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/////CUADERNOS DE PICADERO<br />

/////CUADERNOS DE PICADERO<br />

Cuaderno Nº 1 - <strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> - Septiembre 2003<br />

Dirección Teatral<br />

Seis creadores<br />

y un Lenguaje Común


I N D I C E<br />

1<br />

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />

2<br />

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />

3<br />

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />

4<br />

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />

5<br />

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />

6<br />

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />

p/4<br />

Chiqui González<br />

p/33<br />

Paco Giménez<br />

p/27<br />

p/9<br />

Daniel Veronese<br />

p/15<br />

Patricia García<br />

p/20<br />

Victor Arrojo<br />

Jose Luis Valenzuela


AUTORIDADES NACIONALES<br />

Presidente de la Nación<br />

Dr. Néstor C. Kirchner<br />

Vicepresidente de la Nación<br />

Sr. Daniel Scioli<br />

Secretario de Cultura<br />

Lic. Torcuato S. F. Di Tella<br />

Subsecretaria de Cultura<br />

Lic. Magdalena Faillace<br />

Director Ejecutivo <strong>del</strong><br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong><br />

Sr. Rafael Bruza<br />

Año I Nº I / AGOSTO 2003<br />

CUADERNOS DE PICADERO<br />

Editor Responsable<br />

Rafael Bruza<br />

Consejo de Dirección<br />

Héctor Tealdi, Jorge Ricci, Raúl Dargoltz,<br />

Alejo Sosa, Oscar Castañeda Alippi,<br />

Rosario Montiel, Oscar Nemeth, Carlos Catalano,<br />

Angel Quintela, Marcelo Lacerna, Ariel Molina<br />

Director Periodístico<br />

Carlos Pacheco<br />

Edición<br />

Mariana Roveta<br />

Diseño y Diagramación<br />

C. Barnes- A. Robles - J. Barnes<br />

Corrección<br />

Alejandra Dumas<br />

Teresa Calero<br />

Raquel Weksler<br />

Fotografías<br />

Magdalena Viggiani<br />

Dibujos<br />

Oscar "Grillo" Ortiz<br />

Colaboran en este número<br />

Cipriano Argüello Pitt, Gustavo Casanova,<br />

Juan Carlos Fontana, Leonel Giacometo,<br />

Patricia Suárez, Mauricio Tossi, Silvia Villegas<br />

Redacción<br />

Santa Fe 1235- piso 7<br />

(1059) Buenos Aires<br />

Argentina<br />

Tel: (5411) 4816-2484/8868/4815-6661 int. 122<br />

Correo electrónico: prensa@inteatro.gov.ar<br />

infoteatro@inteatro.gov.ar<br />

Impresión<br />

Gráfica San Lorenzo S.A.<br />

Quilmes 282/4<br />

Tel: 4911-4303<br />

(1437) Capital Federal<br />

El contenido de las notas firmadas es exclusiva responsabilidad<br />

de sus autores. Prohibida la reproducción<br />

total o parcial, sin la autorización correspondiente.<br />

Registro de Propiedad Intelectual, en trámite.<br />

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○<br />

NOTA DE PRESENTACIÓN<br />

El <strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> amplía su espacio de divulgación y lo hace con<br />

los Cuadernos de Picadero, que en cada entrega repararán en un aspecto de la<br />

creación escénica.<br />

En este primer número seis directores –Chiqui González (Rosario), Daniel Veronese<br />

(Buenos Aires), Patricia García (Tucumán), Víctor Arrojo (Mendoza), José Luis<br />

Valenzuela (Salta/Neuquén) y Paco Giménez (Córdoba)–, dan su mirada sobre ese rol<br />

tan abarcador que es el <strong>del</strong> director teatral. A través <strong>del</strong> análisis de sus trabajos<br />

demuestran quiénes son y cuáles son sus intereses dentro de la actividad.<br />

Cada uno de ellos fue entrevistado por un creador (Patricia Suárez y Leonel Giacometto<br />

-dramaturgos rosarinos-, Juan Carlos Fontana -director y periodista porteño-,<br />

Mauricio Tossi -actor e investigador tucumano-, Silvia Villegas -dramaturgista e<br />

investigadora cordobesa- y Cipriano Argüello Pitt -actor y director cordobés-, por lo<br />

que ellos también -desde su propio interés-dan señales de su quehacer específico.<br />

Las seis entrevistas muestran un mapa de la argentina teatral actual.


Chiqui González / Rosario<br />

La vida de otro modo<br />

Chiqui González, directora rosarina y maestra de directores y<br />

actores, tuvo su primera conexión con el teatro en la década <strong>del</strong><br />

setenta, cuando comenzó como actriz en el Centro de Expresiones<br />

Teatrales. Luego fue parte fundamental como dramaturga y<br />

directora - disciplinas que considera inseparables - de los míticos<br />

grupos Arteón y Discepolín y más tarde fue profesora de la<br />

Escuela de <strong>Teatro</strong> de Rosario. Dirigió Bajo el ala <strong>del</strong> sombrero,<br />

la primera obra <strong>del</strong> Grupo Filodramático Te quisimos con<br />

locura, y fue responsable de puestas como ¿Cómo te explico?,<br />

Nosotros los de entonces, La vida perdurable, La<br />

puta de ronda, Las brujas de Salem (versión libre) y Desnuda<br />

de terciopelo, unipersonal aún en cartel que recorrió el<br />

país y lleva más de 630 representaciones.<br />

Actualmente es Coordinadora general de la Secretaría de<br />

Cultura y Educación de la ciudad de Rosario y enseña Teoría<br />

y estética de los medios audiovisuales en la Universidad de<br />

Buenos Aires –tarea en la que se desempeña desde hace<br />

diez años –, Dirección de actores frente a cámara en la escuela<br />

de periodismo TEA (Taller Escuela Agencia) y Dirección<br />

de actores de cine en Cuba, dos veces al año.<br />

Por Patricia Suárez y<br />

Leonel Giacometto *<br />

4 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

* Patricia Suárez y Leonel Giacometto son dramaturgos y periodistas.<br />

MAGDALENA VIGGIANI


– Preguntan... Yo hablo, ¿qué quieren?<br />

Vamos charlando…<br />

Ella formuló la primera pregunta. Y, como siempre sucede<br />

en los fríos papeles de los entrevistados, Chiqui<br />

comienza someramente a relatar fragmentos de su vida.<br />

Después, más suelta, más relajada y, quizás apasionada<br />

por los recuerdos y el teatro (“Mi vida”, dice), la formalidad<br />

de la entrevista vira hacia la calidez de la charla en la<br />

que se entremezclan su pasado y su presente, sus puntos<br />

de vista, sus cuestionamientos estéticos, sus vivencias y<br />

la incertidumbre sobre sus futuros trabajos.<br />

– ¿Cuál fue tu primera conexión con el teatro?<br />

– Muy joven, a los 18 años. Había terminado la escuela<br />

secundaria y comenzado a estudiar Derecho cuando me<br />

anoté en un grupo que se llamaba Grupo Organización de<br />

Arte, que luego se convirtió en Arteón. Allí primero actué,<br />

una de las primeras obras fue una puesta de Stéfano, y<br />

luego comencé a enseñar teatro.<br />

– ¿Cómo fue tu acercamiento a la dirección?<br />

– Llegué a la dirección por la dramaturgia. Yo era una<br />

actriz que escribía sobre la metodología de la creación<br />

grupal, hacía una síntesis de lo que trabajábamos con los<br />

elencos. Nosotros teníamos nuestros caminos pero no era<br />

la época de la creación grupal en la que todo el elenco<br />

improvisaba y nada más. A diferencia <strong>del</strong> movimiento de<br />

teatro independiente de los sesenta, construíamos desde<br />

un lugar que no era el texto dramático de autor. Esto no<br />

quiere decir que no existía el texto, sino que se escribía<br />

más cerca <strong>del</strong> actor y de los cuerpos que de la literatura.<br />

– Algo así como la dramaturgia <strong>del</strong> actor pasada<br />

al papel, escrita por los mismos actores. Eso no<br />

sucede en la actualidad.<br />

– No, no se da. En aquel grupo éramos varios los que<br />

escribíamos. Ahora la dramaturgia <strong>del</strong> actor termina<br />

siendo escrita por los directores y dramaturgos. Vos<br />

hablás con varios directores o dramaturgos y son ellos<br />

los que la terminan escribiendo, no está escrita a nombre<br />

de todos los actores.<br />

– Está a nombre de ellos, no <strong>del</strong> grupo.<br />

– Mi primera obra, ¿Cómo te explico? (1980), no<br />

se pudo seguir haciendo porque estaba a nombre de<br />

diez autores y no la autorizaban. Entre autores y músicos<br />

éramos diez.<br />

– ¿Cómo era escribir de esa manera?<br />

– El que escribía una obra, escribía una puesta. No<br />

escribíamos un texto dramático dialogado sino una<br />

puesta con material dramático en acción, porque es<br />

imposible separar el sentido de los signos de la puesta.<br />

Todavía hoy escribo así.<br />

– Eso pasa generalmente cuando los dramaturgos<br />

no son directores, cuando nunca accedieron<br />

a una puesta.<br />

– Sí, los textos son muy distintos, muy distintos.<br />

– O los ven de otro modo…<br />

– Hay grandes polémicas sobre esto. Yo, sin embargo,<br />

aprendí mucho <strong>del</strong> guión cinematográfico. El cine me había<br />

enseñado, el cine nos había enseñado. Aprendí que el<br />

director podía ser dueño de la autoría y que la mayoría de<br />

los directores, no los de la gran industria sino los que<br />

hacían cine de autor, rehacían el guión con el guionista o<br />

lo hacían ellos mismos.<br />

– Todavía hoy lo siguen haciendo…<br />

– Sí. Por eso no concibo la dirección sin la dramaturgia.<br />

No haría teatro sin la dramaturgia.<br />

– ¿Cómo ves a Rosario en ese terreno?<br />

– Es muy notable, y lo voy a decir hasta cansarme, la<br />

libertad <strong>del</strong> movimiento teatral rosarino para crear o adaptar<br />

textos dramáticos. Puede gustarte, puede no gustarte;<br />

puede faltarle armado, narración; puede faltarle, puede<br />

faltarnos muchísimo…<br />

– ¿Qué está faltando?<br />

– Indudablemente, creo que hay que trabajar. Hay<br />

que aprender ciertas cuestiones de dramaturgia y saber<br />

que manejar un texto tiene sus sutilezas, importantes<br />

sutilezas. Y con esto no estoy negando en absoluto las<br />

especialidades; simplemente digo que no concibo esto<br />

<strong>del</strong> regisseur, <strong>del</strong> puestista, sin un acceso muy significativo<br />

sobre la dramaturgia, porque creo que no son<br />

dos especialidades distintas. Nuestra generación no lo<br />

concebía.<br />

– ¿Cuál era la búsqueda de tu generación?<br />

– Estaba, sin lugar a dudas, la pretensión de hablar de<br />

nosotros. Salíamos de la dictadura militar… Fue el resurgimiento<br />

de las obras de Discépolo.<br />

– Es notable ver que en esa época hubo tres puestas<br />

paralelas de Discépolo en Rosario sin que se<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

5


las considerara propiamente una moda. ¿Por qué<br />

creés que pasó?<br />

– ¡Discépolo! El clima de la oscuridad, la angustia<br />

dentro de la pieza era lo que habíamos vivido en el ’78, en<br />

el ’79… Discépolo fue importante no sólo por los temas<br />

planteados sino, sobre todo, por el clima opresivo de su<br />

época que pintó en su trabajo. Y nosotros, digamos, lo<br />

pudimos trabajar desde la opresión de nuestra época.<br />

– Por otro lado, generar un teatro para adolescentes<br />

como fue la obra ¿Cómo te explico? no<br />

habrá sido nada fácil…<br />

– No fue nada fácil. No era nada fácil conseguir una obra<br />

como esa. ¿Dónde conseguir un teatro joven, pero joven en<br />

cuanto a estética y a temática? Porque en ese momento<br />

queríamos temática, no sólo estéticas, aunque no las enfrentábamos.<br />

Creo que una estética es una temática, pero<br />

atención: en nuestra época, una estética no era un mo<strong>del</strong>o<br />

de entrenamiento. A nosotros nos interesaban ciertas propuestas<br />

que tenían que ver con una temática, con una<br />

búsqueda, y una búsqueda especialmente <strong>del</strong> público joven,<br />

adolescente. Lo que quiero decir es que la búsqueda<br />

formal es inevitable si hay un mensaje palpitante que dar.<br />

Pero también, y esto lo tengo que decir, he visto una búsqueda<br />

formal endo-céntrica que se busca a sí misma, desde<br />

otra búsqueda formal.<br />

– ¿Cuál fue esa búsqueda? ¿Cómo se transformó<br />

esa búsqueda en enseñanza para vos misma y<br />

para el resto de los grupos que formaste?<br />

– Hay que ir por partes. Arteón me enseñó a amar al<br />

teatro. Fueron mis comienzos y actuaba, escribía, veía,<br />

aprendía, enseñaba. También aprendí a ver el teatro <strong>del</strong><br />

país, ya que hacíamos muchas giras. Las distintas estéticas,<br />

los cuestionamientos… Discepolín fue el lugar donde<br />

aprendí a escribir teatro. Y también fue el lugar de la<br />

mayor participación político-artística, porque salíamos <strong>del</strong><br />

Proceso. Discepolín fue, sobre todo, el encargado de hacer<br />

la primera generación de directores que luego tomaron su<br />

camino, sus propias problemáticas y personalidades.<br />

– Luego llegó la Escuela de <strong>Teatro</strong>.<br />

– Mis mejores puestas. Un teatro más basado en la<br />

imagen sin ser de la imagen. Ahí descubro una especie<br />

de familia de actores, descubro que yo soy ellos y<br />

ellos son yo.<br />

6 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

– ¿Como un juego de espejos?<br />

– Si bien en Arteón todos teníamos una apuesta en<br />

común, en los grupos de la Escuela de <strong>Teatro</strong> tomé partido<br />

y me di cuenta de que hacía un teatro para narrarnos como<br />

grupo. Hago teatro para narrarnos como grupo y, para que<br />

el público tenga un sustento, buscamos el mito, la historia,<br />

el tema que nos narre. Semantizamos la obra pero<br />

siempre después de saber qué grupo somos, qué rol cumple<br />

cada uno, cuáles son nuestros vínculos; en ese punto<br />

narramos. Y esto no quiere decir que contamos nuestras<br />

vidas sino que nos narramos en el tango y sus pasiones,<br />

en Bajo el ala <strong>del</strong> sombrero; en el sufrimiento y el<br />

cristianismo, en La vida perdurable; en el poder entre<br />

nosotros y sobre nosotros mismos.<br />

– Es la otra escena...<br />

– Es eternamente la otra escena, que es la única que a<br />

mí me importa, que sustenta la escena argumental. Esa es<br />

la verdad, mi verdad. Es la posibilidad mágica de escribir<br />

lo que el actor es.<br />

– Sin dudas que lo autorreferencial tiene otra carga.<br />

– Tiene otra carga, sí, porque tiene que ver con nosotros.<br />

Pero no estoy diciendo que sea mejor o peor.<br />

– Ni tampoco que se transforme en algo hermético.<br />

– Nada que ver, entramos y salimos. Y tampoco es:<br />

“Voy a hacer <strong>del</strong> teatro todos los deseos que no puedo<br />

cumplir” o “Los amores los vivo en el teatro”. Es al revés.<br />

– El tema tal vez se complica un poco, sobre todo,<br />

con el público. Durante años Rosario tuvo, en el<br />

amplio espectro <strong>del</strong> público, fama de hermético.<br />

– Eso todavía no ha terminado de resolverse, y me<br />

incluyo. Eso <strong>del</strong> convitio <strong>del</strong> que habla Jorge Dubatti: la<br />

relación con el público, dónde está el público y dónde<br />

estamos nosotros; la cantidad de público y si ese público<br />

va o no va al teatro, que es otro tema; cuál es la relación<br />

entre lo que producimos y el imaginario social y si tenemos<br />

un lugar en ese imaginario o no. Creo, entonces, que<br />

hay un profundo desencuentro, hay cosas que se aciertan<br />

apenas y otras que no. Pero también creo que hay un teatro<br />

para nosotros y entre nosotros, y no creo que sea malo.<br />

– Es malo cuando es para siempre.<br />

– Claro. Cuando esa búsqueda sigue a través de años y<br />

años, te preguntás ¿para qué?. Pero si por un tiempo nos<br />

encerramos, nos autorreferenciamos, nos miramos entre


nosotros... Eso forma parte de la creación, y <strong>del</strong> encuentro<br />

y <strong>del</strong> desencuentro. Ante tanto mercado, que algunos nos<br />

miremos entre nosotros no debe ser un pecado tan grande.<br />

En realidad, el pecado para mí es que sea inútil. Yo me salí<br />

para trabajar fuera <strong>del</strong> medio teatral. Y me gustaría que<br />

esto se entendiera con el amor que le pongo porque, tal<br />

vez, al escribirlo resulta frío y no se entiende. A veces uno<br />

lo ve y dice: “Yo hago exactamente esto” y esto no justifica<br />

una vida.<br />

– ¿Por qué?<br />

– El problema profundo es dónde estamos parados, qué<br />

arte estamos haciendo. ¿Por qué tendría que irle mejor al<br />

teatro que a la sociedad? Si está seriamente atacada la<br />

capacidad de acción y de transformación de la gente, si<br />

las modalidades de la vida han caído, ¿por qué nosotros,<br />

que somos la maquinaria de la acción dramática - que<br />

incluye hasta la inmovilidad, el silencio, el no ser - y de<br />

la transformación, suponemos que esa capacidad de acción<br />

y de transformación puede ser sostenida en un arte<br />

tridimensional, en el arte de los cuerpos en vivo? Es muy<br />

difícil volver a comunicar y a vibrar lejos <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o de<br />

las emociones, de la catarsis, de la acción, de la transformación<br />

constante.<br />

– El teatro siempre incluyó lo social y corrió riesgos<br />

dentro y fuera de lo social. Mauricio Kartun<br />

dice que es un género bastardo que supo y sabe<br />

nutrirse de otras disciplinas y salir a flote.<br />

– Es una paradoja, porque el teatro dice nutrirse pero no<br />

cambia. La acción, que en esta época es un problema muy<br />

serio <strong>del</strong> ser humano, es lo que sostiene la transformación<br />

escénica, y la mentalidad de un director está basada en la<br />

transformación. Pero, ¿cómo podemos transformar? Yo<br />

misma me pregunto: “¿Transformar qué? ¿Qué voy a transformar<br />

en mi escena si yo misma no puedo transformar mi<br />

vida de acá a la noche?”. Cuando una usina está paralizada<br />

o trabaja muy mal, ¿por qué una va a creer que encontrará<br />

tan fácilmente una usina que de por sí está paralizada?<br />

– ¿Cómo hacer vibrar, cómo hacer para que algo<br />

esté vivo en este contexto, entonces?<br />

– No lo sé. No quiero que me pase como a Susana<br />

Delicia en Orquesta de Señoritas que, antes de colgarse,<br />

dice: ”Perdí mi tiempo, mi único tiempo”. No<br />

quiero, a la hora de encerrarme en el baño, no para<br />

Escena de “Desnuda de Terciopelo”<br />

colgarme sino para mirarme en el espejo, ya madura,<br />

decir “perdí mi tiempo, mi único tiempo”. Y no lo digo<br />

sólo por el teatro sino por todo en la vida. Frente a la<br />

inmensidad de todo, como dice Win Wenders: “Basta<br />

<strong>del</strong> mundo detrás <strong>del</strong> mundo. Yo quiero entrar al mundo<br />

aunque sea para tocar una manzana”.<br />

– ¿Qué es el teatro, entonces?<br />

– Es el tiempo. Detrás <strong>del</strong> cuerpo, <strong>del</strong> espacio, <strong>del</strong><br />

tema, de la forma está el tiempo. Un director es un<br />

pedazo de tiempo y la sabiduría para administrarlo. Y<br />

Dios, justamente Dios, te libre de meterte con un pedazo<br />

de tiempo. No de ritmo, de tiempo. El teatro, a fin de<br />

cuentas, sigue siendo una manera extraordinaria de<br />

construir metáforas, de construir poéticas, de que la<br />

vida se poetice, de saber que todo está en otra parte,<br />

que todo está dicho de otro modo.<br />

– Que hay otro modo.<br />

– Que hay otro modo. Y que la vida encierra la otra escena<br />

y que la otra escena de la vida es la poética. Es la vida de<br />

otro modo, o el otro modo de la vida... Como quieran.<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

7


UNA VISIÓN DE LA ACTUALIDAD<br />

– ¿Cómo ves el teatro de nuestros días?<br />

– El teatro argentino tiene que sacarse la máscara de<br />

los prejuicios. Veo ciertas cosas interesantes en la<br />

conjunción al ritmo de los jóvenes dramaturgos y directores.<br />

El esperpento, lo descalabrado, a veces lo<br />

veo muy interesante y a veces muy copiado.<br />

– ¿No notás cierto efectismo, mucho golpe bajo?<br />

– Muchísimo, y viene de lo que critican. Hay una<br />

necesidad constante de retener la atención <strong>del</strong> espectador<br />

cueste lo que cueste y, a veces, se piensa que<br />

esto se logra con los modos, los ritmos y las formas<br />

<strong>del</strong> mercado. Entonces aparece la exageración, las dos<br />

vueltas hacia a<strong>del</strong>ante, el efectismo. Hay también otra<br />

idea de la violencia que, cuando está bien plasmada,<br />

me conmociona. Hay de todo: está el efecto por el<br />

efecto mismo, que termina por no decir, no contar, no<br />

criticar nada; el escándalo que no se enfrenta a nada es<br />

absolutamente gratuito y no trasmite nada, porque el<br />

ejercicio <strong>del</strong> escándalo sin escándalo es nada. Si te<br />

corrés <strong>del</strong> simulacro para escandalizar aquello que no<br />

es escandalizable, aquello que ya está constituido, es<br />

lo mismo que correrse <strong>del</strong> teatro para copiar a la televisión<br />

con sus ritmos, sus modos, sus sketchs. Para<br />

eso, me quedo en la cama. Porque para ir al teatro<br />

tengo que levantarme, vestirme, predisponerme, desplazarme.<br />

– Es un rito.<br />

– Es un rito trabajoso y maravilloso. Por eso quien da<br />

el paso hacia el ritual le pide a su compañero <strong>del</strong> ritual<br />

- al actor, al director- mucho más de lo que se predispuso<br />

a ver o a sentir. Y con razón. Creo que hay un teatro,<br />

y estoy hablando de Rosario principalmente, que hay<br />

que buscar; hay que buscar lo bueno y lo nuevo en<br />

cualquier parte, como nunca. Por la calle, por los bares,<br />

por las salitas. El ámbito no da fe de calidad.<br />

– ¿Y la actuación?<br />

– Hace varios años fue la era <strong>del</strong> entrenamiento físico.<br />

Hoy no lo es tanto. Hay muchos interrogantes sobre<br />

desde qué lugar construir el personaje: ¿desde la historia<br />

<strong>del</strong> personaje?, ¿desde los signos?, ¿desde otro<br />

lugar completamente opuesto y distinto y trasladado a<br />

la calidad estética, a la calidad <strong>del</strong> personaje?, ¿desde<br />

los vínculos <strong>del</strong> propio elenco?. La pregunta es: ¿desde<br />

dónde construyo?<br />

– ¿Cómo trabajás con los actores?<br />

– Con los grupos que trabajé produjimos sobre elementos<br />

muy distintos. Cada obra era el motivo de una<br />

investigación: Por ejemplo: aparece en un determinado<br />

momento el cristianismo a través de un grupo de actrices<br />

cristianas, y me doy cuenta de que yo misma<br />

estoy de vuelta en el colegio con la monjas.<br />

– Una especie de comunión investigativa.<br />

– Exactamente. Hay una escena iniciática, un pálpito,<br />

algo que tiene que ver con nuestras propias relaciones<br />

como grupo. No creo en el argumento; creo en la narración<br />

que nace de tener una red de vínculos escénicos,<br />

no interpersonales; la piel <strong>del</strong> que trabaja conmigo en<br />

esa escena. Entonces cambiás el orden, creás inseguridad<br />

en el elenco, nunca ensayás por entero, hacés<br />

entrenamientos en lugar de repeticiones.<br />

– Trabajando de esa manera, ¿aparecen elementos<br />

más interesantes en el ensayo que en<br />

la puesta en escena?<br />

– Sí, por supuesto. Es una búsqueda de todos. El<br />

punto de partida son los cuerpos de los actores y la<br />

confianza, el vínculo <strong>del</strong> que hablaba. La idea es ver<br />

cuánta alegría, cuánto dolor, cuánta angustia, cuánto<br />

8 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

deseo aparece en esos cuerpos. Como no tengo la historia,<br />

el papel es totalmente <strong>del</strong> actor; dependo y<br />

dependemos de eso para encontrar un sentido.<br />

– Hay un momento en el que se pacta y te<br />

sentás a escribir.<br />

– Te tenés que sentar y ordenar. Yo hago tarjetas con<br />

esquemas en los que quedan espacios en blanco que se<br />

llenarán o no. De todos modos, intentes lo que intentes,<br />

no te podés escapar de la lectura <strong>del</strong> otro y <strong>del</strong> hecho de<br />

que, desde algún lugar, también estás construyendo vos.<br />

En la no construcción hay un cierto registro de construcción<br />

que no es solamente arbitrario.<br />

– En realidad estás narrando.<br />

– Totalmente. Estás narrando y te estás narrando.<br />

– O bien se dice: “Todo es juego”.<br />

– Y si es un juego, bárbaro. Aunque no todo es un<br />

juego y, en realidad, no hay mejor forma de narrarse que<br />

jugando. Porque jugando en serio y creativamente sin la<br />

imposición <strong>del</strong> mensaje, estás vos solito y tu alma.<br />

Llega un momento <strong>del</strong> juego en el que, a través de<br />

distintos dispositivos narrativos y ficcionales, no estás<br />

contando tu vida sino que te estás narrando. “Cada uno<br />

es lo que es y anda siempre con lo puesto”, “Nunca es<br />

triste la verdad lo que no tiene es remedio”. En el camino<br />

que necesito hacer, la homologación es el peor camino.<br />

“Digo dolorosamente lo que es doloroso” y así. Estamos<br />

en una época de simulacro y nosotros, el teatro, que es<br />

el simulacro, tenemos que tener cuidado. ¿Qué hacemos<br />

con el simulacro?: o le damos dos vueltas para que<br />

sea rito, acontecimiento, impronta inmediata de los cuerpos,<br />

o le damos dos vueltas para que sea transformismo,<br />

esperpento, inmundicia, obscenidad.


“La metodología de trabajo que aplicamos<br />

con El periférico de objetos, y que<br />

sigo poniendo en práctica en mi trabajo<br />

de director fuera <strong>del</strong> grupo, tiene que ver<br />

con el ‘escenario vacío, mentes vacías y<br />

comenzar a crear desde cero’. A partir de<br />

ese momento hay una obra a construir.<br />

No digo que esta sea la mejor forma, pero<br />

es lo que hago”, define el argentino Daniel<br />

Veronese (Avellaneda, 1955), uno de<br />

los directores <strong>del</strong> grupo El periférico de<br />

objetos y autor, entre otras obras, de Del<br />

mundo de los animales: los corderos<br />

y Mujeres soñaron caballos.<br />

TRES VOCES SOBRE UN MISMO OBJETO<br />

– ¿Cómo fue evolucionando tu trabajo después<br />

de haber formado parte <strong>del</strong> Grupo de Titiriteros<br />

<strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> San Martín?<br />

– Primero hice mimo, después títeres y más tarde<br />

llegó la dramaturgia, la necesidad de escribir y después<br />

de dirigir mis propias obras. Ahora comienzo otra<br />

etapa que es la de querer dirigir obras que no sean<br />

mías. Por ejemplo, el año próximo quiero poner en<br />

escena una obra de Chéjov y con El periférico... vamos<br />

a hacer un trabajo por encargo con un texto de Hans<br />

Christian Andersen. A la distancia me doy cuenta de<br />

que antes tenía una mirada más alejada <strong>del</strong> trabajo;<br />

ahora necesito ser el que apaga la luz, tomar las riendas<br />

de una obra mía o de otro y hacerme cargo de esa<br />

propuesta. Ahora dirijo mucho más de lo que escribo;<br />

escribo casi en función de lo que necesito. No tengo<br />

piezas que esperan el turno de ser elegidas por un<br />

*Juan Carlos Fontana es periodista, crítico y director teatral.<br />

Daniel Veronese / Buenos Aires<br />

Escenarios vacíos y<br />

director. En las últimas obras que dirigí solo, fuera de<br />

El periférico..., tuve como una necesidad momentánea mentes vacías<br />

de abandonar los objetos o muñecos. Tengo ganas de<br />

trabajar con actores, con seres vivos.<br />

– Antes de hablar de tu forma de encarar la<br />

dirección, ¿podrías contar de qué manera se<br />

dividieron las tareas de co-dirección Ana Alvarado,<br />

vos y Emilio García Wehbi en El<br />

periférico de objetos?<br />

– Se dio de manera natural. En varias de las obras<br />

que hice con El periférico... no fui autor. Cámara Gesell<br />

(1993) no era mía, Máquina Hamlet (1995) es<br />

una pieza <strong>del</strong> alemán Heiner Müller y El hombre de<br />

arena (1992), por ejemplo, la co-escribimos con Emilio<br />

(García Wehbi). Siempre se planteó la necesidad<br />

de que los mismos que dirigieran terminaran escribiendo<br />

los textos. El método consiste en empezar a crear de<br />

cero, a construir una obra. Con Máquina Hamlet sucedió<br />

que aquello que nos lleva meses definir ya estaba<br />

escrito. A la vez es una pieza muy abierta que, como<br />

directores, nos permitía proyectar en la escena un contenido<br />

que una obra convencional no posee.<br />

– ¿Cómo fue la co-dirección de, por ejemplo,<br />

Monteverdi Método Bélico (M.M.B), (2000)?<br />

– Es el tipo de espectáculo en el que previamente se<br />

charla y se discute mucho y, hasta que no aparecen<br />

ideas claras sobre los lineamientos generales, no se<br />

pasa a la escena. En ese caso, como Ana y Emilio<br />

actuaban, a medida que se acercaba el estreno me<br />

quedé con la tutela <strong>del</strong> espectáculo, pero las escenas<br />

Escena de “Última Noche...”<br />

y el desarrollo de todos los espectáculos de El perifé-<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

9<br />

Por Juan Carlos Fontana *


Escena de “Monteverdi Método Bélico”<br />

rico... siempre se discutieron entre los tres. Y si no<br />

hay un convencimiento <strong>del</strong> otro, o de los otros, no se<br />

avanza. Somos tres y no votamos por mayoría; nunca<br />

apareció eso de querer imponer una idea a los otros, se<br />

trabaja en función de la obra. Cuando se impone la voz<br />

de uno de nosotros es por la calidad de la propuesta,<br />

de las ideas o de la resolución, no por una cuestión de<br />

autoridad. Es como si fuésemos tres voces que miramos<br />

o tratamos de mirar un mismo objeto desde lugares<br />

distintos. Se aceptan las ideas <strong>del</strong> otro tomando en<br />

cuenta que eso favorece, o porque se entiende que es<br />

lo que el espectáculo necesita.<br />

– En Cámara Gesell había un pequeño dispositivo<br />

escenográfico y una actriz en escena (Laura<br />

Yusem). Además era una obra sólo para que<br />

fuera vista por una reducida cantidad de público,<br />

que bordeaba el escenario. ¿Cómo fue<br />

trabajado ese espectáculo?<br />

– Cámara Gesell fue un parto. Estuvimos un año<br />

ensayándola y los primeros seis meses fueron agotadores.<br />

Somos muy tenaces pero estábamos muy<br />

podridos. En la sala, Babilonia, hacía muchísimo frío;<br />

la única que estaba contentísima era Laura (Yusem)<br />

que dejaba que probáramos nuevas ideas. Fue la única<br />

vez que Emilio y yo entramos en colapso, a tal punto<br />

que estuvimos por abandonar el proyecto. Las ideas no<br />

aparecían y no podíamos dilucidar qué era ese espectáculo.<br />

Teníamos el texto y pasamos a trabajar en<br />

piso. Arrastrábamos a las muñecas por el suelo, luego<br />

las levantábamos... pero la creatividad no asomaba.<br />

Decidimos parar y preguntarnos qué nos pasaba. Volvimos<br />

a interrogarnos sobre qué es un objeto y si el<br />

objeto es un actor. Y la respuesta fue que ese actor<br />

diminuto, que era el muñeco, necesitaba un escenario.<br />

En Variaciones sobre B (1991) y Ubú Rey (1990) lo<br />

tenían: una mesa y las valijas de los cieguitos; en El<br />

hombre de arena era una caja circular gigante en<br />

cuyo interior había arena. En cambio, en Cámara<br />

Gesell intentábamos mezclar en un mismo escenario<br />

al actor y a los muñecos, y eso no funcionaba. Ahí<br />

surgió la idea de hacer una casa de muñecas; enton-<br />

10 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

ces empezamos a pedir prestado y nos regalaron partes<br />

de otras escenografías, como quien arma su rancho.<br />

Así surgió ese dispositivo escénico que contenía puertitas,<br />

casilleros que despertaban cierto misterio y<br />

atención. Cuando al fin tuvimos decidido el espacio, la<br />

obra comenzó a funcionar. En Cámara Gesell las escenas<br />

eran un <strong>del</strong>irio. El relato se escuchaba en off y,<br />

aunque era como aséptico, era muy lindo de escuchar;<br />

recuerdo que Alberto Segado lo leyó sólo una vez y así<br />

quedó. Había dos rutas paralelas: una eran los textos y<br />

la otra era el aquelarre de escenas. Nos interesaba que<br />

las escenas jugaran como bisagras de la mente de ese<br />

hombre que estaba en escena. Reflejaban una especie<br />

de distorsión <strong>del</strong> texto, le aportaban su cuota de salvajismo,<br />

de pesadilla, a la propuesta. Incluso resolvimos<br />

coreográficamente un par de escenas que no podíamos<br />

resolver de otro modo; buscamos una música que nos<br />

gustara y creamos secuencias a partir de esas melodías<br />

o sonidos. El espectador no se daba cuenta porque<br />

formaban parte <strong>del</strong> organismo total de la pieza.<br />

– Si bien, como decís, fue conflictivo encontrar<br />

una impronta creativa para ese<br />

espectáculo, lo cierto es que la cámara gesell<br />

como dispositivo comenzó a aparecer de distintas<br />

maneras en las futuras obras <strong>del</strong> grupo:<br />

está presente en El suicidio (Apócrifo 1) y en La<br />

última noche de la humanidad.<br />

– La cámara gesell es un elemento obsceno por naturaleza.<br />

Está para observar sin ser observada y eso es<br />

muy coercitivo. Fue creada para observar a los bebés.<br />

Ahora se usan en los bancos y en las comisarías.<br />

Donde hay una cámara gesell sabés que hay alguien<br />

mirándote, observándote. Es un signo de control.<br />

– ¿Qué ocurrió con Zooedipous, que fue un<br />

espectáculo muy complejo en lo escénico y en<br />

lo conceptual?<br />

– Veníamos de hacer Máquina Hamlet, que fue el<br />

gran éxito de la compañía, y queríamos demostrar que<br />

podíamos hacer otro tipo de trabajos. Con Ana estrenamos<br />

Circo negro, en la que actuaba Emilio, una obra simple,<br />

de humor, y nos fue bien. Pero la gente se había quedado


enganchada con Máquina... y a la vez nosotros teníamos<br />

la necesidad de dejar de trabajar con objetos. Y la pregunta<br />

que surgió fue por qué no emplear materia muerta,<br />

animales muertos, junto con otros vivos. Ese fue el secreto<br />

mejor guardado de aquel momento. Muchas veces nos<br />

ocurrió que como compañía tenemos algunos objetivos<br />

secretos de los que el público no tiene por qué enterarse.<br />

El resultado fue que nos metimos en terrenos bravos. Lo<br />

hicimos a través de Kafka; para el grupo, lo kafkiano era<br />

un elemento que venía postergándose, hasta que decidimos<br />

enfrentarlo.<br />

– ¿Zooedipous surgió como una continuidad<br />

de Máquina Hamlet?<br />

– Máquina... fue un espectáculo caliente, en cambio<br />

Zooedipous fue una obra extraña, fría y perversa.<br />

La primera idea fue emplear animales embalsamados<br />

pero por dinero y dificultades técnicas no pudimos<br />

hacerlo. En aquel momento todavía no contábamos con<br />

grandes producciones como más tarde sucedió con<br />

Monteverdi Método Bélico (M.M.B.), El suicidio...<br />

o La última noche... en Máquina... contábamos con<br />

cinco actos y la dificultad fue cómo unirlos. En Zooedipous<br />

teníamos un objeto destruído que había que<br />

armar. Fue pesadillesco, tenía algo de Festín desnudo,<br />

la película de David Cronenberg. En un reportaje tuyo<br />

de hace muchísimos años recuerdo que me preguntaste<br />

si conocía a Peter Greenaway, por el contenido de<br />

lo perverso, el placer de lo siniestro en nuestros espectáculos,<br />

lo impúdico que aparece a través de lo<br />

siniestro. Cuando eso se concreta en escena lo que<br />

hago es distanciarme y dejo que siga sucediéndose,<br />

porque es algo que ya no me pertenece como artista;<br />

es parte de los otros, <strong>del</strong> público. Si tuviera que<br />

reflexionar sobre nuestro trabajo, diría que todos nuestros<br />

montajes fueron traumáticos. Cuanto más teatro<br />

hacemos, más sufrimos, aunque se podría pensar que<br />

es al revés. Ocurre que uno dice “esto ya lo hice y no<br />

puedo volver a repetirlo”. El espectador siempre espera<br />

una canción nueva, y cuando querés cambiar de<br />

estilo te preguntan “¿Pero vos no hacías música country?”.<br />

Te piden que continúes haciendo lo que ya conocen.<br />

Lo bueno de El periférico de objetos es que siempre se<br />

rebeló a lo que el público pedía que siguiéramos haciendo.<br />

Desde el comienzo hasta hoy, las diferencias<br />

estéticas entre una obra y otra son tremendas pero el<br />

espíritu es el mismo. En todos los estrenos terminamos<br />

preguntándonos lo mismo: “¿Para qué hicimos esto?”.<br />

Nunca estamos conformes.<br />

– En El suicidio... y La última noche... necesitaron<br />

dividirse la tarea de dirigir, aunque los tres firman<br />

como responsables de los dos espectáculos.<br />

– Esas dos obras son exponentes de nuestras cabezas<br />

separadas. Emilio no estuvo en El suicidio... y yo sólo<br />

estuve en la primera parte de La última noche..., cuando<br />

todavía estaba la idea de incorporar un perro que se<br />

lavaba ante el público y, luego de que se le quitaba el<br />

barro, terminaba siendo blanco. Es más: los actores se<br />

iban a duchar ante el público y quitarse el barro de sus<br />

cuerpos pero después nos dimos cuenta de que eso iba<br />

a ser muy complicado. Ana sí estuvo en las dos obras.<br />

Fue un problema de manejo de los tiempos y resultó<br />

sano tomar esa decisión porque nos dio aire y energía<br />

para volver a juntarnos los tres. Después de diez años de<br />

trabajar juntos fue saludable que cada uno pudiera probar<br />

sus ideas por separado.<br />

– ¿De qué manera se fueron conjugando los<br />

aspectos creativos de El periférico de objetos<br />

para que pudieran continuar creando juntos<br />

durante tantos años?<br />

– Estética e ideológicamente el grupo es muy fuerte.<br />

Nuestra ideología hace que podamos mantenernos unidos.<br />

Recuerdo que cuando les leí Cámara Gesell a Ana<br />

y a Emilio, les encantó. Tiene ingredientes afines al<br />

contenido periférico; elementos ligados a lo psicológico,<br />

lo torturado, lo social; como cajas chinas, una cosa<br />

metida dentro de otra.<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

11<br />

Escena de “Zooedipus”


Escena de “Cámara Gesell”<br />

Escena de “Circo negro”<br />

LA BÚSQUEDA DE UN REALISMO EXTREMO<br />

– Antes hablaste de ciertos secretos que fueron<br />

apareciendo en tu carrera con El periférico de<br />

objetos de los que el público no se entera. ¿Esos<br />

secretos se fueron trasladando a tus trabajos<br />

de dirección individual?.<br />

– Los secretos tienen que ver con nuestras dificultades,<br />

con nuestros defectos. Por ejemplo, a veces ocurrió<br />

que el hecho de disimular algo que no hicimos bien se<br />

terminó convirtiendo en una estética. Tiene que ver con<br />

la imposibilidad de programar antes de empezar los<br />

ensayos, porque recién cuando los actores me muestran<br />

qué es la obra, puedo decir qué va y qué no. Soy un<br />

poco ingenuo al escribir. Leyendo Mujeres soñaron<br />

caballos me daba cuenta de que era violenta pero<br />

recién más tarde, en los ensayos con los actores, tomé<br />

mayor conciencia de la tremenda violencia que encerraba.<br />

En mi papel de autor, a diferencia <strong>del</strong> de director,<br />

me puedo dar el lujo de desarrollar situaciones que no<br />

siento la obligación de tener que justificar. En cambio,<br />

cuando me encuentro con un material mío o ajeno para<br />

dirigir, lo primero que hago es encontrar un grupo de<br />

actores que entienda que, de entrada, no sabemos cuál<br />

va a ser el camino a tomar. No cualquier actor es capaz<br />

de aceptar ese tipo de incertidumbre.<br />

– Mujeres soñaron caballos se iba a hacer con<br />

Alejandro Urdapilleta, Cristina Banegas y Vera<br />

Fogwill, entre otros actores, pero luego, por problemas<br />

de producción, esto no se pudo concretar.<br />

¿Qué les propusiste a los nuevos actores en la<br />

primera reunión que tuviste con el elenco?<br />

– Les dije que se aprendieran la letra y me preguntaron<br />

“Pero, ¿cómo empezás a trabajar de esa manera?”.<br />

Luego hicimos algunas improvisaciones para ir creando<br />

los vínculos entre uno y otro personaje, por ejemplo<br />

ver cuál era el pasado de Iván y Lucera y cómo se<br />

comportaban en la intimidad. O cómo era la vida de<br />

Ulrica y Rainer en su casa. En esa primera etapa no<br />

trabajamos sobre lo que ya estaba escrito, sino sobre<br />

lo que ellos iban imaginando, accionando y poniendo<br />

en palabras. Mi intención fue comenzar a trabajar con<br />

12 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

pautas parecidas a las que proponía la obra. Creo que<br />

es una obra que se mantiene por la interpretación que<br />

hacen los actores, por lo que pudimos lograr a partir de<br />

situaciones idiotas, cotidianas, casi televisivas. Tiene<br />

algo de las sitcoms norteamericanas, de vodevil. Desde<br />

el comienzo, para mí fue importante la confianza<br />

que los actores pudieran depositar en el trabajo. Con el<br />

otro elenco en el que había figuras más conocidas<br />

hubiera sido diferente. Lo maravilloso es decir “Bueno,<br />

cuento con estos actores y juntos vamos a tratar de ir<br />

construyendo algo”.<br />

– ¿Cómo fue apareciendo ese marco de violencia<br />

que se observa a lo largo de la pieza y<br />

va in crescendo hasta el final?<br />

– Al comienzo esa violencia no se mostraba tan<br />

explícita como fue sucediendo después. Incluso me<br />

pidieron la pieza para editarla en uno de los libros de<br />

mis obras y si la leés, en relación con lo que se ve en<br />

escena ahora, se podría decir que es otra obra. En el<br />

texto aparecía como una gran fábrica abandonada que<br />

ahora es un departamento pequeño en un edificio a<br />

medio habitar. En cuanto a la violencia, se fue manifestando<br />

a partir de la decisión de ir achicando el<br />

espacio escénico. En la segunda pasada les dije a los<br />

actores que fueran reduciendo el espacio de actuación<br />

a la mitad. Después a un cuarto. Hasta que los terminé<br />

casi arrinconando a ese pequeño living de un departamento<br />

de dos ambientes. Al principio no querían saber<br />

nada con actuar en un espacio tan reducido; a la semana<br />

estaban encantados porque sentían que empezaba a<br />

aparecer una cierta opresión a partir de lo físico. Y<br />

finalmente, un mes antes de estrenar, apreté el acelerador<br />

sobre la violencia que proponía la pieza y esa<br />

violencia comenzó a manifestarse a través de la comunicación<br />

física entre los personajes.<br />

– ¿Ese método de trabajo condujo a la violencia<br />

desaforada que se observa al final a través<br />

<strong>del</strong> personaje de Lucera?<br />

– No sabía que esa escena iba a tener esa eficacia.<br />

A pesar de que se anuncia, no se espera ese final,<br />

sorprende. A nivel teatral es un salto cuantitativo. Cuan-


do trabajamos esa escena final, la preocupación fue<br />

cómo hacer para que esos disparos y el matar a los<br />

otros se mostrara como verdadero, verosímil. En esa<br />

búsqueda pensé que si se veían los cuerpos tirados en<br />

el piso, <strong>del</strong>ante <strong>del</strong> público, la gente iba a ver respirar<br />

a los actores y no quería eso. Entonces lo resolvimos a<br />

través de lo escenográfico: el espectador ve las piernas<br />

de los personajes que cayeron muertos, pero no<br />

sus cuerpos. En un momento pensé que Lucera, en<br />

lugar de un revólver, los matara con un cuchillo. Después<br />

nos inclinamos por la contundencia que producen<br />

los disparos. El primer disparo despierta en el personaje<br />

una especie de excitación. Ella tira cuatro disparos<br />

y mata a los cuatro personajes, porque los odia.<br />

– Lo curioso de esta pieza es que, en un mismo<br />

plano, coinciden lo poético de algunos de los<br />

monólogos de los personajes con una violencia<br />

interna que termina desencadenándose en<br />

forma más contundente hacia el final. ¿Cómo<br />

trabajaste esa evolución de ritmos internos con<br />

los actores?<br />

– Es una obra en la que coinciden lo poético y lo<br />

callejero. Tiene un ritmo interno que parece elaborado a<br />

través de continuas frenadas y aceleres que termina<br />

como una especie de coito hacia el final. Eso lo fui<br />

trabajando casi intuitivamente. Es como si después de<br />

escuchar muchos gritos necesitaran un amplio espacio<br />

de silencio. La pieza tiene una convención escénica en<br />

la que se encienden las luces <strong>del</strong> escenario y durante<br />

treinta segundos no sucede nada. Son silencios expresivos<br />

pero inexplicables. Durante los ensayos, Silvina<br />

Sabater me decía “¡Pero Daniel, hace diez minutos que<br />

estoy sentada sin decir nada!”. Y yo le respondía “¿Acaso<br />

en tu casa no estás diez minutos sentada?”. No fue<br />

fácil para los actores bancarse la cercanía con el público,<br />

cargar la escena con la tensión <strong>del</strong> lugar, sin tener<br />

que explicar, ni actuar nada, simplemente estar ahí. Si<br />

veo a una chica con un revólver y cuatro personas más,<br />

lo primero que puedo pensar es en el miedo y lo que<br />

aparece es una cierta parálisis, no es necesario que<br />

haya textos. Los personajes pueden vivir esa situación<br />

sin decir una sola palabra, transmitirlo sólo a través<br />

<strong>del</strong> cuerpo. Lo que hice al final de los ensayos fue<br />

sintetizar, saqué todo lo que consideré hojarasca. Los<br />

actores me decían, “¡Como nos vas a sacar esos textos!”.<br />

Pero buscaba que todo aconteciera ante la vista<br />

<strong>del</strong> espectador, perseguía una especie de realismo extremo.<br />

No quería que se actuara lo que se decía. Estoy<br />

cansado de ver cómo se teatraliza lo que se dice. Mi<br />

intención fue que, inmersos en esa escenografía casi<br />

televisiva y a través de sus personajes, los actores<br />

transmitieran un miedo y una violencia muy cercanas a<br />

lo real. No sé si eso es el teatro. Sé que para esta obra<br />

eso fue lo más acertado. Me gustaría profundizar en<br />

eso que se encontró para Mujeres soñaron caballos.<br />

Por eso quiero comenzar a trabajar una pieza de<br />

Chéjov, porque me atrae no teatralizar a ese autor;<br />

representar una de sus obras en una casa y que los<br />

resortes necesarios para su contenido puedan vehiculizarse<br />

a través de la cotidianidad implícita en sus piezas.<br />

– ¿Qué resonancias esperás descubrir en Chéjov<br />

como para proponerle al público un reencuentro<br />

con este autor?<br />

– Quiero hacer una obra con siete u ocho personajes<br />

cuya acción transcurra en el Buenos Aires actual. Chéjov<br />

es uno de pocos autores que me emociona muy<br />

profundamente. Llevaría sus textos a un plano en el<br />

que la gente pueda comprender todo a partir de las<br />

situaciones cotidianas que viven los personajes. Para<br />

mí, la pieza está en un segundo plano. Me interesa<br />

privilegiar la actuación, la verosimilitud a partir de las<br />

relaciones vinculares entre los personajes.<br />

LA ACTUACIÓN: OTRA REALIDAD POSIBLE<br />

– En El suicidio (Apócrifo 1) los actores ingresan a<br />

una zona compleja en la que los personajes se<br />

ven obligados a relatar su propia muerte. ¿Cómo<br />

fueron elaborando esos contenidos?<br />

– Puede hacerse porque, lógicamente, uno lo piensa<br />

desde un lugar no suicida. Puedo pensar en la guerra<br />

porque no estoy dentro de una situación de esas características.<br />

Un suicida no puede jugar con su propio<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

13<br />

Escena de “El sucidio (Apócrifo 1)”<br />

Escena de “Máquina Hamlet”


Escena de “El hombre de arena”<br />

suicidio, en cambio el actor sí lo puede hacer. La cuestión<br />

no es caer en la melancolía de la situación, sino<br />

prestarse al juego que nos propone un personaje en<br />

circunstancias de esa índole. Mi idea en ese caso fue<br />

que no fuese un espectáculo negro sobre el suicidio.<br />

Por eso aparece un contraste entre la risa y lo terrible<br />

de los hechos.<br />

– En tu segundo libro de obras completas -ðal<br />

que titulaste La deriva -, cuando al final ponés<br />

una serie de automandamientos, te referís a lo<br />

sublime y a lo horroroso, y señalás que se deben<br />

“conciliar escénicamente opuestos para<br />

plasmar la contradicción en la imagen. Que la<br />

imagen sea real y al mismo tiempo sugestiva”.<br />

– Esas frases definen claramente lo que es la pieza.<br />

Hacer que la actuación se convierta en otra posible<br />

realidad y que, al mismo tiempo, sea sugestiva. Necesité<br />

que los actores pudieran soportar esa búsqueda<br />

desenfrenada y melancólica sobre el tema y que al<br />

mismo tiempo pudieran entrar y salir de las situaciones<br />

con facilidad, con una total impudicia.<br />

– ¿Qué le aportó a la dirección de actores tu<br />

conocimiento sobre la manipulación de objetos?<br />

– En el caso de El suicidio... buscaba actores que<br />

dieran lástima, que fueran débiles, que no estuvieran<br />

preparados para poder soportar la escena y que esto se<br />

viera. No buscaba que actuaran mal sino que me interesaba<br />

despertar en ellos la capacidad de convertirse<br />

en personas queribles, aceptables y que el público<br />

terminara diciendo “¡Pobre gente¡”. Mi búsqueda siempre<br />

apunta a personalidades fuertes que puedan bancarse<br />

esa sensación de nada que a veces se da en los trabajos.<br />

Como dije antes, que tengan la capacidad de<br />

soportar esa nada que se da al comienzo de un trabajo<br />

cuando todo está a punto de construirse. Me llevó un<br />

año poder armar Open house. Los actores eran chicos<br />

sin ninguna preparación. Lo que hicimos fue trabajar el<br />

hecho de que no hay nada para expresar, de que sólo<br />

contamos con el abandono y, a partir de ahí, vamos a<br />

tratar de ver qué aparece, qué somos capaces de hacer.<br />

14 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

– En La muerte de Marguerite Duras, el personaje<br />

que hace Tato Pavlovsky deja al desnudo<br />

una especie de muñeco-actor que aparece en<br />

escena. Tal vez eso tenga relación con la propia<br />

personalidad <strong>del</strong> intérprete, con sus<br />

muecas, sus gestos, con el cautivante magnetismo<br />

que despierta en el público.<br />

– Tato es muy formal y muy exterior. Es un actor que<br />

está en escena, se rasca la cabeza, mira el reloj y vos<br />

sabés que te está mintiendo pero lo comprás igual. Es<br />

un psicópata querible, un actuador. Si otro artista hace<br />

eso, como espectador te levantás y te vas.<br />

– Esas muecas que él hace en escena, ¿fueron<br />

marcaciones tuyas?<br />

– Al principio estaba todo marcado. Después <strong>del</strong><br />

estreno el espectáculo tomó otro color que tiene que<br />

ver con su relación con el público. Estoy muy contento<br />

con lo que conseguimos juntos en la etapa de ensayos.<br />

El me decía “No te preocupes que cuando esté el público...”.<br />

Él, como actor, tiene la necesidad de ser aceptado,<br />

mirado, y entonces apela a una serie de muecas, de<br />

ritmos, de repeticiones a los que es imposible encontrarles<br />

una marcación porque son muy personales, están<br />

en él. Mi trabajo con Tato tuvo más que ver con la<br />

comprensión de la obra, la dramaturgia. En La muerte<br />

de Marguerite Duras pude frenarlo los primeros meses<br />

y él quería hacerme caso, pero eso que logra en<br />

escena con el público es algo más fuerte que él; esa<br />

comunicación sólo aparece en las funciones.<br />

– ¿Qué lugar ocupa la escenografía, la música,<br />

la iluminación en tus espectáculos?<br />

– Está relacionado con el acontecer teatral. En los<br />

espectáculos de El periférico..., el espectador no recordará<br />

una escenografía pero sí imágenes. Lo que sobra<br />

se quita. Siempre apelamos a una síntesis escénica.<br />

Lo mismo ocurre con la iluminación y la música. Mi<br />

intención es que el espectador no se dé cuenta de que<br />

hay luz, ni música. Lo esencial son los actores y lo que<br />

ellos hacen en escena.


Patricia García / Tucumán<br />

LOS REVERSOS DE UN JUEGO<br />

Este artículo tratará de indagar en una pequeña parcela<br />

de la abundante producción teatral tucumana. En<br />

este caso, será a partir <strong>del</strong> pensamiento y la obra de<br />

Patricia García.<br />

García es abogada y licenciada en teatro, egresada<br />

de la Universidad <strong>Nacional</strong> de Tucumán. Tiene una<br />

prolífera carrera artística, a lo largo de la cual asumió<br />

diferentes funciones: actriz, asistente y directora teatral.<br />

Complementa este quehacer con la carrera docente<br />

que desarrolla en la Facultad de Artes de la Universidad<br />

<strong>Nacional</strong> de Tucumán. En 2002 recibió una de las<br />

dos becas de perfeccionamiento en el extranjero que el<br />

<strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> <strong>del</strong> <strong>Teatro</strong> otorga cada año y que la<br />

llevará, en septiembre de 2003, a comenzar el Doctorado<br />

en <strong>Teatro</strong> en la Universidad de Valencia, España.<br />

El trabajo de dirección teatral de Patricia García se<br />

conoció a nivel nacional en 2002 cuando representó a<br />

la provincia de Tucumán con la puesta en escena de<br />

Del maravilloso mundo de los animales: los corderos,<br />

de Daniel Veronese, en la Fiesta <strong>Nacional</strong> de<br />

<strong>Teatro</strong>. En 2003 representó nuevamente a la provincia<br />

en la Fiesta <strong>Nacional</strong>, en esta ocasión con el unipersonal<br />

Jamuychis (el grito...).<br />

Para ingresar en el pensamiento de esta teatrista es<br />

conveniente conocer algunos rasgos <strong>del</strong> campo intelectual<br />

en el que se realizaron sus producciones<br />

artísticas. Apelo a este concepto de la sociología de<br />

Bourdieu para presentar suscintamente las variables o<br />

reglas de juego <strong>del</strong> espacio social tucumano.<br />

En la reciente historia de la provincia se registran<br />

ciertas políticas culturales que dejaron huella en el<br />

campo intelectual local:<br />

En 1984, con el advenimiento de la democracia en el<br />

país, y en un intento por dinamizar el campo artístico de la<br />

provincia luego de los oscuros y sangrientos años vividos<br />

Seducción y femineidad, poder y sentido<br />

en la última dictadura, se creó, de la mano <strong>del</strong> profesor<br />

Juan Tríbulo, la Licenciatura en <strong>Teatro</strong> en la Facultad de<br />

Artes de la Universidad <strong>Nacional</strong> de Tucumán, espacio de<br />

poder <strong>del</strong> que surgieron los actuales e influyentes artistas<br />

teatrales de la provincia, e incluso de la región.<br />

En 1998, con la creación <strong>del</strong> <strong>Instituto</strong> <strong>Nacional</strong> de<br />

<strong>Teatro</strong>, se revivió en la provincia una política cultural<br />

que otorgó al sistema teatral un nuevo giro y desarrollo<br />

y que, actualmente, podría ser analizada desde diversas<br />

perspectivas.<br />

Patricia García oscila en este devenir teatral de la<br />

provincia desde el inicio de sus trabajos artísticos, a<br />

fines de los años ’70, y pertenece a la primera promoción<br />

de egresados de la carrera universitaria, un grupo<br />

que marca tajantemente el hacer teatral tucumano.<br />

La entrevista con García se centró en sus últimos<br />

trabajos como directora, reunidos bajo la característica<br />

común de haber acercado a Tucumán algunos de los<br />

primeros textos de un teatro de desintegración, como<br />

denomina Osvaldo Pellettieri al “teatro de intertextualidad<br />

postmoderna” representado por Rafael Spregelburd<br />

y Daniel Veronese, entre otros dramaturgos. Puntualmente,<br />

se tomó como eje de la charla la temática de la<br />

identidad de género femenino, aspecto que puede considerarse<br />

una invariable de estas puestas en escena.<br />

A partir <strong>del</strong> año 2000 la directora realizó los siguientes<br />

montajes:<br />

· 2000: Cucha de almas, de Rafael Spregelburd.<br />

· 2001: El difunto, de René de Obaldía.<br />

· 2001: Del maravilloso mundo de los animales:<br />

los corderos, de Daniel Veronese.<br />

· 2002: Jamuychis (el grito...), unipersonal basado<br />

en textos de Patricia García, Flavia Molina, Nazin Hikmet<br />

y Alejandra Pizarnik, entre otros autores, y en<br />

coplas populares.<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

15<br />

Por Mauricio Tossi *<br />

*Mauricio Tossi es licenciado en teatro de la Universidad de<br />

Tucumán, actor e investigador teatral.


Escena de “Del maravilloso mundo...”<br />

EL MUNDO DE LA MUJER<br />

–¿Cómo surge la constante de lo femenino en<br />

tus trabajos artísticos?<br />

– Lo femenino se fue presentando al comienzo por<br />

casualidad o, tal vez, por causalidad, y después tomó<br />

parte de una decisión. Cuando hice Cucha de almas,<br />

de Spregelburd, encontré una posición muy interesante<br />

con respecto a la mujer, aun cuando no hablaba sólo de<br />

ella. Pero me resultó atractivo mostrar a la mujer según<br />

nuestros manejos intelectuales, intrigas y simplezas.<br />

– Y estas características se plantearon desde<br />

una estética kitsch...<br />

– Si, la decisión de trabajar desde el kitsch me permitió<br />

ahondar en estos personajes; por un lado, le imprimió<br />

al trabajo actoral la forma <strong>del</strong> cómic y la dinámica <strong>del</strong><br />

dibujo animado; por el otro se plasmó en los objetos, en<br />

la música e incluso en la estatura particular de una<br />

actriz que mide 1,40 aproximadamente.<br />

– En la puesta en escena de El difunto, de René<br />

de Obaldía, también está presente lo femenino.<br />

El programa de mano versa: “Todas las mujeres<br />

aman a un Víctor, les hace falta un monstruo<br />

para pretexto de su propio laberinto”.<br />

– En El Difunto hay una decisión de apuntalar lo<br />

femenino. Pensé en la obra porque trabajaba con dos<br />

actrices que estaban a la altura de un texto que, a pesar<br />

de ser de los años ’50, sigue vigente. Allí lo femenino<br />

estaba elaborado desde la máxima ridiculización; estas<br />

mujeres se reían de sí mismas con la hipocresía<br />

femenina que tan particularmente está trasladada al<br />

cuerpo. Por eso podíamos ver una escena en la que dos<br />

mujeres que peleaban por un hombre ausente, que no<br />

aparece y nunca aparecerá, que tenía un parecido con<br />

las luchas de gladiadores. Esa pelea es la excusa que<br />

tienen para relacionarse con el mundo y con ellas mismas;<br />

mediante esa pelea intentan darse una respuesta<br />

a través <strong>del</strong> hombre.<br />

El laberinto les es propio. Y la obra es muy crítica en<br />

este sentido, se retuerce en sí misma como un guante<br />

<strong>del</strong> derecho y <strong>del</strong> revés, devela para que en algún<br />

momento se transforme en lo que debería ser.<br />

16 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

– Jean Baudrillard, en su ensayo De la seducción,<br />

apuntala esta reversibilidad de la que<br />

hablás. Él ve a lo femenino y a la seducción<br />

como un reverso <strong>del</strong> poder y el sentido pero en<br />

un contexto de suma artificialidad. En El difunto,<br />

¿está presente esta artificialidad femenina?<br />

– Sí, por eso la imagen <strong>del</strong> guante dado vuelta: por un<br />

lado aparece lo interior, lo intestinal o lo grotesco de<br />

los órganos al descubierto, y por otro lo superficial de<br />

esa mujer perfecta, inmaculada, arreglada, en pose. La<br />

seducción y el poder participan de este juego.<br />

– Como directora teatral, ¿cuáles son tus recursos<br />

de seducción?<br />

– Principalmente el sustento <strong>del</strong> trabajo actoral. Si<br />

bien no descuido lo formal, es decir lo externo, la<br />

composición espacial, las luces y demás elementos,<br />

mi fundamento en la dirección es el actor, su ritmo, su<br />

gestualidad.<br />

SEDUCCIÓN Y PODER<br />

– ¿Cómo trabajaste la seducción en Del maravilloso<br />

mundo de los animales: los corderos, la<br />

obra de Veronese?<br />

– Los corderos es una metáfora de la violencia de los<br />

años oscuros de la Argentina. Hay, sin embargo, cierta<br />

belleza dentro de esa violencia y en ese punto aparece<br />

lo siniestro, porque la violencia se entrecruza con lo<br />

erótico e incluso, por medio de un trabajo actoral minucioso<br />

<strong>del</strong> gestus -un gestus de relojería-, esos seres<br />

miserables se muestran en situación de seducción.<br />

Claro que, al dar luz, se muestra el desgarro de esos<br />

personajes. Es la acción de seducción en sombras.<br />

– Y nuevamente encontramos la reversibilidad<br />

entre la seducción y el poder. ¿En Los corderos,<br />

el personaje de “la Rodríguez” puede ser<br />

un eje en este sentido?<br />

– Sin dudas. Hay que tener en cuenta, por ejemplo,<br />

que este personaje nunca sale de escena. “La Rodríguez”<br />

es la que maneja el tiempo de la obra, es la que<br />

contiene a los otros personajes; “la Rodríguez” mantiene<br />

una doble característica, la masculina y la<br />

femenina. De hecho, en el aspecto técnico actoral, se


trabajó por medio de asociaciones con animales. La<br />

actriz que abordó a “la Rodríguez” tomó a la piraña<br />

como estímulo, por eso el tic de los dientes que la<br />

caracteriza, un detalle que asocia a la piraña en tanto<br />

ésta digiere carne, con “la Rodríguez” que devora en<br />

trozos a los hombres que la rodean, como también los<br />

trozos de historia, de cuerpo.<br />

– La categoría estética de lo siniestro, en algún<br />

punto, hace base en ese trozo de cuerpo, de<br />

pierna, que está presente en todo momento...<br />

– Sí, hay una pierna colgando constantemente que,<br />

además, es el único elemento que en este juego de<br />

sombras tiene siempre su luz propia y encendida. Ese<br />

pedazo de pierna que se valora por su historia, sus<br />

cicatrices, sus marcas no deja, sin embargo, de ser<br />

una pierna bella que seduce; es una pierna femenina,<br />

maniquí que simboliza a la supuesta belleza perdida de<br />

las piernas de “la Rodríguez”.<br />

Otro elemento que nos permite jugar con esta ambivalencia<br />

de seducción y poder es la cama, un objeto<br />

que de por sí es motivo de erotismo, pero con la particularidad<br />

de tener un visible elástico de alambres.<br />

Entonces, es un objeto para el ejercicio sexual pero<br />

también para torturar. Sumado a esto la cama es también,<br />

a nivel de puesta en escena, un dispositivo<br />

escénico que circula en diferentes posiciones dentro<br />

<strong>del</strong> pequeño espacio escénico marcando diferentes relaciones<br />

entre los personajes.<br />

– En este caso, la cama es el elemento que te<br />

permite componer algunas metáforas y metonimias<br />

de la escena.<br />

– Claro, porque por momentos es un trono para el<br />

torturador, y luego es el lugar que alberga a aquella<br />

pareja ilegítima, de sombras. Esto, apoyado en una<br />

iluminación color sepia que nos remite a las fotos <strong>del</strong><br />

pasado, sería como la escena de una foto <strong>del</strong> pasado<br />

pero que no se agota allí, porque también nos remite a<br />

la marginalidad contemporánea. Estos personajes hacen<br />

funcionar un circuito siniestro con sus relaciones y<br />

con lo que dicen o dejan de decir.<br />

– Trabajaste con autores de la llamada “nueva<br />

dramaturgia argentina”, ¿qué motivación encontraste<br />

en ellos?<br />

Escena de “Del maravilloso mundo...”<br />

– A mí me interesa, principalmente, lo que dicen.<br />

Con esto no niego la validez de los clásicos o de los<br />

textos universales, pero estos autores me llevan a<br />

trabajar con ellos porque siento que están diciendo<br />

cosas que a mí me interesa decir. Tal es la necesidad<br />

de un tipo particular de discurso que mi último trabajo<br />

es Jamuychis (el grito...), un espectáculo donde se<br />

junta la dramaturgia <strong>del</strong> actor con la <strong>del</strong> director.<br />

UNA ABUELA / UNA NIETA<br />

– Entremos de lleno a Jamuychis..., que es el<br />

trabajo teatral que representó a Tucumán en la<br />

Fiesta <strong>Nacional</strong> de <strong>Teatro</strong> de este año. ¿Cómo<br />

surge?<br />

– Fue un largo proceso a partir de una idea de la actriz<br />

Flavia Molina. Luego, lentamente, comenzamos una<br />

fase de acopio, como ardillas que juntan sus avellanas.<br />

Por ejemplo, recuerdo que lo primero que apareció<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

17


Escena de “Jamuychis”<br />

Escena de “Del maravilloso mundo...”<br />

de la obra fue el poncho, que lo compramos hace dos<br />

años. Entonces decíamos: “Esto es lo que necesitamos<br />

para el personaje...”, un personaje inexistente de<br />

una obra aún sin vida. A eso me refiero con un lento<br />

proceso de acopio, porque era un proyecto latente que<br />

resultó en un proceso de creación fragmentado. Recién<br />

cuando sentimos que teníamos suficientes elementos<br />

o recursos comenzamos a producir. Empezamos con<br />

esquemas físicos. Hubo un entrenamiento a partir de la<br />

danza suri que, si bien en el espectáculo no está explícito,<br />

es síntesis de ciertos aspectos rítmicos, por<br />

ejemplo, en el andar de la abuela.<br />

– Siguiendo con la temática de la seducción y<br />

la femineidad, en Jamuychis... explota tu abordaje<br />

hacia la identidad de género femenino.<br />

Partamos de una frase que está presente en el<br />

espectáculo: “La mujer quiere saber lo que está<br />

detrás <strong>del</strong> silencio”.<br />

– La obra se llama Jamuychis (el grito...) y, de<br />

hecho, se trata de buscar respuestas por detrás <strong>del</strong><br />

silencio, hablar o gritar. Creo que hay una voz silenciada,<br />

callada y que tiene, por supuesto, necesidad de<br />

expresión; es la de esas pequeñas mujeres que están<br />

en todas partes, pero muy cercanas, soportando en sus<br />

espaldas (como un atadito) todo el peso <strong>del</strong> mundo.<br />

Ellas son nuestras abuelas, madres, hermanas. Por<br />

eso, durante toda la obra hay una explosión de personajes<br />

femeninos diferentes, pero en algún punto, iguales.<br />

– La dramaturgia de Jamuychis... tiene algunas<br />

características <strong>del</strong> teatro de intertexto<br />

postmoderno como fragmentación, repetición,<br />

18 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

collage; sin embargo, el carácter autorreferencial<br />

es uno de los que más se distinguen.<br />

– Sí, partimos de nosotras mismas contando una<br />

historia propia como disparador; luego esa historia se<br />

independiza y adquiere entidad de ficción propia. Por<br />

ejemplo, si bien comenzamos pensando en la abuela<br />

de la actriz, luego fue “la” abuela, a quien le pusimos<br />

el apellido de un fotógrafo peruano de 1930 o 1940,<br />

Champi, porque sus fotos en blanco y negro nos proporcionaron<br />

un conjunto de estímulos que después se<br />

plasmaron en los personajes.<br />

– Hay un desplazamiento de “mi” abuela a “la”<br />

abuela.<br />

– Sí, y lo mismo pasa con la historia de la actriz, que<br />

es la suya pero también la de miles de mujeres. Y en<br />

este caso todo queda condensado en la metáfora “la<br />

nieta”, personaje que no tiene nombre porque puede<br />

ser todas esas mujeres que buscan. Inclusive, en el<br />

cuadro titulado Nadie me conoce..., la nieta le dice a<br />

su abuela: “Abuela, Mamaku, no eres, sino, la última<br />

borrosa imagen, una frente salpicada de oscuro y de<br />

ceniza... Nadie me conoce, tú hablas el silencio...<br />

Abuela nadie me conoce, yo hablo mi cuerpo... Kay<br />

warmi wawa, puñuyta munashan”.<br />

– Un recurso estético de esta puesta en escena<br />

es el uso <strong>del</strong> quechua, ¿cómo vive el espectador<br />

el uso de esta lengua? Es decir, ¿es una<br />

preocupación la producción de sentido por parte<br />

<strong>del</strong> espectador?<br />

– No, la búsqueda <strong>del</strong> sentido no es en mí una preocupación.<br />

Evidentemente quiero que el público capte,


de algún modo, lo que estoy abordando, pero no me<br />

ocupo de “buscar” sentidos porque la experiencia me<br />

demuestra que eso depende de la cosmovisión <strong>del</strong> espectador.<br />

Jamuychis... es un espectáculo abierto y el<br />

espectador trabaja en el complemento de los sentidos;<br />

esto es lo que sucede con el uso <strong>del</strong> quechua, aun<br />

cuando prácticamente nadie pueda decodificarlo totalmente.<br />

Sucede lo mismo cuando utilizamos sonidos<br />

árabes, e incluso una canción hindú que canta la actriz.<br />

Todos estos códigos tienen la misma validez, el mismo<br />

peso y el espectador los selecciona según su<br />

percepción.<br />

– En el espectáculo y por lo que decís, se ve<br />

que el concepto de montaje es importante para<br />

vos. Jamuychis... goza de una pluralidad radical,<br />

toma diversos estilos, géneros y recursos.<br />

– Trabajo generalmente con el procedimiento <strong>del</strong><br />

montaje. Lo que sucede es que no todos los actores<br />

conocen este proceder. En el caso de la actriz Flavia<br />

Molina, ella tenía un entrenamiento adecuado. La<br />

pluralidad que mencionás fue señalada según niveles<br />

de interpretación distintos y de la objeción, por<br />

ejemplo, <strong>del</strong> jurado de la Fiesta Regional de <strong>Teatro</strong><br />

por una canción de Janis Joplin que se incluye en el<br />

espectáculo. No creo que por remarcar el sonido de<br />

la caja o de la baguala, o aquello que es propio de<br />

nuestro pasado o de nuestra tradición <strong>del</strong> noroeste<br />

<strong>del</strong> país, estemos evitando esa especie de colonización.<br />

Porque de alguna manera hoy, por estas<br />

circunstancias postmodernas, Janis Joplin es también<br />

parte de nuestra identidad.<br />

– Entonces, la identidad no sería un producto<br />

directo y sin mediaciones <strong>del</strong> pasado y la tradición.<br />

– No. Es una construcción, un puente entre ese pasado,<br />

esas tradiciones y costumbres y lo que es “hoy”<br />

nuestra cultura.<br />

– Lo musical, como recurso artístico y estratégico<br />

de la puesta, representa cambios. ¿Qué<br />

es lo que cambia?<br />

– Cambia el tiempo, el espacio, las ideas temáticas,<br />

las texturas y, como queríamos trabajar con un planteo<br />

algo onírico y en los sueños uno cambia, hay un pasaje<br />

de una situación a la otra sin justificaciones.<br />

– Aparece ahí el concepto de la antropología<br />

teatral de la lógica a saltos.<br />

– Sí, claro. La construcción por medio de lo asociativo,<br />

sin una lógica racional, puede ser artísticamente<br />

mucho más interesante. Y lo que hago es no negarme a<br />

esas asociaciones.<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

19<br />

– Durante el espectáculo Jamuychis... el personaje<br />

de la nieta carga constantemente con<br />

una valija que representa claramente la imagen<br />

<strong>del</strong> hombre, pero ¿qué más lleva esa valija?<br />

– Esa valija es el peso de la historia; nuestra historia<br />

que es historia de razas, de amores, <strong>del</strong> abandono y,<br />

por supuesto, la historia de “ese” hombre <strong>del</strong> cual no<br />

diré nada. Lo dejo abierto para quienes se animen a ver<br />

Jamuychis (el grito...).<br />

Patricia García


Víctor Arrojo / Mendoza<br />

“El teatro debe conservar su capacidad de contar”<br />

Víctor Arrojo es actor y director <strong>del</strong> grupo Cajamarca, uno de los más sólidos de<br />

la provincia de Mendoza. También es fonoaudiólogo, docente e investigador de<br />

la Universidad <strong>Nacional</strong> de Cuyo, gestor y productor, aunque él prefiere definirse<br />

como teatrista. Postales argentinas, Frida y Menú de náufragos son algunas<br />

de las obras con las que alcanzó el reconocimiento de la crítica nacional y ganó<br />

varios premios. Víctor Arrojo es una referencia obligada para comprender parte<br />

<strong>del</strong> teatro mendocino de hoy.<br />

20 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

Por Gustavo Casanova*<br />

* Gustavo Casanova es licenciado en Comunicación Social<br />

de la Universidad de Cuyo, actor, dramaturgo y director.


– ¿Cómo llegás al teatro?<br />

– Me acerqué al teatro buscando algún medio de<br />

expresión. Lo primero que encontré fue un grupo humano<br />

en el que compartí coincidencias que trascendieron<br />

el tema de lo técnico-profesional, que es el inicio de<br />

toda carrera. Por una herencia familiar debió haber sido<br />

la música, pero me di cuenta de que el oído no me daba<br />

y terminó siendo como una tortura, especialmente la<br />

música académica. Yo estudiaba trompeta en la Escuela<br />

de Música y me iba bien pero no la pegaba con la<br />

teoría y el solfeo. Entonces quise salir de eso, que<br />

había ocupado muchos años de mi adolescencia, y<br />

encontrar un arte que me permitiera expresarme porque,<br />

indudablemente, tenía una sensibilidad que<br />

necesitaba expresar, además de una influencia familiar<br />

muy fuerte con respecto a lo artístico. Encontré al<br />

teatro allá por el ‘78 o ‘79, un momento en el que era<br />

difícil hallar una expresión artística, y creo que no fue<br />

casual. Coincido con Serrat en esto de no creer tanto en<br />

el destino y sí en el azar, que a veces puede ser más<br />

fuerte. Aunque uno, claro, no cree únicamente en el<br />

azar sino más bien es una mezcla de cosas.<br />

–¿Y el actor cómo surgió?<br />

– No te puedo decir que siempre fui actor; de chico<br />

hacía monadas, pero creo que al teatro se llega desde<br />

distintos lugares. Algunos desde la profunda timidez,<br />

otros desde el total desparpajo y la absoluta seguridad.<br />

Yo creo que tiene que ver con miles de factores. En mí<br />

era una necesidad casi inconsciente de hacer algo.<br />

Uno va encontrando; es un proceso que decanta en<br />

varias etapas: primero, una necesidad pero también<br />

una contención. Me voy tan al principio porque creo<br />

que eso me marcó, obviamente. Yo no empecé en la<br />

Escuela de <strong>Teatro</strong>, no hice la carrera de intérprete dramático,<br />

y aquí vuelve a aparecer el azar. Claro que en<br />

esa época la escuela no era un referente y sí lo eran,<br />

sin embargo, Rafael Rodríguez, Gladys Ravalle o Maximino<br />

Moyano. Fueron apareciendo decisiones y azares.<br />

Lo primero que hice fue en la Alianza Francesa con<br />

Rafael Rodríguez; luego, en el ‘79, él se fue a Buenos<br />

Aires. Después me conecté con el proyecto <strong>del</strong> Joven<br />

<strong>Teatro</strong> Goethe y creo que ahí se armó una química que<br />

me marcó y que me marca hasta hoy. Haber formado<br />

parte de ese núcleo que fue el Goethe desde el ‘80<br />

hasta el ‘84 dejó su huella. Más que la marca de<br />

Gladys, recuerdo la marca de la gente: los afectos, lo<br />

ideológico, las influencias; incluso lo negativo: las<br />

competencias de calidades y cantidades, los poderes.<br />

Eso fue una marca muy fuerte. Tuve la suerte de estar<br />

en el momento justo y con la gente adecuada. Por una<br />

combinación de azar y decisión. Lo mismo me pasó<br />

cuando decidí sumarme a ese grupo emblemático que<br />

fue El taller luego de que Ernesto Suárez volviera de<br />

Ecuador, allá por el ‘85, y a pesar de estar ya con<br />

Cajamarca.<br />

–¿Ese salto que diste al dejar el Goethe fue una<br />

necesidad de crecimiento?<br />

– Yo creo que fue un enfrentamiento natural al líder,<br />

al profesor, al maestro. Ahora lo comprendo porque hoy<br />

estoy <strong>del</strong> otro lado. Es un enfrentamiento natural y, por<br />

ende, sano. Nos enfrentamos no tanto por cuestiones<br />

ideológicas y estéticas sino más por las dinámicas,<br />

los liderazgos y los acuerdos no cumplidos. Fue en la<br />

época en que Gladys viajó a Alemania por primera vez.<br />

No te voy a negar que sufrí por este desprendimiento<br />

pero no me quedé enganchado en lo afectivo. Nunca<br />

limité mi necesidad de crecimiento a una relación.<br />

Ante todo he tratado de privilegiar el trabajo y mis<br />

objetivos. También tiene que ver con mi obstinación<br />

respecto de lo que creo y con mi cuota de ansiedad,<br />

que me hace construir algo en un corto trayecto y me<br />

empuja, sobre todo, a que me pase algo. Nunca mis<br />

proyectos son absolutamente personales; si bien se<br />

irradian a los otros, terminan siendo de ellos también.<br />

Un ejemplo de lo que digo fue la creación de la filial<br />

Mendoza de la Asociación Argentina de Actores, nuestro<br />

sindicato. Yo quería que la profesión se<br />

profesionalizara. Después esa posta fue tomada por<br />

otro y me alejé completamente de ese tema.<br />

– ¿Cajamarca surgió a partir de este desprendimiento?<br />

– Azarosamente o no, con ese grupo surgió -un poco<br />

como reacción a esto- la idea de Cajamarca. Nosotros<br />

ya podíamos estar solos. De ese desprendimiento comenzó<br />

a nacer en mí el director, no tanto como una<br />

impronta desde el punto de vista estético sino como la<br />

mezcla de capacidades para la organización, la producción<br />

y el liderazgo de un grupo que me iba poniendo en<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

21<br />

Víctor Arrojo<br />

MAGDALENA VIGGIANI


ese rol. Yo siempre digo que soy director porque me<br />

dejaron serlo. Alguien te permite ser director y en mi<br />

caso fue el grupo quién me lo permitió; un acuerdo de<br />

voluntades para que yo pudiera probar.<br />

EL PLACER DE ESTAR EN TODO<br />

– Además <strong>del</strong> espacio cedido, ¿qué había en<br />

vos que te permitió ser director?<br />

– Ahora puedo decir que lo soy, porque tengo determinadas<br />

herramientas, pero en ese momento no lo era.<br />

Al principio fue una actitud, una energía antes que una<br />

metodología. Me parece que la dirección es otra mirada.<br />

Al leer una obra, no es lo mismo la mirada de un<br />

actor, lo que un actor capta desde su rol, que la de un<br />

director. En mi caso, esa mirada se presenta al principio<br />

como un velo misterioso, una zona de intuiciones<br />

que requiere otra inteligencia. Sin ser pedante, se trata<br />

de otra capacidad que te exige leer los signos y organizar<br />

sus posibilidades. Un director ve detrás <strong>del</strong> árbol<br />

pero, a la vez, no podría hacerlo solo. Yo creo que el<br />

22 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

trabajo <strong>del</strong> actor con el director es una unidad y no la<br />

concibo de otra manera. Uno defiende no sólo el lugar<br />

que te dejan sino aquél que te da mayor placer. Donde<br />

más satisfacciones encontrás, ahí te quedas. Nadie se<br />

queda en el dolor. Uno se va quedando en determinados<br />

roles porque obtiene reconocimiento; uno comprueba<br />

que sirve para eso, que puede dar. En mi caso, no sueño<br />

con serpientes y después las monto, no tengo espasmos<br />

de gran creatividad; sí me parece que tengo esa<br />

intuición, esa otra mirada que se configura con el lugar<br />

que los otros también te dan.<br />

–¿Qué te requería estar en ese lugar?<br />

– La dirección es asumir efectivamente un rol. Muchas<br />

veces te dan ese rol, pero si no lo asumís no<br />

crecés. Un director debe tener niveles de formación e<br />

información diferenciados. Cuando debés resolver un<br />

problema y ténes sólo un martillo y una pinza vas a<br />

poder hacer poco. Para ir avanzando en la dirección<br />

tenés que tener una valija con herramientas y recursos<br />

bien amplios.<br />

– En este camino recorrido como director, ¿seguís<br />

conviviendo con el actor?<br />

– Sí, en la medida de mis posibilidades.<br />

–¿Cuáles han sido las experiencias que más<br />

han marcado tu tarea como director?<br />

– Aprendí mucho de una obra que fue un gran fracaso<br />

de público, que fue El zapato indómito, de Leo Masliah,<br />

y que para mí fue uno de mis mejores trabajos desde<br />

el punto de vista de la dirección. Seamos sinceros: hay<br />

un éxito <strong>del</strong> establishment, un éxito de público y un<br />

éxito personal. Esta obra fue un fracaso para la crítica,<br />

un fracaso de público y un golazo para mí. Lo mismo me<br />

pasó con Pim pam pum, de Eugene Ionesco. En cambio<br />

Frida, Menú de náufragos y Ardiente paciencia<br />

fueron éxitos en los tres aspectos, porque conjugaron<br />

una buena recepción <strong>del</strong> público con un trabajo profundo<br />

<strong>del</strong> grupo. Me marcaron mucho los momentos de estudio<br />

y de perfeccionamiento. Para mí fue revelador estudiar a<br />

Stanislavsky y poder trascender su primera etapa, la de<br />

la sensorialidad. Luego pasé varios años estudiando el<br />

Método de las acciones físicas. Con un grupo de profesores<br />

fuimos los gestores de las primeras venidas de<br />

(Raúl) Serrano a Mendoza. Lo aprendido lo volcamos en


la pieza Santa Juana de América, de Andrés Lizarraga.<br />

Allí aplicamos muy a fondo este segundo método,<br />

pero la dramaturgia que se desprendía de él se alteró al<br />

trabajar con una estética épica expresionista y un dispositivo<br />

escénico casi meyerholdiano. Mirá qué mezcla:<br />

actuaciones realistas, teatro épico y plataformas que<br />

entraban y salían, luchas con espadas y mucha gente en<br />

escena. Si bien predominaba una actuación realista,<br />

empezamos a buscar una hibridación, una superposición<br />

de capas. En el sentido de lo escenográfico como dispositivo<br />

tengo una fuerte influencia de Meyerhold, a quien<br />

debo también la relación <strong>del</strong> actor con ese dispositivo.<br />

Un segundo hito a considerar ocurrió en 1990 cuando<br />

obtuve una beca para asistir a la Escuela Internacional<br />

de <strong>Teatro</strong> para América Latina y el Caribe, que dirigía el<br />

querido Osvaldo Dragún. Esta experiencia me permitió<br />

encontrar una síntesis de muchas cosas y significó mi<br />

primer vínculo con el teatro antropológico. En ese momento<br />

ya había descubierto y madurado muchas cosas<br />

y también era docente en las cátedras de Dicción y de<br />

Actuación II de la Facultad de Artes. La beca me marcó<br />

estéticamente, ya que absorví los conceptos <strong>del</strong> teatro<br />

barbiano. Al principio me costó incorporarlos. Fue un<br />

mes de trabajo muy intenso; lo llamaría mi “colimba<br />

teatral”. Fue muy fuerte para mí descubrir lo codificado<br />

y el entrenamiento.<br />

–¿Y cómo aplicaste todo esto en tu medio?<br />

– Cuando volví a Mendoza seguí explorando a (Eugenio)<br />

Barba a través de sus libros. Traía la cabeza quebrada<br />

y estaba muy movilizado. En quince días monté Bizcochos<br />

mortales, donde indagué en el grotesco pero también<br />

en el reciclaje como poética, en el concepto de secuencias<br />

de acciones, y en lo coreográfico como núcleo<br />

narrativo. Fue algo muy novedoso por entonces. Obviamente<br />

todo esto tendrá un correlato pedagógico tanto en<br />

la Escuela de <strong>Teatro</strong> como en el grupo Cajamarca. Paralelamente<br />

a mi beca, otros profesores <strong>del</strong> equipo docente<br />

de la facultad se perfeccionaron en Cuba y Alemania.<br />

También en ese momento fue importante para mí tomar<br />

contacto con Vilma Rúpolo, que me facilitó un acercamiento<br />

a la danza. Yo valoro mucho la idea de grupo<br />

porque mis descubrimientos y crecimientos siempre han<br />

ido de la mano de un grupo o un equipo.<br />

– ¿Cómo te las arreglás con las distintas tareas<br />

que tenés que cumplir?<br />

– Creo que esta ha sido mi mayor inteligencia, la de<br />

articular varios roles, que por suerte he cumplido con<br />

placer: director, actor, pedagogo, gestor, productor, investigador,<br />

lo gremial. El rol <strong>del</strong> teatrista me gusta<br />

mucho y se ha ido perdiendo. Una persona que, más<br />

allá de los roles, genera y produce el teatro porque el<br />

teatro le pasa por el cuerpo.<br />

– ¿La realidad mendocina te ha llevado a hacer<br />

todo esto?<br />

– Sí, pero creo que, en general, grandes directores<br />

como (Peter) Brook lo hacían.<br />

– O Moliere...<br />

– Sí, pero hablemos de uno más actual. Él proponía<br />

la obra, ponía plata, laburaba en otra cosa para los<br />

ensayos, estudiaba cine. Creo que hasta que aparece<br />

la plenitud de una profesión y de un rol fue, es y será<br />

una ley estar en todo. Aparte, es algo placentero, porque<br />

el teatro te pasa por los poros, empieza a convertirse<br />

en un vicio. Ese vicio da resultado en la medida en que<br />

no va separándose en compartimentos estancos.<br />

UN LENGUAJE PARA CONTAR<br />

– ¿Qué tiene que tener un material para que lo<br />

dirijas?<br />

– Hoy te puedo decir con cierta madurez que me interesa<br />

el cuento. Hay obras que te flechan y te movilizan, como<br />

me pasó con Historia de una cara (Camaralenta), de<br />

Pavlosky, porque la relación de esos tres personajes me<br />

conmovió y merecía contarse. Yo creo que, en el fondo, el<br />

teatro es cuento. Esto es algo que estoy tratando de conceptualizar<br />

y de demostrar, tanto desde un punto de vista<br />

epistemológico como metodológico. El mismo Grotowsky<br />

lo defiende; para él, el teatro era narración. El siguiente<br />

paso es cómo narrar. El teatro es un lenguaje para contar.<br />

A veces un cuento pequeño ha dado muy buen resultado.<br />

Por ejemplo en Menú de náufragos: tres tipos que están<br />

en altamar tienen hambre y se terminan por comer entre<br />

ellos. ¡Fijate qué cuento!<br />

– Y qué analogía...<br />

Aparte de las analogías, me interesaba jugar con la<br />

tensión <strong>del</strong> relato: ¿se lo va a comer o no se lo va a<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

23


comer? En esto descubrí lo que decían todos los grandes<br />

directores y maestros que han estudiado las teorías<br />

de la recepción, y coincido con ellos en que hay que<br />

instalar una pregunta y generar una expectativa para<br />

que algo suceda. El espectador debe quedarse a ver<br />

qué pasa. Últimamente estoy en crisis con el tema. No<br />

se si atribuirlo a la dramaturgia en general o si es un<br />

problema mío pero, hoy por hoy, me cuesta mucho<br />

encontrar qué quiero decir. Sin embargo, puedo decirte<br />

que el tema histórico ha sido bastante constante en mi<br />

obra, basta repasar mis trabajos con Santa Juana de<br />

América donde, si bien el tema ideológico y el rescate<br />

histórico fueron elementos muy fuertes, había una<br />

historia no contada sobre la Revolución de Mayo y<br />

estaba el tema de las guerrillas en el norte <strong>del</strong> país que<br />

marcó mucho. Luego hice ¡Ladran Che!, de Carlos<br />

Alsina, que era una interacción entre El Quijote y El<br />

Che, y Ardiente paciencia, mi acercamiento a Neruda.<br />

No descarto que vuelva a hacer algo en esa<br />

dirección.<br />

–¿Encontrás esto en otras formas narrativas que<br />

no sean específicamente teatrales?<br />

– Sí, con mi grupo hemos llegado a una conclusión<br />

luego de revisar mucho material dramático: nunca encontrás<br />

lo que realmente querés decir. Aunque nada de<br />

lo que está escrito me seduce real y completamente,<br />

en ciertos relatos sí podés encontrar cosas que son<br />

interesantes. Esto me pasó con La violación de Lucrecia,<br />

un relato shakespeariano, anterior a sus grandes<br />

obras, en el que el autor cuenta la génesis de una<br />

violación pero donde aparecen también connotaciones<br />

muy potentes sobre el poder y el manejo <strong>del</strong> poder: un<br />

rey que viola a la mujer de uno de sus generales y<br />

luego arma todo un argumento para defender su accionar;<br />

él puede porque puede, porque es poderoso. Lo que<br />

más me interesa es cuestionar el por qué puede. En<br />

esta misma dirección está El aumento, un texto <strong>del</strong><br />

Jacara <strong>Teatro</strong> y Cajamarca; es una obra netamente narrativa<br />

con grandes monólogos, y escrita en verso, en<br />

la que no hay grandes acciones dramáticas.<br />

Los tres trabajos pasan por el eje de la narración y<br />

con ellos quiero conjugar lo hecho en mi experiencia<br />

pedagógica con la dirección: comprobar cómo funciona<br />

24 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

el cuento en el teatro. Actualmente, estoy tratando de<br />

concebir una idea y un espectáculo a través de los<br />

cuentos. Por aquí pasa hoy el eje de mi trabajo y no<br />

tanto por tomar literalmente un texto dramático.<br />

– Además <strong>del</strong> cuento, ¿te han seducido otras<br />

formas narrativas?<br />

– No, el cuento por sobre todo. Yo soy una persona<br />

muy ansiosa y mi necesidad pasa por algo bueno, corto<br />

y rápido. Me cuesta mucho lo dilatado. Esto lo aprendí<br />

en Chile donde hice un master en dirección. Lo menciono<br />

no porque me haya hecho mejor director, sino porque<br />

me permitió llegar a materiales teóricos a los que no<br />

había tenido acceso, y sobre todo entender la potencia<br />

de la materialidad en la escena: la escena es lo que se<br />

ve. Hay que cuidar y prestar atención a lo que está<br />

sobre el escenario y a cómo está. La lúcida apreciación<br />

de Brook cuando decía que todo es posible en el<br />

teatro pero no de cualquier manera, tiene que ver con<br />

esto: cómo se ubica el actor en el espacio, qué se pone<br />

en el espacio y, sobre todo, qué puede suceder que a mí<br />

me convoque la atención.<br />

– Y llegar a una orientación de la atención <strong>del</strong><br />

espectador, como decía Grotowsky...<br />

– Exactamente, el espectador de profesión. Oriento mi<br />

cátedra de dirección desde este punto de vista, el <strong>del</strong><br />

espectador profesional, aunque obviamente hay un oficio<br />

de qué mirar. Yo trato de mirar las múltiples relaciones<br />

posibles, a veces ocultas, que puede tener un personaje<br />

respecto de los otros elementos de la escena.<br />

– Luego <strong>del</strong> texto, ¿cuáles son los pasos en el<br />

proceso de dirección?<br />

– Lo siguiente pasa por el tema de la materialidad.<br />

Tiene que suceder algo que de alguna manera me conecte<br />

con la convención <strong>del</strong> teatro sin perder la<br />

referencia. En mi último trabajo, Extraño juguete, de<br />

Susana Torres Molina, busco una imagen que tenga<br />

una resonancia en el colectivo social como es la de<br />

dos mujeres patinando en un piso encerado que realizan<br />

una acción para nada cotidiana, como el hecho de<br />

que una persigue a la otra con una tijera de cortar<br />

pasto. Ahí aparece un germen de teatralidad desde una<br />

materialidad: el patín, la tijera, las actrices y sus acciones.<br />

Aquí se pueden empezar a plantear preguntas:


¿por qué la persigue?, ¿por qué la quiere agredir con la<br />

tijera de cortar pasto?<br />

– ¿Considerás que el conflicto sigue siendo un<br />

elemento indispensable?<br />

– El conflicto como elemento de la estructura dramática<br />

es una excelente herramienta pedagógica para la<br />

formación <strong>del</strong> actor, pero ya se ha superado. Como dice<br />

(Luis de) Tavira: cuando el teatro trasciende el nivel de<br />

lenguaje y empieza a ser un arte, evidentemente el<br />

conflicto se puede descubrir en una imagen, en las<br />

contraposiciones entre el silencio y el sonido, en una<br />

textura. En estas oposiciones hay conflictos. No pasa<br />

por el conflicto arquetípico entre dos sujetos. En esto<br />

me acerco más a los opuestos que se dan más en la<br />

música o en la pintura. Sí creo que hay juegos de<br />

planos que generan conflicto, en los que me interesa<br />

descubrir la tensión que genera atención, de alguna<br />

manera. También aprovecho las limitaciones que me<br />

presenta el lugar, de las cuales he sacado teatralidad,<br />

como la plataforma de Menú de náufragos de la cual<br />

no se podía salir.<br />

– ¿La materialidad de la que hablabas puede<br />

tener distintas formas?<br />

– Obviamente. Y dentro de esa materialidad me ha<br />

influido mucho el tema <strong>del</strong> embalaje kantoriano y<br />

este tratamiento <strong>del</strong> objeto en escena. Puedo confesarte<br />

que sigo teniendo una matriz clásica, en cuanto<br />

a que no concibo lo dramático desde un formalismo<br />

absoluto. No me termina de llenar el teatro que se<br />

transforma en forma nada más, y en el que no existe<br />

la construcción de un deseo por parte de ese sujeto<br />

ficcional. El otro gran debate, que para mí es una<br />

duda, es la composición o no de ese sujeto ficcional.<br />

Si bien yo defiendo un teatro de personajes y de creación<br />

de ficciones, respecto <strong>del</strong> trabajo <strong>del</strong> actor se ha<br />

instalado un nuevo punto de vista, muy influenciado<br />

por el cine y la televisión, basado en el despojo y el<br />

descenso de los niveles de caracterización; el nopersonaje<br />

y la no-actuación, en una tendencia<br />

hiperrealista. Ojo que he visto trabajos maravillosos<br />

en esa línea, pero hoy no termino de comulgar con<br />

esto. Sin embargo, me parece muy interesante y no<br />

dejo de pensar que, como actor, me gustaría lograr<br />

esos resultados. En mi caso, siento una mochila,<br />

porque no puedo despojarme de un exceso de teatralidad<br />

y de una matriz cercana al muñeco que tengo.<br />

– Afortunadamente, como dice Patrice Pavis,<br />

existe una teatralidad denegada y otra subrayada<br />

como las dos caras de una misma<br />

moneda...<br />

– Sí, hay textos que exigen diferentes cosas: algunos<br />

sólo podés concebirlos desde esta subactuación,<br />

como dice Masliah, y otros te piden otra cosa. En el<br />

teatro que yo concibo hay una pulsación vital que pasa<br />

por la construcción <strong>del</strong> deseo. No creo que necesariamente<br />

haya que construir el teatro con la estructura<br />

clásica <strong>del</strong> conflicto y las circunstancias, pero sí creo<br />

que el espacio, el color, la textura, las formas, te generan<br />

una tensión que debe pasar por el cuerpo <strong>del</strong> actor<br />

y mantener entretenido al espectador. Allí descubrís<br />

otras zonas de conflicto; por ejemplo, el actor y el<br />

espacio en relación con un objeto. Nosotros debemos<br />

ver esa lucha vital en el cuerpo <strong>del</strong> actor para que el<br />

espectador se sienta atento.<br />

DE LA METODOLOGÍA A LA ESTÉTICA<br />

– ¿Cómo trabajás y negociás con los otros signos<br />

<strong>del</strong> hecho teatral?<br />

– Yo me planteo una teoría a demostrar: creo que<br />

esta obra, esta historia, es esto y pasa por acá.<br />

Nunca quedás conforme. Lo difícil en la tarea <strong>del</strong><br />

director es seleccionar los materiales y tener que<br />

tomar una decisión.<br />

– ¿Y te has sentido caprichoso en ese sentido?<br />

– No, para nada. Coincido con Brook en que lo interesante<br />

es tener esa capacidad de romper. Puedo tener<br />

una muy buena idea pero si la obra necesita otra<br />

cosa, o aparece algo mejor, la buena idea se debe<br />

sacrificar. No creo que haya una matriz estética única<br />

en mi caso. Hay directores que buscan el perfeccionamiento<br />

de una mirada <strong>del</strong> teatro que ya<br />

establecieron. Otros son más eclécticos. Yo me situaría<br />

en este segundo grupo porque cada material me<br />

genera un universo en sí mismo. Repito matrices en<br />

lo metodológico, en lo que uso para provocar teatralidad<br />

en el actor como, por ejemplo, los juegos de<br />

relaciones. Nunca lo hago desde una mirada preconcebida<br />

por mí, y esto también es metodológico. Poco<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

25<br />

Escena de “Menú de Naufragos”


a poco voy logrando que lo metodológico se transforme<br />

en estético.<br />

– ¿Cómo sería esto?<br />

– Por ejemplo, una matriz metodológica en la que<br />

creo es que una estructura de relato me plantea equis<br />

cantidad de planos de investigación de relaciones:<br />

a este personaje algo le pasa con el otro, con el<br />

espacio, con su ropa, con sus objetos, con su discurso<br />

y allí es dónde que hay que investigar. Todos<br />

estos niveles de investigación de relaciones los<br />

genera una estructura. Yo creo en la postura de que<br />

hay una estructura en la obra de arte, pero una estructura<br />

entendida como relación de partes. Por eso<br />

no dejo de investigar metodológicamente la relación<br />

de las partes para, desde allí, descubrir el material<br />

estético. Indiscutiblemente, las matrices metodológicas<br />

devienen en uno o varios resultados estéticos.<br />

También me explayo en la investigación de la acción<br />

hacia otras zonas, como lo codificado y lo<br />

coreográfico, o bien a la musicalidad como núcleo<br />

narrativo. Hemos resuelto escenas desde lo coreográfico<br />

dentro de la narración, por ejemplo en Frida.<br />

– ¿Siempre con la idea <strong>del</strong> cuento como elemento<br />

organizador?<br />

– Claro. En lo personal sigo trabajando en el redescubrimiento<br />

de las posibilidades de la dramaturgia<br />

desde lo narrativo y poniendo el énfasis en que el<br />

teatro se parezca al cuento, en el sentido de recuperar<br />

esta capacidad de síntesis que el cuento tiene.<br />

Si bien todos sabemos que el teatro es condensación<br />

de la acción, no todos lo aplicamos a la hora de<br />

producir o escribir teatro. Entonces ves espectáculos<br />

dilatados donde el cuento es chiquito y pobre, y<br />

el resultado eterno. La idea es poder encontrar un<br />

teatro que desde lo dramático nos conecte con las<br />

mejores condiciones y cualidades de la narrativa<br />

breve: nunca ataca por el final, siempre te genera<br />

una pregunta y la resolución es rápida y, además, te<br />

sorprende. La idea es concebir una puesta donde las<br />

estrategias <strong>del</strong> discurso tengan que ver con la estructura<br />

<strong>del</strong> cuento breve, <strong>del</strong> cuento de alto impacto.<br />

26 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

PRESENTE Y FUTURO<br />

– ¿Cómo se presenta el 2003?<br />

– Salí seleccionado en segundo lugar para dirigir la convocatoria<br />

que lanzó la Comedia Municipal (un proyecto de montajes<br />

rentados por la Municipalidad de la ciudad de Mendoza cuyos<br />

directores y actores se eligen por concurso público. La primera<br />

producción será Nuestra Señora de las Nubes, de Arístides<br />

Vargas, con dirección de Walter Neira; luego le seguirá el<br />

proyecto de Arrojo) con Democracia en el bar, de Leo Masliah.<br />

También, y después de mucho tiempo, voy a volver a dirigir<br />

un espectáculo infantil, un viejo proyecto que se llama El soplador<br />

de estrellas, de Ricardo Talento, con dos compañeros<br />

que se han incorporado recientemente a Cajamarca: Verónica<br />

Noni y David Maya. Hay otros proyectos donde el humor será<br />

muy importante y donde trabajaría como actor; uno es Neuróticos<br />

on line, un desafío de dramaturgia porque hay que llevar al<br />

teatro e-mails escritos por Rudy y Pescetti. Allí actuaría con<br />

Daniel Posadas y la dirección sería de Claudio Martínez. Además<br />

estamos con el proyecto de La violación de Lucrecia<br />

y tenemos en carpeta Cajamarca, aunque no creo que podamos<br />

hacerlo, al menos este año. La violación de Lucrecia<br />

es otro desafío de dramaturgia muy grande. Generalmente la<br />

escritura me lleva mucho tiempo; es más largo ese proceso que<br />

el de montaje propiamente dicho.<br />

– ¿Compartís ese trabajo con los actores o es un<br />

proceso que sólo te compete a vos?<br />

– Yo asumo la responsabilidad de la dramaturgia final pero<br />

va siendo un producto de mucho debate acerca de lo que<br />

queremos, y de cómo vamos sintiendo la construcción <strong>del</strong><br />

discurso. También continuaremos con los talleres que iniciamos<br />

el año pasado, donde ya estrenamos Cada cual tiene<br />

sus penas, un espectáculo bien fragmentado que partió<br />

de la estructura <strong>del</strong> cuento y al cual le respetamos el trayecto<br />

de lo formativo-pedagógico que encierra. Cada actor fue desarrollando<br />

un discurso a partir de la música como estímulo,<br />

y armó un cuento personal que luego se articuló con el de los<br />

demás para dar como resultado una historia de amor marginal.<br />

También tengo ganas de escribir. He escrito algunas<br />

cosas pero tengo que animarme a montarlas porque cuando<br />

escribo no hago nada de esto que digo, porque no se puede<br />

escribir con tantos condicionamientos. Tengo propuestas<br />

para ir a dirigir a La Pampa y a San Luis y, tal vez, para dirigir<br />

a Ernesto Suárez en A la sombra de Juan Tenorio. En<br />

fin, el año es corto y veremos cual proyecto se concreta.


José Luis Valenzuela / Salta / Neuquén<br />

Cómplices de un teatro que murmura<br />

En entrevista con José Luis Valenzuela se develan lugares poco comunes de<br />

la dirección teatral contemporánea. Su mirada transversal sobre los sentidos<br />

convencionales, y las definiciones poético-existenciales con las que explora su<br />

quehacer, funcionan en el marco de la conversación estableciendo marcas y<br />

lenguajes propios de la relación actor/director/público, interacción triangular<br />

básica <strong>del</strong> aparato teatral.<br />

Valenzuela reúne en su modalidad de dirección una serie de itinerarios que<br />

van desde el estudio de la física y la matemática a una relación con el teatro<br />

que lo “envenenó desde muy joven” en su Salta natal, pasando por el exilio en<br />

México y el desarrollo como teórico y director, ligado simultáneamente a las<br />

universidades y al teatro independiente en Córdoba, en el Comahue, en Rosario.<br />

Valenzuela se referencia no sólo a su propia experiencia sino que emparenta<br />

sus formas de encarar la dirección con la modalidad de trabajo <strong>del</strong> cordobés<br />

Paco Giménez, en la que encuentra un modo teatral que ha desentrañado en<br />

Las piedras jugosas, libro de próxima edición, donde reflexiona sobre la<br />

tarea de laboratorio que Paco desarrolla con sus actores.<br />

Esta entrevista fue propuesta en torno a su hacer artístico e intelectual como<br />

director. No se trata de un juego de palabras sino de un juego de sentidos,<br />

propósitos, intenciones, deseos que le permiten configurar a los actores como<br />

cómplices y a la ética que allí lo sitúa como sacrílega.<br />

* Silvia Villegas es docente e investigadora.<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

27<br />

Por Silvia Villegas*


UN DIRECTOR QUE ESCRIBE LIBROS<br />

– Propongo para comenzar la entrevista el eje<br />

escritura/dirección: tanto en Antropología... como<br />

en Las piedras jugosas analizás y formulás conceptos<br />

en torno a la dirección que, aun refiriéndote<br />

al trabajo de otros directores, resultan reflexiones<br />

que te preparan para asumir el trabajo <strong>del</strong><br />

director; es un tiempo de escritura que anticipa<br />

tu proyecto de director y un tiempo dedicado al<br />

trabajo con actores.<br />

– Escribir algo es completamente análogo al trabajo de<br />

crear un espectáculo. Parecen excusas, parece que estuvieras<br />

disfrazando un momento de esterilidad creativa<br />

pero sinceramente no lo siento como tal, a veces son<br />

momentos de una curva. Ahora me siento muy disconforme<br />

con lo que estuve haciendo como director: mejor me<br />

pongo a escribir respondiendo a una necesidad muy fuerte,<br />

que para mí es completamente continua y es la misma<br />

que me lleva después a laburar con actores. No siento el<br />

corte ni tengo la sensación de que me estoy retrasando,<br />

sobre todo cuando escribo; hay veces en que uno siente<br />

que se está quedando o que el tiempo corre y que no está<br />

haciendo lo que tendría que hacer, pero en este caso sigo<br />

siendo director, continúo sintiéndome en la tarea de dirección.<br />

Son como momentos de la respiración, ya que la<br />

materia con la que uno trabaja son rebeldías de distinto<br />

tipo: la de la página y la de los cómplices humanos con<br />

los que uno se tiene que juntar para un espectáculo, para<br />

un trabajo de ese orden. Por ahí siento que me da más<br />

satisfacción, o tengo la sensación de estar más conforme<br />

con lo hecho, cuando escribo que cuando dirijo. No me<br />

satisface en lo absoluto casi nada de lo que hice; casi<br />

siempre estoy pensando en darme una oportunidad a ver si<br />

hago otra cosa. El producto <strong>del</strong> trabajo como teórico entra<br />

de una manera medio subliminal, no me guía en lo absoluto<br />

de forma consciente ni mucho menos -estoy muy<br />

lejos de eso-; me determina más la presencia de la persona<br />

con la que estoy trabajando.<br />

– Veo una diferencia entre la escritura y el diseño<br />

de una puesta teatral desde que nace hasta que<br />

se convierte en espectáculo: la primera es una<br />

tarea acotada y solitaria, que concluye en la edición<br />

<strong>del</strong> libro; la segunda es abierta y está en<br />

interacción con otros, está abierta a la próxima<br />

función, a la próxima revisión, a volver a trabajar<br />

la misma dramaturgia con el mismo grupo o a<br />

hacer lo mismo con otros. La escritura es el acabado<br />

absoluto; una puesta teatral es el<br />

no-acabado.<br />

– La diferencia está en mi propia actitud: entro a un<br />

proyecto teatral con la mente muy en blanco y, por eso,<br />

la dificultad de la elección o de la conformación <strong>del</strong><br />

grupo de cómplices por ahí tiene que ver con los tiempos<br />

y las expectativas que cada uno dispone, porque a<br />

veces se está sometido a presiones que complican<br />

bastante la vida; no sólo presiones de tiempo sino de<br />

la ocupación de cada uno. En general en las grandes<br />

ciudades tenés el problema de que muy difícilmente<br />

podés laburar con un actor que esté sólo en ese proyecto,<br />

están en mil cosas más, corriendo de un lado a<br />

otro. En la provincia tenés la contra de que, como no<br />

tenés nada que te empuje, tenés que crear la energía<br />

desde adentro; o sea, disponés <strong>del</strong> tiempo y la posibilidad<br />

y la gente te puede dar un crédito mucho más<br />

largo, pero te podés quedar diez años en eso, que es<br />

preliminar. Cómo resolver esas dos cosas es lo que a<br />

veces complica los momentos en que uno está en condiciones<br />

de dirigir o de hacer algo que interese<br />

verdaderamente.<br />

– Yo entro en blanco con la fe, se podría decir, de que<br />

todas esas cosas que uno estuvo leyendo, picoteando,<br />

toda esa historia que viene detrás, me irá resolviendo<br />

los problemas que aparezcan, problemas que te va a<br />

plantear más que nada el actor, el grupo que está ahí.<br />

Es decir, cambia la materia prima con la que uno hace<br />

la elaboración, allí estaría la diferencia. Suponiendo<br />

estas otras figuras monstruosas al lado -los grandes<br />

directores-, lo mío es ser un director que escribe libros<br />

y que, por ahí, en la vida hará uno o dos espectáculos,<br />

pero bueno, esa es la marca que uno lleva.<br />

28 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

EL FUTURO EN LA PERIFERIA<br />

– Te interesan los sucesos en la periferia y te<br />

reservás, además, un lugar periférico; la densidad<br />

de tu escritura es el resultado de un cierto<br />

anacronismo, que es una manera de periferia<br />

temporal, y la complejidad que proponés a la<br />

definición actoral también resulta de una concepción<br />

periférica de comprender el teatro...<br />

– Para responder a eso necesito deslindar periferia de la<br />

marginalidad como un disfraz <strong>del</strong> actor, o de la gente de<br />

teatro. No me gusta la marginalidad en el sentido de<br />

disfraz, porque tiene que ver con todo un folclore. La marginalidad<br />

no es una cosa con la que me sienta cómodo ni<br />

mucho menos. Desde luego, acepto lo marginal como el<br />

mismo impulso que, a nivel temporal, me hace ser anacrónico<br />

en la escritura; eso que recién vos señalabas. Un<br />

escritor viejo -y lo mismo pasa con el teatro- tiene la<br />

paradoja de estar amenazado y de darse vuelta a todo lo<br />

contrario: es justamente esa vejez <strong>del</strong> teatro la que le abre<br />

un futuro. Creo que con la periferia pasa exactamente lo<br />

mismo. Por ahí, en el prólogo a Las piedras jugosas<br />

hablo de la primera impresión que tuve con La cochera<br />

(teatro fundado por Paco Giménez); tuve la certeza de que<br />

en la incomodidad de esa sala para nada acondicionada te<br />

estaban dando lo más importante que había pasado en<br />

años en el teatro argentino, la certeza de que desde esa<br />

periferia estabas en el centro <strong>del</strong> futuro. Es paradójico,<br />

porque uno hace una apuesta mayor a esa periferia porque<br />

sabe que el centro va a estar ahí; hay una certeza de que<br />

esto es lo que permitirá que dentro de unos cuantos años<br />

-a lo mejor no muchos-, la máquina teatral siga andando.<br />

Por eso, a lo mejor, sea una marginalidad muy soberbia. En<br />

los ochenta puteaba con el famoso rollo de la identidad,<br />

<strong>del</strong> teatro de las regiones y todas esas cosas...<br />

– Trampa en la que se cae muy a menudo porque<br />

hay un folclorismo social contagioso, teñido de<br />

obligación y respeto político...<br />

– Es una cierta trampa de palabras donde uno cae a<br />

veces... Me acuerdo que cuando volví de México tenía la<br />

sensación de que había todo un movimiento restaurador -


en parte el teatro político, un poco lo que fue <strong>Teatro</strong> Abierto-<br />

muy alentador, pero también muy afectado de la cosa<br />

regionalista. Se pedía que el teatro fuera regional, que<br />

hablara de temáticas regionales. Lo peor es que uno sabe<br />

que hay un rasgo, como un jirón de verdad en esa demanda,<br />

porque hay una cosa que uno toca como suelo firme o<br />

suelo importante, fuerte y poderoso, pero la palabra con la<br />

que uno lo designa ya está tan cargada de fascismo, de<br />

nacionalismo... Entonces, ¿cómo salir de esa trampa lingüística?<br />

En ese momento yo hablaba mucho de “teatro<br />

situado” en vez de “teatro regional”, porque entiendo al<br />

teatro situado históricamente, no geográficamente. Es hacerse<br />

cargo de una historia y desde ahí hacer un suelo. Lo<br />

que resulta de eso puede ser muy poco reconocible como<br />

lo folclórico o los colores de la patria.<br />

– Así sería el <strong>Teatro</strong> de las dos lunas en la Patagonia:<br />

de pertenencia a una historia más que a<br />

una geografía.<br />

– Cuando fuimos con Las dos lunas al primer Festival<br />

Internacional que hubo en el ‘97 en Buenos Aires,<br />

había mucha gente que había ido a vernos porque figuraba<br />

en el programa como “<strong>Teatro</strong> de la Patagonia”. Ahí<br />

nos encontramos con un tipo que era productor cultural<br />

en San Pablo; terminamos la función y al otro día nos<br />

encuentra en un hall y dice: “Yo fui a ver la obra pensando<br />

cómo sería el teatro de la Patagonia y me<br />

encuentro con un teatro tremendamente informado,<br />

como si hubiera sido hecho en Estados Unidos o en<br />

Europa”. Es decir, lo contrario de la excusa <strong>del</strong> folclore:<br />

“Yo soy simple, soy de la tierra”, como Los Nocheros,<br />

que subrayan la tonada salteña y dicen que hacen choripanes<br />

en un estudio de grabación en Los Angeles;<br />

variaciones sobre el marketing, que le dicen... Porque<br />

el nacionalismo o el regionalismo, cuanto más declamados,<br />

más sospechosos; es como decía Graciela<br />

Ferrari cuando hablaba de los grupos que venían a los<br />

festivales con su obra “típica”, subrayando el color<br />

local: “No hay manera de disimular la ignorancia teatral<br />

que tienen porque con la excusa de que traen lo<br />

regional pasan por auténticos y meten gato por liebre”.<br />

La actitud opuesta a este folclorismo fácil es la que se<br />

puede ver en un trabajo como el <strong>del</strong> tucumano Jorge<br />

Gutiérrez, por ejemplo, o en la música, en una obra<br />

como la de Dino Zaluzzi. Entonces lo que uno asume es<br />

el desafío de que, así estés en el culo <strong>del</strong> mundo, en<br />

Chañar Ladeado o en Amsterdam, el teatro tiene una<br />

historia en el hacer y en el pensar, una historia práctica<br />

y teórica por la que, si no pasaste, tal vez estés haciendo<br />

otra cosa, tal vez no es teatro sino un pasatiempo<br />

para gente que está al pedo o para señoras gordas.<br />

Nos permite pensar no una esencia-teatro, ni el teatro<br />

como si fuera una unidad de sentido histórico, sino tantas<br />

definiciones de teatro como teatros existan. Estoy de acuerdo<br />

con que el esquema geográfico es pobre o intencionado<br />

como nacionalista, patriótico, regionalista; todas esas<br />

son cáscaras, confusiones. Pero hay un teatro de legitimidad<br />

antropológica con una palabra de ritmo propio, con una<br />

cadencia que es un modo de hacer teatro.<br />

A eso me refiero. El tema es el de la traición de las<br />

palabras, por eso digo lo de la identidad críticamente,<br />

porque son cosas que están tan cargadas de otros colores<br />

que no sirven para designar el suelo donde uno se<br />

para y que te cuesta años de construcción minuciosa,<br />

un laburazo tremendo, absolutamente anónimo la mayor<br />

parte <strong>del</strong> tiempo.<br />

– El anonimato, la soledad, el trabajo entre pocos<br />

es muy anti-teatral, cuando el teatro tiene como<br />

condición fundamental la existencia de equipos<br />

y requiere de una interacción permanente.<br />

– Hay que ver la historia <strong>del</strong> teatro: siempre fue construida<br />

por gente que entró desde la locura, entró con cosas<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

29<br />

que no eran teatro. Si no, es como una cosa incestuosa<br />

que se va apagando muy rápido. El teatro no sostiene<br />

como sistema cerrado. Ahora estoy por laburar en un libro<br />

sobre Bob Wilson. De él me atrae mucho cómo subvirtió<br />

la experiencia teatral al trabajar con gente discapacitada,<br />

por ejemplo. Por lo general se piensa que el teatro es el<br />

que va a nutrir a los que andan un poco baldados por la<br />

vida, es decir, el teatro como terapia, cuando en realidad<br />

acá pasa todo lo contrario: es un autista o un sordomudo el<br />

que cambia el teatro y hace que la institución teatral gire<br />

para otro lado. Y eso es muy bueno porque se trata de una<br />

marginalidad que no sólo no es asimilada, sino que cambia<br />

la relación de fuerzas. Creo que eso es lo que hace la<br />

historia; esa gente es la que hizo que esta maquinaria siga<br />

andando y por eso nadie sabe por dónde va a venir la nueva<br />

renovación. Eso es la soberbia marginalidad.<br />

– Pero la condición periférica también puede ser<br />

un concepto multiabarcador que suponga prácticas<br />

y modos de interacción cultural particulares....<br />

– La condición periférica o marginal es, como se sabe,<br />

la persistencia en una zona inarticulada de la práctica<br />

teatral. Si la comparamos con la franja de los grandes<br />

nombres es ejercer un teatro menor, en el sentido en que<br />

Deleuze y Guattari hablaban de literatura menor. Y que no<br />

tiene por qué ser considerado como la antesala o el esforzado<br />

tránsito hacia un teatro consagrado; es perfectamente<br />

posible mantener la propia tarea en la franja en la que el<br />

teatro murmura sin que disminuya en nada el rigor de su<br />

ejercicio; es desarrollar minuciosa y sostenidamente la<br />

propia actividad en estado de manuscrito. Soy el que<br />

todavía llena cuadernos con letra apretada, muchas veces


Grupo Las Dos Lunas (Neuquén)<br />

ilegible, que muy rara vez transcribe en la PC sus notas en<br />

estado de borrador proliferante, y que de vez en cuando se<br />

da a imprimir. Es claro que el teatro murmurante es casi<br />

inconsumible puesto que, parafraseando a Ehrenzweig, el<br />

placer estético sólo se adhiere a las configuraciones canónicas<br />

que en un determinado momento el teatro<br />

consagrado proyecta sobre las formas inarticuladas <strong>del</strong><br />

(mayoritario) teatro periférico. Sin embargo, el teatro cerraría<br />

su historia si no echara mano a lo que trasciende sus<br />

fronteras; la periferia es entonces el centro futuro si, finalmente,<br />

importara alcanzar esa Meca.<br />

LA GUERRILLA POR OTROS MEDIOS<br />

– Aun con ese reconocimiento crítico, hay en vos<br />

una definición de salteñidad, un contenido andino.<br />

– Sí, teatralmente hablando, estuve en Salta en dos<br />

etapas: primero cuando empecé a incursionar en el teatro<br />

y después a mi vuelta de México. Finalmente me fui de<br />

allí muy peleado con mis colegas. Me acuerdo que tuve<br />

amenazas de muerte; no sé si iban en serio, pero en una<br />

última entrevista que me hicieron en Salta aludía a cómo<br />

eso <strong>del</strong> teatro de zarzuela y magia retrasaba la llegada <strong>del</strong><br />

teatro pos-Revolución Francesa a Salta; además, el título<br />

<strong>del</strong> reportaje decía “El teatro en Salta tiene un destino<br />

común: la nada”. Y un productor de ese tipo de espectáculos<br />

me amenazó de muerte. Había estado cinco años ahí y<br />

me di cuenta de que fueron sólo de desgaste.<br />

– ¿Cómo te pusiste en contacto con una mirada<br />

no salteña estando en Salta? Porque veo a Salta<br />

históricamente muy ligada a Córdoba, a Santiago<br />

<strong>del</strong> Estero, a Tucumán, a Cochabamba, hasta<br />

a Ayacucho; en una línea extendible de correspondencia<br />

en todas esas formas de pensamiento,<br />

apartándonos <strong>del</strong> regionalismo romántico, como<br />

una intelectualidad diferente emparentada con<br />

una definición de arte que circula por ahí.<br />

– Seguro, se tiene la impresión de que por allí no ha<br />

pasado todavía la Revolución Francesa, como dije recién.<br />

Quizá uno sea el último en notar la inevitable marca de<br />

pertenencia que lleva y necesita que se la marquen de<br />

afuera, y ahí te das cuenta de que la llevás. Mientras<br />

estás en Salta sos casi yanqui; cuando salís, todo el<br />

mundo se da cuenta de que sos salteño. Yo empecé en el<br />

teatro en una etapa vinculada a la derrota militante de los<br />

setenta, en el ‘77, y casi que pasé <strong>del</strong> PRT (Partido Revolucionario<br />

de los Trabajadores) al teatro que, para mí, era<br />

la guerrilla bajo otra forma, era como seguir combatiendo<br />

pero para adentro. La primera experiencia fuerte que tuve<br />

fue en actuación, con un actor muy talentoso -Cástulo<br />

Guerra, a quien podés ver en papeles menores en películas<br />

como Terminator II o Los sospechosos de<br />

siempre-, que vivía en Nueva York desde el año ‘62 y a<br />

quien, como seguía teniendo su familia en Salta, Claudio<br />

García Bes -mi primer director, en esa época a cargo <strong>del</strong><br />

teatro universitario- le había pedido que diera un taller<br />

cuando fue allí de vacaciones, en julio <strong>del</strong> ‘77.<br />

– De Salta a Nueva York, una relación rara.<br />

– Sí, él era salteño y ya antes de irse era un actor formado<br />

-había estudiado y trabajado en Tucumán -, pero venía con<br />

toda la cosa de la vanguardia neoyorquina, que era muy fértil<br />

en ese momento, y nos sacudió; era un cacho de oxígeno<br />

que venía así de golpe; muy fuerte para alguien como yo que<br />

30 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

además era físico, que había pasado mi vida entre ecuaciones,<br />

viviendo <strong>del</strong> cuello para arriba. Ahí confluían todos los<br />

deseos y tentaciones de años anteriores.<br />

– ¿Cómo es el clivaje exacto de un chico que<br />

hace su proyecto profesional y entra a física pero<br />

engancha simultáneamente con el teatro? ¿Cómo<br />

llegás a esa cultura teatral?<br />

– El bicho me picó en el secundario; durante la vida<br />

universitaria había uno que otro taller. Qué curioso lo que<br />

va a aparecer acá... Yo estaba inscripto en filosofía, estudiando<br />

simultáneamente ingeniería química, y me asomaba<br />

por algún taller teatral convocado por otros alumnos de<br />

filosofía. Era una cosa muy amateur, con gente que quería<br />

trabajar sobre Stanislavski. Eso duró unos meses. Después<br />

ya seguía con lo mío, estudiando, laburando, y -esto<br />

es lo curioso en términos de coincidencias- en el año ‘74<br />

apareció Mary Bluno que fue a dar un taller en torno a la<br />

creación colectiva. Tengo los libros comprados en ese<br />

momento, compré también Artaud... Yo estaba en épocas<br />

fuertísimas de semi-clandestinidad, como docente de<br />

matemáticas en una escuela rural, una época peligrosísima,<br />

jugada, riesgosa. Y ese año vi Contratanto, una<br />

función <strong>del</strong> LTL (Libre <strong>Teatro</strong> Libre, de Córdoba) y me voló<br />

la cabeza; dije “¡La puta! ¡Qué polenta!”. Además, yo<br />

docente y viendo Contratanto, una obra que justamente<br />

trataba de la educación. Era, claro, una situación fuertísima,<br />

muy marcante. Pero Mary Bluno pasó también<br />

fugazmente por Salta y, aunque dejó gente que quería<br />

seguir con la cosa, tampoco tuvo continuidad, no había<br />

una cabeza que pudiera llegar a conformar de eso un grupo.<br />

– Una definición artística latinoamericana: la<br />

maestra itinerante que, si bien no desarrolla un<br />

programa, deja una marca, siembra algo que<br />

permanece; porque los exilios, las persecuciones,<br />

la muerte interrumpen los procesos y hay<br />

que hacer todo ya, porque mañana no sabés.<br />

– Me acuerdo de los ejercicios que hacíamos con Mary,<br />

el lugar, cómo era, como si fuera la semana pasada...<br />

Después, mucho tiempo más a<strong>del</strong>ante, cuando escribí<br />

sobre el LTL, reconstruí ese tipo de teatro casi vivencial


mente porque esos ejercicios que hacía es lo que quedó en<br />

mí como en stand-by profundo. Y eso que fue en el ’74... La<br />

experiencia de ver el LTL fue muy marcante. No veía<br />

teatro, llegaban muy pocas cosas a Salta o no me enteraba.<br />

Incluso Cástulo -que fue para mí como el primer formador<br />

más estable, más fuerte, más definitivo- había presentado<br />

un unipersonal en otra de sus visitas, en el año ‘76, y<br />

recién lo conocí en el ‘77 con esta experiencia más directa<br />

vivida en primera persona, casi escindida de la situación<br />

de espectáculo. Me acuerdo que el día que le hicimos la<br />

despedida, una cena en un restorán muy de barrio, muy<br />

lejos <strong>del</strong> centro que tenía un piso arriba, salimos y la cana<br />

nos agarró a todos, nos puso contra la pared, pidieron los<br />

documentos porque éramos más de tres. Esas situaciones<br />

reforzaban para mí la noción de dónde estaba el teatro, mi<br />

teatro: nunca perdí de vista que seguía siendo lo mismo<br />

que me había llevado a esas incursiones por la militancia<br />

dura, y dije “Bueno, ando salvando el pellejo, tengo que<br />

terminar unas cuantas cosas y me voy <strong>del</strong> país lo antes<br />

posible, a buscar la continuidad de esta peste, de esta<br />

enfermedad”. Esta marca a la que veía como definitiva, y<br />

ya en Salta tenía poco que hacer.<br />

– Es todo un principio de desarrollo ético, porque<br />

esa concepción existencial es la marca más fuerte<br />

de la lectura trotskista.<br />

– Sí, sigue siendo la guerrilla por otros medios. Ahí hay<br />

una ética, la de la militancia dura, que es fundante y que<br />

después se disfraza de otras modalidades, de otros estilos<br />

y búsquedas. Pero además pensaba lo distinto que fue el<br />

ERP (Ejército Revolucionario <strong>del</strong> Pueblo) de los Montoneros;<br />

a veces se los mete a todos en una misma bolsa pero<br />

por ahí pasaba también una ética muy distintiva, muy de<br />

intransigencia; nada que ver con el populismo. Lo que<br />

hablábamos recién: una manera de situar cierta lucha o<br />

cierto combate sin el color local que se espera que eso<br />

tenga, sin el folclorismo nac and pop.<br />

Ese origen aparentemente tan alejado <strong>del</strong> teatro, que<br />

después se siguió canalizando por el lado de la dirección<br />

de una manera bastante accidental porque mi interés era<br />

ser actor, da para más de un punto de contacto. Y, de<br />

hecho, esa experiencia iniciática me pasó por el cuerpo<br />

antes que nada; después seguí haciendo en Salta un par de<br />

experiencias como actor con García Bes, luego me fui a<br />

México, pero tenía la sensación de que el rol de director<br />

no me cabía en lo absoluto; me parecía que no era eso lo<br />

que pretendía. Después, el hecho de asumirme casi como<br />

un autodidacta, de tener que ir tomando de aquí y de allá<br />

en una formación completamente asistemática y, como<br />

siempre sucede, esa instancia de decir “Bueno, me voy a<br />

poner a enseñar a ver si aprendo más”, me fueron metiendo<br />

de a poco en tener que manejar, conducir un grupo. Es<br />

decir que, sin querer, ya me vi poniendo en escena una<br />

obra, siempre como a título de ver hasta qué punto servían<br />

ciertas intuiciones en lo actoral y en lo técnico.<br />

La primera experiencia como director fue hecha en estos<br />

términos en México; estaba trabajando sobre la posibilidad<br />

de desarrollar una técnica de improvisación que<br />

permitiera la aproximación al texto escrito y tomé, a modo<br />

de ejemplo, Saverio el cruel. Era un grupo de actores<br />

mejicanos haciendo arte; eso era bastante raro en la UAM-<br />

Iztapalapa (Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad<br />

Iztapalapa), donde yo estaba haciendo una maestría en<br />

Filosofía de la Ciencia. En ese momento no lo veía como<br />

algo definitivo; me parecía que tenía que volver luego a la<br />

actuación, pero después, a lo largo de la década <strong>del</strong> ochenta,<br />

ya se fue haciendo cada vez más irreversible; creo que la<br />

última vez que actué fue en el ‘87. Ahora veo que las<br />

marcas de la periferia son constantes.<br />

Esa búsqueda fue teniendo después ciertos contenidos<br />

que ya habían comenzado a desarrollarse en una serie de<br />

líneas de trabajo que, en el año ’97, se cortaron porque el<br />

grupo Las dos lunas, con el que trabajaba en Río Negro, se<br />

fue a España. Luego fue muy complicado reconstituir un<br />

espacio; ellos están allá, separados; unos en Cádiz, otros<br />

en Madrid. La posibilidad de continuar una línea de búsqueda<br />

acá la estoy tomando con la gente de Río vivo,<br />

Alejandro Finzi y Javier Santanera. Estoy tratando de reconectarme<br />

con esa búsqueda interrumpida en el ‘97, que<br />

tiene que ver con un teatro que a veces llamo hiperrealista<br />

porque no encuentro otra palabra mejor; es decir, la explo-<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

31<br />

ración de la frontera entre teatro y no-teatro, o lo que está<br />

alrededor, donde esa situación ritualizada <strong>del</strong> espectáculo<br />

se torna muy dudosa, muy flexible.<br />

LA TRAMA CERRADA<br />

– Entonces, frente a esta multiplicidad de formas,<br />

¿cómo explicás tu manera de ser director?<br />

– Soy, en lo que me concierne, un director irregular que<br />

deja sus trabajos en diversos grados de conclusión o de<br />

buen cierre. Es una práctica inseminadora que se vuelca<br />

tanto en un taller de tres días como en la escritura de un<br />

artículo, como en una obra estrenada que luego sigue su<br />

derrotero soltada de la mano <strong>del</strong> director, o acompañada<br />

por él durante dos o tres años. En suma, es un modo de<br />

dirigir que acoge los azares de la perdurabilidad y los<br />

efectos impredecibles <strong>del</strong> propio trabajo, dando lugar a un<br />

trazo irregular y multiforme sobre el que no debería pesar<br />

la culpa de lo inconcluso. Ese trazado deseante se vuelca,<br />

indistintamente, en el escenario o en la página.<br />

– Aplicás el concepto de teatralidad difusa de<br />

Dauvignaud, que también usa Marco de Marinis.<br />

¿Te parece que la barrera que hizo la<br />

semiótica desdibujó la función de las otras ciencias<br />

sociales, en particular la de la sociología?<br />

– Volvemos un poco al tema de las trampas que nos<br />

pueden tender los términos. Este hiperrealismo al que me<br />

refiero no es el teatro invisible, no es la cosa que se funde<br />

con la vida cotidiana en el sentido de que no se sabe si<br />

ésos son actores o si está preparado como una situación<br />

preconcebida; tampoco es una cosa de la participación <strong>del</strong><br />

público, como se entendía en los sesenta el teatro partici-


pativo. Por el contrario, y casi paradójicamente, es un<br />

teatro minuciosamente elaborado a nivel dramatúrgico que<br />

produce una entrada <strong>del</strong> público completamente imperceptible,<br />

donde la duda se genera en el que mira al<br />

compañero que está ahí sentado -que aparentemente es<br />

parte <strong>del</strong> público, que entró con él y de quien, por el<br />

suceder dramatúrgico, nunca podrá decir si es un actor o<br />

no-, pero también se genera en el que está sentado, porque<br />

tampoco sabe si éste que está mirando forma parte o no<br />

<strong>del</strong> espectáculo. Cualquier cosa que haga o diga el desprevenido,<br />

el inocente, es asimilable inmediatamente a la<br />

trama de una forma para nada obstaculizadora sino todo lo<br />

contrario, más bien enriquecedora; se trata de construir un<br />

entramado de orden dramatúrgico tal que permita ese aprovechamiento<br />

omnívoro de todo lo que sucede; es todo lo<br />

contrario de una matriz o de un tejido vago. No podría<br />

pensar que cuanto más laxo sea más asimilado va a ser;<br />

es todo lo contrario: es tan cerrada la trama que permite<br />

que todo quepa. Esa es la paradoja de este planteo.<br />

– Una trama cerrada no dejaría tanto salir como<br />

entrar tales cosas...<br />

– Claro, forma parte de estas paradojas que pertenecen<br />

a otros terrenos. Lo notable es que con el trabajo que<br />

desarrollamos con Las dos lunas durante ocho años todos<br />

tenían una información dramatúrgica compartida; todos<br />

éramos igualmente competentes en ese tipo de tareas que<br />

normalmente se <strong>del</strong>egan en un especialista. Esa escritura,<br />

esa condición <strong>del</strong> actor que se está metiendo en un terreno<br />

para el que tradicionalmente no se lo prepara, es lo que<br />

permite esa modalidad de búsqueda que quiero reencontrar<br />

ahora con Javier, el actor de Río vivo <strong>del</strong> que te hablé,<br />

después de venir trabajando con él desde el ‘94 en condiciones<br />

de horizontalidad, de ir resolviendo el problema de<br />

a dos. Mi tarea de director no es en absoluto estar un paso<br />

más a<strong>del</strong>ante. Esta es la línea que quiero retomar y volver<br />

a poner en curso este año. Pero, si uno trata de abordarlo<br />

con más detalle, quizá tampoco veo la diferencia entre el<br />

trabajo de escritorio o de investigación, la escritura y la<br />

dirección. Por ahí me meto en problemas porque me estoy<br />

prometiendo volver a la dirección y no sé si alcanzará el<br />

tiempo.<br />

Ahora terminé este libro pero tengo dos más encima:<br />

uno que estoy haciendo a partir de las clases de Rosario,<br />

donde dicto dos materias. Me propuse convertir en<br />

libro a la primera que di -Problemática de la técnica de<br />

la actuación- y pensé que sería un trámite porque ya<br />

tenía los apuntes de clase, pero me di cuenta ahora de<br />

que la escritura en limpio me reclama una elaboración<br />

muchísimo más densa, más profunda y completamente<br />

paralela a Las piedras jugosas. Es como si este<br />

texto que estoy escribiendo ahora fuese una vuelta de<br />

tuerca más al planteo teórico que hago alrededor de lo<br />

que es un actor y lo que es un director, pero con mucho<br />

más detalle, más precisión, con muchas cosas de las<br />

que después me fui arrepintiendo de haber escrito <strong>del</strong><br />

modo en que salió para Las piedras...; cosas que<br />

podría haber tomado de otra forma. Lo mismo me pasa<br />

con las clases: me arrepiento después de que las dicté;<br />

después quiero hacerlas distintas... Y el otro libro,<br />

que me comprometí a escribir para una colección que<br />

dirige Jorge Dubatti, es sobre Bob Wilson y me parece<br />

fundamental para ahondar en el tipo de preguntas que<br />

me dejó flotando Las piedras...; me va a terminar de<br />

comer el tiempo que en principio pensaba dedicar a la<br />

dirección. En fin...<br />

– ¿Cuáles son las fuentes más importantes para<br />

ese libro sobre Bob Wilson?<br />

– Casi no hay bibliografía en castellano, ese es uno<br />

de lo problemas. Exige un laburo de traducción paralelo<br />

a la escritura que puede llevarme mucho tiempo; al<br />

tener en parte cierto carácter divulgatorio, más que<br />

nada tengo que visitar todo el corpus clásico que ya<br />

hay, sobre todo en inglés, pero a la vez quiero ligarlo a<br />

mi investigación sobre lo perverso en el teatro. Tomando<br />

como ejemplo a Wilson, pretendo situar ahora como<br />

una poética esto que en Las piedras... sería una ética<br />

sacrílega. Más a<strong>del</strong>ante, y en el mismo sentido, me<br />

gustaría trabajar sobre Kantor.<br />

ÉTICAS PARA ENTENDER AL ACTOR<br />

– Así como hay una ética canónica y una ética<br />

sacrílega, también hay una estética oficial y<br />

32 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

una estética que se constituye fuera de ese<br />

programa.<br />

– De hecho es un terreno muy complejo de intersección<br />

de campos. Yo encontré en este momento tres<br />

áreas posibles para la ética <strong>del</strong> actor. Esto estaría<br />

relacionado con el hecho de que lo primero que Stanislavski<br />

escribió sobre teatro no fueron libros técnicos<br />

sino un libro sobre ética, que no llegó a publicar, que se<br />

llamaba El libro de cabecera <strong>del</strong> actor. En cierto<br />

modo, él lo consideraba como un pre-requisito, pero es<br />

un libro un poco engañoso porque está plagado de consejos<br />

<strong>del</strong> tipo de “No llegar tarde a la clase ni a los<br />

ensayos”, ese deber ser grupal que pareciera más un<br />

discurso moral. Si se lo lee entrelíneas, se nota que en<br />

el fondo lo que él trata de hacer es crear un ámbito de<br />

protección, un ethos en torno a la conservación <strong>del</strong><br />

deseo <strong>del</strong> actor. Ya en libros posteriores, en algún momento<br />

dice que lo más difícil es provocar la tensión de<br />

la creación, la tensión creadora, y que lo más fácil es<br />

quebrarla; es muy <strong>del</strong>icado, es como hacer una especie<br />

de cerco protector alrededor de ese impulso que<br />

nace a veces en un primer día de ensayo -que puede ser<br />

una imagen o lo que sea- y preservarlo a lo largo <strong>del</strong><br />

proceso para que dé frutos. En el fondo, esa ética remite<br />

a la pregunta de cómo reorganizar la propia vida para<br />

que lo que fue un impulso de creación no termine siendo<br />

un coitus interruptus o se apague al poco tiempo; y<br />

por eso insisto en la idea de mantener la llama olímpica<br />

cruzando toda la pista hasta que llegue al final. Y<br />

ahí aparece la voz <strong>del</strong> amo, la famosa “master’s voice”,<br />

que es la provocación; es una palabra ligada a lo<br />

vocal, a la vocación, al llamado, casi al imperativo, a<br />

la “voz interior” que en realidad está muy fuera de uno.<br />

Y a eso que te mantiene en vida, darle un hilo. Por eso<br />

trabajo sobre las éticas que me parecen importantes<br />

para entender al actor, no sólo como un técnico, no sólo<br />

como el que sabe hacer.<br />

Tomo estos tres mo<strong>del</strong>os que te mencioné de un previo<br />

recorrido por Foucault y sus trabajos sobre la ética de la<br />

subjetivación. Pero, después de recorrer sus últimos escritos,<br />

veo que hay un punto que tengo que empezar a


trabajar: abordar aquello que destruye el intento de gobierno<br />

de sí -que para Foucault sería propio de una ética de la<br />

subjetivación a la manera de los antiguos griegos o los<br />

romanos -, y ahí los mo<strong>del</strong>os que encuentro vienen <strong>del</strong><br />

psicoanálisis. Me refiero a las estructuras que en un momento<br />

dado Lacan llama clínicas y son las tres maneras<br />

en que el sujeto se estructura frente al Otro: o sos trasgresor<br />

de la ley <strong>del</strong> Otro o un obediente incondicional de la<br />

ley <strong>del</strong> Otro, o hacés como si el Otro no estuviera, el Otro<br />

absolutamente trascendente. Y ahí encuentro esto que<br />

llamo las éticas sacrílegas -la identificatoria y la iniciática-,<br />

en conexión con esas estructuras que clínicamente<br />

serían la perversa, la histérica y la obsesiva. Esto es nada<br />

más que el campo <strong>del</strong> actor, está dentro <strong>del</strong> orden de las<br />

experiencias <strong>del</strong> actor. Por otro lado están las poéticas<br />

directoriales con las que eso se va a cruzar y que van a<br />

determinar, en definitiva, qué sale después en el espectáculo<br />

y frente al público. Sobre el director pesa también la<br />

cuestión de dónde pone su autoridad, de cómo conduce, y<br />

ahí aparece el problema <strong>del</strong> discurso: cómo dice las cosas,<br />

cómo da las consignas. Además de todo esto, estaría<br />

la intervención <strong>del</strong> dramaturgo. Entonces no hay ninguna<br />

posibilidad de causalidades unívocas, ni de poder dar<br />

explicaciones lineales de nada; el panorama se complica<br />

de una manera exponencial a medida que se va incorporando<br />

gente o funciones.<br />

– Mencionás el tema <strong>del</strong> discurso <strong>del</strong> director,<br />

<strong>del</strong> habla como una tarea fundamental que define<br />

la dirección...<br />

– Es el tema de la “manipulación”, pero también de<br />

cómo el director se queda enganchado en un momento<br />

dado en algo de lo que no puede salir demasiado indemne,<br />

y que relativiza toda idea de conducción directorial como<br />

un acto de poder unilateral; es una manera de conducir al<br />

otro que para nada te deja a salvo, no te da ninguna clase<br />

de jerarquía. Obviamente estamos pensando en un teatro<br />

que no es el teatro comercial, son otros parámetros.<br />

La dramaturgia, cuando no es prexistente y se liga al<br />

actor como unidad de producción deseante, supone también<br />

al director como otra unidad deseante, desligado de<br />

la tradición de autoridad que la dirección supone, de ese<br />

lugar de control ideológico y político.<br />

Pongo en mi último libro como ejemplo el testimonio de<br />

dos bailarinas que trabajaron con Bob Wilson que dicen<br />

diametralmente lo contrario frente a lo que, visto desde<br />

afuera, sería un caso extremo de autoritarismo directorial.<br />

Es decir, uno, mirando como un testigo la forma en que el<br />

director trata al actor, puede equivocarse mucho con cuál<br />

es la naturaleza de ese poder, con hasta qué punto no es<br />

unidireccional sino que tiene una reversibilidad.<br />

ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE<br />

– Como interventor desde el habla en esa construcción,<br />

el director estaría en una línea edípica,<br />

muy clásica, paternalista cuando acciona el artefacto<br />

de deseo <strong>del</strong> actor. Sin embargo, los<br />

actores van a esperar y tienen que esperar el<br />

habla porque es una función <strong>del</strong> director, es un<br />

rol que le está adjudicado.<br />

– El actor en realidad tiene Dos Otros, así con mayúscula:<br />

uno es el maestro y el otro es el director. A<br />

veces puede ser la misma persona pero, aún en esos<br />

casos, uno nota que hay un tránsito en el proceso de<br />

ensayo. En el caso de Paco (Giménez), por ejemplo,<br />

ese tránsito aparece en la imperceptible transición entre<br />

el taller y el ensayo, en el estar pensando en un espectáculo<br />

ya desde los primeros ejercicios; entonces, el<br />

rol <strong>del</strong> maestro se parece más al de una madre, interviene<br />

mucho más desde el cuerpo, sobre todo en el<br />

caso de Paco que hace los ejercicios junto con los<br />

alumnos. Porque aunque existe toda una direccionali-<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

33<br />

dad, toda una cantidad de elementos separadores de<br />

por medio, hay también, y sobre todo, una generación<br />

de un clima de confianza, de angustia mínima y de<br />

posibilidad de autorizar al otro y de que el otro se<br />

autorice a hacer cosas.<br />

– Una erótica de la dirección...<br />

– Exactamente. O sea que hay una situación más parecida<br />

a la de otro/madre y, a medida que va progresando el<br />

trabajo van siendo cada vez más rigurosas las intervenciones<br />

<strong>del</strong> director; poco a poco se va notando que aparece el<br />

Otro, que ya empieza a soplarnos la nuca y que, sabemos,<br />

es el público que nos espera sin saberlo. Y ahí también<br />

cambian las cosas, tanto en cuanto a la vivencia actoral<br />

como a los modos operativos <strong>del</strong> director.<br />

– El tejido se va cerrando, puedo entender un<br />

poco más la relación director/escritura como<br />

una necesidad de fijar y de contar con otro terreno<br />

de autorización; en toda relación sexual hay<br />

más de dos...<br />

– Hay siempre por lo menos tres.<br />

– Unidad de deseo actor y unidad de deseo director:<br />

para que haya tales unidades de producción<br />

deseante tiene que estar siempre el otro, el otro<br />

es quien va a determinar y quien dictará ese desarrollo<br />

<strong>del</strong> deseo porque aun el actor, si no está<br />

requerido, no está convocado, no está siendo<br />

deseado.


Grupo Las Dos Lunas (Neuquén)<br />

– Según los momentos. Acá aparece esto vinculado a lo<br />

que hablábamos recién: la casi maternidad <strong>del</strong> maestro<br />

frente a la casi paternidad <strong>del</strong> director, pero también aparece<br />

la pregunta de en qué se funda el deseo. A partir de<br />

Freud, esa noción da para muchos desarrollos; de ahí<br />

Lacan va a tomar una vía posible, va a hacer <strong>del</strong> Otro con<br />

mayúscula alguien imprescindible para la constitución<br />

<strong>del</strong> sujeto. Ahora bien, ese deseo lacaniano, soportado en<br />

la falta <strong>del</strong> Otro, funciona ajustadamente como descripción<br />

<strong>del</strong> deseo neurótico pero tiene muchos problemas<br />

para ser aplicado al “deseo <strong>del</strong> artista”, para decirlo de<br />

alguna forma. Esta objeción se vincularía a corrientes<br />

como la de Deleuze o Lyotard, donde se critica fundamentalmente<br />

el deseo engendrado por una negatividad, por una<br />

falta de ser; para ellos, el deseo es una fuerza positiva que<br />

no necesita <strong>del</strong> Otro castrador para existir -”¿Cómo se<br />

puede hablar de prohibición cuando el inconsciente ignora<br />

completamente la negación como operación lógica?”, se<br />

preguntaba Lyotard-; en realidad, lo que el sujeto necesita<br />

son buenas cañerías para que el gas a presión que brota de<br />

la caldera <strong>del</strong> cuerpo no quede bloqueado.<br />

– No se trata, por lo tanto, de lo que me falta, sino<br />

de aquello con que cuento...<br />

– Claro y creo que entre estos dos conceptos de deseo<br />

se juega el proceso, porque en un momento dado la obra sí<br />

se empieza a neurotizar, sobre todo cuando hay que mos-<br />

trarla al público, y la ley empieza a pesar muy fuerte, aun<br />

en un mo<strong>del</strong>o de trabajo como el de Paco Giménez, próximo<br />

a esa visión <strong>del</strong>euziana de la que te hablaba. En el<br />

caso de Paco, es clave el modo en que va dando las<br />

consignas en los ejercicios. Ahí se podría tomar como<br />

clave su concepto de trinidad, porque la idea de trinidad es<br />

precisamente una manera concreta de proponerle al actor<br />

una “máquina deseante” -o las piezas de una máquina<br />

deseante en vías de construcción-, que no sólo se compone<br />

de flujos sino también de cortes, como decía Deleuze.<br />

No son cortes sintácticos que apunten desde el comienzo<br />

a construcciones legibles para el público, a cadenas de<br />

acciones significativas; creo que es más bien una puntuación<br />

primaria, mínima, que permite continuidades y a la<br />

vez corta, dejando simultáneamente un tercer punto como<br />

línea de fuga. Creo que esa trinidad -que él utiliza como<br />

una forma de intervención, de débil coerción para que el<br />

otro penetre en el mundo actoral pero no de manera castrante,<br />

bajo la ley de la palabra ni bajo la ley <strong>del</strong> significante<br />

entendido lacanianamente, sino más bien como construyendo<br />

esas máquinas deseantes que permiten flujos y<br />

cortes a la medida <strong>del</strong> individuo- es uno de los grandes<br />

hallazgos de Paco. Lo que las trinidades permiten, sobre<br />

todo cuando se empiezan a articular y a formar rizomas,<br />

son máquinas deseantes colectivas, por así decirlo. Creo<br />

que esto es lo que más pesa en la poética de Paco y, aun<br />

34 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

cuando después vienen los momentos de empezar a recortar<br />

y a poner la obra más en forma para mostrarla al<br />

público, el proceso no termina; el flujo y los cortes siguen.<br />

En ese sentido, Oh! (obra dirigida por Paco Giménez<br />

estrenada en 2002) me parece que retoma la historia de La<br />

cochera como un capítulo más de algo a lo que ya hemos<br />

sido invitados a participar, porque existe el mismo lenguaje<br />

común, una estética cocheril. Y acá aparece otra historia<br />

respecto <strong>del</strong> director/maestro: cuando decís director/maestro<br />

estás marcando el lugar <strong>del</strong> enseñante de una operación<br />

concreta que está sucediendo, y que puede tener como<br />

objetivo un espectáculo. Pero una cosa es enseñar y otra<br />

aprender -son dos procesos bien diferentes-, y acá enseñar<br />

y aprender es crear aunque también se constituyen como<br />

cosas diferentes. Porque el enseñar y el aprender están<br />

afectados por una condición reproductivista -la escolar clásica-:<br />

siempre que alguien dice que es un maestro uno se<br />

dispone a aprender, pero cuando alguien dice que es director,<br />

uno se dispone a crear a partir de una propuesta.<br />

Alguien decía que en el teatro no hay enseñanza, sólo<br />

hay aprendizaje. En el caso de la dirección, -salvo que se<br />

instale esto como una carrera institucionalizada- el aprendiz<br />

aparece primero en el rol de asistente de dirección; es<br />

alguien que mira la escena desde el mismo lado que el<br />

maestro: el asistente está acá, al costado, y el director<br />

hace cosas y el otro toma nota, ve... pero el maestro no le<br />

quiere enseñar sino que el discípulo debe aprender aun de<br />

aquel que no tiene ganas ni capacidad sistemática para<br />

enseñar. No es como en el caso <strong>del</strong> actor y el director, a<br />

los que uno imagina en un vínculo frontal. Si se quiere, es<br />

una formación perversa que da la espalda o finge mirar<br />

para otro lado. Creo que esta pregunta tiene mucho que ver<br />

con esa mitología en torno a Paco de que él no forma<br />

actores; todo el mundo tiene la sensación de una dependencia<br />

con respecto a él que algunos toman como buena y<br />

otros no. Pienso que es también parte de una mitología.<br />

Hay, por supuesto, una escuela de La cochera de gente que<br />

no necesariamente persistió como actor ni en situación de<br />

dependencia con los laburos que propone Paco, sino que<br />

buscó su propia vía, y, sin embargo, lo sigue revindicando<br />

y reconociendo como el maestro.


Paco Giménez / Córdoba<br />

En busca de un teatro que no se parece al teatro<br />

Por Cipriano Argüello Pitt *<br />

Para Paco Giménez, el teatro es un espacio para la experimentación<br />

donde todo es posible a partir <strong>del</strong> deseo. Su trabajo<br />

propone quitar los moldes de una forma de actuación y para<br />

“hacer un teatro que no se parezca al teatro”. Por eso prefiere<br />

compartir la tarea con actores que no se parezcan a los actores.<br />

Esa óptica que lo aleja de lo convencional es parte <strong>del</strong> extrañamiento<br />

que atraviesa sus obras. Giménez asegura que sus ideas<br />

le llegan “sopladas” de alguna parte y que su labor busca develar<br />

aquello que sus actores traen consigo. Sus obras combinan<br />

problemas <strong>del</strong> teatro contemporáneo y enlazan lo autobiográfico<br />

propio de los actores con la representación, dentro de una<br />

dramaturgia sustentada en lo que se revela.<br />

Giménez nació en Cruz <strong>del</strong> Eje, Córdoba, en 1952. Es licenciado<br />

en teatro, egresado de la Universidad <strong>Nacional</strong> de Córdoba y fue<br />

director de uno de los grupos emblemáticos de la década <strong>del</strong> 70,<br />

La chispa. Luego <strong>del</strong> exilio en México, durante la última dictadura<br />

militar, regresó al país con la apertura democrática y fundó el<br />

teatro La cochera y, desde comienzos de los 90, dirige en Buenos<br />

Aires el grupo La noche en vela, espacios en los que, conjuntamente<br />

con sus actores, desarrolla una poética que se distingue<br />

por una marca muy personal. Aunque es difícil establecer principios<br />

unívocos en esa poética, debido a que la labor de Giménez<br />

está vinculada con los grupos que conduce, la fragmentación, el<br />

eclecticismo y lo insólito son los valores que se repiten.<br />

* Cipriano Argüello Pitt es licenciado en teatro de la Universidad de<br />

Córdoba, docente, actor y director.<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

35


COMPARTIR UN GRUPO<br />

– La primera pregunta es amplia y quizás un poco<br />

absurda, pero me parece que valdría la pena<br />

pedirte que describas cuáles son las características<br />

generales, los elementos constitutivos de tu<br />

metodología de trabajo.<br />

– Como trabajo fundamentalmente con actores conocidos,<br />

soy parte y testigo de cómo va evolucionando el<br />

grupo, cómo es esa vida grupal, qué es lo que va pasando<br />

y qué es lo que me va ocurriendo a mí. Lo que me va<br />

sucediendo en el tiempo es distinto de lo que les va<br />

sucediendo a ellos. Soy testigo de cómo la gente va creciendo<br />

- no en el sentido de pasar de joven a adulto sino de<br />

cómo va pasando el tiempo -, de cuáles van siendo las<br />

inquietudes; rescato de qué se habla, qué es lo que gusta<br />

y cómo se va llevando esa vida. Y tengo en cuenta las<br />

apetencias teatrales que se van conformando a partir de lo<br />

que ya hice o de lo que tengo ganas de hacer, lo que ya no<br />

quiero hacer más, aquello en lo que quiero seguir insistiendo<br />

o lo que quedó como deuda. Es una combinación de<br />

todo eso. Propongo una idea que está muy enraizada en<br />

ese proceso personal mío y en la vida de mis actores, en<br />

la vida que llevo con mis actores.<br />

Suelo proponer un material que adrede no conozco profundamente<br />

sino <strong>del</strong> que tengo sólo alguna intuición, y<br />

decido conocerlo a medida que lo van conociendo los<br />

demás. Como son los actores los que tienen que encontrar<br />

un motivo para actuar, son ellos los que fundamentalmente<br />

escarban en ese material, porque tienen que sacar alguna<br />

idea o algo para accionar. De esa manera voy conociendo<br />

el material a través de ellos, según lo que les va interesando.<br />

A veces puedo pedir que miren determinada cosa<br />

o, si no hay mucho interés o una lentitud en el proceso, los<br />

apuro un poco porque me apuro yo, empiezo a ver el índice,<br />

los títulos... Pero esto no es algo estudiado, es algo que<br />

aparece, como una señal. Y así voy entregando ese material<br />

y ellos lo escarban por donde sea, lo dan vuelta o<br />

incluso lo confunden, lo mezclan; y como no son los<br />

responsables <strong>del</strong> proyecto - en el sentido de que no saben<br />

qué se hará con eso-confían en mí, trabajan con el material<br />

como a tontas y a locas.<br />

– Sin prejuicios...<br />

– Lo que sí crece a veces es el tipo de prejuicio teatral,<br />

porque se lo encara de una manera conocida o convencional<br />

y ahí es donde me encargo de dar vuelta o de proponer<br />

una manera muy extrapolada, muy rara. Por ejemplo, en<br />

Intimatum (obra estrenada en octubre de 2002), en lugar<br />

de extraer una escena, estudiar la letra y decirla, lo que<br />

había que hacer era convertir todo, traducir todo en una<br />

confesión a los animales, a los perros. Durante mucho<br />

tiempo no se logra algo potente, porque ellos no saben<br />

cómo hacerlo y les resulta muy complicado. Entonces son<br />

apenas unas pequeñas aproximaciones hasta que se va<br />

conformando de a poco.<br />

– ¿Cómo es el primer día de trabajo?<br />

– Suelo contar lo que a mí se me ocurrió. Entrego libros<br />

que he conseguido o comprado, se descubre que alguien<br />

ya lo conocía y eso es interesante. Por ejemplo ahora, con<br />

La República (espectáculo en preparación en el teatro La<br />

cochera, con estreno previsto para septiembre de 2003)<br />

aparece un actor que era lector en secreto de cosas de<br />

filosofía. Cada nueva experiencia de trabajo devela nuevos<br />

protagonismos, porque hay algunos que se destacan<br />

más, porque alguien está más cerca. Eso me gusta, pero<br />

pasa un tiempo hasta que ocurre y la gente descubre lo<br />

bueno de eso.<br />

Sería más fácil entenderlo como un trabajo profesional,<br />

de roles. Romper esto es muy difícil porque mi modo de<br />

36 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

trabajo abisma mucho a cualquier actor; parece que siempre<br />

tenemos que empezar como si no hubiésemos<br />

aprendido nada de lo anterior. Llega un momento en el que<br />

los voy colocando como en renglones, los voy ubicando,<br />

voy componiendo, hasta que todo esa fragmentación que<br />

se ha ido logrando conforma un circuito orgánico.<br />

FRAGMENTOS DE UNA UNIDAD<br />

– Considerando esta idea de lo orgánico, ¿qué es<br />

lo que tomás para que lo fragmentario deje de<br />

serlo?<br />

– Tengo que descubrir... Es como el oficio de un plomero<br />

o de un electricista que sabe leer los signos de un problema.<br />

La intención es descubrir en el material lo que esté<br />

indicando continuidad, lo que está pidiendo o sugiriendo<br />

prolongación. Entonces voy uniendo, voy armando guiones<br />

alternativos, y si no funcionan los vuelvo a armar, los<br />

doy vuelta.<br />

– ¿A que te referís cuando decís que “no funciona”?<br />

– Es como cuando a la gente le queda mal una ropa o<br />

alguien está incómodo y dice: “No, yo así no voy a ninguna<br />

fiesta, me muero de vergüenza”. Es una sensación, una<br />

cosa afectiva; la escena era linda y de pronto se amortigua<br />

porque está al lado de algo que no le corresponde.<br />

– Pero aun así, lo fragmentario es muy importante<br />

en tu teatro.<br />

– Eso me ha estado preocupando porque leí un articulo<br />

donde (Rubén) Szchumacher habla en contra de lo fragmentario,<br />

pero al mismo tiempo dice que estamos en una<br />

época en la que no hay que tener prejuicios, hay que dejar<br />

hacer y que suceda todo. Creo que no hay otra que lo<br />

fragmentario. En mi teatro es la única posibilidad. Cuando<br />

la gente es diferente y no se puede confluir en una unidad<br />

porque si lo hacés estás haciendo política; y si hacés


política, algunos son de tu bando y otros no, y, si querés<br />

mantener a todos, tenés que conservar el mundito de cada<br />

uno, ¿cómo hacés para mostrarlo si no es por medio de lo<br />

fragmentado?<br />

– ¿Y esto no resulta caótico?<br />

– Y sí, seguramente. Procesarlo es de una envergadura<br />

que asombra a los propios actores. Hablo con cada uno,<br />

suelo tomar nota, registro mucho, me acuerdo de cada<br />

detalle. A veces, cuando no les hablo a los actores de<br />

alguna cosa que han hecho creen que no me ha gustado,<br />

pero cuando ha pasado el tiempo traigo a colación lo que<br />

habían hecho y digo: “Ahora sí esto es pertinente”. Claro<br />

que esto es caótico para procesar y, obviamente, debe<br />

sumar en un espectáculo que en principio no sabés cómo<br />

tomar o para adónde mirar, porque no te da la posibilidad<br />

de unidad o de una línea a seguir. Esto mismo es lo que<br />

puede volver atractivo al espectáculo, porque todo el mundo<br />

le teme y nadie lo quiere, pero de vez en cuando el<br />

público verá eso y le gustará porque es distinto.<br />

Cuando hemos hecho espectáculos así es porque no<br />

había otra. También me gustaría jugar con una única interpretación<br />

- no me deja de interesar esto-pero no es fácil<br />

con gente tan diversa; porque para que salga se tiene que<br />

imponer una idea con la que todo el mundo comulgue o<br />

jugar a que todos hacemos eso, o porque una obra ya<br />

construida tiene esa idea. Si no, yo no veo otra forma con<br />

tanta gente diversa, sobre todo con un espectáculo que se<br />

va encontrando hacia el final. Y al final ya no podés,<br />

¿cómo derribás a ese que ha estado trabajando?, ¿lo sacás<br />

<strong>del</strong> medio porque te molesta en la historia? No podés.<br />

– ¿No te preocupa que no exista una historia?<br />

– Me interesa que haya algo que cree historia, pero si se<br />

crea simplemente una especie de dramaturgia de acciones,<br />

o de una vibración que le da una continuidad, también<br />

es suficiente. La continuidad no necesariamente tiene que<br />

ser anecdótica sino que se pueden encontrar otros tipos de<br />

continuidad como, por ejemplo, sucederes encadenados.<br />

Escena de “Choque de Cráneos”<br />

– En este sentido tu trabajo está muy ligado a la<br />

música.<br />

– Sí.... escucho mucha música y me gusta, y relaciono<br />

cosas con la música. En una época venían unos<br />

horóscopos que decían: “Su canción preferida es tal,<br />

su color es tal”. Así veo a la gente, con un color, con<br />

una música, más cerca, más lejos, más rápido, más<br />

lento... como un astrólogo.<br />

– Como un chamán...<br />

– No sé... (risas)<br />

EL DIRECTOR Y EL DOCENTE<br />

– Tu trabajo está muy ligado a la relación maestro/<br />

director - alumnos/ actores, ¿cómo es esa<br />

relación entre la enseñanza y la dirección?<br />

– Hay un vínculo muy concreto entre estas dos cosas,<br />

porque como no transmito algo que les pueda servir para<br />

trabajar en otro lado... Los caliento porque tengo que<br />

consumar algo con ellos, se tiene que poder concretar en<br />

algo. Por esto decidí cortar con los alumnos, porque era<br />

tremendo, era como tener un harén, un montón de concubinos<br />

a los que hay que estar atendiendo.<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

37<br />

– ¿Y qué diferencia hay con actores de grupos<br />

más profesionales, como los de Los <strong>del</strong>incuentes<br />

o los de La noche en vela?<br />

– Aparecen todos los problemas de los matrimonios,<br />

con las cosas buenas y las cosas malas. Lo reconocido<br />

y lo vicioso de la relación no nos permite muchas<br />

veces entusiasmarnos; los entusiasmos son momentáneos.<br />

Por otro lado, tener un proyecto es como una<br />

costumbre, porque uno quiere mostrar que está unido,<br />

porque le interesa estar unido. Esta cotidianeidad no<br />

tiene esa urticaria, esa efervescencia que tienen los<br />

romances, entonces hay que bancársela, hay que sostener.<br />

Y en esto, si bien me canso mucho, sostengo a<br />

los actores; si yo no tuviera la paciencia de sostener y<br />

ellos de querer, ni Los <strong>del</strong>incuentes ni La noche en vela<br />

existirían.<br />

– Esto les debe permitir profundizar en otras problemáticas...<br />

– Sí, claro; la riqueza que me devuelven estos actores<br />

no es la misma que la de actores que recién empiezan, que<br />

dan esa efervescencia pero que no me devuelven nada<br />

porque no hay una historia común.


Escena de “Choque de Cráneos”<br />

– También hay una técnica, no es que sólo se<br />

conocen como personas...<br />

– Sí, claro; tanto los actores de Los <strong>del</strong>incuentes como<br />

los de La noche en vela afortunadamente se han nutrido en<br />

diversos lugares. Lo que hacen conmigo florece después<br />

de que se han restringido a lo mío; si tiene valor es porque<br />

primero han pasado por el lugar que les he restringido y<br />

ellos han florecido porque poseen un alma amplia como<br />

actores, tienen riquezas. No harían lo mismo afuera. Al<br />

mismo tiempo, mi idea se potencia por el trabajo con<br />

ellos, que influencian la idea y la enriquecen, y hasta<br />

pueden hacer que se dispare para un lugar impensado. Y<br />

entonces, el espectáculo puede contener las diferencias.<br />

A mi me gustan esas diferencias porque me sirven, porque<br />

tomo de aquí y de allá, viendo esto o lo otro, y ellos<br />

mismos se han serenado frente a las diferencias. En cambio,<br />

los actores más jóvenes son más apasionados, hacen<br />

alianzas y no saben que en el acto de serenarse hay algo<br />

bárbaro, que allí hay un caudal muy grande. También la<br />

selectividad tiene sus buenos resultados, aunque yo no la<br />

38 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

he transitado. Por ahí si les preguntás, te dicen: “Porque<br />

tal actor hace esto”; tienen sus opiniones desfavorables<br />

frente a los otros pero dejan que suceda. Después, cuando<br />

comienzan a ver que se va tomando un poco de esto, un<br />

poco de lo otro, se dan cuenta de que aquello que parecía<br />

tonto, puesto al lado de otra cosa, no lo es. Son como las<br />

cosas de la vida, como una persona, como un objeto que<br />

puesto en un lado es imprudente y en otro es útil y bárbaro.<br />

También uno se podría preguntar para qué hacer toda esta<br />

experiencia de juntar a este diferente con el otro y hacerse<br />

un quebradero de cabeza. Y bueno, esto es lo que me ha<br />

tocado a mí: estar con gente distinta. Y no tengo ganas de<br />

ponerme a seleccionar gente y quedarme con los que<br />

estén de acuerdo con una línea - ni con una ni con otra-.<br />

Ese no ha sido mi camino.<br />

– ¿Por qué te interesa esto?<br />

– La verdad es que no me interesa, es mi cruz. Así me<br />

ha salido, así desarrollé lo mío y así también logré hacer<br />

algo, me parece, que tiene un rasgo distinto.<br />

PROVOCANDO A LOS ACTORES<br />

– ¿Cómo convivís con la idea de la creación colectiva,<br />

donde cada actor trae su material, su<br />

historia, su manera de ver y la dirección?<br />

– Lo que pasa es que eso no es tan así. Yo llevo el<br />

material, voy provocando a los actores y en determinado<br />

momento comienzan a tener una cierta independencia.<br />

Tienen dos caminos: ser tan autogestivos como para hacer<br />

su propia combinación de cosas con los materiales que<br />

les di, y con los materiales propios que traen, o tardar,<br />

demorar y ganarse quizás las mejores escenas, porque en<br />

la combinación con los otros ha quedado algo que hace<br />

falta hacer y entonces se lo entrego a ese actor.<br />

Los espectáculos son idea y dirección de Paco Giménez<br />

y creación de La noche en vela o de La cochera, lo<br />

que quiere decir que aglutina a todos. En otros espectáculos<br />

han sido fundamentales los aportes de Graciela<br />

Mengarelli con respecto al movimiento y al uso de<br />

objetos. O, en los talleres, a veces una escena creada<br />

por un actor predestina todo el espectáculo. No se<br />

puede decir: “Cincuenta gramos de este, cincuenta <strong>del</strong>


otro, tres cuartos <strong>del</strong> Paco que le puso la música y dio<br />

idea <strong>del</strong> espacio, puso los bichos...”. Hay espectáculos<br />

en los que he sugerido muchísimo y hay otros en<br />

los que primó el alma que los actores pusieron sin<br />

darse cuenta. Cada vez ha sido distinto.<br />

– ¿Qué pensás de esta denominación contemporánea<br />

de “dramaturgia de actor”?<br />

– Eso está bueno; es que al no haber una obra escrita,<br />

¿qué otra cosa queda?. Que cada uno vaya haciendo la<br />

suya, se vaya creando a sí mismo. A veces hay que<br />

incentivar, hay que inspirar, iluminar al actor para que<br />

tenga chispazos, para que se le vayan ocurriendo cosas.<br />

– ¿Para vos el trabajo teatral se centra en el trabajo<br />

con los actores?<br />

– Sí (hace una pausa). No soy de estar diseñando personalmente,<br />

armando cosas, sino todo lo contrario. Voy<br />

llevando cosas de aquí para allá, voy de un lado para el<br />

otro, ubico a la gente para ver dónde le da el reflejo... Y<br />

decís “¡Oh!”... Algo así, sabiendo que hay veces en que,<br />

sin querer, me han hecho ver cosas a mí. Y otras veces he<br />

estado iluminado de entrada. Siempre es muy distinto.<br />

EL TEATRO COMO INVENCIÓN<br />

– En varias entrevistas decís que no te interesan<br />

los actores que se parecen a los actores.<br />

– Y tampoco el teatro que se parece al teatro.<br />

– ¿A que te referís?<br />

– No he aprendido a querer al teatro como cultura, como<br />

tradición, como cosa demostrada. “Me han enseñado el<br />

teatro bien hecho y quiero eso que me han enseñado, y se<br />

lo transmito a otros porque quiero que eso se siga repitiendo<br />

tal como está”: ¡No! He tenido que inventar, porque la<br />

verdad es que hasta el día de hoy no sabría cómo manejarme<br />

dentro de esos parámetros. Sí podría inventar, para eso<br />

sí me da el cuero. Pero me pesaría mucho ponerme en la<br />

situación de un profesional <strong>del</strong> teatro y que me den un<br />

proyecto y el 30 de abril tengo que estrenar. Me cago<br />

entero, no sé lo que puede salir de eso. No es mi meta.<br />

Entonces, lo que me queda es buscar algunos materiales<br />

que me peguen en alguna parte, justamente en las que me<br />

encienden, porque me sienta, o porque me provoca. Me<br />

gusta indagar, inventar. Entonces no sé qué se puede hacer<br />

con un actor que se sabe actor y que usa los recursos de un<br />

actor y hace cosas de actor. A lo mejor me gustaría ponerlo<br />

como criatura en un espectáculo, pero para usarlo,<br />

como un objeto. Cuando algo se parece demasiado al<br />

teatro me parece que lo que estamos haciendo es, en todo<br />

caso, como un homenaje o una parodia; es, por un instante,<br />

darse el gusto de hacer algo que ya está hecho, pasar<br />

por ahí. No amo el teatro que existe, ni las cosas como<br />

tradición.<br />

– Es un poco paradójico ya que en el último<br />

espectáculo citás cinco clásicos de la historia<br />

<strong>del</strong> teatro.<br />

– Cuando empezamos con Los <strong>del</strong>incuentes... ¿Vos<br />

viste Delincuentes comunes (estrenada en 1985 en<br />

el teatro La cochera)?<br />

– Sí, tenía quince años...<br />

– ¿Y te acordás?<br />

– Me acuerdo de la escena en la que todos<br />

iban pasando con una manzana, tengo imágenes<br />

sueltas...<br />

Ese espectáculo lo hice renegando de lo que se hacía en<br />

ese momento en Córdoba. Quería que no se pareciera a<br />

nada de lo que se hacía. Así soy de malo. En esa época,<br />

en Córdoba, se representaba La Nona o El gran deschave<br />

igual que en Buenos Aires. Los elencos<br />

independientes copiaban cosas y tenían productores. Yo<br />

dije: “Acá, ni vestuarista, ni escenógrafo, ni productor, ni<br />

nada”. Partí de cosas muy básicas. Por ejemplo, estaba en<br />

mi casa y ponía música, bailaba, me bañaba, corría desnudo,<br />

cantaba. Me di cuenta de que hacía muchas cosas<br />

sin que nadie me viera, clandestinamente, adentro, y me<br />

preguntaba: “¿Los demás actores harán eso o trabajan de<br />

actores nada más?” o “¿No tienen tentaciones?, ¿se miran<br />

al espejo sólo por el gusto de hacerlo?”. Esa fue la<br />

consigna y a partir de allí empezamos a improvisar sobre<br />

cosas que uno hace y no se las ha dicho a los demás: así<br />

surgió Delincuentes comunes.<br />

Después, en Uno (estrenada en diciembre de 1987), una<br />

alumna me trajo música de Philip Glass, a quien jamás<br />

había escuchado y, cuando en un ensayo la puse, algo<br />

explotó en nosotros porque era como el andar, como la<br />

danza, algo así; a mí siempre me había gustado trabajar<br />

sobre el movimiento. Nosotros siempre queríamos conmover<br />

y, cuando terminamos Delincuentes comunes,<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

39<br />

Estrella Rosthock apareció un día con un grisín y<br />

mostrándolo dijo: “Uno”. Y yo dije: “Así se va a<br />

llamar el próximo espectáculo y lo vamos a hacer<br />

sobre las comidas”, porque nos llevábamos muy bien<br />

comiendo. Pero el grupo no tenía productor ni asistente,<br />

todo lo hacíamos nosotros; así que una sola vez<br />

llevamos comida y después nadie más se puso a<br />

preparar comida para ensayar. Bati Diebel hizo un<br />

postre con servilletas y decidimos trabajar con todos<br />

los elementos de la mesa, pero la comida todavía no<br />

había llegado. Así empezamos a bailar con los elementos,<br />

a tirarlos y, otra vez, escuchando la música,<br />

se me ocurrieron los coros. Durante cinco minutos<br />

cantaban “Ah, ah, ah, ah!!!” y seguía, seguía hasta<br />

que algo tenía que reventar, así que dije “Vamos a la<br />

calle” y abrimos las puertas. Todas estas son visiones,<br />

alucinaciones mías a partir <strong>del</strong> trabajo. Lo primero<br />

Escena de “La Noche en vela”


que hicieron los actores fue decir: “Yo no voy a estrenar<br />

esta obra así, la gente nos va a decir de todo”. Bati Diebel<br />

fue la primera en decirlo. En Delincuentes comunes<br />

tuve que ir a buscar a Beatriz Gutiérrez a la casa porque no<br />

quería venir. Así era todo; aunque eso no tiene que ver con<br />

lo que ellos terminan brindando, a mí me toca la parte de<br />

decir “¡Vamos!”. Por suerte, hasta ahora me siguen, siguen<br />

confiando en esos arrebatos, sino estarían trabajando<br />

con otra gente.<br />

En la tercera obra queríamos hacer algo, pero nada, todo<br />

el mundo hablaba de sus enfermedades, sus problemas;<br />

todo el tiempo estaban sentados. Estrella estaba pensando<br />

en hacer un unipersonal en una cama, donde el público<br />

llegase a visitarla y entonces dije: “Bueno, todos enfermos”<br />

y salió Enfermos <strong>del</strong> culo (estrenada en 1994).<br />

Todos en cama porque nadie movía un dedo. De esa coyuntura<br />

saqué la idea de que, en lugar de ponernos en<br />

movimiento, lo único posible era estar en cama porque<br />

estábamos inertes; era asumirlo y, a partir de estar en la<br />

cama, sucedía que nos queríamos levantar porque nos<br />

hartábamos y de allí salía el movimiento.<br />

Intimatum tardó mucho en tomar forma; queríamos<br />

hacer algo grande, queríamos ofrecer personajes tremendos<br />

de la historia teatral. A mi nunca se me hubiese<br />

ocurrido hacer, por ejemplo, Madre Coraje; nunca podríamos<br />

hacerla porque, primero, no te dan los derechos<br />

de autor; después, no tenés plata para la producción ni<br />

actores para hacerla ni directores para dirigirla. Era como<br />

darse el gusto. Eso es lo que creo que hago, dar la<br />

oportunidad de darse el gusto pero no por el lado que los<br />

actores esperarían. Sé que esto es medio decepcionante,<br />

porque - si bien pueden estar contentos y orgullososdespués<br />

de tantos años, y a esta altura, veo que querrían<br />

sentirse “la señora actriz tal, el señor actor, haciendo<br />

contratos por aquí y por allá”. En 30 años he seguido<br />

trabajando con la misma dinámica, poniendo plata, regateando<br />

o cobrando una entrada miserable.<br />

Pero también hay una realidad teatral en la Argentina,<br />

y particularmente en Córdoba, que lo<br />

permite. Existen pocos grupos y actores que viven<br />

<strong>del</strong> teatro...<br />

La verdad es que no le puedo ofrecer a nadie la satisfacción<br />

<strong>del</strong> profesional. Ni yo mismo la quiero, porque quiero<br />

estar acá escuchando música en lugar de estar obligado a<br />

poner la obra en no sé dónde. Si antes hubiera estado en<br />

esa dinámica, se habría convertido en una costumbre,<br />

estaría al salto. Ahora nadie me saca de esto, salvo que<br />

nos inviten a hacer funciones en otra ciudad.<br />

CREAR UN SER REAL<br />

¿Cómo es la relación entre lo biográfico de los<br />

actores y lo que representan?<br />

Me encargo de hacer una combinación. Como son espectáculos<br />

de creación, de algún lado hay que extraer la<br />

elocuencia, lo genuino y lo hondo, porque sino uno hace<br />

una cagada, una superficialidad. Porque no se trata de una<br />

obra de autor que te ofrece unidad, profundidad en el tema,<br />

desarrollo; entonces es inevitable que combine cosas a<br />

partir de lo que capto de las personas, y parece que fueran<br />

coincidencias. A la vez, no son cosas tan predeterminadas,<br />

cosas como el color que te queda mejor a vos que a<br />

otra persona. Es así, cuando le doy un personaje a uno y no<br />

a otro por algún motivo es.<br />

Escena de “Uno”<br />

40 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

¿No hay creación de personajes?<br />

En verdad la caracterización no me gusta mucho. No me<br />

gusta la idea de personaje en el sentido convencional de<br />

la palabra, de lo que está muy codificado; esas cosas que<br />

dicen como “se te está yendo el personaje”. Me da asco<br />

todo eso. ¡¿Por qué hay que estar trabajando así?! Ya en la<br />

vida es demasiado horrible tener que estar sosteniendo<br />

una máscara para determinada cosa... ¿también va a ser<br />

así en el teatro?, ¿ahí también vas a ensayar para que no<br />

se te vaya el personaje? Me gusta poner o sacar, que<br />

parezca uno pero que en realidad sea otro; esas combinaciones<br />

sí me gustan. Pero hay obras que no lo resisten;<br />

tienen que ser hechas con otro tipo de procedimientos, lo<br />

que no quiere decir que no trabaje con la idea de la transformación.<br />

Intimatum había estado planteado así: al principio<br />

hicimos fotos carnets para que el artista plástico hiciera<br />

unos diseños sobre el rostro y los transformara con el fin<br />

de que, cuando apareciera cada actor a hacer su parte, la<br />

gente se preguntara quién es. Pero esto no daba porque era<br />

mucho trabajo, había que tener dinero, todos los días tenía<br />

que venir alguien a maquillarlos... no daba. Nada de eso


da para esta manera que tenemos de trabajar, salvo que<br />

alguna vez digamos: “Nos damos este mes y hacemos la<br />

obra”. Alguna vez deberíamos hacer algo así para ver si<br />

nos da el cuero. El problema es que el tiempo pasa y se va<br />

cayendo todo lo que era producción.<br />

Todo lo que era urgente deja de serlo...<br />

No, sino que uno a veces dice: “Quiero trabajar con algo<br />

que se mueva y que lleve un contrapunto con tal cosa”.<br />

Entonces uno lo hace un día y al otro día ya nadie lo puso<br />

y, al diablo, ya no sirve.<br />

Por ejemplo, en tu versión de Un tranvía llamado<br />

deseo, de Tennessee Williams, ¿había<br />

construcción de personajes?<br />

Puede ser, pero lo que en realidad ves es una faceta<br />

poco conocida de ese actor a la que es proclive, pero<br />

que no ha desarrollado anteriormente porque no hubo<br />

oportunidad. Por otro lado, hace y dice cosas que en<br />

otro espectáculo no puede decir ni hacer porque no es<br />

Un tranvía...<br />

A ver si entiendo: se trata de ajustar la biografía<br />

al personaje...<br />

Claro.<br />

Los espacios<br />

¿Cómo construís los espacios?<br />

El ejemplo más raro ha sido el caso de Intimatum,<br />

porque estábamos trabajando con el espacio igual al de<br />

Oh! (estrenada en mayo de 2002), con las tribunas puestas<br />

mirando hacia la puerta, usando todo el espacio de La<br />

cochera. En cada ensayo se trasladaba el piano y todo<br />

estaba lejos. Hasta que en determinado momento sentí<br />

que, por más que fuera interesante ver el espectáculo con<br />

esa disposición espacial, no había nada para poner ni para<br />

hacer porque no estaba el ambiente; porque el espectáculo<br />

no tiene desarrollo, es para estar ahí. Entonces dije: “No,<br />

al revés, a la fosa, a un hueco, porque esto es lo que puede<br />

hacer sobrevivir lo que tenemos para poder hacer un espectáculo”.<br />

Y se me ocurrió lo de las ropas colgadas y<br />

todo lo demás. Después, Giovanni Quiroga terminó pen-<br />

El actor Toto López se parece a Stanley.<br />

Sí, hacía rato que yo estaba con ese proyecto. En el 85’<br />

se empezó a ensayar, la iba a hacer con Iris Vicentini y<br />

otra gente. Y bueno, siempre me lo imaginé a él, y él se<br />

fue como por un tubo por ahí... Son las cosas que uno haría<br />

si fuera ese personaje.<br />

Un saco que le queda bien...<br />

Sí... Bueno, son cosas distintas. Puede ser interesante,<br />

de pronto, hacer gimnasia y proponerse cambiar<br />

toda la estructura <strong>del</strong> cuerpo; comenzás a usar ropa que<br />

no hubieras usado nunca y la gente te mira y le producís<br />

algo que antes no le producías. Así como eso es<br />

fantástico, también podes decir: “Pero esta ropa a mí<br />

me queda re-bien” y te la ponés contento de haber<br />

encontrado algo a tu medida sin necesidad de cambiar<br />

nada. No me ha tocado tener que pujar por algo muy<br />

distinto de lo que hemos hecho. Va pasando el tiempo<br />

y hay una compenetración de la realidad y la fantasía,<br />

de lo que se quería hacer. Porque si no, se hace muy<br />

difícil instalar un cambio total, hay que tener una producción,<br />

gente que vele por esa modalidad nueva.<br />

sando en tres colgantes, uno rojo, uno blanco y uno negro,<br />

y los puse en ese espacio. Sin esto, el espectáculo no<br />

hubiera existido. Se ve que sintonizo los elementos justo<br />

en el lugar donde la gente puede reconocerlos y entonces<br />

comienzan a entenderse porque están en el sitio adecuado.<br />

Esta es la parte que me toca a mí.<br />

¿Por qué decís que el espectáculo no existía<br />

antes de esta decisión sobre el espacio?<br />

Por lo que planteé al principio: estos personajes eran<br />

irreconocibles en sus aspectos -ðpor eso lo de las fotos<br />

carnets-ð y se confesaban ante los animales, que eran los<br />

únicos testigos de sus miserias, pero para esto había que<br />

traducir el mundo y el mambo de los personajes en una<br />

idea que fuera lo mismo que decir “Por transar me mataron<br />

al hijo” (texto de Madre Coraje, de Bertoldt Brecht. En el<br />

DIRECCIÓN DIRECCIÓN TEA TEATRAL TEA TRAL<br />

41<br />

¿Te interesaría?<br />

Para ver qué pasa. Lo que me gustaría, aunque me<br />

daría muchos celos, es que vinieran otros directores y<br />

que la gente de La cochera tuviera otras exigencias. A<br />

mí gustaría que gente <strong>del</strong> medio se acercara, aunque a<br />

la vez suena a oportunismo.<br />

¿Oportunismo de quién?<br />

Qué se yo... Suponte que el (Gonzalo) Marull escribiera<br />

algo... pero por ahí digo, ¿no será que uno quiere<br />

comerse a los otros, digerírselos?<br />

Antropofagia...<br />

(Risas) Claro, a lo mejor está bien que no se contaminen<br />

con nosotros, que hagan la suya. La verdad es que no lo sé.<br />

Pero por ahí de ese encuentro o choque surge algo<br />

interesante...<br />

Sí, claro, <strong>del</strong> cruce... ¿Ves?, ahora lo digo y parece<br />

que estoy lleno de inquietudes. Y las tengo... pero esta<br />

dinámica cordobesa provinciana hace que sean proyectos;<br />

es algo que uno quiere, es pura bohemia, porque<br />

como no se une con una cosa profesional hay algo que<br />

no termina de funcionar.<br />

espectáculo, Galia Kohan dice: “Me achucaron los chicos<br />

por pichulear”). Bueno, en dos años los actores no pudieron<br />

hacer esto, ni yo se los puse porque me faltaba ánimo<br />

para que se concretara lo que estaba ideado.<br />

El proyecto original que ganó en la Municipalidad estaba<br />

escrito pero después todo cambió, porque no podía ser.<br />

Los actores llegaban y no habían ni siquiera leído el texto,<br />

solo querían decirlo. Ya para ese entonces teníamos los<br />

juegos, el piano, que tenía un siglo. Así, llegado el momento,<br />

había algo que se debía relajar porque yo no me<br />

podía enojar, ni ponerme a reprochar porque no hay cosa<br />

peor en una familia que hacer eso. Había que ver por dónde<br />

estaban yendo ellos, seguir el tren, total, yo después tenía<br />

vías por las que subirlos. Los busco por otro lado y los<br />

termino metiendo por el andarivel que yo quiero pero, al<br />

mismo tiempo, busco por el lado de ellos.


La oportunidad<br />

<strong>del</strong> instante<br />

– ¿Cómo es el tema de la repetición, cuando<br />

aparentemente en tus trabajos queda tanto espacio<br />

para la improvisación?<br />

– Se puede repetir sólo lo que se ha hecho alguna vez.<br />

Los actores saben lo que se tiene que hacer. La oportunidad<br />

<strong>del</strong> instante es una combinación entre el sentido de la<br />

ocasión que poseen los actores que tienen un sentido<br />

dramático creado y la sintonía que hago yo, porque es<br />

atinado cuando he logrado sintonizar una secuencia con la<br />

otra. Esa vibración se mete adentro y ya no la olvidás<br />

porque no es arbitraria.<br />

– Pero queda mucho librado al azar, ¿o no?<br />

– El azar siempre aparece porque los actores siempre se<br />

dan un margen de improvisación y siempre siguen metiendo<br />

cosas, que a veces degeneran un poco y otras veces<br />

enriquecen.<br />

– ¿Los actores tienen bien marcados los pies,<br />

esa convención teatral de que “si no me das el<br />

pie no puedo decir mi parte”?<br />

– No, porque antes de encontrar un pie hay que encontrar<br />

qué es lo que está pasando, lo otro son sólo acuerdos. Lo<br />

importante es que algo pasa porque, ante la falta de un<br />

texto escrito, tienen que desarrollar las antenas y estar<br />

atentos.<br />

– ¿Los actores no te piden lo contrario?<br />

– Hay veces que te lo piden y en definitiva está bien,<br />

porque algo de sentido tiene que tener pies, pero en otros<br />

momentos hay que descubrir otro tipo de cosas, porque si<br />

no sería fijar algo sólo para que el otro esté tranquilo.<br />

– Entonces la obra nunca se hace igual...<br />

– Y... no; se desbalancea. Algunas partes son más<br />

importantes que otras, se procesa hasta que se decanta y<br />

queda de una forma que ya todos los actores conocen.<br />

Inspiración y trabajo<br />

– ¿Como elegís los textos?<br />

– Hay algunos textos que tengo hace mucho.<br />

Los textos de La República los estoy haciendo<br />

a partir de comentarios de mi hermano en la<br />

mesa. O estamos viendo un noticiero y el trae a<br />

colación algo que ha leído y yo le pregunto<br />

“¿Cómo es eso?” y me intereso. Lo de Roberto<br />

Arlt (la obra Choque de cráneos, estrenada<br />

Paco Giménez<br />

en 1990) apareció a partir de leer un epígrafe que<br />

decía “Los siete locos”, y como me gustó ese<br />

pedacito... Porque a mí me da para leer esos pedacitos, todo lo otro me da mucha fiaca. Mirá, ahí<br />

tenía casi cuarenta años y no sabía de la existencia de Los siete locos, y lo descubrí; conseguí<br />

el libro, que me vibraba en la mano, y dije: “Esto vamos a hacer”. Pero yo no lo había leído. Así<br />

me pasa siempre. Entonces, como generalmente me ha salido bien, lo hago con total impunidad,<br />

no me pongo a hacerlo de otra manera. Digo “¡Vamos a hacer esto!” y aún no lo puedo ni<br />

comprender ni abarcar; es como un llamado que me hacen, qué sé yo, no sé...<br />

– Bob Wilson dice que nunca lee las obras sino que le pide a alguien que se<br />

las cuente...<br />

– Bueno, ¡así hago yo! Yo no había leído ni Casa de muñecas ni la otra ni nada; para mí,<br />

son los actores los que tienen que estudiar. Después ellos hablan y se enrollan y dicen:<br />

“Porque el marido tal cosa”, “La culpa la tuvo tal otra” y no sé qué... Toda una cosa doméstica<br />

que aborrezco porque yo no lo hago ni en la vida. Pero ellos se ponen en esa y después un día<br />

leo el libro y pasando las páginas marco las partes y digo: “Esta parte es para vos, esta otra<br />

parte para vos”, pero a mí el libro me había llegado a partir de ellos y a vuelo de pájaro había<br />

ido deglutiendo la obra. Lo que no pude hacer antes, por la urgencia, lo hice en un par de días,<br />

pero ya estaba preparado para tragármelo. ¿Cómo sé que soy capaz de hacerlo?: confío en eso<br />

y no en el “80 por ciento de trabajo y 20 por ciento de inspiración”. Bueno, no es así. Es al<br />

revés, 80 por ciento de inspiración y 20 por ciento de trabajo. O quizás el 80 por ciento de<br />

trabajo son los tres años que son una aguantadera. Pero sino, creería lo contrario, con toda la<br />

ilusión de tener un 80 por ciento de inspiración y un 20 por ciento de trabajo.<br />

– Claro, pero cuando hablás de inspiración suena como si te iluminaras o<br />

como si alguien te soplara al oído...<br />

– Bueno, ¡así me siento yo! Y digo: “¿Cómo se me ocurrió? ¡Si no lo he pensado en mi casa<br />

ni nada!”. Pero es que me vuelvo verborrágico -ðy ðyo no soy verborrágico-, me vuelvo como<br />

una matraca, hablando y hablando. ¿De dónde me viene todo esto? No me doy cuenta de que<br />

estoy trabajando. Mi trabajo es el tiempo de aguante, de cumplir, de ir, de poner plata para que<br />

el otro vaya haciendo esto... Ese es mi trabajo.<br />

42 CUADERNOS CUADERNOS DE DE PICADERO<br />

PICADERO<br />

MAGDALENA VIGGIANI

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