10 - Voces del Periodista

Pág. 4
CUANDO EL RELATIVISMO moral contamina las esferas de
conducción del Estado; esto es, las instancias gubernamentales
responsables de la estabilidad de las instituciones republicanas, todo
puede suceder, como el estallido de ¡25 toneladas de dinamita!, sucedido
el pasado 9 de septiembre en la carretera federal número 30, en el
tramo que va de Monclova a Cuatro Ciénegas, en el estado de Coahuila,
cuyo costo en vidas y patrimonio es aún incuantificable. El político,
medido en la voluntad de castigar a los responsables, ni siquiera tiene
un atisbo de prevención.
No es ocioso recordar que, hace 19 meses, en aquella misma región,
se escenificó el homicidio industrial de Pasta de Conchos, que cobró
la vida de 65 obreros mineros. No es ocioso recordarlo, porque el
perverso signo de ese crimen es, hasta nuestros días, el de la prevaleciente
impunidad empresarial.
Primer señalamiento sobre esa nueva y terrible tragedia: La Secretaría
de la Defensa Nacional (Sedena), a cargo del general Guillermo
Galván Galván, es la responsable única de la estricta observancia de la
Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, bajo cuya prescripciones
debe fabricarse o importarse, transportarse y usarse la dinamita. ¿Qué
pasó ahí?
Segundo señalamiento: La seguridad en las carreteras federales,
como la 30 en que se produjo la explosión, es responsabilidad de la
secretaría federal de Seguridad Pública, a cargo del ingeniero Genaro
García Luna, bajo cuyo mando está la corrupta y levantisca Policía
Federal de Caminos. ¿Qué pasó ahí?
Mientras que los peritos de la Sedena y de la Procuraduría General
de la República, confiada al ex director del Centro de Información y Seguridad
Nacional (Cisen), Eduardo Medina Mora -que hasta el momento
de hacer esta entrega no atraía la investigación-, no precisen la naturaleza
del monstruoso suceso, el
espacio será fértil a toda especulación.
Grave asunto.
¿Qué requerimientos de
dinamita (nitrato de amonio) tiene
el territorio de Colima, destino del
embarque, que demanden ese
pavoroso volumen del explosivo, si,
por ejemplo, a los coheteros
del estado de México la
Sedena les restringe el
suministro a unos cuantos
kilos? ¿Cómo pudieron
las empresas australiana
Explosivos Mexicanos,
S.A. de C.V. y Fletes y
Traspaleos, movilizar,
con sólo un conductor
y dos macheteros, esa
descomunal carga mor-
mouris@vocesdelperiodista.com.mx
LA GUERRA
por nuevos medios
tal, sin abanderamientos adecuados ni vehículos-custodia?
No se puede pasar por alto de otro lado, que, en las mismas 24
horas, se registraron nuevos siniestros en gasoductos de Pemex, en
el estado de Veracruz, que, con el mismo libreto empleado sobre las
explosiones de hace unas semanas en instalaciones de la paraestatal
en Guanajuato, se presentaron como atentados del Ejército Popular
Revolucionario (EPR).
Sin pretender implantar a priori una asociación de ideas, conviene
retomar un trabajo editorial publicado recientemente por el investigador
Carlos Fazio (La Jornada 10-IX-07), en el que al autor, con base en
testimonios del general Roberto Badillo, diputado federal y miembro
de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados,
denuncia que, con base en el modelo norteamericano del Centro de
Operaciones Avanzadas (FOL-Plan Colombia), la empresa Sycoleman
Corporation, con base en Arlington (USA), “está contratando
mercenarios de nacionalidad estadunidense para operar un centro de
espionaje en Veracruz”. No se pierda de vista la fuente reveladora: Se
trata de un general y representante de la nación.
Fazio señala: “Siguiendo la tendencia mundial, en años recientes
ha sido una práctica habitual del Pentágono ‘subcontratar” la guerra
a mercenarios que se hacen llamar contratistas privados. Los contratistas,
también conocidos como perros de guerra o soldados free
lancer, van a donde el Pentágono prefiere no ser visto”. Hasta aquí
Fazio.
La privatización de la guerra por el gobierno del terrorista George
W. Bush, ha sido el santo y seña del nuevo esquema contractual
en el Oriente Medio y específicamente en Irak, caracterizado por el
reclutamiento, entre otros, de ex militares que sirvieron a las dictaduras
latinoamericanas. En México, hay fundadas sospechas de que, en la
guerra del y contra el narcotráfico, han sido contratados como sicarios
los temibles kaibiles guatemaltecos.
No se trata, la del general Roberto Badillo, de una revelación arrancada
en entrevista de banqueta: El grupo parlamentario del
PRI en la LX Legislatura federal la suscribe.
¿Por qué el gabinete de Seguridad Nacional, que coordina
el secretario de Gobernación,
Francisco Ramírez Acuña,
la ha echado en saco
roto?
Valgan las últimas
líneas para lamentar la
muerte de los colegas
coahuilenses David
Herrera (El Zócalo),
Andrés Ramírez (La
Prensa) y Carlos Ballesteros
(El Tiempo),
ocurrida en el dinamitazo
de Monclova. VP
V O C E S D E L P E R I O D I S T A No. 170 16 AL 30 DE SEPTIEMBRE DE 2007