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<strong>Crimen</strong> <strong>Pedido</strong><br />
contesta al otro lado. Se empieza a poner nervioso. Athina le mira con<br />
atención mientras él busca en la agenda el número de la novia de Bernardo<br />
para llamarla. Al otro lado del teléfono atienden de inmediato.<br />
—¡Brando!<br />
—He visto las noticias… ¿Bernardo está contigo? —Al otro<br />
lado sólo se escucha el llanto, a Brando se le empiezan a salir las lágrimas,<br />
cuando escucha entre sollozos…<br />
—¡Está muerto Brand! ¡Está muerto!<br />
—Bernardo… ¡No! ¡Bernardo no! —Brando cerró los ojos, sus<br />
lágrimas cayeron— Voy saliendo para allá —Se quedó con la mirada<br />
congelada, perdida en la nada, Athina le bajó el volumen al televisor, con<br />
su mano izquierda le tomó suavemente las manos unidas y apretadas por<br />
la desesperación; y lo abrazo con su mano derecha, acercándosele en<br />
silencio, pues no hay palabras que apacigüen tanta tristeza— ¡Maldita Shira<br />
Hiksman, fue ella!<br />
—¿Pero de qué hablas?<br />
—¡Tengo que ir!<br />
—¿A dónde vas? —Pregunta ella con desesperación.<br />
—Me voy a casa, tengo que ver a mis padres.<br />
—¡Brando, tú no estás en condiciones de conducir! Iré contigo…<br />
buscaré mi abrigo. —Athina subió rápidamente las escaleras y en menos de<br />
dos minutos ya estaba nuevamente con Brando— Deja el auto aquí, iremos<br />
en el mío.<br />
Brando está inconsolable, no para de llorar y darse cabezazos contra<br />
el asiento.<br />
—¿Por qué dijiste que había sido la tal Shira? No entiendo.<br />
—Cuando quedamos esta tarde por teléfono, sonó el timbre de mi<br />
casa y cuando bajé a abrir, había otro sobre.<br />
—Sí, pero… ¿Qué tiene que ver eso con el incendio producido en<br />
la fábrica?<br />
—Que esta vez la hoja decía: “Alguien debe morir” y yo la reté, le<br />
dije que no le tenía miedo.<br />
—Athina con todo esto quedó estupefacta— No puedo creer que<br />
ese juego haya llegado tan lejos.