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l<br />
trónico, ¿cuál será el impacto para los consumidores?<br />
Al margen <strong>de</strong> que el <strong>libro</strong> en papel<br />
seguirá existiendo durante años, quien quiera<br />
leer en formato electrónico va a encontrarse<br />
con cambios e incertidumbres. En primer lugar<br />
cambiará la manera <strong>de</strong> adquirir los <strong>libro</strong>s. Un<br />
<strong>libro</strong> en papel pue<strong>de</strong> comprarse en cualquier<br />
librería, pero también en gran<strong>de</strong>s almacenes,<br />
kioscos, gasolineras, etc. El <strong>libro</strong> es un elemento<br />
casi omnipresente en los comercios y,<br />
por supuesto, también pue<strong>de</strong> comprarse en<br />
tiendas on-line. Con el <strong>libro</strong> electrónico, la<br />
compra a través <strong>de</strong> Internet <strong>de</strong>bería incrementarse<br />
notablemente, ya que sería la forma más<br />
cómoda y rápida <strong>de</strong> adquirir un <strong>libro</strong>. A través<br />
<strong>de</strong> cualquier tienda on-line, la compra y <strong>de</strong>scarga<br />
<strong>de</strong>l <strong>libro</strong> se haría cómodamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
casa, y sería prácticamente instantánea. Cabe<br />
preguntarse, entonces, cuál sería el papel <strong>de</strong><br />
las librerías y otros comercios a la hora <strong>de</strong><br />
ven<strong>de</strong>r <strong>libro</strong>s electrónicos. Las librerías <strong>de</strong>berían<br />
seguir siendo el punto <strong>de</strong> referencia para<br />
el lector. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> seguir vendiendo <strong>libro</strong>s en<br />
formato tradicional, la función <strong>de</strong>l librero como<br />
asesor, y como punto <strong>de</strong> referencia para el<br />
lector <strong>de</strong>be seguir siendo la que es hoy en día.<br />
Complementariamente, la librería tradicional se<br />
pue<strong>de</strong> convertir en un punto <strong>de</strong> distribución<br />
<strong>de</strong> <strong>libro</strong>s electrónicos, don<strong>de</strong> el consumidor<br />
podría acudir con su lector electrónico, pedir<br />
opiniones o consejos, elegir su <strong>libro</strong> y <strong>de</strong>scargarlo<br />
directamente a través <strong>de</strong> un dispositivo<br />
–serviría un simple or<strong>de</strong>nador-, pagando al<br />
momento y con la posibilidad <strong>de</strong> hacerlo en<br />
efectivo, cosa imposible en una tienda on-line.<br />
La librería y el librero seguirán teniendo, por<br />
tanto, un papel fundamental en la distribución<br />
<strong>de</strong> los <strong>libro</strong>s electrónicos, como lo tienen ahora<br />
con el <strong>libro</strong> tradicional. Tal vez lo tengan más<br />
difícil los pequeños establecimientos, como las<br />
pequeñas papelerías o los kioscos, a los que<br />
pue<strong>de</strong> que no resulte rentable equiparse para<br />
po<strong>de</strong>r ven<strong>de</strong>r el nuevo formato digital.<br />
Pero los cambios no afectarán sólo a la<br />
forma <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r <strong>libro</strong>s. Con nuevos formatos<br />
y tecnologías surgen nuevas posibilida<strong>de</strong>s, y<br />
también nuevas dudas. Por ejemplo, ¿qué pasará<br />
con las bibliotecas? Una biblioteca pública,<br />
universitaria o <strong>de</strong> cualquier otro tipo, pue<strong>de</strong><br />
prestar sus <strong>libro</strong>s por un tiempo <strong>de</strong>terminado.<br />
Para los usuarios esto representa una manera<br />
gratuita y sencilla <strong>de</strong> leer un <strong>libro</strong>. No se trata<br />
<strong>de</strong> adquirirlo, sino <strong>de</strong> disponer <strong>de</strong> él durante<br />
el tiempo necesario para la lectura. Con el <strong>libro</strong><br />
electrónico esto sigue siendo posible, pero<br />
es mucho más difícil <strong>de</strong> controlar. De entrada<br />
el dispositivo lector <strong>de</strong>bería ser adquirido por<br />
el usuario. Después este podría dirigirse a la<br />
biblioteca más cercana y <strong>de</strong>scargar en su dispositivo<br />
el <strong>libro</strong> que quisiera tomar en préstamo.<br />
Pero, ¿cómo controlar el tiempo durante<br />
el que el usuario pue<strong>de</strong> leer ese <strong>libro</strong>? Si lo<br />
Fnazine<br />
que toma en préstamo es un archivo digital,<br />
no tiene sentido que tenga que volver a la<br />
biblioteca para <strong>de</strong>volverlo. El archivo <strong>de</strong>bería<br />
borrarse automáticamente, o quedar inservible,<br />
pasado el tiempo estipulado. Aquí es don<strong>de</strong><br />
entra en juego la tecnología DRM que ya hemos<br />
comentado anteriormente. Las <strong>de</strong>sventajas<br />
que pue<strong>de</strong> presentar este sistema para un<br />
consumidor que adquiera un <strong>libro</strong> electrónico,<br />
se convierten en facilida<strong>de</strong>s para gestionar el<br />
préstamo en bibliotecas. Si este sistema se<br />
llegase a implantar con éxito, la biblioteca podría<br />
pasar, en poco tiempo, <strong>de</strong> ser un edificio<br />
con centenares <strong>de</strong> estantes llenos <strong>de</strong> <strong>libro</strong>s,<br />
a ser un servidor <strong>de</strong> ficheros en Internet. Los<br />
<strong>libro</strong>s se podrían tomar en préstamo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
casa, y un usuario podría acce<strong>de</strong>r a prácticamente<br />
cualquier biblioteca <strong>de</strong>l mundo, ya que<br />
no necesitaría <strong>de</strong>splazarse físicamente hasta<br />
ella para obtener su ejemplar. Sin duda se<br />
tendrá que estudiar la implantación un sistema<br />
DRM seguro, eficaz y que no suponga excesivas<br />
incomodida<strong>de</strong>s a los usuarios para conseguir<br />
que el concepto <strong>de</strong> préstamo en biblioteca<br />
siga existiendo con el <strong>libro</strong> electrónico.<br />
Yendo más allá en las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l <strong>libro</strong><br />
electrónico, cabe especular con la posibilidad<br />
<strong>de</strong> que aparezcan sistemas <strong>de</strong> lectura gratuitos,<br />
o <strong>de</strong> tarifa plana. Quizá esto suene a<br />
utópico, pero hace un par <strong>de</strong> años habríamos<br />
dicho lo mismo si alguien se hubiera atrevido<br />
a pronosticar que existiría una plataforma en<br />
Internet don<strong>de</strong> se podría escuchar virtualmente<br />
cualquier obra musical, <strong>de</strong> manera gratuita y<br />
legal. Y ahí está Spotify, para convencernos<br />
<strong>de</strong> que todo es posible si se busca un mo<strong>de</strong>lo<br />
<strong>de</strong> negocio a<strong>de</strong>cuado. Volvamos, cuando<br />
estamos finalizando este artículo, al ejemplo<br />
con el que lo abríamos. Des<strong>de</strong> el pasado 23<br />
<strong>de</strong> febrero, cuando Serrat publicó su último<br />
trabajo, los usuarios <strong>de</strong> Spotify pue<strong>de</strong>n disfrutar<br />
<strong>de</strong> dicha obra discográfica íntegramente<br />
a través <strong>de</strong> Internet, tantas veces como quieran,<br />
y <strong>de</strong> manera totalmente gratuita. Y volvemos<br />
a remarcar que se trata <strong>de</strong> un sistema<br />
totalmente legal, que paga los <strong>de</strong>rechos <strong>de</strong><br />
autor correspondientes. ¿Cómo se financia?<br />
Pues en parte con la publicidad que inserta<br />
Spotify en la audición. Cada cuatro o cinco<br />
pistas musicales, el usuario que acce<strong>de</strong> a este<br />
sistema <strong>de</strong> manera gratuita <strong>de</strong>be escuchar un<br />
fragmento publicitario <strong>de</strong> unos 20 segundos.<br />
De esta manera Spotify consigue ingresos con<br />
los que paga a los propietarios <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos<br />
sobre las obras. Por otro lado la empresa<br />
ofrece la posibilidad al usuario <strong>de</strong> pagar una<br />
suscripción mensual, <strong>de</strong> unos 10€ para conseguir<br />
diferentes ventajas. Por un lado <strong>de</strong>saparece<br />
la publicidad, con lo que se pue<strong>de</strong><br />
escuchar cualquier número <strong>de</strong> temas musicales<br />
sin interrupción. Por otro, el usuario “<strong>de</strong><br />
pago” adquiere el <strong>de</strong>recho a obtener las pistas<br />
<strong>Punto</strong> <strong>de</strong> <strong>libro</strong>, marzo 2010<br />
musicales para almacenarlas temporalmente<br />
en su or<strong>de</strong>nador, reproductor MP3 o teléfono<br />
móvil –es estos dos últimos casos, sólo para<br />
algunos mo<strong>de</strong>los-. De esta forma el usuario<br />
pue<strong>de</strong> escuchar su música incluso sin estar<br />
conectado a Internet. Un sistema DRM asegura<br />
que si el usuario cancela su suscripción, a<br />
los pocos días ya no podrá seguir escuchando<br />
los temas musicales que hubiera <strong>de</strong>scargado<br />
en su dispositivo.<br />
Un mo<strong>de</strong>lo como el <strong>de</strong> Spotify podría implantarse<br />
perfectamente para permitir el acceso<br />
sin límites a los <strong>libro</strong>s electrónicos. Ya<br />
fuese gratuito, financiado con publicidad, o <strong>de</strong><br />
pago, mediante suscripción periódica, podría<br />
permitir a los usuarios acce<strong>de</strong>r a un número<br />
ilimitado <strong>de</strong> <strong>libro</strong>s <strong>de</strong> una forma sencilla y<br />
rápida. Si el mo<strong>de</strong>lo está funcionando en el<br />
terreno musical, no hay razones para que no<br />
pueda tener éxito también en el editorial. Sólo<br />
es necesario que exista una empresa que se<br />
arriesgue y, por supuesto, un acuerdo con las<br />
principales editoriales que permita la distribución<br />
usando este mo<strong>de</strong>lo.<br />
La tecnología alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l <strong>libro</strong> electrónico<br />
pue<strong>de</strong> usarse, como ya dijimos antes, tanto<br />
para leer <strong>libro</strong>s como para acce<strong>de</strong>r a revistas,<br />
periódicos, blogs, etc. El acceso, gratuito o <strong>de</strong><br />
pago, a estos medios en formato electrónico<br />
ya es una realidad, por lo que parece que en<br />
este terreno no <strong>de</strong>ben esperarse sorpresas.<br />
Nuestra pregunta inicial era, ¿se impondrá<br />
en 2010 el <strong>libro</strong> electrónico? Ahora que hemos<br />
repasado tanto la tecnología que hay <strong>de</strong>trás<br />
<strong>de</strong> este fenómeno como sus formas <strong>de</strong> uso,<br />
po<strong>de</strong>mos aventurar una respuesta. Creemos<br />
que durante este año las gran<strong>de</strong>s editoriales<br />
comenzarán a lanzar parte <strong>de</strong> sus catálogos<br />
en formato electrónico. Eso no significará, sin<br />
embargo, que cualquier <strong>libro</strong> se pueda encontrar<br />
en este formato. Por lo tanto el <strong>libro</strong><br />
tradicional seguirá siendo mayoritario. Es <strong>de</strong><br />
esperar que las ventas <strong>de</strong> dispositivos lectores<br />
<strong>de</strong> <strong>libro</strong>s electrónicos sigan aumentando, a<br />
medida que aumente la oferta <strong>de</strong> contenidos.<br />
Pero, si hemos <strong>de</strong> apostar, creemos que en<br />
las navida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> 2010 el <strong>libro</strong> en papel seguirá<br />
siendo mucho más vendido que el electrónico.<br />
Tal vez con los años, cuando prácticamente<br />
cualquier publicación se edite en formato electrónico,<br />
el <strong>libro</strong> en papel comience a disminuir<br />
su presencia en las librerías, para acabar siendo<br />
algo testimonial. Nos parece difícil que eso<br />
ocurra a medio plazo, pero no imposible. En<br />
cualquier caso, si llega ese día, muchos <strong>de</strong> los<br />
que disfrutamos leyendo sentiremos una cierta<br />
nostalgia.<br />
Porque, como dijo Anatole France, “todos<br />
los cambios, aun los más ansiados, llevan<br />
consigo cierta melancolía”.<br />
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