Un golpe mesiánico - Sciences Po Bordeaux
Un golpe mesiánico - Sciences Po Bordeaux
Un golpe mesiánico - Sciences Po Bordeaux
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
23F<br />
25 AÑOS<br />
El teniente coronel Antonio Tejero interrumpe el pleno del Congreso y, pistola en mano, ocupa la tribuna de oradores y ordena a gritos: “¡Todo el mundo al suelo!”. / MANUEL PÉREZ BARRIOPEDRO<br />
<strong>Un</strong> <strong>golpe</strong> <strong>mesiánico</strong><br />
Los conspiradores pretendían poner al Rey frente al hecho consumado El general<br />
Quintana frenó la ocupación de Madrid por la Acorazada sin esperar órdenes del Monarca<br />
Tras un debate entre capitanes generales, ninguno se adhirió a Milans del Bosch General<br />
Sáenz de Tejada: “Sin pretenderlo, Armada fue el principal responsable del 23-F”
JOAQUÍN PRIETO, Madrid<br />
“Estoy preocupado por lo que Milans<br />
pueda hacer esta tarde”. El<br />
general Alfonso Armada se despedía<br />
de los asistentes a un acto en la<br />
Brigada Paracaidista cuando le<br />
oyeron pronunciar estas enigmáticas<br />
palabras, al final de la mañana<br />
del 23 de febrero de 1981. <strong>Po</strong>r la<br />
tarde, el <strong>golpe</strong> de Estado: arresto<br />
del Gobierno y del Parlamento democráticos;<br />
febriles (e improvisados)<br />
preparativos para sublevar a<br />
la División Acorazada Brunete; 40<br />
blindados de la División Maestrazgo<br />
en las calles de Valencia; y publicación<br />
de un bando de guerra por<br />
el capitán general de la III Región,<br />
Jaime Milans del Bosch. Sin embargo,<br />
a la mañana siguiente todo<br />
había fracasado.<br />
Antonio Tejero, teniente coronel<br />
de la Guardia Civil, sin destino<br />
en aquella época —ya había sido<br />
descubierto por la Operación Galaxia,<br />
un plan contra el palacio de<br />
la Moncloa—, cumplió con su<br />
compromiso: detuvo al Gobierno<br />
y al Congreso en cuestión de minutos.<br />
Pero el <strong>golpe</strong> se vino abajo finalmente<br />
porque tras un debate telefónico<br />
entre capitanes generales,<br />
y conocida la oposición del Rey a<br />
la intentona, ninguno de aquellos<br />
siguió el pronunciamiento de Milans<br />
del Bosch. El Ejército no se<br />
dejó arrastrar por el mesianismo<br />
de los conjurados, confiados en su<br />
capacidad para salvar a España de<br />
una democracia a la que culpaban<br />
de todos los males.<br />
Pero pudieron triunfar. “Si la<br />
Acorazada Brunete hubiera ocupado<br />
la capital, las cosas se habrían<br />
puesto muy difíciles. Los golpistas<br />
pretendían colocar al Rey ante los<br />
hechos consumados”, decía Manuel<br />
Gutiérrez Mellado, vicepresidente<br />
en los Gobiernos de Adolfo<br />
Suárez, en conversaciones con este<br />
periódico unos años antes de su<br />
muerte (1995).<br />
La Acorazada estaba mandada<br />
en 1981 por José Juste, un general<br />
moderado, al que habían precedido<br />
otros dos que terminaron de<br />
golpistas: Milans del Bosch y Luis<br />
Torres Rojas. Ambos dejaron la división<br />
muy ambientada. En 1979,<br />
Torres Rojas tenía prevista una<br />
reacción contundente si ETA atentaba<br />
contra alguno de sus subordinados:<br />
“Estaba aludiendo claramente<br />
a los partidos de las provincias<br />
vascongadas”, según Ricardo<br />
Pardo Zancada, comandante en la<br />
Acorazada e implicado en el <strong>golpe</strong>.<br />
Hubo propuestas internas de<br />
entrar con toda la división en el<br />
País Vasco y el propio Torres Ro-<br />
El Ejército no se dejó arrastrar<br />
La conspiración del 23-F pudo triunfar si la artillería y los tanques de la División Acorazada Brunete hubieran<br />
ocupado Madrid. La mayoría de las Fuerzas Armadas se mantuvo al margen del ataque contra la democracia.<br />
Veinticinco años después de la intentona subsiste la duda sobre quién desencadenó la operación<br />
jas hablaba crudamente al Rey.<br />
Destituido y enviado a A Coruña,<br />
el general siguió conspirando y el<br />
23-F regresó a la Brunete.<br />
La Acorazada era el instrumento<br />
más poderoso del Ejército: colocada<br />
en línea habría ocupado un<br />
frente de 200 kilómetros. Varias<br />
unidades recibieron órdenes de<br />
acudir a medios de comunicación<br />
y situar blindados y artillería en<br />
Madrid. Los preparativos comenzaron<br />
minutos antes de la llegada<br />
de Tejero al Congreso.<br />
En un rincón discreto de la<br />
Gran Vía madrileña, un hombre<br />
de 85 años rememora los acontecimientos<br />
vividos hace 25 en la Capitanía<br />
General de Madrid, el lugar<br />
donde se dio el primer frenazo al<br />
gigante acorazado. Su nombre: José<br />
María Sáenz de Tejada, general<br />
del Ejército (cuatro estrellas), que<br />
mandó el Ejército de Tierra en<br />
años posteriores (1984-1986); amigo<br />
de Milans del Bosch y uno de<br />
los oyentes de las palabras de Armada<br />
en la mañana del 23-F.<br />
Cumplida la jornada como jefe<br />
de Estado Mayor de la Capitanía,<br />
Sáenz de Tejada se marchaba cuando<br />
un ayudante le avisó de que<br />
había tiros en el Congreso. “Lo primero<br />
que hice”, cuenta, “fue presentarme<br />
al capitán general, Guillermo<br />
Quintana, y él me ordenó<br />
llamar a la Acorazada. Serían las<br />
18.45”, 22 minutos después del<br />
asalto al Parlamento. Pidió hablar<br />
Para muchos militares de alta<br />
graduación, la muerte de Francisco<br />
Franco representó no sólo<br />
la del jefe del Estado, sino la del<br />
general con el que fueron a la<br />
Guerra Civil entre 1936 y 1939.<br />
A partir del 20 de noviembre de<br />
1975, obedecieron al Rey porque<br />
así lo había establecido Franco<br />
en su testamento, más que<br />
porque sintonizaran con el proyecto<br />
democratizador de don<br />
Juan Carlos.<br />
El primer choque serio se<br />
produjo tras la legalización del<br />
Partido Comunista de España<br />
(PCE), el Sábado Santo de<br />
1977: hubo una crisis de Gobierno<br />
por la dimisión del almirante<br />
Gabriel Pita da Veiga y el ambiente<br />
militar se enrareció hacia<br />
el presidente y el vicepresidente<br />
del Ejecutivo, Adolfo Suárez y<br />
Manuel Gutiérrez Mellado, respectivamente.<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
Tejero irrumpe en el hemiciclo durante la votación para elegir jefe del Gobierno. Sube las escaleras de la tribuna y llega a la presidencia mientras otros asaltantes toman posiciones. / M. P. BARRIOPEDRO (EFE)<br />
con el coronel José Ignacio San<br />
Martín, jefe de Estado Mayor de<br />
la división, que le devolvió la llamada<br />
siete u ocho minutos más<br />
tarde:<br />
Sáenz de Tejada. José Ignacio,<br />
¿alguna novedad?<br />
San Martín. Sí, mi general. Varias<br />
unidades han recibido la orden<br />
de ocupar objetivos en Madrid.<br />
Sáenz de Tejada. ¿Quién ha dado<br />
esa orden?<br />
San Martín. El general jefe de<br />
la división (José Juste).<br />
Sáenz de Tejada colgó. Volvió<br />
disparado al despacho de Guillermo<br />
Quintana: “Mi general”, le dijo,<br />
“la situación es gravísima porque<br />
la división acorazada está sublevada”.<br />
El capitán general levantó<br />
inmediatamente el teléfono y se<br />
puso a hablar con las unidades. La<br />
primera llamada le cayó al general<br />
Fernando Ortiz Call, jefe de la Brigada<br />
XII, que tenía 11 carros de<br />
combate enfilando la salida del<br />
cuartel de El Goloso, a 18 kilómetros<br />
de Madrid:<br />
Quintana. ¿Qué hay por la brigada?<br />
Ortiz Call. ¡A sus órdenes, mi<br />
general! Todo listo y empezando a<br />
salir.<br />
Quintana. ¿Cómo que estás saliendo?<br />
¿Quién lo ha ordenado?<br />
Ortiz Call. Pues… el Estado<br />
Mayor de la división. Ha habido<br />
una reunión con Juste…<br />
No obstante, el conjunto de<br />
las Fuerzas Armadas reaccionó<br />
con disciplina. No hubo acogidas<br />
desfavorables a medidas como<br />
la refundición de los tres ministerios<br />
militares en un departamento<br />
de Defensa.<br />
Más complicada era la tutela<br />
de los ejércitos sobre la democracia<br />
y los tempranos temores<br />
por la unidad de España a causa<br />
de las autonomías. Significativamente,<br />
cuando se votó la<br />
Constitución en las Cortes, uno<br />
de los tres senadores militares<br />
lo hizo en contra (el almirante<br />
Gamboa) y dos se abstuvieron<br />
(los tenientes generales Luis<br />
Díez Alegría y Ángel Salas Larrazábal).<br />
El intento de miembros de<br />
la <strong>Un</strong>ión Militar Democrática<br />
(UMD) para volver al Ejército<br />
del que habían sido apartados<br />
también provocó tensiones.<br />
Quintana. ¡Suspende ahora mismo<br />
esa salida!<br />
Ortiz Call. ¡Pero, mi general…!<br />
¿Y las órdenes…?<br />
Quintana. ¡Aquí no se cumplen<br />
más órdenes que las mías! ¡Que no<br />
se mueva nadie!<br />
¿Don Juan Carlos había dado<br />
ya instrucciones a Quintana? “No,<br />
la llamada del Rey entró 40 minutos<br />
más tarde”, precisa Sáenz de<br />
Tejada. “Fue Quintana el que se<br />
puso a hablar con las unidades y<br />
me dijo que llamara yo a otras,<br />
para ganar tiempo. También confirmó<br />
a Juste la contraorden” y<br />
éste la cumplió. Sobre las 19.40, la<br />
llamada de don Juan Carlos: “Guillermo,<br />
se está usando mi nombre<br />
indebidamente. Mantén las unidades<br />
en los cuarteles”.<br />
La versión de Sáenz de Tejada<br />
es de primera mano; el teniente general<br />
Quintana fue asesinado por<br />
sicarios del comando itinerante de<br />
ETA, tres años después de su contribución<br />
a salvar la democracia.<br />
Sáenz de Tejada no regatea elogios<br />
a “la magnífica decisión de Quintana”<br />
en el 23-F, aunque piensa,<br />
muy en jefe militar: “Otro en sus<br />
circunstancias lo habría hecho<br />
igual. <strong>Un</strong> capitán general no podía<br />
tolerar movimientos de tropas en<br />
su región sin conocerlos”.<br />
Jaime Milans del Bosch publicó<br />
un bando asumiendo todos los<br />
poderes en la III Región, inspirado<br />
en el dictado por el general Mo-<br />
Se impuso el liderazgo militar del Rey<br />
Mientras, ETA se cebó: 79<br />
miembros de la Guardia Civil,<br />
el cuerpo en el que surgió la<br />
trama que promovió el 23-F,<br />
fueron asesinados entre 1975 y<br />
1981. Sólo en 1980, el año previo<br />
al <strong>golpe</strong>, 130 personas murieron<br />
en atentados.<br />
Entre los capitanes generales<br />
con mando a principios de 1981,<br />
algunos habían tenido vinculaciones<br />
fuertes con el franquismo,<br />
como Ángel Campano (Valladolid);<br />
también destacaba la<br />
personalidad de José González<br />
del Yerro (Canarias). Pero no había<br />
un líder claro de las Fuerzas<br />
Armadas, capaz de imponer una<br />
solución que torciera el rumbo<br />
de los acontecimientos políticos.<br />
A falta de un dirigente nato en el<br />
seno de la milicia, afortunadamente<br />
el rey logró hacerse con el<br />
respeto de las Fuerzas Armadas<br />
y esto salvó la situación.<br />
la en los primeros momentos de la<br />
Guerra Civil de 1936. Terminaba<br />
con dos gritos: “¡Viva el Rey!” y<br />
“¡Viva por siempre España!”. Los<br />
poderes que se arrogó Milans permiten<br />
hacerse una idea de lo que<br />
habría representado el contagio en<br />
otras regiones militares. Comenzó<br />
la ronda de llamadas entre capitanes<br />
generales, tras un primer intento<br />
del jefe del Estado Mayor del<br />
Ejército, José Gabeiras, de arrestar<br />
a Milans y a Tejero, sin éxito para<br />
los encargados de hacerlo.<br />
Los planes golpistas se habían<br />
estudiado el 10 de enero entre Milans<br />
y Armada. Y se concretaron<br />
el 18 del mismo mes en una reunión<br />
más amplia celebrada en Madrid,<br />
sin presencia de Armada. Tales<br />
datos fueron confirmados por<br />
uno de los implicados, el general<br />
Carlos Alvarado, cuando ya había<br />
prescrito el plazo para la exigencia<br />
de responsabilidades. Alvarado<br />
nunca fue juzgado y además figuró<br />
en el equipo de defensores de<br />
los procesados por la intentona.<br />
“Nunca estuvo previsto como<br />
un <strong>golpe</strong> cruento”, según fuentes<br />
que requieren aún el anonimato,<br />
“sino como una presión militar suficiente<br />
para provocar una operación<br />
a lo De Gaulle”. Esto es, un<br />
Parlamento amenazado por las armas<br />
que llama al poder a un general.<br />
Tejero era el fulminante; Milans<br />
del Bosch, el jefe militar; Armada<br />
se reservaba el papel de solución<br />
y apagafuegos. El proyecto<br />
contaba con el derribo de Suárez,<br />
ya debilitado políticamente desde<br />
la moción de censura del PSOE en<br />
1980 y a punto de sufrir una segunda<br />
moción, esta vez gestada en el<br />
interior de UCD, su propio partido;<br />
mezclada con cabildeos sobre<br />
un <strong>golpe</strong> de timón.<br />
El 29 de enero de 1981, creyendo<br />
perdida también la confianza<br />
del Rey, Adolfo Suárez anunció su<br />
dimisión. Los conjurados se quedaron<br />
desconcertados y congelaron<br />
el <strong>golpe</strong>. Lo resucitaron 72 horas<br />
antes del 23-F, con tanta precipitación<br />
que Tejero reclutó fuerzas<br />
a toda prisa —de ahí el aspecto de<br />
soldadesca que presentaban— y<br />
Milans intentó la machada de sublevar<br />
la Acorazada Brunete en<br />
unas horas. Al final no fue utilizado<br />
un grupo de jóvenes falangistas<br />
con el que se había hablado, mencionado<br />
en un libro reciente (23-F,<br />
la verdad, de Francisco Medina).<br />
El teniente general Javier Calderón,<br />
ex director del Cesid y número<br />
dos del servicio de inteligencia en<br />
el 23-F, centra en “Tejero y uno o<br />
Pasa a la página 31
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 31<br />
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ, Madrid<br />
Sabino Fernández Campo, teniente<br />
general honorífico, de 87 años,<br />
vivió el 23-F en un lugar decisivo:<br />
el palacio de la Zarzuela, al lado<br />
de don Juan Carlos y como secretario<br />
general de la Casa del Rey.<br />
Suya fue la frase: “Armada, ni<br />
está ni se le espera” que abrió los<br />
ojos al general Juste, jefe de la<br />
División Acorazada Brunete, una<br />
unidad imprescindible para el éxito<br />
de toda la operación. Pasados<br />
25 años, Fernández Campo asegura<br />
que cuando lo dijo no era consciente<br />
de su importancia. Fue inmediatamente<br />
después, cuando<br />
Juste le explicó que “se le había<br />
comunicado” que Armada “dirigiría”<br />
toda la operación desde La<br />
Zarzuela, cuando se dio cuenta<br />
del papel que estaba jugando<br />
quien había sido su antecesor en<br />
la Casa del Rey.<br />
Hasta ese momento, explica,<br />
había rechazado las insistentes peticiones<br />
de Armada para acudir a<br />
La Zarzuela a “explicar al Rey”<br />
lo que estaba pasando, fundamentalmente<br />
por un motivo personal<br />
y muy militar: él era el secretario<br />
general de la Casa del Rey, y no<br />
Armada, y no había motivo para<br />
permitir que le avasallara. Armada<br />
era segundo jefe de la JEME y<br />
ya no tenía por qué estar en La<br />
Zarzuela. Ése era su propio trabajo<br />
y no se lo iba a dejar a nadie<br />
más.<br />
Fernández Campo tiene siempre<br />
un papel difícil: si no habla<br />
del 23-F se puede pensar que man-<br />
tiene silencio porque sabe cosas<br />
que hay que ocultar; y si habla, se<br />
le puede reprochar que no guarde<br />
la debida confidencialidad. La<br />
verdad es que el general se ha movido<br />
todos estos años con bastante<br />
habilidad entre los dos extremos.<br />
Quizás porque es un militar<br />
que siempre ha estado relacionado<br />
con el mundo de la política y<br />
de la información: fue subsecretario<br />
del antiguo ministerio del ramo<br />
con Reguera Guajardo como<br />
titular.<br />
Sabino Fernández Campo ha<br />
venido desarrollando una teoría<br />
sobre el <strong>golpe</strong> del 23-F. Lo ocurrido<br />
aquel día fue una consecuen-<br />
cia casi inopinada de una operación<br />
mucho más importante, un<br />
<strong>golpe</strong> “legal” que había preparado<br />
Armada y que se fue completamente<br />
al traste al anunciar Adolfo<br />
Suárez su dimisión.<br />
Para Fernández Campo, fue<br />
Suárez, en el fondo, quien desbarató<br />
todo: algo más que tendrían<br />
que agradecerle los demócratas.<br />
<strong>Po</strong>r eso se acogió con tanta y tan<br />
extraña frialdad su dimisión y su<br />
empeño en que el Congreso votara<br />
inmediatamente a Leopoldo<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
Tejero se sujeta el tricornio en la tribuna del Congreso. <strong>Un</strong> agente agarra a Gutiérrez Mellado cuando se encara con los sublevados. El vicepresidente, en un gesto de impotencia. / M. P. BARRIOPEDRO (EFE)<br />
Fernández Campo y la teoría del <strong>golpe</strong><br />
El ex secretario general de la Casa del Rey mantiene que la dimisión de Suárez cortocircuitó otra operación más<br />
sofisticada que el 23-F, promovida también por el general Armada<br />
Viene de la página 30<br />
más capitanes” la decisión de asaltar<br />
el Congreso. Tanto Calderón<br />
como el coronel Florentino Ruiz<br />
Platero sitúan en la trama que “conoció<br />
o participó” de la resolución<br />
a los generales Francisco Dueñas<br />
y Carlos Iniesta —ex directores de<br />
Seguridad y de la Guardia Civil,<br />
respectivamente—, los coroneles<br />
Diego Ibáñez y Pedro Mas, ambos<br />
de la plana mayor de Milans; y a<br />
Juan García Carrés, ex presidente<br />
de un sindicato franquista. Otras<br />
muchas personas creen que la clave<br />
del desencadenante del <strong>golpe</strong> está<br />
en manos de José Luis Cortina,<br />
otro de los jefes del Cesid en aquella<br />
época, que guarda el secreto.<br />
Lo de Armada hay que verlo<br />
desde muy atrás: desde las apelaciones<br />
a un <strong>golpe</strong> de timón y los<br />
contactos políticos del general,<br />
que incluyó a personas ajenas a la<br />
conspiración militar como los socialistas<br />
Enrique Múgica y Joan<br />
Reventós. Con el cadáver político<br />
de Suárez todavía caliente, el periodista<br />
Emilio Romero lanzó la solu-<br />
El 23-F hizo dudar<br />
a militares sobre si<br />
estaba relacionado con<br />
otro <strong>golpe</strong> más político<br />
ción Armada a la arena pública.<br />
“Lo que pasa es tan importante, o<br />
tan grave, que no es aceptable ningún<br />
continuismo”, escribió Romero<br />
en Abc el 31 de enero, citando a<br />
Armada como el hombre para el<br />
<strong>golpe</strong> de timón.<br />
El monarca propuso a Leopoldo<br />
Calvo- Sotelo como presidente<br />
del Gobierno. Armada forzó una<br />
audiencia con el Rey, diez días antes<br />
del <strong>golpe</strong>, en la que le habló de<br />
una gran inquietud militar. Don<br />
Juan Carlos le mandó ir a ver a<br />
Gutiérrez Mellado. Este general<br />
“no sabía lo del asalto al Congreso,<br />
pero sí que iba a suceder algo.<br />
Sabía que Milans del Bosch estaba<br />
muy enfadado y dispuesto”, dice<br />
Armada, que alude a “un político”<br />
(del ámbito de la extrema derecha)<br />
como desencadenante de la<br />
acción del Congreso. Armada, 86<br />
años en la actualidad, conocía todas<br />
las operaciones en marcha.<br />
Otras fuentes matizan el papel<br />
de cada cual: “Sin pretenderlo, Alfonso<br />
Armada fue el principal responsable<br />
del 23-F, pero no era par-<br />
Calvo-Sotelo como sucesor: porque<br />
echaba por tierra una operación<br />
de gran envergadura, un<br />
“<strong>golpe</strong> de timón” potentísimo,<br />
que “reconduciría la deteriorada<br />
situación política”, según expresión<br />
de algunos de sus promotores.<br />
<strong>Un</strong>a “operación” que podía<br />
contar con el acuerdo o la pasividad<br />
de muchos militares y civiles,<br />
incruenta, y de legalidad más dudosa.<br />
Ese seudo <strong>golpe</strong> era conocido<br />
por mucha gente y por eso el<br />
23-F provocó tanto desconcierto:<br />
no era lo esperado, pero nadie<br />
sabía hasta qué punto estaba relacionado<br />
con la primera “opción”.<br />
De hecho, esa primera opción<br />
había sido incluso puesta sobre el<br />
papel por un conocido constitucionalista<br />
(nunca se ha desvelado<br />
su identidad). Y ese papel estaba<br />
en manos del Rey: Fernández<br />
Campo reconoce que se lo dio Alfonso<br />
Armada y que él se lo entregó<br />
a don Juan Carlos. Pero eso<br />
fue en agosto de 1980 e, igual que<br />
el Rey, el “dictamen” del constitucionalista,<br />
proponiendo una especie<br />
de Gobierno de concentración<br />
presidido por una personalidad<br />
“no política”, estaba también en<br />
manos de casi todos los dirigentes<br />
políticos y sociales. <strong>Po</strong>r supuesto,<br />
el plan no incluía la toma del<br />
Congreso ni el secuestro de los<br />
parlamentarios. <strong>Po</strong>r el contrario,<br />
partía de una moción de censura<br />
que sería legal aunque francamente<br />
extraña: los parlamentarios<br />
que la apoyaran presentarían a<br />
tidario de una intervención militar.<br />
Jaime Milans del Bosch sí que<br />
lo era”, afirma el general Sáenz de<br />
Tejada. “Milans me dijo a mí en el<br />
verano anterior (1980) que había<br />
que arreglar la situación de España<br />
con una intervención militar,<br />
supeditándola al Rey”.<br />
“Claro que Armada conocía la<br />
operación que se preparaba”, aña-<br />
Tejero recogía firmas<br />
contra una ley mientras<br />
maduraba el plan de<br />
asalto al Parlamento<br />
de Sáenz de Tejada. “Él no la animaba,<br />
pero tampoco la paraba.<br />
Dejó hacer y se mantuvo en espera<br />
activa. En la noche del 23-F estaba<br />
empeñado en que le permitieran ir<br />
a La Zarzuela para reconducir la<br />
situación. Armada no se habría<br />
ofrecido como presidente del Gobierno,<br />
a las 12 de la noche del 23<br />
esa “personalidad apolítica” como<br />
candidato a suceder al jefe del<br />
Gobierno. Armada estaba seguro<br />
de que el candidato sería él, pero<br />
es posible que algún otro militar<br />
o civil pensara en sí mismo como<br />
mejor alternativa. En cualquier<br />
caso, según esta teoría la dimisión<br />
de Suárez cortocircuitó la posible<br />
moción de censura: los mecanismos<br />
constitucionales de sucesión<br />
estaban claros y ya no había<br />
tiempo para nada más: Calvo-Sotelo<br />
era el candidato.<br />
¿Cuándo aparece Tejero en toda<br />
este escenario? De las entrevistas<br />
y escritos con y sobre Fernández<br />
Campo se deduce que él cree<br />
El atajo, desautorizado<br />
rápidamente por el Rey,<br />
se convirtió en sainete<br />
pero con un gran riesgo<br />
que algunos generales y civiles dejaron<br />
que Tejero siguiera adelante<br />
con su propia operación de toma<br />
del Congreso porque la opción<br />
primera no salía, y porque Armada<br />
y otros militares creyeron que<br />
podría existir un atajo. La toma<br />
del Congreso provocaría una situación<br />
de inestabilidad tal que<br />
exigiría la presencia del Ejército<br />
en la calle y dejaría como única<br />
salida viable el nombramiento de<br />
ese Gobierno de concentración<br />
presidido por el propio Armada.<br />
de febrero de 1981, si no le hubiera<br />
dado vueltas al tema desde meses<br />
atrás”. Tejero le impidió que hablara<br />
a los diputados. Armada pudo<br />
salir del 23-F convertido en presidente<br />
del Gobierno, si hubiera funcionado<br />
el plan de sacar a Tejero<br />
de España y ofrecer a los diputados<br />
la libertad, a cambio del poder.Arriesgó<br />
y perdió. ¿Y el Rey?<br />
“Tengo la absoluta convicción de<br />
que no conocía nada relacionado<br />
con lo que iba a pasar el 23-F. Hay<br />
que lamentar el uso de su nombre,<br />
porque fue una gravísima irresponsabilidad<br />
y una falsedad”, asegura<br />
el general Sáenz de Tejada. “Sí conocía<br />
la trama política, porque los<br />
que estaban en eso mandaban papeles<br />
a La Zarzuela”.<br />
El teniente general Jaime Milans<br />
del Bosch no era un hombre<br />
sofisticado. “Yo de política no entiendo”,<br />
confesaba tras el 23-F.<br />
Acusaba a Gutiérrez Mellado hasta<br />
de haber sido espía franquista<br />
durante la Guerra Civil, en vez de<br />
encararse a las balas (“¡Qué asco!”,<br />
decía Milans del Bosch). To-<br />
<strong>Po</strong>r eso, cuando el general acude<br />
al Congreso de los Diputados y<br />
se entrevista con el teniente coronel<br />
Tejero le anuncia un Gobierno<br />
completamente disparatado,<br />
que tenía quizás relación con la<br />
primera opción pero que es irrisorio<br />
una vez que todos los representantes<br />
políticos de la oposición<br />
están secuestrados a punta de pistola.<br />
El atajo, con la desautorización<br />
inmediata del Rey, se había<br />
convertido en un auténtico sainete,<br />
sin ninguna salida pero con un<br />
riesgo real de provocar víctimas.<br />
¿Que pasó en La Zarzuela durante<br />
todo este tiempo? Si se atiende<br />
a lo que ha dicho siempre Fernández<br />
Campo, don Juan Carlos<br />
jamás tuvo la menor noticia del<br />
atajo golpista y en cuanto conoció<br />
su alcance maniobró con todas<br />
sus fuerzas para desactivarlo.<br />
El tiempo que transcurrió entre la<br />
toma del Congreso y la aparición<br />
del Rey en TVE esta suficientemente<br />
documentado. Fernández<br />
Campo las recuerda como horas<br />
de incansables idas y venidas entre<br />
su despacho y el del Rey y el<br />
saloncito azul en el que se congregó<br />
la familia real y algunos amigos<br />
de don Juan Carlos. Horas de<br />
decenas de llamadas telefónicas<br />
que él evoca ahora mezcladas con<br />
momentos de absurdas rivalidades<br />
militares y afanes de protagonismo.<br />
“Como se vio después, en<br />
el juicio que se celebró en Campamento,<br />
con todos echándose la<br />
culpa unos a otros, eran militares<br />
muy poco gallardos”, concluye.<br />
dos los españoles han visto el vídeo<br />
del 23-F: Gutiérrez Mellado, a<br />
sus 68 años, permaneció de pie<br />
mientras Tejero y sus guardias disparaban<br />
en el hemiciclo, con Suárez<br />
intentando ayudarle y los demás<br />
—excepto Carrillo— empotrándose<br />
en el suelo, lógicamente.<br />
La trayectoria de Armada era<br />
muy diferente: 20 años al servicio<br />
de don Juan Carlos, primero como<br />
preceptor y después como secretario<br />
general hasta 1977. Persona de<br />
mentalidad compleja, no quería<br />
dar un <strong>golpe</strong> duro, pero enredó como<br />
para llegar al 23-F.<br />
<strong>Un</strong> hombre verdaderamente<br />
fiel a sí mismo es Antonio Tejero.<br />
Recientemente ha sorprendido de<br />
nuevo, pidiendo un referéndum sobre<br />
el Estatuto de Cataluña. Tiene<br />
práctica en estas cosas: antes del<br />
23-F compaginaba la búsqueda de<br />
patrocinadores para su <strong>golpe</strong> y el<br />
estudio de los accesos al Congreso,<br />
con la colaboración en una campaña<br />
de recogida de 500.000 firmas,<br />
en aquel caso contra un proyecto<br />
de desmilitarizar la Guardia Civil.
32<br />
Presidente<br />
durante 15 horas<br />
Francisco Laína dirigió el poder civil<br />
democrático, en contacto con el Rey,<br />
al frente de la Junta de Subsecretarios<br />
JORGE A. RODRÍGUEZ, Madrid<br />
La mayoría de los menores de 40<br />
años posiblemente no tengan ni<br />
idea de quién es Francisco Laína.<br />
Ni de lo que hizo durante el 23 y el<br />
24 de febrero de 1981. Tampoco<br />
Laína, hoy al borde de los 70 años,<br />
parece tener mucho interés por recordar<br />
a los demás que él fue el<br />
hilo conductor del poder civil, de<br />
la legitimidad democrática, mientras<br />
el Gobierno y las Cortes Generales<br />
permanecían secuestrados en<br />
el Congreso por el teniente coronel<br />
Antonio Tejero. Francisco Laína<br />
García, entonces director general<br />
de la Seguridad del Estado, fue durante<br />
15 horas virtual presidente<br />
del Gobierno, al ejercer como jefe<br />
de la Junta de Subsecretarios y Secretarios,<br />
el órgano que evitó el vacío<br />
de poder. “Aquella noche hicimos<br />
que la democracia siguiera su<br />
camino”, aseguró el jueves pasado<br />
en conversación telefónica.<br />
Francisco Laína García (La Carrera,<br />
Ávila, 18 de mayo de 1936)<br />
ha rechazado con amabilísima y<br />
exquisita firmeza las peticiones de<br />
este diario para rememorar aquellas<br />
horas. “Ahora, no creo conve-<br />
“Igual me espero al 30º<br />
aniversario del 23-F<br />
para hablar y publicar<br />
mi libro”, dice Laína<br />
niente dar una entrevista ni entrar<br />
en una lucha de protagonismos,<br />
porque esa noche fueron muchos<br />
los que colaboraron”, asegura por<br />
teléfono. Está escribiendo un libro<br />
con sus recuerdos, que asegura<br />
que ni ha entregado ni tiene comprometido<br />
con editorial alguna.<br />
En marzo de 1981, durante<br />
uno de los llamados Desayunos en<br />
el Ritz, Laína puso en orden sus<br />
recuerdos, que arrancan a las<br />
18.22 del 23 de febrero de ese año,<br />
cuando escuchó en la cadena<br />
SER, que retransmitía la sesión de<br />
investidura de Leopoldo Calvo Sotelo,<br />
algo que interpretó “como disparos<br />
de pistola y luego una ráfaga<br />
de metralleta”. Tejero y un puñado<br />
de guardias civiles acababan<br />
de tomar el Congreso, donde estaban<br />
reunidos el Gobierno y los<br />
diputados y senadores en una sesión<br />
conjunta de ambas Cámaras.<br />
El poder civil estaba secuestrado.<br />
Laína se puso inmediatamente<br />
en contacto con el Rey, quien ya<br />
estaba al corriente de los acontecimientos.<br />
Don Juan Carlos le pidió<br />
que, dentro del respeto a la Constitución,<br />
hallase la mejor salida a la<br />
asonada. Luego, contactó con los<br />
Dieciocho horas<br />
de tensión<br />
Se celebra la segunda votación para la investidura<br />
de Leopoldo Calvo-Sotelo.<br />
18.23. <strong>Un</strong> grupo de guardias civiles, dirigidos<br />
por el teniente coronel Antonio Tejero,<br />
irrumpe por los pasillos del Congreso<br />
18.25. Los asaltantes penetran en el hemiciclo<br />
del Congreso.<br />
generales de división José Antonio<br />
Sáenz de Santamaría, inspector general<br />
de la <strong>Po</strong>licía Nacional, y José<br />
Luis Aramburu Topete, director<br />
general de la Guardia Civil, que<br />
mandaron fuerzas al Congreso.<br />
Laína incluso llamó al palacio<br />
de la Carrera de San Jerónimo.<br />
“Que se ponga Tejero’. Y se puso.<br />
No le llamé nunca teniente coronel,<br />
sino señor Tejero, y le conminé<br />
a deponer su actitud. Aramburu<br />
ya se había entrevistado con él y<br />
Tejero le había amenazado con<br />
una pistola en la mano”, recordó<br />
en el Ritz. “Es que esa noche hablé<br />
con muchísima gente de muchas<br />
cosas”, decía la semana pasada.<br />
El despacho de Laína en el Ministerio<br />
del Interior bullía. Allí se<br />
decidió crear la Junta de Secretarios<br />
de Estado y Subsecretarios.<br />
“Como el Gobierno estaba secuestrado,<br />
había que suplir el vacío de<br />
poder que se había producido”, recordaba<br />
en 1981. Hoy lo ve así:<br />
“Hicimos lo que creíamos que había<br />
que hacer, nada más”. La propuesta<br />
fue comunicada a La Zarzuela,<br />
donde el general Sabino Fernández<br />
Campos (“un hombre vital,<br />
no lo olviden”, insiste) confirmó,<br />
sobre las 19.30, el visto bueno<br />
del Rey a ese Consejo, que asumía<br />
desde entonces el poder civil y la<br />
acción de Gobierno.<br />
La treintena de secretarios de<br />
Estado y subsecretarios fueron llegando<br />
poco a poco al salón Regio,<br />
en el entresuelo de la sede de Interior,<br />
en la calle de Amador de los<br />
Ríos. Laína asume el mando. Primera<br />
decisión: elaborar un comunicado<br />
para dar cuenta a través de<br />
TVE de la constitución de los dos<br />
órganos de poder, la Junta de Jefes<br />
de Estado Mayor (Jujem) y la Junta<br />
de Subsecretarios. Pero el director<br />
general de RTVE, Fernando<br />
Castedo, informa de que un capitán<br />
de la División Acorazada Brunete<br />
está en su despacho y le ha<br />
ordenado, en nombre del Rey, poner<br />
marchas militares. Más tarde,<br />
cuando la sede de Prado del Rey<br />
quedó libre, la televisión pública<br />
empezó a difundir comunicados<br />
del Gobierno. Y el del Rey.<br />
Las noticias sobre la situación<br />
de las provincias comienzan a llegar<br />
a Interior. En todas se dice que<br />
hay normalidad. Salvo en Valencia,<br />
donde el teniente general Jaime<br />
Milans del Bosch había emitido<br />
un bando asumiendo el mando<br />
en la zona. Los tanques estaban en<br />
las calles valencianas. Antes de la<br />
solución de la toma de RTVE, Laína<br />
había vuelto a telefonear a La<br />
Zarzuela, como siempre, por la malla<br />
cero (con codificador de conversaciones).<br />
“Hablo con Fernández<br />
Campos y oigo cómo el Rey está<br />
18.30 . Alrededor de doscientos guardias civiles<br />
acordonan toda la zona próxima al Congreso.<br />
18.35. Armada conversa con La Zarzuela y<br />
se ofrece a ir. Recibe órdenes de permanecer<br />
en su puesto.<br />
18.40. Se corta el servicio del circuito cerrado<br />
de televisión. El edificio queda incomunicado.<br />
18.55. El presidente del Gobierno en funciones,<br />
Adolfo Suárez, intenta dialogar con algún<br />
mando de las fuerzas ocupantes.<br />
19.05. Desconectada la cámara fija de TVE<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
Francisco Laína García, en septiembre de 1982. / MARISA FLÓREZ<br />
hablando por otro teléfono con<br />
Milans. Oigo que pega un puñetazo<br />
en la mesa y que le ordena que<br />
deponga su actitud”. Laína llama<br />
a Miláns del Bosch, quien le dice<br />
que actuaba en nombre del Rey.<br />
“Sabía que no era cierto”, evocó.<br />
Interior convocó, ya de madrugada,<br />
a los líderes de los partidos<br />
políticos para informarles de la posibilidad<br />
de que nuevas unidades<br />
militares se sumasen al alzamiento<br />
y para pedirles que “no sacaran las<br />
masas a la calle”. Laína les comunica<br />
que va a trasladarse al Hotel<br />
Palace para conocer sobre el terreno<br />
la operación de asalto que ha<br />
diseñado el Grupo Especial de<br />
Operaciones (GEO). Se reúne con<br />
Sáenz de Santamaría, Aramburu y<br />
un capitán de los GEO. “El asalto<br />
era imposible sin 50 o 100 muertos.<br />
Si entrábamos con explosivos,<br />
el primero en caer sería el presidente<br />
Adolfo Suárez”, recordó.<br />
Los comunicados conjuntos de<br />
la Junta de Subsecretarios y la Jujem<br />
siguen fluyendo. El objetivo<br />
era asegurar la normalidad ciudadana,<br />
informar de que el poder democrático<br />
contaba con mecanismos<br />
alternativos. El general José<br />
que continuaba enfocando y emitiendo imágenes<br />
del interior del hemiciclo.<br />
19.15. Los asaltantes permiten la salida del<br />
público y, más tarde, de los periodistas.<br />
19.20. El Ministerio del Interior comunica a<br />
los gobernadores civiles de toda España que<br />
se mantengan en "estado de alerta".<br />
19.30. Las emisoras Radio Castellón y La<br />
Voz de Castellón, ocupadas militarmente, emiten<br />
un comunicado del general Jaime Milans<br />
del Bosch decretando el estado de excepción<br />
en la III Región Militar.<br />
Gabeiras estaba negociando con<br />
Tejero. Milans del Bosch acuartelaba<br />
los tanques. Once guardias<br />
abandonan la sede del Legislativo.<br />
La asonada se desinflaba.<br />
La Jujem dejó las negociaciones<br />
en manos de Laína. Tras varios<br />
tira y afloja, se inicia la salida<br />
de las diputadas. Se emite el último<br />
comunicado del Gobierno paralelo,<br />
en el que se habla del cese<br />
de la Junta de Secretarios de Estado<br />
y Subsecretarios. A mediodía<br />
del 24 de febrero, salen del Congreso<br />
el Gobierno y los diputados.<br />
Laína, sin duda, matizaría y ampliaría<br />
este resumen de esas 15 horas<br />
de las que fue protagonista. Pero<br />
no quiere. “Estoy acabando el<br />
libro con mi versión del 23-F y no<br />
creo conveniente dar entrevistas.<br />
Me hace gracia leer libros sobre el<br />
asunto, sobre todo los que reproducen<br />
diálogos sin conocerlos”,<br />
bromea a través del teléfono. “No<br />
voy a dar entrevistas a nadie”, se<br />
compromete. “Cuando hable, será<br />
sin limitaciones, pero igual me espero<br />
al 30º aniversario”, asegura,<br />
antes de despedirse, con cordialidad.<br />
“Gracias por su insistencia y<br />
por acordarse de mí”.<br />
19.45 . <strong>Un</strong>idades del Ejército ocupan las instalaciones<br />
de Televisión Española, en Prado<br />
del Rey. Acto seguido, los militares se dirigen<br />
al edificio de Radio Nacional. La programación<br />
es suspendida y comienzan a ser emitidas<br />
marchas militares.<br />
19.50. La Junta de Jefes de Estado Mayor<br />
desmiente rotundamente la declaración del<br />
estado de excepción.<br />
19.58. Tejero entra en el hemiciclo para<br />
anunciar que iba a dar una comunicación<br />
del capitán general Milans del Bosch.<br />
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />
<strong>Un</strong>idad de<br />
los partidos por<br />
la normalidad<br />
democrática<br />
J. P., Madrid<br />
Hubo un tiempo en que las fuerzas<br />
políticas sabían unirse en momentos<br />
graves, por enfrentadas<br />
que estuviesen. El 23-F fue uno<br />
de ellos. En plena intentona golpista,<br />
el entonces subsecretario<br />
de la Presidencia del Gobierno,<br />
José B. Terceiro, planteó en el<br />
Gabinete provisional una convocatoria<br />
a los partidos políticos.<br />
Así se hizo. Acudieron dirigentes<br />
que no eran diputados —los que<br />
lo eran estaban secuestrados—<br />
de los partidos con sede en Madrid,<br />
y allí se mezclaron Fernando<br />
Suárez y Jorge Verstrynge, de<br />
Alianza <strong>Po</strong>pular (antecedente<br />
del PP), los comunistas Santiago<br />
Álvarez, Enrique Curiel y Carlos<br />
Alonso Zaldívar y los socialistas<br />
José María Maravall y José María<br />
Benegas, entre otros. De ellos<br />
salió una declaración conjunta,<br />
denunciando el “gravísimo atentado<br />
a la Constitución y a las<br />
instituciones democráticas”, pidiendo<br />
“serenidad” a los ciudada-<br />
Declaración conjunta suscrita por dirigentes<br />
de UCD, AP, PSOE y PCE.<br />
nos y expresando la voluntad de<br />
“estricto respeto de la normativa<br />
constitucional”.<br />
El texto se reproduce en esta<br />
página directamente del original,<br />
respetando la última corrección<br />
a mano y alguna errata cometida<br />
por la persona que mecanografió<br />
la declaración a toda prisa. Las<br />
firmas aparecen al pie.<br />
El texto tuvo valor simbólico,<br />
como otras gestiones destinadas<br />
a dejar claro que se mantenía la<br />
normalidad mientras el Gobierno<br />
legítimo no recuperase su libertad<br />
de acción. En la reunión<br />
del gabinete con los partidos se<br />
plantearon las ideas de Laína para<br />
liberar a los secuestrados con<br />
un asalto policial, a las que se<br />
opusieron varios, por temor al<br />
baño de sangre. Dos miembros<br />
del Gabinete, Carlos Robles Piquer<br />
y José B. Terceiro, hicieron<br />
de puente con la Junta de Jefes<br />
de Estado Mayor.<br />
19.59. Llega al Congreso el director general<br />
de la Guardia Civil, teniente General José Luis<br />
Aramburu Topete.<br />
20.10. <strong>Un</strong> capitán de la Guardia Civil y un<br />
individuo con metralleta y anorak verde conminan<br />
a Felipe González y al general Gutiérrez<br />
Mellado a abandonar sus escaños y acompañarles.<br />
20.12. El mismo capitán y el mismo paisano<br />
proceden de idéntica manera con Alfonso<br />
Guerra y con Santiago Carrillo.<br />
Pasa a la página 33
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 33<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
“¡Todo el mundo<br />
al suelo!”<br />
El secuestro del Gobierno y de los diputados<br />
osciló entre el drama y el esperpento<br />
JUAN G. IBÁÑEZ, Madrid<br />
Tejero, entusiasmado, arrancó el<br />
teletipo y se lo pasó a un guardia<br />
civil con orden de que leyera en<br />
público la noticia de que Milans<br />
del Bosch había sacado los tanques<br />
a la calle y declarado el estado<br />
de excepción en Valencia. Subido<br />
en la tribuna de oradores, el<br />
agente prorrumpió:<br />
— “Normalidad en Madrid.<br />
La Comisión de Subsecretarios<br />
se ha constituido en Gobierno en<br />
funciones y ha asumido el poder...”.<br />
—¡No, no! ¡Lea lo de abajo!—,<br />
le interrumpió a gritos Tejero.<br />
Pero los parlamentarios secuestrados<br />
ya habían quedado informados<br />
de que la maquinaria<br />
gubernamental estaba en marcha<br />
para hacer fracasar el <strong>golpe</strong> de<br />
Estado.<br />
La duración del asalto, más<br />
allá de lo previsto por los golpistas,<br />
que a las seis y media de la<br />
tarde habían anunciado que esperaban<br />
la llegada en breve de una<br />
autoridad militar, acabó relajando<br />
la tensión inicial. Y el sentimiento<br />
dominante de temor a<br />
una masacre dejó paso a una sensación<br />
de esperpento, por el comportamiento<br />
de los asaltantes.<br />
Antes de la medianoche, hubo<br />
diputados que ya acudían a los<br />
urinarios sin guardias que les vigilaran,<br />
muchos se desplazaban<br />
de un escaño a otro para conversar<br />
y el ex vicepresidente del Gobierno<br />
Fernando Abril-Marto-<br />
Cuando el ujier pidió<br />
el abrigo de Guerra, que<br />
no utilizaba, sus amigos<br />
supieron que seguía vivo<br />
rell escuchaba a hurtadillas una<br />
radio e informaba en voz baja a<br />
sus compañeros de UCD de las<br />
noticias negativas para los golpistas.<br />
La fase inicial del secuestro<br />
había estado envuelta en una sorpresa<br />
y violencia que infundieron<br />
en los rehenes la máxima inquietud.<br />
Cuando habían transcurrido<br />
dos horas desde que los<br />
asaltantes habían sacado del hemiciclo<br />
a Felipe González y Alfonso<br />
Guerra —junto al presidente<br />
del Gobierno, dos ministros y<br />
el líder del PCE—, un ujier llegó<br />
a la primera fila de escaños socialistas<br />
y preguntó: “¿El abrigo de<br />
Alfonso Guerra?”. Tras titubear,<br />
alguien le entregó un abrigo. En<br />
cuanto se alejó, la diputada socialista<br />
Carmen García Bloise giró<br />
la cabeza y musitó a sus compañeros:<br />
“Alfonso no utiliza abri-<br />
Viene de la página 32<br />
20.15. Agustín Rodríguez Sahagún y Adolfo<br />
Suárez también salen del hemiciclo.<br />
20.20. El Rey llama a Pujol para tranquilizarle.<br />
20.43. <strong>Un</strong>o de los asaltantes lee en el hemiciclo<br />
un comunicado del teniente general Milans<br />
del Bosch, que ha declarado el estado de<br />
excepción y sacado los tanques a las calles<br />
de Valencia.<br />
21.05. Las fuerzas que ocupan las sedes de<br />
TVE y Radio Nacional, se retiran.<br />
21.15. El teniente coronel Tejero da ins-<br />
go. Le ha hecho al ujier preguntar<br />
para que sepamos que está<br />
vivo”.<br />
En una escena estremecedora,<br />
como de despedida de quien enfila<br />
un trágico final, los diputados<br />
habían contemplado cómo los<br />
golpistas se llevaban, metralleta<br />
en mano, al presidente Adolfo<br />
Suárez, primero, y después al vicepresidente<br />
Gutiérrez Mellado<br />
y a Felipe González, a Santiago<br />
Carrillo y a Alfonso Guerra y a<br />
Agustín Rodríguez Sahagún, ministro<br />
de Defensa. Les condujeron<br />
a una dependencia próxima,<br />
la Sala del Reloj, donde les sentaron<br />
en las esquinas —a Sahagún,<br />
en el centro, junto a la mesa—,<br />
con las sillas orientadas hacia la<br />
pared, si bien al poco tiempo los<br />
secuestrados las giraron hacia su<br />
posición normal. A cada uno le<br />
vigilaba un guardia apuntándole<br />
con la metralleta. Así estuvieron<br />
hasta que terminaron las 18 horas<br />
de secuestro.<br />
En aquellos momentos, la mayoría<br />
de los diputados, y desde<br />
luego todos los de la izquierda,<br />
sentían que su vida pendía de un<br />
hilo que en cualquier momento<br />
se podía romper. Tras presenciar<br />
cómo los guardias se llevaban a<br />
ese grupo de dirigentes hacia un<br />
destino desconocido, pero en todo<br />
caso inquietante, un parlamentario<br />
socialista escribió, sin<br />
poder bajar la vista al papel, un<br />
mensaje de despedida dirigido a<br />
su familia. Se lo entregó a escondidas<br />
a Carmen García Bloise<br />
con la esperanza de que los asaltantes<br />
no matasen a las mujeres.<br />
Cuando en la sociedad dominaba<br />
todavía la sensación de desconcierto,<br />
el ex portavoz parlamentario<br />
de UCD Antonio Jiménez<br />
Blanco y el diputado socialista<br />
José Vida Soria entraron al<br />
Congreso cuando ya había sido<br />
asaltado, para unirse a sus compañeros<br />
secuestrados. Jiménez<br />
Blanco, entonces presidente del<br />
Consejo de Estado, recuerda ahora<br />
que lo que le movió fue “la<br />
devoción a UCD”, a la misión<br />
—favorecer la transición— que<br />
ese partido había terminado de<br />
cumplir. Vida Soria estuvo meditando<br />
su decisión durante el vuelo<br />
de Granada a Madrid. “Pensé:<br />
si no entro, ¿con qué cara me miro<br />
en el espejo mañana? Yo tenía<br />
que haber estado ahí... Eso fue.<br />
Nada de connotación heroica, ni<br />
leches”, explica, campechano.<br />
Cuando Tejero ordenó, pistola<br />
en mano, “¡al suelo, al suelo!<br />
¡todo el mundo al suelo!”, sólo<br />
Suárez y Carrillo permanecieron<br />
sentados. Y el teniente general<br />
Gutiérrez Mellado salió del banco<br />
del Gobierno para enfrentarse<br />
a los sublevados.<br />
trucciones a los guardias que ocupan todas<br />
y cada una de las puertas para que, en<br />
caso de producirse un corte de suministro<br />
eléctrico, disparen sobre cualquier persona<br />
que se aproxime tratando de ganar la<br />
salida.<br />
21.20. Reunión de altos mandos de la Guardia<br />
Civil en el Hotel Palace, de Madrid<br />
21.30. Tejero ordena desalojar de las Cortes<br />
a los civiles no diputados y funcionarios de la<br />
Cámara. El Consejo General del <strong>Po</strong>der Judicial<br />
hace público en un comunicado su leal-<br />
<strong>Un</strong>a columna de vehículos de la <strong>Po</strong>licía Militar al mando del comandante Pardo Zancada<br />
llega al Congreso para apoyar a los golpistas.<br />
Los parlamentarios se reincorporaron<br />
a sus asientos al cabo de<br />
varios minutos. Para entonces,<br />
Suárez había tenido también un<br />
gesto atrevido —mitad astuto,<br />
mitad desafiante— para calibrar<br />
el fuste de los golpistas: sin reca-<br />
Fraga: “Me tranquilizó<br />
ver que eran guardias<br />
civiles, no etarras<br />
disfrazados de guardias”<br />
bar permiso, abandonó su sitio y<br />
llegó hasta un ujier para pedirle<br />
un cigarrillo y fuego. Él tenía en<br />
la chaqueta dos cajetillas y un<br />
mechero.<br />
Veinticinco años después, Carrillo<br />
atribuye su aplomo y deso-<br />
tad al Rey y su respeto a la Constitución.<br />
21.45. <strong>Un</strong> grupo de agentes del GEO llega al<br />
Congreso.<br />
22.00. El Rey se reúne en La Zarzuela con<br />
sus colaboradores más estrechos.<br />
22.15. El general Sáenz de Santamaría, jefe<br />
de la <strong>Po</strong>licía Nacional, llega al Hotel Palace. La<br />
Junta de Jefes del Alto Estado Mayor comunica<br />
que se han tomado las medidas necesarias<br />
para reprimir todo atentado contra la<br />
Constitución y restablecer el orden que la<br />
misma determina.<br />
bediencia a las insistentes órdenes<br />
de que se tirara en el suelo a<br />
la inmediata percepción que tuvo<br />
de que se trataba de un <strong>golpe</strong> de<br />
Estado. “Reconocí a Tejero, porque<br />
había estado implicado en la<br />
Operación Galaxia. Cuando nos<br />
sacaron del hemiciclo pensé que<br />
era para matarnos... Nos llevaron<br />
al Salón del Reloj, excepto a<br />
Suárez, que le encerraron en un<br />
despacho. No nos dieron nada<br />
de comer ni de beber en toda la<br />
noche. Yo sólo pedí una vez ir al<br />
baño, para no darles la impresión<br />
de que estábamos descompuestos.<br />
No nos llegó información<br />
ni de la intervención del<br />
Rey. Con las horas, el guardia<br />
que tenía la metralleta apuntando<br />
hacia mí empezó a ponerse<br />
nervioso, a sudar, y tuvieron que<br />
relevarle, supongo que por temor<br />
a que se le escapara una ráfaga.<br />
22.45. Llegan al Congreso seis autobuses de<br />
guardias civiles.<br />
22.58. Declaración del Departamento de Estado<br />
norteamericano en el que apoya la democracia<br />
española.<br />
23.15. Altos mandos de la Guardia Civil, los<br />
tenientes generales Aramburu Topete y Prieto,<br />
hablan con Tejero para conseguir que éste<br />
deponga su actitud.<br />
23.45. Tejero se asoma a un balcón del Congreso<br />
gritando a la policía nacional que se<br />
retirasen de las inmediaciones del edificio.<br />
Al principio de la noche<br />
pensé en cómo podía<br />
ser mi muerte si triunfaba<br />
el <strong>golpe</strong>. Me dije: ‘Va<br />
a ser un segundo. <strong>Un</strong> tiro<br />
en la cabeza. Y te vas<br />
a quedar descansado para<br />
siempre’. En aquella<br />
época, estaba muy harto<br />
de la crisis en el partido.<br />
Además, mi generación<br />
había ingresado en<br />
el PCE como el que lo<br />
hace en una orden militar,<br />
sabiendo que podías<br />
morir en combate”.<br />
Manuel Fraga, en<br />
cambio, asegura que en<br />
ningún momento temió<br />
por su vida. El ex presidente<br />
de la Xunta de<br />
Galicia, que en 1981 era<br />
el portavoz de Coalición<br />
Democrática en el<br />
Congreso, aduce que en<br />
las primeras horas de secuestro<br />
hubo dos circunstancias<br />
que le tranquilizaron:<br />
“Darme<br />
cuenta de que estaba ante<br />
verdaderos guardias<br />
civiles y no ante etarras<br />
disfrazados de guardias<br />
civiles, con lo que no podía<br />
salir de allí nada malo<br />
tratándose de ese benemérito<br />
cuerpo; y, más<br />
tarde, saber que el Rey<br />
había hablado”.<br />
“En aquella noche”,<br />
relata Fraga con alguna<br />
dosis de malicia, “tuve<br />
que tranquilizar a Bandrés,<br />
que estaba muy<br />
preocupado y tenía la<br />
salud delicada, y me di<br />
cuenta de que Blas<br />
Piñar tenía un gran disgusto<br />
porque no habían<br />
contado con él para<br />
aquello”. Carrillo describe,<br />
también con intencionalidad,<br />
que cuando<br />
oyó las órdenes de tirarse<br />
al suelo miró a Piñar<br />
y Fraga para ver qué hacían.<br />
“Y vi que estaban<br />
en el suelo”.<br />
En la mañana del<br />
día siguiente, Fraga se<br />
puso en pie y a voz en<br />
grito se quejó de que estaba<br />
siendo vejado, que<br />
era un representante de la soberanía<br />
popular y que si tenían que<br />
dispararle, le dispararan ya. “El<br />
teniente coronel que había organizado<br />
aquello”, recuerda Fraga,<br />
“se enfadó mucho, ordenó que<br />
me sacaran, y me llevaron al despacho<br />
del presidente, lo cual me<br />
permitió, como allí había maquinilla,<br />
salir a la calle afeitado”.<br />
Algunos diputados vieron a la<br />
salida del Congreso al general Armada<br />
y le dieron la mano en señal<br />
de agradecimiento, porque le<br />
relacionaban con La Zarzuela y<br />
creían que había intervenido para<br />
desactivar el <strong>golpe</strong>. Incluso<br />
Suárez le comentó por la tarde al<br />
Rey que estaba equivocado en<br />
sus sospechas sobre Armada. Pero<br />
don Juan Carlos le confortó:<br />
“No, no estabas equivocado,<br />
Adolfo. Armada ha sido el actor<br />
del <strong>golpe</strong>”.<br />
00.07. El segundo jefe del Estado mayor del<br />
Ejército, general Alfonso Armada, entra en el<br />
palacio del Congreso.<br />
00.15. El Rey habla con el presidente de la<br />
Academia Gallega, Domingo García Sabell.<br />
00.40. Evacuado el senador centrista por<br />
<strong>Po</strong>ntevedra David Pérez Puga, que asistía a la<br />
sesión parlamentaria de investidura de Leopoldo<br />
Calvo-Sotelo, aquejado por un recrudecimiento<br />
de la úlcera de estómago que padece.<br />
<strong>Po</strong>co antes había sido evacuada también<br />
Pasa a la página 34
34<br />
La ‘batalla’<br />
de la Brunete<br />
Cómo el general Quintana logró parar<br />
la ocupación de Madrid por las unidades<br />
de la División Acorazada<br />
MIGUEL GONZÁLEZ, Madrid<br />
“La importancia de la Acorazada<br />
hace pensar que fue allí donde<br />
verdaderamente se decidió el<br />
23-F”, escribió el general García<br />
Escudero, instructor del sumario<br />
por el <strong>golpe</strong> de Estado. Con alrededor<br />
de 10.000 hombres, más de<br />
150 carros de combate y 60 obuses<br />
de artillería y unos 15 cañones<br />
antiaéreos, además de centenares<br />
de transportes oruga, camiones<br />
y vehículos ligeros, la División<br />
Acorazada Brunete (DAC<br />
1) era, y sigue siendo, la unidad<br />
más potente del Ejército.<br />
Hace un cuarto de siglo, sus<br />
acuartelamientos rodeaban la capital<br />
de España como un anillo<br />
de hierro menos útil para defenderla<br />
que para estrangularla.<br />
Al norte, la Brigada Acorazada<br />
XII, en El Goloso; al noroeste,<br />
el Cuartel General de la división,<br />
en El Pardo; al oeste, la Brigada<br />
Mecanizada XI, en Campamento,<br />
y el Regimiento de Caballería<br />
Villaviciosa 14, en Retamares;<br />
al suroeste, el Regimiento de<br />
Infantería Motorizada Saboya 6,<br />
en Leganés; y al este, el Regimiento<br />
de Artillería de Campaña número<br />
11, en Vicálvaro.<br />
El 23 de febrero de 1981 se<br />
encontraba en el campo de maniobras<br />
de San Gregorio, realizando<br />
unos ejercicios tipo Beta,<br />
casi la mitad de la división (tres<br />
batallones de carros de combate<br />
y un grupo de artillería), pero la<br />
fuerza restante en Madrid era<br />
más que suficiente para dominar<br />
una ciudad atenazada por el estupor<br />
y el miedo desde que las emisoras<br />
de radio retransmitieron en<br />
directo los disparos de Tejero al<br />
irrumpir en el hemiciclo.<br />
Pardo propuso<br />
a Milans dar un <strong>golpe</strong><br />
de mano en la división,<br />
“eso sí se habría<br />
parecido al 18 de julio”<br />
<strong>Un</strong>a columna de 18 obuses de<br />
155 / 32, arrastrando sus 25 toneladas<br />
sobre cadenas por una desierta<br />
Gran Vía, o 15 cañones<br />
antiaéreos 40 / 70 enhiestos en el<br />
Campo del Moro, al pie del Palacio<br />
Real, habrían dado la imagen<br />
inapelable de un Madrid bajo<br />
ocupación y un <strong>golpe</strong> triunfante.<br />
<strong>Po</strong>r eso, al capitán Ricardo<br />
Huelin, destinado en el Regimiento<br />
de Artillería de Vicálvaro, contrario<br />
como muchos oficiales jóvenes<br />
a la intentona golpista, no<br />
Viene de la página 33<br />
la diputada socialista catalana Ana Balletbó,<br />
en atención a su embarazo.<br />
01.00. La Mesa del Senado emite una nota<br />
en la que asume la representación de la soberanía<br />
popular mientras duren las circunstancias<br />
excepcionales.<br />
01.14. El Rey se dirige a todos los españoles<br />
a través de TVE y radio (a la derecha).<br />
01.15. El general Armada sale del Congreso<br />
de los Diputados<br />
01.29. Comienzan a llegar a las proximida-<br />
le quedaba sino demorar al máximo<br />
los preparativos (municionamiento,<br />
repostaje de combustible,<br />
aprovisionamiento de raciones)<br />
para evitar que la columna con<br />
medio centenar de vehículos y<br />
más de 300 hombres cruce la<br />
puerta del acuartelamiento y enfile<br />
hacia el Parque del Retiro.<br />
Como dijeron Joaquín Prieto<br />
y José Luis Barbería en El Enigma<br />
del Elefante, ninguna otra unidad<br />
del Ejército recordaba tanto<br />
al paquidermo que da título a su<br />
libro: “Lento de movimientos y<br />
al que cuesta trabajo arrancar pero<br />
que, una vez en marcha, puede<br />
resultar imparable”. ¿O no?<br />
El 18 de enero de 1981, en una<br />
reunión en la calle General Cabrera<br />
de Madrid, el general Carlos<br />
Alvarado —cuya participación<br />
no se conocerá hasta mucho<br />
después— expone los cuatro ejes<br />
del plan: asalto al Congreso por<br />
Tejero al frente de un grupo de<br />
guardias; declaración del estado<br />
de excepción en la III Región Militar;<br />
ocupación de los puntos<br />
neurálgicos de Madrid por la<br />
Brunete y traslado de Armada a<br />
Zarzuela para impartir órdenes.<br />
Las dos primeras fases de la<br />
operación se ejecutarán según lo<br />
previsto, pero no las siguientes;<br />
quizá porque entre los conjurados<br />
figura el capitán general de Valencia,<br />
pero falta el jefe de la Brunete.<br />
La movilización de la Acorazada<br />
corría a cargo del general<br />
Luis Torres Rojas, que en enero<br />
de 1980 fue apartado del mando<br />
de la división tras una serie de<br />
incidentes —entre otros, su discurso<br />
en la entrega al Rey de la<br />
boina de carrista— que provocaron<br />
su traslado al Gobierno Militar<br />
de La Coruña. La política de<br />
destinos aplicada antes del <strong>golpe</strong><br />
por el ministro de Defensa, Agustín<br />
Rodríguez Sahagún, y el jefe<br />
del Estado Mayor del Ejército,<br />
José Gabeiras, fue clave para neutralizarlo:<br />
Milans fue nombrado<br />
capitán general de Valencia y no<br />
de Madrid, como pretendía, y<br />
aunque sacó a la calle los carros<br />
de la División Maestrazgo su eco<br />
llegaba muy amortiguado a la capital,<br />
donde se jugaba la partida.<br />
En la Brunete, Torres Rojas<br />
tenía dos aliados: el comandante<br />
Ricardo Pardo Zancada y el coronel<br />
José Ignacio San Martín, ex<br />
jefe del servicio de información<br />
de Carrero Blanco y ex director<br />
general de Tráfico con Fraga, al<br />
frente del Estado Mayor de la<br />
División desde octubre de 1979.<br />
El jefe de la Acorazada era el<br />
general José Juste, un hombre a<br />
quien San Martín y Pardo consi-<br />
a<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
El plan de la Brunete para ocupar la capital<br />
23 de febrero de 1981<br />
III<br />
14<br />
N-V<br />
N-VI<br />
RCLAC 14<br />
Retamares<br />
Móstoles<br />
Cuartel GeneraI de<br />
la División Acorazada<br />
Brunete I<br />
(El Pardo)<br />
II<br />
CG I<br />
Alcorcón<br />
<strong>Po</strong>zuelo<br />
de Alarcón<br />
CG DAC I<br />
PRADO<br />
DEL REY,<br />
TVE Y RNE<br />
2<br />
Casa de<br />
Campo<br />
BRIMZ XI<br />
Leganés<br />
RIM 6<br />
M-30<br />
N-401<br />
deraban pusilánime y manejable,<br />
pero en quien no confían, a pesar<br />
de que presidió el consejo de guerra<br />
de la Operación Galaxia, que<br />
impuso penas ridículas a Tejero y<br />
al comandate Ynestrillas por<br />
conspirar contra la democracia.<br />
El domingo 22 de febrero, Pardo<br />
se desplazó a Valencia para<br />
entrevistarse con Milans. A su regreso<br />
a Madrid, informó a San<br />
Martín: “El día D es mañana y la<br />
hora H, las 18.25”, cuando Tejero<br />
interrumpiría la sesión de investidura<br />
de Calvo Sotelo.<br />
Al día siguiente, San Martín<br />
debía acompañar a Juste a Zaragoza<br />
para supervisar las maniobras<br />
de la división y éste acordó<br />
con Pardo que le avisaría cuando<br />
llegara Torres Rojas, para que él<br />
regresara de inmediato con Juste.<br />
<strong>Un</strong>a de los aspectos más sorprendentes<br />
del 23-F es por qué<br />
San Martín y Pardo hicieron volver<br />
a Juste, en vez de dejarle seguir<br />
viaje a Zaragoza para que<br />
Torres Rojas ocupara su puesto.<br />
“Eso sólo hubiera sido posible”,<br />
escribió Pardo en La pieza<br />
que falta, “en un <strong>golpe</strong> de base<br />
amplia, con compromisos previos<br />
asumidos, que fue ni más ni<br />
menos lo que sugerí al general<br />
Milans la tarde del domingo. Eso<br />
sí se habría parecido al 18 de julio<br />
u ocasiones similares. Lo que<br />
des del Congreso varias unidades de la <strong>Po</strong>licía<br />
Militar de la División Acorazada Brunete.<br />
01.40. Las unidades del Ejército toman posiciones<br />
ante la puerta principal del Congreso.<br />
02.30. Efectivos de la policía militar entra en<br />
el patio interior del edificio del Congreso.<br />
03.20. El gobernador civil de Madrid, Mariano<br />
Nicolás, entra en el Congreso para negociar<br />
con Tejero.<br />
05.30. Julián García Carrés, conocido ultraderechista<br />
y ex dirigente de los sindicatos verticales,<br />
detenido en su domicilio, en Madrid.<br />
III<br />
6<br />
Brigada de Infantería Acorazada<br />
"Guadarrama" XII<br />
(El Goloso)<br />
X<br />
XI<br />
PARQUE<br />
DEL<br />
OESTE<br />
Grupo<br />
XI<br />
5<br />
BRIAC XII<br />
CANAL DE<br />
ISABEL II<br />
Getafe<br />
N-IV<br />
C-607<br />
N-I<br />
MADRID<br />
M-30<br />
San Sebastián<br />
de los Reyes<br />
Alcobendas<br />
7 PARQUE DE<br />
6 1 EL RETIRO<br />
CAMPO 3<br />
DEL MORO CONGRESO<br />
II<br />
55<br />
4<br />
Grupo<br />
X<br />
XII<br />
se nos ordenaba era algo distinto.<br />
<strong>Un</strong>a acción deseada al parecer<br />
desde el vértice y con pocos<br />
implicados. Pero una gran unidad<br />
no obedece a un general que<br />
haya cesado en su mando por<br />
mucho afecto y buen recuerdo<br />
que haya dejado en ella”.<br />
En esas condiciones, el papel<br />
de Torres Rojas debía limitarse a<br />
“convencer y animar a Juste para<br />
que colabore”, en palabras de<br />
Las instrucciones eran<br />
seleccionar “mandos<br />
decididos” y “procurar<br />
evitar el derramamiento<br />
de sangre”<br />
San Martín. Otras fuentes sostienen<br />
que el coronel no quería quedarse<br />
al margen y su única forma<br />
de volver a Madrid era con Juste.<br />
La jugada estuvo a punto de<br />
salirle bien, a pesar de las peripecias<br />
de aquella mañana. Juste y<br />
San Martín no se quedaron en la<br />
Brigada Paracaidista, donde Pardo<br />
debía llamar al segundo, pues<br />
no llevaban el uniforme adecuado<br />
para el acto conmemorativo<br />
de la unidad, y tampoco comieron<br />
en el parador de Medinaceli,<br />
05.45. Milans del Bosch deja sin efecto las<br />
disposiciones del manifiesto del decreto de<br />
estado de excepción.<br />
06.15. Efectivos de la policía militar penetran<br />
en varias dependencias del Congreso. Se<br />
cree que todo ha terminado y los asaltantes<br />
se van a entregar. El rumor se desvanece<br />
muy pronto.<br />
07.00. Milans del Bosch manda retirar los<br />
tanques de las calles de Valencia.<br />
07.05. Sale del interior del Congreso el general<br />
Armada.<br />
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />
Aeropuerto<br />
Regimiento de Barajas<br />
de Artillería<br />
de Campaña 11<br />
(Vicálvaro)<br />
RACA 11<br />
N-II<br />
San Fernando<br />
de Henares<br />
Coslada<br />
Fuente: elaboración propia. NACHO CATALÁN / EL PAÍS<br />
GAA I<br />
Grupo de artillería<br />
antiaérea Nº1<br />
(Vicálvaro)<br />
Brigada de Infantería Mecanizada<br />
"Extremadura" XI<br />
(Campamento)<br />
Regimiento de infantería<br />
motorizada "Saboya" 6<br />
MATERIAL PESADO PREPARADO PARA EL DESPLIEGUE<br />
Tanque AMX-30<br />
• Cañón de 105 mm<br />
• Ametralladora 7,62 mm<br />
• 36 Tm<br />
XII<br />
I<br />
PM I<br />
Obús autopropulsado M109<br />
• Cañón de 155 mm<br />
• Ametralladora 12,7 mm<br />
• 25 Tm<br />
III<br />
11<br />
Grupo<br />
1<br />
3 km<br />
N-III<br />
UNIDADES<br />
BRIAC XII<br />
CG DAC I<br />
Cuarteles<br />
Salieron del cuartel<br />
1. Compañía<br />
de <strong>Po</strong>licía Militar<br />
2. Regimiento de caballería<br />
ligero acorazado<br />
"Villaviciosa"<br />
(RCLAC 14)<br />
Estuvieron a punto<br />
de salir<br />
3. Batallón mecanizado<br />
Regimiento "Wad Ras" 55<br />
4. Grupo de artillería de<br />
campaña autopropulsada<br />
(GACA ATP XI)<br />
5. Grupo de artillería de<br />
campaña autopropulsada<br />
(GACA ATP XII)<br />
6. Grupo de artillería<br />
antiaérea Nº1<br />
7. Regimiento de Artillería<br />
de Campaña 11<br />
X<br />
XII<br />
Los iconos<br />
simbolizan<br />
el tipo de<br />
unidad militar.<br />
Artillería antiaérea Bofors 40 L70<br />
• Cañón<br />
de 40 mm<br />
• 4,7 Tm<br />
segunda cita fijada, porque estaba<br />
cerrado. Pese a todo, el capitán<br />
Tamarit dio a San Martín el<br />
mensaje de Pardo, “la bandeja está<br />
grabada”; lo que significaba<br />
que Torres Rojas había llegado.<br />
<strong>Po</strong>r su parte, Pardo logró localizar<br />
en A Coruña al antiguo jefe<br />
de la división —que no había sido<br />
avisado el domingo por estar<br />
fuera de su domicilio— con tiempo<br />
suficiente para que pudiera<br />
tomar el avión a Madrid.<br />
Cuando, a las 16.50, Juste y<br />
San Martín entran en la base Batalla<br />
de Brunete, sede del Cuartel<br />
General, Pardo ya ha reunido a<br />
los mandos con el pretexto de<br />
saludar a Torres Rojas. Antes de<br />
empezar, San Martín arranca a<br />
Juste la orden de acuartelar las<br />
tropas y evitar la desbandada habitual<br />
de las cinco de la tarde.<br />
Pardo da cuenta de su reunión<br />
con Milans del día anterior,<br />
aunque no entra en detalles sobre<br />
el “hecho muy grave” que se<br />
producirá “a partir de las seis de<br />
la tarde en Madrid y será conocido<br />
a través de la radio y la televisión”.<br />
Pide, en nombre del capitán<br />
general de Valencia, el apoyo<br />
de la Brunete para una operación<br />
que se hará “bajo las órdenes<br />
del Rey”, que estará acompañado<br />
por Armada en Zarzuela.<br />
Pasa a la página 35<br />
09.00. Se confirma que en el interior de la<br />
Cámara se halla el capitán de navío Camilo<br />
Menéndez, apoyando la acción de Tejero.<br />
09.05. Crece la tensión en el hemiciclo: Fraga<br />
se levanta del escaño y grita a los asaltantes<br />
que quiere salir de allí. Todos los diputados<br />
secundan la actitud de Fraga que es sacado<br />
del hemiciclo y trasladado a otras dependencias.<br />
09.45. <strong>Un</strong> grupo de guardias civiles asaltantes<br />
abandonan el palacio del Congreso por<br />
Pasa a la página 35
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 35<br />
Viene de la página 34<br />
Juste hace ademán de llamar a<br />
Quintana, pero San Martín le disuade,<br />
alegando que el capitán general<br />
de Madrid aún no estará al<br />
corriente. Torres Rojas insiste en<br />
que no hay nada inconstitucional<br />
en lo expuesto por Pardo. Tras<br />
un momento de indecisión, Juste<br />
accede: “Bueno, pues adelante”.<br />
San Martín ordena ocupar<br />
RTVE a un escuadrón de Caballería.<br />
Pardo y el Estado Mayor<br />
elaboran a toda prisa la orden de<br />
operaciones. Se inspiran en el<br />
Plan Diana, diseñado para evitar<br />
disturbios a la muerte de Franco.<br />
A las 17.40 están listas las órdenes<br />
para tomar centros de poder,<br />
sedes de sindicatos y medios de<br />
comunicación e impedir “cualquier<br />
emisión que convoque a las<br />
masas”. Las instrucciones recomiendan<br />
seleccionar “mandos decididos”<br />
y “que se procure evitar<br />
el derramamiento de sangre”.<br />
Algunos jefes, que no disimulan<br />
su entusiasmo, anticipan telefónicamente<br />
las órdenes a sus<br />
unidades. El capitán Batista se<br />
ofrece a acudir a La Voz de Madrid,<br />
ya que conoce a su director.<br />
San Martín comete entonces<br />
un error. Le llama el general<br />
Saenz de Tejada, jefe del Estado<br />
Mayor de Quintana, para saber<br />
cómo está la división. El coronel,<br />
que le cree implicado en el <strong>golpe</strong>,<br />
responde: “Nos estamos preparando<br />
para ocupar Madrid”.<br />
A las 18.55, Juste llama a Zarzuela<br />
y pregunta por Armada.<br />
“Ni está ni se le espera”, le dice<br />
Sabino Fernández Campo. “¡Eso<br />
cambia mucho las cosas!” exclama<br />
Juste con sorpresa.<br />
Algún coronel se resiste<br />
a ejecutar la orden de<br />
Capitanía de frenar la<br />
salida de las unidades<br />
Quintana y Sáenz de Tejada<br />
no se fían de Juste y llaman directamente<br />
a los jefes de las brigadas<br />
y regimientos para ordenarles<br />
que detengan de inmediato el despliegue.<br />
Algunos, como el coronel<br />
Valencia, jefe del Villaviciosa<br />
14, de donde salió la fuerza que<br />
ocupó Prado del Rey, se resisten a<br />
obedecer, pero acaban cediendo.<br />
En Vicálvaro, el capitán Huelin<br />
acude a sondear al ayudante<br />
del coronel <strong>Po</strong>ntijas. “Justo en<br />
ese momento, se recibe una llamada<br />
del general Quintana”, recuerda<br />
Huelin. “Después de colgar,<br />
el coronel reúne a los mandos<br />
y ordena parar la operación”.<br />
<strong>Un</strong>a columna de carros de<br />
combate AMX-30, recién salida<br />
de El Goloso, se da la vuelta camino<br />
del Paseo de La Castellana.<br />
Pasada la medianoche, Pardo<br />
acude a las Cortes al frente de<br />
una compañía de <strong>Po</strong>licía Militar.<br />
Su inesperada llegada insufla ánimos<br />
a Tejero, pero no logra su<br />
objetivo: arrastrar a otras unidades<br />
de la Brunete. El <strong>golpe</strong> ha<br />
fracasado. El problema que queda<br />
a partir de ese momento es<br />
cómo resolver un secuestro.<br />
Viene de la página 34<br />
las ventanas y se entregan a la policía militar.<br />
<strong>Po</strong>co después, Tejero da órdenes de que se<br />
deje salir a las diputadas.<br />
10.10. Tejero fija sus condiciones para una<br />
eventual rendición.<br />
10.30. La Junta de Jefes de Estado Mayor<br />
informa que en breve puede producirse la<br />
liberación del resto de rehenes en el Congreso.<br />
10.45. Se sucede la salida de otros grupos<br />
de guardias civiles.<br />
AGUSTÍN MUÑOZ-GRANDES / Ayudante de campo del Rey en 1981<br />
“Yo redacté la orden del Rey a Milans”<br />
M. G., Madrid<br />
Agustín Muñoz-Grandes Galilea,<br />
teniente general en la reserva<br />
e hijo del fundador de la División<br />
Azul, era un comandante<br />
de 45 años en febrero de<br />
1981. Como ayudante de campo<br />
del Rey, fue una de las personas<br />
que vivió junto al Monarca<br />
la larga noche del 23-F.<br />
“Cuando llegué a casa”, rememora<br />
en su despacho de presidente<br />
de la Hermandad de Veteranos<br />
de las Fuerzas Armadas<br />
y la Guardia Civil, “encendí<br />
la radio para seguir la votación<br />
[de investidura de Calvo<br />
Sotelo], parecía un poco rutinaria,<br />
pero al escuchar los disparos<br />
me puse otra vez la guerrera<br />
y regresé de inmediato. Fui de<br />
los primeros en llegar, ya que<br />
vivía muy cerca, en la carretera<br />
de El Pardo, y encontré al Rey<br />
en chándal. Hubo una preocupación<br />
inicial clarísima de que<br />
quien hubiera ocupado el Congreso<br />
fuesen los GRAPO o<br />
ETA. La filmación [de la entrada<br />
en el hemiciclo] no llega hasta<br />
mucho más tarde. Al principio,<br />
sólo sabemos que ha habido<br />
tiros. Cuando se sabe que ha<br />
sido Tejero, hay como un suspiro<br />
de alivio. Piensas: bueno, esto<br />
ya está en manos de personas<br />
que no van a provocar una<br />
masacre. Como estuve desde<br />
esos momentos iniciales, puedo<br />
hacer una afirmación absoluta:<br />
el Rey no tenía ni idea de lo que<br />
estaba pasando”.<br />
Pregunta. ¿Cómo reaccionó<br />
el Rey? Lo tardío de su discurso<br />
en TVE hizo creer que dudaba.<br />
Respuesta. Aquella noche yo<br />
le vi muy tranquilo, no pierde la<br />
serenidad ni un segundo y, desde<br />
luego, no se deja manejar<br />
por nadie. Su postura no es en<br />
absoluto dudosa, pero es verdad<br />
que cuando ocurre algo tan<br />
serio como el secuestro de un<br />
Gobierno y un Parlamento, hay<br />
que recabar primero toda la información.<br />
Con ese objetivo se<br />
contacta a todos los niveles. La<br />
clave está en dos puntos: Valencia,<br />
donde está claro que las unidades<br />
siguen a Milans, y Madrid,<br />
donde está la Acorazada.<br />
P. La Brunete está indecisa.<br />
R. La división estuvo expectante.<br />
En estas situaciones hay<br />
una rumorología enorme. No<br />
cabe duda de que había un grupo<br />
dentro de la Acorazada que<br />
potenciaba el <strong>golpe</strong>, sin saber<br />
bien lo que se pretende. Yo creo<br />
que nunca hubo la idea de derrocar<br />
al Rey, ni siquiera al régimen<br />
democrático.<br />
P. Lo que se impone es la<br />
lealtad de los militares al Rey,<br />
más que a la democracia.<br />
R. Cuando se pregunta qué<br />
hubieran hecho los ejércitos si<br />
el Rey toma otro camino, no se<br />
está dudando de los ejércitos,<br />
sino del Rey. Es verdad que los<br />
Hora sin determinar. El teniente coronel<br />
Fuentes Gómez de Salazar consiguió la rendición<br />
del comandante Pardo Zancada y del<br />
teniente coronel Tejero, por medio de una<br />
serie de condiciones que el teniente coronel<br />
Fuentes escribió, de su puño y letra, sobre el<br />
capó de un vehículo militar. Las condiciones<br />
pactadas establecían la exención de responsabilidades<br />
a los participantes en el asalto al<br />
Congreso, de tenientes para abajo, y fueron<br />
rubricadas por el general Armada.<br />
11.45. El fiscal general del Estado, Gil Albert,<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
Agustín Muñoz-Grandes.<br />
“Inicialmente hubo<br />
una preocupación de<br />
que los ocupantes del<br />
Congreso fueran de<br />
los GRAPO o ETA”<br />
“A Armada se le dijo<br />
que no viniera porque<br />
se pensó que era más<br />
útil que cada uno<br />
estuviera en su sitio”<br />
“Sabino dijo que<br />
el mensaje a Pardo<br />
no podía aprobarlo<br />
Zarzuela porque<br />
parecía disculparle”<br />
capitanes generales miran al<br />
Rey, porque es un punto de referencia.<br />
<strong>Un</strong>a vez que les aclara<br />
la situación, puede que alguno<br />
esté más insatisfecho, pero sé<br />
que el Rey acaba con la convicción<br />
absoluta de que todos le<br />
siguen.<br />
P. Al impedir que Armada<br />
se desplace a La Zarzuela, como<br />
él había anunciado, se frustra<br />
su plan.<br />
R. Hubo una mentalidad<br />
muy clara de que cada uno debía<br />
estar en su sitio y Armada<br />
había sido nombrado segundo<br />
jefe del Estado Mayor del Ejército.<br />
Él se ofreció a venir para<br />
explicar lo que pasaba, pero se<br />
le dio una orden tajante: quédate<br />
quieto. No es que en ese primer<br />
momento se recelara de él,<br />
pero se pensó que lo más útil<br />
era que cada uno estuviera en<br />
su puesto.<br />
P. Las conversaciones con<br />
los capitanes generales no resuelven<br />
el problema.<br />
R. Van pasando las horas,<br />
Tejero sigue en el Congreso, esperando<br />
a alguien, Milans tiene<br />
las unidades en la calle y el grupo<br />
de Zarzuela, en el que a lo<br />
mejor yo soy más oyente que<br />
actuante, dice: el Rey tiene que<br />
hablar al pueblo español. Y lo<br />
hace a través de TVE, como jefe<br />
del Estado y como jefe supremo<br />
de las Fuerzas Armadas,<br />
por eso aparece de uniforme.<br />
P. Entonces es cuando el<br />
Rey llama a Milans y le dice:<br />
“Ya no puedo volverme atrás”.<br />
R. Media hora después del<br />
mensaje del Rey por TVE, en<br />
un contacto telefónico de Su<br />
Majestad con Milans, éste le<br />
reafirma su lealtad, pero no le<br />
obedece. Entonces yo asumí la<br />
responsabilidad de concebir y<br />
redactar la posterior orden del<br />
Rey, en términos militares muy<br />
claros, que debía poner fin a<br />
todo diálogo y que, a mi juicio,<br />
Milans acataría. Redacté el texto,<br />
pareció bien y el Rey se lo<br />
leyó con firmeza. El primer párrafo<br />
decía en esencia: “He hablado<br />
ante el pueblo español y,<br />
como comprenderás, ya nunca<br />
puedo volverme atrás”. Era<br />
una forma de decirle: “Ten la<br />
seguridad de que no voy a cambiar,<br />
si es que tenías alguna duda”,<br />
cortando así la creencia de<br />
Milans de que tenía un gran ascendiente<br />
sobre el Rey. Y continúa<br />
de forma terminante:<br />
“Cualquier <strong>golpe</strong> de Estado no<br />
podrá escudarse en el Rey, es<br />
contra el Rey”. Y le añade al<br />
final: “Cualquiera que se subleve<br />
está dispuesto a provocar<br />
una nueva guerra civil y será<br />
responsable de ello. <strong>Po</strong>r España,<br />
primero, y por la Corona,<br />
después, te ordeno que cumplas<br />
cuanto te he dicho”. Es decir,<br />
que retirara sus unidades y ordenase<br />
a Tejero que depusiera su<br />
actitud. Milans calla, escucha y<br />
responde: “A la orden, señor”.<br />
Y así lo hizo. Acepto que el texto,<br />
que redacté en pocos minutos,<br />
pudo ser más correcto. Pero<br />
fue muy claro para Milans,<br />
que es a quien iba dirigido.<br />
P. A usted también se le atribuye<br />
la autoría de un mensaje<br />
para Pardo Zancada.<br />
R. Yo tuve varias conversaciones<br />
a lo largo de la noche<br />
con San Martín, que había sido<br />
mi profesor en la escuela de Estado<br />
Mayor y habíamos coincidido<br />
en el Sáhara. Yo estaba<br />
convencido de que en el momento<br />
en que Pardo desistiese,<br />
informa que las negociaciones están cerradas:<br />
"Hay un compromiso y el desenlace se<br />
va a producir en unos minutos".<br />
11.50. El general Sáenz de Santamaría confirma<br />
que las condiciones impuestas por el teniente<br />
coronel Tejero han sido aceptadas. Instantes<br />
después comienza el desalojo de los<br />
parlamentarios del hemiciclo.<br />
12.27. El último de los diputados abandona<br />
el edificio del Congreso.<br />
12.30. El teniente coronel Tejero se entrega<br />
al general Aramburu Topete.<br />
Tejero cedería. <strong>Po</strong>r eso, proyecté<br />
un par de textos con San<br />
Martín para disuadirle. Transmitimos<br />
a Pardo el siguiente<br />
mensaje: “Al acatar la orden<br />
del Rey, salvas con esa actitud<br />
tu honor y tu patriotismo, toda<br />
vez que tu acción estaba impulsada<br />
por tu amor a España y la<br />
fidelidad al Rey”. Efectivamente,<br />
hay un momento en que me<br />
advierten: “Esto no lo puede<br />
aprobar La Zarzuela. Es una<br />
cosa entre tú y San Martín”.<br />
Sabino dijo que parecía que se<br />
comprometía al Rey y se disculpaba<br />
la acción de Pardo. Yo no<br />
lo veía tan así. En todo caso, no<br />
era un mensaje de La Zarzuela,<br />
sino una exploración, y, como<br />
había pronosticado San Martín,<br />
Pardo no lo aceptó.<br />
P. San Martín estaba a favor<br />
del <strong>golpe</strong>.<br />
R. Sin duda, pero es inteligente<br />
y, en un momento determinado,<br />
se da cuenta de que<br />
aquello fracasa. Y lo siente. Para<br />
él, es una oportunidad perdida,<br />
pensando en ese <strong>golpe</strong> de<br />
timón que nadie sabía en qué<br />
consistía ni qué iba a pasar el<br />
día siguiente. Se engañaron<br />
unos a otros y también a sí mismos.<br />
Casi al final, Sabino le pide<br />
a Milans que ordene a Pardo<br />
retirarse. Y éste confiesa: “Es<br />
que no me obedece”.<br />
P. Usted hizo una última gestión<br />
por Pardo.<br />
R. Lo conocía bien y temía<br />
que, cuando entendiera que todo<br />
estaba perdido, no quisiera<br />
salir del Congreso si no era con<br />
los pies por delante. Estuve pensando<br />
en acudir yo, pero se habría<br />
creído que era un enviado<br />
del Rey. Entonces, busqué a<br />
quien tuviera influencia sobre<br />
Pardo y salió el nombre de<br />
Eduardo Fuentes Gómez de Salazar,<br />
llamado El Napo, que había<br />
sido su jefe y al que tenía<br />
gran aprecio. Y es él el que va al<br />
Congreso, y viene todo lo del<br />
pacto del capó.<br />
P. ¿Quién lo bendice?<br />
R. Es un pacto simple en el<br />
que Pardo pide que se exculpe a<br />
sus subordinados. Yo creo que<br />
El Napo va sin atribuciones.<br />
Pregunta a Pardo qué exige para<br />
retirarse y lo consulta, supongo<br />
que con sus jefes. Lo que<br />
habían acordado lo supe mucho<br />
más tarde.<br />
P. San Martín asegura en su<br />
libro póstumo que, cuando acudió<br />
a una audiencia con el Rey,<br />
meses antes del 23-F, usted le<br />
recomendó que le hablara con<br />
crudeza de la inquietud que había<br />
en los cuarteles. ¿Es cierto?<br />
R. En el fondo, sí. Mi criterio<br />
era que las audiencias con<br />
jefes militares no eran para<br />
que le saludaran protocolariamente,<br />
sino para que le contasen<br />
lo que pasaba. El Rey debía<br />
saberlo.<br />
12.45. Antonio Tejero llega a la Dirección<br />
General de la Guardia Civil, en la calle Guzmán<br />
el Bueno.<br />
12.55. La Junta hace público un comunicado<br />
en el que da cuenta del final de la ocupación<br />
del Congreso de los Diputados.<br />
13.45. Concluye el estado de alerta en todas<br />
las guarniciones. La Junta comunica que la<br />
normalidad reina en toda España.<br />
14.00. Se reúne el Consejo de Ministros en<br />
funciones en el palacio de la Moncloa, bajo la<br />
presidencia de Adolfo Suárez.
36<br />
JOAN M. OLEAQUE, Valencia<br />
“Fuimos situados en posición de<br />
formación y el mando de turno<br />
explicó que nos iban a armar con<br />
fuego real porque estábamos viviendo<br />
‘una situación militar de<br />
emergencia’. <strong>Un</strong> soldado, histérico,<br />
empezó a blasfemar y se puso<br />
a orinar allí mismo; no fue arrestado,<br />
lo que nos hizo ver que la situación<br />
militar debía ser muy de emergencia”.<br />
Lo cuenta Tono Fornes,<br />
quien 25 años atrás era un joven<br />
que vivía en el mes de febrero el<br />
final de su servicio militar obligatorio,<br />
la mili. Estaba destinado en el<br />
parque de artillería de Valencia,<br />
un espacio de gran importancia defensiva<br />
durante la noche del 23-F,<br />
ya que era el depósito de armas<br />
cortas de la III Región Militar.<br />
“Vi a mi jefe de destacamento hacer<br />
aspavientos”, recuerda, “y<br />
creo que hasta lanzó su gorra al<br />
suelo. Había muchos nervios, y no<br />
sólo entre los soldados”.<br />
Muchos pueden dar fe de eso.<br />
“A nosotros nos llevaron hasta el<br />
puerto de Valencia en camiones<br />
militares y con el fusil a cuestas,<br />
para ponernos a patrullar en grupos<br />
de cinco”, explica otro antiguo<br />
soldado de reemplazo, Juan<br />
Torres. No hacía demasiado tiempo<br />
que había empezado la mili en<br />
el cuartel de Bétera, del que salieron<br />
decenas de tanques que tomaron<br />
la ciudad durante la noche<br />
por decisión del capitán general<br />
Milans del Bosch.<br />
“El capitán nos dijo: ‘Si veis un<br />
sospechoso y no disparáis, yo mismo<br />
os pego un tiro con ésta”. “Ésta”<br />
era su pistola. “Cosa de locos,<br />
porque a mí y a otros, en medio<br />
del caos, no se nos había dado munición”.<br />
Aún hoy se cuenta que,<br />
en otra parte, unos ciudadanos saludaban<br />
en la calle, brazo en alto,<br />
al estilo fascista, el paso de un carro<br />
de combate. Desde la torreta<br />
del tanque, un oficial de milicias<br />
les espetó: “Aneu a fer la ma”. En<br />
valenciano, algo así como “iros a<br />
hacer puñetas”. Parece que ya tenía<br />
bastante con lo suyo como para<br />
que le creyeran parte devota en<br />
todo aquello. Aunque otros lo fueron,<br />
claro.<br />
De un modo u otro, así de estrafalario<br />
y retorcido resultó el día<br />
más largo para unos 2.000 hombres<br />
que, a través de cuatro grandes<br />
grupos tácticos, estuvieron relacionados<br />
con el despliegue militar<br />
del 23-F en Valencia. La ciudad<br />
en la que el Ejército, nutrido<br />
de chavales apenas veinteañeros,<br />
tomó la calle con armamento vetusto<br />
y apabullante, y en la que los<br />
carros de combate apuntaron hacia<br />
el Ayuntamiento y el Gobierno<br />
Civil. Si en algún sitio todo pudo<br />
derivar en una carnicería urbana,<br />
fue aquí.<br />
Algo raro en el ambiente. “<strong>Po</strong>r<br />
la mañana se nos dijo que ese día<br />
no íbamos a tener pase de pernocta”,<br />
dice Juan Torres, refiriéndose<br />
al permiso para dormir en casa<br />
del que disfrutaban los soldados<br />
locales. Además, fueron confiscadas<br />
todas las radios que pudieron<br />
detectarse y los mantuvieron incomunicados.<br />
“La semana antes, soldados<br />
de Bétera tuvimos que desfilar<br />
para Milans del Bosch”. Apreciaciones<br />
similares hacen también<br />
soldados de otros cuarteles. “Ha-<br />
bía rumores, oías cosas, pero nada<br />
claro”, indica, “aunque se nos preparaba<br />
físicamente mucho, como<br />
si fuésemos a entrar en combate.<br />
El 23 nos dijeron que íbamos a ir<br />
de maniobras, y recuerdo a los<br />
mandos muy alegres”, insiste Juan<br />
Torres. “Nos pusieron en el patio a<br />
cargar pepinos para los tanques”.<br />
Juan acabó con otros soldados<br />
en un camión militar: de noche<br />
les llevaron a patrullar al puerto<br />
de Valencia, sin más explicación.<br />
<strong>Un</strong> amigo suyo, el soldado Silva,<br />
“iba dentro de un carro de<br />
combate, hacia el centro de la ciudad.<br />
Lo pasó muy mal, lloraba,<br />
pensaba que seguro que él y el<br />
tanque acabarían por los aires.<br />
Los carros eran cacharros”, detalla,<br />
“chirriaban mucho y hacían<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
Varios carros de combate cruzan una avenida de Valencia en la noche del 23-F siguiendo órdenes del capitán general de la región militar, Jaime Milans del Bosch.<br />
“A partir de<br />
ahora, fusilamos<br />
a cualquiera”<br />
Varios jóvenes que hacían la ‘mili’ en Valencia<br />
el 23-F relatan cómo se vieron envueltos en la<br />
intentona golpista por orden de sus mandos<br />
“No pasa nada, sólo<br />
ha habido un <strong>golpe</strong> de<br />
Estado”, dijo un<br />
capitán a los soldados<br />
un ruido de muerte. Él, después<br />
de aquello, se quedó casi sordo<br />
de un oído”.<br />
Las experiencias de miembros<br />
de otros regimientos son similares.<br />
“Nosotros salimos del acuartelamiento<br />
de Marines en camiones”,<br />
indica el entonces soldado<br />
Vicent Ibáñez. “Normalmente”,<br />
apunta, “la convivencia era buena<br />
en el cuartel, pero ese día, para<br />
mantener el orden, hubo un<br />
sargento que repartió sus buenos<br />
<strong>golpe</strong>s”. Vicent viajaba con otros<br />
en un gran camión militar, ataviado<br />
con casco y armado con munición<br />
real. Como la mayoría, sin<br />
saber por qué. “Atravesamos mi<br />
pueblo”, recuerda Vicent, “y saludé<br />
a personas que conocía, pero<br />
se escondían. Al final, acabamos<br />
formando una procesión de cinco<br />
kilómetros de vehículos, y<br />
veías cómo los tanques se cargaban<br />
semáforos, las aceras, cualquier<br />
cosa”.<br />
No fue fácil llegar hasta la capital.<br />
“Los destacamentos no sabían<br />
muy bien por dónde entrar<br />
a Valencia para llevar a cabo la<br />
invasión”, señala José Luis Sabater,<br />
entonces cabo primero en Paterna<br />
y que, armado de un subfusil,<br />
formó parte de otro contingente<br />
motorizado. “En nuestro<br />
regimiento no eran raros los mandos<br />
que hacían gala de ardor guerrero<br />
y se enorgullecían de mostrar<br />
retratos de Franco. Pero había<br />
de todo, el ambiente estaba<br />
muy dividido”. Finalmente, su<br />
destacamento desembocó en una<br />
gran avenida metropolitana. Él y<br />
sus compañeros patrullaron “entre<br />
el mutismo y el acojono”.<br />
En su mismo acuartelamiento,<br />
en Paterna, quedaron unos<br />
100 hombres de guardia, oyendo<br />
por los altavoces los himnos de<br />
Infantería y de la Legión. <strong>Un</strong>o<br />
de ellos fue Joan Josep Adrià,<br />
que se las había ingeniado para<br />
escuchar la radio y detectar la<br />
noticia de la entrada de Tejero en<br />
el Congreso. Adrià, hoy profesor<br />
de Historia, llegó a escribir una<br />
especie de diario sobre aquellos<br />
momentos. A través de sus recuerdos,<br />
evoca cómo un teniente de<br />
retén les llegó a anunciar:<br />
—Esto es un <strong>golpe</strong> de Estado<br />
y a partir de ahora fusilamos a<br />
cualquiera.<br />
<strong>Un</strong> sargento, a su vez, ya le<br />
había dado orden directa de disparar<br />
“a los paisanos armados o<br />
sin armar que puedan asaltar el<br />
cuartel”.<br />
Algo así se figuraban en el parque<br />
de artillería de Valencia. Tono<br />
Fornes, vigilando ese espacio,<br />
recuerda que tenían orden de utilizar<br />
el fusil a la mínima. “Se temía<br />
que las hordas comunistas<br />
nos asaltaran para armarse”, dice.<br />
Algunos soldados tuvieron<br />
que subir al tejado con la delirante<br />
orden de disparar a discreción<br />
si veían “luces sospechosas en<br />
ventanas de edificios cercanos”.<br />
Sin embargo, y contra pronóstico,<br />
en el interior de la Capitanía<br />
General, con los tanques en guardia<br />
y donde se hallaba el jefe supremo<br />
del momento, Milans del<br />
Bosch, “la situación parecía tranquila”.<br />
Lo recuerda Vicente Jarque,<br />
hoy conocido por su labor<br />
universitaria y de crítica de arte,<br />
pero aquella noche, soldado de<br />
guardia en Capitanía. “No nos<br />
incomunicaron, pude escuchar la<br />
radio, enterarme de todo. Los<br />
mandos transmitían una sensación<br />
de normalidad, quizá por<br />
miedo a un estallido histérico”.<br />
Jarque precisa que, llegado el momento,<br />
un capitán se acercó a los<br />
soldados y les dijo:<br />
—No pasa nada, sólo ha habido<br />
un <strong>golpe</strong> de Estado, no tenéis<br />
de qué preocuparos.<br />
Pero había trasiego de todo<br />
tipo. <strong>Po</strong>r ejemplo, el que se traía<br />
con Milans el gobernador militar<br />
y general de división Luis Caruana.<br />
Dimas Bonmatí, abogado que<br />
cumplió su servicio castrense como<br />
chófer de Caruana, lo vivió a<br />
bordo de un Seat 1.500 negro.<br />
“Cerca del mediodía, me hizo llevarlo<br />
desde el Gobierno Militar<br />
hasta Capitanía”. Allí, Caruana<br />
se reunió con Milans y escuchó<br />
su requerimiento para interrumpir<br />
horas después la actividad del<br />
gobernador civil, José María Fernández<br />
del Río. “Efectivamente”,<br />
dice Bonmatí, “a lo largo de<br />
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />
la tarde me informó de que debíamos<br />
ir al Gobierno Civil”. Caruana,<br />
que acudió sin tropas, bloqueó<br />
la comunicación y la actividad<br />
oficial de Del Río. Pronto se<br />
iniciaría un cruce infernal de llamadas<br />
entre Madrid y Valencia,<br />
y de viajes en coche del gobernador<br />
militar desde el Gobierno Civil<br />
a Capitanía, y viceversa. “Caruana<br />
se sentía cercano a Milans,<br />
quien, además, tenía más alta graduación<br />
militar que él”, repasa<br />
Bonmatí. Éste, mientras esperaba<br />
a su jefe durante largo tiempo<br />
en uno u otro edificio, tenía acceso<br />
a la radio y se enteró de los<br />
acontecimientos golpistas.<br />
“Él se pasó toda la jornada<br />
navegando entre dos aguas: desde<br />
Madrid, el mando militar le<br />
exige que se imponga a Milans y<br />
le haga desistir. Pero Caruana no<br />
quiere enfrentarse tanto a Milans:<br />
quizá cree que el <strong>golpe</strong> puede<br />
triunfar; aparte de que, en un<br />
momento extremo, Milans le llega<br />
a frenar con una pistola”.<br />
“Él”, prosigue Bonmatí, “estaba<br />
muy agobiado. Cada vez que subía<br />
al coche tenía peor cara. Decía<br />
algo así como ‘Dimas, nos ha<br />
tocado bailar con la más fea”.<br />
Finalmente, el mensaje del<br />
Rey por televisión determinó el<br />
rumbo. Bonmatí, que pudo contemplar<br />
el mensaje durante una<br />
espera a Caruana, recuerda la<br />
cara que pusieron diversos mili-<br />
<strong>Un</strong> sargento ordenó<br />
disparar “a los<br />
paisanos que puedan<br />
asaltar el cuartel”<br />
tares: “Se quedaron hundidos,<br />
chafados. Pese a ello, se cuadraron<br />
ante el Rey”. Tras mucha<br />
insistencia del jefe del Estado<br />
Mayor del Ejército de Tierra, José<br />
Gabeiras, acabaría haciéndolo<br />
también Milans, aunque más<br />
tarde que nadie.<br />
Durante la madrugada, los<br />
soldados volvieron a las bases.<br />
La mayoría permanecerían aún<br />
días incomunicados. Caruana<br />
acabó como capitán general en<br />
Zaragoza. Dimas perdió el contacto.<br />
A él, y a otros soldados, el<br />
23-F les ha dejado la sensación<br />
perpleja “de haber sido utilizados<br />
para unos fines que ni conocíamos<br />
ni compartíamos. Aunque,<br />
por suerte”, se reconforta,<br />
“en eso se quedó”.
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 37<br />
Lo supo más tarde, siempre se<br />
sabe más tarde. La acción precede<br />
a la memoria, a la misma conciencia.<br />
La mañana del 25 de mayo<br />
de 1980, reunió Milans del<br />
Bosch a autoridades civiles y militares;<br />
religiosas, no, o en todo<br />
caso estaban en la nómina castrense.<br />
El lenguaje, anacrónico,<br />
ayuda al recuerdo. Escenografía<br />
de Sala de Relojes, puntero en<br />
mano sobre planos y mapas anticuados.<br />
El Día de las Fuerzas Armadas,<br />
sucedáneo del desfile de<br />
su victoria. La fecha fijada, el 1<br />
de junio. Ocho meses y unos días<br />
después, el embarazo alumbró entre<br />
la tragedia y el esperpento.<br />
Concentración y dislocación<br />
de la fuerza casi idénticas<br />
sobre el escenario de la<br />
ciudad que asomaba a la<br />
libertad entre griteríos, insultos<br />
de los menos y alegría<br />
contenida y cívica de<br />
los más. Los planos lo dicen<br />
todo: o apenas, la realidad<br />
les supera unos meses<br />
más tarde,<br />
Lo recuerda ahora, veinticinco<br />
años después. La<br />
condena del olvido es el<br />
precio que quieren hacer<br />
pagar los memoricidas. Se<br />
lo recuerdan Ricoeur, Todorov,<br />
y antes Levi o<br />
Semprún. Es así, o al menos<br />
lo parece: los rostros<br />
contritos de los pocos civiles,<br />
la arrogancia de quienes<br />
sólo vencieron a compatriotas.<br />
Ubicación de los<br />
actos. Homenaje a la bandera.<br />
El alcalde dice a la<br />
concurrencia: “No en la<br />
plaza del Caudillo, ya no<br />
existe”. “Ni tampoco en la<br />
de nuevo nombre, País Valenciano:<br />
la estatua del dictador<br />
figura en el escalafón,<br />
y la fuerza podría saludar<br />
delante de su majestad el<br />
Rey”. <strong>Un</strong> silencio de piedra y<br />
una solución, “en otra parte”.<br />
Alivio para todos, y más para<br />
algunos. Civiles y militares “cara<br />
al sol”, frente a la Estación del<br />
Norte de Valencia, de espaldas al<br />
viejo instituto de nombre egregio,<br />
el Luis Vives.<br />
Siempre más tarde, recompone<br />
el puzzle. El 16 de junio de 1980, el<br />
Ayuntamiento de Valencia declara<br />
a Severo Ochoa hijo adoptivo de<br />
la ciudad. El alumno de Juan Negrín<br />
López, heredero de Cajal. La<br />
memoria se recupera entre el estruendo<br />
de quienes negaban la evidencia<br />
irreversible de recuperación<br />
de la democracia y de las libertades.<br />
25 de enero de 1981, Suárez<br />
dimite. Gaston Defferre le advierte<br />
de la gravedad. Se impone<br />
un retorno apresurado desde Marsella.<br />
Algunos concejales, en la frugal<br />
cena en el límite rosellonés, verbalizan<br />
temores profundos. Otra<br />
vez la frontera como separación<br />
entre la libertad y el miedo.<br />
Hay que seguir. 21 de febrero de<br />
1981, Berlín. Fuchs, alcalde de<br />
Maguncia, ha insistido: “Hay<br />
que abrir ventanas más allá del<br />
Muro”. Estamos convencidos, pero<br />
al hablar de derechos humanos<br />
le espetan, “la cuestión del Estado<br />
es una cuestión de fuerza”. Lo<br />
iban a saber dos días más tarde.<br />
Quien lo dice, alto dirigente del<br />
SED, el PC de la RDA, lleva en el<br />
antebrazo la marca indeleble de<br />
los inquilinos involuntarios de<br />
Auschwitz-Birkenau.<br />
Lunes, 23 de febrero. La huelga de<br />
recogida de basuras… que no tendrá<br />
lugar. <strong>Un</strong> apretón de manos, y<br />
a trabajar. La desmemoria interesada<br />
lo atribuirá a la presencia de<br />
los carros de combate. Es más sencillo,<br />
acuerdo entre las partes en el<br />
despacho del alcalde. La luz solar<br />
se extingue en la anochecida mortecina<br />
y húmeda. Tomás Rodríguez<br />
Bolaños, alcalde de Valladolid,<br />
“hay que solicitar entrevista<br />
urgente con Calvo Sotelo: finanzas<br />
municipales y leyes de régimen<br />
local”. Disparos en el Congreso de<br />
los Diputados. Conversación interrumpida,<br />
aplazamiento de la entrevista<br />
con Calvo Sotelo.<br />
<strong>Un</strong> bando. Le acercan una transcripción<br />
aproximada, a la espera<br />
del texto definitivo. Pésima transcripción,<br />
lamentable sintaxis y<br />
peor estilo. El bando es cierto. No<br />
alcanza a verlos, pero sí lo hace<br />
Manuel Rodríguez, policía local<br />
de la escolta. <strong>Un</strong> teniente coronel,<br />
de uniforme y con una “varilla,<br />
como una especie de batuta, que<br />
agita nervioso”, consuma la comunicación.<br />
Las imágenes se agolpan, los<br />
hechos se conciertan. El jefe de la<br />
<strong>Po</strong>licía Local releva de sus obligaciones<br />
a Rodríguez y Merenciano,<br />
los escoltas. Siguen. “Bajo su responsabilidad”,<br />
advierte. Instrucciones<br />
sencillas, rehuir enfrentamientos:<br />
siempre se pierde; asegurar<br />
el funcionamiento de los servicios:<br />
la ciudad siempre sigue. El<br />
concejal Enrique Real que bromea:<br />
“¿Me has cesado? Ante mi<br />
despacho hay gente que dice venir<br />
a sustituirme”. Las Fallas, claro.<br />
Los malhechores también habían<br />
pensado en la “normalidad del día<br />
después”. La misma gente de siempre<br />
(¿), los patriotas identitarios<br />
de los gritos y los <strong>golpe</strong>s de cada 9<br />
d’Octubre, la fiesta valenciana, al<br />
acecho para recuperar el espacio<br />
que consideraban propio. Previsto<br />
por los autores del bando.<br />
El concejal Vicent Garcés lo había<br />
vivido en La Moneda, en Chile,<br />
junto a su hermano Joan, con<br />
Allende y contra Pinochet. Mante-<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
Valencia fue la única ciudad en la que la máxima autoridad militar, el teniente general<br />
Jaime Milans del Bosch, dictó un bando en el que impuso el estado de excepción y sacó<br />
las tropas de los cuarteles para ocupar las calles. El alcalde que tuvo que hacer frente a esa<br />
sublevación, el socialista Ricard Pérez Casado, rememora en este relato, escrito en tercera<br />
persona, las vicisitudes, comportamientos y esfuerzos en aquellas horas de angustia.<br />
La ciudad ocupada<br />
Valencia, 23 de febrero de 1981<br />
RICARD PÉREZ CASADO<br />
Ricard Pérez Casado, alcalde de Valencia en el 23-F, ante la Capitanía General de la III Región Militar. / JORDI VICENT<br />
ner el contacto. No había móviles,<br />
y los teléfonos fijos bajo control,<br />
tan desmañado como se quiera,<br />
pero bajo control. Llamada a los<br />
vecinos de su domicilio, el teléfono<br />
propio no funciona. “Vicente González<br />
Móstoles os acoge al chico y<br />
a ti. El aseo, una camisa de puños<br />
y los gemelos del tío Pepe, el de<br />
Paterna”. ¿<strong>Po</strong>r qué? No alcanza a<br />
saberlo. Todo sucede deprisa.<br />
Ahora hay que recuperar la comunicación<br />
con Madrid, con el<br />
Gobierno, con lo que queda de él,<br />
con lo que queda de partido. El<br />
temor justificado por la desaparición<br />
de González, de Guerra, de<br />
Carrillo, los referentes de tanto<br />
tiempo, a veces amigos para siempre.<br />
Vicente González está en La<br />
Cañada. Cabe pensar en una línea<br />
telefónica “limpia”, y un margen<br />
de seguridad.<br />
Los concejales Attard —hermano<br />
de Emilio, el presidente de la<br />
Comisión Constitucional—y López<br />
Rosat, de UCD. Rafael<br />
Attard ofrece su coche para mujer<br />
e hijo, “creo conocerte, y tú no te<br />
irás”. Vicent Blasco se ofrece como<br />
PNPV; le dice, “vete a casa,<br />
que luego habrá mucho que hacer<br />
para reconstruir esto”. Manolita<br />
Paoli, la secretaria de mirada<br />
transparente, se despide con un<br />
amago de lágrima. Volverá unas<br />
horas más tarde. El ruido de los<br />
carros de combate ocupa el silencio<br />
de la ciudad.<br />
20.45. Calle del Arzobispo Mayoral,<br />
parte trasera del Ayuntamiento.<br />
La puerta principal, cerrada,<br />
como cada tarde. <strong>Un</strong>a cartera con<br />
el mínimo de papeles. Le recuerdan<br />
que el paso era firme, enérgico,<br />
decidido. El miedo en el cuerpo,<br />
las convicciones en la cabeza.<br />
Y la indignación, abreviada por la<br />
radio, la ventana abierta. El horror<br />
de imaginar que todo iba a<br />
concluir. Gramsci, con el pesimismo<br />
de la realidad y el optimismo<br />
de la razón. Algunas canciones.<br />
Tenim la raó contra bords i lladres.<br />
Los controles sorteados. El de la<br />
avenida de Pío XII, apretado; el<br />
automóvil privado del escolta,<br />
“camino del hospital La Fe”. La<br />
chapuza también, no se molestan<br />
en controlar al supuesto enfermo.<br />
El conductor “oficial” declaraba,<br />
antes de la salida, “no llega<br />
a la madrugada”. Se refería al<br />
alcalde, claro.<br />
En casa de Vicente González. Mayores<br />
y pequeños. Escuchan la emisora<br />
de la <strong>Po</strong>licía Local. Escuchan.<br />
Los mercenarios, también. Alfa<br />
no está localizable. A Vicente Mahiques,<br />
su secretario particular, a<br />
Juan Llanes, su ayudante: “Convoca<br />
un pleno, Garcés se encargará<br />
de los enlaces”. Julia, su compañera<br />
de siempre, comenzará las llamadas<br />
por Mahiques y Garcés<br />
por el teléfono “limpio” y sobrecargado.<br />
Llamará a todos cuantos<br />
podrá, “cada diez minutos”, dice<br />
él, “para dar tiempo a las consultas<br />
dentro de los grupos municipales”.<br />
Hay que repetirlo, no hay móviles.<br />
De haberlos, los arrogantes<br />
se habrían achantado, o al menos<br />
lo piensa ahora. Recuperar la normalidad<br />
lo antes posible. “Ya te<br />
diré la hora”. El tiempo. Todo antes<br />
de la medianoche oscura.<br />
En casa de un amigo. Línea recuperada.<br />
Emilio Menéndez del Valle,<br />
que comunica con Laína; la Seguridad<br />
del Estado, con Fernández<br />
Cuevas. La continuidad del Estado<br />
de derecho. Y con Ignacio Sotelo,<br />
Raimon Obiols, Benegas. En<br />
Madrid no todo está perdido. Hay<br />
la esperanza, una vez más. La emisora<br />
de la <strong>Po</strong>licía Local recoge los<br />
mensajes de búsqueda de Alfa.<br />
Los alcaldes que quieren saber,<br />
que quieren animar. El Gobierno<br />
de Subsecretarios, la organización<br />
partidaria, anuncian que el jefe del<br />
Estado, el Rey, hará una declaración<br />
inequívoca. ¿Cuándo? Reanudar<br />
la vida institucional es fundamental,<br />
se dice. El pleno, ¿para<br />
cuándo? “El gobernador civil está<br />
secuestrado junto a su familia en<br />
el palacio del Temple”. “El general<br />
Caruana, lo retiene”, que es<br />
expresión menos dura. Son las<br />
23.30. El café se había agotado, y<br />
Rodríguez, el escolta, atraviesa la<br />
ciudad, recupera su “bolígrafo”, el<br />
38 mm, y un paquete de grano molido.<br />
Y la información sobre las<br />
calles desiertas y a la vez<br />
ocupadas.<br />
Hay que mantener la<br />
dignidad y la compostura.<br />
Ducha, camisa y gemelos,<br />
y al Gobierno Civil. Lo sabrá<br />
después. Laína desaconseja<br />
el viaje que ya está<br />
emprendido: “Tendrán a<br />
dos, al gobernador y al alcalde”.<br />
No ha escuchado<br />
ni visto el mensaje real, lo<br />
hará mediada la mañana<br />
del 24 de febrero.<br />
2.30 del día 24. El mismo<br />
despacho, con idéntica disposición<br />
a la de hoy. Fernández<br />
del Río, el gobernador<br />
civil, Rafael del Río, jefe superior<br />
de <strong>Po</strong>licía, joven y armado,<br />
y Oliver, el secretario<br />
del Gobierno Civil. Y el general<br />
Caruana, gobernador<br />
militar, de uniforme y con<br />
armamento reglamentario,<br />
en idas y venidas al teléfono<br />
directo del gobernador civil.<br />
Caruana, ascendido poco<br />
después, capitán general de<br />
Zaragoza, volverá a situar a<br />
los civiles “cara al sol” en<br />
sillas incómodas en otro<br />
Día de las Fuerzas Armadas. A la<br />
puerta, las máquinas, y la Guardia<br />
Civil que saluda. La orden de detención<br />
del otro general no se cumple:<br />
“Está armado”. El otro general,<br />
Milans del Bosch, que negocia<br />
su entrega. El pleno municipal ya<br />
está convocado.<br />
“Enciendan todas las luces”.<br />
Que se les vea. Que sepa la ciudadanía<br />
que la ciudad recupera su<br />
espacio de libertad. No vienen todos.<br />
El miedo, y la cobardía, les<br />
había alejado. Es la condición humana.<br />
Hay que redactar un acuerdo<br />
plenario condenando los hechos,<br />
con la esperanza en que en el<br />
Congreso de los Diputados se resolvería,<br />
y ensalzando, con justeza,<br />
el papel del rey Juan Carlos I.<br />
El texto, más o menos chapucero,<br />
expresa la voluntad del pueblo silencioso<br />
y en vigilia que se entrevé<br />
en las ventanas de la ciudad. Lo<br />
firman todos los grupos políticos,<br />
se acuerda por unanimidad de los<br />
presentes.<br />
3.45. En el mismo despacho que<br />
ocupara Niceto Alcalá-Zamora<br />
en su visita presidencial a Valencia,<br />
suena el teléfono recuperado.<br />
“Alguna unidad no se retira; están<br />
en la calle de la Paz. No sigas adelante”.<br />
Es Fernández del Río. Lo<br />
comunica a los concejales. Real,<br />
inefable, aconseja a dos de sus colegas<br />
retirarse a su despacho. Aclara,<br />
“el bando prohíbe las reuniones<br />
de más de tres”.<br />
Alud de llamadas. Reverter, y<br />
Serra, desde Barcelona: “Galmés,<br />
con nosotros”. Galmés sustituirá<br />
a Milans. Juan Rodríguez Doreste,<br />
“esta vez, Canarias no lo hace,<br />
mi niño”. Ramón Sainz de Varanda,<br />
“Zaragoza les da la espalda”.<br />
Uruñuela, desde Sevilla, “ni fino<br />
ni manzanilla, Merry se lo hizo<br />
con ginebra”. Eran los alcaldes.<br />
Pasa a la página 38
38<br />
Viene de la página 37<br />
Amanece. Se disuelven los grupos<br />
municipales. El ruido de los camiones<br />
de la basura. El ronroneo de<br />
los primeros autobuses. La ciudad<br />
que despereza los miedos. Hay<br />
que seguir. Manolo Muñoz se estrena<br />
de periodista de EL PAÍS en<br />
Valencia. Los periodistas. J. J. Pérez<br />
Benlloch, Barber, Remesal, Solbes,<br />
Senent, Villena, Torrent, y<br />
otros, periodistas sin papeles, la inmensa<br />
mayoría con la dignidad<br />
sin salvoconducto para fortuna de<br />
la memoria y honra de la profesión,<br />
que, en estos casos, no es el<br />
desagüe de las mediocridades de<br />
que hablara Indalecio Prieto a propósito<br />
del dictador.<br />
El sargento de Milicias Vila<br />
Liante, reservista, recibirá su orden<br />
de movilización la víspera y lo<br />
tomó a beneficio de inventario.<br />
Iban en serio.<br />
25 de febrero de 1981. El juez togado<br />
militar Boné de Sandoval le envía<br />
un interrogatorio de preguntas<br />
en la causa que se instruye. Desobedeció<br />
las órdenes de Milans<br />
(“¿Le pareció que la conducta seguida<br />
por el capitán general era<br />
ilegal?”. “¿En algún momento se<br />
opuso al manifiesto del capitán general<br />
y a las medidas que el mismo<br />
entrañaba?”. Y así otras). De pronto,<br />
la memoria. La perversión de<br />
las palabras, la condena de las palabras.<br />
<strong>Po</strong>r “auxilio a la rebelión”,<br />
centenares de condenados y ejecutados<br />
en Paterna, como el propietario<br />
de los gemelos; encarcelados,<br />
vejados, sin derechos en pueblos y<br />
ciudades. Claro que desobedeció.<br />
Le faltaban algunas guindas. <strong>Un</strong>a<br />
gélida cena en Los Viveros de Valencia.<br />
Preside Alberto Oliart, el<br />
culto y pacífico ministro de Defensa.<br />
Los generales y sus ayudantes.<br />
Y los civiles. Hay que sobreponerse,<br />
olvidar a los últimos. Hermosilla<br />
que arenga, “a éste [que es él],<br />
dos tiros en la barriga”. Presentes,<br />
los coautores, con sus constelaciones<br />
estrelladas. Los mismos que<br />
insultaron el 1 de junio de 1980 a<br />
Manuel Gutiérrez Mellado; los<br />
mismos que, ellos y ellas, apostrofaron<br />
a Adolfo Suárez, al autor, en<br />
el claustro de Santo Domingo de<br />
la Capitanía General de la III Región<br />
Militar el Día de las Fuerzas<br />
Armadas.<br />
Hubo un ensayo, y una representación<br />
cruel: el desfile del primero<br />
de junio de 1980 y la tragicomedia<br />
del 23 de febrero de 1981. Y<br />
un escalofrío que recorrió pueblos<br />
y ciudades, con llamadas al somaten.<br />
El oprobio de la ciudad ocupada,<br />
la única, inerme, de manera<br />
injusta, en manos de otros salteadores<br />
diferentes de los habituales.<br />
1964. Los XXV Años de Paz. La<br />
paz de los blancos cementerios bajo<br />
la luna.<br />
Estos veinticinco años de paz,<br />
los de ahora, lo son en libertad,<br />
sin necesidad de salvapatrias, con<br />
Gobiernos democráticos; y con<br />
una Corona, la del Rey que se asomó<br />
a todos los hogares en la larga<br />
noche aciaga, comprometido con<br />
las libertades de todos los pueblos<br />
y la ciudadanía de este país, el<br />
nuestro.<br />
El Monarca que arriesgó Corona<br />
por paz y libertad, y se convirtió,<br />
como todos, en conciudadano<br />
y compatriota.<br />
Al cabo, como dijera Marc Bloch<br />
poco antes de ser fusilado por<br />
los nazis en 1944, “sólo somos vencidos<br />
provisionales de un destino<br />
injusto”.<br />
Había que seguir, y seguimos.<br />
Ricard Pérez Casado es doctor en Historia<br />
y era alcalde de Valencia el 23 de<br />
febrero de 1981.<br />
En el comienzo de los ochenta confluyen<br />
en España un conjunto de<br />
tensiones provocadas por la integración<br />
de las libertades, la legalización<br />
de partidos y sindicatos o<br />
la puesta en marcha de una nueva<br />
organización territorial. Las Fuerzas<br />
Armadas, que aparecen a la<br />
salida del franquismo sobredimensionadas,<br />
aisladas internacionalmente<br />
y mal dotadas y acostumbradas<br />
a ocupar impropiamente espacios<br />
políticos, son especialmente<br />
sensibles a estas tensiones, tanto<br />
más cuanto que se convierten en el<br />
blanco de una acción terrorista dirigida<br />
a excitar la vertiente desestabilizadora.<br />
En este contexto se produce el<br />
esperpento del intento de <strong>golpe</strong> de<br />
Estado, que actúa como un revulsivo<br />
social. La sociedad española<br />
reafirma su modelo de convivencia,<br />
irrumpe una nueva mayoría<br />
política y la joven Constitución recupera<br />
su papel central en la conducción<br />
de las grandes reformas.<br />
En lo militar se había iniciado<br />
poco antes la primera andadura.<br />
<strong>Un</strong>as Reales Ordenanzas que sustituyen<br />
a las de Carlos III enfrentan,<br />
por ejemplo, el problema de la<br />
obediencia debida y se emprenden<br />
actuaciones de calado, como la regulación<br />
de la participación de los<br />
militares en la política o la creación,<br />
en 1977, de un Ministerio de<br />
Defensa que, sin embargo, durante<br />
años prácticamente sólo existió<br />
sobre el papel.<br />
La Constitución de 1978, por<br />
su parte, enfrenta la tradicional<br />
“cuestión militar” desde una perspectiva<br />
nueva. Algunos han querido<br />
ver un componente de autonomía<br />
de los ejércitos en su artículo<br />
8, que destaca a las Fuerzas armadas,<br />
junto a otras altas instituciones<br />
del Estado, en el Título Preliminar.<br />
Pero este planteamiento no es<br />
sino el resultado del consenso constitucional<br />
aplicado a la solución<br />
de un problema histórico y, en<br />
cualquier caso, debe entenderse en<br />
conexión con las capacidades exclusivas<br />
que la Constitución atribuye<br />
al Gobierno para la dirección<br />
de la política de defensa y la administración<br />
civil y militar. La Constitución<br />
se convierte, desde este planteamiento,<br />
en la palanca para la<br />
solución del problema histórico y<br />
en el cauce para la aplicación de<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
La integración<br />
constitucional de las<br />
Fuerzas Armadas<br />
GUSTAVO SUÁREZ PERTIERRA<br />
los procesos de reforma de las<br />
Fuerzas Armadas que se emprenden<br />
a partir de entonces.<br />
El proceso de transición militar<br />
se concentra precisamente en lo<br />
que se entiende como constitucionalización<br />
de los ejércitos, que es<br />
la base y el contenido fundamental<br />
de la reforma militar. En el fondo,<br />
se trata de insertar a las Fuerzas<br />
Armadas en el entramado de<br />
las instituciones del Estado donde<br />
los poderes clásicos desarrollan su<br />
función. Este proceso fundamental<br />
ha tenido en España un conjunto<br />
de líneas de fuerza que, en esencia,<br />
pueden concretarse en las cuatro<br />
siguientes: el ejercicio de las<br />
funciones de defensa, la definición<br />
de objetivos y misiones para los<br />
ejércitos, la ruptura del aislamiento<br />
exterior y, por último, la construcción<br />
de una organización eficaz<br />
para la administración de todo<br />
el conjunto. Éstas fueron las referencias<br />
sustanciales de la reforma.<br />
La primera de ellas tenía como<br />
objetivo situar a los ejércitos bajo<br />
la dirección del Gobierno. Lo que<br />
hoy pudiera parecer obvio requirió,<br />
sin embargo, un tiempo prudente.<br />
En 1980 se había promulgado<br />
una Ley de Criterios básicos de<br />
la Defensa nacional que planteó<br />
una primera distribución de las<br />
funciones de ejecución y control<br />
entre el poder ejecutivo y el poder<br />
legislativo. Pero no es hasta bien<br />
entrada la década de los ochenta<br />
(en 1984 se reforma la Ley) cuando<br />
se establece que el Presidente<br />
del Gobierno ejerce el mando efectivo<br />
sobre las Fuerzas Armadas, al<br />
tiempo que la Junta de Jefes de<br />
Estado Mayor, hasta entonces el<br />
órgano superior de la cadena de<br />
mando militar, pasa a ejercer labores<br />
de mero asesoramiento.<br />
Pero el proceso de constitucionalización<br />
se fundamenta también<br />
en una vertiente dinámica, pues la<br />
cuestión no es sólo establecer<br />
quién ejerce la autoridad, sino también<br />
definir qué deben hacer los<br />
ejércitos. Y esto que hoy parece<br />
sólo referido a la posibilidad de<br />
que nuestros militares lleven a cabo<br />
misiones humanitarias fuera de<br />
las propias fronteras bajo la autoridad<br />
de organismos internacionales,<br />
en su momento exigió enfrentarse<br />
con problemas de fondo. Así,<br />
fue necesario trazar una línea clara<br />
de separación entre funciones<br />
policiales y funciones militares,<br />
que no quedó definida hasta 1986<br />
a través de la distinción entre un<br />
cuerpo civil de policía y una fuerza<br />
de seguridad de naturaleza militar.<br />
Durante toda la década, por otra<br />
parte, se llevó a cabo una ambiciosa<br />
reforma de la justicia militar<br />
que permitió restringir la acción<br />
de los tribunales militares sólo a<br />
los delitos militares, separar la función<br />
de mando de la de jurisdicción<br />
e integrar la justicia militar en<br />
el poder judicial único del Estado,<br />
como manda la Constitución. <strong>Po</strong>r<br />
último, en 1984 comienza tímidamente<br />
el proceso de definición de<br />
los objetivos de defensa nacional,<br />
que no culmina hasta 1992, pero<br />
que desde el principio sienta una<br />
idea básica del proceso: el abandono<br />
de la idea de defensa interior y<br />
de ocupación del territorio para<br />
dar paso a un planteamiento de<br />
defensa frente a la agresión exterior,<br />
primero y, después, a la configuración<br />
de los ejércitos como un<br />
instrumento de la política exterior<br />
del Estado.<br />
Para el éxito del proceso fue<br />
imprescindible la disposición de<br />
cauces de participación internacional<br />
para las Fuerzas Armadas. En<br />
1981 se produce el ingreso en la<br />
OTAN y no por razones de política<br />
de defensa, aún indefinida, sino<br />
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />
El rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, entran en la Escuela de Estado Mayor en febrero de 1980. / MARISA FLÓREZ<br />
por la conciencia de que era necesaria<br />
la apertura al exterior. La<br />
congelación de la posición en la<br />
Alianza Atlántica, primero y, en<br />
1986, el hito fundamental del referéndum<br />
sobre la permanencia en<br />
la OTAN marcan una verdadera<br />
línea de fuerza que enlaza con la<br />
posterior integración en la UEO y<br />
el comienzo de las operaciones humanitarias<br />
en el continente africano<br />
a partir de 1988. Con esto culmina<br />
el proceso de desterritorialización<br />
de los ejércitos.<br />
Conviene indicar, finalmente, el<br />
papel sustancial que en todo el proceso<br />
jugó la construcción desde cero<br />
de una administración de la defensa<br />
homologable y eficaz. Ya se<br />
ha dicho que el Ministerio de Defensa<br />
se creó en 1977, pero subsistieron<br />
de hecho los tres antiguos<br />
ministerios militares durante mucho<br />
tiempo. No fue fácil poner en<br />
marcha unas estructuras que deben<br />
integrar adecuadamente las<br />
naturalezas política y administrativa,<br />
de gestión y control, militares y<br />
civiles. Pero sólo este instrumento<br />
permite llevar adelante las dinámicas<br />
que completan el esquema de<br />
reforma militar: el dimensionamiento<br />
de los ejércitos, el planeamiento<br />
militar, la doctrina conjunta,<br />
la regulación de la carrera militar<br />
y la integración de las enseñanzas<br />
militares en el sistema educativo<br />
general del Estado.<br />
Ésta es la esencia de la reforma<br />
militar llevada a cabo en España.<br />
Cuando eclosiona el cambio geoestratégico<br />
que se venía anunciando<br />
desde los primeros años noventa,<br />
queda atrás un sólido proceso de<br />
integración constitucional de los<br />
ejércitos. El sistema institucional<br />
de la defensa que se había construido,<br />
con apoyo en la Constitución,<br />
permitió enfrentarse al nuevo momento<br />
histórico con capacidad de<br />
adaptación suficiente. <strong>Un</strong> reto<br />
más para una organización, las<br />
Fuerzas Armadas, trabada por criterios<br />
fundamentales de disciplina,<br />
jerarquía y servicio a la sociedad<br />
de la que forman parte, que ha<br />
sabido ser protagonista en silencio<br />
de uno de los procesos más intensos<br />
de modernización que han tenido<br />
lugar en nuestra democracia.<br />
Gustavo Suárez Pertierra fue subsecretario<br />
(1984) y ministro de Defensa (1995).
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 39<br />
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ, Madrid<br />
“Golpe de Estado en España”.<br />
<strong>Un</strong> periodista de la agencia Reuters<br />
irrumpió a gritos en la sala<br />
de prensa del edificio del Consejo<br />
de Ministros de la Comunidad<br />
Económica Europea (CEE), en<br />
Bruselas, agitando el teletipo que<br />
acababa de lanzar su oficina en<br />
Madrid. Instantáneamente todos<br />
los periodistas españoles acreditados<br />
en la CEE se lanzaron a los<br />
teléfonos para intentar comunicar<br />
con sus redacciones y todos<br />
sus colegas europeos, sin excepción,<br />
cortaron sus propias comunicaciones<br />
para dejar libres las cabinas.<br />
Los portavoces de los 10<br />
países que integraban entonces la<br />
CEE aparecieron a los pocos minutos<br />
reclamando, ellos también,<br />
datos sobre la confusa situación.<br />
El intento de <strong>golpe</strong> de Estado,<br />
con las insólitas imágenes, rápidamente<br />
difundidas por las cadenas<br />
de televisión de todo el mundo,<br />
de un guardia civil con tricornio,<br />
mostacho, y pistola en mano, secuestrando<br />
al Gobierno y a los<br />
diputados dejó estupefactos a los<br />
europeos. España era candidata a<br />
la adhesión a la CEE y ya se discutía<br />
su incorporación a la OTAN.<br />
Las cancillerías necesitaron algún<br />
tiempo para aclarar lo que estaba<br />
ocurriendo, teniendo en cuenta<br />
las dificultades de comunicación<br />
(las líneas estaban saturadas) y el<br />
hecho de que sus contactos habituales<br />
(el Gobierno) se encontraban<br />
fuera de circulación.<br />
<strong>Un</strong>as fueron más rápidas que<br />
otras en expresar su condena, pero<br />
todas lo hicieron de forma inequívoca.<br />
Los términos más duros<br />
fueron quizá los de la primera<br />
ministra británica, Margaret<br />
Thatcher: “El Gobierno británico<br />
deplora el acto terrorista llevado<br />
a cabo en Madrid”. El presidente<br />
francés, Valery Giscard<br />
d’Estaing había conseguido incluso<br />
hablar con el Rey el mismo<br />
23-F para expresarle su apoyo, y<br />
su ministro de Asuntos Exteriores,<br />
Jean François <strong>Po</strong>ncet, de viaje<br />
en Washington, dijo públicamente,<br />
una hora después del asalto<br />
al Congreso, que sería “muy<br />
lamentable para la democracia y<br />
para la Corona” que el proceso<br />
democrático español fuera “puesto<br />
en entredicho”.<br />
Los dos únicos lunares fueron<br />
los del secretario de Estado norteamericano,<br />
el general Alexander<br />
Haig, y del secretario general de<br />
la OTAN, Joseph Luns. Haig, a la<br />
salida justamente de su entrevista<br />
con <strong>Po</strong>ncet, cometió un error diplomático<br />
enorme: lo que está<br />
ocurriendo en España, dijo, es<br />
“un asunto interno”. Luns, interrogado<br />
esa misma tarde por EL<br />
PAÍS en Bruselas, se limitó a decir<br />
que la Alianza Atlántica<br />
“guardaría un absoluto silencio”.<br />
La reacción de Luns pasó más<br />
desapercibida, pese a que resultaba<br />
intragable frente a la decidida<br />
condena y apoyo democrático<br />
que había anunciado, inmediata-<br />
Estupefacción europea<br />
Todas las cancillerías europeas expresaron su condena La más dura fue Thatcher: “<strong>Un</strong> acto de terrorismo” La<br />
tibia reacción del estadounidense Alexander Haig, “un asunto interno”, provocó una gran tormenta diplomática<br />
Helmut Schmidt quiso<br />
que la CEE acelerara la<br />
negociación con España<br />
pero Giscard se negó<br />
Apenas habían pasado unos segundos<br />
de la entrada de los golpistas<br />
en el Congreso, cuando el<br />
director de EL PAÍS, Juan Luis<br />
Cebrián, fue alertado por el subdirector,<br />
Augusto Delkáder, para<br />
que escuchara en la cadena SER<br />
lo que estaba ocurriendo en el hemiciclo.<br />
Cebrián, que había vivido<br />
en el diario Informaciones la<br />
noticia de la invasión de Checoslovaquia<br />
por las tropas soviéticas,<br />
identificó el ruido de disparos como<br />
un <strong>golpe</strong> de Estado. Sólo hora<br />
y media después, el diario sacó<br />
a la calle una edición con este<br />
título en portada Golpe de Estado:<br />
El País con la Constitución.<br />
Mientras cuatro periodistas establecían<br />
desde la Redacción comunicación<br />
telefónica con varios<br />
de los medios de comunicación<br />
más importantes del mundo, fueron<br />
llegando por iniciativa propia<br />
redactores, administrativos y empleados<br />
de talleres. En el despacho<br />
del director se reunieron José<br />
Ortega, presidente del Consejo<br />
de Administración; Jesús <strong>Po</strong>lanco,<br />
consejero delegado; Martín<br />
Prieto, Eduardo San Martín y Javier<br />
Pradera, entre otros directivos<br />
de la Redacción; Javier Bavia-<br />
mente, el vicepresidente de la Comisión<br />
Europea Lorenzo Natali.<br />
(Luns, un holandés extremadamente<br />
conservador, esperó hasta<br />
el 18 de marzo para elogiar al<br />
Rey y condenar el “incidente”).<br />
La torpe respuesta de Haig<br />
dio lugar, por el contrario, en los<br />
días posteriores, a una auténtica<br />
tormenta diplomática. El presidente<br />
Ronald Reagan, recién elegido,<br />
llamó a don Juan Carlos el<br />
día 24 por la tarde y, en un intento<br />
de atajar el disgusto español,<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
Numerosos periodistas leen en las escaleras del hotel Palace una de las ediciones especiales que sacó EL PAÍS en la noche del 23-F. / EL PAÍS<br />
‘Golpe de Estado. El País, con la Constitución’<br />
no, director gerente, y Jordán<br />
de Urríes, uno de los fundadores<br />
de PRISA. Tras un intenso<br />
debate, se tomó una decisión<br />
unánimemente respaldada.<br />
“Comprendimos”, ha explicado<br />
Cebrián, “que la única actitud<br />
posible que podíamos<br />
adoptar era la de comportarnos<br />
como periodistas: tratar<br />
de sacar cuanto antes —y sobre<br />
todo antes de que llegaran<br />
los soldados, si es que iban a<br />
ocuparnos— una edición”.<br />
Dos periodistas del diario<br />
que habían asistido al asalto<br />
en el interior del Congreso y<br />
acababan de quedar en libertad<br />
dictaron una crónica telefónica<br />
de urgencia desde el domicilio<br />
de uno de ellos. Cuando<br />
se aproximaron al periódico,<br />
dieron un par de vueltas al<br />
edificio en coche para cerciorarse<br />
de que quienes estaban<br />
dentro no se hallaban sitiados.<br />
La edición de urgencia tuvo<br />
sólo 16 páginas, con la portada<br />
y contraportada dedicadas a<br />
informar del <strong>golpe</strong>, para hacer<br />
más ágil la tirada y los ejemplares<br />
fueron distribuidos a mano. El<br />
editorial condenaba de forma ta-<br />
envió también dos cartas: primero,<br />
al Rey, el 27 de febrero, y luego,<br />
el 28, al presidente Calvo Sotelo,<br />
ofreciendo apoyo para la democracia<br />
española. Haig programó<br />
a toda velocidad una visita a<br />
Madrid para el 8 y 9 de abril, en<br />
la que se entrevistó incluso con el<br />
jefe de la oposición, Felipe González,<br />
para explicar su reacción.<br />
La respuesta más sostenida y<br />
sólida fue, como era habitual en<br />
aquellos tiempos, la de la República<br />
Federal de Alemania. El can-<br />
Primera página de la edición especial que difundió<br />
EL PAÍS a las ocho de la tarde del 23-F.<br />
jante la sublevación y hacía una<br />
defensa cerrada de la democracia.<br />
En aquellas horas, el <strong>golpe</strong><br />
estaba triunfando. Se había constituido<br />
la Junta de Subsecretarios<br />
ciller socialdemócrata Helmut<br />
Schmidt hizo algo más que expresar<br />
su apoyo: intentó que la CEE<br />
“acelerara” las negociaciones de<br />
entrada de España en la Comunidad,<br />
tal y como había pedido el<br />
Parlamento Europeo. Los intentos<br />
alemanes quedaron, sin embargo,<br />
en nada por la rotunda<br />
oposición de Giscard d’Estaing.<br />
La primera cumbre europea que<br />
se celebró tras el <strong>golpe</strong>, el 24 de<br />
marzo, en Maastricht, terminó<br />
con un comunicado manifestan-<br />
para actuar como Gobierno<br />
en funciones, pero no estaba<br />
claro qué alcance tendrían sus<br />
gestiones para frenar a los golpistas.<br />
El hecho de que este<br />
diario sacara una edición a la<br />
calle hizo creer a algunas cancillerías<br />
europeas que el <strong>golpe</strong><br />
había fracasado. En las horas<br />
que duró la asonada EL PAÍS<br />
sacó siete ediciones especiales.<br />
Juan Luis Cebrián telefoneó<br />
al director de Diario16, Pedro<br />
J. Ramírez, para preguntarle<br />
qué pensaba hacer. No<br />
iba a hacer nada. Cebrián le<br />
explicó que EL PAÍS iba a sacar<br />
en poco tiempo una edición<br />
simbólica, y le pidió que<br />
Diario16 hiciera lo mismo. Ramírez<br />
replicó que su diario no<br />
tenía los medios de EL PAÍS.<br />
“Lo que tienes es miedo”, le<br />
espetó Cebrián. Ramírez no se<br />
comprometió a sacar una edición<br />
especial de Diario16.<br />
A las 20.30, muchos ciudadanos<br />
que habían acudido a la<br />
plaza de Neptuno, junto al Congreso,<br />
inquietos por la evolución<br />
de los acontecimientos, encontraron<br />
en la portada de este periódico:<br />
El País, con la Constitución.<br />
do la satisfacción por el fracaso<br />
del <strong>golpe</strong> y el convencimiento de<br />
que “el sistema democrático español<br />
es el único que permitirá la<br />
adhesión del país a la CEE”. Pero<br />
Giscard se negó a que se incluyera<br />
una propuesta alemana para<br />
demostrar esa solidaridad “acelerando”<br />
las negociaciones de adhesión.<br />
El presidente francés no<br />
aceptó siquiera que se aludiera a<br />
una “intensificación”, como habían<br />
acordado previamente los<br />
ministros de Asuntos Exteriores.
40<br />
De los 33 procesados por la intentona golpista del 23-F,<br />
cinco siguen en activo, todos ellos guardias civiles<br />
que han alcanzado el grado de teniente coronel; y<br />
ocho han fallecido. El Tribunal Supremo revisó al<br />
alza, en abril de 1983, las penas impuestas en el<br />
juicio de Campamento (Madrid) por el Consejo<br />
Supremo de Justicia Militar (CSJM) a 22 de ellos.<br />
La máxima pena, 30 años, fue impuesta a Jaime<br />
Milans del Bosch, Antonio Tejero y Alfonso<br />
Armada. Salieron en libertad mucho antes. Tejero<br />
fue el que más tiempo permaneció en prisión, 15<br />
años. Recuperó la libertad en diciembre de 1996.<br />
TEXTOS: ELSA GRANDA<br />
Alfonso Armada Comyn (1920)<br />
General de División<br />
Condena CSJM: 6 años.<br />
Condena Supremo: 30 años.<br />
Expulsión del Ejército y pérdida del grado.<br />
Libertad: diciembre 1988.<br />
A sus 86 años reparte su tiempo entre su domicilio de Madrid y<br />
un pazo de 36 hectáreas en Vedra (A Coruña) donde cultiva<br />
camelias. <strong>Po</strong>see la colección documentada más antigua de Europa<br />
de esa planta. Comercializa los productos que cultiva en<br />
un vivero a través de una empresa llamada Ortigueira SA, produce<br />
unas 150.000 plantas y factura más de 150.000 euros<br />
anuales. Escribió sus memorias pero asegura que no tiene intención<br />
de publicarlas. Ha sufrido numerosos problemas de salud:<br />
hernia abdominal en 1983, embolia cerebral en 1988 y un infarto<br />
de miocardio en 1995.<br />
Luis Torres Rojas (1918)<br />
General de División<br />
Condena CSJM: 6 años.<br />
Condena Supremo: 12 años<br />
expulsión del Ejército,<br />
sin pérdida del grado.<br />
Libertad: noviembre 1988.<br />
Cuando abandonó la prisión ya contaba con 70<br />
años. Desde entonces se centró en su familia y<br />
se alejó de cualquier actividad pública. Gran<br />
aficionado a los deportes, aún hoy, con 87<br />
años, continúa realizando diariamente sus tablas<br />
de gimnasia. Vive en Madrid y se asoma<br />
diariamente a Internet, medio a través del cual<br />
se mantiene permanentemente informado.<br />
Miguel Manchado García (1925)<br />
Coronel<br />
Condena CSJM: 3 años y 1 día.<br />
Condena Supremo: 8 años y expulsión de<br />
la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />
Libertad: diciembre 1985.<br />
Decidió trasladarse a Murcia, donde se ha dedicado,<br />
hasta el día de su jubilación, al cultivo de<br />
limones en un huerto heredado por su esposa.<br />
Se confiesa un gran aficionado a la pintura. Asegura<br />
que suscribe la carta de su gran amigo Antonio<br />
Tejero en la que reclamaba un referéndum<br />
en toda España sobre el proyecto de Estatuto<br />
catalán.<br />
Carlos Álvarez Arenas<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 3 años.<br />
Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Después de pasar por prisión estuvo en activo<br />
en el Ejército hasta 1999, cuando pasó a la<br />
reserva. Su último destino fue la Secretaría<br />
General Técnica. También se dedicó a la administración<br />
de empresas. Ha prestado sus<br />
servicios en Infocato, firma dedicada a las actividades<br />
relacionadas con la informática, y en<br />
Archidata, compañía orientada a la explotación<br />
electrónica.<br />
Francisco Dusmet García-Figueras<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 2 años.<br />
Condena Supremo: 2 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Tras cumplir condena se reincorporó al Ejército.<br />
Fue destinado a la Agrupación de Encuadramiento<br />
número 7 de Gijón (Asturias). En<br />
2001, pasó a la reserva con el grado de comandante.<br />
En la actualidad vive retirado en<br />
Madrid.<br />
Vicente Carricondo Sánchez (1955)<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Fue el más joven de los procesados por el intento<br />
golpista. Como capitán estuvo destinado<br />
en la prisión de Carabanchel (Madrid).<br />
En 1990 pasó a la Intervención Central de Armas<br />
y Explosivos, con la misión de controlar<br />
todo el movimiento de armas en Madrid. Actualmente<br />
está en activo como teniente coronel<br />
y destinado en el Servicio de Gestión Económica<br />
de la Dirección General de la Guardia<br />
Civil.<br />
Jesús Alonso Hernáiz (1952)<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Sigue en activo con el grado de teniente coronel.<br />
Está destinado en el Servicio de Informática<br />
y Estadística de la Dirección General de<br />
la Guardia Civil en Madrid.<br />
R. Pardo Zancada (1935)<br />
Comandante<br />
Condena CSJM: 6 años.<br />
Condena Supremo: 12 años<br />
expulsión del Ejército,<br />
sin pérdida del grado.<br />
Libertad: septiembre 1987.<br />
Tras su excarcelación se dedicó al periodismo.<br />
En 1998 publicaba, 23-F. La pieza que faltaba.<br />
Recientemente publicó un artículo en Internet<br />
apoyando al teniente general Mena: “Ahora,<br />
no me queda otro remedio que estar con una<br />
Constitución que sigue sin gustarme y ponerme<br />
tras las pancartas de su defensa”.<br />
Camilo Menéndez<br />
(1921-1994)<br />
Capitán de Navío<br />
Condena CSJM: 1 año.<br />
Condena Supremo: 1 año y<br />
suspensión de empleo<br />
y sueldo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Después del juicio solicitó su pase a la reserva<br />
activa; posteriormente pasó a la situación<br />
de retirado. En 1982 fue sancionado por participar<br />
en un mitin de Fuerza Nueva en Madrid.<br />
Fue consuegro del líder de esa formación,<br />
Blas Piñar, ya que uno de sus hijos estaba casado<br />
con una de las hijas de éste. Tenía<br />
prohibida la entrada en dependencias de la<br />
Armada después de haber realizado consideraciones<br />
antidemocráticas y de haber protagonizado<br />
un altercado en un acto presidido<br />
por el Rey. Falleció en 1994 a los 73 años.<br />
José Pascual Gálvez<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 3 años.<br />
Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Se retiró con el grado de capitán del Ejército en<br />
1999.<br />
Enrique Bobis González (1939)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 2 años.<br />
Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
<strong>Po</strong>co después del juicio ascendió a comandante<br />
y estuvo destinado en Zamora y Vitoria.<br />
<strong>Po</strong>steriormente fue ascendido a teniente coronel<br />
y destinado a la sección de Personal de la<br />
Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil de<br />
Madrid. Pasó a la reserva con el grado de coronel.<br />
En 1997 fue nombrado por el director<br />
de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso,<br />
enlace con el Ministerio de Medio Ambiente,<br />
pero su nombramiento fue revocado un<br />
mes después. Actualmente está jubilado.<br />
José Núñez Ruano (1931)<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Se reincorporó a la Guardia Civil y ascendió<br />
hasta el grado de capitán. Estuvo destinado<br />
en las Islas Canarias y posteriormente, en la<br />
112 Compañía de Madrid-Exterior. En el año<br />
1991 pasó a la reserva activa y desde 1996<br />
está retirado.<br />
Francisco Ignacio Román (1947)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: absuelto.<br />
Sigue en activo como teniente coronel en el<br />
Servicio de Armamento de la Guardia Civil.<br />
Anteriormente, estuvo destinado en la Jefatura<br />
de Enseñanza y en la Escuela de Tráfico.<br />
23-F, 25 AÑOS<br />
D. Ibáñez Inglés<br />
(1925-1987) Coronel<br />
Condena CSJM: 5 años.<br />
Condena Supremo: 10 años<br />
expulsión del Ejército,<br />
sin pérdida del grado.<br />
El Ministerio de Defensa le autorizó, en marzo<br />
de 1987, a abandonar la prisión de Alcalá de<br />
Henares en Madrid para seguir cumpliendo<br />
condena en su domicilio de Cullera (Valencia)<br />
debido a una grave enfermedad. Falleció seis<br />
meses después de un paro cardiaco. Había<br />
cumplido los 62 años.<br />
Pedro Mas Oliver<br />
Teniente Corornel<br />
Condena CSJM: 3 años.<br />
Condena Supremo: 6 años y expulsión<br />
del Ejército, sin pérdida del grado.<br />
Libertad: octubre 1985.<br />
Falleció poco después de abandonar la cárcel<br />
de Alcalá de Henares (Madrid).<br />
Carlos Lázaro Corthay (1941-2005)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 2 años.<br />
Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
En 1994 llegó a ser el máximo responsable de la<br />
Jefatura de Investigación y Criminalística del<br />
Servicio de <strong>Po</strong>licía Judicial. Pasó a la reserva en<br />
1999 y alcanzó el grado de coronel. Su última<br />
aparición pública fue en octubre del año pasado<br />
en una reunión de la Junta Nacional de la Hermandad<br />
de Veteranos de las Fuerzas Armadas<br />
y Guardia Civil, de la que era vocal. Falleció en<br />
Madrid a los 64 años en diciembre pasado.<br />
César Álvarez Fernández (1954)<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Continúa en activo como teniente coronel de<br />
la Guardia Civil. Está destinado desde 2001<br />
en la Zona correspondiente al País Vasco,<br />
aunque vive en La Rioja. Tras reincorporarse<br />
al servicio prestó servicio en Burgos. Ascendió<br />
a comandante y estuvo destinado en Logroño.<br />
Es un gran aficionado a las pruebas hípicas<br />
y a los caballos.<br />
Pedro Izquierdo Sánchez (1952)<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Como capitán prestó servicio en la Comandancia<br />
de <strong>Po</strong>ntevedra. Más tarde estuvo destinado<br />
en el Subsector de Tráfico de la Guardia<br />
Civil en Cáceres, en la Escuela de Adiestramiento<br />
de Madrid y en la Escuela de Adiestramiento<br />
de Perros, hasta 1999. Durante dos<br />
años, y como comandante, permaneció en el<br />
Servicio Aéreo. En la actualidad está destinado<br />
en el Servicio de Costas y Fronteras, con<br />
el grado de teniente coronel.<br />
Juan Batista González (1942)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: absuelto.<br />
Tras el proceso, pasó por la I Región Militar como<br />
disponible forzoso; estuvo destinado en la<br />
Capitanía General de Burgos; ascendió a teniente<br />
coronel de Estado Mayor, y en 1991 ocupó<br />
destino en el Cuartel General del Ejército, en<br />
Madrid. Desde 1998 es coronel en la reserva.<br />
Su último destino fue la Escuela de Logística del<br />
Ejército. Se ha dedicado también al periodismo y<br />
la poesía, y ha publicado varios libros. Es un<br />
gran experto en la Antártida, donde estuvo al<br />
frente de la base española Gabriel de Castilla en<br />
la isla Decepción.<br />
Jesús Muñecas Aguilar (1939)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 3 años y 6 meses.<br />
Condena Supremo: 5 años y expulsión de<br />
la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />
Libertad: octubre 1984.<br />
Se casó con una simpatizante política que le visitó<br />
varias veces en la cárcel. Ha alternado su<br />
gran pasión, los caballos, con la empresa privada.<br />
Tras salir de prisión, se dedicó a dar clases<br />
de equitación y después abrió su propia escuela.<br />
También fue administrador de una empresa dedicada<br />
a la industria del mueble de oficina. Tiene<br />
67 años y está retirado.<br />
Vicente Gómez Iglesias (1946)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 3 años.<br />
Condena Supremo: 6 años y expulsión<br />
de la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />
Libertad: diciembre 1984.<br />
Es el primer implicado en el 23-F al que el Gobierno<br />
concedió el indulto. A partir de ese momento<br />
dirigió su actividad profesional hacia la<br />
seguridad privada. Figura como apoderado de<br />
una empresa de Barcelona con 164 empleados,<br />
Segurcat, dedicada a servicios de custodia, seguridad<br />
y protección, que quedó disuelta en<br />
1998.<br />
Juan Pérez de la Lastra (1940)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 2 años.<br />
Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Ascendió a coronel en 1996, y dos años más<br />
tarde pasó a la reserva. En la actualidad se encuentra<br />
retirado. Ha estado relacionado con la<br />
empresa privada.<br />
José Cid Fortea<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 2 años.<br />
Condena Supremo: 2 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
El primer destino tras su estancia en prisión fue<br />
la Jefatura de Intendencia de la VII Región Militar<br />
en Valladolid. Más tarde ascendió a comandante<br />
y fue destinado a al Mando Superior de<br />
Apoyo Logístico. Pasó a la reserva como coronel<br />
en 1999, y su último destino fue la Jefatura<br />
Logística Terrestre de Madrid. Ha tenido relación<br />
con la empresa privada. Trabajó como administrador<br />
de la empresa Ibemaq SA, una firma de<br />
alquiler de maquinaria y equipo de construcción,<br />
hasta junio de 2002.<br />
Vicente Ramos Rueda<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 2 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Siguió vinculado al cuerpo y llegó a capitán. Tiene<br />
75 años y vive en Madrid dedicado a su familia.<br />
Pasó a la reserva en 1985 y se retiró en<br />
1995. En los años noventa fue invitado al programa<br />
de Julián Lago, La máquina de la verdad,<br />
pero puso como condición que se emitiera en directo<br />
y sin cortes. Al ser rechazadas sus condiciones<br />
decidió no asistir.<br />
Juan García Carrés (1928-1986)<br />
Dirigente de los sindicatos<br />
verticales del régimen franquista<br />
Condena CSJM: 2 años.<br />
Condena Supremo: 2 años.<br />
Cumplió la condena.<br />
EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />
Antonio Tejero Molina (1932)<br />
Teniente Coronel<br />
Condena CSJM: 30 años. Condena Supremo: 30 años<br />
con expulsión del Ejército y pérdida del grado.<br />
Libertad: diciembre 1996.<br />
Fue el último de todos los condenados en salir de prisión. Permaneció<br />
entre barrotes 15 años. Hace poco más de un mes recorrió las<br />
redacciones de varios diarios para entregar una carta de tres folios<br />
escrita a mano titulada Hasta cuándo… Zapatero, en la que pedía<br />
la celebración de un referéndum sobre el Estatuto catalán. Está a<br />
punto de cumplir los 74 años y ocupa sus horas entre lienzos y pinceles<br />
en Málaga. Sus obras, principalmente retratos y paisajes, cotizan<br />
por encima de los 3.000 euros. Desde su salida de prisión, se<br />
le ha visto en las conmemoraciones de la muerte de Franco; la última<br />
vez, el pasado 20 de noviembre, en la misa celebrada en memoria<br />
del dictador en El Escorial. Ha rechazado varias ofertas para<br />
publicar sus memorias, que comenzó a escribir en prisión.<br />
Jaime Milans del Bosch (1915-1997)<br />
Teniente General<br />
Condena CSJM: 30 años. Condena Supremo: 30 años.<br />
Expulsión del Ejército y pérdida del grado. Libertad: julio 1990.<br />
Fue puesto en libertad el 26 de julio de 1997. No mostró la más mínima<br />
muestra de arrepentimiento, más bien al contrario. Nunca tuvo<br />
intención de solicitar al Gobierno su indulto, pero sí batalló para recuperar<br />
su condición de militar. Apartado de la vida pública, se retiró<br />
a su domicilio madrileño de La Moraleja, donde falleció en 1997 a<br />
los 82 años de edad, debido a un tumor cerebral. Su cuerpo reposa<br />
en la cripta del Alcázar de Toledo, en cuya defensa participó durante<br />
la Guerra Civil.<br />
Fue el único civil procesado por la trama golpista.<br />
Destacado miembro de la ultraderecha<br />
española, falleció de un ataque cardiaco en<br />
su domicilio de Madrid el 8 de noviembre de<br />
1986, a los 58 años. Tras salir de prisión registró<br />
la marca 23-F, con intención de comercializar<br />
objetos como libros y camisetas. Ha<br />
dejado escritas sus memorias.<br />
J. I. San Martín<br />
(1924-2004) Coronel<br />
Condena CSJM: 3 años<br />
y un día<br />
Condena Supremo: 10 años.<br />
Expulsión del Ejército.<br />
sin pérdida del grado.<br />
Libertad: junio 1986.<br />
<strong>Un</strong> cáncer terminó con su vida en 2004. Escribió<br />
Apuntes de un condenado por el 23-F, publicado<br />
el 17 de enero de este año. Dedicó su<br />
tiempo a la lectura y a las traducciones. Hablaba<br />
inglés, francés, alemán e italiano. Era un<br />
apasionado de las retransmisiones deportivas<br />
y, en sus últimos años, de Internet.<br />
José Luis Abad Gutiérrez (1943)<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 3 años y un día.<br />
Condena Supremo: 5 años y expulsión<br />
de la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />
Libertad: junio 1984.<br />
Reorientó su carrera hacia el Derecho. Ha trabajado<br />
como abogado en una empresa de seguros<br />
de Madrid. También ocupa distintos cargos de<br />
algunas empresas, como Carbescis, dedicada al<br />
alquiler de bienes inmuebles (apoderado) y de<br />
Abad Gutiérrez, que se encuentra en liquidación,<br />
dedicada a la adaptación de vehículos para minusválidos<br />
(ex administrador).<br />
Francisco Acera Martín<br />
Capitán<br />
Condena CSJM: 2 años.<br />
Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Fue ascendido a comandante en 1984 y a teniente<br />
coronel en 1996. Entre 1984 y 1990 estuvo<br />
destinado en el Departamento de Personal<br />
de la Guardia Civil en Castilla y León. <strong>Po</strong>steriormente,<br />
hasta 1996, prestó servicio en la<br />
Plana Mayor de Salamanca. En abril de ese<br />
año pasó a la reserva. Actualmente está retirado.<br />
Santiago Vecino Núñez (1936-1983)<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Falleció poco después de la celebración del juicio,<br />
el 13 de junio de 1983, a los 47 años.<br />
Manuel Boza Carrasco (1935)<br />
Teniente<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />
de empleo durante la condena.<br />
Cumplió la condena.<br />
Estuvo destinado como jefe de Línea de la<br />
Guardia Civil en Escombreras (Murcia) y en la<br />
compañía de Talleres del Parque Automovilístico<br />
de Madrid. Fue ascendido a capitán, grado<br />
con el que pasó a la reserva en 1991. Actualmente<br />
está retirado y tiene 71 años.<br />
José Luis Cortina Prieto (1938)<br />
Comandante<br />
Condena CSJM: absuelto.<br />
Condena Supremo: absuelto.<br />
En 1983 fue destinado al regimiento de Infantería<br />
Jaén 25, con guarnición en Barcelona.<br />
<strong>Po</strong>co tiempo después, se incorporó al<br />
<strong>Po</strong>lígono de Experiencias de Carabanchel<br />
(Madrid). Allí permaneció hasta 1985. En<br />
ese año prestó servicio en el Cuartel General<br />
del Ejército en el Mando de Apoyo Logístico,<br />
con grado de coronel. Fue uno de los<br />
militares expedientados por la filtración al<br />
diario El Mundo de los planes secretos de<br />
presunta intervención de unidades del Ejército<br />
de Tierra en el conflicto del Golfo Pérsico.<br />
Tras ese incidente pasó a la situación de<br />
reserva forzoso y fue relevado. Se retiró en<br />
2003 como coronel.<br />
EL PAÍS