a Alicia entonar<br />
un poema. El problema surge cuando Alicia desea<br />
saber el nombre del poema, sin distinguir entre su<br />
nombre, el cómo se llama, el cómo es llamada y qué<br />
canción es. Con esto se plantea un tema anexo a la<br />
lógica, el del lenguaje, en donde cada palabra tiene<br />
un significado, por lo cual no debe ser desestimado.<br />
El mayor problema que nos plantea Dodgson<br />
en el mundo de Alicia y Lewis, dice relación con la<br />
existencia misma: en el encuentro con los gemelos<br />
Tweedle, no conformes con presentar un problema<br />
de tipo ético (ante el poema de la morsa y el<br />
carpintero), plantean a Alicia un dilema que se mantendrá<br />
hasta el final del relato, sin quedar con ello<br />
concluido. Los gemelos muestran a Alicia al rey<br />
rojo durmiendo, dando a lugar el siguiente diálogo:<br />
(…)“and what do you think he’s dreaming about?”<br />
Alice said “Nobody can guess that.”<br />
“Why, about you! And if he left off dreaming about<br />
you, where do you suppose you’d be?”(…) “You’d<br />
be nowhere. Why, you’re only a sort of thing in his<br />
dream!”(…) “You know very well you’re not real 18 ”.<br />
En este intercambio, vemos que Alicia es puesta<br />
en el escenario de la irrealidad, de una existencia<br />
parcial, supeditada al sueño del rey rojo, el cual sin<br />
embargo es soñado por Alicia a su vez, como puede<br />
suponer el lector, con lo cual se genera en ascuas<br />
la pregunta de la dependencia. ¿Quién se encuentra<br />
supeditado al sueño del otro? Esta pregunta no se<br />
resuelve, como vemos al final del cuento, en donde<br />
Alicia le pregunta a Kitty, quién habría sido la reina<br />
roja en el mundo tras el espejo, “Now, Kitty, let’s<br />
consider who it was that dreamed it all.(…) Was it the<br />
Red King, Kitty?(…) Which do you think it was? 19”<br />
Finalmente, como última seña a la realidad contextual<br />
del autor, vemos cómo este utiliza ciertas<br />
referencias que permiten situarlo en un plano<br />
veraz, como la canción que entona la puerta<br />
hacia el final del cuento, el cual, según Martin<br />
Gardner, sería una parodia de la canción Bonny<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
16 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.181) Introduction and notes<br />
y Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.Op. Cit.<br />
17 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures<br />
in Wonderland & through the looking glass. (pp.248) Introduction and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
18 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.238, 239) Introduction and<br />
notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
19 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.343, 344) Introduction and<br />
notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
Javiera Soto Hidalgo
Dundee, de Sir Walter Scott 20 , o bien la semejanza de<br />
las ilustraciones de John Tenniel del león y el unicornio<br />
con respecto a dos principales políticos de la actualidad<br />
británica. Esto nos prueba un innegable diálogo<br />
con intelectuales y contingencias de su tiempo, con<br />
lo cual, la hipótesis de que el país de las maravillas,<br />
tanto como el mundo a través del espejo, responden a<br />
intentos de evasión de la realidad por parte de Dodgson<br />
cae a tierra, cual Humpty Dumpty 21 .<br />
II.- Alice en el país de los infantes<br />
The fact is that Carroll’s nonsense is not nearly as<br />
random and pointless as it seems to a modern American<br />
child who tries to read the ALICE books 22 . (…) It<br />
is only because adults –scientist and mathematicians<br />
in particular– continue to relish the ALICE books<br />
that they are assured of immortality 23 .<br />
Desde 1871, año en el cual se publica Alicia, a través<br />
del espejo y lo que encontró allí y hasta hoy, el<br />
mundo ha sido testigo de muchos procesos que han<br />
influenciado en el cómo este cuento es leído en la actualidad.<br />
En efecto, producto de la globalización y el<br />
surgimiento de la sociedad de masas, se observa en<br />
el siglo XIX un aumento explosivo de editoriales y<br />
publicaciones de todo tipo; científicas, ficción, naturalismo,<br />
geografía, etc. Ante este proceso, los textos de<br />
Lewis Carroll no tardan en ampliar su difusión básicamente<br />
a todo el planeta, o al menos a todo el mundo<br />
occidental, heredero de un sistema de valor similar al<br />
de Dodgson. Por otra parte, este libro comienza a ser<br />
leído por un público más joven, llegando hasta el siglo<br />
XX como parte del panteón de cuentos medievales y<br />
modernos infaltables en el imaginario de niños y niñas<br />
a lo largo de la tierra.<br />
Con todo lo anterior, resulta imposible suponer que<br />
este avance en el tiempo haya estado exento de transformaciones<br />
–e<strong>vol</strong>uciones, si se desea– que marcaran<br />
el contenido tanto como el sentido del relato. En base<br />
a lo anterior, se tomarán dos ejemplos para demostrar<br />
estas mutaciones, que llevan a un rotundo cambio de<br />
significación.<br />
Alicia y la gran pantalla ilógica<br />
<strong>Herencia</strong><br />
La gran industria cinematográfica infantil de Disney<br />
ha realizado muchos de sus grandes éxitos a partir<br />
de relatos infantiles de raigambre medieval y moderna,<br />
y entre ellos, Alicia no es la excepción. En 1977, Walt<br />
Disney Pictures realiza Alicia en el país de las Maravillas<br />
24 , en base al cuento homónimo de Lewis Carroll.<br />
Si bien este cuento no es aquel en el cual se centra esta<br />
investigación cabe señalar que la película de Disney<br />
respeta el orden temático del cuento de Lewis salvo<br />
por un episodio en particular: Los gemelos Tweedle<br />
(propios de Alicia, a través del espejo) hacen aparición<br />
en la cinta, con la cual se puede inferir que los relatos<br />
de Lewis han cobrado una nueva dimensión, cuasi<br />
vida propia, ya no sujetos a la existencia limitada del<br />
cuento particular. Añadido a lo anterior –y debido en<br />
parte al uso extrapolado de estos personajes– lo que<br />
sucede con ellos es que el único efecto que causan en<br />
Alicia es extrañeza, asombro y hasta un grado de temor,<br />
a causa de lo cual la protagonista decide huir. No<br />
hay nada de reflexión ética, mucho menos existencial.<br />
Si bien se rescata la simplificación del lenguaje en<br />
pos de una comprensión por parte del público a quien<br />
va dirigida la cinta, se tiende a caer también en una<br />
simplificación de los acontecimientos. De este modo,<br />
queda anulada toda posibilidad de reflexión, tras de lo<br />
cual subsiste sólo un escenario de sinsentido, de absurdo,<br />
de locura. Es el caso de la fiesta del té; mientras que<br />
en el libro se tiende a reflexionar sobre la problemática<br />
del tiempo (¿Se mata el tiempo?¿Se escapa?¿Se atesora?),<br />
en la película sólo quedan dos locos, cuya única<br />
dinámica es beber té en las fiestas de no-cumpleaños.<br />
Esta situación creada por la industria de Disney<br />
puede explicarse por un público que debe ser entretenido<br />
y moralizado, pero ya no instruido, lo cual constituía<br />
uno de los intereses principales de Charles Dodgson.<br />
Por otra parte hay que considerar que para la<br />
década de los ’70, los valores cientificistas han caído<br />
en desuso ante el surgimiento de la post-modernidad y<br />
las teorías interpretativas de los procesos y fenómenos<br />
_____________________________________________________________________________________________________________<br />
20 Gardner, M. (1960). The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.180, 181) Introduction<br />
and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House. En relación al fragmento del poema “Humpty Dumpty sat on a wall:<br />
Humpty Dumpty has a great fall. All the King’s horses and all the King’s men couldn’t put Humpty Dumpty in his place again.”<br />
21 Carroll, L. (1960) The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.262) Introduction and notes<br />
by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
22 Gardner, M. (1960). Prólogo. The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.7) Introduction<br />
and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
23 Gardner, M. Ibid. (pp.8).<br />
24 Geronimi, C., Luske, H., Jackson, W. (1977) Alicia en el país de las maravillas. (VHS). Estados Unidos: Walt Disney Pictures.<br />
Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />
55
<strong>Herencia</strong><br />
de la experiencia natural y humana.<br />
Por lo demás, esta película surge<br />
en el marco del centenario de las<br />
creaciones de Alicia, con lo cual,<br />
podría considerarse una película<br />
conmemorativa, más que con una<br />
intención de transmisión de valores<br />
y procesos mentales de Carroll.<br />
Lo Irracional y lo Suprimido del<br />
Relato Infantil<br />
En cuanto al relato infantil, se ha<br />
tomado como texto guía el cuento<br />
Alicia tras el espejo 25 , el cual resulta<br />
notable en la medida en que pese<br />
a ser un texto de carácter infantil –<br />
recordemos que la editorial a cargo<br />
no es otra que Zig-Zag– hace una<br />
reproducción casi literal del relato<br />
de Lewis Carroll.<br />
En este sentido, las modificaciones<br />
que la edición contiene se<br />
orientan más bien a suprimir secciones<br />
del relato, consideradas dispensables, en lugar de simplificar<br />
el contenido o reinterpretar el relato de Dodgson.<br />
Un problema que surge a partir de esta condición es<br />
que el texto tiende a desvincularse del diálogo con<br />
lo contemporáneo a la existencia del autor, ya que en<br />
gran medida estas alusiones se realizan mediante parodias<br />
o parafraseos a poemas del período, e incluso<br />
a contingencias políticas. Por lo demás, muchos de<br />
estos poemas encerraban lógicas y problemáticas que<br />
–para la infancia de hoy– se muestran como un área<br />
oculta de Alicia.<br />
Por otra parte, al ser una reproducción en extremo<br />
literal de la construcción de Lewis, tiene el defecto<br />
de no ser capaz de acercarse de manera certera a su<br />
público ideal (lo que falta a Disney sobra a Zig-Zag y<br />
viceversa) en la medida en que no se adapta al lenguaje<br />
ni conocimientos de los infantes del presente, con lo<br />
cual Alicia a través del espejo pasa a ser valorada más<br />
por su carácter histórico que por su aporte al contenido<br />
lógico irreal, principal atributo de la obra original<br />
de Charles Dodgson.<br />
56<br />
Allice Liddell<br />
Con ello, se cumple la profética afirmación<br />
de Chesterton, quien señala su<br />
miedo, “that Alice’s story had already<br />
fallen under the heavy hands of the<br />
scholars and was becoming “cold and<br />
monumental like a classic tomb. 26 ”<br />
III.- Alice en el país filosofado<br />
Dado que Charles Dodgson posee<br />
en sí la compleja mezcla del hombre<br />
de razón con el hombre neurótico, es<br />
natural que suscite en pensadores de<br />
ayer y hoy un interés por desentrañar<br />
al creador y lo creado, tanto a partir<br />
de sus afamados cuentos como a través<br />
de textos de otras áreas, e incluso,<br />
como hace Jorge Millas, desde fuentes<br />
de carácter inédito 27 .<br />
El esfuerzo de Millas consiste en<br />
publicar fragmentos de Alicia que<br />
jamás llegaron a ser incluidos en la<br />
compilación final de los cuentos de Carroll, por decisión<br />
de éste. Estos fragmentos pueden ser caracterizados<br />
por la complejidad del contenido de estos, planteando<br />
toda una serie de problemas lógicos en los que<br />
se ve in<strong>vol</strong>ucrada de una u otra manera Alicia Lidell,<br />
como protagonista de estas historias.<br />
El aporte fundamental de Millas al publicar este<br />
texto es el de proporcionarnos un mayor grado de<br />
acercamiento al hombre creador, mostrándonos que él<br />
mismo se percibía dividido entre Charles y Lewis, así<br />
como la convivencia en él de lo real de la lógica y lo<br />
ficticio de la imaginación:<br />
Mira –le dijo (el gnomo)– no enredes las cosas.<br />
Para entendernos voy a decir Dodgson-Carroll.<br />
Ahora, escúchame. Dodgson- Carroll me necesita.<br />
El anda preocupado con el siguiente problema: un<br />
mono suspendido en una polea y equilibrado por un<br />
peso equivalente al suyo intenta subir por la cuerda<br />
de suspensión. ¿Qué sucede? (…) El problema<br />
es para Dodgson-Carroll. A él lo van a enredar las<br />
matemáticas 28 .<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
25 Carroll, L. (1992). Alicia tras el Espejo. Condensado por Robles, S. Santiago, Chile: Zig-Zag.<br />
26 Gardner, M. (1960). Prólogo. The Annotated Alice. Alice’s adventures in Wonderland & through the looking glass. (pp.7) Introduction<br />
and notes by Gardner, J. New York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
27 Millas, J. (1985) Escenas Inéditas de Alicia en el País de las Maravillas (Divertimientos lógico-lingüísticos). Santiago, Chile: Pehuén.<br />
28 Millas, J. (1985). Ibid. Carrol, L. (pp.146, 147).<br />
Javiera Soto Hidalgo
En este extracto vemos como lo maravilloso acude<br />
para dar vida a lo racional y lo lógico de Dodgson-<br />
Carroll, sin embargo, el proceso bien podía ser inverso<br />
para el autor, como lo demuestra en el fragmento<br />
titulado El enigma de los gansos 29 , en donde gansos,<br />
gansísticos y gansares son tales a partir de un razonamiento<br />
lógico para solucionar sus problemas. Sin<br />
embargo, vemos que la imaginación en estos extractos<br />
inéditos radica en la ficcionalización del lenguaje<br />
utilizado. Con esto, lo que se pretende afirmar es que<br />
estos fragmentos, expuestos por Jorge Millas, si bien<br />
tienen un alto contenido filosófico y lógico, carecen de<br />
la fluidez y la cohesión de lo maravilloso con lo real,<br />
que hace del mundo tras el espejo, un mundo posible,<br />
lógico y con sentido en el sinsentido.<br />
Conclusiones<br />
Desde 1871 hasta hoy, Alicia ha conformado nuestro<br />
imaginario colectivo en distintos niveles: como<br />
muestra del pensamiento racional del período; como<br />
cuentos delirantes e ilógicos; como lectura antes de<br />
dormir; como un clásico del cine infantil. Sin embargo,<br />
esta larga existencia de la obra de Lewis Carroll<br />
no ha sobrevivido todo un siglo sin hacer ciertos sacrificios<br />
a su contenido, y por cierto, a su sentido y<br />
significado.<br />
Como se ha visto en el primer capítulo, la obra de<br />
Charles Dodgson lejos de ser una obra exponente del<br />
sinsentido absoluto, revela ciertos elementos de la realidad<br />
que le circundaba. Estos elementos que se hacen<br />
presentes en la narración de Lewis pueden suponerse<br />
conscientes –los juegos de lógica, las alusiones a autores<br />
y hechos contemporáneos– e inconscientes, como<br />
se demuestra en el caso del (anti) progreso, tanto más<br />
inconsciente en la medida en que Charles está viviendo<br />
el proceso de modernización y re<strong>vol</strong>ución industrial<br />
sin que sus consecuencias se hayan evidenciado totalmente<br />
ni que el proceso haya acabado de manera total.<br />
Lo anterior permite afirmar que Charles Dodgson no<br />
fue insensible a los fenómenos que tomaban relevancia<br />
a su alrededor. Si bien se mantiene desentendido de<br />
la cuestión obrera proletaria, podemos creer que esto<br />
se debe a que el lógico del sinsentido se hizo cargo de<br />
los problemas que dentro la intelectualidad existían:<br />
idea de progreso, auge de las ciencias racionales, etc.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
También por las razones anteriormente descritas,<br />
podemos responder a las preguntas que surgen desde<br />
la lectura de Peter Burke, indicando que el origen de<br />
este texto radicaría en el mundo maravilloso propio<br />
del contexto de Charles Dodgson y la mente de Lewis<br />
Carroll, y no a partir de tradiciones orales de tiempos<br />
anteriores, diferenciándose de clásicos como Caperucita<br />
Roja, Hansel & Gretel y La Bella Durmiente<br />
del Bosque, entre otros. Por otra parte, la ausencia de<br />
temas asociados a la clase media como nuevo sector<br />
social, y mucho menos de la reivindicación de estos<br />
como segmento relevante para la nación, nos hacen<br />
negar que en Alice, through the Looking-glass haya un<br />
texto característico de la cultura popular decimonónica.<br />
En cuanto a las reproducciones y reelaboraciones<br />
de este cuento, podemos ver que ya se ha<br />
instalado sólidamente como clásico infantil, a través<br />
de películas y textos. Sin embargo, ello no ha<br />
significado la supervivencia de la obra de Lewis<br />
en cuanto a su esencia, ya que estas creaciones<br />
que toman a Carroll como base de su relato han<br />
dejado de lado las características más esenciales<br />
de su obra; ya sea la renuncia a los juegos de lógica<br />
–lo cual nos dice tanto más acerca del conocimiento<br />
que deseamos y valoramos como bueno<br />
para nuestros niños– como las alusiones que hace<br />
de la realidad –lo cual nos dice más sobre nuestro<br />
deseo de evasión que sobre el que se le atribuye<br />
al autor–, tenemos como resultado la construcción<br />
de un mundo que sigue siendo considerado maravilloso,<br />
pero en sentido de lo absurdo e irreal, y no<br />
el maravilloso de Carroll, que ilumina y llena de<br />
colores a la realidad que nos circunda 30 .<br />
Tal vez ya haya pasado el momento de Alicia,<br />
tal vez lo que ha pasado es nuestra capacidad de<br />
entrar en un mundo de maravillas. Quizá sea que<br />
la faction (fact & fiction) de Lewis Carroll está<br />
condenado a ser visto como un juego infantil, producto<br />
del delirio de un hombre insano, o bien su<br />
condena sea permanecer realmente viva a través<br />
de intelectuales; filósofos, humanistas o matemáticos,<br />
quienes aún disfruten con el magnífico sentido<br />
del mundo a través del espejo.<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
29 Millas, J. Op. Cit. (pp. 51-71)<br />
30 Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas. (pp. 27). Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />
Alicia y el reflejo de su espejo: Evidencias literarias...<br />
57
<strong>Herencia</strong><br />
Sea como sea, lo innegable es que la Alicia de hoy<br />
tiene todo y nada que ver con la creación original de<br />
Charles-Lewis Dodgson-Carroll; si bien la estructura<br />
del cuento se ha mantenido, al reconocer que esta creación<br />
es propia de su tiempo y su sociedad, es necesario<br />
también aceptar que una recreación de esta narración<br />
no podía escapar de su nueva temporalidad, con lo<br />
cual Alice no podía estar exenta del cambio.<br />
¡Si tan sólo el avance en retroceso hubiera sido posible!<br />
Si tan sólo hubiéramos sido castigados por la<br />
reina antes de cometer el crimen…<br />
58<br />
Referencias Bibliográficas<br />
• Arenas, B. (1983). Visiones del país de las maravillas.<br />
Santiago, Chile: Andrés Bello.<br />
• Breton, A. (1991) Antología del humor negro.<br />
Traducción de Jordá, J. (pp.21). Barcelona, España:<br />
Anagrama.<br />
• Burke, P. (1991). La Cultura Popular en la Europa<br />
Moderna. España, Madrid: Alianza.<br />
• Carrol, L. (1992). Alicia tras el Espejo. Condensado<br />
por Robles, S. Santiago, Chile: Zig-Zag.<br />
• Carroll, L. (1972). El juego de la lógica y otros escritos.<br />
Traducción, selección y prólogo de Alfredo<br />
Deaño. Madrid, España: Alianza.<br />
• Carroll, L. (1960). The Annotated Alice. Alice’s<br />
adventures in Wonderland & through the looking<br />
glass. Introduction and notes by Gardner, M. New<br />
York, Estados Unidos: Bramhall House.<br />
• Geronimi, C., Luske, H., Jackson, W. (1977) Alicia<br />
en el país de las maravillas. (VHS). Estados<br />
Unidos: Walt Disney Pictures.<br />
• Millas, J. (1985) Escenas Inéditas de Alicia en el<br />
País de las Maravillas (Divertimientos lógico-lingüísticos).<br />
Santiago, Chile: Pehuén.<br />
• Viu, A. (2009) Monografía de Licenciatura: Límites<br />
y Encuentros entre la ficción y la Historia. Santiago,<br />
Chile: Pontificia Universidad Católica.<br />
• White, H. (1992). El contenido de la forma. Narrativa,<br />
discurso y representación histórica. Barcelona,<br />
España: Paidós.<br />
Javiera Soto Hidalgo
Homero, educador de occidente<br />
César García Álvarez<br />
Homero, la Biblia de los griegos<br />
Homero, su Ilíada y su Odisea, ha sido considerado<br />
“la Biblia de los griegos”. Como<br />
la Biblia fue comentada por los Padres de<br />
la Iglesia, por los Apologistas, por los Teólogos como<br />
San Agustín y Santo Tomás, glosada por los poetas<br />
como Dante o líricos como San Juan de la Cruz,<br />
aprendida en las escuelas, explicada por los predicadores,<br />
esculpida por los artistas como lo hizo Ghiberti<br />
en las Puertas del Cielo del Batisterio de Florencia,<br />
motivo para los pintores como Miguel Angel en la<br />
Capilla Sixtina, Leonardo y Dalí en La Última Cena.<br />
Así Homero, su obra, subyugó en Grecia a historiadores,<br />
filósofos, artistas y pedagogos, a los que voy a<br />
referirme en cada caso.<br />
A) Historiadores y políticos tras el Logos<br />
Heródoto, el Padre de la historia, cita con frecuencia<br />
pasajes de la Ilíada y la Odisea. Heródoto recoge<br />
incluso la noticia de que el tirano Clístenes prohibió<br />
en Atenas que alguien compitiese con el rapsoda<br />
Sción, pues recitaba a Homero tal fuerza que le daba<br />
el poeta, que nadie podía competir con él.<br />
Tucídides es el otro gran historiador de Grecia,<br />
con Heródoto enmarcan la historia de Atenas, uno<br />
narra las Guerras Médicas, el otro, Tucídides, la decadencia<br />
de Atenas en Las Guerras del Peloponeso.<br />
Tucídides equivocadamente cree que Homero<br />
vivió unos 60 años después de la Guerra de Troya;<br />
digo equivocadamente, pues el realismo narrativo, la<br />
vivencia de los hechos, la fuerza de los detalles, son<br />
rasgos de estilo de toda epopeya, que esculpe, cincela<br />
los hechos para hacerlos visibles por el rapsoda o<br />
juglar a los oyentes. El oyente sabía de memoria los<br />
hechos, buscaba cómo vivía o expresaba el rapsoda o<br />
juglar los hechos. El arte de los rapsodas tenía mucho<br />
del retoricismo de los artistas del barroco, que queriendo<br />
expresar con énfasis las doctrinas del Concilio<br />
de Trento, las gesticulaban en demasía, así La transfixión<br />
de Santa Teresa de Bernini.<br />
Reconocieron historiadores, políticos como Clístenes<br />
y Licurgo, filósofos con Platón y Aristóteles,<br />
la necesidad de Occidente de contar con una palabra,<br />
un libro y un guía donde mirarse. “Espejo de las<br />
Musas”, es un libro de Bochetti donde comenta el<br />
Homero, educador de occidente<br />
Homero-Espejo. Precisamente entre las palabras más<br />
ponderadas en Grecia hay que destacar todas aquellas<br />
que tienen que ver con el espejo, así: MIME-<br />
SIS (Aristóteles), MÁSCARA (Esquilo), SOMBRA<br />
(Platón), SER ACCIDENTAL (Platón y Aristóteles).<br />
Todo aquello que representa algo pero no lo es.<br />
Reconocieron historiadores y políticos la necesidad<br />
de Occidente de un guía y una palabra escrita<br />
donde mirarse. Occidente, desde Homero, sintió<br />
hambre de la palabra, de la palabra ponderada y fija;<br />
así se apropió de: Homero, los trágicos, los historiadores<br />
como Heródoto y Tucídides, en Roma se miró<br />
en la Eneida; Occidente apenas supo de la Palabra de<br />
Dios, la aceptó como suya y le dio el nombre Griego<br />
de Bibli y la selló con sangre de mártires; Occidente<br />
es San Agustín y la Ciudad de Dios, Dante y la Divina<br />
Comedia, Cervantes y el Quijote, Shakespeare<br />
y Hamlet, Goethe y Fausto, Dostoviesky y Crimen<br />
y Castigo… PALABRA, LIBRO y GUÍA fueron una<br />
necesidad de Occidente, porque quería apresar el ser<br />
y no dejar todo al tiempo destructor que pasa, quería<br />
ser Aristóteles y Platón y no solo Heráclito. La pregunta<br />
inicial griega por el ser, no es ajena a la palabra<br />
consistente que tiene el griego de Homero.<br />
En otras culturas, las AGRAFAS, los ANCIA-<br />
NOS, el CLAN, el GURU, los RITOS, sustituían la<br />
palabra. Pero estos transmisores eran siempre muy<br />
débiles, una tradición muy cambiante. Lo ha estudiado<br />
Friedemann para la cultura afrocolombianas, Luis<br />
Ramiro en La Comunicación antes de Colón, y Levi-<br />
Strauss en muchas de sus obras.<br />
La palabra como FUNDAMENTO está asediada<br />
hoy por tanto best-seller, farándula y un laicismo<br />
que quiere instaurar el dogma del Nada Vale y Todo<br />
Vale. Frente a ello, felizmente, al lado de los Premios<br />
Nobel de Medicina, Física y Economía, se encuentra<br />
el de la palabra, el Premio Nobel de Literatura. Desde<br />
Homero con la Ilíada e Israel con la Biblia hasta el<br />
Premio Nobel de Literatura, Occidente reconoce aún<br />
la lucha por lo que vale, que eso significa clásico con<br />
que apodamos a Grecia.<br />
¿Es que no hubo amor a la palabra en Oriente? ¿Y<br />
los Vedas y Gilgamesh, por ejemplo?<br />
Ciertamente, pero Occidente es lo faústico: conocer,<br />
saber, explorar, buscar, inquirir, investigar, deducir<br />
e inducir, a partir de los axiomas inviolables;<br />
59
<strong>Herencia</strong><br />
hoy en Occidente se quiere instalar la doctrina del<br />
progresismo que prefiere la mirada hacia el hoy, sin<br />
darse cuenta que no hay hoy sin el Ayer y el Mañana,<br />
sin origen y meta. Puede leerse a René Guenón,<br />
Splengler, Retamal, García Morente, Carlos Dusandro,<br />
analistas de la palabra como fundamento de occidente.<br />
60<br />
B) Homero ante los filósofos<br />
Pero además de LOGOS hay en Homero otras palabras<br />
pesadas: NOOS (pensamiento, razón)<br />
AION (tiempo largo), (junto a Cronos y Kairos),<br />
PSIJE (alma, psicología, espíritu, no solo tejidos<br />
musculares), ARJE (arquetipos, así ARISTOS, ser<br />
al modelo como ideal ético y educativo sintetizado<br />
maravillosamente por Glauco en el Canto VI: “…con<br />
gran insistencia me encargó descollar siempre, sobresalir<br />
por encima de los demás…”), (ser perfectos<br />
como vuestro padre celestial es perfecto); TELOS<br />
o finitud que es decir somos contingentes; TELOS<br />
con otro matiz, CAMINAR, Ulises y Eneas caminan<br />
hacia su patria, con dos signos Ulises va a Troya y<br />
regresa a Itaca, es el caminar de Ulises CIRCULAR;<br />
Eneas camina con la espada y el remo, funda Roma y<br />
con ello la CIUDAD ETERNA, primero de AUGUS-<br />
TO y después de SAN PEDRO.<br />
Homero no comenta todo este diccionario pesado,<br />
pero introduce las palabras fundamento de Occidentre<br />
en forma incoativa, la historia de Occidente luego<br />
las despliega.<br />
Aristóteles cita a Homero y lo comenta en su Ética<br />
(Libro VIII “Sobre la amistad”). Aristóteles escribió<br />
“Aporímata Omerika” y se considera que el Homero<br />
que guardaba Alejandro fue una donación de Aristóteles.<br />
Véase Manuel Sanz Morales “Sobre una recensión<br />
de la Iliada debida a Aristóteles”.<br />
En Platón leemos: “Por lo tanto, Glaucón, cuando<br />
encuentres a quienes alaban a Homero diciendo que<br />
este poeta ha educado a la Hélade, y que con respecto<br />
a la administración y educación de los asuntos<br />
humanos es digno que se le tome para estudiar…<br />
hay que saber también que, en cuanto a poesía, sólo<br />
deben admitirse en nuestro Estado los himnos a los<br />
dioses y las alabanzas a los hombres buenos. Si en<br />
cambio recibes a la Musa dulzona, sea en versos líricos<br />
o épicos, el placer y el dolor reinarán en tu Estado<br />
en lugar de la ley y de la razón que la comunidad<br />
juzgue siempre la mejor.<br />
-Es una gran verdad”.<br />
En la República, Platón expulsa a los poetas, pero<br />
en Las leyes los acepta.<br />
Idea del arte en Platón<br />
En el libro de la República Libro 3 y Libro 10<br />
censura el arte, por tratarse de una imitación de segundo<br />
grado, las cosas imitan las ideas, si la pintura<br />
imita las cosas, aún nos alejamos más de las ideas. La<br />
pintura es una imitación de la imitación de las ideas.<br />
Sin embargo, en el Banquete y Fedro, Platón dice<br />
que la creación es algo sublime, tiene manía o furor<br />
divino, entusiasmo por la verdad. Distingue entre<br />
amante (tó épón) y lo amado (tó épómenon). El eros<br />
o amante es el puente, une lo sensible con lo inteligible,<br />
hay en el amante un anhelo, un afán de búsqueda.<br />
El eros o amante lleva al filósofo a la sabiduría y al<br />
artista a la belleza. El Banquete y Fedro validan el<br />
arte como objeto erotizado. El amor revela, no falsea<br />
la verdad. El sofista y el tirano sí falsean la verdad.<br />
El filósofo y el artista entregan algo de la verdad y la<br />
belleza.<br />
En el arte helenístico uno de los temas más reiterados<br />
son los amorcillos o eros, se hace recurrente el<br />
eros, un eros para trascender, en Roma el eros se hará<br />
carnalidad.<br />
En la tragedia griega hay manía, furor divino, afán<br />
de búsqueda, el hombre no se siente satisfecho, el dolor<br />
es un medio de conquista de la verdad o de búsqueda<br />
de la verdad.<br />
Aristóteles habla del sentido purificador de la tragedia,<br />
catarsis. El arte helenístico es una versión en<br />
la plástica de aquello que con la palabra se representó<br />
en el siglo V.<br />
Apolo pasa por el arte del siglo V, Dionisio pasa<br />
por el arte helenístico que no se hubiese dado si la<br />
tragedia no hubiese descubierto el dolor.<br />
C) Los niños (en Grecia los niños después de<br />
aprender a leer y escribir en voz alta, aprendían versos<br />
de Homero).<br />
En Homero estaba todo: adquirían conciencia de<br />
que en el pasado se funda nuestro presente; que en<br />
las luchas de los héroes de la Ilíada, que no eran de<br />
masas sino personales, estaba la aristeia: luchas de<br />
gran interés humano, ahí veían el valor, el buen uso<br />
de la palabra, la lealtad, la destreza, la piedad; también<br />
aprendían en Homero la vida en comunidad, el<br />
comportamiento en las asambleas y en los peligros,<br />
el amor filial, la belleza, la música, la aventura, la<br />
solidaridad.<br />
César García Álvarez
Homero proponía, por otra parte, a los niños dos<br />
claros paradigmas: Odiseo, maestro de la palabra;<br />
Áyax, hombre de acción. Aquiles era la síntesis de<br />
ambos, nueva imagen del hombre perfecto.<br />
Fénix, el educador de Aquiles, en una hora decisiva<br />
recuerda al joven el fin para el cual ha sido<br />
educado: "Para ambas cosas, para pronunciar palabras<br />
y para realizar acciones". [...] El dominio de<br />
la palabra significa la soberanía del espíritu y en la<br />
acción la praxis.<br />
Funda Homero de esta manera, para el futuro de<br />
Occidente, el tópico dual de educación en: armas y<br />
letras, acción y contemplación; en la espada y la pluma;<br />
Alejandro, Julio César, Marta y Maria, Alfonso<br />
X, Garcilaso, Cervantes, Ercilla… cumplieron con<br />
ello, que es lo que hoy llamamos HUMANIDADES<br />
y CIENCIAS.<br />
Pero sobre todo el niño hoy como ayer necesita<br />
entretención maravillosa, zauma y esta estaba en Homero<br />
con esas pugnas tan cercanas a lo que hoy, cambiando<br />
lo que hay que cambiar, son el tenis, el box, el<br />
ajedrez, que junto al enfrentamiento demandan reglas<br />
y respetos y hasta amistad. En la Ilíada hay a veces<br />
excesos, como a veces los hay hoy en la pugna de los<br />
juegos, pero ahí estaban los pedagogos para enseñarle<br />
a discernir y elegir.<br />
Un acápite para la Guerra de Troya: ¿la fuerza y la<br />
muerte, dos temas educativos?<br />
El abuso de la fuerza, fue el objeto primero de<br />
meditación entre los griegos. Constituye el alma de<br />
la epopeya; bajo el nombre de Némesis (diosa de la<br />
justicia, la fuerza y la venganza) la fuerza es el resorte<br />
de las tragedias de Esquilo, de los pitagóricos, en<br />
Sócrates, en Platón. Los griegos partieron de allí, de<br />
Homero, para pensar el hombre y el universo, que no<br />
se da sin violencia, será incluso herencia cristiana,<br />
“si no os hacéis violencia, no entraréis en el Reino<br />
de los Cielos”. La noción se hizo familiar en todos<br />
los lugares donde penetró el helenismo. Lucha, agon,<br />
son palabras que usa San Pablo y que Occidente hará<br />
suyas en la paz y en la guerra.<br />
Ahora bien, hay una violencia positiva y una violencia<br />
negativa: la de la justicia es positiva, la violencia<br />
innecesaria es negativa. La Iliada desprecia a<br />
Ares, dios de la guerra. Ares fue hijo de Zeus y Hera,<br />
pero lo despreciaron en el Olimpo. Esto aprendían<br />
los niños en Homero.<br />
Escribe Simone Weil: "Sea como fuere, este poema<br />
es algo milagroso. Es la amargura de la subordinación<br />
del alma humana a la fuerza, es decir, al fin<br />
de cuentas, a la materia. Esta subordinación es igual<br />
para todos los mortales, aunque el alma la lleva diferentemente<br />
según el grado de virtud. El Evangelio<br />
viene entonces después de Homero a decirnos “Bien-<br />
Homero, educador de occidente<br />
<strong>Herencia</strong><br />
aventurados los que sufren amargura, opresión, injusticia,<br />
porque de ellos es el Reino de los Cielos”.<br />
El Evangelio es la última y maravillosa complementación<br />
del genio griego, pues nos viene a decir:<br />
somos espíritu vestido de materia, que nos aherroja,<br />
nos hace violencia y contra el que luchamos.<br />
Y aquí aparece otra palabra ponderada de Homero,<br />
la distinción entre: SOMA cuerpo vivo y SARX<br />
carne mortal. Los relatos de la Pasión de Cristo muestran<br />
que un espíritu divino, Jesús, unido a la carne es<br />
alterado por la desgracia, tiembla ante el sufrimiento<br />
y la muerte, se siente, en el fondo de su desamparo,<br />
separado de los hombres y de Dios... La materia<br />
SARX nos somete a violencia y la mayor como a Jesús<br />
es la de la muerte. El culto al cuerpo “Dale alegría<br />
a tu cuerpo, Macarena”, es fruto del hedonismo<br />
de Occidente que no quiere pensar qué somos y para<br />
qué somos, las preguntas más serias que se pueden<br />
plantear al hombre racional.<br />
Héctor muere, siente que su SOMA se debilita,<br />
entonces anuncia también a Aquiles su muerte, nos<br />
vienen a la memoria las palabras de Cristo cuando<br />
dice a Pedro: “Otro te ceñirá y te llevará a donde no<br />
quieres ir”.<br />
Si Cristo no hubiese nacido, Occidente sería Homérica<br />
y Platónica, como Oriente es budista, ese fue<br />
su pasado original no superado, el homerismo de Occidente<br />
fue continuado y elevado por el cristianismo.<br />
El hombre lucha contra la violencia de la materia<br />
animal representada en el Centauro<br />
61
<strong>Herencia</strong><br />
62<br />
Aquiles y Ayax representados en una ánfora griega. La guerra no entorpece el<br />
descanso, el juego, el equilibrio, la armonía y compostura de las formas.<br />
César García Álvarez
D) Los artistas<br />
<strong>Herencia</strong><br />
La cerámica griega está llena de motivos homéricos, lo mismo algunas métopas del Partenon y Erection; por<br />
otra parte, el Auriga de Delfos, el soldado caído, el Discóbolo de Miron, el Canon de Praxíteles entre otras obras<br />
clásicas, expresan la areté en mármol, como ser modelo, canon, ser armónico, sereno, lleno de ponderación y<br />
alta perfección, haber alcanzado el ser viril, idealizado: hombres y mujeres que superaron la materia animal y<br />
violenta para alcanzar su aristos, su más alta distinción. Esto era lo que Jaäeger llama paideia en mármol.<br />
Homero, educador de occidente<br />
El dios Poseidón, más dios de la belleza que de la guerra.<br />
63
<strong>Herencia</strong><br />
64<br />
“David” de Miguel Ángel, que sigue el Canon de Praxíteles.<br />
Canon de Praxíteles.<br />
El Auriga de Delfos, la competición no daña la serenidad, el aristos del competidor.<br />
César García Álvarez
Homero, educador de occidente<br />
“Moriré, pero con una muerte bella” (Antígona a su hermana Ismenes)<br />
La guerra ha sido sometida a armonía, convirtiéndose para Occidente en debate.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
65
<strong>Herencia</strong><br />
66<br />
e) Vida Pública<br />
En las Panatenaicas fiesta religiosa en la que toda Atenas se dirigía procesionalmente a llevar el manto a<br />
Atenea, se recitaba completa la Ilíada. Ilíada que inspiró la belleza de la procesión expresada en las métopas<br />
del Partenón.<br />
César García Álvarez
La humanidad enfrenta hoy la posibilidad<br />
cierta de una catástrofe que puede significar<br />
su extinción como especie. ¿Qué significa<br />
esto? Nada menos que el quiebre de la fe en<br />
la razón —cuyo sueño, como en la pintura de Goya,<br />
terminó por engendrar monstruos-, en la ciencia —<br />
hoy convertida en tecnología, en mera transitoriedad,<br />
excluida, de hecho, del ámbito de la cultura—, en el<br />
humanismo —devenido en sus implementaciones<br />
concretas en antihumanismo—, en el superhombre<br />
—prefiguración, en la praxis histórica, del ideal<br />
biológico-racista de los ideólogos nazis—, y en el<br />
pensamiento abstracto de la dialéctica hegeliana que<br />
concluye su vuelo filosófico-religioso endiosando al<br />
Estado prusiano. ¿Debemos renunciar entonces a la<br />
idea de que en el seno de la propia historia palpitan<br />
los gérmenes de su transmutación en algo superior?<br />
De ninguna manera. El fracaso de la modernidad no<br />
es de una magnitud absoluta. Si bien confundió los<br />
medios —razón, ciencia, humanismo, filosofía— con<br />
el fin, acertó en explicar la historia por la historia,<br />
en desacralizarla, y también en la idea de que su resolución,<br />
aun significando el paso a un estadio cualitativamente<br />
superior, está implícita en ella misma.<br />
Se trata de la historia que en su ambigüedad de<br />
res gesta y de memoria rerum gestarum, la ciencia<br />
histórica, hija de la historia, la "ciencia nueva", negada<br />
por el positivismo, rehabilitada por la escuela<br />
de Badén, pero debatiéndose siempre entre la instrumentalización<br />
y la sospecha, es, junto al arte, la<br />
única posibilidad humanista, hoy en día. Sólo ellas<br />
nos permitirán sortear el doble riesgo que hoy enfrenta<br />
la humanidad, catástrofe nuclear y ecológica,<br />
por una parte y, por la otra, la "putrefacción de la<br />
historia", esto es la perpetuación del presente por<br />
medio del establecimiento de un orden y disciplina<br />
al estilo de una colmena, como en las sociedades<br />
que ha imaginada Orwell en 1984 o Huxley en Un<br />
mundo feliz y acceder a una suerte de metahistoria.<br />
En cuanto res gesta —cosas hechas por el hombre,<br />
el proceso histórico mismo— la historia, en el<br />
presente, gracias a la creciente automatización y<br />
racionalización del trabajo, está permitiendo que el<br />
tiempo libre —esto es no dedicado a la producción de<br />
bienes— ya no sea algo reservado a unos pocos privilegiados<br />
sino, cada vez más, algo virtualmente dispo-<br />
Apología del arte<br />
Apología del arte<br />
Eduardo Sánchez Ñiguez<br />
nible para todos. Es un hecho que, en el presente, la<br />
satisfacción de las necesidades básicas podrían atenderse<br />
con un mínimo de esfuerzo físico y mental en<br />
un tiempo reducido al máximo. De tal modo, ingentes<br />
cantidades de energía, liberadas del dolor, agotamiento<br />
y enajenación que conlleva el trabajo, podrían<br />
destinarse al libre juego de las facultades individuales.<br />
Las consecuencias de un fenómeno así —de índole<br />
cualitativa, sin lugar a dudas— son imprevisibles,<br />
pero, por ello mismo, deseables. (Cabe hacer notar<br />
que en gran parte del mundo desarrollado, la escasez<br />
que determina la reiteración de un trabajo agobiador,<br />
sólo suspendido por un "tiempo libre" destinado a<br />
reparar energías con vistas a una futura jornada de<br />
trabajo —auténtica ananké del hombre actual—, es<br />
la consecuencia de una organización específica de<br />
la escasez y ésta resultado de una sociedad que no<br />
quiere, no puede o teme asumir su propia madurez).<br />
Por otra parte, es previsible no sólo una sostenida<br />
y permanente reducción del tiempo de trabajo<br />
sino también el intercambio de las funciones, con lo<br />
cual los hombres dejarían de estar atados exclusivamente<br />
a una pequeña parte de la totalidad. La "sociedad<br />
digital" puede, pues, hacer real este punto en<br />
el que tantas esperanzas cifraba Marx. En efecto, en<br />
la Ideología alemana, refiriéndose a la sociedad del<br />
futuro, dice que está "regula la producción general y<br />
posibilita así que yo haga hoy esto y mañana lo otro,<br />
cace por la mañana, pesque por la tarde, me dedique<br />
a cuidar el ganado por la noche, critique después de<br />
comer, según me plazca en cada momento, sin tener<br />
que ser cazador, pescador, pastor o crítico". De<br />
este modo, el avance tecnológico hace posible que<br />
el trabajo sea organizado en la perspectiva de ahorrar<br />
tiempo y espacio para el desarrollo de la individualidad<br />
al margen del mundo del trabajo "inevitablemente<br />
represivo", como hace notar Marcuse en<br />
Eros y civilización. Cuando así ocurra estarán dadas<br />
las condiciones para que surja una civilización no<br />
represiva. En ella el trabajo iría transformándose,<br />
progresivamente, en juego, esto es, en una actividad<br />
gratificante en sí misma y no al servicio de fines<br />
extraños a la propia actividad. Trabajo y placer<br />
dejarían de ser términos antinómicos inaugurándose<br />
la era del homo ludens. (Resulta pertinente recordar<br />
que la transformación del trabajo en placer, es el nú<br />
67
<strong>Herencia</strong><br />
cleo central de la gigantesca utopía social de Fourier.<br />
También es decidor el temor de Jung, al advertir<br />
que el dominio del impulso del juego traería consigo<br />
una "liberación de la represión" con la secuencial<br />
"depreciación de los altos valores considerados<br />
hasta ahora" y la "catástrofe de la cultura").<br />
La civilización del "hombre que juega" contiene<br />
la posibilidad de que se concreten un cúmulo<br />
de virtualidades con las que el hombre siempre ha<br />
soñado: la superación del trabajo —maldición impuesta<br />
como castigo al primer transgresor— mediante<br />
su conversión en juego, de la dicotomía entre<br />
productor y consumidor, entre vida pública y<br />
privada. Y, en consonancia con todo ello, la reconciliación<br />
de Eros y Ágape —esto es la personalización<br />
del amor natural— que, a su vez, funde a<br />
Eros con Tánatos, al ser con el llegar a ser, al cambio<br />
con la identidad, en suma, revocar el "tiempo<br />
en el tiempo", según la bella expresión de Schiller.<br />
Sin embargo, está claro: se trata de meras potencialidades.<br />
Depende de la conciencia y la <strong>vol</strong>untad<br />
de los hombres que ellas devengan en actos. Hay que<br />
saber que todo ello puede llegar a ser siempre que<br />
actuemos en función de ese conocimiento. Es en este<br />
contexto que se nos presenta la historia como memoria<br />
rerum gestarum, como ciencia que, impulsada por<br />
los intereses de la actualidad, devela el pasado explicándonos<br />
el presente y las tendencias que en él palpitan.<br />
No se trata de hacer aquí una apología de la historia<br />
ni del historiador, ya brillantemente hecha por<br />
Marc Bloch, pero sí de subrayar el hecho esencial de<br />
que la historia es al género humano lo que la memoria<br />
al individuo, es decir, una herramienta imprescindible<br />
para la autognosis del hombre, para expresarlo en<br />
términos de Dilthey. La humanidad sin el auxilio de<br />
la historia no sabrá encontrar su lugar de destino, tal<br />
como el amnésico no atinará a dar con su domicilio.<br />
Ahora bien, la memoria —esa facultad del espíritu<br />
humano tan sospechosamente menospreciada en los<br />
días que corren— se encuentra estrechamente vinculada<br />
con el tiempo y en un sentido que resulta decisivo;<br />
es la única categoría racional de nuestra psiquis<br />
capaz de inmovilizar, aunque sea por un instante, su<br />
eterno fluir, de recuperarlo, de inocularle una gota de<br />
eternidad. Así, la memoria es la fuerza que logra la<br />
conquista del tiempo. Gracias a ella, como dice Hegel<br />
en la Fenomenología del Espíritu, el espíritu "supera<br />
su forma temporal, niega al tiempo". Si ser es<br />
recapturar el pasado, la memoria que ha preservado<br />
todo lo que fue deviene, como afirma el mismo Hegel,<br />
en "la forma interior, y en realidad la más alta de<br />
la sustancia". Por el contrario, el fluir del tiempo ayuda<br />
al hombre a olvidar lo que fue y lo que puede ser,<br />
hace que se olvide del paraíso perdido impidiendo su<br />
68<br />
extrapolación al futuro. Olvidar, es así la facultad que<br />
contribuye a que las catástrofes que nos amenazan se<br />
hagan cada vez mas posibles. Olvidar es aceptar las<br />
carencias de justicia y libertad, renunciar a las más<br />
sentidas y nobles aspiraciones humanas. (Por supuesto,<br />
olvidar —eliminar las intrascendencias que ocupan<br />
el lugar que sólo lo importante merece— es, por<br />
otra parte, un requisito indispensable de la higiene<br />
mental y física). Por lo tanto, restaurar los derechos<br />
de la memoria "es un vehículo de liberación", como<br />
dice Marcuse. Del mismo modo concibe a la memoria<br />
Hegel en la conclusión de la Fenomenología del<br />
Espíritu, y también Freud, en el conjunto de su obra,<br />
en tanto que Nietzsche, vio en el entrenamiento de la<br />
memoria el principio de la moral civilizada (Genealogía<br />
de la moral, parte II). Se trata, en realidad, de<br />
un verdadero reentrenamiento de la memoria puesto<br />
que hasta ahora, la civilización, al no poder prescindir<br />
de ella, la ha desvirtuado vinculándola al recuerdo<br />
de los deberes, a la mala conciencia, a la culpa, al<br />
pecado y a la muerte —memento morí— y no al de<br />
la felicidad, la libertad, la justicia, el placer. Hemos<br />
olvidado que el recuerdo nos proporciona el goce<br />
liberado de la angustia por su brevedad, eternizado<br />
por decirlo así. El verdadero valor de una memoria<br />
restaurada en sus prerrogativas radica en su capacidad<br />
de preservar promesas y potencialidades no cumplidas,<br />
que proceden de un pasado remoto y huidizo,<br />
pero que nunca fueron olvidadas por completo.<br />
Empero, el pasado no sólo tiene ese rostro que<br />
mira hacia el futuro y que nos brinda la utopía capaz<br />
de hacernos trascender la historia sino que, como<br />
el dios Jano, posee otro rostro vuelto hacia sí mismo,<br />
mirando empecinadamente hacia atrás y que<br />
podría paralizar el desarrollo histórico. En efecto, la<br />
emergencia de la memoria, en un momento del más<br />
profundo pasado, detuvo el desarrollo autónomo de<br />
los instintos fijándolos en ese nivel. Sin embargo, el<br />
subsiguiente desarrollo de la civilización ha entrado<br />
en contradicción con esos mecanismos inconscientes<br />
fosilizados. Como resultado de ello el individuo se<br />
castiga a sí mismo, y es castigado, por acciones que<br />
no ha realizado o que ya no son incompatibles con<br />
la realidad civilizada. Se trata de una problemática<br />
lúcidamente abordada por Kafka en su obra literaria.<br />
El psicoanálisis, por su parte, describe esta situación<br />
en términos de un dramático conflicto en el cual el<br />
Super Ego rechaza, de un modo instintivo, la aspiración,<br />
también instintiva, del Id o Ello, la satisfacción<br />
inmediata al placer, al juego y a la ausencia de represión<br />
que ofrece el principio del placer. Así, estos<br />
mecanismos inconscientes retrasan el desarrollo real,<br />
niegan sus potencialidades, en nombre del pasado.<br />
Por otra parte, es preciso considerar que ese pa<br />
Eduardo Sánchez Ñiguez
sado que define negativamente al presente, es un pasado<br />
del que la humanidad no se ha apropiado aún,<br />
constituyéndose en un reto para la ciencia histórica.<br />
Develar esa tierra incógnita, adueñárnosla, constituiría<br />
un aporte de primera importancia para la constitución<br />
de ese futuro que la historia, en cuanto res gesta,<br />
ha hecho factible. ¿Será capaz la memoria por sí misma<br />
de semejante hazaña? Cervantes, en el Quijote,<br />
responde afirmativamente, en tanto que Hegel sostiene<br />
que la memoria ha preservado todo lo que fue. Sin<br />
embargo, aunque no fuese así, hay otra facultad del<br />
psiquismo que es su íntima aliada y que ha prestado<br />
y, sin duda, prestará señalados servicios a la causa<br />
de la liberación humana: la imaginación y la fantasía,<br />
su grado superior. Efectivamente, de acuerdo a<br />
la concepción freudiana, la imaginación es la única<br />
forma de actividad del pensamiento que quedó al<br />
margen de la nueva organización del aparato mental<br />
instaurado por el principio de la realidad —el suceso<br />
más traumático ocurrido en el pasado humano, sólo<br />
comparable al que hoy experimenta una civilización<br />
empeñada en mantener vigente ese principio en términos<br />
que niegan su propio desarrollo— permaneciendo<br />
ligada al principio del placer. En todo caso,<br />
éste, reprimido, casi siempre brutalmente, no se extinguió<br />
del todo aguardando larvado, al acecho, que<br />
la propia maduración histórica ofreciera la ocasión<br />
de negar la negación que estuvo a punto de aniquilarlo.<br />
De este modo, es que el pasado puede exigir al futuro<br />
que el paraíso sea creado otra vez sobre la tierra.<br />
Ahora bien, los frutos de la fantasía, su objetivación,<br />
nos devuelven al mundo de la historia, de la<br />
res gesta. Se trata del arte, esa forma de la cultura<br />
siempre puesta, teóricamente, al lado de la filosofía,<br />
la religión y la ciencia, pero casi siempre negada,<br />
en la práctica, al considerársele como una mera<br />
fase o forma inferior de autoconciencia de la idea,<br />
de menor rango que la religión y la filosofía. Es el<br />
punto de vista de Hegel para el que la verdad sólo<br />
se da, en el mundo del pensamiento abstracto y también<br />
el de Schelling que en La filosofía del arte abjuró<br />
de su concepción del arte según la cual este es<br />
la consumación de la filosofía, su novum organum,<br />
sostenida en su Sistema del idealismo trascendental.<br />
También el arte resulta degradado cuando se le<br />
concibe como un descanso fugaz, un alivio pasajero,<br />
un consuelo momentáneo para los dolores que depara<br />
la existencia. En este caso, se trata de la tesis<br />
de Schopenhauer, según la cual la plena liberación<br />
sólo se da cuando la <strong>vol</strong>untad de vivir, fuente de todo<br />
sufrimiento, es captada teóricamente por el entendimiento<br />
y negada prácticamente por la <strong>vol</strong>untad. Es<br />
también la posición de Thomas Mann, tan influido<br />
por Schopenhauer, cuando afirma que el arte "es sólo<br />
Apología del arte<br />
<strong>Herencia</strong><br />
un consuelo", aun cuando su propia obra demuestra<br />
que no se trata sólo de un lenitivo, lo que, en todo<br />
caso, no es poca cosa, sino mucho más: una auténtica<br />
concepción del mundo. Pero la idea más negativa,<br />
castradora, vulgar y socializada, es aquella según la<br />
cual el arte es un mero adorno, afición particular y,<br />
en suma, todo aquello que el hombre light, por supuesto,<br />
desee llamar arte, como sostiene Manzoni.<br />
No obstante, si se analiza aunque sea someramente,<br />
la función de la fantasía en la estructura mental y<br />
en el curso de la historia, ella se nos muestra como<br />
de una importancia decididamente relevante y como<br />
a la memoria, también corresponde restaurarla en sus<br />
derechos. A ello, por lo demás, contribuye en buena<br />
medida, la propia revalorización de la memoria: el<br />
conocimiento histórico ha sido un poderoso fermento<br />
de la imaginación creadora en la literatura universal,<br />
desde Hornero hasta hoy. (Y no sólo el conocimiento<br />
histórico sino también la interpretación del proceso<br />
histórico. Piénsese, por ejemplo, en el papel desempeñado<br />
por la lectura de la Scienza nuova de Vico<br />
en la génesis del Finnegan's Wake de Joyce). Y, es<br />
que la fantasía, como señala Marcuse, en su obra ya<br />
citada, "preserva los arquetipos del género, las eternas,<br />
aunque reprimidas ideas de la memoria individual<br />
y colectiva, las imágenes de libertad convertidas<br />
en tabúes". Ella mantiene el "recuerdo" del pasado<br />
subhistórico —cuando la vida del individuo era la<br />
vida del género—, sostiene la esperanza de que el<br />
ya largo exilio esté próximo a su fin. (Papini, en El<br />
juicio final, dice: "El primer hombre fue también el<br />
primer exiliado y a todos sus descendientes legó, junto<br />
con el peso de la culpa, el peso de la nostalgia de<br />
un paraíso incógnito y perdido"). Dentro y contra el<br />
mundo del antagonista príncipium individuationis,<br />
agrega Marcuse, la imaginación sostiene las protestas<br />
del individuo total, en unión con el género y con<br />
el pasado "arcaico". Creadores como Büchner, Balzac<br />
y Faulkner nos recuerdan por medio de sus "locos"<br />
—llámense Lenz, Louis Lambert o Benjy— que<br />
la "realidad" es sólo un fragmento de la verdadera<br />
realidad sacrificada, escondida, racionalizada por la<br />
civilización. Ellos testimonian y anuncian la tierra<br />
olvidada. Así, la imaginación visualiza la reconciliación<br />
del individuo con la totalidad, del deseo con<br />
la realización, de la felicidad con la razón y, como<br />
añade el propio Marcuse, cuando, ella "cobra forma,<br />
creando un universo de percepción y comprensión<br />
—un universo objetivo y al mismo tiempo subjetivo—<br />
nos permite visualizar que ello no es una utopía,<br />
que ello puede y debe llegar a ser real". Se trata<br />
en este caso, obviamente, de la proyección positiva<br />
del pasado en el futuro, el que a su vez, convoca al<br />
presente. En este contexto se entiende que Shelley<br />
69
<strong>Herencia</strong><br />
definiera a los poetas como "los espejos de inmensas<br />
sombras que el futuro proyecta sobre el presente".<br />
En definitiva, tal como la memoria es la madre<br />
de la historia, en cuanto memoria rerum gestarum,<br />
la imaginación al vincular, según Marcuse, "los más<br />
profundos yacimientos del inconsciente, con los más<br />
altos productos del consciente", el propio arte, es<br />
la madre de este. El rol de la imaginación artística<br />
es entonces dar forma a la "memoria inconsciente",<br />
aquella que retiene el meollo de la liberación frustrada,<br />
de la promesa no cumplida. De hecho, desde<br />
el despertar de la conciencia de la libertad, no hay<br />
ninguna obra de arte genuina que no revele su contenido<br />
arquetípico: la negación de la falta de libertad.<br />
A este respecto recordemos que los primeros herejes<br />
que se alzaron en contra del dogma de la libertad<br />
y de las igualdades abstractas, fueron los poetas: la<br />
misma ley para el cordero y el león, es opresión",<br />
dice Blake en El matrimonio del cielo y el infierno.<br />
Siendo así, se explica que el artista, cultor de la<br />
más libre de todas las creaciones humanas sea, normalmente,<br />
objeto de censura, ya sea la tradicional,<br />
institucionalizada jurídicamente, que lo condena al<br />
silencio, o bien ésa, peor aún, que lo convierte en una<br />
especie de bufón irresponsable y que asimilándolo al<br />
establishment, lo hará inofensivo. En el primer caso,<br />
siempre su obra podrá circular clandestinamente<br />
para unos pocos, los que a su vez, memorizándola,<br />
la transmitirán a otros, como en Fahrenheit 451 de<br />
Bradbury. (Es preciso no confundir libertad artística<br />
—el libre juego de la imaginación con la realidad,<br />
cuyo resultado es una Weltanschauung sin ataduras<br />
con la razón ni con la fe— con libertad política, como<br />
hizo Shaftesbury en su fórmula liberty and letters,<br />
según la cual, la libertad política produce, inmediatamente,<br />
una gran floración del arte. ¿Cómo explicar<br />
entonces la gran literatura rusa del siglo XIX?).<br />
Así, recurriendo a la censura explícita o implícita,<br />
es como el sistema impide que el artista contagie su<br />
"extravío" a los demás, como ya temió Platón en la<br />
República. Es preferible, según aquel personaje de<br />
Aldous Huxley en Un mundo feliz, "que sufra uno<br />
a que muchos sean corrompidos... no hay crimen<br />
tan nefando, como la heterodoxia en la conducta".<br />
Solyenitsin, víctima de la doble censura a que<br />
hacíamos referencia, nos muestra dramáticamente<br />
la situación del artista en la actualidad: "exiliado"<br />
de su patria y "asilado" en Occidente, censurado<br />
en la Unión Soviética y cada vez más aislado, más<br />
"bufonizado" en Estados Unidos, ilustra la tesis de<br />
Carlos Fuentes, en Casa con dos puertas, según la<br />
cual "arte perseguido, arte temido". En todo caso es<br />
preciso considerar que la desesperación engendra<br />
en el artista la pretensión de transformar el arte en<br />
70<br />
poder, lo cual entraña, por supuesto, una transgresión<br />
a su naturaleza. En un mundo que amenaza con desintegrarse<br />
ante los embates de los poderes en pugna,<br />
el arte debe permanecer, más que nunca, fiel a su<br />
esencia: mostrar convincentemente, sin cortapisas de<br />
ningún género, la deshumanización de que es objeto<br />
el hombre, sensibilizar conciencias, en un trabajo sin<br />
tiempo —como el de la gota que horada la roca—<br />
mantener viva la ilusión de que el paraíso perdido<br />
puede ser recuperado, ser el recuerdo permanente, la<br />
ventana abierta a las infinitas posibilidades humanas,<br />
constantemente frustradas, pero eternamente presentes.<br />
El arte contiene en sí una energía terrible, sin<br />
embargo, puesto que, por esencia, es la negación del<br />
poder, no procede de este sino de la utopía que vincula<br />
lo soñado con el sueño, deviniendo, por lo tanto, en<br />
el único instrumento del bien en los días que corren.<br />
Así se entiende el aserto de Adorno, en su Filosofía<br />
de la nueva música, según el cual el arte, en<br />
esta época, es definitivamente oposición. Pero lo es,<br />
en un doble sentido. En efecto, en cuanto producto<br />
de la fantasía es, como ya hemos indicado, el polo<br />
opuesto al principio de la realidad. (Debido a esto<br />
es que, como réplica, se le intenta desvirtuar, ya sea<br />
con la tesis del realismo socialista, del arte partidista,<br />
o bien con la del "arte por el arte". El principio<br />
de la realidad une, por caminos aparentemente distintos,<br />
a los aparentemente distintos extremos. Uno<br />
lo hunde en la objetividad que debe ser superada y<br />
el otro lo aparta del mundo, tanto como la modernidad<br />
alejó a Dios de los hombres). Sin embargo, por<br />
otra parte, el arte es oposición a sí mismo, en cuanto<br />
históricamente ha llevado dentro de sí una contradicción<br />
que contribuía a invalidar su propia denuncia<br />
sobre la carencia de libertad. Y es que, para representar<br />
la falta de libertad, el arte se ha visto obligado<br />
a revestir la imagen con una apariencia de realidad<br />
—justamente de esa realidad denunciada—, pero ese<br />
elemento de semejanza, de parecido, "sujeta la realidad<br />
reprimida a patrones conocidos y, así, la priva<br />
de su elemento de terror", como sostiene Marcuse.<br />
El elemento apolíneo, para expresarlo en términos<br />
de Nietzsche, morigera al dionisíaco. Así, el efecto<br />
"purificador" que se atribuye al arte, la catarsis de<br />
que habla Aristóteles, no es otra cosa que la aceptación<br />
de lo atacado, reprimir otra vez tras haber<br />
denunciado la represión, reconciliarse con lo que<br />
se nos opone. En otras palabras: un resultado muy<br />
parecido al que consigue la terapia psicoanalítica, la<br />
que "cura" al individuo dejándolo en condiciones de<br />
funcionar en la civilización enferma que provocó su<br />
malestar. Se trata, por lo tanto, de un fracaso del arte,<br />
de una derrota, pero no necesariamente definitiva.<br />
Precisamente, tomar nota de esa contradicción ha<br />
Eduardo Sánchez Ñiguez
llevado al arte contemporáneo a una aguda crítica de<br />
sí mismo, a una profundización en su esencia, lo que<br />
le ha permitido identificarla plenamente en su imposible<br />
reconciliación con el principio de realidad, en<br />
su definitiva vinculación con el principio del placer.<br />
Por supuesto, ello ha tenido un costo: negar su forma<br />
tradicional y su consiguiente restricción a un público<br />
selecto. Así se explica que el arte haya devenido en<br />
surrealista y atonal. Y es que la oposición de la fantasía<br />
al principio de la realidad se desarrolla más fácilmente<br />
en procesos mentales subreales y sobrerreales<br />
-surreales- como el sueño, el soñar despierto, el juego,<br />
la "corriente de la conciencia". Es la hora de Joyce,<br />
Kafka, Proust, Klee, Picasso y Schönberg y, en<br />
general, de ese esteticismo que ha convertido al arte y<br />
al artista, en objeto del arte como, por ejemplo, ocurre<br />
en El retrato del artista adolescente de Joyce, en<br />
Contrapunto de Huxley, Doktor Faustus de Mann o en<br />
Fellini ocho y medio de Fellini, en el campo del cine.<br />
Algunos han llegado a sostener que el arte, al<br />
seguir el camino recién señalado, ha terminado por<br />
anularse a sí mismo, que se ha producido "la muerte<br />
del arte", "el suicidio del arte", "la deshumanización<br />
del arte". Pero, observado el fenómeno en la perspectiva<br />
histórica pareciera más bien tratarse de uno<br />
de esos típicos movimientos de "retiro y retorno" de<br />
que habla Toynbee y que tanto abundan en la historia.<br />
Cabe suponer entonces, que el arte "transfigurado"<br />
tras su retiro, tal como Cristo en el desierto, o Zaratustra<br />
en la montaña, sabrá encontrar, otra vez, el<br />
camino hacia el corazón de los hombres y que estos<br />
a su vez, habrán madurado lo suficiente como para<br />
entender y aceptar el mensaje liberador. Es probable<br />
que, como cree Bretón en su Manifiesto del surrealismo,<br />
quizás la imaginación esté "próxima a <strong>vol</strong>ver<br />
a ejercer los derechos que le corresponden". Derechos<br />
que, como sostiene el propio Bretón se originan<br />
en el hecho de que, tan sólo, la imaginación "me<br />
permite llegar a saber lo que puede llegar a ser".<br />
Sin embargo, el camino recorrido hasta este<br />
punto ha sido largo. Ya San Agustín y Pascal, esos<br />
proto-estetas, vieron la salvación en una apertura<br />
del hombre entero — no fe y razón separadas.<br />
¿Y la intuición de algo más? — a la realidad total.<br />
No obstante, fue preciso llegar a la segunda mitad<br />
del siglo XVIII para que k estética, recién constituida,<br />
explicitara el rol del arte y la intuición.<br />
Schiller, en sus Cartas sobre la educación estética<br />
del hombre, publicada en 1795, introduce la dimensión<br />
histórico-social en la estética (Kant sólo consideraba<br />
a la naturaleza y al individuo). De hecho,<br />
influenciado por el propio Kant —el de la Crítica del<br />
juicio- Schiller aspira a rehacer la civilización mediante<br />
la fuerza liberadora de la función estética, a<br />
Apología del arte<br />
<strong>Herencia</strong><br />
la que concibe conteniendo la posibilidad de un nuevo<br />
principio de k realidad, capaz de crear una cultura<br />
estética. Dicha fuerza brota del hecho de que la<br />
imaginación es una facultad central de la mente, así<br />
como la belleza es una "condición necesaria de la humanidad".<br />
Pero las ideas de Schiller no maduraron<br />
sólo bajo el influjo de las ideas de Kant, sino también<br />
debido al desarrollo de una incipiente sociedad<br />
industrial, cuyos devastadores efectos, no pasaban<br />
desapercibidos a los espíritus más lúcidos de aquel<br />
tiempo. Al respecto, recordemos los términos en que<br />
describe Schiller la negatividad de la civilización que<br />
ve surgir ante sus ojos. Dice: "el gozo está separado<br />
del trabajo, los medios del fin, el esfuerzo de la recompensa.<br />
Encadenado eternamente sólo a un pequeño<br />
fragmento de la totalidad, el hombre se ve a sí mismo<br />
sólo como un fragmento escuchando siempre sólo el<br />
monótono girar de k rueda que mueve, nunca desarrolla<br />
la armonía de su ser, y en lugar de darle forma<br />
a la humanidad que yace en su naturaleza, llega a ser<br />
una mera estampa de su ocupación, de su ciencia."<br />
Los efectos deshumanizadores de la civilización<br />
industrial moderna son descritos por Schiller con la<br />
palabra "herida", la que es provocada, más exactamente,<br />
por la relación antagónica entre las dimensiones<br />
polares de la existencia humana: sensualidad y<br />
razón, materia y forma, naturaleza y libertad, lo particular<br />
y lo universal. Cada una de las dos dimensiones<br />
es gobernada por un impulso básico: el "impulso sensual"<br />
y el "impulso de la forma". La cultura es construida<br />
mediante la combinación y la interacción de<br />
estos dos impulsos. Pero, en la sociedad establecida<br />
su relación ha sido antagónica: en lugar de reconciliar<br />
ambos impulsos haciendo a la sensualidad racional y<br />
a la razón sensual, la civilización ha subyugado la<br />
sensualidad a la razón, de tal manera que la primera,<br />
si se afirma a sí misma, lo hace en formas destructivas<br />
y "salvajes", mientras la tiranía de la razón empobrece<br />
y barbariza a la sensualidad. Considerando que<br />
sólo los impulsos tienen la fuerza duradera que afecta<br />
fundamentalmente la existencia humana, la reconciliación<br />
entre el "impulso sensual" y el "impulso de<br />
la forma" debe ser obra de un tercero: el impulso del<br />
juego. Este es objetivo como la belleza y su meta es<br />
la libertad. En este punto, la concepción de Schiller,<br />
trasciende el marco de la estética, ya que se propone<br />
resolver el problema de la liberación del hombre<br />
de condiciones inhumanas de existencia, esto es un<br />
problema "político". Se trata de una dimensión casi<br />
siempre escamoteada por el tratamiento meramente<br />
estético que se ha dado al pensamiento de Schiller.<br />
En este, para resolver tal problema, "uno debe pasar<br />
por la estética pues aquello que conduce a la libertad<br />
es la belleza" y el vehículo de esta liberación es el<br />
71
<strong>Herencia</strong><br />
impulso del juego. Dicho impulso no aspira a jugar<br />
"con" algo; es más bien el juego de la vida misma,<br />
más allá de la necesidad y la compulsión externa; es<br />
la manifestación de una existencia sin miedo y ansiedad<br />
es, así, la manifestación de la libertad misma.<br />
El hombre es libre sólo cuando está libre del<br />
constreñimiento, externo e interno, físico y moral,<br />
pero tal constreñimiento es Ja realidad. La libertad<br />
es, entonces, en un sentido estricto, liberación de la<br />
realidad establecida: el hombre es libre cuando la<br />
"realidad pierde su seriedad". Los medios para liberarse<br />
de la necesidad y para llegar a una "verdadera<br />
expansión de la humanidad" son la "indiferencia a<br />
la realidad" y el interés por el mero "espectáculo".<br />
Ahora bien, la realidad "pierde su seriedad" cuando<br />
la necesidad y el deseo pueden ser satisfechos<br />
sin trabajo enajenado. Entonces, el hombre es libre<br />
para "jugar" con sus facultades y potencialidades y<br />
con las de la naturaleza, y sólo "jugando" con ellas<br />
es libre. Su mundo es ahora un espectáculo que se<br />
despliega en el orden que proporciona la belleza y la<br />
facultad mental que ejercita esa libertad para jugar es<br />
la imaginación. Un sueño, dirán algunos, pero la memoria<br />
nos recuerda que el sueño precede a la acción.<br />
Naturalmente, Schiller, artista y pensador, concibe<br />
a la función estética como un principio que gobierna<br />
toda la existencia humana y que sólo puede hacerlo<br />
si llega a ser "universal". Así, la futura cultura estética<br />
presupone "una re<strong>vol</strong>ución total en las formas<br />
de percepción y sentimiento". Sólo en ella el hombre<br />
será restaurado dentro de la "libertad para ser lo que<br />
tendrá que ser". El impulso del juego transformará<br />
radicalmente la realidad. La naturaleza, el mundo objetivo,<br />
será experimentado entonces, ni dominando<br />
al hombre como en la sociedad primitiva, ni siendo<br />
dominado por él, como en la civilización moderna,<br />
sino más bien como un objeto de "contemplación".<br />
Y el hombre que contempla y ama directamente a la<br />
naturaleza ¿no es un ser demasiado parecido a Dios?<br />
Por otra parte, el acceso a una cultura superior pasa<br />
por la reconciliación entre el impulso sensual y el de<br />
la forma, lo que implica, teniendo en cuenta la tiranía<br />
represiva de la razón sobre la sensualidad en la sociedad<br />
industrial, la liberación de esta última, la abolición<br />
de los controles represivos que la civilización<br />
ha impuesto sobre la sensualidad. Sin embargo, la liberación<br />
adicional de energía sensual debe adecuarse<br />
al orden universal de la libertad, lo que significa que<br />
también el "impulso sensual" necesita una transformación<br />
aparentemente restrictiva, aunque en realidad,<br />
constituirá una "operación de libertad", puesto que<br />
implica rescatar a Eros de las ceñidas ataduras con<br />
que el presente lo ha vinculado a la obscenidad que lo<br />
devalúa. Sólo entonces la sensualidad devendrá en sa-<br />
72<br />
lud, belleza, juego placentero. De todas maneras, es el<br />
mismo individuo libre el que debe provocar la armonía<br />
entre la gratificación individual y la universal En<br />
una civilización libre de verdad, todas las leyes son<br />
autoimpuestas por los individuos: "dar libertad por<br />
la libertad es la ley universal" del "estado estético".<br />
Sin embargo, si el "estado estético" va a ser realmente<br />
el estado de la libertad, debe alcanzar la más<br />
grande de todas las victorias: dominar el curso destructivo<br />
del tiempo, puesto que este es, como dice<br />
Marcuse, "el enemigo fatal de la gratificación verdadera".<br />
Pero Schiller tiene la carta de triunfo: el juego,<br />
gozo y realización, es capaz de reconciliar al ser con<br />
el llegar a ser, el cambio con la identidad, de "abolir<br />
al tiempo en el tiempo". Ahora el gozo no estará<br />
separado del trabajo, ni los medios del fin, ni el esfuerzo<br />
de la recompensa: el hombre fragmentado y<br />
atado a sólo una parte de la realidad, deja su lugar a<br />
un hombre que, en la armonía de su ser, acoge y contempla<br />
al todo. Para el hombre que juega ha concluido<br />
la caída en el Tiempo, iniciada, como dice Mircea<br />
Eliade, con la desacralización del trabajo. En efecto,<br />
el hombre que no puede matar al tiempo durante las<br />
horas de trabajo, trata de consagrarlo durante las horas<br />
libres. Su vida de juego, de trabajo resacralizado,<br />
se desenvuelve en una suerte de burbuja de eternidad.<br />
De este modo, el desazonador fluir del tiempo que los<br />
griegos conjuraban mediante las imágenes de Orfeo y<br />
Narciso, que Shakespeare deseaba que se detuviera,<br />
que Proust suspende en el recuerdo, es vencido por<br />
Schiller, no en las virtualidades de una facultad de la<br />
vida mental, por más importante que sea, ni en la pura<br />
disquisición filosófica, sino en un amplio contexto<br />
social y cultural —el "estado estético"—, cuyo advenimiento<br />
implica la acción histórica. De este modo<br />
culmina el proceso de la humanidad hacia una forma<br />
superior de cultura. La civilización, como la lanza<br />
de Telefos, cierra la herida que ella misma infirió.<br />
Así pues, está en la naturaleza del arte el enfoque<br />
totalizador, la aproximación al conjunto de la realidad,<br />
la superación de la visión maniquea, fragmentada,<br />
atomizada de la realidad que ofrecen la religión,<br />
el esquema filosófico o el análisis puramente científico.<br />
Por el contrario, la aproximación estética a la<br />
realidad intenta captar y explicitar la íntima relación<br />
que existe entre el placer, la sensualidad, la belleza,<br />
la verdad, la libertad y el propio arte, es decir,<br />
el todo. El todo es lo bello, lo verdadero y la meta.<br />
Es lo que se opone a lo mutilado, a lo consagrado,<br />
esto es a lo efímero con pretensión de permanencia,<br />
a la nada. Precisamente, allí donde el filósofo opta<br />
por la nada para eludir el sufrimiento de la existencia<br />
—por la extinción de la "<strong>vol</strong>untad de vivir" y de<br />
la "representación"— el artista escoge el dolor, ("En<br />
Eduardo Sánchez Ñiguez
tre el dolor y la nada, escojo el dolor" es la última<br />
frase de Las palmeras salvajes Y es que el todo, en<br />
cuanto nostalgia y anhelo, es conciencia de incompletitud<br />
y, por lo tanto, fuente inagotable de tormento.<br />
Se trata de la vida en movimiento, contaminada,<br />
polivalente, buscando el cauce que aúne al hombre<br />
que somos con el que debimos ser, al individuo con<br />
los demás, a lo natural con lo histórico, en suma, a<br />
todas las mitades separadas. Como dice Carlos Fuentes,<br />
el artista invocando "un lenguaje que llene las<br />
ausencias de la razón y la fe nos entrega una forma<br />
de conocimiento paradójico de la vasta, compleja y<br />
ambigua realidad, transformándose en el principal<br />
agente de que la historia, al margen de que exista o no<br />
Providencia, se resuelva en una meta trascendente".<br />
Apología del arte<br />
<strong>Herencia</strong><br />
73
Lingüística
76<br />
Coherencia y cohesión<br />
Introducción<br />
El objetivo de este artículo es reseñar las<br />
principales ideas sobre los temas fundamentales<br />
de la lingüística del texto y sus<br />
autores. Comenzando por un repaso de las corrientes<br />
que dieron pie a los distintos estudios acerca de<br />
la significación del texto y la diferenciación conceptual<br />
respecto de texto y discurso, cohesión y coherencia,<br />
además de la exposición de los principales<br />
mecanismos de cohesión textual de superficie. Todo<br />
esto con el fin de contextualizar los postulados que<br />
han dado los autores acerca de las aristas que presenta<br />
el abarcar un texto desde su valor semántico.<br />
1.- Fundamentos epistemológicos de la lingüística<br />
del texto<br />
Básicamente, son tres las corrientes que han sido<br />
aceptadas como base para los estudios de la realidad lingüística<br />
según José Antonio González Montero (2005):<br />
• El planteamiento neogramático.<br />
• El planteamiento estructuralista.<br />
• El planteamiento generativista.<br />
Cada una de estas corrientes abordaba al lenguaje<br />
desde perspectivas propias y fundamentales para llegar<br />
a una gramática del texto, así, el enfoque histórico<br />
de los neogramáticos, el sincrónico a partir de los<br />
postulados acerca del signo lingüístico y sus estructuras<br />
de Saussure o los postulados de una gramática/<br />
lingüística centrada en la psicología del individuo de<br />
Chomsky han sentado sus bases en que es un fenómeno<br />
social. Ellos estudiaron el lenguaje en su profundidad,<br />
su mecánica y estructura, adoptándolo como<br />
sistema, en cambio, con la lingüística del texto la disciplina<br />
traspasa la importancia a la realidad del uso<br />
que se hace de los recursos lingüísticos, por tanto, se<br />
sirve de todas las significaciones que se produjeron anteriormente.<br />
La Lingüística del texto toma en cuenta<br />
los aspectos de coherencia y cohesión textuales, que<br />
conforman la matriz de sentido dentro de un texto.<br />
Ya dentro de los estudios modernos de la<br />
gramática del texto, Teun A. Van Dijk (2007)<br />
Sebastián Huerta<br />
plantea las corrientes que dan forma y equilibrio<br />
al desarrollo de la nueva disciplina:<br />
• La gramática estructural americana<br />
• La tagménica<br />
• La lingüística funcional<br />
• El estructuralismo checo<br />
• El estructuralismo francés<br />
• La lingüística alemana<br />
• La gramática generativo-transformacional.<br />
Teniendo todas ellas una base común en la gramática<br />
transformacional.<br />
T. Van Dijk (1979) llamó la atención sobre el hecho<br />
de que la denominación de lingüística del texto no se<br />
refiere a una única disciplina, sino que este término se<br />
utiliza para etiquetar cualquier estudio que tenga como<br />
objeto el texto. En este sentido, la retórica es la forma<br />
más antigua de interés por el estudio del texto. Asimismo,<br />
los textos han sido durante mucho tiempo objeto<br />
de investigación de los estudios literarios, en los que la<br />
lingüística textual tiene un precursor importante, por<br />
cuanto recupera esa tradición filológica y retórica. Por<br />
otro lado, aunque en un principio se interesó por las<br />
producciones escritas, sus intereses tienden a converger<br />
con la disciplina denominada análisis del discurso,<br />
orientada en sus orígenes a las producciones orales.<br />
Esta disciplina se plantea también el estudio<br />
de estructuras lingüísticas que trascienden los límites<br />
oracionales: la macroestructura y la superestructura,<br />
como estructuras globales del texto.<br />
2.- Distinción entre texto y discurso<br />
Generalmente se tiende a hablar de texto y discurso<br />
de manera uniforme, teniéndolos por sinónimos a<br />
la hora de enseñar lengua, sin embargo ¿son distintas<br />
acepciones de la misma idea? Y ¿qué debería tener, o no<br />
tener, un texto para ser un discurso? Estas son las preguntas<br />
centrales que intentaré dilucidar a continuación.<br />
En su tesis doctoral, F. Chueca (2003) distingue<br />
cuatro tentativas para abordar los términos del español<br />
Sebastián Huerta
texto y discurso: la primera, que los considera más o<br />
menos sinónimos a efectos prácticos e intercambiables;<br />
la segunda, donde “texto” se refiere al lenguaje<br />
escrito y “discurso” al lenguaje oral; la tercera, que<br />
distingue al texto como resultado de la combinación<br />
de elementos lingüísticos (léxicos y gramaticales) nivel<br />
de superficie, mientras que discurso es el resultado<br />
de la combinación de configuraciones semánticas<br />
(conceptos y relaciones) a nivel de estructura profunda;<br />
la cuarta y última diferencia ambos no desde un<br />
punto de vista estructural, sino desde uno procedimental:<br />
texto como producto y discurso como proceso.<br />
2.1.- Definición de texto<br />
Partiendo por la idea central de que el texto es la<br />
unidad de análisis de la lengua propia de la lingüística<br />
textual.<br />
Según F. Chueca Moncayo: “el texto es, por<br />
tanto, una unidad de la lengua en uso dentro de un<br />
contexto de situación”. Nombra al texto como una<br />
unidad semántica, eso significa que todo él completa<br />
un significado específico, dado por la intencionalidad<br />
del emisor y por el contexto de emisión, por<br />
lo tanto: es un producto verbal (oral o escrito); es la<br />
unidad mínima con plenitud de sentido, que se establece<br />
mediante procedimientos de negociación entre<br />
emisor y receptor, y que se mantiene en una línea<br />
de continuidad de principio a fin del texto. Así, “no”<br />
se transforma en texto dentro de una situación, por<br />
ejemplo: un sujeto A pretende acometer una acción<br />
riesgosa, mientras un sujeto B le observa; sin diálogo<br />
previo, B le dice no. La situación es el contexto<br />
del enunciado y fácilmente se pueden inferir los datos<br />
elididos, conformando la oración: A, no hagas eso.<br />
El texto se caracteriza, entre otras propiedades, por<br />
su coherencia, que nace de un conjunto de relaciones<br />
semánticas entre sus diversas proposiciones, y pragmáticas<br />
entre el texto y su contexto. Algunas de estas<br />
relaciones quedan señaladas por las que se dan entre las<br />
unidades lingüísticas de la superficie textual (palabras,<br />
frases y párrafos), que crean la cohesión textual. Así, el<br />
texto posee una dimensión supraoracional, que se basa<br />
en un conjunto de reglas y estructuras que lo organizan.<br />
Por su parte, Bernárdez (1994) plantea la idea<br />
de que texto como “aquél objeto lingüístico dotado<br />
de coherencia”. Objeto lingüístico: nos habla<br />
de una realidad presente sólo en un mundo creado<br />
a partir del lenguaje, de naturaleza cognitiva e<br />
intangible. Ya recae sobre la coherencia el signi-<br />
Coherencia y cohesión<br />
<strong>Herencia</strong><br />
ficado de texto mismo, y de este concepto nos ocuparemos<br />
más adelante en este mismo artículo.<br />
Se desprende de lo anterior una tentativa de respuesta<br />
para la interrogante acerca de qué es texto:<br />
“El texto es una unidad de la lengua en uso dentro<br />
de un contexto de situación (independiente de su extensión)<br />
y presenta una disposición de elementos formales<br />
en función del propósito que se persigue través<br />
del mismo”.<br />
Según Bernárdez, las propiedades del texto son la<br />
serie de principios que deben cumplir los discursos o<br />
textos para que la comunicación entre emisor- destinatario<br />
tenga éxito y son:<br />
• La adecuación: los textos deben estar bien construidos<br />
de p v comunicativo.<br />
• La coherencia: es la propiedad inherente a todo<br />
texto que nos hace que éste sea percibido como la unidad<br />
comunicativa y no como la sucesión inconexa de<br />
enunciados.<br />
• La cohesión: es la manifestación lingüística de<br />
la coherencia. Un texto está cohesionado cuando hay<br />
mecanismos lingüísticos que revelan la relación coherente<br />
de sus partes.<br />
• Corrección (o gramática).<br />
• Estilística.<br />
• Presentación.<br />
La distribución de estas características es distinta<br />
en los diferentes autores en dependencia de los fines<br />
que persiga, más encaminados hacia la didáctica, investigación<br />
lingüística, o la crítica literaria (González<br />
Montero, 2005).<br />
2.2.- Definición de discurso<br />
Con el término discurso se designa el uso de la lengua<br />
en las diversas actividades comunicativas. Constituye<br />
el objeto de estudio del análisis del discurso, que<br />
se efectúa en diversos niveles, desde el de los múltiples<br />
eventos comunicativos que se dan en distintos<br />
ámbitos sociales, hasta el de los sucesivos enunciados<br />
que se producen en el desarrollo de tales eventos.<br />
Muchos coinciden en considerar al texto como el<br />
uso del lenguaje o, dicho de otra manera, la lengua<br />
en acción, con todas sus variantes y significaciones.<br />
Según Van Dijk (2001) un discurso es “una unidad observacional,<br />
es decir, la unidad que interpretamos al<br />
ver o escuchar una emisión” (conf.1 p.20). El discurso,<br />
por tanto, lo tomaré para efectos del presente trabajo,<br />
77
<strong>Herencia</strong><br />
como una unidad lingüística con un fin específico y<br />
dotado de coherencia, independiente del tipo de receptor,<br />
así, su diferencia primordial con el concepto de<br />
texto radica en el tipo de receptor, que es quien, finalmente,<br />
le otorga el significado pleno al mensaje.<br />
A diferencia de otras unidades del estudio de<br />
la lengua, de carácter abstracto (la oración, el sintagma,<br />
los campos semánticos, etc.), en el discurso<br />
se trata siempre de acontecimientos realizados.<br />
78<br />
2.3 Diferencias principales entre texto y discurso<br />
Si bien ambos estudios son relativamente<br />
recientes, han sabido guiarse por sus propias<br />
pautas y enfoques, los cuales hacen posible<br />
una primera diferenciación entre ellos.<br />
• El término y la disciplina de gramática del<br />
discurso nacen asociados al estudio de la lengua<br />
oral a partir de la segunda mitad del siglo XX.<br />
• La Lingüística del texto, por su parte, nace asociada<br />
al estudio de la lengua escrita, durante el mismo período.<br />
• Ambas corrientes han confluido en gran medida<br />
en su enfoque del estudio de la lengua y<br />
en los conceptos e instrumentos que han desarrollado.<br />
De este modo, muchos autores utilizan<br />
indistintamente los términos texto y discurso.<br />
• Hay quienes ven en el discurso la dimensión dinámica,<br />
el proceso de producción de lengua, y en el<br />
texto la dimensión estática, el producto resultante.<br />
3.- Conceptos de cohesión y coherencia<br />
Ante un texto nos encontramos con dos puntos clave<br />
que hacen del mismo un texto comprensible; estos<br />
son la cohesión y la coherencia. Estos pueden funcionar<br />
juntos, en cuanto la cohesión hace alusión a los<br />
elementos textuales que configuran a un texto como<br />
una unidad morfosintáctica, es decir, con una estructura<br />
fácilmente delimitada dentro de la lingüística tradicional<br />
y científica. La cohesión nos propone el uso<br />
de indicadores textuales que sirven como nexo entre<br />
los términos que componen un texto, así, ha habido<br />
autores que distinguen dos tipos de cohesión: la cohesión<br />
s y la cohesión σ (Enrique Bernárdez), la primera,<br />
correspondiente a “los procedimientos de cohesión<br />
superficial”, por lo tanto, la sintáctica; mientras que<br />
la cohesión σ denota la unión “semántico- temática”,<br />
no explicitada sino más bien debe ser inferida a raíz<br />
de los que dice el texto mismo y apelando al conocimiento<br />
de mundo que posee el receptor. Un texto,<br />
por lo tanto, puede carecer de ambos tipos de cohe-<br />
sión y seguir siendo texto, para tocar este punto, es<br />
preciso señalar el concepto de coherencia textual.<br />
3.1.- Coherencia<br />
De acuerdo con Fernando J. Chueca Moncayo<br />
(2005) respecto de la definición que de coherencia<br />
hacen Beaugrande & Dressler (1981), Shreve<br />
& Neubert (1992) y Hatim & Mason (1989):<br />
“la coherencia es un proceso de la estructura semántica<br />
de un discurso, en la que un serie de conceptos<br />
primarios se relacionan entre ellos, así como un<br />
conjunto de conceptos secundarios que complementan<br />
a los primeros”.<br />
Podemos afirmar que coherencia es el resultado y el<br />
proceso en sí mismo de la cohesión dentro de un texto (en<br />
su definición más amplia), ya que mediante la unión de las<br />
mínimas unidades de significado morfosintáctico con:<br />
• Intencionalidad comunicativa (en relación directa<br />
con la recepción que del mensaje haga el destinatario),<br />
• recursos sintácticos (mecanismos de cohesión:<br />
nexos gramaticales, correferencias, etc.),<br />
• un contexto.<br />
Un texto puede carecer de alguno de los puntos<br />
mencionados, mas no de todos, ya que ninguno<br />
carece de intencionalidad (exceptuando el caso<br />
de personas con una patología sicológica extrema),<br />
sin importar que tenga o no cohesión gramatical, ya<br />
que la coherencia existe producto de una intencionalidad<br />
y de un contexto. Entonces, los conceptos primarios<br />
y secundarios a los que hace mención Chueca<br />
Moncayo son, por una parte, los actos del emisor<br />
(intencionalidad; recursos sintácticos; contextualización)<br />
y por otra, los actos del receptor (contextualización,<br />
en el caso en que el mismo texto no la<br />
dé o la situación del acto comunicativo sea difusa).<br />
Además hay factores que indican falta de coherencia:<br />
• El texto es reiterativo<br />
• El texto es contradictorio en su estructura<br />
• El texto contradice la realidad<br />
• El texto no es deductivo o inductivo<br />
Coherencia es, por tanto, el grado de aceptación<br />
que de un texto tiene uno o más receptores.<br />
Por consiguiente, “es casi imposible crear un texto<br />
completamente incoherente” (Bernárdez 1993); incluso<br />
el teatro de Ionesco, que presenta un bajo grado<br />
de cohesión sintáctica y que obligó a replantearse<br />
Sebastián Huerta
el concepto de la dramaturgia, es coherente; tiene<br />
sentido para cierta clase de espectadores.<br />
En definitiva, la coherencia es una propiedad del<br />
texto, de naturaleza pragmática, por la que aquél se<br />
concibe como una unidad de sentido global. Es decir,<br />
los conceptos y las relaciones de significado que se dan<br />
en su interior no contradicen el conocimiento del mundo<br />
que tienen los interlocutores sino más bien la fortalecen<br />
y se nutren de ella para delimitar su significado.<br />
3.2.- Cohesión<br />
Es la relación de dependencia entre dos elementos<br />
de un texto que pertenecen a distintas oraciones.<br />
Louwerse (2004) aplica el término cohesión para las<br />
indicaciones textuales a partir de las que debería construirse<br />
una representación coherente, es decir, es un<br />
rasgo del texto a través del cual se desvela el significado<br />
del mismo. Entonces, la cohesión es una propiedad<br />
del texto, inherente a la coherencia y reflejada en las<br />
pistas que el autor da para comprender el mensaje; estas<br />
pistas están dadas por la abundancia o carencia deliberada<br />
en el empleo de los conectores, sin embargo,<br />
puede presentarse o no de acuerdo a la naturaleza del<br />
destinatario al que va dirigido el mensaje, de este modo,<br />
un lector poco avezado requerirá una mayor cantidad<br />
de conectores textuales para comprender la totalidad<br />
del mensaje, mientras uno más experimentado inferirá<br />
si los datos se concatenan mediante conexiones de<br />
tipo referencial, temporal, espacial, causal o aditiva.<br />
4.- Mecanismos de cohesión textual de superficie<br />
Son muchos los factores que concurren en la cohesión<br />
textual, los cuales, a grandes rasgos se podrían<br />
clasificar en cohesión gramatical (referencia, sustitución<br />
y elipsis) y cohesión léxica, mientras que la conjunción<br />
quedaría en la frontera de los dos tipos: principalmente<br />
gramatical, pero con un componente léxico.<br />
Según Halliday y Hasan (1976) hay cinco tipos de<br />
relaciones cohesivas que pueden establecerse dentro<br />
de un texto:<br />
Referencia<br />
Relación que se establece entre un elemento del<br />
texto y algún otro elemento, con la que el segundo<br />
apunta a la existencia de un segundo. Se distinguen<br />
dos tipos de referencia: endofórica y exofórica, dependiendo<br />
de si el referente se encuentra dentro o<br />
fuera del texto mismo. A su vez, la referencia endofórica<br />
puede ser anafórica (si el elemento que<br />
Coherencia y cohesión<br />
<strong>Herencia</strong><br />
presupone depende de un elemento anterior en el<br />
contexto lingüístico o co-texto) o anafórica, si el elemento<br />
que presupone precede al elemento presupuesto.<br />
Sustitución<br />
Consiste en la sustitución de un elemento por otro e<br />
implica un contraste con el referente. La cohesión, en<br />
este caso, recae en una continuidad en el contexto de<br />
contraste. F. Chueca Moncayo (2003).<br />
Elipsis<br />
Se define como la forma de sustitución en la cual el ítem<br />
es reemplazado por nada, o simplemente como “substitución<br />
por cero”. Tal como en la sustitución, subyace<br />
el principio de continuidad en el entorno de contraste.<br />
Conjunción<br />
Halliday y Hasan (1976) comentan que los elementos<br />
conjuntivos no por sí mismos sino indirectamente,<br />
en virtud de sus significados específicos; no son,<br />
primariamente, mecanismos para llegar al texto precedente<br />
(o siguiente), pero expresan ciertos significados<br />
que presuponen la presencia de otros componentes en<br />
el discurso. Se distinguen dos tipos de relaciones de<br />
conjunción en función de si la relación es producto del<br />
proceso comunicativo en sí (internas) o no y, por tanto,<br />
dependiente de lo que está siendo dicho (externas).<br />
Cohesión léxica<br />
Se establece a través de la estructura del léxico o vocabulario<br />
en un nivel lexicogramatical. Según Moncayo:<br />
“La cohesión léxica abarca dos aspectos diferentes,<br />
pero relacionados de alguna manera a los que Halliday<br />
y Hasan denominan reiteración y colocación.<br />
Consistiendo el primero en la repetición de un lexema<br />
o aparición de un sinónimo o cuasi-sinónimo en<br />
el contexto de referencia. La colocación se refiere a<br />
la asociación de unidades léxicas que suelen ocurrir<br />
juntos de manera regular”.<br />
La aparición de conectores expresa las relaciones<br />
semánticas entre las oraciones: relaciones<br />
lógico-temporales, lógico-causales, de concesión,<br />
de finalidad, de restricción, de ubicación,<br />
de orden, de progresión. Es una de las estrategias<br />
de cohesión más ricas que posee la lengua.<br />
5.- Reflexión y conceptos personales sobre los<br />
temas tratados<br />
Respecto del punto 1:<br />
Considero que el enfoque adoptado hacia la comprensión<br />
de los textos en su nivel intencional global es<br />
79
<strong>Herencia</strong><br />
más cercano para su trabajo en el aula, ya que va directamente<br />
relacionada hacia la comprensión que del<br />
mundo poseen los alumnos, sin estructuraciones ni<br />
terminología científica, por lo cual resulta más ameno<br />
para el estudiante y más útil para que comprenda el uso<br />
que se pretende dar a la lengua como recurso comunicativo.<br />
Esta manera de abarcar los estudios de la gramática<br />
plantea su base en la norma lingüística, es decir,<br />
en el uso funcional de los mismos hablantes, incluyendo<br />
así tanto la denotación como la connotación de los<br />
términos, enriqueciendo el espectro de posibilidades<br />
que de un concepto pudieran poseer los estudiantes.<br />
Respecto del punto 2:<br />
Si bien texto y discurso plantean el uso efectivo<br />
de la lengua, los diferencia la intencionalidad y la necesidad<br />
de un contexto específico; así, el texto completa<br />
su significado a través de las condiciones extra<br />
textuales, tales como el tipo de receptor o el marco<br />
situacional; un texto puede seguir siendo texto si carece<br />
completamente de conectores textuales (cohesión),<br />
pero nunca estará carente de coherencia. En<br />
cambio, el discurso se completa a través del empleo<br />
eficiente que de la lengua realice el emisor, donde la<br />
coherencia y la cohesión cumplen un rol fundamental.<br />
Respecto del punto 3:<br />
Bernárdez distingue dos tipos de cohesión: cohesión<br />
s y cohesión σ para los procedimientos de cohesión<br />
superficial “sintáctica” y para la coherencia<br />
o “cohesión semántico-temática” respectivamente.<br />
Teniendo al concepto de coherencia para designar<br />
las distintas variantes que participan en el acto de la<br />
enunciación y que dotan a un texto de significado. En<br />
esa línea, podría decir que la coherencia está presente<br />
en todo acto lingüístico “consciente”, excluyendo<br />
así las patologías sicolingüísticas, que son los referentes<br />
de contrastación para los estudios del lenguaje.<br />
Respecto del punto 4:<br />
A través de los mecanismos de cohesión textual<br />
se le otorga un grado superior de coherencia al texto,<br />
haciéndolo más asequible ante lectores no experimentados,<br />
así, se explicitan la relaciones de<br />
sentido entre los conceptos e ideas presentes en el<br />
texto genérico que un lector avezado podría inferir<br />
y pudieran estar elididos por motivos estilísticos.<br />
6.- Posibles aplicaciones didácticas de la lingüística<br />
del texto<br />
A través del repaso de la lingüística del texto, es<br />
posible el manejo de la literatura por parte de los alum-<br />
80<br />
nos, la profundización en los estilos de cada escritor<br />
y las posibilidades que otorga el lenguaje para contar<br />
realidades y facilitar su comprensión, conllevando eso<br />
una valoración de la literatura como arte, el cual es uno<br />
de los objetivos transversales de la formación escolar<br />
en lenguaje y comunicación durante la educación media.<br />
Además, mediante ejercicios de comprensión lectora<br />
a partir de las pistas textuales que otorga el texto<br />
mismo a través de los conectores, es posible progresar<br />
y complejizar los textos que se les da a los estudiantes,<br />
con el fin de fomentar los niveles superiores de pensamiento<br />
dentro de las taxonomías de B. Bloom (1956)<br />
y aumentar los estándares de calidad en la educación.<br />
Referencias bibliográficas<br />
• Bernárdez, Enrique: La coherencia textual<br />
como autorregulación en el proceso comunicativo.<br />
In: Boletín de Filología, Santiago, Chile (BFil).<br />
1993-1994, 34, 9-32.<br />
• Coseriu, Eugenio (2007) Lingüística del texto.<br />
Madrid: arco/libros.<br />
• Dijk, Teun A. Van (2001) Estructuras y funciones<br />
del discurso: una introducción interdisciplinaria<br />
a la lingüística del texto y a los estudios del<br />
discurso. Siglo XXI editores, s. a. Argentina. ISBN<br />
968-23-1542-5.<br />
• González Montero, José Antonio: De la palabra/oración<br />
al texto/discurso. En EA, Escuela<br />
abierta: revista de Investigación Educativa, ISSN<br />
1138-6908, Nº 8, 2005, págs. 195-230.<br />
• Louwerse, Max (2004) Un modelo conciso de<br />
cohesión en el texto y coherencia en la comprensión.<br />
<strong>Revista</strong> signos.<br />
Recurso electrónico:<br />
• Chueca Moncayo, Fernando Julio. La terminología<br />
como elemento de cohesión en los textos de<br />
especialidad del discurso económico-financiero.<br />
Cap. 1 texto, coherencia y cohesión. Edición digital:<br />
Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes,<br />
2003. http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.<br />
html?Ref=10315&ext=pdf&portal=0<br />
Sebastián Huerta
Bases teóricas del estructuralismo<br />
Introducción<br />
Este artículo presenta una revisión de<br />
los postulados de las principales escuelas<br />
lingüísticas estructuralistas que<br />
han sido herederas de la tradición saussureana.<br />
Ferdinand de Saussure es considerado, indiscutidamente,<br />
el padre de la Lingüística moderna pues, a<br />
partir de sus ideas, se cimienta una forma de enfocar<br />
la disciplina. Desgraciadamente, el maestro nunca escribió<br />
una palabra para ser publicada –conocida es la<br />
historia que cuentan los discípulos Bally y Sechehaye<br />
en el prefacio al Curso-. Por lo tanto, todas las ideas<br />
que se desarrollarán a continuación son angulares de la<br />
doctrina saussurena que no fue escrita: las dicotomías<br />
lengua y habla, diacronía y sincronía, la caracterización<br />
del signo lingüístico. Tal como señala Eugenio<br />
Coseriu (1971), las ideas expuestas en el Curso no<br />
son las de él, sino las que redactaron sus discípulos,<br />
por lo tanto, es muy plausible que su pensamiento no<br />
haya sido expuesto con fidelidad o que no esté completamente<br />
desarrollado. Empero, los herederos de<br />
la tradición estructural han recogido el pensamiento<br />
del maestro para e<strong>vol</strong>ucionarlo y mantenerlo vigente<br />
como objeto de discusión durante cien años. He ahí<br />
lo interesante de su influjo: lo propuesto por Saussure<br />
no ha quedado obsoleto ni se ha transformado en<br />
un cuerpo invariable de verdades, sino que ha servido<br />
como un la raíz de un gran árbol en cuyas ramas<br />
han surgido diversas escuelas que han estudiado el<br />
lenguaje humano desde los más diversos enfoques.<br />
Este trabajo de alguna forma revisa esos múltiples<br />
enfoques del estudio de la lengua que responden<br />
a diversas inquietudes que los lingüistas han querido<br />
satisfacer a lo largo del siglo XX: los descriptivistas<br />
y su afán por delimitar los signos de las lenguas indígenas<br />
de Norteamérica; Jakobson y su interés por la<br />
relación entre los estudios científicos del lenguaje y<br />
los estudios literarios; Coseriu y su inquietud por dilucidar<br />
qué hay más allá de la aparentemente simple<br />
división del idioma en abstracto y concreto; la configuración<br />
funcional del signo lingüístico propuesta<br />
por Martinet y la materialización de las diferencias<br />
normativas y sistémicas del español americano, tan<br />
heteróclito y multiforme como el lenguaje mismo.<br />
Por lo tanto, este trabajo pretende exponer las<br />
Bases teóricas del estructuralismo<br />
Miguel Bargetto Fernández<br />
diversas maneras de cómo han e<strong>vol</strong>ucionado los<br />
estudios lingüísticos a partir de su fundador, a<br />
quien se le sigue o rechaza, pero no se le obvia.<br />
1.- Los núcleos temáticos de las escuelas<br />
estructuralistas<br />
Apresian (1985) nombra a tres escuelas estructuralistas<br />
que son herederas de las ideas saussureanas:<br />
a) Escuela de Praga: encabezada por Troubeskoy y<br />
Jakobson, de características funcionales.<br />
b) Escuela de Copenhague, dirigida por Hjlesmlev.<br />
c) Escuela norteamericana, encabezada por Bloomfield<br />
y Harris, conocida también como lingüística descriptivista<br />
distribucional.<br />
Las escuelas nombradas anteriormente diferencian<br />
entre diacronía y sincronía y las diferencias que se pueden<br />
apreciar están centradas en los aspectos que priorizan.<br />
En primer término, la escuela norteamericana está<br />
constituida en ramas: una ligada a Bloomfield, quien<br />
sostiene que la lengua está estructurada en dos constituyentes:<br />
el inmediato –equivalente al morfema- y el<br />
final –similar al concepto de sintagma saussureano-. La<br />
otra vertiente del estructuralismo norteamericano es el<br />
encabezado por Edward Sapir, cuya concepción de la<br />
lengua señala, siguiendo a Saussure, que esta se constituye<br />
en un sistema físico y otro ideal. El ideal es considerado<br />
como el principio real y más importante del análisis.<br />
Del análisis del sistema ideal de una lengua surgirá<br />
la teoría del relativismo lingüístico de Sapir y Whorf.<br />
Otro enfoque de la escuela norteamericana es el de<br />
la Lingüística distribucional. Su fundamento está en la<br />
capacidad del lingüista para descifrar lenguas sin conocerlas,<br />
a partir del método distribucional. Para los seguidores<br />
de esta tendencia, la descripción de la lengua<br />
sigue el siguiente proceso: se establecen unidades elementales<br />
en todos los niveles (fonológico, sintáctico,<br />
semántico); se establecen clases de unidades elementales,<br />
para luego delimitar clases de unidades elementales<br />
y finalizar con la combinación de unidades de clases<br />
diferentes. Así, las unidades de la lengua son los fonemas<br />
y los morfemas y las disciplinas que los estudian<br />
81
<strong>Herencia</strong><br />
son la Fonotáctica y la Morfotáctica. Además existe<br />
una interdisciplina que es la Morfonología, que estudia<br />
los medios de expresión fonológica de los morfemas.<br />
Apresian (1985) explica que la Escuela de Copenhague<br />
concibe, por su parte, la Glosemática como<br />
una teoría general de las lenguas, dado el interés<br />
teórico de Hjmeslev y no busca analizar lenguas en<br />
contacto como los norteamericanos. Concibieron la<br />
Lingüística como ciencia del lenguaje y a la lengua<br />
como objeto de la Lingüística. Emilio Alarcos Llorach<br />
(1984) sostiene que su influencia en la Lingüística<br />
se centra en la consideración inmanente del objeto<br />
de estudio, a diferencia la tradición medieval y<br />
renacentista de la lengua y de la concepción de ella<br />
como un estudio deductivo del idioma. La concepción<br />
que desarrollan del signo lingüístico como supera la<br />
saussureana: ya no es considerado solamente la conjunción<br />
de significante y significado, sino que e<strong>vol</strong>uciona<br />
a forma del contenido y forma de la expresión<br />
y sustancia del contenido y sustancia de la expresión.<br />
La tercera escuela que estudia Apresian es la del<br />
Círculo Lingüístico de Praga, conocida también como<br />
funcionalista. Su principal postulado es concebir la<br />
lengua como un sistema funcional, es decir, como<br />
un “sistema de medios de expresión tendientes hacia<br />
un fin definido” (Apresian: 55). La principal preocupación<br />
de esta escuela lingüística es la fonología.<br />
Según la conclusión de Apresian (1985: 63),<br />
la actividad de estas tres escuelas lingüísticas:<br />
82<br />
“Dejó abiertos varios caminos: creo la fonología,<br />
escribió algunos capítulos importantes de<br />
morfología, reformó la lingüística diacrónica y<br />
comenzó la elaboración seria de los problemas<br />
tipológicos.”<br />
Por otra parte, las ideas disímiles que puedan tener<br />
estas tres escuelas no son más que complementarias,<br />
porque “poseen sus objetos específicos, cuyo<br />
estudio es igualmente indispensable para la elaboración<br />
de una teoría única y completa” (Apresian: 65)<br />
Finalmente, se puede señalar que los aspectos comunes<br />
a estas tres escuelas permiten complementar<br />
una visión global de la lingüística contemporánea.<br />
2.- El influjo de Saussure en el descriptivismo<br />
norteamericano<br />
La escuela lingüística norteamericana conocida<br />
como descriptivista –o como la llama Iuri Apresian,<br />
Descriptivista funcional- tiene sus bases en la difusión<br />
en Europa del pensamiento saussureano alrededor de<br />
1930. Las semejanzas entre ella y las corrientes europeas<br />
permiten considerarla una variante del estructuralismo<br />
(Fuchs y Le Goffic: 34). Las diferencias<br />
entre las escuelas europeas y la norteamericana es el<br />
objeto de estudio, pues, mientras la europea mira las<br />
lenguas antiguas europeas, la escuela norteamericana<br />
estudia las lenguas amerindias. Los descriptivistas<br />
prefieren realizar el trabajo de campo antes que<br />
profundizar las teorías del análisis, pues su principal<br />
interés es el estudio de estas lenguas no estudiadas.<br />
Tal como se había mencionado más arriba,<br />
el descriptivismo es una escuela que es heredera<br />
de la tradición saussureana. Pues bien, esta herencia<br />
se manifiesta en los siguientes aspectos:<br />
a) El objeto de estudio del descriptivismo está centrado<br />
en la lengua y no en el habla: este aspecto quiere<br />
decir que los investigadores de esta escuela lingüística<br />
se centran en el sistema abstracto de signos. Incluso,<br />
prefieren hablar de código, pues en inglés, “lenguaje,<br />
lengua y habla no tiene equivalencia exacta” (Fuchs y<br />
Le Goffic: 34). Por otra parte, Apresian señala que el<br />
distribucionalista es un descifrador de lengua, en cuanto<br />
sistemas. Incluso, esta escuela sostiene que un lingüista<br />
podría descubrir la gramática de una lengua cualquiera<br />
solo con el análisis distribucional (Apresian, 1985).<br />
En este respecto, la escuela descriptivista asume<br />
la distinción fundamental en el estudio de una<br />
lengua, que es la distinción entre el sistema abstracto<br />
y las realizaciones concretas, aunque para realizar<br />
el estudio del sistema (o lengua) tenga que recopilar<br />
corpus a partir del habla de los informantes.<br />
b) El estudio debe ser sincrónico: el descriptivismo<br />
busca descubrir, como se dijo más arriba, la estructura<br />
de una lengua dada, especialmente de las<br />
amerindias, que son las lenguas que los lingüistas<br />
tenían a disposición e interés en describir. Ahora,<br />
estas son lenguas que no tienen escritura y que, por<br />
lo tanto, no se cuenta con registro de su pasado, lo<br />
que produce que sea imposible hacer diacronía hasta<br />
el momento en el que empezaron a ser descritas.<br />
Sin embargo, la idea de diacronía y sincronía<br />
no consiste en dos ejes antitéticos, sino en dos ejes<br />
complementarios, pues una suma de estudios sincrónicos<br />
configuran una descripción diacrónica. De<br />
esta forma, una serie de estudios descriptivos sobre<br />
Miguel Bargetto Fernández
una lengua determinada configurará en el futuro la<br />
historia de las lenguas amerindias. Con lo anterior se<br />
concluye que no se prefiere el estudio sincrónico por<br />
sí, sino que todavía no es posible realizarlo porque no<br />
ha pasado suficiente tiempo entre estudios sincrónicos.<br />
c) El análisis se realiza desde la segmentación del<br />
signo lingüístico: Saussure plantea en su Curso que<br />
el signo es lineal, es decir, que se expresan uno tras<br />
otro en la cadena hablada, diferente de cómo pueda<br />
suceder en la música –donde conviven varios signos<br />
al mismo tiempo- o en los códigos audiovisuales,<br />
donde la superposición de signos construye el mensaje.<br />
En el caso de la escuela descriptivista, el método<br />
de segmentación de signos es adoptado porque<br />
las lenguas indoamericanas no tienen registro escrito.<br />
Saussure advierte que el método de segmentación<br />
ofrece múltiples complicaciones, por cuanto el lingüista<br />
debe contrastar una secuencia fónica en diversos<br />
contextos para dilucidar la adecuada función del signo<br />
dentro del sintagma. Los distribucionalistas, por su<br />
parte, se dedican a realizar “un examen extremadamente<br />
minucioso de los problemas planteados por el análisis”<br />
(Fuchs y Le Goffic: 34), lo que implica que ellos<br />
centran su interés en el análisis de caso. En este respecto<br />
se puede apreciar cierta diferencia con el maestro<br />
ginebrino, pues este no desarrolla la metodología del<br />
análisis y los distribucionalistas se dedican a buscar<br />
la mejor forma de describir una lengua desconocida.<br />
d) Las lenguas constituyen, para los descriptivistas,<br />
sistemas específicos: esto quiere decir<br />
que consideran a la lengua como un sistema<br />
arbitrario tal como lo explica Saussure.<br />
e) Finalmente, los descriptivistas enfocan su análisis<br />
en las relaciones sintagmáticas: Saussure plantea<br />
en su curso (1971:207) que la oposición entre<br />
los signos de la lengua determinarán su valor dentro<br />
del discurso. Esta asociación se realiza in praesentia<br />
“se apoya en dos o más términos en una serie efectiva”<br />
(1971:208). Apoyándose en esta idea, los distribucionalistas<br />
desarrollan su metodología de análisis<br />
a partir de un corpus representativo de la lengua.<br />
En lo que se aparta de los principios del estructuralismo<br />
saussureano es en la incorporación del conductismo<br />
(Apresian 1979: 35) a la doctrina lingüística.<br />
Fundamentalmente, según Lewandowski (1995:94) el<br />
influjo del conductismo en el descriptivismo consiste en:<br />
“excluir de la investigación lingüística los<br />
Bases teóricas del estructuralismo<br />
<strong>Herencia</strong><br />
procesos de la conciencia por no ser directamente<br />
observables y mensurables y solo<br />
se debe describir la conducta perceptible.”<br />
La metodología del distribucionalismo está centrada<br />
en el análisis segmentado de signos de una cadena<br />
hablada, obtenida de un corpus representativo.<br />
La segmentación tiene como finalidad delimitar<br />
cuáles son los morfemas. El objeto de estudio, tal<br />
como se señaló más arriba, son las lenguas amerindias,<br />
especialmente –según el autor- el swahili. En<br />
el caso de esta lengua, su análisis distribucional es<br />
más fácil pues presenta características estructurales<br />
que no se manifiestan en lenguas como el francés,<br />
por su compleja configuración sintagmática.<br />
En conclusión, el descriptivismo distribucional<br />
es una escuela lingüística que hereda los principios<br />
del estructuralismo saussureano, pero que los<br />
adapta al estudio de lenguas desconocidas y se diferencia<br />
en la concepción de la lengua como un comportamiento,<br />
debido al influjo del conductismo.<br />
3.- El signo lingüístico<br />
Saussure inicia el análisis de las entidades concretas<br />
de la lengua señalando que la entidad lingüística<br />
es producto de la asociación entre significado y<br />
significante. Esta relación, según él es indisoluble,<br />
pues a falta de uno de ellos, se desarticula. Si el significado<br />
se disocia del significante, solo quedan conceptos<br />
que son estudiados por la Psicología o bien,<br />
si solo se analiza el significante, queda la estructura<br />
material del signo que es materia de la Fonología.<br />
Por otra parte, el signo lingüístico solo se determina<br />
cuando se deslinda de otros elementos de<br />
la cadena fónica, es decir, del discurso sintagmático.<br />
Al aislarlas, por oposición quedan delimitados<br />
los signos unos de otros. Lo anterior implica que<br />
la lengua no se presenta como una serie de signos<br />
deslindados unos de otros, sino que lo hace como<br />
una masa indistinta que solo se descubre en el uso.<br />
El método que propone Saussure en primera instancia<br />
es la delimitación fónica; después, se debe<br />
contrastar una unidad fonética dada dentro de varios<br />
contextos para comprobar si el sentido que se asigna<br />
a la cadena fónica es idéntico o no en contextos diferentes.<br />
El sentido de las unidades lingüísticas está<br />
determinado por su función dentro del discurso: puede<br />
ser sustantivo, adjetivo, verbo, etc. Así, si el sentido<br />
de una cadena fónica es idéntico en ambos contextos<br />
83
<strong>Herencia</strong><br />
se está en presencia de una misma unidad lingüística.<br />
En caso contrario, son unidades diferentes.<br />
Sobre lo mismo, Saussure reflexiona que no siempre<br />
el signo lingüístico se puede delimitar exactamente<br />
según el método anterior, pues habrá casos en que el<br />
signo lingüístico podrá variar su forma. En primer lugar,<br />
el concepto de palabra no corresponde completamente<br />
con el de signo, pues habrá unidades lingüísticas<br />
que equivalgan a una palabra, pero que en verdad está<br />
constituida por más de un signo. Por ejemplo, descubrir<br />
está formado por los signos des y cubrir, pues ambos –<br />
siguiendo lo expuesto más arriba- pueden contrastarse<br />
en contextos y seguir cumpliendo la misma función. En<br />
segundo lugar, a veces las los signos pueden cambiar su<br />
estructura fónica por adaptación al contexto, tal como<br />
sucede con la variación singular-plural de caráctercaracteres,<br />
pues en este caso, modifica la sílaba tónica.<br />
Por lo tanto, las palabras pueden construirse por<br />
medio de unidades complejas tales como prefijos<br />
y sufijos o bien un signo tiene valor solo en cuanto<br />
entren en juego múltiples palabras que lo constituyan,<br />
tal como sucede con las perífrasis verbales.<br />
Otra de las características que el autor propone<br />
es la identidad, la realidad y los valores en el signo.<br />
Por una parte, la identidad sincrónica se entiende<br />
como el uso y realización de un signo en suceden las<br />
mismas condiciones. Finalmente, el valor del signo<br />
está determinado por su oposición con otros signos.<br />
En el análisis siguiente, Saussure desarrolla el concepto<br />
del valor lingüístico y de las relaciones lingüísticas<br />
presentes en el habla. La idea fundamental que<br />
sostiene el autor es que en la lengua todo se organiza<br />
por medio de oposiciones. Estas oposiciones pueden<br />
ser entre elementos diferentes o bien entre elementos<br />
de su misma especie para determinar la diferencia<br />
ellos. Las consecuencias de esta afirmación de Saussure<br />
son varias: si las lenguas fueran acervos de palabras<br />
predeterminadas, habría correspondencias exactas<br />
entre lengua y lengua en cuanto a los significados y<br />
las peculiaridades de las flexiones gramaticales, tales<br />
como los tiempos verbales o flexiones en los nombres.<br />
Ahora, el modo de comprobar este sistema de oposiciones,<br />
Saussure explica que existen dos tipos de conexiones:<br />
las sintagmáticas o in praesentia y las asociativas<br />
o in absentia. La objeción que pone Saussure<br />
a la relación sintagmática guarda relación con la dicotomía<br />
lengua y habla sobre algunos fenómenos ubicados<br />
en la lengua y que son sintagmáticos (1972:209).<br />
84<br />
La arbitrariedad del signo, según Saussure, tiene<br />
dos niveles: una absoluta y otra que es relativa,<br />
es decir, que puede tener algún nivel de motivación.<br />
Este grado de motivación se manifiesta en la formación<br />
de palabras con prefijos y sufijos, pues uno de<br />
los elementos motiva (o evoca) uno de los términos,<br />
tal como lo ejemplifica el autor (1971:219).<br />
Ferdinand de Saussure en los capítulos II al VI de<br />
la Segunda Parte de su Curso profundiza las características<br />
del signo que anteriormente había señalado y<br />
que para muchos son materia conocida. Profundiza en<br />
primera instancia el valor lineal del signo, indicando<br />
que solo la descomposición fonética y su comparación<br />
significativa puede delimitar el puesto de cada signo<br />
dentro de la cadena hablada. En este punto, abarca una<br />
problemática interesante que es la consideración de<br />
una palabra compuesta como una unidad sígnica. No<br />
es una idea re<strong>vol</strong>ucionaria, pero es de una lucidez muy<br />
grande; lamentablemente no es totalmente aceptada en<br />
la enseñanza de la lengua materna en nuestro sistema<br />
escolar, pues todavía se enseña que es<br />
la conjunción de tres palabras y no una sola, tal como<br />
lo habría sostenido el maestro ginebrino en su análisis.<br />
La concepción saussureana del signo como un<br />
elemento arbitrario tiene como base la inmotivación<br />
entre éste y su referente. Sin embargo, el autor señala<br />
con propiedad que la inmotivación es relativa,<br />
por cuanto puede configurarse nuevas expresiones a<br />
partir de la motivación que ejerce un signo en la derivación<br />
de otros. Esta derivación puede ser en torno<br />
a un morfema o un lexema. En este caso, el autor<br />
se desvía del concepto inmotivación, pues el signo<br />
ya está incorporado a la estructura de la lengua. El<br />
concepto de inmotivación se debería restringir, entonces,<br />
solamente a la “invención” léxica. El hacerlo<br />
en la formación de palabras ya existentes en la lengua<br />
refiere a la recursividad del lenguaje, que sí es<br />
motivado, pues “recicla” los signos ya existentes.<br />
El tercer aspecto fundamental de la caracterización<br />
del signo de Saussure es la constitución de las relaciones<br />
sintagmáticas y asociativas, pues es en este punto<br />
donde el autor comprueba que la lengua es en sí misma<br />
un sistema de oposiciones: las relaciones fónicas, las<br />
funcionales y las semánticas son producto de oposiciones.<br />
Esta concepción de la lengua será la que asiente<br />
los principios del estructuralismo posterior y que<br />
constituirá a la Lingüística como ciencia del lenguaje.<br />
Para finalizar, acaso las ideas de Saussure no sean un<br />
cuerpo de verdades irrefutables, como lo puede ser la<br />
Miguel Bargetto Fernández
geometría euclidiana, pero sentó las bases<br />
del desarrollo posterior de la ciencia del lenguaje<br />
a manos de los discípulos posteriores.<br />
4.- Coseriu y Rona: diversos enfoques de la variedad<br />
intralengua<br />
El principio que rige la idea de intralengua tanto<br />
en Coseriu como en Rona es la dicotomía saussurena<br />
de lengua y habla. Como es sabido, Saussure<br />
señala que: “Al separar la lengua del habla, se separa<br />
a la vez: 1°, lo que es social de lo que es individual;<br />
2°, lo que es esencial de lo que es accesorio<br />
y más o menos accidental” (Saussure: 1971, 57).<br />
Sin embargo, esta distinción no satisfizo la compleja<br />
realidad del fenómeno lingüístico y Coseriu realiza<br />
una ojeada a la e<strong>vol</strong>ución de esta problemática.<br />
La primera distinción que realiza Coseriu es que<br />
el concepto de lengua que propone no es idéntico al<br />
propuesto por Saussure, pues corresponde a “un momento<br />
ulterior al análisis del lenguaje como fenómeno<br />
concreto y corresponde más bien a la lingüística histórica<br />
que a la teórica” (Coseriu: 15). A continuación,<br />
revisa una serie de observaciones que realizan otros<br />
autores sobre el particular y concluye que los enunciados<br />
lengua y habla adolecen de múltiples incoherencias.<br />
La principal teorización del problema es qué<br />
es efectivamente la lengua y dónde se deslinda con el<br />
habla u otras realizaciones concretas del lenguaje. Coseriu<br />
revisa las ideas de Jespersen, Palmer, Porzig, Bally,<br />
Gardiner, Sechehaye, Delacroix, Trubestzkoy, von<br />
Wartburg, Plagiaro y Humboldt. Conluye, finalmente<br />
que existe una diferencia sustantiva entre uso lingüístico<br />
y sistema funcional. A partir de este concepto, el<br />
autor desarrollará los conceptos de sistema y norma.<br />
La primera apreciación que Coseriu (1989: 63) realiza<br />
para aproximarse al concepto de norma es la posibilidad<br />
que existe de la innovación en el empleo de un idioma:<br />
“...observamos que las innovaciones, sobre<br />
todo sintácticas y semánticas, comprobadas n la<br />
expresión de dicho poeta, aunque absolutamente<br />
inéditas, audaces y sorprendentes y, de alguna<br />
manera, ‘anormales’, no resultan aberrantes<br />
desde el punto de vista del sistema, no se perciben<br />
como errores, no chocan al ‘sentido lingüístico’<br />
de los lectores homoglotas.”<br />
Esta concepción permite postular a Coseriu que<br />
<strong>Herencia</strong><br />
estas alteraciones al sistema no son ocasionales, sino<br />
que son normales y constantes, tal como lo afirma<br />
Trubetskoy 1 y abarcan a comunidades más o menos<br />
amplias. Estas alteraciones se convierten en sucesos<br />
normales, pero no son pertinentes al sistema, pues<br />
no son diferencias radicales en el funcionamiento<br />
de él. Coseriu sostiene, entonces, que la diferencia<br />
entre sistema y norma está centrada en distintos<br />
niveles de abstracción del análisis lingüístico. El<br />
resultado de este ejercicio de abstracción es la delimitación<br />
de isoglosas. De esta forma, el concepto<br />
de intralengua de Coseriu está constituido por la<br />
norma, que es el auténtico molde de uso que los hablantes<br />
tienen en la realización concreta de la lengua.<br />
Por otra parte, Rona reflexiona sobre qué es un<br />
americanismo a partir de la propuesta de Ambrosio<br />
Rabanales. La principal objeción que realiza es que<br />
la definición de Rabanales abarca solamente la sincronía<br />
del uso del americanismo, por lo tanto, luego<br />
de reflexionar sobre el inconveniente de la definición,<br />
Rona postula que el concepto debe abarcar más que<br />
la sola sincronía, pues los usos a veces trascienden<br />
de una región a otra, incluso, puede darse el caso de<br />
regionalismos que habiéndose originado en un lugar<br />
determinado, han caído en desuso, pero se mantienen<br />
vigentes en otras regiones. Así, el autor concluye que<br />
un regionalismo puede tener una doble dimensión: ser<br />
regionalismo sensu stricto o lato sensu, según sea su<br />
nivel de trascendencia de la región donde se originan.<br />
De esta forma, Rona (1969: 139) concluye que: “solamente<br />
los regionalismos stricto sensu son regionalismos<br />
dialectológicos, o sea, que el atributo esencial<br />
del regionalismo es de diferir entre una región y otra.”<br />
En este sentido, la variedad intralengua que propone<br />
Rona es una caracterización teórica que está<br />
influida por la necesidad de caracterizar la compleja<br />
realidad dialectal de América, pues se puede apreciar<br />
muchas variantes normativas del sistema del español<br />
en cuanto al uso léxico, fonológico y sintáctico.<br />
En conclusión, mientras Coseriu propone una<br />
reflexión teórica sobre el problema de la lengua,<br />
Rona lleva la caracterización a un problema concreto.<br />
Coseriu señala que la variedad intralengua esta<br />
determinada por isoglosas de varios órdenes y la<br />
delimitación de esas isoglosas está condicionada a<br />
una abstracción intermedia de la división saussureana;<br />
Rona, por su parte, materializa esa abstracción<br />
en la configuración del concepto de americanismo.<br />
______________________________________________________________________________________________________________<br />
1 Citado por Coseriu.<br />
Bases teóricas del estructuralismo<br />
85
<strong>Herencia</strong><br />
5.- Jakobson y Martinet: diversos enfoques sobre<br />
la función en Lingüística<br />
El concepto de función en estos autores se fundamenta<br />
en problemáticas diferentes. En primera instancia,<br />
Jakobson esgrime su concepto a partir de la<br />
relación entre Lingüística y Poética. La reflexión de<br />
Jakobson comienza cuando pregunta qué hace que<br />
un mensaje sea poético, cuál es su diferencia específica<br />
respecto de otros tipos textuales. De esa forma,<br />
señala que “toda conducta verbal se orienta a un<br />
fin” (Jakobson: 349). Esta afirmación permite esbozar<br />
el concepto de función del autor: la función de<br />
un mensaje está dada por su finalidad y por la conformidad<br />
que haya entre el mensaje y el objetivo<br />
propuesto. De esa forma, Jakobson enuncia una función<br />
del lenguaje por cada factor de la comunicación.<br />
Martinet, por otra parte, postula su concepto de función<br />
a partir de la naturaleza de los signos lingüísticos.<br />
Los monemas y los fonemas son el punto de partida de<br />
la teoría de la articulación de Martinet. Así, diferencia<br />
entre unidades significativas y unidades distintivas.<br />
Los fonemas cumplen una función en una posición<br />
determinada, así se puede establecer el sistema fonemático<br />
de una lengua. Los monemas, por otra parte,<br />
“determinan por la tradición o por la necesidad de<br />
distinguir entre expresiones de significados diferentes”<br />
(Martinet: 63). Será el análisis de los monemas en su<br />
ordenación dentro de un sintagma lo que permitirá diferenciar<br />
entre tres clases según la función que cumplan:<br />
86<br />
a) monemas autónomos,<br />
b) monemas dependientes,<br />
c) monemas funcionales.<br />
Cada uno de estos tres tipos cumple funciones diferentes<br />
dentro de la sintaxis de la lengua. Por consiguiente,<br />
la reflexión de Martinet expone que existen<br />
morfemas que cumplen funciones primarias y otros,<br />
funciones no primarias, donde las primeras están enlazadas<br />
con el predicado de las oraciones. Se llega a este<br />
punto a la determinación de monemas gramaticales y<br />
monemas lexicales, que dependen de la función que tengan<br />
dentro del discurso. Los monemas lexicales pertencen<br />
a invetario ilimitado, mientras que los gramaticales,<br />
alternan entre sí en un número limitado. (Martinet: 74)<br />
La noción de función en ambos autores tiene un<br />
objeto de estudio que es diferente en sí mismo, aunque<br />
siempre está estrechamente vinculado con la<br />
lengua desde el punto de vista estructural. Mientras<br />
Jakobson considera que la función es la finalidad co-<br />
municativa del enunciado, Martinet expone que los<br />
signos lingüísticos adquieren su función dentro de<br />
los sintagmas de la lengua. La concepción de Jakobson<br />
parte de la caracterización del enunciado poético<br />
y para poder determinarlo “debe investigar el lenguaje<br />
en toda su variedad de funciones” (Jakobson:<br />
350). Señala, por lo tanto, que en cualquier mensaje<br />
es posible encontrar en diferente orden jerárquico<br />
las funciones del lenguaje; también explica que “la<br />
estructura verbal depende, primariamente, de la función<br />
predominante” (Jakobson:350). Martinet, por<br />
su parte, apunta con su concepto de función no en el<br />
enunciado y en su objetivo comunicativo, sino que en<br />
su conformación en el sintagma. A partir de las diversas<br />
funciones que los monemas presenten en el texto,<br />
es posible determinar su función dentro de la lengua<br />
y el tipo de relación que establecen unos con otros.<br />
Así, el concepto de función de los autores no es<br />
contradictorio, sino complementario: ambos siguen a<br />
Saussure cuando explicaba que en la lengua todo estaba<br />
estructurado a partir de oposiciones. En el caso<br />
de las funciones de Jakobson y de Martinet, las diferencias<br />
que ellos postulan están en base de oposiciones<br />
con otros mensajes o con otros monemas, de esta<br />
forma, es posible afirmar que de la síntesis de ambos<br />
conceptos de función, puede extrapolarse que las funciones<br />
dentro de la lengua deben considerase siempre<br />
como el punto de partida en cualquier tipo de estudio<br />
lingüístico que se pretenda realizar. Con estos dos<br />
conceptos de función es posible abordar los problemas<br />
tanto de la gramática como los del análisis textual, pues<br />
las ideas de Martinet fundamentan el análisis sintáctico<br />
más allá de los conceptos tradicionales que suelen<br />
anquilosar la enseñanza de la lengua materna en las<br />
aulas escolares de nuestro país y las ideas de Jakobson<br />
fundamentan el análisis del discurso más allá de<br />
su estructura sígnica y permiten desarrollar un estudio<br />
que desembocará en la pragmática de la lengua, pues<br />
el texto no será visto solamente como un conjunto molecular<br />
de palabras, sino que como un producto que<br />
comunica y es esta comunicación efectiva la que sostiene<br />
el análisis lingüístico y su posterior aplicación.<br />
Conclusiones<br />
La influencia de Saussure no se puede negar,<br />
después de haber revisado a diversos autores.<br />
Su influencia ha marcado la ruta de la Lingüística<br />
de los últimos cien años y, afortunadamente, lejos<br />
de seguir las ideas del maestro de modo ortodoxo,<br />
se han desarrollado corrientes heteróclitas y<br />
multiformes que han permitido el florecimiento de<br />
Miguel Bargetto Fernández
áreas de estudio acordes a las necesidades de los contextos<br />
sociolingüísticos de estas diversas escuelas.<br />
Hemos de esperar que estas ideas se sigan<br />
plasmando con fuerza en el currículum de nuestro<br />
sector de aprendizaje, con renovación y disciplina,<br />
tal como sucede con otras ciencias.<br />
Referencias bibliográficas<br />
•Alarcos Llorach, Emilio (1984) Gramática estructural.<br />
Madrid: Gredos.<br />
•Apresian, Iuri. (1985). Ideas y métodos de la lingüística<br />
estructural contemporánea. La Habana:<br />
Editorial de Ciencias Sociales.<br />
•Coseriu, Eugenio (1989) Teoría del lenguaje y Lingüística<br />
General. Madrid: Gredos.<br />
•Fuchs, C. & Le Goffic, P. (1979). Introducción a la<br />
problemática de las corrientes lingüísticas contemporáneas.<br />
Buenos Aires: Hachette.<br />
•Jakobson, R. (1975). Ensayos de lingüística general.<br />
Barcelona: Seix Barral.<br />
•Lewandowski, Theodor (1995). Diccionario de<br />
Lingüística. Madrid: Cátedra<br />
•Martinet, André. (1971). El lenguaje desde el punto<br />
de vista funcional. Madrid: Gredos<br />
•Rona, José. (1969). ¿Qué es un americanismo?<br />
Simposio de México. Actas, informes y comunicaciones<br />
del simposio de México: 135-148.<br />
•Saussure, Ferdinand de (1971). Curso de lingüística<br />
general. Buenos Aires: Losada.<br />
Bases teóricas del estructuralismo<br />
<strong>Herencia</strong><br />
87
Creaciones<br />
Artísticas
<strong>Herencia</strong><br />
90<br />
Ciudad Juárez<br />
“Colecciono ojos azules” me dijo.<br />
Entonces sentí<br />
desde sus dedos<br />
descender<br />
el espeso líquido<br />
que alimentaba<br />
su cruel obsesión.<br />
Laguna Estigia<br />
Atenea, a mal traer<br />
dijo a su amado:<br />
“solo puedo ofrecer<br />
brindar por la vida<br />
a grandes tragos<br />
en el hueco de mi<br />
mano.”<br />
Gloria Favi<br />
Casablanca<br />
Hastiado, Humphrey Bogart<br />
enfrenta a su amada:<br />
“si quieres que esto continúe, nena<br />
tú pones los sueños y yo las mentiras.”<br />
Apocalipsis<br />
Vomitábamos y<br />
dirigíamos miradas<br />
iracundas a la luna<br />
pira funeraria, el clavecín<br />
crepitaban Mozart<br />
las partituras<br />
desde su ojiva<br />
basuras y ratas cercaban<br />
a mi primo, el archiduque.<br />
“ Maldito, ahora sabrás lo que es<br />
el Destino”, dije.<br />
Gloria Favi
Carla Soto<br />
Carla Soto<br />
Antiguas Ramas Chuecas<br />
He sacado por conclusión que<br />
Desde la abuela crisanta con<br />
Su esposo el violento picaflor<br />
Hasta el hijo también violento y puritano traidor<br />
Su compañera, resuelta a pagar con el mismo dolor<br />
Y que luego… lo negó.<br />
Los parientes queriendo educar de manera superior, dijeron sería mejor<br />
Tener actitud fuerte y vivir el amor como espectador en distancia,<br />
Y de tiempo en tiempo… un gran amor.<br />
¡Oh! cuántos amores y también…cuántas comparaciones.<br />
Ya ni recuerdo cuál fue el mejor<br />
Para todos ellos una amapola como flor.<br />
En mis inauguraciones llore la falsa ilusión, pero hoy<br />
Gracias a Dios no lloro la calma, sino las deseo.<br />
Por consecuencia no quiero saber las causas de tal situación.<br />
Solo quiero vivir los paisajes con su color<br />
La fuerza del sol y la naturaleza,<br />
La oscuridad y el peligro de lo desconocido,<br />
Los giros matizados, el camino bien encausado,<br />
Tener pies de plomo en la arena de horizonte cálido<br />
Ser el renuevo en el lago que no se pudre<br />
Quiero avanzar con el viento y que me impulse<br />
Y que mis nuevas ramas apunten a la luz.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
91
<strong>Herencia</strong><br />
92<br />
Percepción terrena<br />
I<br />
PÁRAMO OTOñAL<br />
El otoño en Sonora se viste con manchas de invierno<br />
y de verano.<br />
Los árboles sueltan sus hojas con la indecisión de<br />
señorita cursi poco a poco hasta que se les cae el<br />
pudor y se desnudan en la calle.<br />
En el monte, los pitayos descorazonados optaron por<br />
guardar sus accesorios primavera-verano y quitarse<br />
el rojo pitahaya para entrar en depresión de actriz<br />
veterana que recuerda los viejos tiempos de fama.<br />
La churea corre y corre para entrar en calor por la<br />
mañana, porque la brisa fresca le mantiene tersas las<br />
plumas. Corre y no piensa.<br />
A mí el otoño me hace llover. El verano evaporó mis<br />
recuerdos hasta condensarlos.<br />
El frío mañanero de octubre me hace soltar los<br />
recuerdos temporada<br />
otoño-invierno.<br />
ll<br />
CORTEJO CERÚLEO<br />
Las casas, las calles, los arenales, todo es cascabeleo<br />
por los caminos del viento con traje de azul y ocre.<br />
Creí descubrir el corazón del mar que latía, latía y se<br />
movía,<br />
rojo inquieto disfrazado de índigo, Pasión añeja que<br />
despiertas pasión.<br />
Te miro por el malecón, huelo tu sudor y te sigo<br />
para que te vengas<br />
y te alejes.<br />
¡Esto no es un vals y tú no te detienes!<br />
el viento te excita y te incita,<br />
van y vienen, cerca y lejos, lento, ¡fuerte!<br />
Calma...<br />
Rosío Rendón<br />
Mar preñado, agua señora, cantarina, matriz de la<br />
tierra,<br />
Doña espasmódica.<br />
Paridora de hijos boca de sandía y pies de tenábari.<br />
Locos fogosos, cara de artistas<br />
expertos en suicidar el llanto.<br />
Enseñan a bailar a la pena y la llevan al carnaval,<br />
la dejan sentada en la silla y se alejan, a festejar.<br />
III<br />
BRÍO BUCóLICO<br />
En el alto contorno de Adanes y Evas,<br />
amantes sin pecado ni culpa, que a diario<br />
muerden coyotas y chiltepines sin que Dios los<br />
castigue;<br />
ávidos pobladores de árboles y plazas,<br />
fabricantes de Caines y Abeles que se matan<br />
de risa en la “roña” y se esconden forajidos,<br />
ladrones del bote.<br />
Inocentes. Prestan oídos a la víbora de la mar.<br />
Allá arriba las mujeres portan caderas de jamoncillo.<br />
Con un amasijo de felicidad entre las manos<br />
aplauden al día cuando entra por la puerta.<br />
Aplauden hasta el rebose y la echan al comal<br />
para desayunarla con frijoles y café.<br />
Los ancianos como péndulos extraviados del<br />
tiempo,<br />
masticando relatos con tabaco, en el porche<br />
aguardan.<br />
Sus ojos se nublaron de aparecidos y cerros.<br />
Dicen que son cómplices del nahual….<br />
Rosío Rendón
Los hombres seducen a las vacas dóciles,<br />
quienes se dejan tocar los senos entre la paja del<br />
establo.<br />
Luego montan gozosos yeguas de pelo negro entre<br />
el ramaje<br />
o en el río; las hacen correr entre sudores y gritos<br />
hasta que se detienen<br />
satisfechos, al final de la jornada. A veces montan<br />
también de noche,<br />
en sus casas calladitas, vestidos de cuero, una<br />
venadita,<br />
entre los gritos del coyote,<br />
bajo el amparo de tecolotes y copechis,<br />
sangrando amor como los cardenales<br />
que tienen su nido en el mezquite mirón de su<br />
ventana.<br />
Rosío Rendón<br />
San Rafael<br />
<strong>Herencia</strong><br />
Los pies del danzante guían la noche<br />
En que el niño presiente al coyote.<br />
Las mujeres llevan policromas flores en el pecho;<br />
sus manos paren constantemente pétalos amarillos<br />
Para saciar el alma de quien tiene hambre de noche,<br />
De los de espíritu extenuado que acuden a la ramada<br />
Para encontrar en grupo el equilibrio del universo.<br />
Los grillos no hacen competencia al flautero.<br />
Las piedras ni sueñan en entrechocar,<br />
pues es el tiempo del tamborilero.<br />
Lejos se ve acercarse la procesión.<br />
¡Viva San Rafael!<br />
Ya baila el venado,<br />
El pascola es inconsciente de la fatiga<br />
Porque el Itom Achaí 1 así lo dispone.<br />
En la cocina, tras la ramada, una vaca ofrenda su<br />
último suspiro.<br />
1 Nuestro padre, en lengua yaqui. Dios.<br />
93
<strong>Herencia</strong><br />
94<br />
Jean Pierre Frederick<br />
Aguanta<br />
No hay hoja que aguante<br />
Tanta mentira.<br />
Y bueno, de eso se<br />
Trata un poco.<br />
De aguantar<br />
Y mentir a veces.<br />
Por mi parte sabré<br />
Mentir<br />
Lo suficiente para<br />
Escribir en tu pecho<br />
Ahora tu<br />
Aguanta.<br />
Aguanta estos versos.<br />
Piojos<br />
Poetas miserables y vagabundos,<br />
creen que sus versos callejeros<br />
protestan ante el sistema y sus mundos<br />
mientras llenan de dinero sus sombreros.<br />
Llenos de lascivia y mugre<br />
están mimetizados en la urbe.<br />
Terroristas de lo bello;<br />
de artistas, ni un destello.<br />
Maldicen y escupen piojos<br />
en sus textos.<br />
Y dicen tener ojos,<br />
“visión” de la poética.<br />
Sólo pretextos<br />
de poetastros de la estética.<br />
Me he puesto el poema alrededor del cuello<br />
Me he puesto el poema alrededor del cuello<br />
y anudado firme los versos al techo.<br />
Me he puesto el poema alrededor del cuello<br />
y he escrito en él mi último deseo.<br />
Quiero que mientras dejo sobre él mi cuerpo<br />
las letras caigan como sangre al suelo.<br />
Que salpicado quede sobre mi pecho<br />
Todo lo humano del cuarteto muerto.<br />
Terminar así todo sufrimiento<br />
Mientras la poesía<br />
Balancea a mi cuerpo.<br />
Elevar mi lira hacia lo perfecto<br />
Nada faltaría<br />
En el poema eterno.<br />
Jean Pierre Frederick
Daniela Contreras<br />
Daniela Contreras<br />
Verdugo<br />
Eres con el único que soy capaz de entrar en sumisión,<br />
eres el único capaz de dominar mi pasión enfurecida,<br />
Amor oculto,<br />
Secreto escondido,<br />
Pasiones desbordantes,<br />
Silencios mortuorios,<br />
Hombre ingrato, lejano de mi,<br />
Absorbiendo hasta el último deseo de mi piel,<br />
Ignorando mi sentimiento genuino y verdadero.<br />
Eres el único capaz de dominar mis sentidos,<br />
De calmar mi dolor más duro,<br />
El único capaz de abrazar mis sentimientos y <strong>vol</strong>verlos uno.<br />
Hombre ingrato y malagradecido,<br />
Déjame escapar de una vez y <strong>vol</strong>ver a mi vida,<br />
Sal de donde estás y desaparece este sentimiento,<br />
Deja en paz mis sentidos y vete ya al olvido,<br />
Ya no quiero estar contigo.<br />
Vete donde nadie te necesite,<br />
Ocúltate donde no pueda mirarte,<br />
Donde mi corazón pueda olvidarte<br />
Y mi cuerpo pueda dejar de desearte.<br />
Arráncame este amor oscuro y maldito.<br />
Vete, ya no quiero estar contigo.<br />
Quiero ser libre, ya no seas mi verdugo.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
95
<strong>Herencia</strong><br />
96<br />
Con tu llegada<br />
En mi puerta un beso,<br />
Con versos de Benedetti<br />
Recitados por el viento,<br />
Con su suave voz…<br />
Sin promesas y con calma,<br />
Vamos reconociendo la armonía<br />
De la complicidad,<br />
La sinceridad de un amor<br />
Que escucha, divierte y que crece,<br />
Con una sonrisa en los labios.<br />
Dicen que lo bueno se demora<br />
¡Y es tan cierto!<br />
Porque cuando anuncia su llegada,<br />
Ya no existe el miedo ni el desamparo…<br />
Porque hay unos brazos acogedores,<br />
Que te buscan y te llaman,<br />
Para abrigarte en el cansancio y en la frialdad<br />
De un mundo ya casi vacío, gris y voraz.<br />
Cambia el mundo<br />
Y se aleja la rutina agobiante,<br />
Cuando estás simplemente en silencio,<br />
Junto a mí.<br />
El destino es sabio.<br />
¡Ya te extraño!<br />
Angélica Pulgar<br />
El olvido y la sangre<br />
Con el tiempo llega el olvido.<br />
La sangre rechaza<br />
Y se olvida de su propia sangre.<br />
En algún momento,<br />
El hermano pasó a ser padre,<br />
¡Pero el destino cruel lo arrebató del mundo!<br />
Borró su historia, su cariño, su voz…<br />
Para muchos.<br />
Cuando partió,<br />
Los halagos llenaron las bocas<br />
Y las lágrimas bañaron sus rostros…<br />
Pero en su aniversario,<br />
Nadie <strong>vol</strong>vió, nadie le rezó,<br />
Nadie sus flores compartió…<br />
Qué tristezas deja el olvido,<br />
Cuando otros viven a diario,<br />
¡Tan sólo de recuerdos!<br />
Angélica Pulgar
Gloria Saavedra<br />
Gloria Saavedra<br />
Detrás<br />
Detrás de la vida: en la soledad de un cementerio ,<br />
se quedan los que alguna vez divisaron la existencia con naturalidad.<br />
Detrás de la libertad: con las ataduras de una cárcel física o espiritual,<br />
se quedan los que alguna vez gozaron de la libertad propia .<br />
Detrás de las luces: en la oscuridad del anonimato ,<br />
se quedan los que alguna fueron famosos y conocidos por el mundo.<br />
Detrás del amor: con la ingratitud del desamor ,<br />
se quedan los que alguna vez amaron y fueron ignorados .<br />
Y detrás de todo: con nostalgias de un ayer ,<br />
se quedan los que aún anhelan lo pasado del ayer.<br />
Letras terapeutas<br />
¡ Las letras escriben la realidad confusa, para luego leerlas y comprenderla!.<br />
¡ Las letras consolidan, reglamentan momentos!<br />
¡ Las letras tienen el poder de traer a ti momentos y situaciones del pasado!<br />
¡Las letras son magas!<br />
Mi voz<br />
Mi voz,<br />
estaba completamente muda:<br />
nada, deseos de comunicar, impotencia…<br />
¡No te pude hablar!<br />
Sin embargo,<br />
luego fue elocuente:<br />
todo, comunicación, vigor…<br />
¡Te pude hablar!<br />
Sin embargo, sólo está la voz.<br />
¿Y el amor? ¿Dónde estuvo?<br />
El silencio lo ahuyentó y el ruido sólo descifró su inexistencia.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
97
<strong>Herencia</strong><br />
98<br />
Jorge Matamala<br />
Hombre, puro hombre<br />
En sus pectorales marcados guarda su machismo incontrolable<br />
El hombre, el puro hombre, el hombre puro<br />
El que en la calle se <strong>vol</strong>tea para silbar a la mina que pasa<br />
Moviendo el trasero <strong>vol</strong>uptuoso y sus pechos inagotables.<br />
Ese hombre no soy yo, un puro hombre, un hombre puro,<br />
Soy el que se ríe escuchando los conciertos de piropos<br />
Que sueltan los maestros y los rubios o negros musculosos<br />
A ella, la negra, la mulata, la guachita, la mamurri que les mueve el pelo<br />
Y el culo para que más le griten.<br />
Y se hacen las ofendidas, las que no pescan, pero saben que<br />
Les gusta, porque aumenta su ego.<br />
Y así son ellos y se contentan, los hombres puros,<br />
los boca suelta, minos calientes.<br />
En sus manos grandes, en su calzado 43 y más<br />
Estos hombres guardan la estrategia para acecharlas<br />
Y convencerlas a las locas tontas e invitarlas a un motel<br />
O a un mirador en el cerro.<br />
No soy uno de ellos, aunque me gustaría, ¿por qué no gritarles y piropearlas, invitarlas a salir, decirles que<br />
están ricas, que son bonitas, que me gustan, que las quiero?<br />
Y soy menos hombre, menos macho, para ellos,<br />
Pero la cortesía no quita lo valiente.<br />
Y me considero un hombre puro, puro hombre<br />
Sin pectorales, manos grandes, calzado 43<br />
Y sin blablá para engrupirlas.<br />
No quiero todo eso, si las tengo a ellas<br />
Como amigas y las respeto, las quiero y las cuido.<br />
Porque siendo un menos hombre se adquiere lo sensible, lo sutil y lo amanerado,<br />
Aunque no se quiera.<br />
Todos ellos, unos hombres, los machos, los recios<br />
Yo, un caballero, un hombre puro, puro hombre.<br />
Jorge Matamala
María Torreblanca<br />
María Torreblanca<br />
Evocar<br />
Incesante recuerdo aquellas tibias noches de invierno<br />
Que escalaron a mi memoria, aquellos rocíos intensos<br />
Que pasaban por mi semblante estremeciendome con aquel abrazo,<br />
Con aquel beso, aquella mirada febril,<br />
Aquella piel torcida en mi aliento.<br />
La suavidad de tus brazos quedaron como huellas extasiadas al olvido.<br />
Quisiera olear en tu recuerdo, deambular en tu pensamiento,<br />
Tropezarme con tus manos, trisarme en tus ojos desgastados.<br />
Encontrarme con tus labios húmedos y besarlos esta noche.<br />
Recuerdo tu inocencia, evoco tu ausencia, evoco,<br />
Tu sonrisa de niño dormido en mi regazo, en mi brazo, en mi trazo<br />
Donde dibujo tu cara, tu nombre y te añoro,<br />
Añoro el ayer, cuando nos miramos por ultima vez en aquella calle sucia<br />
Con hojas polvorientas, con siluetas mojadas<br />
Bajo la lluvia mohína llena de sensaciones y<br />
Me transbordo a esa esencia que me acompaña,<br />
Que me sueña y me atormenta,<br />
Que me lleva, me lleva… hacia donde tú….<br />
Ya no estás.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
99
<strong>Herencia</strong><br />
El marco tenía por lo menos, a mi escaso<br />
entender, unos ochenta o noventa años.<br />
Siempre me había intrigado pero no me<br />
animaba a preguntar de dónde había salido. Quedaba<br />
yo con la idea de que alguna tía abuela o alguien<br />
más allá lo había traído del campo, de la provincia,<br />
no sé. Eso me figuraba por la sencillez, la fina caoba<br />
tan natural, y esa terminación tan lacia y uniforme,<br />
sin ninguna veta ni olor a tintura de madera. Nuestra<br />
casa era la típica de pueblo con rejunte de mobiliario<br />
y adornos de aquí y de allí, mezclando las<br />
diferentes épocas de la historia del país, la región<br />
y la propia historia económica de la familia, (¡que<br />
había pasado por tantas!). Por eso, el rastreo sobre<br />
mi objeto de investigación no hubiese dado buenos<br />
frutos. En parte también por la ignorancia total en<br />
que se manejaba mi familia en este aspecto. Para<br />
ellos las cosas estuvieron, estaban y estarían allí para<br />
siempre, sin importar de quienes fueron, qué representan,<br />
lo que provocaran o cómo quedaran. Punto.<br />
Yo siempre había tenido esta ceguera parcial<br />
que solo me permitía manejarme por la vida con el<br />
conocimiento de las luces y sombras, nunca jamás<br />
había detectado yo el detalle, el contorno de las cosas<br />
que las separan de las demás. Finalmente para<br />
mí todo se sintetizaba en una mancha más o menos<br />
gris que otra que, potenciada en mi imaginación, se<br />
convertía en un objeto familiar. Así me pasaba con<br />
todo lo de la casa, y jamás había logrado detectar<br />
algo del patio por ejemplo, ya que la luz me cegaba<br />
de tal manera que todo se <strong>vol</strong>vía una gran masa<br />
blanca que me agredía inexorablemente. Entonces<br />
me quedaba paseando por la antigua casa, creando<br />
una sonata (por años estudiada por mí), en los pisos<br />
de madera de cada pasillo, que tenía un largo silencio<br />
cuando pasaba frente a ese marco en la esquina,<br />
por sobre la mesita de donde venía un exquisito olor<br />
a flores que Dorita cambiaba cada dos o tres días.<br />
Había más cuadros antiguos, muchos, pero en todos<br />
yo percibía lo mismo salvo en ese en que las manchas<br />
que contenía el marco me resultaban casi familiares.<br />
Todas las tardes, luego de almorzar, impartía mi sonata<br />
de pasos sobre el piso de madera para detenerme<br />
frente al marco, intentando descifrar más, según<br />
100<br />
El Cuadro<br />
Nadine Alemán<br />
el favor de la luz de la ventana me lo permitiera. Y<br />
me quedaba allí por lo menos dos horas, según me<br />
marcaba el incesante péndulo cercano. Ciento diez,<br />
ciento once… ciento veinte minutos y me marchaba<br />
a mi cuarto para descansar y elucubrar qué figura escondería<br />
ese marco caoba de la esquina del pasillo.<br />
Mi penosa enfermedad ocular no me había permitido<br />
jamás determinar figuras, pero yo había inventado<br />
un método de asociación tal que, sin conocer el mundo<br />
de la imagen en absoluto, podía formar, transformar o<br />
humanizar estas manchas, dándole nombre, color (si<br />
podía llamarse color a lo que yo imaginaba), y en este<br />
caso podía decir que se trataba de una flor, según lo<br />
que yo reconocía por flor en mi conocimiento táctil del<br />
jardín. Sí, la pintura del cuadro para mí era una flor.<br />
Insisto en que mi conocimiento de botánica se remitía<br />
a oler y tocar flores del pequeño jardín de la casona,<br />
siempre y cuando la bené<strong>vol</strong>a Dorita me permitiera<br />
pasear por allí omitiendo los ataques sobre protectores<br />
de mi madre que tenía prohibido que yo saliera.<br />
Una flor, yo estaba decidida a que la pintura contuviera<br />
una flor, y hasta podría describirla. Se trataba<br />
de una flor de dos grandes pétalos en forma de<br />
almendra, y me asaltaba la pregunta si el pintor la<br />
hubiese hecho así o si hubiese sido tan antiguo el<br />
óleo que se le hubiesen borrado los pétalos restantes.<br />
-Dorita… decime ¿qué precioso arte ves ahí?- para<br />
que Dorita en su apuro se riera a carcajadas y me dijera<br />
–¡Pero señorita si yo no sé ná de pintura, señorita!- y<br />
con apuro saliera a tender la ropa. Pero yo insistía en que<br />
la flor contenía algo más, y forzaba mi vista a arrancar<br />
lo inarrancable del cuadro en cuestión. ¿Dos flores serán?<br />
No, una flor, una flor solitaria, con perenne autoridad<br />
y con la lógica soledad del rincón justo a la salida.<br />
La salida para mí, la entrada para el resto de la gente.<br />
Una flor recluida en el mustio marco de caoba, tan<br />
definido y sobrio. Encerrada para siempre en la madera<br />
de un rostro abstinente, con solo dos pétalos grises, ova<br />
lidad, y un tallo justo, certero, filoso, como un pequeño<br />
cuerpo austero que la sostenía en la nada de lo que<br />
parecía ser un viejo lienzo que la mantenía atrapada.<br />
Nadine Alemán
-Qué la niña se lo pasa viendo todo el tiempo, señora,<br />
que ya ni el té quiere tomar…-. –Marta, usted es<br />
nueva, no nos conoce mucho todavía, pero sepa que<br />
mi hija no ve, es ciega de nacimiento, sólo se para ahí<br />
a tomar aire y a disfrutar el aroma de las flores que,<br />
yo insisto, usted debe cambiar día a día, Marta…- .<br />
Desde la muerte de Dorita todo había sido diferente,<br />
mis horas resultaban aburridas al no<br />
oírla pasar con el fuentón y la risotada lista<br />
para cuando le preguntara sobre la pintura.<br />
Una flor solitaria, indemne, con dos pétalos<br />
expuestos como ovoides bracitos que yo percibía<br />
al mirar. La flor y su franca fragilidad, su sereno<br />
despotismo al no haberse movido jamás de<br />
allí en todos los años que yo estuve frente a ella.<br />
Fue al final del almuerzo, mientras me retiraba a<br />
mi siesta resignada de todas las tardes, cuando escucho<br />
de mi madre ya senil: -¡Marta, que cambie<br />
las flores de la entrada todos los días le dije… ¡y me<br />
saca ese espejo viejo y mohoso de ahí también!.-<br />
Nadine Alemán<br />
<strong>Herencia</strong><br />
101
<strong>Herencia</strong><br />
En aquella abrumadora oscuridad, todo lo<br />
que él podía ver era el cigarrillo encendido<br />
de Pola que subía y bajaba lentamente<br />
y, que al ser aspirado, permitía apenas distinguir un<br />
esbozo del humo que en silencio ella expulsaba. Él<br />
no fumaba; la agobiante sensación de haber cometido<br />
el peor error de su vida le impedía tener la fuerza<br />
suficiente para mantener su mano derecha firme para<br />
poder encender el cigarrillo que se arruinaba en su<br />
mano izquierda, mucho menos tenía la sutileza de poder<br />
articular más de dos palabras tratando de formar<br />
una escuálida oración para justificar el secreto que<br />
por tanto tiempo había guardado y que estalló como<br />
una bomba de tiempo puesta apropósito en algún lugar<br />
sin saber cuán fuerte explotaría ni cuánto daño<br />
causaría, mas no por eso Pola, cuyo silencio al fumar<br />
en aquella penumbra donde era sólo el leve ardor del<br />
tabaco el que le recordaba a él que ella se encontraba<br />
frente suyo mirándolo, atravesando su hombría con<br />
sus ojos negros y siempre delineados que él más que<br />
adivinar, sabía de memoria por las una y mil veces en<br />
que Pola lo acusaba de mirar otras mujeres, soñar con<br />
otras mujeres, de imaginar, de hablar, de mencionar el<br />
nombre de cualquier otra mujer que no fuera ella. Pola<br />
no necesitaba palabras, ni sonidos ni reproches, sólo<br />
con sus ojos, con su mirada de mujer adicta al tabaco<br />
lograba quebrantar el espíritu de aquel escritor poco<br />
virtuoso que no era capaz que escribir más de una<br />
página en un día sin que tuviera una crisis de identidad<br />
o de madurez o de incomprensión ante el mundo,<br />
mientras Pola fumaba su cigarrillo silenciosamente,<br />
mirándolo condenatoriamente por ser una vergüenza<br />
de esposo o pareja o amante, y que sólo había publicado<br />
un libro de manera independiente con tal fracaso<br />
que ni sus familiares y amigos más cercanos, ni<br />
siquiera su adorada Pola (Dios sabrá por qué), asidua<br />
a la lectura, pudo superar las primeras 10 páginas de<br />
un libro de no más de 60 contando el índice y hojas<br />
varias. Sí, la mirada de Pola era más aniquiladora que<br />
cualquier otra cosa que él haya conocido en la vida.<br />
En aquella abrumadora oscuridad, un nuevo cigarrillo<br />
de Pola subía y bajaba lentamente en aquel<br />
silencio, mientras recordaba la última discusión un<br />
par de horas antes, cuando nuevamente él no pudo<br />
superar la página diaria. En aquella abrumadora<br />
102<br />
Pola<br />
David Gallardo<br />
oscuridad, la fría mano derecha de él no era capaz<br />
de encender el cigarrillo, mientras Pola dejaba caer<br />
una lágrima por su mejilla. En aquella abrumadora<br />
oscuridad, él no era capaz de articular más de dos<br />
palabras seguidas para formar una escuálida oración<br />
y poder explicarle a Pola porqué su frío cuerpo,<br />
inerte, fracasado, estaba tendido en la habitación<br />
contigua junto a una entristecida hoja de papel<br />
con sólo tres puntos suspensivos escritos en él.<br />
David Gallardo
De pronto el mar se lo tragó, desapareció como<br />
una ola pulverizada contra las rocas. La fantasía<br />
de un mundo de pequeños caballeros armados<br />
con palas de plástico y castillos medievales con forma<br />
de balde se rompió en un grito con nombre de niño.<br />
Pudo apenas con su abultada panza de ocho meses y<br />
se lanzó al último punto donde divisó al secuestrado.<br />
-Maldito traidor, hace un momento eras una charca<br />
pacífica luego de las últimas gotas de invierno y<br />
ahora estás recogiendo almas con una hoz espumosa,<br />
desquitandote con un inocente que poco conoce de<br />
tus caprichos-. Pensaba mientras abrazaba las olas<br />
para avanzar y colgarse de cualquier vestigio sólido.<br />
Su cintura desaparecía bajo la superficie cuando<br />
recordó la otra vida en juego, el bebé sentía como<br />
la presión aumentaba y agitaba su cálida alcoba, las<br />
paredes con fuertes espasmos lo obligaron a cambiar<br />
de posición.<br />
El mar era un torbellino impresionista azul, verde,<br />
luego blanco y café, un cruel escenario que no dejaba<br />
asomar el único color que a ella le habría gustado ver,<br />
el pantaloncillo de rayas rojas y blancas. La textura<br />
arenosa del agua cortaba sus dedos cuando todo el<br />
peso del cielo la derribó, afortunadamente aun tocaba<br />
el fondo y logró ponerse de pie, pero desorientada,<br />
miró al horizonte y se dió cuenta que buscaba la playa<br />
en lugar de la profundidad donde el pequeño bulto<br />
de tres años se re<strong>vol</strong>caba entre corrientes. Siguió<br />
escarbando la humedad, la impotencia la superaba<br />
y en un último derroche de ira y esperanza golpeó<br />
la superficie. De pronto la calma se dispersó en el<br />
inmenso azul, la suave resaca levantaba y suspendía<br />
en la ingravidez el cuerpo de la mujer que resignada<br />
dejaba sus brazos abiertos y rendidos al vaivén de la<br />
corriente, sus lágrimas subían el nivel del mar cuando<br />
sintió una suave fibra deslizandose entre el anular<br />
y su corazón. Un reflejo fue todo lo que necesitó<br />
para aprisionarlo cuando este ya escapaba del puño.<br />
Otra vez la bestia despertó para reclamar su presa y<br />
sacudió el brazo de la mujer como un lobo furioso<br />
desgarrando el cuello de una liebre, pero la mujer no<br />
iba a soltar lo que era suyo, estiró la otra mano y logró<br />
agarrar el bañador del elástico que lo sujeta a la<br />
cintura del infante, tiró con tanta fuerza que el traje se<br />
deslizó hasta los tobillos del niño, un infortunio que<br />
Raúl Ortega<br />
Furia Azul<br />
Raúl Ortega<br />
<strong>Herencia</strong><br />
no alcanzó a provocar miedo porque en un arriesgado<br />
movimiento ya había intercambiado el cordel por un<br />
pierna.<br />
La corriente se fue, el mar <strong>vol</strong>vió a reflejar el cielo<br />
con unas delicadas ondas que escoltaron la mujer<br />
a tierra firme y alivianando el peso de la arena y la<br />
víctima. El niño seguía con el rostro bajo el agua porque<br />
la mujer no se atrevía a reacomodar su postura,<br />
quien sabe si el mounstro despierta de nuevo. Apenas<br />
lo tenía sujeto y su piel estaba resbaladiza por efecto<br />
de la centrifuga de arena y sal, no correría el riesgo<br />
otra vez.<br />
Cuando el agua pasaba un meñique sobre sus rodillas,<br />
levanto y abrazó a la víctima que no paraba de<br />
toser y escupir restos de oceano, un poco de sangre<br />
manaba de su espalda de cuatro arañazos que dejarían<br />
una cicatriz que le recordaría por siempre el carácter<br />
del que lo quiso llevar antes de tiempo.<br />
La mujer se desplomó en la arena mirando un color<br />
azul que le agradaba más que el anterior, un azul<br />
al que daría las gracias el resto de sus días para siempre.<br />
Ese mismo día el segundo inquilino fue desalojado<br />
de su habitación, el esfuerzo de las paredes abdominales<br />
lo sacaron de su sueño antes de tiempo, fue un<br />
día largo, pero un buen día, porque a fin de cuentas,<br />
pocas veces el mar se lleva a dos para de<strong>vol</strong>ver tres.<br />
103
<strong>Herencia</strong><br />
La luz de la cocina estaba encendida. Esto se<br />
apreciaba también desde el patio, porque la<br />
luz de una ampolleta de 60 watts incrustada<br />
a un soquete que pendía frágilmente de dos cables,<br />
uno negro y otro rojo, y éste al techo de la cocina,<br />
iluminaba todo el ambiente casero que compartía el<br />
fulgor con el patio por una ventana rectangular y ésta<br />
era reproducida en la muralla del patio, así como una<br />
pantalla de cine.<br />
Había movimiento en la cocina y obviamente,<br />
también se reproducía en la muralla del patio, en la<br />
pantalla que exhibía una función de dos siluetas para<br />
un niño sentado debajo de la ventana y frente a la<br />
muralla que era el telón de fondo para una obra de<br />
imagen rectangular de siluetas.<br />
La luz de manera exigua iluminaba el patio y los<br />
contornos de un auto desvencijado y corroído por el<br />
oxido de tiempos bruscos y de ritmos monótonos.<br />
El movimiento de la cocina no era bucólico, sino<br />
universal, las dos siluetas estaban en actitud agresiva,<br />
haciendo escorzos y contorciones bruscas, geométricas<br />
y puntiagudas, todas estas actitudes vehementes<br />
eran exhibidas en el recuadro o pantalla que se encontraba<br />
en el patio para el niño.<br />
Un fuerte olor a grasa de auto expedían los charcos<br />
secos del patio de tierra, olor común que diferencia<br />
a ese patio de otros al igual que el olor de un<br />
teatro que se diferencia al de un cine y viceversa. Las<br />
obras de siluetas se caracterizan por no tener sonidos,<br />
razón para que el niño se tape los oídos con sus<br />
manos y así evitar que los ruidos in<strong>vol</strong>untarios de la<br />
relación entre los personajes y estos con la escenografía<br />
no interrumpan al género de la obra, dejando<br />
todo el mensaje artístico a la acción de las siluetas.<br />
Tapiados los oídos, los objetos que se lanzaban los<br />
personajes, platos, tenedores, cuchillos, zapatos, etc.<br />
al detenerse su rumbo execrable con alguna muralla,<br />
no llevaban sonidos, sólo eran prolongaciones corporales<br />
de la violencia proyectadas por el rectángulo de<br />
luz en la muralla del patio.<br />
Los personajes de la obra de siluetas estaban bien<br />
constituidos, como estereotipos, lo que revelaba fá-<br />
104<br />
Tregua de sombras<br />
Mauricio Saavedra<br />
cilmente la figura de un hombre y una mujer. Dos siluetas<br />
dispuestas en la muralla como manos haciendo<br />
escorzos para crear figuras de animales en la pared de<br />
cualquier habitación ayudadas por cualquier fuente<br />
de luz, era lo que presenciaba el niño, pero la obra<br />
poseía otro matiz que el de una simple creación de<br />
animales de sombras, era una escenografía rústica de<br />
una muralla de concreto cincelada por la agresividad<br />
de la actuaciones de los personajes. Sin embargo,<br />
más allá de la pared como producto de arte, lo verdaderamente<br />
significativo, lo trasgresor y la tensión artística<br />
de la obra dramática se estaba aprehendiendo,<br />
como una lapa marina a una roca de mar, al corazón<br />
y memoria del niño.<br />
El mensaje se lograba, el contexto producido por<br />
aquella obra dejaría a cualquier espectador apesadumbrado,<br />
con una disposición atormentada o melancólica<br />
lo que para los personajes sería el resultado<br />
coherente para su arduo trabajo y la realización de<br />
los personajes.<br />
De taburete, el niño, utilizaba una rueda vieja de<br />
auto y en ella su semblante pueril, recibía la movilidad<br />
de las siluetas reproducidas en la muralla del<br />
patio de modo que sus manos apretadas, la tensión de<br />
sus brazos y piernas eran la expresión física, patente<br />
de todas sus emociones lo que petrificaba como un<br />
duro hueso la cara del muchacho.<br />
Lo particular de una obra de siluetas es que no<br />
hay expresión sentimental de elementos que hacen<br />
predecibles los actos de los humanos como los ojos,<br />
que antes que una persona solloce se tornan rojos y<br />
brillantes (una alarma de diamantes antes de las lágrimas)<br />
o la boca que es otro signo corporal demostrativo<br />
de la interioridad humana, y ni siquiera pueden ser<br />
partes del rostro, también se pueden ver las tensiones<br />
en la musculatura; por esto las siluetas como medio<br />
artístico es acción pura, impredecible al ojo, sólo la<br />
imaginación podría diseñar una base de proyección<br />
de la trama. El niño como espectador subido en un<br />
carrito de montaña rusa, sólo sentía el vértigo y el terror<br />
de observar aquella somática obra que terminaría<br />
quizás en qué cosa.<br />
El recuadro de luz y sombra (las sombras prota-<br />
Mauricio Saavedra
gonistas) era de izquierda a derecha, luz, sombra, luz,<br />
sombra, luz. Lo que dejaba interferir o interpretar que<br />
las siluetas ya no se movían por el proscenio, sólo<br />
quietud, esa instancia artística que estira el argumento<br />
hasta sus límites con el objeto que en una sola acción<br />
soltara aquella tensión, como si fuera un elástico<br />
y azotar los extremos de los argumentos de frente y<br />
retorcerlos hasta hacer un pequeño ovillo, no obstante,<br />
de mil nudos y enredados en todas sus uniones.<br />
Sólo había quietud, una tregua de sombras, segundos<br />
hechos siglos se torno el tiempo en aquel taburete<br />
accidental; distancia entre las siluetas tan frágil<br />
y minúsculo, pero eterno como lo es una cucaracha<br />
¡chaz! Se rompió la distancia, la tensión, el silencio,<br />
la inmovilidad, la fragilidad y la eternidad, se enredaron<br />
los extremos y sólo hay una mano en alto y otra<br />
mano en una mejilla, la silueta golpeada cubrió su<br />
rostro con ambas manos, quizás para llorar y la otra<br />
silueta desapareció del recuadro. La ampolleta de 60<br />
watts se apagó y con ella la función.<br />
Los actores salieron por el patio y vieron al niño,<br />
a su único espectador, agazapado en el improvisado<br />
taburete; le tomaron de la mano diciéndole: “¡vamos<br />
al mall! El niño fue…<br />
La obra se acabó dejando al mensaje artístico<br />
como el único momento activo, trepanador del instante,<br />
para hacer un legado dentro del baúl de juguetes<br />
que es el recuerdo de aquel niño sentado sobre una<br />
vieja rueda, oliendo grasa rancia en un patio oscuro.<br />
Mauricio Saavedra<br />
<strong>Herencia</strong><br />
105
<strong>Herencia</strong><br />
106<br />
Minuto a minuto<br />
Miguel Bargetto<br />
Y cuántos han matado en nombre de su Dios<br />
(GIT, Buenas noches, Beirut)<br />
New York like a Christmas’ tree<br />
(U2, Angel of Harlem)<br />
6:10<br />
El despertador sonó ruidosamente. Se levantó<br />
lentamente después de sacarse la modorra<br />
del cuerpo dándose un par vueltas en la<br />
cama. La televisión pasaba furiosamente videoclips<br />
de músicos desconocidos que cantaban en dialectos<br />
ininteligibles para su oído.<br />
En el baño, se miró la cara y vio que era necesaria<br />
una buena afeitada, pero luego la descartó por el solo<br />
hecho que por el destino de viaje, nadie le reprendería<br />
el no haberlo hecho. Eso sí, se lavó sus vergüenzas y<br />
los dientes. Por mucho que fuera un viaje breve, nada<br />
debería atentar contra su prolija higiene corporal.<br />
Luego de haberse vestido, tomó el pasaje aéreo,<br />
su visa, absolutamente legal, al igual que su pasaporte.<br />
Revisó cuidadosamente que la llave del gas de la<br />
cocina donde había hervido una taza de amargo café<br />
negro estuviera cerrada y que ningún grifo de agua<br />
hubiera quedado chorreando.<br />
7:00<br />
Le costó echar a andar la motocicleta comprada<br />
el mes anterior, básicamente porque no se acostumbraba<br />
a arrancarla con el sistema de palanca (se había<br />
acostumbrado a las de sistema electrónico que tenía<br />
uno de sus amigos). Se colocó el casco y se dirigió<br />
al aeropuerto a una velocidad acelerada, puesto que<br />
debería estar allí cerca de las siete treinta. Se dirigió<br />
por una calle expedita hasta empalmar a la carretera.<br />
Allí se dedico a acelerar el vehículo suavemente para<br />
sentir como la velocidad le calaba las piernas. Alcanzó<br />
las 88 MPH.<br />
7:26<br />
Llegó al aeropuerto y dejó la motocicleta en cualquier<br />
lugar, puesto que si lo infraccionaban por estacionar<br />
en un lugar prohibido, tendría abogados que lo<br />
defenderían bien en la corte. Hizo acceso a Policía<br />
Internacional y mostró su documentación. Luego,<br />
hizo fila en la línea verde que tenía un banner que<br />
decía NOTHING TO DECLARE.<br />
- ¿Your equipment, mister?<br />
- Is it, dijo en un inglés con evidentes aspiraciones<br />
fonéticas.<br />
Y mostró un ridículo bolso con dos camisas, un<br />
pantalón y un par de calcetines.<br />
Luego de leer las instrucciones sobre el comportamiento<br />
en vuelo, sobre cómo reaccionar en caso de<br />
enfermedad de algún pasajero o de ataque terrorista,<br />
hizo acceso a la clase turista y tomó posesión de su<br />
asiento, en la ventanilla, justo al lado del ala derecha<br />
del avión.<br />
8:34<br />
No pudo de dejar de sentir una leve sensación de<br />
náuseas al momento en que la proa del avión se irguió<br />
para alzar el vuelo. La goma de mascar que le<br />
había dado antes una hermosa azafata de ojos verdes,<br />
no había servido de nada para contrarrestar el efecto<br />
gravitacional del despegue.<br />
Para olvidarse de su malestar empezó a recordar<br />
lo que le habían enseñado desde niño: su Dios siempre<br />
protege a los que ama y si él lo amaba con todo su<br />
corazón y todas sus fuerzas, su Dios jamás lo abandonaría,<br />
no importara la empresa que realizara. Pensó<br />
en que siempre habría un paraíso para los fieles y que<br />
en Infierno esperaría gustoso a los infieles y a los criminales<br />
que renegarán de su verdadero Dios.<br />
Mientras pensaba eso, una vez más la aeromoza<br />
de ojos verdes le habló diciéndole si gustaba beber<br />
algo. Pensó en pedir una bebida alcohólica fuerte,<br />
pero desistió porque otra de sus enseñanzas de niño<br />
era que debía mantenerse despierto y consciente en<br />
todo momento, puesto que la ira de su Dios se podría<br />
manifestar en cualquier momento. Finalmente,<br />
le dijo a la aeromoza que le trajera una botella de<br />
agua mineral sin gas.<br />
9:00<br />
Se levantó de su asiento porque sintió ganas de<br />
orinar. Fue al baño y descargó su vejiga placenteramente.<br />
Cuando se dirigía hacia su asiento, vaciló un<br />
momento y con la mirada, recorrió a todos los pasajeros.<br />
En ese momento vio cómo nueve personas más<br />
saltaron de sus butacas como resortes y gritaron fuertemente<br />
¡HOY ES EL DÍA DE GLORIA! Y como<br />
un rayo, tres de los nueve se abalanzaron contra tres<br />
aeromozas, uno profería cosas inentendibles para los<br />
demás pasajeros, pero sumamente claras para él. Los<br />
Miguel Bargetto
nueve estaban armados latas de aerosol, que comenzaron<br />
a descargar entre los pasajeros inmediatamente<br />
después de ponerse mascarillas de gas que habían declarado<br />
como instrumentos de trabajo en la aduana.<br />
9:06<br />
Uno de los hombres se había pasado una mascarilla<br />
y luego de ponérsela, se dedico a observar como<br />
los pasajeros se aletargaban cruelmente. Cuando<br />
supo que gozaba de una impresionante sensación de<br />
seguridad, caminó lentamente por el pasillo y se dirigió<br />
hacia la cabina de mando del avión. Había sido<br />
entrenado como piloto de guerra cuando hizo su servicio<br />
militar y tripular un avión comercial era tan fácil<br />
como es para un motociclista avezado guiar una<br />
bicicleta. Uno de los hombres que se cuadró militarmente<br />
ante él le pasó un puñal de hoja brillante y<br />
con él avanzó hacia la cabina. La aeromoza de ojos<br />
verdes no soportó el pánico de la situación y estalló<br />
en gritos de histeria. Uno de los hombres, que tenía<br />
expresas órdenes de evitar el caos, la tomo del cuello<br />
con un poderoso torniquete de seda de pescar hasta<br />
que la pobre cayó asfixiada con una horrible mueca<br />
de dolor. Hubo un silencio estremecedor. Se dio<br />
vuelta y vio a la hermosa mujer tirada en el suelo<br />
empapada por su propia sangre. Sintió pena porque<br />
no vería más el brillo de esos ojos verdes. Se quedó<br />
contemplándolos unos segundos, pero <strong>vol</strong>vió en sí<br />
al recordar que nada de la belleza profana y efímera<br />
debía distraerlo de su sagrada misión. Luego se le<br />
acercó otro tipo y con él ingresó. Fueron breves en<br />
el discurso:<br />
- Este avión ya no les pertenece.<br />
Y asfixiaron a los tripulantes.<br />
9:13<br />
Se sentó frente a los controles del avión. Realizó<br />
una breve inspección a los comandos y chequeó el<br />
altímetro, el reloj y la velocidad. Por un momento<br />
pensó en las películas de terrorismo que había visto<br />
más de alguna vez, donde Bruce Willis rescataba<br />
a cientos de personas de un aeropirata, o donde Ed<br />
Harris hacía el papel de un militar resentido que alargaba<br />
su ataque esperando una respuesta del gobierno.<br />
Nada de eso pasaría. Superman no existía, por lo tanto,<br />
su plan no sería abortado. No llegaría el defensor<br />
eterno de Nueva York, el buenmozo fotógrafo llamado<br />
Peter Parker. No se molestaría en hacer llamadas<br />
telefónicas pidiendo dinero. Nada que perteneciera a<br />
su causa podía negociarse. No había suficiente oro<br />
en el mundo que lo hiciera retractarse de su idea fija.<br />
Sólo se enterarían de su acción al minuto siguiente,<br />
cuando el presente se convirtiera en pasado, cuando<br />
no hubiera condena a muerte capaz de hacerlo arre-<br />
Miguel Bargetto<br />
pentirse de su acción.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
9:23<br />
Ya interiorizado del mando de la nave, musitó una<br />
cadenciosa y monótona oración a su Dios pidiendo<br />
que la gloria que le tenía prometida desde siempre se<br />
hiciera realidad en la mesa de los elegidos. Uno de<br />
sus secuaces también en místico transe, murmuraba<br />
algo que él no podía escuchar.<br />
9:29<br />
La ciudad se veía radiante. Se tomó la molestia de<br />
desviar la atención de su blanco. Miró hacia la bahía,<br />
observó la estatua de la libertad y por un momento<br />
pensó en cambiar el plan. Derribar ese monumento<br />
no produciría tanto daño humano como moral, pero<br />
rápidamente <strong>vol</strong>vió en sí. Nunca debes cambiar lo<br />
que se te ha ordenado, porque son órdenes divinas...<br />
le dijo una voz en su mente y retomando su concentración,<br />
observó su blanco. Uno de sus superiores<br />
que era especialista en materiales, le explicó donde<br />
debería ser el impacto, para que, como quien lo hace<br />
con un castillo de naipes, se derribara sin ninguna<br />
vacilación.<br />
9:31<br />
Ya con el objetivo en la ventanilla del avión, pensó<br />
en lo ridículo del arma que estaba usando. No había<br />
ni misiles, ni ametralladores ni nada. Un avión,<br />
un avión de los más corrientes. Eso le hizo esbozar<br />
una tenue sonrisa. ¿Qué diría el mundo un segundo<br />
después de su acción? Sería una lástima no poder saberlo,<br />
aunque su Dios posiblemente le haría la gracia<br />
de mirar el espectáculo desde Su diestra. Por un momento,<br />
pensó en las vidas que llevaba, pero las olvidó<br />
cuando recordó que su Dios, si era servido, tendría<br />
misericordia con esas almas.<br />
9:33<br />
Nada ya podía hacer cambiar el destino. Había<br />
calculado con prolijidad la zona del impacto. Nadie<br />
se salvaría, no quedaría rastro. Un vano sentimiento<br />
de orgullo le recorrió la mente. Faltaban pocos segundos<br />
para hacerse famoso. Era una verdadera lástima<br />
que nadie supiera su nombre, que nadie tuviera<br />
algún vestigio de su osada acción, que nadie supiera<br />
que su Dios le había prometido ir directamente al cielo<br />
si concretaba con éxito su acción.<br />
La guerra santa apenas comenzaba.<br />
Cuando ya el edificio se hacía inesquivable, oró<br />
con más fuerza:<br />
- Señor, Tú lo quieres...<br />
Y aceleró más el avión, lo inclinó y sintió como el<br />
edificio se venía encima.<br />
107
<strong>Herencia</strong><br />
- Señor, Tú me has prometido el paraíso eterno si<br />
lucho contra los infieles...<br />
9:34<br />
El avión impactó contra un enjambre de ventanas<br />
y todo se <strong>vol</strong>vió rojo.<br />
Algo le hizo pensar:<br />
- ¿Y que tal si no existe la vida eterna?<br />
108<br />
Miguel Bargetto
-Insensato: Tonto, fatuo, sin sentido.<br />
-Insensatez: Falta de sensatez, de sentido o de razón;<br />
necedad. Dicho o hecho insensato.<br />
Comenzando de cero<br />
Nickols Valdivia<br />
Insensatamente pienso en la insensatez de haber<br />
estado cuestionándome el significado de la<br />
palabra insensato.<br />
Mirando hacia el techo, pienso en el sinsentido<br />
de mis pensamientos y en lo absurdo que debo verme<br />
con la mirada hacia el techo, como implorando<br />
al cielo. Luego me pregunto ¿qué gano al mirar hacia<br />
el cielo, si no es más que eso, el techo que está<br />
sobre nuestras cabezas? ¡Ja! ¡Qué patético me sentí<br />
al creer que desde “el cielo” me iba a ayudar! ¿Qué<br />
hacía ahora incluyendo en mis pensamientos el verbo<br />
creer, como si alguna vez lo hubiese pronunciado?<br />
Continúo mirando el techo, inspeccionando y memorizando<br />
cada una de las imperfecciones que con el<br />
paso de los años han ido aumentando considerablemente.<br />
Me río estúpidamente al pensar en lo superficial<br />
de mis pensamientos, cuando podría tratar de<br />
mejorar mis imperfecciones. Que imperfecto e insensato<br />
he sido al estar preocupado de ese techo blanco<br />
que tanto detesto, que además está unido a estas paredes<br />
tan blandas y albas que provocan nauseas. Me<br />
dan ganas de destruirlos de golpearlos con mi cuerpo,<br />
mas no me es posible, puesto que siempre permanezco<br />
inmóvil, como si algo atara mis manos, como si<br />
mi cuerpo estuviera dormido y lo único “lúcido” de<br />
mi ser, son mis pensamientos, aunque, pensándolo<br />
bien, no se está lo suficientemente cuerdo como para<br />
cuestionarse el significado de la palabra insensatez.<br />
… Insensato… esa palabra ronda día y noche<br />
(porque nunca sé exactamente si es de día o<br />
es de noche, pero sé que siempre está en mis pensamientos)<br />
y no me deja vivir en paz… si es que<br />
se puede encontrar la paz en un sitio como este.<br />
Es raro que mi nueva casa tenga sólo una habitación<br />
y que reciba tantas visitas a diario, a veces<br />
pienso que pertenezco a una secta, en la que todos<br />
debemos vestir de blanco… y luego recuerdo que<br />
odio ese color y me cuestiono el momento en que me<br />
Nickols Valdivia<br />
<strong>Herencia</strong><br />
uní al grupo y no logro recordar ni menos entender.<br />
Cada día siento que mi casa es más pequeña, más<br />
blanca, que el techo está más dañado de lo habitual,<br />
lo que me es incomodo cuando recibo a mis visitas,<br />
pero al parecer a ellos no les complica en absoluto.<br />
Me duele el cuerpo, los ojos, no veo bien,<br />
estoy encandilado ¿qué me habrá sucedido?<br />
Insensato... falto de razón, recuerdo haberlo<br />
buscado en el Diccionario Enciclopédico Ilustrado<br />
que mi madre me regaló para el último cumpleaños<br />
que papá pasó junto a nosotros. ¡Qué felices<br />
éramos! Al menos eso pensábamos mamá y<br />
yo. ¿Por qué lo hizo? Ella siempre decía que sería<br />
castigado por Dios por haber cometido aquel pecado<br />
mortal. En esos momentos se quedaba pensativa<br />
y susurraba para sí ¡Qué hombre más insensato, no<br />
tenía motivos para hacer semejante barbaridad! Se<br />
iba a la cocina dejándome solo en mi habitación.<br />
Luego de un momento regresaba, más tranquila:<br />
-¿Por qué no va a jugar?<br />
-Porque estoy pensando.<br />
-¿En qué piensa?<br />
-En las razones que debió tener papá para hacerse<br />
eso…<br />
-Para hacernos, querrá decir.<br />
- El peor daño lo tuvo él, porque es él quien ya no<br />
está…<br />
-¡Ay, Gaspar! No sea insensato intentando justificar<br />
lo injustificable.<br />
-Madre, no trato de justificar, si no que trato de<br />
entender sus razones, que como no las conozco debo<br />
de suponer...<br />
-...<br />
- Aunque se me vaya la vida en esta búsqueda, no<br />
descansaré hasta encontrar las respuestas.<br />
He vuelto a tener ese sueño, no me parece<br />
raro, puesto que es tan habitual que más que<br />
un sueño parece un recuerdo en mi inconsciente.<br />
Que in… in… he sido, ya han pasado 30 años de mi<br />
vida desde que me propuse encontrar la explicación<br />
109
<strong>Herencia</strong><br />
al pecado de papá. De los cuales llevo 20 años en<br />
esta pequeña casa blanca a la que mamá me trajo<br />
cuando estaba harta de mis actos, de mi insensatez.<br />
Aquí sí que soy libre, al menos para pensar.<br />
Me siento tan estúpido que no puedo más de la angustia,<br />
he perdido mi vida, cuarenta y dos años tratando<br />
de entender a papá y lo único que he hecho es pensar<br />
en el significado de “insensato”, qué absurdo todo.<br />
110<br />
Comenzaré de cero.<br />
-Insensato: Tonto, fatuo, sin sentido.<br />
-Insensatez: Falta de sensatez, de sentido o de razón;<br />
necedad. Dicho o hecho insensato.<br />
Nickols Valdivia
Era el juicio al Amor; se le acusaba de ser<br />
lo peor que pudiera existir. La víctima: el<br />
Corazón.<br />
¡Se inicia el caso 2520 en el año 20 de vida en el<br />
presente cuerpo! -dice el Cerebro-<br />
“Se acusa al amor de torturar al Corazón, de usar<br />
los métodos más despiadados como: la esperanza ó<br />
ilusión; mil te quiero; cien mi vida; diez miradas; cinco<br />
besos, y un recuerdo. De todo lo que ha dicho, de<br />
narcisismo por sus innumerables historias, además de<br />
romper centenares de corazones con frases supuestamente<br />
hermosas, poemas y versos. Prueba de ello es<br />
lo dicho por el desquiciado Hamlet, llamado príncipe,<br />
a Ofelia”.<br />
“Duda que son de fuego las estrellas,<br />
duda que al sol movimiento falta,<br />
duda lo cierto, admite lo dudoso,<br />
pero no dudes de mi amor las ansias”.<br />
“Dada la prueba, aquí están los testigos: La Tristeza,<br />
¿Quién dio lugar en el pobre corazón, a ti desdichada<br />
tristeza? “¡El amor!” –dice triste-. ¿Por qué?<br />
“es por él que si falta alguien se me da vida, o si por<br />
palabra u acción se llegase a herir al Corazón, aparece<br />
mi madre Depresión”. Y, ¿cómo declara al amor?<br />
“Culpable”. “Gracias”.<br />
Así procedió, en su interrogación a la Soledad, la<br />
Decepción, el Llanto, con su tedioso discurso, y concluye:<br />
como se ha demostrado, el Amor es culpable,<br />
y exijo la pena de muerte hacia él.<br />
Pero con su astucia característica, el Cerebro pregunta<br />
lo que todos querían saber, pero nadie se atrevía<br />
a formular: ¿Quién es usted? (al abogado acusador)…<br />
Y se produce ese penetrante silencio fúnebre que<br />
solicita desvelizar, al acusador.<br />
En ahogada musita responde, el Rencor. Produciendo<br />
explosión de murmullos entre el auditorio:<br />
Con razón -dice la Memoria-. Ahora entiendo –dice<br />
el Suspiro-.<br />
Se levanta el abogado defensor, y dice: Con su<br />
Dattis Vera<br />
Juicio al amor<br />
Dattis Vera<br />
<strong>Herencia</strong><br />
permiso su señoría, soy quien construye y destruye,<br />
el amado y odiado Tiempo. He pasado horas en la<br />
ironía de mi vida, escuchando los delirios del rencor.<br />
Y quisiera referirme a las acusaciones que se emiten<br />
contra mi cliente, con mi popular imparcialidad,<br />
ya que he acabado varias veces con la influencia del<br />
Rencor y el Amor.<br />
De las acusaciones que se exponen al inicio las<br />
declaro a lugar. Pero omito eso de “métodos despiadados”,<br />
con el siguiente argumento:<br />
Sin Esperanza ó Ilusión, no se vive, ya que nadie<br />
se resiste a la idea de un mañana, mucho menos el<br />
Amor, y con mil te quiero, cien mi vida, diez miradas,<br />
cinco besos, se declara en verborrea lo sentido,<br />
y con un recuerdo, se admiran. Y si se habla de narcisismo<br />
del Amor, es mucho más culpable el Rencor,<br />
por auto estimarse tanto que no ha de perdonar.<br />
A la Soledad, la Decepción, y el Llanto, puede<br />
decirse que cada uno de sus orígenes es gran responsabilidad<br />
del Rencor, por no olvidar heridas, falta de<br />
ilusión, y producto de la Tristeza. Y a ti, Tristeza; es<br />
verdad tu declaración, el amor te da vida en un sentido,<br />
pero te consuela el que todos te sienten, porque<br />
si nadie te sintiera no importaría lo que se hiciera,<br />
se <strong>vol</strong>vería a realizar y no se daría paso a una de las<br />
mayores demostraciones de amor, el Perdón.<br />
Ante todo lo dicho, solo me resta declarar que:<br />
Si se sentencia al amor, muera yo con él, por dar a<br />
conocer tan grande herramienta de vida y por hacer<br />
entrega de la llave que conduce al paraíso en que todo<br />
ser humano siempre quiso entrar: la Felicidad.<br />
111
<strong>Herencia</strong><br />
112<br />
La verdadera belleza<br />
María Jesús Campos,Camila Donoso,<br />
Myriam Sepúlveda, Daniela Sepúlveda<br />
Había una vez, en las profundidades de un bosque, tres singulares plantas: una rosa, un clavel y un<br />
cactus. Entre el clavel y la rosa existía una constante disputa por saber quién era la más hermosa flor<br />
de todos los alrededores, pues ambas eran muy bellas y conocidas.<br />
- ¿Por qué te admiras tú, si sabes que soy la preferida entre todos los seres de este bosque? -dijo la<br />
rosa.<br />
- Al menos no tengo feas espinas en mi tallo que dañan a los que me quieren tocar –reclamaba el clavel.<br />
Y así era siempre…<br />
Estas constantes peleas no dejaban exento al<br />
pequeño cactus que siempre las veía, silenciosamente,<br />
de algún lugar cercano. Hasta que un día,<br />
éste no soportó más aquella situación y decidió<br />
frenar, humildemente, la discusión.<br />
- ¡Por favor, no tienen para que pelear si las<br />
dos son muy hermosas! No hay razón alguna para<br />
seguir así… - exclamó el cactus.<br />
Pero las flores no estaban dispuestas a escucharlo, creían que él era un ser insignificante, que no debía<br />
entrometerse en aquella discusión. Entonces dijeron:<br />
- ¡No te entrometas! Tú, un ser tan feo,<br />
espinoso y sin ninguna belleza visible tiene<br />
la desfachatez de hablarnos siquiera –dijo la<br />
rosa.<br />
- ¡Cállate cactus, eres verde y desagradable<br />
ante cualquiera que esté cerca de ti! -pronunció<br />
el clavel.<br />
A causa de esto, el pequeño cactus apenado<br />
por todas esas palabras ofensivas dejó de<br />
prestar atención a la discusión, mas dijo una<br />
última frase:<br />
- No por ser bellas por fuera tienen que serlo<br />
por dentro, algún día perderán su hermosura<br />
y sólo les quedará el recuerdo.<br />
Campos, Donoso, Sepúlveda, Sepúlveda
y se sentían avergonzadas de haberlo<br />
ofendido en el pasado, por lo que se<br />
disculparon. A lo que el cactus dijo sin<br />
remordimiento:<br />
- No es necesario amargarse por demostrarle<br />
a todos que eres hermosa, lo<br />
importante es convencerse y aprender<br />
a disfrutar de uno mismo.<br />
Y así las flores aprendieron y prometieron<br />
no <strong>vol</strong>ver a pelear jamás por<br />
la belleza verdadera.<br />
Campos, Donoso, Sepúlveda, Sepúlveda<br />
<strong>Herencia</strong><br />
Con el paso del tiempo, llegado<br />
el otoño, los pétalos de las flores se<br />
cayeron por una fuerte brisa y marchitaron.<br />
Con las primeras lluvias del invierno<br />
las flores ya no presentaban<br />
belleza alguna, puesto que quedaron<br />
desprovistas completamente de sus<br />
pétalos y hojas. El pequeño cactus,<br />
por el contrario, estaba más hermoso<br />
que nunca, ya que entre medio de<br />
sus filudas espinas brotaban pequeñas<br />
pero destellantes flores que atrajeron<br />
la mirada de todos los seres<br />
del bosque. La rosa y el clavel quedaron<br />
asombradas por tal belleza,<br />
113
<strong>Herencia</strong><br />
La calle es corta adelante – pensó él – pero aún se puede aprender algo en ella. Caminó por la callejuela<br />
mientras se en<strong>vol</strong>vía en su vieja chaqueta de cuero, el viento alrededor lo empujó bajo la tenue luz de<br />
un farol. Esperó con un cigarrillo en la boca, con mirada cansada, observaba a su alrededor, serio y<br />
desgarbado, espectaba su mundo.<br />
Al cabo de dos o tres horas, comenzó a aburrirse. Parece que me equivoqué, se dijo a sí mismo, y emprendió<br />
el camino para salir de la pequeña y angosta calle. Mientras se dirigía hacia la esquina, tropezó con un pequeño<br />
niño sentado en la cuneta que, sucio de tiempo y tierra, observaba hacia la calle como si esperase ver aparecer<br />
a alguien. ¿Qué esperas?, preguntó al niño. A que llegue, dijo el pequeño. ¿A que llegue quién?, replicó el hombre.<br />
Dios, contesto el pequeño. ¿Y crees que vendrá?, dijo algo burlón el hombre. Sí, mi madre dijo que Dios<br />
nos ayudaría, que vendría a ayudarnos, y mamá no miente, el niño dijo esto esbozando una pequeña sonrisa de<br />
seguridad. Al parecer no me equivoqué, se dijo para sí mismo el hombre, y sentándose junto al pequeño le dijo:<br />
“Si es así, te acompañaré a esperarlo, tengo dos o tres cosas que discutir con Él”; y sacando una botella con<br />
bebida de su gastada mochila, se la ofreció al pequeño, sonrisa mediante, y con las siguientes palabras: “Toma,<br />
tal vez la espera sea larga”.<br />
114<br />
La espera<br />
Freddy Fuentes<br />
Freddy Fuentes
Extensión
<strong>Herencia</strong><br />
Presentación de <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong><br />
Octubre, 2009.<br />
118<br />
De izquierda a derecha: Juan Rodríguez, David Gallardo, Angélica Pulgar, Manuel Peña,<br />
Mariana Berrios, Nickols Valdivia, Alejandra Palacios y Cristian Basso.
Presentación de Manía de Hojas, de Cristian Basso Benelli.<br />
Noviembre, 2009.<br />
De izquierda a derecha: Mariana Berrios, Maximiliano Basso, Angélica Pulgar y Manuel Quiroz.<br />
Cristian Basso Benelli.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
119
<strong>Herencia</strong><br />
120<br />
De izquierda a derecha: Cristian Basso, Waldo Rojas, Juan Antonio Massone y César García.<br />
Profesores y alumnos de la carrera de Pedagogía en Lengua Castellana y Literatura.
Presentación de Historia de la literatura Infantil Chilena, de Manuel Peña Muñoz.<br />
Junio, 2010.<br />
De izquierda a derecha: Nickols Valdivia, Manuel Peña, Mariana Berrios.<br />
De izquierda a derecha: Nickols Valdivia, Juan Pablo Segovia, Manuel Peña, Mariana Berrios.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
121
<strong>Herencia</strong><br />
Nadia Norambuena Cofré<br />
Profesora de Castellano y<br />
Licenciada en Educación,<br />
Universidad Metropolitana de<br />
Ciencias de la Educación.<br />
Mario Guerrero Alvarado<br />
Profesor de Castellano,<br />
Universidad Metropolitana de<br />
Ciencias de la Educación.<br />
Manuel Peña Muñoz<br />
Escritor y profesor de Castellano.<br />
Dr. en Filología Hispánica,<br />
Universidad Complutense de<br />
Madrid. Autor, entre otras obras, de<br />
Historia de la Literatura Infantil<br />
Chilena.<br />
David Gallardo Matus<br />
davidgallardo@revistaherencia.cl<br />
Profesor de Lengua Castellana y<br />
Literatura, Universidad de las<br />
Américas. Creador y fundador de<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>.<br />
Cristian Basso Benelli<br />
Poeta y profesor de Castellano.<br />
Mgter. en Literatura, Universidad<br />
de Chile. Autor de los poemarios<br />
Alalia, El amor insecto y Manía de<br />
hojas.<br />
http://cristianbasso.blogspot.com/<br />
122<br />
Sobre los Autores<br />
Javiera Soto Hidalgo<br />
jrsoto@uc.cl<br />
Licenciada en Historia, Pontificia<br />
Universidad Católica de Chile.<br />
Investigadora para la serie Los 80,<br />
de Canal 13.<br />
César García Álvarez<br />
Profesor de Castellano. Dr. en<br />
Literatura, Universidad de Chile.<br />
Miembro de la Sociedad Chilena de<br />
Estudios Clásicos. Autor de<br />
numerosos estudios de literatura,<br />
entre ellos, La literatura clásica<br />
griega y Un estudio sobre lo Épico:<br />
Homero & Cervantes.<br />
Eduardo Sánchez Ñiguez<br />
Escritor y profesor de historia. Ex<br />
académico de la Universidad de<br />
Chile. Autor de Vigencia y sentido<br />
de la Historia y El artista idiota.<br />
Sebastián Huerta<br />
Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />
Castellana y Literatura,<br />
Universidad de las Américas.<br />
Miguel Bargetto Fernández<br />
Profesor de Castellano, Mgtr. en<br />
Lingüística, Universidad de Chile.<br />
Autor de numerosos artículos de<br />
lingüística publicados en diferentes<br />
revistas de la especialidad.<br />
Gloria Favi Cortés<br />
Profesora de Castellano. Dr. en<br />
Literatura Hispanoamericana,<br />
Universidad de Chile.<br />
Investigadora de la Universidad<br />
Internacional SEK.<br />
Carla Soto Olave<br />
Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />
Castellana y Literatura,<br />
Universidad de las Américas.<br />
Rosío Rendón Trujillo<br />
rosio_rendont@hotmail.com<br />
Licenciada en Literatura<br />
Hispánica de la Universidad de<br />
Sonora, México. Ha impartido<br />
numersos talleres de literatura en<br />
su país. Reportera del Diario del<br />
Yaqui. Autora del poemario<br />
Ojos de Sol.<br />
Jean Pierre Frederick<br />
Profesor de Lengua Castellana y<br />
Literatura, Universidad de las<br />
Américas.<br />
Daniela Contreras Pavez<br />
Profesora de Lengua Castellana y<br />
Literatura, Universidad de las<br />
Américas.<br />
Angélica Pulgar Núñez<br />
angelicapulgar@revistaherencia.cl<br />
Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />
Castellana y Literatura,<br />
Universidad de las Américas.<br />
Fundadora de <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>.<br />
Gloria Saavedra Valencia<br />
Profesora de Lengua Castellana y<br />
Literatura, Universidad de las<br />
Américas.
Jorge Matamala Cid<br />
jorgematamala@revistaherencia.cl<br />
Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />
Castellana y Literatura,<br />
Universidad de las Américas.<br />
Participó en la Antología<br />
Poética "Dulces Letras" de<br />
<strong>Revista</strong> Absenta.<br />
María Torreblanca<br />
Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />
Castellana y Literatura,<br />
Universidad de las Américas.<br />
Nadine Alemán<br />
Cineasta y escritora argentina.<br />
Autora de los libros 17 cuentos<br />
simples y Letal intensidad.<br />
http://nadinealeman.blogspot.com/<br />
Raúl Ortega Mella<br />
Estudiante de Pedagogía en<br />
Castellano, Universidad de Talca.<br />
Mauricio Saavedra<br />
Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />
Castellana y Literatura,<br />
Universidad de las Américas.<br />
Nickols Valdivia Ibáñez<br />
nickolsvaldivia@revistaherencia.cl<br />
Profesora de Lengua Castellana y<br />
Literatura, Universidad de las<br />
Américas. Fundadora de <strong>Revista</strong><br />
<strong>Herencia</strong>.<br />
Dattis Vera Poblete<br />
Estudiante de Pedagogía en Lengua<br />
Castellana y Literatura,<br />
Universidad de las Américas.<br />
María Jesús Campos,<br />
Camila Donoso,<br />
Myriam Sepúlveda,<br />
Daniela Sepúlveda<br />
Estudiantes del Segundo Año<br />
Medio, Colegio María Ana Mogas,<br />
Paine.<br />
Freddy Fuentes Planells<br />
Estudiante de Pedagogía en<br />
Castellano, Universidad<br />
Metropolitana de Ciencias de la<br />
Educación.<br />
<strong>Herencia</strong><br />
123
Para publicar en <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong><br />
<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong> es publicada por la Facultad de Educación de Universidad de las Américas, Chile,<br />
con periodicidad anual. Publica investigaciones y artículos relacionados con literatura, lingüística, y<br />
temas afines en relación a las humanidades, además de creaciones literarias narrativas y poéticas, con<br />
el objetivo de contribuir al desarrollo cultural e intelectual en éstas áreas; su contenido está dirigido a<br />
especialistas, investigadores, docentes y estudiantes de pregrado.<br />
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Si deseas participar activamente en nuestra página Web, escríbenos a contacto@revistaherencia.cl<br />
Agradecimientos<br />
Quisiéramos agradecer por su constante apoyo e incentivo eterno para con esta<br />
publicación, a nuestro coordinador y profesor Miguel Bargetto, a Cristian Basso,<br />
asesor de <strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>, y a los maestros Manuel Peña y César García.<br />
Agradecemos, además, a todos los escritores, investigadores y estudiantes que<br />
participan en este segundo <strong>vol</strong>umen pues son ellos los que, finalmente, le dan vida a<br />
las palabras plasmadas en estas páginas.<br />
A nuestros familiares y amigos por su interés y apoyo a lo largo de los años.<br />
A Universidad de las Américas, a través de sus representantes y directores, por la<br />
posibilidad, la incondicionalidad y, sobretodo, por el espíritu y dedicación en esta<br />
publicación.<br />
Finalmente, a todos quienes nos han dejado y se encuentran hoy vigilando nuestros<br />
pasos.<br />
Fotografías de la página 11, extraídas desde www.memoriachilena.cl y http://cristianbasso.blogspot.com<br />
<strong>Revista</strong> <strong>Herencia</strong>, es una creación para la carrera de Pedagogía en Lengua Castellana y Literatura de Universidad de las Américas, Chile.<br />
Los derechos de cada trabajo e ilustraciones son propiedad de sus autores, quienes autorizan, a través de este medio, su divulgación.<br />
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