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¿Existe la extraterrestre?

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A pesar de encontrarse en condiciones<br />

dramáticas y totalmente adversas, José<br />

mantuvo fielmente sus principios; jamás<br />

perdió <strong>la</strong> perspectiva de quién era y lo que<br />

podía llegar a ser. Lo único que lo sostuvo<br />

fueron <strong>la</strong>s promesas de Dios que había conocido<br />

desde <strong>la</strong> infancia, así como <strong>la</strong> confianza<br />

absoluta que tenía de que su Creador<br />

cumpliría lo que había prometido.<br />

Si no hubiera sido por esta perspectiva,<br />

José habría sucumbido al sistema falso y<br />

corrupto de Egipto y se habría olvidado<br />

del verdadero Dios. Mantener <strong>la</strong> perspectiva<br />

correcta hizo posible que José pasara<br />

de ser un prisionero hasta llegar a ocupar<br />

<strong>la</strong> segunda posición de mando en Egipto,<br />

el reino más poderoso de <strong>la</strong> tierra en aquel<br />

entonces. Dios bendijo grandemente a<br />

José porque, a pesar de <strong>la</strong>s circunstancias<br />

más adversas y difíciles, jamás transigió<br />

con los principios correctos.<br />

¿Podemos, como padres, crear un ambiente<br />

que tenga una mayor influencia<br />

sobre nuestros hijos que todo el medio<br />

que los rodea? Los padres estamos en<br />

una posición privilegiada para crear un<br />

medio poderosamente influyente que<br />

esté regido por principios positivos y correctos,<br />

que logre contrarrestar el sistema<br />

falso y engañoso de este mundo que tanto<br />

influye en nuestros hijos.<br />

Desafortunadamente, sin darnos cuenta<br />

muchos padres renunciamos a nuestra<br />

posición de autoridad e influencia que<br />

puede moldear el futuro de nuestros hijos.<br />

Otras veces utilizamos métodos erróneos<br />

para inculcar los principios correctos. A<br />

menudo los padres no sabemos qué hacer,<br />

o no queremos tomar ciertas decisiones<br />

difíciles que son necesarias para llevar a<br />

cabo los propósitos que tenemos.<br />

Las pautas que debemos seguir<br />

¿Qué podemos hacer? A continuación<br />

damos algunas recomendaciones:<br />

• Determinar el propósito de nuestra<br />

vida. ¿Tenemos c<strong>la</strong>ro en <strong>la</strong> mente cuál es<br />

el propósito de nuestra existencia? ¿Es<br />

este propósito <strong>la</strong> guía y motor de todas<br />

nuestras acciones, y así se lo expresamos<br />

continuamente a nuestros hijos?<br />

Si no estamos seguros por qué nacimos,<br />

conviene estudiar <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de Jesús.<br />

En Mateo 6:33 él nos enseñó que el<br />

propósito de <strong>la</strong> vida de los seres humanos<br />

es entrar en el Reino de Dios. Entrar en el<br />

Reino de Dios significa convertirse en<br />

miembros de <strong>la</strong> familia de Dios. (Si desea<br />

estudiar más a fondo este tema, solicite a<br />

<strong>la</strong> dirección más cercana a su residencia<br />

un ejemp<strong>la</strong>r gratuito del folleto titu<strong>la</strong>do<br />

Nuestro asombroso potencial humano.)<br />

Jesucristo también nos enseñó los<br />

principios que estarán vigentes en el Reino<br />

de Dios, los cuales se basan en su gran<br />

ley espiritual. Podemos estudiar este<br />

tema en los capítulos 5, 6 y 7 del Evangelio<br />

de Mateo, donde están explicados<br />

los principios que <strong>la</strong> humanidad tendrá<br />

en el futuro, principios que desde ahora<br />

deben ser nuestra guía de conducta. Todo<br />

lo que hagamos en nuestra vida para tratar<br />

de vivir de acuerdo con los principios<br />

que Jesús nos enseñó, es parte de nuestra<br />

preparación para el papel que desempeñaremos<br />

en el Reino de Dios. Este conocimiento<br />

vital debe darnos una meta que<br />

cambie completamente el rumbo de<br />

nuestras vidas.<br />

Si nuestro objetivo más importante es<br />

buscar primeramente el Reino de Dios y<br />

su justicia (Mateo 6:33), podremos resistir<br />

con éxito <strong>la</strong> influencia de un mundo<br />

que ha socavado los principios correctos.<br />

• Examinemos los principios que rigen<br />

nuestra vida. Cada uno de nosotros<br />

debe preguntarse: “¿Está mi estilo de vida<br />

basado en <strong>la</strong>s acciones y decisiones de los<br />

demás? Si este es el caso, ¿cómo esperar<br />

que mis hijos sean diferentes del mundo<br />

que los rodea?”<br />

Analicemos uno de los principios fundamentales<br />

que Jesucristo enseñó acerca<br />

del Reino de Dios: “Si dicen ‘si’, que sea<br />

sí; si dicen ‘no’, que sea no, pues lo que<br />

se aparta de esto, es malo” (Mateo 5:37,<br />

Versión Popu<strong>la</strong>r). Hacer lo que decimos<br />

que vamos a hacer, y ser lo que decimos<br />

que somos, es algo que está directamente<br />

re<strong>la</strong>cionado con un carácter justo.<br />

Dios no quiere que tengamos que jurar<br />

para que se sepa que estamos diciendo <strong>la</strong><br />

verdad o para comprobar que en realidad<br />

vamos a hacer lo que decimos que vamos<br />

a hacer. Simplemente lo que decimos<br />

debe ser verdad. Debemos actuar continuamente<br />

de acuerdo con lo que decimos,<br />

para demostrar que nuestra pa<strong>la</strong>bra<br />

sí tiene valor.<br />

Los miembros de nuestra familia<br />

aprenden más de nuestras acciones que<br />

de nuestras pa<strong>la</strong>bras. Cuando hay hipo-<br />

cresía los niños se dan cuenta rápidamente.<br />

Si decimos una cosa pero hacemos<br />

otra, tarde o temprano los niños encontrarán<br />

una excusa para transigir con los principios<br />

que les hemos enseñado.<br />

En cambio, si actuamos sinceramente<br />

y estamos dispuestos a llegar hasta el<br />

punto de sacrificarnos con tal de actuar<br />

conforme a los principios justos y correctos,<br />

nuestros hijos se sentirán inspirados a<br />

obedecer, no importa cuánta presión tengan<br />

que afrontar. Por supuesto, esto implica<br />

tomar ciertas decisiones difíciles y<br />

mantenernos siempre firmes.<br />

• Asegurémonos de que nuestros hijos<br />

experimenten lo que es tener éxito<br />

en alguna actividad. Todos los días<br />

nuestros hijos hacen muchas cosas que<br />

están bien. Es muy fácil concentrarnos<br />

demasiado en corregir lo que está mal,<br />

pero debemos entender que es igualmente<br />

importante que los elogiemos cuando<br />

hacen cosas buenas. Como padre o madre,<br />

debemos preocuparnos por reconocer<br />

y estimu<strong>la</strong>r todas <strong>la</strong>s cosas positivas<br />

que hacen nuestros hijos.<br />

En una publicación titu<strong>la</strong>da The One<br />

Minute Father (“El padre de un solo minuto”),<br />

el Dr. Spencer Johnson anima a<br />

los padres para que se esfuercen por “sorprender<br />

a sus hijos haciendo algo bueno”.<br />

Si constantemente criticamos a<br />

nuestros hijos por hacer algo malo, ellos<br />

nunca asociarán el éxito con el hogar.<br />

Desde luego, deseamos que nuestros hi-<br />

No debemos subestimar el papel que desempeña <strong>la</strong> televisión.<br />

A los ojos incautos de un adolescente, este medio logra crear una<br />

imagen instantánea de lo que una persona puede llegar a ser.<br />

jos experimenten el éxito, no el fracaso.<br />

El ambiente que reine en nuestro hogar<br />

tendrá mucho que ver con <strong>la</strong> perspectiva<br />

que ellos adquieran acerca del futuro exitoso<br />

que puede ser suyo.<br />

Tal vez tengamos que cambiar <strong>la</strong> imagen<br />

que tenemos de nuestros hijos. Esto<br />

me recuerda <strong>la</strong> historia de Andrew Carnegie,<br />

el hombre que llegó a ser el fabricante<br />

de acero más grande del mundo y el<br />

hombre más rico de los Estados Unidos.<br />

En una época en <strong>la</strong> que los millonarios<br />

eran muy escasos, él tenía 43 millonarios<br />

trabajando a su servicio.<br />

Cuando un periodista le preguntó al<br />

Sr. Carnegie por qué había contratado a<br />

43 millonarios, él le respondió que no<br />

Continúa en <strong>la</strong> página 17<br />

Mayo-Junio de 1998 3

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