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/////CUADERNOS DE PICADERO<br />
/////CUADERNOS DE PICADERO<br />
Cuaderno Nº 1 - <strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> - Septiembre 2003<br />
Dirección Teatral<br />
Seis creadores<br />
y un Lenguaje Común
I N D I C E<br />
1<br />
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />
2<br />
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />
3<br />
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />
4<br />
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />
5<br />
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />
6<br />
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />
p/4<br />
Chiqui González<br />
p/33<br />
Paco Giménez<br />
p/27<br />
p/9<br />
Daniel Veronese<br />
p/15<br />
Patricia García<br />
p/20<br />
Victor Arrojo<br />
Jose Luis Valenzuela
AUTORIDADES NACIONALES<br />
Presidente de la Nación<br />
Dr. Néstor C. Kirchner<br />
Vicepresidente de la Nación<br />
Sr. Daniel Scioli<br />
Secretario de Cultura<br />
Lic. Torcuato S. F. Di Tella<br />
Subsecretaria de Cultura<br />
Lic. Magdalena Faillace<br />
Director Ejecutivo <strong>del</strong><br />
<strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong><br />
Sr. Rafael Bruza<br />
Año I Nº I / AGOSTO 2003<br />
CUADERNOS DE PICADERO<br />
Editor Responsable<br />
Rafael Bruza<br />
Consejo de Dirección<br />
Héctor Tealdi, Jorge Ricci, Raúl Dargoltz,<br />
Alejo Sosa, Oscar Castañeda Alippi,<br />
Rosario Montiel, Oscar Nemeth, Carlos Catalano,<br />
Angel Quintela, Marcelo Lacerna, Ariel Molina<br />
Director Periodístico<br />
Carlos Pacheco<br />
Edición<br />
Mariana Roveta<br />
Diseño y Diagramación<br />
C. Barnes- A. Robles - J. Barnes<br />
Corrección<br />
Alejandra Dumas<br />
Teresa Calero<br />
Raquel Weksler<br />
Fotografías<br />
Magdalena Viggiani<br />
Dibujos<br />
Oscar "Grillo" Ortiz<br />
Colaboran en este número<br />
Cipriano Argüello Pitt, Gustavo Casanova,<br />
Juan Carlos Fontana, Leonel Giacometo,<br />
Patricia Suárez, Mauricio Tossi, Silvia Villegas<br />
Redacción<br />
Santa Fe 1235- piso 7<br />
(1059) Buenos Aires<br />
Argentina<br />
Tel: (5411) 4816-2484/8868/4815-6661 int. 122<br />
Correo electrónico: prensa@inteatro.gov.ar<br />
infoteatro@inteatro.gov.ar<br />
Impresión<br />
Gráfica San Lorenzo S.A.<br />
Quilmes 282/4<br />
Tel: 4911-4303<br />
(1437) Capital Federal<br />
El contenido de las notas firmadas es exclusiva responsabilidad<br />
de sus autores. Prohibida la reproducción<br />
total o parcial, sin la autorización correspondiente.<br />
Registro de Propiedad Intelectual, en trámite.<br />
○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />
NOTA DE PRESENTACIÓN<br />
El <strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> amplía su espacio de divulgación y lo hace con<br />
los Cuadernos de Picadero, que en cada entrega repararán en un aspecto de la<br />
creación escénica.<br />
En este primer número seis directores –Chiqui González (Rosario), Daniel Veronese<br />
(Buenos Aires), Patricia García (Tucumán), Víctor Arrojo (Mendoza), José Luis<br />
Valenzuela (Salta/Neuquén) y Paco Giménez (Córdoba)–, dan su mirada sobre ese rol<br />
tan abarcador que es el <strong>del</strong> director teatral. A través <strong>del</strong> análisis de sus trabajos<br />
demuestran quiénes son y cuáles son sus intereses dentro de la actividad.<br />
Cada uno de ellos fue entrevistado por un creador (Patricia Suárez y Leonel Giacometto<br />
-dramaturgos rosarinos-, Juan Carlos Fontana -director y periodista porteño-,<br />
Mauricio Tossi -actor e investigador tucumano-, Silvia Villegas -dramaturgista e<br />
investigadora cordobesa- y Cipriano Argüello Pitt -actor y director cordobés-, por lo<br />
que ellos también -desde su propio interés-dan señales de su quehacer específico.<br />
Las seis entrevistas muestran un mapa de la argentina teatral actual.
Chiqui González / Rosario<br />
La vida de otro modo<br />
Chiqui González, directora rosarina y maestra de directores y<br />
actores, tuvo su primera conexión con el teatro en la década <strong>del</strong><br />
setenta, cuando comenzó como actriz en el Centro de Expresiones<br />
Teatrales. Luego fue parte fundamental como dramaturga y<br />
directora - disciplinas que considera inseparables - de los míticos<br />
grupos Arteón y Discepolín y más tarde fue profesora de la<br />
Escuela de <strong>Teatro</strong> de Rosario. Dirigió Bajo el ala <strong>del</strong> sombrero,<br />
la primera obra <strong>del</strong> Grupo Filodramático Te quisimos con<br />
locura, y fue responsable de puestas como ¿Cómo te explico?,<br />
Nosotros los de entonces, La vida perdurable, La<br />
puta de ronda, Las brujas de Salem (versión libre) y Desnuda<br />
de terciopelo, unipersonal aún en cartel que recorrió el<br />
país y lleva más de 630 representaciones.<br />
Actualmente es Coordinadora general de la Secretaría de<br />
Cultura y Educación de la ciudad de Rosario y enseña Teoría<br />
y estética de los medios audiovisuales en la Universidad de<br />
Buenos Aires –tarea en la que se desempeña desde hace<br />
diez años –, Dirección de actores frente a cámara en la escuela<br />
de periodismo TEA (Taller Escuela Agencia) y Dirección<br />
de actores de cine en Cuba, dos veces al año.<br />
Por Patricia Suárez y<br />
Leonel Giacometto *<br />
4 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
* Patricia Suárez y Leonel Giacometto son dramaturgos y periodistas.<br />
MAGDALENA VIGGIANI
– Preguntan... Yo hablo, ¿qué quieren?<br />
Vamos charlando…<br />
Ella formuló la primera pregunta. Y, como siempre sucede<br />
en los fríos papeles de los entrevistados, Chiqui<br />
comienza someramente a relatar fragmentos de su vida.<br />
Después, más suelta, más relajada y, quizás apasionada<br />
por los recuerdos y el teatro (“Mi vida”, dice), la formalidad<br />
de la entrevista vira hacia la calidez de la charla en la<br />
que se entremezclan su pasado y su presente, sus puntos<br />
de vista, sus cuestionamientos estéticos, sus vivencias y<br />
la incertidumbre sobre sus futuros trabajos.<br />
– ¿Cuál fue tu primera conexión con el teatro?<br />
– Muy joven, a los 18 años. Había terminado la escuela<br />
secundaria y comenzado a estudiar Derecho cuando me<br />
anoté en un grupo que se llamaba Grupo Organización de<br />
Arte, que luego se convirtió en Arteón. Allí primero actué,<br />
una de las primeras obras fue una puesta de Stéfano, y<br />
luego comencé a enseñar teatro.<br />
– ¿Cómo fue tu acercamiento a la dirección?<br />
– Llegué a la dirección por la dramaturgia. Yo era una<br />
actriz que escribía sobre la metodología de la creación<br />
grupal, hacía una síntesis de lo que trabajábamos con los<br />
elencos. Nosotros teníamos nuestros caminos pero no era<br />
la época de la creación grupal en la que todo el elenco<br />
improvisaba y nada más. A diferencia <strong>del</strong> movimiento de<br />
teatro independiente de los sesenta, construíamos desde<br />
un lugar que no era el texto dramático de autor. Esto no<br />
quiere decir que no existía el texto, sino que se escribía<br />
más cerca <strong>del</strong> actor y de los cuerpos que de la literatura.<br />
– Algo así como la dramaturgia <strong>del</strong> actor pasada<br />
al papel, escrita por los mismos actores. Eso no<br />
sucede en la actualidad.<br />
– No, no se da. En aquel grupo éramos varios los que<br />
escribíamos. Ahora la dramaturgia <strong>del</strong> actor termina<br />
siendo escrita por los directores y dramaturgos. Vos<br />
hablás con varios directores o dramaturgos y son ellos<br />
los que la terminan escribiendo, no está escrita a nombre<br />
de todos los actores.<br />
– Está a nombre de ellos, no <strong>del</strong> grupo.<br />
– Mi primera obra, ¿Cómo te explico? (1980), no<br />
se pudo seguir haciendo porque estaba a nombre de<br />
diez autores y no la autorizaban. Entre autores y músicos<br />
éramos diez.<br />
– ¿Cómo era escribir de esa manera?<br />
– El que escribía una obra, escribía una puesta. No<br />
escribíamos un texto dramático dialogado sino una<br />
puesta con material dramático en acción, porque es<br />
imposible separar el sentido de los signos de la puesta.<br />
Todavía hoy escribo así.<br />
– Eso pasa generalmente cuando los dramaturgos<br />
no son directores, cuando nunca accedieron<br />
a una puesta.<br />
– Sí, los textos son muy distintos, muy distintos.<br />
– O los ven de otro modo…<br />
– Hay grandes polémicas sobre esto. Yo, sin embargo,<br />
aprendí mucho <strong>del</strong> guión cinematográfico. El cine me había<br />
enseñado, el cine nos había enseñado. Aprendí que el<br />
director podía ser dueño de la autoría y que la mayoría de<br />
los directores, no los de la gran industria sino los que<br />
hacían cine de autor, rehacían el guión con el guionista o<br />
lo hacían ellos mismos.<br />
– Todavía hoy lo siguen haciendo…<br />
– Sí. Por eso no concibo la dirección sin la dramaturgia.<br />
No haría teatro sin la dramaturgia.<br />
– ¿Cómo ves a Rosario en ese terreno?<br />
– Es muy notable, y lo voy a decir hasta cansarme, la<br />
libertad <strong>del</strong> movimiento teatral rosarino para crear o adaptar<br />
textos dramáticos. Puede gustarte, puede no gustarte;<br />
puede faltarle armado, narración; puede faltarle, puede<br />
faltarnos muchísimo…<br />
– ¿Qué está faltando?<br />
– Indudablemente, creo que hay que trabajar. Hay<br />
que aprender ciertas cuestiones de dramaturgia y saber<br />
que manejar un texto tiene sus sutilezas, importantes<br />
sutilezas. Y con esto no estoy negando en absoluto las<br />
especialidades; simplemente digo que no concibo esto<br />
<strong>del</strong> regisseur, <strong>del</strong> puestista, sin un acceso muy significativo<br />
sobre la dramaturgia, porque creo que no son<br />
dos especialidades distintas. Nuestra generación no lo<br />
concebía.<br />
– ¿Cuál era la búsqueda de tu generación?<br />
– Estaba, sin lugar a dudas, la pretensión de hablar de<br />
nosotros. Salíamos de la dictadura militar… Fue el resurgimiento<br />
de las obras de Discépolo.<br />
– Es notable ver que en esa época hubo tres puestas<br />
paralelas de Discépolo en Rosario sin que se<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
5
las considerara propiamente una moda. ¿Por qué<br />
creés que pasó?<br />
– ¡Discépolo! El clima de la oscuridad, la angustia<br />
dentro de la pieza era lo que habíamos vivido en el ’78, en<br />
el ’79… Discépolo fue importante no sólo por los temas<br />
planteados sino, sobre todo, por el clima opresivo de su<br />
época que pintó en su trabajo. Y nosotros, digamos, lo<br />
pudimos trabajar desde la opresión de nuestra época.<br />
– Por otro lado, generar un teatro para adolescentes<br />
como fue la obra ¿Cómo te explico? no<br />
habrá sido nada fácil…<br />
– No fue nada fácil. No era nada fácil conseguir una obra<br />
como esa. ¿Dónde conseguir un teatro joven, pero joven en<br />
cuanto a estética y a temática? Porque en ese momento<br />
queríamos temática, no sólo estéticas, aunque no las enfrentábamos.<br />
Creo que una estética es una temática, pero<br />
atención: en nuestra época, una estética no era un mo<strong>del</strong>o<br />
de entrenamiento. A nosotros nos interesaban ciertas propuestas<br />
que tenían que ver con una temática, con una<br />
búsqueda, y una búsqueda especialmente <strong>del</strong> público joven,<br />
adolescente. Lo que quiero decir es que la búsqueda<br />
formal es inevitable si hay un mensaje palpitante que dar.<br />
Pero también, y esto lo tengo que decir, he visto una búsqueda<br />
formal endo-céntrica que se busca a sí misma, desde<br />
otra búsqueda formal.<br />
– ¿Cuál fue esa búsqueda? ¿Cómo se transformó<br />
esa búsqueda en enseñanza para vos misma y<br />
para el resto de los grupos que formaste?<br />
– Hay que ir por partes. Arteón me enseñó a amar al<br />
teatro. Fueron mis comienzos y actuaba, escribía, veía,<br />
aprendía, enseñaba. También aprendí a ver el teatro <strong>del</strong><br />
país, ya que hacíamos muchas giras. Las distintas estéticas,<br />
los cuestionamientos… Discepolín fue el lugar donde<br />
aprendí a escribir teatro. Y también fue el lugar de la<br />
mayor participación político-artística, porque salíamos <strong>del</strong><br />
Proceso. Discepolín fue, sobre todo, el encargado de hacer<br />
la primera generación de directores que luego tomaron su<br />
camino, sus propias problemáticas y personalidades.<br />
– Luego llegó la Escuela de <strong>Teatro</strong>.<br />
– Mis mejores puestas. Un teatro más basado en la<br />
imagen sin ser de la imagen. Ahí descubro una especie<br />
de familia de actores, descubro que yo soy ellos y<br />
ellos son yo.<br />
6 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
– ¿Como un juego de espejos?<br />
– Si bien en Arteón todos teníamos una apuesta en<br />
común, en los grupos de la Escuela de <strong>Teatro</strong> tomé partido<br />
y me di cuenta de que hacía un teatro para narrarnos como<br />
grupo. Hago teatro para narrarnos como grupo y, para que<br />
el público tenga un sustento, buscamos el mito, la historia,<br />
el tema que nos narre. Semantizamos la obra pero<br />
siempre después de saber qué grupo somos, qué rol cumple<br />
cada uno, cuáles son nuestros vínculos; en ese punto<br />
narramos. Y esto no quiere decir que contamos nuestras<br />
vidas sino que nos narramos en el tango y sus pasiones,<br />
en Bajo el ala <strong>del</strong> sombrero; en el sufrimiento y el<br />
cristianismo, en La vida perdurable; en el poder entre<br />
nosotros y sobre nosotros mismos.<br />
– Es la otra escena...<br />
– Es eternamente la otra escena, que es la única que a<br />
mí me importa, que sustenta la escena argumental. Esa es<br />
la verdad, mi verdad. Es la posibilidad mágica de escribir<br />
lo que el actor es.<br />
– Sin dudas que lo autorreferencial tiene otra carga.<br />
– Tiene otra carga, sí, porque tiene que ver con nosotros.<br />
Pero no estoy diciendo que sea mejor o peor.<br />
– Ni tampoco que se transforme en algo hermético.<br />
– Nada que ver, entramos y salimos. Y tampoco es:<br />
“Voy a hacer <strong>del</strong> teatro todos los deseos que no puedo<br />
cumplir” o “Los amores los vivo en el teatro”. Es al revés.<br />
– El tema tal vez se complica un poco, sobre todo,<br />
con el público. Durante años Rosario tuvo, en el<br />
amplio espectro <strong>del</strong> público, fama de hermético.<br />
– Eso todavía no ha terminado de resolverse, y me<br />
incluyo. Eso <strong>del</strong> convitio <strong>del</strong> que habla Jorge Dubatti: la<br />
relación con el público, dónde está el público y dónde<br />
estamos nosotros; la cantidad de público y si ese público<br />
va o no va al teatro, que es otro tema; cuál es la relación<br />
entre lo que producimos y el imaginario social y si tenemos<br />
un lugar en ese imaginario o no. Creo, entonces, que<br />
hay un profundo desencuentro, hay cosas que se aciertan<br />
apenas y otras que no. Pero también creo que hay un teatro<br />
para nosotros y entre nosotros, y no creo que sea malo.<br />
– Es malo cuando es para siempre.<br />
– Claro. Cuando esa búsqueda sigue a través de años y<br />
años, te preguntás ¿para qué?. Pero si por un tiempo nos<br />
encerramos, nos autorreferenciamos, nos miramos entre
nosotros... Eso forma parte de la creación, y <strong>del</strong> encuentro<br />
y <strong>del</strong> desencuentro. Ante tanto mercado, que algunos nos<br />
miremos entre nosotros no debe ser un pecado tan grande.<br />
En realidad, el pecado para mí es que sea inútil. Yo me salí<br />
para trabajar fuera <strong>del</strong> medio teatral. Y me gustaría que<br />
esto se entendiera con el amor que le pongo porque, tal<br />
vez, al escribirlo resulta frío y no se entiende. A veces uno<br />
lo ve y dice: “Yo hago exactamente esto” y esto no justifica<br />
una vida.<br />
– ¿Por qué?<br />
– El problema profundo es dónde estamos parados, qué<br />
arte estamos haciendo. ¿Por qué tendría que irle mejor al<br />
teatro que a la sociedad? Si está seriamente atacada la<br />
capacidad de acción y de transformación de la gente, si<br />
las modalidades de la vida han caído, ¿por qué nosotros,<br />
que somos la maquinaria de la acción dramática - que<br />
incluye hasta la inmovilidad, el silencio, el no ser - y de<br />
la transformación, suponemos que esa capacidad de acción<br />
y de transformación puede ser sostenida en un arte<br />
tridimensional, en el arte de los cuerpos en vivo? Es muy<br />
difícil volver a comunicar y a vibrar lejos <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o de<br />
las emociones, de la catarsis, de la acción, de la transformación<br />
constante.<br />
– El teatro siempre incluyó lo social y corrió riesgos<br />
dentro y fuera de lo social. Mauricio Kartun<br />
dice que es un género bastardo que supo y sabe<br />
nutrirse de otras disciplinas y salir a flote.<br />
– Es una paradoja, porque el teatro dice nutrirse pero no<br />
cambia. La acción, que en esta época es un problema muy<br />
serio <strong>del</strong> ser humano, es lo que sostiene la transformación<br />
escénica, y la mentalidad de un director está basada en la<br />
transformación. Pero, ¿cómo podemos transformar? Yo<br />
misma me pregunto: “¿Transformar qué? ¿Qué voy a transformar<br />
en mi escena si yo misma no puedo transformar mi<br />
vida de acá a la noche?”. Cuando una usina está paralizada<br />
o trabaja muy mal, ¿por qué una va a creer que encontrará<br />
tan fácilmente una usina que de por sí está paralizada?<br />
– ¿Cómo hacer vibrar, cómo hacer para que algo<br />
esté vivo en este contexto, entonces?<br />
– No lo sé. No quiero que me pase como a Susana<br />
Delicia en Orquesta de Señoritas que, antes de colgarse,<br />
dice: ”Perdí mi tiempo, mi único tiempo”. No<br />
quiero, a la hora de encerrarme en el baño, no para<br />
Escena de “Desnuda de Terciopelo”<br />
colgarme sino para mirarme en el espejo, ya madura,<br />
decir “perdí mi tiempo, mi único tiempo”. Y no lo digo<br />
sólo por el teatro sino por todo en la vida. Frente a la<br />
inmensidad de todo, como dice Win Wenders: “Basta<br />
<strong>del</strong> mundo detrás <strong>del</strong> mundo. Yo quiero entrar al mundo<br />
aunque sea para tocar una manzana”.<br />
– ¿Qué es el teatro, entonces?<br />
– Es el tiempo. Detrás <strong>del</strong> cuerpo, <strong>del</strong> espacio, <strong>del</strong><br />
tema, de la forma está el tiempo. Un director es un<br />
pedazo de tiempo y la sabiduría para administrarlo. Y<br />
Dios, justamente Dios, te libre de meterte con un pedazo<br />
de tiempo. No de ritmo, de tiempo. El teatro, a fin de<br />
cuentas, sigue siendo una manera extraordinaria de<br />
construir metáforas, de construir poéticas, de que la<br />
vida se poetice, de saber que todo está en otra parte,<br />
que todo está dicho de otro modo.<br />
– Que hay otro modo.<br />
– Que hay otro modo. Y que la vida encierra la otra escena<br />
y que la otra escena de la vida es la poética. Es la vida de<br />
otro modo, o el otro modo de la vida... Como quieran.<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
7
UNA VISIÓN DE LA ACTUALIDAD<br />
– ¿Cómo ves el teatro de nuestros días?<br />
– El teatro argentino tiene que sacarse la máscara de<br />
los prejuicios. Veo ciertas cosas interesantes en la<br />
conjunción al ritmo de los jóvenes dramaturgos y directores.<br />
El esperpento, lo descalabrado, a veces lo<br />
veo muy interesante y a veces muy copiado.<br />
– ¿No notás cierto efectismo, mucho golpe bajo?<br />
– Muchísimo, y viene de lo que critican. Hay una<br />
necesidad constante de retener la atención <strong>del</strong> espectador<br />
cueste lo que cueste y, a veces, se piensa que<br />
esto se logra con los modos, los ritmos y las formas<br />
<strong>del</strong> mercado. Entonces aparece la exageración, las dos<br />
vueltas hacia a<strong>del</strong>ante, el efectismo. Hay también otra<br />
idea de la violencia que, cuando está bien plasmada,<br />
me conmociona. Hay de todo: está el efecto por el<br />
efecto mismo, que termina por no decir, no contar, no<br />
criticar nada; el escándalo que no se enfrenta a nada es<br />
absolutamente gratuito y no trasmite nada, porque el<br />
ejercicio <strong>del</strong> escándalo sin escándalo es nada. Si te<br />
corrés <strong>del</strong> simulacro para escandalizar aquello que no<br />
es escandalizable, aquello que ya está constituido, es<br />
lo mismo que correrse <strong>del</strong> teatro para copiar a la televisión<br />
con sus ritmos, sus modos, sus sketchs. Para<br />
eso, me quedo en la cama. Porque para ir al teatro<br />
tengo que levantarme, vestirme, predisponerme, desplazarme.<br />
– Es un rito.<br />
– Es un rito trabajoso y maravilloso. Por eso quien da<br />
el paso hacia el ritual le pide a su compañero <strong>del</strong> ritual<br />
- al actor, al director- mucho más de lo que se predispuso<br />
a ver o a sentir. Y con razón. Creo que hay un teatro,<br />
y estoy hablando de Rosario principalmente, que hay<br />
que buscar; hay que buscar lo bueno y lo nuevo en<br />
cualquier parte, como nunca. Por la calle, por los bares,<br />
por las salitas. El ámbito no da fe de calidad.<br />
– ¿Y la actuación?<br />
– Hace varios años fue la era <strong>del</strong> entrenamiento físico.<br />
Hoy no lo es tanto. Hay muchos interrogantes sobre<br />
desde qué lugar construir el personaje: ¿desde la historia<br />
<strong>del</strong> personaje?, ¿desde los signos?, ¿desde otro<br />
lugar completamente opuesto y distinto y trasladado a<br />
la calidad estética, a la calidad <strong>del</strong> personaje?, ¿desde<br />
los vínculos <strong>del</strong> propio elenco?. La pregunta es: ¿desde<br />
dónde construyo?<br />
– ¿Cómo trabajás con los actores?<br />
– Con los grupos que trabajé produjimos sobre elementos<br />
muy distintos. Cada obra era el motivo de una<br />
investigación: Por ejemplo: aparece en un determinado<br />
momento el cristianismo a través de un grupo de actrices<br />
cristianas, y me doy cuenta de que yo misma<br />
estoy de vuelta en el colegio con la monjas.<br />
– Una especie de comunión investigativa.<br />
– Exactamente. Hay una escena iniciática, un pálpito,<br />
algo que tiene que ver con nuestras propias relaciones<br />
como grupo. No creo en el argumento; creo en la narración<br />
que nace de tener una red de vínculos escénicos,<br />
no interpersonales; la piel <strong>del</strong> que trabaja conmigo en<br />
esa escena. Entonces cambiás el orden, creás inseguridad<br />
en el elenco, nunca ensayás por entero, hacés<br />
entrenamientos en lugar de repeticiones.<br />
– Trabajando de esa manera, ¿aparecen elementos<br />
más interesantes en el ensayo que en<br />
la puesta en escena?<br />
– Sí, por supuesto. Es una búsqueda de todos. El<br />
punto de partida son los cuerpos de los actores y la<br />
confianza, el vínculo <strong>del</strong> que hablaba. La idea es ver<br />
cuánta alegría, cuánto dolor, cuánta angustia, cuánto<br />
8 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
deseo aparece en esos cuerpos. Como no tengo la historia,<br />
el papel es totalmente <strong>del</strong> actor; dependo y<br />
dependemos de eso para encontrar un sentido.<br />
– Hay un momento en el que se pacta y te<br />
sentás a escribir.<br />
– Te tenés que sentar y ordenar. Yo hago tarjetas con<br />
esquemas en los que quedan espacios en blanco que se<br />
llenarán o no. De todos modos, intentes lo que intentes,<br />
no te podés escapar de la lectura <strong>del</strong> otro y <strong>del</strong> hecho de<br />
que, desde algún lugar, también estás construyendo vos.<br />
En la no construcción hay un cierto registro de construcción<br />
que no es solamente arbitrario.<br />
– En realidad estás narrando.<br />
– Totalmente. Estás narrando y te estás narrando.<br />
– O bien se dice: “Todo es juego”.<br />
– Y si es un juego, bárbaro. Aunque no todo es un<br />
juego y, en realidad, no hay mejor forma de narrarse que<br />
jugando. Porque jugando en serio y creativamente sin la<br />
imposición <strong>del</strong> mensaje, estás vos solito y tu alma.<br />
Llega un momento <strong>del</strong> juego en el que, a través de<br />
distintos dispositivos narrativos y ficcionales, no estás<br />
contando tu vida sino que te estás narrando. “Cada uno<br />
es lo que es y anda siempre con lo puesto”, “Nunca es<br />
triste la verdad lo que no tiene es remedio”. En el camino<br />
que necesito hacer, la homologación es el peor camino.<br />
“Digo dolorosamente lo que es doloroso” y así. Estamos<br />
en una época de simulacro y nosotros, el teatro, que es<br />
el simulacro, tenemos que tener cuidado. ¿Qué hacemos<br />
con el simulacro?: o le damos dos vueltas para que<br />
sea rito, acontecimiento, impronta inmediata de los cuerpos,<br />
o le damos dos vueltas para que sea transformismo,<br />
esperpento, inmundicia, obscenidad.
“La metodología de trabajo que aplicamos<br />
con El periférico de objetos, y que<br />
sigo poniendo en práctica en mi trabajo<br />
de director fuera <strong>del</strong> grupo, tiene que ver<br />
con el ‘escenario vacío, mentes vacías y<br />
comenzar a crear desde cero’. A partir de<br />
ese momento hay una obra a construir.<br />
No digo que esta sea la mejor forma, pero<br />
es lo que hago”, define el argentino Daniel<br />
Veronese (Avellaneda, 1955), uno de<br />
los directores <strong>del</strong> grupo El periférico de<br />
objetos y autor, entre otras obras, de Del<br />
mundo de los animales: los corderos<br />
y Mujeres soñaron caballos.<br />
TRES VOCES SOBRE UN MISMO OBJETO<br />
– ¿Cómo fue evolucionando tu trabajo después<br />
de haber formado parte <strong>del</strong> Grupo de Titiriteros<br />
<strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> San Martín?<br />
– Primero hice mimo, después títeres y más tarde<br />
llegó la dramaturgia, la necesidad de escribir y después<br />
de dirigir mis propias obras. Ahora comienzo otra<br />
etapa que es la de querer dirigir obras que no sean<br />
mías. Por ejemplo, el año próximo quiero poner en<br />
escena una obra de Chéjov y con El periférico... vamos<br />
a hacer un trabajo por encargo con un texto de Hans<br />
Christian Andersen. A la distancia me doy cuenta de<br />
que antes tenía una mirada más alejada <strong>del</strong> trabajo;<br />
ahora necesito ser el que apaga la luz, tomar las riendas<br />
de una obra mía o de otro y hacerme cargo de esa<br />
propuesta. Ahora dirijo mucho más de lo que escribo;<br />
escribo casi en función de lo que necesito. No tengo<br />
piezas que esperan el turno de ser elegidas por un<br />
*Juan Carlos Fontana es periodista, crítico y director teatral.<br />
Daniel Veronese / Buenos Aires<br />
Escenarios vacíos y<br />
director. En las últimas obras que dirigí solo, fuera de<br />
El periférico..., tuve como una necesidad momentánea mentes vacías<br />
de abandonar los objetos o muñecos. Tengo ganas de<br />
trabajar con actores, con seres vivos.<br />
– Antes de hablar de tu forma de encarar la<br />
dirección, ¿podrías contar de qué manera se<br />
dividieron las tareas de co-dirección Ana Alvarado,<br />
vos y Emilio García Wehbi en El<br />
periférico de objetos?<br />
– Se dio de manera natural. En varias de las obras<br />
que hice con El periférico... no fui autor. Cámara Gesell<br />
(1993) no era mía, Máquina Hamlet (1995) es<br />
una pieza <strong>del</strong> alemán Heiner Müller y El hombre de<br />
arena (1992), por ejemplo, la co-escribimos con Emilio<br />
(García Wehbi). Siempre se planteó la necesidad<br />
de que los mismos que dirigieran terminaran escribiendo<br />
los textos. El método consiste en empezar a crear de<br />
cero, a construir una obra. Con Máquina Hamlet sucedió<br />
que aquello que nos lleva meses definir ya estaba<br />
escrito. A la vez es una pieza muy abierta que, como<br />
directores, nos permitía proyectar en la escena un contenido<br />
que una obra convencional no posee.<br />
– ¿Cómo fue la co-dirección de, por ejemplo,<br />
Monteverdi Método Bélico (M.M.B), (2000)?<br />
– Es el tipo de espectáculo en el que previamente se<br />
charla y se discute mucho y, hasta que no aparecen<br />
ideas claras sobre los lineamientos generales, no se<br />
pasa a la escena. En ese caso, como Ana y Emilio<br />
actuaban, a medida que se acercaba el estreno me<br />
quedé con la tutela <strong>del</strong> espectáculo, pero las escenas<br />
Escena de “Última Noche...”<br />
y el desarrollo de todos los espectáculos de El perifé-<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
9<br />
Por Juan Carlos Fontana *
Escena de “Monteverdi Método Bélico”<br />
rico... siempre se discutieron entre los tres. Y si no<br />
hay un convencimiento <strong>del</strong> otro, o de los otros, no se<br />
avanza. Somos tres y no votamos por mayoría; nunca<br />
apareció eso de querer imponer una idea a los otros, se<br />
trabaja en función de la obra. Cuando se impone la voz<br />
de uno de nosotros es por la calidad de la propuesta,<br />
de las ideas o de la resolución, no por una cuestión de<br />
autoridad. Es como si fuésemos tres voces que miramos<br />
o tratamos de mirar un mismo objeto desde lugares<br />
distintos. Se aceptan las ideas <strong>del</strong> otro tomando en<br />
cuenta que eso favorece, o porque se entiende que es<br />
lo que el espectáculo necesita.<br />
– En Cámara Gesell había un pequeño dispositivo<br />
escenográfico y una actriz en escena (Laura<br />
Yusem). Además era una obra sólo para que<br />
fuera vista por una reducida cantidad de público,<br />
que bordeaba el escenario. ¿Cómo fue<br />
trabajado ese espectáculo?<br />
– Cámara Gesell fue un parto. Estuvimos un año<br />
ensayándola y los primeros seis meses fueron agotadores.<br />
Somos muy tenaces pero estábamos muy<br />
podridos. En la sala, Babilonia, hacía muchísimo frío;<br />
la única que estaba contentísima era Laura (Yusem)<br />
que dejaba que probáramos nuevas ideas. Fue la única<br />
vez que Emilio y yo entramos en colapso, a tal punto<br />
que estuvimos por abandonar el proyecto. Las ideas no<br />
aparecían y no podíamos dilucidar qué era ese espectáculo.<br />
Teníamos el texto y pasamos a trabajar en<br />
piso. Arrastrábamos a las muñecas por el suelo, luego<br />
las levantábamos... pero la creatividad no asomaba.<br />
Decidimos parar y preguntarnos qué nos pasaba. Volvimos<br />
a interrogarnos sobre qué es un objeto y si el<br />
objeto es un actor. Y la respuesta fue que ese actor<br />
diminuto, que era el muñeco, necesitaba un escenario.<br />
En Variaciones sobre B (1991) y Ubú Rey (1990) lo<br />
tenían: una mesa y las valijas de los cieguitos; en El<br />
hombre de arena era una caja circular gigante en<br />
cuyo interior había arena. En cambio, en Cámara<br />
Gesell intentábamos mezclar en un mismo escenario<br />
al actor y a los muñecos, y eso no funcionaba. Ahí<br />
surgió la idea de hacer una casa de muñecas; enton-<br />
10 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
ces empezamos a pedir prestado y nos regalaron partes<br />
de otras escenografías, como quien arma su rancho.<br />
Así surgió ese dispositivo escénico que contenía puertitas,<br />
casilleros que despertaban cierto misterio y<br />
atención. Cuando al fin tuvimos decidido el espacio, la<br />
obra comenzó a funcionar. En Cámara Gesell las escenas<br />
eran un <strong>del</strong>irio. El relato se escuchaba en off y,<br />
aunque era como aséptico, era muy lindo de escuchar;<br />
recuerdo que Alberto Segado lo leyó sólo una vez y así<br />
quedó. Había dos rutas paralelas: una eran los textos y<br />
la otra era el aquelarre de escenas. Nos interesaba que<br />
las escenas jugaran como bisagras de la mente de ese<br />
hombre que estaba en escena. Reflejaban una especie<br />
de distorsión <strong>del</strong> texto, le aportaban su cuota de salvajismo,<br />
de pesadilla, a la propuesta. Incluso resolvimos<br />
coreográficamente un par de escenas que no podíamos<br />
resolver de otro modo; buscamos una música que nos<br />
gustara y creamos secuencias a partir de esas melodías<br />
o sonidos. El espectador no se daba cuenta porque<br />
formaban parte <strong>del</strong> organismo total de la pieza.<br />
– Si bien, como decís, fue conflictivo encontrar<br />
una impronta creativa para ese<br />
espectáculo, lo cierto es que la cámara gesell<br />
como dispositivo comenzó a aparecer de distintas<br />
maneras en las futuras obras <strong>del</strong> grupo:<br />
está presente en El suicidio (Apócrifo 1) y en La<br />
última noche de la humanidad.<br />
– La cámara gesell es un elemento obsceno por naturaleza.<br />
Está para observar sin ser observada y eso es<br />
muy coercitivo. Fue creada para observar a los bebés.<br />
Ahora se usan en los bancos y en las comisarías.<br />
Donde hay una cámara gesell sabés que hay alguien<br />
mirándote, observándote. Es un signo de control.<br />
– ¿Qué ocurrió con Zooedipous, que fue un<br />
espectáculo muy complejo en lo escénico y en<br />
lo conceptual?<br />
– Veníamos de hacer Máquina Hamlet, que fue el<br />
gran éxito de la compañía, y queríamos demostrar que<br />
podíamos hacer otro tipo de trabajos. Con Ana estrenamos<br />
Circo negro, en la que actuaba Emilio, una obra simple,<br />
de humor, y nos fue bien. Pero la gente se había quedado
enganchada con Máquina... y a la vez nosotros teníamos<br />
la necesidad de dejar de trabajar con objetos. Y la pregunta<br />
que surgió fue por qué no emplear materia muerta,<br />
animales muertos, junto con otros vivos. Ese fue el secreto<br />
mejor guardado de aquel momento. Muchas veces nos<br />
ocurrió que como compañía tenemos algunos objetivos<br />
secretos de los que el público no tiene por qué enterarse.<br />
El resultado fue que nos metimos en terrenos bravos. Lo<br />
hicimos a través de Kafka; para el grupo, lo kafkiano era<br />
un elemento que venía postergándose, hasta que decidimos<br />
enfrentarlo.<br />
– ¿Zooedipous surgió como una continuidad<br />
de Máquina Hamlet?<br />
– Máquina... fue un espectáculo caliente, en cambio<br />
Zooedipous fue una obra extraña, fría y perversa.<br />
La primera idea fue emplear animales embalsamados<br />
pero por dinero y dificultades técnicas no pudimos<br />
hacerlo. En aquel momento todavía no contábamos con<br />
grandes producciones como más tarde sucedió con<br />
Monteverdi Método Bélico (M.M.B.), El suicidio...<br />
o La última noche... en Máquina... contábamos con<br />
cinco actos y la dificultad fue cómo unirlos. En Zooedipous<br />
teníamos un objeto destruído que había que<br />
armar. Fue pesadillesco, tenía algo de Festín desnudo,<br />
la película de David Cronenberg. En un reportaje tuyo<br />
de hace muchísimos años recuerdo que me preguntaste<br />
si conocía a Peter Greenaway, por el contenido de<br />
lo perverso, el placer de lo siniestro en nuestros espectáculos,<br />
lo impúdico que aparece a través de lo<br />
siniestro. Cuando eso se concreta en escena lo que<br />
hago es distanciarme y dejo que siga sucediéndose,<br />
porque es algo que ya no me pertenece como artista;<br />
es parte de los otros, <strong>del</strong> público. Si tuviera que<br />
reflexionar sobre nuestro trabajo, diría que todos nuestros<br />
montajes fueron traumáticos. Cuanto más teatro<br />
hacemos, más sufrimos, aunque se podría pensar que<br />
es al revés. Ocurre que uno dice “esto ya lo hice y no<br />
puedo volver a repetirlo”. El espectador siempre espera<br />
una canción nueva, y cuando querés cambiar de<br />
estilo te preguntan “¿Pero vos no hacías música country?”.<br />
Te piden que continúes haciendo lo que ya conocen.<br />
Lo bueno de El periférico de objetos es que siempre se<br />
rebeló a lo que el público pedía que siguiéramos haciendo.<br />
Desde el comienzo hasta hoy, las diferencias<br />
estéticas entre una obra y otra son tremendas pero el<br />
espíritu es el mismo. En todos los estrenos terminamos<br />
preguntándonos lo mismo: “¿Para qué hicimos esto?”.<br />
Nunca estamos conformes.<br />
– En El suicidio... y La última noche... necesitaron<br />
dividirse la tarea de dirigir, aunque los tres firman<br />
como responsables de los dos espectáculos.<br />
– Esas dos obras son exponentes de nuestras cabezas<br />
separadas. Emilio no estuvo en El suicidio... y yo sólo<br />
estuve en la primera parte de La última noche..., cuando<br />
todavía estaba la idea de incorporar un perro que se<br />
lavaba ante el público y, luego de que se le quitaba el<br />
barro, terminaba siendo blanco. Es más: los actores se<br />
iban a duchar ante el público y quitarse el barro de sus<br />
cuerpos pero después nos dimos cuenta de que eso iba<br />
a ser muy complicado. Ana sí estuvo en las dos obras.<br />
Fue un problema de manejo de los tiempos y resultó<br />
sano tomar esa decisión porque nos dio aire y energía<br />
para volver a juntarnos los tres. Después de diez años de<br />
trabajar juntos fue saludable que cada uno pudiera probar<br />
sus ideas por separado.<br />
– ¿De qué manera se fueron conjugando los<br />
aspectos creativos de El periférico de objetos<br />
para que pudieran continuar creando juntos<br />
durante tantos años?<br />
– Estética e ideológicamente el grupo es muy fuerte.<br />
Nuestra ideología hace que podamos mantenernos unidos.<br />
Recuerdo que cuando les leí Cámara Gesell a Ana<br />
y a Emilio, les encantó. Tiene ingredientes afines al<br />
contenido periférico; elementos ligados a lo psicológico,<br />
lo torturado, lo social; como cajas chinas, una cosa<br />
metida dentro de otra.<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
11<br />
Escena de “Zooedipus”
Escena de “Cámara Gesell”<br />
Escena de “Circo negro”<br />
LA BÚSQUEDA DE UN REALISMO EXTREMO<br />
– Antes hablaste de ciertos secretos que fueron<br />
apareciendo en tu carrera con El periférico de<br />
objetos de los que el público no se entera. ¿Esos<br />
secretos se fueron trasladando a tus trabajos<br />
de dirección individual?.<br />
– Los secretos tienen que ver con nuestras dificultades,<br />
con nuestros defectos. Por ejemplo, a veces ocurrió<br />
que el hecho de disimular algo que no hicimos bien se<br />
terminó convirtiendo en una estética. Tiene que ver con<br />
la imposibilidad de programar antes de empezar los<br />
ensayos, porque recién cuando los actores me muestran<br />
qué es la obra, puedo decir qué va y qué no. Soy un<br />
poco ingenuo al escribir. Leyendo Mujeres soñaron<br />
caballos me daba cuenta de que era violenta pero<br />
recién más tarde, en los ensayos con los actores, tomé<br />
mayor conciencia de la tremenda violencia que encerraba.<br />
En mi papel de autor, a diferencia <strong>del</strong> de director,<br />
me puedo dar el lujo de desarrollar situaciones que no<br />
siento la obligación de tener que justificar. En cambio,<br />
cuando me encuentro con un material mío o ajeno para<br />
dirigir, lo primero que hago es encontrar un grupo de<br />
actores que entienda que, de entrada, no sabemos cuál<br />
va a ser el camino a tomar. No cualquier actor es capaz<br />
de aceptar ese tipo de incertidumbre.<br />
– Mujeres soñaron caballos se iba a hacer con<br />
Alejandro Urdapilleta, Cristina Banegas y Vera<br />
Fogwill, entre otros actores, pero luego, por problemas<br />
de producción, esto no se pudo concretar.<br />
¿Qué les propusiste a los nuevos actores en la<br />
primera reunión que tuviste con el elenco?<br />
– Les dije que se aprendieran la letra y me preguntaron<br />
“Pero, ¿cómo empezás a trabajar de esa manera?”.<br />
Luego hicimos algunas improvisaciones para ir creando<br />
los vínculos entre uno y otro personaje, por ejemplo<br />
ver cuál era el pasado de Iván y Lucera y cómo se<br />
comportaban en la intimidad. O cómo era la vida de<br />
Ulrica y Rainer en su casa. En esa primera etapa no<br />
trabajamos sobre lo que ya estaba escrito, sino sobre<br />
lo que ellos iban imaginando, accionando y poniendo<br />
en palabras. Mi intención fue comenzar a trabajar con<br />
12 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
pautas parecidas a las que proponía la obra. Creo que<br />
es una obra que se mantiene por la interpretación que<br />
hacen los actores, por lo que pudimos lograr a partir de<br />
situaciones idiotas, cotidianas, casi televisivas. Tiene<br />
algo de las sitcoms norteamericanas, de vodevil. Desde<br />
el comienzo, para mí fue importante la confianza<br />
que los actores pudieran depositar en el trabajo. Con el<br />
otro elenco en el que había figuras más conocidas<br />
hubiera sido diferente. Lo maravilloso es decir “Bueno,<br />
cuento con estos actores y juntos vamos a tratar de ir<br />
construyendo algo”.<br />
– ¿Cómo fue apareciendo ese marco de violencia<br />
que se observa a lo largo de la pieza y<br />
va in crescendo hasta el final?<br />
– Al comienzo esa violencia no se mostraba tan<br />
explícita como fue sucediendo después. Incluso me<br />
pidieron la pieza para editarla en uno de los libros de<br />
mis obras y si la leés, en relación con lo que se ve en<br />
escena ahora, se podría decir que es otra obra. En el<br />
texto aparecía como una gran fábrica abandonada que<br />
ahora es un departamento pequeño en un edificio a<br />
medio habitar. En cuanto a la violencia, se fue manifestando<br />
a partir de la decisión de ir achicando el<br />
espacio escénico. En la segunda pasada les dije a los<br />
actores que fueran reduciendo el espacio de actuación<br />
a la mitad. Después a un cuarto. Hasta que los terminé<br />
casi arrinconando a ese pequeño living de un departamento<br />
de dos ambientes. Al principio no querían saber<br />
nada con actuar en un espacio tan reducido; a la semana<br />
estaban encantados porque sentían que empezaba a<br />
aparecer una cierta opresión a partir de lo físico. Y<br />
finalmente, un mes antes de estrenar, apreté el acelerador<br />
sobre la violencia que proponía la pieza y esa<br />
violencia comenzó a manifestarse a través de la comunicación<br />
física entre los personajes.<br />
– ¿Ese método de trabajo condujo a la violencia<br />
desaforada que se observa al final a través<br />
<strong>del</strong> personaje de Lucera?<br />
– No sabía que esa escena iba a tener esa eficacia.<br />
A pesar de que se anuncia, no se espera ese final,<br />
sorprende. A nivel teatral es un salto cuantitativo. Cuan-
do trabajamos esa escena final, la preocupación fue<br />
cómo hacer para que esos disparos y el matar a los<br />
otros se mostrara como verdadero, verosímil. En esa<br />
búsqueda pensé que si se veían los cuerpos tirados en<br />
el piso, <strong>del</strong>ante <strong>del</strong> público, la gente iba a ver respirar<br />
a los actores y no quería eso. Entonces lo resolvimos a<br />
través de lo escenográfico: el espectador ve las piernas<br />
de los personajes que cayeron muertos, pero no<br />
sus cuerpos. En un momento pensé que Lucera, en<br />
lugar de un revólver, los matara con un cuchillo. Después<br />
nos inclinamos por la contundencia que producen<br />
los disparos. El primer disparo despierta en el personaje<br />
una especie de excitación. Ella tira cuatro disparos<br />
y mata a los cuatro personajes, porque los odia.<br />
– Lo curioso de esta pieza es que, en un mismo<br />
plano, coinciden lo poético de algunos de los<br />
monólogos de los personajes con una violencia<br />
interna que termina desencadenándose en<br />
forma más contundente hacia el final. ¿Cómo<br />
trabajaste esa evolución de ritmos internos con<br />
los actores?<br />
– Es una obra en la que coinciden lo poético y lo<br />
callejero. Tiene un ritmo interno que parece elaborado a<br />
través de continuas frenadas y aceleres que termina<br />
como una especie de coito hacia el final. Eso lo fui<br />
trabajando casi intuitivamente. Es como si después de<br />
escuchar muchos gritos necesitaran un amplio espacio<br />
de silencio. La pieza tiene una convención escénica en<br />
la que se encienden las luces <strong>del</strong> escenario y durante<br />
treinta segundos no sucede nada. Son silencios expresivos<br />
pero inexplicables. Durante los ensayos, Silvina<br />
Sabater me decía “¡Pero Daniel, hace diez minutos que<br />
estoy sentada sin decir nada!”. Y yo le respondía “¿Acaso<br />
en tu casa no estás diez minutos sentada?”. No fue<br />
fácil para los actores bancarse la cercanía con el público,<br />
cargar la escena con la tensión <strong>del</strong> lugar, sin tener<br />
que explicar, ni actuar nada, simplemente estar ahí. Si<br />
veo a una chica con un revólver y cuatro personas más,<br />
lo primero que puedo pensar es en el miedo y lo que<br />
aparece es una cierta parálisis, no es necesario que<br />
haya textos. Los personajes pueden vivir esa situación<br />
sin decir una sola palabra, transmitirlo sólo a través<br />
<strong>del</strong> cuerpo. Lo que hice al final de los ensayos fue<br />
sintetizar, saqué todo lo que consideré hojarasca. Los<br />
actores me decían, “¡Como nos vas a sacar esos textos!”.<br />
Pero buscaba que todo aconteciera ante la vista<br />
<strong>del</strong> espectador, perseguía una especie de realismo extremo.<br />
No quería que se actuara lo que se decía. Estoy<br />
cansado de ver cómo se teatraliza lo que se dice. Mi<br />
intención fue que, inmersos en esa escenografía casi<br />
televisiva y a través de sus personajes, los actores<br />
transmitieran un miedo y una violencia muy cercanas a<br />
lo real. No sé si eso es el teatro. Sé que para esta obra<br />
eso fue lo más acertado. Me gustaría profundizar en<br />
eso que se encontró para Mujeres soñaron caballos.<br />
Por eso quiero comenzar a trabajar una pieza de<br />
Chéjov, porque me atrae no teatralizar a ese autor;<br />
representar una de sus obras en una casa y que los<br />
resortes necesarios para su contenido puedan vehiculizarse<br />
a través de la cotidianidad implícita en sus piezas.<br />
– ¿Qué resonancias esperás descubrir en Chéjov<br />
como para proponerle al público un reencuentro<br />
con este autor?<br />
– Quiero hacer una obra con siete u ocho personajes<br />
cuya acción transcurra en el Buenos Aires actual. Chéjov<br />
es uno de pocos autores que me emociona muy<br />
profundamente. Llevaría sus textos a un plano en el<br />
que la gente pueda comprender todo a partir de las<br />
situaciones cotidianas que viven los personajes. Para<br />
mí, la pieza está en un segundo plano. Me interesa<br />
privilegiar la actuación, la verosimilitud a partir de las<br />
relaciones vinculares entre los personajes.<br />
LA ACTUACIÓN: OTRA REALIDAD POSIBLE<br />
– En El suicidio (Apócrifo 1) los actores ingresan a<br />
una zona compleja en la que los personajes se<br />
ven obligados a relatar su propia muerte. ¿Cómo<br />
fueron elaborando esos contenidos?<br />
– Puede hacerse porque, lógicamente, uno lo piensa<br />
desde un lugar no suicida. Puedo pensar en la guerra<br />
porque no estoy dentro de una situación de esas características.<br />
Un suicida no puede jugar con su propio<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
13<br />
Escena de “El sucidio (Apócrifo 1)”<br />
Escena de “Máquina Hamlet”
Escena de “El hombre de arena”<br />
suicidio, en cambio el actor sí lo puede hacer. La cuestión<br />
no es caer en la melancolía de la situación, sino<br />
prestarse al juego que nos propone un personaje en<br />
circunstancias de esa índole. Mi idea en ese caso fue<br />
que no fuese un espectáculo negro sobre el suicidio.<br />
Por eso aparece un contraste entre la risa y lo terrible<br />
de los hechos.<br />
– En tu segundo libro de obras completas -ðal<br />
que titulaste La deriva -, cuando al final ponés<br />
una serie de automandamientos, te referís a lo<br />
sublime y a lo horroroso, y señalás que se deben<br />
“conciliar escénicamente opuestos para<br />
plasmar la contradicción en la imagen. Que la<br />
imagen sea real y al mismo tiempo sugestiva”.<br />
– Esas frases definen claramente lo que es la pieza.<br />
Hacer que la actuación se convierta en otra posible<br />
realidad y que, al mismo tiempo, sea sugestiva. Necesité<br />
que los actores pudieran soportar esa búsqueda<br />
desenfrenada y melancólica sobre el tema y que al<br />
mismo tiempo pudieran entrar y salir de las situaciones<br />
con facilidad, con una total impudicia.<br />
– ¿Qué le aportó a la dirección de actores tu<br />
conocimiento sobre la manipulación de objetos?<br />
– En el caso de El suicidio... buscaba actores que<br />
dieran lástima, que fueran débiles, que no estuvieran<br />
preparados para poder soportar la escena y que esto se<br />
viera. No buscaba que actuaran mal sino que me interesaba<br />
despertar en ellos la capacidad de convertirse<br />
en personas queribles, aceptables y que el público<br />
terminara diciendo “¡Pobre gente¡”. Mi búsqueda siempre<br />
apunta a personalidades fuertes que puedan bancarse<br />
esa sensación de nada que a veces se da en los trabajos.<br />
Como dije antes, que tengan la capacidad de<br />
soportar esa nada que se da al comienzo de un trabajo<br />
cuando todo está a punto de construirse. Me llevó un<br />
año poder armar Open house. Los actores eran chicos<br />
sin ninguna preparación. Lo que hicimos fue trabajar el<br />
hecho de que no hay nada para expresar, de que sólo<br />
contamos con el abandono y, a partir de ahí, vamos a<br />
tratar de ver qué aparece, qué somos capaces de hacer.<br />
14 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
– En La muerte de Marguerite Duras, el personaje<br />
que hace Tato Pavlovsky deja al desnudo<br />
una especie de muñeco-actor que aparece en<br />
escena. Tal vez eso tenga relación con la propia<br />
personalidad <strong>del</strong> intérprete, con sus<br />
muecas, sus gestos, con el cautivante magnetismo<br />
que despierta en el público.<br />
– Tato es muy formal y muy exterior. Es un actor que<br />
está en escena, se rasca la cabeza, mira el reloj y vos<br />
sabés que te está mintiendo pero lo comprás igual. Es<br />
un psicópata querible, un actuador. Si otro artista hace<br />
eso, como espectador te levantás y te vas.<br />
– Esas muecas que él hace en escena, ¿fueron<br />
marcaciones tuyas?<br />
– Al principio estaba todo marcado. Después <strong>del</strong><br />
estreno el espectáculo tomó otro color que tiene que<br />
ver con su relación con el público. Estoy muy contento<br />
con lo que conseguimos juntos en la etapa de ensayos.<br />
El me decía “No te preocupes que cuando esté el público...”.<br />
Él, como actor, tiene la necesidad de ser aceptado,<br />
mirado, y entonces apela a una serie de muecas, de<br />
ritmos, de repeticiones a los que es imposible encontrarles<br />
una marcación porque son muy personales, están<br />
en él. Mi trabajo con Tato tuvo más que ver con la<br />
comprensión de la obra, la dramaturgia. En La muerte<br />
de Marguerite Duras pude frenarlo los primeros meses<br />
y él quería hacerme caso, pero eso que logra en<br />
escena con el público es algo más fuerte que él; esa<br />
comunicación sólo aparece en las funciones.<br />
– ¿Qué lugar ocupa la escenografía, la música,<br />
la iluminación en tus espectáculos?<br />
– Está relacionado con el acontecer teatral. En los<br />
espectáculos de El periférico..., el espectador no recordará<br />
una escenografía pero sí imágenes. Lo que sobra<br />
se quita. Siempre apelamos a una síntesis escénica.<br />
Lo mismo ocurre con la iluminación y la música. Mi<br />
intención es que el espectador no se dé cuenta de que<br />
hay luz, ni música. Lo esencial son los actores y lo que<br />
ellos hacen en escena.
Patricia García / Tucumán<br />
LOS REVERSOS DE UN JUEGO<br />
Este artículo tratará de indagar en una pequeña parcela<br />
de la abundante producción teatral tucumana. En<br />
este caso, será a partir <strong>del</strong> pensamiento y la obra de<br />
Patricia García.<br />
García es abogada y licenciada en teatro, egresada<br />
de la Universidad <strong>Nacional</strong> de Tucumán. Tiene una<br />
prolífera carrera artística, a lo largo de la cual asumió<br />
diferentes funciones: actriz, asistente y directora teatral.<br />
Complementa este quehacer con la carrera docente<br />
que desarrolla en la Facultad de Artes de la Universidad<br />
<strong>Nacional</strong> de Tucumán. En 2002 recibió una de las<br />
dos becas de perfeccionamiento en el extranjero que el<br />
<strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> otorga cada año y que la<br />
llevará, en septiembre de 2003, a comenzar el Doctorado<br />
en <strong>Teatro</strong> en la Universidad de Valencia, España.<br />
El trabajo de dirección teatral de Patricia García se<br />
conoció a nivel nacional en 2002 cuando representó a<br />
la provincia de Tucumán con la puesta en escena de<br />
Del maravilloso mundo de los animales: los corderos,<br />
de Daniel Veronese, en la Fiesta <strong>Nacional</strong> de<br />
<strong>Teatro</strong>. En 2003 representó nuevamente a la provincia<br />
en la Fiesta <strong>Nacional</strong>, en esta ocasión con el unipersonal<br />
Jamuychis (el grito...).<br />
Para ingresar en el pensamiento de esta teatrista es<br />
conveniente conocer algunos rasgos <strong>del</strong> campo intelectual<br />
en el que se realizaron sus producciones<br />
artísticas. Apelo a este concepto de la sociología de<br />
Bourdieu para presentar suscintamente las variables o<br />
reglas de juego <strong>del</strong> espacio social tucumano.<br />
En la reciente historia de la provincia se registran<br />
ciertas políticas culturales que dejaron huella en el<br />
campo intelectual local:<br />
En 1984, con el advenimiento de la democracia en el<br />
país, y en un intento por dinamizar el campo artístico de la<br />
provincia luego de los oscuros y sangrientos años vividos<br />
Seducción y femineidad, poder y sentido<br />
en la última dictadura, se creó, de la mano <strong>del</strong> profesor<br />
Juan Tríbulo, la Licenciatura en <strong>Teatro</strong> en la Facultad de<br />
Artes de la Universidad <strong>Nacional</strong> de Tucumán, espacio de<br />
poder <strong>del</strong> que surgieron los actuales e influyentes artistas<br />
teatrales de la provincia, e incluso de la región.<br />
En 1998, con la creación <strong>del</strong> <strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> de<br />
<strong>Teatro</strong>, se revivió en la provincia una política cultural<br />
que otorgó al sistema teatral un nuevo giro y desarrollo<br />
y que, actualmente, podría ser analizada desde diversas<br />
perspectivas.<br />
Patricia García oscila en este devenir teatral de la<br />
provincia desde el inicio de sus trabajos artísticos, a<br />
fines de los años ’70, y pertenece a la primera promoción<br />
de egresados de la carrera universitaria, un grupo<br />
que marca tajantemente el hacer teatral tucumano.<br />
La entrevista con García se centró en sus últimos<br />
trabajos como directora, reunidos bajo la característica<br />
común de haber acercado a Tucumán algunos de los<br />
primeros textos de un teatro de desintegración, como<br />
denomina Osvaldo Pellettieri al “teatro de intertextualidad<br />
postmoderna” representado por Rafael Spregelburd<br />
y Daniel Veronese, entre otros dramaturgos. Puntualmente,<br />
se tomó como eje de la charla la temática de la<br />
identidad de género femenino, aspecto que puede considerarse<br />
una invariable de estas puestas en escena.<br />
A partir <strong>del</strong> año 2000 la directora realizó los siguientes<br />
montajes:<br />
· 2000: Cucha de almas, de Rafael Spregelburd.<br />
· 2001: El difunto, de René de Obaldía.<br />
· 2001: Del maravilloso mundo de los animales:<br />
los corderos, de Daniel Veronese.<br />
· 2002: Jamuychis (el grito...), unipersonal basado<br />
en textos de Patricia García, Flavia Molina, Nazin Hikmet<br />
y Alejandra Pizarnik, entre otros autores, y en<br />
coplas populares.<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
15<br />
Por Mauricio Tossi *<br />
*Mauricio Tossi es licenciado en teatro de la Universidad de<br />
Tucumán, actor e investigador teatral.
Escena de “Del maravilloso mundo...”<br />
EL MUNDO DE LA MUJER<br />
–¿Cómo surge la constante de lo femenino en<br />
tus trabajos artísticos?<br />
– Lo femenino se fue presentando al comienzo por<br />
casualidad o, tal vez, por causalidad, y después tomó<br />
parte de una decisión. Cuando hice Cucha de almas,<br />
de Spregelburd, encontré una posición muy interesante<br />
con respecto a la mujer, aun cuando no hablaba sólo de<br />
ella. Pero me resultó atractivo mostrar a la mujer según<br />
nuestros manejos intelectuales, intrigas y simplezas.<br />
– Y estas características se plantearon desde<br />
una estética kitsch...<br />
– Si, la decisión de trabajar desde el kitsch me permitió<br />
ahondar en estos personajes; por un lado, le imprimió<br />
al trabajo actoral la forma <strong>del</strong> cómic y la dinámica <strong>del</strong><br />
dibujo animado; por el otro se plasmó en los objetos, en<br />
la música e incluso en la estatura particular de una<br />
actriz que mide 1,40 aproximadamente.<br />
– En la puesta en escena de El difunto, de René<br />
de Obaldía, también está presente lo femenino.<br />
El programa de mano versa: “Todas las mujeres<br />
aman a un Víctor, les hace falta un monstruo<br />
para pretexto de su propio laberinto”.<br />
– En El Difunto hay una decisión de apuntalar lo<br />
femenino. Pensé en la obra porque trabajaba con dos<br />
actrices que estaban a la altura de un texto que, a pesar<br />
de ser de los años ’50, sigue vigente. Allí lo femenino<br />
estaba elaborado desde la máxima ridiculización; estas<br />
mujeres se reían de sí mismas con la hipocresía<br />
femenina que tan particularmente está trasladada al<br />
cuerpo. Por eso podíamos ver una escena en la que dos<br />
mujeres que peleaban por un hombre ausente, que no<br />
aparece y nunca aparecerá, que tenía un parecido con<br />
las luchas de gladiadores. Esa pelea es la excusa que<br />
tienen para relacionarse con el mundo y con ellas mismas;<br />
mediante esa pelea intentan darse una respuesta<br />
a través <strong>del</strong> hombre.<br />
El laberinto les es propio. Y la obra es muy crítica en<br />
este sentido, se retuerce en sí misma como un guante<br />
<strong>del</strong> derecho y <strong>del</strong> revés, devela para que en algún<br />
momento se transforme en lo que debería ser.<br />
16 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
– Jean Baudrillard, en su ensayo De la seducción,<br />
apuntala esta reversibilidad de la que<br />
hablás. Él ve a lo femenino y a la seducción<br />
como un reverso <strong>del</strong> poder y el sentido pero en<br />
un contexto de suma artificialidad. En El difunto,<br />
¿está presente esta artificialidad femenina?<br />
– Sí, por eso la imagen <strong>del</strong> guante dado vuelta: por un<br />
lado aparece lo interior, lo intestinal o lo grotesco de<br />
los órganos al descubierto, y por otro lo superficial de<br />
esa mujer perfecta, inmaculada, arreglada, en pose. La<br />
seducción y el poder participan de este juego.<br />
– Como directora teatral, ¿cuáles son tus recursos<br />
de seducción?<br />
– Principalmente el sustento <strong>del</strong> trabajo actoral. Si<br />
bien no descuido lo formal, es decir lo externo, la<br />
composición espacial, las luces y demás elementos,<br />
mi fundamento en la dirección es el actor, su ritmo, su<br />
gestualidad.<br />
SEDUCCIÓN Y PODER<br />
– ¿Cómo trabajaste la seducción en Del maravilloso<br />
mundo de los animales: los corderos, la<br />
obra de Veronese?<br />
– Los corderos es una metáfora de la violencia de los<br />
años oscuros de la Argentina. Hay, sin embargo, cierta<br />
belleza dentro de esa violencia y en ese punto aparece<br />
lo siniestro, porque la violencia se entrecruza con lo<br />
erótico e incluso, por medio de un trabajo actoral minucioso<br />
<strong>del</strong> gestus -un gestus de relojería-, esos seres<br />
miserables se muestran en situación de seducción.<br />
Claro que, al dar luz, se muestra el desgarro de esos<br />
personajes. Es la acción de seducción en sombras.<br />
– Y nuevamente encontramos la reversibilidad<br />
entre la seducción y el poder. ¿En Los corderos,<br />
el personaje de “la Rodríguez” puede ser<br />
un eje en este sentido?<br />
– Sin dudas. Hay que tener en cuenta, por ejemplo,<br />
que este personaje nunca sale de escena. “La Rodríguez”<br />
es la que maneja el tiempo de la obra, es la que<br />
contiene a los otros personajes; “la Rodríguez” mantiene<br />
una doble característica, la masculina y la<br />
femenina. De hecho, en el aspecto técnico actoral, se
trabajó por medio de asociaciones con animales. La<br />
actriz que abordó a “la Rodríguez” tomó a la piraña<br />
como estímulo, por eso el tic de los dientes que la<br />
caracteriza, un detalle que asocia a la piraña en tanto<br />
ésta digiere carne, con “la Rodríguez” que devora en<br />
trozos a los hombres que la rodean, como también los<br />
trozos de historia, de cuerpo.<br />
– La categoría estética de lo siniestro, en algún<br />
punto, hace base en ese trozo de cuerpo, de<br />
pierna, que está presente en todo momento...<br />
– Sí, hay una pierna colgando constantemente que,<br />
además, es el único elemento que en este juego de<br />
sombras tiene siempre su luz propia y encendida. Ese<br />
pedazo de pierna que se valora por su historia, sus<br />
cicatrices, sus marcas no deja, sin embargo, de ser<br />
una pierna bella que seduce; es una pierna femenina,<br />
maniquí que simboliza a la supuesta belleza perdida de<br />
las piernas de “la Rodríguez”.<br />
Otro elemento que nos permite jugar con esta ambivalencia<br />
de seducción y poder es la cama, un objeto<br />
que de por sí es motivo de erotismo, pero con la particularidad<br />
de tener un visible elástico de alambres.<br />
Entonces, es un objeto para el ejercicio sexual pero<br />
también para torturar. Sumado a esto la cama es también,<br />
a nivel de puesta en escena, un dispositivo<br />
escénico que circula en diferentes posiciones dentro<br />
<strong>del</strong> pequeño espacio escénico marcando diferentes relaciones<br />
entre los personajes.<br />
– En este caso, la cama es el elemento que te<br />
permite componer algunas metáforas y metonimias<br />
de la escena.<br />
– Claro, porque por momentos es un trono para el<br />
torturador, y luego es el lugar que alberga a aquella<br />
pareja ilegítima, de sombras. Esto, apoyado en una<br />
iluminación color sepia que nos remite a las fotos <strong>del</strong><br />
pasado, sería como la escena de una foto <strong>del</strong> pasado<br />
pero que no se agota allí, porque también nos remite a<br />
la marginalidad contemporánea. Estos personajes hacen<br />
funcionar un circuito siniestro con sus relaciones y<br />
con lo que dicen o dejan de decir.<br />
– Trabajaste con autores de la llamada “nueva<br />
dramaturgia argentina”, ¿qué motivación encontraste<br />
en ellos?<br />
Escena de “Del maravilloso mundo...”<br />
– A mí me interesa, principalmente, lo que dicen.<br />
Con esto no niego la validez de los clásicos o de los<br />
textos universales, pero estos autores me llevan a<br />
trabajar con ellos porque siento que están diciendo<br />
cosas que a mí me interesa decir. Tal es la necesidad<br />
de un tipo particular de discurso que mi último trabajo<br />
es Jamuychis (el grito...), un espectáculo donde se<br />
junta la dramaturgia <strong>del</strong> actor con la <strong>del</strong> director.<br />
UNA ABUELA / UNA NIETA<br />
– Entremos de lleno a Jamuychis..., que es el<br />
trabajo teatral que representó a Tucumán en la<br />
Fiesta <strong>Nacional</strong> de <strong>Teatro</strong> de este año. ¿Cómo<br />
surge?<br />
– Fue un largo proceso a partir de una idea de la actriz<br />
Flavia Molina. Luego, lentamente, comenzamos una<br />
fase de acopio, como ardillas que juntan sus avellanas.<br />
Por ejemplo, recuerdo que lo primero que apareció<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
17
Escena de “Jamuychis”<br />
Escena de “Del maravilloso mundo...”<br />
de la obra fue el poncho, que lo compramos hace dos<br />
años. Entonces decíamos: “Esto es lo que necesitamos<br />
para el personaje...”, un personaje inexistente de<br />
una obra aún sin vida. A eso me refiero con un lento<br />
proceso de acopio, porque era un proyecto latente que<br />
resultó en un proceso de creación fragmentado. Recién<br />
cuando sentimos que teníamos suficientes elementos<br />
o recursos comenzamos a producir. Empezamos con<br />
esquemas físicos. Hubo un entrenamiento a partir de la<br />
danza suri que, si bien en el espectáculo no está explícito,<br />
es síntesis de ciertos aspectos rítmicos, por<br />
ejemplo, en el andar de la abuela.<br />
– Siguiendo con la temática de la seducción y<br />
la femineidad, en Jamuychis... explota tu abordaje<br />
hacia la identidad de género femenino.<br />
Partamos de una frase que está presente en el<br />
espectáculo: “La mujer quiere saber lo que está<br />
detrás <strong>del</strong> silencio”.<br />
– La obra se llama Jamuychis (el grito...) y, de<br />
hecho, se trata de buscar respuestas por detrás <strong>del</strong><br />
silencio, hablar o gritar. Creo que hay una voz silenciada,<br />
callada y que tiene, por supuesto, necesidad de<br />
expresión; es la de esas pequeñas mujeres que están<br />
en todas partes, pero muy cercanas, soportando en sus<br />
espaldas (como un atadito) todo el peso <strong>del</strong> mundo.<br />
Ellas son nuestras abuelas, madres, hermanas. Por<br />
eso, durante toda la obra hay una explosión de personajes<br />
femeninos diferentes, pero en algún punto, iguales.<br />
– La dramaturgia de Jamuychis... tiene algunas<br />
características <strong>del</strong> teatro de intertexto<br />
postmoderno como fragmentación, repetición,<br />
18 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
collage; sin embargo, el carácter autorreferencial<br />
es uno de los que más se distinguen.<br />
– Sí, partimos de nosotras mismas contando una<br />
historia propia como disparador; luego esa historia se<br />
independiza y adquiere entidad de ficción propia. Por<br />
ejemplo, si bien comenzamos pensando en la abuela<br />
de la actriz, luego fue “la” abuela, a quien le pusimos<br />
el apellido de un fotógrafo peruano de 1930 o 1940,<br />
Champi, porque sus fotos en blanco y negro nos proporcionaron<br />
un conjunto de estímulos que después se<br />
plasmaron en los personajes.<br />
– Hay un desplazamiento de “mi” abuela a “la”<br />
abuela.<br />
– Sí, y lo mismo pasa con la historia de la actriz, que<br />
es la suya pero también la de miles de mujeres. Y en<br />
este caso todo queda condensado en la metáfora “la<br />
nieta”, personaje que no tiene nombre porque puede<br />
ser todas esas mujeres que buscan. Inclusive, en el<br />
cuadro titulado Nadie me conoce..., la nieta le dice a<br />
su abuela: “Abuela, Mamaku, no eres, sino, la última<br />
borrosa imagen, una frente salpicada de oscuro y de<br />
ceniza... Nadie me conoce, tú hablas el silencio...<br />
Abuela nadie me conoce, yo hablo mi cuerpo... Kay<br />
warmi wawa, puñuyta munashan”.<br />
– Un recurso estético de esta puesta en escena<br />
es el uso <strong>del</strong> quechua, ¿cómo vive el espectador<br />
el uso de esta lengua? Es decir, ¿es una<br />
preocupación la producción de sentido por parte<br />
<strong>del</strong> espectador?<br />
– No, la búsqueda <strong>del</strong> sentido no es en mí una preocupación.<br />
Evidentemente quiero que el público capte,
de algún modo, lo que estoy abordando, pero no me<br />
ocupo de “buscar” sentidos porque la experiencia me<br />
demuestra que eso depende de la cosmovisión <strong>del</strong> espectador.<br />
Jamuychis... es un espectáculo abierto y el<br />
espectador trabaja en el complemento de los sentidos;<br />
esto es lo que sucede con el uso <strong>del</strong> quechua, aun<br />
cuando prácticamente nadie pueda decodificarlo totalmente.<br />
Sucede lo mismo cuando utilizamos sonidos<br />
árabes, e incluso una canción hindú que canta la actriz.<br />
Todos estos códigos tienen la misma validez, el mismo<br />
peso y el espectador los selecciona según su<br />
percepción.<br />
– En el espectáculo y por lo que decís, se ve<br />
que el concepto de montaje es importante para<br />
vos. Jamuychis... goza de una pluralidad radical,<br />
toma diversos estilos, géneros y recursos.<br />
– Trabajo generalmente con el procedimiento <strong>del</strong><br />
montaje. Lo que sucede es que no todos los actores<br />
conocen este proceder. En el caso de la actriz Flavia<br />
Molina, ella tenía un entrenamiento adecuado. La<br />
pluralidad que mencionás fue señalada según niveles<br />
de interpretación distintos y de la objeción, por<br />
ejemplo, <strong>del</strong> jurado de la Fiesta Regional de <strong>Teatro</strong><br />
por una canción de Janis Joplin que se incluye en el<br />
espectáculo. No creo que por remarcar el sonido de<br />
la caja o de la baguala, o aquello que es propio de<br />
nuestro pasado o de nuestra tradición <strong>del</strong> noroeste<br />
<strong>del</strong> país, estemos evitando esa especie de colonización.<br />
Porque de alguna manera hoy, por estas<br />
circunstancias postmodernas, Janis Joplin es también<br />
parte de nuestra identidad.<br />
– Entonces, la identidad no sería un producto<br />
directo y sin mediaciones <strong>del</strong> pasado y la tradición.<br />
– No. Es una construcción, un puente entre ese pasado,<br />
esas tradiciones y costumbres y lo que es “hoy”<br />
nuestra cultura.<br />
– Lo musical, como recurso artístico y estratégico<br />
de la puesta, representa cambios. ¿Qué<br />
es lo que cambia?<br />
– Cambia el tiempo, el espacio, las ideas temáticas,<br />
las texturas y, como queríamos trabajar con un planteo<br />
algo onírico y en los sueños uno cambia, hay un pasaje<br />
de una situación a la otra sin justificaciones.<br />
– Aparece ahí el concepto de la antropología<br />
teatral de la lógica a saltos.<br />
– Sí, claro. La construcción por medio de lo asociativo,<br />
sin una lógica racional, puede ser artísticamente<br />
mucho más interesante. Y lo que hago es no negarme a<br />
esas asociaciones.<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
19<br />
– Durante el espectáculo Jamuychis... el personaje<br />
de la nieta carga constantemente con<br />
una valija que representa claramente la imagen<br />
<strong>del</strong> hombre, pero ¿qué más lleva esa valija?<br />
– Esa valija es el peso de la historia; nuestra historia<br />
que es historia de razas, de amores, <strong>del</strong> abandono y,<br />
por supuesto, la historia de “ese” hombre <strong>del</strong> cual no<br />
diré nada. Lo dejo abierto para quienes se animen a ver<br />
Jamuychis (el grito...).<br />
Patricia García
Víctor Arrojo / Mendoza<br />
“El teatro debe conservar su capacidad de contar”<br />
Víctor Arrojo es actor y director <strong>del</strong> grupo Cajamarca, uno de los más sólidos de<br />
la provincia de Mendoza. También es fonoaudiólogo, docente e investigador de<br />
la Universidad <strong>Nacional</strong> de Cuyo, gestor y productor, aunque él prefiere definirse<br />
como teatrista. Postales argentinas, Frida y Menú de náufragos son algunas<br />
de las obras con las que alcanzó el reconocimiento de la crítica nacional y ganó<br />
varios premios. Víctor Arrojo es una referencia obligada para comprender parte<br />
<strong>del</strong> teatro mendocino de hoy.<br />
20 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
Por Gustavo Casanova*<br />
* Gustavo Casanova es licenciado en Comunicación Social<br />
de la Universidad de Cuyo, actor, dramaturgo y director.
– ¿Cómo llegás al teatro?<br />
– Me acerqué al teatro buscando algún medio de<br />
expresión. Lo primero que encontré fue un grupo humano<br />
en el que compartí coincidencias que trascendieron<br />
el tema de lo técnico-profesional, que es el inicio de<br />
toda carrera. Por una herencia familiar debió haber sido<br />
la música, pero me di cuenta de que el oído no me daba<br />
y terminó siendo como una tortura, especialmente la<br />
música académica. Yo estudiaba trompeta en la Escuela<br />
de Música y me iba bien pero no la pegaba con la<br />
teoría y el solfeo. Entonces quise salir de eso, que<br />
había ocupado muchos años de mi adolescencia, y<br />
encontrar un arte que me permitiera expresarme porque,<br />
indudablemente, tenía una sensibilidad que<br />
necesitaba expresar, además de una influencia familiar<br />
muy fuerte con respecto a lo artístico. Encontré al<br />
teatro allá por el ‘78 o ‘79, un momento en el que era<br />
difícil hallar una expresión artística, y creo que no fue<br />
casual. Coincido con Serrat en esto de no creer tanto en<br />
el destino y sí en el azar, que a veces puede ser más<br />
fuerte. Aunque uno, claro, no cree únicamente en el<br />
azar sino más bien es una mezcla de cosas.<br />
–¿Y el actor cómo surgió?<br />
– No te puedo decir que siempre fui actor; de chico<br />
hacía monadas, pero creo que al teatro se llega desde<br />
distintos lugares. Algunos desde la profunda timidez,<br />
otros desde el total desparpajo y la absoluta seguridad.<br />
Yo creo que tiene que ver con miles de factores. En mí<br />
era una necesidad casi inconsciente de hacer algo.<br />
Uno va encontrando; es un proceso que decanta en<br />
varias etapas: primero, una necesidad pero también<br />
una contención. Me voy tan al principio porque creo<br />
que eso me marcó, obviamente. Yo no empecé en la<br />
Escuela de <strong>Teatro</strong>, no hice la carrera de intérprete dramático,<br />
y aquí vuelve a aparecer el azar. Claro que en<br />
esa época la escuela no era un referente y sí lo eran,<br />
sin embargo, Rafael Rodríguez, Gladys Ravalle o Maximino<br />
Moyano. Fueron apareciendo decisiones y azares.<br />
Lo primero que hice fue en la Alianza Francesa con<br />
Rafael Rodríguez; luego, en el ‘79, él se fue a Buenos<br />
Aires. Después me conecté con el proyecto <strong>del</strong> Joven<br />
<strong>Teatro</strong> Goethe y creo que ahí se armó una química que<br />
me marcó y que me marca hasta hoy. Haber formado<br />
parte de ese núcleo que fue el Goethe desde el ‘80<br />
hasta el ‘84 dejó su huella. Más que la marca de<br />
Gladys, recuerdo la marca de la gente: los afectos, lo<br />
ideológico, las influencias; incluso lo negativo: las<br />
competencias de calidades y cantidades, los poderes.<br />
Eso fue una marca muy fuerte. Tuve la suerte de estar<br />
en el momento justo y con la gente adecuada. Por una<br />
combinación de azar y decisión. Lo mismo me pasó<br />
cuando decidí sumarme a ese grupo emblemático que<br />
fue El taller luego de que Ernesto Suárez volviera de<br />
Ecuador, allá por el ‘85, y a pesar de estar ya con<br />
Cajamarca.<br />
–¿Ese salto que diste al dejar el Goethe fue una<br />
necesidad de crecimiento?<br />
– Yo creo que fue un enfrentamiento natural al líder,<br />
al profesor, al maestro. Ahora lo comprendo porque hoy<br />
estoy <strong>del</strong> otro lado. Es un enfrentamiento natural y, por<br />
ende, sano. Nos enfrentamos no tanto por cuestiones<br />
ideológicas y estéticas sino más por las dinámicas,<br />
los liderazgos y los acuerdos no cumplidos. Fue en la<br />
época en que Gladys viajó a Alemania por primera vez.<br />
No te voy a negar que sufrí por este desprendimiento<br />
pero no me quedé enganchado en lo afectivo. Nunca<br />
limité mi necesidad de crecimiento a una relación.<br />
Ante todo he tratado de privilegiar el trabajo y mis<br />
objetivos. También tiene que ver con mi obstinación<br />
respecto de lo que creo y con mi cuota de ansiedad,<br />
que me hace construir algo en un corto trayecto y me<br />
empuja, sobre todo, a que me pase algo. Nunca mis<br />
proyectos son absolutamente personales; si bien se<br />
irradian a los otros, terminan siendo de ellos también.<br />
Un ejemplo de lo que digo fue la creación de la filial<br />
Mendoza de la Asociación Argentina de Actores, nuestro<br />
sindicato. Yo quería que la profesión se<br />
profesionalizara. Después esa posta fue tomada por<br />
otro y me alejé completamente de ese tema.<br />
– ¿Cajamarca surgió a partir de este desprendimiento?<br />
– Azarosamente o no, con ese grupo surgió -un poco<br />
como reacción a esto- la idea de Cajamarca. Nosotros<br />
ya podíamos estar solos. De ese desprendimiento comenzó<br />
a nacer en mí el director, no tanto como una<br />
impronta desde el punto de vista estético sino como la<br />
mezcla de capacidades para la organización, la producción<br />
y el liderazgo de un grupo que me iba poniendo en<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
21<br />
Víctor Arrojo<br />
MAGDALENA VIGGIANI
ese rol. Yo siempre digo que soy director porque me<br />
dejaron serlo. Alguien te permite ser director y en mi<br />
caso fue el grupo quién me lo permitió; un acuerdo de<br />
voluntades para que yo pudiera probar.<br />
EL PLACER DE ESTAR EN TODO<br />
– Además <strong>del</strong> espacio cedido, ¿qué había en<br />
vos que te permitió ser director?<br />
– Ahora puedo decir que lo soy, porque tengo determinadas<br />
herramientas, pero en ese momento no lo era.<br />
Al principio fue una actitud, una energía antes que una<br />
metodología. Me parece que la dirección es otra mirada.<br />
Al leer una obra, no es lo mismo la mirada de un<br />
actor, lo que un actor capta desde su rol, que la de un<br />
director. En mi caso, esa mirada se presenta al principio<br />
como un velo misterioso, una zona de intuiciones<br />
que requiere otra inteligencia. Sin ser pedante, se trata<br />
de otra capacidad que te exige leer los signos y organizar<br />
sus posibilidades. Un director ve detrás <strong>del</strong> árbol<br />
pero, a la vez, no podría hacerlo solo. Yo creo que el<br />
22 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
trabajo <strong>del</strong> actor con el director es una unidad y no la<br />
concibo de otra manera. Uno defiende no sólo el lugar<br />
que te dejan sino aquél que te da mayor placer. Donde<br />
más satisfacciones encontrás, ahí te quedas. Nadie se<br />
queda en el dolor. Uno se va quedando en determinados<br />
roles porque obtiene reconocimiento; uno comprueba<br />
que sirve para eso, que puede dar. En mi caso, no sueño<br />
con serpientes y después las monto, no tengo espasmos<br />
de gran creatividad; sí me parece que tengo esa<br />
intuición, esa otra mirada que se configura con el lugar<br />
que los otros también te dan.<br />
–¿Qué te requería estar en ese lugar?<br />
– La dirección es asumir efectivamente un rol. Muchas<br />
veces te dan ese rol, pero si no lo asumís no<br />
crecés. Un director debe tener niveles de formación e<br />
información diferenciados. Cuando debés resolver un<br />
problema y ténes sólo un martillo y una pinza vas a<br />
poder hacer poco. Para ir avanzando en la dirección<br />
tenés que tener una valija con herramientas y recursos<br />
bien amplios.<br />
– En este camino recorrido como director, ¿seguís<br />
conviviendo con el actor?<br />
– Sí, en la medida de mis posibilidades.<br />
–¿Cuáles han sido las experiencias que más<br />
han marcado tu tarea como director?<br />
– Aprendí mucho de una obra que fue un gran fracaso<br />
de público, que fue El zapato indómito, de Leo Masliah,<br />
y que para mí fue uno de mis mejores trabajos desde<br />
el punto de vista de la dirección. Seamos sinceros: hay<br />
un éxito <strong>del</strong> establishment, un éxito de público y un<br />
éxito personal. Esta obra fue un fracaso para la crítica,<br />
un fracaso de público y un golazo para mí. Lo mismo me<br />
pasó con Pim pam pum, de Eugene Ionesco. En cambio<br />
Frida, Menú de náufragos y Ardiente paciencia<br />
fueron éxitos en los tres aspectos, porque conjugaron<br />
una buena recepción <strong>del</strong> público con un trabajo profundo<br />
<strong>del</strong> grupo. Me marcaron mucho los momentos de estudio<br />
y de perfeccionamiento. Para mí fue revelador estudiar a<br />
Stanislavsky y poder trascender su primera etapa, la de<br />
la sensorialidad. Luego pasé varios años estudiando el<br />
Método de las acciones físicas. Con un grupo de profesores<br />
fuimos los gestores de las primeras venidas de<br />
(Raúl) Serrano a Mendoza. Lo aprendido lo volcamos en
la pieza Santa Juana de América, de Andrés Lizarraga.<br />
Allí aplicamos muy a fondo este segundo método,<br />
pero la dramaturgia que se desprendía de él se alteró al<br />
trabajar con una estética épica expresionista y un dispositivo<br />
escénico casi meyerholdiano. Mirá qué mezcla:<br />
actuaciones realistas, teatro épico y plataformas que<br />
entraban y salían, luchas con espadas y mucha gente en<br />
escena. Si bien predominaba una actuación realista,<br />
empezamos a buscar una hibridación, una superposición<br />
de capas. En el sentido de lo escenográfico como dispositivo<br />
tengo una fuerte influencia de Meyerhold, a quien<br />
debo también la relación <strong>del</strong> actor con ese dispositivo.<br />
Un segundo hito a considerar ocurrió en 1990 cuando<br />
obtuve una beca para asistir a la Escuela Internacional<br />
de <strong>Teatro</strong> para América Latina y el Caribe, que dirigía el<br />
querido Osvaldo Dragún. Esta experiencia me permitió<br />
encontrar una síntesis de muchas cosas y significó mi<br />
primer vínculo con el teatro antropológico. En ese momento<br />
ya había descubierto y madurado muchas cosas<br />
y también era docente en las cátedras de Dicción y de<br />
Actuación II de la Facultad de Artes. La beca me marcó<br />
estéticamente, ya que absorví los conceptos <strong>del</strong> teatro<br />
barbiano. Al principio me costó incorporarlos. Fue un<br />
mes de trabajo muy intenso; lo llamaría mi “colimba<br />
teatral”. Fue muy fuerte para mí descubrir lo codificado<br />
y el entrenamiento.<br />
–¿Y cómo aplicaste todo esto en tu medio?<br />
– Cuando volví a Mendoza seguí explorando a (Eugenio)<br />
Barba a través de sus libros. Traía la cabeza quebrada<br />
y estaba muy movilizado. En quince días monté Bizcochos<br />
mortales, donde indagué en el grotesco pero también<br />
en el reciclaje como poética, en el concepto de secuencias<br />
de acciones, y en lo coreográfico como núcleo<br />
narrativo. Fue algo muy novedoso por entonces. Obviamente<br />
todo esto tendrá un correlato pedagógico tanto en<br />
la Escuela de <strong>Teatro</strong> como en el grupo Cajamarca. Paralelamente<br />
a mi beca, otros profesores <strong>del</strong> equipo docente<br />
de la facultad se perfeccionaron en Cuba y Alemania.<br />
También en ese momento fue importante para mí tomar<br />
contacto con Vilma Rúpolo, que me facilitó un acercamiento<br />
a la danza. Yo valoro mucho la idea de grupo<br />
porque mis descubrimientos y crecimientos siempre han<br />
ido de la mano de un grupo o un equipo.<br />
– ¿Cómo te las arreglás con las distintas tareas<br />
que tenés que cumplir?<br />
– Creo que esta ha sido mi mayor inteligencia, la de<br />
articular varios roles, que por suerte he cumplido con<br />
placer: director, actor, pedagogo, gestor, productor, investigador,<br />
lo gremial. El rol <strong>del</strong> teatrista me gusta<br />
mucho y se ha ido perdiendo. Una persona que, más<br />
allá de los roles, genera y produce el teatro porque el<br />
teatro le pasa por el cuerpo.<br />
– ¿La realidad mendocina te ha llevado a hacer<br />
todo esto?<br />
– Sí, pero creo que, en general, grandes directores<br />
como (Peter) Brook lo hacían.<br />
– O Moliere...<br />
– Sí, pero hablemos de uno más actual. Él proponía<br />
la obra, ponía plata, laburaba en otra cosa para los<br />
ensayos, estudiaba cine. Creo que hasta que aparece<br />
la plenitud de una profesión y de un rol fue, es y será<br />
una ley estar en todo. Aparte, es algo placentero, porque<br />
el teatro te pasa por los poros, empieza a convertirse<br />
en un vicio. Ese vicio da resultado en la medida en que<br />
no va separándose en compartimentos estancos.<br />
UN LENGUAJE PARA CONTAR<br />
– ¿Qué tiene que tener un material para que lo<br />
dirijas?<br />
– Hoy te puedo decir con cierta madurez que me interesa<br />
el cuento. Hay obras que te flechan y te movilizan, como<br />
me pasó con Historia de una cara (Camaralenta), de<br />
Pavlosky, porque la relación de esos tres personajes me<br />
conmovió y merecía contarse. Yo creo que, en el fondo, el<br />
teatro es cuento. Esto es algo que estoy tratando de conceptualizar<br />
y de demostrar, tanto desde un punto de vista<br />
epistemológico como metodológico. El mismo Grotowsky<br />
lo defiende; para él, el teatro era narración. El siguiente<br />
paso es cómo narrar. El teatro es un lenguaje para contar.<br />
A veces un cuento pequeño ha dado muy buen resultado.<br />
Por ejemplo en Menú de náufragos: tres tipos que están<br />
en altamar tienen hambre y se terminan por comer entre<br />
ellos. ¡Fijate qué cuento!<br />
– Y qué analogía...<br />
Aparte de las analogías, me interesaba jugar con la<br />
tensión <strong>del</strong> relato: ¿se lo va a comer o no se lo va a<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
23
comer? En esto descubrí lo que decían todos los grandes<br />
directores y maestros que han estudiado las teorías<br />
de la recepción, y coincido con ellos en que hay que<br />
instalar una pregunta y generar una expectativa para<br />
que algo suceda. El espectador debe quedarse a ver<br />
qué pasa. Últimamente estoy en crisis con el tema. No<br />
se si atribuirlo a la dramaturgia en general o si es un<br />
problema mío pero, hoy por hoy, me cuesta mucho<br />
encontrar qué quiero decir. Sin embargo, puedo decirte<br />
que el tema histórico ha sido bastante constante en mi<br />
obra, basta repasar mis trabajos con Santa Juana de<br />
América donde, si bien el tema ideológico y el rescate<br />
histórico fueron elementos muy fuertes, había una<br />
historia no contada sobre la Revolución de Mayo y<br />
estaba el tema de las guerrillas en el norte <strong>del</strong> país que<br />
marcó mucho. Luego hice ¡Ladran Che!, de Carlos<br />
Alsina, que era una interacción entre El Quijote y El<br />
Che, y Ardiente paciencia, mi acercamiento a Neruda.<br />
No descarto que vuelva a hacer algo en esa<br />
dirección.<br />
–¿Encontrás esto en otras formas narrativas que<br />
no sean específicamente teatrales?<br />
– Sí, con mi grupo hemos llegado a una conclusión<br />
luego de revisar mucho material dramático: nunca encontrás<br />
lo que realmente querés decir. Aunque nada de<br />
lo que está escrito me seduce real y completamente,<br />
en ciertos relatos sí podés encontrar cosas que son<br />
interesantes. Esto me pasó con La violación de Lucrecia,<br />
un relato shakespeariano, anterior a sus grandes<br />
obras, en el que el autor cuenta la génesis de una<br />
violación pero donde aparecen también connotaciones<br />
muy potentes sobre el poder y el manejo <strong>del</strong> poder: un<br />
rey que viola a la mujer de uno de sus generales y<br />
luego arma todo un argumento para defender su accionar;<br />
él puede porque puede, porque es poderoso. Lo que<br />
más me interesa es cuestionar el por qué puede. En<br />
esta misma dirección está El aumento, un texto <strong>del</strong><br />
Jacara <strong>Teatro</strong> y Cajamarca; es una obra netamente narrativa<br />
con grandes monólogos, y escrita en verso, en<br />
la que no hay grandes acciones dramáticas.<br />
Los tres trabajos pasan por el eje de la narración y<br />
con ellos quiero conjugar lo hecho en mi experiencia<br />
pedagógica con la dirección: comprobar cómo funciona<br />
24 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
el cuento en el teatro. Actualmente, estoy tratando de<br />
concebir una idea y un espectáculo a través de los<br />
cuentos. Por aquí pasa hoy el eje de mi trabajo y no<br />
tanto por tomar literalmente un texto dramático.<br />
– Además <strong>del</strong> cuento, ¿te han seducido otras<br />
formas narrativas?<br />
– No, el cuento por sobre todo. Yo soy una persona<br />
muy ansiosa y mi necesidad pasa por algo bueno, corto<br />
y rápido. Me cuesta mucho lo dilatado. Esto lo aprendí<br />
en Chile donde hice un master en dirección. Lo menciono<br />
no porque me haya hecho mejor director, sino porque<br />
me permitió llegar a materiales teóricos a los que no<br />
había tenido acceso, y sobre todo entender la potencia<br />
de la materialidad en la escena: la escena es lo que se<br />
ve. Hay que cuidar y prestar atención a lo que está<br />
sobre el escenario y a cómo está. La lúcida apreciación<br />
de Brook cuando decía que todo es posible en el<br />
teatro pero no de cualquier manera, tiene que ver con<br />
esto: cómo se ubica el actor en el espacio, qué se pone<br />
en el espacio y, sobre todo, qué puede suceder que a mí<br />
me convoque la atención.<br />
– Y llegar a una orientación de la atención <strong>del</strong><br />
espectador, como decía Grotowsky...<br />
– Exactamente, el espectador de profesión. Oriento mi<br />
cátedra de dirección desde este punto de vista, el <strong>del</strong><br />
espectador profesional, aunque obviamente hay un oficio<br />
de qué mirar. Yo trato de mirar las múltiples relaciones<br />
posibles, a veces ocultas, que puede tener un personaje<br />
respecto de los otros elementos de la escena.<br />
– Luego <strong>del</strong> texto, ¿cuáles son los pasos en el<br />
proceso de dirección?<br />
– Lo siguiente pasa por el tema de la materialidad.<br />
Tiene que suceder algo que de alguna manera me conecte<br />
con la convención <strong>del</strong> teatro sin perder la<br />
referencia. En mi último trabajo, Extraño juguete, de<br />
Susana Torres Molina, busco una imagen que tenga<br />
una resonancia en el colectivo social como es la de<br />
dos mujeres patinando en un piso encerado que realizan<br />
una acción para nada cotidiana, como el hecho de<br />
que una persigue a la otra con una tijera de cortar<br />
pasto. Ahí aparece un germen de teatralidad desde una<br />
materialidad: el patín, la tijera, las actrices y sus acciones.<br />
Aquí se pueden empezar a plantear preguntas:
¿por qué la persigue?, ¿por qué la quiere agredir con la<br />
tijera de cortar pasto?<br />
– ¿Considerás que el conflicto sigue siendo un<br />
elemento indispensable?<br />
– El conflicto como elemento de la estructura dramática<br />
es una excelente herramienta pedagógica para la<br />
formación <strong>del</strong> actor, pero ya se ha superado. Como dice<br />
(Luis de) Tavira: cuando el teatro trasciende el nivel de<br />
lenguaje y empieza a ser un arte, evidentemente el<br />
conflicto se puede descubrir en una imagen, en las<br />
contraposiciones entre el silencio y el sonido, en una<br />
textura. En estas oposiciones hay conflictos. No pasa<br />
por el conflicto arquetípico entre dos sujetos. En esto<br />
me acerco más a los opuestos que se dan más en la<br />
música o en la pintura. Sí creo que hay juegos de<br />
planos que generan conflicto, en los que me interesa<br />
descubrir la tensión que genera atención, de alguna<br />
manera. También aprovecho las limitaciones que me<br />
presenta el lugar, de las cuales he sacado teatralidad,<br />
como la plataforma de Menú de náufragos de la cual<br />
no se podía salir.<br />
– ¿La materialidad de la que hablabas puede<br />
tener distintas formas?<br />
– Obviamente. Y dentro de esa materialidad me ha<br />
influido mucho el tema <strong>del</strong> embalaje kantoriano y<br />
este tratamiento <strong>del</strong> objeto en escena. Puedo confesarte<br />
que sigo teniendo una matriz clásica, en cuanto<br />
a que no concibo lo dramático desde un formalismo<br />
absoluto. No me termina de llenar el teatro que se<br />
transforma en forma nada más, y en el que no existe<br />
la construcción de un deseo por parte de ese sujeto<br />
ficcional. El otro gran debate, que para mí es una<br />
duda, es la composición o no de ese sujeto ficcional.<br />
Si bien yo defiendo un teatro de personajes y de creación<br />
de ficciones, respecto <strong>del</strong> trabajo <strong>del</strong> actor se ha<br />
instalado un nuevo punto de vista, muy influenciado<br />
por el cine y la televisión, basado en el despojo y el<br />
descenso de los niveles de caracterización; el nopersonaje<br />
y la no-actuación, en una tendencia<br />
hiperrealista. Ojo que he visto trabajos maravillosos<br />
en esa línea, pero hoy no termino de comulgar con<br />
esto. Sin embargo, me parece muy interesante y no<br />
dejo de pensar que, como actor, me gustaría lograr<br />
esos resultados. En mi caso, siento una mochila,<br />
porque no puedo despojarme de un exceso de teatralidad<br />
y de una matriz cercana al muñeco que tengo.<br />
– Afortunadamente, como dice Patrice Pavis,<br />
existe una teatralidad denegada y otra subrayada<br />
como las dos caras de una misma<br />
moneda...<br />
– Sí, hay textos que exigen diferentes cosas: algunos<br />
sólo podés concebirlos desde esta subactuación,<br />
como dice Masliah, y otros te piden otra cosa. En el<br />
teatro que yo concibo hay una pulsación vital que pasa<br />
por la construcción <strong>del</strong> deseo. No creo que necesariamente<br />
haya que construir el teatro con la estructura<br />
clásica <strong>del</strong> conflicto y las circunstancias, pero sí creo<br />
que el espacio, el color, la textura, las formas, te generan<br />
una tensión que debe pasar por el cuerpo <strong>del</strong> actor<br />
y mantener entretenido al espectador. Allí descubrís<br />
otras zonas de conflicto; por ejemplo, el actor y el<br />
espacio en relación con un objeto. Nosotros debemos<br />
ver esa lucha vital en el cuerpo <strong>del</strong> actor para que el<br />
espectador se sienta atento.<br />
DE LA METODOLOGÍA A LA ESTÉTICA<br />
– ¿Cómo trabajás y negociás con los otros signos<br />
<strong>del</strong> hecho teatral?<br />
– Yo me planteo una teoría a demostrar: creo que<br />
esta obra, esta historia, es esto y pasa por acá.<br />
Nunca quedás conforme. Lo difícil en la tarea <strong>del</strong><br />
director es seleccionar los materiales y tener que<br />
tomar una decisión.<br />
– ¿Y te has sentido caprichoso en ese sentido?<br />
– No, para nada. Coincido con Brook en que lo interesante<br />
es tener esa capacidad de romper. Puedo tener<br />
una muy buena idea pero si la obra necesita otra<br />
cosa, o aparece algo mejor, la buena idea se debe<br />
sacrificar. No creo que haya una matriz estética única<br />
en mi caso. Hay directores que buscan el perfeccionamiento<br />
de una mirada <strong>del</strong> teatro que ya<br />
establecieron. Otros son más eclécticos. Yo me situaría<br />
en este segundo grupo porque cada material me<br />
genera un universo en sí mismo. Repito matrices en<br />
lo metodológico, en lo que uso para provocar teatralidad<br />
en el actor como, por ejemplo, los juegos de<br />
relaciones. Nunca lo hago desde una mirada preconcebida<br />
por mí, y esto también es metodológico. Poco<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
25<br />
Escena de “Menú de Naufragos”
a poco voy logrando que lo metodológico se transforme<br />
en estético.<br />
– ¿Cómo sería esto?<br />
– Por ejemplo, una matriz metodológica en la que<br />
creo es que una estructura de relato me plantea equis<br />
cantidad de planos de investigación de relaciones:<br />
a este personaje algo le pasa con el otro, con el<br />
espacio, con su ropa, con sus objetos, con su discurso<br />
y allí es dónde que hay que investigar. Todos<br />
estos niveles de investigación de relaciones los<br />
genera una estructura. Yo creo en la postura de que<br />
hay una estructura en la obra de arte, pero una estructura<br />
entendida como relación de partes. Por eso<br />
no dejo de investigar metodológicamente la relación<br />
de las partes para, desde allí, descubrir el material<br />
estético. Indiscutiblemente, las matrices metodológicas<br />
devienen en uno o varios resultados estéticos.<br />
También me explayo en la investigación de la acción<br />
hacia otras zonas, como lo codificado y lo<br />
coreográfico, o bien a la musicalidad como núcleo<br />
narrativo. Hemos resuelto escenas desde lo coreográfico<br />
dentro de la narración, por ejemplo en Frida.<br />
– ¿Siempre con la idea <strong>del</strong> cuento como elemento<br />
organizador?<br />
– Claro. En lo personal sigo trabajando en el redescubrimiento<br />
de las posibilidades de la dramaturgia<br />
desde lo narrativo y poniendo el énfasis en que el<br />
teatro se parezca al cuento, en el sentido de recuperar<br />
esta capacidad de síntesis que el cuento tiene.<br />
Si bien todos sabemos que el teatro es condensación<br />
de la acción, no todos lo aplicamos a la hora de<br />
producir o escribir teatro. Entonces ves espectáculos<br />
dilatados donde el cuento es chiquito y pobre, y<br />
el resultado eterno. La idea es poder encontrar un<br />
teatro que desde lo dramático nos conecte con las<br />
mejores condiciones y cualidades de la narrativa<br />
breve: nunca ataca por el final, siempre te genera<br />
una pregunta y la resolución es rápida y, además, te<br />
sorprende. La idea es concebir una puesta donde las<br />
estrategias <strong>del</strong> discurso tengan que ver con la estructura<br />
<strong>del</strong> cuento breve, <strong>del</strong> cuento de alto impacto.<br />
26 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
PRESENTE Y FUTURO<br />
– ¿Cómo se presenta el 2003?<br />
– Salí seleccionado en segundo lugar para dirigir la convocatoria<br />
que lanzó la Comedia Municipal (un proyecto de montajes<br />
rentados por la Municipalidad de la ciudad de Mendoza cuyos<br />
directores y actores se eligen por concurso público. La primera<br />
producción será Nuestra Señora de las Nubes, de Arístides<br />
Vargas, con dirección de Walter Neira; luego le seguirá el<br />
proyecto de Arrojo) con Democracia en el bar, de Leo Masliah.<br />
También, y después de mucho tiempo, voy a volver a dirigir<br />
un espectáculo infantil, un viejo proyecto que se llama El soplador<br />
de estrellas, de Ricardo Talento, con dos compañeros<br />
que se han incorporado recientemente a Cajamarca: Verónica<br />
Noni y David Maya. Hay otros proyectos donde el humor será<br />
muy importante y donde trabajaría como actor; uno es Neuróticos<br />
on line, un desafío de dramaturgia porque hay que llevar al<br />
teatro e-mails escritos por Rudy y Pescetti. Allí actuaría con<br />
Daniel Posadas y la dirección sería de Claudio Martínez. Además<br />
estamos con el proyecto de La violación de Lucrecia<br />
y tenemos en carpeta Cajamarca, aunque no creo que podamos<br />
hacerlo, al menos este año. La violación de Lucrecia<br />
es otro desafío de dramaturgia muy grande. Generalmente la<br />
escritura me lleva mucho tiempo; es más largo ese proceso que<br />
el de montaje propiamente dicho.<br />
– ¿Compartís ese trabajo con los actores o es un<br />
proceso que sólo te compete a vos?<br />
– Yo asumo la responsabilidad de la dramaturgia final pero<br />
va siendo un producto de mucho debate acerca de lo que<br />
queremos, y de cómo vamos sintiendo la construcción <strong>del</strong><br />
discurso. También continuaremos con los talleres que iniciamos<br />
el año pasado, donde ya estrenamos Cada cual tiene<br />
sus penas, un espectáculo bien fragmentado que partió<br />
de la estructura <strong>del</strong> cuento y al cual le respetamos el trayecto<br />
de lo formativo-pedagógico que encierra. Cada actor fue desarrollando<br />
un discurso a partir de la música como estímulo,<br />
y armó un cuento personal que luego se articuló con el de los<br />
demás para dar como resultado una historia de amor marginal.<br />
También tengo ganas de escribir. He escrito algunas<br />
cosas pero tengo que animarme a montarlas porque cuando<br />
escribo no hago nada de esto que digo, porque no se puede<br />
escribir con tantos condicionamientos. Tengo propuestas<br />
para ir a dirigir a La Pampa y a San Luis y, tal vez, para dirigir<br />
a Ernesto Suárez en A la sombra de Juan Tenorio. En<br />
fin, el año es corto y veremos cual proyecto se concreta.
José Luis Valenzuela / Salta / Neuquén<br />
Cómplices de un teatro que murmura<br />
En entrevista con José Luis Valenzuela se develan lugares poco comunes de<br />
la dirección teatral contemporánea. Su mirada transversal sobre los sentidos<br />
convencionales, y las definiciones poético-existenciales con las que explora su<br />
quehacer, funcionan en el marco de la conversación estableciendo marcas y<br />
lenguajes propios de la relación actor/director/público, interacción triangular<br />
básica <strong>del</strong> aparato teatral.<br />
Valenzuela reúne en su modalidad de dirección una serie de itinerarios que<br />
van desde el estudio de la física y la matemática a una relación con el teatro<br />
que lo “envenenó desde muy joven” en su Salta natal, pasando por el exilio en<br />
México y el desarrollo como teórico y director, ligado simultáneamente a las<br />
universidades y al teatro independiente en Córdoba, en el Comahue, en Rosario.<br />
Valenzuela se referencia no sólo a su propia experiencia sino que emparenta<br />
sus formas de encarar la dirección con la modalidad de trabajo <strong>del</strong> cordobés<br />
Paco Giménez, en la que encuentra un modo teatral que ha desentrañado en<br />
Las piedras jugosas, libro de próxima edición, donde reflexiona sobre la<br />
tarea de laboratorio que Paco desarrolla con sus actores.<br />
Esta entrevista fue propuesta en torno a su hacer artístico e intelectual como<br />
director. No se trata de un juego de palabras sino de un juego de sentidos,<br />
propósitos, intenciones, deseos que le permiten configurar a los actores como<br />
cómplices y a la ética que allí lo sitúa como sacrílega.<br />
* Silvia Villegas es docente e investigadora.<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
27<br />
Por Silvia Villegas*
UN DIRECTOR QUE ESCRIBE LIBROS<br />
– Propongo para comenzar la entrevista el eje<br />
escritura/dirección: tanto en Antropología... como<br />
en Las piedras jugosas analizás y formulás conceptos<br />
en torno a la dirección que, aun refiriéndote<br />
al trabajo de otros directores, resultan reflexiones<br />
que te preparan para asumir el trabajo <strong>del</strong><br />
director; es un tiempo de escritura que anticipa<br />
tu proyecto de director y un tiempo dedicado al<br />
trabajo con actores.<br />
– Escribir algo es completamente análogo al trabajo de<br />
crear un espectáculo. Parecen excusas, parece que estuvieras<br />
disfrazando un momento de esterilidad creativa<br />
pero sinceramente no lo siento como tal, a veces son<br />
momentos de una curva. Ahora me siento muy disconforme<br />
con lo que estuve haciendo como director: mejor me<br />
pongo a escribir respondiendo a una necesidad muy fuerte,<br />
que para mí es completamente continua y es la misma<br />
que me lleva después a laburar con actores. No siento el<br />
corte ni tengo la sensación de que me estoy retrasando,<br />
sobre todo cuando escribo; hay veces en que uno siente<br />
que se está quedando o que el tiempo corre y que no está<br />
haciendo lo que tendría que hacer, pero en este caso sigo<br />
siendo director, continúo sintiéndome en la tarea de dirección.<br />
Son como momentos de la respiración, ya que la<br />
materia con la que uno trabaja son rebeldías de distinto<br />
tipo: la de la página y la de los cómplices humanos con<br />
los que uno se tiene que juntar para un espectáculo, para<br />
un trabajo de ese orden. Por ahí siento que me da más<br />
satisfacción, o tengo la sensación de estar más conforme<br />
con lo hecho, cuando escribo que cuando dirijo. No me<br />
satisface en lo absoluto casi nada de lo que hice; casi<br />
siempre estoy pensando en darme una oportunidad a ver si<br />
hago otra cosa. El producto <strong>del</strong> trabajo como teórico entra<br />
de una manera medio subliminal, no me guía en lo absoluto<br />
de forma consciente ni mucho menos -estoy muy<br />
lejos de eso-; me determina más la presencia de la persona<br />
con la que estoy trabajando.<br />
– Veo una diferencia entre la escritura y el diseño<br />
de una puesta teatral desde que nace hasta que<br />
se convierte en espectáculo: la primera es una<br />
tarea acotada y solitaria, que concluye en la edición<br />
<strong>del</strong> libro; la segunda es abierta y está en<br />
interacción con otros, está abierta a la próxima<br />
función, a la próxima revisión, a volver a trabajar<br />
la misma dramaturgia con el mismo grupo o a<br />
hacer lo mismo con otros. La escritura es el acabado<br />
absoluto; una puesta teatral es el<br />
no-acabado.<br />
– La diferencia está en mi propia actitud: entro a un<br />
proyecto teatral con la mente muy en blanco y, por eso,<br />
la dificultad de la elección o de la conformación <strong>del</strong><br />
grupo de cómplices por ahí tiene que ver con los tiempos<br />
y las expectativas que cada uno dispone, porque a<br />
veces se está sometido a presiones que complican<br />
bastante la vida; no sólo presiones de tiempo sino de<br />
la ocupación de cada uno. En general en las grandes<br />
ciudades tenés el problema de que muy difícilmente<br />
podés laburar con un actor que esté sólo en ese proyecto,<br />
están en mil cosas más, corriendo de un lado a<br />
otro. En la provincia tenés la contra de que, como no<br />
tenés nada que te empuje, tenés que crear la energía<br />
desde adentro; o sea, disponés <strong>del</strong> tiempo y la posibilidad<br />
y la gente te puede dar un crédito mucho más<br />
largo, pero te podés quedar diez años en eso, que es<br />
preliminar. Cómo resolver esas dos cosas es lo que a<br />
veces complica los momentos en que uno está en condiciones<br />
de dirigir o de hacer algo que interese<br />
verdaderamente.<br />
– Yo entro en blanco con la fe, se podría decir, de que<br />
todas esas cosas que uno estuvo leyendo, picoteando,<br />
toda esa historia que viene detrás, me irá resolviendo<br />
los problemas que aparezcan, problemas que te va a<br />
plantear más que nada el actor, el grupo que está ahí.<br />
Es decir, cambia la materia prima con la que uno hace<br />
la elaboración, allí estaría la diferencia. Suponiendo<br />
estas otras figuras monstruosas al lado -los grandes<br />
directores-, lo mío es ser un director que escribe libros<br />
y que, por ahí, en la vida hará uno o dos espectáculos,<br />
pero bueno, esa es la marca que uno lleva.<br />
28 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
EL FUTURO EN LA PERIFERIA<br />
– Te interesan los sucesos en la periferia y te<br />
reservás, además, un lugar periférico; la densidad<br />
de tu escritura es el resultado de un cierto<br />
anacronismo, que es una manera de periferia<br />
temporal, y la complejidad que proponés a la<br />
definición actoral también resulta de una concepción<br />
periférica de comprender el teatro...<br />
– Para responder a eso necesito deslindar periferia de la<br />
marginalidad como un disfraz <strong>del</strong> actor, o de la gente de<br />
teatro. No me gusta la marginalidad en el sentido de<br />
disfraz, porque tiene que ver con todo un folclore. La marginalidad<br />
no es una cosa con la que me sienta cómodo ni<br />
mucho menos. Desde luego, acepto lo marginal como el<br />
mismo impulso que, a nivel temporal, me hace ser anacrónico<br />
en la escritura; eso que recién vos señalabas. Un<br />
escritor viejo -y lo mismo pasa con el teatro- tiene la<br />
paradoja de estar amenazado y de darse vuelta a todo lo<br />
contrario: es justamente esa vejez <strong>del</strong> teatro la que le abre<br />
un futuro. Creo que con la periferia pasa exactamente lo<br />
mismo. Por ahí, en el prólogo a Las piedras jugosas<br />
hablo de la primera impresión que tuve con La cochera<br />
(teatro fundado por Paco Giménez); tuve la certeza de que<br />
en la incomodidad de esa sala para nada acondicionada te<br />
estaban dando lo más importante que había pasado en<br />
años en el teatro argentino, la certeza de que desde esa<br />
periferia estabas en el centro <strong>del</strong> futuro. Es paradójico,<br />
porque uno hace una apuesta mayor a esa periferia porque<br />
sabe que el centro va a estar ahí; hay una certeza de que<br />
esto es lo que permitirá que dentro de unos cuantos años<br />
-a lo mejor no muchos-, la máquina teatral siga andando.<br />
Por eso, a lo mejor, sea una marginalidad muy soberbia. En<br />
los ochenta puteaba con el famoso rollo de la identidad,<br />
<strong>del</strong> teatro de las regiones y todas esas cosas...<br />
– Trampa en la que se cae muy a menudo porque<br />
hay un folclorismo social contagioso, teñido de<br />
obligación y respeto político...<br />
– Es una cierta trampa de palabras donde uno cae a<br />
veces... Me acuerdo que cuando volví de México tenía la<br />
sensación de que había todo un movimiento restaurador -
en parte el teatro político, un poco lo que fue <strong>Teatro</strong> Abierto-<br />
muy alentador, pero también muy afectado de la cosa<br />
regionalista. Se pedía que el teatro fuera regional, que<br />
hablara de temáticas regionales. Lo peor es que uno sabe<br />
que hay un rasgo, como un jirón de verdad en esa demanda,<br />
porque hay una cosa que uno toca como suelo firme o<br />
suelo importante, fuerte y poderoso, pero la palabra con la<br />
que uno lo designa ya está tan cargada de fascismo, de<br />
nacionalismo... Entonces, ¿cómo salir de esa trampa lingüística?<br />
En ese momento yo hablaba mucho de “teatro<br />
situado” en vez de “teatro regional”, porque entiendo al<br />
teatro situado históricamente, no geográficamente. Es hacerse<br />
cargo de una historia y desde ahí hacer un suelo. Lo<br />
que resulta de eso puede ser muy poco reconocible como<br />
lo folclórico o los colores de la patria.<br />
– Así sería el <strong>Teatro</strong> de las dos lunas en la Patagonia:<br />
de pertenencia a una historia más que a<br />
una geografía.<br />
– Cuando fuimos con Las dos lunas al primer Festival<br />
Internacional que hubo en el ‘97 en Buenos Aires,<br />
había mucha gente que había ido a vernos porque figuraba<br />
en el programa como “<strong>Teatro</strong> de la Patagonia”. Ahí<br />
nos encontramos con un tipo que era productor cultural<br />
en San Pablo; terminamos la función y al otro día nos<br />
encuentra en un hall y dice: “Yo fui a ver la obra pensando<br />
cómo sería el teatro de la Patagonia y me<br />
encuentro con un teatro tremendamente informado,<br />
como si hubiera sido hecho en Estados Unidos o en<br />
Europa”. Es decir, lo contrario de la excusa <strong>del</strong> folclore:<br />
“Yo soy simple, soy de la tierra”, como Los Nocheros,<br />
que subrayan la tonada salteña y dicen que hacen choripanes<br />
en un estudio de grabación en Los Angeles;<br />
variaciones sobre el marketing, que le dicen... Porque<br />
el nacionalismo o el regionalismo, cuanto más declamados,<br />
más sospechosos; es como decía Graciela<br />
Ferrari cuando hablaba de los grupos que venían a los<br />
festivales con su obra “típica”, subrayando el color<br />
local: “No hay manera de disimular la ignorancia teatral<br />
que tienen porque con la excusa de que traen lo<br />
regional pasan por auténticos y meten gato por liebre”.<br />
La actitud opuesta a este folclorismo fácil es la que se<br />
puede ver en un trabajo como el <strong>del</strong> tucumano Jorge<br />
Gutiérrez, por ejemplo, o en la música, en una obra<br />
como la de Dino Zaluzzi. Entonces lo que uno asume es<br />
el desafío de que, así estés en el culo <strong>del</strong> mundo, en<br />
Chañar Ladeado o en Amsterdam, el teatro tiene una<br />
historia en el hacer y en el pensar, una historia práctica<br />
y teórica por la que, si no pasaste, tal vez estés haciendo<br />
otra cosa, tal vez no es teatro sino un pasatiempo<br />
para gente que está al pedo o para señoras gordas.<br />
Nos permite pensar no una esencia-teatro, ni el teatro<br />
como si fuera una unidad de sentido histórico, sino tantas<br />
definiciones de teatro como teatros existan. Estoy de acuerdo<br />
con que el esquema geográfico es pobre o intencionado<br />
como nacionalista, patriótico, regionalista; todas esas<br />
son cáscaras, confusiones. Pero hay un teatro de legitimidad<br />
antropológica con una palabra de ritmo propio, con una<br />
cadencia que es un modo de hacer teatro.<br />
A eso me refiero. El tema es el de la traición de las<br />
palabras, por eso digo lo de la identidad críticamente,<br />
porque son cosas que están tan cargadas de otros colores<br />
que no sirven para designar el suelo donde uno se<br />
para y que te cuesta años de construcción minuciosa,<br />
un laburazo tremendo, absolutamente anónimo la mayor<br />
parte <strong>del</strong> tiempo.<br />
– El anonimato, la soledad, el trabajo entre pocos<br />
es muy anti-teatral, cuando el teatro tiene como<br />
condición fundamental la existencia de equipos<br />
y requiere de una interacción permanente.<br />
– Hay que ver la historia <strong>del</strong> teatro: siempre fue construida<br />
por gente que entró desde la locura, entró con cosas<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
29<br />
que no eran teatro. Si no, es como una cosa incestuosa<br />
que se va apagando muy rápido. El teatro no sostiene<br />
como sistema cerrado. Ahora estoy por laburar en un libro<br />
sobre Bob Wilson. De él me atrae mucho cómo subvirtió<br />
la experiencia teatral al trabajar con gente discapacitada,<br />
por ejemplo. Por lo general se piensa que el teatro es el<br />
que va a nutrir a los que andan un poco baldados por la<br />
vida, es decir, el teatro como terapia, cuando en realidad<br />
acá pasa todo lo contrario: es un autista o un sordomudo el<br />
que cambia el teatro y hace que la institución teatral gire<br />
para otro lado. Y eso es muy bueno porque se trata de una<br />
marginalidad que no sólo no es asimilada, sino que cambia<br />
la relación de fuerzas. Creo que eso es lo que hace la<br />
historia; esa gente es la que hizo que esta maquinaria siga<br />
andando y por eso nadie sabe por dónde va a venir la nueva<br />
renovación. Eso es la soberbia marginalidad.<br />
– Pero la condición periférica también puede ser<br />
un concepto multiabarcador que suponga prácticas<br />
y modos de interacción cultural particulares....<br />
– La condición periférica o marginal es, como se sabe,<br />
la persistencia en una zona inarticulada de la práctica<br />
teatral. Si la comparamos con la franja de los grandes<br />
nombres es ejercer un teatro menor, en el sentido en que<br />
Deleuze y Guattari hablaban de literatura menor. Y que no<br />
tiene por qué ser considerado como la antesala o el esforzado<br />
tránsito hacia un teatro consagrado; es perfectamente<br />
posible mantener la propia tarea en la franja en la que el<br />
teatro murmura sin que disminuya en nada el rigor de su<br />
ejercicio; es desarrollar minuciosa y sostenidamente la<br />
propia actividad en estado de manuscrito. Soy el que<br />
todavía llena cuadernos con letra apretada, muchas veces
Grupo Las Dos Lunas (Neuquén)<br />
ilegible, que muy rara vez transcribe en la PC sus notas en<br />
estado de borrador proliferante, y que de vez en cuando se<br />
da a imprimir. Es claro que el teatro murmurante es casi<br />
inconsumible puesto que, parafraseando a Ehrenzweig, el<br />
placer estético sólo se adhiere a las configuraciones canónicas<br />
que en un determinado momento el teatro<br />
consagrado proyecta sobre las formas inarticuladas <strong>del</strong><br />
(mayoritario) teatro periférico. Sin embargo, el teatro cerraría<br />
su historia si no echara mano a lo que trasciende sus<br />
fronteras; la periferia es entonces el centro futuro si, finalmente,<br />
importara alcanzar esa Meca.<br />
LA GUERRILLA POR OTROS MEDIOS<br />
– Aun con ese reconocimiento crítico, hay en vos<br />
una definición de salteñidad, un contenido andino.<br />
– Sí, teatralmente hablando, estuve en Salta en dos<br />
etapas: primero cuando empecé a incursionar en el teatro<br />
y después a mi vuelta de México. Finalmente me fui de<br />
allí muy peleado con mis colegas. Me acuerdo que tuve<br />
amenazas de muerte; no sé si iban en serio, pero en una<br />
última entrevista que me hicieron en Salta aludía a cómo<br />
eso <strong>del</strong> teatro de zarzuela y magia retrasaba la llegada <strong>del</strong><br />
teatro pos-Revolución Francesa a Salta; además, el título<br />
<strong>del</strong> reportaje decía “El teatro en Salta tiene un destino<br />
común: la nada”. Y un productor de ese tipo de espectáculos<br />
me amenazó de muerte. Había estado cinco años ahí y<br />
me di cuenta de que fueron sólo de desgaste.<br />
– ¿Cómo te pusiste en contacto con una mirada<br />
no salteña estando en Salta? Porque veo a Salta<br />
históricamente muy ligada a Córdoba, a Santiago<br />
<strong>del</strong> Estero, a Tucumán, a Cochabamba, hasta<br />
a Ayacucho; en una línea extendible de correspondencia<br />
en todas esas formas de pensamiento,<br />
apartándonos <strong>del</strong> regionalismo romántico, como<br />
una intelectualidad diferente emparentada con<br />
una definición de arte que circula por ahí.<br />
– Seguro, se tiene la impresión de que por allí no ha<br />
pasado todavía la Revolución Francesa, como dije recién.<br />
Quizá uno sea el último en notar la inevitable marca de<br />
pertenencia que lleva y necesita que se la marquen de<br />
afuera, y ahí te das cuenta de que la llevás. Mientras<br />
estás en Salta sos casi yanqui; cuando salís, todo el<br />
mundo se da cuenta de que sos salteño. Yo empecé en el<br />
teatro en una etapa vinculada a la derrota militante de los<br />
setenta, en el ‘77, y casi que pasé <strong>del</strong> PRT (Partido Revolucionario<br />
de los Trabajadores) al teatro que, para mí, era<br />
la guerrilla bajo otra forma, era como seguir combatiendo<br />
pero para adentro. La primera experiencia fuerte que tuve<br />
fue en actuación, con un actor muy talentoso -Cástulo<br />
Guerra, a quien podés ver en papeles menores en películas<br />
como Terminator II o Los sospechosos de<br />
siempre-, que vivía en Nueva York desde el año ‘62 y a<br />
quien, como seguía teniendo su familia en Salta, Claudio<br />
García Bes -mi primer director, en esa época a cargo <strong>del</strong><br />
teatro universitario- le había pedido que diera un taller<br />
cuando fue allí de vacaciones, en julio <strong>del</strong> ‘77.<br />
– De Salta a Nueva York, una relación rara.<br />
– Sí, él era salteño y ya antes de irse era un actor formado<br />
-había estudiado y trabajado en Tucumán -, pero venía con<br />
toda la cosa de la vanguardia neoyorquina, que era muy fértil<br />
en ese momento, y nos sacudió; era un cacho de oxígeno<br />
que venía así de golpe; muy fuerte para alguien como yo que<br />
30 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
además era físico, que había pasado mi vida entre ecuaciones,<br />
viviendo <strong>del</strong> cuello para arriba. Ahí confluían todos los<br />
deseos y tentaciones de años anteriores.<br />
– ¿Cómo es el clivaje exacto de un chico que<br />
hace su proyecto profesional y entra a física pero<br />
engancha simultáneamente con el teatro? ¿Cómo<br />
llegás a esa cultura teatral?<br />
– El bicho me picó en el secundario; durante la vida<br />
universitaria había uno que otro taller. Qué curioso lo que<br />
va a aparecer acá... Yo estaba inscripto en filosofía, estudiando<br />
simultáneamente ingeniería química, y me asomaba<br />
por algún taller teatral convocado por otros alumnos de<br />
filosofía. Era una cosa muy amateur, con gente que quería<br />
trabajar sobre Stanislavski. Eso duró unos meses. Después<br />
ya seguía con lo mío, estudiando, laburando, y -esto<br />
es lo curioso en términos de coincidencias- en el año ‘74<br />
apareció Mary Bluno que fue a dar un taller en torno a la<br />
creación colectiva. Tengo los libros comprados en ese<br />
momento, compré también Artaud... Yo estaba en épocas<br />
fuertísimas de semi-clandestinidad, como docente de<br />
matemáticas en una escuela rural, una época peligrosísima,<br />
jugada, riesgosa. Y ese año vi Contratanto, una<br />
función <strong>del</strong> LTL (Libre <strong>Teatro</strong> Libre, de Córdoba) y me voló<br />
la cabeza; dije “¡La puta! ¡Qué polenta!”. Además, yo<br />
docente y viendo Contratanto, una obra que justamente<br />
trataba de la educación. Era, claro, una situación fuertísima,<br />
muy marcante. Pero Mary Bluno pasó también<br />
fugazmente por Salta y, aunque dejó gente que quería<br />
seguir con la cosa, tampoco tuvo continuidad, no había<br />
una cabeza que pudiera llegar a conformar de eso un grupo.<br />
– Una definición artística latinoamericana: la<br />
maestra itinerante que, si bien no desarrolla un<br />
programa, deja una marca, siembra algo que<br />
permanece; porque los exilios, las persecuciones,<br />
la muerte interrumpen los procesos y hay<br />
que hacer todo ya, porque mañana no sabés.<br />
– Me acuerdo de los ejercicios que hacíamos con Mary,<br />
el lugar, cómo era, como si fuera la semana pasada...<br />
Después, mucho tiempo más a<strong>del</strong>ante, cuando escribí<br />
sobre el LTL, reconstruí ese tipo de teatro casi vivencial
mente porque esos ejercicios que hacía es lo que quedó en<br />
mí como en stand-by profundo. Y eso que fue en el ’74... La<br />
experiencia de ver el LTL fue muy marcante. No veía<br />
teatro, llegaban muy pocas cosas a Salta o no me enteraba.<br />
Incluso Cástulo -que fue para mí como el primer formador<br />
más estable, más fuerte, más definitivo- había presentado<br />
un unipersonal en otra de sus visitas, en el año ‘76, y<br />
recién lo conocí en el ‘77 con esta experiencia más directa<br />
vivida en primera persona, casi escindida de la situación<br />
de espectáculo. Me acuerdo que el día que le hicimos la<br />
despedida, una cena en un restorán muy de barrio, muy<br />
lejos <strong>del</strong> centro que tenía un piso arriba, salimos y la cana<br />
nos agarró a todos, nos puso contra la pared, pidieron los<br />
documentos porque éramos más de tres. Esas situaciones<br />
reforzaban para mí la noción de dónde estaba el teatro, mi<br />
teatro: nunca perdí de vista que seguía siendo lo mismo<br />
que me había llevado a esas incursiones por la militancia<br />
dura, y dije “Bueno, ando salvando el pellejo, tengo que<br />
terminar unas cuantas cosas y me voy <strong>del</strong> país lo antes<br />
posible, a buscar la continuidad de esta peste, de esta<br />
enfermedad”. Esta marca a la que veía como definitiva, y<br />
ya en Salta tenía poco que hacer.<br />
– Es todo un principio de desarrollo ético, porque<br />
esa concepción existencial es la marca más fuerte<br />
de la lectura trotskista.<br />
– Sí, sigue siendo la guerrilla por otros medios. Ahí hay<br />
una ética, la de la militancia dura, que es fundante y que<br />
después se disfraza de otras modalidades, de otros estilos<br />
y búsquedas. Pero además pensaba lo distinto que fue el<br />
ERP (Ejército Revolucionario <strong>del</strong> Pueblo) de los Montoneros;<br />
a veces se los mete a todos en una misma bolsa pero<br />
por ahí pasaba también una ética muy distintiva, muy de<br />
intransigencia; nada que ver con el populismo. Lo que<br />
hablábamos recién: una manera de situar cierta lucha o<br />
cierto combate sin el color local que se espera que eso<br />
tenga, sin el folclorismo nac and pop.<br />
Ese origen aparentemente tan alejado <strong>del</strong> teatro, que<br />
después se siguió canalizando por el lado de la dirección<br />
de una manera bastante accidental porque mi interés era<br />
ser actor, da para más de un punto de contacto. Y, de<br />
hecho, esa experiencia iniciática me pasó por el cuerpo<br />
antes que nada; después seguí haciendo en Salta un par de<br />
experiencias como actor con García Bes, luego me fui a<br />
México, pero tenía la sensación de que el rol de director<br />
no me cabía en lo absoluto; me parecía que no era eso lo<br />
que pretendía. Después, el hecho de asumirme casi como<br />
un autodidacta, de tener que ir tomando de aquí y de allá<br />
en una formación completamente asistemática y, como<br />
siempre sucede, esa instancia de decir “Bueno, me voy a<br />
poner a enseñar a ver si aprendo más”, me fueron metiendo<br />
de a poco en tener que manejar, conducir un grupo. Es<br />
decir que, sin querer, ya me vi poniendo en escena una<br />
obra, siempre como a título de ver hasta qué punto servían<br />
ciertas intuiciones en lo actoral y en lo técnico.<br />
La primera experiencia como director fue hecha en estos<br />
términos en México; estaba trabajando sobre la posibilidad<br />
de desarrollar una técnica de improvisación que<br />
permitiera la aproximación al texto escrito y tomé, a modo<br />
de ejemplo, Saverio el cruel. Era un grupo de actores<br />
mejicanos haciendo arte; eso era bastante raro en la UAM-<br />
Iztapalapa (Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad<br />
Iztapalapa), donde yo estaba haciendo una maestría en<br />
Filosofía de la Ciencia. En ese momento no lo veía como<br />
algo definitivo; me parecía que tenía que volver luego a la<br />
actuación, pero después, a lo largo de la década <strong>del</strong> ochenta,<br />
ya se fue haciendo cada vez más irreversible; creo que la<br />
última vez que actué fue en el ‘87. Ahora veo que las<br />
marcas de la periferia son constantes.<br />
Esa búsqueda fue teniendo después ciertos contenidos<br />
que ya habían comenzado a desarrollarse en una serie de<br />
líneas de trabajo que, en el año ’97, se cortaron porque el<br />
grupo Las dos lunas, con el que trabajaba en Río Negro, se<br />
fue a España. Luego fue muy complicado reconstituir un<br />
espacio; ellos están allá, separados; unos en Cádiz, otros<br />
en Madrid. La posibilidad de continuar una línea de búsqueda<br />
acá la estoy tomando con la gente de Río vivo,<br />
Alejandro Finzi y Javier Santanera. Estoy tratando de reconectarme<br />
con esa búsqueda interrumpida en el ‘97, que<br />
tiene que ver con un teatro que a veces llamo hiperrealista<br />
porque no encuentro otra palabra mejor; es decir, la explo-<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
31<br />
ración de la frontera entre teatro y no-teatro, o lo que está<br />
alrededor, donde esa situación ritualizada <strong>del</strong> espectáculo<br />
se torna muy dudosa, muy flexible.<br />
LA TRAMA CERRADA<br />
– Entonces, frente a esta multiplicidad de formas,<br />
¿cómo explicás tu manera de ser director?<br />
– Soy, en lo que me concierne, un director irregular que<br />
deja sus trabajos en diversos grados de conclusión o de<br />
buen cierre. Es una práctica inseminadora que se vuelca<br />
tanto en un taller de tres días como en la escritura de un<br />
artículo, como en una obra estrenada que luego sigue su<br />
derrotero soltada de la mano <strong>del</strong> director, o acompañada<br />
por él durante dos o tres años. En suma, es un modo de<br />
dirigir que acoge los azares de la perdurabilidad y los<br />
efectos impredecibles <strong>del</strong> propio trabajo, dando lugar a un<br />
trazo irregular y multiforme sobre el que no debería pesar<br />
la culpa de lo inconcluso. Ese trazado deseante se vuelca,<br />
indistintamente, en el escenario o en la página.<br />
– Aplicás el concepto de teatralidad difusa de<br />
Dauvignaud, que también usa Marco de Marinis.<br />
¿Te parece que la barrera que hizo la<br />
semiótica desdibujó la función de las otras ciencias<br />
sociales, en particular la de la sociología?<br />
– Volvemos un poco al tema de las trampas que nos<br />
pueden tender los términos. Este hiperrealismo al que me<br />
refiero no es el teatro invisible, no es la cosa que se funde<br />
con la vida cotidiana en el sentido de que no se sabe si<br />
ésos son actores o si está preparado como una situación<br />
preconcebida; tampoco es una cosa de la participación <strong>del</strong><br />
público, como se entendía en los sesenta el teatro partici-
pativo. Por el contrario, y casi paradójicamente, es un<br />
teatro minuciosamente elaborado a nivel dramatúrgico que<br />
produce una entrada <strong>del</strong> público completamente imperceptible,<br />
donde la duda se genera en el que mira al<br />
compañero que está ahí sentado -que aparentemente es<br />
parte <strong>del</strong> público, que entró con él y de quien, por el<br />
suceder dramatúrgico, nunca podrá decir si es un actor o<br />
no-, pero también se genera en el que está sentado, porque<br />
tampoco sabe si éste que está mirando forma parte o no<br />
<strong>del</strong> espectáculo. Cualquier cosa que haga o diga el desprevenido,<br />
el inocente, es asimilable inmediatamente a la<br />
trama de una forma para nada obstaculizadora sino todo lo<br />
contrario, más bien enriquecedora; se trata de construir un<br />
entramado de orden dramatúrgico tal que permita ese aprovechamiento<br />
omnívoro de todo lo que sucede; es todo lo<br />
contrario de una matriz o de un tejido vago. No podría<br />
pensar que cuanto más laxo sea más asimilado va a ser;<br />
es todo lo contrario: es tan cerrada la trama que permite<br />
que todo quepa. Esa es la paradoja de este planteo.<br />
– Una trama cerrada no dejaría tanto salir como<br />
entrar tales cosas...<br />
– Claro, forma parte de estas paradojas que pertenecen<br />
a otros terrenos. Lo notable es que con el trabajo que<br />
desarrollamos con Las dos lunas durante ocho años todos<br />
tenían una información dramatúrgica compartida; todos<br />
éramos igualmente competentes en ese tipo de tareas que<br />
normalmente se <strong>del</strong>egan en un especialista. Esa escritura,<br />
esa condición <strong>del</strong> actor que se está metiendo en un terreno<br />
para el que tradicionalmente no se lo prepara, es lo que<br />
permite esa modalidad de búsqueda que quiero reencontrar<br />
ahora con Javier, el actor de Río vivo <strong>del</strong> que te hablé,<br />
después de venir trabajando con él desde el ‘94 en condiciones<br />
de horizontalidad, de ir resolviendo el problema de<br />
a dos. Mi tarea de director no es en absoluto estar un paso<br />
más a<strong>del</strong>ante. Esta es la línea que quiero retomar y volver<br />
a poner en curso este año. Pero, si uno trata de abordarlo<br />
con más detalle, quizá tampoco veo la diferencia entre el<br />
trabajo de escritorio o de investigación, la escritura y la<br />
dirección. Por ahí me meto en problemas porque me estoy<br />
prometiendo volver a la dirección y no sé si alcanzará el<br />
tiempo.<br />
Ahora terminé este libro pero tengo dos más encima:<br />
uno que estoy haciendo a partir de las clases de Rosario,<br />
donde dicto dos materias. Me propuse convertir en<br />
libro a la primera que di -Problemática de la técnica de<br />
la actuación- y pensé que sería un trámite porque ya<br />
tenía los apuntes de clase, pero me di cuenta ahora de<br />
que la escritura en limpio me reclama una elaboración<br />
muchísimo más densa, más profunda y completamente<br />
paralela a Las piedras jugosas. Es como si este<br />
texto que estoy escribiendo ahora fuese una vuelta de<br />
tuerca más al planteo teórico que hago alrededor de lo<br />
que es un actor y lo que es un director, pero con mucho<br />
más detalle, más precisión, con muchas cosas de las<br />
que después me fui arrepintiendo de haber escrito <strong>del</strong><br />
modo en que salió para Las piedras...; cosas que<br />
podría haber tomado de otra forma. Lo mismo me pasa<br />
con las clases: me arrepiento después de que las dicté;<br />
después quiero hacerlas distintas... Y el otro libro,<br />
que me comprometí a escribir para una colección que<br />
dirige Jorge Dubatti, es sobre Bob Wilson y me parece<br />
fundamental para ahondar en el tipo de preguntas que<br />
me dejó flotando Las piedras...; me va a terminar de<br />
comer el tiempo que en principio pensaba dedicar a la<br />
dirección. En fin...<br />
– ¿Cuáles son las fuentes más importantes para<br />
ese libro sobre Bob Wilson?<br />
– Casi no hay bibliografía en castellano, ese es uno<br />
de lo problemas. Exige un laburo de traducción paralelo<br />
a la escritura que puede llevarme mucho tiempo; al<br />
tener en parte cierto carácter divulgatorio, más que<br />
nada tengo que visitar todo el corpus clásico que ya<br />
hay, sobre todo en inglés, pero a la vez quiero ligarlo a<br />
mi investigación sobre lo perverso en el teatro. Tomando<br />
como ejemplo a Wilson, pretendo situar ahora como<br />
una poética esto que en Las piedras... sería una ética<br />
sacrílega. Más a<strong>del</strong>ante, y en el mismo sentido, me<br />
gustaría trabajar sobre Kantor.<br />
ÉTICAS PARA ENTENDER AL ACTOR<br />
– Así como hay una ética canónica y una ética<br />
sacrílega, también hay una estética oficial y<br />
32 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
una estética que se constituye fuera de ese<br />
programa.<br />
– De hecho es un terreno muy complejo de intersección<br />
de campos. Yo encontré en este momento tres<br />
áreas posibles para la ética <strong>del</strong> actor. Esto estaría<br />
relacionado con el hecho de que lo primero que Stanislavski<br />
escribió sobre teatro no fueron libros técnicos<br />
sino un libro sobre ética, que no llegó a publicar, que se<br />
llamaba El libro de cabecera <strong>del</strong> actor. En cierto<br />
modo, él lo consideraba como un pre-requisito, pero es<br />
un libro un poco engañoso porque está plagado de consejos<br />
<strong>del</strong> tipo de “No llegar tarde a la clase ni a los<br />
ensayos”, ese deber ser grupal que pareciera más un<br />
discurso moral. Si se lo lee entrelíneas, se nota que en<br />
el fondo lo que él trata de hacer es crear un ámbito de<br />
protección, un ethos en torno a la conservación <strong>del</strong><br />
deseo <strong>del</strong> actor. Ya en libros posteriores, en algún momento<br />
dice que lo más difícil es provocar la tensión de<br />
la creación, la tensión creadora, y que lo más fácil es<br />
quebrarla; es muy <strong>del</strong>icado, es como hacer una especie<br />
de cerco protector alrededor de ese impulso que<br />
nace a veces en un primer día de ensayo -que puede ser<br />
una imagen o lo que sea- y preservarlo a lo largo <strong>del</strong><br />
proceso para que dé frutos. En el fondo, esa ética remite<br />
a la pregunta de cómo reorganizar la propia vida para<br />
que lo que fue un impulso de creación no termine siendo<br />
un coitus interruptus o se apague al poco tiempo; y<br />
por eso insisto en la idea de mantener la llama olímpica<br />
cruzando toda la pista hasta que llegue al final. Y<br />
ahí aparece la voz <strong>del</strong> amo, la famosa “master’s voice”,<br />
que es la provocación; es una palabra ligada a lo<br />
vocal, a la vocación, al llamado, casi al imperativo, a<br />
la “voz interior” que en realidad está muy fuera de uno.<br />
Y a eso que te mantiene en vida, darle un hilo. Por eso<br />
trabajo sobre las éticas que me parecen importantes<br />
para entender al actor, no sólo como un técnico, no sólo<br />
como el que sabe hacer.<br />
Tomo estos tres mo<strong>del</strong>os que te mencioné de un previo<br />
recorrido por Foucault y sus trabajos sobre la ética de la<br />
subjetivación. Pero, después de recorrer sus últimos escritos,<br />
veo que hay un punto que tengo que empezar a
trabajar: abordar aquello que destruye el intento de gobierno<br />
de sí -que para Foucault sería propio de una ética de la<br />
subjetivación a la manera de los antiguos griegos o los<br />
romanos -, y ahí los mo<strong>del</strong>os que encuentro vienen <strong>del</strong><br />
psicoanálisis. Me refiero a las estructuras que en un momento<br />
dado Lacan llama clínicas y son las tres maneras<br />
en que el sujeto se estructura frente al Otro: o sos trasgresor<br />
de la ley <strong>del</strong> Otro o un obediente incondicional de la<br />
ley <strong>del</strong> Otro, o hacés como si el Otro no estuviera, el Otro<br />
absolutamente trascendente. Y ahí encuentro esto que<br />
llamo las éticas sacrílegas -la identificatoria y la iniciática-,<br />
en conexión con esas estructuras que clínicamente<br />
serían la perversa, la histérica y la obsesiva. Esto es nada<br />
más que el campo <strong>del</strong> actor, está dentro <strong>del</strong> orden de las<br />
experiencias <strong>del</strong> actor. Por otro lado están las poéticas<br />
directoriales con las que eso se va a cruzar y que van a<br />
determinar, en definitiva, qué sale después en el espectáculo<br />
y frente al público. Sobre el director pesa también la<br />
cuestión de dónde pone su autoridad, de cómo conduce, y<br />
ahí aparece el problema <strong>del</strong> discurso: cómo dice las cosas,<br />
cómo da las consignas. Además de todo esto, estaría<br />
la intervención <strong>del</strong> dramaturgo. Entonces no hay ninguna<br />
posibilidad de causalidades unívocas, ni de poder dar<br />
explicaciones lineales de nada; el panorama se complica<br />
de una manera exponencial a medida que se va incorporando<br />
gente o funciones.<br />
– Mencionás el tema <strong>del</strong> discurso <strong>del</strong> director,<br />
<strong>del</strong> habla como una tarea fundamental que define<br />
la dirección...<br />
– Es el tema de la “manipulación”, pero también de<br />
cómo el director se queda enganchado en un momento<br />
dado en algo de lo que no puede salir demasiado indemne,<br />
y que relativiza toda idea de conducción directorial como<br />
un acto de poder unilateral; es una manera de conducir al<br />
otro que para nada te deja a salvo, no te da ninguna clase<br />
de jerarquía. Obviamente estamos pensando en un teatro<br />
que no es el teatro comercial, son otros parámetros.<br />
La dramaturgia, cuando no es prexistente y se liga al<br />
actor como unidad de producción deseante, supone también<br />
al director como otra unidad deseante, desligado de<br />
la tradición de autoridad que la dirección supone, de ese<br />
lugar de control ideológico y político.<br />
Pongo en mi último libro como ejemplo el testimonio de<br />
dos bailarinas que trabajaron con Bob Wilson que dicen<br />
diametralmente lo contrario frente a lo que, visto desde<br />
afuera, sería un caso extremo de autoritarismo directorial.<br />
Es decir, uno, mirando como un testigo la forma en que el<br />
director trata al actor, puede equivocarse mucho con cuál<br />
es la naturaleza de ese poder, con hasta qué punto no es<br />
unidireccional sino que tiene una reversibilidad.<br />
ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE<br />
– Como interventor desde el habla en esa construcción,<br />
el director estaría en una línea edípica,<br />
muy clásica, paternalista cuando acciona el artefacto<br />
de deseo <strong>del</strong> actor. Sin embargo, los<br />
actores van a esperar y tienen que esperar el<br />
habla porque es una función <strong>del</strong> director, es un<br />
rol que le está adjudicado.<br />
– El actor en realidad tiene Dos Otros, así con mayúscula:<br />
uno es el maestro y el otro es el director. A<br />
veces puede ser la misma persona pero, aún en esos<br />
casos, uno nota que hay un tránsito en el proceso de<br />
ensayo. En el caso de Paco (Giménez), por ejemplo,<br />
ese tránsito aparece en la imperceptible transición entre<br />
el taller y el ensayo, en el estar pensando en un espectáculo<br />
ya desde los primeros ejercicios; entonces, el<br />
rol <strong>del</strong> maestro se parece más al de una madre, interviene<br />
mucho más desde el cuerpo, sobre todo en el<br />
caso de Paco que hace los ejercicios junto con los<br />
alumnos. Porque aunque existe toda una direccionali-<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
33<br />
dad, toda una cantidad de elementos separadores de<br />
por medio, hay también, y sobre todo, una generación<br />
de un clima de confianza, de angustia mínima y de<br />
posibilidad de autorizar al otro y de que el otro se<br />
autorice a hacer cosas.<br />
– Una erótica de la dirección...<br />
– Exactamente. O sea que hay una situación más parecida<br />
a la de otro/madre y, a medida que va progresando el<br />
trabajo van siendo cada vez más rigurosas las intervenciones<br />
<strong>del</strong> director; poco a poco se va notando que aparece el<br />
Otro, que ya empieza a soplarnos la nuca y que, sabemos,<br />
es el público que nos espera sin saberlo. Y ahí también<br />
cambian las cosas, tanto en cuanto a la vivencia actoral<br />
como a los modos operativos <strong>del</strong> director.<br />
– El tejido se va cerrando, puedo entender un<br />
poco más la relación director/escritura como<br />
una necesidad de fijar y de contar con otro terreno<br />
de autorización; en toda relación sexual hay<br />
más de dos...<br />
– Hay siempre por lo menos tres.<br />
– Unidad de deseo actor y unidad de deseo director:<br />
para que haya tales unidades de producción<br />
deseante tiene que estar siempre el otro, el otro<br />
es quien va a determinar y quien dictará ese desarrollo<br />
<strong>del</strong> deseo porque aun el actor, si no está<br />
requerido, no está convocado, no está siendo<br />
deseado.
Grupo Las Dos Lunas (Neuquén)<br />
– Según los momentos. Acá aparece esto vinculado a lo<br />
que hablábamos recién: la casi maternidad <strong>del</strong> maestro<br />
frente a la casi paternidad <strong>del</strong> director, pero también aparece<br />
la pregunta de en qué se funda el deseo. A partir de<br />
Freud, esa noción da para muchos desarrollos; de ahí<br />
Lacan va a tomar una vía posible, va a hacer <strong>del</strong> Otro con<br />
mayúscula alguien imprescindible para la constitución<br />
<strong>del</strong> sujeto. Ahora bien, ese deseo lacaniano, soportado en<br />
la falta <strong>del</strong> Otro, funciona ajustadamente como descripción<br />
<strong>del</strong> deseo neurótico pero tiene muchos problemas<br />
para ser aplicado al “deseo <strong>del</strong> artista”, para decirlo de<br />
alguna forma. Esta objeción se vincularía a corrientes<br />
como la de Deleuze o Lyotard, donde se critica fundamentalmente<br />
el deseo engendrado por una negatividad, por una<br />
falta de ser; para ellos, el deseo es una fuerza positiva que<br />
no necesita <strong>del</strong> Otro castrador para existir -”¿Cómo se<br />
puede hablar de prohibición cuando el inconsciente ignora<br />
completamente la negación como operación lógica?”, se<br />
preguntaba Lyotard-; en realidad, lo que el sujeto necesita<br />
son buenas cañerías para que el gas a presión que brota de<br />
la caldera <strong>del</strong> cuerpo no quede bloqueado.<br />
– No se trata, por lo tanto, de lo que me falta, sino<br />
de aquello con que cuento...<br />
– Claro y creo que entre estos dos conceptos de deseo<br />
se juega el proceso, porque en un momento dado la obra sí<br />
se empieza a neurotizar, sobre todo cuando hay que mos-<br />
trarla al público, y la ley empieza a pesar muy fuerte, aun<br />
en un mo<strong>del</strong>o de trabajo como el de Paco Giménez, próximo<br />
a esa visión <strong>del</strong>euziana de la que te hablaba. En el<br />
caso de Paco, es clave el modo en que va dando las<br />
consignas en los ejercicios. Ahí se podría tomar como<br />
clave su concepto de trinidad, porque la idea de trinidad es<br />
precisamente una manera concreta de proponerle al actor<br />
una “máquina deseante” -o las piezas de una máquina<br />
deseante en vías de construcción-, que no sólo se compone<br />
de flujos sino también de cortes, como decía Deleuze.<br />
No son cortes sintácticos que apunten desde el comienzo<br />
a construcciones legibles para el público, a cadenas de<br />
acciones significativas; creo que es más bien una puntuación<br />
primaria, mínima, que permite continuidades y a la<br />
vez corta, dejando simultáneamente un tercer punto como<br />
línea de fuga. Creo que esa trinidad -que él utiliza como<br />
una forma de intervención, de débil coerción para que el<br />
otro penetre en el mundo actoral pero no de manera castrante,<br />
bajo la ley de la palabra ni bajo la ley <strong>del</strong> significante<br />
entendido lacanianamente, sino más bien como construyendo<br />
esas máquinas deseantes que permiten flujos y<br />
cortes a la medida <strong>del</strong> individuo- es uno de los grandes<br />
hallazgos de Paco. Lo que las trinidades permiten, sobre<br />
todo cuando se empiezan a articular y a formar rizomas,<br />
son máquinas deseantes colectivas, por así decirlo. Creo<br />
que esto es lo que más pesa en la poética de Paco y, aun<br />
34 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
cuando después vienen los momentos de empezar a recortar<br />
y a poner la obra más en forma para mostrarla al<br />
público, el proceso no termina; el flujo y los cortes siguen.<br />
En ese sentido, Oh! (obra dirigida por Paco Giménez<br />
estrenada en 2002) me parece que retoma la historia de La<br />
cochera como un capítulo más de algo a lo que ya hemos<br />
sido invitados a participar, porque existe el mismo lenguaje<br />
común, una estética cocheril. Y acá aparece otra historia<br />
respecto <strong>del</strong> director/maestro: cuando decís director/maestro<br />
estás marcando el lugar <strong>del</strong> enseñante de una operación<br />
concreta que está sucediendo, y que puede tener como<br />
objetivo un espectáculo. Pero una cosa es enseñar y otra<br />
aprender -son dos procesos bien diferentes-, y acá enseñar<br />
y aprender es crear aunque también se constituyen como<br />
cosas diferentes. Porque el enseñar y el aprender están<br />
afectados por una condición reproductivista -la escolar clásica-:<br />
siempre que alguien dice que es un maestro uno se<br />
dispone a aprender, pero cuando alguien dice que es director,<br />
uno se dispone a crear a partir de una propuesta.<br />
Alguien decía que en el teatro no hay enseñanza, sólo<br />
hay aprendizaje. En el caso de la dirección, -salvo que se<br />
instale esto como una carrera institucionalizada- el aprendiz<br />
aparece primero en el rol de asistente de dirección; es<br />
alguien que mira la escena desde el mismo lado que el<br />
maestro: el asistente está acá, al costado, y el director<br />
hace cosas y el otro toma nota, ve... pero el maestro no le<br />
quiere enseñar sino que el discípulo debe aprender aun de<br />
aquel que no tiene ganas ni capacidad sistemática para<br />
enseñar. No es como en el caso <strong>del</strong> actor y el director, a<br />
los que uno imagina en un vínculo frontal. Si se quiere, es<br />
una formación perversa que da la espalda o finge mirar<br />
para otro lado. Creo que esta pregunta tiene mucho que ver<br />
con esa mitología en torno a Paco de que él no forma<br />
actores; todo el mundo tiene la sensación de una dependencia<br />
con respecto a él que algunos toman como buena y<br />
otros no. Pienso que es también parte de una mitología.<br />
Hay, por supuesto, una escuela de La cochera de gente que<br />
no necesariamente persistió como actor ni en situación de<br />
dependencia con los laburos que propone Paco, sino que<br />
buscó su propia vía, y, sin embargo, lo sigue revindicando<br />
y reconociendo como el maestro.
Paco Giménez / Córdoba<br />
En busca de un teatro que no se parece al teatro<br />
Por Cipriano Argüello Pitt *<br />
Para Paco Giménez, el teatro es un espacio para la experimentación<br />
donde todo es posible a partir <strong>del</strong> deseo. Su trabajo<br />
propone quitar los moldes de una forma de actuación y para<br />
“hacer un teatro que no se parezca al teatro”. Por eso prefiere<br />
compartir la tarea con actores que no se parezcan a los actores.<br />
Esa óptica que lo aleja de lo convencional es parte <strong>del</strong> extrañamiento<br />
que atraviesa sus obras. Giménez asegura que sus ideas<br />
le llegan “sopladas” de alguna parte y que su labor busca develar<br />
aquello que sus actores traen consigo. Sus obras combinan<br />
problemas <strong>del</strong> teatro contemporáneo y enlazan lo autobiográfico<br />
propio de los actores con la representación, dentro de una<br />
dramaturgia sustentada en lo que se revela.<br />
Giménez nació en Cruz <strong>del</strong> Eje, Córdoba, en 1952. Es licenciado<br />
en teatro, egresado de la Universidad <strong>Nacional</strong> de Córdoba y fue<br />
director de uno de los grupos emblemáticos de la década <strong>del</strong> 70,<br />
La chispa. Luego <strong>del</strong> exilio en México, durante la última dictadura<br />
militar, regresó al país con la apertura democrática y fundó el<br />
teatro La cochera y, desde comienzos de los 90, dirige en Buenos<br />
Aires el grupo La noche en vela, espacios en los que, conjuntamente<br />
con sus actores, desarrolla una poética que se distingue<br />
por una marca muy personal. Aunque es difícil establecer principios<br />
unívocos en esa poética, debido a que la labor de Giménez<br />
está vinculada con los grupos que conduce, la fragmentación, el<br />
eclecticismo y lo insólito son los valores que se repiten.<br />
* Cipriano Argüello Pitt es licenciado en teatro de la Universidad de<br />
Córdoba, docente, actor y director.<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
35
COMPARTIR UN GRUPO<br />
– La primera pregunta es amplia y quizás un poco<br />
absurda, pero me parece que valdría la pena<br />
pedirte que describas cuáles son las características<br />
generales, los elementos constitutivos de tu<br />
metodología de trabajo.<br />
– Como trabajo fundamentalmente con actores conocidos,<br />
soy parte y testigo de cómo va evolucionando el<br />
grupo, cómo es esa vida grupal, qué es lo que va pasando<br />
y qué es lo que me va ocurriendo a mí. Lo que me va<br />
sucediendo en el tiempo es distinto de lo que les va<br />
sucediendo a ellos. Soy testigo de cómo la gente va creciendo<br />
- no en el sentido de pasar de joven a adulto sino de<br />
cómo va pasando el tiempo -, de cuáles van siendo las<br />
inquietudes; rescato de qué se habla, qué es lo que gusta<br />
y cómo se va llevando esa vida. Y tengo en cuenta las<br />
apetencias teatrales que se van conformando a partir de lo<br />
que ya hice o de lo que tengo ganas de hacer, lo que ya no<br />
quiero hacer más, aquello en lo que quiero seguir insistiendo<br />
o lo que quedó como deuda. Es una combinación de<br />
todo eso. Propongo una idea que está muy enraizada en<br />
ese proceso personal mío y en la vida de mis actores, en<br />
la vida que llevo con mis actores.<br />
Suelo proponer un material que adrede no conozco profundamente<br />
sino <strong>del</strong> que tengo sólo alguna intuición, y<br />
decido conocerlo a medida que lo van conociendo los<br />
demás. Como son los actores los que tienen que encontrar<br />
un motivo para actuar, son ellos los que fundamentalmente<br />
escarban en ese material, porque tienen que sacar alguna<br />
idea o algo para accionar. De esa manera voy conociendo<br />
el material a través de ellos, según lo que les va interesando.<br />
A veces puedo pedir que miren determinada cosa<br />
o, si no hay mucho interés o una lentitud en el proceso, los<br />
apuro un poco porque me apuro yo, empiezo a ver el índice,<br />
los títulos... Pero esto no es algo estudiado, es algo que<br />
aparece, como una señal. Y así voy entregando ese material<br />
y ellos lo escarban por donde sea, lo dan vuelta o<br />
incluso lo confunden, lo mezclan; y como no son los<br />
responsables <strong>del</strong> proyecto - en el sentido de que no saben<br />
qué se hará con eso-confían en mí, trabajan con el material<br />
como a tontas y a locas.<br />
– Sin prejuicios...<br />
– Lo que sí crece a veces es el tipo de prejuicio teatral,<br />
porque se lo encara de una manera conocida o convencional<br />
y ahí es donde me encargo de dar vuelta o de proponer<br />
una manera muy extrapolada, muy rara. Por ejemplo, en<br />
Intimatum (obra estrenada en octubre de 2002), en lugar<br />
de extraer una escena, estudiar la letra y decirla, lo que<br />
había que hacer era convertir todo, traducir todo en una<br />
confesión a los animales, a los perros. Durante mucho<br />
tiempo no se logra algo potente, porque ellos no saben<br />
cómo hacerlo y les resulta muy complicado. Entonces son<br />
apenas unas pequeñas aproximaciones hasta que se va<br />
conformando de a poco.<br />
– ¿Cómo es el primer día de trabajo?<br />
– Suelo contar lo que a mí se me ocurrió. Entrego libros<br />
que he conseguido o comprado, se descubre que alguien<br />
ya lo conocía y eso es interesante. Por ejemplo ahora, con<br />
La República (espectáculo en preparación en el teatro La<br />
cochera, con estreno previsto para septiembre de 2003)<br />
aparece un actor que era lector en secreto de cosas de<br />
filosofía. Cada nueva experiencia de trabajo devela nuevos<br />
protagonismos, porque hay algunos que se destacan<br />
más, porque alguien está más cerca. Eso me gusta, pero<br />
pasa un tiempo hasta que ocurre y la gente descubre lo<br />
bueno de eso.<br />
Sería más fácil entenderlo como un trabajo profesional,<br />
de roles. Romper esto es muy difícil porque mi modo de<br />
36 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
trabajo abisma mucho a cualquier actor; parece que siempre<br />
tenemos que empezar como si no hubiésemos<br />
aprendido nada de lo anterior. Llega un momento en el que<br />
los voy colocando como en renglones, los voy ubicando,<br />
voy componiendo, hasta que todo esa fragmentación que<br />
se ha ido logrando conforma un circuito orgánico.<br />
FRAGMENTOS DE UNA UNIDAD<br />
– Considerando esta idea de lo orgánico, ¿qué es<br />
lo que tomás para que lo fragmentario deje de<br />
serlo?<br />
– Tengo que descubrir... Es como el oficio de un plomero<br />
o de un electricista que sabe leer los signos de un problema.<br />
La intención es descubrir en el material lo que esté<br />
indicando continuidad, lo que está pidiendo o sugiriendo<br />
prolongación. Entonces voy uniendo, voy armando guiones<br />
alternativos, y si no funcionan los vuelvo a armar, los<br />
doy vuelta.<br />
– ¿A que te referís cuando decís que “no funciona”?<br />
– Es como cuando a la gente le queda mal una ropa o<br />
alguien está incómodo y dice: “No, yo así no voy a ninguna<br />
fiesta, me muero de vergüenza”. Es una sensación, una<br />
cosa afectiva; la escena era linda y de pronto se amortigua<br />
porque está al lado de algo que no le corresponde.<br />
– Pero aun así, lo fragmentario es muy importante<br />
en tu teatro.<br />
– Eso me ha estado preocupando porque leí un articulo<br />
donde (Rubén) Szchumacher habla en contra de lo fragmentario,<br />
pero al mismo tiempo dice que estamos en una<br />
época en la que no hay que tener prejuicios, hay que dejar<br />
hacer y que suceda todo. Creo que no hay otra que lo<br />
fragmentario. En mi teatro es la única posibilidad. Cuando<br />
la gente es diferente y no se puede confluir en una unidad<br />
porque si lo hacés estás haciendo política; y si hacés
política, algunos son de tu bando y otros no, y, si querés<br />
mantener a todos, tenés que conservar el mundito de cada<br />
uno, ¿cómo hacés para mostrarlo si no es por medio de lo<br />
fragmentado?<br />
– ¿Y esto no resulta caótico?<br />
– Y sí, seguramente. Procesarlo es de una envergadura<br />
que asombra a los propios actores. Hablo con cada uno,<br />
suelo tomar nota, registro mucho, me acuerdo de cada<br />
detalle. A veces, cuando no les hablo a los actores de<br />
alguna cosa que han hecho creen que no me ha gustado,<br />
pero cuando ha pasado el tiempo traigo a colación lo que<br />
habían hecho y digo: “Ahora sí esto es pertinente”. Claro<br />
que esto es caótico para procesar y, obviamente, debe<br />
sumar en un espectáculo que en principio no sabés cómo<br />
tomar o para adónde mirar, porque no te da la posibilidad<br />
de unidad o de una línea a seguir. Esto mismo es lo que<br />
puede volver atractivo al espectáculo, porque todo el mundo<br />
le teme y nadie lo quiere, pero de vez en cuando el<br />
público verá eso y le gustará porque es distinto.<br />
Cuando hemos hecho espectáculos así es porque no<br />
había otra. También me gustaría jugar con una única interpretación<br />
- no me deja de interesar esto-pero no es fácil<br />
con gente tan diversa; porque para que salga se tiene que<br />
imponer una idea con la que todo el mundo comulgue o<br />
jugar a que todos hacemos eso, o porque una obra ya<br />
construida tiene esa idea. Si no, yo no veo otra forma con<br />
tanta gente diversa, sobre todo con un espectáculo que se<br />
va encontrando hacia el final. Y al final ya no podés,<br />
¿cómo derribás a ese que ha estado trabajando?, ¿lo sacás<br />
<strong>del</strong> medio porque te molesta en la historia? No podés.<br />
– ¿No te preocupa que no exista una historia?<br />
– Me interesa que haya algo que cree historia, pero si se<br />
crea simplemente una especie de dramaturgia de acciones,<br />
o de una vibración que le da una continuidad, también<br />
es suficiente. La continuidad no necesariamente tiene que<br />
ser anecdótica sino que se pueden encontrar otros tipos de<br />
continuidad como, por ejemplo, sucederes encadenados.<br />
Escena de “Choque de Cráneos”<br />
– En este sentido tu trabajo está muy ligado a la<br />
música.<br />
– Sí.... escucho mucha música y me gusta, y relaciono<br />
cosas con la música. En una época venían unos<br />
horóscopos que decían: “Su canción preferida es tal,<br />
su color es tal”. Así veo a la gente, con un color, con<br />
una música, más cerca, más lejos, más rápido, más<br />
lento... como un astrólogo.<br />
– Como un chamán...<br />
– No sé... (risas)<br />
EL DIRECTOR Y EL DOCENTE<br />
– Tu trabajo está muy ligado a la relación maestro/<br />
director - alumnos/ actores, ¿cómo es esa<br />
relación entre la enseñanza y la dirección?<br />
– Hay un vínculo muy concreto entre estas dos cosas,<br />
porque como no transmito algo que les pueda servir para<br />
trabajar en otro lado... Los caliento porque tengo que<br />
consumar algo con ellos, se tiene que poder concretar en<br />
algo. Por esto decidí cortar con los alumnos, porque era<br />
tremendo, era como tener un harén, un montón de concubinos<br />
a los que hay que estar atendiendo.<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
37<br />
– ¿Y qué diferencia hay con actores de grupos<br />
más profesionales, como los de Los <strong>del</strong>incuentes<br />
o los de La noche en vela?<br />
– Aparecen todos los problemas de los matrimonios,<br />
con las cosas buenas y las cosas malas. Lo reconocido<br />
y lo vicioso de la relación no nos permite muchas<br />
veces entusiasmarnos; los entusiasmos son momentáneos.<br />
Por otro lado, tener un proyecto es como una<br />
costumbre, porque uno quiere mostrar que está unido,<br />
porque le interesa estar unido. Esta cotidianeidad no<br />
tiene esa urticaria, esa efervescencia que tienen los<br />
romances, entonces hay que bancársela, hay que sostener.<br />
Y en esto, si bien me canso mucho, sostengo a<br />
los actores; si yo no tuviera la paciencia de sostener y<br />
ellos de querer, ni Los <strong>del</strong>incuentes ni La noche en vela<br />
existirían.<br />
– Esto les debe permitir profundizar en otras problemáticas...<br />
– Sí, claro; la riqueza que me devuelven estos actores<br />
no es la misma que la de actores que recién empiezan, que<br />
dan esa efervescencia pero que no me devuelven nada<br />
porque no hay una historia común.
Escena de “Choque de Cráneos”<br />
– También hay una técnica, no es que sólo se<br />
conocen como personas...<br />
– Sí, claro; tanto los actores de Los <strong>del</strong>incuentes como<br />
los de La noche en vela afortunadamente se han nutrido en<br />
diversos lugares. Lo que hacen conmigo florece después<br />
de que se han restringido a lo mío; si tiene valor es porque<br />
primero han pasado por el lugar que les he restringido y<br />
ellos han florecido porque poseen un alma amplia como<br />
actores, tienen riquezas. No harían lo mismo afuera. Al<br />
mismo tiempo, mi idea se potencia por el trabajo con<br />
ellos, que influencian la idea y la enriquecen, y hasta<br />
pueden hacer que se dispare para un lugar impensado. Y<br />
entonces, el espectáculo puede contener las diferencias.<br />
A mi me gustan esas diferencias porque me sirven, porque<br />
tomo de aquí y de allá, viendo esto o lo otro, y ellos<br />
mismos se han serenado frente a las diferencias. En cambio,<br />
los actores más jóvenes son más apasionados, hacen<br />
alianzas y no saben que en el acto de serenarse hay algo<br />
bárbaro, que allí hay un caudal muy grande. También la<br />
selectividad tiene sus buenos resultados, aunque yo no la<br />
38 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
he transitado. Por ahí si les preguntás, te dicen: “Porque<br />
tal actor hace esto”; tienen sus opiniones desfavorables<br />
frente a los otros pero dejan que suceda. Después, cuando<br />
comienzan a ver que se va tomando un poco de esto, un<br />
poco de lo otro, se dan cuenta de que aquello que parecía<br />
tonto, puesto al lado de otra cosa, no lo es. Son como las<br />
cosas de la vida, como una persona, como un objeto que<br />
puesto en un lado es imprudente y en otro es útil y bárbaro.<br />
También uno se podría preguntar para qué hacer toda esta<br />
experiencia de juntar a este diferente con el otro y hacerse<br />
un quebradero de cabeza. Y bueno, esto es lo que me ha<br />
tocado a mí: estar con gente distinta. Y no tengo ganas de<br />
ponerme a seleccionar gente y quedarme con los que<br />
estén de acuerdo con una línea - ni con una ni con otra-.<br />
Ese no ha sido mi camino.<br />
– ¿Por qué te interesa esto?<br />
– La verdad es que no me interesa, es mi cruz. Así me<br />
ha salido, así desarrollé lo mío y así también logré hacer<br />
algo, me parece, que tiene un rasgo distinto.<br />
PROVOCANDO A LOS ACTORES<br />
– ¿Cómo convivís con la idea de la creación colectiva,<br />
donde cada actor trae su material, su<br />
historia, su manera de ver y la dirección?<br />
– Lo que pasa es que eso no es tan así. Yo llevo el<br />
material, voy provocando a los actores y en determinado<br />
momento comienzan a tener una cierta independencia.<br />
Tienen dos caminos: ser tan autogestivos como para hacer<br />
su propia combinación de cosas con los materiales que<br />
les di, y con los materiales propios que traen, o tardar,<br />
demorar y ganarse quizás las mejores escenas, porque en<br />
la combinación con los otros ha quedado algo que hace<br />
falta hacer y entonces se lo entrego a ese actor.<br />
Los espectáculos son idea y dirección de Paco Giménez<br />
y creación de La noche en vela o de La cochera, lo<br />
que quiere decir que aglutina a todos. En otros espectáculos<br />
han sido fundamentales los aportes de Graciela<br />
Mengarelli con respecto al movimiento y al uso de<br />
objetos. O, en los talleres, a veces una escena creada<br />
por un actor predestina todo el espectáculo. No se<br />
puede decir: “Cincuenta gramos de este, cincuenta <strong>del</strong>
otro, tres cuartos <strong>del</strong> Paco que le puso la música y dio<br />
idea <strong>del</strong> espacio, puso los bichos...”. Hay espectáculos<br />
en los que he sugerido muchísimo y hay otros en<br />
los que primó el alma que los actores pusieron sin<br />
darse cuenta. Cada vez ha sido distinto.<br />
– ¿Qué pensás de esta denominación contemporánea<br />
de “dramaturgia de actor”?<br />
– Eso está bueno; es que al no haber una obra escrita,<br />
¿qué otra cosa queda?. Que cada uno vaya haciendo la<br />
suya, se vaya creando a sí mismo. A veces hay que<br />
incentivar, hay que inspirar, iluminar al actor para que<br />
tenga chispazos, para que se le vayan ocurriendo cosas.<br />
– ¿Para vos el trabajo teatral se centra en el trabajo<br />
con los actores?<br />
– Sí (hace una pausa). No soy de estar diseñando personalmente,<br />
armando cosas, sino todo lo contrario. Voy<br />
llevando cosas de aquí para allá, voy de un lado para el<br />
otro, ubico a la gente para ver dónde le da el reflejo... Y<br />
decís “¡Oh!”... Algo así, sabiendo que hay veces en que,<br />
sin querer, me han hecho ver cosas a mí. Y otras veces he<br />
estado iluminado de entrada. Siempre es muy distinto.<br />
EL TEATRO COMO INVENCIÓN<br />
– En varias entrevistas decís que no te interesan<br />
los actores que se parecen a los actores.<br />
– Y tampoco el teatro que se parece al teatro.<br />
– ¿A que te referís?<br />
– No he aprendido a querer al teatro como cultura, como<br />
tradición, como cosa demostrada. “Me han enseñado el<br />
teatro bien hecho y quiero eso que me han enseñado, y se<br />
lo transmito a otros porque quiero que eso se siga repitiendo<br />
tal como está”: ¡No! He tenido que inventar, porque la<br />
verdad es que hasta el día de hoy no sabría cómo manejarme<br />
dentro de esos parámetros. Sí podría inventar, para eso<br />
sí me da el cuero. Pero me pesaría mucho ponerme en la<br />
situación de un profesional <strong>del</strong> teatro y que me den un<br />
proyecto y el 30 de abril tengo que estrenar. Me cago<br />
entero, no sé lo que puede salir de eso. No es mi meta.<br />
Entonces, lo que me queda es buscar algunos materiales<br />
que me peguen en alguna parte, justamente en las que me<br />
encienden, porque me sienta, o porque me provoca. Me<br />
gusta indagar, inventar. Entonces no sé qué se puede hacer<br />
con un actor que se sabe actor y que usa los recursos de un<br />
actor y hace cosas de actor. A lo mejor me gustaría ponerlo<br />
como criatura en un espectáculo, pero para usarlo,<br />
como un objeto. Cuando algo se parece demasiado al<br />
teatro me parece que lo que estamos haciendo es, en todo<br />
caso, como un homenaje o una parodia; es, por un instante,<br />
darse el gusto de hacer algo que ya está hecho, pasar<br />
por ahí. No amo el teatro que existe, ni las cosas como<br />
tradición.<br />
– Es un poco paradójico ya que en el último<br />
espectáculo citás cinco clásicos de la historia<br />
<strong>del</strong> teatro.<br />
– Cuando empezamos con Los <strong>del</strong>incuentes... ¿Vos<br />
viste Delincuentes comunes (estrenada en 1985 en<br />
el teatro La cochera)?<br />
– Sí, tenía quince años...<br />
– ¿Y te acordás?<br />
– Me acuerdo de la escena en la que todos<br />
iban pasando con una manzana, tengo imágenes<br />
sueltas...<br />
Ese espectáculo lo hice renegando de lo que se hacía en<br />
ese momento en Córdoba. Quería que no se pareciera a<br />
nada de lo que se hacía. Así soy de malo. En esa época,<br />
en Córdoba, se representaba La Nona o El gran deschave<br />
igual que en Buenos Aires. Los elencos<br />
independientes copiaban cosas y tenían productores. Yo<br />
dije: “Acá, ni vestuarista, ni escenógrafo, ni productor, ni<br />
nada”. Partí de cosas muy básicas. Por ejemplo, estaba en<br />
mi casa y ponía música, bailaba, me bañaba, corría desnudo,<br />
cantaba. Me di cuenta de que hacía muchas cosas<br />
sin que nadie me viera, clandestinamente, adentro, y me<br />
preguntaba: “¿Los demás actores harán eso o trabajan de<br />
actores nada más?” o “¿No tienen tentaciones?, ¿se miran<br />
al espejo sólo por el gusto de hacerlo?”. Esa fue la<br />
consigna y a partir de allí empezamos a improvisar sobre<br />
cosas que uno hace y no se las ha dicho a los demás: así<br />
surgió Delincuentes comunes.<br />
Después, en Uno (estrenada en diciembre de 1987), una<br />
alumna me trajo música de Philip Glass, a quien jamás<br />
había escuchado y, cuando en un ensayo la puse, algo<br />
explotó en nosotros porque era como el andar, como la<br />
danza, algo así; a mí siempre me había gustado trabajar<br />
sobre el movimiento. Nosotros siempre queríamos conmover<br />
y, cuando terminamos Delincuentes comunes,<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
39<br />
Estrella Rosthock apareció un día con un grisín y<br />
mostrándolo dijo: “Uno”. Y yo dije: “Así se va a<br />
llamar el próximo espectáculo y lo vamos a hacer<br />
sobre las comidas”, porque nos llevábamos muy bien<br />
comiendo. Pero el grupo no tenía productor ni asistente,<br />
todo lo hacíamos nosotros; así que una sola vez<br />
llevamos comida y después nadie más se puso a<br />
preparar comida para ensayar. Bati Diebel hizo un<br />
postre con servilletas y decidimos trabajar con todos<br />
los elementos de la mesa, pero la comida todavía no<br />
había llegado. Así empezamos a bailar con los elementos,<br />
a tirarlos y, otra vez, escuchando la música,<br />
se me ocurrieron los coros. Durante cinco minutos<br />
cantaban “Ah, ah, ah, ah!!!” y seguía, seguía hasta<br />
que algo tenía que reventar, así que dije “Vamos a la<br />
calle” y abrimos las puertas. Todas estas son visiones,<br />
alucinaciones mías a partir <strong>del</strong> trabajo. Lo primero<br />
Escena de “La Noche en vela”
que hicieron los actores fue decir: “Yo no voy a estrenar<br />
esta obra así, la gente nos va a decir de todo”. Bati Diebel<br />
fue la primera en decirlo. En Delincuentes comunes<br />
tuve que ir a buscar a Beatriz Gutiérrez a la casa porque no<br />
quería venir. Así era todo; aunque eso no tiene que ver con<br />
lo que ellos terminan brindando, a mí me toca la parte de<br />
decir “¡Vamos!”. Por suerte, hasta ahora me siguen, siguen<br />
confiando en esos arrebatos, sino estarían trabajando<br />
con otra gente.<br />
En la tercera obra queríamos hacer algo, pero nada, todo<br />
el mundo hablaba de sus enfermedades, sus problemas;<br />
todo el tiempo estaban sentados. Estrella estaba pensando<br />
en hacer un unipersonal en una cama, donde el público<br />
llegase a visitarla y entonces dije: “Bueno, todos enfermos”<br />
y salió Enfermos <strong>del</strong> culo (estrenada en 1994).<br />
Todos en cama porque nadie movía un dedo. De esa coyuntura<br />
saqué la idea de que, en lugar de ponernos en<br />
movimiento, lo único posible era estar en cama porque<br />
estábamos inertes; era asumirlo y, a partir de estar en la<br />
cama, sucedía que nos queríamos levantar porque nos<br />
hartábamos y de allí salía el movimiento.<br />
Intimatum tardó mucho en tomar forma; queríamos<br />
hacer algo grande, queríamos ofrecer personajes tremendos<br />
de la historia teatral. A mi nunca se me hubiese<br />
ocurrido hacer, por ejemplo, Madre Coraje; nunca podríamos<br />
hacerla porque, primero, no te dan los derechos<br />
de autor; después, no tenés plata para la producción ni<br />
actores para hacerla ni directores para dirigirla. Era como<br />
darse el gusto. Eso es lo que creo que hago, dar la<br />
oportunidad de darse el gusto pero no por el lado que los<br />
actores esperarían. Sé que esto es medio decepcionante,<br />
porque - si bien pueden estar contentos y orgullososdespués<br />
de tantos años, y a esta altura, veo que querrían<br />
sentirse “la señora actriz tal, el señor actor, haciendo<br />
contratos por aquí y por allá”. En 30 años he seguido<br />
trabajando con la misma dinámica, poniendo plata, regateando<br />
o cobrando una entrada miserable.<br />
Pero también hay una realidad teatral en la Argentina,<br />
y particularmente en Córdoba, que lo<br />
permite. Existen pocos grupos y actores que viven<br />
<strong>del</strong> teatro...<br />
La verdad es que no le puedo ofrecer a nadie la satisfacción<br />
<strong>del</strong> profesional. Ni yo mismo la quiero, porque quiero<br />
estar acá escuchando música en lugar de estar obligado a<br />
poner la obra en no sé dónde. Si antes hubiera estado en<br />
esa dinámica, se habría convertido en una costumbre,<br />
estaría al salto. Ahora nadie me saca de esto, salvo que<br />
nos inviten a hacer funciones en otra ciudad.<br />
CREAR UN SER REAL<br />
¿Cómo es la relación entre lo biográfico de los<br />
actores y lo que representan?<br />
Me encargo de hacer una combinación. Como son espectáculos<br />
de creación, de algún lado hay que extraer la<br />
elocuencia, lo genuino y lo hondo, porque sino uno hace<br />
una cagada, una superficialidad. Porque no se trata de una<br />
obra de autor que te ofrece unidad, profundidad en el tema,<br />
desarrollo; entonces es inevitable que combine cosas a<br />
partir de lo que capto de las personas, y parece que fueran<br />
coincidencias. A la vez, no son cosas tan predeterminadas,<br />
cosas como el color que te queda mejor a vos que a<br />
otra persona. Es así, cuando le doy un personaje a uno y no<br />
a otro por algún motivo es.<br />
Escena de “Uno”<br />
40 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
¿No hay creación de personajes?<br />
En verdad la caracterización no me gusta mucho. No me<br />
gusta la idea de personaje en el sentido convencional de<br />
la palabra, de lo que está muy codificado; esas cosas que<br />
dicen como “se te está yendo el personaje”. Me da asco<br />
todo eso. ¡¿Por qué hay que estar trabajando así?! Ya en la<br />
vida es demasiado horrible tener que estar sosteniendo<br />
una máscara para determinada cosa... ¿también va a ser<br />
así en el teatro?, ¿ahí también vas a ensayar para que no<br />
se te vaya el personaje? Me gusta poner o sacar, que<br />
parezca uno pero que en realidad sea otro; esas combinaciones<br />
sí me gustan. Pero hay obras que no lo resisten;<br />
tienen que ser hechas con otro tipo de procedimientos, lo<br />
que no quiere decir que no trabaje con la idea de la transformación.<br />
Intimatum había estado planteado así: al principio<br />
hicimos fotos carnets para que el artista plástico hiciera<br />
unos diseños sobre el rostro y los transformara con el fin<br />
de que, cuando apareciera cada actor a hacer su parte, la<br />
gente se preguntara quién es. Pero esto no daba porque era<br />
mucho trabajo, había que tener dinero, todos los días tenía<br />
que venir alguien a maquillarlos... no daba. Nada de eso
da para esta manera que tenemos de trabajar, salvo que<br />
alguna vez digamos: “Nos damos este mes y hacemos la<br />
obra”. Alguna vez deberíamos hacer algo así para ver si<br />
nos da el cuero. El problema es que el tiempo pasa y se va<br />
cayendo todo lo que era producción.<br />
Todo lo que era urgente deja de serlo...<br />
No, sino que uno a veces dice: “Quiero trabajar con algo<br />
que se mueva y que lleve un contrapunto con tal cosa”.<br />
Entonces uno lo hace un día y al otro día ya nadie lo puso<br />
y, al diablo, ya no sirve.<br />
Por ejemplo, en tu versión de Un tranvía llamado<br />
deseo, de Tennessee Williams, ¿había<br />
construcción de personajes?<br />
Puede ser, pero lo que en realidad ves es una faceta<br />
poco conocida de ese actor a la que es proclive, pero<br />
que no ha desarrollado anteriormente porque no hubo<br />
oportunidad. Por otro lado, hace y dice cosas que en<br />
otro espectáculo no puede decir ni hacer porque no es<br />
Un tranvía...<br />
A ver si entiendo: se trata de ajustar la biografía<br />
al personaje...<br />
Claro.<br />
Los espacios<br />
¿Cómo construís los espacios?<br />
El ejemplo más raro ha sido el caso de Intimatum,<br />
porque estábamos trabajando con el espacio igual al de<br />
Oh! (estrenada en mayo de 2002), con las tribunas puestas<br />
mirando hacia la puerta, usando todo el espacio de La<br />
cochera. En cada ensayo se trasladaba el piano y todo<br />
estaba lejos. Hasta que en determinado momento sentí<br />
que, por más que fuera interesante ver el espectáculo con<br />
esa disposición espacial, no había nada para poner ni para<br />
hacer porque no estaba el ambiente; porque el espectáculo<br />
no tiene desarrollo, es para estar ahí. Entonces dije: “No,<br />
al revés, a la fosa, a un hueco, porque esto es lo que puede<br />
hacer sobrevivir lo que tenemos para poder hacer un espectáculo”.<br />
Y se me ocurrió lo de las ropas colgadas y<br />
todo lo demás. Después, Giovanni Quiroga terminó pen-<br />
El actor Toto López se parece a Stanley.<br />
Sí, hacía rato que yo estaba con ese proyecto. En el 85’<br />
se empezó a ensayar, la iba a hacer con Iris Vicentini y<br />
otra gente. Y bueno, siempre me lo imaginé a él, y él se<br />
fue como por un tubo por ahí... Son las cosas que uno haría<br />
si fuera ese personaje.<br />
Un saco que le queda bien...<br />
Sí... Bueno, son cosas distintas. Puede ser interesante,<br />
de pronto, hacer gimnasia y proponerse cambiar<br />
toda la estructura <strong>del</strong> cuerpo; comenzás a usar ropa que<br />
no hubieras usado nunca y la gente te mira y le producís<br />
algo que antes no le producías. Así como eso es<br />
fantástico, también podes decir: “Pero esta ropa a mí<br />
me queda re-bien” y te la ponés contento de haber<br />
encontrado algo a tu medida sin necesidad de cambiar<br />
nada. No me ha tocado tener que pujar por algo muy<br />
distinto de lo que hemos hecho. Va pasando el tiempo<br />
y hay una compenetración de la realidad y la fantasía,<br />
de lo que se quería hacer. Porque si no, se hace muy<br />
difícil instalar un cambio total, hay que tener una producción,<br />
gente que vele por esa modalidad nueva.<br />
sando en tres colgantes, uno rojo, uno blanco y uno negro,<br />
y los puse en ese espacio. Sin esto, el espectáculo no<br />
hubiera existido. Se ve que sintonizo los elementos justo<br />
en el lugar donde la gente puede reconocerlos y entonces<br />
comienzan a entenderse porque están en el sitio adecuado.<br />
Esta es la parte que me toca a mí.<br />
¿Por qué decís que el espectáculo no existía<br />
antes de esta decisión sobre el espacio?<br />
Por lo que planteé al principio: estos personajes eran<br />
irreconocibles en sus aspectos -ðpor eso lo de las fotos<br />
carnets-ð y se confesaban ante los animales, que eran los<br />
únicos testigos de sus miserias, pero para esto había que<br />
traducir el mundo y el mambo de los personajes en una<br />
idea que fuera lo mismo que decir “Por transar me mataron<br />
al hijo” (texto de Madre Coraje, de Bertoldt Brecht. En el<br />
DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />
41<br />
¿Te interesaría?<br />
Para ver qué pasa. Lo que me gustaría, aunque me<br />
daría muchos celos, es que vinieran otros directores y<br />
que la gente de La cochera tuviera otras exigencias. A<br />
mí gustaría que gente <strong>del</strong> medio se acercara, aunque a<br />
la vez suena a oportunismo.<br />
¿Oportunismo de quién?<br />
Qué se yo... Suponte que el (Gonzalo) Marull escribiera<br />
algo... pero por ahí digo, ¿no será que uno quiere<br />
comerse a los otros, digerírselos?<br />
Antropofagia...<br />
(Risas) Claro, a lo mejor está bien que no se contaminen<br />
con nosotros, que hagan la suya. La verdad es que no lo sé.<br />
Pero por ahí de ese encuentro o choque surge algo<br />
interesante...<br />
Sí, claro, <strong>del</strong> cruce... ¿Ves?, ahora lo digo y parece<br />
que estoy lleno de inquietudes. Y las tengo... pero esta<br />
dinámica cordobesa provinciana hace que sean proyectos;<br />
es algo que uno quiere, es pura bohemia, porque<br />
como no se une con una cosa profesional hay algo que<br />
no termina de funcionar.<br />
espectáculo, Galia Kohan dice: “Me achucaron los chicos<br />
por pichulear”). Bueno, en dos años los actores no pudieron<br />
hacer esto, ni yo se los puse porque me faltaba ánimo<br />
para que se concretara lo que estaba ideado.<br />
El proyecto original que ganó en la Municipalidad estaba<br />
escrito pero después todo cambió, porque no podía ser.<br />
Los actores llegaban y no habían ni siquiera leído el texto,<br />
solo querían decirlo. Ya para ese entonces teníamos los<br />
juegos, el piano, que tenía un siglo. Así, llegado el momento,<br />
había algo que se debía relajar porque yo no me<br />
podía enojar, ni ponerme a reprochar porque no hay cosa<br />
peor en una familia que hacer eso. Había que ver por dónde<br />
estaban yendo ellos, seguir el tren, total, yo después tenía<br />
vías por las que subirlos. Los busco por otro lado y los<br />
termino metiendo por el andarivel que yo quiero pero, al<br />
mismo tiempo, busco por el lado de ellos.
La oportunidad<br />
<strong>del</strong> instante<br />
– ¿Cómo es el tema de la repetición, cuando<br />
aparentemente en tus trabajos queda tanto espacio<br />
para la improvisación?<br />
– Se puede repetir sólo lo que se ha hecho alguna vez.<br />
Los actores saben lo que se tiene que hacer. La oportunidad<br />
<strong>del</strong> instante es una combinación entre el sentido de la<br />
ocasión que poseen los actores que tienen un sentido<br />
dramático creado y la sintonía que hago yo, porque es<br />
atinado cuando he logrado sintonizar una secuencia con la<br />
otra. Esa vibración se mete adentro y ya no la olvidás<br />
porque no es arbitraria.<br />
– Pero queda mucho librado al azar, ¿o no?<br />
– El azar siempre aparece porque los actores siempre se<br />
dan un margen de improvisación y siempre siguen metiendo<br />
cosas, que a veces degeneran un poco y otras veces<br />
enriquecen.<br />
– ¿Los actores tienen bien marcados los pies,<br />
esa convención teatral de que “si no me das el<br />
pie no puedo decir mi parte”?<br />
– No, porque antes de encontrar un pie hay que encontrar<br />
qué es lo que está pasando, lo otro son sólo acuerdos. Lo<br />
importante es que algo pasa porque, ante la falta de un<br />
texto escrito, tienen que desarrollar las antenas y estar<br />
atentos.<br />
– ¿Los actores no te piden lo contrario?<br />
– Hay veces que te lo piden y en definitiva está bien,<br />
porque algo de sentido tiene que tener pies, pero en otros<br />
momentos hay que descubrir otro tipo de cosas, porque si<br />
no sería fijar algo sólo para que el otro esté tranquilo.<br />
– Entonces la obra nunca se hace igual...<br />
– Y... no; se desbalancea. Algunas partes son más<br />
importantes que otras, se procesa hasta que se decanta y<br />
queda de una forma que ya todos los actores conocen.<br />
Inspiración y trabajo<br />
– ¿Como elegís los textos?<br />
– Hay algunos textos que tengo hace mucho.<br />
Los textos de La República los estoy haciendo<br />
a partir de comentarios de mi hermano en la<br />
mesa. O estamos viendo un noticiero y el trae a<br />
colación algo que ha leído y yo le pregunto<br />
“¿Cómo es eso?” y me intereso. Lo de Roberto<br />
Arlt (la obra Choque de cráneos, estrenada<br />
Paco Giménez<br />
en 1990) apareció a partir de leer un epígrafe que<br />
decía “Los siete locos”, y como me gustó ese<br />
pedacito... Porque a mí me da para leer esos pedacitos, todo lo otro me da mucha fiaca. Mirá, ahí<br />
tenía casi cuarenta años y no sabía de la existencia de Los siete locos, y lo descubrí; conseguí<br />
el libro, que me vibraba en la mano, y dije: “Esto vamos a hacer”. Pero yo no lo había leído. Así<br />
me pasa siempre. Entonces, como generalmente me ha salido bien, lo hago con total impunidad,<br />
no me pongo a hacerlo de otra manera. Digo “¡Vamos a hacer esto!” y aún no lo puedo ni<br />
comprender ni abarcar; es como un llamado que me hacen, qué sé yo, no sé...<br />
– Bob Wilson dice que nunca lee las obras sino que le pide a alguien que se<br />
las cuente...<br />
– Bueno, ¡así hago yo! Yo no había leído ni Casa de muñecas ni la otra ni nada; para mí,<br />
son los actores los que tienen que estudiar. Después ellos hablan y se enrollan y dicen:<br />
“Porque el marido tal cosa”, “La culpa la tuvo tal otra” y no sé qué... Toda una cosa doméstica<br />
que aborrezco porque yo no lo hago ni en la vida. Pero ellos se ponen en esa y después un día<br />
leo el libro y pasando las páginas marco las partes y digo: “Esta parte es para vos, esta otra<br />
parte para vos”, pero a mí el libro me había llegado a partir de ellos y a vuelo de pájaro había<br />
ido deglutiendo la obra. Lo que no pude hacer antes, por la urgencia, lo hice en un par de días,<br />
pero ya estaba preparado para tragármelo. ¿Cómo sé que soy capaz de hacerlo?: confío en eso<br />
y no en el “80 por ciento de trabajo y 20 por ciento de inspiración”. Bueno, no es así. Es al<br />
revés, 80 por ciento de inspiración y 20 por ciento de trabajo. O quizás el 80 por ciento de<br />
trabajo son los tres años que son una aguantadera. Pero sino, creería lo contrario, con toda la<br />
ilusión de tener un 80 por ciento de inspiración y un 20 por ciento de trabajo.<br />
– Claro, pero cuando hablás de inspiración suena como si te iluminaras o<br />
como si alguien te soplara al oído...<br />
– Bueno, ¡así me siento yo! Y digo: “¿Cómo se me ocurrió? ¡Si no lo he pensado en mi casa<br />
ni nada!”. Pero es que me vuelvo verborrágico -ðy ðyo no soy verborrágico-, me vuelvo como<br />
una matraca, hablando y hablando. ¿De dónde me viene todo esto? No me doy cuenta de que<br />
estoy trabajando. Mi trabajo es el tiempo de aguante, de cumplir, de ir, de poner plata para que<br />
el otro vaya haciendo esto... Ese es mi trabajo.<br />
42 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />
PICADERO<br />
MAGDALENA VIGGIANI