Catedral definitivo - Archidiócesis de Burgos

EL CATALEJO DE FRAN
Todas las noches Fran se asomaba a la ventana para contemplar las estrellas, los
planetas y la vía láctea.
Sus padres le habían regalado un catalejo por su cumpleaños. Un catalejo de pirata,
provisto de la mejor tecnología, para poder contemplar el firmamento.
Cada día, después de haber dicho ¡hasta mañana! a sus padres,… y cuando ya todos
se acostaban dejando la casa a oscuras, se levantaba a escondidas, abría la ventana y
observaba con su catalejo.
Vivía en la plaza del rey San Fernando, que ahora es peatonal y ya no circulan los
coches como en otros tiempos.
Su casa estaba situada casi en frente de la catedral, tan cerca de ella que pasaba a su
lado bastante a menudo: para ir al colegio, de paseo...
Durante mucho tiempo, estuvieron restaurando la fachada de la catedral y sus paredes
habían pasado del color negro “tabaco” al blanco “nieve”.
La catedral por las noches estaba muy bien iluminada. En la tranquilidad de la noche y
con su espléndido catalejo, se podían contemplar todos los detalles que albergaba ese montón
de piedra.
el día.
Mirando, mirando,…dio con la puerta por donde suele entrar la gente al templo durante
Toda la pared estaba llena de figuras y de personajes, a quienes no conocía,…Pero la
que más le llamaba la atención era la figura del centro. Seguro que era la imagen de Jesús,
haciendo señas con su dedo, pensaba cada vez que la veía.
Alrededor de él, podía reconocer a tres animales y un ángel (un águila, un león, un toro
con alas).
Aquello le parecía a Fran un cómic, aunque no podía entender nada. ¡Si al menos los
personajes hablaran entre sí!
Siguió mirando con el catalejo, desanimado, porque no podía entender que los
mayores tuvieran tanto interés en limpiar y cuidar algo que era tan difícil de comprender.
Fue subiendo con el catalejo y tratando de ver la parte de arriba de la catedral. Había
ángeles, y algunas figuras muy raras, que eran auténticos bichos,…pero ¿qué pintarían en una
catedral?
- ¡Impresionante! ¡guau! ¡qué cantidad de figuras! ¡esto parece otro mundo!
Fran se quedó contemplando a uno de esos bichos; estaba totalmente de pie y miraba
hacia la calle. ¡Seguro que desde allí era testigo de todo lo que pasaba en la ciudad!, se dijo.
Con el catalejo observó sus alas, sus pies sobre la piedra, su boca abierta y sus
dientes... De repente, notó que sus ojos se iluminaban, como si aquel bicho se hubiera dado
cuenta de que alguien le estaba observando.
Fran se asustó, soltó el catalejo y se escondió detrás de la ventana de su cuarto. Se
mantuvo así unos minutos, hasta que se decidió a mirar otra vez. Entonces ¡sorpresa!,…
sobre la repisa de su ventana se había posado aquel ser tan extraño.
A Fran casi le da un síncope,…pero aquel bicho dijo:
- ¡Hola soy Anaquel! ¡Soy una gárgola! He notado que alguien se fijaba en mí y he
decidido venir a conocerlo. Sabes, no es muy común que la gente tenga interés en contemplar
a los personajes de una catedral. Nosotros vemos a todo el mundo, pero nos aburrimos
porque muy pocos se fijan en nosotros.
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