Formación Humanística y Ciudadana. Agosto 2007 - Relación con ...
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Pequeñas acciones que le dan vida<br />
y sentido a cada día<br />
Por Ernesto Benavides Ornelas<br />
Cuando me invitaron a escribir este artículo sobre “pequeñas acciones que hacen mejor a la sociedad”, pensé en cosas y<br />
acciones que desde lo cotidiano, y empezando desde casa, podamos realizar como padres para hacer trascendente la<br />
educación de nuestros hijos. De esta manera cumplimos <strong>con</strong> el objetivo de proporcionarles herramientas para que desarrollen<br />
habilidades que les permitan <strong>con</strong>struir día a día mejores hábitos y un mejor carácter; <strong>con</strong> ello también nos ayudamos nosotros<br />
mismos como padres. Hablo de pequeñas acciones que le den sentido a sus -y a nuestras- propias vidas.<br />
Soy un <strong>con</strong>vencido de que si algo bueno podemos heredar a nuestros hijos, será lo que hemos aprendido en la vida, de manera<br />
que demos a ellos elementos que les ayuden a definir una forma que, a su juicio, los acerque a la posibilidad de vivir una buena<br />
vida: Una vida de bien ser, bien estar y bien servir.<br />
Pensemos en lo cotidiano: es en el día a día donde las pequeñas acciones producen que pequeñas cosas sucedan; de<br />
pequeñas cosas se componen los momentos, a su vez, la sumatoria de momentos le dan vida y sentido a cada día. Podemos<br />
vivir de bellos momentos si nos lo proponemos, esa es la mejor manera de <strong>con</strong>struir nuestra propia felicidad y la de nuestros<br />
hijos.<br />
Todos los días podemos intentar volver a inventarnos como personas y reaprender la forma de ver la vida y al mundo. San Agustín<br />
nos dejó grandes legados, uno de ellos dice “Conócete, acéptate, supérate”, tres acciones fundamentales que enmarcan parte<br />
de la gran tarea de ser mejores personas, mejores padres y formar mejores hijos.<br />
El lunes 2 de julio del presente año tuve el honor de dirigir el discurso de graduación a los alumnos que terminaban el sexto año<br />
de primaria, y a sus padres, en el Colegio Anglo Español de Monterrey, una de las graduadas era mi hija Diana Laura.<br />
Compartiré en este artículo tres ideas para poner en práctica de manera cotidiana. Estas representan la esencia del<br />
mensaje que dirigí, a sabiendas del parecido existente entre mi audiencia y ustedes, apreciados lectores de esta revista.<br />
La primera idea: El valor de la amistad. En lo que respecta a mi historia personal y quizá<br />
algunos de ustedes papás coincidan <strong>con</strong>migo, las verdaderas amistades se identifican<br />
y valoran durante la educación primaria, se fortalecen y <strong>con</strong>solidan durante la escuela<br />
secundaria y la preparatoria, de ahí que una acción a realizar <strong>con</strong> nuestros hijos en<br />
la edad más importante de su formación, sea promover la importancia de hacer<br />
grandes y buenos amigos, cuidarlos y crecer <strong>con</strong> ellos.<br />
La verdadera amistad ha sido siempre difícil de en<strong>con</strong>trar,<br />
pero es algo que siempre debe estar en nuestra<br />
búsqueda y resulta importante enseñar a nuestros<br />
hijos a que la traigan siempre en su maleta de<br />
viaje, vayan a donde vayan y estén donde estén.<br />
La amistad no se impone por decreto, la<br />
amistad nace y florece entre quienes se<br />
<strong>con</strong>ocen bien y se tratan <strong>con</strong> sinceridad,<br />
honestidad y cordialidad. Este trato a la larga<br />
se <strong>con</strong>vierte en <strong>con</strong>fianza íntima que les dará<br />
a nuestros hijos fortaleza cuando se sientan<br />
tristes, desfallecer e incluso un tanto<br />
solos.