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La draga, una herramienta imprescindible - The Club

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<strong>La</strong> <strong>draga</strong>,<br />

<strong>una</strong> <strong>herramienta</strong><br />

<strong>imprescindible</strong><br />

En el reiterado y permanente intento de hacer crecer<br />

a la isla Nazar Anchorena, convencidos de que es la<br />

salida al problema del crecimiento vegetativo que enfrenta<br />

el <strong>Club</strong>, la CD entendió, resolvió e inició la construcción<br />

de <strong>una</strong> <strong>draga</strong>.<br />

A tal efecto, contrató los servicios del Sr. Horacio Mirassou,<br />

especialista de reconocido prestigio en la materia<br />

para encarar la construcción de la misma.<br />

Nadie puede aseguramos por cuánto tiempo podremos<br />

disponer de la actualmente en uso. Pero sí sabemos que<br />

la Ellicott tiene <strong>una</strong> capacidad de <strong>draga</strong>do muy limitada<br />

en razón de su baja potencia y su antigüedad, y que no<br />

podemos <strong>draga</strong>r a más de tres metros de profundidad, lo<br />

que significa que en días de marea alta (y no necesariamente<br />

excepcional), la <strong>draga</strong> permanece parada.<br />

Teniendo en cuenta que estamos rodeados de un río de<br />

aporte y pensando que deberán <strong>draga</strong>rse en el menor<br />

tiempo posible 4.000.000 m3 para concretar la isla Nazar<br />

Anchorena es que nos largamos a construir esta <strong>draga</strong>...<br />

que no es ni más ni menos que otro de los desafíos que<br />

el <strong>Club</strong> ha encarado a través de toda su historia.<br />

<strong>La</strong> <strong>draga</strong> está siendo construida en el galpón Montes de<br />

Oca por personal contratado a tal efecto y con la colaboración<br />

del personal que trabaja en nuestros talleres a las<br />

órdenes del Gerente de Mantenimiento, Ing. Comellas.<br />

Si bien es cierto que su crecimiento tiene relación directa<br />

con las finanzas del <strong>Club</strong>, acelerando o retardándose<br />

su construcción según el estado de las mismas, confiamos,<br />

atento al estado en que se encuentra, que su botadura<br />

será realidad en un futuro cercano.<br />

Los antecedentes<br />

Puede decirse que las características geográficas del <strong>Club</strong><br />

y su ubicación nos han obligado a <strong>una</strong> compañía casi permanente<br />

y necesaría: la <strong>draga</strong> ha sido siempre en el Náutico<br />

<strong>una</strong> presencia ineludible y buscada. El <strong>Club</strong> está<br />

apoyado sobre años de trabajo de <strong>draga</strong>do y lo que hoy<br />

pisamos como tierra firme no hace mucho estaba en el<br />

fondo del río. Si las crecientes nos perjudican menos que<br />

antes es gracias a la labor ininterrumpida efectuada en el<br />

<strong>Club</strong> prácticamente desde su fundación por las distintas<br />

<strong>draga</strong>s que por aquí pasaron. En la mayoría de los casos,<br />

se trataba de unidades facilitadas en alquiler por la Dirección<br />

de Hidráulica de la Provincia de Buenos Aires,<br />

pero este nuevo desafío encarado por las autoridades del<br />

—77—<br />

<strong>Club</strong> tiene antecedentes que señalan claramente y desde<br />

sus orígenes la necesidad de disponer de esta <strong>herramienta</strong><br />

útil y de permanente necesidad para su crecimiento.<br />

Así es: ya en 1915 —a cinco años de la fundación del<br />

CNSI—, la Comisión Directiva de entonces construyó<br />

<strong>una</strong> <strong>draga</strong> que funcionó durante varios años. Esta unidad<br />

estaba montada sobre un casco prestado y por este<br />

motivo terminó siendo desmantelada cuando el propietario<br />

del mismo finalmente lo vendió.<br />

Hacia mediados de la década del 60 aparece otra <strong>draga</strong>,<br />

también de propiedad del <strong>Club</strong>, sobre la que no se tienen<br />

muchos datos, pero de la que algún memorioso recuerda<br />

algunos. Se llamaba “Benjamin Nazar Anchorena” y era<br />

<strong>una</strong> casco de hierro de unos 8x4 m, pintado con antióxido,<br />

que amarraba generalmente al lado del puente de acceso,<br />

por entonces de madera. Técnicamente era <strong>una</strong><br />

<strong>draga</strong> de succión con cortador, con un motor semidiesel,<br />

sin propulsión y con dos pilares que se hincaban. Con su<br />

aporte se rellenó parte de la cancha de golf y prácticamente<br />

toda la Punta Norte, cuando ese sector era <strong>una</strong><br />

selva y sólo llegaban hasta allí varias zorras que trabajaban<br />

con un tendido Decauville. Esta <strong>draga</strong> era manejada<br />

por un empleado de apellido Cascaro y según los datos<br />

recopilados, fue vendida al <strong>Club</strong> de Velas Rosario.<br />

Poco después, el <strong>Club</strong> encaró uno de los proyectos más<br />

ambiciosos de su historia, la compra de cien hectáreas de<br />

terreno anegado que veinte años después es un paraíso<br />

que sigue creciendo ininterrumpidamente: la isla Alberto<br />

Nazar Anchotena, así bautizada en homenaje a quien<br />

fuera su incansable impulsor. ¿Cómo se logró el cambio?<br />

Por supuesto que con el aporte de <strong>una</strong> <strong>draga</strong>.<br />

En el año 1972, recién adjudicada la entonces Isla “B”, la<br />

Comisión Directiva presidida por Alberto Nazar Anchorena<br />

e integrada entre otros por D. Alberto Obarrio, D.<br />

Sergio Isla Casares y D. Jorge Tomás Salas, decidió<br />

comprar <strong>una</strong> <strong>draga</strong>. Se publicaron avisos en los diarios y<br />

hasta se avanzó en la negociación de <strong>una</strong> denominada<br />

Flandria, que finalmente no se concretó. Ante la imposibilidad<br />

de comprar <strong>una</strong>, de allí en más se alquiló, y de esta<br />

manera se ha venido trabajando hasta hoy. Un estudio<br />

detallado de las necesidades del <strong>Club</strong> en tal sentido y sus<br />

costos han decidido a la CD a optar por su construcción,<br />

como el medio más seguro y a la larga menos oneroso para<br />

seguir creciendo.<br />

REVISTA NÁUTICO Nº 172 - ABRIL DE 1992

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