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tacha y terso honor de los Escoceses, me
veo obligado á esperimentar en este instante
mismo la confianza que depositáis
en estas prendas , por mas que el humilde
individuo que la solicita aada puede
ofreceros por prenda de su seguridad.
-r-Habláis misteriosamente, dijo la
condesa Hamelina. ¿Coa que vos sabéis
que nos amenaza alguna desgracia , algún
peligro pereatorio?
— ¡Lo estoy leyendo en sus ojos una
hora hace ! esclamó Isabel jaalando sus
manos. ¡Virgen santísima! ¿qué será de
nosotras?
— Lo que sea de vuestro agrado , respondió
Durward ; así lo espero á lo menos.
Pero me veo obligado á preguntároslo
: ¡nobles señoras! ¿leñéis confianza
en mí?
— ¡ Confianza en vos! coatesló la condesa
Hamelina. Sí, por cierto. Pero , ¿ á
qué viene esta pnígunta ? ¿Hasta que
punto reclamáis nuestra confianza?