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Corcho Loco y Otros Relatos - GuajaRs

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»Un hombre joven se ofreció voluntario. Había perdido a toda su familia y él<br />

mismo estaba enfermo de muerte. Esa noche el matuasto se lo llevó.<br />

»A la mañana siguiente el voluntario regresó. Sus heridas habían sanando<br />

milagrosamente, pero no se trataba de ningún milagro. El matuasto es un monstruo de<br />

gran poder pero jamás se supo por qué le dejó vivir.<br />

»Un año después Nightwhale ardía, sus habitantes marchaban hacia acá y un<br />

Guardián les protegía del monstruo durante el viaje. Ese Guardián era el voluntario.<br />

—El pacto —susurra Raúl Roble al comprender el sentido de las palabras en<br />

boca de Rosa, recordando su primera conversación con los encapuchados—. Hice un<br />

pacto con los Guardianes al pedir ayuda, ¿cierto?<br />

él.<br />

Los asistentes palidecen aún más, asintiendo sin cruzar sus miradas con la de<br />

—¿Cuál es el Diezmo a pagar?<br />

Un anciano apoyado en su bastón se acerca arrastrando los pies y coloca un<br />

frasco transparente y vacío en el suelo ante él.<br />

—Sangre —dice un encapuchado con voz gruesa de pie en la puerta de la cabaña,<br />

sobresaltando a todos. Sus ropas están rasgadas y manchadas y el hedor que de él emana<br />

es indescriptible—. Tu sangre y la de tus acompañantes, un frasco por cada tres personas<br />

mayores de trece años. Ése es el precio que deben pagar a cambio de nuestra protección.<br />

Nadie se mueve. Nadie dice nada. El encapuchado descubre su rostro y todos<br />

miran a otra parte asqueados, todos menos Raúl.<br />

—Como ya dije cuando nos encontramos por primera vez —dice la criatura<br />

calva carente de orejas que le mira fijamente, los ojos encendidos de rojo, la piel verde<br />

cubierta de escamas compactas y lustrosas, los dientes afilados y la lengua bífida en<br />

constante movimiento—, no les haremos daño. Pero si no pagan el Diezmo<br />

voluntariamente, tenemos la autoridad para tomarlo por la fuerza.<br />

»De la misma manera que nosotros fuimos entregados al matuasto para<br />

servirle de alimento —ahora se dirige a los pobladores con un rugido que se<br />

transforma en grito—, ¡ustedes son nuestro alimento como pago por ese crimen!<br />

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