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miseria<br />
ALFONSO PINILLA GARCÍA<br />
Me contaba una amiga antesdeayer que se encontraba “estresada”<br />
con tanta fiesta navideña. Y es verdad. Un rosario de copas cansa<br />
más que un horario de ocho a tres. El personal anda ahíto de orgías<br />
culinarias, gripes inconclusas y polvorones a granel.<br />
Qué gran drama el nuestro, el de la cotidianidad satisfecha, el<br />
de la hipoteca basura y el descalabro bursátil. Comentario común<br />
en los bares y en las casas es que había llegado la crisis pero también<br />
las rebajas, y otra vez se han visto las calles desbordadas por<br />
el voraz consumo. Un rumor de “visas” ronda la acera de nuestros<br />
sueños. He aquí el occidente somnoliento, atolondrado, abúlico entre<br />
tanta comodidad y Play Station. He aquí el occidente virtual y<br />
virtuoso, el que cree que todo progreso es regalado, natural; el que<br />
piensa que el esfuerzo es cosa de los abuelos; el que ve al presente<br />
como un regalo no forjado ni urdido, no luchado. Olvidando el sudor<br />
que sustenta el progreso, creemos hoy en occidente que los<br />
adelantos disfrutados nunca se desvanecerán, que la prosperidad de<br />
ahora –a pesar de la crisis económica tan aventada– es eterna.<br />
Llegó enero. El hombre insensible va de estantería en estantería,<br />
por el bosque huero de la etiqueta rebajada. El hombre insensible,<br />
occidental, cuyo tatarabuelo definió derechos humanos, libertades<br />
y fraternidades, racionalismo y ciencia, tecnología y ética ve el drama<br />
de Gaza como una noticia más del telediario. Viene a ser la<br />
opulencia ese amodorramiento que nos vuelve inanes, irresponsables,<br />
inertes ante el horror. Viene a ser este mundo cómodo, donde<br />
el esfuerzo y la excelencia tan mala prensa tienen, un sopor colectivo,<br />
un adormilamiento grave de esas conciencias que una vez forjaron<br />
la justicia y hoy mueren por hartazgo.<br />
Míseros nuestros gobiernos, míseros también nosotros por no gritar<br />
contra las fachadas de este mundo tan deslumbrante como fugaz.<br />
Miseria absoluta, moral e ideológica, cuando un complejo conflicto<br />
como el israelí-palestino acaba entendiéndose en España bajo la dialéctica<br />
casera –y cutre– de la derecha contra la izquierda (o viceversa).<br />
“La derecha es pro-israelí y la izquierda pro-palestina”. Caer en<br />
tal cuadrícula es empobrecedor, porque parto de un principio: no<br />
existen la derecha y la izquierda hoy, al menos tal y como las conocíamos<br />
ayer. Son dos etiquetas impostadas, dos términos vacíos ya de<br />
sentido ideológico. Más bien hay en España dos familias políticopropagandísticas,<br />
dos conglomerados de poder que eclipsan otras opciones<br />
minoritarias. Esas dos familias resultan en la forma distintas<br />
aunque en el fondo se asemejen casi por completo. Esos dos conglomerados<br />
político-propagandísticos son el PP y el PSOE. Y ha de quedar<br />
claro que uno no es la derecha y el otro la izquierda, sino que ambos,<br />
por igual, son los dos pilares de un sistema podrido en su médula<br />
y relumbrante en su fachada que se llama –y nos vanagloriamos<br />
cuando pronunciamos tan divinizada palabra– “democracia”. Pero<br />
una democracia de masas no es más que anestesia compartida.<br />
Que el PSOE y sus actores se enfunden ahora el pañuelo palestino<br />
mientras Hamas lleva matando israelíes hace meses es tan patético<br />
como el discurso de quienes –desde posiciones conservadoras–<br />
justifican el desmedido ataque de unos judíos que olvidaron,<br />
parece, el desgarro que todo genocidio causa en un pueblo. Las víctimas<br />
no pueden ser clasificadas en función de los colores impresos<br />
en su bandera. Sólo hay un color para los muertos, el rojo-sangre, y<br />
en la condena de quienes matan y el respeto hacia quienes mueren<br />
no puede haber diferencias, olvidos, propagandas políticas, requiebros<br />
electoralistas y sectarismos variopintos. La vida de un niño<br />
palestino vale lo mismo que la de un niño israelí. Ese debería ser el<br />
punto de partida, la reflexión previa antes de lanzarse a la calle con<br />
pancarta, fanfarria y golpes en el pecho a favor de uno u otro lado.<br />
Entre “noches-viejas” y “reyes magos” hemos olvidado la sangría<br />
de Gaza, pero también la de África y sus infinitos conflictos, la<br />
de Afganistán y sus muertos silenciados. Y de tanto olvidar, se nos<br />
han pasado por alto los cadáveres que Hamas sembró sobre Israel<br />
con sus cohetes caseros. A uno y otro lado del planeta sigue germinando<br />
la infamia, hoy como ayer.<br />
(Sigue en la pág. 6)<br />
poder<br />
CHEMA ÁLVAREZ<br />
“Los bufones, por su parte, mantienen el juego, la sonrisa,<br />
la carcajada, el placer, que es lo que más se estima en los palacios”<br />
Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura.<br />
Mientras bombardean Gaza con armas europeas y españolas*, me<br />
viene a la mente Michael Foucault –Microfísica del poder, Vigilar y<br />
castigar, Genealogía del racismo y otros escritos–, quien afirmaba<br />
que el poder es como una red que lo enmaraña todo. El ejemplo más<br />
cercano lo tenemos en el estilo de gobernar de los políticos actuales,<br />
sea quien sea quien gobierne y sea lo que sea lo gobernado. A modo<br />
de los antiguos emperadores romanos, quien accede al poder decapita<br />
las estatuas del gobernante anterior y hace colocar sobre la masa<br />
sin cabeza la suya propia, aunque la composición resulte desproporcionada.<br />
En lo que nos toca, el régimen de gobierno autonómico perpetúa<br />
su enmarañada red a través de asesores, jefes de servicio y demás<br />
personal designado para el cargo mediante elección digital y a<br />
quienes se les exige no tener ideas propias. Quien obedece y cumple<br />
religiosamente con su función de correa transmisora del poder es<br />
premiado (o premiada) con preces, ascensos y alguna que otra entrada<br />
para el teatro cuando ya están agotadas todas las localidades; por<br />
el contrario, quien se atreve a cuestionar el poder establecido y se<br />
convierte en una molesta china que ralentiza la ya mencionada correa<br />
transmisora es ninguneado (o ninguneada), desplazado al ostracismo<br />
y vigilado y controlado ad náuseam en el ejercicio de sus funciones,<br />
a la espera de cualquier pequeño desliz que pueda justificar<br />
el castigo, el cual se suele materializar en apertura de expediente<br />
cuando se trata de un empleado público (el que esto escribe también<br />
lo sufrió en su día).<br />
El turbio asunto de la Refinería de Tierra de Barros y de las Térmicas<br />
es propicio a esta forma de actuar. Empeñada la Administración<br />
gobernante en imponer un modelo de desarrollismo ajeno a los<br />
tiempos que corren de alarma medioambiental y que atenta claramente<br />
contra la salud de las generaciones futuras, extiende su malla<br />
de poder cerrando filas frente a quienes –incluso desde el mismo<br />
partido que gobierna– critican y denuncian el atropello del sentido<br />
común que se pretende llevar en interés de forjar un falso tejido industrial<br />
que ya es tarde para crear tras más de 20 años de gobierno,<br />
y sin dudarlo cercena el miembro crítico excluyéndolo de cualquier<br />
esfera donde se pueda ejercer influencia o toma de decisiones. Cunde<br />
el ejemplo a la vez que se extiende el miedo.<br />
No importa quién esté en el poder o el signo político de éste. La<br />
política a escala regional se repite a escala local cuando quienes gobiernan<br />
dicen hacerlo desde el signo de lo popular. Semejante forma<br />
de actuación, mantenida por el aplauso rendido e incondicional<br />
de quienes aplauden en mítines y diversos foros chistes sin gracia o<br />
vulgares ocurrencias sin ingenio, conduce en ocasiones a crear un<br />
espejismo de la realidad que nos rodea. A falta de verdaderos talentos,<br />
se crea una cultura oficial, estimada por el precio que la Administración<br />
pone a productos artísticos que tienen escaso valor fuera<br />
de la propia Comunidad, pero que sirven para crear una supuesta<br />
cultura con denominación de origen y de paso para lucir al artista<br />
regional o local de turno, quien se pavonea en la creencia de que su<br />
obra vale más de lo que cuesta, cuando en realidad sucede al revés.<br />
Por el contrario, cuando el artista o el medio es desafecto a la causa,<br />
se le excluye apartándolo de los circuitos culturales, se le retiran<br />
los micrófonos o, simplemente, no se le contrata publicidad institucional<br />
a fin de ahogarle en tiempos de crisis. El editor de esta revista<br />
sabe bastante de esto.<br />
Es el poder: denso y a la vez ligero, como una espesa niebla cerrada<br />
que nos empapa y no nos permite ver más allá de nuestras<br />
propias narices.<br />
* Según informe del propio Gobierno español remitido al Congreso de los Diputados,<br />
España vendió al Estado de Israel durante el primer semestre de 2008 material bélico por<br />
valor de 1.551.933 euros. El cinismo no puede ser mayor cuando se condena la invasión<br />
de la franja palestina a la par que se proporcionan los medios para hacerlo.<br />
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