manual - ALCOHOLICOS ANONIMOS
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jada por dos comités ejecutivos y una corporación totalmente inoperante, cada una con<br />
la posibilidad de emitir directivas en las cuales no participábamos los encargados de ejecutarlas.<br />
Debemos hacer notar que ahora nosotros los borrachos podemos “darlo o aguantarlo”,<br />
mejor de lo que podíamos antes. Aún así, yo no quisiera ver nuevamente establecida<br />
la forma de dirección en la cual no se permite la participación. Ahora que tenemos mucha<br />
más gente involucrada en los servicios y más dinero para manejarlos, me temo que el<br />
resultado sería igual al de antes, y posiblemente peor. Realmente no había nada excepcional<br />
con el incidente de los cheques despedazados, porque cada vez que se crea una autoridad<br />
absoluta surge la misma tendencia a dominar exageradamente en todas las cosas,<br />
grandes o pequeñas.<br />
Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de que no podíamos poner nunca toda la<br />
autoridad en un grupo y virtualmente toda la responsabilidad en otro, y al mismo tiempo<br />
esperar que hubiera eficacia en la operación, o siquiera una armonía verdadera. Es claro que<br />
nadie se opone a la idea de la autoridad final. Nosotros únicamente nos oponemos a su<br />
abuso o aplicación equivocada. La “Participación” puede generalmente frenar este absurdo<br />
desmoralizador antes de que aparezca.<br />
Examinemos ahora otro aspecto del problema de la “Participación”. La autoridad final<br />
respecto a los servicios tiene que recaer sobre los grupos de A.A.; pero supongamos que los<br />
grupos, haciendo uso de este enorme poder, trataran de sobrepasarse, enviando Delegados<br />
con instrucciones irrevocables acerca de cómo deben votar en las deliberaciones, ¿les parecería<br />
a los delegados que estuvieran cumpliendo el papel de participantes, de servidores de<br />
confianza? ¡No!, se sentirían como mandaderos o recaderos.<br />
Los Delegados, por supuesto, podían dar a los Custodios este mismo tratamiento. El<br />
poder de los Delegados es tan grande que rápidamente podrían hacer que los Custodios se<br />
sintieran como marionetas, en la misma forma en que los Custodios lo hicieron con los<br />
empleados de las oficinas, inadvertidamente, por supuesto. Si, entonces, la Conferencia en<br />
algún momento empieza a rehusar el voto de los Custodios, o si los Custodios empiezan a<br />
no querer permitir que los voluntarios de servicio en las corporaciones y los miembros del<br />
personal directivo tengan el derecho al voto al mismo nivel de su trabajo en las corporaciones<br />
y en la Conferencia, habríamos arrojado por la borda toda nuestra experiencia pasada.<br />
El principio de permitir una justa participación en las votaciones tendría que ser de nuevo<br />
dolorosamente aprendido.<br />
Un argumento que se podrá emplear para quitarle el voto a los Custodios y los trabajadores<br />
a sueldo en la Conferencia es que habría un peligro si se permitiera a tales personas<br />
tomar parte en votaciones referentes a sus propias actividades pasadas; por ejemplo, en la<br />
aprobación de su informe anual de labores. En cierta medida, este argumento tiene mucha<br />
validez; no hay duda de que tradicionalmente los Custodios y empleados de servicio debieran<br />
abstenerse de participar en las votaciones referentes a sus propias actividades pasadas.<br />
Pero aquellos que quisieron eliminar por completo los votos de los Custodios y los trabajadores<br />
de servicio en la Conferencia no se dan cuenta de que los informes de actividades<br />
pasadas, constituyen solamente un porcentaje mínimo del trabajo de aquella entidad.<br />
La Conferencia tiene mucho más que ver con las orientaciones, los planes y acciones que<br />
habrán de llevarse a cabo en el futuro. Eliminar los votos de los Custodios y los emplea-<br />
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