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Un golpe mesiánico - Sciences Po Bordeaux

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23F<br />

25 AÑOS<br />

El teniente coronel Antonio Tejero interrumpe el pleno del Congreso y, pistola en mano, ocupa la tribuna de oradores y ordena a gritos: “¡Todo el mundo al suelo!”. / MANUEL PÉREZ BARRIOPEDRO<br />

<strong>Un</strong> <strong>golpe</strong> <strong>mesiánico</strong><br />

Los conspiradores pretendían poner al Rey frente al hecho consumado El general<br />

Quintana frenó la ocupación de Madrid por la Acorazada sin esperar órdenes del Monarca<br />

Tras un debate entre capitanes generales, ninguno se adhirió a Milans del Bosch General<br />

Sáenz de Tejada: “Sin pretenderlo, Armada fue el principal responsable del 23-F”


JOAQUÍN PRIETO, Madrid<br />

“Estoy preocupado por lo que Milans<br />

pueda hacer esta tarde”. El<br />

general Alfonso Armada se despedía<br />

de los asistentes a un acto en la<br />

Brigada Paracaidista cuando le<br />

oyeron pronunciar estas enigmáticas<br />

palabras, al final de la mañana<br />

del 23 de febrero de 1981. <strong>Po</strong>r la<br />

tarde, el <strong>golpe</strong> de Estado: arresto<br />

del Gobierno y del Parlamento democráticos;<br />

febriles (e improvisados)<br />

preparativos para sublevar a<br />

la División Acorazada Brunete; 40<br />

blindados de la División Maestrazgo<br />

en las calles de Valencia; y publicación<br />

de un bando de guerra por<br />

el capitán general de la III Región,<br />

Jaime Milans del Bosch. Sin embargo,<br />

a la mañana siguiente todo<br />

había fracasado.<br />

Antonio Tejero, teniente coronel<br />

de la Guardia Civil, sin destino<br />

en aquella época —ya había sido<br />

descubierto por la Operación Galaxia,<br />

un plan contra el palacio de<br />

la Moncloa—, cumplió con su<br />

compromiso: detuvo al Gobierno<br />

y al Congreso en cuestión de minutos.<br />

Pero el <strong>golpe</strong> se vino abajo finalmente<br />

porque tras un debate telefónico<br />

entre capitanes generales,<br />

y conocida la oposición del Rey a<br />

la intentona, ninguno de aquellos<br />

siguió el pronunciamiento de Milans<br />

del Bosch. El Ejército no se<br />

dejó arrastrar por el mesianismo<br />

de los conjurados, confiados en su<br />

capacidad para salvar a España de<br />

una democracia a la que culpaban<br />

de todos los males.<br />

Pero pudieron triunfar. “Si la<br />

Acorazada Brunete hubiera ocupado<br />

la capital, las cosas se habrían<br />

puesto muy difíciles. Los golpistas<br />

pretendían colocar al Rey ante los<br />

hechos consumados”, decía Manuel<br />

Gutiérrez Mellado, vicepresidente<br />

en los Gobiernos de Adolfo<br />

Suárez, en conversaciones con este<br />

periódico unos años antes de su<br />

muerte (1995).<br />

La Acorazada estaba mandada<br />

en 1981 por José Juste, un general<br />

moderado, al que habían precedido<br />

otros dos que terminaron de<br />

golpistas: Milans del Bosch y Luis<br />

Torres Rojas. Ambos dejaron la división<br />

muy ambientada. En 1979,<br />

Torres Rojas tenía prevista una<br />

reacción contundente si ETA atentaba<br />

contra alguno de sus subordinados:<br />

“Estaba aludiendo claramente<br />

a los partidos de las provincias<br />

vascongadas”, según Ricardo<br />

Pardo Zancada, comandante en la<br />

Acorazada e implicado en el <strong>golpe</strong>.<br />

Hubo propuestas internas de<br />

entrar con toda la división en el<br />

País Vasco y el propio Torres Ro-<br />

El Ejército no se dejó arrastrar<br />

La conspiración del 23-F pudo triunfar si la artillería y los tanques de la División Acorazada Brunete hubieran<br />

ocupado Madrid. La mayoría de las Fuerzas Armadas se mantuvo al margen del ataque contra la democracia.<br />

Veinticinco años después de la intentona subsiste la duda sobre quién desencadenó la operación<br />

jas hablaba crudamente al Rey.<br />

Destituido y enviado a A Coruña,<br />

el general siguió conspirando y el<br />

23-F regresó a la Brunete.<br />

La Acorazada era el instrumento<br />

más poderoso del Ejército: colocada<br />

en línea habría ocupado un<br />

frente de 200 kilómetros. Varias<br />

unidades recibieron órdenes de<br />

acudir a medios de comunicación<br />

y situar blindados y artillería en<br />

Madrid. Los preparativos comenzaron<br />

minutos antes de la llegada<br />

de Tejero al Congreso.<br />

En un rincón discreto de la<br />

Gran Vía madrileña, un hombre<br />

de 85 años rememora los acontecimientos<br />

vividos hace 25 en la Capitanía<br />

General de Madrid, el lugar<br />

donde se dio el primer frenazo al<br />

gigante acorazado. Su nombre: José<br />

María Sáenz de Tejada, general<br />

del Ejército (cuatro estrellas), que<br />

mandó el Ejército de Tierra en<br />

años posteriores (1984-1986); amigo<br />

de Milans del Bosch y uno de<br />

los oyentes de las palabras de Armada<br />

en la mañana del 23-F.<br />

Cumplida la jornada como jefe<br />

de Estado Mayor de la Capitanía,<br />

Sáenz de Tejada se marchaba cuando<br />

un ayudante le avisó de que<br />

había tiros en el Congreso. “Lo primero<br />

que hice”, cuenta, “fue presentarme<br />

al capitán general, Guillermo<br />

Quintana, y él me ordenó<br />

llamar a la Acorazada. Serían las<br />

18.45”, 22 minutos después del<br />

asalto al Parlamento. Pidió hablar<br />

Para muchos militares de alta<br />

graduación, la muerte de Francisco<br />

Franco representó no sólo<br />

la del jefe del Estado, sino la del<br />

general con el que fueron a la<br />

Guerra Civil entre 1936 y 1939.<br />

A partir del 20 de noviembre de<br />

1975, obedecieron al Rey porque<br />

así lo había establecido Franco<br />

en su testamento, más que<br />

porque sintonizaran con el proyecto<br />

democratizador de don<br />

Juan Carlos.<br />

El primer choque serio se<br />

produjo tras la legalización del<br />

Partido Comunista de España<br />

(PCE), el Sábado Santo de<br />

1977: hubo una crisis de Gobierno<br />

por la dimisión del almirante<br />

Gabriel Pita da Veiga y el ambiente<br />

militar se enrareció hacia<br />

el presidente y el vicepresidente<br />

del Ejecutivo, Adolfo Suárez y<br />

Manuel Gutiérrez Mellado, respectivamente.<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

Tejero irrumpe en el hemiciclo durante la votación para elegir jefe del Gobierno. Sube las escaleras de la tribuna y llega a la presidencia mientras otros asaltantes toman posiciones. / M. P. BARRIOPEDRO (EFE)<br />

con el coronel José Ignacio San<br />

Martín, jefe de Estado Mayor de<br />

la división, que le devolvió la llamada<br />

siete u ocho minutos más<br />

tarde:<br />

Sáenz de Tejada. José Ignacio,<br />

¿alguna novedad?<br />

San Martín. Sí, mi general. Varias<br />

unidades han recibido la orden<br />

de ocupar objetivos en Madrid.<br />

Sáenz de Tejada. ¿Quién ha dado<br />

esa orden?<br />

San Martín. El general jefe de<br />

la división (José Juste).<br />

Sáenz de Tejada colgó. Volvió<br />

disparado al despacho de Guillermo<br />

Quintana: “Mi general”, le dijo,<br />

“la situación es gravísima porque<br />

la división acorazada está sublevada”.<br />

El capitán general levantó<br />

inmediatamente el teléfono y se<br />

puso a hablar con las unidades. La<br />

primera llamada le cayó al general<br />

Fernando Ortiz Call, jefe de la Brigada<br />

XII, que tenía 11 carros de<br />

combate enfilando la salida del<br />

cuartel de El Goloso, a 18 kilómetros<br />

de Madrid:<br />

Quintana. ¿Qué hay por la brigada?<br />

Ortiz Call. ¡A sus órdenes, mi<br />

general! Todo listo y empezando a<br />

salir.<br />

Quintana. ¿Cómo que estás saliendo?<br />

¿Quién lo ha ordenado?<br />

Ortiz Call. Pues… el Estado<br />

Mayor de la división. Ha habido<br />

una reunión con Juste…<br />

No obstante, el conjunto de<br />

las Fuerzas Armadas reaccionó<br />

con disciplina. No hubo acogidas<br />

desfavorables a medidas como<br />

la refundición de los tres ministerios<br />

militares en un departamento<br />

de Defensa.<br />

Más complicada era la tutela<br />

de los ejércitos sobre la democracia<br />

y los tempranos temores<br />

por la unidad de España a causa<br />

de las autonomías. Significativamente,<br />

cuando se votó la<br />

Constitución en las Cortes, uno<br />

de los tres senadores militares<br />

lo hizo en contra (el almirante<br />

Gamboa) y dos se abstuvieron<br />

(los tenientes generales Luis<br />

Díez Alegría y Ángel Salas Larrazábal).<br />

El intento de miembros de<br />

la <strong>Un</strong>ión Militar Democrática<br />

(UMD) para volver al Ejército<br />

del que habían sido apartados<br />

también provocó tensiones.<br />

Quintana. ¡Suspende ahora mismo<br />

esa salida!<br />

Ortiz Call. ¡Pero, mi general…!<br />

¿Y las órdenes…?<br />

Quintana. ¡Aquí no se cumplen<br />

más órdenes que las mías! ¡Que no<br />

se mueva nadie!<br />

¿Don Juan Carlos había dado<br />

ya instrucciones a Quintana? “No,<br />

la llamada del Rey entró 40 minutos<br />

más tarde”, precisa Sáenz de<br />

Tejada. “Fue Quintana el que se<br />

puso a hablar con las unidades y<br />

me dijo que llamara yo a otras,<br />

para ganar tiempo. También confirmó<br />

a Juste la contraorden” y<br />

éste la cumplió. Sobre las 19.40, la<br />

llamada de don Juan Carlos: “Guillermo,<br />

se está usando mi nombre<br />

indebidamente. Mantén las unidades<br />

en los cuarteles”.<br />

La versión de Sáenz de Tejada<br />

es de primera mano; el teniente general<br />

Quintana fue asesinado por<br />

sicarios del comando itinerante de<br />

ETA, tres años después de su contribución<br />

a salvar la democracia.<br />

Sáenz de Tejada no regatea elogios<br />

a “la magnífica decisión de Quintana”<br />

en el 23-F, aunque piensa,<br />

muy en jefe militar: “Otro en sus<br />

circunstancias lo habría hecho<br />

igual. <strong>Un</strong> capitán general no podía<br />

tolerar movimientos de tropas en<br />

su región sin conocerlos”.<br />

Jaime Milans del Bosch publicó<br />

un bando asumiendo todos los<br />

poderes en la III Región, inspirado<br />

en el dictado por el general Mo-<br />

Se impuso el liderazgo militar del Rey<br />

Mientras, ETA se cebó: 79<br />

miembros de la Guardia Civil,<br />

el cuerpo en el que surgió la<br />

trama que promovió el 23-F,<br />

fueron asesinados entre 1975 y<br />

1981. Sólo en 1980, el año previo<br />

al <strong>golpe</strong>, 130 personas murieron<br />

en atentados.<br />

Entre los capitanes generales<br />

con mando a principios de 1981,<br />

algunos habían tenido vinculaciones<br />

fuertes con el franquismo,<br />

como Ángel Campano (Valladolid);<br />

también destacaba la<br />

personalidad de José González<br />

del Yerro (Canarias). Pero no había<br />

un líder claro de las Fuerzas<br />

Armadas, capaz de imponer una<br />

solución que torciera el rumbo<br />

de los acontecimientos políticos.<br />

A falta de un dirigente nato en el<br />

seno de la milicia, afortunadamente<br />

el rey logró hacerse con el<br />

respeto de las Fuerzas Armadas<br />

y esto salvó la situación.<br />

la en los primeros momentos de la<br />

Guerra Civil de 1936. Terminaba<br />

con dos gritos: “¡Viva el Rey!” y<br />

“¡Viva por siempre España!”. Los<br />

poderes que se arrogó Milans permiten<br />

hacerse una idea de lo que<br />

habría representado el contagio en<br />

otras regiones militares. Comenzó<br />

la ronda de llamadas entre capitanes<br />

generales, tras un primer intento<br />

del jefe del Estado Mayor del<br />

Ejército, José Gabeiras, de arrestar<br />

a Milans y a Tejero, sin éxito para<br />

los encargados de hacerlo.<br />

Los planes golpistas se habían<br />

estudiado el 10 de enero entre Milans<br />

y Armada. Y se concretaron<br />

el 18 del mismo mes en una reunión<br />

más amplia celebrada en Madrid,<br />

sin presencia de Armada. Tales<br />

datos fueron confirmados por<br />

uno de los implicados, el general<br />

Carlos Alvarado, cuando ya había<br />

prescrito el plazo para la exigencia<br />

de responsabilidades. Alvarado<br />

nunca fue juzgado y además figuró<br />

en el equipo de defensores de<br />

los procesados por la intentona.<br />

“Nunca estuvo previsto como<br />

un <strong>golpe</strong> cruento”, según fuentes<br />

que requieren aún el anonimato,<br />

“sino como una presión militar suficiente<br />

para provocar una operación<br />

a lo De Gaulle”. Esto es, un<br />

Parlamento amenazado por las armas<br />

que llama al poder a un general.<br />

Tejero era el fulminante; Milans<br />

del Bosch, el jefe militar; Armada<br />

se reservaba el papel de solución<br />

y apagafuegos. El proyecto<br />

contaba con el derribo de Suárez,<br />

ya debilitado políticamente desde<br />

la moción de censura del PSOE en<br />

1980 y a punto de sufrir una segunda<br />

moción, esta vez gestada en el<br />

interior de UCD, su propio partido;<br />

mezclada con cabildeos sobre<br />

un <strong>golpe</strong> de timón.<br />

El 29 de enero de 1981, creyendo<br />

perdida también la confianza<br />

del Rey, Adolfo Suárez anunció su<br />

dimisión. Los conjurados se quedaron<br />

desconcertados y congelaron<br />

el <strong>golpe</strong>. Lo resucitaron 72 horas<br />

antes del 23-F, con tanta precipitación<br />

que Tejero reclutó fuerzas<br />

a toda prisa —de ahí el aspecto de<br />

soldadesca que presentaban— y<br />

Milans intentó la machada de sublevar<br />

la Acorazada Brunete en<br />

unas horas. Al final no fue utilizado<br />

un grupo de jóvenes falangistas<br />

con el que se había hablado, mencionado<br />

en un libro reciente (23-F,<br />

la verdad, de Francisco Medina).<br />

El teniente general Javier Calderón,<br />

ex director del Cesid y número<br />

dos del servicio de inteligencia en<br />

el 23-F, centra en “Tejero y uno o<br />

Pasa a la página 31


EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 31<br />

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ, Madrid<br />

Sabino Fernández Campo, teniente<br />

general honorífico, de 87 años,<br />

vivió el 23-F en un lugar decisivo:<br />

el palacio de la Zarzuela, al lado<br />

de don Juan Carlos y como secretario<br />

general de la Casa del Rey.<br />

Suya fue la frase: “Armada, ni<br />

está ni se le espera” que abrió los<br />

ojos al general Juste, jefe de la<br />

División Acorazada Brunete, una<br />

unidad imprescindible para el éxito<br />

de toda la operación. Pasados<br />

25 años, Fernández Campo asegura<br />

que cuando lo dijo no era consciente<br />

de su importancia. Fue inmediatamente<br />

después, cuando<br />

Juste le explicó que “se le había<br />

comunicado” que Armada “dirigiría”<br />

toda la operación desde La<br />

Zarzuela, cuando se dio cuenta<br />

del papel que estaba jugando<br />

quien había sido su antecesor en<br />

la Casa del Rey.<br />

Hasta ese momento, explica,<br />

había rechazado las insistentes peticiones<br />

de Armada para acudir a<br />

La Zarzuela a “explicar al Rey”<br />

lo que estaba pasando, fundamentalmente<br />

por un motivo personal<br />

y muy militar: él era el secretario<br />

general de la Casa del Rey, y no<br />

Armada, y no había motivo para<br />

permitir que le avasallara. Armada<br />

era segundo jefe de la JEME y<br />

ya no tenía por qué estar en La<br />

Zarzuela. Ése era su propio trabajo<br />

y no se lo iba a dejar a nadie<br />

más.<br />

Fernández Campo tiene siempre<br />

un papel difícil: si no habla<br />

del 23-F se puede pensar que man-<br />

tiene silencio porque sabe cosas<br />

que hay que ocultar; y si habla, se<br />

le puede reprochar que no guarde<br />

la debida confidencialidad. La<br />

verdad es que el general se ha movido<br />

todos estos años con bastante<br />

habilidad entre los dos extremos.<br />

Quizás porque es un militar<br />

que siempre ha estado relacionado<br />

con el mundo de la política y<br />

de la información: fue subsecretario<br />

del antiguo ministerio del ramo<br />

con Reguera Guajardo como<br />

titular.<br />

Sabino Fernández Campo ha<br />

venido desarrollando una teoría<br />

sobre el <strong>golpe</strong> del 23-F. Lo ocurrido<br />

aquel día fue una consecuen-<br />

cia casi inopinada de una operación<br />

mucho más importante, un<br />

<strong>golpe</strong> “legal” que había preparado<br />

Armada y que se fue completamente<br />

al traste al anunciar Adolfo<br />

Suárez su dimisión.<br />

Para Fernández Campo, fue<br />

Suárez, en el fondo, quien desbarató<br />

todo: algo más que tendrían<br />

que agradecerle los demócratas.<br />

<strong>Po</strong>r eso se acogió con tanta y tan<br />

extraña frialdad su dimisión y su<br />

empeño en que el Congreso votara<br />

inmediatamente a Leopoldo<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

Tejero se sujeta el tricornio en la tribuna del Congreso. <strong>Un</strong> agente agarra a Gutiérrez Mellado cuando se encara con los sublevados. El vicepresidente, en un gesto de impotencia. / M. P. BARRIOPEDRO (EFE)<br />

Fernández Campo y la teoría del <strong>golpe</strong><br />

El ex secretario general de la Casa del Rey mantiene que la dimisión de Suárez cortocircuitó otra operación más<br />

sofisticada que el 23-F, promovida también por el general Armada<br />

Viene de la página 30<br />

más capitanes” la decisión de asaltar<br />

el Congreso. Tanto Calderón<br />

como el coronel Florentino Ruiz<br />

Platero sitúan en la trama que “conoció<br />

o participó” de la resolución<br />

a los generales Francisco Dueñas<br />

y Carlos Iniesta —ex directores de<br />

Seguridad y de la Guardia Civil,<br />

respectivamente—, los coroneles<br />

Diego Ibáñez y Pedro Mas, ambos<br />

de la plana mayor de Milans; y a<br />

Juan García Carrés, ex presidente<br />

de un sindicato franquista. Otras<br />

muchas personas creen que la clave<br />

del desencadenante del <strong>golpe</strong> está<br />

en manos de José Luis Cortina,<br />

otro de los jefes del Cesid en aquella<br />

época, que guarda el secreto.<br />

Lo de Armada hay que verlo<br />

desde muy atrás: desde las apelaciones<br />

a un <strong>golpe</strong> de timón y los<br />

contactos políticos del general,<br />

que incluyó a personas ajenas a la<br />

conspiración militar como los socialistas<br />

Enrique Múgica y Joan<br />

Reventós. Con el cadáver político<br />

de Suárez todavía caliente, el periodista<br />

Emilio Romero lanzó la solu-<br />

El 23-F hizo dudar<br />

a militares sobre si<br />

estaba relacionado con<br />

otro <strong>golpe</strong> más político<br />

ción Armada a la arena pública.<br />

“Lo que pasa es tan importante, o<br />

tan grave, que no es aceptable ningún<br />

continuismo”, escribió Romero<br />

en Abc el 31 de enero, citando a<br />

Armada como el hombre para el<br />

<strong>golpe</strong> de timón.<br />

El monarca propuso a Leopoldo<br />

Calvo- Sotelo como presidente<br />

del Gobierno. Armada forzó una<br />

audiencia con el Rey, diez días antes<br />

del <strong>golpe</strong>, en la que le habló de<br />

una gran inquietud militar. Don<br />

Juan Carlos le mandó ir a ver a<br />

Gutiérrez Mellado. Este general<br />

“no sabía lo del asalto al Congreso,<br />

pero sí que iba a suceder algo.<br />

Sabía que Milans del Bosch estaba<br />

muy enfadado y dispuesto”, dice<br />

Armada, que alude a “un político”<br />

(del ámbito de la extrema derecha)<br />

como desencadenante de la<br />

acción del Congreso. Armada, 86<br />

años en la actualidad, conocía todas<br />

las operaciones en marcha.<br />

Otras fuentes matizan el papel<br />

de cada cual: “Sin pretenderlo, Alfonso<br />

Armada fue el principal responsable<br />

del 23-F, pero no era par-<br />

Calvo-Sotelo como sucesor: porque<br />

echaba por tierra una operación<br />

de gran envergadura, un<br />

“<strong>golpe</strong> de timón” potentísimo,<br />

que “reconduciría la deteriorada<br />

situación política”, según expresión<br />

de algunos de sus promotores.<br />

<strong>Un</strong>a “operación” que podía<br />

contar con el acuerdo o la pasividad<br />

de muchos militares y civiles,<br />

incruenta, y de legalidad más dudosa.<br />

Ese seudo <strong>golpe</strong> era conocido<br />

por mucha gente y por eso el<br />

23-F provocó tanto desconcierto:<br />

no era lo esperado, pero nadie<br />

sabía hasta qué punto estaba relacionado<br />

con la primera “opción”.<br />

De hecho, esa primera opción<br />

había sido incluso puesta sobre el<br />

papel por un conocido constitucionalista<br />

(nunca se ha desvelado<br />

su identidad). Y ese papel estaba<br />

en manos del Rey: Fernández<br />

Campo reconoce que se lo dio Alfonso<br />

Armada y que él se lo entregó<br />

a don Juan Carlos. Pero eso<br />

fue en agosto de 1980 e, igual que<br />

el Rey, el “dictamen” del constitucionalista,<br />

proponiendo una especie<br />

de Gobierno de concentración<br />

presidido por una personalidad<br />

“no política”, estaba también en<br />

manos de casi todos los dirigentes<br />

políticos y sociales. <strong>Po</strong>r supuesto,<br />

el plan no incluía la toma del<br />

Congreso ni el secuestro de los<br />

parlamentarios. <strong>Po</strong>r el contrario,<br />

partía de una moción de censura<br />

que sería legal aunque francamente<br />

extraña: los parlamentarios<br />

que la apoyaran presentarían a<br />

tidario de una intervención militar.<br />

Jaime Milans del Bosch sí que<br />

lo era”, afirma el general Sáenz de<br />

Tejada. “Milans me dijo a mí en el<br />

verano anterior (1980) que había<br />

que arreglar la situación de España<br />

con una intervención militar,<br />

supeditándola al Rey”.<br />

“Claro que Armada conocía la<br />

operación que se preparaba”, aña-<br />

Tejero recogía firmas<br />

contra una ley mientras<br />

maduraba el plan de<br />

asalto al Parlamento<br />

de Sáenz de Tejada. “Él no la animaba,<br />

pero tampoco la paraba.<br />

Dejó hacer y se mantuvo en espera<br />

activa. En la noche del 23-F estaba<br />

empeñado en que le permitieran ir<br />

a La Zarzuela para reconducir la<br />

situación. Armada no se habría<br />

ofrecido como presidente del Gobierno,<br />

a las 12 de la noche del 23<br />

esa “personalidad apolítica” como<br />

candidato a suceder al jefe del<br />

Gobierno. Armada estaba seguro<br />

de que el candidato sería él, pero<br />

es posible que algún otro militar<br />

o civil pensara en sí mismo como<br />

mejor alternativa. En cualquier<br />

caso, según esta teoría la dimisión<br />

de Suárez cortocircuitó la posible<br />

moción de censura: los mecanismos<br />

constitucionales de sucesión<br />

estaban claros y ya no había<br />

tiempo para nada más: Calvo-Sotelo<br />

era el candidato.<br />

¿Cuándo aparece Tejero en toda<br />

este escenario? De las entrevistas<br />

y escritos con y sobre Fernández<br />

Campo se deduce que él cree<br />

El atajo, desautorizado<br />

rápidamente por el Rey,<br />

se convirtió en sainete<br />

pero con un gran riesgo<br />

que algunos generales y civiles dejaron<br />

que Tejero siguiera adelante<br />

con su propia operación de toma<br />

del Congreso porque la opción<br />

primera no salía, y porque Armada<br />

y otros militares creyeron que<br />

podría existir un atajo. La toma<br />

del Congreso provocaría una situación<br />

de inestabilidad tal que<br />

exigiría la presencia del Ejército<br />

en la calle y dejaría como única<br />

salida viable el nombramiento de<br />

ese Gobierno de concentración<br />

presidido por el propio Armada.<br />

de febrero de 1981, si no le hubiera<br />

dado vueltas al tema desde meses<br />

atrás”. Tejero le impidió que hablara<br />

a los diputados. Armada pudo<br />

salir del 23-F convertido en presidente<br />

del Gobierno, si hubiera funcionado<br />

el plan de sacar a Tejero<br />

de España y ofrecer a los diputados<br />

la libertad, a cambio del poder.Arriesgó<br />

y perdió. ¿Y el Rey?<br />

“Tengo la absoluta convicción de<br />

que no conocía nada relacionado<br />

con lo que iba a pasar el 23-F. Hay<br />

que lamentar el uso de su nombre,<br />

porque fue una gravísima irresponsabilidad<br />

y una falsedad”, asegura<br />

el general Sáenz de Tejada. “Sí conocía<br />

la trama política, porque los<br />

que estaban en eso mandaban papeles<br />

a La Zarzuela”.<br />

El teniente general Jaime Milans<br />

del Bosch no era un hombre<br />

sofisticado. “Yo de política no entiendo”,<br />

confesaba tras el 23-F.<br />

Acusaba a Gutiérrez Mellado hasta<br />

de haber sido espía franquista<br />

durante la Guerra Civil, en vez de<br />

encararse a las balas (“¡Qué asco!”,<br />

decía Milans del Bosch). To-<br />

<strong>Po</strong>r eso, cuando el general acude<br />

al Congreso de los Diputados y<br />

se entrevista con el teniente coronel<br />

Tejero le anuncia un Gobierno<br />

completamente disparatado,<br />

que tenía quizás relación con la<br />

primera opción pero que es irrisorio<br />

una vez que todos los representantes<br />

políticos de la oposición<br />

están secuestrados a punta de pistola.<br />

El atajo, con la desautorización<br />

inmediata del Rey, se había<br />

convertido en un auténtico sainete,<br />

sin ninguna salida pero con un<br />

riesgo real de provocar víctimas.<br />

¿Que pasó en La Zarzuela durante<br />

todo este tiempo? Si se atiende<br />

a lo que ha dicho siempre Fernández<br />

Campo, don Juan Carlos<br />

jamás tuvo la menor noticia del<br />

atajo golpista y en cuanto conoció<br />

su alcance maniobró con todas<br />

sus fuerzas para desactivarlo.<br />

El tiempo que transcurrió entre la<br />

toma del Congreso y la aparición<br />

del Rey en TVE esta suficientemente<br />

documentado. Fernández<br />

Campo las recuerda como horas<br />

de incansables idas y venidas entre<br />

su despacho y el del Rey y el<br />

saloncito azul en el que se congregó<br />

la familia real y algunos amigos<br />

de don Juan Carlos. Horas de<br />

decenas de llamadas telefónicas<br />

que él evoca ahora mezcladas con<br />

momentos de absurdas rivalidades<br />

militares y afanes de protagonismo.<br />

“Como se vio después, en<br />

el juicio que se celebró en Campamento,<br />

con todos echándose la<br />

culpa unos a otros, eran militares<br />

muy poco gallardos”, concluye.<br />

dos los españoles han visto el vídeo<br />

del 23-F: Gutiérrez Mellado, a<br />

sus 68 años, permaneció de pie<br />

mientras Tejero y sus guardias disparaban<br />

en el hemiciclo, con Suárez<br />

intentando ayudarle y los demás<br />

—excepto Carrillo— empotrándose<br />

en el suelo, lógicamente.<br />

La trayectoria de Armada era<br />

muy diferente: 20 años al servicio<br />

de don Juan Carlos, primero como<br />

preceptor y después como secretario<br />

general hasta 1977. Persona de<br />

mentalidad compleja, no quería<br />

dar un <strong>golpe</strong> duro, pero enredó como<br />

para llegar al 23-F.<br />

<strong>Un</strong> hombre verdaderamente<br />

fiel a sí mismo es Antonio Tejero.<br />

Recientemente ha sorprendido de<br />

nuevo, pidiendo un referéndum sobre<br />

el Estatuto de Cataluña. Tiene<br />

práctica en estas cosas: antes del<br />

23-F compaginaba la búsqueda de<br />

patrocinadores para su <strong>golpe</strong> y el<br />

estudio de los accesos al Congreso,<br />

con la colaboración en una campaña<br />

de recogida de 500.000 firmas,<br />

en aquel caso contra un proyecto<br />

de desmilitarizar la Guardia Civil.


32<br />

Presidente<br />

durante 15 horas<br />

Francisco Laína dirigió el poder civil<br />

democrático, en contacto con el Rey,<br />

al frente de la Junta de Subsecretarios<br />

JORGE A. RODRÍGUEZ, Madrid<br />

La mayoría de los menores de 40<br />

años posiblemente no tengan ni<br />

idea de quién es Francisco Laína.<br />

Ni de lo que hizo durante el 23 y el<br />

24 de febrero de 1981. Tampoco<br />

Laína, hoy al borde de los 70 años,<br />

parece tener mucho interés por recordar<br />

a los demás que él fue el<br />

hilo conductor del poder civil, de<br />

la legitimidad democrática, mientras<br />

el Gobierno y las Cortes Generales<br />

permanecían secuestrados en<br />

el Congreso por el teniente coronel<br />

Antonio Tejero. Francisco Laína<br />

García, entonces director general<br />

de la Seguridad del Estado, fue durante<br />

15 horas virtual presidente<br />

del Gobierno, al ejercer como jefe<br />

de la Junta de Subsecretarios y Secretarios,<br />

el órgano que evitó el vacío<br />

de poder. “Aquella noche hicimos<br />

que la democracia siguiera su<br />

camino”, aseguró el jueves pasado<br />

en conversación telefónica.<br />

Francisco Laína García (La Carrera,<br />

Ávila, 18 de mayo de 1936)<br />

ha rechazado con amabilísima y<br />

exquisita firmeza las peticiones de<br />

este diario para rememorar aquellas<br />

horas. “Ahora, no creo conve-<br />

“Igual me espero al 30º<br />

aniversario del 23-F<br />

para hablar y publicar<br />

mi libro”, dice Laína<br />

niente dar una entrevista ni entrar<br />

en una lucha de protagonismos,<br />

porque esa noche fueron muchos<br />

los que colaboraron”, asegura por<br />

teléfono. Está escribiendo un libro<br />

con sus recuerdos, que asegura<br />

que ni ha entregado ni tiene comprometido<br />

con editorial alguna.<br />

En marzo de 1981, durante<br />

uno de los llamados Desayunos en<br />

el Ritz, Laína puso en orden sus<br />

recuerdos, que arrancan a las<br />

18.22 del 23 de febrero de ese año,<br />

cuando escuchó en la cadena<br />

SER, que retransmitía la sesión de<br />

investidura de Leopoldo Calvo Sotelo,<br />

algo que interpretó “como disparos<br />

de pistola y luego una ráfaga<br />

de metralleta”. Tejero y un puñado<br />

de guardias civiles acababan<br />

de tomar el Congreso, donde estaban<br />

reunidos el Gobierno y los<br />

diputados y senadores en una sesión<br />

conjunta de ambas Cámaras.<br />

El poder civil estaba secuestrado.<br />

Laína se puso inmediatamente<br />

en contacto con el Rey, quien ya<br />

estaba al corriente de los acontecimientos.<br />

Don Juan Carlos le pidió<br />

que, dentro del respeto a la Constitución,<br />

hallase la mejor salida a la<br />

asonada. Luego, contactó con los<br />

Dieciocho horas<br />

de tensión<br />

Se celebra la segunda votación para la investidura<br />

de Leopoldo Calvo-Sotelo.<br />

18.23. <strong>Un</strong> grupo de guardias civiles, dirigidos<br />

por el teniente coronel Antonio Tejero,<br />

irrumpe por los pasillos del Congreso<br />

18.25. Los asaltantes penetran en el hemiciclo<br />

del Congreso.<br />

generales de división José Antonio<br />

Sáenz de Santamaría, inspector general<br />

de la <strong>Po</strong>licía Nacional, y José<br />

Luis Aramburu Topete, director<br />

general de la Guardia Civil, que<br />

mandaron fuerzas al Congreso.<br />

Laína incluso llamó al palacio<br />

de la Carrera de San Jerónimo.<br />

“Que se ponga Tejero’. Y se puso.<br />

No le llamé nunca teniente coronel,<br />

sino señor Tejero, y le conminé<br />

a deponer su actitud. Aramburu<br />

ya se había entrevistado con él y<br />

Tejero le había amenazado con<br />

una pistola en la mano”, recordó<br />

en el Ritz. “Es que esa noche hablé<br />

con muchísima gente de muchas<br />

cosas”, decía la semana pasada.<br />

El despacho de Laína en el Ministerio<br />

del Interior bullía. Allí se<br />

decidió crear la Junta de Secretarios<br />

de Estado y Subsecretarios.<br />

“Como el Gobierno estaba secuestrado,<br />

había que suplir el vacío de<br />

poder que se había producido”, recordaba<br />

en 1981. Hoy lo ve así:<br />

“Hicimos lo que creíamos que había<br />

que hacer, nada más”. La propuesta<br />

fue comunicada a La Zarzuela,<br />

donde el general Sabino Fernández<br />

Campos (“un hombre vital,<br />

no lo olviden”, insiste) confirmó,<br />

sobre las 19.30, el visto bueno<br />

del Rey a ese Consejo, que asumía<br />

desde entonces el poder civil y la<br />

acción de Gobierno.<br />

La treintena de secretarios de<br />

Estado y subsecretarios fueron llegando<br />

poco a poco al salón Regio,<br />

en el entresuelo de la sede de Interior,<br />

en la calle de Amador de los<br />

Ríos. Laína asume el mando. Primera<br />

decisión: elaborar un comunicado<br />

para dar cuenta a través de<br />

TVE de la constitución de los dos<br />

órganos de poder, la Junta de Jefes<br />

de Estado Mayor (Jujem) y la Junta<br />

de Subsecretarios. Pero el director<br />

general de RTVE, Fernando<br />

Castedo, informa de que un capitán<br />

de la División Acorazada Brunete<br />

está en su despacho y le ha<br />

ordenado, en nombre del Rey, poner<br />

marchas militares. Más tarde,<br />

cuando la sede de Prado del Rey<br />

quedó libre, la televisión pública<br />

empezó a difundir comunicados<br />

del Gobierno. Y el del Rey.<br />

Las noticias sobre la situación<br />

de las provincias comienzan a llegar<br />

a Interior. En todas se dice que<br />

hay normalidad. Salvo en Valencia,<br />

donde el teniente general Jaime<br />

Milans del Bosch había emitido<br />

un bando asumiendo el mando<br />

en la zona. Los tanques estaban en<br />

las calles valencianas. Antes de la<br />

solución de la toma de RTVE, Laína<br />

había vuelto a telefonear a La<br />

Zarzuela, como siempre, por la malla<br />

cero (con codificador de conversaciones).<br />

“Hablo con Fernández<br />

Campos y oigo cómo el Rey está<br />

18.30 . Alrededor de doscientos guardias civiles<br />

acordonan toda la zona próxima al Congreso.<br />

18.35. Armada conversa con La Zarzuela y<br />

se ofrece a ir. Recibe órdenes de permanecer<br />

en su puesto.<br />

18.40. Se corta el servicio del circuito cerrado<br />

de televisión. El edificio queda incomunicado.<br />

18.55. El presidente del Gobierno en funciones,<br />

Adolfo Suárez, intenta dialogar con algún<br />

mando de las fuerzas ocupantes.<br />

19.05. Desconectada la cámara fija de TVE<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

Francisco Laína García, en septiembre de 1982. / MARISA FLÓREZ<br />

hablando por otro teléfono con<br />

Milans. Oigo que pega un puñetazo<br />

en la mesa y que le ordena que<br />

deponga su actitud”. Laína llama<br />

a Miláns del Bosch, quien le dice<br />

que actuaba en nombre del Rey.<br />

“Sabía que no era cierto”, evocó.<br />

Interior convocó, ya de madrugada,<br />

a los líderes de los partidos<br />

políticos para informarles de la posibilidad<br />

de que nuevas unidades<br />

militares se sumasen al alzamiento<br />

y para pedirles que “no sacaran las<br />

masas a la calle”. Laína les comunica<br />

que va a trasladarse al Hotel<br />

Palace para conocer sobre el terreno<br />

la operación de asalto que ha<br />

diseñado el Grupo Especial de<br />

Operaciones (GEO). Se reúne con<br />

Sáenz de Santamaría, Aramburu y<br />

un capitán de los GEO. “El asalto<br />

era imposible sin 50 o 100 muertos.<br />

Si entrábamos con explosivos,<br />

el primero en caer sería el presidente<br />

Adolfo Suárez”, recordó.<br />

Los comunicados conjuntos de<br />

la Junta de Subsecretarios y la Jujem<br />

siguen fluyendo. El objetivo<br />

era asegurar la normalidad ciudadana,<br />

informar de que el poder democrático<br />

contaba con mecanismos<br />

alternativos. El general José<br />

que continuaba enfocando y emitiendo imágenes<br />

del interior del hemiciclo.<br />

19.15. Los asaltantes permiten la salida del<br />

público y, más tarde, de los periodistas.<br />

19.20. El Ministerio del Interior comunica a<br />

los gobernadores civiles de toda España que<br />

se mantengan en "estado de alerta".<br />

19.30. Las emisoras Radio Castellón y La<br />

Voz de Castellón, ocupadas militarmente, emiten<br />

un comunicado del general Jaime Milans<br />

del Bosch decretando el estado de excepción<br />

en la III Región Militar.<br />

Gabeiras estaba negociando con<br />

Tejero. Milans del Bosch acuartelaba<br />

los tanques. Once guardias<br />

abandonan la sede del Legislativo.<br />

La asonada se desinflaba.<br />

La Jujem dejó las negociaciones<br />

en manos de Laína. Tras varios<br />

tira y afloja, se inicia la salida<br />

de las diputadas. Se emite el último<br />

comunicado del Gobierno paralelo,<br />

en el que se habla del cese<br />

de la Junta de Secretarios de Estado<br />

y Subsecretarios. A mediodía<br />

del 24 de febrero, salen del Congreso<br />

el Gobierno y los diputados.<br />

Laína, sin duda, matizaría y ampliaría<br />

este resumen de esas 15 horas<br />

de las que fue protagonista. Pero<br />

no quiere. “Estoy acabando el<br />

libro con mi versión del 23-F y no<br />

creo conveniente dar entrevistas.<br />

Me hace gracia leer libros sobre el<br />

asunto, sobre todo los que reproducen<br />

diálogos sin conocerlos”,<br />

bromea a través del teléfono. “No<br />

voy a dar entrevistas a nadie”, se<br />

compromete. “Cuando hable, será<br />

sin limitaciones, pero igual me espero<br />

al 30º aniversario”, asegura,<br />

antes de despedirse, con cordialidad.<br />

“Gracias por su insistencia y<br />

por acordarse de mí”.<br />

19.45 . <strong>Un</strong>idades del Ejército ocupan las instalaciones<br />

de Televisión Española, en Prado<br />

del Rey. Acto seguido, los militares se dirigen<br />

al edificio de Radio Nacional. La programación<br />

es suspendida y comienzan a ser emitidas<br />

marchas militares.<br />

19.50. La Junta de Jefes de Estado Mayor<br />

desmiente rotundamente la declaración del<br />

estado de excepción.<br />

19.58. Tejero entra en el hemiciclo para<br />

anunciar que iba a dar una comunicación<br />

del capitán general Milans del Bosch.<br />

EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />

<strong>Un</strong>idad de<br />

los partidos por<br />

la normalidad<br />

democrática<br />

J. P., Madrid<br />

Hubo un tiempo en que las fuerzas<br />

políticas sabían unirse en momentos<br />

graves, por enfrentadas<br />

que estuviesen. El 23-F fue uno<br />

de ellos. En plena intentona golpista,<br />

el entonces subsecretario<br />

de la Presidencia del Gobierno,<br />

José B. Terceiro, planteó en el<br />

Gabinete provisional una convocatoria<br />

a los partidos políticos.<br />

Así se hizo. Acudieron dirigentes<br />

que no eran diputados —los que<br />

lo eran estaban secuestrados—<br />

de los partidos con sede en Madrid,<br />

y allí se mezclaron Fernando<br />

Suárez y Jorge Verstrynge, de<br />

Alianza <strong>Po</strong>pular (antecedente<br />

del PP), los comunistas Santiago<br />

Álvarez, Enrique Curiel y Carlos<br />

Alonso Zaldívar y los socialistas<br />

José María Maravall y José María<br />

Benegas, entre otros. De ellos<br />

salió una declaración conjunta,<br />

denunciando el “gravísimo atentado<br />

a la Constitución y a las<br />

instituciones democráticas”, pidiendo<br />

“serenidad” a los ciudada-<br />

Declaración conjunta suscrita por dirigentes<br />

de UCD, AP, PSOE y PCE.<br />

nos y expresando la voluntad de<br />

“estricto respeto de la normativa<br />

constitucional”.<br />

El texto se reproduce en esta<br />

página directamente del original,<br />

respetando la última corrección<br />

a mano y alguna errata cometida<br />

por la persona que mecanografió<br />

la declaración a toda prisa. Las<br />

firmas aparecen al pie.<br />

El texto tuvo valor simbólico,<br />

como otras gestiones destinadas<br />

a dejar claro que se mantenía la<br />

normalidad mientras el Gobierno<br />

legítimo no recuperase su libertad<br />

de acción. En la reunión<br />

del gabinete con los partidos se<br />

plantearon las ideas de Laína para<br />

liberar a los secuestrados con<br />

un asalto policial, a las que se<br />

opusieron varios, por temor al<br />

baño de sangre. Dos miembros<br />

del Gabinete, Carlos Robles Piquer<br />

y José B. Terceiro, hicieron<br />

de puente con la Junta de Jefes<br />

de Estado Mayor.<br />

19.59. Llega al Congreso el director general<br />

de la Guardia Civil, teniente General José Luis<br />

Aramburu Topete.<br />

20.10. <strong>Un</strong> capitán de la Guardia Civil y un<br />

individuo con metralleta y anorak verde conminan<br />

a Felipe González y al general Gutiérrez<br />

Mellado a abandonar sus escaños y acompañarles.<br />

20.12. El mismo capitán y el mismo paisano<br />

proceden de idéntica manera con Alfonso<br />

Guerra y con Santiago Carrillo.<br />

Pasa a la página 33


EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 33<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

“¡Todo el mundo<br />

al suelo!”<br />

El secuestro del Gobierno y de los diputados<br />

osciló entre el drama y el esperpento<br />

JUAN G. IBÁÑEZ, Madrid<br />

Tejero, entusiasmado, arrancó el<br />

teletipo y se lo pasó a un guardia<br />

civil con orden de que leyera en<br />

público la noticia de que Milans<br />

del Bosch había sacado los tanques<br />

a la calle y declarado el estado<br />

de excepción en Valencia. Subido<br />

en la tribuna de oradores, el<br />

agente prorrumpió:<br />

— “Normalidad en Madrid.<br />

La Comisión de Subsecretarios<br />

se ha constituido en Gobierno en<br />

funciones y ha asumido el poder...”.<br />

—¡No, no! ¡Lea lo de abajo!—,<br />

le interrumpió a gritos Tejero.<br />

Pero los parlamentarios secuestrados<br />

ya habían quedado informados<br />

de que la maquinaria<br />

gubernamental estaba en marcha<br />

para hacer fracasar el <strong>golpe</strong> de<br />

Estado.<br />

La duración del asalto, más<br />

allá de lo previsto por los golpistas,<br />

que a las seis y media de la<br />

tarde habían anunciado que esperaban<br />

la llegada en breve de una<br />

autoridad militar, acabó relajando<br />

la tensión inicial. Y el sentimiento<br />

dominante de temor a<br />

una masacre dejó paso a una sensación<br />

de esperpento, por el comportamiento<br />

de los asaltantes.<br />

Antes de la medianoche, hubo<br />

diputados que ya acudían a los<br />

urinarios sin guardias que les vigilaran,<br />

muchos se desplazaban<br />

de un escaño a otro para conversar<br />

y el ex vicepresidente del Gobierno<br />

Fernando Abril-Marto-<br />

Cuando el ujier pidió<br />

el abrigo de Guerra, que<br />

no utilizaba, sus amigos<br />

supieron que seguía vivo<br />

rell escuchaba a hurtadillas una<br />

radio e informaba en voz baja a<br />

sus compañeros de UCD de las<br />

noticias negativas para los golpistas.<br />

La fase inicial del secuestro<br />

había estado envuelta en una sorpresa<br />

y violencia que infundieron<br />

en los rehenes la máxima inquietud.<br />

Cuando habían transcurrido<br />

dos horas desde que los<br />

asaltantes habían sacado del hemiciclo<br />

a Felipe González y Alfonso<br />

Guerra —junto al presidente<br />

del Gobierno, dos ministros y<br />

el líder del PCE—, un ujier llegó<br />

a la primera fila de escaños socialistas<br />

y preguntó: “¿El abrigo de<br />

Alfonso Guerra?”. Tras titubear,<br />

alguien le entregó un abrigo. En<br />

cuanto se alejó, la diputada socialista<br />

Carmen García Bloise giró<br />

la cabeza y musitó a sus compañeros:<br />

“Alfonso no utiliza abri-<br />

Viene de la página 32<br />

20.15. Agustín Rodríguez Sahagún y Adolfo<br />

Suárez también salen del hemiciclo.<br />

20.20. El Rey llama a Pujol para tranquilizarle.<br />

20.43. <strong>Un</strong>o de los asaltantes lee en el hemiciclo<br />

un comunicado del teniente general Milans<br />

del Bosch, que ha declarado el estado de<br />

excepción y sacado los tanques a las calles<br />

de Valencia.<br />

21.05. Las fuerzas que ocupan las sedes de<br />

TVE y Radio Nacional, se retiran.<br />

21.15. El teniente coronel Tejero da ins-<br />

go. Le ha hecho al ujier preguntar<br />

para que sepamos que está<br />

vivo”.<br />

En una escena estremecedora,<br />

como de despedida de quien enfila<br />

un trágico final, los diputados<br />

habían contemplado cómo los<br />

golpistas se llevaban, metralleta<br />

en mano, al presidente Adolfo<br />

Suárez, primero, y después al vicepresidente<br />

Gutiérrez Mellado<br />

y a Felipe González, a Santiago<br />

Carrillo y a Alfonso Guerra y a<br />

Agustín Rodríguez Sahagún, ministro<br />

de Defensa. Les condujeron<br />

a una dependencia próxima,<br />

la Sala del Reloj, donde les sentaron<br />

en las esquinas —a Sahagún,<br />

en el centro, junto a la mesa—,<br />

con las sillas orientadas hacia la<br />

pared, si bien al poco tiempo los<br />

secuestrados las giraron hacia su<br />

posición normal. A cada uno le<br />

vigilaba un guardia apuntándole<br />

con la metralleta. Así estuvieron<br />

hasta que terminaron las 18 horas<br />

de secuestro.<br />

En aquellos momentos, la mayoría<br />

de los diputados, y desde<br />

luego todos los de la izquierda,<br />

sentían que su vida pendía de un<br />

hilo que en cualquier momento<br />

se podía romper. Tras presenciar<br />

cómo los guardias se llevaban a<br />

ese grupo de dirigentes hacia un<br />

destino desconocido, pero en todo<br />

caso inquietante, un parlamentario<br />

socialista escribió, sin<br />

poder bajar la vista al papel, un<br />

mensaje de despedida dirigido a<br />

su familia. Se lo entregó a escondidas<br />

a Carmen García Bloise<br />

con la esperanza de que los asaltantes<br />

no matasen a las mujeres.<br />

Cuando en la sociedad dominaba<br />

todavía la sensación de desconcierto,<br />

el ex portavoz parlamentario<br />

de UCD Antonio Jiménez<br />

Blanco y el diputado socialista<br />

José Vida Soria entraron al<br />

Congreso cuando ya había sido<br />

asaltado, para unirse a sus compañeros<br />

secuestrados. Jiménez<br />

Blanco, entonces presidente del<br />

Consejo de Estado, recuerda ahora<br />

que lo que le movió fue “la<br />

devoción a UCD”, a la misión<br />

—favorecer la transición— que<br />

ese partido había terminado de<br />

cumplir. Vida Soria estuvo meditando<br />

su decisión durante el vuelo<br />

de Granada a Madrid. “Pensé:<br />

si no entro, ¿con qué cara me miro<br />

en el espejo mañana? Yo tenía<br />

que haber estado ahí... Eso fue.<br />

Nada de connotación heroica, ni<br />

leches”, explica, campechano.<br />

Cuando Tejero ordenó, pistola<br />

en mano, “¡al suelo, al suelo!<br />

¡todo el mundo al suelo!”, sólo<br />

Suárez y Carrillo permanecieron<br />

sentados. Y el teniente general<br />

Gutiérrez Mellado salió del banco<br />

del Gobierno para enfrentarse<br />

a los sublevados.<br />

trucciones a los guardias que ocupan todas<br />

y cada una de las puertas para que, en<br />

caso de producirse un corte de suministro<br />

eléctrico, disparen sobre cualquier persona<br />

que se aproxime tratando de ganar la<br />

salida.<br />

21.20. Reunión de altos mandos de la Guardia<br />

Civil en el Hotel Palace, de Madrid<br />

21.30. Tejero ordena desalojar de las Cortes<br />

a los civiles no diputados y funcionarios de la<br />

Cámara. El Consejo General del <strong>Po</strong>der Judicial<br />

hace público en un comunicado su leal-<br />

<strong>Un</strong>a columna de vehículos de la <strong>Po</strong>licía Militar al mando del comandante Pardo Zancada<br />

llega al Congreso para apoyar a los golpistas.<br />

Los parlamentarios se reincorporaron<br />

a sus asientos al cabo de<br />

varios minutos. Para entonces,<br />

Suárez había tenido también un<br />

gesto atrevido —mitad astuto,<br />

mitad desafiante— para calibrar<br />

el fuste de los golpistas: sin reca-<br />

Fraga: “Me tranquilizó<br />

ver que eran guardias<br />

civiles, no etarras<br />

disfrazados de guardias”<br />

bar permiso, abandonó su sitio y<br />

llegó hasta un ujier para pedirle<br />

un cigarrillo y fuego. Él tenía en<br />

la chaqueta dos cajetillas y un<br />

mechero.<br />

Veinticinco años después, Carrillo<br />

atribuye su aplomo y deso-<br />

tad al Rey y su respeto a la Constitución.<br />

21.45. <strong>Un</strong> grupo de agentes del GEO llega al<br />

Congreso.<br />

22.00. El Rey se reúne en La Zarzuela con<br />

sus colaboradores más estrechos.<br />

22.15. El general Sáenz de Santamaría, jefe<br />

de la <strong>Po</strong>licía Nacional, llega al Hotel Palace. La<br />

Junta de Jefes del Alto Estado Mayor comunica<br />

que se han tomado las medidas necesarias<br />

para reprimir todo atentado contra la<br />

Constitución y restablecer el orden que la<br />

misma determina.<br />

bediencia a las insistentes órdenes<br />

de que se tirara en el suelo a<br />

la inmediata percepción que tuvo<br />

de que se trataba de un <strong>golpe</strong> de<br />

Estado. “Reconocí a Tejero, porque<br />

había estado implicado en la<br />

Operación Galaxia. Cuando nos<br />

sacaron del hemiciclo pensé que<br />

era para matarnos... Nos llevaron<br />

al Salón del Reloj, excepto a<br />

Suárez, que le encerraron en un<br />

despacho. No nos dieron nada<br />

de comer ni de beber en toda la<br />

noche. Yo sólo pedí una vez ir al<br />

baño, para no darles la impresión<br />

de que estábamos descompuestos.<br />

No nos llegó información<br />

ni de la intervención del<br />

Rey. Con las horas, el guardia<br />

que tenía la metralleta apuntando<br />

hacia mí empezó a ponerse<br />

nervioso, a sudar, y tuvieron que<br />

relevarle, supongo que por temor<br />

a que se le escapara una ráfaga.<br />

22.45. Llegan al Congreso seis autobuses de<br />

guardias civiles.<br />

22.58. Declaración del Departamento de Estado<br />

norteamericano en el que apoya la democracia<br />

española.<br />

23.15. Altos mandos de la Guardia Civil, los<br />

tenientes generales Aramburu Topete y Prieto,<br />

hablan con Tejero para conseguir que éste<br />

deponga su actitud.<br />

23.45. Tejero se asoma a un balcón del Congreso<br />

gritando a la policía nacional que se<br />

retirasen de las inmediaciones del edificio.<br />

Al principio de la noche<br />

pensé en cómo podía<br />

ser mi muerte si triunfaba<br />

el <strong>golpe</strong>. Me dije: ‘Va<br />

a ser un segundo. <strong>Un</strong> tiro<br />

en la cabeza. Y te vas<br />

a quedar descansado para<br />

siempre’. En aquella<br />

época, estaba muy harto<br />

de la crisis en el partido.<br />

Además, mi generación<br />

había ingresado en<br />

el PCE como el que lo<br />

hace en una orden militar,<br />

sabiendo que podías<br />

morir en combate”.<br />

Manuel Fraga, en<br />

cambio, asegura que en<br />

ningún momento temió<br />

por su vida. El ex presidente<br />

de la Xunta de<br />

Galicia, que en 1981 era<br />

el portavoz de Coalición<br />

Democrática en el<br />

Congreso, aduce que en<br />

las primeras horas de secuestro<br />

hubo dos circunstancias<br />

que le tranquilizaron:<br />

“Darme<br />

cuenta de que estaba ante<br />

verdaderos guardias<br />

civiles y no ante etarras<br />

disfrazados de guardias<br />

civiles, con lo que no podía<br />

salir de allí nada malo<br />

tratándose de ese benemérito<br />

cuerpo; y, más<br />

tarde, saber que el Rey<br />

había hablado”.<br />

“En aquella noche”,<br />

relata Fraga con alguna<br />

dosis de malicia, “tuve<br />

que tranquilizar a Bandrés,<br />

que estaba muy<br />

preocupado y tenía la<br />

salud delicada, y me di<br />

cuenta de que Blas<br />

Piñar tenía un gran disgusto<br />

porque no habían<br />

contado con él para<br />

aquello”. Carrillo describe,<br />

también con intencionalidad,<br />

que cuando<br />

oyó las órdenes de tirarse<br />

al suelo miró a Piñar<br />

y Fraga para ver qué hacían.<br />

“Y vi que estaban<br />

en el suelo”.<br />

En la mañana del<br />

día siguiente, Fraga se<br />

puso en pie y a voz en<br />

grito se quejó de que estaba<br />

siendo vejado, que<br />

era un representante de la soberanía<br />

popular y que si tenían que<br />

dispararle, le dispararan ya. “El<br />

teniente coronel que había organizado<br />

aquello”, recuerda Fraga,<br />

“se enfadó mucho, ordenó que<br />

me sacaran, y me llevaron al despacho<br />

del presidente, lo cual me<br />

permitió, como allí había maquinilla,<br />

salir a la calle afeitado”.<br />

Algunos diputados vieron a la<br />

salida del Congreso al general Armada<br />

y le dieron la mano en señal<br />

de agradecimiento, porque le<br />

relacionaban con La Zarzuela y<br />

creían que había intervenido para<br />

desactivar el <strong>golpe</strong>. Incluso<br />

Suárez le comentó por la tarde al<br />

Rey que estaba equivocado en<br />

sus sospechas sobre Armada. Pero<br />

don Juan Carlos le confortó:<br />

“No, no estabas equivocado,<br />

Adolfo. Armada ha sido el actor<br />

del <strong>golpe</strong>”.<br />

00.07. El segundo jefe del Estado mayor del<br />

Ejército, general Alfonso Armada, entra en el<br />

palacio del Congreso.<br />

00.15. El Rey habla con el presidente de la<br />

Academia Gallega, Domingo García Sabell.<br />

00.40. Evacuado el senador centrista por<br />

<strong>Po</strong>ntevedra David Pérez Puga, que asistía a la<br />

sesión parlamentaria de investidura de Leopoldo<br />

Calvo-Sotelo, aquejado por un recrudecimiento<br />

de la úlcera de estómago que padece.<br />

<strong>Po</strong>co antes había sido evacuada también<br />

Pasa a la página 34


34<br />

La ‘batalla’<br />

de la Brunete<br />

Cómo el general Quintana logró parar<br />

la ocupación de Madrid por las unidades<br />

de la División Acorazada<br />

MIGUEL GONZÁLEZ, Madrid<br />

“La importancia de la Acorazada<br />

hace pensar que fue allí donde<br />

verdaderamente se decidió el<br />

23-F”, escribió el general García<br />

Escudero, instructor del sumario<br />

por el <strong>golpe</strong> de Estado. Con alrededor<br />

de 10.000 hombres, más de<br />

150 carros de combate y 60 obuses<br />

de artillería y unos 15 cañones<br />

antiaéreos, además de centenares<br />

de transportes oruga, camiones<br />

y vehículos ligeros, la División<br />

Acorazada Brunete (DAC<br />

1) era, y sigue siendo, la unidad<br />

más potente del Ejército.<br />

Hace un cuarto de siglo, sus<br />

acuartelamientos rodeaban la capital<br />

de España como un anillo<br />

de hierro menos útil para defenderla<br />

que para estrangularla.<br />

Al norte, la Brigada Acorazada<br />

XII, en El Goloso; al noroeste,<br />

el Cuartel General de la división,<br />

en El Pardo; al oeste, la Brigada<br />

Mecanizada XI, en Campamento,<br />

y el Regimiento de Caballería<br />

Villaviciosa 14, en Retamares;<br />

al suroeste, el Regimiento de<br />

Infantería Motorizada Saboya 6,<br />

en Leganés; y al este, el Regimiento<br />

de Artillería de Campaña número<br />

11, en Vicálvaro.<br />

El 23 de febrero de 1981 se<br />

encontraba en el campo de maniobras<br />

de San Gregorio, realizando<br />

unos ejercicios tipo Beta,<br />

casi la mitad de la división (tres<br />

batallones de carros de combate<br />

y un grupo de artillería), pero la<br />

fuerza restante en Madrid era<br />

más que suficiente para dominar<br />

una ciudad atenazada por el estupor<br />

y el miedo desde que las emisoras<br />

de radio retransmitieron en<br />

directo los disparos de Tejero al<br />

irrumpir en el hemiciclo.<br />

Pardo propuso<br />

a Milans dar un <strong>golpe</strong><br />

de mano en la división,<br />

“eso sí se habría<br />

parecido al 18 de julio”<br />

<strong>Un</strong>a columna de 18 obuses de<br />

155 / 32, arrastrando sus 25 toneladas<br />

sobre cadenas por una desierta<br />

Gran Vía, o 15 cañones<br />

antiaéreos 40 / 70 enhiestos en el<br />

Campo del Moro, al pie del Palacio<br />

Real, habrían dado la imagen<br />

inapelable de un Madrid bajo<br />

ocupación y un <strong>golpe</strong> triunfante.<br />

<strong>Po</strong>r eso, al capitán Ricardo<br />

Huelin, destinado en el Regimiento<br />

de Artillería de Vicálvaro, contrario<br />

como muchos oficiales jóvenes<br />

a la intentona golpista, no<br />

Viene de la página 33<br />

la diputada socialista catalana Ana Balletbó,<br />

en atención a su embarazo.<br />

01.00. La Mesa del Senado emite una nota<br />

en la que asume la representación de la soberanía<br />

popular mientras duren las circunstancias<br />

excepcionales.<br />

01.14. El Rey se dirige a todos los españoles<br />

a través de TVE y radio (a la derecha).<br />

01.15. El general Armada sale del Congreso<br />

de los Diputados<br />

01.29. Comienzan a llegar a las proximida-<br />

le quedaba sino demorar al máximo<br />

los preparativos (municionamiento,<br />

repostaje de combustible,<br />

aprovisionamiento de raciones)<br />

para evitar que la columna con<br />

medio centenar de vehículos y<br />

más de 300 hombres cruce la<br />

puerta del acuartelamiento y enfile<br />

hacia el Parque del Retiro.<br />

Como dijeron Joaquín Prieto<br />

y José Luis Barbería en El Enigma<br />

del Elefante, ninguna otra unidad<br />

del Ejército recordaba tanto<br />

al paquidermo que da título a su<br />

libro: “Lento de movimientos y<br />

al que cuesta trabajo arrancar pero<br />

que, una vez en marcha, puede<br />

resultar imparable”. ¿O no?<br />

El 18 de enero de 1981, en una<br />

reunión en la calle General Cabrera<br />

de Madrid, el general Carlos<br />

Alvarado —cuya participación<br />

no se conocerá hasta mucho<br />

después— expone los cuatro ejes<br />

del plan: asalto al Congreso por<br />

Tejero al frente de un grupo de<br />

guardias; declaración del estado<br />

de excepción en la III Región Militar;<br />

ocupación de los puntos<br />

neurálgicos de Madrid por la<br />

Brunete y traslado de Armada a<br />

Zarzuela para impartir órdenes.<br />

Las dos primeras fases de la<br />

operación se ejecutarán según lo<br />

previsto, pero no las siguientes;<br />

quizá porque entre los conjurados<br />

figura el capitán general de Valencia,<br />

pero falta el jefe de la Brunete.<br />

La movilización de la Acorazada<br />

corría a cargo del general<br />

Luis Torres Rojas, que en enero<br />

de 1980 fue apartado del mando<br />

de la división tras una serie de<br />

incidentes —entre otros, su discurso<br />

en la entrega al Rey de la<br />

boina de carrista— que provocaron<br />

su traslado al Gobierno Militar<br />

de La Coruña. La política de<br />

destinos aplicada antes del <strong>golpe</strong><br />

por el ministro de Defensa, Agustín<br />

Rodríguez Sahagún, y el jefe<br />

del Estado Mayor del Ejército,<br />

José Gabeiras, fue clave para neutralizarlo:<br />

Milans fue nombrado<br />

capitán general de Valencia y no<br />

de Madrid, como pretendía, y<br />

aunque sacó a la calle los carros<br />

de la División Maestrazgo su eco<br />

llegaba muy amortiguado a la capital,<br />

donde se jugaba la partida.<br />

En la Brunete, Torres Rojas<br />

tenía dos aliados: el comandante<br />

Ricardo Pardo Zancada y el coronel<br />

José Ignacio San Martín, ex<br />

jefe del servicio de información<br />

de Carrero Blanco y ex director<br />

general de Tráfico con Fraga, al<br />

frente del Estado Mayor de la<br />

División desde octubre de 1979.<br />

El jefe de la Acorazada era el<br />

general José Juste, un hombre a<br />

quien San Martín y Pardo consi-<br />

a<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

El plan de la Brunete para ocupar la capital<br />

23 de febrero de 1981<br />

III<br />

14<br />

N-V<br />

N-VI<br />

RCLAC 14<br />

Retamares<br />

Móstoles<br />

Cuartel GeneraI de<br />

la División Acorazada<br />

Brunete I<br />

(El Pardo)<br />

II<br />

CG I<br />

Alcorcón<br />

<strong>Po</strong>zuelo<br />

de Alarcón<br />

CG DAC I<br />

PRADO<br />

DEL REY,<br />

TVE Y RNE<br />

2<br />

Casa de<br />

Campo<br />

BRIMZ XI<br />

Leganés<br />

RIM 6<br />

M-30<br />

N-401<br />

deraban pusilánime y manejable,<br />

pero en quien no confían, a pesar<br />

de que presidió el consejo de guerra<br />

de la Operación Galaxia, que<br />

impuso penas ridículas a Tejero y<br />

al comandate Ynestrillas por<br />

conspirar contra la democracia.<br />

El domingo 22 de febrero, Pardo<br />

se desplazó a Valencia para<br />

entrevistarse con Milans. A su regreso<br />

a Madrid, informó a San<br />

Martín: “El día D es mañana y la<br />

hora H, las 18.25”, cuando Tejero<br />

interrumpiría la sesión de investidura<br />

de Calvo Sotelo.<br />

Al día siguiente, San Martín<br />

debía acompañar a Juste a Zaragoza<br />

para supervisar las maniobras<br />

de la división y éste acordó<br />

con Pardo que le avisaría cuando<br />

llegara Torres Rojas, para que él<br />

regresara de inmediato con Juste.<br />

<strong>Un</strong>a de los aspectos más sorprendentes<br />

del 23-F es por qué<br />

San Martín y Pardo hicieron volver<br />

a Juste, en vez de dejarle seguir<br />

viaje a Zaragoza para que<br />

Torres Rojas ocupara su puesto.<br />

“Eso sólo hubiera sido posible”,<br />

escribió Pardo en La pieza<br />

que falta, “en un <strong>golpe</strong> de base<br />

amplia, con compromisos previos<br />

asumidos, que fue ni más ni<br />

menos lo que sugerí al general<br />

Milans la tarde del domingo. Eso<br />

sí se habría parecido al 18 de julio<br />

u ocasiones similares. Lo que<br />

des del Congreso varias unidades de la <strong>Po</strong>licía<br />

Militar de la División Acorazada Brunete.<br />

01.40. Las unidades del Ejército toman posiciones<br />

ante la puerta principal del Congreso.<br />

02.30. Efectivos de la policía militar entra en<br />

el patio interior del edificio del Congreso.<br />

03.20. El gobernador civil de Madrid, Mariano<br />

Nicolás, entra en el Congreso para negociar<br />

con Tejero.<br />

05.30. Julián García Carrés, conocido ultraderechista<br />

y ex dirigente de los sindicatos verticales,<br />

detenido en su domicilio, en Madrid.<br />

III<br />

6<br />

Brigada de Infantería Acorazada<br />

"Guadarrama" XII<br />

(El Goloso)<br />

X<br />

XI<br />

PARQUE<br />

DEL<br />

OESTE<br />

Grupo<br />

XI<br />

5<br />

BRIAC XII<br />

CANAL DE<br />

ISABEL II<br />

Getafe<br />

N-IV<br />

C-607<br />

N-I<br />

MADRID<br />

M-30<br />

San Sebastián<br />

de los Reyes<br />

Alcobendas<br />

7 PARQUE DE<br />

6 1 EL RETIRO<br />

CAMPO 3<br />

DEL MORO CONGRESO<br />

II<br />

55<br />

4<br />

Grupo<br />

X<br />

XII<br />

se nos ordenaba era algo distinto.<br />

<strong>Un</strong>a acción deseada al parecer<br />

desde el vértice y con pocos<br />

implicados. Pero una gran unidad<br />

no obedece a un general que<br />

haya cesado en su mando por<br />

mucho afecto y buen recuerdo<br />

que haya dejado en ella”.<br />

En esas condiciones, el papel<br />

de Torres Rojas debía limitarse a<br />

“convencer y animar a Juste para<br />

que colabore”, en palabras de<br />

Las instrucciones eran<br />

seleccionar “mandos<br />

decididos” y “procurar<br />

evitar el derramamiento<br />

de sangre”<br />

San Martín. Otras fuentes sostienen<br />

que el coronel no quería quedarse<br />

al margen y su única forma<br />

de volver a Madrid era con Juste.<br />

La jugada estuvo a punto de<br />

salirle bien, a pesar de las peripecias<br />

de aquella mañana. Juste y<br />

San Martín no se quedaron en la<br />

Brigada Paracaidista, donde Pardo<br />

debía llamar al segundo, pues<br />

no llevaban el uniforme adecuado<br />

para el acto conmemorativo<br />

de la unidad, y tampoco comieron<br />

en el parador de Medinaceli,<br />

05.45. Milans del Bosch deja sin efecto las<br />

disposiciones del manifiesto del decreto de<br />

estado de excepción.<br />

06.15. Efectivos de la policía militar penetran<br />

en varias dependencias del Congreso. Se<br />

cree que todo ha terminado y los asaltantes<br />

se van a entregar. El rumor se desvanece<br />

muy pronto.<br />

07.00. Milans del Bosch manda retirar los<br />

tanques de las calles de Valencia.<br />

07.05. Sale del interior del Congreso el general<br />

Armada.<br />

EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />

Aeropuerto<br />

Regimiento de Barajas<br />

de Artillería<br />

de Campaña 11<br />

(Vicálvaro)<br />

RACA 11<br />

N-II<br />

San Fernando<br />

de Henares<br />

Coslada<br />

Fuente: elaboración propia. NACHO CATALÁN / EL PAÍS<br />

GAA I<br />

Grupo de artillería<br />

antiaérea Nº1<br />

(Vicálvaro)<br />

Brigada de Infantería Mecanizada<br />

"Extremadura" XI<br />

(Campamento)<br />

Regimiento de infantería<br />

motorizada "Saboya" 6<br />

MATERIAL PESADO PREPARADO PARA EL DESPLIEGUE<br />

Tanque AMX-30<br />

• Cañón de 105 mm<br />

• Ametralladora 7,62 mm<br />

• 36 Tm<br />

XII<br />

I<br />

PM I<br />

Obús autopropulsado M109<br />

• Cañón de 155 mm<br />

• Ametralladora 12,7 mm<br />

• 25 Tm<br />

III<br />

11<br />

Grupo<br />

1<br />

3 km<br />

N-III<br />

UNIDADES<br />

BRIAC XII<br />

CG DAC I<br />

Cuarteles<br />

Salieron del cuartel<br />

1. Compañía<br />

de <strong>Po</strong>licía Militar<br />

2. Regimiento de caballería<br />

ligero acorazado<br />

"Villaviciosa"<br />

(RCLAC 14)<br />

Estuvieron a punto<br />

de salir<br />

3. Batallón mecanizado<br />

Regimiento "Wad Ras" 55<br />

4. Grupo de artillería de<br />

campaña autopropulsada<br />

(GACA ATP XI)<br />

5. Grupo de artillería de<br />

campaña autopropulsada<br />

(GACA ATP XII)<br />

6. Grupo de artillería<br />

antiaérea Nº1<br />

7. Regimiento de Artillería<br />

de Campaña 11<br />

X<br />

XII<br />

Los iconos<br />

simbolizan<br />

el tipo de<br />

unidad militar.<br />

Artillería antiaérea Bofors 40 L70<br />

• Cañón<br />

de 40 mm<br />

• 4,7 Tm<br />

segunda cita fijada, porque estaba<br />

cerrado. Pese a todo, el capitán<br />

Tamarit dio a San Martín el<br />

mensaje de Pardo, “la bandeja está<br />

grabada”; lo que significaba<br />

que Torres Rojas había llegado.<br />

<strong>Po</strong>r su parte, Pardo logró localizar<br />

en A Coruña al antiguo jefe<br />

de la división —que no había sido<br />

avisado el domingo por estar<br />

fuera de su domicilio— con tiempo<br />

suficiente para que pudiera<br />

tomar el avión a Madrid.<br />

Cuando, a las 16.50, Juste y<br />

San Martín entran en la base Batalla<br />

de Brunete, sede del Cuartel<br />

General, Pardo ya ha reunido a<br />

los mandos con el pretexto de<br />

saludar a Torres Rojas. Antes de<br />

empezar, San Martín arranca a<br />

Juste la orden de acuartelar las<br />

tropas y evitar la desbandada habitual<br />

de las cinco de la tarde.<br />

Pardo da cuenta de su reunión<br />

con Milans del día anterior,<br />

aunque no entra en detalles sobre<br />

el “hecho muy grave” que se<br />

producirá “a partir de las seis de<br />

la tarde en Madrid y será conocido<br />

a través de la radio y la televisión”.<br />

Pide, en nombre del capitán<br />

general de Valencia, el apoyo<br />

de la Brunete para una operación<br />

que se hará “bajo las órdenes<br />

del Rey”, que estará acompañado<br />

por Armada en Zarzuela.<br />

Pasa a la página 35<br />

09.00. Se confirma que en el interior de la<br />

Cámara se halla el capitán de navío Camilo<br />

Menéndez, apoyando la acción de Tejero.<br />

09.05. Crece la tensión en el hemiciclo: Fraga<br />

se levanta del escaño y grita a los asaltantes<br />

que quiere salir de allí. Todos los diputados<br />

secundan la actitud de Fraga que es sacado<br />

del hemiciclo y trasladado a otras dependencias.<br />

09.45. <strong>Un</strong> grupo de guardias civiles asaltantes<br />

abandonan el palacio del Congreso por<br />

Pasa a la página 35


EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 35<br />

Viene de la página 34<br />

Juste hace ademán de llamar a<br />

Quintana, pero San Martín le disuade,<br />

alegando que el capitán general<br />

de Madrid aún no estará al<br />

corriente. Torres Rojas insiste en<br />

que no hay nada inconstitucional<br />

en lo expuesto por Pardo. Tras<br />

un momento de indecisión, Juste<br />

accede: “Bueno, pues adelante”.<br />

San Martín ordena ocupar<br />

RTVE a un escuadrón de Caballería.<br />

Pardo y el Estado Mayor<br />

elaboran a toda prisa la orden de<br />

operaciones. Se inspiran en el<br />

Plan Diana, diseñado para evitar<br />

disturbios a la muerte de Franco.<br />

A las 17.40 están listas las órdenes<br />

para tomar centros de poder,<br />

sedes de sindicatos y medios de<br />

comunicación e impedir “cualquier<br />

emisión que convoque a las<br />

masas”. Las instrucciones recomiendan<br />

seleccionar “mandos decididos”<br />

y “que se procure evitar<br />

el derramamiento de sangre”.<br />

Algunos jefes, que no disimulan<br />

su entusiasmo, anticipan telefónicamente<br />

las órdenes a sus<br />

unidades. El capitán Batista se<br />

ofrece a acudir a La Voz de Madrid,<br />

ya que conoce a su director.<br />

San Martín comete entonces<br />

un error. Le llama el general<br />

Saenz de Tejada, jefe del Estado<br />

Mayor de Quintana, para saber<br />

cómo está la división. El coronel,<br />

que le cree implicado en el <strong>golpe</strong>,<br />

responde: “Nos estamos preparando<br />

para ocupar Madrid”.<br />

A las 18.55, Juste llama a Zarzuela<br />

y pregunta por Armada.<br />

“Ni está ni se le espera”, le dice<br />

Sabino Fernández Campo. “¡Eso<br />

cambia mucho las cosas!” exclama<br />

Juste con sorpresa.<br />

Algún coronel se resiste<br />

a ejecutar la orden de<br />

Capitanía de frenar la<br />

salida de las unidades<br />

Quintana y Sáenz de Tejada<br />

no se fían de Juste y llaman directamente<br />

a los jefes de las brigadas<br />

y regimientos para ordenarles<br />

que detengan de inmediato el despliegue.<br />

Algunos, como el coronel<br />

Valencia, jefe del Villaviciosa<br />

14, de donde salió la fuerza que<br />

ocupó Prado del Rey, se resisten a<br />

obedecer, pero acaban cediendo.<br />

En Vicálvaro, el capitán Huelin<br />

acude a sondear al ayudante<br />

del coronel <strong>Po</strong>ntijas. “Justo en<br />

ese momento, se recibe una llamada<br />

del general Quintana”, recuerda<br />

Huelin. “Después de colgar,<br />

el coronel reúne a los mandos<br />

y ordena parar la operación”.<br />

<strong>Un</strong>a columna de carros de<br />

combate AMX-30, recién salida<br />

de El Goloso, se da la vuelta camino<br />

del Paseo de La Castellana.<br />

Pasada la medianoche, Pardo<br />

acude a las Cortes al frente de<br />

una compañía de <strong>Po</strong>licía Militar.<br />

Su inesperada llegada insufla ánimos<br />

a Tejero, pero no logra su<br />

objetivo: arrastrar a otras unidades<br />

de la Brunete. El <strong>golpe</strong> ha<br />

fracasado. El problema que queda<br />

a partir de ese momento es<br />

cómo resolver un secuestro.<br />

Viene de la página 34<br />

las ventanas y se entregan a la policía militar.<br />

<strong>Po</strong>co después, Tejero da órdenes de que se<br />

deje salir a las diputadas.<br />

10.10. Tejero fija sus condiciones para una<br />

eventual rendición.<br />

10.30. La Junta de Jefes de Estado Mayor<br />

informa que en breve puede producirse la<br />

liberación del resto de rehenes en el Congreso.<br />

10.45. Se sucede la salida de otros grupos<br />

de guardias civiles.<br />

AGUSTÍN MUÑOZ-GRANDES / Ayudante de campo del Rey en 1981<br />

“Yo redacté la orden del Rey a Milans”<br />

M. G., Madrid<br />

Agustín Muñoz-Grandes Galilea,<br />

teniente general en la reserva<br />

e hijo del fundador de la División<br />

Azul, era un comandante<br />

de 45 años en febrero de<br />

1981. Como ayudante de campo<br />

del Rey, fue una de las personas<br />

que vivió junto al Monarca<br />

la larga noche del 23-F.<br />

“Cuando llegué a casa”, rememora<br />

en su despacho de presidente<br />

de la Hermandad de Veteranos<br />

de las Fuerzas Armadas<br />

y la Guardia Civil, “encendí<br />

la radio para seguir la votación<br />

[de investidura de Calvo<br />

Sotelo], parecía un poco rutinaria,<br />

pero al escuchar los disparos<br />

me puse otra vez la guerrera<br />

y regresé de inmediato. Fui de<br />

los primeros en llegar, ya que<br />

vivía muy cerca, en la carretera<br />

de El Pardo, y encontré al Rey<br />

en chándal. Hubo una preocupación<br />

inicial clarísima de que<br />

quien hubiera ocupado el Congreso<br />

fuesen los GRAPO o<br />

ETA. La filmación [de la entrada<br />

en el hemiciclo] no llega hasta<br />

mucho más tarde. Al principio,<br />

sólo sabemos que ha habido<br />

tiros. Cuando se sabe que ha<br />

sido Tejero, hay como un suspiro<br />

de alivio. Piensas: bueno, esto<br />

ya está en manos de personas<br />

que no van a provocar una<br />

masacre. Como estuve desde<br />

esos momentos iniciales, puedo<br />

hacer una afirmación absoluta:<br />

el Rey no tenía ni idea de lo que<br />

estaba pasando”.<br />

Pregunta. ¿Cómo reaccionó<br />

el Rey? Lo tardío de su discurso<br />

en TVE hizo creer que dudaba.<br />

Respuesta. Aquella noche yo<br />

le vi muy tranquilo, no pierde la<br />

serenidad ni un segundo y, desde<br />

luego, no se deja manejar<br />

por nadie. Su postura no es en<br />

absoluto dudosa, pero es verdad<br />

que cuando ocurre algo tan<br />

serio como el secuestro de un<br />

Gobierno y un Parlamento, hay<br />

que recabar primero toda la información.<br />

Con ese objetivo se<br />

contacta a todos los niveles. La<br />

clave está en dos puntos: Valencia,<br />

donde está claro que las unidades<br />

siguen a Milans, y Madrid,<br />

donde está la Acorazada.<br />

P. La Brunete está indecisa.<br />

R. La división estuvo expectante.<br />

En estas situaciones hay<br />

una rumorología enorme. No<br />

cabe duda de que había un grupo<br />

dentro de la Acorazada que<br />

potenciaba el <strong>golpe</strong>, sin saber<br />

bien lo que se pretende. Yo creo<br />

que nunca hubo la idea de derrocar<br />

al Rey, ni siquiera al régimen<br />

democrático.<br />

P. Lo que se impone es la<br />

lealtad de los militares al Rey,<br />

más que a la democracia.<br />

R. Cuando se pregunta qué<br />

hubieran hecho los ejércitos si<br />

el Rey toma otro camino, no se<br />

está dudando de los ejércitos,<br />

sino del Rey. Es verdad que los<br />

Hora sin determinar. El teniente coronel<br />

Fuentes Gómez de Salazar consiguió la rendición<br />

del comandante Pardo Zancada y del<br />

teniente coronel Tejero, por medio de una<br />

serie de condiciones que el teniente coronel<br />

Fuentes escribió, de su puño y letra, sobre el<br />

capó de un vehículo militar. Las condiciones<br />

pactadas establecían la exención de responsabilidades<br />

a los participantes en el asalto al<br />

Congreso, de tenientes para abajo, y fueron<br />

rubricadas por el general Armada.<br />

11.45. El fiscal general del Estado, Gil Albert,<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

Agustín Muñoz-Grandes.<br />

“Inicialmente hubo<br />

una preocupación de<br />

que los ocupantes del<br />

Congreso fueran de<br />

los GRAPO o ETA”<br />

“A Armada se le dijo<br />

que no viniera porque<br />

se pensó que era más<br />

útil que cada uno<br />

estuviera en su sitio”<br />

“Sabino dijo que<br />

el mensaje a Pardo<br />

no podía aprobarlo<br />

Zarzuela porque<br />

parecía disculparle”<br />

capitanes generales miran al<br />

Rey, porque es un punto de referencia.<br />

<strong>Un</strong>a vez que les aclara<br />

la situación, puede que alguno<br />

esté más insatisfecho, pero sé<br />

que el Rey acaba con la convicción<br />

absoluta de que todos le<br />

siguen.<br />

P. Al impedir que Armada<br />

se desplace a La Zarzuela, como<br />

él había anunciado, se frustra<br />

su plan.<br />

R. Hubo una mentalidad<br />

muy clara de que cada uno debía<br />

estar en su sitio y Armada<br />

había sido nombrado segundo<br />

jefe del Estado Mayor del Ejército.<br />

Él se ofreció a venir para<br />

explicar lo que pasaba, pero se<br />

le dio una orden tajante: quédate<br />

quieto. No es que en ese primer<br />

momento se recelara de él,<br />

pero se pensó que lo más útil<br />

era que cada uno estuviera en<br />

su puesto.<br />

P. Las conversaciones con<br />

los capitanes generales no resuelven<br />

el problema.<br />

R. Van pasando las horas,<br />

Tejero sigue en el Congreso, esperando<br />

a alguien, Milans tiene<br />

las unidades en la calle y el grupo<br />

de Zarzuela, en el que a lo<br />

mejor yo soy más oyente que<br />

actuante, dice: el Rey tiene que<br />

hablar al pueblo español. Y lo<br />

hace a través de TVE, como jefe<br />

del Estado y como jefe supremo<br />

de las Fuerzas Armadas,<br />

por eso aparece de uniforme.<br />

P. Entonces es cuando el<br />

Rey llama a Milans y le dice:<br />

“Ya no puedo volverme atrás”.<br />

R. Media hora después del<br />

mensaje del Rey por TVE, en<br />

un contacto telefónico de Su<br />

Majestad con Milans, éste le<br />

reafirma su lealtad, pero no le<br />

obedece. Entonces yo asumí la<br />

responsabilidad de concebir y<br />

redactar la posterior orden del<br />

Rey, en términos militares muy<br />

claros, que debía poner fin a<br />

todo diálogo y que, a mi juicio,<br />

Milans acataría. Redacté el texto,<br />

pareció bien y el Rey se lo<br />

leyó con firmeza. El primer párrafo<br />

decía en esencia: “He hablado<br />

ante el pueblo español y,<br />

como comprenderás, ya nunca<br />

puedo volverme atrás”. Era<br />

una forma de decirle: “Ten la<br />

seguridad de que no voy a cambiar,<br />

si es que tenías alguna duda”,<br />

cortando así la creencia de<br />

Milans de que tenía un gran ascendiente<br />

sobre el Rey. Y continúa<br />

de forma terminante:<br />

“Cualquier <strong>golpe</strong> de Estado no<br />

podrá escudarse en el Rey, es<br />

contra el Rey”. Y le añade al<br />

final: “Cualquiera que se subleve<br />

está dispuesto a provocar<br />

una nueva guerra civil y será<br />

responsable de ello. <strong>Po</strong>r España,<br />

primero, y por la Corona,<br />

después, te ordeno que cumplas<br />

cuanto te he dicho”. Es decir,<br />

que retirara sus unidades y ordenase<br />

a Tejero que depusiera su<br />

actitud. Milans calla, escucha y<br />

responde: “A la orden, señor”.<br />

Y así lo hizo. Acepto que el texto,<br />

que redacté en pocos minutos,<br />

pudo ser más correcto. Pero<br />

fue muy claro para Milans,<br />

que es a quien iba dirigido.<br />

P. A usted también se le atribuye<br />

la autoría de un mensaje<br />

para Pardo Zancada.<br />

R. Yo tuve varias conversaciones<br />

a lo largo de la noche<br />

con San Martín, que había sido<br />

mi profesor en la escuela de Estado<br />

Mayor y habíamos coincidido<br />

en el Sáhara. Yo estaba<br />

convencido de que en el momento<br />

en que Pardo desistiese,<br />

informa que las negociaciones están cerradas:<br />

"Hay un compromiso y el desenlace se<br />

va a producir en unos minutos".<br />

11.50. El general Sáenz de Santamaría confirma<br />

que las condiciones impuestas por el teniente<br />

coronel Tejero han sido aceptadas. Instantes<br />

después comienza el desalojo de los<br />

parlamentarios del hemiciclo.<br />

12.27. El último de los diputados abandona<br />

el edificio del Congreso.<br />

12.30. El teniente coronel Tejero se entrega<br />

al general Aramburu Topete.<br />

Tejero cedería. <strong>Po</strong>r eso, proyecté<br />

un par de textos con San<br />

Martín para disuadirle. Transmitimos<br />

a Pardo el siguiente<br />

mensaje: “Al acatar la orden<br />

del Rey, salvas con esa actitud<br />

tu honor y tu patriotismo, toda<br />

vez que tu acción estaba impulsada<br />

por tu amor a España y la<br />

fidelidad al Rey”. Efectivamente,<br />

hay un momento en que me<br />

advierten: “Esto no lo puede<br />

aprobar La Zarzuela. Es una<br />

cosa entre tú y San Martín”.<br />

Sabino dijo que parecía que se<br />

comprometía al Rey y se disculpaba<br />

la acción de Pardo. Yo no<br />

lo veía tan así. En todo caso, no<br />

era un mensaje de La Zarzuela,<br />

sino una exploración, y, como<br />

había pronosticado San Martín,<br />

Pardo no lo aceptó.<br />

P. San Martín estaba a favor<br />

del <strong>golpe</strong>.<br />

R. Sin duda, pero es inteligente<br />

y, en un momento determinado,<br />

se da cuenta de que<br />

aquello fracasa. Y lo siente. Para<br />

él, es una oportunidad perdida,<br />

pensando en ese <strong>golpe</strong> de<br />

timón que nadie sabía en qué<br />

consistía ni qué iba a pasar el<br />

día siguiente. Se engañaron<br />

unos a otros y también a sí mismos.<br />

Casi al final, Sabino le pide<br />

a Milans que ordene a Pardo<br />

retirarse. Y éste confiesa: “Es<br />

que no me obedece”.<br />

P. Usted hizo una última gestión<br />

por Pardo.<br />

R. Lo conocía bien y temía<br />

que, cuando entendiera que todo<br />

estaba perdido, no quisiera<br />

salir del Congreso si no era con<br />

los pies por delante. Estuve pensando<br />

en acudir yo, pero se habría<br />

creído que era un enviado<br />

del Rey. Entonces, busqué a<br />

quien tuviera influencia sobre<br />

Pardo y salió el nombre de<br />

Eduardo Fuentes Gómez de Salazar,<br />

llamado El Napo, que había<br />

sido su jefe y al que tenía<br />

gran aprecio. Y es él el que va al<br />

Congreso, y viene todo lo del<br />

pacto del capó.<br />

P. ¿Quién lo bendice?<br />

R. Es un pacto simple en el<br />

que Pardo pide que se exculpe a<br />

sus subordinados. Yo creo que<br />

El Napo va sin atribuciones.<br />

Pregunta a Pardo qué exige para<br />

retirarse y lo consulta, supongo<br />

que con sus jefes. Lo que<br />

habían acordado lo supe mucho<br />

más tarde.<br />

P. San Martín asegura en su<br />

libro póstumo que, cuando acudió<br />

a una audiencia con el Rey,<br />

meses antes del 23-F, usted le<br />

recomendó que le hablara con<br />

crudeza de la inquietud que había<br />

en los cuarteles. ¿Es cierto?<br />

R. En el fondo, sí. Mi criterio<br />

era que las audiencias con<br />

jefes militares no eran para<br />

que le saludaran protocolariamente,<br />

sino para que le contasen<br />

lo que pasaba. El Rey debía<br />

saberlo.<br />

12.45. Antonio Tejero llega a la Dirección<br />

General de la Guardia Civil, en la calle Guzmán<br />

el Bueno.<br />

12.55. La Junta hace público un comunicado<br />

en el que da cuenta del final de la ocupación<br />

del Congreso de los Diputados.<br />

13.45. Concluye el estado de alerta en todas<br />

las guarniciones. La Junta comunica que la<br />

normalidad reina en toda España.<br />

14.00. Se reúne el Consejo de Ministros en<br />

funciones en el palacio de la Moncloa, bajo la<br />

presidencia de Adolfo Suárez.


36<br />

JOAN M. OLEAQUE, Valencia<br />

“Fuimos situados en posición de<br />

formación y el mando de turno<br />

explicó que nos iban a armar con<br />

fuego real porque estábamos viviendo<br />

‘una situación militar de<br />

emergencia’. <strong>Un</strong> soldado, histérico,<br />

empezó a blasfemar y se puso<br />

a orinar allí mismo; no fue arrestado,<br />

lo que nos hizo ver que la situación<br />

militar debía ser muy de emergencia”.<br />

Lo cuenta Tono Fornes,<br />

quien 25 años atrás era un joven<br />

que vivía en el mes de febrero el<br />

final de su servicio militar obligatorio,<br />

la mili. Estaba destinado en el<br />

parque de artillería de Valencia,<br />

un espacio de gran importancia defensiva<br />

durante la noche del 23-F,<br />

ya que era el depósito de armas<br />

cortas de la III Región Militar.<br />

“Vi a mi jefe de destacamento hacer<br />

aspavientos”, recuerda, “y<br />

creo que hasta lanzó su gorra al<br />

suelo. Había muchos nervios, y no<br />

sólo entre los soldados”.<br />

Muchos pueden dar fe de eso.<br />

“A nosotros nos llevaron hasta el<br />

puerto de Valencia en camiones<br />

militares y con el fusil a cuestas,<br />

para ponernos a patrullar en grupos<br />

de cinco”, explica otro antiguo<br />

soldado de reemplazo, Juan<br />

Torres. No hacía demasiado tiempo<br />

que había empezado la mili en<br />

el cuartel de Bétera, del que salieron<br />

decenas de tanques que tomaron<br />

la ciudad durante la noche<br />

por decisión del capitán general<br />

Milans del Bosch.<br />

“El capitán nos dijo: ‘Si veis un<br />

sospechoso y no disparáis, yo mismo<br />

os pego un tiro con ésta”. “Ésta”<br />

era su pistola. “Cosa de locos,<br />

porque a mí y a otros, en medio<br />

del caos, no se nos había dado munición”.<br />

Aún hoy se cuenta que,<br />

en otra parte, unos ciudadanos saludaban<br />

en la calle, brazo en alto,<br />

al estilo fascista, el paso de un carro<br />

de combate. Desde la torreta<br />

del tanque, un oficial de milicias<br />

les espetó: “Aneu a fer la ma”. En<br />

valenciano, algo así como “iros a<br />

hacer puñetas”. Parece que ya tenía<br />

bastante con lo suyo como para<br />

que le creyeran parte devota en<br />

todo aquello. Aunque otros lo fueron,<br />

claro.<br />

De un modo u otro, así de estrafalario<br />

y retorcido resultó el día<br />

más largo para unos 2.000 hombres<br />

que, a través de cuatro grandes<br />

grupos tácticos, estuvieron relacionados<br />

con el despliegue militar<br />

del 23-F en Valencia. La ciudad<br />

en la que el Ejército, nutrido<br />

de chavales apenas veinteañeros,<br />

tomó la calle con armamento vetusto<br />

y apabullante, y en la que los<br />

carros de combate apuntaron hacia<br />

el Ayuntamiento y el Gobierno<br />

Civil. Si en algún sitio todo pudo<br />

derivar en una carnicería urbana,<br />

fue aquí.<br />

Algo raro en el ambiente. “<strong>Po</strong>r<br />

la mañana se nos dijo que ese día<br />

no íbamos a tener pase de pernocta”,<br />

dice Juan Torres, refiriéndose<br />

al permiso para dormir en casa<br />

del que disfrutaban los soldados<br />

locales. Además, fueron confiscadas<br />

todas las radios que pudieron<br />

detectarse y los mantuvieron incomunicados.<br />

“La semana antes, soldados<br />

de Bétera tuvimos que desfilar<br />

para Milans del Bosch”. Apreciaciones<br />

similares hacen también<br />

soldados de otros cuarteles. “Ha-<br />

bía rumores, oías cosas, pero nada<br />

claro”, indica, “aunque se nos preparaba<br />

físicamente mucho, como<br />

si fuésemos a entrar en combate.<br />

El 23 nos dijeron que íbamos a ir<br />

de maniobras, y recuerdo a los<br />

mandos muy alegres”, insiste Juan<br />

Torres. “Nos pusieron en el patio a<br />

cargar pepinos para los tanques”.<br />

Juan acabó con otros soldados<br />

en un camión militar: de noche<br />

les llevaron a patrullar al puerto<br />

de Valencia, sin más explicación.<br />

<strong>Un</strong> amigo suyo, el soldado Silva,<br />

“iba dentro de un carro de<br />

combate, hacia el centro de la ciudad.<br />

Lo pasó muy mal, lloraba,<br />

pensaba que seguro que él y el<br />

tanque acabarían por los aires.<br />

Los carros eran cacharros”, detalla,<br />

“chirriaban mucho y hacían<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

Varios carros de combate cruzan una avenida de Valencia en la noche del 23-F siguiendo órdenes del capitán general de la región militar, Jaime Milans del Bosch.<br />

“A partir de<br />

ahora, fusilamos<br />

a cualquiera”<br />

Varios jóvenes que hacían la ‘mili’ en Valencia<br />

el 23-F relatan cómo se vieron envueltos en la<br />

intentona golpista por orden de sus mandos<br />

“No pasa nada, sólo<br />

ha habido un <strong>golpe</strong> de<br />

Estado”, dijo un<br />

capitán a los soldados<br />

un ruido de muerte. Él, después<br />

de aquello, se quedó casi sordo<br />

de un oído”.<br />

Las experiencias de miembros<br />

de otros regimientos son similares.<br />

“Nosotros salimos del acuartelamiento<br />

de Marines en camiones”,<br />

indica el entonces soldado<br />

Vicent Ibáñez. “Normalmente”,<br />

apunta, “la convivencia era buena<br />

en el cuartel, pero ese día, para<br />

mantener el orden, hubo un<br />

sargento que repartió sus buenos<br />

<strong>golpe</strong>s”. Vicent viajaba con otros<br />

en un gran camión militar, ataviado<br />

con casco y armado con munición<br />

real. Como la mayoría, sin<br />

saber por qué. “Atravesamos mi<br />

pueblo”, recuerda Vicent, “y saludé<br />

a personas que conocía, pero<br />

se escondían. Al final, acabamos<br />

formando una procesión de cinco<br />

kilómetros de vehículos, y<br />

veías cómo los tanques se cargaban<br />

semáforos, las aceras, cualquier<br />

cosa”.<br />

No fue fácil llegar hasta la capital.<br />

“Los destacamentos no sabían<br />

muy bien por dónde entrar<br />

a Valencia para llevar a cabo la<br />

invasión”, señala José Luis Sabater,<br />

entonces cabo primero en Paterna<br />

y que, armado de un subfusil,<br />

formó parte de otro contingente<br />

motorizado. “En nuestro<br />

regimiento no eran raros los mandos<br />

que hacían gala de ardor guerrero<br />

y se enorgullecían de mostrar<br />

retratos de Franco. Pero había<br />

de todo, el ambiente estaba<br />

muy dividido”. Finalmente, su<br />

destacamento desembocó en una<br />

gran avenida metropolitana. Él y<br />

sus compañeros patrullaron “entre<br />

el mutismo y el acojono”.<br />

En su mismo acuartelamiento,<br />

en Paterna, quedaron unos<br />

100 hombres de guardia, oyendo<br />

por los altavoces los himnos de<br />

Infantería y de la Legión. <strong>Un</strong>o<br />

de ellos fue Joan Josep Adrià,<br />

que se las había ingeniado para<br />

escuchar la radio y detectar la<br />

noticia de la entrada de Tejero en<br />

el Congreso. Adrià, hoy profesor<br />

de Historia, llegó a escribir una<br />

especie de diario sobre aquellos<br />

momentos. A través de sus recuerdos,<br />

evoca cómo un teniente de<br />

retén les llegó a anunciar:<br />

—Esto es un <strong>golpe</strong> de Estado<br />

y a partir de ahora fusilamos a<br />

cualquiera.<br />

<strong>Un</strong> sargento, a su vez, ya le<br />

había dado orden directa de disparar<br />

“a los paisanos armados o<br />

sin armar que puedan asaltar el<br />

cuartel”.<br />

Algo así se figuraban en el parque<br />

de artillería de Valencia. Tono<br />

Fornes, vigilando ese espacio,<br />

recuerda que tenían orden de utilizar<br />

el fusil a la mínima. “Se temía<br />

que las hordas comunistas<br />

nos asaltaran para armarse”, dice.<br />

Algunos soldados tuvieron<br />

que subir al tejado con la delirante<br />

orden de disparar a discreción<br />

si veían “luces sospechosas en<br />

ventanas de edificios cercanos”.<br />

Sin embargo, y contra pronóstico,<br />

en el interior de la Capitanía<br />

General, con los tanques en guardia<br />

y donde se hallaba el jefe supremo<br />

del momento, Milans del<br />

Bosch, “la situación parecía tranquila”.<br />

Lo recuerda Vicente Jarque,<br />

hoy conocido por su labor<br />

universitaria y de crítica de arte,<br />

pero aquella noche, soldado de<br />

guardia en Capitanía. “No nos<br />

incomunicaron, pude escuchar la<br />

radio, enterarme de todo. Los<br />

mandos transmitían una sensación<br />

de normalidad, quizá por<br />

miedo a un estallido histérico”.<br />

Jarque precisa que, llegado el momento,<br />

un capitán se acercó a los<br />

soldados y les dijo:<br />

—No pasa nada, sólo ha habido<br />

un <strong>golpe</strong> de Estado, no tenéis<br />

de qué preocuparos.<br />

Pero había trasiego de todo<br />

tipo. <strong>Po</strong>r ejemplo, el que se traía<br />

con Milans el gobernador militar<br />

y general de división Luis Caruana.<br />

Dimas Bonmatí, abogado que<br />

cumplió su servicio castrense como<br />

chófer de Caruana, lo vivió a<br />

bordo de un Seat 1.500 negro.<br />

“Cerca del mediodía, me hizo llevarlo<br />

desde el Gobierno Militar<br />

hasta Capitanía”. Allí, Caruana<br />

se reunió con Milans y escuchó<br />

su requerimiento para interrumpir<br />

horas después la actividad del<br />

gobernador civil, José María Fernández<br />

del Río. “Efectivamente”,<br />

dice Bonmatí, “a lo largo de<br />

EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />

la tarde me informó de que debíamos<br />

ir al Gobierno Civil”. Caruana,<br />

que acudió sin tropas, bloqueó<br />

la comunicación y la actividad<br />

oficial de Del Río. Pronto se<br />

iniciaría un cruce infernal de llamadas<br />

entre Madrid y Valencia,<br />

y de viajes en coche del gobernador<br />

militar desde el Gobierno Civil<br />

a Capitanía, y viceversa. “Caruana<br />

se sentía cercano a Milans,<br />

quien, además, tenía más alta graduación<br />

militar que él”, repasa<br />

Bonmatí. Éste, mientras esperaba<br />

a su jefe durante largo tiempo<br />

en uno u otro edificio, tenía acceso<br />

a la radio y se enteró de los<br />

acontecimientos golpistas.<br />

“Él se pasó toda la jornada<br />

navegando entre dos aguas: desde<br />

Madrid, el mando militar le<br />

exige que se imponga a Milans y<br />

le haga desistir. Pero Caruana no<br />

quiere enfrentarse tanto a Milans:<br />

quizá cree que el <strong>golpe</strong> puede<br />

triunfar; aparte de que, en un<br />

momento extremo, Milans le llega<br />

a frenar con una pistola”.<br />

“Él”, prosigue Bonmatí, “estaba<br />

muy agobiado. Cada vez que subía<br />

al coche tenía peor cara. Decía<br />

algo así como ‘Dimas, nos ha<br />

tocado bailar con la más fea”.<br />

Finalmente, el mensaje del<br />

Rey por televisión determinó el<br />

rumbo. Bonmatí, que pudo contemplar<br />

el mensaje durante una<br />

espera a Caruana, recuerda la<br />

cara que pusieron diversos mili-<br />

<strong>Un</strong> sargento ordenó<br />

disparar “a los<br />

paisanos que puedan<br />

asaltar el cuartel”<br />

tares: “Se quedaron hundidos,<br />

chafados. Pese a ello, se cuadraron<br />

ante el Rey”. Tras mucha<br />

insistencia del jefe del Estado<br />

Mayor del Ejército de Tierra, José<br />

Gabeiras, acabaría haciéndolo<br />

también Milans, aunque más<br />

tarde que nadie.<br />

Durante la madrugada, los<br />

soldados volvieron a las bases.<br />

La mayoría permanecerían aún<br />

días incomunicados. Caruana<br />

acabó como capitán general en<br />

Zaragoza. Dimas perdió el contacto.<br />

A él, y a otros soldados, el<br />

23-F les ha dejado la sensación<br />

perpleja “de haber sido utilizados<br />

para unos fines que ni conocíamos<br />

ni compartíamos. Aunque,<br />

por suerte”, se reconforta,<br />

“en eso se quedó”.


EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 37<br />

Lo supo más tarde, siempre se<br />

sabe más tarde. La acción precede<br />

a la memoria, a la misma conciencia.<br />

La mañana del 25 de mayo<br />

de 1980, reunió Milans del<br />

Bosch a autoridades civiles y militares;<br />

religiosas, no, o en todo<br />

caso estaban en la nómina castrense.<br />

El lenguaje, anacrónico,<br />

ayuda al recuerdo. Escenografía<br />

de Sala de Relojes, puntero en<br />

mano sobre planos y mapas anticuados.<br />

El Día de las Fuerzas Armadas,<br />

sucedáneo del desfile de<br />

su victoria. La fecha fijada, el 1<br />

de junio. Ocho meses y unos días<br />

después, el embarazo alumbró entre<br />

la tragedia y el esperpento.<br />

Concentración y dislocación<br />

de la fuerza casi idénticas<br />

sobre el escenario de la<br />

ciudad que asomaba a la<br />

libertad entre griteríos, insultos<br />

de los menos y alegría<br />

contenida y cívica de<br />

los más. Los planos lo dicen<br />

todo: o apenas, la realidad<br />

les supera unos meses<br />

más tarde,<br />

Lo recuerda ahora, veinticinco<br />

años después. La<br />

condena del olvido es el<br />

precio que quieren hacer<br />

pagar los memoricidas. Se<br />

lo recuerdan Ricoeur, Todorov,<br />

y antes Levi o<br />

Semprún. Es así, o al menos<br />

lo parece: los rostros<br />

contritos de los pocos civiles,<br />

la arrogancia de quienes<br />

sólo vencieron a compatriotas.<br />

Ubicación de los<br />

actos. Homenaje a la bandera.<br />

El alcalde dice a la<br />

concurrencia: “No en la<br />

plaza del Caudillo, ya no<br />

existe”. “Ni tampoco en la<br />

de nuevo nombre, País Valenciano:<br />

la estatua del dictador<br />

figura en el escalafón,<br />

y la fuerza podría saludar<br />

delante de su majestad el<br />

Rey”. <strong>Un</strong> silencio de piedra y<br />

una solución, “en otra parte”.<br />

Alivio para todos, y más para<br />

algunos. Civiles y militares “cara<br />

al sol”, frente a la Estación del<br />

Norte de Valencia, de espaldas al<br />

viejo instituto de nombre egregio,<br />

el Luis Vives.<br />

Siempre más tarde, recompone<br />

el puzzle. El 16 de junio de 1980, el<br />

Ayuntamiento de Valencia declara<br />

a Severo Ochoa hijo adoptivo de<br />

la ciudad. El alumno de Juan Negrín<br />

López, heredero de Cajal. La<br />

memoria se recupera entre el estruendo<br />

de quienes negaban la evidencia<br />

irreversible de recuperación<br />

de la democracia y de las libertades.<br />

25 de enero de 1981, Suárez<br />

dimite. Gaston Defferre le advierte<br />

de la gravedad. Se impone<br />

un retorno apresurado desde Marsella.<br />

Algunos concejales, en la frugal<br />

cena en el límite rosellonés, verbalizan<br />

temores profundos. Otra<br />

vez la frontera como separación<br />

entre la libertad y el miedo.<br />

Hay que seguir. 21 de febrero de<br />

1981, Berlín. Fuchs, alcalde de<br />

Maguncia, ha insistido: “Hay<br />

que abrir ventanas más allá del<br />

Muro”. Estamos convencidos, pero<br />

al hablar de derechos humanos<br />

le espetan, “la cuestión del Estado<br />

es una cuestión de fuerza”. Lo<br />

iban a saber dos días más tarde.<br />

Quien lo dice, alto dirigente del<br />

SED, el PC de la RDA, lleva en el<br />

antebrazo la marca indeleble de<br />

los inquilinos involuntarios de<br />

Auschwitz-Birkenau.<br />

Lunes, 23 de febrero. La huelga de<br />

recogida de basuras… que no tendrá<br />

lugar. <strong>Un</strong> apretón de manos, y<br />

a trabajar. La desmemoria interesada<br />

lo atribuirá a la presencia de<br />

los carros de combate. Es más sencillo,<br />

acuerdo entre las partes en el<br />

despacho del alcalde. La luz solar<br />

se extingue en la anochecida mortecina<br />

y húmeda. Tomás Rodríguez<br />

Bolaños, alcalde de Valladolid,<br />

“hay que solicitar entrevista<br />

urgente con Calvo Sotelo: finanzas<br />

municipales y leyes de régimen<br />

local”. Disparos en el Congreso de<br />

los Diputados. Conversación interrumpida,<br />

aplazamiento de la entrevista<br />

con Calvo Sotelo.<br />

<strong>Un</strong> bando. Le acercan una transcripción<br />

aproximada, a la espera<br />

del texto definitivo. Pésima transcripción,<br />

lamentable sintaxis y<br />

peor estilo. El bando es cierto. No<br />

alcanza a verlos, pero sí lo hace<br />

Manuel Rodríguez, policía local<br />

de la escolta. <strong>Un</strong> teniente coronel,<br />

de uniforme y con una “varilla,<br />

como una especie de batuta, que<br />

agita nervioso”, consuma la comunicación.<br />

Las imágenes se agolpan, los<br />

hechos se conciertan. El jefe de la<br />

<strong>Po</strong>licía Local releva de sus obligaciones<br />

a Rodríguez y Merenciano,<br />

los escoltas. Siguen. “Bajo su responsabilidad”,<br />

advierte. Instrucciones<br />

sencillas, rehuir enfrentamientos:<br />

siempre se pierde; asegurar<br />

el funcionamiento de los servicios:<br />

la ciudad siempre sigue. El<br />

concejal Enrique Real que bromea:<br />

“¿Me has cesado? Ante mi<br />

despacho hay gente que dice venir<br />

a sustituirme”. Las Fallas, claro.<br />

Los malhechores también habían<br />

pensado en la “normalidad del día<br />

después”. La misma gente de siempre<br />

(¿), los patriotas identitarios<br />

de los gritos y los <strong>golpe</strong>s de cada 9<br />

d’Octubre, la fiesta valenciana, al<br />

acecho para recuperar el espacio<br />

que consideraban propio. Previsto<br />

por los autores del bando.<br />

El concejal Vicent Garcés lo había<br />

vivido en La Moneda, en Chile,<br />

junto a su hermano Joan, con<br />

Allende y contra Pinochet. Mante-<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

Valencia fue la única ciudad en la que la máxima autoridad militar, el teniente general<br />

Jaime Milans del Bosch, dictó un bando en el que impuso el estado de excepción y sacó<br />

las tropas de los cuarteles para ocupar las calles. El alcalde que tuvo que hacer frente a esa<br />

sublevación, el socialista Ricard Pérez Casado, rememora en este relato, escrito en tercera<br />

persona, las vicisitudes, comportamientos y esfuerzos en aquellas horas de angustia.<br />

La ciudad ocupada<br />

Valencia, 23 de febrero de 1981<br />

RICARD PÉREZ CASADO<br />

Ricard Pérez Casado, alcalde de Valencia en el 23-F, ante la Capitanía General de la III Región Militar. / JORDI VICENT<br />

ner el contacto. No había móviles,<br />

y los teléfonos fijos bajo control,<br />

tan desmañado como se quiera,<br />

pero bajo control. Llamada a los<br />

vecinos de su domicilio, el teléfono<br />

propio no funciona. “Vicente González<br />

Móstoles os acoge al chico y<br />

a ti. El aseo, una camisa de puños<br />

y los gemelos del tío Pepe, el de<br />

Paterna”. ¿<strong>Po</strong>r qué? No alcanza a<br />

saberlo. Todo sucede deprisa.<br />

Ahora hay que recuperar la comunicación<br />

con Madrid, con el<br />

Gobierno, con lo que queda de él,<br />

con lo que queda de partido. El<br />

temor justificado por la desaparición<br />

de González, de Guerra, de<br />

Carrillo, los referentes de tanto<br />

tiempo, a veces amigos para siempre.<br />

Vicente González está en La<br />

Cañada. Cabe pensar en una línea<br />

telefónica “limpia”, y un margen<br />

de seguridad.<br />

Los concejales Attard —hermano<br />

de Emilio, el presidente de la<br />

Comisión Constitucional—y López<br />

Rosat, de UCD. Rafael<br />

Attard ofrece su coche para mujer<br />

e hijo, “creo conocerte, y tú no te<br />

irás”. Vicent Blasco se ofrece como<br />

PNPV; le dice, “vete a casa,<br />

que luego habrá mucho que hacer<br />

para reconstruir esto”. Manolita<br />

Paoli, la secretaria de mirada<br />

transparente, se despide con un<br />

amago de lágrima. Volverá unas<br />

horas más tarde. El ruido de los<br />

carros de combate ocupa el silencio<br />

de la ciudad.<br />

20.45. Calle del Arzobispo Mayoral,<br />

parte trasera del Ayuntamiento.<br />

La puerta principal, cerrada,<br />

como cada tarde. <strong>Un</strong>a cartera con<br />

el mínimo de papeles. Le recuerdan<br />

que el paso era firme, enérgico,<br />

decidido. El miedo en el cuerpo,<br />

las convicciones en la cabeza.<br />

Y la indignación, abreviada por la<br />

radio, la ventana abierta. El horror<br />

de imaginar que todo iba a<br />

concluir. Gramsci, con el pesimismo<br />

de la realidad y el optimismo<br />

de la razón. Algunas canciones.<br />

Tenim la raó contra bords i lladres.<br />

Los controles sorteados. El de la<br />

avenida de Pío XII, apretado; el<br />

automóvil privado del escolta,<br />

“camino del hospital La Fe”. La<br />

chapuza también, no se molestan<br />

en controlar al supuesto enfermo.<br />

El conductor “oficial” declaraba,<br />

antes de la salida, “no llega<br />

a la madrugada”. Se refería al<br />

alcalde, claro.<br />

En casa de Vicente González. Mayores<br />

y pequeños. Escuchan la emisora<br />

de la <strong>Po</strong>licía Local. Escuchan.<br />

Los mercenarios, también. Alfa<br />

no está localizable. A Vicente Mahiques,<br />

su secretario particular, a<br />

Juan Llanes, su ayudante: “Convoca<br />

un pleno, Garcés se encargará<br />

de los enlaces”. Julia, su compañera<br />

de siempre, comenzará las llamadas<br />

por Mahiques y Garcés<br />

por el teléfono “limpio” y sobrecargado.<br />

Llamará a todos cuantos<br />

podrá, “cada diez minutos”, dice<br />

él, “para dar tiempo a las consultas<br />

dentro de los grupos municipales”.<br />

Hay que repetirlo, no hay móviles.<br />

De haberlos, los arrogantes<br />

se habrían achantado, o al menos<br />

lo piensa ahora. Recuperar la normalidad<br />

lo antes posible. “Ya te<br />

diré la hora”. El tiempo. Todo antes<br />

de la medianoche oscura.<br />

En casa de un amigo. Línea recuperada.<br />

Emilio Menéndez del Valle,<br />

que comunica con Laína; la Seguridad<br />

del Estado, con Fernández<br />

Cuevas. La continuidad del Estado<br />

de derecho. Y con Ignacio Sotelo,<br />

Raimon Obiols, Benegas. En<br />

Madrid no todo está perdido. Hay<br />

la esperanza, una vez más. La emisora<br />

de la <strong>Po</strong>licía Local recoge los<br />

mensajes de búsqueda de Alfa.<br />

Los alcaldes que quieren saber,<br />

que quieren animar. El Gobierno<br />

de Subsecretarios, la organización<br />

partidaria, anuncian que el jefe del<br />

Estado, el Rey, hará una declaración<br />

inequívoca. ¿Cuándo? Reanudar<br />

la vida institucional es fundamental,<br />

se dice. El pleno, ¿para<br />

cuándo? “El gobernador civil está<br />

secuestrado junto a su familia en<br />

el palacio del Temple”. “El general<br />

Caruana, lo retiene”, que es<br />

expresión menos dura. Son las<br />

23.30. El café se había agotado, y<br />

Rodríguez, el escolta, atraviesa la<br />

ciudad, recupera su “bolígrafo”, el<br />

38 mm, y un paquete de grano molido.<br />

Y la información sobre las<br />

calles desiertas y a la vez<br />

ocupadas.<br />

Hay que mantener la<br />

dignidad y la compostura.<br />

Ducha, camisa y gemelos,<br />

y al Gobierno Civil. Lo sabrá<br />

después. Laína desaconseja<br />

el viaje que ya está<br />

emprendido: “Tendrán a<br />

dos, al gobernador y al alcalde”.<br />

No ha escuchado<br />

ni visto el mensaje real, lo<br />

hará mediada la mañana<br />

del 24 de febrero.<br />

2.30 del día 24. El mismo<br />

despacho, con idéntica disposición<br />

a la de hoy. Fernández<br />

del Río, el gobernador<br />

civil, Rafael del Río, jefe superior<br />

de <strong>Po</strong>licía, joven y armado,<br />

y Oliver, el secretario<br />

del Gobierno Civil. Y el general<br />

Caruana, gobernador<br />

militar, de uniforme y con<br />

armamento reglamentario,<br />

en idas y venidas al teléfono<br />

directo del gobernador civil.<br />

Caruana, ascendido poco<br />

después, capitán general de<br />

Zaragoza, volverá a situar a<br />

los civiles “cara al sol” en<br />

sillas incómodas en otro<br />

Día de las Fuerzas Armadas. A la<br />

puerta, las máquinas, y la Guardia<br />

Civil que saluda. La orden de detención<br />

del otro general no se cumple:<br />

“Está armado”. El otro general,<br />

Milans del Bosch, que negocia<br />

su entrega. El pleno municipal ya<br />

está convocado.<br />

“Enciendan todas las luces”.<br />

Que se les vea. Que sepa la ciudadanía<br />

que la ciudad recupera su<br />

espacio de libertad. No vienen todos.<br />

El miedo, y la cobardía, les<br />

había alejado. Es la condición humana.<br />

Hay que redactar un acuerdo<br />

plenario condenando los hechos,<br />

con la esperanza en que en el<br />

Congreso de los Diputados se resolvería,<br />

y ensalzando, con justeza,<br />

el papel del rey Juan Carlos I.<br />

El texto, más o menos chapucero,<br />

expresa la voluntad del pueblo silencioso<br />

y en vigilia que se entrevé<br />

en las ventanas de la ciudad. Lo<br />

firman todos los grupos políticos,<br />

se acuerda por unanimidad de los<br />

presentes.<br />

3.45. En el mismo despacho que<br />

ocupara Niceto Alcalá-Zamora<br />

en su visita presidencial a Valencia,<br />

suena el teléfono recuperado.<br />

“Alguna unidad no se retira; están<br />

en la calle de la Paz. No sigas adelante”.<br />

Es Fernández del Río. Lo<br />

comunica a los concejales. Real,<br />

inefable, aconseja a dos de sus colegas<br />

retirarse a su despacho. Aclara,<br />

“el bando prohíbe las reuniones<br />

de más de tres”.<br />

Alud de llamadas. Reverter, y<br />

Serra, desde Barcelona: “Galmés,<br />

con nosotros”. Galmés sustituirá<br />

a Milans. Juan Rodríguez Doreste,<br />

“esta vez, Canarias no lo hace,<br />

mi niño”. Ramón Sainz de Varanda,<br />

“Zaragoza les da la espalda”.<br />

Uruñuela, desde Sevilla, “ni fino<br />

ni manzanilla, Merry se lo hizo<br />

con ginebra”. Eran los alcaldes.<br />

Pasa a la página 38


38<br />

Viene de la página 37<br />

Amanece. Se disuelven los grupos<br />

municipales. El ruido de los camiones<br />

de la basura. El ronroneo de<br />

los primeros autobuses. La ciudad<br />

que despereza los miedos. Hay<br />

que seguir. Manolo Muñoz se estrena<br />

de periodista de EL PAÍS en<br />

Valencia. Los periodistas. J. J. Pérez<br />

Benlloch, Barber, Remesal, Solbes,<br />

Senent, Villena, Torrent, y<br />

otros, periodistas sin papeles, la inmensa<br />

mayoría con la dignidad<br />

sin salvoconducto para fortuna de<br />

la memoria y honra de la profesión,<br />

que, en estos casos, no es el<br />

desagüe de las mediocridades de<br />

que hablara Indalecio Prieto a propósito<br />

del dictador.<br />

El sargento de Milicias Vila<br />

Liante, reservista, recibirá su orden<br />

de movilización la víspera y lo<br />

tomó a beneficio de inventario.<br />

Iban en serio.<br />

25 de febrero de 1981. El juez togado<br />

militar Boné de Sandoval le envía<br />

un interrogatorio de preguntas<br />

en la causa que se instruye. Desobedeció<br />

las órdenes de Milans<br />

(“¿Le pareció que la conducta seguida<br />

por el capitán general era<br />

ilegal?”. “¿En algún momento se<br />

opuso al manifiesto del capitán general<br />

y a las medidas que el mismo<br />

entrañaba?”. Y así otras). De pronto,<br />

la memoria. La perversión de<br />

las palabras, la condena de las palabras.<br />

<strong>Po</strong>r “auxilio a la rebelión”,<br />

centenares de condenados y ejecutados<br />

en Paterna, como el propietario<br />

de los gemelos; encarcelados,<br />

vejados, sin derechos en pueblos y<br />

ciudades. Claro que desobedeció.<br />

Le faltaban algunas guindas. <strong>Un</strong>a<br />

gélida cena en Los Viveros de Valencia.<br />

Preside Alberto Oliart, el<br />

culto y pacífico ministro de Defensa.<br />

Los generales y sus ayudantes.<br />

Y los civiles. Hay que sobreponerse,<br />

olvidar a los últimos. Hermosilla<br />

que arenga, “a éste [que es él],<br />

dos tiros en la barriga”. Presentes,<br />

los coautores, con sus constelaciones<br />

estrelladas. Los mismos que<br />

insultaron el 1 de junio de 1980 a<br />

Manuel Gutiérrez Mellado; los<br />

mismos que, ellos y ellas, apostrofaron<br />

a Adolfo Suárez, al autor, en<br />

el claustro de Santo Domingo de<br />

la Capitanía General de la III Región<br />

Militar el Día de las Fuerzas<br />

Armadas.<br />

Hubo un ensayo, y una representación<br />

cruel: el desfile del primero<br />

de junio de 1980 y la tragicomedia<br />

del 23 de febrero de 1981. Y<br />

un escalofrío que recorrió pueblos<br />

y ciudades, con llamadas al somaten.<br />

El oprobio de la ciudad ocupada,<br />

la única, inerme, de manera<br />

injusta, en manos de otros salteadores<br />

diferentes de los habituales.<br />

1964. Los XXV Años de Paz. La<br />

paz de los blancos cementerios bajo<br />

la luna.<br />

Estos veinticinco años de paz,<br />

los de ahora, lo son en libertad,<br />

sin necesidad de salvapatrias, con<br />

Gobiernos democráticos; y con<br />

una Corona, la del Rey que se asomó<br />

a todos los hogares en la larga<br />

noche aciaga, comprometido con<br />

las libertades de todos los pueblos<br />

y la ciudadanía de este país, el<br />

nuestro.<br />

El Monarca que arriesgó Corona<br />

por paz y libertad, y se convirtió,<br />

como todos, en conciudadano<br />

y compatriota.<br />

Al cabo, como dijera Marc Bloch<br />

poco antes de ser fusilado por<br />

los nazis en 1944, “sólo somos vencidos<br />

provisionales de un destino<br />

injusto”.<br />

Había que seguir, y seguimos.<br />

Ricard Pérez Casado es doctor en Historia<br />

y era alcalde de Valencia el 23 de<br />

febrero de 1981.<br />

En el comienzo de los ochenta confluyen<br />

en España un conjunto de<br />

tensiones provocadas por la integración<br />

de las libertades, la legalización<br />

de partidos y sindicatos o<br />

la puesta en marcha de una nueva<br />

organización territorial. Las Fuerzas<br />

Armadas, que aparecen a la<br />

salida del franquismo sobredimensionadas,<br />

aisladas internacionalmente<br />

y mal dotadas y acostumbradas<br />

a ocupar impropiamente espacios<br />

políticos, son especialmente<br />

sensibles a estas tensiones, tanto<br />

más cuanto que se convierten en el<br />

blanco de una acción terrorista dirigida<br />

a excitar la vertiente desestabilizadora.<br />

En este contexto se produce el<br />

esperpento del intento de <strong>golpe</strong> de<br />

Estado, que actúa como un revulsivo<br />

social. La sociedad española<br />

reafirma su modelo de convivencia,<br />

irrumpe una nueva mayoría<br />

política y la joven Constitución recupera<br />

su papel central en la conducción<br />

de las grandes reformas.<br />

En lo militar se había iniciado<br />

poco antes la primera andadura.<br />

<strong>Un</strong>as Reales Ordenanzas que sustituyen<br />

a las de Carlos III enfrentan,<br />

por ejemplo, el problema de la<br />

obediencia debida y se emprenden<br />

actuaciones de calado, como la regulación<br />

de la participación de los<br />

militares en la política o la creación,<br />

en 1977, de un Ministerio de<br />

Defensa que, sin embargo, durante<br />

años prácticamente sólo existió<br />

sobre el papel.<br />

La Constitución de 1978, por<br />

su parte, enfrenta la tradicional<br />

“cuestión militar” desde una perspectiva<br />

nueva. Algunos han querido<br />

ver un componente de autonomía<br />

de los ejércitos en su artículo<br />

8, que destaca a las Fuerzas armadas,<br />

junto a otras altas instituciones<br />

del Estado, en el Título Preliminar.<br />

Pero este planteamiento no es<br />

sino el resultado del consenso constitucional<br />

aplicado a la solución<br />

de un problema histórico y, en<br />

cualquier caso, debe entenderse en<br />

conexión con las capacidades exclusivas<br />

que la Constitución atribuye<br />

al Gobierno para la dirección<br />

de la política de defensa y la administración<br />

civil y militar. La Constitución<br />

se convierte, desde este planteamiento,<br />

en la palanca para la<br />

solución del problema histórico y<br />

en el cauce para la aplicación de<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

La integración<br />

constitucional de las<br />

Fuerzas Armadas<br />

GUSTAVO SUÁREZ PERTIERRA<br />

los procesos de reforma de las<br />

Fuerzas Armadas que se emprenden<br />

a partir de entonces.<br />

El proceso de transición militar<br />

se concentra precisamente en lo<br />

que se entiende como constitucionalización<br />

de los ejércitos, que es<br />

la base y el contenido fundamental<br />

de la reforma militar. En el fondo,<br />

se trata de insertar a las Fuerzas<br />

Armadas en el entramado de<br />

las instituciones del Estado donde<br />

los poderes clásicos desarrollan su<br />

función. Este proceso fundamental<br />

ha tenido en España un conjunto<br />

de líneas de fuerza que, en esencia,<br />

pueden concretarse en las cuatro<br />

siguientes: el ejercicio de las<br />

funciones de defensa, la definición<br />

de objetivos y misiones para los<br />

ejércitos, la ruptura del aislamiento<br />

exterior y, por último, la construcción<br />

de una organización eficaz<br />

para la administración de todo<br />

el conjunto. Éstas fueron las referencias<br />

sustanciales de la reforma.<br />

La primera de ellas tenía como<br />

objetivo situar a los ejércitos bajo<br />

la dirección del Gobierno. Lo que<br />

hoy pudiera parecer obvio requirió,<br />

sin embargo, un tiempo prudente.<br />

En 1980 se había promulgado<br />

una Ley de Criterios básicos de<br />

la Defensa nacional que planteó<br />

una primera distribución de las<br />

funciones de ejecución y control<br />

entre el poder ejecutivo y el poder<br />

legislativo. Pero no es hasta bien<br />

entrada la década de los ochenta<br />

(en 1984 se reforma la Ley) cuando<br />

se establece que el Presidente<br />

del Gobierno ejerce el mando efectivo<br />

sobre las Fuerzas Armadas, al<br />

tiempo que la Junta de Jefes de<br />

Estado Mayor, hasta entonces el<br />

órgano superior de la cadena de<br />

mando militar, pasa a ejercer labores<br />

de mero asesoramiento.<br />

Pero el proceso de constitucionalización<br />

se fundamenta también<br />

en una vertiente dinámica, pues la<br />

cuestión no es sólo establecer<br />

quién ejerce la autoridad, sino también<br />

definir qué deben hacer los<br />

ejércitos. Y esto que hoy parece<br />

sólo referido a la posibilidad de<br />

que nuestros militares lleven a cabo<br />

misiones humanitarias fuera de<br />

las propias fronteras bajo la autoridad<br />

de organismos internacionales,<br />

en su momento exigió enfrentarse<br />

con problemas de fondo. Así,<br />

fue necesario trazar una línea clara<br />

de separación entre funciones<br />

policiales y funciones militares,<br />

que no quedó definida hasta 1986<br />

a través de la distinción entre un<br />

cuerpo civil de policía y una fuerza<br />

de seguridad de naturaleza militar.<br />

Durante toda la década, por otra<br />

parte, se llevó a cabo una ambiciosa<br />

reforma de la justicia militar<br />

que permitió restringir la acción<br />

de los tribunales militares sólo a<br />

los delitos militares, separar la función<br />

de mando de la de jurisdicción<br />

e integrar la justicia militar en<br />

el poder judicial único del Estado,<br />

como manda la Constitución. <strong>Po</strong>r<br />

último, en 1984 comienza tímidamente<br />

el proceso de definición de<br />

los objetivos de defensa nacional,<br />

que no culmina hasta 1992, pero<br />

que desde el principio sienta una<br />

idea básica del proceso: el abandono<br />

de la idea de defensa interior y<br />

de ocupación del territorio para<br />

dar paso a un planteamiento de<br />

defensa frente a la agresión exterior,<br />

primero y, después, a la configuración<br />

de los ejércitos como un<br />

instrumento de la política exterior<br />

del Estado.<br />

Para el éxito del proceso fue<br />

imprescindible la disposición de<br />

cauces de participación internacional<br />

para las Fuerzas Armadas. En<br />

1981 se produce el ingreso en la<br />

OTAN y no por razones de política<br />

de defensa, aún indefinida, sino<br />

EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />

El rey Juan Carlos y el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, entran en la Escuela de Estado Mayor en febrero de 1980. / MARISA FLÓREZ<br />

por la conciencia de que era necesaria<br />

la apertura al exterior. La<br />

congelación de la posición en la<br />

Alianza Atlántica, primero y, en<br />

1986, el hito fundamental del referéndum<br />

sobre la permanencia en<br />

la OTAN marcan una verdadera<br />

línea de fuerza que enlaza con la<br />

posterior integración en la UEO y<br />

el comienzo de las operaciones humanitarias<br />

en el continente africano<br />

a partir de 1988. Con esto culmina<br />

el proceso de desterritorialización<br />

de los ejércitos.<br />

Conviene indicar, finalmente, el<br />

papel sustancial que en todo el proceso<br />

jugó la construcción desde cero<br />

de una administración de la defensa<br />

homologable y eficaz. Ya se<br />

ha dicho que el Ministerio de Defensa<br />

se creó en 1977, pero subsistieron<br />

de hecho los tres antiguos<br />

ministerios militares durante mucho<br />

tiempo. No fue fácil poner en<br />

marcha unas estructuras que deben<br />

integrar adecuadamente las<br />

naturalezas política y administrativa,<br />

de gestión y control, militares y<br />

civiles. Pero sólo este instrumento<br />

permite llevar adelante las dinámicas<br />

que completan el esquema de<br />

reforma militar: el dimensionamiento<br />

de los ejércitos, el planeamiento<br />

militar, la doctrina conjunta,<br />

la regulación de la carrera militar<br />

y la integración de las enseñanzas<br />

militares en el sistema educativo<br />

general del Estado.<br />

Ésta es la esencia de la reforma<br />

militar llevada a cabo en España.<br />

Cuando eclosiona el cambio geoestratégico<br />

que se venía anunciando<br />

desde los primeros años noventa,<br />

queda atrás un sólido proceso de<br />

integración constitucional de los<br />

ejércitos. El sistema institucional<br />

de la defensa que se había construido,<br />

con apoyo en la Constitución,<br />

permitió enfrentarse al nuevo momento<br />

histórico con capacidad de<br />

adaptación suficiente. <strong>Un</strong> reto<br />

más para una organización, las<br />

Fuerzas Armadas, trabada por criterios<br />

fundamentales de disciplina,<br />

jerarquía y servicio a la sociedad<br />

de la que forman parte, que ha<br />

sabido ser protagonista en silencio<br />

de uno de los procesos más intensos<br />

de modernización que han tenido<br />

lugar en nuestra democracia.<br />

Gustavo Suárez Pertierra fue subsecretario<br />

(1984) y ministro de Defensa (1995).


EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006 39<br />

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ, Madrid<br />

“Golpe de Estado en España”.<br />

<strong>Un</strong> periodista de la agencia Reuters<br />

irrumpió a gritos en la sala<br />

de prensa del edificio del Consejo<br />

de Ministros de la Comunidad<br />

Económica Europea (CEE), en<br />

Bruselas, agitando el teletipo que<br />

acababa de lanzar su oficina en<br />

Madrid. Instantáneamente todos<br />

los periodistas españoles acreditados<br />

en la CEE se lanzaron a los<br />

teléfonos para intentar comunicar<br />

con sus redacciones y todos<br />

sus colegas europeos, sin excepción,<br />

cortaron sus propias comunicaciones<br />

para dejar libres las cabinas.<br />

Los portavoces de los 10<br />

países que integraban entonces la<br />

CEE aparecieron a los pocos minutos<br />

reclamando, ellos también,<br />

datos sobre la confusa situación.<br />

El intento de <strong>golpe</strong> de Estado,<br />

con las insólitas imágenes, rápidamente<br />

difundidas por las cadenas<br />

de televisión de todo el mundo,<br />

de un guardia civil con tricornio,<br />

mostacho, y pistola en mano, secuestrando<br />

al Gobierno y a los<br />

diputados dejó estupefactos a los<br />

europeos. España era candidata a<br />

la adhesión a la CEE y ya se discutía<br />

su incorporación a la OTAN.<br />

Las cancillerías necesitaron algún<br />

tiempo para aclarar lo que estaba<br />

ocurriendo, teniendo en cuenta<br />

las dificultades de comunicación<br />

(las líneas estaban saturadas) y el<br />

hecho de que sus contactos habituales<br />

(el Gobierno) se encontraban<br />

fuera de circulación.<br />

<strong>Un</strong>as fueron más rápidas que<br />

otras en expresar su condena, pero<br />

todas lo hicieron de forma inequívoca.<br />

Los términos más duros<br />

fueron quizá los de la primera<br />

ministra británica, Margaret<br />

Thatcher: “El Gobierno británico<br />

deplora el acto terrorista llevado<br />

a cabo en Madrid”. El presidente<br />

francés, Valery Giscard<br />

d’Estaing había conseguido incluso<br />

hablar con el Rey el mismo<br />

23-F para expresarle su apoyo, y<br />

su ministro de Asuntos Exteriores,<br />

Jean François <strong>Po</strong>ncet, de viaje<br />

en Washington, dijo públicamente,<br />

una hora después del asalto<br />

al Congreso, que sería “muy<br />

lamentable para la democracia y<br />

para la Corona” que el proceso<br />

democrático español fuera “puesto<br />

en entredicho”.<br />

Los dos únicos lunares fueron<br />

los del secretario de Estado norteamericano,<br />

el general Alexander<br />

Haig, y del secretario general de<br />

la OTAN, Joseph Luns. Haig, a la<br />

salida justamente de su entrevista<br />

con <strong>Po</strong>ncet, cometió un error diplomático<br />

enorme: lo que está<br />

ocurriendo en España, dijo, es<br />

“un asunto interno”. Luns, interrogado<br />

esa misma tarde por EL<br />

PAÍS en Bruselas, se limitó a decir<br />

que la Alianza Atlántica<br />

“guardaría un absoluto silencio”.<br />

La reacción de Luns pasó más<br />

desapercibida, pese a que resultaba<br />

intragable frente a la decidida<br />

condena y apoyo democrático<br />

que había anunciado, inmediata-<br />

Estupefacción europea<br />

Todas las cancillerías europeas expresaron su condena La más dura fue Thatcher: “<strong>Un</strong> acto de terrorismo” La<br />

tibia reacción del estadounidense Alexander Haig, “un asunto interno”, provocó una gran tormenta diplomática<br />

Helmut Schmidt quiso<br />

que la CEE acelerara la<br />

negociación con España<br />

pero Giscard se negó<br />

Apenas habían pasado unos segundos<br />

de la entrada de los golpistas<br />

en el Congreso, cuando el<br />

director de EL PAÍS, Juan Luis<br />

Cebrián, fue alertado por el subdirector,<br />

Augusto Delkáder, para<br />

que escuchara en la cadena SER<br />

lo que estaba ocurriendo en el hemiciclo.<br />

Cebrián, que había vivido<br />

en el diario Informaciones la<br />

noticia de la invasión de Checoslovaquia<br />

por las tropas soviéticas,<br />

identificó el ruido de disparos como<br />

un <strong>golpe</strong> de Estado. Sólo hora<br />

y media después, el diario sacó<br />

a la calle una edición con este<br />

título en portada Golpe de Estado:<br />

El País con la Constitución.<br />

Mientras cuatro periodistas establecían<br />

desde la Redacción comunicación<br />

telefónica con varios<br />

de los medios de comunicación<br />

más importantes del mundo, fueron<br />

llegando por iniciativa propia<br />

redactores, administrativos y empleados<br />

de talleres. En el despacho<br />

del director se reunieron José<br />

Ortega, presidente del Consejo<br />

de Administración; Jesús <strong>Po</strong>lanco,<br />

consejero delegado; Martín<br />

Prieto, Eduardo San Martín y Javier<br />

Pradera, entre otros directivos<br />

de la Redacción; Javier Bavia-<br />

mente, el vicepresidente de la Comisión<br />

Europea Lorenzo Natali.<br />

(Luns, un holandés extremadamente<br />

conservador, esperó hasta<br />

el 18 de marzo para elogiar al<br />

Rey y condenar el “incidente”).<br />

La torpe respuesta de Haig<br />

dio lugar, por el contrario, en los<br />

días posteriores, a una auténtica<br />

tormenta diplomática. El presidente<br />

Ronald Reagan, recién elegido,<br />

llamó a don Juan Carlos el<br />

día 24 por la tarde y, en un intento<br />

de atajar el disgusto español,<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

Numerosos periodistas leen en las escaleras del hotel Palace una de las ediciones especiales que sacó EL PAÍS en la noche del 23-F. / EL PAÍS<br />

‘Golpe de Estado. El País, con la Constitución’<br />

no, director gerente, y Jordán<br />

de Urríes, uno de los fundadores<br />

de PRISA. Tras un intenso<br />

debate, se tomó una decisión<br />

unánimemente respaldada.<br />

“Comprendimos”, ha explicado<br />

Cebrián, “que la única actitud<br />

posible que podíamos<br />

adoptar era la de comportarnos<br />

como periodistas: tratar<br />

de sacar cuanto antes —y sobre<br />

todo antes de que llegaran<br />

los soldados, si es que iban a<br />

ocuparnos— una edición”.<br />

Dos periodistas del diario<br />

que habían asistido al asalto<br />

en el interior del Congreso y<br />

acababan de quedar en libertad<br />

dictaron una crónica telefónica<br />

de urgencia desde el domicilio<br />

de uno de ellos. Cuando<br />

se aproximaron al periódico,<br />

dieron un par de vueltas al<br />

edificio en coche para cerciorarse<br />

de que quienes estaban<br />

dentro no se hallaban sitiados.<br />

La edición de urgencia tuvo<br />

sólo 16 páginas, con la portada<br />

y contraportada dedicadas a<br />

informar del <strong>golpe</strong>, para hacer<br />

más ágil la tirada y los ejemplares<br />

fueron distribuidos a mano. El<br />

editorial condenaba de forma ta-<br />

envió también dos cartas: primero,<br />

al Rey, el 27 de febrero, y luego,<br />

el 28, al presidente Calvo Sotelo,<br />

ofreciendo apoyo para la democracia<br />

española. Haig programó<br />

a toda velocidad una visita a<br />

Madrid para el 8 y 9 de abril, en<br />

la que se entrevistó incluso con el<br />

jefe de la oposición, Felipe González,<br />

para explicar su reacción.<br />

La respuesta más sostenida y<br />

sólida fue, como era habitual en<br />

aquellos tiempos, la de la República<br />

Federal de Alemania. El can-<br />

Primera página de la edición especial que difundió<br />

EL PAÍS a las ocho de la tarde del 23-F.<br />

jante la sublevación y hacía una<br />

defensa cerrada de la democracia.<br />

En aquellas horas, el <strong>golpe</strong><br />

estaba triunfando. Se había constituido<br />

la Junta de Subsecretarios<br />

ciller socialdemócrata Helmut<br />

Schmidt hizo algo más que expresar<br />

su apoyo: intentó que la CEE<br />

“acelerara” las negociaciones de<br />

entrada de España en la Comunidad,<br />

tal y como había pedido el<br />

Parlamento Europeo. Los intentos<br />

alemanes quedaron, sin embargo,<br />

en nada por la rotunda<br />

oposición de Giscard d’Estaing.<br />

La primera cumbre europea que<br />

se celebró tras el <strong>golpe</strong>, el 24 de<br />

marzo, en Maastricht, terminó<br />

con un comunicado manifestan-<br />

para actuar como Gobierno<br />

en funciones, pero no estaba<br />

claro qué alcance tendrían sus<br />

gestiones para frenar a los golpistas.<br />

El hecho de que este<br />

diario sacara una edición a la<br />

calle hizo creer a algunas cancillerías<br />

europeas que el <strong>golpe</strong><br />

había fracasado. En las horas<br />

que duró la asonada EL PAÍS<br />

sacó siete ediciones especiales.<br />

Juan Luis Cebrián telefoneó<br />

al director de Diario16, Pedro<br />

J. Ramírez, para preguntarle<br />

qué pensaba hacer. No<br />

iba a hacer nada. Cebrián le<br />

explicó que EL PAÍS iba a sacar<br />

en poco tiempo una edición<br />

simbólica, y le pidió que<br />

Diario16 hiciera lo mismo. Ramírez<br />

replicó que su diario no<br />

tenía los medios de EL PAÍS.<br />

“Lo que tienes es miedo”, le<br />

espetó Cebrián. Ramírez no se<br />

comprometió a sacar una edición<br />

especial de Diario16.<br />

A las 20.30, muchos ciudadanos<br />

que habían acudido a la<br />

plaza de Neptuno, junto al Congreso,<br />

inquietos por la evolución<br />

de los acontecimientos, encontraron<br />

en la portada de este periódico:<br />

El País, con la Constitución.<br />

do la satisfacción por el fracaso<br />

del <strong>golpe</strong> y el convencimiento de<br />

que “el sistema democrático español<br />

es el único que permitirá la<br />

adhesión del país a la CEE”. Pero<br />

Giscard se negó a que se incluyera<br />

una propuesta alemana para<br />

demostrar esa solidaridad “acelerando”<br />

las negociaciones de adhesión.<br />

El presidente francés no<br />

aceptó siquiera que se aludiera a<br />

una “intensificación”, como habían<br />

acordado previamente los<br />

ministros de Asuntos Exteriores.


40<br />

De los 33 procesados por la intentona golpista del 23-F,<br />

cinco siguen en activo, todos ellos guardias civiles<br />

que han alcanzado el grado de teniente coronel; y<br />

ocho han fallecido. El Tribunal Supremo revisó al<br />

alza, en abril de 1983, las penas impuestas en el<br />

juicio de Campamento (Madrid) por el Consejo<br />

Supremo de Justicia Militar (CSJM) a 22 de ellos.<br />

La máxima pena, 30 años, fue impuesta a Jaime<br />

Milans del Bosch, Antonio Tejero y Alfonso<br />

Armada. Salieron en libertad mucho antes. Tejero<br />

fue el que más tiempo permaneció en prisión, 15<br />

años. Recuperó la libertad en diciembre de 1996.<br />

TEXTOS: ELSA GRANDA<br />

Alfonso Armada Comyn (1920)<br />

General de División<br />

Condena CSJM: 6 años.<br />

Condena Supremo: 30 años.<br />

Expulsión del Ejército y pérdida del grado.<br />

Libertad: diciembre 1988.<br />

A sus 86 años reparte su tiempo entre su domicilio de Madrid y<br />

un pazo de 36 hectáreas en Vedra (A Coruña) donde cultiva<br />

camelias. <strong>Po</strong>see la colección documentada más antigua de Europa<br />

de esa planta. Comercializa los productos que cultiva en<br />

un vivero a través de una empresa llamada Ortigueira SA, produce<br />

unas 150.000 plantas y factura más de 150.000 euros<br />

anuales. Escribió sus memorias pero asegura que no tiene intención<br />

de publicarlas. Ha sufrido numerosos problemas de salud:<br />

hernia abdominal en 1983, embolia cerebral en 1988 y un infarto<br />

de miocardio en 1995.<br />

Luis Torres Rojas (1918)<br />

General de División<br />

Condena CSJM: 6 años.<br />

Condena Supremo: 12 años<br />

expulsión del Ejército,<br />

sin pérdida del grado.<br />

Libertad: noviembre 1988.<br />

Cuando abandonó la prisión ya contaba con 70<br />

años. Desde entonces se centró en su familia y<br />

se alejó de cualquier actividad pública. Gran<br />

aficionado a los deportes, aún hoy, con 87<br />

años, continúa realizando diariamente sus tablas<br />

de gimnasia. Vive en Madrid y se asoma<br />

diariamente a Internet, medio a través del cual<br />

se mantiene permanentemente informado.<br />

Miguel Manchado García (1925)<br />

Coronel<br />

Condena CSJM: 3 años y 1 día.<br />

Condena Supremo: 8 años y expulsión de<br />

la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />

Libertad: diciembre 1985.<br />

Decidió trasladarse a Murcia, donde se ha dedicado,<br />

hasta el día de su jubilación, al cultivo de<br />

limones en un huerto heredado por su esposa.<br />

Se confiesa un gran aficionado a la pintura. Asegura<br />

que suscribe la carta de su gran amigo Antonio<br />

Tejero en la que reclamaba un referéndum<br />

en toda España sobre el proyecto de Estatuto<br />

catalán.<br />

Carlos Álvarez Arenas<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 3 años.<br />

Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Después de pasar por prisión estuvo en activo<br />

en el Ejército hasta 1999, cuando pasó a la<br />

reserva. Su último destino fue la Secretaría<br />

General Técnica. También se dedicó a la administración<br />

de empresas. Ha prestado sus<br />

servicios en Infocato, firma dedicada a las actividades<br />

relacionadas con la informática, y en<br />

Archidata, compañía orientada a la explotación<br />

electrónica.<br />

Francisco Dusmet García-Figueras<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 2 años.<br />

Condena Supremo: 2 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Tras cumplir condena se reincorporó al Ejército.<br />

Fue destinado a la Agrupación de Encuadramiento<br />

número 7 de Gijón (Asturias). En<br />

2001, pasó a la reserva con el grado de comandante.<br />

En la actualidad vive retirado en<br />

Madrid.<br />

Vicente Carricondo Sánchez (1955)<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Fue el más joven de los procesados por el intento<br />

golpista. Como capitán estuvo destinado<br />

en la prisión de Carabanchel (Madrid).<br />

En 1990 pasó a la Intervención Central de Armas<br />

y Explosivos, con la misión de controlar<br />

todo el movimiento de armas en Madrid. Actualmente<br />

está en activo como teniente coronel<br />

y destinado en el Servicio de Gestión Económica<br />

de la Dirección General de la Guardia<br />

Civil.<br />

Jesús Alonso Hernáiz (1952)<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Sigue en activo con el grado de teniente coronel.<br />

Está destinado en el Servicio de Informática<br />

y Estadística de la Dirección General de<br />

la Guardia Civil en Madrid.<br />

R. Pardo Zancada (1935)<br />

Comandante<br />

Condena CSJM: 6 años.<br />

Condena Supremo: 12 años<br />

expulsión del Ejército,<br />

sin pérdida del grado.<br />

Libertad: septiembre 1987.<br />

Tras su excarcelación se dedicó al periodismo.<br />

En 1998 publicaba, 23-F. La pieza que faltaba.<br />

Recientemente publicó un artículo en Internet<br />

apoyando al teniente general Mena: “Ahora,<br />

no me queda otro remedio que estar con una<br />

Constitución que sigue sin gustarme y ponerme<br />

tras las pancartas de su defensa”.<br />

Camilo Menéndez<br />

(1921-1994)<br />

Capitán de Navío<br />

Condena CSJM: 1 año.<br />

Condena Supremo: 1 año y<br />

suspensión de empleo<br />

y sueldo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Después del juicio solicitó su pase a la reserva<br />

activa; posteriormente pasó a la situación<br />

de retirado. En 1982 fue sancionado por participar<br />

en un mitin de Fuerza Nueva en Madrid.<br />

Fue consuegro del líder de esa formación,<br />

Blas Piñar, ya que uno de sus hijos estaba casado<br />

con una de las hijas de éste. Tenía<br />

prohibida la entrada en dependencias de la<br />

Armada después de haber realizado consideraciones<br />

antidemocráticas y de haber protagonizado<br />

un altercado en un acto presidido<br />

por el Rey. Falleció en 1994 a los 73 años.<br />

José Pascual Gálvez<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 3 años.<br />

Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Se retiró con el grado de capitán del Ejército en<br />

1999.<br />

Enrique Bobis González (1939)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 2 años.<br />

Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

<strong>Po</strong>co después del juicio ascendió a comandante<br />

y estuvo destinado en Zamora y Vitoria.<br />

<strong>Po</strong>steriormente fue ascendido a teniente coronel<br />

y destinado a la sección de Personal de la<br />

Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil de<br />

Madrid. Pasó a la reserva con el grado de coronel.<br />

En 1997 fue nombrado por el director<br />

de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso,<br />

enlace con el Ministerio de Medio Ambiente,<br />

pero su nombramiento fue revocado un<br />

mes después. Actualmente está jubilado.<br />

José Núñez Ruano (1931)<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Se reincorporó a la Guardia Civil y ascendió<br />

hasta el grado de capitán. Estuvo destinado<br />

en las Islas Canarias y posteriormente, en la<br />

112 Compañía de Madrid-Exterior. En el año<br />

1991 pasó a la reserva activa y desde 1996<br />

está retirado.<br />

Francisco Ignacio Román (1947)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: absuelto.<br />

Sigue en activo como teniente coronel en el<br />

Servicio de Armamento de la Guardia Civil.<br />

Anteriormente, estuvo destinado en la Jefatura<br />

de Enseñanza y en la Escuela de Tráfico.<br />

23-F, 25 AÑOS<br />

D. Ibáñez Inglés<br />

(1925-1987) Coronel<br />

Condena CSJM: 5 años.<br />

Condena Supremo: 10 años<br />

expulsión del Ejército,<br />

sin pérdida del grado.<br />

El Ministerio de Defensa le autorizó, en marzo<br />

de 1987, a abandonar la prisión de Alcalá de<br />

Henares en Madrid para seguir cumpliendo<br />

condena en su domicilio de Cullera (Valencia)<br />

debido a una grave enfermedad. Falleció seis<br />

meses después de un paro cardiaco. Había<br />

cumplido los 62 años.<br />

Pedro Mas Oliver<br />

Teniente Corornel<br />

Condena CSJM: 3 años.<br />

Condena Supremo: 6 años y expulsión<br />

del Ejército, sin pérdida del grado.<br />

Libertad: octubre 1985.<br />

Falleció poco después de abandonar la cárcel<br />

de Alcalá de Henares (Madrid).<br />

Carlos Lázaro Corthay (1941-2005)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 2 años.<br />

Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

En 1994 llegó a ser el máximo responsable de la<br />

Jefatura de Investigación y Criminalística del<br />

Servicio de <strong>Po</strong>licía Judicial. Pasó a la reserva en<br />

1999 y alcanzó el grado de coronel. Su última<br />

aparición pública fue en octubre del año pasado<br />

en una reunión de la Junta Nacional de la Hermandad<br />

de Veteranos de las Fuerzas Armadas<br />

y Guardia Civil, de la que era vocal. Falleció en<br />

Madrid a los 64 años en diciembre pasado.<br />

César Álvarez Fernández (1954)<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Continúa en activo como teniente coronel de<br />

la Guardia Civil. Está destinado desde 2001<br />

en la Zona correspondiente al País Vasco,<br />

aunque vive en La Rioja. Tras reincorporarse<br />

al servicio prestó servicio en Burgos. Ascendió<br />

a comandante y estuvo destinado en Logroño.<br />

Es un gran aficionado a las pruebas hípicas<br />

y a los caballos.<br />

Pedro Izquierdo Sánchez (1952)<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Como capitán prestó servicio en la Comandancia<br />

de <strong>Po</strong>ntevedra. Más tarde estuvo destinado<br />

en el Subsector de Tráfico de la Guardia<br />

Civil en Cáceres, en la Escuela de Adiestramiento<br />

de Madrid y en la Escuela de Adiestramiento<br />

de Perros, hasta 1999. Durante dos<br />

años, y como comandante, permaneció en el<br />

Servicio Aéreo. En la actualidad está destinado<br />

en el Servicio de Costas y Fronteras, con<br />

el grado de teniente coronel.<br />

Juan Batista González (1942)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: absuelto.<br />

Tras el proceso, pasó por la I Región Militar como<br />

disponible forzoso; estuvo destinado en la<br />

Capitanía General de Burgos; ascendió a teniente<br />

coronel de Estado Mayor, y en 1991 ocupó<br />

destino en el Cuartel General del Ejército, en<br />

Madrid. Desde 1998 es coronel en la reserva.<br />

Su último destino fue la Escuela de Logística del<br />

Ejército. Se ha dedicado también al periodismo y<br />

la poesía, y ha publicado varios libros. Es un<br />

gran experto en la Antártida, donde estuvo al<br />

frente de la base española Gabriel de Castilla en<br />

la isla Decepción.<br />

Jesús Muñecas Aguilar (1939)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 3 años y 6 meses.<br />

Condena Supremo: 5 años y expulsión de<br />

la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />

Libertad: octubre 1984.<br />

Se casó con una simpatizante política que le visitó<br />

varias veces en la cárcel. Ha alternado su<br />

gran pasión, los caballos, con la empresa privada.<br />

Tras salir de prisión, se dedicó a dar clases<br />

de equitación y después abrió su propia escuela.<br />

También fue administrador de una empresa dedicada<br />

a la industria del mueble de oficina. Tiene<br />

67 años y está retirado.<br />

Vicente Gómez Iglesias (1946)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 3 años.<br />

Condena Supremo: 6 años y expulsión<br />

de la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />

Libertad: diciembre 1984.<br />

Es el primer implicado en el 23-F al que el Gobierno<br />

concedió el indulto. A partir de ese momento<br />

dirigió su actividad profesional hacia la<br />

seguridad privada. Figura como apoderado de<br />

una empresa de Barcelona con 164 empleados,<br />

Segurcat, dedicada a servicios de custodia, seguridad<br />

y protección, que quedó disuelta en<br />

1998.<br />

Juan Pérez de la Lastra (1940)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 2 años.<br />

Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Ascendió a coronel en 1996, y dos años más<br />

tarde pasó a la reserva. En la actualidad se encuentra<br />

retirado. Ha estado relacionado con la<br />

empresa privada.<br />

José Cid Fortea<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 2 años.<br />

Condena Supremo: 2 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

El primer destino tras su estancia en prisión fue<br />

la Jefatura de Intendencia de la VII Región Militar<br />

en Valladolid. Más tarde ascendió a comandante<br />

y fue destinado a al Mando Superior de<br />

Apoyo Logístico. Pasó a la reserva como coronel<br />

en 1999, y su último destino fue la Jefatura<br />

Logística Terrestre de Madrid. Ha tenido relación<br />

con la empresa privada. Trabajó como administrador<br />

de la empresa Ibemaq SA, una firma de<br />

alquiler de maquinaria y equipo de construcción,<br />

hasta junio de 2002.<br />

Vicente Ramos Rueda<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 2 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Siguió vinculado al cuerpo y llegó a capitán. Tiene<br />

75 años y vive en Madrid dedicado a su familia.<br />

Pasó a la reserva en 1985 y se retiró en<br />

1995. En los años noventa fue invitado al programa<br />

de Julián Lago, La máquina de la verdad,<br />

pero puso como condición que se emitiera en directo<br />

y sin cortes. Al ser rechazadas sus condiciones<br />

decidió no asistir.<br />

Juan García Carrés (1928-1986)<br />

Dirigente de los sindicatos<br />

verticales del régimen franquista<br />

Condena CSJM: 2 años.<br />

Condena Supremo: 2 años.<br />

Cumplió la condena.<br />

EL PAÍS, jueves 23 de febrero de 2006<br />

Antonio Tejero Molina (1932)<br />

Teniente Coronel<br />

Condena CSJM: 30 años. Condena Supremo: 30 años<br />

con expulsión del Ejército y pérdida del grado.<br />

Libertad: diciembre 1996.<br />

Fue el último de todos los condenados en salir de prisión. Permaneció<br />

entre barrotes 15 años. Hace poco más de un mes recorrió las<br />

redacciones de varios diarios para entregar una carta de tres folios<br />

escrita a mano titulada Hasta cuándo… Zapatero, en la que pedía<br />

la celebración de un referéndum sobre el Estatuto catalán. Está a<br />

punto de cumplir los 74 años y ocupa sus horas entre lienzos y pinceles<br />

en Málaga. Sus obras, principalmente retratos y paisajes, cotizan<br />

por encima de los 3.000 euros. Desde su salida de prisión, se<br />

le ha visto en las conmemoraciones de la muerte de Franco; la última<br />

vez, el pasado 20 de noviembre, en la misa celebrada en memoria<br />

del dictador en El Escorial. Ha rechazado varias ofertas para<br />

publicar sus memorias, que comenzó a escribir en prisión.<br />

Jaime Milans del Bosch (1915-1997)<br />

Teniente General<br />

Condena CSJM: 30 años. Condena Supremo: 30 años.<br />

Expulsión del Ejército y pérdida del grado. Libertad: julio 1990.<br />

Fue puesto en libertad el 26 de julio de 1997. No mostró la más mínima<br />

muestra de arrepentimiento, más bien al contrario. Nunca tuvo<br />

intención de solicitar al Gobierno su indulto, pero sí batalló para recuperar<br />

su condición de militar. Apartado de la vida pública, se retiró<br />

a su domicilio madrileño de La Moraleja, donde falleció en 1997 a<br />

los 82 años de edad, debido a un tumor cerebral. Su cuerpo reposa<br />

en la cripta del Alcázar de Toledo, en cuya defensa participó durante<br />

la Guerra Civil.<br />

Fue el único civil procesado por la trama golpista.<br />

Destacado miembro de la ultraderecha<br />

española, falleció de un ataque cardiaco en<br />

su domicilio de Madrid el 8 de noviembre de<br />

1986, a los 58 años. Tras salir de prisión registró<br />

la marca 23-F, con intención de comercializar<br />

objetos como libros y camisetas. Ha<br />

dejado escritas sus memorias.<br />

J. I. San Martín<br />

(1924-2004) Coronel<br />

Condena CSJM: 3 años<br />

y un día<br />

Condena Supremo: 10 años.<br />

Expulsión del Ejército.<br />

sin pérdida del grado.<br />

Libertad: junio 1986.<br />

<strong>Un</strong> cáncer terminó con su vida en 2004. Escribió<br />

Apuntes de un condenado por el 23-F, publicado<br />

el 17 de enero de este año. Dedicó su<br />

tiempo a la lectura y a las traducciones. Hablaba<br />

inglés, francés, alemán e italiano. Era un<br />

apasionado de las retransmisiones deportivas<br />

y, en sus últimos años, de Internet.<br />

José Luis Abad Gutiérrez (1943)<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 3 años y un día.<br />

Condena Supremo: 5 años y expulsión<br />

de la Guardia Civil, sin pérdida del grado.<br />

Libertad: junio 1984.<br />

Reorientó su carrera hacia el Derecho. Ha trabajado<br />

como abogado en una empresa de seguros<br />

de Madrid. También ocupa distintos cargos de<br />

algunas empresas, como Carbescis, dedicada al<br />

alquiler de bienes inmuebles (apoderado) y de<br />

Abad Gutiérrez, que se encuentra en liquidación,<br />

dedicada a la adaptación de vehículos para minusválidos<br />

(ex administrador).<br />

Francisco Acera Martín<br />

Capitán<br />

Condena CSJM: 2 años.<br />

Condena Supremo: 3 años y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Fue ascendido a comandante en 1984 y a teniente<br />

coronel en 1996. Entre 1984 y 1990 estuvo<br />

destinado en el Departamento de Personal<br />

de la Guardia Civil en Castilla y León. <strong>Po</strong>steriormente,<br />

hasta 1996, prestó servicio en la<br />

Plana Mayor de Salamanca. En abril de ese<br />

año pasó a la reserva. Actualmente está retirado.<br />

Santiago Vecino Núñez (1936-1983)<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Falleció poco después de la celebración del juicio,<br />

el 13 de junio de 1983, a los 47 años.<br />

Manuel Boza Carrasco (1935)<br />

Teniente<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: 1 año y suspensión<br />

de empleo durante la condena.<br />

Cumplió la condena.<br />

Estuvo destinado como jefe de Línea de la<br />

Guardia Civil en Escombreras (Murcia) y en la<br />

compañía de Talleres del Parque Automovilístico<br />

de Madrid. Fue ascendido a capitán, grado<br />

con el que pasó a la reserva en 1991. Actualmente<br />

está retirado y tiene 71 años.<br />

José Luis Cortina Prieto (1938)<br />

Comandante<br />

Condena CSJM: absuelto.<br />

Condena Supremo: absuelto.<br />

En 1983 fue destinado al regimiento de Infantería<br />

Jaén 25, con guarnición en Barcelona.<br />

<strong>Po</strong>co tiempo después, se incorporó al<br />

<strong>Po</strong>lígono de Experiencias de Carabanchel<br />

(Madrid). Allí permaneció hasta 1985. En<br />

ese año prestó servicio en el Cuartel General<br />

del Ejército en el Mando de Apoyo Logístico,<br />

con grado de coronel. Fue uno de los<br />

militares expedientados por la filtración al<br />

diario El Mundo de los planes secretos de<br />

presunta intervención de unidades del Ejército<br />

de Tierra en el conflicto del Golfo Pérsico.<br />

Tras ese incidente pasó a la situación de<br />

reserva forzoso y fue relevado. Se retiró en<br />

2003 como coronel.<br />

EL PAÍS

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