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Enchiridion Symbolorum (Denzinger).pdf

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ha de juntarse a la gracia divina el trabajo de la obediencia humana; que dice que<br />

después de la caída del primer hombre, quedó totalmente extinguido el albedrío de la<br />

voluntad; que dice que Cristo Señor y Salvador nuestro no sufrió la muerte por la<br />

salvación de todos; que dice que la presciencia de Dios empuja violentamente al hombre<br />

a la muerte, o que por voluntad de Dios perecen los que perecen; que dice que después<br />

de recibido legítimamente el bautismo, muere en Adán cualquiera que peca; que dice<br />

que unos están destinados a la muerte y otros predestinados a la vida; que dice que<br />

desde Adán hasta Cristo nadie de entre los gentiles se salvó con miras al advenimiento<br />

de Cristo por medio de la gracia de Dios, es decir, por la ley de la naturaleza, y que<br />

perdieron el libre albedrío en el primer padre; que dice que los patriarcas y profetas y<br />

los más grandes santos, vivieron dentro del paraíso aun antes del tiempo de la<br />

redención. Todo esto lo condeno como impío y lleno de sacrilegios. De tal modo,<br />

empero, afirmo la gracia de Dios que siempre añado a la gracia el esfuerzo y empeño<br />

del hombre, y proclamo que la libertad de la voluntad humana no está extinguida, sino<br />

atenuada y debilitada, que está en peligro quien se ha salvado, y que el que se ha<br />

perdido, hubiera podido salvarse.<br />

Confieso también que Cristo Dios y Salvador, por lo que toca a las riquezas de su<br />

bondad, ofreció por todos el precio de su muerte y no quiere que nadie se pierda, Él, que<br />

es salvador de todos, sobre todo de los fieles, rico para con todos los que le invocan<br />

[Rom. 10, 12]... Ahora, empero, por la autoridad de los sagrados testimonios que<br />

copiosamente se hallan en las divinas Escrituras, por la doctrina de los antiguos, puesta<br />

de manifiesto por la razón, de buena gana confieso que Cristo vino también por los<br />

hombres perdidos que contra la voluntad de Él se han perdido. No es lícito, en efecto,<br />

limitar las riquezas de su bondad inmensa y los beneficios divinos a solos aquellos que<br />

al parecer se han salvado. Porque si decimos que Cristo sólo trajo remedios para los que<br />

han sido redimidos, parecerá que absolvemos a los no redimidos, los que consta han de<br />

ser castigados por haber despreciado la redención. Afirmo también que se han salvado,<br />

según la razón y el orden de los siglos, unos por la ley de la gracia, otros por la ley de<br />

Moisés, otros por la ley de la naturaleza, que Dios escribió en los corazones de todos, en<br />

la esperanza del advenimiento de Cristo; sin embargo, desde el principio del mundo, no<br />

se vieron libres de la atadura original, sino por intercesión de la sagrada sangre. Profeso<br />

también que los fuegos eternos y las llamas infernales están preparadas para los hechos<br />

capitales, porque con razón sigue la divina sentencia a las culpas humanas persistentes;<br />

sentencia en que incurren quienes no creyeren de todo corazón estas cosas. Orad por mi,<br />

señores santos y padres apostólicos.<br />

Lúcido, presbítero, firmé por mi propia mano esta mi carta, y lo que en ella se<br />

afirma, lo afirmo, y lo que se condena, condeno.<br />

FELIX II (III), 483-492<br />

SAN GELASIO I, 492-496<br />

Que no deben tratarse nuevamente los errores que una vez fueron condenados<br />

[De la Carta Licet inter varias, a Honorio, obispo de Dalmacia de 28 de julio de 499<br />

(?)]<br />

(1) ... Se nos ha, efectivamente, anunciado que en las regiones de Dalmacia han<br />

sembrado algunos la cizaña, siempre renaciente, de la peste pelagiana y que tiene allí<br />

tanta fuerza su blasfemia, que engañan a los más sencillos con la insinuación de su<br />

mortífera locura... [Pero,] por la gracia del Señor, ahí está la pura verdad de la fe<br />

católica, formada de las sentencias concordes de todos los Padres... (2) ... ¿Acaso nos es<br />

a nosotros licito desatar lo que fue condenado por los venerables Padres y volver a tratar

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