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Santa Juana de Arco, Virgen

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<strong>Santa</strong> <strong>Juana</strong> <strong>de</strong> <strong>Arco</strong>, <strong>Virgen</strong><br />

Es Francia, en el año 1412, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1339 se estaba llevando a cabo la<br />

Guerra <strong>de</strong> los Cien Años contra Inglaterra y cada vez con menos<br />

esperanzas <strong>de</strong> lograr la victoria.<br />

Por si esto no bastara, los franceses se hallaban divididos en dos<br />

partidos: Armanacos y Borgoñeses, cuyas perpetuas batallas<br />

impedían una acción conjunta contra los invasores. Finalmente, los<br />

borgoñeses se unieron a los invasores mediante tratados<br />

vergonzosos.<br />

¡Por quién repicaban las campanas! Por la muerte <strong>de</strong> Francia... Se le<br />

<strong>de</strong>spojaba <strong>de</strong> su vestimenta espiritual, la dignidad, el valor y la pureza<br />

<strong>de</strong>saparecía <strong>de</strong>l suelo francés, pero cuando daba sus últimos<br />

suspiros se produjo un milagro… El milagro que daría nueva vida y<br />

nuevo espíritu a la nación francesa.<br />

El día 6 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1412 nació en una humil<strong>de</strong> casa <strong>de</strong> la al<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

Don Remy, a orillas <strong>de</strong>l río Mosa, una niña quien fue bautizada con el<br />

nombre <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> por sus padres Jaime <strong>de</strong> <strong>Arco</strong> e Isabel Romee.<br />

<strong>Santa</strong> <strong>Juana</strong> <strong>de</strong> <strong>Arco</strong> llamada "La Doncella" nació el día <strong>de</strong> la<br />

Epifanía. Su padre era un hacendado <strong>de</strong> cierta importancia, bueno,<br />

humil<strong>de</strong> y frugal aunque un poco huraño, la madre, quien amaba<br />

mucho a sus cinco hijos, educó a sus dos hijas en los quehaceres<br />

domésticos, <strong>Juana</strong> <strong>de</strong>claró más tar<strong>de</strong>: "Sé coser e hilar como<br />

cualquier mujer"; pero nunca aprendió a leer ni a escribir, sin<br />

embargo, apenas sabía hablar cuando ya <strong>de</strong>cía el padre nuestro y el<br />

ave maría. Des<strong>de</strong> pequeña mostró ya una <strong>de</strong>voción muy notable.


Demostraba un fervor al rezar las sencillas oraciones que su buena<br />

madre le enseñaba, palabra por palabra. Su padre no podía<br />

compren<strong>de</strong>r la afición <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> al rezo y a la contemplación pues le<br />

parecía excesiva.<br />

Los vecinos <strong>de</strong> la familia, en el proceso que se siguió para la<br />

rehabilitación <strong>de</strong> la doncella <strong>de</strong>jaron su testimonio: se distinguió por<br />

su caridad hacia los pobres y enfermos.<br />

<strong>Juana</strong> <strong>de</strong>cía "Dios no se cansa nunca <strong>de</strong> ayudarnos, tenemos que<br />

imitarlo". Era particularmente bondadosa con los peregrinos. Después<br />

<strong>de</strong> su primera comunión, su fervor aumentó y frecuentemente tenían<br />

que ir a buscarla a la iglesia. Con frecuencia iba al Santuario <strong>de</strong><br />

Vermont a unos 3 Km <strong>de</strong> su casa a llevarle coronas <strong>de</strong> flores y un<br />

cirio a la <strong>Virgen</strong>. Invitaba a su hermana menor Catalina, quien se<br />

cansaba prontamente <strong>de</strong> rezar, pero <strong>Juana</strong> sonreía: "A mí no me<br />

cansa nunca... Eso es lo que más me gusta en la vida. Cuando rezo,<br />

me parece que Dios y la <strong>Virgen</strong> están <strong>de</strong> verdad a mi lado, como si<br />

quisieran hablarme".<br />

A los 12 años comenzó a tener visiones, pero éstas eran todavía<br />

imprecisas. Era como si Dios la hubiera querido ir preparando.<br />

Cuando iba al bosque con sus amigas, Margette y Hauviette, su<br />

madre se quedaba pensativa porque aunque la niñez <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> era<br />

feliz, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacia poco la niña que era dulce, buena y piadosa<br />

parecía tener una gran preocupación.<br />

"¡Señor!, rezaba la madre, "que no le ocurra nada malo, que pueda<br />

ser feliz".


La elegida sería feliz <strong>de</strong> un modo muy especial, con una dicha forjada<br />

con sacrificios y dolores.<br />

En aquella época la situación <strong>de</strong> Francia era realmente <strong>de</strong>sesperada,<br />

en mayo <strong>de</strong> 1420 por el Tratado <strong>de</strong> Troyes, el reino <strong>de</strong> Francia había<br />

pasado a manos <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong> Inglaterra, entrando en vigor en el 1422. A<br />

la muerte <strong>de</strong> Enrique V (agosto <strong>de</strong> 1422) y Carlos VI (octubre <strong>de</strong><br />

1422), Enrique VI, nieto <strong>de</strong> ambos fue proclamado Rey <strong>de</strong> Francia e<br />

Inglaterra a los 9 años <strong>de</strong> edad.<br />

Su tío, el regente Juan <strong>de</strong> Lancaster, Duque <strong>de</strong> Bedfor, gobernaba en<br />

su nombre casi toda Francia. El hijo <strong>de</strong> Carlos VI que tenía 19 años<br />

contaba con una pequeña parte <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> su reino. Era débil y<br />

resoluto y estaba ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> muchos cortesanos ambiciosos e<br />

intrigantes que le impedían hacer frente a los ingleses. Carlos VI, o el<br />

Delfín como se le solía llamar, consi<strong>de</strong>rando su situación perdida se<br />

entregó a frívolos pasatiempos en su corte.<br />

Algo <strong>de</strong> esto ya se le había revelado a <strong>Juana</strong> y por eso cuando<br />

estaba en las montañas con sus amigas quedó pensativa y<br />

entristecida al recordarlo.<br />

Les comentó que estaba apenada por Francia.<br />

Hauviette dijo: "Sí; mi padre también habla a veces <strong>de</strong> esto, pero no<br />

tienes que preocuparte. ¡Eso es cosa <strong>de</strong> hombres!".<br />

- "Ya lo sé, pero yo siento como si tuviera que tomar parte en esa


lucha…"<br />

- "¡Oh! -Exclamó Mergette, echándose a reír- ¡ya te veo vestida <strong>de</strong><br />

soldado!; ¡El capitán <strong>Juana</strong> <strong>de</strong> <strong>Arco</strong>!".<br />

- ¡No os burléis! ¡No os burléis! Exclamó ella. Es algo gran<strong>de</strong>, algo...<br />

Sagrado y se echó a llorar. Y ambas amigas se asustaron.<br />

Pero ella no podía <strong>de</strong>cirles que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> algún tiempo tenia visiones. A<br />

los 14 años tuvo la primera <strong>de</strong> las experiencias místicas que habían<br />

<strong>de</strong> conducirla por el camino <strong>de</strong>l patriotismo hasta la muerte en la<br />

hoguera. Primero oyó una voz y vio un resplandor; más tar<strong>de</strong> las<br />

voces se multiplicaron y empezó a ver aquellos rostros celestiales<br />

que eran San Miguel, <strong>Santa</strong> Catalina y <strong>Santa</strong> Margarita por los cuales<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> su infancia sintió particular <strong>de</strong>voción.<br />

Poco a poco le revelaron la misión que Dios tenía <strong>de</strong>stinada para ella.<br />

Le <strong>de</strong>cían que dios sentía gran compasión por el reino <strong>de</strong> Francia y<br />

que ella tenía la misión <strong>de</strong> salvar a su patria.<br />

¡Oh, no puedo creer eso que <strong>de</strong>cís! ¿Yo he <strong>de</strong> ser un guerrero?<br />

¿Dirigir un ejército? ¡Si ni siquiera ser leer ni escribir!<br />

Pero el arcángel San Miguel le dijo que <strong>Santa</strong> Catalina y <strong>Santa</strong><br />

Margarita serían sus instructoras. Envuelta en intensa luz, abrazada a<br />

las santas y percibía su perfume.<br />

Pasó el tiempo y empezó a manifestarse en la joven el don <strong>de</strong> la<br />

profecía. Sus voces le habían confiado en parte lo que estaba


aconteciendo en Francia: Domémy, población situada en la frontera<br />

con Lorena, se veía en constante peligro <strong>de</strong> un ataque armado.<br />

Antes <strong>de</strong> acometer su gran empresa, <strong>Juana</strong>, junto con sus padres,<br />

por lo menos una vez, tuvo que huir a la población <strong>de</strong> Neufchateau.<br />

Cuando su padre venía a <strong>de</strong>cirles que se prepararan para la marcha,<br />

ella ya todo lo tenía listo. La muchacha no se atrevía a hablar <strong>de</strong> sus<br />

dotes a su padre quien estaba cada vez más intrigado con su hija.<br />

Ella para no <strong>de</strong>spertar la cólera <strong>de</strong> su padre mantuvo silencio.<br />

Pero Jaime vivía obsesionado con un sueño que se repetía, veía a su<br />

hija <strong>Juana</strong> <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los soldados, dándoles ór<strong>de</strong>nes. “Si eso<br />

pudiese llegar a pasar por su cabeza”, murmuraba a su esposa,<br />

"¡sería capaz <strong>de</strong> matarla con mis propias manos, antes <strong>de</strong> que llegara<br />

a realizarlo!"<br />

Provi<strong>de</strong>ncialmente, Durand Lassois, pariente <strong>de</strong> los <strong>Arco</strong>, vino a<br />

buscar a <strong>Juana</strong> para que se quedara unos días con su mujer quien<br />

tenía muchos <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> verla.<br />

Como <strong>Juana</strong> confiaba mucho en Durand le relató durante el camino lo<br />

que sus voces -como ella las llamaba- le habían manifestado.<br />

Pero en mayo <strong>de</strong> 1428, las voces se hicieron imperiosas y explícitas:<br />

la joven <strong>de</strong>bía presentarse ante Roberto <strong>de</strong> Baudricourt, comandante<br />

<strong>de</strong> las fuerzas reales, en la cercana población <strong>de</strong> Vancouleurs,<br />

gracias a las insistentes gestiones <strong>de</strong> Durand consiguió que<br />

Baudricourt la recibiera. Ella le dijo que le mandara comunicar al rey<br />

Carlos que no dieran aún batalla a sus enemigos, pues Dios le tenía<br />

<strong>de</strong>stinada una ayuda para <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco tiempo. Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

oírla dijo que estaba loca. Ella le explicó que <strong>de</strong>bía hacerla general y


darle una escolta <strong>de</strong> hombres armados para ir a la presencia <strong>de</strong>l rey.<br />

Eran las ór<strong>de</strong>nes. Y, el próximo año Carlos VII sería coronado.<br />

Baudricourt se burló <strong>de</strong> sus palabras y <strong>de</strong>spidió a la muchacha<br />

diciéndole a Durand que la llevara a su padre con la encomienda <strong>de</strong><br />

que le diera una buena paliza.<br />

Cuando volvió a su casa <strong>Juana</strong> tuvo que soportar las burlas y los<br />

<strong>de</strong>sprecios <strong>de</strong> muchos <strong>de</strong> sus vecinos. Algunos afirmaban que había<br />

puesto a su pueblo en ridículo.<br />

No obstante, Hauviette y Margette la animaban. Pasaron algunos<br />

meses, <strong>Juana</strong> no había intentado nada más porque sus consejeros le<br />

<strong>de</strong>cían que aguardase. Mientras tanto, sus padres trataban <strong>de</strong><br />

encauzar su camino hacia el matrimonio, el pretendiente era un joven<br />

bueno y laborioso pero muy apasionado. <strong>Juana</strong> lo rechazó<br />

repitiéndole que no se podía casar ni con él ni con nadie, que el<br />

matrimonio no era su camino. El joven la amenazó.<br />

<strong>Juana</strong> le confió lo sucedido a Margette y le dijo que sus voces le<br />

habían or<strong>de</strong>nado que se fuera <strong>de</strong> ahí. Había llegado el momento<br />

doloroso en que tenía que abandonar a sus padres. Los enemigos<br />

empezaban a sitiar Orléans y ella tenía que empezar a actuar,<br />

Durand que iba a solicitar la ayuda <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> porque su esposa<br />

esperaba un hijo, no sospechaba que estaba siendo una vez más un<br />

instrumento <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino.<br />

<strong>Juana</strong> se dirigió nuevamente a Vaucouleurs. Baudricourt había<br />

recibido la noticia oficial <strong>de</strong> una <strong>de</strong>rrota que la joven había predicho.<br />

Su escepticismo <strong>de</strong>sapareció: le dio una escolta <strong>de</strong> tres soldados y la<br />

mandó a ver el rey. <strong>Juana</strong> pidió que le permitieran vestirse <strong>de</strong> hombre


para proteger su virtud.<br />

Cuando llegaron a Chinon don<strong>de</strong> se hallaba el monarca, Carlos se<br />

había disfrazado para <strong>de</strong>sconcertar a <strong>Juana</strong>: pero ella le reconoció<br />

por una señal secreta que le comunicaron las voces y que ella<br />

transmitió al rey que estaba entre los cortesanos habiendo sentado<br />

en su trono a otro. Ella había dicho en una misiva que lo reconocería<br />

entre una multitud. Eso bastó para persuadir a Carlos VII <strong>de</strong>l carácter<br />

sobrenatural <strong>de</strong> la misión <strong>de</strong> <strong>Juana</strong>. Ella le pidió un regimiento para ir<br />

a salvar a Orleáns. La mayor parte <strong>de</strong> la corte que la creía impostora<br />

y visionaria se opuso. El rey <strong>de</strong>cidió enviar a <strong>Juana</strong> a Potiers a que la<br />

examinara una comisión <strong>de</strong> Teólogos. La comisión la encontró "no<br />

reprochable" y aconsejó al rey que se valiera <strong>de</strong> sus servicios.<br />

Su estandarte tenía bordado los nombres <strong>de</strong> Jesús y María y una<br />

imagen <strong>de</strong>l Padre Eterno, a quien dos Ángeles presentaban, <strong>de</strong><br />

rodillas, una flor <strong>de</strong> lis, la expedición partió <strong>de</strong> Blois el 27 <strong>de</strong> abril.<br />

<strong>Juana</strong> dirigía revestida con una armadura blanca. El 29 <strong>de</strong> abril, a<br />

pesar <strong>de</strong> algunos contratiempos, el ejército entró a Orléans, cayeron<br />

los fuertes <strong>de</strong>fendidos por los ingleses y se levantó el sitio, <strong>Juana</strong><br />

había recibido una herida <strong>de</strong> flecha bajo el hombro. Todo lo había<br />

profetizado. El favorito <strong>de</strong>l rey, La Trémouille y el arzobispo <strong>de</strong> Reims<br />

se inclinaban a negociar con los ingleses ya que consi<strong>de</strong>raban la<br />

liberación <strong>de</strong> Orlénas como obra <strong>de</strong> la buena suerte. Sin embargo,<br />

<strong>Juana</strong> emprendió una campaña a lo largo <strong>de</strong>l río Loire con un triunfo<br />

aplastante. <strong>Juana</strong> quería coronar inmediatamente al rey. El camino a<br />

Reims estaba prácticamente conquistado y el último obstáculo<br />

<strong>de</strong>sapareció con la inesperada capitulación <strong>de</strong> Troyes.<br />

El 17 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1429 Carlos VII fue solamente coronado. Con este<br />

acto terminó la misión <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> y su carrera militar <strong>de</strong> triunfos. Una<br />

vez más recibió una herida en el muslo durante una batalla en París<br />

porque el monarca no envió refuerzos. Ya los nobles <strong>de</strong> la corte la


miraban con recelo. En Compiegne en mayo <strong>de</strong> 1430 organizó otro<br />

ataque sin Éxito.<br />

La joven fue capturada y hasta bien entrado el otoño estuvo presa en<br />

manos <strong>de</strong>l duque <strong>de</strong> Borgoña. El rey y sus compañeros la<br />

abandonaron a su suerte.<br />

El 21 <strong>de</strong> noviembre los ingleses la compraron por 23,000 libras<br />

esterlinas. <strong>Juana</strong> estaba perdida. Ellos no podían con<strong>de</strong>narla a<br />

muerte por haberlos <strong>de</strong>rrotado, pero la acusaron <strong>de</strong> hechicería y<br />

herejía. Y como los ingleses y borgoñeses habían atribuido sus<br />

<strong>de</strong>rrotas a los conjuros mágicos <strong>de</strong> la doncella, no es <strong>de</strong> extrañarse<br />

su acusación <strong>de</strong> brujería.<br />

Los ingleses la condujeron, dos días antes <strong>de</strong> Navidad, al castillo <strong>de</strong><br />

Rouer. El 21 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1431 compareció por primera vez ante un<br />

tribunal presidido por Pedro Cauchón, Obispo <strong>de</strong> Beauvais, un<br />

hombre sin escrúpulos. El tribunal elegido por Cauchón estaba<br />

compuesto <strong>de</strong> magistrados, doctores, clérigos y empleados<br />

ordinarios. El 6 sesiones públicas y 9 privadas, la doncella fue<br />

interrogada acerca <strong>de</strong> sus visiones, voces, vestidos <strong>de</strong> hombre, <strong>de</strong> su<br />

fe y <strong>de</strong> sus disposiciones para someterse a la Iglesia. Sola y sin<br />

<strong>de</strong>fensa, hizo frente a sus jueces. Toda palabra que pronunciaba era<br />

tergiversada por aquellos miserables. Fue trasladada nuevamente a<br />

un calabozo, pese a tantos días <strong>de</strong> privación y sufrimiento una fuerza<br />

milagrosa sostenía a la doncella.<br />

El proceso o el calvario <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> se prolongó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 28 <strong>de</strong><br />

diciembre <strong>de</strong> 1430 al 29 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1431.<br />

Cuando se vio frente a una gran multitud en el cementerio <strong>de</strong> Saint-


Ouer, perdió valor e hizo una vaga retracción negando haber recibido<br />

un mandato celestial. Fue con<strong>de</strong>nada a prisión perpetua; pero los<br />

ingleses exigían su ejecución. Ya fuere por voluntad propia, ya por<br />

artimañas <strong>de</strong> los que <strong>de</strong>seaban su muerte, <strong>Juana</strong> volvió a vestirse <strong>de</strong><br />

hombre, contra la promesa que le habían arrancado sus enemigos.<br />

Cuando Cauchón y sus amigos fueron a interrogarla por su<br />

infi<strong>de</strong>lidad, <strong>Juana</strong> ya había recobrado su valor, <strong>de</strong>clarando<br />

nuevamente que Dios la había enviado y que las voces procedían <strong>de</strong><br />

Dios.<br />

Era miércoles, 30 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1431. Fray Martín Ladvenu fue el<br />

encargado <strong>de</strong> comunicar a <strong>Juana</strong> la sentencia y tras una edificante<br />

confesión, la absolvió.<br />

Cuando se le informó como moriría dijo:<br />

“¿Por qué ha <strong>de</strong> ser quemado mi cuerpo, que no ha tocado nadie?<br />

¡Preferiría ser <strong>de</strong>capitada a morir en una hoguera!”<br />

Cauchon y los suyos volvieron a intentar que se retractara <strong>de</strong> todo,<br />

pero no lo consiguieron.<br />

Le pidió al Fray Martín la comunión que le había sido negada y se le<br />

concedió <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una consulta. Si Cauchón hubiera estado<br />

seguro <strong>de</strong> la culpabilidad <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> no habría accedido a semejante<br />

petición. Esto hace doblemente abominable la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> la muerte<br />

<strong>de</strong> <strong>Juana</strong> en la hoguera.<br />

Cuando hubo comulgado, <strong>Juana</strong> se puso una túnica y <strong>de</strong>scendió <strong>de</strong><br />

la torre, para subir a la carretera que tenía que conducirla al suplicio.


La conducta <strong>de</strong> la doncella fue conmovedora. Cuando los verdugos<br />

encendieron la hoguera, <strong>Juana</strong> pidió a un fraile dominico que<br />

mantuviese una cruz a la altura <strong>de</strong> sus ojos y murió invocando el<br />

nombre <strong>de</strong> Jesús.<br />

“¡Dadme agua... Agua bendita… ¡Jesús!… ¡Jesús…!” Murió el 30 <strong>de</strong><br />

mayo en la Plaza <strong>de</strong>l Mercado Viejo, sufriendo el martirio con la<br />

convicción <strong>de</strong> haber obe<strong>de</strong>cido los <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> Dios con respecto a<br />

Francia.<br />

La santa no había cumplido aún los veinte años. Sus cenizas fueron<br />

arrojadas al Sena. Juan Tressart uno <strong>de</strong> los secretarios <strong>de</strong>l Rey<br />

Enrique VI, hizo eco <strong>de</strong> que: “Estamos perdidos! ¡Hemos quemado<br />

una santa! Las protestas por la muerte <strong>de</strong> <strong>Juana</strong> se extendieron y<br />

Enrique, rey <strong>de</strong> Inglaterra mandó muchas circulares intentando<br />

<strong>de</strong>mostrar que no era más que una farsante.<br />

Veintitres años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> <strong>Juana</strong>, su madre y dos <strong>de</strong><br />

sus hermanas pidieron que se examinase nuevamente el caso y el<br />

Papa Calixto III nombró a una comisión encargada <strong>de</strong> hacerlo. El 7 <strong>de</strong><br />

julio <strong>de</strong> 1456, el veredicto rehabilitó plenamente a la santa.<br />

Las diligencias duraron ocho meses. De común acuerdo, con<strong>de</strong>naron<br />

los procedimientos empelados contra la doncella, haciendo constar su<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> someterse a la investigación <strong>de</strong>l Papa, en lo cual nunca fue<br />

atendida. La encontraron inocente y or<strong>de</strong>naron dos reparaciones<br />

públicas, una en el cementerio <strong>de</strong> Saint-Ouer y otra en el lugar <strong>de</strong>l<br />

suplicio. En el siglo XIX se levantaron varios monumentos, se puso su<br />

nombre a varias calles y plazas y se intensificó su recuerdo mediante<br />

libros, medallas y otros objetos religiosos.


En 1863, Monseñor Dupanloap, obispo <strong>de</strong> Orléans, solicitó al Papa<br />

Pío IX que se concediera a <strong>Juana</strong> <strong>de</strong> <strong>Arco</strong> todos los honores <strong>de</strong> la<br />

Iglesia. En enero 27 <strong>de</strong> 1894, el Papa León XIII firmó la introducción a<br />

la causa <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> beatificación. Luego <strong>de</strong>velaron una imagen<br />

<strong>de</strong> la nueva beata <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l altar.<br />

Más <strong>de</strong> cuatro y medio siglos <strong>de</strong>spués, el 17 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1920, el<br />

Papa Benedicto XV la canonizó. La ceremonia comenzó a las ocho y<br />

terminó a la una y media <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />

Después <strong>de</strong> otorgar la bendición apostólica, exclamó: ¡<strong>Santa</strong> <strong>Juana</strong><br />

<strong>de</strong> <strong>Arco</strong>: Rogad por nosotros! ¡<strong>Santa</strong> <strong>Juana</strong> <strong>de</strong> <strong>Arco</strong>: Rogad por<br />

nuestra Patria! ¡Que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Alto Lugar don<strong>de</strong> está, Ruegue por<br />

nosotros!

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