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Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

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El hombre sobre el caballo grita horrorizado cuando es atrapado por seres<br />

sombríos cubiertos con capuchas de lana gastada y olor a queso rancio. Intenta<br />

golpearles con su daga pero es derribado e inmovilizado.<br />

—Tranquilo, humano —dice uno de ellos con voz rasposa, enseñando la palma<br />

de su mano delgada y dura como la piedra, con dedos escamosos terminados en garras<br />

rojas y afiladas— Estás a salvo. De nosotros nada debes temer. Sabemos qué te<br />

persigue y a nuestro lado no sufrirás daño alguno.<br />

—¡Maldita sea mi suerte! —gime el hombre, desprendiéndose de su coraza<br />

maloliente, desarmado e impotente—. Mi familia, mis amigos... Eso nos persigue...<br />

—¿Deseas nuestra ayuda? —Dice otra voz más melodiosa, casi amable.<br />

El hombre no puede distinguir quién de los encapuchados es el que le habla.<br />

Todos tienen la misma estatura y sus rostros están ocultos en la sombra.<br />

—¿Qué son ustedes?<br />

—Somos los Guardianes de Amanecer. ¡Tus seres queridos podrían estar<br />

muriendo en este preciso momento! ¿Deseas nuestra ayuda?<br />

—Debo estar seguro que no sufrirán daño —solloza el hombre, implorando,<br />

con su mente trabajando a gran velocidad—. Por favor...<br />

—Hay un precio que pagar —dice otro encapuchado de voz átona y seca—. Es<br />

un precio bajo y nadie tiene que morir. Nadie tiene que humillarse. Nadie tiene que<br />

sufrir. Un Diezmo, eso es todo lo que pedimos. Ahora, ¿deseas nuestra ayuda?<br />

—¡Sí!<br />

Y dicho esto, los siete encapuchados desaparecen en la oscuridad del bosque.<br />

∞<br />

Los carruajes se detienen cuando los caballos mueren de espanto, cayendo<br />

lenta y silenciosamente como hojas en otoño.<br />

Las mujeres ahora gritan a pleno pulmón mientras los hombres mueven sus<br />

lanzas en todas direcciones, la adrenalina bombeando ante el estrés del peligro<br />

inminente, entregados a esperar una muerte dolorosa.<br />

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