Las tragedias Virginia y Ataúlfo de Montiano
Las tragedias Virginia y Ataúlfo de Montiano
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<strong>Las</strong> <strong>tragedias</strong> <strong>Virginia</strong> y <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong><br />
ÍNDICE<br />
VIRGINIA DE AGUSTÍN DE MONTIANO...........................................................................................2<br />
LAS UNIDADES DE ACCIÓN, LUGAR Y TIEMPO EN VIRGINIA.......................................................2<br />
La unidad <strong>de</strong> acción en <strong>Virginia</strong>: verdad histórica y ficción trágica ..................................2<br />
La unidad <strong>de</strong> lugar en <strong>Virginia</strong> ...........................................................................................8<br />
La unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Virginia</strong> ......................................................................................15<br />
VIRGINIA: RASGOS TEMÁTICOS COMO TRAGEDIA NEOCLÁSICA...............................................25<br />
La condición social <strong>de</strong> los personajes: lo ilustre y la rebelión en <strong>Virginia</strong>.......................25<br />
La acción trágica en <strong>Virginia</strong>............................................................................................32<br />
La culpa trágica en <strong>Virginia</strong>..............................................................................................35<br />
La catarsis en <strong>Virginia</strong> ......................................................................................................47<br />
ATAÚLFO DE AGUSTÍN DE MONTIANO........................................................................................51<br />
UNAS DISERTACIONES DE LUZÁN COMO FUENTE HISTÓRICA DE ATAÚLFO. LA POLÉMICA<br />
SOBRE QUIÉN FUE EL PRIMER REY GODO DE ESPAÑA .......................................................................51<br />
LAS UNIDADES DE ACCIÓN, LUGAR Y TIEMPO EN ATAÚLFO ....................................................54<br />
La unidad <strong>de</strong> acción ..........................................................................................................54<br />
La unidad <strong>de</strong> lugar en <strong>Ataúlfo</strong>...........................................................................................57<br />
La unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Ataúlfo</strong>........................................................................................65<br />
ATAÚLFO: RASGOS TEMÁTICOS COMO TRAGEDIA NEOCLÁSICA ..............................................74<br />
La condición social <strong>de</strong> los personajes: la paz frente a la traición en <strong>Ataúlfo</strong>....................74<br />
La acción trágica en <strong>Ataúlfo</strong> .............................................................................................79<br />
La culpa trágica en <strong>Ataúlfo</strong> ...............................................................................................84<br />
La catarsis en <strong>Ataúlfo</strong>........................................................................................................95<br />
ATAÚLFO DE MONTIANO Y EL CONCORDATO DE 1753 ...........................................................97<br />
BIBLIOGRAFÍA FUNDAMENTAL.....................................................................................101
VIRGINIA DE AGUSTÍN DE MONTIANO<br />
<strong>Virginia</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> constituye a nuestro juicio, según hemos explicado, la primera tragedia<br />
neoclásica española propiamente dicha. Sin embargo, y hacemos este comentario extensivo también<br />
a <strong>Ataúlfo</strong>, no ha merecido el honor <strong>de</strong> ser editada nuevamente por alguno <strong>de</strong> los estudiosos <strong>de</strong> la<br />
cada vez más amplia nómina <strong>de</strong> especialistas en teatro <strong>de</strong>l Siglo <strong>de</strong> las Luces. No creemos que sea<br />
excusa válida para esto el que la <strong>Virginia</strong> nunca hubiera sido representada; no queremos citar<br />
nombres <strong>de</strong> obras teatrales dieciochescas tampoco representadas, ni incluso publicadas en su<br />
tiempo, que sí han merecido el privilegio <strong>de</strong> verse premiadas con una edición crítica. Injusticia que<br />
no merecen las dos <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, pues, <strong>de</strong>jando al margen el escaso acierto estético y<br />
poético <strong>de</strong> ambas, la relevancia que tuvieron en el siglo XVIII al convertirse en mo<strong>de</strong>lo formal y<br />
temático <strong>de</strong>l género, <strong>de</strong> sus repercusiones en Francia y Alemania con las reseñas elogiosas <strong>de</strong> los<br />
Trevoux, <strong>de</strong> P. Croisset y <strong>de</strong> Lessing, esta última sujeta a diversas interpretaciones, hacen más<br />
notorio este olvido <strong>de</strong> la crítica especializada.<br />
LAS UNIDADES DE ACCIÓN, LUGAR Y TIEMPO EN VIRGINIA<br />
La unidad <strong>de</strong> acción en <strong>Virginia</strong>: verdad histórica y ficción trágica<br />
En principio pue<strong>de</strong> parecer inusual vincular la unidad <strong>de</strong> acción en una tragedia con las<br />
relaciones entre historia y ficción poética. Pero varias circunstancias nos obligan a ello: 1) Agustín<br />
<strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, para componer su <strong>Virginia</strong>, acepta el principio <strong>de</strong> la Poética Clasicista que<br />
recomendaba tomar el asunto <strong>de</strong> un hecho histórico ambientado en épocas lejanas y /o países<br />
remotos; 2) en este caso concreto, la base histórica se obtiene <strong>de</strong> dos obras sobradamente conocidas:<br />
la Historia <strong>de</strong> Roma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su fundación –Ab urbe condita– (libro III, 33-59) <strong>de</strong> Tito Livio 1 y la<br />
Historia antigua <strong>de</strong> Roma (libro XI, 1-46) <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso 2 ; 3) <strong>Montiano</strong> aplica la<br />
norma que da prioridad, en la dicotomía entre ficción poética y verdad histórica, a las leyes <strong>de</strong> la<br />
verosimilitud y <strong>de</strong>más preceptos <strong>de</strong> la creación literaria por encima <strong>de</strong> la fi<strong>de</strong>lidad estricta a las<br />
fuentes historiográficas empleadas por el poeta; y 4) una razón importante por la que en <strong>Virginia</strong> se<br />
modifica la historia original es el cumplimiento estricto <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> acción.<br />
En otras ocasiones nos hemos referido a la norma clasicista que regulaba cierta base histórica<br />
para la tragedia, el caso es que <strong>Montiano</strong> toma <strong>de</strong> Tito Livio y <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso la fuente<br />
documental 3 <strong>de</strong> unos sucesos <strong>de</strong> cuya autenticidad duda seriamente la historiografía actual. Pero lo<br />
importante no es la veracidad <strong>de</strong> la fuente histórica según la crítica <strong>de</strong>l siglo XX, sino que en 1750<br />
esa fuente era consi<strong>de</strong>rada como algo cierto y verda<strong>de</strong>ro. De todos modos, al ser muy extensas las<br />
narraciones <strong>de</strong> Tito Livio y <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso, hemos optado por reproducir fragmentos <strong>de</strong><br />
cómo refieren el asunto historiadores contemporáneos que recogen la tradición legendaria y<br />
exponen su dudas al respecto:<br />
“[Allá por el año 451 a. C.] Los pobres y oprimidos mejoraron su suerte a partir <strong>de</strong> la<br />
retirada al Monte Sagrado [también llamado Monte Sacro], pero mientras Roma no instaurase<br />
1 Historia <strong>de</strong> Roma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su fundación (libros I-III), Madrid, Gredos, 1990 (“Introducción general” <strong>de</strong> Ángel Sierra.<br />
Traducción y notas <strong>de</strong> José Antonio Villar Vidal).<br />
2 Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso, Historia antigua <strong>de</strong> Roma (libros X-XX), Madrid, Gredos, 1988 (Traducción y notas<br />
Elvira Jiménez y Ester Sánchez).<br />
3 Manejando las dos versiones <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, hemos comprobado que <strong>Montiano</strong> sigue tanto a Tito Livio<br />
como al historiador griego nacido en Halicarnaso. En <strong>Virginia</strong> aparecen muchos datos y referencias que remiten<br />
directamente a Ab urbe condita y a la ' ', pues ambas obras no difieren en lo esencial, salvo en<br />
pequeñísimos <strong>de</strong>talles, y en el hecho <strong>de</strong> que Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso es más minucioso y extenso en su narración: por<br />
ejemplo, refiere que Apio Claudio estaba casado legalmente cuando acosa a <strong>Virginia</strong> (XI, 28, 4) y, en cuanto a la<br />
muerte <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro, maneja la hipótesis <strong>de</strong> que hubiera sido asesinado en la prisión, en vez <strong>de</strong> haberse suicidado<br />
estrangulándose con una cuerda (XI, 46, 3).<br />
2
leyes escritas, y sus cónsules y magistrados patricios administrasen justicia según costumbres<br />
antiguas, [...] la vida y los bienes <strong>de</strong> la plebe no estarían seguros. Varias veces se intentó<br />
redactar un código, pero en vano [...] Se nombró entonces, por un periodo <strong>de</strong> una año, a diez<br />
hombres llamados <strong>de</strong>cemviros 4 (<strong>de</strong>cem, diez; vir, hombre) para redactar las leyes [...] La<br />
asamblea popular aceptó en el Foro las leyes <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cemviros y su texto fue grabado sobre<br />
doce tablas <strong>de</strong> bronce [<strong>de</strong> ahí, el nombre <strong>de</strong> Ley <strong>de</strong> las Doce Tablas que se convertirá en la<br />
base <strong>de</strong>l Derecho romano]. Los <strong>de</strong>cemviros <strong>de</strong>bían haber abandonado sus funciones una vez<br />
cumplido su cometido, pero no mostraron intención <strong>de</strong> ello. Al contrario, empezaron a<br />
comportarse como tiranos y cada uno se hacía prece<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los doce lictores <strong>de</strong>l haz y el hacha.<br />
“Parecía que había diez reyes; patricios y plebeyos se atemorizaron...” dice Tito Livio.<br />
El peor <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cemviros fue Apio Claudio. Sus crímenes eran intolerables, y la medida llegó<br />
a su colmo cuando quiso tomar como amante a la bella <strong>Virginia</strong>, hija <strong>de</strong> un plebeyo<br />
distinguido. Tras haberlo intentado todo para seducirla, con regalos y promesas, <strong>de</strong>cidió<br />
emplear la astucia. Uno <strong>de</strong> sus amigos [Marco Claudio] simularía que <strong>Virginia</strong> era su esclava y<br />
cuando se la hubieran entregado se la ven<strong>de</strong>ría a Apio [...] El día <strong>de</strong>l juicio, el Foro estaba<br />
repleto <strong>de</strong> gente. <strong>Virginia</strong> y su padre Virginio estaban sumidos en la mayor <strong>de</strong>solación, pues a<br />
pesar <strong>de</strong> toda evi<strong>de</strong>ncia, Apio <strong>de</strong>cretó que la muchacha era una esclava. Para librar a su hija <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>shonor, Virginio cogió un cuchillo y le dio muerte” 5 .<br />
“[Lucio Virginio <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> apuñalar a su hija], como ya hiciera Colatino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l caso<br />
<strong>de</strong> Lucrecia, corrió al cuartel, contó lo sucedido a los soldados y les exhortó a levantarse contra<br />
el déspota. Indignada la plebe se retiró otra vez al Monte Sacro (ya había aprendido), y el<br />
ejército amenazó con seguirla. Y el Senado reunido <strong>de</strong> urgencia, dijo a los <strong>de</strong>cemviros (con<br />
profunda satisfacción creemos) que no podía mantenerles en el cargo. Fueron, pues, <strong>de</strong>stituidos<br />
por <strong>de</strong>creto. Apio Claudio se convirtió en bandido, [se suicidó en la prisión] y el po<strong>de</strong>r<br />
ejecutivo se <strong>de</strong>volvió a los cónsules” 6 .<br />
“La leyenda <strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cemviros es similar a la <strong>de</strong>posición <strong>de</strong>l último rey. En el<br />
primer caso, la muerte <strong>de</strong> la inocente <strong>Virginia</strong>, sacrificada por su padre, hace estallar el odio<br />
<strong>de</strong>l pueblo; en el segundo, lo promovió el suicidio <strong>de</strong> la virtuosa Lucrecia. En ambos relatos, la<br />
intención <strong>de</strong>l narrador es <strong>de</strong>mostrar que el po<strong>de</strong>r absoluto, no intervenido por la acción <strong>de</strong> los<br />
tribunos populares, conduce a la tiranía y al abuso <strong>de</strong> autoridad. El uso arbitrario <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r por<br />
los <strong>de</strong>cemviros, por otra parte, manifiesta tanta similitud con el régimen <strong>de</strong> los treinta tiranos<br />
en Atenas, que hace sospechar si el relato romano no fue una copia <strong>de</strong>l griego” 7 .<br />
Por otra parte, <strong>de</strong>bemos recordar, pues los fragmentos reproducidos no mencionan sus<br />
nombres, el importante papel que <strong>de</strong>sempeñan en estos acontecimientos legendarios, así como en la<br />
tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, figuras como Icilio (novio <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>), Publio Numitor (tío <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>) y<br />
los senadores Lucio Valerio y Marco Horacio quienes serán nombrados cónsules tras la caída <strong>de</strong>l<br />
Decenvirato. El caso es que la leyenda <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> –en 1750 consi<strong>de</strong>rada como innegable hecho<br />
histórico– guarda estrechas semejanzas con la <strong>de</strong> Lucrecia. De hecho, Indro Montanelli, Carl<br />
Grimberg y Ragnar Svanstrom entre otros historiadores, partiendo <strong>de</strong> Tito Livio 8 , establecen<br />
4<br />
La palabra <strong>de</strong>cenviro ha planteado problemas ortográficos: en 1750, Velázquez, en el Examen <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong>,<br />
tragedia española, emplea la forma “<strong>de</strong>cemvir”; en la actualidad junto a '<strong>de</strong>cenviro' se ha empleado la forma<br />
'<strong>de</strong>cemviro'. Hemos preferido usar '<strong>de</strong>cenviro' porque se adapta mejor a la fonética <strong>de</strong>l castellano, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ser la<br />
forma reconocida por la Real Aca<strong>de</strong>mia.<br />
5<br />
Carl Grimberg y Ragnar Svanstrom, Historia universal. vol. 3. Roma: monarquía, república, imperio... caos,<br />
Ediciones Daimon, Madrid, 1966, pp.26-27.<br />
6<br />
Indro Montanelli, Historia <strong>de</strong> Roma, Barcelona, Plaza y Janés, 1961, p. 72.<br />
7<br />
Carl Grimberg y Ragnar Svanstrom, Historia universal. vol. 3, op. cit., pp. 26-27. Este es el comentario <strong>de</strong>l<br />
historiador S. I. Kovaliov al respecto: “El episodio <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> es un típico “argumento auxiliar”; muchos <strong>de</strong> sus<br />
<strong>de</strong>talles son inventados. Sobre lo que no existe ninguna duda, y que es aceptado por la mayoría <strong>de</strong> los historiadores, es<br />
sobre el hecho en sí mismo <strong>de</strong> la codificación <strong>de</strong> las leyes y, en general, sobre la situación <strong>de</strong> aguda lucha<br />
revolucionaria existente en este periodo” (S. I. Kovaliov, Historia <strong>de</strong> Roma, vol. I, Madrid, Akal, 1975, pp. 82-83).<br />
8<br />
Así lo explica el autor <strong>de</strong> Ab urbe condita: “Se suce<strong>de</strong> en Roma un nuevo crimen, <strong>de</strong> origen pasional, con unas<br />
consecuencias tan tremendas como el que con la violación y muerte <strong>de</strong> Lucrecia había supuesto la expulsión <strong>de</strong> los<br />
Tarquinios <strong>de</strong>l trono y <strong>de</strong> Roma, <strong>de</strong> forma que no sólo tuvieron los <strong>de</strong>cenviros el mismo fin que los reyes, sino que<br />
también fue la misma causa <strong>de</strong> que perdieran el po<strong>de</strong>r” (III, 44, 1).<br />
3
conexiones incuestionables entre ambos relatos; y eso por no hablar <strong>de</strong> las <strong>tragedias</strong> que en Europa<br />
compusieron Juan <strong>de</strong> la Cueva, Rojas Zorrilla, Moratín el Viejo, Alfieri, Capistron, etc. en<br />
homenaje a alguna <strong>de</strong> las dos virtuosas romanas sacrificadas por la maldad <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo y las<br />
pasiones <strong>de</strong>senfrenadas <strong>de</strong> Tarquino y <strong>de</strong> Apio Claudio, el <strong>de</strong>cenviro 9 .<br />
Una vez elegido el asunto histórico, <strong>Montiano</strong> no tiene otro remedio que modificar los datos<br />
que le aportaron las obras <strong>de</strong> Tito Livio y Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso, más que nada para adaptar los<br />
acontecimientos <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y caída <strong>de</strong> Apio Claudio a las leyes que regulan la poesía<br />
trágica, principalmente las reglas <strong>de</strong> las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> acción, lugar y tiempo. Esta modificación <strong>de</strong> la<br />
historia se fundamenta, a<strong>de</strong>más, en dos principios: el <strong>de</strong> innovación que le mueve a introducir<br />
elementos originales, y el <strong>de</strong> selección-con<strong>de</strong>nsación para quedarse con el núcleo, con la armazón<br />
imprescindible <strong>de</strong>l conjunto <strong>de</strong> acontecimientos heredados <strong>de</strong> la tradición 10 :<br />
a) Innovaciones incluidas en la fábula <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>. <strong>Montiano</strong> ambienta los hechos en el<br />
contexto <strong>de</strong> las fiestas palilias y hace que Apio Claudio muera en el trayecto que va <strong>de</strong>l Foro al<br />
Capitolio. Ambas innovaciones serán comentadas con la amplitud que merecen en la sección<br />
<strong>de</strong>dicada al análisis <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar en <strong>Virginia</strong>; ahora a<strong>de</strong>lantamos que don Agustín, para<br />
lo primero, “inventa” un templo a la diosa Pales don<strong>de</strong> acudirá la virtuosa <strong>Virginia</strong> durante el<br />
acto II y cambia las fechas <strong>de</strong> los acontecimientos 11 , mientras que, para lo segundo, entre otras<br />
cosas, altera las circunstancias que ro<strong>de</strong>aron el fallecimiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro –asunto también<br />
tratado a continuación a propósito <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> acción–.<br />
b) Selección-con<strong>de</strong>nsación <strong>de</strong> la historia. Para el cumplimiento <strong>de</strong> las tres unida<strong>de</strong>s, el autor se<br />
ve obligado a simplificar la historia y reestructurar la fábula trágica para concentrar en una sola<br />
acción lo que según la tradición estaba compuesto <strong>de</strong> varias acciones (Ley <strong>de</strong> las Doce Tablas,<br />
las guerras contra ecuos y sabinos, el asesinato <strong>de</strong> Lucio Sicio, el asunto <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y la rebelión<br />
contra el Decenvirato), para reunir en un solo paraje lo que suce<strong>de</strong> en varios lugares (el Álgido,<br />
la Sabina, el Foro <strong>de</strong> Roma, el Aventino, el Monte Sacro, etc.) y hacer, por último, que ocurra en<br />
unas horas lo que necesitó un tiempo aproximado <strong>de</strong> unos tres años (451-449 a. C.).<br />
Prescindiendo <strong>de</strong> algunas alteraciones menores <strong>de</strong> datos históricos que iremos reseñando<br />
conforme avancemos en nuestro análisis, el problema para <strong>Montiano</strong> fue que, por mucha<br />
innovación o con<strong>de</strong>nsación que practicase, los acontecimientos representados, en el fondo,<br />
correspon<strong>de</strong>rían a dos “acciones”. Cualquier conocedor <strong>de</strong> la leyenda contada por Tito Livio y<br />
Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso sabe que entre la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y la <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro Claudio hay las<br />
conexiones lógicas que vinculan un efecto (caída <strong>de</strong> un régimen político) con una <strong>de</strong> las causas (una<br />
atrocidad sexual) que lo han motivado; por lo <strong>de</strong>más todo ocurre <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> unos límites que chocan<br />
abiertamente con el principio teatral <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> acción. Dicho <strong>de</strong> otro modo, el Director<br />
9 “<strong>Las</strong> historias <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y <strong>de</strong> Lucrecia tienen en común la violencia sexual ejercida por un tirano y la trágica<br />
<strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la virtud <strong>de</strong> la mujer que provoca el <strong>de</strong>rrocamiento <strong>de</strong> la tiranía. <strong>Virginia</strong> inspiró entre otros, a Webster,<br />
Macaulay, Alfieri, Lessing y la Harpe. Lessing y Alfieri <strong>de</strong>sarrollaron también el tema <strong>de</strong> Lucrecia, que ha sido, con su<br />
prolongación en la historia <strong>de</strong> Bruto y sus hijos, el más tratado y en más variedad <strong>de</strong> géneros y acentos: en la generación<br />
posterior a Petrarca, Colucio Salutati lo hizo objeto en una Oratio, luego apareció un cantare anónimo, Chaucer cuenta<br />
la Legen<strong>de</strong> Lucrecie, Shakespeare en La violación <strong>de</strong> Lucrecia escribe un epilio...” (Angel Sierra, “Introducción<br />
general”, en Tito Livio, Historia <strong>de</strong> Roma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su fundación (libros I-III), Madrid, Gredos, 1990, p. 122). En cuanto a<br />
la bibliografía referente a estas versiones teatrales y no teatrales <strong>de</strong> los mitos <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y Lucrecia, remitimos a la que<br />
Ángel Sierra recoge en su “Introducción general”, en op. cit., pp. 147-150. De todos modos, para el caso <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
sigue siendo <strong>de</strong> muchísima utilidad el artículo <strong>de</strong> L. A. Cueto, “La leyenda romana <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> en la literatura dramática<br />
mo<strong>de</strong>rna”, Revista Española <strong>de</strong> Ambos Mundos 1, 1853, pp. 865-879.<br />
10 “En la formación <strong>de</strong> la fábula pretendí no contentarme con lo posible, sino con lo verosímil: y para esto me aparté<br />
<strong>de</strong> lo cierto, o alteré la Historia; no en lo sustancial, que no es permitido; sino en lo que con leve mudanza podía<br />
conducir los acaecimientos, a la observancia <strong>de</strong> las reglas” (Discurso I, pp. 117-118).<br />
11 <strong>Las</strong> fiestas palilias se celebraban el 21 <strong>de</strong> abril; mientras que si nos atenemos al relato <strong>de</strong> Tito Livio (Ab urbe<br />
condita, III, 36-37) los acontecimientos ocurren a partir <strong>de</strong> un 15 <strong>de</strong> mayo, en que acababa el primer mandato <strong>de</strong> los<br />
<strong>de</strong>cenviros. Por esto no <strong>de</strong>be extrañar que <strong>Montiano</strong> se justifique por esta innovación: “Consecuentemente cabe en el<br />
segundo [acto] (supuesta la amplitud <strong>de</strong>l Foro, y la casual ocurrencia <strong>de</strong> las fiestas palilias, acomodadas a la fábula, sin<br />
concurso <strong>de</strong> la historia, para hacer más verosímil el suceso, y sus enlaces) que confiriese Claudio con Marco sobre su<br />
impuro <strong>de</strong>seo...” (Discurso I, p. 98).<br />
4
perpetuo <strong>de</strong> la Real Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia <strong>de</strong>bió elegir entre la fi<strong>de</strong>lidad a la “verdad” histórica o<br />
la obediencia a las reglas estéticas <strong>de</strong> la “ficción” dramática. Y como <strong>Montiano</strong> quería componer<br />
una tragedia y no un libro <strong>de</strong> historia <strong>de</strong> Roma, <strong>de</strong>cidió ser leal a la poesía.<br />
Esta disyuntiva (respetar las dos acciones históricas o con<strong>de</strong>nsarlas, modificándolas, para<br />
formar una sola acción, en aras <strong>de</strong> las reglas <strong>de</strong>l poema trágico) es también una cuestión primordial<br />
para el movimiento estético y cultural al que pertenece el autor <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>. Y, lógicamente, en el<br />
contexto <strong>de</strong> 1750, constituye un objeto <strong>de</strong> intenso <strong>de</strong>bate no sólo entre los primeros partidarios <strong>de</strong><br />
Neoclasicismo en España, sino a<strong>de</strong>más un argumento que los militantes <strong>de</strong>l otro bando (llamados<br />
indistintamente tradicionalistas, barrocos o barroquistas, etc.) no dudaron en utilizar contra los<br />
acusados <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rse a las “frías” reglas <strong>de</strong>l Parnaso “francés”. Para no <strong>de</strong>jar nuestra afirmación en<br />
el terreno <strong>de</strong> simple conjetura mostramos testimonios referidos directamente a la <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong><br />
<strong>Montiano</strong>: en la sesión <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto <strong>de</strong> 1 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1750 <strong>de</strong>bió <strong>de</strong>batirse<br />
bastante sobre <strong>Virginia</strong>, habida cuenta <strong>de</strong> que era mencionada extensamente en el Juicio lunático <strong>de</strong><br />
José Antonio Porcel y <strong>de</strong> que constituía el eje central <strong>de</strong>l Examen <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong>, tragedia española<br />
<strong>de</strong> Velázquez. Respetando el contenido con que figuran en la Carpeta XIII <strong>de</strong>l manuscrito 18476 <strong>de</strong><br />
la Biblioteca Nacional, reproducimos primeramente los pasajes <strong>de</strong>l Juicio lunático <strong>de</strong> José Antonio<br />
Porcel 12 referidos a la unidad <strong>de</strong> acción en <strong>Virginia</strong>:<br />
En este opúsculo El Aventurero realiza un fantástico viaje a la Luna, don<strong>de</strong> asiste a una sesión<br />
académica cuyo presi<strong>de</strong>nte era Garcilaso y cuyo secretario Lope <strong>de</strong> Vega. Allí los componentes<br />
<strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto son juzgados por un “fiscal” y por una especie <strong>de</strong> abogado<br />
<strong>de</strong>fensor. Obviamente también le toca el turno a El Humil<strong>de</strong>, su <strong>Virginia</strong> y su primer Discurso<br />
sobre las <strong>tragedias</strong> españolas, que son revisados por Francisco López <strong>de</strong> Zárate 13 y por José<br />
Antonio González <strong>de</strong> Salas. La cita es bastante extensa, a pesar <strong>de</strong> que sólo hemos seleccionado<br />
todo lo concerniente al fondo histórico y a la unidad <strong>de</strong> acción; pero, por otra parte, es bastante<br />
significativa sobre el <strong>de</strong>bate entre clasicistas y barroquistas en torno a las reglas <strong>de</strong>l arte y a las<br />
relaciones entre verdad histórica y ficción teatral:<br />
Cesó Valbuena, y Francisco López <strong>de</strong> Zárate dijo así: “A la tragedia <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong> y su<br />
ilustración, que El Humil<strong>de</strong> presentó a la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> que es secretario, se le <strong>de</strong>be otra<br />
censura que la mía, si se entien<strong>de</strong> que por haber hallado con poca estimación <strong>de</strong> mi Hércules<br />
furioso y oeteo, he <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r yo apasionado para hablar <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong>; pero como si se le<br />
hace el cargo respon<strong>de</strong>rá que censuró con justicia, con la misma espero yo señalar lo que fuere<br />
digno <strong>de</strong> nota.<br />
[...] Pero aun no insistiendo en estos reparos, que sólo apunto cuidadoso <strong>de</strong> la brevedad, me es<br />
preciso hacerle saber a nuestro Humil<strong>de</strong> que incurrió en lo que me repren<strong>de</strong>. Dice que en juntar<br />
yo en uno los dos argumentos <strong>de</strong>l Hércules furioso y oeteo, me opuse <strong>de</strong>masiado a la narración<br />
mitológica, porque uní dos sabidas distancias, sucesos y épocas. <strong>Las</strong> licencias que para esto<br />
conce<strong>de</strong> el Arte no las ignora El Humil<strong>de</strong>, pero no habiendo querido darles para mí el<br />
pasaporte, no será soberbia mía que yo lo niegue a su humildad para unir, como une, las dos<br />
diferentes acciones <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y <strong>de</strong>stronación <strong>de</strong>l Decemvirato, y para faltar<br />
<strong>de</strong>masiado a la narración histórica haciendo que muera Apio Claudio a manos también <strong>de</strong><br />
Icilio inmediatamente al suceso <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> 14 ; y Marco a las <strong>de</strong> Lucio en el mismo tiempo que<br />
12 Tal y como se ha reseñado anteriormente, el Juicio lunático <strong>de</strong> Porcel está consi<strong>de</strong>rado, por Emilio Orozco y Caso<br />
González, como un testimonio, que entre burlas y veras, <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>la libertad poética, el gongorismo y la poesía barroca.<br />
13 <strong>Montiano</strong> en el primer Discurso (pp. 59-63), aunque con algunos elogios al estilo o a escenas concretas, censuró<br />
con dureza los <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> Hércules furente y oeta (1651), una tragedia compuesta por Francisco López <strong>de</strong> Zárate. Así,<br />
referente a la unidad <strong>de</strong> acción en esta obra, <strong>Montiano</strong> llega a <strong>de</strong>cir cosas como ésta: “El título solo <strong>de</strong> la tragedia indica<br />
ya que son dos las acciones, <strong>de</strong> que se forma: y consultados el Hercules Furens, y el Hercules Oetans <strong>de</strong> Séneca, se ve<br />
con claridad que quiso Zárate reducir a uno los dos argumentos: en lo que, a más <strong>de</strong> oponerse <strong>de</strong>masiado a la narración<br />
mitológica; se complican no menos algunos lances, acaecidos en diferentes sitios, y ocasiones. El furor <strong>de</strong> Hércules,<br />
excitado por Juno, contra el tirano Lico, se verificó en Tebas <strong>de</strong> Beocia: los celos <strong>de</strong> Deyanira en Tesalia, don<strong>de</strong> está el<br />
monte Oeta, que fue en el que se abrasó Hércules: con que unir estas dos sabidas distancias, sucesos y épocas, es lo<br />
mismo, que imposibilitar la verosimilitud en las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> acción, <strong>de</strong> lugar, y <strong>de</strong> tiempo” (pp. 60-61).<br />
14 En honor a la verdad <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>cir que Apio Claudio se apuñala a sí mismo, por lo que Icilio, en todo caso, se<br />
limitaría a rematarlo: “ICILIO.- Apenas, Oh Publicia, le embestimos, / que se vio sin lictores, ni soldados, / unos por<br />
5
su hija infeliz, siendo cierto que el Claudio, dos o tres años <strong>de</strong>spués, aherrojado en las cárceles,<br />
él propio se quitó la vida; y en este mismo tiempo el Marco fue perdonado por el propio Lucio,<br />
y conmutada la pena capital en un <strong>de</strong>stierro. Variando tan en la sustancia la historia, no habrá<br />
alguna que por dispersos que tenga los sucesos no se le puedan adoptar las tres unida<strong>de</strong>s, que<br />
es el punto difícil <strong>de</strong> este poema”.<br />
Prosiguiera Zárate si, mandado por el Presi<strong>de</strong>nte, no empezara a <strong>de</strong>cir D. José Antonio<br />
[González] <strong>de</strong> Salas <strong>de</strong> esta forma: “[...] La unidad que no encuentra el impugnador en los<br />
sucesos <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y <strong>de</strong>stronación <strong>de</strong>l Decemvirato está bien a los ojos, y sobraba para<br />
aquietar el escrúpulo lo que el autor dice en este particular, porque una cosa es que la caída <strong>de</strong><br />
Claudio sea en sí <strong>de</strong> más consi<strong>de</strong>ración para el todo <strong>de</strong> la República que la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
y otra que, siendo ésta la principal que el poeta se propone, no pueda venir aquella como<br />
inci<strong>de</strong>nte o consecuente, pues en la verdad <strong>de</strong>l hecho se ocasionó la una <strong>de</strong> la otra, y es árbitro<br />
el poeta <strong>de</strong> tomar como principal la que quisiere. Esto no se verifica en el Furioso y Oeteo <strong>de</strong>l<br />
Sr. Zárate, don<strong>de</strong> visiblemente se hallan dos acciones tomadas como principales y diversísimas<br />
en tiempo en lugar y aun en personas; porque ¿qué tienen que ver los oídos <strong>de</strong> Juno, que<br />
ocasionaron la furia en Tebas, con los <strong>de</strong>sprecios que sufre Deyanira, y traza para evitarlos que<br />
motivó la pira en el Oeta?<br />
Es verdad que Claudio, años <strong>de</strong>spués se quitó a sí propio la vida, y que Marco fue con<strong>de</strong>nado<br />
en un <strong>de</strong>stierro; sin embargo nuestro autor los hace morir en su tragedia, y con razón, porque<br />
pa<strong>de</strong>ciendo ellos ya una muerte civil, no es contra la sustancia <strong>de</strong>l hecho histórico en pluma <strong>de</strong><br />
un poeta lo verosímil. Por esta pauta han escrito los mas célebres. Doy un ejemplar por<br />
muchos. La muerte que dio a sus propios hijos Me<strong>de</strong>a la han puesto cuantos han escrito aquel<br />
argumento, pero ¿fue cierta? –¡No señor! Eurípi<strong>de</strong>s a quien ganaron con cinco talentos los <strong>de</strong><br />
Corinto por apartar <strong>de</strong> sí la sospecha, cargó <strong>de</strong> aquel horrendo crimen, que no meditó ni<br />
cometió, a aquella celosa furia; y sin embargo <strong>de</strong> esto lo ha seguido los <strong>de</strong>más trágicos, y<br />
Licurgo colocó la estatua <strong>de</strong> Eurípi<strong>de</strong>s entre las <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más griegos famosos.<br />
Entre ellas <strong>de</strong>bemos exaltar la <strong>de</strong> nuestro Humil<strong>de</strong> con igual mérito a la <strong>de</strong> Sófocles, pues no<br />
<strong>de</strong>sdicen ambos coturnos. Entre tanto felicitemos a la nación <strong>de</strong> que este su generoso <strong>de</strong>fensor<br />
se empeñe con tanta felicidad en vindicarla <strong>de</strong> la nota con que las extranjeras la insultan y <strong>de</strong><br />
que su ejemplo anime la pereza <strong>de</strong> los ingenios <strong>de</strong> España, procurando restablecer como son<br />
capaces el teatro cuyo único fin y heroico <strong>de</strong>seo, cuando no fuera tan sobresaliente el mérito <strong>de</strong><br />
la obra, hace a nuestro Humil<strong>de</strong> acreedor a los más altos elogios”.<br />
“¡No más!– interrumpió Garcilaso–. Ved si queda algún otro...”<br />
Un tono distinto al “rencoroso” Zárate emplea Luis José <strong>de</strong> Velázquez cuando lee, también el 1<br />
<strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1750, el Examen <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong>, tragedia española. Igualmente, hemos<br />
seleccionado los pasajes <strong>de</strong>dicados a la unidad <strong>de</strong> acción en <strong>Virginia</strong>:<br />
Nuestro autor ha tenido presentes todas las cualida<strong>de</strong>s que necesita una acción para ser<br />
<strong>de</strong>corosa y digna <strong>de</strong> un poema trágico. Su unidad, su verosimilitud su fin funesto y lastimoso y<br />
su propiedad en el principio, medio y fin. La unidad <strong>de</strong> acción está tan religiosamente<br />
observada en nuestra tragedia que en todo el discurso <strong>de</strong> ella nada más se ve sobre la escena<br />
que el amor recíproco <strong>de</strong> Icilio y <strong>Virginia</strong> y las repulsas <strong>de</strong> ésta a las vanas pretensiones <strong>de</strong><br />
Claudio. La propiedad con que se dispone esta acción, al principio con las pretensiones <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>cemvir [sic] y resistencia <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, en el medio con la furiosa <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong> Claudio y<br />
sus horrendas maquinaciones contra la libertad <strong>de</strong> esta romana, y al fin con el lastimoso<br />
fallecimiento <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y la <strong>de</strong>sastrada muerte <strong>de</strong> Claudio y sus clientes, concurre<br />
admirablemente a completar la acción principal <strong>de</strong>l drama y a hacer que su unidad sea<br />
agradable y maravillosa. La observación que hace Horacio sobre la acción <strong>de</strong> la tragedia,<br />
pretendiendo que una acción verda<strong>de</strong>ra y tomada <strong>de</strong> la Historia <strong>de</strong>be preferirse a otra que sea<br />
fingida o imaginada, está fundada en el buen juicio, el cual nos advierte el particular sistema<br />
<strong>de</strong> las pasiones humanas, sobre las cuales tiene más dominio para excitarlas un suceso<br />
odio, y otros por cobar<strong>de</strong>s / sin acción, fugitivos y dispersos. / Él entonces mirando que le cercan / los puñales, y a mí,<br />
que para herirle / el fuerte brazo sin piedad alzaba: / el suyo escon<strong>de</strong> en el indigno seno, / casi en el punto que <strong>de</strong>scargo<br />
el mío: / <strong>de</strong> modo que en la furia <strong>de</strong> su golpe, / puedo <strong>de</strong>cir que concurrí a matarle, / aunque no fui el primero en<br />
ofen<strong>de</strong>rle” (V, 7, vv. 2319-2330).<br />
6
conocidamente verda<strong>de</strong>ro, que toda la viveza que se le quiera pintar a una historia fabulosa y<br />
fingida. Nuestro autor, teniendo presente esta bella máxima, ha querido darnos una prueba<br />
sensible <strong>de</strong> su importancia, haciéndonos ver en su tragedia un suceso <strong>de</strong> la historia romana <strong>de</strong><br />
incontestable veracidad, no sólo en lo sustancial <strong>de</strong> la acción, sino en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los sucesos,<br />
en las personas que intervinieron en ellos y en las <strong>de</strong>más circunstancias particulares que se<br />
agregaron.<br />
Según pue<strong>de</strong> apreciarse, este <strong>de</strong>bate sobre la unidad <strong>de</strong> acción está vinculado directamente<br />
con las relaciones entre la ficción trágica y la fuente histórica, legendaria o mítica <strong>de</strong> la que se sirve<br />
el poeta para componer la fábula trágica. Pues bien, <strong>Montiano</strong> hace a La muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y Apio<br />
Claudio <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> la Cueva un reproche semejante al que expresó, en el Discurso I, a Francisco<br />
López <strong>de</strong> Zárate acerca <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> acción <strong>de</strong> Hércules furente y oeta. Con las salveda<strong>de</strong>s<br />
importantísimas <strong>de</strong> que la tragedia <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> la Cueva trata sobre el mismo asunto y <strong>de</strong> que nadie<br />
tomará “lunática” pluma para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo. Este es el reproche <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>:<br />
El [poema] tercero trágico <strong>de</strong> nuestro Cueva es La muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y Apio Claudio. Hizo en<br />
él dos las acciones, no <strong>de</strong>biendo ser más que una: y así se concluye muy bien la <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> en<br />
los tres primeros actos; y llena el último la <strong>de</strong> Claudio con tan entera separación, que se nota<br />
<strong>de</strong> bulto la <strong>de</strong>l tiempo, la <strong>de</strong>l lugar, y aun la <strong>de</strong>l hecho mismo: sin que la salve, el ser<br />
consecuencia <strong>de</strong>l antece<strong>de</strong>nte; por la razón <strong>de</strong> que no es fácil reunir los afectos, que mueven<br />
los dos sucesos, como distan tanto el uno <strong>de</strong>l otro hasta en las circunstancias (Discurso I, p.<br />
20)<br />
El error <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> la Cueva consistiría, por consiguiente, en haberse <strong>de</strong>jado guiar <strong>de</strong>masiado<br />
por la narración histórica tomada como fuente, en haber representado dos acciones con sus<br />
correspondientes “tiempos” y “lugares” por mucho que estuvieran refrendados por Tito Livio y<br />
Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso. Es <strong>de</strong>cir, este dramaturgo <strong>de</strong>l siglo XVI 15 olvidó un principio estético <strong>de</strong> la<br />
Poética Clasicista que para <strong>Montiano</strong> tenía plena e inalterable vigencia: el autor trágico <strong>de</strong>be<br />
siempre administrar los hechos y datos tomados <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> modo que se adapten, por encima<br />
<strong>de</strong> todo, a las reglas internas y universales <strong>de</strong> la poesía dramática 16 .<br />
Y <strong>Montiano</strong> intenta hacer esto mismo en <strong>Virginia</strong>: como “dueño y señor absoluto <strong>de</strong> su<br />
argumento” tiene la posibilidad <strong>de</strong> dar “nueva forma y nuevo ser” a la materia inicial que le sirve <strong>de</strong><br />
punto <strong>de</strong> partida. Pero, en este <strong>de</strong>bate se plantea indirectamente un dogma básico para el<br />
Neoclasicismo español: si la costumbre establecida, era que la naturaleza –la historia, al fin y al<br />
cabo, es una narración <strong>de</strong> hechos propios <strong>de</strong> la naturaleza humana– “da leyes, no las recibe”<br />
(Exspotulatio Spongiae, 1618, <strong>de</strong> Alfonso Sánchez), entonces, es lícito representar en un drama la<br />
naturaleza humana tal cual se manifiesta; y si en una historia hay dos acciones, varios lugares y<br />
épocas ¿por qué no llevarlas <strong>de</strong> la misma forma a las tablas <strong>de</strong>l escenario? Para Luzán, <strong>Montiano</strong> y,<br />
a partir <strong>de</strong> ellos, los neoclásicos <strong>de</strong>l siglo XVIII, esta afirmación es un sofisma, una aberración<br />
<strong>de</strong>sechable totalmente porque la poesía posee unas reglas internas y universales que, aunque<br />
basadas en la imitación la naturaleza y /o la historia humana, gozan <strong>de</strong>l privilegio <strong>de</strong> un<br />
funcionamiento totalmente autónomo y constituyen el camino que todo poeta <strong>de</strong>be seguir. Porque la<br />
15 Sin embargo, <strong>Montiano</strong>, también elogió los aciertos estéticos <strong>de</strong> La muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y Apio Claudio, llegando<br />
incluso a expresar este comentario: “No puedo omitir, que hay en esta Tragedia algunos maravillosos pasajes. La<br />
pintura que hace Apio Claudio <strong>de</strong> su pasión amorosa, al comenzar la primera jornada; es naturalísima, y <strong>de</strong> colores tan<br />
vivos, que hace ver el estado más propio, para la temeridad que emprendió <strong>de</strong>spués. El sueño <strong>de</strong> Virginio en la tercera<br />
jornada, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ser muy <strong>de</strong>l carácter romano; tiene un espíritu poético, tan singular, que le hace sobresalir entre las<br />
varias perfecciones <strong>de</strong> esta especie, que se admiran en la pieza” (Discurso I, pp. 20-21).<br />
16 Como explica Luzán en la Poética: “La economía, pues, <strong>de</strong> toda la fábula, y la disposición <strong>de</strong> los sucesos (que el<br />
poeta adapta a las reglas <strong>de</strong>l teatro, como dueño y señor absoluto <strong>de</strong> su argumento), los genios que reparte entre las<br />
personas, mejorando la naturaleza (lo que no es permitido al historiador), los episodios que escoge y or<strong>de</strong>na, las causas<br />
<strong>de</strong> las acciones particulares, que el historiador <strong>de</strong> ordinario ignora y el poeta inventa a sus gusto y conforme es más<br />
conveniente para su intento, las expresiones y la locución, todas estas cosas son enteramente obra y ficción <strong>de</strong>l poeta, el<br />
cual labra y mejora aquella materia que ha tomado prestada <strong>de</strong> la historia, dándola nueva forma y nuevo ser con su arte<br />
y con su invención” (1737, III, III, p.441).<br />
7
senda <strong>de</strong> las reglas <strong>de</strong> la poesía dramática está llena <strong>de</strong> dificulta<strong>de</strong>s, a veces penosas, pero no es la<br />
“cárcel” o atadura que <strong>de</strong>cía Erauso y Zavaleta cuando, también en 1750, arremetió contra Nasarre<br />
por <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r, tal vez con excesos y algún que otro error, lo mismo que Luzán y <strong>Montiano</strong>.<br />
La unidad <strong>de</strong> lugar en <strong>Virginia</strong><br />
El mismo proceso <strong>de</strong> innovación y <strong>de</strong> selección-con<strong>de</strong>nsación <strong>de</strong> las dos acciones que<br />
<strong>Montiano</strong> tomó <strong>de</strong> la historia se observa ahora en la unidad <strong>de</strong> lugar. Así, se ve obligado a manejar<br />
los datos disponibles con el fin <strong>de</strong> concentrar una acción única en un solo lugar o espacio explícito,<br />
aquel que aparece claramente escenificado en la representación y que, por tanto, es “visto” por los<br />
receptores <strong>de</strong>l espectáculo trágico. A diferencia <strong>de</strong> La virtud coronada <strong>de</strong> Luzán, don<strong>de</strong>, según<br />
explicamos, la unidad <strong>de</strong> lugar presenta matices mucho más complejos, la acción <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> se<br />
<strong>de</strong>sarrolla explícitamente en el Foro <strong>de</strong> Roma. Para una mejor comprensión <strong>de</strong> este espacio<br />
dramático, recordamos que el verda<strong>de</strong>ro Foro romano tenía una superficie rectangular <strong>de</strong> unos 140<br />
metros por 70 m 2 , don<strong>de</strong> se congregaban los ciudadanos para las gran<strong>de</strong>s ceremonias, así como para<br />
diversos actos públicos (reuniones <strong>de</strong>l Senado, vistas judiciales, activida<strong>de</strong>s mercantiles, culto<br />
sagrado, etc.). Sin embargo, en <strong>Virginia</strong> hay varios espacios dramáticos implícitos u ocultos, pero<br />
necesarios para el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> los hechos que intervienen en la tragedia, tanto los representados<br />
(en los casos <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> sería más exacto <strong>de</strong>cir leídos, pues nunca se llevaron a las<br />
tablas) como los que no salen a escena. Por consiguiente, ofrecemos un gráfico don<strong>de</strong> se muestran<br />
todos los espacios dramáticos, consi<strong>de</strong>rando que siempre nos referimos a los hechos <strong>de</strong> la fábula<br />
trágica y no a los hechos históricos 17 . De lo contrario este gráfico habría sido un plano exacto <strong>de</strong><br />
Roma (años 451-449 antes <strong>de</strong> Cristo), cosa que en absoluto nos hemos propuesto.<br />
Espacios escénicos <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
Así pues, partiendo <strong>de</strong> estas premisas, estamos en condiciones <strong>de</strong> comentar en sus justos<br />
términos cómo se lleva a cabo la unidad <strong>de</strong> lugar en <strong>Virginia</strong>. Para ello comenzamos con los<br />
espacios implícitos u ocultos, aquellos sobre los que ningún personaje se <strong>de</strong>senvuelve a la “vista”<br />
17 Al tratarse <strong>de</strong> espacios teatrales colocamos arbitrariamente en el gráfico los espacios implícitos. Hemos omitido<br />
algunos espacios “menores”, tanto explícitos como implícitos; por ejemplo el tribunal <strong>de</strong> justicia <strong>de</strong>l Decenvirato que<br />
juzga el caso <strong>de</strong> la esclavitud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> en el acto V es un espacio explícito no incluido en el gráfico, porque, entre<br />
otras cosas, se hallaba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l Foro <strong>de</strong> Roma entre la curia y la basílica.<br />
8
<strong>de</strong>l público durante la representación o lectura <strong>de</strong> la tragedia, pero <strong>de</strong> cuya existencia <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> el<br />
<strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la acción trágica.<br />
A. Espacios implícitos <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
A.1. Fuera <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Roma<br />
A.1.a. El Álgido. En aquellos años Roma se hallaba en guerra contra los ecuos, en el Álgido,<br />
y contra los sabinos. En el primer frente, situado a muy pocos kilómetros <strong>de</strong> Roma, y en un<br />
campamento militar, dado su oficio <strong>de</strong> centurión, se hallaba Lucio Virginio. Esta ausencia es<br />
lamentada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio (I, 1) por su hija <strong>Virginia</strong> y será un condicionante <strong>de</strong> la acción trágica,<br />
dado que la aparición <strong>de</strong> Lucio Virginio no se produce hasta la primera escena <strong>de</strong>l quinto acto. De<br />
haber estado en Roma <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comienzo <strong>de</strong> los hechos <strong>de</strong> la fábula dramática, seguramente que el<br />
<strong>de</strong>venir <strong>de</strong> los mismos se habría <strong>de</strong>sarrollado <strong>de</strong> forma bien distinta. Más a<strong>de</strong>lante incidiremos en<br />
las repercusiones que trae consigo, para la unidad <strong>de</strong> tiempo y para la acción trágica, la presencia <strong>de</strong><br />
Virginio en el frente contra los ecuos.<br />
Ahora se reseña que en este espacio implícito se producen varias acciones también implícitas,<br />
pero <strong>de</strong> gran relevancia el <strong>de</strong>venir <strong>de</strong> los acontecimientos:<br />
• Numitor, tío <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y cuñado <strong>de</strong> Lucio Virginio, promete a <strong>Virginia</strong> que enviará aviso al<br />
padre (I, 4) –<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>duce que el aviso se produce como acción elidida en la escena siguiente,<br />
con Numitor fuera <strong>de</strong>l escenario–. Más tar<strong>de</strong>, Numitor (II, 7) informa a Icilio <strong>de</strong> que ya se ha<br />
enviado el mensajero y <strong>de</strong> que no tardará en llegar 18 .<br />
• Claudio, por su parte, también envía (III, 4) mensajeros o emisarios para que el general Cornelio<br />
impida el viaje <strong>de</strong> Virginio a Roma 19 .<br />
• Lucio Virginio, venciendo todos los obstáculos se <strong>de</strong>splaza y llega a Roma 20 .<br />
A.1.b. La Sabina. <strong>Montiano</strong> recoge <strong>de</strong> Tito Livio (Ab urbe condita, III, 43) y <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong><br />
Halicarnaso (Historia antigua <strong>de</strong> Roma, XI, 25-27) el asesinato <strong>de</strong> Lucio Sicio quien empezaba una<br />
sedición contra el Decenvirato. El objetivo <strong>de</strong>l poeta es poner claramente <strong>de</strong> manifiesto la tiranía <strong>de</strong><br />
Claudio. Sin embargo, otra vez salen a la luz las diferencias entre historia y poesía: Tito Livio<br />
insiste en los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l asesinato 21 , mientras que <strong>Montiano</strong> se centra en las repercusiones políticas<br />
18 <strong>Montiano</strong> introduce aquí otra novedad con respecto a Tito Livio (Ab urbe condita, III, 46, 5), pues según el<br />
historiador romano son el hermano <strong>de</strong> Icilio y el hijo <strong>de</strong> Numitor los emisarios enviados, por lo que Icilio <strong>de</strong>bería estar<br />
enterado <strong>de</strong> ello; a<strong>de</strong>más, estos mensajeros salen durante la reclamación <strong>de</strong> Marco sobre la posesión <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> como<br />
esclava, acontecimiento correspondiente al acto IV en la tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, quien altera el momento <strong>de</strong> envío <strong>de</strong>l<br />
mensaje ya que lo hace salir al comienzo <strong>de</strong> la obra (acción elidida en I, 5 y resumida en II, 7).<br />
19 Apio Claudio (III, 4, vv. 1207-1212) informa a Marco: “Ausente Lucio (don<strong>de</strong> ya Cornelio, / con la anticipación<br />
<strong>de</strong> mi noticia, / velará en que no salga <strong>de</strong> su campo) / sólo Icilio, y Numitor a oponerse / son los que quedan: pero no me<br />
asustan / sus débiles esfuerzos, y parciales”. Sin embargo, Numitor se a<strong>de</strong>lantó a los planes <strong>de</strong> Claudio, y Lucio<br />
Virginio podrá <strong>de</strong>splazarse a Roma. <strong>Montiano</strong> continúa la novedad con respecto a Tito Livio (Ab urbe condita, III, 46,<br />
5-10), don<strong>de</strong> la ventaja <strong>de</strong> Numitor es <strong>de</strong> sólo unos minutos y no <strong>de</strong> una hora como mínimo (el espacio temporal<br />
existente entre <strong>Virginia</strong> II, 7 y <strong>Virginia</strong> III, 4), mientras que, por otra parte, ambos or<strong>de</strong>nan el aviso durante la<br />
reclamación <strong>de</strong> Marco que correspon<strong>de</strong>ría, como ya hemos dicho, al acto IV <strong>de</strong> la tragedia.<br />
20 Aunque la aparición <strong>de</strong> Virginio en el Foro se produce en la primera escena <strong>de</strong>l acto V, muy probablemente<br />
hubiera llegado un poco antes a su casa en Roma. Al menos eso se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong> estas palabras que Numitor dice (IV, 8,<br />
vv. 1842-1848): “Vamos, pues: que ya Lucio es muy factible, / que esté en su casa, y nos espere oculto, / como<br />
impaciente al ver nuestra tardanza; / o que si no ha llegado venga presto. / Allí mejor se harán las reflexiones, / que<br />
pidan las forzosas diligencias, / que hasta aquí no han podido practicarse”.<br />
21 Omitimos el relato <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso. Así lo cuenta Tito Livio en Ab urbe condita: “En la Sabina, a<br />
Lucio Sicio, que, en vista <strong>de</strong>l ambiente hostil a los <strong>de</strong>cenviros, andaba <strong>de</strong>jando caer entre la tropa alusiones a la<br />
restauración <strong>de</strong>l tribunado y a la secesión en conversaciones secretas, lo envían a hacer un reconocimiento con miras al<br />
emplazamiento <strong>de</strong>l campamento. A los soldados enviados para acompañarlo en la expedición se les encarga atacarlo en<br />
lugar a<strong>de</strong>cuado y darle muerte. No lo mataron impunemente, pues ofreció resistencia y, en torno suyo, cayeron varios<br />
asesinos al <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse él solo con gran vigor [...] Los supervivientes traen al campamento la noticia <strong>de</strong> que han caído en<br />
una emboscada, que han perdido a Sicio que luchó brillantemente y, con él, algunos <strong>de</strong> sus hombres. En un primer<br />
momento se dio crédito a los que trajeron la noticia; luego una cohorte [...] [tras examinar el lugar <strong>de</strong>l crimen y realizar<br />
algunas pesquisas] trajo el cadáver manifestando que, sin duda alguna, había sido muerto por sus hombres. Cundió la<br />
indignación en el campamento y estaban <strong>de</strong>cididos a llevar a Sicio inmediatamente a Roma, pero los <strong>de</strong>cenviros se<br />
apresuraron a hacerle un funeral militar a expensas <strong>de</strong>l Estado. Fue sepultado en medio <strong>de</strong> la tristeza <strong>de</strong> los soldados y<br />
el <strong>de</strong>sprestigio profundo y generalizado <strong>de</strong> los <strong>de</strong>cenviros” (Tito Livio, op. cit. III, 43).<br />
9
y se inventa –en el sentido teatral <strong>de</strong> la palabra– una interpelación pseudoparlamentaria por la que<br />
los senadores Valerio y Horacio interrogan al <strong>de</strong>cenviro por las causas <strong>de</strong>l asesinato, rechazan la<br />
versión oficial <strong>de</strong> lo sucedido y, por último, exigen el castigo <strong>de</strong> los verda<strong>de</strong>ros culpables (<strong>Virginia</strong>,<br />
II, 3). Con ello <strong>Montiano</strong> inserta hábilmente <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la fábula trágica un acontecimiento ajeno<br />
aunque en conexión lógica y directa con los objetivos propuestos: 1) no podía representar<br />
directamente el asesinato <strong>de</strong> Sicio, porque suponía incumplir las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> lugar y tiempo,<br />
a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> ser una intriga paralela que obstaculizaría seriamente la unidad <strong>de</strong> acción; 2) la<br />
interpelación <strong>de</strong> los senadores y la consiguiente respuesta airada y amenazante <strong>de</strong> Apio Claudio<br />
provoca no sólo que los dos lí<strong>de</strong>res más carismáticos <strong>de</strong> la oposición patricia al Decenvirato insistan<br />
en los preparativos <strong>de</strong> una rebelión armada, sino que también busquen hipócritamente apoyo y<br />
alianza con Icilio, el novio <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, y sus partidarios 22 .<br />
A.2. Dentro <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Roma<br />
A.2.a. El templo <strong>de</strong> Pales. <strong>Montiano</strong> hace, casi con toda probabilidad <strong>de</strong> forma in<strong>de</strong>bida, que<br />
el Foro participe en la celebración <strong>de</strong> las fiestas palilias 23 (21 <strong>de</strong> abril, según los historiadores).<br />
Dentro <strong>de</strong> este contexto, y aunque ningún personaje actúa allí expresamente, el templo <strong>de</strong> la diosa<br />
Pales ocupa un importante espacio implícito. Por esta razón en nuestro gráfico lo hemos dibujado<br />
fuera <strong>de</strong> Foro, a<strong>de</strong>más, apoyados en nuestra licencia gráfica por una precisión <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> en el<br />
Discurso I referente al aparato teatral <strong>de</strong> su tragedia:<br />
Finalmente, no miré al aparato teatral con entero abandono: porque le consi<strong>de</strong>ré, entre las<br />
circunstancias menos sustanciales <strong>de</strong> que se adorna la tragedia, por una <strong>de</strong> las que no <strong>de</strong>sayuda<br />
al buen éxito <strong>de</strong> su representación. Comprendí, que era preciso, no competir (ni aun intentarlo)<br />
con la varia, magnífica <strong>de</strong>coración <strong>de</strong> las óperas italianas; porque es casi imposible su uso en<br />
las <strong>tragedias</strong>, si ha <strong>de</strong> guardarse sin lesión la unidad <strong>de</strong> lugar; pero dispuse, que tuviese su<br />
mérito en algún modo la dignidad <strong>de</strong>l espectáculo, dando arbitrio para la diversidad <strong>de</strong><br />
aspectos en el teatro, y para llenar con ostentación la escena. Así en el primer acto, la vista <strong>de</strong><br />
alguna porción <strong>de</strong>l Foro, y la <strong>de</strong> alguna distante perspectiva <strong>de</strong> la fachada <strong>de</strong>l Templo <strong>de</strong><br />
Pales, pue<strong>de</strong> servir a una no <strong>de</strong>spreciable mutación. En el segundo, tercero, y cuarto, con<br />
alterar respectivamente el aspecto <strong>de</strong> Foro, por suponerle siempre distinto, sin salir <strong>de</strong>l paraje<br />
<strong>de</strong> la acción, es natural, y fácil la diferencia, y no <strong>de</strong>sagradable, ni <strong>de</strong> corta utilidad la<br />
mudanza. Y en el último, con añadir el Tribunal para el <strong>de</strong>cenviro, se varía la disposición, y se<br />
llama al cuidado con la novedad (pp. 119-120). La negrilla es nuestra.<br />
22 <strong>Virginia</strong>, II, 3 y 4. Antes, en la cuarta escena <strong>de</strong>l acto primero Icilio informa a Numitor y a <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong> que había<br />
celebrado reuniones secretas con Valerio y Horacio, a fin <strong>de</strong> unir las fuerzas opositoras. Sin embargo, <strong>Montiano</strong> nunca<br />
pretendió ensalzar la figura <strong>de</strong> los dos senadores; Numitor, siempre que pue<strong>de</strong>, y Virginio, cuando aparece en el acto V,<br />
se reiteran en la hipocresía y la doble moral <strong>de</strong> Valerio y Horacio, así como el autor en persona en el Discurso sobre las<br />
<strong>tragedias</strong> españolas que prece<strong>de</strong> a <strong>Virginia</strong>: “La refinada doble política <strong>de</strong> Valerio, y <strong>de</strong> Horacio sigue en mi dictamen,<br />
la que practicaron aquellos ancianos aplaudidos Padres, célebres propagadores <strong>de</strong> la República; cuyo crédito trajo la<br />
Historia a las aulas cortesanas, para ser estudio pernicioso <strong>de</strong> los estadistas. Observaban siempre, o por lo común, el<br />
cubrir sus particulares fines con el velo <strong>de</strong> la libertad [...] En todo regló la conveniencia sus operaciones; y si condujo a<br />
lograrlas, el frau<strong>de</strong>, o la disimulación, no aventuraron su po<strong>de</strong>r sin esta perjudicial ayuda” (Discurso I, p. 108).<br />
23 Manejando obras especializadas en la mitología romana (José Contreras Valver<strong>de</strong>, Gracia Ramos Acebes e Inés<br />
Rico Rico, Diccionario <strong>de</strong> la Religión Romana, Madrid, Ediciones Clásicas, 1992, pp. 149-150; Pierre Grimal,<br />
Diccionario <strong>de</strong> mitología griega y romana, Barcelona, Paidós, 1981, p. 401; Falcón Martínez, Fernán<strong>de</strong>z Galiano y<br />
López Melero, Diccionario <strong>de</strong> mitología clásica, vol. 2, Madrid, Alianza Editorial, p. 486) pue<strong>de</strong> comprobarse que las<br />
fiestas palilias eran eminentemente campesinas y que se festejaban preferentemente en los establos y en las casas.<br />
Como ejemplo, reproducimos la <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> las fiestas palilias que se da en el Diccionario <strong>de</strong> J. Contreras, G. Ramos<br />
Acebes e I. Rico Rico (pp.149-150): “Los pastores fumigaban los establos con sufimen, regaban el suelo con agua<br />
lustral y lo barrían con ramas <strong>de</strong> laurel; colocaban ramas sobre los rediles y guirnaldas sobre las puertas; Se hacían<br />
sahumerios con azufre hasta que el fuerte olor hacía balar a las ovejas. En el hogar se quemaban ramas <strong>de</strong> pino, olivo<br />
macho, hierbas sabinas y laurel, rociaban con leche la imagen <strong>de</strong> la diosa y le ofrecían canastillos <strong>de</strong> mijo, llenos <strong>de</strong><br />
pastelillos hechos <strong>de</strong> este cereal. Se elevaban súplicas por la fecundidad y la seguridad <strong>de</strong> los rebaños y pedían perdón<br />
por si, inadvertidamente, habían cometido alguna infracción contra las divinida<strong>de</strong>s rústicas; estas súplicas <strong>de</strong>bían<br />
repetirse cuatro veces, mirando hacia el Este. Se lavaban las manos en agua corriente y bebían una mezcla <strong>de</strong> leche y<br />
mosto. A continuación, se encendían tres hogueras colocadas en fila y los pastores saltaban por encima <strong>de</strong> ellas. El<br />
fuego para esta ceremonia había que sacarlo por percusión <strong>de</strong> dos piedras <strong>de</strong> pe<strong>de</strong>rnal. Esta festividad se celebró <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
el mismo día <strong>de</strong> la fundación <strong>de</strong> Roma hasta el ocaso <strong>de</strong>l paganismo, siendo sustituida por las fiestas <strong>de</strong> San Jorge”.<br />
10
No se pue<strong>de</strong> ser más claro al respecto: in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> don<strong>de</strong> estuviera situado el<br />
auténtico y verda<strong>de</strong>ro templo <strong>de</strong> Pales en la Roma republicana 24 , si <strong>Montiano</strong> propone que sobre el<br />
escenario se dibuje una “distante perspectiva” <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Pales, en contraposición con la<br />
inmediata y directa “vista <strong>de</strong> alguna porción <strong>de</strong>l Foro”, es porque él lo concibió no sólo como un<br />
espacio implícito, sino también situado fuera <strong>de</strong>l Foro, aunque relativamente cercano a sus límites,<br />
al po<strong>de</strong>r verse <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí. Por eso, en aras <strong>de</strong>l cumplimiento estricto <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar, no sitúa<br />
ninguna escena en dicho recinto sagrado. De haberlo hecho, según su concepción clasicista <strong>de</strong> la<br />
obra trágica, hubiera <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cido la mencionada regla poética.<br />
En cuanto a sus connotaciones específicamente referidas al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la acción dramática<br />
hemos observado los siguientes aspectos:<br />
• <strong>Virginia</strong> (I, 1), en los primeros instantes <strong>de</strong> la mañana y a<strong>de</strong>lantándose a la hora prevista para<br />
la cita, informa a Publicia, en el parlamento inicial <strong>de</strong> la tragedia, que asistirá más tar<strong>de</strong> con un<br />
grupo <strong>de</strong> “romanas” al culto que en honor <strong>de</strong> la diosa se celebrará en el templo 25 .<br />
• Llegan las “romanas” (I, 6) y, a la par que se encaminan con <strong>Virginia</strong> hacia el templo, le<br />
proponen que, por su virtud, sea ella la que realice la ofrenda religiosa.<br />
• Acto II (acción y espacio omitidos en la tragedia): <strong>Virginia</strong> participa en los ritos ofrecidos a<br />
la diosa Pales; por esto, la heroína no aparece en todo este acto.<br />
• Aunque <strong>Montiano</strong> no lo <strong>de</strong>ja claramente expresado en la tragedia, <strong>Virginia</strong> (III, 2) abandona<br />
el templo acompañada <strong>de</strong> su aya Publicia 26 . El caso es que <strong>de</strong> nuevo se encuentra en el Foro y, en<br />
plena lamentación por su fatal <strong>de</strong>stino, el malvado Apio Claudio hace su aparición <strong>de</strong>clarando<br />
impulsivo su loca pasión.<br />
Por tanto, el templo <strong>de</strong> Pales, en tanto espacio implícito, tiene la función connotativa <strong>de</strong><br />
realzar un aspecto <strong>de</strong> la virtud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, su religiosidad, su comportamiento en todo momento<br />
acor<strong>de</strong> con una joven educada en el respeto a las tradiciones centenarias y a la más estricta<br />
moralidad.<br />
A.2.b. <strong>Las</strong> casas <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, Icilio, Numitor, Apio Claudio, Valerio y Horacio. <strong>Las</strong><br />
viviendas <strong>de</strong> los personajes principales <strong>de</strong> la tragedia constituyen también un espacio implícito que<br />
<strong>de</strong>be ser reseñado:<br />
• Tal y como aclara <strong>Montiano</strong> en el Discurso I (pp. 97-98) 27 <strong>Virginia</strong> y Publicia, en la escena<br />
inicial <strong>de</strong> la tragedia, salen <strong>de</strong> casa muy temprano para dirigirse al Foro; una vez allí, tras<br />
24 Por los datos disponibles en torno al culto a la diosa Pales (al parecer, en un principio, era una <strong>de</strong>idad masculina e<br />
incluso se habla <strong>de</strong> dos Pales) sabemos que era la protectora <strong>de</strong> los pastores y <strong>de</strong> los rebaños y que en su honor, y ligado<br />
al mito <strong>de</strong> la fundación <strong>de</strong> Roma –se dice que el nombre <strong>de</strong> monte Palatino se <strong>de</strong>be al culto a Pales–, se celebraban el 21<br />
<strong>de</strong> abril las fiestas palilias o parilias. Sin embargo, esta diosa era más conocida por las fiestas en honor suyo que por el<br />
culto; hasta tal punto que nunca figuró en el panteón oficial romano ni se conserva representación alguna <strong>de</strong> su imagen.<br />
En cuanto al templo <strong>de</strong> la diosa Pales, no se conoce su ubicación exacta, sólo se sabe que fue edificado allá por el siglo<br />
III a. C.; esto es, en la época <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenvirato y <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> no había en Roma templo alguno para el culto <strong>de</strong> Pales.<br />
Aunque probablemente este error histórico <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> sea muy disculpable dada la escasez <strong>de</strong> datos que en 1750 se<br />
pudiera disponer en España en torno al culto a esta diosa romana. Para más información sobre Pales y las fiestas palilias<br />
remitimos a los diccionarios citados en anterior nota al pie <strong>de</strong> página. Curiosamente en el <strong>de</strong> Falcón Martínez,<br />
Fernán<strong>de</strong>z Galiano y López Melero (Diccionario <strong>de</strong> mitología clásica, vol. 2, p. 486) se comete la errata <strong>de</strong> fechar las<br />
palilias el día 21 <strong>de</strong> mayo y no el 21 <strong>de</strong> abril, día señalado según todas las fuentes consultadas al respecto; por último,<br />
Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón (La obra literaria <strong>de</strong>l vallisoletano..., op. cit., p. 154), en su comentario <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>,<br />
reproduce la equivocación <strong>de</strong>bido a que seguramente sólo consultó este diccionario.<br />
25 “Sí, Publicia: es verdad, que las romanas, / que en el festivo culto se interesan / <strong>de</strong> nuestra antigua Pales, vendrán<br />
luego / en mi busca, según lo convenimos / [...] Y así, pues engañadas en la hora, / al Foro antes <strong>de</strong> tiempo hemos<br />
llegado” (I, 1, vv. 1-10).<br />
26 Si nos atenemos a lo que <strong>Montiano</strong> confiesa en el Discurso sobre las <strong>tragedias</strong> españolas (p. 99) que prece<strong>de</strong> a la<br />
tragedia, <strong>Virginia</strong> abandona ansiosa el culto para dirigirse <strong>de</strong> nuevo al Foro en busca <strong>de</strong> Icilio: “Ni tampoco consi<strong>de</strong>ro<br />
por violenta la separación <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong> las romanas, finamente ansiosa <strong>de</strong> volver a hablar a Icilio, según está en el<br />
tercer acto”.<br />
27 “[...] puesta temprano en el Foro <strong>Virginia</strong>, por cumplir lo prometido a las romanas (en medio <strong>de</strong> lo repugnante que<br />
la era, concurrir, a don<strong>de</strong> sabía, que acostumbraba estar Claudio) hiciese buscar a Numitor, y a Icilio, para no diferir las<br />
precauciones, que infería necesarias a su seguridad; en que hallase luego Publicia al primero, en ocasión en que era allí<br />
11
expresar su <strong>de</strong>sasosiego y sus temores, ruega a Publicia que vaya en busca <strong>de</strong> Numitor, su tío, e<br />
Icilio, su novio; Publicia, por tanto, parte (I, 2) hacia la casa <strong>de</strong> su ama y hacia la <strong>de</strong> Icilio, dado<br />
lo temprano <strong>de</strong> la hora. Pero sólo encuentra a Numitor, porque mientras tanto ha sucedido que el<br />
joven Icilio salió <strong>de</strong> su propia casa en busca <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y, al no hallarla, se encaminó hacia el<br />
Foro. De modo que en la tercera escena <strong>de</strong>l acto I se produce el encuentro <strong>de</strong> los dos enamorados<br />
y, en la escena cuarta, aparece Publicia acompañada <strong>de</strong> Numitor.<br />
A<strong>de</strong>más, también hay que consi<strong>de</strong>rar que durante los actos I y II los restantes personajes (las<br />
Romanas, los senadores Valerio y Horacio y el <strong>de</strong>cenviro Apio Claudio) han abandonado sus<br />
casas para dirigirse al Foro <strong>de</strong> Roma, el espacio explícito don<strong>de</strong> se producen los acontecimientos<br />
representados en la fábula trágica.<br />
• En los versos iniciales <strong>de</strong> la tercera escena <strong>de</strong>l acto IV, en los instantes inmediatamente<br />
prece<strong>de</strong>ntes a que Marco reclame la esclavitud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, ella confiesa a las romanas, con las<br />
que antes asistiera al culto a la diosa Pales, que, dado su cansancio, “Retirarme a mi casa<br />
consi<strong>de</strong>ro / no sólo necesario, mas forzoso: / y si lo consentís, me parto al punto, / antes que el<br />
mal con la inquietud se agrave” (vv. 1436-1439). Ante lo cual las romanas <strong>de</strong>cidieron<br />
acompañarla hasta su casa y, a continuación son interrumpidas por el cliente <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro.<br />
• Finalmente, sin <strong>de</strong>scartar otras idas y venidas a las casas durante los cinco actos <strong>de</strong> la<br />
tragedia 28 , en la quinta escena <strong>de</strong>l acto IV Apio Claudio <strong>de</strong>creta que se celebre por la tar<strong>de</strong> el<br />
juicio por el que Marco, cliente <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro, reclama la esclavitud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>. Tras diversos<br />
forcejeos, <strong>Virginia</strong> queda en libertad mientras se resuelve el pleito y Numitor (IV, 8, vv. 1842-<br />
1848) propone que a toda prisa vayan (él mismo, <strong>Virginia</strong>, Icilio y Publicia) a la casa <strong>de</strong> la<br />
heroína porque allí ya <strong>de</strong>be estar, aguardando impaciente, Lucio Virginio. Por consiguiente,<br />
estos personajes permanecen allí durante el lapso <strong>de</strong> tiempo existente hasta que comienza la vista<br />
judicial en el Foro (acto V); siendo también muy verosímil que entre el final <strong>de</strong>l acto IV y el<br />
inicio <strong>de</strong>l V, los restantes personajes también hayan vuelto a sus casas para almorzar y en espera<br />
<strong>de</strong> la hora fijada para el pleito.<br />
I.2.c. El Capitolio. Lucio Virginio (V, 1, vv. 1931-1938) informa a su hija, a Icilio y a<br />
Numitor <strong>de</strong> que Apio Claudio ha concentrado tropas en el Capitolio para prevenir cualquier<br />
contingencia en contra <strong>de</strong> sus malvados planes. Por esta razón, más tar<strong>de</strong> (V, 5), empren<strong>de</strong> la huida<br />
hacia allí, cuando su vida está en grave peligro: Virginio aparece con el puñal ensangrentado con el<br />
que ha matado a <strong>Virginia</strong> y a Marco; Valerio y Horacio, dispuestos para la rebelión, llegan con un<br />
séquito armado (V, 4); la multitud se agita encolerizada e Icilio le embiste con un puñal.<br />
ICILIO: Mi encono, mi furor, mis justas iras,<br />
Arranca el puñal, y hacen todos lo mismo, y al embestir a Claudio diciendo lo que les<br />
correspon<strong>de</strong>, huye precipitado con Soldados y Lictores.<br />
más que la voz, obrando te respondan.<br />
VALERIO: Así también te imitará mi acero.<br />
HORACIO: Y así arrestado te acompañará el mío.<br />
CLAUDIO: Soldados, a ganar el Capitolio, /que estamos <strong>de</strong>siguales en la fuerza. /<br />
(final <strong>de</strong> V, 5, vv. 2262-2267).<br />
Probablemente el no mostrar a la vista la muerte <strong>de</strong> Apio Claudio –<strong>de</strong> la narración <strong>de</strong> Icilio<br />
(V, 7, vv. 2319-2350) pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>ducirse que se produce en el trayecto al Capitolio, pero sin salir <strong>de</strong><br />
los límites <strong>de</strong>l Foro– se <strong>de</strong>be a la regla <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro teatral que <strong>de</strong>saconsejaba, según algunos, mostrar<br />
regular su asistencia: en que llegase antes [al Foro] el segundo, buscando a <strong>Virginia</strong>, por no haberla encontrado ya en su<br />
casa: y en que en el propio paraje, según lo aconsejaba la necesidad, se confiriese, y zanjase todo lo que encierra el<br />
primer acto”.<br />
28 Según mostraremos a propósito <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo y las acciones (es <strong>de</strong>cir, lapsos temporales) elididas, no es<br />
<strong>de</strong>scartable en absoluto que Valerio y Horacio, por ejemplo, hubieran celebrado en sus casas reuniones clan<strong>de</strong>stinas<br />
para conspirar contra el Decenvirato, sin excluir por supuesto la posibilidad <strong>de</strong> que muchas <strong>de</strong> estas reuniones se hayan<br />
también celebrado en otros rincones <strong>de</strong>l Foro que no estuvieran a la “vista” <strong>de</strong> los espectadores-lectores. Habida cuenta<br />
<strong>de</strong> que en el Foro Magnum o Vetus, los plebeyos (comitia tributa) y los patricios (comitia centuriata) celebraban<br />
<strong>de</strong>bates políticos, a<strong>de</strong>más, claro está, <strong>de</strong> la tribuna (rostra) don<strong>de</strong> se dirigían los oradores al pueblo romano.<br />
12
directamente las muertes sangrientas 29 . Pero también ocasiona que se manifieste <strong>de</strong> modo<br />
irrefutable la alteración <strong>de</strong> la tradición histórica existente al respecto: tal y como precisamos acerca<br />
<strong>de</strong> la base histórica con que se construye <strong>Virginia</strong>, Apio Claudio se suicidó en la cárcel (algún<br />
tiempo <strong>de</strong>spués 30 ) para evitar la vergüenza <strong>de</strong> verse sometido a juicio por sus crímenes, siendo<br />
a<strong>de</strong>más Lucio Virginio el principal acusador.<br />
El caso es que la alteración <strong>de</strong> la tradición legendaria supuestamente histórica afecta a la<br />
organización <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar en la tragedia, tanto como el <strong>de</strong>coro a la hora <strong>de</strong> representar una<br />
muerte sangrienta, pues <strong>Montiano</strong> <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> crear un espacio implícito ajeno al Foro, el Capitolio 31 , y<br />
hace que hacia allí intentara huir el <strong>de</strong>cenviro poco antes <strong>de</strong> morir. Porque, en cuanto al <strong>de</strong>coro, el<br />
autor actúa igual que cuando la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> a manos <strong>de</strong>l puñal <strong>de</strong> su padre 32 : los dos<br />
abandonan la escena, pero no el Foro, logrando así el objetivo <strong>de</strong> quedar fuera <strong>de</strong> la “vista” <strong>de</strong> los<br />
espectadores –mejor dicho, <strong>de</strong> los lectores, pues la tragedia sólo fue publicada y, a lo sumo, leída<br />
públicamente en sesión <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto–.<br />
B. Espacios explícitos en <strong>Virginia</strong><br />
El Foro <strong>de</strong> Roma es el espacio explícito <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, aquel don<strong>de</strong> a la “vista” <strong>de</strong>l público se<br />
<strong>de</strong>senvuelven los personajes <strong>de</strong> la tragedia. Gracias a este único espacio explícito <strong>Virginia</strong> cumple<br />
correctamente con la regla <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar; y así lo reconoce el mismo <strong>Montiano</strong> en el<br />
Discurso sobre las <strong>tragedias</strong> españolas que la prece<strong>de</strong> (pp. 97-100). Sin embargo, continuando con<br />
las explicaciones <strong>de</strong>l autor, él confiesa que la “notoria capacidad” <strong>de</strong>l paraje permite cierta<br />
movilidad a los personajes que intervienen en la obra:<br />
El lugar en que suce<strong>de</strong> toda la escena, es el Foro, o principal plaza <strong>de</strong> Roma entonces. Su<br />
misma notoria capacidad permite las oportunas, requisitas distancias, que <strong>de</strong>jan entrever los<br />
casos, que componen la fábula; porque repugnaría la cómoda distribución, con que acaecen, si<br />
fuera el sitio más estrecho, y reducido a un pórtico, templo, casa, salón, u otros semejante. Y<br />
como se ha podido conseguir, sin apartarse <strong>de</strong> lo cierto y verosímil, se ha logrado esta unidad,<br />
a mi parecer, sin contingencia <strong>de</strong>l menor reparo (p. 97).<br />
Dicho <strong>de</strong> otro modo y sin olvidar nunca que lo prioritario en la tragedia no es el auténtico<br />
Foro Magnum o Vetus sino el Foro ficticio que el autor i<strong>de</strong>ó, merced a la extensión <strong>de</strong> la plaza<br />
(unos 140 metros por 70, en la realidad) es posible distinguir en su seno varios espacios o zonas<br />
sobre las que van actuando los personajes. Por esto, <strong>Montiano</strong> en las tres mencionadas páginas <strong>de</strong>l<br />
Discurso I va mostrando cómo a pesar <strong>de</strong> la movilidad o cambios <strong>de</strong> zona no se <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>ce la<br />
unidad <strong>de</strong> lugar; e incluso un poco más a<strong>de</strong>lante, acerca <strong>de</strong>l aparato teatral <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> (Discurso I,<br />
29 Véase, en el capítulo <strong>de</strong>dicado a la tragedia neoclásica española, los rasgos <strong>de</strong> matar / morir. Según la práctica<br />
establecida en la Poética Clasicista, había tres modos <strong>de</strong> presentar una muerte en las tablas: indirectamente mediante<br />
narración <strong>de</strong> un personaje (el mo<strong>de</strong>lo preferido por el Clasicismo francés, sobre todo Jean Racine); parcialmente, el<br />
público “oye”, pero no “ve” esa muerte, o “ve” y “oye” solamente al personaje que, agonizante, pronuncia sus últimas<br />
palabras; y, finalmente, directamente, el público “ve” y “oye” cómo se produce todo el acto <strong>de</strong> morirse. Se da la<br />
circunstancia <strong>de</strong> que Luzán (1737, III, XI, p. 493) <strong>de</strong>saconseja el método indirecto, empleado por <strong>Montiano</strong> en <strong>Virginia</strong>:<br />
“A<strong>de</strong>más que la razón <strong>de</strong> admitir las muertes públicas y manifiestas en el teatro es evi<strong>de</strong>nte; porque el servirse <strong>de</strong><br />
relaciones moverá muy tibiamente los ánimos; y por más que se esfuerce el poeta, siempre será fría y <strong>de</strong>sabrida la<br />
tragedia. Al contrario, hará más efecto y moverá más la vista <strong>de</strong> un caso atroz, que cuantas palabras pue<strong>de</strong> el ingenio<br />
escoger y aunar para pintarlo bien”. Lógicamente la única limitación es la <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro, por esto, Luzán recomienda que<br />
sólo se muestren directamente las muertes “cuya ejecución no es bárbara ni cruel en el modo. Así las muertes ejecutadas<br />
con veneno, con espada o puñal se podrán ofrecer a la vista <strong>de</strong>l auditorio” (Ibi<strong>de</strong>m).<br />
30 Tito Livio y Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso no fechan con exactitud cuándo se produce el suicidio en la cárcel <strong>de</strong> Apio<br />
Claudio. Pero <strong>de</strong>l relato que efectúan, sobre todo el <strong>de</strong> Tito Livio, se <strong>de</strong>duce que sucedió bastante tiempo, incluso años,<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
31 A pesar <strong>de</strong> su proximidad geográfica: como es sabido, el Foro Magnum o Vetus, el existente en el siglo V a. C.,<br />
estaba situado al N.E., a los pies <strong>de</strong> la colina capitolina y a muy poca distancia, apenas unos centenares <strong>de</strong> metros. En el<br />
Capitolio, uno <strong>de</strong> los centros neurálgicos <strong>de</strong> la vida religiosa, política y social <strong>de</strong> Roma, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los templos a Júpiter<br />
Optimus Maximus, a Juno y Minerva, etc., estaba la roca Tarpeya por don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>speñaba a los traidores y criminales.<br />
32 Según explicaremos a propósito <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Virginia</strong>, la muerte <strong>de</strong> la protagonista se produce en un<br />
lapso <strong>de</strong> tiempo elidido comprendido entre el final <strong>de</strong> la segunda escena <strong>de</strong>l acto V (instante en que padre e hija <strong>de</strong>jan el<br />
escenario) y el inicio <strong>de</strong> la quinta escena <strong>de</strong>l acto V (aparición <strong>de</strong> Lucio Virginio con el puñal ensangrentado).<br />
13
pp. 119-120), confiesa que dio “arbitrio para la diversidad <strong>de</strong> aspectos en el teatro, y para llenar con<br />
ostentación la escena”. Por consiguiente, con la intención <strong>de</strong> no ser <strong>de</strong>masiado prolijos en esta<br />
materia, sólo reseñamos dos <strong>de</strong> estas zonas pertenecientes al recinto <strong>de</strong>l Foro:<br />
• Des<strong>de</strong> la escena inicial <strong>de</strong> la tragedia hasta el final <strong>de</strong>l acto IV (sin ser esto incompatible con<br />
la propuesta <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> <strong>de</strong> mostrar diversas perspectivas <strong>de</strong>l Foro correspondientes<br />
respectivamente a cada acto) se observa que en realidad la acción trágica representada gira en<br />
torno al sector <strong>de</strong>l Foro más próximo al acceso por don<strong>de</strong> los personajes, bajo el contexto <strong>de</strong> las<br />
fiestas palilias, van y vienen no sólo al templo <strong>de</strong> Pales y a sus casas, sino también a otras zonas<br />
<strong>de</strong>l Foro, escenario <strong>de</strong> acciones no representadas o elididas, don<strong>de</strong> los personajes maquinan<br />
contra el Decenvirato (Numitor, Icilio, Valerio y Horacio) o, por el contrario, planean el modo <strong>de</strong><br />
conseguir sexualmente a la bella <strong>Virginia</strong>. Veamos algunos ejemplos que tienen, precisamente,<br />
como eje central los movimientos en escena <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>:<br />
¾ Acto I: <strong>Virginia</strong> llega <strong>de</strong> su casa al Foro y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí, en compañía <strong>de</strong> Publicia y <strong>de</strong><br />
“Romanas”, se dirige al templo <strong>de</strong> Pales.<br />
¾ Acto III: <strong>Virginia</strong> regresa al Foro en busca <strong>de</strong> Icilio, pero, primero, se topa con Claudio,<br />
<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>duce que el <strong>de</strong>cenviro se ha <strong>de</strong>splazado hacia esta zona, con la intención <strong>de</strong><br />
encontrarse con la joven romana (III, 1 y 2).<br />
¾ Acto IV: cuando <strong>Virginia</strong>, Publicia y las “Romanas” se dirigen hacia la casa <strong>de</strong> la heroína<br />
<strong>de</strong> la tragedia, son interrumpidas por Marco, el cliente <strong>de</strong> Apio Claudio, y se inicia la<br />
ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> acontecimientos que culminarán en la catástrofe.<br />
• El acto V se sitúa en el tribunal <strong>de</strong>l Decenviro, también ubicado en la plaza <strong>de</strong>l Foro:<br />
Todo lo que abraza el último acto, corre por la propia regla, que los acaecimientos<br />
antece<strong>de</strong>ntes: porque aplazado el juicio para la tar<strong>de</strong>, es correlativo, que se ejecutase en el<br />
Foro, don<strong>de</strong> tenía su tribunal el <strong>de</strong>cenviro 33 ; que allí se siguiese su muerte, la <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y<br />
Marco, y se finalizase la tragedia, sin violentar, a mi modo <strong>de</strong> comprehen<strong>de</strong>r, las distancias<br />
inexcusables a la variedad separada <strong>de</strong> sucesos, porque aun para más me figuro, que eran<br />
suficientes los espacios dilatadísimos <strong>de</strong>l Foro (Discurso I, p. 100).<br />
Ahora bien, tal y como <strong>de</strong>ducimos siguiendo la lógica <strong>de</strong> la acción representada, esta zona <strong>de</strong>l<br />
Foro <strong>de</strong>bería <strong>de</strong> estar ubicada en la parte más cercana al Capitolio, ya que Apio Claudio, cuando<br />
comienza la rebelión a raíz <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, intenta dirigirse hacia la colina capitolina, y en<br />
el intento per<strong>de</strong>rá la vida.<br />
Por consiguiente, una vez repasados en <strong>Virginia</strong> los diversos espacios escénicos po<strong>de</strong>mos<br />
extraer algunas conclusiones referentes a la organización <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar:<br />
1) El cumplimiento <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar se consigue gracias a que sólo hay un espacio explícito a<br />
la “vista” <strong>de</strong>l público en el cual se <strong>de</strong>senvuelven los diversos personajes sobre el escenario (o texto<br />
dramático en el caso <strong>de</strong> la lectura). <strong>Montiano</strong> tiene la suficiente habilidad para elegir un espacio<br />
explícito amplio, el Foro Magnum <strong>de</strong> Roma durante las fiestas palilias, que permite cierta<br />
movilidad a los personajes e incluso el traslado <strong>de</strong> la acción a diversas zonas pertenecientes a su<br />
ámbito. Con ello supera correctamente el inconveniente <strong>de</strong> construir una tragedia partiendo <strong>de</strong> una<br />
fábula que, según las fuentes históricas manejadas por el autor, se <strong>de</strong>sarrolla en más lugares: el<br />
Álgido, la Sabina e incluso otros que no figuran en <strong>Virginia</strong> como el monte Aventino, el monte<br />
Sacro, la cárcel don<strong>de</strong> se suicida el verda<strong>de</strong>ro Apio Claudio, etc.<br />
2) La existencia <strong>de</strong> varios espacios implícitos refleja un problema que planteaba a los autores<br />
dramáticos la construcción <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar (algo parecido a los problemas que surgen para la<br />
unidad <strong>de</strong> tiempo con las elipsis, los episodios simultáneos, etcétera). Porque con bastante<br />
frecuencia la entrada <strong>de</strong> un personaje proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> algún lugar <strong>de</strong>terminado (por ejemplo, Lucio<br />
Virginio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Álgido hasta el Foro <strong>de</strong> Roma) o la salida hacia un <strong>de</strong>stino concreto (<strong>Virginia</strong><br />
33 El “tribunal” era en los primeros siglos <strong>de</strong> Roma una plataforma <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, que se colocaba en el comicio <strong>de</strong>l<br />
Foro. Allí administraba justicia el praetor; durante el Decenvirato era Apio Claudio, el <strong>de</strong>cenviro más influyente el que<br />
presidía el tribunal.<br />
14
hacia el templo <strong>de</strong> Pales, por ejemplo), aunque no suponga incumplimiento <strong>de</strong> la regla, sí afecta a la<br />
forma como se <strong>de</strong>be representar/escribir en un sólo lugar visible una acción que en el texto<br />
dramático se <strong>de</strong>sarrolla en varios sitios, parajes o zonas. Esto es, <strong>Montiano</strong> lleva a cabo algo que<br />
Luzán explica con claridad meridiana en la Poética:<br />
Ha <strong>de</strong> ser, pues, el poeta como el escultor: éste, <strong>de</strong> un gran mármol o <strong>de</strong> un tronco muy largo,<br />
corta y separa sólo aquel pedazo que le parece ser menester para labrar una estatua según las<br />
medidas y proporciones que <strong>de</strong>be darla; y asimismo el poeta, <strong>de</strong> todo un hecho que pue<strong>de</strong><br />
suministrarle materia para un drama o poema, corta y divi<strong>de</strong> solamente aquella porción que le<br />
parece más adaptada para formar su fábula, según las reglas <strong>de</strong>l arte [...] De suerte que según<br />
esta doctrina, [...] se pue<strong>de</strong>n consi<strong>de</strong>rar como dos todos con dos principios diversos, uno <strong>de</strong> los<br />
cuales pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l arbitrio y elección <strong>de</strong>l poeta (1737, III, IV, De la integridad y otras<br />
condiciones <strong>de</strong> la fábula, pp. 449-450).<br />
Palabras que compartimos en su totalidad, con la salvedad <strong>de</strong> que, al igual que en la unidad <strong>de</strong><br />
tiempo, nosotros distinguimos tres todos: el lugar / lugares <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> don<strong>de</strong> el poeta obtiene<br />
su materia prima <strong>de</strong> escultura, el lugar / lugares <strong>de</strong>l drama que selecciona en una primera labor <strong>de</strong><br />
corte y separación (diseño <strong>de</strong> los espacios implícitos y los espacios explícitos) y, por último, el<br />
lugar / lugares <strong>de</strong> la representación, el resultado final (los espacios explícitos), aquello que<br />
aparentemente es lo único a la vista <strong>de</strong>l público. De don<strong>de</strong> resulta que la pretendida unidad <strong>de</strong> lugar,<br />
en realidad, es sólo un i<strong>de</strong>al muy difícil <strong>de</strong> plasmar a la perfección. A menudo suce<strong>de</strong> que, por<br />
mucho que se esfuerce un poeta trágico, quedan indicios bastante notorios en ocasiones <strong>de</strong> esa<br />
pluralidad <strong>de</strong> lugares pertenecientes a los tres todos que acabamos <strong>de</strong> mencionar 34 .<br />
La unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Virginia</strong><br />
El análisis <strong>de</strong> la organización <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Virginia</strong> confirma el mismo proceso<br />
<strong>de</strong> innovación y <strong>de</strong> selección-con<strong>de</strong>nsación que <strong>Montiano</strong> también llevara a cabo para las unida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> acción y <strong>de</strong> lugar. La innovación temporal introducida se centra, como ya hemos dicho, en<br />
ambientar la acción en una fecha muy significativa para la cultura romana, las fiestas palilias (21 <strong>de</strong><br />
abril), durante el segundo mandato <strong>de</strong>l Decenvirato (449 a. C.), año que sí correspon<strong>de</strong> a los hechos<br />
históricos. Pero lo que afecta <strong>de</strong> modo <strong>de</strong>terminante a esta unidad es la selección-con<strong>de</strong>nsación que<br />
tuvo que realizar el autor para insertar en un tiempo <strong>de</strong> representación y /o lectura (unas dos horas)<br />
el tiempo <strong>de</strong>l drama (unas nueve horas) que, a su vez, supone una selección-con<strong>de</strong>nsación <strong>de</strong> unos<br />
acontecimientos legendarios mucho más extensos (dos días, para la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, y unos<br />
meses –tal vez, años– para la muerte <strong>de</strong> Apio Claudio).<br />
Todo esto condicionará la construcción <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, máxime si<br />
repetimos la aplicación <strong>de</strong>l método <strong>de</strong> análisis que anteriormente empleamos para La virtud<br />
coronada 35 , aunque en esta ocasión –lo mismo que para <strong>Ataúlfo</strong>– se concentra tan sólo en los dos<br />
elementos más característicos e importantes hallados en las dos <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>: el resumen<br />
y la elipsis. Así, hemos <strong>de</strong>scartado el comentario <strong>de</strong> la simultaneidad <strong>de</strong> acciones, pues en <strong>Virginia</strong><br />
y en <strong>Ataúlfo</strong> ésta se produce exclusivamente entre las acciones representadas o a la vista <strong>de</strong>l público<br />
y las acciones elididas o no representadas, por lo que al reseñar ambas ya estamos explicando<br />
íntegramente este fenómeno 36 .<br />
34 O como dice Luzán en la Poética: “Pero como, por otra parte, sea sumamente inverisímil, incompatible con toda<br />
razón que en un mismo lugar invariable [...] riñan dos competidores, allí se visiten dos damas, allí se requiebren dos<br />
enamorados, allí se escriba, allí se pasee, allí se cante [...] y otras cosas semejantes que ningún hombre <strong>de</strong> sano juicio<br />
podrá conce<strong>de</strong>r ser verisímil que sucedan en un mismo lugar, resulta <strong>de</strong> todo esto ser dificilísimo y casi imposible que<br />
un poeta, por mucho que trabaje y su<strong>de</strong>, pueda dar perfecta unidad <strong>de</strong> lugar a su fábula” (1737, III, V, p. 465).<br />
35 Según se explicó entonces, nos basamos fundamentalmente en el libro <strong>de</strong> José Luis García Barrientos, Drama y<br />
Tiempo, Madrid, CSIC, 1991. Remitimos a la restante bibliografía citada en nuestro comentario <strong>de</strong> la tragedia <strong>de</strong> Luzán.<br />
36 El análisis <strong>de</strong> la simultaneidad <strong>de</strong> acciones cobra sentido pleno en las obras que no respetan la unidad <strong>de</strong> acción o<br />
en aquellas que contienen una intriga secundaria relativamente <strong>de</strong>sligada <strong>de</strong> la acción principal. En <strong>Virginia</strong>, como en<br />
las <strong>tragedias</strong> adscritas al Neoclasicismo, existe a menudo simultaneidad entre una acción elidida y otra representada: por<br />
15
Enten<strong>de</strong>mos por resumen la narración <strong>de</strong> un personaje <strong>de</strong> algún acontecimiento anterior al<br />
fragmento <strong>de</strong> la historia que se está representando en ese instante: por ejemplo, Icilio (V, 7) resume<br />
la muerte <strong>de</strong> Apio Claudio, una acción elidida durante la escena anterior (V, 6). Mientras que la<br />
elipsis, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista semántico como explicamos en su momento, consiste en la no<br />
representación <strong>de</strong> una acción y equivale a una omisión <strong>de</strong> tiempo y <strong>de</strong> espacio. De modo que nos<br />
<strong>de</strong>tenemos sólo en las elipsis significantes 37 (que afectan al contenido <strong>de</strong> una acción perteneciente a<br />
la trama dramática), habiendo excluido <strong>de</strong> nuestro análisis las elipsis temporales insignificantes<br />
tanto las afuncionales como las funcionales.<br />
Para una mejor comprensión presentamos cinco cuadros correspondientes a los cinco actos <strong>de</strong><br />
la tragedia y a cada una <strong>de</strong> sus respectivas escenas. A su vez agrupamos los cuadros en dos bloques<br />
en función <strong>de</strong> la cronología <strong>de</strong> la acción (la mañana, la tar<strong>de</strong>) y <strong>de</strong> la elipsis significante más<br />
importante <strong>de</strong> la tragedia: el viaje a Roma <strong>de</strong> Lucio Virginio. Por último, también hemos tenido en<br />
cuenta los acontecimientos elididos que suce<strong>de</strong>n en los cuatro entreactos.<br />
ejemplo, la estancia <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> en el templo <strong>de</strong> Pales (acción elidida que ocupa todo el acto II) es simultánea a todo lo<br />
representado en este mismo acto.<br />
37 José Luis García Barrientos, op. cit., pp.186-190. Allí se explican los diversos tipos <strong>de</strong> elipsis y sus repercusiones<br />
en la estructura <strong>de</strong> un drama.<br />
16
ACTOS I-IV: 21 <strong>de</strong> abril por la mañana. Lucio Virginio está en el Álgido.<br />
Acto I Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
I, 1 <strong>Virginia</strong> y Publicia relatan Elipsis <strong>de</strong> acciones previas: <strong>Virginia</strong> y Publicia, en el<br />
acciones anteriores: acoso <strong>Virginia</strong> y Publicia salen Foro, esperan la llegada <strong>de</strong><br />
sexual <strong>de</strong> Claudio rechazado muy temprano <strong>de</strong> casa y Romanas para ir al templo<br />
por Publicia, Lucio Virginio llegan al Foro.<br />
<strong>de</strong> Pales. Lamento <strong>de</strong><br />
está en el Álgido e Icilio,<br />
antiguo tribuno <strong>de</strong> la plebe,<br />
<strong>Virginia</strong>.<br />
I, 2<br />
es el prometido <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
(I, 1 y 2) Icilio sale <strong>de</strong> su<br />
casa hacia la <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, no<br />
Monólogo <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
I, 3<br />
la halla y va hacia el Foro.<br />
(I, 2 y 3) Publicia <strong>de</strong>ja el <strong>Virginia</strong> calla a Icilio las<br />
Foro, va a casa <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
en busca <strong>de</strong> Numitor, le<br />
informa <strong>de</strong> lo que está<br />
sucediendo y le acompaña<br />
al Foro.<br />
causas <strong>de</strong> su llanto.<br />
Hablan <strong>Virginia</strong>, Icilio,<br />
Numitor y Publicia.<br />
I, 4 (Numitor, I, 4, vv. 334-<br />
346) Publicia rechaza airada<br />
las pretensiones <strong>de</strong> Apio<br />
Claudio hacia su señora,<br />
<strong>Virginia</strong>.<br />
(Icilio, I, 4, vv. 410-430)<br />
Asesinato <strong>de</strong> Lucio Sicio.<br />
Reuniones secretas con la<br />
plebe y los senadores<br />
Valerio y Horacio para<br />
preparar la rebelión.<br />
I, 5 Icilio y Numitor <strong>de</strong>jan el<br />
Foro Tal vez para reunirse<br />
con apoyos <strong>de</strong> la plebe para<br />
iniciar la rebelión, según lo<br />
dicho en I, 4, vv. 434-439.<br />
A<strong>de</strong>más, Numitor envía<br />
aviso a Virginio para que<br />
vuelva a Roma (véase<br />
nuestra nota nº ).<br />
<strong>Las</strong> Romanas (I, 1-5)<br />
salen <strong>de</strong> sus casas para<br />
reunirse con <strong>Virginia</strong> e ir<br />
juntas al templo <strong>de</strong> Pales.<br />
17<br />
Publicia intenta consolar a<br />
<strong>Virginia</strong>.<br />
I,6 Llegan las Romanas.<br />
ENTREACTO: (elipsis significantes) Virginio está a punto <strong>de</strong> recibir el aviso <strong>de</strong> Numitor e iniciar<br />
el regreso a Roma; las Romanas, <strong>Virginia</strong> y Publicia van hacia el templo <strong>de</strong> Pales; allí estarán<br />
<strong>Virginia</strong> y Publicia hasta III, 1. Claudio sale ¿<strong>de</strong> su casa? hacia el Foro, etc.
Resultado final <strong>de</strong> la<br />
elipsis iniciada durante el<br />
entreacto: Claudio llega al<br />
Foro.<br />
Durante II,1, Marco llega<br />
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
II, 1 Claudio (vv. 502-565)<br />
Monólogo <strong>de</strong> Claudio.<br />
habla <strong>de</strong> sus proyectos<br />
políticos en el Decenvirato<br />
y <strong>de</strong> su loco amor hacia<br />
<strong>Virginia</strong>.<br />
II, 2<br />
al Foro.<br />
Valerio y Horacio llegan al Marco y Apio Claudio<br />
Foro antes <strong>de</strong> II, 2 (vv. 635- conversan sobre los<br />
638) en que Claudio ve malvados planes <strong>de</strong>l<br />
cómo los dos senadores se<br />
dirigen hacia su presencia.<br />
<strong>de</strong>cenviro.<br />
II, 3 En el diálogo Claudio, Marco se oculta por or<strong>de</strong>n Valerio y Horacio exigen<br />
Valerio y Horacio <strong>de</strong> Claudio al final <strong>de</strong> II, 2. explicaciones a Claudio por<br />
informan <strong>de</strong> algunos<br />
la muerte <strong>de</strong> Lucio Sicio.<br />
<strong>de</strong>talles <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong><br />
Lucio Sicio en la guerra<br />
contra los sabinos. Claudio<br />
también informa <strong>de</strong>l<br />
pasado <strong>de</strong> los dos<br />
II, 4<br />
senadores.<br />
Claudio se retira (II, 4) Valerio y Horacio<br />
seguramente hacia don<strong>de</strong> hablan <strong>de</strong> la rebelión contra<br />
estaba oculto Marco, para el Decenvirato.<br />
II, 5<br />
continuar sus planes.<br />
Icilio regresa al Foro –v. (II, 5) Icilio se suma a los<br />
860–; seguramente <strong>de</strong>spués dos senadores; <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n unir<br />
<strong>de</strong> reuniones con sus sus fuerzas.<br />
II, 6<br />
partidarios entre la la plebe,<br />
según lo dicho en I, 5 .<br />
Según lo acordado en II,<br />
5, Valerio y Horacio se<br />
retiran para buscar apoyos<br />
entre sus partidarios.<br />
Numitor regresa al Foro<br />
Monólogo <strong>de</strong> Icilio.<br />
II, 7 Numitor confiesa a Icilio<br />
Numitor previene a Icilio <strong>de</strong><br />
que ha mandado aviso a<br />
la “doble moral” <strong>de</strong> Valerio<br />
Lucio Virginio para que<br />
vuelva a Roma.<br />
y Horacio.<br />
ENTREACTO: (elipsis significantes) Icilio, Numitor, Valerio y Horacio inician los preparativos <strong>de</strong><br />
la rebelión. <strong>Virginia</strong> y Publicia salen <strong>de</strong>l templo <strong>de</strong> Pales. Virginio está en camino.<br />
18
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
III, 1 Publicia y <strong>Virginia</strong> llegan al<br />
Foro proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l templo<br />
<strong>de</strong> Pales.<br />
III, 2 Marco y Claudio se ocultan<br />
separadamente por consejo<br />
<strong>de</strong> Marco. Claudio aparece<br />
<strong>de</strong> nuevo en escena<br />
súbitamente.<br />
III, 3 Publicia y <strong>Virginia</strong> se van<br />
enojadas en busca <strong>de</strong> Icilio o<br />
Numitor.<br />
Marco va en busca <strong>de</strong><br />
Claudio.<br />
III, 4 Icilio en el Foro, tras<br />
realizar reuniones para la<br />
rebelión. ¿Busca a <strong>Virginia</strong>?<br />
Claudio (vv. 1207-1209)<br />
confiesa que ha encargado al<br />
general Cornelio que impida<br />
el viaje <strong>de</strong> Virginio a Roma.<br />
19<br />
Consejos <strong>de</strong> Marco a<br />
Claudio: aprovechar las<br />
fiestas palilias para<br />
acercarse a <strong>Virginia</strong><br />
<strong>Virginia</strong> y Publicia<br />
buscaban a Icilio. Claudio<br />
se acerca y <strong>de</strong>clara su amor.<br />
<strong>Virginia</strong> lo rechaza<br />
enérgicamente<br />
Monólogo <strong>de</strong> Claudio.<br />
Marco y Claudio <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n<br />
usar todos los medios,<br />
incluida la violencia, para<br />
conseguir a <strong>Virginia</strong>.<br />
III, 5 Icilio disimula sus<br />
sentimientos, cuando se<br />
encuentra con Claudio y<br />
III, 6 Marco y Claudio se<br />
retiran; continúan sus<br />
maquinaciones.<br />
Publicia y <strong>Virginia</strong> están a<br />
punto <strong>de</strong> llegar junto a<br />
Icilio. <strong>Virginia</strong> comienza a<br />
III, 7 <strong>Virginia</strong> (vv. 1301-1311)<br />
resume brevemente a Icilio<br />
el encuentro con Claudio<br />
ocurrido en III, 2<br />
llorar.<br />
Marco.<br />
Monólogo <strong>de</strong> Icilio.<br />
Icilio ve llorar a <strong>Virginia</strong>.<br />
Ella le pi<strong>de</strong> que, sin <strong>de</strong>jarse<br />
llevar por la ira, prosiga con<br />
la rebelión.<br />
ENTREACTO: (elipsis significantes) <strong>Virginia</strong> y Publicia van en busca <strong>de</strong> las Romanas; fracasa la<br />
or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Claudio porque Virginio ya está en camino hacia Roma; Claudio está i<strong>de</strong>ando la<br />
reclamación judicial contra <strong>Virginia</strong>. Mientras tanto siguen los planes <strong>de</strong> rebelión contra el<br />
Decenvirato.
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
IV, 1 Claudio informa a Marco <strong>de</strong> su<br />
IV, 2 Claudio se oculta cerca para<br />
enterarse <strong>de</strong> todo.<br />
Romanas, <strong>Virginia</strong> y Publicia<br />
andan por el Foro.<br />
IV, 3 Marco se oculta, según lo<br />
indicado en la acotación que abre<br />
esta escena.<br />
Numitor se aproxima. Des<strong>de</strong> II,<br />
7 se había retirado <strong>de</strong> la escena<br />
buscando apoyos para la rebelión<br />
(entre la plebe, su familia, etc.; ya<br />
en otros rincones <strong>de</strong>l Foro, ya <strong>de</strong><br />
la ciudad <strong>de</strong> Roma).<br />
IV, 4 Claudio (oculto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> final <strong>de</strong> IV,<br />
2) se acerca don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>sarrollan<br />
los acontecimientos.<br />
IV, 5 Icilio, que estaba por los<br />
alre<strong>de</strong>dores, oye los gritos<br />
<strong>de</strong>sesperados <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> (IV, 5,<br />
v. 1644 y ss.) y se dirige hacia<br />
allí.<br />
20<br />
plan para hacerse con <strong>Virginia</strong>.<br />
Monólogo <strong>de</strong> Marco que quiere<br />
beneficiarse lo máximo posible <strong>de</strong><br />
la pasión <strong>de</strong> Claudio.<br />
<strong>Virginia</strong>, alegando cansancio,<br />
quiere retirarse a su casa. <strong>Las</strong><br />
Romanas <strong>de</strong>ci<strong>de</strong>n acompañarlas.<br />
Aparece Marco reclamando a<br />
<strong>Virginia</strong> como esclava (la joven<br />
no sería la hija <strong>de</strong> Virginio sino<br />
una esclava <strong>de</strong>saparecida cuando<br />
era niña).<br />
Numitor interviene en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong><br />
su sobrina.<br />
Debate <strong>de</strong> Claudio y Marco con<br />
Numitor sobre la reclamación<br />
contra <strong>Virginia</strong>. Claudio aplaza el<br />
juicio hasta la tar<strong>de</strong>, pero Marco<br />
tendrá la custodia <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
Ella grita, Marco intenta hacerla<br />
callar.<br />
IV, 6 LLega Icilio con amenazas <strong>de</strong><br />
rebelión si no suelta a <strong>Virginia</strong>.<br />
Claudio ce<strong>de</strong> y se la entrega hasta<br />
IV, 7 Claudio y Marco se retiran ¿a<br />
sus casas? ¿a otros rincones <strong>de</strong>l<br />
Foro o <strong>de</strong> Roma?<br />
Valerio y Horacio, ausentes<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> final <strong>de</strong> II, 7, se enteran <strong>de</strong><br />
lo que está sucediendo y se<br />
acercan hacia allí.<br />
que se celebre el juicio.<br />
Icilio, Numitor y <strong>Virginia</strong> hablan<br />
<strong>de</strong> sus escasos apoyos para la<br />
rebelión. Muestran su <strong>de</strong>sengaño<br />
al sentirse abandonados por<br />
Valerio y Horacio.<br />
IV, 8 Valerio y Horacio confirman su<br />
apoyo a la rebelión. Numitor<br />
propone volver a casa: ¿Ha<br />
llegado Virginio?<br />
IV,9 <strong>Virginia</strong>, Icilio, Numitor y Valerio y Horacio: doble moral en<br />
Publicia se retiran.<br />
la rebelión.<br />
ENTREACTO: (elipsis significantes) el almuerzo; Virginio está en Roma; la rebelión en marcha.<br />
Claudio y Marco ultiman <strong>de</strong>talles para hacerse con <strong>Virginia</strong>; concentración <strong>de</strong> tropas en el<br />
Capitolio.
ACTO V: la tar<strong>de</strong>; Lucio Virginio en el Foro <strong>de</strong> Roma, junto al Tribunal <strong>de</strong>l Decenviro<br />
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
V,1 Virginio (vv. 1883-1961), al Se constituye el Tribunal Lamento <strong>de</strong> Virginio; sus<br />
exponer su lamento, informa <strong>de</strong>l Decenviro: Apio recelos y temores ante la<br />
<strong>de</strong> los intentos fallidos <strong>de</strong>l Claudio, Marco, lictores y situación. <strong>Virginia</strong>, Icilio y<br />
general Cornelio por impedir soldados ocupan sus Numitor intentan<br />
su vuelta a Roma, <strong>de</strong> la puestos en el Tribunal. convencerle <strong>de</strong> que la<br />
doblez <strong>de</strong> Valerio y Horacio<br />
rebelión triunfará. Virginio<br />
y <strong>de</strong> que las tropas <strong>de</strong> Claudio<br />
se hallan en el Capitolio.<br />
propone un juramento<br />
V, 2 Se celebra la sesión: Claudio<br />
resuelve en favor <strong>de</strong> Marco.<br />
Indignación <strong>de</strong> Virginio,<br />
pero ante las amenazas,<br />
finge acatar la sentencia y<br />
consigue que le <strong>de</strong>jen estar<br />
un rato con su hija a solas,<br />
aunque a la vista <strong>de</strong> Marco.<br />
Claudio levanta la sesión y<br />
or<strong>de</strong>na que todos salgan <strong>de</strong>l<br />
Foro. Icilio se niega.<br />
Aumenta la tensión.<br />
V, 3 Virginio, su hija y Marco<br />
se retiran <strong>de</strong>l Tribunal.<br />
Valerio y Horacio, con<br />
“séquito <strong>de</strong> romanos”<br />
armados, van hacia el<br />
Tribunal.<br />
V, 4 Virginio apuñala a su hija<br />
<strong>Virginia</strong> para evitar la<br />
<strong>de</strong>shonra; <strong>de</strong>spués mata con<br />
el mismo puñal a Marco y<br />
V, 5 Virginio (vv. 2239-2251)<br />
resume las muertes <strong>de</strong><br />
<strong>Virginia</strong> y Marco.<br />
se dirige al Tribunal.<br />
V, 6 Los rebel<strong>de</strong>s alcanzan al<br />
<strong>de</strong>cenviro antes <strong>de</strong> llegar al<br />
Capitolio. Claudio, al verse<br />
perdido, se apuñala a sí<br />
mismo; Icilio lo remata.<br />
Icilio vuelve hacia el<br />
Foro con su puñal<br />
ensangrentado.<br />
Virginio recoge el<br />
cadáver <strong>de</strong> su hija e inicia<br />
V, 7 Icilio (vv. 2319-2337) resume<br />
la muerte <strong>de</strong> Claudio y el<br />
final <strong>de</strong>l Decenvirato.<br />
los actos fúnebres.<br />
21<br />
Valerio y Horacio con<br />
séquito armado exigen que<br />
<strong>Virginia</strong> sea <strong>de</strong>vuelta<br />
legalmente a su padre. Apio<br />
Claudio se niega.<br />
Entra Virginio con el puñal<br />
ensangrentado. Empieza la<br />
rebelión. Claudio y los<br />
suyos huyen al Capitolio.<br />
Llanto <strong>de</strong> Publicia.<br />
Llega Icilio y llama a todos<br />
para acudir a los funerales<br />
por <strong>Virginia</strong>.
Una vez mostrados esquemáticamente cómo actúan el resumen y la elipsis, en tanto recursos<br />
<strong>de</strong> la selección-con<strong>de</strong>nsación que permiten cumplir los límites <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo, se obtienen<br />
las siguientes conclusiones al respecto:<br />
A) El uso <strong>de</strong>l resumen se mantiene <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la forma habitual fijada para este recurso. En los<br />
actos I y II se emplea para situar al público en el contexto a<strong>de</strong>cuado, al informarle <strong>de</strong><br />
acontecimientos anteriores al tiempo <strong>de</strong>l drama: la tiranía <strong>de</strong>l Decenvirato, acoso sexual <strong>de</strong> Claudio<br />
hacia <strong>Virginia</strong>, Lucio Virginio está en el Álgido (guerra contra los ecuos) y asesinato <strong>de</strong> Lucio Sicio<br />
(guerra contra los sabinos), etc. En los actos III y IV, informado ya el público <strong>de</strong> todos los<br />
antece<strong>de</strong>ntes, el resumen tiene un carácter reiterativo: la única vez que se utiliza (III, 7, vv.1301-<br />
1311) es para que <strong>Virginia</strong> refiera a Icilio el encuentro que ella tuvo con el Decenviro (III, 2), con la<br />
intención <strong>de</strong> explicarle por qué está llorando. Y en la escena inicial <strong>de</strong>l acto V, cuando Lucio<br />
Virginio aparece por fin en el Foro, es verosímil que informe <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles significativos <strong>de</strong> su viaje<br />
(intentos fallidos <strong>de</strong> Claudio y el general Cornelio por impedirlo), así como <strong>de</strong> acciones sucedidas<br />
en el entreacto que separa el acto IV <strong>de</strong>l V (concentración <strong>de</strong> las tropas <strong>de</strong> Claudio en el Capitolio,<br />
por ejemplo). Sin embargo, lo más <strong>de</strong>stacable <strong>de</strong>l empleo <strong>de</strong>l resumen o narración en <strong>Virginia</strong> se<br />
produce en las escenas 5 y 7 <strong>de</strong>l acto V, cuando Virginio relata las muertes <strong>de</strong> su hija y <strong>de</strong> Marco, y<br />
cuando Icilio, la muerte <strong>de</strong> Apio Claudio y la caída <strong>de</strong>l Decenvirato. La interpretación que<br />
<strong>Montiano</strong> hace <strong>de</strong> la norma <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro a la hora <strong>de</strong> representar las muertes sobre el escenario<br />
impi<strong>de</strong> que muestre directamente estas muertes y provoca que el público <strong>de</strong>ba ser informado <strong>de</strong><br />
ellas mediante narraciones.<br />
Otro aspecto <strong>de</strong> los resúmenes, tal y como los utiliza <strong>Montiano</strong> en <strong>Virginia</strong> es su breve<br />
extensión. A diferencia, por ejemplo, <strong>de</strong> La virtud coronada 38 , el autor prefiere perfilar en apenas<br />
unas pinceladas <strong>de</strong> pocos versos aquellos hechos pertenecientes al pasado <strong>de</strong>l drama y centrarse casi<br />
exclusivamente en el presente <strong>de</strong>l mismo. Con ello se beneficia la economía dramática <strong>de</strong> la unidad<br />
<strong>de</strong> tiempo y asegura la consecución <strong>de</strong> objetivos importantísimos como el contenido moralizante y<br />
la catarsis <strong>de</strong> la tragedia: la atención <strong>de</strong>l público no se distrae con noticias <strong>de</strong> acontecimientos<br />
diferentes a los que <strong>Montiano</strong> quiere insistir, sino que se concentra en lo imprescindible: el<br />
conflicto entre la virtud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y la tiranía <strong>de</strong> Claudio el Decenviro.<br />
B) De los acontecimientos elididos, los cuales lógicamente equivalen a saltos temporales,<br />
<strong>de</strong>staca <strong>de</strong>cisivamente el viaje o traslado <strong>de</strong> Lucio Virginio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Álgido hasta Roma. Ya hemos<br />
visto su importancia porque, como se aprecia en los cuadros que se acaban <strong>de</strong> exponer, <strong>de</strong>termina la<br />
existencia <strong>de</strong> dos gran<strong>de</strong>s bloques temporales: la mañana, Virginio ausente <strong>de</strong> Roma frente a la<br />
tar<strong>de</strong>, Virginio está en Roma. Pero lo más interesante <strong>de</strong> esta elipsis es que el propio <strong>Montiano</strong> era<br />
consciente <strong>de</strong> su importancia:<br />
La venida <strong>de</strong> Lucio Virginio es sólo lo que pudiera <strong>de</strong>scomponer esta unidad, si no estuviese<br />
Álgido tan cercano a Roma: pero como los doce mil pasos <strong>de</strong> distancia, que cuentan los<br />
geógrafos, hacen doce millas <strong>de</strong> Italia, que son tres leguas y media españolas, con corta<br />
diferencia; regulando cada una por tres mil cuatrocientos pasos; cabe muy bien que le fuese el<br />
aviso, y llegase él a Roma (ejecutado uno, y otro con la diligencia, que pedía el inminente<br />
riesgo que se trataba) en seis horas, o cuando más en siete: lo que se ajusta sin la más mínima<br />
violencia, a lo menos según lo que yo alcanzo, a las nueve o diez que consume la fábula, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
la mañana hasta el fin <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> (Discurso I, pp. 103-104).<br />
El autor <strong>de</strong> la tragedia sitúa en sus justos términos el problema que plantea el viaje <strong>de</strong>l padre<br />
<strong>de</strong> la protagonista. Si en su opinión se tardan unas seis o siete horas en recorrer a caballo y al galope<br />
la distancia entre el Álgido y la ciudad <strong>de</strong> Roma por parte <strong>de</strong>l mensajero y <strong>de</strong>l propio Virginio, si la<br />
duración <strong>de</strong> la fábula es <strong>de</strong> nueve o diez horas y si la llegada se produce realmente entre el final <strong>de</strong>l<br />
acto IV y el inicio <strong>de</strong>l acto V, entonces todo esto es posible porque Virginio recibe el aviso <strong>de</strong><br />
Numitor y empieza el viaje en el primer entreacto. De haber sido <strong>de</strong> otra forma, no se habría<br />
38 En la Jornada II (vv.1416-1663) <strong>de</strong> La virtud coronada el príncipe Ciro, por ejemplo, narra en más <strong>de</strong> doscientos<br />
versos los éxitos militares y políticos previos a su entrada triunfal en Ecbatana.<br />
22
cumplido con el límite temporal que <strong>Montiano</strong> estableció para su obra. Todo esto nos lleva <strong>de</strong><br />
nuevo al problema ya visto <strong>de</strong> las relaciones entre las fuentes históricas y la ficción trágica.<br />
Retomando el relato <strong>de</strong> Tito Livio (Ab urbe condita, III, 44-47) –que no difiere en este asunto <strong>de</strong>l<br />
que hace Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso (XI, 33, 1-6)– y repitiendo parte <strong>de</strong> lo ya dicho por nosotros, la<br />
tradición legendaria sobre la historia <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong>ja sentado lo siguiente:<br />
a. Marco reclama a <strong>Virginia</strong> como esclava cuando ésta se dirigía a una escuela que había en el Foro.<br />
Ante las protestas <strong>de</strong> la gente, Marco lleva la <strong>de</strong>manda hasta el Tribunal <strong>de</strong>l Decenviro (III, 44,<br />
5-9). Numitor e Icilio intervienen indignados y amenazantes en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l bella joven (III, 45,<br />
4-11) y Apio Claudio resuelve aplazar la vista hasta el día siguiente, <strong>de</strong>cretando que si Lucio<br />
Virginio no aparecía en la vista judicial, <strong>Virginia</strong> sería entregada como esclava a Marco (III, 46,<br />
1-4).<br />
b. Numitor e Icilio, respectivamente, envían como mensajeros a su hijo y a su hermano menor hacia<br />
el campamento don<strong>de</strong> se halla Virginio 39 . Claudio, en cambio, no consigue que se cumpla la<br />
or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> que se le impidiera a toda costa el viaje a Virginio (III, 46, 5-10). El traslado se realiza<br />
durante la noche.<br />
c. Virginio, al amanecer <strong>de</strong>l día siguiente, entra en el Foro acompañado <strong>de</strong> su hija (III, 47, 1) y se<br />
<strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nan a partir <strong>de</strong> este momento los acontecimientos <strong>de</strong> todos conocidos.<br />
Teniendo en cuenta estos datos se hace evi<strong>de</strong>nte que <strong>Montiano</strong> altera el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los<br />
acontecimientos y reduce su duración en los siguientes términos:<br />
1. Aviso a Virginio e inicio <strong>de</strong>l viaje. Primeras horas <strong>de</strong> la mañana (I, 4).<br />
2. Acontecimientos representados en el acto IV: reclamación sobre la esclavitud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>,<br />
indignación popular y <strong>de</strong> Numitor e Icilio, aplazamiento <strong>de</strong>l juicio.<br />
3. Llegada <strong>de</strong> Virginio (seis horas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la salida <strong>de</strong>l mensajero). Entreacto previo al acto V.<br />
4. Entrada en el Foro. La tar<strong>de</strong>. Se reanuda el juicio.<br />
De esta manera se resuelve el problema espacio-temporal <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong> Lucio Virginio al<br />
Foro <strong>de</strong> Roma, <strong>Montiano</strong> actúa como poeta y no como historiador. <strong>Las</strong> normas <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong><br />
tiempo se <strong>de</strong>ben a la lógica discursiva <strong>de</strong>l poema trágico mucho más que la fi<strong>de</strong>lidad estricta a<br />
<strong>de</strong>talles propios <strong>de</strong>l discurso histórico.<br />
C) La gran cantidad <strong>de</strong> elipsis (aunque muchas irrelevantes) <strong>de</strong>muestra que <strong>Montiano</strong>, para<br />
representar una escena, tuvo que elegir entre varias opciones o posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> acciones<br />
simultáneas. Es <strong>de</strong>cir, se ve obligado a seleccionar tiempos correspondientes a acontecimientos<br />
potencialmente representables, pero con diferentes problemas <strong>de</strong> adaptación poético-trágica. Y a<br />
menudo acierta en la selección, pero también hay veces en que da la impresión <strong>de</strong> que podía haber<br />
elegido con mejor criterio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista dramático. En la sexta escena <strong>de</strong>l acto V, por<br />
ejemplo, el autor podía haber elegido uno <strong>de</strong> los tres acontecimientos simultáneos resumidos en<br />
nuestra tabla correspondiente a dicho acto: 1) el llanto <strong>de</strong> Publicia por la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> (acción<br />
representada); 2) Icilio, Valerio y Horacio provocan la muerte <strong>de</strong> Apio Claudio y el final <strong>de</strong>l<br />
Decenvirato (acción elidida pero resumida en V, 7); y 3) Virginio recoge el cadáver <strong>de</strong> su hija e<br />
inicia los preparativos <strong>de</strong> los funerales 40 (acción elidida durante V, 6). En efecto, sin dudar aquí y<br />
ahora <strong>de</strong>l talento poético <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, bien pudiera haber elegido con los pertinentes retoques<br />
cualquiera <strong>de</strong> las otras dos posibilida<strong>de</strong>s. Cierto que la opción <strong>de</strong> mostrar la muerte <strong>de</strong> Claudio le<br />
39 Según Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso (XI, 33, 4), Lucio Virginio, como excusa para po<strong>de</strong>r abandonar el frente militar,<br />
alega ante sus superiores que <strong>de</strong>be marchar a Roma a fin <strong>de</strong> asistir al funeral <strong>de</strong> un pariente próximo.<br />
40 Deducimos la existencia <strong>de</strong> esta acción elidida gracias a las palabras <strong>de</strong> Icilio y Publicia en los versos finales <strong>de</strong> la<br />
tragedia: Icilio (V, 7, vv. 2338-2350) afirma que, afligido, está dispuesto para encen<strong>de</strong>r la llama <strong>de</strong> la pira funeraria <strong>de</strong><br />
<strong>Virginia</strong>, a la vez que llama a todas las amigas <strong>de</strong> su difunta novia para que le acompañen en el rito fúnebre. Y Publicia<br />
ratifica esto añadiendo a<strong>de</strong>más el contraste <strong>de</strong> los cadáveres insepultos <strong>de</strong> Marco y <strong>de</strong> Claudio: “Vamos, Icilio, vamos:<br />
pero sea / sin olvidar en ambos ejemplares / <strong>de</strong> los dos <strong>de</strong>lincuentes insepultos, / y <strong>de</strong> la pompa fúnebre que trazas, /<br />
que jamás quedó la virtud sin premio, / ni se libró la culpa <strong>de</strong>l castigo. / FIN” (V, 7, vv. 2351-2356). Lógicamente, si los<br />
actos fúnebres están a punto <strong>de</strong> iniciarse, es porque alguien (quién mejor que Lucio Virginio, personaje ausente en el<br />
escenario <strong>de</strong>s<strong>de</strong> V, 5) los está preparando.<br />
23
habría obligado a alteraciones en aras <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro –por aquello <strong>de</strong>l suicidio con puñal y la multitud<br />
enfurecida y armada–. Y cierto también que el cadáver <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> está en un rincón <strong>de</strong>l Foro que<br />
en ese momento no estaba visible al público –con el consiguiente problema para la unidad <strong>de</strong> lugar<br />
dado que Virginio vuelve hacia allí–.<br />
Pero tampoco <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser verdad que si alteró la fecha, el lugar y las circunstancias <strong>de</strong> la<br />
muerte <strong>de</strong> Claudio, <strong>de</strong> paso podría haber concebido <strong>de</strong> forma más <strong>de</strong>corosa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista<br />
<strong>de</strong>l espectáculo teatral el hecho <strong>de</strong> las puñaladas y po<strong>de</strong>r así representarlo directamente. O <strong>de</strong>jarse<br />
<strong>de</strong> tantos miramientos moralistas: Nicolás Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Moratín, neoclásico tan ortodoxo como<br />
<strong>Montiano</strong>, elige para su Lucrecia –ya se han señalado las semejanzas temáticas y míticas entre las<br />
dos heroínas– representar directamente las puñaladas (y fueron bastantes) que Colatino, Valerio,<br />
Bruto y Espurio asestan al tirano Tarquino (véase Lucrecia, V, 7). Y en cuanto a la tercera<br />
posibilidad 41 , <strong>Montiano</strong> habría conmovido mucho más al público con un llanto <strong>de</strong> Lucio Virginio<br />
que <strong>de</strong> la criada Publicia; in<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong> que en ese preciso instante el cadáver <strong>de</strong> la joven<br />
estuviera en otro paraje. Al fin y al cabo, si Lucio Virginio abandona el cadáver para mostrar el<br />
puñal ensangrentado, narrar la muerte <strong>de</strong> su hija y la <strong>de</strong> Marco, y <strong>de</strong> paso arengar a las multitu<strong>de</strong>s<br />
(V, 5), bien podría en la siguiente escena haber permanecido allí mismo con el puñal ensangrentado<br />
y llorar a la vista <strong>de</strong>l público el <strong>de</strong>sdichado fin <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> 42 .<br />
D) Con lo dicho en los tres puntos anteriores, sobre todo el 2) y el 3) hemos querido insistir en<br />
los gran<strong>de</strong>s problemas <strong>de</strong> la organización temporal <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>: resumir el pasado anterior al<br />
presente <strong>de</strong> la representación escénica, reducir y alterar los acontecimientos para adaptarlos al<br />
tiempo <strong>de</strong> la tragedia y, por último, seleccionar entre los acontecimientos simultáneos aquel que<br />
<strong>de</strong>finitivamente va a ser mostrado al público. Evi<strong>de</strong>ntemente, <strong>Montiano</strong> resuelve la cuestión <strong>de</strong> la<br />
unidad <strong>de</strong> tiempo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una perspectiva totalmente clasicista o neoclásica. <strong>Las</strong> reglas <strong>de</strong> creación<br />
poética <strong>de</strong>terminan que “Des<strong>de</strong> que tomé la pluma, para trazar en prosa el plan <strong>de</strong> mi tragedia [...]<br />
me hice cargo <strong>de</strong> que este poema es la imitación <strong>de</strong> una acción heroica completa, a que concurren<br />
muchas personas en un paraje, y en un mismo día; y que consiste su principal fin en formar o<br />
rectificar las costumbres, excitando el terror, y la lástima” (Discurso I, p. 85). De don<strong>de</strong> resulta que<br />
esta “imitación <strong>de</strong> una acción heroica completa” convierte a <strong>Virginia</strong> en un microcosmos regido por<br />
unas leyes internas que regulan su específica geografía y su propia temporalidad; y estas leyes<br />
internas no son otras que las reglas entre las cuales se encuentra la unidad <strong>de</strong> tiempo. Si <strong>Montiano</strong>,<br />
para componer este microcosmos imitativo, transforma en una sola acción dos acontecimientos<br />
históricos (vinculados entre sí, pero distantes en fechas, áreas geográficas y <strong>de</strong>más circunstancias),<br />
sitúa los hechos representados en un espacio explícito (el Foro <strong>de</strong> Roma) ocultando otros parajes a<br />
los que convierte en espacios implícitos, ¿Por qué no va po<strong>de</strong>r manejar la cronología histórica <strong>de</strong><br />
los hechos, a fin <strong>de</strong> que todo se produzca durante nueve o diez horas y pueda ser leído y /o<br />
representado en unas tres horas?<br />
Con esto retornamos al principio <strong>de</strong> esta sección <strong>de</strong>dicada a las tres unida<strong>de</strong>s en <strong>Virginia</strong>. El<br />
poeta trágico es un creador, o escultor como diría Luzán, que selecciona la materia prima<br />
proporcionada por la historia, pero a partir <strong>de</strong> ahí rigen las normas <strong>de</strong>l arte poética y no las que<br />
regulan una sociedad históricamente dada y concreta.<br />
41 Curiosamente Moratín en Lucrecia actúa igualmente que <strong>Montiano</strong> ante esta situación trágica: Triciptino, padre<br />
<strong>de</strong> la protagonista también se queda velando su cadáver y preparando los funerales (Lucrecia, V, 6).<br />
42 Dado que <strong>Montiano</strong> altera sustancialmente la tradición legendaria, no vale la excusa <strong>de</strong> que Virginio sale huyendo<br />
ante la magnitud <strong>de</strong>l parricidio cometido. Efectivamente, Tito Livio (Ab urbe condita, III, 48, 5-7) cuenta que Apio<br />
Claudio or<strong>de</strong>na inmediatamente la <strong>de</strong>tención <strong>de</strong> Virginio y que éste se abre paso gracias al puñal (según Tito Livio, un<br />
cuchillo <strong>de</strong> carnicero) ensangrentado y gracias a la multitud que protege su huida. Pero en la tragedia, como la muerte<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro se produce inmediatamente y no meses <strong>de</strong>spués, se invierten totalmente los términos y es Apio Claudio el<br />
que tiene que salir huyendo.<br />
24
VIRGINIA: RASGOS TEMÁTICOS COMO TRAGEDIA NEOCLÁSICA<br />
Tomando como mo<strong>de</strong>lo el análisis en la sección “Rasgos generales <strong>de</strong> la tragedia neoclásica<br />
española”, hemos realizado una caracterización <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> vertebrada en torno a los cuatro ejes<br />
temáticos ya señalados: la condición social <strong>de</strong> los personajes, la acción trágica, la culpa y la<br />
catarsis. Por otra parte, lógicamente se aplicará en su momento el mismo método para <strong>Ataúlfo</strong>, ya<br />
que <strong>Montiano</strong> continúa la línea trazada en <strong>Virginia</strong>, naciendo <strong>de</strong> este modo la tragedia neoclásica<br />
española.<br />
La condición social <strong>de</strong> los personajes: lo ilustre y la rebelión en <strong>Virginia</strong><br />
Según lo visto hasta ahora, <strong>Virginia</strong> pertenecería a aquellas <strong>tragedias</strong> que parten <strong>de</strong> una<br />
‘situación inicial <strong>de</strong> amistad o parentesco rota por rebeliones o traiciones, sin excluir la<br />
existencia <strong>de</strong> conflictos ocultos o latentes contra un bando contrario’<br />
Más concretamente al grupo don<strong>de</strong> se plantea<br />
‘una rebelión o conjura contra un ilustre que se comporta como un tirano que, cegado<br />
por una pasión, realiza actos <strong>de</strong> maldad o que comete el error <strong>de</strong> confiar en <strong>de</strong>pravados<br />
consejeros o <strong>de</strong> enamorarse <strong>de</strong> quien no <strong>de</strong>be’.<br />
Ahora bien, todo esto, a pesar <strong>de</strong> ser cierto, <strong>de</strong>be explicarse convenientemente para lograr más<br />
que nada la correcta caracterización <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
Lo ilustre en <strong>Virginia</strong>.<br />
En la primera tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> la división social romana entre patricios y plebeyos se<br />
superpone a la consabida dicotomía <strong>de</strong> “mudanza <strong>de</strong> fortuna, acaecida a reyes, príncipes y<br />
personajes <strong>de</strong> gran calidad y dignidad” 43 fijada para el género trágico, frente a la representación <strong>de</strong><br />
un “hecho o enredo [que] se finja haber sucedido entre personas particulares o plebeyas” 44<br />
establecida para la comedia. La razón <strong>de</strong>l problema resi<strong>de</strong> en que según las fuentes históricas<br />
<strong>Virginia</strong>, su padre Virginio, Icilio y Publio Numitor son personas pertenecientes a la plebe y que,<br />
por consiguiente, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista estricto no <strong>de</strong>berían protagonizar una tragedia. Por esto, el<br />
autor en el primer Discurso sobre las <strong>tragedias</strong> españolas (pp. 85-87) se ve forzado a precisar que,<br />
si se enfoca la cuestión a ojos <strong>de</strong> un hombre mo<strong>de</strong>rno, en la antigua Roma todos los ciudadanos<br />
eran ilustres, lo cual viene a significar que una cosa es el viejo clasismo social entre patricios y<br />
plebeyos y otra bien distinta la norma poética sobre la que se distingue la tragedia <strong>de</strong> la comedia.<br />
Porque el historiador <strong>Montiano</strong> sabe muy bien que los acontecimientos históricos que dieron lugar a<br />
la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y caída <strong>de</strong> Apio Claudio y el Decenvirato se construyen sobre el largo y<br />
penoso proceso <strong>de</strong> reivindicación por el que la plebe se igualó, al menos en el terreno <strong>de</strong> los<br />
<strong>de</strong>rechos legales, a la clase patricia. Recuér<strong>de</strong>nse algunos datos al respecto: 1) Establecimiento <strong>de</strong>l<br />
Tribunado <strong>de</strong> la Plebe (493 a. C.); 2) Ley <strong>de</strong> las Doce Tablas (451-449 a. C); 3) Ley Canuleya que<br />
regula los matrimonios mixtos entre patricios y plebeyos (445 a. C); 4) Reconocimiento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho<br />
<strong>de</strong> un plebeyo a ser nombrado cónsul (367 a. C.); y 5) Ley Hortensia que iguala el rango legal <strong>de</strong><br />
los acuerdos adoptados en las asambleas plebeyas (287 a. C.).<br />
También es consciente <strong>de</strong> que, en efecto, la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> a manos <strong>de</strong> su padre no es una<br />
“acción ilustre” en cuanto a sus agentes, pero sí es una “acción ilustre” en cuanto a las resonancias<br />
históricas (refrendadas por las narraciones <strong>de</strong> Tito Livio y <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso) y en cuanto<br />
haberse convertido en asunto <strong>de</strong> otras <strong>tragedias</strong> anteriores (los prece<strong>de</strong>ntes confesados <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> la<br />
Cueva y <strong>de</strong> Capistron, así como los no confesados o conocidos por él, como por ejemplo Hans<br />
Sachs y Bernardo Accolti, ambos <strong>de</strong> principios <strong>de</strong>l siglo XVI). Por todo esto, el <strong>de</strong>bate establecido<br />
en el Juicio lunático en torno al carácter ilustre / plebeyo <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> es una controversia falseada<br />
<strong>de</strong>liberadamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su inicio. Tanto Porcel como <strong>Montiano</strong> conocen <strong>de</strong> sobra lo que dice la<br />
Poética <strong>de</strong> Aristóteles al respecto 45 , <strong>de</strong> forma que la supuesta censura <strong>de</strong> López <strong>de</strong> Zárate es tan<br />
43 La Poética <strong>de</strong> Luzán, p. 433.<br />
44 Ibi<strong>de</strong>m, p. 528.<br />
45 Poética, 1450a15-22: “[...] porque la tragedia es imitación, no <strong>de</strong> personas, sino <strong>de</strong> una acción y <strong>de</strong> una vida, y la<br />
infelicidad o la felicidad están en la acción, y el fin es una acción, no una cualidad. Y los personajes son tales o cuales<br />
25
débil como la consiguiente réplica <strong>de</strong> González <strong>de</strong> Salas 46 . Lo esencial <strong>de</strong> la tragedia resi<strong>de</strong> en la<br />
acción, mucho más que en el origen social. A lo que hay que añadir que <strong>Virginia</strong>, su padre, Numitor<br />
e Icilio se comportan en todo momento con un carácter conforme a lo exigible al género; es <strong>de</strong>cir,<br />
manifiestan siempre los cuatro rasgos <strong>de</strong> bondad, <strong>de</strong>coro, semejanza e igualdad, por lo que se<br />
convierten en personajes dignos <strong>de</strong> ser representados en una tragedia.<br />
La rebelión, la amistad y el parentesco en <strong>Virginia</strong>.<br />
Para compren<strong>de</strong>r a<strong>de</strong>cuadamente este aspecto temático <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> no queda más remedio que<br />
analizar la situación inicial <strong>de</strong> la que parte la estructura dramática <strong>de</strong> esta tragedia. Sobre todo cómo<br />
se aplica lo <strong>de</strong> ‘situación inicial <strong>de</strong> amistad o parentesco rota por rebeliones o traiciones’. Si nos<br />
atenemos a la tradición legendaria existente en torno al periodo <strong>de</strong> 451-449 a. C., la relativa paz<br />
social conseguida con la redacción <strong>de</strong> la Ley <strong>de</strong> las Doce Tablas se rompe cuando los <strong>de</strong>cenviros,<br />
una vez concluido su primer mandato, se obstinan, a través principalmente <strong>de</strong> Apio Claudio, en<br />
conservar a toda costa el po<strong>de</strong>r adquirido. Con esta actitud, se <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cía el acuerdo social y<br />
político por el que fueron <strong>de</strong>signados: establecer la paz entre plebeyos y patricios mediante la<br />
aprobación <strong>de</strong> una normativa legal sobre la que construir las relaciones entre ambos grupos sociales.<br />
<strong>Montiano</strong> se atiene básicamente a los relatos <strong>de</strong> Tito Livio y Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso, es<br />
<strong>de</strong>cir, bajo el conflicto social entre plebeyos y patricios, agravado por la guerra contra sabinos y<br />
ecuos, Apio Claudio cegado por las pasiones <strong>de</strong> la ambición (el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> aumentar su po<strong>de</strong>r), la<br />
crueldad (el asesinato <strong>de</strong> Lucio Sicio), y un amor <strong>de</strong>senfrenado e in<strong>de</strong>bido (hacia la plebeya<br />
<strong>Virginia</strong>), precipita los sucesos que concluyen con el restablecimiento <strong>de</strong>l consulado a través <strong>de</strong><br />
Lucio Valerio y Marco Horacio, así como <strong>de</strong>l tribunado <strong>de</strong> la plebe, nombrando, entre otros,<br />
tribunos a Lucio Virginio, Lucio Icilio y Publio Numitor. Sin embargo, el poeta trágico introduce,<br />
según se ha visto, algunas innovaciones conducentes a obviar casi totalmente la guerra contra<br />
sabinos y ecuos –salvo unas escasísimas y breves alusiones, como que Lucio Virginio es centurión<br />
en el frente <strong>de</strong> Álgido y que el militar Lucio Sicio ha sido asesinado, culpándose <strong>de</strong> esto último al<br />
enemigo–. Por todo ello, la tragedia se inscribe <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lo que en su momento <strong>de</strong>nominamos<br />
“grupo A”, es <strong>de</strong>cir, ‘obras que parten <strong>de</strong> conflictos ocultos o latentes contra un bando contrario’.<br />
Ahora bien, <strong>Virginia</strong> muestra en este asunto <strong>de</strong> la rebelión contra un tirano puntos <strong>de</strong> vista<br />
totalmente dieciochescos, sobre todo con respecto al proceso por el que se pasa <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n roto al<br />
or<strong>de</strong>n restablecido. En el capítulo <strong>de</strong>dicado a los rasgos <strong>de</strong> la tragedia neoclásica española se<br />
insistió en que este conflicto dramático se producía por la intromisión mutua <strong>de</strong> lo privado y <strong>de</strong> lo<br />
público. Ante lo cual, repasamos brevemente las causas dramáticas que justifican la rebelión,<br />
entendida como el medio concreto por el que se restaura el or<strong>de</strong>n:<br />
según el carácter; pero según las acciones, felices o lo contrario. Así pues, no actúan para imitar los caracteres, sino que<br />
revisten los caracteres a causa <strong>de</strong> las acciones” (traducción <strong>de</strong> V. García Yebra, op. cit., pp. 147-148).<br />
46 El supuesto Francisco López <strong>de</strong> Zárate recrimina en el Juicio lunático lo siguiente: “El estilo que <strong>de</strong>be ser en la<br />
tragedia sobre todos en lo elevado y grave, participa algunas veces más <strong>de</strong>l zueco que <strong>de</strong>l coturno. Acaso porque las<br />
personas <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y Lucio su padre, siendo plebeyas (lo que <strong>de</strong>secha la tragedia), no pue<strong>de</strong>n ni <strong>de</strong>ben subirse tan alto.<br />
Ya preocupó el poeta esta objeción, pero no la satisfizo a mi ver porque la común estimación y alto carácter que les<br />
supone, o prueba nada o prueba mucho. Prueba nada, porque sólo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l glorioso sacrificio que el padre hace a su<br />
pundonor con la muerte <strong>de</strong> su hija tuvo figura entre los romanos y fama en sus historias. Prueban mucho porque son<br />
también no pocos los plebeyos cuyo buen porte se merece la atención <strong>de</strong> la primera nobleza, y no por eso <strong>de</strong>ben ser en<br />
una tragedia las primeras personas. Menos satisface la singular belleza <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, porque una villana pue<strong>de</strong> ser una<br />
Venus rústica en la hermosura, y hablar y vestir como villana; así que <strong>Virginia</strong> por hermosa que fuese, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser<br />
plebeya” (op. cit., s.p.). Mientras que el también supuesto José Antonio González <strong>de</strong> Salas replica lo siguiente en favor<br />
<strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>: “Como tal erró el impugnante en pensar tan plebeyos los personajes; no lo eran tanto. De Lucio refiere<br />
Livio que era jefe <strong>de</strong> un no vulgar numero <strong>de</strong> soldados, que (aún antes <strong>de</strong> su tragedia) era hombre respetado y bien<br />
opinado <strong>de</strong>ntro y fuera <strong>de</strong> la milicia, y que <strong>de</strong>spués lo quisieron elegir por Tribuno, lo que rehusó. Esto es muy distinto<br />
<strong>de</strong> lo que se llama ínfimo vulgo, <strong>de</strong> quien probará nada o mucho (como quiere el Sr. Zárate) la solución que se le da.<br />
Añádase que, aun cuando fueran tan plebeyos, no se había <strong>de</strong> aten<strong>de</strong>r sino al carácter y figura con que los pone el autor<br />
sin apartarse casi <strong>de</strong> la historia, en todo el drama están respirando tanta gravedad, pundonor y cultura <strong>de</strong> costumbres,<br />
que les sobra mucho para personajes trágicos” (Ibi<strong>de</strong>m).<br />
26
A) La tiranía. El or<strong>de</strong>n roto<br />
La tiranía <strong>de</strong> Apio Claudio presenta claramente un componente moral basado en la<br />
intromisión mutua <strong>de</strong> lo privado y lo público. Por un lado, lo privado se entromete en lo público<br />
cuando el <strong>de</strong>cenviro cegado por la pasión <strong>de</strong>senfrenada hacia <strong>Virginia</strong> acrecienta la maldad <strong>de</strong> su<br />
gobierno. <strong>Montiano</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el inicio <strong>de</strong> la tragedia no tiene reparos en calificar rotundamente esta<br />
loca pasión; así Publicia habla <strong>de</strong> la “repulsa” con que se ha rechazado “su pretensión, ofertas y<br />
amenazas”, “la torpeza, / <strong>de</strong> ligeros antojos producida, / <strong>de</strong> sensuales impulsos animada” (véase<br />
fragmento completo en I, 1, vv. 26-34); mientras que <strong>Virginia</strong> explica perfectamente la situación,<br />
cuando clama lo siguiente en respuesta a su aya:<br />
¿No le viste nombrarse <strong>de</strong>cenviro, / falseando la esperanza <strong>de</strong>l Senado? / ¿No le viste burlar las<br />
Santas Leyes / con infiel pretexto <strong>de</strong> exten<strong>de</strong>rlas? / ¿No le viste abolir el fundamento / sobre<br />
[el] que estriba la nobleza, y plebe, / <strong>de</strong>l consular honor, y el tribunicio? / ¿No viste su<br />
ambición, su tiranía, / su odiosa crueldad contra la Patria? / ¡Pues cómo esperas, cómo, que<br />
mo<strong>de</strong>re / su error, o que sin freno le contenga! / Cuando no me persiga injusto amante; / por<br />
serlo yo <strong>de</strong> Icilio, ha <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>rme. / Ya le contó rival en la reñida / controversia a favor <strong>de</strong>l<br />
Tribunato: / y es forzoso me agravie; porque sigo / la libertad, y al que por ella clama (I, 1,<br />
vv.77-93) 47 .<br />
Con estas palabras la <strong>de</strong>sdichada joven coloca el problema en sus justos términos: un<br />
gobernante (marcado ya por la ambición y la crueldad) siente una irresistible atracción sexual hacia<br />
<strong>Virginia</strong>, aumentada a<strong>de</strong>más por el hecho <strong>de</strong> que ella era la prometida <strong>de</strong> Icilio, antiguo tribuno y<br />
rival político <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro. Es <strong>de</strong>cir, la esfera pública y la privada están corruptamente mezcladas;<br />
el tirano para satisfacer sus apetitos (lo privado), no tiene el menor reparo en romper con el or<strong>de</strong>n<br />
familiar establecido, tratando <strong>de</strong> hacer fracasar una promesa matrimonial mediante el abuso <strong>de</strong><br />
po<strong>de</strong>r y, <strong>de</strong> paso, mediante la humillación a la honra <strong>de</strong> un enemigo (lo público) 48 .<br />
Claudio, cegado por la pasión, está dispuesto a todo con tal <strong>de</strong> consumarla. Sin embargo, el<br />
acoso a la bella romana sigue la línea <strong>de</strong> un proceso evolutivo cada vez más intenso: a) en una<br />
acción anterior al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la tragedia había hecho saber a Publicia su atracción hacia <strong>Virginia</strong>;<br />
la criada rechaza rotundamente las pretensiones <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro; b) Claudio no tiene <strong>de</strong>cidido todavía<br />
cómo actuar (monólogo <strong>de</strong> II, 1) y consulta con su cliente Marco (III, 1); y c) se produce el<br />
encuentro en el Foro (III, 2): Claudio <strong>de</strong>clara su amor, Publicia respon<strong>de</strong> al principio, pero, ante la<br />
gravedad <strong>de</strong> las amenazas y ofensas, <strong>Virginia</strong> acaba <strong>de</strong>fendiendo airada su honor.<br />
Veamos algunos fragmentos <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> ilustrativos <strong>de</strong> los puntos b) y c) <strong>de</strong>l proceso operado<br />
en Claudio:<br />
El tirano ofuscado por pasiones privadas: “[Tras comentar cómo se ha alzado con el po<strong>de</strong>r<br />
absoluto en Roma, el tirano se lamenta] ¡Y una mujer no más ha <strong>de</strong> oponerse / al <strong>de</strong>clarado impulso <strong>de</strong><br />
mi pecho, / y turbar la carrera <strong>de</strong> mi dicha! / [...] ¿De qué la potestad suprema sirve, / cuando hay quien<br />
la <strong>de</strong>sprecie o resista? / [...] ¿Pues cómo he <strong>de</strong> sufrir, que me le niegue [el vasallaje] / al gusto, el<br />
corazón <strong>de</strong> una plebeya, / y en otro <strong>de</strong> su clase [Icilio] le permita?” (II, 1, vv. 523-545).<br />
“Y más cuando el ardor, en que me abraso, / tan vivo cun<strong>de</strong>, tan voraz se eleva, / que le sirve <strong>de</strong><br />
pábulo, lo propio / que a su incendio parece que se opone. / Y así, lo que me aparta <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, / cual<br />
sería el per<strong>de</strong>r mis faculta<strong>de</strong>s, / le da mayores fuerzas al <strong>de</strong>seo” (III, 1, vv. 991-997).<br />
Consejos <strong>de</strong> Marco ante las dudas <strong>de</strong> Claudio: “Si tú nunca a <strong>Virginia</strong> la has hablado: / ¿por qué<br />
con nuevo afán no lo procuras; / y el vigor <strong>de</strong> un afecto persuasivo, / en reducir su esquivez, no<br />
ensayas? / ¿No es mujer? Los aplausos, los elogios, / la vanidad, el interés, la gloria / <strong>de</strong> que humil<strong>de</strong><br />
47 En la escena siguiente, el monólogo <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> nos muestra el lado sentimental y afectivo <strong>de</strong> su injusta situación<br />
<strong>de</strong> objeto sexual y víctima <strong>de</strong> la ambición <strong>de</strong> Claudio: “¡He <strong>de</strong> ser triste miserable presa / <strong>de</strong> una voraz incontinente<br />
furia! / ¡He <strong>de</strong> ser lastimoso sacrificio / a Roma, dominada <strong>de</strong> un tirano!” (I, 2, vv.148-151).<br />
48 A este respecto, <strong>de</strong>bemos recordar que la prohibición <strong>de</strong> matrimonios entre patricios y plebeyos abolida en el 345<br />
a. C. (Ley Canuleya) pone <strong>de</strong> relieve el carácter básicamente sexual <strong>de</strong> la atracción <strong>de</strong> Claudio hacia <strong>Virginia</strong>, ratificada<br />
por el relato <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong> Halicarnaso: “Como no podía tomarla en matrimonio al ver que estaba prometida a otro y<br />
que él mismo tenía una esposa legítima, y al tiempo no consi<strong>de</strong>raba digno concertar un matrimonio <strong>de</strong> familia plebeya<br />
por <strong>de</strong>sprecio a esa clase social y porque iba contra la ley que él mismo había inscrito en las Doce Tablas, primero<br />
intentó seducir a la joven con dinero...” (XI, 28, 4).<br />
27
te postres a su planta, / no han <strong>de</strong> ser medios, que el capricho mellen, / ya que a la inclinación no la<br />
convenzan? / ¿Ha <strong>de</strong> ser todo con su sexo inútil? / Resuélvete, señor, que acaso el día / es para tal<br />
acción el oportuno” (III, 2, vv. 1002-1013).<br />
Claudio <strong>de</strong>clara su amor a <strong>Virginia</strong>: “No te turbes, señora, no me nieguen / (llega, quedando<br />
<strong>Virginia</strong> <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Publicia) su dulce hechizo tus amables ojos: / permítelos siquiera a la rendida /<br />
veneración con que mi fe te busca. / Cuando la excelsa autoridad, que humillo / a la sacra ojeriza <strong>de</strong><br />
sus rayos, / no alcance tus benignas atenciones: / merézcalas el triste, el lastimoso / estado <strong>de</strong> mi pobre<br />
<strong>de</strong>saliento. / Duélete, pues, <strong>de</strong> un alma, que en ti sola / todo el honor <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>seos funda” (III, 2,<br />
vv.1081-1092).<br />
La humillación que recibe Claudio al ser rechazado <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>na el segundo aspecto <strong>de</strong>l<br />
problema, esto es, lo público se entromete en lo privado: el gobernante que previamente había<br />
sido alterado por los efectos <strong>de</strong> un loco amor, recurre ahora a los mecanismos propios <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, a<br />
la fuerza y a la violencia. Esta fase comienza en la misma escena (III, 2) <strong>de</strong>l encuentro con <strong>Virginia</strong>;<br />
el <strong>de</strong>cenviro, tras recibir la primera negativa <strong>de</strong> Publicia, que habla en nombre <strong>de</strong> su señora, emplea<br />
las amenazas directas contra la protagonista, contra su novio y toda la familia 49 .<br />
Comienzan entonces los acontecimientos claves <strong>de</strong> la tragedia: Claudio maquina<br />
concienzudamente los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> su venganza, a la que reviste <strong>de</strong>l disfraz <strong>de</strong> la legalidad mediante<br />
el proceso judicial <strong>de</strong> los actos IV y V don<strong>de</strong> Marco reclamará como esclava a <strong>Virginia</strong>,<br />
amparándose en que Lucio Virginio está en el Álgido y en que el mismo Claudio es el juez que<br />
<strong>de</strong>be dictar sentencia en el caso abierto. Sin embargo, estos acontecimientos están precedidos y<br />
anunciados en el monólogo <strong>de</strong> Claudio (III, 3) <strong>de</strong>l que reproducimos algunos fragmentos muy<br />
significativos:<br />
Vuelva otra vez a prevenir mi antojo / los medios, con que el éxito afiance: / y al <strong>de</strong>smentir <strong>de</strong>l<br />
vicio lo tirano, el disimulo, porque el vicio se logre, / cumpla con la política en la lengua, / y<br />
<strong>de</strong>je al pecho, que en sus iras arda. / Permítase en el rostro a lo tranquilo, / y el corazón en su<br />
inquietud se afane, / hasta llegar con la violencia al gusto, / con dolo, con maldad, con<br />
villanía, / o con todo, si todo contribuye / a que tanta victoria no se pierda. / Experimente<br />
<strong>Virginia</strong> lo que pue<strong>de</strong> / quien rige Roma, porque no es regido; / quien dio la ley, para<br />
vivir más libre; / y quien sabrá con ánimo cruento, / que hasta la Religión se prostituya /<br />
a lo que su capricho le proponga (III, 3, vv. 1171-1188). La negrilla es nuestra.<br />
De esta forma se <strong>de</strong>fine el factor moral <strong>de</strong> la tiranía <strong>de</strong> Claudio. Él es un ilustre ofuscado por<br />
una pasión privada y que, al no po<strong>de</strong>r consumarla por las buenas, recurre a la fuerza, al abuso y a la<br />
coacción para conseguir sus propósitos. Esto es lo más grave e indigno que pue<strong>de</strong> hacer un<br />
gobernante, violentar la ley 50 , convertirla en veredicto inapelable <strong>de</strong> un capricho (actos IV y V) con<br />
que se resuelve una falsa y fraudulenta <strong>de</strong>manda judicial, burdo pretexto que enmascara un lascivo<br />
<strong>de</strong>seo sexual. La tiranía <strong>de</strong> Apio Claudio presenta también un componente exclusivamente público,<br />
político, inmerso en el contexto <strong>de</strong>l conflicto social entre plebeyos y patricios y en el<br />
restablecimiento <strong>de</strong>l sistema consular y <strong>de</strong>l tribunicio <strong>de</strong> la plebe durante los primeros tiempos <strong>de</strong> la<br />
República romana. <strong>Montiano</strong>, continuando la tradición literaria española <strong>de</strong> los siglos XVI y XVII,<br />
convierte al <strong>de</strong>cenviro en una encarnación <strong>de</strong>l príncipe maquiavélico, al menos según la visión que<br />
49 “¿Que esté a tus pies, <strong>Virginia</strong>, el que absoluto / <strong>de</strong> todo en Roma a su placer dispone, / ni aun merece la seña <strong>de</strong><br />
un agrado? / [...] yo haré, que a tu pesar, y al <strong>de</strong>l felice / dueño por quien me <strong>de</strong>jas, y que adoras / con la fe, que<br />
acreditas inviolable, / reconozcas la fuerza <strong>de</strong> que burlas, / eches [<strong>de</strong>] menos los bienes que <strong>de</strong>sprecias; / y en fin, yo<br />
haré... (III, 2, vv. 1111-1113 y 1124-1129)” Entonces, <strong>Virginia</strong> airada “pónese <strong>de</strong>lante” e interrumpe las amenazas con<br />
palabras como éstas: “...que si <strong>de</strong>bí ser sorda a los halagos, / no me es <strong>de</strong>cente serlo a la amenaza / ¿Cómo ha podido,<br />
Claudio, tu <strong>de</strong>nuedo / presumirme mujer, que <strong>de</strong>lincuente / proposición oyese, ni aceptase? / [...] Mo<strong>de</strong>ra, pues, el vil, el<br />
ciego, el vano / arrojo con que labras mis ofensas; / que, o podrán vindicarlas las Deida<strong>de</strong>s, / o habrá quien a su sombra<br />
lo ejecute” (III, 2, vv. 1130-1134 y 1156-1159). El fragmento completo correspon<strong>de</strong> a los versos 1129-1159.<br />
50 En el capítulo <strong>de</strong>dicado a la tragedia neoclásica española se insistió en cómo la ley, según la Ilustración y el<br />
pensamiento dieciochesco, <strong>de</strong>be afectar a todos por igual, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el rey hasta el último <strong>de</strong> los súbditos. La ley, la justicia,<br />
etc. <strong>de</strong>ben ser fruto <strong>de</strong> la razón, <strong>de</strong> la búsqueda continua <strong>de</strong>l bien común, pero nunca el capricho arbitrario <strong>de</strong> un<br />
gobernante, convertido entonces en tirano. Remitimos a la bibliografía reseñada en ese capítulo.<br />
28
dieran el P. Mariana, el P. Riva<strong>de</strong>neira, Saavedra Fajardo, Quevedo, etc. De ahí que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer<br />
momento en que aparece en escena (el monólogo <strong>de</strong> II, 1) manifiesta todos los síntomas <strong>de</strong> ser un<br />
verda<strong>de</strong>ro y <strong>de</strong>spiadado déspota. A modo <strong>de</strong> ejemplo reproducimos fragmentos <strong>de</strong> un diálogo que<br />
sostiene con su cliente y cómplice Marco:<br />
MARCO: Porque al supremo mando, al absoluto / dominio, cualquier coto <strong>de</strong>shonora: / y en<br />
vencer los estorbos, se radica / la mayor duración <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spotismo. /<br />
CLAUDIO: ¡Ah, Marco! Que fui yo quien dio las leyes; / y es <strong>de</strong>masía <strong>de</strong>l furor violarlas, / tan a<br />
la propia raíz <strong>de</strong> su plantío, / sin vestir la maldad <strong>de</strong> algún pretexto, / sin honestar <strong>de</strong> la malicia<br />
el corte. /<br />
MARCO: Los ánimos vulgares se reducen / <strong>de</strong> la virtud a las serviles reglas: / los gran<strong>de</strong>s, los<br />
heroicos se las forman, / para el vicio, o la culpa que autorizan. / Claudio, en la clase sólo <strong>de</strong><br />
romano, / <strong>de</strong>biera poner freno a sus acciones: / mas Claudio, dominante Decenviro, / en la<br />
Plebe, en los Padres, y en las Armas, / pue<strong>de</strong> elevar a leyes sus antojos. /<br />
CLAUDIO: ¿Luego tú me aconsejas, que atropelle / escrúpulos, reparos y respetos; / y que obre<br />
sin piedad, ni <strong>de</strong>tenciones? / [...] ¡Oh qué bien correspon<strong>de</strong>n tus influjos / a mi soberbia, a mi<br />
ambición, al vano / orgullo <strong>de</strong> mi espíritu impaciente! / Mas antes que entregarnos al arrojo, /<br />
¿No será bien prever las contingencias; / y que con cauta prontitud se forjen / medios, que la<br />
salida faciliten? 51 (II, 2, vv. 591-622).<br />
En un principio, la única diferencia entre el maquiavelismo <strong>de</strong> Marco y el <strong>de</strong> su señor Claudio<br />
resi<strong>de</strong> en el disimulo; mientras que el cliente se <strong>de</strong>clara partidario <strong>de</strong> actuar por las bravas, el<br />
<strong>de</strong>cenviro parece inclinarse por guardar las apariencias, por disfrazar la maldad con la máscara <strong>de</strong> la<br />
legalidad. De modo que el tirano or<strong>de</strong>na sin reparos el asesinato <strong>de</strong> Lucio Sicio, pero, con disimulo,<br />
lo presenta para que parezca obra <strong>de</strong> los enemigos exteriores <strong>de</strong> Roma –aquí <strong>Montiano</strong>, como ya se<br />
ha visto, sigue casi al pie <strong>de</strong> la letra el relato <strong>de</strong> Tito Livio– y, sobre todo, lo niega todo<br />
respondiendo airado y amenazante a las preguntas que al respecto le formulan Valerio y Horacio (II,<br />
5). Precisamente los dos senadores <strong>de</strong>finen a la perfección este último aspecto (la ira, las amenazas)<br />
<strong>de</strong>l maquiavelismo <strong>de</strong> Claudio cuando informan a Icilio <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate sostenido con el <strong>de</strong>cenviro:<br />
VALERIO: En su altivez tan ciego se afianza, / que ni el menor enojo disimula. / Nuestras<br />
proposiciones saludables, / ni aun oírlas se rin<strong>de</strong> sin <strong>de</strong>specho. / Todo a rabia y a cólera le<br />
mueve; / cuenta como casual el fin <strong>de</strong> Sicio; / la indignación <strong>de</strong>l pueblo por mentida; / nuestra<br />
oficiosidad por maliciosa; / y en fin, según airado se propone, / sólo la regla <strong>de</strong> su gusto admite:<br />
/ vida y honor están aventurados (II, 5, vv. 829-839).<br />
B) La rebelión. El or<strong>de</strong>n restablecido<br />
La rebelión presenta, por tanto el doble carácter que manifiesta la tiranía <strong>de</strong> Apio Claudio. Por<br />
un lado, tien<strong>de</strong> a restaurar las relaciones entre lo público y lo privado alteradas por la pasión <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>cenviro hacia <strong>Virginia</strong>. Y, por otro lado, intenta recuperar el sistema político roto por el<br />
<strong>de</strong>spotismo maquiavélico ya <strong>de</strong>scrito 52 . En primer lugar, la conducta <strong>de</strong> Claudio al romper el or<strong>de</strong>n<br />
familiar (aprovecharse <strong>de</strong> la ausencia <strong>de</strong>l padre para acosar sexualmente a la hija, prometida en<br />
matrimonio a un rival político) implica que la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n sea también un asunto<br />
familiar: durante la ausencia <strong>de</strong>l padre serán el tío <strong>de</strong> la joven y el novio quienes asuman el peso <strong>de</strong><br />
51<br />
¿Acaso no resuena en esta última frase interrogativa la archi conocida máxima <strong>de</strong> Maquiavelo, “el fin justifica los<br />
medios”?<br />
52<br />
El doble carácter <strong>de</strong> la tiranía y, como efecto inmediato, <strong>de</strong> la rebelión que la combate ya fue señalado por<br />
Martínez <strong>de</strong> la Rosa en su comentario <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>: “y también aparecería más sencilla y <strong>de</strong>sembarazada la acción si se<br />
hubieran unido en un solo punto la causa <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y la <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> Roma, en vez <strong>de</strong> presentar como distintas,<br />
aunque juntas, a entrambas” (Traducción <strong>de</strong> la Epístola <strong>de</strong> Horacio a los Pisones sobre Arte Poética. Apéndice sobre la<br />
tragedia española, op. cit., p.145). Nigel Glendinning coinci<strong>de</strong> en este diagnóstico: “Tiene la obra una trama doble, y<br />
<strong>Montiano</strong> tien<strong>de</strong> a tratar los dos temas principales, el amor y la política, en distintas jornadas. Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista<br />
técnico, pues, la estructura <strong>de</strong> la obra es un tanto burda y poco sutil, y no resiste la comparación con Fuenteovejuna <strong>de</strong><br />
Lope, por ejemplo, que entrelaza los temas amorosos y políticos mucho más ingeniosamente” (Historia <strong>de</strong> la literatura<br />
española. El siglo XVIII, op. cit., p. 146).<br />
29
la rebelión (o, si se prefiere, el <strong>de</strong>sagravio al honor mancillado, como luego veremos). Ahora bien,<br />
esta acción presenta irremediablemente un lado público; el ofensor es el máximo dirigente <strong>de</strong> Roma<br />
y el <strong>de</strong>sagravio equivale a su muerte, y, por en<strong>de</strong>, a un cambio político; a<strong>de</strong>más, la familia sola <strong>de</strong><br />
<strong>Virginia</strong> carece <strong>de</strong> fuerza suficiente para consumarlo todo. Así, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el acto I la obsesión <strong>de</strong><br />
Numitor y <strong>de</strong> Icilio, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> conseguir el regreso <strong>de</strong>l padre, es reclutar los apoyos necesarios<br />
entre la plebe y aliarse con la sedición que preparan los senadores Valerio y Horacio:<br />
ICILIO: Mayor contraste le opondré, Numitor, / con Valerio y Horacio, que me aguardan, / <strong>de</strong><br />
mis antiguas máximas parciales, / para tratar <strong>de</strong> la común congoja, / como heroicos patricios,<br />
como ardientes / enemigos <strong>de</strong>l vil Decenvirato. /[...]<br />
VIRGINIA: Los Dioses que le animan, le protejan; / y a mí en tan duro trance no me olvi<strong>de</strong>n, /<br />
para que muera Claudio, y Roma viva, / y yo, señor [Numitor], cual <strong>de</strong>bo, corresponda./<br />
NUMITOR: [a Icilio]: [...] Pero advierte [...] que nada se a<strong>de</strong>lanta, / si en la empresa atrevida, que<br />
acaloras, / la República sufre <strong>de</strong>trimento; / o te vengas tú solo, y no la Patria./ 53 (I, 4, vv. 410-<br />
415 y 431-439).<br />
Convergente con esta rebelión que aúna la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n familiar y la libertad <strong>de</strong><br />
Roma, existe otro intento <strong>de</strong> levantamiento en armas promovido por Valerio y Horacio, que<br />
presenta connotaciones exclusivamente políticas. Ya se comentó cómo <strong>Montiano</strong> en el primer<br />
Discurso sobre las <strong>tragedias</strong> españolas (p. 108) recrimina duramente a ambos senadores por su<br />
“refinada doble política”, por “cubrir sus particulares fines con el velo <strong>de</strong> la libertad” y por “el<br />
frau<strong>de</strong>, o la disimulación” con que actúan. Precisamente Numitor aconseja al joven Icilio que<br />
“disimule”, que imite la conducta <strong>de</strong> estos dos personajes:<br />
Ahora si que es cuando el disimulo / más labra, más consigue, más merece; / porque ahora es<br />
cuando más vale, e importa. / Si no pue<strong>de</strong>s vencer a tus afectos, / y en el más hondo seno<br />
sepultarlos, / porque no los ataje el que los tema: / ¿cómo podrás vencer a un enemigo, / que<br />
aún sin causa permite a sus pasiones, / que en iras <strong>de</strong>lincuentes se <strong>de</strong>rramen? / [...] En Valerio,<br />
y Horacio lo repara; / que con pru<strong>de</strong>nte cauteloso estudio, / no sólo le confun<strong>de</strong>n al tirano, / y<br />
ocultan lo extendido <strong>de</strong> sus fines; / sino que en ti también, según me explicas, / no toda su<br />
intención te manifiestan; / pues no más que a la parte, que te duele, / lo <strong>de</strong>scubierto <strong>de</strong>l<br />
impulso alargan (II, 6, vv. 930-939 y 945-952) 54 .<br />
En efecto, los diálogos que sostienen Valerio y Horacio (II, 4 y IV, 9) confirmarían que su<br />
intención es aprovecharse <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza <strong>de</strong> Icilio y sus partidarios, para conseguir sus<br />
propios fines políticos 55 . Sin embargo, los dos senadores no son unos <strong>de</strong>salmados que abandonen a<br />
su propia suerte a <strong>Virginia</strong> y a los suyos, cuando la situación se torna más complicada y difícil:<br />
53 Tal y como exponen estos personajes el <strong>de</strong>sagravio <strong>de</strong> la ofensa a su familia afecta también al bienestar y al futuro<br />
<strong>de</strong> toda Roma. Por esto no extrañan las palabras <strong>de</strong> Icilio cuando en un monólogo llega a <strong>de</strong>cir: “Y tú, <strong>Virginia</strong>, y tú, mi<br />
bien, señora / <strong>de</strong> este abrasado corazón, que mira / sólo en ti cuanto el ánimo apetece: / ocúpate <strong>de</strong> modo, que no sufra /<br />
otro objeto, ni gloria que le arrastre, / sino el ser sin sobresalto tuyo; / y mas que se me culpe por primero, / <strong>de</strong> los<br />
dignos <strong>de</strong>l nombre <strong>de</strong> romanos, / que doy al amor la preferencia, / que pi<strong>de</strong> para sí la dulce patria. /” (II, 6, vv. 891-900).<br />
54 <strong>Montiano</strong> conocía a la perfección la I<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un príncipe político cristiano representada en cien empresas <strong>de</strong><br />
Diego <strong>de</strong> Saavedra Fajardo, obra que cita en el primer Discurso. En los consejos <strong>de</strong> Numitor a Icilio resuena la empresa<br />
XLIII, titulada Ut sciat regnare: “Solamente pue<strong>de</strong> ser lícita la disimulación y astucia cuando ni engañan ni <strong>de</strong>jan<br />
manchado el crédito <strong>de</strong>l príncipe [...] Esto suce<strong>de</strong> cuando la pru<strong>de</strong>ncia, advertida en su conservación, se vale <strong>de</strong> la<br />
astucia para ocultar las cosas según las circunstancias <strong>de</strong>l tiempo, <strong>de</strong>l lugar y <strong>de</strong> las personas, conservando la<br />
consonancia entre el corazón y la lengua, entre el entendimiento y las palabras. Aquella disimulación se <strong>de</strong>be huir que<br />
con fines engañosos miente con las cosas mismas: la que mira a que el otro entienda lo que no es. Y así se pue<strong>de</strong> usar <strong>de</strong><br />
palabras indiferentes y equívocas, y poner una cosa en lugar <strong>de</strong> otra con diversa significación, no para engañar, sino<br />
para cautelarse y prevenir el engaño, o para otros fines lícitos” (op. cit., ed. <strong>de</strong> Francisco Javier Díez <strong>de</strong> Revenga,<br />
Barcelona, Planeta, 1988, p. 277). El disimulo que recomienda Numitor es lícito y se opone claramente a los engaños<br />
que emplean Valerio, Horacio y el tirano Claudio. Por otra parte, Icilio aplicará los consejos <strong>de</strong> Numitor cuando en III,<br />
5 se encuentra con el <strong>de</strong>cenviro y disimula sus verda<strong>de</strong>ras intenciones e incluso aparenta sumisión ante las amenazas <strong>de</strong>l<br />
tirano; sin embargo, en la escena siguiente el joven se arrepiente <strong>de</strong> haber disimulado, <strong>de</strong> haber sido un cobar<strong>de</strong> y no<br />
haberse enfrentado contra él (III, 6, vv. 1243-1270).<br />
55 Valerio y Horacio son patricios; sus fines políticos son diferentes a los <strong>de</strong> la plebe. Lo que preten<strong>de</strong>n en un<br />
principio es el restablecimiento <strong>de</strong>l sistema consular con todas sus prerrogativas. Icilio, Numitor y Virginio <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>n,<br />
30
1) En IV, 7, Icilio se siente engañado y <strong>de</strong>cepcionado porque Lucio Virginio aún no ha llegado,<br />
Marco tendrá próximamente como esclava a <strong>Virginia</strong> (lo que equivale a entregarla a manos <strong>de</strong><br />
Claudio), y no dan señales <strong>de</strong> vida Valerio, Horacio y la ayuda en hombres armados que<br />
prometen. Pero, en la escena siguiente, aparecen por fin los senadores confirmando que ya tienen<br />
casi todo dispuesto para la insurrección.<br />
2) En la primera escena <strong>de</strong>l quinto acto, Lucio Virginio expresa sus serias dudas y su <strong>de</strong>sconfianza<br />
hacia ellos, máxime si las tropas <strong>de</strong> Claudio aguardaban en el Capitolio para caer sobre el Foro,<br />
si fuera necesario. Pero en V, 4, cuando, en una acción elidida <strong>de</strong> la representación, Virginio está<br />
apuñalando a su hija y al cliente Marco, cuando todo parece perdido para la libertad <strong>de</strong> Roma,<br />
entran en escena Valerio, Horacio y su gente armada, que junto a la que aporta el joven Icilio y<br />
Numitor harán posible la <strong>de</strong>rrota final <strong>de</strong>l tirano, la muerte <strong>de</strong> Apio Claudio.<br />
Y es aquí don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bemos referirnos al clímax <strong>de</strong> la tragedia, la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> causada<br />
por el puñal <strong>de</strong> su padre –la muerte <strong>de</strong> Marco no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser un anticipo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino que le aguarda<br />
al tirano–. Ahora sólo lo comentaremos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la condición social <strong>de</strong> los<br />
personajes, y <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> rebelión planteado en <strong>Virginia</strong>. Según esta perspectiva, el sacrificio <strong>de</strong><br />
la heroína presenta una doble, aunque paradójica función.<br />
En primer lugar significa una alteración <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo previsto <strong>de</strong> la rebelión. <strong>Montiano</strong>,<br />
obligado a obe<strong>de</strong>cer lo establecido por la tradición histórico-legendaria existente, introduce un<br />
evento que es ante todo una peripecia, es <strong>de</strong>cir, “una mudanza <strong>de</strong> fortuna en contrario <strong>de</strong> lo que los<br />
lances y sucesos <strong>de</strong> la acción hubiesen prometido hasta aquel punto; pero no mudanza como quiera<br />
sino repentina, impensada y contra toda expectación” (Luzán, la Poética, pp. 469-470). Pero,<br />
analizado el asunto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong>l proceso insurgente, queda claro que <strong>de</strong> no haberse<br />
producido esta muerte la rebelión habría seguido su curso; más aún, no era conditio sine qua non <strong>de</strong><br />
la misma e incluso probablemente habría triunfado por igual. Basta con repasar lo sucedido en las<br />
escenas 2, 3 y 4 <strong>de</strong>l acto V, para compren<strong>de</strong>r lo que se está afirmando: en V, 2, Claudio sentencia <strong>de</strong><br />
modo inapelable que <strong>Virginia</strong> sea esclava <strong>de</strong> Marco, y Lucio Virginio solicita la gracia <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> su hija a solas, aunque en presencia <strong>de</strong> Marco; en V, 3, el <strong>de</strong>cenviro <strong>de</strong>creta “la<br />
controversia fenecida, / y que no hay ya recurso a lo resuelto; / todos sin <strong>de</strong>tención salid <strong>de</strong>l Foro, /<br />
antes que los soldados y lictores / a que lo hagáis con prontitud os fuercen /” (vv. 2215-2219); sin<br />
embargo, Icilio se niega <strong>de</strong>safiante a obe<strong>de</strong>cer la or<strong>de</strong>n y justo cuando Claudio le amenaza con los<br />
soldados y lictores comienza V, 4, mediante la entrada en acción <strong>de</strong> “Valerio, y Horacio con nuevo<br />
séquito <strong>de</strong> Romanos” –suponemos que armados, según reza la acotación escénica que la inicia–. Los<br />
dos senadores exigen entonces que <strong>Virginia</strong> sea restituida a su padre, a lo que se niega el tirano.<br />
Estos son unos momentos <strong>de</strong> grave tensión dramática, la rebelión está a punto <strong>de</strong> consumarse; sólo<br />
Icilio y sus partidarios se muestran algo remisos, a causa <strong>de</strong>l juramento hecho a Lucio Virginio <strong>de</strong><br />
no levantar las armas hasta que “veas mi puñal <strong>de</strong>snudo” (V, 1, v. 2021 y ss.). Pero Valerio,<br />
Horacio y su séquito no estaban ligados a ningún juramento y muy probablemente habrían seguido<br />
hacia <strong>de</strong>lante hasta sus últimas consecuencias.<br />
Pero, en segundo lugar, la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> precipita los acontecimientos. La entrada en<br />
escena (V, 5) <strong>de</strong> Lucio Virginio levantando el puñal ensangrentado es la señal que aguardaban Icilio<br />
y sus partidarios –aprovechada también por los dos senadores y los suyos– para abalanzarse todos<br />
puñal en mano contra el tirano (véase V, 5, vv. 2262-2267). Así pues, el sacrificio <strong>de</strong> la joven tiene<br />
un efecto enfurecedor <strong>de</strong> la multitud presente en el Foro: la indignación enar<strong>de</strong>ce los ánimos hasta<br />
el punto que hace per<strong>de</strong>r cualquier miedo al fracaso, a sufrir las represalias propias <strong>de</strong> una<br />
hipotética <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> los rebel<strong>de</strong>s.<br />
a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> su honor familiar, los intereses <strong>de</strong> la plebe representados a través <strong>de</strong>l sistema tribunicio. Dicho <strong>de</strong> otro modo,<br />
las <strong>de</strong>sconfianzas, las tensiones y recelos son mutuos –basta con repasar cualquier tratado <strong>de</strong> historia <strong>de</strong> Roma para<br />
compren<strong>de</strong>r lo que estamos recordando–; sin embargo, se produce una convergencia <strong>de</strong> intereses que fuerza la alianza:<br />
ambos bandos preten<strong>de</strong>n <strong>de</strong>rribar el Decenvirato porque ni beneficia a los patricios (<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong>l consulado y<br />
pérdida <strong>de</strong> funciones <strong>de</strong>l Senado) ni a los plebeyos (supresión <strong>de</strong>l tribunado <strong>de</strong> la plebe). Por todo esto, la rebelión<br />
estaba <strong>de</strong>stinada a triunfar finalmente.<br />
31
Por consiguiente, se ratifica el carácter <strong>de</strong> acción ilustre representada en <strong>Virginia</strong>, y sobre<br />
todo la presencia <strong>de</strong> una rebelión provocada por la maldad <strong>de</strong> un tirano que rompe con su conducta<br />
una situación inicial <strong>de</strong> cierto or<strong>de</strong>n social, aunque no exento <strong>de</strong> conflictos ocultos y latentes (la<br />
guerra contra ecuos y sabinos, la tensión entre patricios y plebeyos). Lo que sí queda claro también<br />
es que el conflicto dramático existente en <strong>Virginia</strong>: la dicotomía doble entre tiranía / libertad <strong>de</strong><br />
Roma y tiranía / honor familiar que provoca la división <strong>de</strong> los personajes en tres gran<strong>de</strong>s<br />
bloques: primer bloque, la tiranía (Apio Claudio y Marco Claudio); segundo bloque, la libertad <strong>de</strong><br />
Roma (al menos como la entien<strong>de</strong>n los patricios, los senadores Valerio y Horacio); y tercer bloque,<br />
que aúna el honor familiar con la libertad <strong>de</strong> Roma (<strong>Virginia</strong>, su padre, Icilio y Numitor). El <strong>de</strong>venir<br />
<strong>de</strong> los acontecimientos <strong>de</strong>termina e impone que el segundo y tercer bloque junten sus fuerzas en<br />
alianza para combatir al enemigo común.<br />
La acción trágica en <strong>Virginia</strong><br />
En torno a este eje temático se analizan rasgos temáticos como la agnición, la peripecia,<br />
perseguido / perseguidor, ofendido / ofensor, matar y morir. En primer lugar, <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>cir que<br />
en <strong>Virginia</strong> no se halla el rasgo <strong>de</strong> la agnición; <strong>Montiano</strong> continúa la ten<strong>de</strong>ncia, iniciada por Luzán<br />
en La virtud coronada <strong>de</strong> Luzán, <strong>de</strong> no incluir reconocimientos <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s ocultas o<br />
<strong>de</strong>sconocidas. En todo momento, los perseguidores con la intención <strong>de</strong> matar conocen<br />
perfectamente quiénes son los perseguidos (por lo que no habría lo que hemos <strong>de</strong>signado como<br />
agnición principal, la correspondiente a los cuatro modos <strong>de</strong> acción trágica fijados en la Poética <strong>de</strong><br />
Aristóteles) mientras que, a<strong>de</strong>más, nunca se realiza en <strong>Virginia</strong> la agnición menor o secundaria,<br />
ligada a la hamartía, por la que un personaje reconoce el error <strong>de</strong> haber confiado falsamente en<br />
alguien (un consejero, un ministro, un criado, etc.) o <strong>de</strong> haber actuado cegado por una pasión. En<br />
esta tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, por consiguiente, “las personas obran a cara <strong>de</strong>scubierta [...] y saben y<br />
conocen a quien persiguen”, tal y como recomendaba Luzán (la Poética, 1737, III, VI, p. 476).<br />
Sin embargo, la peripecia <strong>de</strong>sempeña una función muy importante; sin ella no se entien<strong>de</strong><br />
buena parte <strong>de</strong> los efectos catárticos y moralizadores que el autor quiso plantear en 1750. Según se<br />
a<strong>de</strong>lantó a propósito <strong>de</strong>l tema <strong>de</strong> la rebelión, la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> constituye una mudanza <strong>de</strong><br />
fortuna “repentina, impensada y contra toda expectación” que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la incierta<br />
insurrección en marcha, sirve para acelerarla y hacerla irreversible (la indignación que provoca el<br />
sacrificio <strong>de</strong> una persona inocente se suma al asesinato <strong>de</strong> Marco, el mayor cómplice <strong>de</strong>l tirano).<br />
A<strong>de</strong>más, modifica la estructura vigente hasta ese momento al introducir elementos novedosos. Así,<br />
hasta la quinta escena <strong>de</strong>l acto quinto se observa que el esquema trágico <strong>de</strong> “perseguidor persigue<br />
con intención <strong>de</strong> matar a perseguido a quien conoce” se <strong>de</strong>sarrolla según las siguientes premisas:<br />
Perseguidores y ofendidos <strong>Virginia</strong>, Lucio Virginio, Icilio, Numitor y Publicia. En lo privado<br />
reciben la ofensa contra el honor familiar y sexual. En lo público sufren<br />
una vulneración <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>rechos como ciudadanos romanos<br />
pertenecientes a la clase plebeya.<br />
Los senadores Valerio y Horacio. Sólo actúan en lo público: la<br />
corrupción <strong>de</strong>l Decenvirato pone en peligro la estabilidad sociopolítica<br />
<strong>de</strong> Roma; necesidad <strong>de</strong> restablecer el sistema consular.<br />
Perseguidos y ofensores Apio Claudio y Marco. En lo privado ofen<strong>de</strong>n el honor familiar y<br />
sexual <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>. En lo público usan el po<strong>de</strong>r para consumar sus<br />
pasiones y ponen en peligro la paz social lograda con la Ley <strong>de</strong> las Doce<br />
Tablas.<br />
La muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> introduce los siguientes elementos paralelos:<br />
Perseguidor, ofendido y matador Virginio quiere impedir a toda costa la ofensa familiar por<br />
la que <strong>Virginia</strong> se convertiría en esclava <strong>de</strong> Marco.<br />
Perseguida, ofendida y muerta <strong>Virginia</strong>.<br />
Perseguido, ofensor y muerto Marco, cliente <strong>de</strong>l tirano y futuro amo <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
convertida en esclava.<br />
32
Así pues, una vez que actúa la peripecia, éste sería todo el esquema actancial:<br />
Perseguidores y ofendidos Perseguidos y ofensores<br />
(Des<strong>de</strong> I, 1 hasta V, 5)<br />
Ofendidos en lo privado y en lo público:<br />
Lucio Virginio, <strong>Virginia</strong>, Icilio, Numitor,<br />
Publicia<br />
Ofendidos en lo público:<br />
Valerio y Horacio<br />
(V, 5) PERIPECIA<br />
Perseguidor, ofendido y matador<br />
Lucio Virginio<br />
Perseguida, ofendida y muerta<br />
<strong>Virginia</strong><br />
(V, 6 y 7)<br />
33<br />
Ofensores en lo público y en lo privado:<br />
Apio Claudio<br />
Marco<br />
Perseguido, ofensor y muerto<br />
Marco<br />
Perseguido, ofensor y muerto<br />
Apio Claudio: se apuñala antes <strong>de</strong> que lo maten<br />
Icilio y la multitud enfurecida.<br />
En este sentido, <strong>Montiano</strong> prefiere obe<strong>de</strong>cer la práctica <strong>de</strong>l teatro clasicista francés (inclinado<br />
a narrar las muertes, mediante el relato <strong>de</strong> un personaje) y no sigue la recomendación dada por su<br />
amigo Luzán (la Poética, 1737, III, XI, p. 493), según la cual, para evitar que la tragedia resulte<br />
“fría y <strong>de</strong>sabrida”, era conveniente representar directamente aquellas muertes que no son<br />
excesivamente bárbaras ni crueles. Aunque en <strong>Ataúlfo</strong> el autor cambie <strong>de</strong> actitud y obe<strong>de</strong>zca en<br />
parte el consejo <strong>de</strong> Luzán 56 , <strong>Montiano</strong> en asuntos <strong>de</strong> <strong>de</strong>coro y moralidad muestra ser más comedido<br />
que Moratín el Viejo, Cadalso, Jovellanos o Quintana. Pero también el hecho <strong>de</strong> no representar<br />
directamente estas muertes afecta, según hemos <strong>de</strong>mostrado, a la organización <strong>de</strong> las unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
lugar y tiempo: si se toma como ejemplo la muerte <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro Claudio, se observa que ésta es<br />
concebida <strong>de</strong> forma que suceda fuera <strong>de</strong>l Foro (más exactamente en el trayecto que conduce al<br />
Capitolio); representarla directamente le habría obligado a una redacción distinta <strong>de</strong> las últimas<br />
escenas <strong>de</strong>l acto V.<br />
De todos modos, <strong>Montiano</strong> se comporta como un poeta <strong>de</strong>masiado escrupuloso y pacato; para<br />
ratificarlo, baste la comparación con las muertes <strong>de</strong> Lucrecia en Lucrecia <strong>de</strong> Nicolás Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong><br />
Moratín y con la <strong>de</strong> Almanzor en Sancho García <strong>de</strong> Cadalso. En la primera tragedia, <strong>de</strong><br />
connotaciones míticas y legendarias bastantes similares a las <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, el autor muestra<br />
indirectamente el suicidio <strong>de</strong> la virtuosa esposa <strong>de</strong> Colatino tras ser violada por Tarquino:<br />
LUCRECIA: Adiós, Bruto. Adiós, padre. Adiós, esposo. / El perdón que me dais, yo no lo<br />
quiero, / mi afrenta vengue este brillante acero. /<br />
(Saca el puñal; estórbanla que se hiera, y ella huye a<strong>de</strong>ntro, cerrándose la puerta que habrá<br />
figurada)<br />
COLATINO: Esposa, tente, ¿qué haces?<br />
TRICIPTINO: ¡Hija mía! / ¡Hija!<br />
BRUTO: Romped las puertas al momento, / o arrancaré <strong>de</strong> cuajo su cimiento. /<br />
COLATINO: Lucrecia, esposa amada.<br />
TRICIPTINO: Hija, Lucrecia. /<br />
COLATINO: Abre, Lucrecia fiel, que yo amoroso / te concedo perdón.<br />
LUCRECIA: (Des<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro con voz triste) Adiós, esposo. /<br />
TRICIPTINO: No <strong>de</strong>jes, hija, a tu caduco padre / anegado en angustia y <strong>de</strong>sconsuelos. /<br />
LUCRECIA: ¡Ay <strong>de</strong> mí! Muerta soy. Valedme cielos. /<br />
56 En <strong>Ataúlfo</strong> se representa directamente la muerte <strong>de</strong>l rey visigodo (V, 2); así lo explica el propio <strong>Montiano</strong>: “Y<br />
advierto con este motivo, que aunque dije al fol. 38 <strong>de</strong> mi primer Discurso, que la relación era suficiente para mover las<br />
pasiones, me ha inclinado el dictamen <strong>de</strong> mi amigo D. Ignacio <strong>de</strong> Luzán a <strong>de</strong>jar aquella opinión en parte, ya que no<br />
enteramente; y así hice, que fuese la muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> todos, pero que cayese <strong>de</strong>ntro; porque es casi<br />
imposible, que un muerto <strong>de</strong> teatro lo parezca verda<strong>de</strong>ro, si permanece largo tiempo a la vista” (Discurso II, p. 100, en<br />
nota al pie <strong>de</strong> página).
COLATINO: ¡Qué escucho!<br />
TRICIPTINO: ¡Qué dolor!<br />
BRUTO: ¡Ah vil Tarquino!<br />
(Lucrecia, V, 3)<br />
Mientras que en <strong>Virginia</strong> (V, 5), a pesar <strong>de</strong> las exclamaciones, el espectáculo <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong><br />
la protagonista (empleamos la palabra espectáculo porque nos referimos solamente al punto <strong>de</strong> vista<br />
teatral) es mucho más “frío y <strong>de</strong>sabrido” como diría Luzán en la Poética:<br />
... Lucio que sale con un puñal ensangrentado en la mano.<br />
LUCIO: Ya bárbaro, (¡Qué pena!) ya homicida, / (¡Oh ahógueme el afán con que respiro!) / ya<br />
el pundonor quedó sin contingencia, / <strong>de</strong> este puñal al golpe <strong>de</strong>strozada / la beldad <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>;<br />
que gozosa / sacrificó su floreciente pecho, / por librar <strong>de</strong> tu antojo su pureza. / Ya el vil Marco<br />
también rindió postrado / al duro hierro la insolente vida. / Y así, amigos, (¡Qué rabia!) si<br />
merecen / mis canas, que le <strong>de</strong>is algún consuelo, / y esa víctima hermosa, que se irriten / los<br />
menos compasivos corazones. / Si el amor po<strong>de</strong>roso <strong>de</strong> la Patria, / si la que veis autoridad<br />
intrusa, / los antiguos espíritus excita, / la servidumbre a vuestro honor acuerda: / ilustre Icilio,<br />
heroicos senadores, / que aunque tar<strong>de</strong> llegáis para el socorro, / aún os recibe a tiempo la<br />
venganza: / contra ese monstruo me ayudad: su muerte / la pi<strong>de</strong> la razón <strong>de</strong>satendida, / la pi<strong>de</strong><br />
aquella malograda sangre. /<br />
(<strong>Virginia</strong>, V, 5, vv. 2239-2261).<br />
Almanzor, en Sancho García <strong>de</strong> Cadalso, y Apio Claudio mueren <strong>de</strong> semejante manera:<br />
apuñalándose ellos mismos antes que Sancho García, en el primer caso, y que Icilio, en el segundo,<br />
sean los brazos ejecutores. Sin embargo, Cadalso, al margen <strong>de</strong> las diferencias <strong>de</strong> carácter entre<br />
ambos personajes (el moro es un valiente que no huye cuando se ve en peligro, mientras que el<br />
romano huye <strong>de</strong>spavorido hacia el Capitolio, etc.) presenta la acción directamente tal y como<br />
supuestamente se produciría:<br />
SANCHO: En ti vengar mi ofensa <strong>de</strong>termino: / en un suplicio acabarás la vida. /<br />
ALEK: ¡Oh Sancho! tu virtud esclarecida / venere en él aquel carácter regio / que logra en todo<br />
crimen privilegio. /<br />
ALMANZOR: Deja, mi Alek, que Sancho me amenace: / así su débil pecho satisface. / Y porque<br />
el mío altivo nunca pueda / temblar, ni a sus rigores ciego ceda, / este puñal me librará <strong>de</strong><br />
todo./<br />
SANCHO: ¿Cómo, Almanzor? /<br />
ALMANZOR: García, <strong>de</strong> este modo: / no creas que en los brazos <strong>de</strong> la<br />
muerte / me espante, ni me ablan<strong>de</strong>, Oh Sancho, el verte. / Me aplaudo en el <strong>de</strong>lito cometido: /<br />
sólo siento el mirar no se ha cumplido / mi i<strong>de</strong>a contra ti; pero, pues, muero, / ya que no te<br />
inmolé con este acero, / por dura suerte <strong>de</strong>l injusto hado, / en mi pecho estará bien empleado. /<br />
¡Oh, si mi sangre al acabar mi vida / produjera torrentes <strong>de</strong> la herida, / que anegaran tu Corte y<br />
tu Condado! / Pero muero. Los cielos te han vengado. /<br />
(Expira en manos <strong>de</strong> Alek)<br />
(Sancho García, V, 4)<br />
En <strong>Virginia</strong> la muerte <strong>de</strong>l tirano se hace pública para el lector-espectador gracias a que Icilio<br />
relata a Publicia los pormenores <strong>de</strong> la misma:<br />
ICILIO: Apenas, ¡Oh Publicia!, le embestimos, / que se vio sin lictores, ni soldados, unos por<br />
odio, y otros por cobar<strong>de</strong>s / sin acción, fugitivos y dispersos. / Él entonces mirando que le<br />
cercan / los puñales, y a mí, que para herirle / el fuerte brazo sin piedad alzaba: / el suyo<br />
escon<strong>de</strong> en el indigno seno, / casi en el punto que <strong>de</strong>scargo el mío: / <strong>de</strong> modo, que en la furia <strong>de</strong><br />
su golpe, / puedo <strong>de</strong>cir, que concurrí a matarle, / aunque no fui el primero en ofen<strong>de</strong>rle. / Luego<br />
que en negra sangre, y sucio polvo, / con las postreras congojosas bascas / se revolcó por tierra,<br />
y fue cadáver: / a no <strong>de</strong>jar sin perfección la obra, / ni a los <strong>de</strong>más tiranos sin azote, / por<br />
cómplices también en la violencia, / <strong>de</strong> acuerdo todos con un fin caminan./<br />
(<strong>Virginia</strong>, V, 7, vv. 2519-2537).<br />
34
Un excesivo sentido <strong>de</strong>l <strong>de</strong>coro teatral, una estricta moralidad escénica impi<strong>de</strong>n a <strong>Montiano</strong><br />
expresar <strong>de</strong> modo mucho más efectivo las tres muertes <strong>de</strong> su tragedia. Cierto es que la <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>,<br />
según los convencionalismos <strong>de</strong> mediados <strong>de</strong>l siglo XVIII, hubiera sido algo dura <strong>de</strong> ser mostrada<br />
directamente: un parricidio es siempre un parricidio por mucho que el padre apuñale forzado por las<br />
circunstancias a una hija inocente y por mucho que ésta acepte “gustosa” la muerte. El caso <strong>de</strong> la<br />
muerte <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro también constituiría un espectáculo políticamente poco recomendable <strong>de</strong> ver y<br />
oír sobre las tablas o <strong>de</strong> leer en una obra impresa, dado el contexto español <strong>de</strong> 1750. Precisamente,<br />
estos son argumentos, en absoluto <strong>de</strong>scartables, que se han barajado para explicar la no<br />
representación sobre los escenarios <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
La culpa trágica en <strong>Virginia</strong><br />
En función <strong>de</strong> la estructura dramática (Or<strong>de</strong>n Roto / Or<strong>de</strong>n Restablecido) existente en<br />
<strong>Virginia</strong>, vinculada a<strong>de</strong>más a la doble dicotomía tiranía / libertad <strong>de</strong> Roma y tiranía / honor<br />
familiar, cobra una importancia fundamental el eje temático <strong>de</strong> la culpa. Si hay una rebelión<br />
<strong>de</strong>finida como justa y necesaria es porque existe un tirano claramente culpable <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong><br />
vista <strong>de</strong> los acontecimientos dramatizados. Ahora bien, resulta evi<strong>de</strong>nte que la noción <strong>de</strong> culpa<br />
trágica es semánticamente bastante amplia, por lo que <strong>de</strong>be ser explicada no sólo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />
perspectiva <strong>de</strong> los personajes culpables <strong>de</strong> tiranía, sino también <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la conducta y actuación <strong>de</strong> los<br />
personajes rebel<strong>de</strong>s. Porque, según el Neoclasicismo –y también para casi toda la tragicidad<br />
clasicista, a causa <strong>de</strong>l peso <strong>de</strong> la moral cristiana en Europa–, existen dos mundos pasionales: las<br />
pasiones <strong>de</strong>senfrenadas o viciosas y, por contra, las pasiones nobles o moralmente lícitas (el<br />
amor entre esposos o novios, el <strong>de</strong> padres e hijos, la lealtad, la religiosidad, etc.) que encarnarán en<br />
la tragedia que nos ocupa personajes como <strong>Virginia</strong>, Icilio y Numitor. Al consi<strong>de</strong>rarse ambos<br />
mundos pasionales, tendrán pleno significado rasgos como ‘arrastrado por una pasión’, ‘comete un<br />
error trágico’, ‘realiza una maldad’, ‘actúa obligado por un <strong>de</strong>ber inexcusable’ y ‘el<br />
arrepentimiento, el dolor o sufrimiento’. En este sentido, anticipamos que <strong>Montiano</strong> no <strong>de</strong>sdice la<br />
temática establecida para este componente básico <strong>de</strong> la tragicidad aristotélica. Es <strong>de</strong>cir, analizar la<br />
culpa trágica en <strong>Virginia</strong> ha confirmado la vali<strong>de</strong>z <strong>de</strong> muchas afirmaciones nuestras vertidas en el<br />
capítulo <strong>de</strong>dicado a los rasgos <strong>de</strong> la tragedia neoclásica. Todo lo cual nos permite ahora elaborar un<br />
gráfico que resume el funcionamiento <strong>de</strong>l eje temático <strong>de</strong> la culpa, cuyos elementos, organizados en<br />
torno a la dicotomía tiranía <strong>de</strong> Claudio / libertad <strong>de</strong> Roma, vienen a ser los siguientes:<br />
35
A partir <strong>de</strong> este esquema obtenemos las siguientes conclusiones:<br />
A) La tiranía <strong>de</strong> Claudio<br />
A.1. <strong>Las</strong> pasiones <strong>de</strong>senfrenadas Con respecto a la tragedia neoclásica española<br />
señalábamos que, a nuestro juicio, el ser arrastrado por una pasión incontenible es el principal<br />
<strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nante <strong>de</strong> todo el proceso <strong>de</strong> la culpa trágica. <strong>Virginia</strong> no es ajena a esta lógica discursiva,<br />
lo cual obliga a centrarnos en el comentario <strong>de</strong>l tirano Apio Claudio y, algo menos, en su cómplice<br />
Marco. Des<strong>de</strong> la primera escena <strong>de</strong> la tragedia, Claudio está dominado por el amor loco, por un<br />
impulsivo apetito sexual hacia <strong>Virginia</strong>, la cual censura su “torpeza, / <strong>de</strong> ligeros antojos producida, /<br />
<strong>de</strong> sensuales impulsos animada” (I, 1, vv. 32-34), y unos versos <strong>de</strong>spués emplea parecidos términos<br />
como “indiscreto arrojo” e “inclinación viciosa”. Sólo queda <strong>de</strong>cir que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista el<br />
problema no resi<strong>de</strong> en sentir pasiones, sino en saber dominarlas. Para el racionalismo dieciochesco<br />
el mundo pasional <strong>de</strong>be estar guiado por la razón o, en su <strong>de</strong>fecto, subordinarse al bien común o a la<br />
virtud; en caso contrario se <strong>de</strong>rivan fatales consecuencias individuales y colectivas. Este imperativo<br />
afecta más que a nadie a los gobernantes, a los ilustres y se convierte, por consiguiente, en “razón<br />
<strong>de</strong> Estado” (en el recto sentido <strong>de</strong>l sintagma).<br />
Pero el <strong>de</strong>cenviro no muestra en ningún momento alguna <strong>de</strong> estas facetas exigibles a lo<br />
pasional cuando se aplica a un hombre <strong>de</strong> Estado: si el amor o apetito sexual es <strong>de</strong>finido por el<br />
mismo Claudio como un “ardor” en que se abrasa “propio” <strong>de</strong> un “incendio”, como un “per<strong>de</strong>r mis<br />
faculta<strong>de</strong>s, / [que] le da mayores fuerzas al <strong>de</strong>seo” (III, 1, vv. 991-997) 57 ; si las otras pasiones más<br />
“masculinas” (según dijo Pierre Corneille en el Discours <strong>de</strong> l’utilité et <strong>de</strong>s parties du poème<br />
dramatique) como la ambición, la crueldad o la venganza tampoco son controladas racionalmente ni<br />
reconducidas en aras <strong>de</strong>l bien común 58 ; entonces Apio Claudio, incapaz <strong>de</strong> gobernarse a sí mismo,<br />
es un personaje que no merece en absoluto el privilegio <strong>de</strong> regir los <strong>de</strong>stinos <strong>de</strong> Roma.<br />
Algo parecido, aunque en menor grado, suce<strong>de</strong> con Marco. Este consejero y cliente <strong>de</strong>l tirano<br />
muestra en todas sus intervenciones o parlamentos que está viciado por la ambición y la codicia –<br />
pero, a diferencia <strong>de</strong> Claudio, se comporta inmune a la pasión amorosa–. Basta con repasar la ya<br />
comentada segunda escena <strong>de</strong>l acto segundo para verlo convertido en un propagandista <strong>de</strong>l<br />
maquiavelismo más <strong>de</strong>scarnado o con revisar cómo está dispuesto a todo para medrar a costa <strong>de</strong> la<br />
lascivia <strong>de</strong> su señor (monólogo <strong>de</strong> IV, 2).<br />
Sin embargo, las pasiones <strong>de</strong>senfrenadas tienen un contrapunto también negativo, el <strong>de</strong>l<br />
disimulo ilícito o mentira, que Saavedra Fajardo en su I<strong>de</strong>a <strong>de</strong> un príncipe político cristiano<br />
representada en cien empresas distingue claramente <strong>de</strong>l disimulo lícito o astucia. En virtud <strong>de</strong> esta<br />
distinción, una cosa es mentir o hacer creer a otro lo contrario <strong>de</strong> lo que en verdad suce<strong>de</strong>, y otra<br />
cosa diferente (véase los consejos <strong>de</strong> Numitor a Icilio en II, 6, v. 930 y ss.) ocultar las verda<strong>de</strong>ras<br />
intenciones, a fin <strong>de</strong> no ser <strong>de</strong>scubierto, mediante palabras equívocas o <strong>de</strong> doble sentido. Pero todo<br />
esto lo expresa <strong>Montiano</strong> mejor que nadie: al final <strong>de</strong> III, 4, Claudio, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido<br />
rechazado y <strong>de</strong>spreciado por <strong>Virginia</strong> (III, 2), planea con Marco cómo consumar sus locos<br />
propósitos hacia la joven; en ese momento, se produce la siguiente situación:<br />
57 Anteriormente Marco explica con claridad el estado emocional <strong>de</strong>l tirano cuando le formula la siguiente pregunta:<br />
“¿mas tanto, Claudio, tanto impulso tiene / esa voraz pasión, que te impacienta, / que no cabe que diestro la corrijas, / o<br />
con resuelto ardor la satisfagas?” (II, 2, vv. 584-587).<br />
58 A fin <strong>de</strong> no exten<strong>de</strong>rnos <strong>de</strong>masiado alegando citas textuales que ratifiquen nuestro comentario, sólo recordamos<br />
dos ejemplos. En primer lugar, las palabras <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> en la escena inicial <strong>de</strong> la tragedia: “¿No viste su ambición, su<br />
tiranía, / su odiosa crueldad contra la Patria? / ¡Pues cómo esperas, cómo, que mo<strong>de</strong>re / su error, o que sin freno le<br />
contenga! / Cuando no me persiga injusto amante; / por serlo yo <strong>de</strong> Icilio, ha <strong>de</strong> ofen<strong>de</strong>rme. / Ya le contó rival en la<br />
reñida / controversia a favor <strong>de</strong>l Tribunato: / y es forzoso me agravie; porque sigo / la libertad, y al que por ella clama”<br />
(I, 1, vv.77-93). Y en segundo lugar, el testimonio <strong>de</strong> Valerio y Horacio acerca <strong>de</strong> la cólera y crueldad <strong>de</strong>l tirano,: “En<br />
su altivez tan ciego se afianza, / que ni el menor enojo disimula. / Nuestras proposiciones saludables, / ni aun oírlas se<br />
rin<strong>de</strong> sin <strong>de</strong>specho. / Todo a rabia y a cólera le mueve; / cuenta como casual el fin <strong>de</strong> Sicio; / la indignación <strong>de</strong>l pueblo<br />
por mentida; / nuestra oficiosidad por maliciosa; / y en fin, según airado se propone, / sólo la regla <strong>de</strong> su gusto admite: /<br />
vida y honor están aventurados” (II, 5, vv. 829-839).<br />
36
CLAUDIO: Tu obediencia estimo, / y al parecer que sigues ese abrazo, / <strong>de</strong> tu razón la mía<br />
estimulada: / y pues que tiene mi furor resuelto / no sufrir que me ahogue sin alivio / el<br />
<strong>de</strong>sdén <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> riguroso: / tú, Marco, que has <strong>de</strong> ser...<br />
MARCO: La voz suspen<strong>de</strong>, / que Icilio, sin haberte, reparado, / con vista errante, y con<br />
acción suspensa / viene hacia aquí: reprime los impulsos / <strong>de</strong> tu rencor.<br />
CLAUDIO: No es fácil conseguirlo. / (III, 4, vv. 1219-1229).<br />
Y el bueno <strong>de</strong> Icilio, en la breve quinta escena <strong>de</strong>l acto tercero, disimula tal y como le<br />
aconsejara Numitor, llegando incluso a ofrecer su lealtad al tirano. Pero esta acción repugna la<br />
conciencia <strong>de</strong>l prometido <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y, al contrario que Claudio que nunca se arrepentirá <strong>de</strong> su<br />
disimulo mentiroso, en el monólogo siguiente se lamenta indignado por haber ocultado sus<br />
verda<strong>de</strong>ros sentimientos:<br />
ICILIO: Y tú, Icilio, que a tantos excediste / en no doblar el cuello a torpe yugo; / ¿cómo, ya que<br />
tu rabia refrenaste, / no la sueltan ahora los baldones, / con que ese aleve monstruo te disfama? /<br />
¿De esto sirve, Numitor, que se oculten / <strong>de</strong>l ánimo las iras? ¿Qué a<strong>de</strong>lanto, / si me agravia<br />
cruel, y no me vengo / en el instante propio <strong>de</strong> ofendido? / (III, 6, vv. 1251-1259).<br />
Esto es, <strong>Montiano</strong> quiere <strong>de</strong>jar patente en todo momento que el mundo <strong>de</strong> las pasiones<br />
<strong>de</strong>senfrenadas tiene una antítesis positiva y moralmente recomendable, el mundo <strong>de</strong> las pasiones<br />
nobles, que explicaremos más tar<strong>de</strong>.<br />
A.2. El error trágico. El tirano comete fundamentalmente dos errores que contribuirán a su<br />
caída en <strong>de</strong>sgracia. El primero consiste en confiar en la figura <strong>de</strong> un consejero 59 adulador y servil,<br />
cuyo único objetivo es medrar, sacar provecho material <strong>de</strong> la <strong>de</strong>bilidad pasional y <strong>de</strong> la ambición <strong>de</strong><br />
Apio Claudio. Este consejero, en vez <strong>de</strong> prevenir y mo<strong>de</strong>rar las pasiones <strong>de</strong>senfrenadas <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>cenviro, las acrecienta al justificarlas moralmente como privilegios <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>roso que tiene la<br />
potestad <strong>de</strong> llevar a cabo sin miramientos sus arrebatos, <strong>de</strong>bido al ejercicio <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong> la<br />
fuerza si fuera necesario. Y Claudio, al entregar totalmente su confianza a este mal consejero,<br />
olvidó que un soberano está obligado a <strong>de</strong>legar actuaciones y a ser asesorado por personas <strong>de</strong><br />
confianza; pero nunca convertir a Marco en sus únicos “ojos”e incluso en las manos con que po<strong>de</strong>r<br />
consumar su pasión <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nada 60 .<br />
El otro gran error <strong>de</strong> Claudio es haber <strong>de</strong>soído las advertencias con que diversos personajes<br />
recriminan no sólo su loca pasión amorosa, sino también su ambición, su violencia y falta <strong>de</strong><br />
escrúpulos morales y políticos. La primera vez fue Publicia quien rechazó fuertemente la lascivia<br />
<strong>de</strong>l tirano hacia su señora (acción elidida, pero resumida en I,1). Después (II, 3), Valerio y Horacio<br />
pi<strong>de</strong>n explicaciones por la muerte <strong>de</strong> Lucio Sicio y avisan <strong>de</strong> las negativas repercusiones políticas y<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>smoralización <strong>de</strong>l ejército. En III, 2, Publicia y <strong>Virginia</strong> se enfrentan enérgicamente al<br />
impulsivo arrebato <strong>de</strong> Claudio. Y finalmente, durante los actos IV y V, Numitor, Icilio, <strong>Virginia</strong>, su<br />
padre y los dos senadores ruegan, exigen e incluso amenazan para que el <strong>de</strong>cenviro <strong>de</strong>ponga su<br />
59 Este tipo <strong>de</strong>sempeña un importante papel en la tragedia neoclásica española. En general distinguimos dos gran<strong>de</strong>s<br />
grupos: el <strong>de</strong> los consejeros malos y el <strong>de</strong> los buenos. Al primero pertenecen los consejeros aduladores, serviles y<br />
cómplices <strong>de</strong> los abusos <strong>de</strong> su señor (Marco en <strong>Virginia</strong> y Mevio en Lucrecia, como ejemplos <strong>de</strong>stacados) y los<br />
consejeros traidores que conspiran contra el soberano (Asebandro en La virtud coronada, el “confi<strong>de</strong>nte” Rubén en<br />
Raquel, Sofrónimo en Idomeneo, etc.). En el segundo, el grupo <strong>de</strong> los consejeros leales y honestos tenemos personajes<br />
como Alek en Sancho García. Por otra parte, diferenciamos esta figura <strong>de</strong> la <strong>de</strong> los nobles con los que el soberano<br />
guarda cierta confianza o amistad, como son los casos <strong>de</strong> Hernán García y Álvar Fáñez, aunque ambos representen<br />
caracteres muy distintos, en Raquel.<br />
60 Amplias y extensas son las advertencias con que los diversos tratadistas políticos, historiadores, moralistas y<br />
legisladores avisan <strong>de</strong> los excesos <strong>de</strong> confianza en los consejeros, ministros, confesores y confi<strong>de</strong>ntes. Juzgamos<br />
innecesario recurrir a citas, referencias y reseñas; recordamos a modo <strong>de</strong> ejemplo los consejos que Saavedra Fajardo<br />
transmite en su Empresa LV (His praevi<strong>de</strong> et provi<strong>de</strong>, los consejeros son los ojos <strong>de</strong>l cetro): “El rey don Fernando el<br />
Católico <strong>de</strong>cía que los embajadores eran los ojos <strong>de</strong>l príncipe, pero que sería muy <strong>de</strong>sdichado el que sólo viese por<br />
ellos. No lo fiaba todo aquel gran político <strong>de</strong> sus ministros. Por ellos veía, pero como se ve por los anteojos, teniéndolos<br />
<strong>de</strong>lante y aplicando a ellos sus propios ojos. En reconociendo los consejeros que son árbitros <strong>de</strong> las resoluciones, las<br />
encaminan a sus fines particulares, y, cebada la ambición, se divi<strong>de</strong>n en parcialida<strong>de</strong>s, procurando cada uno en su<br />
persona aquella potestad suprema que por flojo o por inhábil les permite el príncipe” (op. cit., p. 377).<br />
37
actitud. Pero todo empeño en este sentido resulta inútil, porque el tirano ofuscado e insolente se<br />
empecina en consumar a toda costa sus caprichos. Sólo, entonces, aparece como única salida el<br />
empleo <strong>de</strong> la fuerza y <strong>de</strong> las armas. Una vez más los planteamientos <strong>de</strong>l padre Mariana en el De<br />
regis et rege institutione <strong>de</strong>ben aplicarse en aras <strong>de</strong>l bien público <strong>de</strong> un colectivo nacional.<br />
A.3. La maldad <strong>de</strong> Claudio. La maldad es el grado superior <strong>de</strong> culpa trágica. Con bastante<br />
frecuencia nace <strong>de</strong> una ceguera pasional, pero implica la persistencia en esa ceguera. Hasta tal<br />
punto que se convierte incluso en proairesis negativa: el héroe aúna el <strong>de</strong>seo y el entendimiento<br />
para realizar una perversa praxis agravada por el hecho <strong>de</strong> que el malvado ostenta la condición <strong>de</strong><br />
ilustre, <strong>de</strong> individuo con po<strong>de</strong>r político y social. En <strong>Virginia</strong>, las pasiones <strong>de</strong>senfrenadas, los errores<br />
<strong>de</strong>l gobernante <strong>de</strong>generan en una racionalidad corrupta e inmoral. Dejando al margen el asesinato<br />
<strong>de</strong> Lucio Sicio que entra <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los límites <strong>de</strong> lo puramente político y que <strong>Montiano</strong> consi<strong>de</strong>ra<br />
como simple anécdota episódica, Claudio maquina, <strong>de</strong>libera, reflexiona y conspira para consumar<br />
su impulso sexual hacia la joven plebeya. En este sentido, actúa según mol<strong>de</strong>s establecidos en<br />
muchas “comedias” auriseculares en que un po<strong>de</strong>roso se apasiona in<strong>de</strong>bidamente por una mujer que<br />
es la esposa o prometida <strong>de</strong> otro, tal y como lo expresara Lope <strong>de</strong> Vega en obras como<br />
Fuenteovejuna y como Peribáñez y el comendador <strong>de</strong> Ocaña. Así, igual que muchos galanes <strong>de</strong>l<br />
teatro <strong>de</strong>l siglo XVII, Claudio primero intenta atraerse a la criada, aya o confi<strong>de</strong>nte para po<strong>de</strong>r<br />
asegurarse un medio <strong>de</strong> acceso al circulo cercano a la hembra <strong>de</strong>seada. Al fracasar el plan inicial y<br />
siendo enar<strong>de</strong>cido por los consejos <strong>de</strong> Marco (II, 2 y III, 1), recurre al acoso directo cuando <strong>de</strong>clara<br />
<strong>de</strong>lirante su “amor” en la segunda escena <strong>de</strong>l acto III. La negativa rotunda y enérgica <strong>de</strong> la virtuosa<br />
joven provoca en el <strong>de</strong>cenviro una reacción negativa: lejos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sistir y <strong>de</strong> renunciar a toda<br />
intentona, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> emplear el abuso <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, la violación <strong>de</strong> la ley, la prevaricación y la violencia,<br />
con todo lo que esto connota para una mentalidad dieciochesca como la <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>. A partir <strong>de</strong><br />
ese momento lo pasional evoluciona a una racionalidad perversa, a un premeditado uso <strong>de</strong> la fuerza<br />
<strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r; o como aconseja el cliente Marco: “Discurre, premedita, pues, precave; / no en el modo<br />
tus ansias se empeoren: / la pasión ceda su lugar al juicio, / hasta ver el suceso asegurado ”(III,<br />
4, 1194-1197). La negrilla es nuestra.<br />
Por esto hasta el final <strong>de</strong> la tragedia sintagmas como “ciego bajo pensar” y “disoluta i<strong>de</strong>a”<br />
empleados por Icilio en IV, 6, explican correctamente este cambio <strong>de</strong> lo pasional <strong>de</strong>senfrenado a lo<br />
racional inmoral. A lo que hay que añadir que el conflicto dramático también evoluciona<br />
significativamente hacia el <strong>de</strong>bate jurídico, hacia la querella legalista. Durante el acto IV y las<br />
cuatro primeras escenas <strong>de</strong>l acto V se discute acerca <strong>de</strong> licitud <strong>de</strong> la reclamación <strong>de</strong> Marco sobre la<br />
posesión <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> como esclava. El bando contrario al <strong>de</strong>cenviro es consciente <strong>de</strong> la inutilidad <strong>de</strong><br />
toda reclamación: a todas luces se trata <strong>de</strong> una falsa y mentirosa <strong>de</strong>manda amparada en la<br />
prevaricación dolosa <strong>de</strong>l juez encargado <strong>de</strong> sentenciar que no es otro que el mismo Claudio. Más<br />
aún, <strong>de</strong>scubre que esta manipulación tiránica <strong>de</strong> la ley y el Derecho va unida al empleo <strong>de</strong> la<br />
represión y <strong>de</strong> la violencia, cuando Claudio ante la airada protesta <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, or<strong>de</strong>na que Marco se<br />
la lleve por la fuerza, escoltado por varios lictores y a la espera <strong>de</strong> la sentencia <strong>de</strong>finitiva que se<br />
produciría unas horas más tar<strong>de</strong> (Final <strong>de</strong> IV, 5, vv. 1633-1659):<br />
VIRGINIA: [...] que no se ignore / <strong>de</strong> este infame <strong>de</strong>creto el artificio, / <strong>de</strong> esta trama perversa los<br />
enlaces. / No disimules Claudio, que ya alcanzas, / que puedo comprobar lo que a<strong>de</strong>lanto, / [...]<br />
Y así, antes que in<strong>de</strong>fensa me atropelles, / y que el bastardo gusto facilites, / [...] clamaré<br />
<strong>de</strong>scompuesta a las Deida<strong>de</strong>s, / (Alzando la voz) si no me escuchan con piedad las gentes: /<br />
publicaré, porque lo sepan todos, / que es tu villano, que es tu torpe afecto / el único principio...<br />
CLAUDIO: No prosigas / esclava vil. Tú, Marco, la reprime, / y proteged vosotros lo<br />
mandado. /<br />
Dicho esto a los Lictores, pasa Marco a tomar la mano <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
VIRGINIA: Qué importa que lo intenten, si no es fácil / [levanta la voz, procurando <strong>de</strong>sasirse]<br />
que a su rigor mi queja se sujete, / ciudadanos <strong>de</strong> Roma, Icilio ...<br />
MARCO: Calla: / (amaga a taparla la boca) o usaré <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r que me es <strong>de</strong>bido, / por reprimir a<br />
tu insolente labio. /<br />
NUMITOR: Marco, Claudio, no así su honor se ultraje: / templad vuestros enojos hasta oírme.<br />
VIRGINIA: Mi dueño, Icilio, vuelve por tu esposa: / ¿dón<strong>de</strong> estás, que no vienes a mis voces? /<br />
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Antes tales circunstancias sólo cabe la rebelión que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el inicio <strong>de</strong> la tragedia se está<br />
organizando y, sobre todo, la imprevisible peripecia <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> que precipitará<br />
irreversiblemente la caída <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro.<br />
A.4. El castigo. La muerte <strong>de</strong> Claudio constituye un acto <strong>de</strong> justicia poética, es <strong>de</strong>cir,<br />
<strong>de</strong>terminado por las leyes internas <strong>de</strong> la tragedia escrita por <strong>Montiano</strong>, mucho más que por las leyes<br />
pertenecientes a la historia –ya se ha explicado cómo murió el Apio Claudio <strong>de</strong> “carne y hueso”–.<br />
Pero no hemos insistido en un aspecto <strong>de</strong> moralidad trágica que <strong>Montiano</strong> no duda en introducir en<br />
los versos finales <strong>de</strong> la obra: mientras la joven virtuosa permanecerá viva en la memoria <strong>de</strong> todos,<br />
mientras recibirá los honras fúnebres que justamente merece, los cadáveres <strong>de</strong> Marco y <strong>de</strong> Claudio<br />
permanecerán insepultos, <strong>de</strong>spreciados y odiados por todos los ciudadanos <strong>de</strong> Roma:<br />
PUBLICIA: Vamos, Icilio, vamos: pero sea / sin olvidar en ambos ejemplares / <strong>de</strong> los dos<br />
<strong>de</strong>lincuentes insepultos, / y <strong>de</strong> la pompa fúnebre que trazas, / que jamás quedó la virtud sin<br />
premio, / ni se libró la culpa <strong>de</strong>l castigo. / FIN<br />
B) La libertad <strong>de</strong> Roma<br />
B.1. <strong>Las</strong> pasiones nobles. Acerca <strong>de</strong> los rasgos generales <strong>de</strong> la tragedia neoclásica española<br />
mostrábamos que, en abierta oposición a las pasiones <strong>de</strong>senfrenadas, existen las “nobles pasiones”<br />
(atinado sintagma que inventó Velázquez en el Examen <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong>, tragedia española 61 ). Sin<br />
embargo, hay que explicar correctamente en qué términos se basa este contraste entre ambos tipos<br />
<strong>de</strong> pasiones. Para ello nos servimos nuevamente <strong>de</strong>l Examen con que Luis José <strong>de</strong> Velázquez,<br />
amigo y protegido <strong>de</strong>l autor, comenta los aspectos más sobresalientes <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>. Este miembro <strong>de</strong><br />
la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto, en sesión <strong>de</strong> 1 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1750, opina sobre todos los personajes<br />
que intervienen en la tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, para realzar el contraste subrayamos los calificativos<br />
que merecen las pasiones <strong>de</strong>senfrenadas y escribimos en letra cursiva los correspondientes a las<br />
“nobles pasiones”:<br />
Claudio siempre es altivo, tirano, cruel, amigo <strong>de</strong> oprimir la libertad pública y poseído por una<br />
pasión <strong>de</strong>senfrenada hacia <strong>Virginia</strong>, que le precipita a tomar la más inicuas y pérfidas<br />
<strong>de</strong>terminaciones. Marco, su cliente, siempre es un adulador abominable que se conforma con<br />
los inicuos <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> Claudio, los alienta y los sostiene arrastrado <strong>de</strong>l interés y la codicia.<br />
<strong>Virginia</strong> siempre es mo<strong>de</strong>sta, advertida, llena <strong>de</strong> un amor igualmente justo que ardiente hacia<br />
Icilio, resuelta a per<strong>de</strong>r la vida por conservar su honestidad y la fe prometida al que había <strong>de</strong><br />
ser su esposo. Icilio siempre es arrojado, valiente, empeñado en restituir la libertad pública y<br />
<strong>de</strong>spechado por el amor <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y venganza <strong>de</strong> Claudio. Publicia es apacible, celosa <strong>de</strong>l<br />
honor <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y poseída <strong>de</strong> un afecto maternal hacia ella <strong>de</strong>bido al cuidado con que había<br />
concurrido a su educación y crianza. Valerio y Horacio jamás pier<strong>de</strong>n <strong>de</strong> vista la libertad <strong>de</strong>l<br />
pueblo, trabajan por restituirla, maquinan la ruina <strong>de</strong> Claudio y se aprovechan <strong>de</strong> cuanto pue<strong>de</strong><br />
conspirar a ello y a<strong>de</strong>lantar sus intenciones. Numitor es pru<strong>de</strong>nte, sagaz, sesudo y amigo <strong>de</strong> no<br />
precipitar las cosas. El carácter <strong>de</strong> Virginio que su hija pinta a su aya Publicia, esto es, un<br />
genio pundonoroso, ardiente en conservar su honor y reputación, fuerte y suspicaz, es el<br />
mismo que se <strong>de</strong>ja ver sobre el teatro luego que sale a ocuparle este personaje.<br />
61 El fragmento completo reza así: “Aquí se ven todas las máximas <strong>de</strong> la política baja <strong>de</strong> que se vale la tiranía para<br />
sostener el po<strong>de</strong>r absoluto y arruinar la libertad pública; los movimientos <strong>de</strong> un corazón acostumbrado a <strong>de</strong>jarse<br />
arrastrar <strong>de</strong> la fuerza <strong>de</strong> sus pasiones y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n <strong>de</strong> sus apetitos; la inicua conducta <strong>de</strong> un ánimo a quien la codicia y<br />
la ambición obliga a adular al po<strong>de</strong>roso. Se ve también aquella noble bondad <strong>de</strong> ánimo y candi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> corazón <strong>de</strong> que<br />
regularmente son dotadas las personas <strong>de</strong>l otro sexo que han <strong>de</strong>bido a su cuna o a su crianza algún cultivo más feliz; la<br />
noble firmeza <strong>de</strong> espíritu con que estas mismas personas guardan la fe una vez prometida al que ha <strong>de</strong> ser dueño <strong>de</strong> sus<br />
con<strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncias; el <strong>de</strong>coro y la mo<strong>de</strong>stia con que se hace tratar aquellas nobles pasiones que no tienen otra oficina<br />
que el corazón ni otro principio que la virtud, la bondad y la justicia; el <strong>de</strong>sastrado fin <strong>de</strong> la maldad y <strong>de</strong> la tiranía,<br />
y la gloriosa memoria con que la posteridad corona la virtud aunque ésta haya tenido un éxito menos feliz que lo que<br />
ella merecía y <strong>de</strong>bía prometerse”. La negrilla es nuestra.<br />
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De la amplia gama <strong>de</strong> “nobles pasiones” encarnada por <strong>Virginia</strong>, Icilio, Lucio Virginio, etc.,<br />
sólo insistiremos en el amor virtuoso y en sus relaciones con pasiones referidas a la honestidad y<br />
religiosidad. El amor virtuoso en <strong>Virginia</strong> se manifiesta a través <strong>de</strong> dos vertientes: el amor entre<br />
<strong>Virginia</strong> e Icilio y el amor entre padre e hija 62 . Los dos jóvenes enamorados se comportan siempre<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una castidad y un <strong>de</strong>coro rayanos casi en la frialdad, si no fuera por los 'llantos' <strong>de</strong><br />
<strong>Virginia</strong> que más tar<strong>de</strong> comentaremos acerca <strong>de</strong>l 'dolor', 'sufrimiento'. A propósito <strong>de</strong> las relaciones<br />
amorosas en las <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> dijimos que se produce una simplificación expresiva con<br />
respecto a la dramaturgia barroca. Esta reducción actúa mediante la supresión <strong>de</strong> lados en los<br />
polígonos amorosos (<strong>de</strong> los famosos pentágonos e incluso heptágonos <strong>de</strong> la comedia <strong>de</strong> enredo<br />
pasamos a un simple triángulo) y /o mediante la práctica eliminación <strong>de</strong> las 'escenas <strong>de</strong> amor' con su<br />
correspondiente retórica <strong>de</strong> finezas, metáforas y <strong>de</strong>más tópicos al uso. En efecto, sólo en dos<br />
ocasiones la pareja <strong>de</strong> enamorados se encuentra a solas. En la primera (I, 3), Icilio sorpren<strong>de</strong><br />
llorando a su prometida y le pregunta la causa <strong>de</strong>l llanto (ella no sabía cómo hacerles saber, a Icilio<br />
y a Numitor, el acoso <strong>de</strong>l tirano Claudio). Y en la segunda (III, 7), <strong>Virginia</strong>, nuevamente llorosa,<br />
informa a Icilio <strong>de</strong> lo sucedido en III, 2 (Claudio le <strong>de</strong>clara su amor y la amenaza). Como pue<strong>de</strong><br />
apreciarse nunca los enamorados hablan <strong>de</strong> su amor, en el sentido estricto <strong>de</strong>l término.<br />
De todos modos, en la escena tercera <strong>de</strong>l primer acto (vv. 187-310) pudieran hallarse ecos que<br />
recuer<strong>de</strong>n muy lejanamente a alguna situación dramática propia <strong>de</strong>l teatro aurisecular. Resonancias<br />
que remiten a alguna que otra coinci<strong>de</strong>ncia en las expresiones empleadas, en acciones como llorar o<br />
en temas como el honor (aunque con connotaciones muy diferentes a las típicas formulaciones <strong>de</strong>l<br />
siglo XVII). Así, hemos hallado en la primera jornada <strong>de</strong> un drama cal<strong>de</strong>roniano De un castigo, tres<br />
venganzas, una situación comparable 63 a la <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> (I, 3):<br />
1. CALDERÓN, De un castigo, tres venganzas<br />
FLOR.– [...] Pero ¿Qué es esto, señor? / ¡Tú mirarme con enojos! / ¡Tú lágrimas por <strong>de</strong>spojos!<br />
/ ¡Tú suspiros y tú agravios! / Haz intérpretes los labios / <strong>de</strong> las dudas <strong>de</strong> los ojos. /<br />
FEDERICO.– Flor hermosa, a quien le <strong>de</strong>be / el alba el primer candor, / en lo hermoso y en lo<br />
breve: / no mi amor suspiros <strong>de</strong>be / a las quejas y <strong>de</strong>svelos; / que en concursos <strong>de</strong> rigores, / son<br />
mis <strong>de</strong>sdichas mayores / que pudieran ser mis celos. / Mira cuál será el dolor / que me ofen<strong>de</strong> y<br />
me fatiga, / pues permite que diga / que es el <strong>de</strong> celos menor / [...] Ya habrás sabido, ¡ay <strong>de</strong><br />
mí!, / que mi pena y mi dolor / es la ausencia, hermosa Flor, / que ha <strong>de</strong> apartarme <strong>de</strong> ti. / Mira<br />
si es justo que así / sienta y llore, pues los cielos / juntan todos mis <strong>de</strong>svelos / <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> una<br />
sentencia, / pues hay celos sin ausencia, / y no hay celos sin ausencia. /<br />
FLOR.– Cuando con mis penas lucho, / muerta ni viva me creo, / ni muerta porque te veo, / ni<br />
viva porque te escucho. Mucho es mi dolor, y mucho, / Fe<strong>de</strong>rico, mi tormento, / pues el uno al<br />
otro atento, / nadie se quiere rendir, / o es que <strong>de</strong> puro sentir / me falta ya el sentimiento. /<br />
Dime, pues: ¿qué causa ha habido / para tanta pena mía? / [...] ¿por qué te vas?<br />
FEDERICO.– Porque importa / mi ausencia.<br />
FLOR.– ¿A quién?<br />
FEDERICO.– A mi honor./<br />
FLOR.–¡A tu honor? ¡Ay <strong>de</strong> mí, triste! / [...] Vete, pues; vete <strong>de</strong> aquí; / que si a tu honor<br />
importó, / no he <strong>de</strong> <strong>de</strong>tenerte yo / [...] Muere honrado, y muera yo / ausente; y pues atrevido /<br />
vas, que no vuelvas te pido, / si es <strong>de</strong> tu venganza incierto, / porque más te quiero muerto, /<br />
Fe<strong>de</strong>rico, que ofendido.<br />
2. MONTIANO, <strong>Virginia</strong><br />
ICILIO.– [...] Dime pues: ¿cómo estás? ¿No me respon<strong>de</strong>s? / ¿Qué es esto? ¿Tú afligida? ¿Tú<br />
llorosa? / ¿Tú el hermoso semblante conturbado, / que a la luz apostó serenida<strong>de</strong>s? / [...] Dime,<br />
señora, dime, ¿quién abate / la alegría <strong>de</strong> Roma? ¿Quién <strong>de</strong>sluce / el mayor ornamento <strong>de</strong> sus<br />
62 Este amor está implícito durante los cuatro primeros actos <strong>de</strong> la tragedia (<strong>Virginia</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la escena inicial expresa<br />
claramente su respeto a la figura <strong>de</strong>l padre y se lamenta fuertemente <strong>de</strong> su ausencia. En el acto V es cuando se hace<br />
explícito el amor filial-paterno.<br />
63 Ni mucho menos afirmamos que <strong>Montiano</strong> imita <strong>de</strong>liberadamente a Cal<strong>de</strong>rón. Simplemente, <strong>Montiano</strong> –<strong>de</strong>jando<br />
aparte el que leyera con toda seguridad a Cal<strong>de</strong>rón– crea una situación que se parece lejanamente a otra situación<br />
inventada por la pluma <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> La vida es sueño. De haberse tratado <strong>de</strong> Luzán (véase nuestros comentarios sobre<br />
La virtud coronada), nuestra opinión hubiera sido distinta, habida cuenta <strong>de</strong> que El Peregrino sí imitó a Cal<strong>de</strong>rón..<br />
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timbres? / [...] No me conturbes más: <strong>de</strong>clara, explica / <strong>de</strong> una vez todo el daño, que pa<strong>de</strong>ces, /<br />
porque el rigor <strong>de</strong> tantas no me mate. /<br />
VIRGINIA.– No Icilio, no señor, nunca imagines, / que esta alma tuya buscara otro dueño: / ya<br />
te juró por tal, y no es, no, fácil, / que una torpe bajeza prostituya / su heredada altivez<br />
pundonorosa / [...] mas ya la <strong>de</strong>uda con el gusto enlaza / tu afecto con el mío para siempre. /<br />
ICILIO.– [...] Ya, <strong>Virginia</strong>, no niego lo que amas, / y aun <strong>de</strong> haberlo dudado me avergüenzo; /<br />
[...] Pero ¿podrá negarme tu hermosura, / que no está sin motivo su tristeza, / <strong>de</strong>latando el<br />
dolor, que la maltrata? /<br />
VIRGINIA.– Es verdad que le tiene: el mismo llanto, / que en bal<strong>de</strong> reprimí, lo califica. / [...]<br />
Es tal, señor, que el labio, que hasta ahora / sólo aprendió en la escuela <strong>de</strong>l recato / clausulas<br />
encogidas, que no salen / <strong>de</strong> caseros asuntos, no halla voces, / que al grave que la ocurre<br />
correspondan: / y más si has <strong>de</strong> ser tú quien ha <strong>de</strong> oírle. / Y así, no me porfíes porque diga / lo<br />
que no sé cómo a <strong>de</strong>cirlo acierte. /<br />
ICILIO.– Ya no intento, <strong>Virginia</strong>, que la expliques: / déjame que la sufra imaginada; / menos<br />
fuerte será que proferida / [...] Y así, mátame, mátame, no quites, / que se cebe en el tósigo<br />
villano / la sed, con que mi honor le solicita. /<br />
VIRGINIA.– No llega a tanto, Icilio, mi congoja: / que si tu honor, o el mío pa<strong>de</strong>ciese / la<br />
intolerable nota <strong>de</strong> ultrajado; / antes que el mal, sabrías el remedio, / aun a la suma costa <strong>de</strong> mi<br />
sangre. /<br />
Sin embargo, conviene precisar algunas cuestiones a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>l peso <strong>de</strong> la tradición <strong>de</strong>l amor<br />
platónico y <strong>de</strong> la moral cristiana (ambas <strong>de</strong> mayor inci<strong>de</strong>ncia en Cal<strong>de</strong>rón que en <strong>Montiano</strong>), <strong>de</strong> la<br />
invocación al “tú” amado y lloroso (en un caso un galán borgoñés; en el otro, la bella joven<br />
romana), <strong>de</strong> la diferente concepción <strong>de</strong>l honor (en Cal<strong>de</strong>rón el típico <strong>de</strong> la sociedad estamental<br />
española bajo los Austrias; en <strong>Montiano</strong> el propio <strong>de</strong> una mentalidad racionalista dieciochesca) y <strong>de</strong><br />
que en un caso el agraviado no tar<strong>de</strong> en confesar sus <strong>de</strong>sdichas, mientras que en el otro la joven<br />
también agraviada se niegue firmemente a ello (Numitor será quien informe a Icilio <strong>de</strong>l acoso<br />
sexual hacia su prometida en la escena siguiente). Porque en el noviazgo <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> e Icilio,<br />
concebido como una pasión noble, se introducen los siguientes elementos connotativos, implícitos o<br />
explícitos, según los casos:<br />
1) Acuerdo o beneplácito familiar. El noviazgo <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> e Icilio cumple en este sentido con<br />
todos los requisitos establecidos, porque se trata antes que nada <strong>de</strong> un pacto familiar refrendado<br />
en este caso concreto por el amor entre los novios.<br />
2) Castidad, <strong>de</strong>coro, etc. <strong>de</strong> los novios (“escuela <strong>de</strong>l recato”, dice <strong>Virginia</strong>), que en ningún<br />
momento manifiestan “excesos” amorosos: posibles contactos sexuales, las típicas escenas <strong>de</strong><br />
tapadas, escondidos, celos, etc. <strong>de</strong>l teatro aurisecular.<br />
3) Papel exclusivamente doméstico <strong>de</strong> la mujer. Entre los “asuntos caseros” <strong>de</strong> que habla también<br />
la protagonista se incluye la práctica <strong>de</strong>l culto religioso 64 . Así, los cuatro primeros actos <strong>de</strong> la<br />
tragedia giran en torno a que <strong>Virginia</strong> se dirija hacia el templo <strong>de</strong> Pales (acto I), realice los ritos<br />
sagrados (acto II), abandone el sacro recinto en busca <strong>de</strong> su prometido (acto III) e intente<br />
regresar a su hogar, pues la zozobra anímica en que se halla le impi<strong>de</strong> participar en las fiestas<br />
palilias (acto IV). Nótese cómo la casa y el templo son los lugares propios y lícitos para la joven.<br />
Finalmente, <strong>Virginia</strong> siempre camina en compañía <strong>de</strong> otras mujeres (su aya Publicia, las romanas<br />
con las que va al templo y con las que quiere volver a casa), <strong>de</strong> su tío Numitor o <strong>de</strong> su prometido,<br />
Icilio.<br />
4) Papel <strong>de</strong> autoridad social y familiar <strong>de</strong>l novio en ausencia <strong>de</strong>l padre. Es más, dada la<br />
proximidad <strong>de</strong> la boda, la autoridad que ejerce Icilio sobre <strong>Virginia</strong> es mayor que la <strong>de</strong>l tío. La<br />
actitud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> en I, 3 es una prueba <strong>de</strong>l respeto que ella siente hacia el novio 65 quien, por<br />
64<br />
Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón, La obra literaria <strong>de</strong>l vallisoletano..., op. cit., pp. 156-157, analiza <strong>de</strong>tenidamente la<br />
honestidad y la religiosidad <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
65<br />
En la primera escena <strong>Virginia</strong> ruega a Publicia que sólo informe <strong>de</strong>l acoso <strong>de</strong> Claudio a Numitor, porque a Icilio<br />
le informarían entre todos por el respeto <strong>de</strong>bido: “Mas a Numitor sólo le <strong>de</strong>scubre [el acoso]: / y si hallares a Icilio, dile,<br />
venga, / que tiene que saber: así entre todos / templaremos mejor su pronto genio, / cuando <strong>de</strong> todos oiga, lo que es<br />
41
otra parte, llevará el principal peso <strong>de</strong> la rebelión y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sagravio al honor familiar hasta la<br />
aparición <strong>de</strong> Lucio Virginio, en el acto V. Cuando el padre (posible futuro suegro) está presente,<br />
el novio lo obe<strong>de</strong>ce siempre con gran respeto; basta con leer las dos primeras escenas <strong>de</strong>l acto V<br />
para comprobarlo: el legionario or<strong>de</strong>na a Icilio que no levante el puñal contra Claudio hasta que<br />
no le vea alzarlo a él en persona; y así hará el joven tribuno <strong>de</strong> la plebe. La aparición <strong>de</strong> Lucio<br />
Virginio con el puñal ensangrentado (V, 5) iniciará la persecución y muerte <strong>de</strong>l tirano.<br />
El comentario <strong>de</strong>l amor virtuoso en <strong>Virginia</strong> conduce a otro tema ya reseñado en el capítulo<br />
<strong>de</strong> los rasgos <strong>de</strong> la tragedia neoclásica: la función y proporción <strong>de</strong>l amor en la tragicidad neoclásica.<br />
Algunos autores presumieron <strong>de</strong> haber compuesto <strong>tragedias</strong> “sin amor”, también es conocido que<br />
Corneille nunca <strong>de</strong>jaba que el amor ocupara el primer lugar; pues bien, <strong>Montiano</strong> no pue<strong>de</strong><br />
presumir <strong>de</strong> haber excluido totalmente el amor, pero sí <strong>de</strong> haberlo relegado a un segundo término.<br />
De ello se dio cuenta el padre Croisset cuando elogiaba a <strong>Virginia</strong> y a <strong>Ataúlfo</strong>, porque “aunque<br />
ambas <strong>tragedias</strong> están principalmente fundadas en la pasión <strong>de</strong>l amor, no es aquel que con tanta<br />
justicia con<strong>de</strong>nan en ella los críticos mas severos” 66 . Y Martínez <strong>de</strong> la Rosa en cambio, al comparar<br />
la <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> con la <strong>de</strong> Alfieri, se lamenta <strong>de</strong>l “tono apocado y suave <strong>de</strong> requiebros<br />
mo<strong>de</strong>rnos” 67 con que el vallisoletano expresó los amores <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> e Icilio.<br />
En efecto, hemos comprobado este extremo mediante un recuento <strong>de</strong> la introducción <strong>de</strong>l tema<br />
amoroso (tanto el amor loco como el amor virtuoso) durante las 36 escenas <strong>de</strong> que consta <strong>Virginia</strong>.<br />
Así hemos elaborado un cuadro estadístico que muestra que en 23 escenas no aparece para nada el<br />
amor (“sin amor” en el cuadro), en 10 hay algún parlamento, ya en forma <strong>de</strong> monólogo, ya <strong>de</strong><br />
diálogo, en que los personajes lo mencionan (“con amor” en el cuadro) y que, finalmente, sólo hay<br />
tres escenas don<strong>de</strong> el amor es el núcleo central (“<strong>de</strong> amor” en el cuadro). Estos son los resultados<br />
<strong>de</strong>l análisis, dividido en función <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> los cinco actos <strong>de</strong> la tragedia y don<strong>de</strong> a<strong>de</strong>más se<br />
indica en qué escenas hay “amor” y <strong>de</strong> qué tipo se trata:<br />
Acto Sin amor Con amor loco Con amor virtuoso De amor loco De amor virtuoso<br />
I 4 2 (I, 2 y 4) 1 (I, 3)<br />
II 3 2 (II,1 y 2) 1 (II, 6)<br />
III 2 3 (III, 1, 3 y 4) 1 (III, 2) 1 (III, 7)<br />
IV 5 1 (IV, 1) 1 (IV, 7)<br />
V 7<br />
Total 23 (64%) 6 (16%) 4 (11%) 1 (3%) 2 (6%)<br />
Esta tabla estadística confirma nuestra i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el amor loco y el virtuoso se organizan en<br />
función <strong>de</strong> una fuerza temática <strong>de</strong> mayor entidad: la dicotomía entre tiranía y libertad <strong>de</strong> Roma. Así,<br />
a excepción <strong>de</strong> un breve parlamento en IV, 7, a partir <strong>de</strong> la tercera escena <strong>de</strong>l acto IV lo amoroso<br />
ce<strong>de</strong> casi todo el terreno que ocupaba a la disyuntiva entre la rebelión o la obediencia servil y<br />
humillante a un po<strong>de</strong>r injusto, enfrentamiento expresado a través <strong>de</strong>l proceso judicial sobre la<br />
esclavitud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, su muerte y el posterior levantamiento en armas.<br />
B.2. Obligados por un <strong>de</strong>ber inexcusable; el honor. El bando rebel<strong>de</strong> o, si se prefiere,<br />
<strong>de</strong>fensor <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> Roma encarna a la perfección la lógica dieciochesca según la cual las<br />
pasiones, para que sean nobles, <strong>de</strong>ben estar controladas racionalmente y encaminadas siempre hacia<br />
nociones como virtud moral, el bienestar social y, cada vez más conforme avanza el siglo, lo<br />
nacional. Obviamente esto implica una recodificación i<strong>de</strong>ológica y expresiva no sólo <strong>de</strong>l rasgo<br />
obligado por un <strong>de</strong>ber inexcusable, sino también <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los elementos temáticos que lo<br />
justo, / que para él, ni se oculte, ni se dilate” (I, 1, vv. 127-132). Esto explicaría el silencio <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> en I, 3: Icilio<br />
llegó al Foro antes que Numitor, <strong>de</strong>scomponiendo el plan inicial <strong>de</strong> la joven. Una vez en escena el tío <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>,<br />
entonces Icilio será informado <strong>de</strong> todo.<br />
66 Velázquez, Orígenes <strong>de</strong> la poesía castellana, op. cit., pp. 102-103, reproduce la traducción <strong>de</strong>l padre Isla en el<br />
prólogo al tomo 2 <strong>de</strong>l Año Christiano <strong>de</strong>l comentario <strong>de</strong>l padre Croisset.<br />
67 “Apéndice sobre la tragedia española”, en op. cit., p. 145.<br />
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componen, el honor 68 . Porque este tema está fuertemente presente en <strong>Virginia</strong> don<strong>de</strong> se refleja la<br />
nueva <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> esta tradición heredada <strong>de</strong>l teatro aurisecular. En primer lugar, el honor<br />
personal-familiar <strong>de</strong>be subordinarse a lo colectivo-nacional, se convierte en “razón <strong>de</strong> Estado” a<br />
partir <strong>de</strong>l hecho <strong>de</strong> que el ofensor es el máximo gobernante. <strong>Virginia</strong> en la segunda escena <strong>de</strong> la<br />
tragedia se pregunta <strong>de</strong>sconsolada e intuyendo su <strong>de</strong>stino final:<br />
Que sabré tolerar, morir constante, / y oponerme al furor, me lo asegura / mi espíritu: ¿mas<br />
luego la victoria / será trascen<strong>de</strong>ntal al pueblo mío? / ¿Al que me ha dado el ser? ¿A quien me<br />
adora? / ¡Ah que tanto el dolor no vaticina / ¿Por qué Sagrado Júpiter me diste / alma romana,<br />
en tiempo tan injusto, / si no ha <strong>de</strong> contribuir a la venganza / <strong>de</strong> alto patrocinio, con que miras,<br />
/ la ciudad, que es tu solio? (I, 2, vv. 158-168).<br />
Porque el honor no afecta sólo a la persona ofendida, al padre que le “ha dado el ser”, al novio<br />
a quien “adora”, sino también a toda la “ciudad”. Y <strong>de</strong> nada sirve el <strong>de</strong>sagravio si lo personalfamiliar<br />
se antepone a lo colectivo. Sin embargo, esto no impi<strong>de</strong> el <strong>de</strong>bate sobre qué componente<br />
<strong>de</strong>l honor <strong>de</strong>be prepon<strong>de</strong>rar: si se da preferencia a lo primero, entonces el honor pue<strong>de</strong> incluso<br />
transformarse en pasión <strong>de</strong>senfrenada expresada bajo los términos venganza o ira, en sus acepciones<br />
<strong>de</strong> impulsos irracionales e incontrolables. Es <strong>de</strong>cir, se corre el riesgo <strong>de</strong> poner en peligro el<br />
bienestar público, la restauración auténtica <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n. Por todo esto, cuando Icilio se entera (I, 4) <strong>de</strong><br />
que el <strong>de</strong>cenviro acosa sexualmente a su prometida y <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> tomar inmediata venganza, Numitor y<br />
<strong>Virginia</strong> se ven forzados a calmar los impulsos <strong>de</strong>l joven tribuno <strong>de</strong> la plebe, recordándole que el<br />
honor, para que sea una pasión noble, ha <strong>de</strong> estar controlado por la razón y ha <strong>de</strong> mirar siempre por<br />
el bien común <strong>de</strong> la colectividad o nación, tanto como la auténtica víctima <strong>de</strong> la ofensa que no es<br />
otra sino la <strong>de</strong>safortunada <strong>Virginia</strong>:<br />
ICILIO: ¿Qué tiene que per<strong>de</strong>r, quien ve perdidos / interés, libertad, honor, y gusto / a manos <strong>de</strong><br />
ambición, crueldad, y antojo? / Morir matando es el mejor remedio, / que permiten, Numitor,<br />
nuestros males. / Adiós, <strong>Virginia</strong>, adiós, que <strong>de</strong>spechado / voy a ser sacrificio <strong>de</strong> la Patria, / <strong>de</strong><br />
mi amor, <strong>de</strong> mi furia, y <strong>de</strong> mis celos. / ¡Oh Júpiter! admíteme la ofrenda, / y respon<strong>de</strong> a la<br />
acción que premedito: / si te ofen<strong>de</strong>, cruel con mi <strong>de</strong>strozo: / si te obliga, apacible con mi<br />
triunfo. /<br />
NUMITOR: No <strong>de</strong> esa suerte los sucesos gran<strong>de</strong>s / (Detiene a Icilio, que intenta irse) el juicio<br />
los maneja: más <strong>de</strong>spacio / en los medios, dispone la cordura, / que el éxito con gloria se<br />
asegure. / Templa pues el furor; no te arrebaten / <strong>de</strong> la ira los ímpetus violentos [...]<br />
VIRGINIA: Señor, mi dueño, Icilio, no abandones / la que sin ti <strong>de</strong>spreciara la vida, / que hoy<br />
por ser tuya sólo se conserva [...] / Duélete pues <strong>de</strong> mí: suspen<strong>de</strong> el brazo; / que alguna vez<br />
podrás acreditarle, / si esperas a no dar incierto el golpe. /<br />
ICILIO: De una parte el vigor <strong>de</strong> tu discurso (a Numitor), / y <strong>de</strong> otra la eficacia <strong>de</strong> tu halago (a<br />
<strong>Virginia</strong>), la ya torpe razón me facilita, / la voluntad resuelta me <strong>de</strong>tiene: / dadme los dos, pues<br />
a los dos me rindo, / la regla con que a entrambos corresponda. /<br />
[...]<br />
NUMITOR: Que nada se a<strong>de</strong>lanta, / si en la empresa atrevida, que acaloras, / la<br />
República sufre <strong>de</strong>trimento; o te vengas tú solo, y no la Patria. /<br />
(I, 4, vv. 353-392 y 436-439). La negrilla es nuestra.<br />
Esta tensión entre el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> satisfacer inmediata e impulsivamente el <strong>de</strong>sagravio y la<br />
pru<strong>de</strong>ncia pragmática y racional se repite en varias ocasiones durante la tragedia. Así, otra vez<br />
Numitor (II, 7) calma la “torpe inquietud” <strong>de</strong> Icilio, aconsejándole que disimule, que reprima su<br />
furor en aras <strong>de</strong> la rebelión en marcha. Mientras que <strong>Virginia</strong> (III, 7), en la segunda escena <strong>de</strong> amor<br />
virtuoso, con lágrimas en los ojos, ratifica el carácter público y racionalista <strong>de</strong> la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l honor<br />
familiar y trata <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>rar la ira <strong>de</strong> Icilio cuando le narra cómo fue acosada directamente por<br />
Claudio en la segunda escena <strong>de</strong>l acto III:<br />
68 En 1735 <strong>Montiano</strong> leyó un Discurso para <strong>de</strong>clarar en que consiste la verda<strong>de</strong>ra honra y qué lo que vulgarmente<br />
se llama punto <strong>de</strong> honor que le sirvió para ingresar en una tertulia erudita que se reunía en casa <strong>de</strong> Julián <strong>de</strong> Hermosilla<br />
(véase Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón, La obra literaria <strong>de</strong>l vallisoletano..., op. cit., pp. 16-17).<br />
43
Bastárate saber, que no te pido / con aquel [Claudio] que interpuse blando ruego, / que la<br />
cólera temples; que corrijas / <strong>de</strong> tu furor el vengativo arrojo; / que por tu vida, y por la mía<br />
mires; / y que antes <strong>de</strong> abrazar todo el empeño, / en el peligro <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> pares [...]; / con<br />
Valerio, y Horacio le concierta: / para que con Numitor, y mi padre, / que espero en breve a<br />
casa restituido, / y los <strong>de</strong>más que tanto ejemplo sigan, / saques la honra, saques a la Patria /<br />
<strong>de</strong> la bastarda nota que la oprime: / y mas que todo, Icilio, se aventure; / pues qué nos<br />
queda que per<strong>de</strong>r, si vemos / la dulce amable libertad perdida, / igualmente en la ley, que<br />
en el cariño. / (III, 7, vv. 1311-1316 y 1326-1335). La negrilla es nuestra<br />
Distinta es la actitud <strong>de</strong> Lucio Virginio en este <strong>de</strong>bate en torno al honor. El padre <strong>de</strong> la<br />
heroína no es, evi<strong>de</strong>ntemente, un joven impulsivo, pero tampoco un hombre pusilánime, remiso o<br />
acobardado en esta materia. Así lo <strong>de</strong>scribe <strong>Virginia</strong>:<br />
Mi padre, que en los ápices repara, / si se mezcla su honor; que tan ardiente, / por salvarle, los<br />
riesgos atropella; / que logra en la ciudad, que se distinga / su heroico natural pundonoroso: /<br />
mi padre, suspicaz, fuerte, y mi padre, / que es lo más, si reparo en la ternura / con que me cría,<br />
me distingue y ama; / ¡Qué no hará, si prosiguen los excesos / <strong>de</strong> Claudio, y le llegare la<br />
noticia, / o no puntual, o por extraño oficio! (I, 1, 103-114)<br />
Cuando Lucio Virginio entra en el Foro (V, 1), su experiencia e intuición le hacen recelar <strong>de</strong><br />
las auténticas posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la rebelión: Valerio y Horacio están “con política maña dilatados, / al<br />
afán ambicioso <strong>de</strong> sus fines” que no son otros sino ocupar el consulado <strong>de</strong> Roma; la “instable<br />
plebe” tal vez no acuda en masa para el instante supremo <strong>de</strong>l levantamiento; y Claudio tiene<br />
dispuestas sus tropas en el Capitolio. Ante esta situación pocas serían las posibilida<strong>de</strong>s objetivas <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>sagraviar racionalmente el honor mancillado y, entonces, no extrañan el pesimismo y el lamento<br />
(véase vv. 1951-1961 <strong>de</strong> V, 1), pero tampoco la premeditación. Nos da la impresión <strong>de</strong> que su<br />
mente había previsto el apuñalar a su hija, si fracasara el intento <strong>de</strong> impedir que Claudio poseyera a<br />
<strong>Virginia</strong>, amparado en la fuerza que proporciona el po<strong>de</strong>r político 69 ¿Cómo si no explicar el<br />
juramento que impone a Icilio y a Numitor <strong>de</strong> no actuar hasta que él en persona no enseñe su puñal<br />
<strong>de</strong>snudo (V, 1, vv. 2020-2022)?<br />
Durante la vista pública en el tribunal <strong>de</strong>l Foro intenta por todos los medios a su alcance<br />
impedir la sentencia <strong>de</strong> Claudio. Primero recurre a argumentos morales, jurídicos y humanos para<br />
refutar las acusaciones (V, 2, vv. 2083-2119); <strong>de</strong>spués amenaza al tirano, provocando su ira y que<br />
los soldados y lictores se pongan en acción (V, 2, vv. 2137-2153); y finalmente ruega, y propone<br />
incluso entregar toda su fortuna y posesiones a cambio <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> su hija (V, 2, vv. 2154-<br />
2187). Sin embargo, cuando bajo amenaza <strong>de</strong> intervención <strong>de</strong> los legionarios Claudio implanta su<br />
veredicto, cuando en ese momento Valerio y Horacio no están presentes en el Foro con el apoyo<br />
armado prometido –en realidad llegan con un retraso <strong>de</strong> dos escenas– ni la plebe reacciona airada<br />
contra el tirano; entonces a Lucio Virginio no le queda otra salida que consumar lo previsto. Solo<br />
así evitará el <strong>de</strong>shonor <strong>de</strong> la esclavitud <strong>de</strong> su hija 70 .<br />
69 <strong>Montiano</strong> confirma esta afirmación nuestra: “Finalmente Lucio Virginio, como viejo hábil, y lleno <strong>de</strong> experiencia,<br />
se <strong>de</strong>scubre suspicaz, <strong>de</strong>sconfiado, cauteloso, y prevenido. Para no <strong>de</strong>smentir la realidad <strong>de</strong> este carácter; acomodé,<br />
como pu<strong>de</strong>, sus discursos, y reflexiones [...]; y su conducta, y precaución, según eran convenientes, a facilitar y<br />
conseguir el <strong>de</strong>sesperado, e inaudito recurso, que premeditaba, para romper el lazo dispuesto a que cayese su<br />
honor en él inevitablemente, no anticipando un tan ejecutivo remedio” (Discurso I, p. 109) La negrilla es nuestra.<br />
70 La sentencia <strong>de</strong> Claudio también implica una acusación contra la honestidad personal <strong>de</strong> Lucio Virginio y su<br />
esposa Numitoria, pues les imputa que hicieron pasar como suya a la hija <strong>de</strong> una esclava. En cuanto al amor <strong>de</strong> Lucio a<br />
su hija, Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón comenta: “Sin embargo, Lucio no es un ser duro y cruel que mata a su hija sin<br />
piedad, como algunos padres <strong>de</strong>l teatro clásico español, sino que siempre se muestra cariñoso y tierno con ella” (La<br />
obra literaria <strong>de</strong>l vallisoletano..., op. cit., p. 165). En efecto, Lucio se dirige a <strong>Virginia</strong> con expresiones como “mi<br />
prenda amada”, “Ven, hija, ven, hermosa, / triste mujer” o “inocente virgen”.<br />
44
El parricidio, aunque triplemente justificado (es un hecho refrendado por la tradición<br />
histórica, está forzado por la necesidad, y se hace con el consentimiento <strong>de</strong> la víctima 71 ), constituye<br />
el acto supremo por el que se impi<strong>de</strong> el <strong>de</strong>shonor. Sin embargo, el parricidio nunca es <strong>de</strong>batido<br />
suficientemente en la tragedia y no provoca sino una breve lamentación <strong>de</strong>l parricida (V, 5, vv.<br />
2239-2261) y un llanto <strong>de</strong> Publicia y una mujer romana (V, 6). Parece como si fuera una acción que<br />
a pesar <strong>de</strong> su importancia <strong>Montiano</strong> no acierta a convertir en conmoción anímica y catártica para los<br />
lectores / espectadores. Dicho <strong>de</strong> otro modo, se le pue<strong>de</strong> aplicar el mismo <strong>de</strong>fecto que David T. Gies<br />
señala para el suicidio <strong>de</strong> Lucrecia en la tragedia <strong>de</strong> Moratín el Viejo: el poeta, en lugar <strong>de</strong> construir<br />
auténticos personajes, sólo fabrica “muñecos unidimensionales cuyos actos no sólo son previsibles,<br />
sino que a<strong>de</strong>más son a veces tediosos y evitables” 72 .<br />
En <strong>de</strong>scargo <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> pue<strong>de</strong> alegarse que sólo tiene dos escenas, las dos primeras <strong>de</strong>l acto<br />
V, para <strong>de</strong>batir y plantear trágicamente el ¿impulso? que lleva al parricidio. Pero también es cierto<br />
que no se atreve a mostrarlo ni directa ni indirectamente en el escenario, sino mediante narración, y<br />
que, una vez cometido, no acierta a transformar el crimen en materia trágica, por mucho que llore su<br />
nodriza y por mucho que exclame Virginio en ¡sólo 23 versos! <strong>de</strong> los cuales la mitad se van en el<br />
llamamiento a las armas contra el tirano. Lucio Virginio es un muñeco unidimensional, <strong>de</strong>finido en<br />
la primera escena <strong>de</strong> la obra como un hombre <strong>de</strong> “heroico natural pundonoroso” y “que en los<br />
ápices repara, / si se mezcla su honor; que tan ardiente, / por salvarle, los riesgos atropella”. Por lo<br />
que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su vuelta a Roma proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l Álgido, tenía ya pensado y <strong>de</strong>cidido cómo actuar –aquí<br />
ya no sirve la excusa <strong>de</strong> la obediencia a la leyenda histórica–, aunque los buenos <strong>de</strong> Icilio y Numitor<br />
trataran en vano <strong>de</strong> convencerle <strong>de</strong> que la rebelión en marcha era un método más racional <strong>de</strong> lavar<br />
la honra familiar. Si el <strong>de</strong>bate hubiera sido más intenso y extenso, si el poeta hubiera mostrado un<br />
padre dubitativo, in<strong>de</strong>ciso y, por qué no <strong>de</strong>cirlo, “llorón”, tal vez la tragedia habría sido mucho más<br />
conmovedora. Al fin y al cabo, por poner otro ejemplo <strong>de</strong> Moratín el Viejo, en Guzmán el Bueno,<br />
don<strong>de</strong> el padre permite la muerte <strong>de</strong>l hijo en aras <strong>de</strong>l bienestar <strong>de</strong> la Patria, hay un <strong>de</strong>bate pasional<br />
entre Guzmán y la llorosa madre <strong>de</strong> la víctima inocente. Al hurtar posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> índole<br />
semejante, <strong>Montiano</strong> nos priva <strong>de</strong> una tragedia mucho más intensa y patética, incluso <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los<br />
mol<strong>de</strong>s neoclásicos que él propugnaba.<br />
Ahora bien, si Lucio Virginio encarna un concepto <strong>de</strong>l honor que no es todavía el plenamente<br />
racionalista ilustrado, por contra, tampoco es el típico honor <strong>de</strong>l teatro aurisecular. Rosalía<br />
Fernán<strong>de</strong>z Cabezón 73 acierta cuando afirma que <strong>Montiano</strong> realiza una “simbiosis” entre la historia<br />
romana (entre los atributos <strong>de</strong>l pater estaba el po<strong>de</strong>r matar a los hijos en circunstancias<br />
excepcionales 74 ) y el honor <strong>de</strong> la dramaturgia barroca. En ésta la figura <strong>de</strong>l padre, autoritario,<br />
intransigente guardián <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n familiar equivale casi siempre a un señor, mientras que la figura <strong>de</strong><br />
la hija se igualaría a la <strong>de</strong>l vasallo, a la <strong>de</strong> persona obligada a obe<strong>de</strong>cer el dictamen paterno. Basta<br />
recordar la cantidad <strong>de</strong> comedias <strong>de</strong> enredo o <strong>de</strong> capa y espada en que la hija tiene que inventar mil<br />
trucos y artimañas para conseguir el matrimonio final con un galán que no era aceptado por el or<strong>de</strong>n<br />
familiar; o, los casos <strong>de</strong> honra en que el padre se ve forzado a castigar los amoríos o tropelías <strong>de</strong>l<br />
hijo /a transgresor /a 75 . Pero, al igual que suce<strong>de</strong> en Lope y Cal<strong>de</strong>rón, el honor es “patrimonio <strong>de</strong>l<br />
71 Tal y como Virginio explica a Claudio en su narración <strong>de</strong> V, 5: “ya el pundonor quedó sin contingencia, / <strong>de</strong> este<br />
puñal al golpe <strong>de</strong>strozada / la beldad <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>; que gozosa / sacrificó su floreciente pecho, / por librar <strong>de</strong> tu antojo su<br />
pureza. /” (V, 5, vv. 2241-2245).<br />
72 David T. Gies, “Nicolás Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Moratín”, en “La práctica <strong>de</strong>l teatro neoclásico”, en Historia <strong>de</strong> la<br />
literatura española, vol 7, coord. Guillermo Carnero, op. cit., p. 515. En realidad, Gies repite un planteamiento ya<br />
formulado en su libro Nicolás Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Moratín, Boston, Twayne Publishers,1979, pp. 125-151.<br />
73 Op. cit. 165-166. Sólo disentimos en el hecho <strong>de</strong> que esta estudiosa <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> sostiene que el autor triunfó a la<br />
hora <strong>de</strong> crear un “auténtico héroe trágico” por el modo en que encarna pasiones, sentimientos e i<strong>de</strong>as en conflicto.<br />
74 Aunque al parecer en estos supuestos <strong>de</strong>bía reunirse un consejo familiar para tomar la <strong>de</strong>cisión. En cierto modo, el<br />
<strong>de</strong>bate entre los miembros <strong>de</strong> la familia (V, 1), al que se aña<strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Icilio, el prometido <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, respon<strong>de</strong><br />
al intento <strong>de</strong> reflejar en la tragedia esta costumbre romana.<br />
75 Remitimos para estas cuestiones a los comentarios que formula Marc Vitse en su libro, Éléments pour une théorie<br />
du theâtre espagnol <strong>de</strong> XVII e siècle, op. cit. Allí se refiere en varias ocasiones a la oposición entre el padre-señor y el<br />
hijo-vasallo y sus resonancias en la teatralidad <strong>de</strong>l Siglo <strong>de</strong> Oro.<br />
45
alma”, un atributo inalienable <strong>de</strong> la dignidad y condición humanas, aunque esa persona no sea<br />
noble: el labriego limpio <strong>de</strong> sangre, el plebeyo honesto <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>. Y ante el atropello y la ofensa<br />
no cabe más salida que lavar la mancha. Sólo que en <strong>Virginia</strong> la acción purificadora es doble: Lucio<br />
Virginio se ve obligado, totalmente en contra <strong>de</strong> su voluntad, a matar a su hija inocente porque sólo<br />
así pue<strong>de</strong> evitar la esclavitud; pero también está obligado a que el verda<strong>de</strong>ro culpable, el tirano,<br />
pague con la vida su maldad. La única salvedad resi<strong>de</strong> en que será la plebe aliada con los patricios,<br />
y encabezada por Icilio, la encargada <strong>de</strong> restaurar la libertad <strong>de</strong> Roma.<br />
B.4. El or<strong>de</strong>n restaurado: la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la virtud causa dolor, sufrimiento y llanto<br />
femenino. La restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n supone la libertad <strong>de</strong> Roma, la armonía social que alteró la<br />
tiranía <strong>de</strong>l Decenvirato. Sin embargo, este triunfo no <strong>de</strong>para totalmente alegría y gozo, sino que <strong>de</strong>ja<br />
un poso <strong>de</strong> amargura y tristeza a causa <strong>de</strong>l sacrificio <strong>de</strong> una víctima inocente, la <strong>de</strong>sdichada<br />
<strong>Virginia</strong>. Por todo esto, aunque en los versos finales Icilio y Publicia hablen <strong>de</strong> perpetuar la fama y<br />
gloria <strong>de</strong> la heroína a través <strong>de</strong> las honras fúnebres, el final feliz <strong>de</strong> la tragedia no se cumple<br />
plenamente: en Virginio, el padre, en Publicia, la nodriza, y en Icilio, el novio, queda el dolor por la<br />
muerte <strong>de</strong>l ser que más amaban en esta tierra; mientras que en el lector / espectador queda la<br />
compasión, el apiadarse <strong>de</strong> los sufrimientos pa<strong>de</strong>cidos por lograr esa restauración <strong>de</strong> un estado <strong>de</strong><br />
cosas que jamás <strong>de</strong>bió haberse roto.<br />
Un aspecto fundamental en <strong>Virginia</strong> es que el triunfo <strong>de</strong> la virtud lleva consigo una lucha que<br />
causa dolor, sufrimiento y llanto sobre todo en las mujeres, como es el caso <strong>de</strong> la joven<br />
protagonista. Así en el monólogo <strong>de</strong> I, 2 <strong>Virginia</strong> se lamenta <strong>de</strong> ser “triste miserable presa”,<br />
“lastimoso sacrificio” y no pue<strong>de</strong> evitar que se le escapen las lágrimas en conmovedor llanto. Icilio<br />
la ve en tal estado y le pregunta en términos como éstos:<br />
ICILIO: ¿Qué es esto? ¿Tú afligida? ¿Tú llorosa? / ¿Tú el hermoso semblante conturbado, / que<br />
a la luz apostó serenida<strong>de</strong>s? / [...] Madre Venus, Amor, Sacras Deida<strong>de</strong>s, / ¿pudo llegar el<br />
triste, el doloroso lance, / en que Icilio a su <strong>Virginia</strong> encuentre / con las duras señales<br />
<strong>de</strong>mudadas? / [...] Pero ¿podrá negarme tu hermosura, / que no está sin motivo su tristeza, /<br />
<strong>de</strong>latando el dolor, que la maltrata? /<br />
VIRGINIA: Es verdad que le tiene: el mismo llanto, / que en bal<strong>de</strong> reprimí, lo califica. / [...] Es<br />
tal, señor, que el labio, que hasta ahora / sólo aprendió en la escuela <strong>de</strong>l recato / clausulas<br />
encogidas, que no salen / <strong>de</strong> caseros asuntos, no halla voces, / que al grave que la ocurre<br />
correspondan: / y más si has <strong>de</strong> ser tú quien ha <strong>de</strong> oírle. / Y así, no me porfíes porque diga / lo<br />
que no sé cómo a <strong>de</strong>cirlo acierte. / (I, 3, vv. 204-263).<br />
Más tar<strong>de</strong>, habiendo sido puesta a prueba nuevamente su virtud cuando la acosó Claudio en<br />
persona (III, 2), se produce el siguiente diálogo en la séptima escena <strong>de</strong>l acto III, abierta bajo la<br />
acotación escénica <strong>de</strong> “<strong>Virginia</strong> llorosa”:<br />
PUBLICIA: [...] Depón el llanto, y vigorosamente / lo que acordamos, sin rubor práctica. /<br />
VIRGINIA: No esquivo, no, Publicia, tu consejo; / porque bien le conozco necesario: / mas <strong>de</strong>ja,<br />
que el espíritu se cobre / <strong>de</strong>l <strong>de</strong>susado afán, que me arrebata / lejos <strong>de</strong> mí, sin que el arbitrio<br />
pueda / el ímpetu pausar, con que se agita. /<br />
ICILIO: ¿Qué nueva sinrazón, mi dulce dueño, / cuando ha tan poco que <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> verte, / tan<br />
presto a la primera ha sucedido? / Ya me tienes aquí: templa, señora, / las turbaciones <strong>de</strong>l<br />
divino rostro; / que es rigor, que unas lágrimas tan puras / sin piedad <strong>de</strong> tus ojos se <strong>de</strong>rramen, /<br />
y sin vengarlas yo se <strong>de</strong>sperdicien. / Si vive Icilio, ¿qué es lo que acongoja / la noble<br />
comprehensión <strong>de</strong> tu entereza? / [...] Habla, pues: no me encubras <strong>de</strong> tu ahogo / la triste<br />
gravedad, que le motiva / [...]<br />
VIRGINIA: ¡Ay Icilio! ¡Ay señor! Que no es ya tiempo / <strong>de</strong> que la voz en referir se emplee / las<br />
duras congojosas ocurrencias, / que han <strong>de</strong>latado a mi pesar mis ojos. /<br />
(III, 7, vv. 1277-1304).<br />
A diferencia <strong>de</strong> lo ocurrido en I, 3, <strong>Virginia</strong> ahora no tiene el menor inconveniente en relatar<br />
la causa <strong>de</strong> sus lágrimas. De todos modos en ambas escenas el llanto <strong>de</strong> la virtuosa protagonista<br />
provoca un estado anímico que casi le impi<strong>de</strong> el uso <strong>de</strong> la palabra: “Y así, no me porfíes porque<br />
diga / lo que no sé cómo a <strong>de</strong>cirlo acierte” ruega <strong>Virginia</strong> en I, 3, y “Que no es ya tiempo / <strong>de</strong> que la<br />
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voz en referir se emplee / las duras congojosas ocurrencias, / que han <strong>de</strong>latado a mi pesar mis<br />
ojos./” en III, 7.<br />
Sin embargo, <strong>Virginia</strong> no vierte solamente el llanto en presencia <strong>de</strong> su amado Icilio, sino que<br />
también lo hace para expresar su sufrimiento ante los senadores Valerio y Horacio a los que<br />
conmueve con lágrimas y ruegos <strong>de</strong> esta suerte pronunciados y con la intención <strong>de</strong> incitarles aún<br />
más a la insurrección:<br />
Digno será <strong>de</strong> vuestro heroico lustre / aten<strong>de</strong>r a las lágrimas, que vierte / una mujer constante,<br />
y perseguida. / Padres sois <strong>de</strong> la Patria: sedlo míos: / sedlo también <strong>de</strong>l que me ha dado el<br />
Cielo: / sedlo <strong>de</strong> la inocencia: no el estrago, / que en mi amenaza a Roma, se asegure, / si no se<br />
halla oposición este insolente; / y el apetito hambriento <strong>de</strong> su antojo / se sacia en el baldón <strong>de</strong><br />
mi pureza./ (IV, 8, vv. 1823-1832).<br />
Porque el llanto constituye una manifestación corporal <strong>de</strong> pasiones nobles observable<br />
principalmente en las mujeres: al final <strong>de</strong> la primera escena <strong>de</strong>l acto V, Lucio Virginio hace jurar a<br />
Icilio y a todos los partidarios plebeyos que sólo se alzarán en armas cuando vean su puñal<br />
levantarse <strong>de</strong>snudo. <strong>Virginia</strong>, como mujer, no <strong>de</strong>be tomar el acero en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la libertad, pero sí<br />
emplearía otros recursos:<br />
En mí, no menos, lágrimas y voces, / que son las propias armas mujeriles, / <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>rán, señor,<br />
<strong>de</strong> lo que man<strong>de</strong>s, / sin otro móvil más que tus impulsos. / (V, 1, 2039-2042).<br />
Y, por último, Publicia acompañada <strong>de</strong> mujeres romanas, en la penúltima escena <strong>de</strong> la<br />
tragedia, pronuncia palabras como éstas:<br />
¡Ay tristes <strong>de</strong> nosotras! ¿Dón<strong>de</strong> iremos, / que la aflicción, o el riesgo no nos halle? / ¡<strong>Virginia</strong><br />
muerta, el pueblo alborotado! / La planta apenas sin horror se mueve: / con el susto se para<br />
hasta el aliento. / ¡Ay amigas! ¡Ay tristes compañeras! / Llorad, llorad conmigo el doloroso /<br />
funesto fin <strong>de</strong> la inocente virgen, / que tan temprano arrebató la Parca. / No <strong>de</strong>jéis, que se<br />
exhalen mis suspiros, / sin que alterne con ellos vuestro llanto: / que en pérdida, que a<br />
todas interesa, / nos ha <strong>de</strong> ser común el sentimiento. / (V, 6, vv. 2268-2280). La negrilla es<br />
nuestra.<br />
Ya en otra ocasión se reseñó que el llanto femenino sobre todo en la heroína ilustre virtuosa<br />
era un punto <strong>de</strong> enlace entre la tragedia neoclásica y el teatro sentimental. Entonces mostramos que<br />
la exaltación <strong>de</strong> la virtud, con cierta ten<strong>de</strong>ncia al maniqueísmo a través <strong>de</strong>l conflicto entre héroes y<br />
antihéroes, así como el patetismo intenso sobre todo en las mujeres, para provocar el sentimiento <strong>de</strong><br />
lástima o ternura en el público, explicaría que lo sentimental fuera relativamente aceptado, a pesar<br />
<strong>de</strong> los reparos <strong>de</strong> los teóricos clasicistas más escrupulosos (hibridismo, incumplimientos <strong>de</strong> las<br />
unida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> lugar y tiempo, el abuso <strong>de</strong> la agnición como recurso dramático, ciertas<br />
inverosimilitu<strong>de</strong>s, etc.). No es, por consiguiente, simple casualidad que Luzán publique, al año<br />
siguiente <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, la traducción titulada La razón contra la moda que inaugura el<br />
teatro sentimental en España.<br />
El caso es que en <strong>Virginia</strong> se recurre a la “retórica <strong>de</strong> las lágrimas” (sintagma acuñado por<br />
María Jesús García Garrosa en su excelente libro sobre la comedia sentimental) y <strong>Montiano</strong> lo hace<br />
no sólo por una finalidad catártica, sino también como prueba <strong>de</strong> que el combate que las fuerzas <strong>de</strong><br />
la virtud, la libertad y la justicia sostienen contra la maldad y la tiranía produce dolor y sufrimiento,<br />
tributo inevitable para conseguir la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n.<br />
La catarsis en <strong>Virginia</strong><br />
En el capítulo <strong>de</strong> los rasgos <strong>de</strong> la tragedia neoclásica española incluíamos a <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
lo que allí <strong>de</strong>nominábamos como “segunda variante catártica”, aquella a la que pertenecen las<br />
<strong>tragedias</strong> en que el agón (conflicto dramático) condiciona que un personaje bondadoso o inocente<br />
sufra la persecución <strong>de</strong> un ser malvado o, a lo sumo, moralmente intermedio. Con final feliz o<br />
<strong>de</strong>sgraciado, según los casos, y la piedad y el terror se consiguen mediante la interacción <strong>de</strong> los<br />
47
afectos que provocan los <strong>de</strong>senlaces <strong>de</strong>l bueno y <strong>de</strong>l malo respectivamente. No hace falta <strong>de</strong>mostrar<br />
a estas alturas la maldad <strong>de</strong> Claudio y <strong>de</strong> Marco, ya se insistió sobradamente en caracterizar la<br />
tiranía <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro como para tener que comentar algo más al respecto. En cuanto a <strong>Virginia</strong><br />
tampoco sería necesario añadir nada nuevo, excepto una <strong>de</strong>scripción que Publicia, aya <strong>de</strong> la heroína,<br />
realiza en la primera escena <strong>de</strong> la tragedia:<br />
PUBLICIA: [a <strong>Virginia</strong>] ¡Oh qué bien tu conducta correspon<strong>de</strong> / a ser hija <strong>de</strong> Lucio, y<br />
Numitoria, / y a haber creído las pru<strong>de</strong>ntes reglas, / que te dictó la ley <strong>de</strong> mi cuidado! / Tu<br />
voluntad, no quiere sino al dueño, / que la razón paterna te señala: / tu juicio, no se inclina a lo<br />
dudoso, / y solamente elige lo seguro: / tu honestidad escrupulosa, aun huye, / <strong>de</strong> ser causa<br />
inculpable <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo: / tu discreción, no busca la victoria / con débil aparato <strong>de</strong> palabras; / sino<br />
hacer lo mejor en lo que esfuerza. / Todo es en ti perfecto [...] (I, 1, vv. 52-65)<br />
Con todos estos atributos no cabe la menor duda en la inocencia y virtud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>: ella por<br />
su conducta, voluntad, juicio, honestidad y discreción es un ser perfecto, un <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> cualida<strong>de</strong>s<br />
morales que nunca merecerá por sí misma los sufrimientos que le <strong>de</strong>parará el <strong>de</strong>stino y que<br />
culminarán con su sacrificio en la catástrofe trágica. Así pues esta tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> formaría<br />
parte <strong>de</strong>l primer grupo <strong>de</strong> la “segunda variante catártica”, aquel don<strong>de</strong> el bondadoso muere y el<br />
malvado sufre el castigo que merece su actuación y que normalmente equivale también a la muerte.<br />
Sin embargo, hecha la clasificación pertinente, quedan otros puntos que <strong>de</strong>ben ser explicados<br />
convenientemente. Por ejemplo, habida cuenta <strong>de</strong> las semejanzas temáticas entre <strong>Virginia</strong> <strong>de</strong><br />
<strong>Montiano</strong> y Lucrecia <strong>de</strong> Nicolás Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Moratín (la diferencia principal es que, en la<br />
primera, el padre apuñala a la heroína y, en la segunda, ésta se suicida), tenemos la reseña que en el<br />
periódico Aduana crítica se realiza con motivo <strong>de</strong> la publicación <strong>de</strong> la tragedia <strong>de</strong>l padre <strong>de</strong>l autor<br />
<strong>de</strong> El sí <strong>de</strong> las niñas:<br />
No es esta fábula <strong>de</strong> las mejores, según las leyes <strong>de</strong>l Drama, por ser <strong>de</strong> las dobles, en las quales<br />
las pasiones se confun<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>bilitan, no excitando el fervor y la clemencia; pues el castigo en<br />
un pérfido llena <strong>de</strong> satisfacción y gozo a la vista <strong>de</strong> una inocencia atropellada 76<br />
Ateniéndose a la literalidad <strong>de</strong>l texto <strong>de</strong> la Poética <strong>de</strong> Aristóteles (1453a, ed. cit., pp. 169-173), la<br />
fábula <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> sería “doble”, esto es, “quando un vando principal <strong>de</strong> la tragedia, <strong>de</strong> prosperidad<br />
cae en miseria, y otro <strong>de</strong> miseria en prosperidad” (Francisco Cascales, Tablas Poéticas, op. cit., p.<br />
192). Sin embargo, resulta exagerado utilizar la etiqueta <strong>de</strong> “tragedia doble” para obras como<br />
<strong>Virginia</strong> pertenecientes al primer grupo <strong>de</strong> la segunda variante catártica, no así para las obras <strong>de</strong>l<br />
segundo grupo (final feliz, el bueno sale ileso <strong>de</strong> la persecución <strong>de</strong>l malo; <strong>tragedias</strong> como La virtud<br />
coronada <strong>de</strong> Luzán, Hormesinda <strong>de</strong> Moratín el Viejo y La muerte <strong>de</strong> Munuza <strong>de</strong> Jovellanos 77 ).<br />
Primeramente porque en efecto, aunque el $bando# <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> Roma pasa <strong>de</strong> miseria a<br />
prosperidad, la joven protagonista <strong>de</strong> la tragedia muere apuñalada. Seguidamente, el concepto <strong>de</strong><br />
$doble# se aplica principalmente a la fábula, es <strong>de</strong>cir, al argumento representado, pero no a la<br />
catarsis en su sentido específico <strong>de</strong> purgación <strong>de</strong> la lástima y el terror provocados por la<br />
contemplación <strong>de</strong>l espectáculo trágico. Y por último, queda el dato <strong>de</strong> que <strong>Montiano</strong> y Velázquez<br />
evitan el término cuando teorizan sobre la tragedia en general y <strong>Virginia</strong> en particular (el caso <strong>de</strong><br />
Luzán es distinto, sólo menciona brevemente las dos <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong> su amigo en la segunda edición <strong>de</strong><br />
la Poética, y en 1737 se abstiene con mucha habilidad <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nar expresamente las <strong>tragedias</strong><br />
dobles, aunque reconoce que “Aristóteles ha tratado estos puntos con <strong>de</strong>masiada brevedad y mucha<br />
oscuridad, y que su doctrina, cuanto a esto admite muchas excepciones y explicaciones” &1737, III,<br />
VI, p. 475&). De todos modos, para comprobar este último aspecto <strong>de</strong> las afirmaciones <strong>de</strong><br />
académicos <strong>de</strong>l Buen Gusto, comentamos fragmentos, ya citados, <strong>de</strong>l Discurso sobre las <strong>tragedias</strong><br />
españolas que prece<strong>de</strong> a <strong>Virginia</strong> y <strong>de</strong>l Examen <strong>de</strong> esta tragedia que Velázquez leyera en 1750.<br />
76 Aduana crítica, II, 1763, p. 99. Apud Emilio Palacios, “El teatro en el siglo XVIII (hasta 1808)”, en Historia <strong>de</strong>l<br />
teatro en España, op. cit., p.109 en nota al pie <strong>de</strong> página.<br />
77 El final feliz <strong>de</strong> esta tragedia doble <strong>de</strong> Jovellanos queda patente cuando el tirano Munuza acaba <strong>de</strong> ser matado,<br />
Hormesinda pue<strong>de</strong> consumar su matrimonio con Rogunda y la patria es restaurada bajo el amparo <strong>de</strong> don Pelayo.<br />
Entonces Hormesinda exclama en el último verso <strong>de</strong> La muerte <strong>de</strong> Munuza: “¡Oh feliz día!, ¡Oh día memorable!”.<br />
48
<strong>Montiano</strong>: “[...] en la compasión que ha merecido la aflicción <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, y en el terror que<br />
ha causado el no prevenido atentado <strong>de</strong> Claudio, se avigoran sucesivamente aquellos afectos<br />
con la inexcusable consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> lo que pronostican tan empeñados preparativos [...] sin dar<br />
la menor luz <strong>de</strong>l éxito: llega el concepto <strong>de</strong> todos, si no me equivoco en este juicio, la<br />
catástrofe, o solución no esperada <strong>de</strong> alguno, <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> a manos <strong>de</strong> su mismo<br />
padre, que asegura el colmo <strong>de</strong> la lástima con la noticia, <strong>de</strong> que se ofreció gustosa a ella para<br />
salvar así su pureza, y honor: haciendo solo lugar el <strong>de</strong>sastre <strong>de</strong> Marco, y el <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro al<br />
terror que pi<strong>de</strong>n sus atroces malda<strong>de</strong>s; y al consuelo que ofrece, y a la acertada imitación con<br />
que brinda la gloriosa fama, que promete labrar Icilio a la memoria <strong>de</strong> la virtud <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>”<br />
(Discurso sobre las <strong>tragedias</strong> españolas, I, 1750, pp. 95-96).<br />
Luis José Velázquez: “El término <strong>de</strong> la acción es acomodadísimo al fin <strong>de</strong>l poema trágico. La<br />
muerte <strong>de</strong> una hija a manos <strong>de</strong> su padre por librarla <strong>de</strong>l último agravio en el honor, y el<br />
<strong>de</strong>sastrado fin <strong>de</strong>l tirano y sus parciales, que no sólo maquinaban esta insolencia sino tenían<br />
oprimida la libertad <strong>de</strong> la República, son unos sucesos muy propios para excitar en el ánimo <strong>de</strong><br />
los espectadores los afectos <strong>de</strong> lástima y terror que se propone la tragedia [...] Unos vicios tan<br />
viles como los <strong>de</strong> Claudio y Marco y una virtud tan noble como la <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> e Icilio, son más<br />
propias para mover las pasiones <strong>de</strong> terror y <strong>de</strong> lástima. La pasión recíproca <strong>de</strong> estos dos<br />
últimos está pintada con tal <strong>de</strong>coro y tal mo<strong>de</strong>stia que no pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> lastimar notablemente<br />
el <strong>de</strong>sgraciado sino <strong>de</strong> una inclinación tan noble y <strong>de</strong> una alianza tan justa y <strong>de</strong>cente. Al mismo<br />
tiempo, los colores con que están pintados los vicios <strong>de</strong> Claudio, su infame tiranía y su pasión<br />
<strong>de</strong>senfrenada, no pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> inducir en los ánimos <strong>de</strong> los espectadores un terror y un<br />
miedo particular, a vista <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sastrada catástrofe con que terminan sus viles e inicuos<br />
<strong>de</strong>signios” (Examen <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong>...)<br />
Como pue<strong>de</strong> apreciarse el autor y el entonces joven amigo suyo que examina <strong>Virginia</strong> nunca<br />
emplean el sintagma $tragedia doble#. Porque <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la catarsis, al menos tal y<br />
como la conciben Luzán, <strong>Montiano</strong> y Velásquez, lo fundamental es que los sufrimientos <strong>de</strong>l bueno<br />
(<strong>de</strong>nominado por nosotros héroe ilustre virtuoso) provocan lástima en el lector / espectador, y el<br />
castigo <strong>de</strong>l malvado (el antihéroe ilustre) produce terror. In<strong>de</strong>pendientemente <strong>de</strong>l final feliz o<br />
<strong>de</strong>sgraciado, aunque lo segundo sea preferible a lo primero. Pero <strong>de</strong>jamos nuevamente la palabra a<br />
Luzán para que nos explique este peculiar punto <strong>de</strong> vista, en un fragmento ya citado varias veces:<br />
Deséchase, pues la caída <strong>de</strong>l bueno, porque excita <strong>de</strong>specho y no lástima, y la caída <strong>de</strong>l malo,<br />
porque excita gozo y no miedo. Luego siempre que estas caídas se dispongan <strong>de</strong> modo que no<br />
exciten ni <strong>de</strong>specho ni gozo, ni piedad ni temor, afectos propios <strong>de</strong> la tragedia, se podrán<br />
admitir en ellas tales personas. Como por ejemplo, si el bueno escapa <strong>de</strong>l peligro en el cual cae<br />
el malo que antes le perseguía; en este caso ya el peligro <strong>de</strong>l bueno moverá a compasión y,<br />
luego, el castigo <strong>de</strong>l malo dará temor, especialmente a aquellos cuyos vicios tengan alguna<br />
relación con el personado (la Poética, 1737, III, VI, p. 473).<br />
Y es que Luzán publicó trece años antes que <strong>Virginia</strong>! párrafos como éste que anticipan,<br />
<strong>de</strong>finen y justifican el mo<strong>de</strong>lo catártico que empleará su amigo y contertulio <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l<br />
Buen Gusto. Porque, por otra parte, se trata <strong>de</strong> una peculiaridad teórica y práctica, <strong>de</strong> una ten<strong>de</strong>ncia<br />
menos ortodoxa con respecto al Clasicismo más estrecho en materia catártica que seguía<br />
<strong>de</strong>fendiendo a ultranza aquello <strong>de</strong> que una tragedia <strong>de</strong>bía organizarse siempre en torno al héroe<br />
ilustre moralmente intermedio que, protagoniza una mudanza <strong>de</strong> fortuna infeliz o caída en<br />
<strong>de</strong>sgracia, a causa <strong>de</strong> un error o acto <strong>de</strong> ignorancia, <strong>de</strong> una pasión <strong>de</strong>senfrenada, etc. (pero no a<br />
causa <strong>de</strong> una maldad <strong>de</strong>liberada y consciente). Es <strong>de</strong>cir, frente a la ten<strong>de</strong>ncia mayoritaria en teóricos<br />
como buena parte <strong>de</strong> los preceptistas italianos, Cascales, Boileau y Batteux o poetas trágicos como<br />
Racine, tenemos otra ten<strong>de</strong>ncia que pensaba que eran posibles otros mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> tragedia: son<br />
teóricos como López Pinciano, Luzán y Estala y preceptistas-poetas como Corneille y <strong>Montiano</strong>, y<br />
&por extraño que parezca esta conexión a los historiadores al uso& la mayor parte <strong>de</strong>l teatro<br />
español <strong>de</strong>l Siglo <strong>de</strong> Oro, los Lope, Cal<strong>de</strong>rón y Tirso, que, a pesar <strong>de</strong> las distancias innegables e<br />
insalvables con Luzán y <strong>Montiano</strong>, proporcionaron <strong>de</strong>cenas <strong>de</strong> obras en que el malvado recibía el<br />
castigo correspondiente inspirando con ello el terror oportuno, y el bueno, o el bando en que está<br />
49
integrado, recibía en cada caso el premio que merecía su virtud (la salvación <strong>de</strong> su alma o el cielo<br />
eterno si es que moría el héroe virtuoso, el triunfo final, la boda con el ser amado, etc.). Juzgamos<br />
innecesario mencionar ejemplos <strong>de</strong> todo esto, porque serían muchísimas obras auriseculares<br />
pertenecientes a la “segunda variante catártica”, tanto en el grupo don<strong>de</strong> el bondadoso muere como<br />
don<strong>de</strong> logra salir ileso <strong>de</strong> la amenaza provocada por el antihéroe malvado.<br />
El primer Director <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia, a pesar <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>na <strong>de</strong> Lope y Cal<strong>de</strong>rón<br />
como “corruptores” <strong>de</strong>l teatro español, conoce perfectamente obras como El castigo sin venganza y<br />
Peribáñez mencionadas en el primer Discurso y por centrarnos sólo en el Fénix <strong>de</strong> los Ingenios;<br />
mientras que el segundo Discurso sin la aportación <strong>de</strong> la Filosofía antigua poética <strong>de</strong> López<br />
Pinciano (uno <strong>de</strong> los teóricos que <strong>de</strong>fendía la “segunda variante catártica”) difícilmente habría<br />
podido elaborarse. Si Luzán, según hemos <strong>de</strong>mostrado, gustaba <strong>de</strong> Cal<strong>de</strong>rón al que imitó en La<br />
virtud coronada, si esta obra es claramente una tragedia <strong>de</strong> fábula doble adscrita a la segunda<br />
variante catártica, por qué <strong>Montiano</strong>, que no gustaba tanto <strong>de</strong> Cal<strong>de</strong>rón, pero <strong>de</strong> Lope <strong>de</strong> Vega<br />
algo más que el Peregrino, no va a elegir la segunda variante catártica para construir la primera<br />
tragedia neoclásica propiamente dicha? En otras palabras, el Neoclasicismo español es menos<br />
francés <strong>de</strong> lo que se ha dicho. Por mucho Racine, Boileau y <strong>de</strong>más figuras <strong>de</strong>l Clasicismo galo, por<br />
muchas Memorias literarias <strong>de</strong> París que se escribieran, nuestros neoclásicos tuvieron en cuenta,<br />
bastante más <strong>de</strong> lo que se piensa, la herencia española <strong>de</strong>l siglo XVII que siempre amaron, a pesar<br />
<strong>de</strong> que a menudo la juzgaran <strong>de</strong>masiado injustamente y a pesar <strong>de</strong> los rechazos, con<strong>de</strong>nas y<br />
censuras hacia los excesos <strong>de</strong> la dramaturgia barroca y <strong>de</strong>l cultismo poético.<br />
El Neoclasicismo español, gracias al mo<strong>de</strong>lo catártico que consuma <strong>Montiano</strong> en sus dos<br />
<strong>tragedias</strong>, plantea en la práctica la posibilidad <strong>de</strong> que el eleos y el phobos se encarnen a través <strong>de</strong><br />
dos chivos expiatorios, <strong>de</strong> dos tragós: uno que produce el pharmakos <strong>de</strong> la lástima o conmiseración<br />
mediante los sufrimientos y penalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> una víctima inocente, y otro que incita el pharmakos <strong>de</strong>l<br />
terror o miedo mediante las atrocida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>litos <strong>de</strong> un ser malvado. Podría pensarse que esto<br />
ratifica la acusación <strong>de</strong> que <strong>Montiano</strong>, Moratín el Viejo y otros autores componen $<strong>tragedias</strong><br />
dobles# <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista catártico; pero probablemente Luzán y sus contertulios neoclásicos<br />
<strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto habrían respondido a esta acusación con el argumento <strong>de</strong> que no es<br />
esencial que haya uno o dos chivos expiatorios, una o dos mudanzas <strong>de</strong> fortuna que afecten<br />
respectivamente a cada uno <strong>de</strong> los dos bandos (el que cae <strong>de</strong> prosperidad en miseria y el que pasa <strong>de</strong><br />
miseria a prosperidad). Porque lo importante es que el resultado final sea el mismo, la instrucción<br />
moral mediante el <strong>de</strong>leite emocional que provoca la tragedia; siendo accesoria la manera <strong>de</strong> llevarlo<br />
todo a buen término, el que sólo exista un héroe moralmente intermedio quien provoque la lástima y<br />
el terror o que sean un héroe virtuoso, a la par que inocente, y un antihéroe malvado, a la par que<br />
culpable, los que muevan a compasión y a horror, respectivamente.<br />
En <strong>Virginia</strong>, <strong>Ataúlfo</strong> y en las otras obras <strong>de</strong>l primer grupo <strong>de</strong> la segunda variante catártica nos<br />
hallamos, en cierto modo, ante una singular fusión <strong>de</strong> la tragedia patética con la tragedia morata.<br />
Son obras patéticas porque conmueven singularmente a través <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia final <strong>de</strong>l héroe<br />
virtuoso; y son moratas porque contienen la enseñanza moral <strong>de</strong> que el bien siempre acaba<br />
triunfando, a pesar <strong>de</strong> los sufrimientos, y el mal siempre termina siendo <strong>de</strong>rrotado mediante un<br />
castigo realmente efectivo y justo. Únicamente en las <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong>l segundo grupo <strong>de</strong> la segunda<br />
variante catártica, en que el bondadoso no muere, son menos patéticas y, tal vez, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong><br />
vista específico <strong>de</strong> la catarsis, sí <strong>de</strong>ban ser consi<strong>de</strong>radas $<strong>tragedias</strong> dobles#. Por ejemplo, La virtud<br />
coronada, <strong>de</strong>bido al contraste <strong>de</strong> la boda final <strong>de</strong> Ciro y Fenisa (seres virtuosos) con la horrible<br />
muerte <strong>de</strong> Asebandro (el malvado) y la abdicación <strong>de</strong>l rey Astiages (héroe intermedio que comete<br />
un error). Pero éste no es el caso <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> ni tampoco el <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>. Y en cuanto a las relaciones<br />
con posibles connotaciones políticas o <strong>de</strong> contexto, volveremos a propósito <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y el<br />
concordato <strong>de</strong> 1753.<br />
50
ATAÚLFO DE AGUSTÍN DE MONTIANO<br />
UNAS DISERTACIONES DE LUZÁN COMO FUENTE HISTÓRICA DE<br />
ATAÚLFO. LA POLÉMICA SOBRE QUIÉN FUE EL PRIMER REY GODO DE<br />
ESPAÑA<br />
Al igual que hizo en <strong>Virginia</strong>, <strong>Montiano</strong> toma como punto <strong>de</strong> partida un acontecimiento <strong>de</strong><br />
base histórica probada. Si su primera tragedia se ambienta en los primeros tiempos <strong>de</strong> la Roma<br />
republicana, para la segunda prefiere el origen <strong>de</strong> la España visigoda, a través <strong>de</strong> la figura <strong>de</strong>l rey<br />
<strong>Ataúlfo</strong>. Si en el caso <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> sólo contaba con las narraciones <strong>de</strong> Tito Livio y <strong>de</strong> Dionisio <strong>de</strong><br />
Halicarnaso, en <strong>Ataúlfo</strong> gozaba <strong>de</strong> la posibilidad <strong>de</strong> manejar gran cantidad <strong>de</strong> libros, cronicones,<br />
disertaciones y discursos don<strong>de</strong> se analizaban la invasión <strong>de</strong> los bárbaros y los primeros reyes<br />
visigodos (Alarico, <strong>Ataúlfo</strong>, Sigerico, Valia, etc.). Así, <strong>Montiano</strong> pudo haber recurrido a Orosio,<br />
Idacio, San Isidoro, Olimpiodoro, Paulo Diácono, Ambrosio <strong>de</strong> Morales, y Fernán<strong>de</strong>z, <strong>de</strong> entre una<br />
larga lista <strong>de</strong> autorida<strong>de</strong>s que sería <strong>de</strong>masiado prolijo referir en su totalidad.<br />
<strong>Montiano</strong>, por tanto, escenifica el último día <strong>de</strong> vida <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> en Barcelona (allá por el año<br />
415 d. C.), momento en que será asesinado por un miembro <strong>de</strong> su séquito. A efectos <strong>de</strong> una mejor<br />
comprensión <strong>de</strong> todo el proceso histórico que <strong>de</strong>semboca en la muerte <strong>de</strong>l “primer rey godo <strong>de</strong><br />
España”, reproducimos el comentario <strong>de</strong> un historiador <strong>de</strong>l siglo XX acerca <strong>de</strong>l periodo<br />
comprendido entre el año 375 y el 416, aproximadamente 78 . Aunque la cita es algo larga, con<strong>de</strong>nsa<br />
claramente los sucesos acaecidos. Por otra parte, en este resumen aparecerán nombrados<br />
directamente (subrayados con letra negrilla) cinco personajes <strong>de</strong> los siete que intervienen en la<br />
segunda tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>.<br />
“Los Visigodos eran una <strong>de</strong> las ramas en que se había dividido el pueblo germánico oriental <strong>de</strong><br />
los Godos [...] Des<strong>de</strong> mediados <strong>de</strong>l siglo III los Godos habían constituido una constante<br />
amenaza para el Imperio y en el siglo IV se habían fraccionado en dos pueblos distintos los<br />
Ostrogodos (godos brillantes) y los Visigodos (godos sabios). Estos últimos se establecen el<br />
año 376 en la Tracia mediante un “foedus” o pacto <strong>de</strong> alianza, por el que los fe<strong>de</strong>rados reciben<br />
tierras a cambio <strong>de</strong> prestar su auxilio militar al Imperio romano. Los Visigodos se convierten<br />
al arrianismo y presionados por los Hunos rompen el pacto, pasan el Danubio y [...] al mando<br />
<strong>de</strong> Alarico, buscan tierras don<strong>de</strong> asentarse <strong>de</strong>finitivamente, adquieren una conciencia nacional<br />
y son causa <strong>de</strong> continua perturbación en el Oriente; el Imperio trata <strong>de</strong> utilizar a Alarico como<br />
general romano; pero los Visigodos se dirigen hacia Occi<strong>de</strong>nte, llegan a Italia y por dos veces<br />
la inva<strong>de</strong>n sin éxito, hasta que en el año 410 Alarico entra en Roma, los Visigodos saquean la<br />
ciudad y se llevan prisionera a Placidia, la hermana <strong>de</strong>l emperador Honorio. Aquel mismo año<br />
muere Alarico, [...] y los Visigodos eligen rey a su cuñado <strong>Ataúlfo</strong>, quien dos años <strong>de</strong>spués se<br />
dirige a las Galias [...] y entra en tratos con Honorio. El primer pensamiento <strong>de</strong>l rey visigodo<br />
parece haber sido la realización <strong>de</strong> una política nacionalista, siguiendo la ten<strong>de</strong>ncia<br />
antirromana <strong>de</strong> Alarico. Y Orosio le atribuye la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> sustituir el Imperio romano por un<br />
imperio godo; pero [...] renunció pronto a la creación <strong>de</strong> una “Gotia” en lugar <strong>de</strong> la “Romania”<br />
y, [...] prefirió robustecer el Imperio romano con el apoyo godo y establecerse <strong>de</strong>finitivamente<br />
con su pueblo y con su ejército. <strong>Ataúlfo</strong> llegó a concertar un tratado con Honorio,<br />
probablemente un “foedus” por el que se ce<strong>de</strong>ría a los Visigodos una provincia <strong>de</strong> las Galias<br />
para que en ella se quedaran asentados con arreglo al sistema romano <strong>de</strong>l acantonamiento<br />
militar, recibiendo tierras y suministros (annonae) a cambio <strong>de</strong> la entrega <strong>de</strong>l usurpador Jovino<br />
y <strong>de</strong> Placidia, que los Visigodos retenían como prisionera [...] Pero el tratado no se cumplió<br />
porque <strong>Ataúlfo</strong> no <strong>de</strong>volvió a Placidia, y el rey visigodo no se instala ya en la Galia como<br />
78 Luis G. <strong>de</strong> Val<strong>de</strong>avellano, Historia <strong>de</strong> España: <strong>de</strong> los orígenes a la baja Edad Media (I), Madrid, Alianza<br />
Universidad, 1980, pp. 258-259.<br />
51
fe<strong>de</strong>rado, sino por la fuerza militar, se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> Narbona, Tolosa y Bur<strong>de</strong>os, se casa con<br />
Placidia y no logra enten<strong>de</strong>rse con Honorio, irritado por la boda <strong>de</strong> su hermana con <strong>Ataúlfo</strong><br />
[...] Constancio, el general <strong>de</strong> Honorio, acu<strong>de</strong> a la Galia, impi<strong>de</strong> el abastecimiento <strong>de</strong> los<br />
Visigodos, y éstos, abandonando las ciuda<strong>de</strong>s que habían ocupado, pasan a la Tarraconense<br />
[...]; [el rey visigodo] ocupa entre otras ciuda<strong>de</strong>s Barcelona, don<strong>de</strong> se instala con Placidia, y en<br />
ese mismo año [415 d. C.] <strong>Ataúlfo</strong> muere en Barcelona al ser herido mortalmente por un<br />
miembro <strong>de</strong> su séquito, instigado probablemente por los Visigodos hostiles a la política<br />
romana <strong>de</strong> su rey. Un godo nacionalista, Sigerico 79 , se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> su sucesión por la violencia<br />
y, asesinado a su vez, sólo reina siete días. Valia 80 es entonces elegido Rey por el pueblo<br />
visigodo, intenta pasar a África sin conseguirlo y, obligado por la falta <strong>de</strong> abastecimientos y el<br />
hambre, acu<strong>de</strong> una llamada <strong>de</strong> Constancio y pacta con el Imperio un tratado por el que recibirá<br />
un suministro <strong>de</strong> víveres (annonae) a cambio <strong>de</strong> <strong>de</strong>volver a Placidia y <strong>de</strong> combatir, como<br />
auxiliar <strong>de</strong> Roma, a los Alanos, Vándalos y Suevos <strong>de</strong> la Península”.<br />
Sin embargo, <strong>Montiano</strong> no toma como bases directas <strong>de</strong> información o fuentes históricas las<br />
autorida<strong>de</strong>s antes citadas –lo cual no impi<strong>de</strong> que fueran manejadas o consultadas– sino las<br />
investigaciones y estudios <strong>de</strong> su gran amigo Ignacio <strong>de</strong> Luzán. Como es sabido, durante el segundo<br />
lustro <strong>de</strong> la quinta década <strong>de</strong>l siglo XVIII, el asunto <strong>de</strong>l “primer rey godo <strong>de</strong> España” fue muy<br />
<strong>de</strong>batido en la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia, cuyo Director era precisamente <strong>Montiano</strong>. De Luzán se<br />
conserva a este respecto una Disertación sobre la patria <strong>de</strong> los godos, una Disertación en que se<br />
<strong>de</strong>muestra que <strong>Ataúlfo</strong> fue el primer rey godo <strong>de</strong> España y se satisface a las objeciones <strong>de</strong> la<br />
opinión contraria y una Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong>, Primer Rey <strong>de</strong> los Godos en España.<br />
Compuesta por D. Ignacio <strong>de</strong> Luzán y presentada a la Real Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia, ejemplares en<br />
los que no figura el año <strong>de</strong> composición, aunque el primero <strong>de</strong> ellos fue impreso en las Memorias <strong>de</strong><br />
la Real Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia, tomo I, Madrid, 1796, pp. 243-264. Centrándonos en la<br />
Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong>, Primer Rey <strong>de</strong> los Godos en España, Luzán claramente rechaza los<br />
argumentos <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> Ferreras (Synopsis histórica chronológica <strong>de</strong> España, 16 vols., 1700-1727)<br />
y <strong>de</strong> Francisco Javier <strong>de</strong> la Huerta y Vega, autor <strong>de</strong> una Disertación sobre cuál <strong>de</strong> los reyes godos<br />
fue y <strong>de</strong>be contarse primero <strong>de</strong> los <strong>de</strong> su nación en España 81 don<strong>de</strong> se sostiene la tesis <strong>de</strong> que<br />
Teodorico y su hermano Eurico fueron los primeros reyes godos.<br />
Sin entrar en mayores profundida<strong>de</strong>s que nos <strong>de</strong>sviarían <strong>de</strong> nuestro propósito, el análisis <strong>de</strong><br />
una tragedia y no el <strong>de</strong>bate metodológico entre historiadores <strong>de</strong> la primera mitad <strong>de</strong>l Siglo <strong>de</strong> las<br />
Luces, Luzán se propuso tres objetivos cuando presentó en la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia su<br />
Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong> 82 :<br />
79 <strong>Las</strong> fuentes históricas y los diversos analistas coinci<strong>de</strong>n en <strong>de</strong>stacar que su crueldad y ánimo violento eran<br />
proverbiales. En cambio <strong>Montiano</strong> nos presentará en su tragedia un Sigerico in<strong>de</strong>ciso, cuya voluntad está dominada por<br />
Rosmunda, la mujer a la que ama.<br />
80 De todos modos, recordamos los datos más importantes que se disponen <strong>de</strong> este personaje histórico llamado<br />
Valia, rey <strong>de</strong> los visigodos (415-418), que accedió al trono tras la muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l corto reinado <strong>de</strong><br />
Sigerico (siete días). Tras el fracaso <strong>de</strong> su expedición a África para conseguir alimentos, firmó un tratado con Honorio<br />
(416), en el que se comprometía a aniquilar a los vándalos, suevos y alanos, a cambio <strong>de</strong> alimentos. Después <strong>de</strong><br />
aniquilar a los alanos y vándalos silingos <strong>de</strong> la Bética, en 418 firmó un nuevo pacto con Constancio, mediante el cual<br />
Valia aceptó prestar servicios militares al Imperio, a cambio <strong>de</strong> que Roma permitiera el asentamiento fijo <strong>de</strong> los<br />
visigodos en la Aquitania II y parte <strong>de</strong> la Narbonense.<br />
81 Esta Disertación anterior a la <strong>de</strong> Luzán se conserva también en las Memorias <strong>de</strong> la Real Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia,<br />
I, 1796, pp. 225-242. Francisco Javier <strong>de</strong> la Huerta, redactor <strong>de</strong>l Diario <strong>de</strong> los literatos <strong>de</strong> España, escribió entre su<br />
producción historiográfica dos volúmenes titulados España primitiva, 1738-1740, contra los que Mayans tanto<br />
arremetiera –valga la paradoja– en su censurada censura contra esta obra.<br />
82 Hemos manejado un microfilm <strong>de</strong>l ejemplar manuscrito conservado en la Biblioteca Universitaria <strong>de</strong> Oviedo. La<br />
Disertación se encuentra insertada en un volumen misceláneo don<strong>de</strong> aparecen cartas, documentos administrativos e<br />
incluso un opúsculo burlesco. En dicho volumen no consta el año <strong>de</strong> composición ni sus páginas están numeradas. Por<br />
otra parte, hemos dado prioridad a esta Disertación sobre las otras <strong>de</strong>dicadas a los godos y a <strong>Ataúlfo</strong>, <strong>de</strong>bido a que la<br />
conservada en la Universidad <strong>de</strong> Oviedo refleja tal cual lo que dijera El Peregrino en la Real Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia en<br />
una sesión que presidió casi con toda seguridad don Agustín <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> y Luyando, Director Perpetuo <strong>de</strong> la citada<br />
institución. A<strong>de</strong>más, el contenido <strong>de</strong> ambas Disertaciones no difiere lo más mínimo en cuanto a las conclusiones<br />
52
1. Aplicación <strong>de</strong>l método crítico a la investigación histórica, lo cual supone “discernir entre tanta<br />
variedad [<strong>de</strong> fuentes documentales] lo cierto <strong>de</strong> lo incierto, lo verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> lo falso, lo más<br />
probable <strong>de</strong> lo menos probable” 83 ; pero también se recomienda que “la crítica sea pru<strong>de</strong>nte,<br />
comprehensiva <strong>de</strong> todas las circunstancias y, sobre todo, justa, tanto que, pesando con una fiel<br />
balanza fundamentos, razones, autorida<strong>de</strong>s y conjeturas, inclina su dictamen adon<strong>de</strong> más se<br />
inclina la misma balanza”. Por consiguiente, Luzán examina las autorida<strong>de</strong>s “coetáneas” a los<br />
hechos narrados y <strong>de</strong>secha las conjeturas “nacidas <strong>de</strong> siniestras interpretaciones o <strong>de</strong> relaciones<br />
confusas <strong>de</strong> autores mal informados”, como Olimpiodoro cuando afirmó que el emperador<br />
Honorio era “ciego amante incestuoso <strong>de</strong> su hermana Placidia”.<br />
2. <strong>Ataúlfo</strong> fue el primer rey godo <strong>de</strong> España; aunque no la conquistara totalmente, aunque muriera a<br />
los pocos meses <strong>de</strong> haberse trasladado a Barcelona y aunque poco <strong>de</strong>spués Valia mudara la corte<br />
goda a Aquitania. <strong>Ataúlfo</strong> puso las bases para que en el futuro se asentara el nuevo reino merced<br />
al tratado que había contraído con Honorio por el que los godos podían establecerse en las Galias<br />
y en Hispania.<br />
3. La situación <strong>de</strong> paz, tensa y continuamente amenazada por conflictos <strong>de</strong> intereses; pero paz, al fin<br />
y al cabo, entre romanos y godos. El tratado existente provoca, para Luzán, el hecho innegable<br />
<strong>de</strong> que “<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> empezaron los reyes godos a tener <strong>de</strong>recho legítimo a la España con<br />
actual posesión <strong>de</strong> una parte <strong>de</strong> ella, que fue Barcelona, y lo <strong>de</strong>más que se llamó algún tiempo<br />
España Citerior”. Por todo esto son erróneas tanto las apreciaciones <strong>de</strong> Orosio y <strong>de</strong> San Isidoro<br />
que negaban que <strong>Ataúlfo</strong> fuera nuestro primer rey godo, como las tesis <strong>de</strong>fendidas por Ferreras y<br />
por Huerta en la primera mitad <strong>de</strong>l siglo XVIII, que partían <strong>de</strong> la misma confusión que Orosio y<br />
San Isidoro.<br />
Finalmente, no hemos resistido la tentación <strong>de</strong> reproducir un fragmento algo extenso –pero<br />
merece la pena– <strong>de</strong> la Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong>, Primer Rey <strong>de</strong> los Godos en España. Más que<br />
nada porque creemos que <strong>Montiano</strong> saca <strong>de</strong> aquí no sólo el argumento <strong>de</strong> su tragedia, sino también<br />
los caracteres psicológicos <strong>de</strong> seis <strong>de</strong> los siete personajes <strong>de</strong> la misma; así como <strong>de</strong> paso, si<br />
comparamos el análisis <strong>de</strong> Luzán con el <strong>de</strong> historiadores <strong>de</strong>l siglo XX como Luis G. <strong>de</strong><br />
Val<strong>de</strong>avellano, antes citado, podrá apreciarse el rigor historiográfico <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> la Poética.<br />
Era <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong> un ánimo marcial y generoso; la traición <strong>de</strong> los romanos y sobre todo su mismo<br />
genio le estimulaban a la venganza, y a la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l imperio romano, y a ensalzar en su<br />
lugar el nombre y dominación <strong>de</strong> los godos, haciendo que el renombre imperial <strong>de</strong> Augusto se<br />
mudara en a<strong>de</strong>lante en el <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>. Con estos altos pensamientos, y con un vencedor ejército<br />
rico en mil <strong>de</strong>spojos para ejecutarlos, y señor temido <strong>de</strong> casi toda Italia, sólo le faltó empezarlo<br />
a intentar para conseguirlo. Pero una mujer y una pasión, medios ambos fatales y po<strong>de</strong>rosos<br />
para causar cualquier mudanza, no sólo en el corazón <strong>de</strong> un príncipe, sino en los mayores<br />
imperios, fueron bastantes para templar poco a poco los ardores belicosos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y<br />
mudarle en sin totalmente <strong>de</strong> intentar. Placidia, hermosa y discreta, le ganó enteramente la<br />
voluntad, mo<strong>de</strong>ró su aversión contra el nombre romano, le reconcilió con su hermano Honorio<br />
[...] [<strong>Ataúlfo</strong>, entonces,] cedióle [al emperador] la Italia <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberla poseído tres o<br />
cuatro años. Contentóse con la parte <strong>de</strong> las Galias y <strong>de</strong> España, que pudo conquistar por<br />
entonces <strong>de</strong> los tiranos Jovino y Sebastiano, dándoles muerte, y ocupándoles Narbona, don<strong>de</strong><br />
estaba el año <strong>de</strong> 414 [...] [En ese momento] quiso restablecer el imperio romano, y con ese fin<br />
a un hijo que tuvo <strong>de</strong> Placidia en Narbona le puso por nombre Teodosio, quizá para que el<br />
nieto que representaba la memoria <strong>de</strong> su gran<strong>de</strong> abuelo, lograse algún día el imperio romano, si<br />
antes no podía conseguirlo el mismo <strong>Ataúlfo</strong>. Finalmente sufrió la astuta maña y aun los<br />
agravios más sensibles <strong>de</strong> Constancio a quien Honorio, ya tres años antes había enviado con<br />
ejército contra los tiranos y bárbaros <strong>de</strong> las Galias, porque Constancio por la ciega pasión con<br />
que amaba a Placidia, con continuas instancias la pedía por esposa a Honorio, que finalmente<br />
obtenidas ni a los datos manejados, aunque la Disertación sobre la patria <strong>de</strong> los godos abarca, evi<strong>de</strong>ntemente, unos<br />
objetivos muchos más amplios en cuanto a la materia tratada.<br />
83 Nos hemos tomado la libertad <strong>de</strong> actualizar la ortografía y, a veces, los signos <strong>de</strong> puntuación; por ejemplo, en el<br />
manuscrito, suponemos que, por parte <strong>de</strong>l copista, no se escriben los puntos y seguido ni con mayúscula la letra inicial<br />
<strong>de</strong> la siguiente palabra.<br />
53
le ofreció que comoquiera que la pudiese recobrar por paz o por guerra sería su esposa. Esta<br />
pasión <strong>de</strong> Constancio y la envidia [...] le movieron [“contra la voluntad <strong>de</strong> Honorio”, según la<br />
opinión <strong>de</strong> Luzán] a hacer guerra a <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia. Dispuso <strong>de</strong> tal manera sus tropas y dio<br />
tales ór<strong>de</strong>nes que impidió por mar y por tierra toda entrada <strong>de</strong> víveres en Narbona. La carestía<br />
y falta <strong>de</strong> mantenimiento obligaron a <strong>Ataúlfo</strong> a alejarse <strong>de</strong> Narbona y pasarse a Barcelona [...]<br />
Y últimamente tres años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber domado las Galias y las Españas, murió en<br />
Barcelona. Todo esto lo atestiguaron en parte Orosio, y en parte Fernán<strong>de</strong>z, Paulo Diácono en<br />
la Historia Miscella, Marcelino, Idacio, Próspero y otros coetáneos [como San Isidoro,<br />
Ambrosio <strong>de</strong> Morales, Olimpiodoro, etc.], cuyas autorida<strong>de</strong>s no infiero por no interrumpir la<br />
narración.<br />
[...] De manera que los godos viendo que <strong>Ataúlfo</strong> era tan afecto al Imperio romano y a<br />
Honorio, que prefería su conservación a los intereses <strong>de</strong> los godos y a los suyos propios<br />
<strong>de</strong>jándose enteramente gobernar por los consejos <strong>de</strong> Placidia, no pudiendo el genio marcial y<br />
feroz <strong>de</strong>l pueblo gótico sufrir un príncipe que, en vez <strong>de</strong> exten<strong>de</strong>r sus dominios y<br />
conquistaciones para todo el imperio romano, se contentaba con tan pequeña parte, y aun esa<br />
no la <strong>de</strong>fendía con las armas, sino en reiteradas instancias por mantener la paz con Honorio,<br />
sufriendo los manifiestos agravios <strong>de</strong> Constancio sin resolución para vengarlos con justa<br />
guerra, le dieron la muerte valiéndose <strong>de</strong> su mismo doméstico llamado Vernulfo<br />
[...] [A continuación] ya se sabe que Sigerico sólo reinó siete días, o muy poco tiempo<br />
[...], que los godos querían que se rompiese la paz, y por eso mataron a <strong>Ataúlfo</strong> y a Sigerico y<br />
eligieron a Valia [...]; pero la Divina Provi<strong>de</strong>ncia dispuso que Valia [...] salió al encuentro <strong>de</strong><br />
Constancio al paso <strong>de</strong> los Pirineos, y allí, por una y otra parte se convino que Valia restituiría a<br />
Placidia a su hermano y que no negaría sus socorros a la república romana en don<strong>de</strong> el uso o la<br />
necesidad lo pidiese [lográndose, entonces, un tratado <strong>de</strong> paz relativamente estable entre godos<br />
y romanos] 84 .<br />
Así pues, <strong>Montiano</strong>, a lo largo <strong>de</strong> los cinco actos <strong>de</strong> la tragedia, irá repitiendo por boca <strong>de</strong> los<br />
personajes los datos históricos averiguados, comprobados o ratificados por Luzán en sus<br />
Disertaciones sobre los godos y el rey <strong>Ataúlfo</strong>. Sin embargo, como ya sucediera en <strong>Virginia</strong>,<br />
conviene diferenciar al <strong>Montiano</strong> historiador <strong>de</strong>l <strong>Montiano</strong> poeta; uno tiene el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> conocer<br />
críticamente los datos en torno a la base histórica, pero el otro, el artista, también tiene la obligación<br />
ineludible <strong>de</strong> transformar estéticamente los materiales para po<strong>de</strong>r componer la tragedia. Todo lo<br />
cual se aprecia claramente en el análisis <strong>de</strong> cómo se organizan las tres unida<strong>de</strong>s.<br />
LAS UNIDADES DE ACCIÓN, LUGAR Y TIEMPO EN ATAÚLFO<br />
La unidad <strong>de</strong> acción<br />
A <strong>Montiano</strong> le fue más fácil construir la unidad <strong>de</strong> acción <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> que cuando compuso<br />
<strong>Virginia</strong> unos tres años antes. Sobre todo porque no se encuentra ante el problema <strong>de</strong> tener que<br />
juntar en una sola acción lo que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista histórico correspondía a dos<br />
acontecimientos diferenciados: la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> y la caída <strong>de</strong>l Decenvirato. Ahora solamente<br />
<strong>de</strong>be centrarse en las últimas horas <strong>de</strong> vida <strong>de</strong>l primer rey godo en España, esto es, acción dramática<br />
y acción histórica coinci<strong>de</strong>n esencialmente y en los puntos más básicos. Sin embargo, el autor es<br />
ante todo un escultor que labra y esculpe estéticamente la materia prima que le proporciona la<br />
historia (véase a este respecto las significativas palabras contenidas en la Poética, 1737, III, III, p.<br />
441). Por tanto, <strong>Montiano</strong> repite <strong>de</strong> modo similar en <strong>Ataúlfo</strong>, aunque a menor escala, el doble<br />
proceso <strong>de</strong> innovación y <strong>de</strong> selección-con<strong>de</strong>nsación que ya practicara para su primera tragedia.<br />
En primer lugar, se introducen dos notables innovaciones que afectan a la unidad <strong>de</strong> acción:<br />
Constancio, magister militum <strong>de</strong> Honorio, se halla en Barcelona (cuando en la realidad histórica<br />
estaba en las Galias) con la misión <strong>de</strong> firmar un tratado <strong>de</strong> paz entre godos y romanos; y, en<br />
84 Los fragmentos reproducidos correspon<strong>de</strong>n a varias hojas (sin paginar) <strong>de</strong> la Disertación. A fin <strong>de</strong> no ser tediosos,<br />
hemos omitido los nombres y las citas que Luzán efectúa, en latín y en griego, <strong>de</strong> las 'autorida<strong>de</strong>s' que él maneja.<br />
54
segundo lugar, <strong>Montiano</strong> inventa un personaje <strong>de</strong> gran importancia como es Rosmunda, la principal<br />
causante <strong>de</strong> la traición que acaba con la vida <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
1) La razón dramática por la que <strong>Montiano</strong> hace que Constancio haya ido a Barcelona la<br />
proporciona Luzán en uno <strong>de</strong> los fragmentos <strong>de</strong> la Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong> anteriormente citados.<br />
Porque viene a la perfección, para los conflictos pasionales que se preten<strong>de</strong>n plantear en esta obra<br />
trágica, el hecho <strong>de</strong> que el general romano estuviera enamorado locamente <strong>de</strong> Placidia, la esposa <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong>, y, queriendo recuperar a toda costa su amor, emprenda, por contra y paradójicamente, la<br />
diplomática labor <strong>de</strong> actuar <strong>de</strong> embajador <strong>de</strong> paz entre godos y romanos; todo ello en una coyuntura<br />
política muy tensa entre los dos pueblos. El propio Luzán ratifica esta tensión existente entre<br />
Constacio y <strong>Ataúlfo</strong> no sólo porque ambos amen a la misma mujer, sino también porque el bloqueo<br />
terrestre y marítimo <strong>de</strong> las tropas <strong>de</strong> Constancio fue la causa principal por la que los visigodos<br />
emigraron <strong>de</strong> Narbona (las Galias) a Barcelona (Hispania) 85 .<br />
A la espera <strong>de</strong> lo que comentemos posteriormente acerca <strong>de</strong> esta cuestión, resulta evi<strong>de</strong>nte<br />
que en la tragedia la actitud <strong>de</strong> Constancio no es tan hostil a <strong>Ataúlfo</strong> a como lo fue en la realidad<br />
histórica. Él viene a Barcelona con el <strong>de</strong>ber impuesto por el emperador Honorio <strong>de</strong> firmar la paz, lo<br />
que provoca en su interior un intenso dilema: si se consuma el tratado, per<strong>de</strong>rá <strong>de</strong>finitivamente a la<br />
mujer que ama; si apoya la sedición que preparan Rosmunda, Sigerico y Vernulfo, tal vez consiga a<br />
Placidia, pero habrá actuado como un traidor indigno <strong>de</strong> su rango, jerarquía y honor (véase el<br />
monólogo <strong>de</strong> Constancio en II, 1). Precisamente estas dudas <strong>de</strong>l embajador romano favorecerán<br />
involuntariamente la consumación <strong>de</strong> los planes sediciosos contra <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
Des<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la organización <strong>de</strong> la fábula el asunto <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Constancio hacia<br />
Placidia constituye una intriga secundaria, pero integrada plenamente en el interior <strong>de</strong>l hilo<br />
principal <strong>de</strong> la tragedia: la traición que unos nobles <strong>de</strong>scontentos y belicosos preparan contra un rey<br />
que va a firmar un segundo tratado <strong>de</strong> paz con un supuesto enemigo. Y aquí <strong>Montiano</strong> introduce<br />
otra notable innovación trágica porque el nuevo tratado es lo que liga perfectamente esta intriga<br />
secundaria a la acción principal: según los datos que el poeta conoce a la perfección, <strong>Ataúlfo</strong> no<br />
negoció en Barcelona ningún tratado con Honorio 86 a través <strong>de</strong> la mediación Constancio, sino que<br />
en todo caso fue Valia, una vez <strong>de</strong>stronado Sigerico, quien firmó el segundo tratado <strong>de</strong> paz 87 . Es<br />
<strong>de</strong>cir, otra vez tenemos una paradoja bastante similar a la que se produce en <strong>Virginia</strong>: un hombre <strong>de</strong><br />
letras, notable historiador, modifica, sin dudarlo un instante, los datos históricos en aras <strong>de</strong> la<br />
ficción trágica. Porque el presunto tratado es un factor que consolida la unidad <strong>de</strong> acción <strong>de</strong> la<br />
tragedia; todos los acontecimientos que suce<strong>de</strong>n en la misma y todo el proceso por el que se pasa<br />
<strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n Roto al Or<strong>de</strong>n Restablecido giran en torno al conflicto entre traición o lealtad a un rey<br />
85 Recordamos nuevamente las palabras <strong>de</strong> Luzán: “Constancio por la ciega pasión con que amaba a Placidia, con<br />
continuas instancias la pedía por esposa a Honorio, que finalmente le ofreció que comoquiera que la pudiese recobrar<br />
por paz o por guerra sería su esposa. Esta pasión por Constancio y la envidia [...] le movieron a hacer guerra a <strong>Ataúlfo</strong> y<br />
Placidia. Dispuso <strong>de</strong> tal manera sus tropas y dio tales ór<strong>de</strong>nes que impidió por mar y por tierra toda entrada <strong>de</strong> víveres<br />
en Narbona. La carestía y falta <strong>de</strong> mantenimiento obligaron a <strong>Ataúlfo</strong> a alejarse <strong>de</strong> Narbona y pasarse a Barcelona”.<br />
86 Varias veces insiste Luzán a este respecto en su Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong>, primer rey <strong>de</strong> los godos en España:<br />
“<strong>Ataúlfo</strong> no entró en Barcelona enemigo <strong>de</strong> los romanos, ningún autor lo dice, antes casi todos dicen lo contrario y<br />
especialmente Orosio dice tan claramente que había paz entre romanos y godos al tiempo que murió <strong>Ataúlfo</strong>”. Más<br />
a<strong>de</strong>lante vuelve a repetir la afirmación cuando <strong>de</strong>smiente malas traducciones <strong>de</strong> la interpretación <strong>de</strong> Olimpiodoro: “Pero<br />
pasa que me canso en interpretar su verda<strong>de</strong>ro sentido a este texto cuando el mismo Olimpiodoro expresa claramente<br />
que había paz entre <strong>Ataúlfo</strong> y los romanos, pues hablando <strong>de</strong> los pactos [acordados cuando <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong>jó Italia] que<br />
habían intervenido con <strong>Ataúlfo</strong> y los romanos, por medio <strong>de</strong> Constancio, sobre cierta cantidad <strong>de</strong> víveres, que le habían<br />
<strong>de</strong> dar para su mantenimiento, pidiéndole por eso restituyese a Placidia. <strong>Ataúlfo</strong> viendo que los romanos no cumplían<br />
nada <strong>de</strong> lo que tenían ofrecido especialmente en or<strong>de</strong>n a los abastos no quiso restituir a Placidia, y aun estuvo a punto <strong>de</strong><br />
romper la paz y hacerle guerra [...] [Tras citar en latín a Olimpiodoro, prosigue Luzán] ¿Pues esto no es <strong>de</strong>cir<br />
claramente que <strong>Ataúlfo</strong> tenía paz con los romanos? Porque ¿Cómo podía mudarse la paz en guerra si no se supone que<br />
tenía paz, y que no era enemigo <strong>de</strong> los romanos?”<br />
87 Luzán explica, en su Disertación, cómo Valia “salió al encuentro <strong>de</strong> Constancio al paso <strong>de</strong> los Pirineos, y allí, por<br />
una y otra parte se convino que Valia restituiría a Placidia a su hermano y que no negaría sus socorros a la república<br />
romana en don<strong>de</strong> el uso o la necesidad lo pidiese”, esto es firmando en un nuevo tratado el ya consensuado por <strong>Ataúlfo</strong><br />
cuando abandonó Italia para dirigirse a las Galias. Los historiadores <strong>de</strong>l siglo XX ratifican las observaciones <strong>de</strong> Luzán,<br />
véase el fragmento <strong>de</strong> la Historia <strong>de</strong> Luis G. <strong>de</strong> Val<strong>de</strong>avellano antes reproducido.<br />
55
que quiere firmar la paz. Los sediciosos Sigerico, Rosmunda y Vernulfo intentan impedirlo a toda<br />
costa; <strong>Ataúlfo</strong>, Placidia y Valia luchan por firmar; mientras que las dudas y recelos iniciales <strong>de</strong><br />
Constancio servirán involuntariamente <strong>de</strong> ayuda a los traidores, aunque el embajador romano al<br />
cambiar <strong>de</strong> opinión colabore con Placidia en sus intentos <strong>de</strong> evitar la traición.<br />
2) La figura <strong>de</strong> Rosmunda es la otra gran innovación que afecta no sólo a la unidad <strong>de</strong> acción,<br />
sino también a los conflictos pasionales que plantea la tragedia. Este personaje es el único que no<br />
aparece mencionado en las fuentes históricas, y conviene recordar que en <strong>Virginia</strong>, don<strong>de</strong> se<br />
modifican mucho más los datos históricos, <strong>Montiano</strong> no se atrevió a este tipo <strong>de</strong> noveda<strong>de</strong>s como<br />
introducir personajes ajenos a la tradición histórica. Dado que posteriormente comentaremos por<br />
extenso sus aspectos más relevantes, a<strong>de</strong>lantamos ahora que Rosmunda es la principal instigadora,<br />
junto con Vernulfo, <strong>de</strong> la traición contra el primer rey godo <strong>de</strong> España. Así, con engaños, y<br />
promesas <strong>de</strong> matrimonio, con insolencias y astucias, moverá los hilos <strong>de</strong> la sedición. Sigerico,<br />
<strong>de</strong>stinado a ser el breve y efímero sucesor <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, aparece <strong>de</strong>finido muchas veces como un ser<br />
casi totalmente manejado por las artimañas <strong>de</strong> esta mujer <strong>de</strong> la que está enamorado perdidamente.<br />
Ahora bien, Rosmunda es el eje <strong>de</strong> otra intriga secundaria, también <strong>de</strong> tipo amoroso como suce<strong>de</strong> en<br />
la intriga anterior. Dicho <strong>de</strong> otro modo, la segunda innovación tiene una estructura paralela a la<br />
primera, ya que si ésta se basa en un triángulo pasional, cuyos vértices son <strong>Ataúlfo</strong> ↔ Placidia ←<br />
Constancio, aquélla se construye a partir <strong>de</strong>l triángulo <strong>Ataúlfo</strong> ← Rosmunda ← Sigerico. Don<strong>de</strong><br />
la dirección <strong>de</strong> las flechas indica el sentido <strong>de</strong>l amor, por ejemplo ↔ expresa amor correspondido<br />
entre <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia, mientras que Rosmunda ← Sigerico significa que el príncipe godo ama a<br />
Rosmunda, pero ésta no le correspon<strong>de</strong>.<br />
Sin embargo, la intriga secundaria que protagoniza Rosmunda se integra en la acción<br />
principal a través <strong>de</strong>l eje <strong>de</strong> la traición planeada por ella misma, Sigerico y Vernulfo; mientras que<br />
la intriga secundaria protagonizada por Constancio se integra, tal y como hemos explicado, a través<br />
<strong>de</strong>l eje cuyo núcleo es el tratado <strong>de</strong> paz, y a pesar <strong>de</strong> las dudas iniciales y <strong>de</strong>l error trágico <strong>de</strong>l<br />
embajador romano. Por consiguiente, pue<strong>de</strong> representarse gráficamente la interacción <strong>de</strong>l hilo<br />
principal <strong>de</strong> la tragedia con estas dos intrigas secundarias, fruto <strong>de</strong> la innovación <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>:<br />
ACCIÓN PRINCIPAL:<br />
Enfrentamiento<br />
PAZ TRAICIÓN<br />
Intriga secundaria Intriga secundaria<br />
Constancio ama Placidia Rosmunda ama a <strong>Ataúlfo</strong><br />
Dudas. Error trágico La venganza<br />
En cuanto al proceso <strong>de</strong> selección-con<strong>de</strong>nsación que se efectúa en la unidad <strong>de</strong> acción se<br />
observa que nuevamente <strong>Montiano</strong> está obligado a escoger fragmentos relevantes <strong>de</strong>l conjunto total<br />
<strong>de</strong> los acontecimientos históricos y a concentrarlos <strong>de</strong> una forma <strong>de</strong>terminada a lo largo <strong>de</strong> los cinco<br />
actos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>. En su favor ahora no tiene el problema <strong>de</strong> con<strong>de</strong>nsar dos acciones (la muerte <strong>de</strong><br />
<strong>Virginia</strong> y la <strong>de</strong> Apio Claudio) con su correspondiente espacio físico (el Foro y la prisión don<strong>de</strong><br />
realmente murió Apio Claudio), su temporalidad (unos meses o un año <strong>de</strong> diferencia); sin embargo,<br />
<strong>Montiano</strong> se enfrenta ahora con la dificultad <strong>de</strong> ambientar en unas horas y en un salón <strong>de</strong> palacio<br />
comunicado con las dos habitaciones regias unos acontecimientos históricos que en realidad<br />
duraron seis años (el reinado <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, más una parte <strong>de</strong> los siete días que duró el reinado <strong>de</strong><br />
56
Sigerico 88 ) y sucedieron en tres países al menos (Italia, las Galias e Hispania, más concretamente<br />
Barcelona).<br />
La unidad <strong>de</strong> lugar en <strong>Ataúlfo</strong><br />
Para el análisis <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar en esta tragedia se han tenido en cuenta los mismos<br />
criterios empleados para <strong>Virginia</strong>. Así se distingue entre espacio implícito (aquel don<strong>de</strong> se<br />
<strong>de</strong>sarrollan acontecimientos no expresados directamente en el texto dramático o representados en el<br />
escenario) y espacio explícito (aquel don<strong>de</strong> sí se <strong>de</strong>sarrollan acontecimientos expresados o<br />
representados directamente). Pues bien, en este sentido lo primero que observamos es que <strong>Montiano</strong><br />
organiza con mayor perfección la unidad <strong>de</strong> lugar en <strong>Ataúlfo</strong>, más que nada porque existen bastante<br />
menos espacios implícitos y porque las relaciones entre lo implícito y lo explícito están construidas<br />
sin tensiones estructurales como las existentes en <strong>Virginia</strong>: el Álgido y el templo <strong>de</strong> Pales (espacios<br />
implícitos, pero fundamentales para el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la tragedia) frente al núcleo escénico <strong>de</strong>l Foro<br />
<strong>de</strong> Roma. Por tanto, po<strong>de</strong>mos mostrar un gráfico <strong>de</strong> todos los espacios, implícitos y explícitos,<br />
existentes en <strong>Ataúlfo</strong>:<br />
En efecto, la acción y los personajes que la llevan a cabo siguen un movimiento incesante<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l núcleo escénico formado por el salón <strong>de</strong> palacio y los cuartos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y<br />
Placidia, hacia fuera, hacia los restantes espacios existentes 89 . Durante los cinco actos, los siete<br />
88 La batalla entre las huestes <strong>de</strong> Valia (leales a <strong>Ataúlfo</strong>) y las <strong>de</strong> Sigerico, que Valia resume en V, 4, pero sucedida<br />
durante V, 3, en realidad correspon<strong>de</strong>ría a parte <strong>de</strong> otra acción distinta (aunque directamente ligada) a la muerte <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong> como sería el brevísimo reinado y muerte <strong>de</strong> Sigerico. <strong>Montiano</strong>, sin embargo, tiene la habilidad <strong>de</strong> no<br />
mostrarla entera, sino un fragmento significativo, el <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota inicial <strong>de</strong> las tropas insurrectas, reflejo moralizante <strong>de</strong>l<br />
fracaso total que aguarda a todos los traidores al bando <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong>l primer rey godo <strong>de</strong> España.<br />
89 <strong>Montiano</strong> confirma buena parte <strong>de</strong> estos espacios expuestos gráficamente, cuando en el Discurso II, pp. 54-55,<br />
aludiendo a las entradas y salidas <strong>de</strong> los actores en una hipotética representación escénica <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> aña<strong>de</strong> los<br />
siguiente:“Es la escena un salón, a don<strong>de</strong> se correspon<strong>de</strong>n las habitaciones <strong>de</strong> este príncipe, y <strong>de</strong> Placidia su mujer, y<br />
otras antecámaras; con que se reducen <strong>de</strong> este modo las puertas [<strong>de</strong> acceso <strong>de</strong> los actores] a tres. <strong>Las</strong> dos son comunes a<br />
Placidia y <strong>Ataúlfo</strong>, porque se supone que tienen comunicación interior: la otra es a los <strong>de</strong>más personajes, que se figuran<br />
allí que vienen <strong>de</strong> fuera <strong>de</strong>l palacio, y que van a salir <strong>de</strong> él, o a diferente estancia, no tan íntima como aquella, y por<br />
consiguiente no inmediata a las dos <strong>de</strong> los soberanos; <strong>de</strong> suerte, que exceptuando a Rosmunda, que ha <strong>de</strong> manejarse por<br />
57
personajes explícitos, a los que hay que sumar como personaje implícito u oculto a Teudio 90 , entran<br />
y salen <strong>de</strong>l núcleo escénico <strong>de</strong> la acción representable, guiados por el objetivo <strong>de</strong> conseguir sus<br />
propósitos.En función <strong>de</strong> esta movilidad es posible distinguir tres categorías en los personajes que<br />
intervienen en <strong>Ataúlfo</strong>:<br />
a. <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia nunca salen <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong> palacio y las dos habitaciones regias.<br />
b. Constancio y Rosmunda nunca salen al exterior <strong>de</strong> palacio; se mueven por las otras<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias, por el salón, y por el cuarto <strong>de</strong> Placidia 91 .<br />
c. Valia, Sigerico y Vernulfo se mueven por todos los espacios ¿excepto los cuartos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y<br />
Placidia? 92 .<br />
También hemos advertido que no todos los actos presentan la misma movilidad espacial. El<br />
acto V, por ejemplo, ofrece una gran riqueza escénica, tal y como se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong> la siguiente tabla:<br />
V, 1 V, 2 V, 3 V, 4, V, 5<br />
Sigerico y Vernulfo<br />
en el salón <strong>de</strong><br />
palacio.<br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Placidia<br />
salen <strong>de</strong> sus cuartos<br />
y se dirigen al salón.<br />
>Des<strong>de</strong> las otras<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong><br />
palacio, Constancio,<br />
Valia y Rosmunda<br />
entran en el salón.<br />
>Todos están en el<br />
salón: el solio.<br />
Asesinato <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong><br />
>En el salón<br />
permanecen<br />
Constancio, Placidia<br />
y Rosmunda.<br />
>Huida <strong>de</strong> Sigerico y<br />
Vernulfo,<br />
perseguidos por<br />
Valia, a través <strong>de</strong> las<br />
otras <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias<br />
<strong>de</strong> palacio.<br />
>Muerte <strong>de</strong> Vernulfo<br />
en las puertas <strong>de</strong>l<br />
palacio.<br />
>Batalla en el<br />
exterior <strong>de</strong>l palacio.<br />
58<br />
El salón: Valia ha<br />
regresado.<br />
>El balcón. Suicidio<br />
<strong>de</strong> Rosmunda que<br />
cae al mar (nuevo<br />
espacio implícito).<br />
>El salón.<br />
De todos modos se observa una mejor organización <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar. La acción, a pesar<br />
<strong>de</strong> los espacios implícitos, se concentra en un núcleo escénico cerrado (el salón con acceso a los dos<br />
cuartos regios) que contiene a su vez dos espacios menores (el solio y el balcón) cuya existencia<br />
entra <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los estrictos límites <strong>de</strong> la verosimilitud según el Neoclasicismo. A diferencia <strong>de</strong><br />
<strong>Virginia</strong>, no hay espacios implícitos como el Álgido y el templo <strong>de</strong> Pales, que pongan en relativa<br />
tensión el cumplimiento <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar; y a<strong>de</strong>más, el escenario elegido, un salón <strong>de</strong> palacio,<br />
éstas, como dama o confi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la reina, ninguno <strong>de</strong> los restantes pue<strong>de</strong>n errar sus entradas y salidas, ejecutándolas<br />
por la puerta <strong>de</strong>l salón, menos en aquellos lances en que se presentan al tablado acompañando a <strong>Ataúlfo</strong>, o a Placidia, o<br />
yendo a su busca, bien que al <strong>de</strong>spedirse se han <strong>de</strong> retirar por la que es respectivamente suya”.<br />
90 Teudio es un personaje implícito (no interviene en ningún parlamento <strong>de</strong> la tragedia ni está a la vista durante una<br />
hipotética representación) <strong>de</strong> gran importancia en <strong>Ataúlfo</strong>: a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> informar a Valia <strong>de</strong> los movimientos estratégicos<br />
<strong>de</strong> los sediciosos, se reúne en varias ocasiones con Valia en palacio (acción elidida pero resumida por Rosmunda en IV,<br />
3, vv. 1316-1318) y, finalmente, será el personaje que mate a Vernulfo, asesino a su vez <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, tal y como resume<br />
Valia en V, 4.<br />
91 La dama goda como confi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la reina; y Constancio, en calidad <strong>de</strong> compatriota y amigo <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong><br />
Placidia. Se da la circunstancia <strong>de</strong> que la única vez que Constancio está en la habitación <strong>de</strong> la reina (acción elidida en II,<br />
4, pero anticipada en II, 3), <strong>Ataúlfo</strong> todavía no sabía que el embajador romano había estado prometido en matrimonio a<br />
Placidia antes <strong>de</strong> que ella fuera tomada como rehén por los godos. El rey, al <strong>de</strong>scubrir este hecho (también durante II, 4<br />
por revelación <strong>de</strong> Sigerico) sostendrá una lucha interior entre los celos, el amor a la esposa, la firma <strong>de</strong> la paz o<br />
reanudar hostilida<strong>de</strong>s; todo ello será una <strong>de</strong> las fuerzas temáticas imperantes en la tragedia.<br />
92 Existe la posibilidad <strong>de</strong> que Valia haya visitado el cuarto <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> en una acción elidida durante las cuatro<br />
primeras escenas <strong>de</strong>l acto IV, y en el caso <strong>de</strong> Sigerico, el rey le pregunta por qué no le ha visitado, si su presencia allí no<br />
es molesta: “¿Y qué importara, que en mi cuarto entrases,/ si tú ni me fatigas, ni me molestas?” (II, 4, 520-521)], <strong>de</strong><br />
don<strong>de</strong> pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>ducirse que en alguna acción elidida posterior (sobre todo durante el acto III) Sigerico haya visitado el<br />
cuarto <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>.
frente a la amplitud <strong>de</strong>l Foro <strong>de</strong> Roma, se adapta más convenientemente a las exigencias <strong>de</strong> esta<br />
regla teatral clasicista 93 .<br />
I. Espacios implícitos en <strong>Ataúlfo</strong><br />
I.1. Fuera <strong>de</strong> Barcelona<br />
<strong>Las</strong> Galias e Italia constituyen espacios implícitos <strong>de</strong> especial significación connotativa.<br />
Des<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista dramático son escenarios geográficos don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>sarrollaron los<br />
antece<strong>de</strong>ntes más o menos inmediatos <strong>de</strong> la acción representada en <strong>Ataúlfo</strong>. A lo largo <strong>de</strong> los cinco<br />
actos, los personajes mencionarán diversos aspectos <strong>de</strong> los acontecimientos sucedidos en estos<br />
lugares:<br />
¾ Italia: invasión <strong>de</strong> los godos, Placidia, prometida <strong>de</strong> Constancio, es tomada como rehén.<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, nombrado rey tras la muerte <strong>de</strong> Alarico, se enamora <strong>de</strong> Placidia, <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñando a<br />
Rosmunda. Acuerdo <strong>de</strong> paz con Honorio: cesión a los godos <strong>de</strong> las Galias y España.<br />
¾ <strong>Las</strong> Galias: <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia establecen la corte en Narbona. El bloqueo militar <strong>de</strong> Constancio<br />
genera tensiones y conflictos: los godos abandonan <strong>Las</strong> Galias y se trasladan a Barcelona, en la<br />
provincia hispana <strong>de</strong> Tarraconense. Constancio viaja a Barcelona para la firma <strong>de</strong> un segundo<br />
tratado <strong>de</strong> paz.<br />
Así pues la existencia <strong>de</strong> estos dos espacios implícitos exteriores a Barcelona condiciona<br />
<strong>de</strong>cisivamente la acción trágica. <strong>Las</strong> Galias e Italia no sólo simbolizan el pasado, sino que también<br />
expresan el origen <strong>de</strong> los conflictos pasionales que <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>narán la catástrofe: las dudas <strong>de</strong><br />
Constancio, los celos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, la venganza <strong>de</strong> Rosmunda.<br />
I.2. Barcelona<br />
I.2.a. Los alre<strong>de</strong>dores y la ciudad <strong>de</strong> Barcelona<br />
Representan el exterior <strong>de</strong>l palacio real. En varias ocasiones Valia, por un lado, y Sigerico y<br />
Vernulfo, por el otro, abandonarán el palacio, en acciones elididas, con objeto <strong>de</strong> reclutar apoyos<br />
respectivos en favor <strong>de</strong> los partidarios <strong>de</strong> los dos bandos en conflicto (los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> la paz y los<br />
traidores belicosos) o bien para combatir sangrientamente entre sí. Por tanto, este espacio implícito<br />
presenta dos matices semánticos:<br />
Político: Sigerico y Vernulfo se reúnen en secreto con sus partidarios en el ejército y en la<br />
nobleza goda; mientras que Valia hace lo mismo intentando impedir la sedición. Así, Valia<br />
confiesa (III, 3) al rey que, espiando a Sigerico, ha salido <strong>de</strong> palacio para contrarrestar los<br />
movimientos <strong>de</strong>l traidor, aunque ello haya supuesto llegar con retraso a una audiencia con<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, que estaba prevista para el acto I:<br />
VALIA: Señor, perdona, / si al llamamiento tuyo vengo tar<strong>de</strong>;/ porque habiendo encontrado a<br />
Sigerico,/ me fue forzoso dilatar el verte,/ y salir <strong>de</strong> palacio, por servirte/ (III, 3, vv. 904-908).<br />
Durante esta salida <strong>de</strong> palacio, Valia tiene ocasión para reunirse con un colaborador y pariente<br />
suyo llamado Teudio:<br />
VALIA: [...] con Teudio, que por vínculos <strong>de</strong> sangre / me sigue fino, y noble te venera, / <strong>de</strong>jo<br />
ya asegurado, que en un pronto / lance no que<strong>de</strong> libre la osadía / (III, 3 ,vv. 927-930).<br />
Por la otra parte, Sigerico revela a Rosmunda (IV, 3) que se ha reunido fuera <strong>de</strong> palacio con el<br />
ejército y la nobleza, mientras que Vernulfo propalaba el <strong>de</strong>scontento entre la población:<br />
SIGERICO [a Rosmunda]: Te diría, que ya <strong>de</strong> mis parientes, / y el mejor partido <strong>de</strong> los godos, /<br />
logra estar protegida nuestra causa. / Te diría, que lleno <strong>de</strong> impaciencia / al saber el ejército,<br />
que ajusta / <strong>Ataúlfo</strong> la paz con los romanos, / [...] no sólo <strong>de</strong>l rencor contra Placidia / el fuego<br />
antiguo su coraje sopla; / sino que a nuevos ímpetus llevado / <strong>de</strong> irritación, <strong>de</strong> ceguedad, <strong>de</strong><br />
93 Como se recordará <strong>Montiano</strong> especificaba en el Discurso I (pp. 119-120) que, en <strong>Virginia</strong>, el Foro <strong>de</strong> Roma<br />
cambiaba <strong>de</strong> aspecto en cada uno <strong>de</strong> los actos, mientras que en <strong>Ataúlfo</strong>, a excepción <strong>de</strong>l acto V, el aspecto <strong>de</strong>l “salón”<br />
no cambia durante la tragedia. Por tanto, casi ratificamos, salvo para el último acto –por la introducción <strong>de</strong> elementos<br />
como el solio y el balcón–, estas palabras <strong>de</strong> Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón: “Como vemos, en Athaulpho se guardan las<br />
tres unida<strong>de</strong>s, incluso <strong>de</strong> forma más estricta que <strong>Virginia</strong>, ya que en ésta el lugar elegido, aunque se prestaba bien a la<br />
representación, se modificaba <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> las circunstancias; ahora ni un leve cambio se permite el autor, por ello<br />
elige un sólo salón para llevar a cabo la representación escénica” (La obra literaria <strong>de</strong>l vallisoletano..., op. cit. p. 183.<br />
59
arrojo, / aun en la vida <strong>de</strong> su rey promete cebar la rabia / [...] y que orlará las tuyas y mis sienes<br />
/ con el sacro esplendor <strong>de</strong> la dia<strong>de</strong>ma. / Te diría, que, práctico en malda<strong>de</strong>s / el astuto<br />
Vernulfo ha <strong>de</strong>rramado / en la más alta, y abatida gente, / <strong>de</strong> infaustas noveda<strong>de</strong>s codiciosa, /<br />
contra la reina escándalos, calumnias, / tratos indignos (IV, 3, vv. 1272-1294).<br />
Militar: dado que Valia, por un lado, y Sigerico y Vernulfo, por el otro, tienen sus gentes<br />
preparadas fuera <strong>de</strong> palacio, no extraña que, al producirse el regicidio, ambos bandos salgan al<br />
exterior para entablar la batalla, en las calles o en los alre<strong>de</strong>dores <strong>de</strong> Barcelona, probablemente.<br />
Con la salvedad <strong>de</strong> que el vil Vernulfo muere a manos <strong>de</strong> Teudio “sin salir <strong>de</strong>l umbral <strong>de</strong> este<br />
palacio” (v. 1943). El resultado <strong>de</strong>l combate tiene connotaciones ejemplares, en el sentido <strong>de</strong> la<br />
justicia poética y en el contenido moralizante <strong>de</strong> la tragedia: Sigerico es <strong>de</strong>rrotado y Rosmunda,<br />
al recibir la noticia, se arrojará por un balcón al mar.<br />
I.2.b. Otras <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> palacio. Durante los cinco actos, los diversos personajes, a<br />
excepción <strong>de</strong>l matrimonio regio, se mueven con relativa libertad por las <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> palacio<br />
ajenas al núcleo escénico formado por el salón (espacio explícito) y las habitaciones respectivas <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Placidia (espacios implícitos). En primer lugar, salvo estos dos personajes, los <strong>de</strong>más<br />
cada vez que aparecen en escena lo hacen procediendo, normalmente <strong>de</strong> las otras <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias 94 .<br />
En segundo lugar, Constancio, en su condición <strong>de</strong> embajador romano, con toda probabilidad<br />
ocuparía algún aposento <strong>de</strong>stinado al alojamiento <strong>de</strong> huéspe<strong>de</strong>s <strong>de</strong> alto rango, legaciones<br />
diplomáticas, etc. Y, en tercer lugar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> los conflictos dramáticos<br />
representados en la tragedia, algunas acciones elididas importantes se <strong>de</strong>sarrollan en este espacio<br />
implícito. Como ejemplos <strong>de</strong> este último aspecto hemos elegido dos situaciones dramáticas:<br />
En las dos últimas escenas <strong>de</strong>l acto I, la acción representada muestra cómo Valia discute con<br />
Sigerico acerca <strong>de</strong>l tratado <strong>de</strong> paz, cómo se sospecha que Constancio ama a Placidia y que la<br />
reina correspon<strong>de</strong> a su antiguo prometido (I, 6), y cómo el leal príncipe godo expresa en un<br />
monólogo sus temores y fatales augurios ante la posibilidad <strong>de</strong> que prospere la traición (I, 7).<br />
Mientras tanto, en una acción elidida, Constancio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otras <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> palacio (tal vez<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cuarto que ocupa como embajador o, a lo menos, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> alguna habitación próxima) se<br />
dirige al salón y a sus puertas oye las palabras <strong>de</strong>l monólogo <strong>de</strong> Valia. La importancia <strong>de</strong> esto<br />
último es <strong>de</strong>cisiva: Constancio <strong>de</strong>scubre que la seguridad <strong>de</strong> su amada Placidia está en serio<br />
peligro y, lleno <strong>de</strong> dudas e in<strong>de</strong>cisiones, adoptará una actitud vacilante entre la pasión amorosa y<br />
su <strong>de</strong>ber como legado diplomático romano. Para una mejor comprensión, <strong>de</strong> la influencia <strong>de</strong> este<br />
espacio escénico bautizado como otras <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> palacio, reproducimos los versos finales<br />
<strong>de</strong>l acto I y los iniciales <strong>de</strong>l acto II:<br />
VALIA : [...] [Tras lamentarse <strong>de</strong> que Sigerico, “cauto y po<strong>de</strong>roso” está dispuesto a todo, “si con<br />
la astucia no, con la violencia”, que Vernulfo es un “indigno confi<strong>de</strong>nte, / que sin rencor, o sin<br />
maldad no vive”, y que Rosmunda está movida por “vengativos y perversos fines”, etc]<br />
Aconsejadme, aconsejadme, Cielos, / o permitid que el enredoso nudo / que aspiro a <strong>de</strong>satar,<br />
cuando le ciegue, / a fuerza <strong>de</strong> estrecharle la malicia, / le corte la constancia <strong>de</strong> mi celo.<br />
Acto segundo<br />
Escena primera<br />
CONSTANCIO: ¡Qué alteración <strong>de</strong> afectos encontrados / han producido, Valia, en mí tus voces, /<br />
<strong>de</strong> confusión, <strong>de</strong> zozobra llenas! / ¡Oh nunca tu favor, tu confianza, / tan blandamente<br />
penetrando el pecho, / hubieran mis pasiones avivado! / [...] ¿Qué he <strong>de</strong> hacer? ¡Ay <strong>de</strong> mí! Si<br />
me <strong>de</strong>claro / parcial <strong>de</strong> Sigerico, manifiesto / mi secreta traición. Si a Valia ayudo, / si cumplo<br />
mi honor, será preciso / que hoy el término <strong>de</strong> mi vida....<br />
(I, 7 y II, 1, vv. 401-429)<br />
Llegados a este punto, se produce una curiosísima circunstancia: Sigerico y Vernulfo habían<br />
abandonado el salón, al finalizar I, 6, entonces, en acción elidida <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> alguna habitación <strong>de</strong><br />
94 Tal y como explica <strong>Montiano</strong> en el fragmento citado <strong>de</strong> su Discurso II (pp. 54-55). Aunque hay excepciones; por<br />
ejemplo, en II, 5, Constancio, acompañado <strong>de</strong> Placidia, sale a escena proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l cuarto <strong>de</strong> la reina, con la que ha<br />
estado conversando en una acción elidida durante la escena anterior.<br />
60
palacio, el primero encarga al segundo que inicie los preparativos para la sedición. Acabado <strong>de</strong><br />
hacer esto, Sigerico <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> volver al salón y durante la primera escena <strong>de</strong>l acto II, a las puertas<br />
<strong>de</strong> esta <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, escucha oculto el monólogo <strong>de</strong> Constancio y lo interrumpe, dando motivo a<br />
que comience la segunda escena <strong>de</strong> este acto:<br />
CONSTANCIO: Corra, pues lo permite la fortuna, / el éxito <strong>de</strong> todo por su cuenta, / sin ligarme, a<br />
otra fe, que a mi <strong>de</strong>seo, / y sírvame <strong>de</strong> asilo...<br />
Escena II<br />
Constancio.Sigerico.<br />
SIGERICO: No llegara, / Constancio a interrumpirte si no viese, / que por más que te<br />
muestres divertido, / no culparás mis justas atenciones / en día para ti <strong>de</strong> tanto gozo. / (II, 1 y II,<br />
2, vv. 436-443).<br />
Astutamente, el traidor príncipe godo intentará aprovecharse <strong>de</strong> esta ventaja que le proporciona<br />
saber <strong>de</strong> antemano cuáles son los sentimientos e i<strong>de</strong>as <strong>de</strong>l enamorado <strong>de</strong> Placidia a la vez que<br />
enviado por Honorio para firmar la paz.<br />
Durante la tercera escena <strong>de</strong>l acto IV, Sigerico y Rosmunda discuten en el salón <strong>de</strong> palacio<br />
acerca <strong>de</strong> los preparativos <strong>de</strong> la sedición contra <strong>Ataúlfo</strong>, en plena conversación se acerca<br />
Placidia. Ante la llegada <strong>de</strong> la reina, Rosmunda <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> escon<strong>de</strong>rse, precisamente en alguna<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia cercana al salón, tal y como indican estas palabras:<br />
SIGERICO: Rosmunda, por tu vida, / que es el único bien que reverencia / mi pasión , que no<br />
así tus impieda<strong>de</strong>s / <strong>de</strong> mi verdad a la pureza afrenten: / o me verás entre sollozos tristes, / a tu<br />
<strong>de</strong>specho, no <strong>de</strong>jar tus plantas; / y si no te obligaren mis <strong>de</strong>scargos, / yo haré... Mas no<br />
respondas, que la reina / viene hacia aquí.<br />
ROSMUNDA: Por no encontrarla, huyendo / me voy. Al punto vuelvo: no te ausentes. / (IV,<br />
3, vv. 1340-1349) La negrilla es nuestra.<br />
En efecto, Sigerico permanece todo el tiempo que le es posible en el salón, discutiendo<br />
acaloradamente con la reina (IV, 4) y algo más comedido en sus expresiones ante la presencia <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong> (IV, 5). Finalmente en esta última escena no le queda más remedio que marcharse, ante<br />
lo comprometido <strong>de</strong> la situación en que se hallaba, acosado por las preguntas, las insinuaciones e<br />
incluso las amenazas <strong>de</strong> la reina, y obligado a guardar silencio por la presencia <strong>de</strong>l rey y por no<br />
<strong>de</strong>latar los planes <strong>de</strong> la sedición 95 . A continuación, en la sexta escena <strong>de</strong>l acto IV, Placidia insiste<br />
al rey en la necesidad <strong>de</strong> eliminar los celos estúpidos hacia ella, en cortar <strong>de</strong> raíz el crecimiento<br />
<strong>de</strong> la traición y en que <strong>de</strong>sconfíe <strong>de</strong> Rosmunda a la que <strong>Ataúlfo</strong> sigue creyendo fiel y leal a la<br />
corona y a la reina:<br />
PLACIDIA: ¿ Y es posible, señor, que <strong>de</strong> Rosmunda, / ni a presumir te induce la malicia, / que<br />
medie en un proceso, que se forma / contra mí? [...]<br />
ATAÚLFO: Placidia, a tierra, y cielo / hago testigos, <strong>de</strong> que injustamente / la acusas.<br />
PLACIDIA: No, Señor, te sobresaltes / <strong>de</strong> que me haya atrevido a su inocencia: / in<strong>de</strong>mne<br />
quedará, si tú la apoyas, / (Llora) y yo, porque lo quieres, con<strong>de</strong>nada. / (IV, 6, vv.1506-1518)<br />
Precisamente, <strong>Ataúlfo</strong>, convencido por el llanto <strong>de</strong> Placidia, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> ya <strong>de</strong> una vez por todas<br />
firmar el tratado <strong>de</strong> paz con Roma y evitar los planes <strong>de</strong> traición or<strong>de</strong>nando la boda <strong>de</strong> Sigerico<br />
con Rosmunda, a pesar <strong>de</strong> los temores <strong>de</strong> fatales augurios que presiente en el breve monólogo <strong>de</strong><br />
la escena siguiente (IV, 8). Pues bien, entretanto Rosmunda ha permanecido en el aposento <strong>de</strong><br />
palacio en el que se había ocultado al final <strong>de</strong> IV, 3 y, cansada –suponemos– <strong>de</strong> esperar a<br />
Sigerico, empren<strong>de</strong> el regreso al salón (acción elidida que se produce durante IV, 6 y IV, 7),<br />
ignorante <strong>de</strong> que éste se había marchado <strong>de</strong>l salón a través <strong>de</strong> otra <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia distinta. Así,<br />
justo en el inicio <strong>de</strong> IV, 8, Rosmunda atraviesa el umbral <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong>l salón y se halla con una<br />
95 Sigerico abandona el salón pronunciando estas palabras: “Yo me retiro. / Díla, pues, a la reina lo que oculto / en<br />
su presencia reverente: entonces / no tendrá por culpable mi silencio” (IV, 5, vv. 1460-1463). Probablemente Sigerico<br />
se marcha, para seguir ultimando los preparativos <strong>de</strong> la traición, a una <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia distinta a la que Rosmunda ocupa o<br />
también fuera <strong>de</strong> palacio, para acabar <strong>de</strong> reclutar apoyos en el ejército y nobleza <strong>de</strong> los godos.<br />
61
figura humana que está <strong>de</strong> espaldas y que confun<strong>de</strong> con Sigerico, a causa <strong>de</strong> la relativa oscuridad<br />
provocada por las sombras <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. De modo que nos encontramos ante lo siguiente:<br />
Escena VIII<br />
<strong>Ataúlfo</strong>. Rosmunda, que sale por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él.<br />
ROSMUNDA: Luego que vi en su cuarto a mi enemiga, / procuré, Sigerico...<br />
ATAÚLFO: ¿Quién, Rosmunda, / es tu enemiga?<br />
ROSMUNDA: Yo, señor...<br />
ATAÚLFO: Parece / que a Sigerico prevenir querías / cosa, que mucho importa.<br />
ROSMUNDA: No severo, / Señor, mi inadvertencia, mi <strong>de</strong>scuido... /<br />
ATAÚLFO: Repárate <strong>de</strong>l susto ¿Quién es, díme, / la que tu enojo su enemiga llama? / [...] No te<br />
canses / ni porfíes, Rosmunda, en que se oculte / la sinrazón, que excita tu congoja; / porque sé<br />
claramente, que la reina / es el preciso objeto <strong>de</strong> tus iras. / (IV, 8, vv. 1607-1622).<br />
La confusión <strong>de</strong> Rosmunda, proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> palacio don<strong>de</strong> se hallaba oculta,<br />
contribuirá a una <strong>de</strong> las agniciones existentes en <strong>Ataúlfo</strong> (en su momento las abordaremos con<br />
más <strong>de</strong>tenimiento); aquella por la que el rey godo <strong>de</strong>scubre la verda<strong>de</strong>ra i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> Rosmunda,<br />
mujer en la que había <strong>de</strong>positado su confianza hasta este instante <strong>de</strong>l acto IV.<br />
Así pues, el que los diversos personajes se muevan con relativa libertad por las otras<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> palacio origina situaciones dramáticas importantes para el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la tragedia.<br />
No solamente en lo correspondiente a cuestiones como la agnición, sino también porque el conflicto<br />
existente entre las fuerzas temáticas <strong>de</strong> la paz frente a la traición impone que los personajes actúen<br />
secretamente, con disimulo –más tar<strong>de</strong> se volverá con más profundidad a este asunto–; para lo cual<br />
<strong>de</strong>ben moverse fuera <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong> los rivales, lo que equivale a <strong>de</strong>cir fuera <strong>de</strong>l salón, el espacio<br />
explícito, el lugar oficial don<strong>de</strong> se actúa a ojos y oídos <strong>de</strong> todo el mundo.<br />
II. Espacios explícitos: el núcleo escénico <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong> palacio y las habitaciones <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Placidia<br />
Si en <strong>Virginia</strong> <strong>Montiano</strong> había elegido un espacio explícito, el Foro <strong>de</strong> Roma, amplísimo,<br />
abierto al aire libre y <strong>de</strong>l que mostraba diversas perspectivas durante los cinco actos <strong>de</strong> la tragedia,<br />
para <strong>Ataúlfo</strong> el autor prefiere un salón <strong>de</strong> palacio, espacio cerrado y <strong>de</strong> extensión mucho más<br />
pequeña. Sin embargo, esto no le impi<strong>de</strong> “jugar” dramáticamente, incluso en las dimensiones muy<br />
limitadas <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> escenarios. Para conseguir este propósito no construye sólo un espacio,<br />
sino un núcleo escénico compuesto <strong>de</strong> varias zonas, unas implícitas y otras explícitas, tal y como<br />
mostramos a continuación:<br />
1. Zona explícita mayor: el salón <strong>de</strong> palacio. En realidad es el único espacio explícito,<br />
propiamente dicho <strong>de</strong> toda la tragedia. Durante los cinco actos, los personajes entran y salen, van y<br />
vienen, pasando siempre alguna vez, por esta zona mayor. Unos, como <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia, lo harán<br />
siempre proce<strong>de</strong>ntes, <strong>de</strong> sus cuartos respectivos; los otros (Constancio, Rosmunda, Sigerico,<br />
Vernulfo y Valia), <strong>de</strong>s<strong>de</strong> otras <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l palacio o bien <strong>de</strong>s<strong>de</strong> alguno <strong>de</strong> los dos cuartos<br />
regios. Sin embargo, conviene precisar que en los cuatro primeros actos el aspecto <strong>de</strong>l salón no<br />
sufre variación alguna, esto es, <strong>Montiano</strong> se atiene a la ortodoxia más estricta en materia <strong>de</strong> la<br />
unidad <strong>de</strong> lugar. En el quinto acto, se introducen dos zonas explícitas menores que, aunque no<br />
significan incumplimiento <strong>de</strong> la regla clasicista, sí al menos implican un cambio en el supuesto<br />
<strong>de</strong>corado o escenografía que tuviera el salón <strong>de</strong>l palacio.<br />
1.a. El solio (zona explícita menor). Durante la segunda escena <strong>de</strong>l acto V, <strong>Montiano</strong><br />
dispone la existencia <strong>de</strong> este objeto que no se trata <strong>de</strong> un simple elemento <strong>de</strong>corativo, porque el<br />
solio 96 convierte al salón en un sitial o asiento <strong>de</strong> ceremonia, especialmente el que usan en actos<br />
solemnes ciertas personas constituidas en dignidad. Es <strong>de</strong>cir, el salón <strong>de</strong> palacio se transforma en<br />
salón <strong>de</strong>l trono, con todo lo que ello connota <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los puntos <strong>de</strong> vista cortesano, político y,<br />
también, dramático: el autor incluye el solio como espacio dramático para subrayar el rasgo <strong>de</strong><br />
po<strong>de</strong>r justo, basado en la razón y el bien común que representa, según su perspectiva el reinado <strong>de</strong><br />
dosel”.<br />
96 Según todos los diccionarios consultados, la palabra es utilizada aquí en su acepción <strong>de</strong> “trono, silla real con<br />
62
<strong>Ataúlfo</strong>. Así, no resulta extraño que el rey, acompañado por la reina, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el solio <strong>de</strong>crete, en la<br />
segunda escena <strong>de</strong>l acto V, la firma <strong>de</strong>finitiva <strong>de</strong>l nuevo tratado <strong>de</strong> paz y el matrimonio <strong>de</strong><br />
Rosmunda con Sigerico (a fin <strong>de</strong> evitar futuras conspiraciones). Pero, por esto mismo, queda<br />
<strong>de</strong>finida en sus términos exactos la rebelión encabezada por Sigerico y Rosmunda e iniciada cuando<br />
Vernulfo asesina al rey en esta misma segunda escena <strong>de</strong>l acto V. No estamos ante una legítima<br />
rebelión contra un po<strong>de</strong>r injusto y tiránico (el caso <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>), sino ante una traición cometida<br />
contra la esencia misma <strong>de</strong> la monarquía –simbolizada por la silla real– y movida, a<strong>de</strong>más por<br />
pasiones <strong>de</strong>senfrenadas o innobles como la venganza, la ambición, etc.<br />
1.b. El balcón (zona explícita menor). A la espera <strong>de</strong> lo analizado acerca <strong>de</strong> las<br />
connotaciones <strong>de</strong>l suicidio en esta tragedia, al final <strong>de</strong> la cuarta escena <strong>de</strong>l acto V Rosmunda<br />
“Arrójase por uno <strong>de</strong> los balcones figurados en el salón”. A causa <strong>de</strong> que los planes <strong>de</strong> esta dama<br />
goda han fracasado totalmente, la vida carece entonces <strong>de</strong> sentido para ella. Por otra parte, el balcón<br />
da al mar, aunque el cuerpo cae exactamente sobre unas peñas situadas en la orilla 97 .<br />
2. Zona implícita: los cuartos <strong>de</strong> Placidia y <strong>Ataúlfo</strong>. Estos dos espacios implícitos<br />
<strong>de</strong>sempeñan una importante función durante toda la tragedia, más que nada por los acontecimientos,<br />
algunos elididos, que se <strong>de</strong>sarrollan en torno a ellos, <strong>de</strong> los que <strong>de</strong>stacamos los más significativos:<br />
<strong>Ataúlfo</strong> en su cuarto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la segunda escena <strong>de</strong>l acto I, celebra reuniones con personajes <strong>de</strong><br />
la corte goda 98 entre los cuales figuraban dos hombres supuestamente <strong>de</strong> su confianza, al inicio<br />
<strong>de</strong> la obra, como son el traidor Sigerico y el leal Valia. Curiosamente, se da la circunstancia <strong>de</strong><br />
que ambos “príncipes godos” 99 , por motivos bien diferentes hacen esperar a <strong>Ataúlfo</strong>. Hasta el<br />
punto <strong>de</strong> que en el primer caso salga fuera <strong>de</strong> su cuarto hacia el salón en busca <strong>de</strong>l <strong>de</strong>morado<br />
Sigerico (II, 4), quien, en realidad ocupado en los planes iniciales <strong>de</strong> la sedición, se excusa<br />
alegando que no quería interrumpir las otras reuniones que el rey celebraba en su cuarto.<br />
ATAÚLFO: No he errado, Sigerico, / en presumir, que aquí [en el salón] te encontraría. /<br />
SIGERICO: Rato ha, señor, que vine; mas creyendo / que con alguno en la tarea estabas, / que la<br />
pensión <strong>de</strong> dominar requiere, / y que tú laborioso no rehúsas, / me <strong>de</strong>tuve hasta tanto que he<br />
inferido / <strong>de</strong> que nadie salía hallarte solo / [...]<br />
ATAÚLFO: ¿Y qué importara que en mi cuarto entrases, / si tú ni me fatigas, ni me estorbas? /<br />
¿Qué recelas? ¿Qué? ¿estás <strong>de</strong>sconfiado / <strong>de</strong>l lugar que guarda mi cariño / siempre?<br />
SIGERICO: Señor, lo reconozco humil<strong>de</strong>, / y por lo mismo <strong>de</strong>l favor no abuso. /<br />
ATAÚLFO: La culpa es mía, no <strong>de</strong> tu reparo. / Debí luego avisarte, que vinieses, / pues hoy más<br />
tu asistencia <strong>de</strong>seaba, / para hacerte partícipe <strong>de</strong>l gozo” (II, 4, vv. 509- 529)<br />
Bien diferente es el caso <strong>de</strong> Valia. <strong>Ataúlfo</strong> no comete el error <strong>de</strong> no enviarle el aviso para<br />
reunirse con él, y realiza el llamamiento en acción elidida seguramente durante la segunda<br />
escena <strong>de</strong>l acto I. Valia llega al salón con la intención <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer la petición regia, justo al<br />
empezar I, 6 100 ; pero se encuentra con Sigerico y Vernulfo y, tras discutir con ellos sobre el<br />
tratado <strong>de</strong> paz, intuyendo sus planes <strong>de</strong> traición, abandona el palacio para vigilar a los sediciosos.<br />
El retraso <strong>de</strong>l leal “príncipe godo” es al menos <strong>de</strong> un par <strong>de</strong> horas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la última escena <strong>de</strong>l<br />
primer acto hasta la tercera escena <strong>de</strong>l tercer acto, en un momento dramáticamente bastante<br />
intenso: <strong>Ataúlfo</strong> se encuentra abatido por los celos (a causa <strong>de</strong> la revelación <strong>de</strong> Sigerico <strong>de</strong> que<br />
Constancio y Placidia fueron antiguos novios), ha discutido con Sigerico sobre el tratado <strong>de</strong> paz<br />
97 “CONSTANCIO, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber mirado por el balcón: Precipitada / <strong>de</strong> ese balcón al mar, sobre las peñas / que<br />
no cubren las ondas en la orilla, / (¡espectáculo horrible!) están humeando / los rotos miembros <strong>de</strong>l fatal cadáver” (V, 5,<br />
vv. 1988-1992).<br />
98 Según indican las siguientes palabras <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> cuando se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> <strong>de</strong> Placidia y Rosmunda: “No lo du<strong>de</strong>s,<br />
Rosmunda. Y tú, Placidia, / pues insta ya que luego se efectúe / la paz solemnemente: Adiós, en tanto / que or<strong>de</strong>no, se<br />
convoquen los magnates, / y dispongo otras cosas, que conducen / a la mayor celebridad <strong>de</strong>l día / porque no cumple un<br />
rey con lo que <strong>de</strong>be, / si no asiste eficaz a lo que manda” (I, 1, vv. 54-61).<br />
99 Así son llamados por <strong>Montiano</strong> en la lista <strong>de</strong> personajes que abre la publicación <strong>de</strong> la tragedia.<br />
100 “VALIA: [a Sigerico] Huélgome <strong>de</strong> encontrarte, que a estas horas / no <strong>de</strong> ocioso estarás en el palacio: / y cuando<br />
yo por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> / he venido también, será una misma / sin duda la ocasión” (I, 6, vv. 254-258). La negrilla es<br />
nuestra.<br />
63
que ha or<strong>de</strong>nado suspen<strong>de</strong>r y, finalmente, Vernulfo en quien confiaba plenamente se niega a<br />
obe<strong>de</strong>cer la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> vigilar a Sigerico <strong>de</strong>l cual empieza a sospechar.<br />
Sin embargo, la reunión no se celebra en la habitación regia sino en el salón. Valia,<br />
efectivamente regresa a palacio y se dirigía al cuarto <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, pero se encuentra antes con él,<br />
porque el monarca en ese instante <strong>de</strong>ambula por el salón, envuelto en temores e in<strong>de</strong>cisiones:<br />
ATAÚLFO: [monólogo en que lamenta su suerte: el rencor hacia Constancio, el miedo a per<strong>de</strong>r<br />
a Placidia, etc.] ¡Oh si llegase Valia! Que él acaso / me diera alguna luz<br />
Escena III<br />
<strong>Ataúlfo</strong>.Valia.<br />
VALIA: Señor, perdona, / si al llamamiento tuyo llego tar<strong>de</strong>; / porque habiendo encontrado<br />
a Sigerico, / me fue forzoso dilatar el verte, / y salir <strong>de</strong> palacio por servirte. /<br />
ATAÚLFO: Siempre los dos, a mi interés atentos, / cuidáis <strong>de</strong> que se aumente, y asegure. / [etc.,<br />
etc.] (III, 2 y 3, vv. 903-910).<br />
También suce<strong>de</strong> que <strong>Ataúlfo</strong>, en acción elidida durante el primer entreacto, visita el cuarto <strong>de</strong><br />
su esposa y conversa con ella. La existencia <strong>de</strong> este hecho se <strong>de</strong>duce claramente a través <strong>de</strong> la<br />
siguiente situación dramática: final <strong>de</strong> II, 2, Sigerico advierte a Constancio <strong>de</strong> que la vida <strong>de</strong> la<br />
reina está en peligro, porque el pueblo godo no la ama; el embajador romano se encuentra<br />
totalmente <strong>de</strong>sconcertado, y en ese mismo instante sale el rey para avisar a Constancio <strong>de</strong> que<br />
Placidia lo espera en su cuarto. Ante lo cual cabe preguntarse cómo sabe <strong>Ataúlfo</strong> que su esposa<br />
aguarda al embajador romano en su habitación. Simplemente porque antes ha estado en el cuarto<br />
<strong>de</strong> la reina y porque <strong>de</strong> allí precisamente <strong>Ataúlfo</strong> sale al salón:<br />
CONSTANCIO: [a Sigerico] Calla que viene el rey. Aquí me espera, / Que según lo que indicas,<br />
y yo callo, / no dañará, que acor<strong>de</strong>s caminemos. / Adiós<br />
Escena III<br />
Sigerico. <strong>Ataúlfo</strong>, que sale al tiempo <strong>de</strong> irse Constancio.<br />
ATAÚLFO: Embajador, la reina aguarda / en su cuarto.<br />
CONSTANCIO: Ya voy a obe<strong>de</strong>certe, / Señor, que nada <strong>de</strong>be ser primero / en mi atención.<br />
El cuarto <strong>de</strong> Placidia también sirve <strong>de</strong> escenario <strong>de</strong> activida<strong>de</strong>s dramáticas acor<strong>de</strong>s con lo que,<br />
según la mentalidad <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, correspon<strong>de</strong> a una mujer que a<strong>de</strong>más es reina. Ahora bien,<br />
estas tareas sufren variaciones durante los cuatro primeros actos <strong>de</strong> la tragedia:<br />
• Des<strong>de</strong> I, 3 hasta II, 3, Placidia se prepara en su cuarto para la supuesta ceremonia <strong>de</strong> la<br />
firma <strong>de</strong>l tratado <strong>de</strong> paz, e incluso recibe dos visitas: la <strong>de</strong>l rey (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el entreacto hasta el final<br />
<strong>de</strong> II, 2) y la <strong>de</strong> Constancio (II, 4). La reina en esta fase está feliz, por fin habrá paz <strong>de</strong>finitiva<br />
entre romanos y godos, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong>spejará toda sombra <strong>de</strong>l pasado con respecto a su antiguo<br />
noviazgo con Constancio.<br />
• Cuando <strong>Ataúlfo</strong> comunica a Placidia y Constancio la suspensión <strong>de</strong> la firma <strong>de</strong>l tratado (II,<br />
5) y, tras haber sido informada Placidia por el embajador romano <strong>de</strong> la traición <strong>de</strong> Sigerico (II,<br />
6), en el cuarto <strong>de</strong> la reina se producen escenas <strong>de</strong> llanto y <strong>de</strong>solación por parte <strong>de</strong> la esposa <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong>; pero también la resolución <strong>de</strong> la reina a actuar y a intentar convencer a su marido <strong>de</strong>l<br />
error que está cometiendo, tal y como hace en III, 4, en que reaparece en el salón.<br />
• En III,5 y 6, Placidia recibe <strong>de</strong> Valia la información <strong>de</strong> que Vernulfo y, sobre todo,<br />
Rosmunda están implicados en la traición, así como se indigna ante las subsiguientes mentiras<br />
<strong>de</strong> la dama goda. La reina entonces <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> cambiar <strong>de</strong> actitud; <strong>de</strong> nuevo en su cuarto (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
tercer entreacto hasta el final <strong>de</strong> IV, 3), no sólo llorará en soledad, sino que también<br />
reflexionará seriamente sobre cuáles son los pasos que <strong>de</strong>be seguir y <strong>de</strong> qué modo actuar:<br />
cuando salga <strong>de</strong> nuevo a escena (IV, 4), se enfrentará verbalmente y con energía a Sigerico, y<br />
mediante “armas femeninas” (IV 5) como la súplica o el llanto convencerá a <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong> su<br />
fi<strong>de</strong>lidad conyugal y <strong>de</strong> la necesidad imperiosa <strong>de</strong> firmar la paz, a fin <strong>de</strong> evitar la sedición.<br />
• Finalmente, una vez convencido el rey, Placidia en su cuarto nuevamente se prepara para la<br />
ceremonia <strong>de</strong> la firma <strong>de</strong> la paz, prevista para el acto V. La única salvedad es que los<br />
acontecimientos serán otros bien distintos a los que ella se figuraba.<br />
64
Con la <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> los diferentes espacios existentes en <strong>Ataúlfo</strong> hemos repasado los tres<br />
todos que intervienen en la unidad <strong>de</strong> lugar: el lugar o lugares <strong>de</strong> la historia representable, el lugar o<br />
lugares <strong>de</strong> la fábula dramática y el lugar o lugares <strong>de</strong>l texto dramático publicado por <strong>Montiano</strong> en<br />
1753. De todos modos, queda insistir en el hecho <strong>de</strong> que, en realidad, el ortodoxo y total<br />
cumplimiento <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar es un i<strong>de</strong>al muy difícil <strong>de</strong> conseguir en la práctica, <strong>de</strong>bido a la<br />
existencia <strong>de</strong> espacios implícitos, algunos fundamentales para el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la acción. Pero<br />
también, se hace evi<strong>de</strong>nte con ello la doble labor <strong>de</strong> innovación (invención <strong>de</strong> espacios como el<br />
solio o el balcón, etc.) y <strong>de</strong> selección-con<strong>de</strong>nsación (mediante la concentración en un solo sitio<br />
explícito <strong>de</strong> lo que en realidad suce<strong>de</strong>ría en varias zonas): el autor, <strong>de</strong>jando a un lado su faceta <strong>de</strong><br />
historiador –aunque sin abandonarla totalmente–, se ha convertido en poeta trágico.<br />
La unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Ataúlfo</strong><br />
<strong>Montiano</strong> construye la unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Ataúlfo</strong> empleando recursos similares a los<br />
utilizados en <strong>Virginia</strong>. Por esta razón, aplicamos el mismo tipo <strong>de</strong> análisis, basado en las nociones<br />
<strong>de</strong> resumen, elipsis temporal o acción elidida y acción representada 101 . Sin embargo, <strong>de</strong> modo<br />
parecido a como suce<strong>de</strong> con la unidad <strong>de</strong> lugar, la organización temporal <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> es más sencilla<br />
que la <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>. En primer lugar no existen viajes como el <strong>de</strong> Lucio Virginio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Álgido<br />
hasta Roma cuya duración pone en serio riesgo el cumplimiento <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo. En<br />
segundo lugar, la simultaneidad entre acciones elididas y acciones representadas no es tan<br />
problemática porque el autor, en su segunda tragedia, al intentar una mayor concentración <strong>de</strong> la<br />
acción en un solo escenario (el salón, como espacio explícito), preten<strong>de</strong> <strong>de</strong> pasada una mayor<br />
simplicidad en la organización temporal. Y en tercer lugar, mientras que en <strong>Virginia</strong> se establece<br />
claramente la división entre la mañana (los cuatro primeros actos) y la tar<strong>de</strong> (quinto acto), en<br />
<strong>Ataúlfo</strong> toma la precaución <strong>de</strong> no realizar alusiones temporales que permitan precisar en qué hora<br />
<strong>de</strong>l día se sitúa la acción 102 , más allá <strong>de</strong> adverbios que expresan los personajes tales como “hoy”,<br />
“tar<strong>de</strong>” (en el sentido <strong>de</strong> tardanza), “temprano”, etc.<br />
En general los pocos comentaristas <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> han señalado su duración en unas nueve horas.<br />
Según veremos seguidamente, esto con ser relativamente cierto, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> tener problemas o<br />
elementos discordantes que dificultan el supuesto cumplimiento <strong>de</strong> la unidad. Así, antes <strong>de</strong><br />
continuar con más comentarios, preferimos mostrar una tabla don<strong>de</strong> se refleja en cada uno <strong>de</strong> los<br />
cinco actos y en los diferentes entreactos cómo intervienen el resumen, la elipsis significante 103 y la<br />
acción representada; <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> elaborada la tabla, reseñaremos los aspectos más significativos <strong>de</strong><br />
la organización <strong>de</strong>l tiempo en <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
101 Volvemos a recordar la bibliografía esencial que hemos manejado en torno a la cuestión <strong>de</strong>l tiempo dramático:<br />
Keir Elam, The Semiotics of Theatre and Drama, Londres-Nueva York, Methuen, 1980; Juan Villegas, Interpretación y<br />
análisis <strong>de</strong>l texto dramático, Ottawa, Ontario, Girol Books, 1982; María <strong>de</strong>l Carmen Bobes Noves, Semiología <strong>de</strong> la<br />
obra dramática, Madrid, Taurus, 1987; Kurt Spang, Teoría <strong>de</strong>l drama: lectura y análisis <strong>de</strong> la obra teatral,Pamplona,<br />
Eunsa, 1991; Jose Luis García Barrientos, Drama y Tiempo, Madrid, CSIC, 1991. La última obra citada es la que hemos<br />
seguido principalmente para el análisis <strong>de</strong>l tiempo dramático en La virtud coronada, <strong>Virginia</strong> y <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
102 <strong>Montiano</strong> obe<strong>de</strong>ce la recomendación dada por Luzán en la Poética: “Otra advertencia trae también el citado<br />
Corneille, muy digna <strong>de</strong> notar y <strong>de</strong> practicarse en todas las <strong>tragedias</strong> y comedias; y es que el poeta calle enteramente el<br />
tiempo <strong>de</strong> la acción y no acuer<strong>de</strong> jamás al auditorio las horas que van pasando (yerro en que cayó el autor <strong>de</strong> la comedia<br />
Los empeños <strong>de</strong> seis horas), ni ofrezca a la vista cosa alguna <strong>de</strong> la cual se pueda venir en conocimiento el tiempo que<br />
pasa por la fábula” (1737, III, V, p. 464).<br />
103 José Luis García Barrientos, op. cit., pp.186-190.<br />
65
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
I, 1 <strong>Ataúlfo</strong> resume la conquista<br />
<strong>de</strong> Italia, cómo Honorio ce<strong>de</strong><br />
las Galias y España, etc. (vv.<br />
25-41).<br />
I, 2 Placidia: anteriores amores<br />
suyos con Constancio (vv. 62-<br />
78 y 83-85) y Sigerico está<br />
enamorado <strong>de</strong> Rosmunda (vv.<br />
92-100).<br />
I, 3 Sigerico calmó otras veces el<br />
furor vengativo <strong>de</strong> Rosmunda<br />
(vv. 120-127).<br />
I, 4 Rosmunda resume lo sucedido<br />
en I, 1 y en I, 2 (vv. 129-183).<br />
>Anterior al comienzo <strong>de</strong> la<br />
acción representada: 1) llegada<br />
<strong>de</strong> Constancio a Barcelona; 2)<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, Placidia y Rosmunda<br />
entran en el salón.<br />
<strong>Ataúlfo</strong> en su cuarto inicia los<br />
preparativos para la firma <strong>de</strong>l<br />
tratado y manda aviso a Valia<br />
para reunirse con él (según se<br />
aclara en I, 6, vv. 256-259).<br />
>Placidia en su cuarto,<br />
¿se prepara para la supuesta<br />
ceremonia <strong>de</strong> la firma <strong>de</strong>l<br />
tratado<br />
>Sigerico y Vernulfo se dirigen<br />
hacia el salón.<br />
Al final <strong>de</strong> la escena Rosmunda<br />
se va. Probablemente para<br />
espiar los movimientos <strong>de</strong><br />
Placidia.<br />
I, 5 Valia se dirige al salón<br />
obe<strong>de</strong>ciendo a la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong>.<br />
I, 6 Al final <strong>de</strong> la escena, Sigerico<br />
y Vernulfo abandonan el salón<br />
para iniciar los preparativos<br />
para la traición.<br />
I,7 Constancio llega a la puerta <strong>de</strong>l<br />
salón y oye el monólogo <strong>de</strong><br />
Valia.<br />
66<br />
<strong>Ataúlfo</strong> confirma a Placidia y<br />
Rosmunda que va a firmar un<br />
tratado <strong>de</strong> paz con Roma.<br />
Alegría verda<strong>de</strong>ra en los casos<br />
<strong>de</strong> los reyes y falsa, en el <strong>de</strong><br />
Rosmunda.<br />
Placidia revela a Rosmunda que<br />
Constancio fue su antiguo<br />
prometido y ruega a Rosmunda<br />
que convenza a Sigerico para<br />
que apruebe el tratado.<br />
Monólogo <strong>de</strong> Rosmunda: odio y<br />
celos hacia Placidia; <strong>de</strong>seos <strong>de</strong><br />
venganza y ambición.<br />
Rosmunda informa <strong>de</strong> lo<br />
sucedido, propone provocar los<br />
celos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, para favorecer<br />
la traición, y promete su mano a<br />
Sigerico si triunfa la sedición.<br />
Sigerico expresa a Vernulfo sus<br />
dudas y temores acerca <strong>de</strong> los<br />
planes <strong>de</strong> Rosmunda. Vernulfo,<br />
ambicioso, le anima a la<br />
traición.<br />
Valia entra en el salón, Sigerico<br />
le informa <strong>de</strong> la firma <strong>de</strong>l<br />
tratado y le expone su rechazo<br />
absoluto. Valia discute con él.<br />
Sigerico dice que en cuanto<br />
pueda hablará con el rey para<br />
intentar convencerle.<br />
Monólogo <strong>de</strong> Valia que, lleno<br />
<strong>de</strong> temor, intuye la traición.<br />
Entreacto: sin salto temporal, pero como acciones elididas más importantes tenemos las siguientes: <strong>Ataúlfo</strong><br />
continúa con los preparativos para la firma <strong>de</strong>l tratado y visita el cuarto <strong>de</strong> Placidia, Sigerico da instrucciones<br />
a Vernulfo para reclutar apoyos para la sedición fuera <strong>de</strong>l palacio; y Valia, receloso, sale <strong>de</strong> palacio y or<strong>de</strong>na<br />
a Teudio que vigile a los traidores.
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
II, 1 Sigerico llega a la puerta <strong>de</strong>l<br />
salón y oye el monólogo <strong>de</strong><br />
Constancio.<br />
II, 2 Al final <strong>de</strong> la escena <strong>Ataúlfo</strong><br />
sale <strong>de</strong>l cuarto <strong>de</strong> Placidia,<br />
según se <strong>de</strong>duce <strong>de</strong> II, 3 (vv.<br />
506-507).<br />
II, 3 Al final <strong>de</strong> la escena,<br />
Constancio va hacia el cuarto<br />
<strong>de</strong> Placidia.<br />
II, 4 Sigerico resume el noviazgo<br />
anterior <strong>de</strong> Constancio y<br />
Placidia (vv. 625-645 y 652-<br />
660).<br />
Constancio en el cuarto <strong>de</strong> la<br />
reina. Al final <strong>de</strong> la escena,<br />
ambos salen y llegan al salón.<br />
II, 5 Sigerico se va ¿Para reunirse<br />
con Vernulfo y Rosmunda?<br />
II, 6 Constancio resume a Placidia<br />
(vv.750-765) lo sucedido en I,<br />
7 y en II, 2.<br />
67<br />
Monólogo <strong>de</strong> Constancio.<br />
Dudas: si apoya la traición,<br />
sería un acto indigno <strong>de</strong> su<br />
condición, si apoya a <strong>Ataúlfo</strong>,<br />
per<strong>de</strong>ría toda posibilidad <strong>de</strong><br />
recuperar a Placidia.<br />
Sigerico interrumpe el<br />
monólogo <strong>de</strong> Constancio y<br />
discuten sobre la firma <strong>de</strong>l<br />
tratado. Según Sigerico, los<br />
godos por odio a Placidia<br />
estarían incluso dispuestos a<br />
matarla. Desconcierto <strong>de</strong><br />
Constancio, aumentan sus<br />
temores.<br />
La presencia <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong><br />
interrumpe la conversación <strong>de</strong><br />
la escena anterior. <strong>Ataúlfo</strong><br />
comunica a Constancio que la<br />
reina lo espera en su cuarto.<br />
Sigerico y <strong>Ataúlfo</strong> discuten<br />
sobre la firma <strong>de</strong>l tratado,<br />
Sigerico insinúa el <strong>de</strong>scontento<br />
popular. <strong>Ataúlfo</strong> se enfurece.<br />
Sigerico resume los antiguos<br />
amores <strong>de</strong> Constancio y<br />
Placidia y expone su<br />
<strong>de</strong>sconfianza en la honestidad<br />
<strong>de</strong> Placidia; <strong>de</strong> rodillas suplica<br />
que se aplace la firma <strong>de</strong>l<br />
tratado<br />
<strong>Ataúlfo</strong> comunica a Placidia y a<br />
Constancio el aplazamiento <strong>de</strong><br />
la firma <strong>de</strong>l tratado <strong>de</strong> paz.<br />
Constancio informa a Placidia<br />
<strong>de</strong> los planes <strong>de</strong> Sigerico. Ella<br />
le ruega que le ayu<strong>de</strong> a<br />
evitarlos.<br />
Entreacto: (acciones elididas más importantes) Sigerico, fuera <strong>de</strong> palacio, prosigue con los preparativos <strong>de</strong> la<br />
traición; Valia espía los movimientos <strong>de</strong> Sigerico y <strong>Ataúlfo</strong>, en su cuarto, está abatido por las dudas y los<br />
celos (no sabe si creer a Sigerico).
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
III, 1 Inmediatamente anterior a III,<br />
1, <strong>Ataúlfo</strong> sale <strong>de</strong> su cuarto.<br />
III, 2 Al final <strong>de</strong> la escena Vernulfo<br />
se va para proseguir con la<br />
traición<br />
III, 3 Placidia proce<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> su<br />
cuarto se dirige al salón.<br />
III, 4 Al finalizar la escena <strong>Ataúlfo</strong><br />
se retira a su cuarto.<br />
III, 5 Valia resume a Placidia el<br />
amor que sentía Rosmunda<br />
hacia <strong>Ataúlfo</strong>:(la dama goda<br />
estaba <strong>de</strong>stinada a ser la<br />
esposa <strong>de</strong>l rey, <strong>de</strong> no haberse<br />
interpuesto Placidia: vv. 1101-<br />
1119.<br />
>Rosmunda se acerca al salón.<br />
>Al finalizar la escena, Valia<br />
se retira para seguir vigilando<br />
los movimientos <strong>de</strong> los<br />
traidores.<br />
III, 6 Justo cuando Valia ha salido<br />
<strong>de</strong>l escenario, Rosmunda, por<br />
otro acceso entra en el salón.<br />
68<br />
<strong>Ataúlfo</strong> pi<strong>de</strong> a Vernulfo que<br />
vigile a Sigerico y le informe <strong>de</strong><br />
sus movimientos. Vernulfo<br />
ruega al rey que haga caso <strong>de</strong><br />
las recomendaciones <strong>de</strong><br />
Sigerico (II, 4), <strong>Ataúlfo</strong> se<br />
niega.<br />
Monólogo <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>: los celos,<br />
pero también el temor <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r<br />
para siempre a Placidia.<br />
Valia pi<strong>de</strong> disculpas al rey por<br />
haberse retrasado: había salido<br />
fuera <strong>de</strong> palacio y revela a<br />
<strong>Ataúlfo</strong> la traición <strong>de</strong> Sigerico<br />
Placidia ruega al rey, en<br />
presencia <strong>de</strong> Valia, que<br />
reconsi<strong>de</strong>re el aplazamiento <strong>de</strong><br />
la firma <strong>de</strong>l tratado y le insiste<br />
en la traición <strong>de</strong> Sigerico. Pero<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, celoso, sigue dudando,<br />
máxime al saber que<br />
Constancio ha sido quien ha<br />
informado a Placidia <strong>de</strong> los<br />
planes <strong>de</strong> Sigerico.<br />
Llanto <strong>de</strong> Placidia. Valia le<br />
advierte que Vernulfo y<br />
Rosmunda están implicados en<br />
la sedición. Placidia reconoce a<br />
la verda<strong>de</strong>ra Rosmunda.<br />
Rosmunda miente a Placidia,<br />
fingiéndose partidaria <strong>de</strong>l<br />
tratado <strong>de</strong> paz. Placidia se<br />
indigna y le dice que está<br />
enterada <strong>de</strong> todos los planes<br />
sediciosos.<br />
Entreacto: (acciones elididas más importantes) reuniones en palacio entre Valia y Teudio quienes intentan<br />
impedir el levantamiento. Sigerico regresa a palacio <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber incitado a la rebelión a sectores <strong>de</strong>l<br />
ejército; llantos <strong>de</strong> Placidia en su cuarto (véase el parlamento <strong>de</strong> Rosmunda en IV, 3); <strong>Ataúlfo</strong> en su cuarto<br />
sigue <strong>de</strong>batiéndose entre los celos y la confianza en su esposa. Constancio a la expectativa <strong>de</strong> cómo se<br />
<strong>de</strong>sarrollan los acontecimientos.
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
IV, 1 Inmediatamente anterior,<br />
Sigerico y Constancio llegan<br />
al salón.<br />
IV, 2 Rosmunda se dirige al salón<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> otras <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong><br />
palacio don<strong>de</strong> ha espiado los<br />
movimientos <strong>de</strong> Valia.<br />
IV, 3 >Resumen <strong>de</strong> Sigerico <strong>de</strong><br />
los planes <strong>de</strong> la traición<br />
(vv. 1258-1294).<br />
>Rosmunda resume lo<br />
sucedido en III, 6 y en el<br />
entreacto (vv. 1295-1325).<br />
Al final <strong>de</strong> la escena, Placidia<br />
se acerca al salón. Mientras,<br />
Rosmunda, se escon<strong>de</strong> en una<br />
habitación próximo al salón<br />
(al ver llegar a Placidia, le<br />
dijo a Sigerico que iba a<br />
escon<strong>de</strong>rse y que la esperara<br />
allí mismo.<br />
IV, 4 Al final <strong>de</strong> la escena, <strong>Ataúlfo</strong><br />
sale <strong>de</strong> su cuarto y oye las<br />
últimas palabras <strong>de</strong> la<br />
discusión entre Sigerico y<br />
Placidia.<br />
IV, 5 Sigerico se va, al final <strong>de</strong> la<br />
escena.<br />
IV, 6 Al final <strong>de</strong> la escena Placidia<br />
se va a su cuarto.<br />
IV, 7 Rosmunda se acerca al salón<br />
por <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> a quien<br />
confun<strong>de</strong> con Sigerico.<br />
IV, 8 <strong>Ataúlfo</strong> en su cuarto, <strong>de</strong>cidido<br />
a la paz y a or<strong>de</strong>nar la boda <strong>de</strong><br />
Rosmunda con Sigerico.<br />
69<br />
Constancio insiste a Sigerico en<br />
actuar con “sabias medidas” y en<br />
que en él está el remedio a los<br />
peligros que acechan a los reyes.<br />
Monólogo <strong>de</strong> Sigerico: amenaza <strong>de</strong><br />
muerte a Constancio, si triunfa la<br />
rebelión.<br />
Rosmunda increpa a Sigerico por su<br />
torpeza, pues la reina (III, 6) lo sabe<br />
todo. Sigerico respon<strong>de</strong> que el plan<br />
sigue su curso: Constancio ha sido<br />
engañado, tienen aliados en el<br />
ejército y la nobleza; Vernulfo ha<br />
reclutado apoyos entre la población.<br />
Rosmunda le avisa que la reina<br />
tampoco se fía <strong>de</strong> él y resume los<br />
últimos movimientos <strong>de</strong> Placidia y<br />
<strong>de</strong> Valia.<br />
Discusión entre Placidia y Sigerico:<br />
él miente, la reina se enoja y pi<strong>de</strong><br />
explicaciones; él se niega<br />
<strong>Ataúlfo</strong> interrumpe la discusión.<br />
Sigerico se disculpa por no hablar<br />
claro, alegando que el rey sabe la<br />
verda<strong>de</strong>ra razón.<br />
<strong>Ataúlfo</strong> confiesa sus dudas y celos.<br />
Placidia le dice que Rosmunda está<br />
implicada en la traición; el rey no la<br />
cree. Llanto <strong>de</strong> Placidia, <strong>Ataúlfo</strong> se<br />
convence: firmará la paz con Roma.<br />
Monólogo <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>: temores <strong>de</strong><br />
muerte.<br />
Rosmunda se <strong>de</strong>lata, confun<strong>de</strong> al rey<br />
con Sigerico y llama “enemiga” a<br />
Placidia.<br />
IV, 9 Monólogo <strong>de</strong> Rosmunda.<br />
Entreacto: (acciones elididas más importantes) La sedición está totalmente preparada; la paz, también. Se<br />
coloca el solio en el salón <strong>de</strong> palacio.
Acto Resumen Elipsis o acción elidida Acción representada<br />
V, 1<br />
>Inmediatamente anterior,<br />
Sigerico y Vernulfo,<br />
proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> otras<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> palacio<br />
entran en el salón.<br />
>Al final <strong>de</strong> la escena, la corte<br />
goda se dirige hacia el salón.<br />
70<br />
Sigerico y Vernulfo dialogan, la<br />
rebelión es inevitable. Temor <strong>de</strong><br />
Sigerico por la suerte que pueda<br />
correr su amada Rosmunda; lealtad<br />
hasta la muerte hacia ella.<br />
Pequeño salto temporal: “toda la corte / al acto sale” (vv. 1699-1700) y se coloca según protocolo en el<br />
salón; <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia se sientan en el solio, etc.<br />
V, 2 <strong>Las</strong> tropas <strong>de</strong> uno y otro<br />
bando (las dispuestas por<br />
Sigerico y las dispuestas por<br />
Valia) esperan ór<strong>de</strong>nes<br />
directas para una posible<br />
intervención armada<br />
V, 3 >Vernulfo y Valia huyen por<br />
las <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> palacio.<br />
Teudio mata a Vernulfo justo<br />
antes <strong>de</strong> que alcance la salida<br />
<strong>de</strong> palacio.<br />
>Valia reúne las tropas leales<br />
y Sigerico, las sediciosas.<br />
>Combate armado: las tropas<br />
<strong>de</strong> Sigerico caen <strong>de</strong>rrotadas.<br />
El traidor huye.<br />
>Valia regresa a palacio para<br />
informar a la reina.<br />
V, 4 Valia (vv. 1935-1977)<br />
narra los acontecimientos<br />
elididos sucedidos durante<br />
V, 3<br />
>Discurso <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el solio :<br />
breve historia <strong>de</strong> los godos, firma <strong>de</strong>l<br />
tratado <strong>de</strong> paz y or<strong>de</strong>na la boda <strong>de</strong><br />
Rosmunda y Sigerico.<br />
>Rosmunda y Sigerico se niegan<br />
abierta y públicamente. Máxima<br />
tensión.<br />
>Sigerico sale <strong>de</strong>l salón para alertar<br />
a la tropa que le apoya; <strong>Ataúlfo</strong> trata<br />
<strong>de</strong> impedirselo, pero Vernulfo<br />
apuñala al rey.<br />
>Desmayo <strong>de</strong> Placidia. Constancio<br />
pi<strong>de</strong> auxilio a Rosmunda, esta se lo<br />
niega. Constancio <strong>de</strong> rodillas ruega<br />
que, en caso <strong>de</strong> que triunfen los<br />
rebel<strong>de</strong>s, se apia<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la reina.<br />
>Placidia vuelve en sí, pero <strong>de</strong>lira;<br />
se recupera poco <strong>de</strong>spués y suplica a<br />
Constancio que la mate.<br />
>Valia informa <strong>de</strong> todo lo ocurrido:<br />
muerte <strong>de</strong> Vernulfo, <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong><br />
Sigerico.<br />
Rosmunda se arroja por el balcón.<br />
V, 5 Parlamentos finales <strong>de</strong> Valia,<br />
Constancio y Placidia.
De estas tablas pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>ducirse las siguientes conclusiones:<br />
1. El resumen presenta una distribución semejante a la empleada en <strong>Virginia</strong>: mayor<br />
abundancia en el acto I que en el resto <strong>de</strong> la tragedia, a efectos <strong>de</strong> informar al lector / espectador <strong>de</strong>l<br />
pasado histórico y dramático <strong>de</strong> la fábula representada: los godos conquistan Italia, Placidia es<br />
tomada como rehén, ocupación <strong>de</strong> las Galias, etc., pero también, el antiguo noviazgo <strong>de</strong> Constancio<br />
y Placidia. En <strong>Ataúlfo</strong>, por otra parte, los resúmenes son más extensos 104 y se utilizan en mayor<br />
cantidad durante los actos II, III y IV. Gracias a los resúmenes que hay en II, 4 y en II, 6, <strong>Ataúlfo</strong><br />
<strong>de</strong>scubre lo <strong>de</strong> su esposa con Constancio, y Placidia que existe una conspiración contra su esposo y<br />
contra la paz con Roma; gracias al resumen <strong>de</strong> III, 5, Placidia se entera <strong>de</strong> que en el pasado<br />
Rosmunda estuvo enamorada <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y <strong>de</strong> que la dama goda estaba <strong>de</strong>stinada a ser la esposa <strong>de</strong>l<br />
rey; gracias al resumen que mutuamente se comunican Sigerico y Rosmunda en IV, 3, el lector /<br />
espectador conoce las últimas noticias en torno a la rebelión en marcha y a los intentos <strong>de</strong> Placidia y<br />
Valia por evitarla. Y finalmente el resumen <strong>de</strong> V, 4, por el que Valia informa a Placidia, Constancio<br />
y Rosmunda <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Vernulfo y la <strong>de</strong>rrota militar <strong>de</strong> Sigerico, tiene una función bastante<br />
similar al resumen que Icilio realizara en <strong>Virginia</strong> (V, 7) acerca <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Apio Claudio y la<br />
caída <strong>de</strong>l Decenvirato 105 .<br />
2. En cuanto a las relaciones <strong>de</strong> simultaneidad entre acciones elididas y acciones<br />
representadas, observamos que las primeras casi siempre están estructuradas en torno a las dos<br />
fuerzas temáticas que dan origen al conflicto dramático <strong>de</strong> la tragedia: la paz frente a la traición.<br />
Vernulfo, Rosmunda y Sigerico, por un lado, y Placidia, Valia y, en menor medida, <strong>Ataúlfo</strong>, por el<br />
otro, realizan acciones ocultas sobre todo para los miembros <strong>de</strong>l otro bando con el objetivo <strong>de</strong><br />
consumar respectivamente sus propósitos. Sin embargo, <strong>de</strong>bemos reseñar dos cuestiones:<br />
2.a. En general, las acciones elididas en <strong>Ataúlfo</strong> son menos significativas que las <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>.<br />
<strong>Montiano</strong>, al seleccionar-con<strong>de</strong>nsar la acción dramática con más perfección que en su primera<br />
tragedia, ha contribuido <strong>de</strong> paso a reducir funcionalidad dramática a la elipsis temporal. Así, <strong>de</strong>l<br />
conjunto <strong>de</strong> acciones elididas, aunque en su mayor parte resumidas posteriormente por boca <strong>de</strong><br />
sus agentes o <strong>de</strong> observadores (¿espías? <strong>de</strong>l bando rival), <strong>de</strong>stacan reuniones sostenidas fuera <strong>de</strong><br />
palacio entre los traidores o los leales a <strong>Ataúlfo</strong> y sectores <strong>de</strong>l ejército y la nobleza, los<br />
movimientos <strong>de</strong> Rosmunda espiando tanto a Placidia como al rey, etc.<br />
2.b. Con todo, a nuestro juicio, el episodio elidido (mejor que <strong>de</strong>cir acción) más importante es el<br />
<strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Vernulfo y la <strong>de</strong>rrota inicial <strong>de</strong> Sigerico, narrado por Valia en V, 4, pero<br />
sucedido en V, 3. <strong>Montiano</strong> recurre, como ya hiciera en <strong>Virginia</strong>, a mostrar indirectamente,<br />
mediante un relato, la muerte <strong>de</strong> algún personaje importante en un contexto <strong>de</strong> levantamiento<br />
armado o contienda bélica. Con ello se evita una posible transgresión <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> lugar, pues<br />
la muerte <strong>de</strong> Vernulfo y la batalla subsiguiente suce<strong>de</strong>n fuera <strong>de</strong>l obligado espacio explícito <strong>de</strong> la<br />
tragedia. De todos modos, la importancia temporal <strong>de</strong> este episodio elidido resi<strong>de</strong> en que su<br />
duración pone en tensión la organización <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Ataúlfo</strong>. Para <strong>de</strong>mostrar<br />
nuestra afirmación, es preciso repasar todo lo acontecido, tanto lo supuestamente representado<br />
sobre las tablas como los acontecimientos elididos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los instantes finales <strong>de</strong> V, 2, hasta el<br />
inicio <strong>de</strong> V, 4, momento en que Valia reaparece para narrar la elipsis ocurrida durante V, 3. Así,<br />
en primer lugar, reproducimos íntegramente la narración que Valia realiza en V, 4:<br />
104 Los resúmenes en <strong>Virginia</strong>, a excepción <strong>de</strong> los efectuados en el acto V, suelen ser breves; en apenas unas líneas<br />
se perfilaba un acontecimiento anterior al <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la acción. En <strong>Ataúlfo</strong>, en cambio<br />
105 <strong>Montiano</strong> emplea el resumen <strong>de</strong> una acción elidida bastante importante para la finalidad catártica y moralizadora<br />
<strong>de</strong> las dos <strong>tragedias</strong>: el castigo o muerte <strong>de</strong> los culpables, y el restablecimiento <strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n Roto. A<strong>de</strong>más le permite no<br />
mostrar en directo unas muertes “sangrientas” como las <strong>de</strong> Apio Claudio y Vernulfo (un inconveniente que <strong>de</strong>bía ser<br />
evitado en aras <strong>de</strong>l “<strong>de</strong>coro” teatral), así como respetar la unidad <strong>de</strong> lugar en las dos <strong>tragedias</strong>: ambas muertes suce<strong>de</strong>n<br />
fuera <strong>de</strong>l espacio explícito o lugar obligado <strong>de</strong> la escenificación <strong>de</strong> los acontecimientos. Más tar<strong>de</strong> volveremos a la<br />
cuestión <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> Vernulfo, a propósito <strong>de</strong> los rasgos temáticos <strong>de</strong> la tragicidad en <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
Sin embargo, el uso <strong>de</strong>l resumen en el Acto V <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> presenta una mayor intensidad que en <strong>Ataúlfo</strong>: en la<br />
primera tragedia se emplea en la escena 1 (Virginio resume su viaje <strong>de</strong>l Álgido a Roma), 5 (se resume las muertes <strong>de</strong><br />
<strong>Virginia</strong> y Marco Claudio) y 7 (Icilio narra la muerte <strong>de</strong>l tirano); mientras que en <strong>Ataúlfo</strong> sólo se utiliza el resumen en la<br />
cuarta escena <strong>de</strong> este acto V en cuestión.<br />
71
VALIA: Señora, / si hay ya consuelo alguno, que le alcance / al lastimoso estado <strong>de</strong> tu suerte,<br />
/ el <strong>de</strong> mi fina lealtad recibe, / que por su noble esfuerzo castigada / la mayor parte <strong>de</strong>l tumulto<br />
<strong>de</strong>ja. / Al infame Vernulfo vi cubierto / igualmente <strong>de</strong> infamia, que <strong>de</strong> heridas, / sin salir <strong>de</strong>l<br />
umbral <strong>de</strong> este palacio. / Teudio, que le guardaba prevenido, / con generosa intrepi<strong>de</strong>z le<br />
embiste; / y aunque constante el fiero parricida / el morir, esforzado dilataba, / sobre las mismas<br />
penetrantes puntas, / que el <strong>de</strong>lincuente pecho traspasaron, / dio al <strong>de</strong>spedir el alma en un<br />
gemido / las últimas señales <strong>de</strong> su aliento. / De allí, rompiendo las rebel<strong>de</strong>s tropas, / que<br />
encontrábamos juntas, o dispersas, / hasta llegar a Sigerico hicieron / milagros <strong>de</strong> valor nuestros<br />
parciales. / Traidora turba <strong>de</strong> arrestados godos / al caudillo inclemente <strong>de</strong>fendía, / si en el<br />
número acaso superiores, / en la razón, y en la constancia menos. / Entonces fue, señora, cuando<br />
airados, / y todos <strong>de</strong> un impulso dirigidos, / impacientes se abrazan, y se mezclan, / convertida<br />
la cólera en <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n. / Entonces fue, cuando la lid trabada, / y hecho inútil el uso <strong>de</strong> las picas, /<br />
sirvieron al encono los puñales. / cansados <strong>de</strong> resistir los viles / bastardos hijos <strong>de</strong> la sangre<br />
goda, / fiando su remedio <strong>de</strong> la fuga, / entregan al peligro las espaldas. / Huye también con ellos<br />
Sigerico; / y yo hallando, que ya será imposible, / que <strong>de</strong> la muerte, o la prisión se escape, / a<br />
que el Alcázar se presidie vengo, / para que en él, señora, te respete / mi nación, y consagre a tus<br />
enojos / la más pronta venganza...<br />
ROSMUNDA: No prosigas, / que esa la ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>ber mi soberbia /<br />
(V, 4, vv.1910-1978).<br />
Mientras que, en segundo lugar, reproducimos al resumen que el mismo <strong>Montiano</strong> realiza <strong>de</strong><br />
buena parte <strong>de</strong> lo representado en V, 3:<br />
Comienza por un pasmo, una sorpresa, una súbita conmoción [<strong>de</strong> Placidia] que se acreditan en<br />
las interrupciones repetidas, y confusas <strong>de</strong> las palabras, a que se siguen un ahogo y<br />
<strong>de</strong>salumbramiento, que la reducen a un <strong>de</strong>smayo, nacido <strong>de</strong>l inexplicable dolor, que manifiesta<br />
que la oprime 106 . Al volver <strong>de</strong>l acci<strong>de</strong>nte, discerniendo ya algo más el suceso, prorrumpe con<br />
aflicción furiosa en las clausulas que la dicta, o a que la violenta su imaginación turbada y<br />
fuera <strong>de</strong> tino, como que duda lo propio que ha visto, y como que procura con sus persuasiones<br />
evitarlo. Una corta pausa, que la enmu<strong>de</strong>ce, y restituye a sí misma, la da alguna luz para<br />
reflexionar en su engaño, y entrar en su conocimiento; entonces clamando en parte su furor,<br />
pero no su pena, la <strong>de</strong>scubre en la eficacia con que explica su error ; y más advertida con esto<br />
<strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia, y mediante el embarazo que la pone Constancio, repite los extremos <strong>de</strong> su<br />
dolor, queriendo ir a don<strong>de</strong> supone muerto a <strong>Ataúlfo</strong>. Frustrado aquel impulso continúa con<br />
<strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación, solicitando huir <strong>de</strong> Constancio. El encuentro <strong>de</strong> Rosmunda<br />
la excita otra nueva causa <strong>de</strong> suspensión irritada, para reconvenirla, e insultarla con vivo<br />
sentimiento; y como mientras ella respon<strong>de</strong>, refiere Valia [inicio <strong>de</strong> V, 4] lo acaecido con los<br />
sublevados, interviene bastante tiempo para templarse su agitación. (Discurso II sobre las<br />
<strong>tragedias</strong> españolas, pp. 100-102) 107<br />
106 Durante el <strong>de</strong>smayo, Constancio pi<strong>de</strong> auxilio a Rosmunda, esta se lo niega. Constancio <strong>de</strong> rodillas ruega que, en<br />
caso <strong>de</strong> que triunfen los rebel<strong>de</strong>s, se apia<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la reina. Entonces Placidia vuelve en sí. Para una mejor comprensión<br />
<strong>de</strong>l comentario <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> acerca <strong>de</strong>l “pasmo” y “súbita conmoción” <strong>de</strong> Placidia, mostramos el final <strong>de</strong> V, 2 y los<br />
versos iniciales <strong>de</strong> V, 3 que representan la muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>:<br />
ATAÚLFO: Calla, calla: / no blasfemo, no bárbaro profanes / el solio excelso con malvada lengua, / o este acero...<br />
SIGERICO: Sabrá también el mío / resistir y ofen<strong>de</strong>r. Valientes godos, / acudid a mi voz; muera el tirano./<br />
ATAÚLFO: Antes será tu fin.<br />
Saca la espada para seguirle, y al entrar le da Vernulfo <strong>de</strong> puñaladas.<br />
VERNULFO: No sino el tuyo.Vase.<br />
ATAÚLFO: Traidor... tú a mí...Yo haré... Válgame el Cielo.Cae <strong>de</strong>ntro.<br />
VALIA: Aún vive Valia, aleves; vuestro crimen / huir en vano <strong>de</strong>l castigo intenta.<br />
Escena III<br />
Placidia. Rosmunda. Constancio.<br />
PLACIDIA: <strong>Ataúlfo</strong>... mi bien... ¿Cómo? ... ¿Qué es esto? / No, Constancio... ¡Ay <strong>de</strong> mí!...no... no me estorbes... /<br />
CONSTANCIO: Señora... Deteniéndola<br />
PLACIDIA: Aparta... <strong>de</strong> su sangre... esposo... Cae <strong>de</strong>smayada<br />
(V, 2-3, vv. 1814-1826).<br />
107 Este comentario <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> perteneciente a su segundo Discurso está inserto en el contexto <strong>de</strong> unas<br />
recomendaciones sobre cómo <strong>de</strong>ben los actores representar una tragedia.<br />
72
Nuestra impresión es que los acontecimientos elididos en V, 3 superan en duración a los<br />
acontecimientos representados en esa misma escena. A simple vista, resulta casi innegable que<br />
persecuciones, un asesinato, un enfrentamiento armado y un regreso al punto <strong>de</strong> inicio por parte <strong>de</strong><br />
un protagonista-narrador dura más que los 111 versos (vv.1824-1910) que supuestamente ocupa lo<br />
representado explícitamente en V, 3. Por mucho que el autor se esfuerce en <strong>de</strong>scribir cómo una<br />
actriz <strong>de</strong>ba interpretar convenientemente el papel <strong>de</strong> Placidia. Esta diferente duración no sería<br />
ningún problema si lo representado en V, 3 no fuera simultáneo en el tiempo con lo narrado por<br />
Valia en V, 4. Porque si no coinci<strong>de</strong> la duración <strong>de</strong> ambos episodios, habría entonces que afirmar<br />
que <strong>Montiano</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva clasicista <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo, comete un pequeño <strong>de</strong>scuido<br />
o error en el intento <strong>de</strong> organizar estructuralmente su tragedia.<br />
Y es que el autor tenía dos opciones para haber hecho coincidir la duración <strong>de</strong> lo representado<br />
con la <strong>de</strong> lo elidido en V, 3: a) incluir otra escena, breve a ser posible, lo cual hubiera sido factible,<br />
máxime si el acto V sólo tiene cinco escenas frente al primero con siete, el segundo y el tercero con<br />
seis y el cuarto con nueve escenas; b) mediante las oportunas acotaciones escénicas y didascalias <strong>de</strong><br />
los personajes indicar la existencia <strong>de</strong> un salto temporal acompañado <strong>de</strong> una ligera mutación<br />
escénica por la que se retirara el solio e incluso se cambiara a un lugar más conveniente el regio<br />
cadáver (por ejemplo, un lecho mortuorio). Esta segunda posibilidad vendría refrendada a<strong>de</strong>más por<br />
el hecho <strong>de</strong> que, a nuestro juicio, <strong>Montiano</strong> realiza un salto temporal en la situación escénica<br />
inmediatamente anterior, en el paso <strong>de</strong> la primera a la segunda escena <strong>de</strong>l acto V, para dar tiempo a<br />
que “toda la Corte” se coloque convenientemente en el salón ante la ceremonia que oficiarán<br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Placidia sentados sobre el trono o silla real con dosel:<br />
VERNULFO: [...] Mas ya toda la corte / al acto sale. Contradice, manda, / y <strong>de</strong> mí fía el más atroz<br />
<strong>de</strong>lito. /<br />
Escena II<br />
Sigerico. Vernulfo. <strong>Ataúlfo</strong>. Placidia. Rosmunda. Constancio [y Valia, que por error no es<br />
incluido en la relación <strong>de</strong> personajes que intervienen en esta escena].<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, y Placidia en el solio.<br />
ATAÚLFO: Ilustres godos, <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia heroica / <strong>de</strong> aquellos que terror fueron <strong>de</strong>l orbe. / Ya<br />
sabéis que...” (V, 1-2, vv. 1699-1703).<br />
Por consiguiente, nos preguntamos ¿Por qué no utilizó el mismo recurso para marcar la<br />
transición <strong>de</strong> la segunda a la tercera escena <strong>de</strong>l acto V? En el salto temporal cuya existencia<br />
postulamos se retiraría <strong>de</strong> la escena el solio, mientras Placidia, Constancio y Rosmunda<br />
comprobarían el estado <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> (intento <strong>de</strong> reanimación <strong>de</strong>l cuerpo yacente), los restantes<br />
miembros <strong>de</strong> la corte <strong>de</strong>jarían el salón, primeras manifestaciones <strong>de</strong> dolor, etc. Sólo <strong>de</strong> esta manera<br />
–también habría cabido la posibilidad ya <strong>de</strong>scrita <strong>de</strong> incorporar otra escena entre V, 3 y V, 4– se<br />
compensa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista teatral la diferente duración <strong>de</strong> dos episodios que <strong>de</strong>ben ser<br />
simultáneos y casi totalmente coinci<strong>de</strong>ntes cronológicamente.<br />
Sin embargo, <strong>Montiano</strong>, guste o no guste, quiso estructurar estos episodios dramáticos tal y<br />
como los publicó. Simplemente hemos señalado la falta <strong>de</strong> coinci<strong>de</strong>ncia temporal entre lo<br />
representado en V, 3 y lo elidido en esa misma escena.<br />
3. <strong>Montiano</strong>, por el contrario, emplea el recurso <strong>de</strong> no consi<strong>de</strong>rar ningún salto temporal para<br />
marcar el paso <strong>de</strong>l primer al segundo acto ni <strong>de</strong> la primera a la segunda escena <strong>de</strong>l acto II, por<br />
mencionar sólo dos ejemplos significativos. De manera que consigue dar mayor rapi<strong>de</strong>z al ritmo<br />
temporal y dramático <strong>de</strong> la tragedia, así como, <strong>de</strong> paso, introducir elementos connotativos y<br />
temáticos interesantes: el hecho, sobre todo, <strong>de</strong> que los integrantes <strong>de</strong> uno y otro bando, en las<br />
diversas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l palacio, se vigilan mutuamente los movimientos, los gestos, las palabras,<br />
y llegado el caso se interrumpe al rival en pleno monólogo o diálogo.<br />
Con todas estas consi<strong>de</strong>raciones hemos pasado revista a los aspectos más relevantes <strong>de</strong> la<br />
construcción <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo en <strong>Ataúlfo</strong>. Y la conclusión principal que obtenemos es<br />
bastante semejante a cuando comentamos <strong>Virginia</strong>: la doble tarea <strong>de</strong> innovar y <strong>de</strong> seleccionarcon<strong>de</strong>nsar<br />
que realiza <strong>Montiano</strong> muestra a las claras que es incorrecto afirmar que el llevar a la<br />
73
práctica teatral las tres unida<strong>de</strong>s implica como resultado una obra uniformemente coherente, sin<br />
fisuras ni grietas. Luzán –no hace falta que repitamos nuevamente el fragmento exacto <strong>de</strong> la<br />
Poética– se dio cuenta <strong>de</strong> ello cuando afirmaba que hay tres “todos” en la poesía dramática, el todo<br />
<strong>de</strong> la historia representable, el todo <strong>de</strong> la fábula dramática (primera selección <strong>de</strong>l poeta) y el todo<br />
que finalmente aparece escrito en verso o representado sobre las tablas (segunda selección <strong>de</strong>l<br />
poeta). El problema principal consiste en que por mucho que se esfuerce el poeta siempre hay algún<br />
resquicio que trasluce que en la historia o en la fábula haya tal vez más <strong>de</strong> una acción, más <strong>de</strong> un<br />
lugar e incluso más <strong>de</strong> un día o periodo solar.<br />
ATAÚLFO: RASGOS TEMÁTICOS COMO TRAGEDIA NEOCLÁSICA<br />
Lógicamente, aplicamos a <strong>Ataúlfo</strong> el mismo método <strong>de</strong> análisis que a <strong>Virginia</strong>, según los criterios<br />
establecidos en la sección <strong>de</strong>dicada a los rasgos temáticos <strong>de</strong> la tragicidad clasicista y a los rasgos<br />
<strong>de</strong> la tragedia neoclásica. Aunque suponga el riesgo <strong>de</strong> pecar <strong>de</strong> reiterativos, esto proporciona la<br />
ventaja no sólo <strong>de</strong> valorar la evolución <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> como autor trágico, partiendo <strong>de</strong> pautas<br />
idénticas <strong>de</strong> comentario, sino también apreciar las diferencias y semejanzas entre las dos <strong>tragedias</strong>.<br />
Así pues, sin más dilaciones, se empren<strong>de</strong> el comentario <strong>de</strong> los cuatro ejes en torno a los que se<br />
agrupan los principales rasgos temáticos <strong>de</strong> la tragicidad en <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
La condición social <strong>de</strong> los personajes: la paz frente a la traición en <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
A diferencia <strong>de</strong> lo ocurrido en <strong>Virginia</strong>, la clara pertenencia <strong>de</strong> los personajes <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> a la<br />
clase ilustre (reyes, príncipes, generales, nobles, etc.) hace que ya no sea necesario distinguir entre<br />
acción ilustre y persona ilustre o <strong>de</strong> disertar sobre cómo lo patricio y lo plebeyo <strong>de</strong> la antigua Roma<br />
no tiene por qué coincidir con lo ilustre y lo particular establecido para la tragedia y para la<br />
comedia, respectivamente; a<strong>de</strong>rezado todo ello con observaciones personales <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>,<br />
Velázquez o <strong>de</strong> algún que otro Juicio lunático <strong>de</strong> José Antonio Porcel. En el caso <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> todas<br />
estas digresiones resultan totalmente ociosas; hasta Vernulfo, el menos ilustre <strong>de</strong> los personajes, ve<br />
ratificada su “fama” con el privilegio <strong>de</strong> aparecer en los tratados <strong>de</strong> historia como “doméstico” <strong>de</strong>l<br />
primer rey godo <strong>de</strong> España, y la perversa Rosmunda, personaje inventado por el autor, figura en el<br />
reparto como una “dama goda” perteneciente a la nobleza. Por consiguiente, avanzamos a otro<br />
rasgo temático, cuyo estudio sí resulta altamente provechoso para el análisis <strong>de</strong> la segunda tragedia<br />
<strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>. En la sección <strong>de</strong>dicada a los rasgos generales <strong>de</strong> la tragedia neoclásica se incluyó<br />
<strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la variante que partía <strong>de</strong> una “situación inicial <strong>de</strong> amistad o parentesco rota<br />
por rebeliones o traiciones, sin excluir la existencia <strong>de</strong> conflictos ocultos o latentes contra un<br />
bando contrario”, más concretamente perteneciente al grupo “A.2) Traición contra un ilustre<br />
justo; los traidores actúan movidos por la ambición, la venganza u otras pasiones negativas”.<br />
Pues bien, <strong>de</strong> esta adscripción conviene formular algunas precisiones:<br />
a. El conflicto entre paz y traición. No hubiera sido totalmente <strong>de</strong>scabellado haber<br />
consi<strong>de</strong>rado <strong>Ataúlfo</strong> como una tragedia propia <strong>de</strong> la otra gran variante, “situación inicial <strong>de</strong><br />
enfrentamiento abierto entre dos bandos contrarios” y <strong>de</strong>l grupo “B.2) En uno <strong>de</strong> los bandos hay<br />
conjuras, traiciones y rebeliones”. Es más, en un principio, ésta era la clasificación inicial con que<br />
se emprendió el análisis <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>. Sin embargo, Luzán, a través <strong>de</strong> su Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong>,<br />
Primer Rey <strong>de</strong> los Godos en España, insiste repetidas veces e incluso con cierto enojo en el hecho<br />
<strong>de</strong> que “<strong>Ataúlfo</strong> tenía paz con los romanos”; y dado que <strong>Montiano</strong> toma las Disertaciones <strong>de</strong> su<br />
amigo como principal fuente histórica, se tuvo que reconsi<strong>de</strong>rar la i<strong>de</strong>a inicial y adscribir a <strong>Ataúlfo</strong><br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la citada variante <strong>de</strong> “situación inicial <strong>de</strong> amistad o parentesco rota por rebeliones o<br />
traiciones, sin excluir la existencia <strong>de</strong> conflictos ocultos o latentes contra un bando contrario”.<br />
Porque si el factor <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nante <strong>de</strong> todo el conflicto trágico <strong>de</strong> la obra es la firma <strong>de</strong> un<br />
nuevo tratado <strong>de</strong> paz, se <strong>de</strong>duce innegablemente que había un anterior tratado <strong>de</strong> paz entre los dos<br />
bandos. <strong>Montiano</strong>, como ya se ha dicho, introduce verosímilmente como innovación la firma <strong>de</strong><br />
74
esta segunda paz, en realidad firmada por Valia (véase el fragmento citado <strong>de</strong> la Historia <strong>de</strong><br />
España; <strong>de</strong> los orígenes a la baja Edad Media <strong>de</strong> Luis G. <strong>de</strong> Val<strong>de</strong>avellano, op. cit., p. 259). Para<br />
comprobar que <strong>Montiano</strong> apoya la tesis <strong>de</strong> la paz inicial entre romanos y godos, reproducimos una<br />
parte <strong>de</strong>l discurso con que <strong>Ataúlfo</strong>, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el solio, anuncia públicamente la firma <strong>de</strong>l segundo<br />
tratado <strong>de</strong> paz:<br />
ATAÚLFO: [Tras resumir brevemente los reinados <strong>de</strong> Atanarico, Radagaso y Alarico] Murió el<br />
gran<strong>de</strong> Alarico en Regio; y puesta, / no ya sólo en mis sienes la corona, / sino el cetro en las<br />
manos <strong>de</strong> Placidia, / con vuestra ayuda las nevadas cumbres / <strong>de</strong> los ásperos Alpes y Pirineos /<br />
tan atrevido hollé, tan arrogante, / que <strong>de</strong>ntro ya <strong>de</strong> España mis ban<strong>de</strong>ras / creí, no sin razón,<br />
que las romanas / por su interés, nuestra amistad quisiesen. / No me engañé en el juicio, pues<br />
Constancio, / a quien Honorio sus arcanos fía, / con este fin a Barcelona vino / a tratar <strong>de</strong> la<br />
paz , y yo, que veo / lo que a todos importa que se fije / <strong>de</strong>l gótico po<strong>de</strong>r la vasta i<strong>de</strong>a, / con su<br />
anchuroso término, que sobre / a su ambición, apresurar intento / la firma <strong>de</strong>l ajuste, porque<br />
lleguen, / émulos mis alientos <strong>de</strong>l <strong>de</strong> Alci<strong>de</strong>s, / aún más allá tal vez <strong>de</strong> sus columnas 108 (V, 2,<br />
vv. 1734-1753).<br />
Porque la paz inicial que pretendía ser reafirmada mediante un segundo tratado no implicaba<br />
la inexistencia <strong>de</strong> graves tensiones, <strong>de</strong> hondos conflictos entre romanos y godos. La presencia en<br />
Barcelona <strong>de</strong> Constancio, el autor principal <strong>de</strong> que los visigodos tuvieran que abandonar Narbona, a<br />
causa <strong>de</strong>l bloqueo militar al que les sometió, es precisamente la justificación más importante que<br />
utilizarán los sediciosos. Así pues existen dos gran<strong>de</strong>s fuerzas en litigio: la <strong>de</strong> los godos contra los<br />
romanos que preten<strong>de</strong> ser pacificada con el nuevo tratado y la <strong>de</strong> los godos entre sí a causa <strong>de</strong> las<br />
dos posturas irreconciliables en torno a ese tratado. De todo lo cual se generan tres bandos: el <strong>de</strong> los<br />
godos partidarios <strong>de</strong> la paz (<strong>Ataúlfo</strong>, Valia y la romana Placidia en función <strong>de</strong> su matrimonio), el <strong>de</strong><br />
los romanos, por otras razones, también partidarios <strong>de</strong> la paz (Constancio) y, finalmente, el <strong>de</strong> los<br />
godos contrarios a la firma <strong>de</strong>l tratado (Sigerico, Rosmunda y Vernulfo) 109 .<br />
Este conflicto sociopolítico entre godos obliga a tratar muy <strong>de</strong> pasada –no olvi<strong>de</strong>mos que<br />
estamos ante una tragedia y no ante un tratado <strong>de</strong> historia– la estructura política <strong>de</strong> este pueblo<br />
durante el siglo V, más concretamente cómo funcionaban las relaciones entre realeza y aristocracia.<br />
Para lo cual nos servimos <strong>de</strong> la exposición que realiza el historiador Luis Agustín García<br />
Moreno 110 ; lo extenso <strong>de</strong> la cita queda justificado porque sitúa en el contexto a<strong>de</strong>cuado el conflicto<br />
entre paz y traición existente en <strong>Ataúlfo</strong> :<br />
Resulta un hecho irrefutable [...] la existencia <strong>de</strong> dos gran<strong>de</strong>s focos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r: la monarquía y la<br />
aristocracia. Ambas fundaban sus fuerzas, en gran medida, en las mismas realida<strong>de</strong>s<br />
sociológicas y económicas [...]; ambas rivalizaron en una cruel competición por el supremo<br />
po<strong>de</strong>r, no intentando <strong>de</strong>struir al contrario, sino someterlo a sus propios fines y para su mayor<br />
beneficio. Los historiadores mo<strong>de</strong>rnos conocemos <strong>de</strong>masiado bien cuál fue el resultado final<br />
<strong>de</strong> esta lucha: el predominio <strong>de</strong> la aristocracia, con la constitución <strong>de</strong> cerradas y po<strong>de</strong>rosas<br />
noblezas que monopolizaron a la vez el dominio sobre la tierra y sobre los hombres, y la<br />
temporal pero larga marginación <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r público y <strong>de</strong> unida<strong>de</strong>s estatales<br />
supraregionales.<br />
[...] La doctrina generalmente aceptada en la actualidad es que los antiguos germanos<br />
conocieron dos tipos <strong>de</strong> realeza: la militar (Heerkönigtum) y la sagrada. La primera, que con<br />
frecuencia daba lugar a po<strong>de</strong>res <strong>de</strong> carácter no regio (los duces <strong>de</strong> Tácito), basaba su po<strong>de</strong>r en<br />
los séquitos <strong>de</strong> semilibres y en las clientelas militares (Gefolge). La realeza militar, dotada <strong>de</strong><br />
108<br />
Con estas últimas palabras, <strong>Ataúlfo</strong> se refiere a una <strong>de</strong> las obsesiones godas en aquellos años: po<strong>de</strong>r establecer<br />
sus dominios en África.<br />
109<br />
Esta dinámica <strong>de</strong>terminará el resto <strong>de</strong> clasificaciones trágicas <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, la <strong>de</strong> perseguidores / perseguidos,<br />
ofensores / ofendidos, etc. Así, por ejemplo, se explica Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón: “Se da entre los personajes un<br />
equilibrio perfecto; son siete y se reparten <strong>de</strong> la manera siguiente: tres en el grupo <strong>de</strong> los ofendidos: <strong>Ataúlfo</strong>, Placidia y<br />
Valia; tres en el grupo <strong>de</strong> los ofensores: Sigerico, Rosmunda y Vernulfo; uno, Constancio, que <strong>de</strong>sempeña su papel<br />
entre las dos fuerzas anteriores” (La obra dramática <strong>de</strong>l vallisoletano...”, op. cit., p. 192).<br />
110<br />
Luis Agustín García Moreno, “El establecimiento <strong>de</strong> los pueblos germánicos y sus relaciones con los romanos”,<br />
en Historia Universal. Volumen V. Los reinos germánicos e Imperio Bizantino, Salvat, Barcelona, 1984, pp. 506-507.<br />
75
múltiples simbolismos <strong>de</strong> naturaleza y origen marcial y con carácter electivo, tenía su principal<br />
razón <strong>de</strong> ser en los momentos <strong>de</strong> actividad bélica, y en la época <strong>de</strong> las invasiones fue factor<br />
<strong>de</strong>terminante <strong>de</strong> numerosas etnogénesis. Por su parte, la realeza sagrada, con simbolismos<br />
tomados <strong>de</strong> antiguos cultos <strong>de</strong> fertilidad, permitía la formación <strong>de</strong> prestigiosas y dura<strong>de</strong>ras<br />
dinastías que, remontándose a un antepasado mítico divinizado, se constituyeron en los<br />
núcleos <strong>de</strong> procesos fundamentales <strong>de</strong> [...] verda<strong>de</strong>ras realezas nacionales. Este último hecho<br />
<strong>de</strong>terminó que, en la práctica, la mayoría <strong>de</strong> las realezas germánicas <strong>de</strong> la época <strong>de</strong> las<br />
invasiones fuese <strong>de</strong> tipo mixto. El po<strong>de</strong>r y la autoridad <strong>de</strong> este tipo <strong>de</strong> realeza tenía una doble<br />
base: la soberanía doméstica (Hausherrschaft) y el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> bann. La primera, compartida<br />
con la aristocracia, incluía el dominio sobre una familia, [...], sobre su lugar <strong>de</strong> asentamiento y<br />
sobre los diversos séquitos <strong>de</strong> semilibres o clientelas armadas; estas últimas se basaban en la<br />
fi<strong>de</strong>lidad y en una amistad <strong>de</strong> naturaleza semejante a la existente entre parientes. El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l<br />
bann [...] se basaba en el <strong>de</strong>recho y obligación <strong>de</strong> la realeza <strong>de</strong> mantener la paz pública. En<br />
contrapartida a estos po<strong>de</strong>res reales, los miembros libres –que podían llevar armas– <strong>de</strong> una<br />
nación (Stamm) tenían el <strong>de</strong>recho a resistir u oponerse al soberano (Wi<strong>de</strong>rstandrecht) –e<br />
incluso llegar a <strong>de</strong>ponerlo– en caso <strong>de</strong> extralimitación <strong>de</strong> funciones o <strong>de</strong> probada ineptitud.<br />
Esto es, en el fondo el <strong>Montiano</strong> poeta, que también era historiador, nos presenta una tragedia<br />
don<strong>de</strong> hallamos reyes y nobles que “rivalizaron en una cruel competición por el supremo po<strong>de</strong>r, no<br />
intentando <strong>de</strong>struir al contrario, sino someterlo a sus propios fines y para su mayor beneficio”. En<br />
este difícil contexto <strong>de</strong> inestable equilibrio no resulta extraño que se rompan la “fi<strong>de</strong>lidad” y la<br />
“amistad <strong>de</strong> naturaleza semejante a la existente entre parientes”; habida cuenta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> los<br />
nobles (Valia, Sigerico y Rosmunda lo eran) a “resistir u oponerse al soberano –e incluso llegar a<br />
<strong>de</strong>ponerlo– en caso <strong>de</strong> extralimitación <strong>de</strong> funciones o <strong>de</strong> probada ineptitud”. Todo esto cobrará<br />
radical importancia para compren<strong>de</strong>r rasgos temáticos como los <strong>de</strong> perseguir y ser perseguido,<br />
ofen<strong>de</strong>r y ser ofendido, y, sobre todo, los pertenecientes a la culpa trágica (el error, la maldad y el<br />
castigo). Por otra parte, en esta situación dramática <strong>de</strong>sempeñan una función importantísima los<br />
niveles <strong>de</strong> lo público y <strong>de</strong> lo privado. El último habida cuenta <strong>de</strong> las relaciones <strong>de</strong> amistad o<br />
parentesco que la norma <strong>de</strong> poética dramática establecía para la tragedia. De hecho, en las dos<br />
ocasiones en que Sigerico sostiene <strong>de</strong>bates con los <strong>de</strong>fensores <strong>de</strong> la paz (con Valia en I, 6 y con el<br />
rey en II, 4 111 ) no sólo arguye motivos políticos, estratégicos o militares, sino que también recurre a<br />
lo personal o privado.<br />
Es <strong>de</strong>cir, las relaciones <strong>de</strong> amistad o parentesco son fundamentales en este conflicto<br />
aparentemente exclusivo entre dos pueblos o <strong>de</strong> estrategia política internacional: Placidia, esposa <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong>, es romana y la hermana <strong>de</strong>l emperador Honorio; Constancio está enamorado <strong>de</strong> ella y fue<br />
antiguo prometido suyo. A modo <strong>de</strong> ilustración sobre el tema, mostramos fragmentos <strong>de</strong> lo<br />
razonado por Sigerico y <strong>de</strong> lo replicado por Valia:<br />
SIGERICO: Nuestro monarca, a cuyo brío Roma / humilló su altivez, y que hoy pudiera / volver<br />
al Asia a dominar sus pueblos, / <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hollado los <strong>de</strong> Europa: / <strong>de</strong> máximas infames<br />
pervertido, / templos y altares a la paz levanta, / que hoy preten<strong>de</strong> sentar con los romanos /<br />
don<strong>de</strong> las armas formidables pendan / <strong>de</strong>l ocio, y <strong>de</strong> Placidia, por <strong>de</strong>spojos. / [...] ¿Sabráse<br />
nunca más que los romanos / quedarán po<strong>de</strong>rosos a la espalda, / para moverse en nuestra ofensa<br />
al tiempo / <strong>de</strong> invadir los países con que brindan, / o bien a nuestro engaño lisonjean? / ¿Sabráse<br />
más, que el hombre [Constancio] que procura / el fin <strong>de</strong> tan aleves convenciones, / es el que<br />
aspira a suce<strong>de</strong>r a Honorio, / y aun a <strong>Ataúlfo</strong>, si la voz no miente, / al uno en el amor, a otro en<br />
el cetro? / ¿Sabráse más, que una mujer que firme / conserva <strong>de</strong> su casa las memorias, / favorece<br />
a la paz, y a quien la excita? / No creo, Valia, no, que en otras luces / la oscuridad, que te<br />
repugna, aclares. / No incrédulo abandones...(I, 6, vv.261-269 y 281-298)<br />
VALIA: [...] ¿Será mejor quitarle a lo cedido / el apoyo, que funda en el tratado, / y que jamás se<br />
alegue en las conquistas / otro <strong>de</strong>recho, que el que dan las armas? / ¿Será mejor, sin tránsito en<br />
los Alpes, / por la valiente tropa que los cierra, / malograr el trabajo resistidos, / si nos llaman <strong>de</strong><br />
Italia las <strong>de</strong>licias, / o el horrendo esplendor <strong>de</strong> más victorias, / y volver rotos a la triste suerte /<br />
111 En realidad, en esta escena, Sigerico se limita a exponer a <strong>Ataúlfo</strong> los motivos que le llevan a <strong>de</strong>sconfiar <strong>de</strong> la<br />
paz, e incluso “<strong>de</strong> rodillas” suplica al rey que suspenda la firma <strong>de</strong>l tratado.<br />
76
<strong>de</strong> la erizada vecindad <strong>de</strong>l Norte? / ¿Seremos siempre objeto <strong>de</strong> los odios / <strong>de</strong>l universo?<br />
¿Incultos, incapaces / <strong>de</strong> la humana sociedad seremos siempre? / A los gran<strong>de</strong>s imperios,<br />
Sigerico, / la espada que los funda, los <strong>de</strong>struye, / si la razón sus filos no gobierna. / A España<br />
hemos venido; su conquista / nos cedieron. Terror <strong>de</strong>l mundo todo / será nuestro po<strong>de</strong>r, cuando<br />
afiance / sojuzgado el país, con cuyo auxilio / hizo Cartago vacilar a Roma, / y que el per<strong>de</strong>rle<br />
fue para Cartago / anuncio <strong>de</strong> su mísera ruina. / Considéralo bien, y allá contigo / examínalo;<br />
que yo tampoco veo, / en lo que <strong>de</strong> Placidia, y <strong>de</strong> Constancio / con ambiguas palabras me<br />
refieres, / que a ser sospecha bien fundada baste. / (I, 6, vv. 312-341).<br />
Pero el conflicto entre los dos bandos godos no se mantiene siempre en términos tan<br />
racionalistas 112 ; lo pasional interviene <strong>de</strong>cisivamente en cuanto fuerza motriz o impulsora <strong>de</strong> la<br />
rebelión: el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza y la ambición en Rosmunda, el amor loco <strong>de</strong> Sigerico a Rosmunda<br />
junto a la codicia <strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r en el trono a <strong>Ataúlfo</strong> pesan más, incluso, que los motivos i<strong>de</strong>ológicos,<br />
políticos o estratégicos; aunque, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista histórico, en el caso <strong>de</strong> Sigerico influyó <strong>de</strong><br />
modo <strong>de</strong>terminante su pertenencia a los Rosmones, un linaje rival <strong>de</strong> los Baltos, el clan dominante<br />
entre los visigodos 113 . Pero también, lo pasional afectará a <strong>Ataúlfo</strong>: el rey, ante las insinuaciones <strong>de</strong><br />
Sigerico (II, 4), se <strong>de</strong>batirá entre los celos y el amor a su esposa, entre la <strong>de</strong>sconfianza y la fe por el<br />
nuevo tratado, favoreciendo involuntariamente que los planes <strong>de</strong> traición sigan su curso a causa <strong>de</strong><br />
estas vacilaciones <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
b. Aspectos <strong>de</strong> la política cortesana: el disimulo, la mentira y el espionaje. Luzán atribuía<br />
a la tragedia una gran “utilidad” porque, entre otras cosas: “el poeta pue<strong>de</strong> y <strong>de</strong>be pintar en la<br />
tragedia las costumbres y los artificios <strong>de</strong> los cortesanos aduladores y ambiciosos, y sus<br />
inconstantes amista<strong>de</strong>s y obsequios; todo lo cual pue<strong>de</strong> ser una escuela provechosísima que enseñe<br />
a conocer lo que es la corte y lo que son cortesanos, y a <strong>de</strong>scifrar las dobleces <strong>de</strong> la fina política y<br />
<strong>de</strong> ese monstruo que llaman razón <strong>de</strong> estado” (1737, II, II, pp. 193-194). Y <strong>Montiano</strong> en persona a<br />
propósito <strong>de</strong> Valerio y Horacio, los dos senadores que intervienen en <strong>Virginia</strong>, censuraba que “En<br />
todo regló la conveniencia sus operaciones; y si condujo a lograrlas, el frau<strong>de</strong>, o la disimulación, no<br />
aventuraron su po<strong>de</strong>r sin esta perjudicial ayuda” (Discurso I, p. 108). Nosotros, al respecto <strong>de</strong> los<br />
espacios implícitos y explícitos así como <strong>de</strong> las acciones elididas / acciones representadas hemos<br />
<strong>de</strong>scrito buena parte <strong>de</strong> los movimientos que tanto los sediciosos como los leales a <strong>Ataúlfo</strong> realizan<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> prácticamente el inicio <strong>de</strong> la tragedia. Se trata, por lo común, <strong>de</strong> un conjunto <strong>de</strong> diferentes<br />
maniobras y artimañas con que unos y otros intentan consumar sus propósitos; para lo cual el<br />
disimulo, la ocultación, la mentira e incluso una cierta labor <strong>de</strong> espionaje resultan muy<br />
convenientes. En el análisis <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> se mostraba cómo el disimulo era una conducta muy<br />
empleada por Apio Claudio y su cliente Marco. En <strong>Ataúlfo</strong> se observa con mucha intensidad este<br />
“disimulo”, sobre todo en el tránsito <strong>de</strong> una escena a otra, porque a menudo los personajes cambian<br />
<strong>de</strong> forma <strong>de</strong> hablar y <strong>de</strong> comportarse a causa <strong>de</strong> que ven llegar al salón <strong>de</strong> palacio a un integrante<br />
<strong>de</strong>l otro bando, o como <strong>Ataúlfo</strong> porque se acerca su esposa <strong>de</strong> cuyas intenciones sospecha a partir<br />
<strong>de</strong> la revelación formulada por Sigerico en II, 4.<br />
Nos hemos tomado la molestia <strong>de</strong> anotar todos los casos en que actúa este disimular u<br />
ocultarse ante los <strong>de</strong>más, con tal <strong>de</strong> no ser <strong>de</strong>scubierto, en los versos finales <strong>de</strong> una escena:<br />
Constancio y Sigerico (II, 3, vv. 503-506):<br />
112 Nótese cómo Sigerico recomienda a Valia acciones como “saber” y “aclarar”, mientras que Valia ruega a<br />
Sigerico que consi<strong>de</strong>re, que examine el asunto y que se base en una “sospecha bien fundada” y no en simples<br />
conjeturas.<br />
113 Luis A. García Moreno, Historia <strong>de</strong> España visigoda, Madrid, Cátedra, 1985, lo explica así: “La <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong> trató <strong>de</strong> ser aprovechada por los grupos nobiliarios contrarios a la prepotencia alcanzada por el linaje <strong>de</strong> los<br />
Baltos. Para lo cual pudieron hacer valer ante el pueblo el fracaso <strong>de</strong> la política seguida por Alarico y <strong>Ataúlfo</strong>. Lo cierto<br />
es que sería elegido rey Sigerico, miembro <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>roso linaje <strong>de</strong> los Rosmones, rival <strong>de</strong> los Baltos. El nuevo monarca<br />
godo, sin embargo, no duraría más <strong>de</strong> una semana; corto espacio en el que sólo pudo dar muestras <strong>de</strong> crueldad hacia la<br />
familia <strong>de</strong> su pre<strong>de</strong>cesor y poco amistosas para con el gobierno imperial. La subsiguiente muerte <strong>de</strong> Sigerico a manos<br />
<strong>de</strong> nobles visigodos y la inmediata sucesión <strong>de</strong> Valia, posiblemente se <strong>de</strong>biera la lógica reacción <strong>de</strong>l todavía po<strong>de</strong>roso<br />
grupo popular y nobiliario situado en torno al linaje Balto” (pp. 36-37).<br />
77
CONSTANCIO: Calla, que viene el rey. Aquí espérame, / que según lo que indicas, y yo callo, /<br />
no dañará, que acor<strong>de</strong>s caminemos. / Adiós.<br />
Sigerico y <strong>Ataúlfo</strong> (II, 4, vv. 691-696):<br />
SIGERICO: Tú, señor, los remedios acomoda / al mal, si como mal le consi<strong>de</strong>ras. / Y pues<br />
Constancio con Placidia viene, / estudia su semblante, y sus palabras: / tu honor lo pi<strong>de</strong>, y la<br />
quietud <strong>de</strong>l pueblo, / y ofen<strong>de</strong>s a los dos, si lo <strong>de</strong>sprecias.<br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Valia (III, 3, vv. 955-966):<br />
ATAÚLFO: Lo entiendo: calla, / que nos busca Placidia.<br />
Valia y Placidia (III, 4, vv. 1139-1141):<br />
VALIA: Pero Rosmunda viene. El disimulo / es importante. Adiós, que en este caso / te pue<strong>de</strong><br />
convenir, que me retire.<br />
Rosmunda y Sigerico (IV, 3, vv. 1347-1349):<br />
SIGERICO: Mas no respondas, que la reina / viene hacia aquí.<br />
ROSMUNDA: Por no encontrarla, huyendo / me voy. Al punto vuelvo: no te ausentes.<br />
También ocurre que el rey o la reina pi<strong>de</strong>n a alguien en quien confían (a veces<br />
equivocadamente) que espíe en su beneficio –<strong>de</strong>jamos al margen la vigilancia que Valia encarga a<br />
Teudio–: <strong>Ataúlfo</strong>, <strong>de</strong>sconociendo que Vernulfo está implicado directamente en la conspiración, le<br />
encarga que vigile a Sigerico y le tenga informado <strong>de</strong> todas sus activida<strong>de</strong>s (III, 1), a lo cual el<br />
“doméstico” se niega; y Placidia ruega a Constancio (II, 6) que esté al acecho <strong>de</strong> los movimientos<br />
<strong>de</strong> Sigerico, por lo cual le estará eternamente agra<strong>de</strong>cida.<br />
El disimulo y la ocultación a menudo traen consigo la mentira: Rosmunda engaña al rey y,<br />
sobre todo, a Placidia fingiendo su apoyo incondicional a la causa <strong>de</strong> la paz con Roma; Sigerico<br />
dice verda<strong>de</strong>s a medias –la peor <strong>de</strong> las mentiras, según el dicho popular– cuando discute con Valia<br />
(I, 6); y Rosmunda sigue mintiendo a la reina provocando su enojo, pues Placidia ya estaba al tanto<br />
<strong>de</strong> todo. Por esto, no extrañan sus irritadas palabras a la malévola dama goda:<br />
PLACIDIA: Ya nada se me oculta. Tus palabras / no son, Rosmunda, no, no son acor<strong>de</strong>s / a la<br />
intención cruel que premeditas. / Mi pundonor, mi gloria, mi fe pura, / que los dos [Rosmunda y<br />
Sigerico] insultáis... Pero la saña / está <strong>de</strong> más aquí. Vamos, que el tiempo / confirmará con el<br />
castigo el crimen. / Váse<br />
ROSMUNDA: Yo burlaré uno, y otro, como pueda / a<strong>de</strong>lantar, y hacer mayor la culpa. / (III, 5,<br />
vv. 1197-1205).<br />
Porque como acabamos <strong>de</strong> ver, a pesar <strong>de</strong>l disimulo o la ocultación, un personaje es<br />
<strong>de</strong>scubierto por los <strong>de</strong>más, gracias en parte a esta labor <strong>de</strong> espiarse los unos a los otros. Se trata <strong>de</strong><br />
saber estar en el lugar apropiado y en el momento más oportuno: Constancio escucha el monólogo<br />
<strong>de</strong> Valia (I, 7) y <strong>de</strong>scubre las sospechas <strong>de</strong>l buen godo; Sigerico oye a su vez el monólogo <strong>de</strong><br />
Constancio lo que facilita sus planes. Pero también suce<strong>de</strong> que una equivocación o error <strong>de</strong> los<br />
simuladores y mentirosos pone al <strong>de</strong>scubierto sus artimañas, como suce<strong>de</strong> cuando Rosmunda<br />
confun<strong>de</strong> a <strong>Ataúlfo</strong> con Sigerico, <strong>de</strong>lata con ello su traición (IV, 8), y confirma <strong>de</strong>finitivamente al<br />
rey que las advertencias <strong>de</strong> Placidia y <strong>de</strong> Valia eran ciertas: Sigerico, Vernulfo y Rosmunda son los<br />
traidores que conjuran contra la corona que ciñe su cabeza.<br />
c. El Or<strong>de</strong>n Roto / Or<strong>de</strong>n Restablecido en <strong>Ataúlfo</strong>. La traición <strong>de</strong> los rebel<strong>de</strong>s que se alzan<br />
en armas implica, por consiguiente, la ruptura <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n establecido, aunque sería más exacto <strong>de</strong>cir<br />
<strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n nuevo que preten<strong>de</strong> implantar <strong>Ataúlfo</strong> con la firma <strong>de</strong>l segundo tratado <strong>de</strong> paz. Sin<br />
embargo, con respecto a <strong>Virginia</strong>, y al margen <strong>de</strong> que ahora no hay un “tirano”, se plantea una<br />
originalidad en esta materia: <strong>Montiano</strong> <strong>de</strong>ja en suspenso la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n. En efecto, los<br />
culpables serán castigados como merecen, pero a diferencia <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> don<strong>de</strong> se expresa<br />
claramente la reimplantación <strong>de</strong>l sistema republicano con la caída <strong>de</strong>l Decenvirato, en <strong>Ataúlfo</strong>, no se<br />
<strong>de</strong>ja claramente expresado el hecho <strong>de</strong> la sucesión a través <strong>de</strong> Valia que será quien firme el<br />
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auténtico segundo tratado con Honorio y Constancio. Así, en los instantes finales <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, se<br />
produce la siguiente situación:<br />
ROMANA I: No prosigas, <strong>de</strong>ténte: que <strong>de</strong>scubro, / si acaso mi <strong>de</strong>seo no me engaña, / que<br />
presuroso Icilio hacia nosotras, / como triunfante <strong>de</strong>l tirano viene. /<br />
Escena séptima<br />
Publicia. Romanas. Icilio con el puñal ensangrentado en la mano.<br />
ICILIO: Romanas, ya por nuestra la victoria / se <strong>de</strong>claró, y el opresor injusto / en las sombrías<br />
márgenes <strong>de</strong>l Lethe / errante sombra sin <strong>de</strong>scanso vaga. /<br />
PUBLICIA: ¡Feliz noticia en suerte tan adversa!<br />
(<strong>Virginia</strong>, V, 6 y 7, vv. 2307-2315)<br />
En <strong>Ataúlfo</strong>, a pesar <strong>de</strong> las muertes <strong>de</strong> Vernulfo y Rosmunda y la subsiguiente huida <strong>de</strong><br />
Sigerico, no se expresa tanto regocijo por la victoria obtenida, más que nada porque la contienda<br />
aún no ha concluido; tal y como se indica en la última escena <strong>de</strong> la tragedia:<br />
Escena V<br />
Placidia. Constancio. Valia.<br />
PLACIDIA: Tente, aguarda, mujer [A Rosmunda que se acaba <strong>de</strong> arrojar por el balcón], no<br />
<strong>de</strong>sconfíes / <strong>de</strong>l temerario exceso <strong>de</strong> tu culpa: / mayor es mi piedad.<br />
CONSTANCIO, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber mirado por el balcón.<br />
Precipitada / <strong>de</strong> ese balcón al mar, sobre las peñas / que no cubren las ondas en la orilla, /<br />
(¡espectáculo horrible!) están humeando / los rotos miembros <strong>de</strong>l fatal cadáver. /<br />
VALIA: Así pagó su crimen, que ella ha sido / el único instrumento, y primer móvil / <strong>de</strong> la<br />
común <strong>de</strong>sgracia que lloramos. /<br />
PLACIDIA: Poco, Valia, su estrago me consuela, / que lo que yo perdí, no se restaura. /<br />
VALIA: Bien lo conozco; pero no consiente / el dolor otro alivio por ahora. / Vamos, pues, a<br />
impedir, que no malogre / mi <strong>de</strong>tención los fines <strong>de</strong>l suceso. / Váse<br />
PLACIDIA: Y yo me quedaré, para que sea / mi llanto quien acabe mi zozobra. / Váse<br />
CONSTANCIO: Yo a esperar, y a sentir, aunque si noto / tan infaustos, tan míseros anuncios,<br />
/ ¡Qué pasión ha <strong>de</strong> haber, que no se entibie! / ni qué <strong>de</strong>seo habrá, que no escarmiente!<br />
FIN<br />
<strong>Montiano</strong> <strong>de</strong>ja en suspenso la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n porque, <strong>de</strong> haberla completado<br />
íntegramente, habría dramatizado tres acciones: la muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, la <strong>de</strong>rrota y muerte <strong>de</strong><br />
Sigerico (siete días <strong>de</strong>spués) y la elección <strong>de</strong> Valia como nuevo rey. Así que se conforma en<br />
mostrar solamente la primera acción y una parte <strong>de</strong> la segunda, más que nada para <strong>de</strong>jar bien claro<br />
al público lector <strong>de</strong> la tragedia que la traición, la ruptura <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n siempre es castigada con<br />
contun<strong>de</strong>ncia digna <strong>de</strong> ejemplo y escarmiento. Pero esto lo abordaremos con más extensión a<br />
propósito <strong>de</strong> la culpa trágica y <strong>de</strong> la catarsis.<br />
La acción trágica en <strong>Ataúlfo</strong><br />
La acción trágica <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> se realiza a través <strong>de</strong>l segundo mo<strong>de</strong>lo o modo <strong>de</strong> acción que<br />
Aristóteles <strong>de</strong>scribiera en la Poética, cuyo esquema básico sería el <strong>de</strong> ‘amigo o pariente persigue a<br />
amigo o pariente a quien conoce y a quien mata’. A partir <strong>de</strong> aquí se construyen los rasgos<br />
pertenecientes a este eje temático, en cuya organización se observan varias noveda<strong>de</strong>s con respecto<br />
a <strong>Virginia</strong>. En primer lugar, la agnición ocupa un lugar importante, aunque no se trata <strong>de</strong> lo que<br />
hemos <strong>de</strong>nominado agnición “mayor”, pues en todo momento los perseguidores con intención <strong>de</strong><br />
matar conocen la i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> los perseguidos. Sin embargo, la agnición “menor” <strong>de</strong>sempeña una<br />
importante función en <strong>Ataúlfo</strong>, más que nada porque en una ocasión los perseguidores <strong>de</strong>scubren<br />
datos referentes a la personalidad <strong>de</strong> un perseguido, y, en varias, se produce el hecho <strong>de</strong> que los<br />
perseguidos reconocen la verda<strong>de</strong>ra i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> los perseguidores, e incluso <strong>de</strong> algún que otro<br />
perseguido. Conviene, así pues, que expliquemos más explícitamente estas agniciones menores:<br />
Placidia, confiando erróneamente en Rosmunda a quien cree amiga, revela (I, 2) el secreto <strong>de</strong><br />
que Constancio y ella estuvieron prometidos en el pasado y <strong>de</strong> que el embajador romano la sigue<br />
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amando. Rosmunda, tras un breve monólogo (I, 3), no tardará en <strong>de</strong>scubrir la noticia a sus<br />
compañeros (I, 4) quienes no dudarán en propagarla en beneficio <strong>de</strong> sus intereses.<br />
Como consecuencia <strong>de</strong> lo anterior, Sigerico, revela el secreto a Valia (I, 6) y a <strong>Ataúlfo</strong> (II, 4).<br />
En el primer caso, Sigerico más que beneficiar la traición en marcha, la perjudica, porque Valia<br />
no sólo no da pábulo a la maledicencia, sino que a<strong>de</strong>más, reconoce (estaríamos entonces ante<br />
otra agnición menor) las verda<strong>de</strong>ras intenciones <strong>de</strong> los traidores y empieza a actuar en contra <strong>de</strong><br />
la conspiración. Pero en el segundo caso Sigerico sí consigue lo que pretendía: sembrará la duda,<br />
los celos y el temor en el rey, quien, nada más recibir la noticia, anuncia precisamente a Placidia<br />
y Constancio el aplazamiento hasta nueva or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> la firma <strong>de</strong> la paz.<br />
Constancio revela a Placidia que Sigerico está conspirando contra los reyes y contra la paz<br />
con Roma (II, 6).<br />
Valia revela al rey que Sigerico, fuera <strong>de</strong> palacio, está preparando la sedición (III, 4).<br />
Valia <strong>de</strong>scubre a Placidia que Rosmunda y Vernulfo a quienes creía leales amigos están<br />
implicados en la traición; también, que Rosmunda estuvo enamorada <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y que era la<br />
esposa <strong>de</strong>stinada para el rey hasta que él se enamoró <strong>de</strong> Placidia (III, 5).<br />
<strong>Ataúlfo</strong> reconoce a la verda<strong>de</strong>ra Rosmunda (IV, 8), cuando ésta por error confun<strong>de</strong> a Sigerico<br />
con el rey y llama a Placidia “enemiga”.<br />
Como pue<strong>de</strong> apreciarse, excepto en el último caso, todas estas agniciones menores no se<br />
producen a partir <strong>de</strong> que alguien interprete racional y a<strong>de</strong>cuadamente indicios, palabras o gestos <strong>de</strong><br />
la persona reconocida 114 , sino mediante revelación: una tercera persona informa <strong>de</strong>liberadamente<br />
<strong>de</strong>l dato con la intención <strong>de</strong> favorecer a una <strong>de</strong> las dos causas en litigio, la <strong>de</strong> la paz o la <strong>de</strong> la<br />
traición.<br />
La peripecia, por otra parte, <strong>de</strong>sempeña una importante función, aunque no reviste la<br />
intensidad emocional que revestía en <strong>Virginia</strong> (muerte <strong>de</strong> la protagonista a manos <strong>de</strong> su padre). En<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, la peripecia también viene marcada por otro hecho luctuoso como es el asesinato <strong>de</strong>l héroe<br />
cometido por Vernulfo (V, 2); pero, en verdad, <strong>Montiano</strong> no acierta a la hora <strong>de</strong> que ésta sea una<br />
auténtica “mudanza <strong>de</strong> fortuna en contrario <strong>de</strong> lo que los lances y sucesos <strong>de</strong> la acción hubiesen<br />
prometido hasta aquel punto; pero no mudanza como quiera sino repentina, impensada y contra toda<br />
expectación” (Luzán, la Poética, pp.469-470). Y <strong>de</strong>cimos esto porque da la impresión, una vez<br />
leídos y repasados los instantes previos a que se produzca la peripecia, <strong>de</strong> que lo previsible era<br />
precisamente que <strong>Ataúlfo</strong> acabara siendo asesinado por cualquiera <strong>de</strong> los traidores y porque a<strong>de</strong>más<br />
viene anunciada por algunas palabras <strong>de</strong> Vernulfo en la escena anterior:<br />
VERNULFO: [a Sigerico] Antes con mi ardimiento, y el que anima / a tanto invicto godo que te<br />
sigue, / caerá el solio, y caerán sus valedores. / Víctima, que te vengue, y satisfaga / <strong>de</strong><br />
Rosmunda al enojo, serán todos. / Mis nuevas, mis crueles inquietu<strong>de</strong>s, / por superior motivo<br />
acrecentadas, / que importa poco ya que note explique, / aun furioso <strong>de</strong>specho me persua<strong>de</strong>n. /<br />
[...] Contradice, manda, y <strong>de</strong> mí fía el más atroz <strong>de</strong>lito. / (V, 1, vv. 1665-1673 y 1699-1700) La<br />
negrilla es nuestra.<br />
Podría pensarse, en cambio, que el asesinato <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> es peripecia, no en el sentido <strong>de</strong>l<br />
conocimiento <strong>de</strong> los hechos que tiene el lector / espectador, sino en el <strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> los<br />
114 Aunque lo hemos citado varias veces, reproducimos, por ilustrativo sobre el tema, un comentario <strong>de</strong> Luzán al<br />
respecto <strong>de</strong> cómo <strong>de</strong>be ser la agnición: “Ahora diremos en cuántos modos se pue<strong>de</strong> hacer la agnición, y cuáles son los<br />
mejores. Una persona pue<strong>de</strong> ser reconocida o por señales, palabras, obras suyas, o por medio <strong>de</strong> otras personas sin<br />
cooperación suya. <strong>Las</strong> señas pue<strong>de</strong>n ser o naturales, como son los lunares o las cicatrices, o advenedizas, como cifras,<br />
ca<strong>de</strong>nas, joyas, anillos o cosas semejantes, por las cuales se venga en conocimiento <strong>de</strong> quién es. [...] Pue<strong>de</strong> también una<br />
persona ser conocida por sus mismas palabras, las cuales <strong>de</strong>n ocasión a los que las oyen <strong>de</strong> barruntar quién es; ésta es la<br />
que Aristóteles llama agnición por silogismo. También por alguna acción se pue<strong>de</strong> reconocer la persona, como cuando<br />
Ulises, oyendo cantar a Demo<strong>de</strong>co, en casa <strong>de</strong> Alcinoo, la guerra <strong>de</strong> Troya, lloró acordándose <strong>de</strong> aquellos hechos en que<br />
había tenido tanta parte, y por sus lágrimas fue reconocido; ésta es la agnición <strong>de</strong> reminiscencia, según Aristóteles. Mas<br />
también sin señas ni cooperación alguna <strong>de</strong> la misma persona se pue<strong>de</strong> hacer el reconocimiento por medio <strong>de</strong> personas<br />
ajenas; esto suce<strong>de</strong> cuando el poeta, con su ingenio y artificio, saca <strong>de</strong> la misma fábula, y <strong>de</strong> los hechos antece<strong>de</strong>ntes, el<br />
reconocimiento con toda verosimilitud” (la Poética, 1737, III, VI, p. 476).<br />
80
miembros <strong>de</strong>l otro bando, el <strong>de</strong> la paz. En efecto, el rey y su esposa (no así Valia) habían calculado<br />
mal el alcance <strong>de</strong> la traición que se estaba fraguando: cuando <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> (IV, 6) que firmará la<br />
paz y que or<strong>de</strong>nará la boda <strong>de</strong> Sigerico con Rosmunda, ni se le había pasado por la imaginación<br />
(por esto, sí estaríamos entonces ante un circunstancia “repentina, impensada y contra toda<br />
expectación”) que los traidores lejos <strong>de</strong> aquietar sus ánimos, enar<strong>de</strong>cidos lo asesinarían y<br />
comenzarían una insurrección militar en toda regla.<br />
Lo importante <strong>de</strong> la peripecia en <strong>Ataúlfo</strong> es cómo modifica las relaciones actanciales, los<br />
rasgos temáticos <strong>de</strong> perseguidor / perseguido, ofensor / ofendido y matar / morir. Hasta tal punto<br />
que, imitando lo realizado en el caso <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, mostramos un cuadro <strong>de</strong> la acción trágica anterior<br />
a la peripecia (esto es, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer acto hasta la segunda <strong>de</strong>l quinto acto) y otro cuadro, por<br />
último, que abarcaría <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la segunda escena <strong>de</strong>l quinto acto hasta el final <strong>de</strong> la tragedia:<br />
Perseguidores: Perseguidos:<br />
Rosmunda, Sigerico y Vernulfo <strong>Ataúlfo</strong>, Placidia, Constancio, y Valia en menor<br />
grado porque la “persecución” al principio no va<br />
directamente contra su vida.<br />
Ofensores: en lo público, se rebelan contra la<br />
obediencia <strong>de</strong>bida a un rey y contra los beneficios<br />
que aportaría el tratado <strong>de</strong> paz. En lo privado,<br />
<strong>de</strong>fraudan la confianza que <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia habían<br />
<strong>de</strong>positado en ellos.<br />
Se sienten ofendidos<br />
Rosmunda en lo privado: ella interpretó como un<br />
<strong>de</strong>sprecio el que <strong>Ataúlfo</strong> hubiera elegido a Placidia<br />
como esposa en vez <strong>de</strong> ella.<br />
Sigerico en lo público: la influencia cada vez<br />
mayor <strong>de</strong> Placidia y <strong>de</strong> Valia en la vida política <strong>de</strong> la<br />
corte visigoda y, sobre todo, la firma <strong>de</strong>l tratado.<br />
81<br />
Ofendidos en lo público y en lo privado:<br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Placidia, por la traición política y por el<br />
engaño que sufren por gente que creían leal y amiga.<br />
<strong>Ataúlfo</strong> en lo privado se siente ofendido por<br />
Constancio, a causa <strong>de</strong> su amor hacia Placidia. Los<br />
celos <strong>de</strong>l rey.<br />
Constancio y Valia no son ofendidos en lo<br />
privado, pero sí, en lo público: uno como<br />
“embajador” <strong>de</strong> Roma, y otro como “príncipe” godo,<br />
colaborador <strong>de</strong>l rey.<br />
<br />
Ofensores “involuntarios”:<br />
Placidia, por su condición <strong>de</strong> romana y por haberse<br />
casado con <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, por haberse casado con una romana y por<br />
la firma <strong>de</strong>l tratado <strong>de</strong> paz.<br />
Constancio, por presentarse en Barcelona, siendo<br />
el causante <strong>de</strong> que los visigodos tuvieran que<br />
abandonar las Galias y por intentar recuperar el<br />
amor <strong>de</strong> Placidia, “ofen<strong>de</strong>” a <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
La peripecia, introduce los rasgos temáticos <strong>de</strong> matar y morir, a la par que ocasiona las siguientes<br />
modificaciones en este esquema actancial trágico:<br />
Perseguidores Perseguidos<br />
Peripecia<br />
Perseguidor, ofensor y matador: Vernulfo Perseguido, ofendido y muerto: <strong>Ataúlfo</strong><br />
(V, 2)<br />
(V, 2)<br />
Después <strong>de</strong> la<br />
peripecia<br />
Perseguidor y matador: Teudio (acción<br />
elidida durante V,3)<br />
Perseguidor, ofendido, pero no matador<br />
(batalla inconclusa): Valia (acción elidida<br />
durante V,3 y reanudada en V,5)<br />
Perseguido, ofensor y muerto: Vernulfo<br />
(acción elidida durante V,3)<br />
Perseguido, ofensor, pero no muerto<br />
(batalla inconclusa, huida): Sigerico<br />
(acción elidida durante V,3)
Perseguidores Perseguidos<br />
82<br />
¿Perseguida?, ofensora y muerta<br />
(suicidio): Rosmunda (V, 4)<br />
De estas dos tablas se <strong>de</strong>ducen los siguientes elementos:<br />
A. Hasta que suce<strong>de</strong> la peripecia, los perseguidores coinci<strong>de</strong>n con los sediciosos o traidores.<br />
Aunque también existen diferentes grados <strong>de</strong> persecución, o si se prefiere, diversas motivaciones<br />
anímicas que varían según la personalidad <strong>de</strong> los perseguidores: Rosmunda y Vernulfo no albergan<br />
dudas en su interior y están <strong>de</strong>cididos a todo con tal <strong>de</strong> lograr sus propósitos; Sigerico, en cambio,<br />
sufre dudas, tiene algunos reparos ya que su principal móvil para la traición no es otro que el amor<br />
que siente hacia Rosmunda 115 .<br />
B. Consecuentemente, el rasgo <strong>de</strong> perseguido cambia <strong>de</strong> intensidad según la persona en<br />
cuestión: <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia son los “enemigos” esenciales <strong>de</strong> los perseguidores; es más, el éxito <strong>de</strong><br />
la traición <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> directamente <strong>de</strong> la caída en <strong>de</strong>sgracia <strong>de</strong> la regia pareja, porque si Rosmunda y<br />
Sigerico aspiran al trono, para que ello suceda, <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia <strong>de</strong>ben morir. El caso <strong>de</strong><br />
Constancio es parecido: según expresa Sigerico (véase el monólogo <strong>de</strong> IV, 2), el embajador romano<br />
será uno <strong>de</strong> los primeros en caer asesinado, cuando triunfe la rebelión. Mientras que contra Valia no<br />
se expresa ningún odio especial, aunque es <strong>de</strong> suponer, que también sería ejecutado, <strong>de</strong> salir<br />
exitosos los perseguidores.<br />
C. A partir <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l rey se cambian las tornas con respecto a los perseguidores que<br />
pasan a perseguidos, y viceversa, los perseguidos pasan a perseguidores. Ahora bien, en esto existen<br />
varios grados que <strong>de</strong>ben ser explicados:<br />
En realidad, sólo hay un perseguidor, Valia asistido por Teudio, el personaje implícito que<br />
mata a Vernulfo. Constancio, dada su condición <strong>de</strong> embajador extranjero junto al amor que<br />
siente hacia Placidia, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> permanecer en el salón consolando a la triste viuda (<strong>de</strong>smayo,<br />
llanto, etc.).<br />
Los perseguidos sólo son Vernulfo y Sigerico; uno que cae muerto antes <strong>de</strong> traspasar las<br />
puertas <strong>de</strong>l palacio; y otro que, <strong>de</strong>rrotado militarmente, empren<strong>de</strong> la huida. Rosmunda no sufre,<br />
en principio, persecución alguna: permanece en el salón esperando el resultado final <strong>de</strong> los<br />
acontecimientos, albergando insolente esperanzas <strong>de</strong> éxito y aprovechándose <strong>de</strong> la circunstancia<br />
<strong>de</strong> que Placidia ni Constancio atentarán contra su persona 116 .<br />
D. La oposición entre ofensor / ofendido en <strong>Ataúlfo</strong>, presenta algunas peculiarida<strong>de</strong>s dignas<br />
<strong>de</strong> mención, pues <strong>de</strong> entrada habría que distinguir entre la ofensa objetiva y la ofensa subjetiva o<br />
involuntaria. La primera es la que cometen los traidores al conspirar y dar muerte al rey, en lo<br />
público, y en lo privado por <strong>de</strong>fraudar la confianza <strong>de</strong>positada en ellos por el rey y la reina;<br />
mientras que los ofendidos objetivamente lo son según se acaba <strong>de</strong> enumerar en la tabla anterior. La<br />
ofensa involuntaria se diferencia en el aspecto <strong>de</strong> que los ofensores no pretendían <strong>de</strong>liberadamente<br />
ofen<strong>de</strong>r: <strong>Ataúlfo</strong>, cuando se enamora y se casa con una romana, a<strong>de</strong>más hermana <strong>de</strong>l emperador<br />
Honorio y prometida a Constancio, no quería agraviar en lo privado a Rosmunda ni en lo público a<br />
Sigerico y sectores más belicosos <strong>de</strong> la nobleza goda; Placidia –al fin y al cabo era una rehén–<br />
tampoco pretendía provocar el celoso odio <strong>de</strong> Rosmunda ni las iras ¿nacionalistas? (si se nos<br />
permite el empleo <strong>de</strong> este término) <strong>de</strong> Sigerico, Vernulfo y <strong>de</strong>más levantiscos.<br />
Algo diferente es el caso <strong>de</strong> Constancio: su llegada a Barcelona era una auténtica provocación<br />
para esos sectores belicosos, habida cuenta <strong>de</strong> los conflictos ocurridos durante la estancia <strong>de</strong> los<br />
godos en las Galias. Sin embargo, la presencia allí <strong>de</strong> Constancio se produce por or<strong>de</strong>n directa <strong>de</strong><br />
Honorio, aunque la obe<strong>de</strong>ce gustoso por el hecho <strong>de</strong> intentar recuperar el amor <strong>de</strong> Placidia <strong>de</strong> quien<br />
115 Sigerico: “Yo apetezco también pronto, y sumiso / servir, y obe<strong>de</strong>cer a quien domina, / aun más que no los<br />
propios, mis afectos, / como el único medio <strong>de</strong> agradarla [a Rosmunda]; / pero al atroz, al duro que propone, / temo,<br />
temo, que falte la justicia, / o apariencia bastante, que la supla /” (I, 5, vv. 196-202).<br />
116 En este sentido es muy significativa la siguiente frase que pronuncia Placidia, justo cuando Rosmunda se arroja<br />
por el balcón: “no <strong>de</strong>sconfíes / <strong>de</strong>l temerario exceso <strong>de</strong> tu culpa: / mayor es mi piedad” (V, 5, vv. 1986-1988).
sigue enamorado. Este último <strong>de</strong>talle aviva inevitablemente los celos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> cuando Sigerico le<br />
revela el secreto, entonces nuevamente Constancio se convierte en ofensor ¿involuntario? <strong>de</strong> la<br />
honra <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
E. Uno <strong>de</strong> los <strong>de</strong>fectos achacables a la estructura <strong>de</strong> la acción trágica <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> era el recato<br />
<strong>de</strong>l autor a la hora <strong>de</strong> plantear la muerte <strong>de</strong> algún personaje. En su primera tragedia ninguno <strong>de</strong> los<br />
tres muertos es a los “ojos” y “oídos” <strong>de</strong>l lector / espectador, quien se entera <strong>de</strong> que <strong>Virginia</strong>, Marco<br />
y Claudio han perdido la vida porque, con posterioridad al fallecimiento, otro personaje tiene la<br />
“gentileza” <strong>de</strong> informar <strong>de</strong> ello. Este <strong>de</strong>fecto <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> achacarselo Luzán cuando leyó la tragedia <strong>de</strong><br />
su amigo, pues en la segunda tragedia, <strong>Ataúlfo</strong>, se corrige en buena parte, aunque no totalmente<br />
como también veremos. El caso es que en el Discurso II sobre las <strong>tragedias</strong> españolas, <strong>Montiano</strong><br />
comenta lo siguiente:<br />
Y advierto con este motivo, que aunque dije al fol. 38 <strong>de</strong> mi primer Discurso, que la relación<br />
era suficiente para mover las pasiones, me ha inclinado el dictamen <strong>de</strong> mi amigo D. Ignacio <strong>de</strong><br />
Luzán a <strong>de</strong>jar aquella opinión en parte, ya que no enteramente; y así hice, que fuese la muerte<br />
<strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> todos, pero que cayese <strong>de</strong>ntro; porque es casi imposible, que un muerto<br />
<strong>de</strong> teatro lo parezca verda<strong>de</strong>ro, si permanece largo tiempo a la vista (Discurso II, p. 100, en<br />
nota al pie <strong>de</strong> página) 117 .<br />
Algo parecido suce<strong>de</strong> con el “suicidio” <strong>de</strong> Rosmunda, el lector / espectador ve cómo la<br />
malvada, aunque <strong>de</strong>sdichada, dama goda se arroja por el balcón, pero en ningún momento pue<strong>de</strong><br />
contemplarse el infeliz cuerpo. A <strong>de</strong>cir verdad, se trataría <strong>de</strong> un “(¡espectáculo horrible!), [sobre las<br />
peñas] están humeando / los rotos miembros <strong>de</strong>l fatal cadáver”, tal y como exclama Constancio (V,<br />
5, vv. 1991-1992). Ante esta terrible visión sería bastante lógico para la racionalista mentalidad <strong>de</strong>l<br />
autor no mostrarla en su totalidad por lo que nuevamente el cuerpo inerte “cae <strong>de</strong>ntro”, aunque en<br />
realidad sería más exacto <strong>de</strong>cir fuera <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong>l espectador 118 . Mientras que la narración <strong>de</strong> la<br />
muerte <strong>de</strong> Vernulfo a manos <strong>de</strong> Teudio significa volver a la práctica que fue habitual en <strong>Virginia</strong>,<br />
amparándose en el hecho <strong>de</strong> que su representación habría incumplido la unidad <strong>de</strong> lugar, al<br />
producirse fuera <strong>de</strong>l ámbito <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong> palacio.<br />
<strong>Montiano</strong>, al obe<strong>de</strong>cer en parte el “dictamen” <strong>de</strong> Luzán, se aproxima más a lo que será<br />
habitual en las restantes <strong>tragedias</strong> neoclásicas españolas (como Lucrecia o como Sancho García),<br />
en el asunto <strong>de</strong> la representación <strong>de</strong> las muertes. Aunque, por otra parte, a la espera <strong>de</strong> lo que se<br />
comente en su momento, queda una muy breve reflexión en torno al hecho <strong>de</strong> que en <strong>Virginia</strong> no se<br />
mostrara la muerte <strong>de</strong>l tirano y en <strong>Ataúlfo</strong>, en cambio sí se expresara el asesinato <strong>de</strong>l rey: René<br />
Andioc lanzó la hipótesis <strong>de</strong> que ambas <strong>tragedias</strong> no llegaron a representarse precisamente por “la<br />
presencia <strong>de</strong> ciertos elementos tenidos difícilmente por compatibles con la autoridad <strong>de</strong>l gobierno,<br />
pues en ambas se da muerte a un monarca, se amotinan parte <strong>de</strong> los súbditos, y en la segunda [se<br />
refiere a <strong>Virginia</strong>] quedan airosos los asesinos. Esta clase <strong>de</strong> “lunares” se había <strong>de</strong> perdonar en<br />
contadas ocasiones, sobre todo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l motín <strong>de</strong> Esquilache” 119 . Sin la pretensión <strong>de</strong> rectificar<br />
i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los mejores especialistas en teatro español <strong>de</strong>l siglo XVIII, a<strong>de</strong>lantamos ahora que<br />
el contexto político <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> no es el que había cuando el motín <strong>de</strong> Esquilache, ni tampoco el<br />
autor es precisamente sospechoso <strong>de</strong> poner en duda la autoridad <strong>de</strong>l gobierno monárquico, <strong>de</strong>bido a<br />
los cargos que ocupaba y a su mentalidad en este respecto. Nosotros nos hemos inclinado por una<br />
opinión principalmente literaria, la <strong>de</strong>l teatro leído en círculos semejantes a los característicos <strong>de</strong>l<br />
117 En efecto, <strong>Montiano</strong> muestra en público cómo “le da Vernulfo <strong>de</strong> puñaladas”, pero el rey godo “cae <strong>de</strong>ntro”, es<br />
<strong>de</strong>cir, fuera <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong>l público, que se ve privado <strong>de</strong> la contemplación, aunque sólo sea un instante <strong>de</strong>l cadáver por<br />
lo que <strong>Montiano</strong> manifiesta un excesivo celo en su prejuicio <strong>de</strong> que “un muerto <strong>de</strong> teatro lo parezca verda<strong>de</strong>ro, si<br />
permanece largo tiempo a la vista”.<br />
118 Por otra parte, el suicidio <strong>de</strong> Rosmunda tiene muy poco que ver, a nuestro juicio con los “suicidios” que pondrán<br />
<strong>de</strong> moda el Primer Romanticismo y <strong>de</strong>más formas literarias <strong>de</strong> la nueva sensibilidad, que proliferarán por Europa a<br />
partir, sobre todo, <strong>de</strong> la segunda mitad <strong>de</strong>l siglo XVIII. Véase a este respecto el análisis <strong>de</strong> Russell P. Sebold, “El<br />
incesto, el suicidio y el primer romanticismo español”, en Trayectoria <strong>de</strong>l romanticismo español. Des<strong>de</strong> la Ilustración<br />
hasta Bécquer, Barcelona, Crítica, 1983, pp. 109-136.<br />
119 René Andioc, Teatro y sociedad..., op. cit., p. 387.<br />
83
entorno <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto, sin excluir –claro está– las consi<strong>de</strong>raciones políticas que<br />
más tar<strong>de</strong> expondremos Por lo <strong>de</strong>más, favorece nuestra opinión el hecho <strong>de</strong> que la razón por la que<br />
en <strong>Ataúlfo</strong> se representa la muerte <strong>de</strong>l buen rey, mientras que en <strong>Virginia</strong> no se representó la <strong>de</strong>l<br />
tirano, se <strong>de</strong>be al “dictamen” poético-dramático <strong>de</strong> Luzán, no exclusivamente a planteamientos <strong>de</strong><br />
índole política o i<strong>de</strong>ológica, aunque éstos no sean en absoluto <strong>de</strong>scartables.<br />
La culpa trágica en <strong>Ataúlfo</strong><br />
Si el proceso por el que se evoluciona <strong>de</strong> un Or<strong>de</strong>n Roto a un Or<strong>de</strong>n Restablecido viene marcado<br />
/D WUDLFLyQ VXEOHYDFLyQ /D<br />
/D SD]<br />
HPEDMDGD<br />
<strong>Las</strong> pasiones ‘<strong>de</strong>senfrenadas’:<br />
>En lo ‘público’: la ambición y la<br />
venganza.<br />
>En lo ‘privado’: el amor ‘loco’ <strong>de</strong><br />
Rosmunda a <strong>Ataúlfo</strong> y <strong>de</strong> Sigerico a<br />
Rosmunda.<br />
El ‘error trágico’:<br />
>Sigerico confía en<br />
un mal consejero<br />
(Vernulfo), y en<br />
una mujer malvada<br />
(Rosmunda)<br />
>Deslealtad al rey<br />
La ‘maldad’:<br />
>Los traidores<br />
conspiran,<br />
atantando contra<br />
toda ley.<br />
>Asesinato <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong>. Rebelión<br />
armada<br />
‘Ruptura <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n establecido’.<br />
El ‘castigo’: muerte <strong>de</strong> Vernulfo, <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong><br />
Sigerico y suicidio <strong>de</strong> Rosmunda<br />
Constancio:<br />
‘error trágico’:<br />
las ‘dudas’<br />
iniciales <strong>de</strong><br />
Constancio<br />
cegado por el<br />
amor a Placidia.<br />
por el conflicto entre la traición y la firma <strong>de</strong>l tratado <strong>de</strong> paz, si, por consiguiente, hemos observado<br />
cómo los traidores y ofensores objetivos pasan a ser perseguidos, muertos o huidos, entonces resulta<br />
altamente conveniente pasar revista al funcionamiento <strong>de</strong>l eje temático <strong>de</strong> la culpa trágica en<br />
<strong>Ataúlfo</strong>. Al igual que hicimos en el caso <strong>de</strong> la primera tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, hemos elaborado un<br />
gráfico que a modo <strong>de</strong> ilustración nos permitirá presentar los rasgos que <strong>de</strong>spués comentaremos con<br />
mayor extensión.<br />
Antes <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntrarnos en el comentario <strong>de</strong>l gráfico, anticipamos un <strong>de</strong>talle significativo que prueba<br />
cómo <strong>Montiano</strong> en su segunda tragedia ha perfeccionado su oficio como poeta dramático. Uno <strong>de</strong><br />
los <strong>de</strong>fectos observables en <strong>Virginia</strong> era que los personajes parecían “muñecos unidimensionales”<br />
que para nada variaban su conducta o sus emociones <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer verso que pronuncian hasta el<br />
último; esto, aunque se aprecia también en <strong>Ataúlfo</strong>, ya no ocurre con todos los personajes: Sigerico,<br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Constancio, por ejemplo, manifiestan dudas, vacilaciones, cambios emocionales y <strong>de</strong><br />
actitud que les hacen ser más humanos en su caracterización dramática 120 . Lógicamente, este factor<br />
influye en cómo se organiza el eje temático <strong>de</strong> la culpa trágica en <strong>Ataúlfo</strong>, lo cual nos ha movido a<br />
cambiar nuestro modo <strong>de</strong> exposición. Si en <strong>Virginia</strong> los rasgos pertenecientes a la culpa trágica<br />
estaban total y sólidamente vinculados al conflicto o agón entre la tiranía <strong>de</strong> Apio Claudio y la<br />
libertad <strong>de</strong> Roma; en <strong>Ataúlfo</strong> suce<strong>de</strong> lo mismo con la notoria salvedad <strong>de</strong> que ahora el nivel <strong>de</strong><br />
vinculación <strong>de</strong> los rasgos temáticos con las fuerzas en conflicto (la paz frente a la traición) no<br />
120 Donald L. Shaw (“<strong>Montiano</strong>’s Athaulpho”, art. cit.) y Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón (La obra dramática <strong>de</strong>l<br />
vallisoletano..., op. cit., p. 192) insisten también en este <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> la evolución artística <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>.<br />
84<br />
<strong>Las</strong> pasiones ‘nobles’ convertidas en<br />
‘<strong>de</strong>ber inexcusable’:<br />
>En lo ‘público’: búsqueda <strong>de</strong> la paz,<br />
la justicia, un territorio estable para<br />
los godos: <strong>Ataúlfo</strong>, Placidia y Valia.<br />
> En lo ‘privado’: amor entre<br />
esposos.<br />
Pero‘error trágico’: los ‘celos’,<br />
las ‘dudas’ <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y <strong>de</strong>cisiones<br />
incorrectas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un punto <strong>de</strong> vista<br />
político.<br />
‘Restablecimiento <strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n’.<br />
<strong>Ataúlfo</strong> “paga” los errores<br />
cometidos:<br />
>En lo ‘público’, Valia suce<strong>de</strong>rá a<br />
<strong>Ataúlfo</strong><br />
>Pero en lo ‘privado’: dolor,<br />
sufrimiento por la muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>
evisten igual intensidad. Dicho <strong>de</strong> otro modo, el error trágico o el ser arrastrado por una pasión<br />
incontenible que acarrea fatales consecuencias gozan <strong>de</strong> cierta autonomía y ya no son exclusivos <strong>de</strong>l<br />
bando o grupo negativo –si se nos permite el término para referirnos a tiranos, traidores, etc.–,<br />
porque en el bando positivo –la libertad, la paz, etc.– también se aprecia que existen errores trágicos<br />
o intensos <strong>de</strong>bates pasionales que operan en el interior <strong>de</strong> los personajes. Y esto sin tener todavía en<br />
cuenta que existe un tercer bando o grupo, el representado por Constancio, situado entre godos<br />
“pacifistas” y godos “belicosos”, aunque muestre sus preferencias hacia los primeros y con ellos se<br />
posicione cada vez con más intensidad conforme avanza la tragedia.<br />
Así que hemos estructurado nuestra exposición en función <strong>de</strong> los rasgos temáticos más que en<br />
función <strong>de</strong> las fuerzas temáticas en conflicto; sin olvidar nunca que éstas últimas <strong>de</strong>sempeñan un<br />
grado <strong>de</strong> intervención bastante intenso, pues en el fondo son el origen y causa <strong>de</strong> que las pasiones,<br />
el error o la maldad salgan a la luz durante los cinco actos <strong>de</strong> la tragedia.<br />
A. La dicotomía entre pasiones <strong>de</strong>senfrenadas y pasiones nobles 121<br />
<strong>Las</strong> pasiones <strong>de</strong>senfrenadas, muchas veces, eran el principal causante <strong>de</strong> los otros rasgos que<br />
marcan el eje temático <strong>de</strong> la culpa trágica y provocaban siempre el “Or<strong>de</strong>n Roto”, mientras que las<br />
pasiones nobles actuaban como móvil <strong>de</strong> conductas positivas que encarnan lo que hemos venido<br />
<strong>de</strong>nominando como “Or<strong>de</strong>n Restablecido”. En <strong>Ataúlfo</strong> esta dicotomía se observa claramente con<br />
respecto a la esfera <strong>de</strong> lo público don<strong>de</strong> el bando <strong>de</strong> los godos belicosos representa un conjunto <strong>de</strong><br />
valores <strong>de</strong> connotaciones negativas, frente al <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l bando <strong>de</strong> los godos pacifistas,<br />
y en menor medida <strong>de</strong> la embajada romana. Unos están movidos por la ambición <strong>de</strong> conquista, por<br />
el odio exacerbado hacia lo extranjero (esto es, lo romano) y preten<strong>de</strong>n mantener el viejo sistema<br />
socio-político <strong>de</strong> los godos (falta <strong>de</strong> un territorio estable en el que establecerse, sociedad “ruda” y<br />
poco “civilizada”, basada casi exclusivamente en la guerra como modo <strong>de</strong> vida, etc.); todo lo cual el<br />
mismo Luzán explica con los siguientes calificativos: “los godos y otros pueblos septentrionales,<br />
gente marcial y feroz y poco aficionada a las tranquilas tareas <strong>de</strong> Minerva” (la Poética, p. 133). Los<br />
otros en cambio simbolizan el intento <strong>de</strong> reformar el modus vivendi <strong>de</strong> los godos, <strong>de</strong> civilizar la<br />
sociedad a partir <strong>de</strong> estructuras políticas y administrativas mucho más estables que la estricta<br />
<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> las hipotéticas victorias militares. Valia en su <strong>de</strong>bate con Sigerico (I, 6) llega a<br />
formularse preguntas como las siguientes:<br />
¿Será mejor [...] que jamás se alegue en las conquistas / otro <strong>de</strong>recho, que el que dan las armas?<br />
/ ¿Será mejor [...] el horrendo esplendor <strong>de</strong> más victorias, / y volver rotos a la triste suerte / <strong>de</strong> la<br />
erizada vecindad <strong>de</strong>l Norte? / ¿Seremos siempre objeto <strong>de</strong> los odios / <strong>de</strong>l universo? ¿Incultos,<br />
incapaces / <strong>de</strong> la humana sociedad seremos siempre? / A los gran<strong>de</strong>s imperios, Sigerico, / la<br />
espada que los funda, los <strong>de</strong>struye, / si la razón sus filos no gobierna. / (I, 6).<br />
Esta confrontación <strong>de</strong> pasiones y <strong>de</strong> creencias tanto en su variante <strong>de</strong>senfrenada como en la noble<br />
<strong>de</strong>bería tener su correlato o paralelo en el terreno <strong>de</strong> lo privado. Para comprobar si esto es así,<br />
proseguimos con nuestra exposición.<br />
1. <strong>Las</strong> pasiones <strong>de</strong>senfrenadas: intromisión mutua <strong>de</strong> lo público y lo privado.<br />
1.a. Lo privado se entromete en lo público. Rosmunda, tal y como <strong>de</strong>lata el monólogo <strong>de</strong> I, 3, actúa<br />
impulsada por un <strong>de</strong>specho <strong>de</strong> origen amoroso que se transforma en un <strong>de</strong>seo ciego <strong>de</strong> venganza y<br />
<strong>de</strong> odio hacia los reyes, agravado por la ambición <strong>de</strong> convertirse ella misma en reina 122 . Por todo<br />
121 Como se recordará esta dicotomía está <strong>de</strong>finida en escritos teóricos <strong>de</strong> “académicos <strong>de</strong>l Buen Gusto”. Luzán, por<br />
ejemplo, se felicita <strong>de</strong> que “el ver en las <strong>tragedias</strong> cuántas inquietu<strong>de</strong>s, cuántas miserias y pesares acarrea una violenta<br />
pasión, un <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nado apetito, hará los oyentes más cuerdos y más mo<strong>de</strong>rados en sus afectos por el miedo <strong>de</strong> incurrir<br />
en semejantes <strong>de</strong>sgracias” (la Poética, p. 491); mientras que Velázquez, en el Examen <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, alaba “el <strong>de</strong>coro y la<br />
mo<strong>de</strong>stia con que se hace tratar aquellas nobles pasiones que no tienen otra oficina que el corazón ni otro principio que<br />
la virtud, la bondad y la justicia”.<br />
122 Reproducimos los fragmentos más significativos <strong>de</strong>l monólogo <strong>de</strong> I, 3; en la escena anterior Placidia rogó a<br />
Rosmunda que colaborase activamente con la firma <strong>de</strong>l tratado mediando para que Sigerico, que se mostraba reacio a<br />
toda paz con los romanos, cambiara <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a, asimismo le había revelado el noviazgo antiguo con Constancio:<br />
“ROSMUNDA: ¿Yo instar, porque afiances el <strong>de</strong>scanso, / y que tu amor afirmes, cuando vivo / por la sola esperanza <strong>de</strong><br />
romperle? / ¿Yo concurrir (¡Oh rabia!) a que <strong>Ataúlfo</strong> / a otra dicha no aspire, que a tus brazos, / cuando pu<strong>de</strong> pensar, y<br />
85
ello, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> pasar a la acción, hacer todo lo posible no sólo para que no se firme la paz, sino<br />
también para acabar con la vida <strong>de</strong> los reyes y suce<strong>de</strong>rles en el trono.<br />
1.b. Lo público se entromete en lo privado. Sigerico estaba cegado por un amor loco hacia<br />
Rosmunda en lo privado; y en lo público, aunque con una intensa ambición política y contrario a la<br />
paz, se mantiene leal al rey <strong>Ataúlfo</strong>. Cuando Rosmunda, en la escena siguiente (I, 4), le hace saber<br />
que la única forma <strong>de</strong> conseguirla en matrimonio es la traición y la venganza, provoca<br />
irremediablemente que lo público se entrometa en lo privado, pues a Sigerico, para consumar su<br />
pasión privada (el amor y el matrimonio), no le queda otra salida que empren<strong>de</strong>r una <strong>de</strong>terminada<br />
acción pública, o si se prefiere sociopolítica, como es un levantamiento en armas contra un<br />
soberano, acentuándose a<strong>de</strong>más sus <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r 123 .<br />
2. <strong>Las</strong> pasiones nobles: el <strong>de</strong>ber inexcusable y el honor<br />
Los sectores <strong>de</strong> los godos partidarios <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong> la embajada romana están afectados, en un<br />
principio, por la intriga secundaria que gira en torno al amor conyugal que encarnan <strong>Ataúlfo</strong> y<br />
Placidia y a la atracción que Constancio siente hacia la reina <strong>de</strong> los godos. Estas pasiones, para que<br />
sean en efecto nobles, han <strong>de</strong> convertirse en <strong>de</strong>ber inexcusable, en obligación moral que impulsa al<br />
bien común y colectivo al que se subordina siempre el bienestar individual. Sin embargo, esta<br />
exigencia ética no excluye en ningún momento conflictos y tensiones interiores: Constancio se<br />
<strong>de</strong>batirá dolorosamente entre intentar recuperar el amor <strong>de</strong> Placidia, si apoya la sedición puesta ya<br />
en marcha, o per<strong>de</strong>rla <strong>de</strong>finitivamente, si se inclina hacia el bando que encabeza <strong>Ataúlfo</strong> 124 .<br />
Precisamente el rey godo sostendrá otra intensa lucha interior a raíz <strong>de</strong> la revelación <strong>de</strong> que Placidia<br />
y Constancio estuvieron prometidos y <strong>de</strong> que el embajador romano sigue amando a su esposa. Y<br />
como consecuencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate pasional suspen<strong>de</strong>rá provisionalmente (<strong>de</strong>s<strong>de</strong> II, 5 hasta que en IV, 6<br />
<strong>de</strong>ci<strong>de</strong> lo contrario) la firma <strong>de</strong>l tratado: si rubricaba la paz, daba un paso en favor <strong>de</strong> las<br />
pretensiones amatorias <strong>de</strong> Constancio; si no la suscribía, generaba una conflicto casi bélico entre<br />
godos y romanos, a la par que renunciaba a todos sus proyectos <strong>de</strong> reformas sociopolíticas en el<br />
reino. En las vacilaciones <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> ocupa un lugar importante –aparte <strong>de</strong> los celos– el viejo<br />
concepto <strong>de</strong>l honor, uno <strong>de</strong> los temas centrales <strong>de</strong>l teatro español aurisecular. Acerca <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong><br />
<strong>de</strong>cíamos que <strong>Montiano</strong> practica la re<strong>de</strong>finición dieciochesca <strong>de</strong> la noción <strong>de</strong> honor, en el sentido <strong>de</strong><br />
que lo personal-familiar <strong>de</strong>be subordinarse a lo colectivo-nacional, se convierte en “razón <strong>de</strong><br />
Estado”, habida cuenta <strong>de</strong> que en las <strong>tragedias</strong> los protagonistas son siempre personas con<br />
responsabilidad <strong>de</strong> gobierno. En efecto, las dudas <strong>de</strong>l rey están provocadas principalmente porque,<br />
<strong>de</strong> ser verdad las acusaciones lanzadas por Sigerico, la “patria goda” se vería en grave peligro:<br />
Constancio podría aliarse a Placidia para conseguir la <strong>de</strong>rrota final <strong>de</strong> su rival amoroso.<br />
En las dudas y temores <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> predomina esta perspectiva político-nacional, ya que si hubiera<br />
antepuesto lo personal-familiar, el honor podría haberse transformado en pasión <strong>de</strong>senfrenada<br />
expresada bajo términos como venganza o ira, peligrosas siempre para el bienestar público. Sin<br />
embargo, a diferencia <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, <strong>Montiano</strong> <strong>de</strong>sarrolla con más intensidad dramática el <strong>de</strong>bate en<br />
torno al honor, y <strong>Ataúlfo</strong> ya no es el “muñeco unidimensional” que era Lucio Virginio cuando<br />
blandió el puñal. Por otra parte, la extensa lucha interior <strong>de</strong>l rey (con una duración <strong>de</strong> dos actos,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> II, 4 hasta IV, 6) se mantiene siempre <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> unos términos plenamente racionalistas que<br />
convienen ser recordados:<br />
aún pienso ahora, / que había <strong>de</strong> buscarlos con los míos? / La altiva estirpe <strong>de</strong> los Baltos luce / en mí, que <strong>de</strong> su ardor no<br />
<strong>de</strong>genero; / ¿y hubo <strong>de</strong> preferir a una romana, / que con tan claro origen no se adorna? / Alma digna <strong>de</strong>l trono me<br />
distingue: / pues no a <strong>de</strong>specho mío, no le ocupe / otra sin tanto mérito, y que sólo / <strong>de</strong>be su elevación a la fortuna. /” (I,<br />
3, vv. 105-119).<br />
123 Estas palabras dice Rosmunda a Sigerico: “Si acaso no bastare...¿Qué no pue<strong>de</strong> / la sedición?... Mas tú,<br />
considéralo; / y sabe, que la dicha <strong>de</strong> mi mano / jamás la gozarás, sin que antes vengues / la vergonzosa afrenta <strong>de</strong> los<br />
godos. / O sin per<strong>de</strong>r un instante consíguelo, / o la esperanza <strong>de</strong> obligarme, pier<strong>de</strong>. /” (I, 4, vv. 176-183).<br />
124 Reproducimos algunos fragmentos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate interior <strong>de</strong> Constancio: “ A Placidia perdiste para siempre / ¡Oh<br />
malogrado bien! Ya no la guerra, / no la contraria religión, no el odio / te arrancarán <strong>de</strong>l pecho <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> / ¿Qué he <strong>de</strong><br />
hacer? ¡Ay <strong>de</strong> mí! Si me <strong>de</strong>claro / parcial <strong>de</strong> Sigerico, manifiesto / mi secreta traición. Si a Valia ayudo, / si cumplo mi<br />
honor, será preciso / que hoy el término <strong>de</strong> mi vida....”(II, 1, vv. 420-429).<br />
86
Cuando Sigerico revela malicioso el falso rumor, le dice lo siguiente: “Y pues Constancio con<br />
Placidia viene, / estudia su semblante, y sus palabras: / tu honor lo pi<strong>de</strong>, y la quietud <strong>de</strong>l<br />
pueblo, / y ofen<strong>de</strong>s a los dos, si lo <strong>de</strong>sprecias. /” (II, 4, vv. 693-696) La negrilla es nuestra.<br />
A partir <strong>de</strong> ese instante, <strong>Ataúlfo</strong> “estudia” el problema planteado. Ciertamente se podría alegar<br />
que los padres y maridos <strong>de</strong>l teatro aurisecular (los “dramas” <strong>de</strong> Cal<strong>de</strong>rón son arquetípicos en este<br />
sentido) también realizan profundos análisis antes <strong>de</strong> lanzarse al <strong>de</strong>sagravio <strong>de</strong> la honra mancillada;<br />
pero <strong>Ataúlfo</strong> emplea otro tipo <strong>de</strong> “estudio”: en III, 4, el rey, en presencia <strong>de</strong> Valia, expresa a<br />
Placidia los dos extremos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate, que no son otros que los <strong>de</strong> “razón” frente a “<strong>de</strong>lirio”, pasional<br />
se entien<strong>de</strong>, y los <strong>de</strong> “verdad” frente a “error”; polos contrapuestos que se repiten en la sexta escena<br />
<strong>de</strong>l acto IV, momento en que toma la <strong>de</strong>cisión final.<br />
A fin <strong>de</strong> no resultar en exceso prolijos con citas textuales, nos limitamos a mencionar algunos<br />
fragmentos <strong>de</strong> los argumentos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, tomándonos la licencia <strong>de</strong> omitir la indicación <strong>de</strong> la<br />
pausa versal:<br />
“Yo resisto, señora, a que me obligue tu dulce voz a <strong>de</strong>poner mi enojo, hasta salvar el cargo,<br />
con que abulta mi <strong>de</strong>lirio un error en tu inocencia; y al propio tiempo compasivamente la<br />
voluntad rendida que te adora, sin aguardar la prueba <strong>de</strong>l agravio, hacia la fe <strong>de</strong> tu<br />
cariño inclina [...] Placidia, basta, basta [se refiere al “llanto” con que Placidia trata <strong>de</strong> hacerle<br />
cambiar <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a]; que en el arduo combate a que me expongo es preciso que salgas<br />
victoriosa. Pero ya que me atraigas, o me rindas, o bien a tus razones, o a tu hechizo; díme<br />
¿Cómo tan presto <strong>de</strong>scubriste <strong>de</strong>l infiel Sigerico las i<strong>de</strong>as?”. Y cuando Placidia respon<strong>de</strong> que<br />
ha sido Constancio el confi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la traición <strong>de</strong> Sigerico, nuevamente se avivarán las dudas<br />
<strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, quien finaliza la escena con estas palabras: “aún restan circunstancias que<br />
averigüe, / aún faltan que vencer otros afanes”.(III, 4, vv. 979-986, 996-1002 y 1023-1024).<br />
La negrilla es nuestra.<br />
“Yo convengo, Placidia, en que me falta vigor para agravarte, o absolverte: tal es la<br />
in<strong>de</strong>cisión, en que me ponen tu mérito, mi amor, y mis recelos. Tu virtud <strong>de</strong> una parte, y tu<br />
belleza, más que me impelen, juzgo que me arrastran a que el discurso a tu favor abogue. La<br />
acusación vestida con indicios, ya que vehementes no, no <strong>de</strong>spreciables, aquel puro cotejo,<br />
me <strong>de</strong>struye. ¡Ah! ¡si tú, pues indicas que son otros los que también te infaman, y acriminan,<br />
con <strong>de</strong>cir los que son, me redujeses a fijar <strong>de</strong> una vez mi incierto juicio!” (IV, 6, vv. 1484-<br />
1497). La negrilla es nuestra.<br />
<strong>Ataúlfo</strong> finalmente es vencido por lo pasional, por el “hechizo” <strong>de</strong> la “virtud” y “belleza” <strong>de</strong><br />
Placidia. Un llanto <strong>de</strong> la joven romana en el que lamenta su suerte, manifiesta <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> morir y,<br />
sobre todo, le contraataca con el argumento <strong>de</strong> que también tiene su honor agraviado: si ella y<br />
Constancio fueron en el pasado prometidos y el embajador romano la sigue amando, suce<strong>de</strong> que<br />
<strong>Ataúlfo</strong> y Rosmunda también fueron prometidos y que Rosmunda todavía ama al rey godo.<br />
Entonces ¿Con qué <strong>de</strong>recho pue<strong>de</strong> acusarla <strong>Ataúlfo</strong>?.<br />
La rendición <strong>de</strong>l rey a lo pasional no tiene una connotación negativa para <strong>Montiano</strong>, se trata <strong>de</strong> una<br />
pasión noble, la <strong>de</strong> un marido hacia la esposa, a<strong>de</strong>más inocente, y, sobre todo, <strong>de</strong> una muestra <strong>de</strong> la<br />
generosidad <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>. El problema trágico, en realidad, es otro. La tardanza y <strong>de</strong>mora<br />
<strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> en <strong>de</strong>cidirse, se convierte en error o hamartía. Ahí está precisamente la visión<br />
dieciochesca, y por qué no <strong>de</strong>cirlo “ilustrada”, <strong>de</strong>l honor: el rey no tenía indicios racionales para<br />
haber dudado <strong>de</strong> su esposa. <strong>Ataúlfo</strong>, aunque terminara venciendo al honor (convertido ahora en<br />
pasión <strong>de</strong>senfrenada cercana a los celos, el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> venganza y a la ira), ha permitido con sus<br />
dudas que los traidores ganaran tiempo para consumar sus alevosos planes.<br />
Distintos son los casos <strong>de</strong> Placidia y <strong>de</strong> Valia, que no sostienen luchas interiores <strong>de</strong> tipo pasional:<br />
Placidia manifiesta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio que sólo ama a <strong>Ataúlfo</strong> y sus llantos, ruegos y <strong>de</strong>más<br />
actuaciones están motivados por recuperar la confianza <strong>de</strong> su esposo, por conseguir la paz y por<br />
impedir a toda costa la conspiración; mientras que Valia actúa exclusivamente como colaborador <strong>de</strong><br />
los reyes, sin manifestar nunca que estuviera afectado por alguna pasión personal.<br />
3. Pasiones no corregidas frente a pasiones corregidas.<br />
87
Porque en el fondo entre las pasiones <strong>de</strong>senfrenadas y las pasiones nobles sólo existen dos<br />
diferencias: una <strong>de</strong> índole moral, incluso i<strong>de</strong>ológica o política (libertad frente a tiranía en <strong>Virginia</strong>;<br />
paz frente a traición en <strong>Ataúlfo</strong>) y otra <strong>de</strong> psicología dramática, aunque también impregnada <strong>de</strong><br />
moralidad e i<strong>de</strong>ología: el <strong>de</strong>bate en torno a cómo <strong>de</strong>be la razón humana controlar la esfera <strong>de</strong> lo<br />
pasional-sentimental. Dicho <strong>de</strong> otro modo, en <strong>Ataúlfo</strong> suce<strong>de</strong> que, consi<strong>de</strong>radas en sí mismas, no<br />
existen muchas disparida<strong>de</strong>s entre pasiones: tan incontenible es el amor <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y <strong>de</strong> Constancio<br />
hacia Placidia como el que siente Sigerico hacia Rosmunda. Por tanto habría que buscar las<br />
diferencias en la moralidad y en la psicología racionalista Pero será mejor que expliquemos<br />
brevemente cómo funcionan estos tres amores durante los cinco actos <strong>de</strong> la tragedia:<br />
Luzán, en su Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong>, <strong>de</strong>fine a la perfección cómo es el amor <strong>de</strong>l primer rey<br />
godo <strong>de</strong> España 125 , presentando a un hombre enteramente dominado por la pasión, pero sin<br />
embargo ésta es noble por las dos causas ya <strong>de</strong>scritas: a) es un amor lícito que se consuma mediante<br />
matrimonio y tiene un contenido moral y políticamente positivo; y b) este amor se convierte en<br />
virtuoso basado en el control que la razón <strong>de</strong>be ejercer sobre los impulsos emocionales, así, sirve<br />
“para templar poco a poco los ardores belicosos” y para provocar como resultado que <strong>Ataúlfo</strong><br />
“mo<strong>de</strong>ró su aversión contra el nombre romano”.<br />
El amor <strong>de</strong> Constancio hacia Placidia es tan intenso como el <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, al menos según la<br />
versión <strong>de</strong> Luzán: “porque Constancio por la ciega pasión con que amaba a Placidia, con continuas<br />
instancias la pedía por esposa a Honorio, que finalmente le ofreció que comoquiera que la pudiese<br />
recobrar por paz o por guerra sería su esposa. Esta pasión <strong>de</strong> Constancio y la envidia [...] le<br />
movieron a hacer guerra a <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia”. Sin embargo, el Constancio trágico no es el mismo<br />
que el histórico: su pasión, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> la moralidad-i<strong>de</strong>ología, no es lícita porque se<br />
dirige hacia la esposa <strong>de</strong> otro hombre y porque pone en peligro las relaciones internacionales entre<br />
dos pueblos o Estados (véase su monólogo <strong>de</strong> II, 1). Ahora bien, el mérito <strong>de</strong> Constancio resi<strong>de</strong> en<br />
que “mo<strong>de</strong>ra” o “corrige” racionalmente su pasión 126 : a raíz <strong>de</strong> su encuentro con la reina (acción<br />
elidida en II, 4) hace <strong>de</strong> tripas corazón –valga la expresión popular– y, <strong>de</strong>jando en un segundo<br />
término sus sentimientos, colabora con la paz y en beneficio <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
Sigerico estaba inicialmente contra toda paz con los romanos y representa una corriente política<br />
diversa <strong>de</strong> la <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, pero su disi<strong>de</strong>ncia entraba <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> límites permisibles pues se basaba en<br />
cierta honestidad y lealtad hacia el rey, a pesar <strong>de</strong> que en su intimidad ambicionase ser el rey. Por<br />
este motivo, cuando Rosmunda le coloca en la disyuntiva <strong>de</strong> elegir entre la fi<strong>de</strong>lidad a <strong>Ataúlfo</strong> o el<br />
matrimonio con la mujer que ama, alberga al principio serias dudas: su razón y su moralidad le<br />
hacen ver que la traición no era justa, pero su corazón le dicta que para conseguir la mano <strong>de</strong><br />
Rosmunda <strong>de</strong>bía conspirar contra <strong>Ataúlfo</strong>, convirtiéndose en un ser incapaz <strong>de</strong> vencer las pasiones<br />
y encauzarlas racionalmente hacia una conducta moral a<strong>de</strong>cuada y exigible a su condición <strong>de</strong><br />
“príncipe godo”:<br />
Yo apetezco también pronto, y sumiso / servir, y obe<strong>de</strong>cer a quien domina, / aun más que no<br />
los propios, mis afectos, / como el único medio <strong>de</strong> agradarla [a Rosmunda]; / pero al atroz, al<br />
duro que propone, / temo, temo, que falte la justicia, / o apariencia bastante, que la supla / No<br />
creo, no, a la reina <strong>de</strong>lincuente /, por más que sus acciones se acriminen; / que es natural,<br />
amigo [a Vernulfo], que procure / la paz entre un hermano y un esposo; / y que <strong>de</strong> limpio<br />
corazón blasone, / pues a Constancio para siempre aleja. / Cuando no hubiese en ti toda la<br />
125 “Era <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong> un ánimo marcial y generoso; la traición <strong>de</strong> los romanos y sobre todo su mismo genio le<br />
estimulaban a la venganza, y a la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l imperio romano, y a ensalzar en su lugar el nombre y dominación <strong>de</strong><br />
los godos, haciendo que el renombre imperial <strong>de</strong> Augusto se mudara en a<strong>de</strong>lante en el <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>. Con estos altos<br />
pensamientos, y con un vencedor ejército rico en mil <strong>de</strong>spojos para ejecutarlos, y señor temido <strong>de</strong> casi toda Italia, sólo<br />
le faltó empezarlo a intentar para conseguirlo. Pero una mujer y una pasión, medios ambos fatales y po<strong>de</strong>rosos para<br />
causar cualquier mudanza, no sólo en el corazón <strong>de</strong> un príncipe, sino en los mayores imperios, fueron bastantes<br />
para templar poco a poco los ardores belicosos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y mudarle en sin totalmente <strong>de</strong> intentar. Placidia,<br />
hermosa y discreta, le ganó enteramente la voluntad, mo<strong>de</strong>ró su aversión contra el nombre romano, le reconcilió<br />
con su hermano Honorio” (La negrilla es nuestra).<br />
126 Como él mismo dice en los versos finales <strong>de</strong> la tragedia: “si noto / tan infaustos, tan míseros anuncios, / ¡Qué<br />
pasión ha <strong>de</strong> haber, que no se entibie! / ni qué <strong>de</strong>seo habrá, que no escarmiente!”.<br />
88
audacia, / que necesita un lance ejecutivo /, yo sin pavor, yo solo me arrojara / al más temido,<br />
y peligroso insulto: / pero ¿<strong>de</strong> qué aprovechan las malda<strong>de</strong>s /, si <strong>de</strong>sairan al odio cometidas, /<br />
no ganando en motivos suficientes / la común opinión <strong>de</strong> precisadas? / (I, 5, vv. 196-216).<br />
Retomando las palabras <strong>de</strong> Luzán, resulta que son “una mujer y una pasión, medios ambos fatales y<br />
po<strong>de</strong>rosos para causar cualquier mudanza, no sólo en el corazón <strong>de</strong> un príncipe, sino en los mayores<br />
imperios”. Y hasta ahora se ha tratado <strong>de</strong> hombres pero no <strong>de</strong> mujeres. Placidia y Rosmunda<br />
simbolizan dos tipos totalmente contrapuestos: la primera contribuye a “templar” y “mo<strong>de</strong>rar” los<br />
“ardores guerreros” y el “ánimo marcial” <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, así como a “alejar” a Constancio <strong>de</strong> su pasión<br />
ilícita para encauzarla hacia la paz y el bien común. Rosmunda, por contra, incita a la maldad,<br />
promueve sediciones con el único fin <strong>de</strong> satisfacer instintos vengativos y <strong>de</strong> odio; o como dice<br />
Valia en la última escena <strong>de</strong> la tragedia: “ella ha sido / el único instrumento, y primer móvil / <strong>de</strong> la<br />
común <strong>de</strong>sgracia que lloramos. /”. <strong>Montiano</strong> también se encarga <strong>de</strong> mostrar el contraste entre las<br />
dos mujeres en el acto V, mediante dos situaciones dramáticas que indican a la perfección cómo es<br />
cada una: en la escena tercera, muerto <strong>Ataúlfo</strong> y <strong>de</strong>smayada Placidia, <strong>de</strong> rodillas Constancio ruega<br />
auxilio a Rosmunda, y ella se niega enfurecida: “Que la socorra / tu ceguedad me pi<strong>de</strong> neciamente, /<br />
¿cuando mi único fin, que abandonada / sirvan a mi trofeo sus <strong>de</strong>spojos? / ¿Cuando el fogoso<br />
aliento que respiro / crecerá a ser volcán, que me sofoque, / como el suyo no falte, o <strong>de</strong>sfallezca? /<br />
[...] Mal conoces el odio <strong>de</strong> mi pecho, / si esta entereza en el furor extrañas” (V, 3, vv.1829-1834 y<br />
1850-1851). Placidia, por contra, se comporta <strong>de</strong> modo muy distinto, cuando Rosmunda se arroja<br />
por el balcón, su reacción inmediata no es alegrarse <strong>de</strong> ello, sabiéndola la principal causante <strong>de</strong><br />
todo, sino que intenta <strong>de</strong>tenerla, apiadándose <strong>de</strong> la infeliz dama : “Tente, aguarda, mujer, no<br />
<strong>de</strong>sconfíes / <strong>de</strong>l temerario exceso <strong>de</strong> tu culpa: / mayor es mi piedad”. Prueba irrefutable <strong>de</strong>l abismo<br />
que separa a las dos mujeres en torno a las cuales gira el torbellino <strong>de</strong> pasiones, <strong>de</strong> luchas políticas y<br />
diferentes concepciones morales <strong>de</strong>batidas en la tragedia.<br />
4. El amor loco / amor virtuoso en <strong>Ataúlfo</strong><br />
La contraposición entre el amor virtuoso y el amor loco, aparece ligada<br />
lógicamente a la oposición existente entre pasiones nobles y pasiones<br />
<strong>de</strong>senfrenadas. A propósito <strong>de</strong>l contraste entre estos dos amores en<br />
<strong>Virginia</strong> se comentó que se introduce en España la ten<strong>de</strong>ncia vigente en el<br />
clasicismo francés (Racine, sobre todo, y Corneille, algo menos) <strong>de</strong><br />
consi<strong>de</strong>rar el amor como un tema secundario o menor con respecto a los<br />
restantes temas que pue<strong>de</strong>n aparecer en un poema trágico. En <strong>Ataúlfo</strong> se<br />
observa la existencia <strong>de</strong> un peculiar pentágono <strong>de</strong> relaciones amorosas en<br />
el que sólo aparece una “escena <strong>de</strong> amor” (IV, 6), que se maneja <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
los estrictos límites <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>ración expresiva <strong>de</strong>l Neoclasicismo:<br />
Por lo <strong>de</strong>más, aumenta con respecto a <strong>Virginia</strong> el número <strong>de</strong> escenas<br />
89<br />
Placidia<br />
<strong>Ataúlfo</strong><br />
Constancio<br />
Sigerico<br />
Rosmunda<br />
don<strong>de</strong> se hace alguna mención a cualquiera <strong>de</strong> los dos amores, el virtuoso o el loco; lo cual es<br />
lógico, habida cuenta <strong>de</strong> que en <strong>Virginia</strong> sólo hay un triángulo amoroso (el <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>-Icilio y el<br />
<strong>de</strong> Claudio hacia la joven romana) frente al polígono <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, con un amor virtuoso y tres amores<br />
locos: Constancio hacia Placidia, Rosmunda hacia <strong>Ataúlfo</strong> y Sigerico hacia Rosmunda.<br />
De todo lo cual obtenemos la siguiente tabla:<br />
Acto Sin amor Con amor loco Con amor virtuoso De amor loco De amor virtuoso<br />
I 2 3 (I, 3, 4 y 5) 2 (I,1 y 2)<br />
II 2 3 (II, 1, 2 y 4) 1 (II, 6)<br />
III 4 2 (III, 2 y 4)<br />
IV 7 1 (IV, 3) 1 (IV, 6)
V 3 1 (V, 1) 1 (V, 3)<br />
Y el siguiente gráfico comparativo entre las dos <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>:<br />
El amor en las <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong><br />
23<br />
7<br />
6<br />
B. El error trágico<br />
Otra característica <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> es que el error trágico no es privativo <strong>de</strong>l bando o sector connotado<br />
negativamente sino que también atañe a los otros dos sectores, el <strong>de</strong> los godos partidarios <strong>de</strong> la paz<br />
con Roma y el que representa el embajador Constancio. Sin embargo, dado que está condicionado<br />
por el estado pasional –o para ser más exactos por el grado en la corrección <strong>de</strong> las pasiones– en que<br />
se encuentra cada personaje afectado, así como por las circunstancias concretas, pasamos al<br />
comentario <strong>de</strong> los diversos errores trágicos más significativos, los cometidos por <strong>Ataúlfo</strong>,<br />
Constancio y Sigerico:<br />
El error <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> nace <strong>de</strong> su tardanza en corregir o mo<strong>de</strong>rar las dudas y celos ocasionados por<br />
la revelación <strong>de</strong> Sigerico sobre Placidia y Constancio; las vacilaciones <strong>de</strong>l rey durante dos actos<br />
(<strong>de</strong>s<strong>de</strong> II, 4 hasta IV, 6) tienen al menos dos consecuencias: una menos grave, el aplazamiento <strong>de</strong> la<br />
paz que en cierto modo permite a los traidores ganar tiempo para los preparativos <strong>de</strong> la<br />
insurrección, a pesar <strong>de</strong> que Valia le recomienda también el retraso precisamente para lo contrario,<br />
contrarrestar y abortar la rebelión. Y otra mucho más grave, <strong>Ataúlfo</strong>, abatido por los celos y la<br />
<strong>de</strong>sconfianza 127 no toma medidas contra el levantamiento, <strong>de</strong>soye las advertencias <strong>de</strong> Valia (III, 3) y<br />
127 Los celos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> han recibido diversos comentarios <strong>de</strong> la crítica. A modo <strong>de</strong> ejemplo mostramos los<br />
siguientes: “ Su espíritu se <strong>de</strong>bate en un conflicto vital, lucha con dos i<strong>de</strong>as contrarias: a) su mujer le es infiel, b) su<br />
mujer le es infiel, son las injurias <strong>de</strong> los traidores, las que le hacen parecer como tal; toman este hecho como pretexto<br />
para apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l trono [...] <strong>Ataúlfo</strong> es, en síntesis, un personaje perfilado dramáticamente. Su evolución <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />
escena, y su conflicto interior, hacen <strong>de</strong> él un personaje interesante, <strong>de</strong> gran rendimiento dramático, puesto que se<br />
enfrentan la vida privada y la pública <strong>de</strong>l héroe cobrando una dimensión inimaginada” (Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón, La<br />
obra dramática <strong>de</strong>..., pp. 184-185). En cambio Francisco Martínez <strong>de</strong> la Rosa opina que “el amor luchando con la<br />
ferocidad <strong>de</strong>l carácter, y los celos <strong>de</strong> un antiguo rival enconando los sentimientos <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, pudieran muy bien ofrecer<br />
el contraste <strong>de</strong> vivas pasiones, quizá algo parecido al que presenta Orosman en la Jayra; pero el poeta español no ha<br />
sabido <strong>de</strong>splegar con arte su argumento” (“Apéndice sobre la tragedia española”, en op. cit., p. 146).<br />
90<br />
18<br />
<strong>Virginia</strong> <strong>Ataúlfo</strong><br />
Sin amor 23 18<br />
Con amor loco 7 8<br />
Con amor virtuoso 6 7<br />
8<br />
7<br />
Sin amor<br />
Con amor loco<br />
Con amor virtuoso
<strong>de</strong> Placidia (III, 4) e incluso aumentan sus celos cuando su esposa le dice que Constancio está<br />
colaborando en la lucha contra los enemigos <strong>de</strong> la paz. Cuando <strong>Ataúlfo</strong> finalmente corrige sus celos<br />
es ya <strong>de</strong>masiado tar<strong>de</strong>: Sigerico, Vernulfo y Rosmunda lo tienen todo dispuesto y organizado. Lo<br />
sucedido en V, 2 (anuncio solemne <strong>de</strong> la paz y or<strong>de</strong>n para que se casen Rosmunda y Sigerico) sólo<br />
sirve para precipitar unos acontecimientos escritos <strong>de</strong> antemano.<br />
A<strong>de</strong>más habría que añadir otros errores más que reseña Martínez <strong>de</strong> la Rosa en su “Apéndice sobre<br />
la tragedia española” y que comentaremos más tar<strong>de</strong>, a cerca <strong>de</strong>l rasgo temático <strong>de</strong>l castigo.<br />
El error <strong>de</strong> Constancio es similar al cometido por el rey godo; una tardanza en la corrección<br />
pasional traerá fatales consecuencias: Constancio, creyendo que Placidia está en grave peligro <strong>de</strong><br />
ser asesinada, confía en que salvará la vida <strong>de</strong> su amada, si él colabora con la traición en marcha.<br />
Ciertamente que el retraso en la “mo<strong>de</strong>ración” pasional es menor pues apenas dura cinco escenas<br />
(<strong>de</strong>s<strong>de</strong> II, 1 , monólogo <strong>de</strong> Constancio oído por Sigerico, hasta II, 6, el embajador informa a la reina<br />
<strong>de</strong> la traición <strong>de</strong> Sigerico). Pero también ocurre que el verda<strong>de</strong>ro error lo cometió antes, cuando, tal<br />
y como reconoce en dicho monólogo, presionó con mentiras y falsas promesas a Honorio para que<br />
lo enviara como embajador a Barcelona, con la esperanza <strong>de</strong> recuperar a Placidia. Según hemos<br />
dicho en varias ocasiones, la simple presencia <strong>de</strong> Constancio es un agravante, una provocación para<br />
los godos belicistas; y, al <strong>de</strong>scubrir éstos el secreto <strong>de</strong> su amor hacia la reina, acrecientan las<br />
sospechas, la maledicencia y la calumnia, precisamente en beneficio <strong>de</strong> la causa sediciosa. Por todo<br />
esto, el embajador romano, cuando todo está consumado no pue<strong>de</strong> menos que exclamar: “¡Más, ¡Oh<br />
Dios! que yo solo soy la causa / <strong>de</strong> tanta <strong>de</strong>sventura! Yo impru<strong>de</strong>nte / me <strong>de</strong>jé seducir <strong>de</strong> sus<br />
cautelas [las <strong>de</strong> Sigerico], / me <strong>de</strong>jé arrebatar <strong>de</strong> mis pasiones” (V, 3, vv.1866-1869).<br />
El error <strong>de</strong> Sigerico consiste una vez más en que se <strong>de</strong>jó “arrebatar <strong>de</strong> mis pasiones”, porque,<br />
como hemos visto acerca <strong>de</strong> las pasiones no corregidas, sabía que en el fondo no había motivos<br />
suficientes que justificaran la rebelión, pero <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> encabezarla porque es el único modo <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r<br />
acce<strong>de</strong>r a la mano <strong>de</strong> la mujer que ama apasionadamente, así como <strong>de</strong> satisfacer su ambición<br />
política. Sólo queda <strong>de</strong>cir que otro error <strong>de</strong> Sigerico es el confiar en un consejero malvado como<br />
Vernulfo; en este sentido, actúa <strong>de</strong> forma parecida que Apio Claudio con Marco en <strong>Virginia</strong>: ambos<br />
se <strong>de</strong>jan embaucar por la ambición <strong>de</strong>smedida, maquiavélica, <strong>de</strong> un confi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>pravado.<br />
Como pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>ducirse, el error trágico o hamartía está casi siempre provocado por la ceguera que<br />
causan las pasiones en la mente humana o por no saberse controlar a tiempo. Sin embargo,<br />
<strong>Montiano</strong> introduce la novedad, con respecto a <strong>Virginia</strong>, <strong>de</strong> que el error ya no es algo exclusivo <strong>de</strong><br />
los miembros <strong>de</strong>l bando connotado negativamente; también lo pue<strong>de</strong>n cometer las personas en un<br />
principio inocentes o virtuosas<br />
C. La maldad<br />
Este rasgo temático se organiza como propio <strong>de</strong>l sector connotado negativamente en la tragedia: los<br />
traidores contra <strong>Ataúlfo</strong> y la paz, lógicamente vienen marcados por la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> su maldad. A simple<br />
vista, resalta la inversión <strong>de</strong> valores con respecto a <strong>Virginia</strong>; allí los rebel<strong>de</strong>s eran personas buenas<br />
e inocentes, mientras que los gobernantes eran los malvados o viciosos. Por otra parte, <strong>Montiano</strong> no<br />
se <strong>de</strong>svía en nada <strong>de</strong> los elementos constituyentes <strong>de</strong> la maldad según la tragicidad clasicista y<br />
según lo que será a partir <strong>de</strong> él la tragedia neoclásica española: la ceguera pasional y / o el error<br />
evolucionan a una conducta <strong>de</strong>liberada, a una praxis negativa dirigida a la consumación <strong>de</strong> esa<br />
pasión incontenible que arrastra a los personajes.<br />
Los casos <strong>de</strong> Rosmunda y <strong>de</strong> Sigerico ya han sido perfilados en todo lo que llevamos <strong>de</strong> exposición,<br />
sólo nos queda <strong>de</strong>cir que la maldad <strong>de</strong> Rosmunda se muestra en todos sus términos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el mismo<br />
principio <strong>de</strong> la tragedia; la <strong>de</strong> Sigerico, en cambio, muestra cierta progresión: las dudas y temores<br />
iniciales son superados a partir <strong>de</strong>l acto II, en que se involucra totalmente en la sedición, pero en V,<br />
1, en los instantes previos al asesinato <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, todavía manifiesta síntomas <strong>de</strong> duda y <strong>de</strong> temor<br />
hacia la conjura que él mismo ha contribuido a organizar y aparece como un individuo arrastrado<br />
91
por la fatalidad, por el <strong>de</strong>stino encarnado bajo la apariencia <strong>de</strong> los caprichos <strong>de</strong> su amada<br />
Rosmunda 128 .<br />
Vernulfo, el asesino <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> –poco importa ahora su i<strong>de</strong>ntidad histórica, <strong>de</strong> la que se conocen<br />
pocos datos– es el malvado por antonomasia, incluso más que Rosmunda, porque no está cegado<br />
por ninguna pasión amorosa que le merme la capacidad <strong>de</strong> raciocinio o el albedrío. Efectivamente,<br />
en todo momento es plenamente consciente <strong>de</strong> sus actos y <strong>de</strong> las motivaciones que le impulsan,<br />
representando a la perfección el tipo teatral <strong>de</strong>l mal consejero que Marco Claudio (<strong>Virginia</strong>)<br />
inaugura según la perspectiva <strong>de</strong> la tragedia neoclásica: hombre, aunque también pue<strong>de</strong> ser una<br />
mujer, que goza <strong>de</strong> la confianza <strong>de</strong> una persona con responsabilidad <strong>de</strong> gobierno y que impulsado<br />
por la codicia, la ambición u otras malda<strong>de</strong>s (revestidas a<strong>de</strong>más con el marchamo <strong>de</strong>l<br />
maquiavelismo) conspira contra su señor 129 .<br />
De resultas <strong>de</strong> cómo están marcados estos tres personajes con el rasgo <strong>de</strong> la maldad, <strong>Montiano</strong><br />
justificará plenamente el principio <strong>de</strong> la justicia poética según el cual los malvados <strong>de</strong>ben ser en<br />
todo momento castigados.<br />
D. El castigo<br />
Así pues entramos <strong>de</strong> lleno en una implacable lógica, según la perspectiva <strong>de</strong> la tragicidad<br />
clasicista: aquellos personajes cuya moralidad y cuya conducta son absolutamente reprobables para<br />
el sistema <strong>de</strong> creencias imperante en la sociedad <strong>de</strong>ben ser castigados con la contun<strong>de</strong>ncia que<br />
merecen. Estamos todavía algo lejos <strong>de</strong> planteamientos como los románticos don<strong>de</strong> el “personaje<br />
malvado” se convierte en héroe, porque en el fondo es un ser inocente ya que la maldad es social<br />
pero no individual. <strong>Montiano</strong> no <strong>de</strong>ja ningún resquicio a posibles dudas sobre la “justicia” <strong>de</strong>l<br />
castigo <strong>de</strong> los malvados traidores: el asesino es apuñalado, la instigadora <strong>de</strong> toda la conjura se<br />
suicida y el cabecilla <strong>de</strong>stinado a reinar huye <strong>de</strong>spavorido, pero con presagios inequívocos <strong>de</strong><br />
muerte inmediata.<br />
La única concesión que realiza el autor es la <strong>de</strong> sustraer toda truculencia al espectáculo <strong>de</strong>l castigo;<br />
como hemos visto, no aparece cadáver alguno <strong>de</strong> los castigados sobre las tablas <strong>de</strong> una hipotética<br />
versión escénica <strong>de</strong> la tragedia. Sin embargo, hay un pequeño matiz que no <strong>de</strong>be pasar<br />
<strong>de</strong>sapercibido: en cierto modo podría pensarse que <strong>Ataúlfo</strong> también ha sido “castigado” a pesar <strong>de</strong><br />
su “inocencia”. Ya hemos visto cómo cometió el error <strong>de</strong> haberse <strong>de</strong>jado afligir por los celos<br />
infundados hacia su esposa y por un excesivo sentido <strong>de</strong>l honor, dando tiempo a causa <strong>de</strong> sus<br />
in<strong>de</strong>cisiones a que los conjurados ultimasen los <strong>de</strong>talles para la insurrección. Su muerte a manos <strong>de</strong><br />
su “doméstico” sería en buena parte la consecuencia <strong>de</strong> no haber actuado como <strong>de</strong>biera. Pero<br />
también suce<strong>de</strong> que comete otros errores reseñados por Martínez <strong>de</strong> la Rosa en su comentario <strong>de</strong><br />
esta tragedia:<br />
<strong>Ataúlfo</strong> se presenta en el trono con Placidia, y en una arenga sobrado larga y estudiada, habla a<br />
los godos acerca <strong>de</strong> las ventajas <strong>de</strong> la paz, que se dispone a celebrar con los romanos; uniendo<br />
importunamente con este asunto público (digno <strong>de</strong> consultarse con los próceres <strong>de</strong>l reino,<br />
según la costumbre <strong>de</strong> aquella gente) un asunto tan pequeño e intempestivo como el<br />
casamiento <strong>de</strong> Rosmunda con Sigerico, da esta circunstancia lugar a que se oponga ella al<br />
proyecto <strong>de</strong>l monarca, y a que levante la voz su amante, <strong>de</strong>safiando el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l rey, y<br />
cuando se arroja éste a castigar tamaña osadía, Vernulfo le hiere a traición, haciéndole caer<br />
fuera <strong>de</strong> la escena. (“Apéndice sobre la tragedia española”, en Traducción <strong>de</strong> la Epístola <strong>de</strong><br />
Horacio a los Pisones sobre Arte Poética, op. cit., p. 147). La negrilla es nuestra.<br />
128 El Sigerico histórico, célebre por su crueldad y carácter violento difiere bastante <strong>de</strong>l Sigerico trágico en este<br />
aspecto <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>cisión y <strong>de</strong> las excusas con que trata <strong>de</strong> justificarse en fragmentos como el siguiente: “Ya comprendo,<br />
Vernulfo, que no es fácil, / que lleguen a sus fines mis astucias, / sin que se invierta el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Estado, / la quietud<br />
huya, y la ciudad se anegue / en la patricia sangre <strong>de</strong>rramada. / Yo procuré evitar el duro exceso / que causan las civiles<br />
turbaciones, / en que es el vencedor, como el vencido, / casi igual en sentir, casi en el daño: / pero trocó la suerte mis<br />
medidas; / y si la ley Rosmunda no revoca, / que a mi obediente voluntad impuso, / los muros hoy, que levantó Barcino,<br />
/ <strong>de</strong>l mar y la tierra venerados, / recibirán <strong>de</strong> mi valor el dueño, / o se verá a cenizas reducido / el dorado artesón <strong>de</strong> este<br />
palacio; / y entre el <strong>de</strong>strozo, y ruinas que se causen, / será don<strong>de</strong> se erija mi sepulcro. /” (V, 1, 1646-1664).<br />
129 En este sentido Vernulfo es un calco <strong>de</strong>l cliente Marco Claudio en <strong>Virginia</strong>; sin embargo, el segundo presenta dos<br />
notorias diferencias: Marco es siempre leal a los intereses <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cenviro Claudio y no comete ningún asesinato.<br />
92
Esto es, <strong>Ataúlfo</strong>, para reconciliarse con su amada esposa y para compensar el retraso causado por<br />
sus in<strong>de</strong>cisiones, paradójicamente actúa con precipitación, pues a efectos <strong>de</strong> la práctica política<br />
entre los godos <strong>de</strong>bería haber consultado con los “próceres <strong>de</strong>l reino”. <strong>Montiano</strong>, el historiador,<br />
conocía este <strong>de</strong>talle; <strong>de</strong> hecho, <strong>Ataúlfo</strong> tenía pensado en la primera escena <strong>de</strong> la tragedia convocar a<br />
los “magnates”, para que la paz fuera aprobada según los trámites establecidos:<br />
Y tú, Placidia; / pues insta ya que luego se efectúe / la paz solemnemente: Adiós, en tanto /<br />
que or<strong>de</strong>no, se convoquen los magnates, / y dispongo otras cosas, que conducen / a la<br />
mayor celebridad <strong>de</strong>l día; / porque no cumple un rey con lo que <strong>de</strong>be / si no asiste eficaz a<br />
lo que manda. / (I, 1, vv. 54-61). La negrilla es nuestra.<br />
En la segunda escena <strong>de</strong>l acto V, <strong>Ataúlfo</strong> incumple con su “<strong>de</strong>ber” <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar previamente la<br />
opinión <strong>de</strong> los nobles; simplemente se limita a comunicarles que la <strong>de</strong>cisión está ya <strong>de</strong>finitivamente<br />
tomada. Pero, a<strong>de</strong>más comete otro grave error político, también provocado por la precipitación y la<br />
ira: en efecto, <strong>Ataúlfo</strong> hace que lo público se interfiera o entrometa en lo privado, cuando or<strong>de</strong>na la<br />
boda <strong>de</strong> Rosmunda y Sigerico; uno <strong>de</strong> los atributos que caracterizan precisamente al mal<br />
gobernante, según hemos visto tanto en la tragedia neoclásica como en <strong>Virginia</strong> y <strong>Ataúlfo</strong>.<br />
Naturalmente que no estamos afirmando que <strong>Ataúlfo</strong> haya sido “castigado” por <strong>Montiano</strong> en los<br />
mismos términos que los traidores. Solamente ha pagado un precio elevado por los errores<br />
incurridos: aunque el primer rey <strong>de</strong> los godos en España sigue siendo un buen soberano, aunque la<br />
firma <strong>de</strong>l tratado <strong>de</strong> paz es una acción correcta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong>l fondo o contenido<br />
político; no ha sabido en cambio guardar las formas, ha realizado actos que, por su apariencia legal<br />
o <strong>de</strong> protocolo, no le correspon<strong>de</strong>n plenamente y que a la larga contribuyen precisamente al trágico<br />
final que el <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>paró a su vida. Porque <strong>Ataúlfo</strong>, en cierto modo, ha roto con la práctica<br />
establecida para una realeza mixta (entre lo militar y lo sagrado) basada en el equilibrio entre<br />
monarquía y nobleza.<br />
El restablecimiento <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n, <strong>de</strong>l equilibrio entre realeza y aristocracia exigirá que los traidores<br />
(nobles insumisos, pero amparados en el <strong>de</strong>recho que tenían para enfrentarse a las <strong>de</strong>cisiones <strong>de</strong>l<br />
rey) sean castigados contun<strong>de</strong>ntemente y, paralelamente, que acceda al trono un nuevo soberano<br />
más proclive al consenso y a la negociación con la aristocracia que lo ha elegido rey, según el uso<br />
entre los pueblos <strong>de</strong> origen germánico en la época <strong>de</strong> las invasiones.<br />
E. La restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n causa dolor, sufrimiento y llanto<br />
Igual que en <strong>Virginia</strong>, la restauración <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n lleva consigo quebranto y dolor, sobre todo porque<br />
se ha producido tras una serie <strong>de</strong> calamida<strong>de</strong>s o <strong>de</strong>sgracias. En <strong>Ataúlfo</strong> éstas vienen <strong>de</strong>finidas a<br />
través <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong>l rey que da nombre a la tragedia. <strong>Montiano</strong> en ambos dramas transmite la<br />
i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> la virtud, la paz, etc., implica también sufrimiento y penalida<strong>de</strong>s. Para<br />
realzar esta intención comunicativa emplea un recurso que será muy habitual en la tragedia<br />
neoclásica española: los llantos, las quejas y lamentos <strong>de</strong> la heroína ilustre virtuosa. En este sentido<br />
Placidia actúa <strong>de</strong> forma similar a <strong>Virginia</strong>, y siempre que pue<strong>de</strong> da rienda suelta a estas<br />
manifestaciones <strong>de</strong> dolor. No es cuestión que reproduzcamos todas las veces que esto ocurre, así<br />
que nos limitamos a citar resumidamente y a reseñar el contexto <strong>de</strong> los llantos y el “pasmo”<br />
(palabra empleada por <strong>Montiano</strong> para referirse a la “súbita conmoción” que afecta a Placidia con la<br />
muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>):<br />
En la quinta escena <strong>de</strong>l acto II, <strong>Ataúlfo</strong> comunica a Constancio y Placidia la suspensión <strong>de</strong> la<br />
firma <strong>de</strong>l tratado. La reina tiene inmediatamente una conversación con el embajador romano, y no<br />
vuelve a aparecer hasta la escena cuarta <strong>de</strong>l acto III. Su entrada es bastante aclaratoria <strong>de</strong> lo que<br />
queremos reseñar:<br />
Escena IV<br />
<strong>Ataúlfo</strong>. Valia. Placidia.<br />
PLACIDIA: ¡Oh si cupiera, / señor, que comprendieses <strong>de</strong> mi pecho / las angustias, que te<br />
hablan por los ojos! / No fueran, no, <strong>de</strong> ti <strong>de</strong>satendidas / las verda<strong>de</strong>s, que vengo a proferirte<br />
/ con llanto más que no con las palabras; / pero sin duda no permite el Cielo, / que tanto bien<br />
me sea concedido; / pues aún se ve, que airado tu semblante / en no ce<strong>de</strong>r a mi dolor aleve, / ni<br />
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a las ardientes lágrimas que vierto, / con irritada obstinación insiste (III, 4, vv. 956-967) La<br />
negrilla es nuestra.<br />
La reina llora con la intención <strong>de</strong> conmover a su esposo y hacerle cambiar <strong>de</strong> i<strong>de</strong>a con respecto a la<br />
firma <strong>de</strong> la paz. Y está a punto <strong>de</strong> conseguirlo, pero <strong>Ataúlfo</strong> se mantiene firme en no “<strong>de</strong>poner mi<br />
enojo, / hasta salvar el cargo, con que abulta / mi <strong>de</strong>lirio un error en tu inocencia” (vv.980-981).<br />
En la siguiente escena, la quinta <strong>de</strong>l acto III, Placidia está reunida con Valia y exclama dolorida<br />
y <strong>de</strong>sengañada por haber sido puesta en duda su fi<strong>de</strong>lidad a <strong>Ataúlfo</strong>:<br />
Lloren mis ojos, pues; pague mi vida / la inexorable carga <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino; / que por más que sin<br />
culpa me repute, / razón habrá, que ignoro, en el <strong>de</strong>creto / que contra mí la Provi<strong>de</strong>ncia firma. /<br />
(III, 5, vv. 1036-1040)<br />
En la cuarta escena <strong>de</strong>l acto IV Placidia discute airadamente con Sigerico al que afea y recrimina<br />
su traición contra el rey. <strong>Ataúlfo</strong> interrumpe la discusión (IV, 5) y en la siguiente escena<br />
nuevamente tenemos los llantos. La diferencia resi<strong>de</strong> ahora en que éstos no se producen<br />
bruscamente, sino que van intercalados en una larga conversación en que los celos (por el antiguo<br />
amor entre Rosmunda y <strong>Ataúlfo</strong>) a<strong>de</strong>rezados por las lágrimas terminarán convenciendo al rey <strong>de</strong> la<br />
virtud <strong>de</strong> su esposa:<br />
PLACIDIA: ¿ Y es posible, señor, que <strong>de</strong> Rosmunda, / ni a presumir te induce la malicia, / que<br />
medie en un proceso, que se forma / contra mí? [...]<br />
ATAÚLFO: Placidia, a tierra, y cielo / hago testigos, <strong>de</strong> que injustamente / la acusas.<br />
PLACIDIA: No, señor, te sobresaltes / <strong>de</strong> que me haya atrevido a su inocencia: / in<strong>de</strong>mne<br />
quedará, si tú la apoyas, / (Llora) y yo, porque lo quieres, con<strong>de</strong>nada. /<br />
ATAÚLFO: No me injuries así, suspen<strong>de</strong> el llanto; / que es mucho torcedor <strong>de</strong>l que te vales /<br />
para apurar la resistencia mía. / Otra vez te protesto, y otra juro, / que su <strong>de</strong>lito, o intención no<br />
alcanzo.<br />
PLACIDIA: ¡Ah, señor! ¡Ah mi bien Si fue Rosmunda / la primera beldad, que a tú albedrío /<br />
mereció el más afable acogimiento, / ¿Cómo no has <strong>de</strong> sentir, que te le estorbe / el yugo aleve,<br />
el insufrible lazo / <strong>de</strong> la unión, que conmigo te aprisiona? / [...] Pon, señor, pon sobre sus<br />
dignas sienes / <strong>de</strong> mi ultrajada suerte los <strong>de</strong>spojos: / rín<strong>de</strong>selos a ella, y yo abatida / llore,<br />
porque te amé [...] / Muera yo, y la enemiga <strong>de</strong> mis gustos / cante con mis exequias la victoria<br />
[...] (IV, 6, vv.1506-1546) La negrilla es nuestra.<br />
Y <strong>Ataúlfo</strong> ce<strong>de</strong> a las pretensiones <strong>de</strong> su virtuosa esposa y <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> firmar la paz y or<strong>de</strong>nar el<br />
matrimonio <strong>de</strong> Rosmunda y Sigerico.<br />
Aunque ya se citó casi todo este fragmento <strong>de</strong>l Discurso II sobre las <strong>tragedias</strong> españolas, con<br />
motivo <strong>de</strong> la unidad <strong>de</strong> tiempo, no nos hemos resistido a repetirlo porque <strong>Montiano</strong>, ya no por<br />
boca <strong>de</strong> algún personaje, sino mediante instrucciones directas a la posible actriz que interpretase el<br />
papel <strong>de</strong> Placidia, explica a la perfección cuál es el estado <strong>de</strong> <strong>de</strong>solación anímica <strong>de</strong> la protagonista<br />
tras la muerte <strong>de</strong> su marido (tres últimas escenas <strong>de</strong> la tragedia). De modo que a efectos<br />
connotativos queda patente esa i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el Or<strong>de</strong>n Restaurado también implica dolor y tristeza:<br />
Comienza por un pasmo, una sorpresa, una súbita conmoción que se acreditan en las<br />
interrupciones repetidas, y confusas <strong>de</strong> las palabras, a que se siguen un ahogo y<br />
<strong>de</strong>salumbramiento, que la reducen a un <strong>de</strong>smayo, nacido <strong>de</strong>l inexplicable dolor, que manifiesta<br />
que la oprime. Al volver <strong>de</strong>l acci<strong>de</strong>nte, discerniendo ya algo más el suceso, prorrumpe con<br />
aflicción furiosa en las clausulas que la dicta, o a que la violenta su imaginación turbada y<br />
fuera <strong>de</strong> tino, como que duda lo propio que ha visto, y como que procura con sus persuasiones<br />
evitarlo. Una corta pausa, que la enmu<strong>de</strong>ce, y restituye a sí misma, la da alguna luz para<br />
reflexionar en su engaño, y entrar en su conocimiento; entonces clamando en parte su furor,<br />
pero no su pena, la <strong>de</strong>scubre en la eficacia con que explica su error; y más advertida con esto<br />
<strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia, y mediante el embarazo que la pone Constancio, repite los extremos <strong>de</strong> su<br />
dolor, queriendo ir a don<strong>de</strong> supone muerto a <strong>Ataúlfo</strong>. Frustrado aquel impulso continúa con<br />
<strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación, solicitando huir <strong>de</strong> Constancio. El encuentro <strong>de</strong> Rosmunda<br />
la excita otra nueva causa <strong>de</strong> suspensión irritada, para reconvenirla, e insultarla con vivo<br />
sentimiento; y como mientras ella respon<strong>de</strong>, refiere Valia [inicio <strong>de</strong> V, 4] lo acaecido con los<br />
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sublevados, interviene bastante tiempo para templarse su agitación: sobreviniendo también el<br />
arrojarse por la ventana Rosmunda, prorrumpe ya con alguna más libertad el alma en la<br />
generosa compasión con que la intenta <strong>de</strong>tener. Todos estos tan varios movimientos, no sólo<br />
pi<strong>de</strong>n mudanza en el semblante, sino en la pronunciación, y tono, ya eficaz, ya lánguido, ya<br />
entero, ya quebrado, y ya regular, para que en nada <strong>de</strong>smienta la voz lo que correspon<strong>de</strong> en<br />
ella a cada uno <strong>de</strong> los afectos. (Discurso II sobre las <strong>tragedias</strong> españolas, pp. 100-102).<br />
La noticia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>rrota inicial <strong>de</strong> los rebel<strong>de</strong>s y la compasión hacia Rosmunda serenan y aquietan el<br />
dolor <strong>de</strong> Placidia. Sin embargo, la calma no pue<strong>de</strong> ser total, el or<strong>de</strong>n no se ha restaurado<br />
plenamente: Sigerico ha huido y aún pudiera reunir nuevas fuerzas en favor <strong>de</strong> la sublevación; <strong>de</strong><br />
ahí que, en los versos finales <strong>de</strong> la tragedia, el leal Valia abandone el salón <strong>de</strong> palacio para lidiar la<br />
batalla <strong>de</strong>finitiva contra los traidores, contra los causantes <strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n Roto.<br />
La catarsis en <strong>Ataúlfo</strong><br />
En un principio <strong>Ataúlfo</strong>, por su <strong>de</strong>senlace, podría ser encuadrada <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lo que hemos<br />
<strong>de</strong>nominado como “segunda variante catártica”, aquella don<strong>de</strong> se incluyen<br />
Tragedias en que el agón (conflicto dramático) condiciona que un personaje bondadoso o<br />
inocente sufra la persecución <strong>de</strong> un ser malvado o, a lo sumo, moralmente intermedio.<br />
Final feliz o <strong>de</strong>sgraciado, según los casos, y la piedad y el terror se consiguen mediante la<br />
interacción <strong>de</strong> los afectos que provocan los <strong>de</strong>senlaces <strong>de</strong>l bueno y <strong>de</strong>l malo<br />
respectivamente.<br />
Hasta ahora queda claro que los perseguidores (Rosmunda, Sigerico y Vernulfo) son seres<br />
malvados o, a lo sumo, moralmente intermedios cuyo final <strong>de</strong>sgraciado (más concretamente, el<br />
castigo que reciben) provoca en el público terror o incluso piedad, en el caso <strong>de</strong>l suicidio <strong>de</strong><br />
Rosmunda 130 . También ha quedado claro que Placidia y Valia, dos <strong>de</strong> los perseguidos, pue<strong>de</strong>n ser<br />
consi<strong>de</strong>rados como personajes inocentes, <strong>de</strong>jando al margen algún que otro posible ligero error<br />
trágico que hubieran cometido, cuyos sufrimientos y penalida<strong>de</strong>s generarían básicamente piedad en<br />
los posibles espectadores.<br />
La caracterización <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> ocasiona mayores problemas para el análisis <strong>de</strong> la catarsis y el<br />
aspecto <strong>de</strong>l héroe moralmente bueno, malo, indiferente o intermedio. Los dos errores trágicos en<br />
que incurre (los celos infundados cuyo origen nace <strong>de</strong> una calumnia y la precipitación con que actúa<br />
finalmente, al no consultar el tratado con los “magnates” y al or<strong>de</strong>nar la boda <strong>de</strong> los traidores)<br />
acercarían a <strong>Ataúlfo</strong> a la categoría <strong>de</strong> los personajes moralmente intermedios, a la dimensión trágica<br />
preferida por Aristóteles y por la mayoría <strong>de</strong> los tratadistas <strong>de</strong> la Poética Clasicista, según hemos ya<br />
explicado. Sin embargo, a pesar <strong>de</strong> que el rey godo no sea totalmente inocente pero tampoco<br />
culpable, no se invalida la pertenencia <strong>de</strong> la tragedia a lo que hemos <strong>de</strong>nominado como “segunda<br />
variante catártica”. La razón estriba en que su agón o conflicto dramático se basa en la lucha entre<br />
dos gran<strong>de</strong>s bandos, los perseguidos godos pacifistas y los perseguidores godos belicistas; y los<br />
rasgos morales <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> se compensan con el carácter <strong>de</strong> héroes ilustres virtuosos que encarnan<br />
Placidia y Valia.<br />
Des<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong>l agón entre dos bandos se construyen el castigo (horror) <strong>de</strong> los belicistas, a<br />
excepción <strong>de</strong> la “generosa compasión” que causa el suicidio <strong>de</strong> Rosmunda, y los sufrimientos y<br />
penalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l bando pacifista (piedad). Martínez <strong>de</strong> la Rosa, mediante el tono irónico y burlón<br />
con que juzga las dos <strong>tragedias</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, explica lo que preten<strong>de</strong>mos mostrar, aunque dudando<br />
seriamente <strong>de</strong> la consecución <strong>de</strong> los objetivos propuestos:<br />
[...] y así, esta composición, en que se hallan mal <strong>de</strong>sarrollados los caracteres que pudieran<br />
ofrecer las bellezas trágicas, como el <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> y Placidia, y presentados otros tres<br />
130 <strong>Montiano</strong> en el fragmento anteriormente reproducido <strong>de</strong>l Discurso II, explicando los diversos estados <strong>de</strong> ánimo<br />
<strong>de</strong> Placidia en las tras últimas escenas <strong>de</strong> la tragedia, dice que al “arrojarse por la ventana Rosmunda, prorrumpe ya con<br />
alguna más libertad el alma en la generosa compasión con que la intenta <strong>de</strong>tener”, es <strong>de</strong>cir, que la acción <strong>de</strong>l suicidio<br />
<strong>de</strong> la infeliz dama goda está también diseñada para causar, eleos en el público.<br />
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sobradamente innobles, se semeja no poco a algunas monstruosas comedias <strong>de</strong> las que gustaban<br />
a Pipi el <strong>de</strong>l Café, porque en ellas hay traidor [...] [Una vez producida la muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>]<br />
¿Qué harán entonces los <strong>de</strong>más actores <strong>de</strong>l drama? Retíranse unos peleando a favor <strong>de</strong> los<br />
conspiradores, y otros en <strong>de</strong>sagravio <strong>de</strong>l asesinado monarca [...] Ya se <strong>de</strong>ja enten<strong>de</strong>r que este<br />
final <strong>de</strong> la tragedia pudiera causar muy mal efecto en la representación, y excitar risa maligna,<br />
más bien que terror o lástima, recordando tal vez el azar que sucedió a Melisendra, al<br />
<strong>de</strong>scolgarse <strong>de</strong>l balcón <strong>de</strong>l retablo <strong>de</strong> maese Pedro; pero aun cuando así no aconteciese, no<br />
pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong> parecer insulso y frío (“Apéndice sobre la tragedia española”, en op. cit., pp.<br />
146-147).<br />
En el fondo, Martínez <strong>de</strong> la Rosa acierta al <strong>de</strong>scribir buena parte <strong>de</strong> los mecanismos catárticos <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong>. Sin embargo, su final ni nos produce “risa maligna”, ni nos parece “insulso y frío”. El autor<br />
<strong>de</strong> La conjuración <strong>de</strong> Venecia no <strong>de</strong>scubrió que sobre este esquema catártico que básicamente repite<br />
el empleado en <strong>Virginia</strong> (las fuerzas en litigio serían aquí libertad frente a tiranía, en vez <strong>de</strong> paz<br />
frente a traición) <strong>Montiano</strong> superpone en <strong>Ataúlfo</strong> una variación notable: esta tragedia concluye en<br />
un final relativamente abierto, al menos mucho más que en el caso <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong>, y el or<strong>de</strong>n no queda<br />
totalmente restablecido. Valia <strong>de</strong>be regresar al combate contra el huido Sigerico y <strong>de</strong>ja con ello en<br />
incertidumbre relativa el estado <strong>de</strong> ánimo <strong>de</strong> los lectores-espectadores. Esto favorece<br />
indudablemente la catarsis que <strong>de</strong>be operarse en la tragedia al aumentar el grado <strong>de</strong> conmiseración<br />
hacia Placidia (<strong>de</strong>smayada, llorosa y consolada sólo a medias por la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> los traidores) y el<br />
“pasmo”, “sorpresa” y “súbita conmoción” al asistir a la muerte <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> que queda sin ser<br />
plenamente lavada <strong>de</strong>l oprobio <strong>de</strong>l regicidio.<br />
<strong>Montiano</strong> <strong>de</strong>muestra entonces que ha mejorado su técnica como poeta trágico, ya no construye una<br />
obra maniquea <strong>de</strong> buenos triunfantes y malos castigados. Cierto que la muerte <strong>de</strong> <strong>Virginia</strong> a manos<br />
<strong>de</strong> su padre hacía que no pudiera ser consi<strong>de</strong>rada como una tragedia “doble” en el sentido pleno <strong>de</strong><br />
la palabra, esto es, “quando un vando principal <strong>de</strong> la tragedia, <strong>de</strong> prosperidad cae en miseria, y otro<br />
<strong>de</strong> miseria en prosperidad” (Francisco Cascales, Tablas Poéticas, op. cit., p. 192). Más aún, si había<br />
alguna posibilidad <strong>de</strong> ello porque la muerte <strong>de</strong>l tirano llevaba implícita la instauración <strong>de</strong> la<br />
libertad; en <strong>Ataúlfo</strong> es más difícil todavía: la paz no se sabe si va ser firmada. La huida <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>rrotado Sigerico provoca que se intuya o presienta su futura firma. Pero, para un lector no versado<br />
en la historia <strong>de</strong> la España visigoda y para un punto <strong>de</strong> vista exclusivamente lógico, el <strong>de</strong>senlace <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong>ja abierta la posibilidad <strong>de</strong> que el malvado se hubiera recuperado <strong>de</strong>l fracaso inicial y<br />
hubiera acabado imponiendo su ley. ¿Por qué entonces tendría Valia que volver a coger las armas,<br />
Placidia a seguir llorando en su cuarto y Constancio a esperar ansioso cuál <strong>de</strong> los dos bandos se<br />
impone en la final y <strong>de</strong>finitiva batalla?<br />
Dicho <strong>de</strong> otra forma, en <strong>Virginia</strong> <strong>Montiano</strong> practica una especie <strong>de</strong> síntesis entre una tragedia<br />
patética y una tragedia morata, por la fusión <strong>de</strong> la conmoción emocional ante la repentina muerte la<br />
víctima inocente y la moralidad inherente al modo como los culpables pagan su <strong>de</strong>lito. Y en<br />
<strong>Ataúlfo</strong>, aunque lo propio <strong>de</strong> la tragedia morata todavía se conserva (los culpables reciben su<br />
castigo o están a punto <strong>de</strong> recibirlo), lo patético predomina visiblemente por esa incertidumbre<br />
creada por el restablecimiento incompleto <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n que los traidores se encargaron <strong>de</strong> perturbar.<br />
Así pues, la evolución entre la primera y la segunda tragedia, que ya habían notado los escasos<br />
investigadores que se han atrevido al estudio <strong>de</strong> la producción teatral <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> 131 , se produce<br />
también en la estructuración <strong>de</strong> la catarsis: aunque sigue teniendo la misma configuración básica<br />
que <strong>Virginia</strong> (la piedad y el terror se consiguen mediante la interacción <strong>de</strong> los afectos que provocan<br />
los <strong>de</strong>senlaces <strong>de</strong> los dos bandos en litigio), en <strong>Ataúlfo</strong> no es tan rotundo el esquema, hay<br />
ambigüeda<strong>de</strong>s y matices casi imposibles <strong>de</strong> hallar en la primera tragedia. Tal vez el cambio se <strong>de</strong>ba<br />
a un factor <strong>de</strong> contexto histórico y político que ha contribuido notablemente a la evolución <strong>de</strong>l<br />
autor. Pero esto lo explicamos inmediatamente a continuación en la siguiente sección.<br />
131 Véase los análisis ya reseñados <strong>de</strong> Mérimée, Shaw y Rosalía Fernán<strong>de</strong>z Cabezón.<br />
96
ATAÚLFO DE MONTIANO Y EL CONCORDATO DE 1753 132<br />
Referente a <strong>Virginia</strong> no nos atrevimos a formular a hipótesis sobre posibles connotaciones políticas,<br />
aparte <strong>de</strong>l mensaje <strong>de</strong> que todo soberano <strong>de</strong>be respetar la “ley” en tanto conjunto <strong>de</strong> normas que<br />
regulan la paz social (Ley <strong>de</strong> las Doce Tablas en Roma) sin <strong>de</strong>jarse arrastrar nunca por las<br />
“pasiones” (Apio Claudio), porque ello supondría una “tiranía” contra la que no había más remedio<br />
que alzarse con energía. En cuanto a <strong>Ataúlfo</strong> aparentemente pue<strong>de</strong> resultar <strong>de</strong>scabellado establecer<br />
conexiones entre la publicación <strong>de</strong> la segunda tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>, la política exterior bajo el<br />
reinado <strong>de</strong> Fernando VI, y el concordato que el Estado español firmó con el papa Benedicto XIV;<br />
aparte claro está <strong>de</strong> la simple coinci<strong>de</strong>ncia en el año: los trámites administrativos para la<br />
publicación <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> van <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 1 <strong>de</strong> febrero (“Censura” <strong>de</strong> Luzán) hasta el 4 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1753<br />
(“Tasas” y “Fe <strong>de</strong> erratas”); mientras que el concordato se firmó el 11 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1753. Lo que sí<br />
quedaría probado es que muy probablemente tanto el segundo Discurso sobre las <strong>tragedias</strong><br />
españolas como <strong>Ataúlfo</strong> estuviesen terminados <strong>de</strong> redactar en las últimas semanas <strong>de</strong> 1752 133 ,<br />
coincidiendo aproximadamente con las últimas negociaciones diplomáticas y políticas inherentes al<br />
concordato con Roma. Dejando al margen esta coinci<strong>de</strong>ncia posible <strong>de</strong> fechas, o si se prefiere <strong>de</strong><br />
contexto político, <strong>de</strong>bemos hacer constar que nuestras afirmaciones no pasan <strong>de</strong> sencillas hipótesis,<br />
<strong>de</strong> propuestas <strong>de</strong> investigaciones futuras al respecto, siempre pendientes <strong>de</strong> ser ratificadas con el<br />
estudio pormenorizado <strong>de</strong> cuál fue la actuación política <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> en estos meses concretos <strong>de</strong><br />
finales <strong>de</strong> 1752: como es sabido Agustín <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> y Luyando era por aquel entonces “<strong>de</strong>l<br />
Consejo <strong>de</strong> su Majestad, su Secretario <strong>de</strong> la Cámara <strong>de</strong> Gracia, y Justicia, y Estado <strong>de</strong> Castilla,<br />
Director perpetuo por S. M. <strong>de</strong> la Real Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia y Académico <strong>de</strong> la Real Aca<strong>de</strong>mia<br />
Española” (según reza en los títulos <strong>de</strong> la publicación <strong>de</strong> los dos Discursos).<br />
Nuestra propuesta o hipótesis nace <strong>de</strong> comparar el contexto o coyuntura política <strong>de</strong> aquel momento<br />
con algunas connotaciones que pudiera provocar en el público ciertas alusiones, referencias y<br />
aspectos dramáticos contenidos en <strong>Ataúlfo</strong> y obtener como conclusión que la tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong><br />
ensalza la política exterior “pacifista” <strong>de</strong> Fernando VI. Para ello empezamos apuntando algunos<br />
datos ya contrastados referidos a la situación como “intelectuales”, mejor aún como “hombres <strong>de</strong><br />
letras” o “eruditos”, que disfrutaron los miembros <strong>de</strong>l llamado “grupo innovador” <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia<br />
<strong>de</strong>l Buen Gusto.<br />
1. Se da por sentado que allá por 1752-1753, Luzán, <strong>Montiano</strong> y Velázquez (Nasarre murió en abril<br />
<strong>de</strong> 1751) eran “eruditos” filojesuitas muy bien relacionados, por no <strong>de</strong>cir vinculados directamente,<br />
en el apoyo y protección <strong>de</strong> José <strong>de</strong> Carvajal y Lancáster (Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la Real Aca<strong>de</strong>mia y,<br />
enfrentado a su rival el marqués <strong>de</strong> la Ensenada, po<strong>de</strong>roso ministro <strong>de</strong> Estado hasta 1754 134 ), y<br />
vigilados estrechamente, a la par que amparados a pesar <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sconfianza que intuimos les<br />
provocaba, por Francisco Rávago 135 , el influyente jesuita confesor <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1747 hasta 1755.<br />
Los escritos <strong>de</strong> Luzán remitidos a Carvajal y elaborados en torno al Plan <strong>de</strong> Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> Ciencias<br />
y Artes, el Informe sobre Casas <strong>de</strong> Moneda y el realizado sobre unas cartas <strong>de</strong> Van Hoey, así como<br />
las Memorias literarias <strong>de</strong> París <strong>de</strong>dicadas a Rávago, serían datos inequívocos que confirmarían<br />
esta vinculación <strong>de</strong>l grupo innovador <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto a la política <strong>de</strong>l momento.<br />
132 Un resumen <strong>de</strong> esta sección, junto con otros comentarios al respecto sirvieron <strong>de</strong> base para la publicación <strong>de</strong>:<br />
José Juan Berbel Rodríguez: “La tragedia <strong>Ataúlfo</strong> <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> y el concordato <strong>de</strong> 1753”, Revista <strong>de</strong> Literatura, tomo<br />
LXIII, nº 125, 2001, pp. 115-128.<br />
133 Durante el verano <strong>de</strong> 1752, <strong>Montiano</strong> estaba embarcado, como mínimo en la redacción <strong>de</strong>l segundo Discurso;<br />
recordamos ahora el dato <strong>de</strong> que el “supuesto” certificado <strong>de</strong>l bautismo <strong>de</strong> Cervantes que <strong>Montiano</strong> incluye en el<br />
Discurso (p. 10, nota al pie <strong>de</strong> página nº 7) lleva fecha <strong>de</strong> 19 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1752.<br />
134 Se da curiosa circunstancia <strong>de</strong> que los dos ministros rivales acabaron su mandato en el mismo año: uno, el<br />
marqués <strong>de</strong> la Ensenada, porque fue <strong>de</strong>stituido y, otro, José <strong>de</strong> Carvajal, por su fallecimiento.<br />
135 En cuanto a las relaciones <strong>de</strong> Rávago con la política y las instituciones culturales y religiosas (la Inquisición. la<br />
Biblioteca Real, la censura, los jesuitas y otras ór<strong>de</strong>nes religiosas, etc.) así como con los académicos <strong>de</strong>l Buen Gusto,<br />
remitimos al excelente libro <strong>de</strong> José Francisco Alcaraz Gómez Jesuitas y reformismo. El Padre Francisco <strong>de</strong> Rávago<br />
(1747-1755), op. cit.<br />
97
2. La llegada al trono <strong>de</strong> Fernando VI supuso un paso más en la política <strong>de</strong> centralización <strong>de</strong>l<br />
Estado y <strong>de</strong> reformas. Es el intento <strong>de</strong> crear un nuevo tipo <strong>de</strong> administración y <strong>de</strong> burocracia. “Con<br />
el ascenso <strong>de</strong> Ensenada estamos ante la primera gran manifestación <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las más profundas<br />
medidas <strong>de</strong>l siglo XVIII: el paso <strong>de</strong>l sistema polisinodal al <strong>de</strong> las Secretarías <strong>de</strong>l Despacho [...];<br />
para originar en seguida un conflicto social, el que opone a los miembros <strong>de</strong> antiguas familias a los<br />
llamados golillas; en dos palabras, a los que en el seno <strong>de</strong> la Administración han seguido el camino<br />
tradicional, que <strong>de</strong> las Universida<strong>de</strong>s y las audiencias los lleva a altos cargos administrativos, y los<br />
que llegan a estos mismos cargos por los nuevos caminos <strong>de</strong> promoción burocrática y la cooptación<br />
a través <strong>de</strong> las Secretarías <strong>de</strong> Estado. Aunque la medida no es antinobiliaria, sino que busca una más<br />
eficaz administración centralizada, suscita la animadversión <strong>de</strong> la vieja nobleza [...] A través <strong>de</strong><br />
estas luchas internas pue<strong>de</strong> aparecer una mo<strong>de</strong>rnización <strong>de</strong>l Estado” 136 .<br />
3. En materia <strong>de</strong> política exterior (<strong>de</strong>jando al margen la cuestión <strong>de</strong> la anglofilia <strong>de</strong> Carvajal frente<br />
a la francofilia <strong>de</strong>l marqués <strong>de</strong> la Ensenada) todos los historiadores coinci<strong>de</strong>n en señalar que el<br />
reinado <strong>de</strong> Fernando VI supuso una época <strong>de</strong> paz frente a los conflictos existentes durante la etapa<br />
<strong>de</strong> Felipe V y los antagonismos planteados por su rechazo al tratado <strong>de</strong> Utrecht y las sucesivas<br />
campañas militares en Italia 137 . En este sentido son muy significativos los testimonios <strong>de</strong> Feijoo y<br />
<strong>de</strong> Luzán saludando la “paz” que recuerda Froldi 138 :<br />
“La paz <strong>de</strong> un Reyno, no es un beneficio solo, sino un cúmulo <strong>de</strong> beneficios, siendo ella<br />
quien pone en seguro las honras, las vidas, y las haciendas, que la Guerra expone a cada paso.<br />
Y aun no son estos los efectos mas apreciables <strong>de</strong> la Paz, sino que también es convenientíssima<br />
para el bien espiritual <strong>de</strong> las almas” (Feijoo, Carta <strong>de</strong>dicatoria al Rey Nuestro Señor don<br />
Fernando el Justo, 1754).<br />
Luzán, Canción III, leída en la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> San Fernando en diciembre <strong>de</strong> 1753)<br />
“Y tú, que pío, humano,<br />
el Imperio español en paz estable<br />
riges, Sexto Fernando, admite afable<br />
agra<strong>de</strong>cidos votos que te ofrecen<br />
las artes <strong>de</strong>coradas;<br />
a ti las ciencias, que a tú influjo crecen:<br />
a ti invocan las musas, y alentadas,<br />
con tu piedad, <strong>de</strong> flores <strong>de</strong> elicona<br />
van tejiendo a tu frente otra corona”<br />
4. En el asunto <strong>de</strong> las relaciones con la santa se<strong>de</strong>, estamos en la época en que los regalistas van<br />
cobrando cada vez mayor fuerza, al convertirse en política oficial <strong>de</strong> la monarquía española (el<br />
mismo Rávago 139 era, según los historiadores, un regalista mo<strong>de</strong>rado a pesar <strong>de</strong> pertenecer a la<br />
Compañía <strong>de</strong> Jesús). A<strong>de</strong>más conviene recordar que, resumiendo los datos históricos existentes 140 ,<br />
los anteriores concordatos <strong>de</strong> 1717 y 1737 habían sido inútiles e insatisfactorios para todas las<br />
partes en litigio; así que, en principio, fue Carvajal el responsable oficial por parte <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong><br />
las negociaciones por el nuevo concordato cuando Fernando VI <strong>de</strong>cidió retomar la cuestión. En este<br />
136 Alberto Gil Novales “El reinado <strong>de</strong> Fernando VI”, en Historia <strong>de</strong> España (Tomo VII), dirigida por Manuel<br />
Tuñón <strong>de</strong> Lara, Barcelona, Labor, 1985 (2ª ed.), pp. 200-201.<br />
137 En 1717 la escuadra española conquistó Cer<strong>de</strong>ña, y un año <strong>de</strong>spués, Sicilia; tras la intervención anglofrancesa<br />
<strong>de</strong>bió retornar dichas posesiones (Tratado <strong>de</strong> La Haya, 1720). La difícil estancia <strong>de</strong>l infante Carlos (III) en Nápoles; y<br />
posteriormente, en 1743, durante la guerra <strong>de</strong> Sucesión <strong>de</strong> Austria, España y Francia firmaron en Fontainebleau un<br />
segundo tratado <strong>de</strong> familia, en el que se reconocían los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong>l infante Felipe, hijo menor <strong>de</strong> Felipe V, al<br />
Milanesado y los ducados <strong>de</strong> Parma y Piacenza; pero la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> las tropas <strong>de</strong>l infante en Parma (1746) le obligaron a<br />
abandonar Milán.<br />
138 “El último Luzán”, en La época <strong>de</strong> Fernando VI, op. cit., pp. 353-366.<br />
139 M. B. Cava, “El montañés Francisco Rávago, confesor <strong>de</strong> Fernando VI. Algunas anotaciones sobre los<br />
prolegómenos <strong>de</strong>l concordato <strong>de</strong> 1753”, Altamira, 1974, II, pp. 55-91.<br />
140 Para el concordato <strong>de</strong> 1753, véase: R. Sánchez Lamadrid, El concordato <strong>de</strong> 1753 según los documentos<br />
originales <strong>de</strong> su negociación, Jerez <strong>de</strong> la Frontera, 1937, Teófanes Egido, “El concordato <strong>de</strong> 1753 y el cambio <strong>de</strong><br />
sistema”en Historia <strong>de</strong> la Iglesia en España, IV, Primera parte, cap. III, Madrid, BAC, 1979, pp. 177-188.<br />
98
sentido, apoyado por Rávago, promovió una Junta <strong>de</strong>l Patronato, especie <strong>de</strong> comisión asesora que<br />
aglutinaba a historiadores, jurisconsultos y eruditos <strong>de</strong> gran valía: Mayans 141 , Burriel, Pérez Bayer,<br />
Jover, Manuel Ventura Figueroa, el marqués <strong>de</strong> los Llanos y Ascensio Morales, entre otras figuras<br />
<strong>de</strong>stacadas, participaron en dicha Junta. El caso es que conforme fueron avanzando las gestiones se<br />
hizo evi<strong>de</strong>nte la existencia <strong>de</strong> unas negociaciones paralelas y secretas a espaldas <strong>de</strong> Carvajal y <strong>de</strong>l<br />
car<strong>de</strong>nal Portocarrero, embajador español en la Santa Se<strong>de</strong>. Y los gran<strong>de</strong>s impulsores <strong>de</strong> estos<br />
secretos acuerdos fueron el marqués <strong>de</strong> la Ensenada, Rávago, el car<strong>de</strong>nal Valentí Gonzaga y<br />
Manuel Ventura Figueroa. Hasta tal punto que se cuenta la anécdota <strong>de</strong> que Carvajal cuando, ya<br />
consumado el concordato, recibió la felicitación <strong>de</strong> un “<strong>de</strong>spistado” Ascensio Morales (miembro <strong>de</strong><br />
la Junta <strong>de</strong>l Patronato), el secretario <strong>de</strong> Estado respondió <strong>de</strong>sengañado y <strong>de</strong> forma lacónica: “No he<br />
tenido parte en su logro”.<br />
5. El concordato <strong>de</strong> 1753 suscitó un clima <strong>de</strong> euforia y entusiasmo <strong>de</strong> aquellos regalistas extremos<br />
que creían que “es más conquista ahuyentar los romanos <strong>de</strong> España que la expulsión <strong>de</strong> los<br />
moros” 142 (como llegó a <strong>de</strong>cir Ensenada en una carta a Manuel Ventura Figueroa). Incluso el Padre<br />
Isla realizó comentarios acerca <strong>de</strong> este fervor creado: “aquí no se habla más que <strong>de</strong> concordato [....],<br />
hasta los fanáticos están locos, y todos creen que sueñan; yo no lo soy, y estoy borracho” 143 .<br />
Indudablemente <strong>Montiano</strong> se sentía plenamente i<strong>de</strong>ntificado con este entusiasmo por la política<br />
exterior basada en la paz que inaugura Fernando VI y, partícipe <strong>de</strong>l regalismo cada vez más pujante,<br />
con la necesidad <strong>de</strong> este nuevo concordato en condiciones ventajosas para los intereses <strong>de</strong> la<br />
monarquía española. En este último asunto no hemos hallado datos fiables en torno a cuál fue la<br />
actuación <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong> en el proceso que llevó al concordato, si es que la tuvo realmente, ni en<br />
torno a qué “partido” se inclinó: el <strong>de</strong> Ensenada y <strong>de</strong> Rávago o el <strong>de</strong> Carvajal. Aunque ten<strong>de</strong>mos a<br />
pensar, moviéndonos siempre en el terreno <strong>de</strong> las hipótesis, que, dado su cargo <strong>de</strong> Secretario <strong>de</strong> la<br />
Cámara <strong>de</strong> Gracia, y Justicia, tal vez estuviera bastante bien informado <strong>de</strong> algunos pormenores y<br />
que, quizás mostrara sus preferencias hacia Carvajal. En función <strong>de</strong>l contexto y situación que<br />
acabamos <strong>de</strong> enumerar, <strong>Ataúlfo</strong> podría referirse a los peligros y temores existentes sobre las<br />
reformas que se estaban iniciando bajo Fernando VI, tanto en asuntos internacionales como en los<br />
interiores. El error trágico <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong> (la suspensión provisional <strong>de</strong>l tratado <strong>de</strong> paz con Roma a<br />
causa <strong>de</strong> unas calumnias contra su esposa por parte <strong>de</strong> los traidores) nos suena a una especie <strong>de</strong><br />
aviso o advertencia: Fernando VI <strong>de</strong>be seguir a<strong>de</strong>lante con la política <strong>de</strong> paz y neutralidad, así como<br />
con respecto al concordato con Roma, sin hacer caso a las presiones más radicales. Aquí entrarían<br />
las alusiones subliminales a las circunstancias políticas <strong>de</strong> 1752: regalistas extremos, francófilos<br />
frente a anglófilos, los eclesiásticos más enérgicos en la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l i<strong>de</strong>ario ultramontano, las<br />
resistencias diversas a las reformas administrativas y socioeconómicas, etc, podrían connotar<br />
hipotéticamente los nobles belicistas que intentaron rebelarse contra el primer rey <strong>de</strong> los godos en<br />
España. Para evitar esto, un rey que se precie <strong>de</strong> tal <strong>de</strong>be fiarse <strong>de</strong> los buenos ministros, a pesar <strong>de</strong>l<br />
intrincado laberinto <strong>de</strong> bajas pasiones en que a menudo se convierte la política palaciega; y quien<br />
mejor que un hombre como Valia (¿trasunto teatral acaso <strong>de</strong> Carvajal?), persona honesta que actúa<br />
anteponiendo los intereses nacionales por encima <strong>de</strong> su gloria y beneficio personal 144 .<br />
Esta hipótesis <strong>de</strong> trabajo implica un relativo <strong>de</strong>sacuerdo con la propuesta que lanzara René<br />
Andioc 145 y que consiste en afirmar que <strong>Ataúlfo</strong> y <strong>Virginia</strong> no se representaron porque<br />
141 Mayans y Siscar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Oliva y con fecha 2 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 1753, escribió unas Observaciones sobre el concordato<br />
<strong>de</strong>l Santíssimo Padre Benedicto XIV i <strong>de</strong>l Rei Cathólico Don Fernando VI. <strong>Las</strong> ofrece a la memoria <strong>de</strong> los españoles, i<br />
las <strong>de</strong>dica a su Rei i Señor, que Dios guar<strong>de</strong>.<br />
142 Otra nueva coinci<strong>de</strong>ncia con <strong>Ataúlfo</strong>, el objetivo <strong>de</strong> los traidores era precisamente “ahuyentar los romanos”.<br />
143 Estas frases <strong>de</strong> José Francisco <strong>de</strong> Isla son citadas por Teófanes Egido, op. cit. p. 187.<br />
144 Podría pensarse, dado que Valia fue el verda<strong>de</strong>ro sucesor <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, que <strong>Montiano</strong> estaría propugnando que<br />
Carvajal fuera un auténtico valido o privado. Nada más lejos <strong>de</strong> la realidad, <strong>Montiano</strong>, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> las razones ya<br />
analizadas <strong>de</strong>bidas a la técnica teatral propiamente dicha, se guarda muy bien <strong>de</strong> presentar a Valia como el que será<br />
nuevo rey. En <strong>Ataúlfo</strong>, Valia aparece siempre como un “príncipe godo”, como un noble con responsabilidad <strong>de</strong><br />
gobierno que colabora lealmente con el rey y la reina, <strong>de</strong>fendiendo en todo momento la causa <strong>de</strong> la paz y <strong>de</strong> la nueva<br />
política basada en i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong> civilización y racionalidad.<br />
145 Teatro y sociedad...., op. cit., p. 387.<br />
99
tal vez no se <strong>de</strong>ba tanto al temor <strong>de</strong> someterlas al juicio <strong>de</strong>l público como a la presencia <strong>de</strong><br />
ciertos elementos tenidos difícilmente por compatibles con la autoridad <strong>de</strong>l gobierno, pues en<br />
ambas se da muerte a un monarca, se amotinan parte <strong>de</strong> los súbditos, y en la segunda quedan<br />
airosos los asesinos. Esta clase <strong>de</strong> “lunares” se había <strong>de</strong> perdonar en contadas ocasiones, sobre<br />
todo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l motín <strong>de</strong> Esquilache.<br />
Lo <strong>de</strong> “someter” la tragedia al “juicio <strong>de</strong>l público” ya se abordó en otra sección don<strong>de</strong> se enumeran<br />
brevemente las causas que nos hacen pensar que <strong>Virginia</strong> y <strong>Ataúlfo</strong> fueron concebidas como teatro<br />
leído mucho más que representable en un espectáculo comercial (en el sentido <strong>de</strong> teatro público), y<br />
en cuanto a los “lunares” difícilmente perdonables para el absolutismo borbónico nuestra opinión es<br />
bien distinta. Más que contra la política oficial <strong>de</strong> Fernando VI con la que el autor se siente bastante<br />
i<strong>de</strong>ntificado, <strong>Ataúlfo</strong> contiene referencias tan molestas para los sectores reaccionarios opositores al<br />
gobierno (en aquellos tiempos con apoyos relativamente sólidos), como susceptibles <strong>de</strong> provocar<br />
repercusiones adversas en otros partidos <strong>de</strong> la corte (¿el marqués <strong>de</strong> la Ensenada?, por ejemplo,<br />
enfrentado a Carvajal en asuntos <strong>de</strong> las relaciones internacionales y que actuó a espaldas suyas en<br />
las negociaciones <strong>de</strong>l concordato). Porque puestos a realizar hipótesis, <strong>Ataúlfo</strong> se compuso cuando<br />
el concordato aún no estaba firmado y, por consiguiente, cabía la posibilidad <strong>de</strong> una marcha atrás o<br />
una ruptura en las negociaciones. Esto explicaría buena parte <strong>de</strong>l mensaje latente en ella: el error <strong>de</strong><br />
<strong>Ataúlfo</strong> al suspen<strong>de</strong>r la firma <strong>de</strong>l tratado con Roma a causa <strong>de</strong> los temores y dudas sembrados por<br />
las calumnias <strong>de</strong> los “traidores” y, sobre todo, el <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> que la paz con Roma queda sin firmar,<br />
aunque se intuye que <strong>de</strong> ganar Valia la batalla, así suce<strong>de</strong>rá.. En todo caso, <strong>Ataúlfo</strong> rezuma esos<br />
instantes previos a la firma <strong>de</strong>l tratado y un estado <strong>de</strong> ánimo propio <strong>de</strong> la incertidumbre <strong>de</strong>l<br />
momento.<br />
Sin <strong>de</strong>scartar que <strong>Montiano</strong>, <strong>de</strong> haber vivido en 1766 –él murió en 1764– tal vez se hubiese<br />
inclinado <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> los amotinados 146 , también pue<strong>de</strong> pensarse otra conjetura a nuestro juicio<br />
verosímil con respecto al contenido político <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>. <strong>Montiano</strong> muy bien pudiera plantear su<br />
<strong>de</strong>sengaño hacia cómo se estaban llevando las negociaciones, hacia cómo los informes, dictámenes,<br />
disertaciones y consejos <strong>de</strong> los historiadores y eruditos <strong>de</strong> la Junta <strong>de</strong>l Patronato quedaban <strong>de</strong>soídos<br />
por los manejos diplomáticos y por el doble juego político y los acuerdos secretos. Porque la<br />
“refinada doble política”, el “frau<strong>de</strong>, o la disimulación” <strong>de</strong> Valerio y Horacio en <strong>Virginia</strong>, las “artes<br />
<strong>de</strong> palacio” como la mentira y el espionaje que también emplean los “traidores” en <strong>Ataúlfo</strong> y que<br />
tanto disgustan al poeta trágico se quedaban cortas en comparación con la verda<strong>de</strong>ra y auténtica<br />
política cortesana en aquellos años, con las artimañas <strong>de</strong> Ensenada y Rávago en todo este asunto:<br />
“Su tramitación, sin embargo, se llevó por caminos distintos y a diversos niveles, en un juego<br />
sinuoso <strong>de</strong> diplomacia dúplice, no inhabitual en casos semejantes [...]; allí se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir, entre<br />
tantas ocultaciones y recelos mutuos, dobles juegos y bromas [...] la trama secreta que hilvanó un<br />
concordato fraguado en fuerza <strong>de</strong> intrigas <strong>de</strong> alto alcance, <strong>de</strong> bellaquerías, <strong>de</strong> duplicida<strong>de</strong>s<br />
permanentes y <strong>de</strong>l mucho dinero que Ensenada ofrecía con prodigalidad bien medida [hasta el punto<br />
<strong>de</strong> que fuera muy probable que el secretario <strong>de</strong> Estado <strong>de</strong> Roma estuviera comprado]” 147 .<br />
Nunca podremos saber a ciencia cierta lo que pensaba realmente <strong>Montiano</strong> en este asunto.<br />
Presentimos que no se atrevió a la posibilidad <strong>de</strong> representarla sobre los escenarios por pru<strong>de</strong>ncia,<br />
por temor a que gente <strong>de</strong>masiado po<strong>de</strong>rosa se diera por aludida y se indignara contra la pluma <strong>de</strong>l<br />
poeta-historiador. En todo caso, esa visión negativa <strong>de</strong> la política cortesana que intuimos en <strong>Ataúlfo</strong><br />
evi<strong>de</strong>ncia algo que los historiadores señalan, unánimemente, la ruptura <strong>de</strong>l equipo <strong>de</strong> gobierno<br />
formado por la tríada <strong>de</strong> Ensenada, Carvajal y Rávago. Y él, en virtud <strong>de</strong>l cargo que ocupaba <strong>de</strong><br />
“Secretario <strong>de</strong> la Cámara <strong>de</strong> Gracia, y Justicia, y Estado <strong>de</strong> Castilla”, posiblemente estuviera al<br />
tanto <strong>de</strong> lo que acontecía en ese laberinto <strong>de</strong> las altas esferas <strong>de</strong> un Estado basado en el absolutismo<br />
“ilustrado” y “racional” que pretendía ser la monarquía borbónica <strong>de</strong>l siglo XVIII.<br />
146 Philip Deacon, “Vicente García <strong>de</strong> la Huerta y el círculo <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>: la amistad entre Huerta y Margarita<br />
Hickey” Revista <strong>de</strong> Estudios Extremeños, 44, 1988, pp.395-421.<br />
147 Teófanes Egido, “El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVIII”, op. cit., pp. 179-180.<br />
100
BIBLIOGRAFÍA FUNDAMENTAL<br />
No hemos clasificado por temas o materias la bibliografía consultada, porque en<br />
realidad, ya se ha comentado, catalogado o clasificado conforme iba siendo citada a lo<br />
largo <strong>de</strong> los diversos capítulos <strong>de</strong> nuestra investigación.<br />
Finalmente, nos queda reseñar, dado que no se ha hecho en el listado bibliográfico, las<br />
veintiséis carpetas <strong>de</strong>l ms. 18.476 <strong>de</strong> la Biblioteca Nacional <strong>de</strong> Madrid don<strong>de</strong> se<br />
conservan las Actas <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong>l Buen Gusto (que nos han permitido manejar el<br />
Juicio lunático <strong>de</strong> José Antonio Porcel y el Examen <strong>de</strong> la <strong>Virginia</strong>, tragedia española <strong>de</strong><br />
Velázquez, entre otras obras); el microfilm <strong>de</strong>l ejemplar manuscrito conservado en la<br />
Biblioteca Universitaria <strong>de</strong> Oviedo <strong>de</strong> la Disertación sobre <strong>Ataúlfo</strong>, Primer Rey <strong>de</strong> los<br />
Godos en España. Compuesta por D. Ignacio <strong>de</strong> Luzán y presentada a la Real<br />
Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Historia, imprescindible para el comentario <strong>de</strong> <strong>Ataúlfo</strong>, la segunda<br />
tragedia <strong>de</strong> <strong>Montiano</strong>; y la edición facsímil <strong>de</strong>l Diccionario <strong>de</strong> Autorida<strong>de</strong>s publicado<br />
por la editorial Gredos, <strong>de</strong> Madrid.<br />
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