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Año 5, Vol. 5 - Nº 1 Marzo - Gaceta de Psiquiatría Universitaria

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casual con un cirujano, Claudio Suárez, terminó con<br />

su <strong>de</strong>stino que hasta esos instantes le parecía inalterable<br />

y marcado a fuego. Como <strong>de</strong>cían los griegos, fue<br />

un kairós, un momento propicio y singularísimo. Una<br />

sencilla operación le produjo un alivio insospechado<br />

y, con ello, trajo consigo un nuevo giro a su existencia,<br />

esta vez más afortunado. El frecuentar e interactuar<br />

con hombres y mujeres <strong>de</strong> su medio no sólo le permitió<br />

volver a ser natural y enriquecedor para él sino, para<br />

su propio asombro, su persona misma mutó, pasando<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> un escrutinio agobiante dirigido hacia sí a un<br />

<strong>de</strong>jarse llevar sin recelos ni sospechas por los simples<br />

avatares <strong>de</strong> la vida cotidiana.<br />

El resto <strong>de</strong> la historia proviene <strong>de</strong>l juramento que<br />

hizo Enrique hace años a su maestro Hipócrates: poner<br />

sus conocimientos al servicio <strong>de</strong>l “enfermo, según mi<br />

capacidad y recto enten<strong>de</strong>r”. Investigó las quejas <strong>de</strong><br />

múltiples pacientes, las analizó con <strong>de</strong>tención, aplicó rigurosamente<br />

el método fenomenológico <strong>de</strong>scriptivo y<br />

configuró con valentía intelectual el Trastorno <strong>de</strong> Rubor<br />

Facial Patológico. Su casuística ha ido aumentando con<br />

celeridad creciente durante los últimos años producto<br />

<strong>de</strong> la insospechada alta prevalencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, así<br />

como <strong>de</strong> su exitoso tratamiento quirúrgico y, en parte,<br />

farmacológico, sin olvidar la ayuda o acompañamiento<br />

psicológico.<br />

Pero el libro <strong>de</strong> Enrique Jadresic es especialmente<br />

logrado porque estimula con singular acierto a meditar<br />

sobre las dos dimensiones esenciales <strong>de</strong> la patología:<br />

una antropológica y otra teórica. Por su vertiente antropológica,<br />

nos enseña que toda enfermedad <strong>de</strong>l hombre<br />

(no así la <strong>de</strong>l animal) recién se entien<strong>de</strong> cuando se <strong>de</strong>scubre<br />

la estructura fundamental que está a la base como<br />

su condición <strong>de</strong> posibilidad. Aquí irrumpe una paradoja:<br />

como seres humanos no nos compren<strong>de</strong>mos por lo que<br />

somos sino, regular y primeramente, por lo que “no” somos,<br />

vale <strong>de</strong>cir, por lo que “se” dice y “se” comenta, por<br />

lo que “la gente” habla, opina y dictamina sobre nosotros<br />

–el “se” <strong>de</strong> Hei<strong>de</strong>gger. Vale <strong>de</strong>cir, habitualmente nos<br />

encontramos perdidos <strong>de</strong> nosotros mismos, prófugos <strong>de</strong><br />

nuestra más auténtica intimidad, somos encubrimiento<br />

y ocultamiento <strong>de</strong> nuestra más peculiar interioridad,<br />

somos “uno” antes que yo. Así, ¿qué es el rubor? Un momento<br />

<strong>de</strong> la verdad. El fracaso <strong>de</strong> la máscara edificada<br />

por el <strong>de</strong>cir insustancial <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, la hecatombe <strong>de</strong><br />

26 | PSIqUIATRíA UNIVERSITARIA<br />

WHEN BLUSHING HURTS: OVERCOMING ABNORMAL FACIAL BLUSHING<br />

la caída <strong>de</strong> la fachada que nos protegía hasta entonces<br />

<strong>de</strong> nosotros mismos, y que experimentamos ahora como<br />

enrojecimiento porque nuestro ser más propio se revela<br />

bruscamente ante mí y ante los <strong>de</strong>más tal como es y<br />

no como “uno” quiere que sea, o como “la gente” quiere<br />

que sea, o como “se” <strong>de</strong>be ser. Si la culpa se experimenta<br />

ante mi conciencia moral, la vergüenza surge ante los<br />

ojos <strong>de</strong>l prójimo y la mirada insobornable <strong>de</strong> mi interioridad<br />

más recóndita. Como recordó Max Scheler, no<br />

hay que olvidar que los latinos <strong>de</strong>nominaron “persona”<br />

a nuestra i<strong>de</strong>ntidad, esto es, la máscara trágica o cómica<br />

que los actores utilizaban durante la función teatral.<br />

Su vertiente teórica nos enseña que en el trastorno<br />

<strong>de</strong> Rubor Facial Patológico se muestra <strong>de</strong> manera impresionante,<br />

como en pocas afecciones, la unidad biopsicosocial<br />

que somos hasta nuestra raíz. Noradrenalina<br />

y cerebro límbico, distorsiones cognitivas y necesidad<br />

profunda <strong>de</strong> exhibicionismo, presentación <strong>de</strong>l self en la<br />

vida cotidiana y rituales <strong>de</strong> interacción social –Erving<br />

Goffman–: todas condiciones necesarias, pero ninguna<br />

suficiente por sí sola.<br />

La suerte ha tocado por segunda vez la puerta <strong>de</strong><br />

Enrique. Una editorial americana ha publicado recientemente<br />

en inglés el texto original español “El color <strong>de</strong><br />

la vergüenza. Testimonios y reflexiones sobre el rubor<br />

facial”. Afortunada traducción <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su título porque en<br />

ese idioma tan pragmático resaltan mejor las intenciones<br />

que animan el libro, propósitos que apuntan a señalar<br />

tanto lo central <strong>de</strong> la patología, su herida dolorosa,<br />

así como la esencia <strong>de</strong>l hombre que sufre penetrantemente<br />

por su apariencia ante los <strong>de</strong>más, su ignominia<br />

ruborizante. ¿No resulta algo paradojal que sean los<br />

extranjeros los que vean antes y con mayor perspicacia<br />

nuestros méritos y logros? En cualquier caso, esperamos<br />

que algún día, ojalá muy pronto, veamos la versión<br />

original en nuestra lengua porque Enrique escribe con<br />

fina <strong>de</strong>streza en español.<br />

In minimis, perfectio, “en los pequeños <strong>de</strong>talles está<br />

la perfección”, dice el viejo adagio latino. Así podríamos<br />

caracterizar <strong>de</strong> manera a<strong>de</strong>cuada el libro <strong>de</strong> Enrique<br />

Jadresic que, con seguridad, será apreciado tanto por<br />

los especialistas como particularmente por los legos,<br />

aquellos seres humanos que pa<strong>de</strong>cen esta afección y<br />

que encontrarán en sus páginas esperanza y comprensión.<br />

¿No es ésta la misión última <strong>de</strong>l médico?

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