Cautividad Babilónica De La Iglesia - Escritura y Verdad
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<strong>La</strong> <strong>Cautividad</strong> <strong>Babilónica</strong> <strong>De</strong> <strong>La</strong> <strong>Iglesia</strong><br />
Aquilatando mis palabras al uso de la <strong>Escritura</strong>, en realidad tendría que decir que no admito más<br />
que un sacramento y tres signos sacramentales. <strong>De</strong> ello hablaré a su debido tiempo 1 .<br />
<strong>De</strong> <strong>La</strong> Cena<br />
Trataré del sacramento del pan, el primero de todos. En consecuencia, diré lo que, a base<br />
de meditar en torno al ministerio de este sacramento, he logrado deducir. Porque cuando edité mi<br />
Tratado sobre la eucaristía me atuve al común sentir, sin preocuparme para nada del papa, ya<br />
fuese con razón o por afrenta; pero actualmente, después que se me ha provocado y tengo más<br />
experiencia, al verme arrebatado por la fuerza de esta palestra, diré con toda libertad lo que<br />
pienso, ríanse o lloren los papistas y todos los demás con ellos.<br />
En principio, hay que dejar totalmente de lado el capítulo sexto de Juan, ya que ni una<br />
sola sílaba de él se refiere al sacramento; y no sólo porque a la sazón aún no habría sido<br />
instituido, sino, lo que es mucho más importante, porque la propia secuencia del discurso y del<br />
texto demuestra palmariamente, como he dicho ya, que a lo que Cristo se refiere es a la fe en el<br />
Verbo encarnado. Dice, en efecto, «mis palabras son espíritu y vida» 2 , mostrando que hablaba de<br />
una manducación espiritual, de la cual quien comiere, viviría, mientras que los judíos creyeron<br />
que estaba hablando de una comida carnal y por ello se pusieron a discutir. Ahora bien, ninguna<br />
manducación, si no es la de la fe, vivifica; ésta es la comida verdaderamente espiritual y viva,<br />
como dice san Agustín: «¿Por qué preparar el estómago y los dientes'' Cree y ya has comido». <strong>La</strong><br />
comida sacramental no vivifica, ya que hay muchos que la ingieren de manera indigna; por tanto,<br />
es imposible que en este lugar se hable del sacramento.<br />
Hay quien ha abusado de las antecedentes palabras, al aplicarlas al sacramento tal como<br />
hacen la decretal Dudum y otros muchos. Pero una cosa es entender la escritura abusivamente y<br />
otra muy distinta entenderla de forma correcta; de otra manera, cuando dice: «Si no comiereis mi<br />
carne, si no bebiereis mi sangre, no tendréis vida» 3 , y si en estas palabras se preceptuase la<br />
manducación sacramental, todos los niños, los enfermos, todos los ausentes y de algún modo<br />
impedidos se verían apartados de esta comida sacramental, cualquiera que fuere la presencia de<br />
su fe. En este sentido, y aduciendo a Inocencio, prueba san Agustín (libro segundo contra<br />
Juliano), que hasta los niños, fuera del sacramento, comen la carne y beben la sangre de Cristo; es<br />
decir, que comulgan por la fe en la iglesia. Quede en pie, por tanto, la afirmación de que el<br />
capítulo sexto de Juan para nada se refiere a este particular, y que los «bohemos» -como ya he<br />
escrito en otro sitio- no pueden apoyarse en este pasaje para defender la comunión bajo las dos<br />
especies.<br />
Dos son los lugares que tratan el problema con toda claridad: el evangelio, al narrar la<br />
cena del Señor, y Pablo en el capítulo noveno de su 1 carta a los Corintios. Examinémoslos.<br />
Concuerdan entre sí Mateo, Marcos y Lucas, al decir que Cristo dio a todos sus discípulos el<br />
sacramento entero; y tan cierto es que enseña que se dieron las dos especies, que nadie ha sido tan<br />
desvergonzado que le haya contradicho. Añade a lo anterior que Mateo dice que no se refirió<br />
Cristo al pan diciendo «comed todos de él», sino al cáliz, al decir: «bebed todos de él»; ni dice<br />
Marcos «todos comieron», sino «bebieron todos de él» 4 . Ambos aplican la nota de universalidad<br />
1 El único sacramento sería la palabra de Dios (palabra de la promesa) realizada en Cristo.<br />
2 Jn 6, 63.<br />
3 Jn 6, 53.<br />
4 Mt 26, 26-27; Mc 14, 23.<br />
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