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midez que suele infundir ana avanzada
edad , miraba , ñ fuer de buen fraile ,
la seguridad de su convento como el mas
importante de sus deberes , y lemblaba
al solo nombre del Jabalí de las Ardenas.
Adoptó, por fin , un plan de operaciones
sobre el cual creyó poder contar,
tanto mas, cuanlo la ejecución solo dependía
de él, y sentíase capaz de todo
por la causa que abrazara. Lleno su corazón
de osadía y de firmeza , aunque
sin disimularse los peligros de su sitúa- »
cion, podía compararse Quinlin á un
hombre que camina cargado con un peso
que le agobia , pero que no considera
superior á sus fuerzas. Luego de haberse
decidido llegó al convento.
Llamó quedito á la puerta: un hermano
que el Prior había tenido la atención
de deslinar para aguardarle , abrió al
momento , y participóle que todos los
frailes debían pasar la noche en la igle-