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Observábase también graa iadifereacia
, por no decir traición , catre los soldados
del Obispo ; pues mieatras uaos
gritaban que era preciso readirse , otros
abaadoaando sus puestos procuraban
escaparse del castillo. Muchos se arrojaron
al foso desde lo alto de las murallas ,
y los que lograban salvarse á nado , despojábaase
de todo lo que podia indicar
que serviaa al prelado , é iban á coafuudlrse
coa el tropel de los acometedores.
Alguaos , por adhesión á la persoaa del
Obispo , se reunieron en derredor suyo
ea la graa torre doade se habla refugiado
; al paso que otros, temiendo que ao
se les daría cuartel, defeadíaase con
el valor do la desesperación ea algunas
otras torres y murallas separadas.
Eraa ya dueños los eaemigos de los
patios y de todos los bajos de este vasto
edificio, y se ocupaban ea perseguir á los
vencidos y satisfacer su sed de pillaje ,