seminario teologico centroamericano - Recursos Teológicos
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SEMINARIO TEOLOGICO CENTROAMERICANO<br />
DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS POSTGRADUADOS<br />
UNA RECONSIDERACIÓN<br />
DEL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA<br />
PARA EL ANTIGUO ORIENTE<br />
Tesis<br />
presentada para optar al título de<br />
Doctor de Educación Teológica<br />
Donald Smith Kennedy<br />
2008
ÍNDICE GENERAL<br />
Página<br />
1. INTRODUCCIÓN ..............................................................................................1<br />
Planteamiento del problema<br />
Objetivos<br />
Preguntas de investigación<br />
Justificación de la investigación<br />
Limitaciones y presupuestos<br />
Definición de términos<br />
Estructura de la tesis<br />
2. EL ORIGEN Y DESARROLLO DEL<br />
SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA..............................................16<br />
Introducción<br />
Del siglo V aC al siglo III dC<br />
Herodoto<br />
Beroso<br />
Manetón<br />
Eratóstenes y Diodoro<br />
Demetrio, Eupólemo, Artapano y Jubileos<br />
Josefo<br />
Seder Olam<br />
Ptolomeo<br />
Del siglo III al siglo V<br />
Julio el Africano<br />
Eusebio de Cesarea<br />
Del siglo VI al siglo XV<br />
Jorge Sincelo<br />
Al Biruni<br />
El sistema de referencia cronológica en la época medieval<br />
Del siglo XV al siglo XVIII<br />
La formación de nuevas actitudes<br />
Whiston
Newton<br />
El estudio cronológico después de Newton<br />
El sistema de referencia cronológica en el siglo XIX<br />
Nuevos conceptos y descubrimientos<br />
La rehabilitación del esquema dinástico<br />
Sisac y Shoshenq<br />
La teoría del ciclo de Sothis<br />
Los epónimos asirios<br />
El sistema de referencia cronológica vigente<br />
Las bases del sistema<br />
El sistema vigente<br />
Resumen<br />
3. LA ARQUEOLOGÍA Y EL SISTEMA<br />
DE REFERENCIA CRONOLÓGICA................................................................95<br />
Introducción<br />
El aporte de la arqueología<br />
La exploración de Egipto<br />
La exploración de Mesopotamia<br />
La exploración de la Tierra Santa<br />
La literatura arqueológica<br />
Las técnicas de excavación<br />
Características generales de la excavación estratigráfica<br />
El sistema de referencia cronológica de Albright<br />
La influencia de Albright en el sistema de referencia cronológica vigente<br />
Las mediciones de radiocarbono<br />
Los estratos y el sistema de referencia cronológica<br />
La interpretación de los resultados de excavación<br />
Resumen<br />
4. LAS NARRACIONES DEL ANTIGUO<br />
TESTAMENTO Y EL SISTEMA DE<br />
REFERENCIA CRONOLÓGICA ......................................................................135<br />
Introducción<br />
La arqueología y las narraciones<br />
El antiguo Oriente y las narraciones<br />
La cronología en los diccionarios bíblicos<br />
La cronología bíblica y el sistema de referencia cronológica<br />
Debates recientes en torno a las narraciones<br />
Perspectivas que orientan el estudio de las narraciones<br />
W. F. Albright, G. E. Wright y J. Bright<br />
R. De Vaux<br />
J. J. Bimson<br />
P. R. Davies y N. P. Lemche<br />
ii
E. Yamauchi<br />
W. G. Dever<br />
I. Finkelstein y N. A. Silberman<br />
Resultados del estudio de las narraciones<br />
Estudios recientes del relato del éxodo<br />
La ubicación del éxodo en la historia de Egipto<br />
La fecha del éxodo en la cronología bíblica<br />
Las discusiones basadas en nombres<br />
Estudios recientes de los orígenes de Israel<br />
Estudios recientes de los orígenes de los estados hebreos<br />
La confrontación de datos bíblicos con datos de excavación<br />
Los eventos del pasado en las narraciones<br />
Las decisiones del lector<br />
La cronología y la comprensión de las narraciones<br />
La secuencia temporal de eventos en las narraciones<br />
Las narraciones, las excavaciones y la cronología de consenso<br />
Resumen<br />
5. EVALUACIÓN DEL SISTEMA<br />
DE REFERENCIA CRONOLÓGICA................................................................209<br />
Introducción<br />
La formulación de criterios de evaluación<br />
Características del paradigma cronológico<br />
Características de las discusiones cronológicas<br />
El movimiento popular de cronología alternativa<br />
La revisión cronológica de P. James<br />
Ocho criterios de evaluación<br />
Evaluación del paradigma vigente<br />
Consideraciones epistemológicas<br />
Anomalías, contradicciones y cuestionamientos<br />
El impacto de las propuestas de cambio<br />
La solidez de la cronología egipcia<br />
La duración del Tercer Período Intermedio<br />
La solidez de la identificación de Sisac con Shoshenq<br />
La solidez de la cronología asiria<br />
La solidez de las fechas arqueológicas<br />
Hacia un paradigma cronológico más confiable<br />
Mejorando la metodología<br />
Estrategias para proponer cambios<br />
Reconstruyendo la cronología egipcia<br />
La duración del Tercer Período Intermedio<br />
Menos reyes Osorkon<br />
Mejorando la cronología asiria<br />
Posibilidades nuevas para la arqueología bíblica<br />
Resumen<br />
iii
6. CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS...........................................................272<br />
El origen y desarrollo del paradigma<br />
La arqueología y el paradigma<br />
Las narraciones del Antiguo Testamento y el paradigma<br />
Evaluación del paradigma<br />
El paradigma y la educación teológica<br />
Conclusiones globales<br />
BIBLIOGRAFÍA..............................................................................................283<br />
iv
Agradezco al Señor por su misericordia y ayuda en terminar este trabajo.<br />
Agradezco a mi asesor Dr. Gary Williams,<br />
y a los lectores<br />
Dr. Stephen Finamore y Dr. Robert Kasper.<br />
Agradezco a mi esposa Julia por su comprensión y apoyo constante.
CAPÍTULO 1<br />
INTRODUCCIÓN<br />
Planteamiento del problema<br />
Existen dificultades para fechar muchos de los eventos narrados en el Antiguo<br />
Testamento. La fecha de eventos como el éxodo ha sido debatida durante mucho tiempo<br />
sin llegar a una resolución final y dificultades similares existen para fechar la historia de<br />
otras naciones. Una de las razones principales por estas dificultades es que no existía un<br />
calendario universalmente reconocido en el antiguo Oriente.<br />
Muchos documentos e inscripciones antiguos incluyen fechas asignadas por sus<br />
autores y podemos leerlas hoy. Sin embargo, con frecuencia nos falta la información<br />
necesaria para relacionar estas fechas con precisión a nuestro calendario. Este hecho ha<br />
obligado a los investigadores de la historia antigua a desarrollar cronologías hipotéticas y<br />
especulativas ya que no poseen la cronología exacta de muchos acontecimientos que<br />
desean estudiar.<br />
Es posible estudiar la historia sin preocuparse por la cronología. Muchos<br />
especialistas se interesan principalmente por lo que ocurre dentro de límites claramente<br />
establecidos de espacio y tiempo, y por lo tanto pueden tomar por sentada la cronología<br />
generalmente aceptada para el período que estudian. Sería impráctico e innecesario<br />
postergar todas las cuestiones históricas hasta resolver los problemas cronológicos. Los<br />
investigadores generalmente trabajan en base al consenso cronológico para su campo y<br />
los errores que pueda tener el consenso no impiden la gran mayoría de las investigaciones<br />
que se hacen.
El papa Gregorio XIII en 1582 dC corrigió una discrepancia de diez días en el<br />
calendario sin corregir una anomalía más grande de más de cuatro años. 1 El error de años<br />
fue introducido en el siglo VI a través de cálculos imprecisos de la fecha del nacimiento<br />
de Cristo. A partir de 1627 la práctica de Petavius de contar los años desde el nacimiento<br />
de Cristo para atrás comenzó a difundirse y estaba en uso general para el fin del siglo<br />
XVIII. 2 Después de esta innovación era muy difícil corregir el error en el año de origen<br />
del calendario y los estudiosos aprendieron a convivir con la anomalía.<br />
Este ejemplo ilustra el hecho que las imprecisiones en cuanto a días y meses tienen<br />
importancia para la vida pública y no son toleradas. Se eliminan para facilitar el<br />
comercio, la operación de los bancos y muchas otras actividades. No es así con las<br />
imprecisiones en cuanto a años ya que no se puede ajustar el calendario en este aspecto<br />
sin causar caos. ¿Cuáles serían las consecuencias de redesignar el año 2006 como 2000?<br />
Los efectos públicos del problema reciente de la incompatibilidad de algunos programas<br />
antiguos de computadora con el cambio de fecha al nuevo milenio ilustra esta realidad. 3<br />
En ausencia de cronologías completas y precisas para el antiguo Oriente, los<br />
historiadores han desarrollado consensos de referencia general que permiten coordinar el<br />
trabajo de los investigadores. Los consensos cronológicos vigentes incluyen consensos<br />
para Egipto antiguo y países relacionados, consensos para Mesopotamia antigua y países<br />
relacionados, consensos de cronología bíblica, consensos usados por los arqueólogos y<br />
otros más. Cuando un consenso cronológico llega a establecerse como referencia general<br />
1<br />
El error es que Herodes el Grande murió en 4 aC y Jesús nació antes de su muerte, Mt 2: 1, Santa<br />
Biblia, versión Reina Valera, revisión de 1960. Todos los textos bíblicos serán tomados de esta versión,<br />
salvo en los casos cuando se hagan las respectivas llamadas bibliográficas de otra versión. E. J. Bickerman,<br />
Chronology of the Ancient World (1980): 10, 81.<br />
2<br />
E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 10.<br />
3<br />
M. Brain, “How the Year 2000 Problem Worked”, 2008, 21 may. 2008, .<br />
2
sus fechas son difundidas por medio de libros de referencia y pueden ser perpetuadas por<br />
generaciones sin mayor evaluación.<br />
Algunos elementos importantes de los consensos cronológicos vigentes para el<br />
antiguo Oriente tienen una gran antigüedad. Uno de los elementos más antiguos es la lista<br />
de reyes de Egipto del sacerdote egipcio Manetón del tercer siglo aC. 4 Manetón recopiló<br />
datos de textos jeroglíficos pero después de su tiempo se iba perdiendo el conocimiento<br />
de esta forma de escritura y su obra se convirtió en fuente única de información. 5<br />
Los primeros cronólogos cristianos heredaron documentos de judíos griegos que<br />
contenían polémicas con griegos no judíos sobre la antigüedad de los pueblos. Los más<br />
importantes de ellos son las obras de Josefo que intentó armonizar datos históricos<br />
bíblicos con los de otras fuentes. A través de toda la época cristiana los cronólogos se han<br />
esforzado para armonizar la cronología bíblica con otros esquemas como las dinastías de<br />
Manetón y el Canon de Reyes de Ptolomeo del siglo II dC.<br />
Los esquemas de los cronólogos cristianos tempranos sobrevivieron la época<br />
medieval sin mayores modificaciones hasta la época moderna. Durante los siglos XVI,<br />
XVII y XVIII se desarrolló una tradición nueva y rica de estudios cronológicos centrada<br />
en Alemania, Francia e Inglaterra que modificaron los antiguos consensos cronológicos y<br />
a la vez retuvieron muchos de sus elementos básicos.<br />
El desciframiento de los jeroglíficos y la escritura cuneiforme en el siglo XIX abrió<br />
la puerta al estudio directo de textos antiguos de Egipto, Asiria y Babilonia. Una gran<br />
cantidad de datos nuevos impactó directamente en los consensos cronológicos en<br />
4 W. G. Waddell, Manetho (1940): vii-ix.<br />
5 W. V. Davies, Egyptian Hieroglyphs (1987): 10. Las inscripciones jeroglíficas más tardías de la<br />
antigüedad que se conocen se hicieron en 394 dC en un templo de la isla de Philae en el sur de Egipto,<br />
remoto de los centros de civilización de la época.<br />
3
combinación con ideas nuevas de la ciencia y la filosofía. La cronología bíblica dejó de<br />
ser la columna vertebral de la cronología del antiguo Oriente y el conjunto de consensos<br />
cronológicos se convirtió poco a poco en un paradigma cronológico global, respetada y<br />
defendida por las muchas comunidades académicas interesadas.<br />
La identificación de muchos sitios en Palestina y regiones vecinas con lugares<br />
mencionados en el Antiguo Testamento dio lugar a controversias cronológicas como en el<br />
caso de los muros hallados en Jericó. ¿Cuál de ellos correspondería al muro atacado por<br />
Josué? Los consensos cronológicos juegan un rol fundamental en tales controversias, ya<br />
que arqueólogos, estudiantes del Antiguo Testamento e historiadores los utilizan para<br />
compartir y discutir los resultados de sus investigaciones.<br />
En este trabajo se propone repasar la historia del sistema cronológico de referencia<br />
para el antiguo Oriente, evaluar la solidez del sistema y explorar la posibilidad de<br />
desarrollar un sistema más confiable. Si una evaluación seria demostrara errores<br />
importantes en el sistema vigente las implicaciones para la educación teológica serían<br />
muchas. Se tendrían que crear nuevos puntos de referencia cronológica para los debates<br />
de arqueología bíblica, reevaluar la relación de las narraciones bíblicas con su contexto<br />
histórico y replantear las reflexiones teológicas que se fundamentan en ellas.<br />
Objetivos<br />
El objetivo general de esta investigación es reconsiderar los consensos<br />
cronológicos usados para fechar eventos en la historia del antiguo Oriente. Los objetivos<br />
específicos son cinco: (i) repasar la historia de los consensos cronológicos para facilitar la<br />
investigación de su solidez, (ii) exponer el proceso de asignar fechas a los resultados de<br />
las excavaciones arqueológicas y explorar su conexión con los consensos cronológicos,<br />
4
(iii) Investigar la relación entre los consensos cronológicos y algunas controversias sobre<br />
eventos narrados en el Antiguo Testamento, (iv) desarrollar pautas metodológicas para<br />
evaluar los consensos cronológicos e intentar una evaluación preliminar y (v) sugerir<br />
algunos lineamientos para la investigación futura de los problemas cronológicos<br />
relacionados con el antiguo Oriente.<br />
Preguntas de investigación<br />
De acuerdo a los objetivos se quiere responder preguntas como las siguientes:<br />
¿Cómo se desarrollaron los consensos cronológicos vigentes para el Antiguo Oriente?<br />
¿Cuáles son los fundamentos de estos consensos? ¿Cómo es el proceso de asignar fechas<br />
a los descubrimientos arqueológicos? ¿Qué tiene que ver este proceso con los consensos<br />
cronológicos? ¿Por qué, y cómo, incide el sistema de referencia cronológica en los<br />
debates en torno a los eventos narrados en el Antiguo Testamento? ¿Cómo se puede<br />
diseñar pautas metodológicas adecuadas para evaluar los consensos cronológicos? ¿Cuán<br />
sólidos son los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente? ¿Por qué se<br />
piensa que son sólidos? ¿Cómo se podrían mejorar los sistemas de referencia cronológica<br />
para el antiguo Oriente?<br />
Justificación de la investigación<br />
Los datos cronológicos de las narraciones bíblicas siempre han animado a muchos<br />
lectores a intentar ubicarlas en la historia del antiguo Oriente. Sin embargo, ha resultado<br />
más y más difícil durante las últimas décadas encajar las narraciones bíblicas en el<br />
contexto histórico indicado por los consensos cronológicos vigentes. Se espera que una<br />
evaluación seria de los consensos cronológicos vigentes ayude a comprender el por qué<br />
5
de tales dificultades. Se espera también que la evaluación de los consensos cronológicos<br />
que conforman el sistema de referencia cronológica vigente conduzca a una comprensión<br />
más armónica de la historia del antiguo Oriente.<br />
Una razón por reconsiderar la solidez de los consensos cronológicos es la poca<br />
atención cuidadosa dada al tema durante décadas recientes. Muchas discusiones de la<br />
historia y arqueología del antiguo Oriente proceden como si el sistema cronológico de<br />
referencia fuera correcto, definitivo e incuestionable. Una segunda razón es la<br />
persistencia de dificultades cronológicas en muchas áreas del estudio del antiguo Oriente<br />
que podrían tener su raíz en defectos del sistema cronológico de referencia.<br />
Una tercera razón se encuentra en la cantidad cada vez más grande de información<br />
nueva sobre el antiguo Oriente que se interpreta a la luz de los consensos cronológicos<br />
vigentes. La información nueva no se ha utilizado en forma sistemática para evaluar los<br />
consensos cronológicos. Una cuarta razón se encuentra en los numerosos<br />
cuestionamientos recientes de los consensos cronológicos vigentes para el antiguo<br />
Oriente. 6 Algunos de ellos han logrado captar la atención de académicos expertos y<br />
respetados. 7<br />
Limitaciones y presupuestos<br />
No se pretende desafiar aquí los conocimientos de los especialistas académicos en<br />
sus propios campos, aportar a las discusiones técnicas que requieren conocimientos<br />
6 P. J. Crowe, “The Revision of Ancient History: A Perspective”, marzo 2001, 23 jun. 2006,<br />
provee un resumen de la historia de este movimiento desde<br />
adentro.<br />
7 P. James, Centuries of Darkness (1991). Peter James, I. J. Thorpe, N. Kokkinos, R. Morkot y J.<br />
Frankish, “Centuries of Darkness: Context, Methodology and Implications”, Cambridge Archaeological<br />
Journal 1/2 (1991): 228-235. Este artículo fue publicado con las siguientes reacciones: K. A. Kitchen,<br />
“Egyptian Chronology: Problem or Solution?”, ibid., 235-239; B. Kemp, “Examining Ancient Crises”,<br />
6
especializados ni pasar revista a todos los esquemas de cronología propuestos a través del<br />
tiempo. No se pretende evaluar los documentos cronológicos básicos o las traducciones<br />
estándares de ellos, sino el uso que se ha hecho de ellos para construir y mantener los<br />
consensos cronológicos. Se investiga el origen de los consensos cronológicos vigentes<br />
para el antiguo Oriente y los datos, argumentos, teorías y presupuestos sobre los cuales<br />
descansan. También se intenta comprender por qué los consensos siguen vigentes.<br />
Se intenta trabajar con las expresiones clásicas de los consensos cronológicos. Son<br />
consensos internacionales ampliamente difundidos y expresados en idiomas usados para<br />
la comunicación internacional de ideas. Hoy la literatura arqueológica, histórica y bíblica<br />
de cada país se desarrolla usando su propio idioma. Sin embargo, cuando los<br />
investigadores desean compartir sus resultados con una audiencia internacional se<br />
comunican frecuentemente en inglés. Aquí se enfoca la literatura de los consensos<br />
cronológicos internacionales en inglés y se utilizan otros idiomas solamente cuando<br />
resultan imprescindibles para aclarar puntos esenciales.<br />
Se han escogido debates representativos para ilustrar la relación entre la<br />
interpretación de las narraciones históricas del Antiguo Testamento y los consensos<br />
cronológicos. No se pretende hacer un estudio de las narraciones mismas ni exégesis de<br />
pasajes bíblicos. Una limitación similar se aplica al uso de la literatura arqueológica y se<br />
comentan casos que permiten ilustrar la relación entre las investigaciones arqueológicas,<br />
las narraciones bíblicas y los consensos cronológicos. Se han limitado las discusiones<br />
arqueológicas a casos tomados de la literatura de las edades de Bronce y Hierro.<br />
ibid., 239-244; N. Postgate, “The Chronology of Assyria - An Insurmountable Obstacle”, ibid., 244-246; A.<br />
Snodgrass, “The Aegean Angle”, ibid., 246-247; A. y S. Sherratt, “Urnfield Reflections”, ibid., 247-250.<br />
7
Se presupone aquí que los consensos cronológicos no son solamente acuerdos<br />
amplios que dependen de la difusión exitosa de opiniones sino que dependen, por lo<br />
menos en parte, de la solidez de los presupuestos, argumentos, teorías y datos sobre los<br />
cuales descansan. Se presupone también que las personas más interesadas en los<br />
resultados de esta investigación pertenecen a los círculos de educación teológica y se<br />
escribe en castellano para los círculos latinoamericanos de educación teológica.<br />
Tradicionalmente los educadores teológicos de América Latina han adquirido gran<br />
parte de su conocimiento del antiguo Oriente y su literatura de traducciones de libros<br />
desactualizados escritos originalmente en inglés. Este trabajo depende casi totalmente de<br />
libros escritos en inglés por la falta de libros pertinentes en castellano y provee una visión<br />
panorámica actualizada de los debates sobre Biblia, arqueología e historia que tienen que<br />
ver con los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente.<br />
Se presupone aquí que es posible separar entre los datos que utilizan los<br />
especialistas y los argumentos o teorías que proponen a base de ellos. Se supone también<br />
que es posible rechazar la opinión de expertos profesionales si hay razón suficiente por<br />
hacerlo. Un experto lo es en su campo o campos especializados y cuando opina sobre<br />
asuntos fuera de estos campos deja de ser experto.<br />
Se supone que las reconstrucciones de los historiadores incluyen criterios<br />
personales y que es posible distinguir entre los datos, eventos y hechos que estudian y las<br />
reconstrucciones que proponen a base de ellos. Se supone, de igual manera, que los<br />
arqueólogos reportan lo que encuentran a través de los procesos de excavación y que es<br />
posible distinguir entre lo que descubren y las interpretaciones que proponen para<br />
explicarlo. En el campo de investigación bíblica también se supone que es posible<br />
8
distinguir entre los textos y sus contenidos que comentan los expertos y las explicaciones<br />
e interpretaciones que proponen.<br />
La presente investigación intenta aplicar las reglas de la discusión histórica,<br />
arqueológica y literaria en forma rigorosa, consecuente y consistente. Intenta tomar en<br />
cuenta también la influencia de posturas epistemológicas, ontológicas, historiográficas y<br />
hermenéuticas en los argumentos y opiniones evaluados y emitidos. La identificación de<br />
tales posturas es crucial para el análisis de los debates entre arqueólogos, historiadores,<br />
estudiantes de la Biblia y teólogos.<br />
Definición de términos<br />
A veces el uso dado a los términos para designar territorios mencionados en el<br />
Antiguo Testamento puede parecer tendencioso por la sensibilidad política que hoy<br />
caracteriza la región. En este estudio se utiliza generalmente el término genérico “antiguo<br />
Oriente” para designar a los territorios bíblicos desde Mesopotamia hasta Egipto,<br />
incluyendo los territorios del Mar Mediterráneo oriental.<br />
En cuanto a las designaciones específicas de territorios como Israel, Palestina,<br />
Tierra Santa, y Judea se utiliza mayormente la terminología de la referencia o autor bajo<br />
discusión. No hay intención de preferir o desfavorecer a ningún estado o pueblo actual.<br />
Tampoco hay intención de favorecer o menospreciar a ningún grupo religioso con el uso<br />
de tales términos.<br />
La noción de fecha requiere también aclaración. Nuestro uso común del término<br />
“fecha” se refiere al día, mes y año. Reconociendo que existen excepciones,<br />
generalmente no es posible precisar el día y mes en que ocurrió un evento de la<br />
9
antigüedad. En este estudio el término “fecha” se refiere normalmente al año en nuestro<br />
calendario en que el evento de interés ocurrió.<br />
Algunos autores prefieren usar la designación “antes de la Era Común” en vez de<br />
“antes de Cristo”. En lo que al año se refiere es el mismo en ambos sistemas. A veces se<br />
da el año como número sin la referencia a la Era Cristiana o la Era Común, por ejemplo<br />
“…la caída de Jerusalén en 587 o 586…” La referencia a la era se añade cuando sea<br />
necesaria para evitar confusiones y se da en la forma “BC” o “AD” en inglés o “aC” o<br />
“dC” en castellano.<br />
Bickerman observa que las fechas completas en nuestro sistema tienen dos partes.<br />
La indicación de día y mes, que se repite anualmente, y la indicación cronográfica<br />
expresada por el año. Los años como períodos uniformes de tiempo se repiten pero el<br />
número asignado a cada año, el identificador cronográfico, es único y no se repite. 8 Esta<br />
distinción implica tomar conciencia que los pueblos antiguos tenían sus propios<br />
calendarios e identificadores cronográficos, distintos de los nuestros. Implica también que<br />
la tarea de la cronología aplicada es expresar con precisión las referencias a calendarios e<br />
identificadores cronográficos antiguos en términos de los nuestros. 9<br />
El término “cronología” se utiliza en este estudio con referencia a los<br />
identificadores cronográficos de la definición de Bickerman. Se refiere a un sistema para<br />
calcular las fechas de una época en términos de las de otra. Nos interesan más las<br />
cronologías antiguas cuyos identificadores cronográficos podemos expresar con precisión<br />
en términos del sistema de fechas que nosotros usamos.<br />
8 Bickerman, Chronology: 9.<br />
9 Ibid., 80.<br />
10
La diferencia entre nuestro calendario, el Calendario Gregoriano introducido en<br />
1582 dC, y el calendario romano, o Calendario Juliano, usado por historiadores para<br />
fechas antes de 1582, no tiene mayor importancia para esta investigación. Los dos<br />
calendarios coinciden alrededor del año 300 dC y antes de esta fecha se acumula una<br />
diferencia de tres días cada 400 años. Estas diferencias no son lo suficientemente grandes<br />
para afectar seriamente la presente investigación ya que no va más allá del inicio de la<br />
Edad de Bronce. 10 La fecha que se da para el inicio de este período varía entre 3500 y<br />
3200 aC, lo que implica una diferencia máxima de menos de un mes entre los dos<br />
calendarios.<br />
Hay distintos tipos de cronología y se intenta distinguir entre ellos en la presente<br />
investigación para comprender mejor la información presentada en las fuentes<br />
consultadas. Las cronologías mal llamadas a veces “absolutas”, como las que utilizan<br />
fenómenos astronómicos para relacionar las fechas de distintas épocas, no son más<br />
absolutas que otras cronologías pero sí dependen de presupuestos propios y distintos de<br />
los de otros sistemas.<br />
Los arqueólogos utilizan cronologías relativas para coordinar secuencias de<br />
tipología de cerámicas y otros objetos. Las secuencias cerámicas tipológicas se utilizan<br />
para fechar las secuencias estratigráficas que son reconstrucciones de las secuencias de<br />
deposición de materiales excavados. No es posible evaluar bien los debates sobre<br />
arqueología y Biblia sin comprender las cronologías arqueológicas relativas.<br />
Los arqueólogos también utilizan cronologías tecnológicas como la medición de<br />
niveles del isótopo radioactivo de carbón en materiales orgánicos excavados, la<br />
comparación de patrones de anillos de crecimiento observados en maderas excavadas y<br />
10 Ibid., 89.<br />
11
otras más. Para poder evaluar las fechas propuestas por los arqueólogos es necesario<br />
comprender los presupuestos de los sistemas usados para calcularlas.<br />
Los epígrafes han desarrollado cronologías relativas basadas en la comparación de<br />
los estilos distintos de escritura observados en documentos y monumentos antiguos.<br />
Otros especialistas del estudio del pasado también tienen métodos cronológicos propios y<br />
con frecuencia las fechas publicadas por arqueólogos son producto de cronologías mixtas<br />
que combinan datos documentarios, estratigráficos, tipológicos, tecnológicos,<br />
astronómicos y otros más.<br />
Es evidente que una cronología para la antigüedad es una construcción compleja.<br />
Incluye la comprensión de uno o más sistemas de identificadores cronográficos antiguos,<br />
la comprensión de nuestro sistema de fechas y una teoría de cómo calcular el tiempo<br />
entre eventos en los distintos sistemas cronográficos bajo consideración. Incluye también<br />
los presupuestos sobre los cuales descansa esta teoría y los presupuestos detrás de los<br />
sistemas cronográficos utilizados. De acuerdo a estas observaciones parece evidente que<br />
toda cronología para la antigüedad debe ser tentativa y sujeta a evaluación. Una<br />
cronología es tan buena como la teoría de calcular el tiempo que la subyace, las<br />
presuposiciones sobre las cuales descansa, la integridad de los datos considerados y el<br />
uso que se hace de ellos.<br />
El término “consenso cronológico” se utiliza para las cronologías que son usadas<br />
como medio de comunicación y coordinación entre muchas personas, especialmente entre<br />
los expertos de una o más comunidades académicas especializadas. Los consensos son<br />
útiles mientras los expertos los siguen usando y pierden vigencia cuando los expertos<br />
12
comienzan a usar cronologías nuevas o modificadas. Los consensos dependen de las<br />
comunidades académicas, de los medios de comunicación y de la aceptación pública.<br />
El término “paradigma” es utilizado en esta investigación para referirse al conjunto<br />
de consensos cronológicos que comparte la comunidad académica internacional y el<br />
público informado. El paradigma es más complejo que los consensos que lo conforman y<br />
es de naturaleza distinta de cualquiera de ellos. La comunidad académica que desarrolla<br />
la teoría sobre la cual se fundamenta un consenso cronológico comprende y comparte la<br />
teoría, sus presupuestos y los datos fundamentales que utiliza. Sin embargo, no<br />
necesariamente comprende de la misma manera los demás consensos del paradigma ya<br />
que ellos se fundamentan en teorías desarrolladas por otras comunidades académicas.<br />
La dinámica de apoyo social a un paradigma es compleja. El argumento original de<br />
Thomas Kuhn, el popularizador del concepto, fue que la comunidad científica defiende su<br />
paradigma de tal manera que se necesita una revolución para cambiarlo en forma<br />
significativa o reemplazarlo con otro. 11 En este trabajo no se defiende la teoría de Kuhn<br />
ya que resultó problemática e imprecisa en opinión de muchos, 12 pero sí adoptamos el<br />
concepto de paradigma para hacer referencia a un conjunto de consensos cronológicos.<br />
Se usa el término “cronología alternativa” para hacer referencia a cronologías<br />
nuevas o disidentes, y específicamente para describir las propuestas cronológicas que<br />
rechazan uno o más de los consensos cronológicos vigentes. Muchas de las cronologías<br />
alternativas ya propuestas han resultado menos confiables que las cronologías que<br />
pretendían reemplazar y varias de ellas han sido claramente refutadas con buenos<br />
argumentos.<br />
11 T. S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (1962).<br />
13
Las “narraciones históricas” del Antiguo Testamento son de interés especial para<br />
este estudio. Con el término “histórico” se quiere indicar aquí la característica común que<br />
comparten las narraciones que dan a entender al lector que lo narrado realmente ocurrió.<br />
Las narraciones históricas del Antiguo Testamento incluyen las que relatan qué ocurrió<br />
en la vida del pueblo de Israel u otro pueblo, o en la vida de una persona o grupo de<br />
personas, o en algún lugar de interés o en una serie de eventos documentados.<br />
En las referencias bibliográficas se utiliza el término “reciente” para hacer<br />
referencia a publicaciones de la última década y el término “antiguo” para hacer<br />
referencia a publicaciones anteriores. En cuanto a la trascripción de nombres antiguos se<br />
utiliza la forma castiza si hay tal forma en uso común. Si el nombre no es muy conocido<br />
se utiliza la forma que aparece en la literatura bajo discusión. En tales casos la<br />
preferencia en este estudio para obras de referencia general en inglés lleva a usar las<br />
formas tradicionales en esta esfera de discusión.<br />
Estructura de la tesis<br />
El segundo capítulo repasa la historia de los estudios cronológicos para conocer los<br />
fundamentos de los consensos cronológicos vigentes para el antiguo Oriente. Se intenta<br />
exponer las presuposiciones, argumentos y datos fundamentales sobre los cuales estos<br />
consensos descansan para facilitar su evaluación.<br />
El tercer capítulo investiga cómo se asignan fechas a los artefactos, restos de<br />
construcción y otros restos descubiertos por los arqueólogos. Se exponen los aspectos de<br />
los procedimientos usados que son importantes para la cronología. Se investiga cómo se<br />
construyen las secuencias estratigráficas, cómo se relacionan con la secuencia<br />
12 I. Javaid, “Thomas Kuhn: Paradigms Die Hard”, s.f., 23 jun. 2006,
estratigráfica general de referencia, y cómo se relacionan estas secuencias con los<br />
consensos cronológicos vigentes.<br />
El cuarto capítulo explora la relación entre los consensos cronológicos y algunos<br />
debates sobre la historicidad de las narraciones históricas del Antiguo Testamento. Se<br />
investiga cómo la combinación de datos arqueológicos, datos del texto bíblico y las<br />
fechas de los consensos cronológicos influye en la formulación de juicios sobre la<br />
historicidad de los eventos narrados.<br />
El quinto capítulo intenta elaborar pautas metodológicas para la evaluación de los<br />
consensos cronológicos y el paradigma cronológico vigente para el antiguo Oriente. Se<br />
investigan las condiciones necesarias para el establecimiento de consensos cronológicos<br />
confiables y se contrastan estas pautas y condiciones con los resultados del repaso<br />
histórico y la investigación de los métodos arqueológicos. Se intenta una evaluación<br />
preliminar de los consensos cronológicos vigentes y se evalúan los cuestionamientos<br />
hechos de los consensos y las propuestas de cronología alternativa. Se proponen algunas<br />
líneas de investigación que podrían producir esquemas cronológicos más confiables y<br />
más de acuerdo con los datos hoy disponibles. Al final se hace un resumen de las<br />
conclusiones principales.<br />
com/paradigm.html>.<br />
15
CAPÍTULO 2<br />
EL ORIGEN Y DESARROLLO DEL<br />
SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA<br />
Introducción<br />
Varios pueblos del antiguo Oriente documentaron datos cronológicos de distintos<br />
tipos y con propósitos diversos, y gracias a los que descifraron y tradujeron sus<br />
inscripciones y documentos los podemos estudiar. Podemos intentar comprender los<br />
propósitos de los autores antiguos y trazar los procesos a través de los cuales<br />
desarrollaron sus esquemas cronológicos de referencia. En su conjunto estos documentos<br />
nos permiten hoy construir esquemas cronológicos nuestros más o menos convincentes<br />
para varios períodos y regiones.<br />
El sistema de referencia cronológica vigente para el antiguo Oriente incluye<br />
componentes heredados de distintas épocas, algunos de los cuales han persistido durante<br />
milenios. Para escribir la historia de los sistemas de referencia cronológica es necesario<br />
identificar, describir y explicar sus componentes esenciales. Es necesario también<br />
descubrir las presuposiciones, argumentos y datos fundamentales usados en su<br />
elaboración.<br />
El presente capítulo presenta una visión panorámica del desarrollo histórico de los<br />
datos fundamentales y conceptos centrales de los sistemas de referencia cronológica que<br />
han servido para asignar fechas a los eventos ocurridos en el antiguo Oriente. Tiene el<br />
propósito de identificar las épocas significativas en el desarrollo de estos sistemas y sus<br />
componentes esenciales.
El repaso comienza en el período persa, y el esquema de períodos usado es el<br />
siguiente: (i) desde el siglo V aC hasta el siglo III dC, (ii) desde el siglo III al siglo V,<br />
(iii) desde el siglo VI al siglo XV, (iv) desde el siglo XV al XVIII, (v) el siglo XIX y (vi)<br />
los siglos XX y XXI.<br />
Del siglo V aC al siglo III dC<br />
En el período del Imperio Persa hubo mucha interacción entre oriente y occidente.<br />
Las conquistas de Alejandro Magno pusieron fin a este imperio, y asentaron las bases<br />
para la unificación cultural duradera de ambas esferas. A partir de esta fecha se pueden<br />
interconectar las historias regionales del antiguo Oriente, y enlazar sus cronologías con<br />
nuestro calendario de manera poco controversial. A la medida que se retrocede hacia el<br />
pasado desde el tiempo de Alejandro las dificultades cronológicas aumentan y los<br />
consensos cronológicos se restringen a regiones y épocas cada vez más reducidas.<br />
En las subsecciones a continuación se tratan primero obras griegas: las de<br />
Herodoto, Beroso, Manetón, Eratóstenes y Diodoro. Luego se tratan obras judías: las de<br />
Demetrio, Eupólemo, Artapano, el Libro de los jubileos, el Seder olam y Josefo.<br />
Finalmente se considera el Canon de reyes de Ptolomeo. Se busca identificar en todas<br />
estas obras las ideas que han servido de base para sistemas de referencia cronológica.<br />
Herodoto<br />
Las ediciones y traducciones de las Historias de Herodoto son numerosas e<br />
incluyen la traducción inglesa clásica con comentario de G. Rawlinson, 1 la traducción<br />
1 G. Rawlinson ed., Herodotus Histories (1858-60).<br />
17
inglesa contemporánea de A. de Sélincourt y A. R. Burn, 2 y una versión española en<br />
línea. 3 M. I. Finlay ha publicado selecciones de las Historias con selecciones de otros<br />
historiadores griegos tempranos. 4 La introducción a Herodoto más recomendada es la de<br />
J. Gould. 5 Una introducción más reciente fue editada por E. Bakker, I. De Jong y H. Van<br />
Wees. 6 Información abundante sobre Herodoto se encuentra en línea en las páginas web<br />
de T. Spalding, 7 J. Lendering 8 y G. Cane. 9 El estudio de A. Lloyd es un comentario<br />
detallado sobre la descripción de Egipto de Herodoto, con apéndice cronológico, 10 y para<br />
trasfondo se dispone del estudio comprensivo del Imperio Persa de P. Briant. 11<br />
Las Historias de Herodoto, completadas un poco después de 430 aC, se centran en<br />
las guerras entre los persas y los griegos durante las primeras décadas del siglo V aC.<br />
Usando obras de poetas, dramatistas y geógrafos Herodoto escribió la primera obra<br />
griega de gran escala escrita en prosa, e incluye descripciones de lo que escuchó de<br />
informantes locales durante sus extensos viajes. Muchos detalles de lo reportado se han<br />
verificado, pero su veracidad se ha discutido desde la antigüedad. Las Historias<br />
2<br />
A. de Sélincourt y A. R. Burn eds., Herodotus: The Histories (1954).<br />
3<br />
Herodoto de Halicarnaso, Los nueve libros de la historia, s. f., 19 feb. 2007, .<br />
4<br />
M. I. Finlay, The Portable Greek Historians: The Essence of Herodotus, Thucydides, Xenophon,<br />
Polybius (1960).<br />
5<br />
J. Gould, Herodotus: Historians on Historians (2000).<br />
6<br />
E. Bakker, I. de Jong y H. van Wees, Brill's Companion to Herodotus (2002).<br />
7<br />
T. Spalding, “Herodotus”, 2005, 9 feb. 2007, .<br />
8<br />
J. Lendering, “Herodotus of Halicarnassus”, Livius, 2008, 9 feb. 2007, .<br />
9<br />
G. Cane, “Herodotus, Life”, Encyclopedia Perseus, 1999, 9 feb. 2007, .<br />
10<br />
A. Lloyd, Herodotus, Book Two: Introduction (1975).<br />
11<br />
P. Briant, Historie de l' empire perse: De Cyrus a Alexandre (1996).<br />
18
incluyeron relatos folclóricos poco creíbles, y se piensa que el autor puede haber<br />
inventado algunos pasajes. 12<br />
Herodoto dice que usó tres fuentes: lo que dijeron los egipcios, lo que dijeron otros<br />
observadores y lo que observó personalmente (Historias, II, 147). La obra tiene las<br />
características de una investigación periodística que recopila toda clase de información de<br />
interés, y el material probablemente fue presentado en discursos públicos diseñados a<br />
entretener.<br />
Entre las muchas digresiones del relato histórico principal está la larga descripción<br />
de Egipto que ocupa el segundo de los siete libros. 13 Esta descripción incluye una lista<br />
secuencial de los reyes de Egipto, con relatos sobre algunos de ellos, y datos sobre la<br />
duración de su reinado. La inclusión de estos datos convirtió las Historias en una de las<br />
fuentes principales de información sobre la cronología de Egipto antiguo hasta el siglo<br />
XIX.<br />
Herodoto relata que los sacerdotes egipcios le leyeron de un rollo los nombres de<br />
330 reyes Herodoto (Historias: II, 100). Solamente da los nombres de tres, el primer rey<br />
Min, la mujer Nitocris y el último rey Moeris. De estos tres añade relatos relacionados<br />
con el control de las aguas del Nilo. Sigue con detalles de las conquistas de Sesostris, y<br />
un relato de su hijo Pheros el ciego. Proteus de sucedió a Pheros, y se relata que Paris y<br />
Helena fueron a Egipto después de la caída de Troya durante este reinado, y que Proteus<br />
volvió a unir a Menelaus con Helena. El siguiente rey fue el muy rico Rhampsinitus, y<br />
después de él, según Herodoto, reinaron los constructores de las grandes pirámides:<br />
12 Spalding, “Herodotus” y Cane, “Herodotus, Life”.<br />
13 Las ediciones modernas se dividen en siete libros pero algunos piensan que originalmente fueron<br />
28 discursos. Véase S. Cagnazzi, “Tavola dei 28 logoi di Erodoto”, Hermes 103 (1975): 385-423.<br />
19
Cheops, Chefren y Mycerinus. Fueron sucedidos por Asychis y después de él Anysis,<br />
otro ciego, quien gobernó durante la invasión del etíope Sabacos.<br />
El siguiente rey fue Sethos el sumo sacerdote cuyo ejército salió al encuentro de<br />
Senaquerib rey de Asiria. Herodoto cuenta que, gracias a la intervención de muchos<br />
ratones que malograron las armas de los asirios, los invasores se retiraron sin batalla. Su<br />
relato tiene puntos de contacto con el relato bíblico de la invasión de Senaquerib, pero las<br />
explicaciones dadas son diferentes (II R. 18: 13 - 19: 37).<br />
Según Herodoto, en el período después de Sethos, la monarquía egipcia fue<br />
reemplazada por una coalición de doce reyes, uno de los cuales, Psammetichus, finalizó<br />
el período de 15 años de gobierno colectivo tomando el trono. A partir de este reinado<br />
Herodoto dice que los griegos tenían conocimiento exacto de la historia de Egipto y la<br />
información que presenta concuerda con lo que se sabe hoy (Historias: II, 155).<br />
A través de los siglos se ha discutido la historicidad de esta sucesión de reyes<br />
egipcios. Es difícil conectar varios de sus nombres reales con los reyes egipcios<br />
conocidos hoy. Además los nombres que son familiares (Sesostris, Rhampsinitus,<br />
Cheops, Chefren y Mycerinus) parecen estar fuera de orden cronológico. El relato deja la<br />
impresión que bajo el nombre “Sesostris” se han resumido muchas de las conquistas<br />
militares de los faraones expansionistas. Los relatos sobre los reyes son cuentos<br />
populares que podrían conservar tradiciones genuinas, pero no son muy útiles para la<br />
reconstrucción de la historia egipcia.<br />
Herodoto nos informa que las 341 generaciones de reyes desde Min hasta Sethos<br />
fueron conmemoradas por estatuas de madera que vio en un templo. Le dijeron que los<br />
sacerdotes representados por las estatuas se habían sucedido de padre a hijo desde el<br />
20
inicio de los reyes. Explica que antes de todos estos reyes y sacerdotes habían reinado los<br />
dioses. Herodoto calculó, a tres generaciones por siglo, que la monarquía tenía 11,340<br />
años de antigüedad (Historias, II, 141).<br />
Se puede concluir que los egipcios del siglo V aC decían que poseían documentos<br />
con listas de sus reyes desde el inicio, que estas listas comenzaban con los dioses, y que<br />
la sucesión de los sacerdotes fue de igual o mayor importancia que la de los reyes. Los<br />
informantes de Herodoto no distinguieron entre los cuentos y leyendas populares sobre<br />
los reyes y los eventos que realmente ocurrieron. Herodoto no intentó presentar una<br />
cronología general, y la información que provee no es suficiente para reconstruir la<br />
cronología de Egipto antiguo.<br />
Herodoto prometió relatar la historia de los reyes de Babilonia en su historia de<br />
Asiria pero no cumplió su promesa (I, 184). Provee información sobre algunos períodos<br />
largos de tiempo: los asirios gobernaron Asia superior durante 520 años hasta la revuelta<br />
de los medos (I, 96); los heráclides gobernaron Lidia por 22 generaciones, un total de 505<br />
años (I, 7); los ancestros de Croesus gobernaron Lidia por 156 años después de ellos (I,<br />
14-25); los medos gobernaron Asia al oriente del Halys por 128 años (I, 130). Herodoto<br />
no relaciona estos períodos con un esquema cronológico general.<br />
Beroso<br />
Lo poco que se ha conservado de la obra de Beroso está disponible en la traducción<br />
de Verbrugghe y Wickersham, con análisis y comentario. 14 Una evaluación crítica de esta<br />
14 G. P. Verbrugghe y J. M. Wickersham, Berossos and Manetho, Introduced and Translated:<br />
Native Traditions in Ancient Mesopotamia and Egypt (1996).<br />
21
obra por C. Ehrhardt está disponible en línea. 15 Información general sobre Beroso está<br />
disponible en las páginas web de S. Burstein 16 y J. Lendering. 17 Estudios de Beroso<br />
incluyen los de R. Drews, 18 G. Komoro 19 y F. Cornelius. 20<br />
La Babiloniaca de Beroso se ha perdido y solamente sobreviven 22 fragmentos<br />
citados o parafraseados por autores posteriores. En adición hay 11 pasajes más en autores<br />
clásicos que dan testimonio de él. Fue sacerdote de Bel, dios de Babilonia, durante las<br />
primeras décadas del siglo III aC y escribió una obra en tres rollos para el rey Antíoco I.<br />
El primer rollo relataba una versión de los orígenes de la civilización en Babilonia. El<br />
segundo describía los reinados de 10 reyes seguidos por un diluvio y se completó con una<br />
relación de reyes desde el diluvio hasta Nabonasar. El tercer rollo presentó una relación<br />
de los reyes asirios, babilonios y persas que gobernaron Babilonia desde Nabonasar hasta<br />
Alejandro Magno. 21<br />
Beroso recopiló su obra de fuentes cuneiformes. Su primer rollo es similar al<br />
Enuma Elish, la historia babilónica de la creación. El segundo rollo refleja conocimiento<br />
de las tradiciones incluidas en la porción antediluviana de la lista de reyes de Sumer y el<br />
tercer libro provee información parecida a los contenidos de las crónicas babilónicas. 22<br />
15<br />
C. Ehrhardt, “Review of Verbrugghe, G. P., Berossos and Manetho, Native Traditions in Ancient<br />
Mesopotamia and Egypt”, Bryn Mawr Classical Review, noviembre 1997, 22 ene. 2007,<br />
.<br />
16<br />
S. M. Burstein, “Berossus”, Encyclopaedia Iranica, 2007, 10 feb. 2007, .<br />
17<br />
J. Lendering, “Berossus”, Livius, 2008, 10 feb. 2007, .<br />
18<br />
R. Drews, “The Babylonian Chronicles and Berossus”, Iraq 37 (1975): 39-55.<br />
19<br />
G. Komoro‚ “Berossus and the Mesopotamian Literature”, Acta Antiqua 21 (1973): 125-52.<br />
20<br />
F. Cornelius, “Berossus und die alt orientalische Chronologie”, Klio 35 (1942): 1-16.<br />
21<br />
Drews, “The Babylonian Chronicles”.<br />
22<br />
Burstein, “Berossus”.<br />
22
Estas correspondencias demuestran que Beroso tuvo información precisa y genuina<br />
sobre los reyes antiguos de Mesopotamia. Los griegos conocían solamente tres<br />
conquistadores mesopotámicos, Ninos, Semiramis y Sardanapalus. Beroso reasigna, más<br />
correctamente, algunas de las conquistas tradicionales de Semiramis a Nabucodonosor. 23<br />
En contraste con los detalles cronológicos esporádicos de Herodoto las listas de reyes de<br />
Beroso incluyen cifras para la duración de todos los reinados, y totales para grupos de<br />
ellos. Beroso proveía un marco cronológico completo para la historia de Babilonia hasta<br />
Alejandro.<br />
Los fragmentos de la obra de Beroso fueron conservados por autores judíos y<br />
cristianos que reconocieron puntos de contacto con las narraciones bíblicas. Estos autores<br />
notaron que la Babiloniaca comenzó con el reinado de los dioses, y asignó a los primeros<br />
reyes que los siguieron períodos de reinado expresados en cifras muy grandes.<br />
Manetón<br />
La edición estándar y traducción inglesa de los fragmentos de la Aegyptiaca de<br />
Manetón por W. G. Waddell 24 ha sido complementada por la traducción inglesa y<br />
comentario de Verbrugghe y Wickersham. 25 <strong>Recursos</strong> para el estudio de Manetón<br />
incluyen artículos en línea 26 y páginas web. 27 Estudios de aspectos específicos de su obra<br />
23<br />
Drews, “The Babylonian Chronicles”.<br />
24<br />
W. G. Waddell, ed., Manetho (1940).<br />
25<br />
Verbrugghe y Wickersham, Berossos and Manetho.<br />
26<br />
Por ejemplo, “Manetho” en Wikipedia, enero 2007, 10 feb. 2007, entre muchos otros. Por la naturaleza de esta enciclopedia, y<br />
otros sitios web similares cuyos artículos son escritos por el público lector, hay que tener cuidado de<br />
verificar la información que provee. Tales sitios se utilizan en esta investigación solamente para referencia<br />
rápida de información ampliamente conocida, y en algunos pocos casos porque no hubo otra información a<br />
la mano.<br />
27<br />
J. Kinnaer, “Manetho”, The Ancient Egypt Site, 2007, 19 feb. 2007, .<br />
23
incluyen los de D. Redford sobre el nombre Manetón, 28 L. Raspe sobre el éxodo, 29 D.<br />
Mendels sobre el carácter apologético de la Aegyptiaca 30 y J. Baraibar López sobre su<br />
significado y originalidad. 31<br />
El libro de G. Greenberg, que trata de los variantes producidos por copistas del<br />
texto de la Aegyptiaca, compara la información conservada por Josefo, Africano y<br />
Eusebio para d.IV a XIX, e intenta demostrar que Manetón tuvo buenas fuentes cuyos<br />
datos están de acuerdo con los datos de los monumentos. 32 El primer capítulo, y<br />
versiones preliminares de otros capítulos, están disponibles en la página web del autor. 33<br />
Manetón fue contemporáneo de Beroso, y vivió bajo los reyes griegos de Egipto en<br />
el siglo III aC. Fue sacerdote, probablemente del dios Ra en Heliópolis. Fragmentos de su<br />
historia de Egipto fueron conservados en dos formas: extractos y resúmenes<br />
cronológicos. Los extractos fueron conservados por el judío Josefo en Contra Apionem, y<br />
usados en la discusión de la antigüedad del pueblo judío. Los resúmenes de los datos<br />
cronológicos fueron conservados por autores cristianos: Africano, Eusebio y Sincelo. 34<br />
Según Josefo, Manetón conoció las Historias de Herodoto, y le criticó por su ignorancia<br />
y descripciones falsas de Egipto (Contra Apionem: I, 14). 35<br />
28<br />
D. Redford, “The Name Manetho”, Egyptological Studies in Honor of Richard A Parker (1986):<br />
118-121.<br />
29<br />
L. Raspe, “Manetho on the Exodus: A Reappraisal”, Jewish Studies Quarterly 5 (1998): 124-155.<br />
30<br />
D. Mendels, “The Polemical Character of Manetho's Aegyptiaca”, Identity, Religion and<br />
Historiography: Studies in Hellenistic History (1998).<br />
31<br />
J. Baraibar L., “Significado y originalidad de la ‘Historia de Egipto’ de Manetón”, Sefarad 48/1<br />
(1988): 3-17.<br />
32<br />
G. Greenberg, Manetho: A Study in Egyptian Chronology: How Ancient Scribes Garbled an<br />
Accurate Chronology of Dynastic Egypt (2004).<br />
33<br />
G. Greenberg, Manetho’s Chronology, 1992-2002, 10 feb. 2007, .<br />
34<br />
Waddell, Manetho: vii-xxviii.<br />
35<br />
W. S. LaSor, ed., The Complete Works of Josephus (1960): 610.<br />
24
El texto original de la Aegyptiaca no sobrevive, y es imposible estar seguro en<br />
cuanto a su forma y contenido. Josefo no asigna los reyes que nombra a dinastías<br />
enumeradas, pero los cronólogos cristianos sí. Se podría concluir que la asignación de los<br />
reyes a dinastías no fue parte de la obra original sino un invento posterior. 36 Las<br />
referencias monumentales a los reyes de Egipto conocidas hoy tampoco hacen referencia<br />
a dinastías enumeradas.<br />
La Aegyptiaca fue una obra en tres partes similar en estructura a la Babiloniaca de<br />
Beroso. El primer rollo comenzó con una descripción del reinado de los dioses, y otros<br />
gobernantes tempranos, antes de presentar listas de los primeros reyes hasta d.XI. El<br />
segundo rollo trata de los reyes de d.XII a XIX, y el tercero trata de los reyes de d.XX a<br />
XXXI, terminando con la conquista de Alejandro Magno. Los extractos citados por<br />
Josefo demuestran que la obra incluía relatos sustanciales sobre lo acontecido durante<br />
algunos reinados.<br />
En comparación con los documentos cronológicos más importantes de los<br />
monumentos egipcios, la Aegyptiaca es menos detallada que las crónicas anuales de la<br />
Piedra de Palermo de d.I a V, y más detallada que las listas de reyes de Karnak, Abidos y<br />
Sakkara. El papiro fragmentario conocido como el Canon de reyes de Torino es parecido<br />
a las listas de dinastías conservadas por los cronólogos cristianos. Fue escrito en el<br />
tiempo de Ramsés II de d.XIX en el reverso de una lista oficial de cuentas o impuestos. 37<br />
Se piensa que las fuentes que usó Manetón fueron del Delta, en el norte de Egipto,<br />
bajo los reyes de Tanis de d.XXI y XXII, porque Manetón provee información detallada<br />
36 Waddell, Manetho.<br />
37 Sir A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs (1961): 46-50, 62-64.<br />
25
sobre estos reyes pero no menciona reyes que hoy se sabe fueron gobernantes<br />
contemporáneos de Tebas en el sur. 38<br />
Las obras cronológicas de Beroso y Manetón dejan la impresión que sus autores<br />
ordenaban su visión de la historia por medio de sus esquemas cronológicos, aunque<br />
parece posible que esta impresión se haya exagerada porque sus obras se conocen<br />
mayormente a través de las listas cronológicas abstraídas de ellas. Las dos obras fueron<br />
escritas en el siglo III aC, y ambas son historias de la nación de su autor, escritas en<br />
griego, el idioma de los nuevos gobernantes. Los dos autores fueron sacerdotes y sus<br />
obras se hicieron a base de archivos oficiales. Ambas obras comienzan con el gobierno de<br />
los dioses, reportan períodos muy largos para los primeros reinados y desarrollan la<br />
historia en tres rollos.<br />
Esta acumulación de rasgos comunes puede indicar alguna conexión entre las obras<br />
de Manetón y Beroso. La forma similar de las obras sugiere la existencia de un consenso<br />
cronológico internacional para la historia antigua dentro del cual ambos autores<br />
escribieron, pero en los fragmentos que sobreviven no se menciona tal consenso.<br />
Eratóstenes y Diodoro<br />
Las obras cronológicas de Eratóstenes se han perdido. Se encuentran artículos<br />
sobre él en línea. 39 Lo que sobrevive de la Bibliotheca historia de Diodoro de Sicilia está<br />
disponible en la edición crítica Loeb con traducción inglesa, y las historias de Egipto y<br />
38<br />
“Manetho”, Wikipedia, enero 2007, 10 feb. 2007, .<br />
39<br />
J. Yagmin y D. Lieberman, “Eratosthenes”, BookRags.com, 2005-2006, 19 feb. 2007,<br />
.<br />
26
Asiria se incluyen en el primer tomo. 40 J. Lendering tiene un artículo sobre Diodoro. 41<br />
Otros estudios sobre libros de historia escritos por autores griegos precristianos incluyen<br />
los de R. Drews 42 y T. W. Africa. 43 F. W. Walbank provee un trasfondo general para la<br />
comprensión de estos autores en su visión panorámica de la época helenista. 44<br />
Eratóstenes, el tercer bibliotecario en Alejandría, trabajó allí durante las últimas<br />
décadas del siglo III aC, e hizo contribuciones importantes a la matemática, la geografía,<br />
la astronomía y la cronología. Escribió una crónica de los eventos ocurridos en la historia<br />
de Grecia desde la caída de Troya hasta su época, e intentó eliminar elementos<br />
leyendarios de sus cálculos cronológicos. Escribió dos obras sobre temas cronológicos,<br />
Ilympionikai y Chronographiai. 45 Sincelo conservó una lista de 38 reyes de Egipto que<br />
Eratóstenes derivó de documentos y listas egipcios, con explicaciones de los nombres<br />
reales y la duración de los reinados. 46<br />
El sistema cronológico de Eratóstenes fue basado en la secuencia enumerada de las<br />
olimpiadas, y depende de disponer de listas completas y confiables, en orden<br />
cronológico, de los ganadores de las competencias. Eratóstenes asignó números sucesivos<br />
a las olimpiadas, y relacionó eventos históricos con esta secuencia. No se sabe si él<br />
inventó el sistema, pero después de su tiempo la práctica de calcular fechas con<br />
referencia a las olimpiadas se hizo común. La secuencia se inicia en 776 aC y provee<br />
40 C. H. Oldfather, Diodorus Siculus: Library of History (1935).<br />
41 J. Lendering, “Diodorus of Sicily”, Livius, 2007, 9 feb. 2007, .<br />
42 R. Drews, The Greek Accounts of Eastern History (1973); “Assyria in Classical Universal<br />
Histories”, Historia 14 (1965): 129-142.<br />
43 T. W Africa, “Herodotus and Diodorus on Egypt”, Journal of Near Eastern Studies 22/4 (octubre,<br />
1963): 254-258.<br />
44 F. W. Walbank, The Hellenistic World (1981).<br />
45 “Eratosthenes”, Encyclopedia of World Biography, 2005-2006, 12 feb. 2007, .<br />
27
ase para comparar y combinar las cronologías locales de la historia griega en un sistema<br />
cronológico regional. 47 Existen dudas sobre la confiabilidad de la lista de ganadores<br />
olímpicos para el período anterior a Hipias, quien publicó la lista más antigua que se<br />
conoce en el siglo V aC. 48<br />
Diodoro de Sicilia escribió, en el siglo I aC, una historia en cuarenta libros llamada<br />
Bibliotheca historia. 49 El primer libro trata de Egipto. Diodoro visitó Egipto, y recogió<br />
información parecida a la de Herodoto cuya obra conoció. Consultó también las obras de<br />
Hecateo de Abdera, que visitó Egipto en la primera parte del siglo III aC, y<br />
Agatharchides de Cnido del siglo II aC.<br />
El segundo libro de la Bibliotheca historia trata de Asiria y otros países orientales.<br />
Una fuente principal fue la obra de Ctesias de Cnido, médico de la corte de Artajerjes II,<br />
que regresó a Grecia después de 390 aC. Otras fuentes incluyen obras de Clitarco y otros<br />
acompañantes del ejército de Alejandro Magno. 50 Diodoro no visitó esta región, y se<br />
equivocó en algunos datos básicos, por ejemplo, en ubicar la ciudad de Nínive en el río<br />
Éufrates en vez del Tigris. 51<br />
Diodoro ofrece una explicación para los números grandes de años de reinado<br />
asignados a reyes tempranos por las fuentes que consultó. Siguiendo la propuesta de otros<br />
explica que el ciclo calendario en épocas remotas fue el mes lunar, y no el año solar de<br />
doce meses. Señala que, en algunos lugares, el ciclo calendario fue la estación, un<br />
período de cuatro meses. Sugiere que datos calculados a base de tales ciclos calendarios<br />
46<br />
Waddell, Manetho: 212-225.<br />
47<br />
E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 75-76.<br />
48<br />
Ibid., 105.<br />
49<br />
Oldfather, Diodorus.<br />
50<br />
Ibid., “Introduction”.<br />
28
cortos fueron tratados por autores posteriores, que ignoraron su verdadera duración, como<br />
si fueron ciclos de doce meses. Este error produjo cifras erróneas en sus sumas<br />
cronográficas (Diodoro I, 26). Esta explicación demanda consideración seria, y podría ser<br />
una clave importante para la comprensión de datos cronológicos de períodos tempranos.<br />
La obra de Diodoro incluyó la historia de Egipto y Asiria pero, a pesar de disponer<br />
de datos cronológicos y listas de reyes, no desarrolló un sistema cronológico general.<br />
Demetrio, Eupólemo, Artapano y Jubileos<br />
En la época helenista algunos autores enfocaron la historia y cronología bíblicas,<br />
incluyendo Demetrio, Eupólemo, Artapano y el anónimo autor del Libro de los jubileos.<br />
Alejandro Polyhistor hizo extractos de las obras de Demetrio, Eupólemo y Artapano,<br />
entre 66 y 35 aC, que fueron conservados por Clemente de Alejandría y Eusebio de<br />
Cesarea. 52<br />
El texto de los extractos está disponible en E. H. Gifford, Eusebius: Preparation<br />
for the Gospel, 53 y J. Finegan provee un resumen, con comentario. 54 L. Troiani examina<br />
la orientación apologética de las cronologías de Demetrio y Eupólemo. 55 L. DiTomasso<br />
evalúa la cronología patriarcal de Demetrio. 56 Una traducción inglesa del Libro de los<br />
51 Lendering, Diodorus.<br />
52 “Alexander Polyhistor ca. 105-35 BCE”, The Internet Encyclopedia of Philosophy, 2006, 14 feb.<br />
2007, .<br />
53 E. H. Gifford, Eusebius: Preparation for the Gospel (1903): 450-480; 2 mar. 2007, .<br />
54 J. Finegan, “Early Chroniclers and Chronographers”, Handbook of Biblical Chronology:<br />
Principles of Time Reckoning in the Ancient World and Problems of Chronology in the Bible (1998): 140-<br />
147.<br />
55 L. Troiani, “Cronologie apologetiche presso gli storici ellenisti”, Ricerche Storico Bibliche 9<br />
(1997): 171-182.<br />
56 L. DiTomasso, “A Note on Demetrius the Chronographer”, Journal for the Study of Judaism 29/1<br />
(1998): 81-91.<br />
29
jubileos está incluida en la colección de documentos de H. F. D. Sparks, 57 y otra en la de<br />
J. H. Charlesworth. 58<br />
J. P. Sørensen enfoca actitudes en el Egipto helenista hacia el dominio extranjero y<br />
la importación de cultura, 59 y E. J. Bickerman la interacción entre los judíos y su<br />
entorno. 60 R. T. Beckwith enfoca cómo los autores helenistas estudiaban la cronología<br />
patriarcal que, según él, fue el problema principal que intentaban resolver. 61 Tres ensayos<br />
de D. Mendels enfocan aspectos historiográficos, 62 y estudios de los conceptos<br />
cronológicos incluyen los de O. Andrei, 63 L. L. Grabbe 64 y B. Z. Wacholder. 65 Estudios<br />
de ideas helenistas sobre el éxodo incluyen los de J. Assman, J. J. Collins y C. Aziza. 66<br />
Demetrio estudió la cronología bíblica durante las últimas décadas del siglo III aC,<br />
posiblemente en Alejandría. Hizo exégesis de pasajes cronológicos del libro de Génesis,<br />
57<br />
H. F. D. Sparks, ed., “Jubilees”, Sparks The Apocryphal Old Testament (1984): 1-139.<br />
58<br />
O. S. Wintermute, ed., “Jubilees” en J. H. Charlesworth ed., The Old Testament Pseudepigrapha<br />
(1985) 2:35-142.<br />
59<br />
J. P. Sørensen, “Native Reactions to Foreign Rule and Culture in Religious Literature”, en Per<br />
Bilde ed., Ethnicity in Hellenistic Egypt (1992): 164-181.<br />
60<br />
E. J. Bickerman, The Jews in the Greek Age (1988).<br />
61<br />
R. T. Beckwith, “The Early Jewish Quest for a Patriarchal Chronology”, Calendar, Chronology<br />
and Worship: Studies in Ancient Judaism and Early Christianity (2005): 105-124.<br />
62<br />
D. Mendels, “Introduction: On Identity: An Essay on Hellenism, Judaism, and Christianity in<br />
Palestine in the Hellenistic Era”, Identity, Religion and Historiography: Studies in Hellenistic History<br />
(1998): 13-34; “Creative History in the Hellenistic Near East in the Third and Second Centuries BCE: The<br />
Jewish Case”, 357-364; “Hellenistic Writers of the Second Century BCE on the Hiram-Solomon<br />
Relationship”, 379-393.<br />
63<br />
O. Andrei, “The 430 Years of Ex. 12:40, from Demetrius to Julius Africanus: A Study in Jewish<br />
and Christian Chronography”, Henoch 18 (1996): 9-67.<br />
64<br />
L. L. Grabbe, “The End of the World in Early Jewish and Christian Calculations”, Revue de<br />
Qumran 41 (1982): 107-108; “Chronography in Hellenistic Jewish Historiography”, Society of Biblical<br />
Literature 1979 Seminar Papers 2 (1979): 43-68.<br />
65<br />
B. Z. Wacholder, “Biblical Chronology in the Hellenistic World Chronicles”, Harvard<br />
Theological Review 61/3 (Jul.. 1968): 451-481.<br />
66<br />
J. Assmann, “Antijudaismus oder Antimonotheismus? Hellenistische Exoduserzählungen”, en D.<br />
Borchmeyer ed., Das Judentum im Spiegel Seiner Kulturellen Umwelten: Symposium zu Ehren von Saul<br />
Friedländer (2002): 33-54; J. J. Collins, “Reinventing Exodus: Exegesis and Legend in Hellenistic Egypt”,<br />
en R. A. Argall, B. A. Bow y R. A. Werline eds., For a Later Generation: The Transformation of Tradition<br />
in Israel, Early Judaism, and Early Christianity: Festschrift for George W.E Nickelsburg (2000): 52-62; C.<br />
Aziza, “L'utilisation polémique du récit de l'Exode chez les écrivains alexandrins: IVème siècle aC - Ier<br />
30
y usó una versión griega del texto. Calculó intervalos largos de tiempo como de Adán a<br />
Abraham, de la caída de Samaria a la caída de Jerusalén y de la caída de Jerusalén a su<br />
propia época. Desarrolló un sistema de cronología bíblica, el más antiguo que se conoce<br />
fuera de los libros bíblicos. 67<br />
Eupólemo, que puede ser el mismo que representó a Judas Macabeo en Roma en<br />
160 aC, escribió su cronología bíblica en 158 aC. También calculó intervalos largos de<br />
tiempo incluyendo: de Adán al diluvio, del diluvio a Abraham y de Abraham al éxodo,<br />
pero produjo cifras diferentes de las de Demetrio. Usó una versión griega, y también un<br />
texto hebreo del Antiguo Testamento. 68<br />
Eupólemo conservó una correspondencia entre el rey Salomón y un rey egipcio<br />
llamado Vaphres. Un rey egipcio de este nombre reinó entre 589 y 570 aC, siglos después<br />
de Salomón y es llamado Hofra en Jer. 44: 30. Se ha pensado que la correspondencia sea<br />
ficticia, que Eupólemo se equivocó en calcular la fecha, o que se equivocó en copiar el<br />
nombre del faraón. 69<br />
Artapano relató las historias de Abraham, José y Moisés. Dice que Abraham estuvo<br />
20 años en Egipto, y que enseñó ‘astrología’ a los egipcios. Dice que José fue el<br />
administrador de Egipto que inventó el sistema de linderos y que su padre y sus hermanos<br />
vivieron en Heliópolis y Sais, fueron llamados Ermiuth y construyeron templos en Athos<br />
y Heliópolis. Relata campañas militares que Moisés dirigió durante diez años, y provee<br />
una relación de las contribuciones de Moisés a la cultura egipcia.<br />
siècle dC”, Aufstieg und Niedergang der Römischen Welt 2/20 (1987): 41-65; “Forum: The Use and Abuse<br />
of the Exodus Story”, Jewish History 12/1 (marzo, 1998): 88-136.<br />
67<br />
Finegan, Handbook: 140-143.<br />
68<br />
Ibid., 143-145.<br />
69<br />
Finegan, Handbook: 475-480.<br />
31
Artapano provee nombres para varios personajes. Dice que Abraham trató con el<br />
rey Pharethothes. 70 Fue sucedido por su hijo Palmanothes que maltrató a los judíos y<br />
construyó Kessa y el templo en Heliópolis. 71 Su hija Merris, esposa de Chenephres, rey<br />
de las regiones al sur de Ménfis, adoptó el niño Moisés. 72 Hay elementos folclóricos en el<br />
relato de Artapano, pero puede conservar datos genuinos. Su correlación de las<br />
narraciones bíblicas con la historia de Egipto no es del todo convincente.<br />
El Libro de los jubileos es un libro judío que enfoca los orígenes del pueblo judío. 73<br />
No se sabe quién lo escribió, y las propuestas de fecha varían entre los siglos V a I aC. El<br />
libro fue conocido como el pequeño Génesis, y es paralelo a las narraciones bíblicas. 74 Su<br />
característica distintiva es la estructura cronológica basada en la idea de semanas de años,<br />
o secuencias de siete años. El jubileo es el tiempo requerido para siete semanas, o 49<br />
años. Este concepto contrasta con el concepto más usual que el jubileo fue el año 50, o<br />
año de liberación, al final de siete semanas de años. Cada evento en la historia relatada es<br />
asignado una fecha precisa en el calendario de jubileos, y el resultado es una cronología<br />
completa para el período de Adán a la estadía de Israel en Sinaí. 75<br />
Demetrio, Eupólemo, Artapano y el autor de Jubileos calcularon cronologías<br />
continuas que comenzaron con la creación, y usaron metodologías similares. 76 La<br />
cronología de Demetrio permite evaluar su exégesis y sus cálculos, pero la de Eupólemo<br />
no. Artapano y Jubileos proveen cronologías detalladas para el período de Abraham a<br />
Moisés. Todos estos autores usaron las narraciones del Antiguo Testamento como fuente<br />
70<br />
Gifford, Eusebius: Preparation: 451.<br />
71<br />
Ibid., 462.<br />
72<br />
Ibid., 462-467.<br />
73<br />
Sparks, Jubilees: 1-139.<br />
74<br />
Ibid., 1-10.<br />
32
autoritativa de datos para investigar los orígenes de su pueblo. Ninguna de estas<br />
cronologías se limita a los datos bíblicos de donde parten, y Eupólemo y Artapano<br />
combinaron datos bíblicos con datos egipcios. Todos estos autores produjeron fechas<br />
diferentes, pero no las conectaron con un sistema general de referencia cronológica, ni<br />
elaboraron tal sistema. 77<br />
El esquema de los jubileos es formalmente similar al de las olimpiadas. Ambos<br />
calculan períodos largos a base de registros conservados en documentos antiguos. El<br />
esquema de las olimpiadas ordena las listas de ganadores olímpicos en períodos de cuatro<br />
años, y el esquema de jubileos ordena las narraciones de Génesis en períodos de siete<br />
años. Eratóstenes reconcilió las contradicciones de cronologías locales tradicionales por<br />
medio de su esquema regional. El autor de Jubileos relacionó su esquema con el sistema<br />
cronológico que encontró en Génesis.<br />
Josefo<br />
Josefo fue contemporáneo del apóstol Juan. La conservación de textos completos<br />
de sus obras permite evaluar sus ideas en profundidad, y provee mucha información<br />
cronológica. La traducción inglesa de W. Whiston fue publicada en 1737, y muchas veces<br />
después. 78 Hay también otras ediciones críticas. 79 Una traducción española de Las<br />
guerras de los judíos está disponible en línea. 80 Josefo terminó Las guerras de los judíos<br />
75<br />
Ibid., 3-5.<br />
76<br />
Finegan, “TABLE 61”, Handbook: 145.<br />
77<br />
DiTomasso, “A Note on Demetrius”.<br />
78<br />
W. Whiston, Josephus: The Complete Works (1737); W. S. LaSor ed., The Complete Works of<br />
Josephus (1960); Flavius Josephus, Against Apion, Project Gutenberg, 20 feb. 2007, . Sus otras obras están disponibles en los archivos /2847, /2848 y /2850.<br />
79<br />
H. St. J. Thackeray ed., Josephus, The Life and Against Apion (1926).<br />
80<br />
Flavio Josefo, Las guerras de los judíos, 23 ene. 2007, .<br />
33
en 78 ó 79 dC, y la Arqueologia judaica, conocida también como Antigüedades de los<br />
judíos, en 93 ó 94 dC. 81 El Contra Apionem probablemente fue escrito durante los<br />
primeros años del siglo II dC y conserva fragmentos de obras perdidas de otros autores,<br />
incluyendo extractos de la Aegyptiaca de Manetón. 82<br />
Después de décadas de estudio de la Arqueología judaica, 83 L. Feldman concluyó<br />
que Josefo no fue solamente copista o recopilador, sino que tuvo puntos de vista propios<br />
y consistentes sobre la historiografía, la política, la religión y la cultura. Concluyó<br />
también que Josefo mantuvo estos puntos de vista en forma consecuente a través de todas<br />
sus obras. 84<br />
Feldman observa que Josefo citaba distintas versiones del texto bíblico, y que fue<br />
ecléctico en su uso de autores. Su modelo principal fue Tucídides. Los escritos de Platón<br />
y Sófocles también influyeron en él de manera importante, así como los escritos de<br />
algunos filósofos estoicos y estadistas famosos. 85 W. Whiston hizo un estudio detallado<br />
de la cronología de Josefo, 86 y también C. Milikovsky. 87 M. Ben Zeev examina las citas<br />
de Hecateo y Manetón, y concluye que son confiables, pero que Josefo añadió un “adorno<br />
personal”. 88<br />
81<br />
LaSor, Josephus: ix.<br />
82<br />
Thackeray, “Introduction to Josephus Against Apion”, Tertullian 1926, 17 feb. 2007, .<br />
83<br />
L. H. Feldman, Studies in Josephus’ Rewritten Bible (1998); L. H. Feldman y J. R. Levison eds.,<br />
Josephus’ Contra Apionem: Studies in Its Character and Context with a Latin Concordance to the Portion<br />
Missing in Greek (1996); L. H. Feldman y G. Hata eds., Josephus, the Bible, and History (1989).<br />
84<br />
Feldman, Rewritten Bible: 539.<br />
85<br />
Ibid.<br />
86<br />
W. Whiston, “Dissertation V: Upon the Chronology of Josephus”, LaSor, Josephus: 678-708.<br />
87<br />
C. Milikowsky, “Appendix One: The Chronology of Israel from the Exodus until the Building of<br />
the Temple According to Josephus”, J. L. Kugel ed., Shem in the Tents of Japhet: Essays on the Encounter<br />
of Judaism and Hellenism (2002): 159-197.<br />
88<br />
M. P. Ben Zeev, “The Reliability of Josephus Flavius: The Case of Hecataeus' and Manetho's<br />
Accounts of Jews and Judaism: Fifteen Years of Contemporary Research (1974-1990)”, Journal for the<br />
Study of Judaism in the Persian, Hellenistic and Roman Period 24 (diciembre, 1993): 215-234.<br />
34
Libros I-XI de la Arqueología judaica relatan la historia del pueblo judío a base de<br />
las narraciones del Antiguo Testamento, y añade detalles de Beroso, Nicolaus de<br />
Damasco, Herodoto, Menander, Manetón y Alejandro Polyhistor. 89 Libros XII-XX<br />
completan la historia hasta el inicio de la guerra entre Roma y los judíos. Josefo dice que<br />
su propósito fue relatar en griego lo que dicen los libros sagrados de su pueblo, sin añadir<br />
o quitar nada (Guerras: Prefacio, 3; Arqueologia: X, 10, 6).<br />
Relata los eventos en orden cronológico, dentro de un marco de períodos sucesivos,<br />
desde la creación hasta 66 dC (XX, 11, 2). Cada libro incluye en su título el intervalo de<br />
tiempo pertinente. Hay muchas discrepancias cronológicas a lo largo del texto, tal vez por<br />
culpa de copistas, pero la estructura cronológica es coherente, y es la columna vertebral<br />
de la obra. 90 Libros I-XI contienen la cronología bíblica completa más antigua que se<br />
conoce. Siguiendo autores anteriores, Josefo usó cifras bíblicas para elaborar su sistema<br />
cronológico (I, 15).<br />
El propósito de la Contra Apionem es defender la antigüedad del pueblo judío<br />
(Contra: I, 1). Los argumentos usados son cronológicos. Afirma que los eventos de la<br />
historia griega fueron recientes (I, 2), que las historias se contradecían, que los<br />
historiadores falsificaron sus relatos (I, 3), que no tuvieron registros públicos más<br />
antiguos que el siglo VI aC (I, 4) y que los autores se preocuparon más por escribir con<br />
buen estilo que por establecer la verdad (I, 5). Según Josefo las historias de los egipcios,<br />
babilonios, fenicios y judíos son más confiables que las historias griegas porque fueron<br />
escritas por sacerdotes y profetas (I, 6). Argumenta que la historia judía es más larga,<br />
89 LaSor, “A List of Ancient Testimonies and Records Cited by Josephus”, Josephus: 732.<br />
90 Whiston, “Dissertation V” contiene un análisis extenso de la cronología de Josefo.<br />
35
coherente y autoritativa que las historias griegas y que los judíos están dispuestos a morir<br />
para defender sus libros, pero los griegos no (I, 7-8).<br />
Josefo cita Dius, Menander, Beroso y otros para demostrar que el templo de<br />
Salomón fue construido 143 años antes de la construcción de Cartago (I, 17-18), que fue<br />
destruido en el tiempo de Nabucodonosor y reconstruido en el tiempo de Ciro y Darío (I,<br />
19-21). Otras naciones, y no solamente Israel, recordaron el diluvio, asignaron vidas muy<br />
largas a los primeros hombres y conocieron la historia del templo. Los argumentos son<br />
coherentes y convincentes.<br />
Josefo cita la Aegyptiaca de Manetón que relata la invasión de Egipto por los<br />
hicsos, su gobierno allí durante 511 años, su expulsión y su salida a Judea para construir<br />
Jerusalén (I, 14). Para Josefo este relato demuestra que los antepasados de los judíos<br />
llegaron a Egipto de otro país, y que fueron liberados de Egipto casi mil años antes de la<br />
caída de Troya (I, 16). Examina también lo que dice Manetón de la invasión de Egipto en<br />
el tiempo de Aménofis y Osarsif, objeta la afirmación que el pueblo de Jerusalén<br />
participó en la invasión y rechaza la identificación de Osarsif, el sacerdote rebelde, con<br />
Moisés (I, 26-31).<br />
Una comparación del relato de los hicsos con el relato de los israelitas en Egipto<br />
demuestra que tratan de secuencias de eventos similares pero distintas (I, 14-16 con Gn.<br />
37-50 y Éx.1-15). Los hicsos invadieron Egipto, y tumbaron el gobierno egipcio de<br />
Ménfis, mientras que Israel entró pacíficamente a Egipto a invitación del faraón (I, 14<br />
con Gn. 45: 17-21). Los hicsos gobernaron el norte de Egipto como reyes durante<br />
generaciones, mientras que un solo israelita, José, gobernó Egipto, y nunca fue rey (I, 14;<br />
Gn. 41: 40-44).<br />
36
Los hicsos nunca fueron esclavos y dejaron Egipto cuando llegaron a un acuerdo<br />
con los egipcios, después de resistir un ataque contra su ciudad. Los israelitas sí fueron<br />
esclavos y dejaron Egipto en contra de la voluntad de los egipcios, después de las plagas<br />
y la destrucción del ejército egipcio en el mar (I, 14 con Ex. 1: 8-14 y Ex. caps. 11-15).<br />
Los hicsos fueron a Judea y construyeron Jerusalén para vivir allí, mientras los israelitas<br />
fueron al desierto, llegaron a Judea después de 40 años, y no construyeron en Jerusalén<br />
hasta el tiempo de David, siglos después (I, 14 con Ex. 15: 22 y Dt. 1: 3). Está claro que<br />
los hicsos e israelitas fueron pueblos distintos con historias distintas, y Josefo se equivocó<br />
en identificarlos.<br />
Manetón ubica el rey Aménofis cientos de años después de la salida de los hicsos<br />
de Egipto, y dice que Osarsif fue Moisés (I, 26). Moisés no pudo vivir en ambas épocas,<br />
y Josefo califica el relato de los hicsos como copia fiel de documentos genuinos, pero<br />
califica el relato de Osarsif como ficción mentirosa, sin autor conocido (I, 16).<br />
Josefo calculó o heredó un esquema cronológico para las narraciones bíblicas<br />
similar a los de Demetrio y Eupólemo, pero diferente en detalle. 91 Apela a una cronología<br />
generalmente aceptada para la historia griega, sin mencionar las olimpiadas. 92 Reconoce<br />
la cronología de Beroso para Babilonia, pero no tuvo cronología precisa para el período<br />
persa porque asignó 38 ó 39 años más que su verdadera duración al período. 93 No<br />
cuestiona la cronología egipcia de Manetón, pero le critica por incluir relatos ficticios en<br />
su historia (I, 15-16, 26-31).<br />
91<br />
Finegan, “TABLE 61”, Handbook: 145, y las encabezadas cronológicas de Josefo, Arqueologia<br />
judaica, libros I-IV.<br />
92<br />
Whiston, “Dissertation V”: 35.<br />
93<br />
Ibid., 24.<br />
37
Josefo presupone que los eventos pasados pueden ordenarse cronológicamente a<br />
base de documentos antiguos, que las narraciones del Antiguo Testamento sirven para<br />
conocer la historia del pueblo judío y que la cronología bíblica puede ser sincronizada<br />
con la de otras naciones.<br />
Seder olam<br />
Seder olam es el tratado básico de la cronología rabínica. Su texto está disponible<br />
en la traducción y comentario de H. W. Guggenheimer. 94 Hay información sobre el Seder<br />
olam en el artículo de M. Seligsohn, 95 y la introducción de Ken Johnson a su traducción<br />
inglesa. 96 La obra es un tratado de cronología que comienza con la creación y termina<br />
con la destrucción del templo por los romanos en 70 dC. Se divide en 30 secciones, es<br />
anónima y no se sabe con exactitud cuándo fue escrita. C. Milikovsky lo asigna al siglo I<br />
o II dC, 97 y Johnson le asigna fecha alrededor de 169 dC. 98 Seligsohn demuestra que<br />
hubo varias versiones de la obra antes que llegara a tener su forma final. 99<br />
Johnson señala que el Seder olam no pretende tener autoridad primaria como los<br />
libros bíblicos, el Libro de Jasher y otros que cita, sino que se presenta como comentario<br />
sobre la información bajo consideración. Al tratar un tema se presentan, normalmente,<br />
pasajes pertinentes de las escrituras con comentarios de los rabinos sobre ellos, para<br />
luego formular una opinión. La cronología presentada se conforma a los 390 años más 40<br />
94<br />
H. W. Guggenheimer, Seder Olam, the Rabbinic View of Biblical Chronology: Translated and<br />
with Commentary (1998).<br />
95<br />
M. Seligsohn, “Seder ‘Olam Rabbah”, Jewish Encyclopedia, 2002, 24 feb. 2007, .<br />
96<br />
K. Johnson, “Seder Olam”, 2006, 24 feb. 2007, .<br />
97<br />
C. Milikowsky, “Appendix Two: Seder Olam as a First or Second Century Composition”, en<br />
Kugel, Shem in the Tents of Japhet: 98-200.<br />
98<br />
Johnson, “Seder Olam”: v.<br />
38
años para la monarquía hebrea (Ezequiel 4), las 70 semanas de años (Daniel 9) y la<br />
mención de los cuatro reyes de Persia (Daniel 11). 100<br />
El autor del Seder olam tuvo interés especial en la profecía mesiánica, y<br />
probablemente una motivación polémica relacionada con la enseñanza cristiana. Su<br />
interpretación de profecías del Mesías y el templo ha distorsionado su sistema<br />
cronológico. La anomalía más evidente es la duración corta, un total de solamente 34<br />
años, asignada al Imperio Persa. El dominio persa de Babilonia duró 208 años. 101 El autor<br />
del Seder olam comparte la tradición de contar los años desde la creación, pero no<br />
muestra interés en datos cronológicos extrabíblicos para las regiones donde ocurrieron los<br />
eventos que considera.<br />
Ptolomeo<br />
Claudio Ptolomeo fue un sucesor de Eratóstenes en la biblioteca de Alejandría<br />
durante el siglo II dC. Una biografía de Ptolomeo está disponible en línea. 102 Su obra<br />
maestra, Almagest, fue traducida a inglés por G. J. Toomer. 103 El texto del Canon de<br />
reyes está disponible en Bickerman, 104 la página web de A. Smith 105 y un apéndice de E.<br />
R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings. 106<br />
99 Seligsohn, “Seder ‘Olam Rabbah”.<br />
100 Johnson, “Seder Olam”: vi-x.<br />
101 Seligsohn, “Seder ‘Olam Rabbah”; Bickerman, Chronology: 110.<br />
102 J. O’Connor, E. F. Robertson, “Claudius Ptolemy”, The MacTutor History of Mathematics<br />
Archive, 1999, 21 feb. 2007, . 103 G. J. Toomer, Ptolemy's Amalgest (1984).<br />
104 Bickerman, Chronology: 110.<br />
105 A. Smith, “Ptolemaueus: Astronomical Canon”, Attalus, 2007, 21 feb. 2007, .<br />
106 E. R. Thiele, “Appendix G: The Rulers of Babylon and Persia According to the Canon of<br />
Ptolemy”, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (1965): 216-217.<br />
39
El Canon de reyes usado por Ptolomeo es una lista de reyes babilónicos, persas y<br />
griegas que reinaron en sucesión. Presenta el reinado de cada rey, redondeado al año, y<br />
omitiendo reinados más breves de un año, de tal manera que las cifras reflejan<br />
correctamente el número de años transcurrido. El calendario usado fue el egipcio de 365<br />
días, y se puede relacionar el canon en forma precisa con el calendario actual. El primer<br />
rey del canon, Nabonasar, comenzó a reinar en 747 aC, y el canon termina cuando inicia<br />
el dominio romano de Egipto en 31 aC. 107<br />
Los datos y cálculos astronómicos del Almagest incluyen la descripción de más de<br />
ochenta posiciones solares, lunares y planetarias, observadas o calculadas, y acontecidas<br />
durante el período cubierto por el Canon de reyes. Esta documentación abundante ha<br />
permitido a los astrónomos modernos comparar sus cálculos con los de Ptolomeo. 108<br />
R. R. Newton argumenta que Ptolomeo no observó gran parte de los datos que<br />
reporta, sino que los inventó. 109 Esta versión extrema de una posición compartida por<br />
varios astrónomos que criticaron los datos de Ptolomeo ha sido respondida en forma<br />
convincente. 110 L. Depuydt confirma la confiabilidad de la sección babilónica del canon<br />
en su estudio de documentos cuneiformes pertinentes. 111 El estudio de G. Grasshof del<br />
catálogo de estrellas de Ptolomeo evalúa las acusaciones de Newton, concluye que<br />
exagera y que las fechas del canon son confiables. 112<br />
107<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 43-45, 216-217; Bickerman, Chronology: 110-111, 129.<br />
108<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 44.<br />
109<br />
R. R. Newton, The Crime of Claudius Ptolemy (1977).<br />
110<br />
C. O. Jonsson, “Professor Robert R. Newton and The Crime of Claudius Ptolemy”, 2000, 22 ene.<br />
2007, .<br />
111<br />
L. Depuydt, “More Valuable than All Gold: Ptolemy's Royal Canon and Babylonian<br />
Chronology”, Journal of Cuneiform Studies 47 (1995): 97-117.<br />
112<br />
G. Grasshoff, The History of Ptolemy's Star Catalogue (1990).<br />
40
Existen errores en las cifras de Ptolomeo, y no corresponden con cálculos<br />
modernos más precisos. Sin embargo, los eclipses ocurrieron en los años que les asignó,<br />
el Canon de reyes es correcto al año y sus fechas son comprobadas por la astronomía y<br />
documentos antiguos. El canon provee una estructura cronológica más precisa que las<br />
olimpiadas o las listas de reyes de Manetón y Beroso. Su limitación principal es que no se<br />
extiende más allá del año 747 aC.<br />
Los cálculos de Ptolomeo, hechas algunas décadas después de los de Josefo,<br />
presuponen que hay un tiempo universal que avanza siempre y que se puede medir por<br />
los movimientos del sol y la luna. Una presuposición similar está implícita en todo<br />
calendario solar o lunar, pero Ptolomeo tomó un paso más en coordinar explícitamente<br />
las fechas de los eventos astronómicos con los datos cronológicos de los reyes.<br />
Del siglo III al siglo V<br />
A partir del siglo III dC se conocen sistemas cronológicos que combinan<br />
explícitamente la idea de contar años desde la creación, o desde Abraham, con otros<br />
sistemas para construir una cronología general para la historia de la humanidad. Eusebio<br />
deja ver, en su referencia despectiva a las opiniones de Papías, que muchos de los<br />
primeros cristianos creyeron que Cristo volvería para reinar por mil años. 113 Algunos<br />
conectaron la idea del milenio futuro con los milenios de la historia transcurridos desde la<br />
creación, la profecía de las 70 semanas (Dn. 9: 24-27) y conceptos como los siete días de<br />
la creación (Génesis 1-2) y la idea que un día para Dios es como mil años (2 P. 3: 8) en<br />
113 Eusebius, The History of the Church (1965): III, 39.<br />
41
un concepto a veces llamada la semana cósmica. 114 En las siguientes secciones se tratan<br />
los sistemas de referencia cronológica de Julio el Africano y Eusebio de Cesarea.<br />
Julio el Africano<br />
Julio el Africano vivió en los siglos II y III dC. Según H. Sivan, fue un intelectual<br />
itinerante que nació en Aelia-Jerusalén y vivió en Palestina. Viajó a la corte de Edessa en<br />
Mesopotamia y a Roma, donde gestionó el estatus de polis para Emesa-Emaús. 115 Su<br />
obra cronológica, la Cronografia, fue escrita en el siglo III dC y se ha perdido, pero<br />
fragmentos fueron conservados por Eusebio y Sincelo. Fueron editados por M. J.<br />
Routh, 116 y recientemente en forma más completa por M. Walraff. 117 J. Finegan provee<br />
una breve bibliografía de estudios antiguos y un análisis. 118 <strong>Recursos</strong> en línea incluyen<br />
artículos de enciclopedia, 119 y una traducción inglesa. 120 Una colección reciente de<br />
estudios sobre Julio y las crónicas cristianas de la historia universal incluye artículos<br />
pertinentes de W. Adler, R. W. Burgess, A. Mosshammer y U. Roberto. 121<br />
114<br />
Justin Martyr, Dialogue with Trypho: 7-8; Irenaeus, Adversus haereses: V, 28, 3; D. R.<br />
Anderson, The Soteriological Impact of Augustines Change from Premillenialism to Amilenialism, Part<br />
One: 25, 2002, 4 ago. 2008, .<br />
115<br />
H. Sivan, “Reseña de Martin Wallraff, “Iulius Africanus: Chronographiae. The Extant<br />
Fragments””, Bryn Mawr Classical Review 43, abril 2008, 2 jul. 2008, .<br />
116<br />
M. J. Routh, Reliquiae sacrae (1846): 238-309, 357-509.<br />
117<br />
M. Wallraff ed., Iulius Africanus: Chronographiae. The Extant Fragments (2007).<br />
118<br />
Finegan, Handbook: 154.<br />
119<br />
A. Fortescue, “Julius Africanus”, Catholic Encyclopedia, 1910, 23 feb. 2007, . R. I. Bradshaw, “Sextus Julius Africanus”, .<br />
120<br />
Sextus Julius Africanus, “The Extant Fragments of the Five Books of the Chronography of Julius<br />
Africanus”, Tomo 6 de Ante-Nicene Fathers, Christian Classics Ethereal Library, 23 feb. 2007, .<br />
121<br />
W. Adler, “Eusebius’ Critique of Africanus”, en Wallraff, Iulius Africanus (2006): 147-160; R.<br />
W. Burgess, “Apologetic and Chronography: The Antecedents of Julius Africanus”, en Wallraff: 17-42; A.<br />
Mosshammer, “The Christian Era of Julius Africanus with an Excursus on Olympiad Chronology”, en<br />
Wallraff: 83-112; U. Roberto, “Julius Africanus und die Tradition der hellenistische Universalgeschichte”,<br />
en Wallraff: 3-16.<br />
42
Siguiendo los cronólogos judíos, Julio comenzó su cronología con la creación de<br />
Adán. La base de su sistema son los datos cronológicos de las narraciones bíblicas. 122<br />
Conoció las edades elevadas asignadas por autores antiguos a los primeros gobernantes<br />
de sus naciones, y también la explicación de Diodoro que las cifras grandes fueron<br />
calculadas a base de “años” lunares, o estacionales, interpretados erróneamente como<br />
años solares. Julio rechaza la explicación, y dice que los reportes de edades y reinados<br />
larguísimos en relatos tempranos son falsos, porque el período desde la creación hasta el<br />
nacimiento de Cristo duró 5,500 años según los datos de la LXX (Fragments I).<br />
Africano buscaba explicaciones racionales para los textos difíciles. Explica Génesis<br />
6:3 “...serán sus días 120 años” como advertencia que faltaban cien años para el inicio del<br />
diluvio, y dirigida a una generación de 20 años de edad. Especuló que la suma de los 100<br />
más los 20 da los 120 años del texto (Fragments II). Calculó que pasaron 3,563 años<br />
entre Adán y la muerte de José (Fragments XI).<br />
Estructuró la lista de los reyes egipcios de Manetón en 31 dinastías. Fue conservada<br />
por Sincelo, y cubre el período entre el diluvio y Alejandro Magno. 123 Africano calculó<br />
que Moisés era contemporáneo de Amosis, primer rey de d.XVIII, que gobernó en el<br />
tiempo de las plagas y el éxodo. En apoyo cita a Apión y Herodoto (Fragments XIII, 6).<br />
Calculó que Ogygus, primer rey de Tebas, también fue contemporáneo de Moisés.<br />
Observa que algunos decían que Ogygus nunca existió, pero no duda de la existencia de<br />
Moisés y calcula que hubo 1,235 años entre él y Ciro de Persia (Fragments XII). La<br />
contemporaneidad de Moisés, Amosis y Ogygus no es un sincronismo apoyado por<br />
122 Africanus, Fragments: I. Finegan, Handbook: 154-160.<br />
123 Waddell, Manetho: 27-185.<br />
43
documentos, sino solamente el resultado de cálculos basados en datos de Egipto, Grecia e<br />
Israel.<br />
Africano explica que la única base confiable para la cronología griega es la<br />
secuencia de olimpiadas, y que antes de la primera olimpiada todo es incierto y confuso<br />
en la historia griega (Fragments XIII, 1). Calcula que la primera olimpiada fue en el<br />
tiempo de Jotam y Acaz, reyes de Judá, lo que fue también el tiempo de Petubates, primer<br />
rey de d.XXIII de Egipto. 124 El dato que le permite sincronizar la cronología bíblica con<br />
la secuencia de las olimpiadas es la información dada por Diodoro, Alexander Polyhistor<br />
y otros que el rey Ciro de Persia comenzó a reinar en el primer año de la olimpiada Nº 55<br />
(Fragments XIII, 2).<br />
Africano relacionó la cronología bíblica con otras cronologías a través del reporte<br />
de Beroso sobre Nabucodonosor y los datos bíblicos sobre el exilio (Fragments XIII, 2),<br />
el reporte bíblico que Necao II de d.XXVI tomó preso a Joacaz (2 R. 23:31-35) y el<br />
reporte bíblico que el remanente de los judíos huyó a Uafris, de XXVI (llamado Hofra en<br />
Jer. 44:30). Pensaba que las setenta semanas de años (Daniel 9) comenzaron en el tiempo<br />
de Artajerjes y terminaron con la muerte de Cristo (Fragments XVI).<br />
De estos datos se concluye que las ideas cronológicas de Africano tienen mucho en<br />
común con las de Josefo, un siglo y medio antes. Josefo comparó la cronología bíblica<br />
con cronologías regionales para Fenicia, Egipto y Babilonia, pero Africano formula una<br />
cronología general para la historia antigua, idea implícita ya en el Canon de reyes de<br />
Ptolomeo. Las referencias a reyes de Babilonia, Persia, Egipto, Israel, Judá y Roma en los<br />
relatos bíblicos le permitieron sincronizar la cronología bíblica con la cronología<br />
124 Ibid., 161; Africanus, Fragments: XIV, XV.<br />
44
olímpica para construir una cronología universal que abarca, en principio, todo el tiempo<br />
transcurrido y todos los datos cronológicos del pasado.<br />
Eusebio de Cesarea<br />
Eusebio, obispo de Cesarea, fue uno de los líderes principales de la iglesia cristiana<br />
durante las primeras décadas del siglo IV. Fue amigo del emperador Constantino, tuvo un<br />
rol importante en el Concilio de Nicea y escribió muchas obras. Por la influencia que<br />
ejerció en autores posteriores la Crónica de Eusebio puede describirse como la obra<br />
cronológica más importante de la tradición cristiana temprana. Sus dos libros sobreviven<br />
solamente en traducciones. El primer libro se conoce únicamente en la versión armenia y<br />
la versión más antigua del segundo libro es la versión latina de Jerónimo.<br />
La versión de Eusebio de las dinastías egipcias está incluida en la edición de<br />
Waddell de los fragmentos de la Aegyptiaca de Manetón. 125 Finegan en su Handbook<br />
provee bibliografía para el trabajo cronológico de Eusebio y una discusión de sus<br />
cálculos. 126 El primer libro de la Crónica está disponible, en traducción inglesa, en la<br />
página web de A. Smith, 127 y la traducción alemana de J. Karst está disponible en la<br />
página web de R. Pearse. 128 El segundo libro está disponible en traducción inglesa en la<br />
125<br />
Waddell, Manetho.<br />
126<br />
Finegan, Handbook: 160-192.<br />
127<br />
A. Smith, Eusebius: Chronicle, 2007, 24 ene. 2007, .<br />
128<br />
J. Karst, Eusebius: Chronicle, 1911, 24 ene. 2007, .<br />
45
página web de Pearse. 129 Otros recursos en línea incluyen los artículos “Eusebio de<br />
Cesarea” 130 y “Chronicle of Eusebius”. 131<br />
Estudios recientes de la Crónica incluyen los de R. W. Burgess 132 y C. Kelly. 133<br />
Estudios más antiguos incluyen los de W. Adler, 134 B. Croke 135 y A. A. Mosshammer. 136<br />
Otro estudio de Adler enfoca la labor cronológica de Panodoro, crítico contemporáneo de<br />
Eusebio. 137<br />
Kelly opina que el segundo libro de la Crónica de Eusebio representa una<br />
revolución en la manera de conceptuar y visualizar el pasado. Aunque tuvo antecedentes<br />
en obras de Africano y otros, Eusebio fue el primer historiador que construyó tablas<br />
sincrónicas que mostraban simultáneamente eventos históricos notables y una cronología<br />
comparada de distintas naciones. 138 La descripción y análisis de la Crónica que sigue se<br />
basan en las traducciones inglesas. 139<br />
129 R. Pearse, Jerome: Chronicle, 2005, 2 mar. 2007, .<br />
130 “Eusebio de Cesarea”, Wikipedia, febrero 2007, 2 mar. 2007, .<br />
131 F. J. Bacchus, “Chronicle of Eusebius”, Catholic Encyclopedia, 1909, 2 mar. 2007, .<br />
132 R. W. Burgess, “A Chronological Prolegomenon to Reconstructing Eusebius’ Chronici canones:<br />
The Evidence of Ps-Dionysius - the Zuqnin Chronicle”, Journal of the Canadian Society for Syriac Studies<br />
6 (2006): 29-38; “Jerome Explained: An Introduction to his “Chronicle” and a Guide to its Use”, Ancient<br />
History Bulletin 16 (2002): 1-32; “The Dates and Editions of Eusebius’ Chronici canones and Historia<br />
ecclesiastica”, Journal of Theological Studies NS 48 (1997): 471-504.<br />
133 C. Kelly, “Eusebius' Chronological Tables and the Invention of Christian History in Late<br />
Antiquity”, American Philological Association Annual Meeting 2005, 24 ene. 2007, .<br />
134 W. Adler, “Eusebius’ Chronicle and Its Legacy”, en H. W. Attridge y G. Hata, Eusebius,<br />
Christianity and Judaism (1992): 467-491.<br />
135 B. Croke, “The Originality of Eusebius' Chronicle”, American Journal of Philology 103 (1982):<br />
195-200.<br />
136 A. A. Mosshammer, The Chronicle of Eusebius and Greek Chronografic Tradition (1979).<br />
137 W. Adler, “Berossus, Manetho, and 1 Enoch in the World Chronicle of Panodorus”, Harvard<br />
Theological Review 76/4 (octubre 1983): 419-442.<br />
138 Kelly, Chronological Tables.<br />
139 Traducciones inglesas en línea de Smith y Pearse ya citadas.<br />
46
En su prefacio Eusebio explica que su primer libro presenta listas de reyes, nación<br />
por nación, y que lo escribió en preparación para el segundo. Es similar a la obra de<br />
Africano. El segundo libro presenta, en forma de dos tablas, la historia del pueblo de Dios<br />
contra el trasfondo de la historia de las naciones. La historia se presenta en cuatro épocas<br />
secuenciales: del nacimiento de Abraham al éxodo, del éxodo a la construcción del<br />
templo, de aquí a la reconstrucción del templo, y de aquí a la venida de Cristo. Tomó sus<br />
datos bíblicos de la LXX por ser la traducción más antigua y la versión heredada de los<br />
apóstoles (Cronica: I, 95). La columna vertebral de su cronología es la secuencia de las<br />
olimpiadas que provee continuidad entre las dos tablas.<br />
Jerónimo, en el prefacio a su traducción latina, dice que no modificó lo escrito por<br />
Eusebio para el período entre Abraham y la caída de Troya. A partir de esta fecha añadió<br />
referencias a la historia de Roma, y continuó la crónica por medio siglo más. Eusebio<br />
consideró su obra terminada al llegar a 326 dC, pero Jerónimo la adoptó, modificó y<br />
continuó. Mientras que Eusebio enfocó la historia del pueblo de Dios contra el trasfondo<br />
de la historia universal, Jerónimo enfocó la historia de la iglesia contra el trasfondo de la<br />
historia de Roma.<br />
Las tablas del segundo libro de la Crónica ocupan 332 páginas en la traducción de<br />
Pearse. La versión electrónica conserva la apariencia del manuscrito de Jerónimo,<br />
incluyendo los colores usados. Cada línea de las tablas representa un año de tiempo<br />
transcurrido. El lector ve columnas de números en los márgenes y un espacio central con<br />
párrafos breves de texto. Cada línea tiene entre uno y nueve números, acompañados<br />
frecuentemente, pero no siempre, por un texto. Los números siguen en secuencia de línea<br />
en línea contando los años de reinado de los reyes y formando columnas verticales.<br />
47
Los colores negro y rojo distinguen claramente entre columnas adyacentes, y nunca<br />
aparecen más de tres columnas juntas. Los textos en la parte central señalan eventos y<br />
personajes de interés especial. Para eventos de gran importancia se dedican varias líneas a<br />
las explicaciones y las secuencias de números se interrumpen. Después de la interrupción<br />
se vuelve al patrón de una línea por año. Este diseño permitió la inserción de comentarios<br />
amplios en fechas clave sin tener que acomodarlos a espacios demasiado reducidos.<br />
Las páginas fueron cocidas en forma de codex. 140 La primera tabla presenta la<br />
información para cada año usando las dos páginas visibles al abrirse el libro. Cubre el<br />
período del nacimiento de Abraham al inicio de la reconstrucción del templo en 520 aC.<br />
La segunda tabla es más compacta, presenta la información para cada año en una sola<br />
página y cubre el período entre 520 aC y 326 dC.<br />
La última línea de la primera tabla representa el inicio de la reconstrucción del<br />
templo en el segundo año de Darío rey de Persia, en la olimpiada Nº 65. Eusebio ubica<br />
este evento en el año equivalente a 520 aC, al igual que la cronología comúnmente<br />
aceptada hoy. Cita Zacarías 1: 12 y Clemente de Alejandría en apoyo de su opinión que<br />
los setenta años del cautiverio terminaron en este año.<br />
La primera línea de la segunda tabla representa también el segundo año de Darío.<br />
El cambio de presentación, de usar dos hojas a usar una, y la repetición del año 520 aC,<br />
destacan la importancia de esta fecha. Una nota marginal en letra pequeña al final de la<br />
primera tabla dice que el año aparece dos veces para compensar por los siete meses de<br />
gobierno de los Magi. La nota explica la duplicación del año pero no explica el cambio<br />
de presentación, y parece que no es de Eusebio.<br />
140 Kelly, Chronological Tables.<br />
48
El sistema cronológico de la segunda tabla es prácticamente idéntico a la<br />
cronología generalmente aceptada hoy, con la excepción de algunos detalles. A partir de<br />
la segunda página, que comienza con el año equivalente a 512 aC, las olimpiadas son<br />
acompañadas por los cónsules romanos. Los nombres no se registran pero el título<br />
“cónsules” aparece en las encabezadas, y parece que Eusebio usó la lista de los cónsules<br />
romanos para controlar la cronología de toda la segunda tabla, entre 512 aC y 326 dC.<br />
Bickerman provee una lista continua de los cónsules a partir de 509 aC. 141<br />
Las fechas que Eusebio presenta para los reyes persas no coinciden con las fechas<br />
del Canon de reyes de Ptolomeo, pero la duración del período entre el segundo año de<br />
Darío y la muerte de Alejandro es la misma en las cronologías de Eusebio y Ptolomeo.<br />
Los reyes de Babilonia del canon no aparecen en la tabla de Eusebio, y se puede concluir<br />
que no lo conoció.<br />
La cronología de la primera tabla de Eusebio es menos sólida. Aquí intentó<br />
coordinar la cronología de los reyes de Israel con la de otras naciones a través de<br />
sincronismos calculados, incluyendo los siguientes:<br />
1. De acuerdo al Africano, Ciro mandó a reconstruir el templo (2 Cr. 36: 22-23 y<br />
Esd. 1: 1- 2: 70) en el primer año de la olimpiada Nº 55, año equivalente a 560 aC, 22<br />
años antes de la fecha aceptada hoy para el inicio del reinado de Ciro. 142<br />
2. De acuerdo a Clemente de Alejandría se ubica la destrucción del templo por<br />
Nabucodonosor en la olimpiada Nº 47, año equivalente a 590 aC, tres o cuatro años antes<br />
de la fecha hoy aceptada para este evento. 143<br />
141<br />
Bickerman, Chronology: 140-162.<br />
142<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 216.<br />
143<br />
Ibid., 205.<br />
49
3. Se ubica la muerte de Josías de Judá a manos del faraón Necao (2 R. 23: 29) en<br />
el año equivalente a 614 aC, cinco años antes de la fecha aceptada hoy. 144<br />
4. Se ubica la caída de Samaria en el año equivalente a 747 aC, 25 o 26 años antes<br />
de la fecha aceptada hoy, y se ubica la invasión de Israel por Tiglat-Pileser en el año<br />
equivalente a 775 aC, más de 40 años antes de la fecha aceptada hoy. 145<br />
5. De acuerdo al Africano la primera olimpiada fue en el año equivalente a 775 aC<br />
cuando Joatham reinaba en Jerusalén. Si se refiere a Jotam (2 R. 15: 32-38), es entre 25 y<br />
44 años antes de la fecha aceptada hoy para este rey. 146 Si el sincronismo es válido se<br />
podría tal vez usarlo para corregir la cronología de las primeras olimpiadas, que no tiene<br />
sustento antes del siglo VI aC.<br />
6. Se ubica el saqueo del templo de Jerusalén por Susacin rey de Egipto (llamado<br />
Sisac en 1 R. 14: 25-26 y 2 Cr. 12: 9) en el año equivalente a 989 aC, año 16 de Smendis,<br />
primer rey de d.XXI de Egipto, 63/64 años antes de la fecha aceptada hoy. Muchos<br />
autores, incluyendo Thiele, identifican Sisac con Shoshenq I, primer rey de d.XXII. 147<br />
7. Se ubica la captura de Troya por los griegos en el año equivalente a 1182 aC, al<br />
final del reinado de Thuoris, último rey de d.XIX y al inicio del reinado del primer rey de<br />
d.XX.<br />
8. Se ubica el éxodo de los hebreos de Egipto en el año equivalente a 1511 aC al<br />
final del reinado de Chenchres y el inicio del reinado de Acherres de d.XVIII. Africano<br />
calculó que Ogygus y Amosis eran contemporáneos de Moisés, pero Eusebio los ubica<br />
mucho antes.<br />
144 Ibid.<br />
145 Ibid., 130-131.<br />
146 Ibid., 205.<br />
50
Eusebio conoció una larga lista de nombres de reyes de Asiria con la duración de<br />
sus reinados, pero no la pudo conectar con otras cronologías. La única información<br />
adicional que provee sobre Asiria viene de las historias populares de Ninus, Semiramis y<br />
Sardanapalus. Los datos comentados en los párrafos anteriores demuestran claramente<br />
que Eusebio no conoció sincronismos sólidos entre las cronologías regionales durante el<br />
período cubierto por su primera tabla, es decir antes de 520 aC.<br />
Del siglo VI al siglo XV<br />
La Crónica de Eusebio tuvo una difusión amplia y fue copiada y extendida por<br />
varios cronistas posteriores. Un siglo después Agustín escribió su gran comparación entre<br />
el pueblo de Dios y la Roma pagana, Ciudad de Dios. 148 Desde el punto de vista del<br />
estudio cronológico la obra de Agustín puede verse como aplicación apologética<br />
extendida de la Cronica de Eusebio. Durante muchos siglos no hubo más avances<br />
sustanciales en la creación de un sistema general de referencia cronológica para las<br />
naciones antiguas y la Crónica llegó a ser la pieza central de un consenso cronológico de<br />
referencia para la historia antigua. En esta sección se enfocan las obras de dos cronólogos<br />
del período medieval, el cristiano bizantino Jorge Sincelo y el musulmán oriental Al-<br />
Biruni. Ambos autores conocieron y extrajeron información de la Crónica.<br />
Jorge Sincelo<br />
El monje Georgius fue el syncellus, o asistente, del patriarca de Constantinopla<br />
entre 784 y 806 dC. Como muchos otros autores bizantinos Sincelo escribió una crónica<br />
de la historia universal, en la tradición de Africano y Eusebio, llamada la Cronografía.<br />
147 Thiele, Mysterious Numbers: 55.<br />
51
<strong>Recursos</strong> para su estudio incluyen la edición crítica de A. Mosshammer 149 y la traducción<br />
inglesa de W. Adler y P. Tuffin que es la primera versión de la obra en un idioma<br />
moderno. 150 Los datos que provee la Cronografía para los reyes egipcios son presentados<br />
por Waddell, con traducción inglesa, en su edición de Manetón. 151 Adler analiza el medio<br />
milenio de estudios cronológicos que culminó con la Cronografía. 152 <strong>Recursos</strong><br />
pertinentes en línea incluyen una reseña crítica de D. J. Thornton de la traducción de<br />
Adler y Tuffin, 153 y artículos de enciclopedia. 154<br />
El plan de Sincelo fue presentar su cronología en dos partes: de Adán hasta el inicio<br />
del reinado de Diocleciano en 284 dC, y de esta fecha hasta su propio tiempo, alrededor<br />
de 800 dC. Murió antes de terminar la obra y su amigo Teófanes la concluyó. Thornton<br />
señala algunas características que distinguen esta obra de otras similares, incluyendo una<br />
preocupación marcada por reconciliar fechas bíblicas con las de otras cronologías y un<br />
hábito de citar muchos autores, especialmente de la tradición alejandrina. 155<br />
En cuanto a la estructura de su sistema cronológico Sincelo no logró muchos<br />
avances a comparación con las obras de Eusebio y Africano. La Cronografía es<br />
importante para establecer el texto de la Cronica y para conocer los contenidos de la<br />
148 D. Knowles, ed., Augustine: City of God (1972).<br />
149 A. A. Mosshammer ed., Georgius Syncellus: Ecloga Chronographica (1984).<br />
150 W. Adler y P. Tuffin, The Chronography of George Synkellos: A Byzantine Chronicle of<br />
Universal History from the Creation (2002).<br />
151 Waddell, Manetho.<br />
152 W. Adler, Time Immemorial: Archaic History and Its Sources in Christian Chronography from<br />
Julius Africanus to George Syncellus (1989).<br />
153 D. J. Thornton, “Review of William Adler, Paul Tuffin, ‘The Chronography of George<br />
Synkellos: A Byzantine Chronicle of Universal History from the Creation’” Bryn Mawr Classical Review,<br />
octubre 2004, 8 mar. 2007, .<br />
154 “George Syncellus”, Wikipedia, noviembre 2006, 8 mar. 2007, ; “Georgius Syncellus”, Catholic Encyclopedia, 1909, 8 mar. 2007, .<br />
155 Thornton, “Review of William Adler”.<br />
52
Aegyptiaca de Manetón. Casi la mitad de la edición de Waddell de la Aegyptiaca está<br />
ocupada por extractos de la Cronografía.<br />
Sincelo contribuye a la discusión de la tradición de los sacerdotes egipcios que los<br />
primeros gobernantes reinaron durante cientos de años. La explicación de Diodoro de la<br />
suma errónea de años lunares o estacionales 156 fue rechazada por Eusebio que caracterizó<br />
la tradición de los reinados largos como “mitos necios”. Panodoro criticó la opinión de<br />
Eusebio y ofreció su propia explicación. Sincelo manifiesta su desacuerdo con los<br />
“cálculos novedosos” de Panodoro, y defiende la opinión de Eusebio. 157 La discusión<br />
ilustra la escasez de información disponible, y todos ellos tuvieron que depender de<br />
tradiciones antiguas fragmentarias y sus propios cálculos para llegar a conclusiones.<br />
Sincelo enfrenta el problema de reconciliar la cronología bíblica con las<br />
cronologías regionales, y el hecho que distintos autores presentaron distintas opciones.<br />
Decidió presentar las opiniones de dos de los cronólogos más famosos, Africano y<br />
Eusebio. 158 Las escasas correlaciones entre la cronología bíblica y la egipcia establecidas<br />
por ellos se comentan a continuación.<br />
Eusebio dice que José fue nombrado rey de Egipto en el tiempo de los reyes hicsos<br />
de d.XVII. 159 Según Africano Moisés salió de Egipto en el tiempo de Amos, primer rey<br />
de d.XVIII, pero Sincelo calculó que Moisés fue todavía joven en ese tiempo. 160 Eusebio<br />
calculó que el éxodo fue en el tiempo de Achencherses, noveno rey de la dinastía. 161 A<br />
partir de la destrucción del templo Eusebio y Africano no muestran discrepancias y<br />
156 Oldfather, Diodoro: Bibliotheca Historia: I, 26.<br />
157 Waddell, Manetho: 11-17.<br />
158 Ibid., 25.<br />
159 Ibid., 48.<br />
160 Ibid., 111.<br />
53
eportan dos sincronismos. El primero: Necao, o Nechau, el quinto rey de d.XXVI, mató<br />
a Josías (2 R. 23: 29) y tomó preso a Joacaz (2 R. 23: 33). El segundo: Hofra, o Uaphris,<br />
el séptimo rey de d.XXVI, gobernaba cuando el remanente de los judíos huyó a Egipto<br />
después de la caída de Jerusalén (Jer. 44: 30). 162<br />
Sincelo sincroniza también la lista de reyes del Libro de Sothis, que consideró parte<br />
de la obra de Manetón, con la cronología bíblica. Se reporta que Abraham fue a Egipto en<br />
el tiempo de Ramessameno (reinado 19 años), 163 que José fue a Egipto en el año 3, y fue<br />
nombrado señor de Egipto en el año 17, de Aphophis (reinado 61 años) 164 y que<br />
Susakeim (reinado 34 años) invadió Judá con un ejército de libios, etíopes y<br />
troglodites. 165<br />
Es difícil ubicar Ramessameno y Susakeim en las listas dinásticas, ya que el Libro<br />
de Sothis no utiliza el esquema de dinastías, detalle que podría usarse para defender su<br />
antigüedad y genuinidad. Aphophis debe ser un rey hicsos de d.XVII. Susakeim es el<br />
último de una serie que aparece entre nombres de d.XVIII y nombres de d.XXI y ocupa el<br />
lugar que corresponde a Smendes, primer rey de d.XXI. Hoy se identifica Susakeim<br />
(Sisac) con Shoshenq, el primer rey de d.XXII.<br />
Desde el punto de vista del desarrollo del sistema de referencia cronológica para la<br />
antigüedad no se percibe mucho cambio entre el tiempo de Eusebio y el tiempo de<br />
Sincelo. La estructura básica del sistema de Sincelo es la de Eusebio. En la obra de<br />
Sincelo hay un intento sistemático de armonizar la cronología bíblica con la cronología<br />
161 Ibid., 115.<br />
162 Waddell, Manetho: 169, 171.<br />
163 Ibid., 237.<br />
164 Ibid., 239.<br />
165 Ibid., 247.<br />
54
egipcia, y coleccionó e intentó sistematizar mucha información de diversas fuentes de tal<br />
manera que el lector puede hacer sus propias comparaciones y sacar conclusiones. A<br />
pesar de sus esfuerzos no pudo sincronizar las dos cronologías. No hizo propuestas<br />
novedosas, pero su obra contribuye a la historia de los estudios cronológicos porque<br />
conserva información valiosa que de otra manera se hubiera perdido.<br />
Al Biruni<br />
Con la excepción del Imperio Bizantino y el sector europeo occidental del Imperio<br />
Romano los centros de la civilización clásica fueron conquistados por los musulmanes, y<br />
las ciudades islámicas se convirtieron en la cuna de una nueva cultura construida sobre<br />
las bases de la civilización conquistada. Mientras el estudio de las letras casi desapareció<br />
en Europa y se estancó en Constantinopla, las letras islámicas florecieron durante los<br />
primeros siglos después de Mahoma.<br />
Las traducciones modernas de la literatura islámica temprana incluyen la primera<br />
obra del historiador, geógrafo, matemático y astrónomo Al Biruni de Uzbequistán. Su<br />
Chronology of the Ancient Nations fue escrita en persa en 1000 dC, y está disponible en<br />
la traducción inglesa de C. E. Sachau. Es una colección de información cronológica<br />
antigua que permite conocer muchas facetas del pensamiento cronológico islámico de la<br />
época. 166 Selecciones de la obra y artículos sobre su autor están disponibles en línea. 167<br />
Estudios recientes de la cronología islámica incluyen el de F. Sezgin. 168<br />
166 C. E. Sachau, The Chronology of Ancient Nations: An English Version of the Arabic Text of the<br />
Athâr-ul-bâkiya of Albîrûnî, or "Vestiges of the past", Collected and Reduced to Writing by the Author in<br />
A.H.390-1, A.D.1000 (1879).<br />
167 R. Pay, “Al Biruni”, Humanistic Texts, 1997-2005, 13 mar. 2007, ; P. Halsall, “Al Biruni (973-1048 CE): The Existing Monuments or Chronology”,<br />
Medieval Sourcebook, agosto 1998, 13 mar. 2007, ;<br />
“Al-Biruni”, Wikipedia, marzo 2007, 14 mar. 2007,
Al Biruni describe los calendarios de varias naciones y épocas, y explica los<br />
sistemas de intercalación que usaron para armonizar el año lunar, el año solar y las<br />
estaciones agrícolas. Describe varias eras incluyendo la de la creación, la del diluvio, la<br />
de Nabonasar y la de Alejandro. No se restringe a temas islámicos sino describe las<br />
discusiones cronológicas de judíos, cristianos y paganos incluyendo las de Agustín y<br />
Africano. Conoció la discusión de las versiones judías, samaritanas y cristianas del<br />
Pentateuco, la discusión de los jubileos judíos y el debate en torno a la interpretación de<br />
las setenta semanas de Daniel. En general demuestra buen conocimiento de la literatura<br />
clásica y cristiana. 169<br />
La base del sistema cronológico de Al Biruni es el calendario islámico que parte de<br />
la huida de Mahoma de Meca a Medina en 622 dC. La segunda mitad de su obra se<br />
dedica a la cronología islámica que se conecta con el Canon de reyes a través de las<br />
crónicas cristianas y es respaldada por observaciones astronómicas.<br />
En los siguientes párrafos se presenta un resumen de algunos temas de los capítulos<br />
II, III y IV de la primera parte de la Chronology. La perspectiva oriental, persa e islámica<br />
de Al Biruni complementa las perspectivas occidentales consideradas hasta aquí. Reporta<br />
que los persas y magos decían que el mundo dura doce mil años, y que Zoroaster opinó, o<br />
calculó, que tres mil de estos años habían pasado hasta su propia época. Añade que<br />
pasaron 258 años entre Zoroaster y Alejandro, y contrasta esta tradición oriental con el<br />
concepto cristiano de Agustín y otros que el mundo dura siete mil años.<br />
Biruni>; J. J. O'Connor y E. F. Robertson, “Abu Arrayhan Muhammad ibn Ahmad al-Biruni”, MacTutor,<br />
noviembre 1999, 14 mar. 2007, . 168 F. Sezgin, Calendars and Chronology in the Islamic World: Texts and Studies 1 (1998).<br />
169 Sacau, Chronology: Tabla de contenidos y la discusión de las eras en capítulo III.<br />
56
Reporta dos variantes de la tradición persa de Gayomarth Gilshah, “su primer<br />
hombre”, y suma los reinados desde él hasta Alejandro, en total 3,354 años. Este cálculo<br />
es similar a los cálculos de cronología bíblica ya mencionados tanto en el método como<br />
en el resultado. Reporta que los árabes antiguos comenzaron sus cronologías con la<br />
construcción del Ka’ba por Abraham e Ismael, y que los griegos, antes de adoptar la era<br />
de Alejandro, contaron los años desde la migración de “Yunan ben Paris” desde Babel<br />
hacia el oeste. Aquí hay ecos de Génesis y la migración de Aeneas, con Babel en lugar de<br />
Troya.<br />
Para Persia, presenta una lista de gobernantes extraída de los mitos, en tres períodos<br />
desde Gayomarth hasta Alejandro. Para Babilonia, dice que el primer rey fue Nimrod y<br />
que los reyes de Babilonia fueron seguidos por reyes de Asiria. Repite la lista de reyes de<br />
Asiria de la Cronica de Eusebio y el Canon de reyes de Ptolomeo. En lugar de<br />
Nabonadios (Nabonido) aparece el nombre “Darío el medo, el primero”. Para Egipto,<br />
presenta la lista de reyes del tercer libro de Manetón, siguiendo mayormente la versión de<br />
Eusebio.<br />
Se puede concluir que Al Biruni conoció la historia antigua a través de las crónicas<br />
cristianas y el Canon de reyes. En comparación con los cronólogos cristianos, excepto<br />
por las tradiciones persas reportadas, no presenta novedades y no logra construir una<br />
cronología de referencia más sólida que la de Eusebio. A diferencia de Eusebio no<br />
articuló su sistema en torno a las olimpiadas, sino en torno al Canon de reyes. De manera<br />
similar a los cronólogos cristianos reportó las tradiciones cronológicas regionales sin<br />
poder integrarlas firmemente.<br />
57
La civilización islámica desarrolló su propia tradición cronológica basada en la<br />
historia de Mahoma, y profundizó los estudios calendarios y astronómicos en forma<br />
distintiva. Para períodos anteriores a Mahoma el Corán no anima a estudiar las naciones<br />
antiguas, ya que no contiene relatos históricos como el Antiguo Testamento. Los<br />
historiadores islámicos medievales no desarrollaron estructuras cronológicas propias para<br />
la historia antigua.<br />
El sistema de referencia cronológica en la época medieval<br />
Durante la época clásica tardía y la época medieval la Crónica de Eusebio fue<br />
copiada, continuada, traducida e imitada estableciéndose como modelo para los estudios<br />
cronológicos del mundo antiguo. La Cronografía de Jorge Sincelo está en esta tradición y<br />
representa el mejor logro de tales estudios. Durante los mil años desde Eusebio hasta el<br />
siguiente período de avance significativo en el estudio del sistema de referencia<br />
cronológica para la antigüedad se seguían usando las cronologías descritas hasta aquí. Se<br />
conoce el trabajo de varios cronistas medievales cuya labor confirmó, consolidó y<br />
perpetuó el consenso cronológico establecido.<br />
M. L. Colish identifica conexiones entre el pensamiento medieval y el pensamiento<br />
moderno y provee trasfondo para el estudio de los cronistas medievales. 170 Un estudio de<br />
J. Leclerq explora los conceptos de tiempo corrientes en la Edad Medieval Temprana. 171<br />
D. Woodward argumenta que el objetivo principal de mapas del mundo en la época<br />
medieval no era la simple representación geográfica sino la comunicación de actitudes<br />
hacia la historia en un contexto geográfico, y propone analizar el desarrollo de los mapas<br />
170 M. L. Colish, Medieval Foundations of the Western Intellectual Tradition: 400-1400 (1997).<br />
58
del mundo de la época en cuatro períodos sucesivos. Según Woodward los mapas de cada<br />
período demuestran características distintivas en cuanto al pensamiento cronológico, y la<br />
cosmovisión expresados. Una periodización similar podría aplicarse al análisis de las<br />
obras cronológicas. 172<br />
Del siglo XV al siglo XVIII<br />
Hubo muchos movimientos intelectuales vigorosos entre los siglos XV y XVIII,<br />
pero no impulsaron mucho el estudio cronológico. Durante el siglo XV renació el interés<br />
en la civilización clásica, se comenzaron a formular nuevas actitudes hacia el pasado y la<br />
civilización europea entró en el proceso de cambios que produjo el mundo moderno.<br />
Iniciativas que abrieron el camino hacia nuevas reflexiones cronológicas incluyeron la<br />
búsqueda, traducción y publicación de documentos antiguos, el estudio de griego y<br />
hebreo, la promoción de la astrología y otras ciencias islámicas y el cuestionamiento de<br />
las autoridades tradicionales en iglesia y estado. 173<br />
Al final del siglo XV y en la primera mitad del siglo XVI, se crearon universidades<br />
y cátedras, y las nuevas ideas se promovían por medio de la imprenta en latín, alemán,<br />
inglés, francés, español e italiano. Los cambios iniciados en muchas esferas de la<br />
sociedad fueron profundos y permanentes. No hay indicaciones dramáticas de nuevas<br />
actitudes hacia la cronología, los cambios fueron pequeños y se establecieron lentamente<br />
a través del período. En las siguientes secciones se mencionan primero algunas<br />
171<br />
J. Leclercq, “Experience and Interpretation of Time in the early Middle Ages”, Studies in<br />
Medieval Culture 5 (1975): 9-19.<br />
172<br />
D. Woodward, “Reality, Symbolism, Time and Space in Medieval World Maps”, Annals of the<br />
Association of American Geographers 75/4 (1985): 510-521.<br />
173<br />
Posibles puntos de entrada al mar de información sobre este período son los artículos de<br />
enciclopedia, por ejemplo: “Renaissance Humanism”, Wikipedia, agosto 2007, 1 set. 2007,<br />
59
contribuciones menores al desarrollo de los sistemas de referencia cronológica y luego se<br />
enfocan los estudios cronológicos de W. Whiston y Sir Isaac Newton.<br />
La formación de nuevas actitudes<br />
Un cambio de nomenclatura adoptado lentamente durante este período es el uso,<br />
por el monje W. Rolevinck, en 1474, de la designación “antes de Cristo” para los años<br />
pre-cristianos. 174 La idea fue adoptada por Petavius, un siglo y medio después, quien la<br />
difundió, y para el final del siglo XVIII estaba en uso general. 175<br />
Los reformadores protestantes asimilaron las nuevas actitudes hacia la literatura<br />
antigua, tuvieron mucho más interés en la patrística y el estudio bíblico que los clérigos<br />
típicos de su época, y asimilaron muchas de las perspectivas históricas de Eusebio y<br />
Agustín. 176 En 1541 Martín Lutero escribió una obra de cronología, Supputatio annorum<br />
mundi, ordenada según un esquema de seis milenios. 177 En iniciar su cronología con la<br />
creación, y en preferir el texto bíblico hebreo al texto griego, Lutero revela que no se<br />
sujetó del todo a los patrones tradicionales.<br />
Lutero demuestra interés especial en la creación del mundo y su fin. Para él, el<br />
cuarto milenio terminó con el concilio de Hechos 15 y la abolición de la ley mosaica. 178<br />
Creía que Satanás fue soltado alrededor del año 1000 dC para convertirse en el anticristo,<br />
es decir en el obispo de Roma, que el sexto y último milenio estaba bien avanzado y que<br />
, y portales como “Renaissance” 1997-2007, 1 set.<br />
2007, .<br />
174<br />
“Year Zero”, Wikipedia, marzo 2007, 16 mar. 2007, .<br />
175<br />
Bickerman, Chronology: 10.<br />
176<br />
J. Calvino, Institución de la Religión Cristiana (1968): 848-909.<br />
177<br />
M. Luther, Supputatio annorum mundi, Tomo 53 de D. Martin Luthers Werke, Kritische<br />
Gesamtausgabe (1883-1966): 1-184.<br />
60
solamente quedaba a los cristianos esperar el retorno de Cristo. 179 Juan Calvino no dedicó<br />
mucha atención a la cronología, pero en su comentario sobre el Pentateuco rechaza la<br />
cronología larga de los egipcios porque dijeron que su historia comenzó seis mil años<br />
antes de la creación del mundo (Institución: I, VIII, 4).<br />
La descripción heliocéntrica del sistema solar de N. Copérnico desafió la<br />
explicación ptolemaica tradicional, y a lo largo impactó en los consensos cronológicos a<br />
través de la cronología astronómica de Sir I. Newton. Copérnico compartió su teoría con<br />
amigos en 1514, y para 1536 sus ideas principales estaban siendo comentadas en muchos<br />
lugares. Su libro fue publicado en 1543, el año de su muerte. 180 Después de su muerte la<br />
teoría se difundió lentamente entre matemáticos y astrónomos hasta su confirmación<br />
contundente por J. Kepler y Galileo. Durante la primera mitad del siglo XVII la teoría de<br />
Copérnico estaba en boca de todos. 181<br />
Los reformadores tuvieron una conexión directa con la publicación de la teoría de<br />
Copérnico a través de G. J. Rheticus, profesor de astronomía y matemática en la<br />
Universidad de Wittenberg. Melancthon lo envió a estudiar con Copérnico en 1539-40.<br />
Rheticus publicó un resumen de la teoría que fue ampliamente difundido y preparó el<br />
camino para la publicación definitiva de 1543. 182<br />
178<br />
J. Barr, “Pre scientific Chronology: The Bible and the Origin of the World”, Proceedings of the<br />
American Philosophical Society 143/3 (setiembre, 1999): 379-387; “Luther and Biblical Chronology”,<br />
Bulletin of the John Rylands University Library 72 (1990): 51–67.<br />
179<br />
C. A. MacKenzie, “The Lutheran Reformers’ Understanding of the Historical Deformation of the<br />
Church” Pieper Lectures, 21 set. 2000, 25 ene. 2007, .<br />
180<br />
“Nicolaus Copernicus”, Wikipedia, 15 mar. 2007, 15 mar. 2007, .<br />
181<br />
N. Copernicus, De Revolutionibus Orbium Coelestium (1543); E. Rosen, “Text of Copernicus,<br />
De Revolutionibus, Book One”, Complete Works, 1978, 15 mar. 2007, .<br />
182<br />
J. J. O’Connor y E. F. Robertson, “Nicolaus Copernicus”, MacTutor, noviembre 2002, 15 mar.<br />
2007, .<br />
61
Lutero y Melancthon rechazaron la nueva teoría porque contradecía su<br />
interpretación de algunos textos bíblicos. Calvino pensaba, con la gran mayoría de sus<br />
contemporáneos, que las ideas de Copérnico iban en contra del orden natural. 183 Para<br />
Calvino los movimientos diarios del sol, la tierra y la luna no son movimientos ciegos de<br />
la naturaleza sino acontecimientos gobernados, cada uno, por una nueva y especial<br />
providencia de Dios (Institución: I, XVI, 2). En evaluar tales actitudes es importante<br />
recordar que no existió evidencia contundente a favor de la nueva astronomía hasta la<br />
publicación de las observaciones telescópicas de Galileo en 1610. 184<br />
El estudio de la cronología llegó a ser la ocupación principal del francés J. J.<br />
Scaliger. En 1579 produjo una edición crítica del Astronomicon de Manilius, astrónomo<br />
del siglo I dC. Los siete tomos de su De emendatione temporum aparecieron en 1583, y<br />
su Thesaurus temporum en 1606. De emendatione temporum originó como la edición de<br />
un texto hebreo, y se le añadieron seis ensayos, un índice analítico y muchas tablas de<br />
datos. 185 Basándose en Sincelo, Scaliger asignó fechas anteriores a la fecha bíblica de la<br />
creación a algunas dinastías egipcias, sin reconciliar los dos cálculos. I. De La Peyrère<br />
propuso una teoría de hombres pre-adámicos para resolver este problema. 186 A. T.<br />
Grafton provee amplios recursos para evaluar el trabajo cronológico de Scaliger. 187<br />
El alemán Sethus Calvisius publicó un sistema cronológico basado en casi 300<br />
eclipses en su Opus Chronologicum de 1603, y propuso una reforma del calendario que<br />
183<br />
J. Hunter, Calvin and Cosmology, marzo 2005, 25 ene. 2007, .<br />
184<br />
I. B. Cohen, The Birth of a New Physics (1985).<br />
185<br />
A. T. Grafton, “Joseph Scaliger and Historical Chronology: The Rise and Fall of a Discipline”,<br />
History and Theory 14/ 2 (mayo 1975): 157-158, 160-162.<br />
186<br />
Grafton, Joseph Scaliger: 170-181.<br />
62
no fue implementada. 188 J. Kepler, el astrónomo luterano que proveyó las primeras<br />
evidencias de apoyo para la teoría de Copérnico, publicó una investigación de la fecha<br />
del nacimiento de Jesús que demostró que nació en 5 aC. El estudio apareció en alemán<br />
en 1613, y en latín el siguiente año. 189 Denis Petau, teólogo jesuita, continuó las<br />
investigaciones de Scaliger y publicó De doctrina temporum en 1627, Tabulae<br />
chronologicae en 1628 y un resumen de sus conclusiones, Rationarium temporum, en<br />
1633. 190<br />
En Inglaterra J. Lightfoot publicó, entre 1642 y 1644, un nuevo cálculo de la fecha<br />
de la creación. 191 En 1650, J. Ussher publicó el primer tomo de su Annales veteris<br />
testamenti a prima mundi origine deducti. El segundo tomo apareció en 1654, y la<br />
traducción inglesa en 1658. Las fechas de la cronología de Ussher crearon un consenso<br />
para la cronología bíblica porque fueron incluidas en el margen de la versión autorizada<br />
de la Biblia durante los siglos XVIII y XIX. Una nueva traducción inglesa de Annales fue<br />
publicada en 2003. 192 Estudios de la cronología de Ussher incluyen los de L. Pierce y J.<br />
Barr. 193<br />
187<br />
A. T. Grafton, Historical Chronology, tomo 2 de Joseph Scaliger: A Study in the History of<br />
Classical Scholarship (1994); “Joseph Justus Scaliger”, Wikipedia, marzo 2007, 15 mar. 2007, .<br />
188<br />
“Sethus Calvisius”, Wikipedia, enero 2007, 15 mar. 2007, .<br />
189<br />
J. Kepler, De Vero Anno quo Aeternus Dei Filius Humanam Naturam in Utero Benedictae<br />
Virginis Mariae Assumpsit (1614); “Johannes Kepler”, Wikipedia, marzo 2007, 15 mar. 2007, .<br />
190<br />
“Denis Petau”, Wikipedia, febrero 2007, 15 mar. 2007, .<br />
191<br />
C. H. Leighton, “John Lightfoot D.D.: Misquotes and Errors”, Grand Lodge of British Columbia<br />
and Yukon, abril 2001, 17 mar. 2007, .<br />
192<br />
J. Ussher, The Annals of the World (2003).<br />
193<br />
L. Pierce, “The Forgotten Archbishop”, Creation 20 (2): 42–43; J. Barr, “Why the World was<br />
created in 4004 BC: Archbishop Ussher and Biblical Chronology”, Bulletin of the John Rylands University<br />
Library 67 (1985): 575–608; “Ussher Chronology”, Wikipedia, marzo 2007, 16 mar. 2007, .<br />
63
El sistema de Ussher sigue el patrón de Eusebio, pero, como Lutero, cuenta los<br />
años desde la creación, y pone cuatro milenios entre la creación y Cristo y prefirió el<br />
texto bíblico hebreo al texto griego. Ussher ubica la división del reino de Roboam en 975<br />
aC, la caída de Samaria en 721 aC y la caída de Jerusalén en 588 aC. 194 La fecha para<br />
Roboam es más de cuatro décadas antes de la fecha aceptada hoy, pero las otras dos<br />
fechas son esencialmente las que se defienden hoy. 195<br />
Ussher presupone que los datos bíblicos permiten calcular una cronología completa<br />
y continua desde Adán hasta el rey Joaquín rey de Judá. Un dato clave es la información<br />
que Joaquín fue liberado, en el año 37 de su exilio, por Evil-Merodac, rey de Babilonia,<br />
en su primer año (2 Reyes 25: 27). El Canon de reyes indica que Evil-Merodac sucedió a<br />
Nabucodonosor en 562 aC, y se establece una relación precisa entre la cronología bíblica<br />
y el Canon. 196 Otros estudios de la época que intentaron, sin éxito, resolver el problema<br />
de la integración de las cronologías regionales antiguas con la cronología bíblica incluyen<br />
los de P. Labbe, 197 W. Beveridge, 198 P. Pezron, 199 N. Fontaine 200 y H. Dodwell. 201<br />
Pezron usó un esquema de seis milenios entre la creación y el nacimiento de Cristo en<br />
vez del esquema usual de cuatro.<br />
194<br />
J. W. Robbins, “Ussher’s Timeline for the Divided Kingdom”, Trinity Review (abril 1999), 25<br />
págs., 17 mar. 2007, .<br />
195<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 206.<br />
196<br />
Ibid., 216.<br />
197<br />
P. Labbe, Concordia sacræ et profanæ chronologiæ annorum 5691 ab orbe condito ad hunc<br />
Christi annum 1638 (1638); Regia Epitome Historiae Sacrae et Profanae (1651); A. J. Maas, “Felipe<br />
Labbe”, Catholic Encyclopedia 1910, 17 mar. 2007, .<br />
198<br />
W. Beveridge, Institutionum chronologicarum libri duo (1669).<br />
199<br />
P. Pezron, L'Antiquité des tems rétablie et défendue contre les juifs y les nouveaux chronologistes<br />
(1687).<br />
200<br />
N. Fontaine, The History of the New Testament ... and ... an Historical Chronology of Such<br />
Matters as are Related in the Canonical Books of the Old and New Testament (1688).<br />
201<br />
H. Dodwell, A Discourse concerning Sanchoniathon's Phoenician History (1681); De veteribus<br />
graecoruna romanorumque cyclis (1701).<br />
64
Sir J. Marsham, en 1672, para resolver el problema de fechas egipcias previas a la<br />
creación, propuso que no todas las dinastías egipcias gobernaron en secuencia, sino que<br />
algunas gobernaron simultáneamente sobre zonas distintas. 202 Mather apeló a la<br />
contemporaneidad de algunas dinastías chinas tempranas en apoyo de esta sugerencia. La<br />
cronología de los jueces que Mather adoptó de Marsham ubicó algunos de los períodos de<br />
opresión dentro de los períodos de gobierno de los jueces. 203<br />
Whiston<br />
William Whiston, colega y sucesor de Sir Isaac Newton en la cátedra de<br />
matemática en la universidad de Cambridge, dedicó mucho tiempo y esfuerzo a los<br />
estudios históricos y, en su primer libro, usó la cronología bíblica como base para<br />
elaborar la historia de la tierra. 204 Otras obras incluyen un intento de armonizar la<br />
astronomía con la revelación bíblica, 205 una cronología del Antiguo Testamento, 206 un<br />
análisis de la cronología de Josefo 207 y seis tomos de anales desde la creación hasta<br />
Constantino. 208<br />
Whiston pensaba que la tierra fue creada por Dios dentro de la cola de un cometa,<br />
que el diluvio fue causado por el cometa observado en 1680-81 y que el infierno se<br />
202<br />
Sir J. Marsham, Chronicus canon aegyptiacus, ebraicus, et graecus, (1672).<br />
203<br />
C. Mather, “Samples: Volume I, 43r – 50v”, Biblia Americana (1693-1728), Georgia State<br />
University, 18 mar. 2007, .<br />
204<br />
W. Whiston, A New Theory of the Earth, From its Original, to the Consummation of all Things.<br />
Wherein the Creation of the World in Six Days, the Universal Deluge, And the General Conflagration, As<br />
laid down in the Holy Scriptures, Are Shewn to be perfectly Agreeable to Reason and Philosophy (1696).<br />
205<br />
W. Whiston, Astronomical Principles of Religion, Natural and Reveal’d (1717).<br />
206<br />
W. Whiston, A Short View of the Chronology of the Old Testament, and of the Harmony of the<br />
Four Evangelists (1702).<br />
207<br />
W. Whiston, “Dissertation V”, LaSor, Complete Works: 678-708.<br />
208<br />
W. Whiston, Sacred History of the Old and New Testament, from the Creation of the World till<br />
the Days of Constantine the Great, reduced into Annals (1745).<br />
65
ubicaba en la superficie de un cometa. 209 Otros estudios indican que rechazó la<br />
cronología de Newton cuando apareció y que su cronología del Antiguo Testamento<br />
cruzó el océano y fue utilizada por Mather. 210<br />
Whiston acomodó sus cálculos de cronología bíblica a los períodos largos<br />
mencionados en el texto, los 430 años entre Jacob y el éxodo (Éx. 12: 40-41), los 480<br />
años entre el éxodo y el templo (I R. 6:1) y los 390 años de Ezequiel (Ez. 4:4-5) que<br />
Whiston interpretó como el intervalo entre la construcción del templo y el cautiverio.<br />
Combinó la cronología bíblica con el Canon de reyes de Ptolomeo para formar un<br />
esquema cronológico general. En el trasfondo está la visión heliocéntrica del universo<br />
que considera la tierra, la luna, el sol, los planetas, los cometas y las estrellas como partes<br />
de un solo sistema de cuerpos materiales que interactúan mutuamente.<br />
Newton<br />
Sir Isaac Newton se dedicó al desarrollo de su sistema cronológico durante<br />
décadas, con la misma energía y persistencia que invirtió en sus demás estudios. Sus<br />
conclusiones principales fueron formuladas antes de 1702. 211 En 1716 presentó a la reina<br />
Carolina un resumen de su cronología del cual se hicieron algunas copias. 212 En 1725<br />
Newton escribió una respuesta a críticos de su Short Chronology que fue publicado sin su<br />
209 R. Jakapi, “William Whiston, The Universal Deluge, and a Terrible Spectacle”, Folklore 31<br />
(diciembre 2005): 7-14, 23 may. 2008, .<br />
210 H. Von Reventlow, “Computing Times, Ages and the Millennium - An Astronomer Defends the<br />
Bible: William Whiston (1667-1752) and Biblical Chronology”, The Bible in Human Society: Essays in<br />
Honour of John Rogerson (1995): 411-421; J. E. Force, William Whiston: Honest Newtonian (1985); M.<br />
Farrell, William Whiston (1981); “William Whiston”, Wikipedia, febrero 2007, 19 mar. 2007,<br />
; Mather, Samples: I, 43r – 50v.<br />
211 Sir I. Newton, “The Original of Monarchies”, 1701-1702, The Newton Project Database, 2005,<br />
21 mar. 2007, .<br />
66
autorización en París. 213 La cronología completa fue publicada en 1728 después de su<br />
muerte. 214 El texto está disponible en línea. 215<br />
La contribución distintiva de Newton al estudio de la cronología antigua fue la<br />
creación de un método para reducir las fechas de la cronología griega temprana basadas<br />
en tradiciones genealógicas. 216 Newton creía que todas las naciones antiguas menos<br />
Israel exageraron su antigüedad, y que las tradiciones griegas estaban llenas de ficciones<br />
poéticas. 217 F. E. Manuel describe su método como un conjunto de tres investigaciones<br />
llevadas durante décadas: la crítica de los cronólogos griegos, las pruebas astronómicas y<br />
la síntesis de datos de documentos antiguos, con preferencia para datos bíblicos. 218<br />
El fenómeno astronómico llamado la precesión de los equinoccios es central para<br />
los cálculos. Al observar el cielo nocturno sistemáticamente se perciben dos rotaciones:<br />
una rotación diurna y una rotación, o precesión, sumamente lenta. Newton usó la<br />
precesión lenta para calcular intervalos largos entre eventos históricos. Los astrónomos<br />
Eudoxo, Hiparco, y Arato, cuyas fechas se fijaron por medio del Canon de reyes,<br />
registraron la posición de las estrellas. Newton comparó sus registros con la posición de<br />
las estrellas que él mismo observó y calculó la velocidad de la precesión lenta. De<br />
evidencias literarias dedujo la posición de las estrellas en el tiempo de la expedición de<br />
212 Sir I. Newton, “An Abstract of Cronology by Sir Isaac Newton”, s. f., The Newton Project<br />
Database, 2005, 19 mar. 2007, .<br />
213 Sir I. Newton, “Newton's 1725 defence of his Short Chronology”, Classified Papers, Vol. XVI,<br />
item 14, 2005, 19 mar. 2007, .<br />
214 Sir I. Newton, The Chronology of Ancient Kingdoms Amended (1728).<br />
215 Sir I. Newton, The Project Gutenberg EBook of The Chronology of Ancient Kingdoms Amended,<br />
EBook 15784, mayo 2005, 25 ene. 2007, .<br />
216 F. E. Manuel, Isaac Newton: Historian (1963): 102.<br />
217 Newton, “Introduction” Short Chronicle.<br />
218 Manuel, Newton: Historian: 48-49.<br />
67
los argonautas y le asignó fecha bajo la suposición que la precesión es de velocidad<br />
constante. 219<br />
Con datos claros como punto de partir los cálculos astronómicos proceden,<br />
aparentemente, sin problemas. Sin embargo, hay dificultades mayores con la deducción<br />
de la posición de las estrellas en el tiempo de los argonautas ya que las tradiciones<br />
griegas pertinentes son fragmentarias, contradictorias y casi nunca mencionan las<br />
posiciones de las estrellas. Las conclusiones de Newton dependieron de muchas<br />
suposiciones y deducciones cuestionables. Calculó que la expedición de los argonautas<br />
ocurrió alrededor de 937 aC. 220 Conformó su esquema cronológico a Herodoto, y pensó<br />
que sus cálculos tuvieron un error máximo de hasta 20 años. 221<br />
L. C. Stecchini señala que Newton presuponía la veracidad de la Biblia, el<br />
mantenimiento estable del orden cósmico por la providencia divina y la importancia de<br />
las profecías bíblicas. Observa que las fechas bíblicas de Newton estaban de acuerdo con<br />
las fechas establecidas por cronólogos anteriores y que uno de sus propósitos fue refutar<br />
la idea novedosa de Whiston que el acercamiento de cometas a la tierra había causado los<br />
catástrofes recordados en diversas tradiciones históricas. 222<br />
Newton estableció una conexión entre las historias de Grecia, Israel y Egipto con la<br />
identificación del Sesostris de Herodoto con Sisac (1 Reyes, 14: 25-28). Calculó que<br />
Sisac invadió Judá en 974 aC, casi medio siglo antes de la fecha aceptada hoy. Ubicó a<br />
Sesostris una generación antes de la expedición de los argonautas en 937 aC, y lo<br />
219 Ibid., 65-66.<br />
220 Ibid., 67-82; Newton, Chronology. La discusión de los argonautas está en el primer capítulo.<br />
221 Newton, “Introducción”, Short Chronicle: párrafo final.<br />
222 L. C. Stecchini, “The Inconstant Heavens: Newton”, A. De Grazia ed., The Velikovsky Affair<br />
(1966): 86-101, 21 mar. 2007, .<br />
68
identificó con Sisac porque ambos fueron reyes de Egipto, hicieron las mismas campañas<br />
y tuvieron nombres similares. Con Marsham, Newton siguió a Josefo en asignar el<br />
nombre de Sesac al rey que Herodoto llama Sesostris (Arqueologia: VIII, X, 2). 223<br />
Newton observó que la época de construir ciudades amuralladas en Palestina<br />
comenzó un poco antes de Josué. Creía que los reyes hicsos fueron cananeos que<br />
invadieron y gobernaron el norte de Egipto después de ser expulsados de Canaán por<br />
Josué. Creía que se aliaron con los filisteos para atacar a Israel en los días de Elí, Samuel<br />
y Saúl, y que el rey que los expulsó unificó Egipto por primera vez.<br />
Desarrolló tres estrategias que representan una contribución original a los estudios<br />
cronológicos. La primera es el estudio de las genealogías griegas con un período<br />
generacional realista de 18-20 años. La segunda es el cálculo de fechas griegas tempranas<br />
con argumentos astronómicos combinadas con la cronología bíblica y el Canon de reyes.<br />
La tercera es la exposición de las implicaciones de identificar Sesostris con Sisac.<br />
Hasta Newton, la base astronómica del sistema de referencia cronológica comenzó<br />
en 747 aC, el inicio del Canon de reyes. Newton la extendió por dos siglos hasta 937 aC,<br />
el viaje de los argonautas. Abandonó las dinastías manetónicas porque pensaba que<br />
Manetón había inflado artificialmente su cronología. Dio preferencia a la información de<br />
Herodoto porque le parecía más antigua, menos adulterada y más confiable.<br />
El estudio cronológico después de Newton<br />
La lista de obras cronológicas estimuladas directamente por los estudios de Newton<br />
es larga e incluye obras de Souciet, 224 Fréret, 225 Bedford, 226 Reid, 227 Squire, 228<br />
223 Las opiniones de Newton presentadas en este y los siguientes párrafos son de la Chronology of<br />
the Ancient Kingdoms Amended (1728). La edición electrónica usada presenta el texto como una sola<br />
69
Celsius, 229 Sykes, 230 Steuart, 231 Musgrave 232 y un defensor anónimo. 233 Durante el siglo<br />
después de la muerte de Newton aparecieron varios estudios cronológicos hechos a base<br />
de la LXX, incluyendo los de Brett, 234 Des Vignolles 235 y Jackson. 236<br />
Se publicaron muchas obras cronológicas en Francia y Gran Bretaña y, hacia el<br />
final del período, en América y Alemania. Se tradujeron obras francesas a inglés, y obras<br />
inglesas a francés. La cronología elaborada por los Benedictinos de St. Maur, en su<br />
tercera edición de 1818-1831, tuvo 38 tomos. 237 La multiplicación de datos y tablas<br />
cronológicas estaba de moda como en la obra de Blair con sus 56 tablas de fechas. 238<br />
J. Priestley, el científico y teólogo que descubrió el oxígeno, inventó la línea de<br />
tiempo. Publicó su Chart of Biography en 1765 y su New Chart of History en 1769. Fue<br />
el primer adelanto significativo en la representación gráfica del tiempo desde el invento<br />
de la tabla comparada por Eusebio. Muchos autores, incluyendo Playfair, adoptaron y<br />
difundieron la nueva técnica. 239<br />
página lo que no permite ubicar las referencias a cada afirmación con número de página.<br />
224 É. Souciet, Recueil des dissertations... contre la chronologie de M. Newton... (1726).<br />
225 N. Fréret, Sir Isaac Newton's Chronology…Some Observations…from…Nicolas Fréret (1728);<br />
Défense de la chronologie…contre le système chronologique de M. Newton (1758).<br />
226 A. Bedford, Animadversions upon Sir Isaac Newton's book (1728).<br />
227 A. Reid, An Abstract of Sir Isaac Newton's Chronology of Ancient Kingdoms (1732).<br />
228 S. Squire, “A Defense of the Ancient Greek Chronology”, Two Essays (1741).<br />
229 A. Celsius, Character chronologicus newtonianus (Tesis, Upsaliae: 1743).<br />
230 A. A. Sykes, An Examination of ... Sir Isaac Newton's Chronology (1744).<br />
231 Sir J. Steuart, Apologie du sentiment de Monsieur le chevalier Newton (1757).<br />
232 S. Musgrave, “An Examination of Sir Isaac Newton's Objections to the Chronology of the<br />
Olympiads”, Two Dissertations (1782).<br />
233 Essays on Chronology: Being a Vindication of the System of Sir I. Newton (1827).<br />
234 T. Brett, A General History...Wherein the Sacred and Profane History is Connected, the<br />
Septuagint and Hebrew Chronology (1732).<br />
235 A. Des Vignolles, Chronologie de l'histoire sainte (1738).<br />
236 J. Jackson, Chronological Antiquities (1752).<br />
237 W. L. R. Cates, “Chronology”, Encyclopaedia Britannica, 1911. 30 ene. 2007, .<br />
238 J. Blair, The Chronology and History of the World (1768).<br />
239 D. Rosenberg, “Joseph Priestley and the Graphic Representation of Modern Time”, Studies in<br />
Eighteenth Century Culture 36/1 (2007): 55-103, 2007, 22 may. 2007,
El sistema de referencia cronológica en el siglo XIX<br />
Durante el siglo XIX los europeos comenzaron a explorar los restos de las<br />
civilizaciones del antiguo Oriente en forma sistemática. La piedra de Rosetta llegó a<br />
Londres en 1802 y su inscripción condujo, dos décadas después, al desciframiento de la<br />
escritura jeroglífica por J. F. Champollion. 240 En las siguientes secciones se bosqueja el<br />
impacto de nuevos descubrimientos en los estudios cronológicos, se enfocan las<br />
propuestas cronológicas que emergieron y se documenta la relegación de la cronología<br />
bíblica a un rol subordinado entre los sistemas cronológicos de referencia.<br />
Nuevos conceptos y descubrimientos<br />
H. Wendt describe las nuevas perspectivas sobre el pasado que emergieron de las<br />
ciencias de geología, paleontología y biología. 241 En 1695 J. Woodward sugirió que el<br />
diluvio de Génesis dio forma a la topografía de la tierra y creó las condiciones que<br />
originaron los fósiles. 242 Durante el siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX se<br />
desarrollaron teorías catastróficas de la historia de la tierra hasta que las teorías<br />
evolucionistas las desplazaron. 243<br />
En 1750 el Conde de Buffon publicó su cálculo que la tierra existió durante 75,000<br />
años, y que la vida pudo haber existido durante 40,000 años. 244 Un siglo después, en<br />
studies_in_eighteenth_century_culture/v036/36.1rosenberg.html>; James Playfair, A System of Chronology<br />
(1784).<br />
240<br />
W. V. Davies, “Decipherment”, Reading the Past: Egyptian Hieroglyphics (1987): 48-50.<br />
241<br />
H. Wendt, Before the Deluge (1970).<br />
242<br />
Ibid., 39-41.<br />
243<br />
Ibid., 145-146.<br />
244<br />
Ibid., 80.<br />
71
1862, William Thomson publicó su cálculo que la tierra tenía entre 20 y 400 millones de<br />
años. 245<br />
Principles of Geology de C. Lyell apareció, en tres tomos, entre 1830 y 1833. Lyell<br />
argumentó que la creencia en la creación y el diluvio, con la confianza en la cronología<br />
bíblica, fueron los obstáculos más grandes en el camino de la ciencia geológica. En las<br />
últimas ediciones Lyell promovía las ideas evolucionistas de C. Darwin, quien las aplicó<br />
a la raza humana en The Descent of Man en 1871. 246<br />
Las nuevas ciencias abandonaron la cronología bíblica como referencia<br />
fundamental, y los argumentos científicos en cuanto a la historia de la tierra, los fósiles,<br />
los estratos de roca, las especies animales y la raza humana requerían mucho más tiempo<br />
que los cálculos de los cronólogos bíblicos contemplaron. Hubo un nuevo interés en la<br />
exploración y la geografía del antiguo Oriente, y el estudio de W. Hales, de 1813,<br />
menciona 15 libros de exploración del siglo XVIII y un número similar de historias de la<br />
antigüedad en inglés y francés. 247<br />
El desciframiento de la escritura jeroglífica fue demostrado por Champollion en<br />
1824, y confirmado fuera de dudas en 1866. 248 El desciframiento de las escrituras<br />
cuneiformes comenzó con G. Grotefend en 1802, y fue confirmado por H. C. Rawlinson<br />
245<br />
“Age of the Earth: Early Calculations”, Wikipedia, abril 2007, 16 abr. 2007, .<br />
246<br />
Wendt, Before the Deluge: 147-149.<br />
247<br />
W. Hales, A New Analysis of Chronology and Geography, History and Prophecy (1813): II, xii;<br />
IV, 401.<br />
248<br />
Davies, “Decipherment”: 47-56; C. H. Gordon, Forgotten Scripts: The Story of Their<br />
Decipherment (1971): 47-48.<br />
72
en 1851. 249 Estos avances permitieron la lectura de inscripciones y documentos no<br />
comprendidas desde la antigüedad y abrieron nuevos campos de investigación.<br />
Para mediados del siglo XIX hubo un flujo constante de objetos excavados hacia<br />
los museos occidentales, y se incluían las novedades en los estudios cronológicos. El<br />
libro de G. H. Wathen de 1843 250 fue uno de los primeros de un género nuevo de libros<br />
que integraban los hallazgos nuevos con la cronología. Durante la segunda mitad del<br />
siglo XIX, y las primeras décadas del siglo XX, se publicaron varios estudios que<br />
impactaron el sistema de referencia cronológica, incluyendo los de R. S. Poole, 251 F. J. B.<br />
Hooper, 252 R. Lepsius, 253 J. Oppert, 254 G. Seyffarth, 255 H. Brugsch, 256 E. Meyer 257 y E.<br />
Forrer. 258<br />
S. Neill describe el impacto de la ilustración alemana en el pensamiento inglés<br />
durante la primera mitad del siglo XIX. La historia de Roma de G. B. Niebuhr fue<br />
traducida a inglés en 1828-1832. Niebuhr demostró que las tradiciones de los primeros<br />
249 C. B. F. Walker, “Decipherment”, Reading the Past: Cuneiform (1987): 48-52; Seton Lloyd,<br />
Foundations in the Dust: The Story of Mesopotamian Exploration (1980): 74-77.<br />
250 G. H. Wathen, Arts, Antiquities, and Chronology of Ancient Egypt: From Observations in 1839<br />
(1843).<br />
251<br />
R. S. Poole, Horae aegyptacae: The Chronology of Ancient Egypt; Discovered from<br />
Astronomical and Hieroglyphic Records upon Its Monuments; Including Many Dates Found in Coeval<br />
Inscriptions from the Period of the Great Pyramid to the Times of the Persians and Illustrations of the<br />
History of the First Nineteen Dynasties, Shewing the Order of their Succession, from the Monuments<br />
(1851).<br />
252<br />
F. J. B. Hooper, Palmoni: An Essay on the Chronographical and Numerical Systems in Use<br />
Among the Ancient Jews; to Which is Added an Appendix, Containing an Examination of the Assyrian,<br />
Egyptian, and Other Ancient Chronographies, etc. (1851).<br />
253<br />
R. Lepsius, Letters from Egypt, Ethiopia, and the Peninsula of Sinai with Extracts from his<br />
Chronology of the Egyptians, with Reference to the Exodus of the Israelites (1853); In Königsbuch der<br />
Alten Ägypter (1858).<br />
254<br />
J. Oppert, Chronologie des assyriens et des babyloniens (1856).<br />
255<br />
G. Seyffarth, Summary of Recent Discoveries in Biblical Chronology, Universal History, and<br />
Biblical Archaeology (1857).<br />
256<br />
H. Brugsch, Materiaux pour servir a la reconstruction du calendrierdes anciens Egyptiens<br />
(1864); A History of Egypt under the Pharaohs Derived Entirely from the Monuments (1881).<br />
257<br />
E. Meyer, Ägyptische Chronologie (1904). Una traducción francesa apareció en 1912.<br />
258<br />
E. Forrer, Zur Chronologie der Neuassyrischen Zeit (1916).<br />
73
siete reyes de Roma fueron mitos y leyendas, y su método crítico pronto fue aplicado a<br />
las narraciones bíblicas. 259<br />
Se debatieron teorías que describieron los supuestos documentos fuente detrás del<br />
Pentateuco. Se consideraba que la estructura cronológica y las genealogías del Pentateuco<br />
pertenecían al material más antiguo hasta que H. K. Graf, en 1865, propuso asignar<br />
ambas al documento más reciente. 260 El análisis de Graf fue adoptado y elaborado por J.<br />
Wellhausen entre 1877 y 1882. 261 Wellhausen ubicó el origen de la estructura<br />
cronológica del Pentateuco en el siglo V aC. 262 Datos cronológicos de origen tan tardío<br />
no podrían seguir teniendo un rol fundamental en las cronologías de las naciones<br />
antiguas.<br />
W. L. R. Cates, en la Encyclopedia Britannica, en 1911, dice que hacía 70 años fue<br />
generalmente aceptada que el mundo fue creado en 4004 aC, pero que ahora se pensaba<br />
que el mundo tenía millones de años de existencia y que el hombre había existido por<br />
muchísimo más tiempo que los cálculos tradicionales indicaban. Según Cates ningún<br />
historiador serio que trabajaba con pautas científicas modernas podría cometer el error de<br />
suponer que las genealogías de Génesis sirven de base para una cronología adecuada de<br />
la historia del mundo. 263 Las nuevas actitudes se convirtieron pronto en una nueva<br />
259<br />
S. Neill, T. Wright, “Challenge to Orthodoxy”, The Interpretation of the New Testament 1861-<br />
1986 (1988): 1-34.<br />
260<br />
H. K. Graf, Die geschichtlichen Bücher des AT: Zwei historisch-kritische Untersuchungen<br />
(1866).<br />
261<br />
J. Wellhausen, “Die Composition des Hexateuchs und der Historischen Bücher des Alten<br />
Testaments”, en Jahrbuch für Deutsche Theologie. (1876-77); Geschichte Israels (1878); Prolegomena zur<br />
Geschichte Israels (1882). Una traducción inglesa de Prolegomena apareció en 1885.<br />
262<br />
R. K. Harrison, Introduction to the Old Testament (1969): 16-24.<br />
263<br />
Cates, “Chronology”: 307.<br />
74
tradición. En la misma enciclopedia, en 1942, el artículo sobre cronología de H. R. Hall<br />
dependía de obras escritas en 1900, 1904 y 1910. 264<br />
La rehabilitación del esquema dinástico<br />
En 1824 Champollion intentó ordenar los fragmentos de la lista de reyes del papiro<br />
de Torino, y dos años después Seyffarth mejoró sus resultados. La lista provee<br />
información de reyes de d.I-VI y XII, y su lectura dirigió la atención al esquema<br />
dinástico. Champollion luego leyó ocho nombres de las listas dinásticas en las<br />
inscripciones. 265 En 1830 Hales reconstruyó la cronología egipcia a base de Herodoto,<br />
Sincelo y un esquema propio de nueve dinastías. 266 Poole, en 1851, rechazó el esquema<br />
de Herodoto porque ubicó los reyes que construyeron las pirámides en un período tardío.<br />
Poole los ubicó cerca del inicio de la historia egipcia, y organizó su obra con el esquema<br />
dinástico derivado de Manetón. 267 Las decisiones señalaron el camino para discusiones<br />
subsiguientes, y el esquema dinástico se convirtió en el marco de referencia fundamental.<br />
Sisac y Shoshenq<br />
En 1828 Champollion hizo su primera y única visita a Egipto, y copió muchas<br />
inscripciones, incluyendo la de la lista de ciudades de Palestina de Shoshenq I, primer rey<br />
de d.XXII, según Africano, Eusebio y Sincelo. Champollion concluyó que la inscripción<br />
se refería a la invasión de Judá por Sisac en el tiempo de Roboam (1 Reyes 14:25-26), y<br />
264<br />
H. R. Hall, “Chronology”, Encyclopedia Britannica (1942). Hall cita obras de E. Meyer de 1904<br />
y 1907, y una obra de Niklin de 1900.<br />
265<br />
Gardiner, Egypt: 47-48.<br />
266<br />
Hales, “Egyptian Chronology”, New Analysis (1830) 400-455.<br />
267<br />
Poole, Horae Aegyptacae; Gardiner, Egypt: 48.<br />
75
se asignó la fecha de Roboam, calculada por los cronólogos bíblicos, a Shoshenq, cuya<br />
fecha hasta entonces fue desconocida. 268<br />
La identidad de Sisac fue discutida desde la antigüedad. Josefo dijo que los hechos<br />
atribuidos por Herodoto a Sesostris fueron los hechos de Sisac, pero que Sisac no fue<br />
Sesostris (Arqueologia: VIII, X, 2-3). Basándose en Manetón, Eusebio calculó que Sisac<br />
fue contemporáneo con Smendes, primer rey de d.XXI. Según Africano y Eusebio,<br />
Sesostris, de d.XII, vivió siglos antes que Sisac. 269 Newton redujo las fechas egipcias<br />
tempranas y, siguiendo a Marsham, concluyó que Sisac sí fue Sesostris. 270 Champollion<br />
rechazó la cronología de Newton, demostró que Sisac fue Shoshenq y creó un nuevo<br />
sincronismo entre d.XXII y la cronología bíblica.<br />
La teoría del ciclo de Sothis<br />
Poole dedicó muchas páginas a la discusión de ciclos de larga duración llamados el<br />
ciclo de Sothis y el ciclo del fénix. Durante las siguientes décadas el ciclo de Sothis<br />
asumió un rol importante en las discusiones de la cronología egipcia. 271 El ciclo es el<br />
tiempo requerido para que determinado día del calendario egipcio de 365 días vuelva a<br />
coincidir con su fecha inicial en el año solar de 365.25 días. Dura alrededor de 1,460 años<br />
ya que la diferencia entre un calendario de 365 días y el año solar es, aproximadamente,<br />
un día en cuatro años. Poole opinaba que las referencias a una nueva era en documentos<br />
del tiempo de Seti I, de d.XIX, señalaron el inicio de un ciclo Sothis, y lo conectó con<br />
268<br />
D. Rohl, A Test of Time: The Bible from Myth to History (1995): 120-128.<br />
269<br />
Waddell, Manetho: 67-73, 149, 161; Pearse, Jerome: Chronicle: 120-121.<br />
270<br />
Newton, Chronology: capítulo 1.<br />
271<br />
Poole, Horae Aegypticae: I.<br />
76
eferencias a la “era de Menophres” y el “gran año” de Teón de Alejandría en el siglo IV<br />
dC. 272<br />
Lepsius, en 1858, sugirió usar las referencias al “levantamiento de Sothis” en textos<br />
egipcios para calcular fechas a base de los siclos Sothis. 273 En 1866 se descubrió la<br />
inscripción de Canopus de 237 aC que describe un intento de eliminar la discrepancia<br />
entre el calendario oficial y el año solar. 274 Meyer publicó su exposición definitiva de la<br />
teoría del ciclo de Sothis en 1904. 275 Combinó la idea del ciclo, el esquema dinástico y la<br />
propuesta de cuatro fechas ancla en un sistema comprensivo de cronología para Egipto<br />
antiguo. 276 Las fechas ancla fueron calculadas a base de información de Teón, siglo IV<br />
dC, Censorino, siglo II dC, y documentos de d.XVIII y d.XII. 277 La teoría siempre fue<br />
controversial, fue respaldada por algunos egiptólogos prominentes y rechazada por<br />
otros. 278 Sin embargo, con el tiempo se estableció como la base de la cronología egipcia<br />
antigua, y las fechas ancla de Meyer siguen vigentes, con ligeras modificaciones.<br />
Los epónimos asirios<br />
La lectura de la Lista de epónimos por H. C. Rawlinson y G. Smith abrió el camino<br />
para nuevos estudios de la cronología asiria. 279 Smith publicó la lista a base de las siete<br />
copias parciales disponibles en 1875. 280 Cada año los asirios nombraron un funcionario,<br />
272<br />
D. Mackey, Sothic Dating Examined: The Sothic Star Theory of the Egyptian Calendar, A<br />
Critical Evaluation (1995).<br />
273<br />
Ibid.<br />
274<br />
S. Birch, “Canopus Decree”, 1876, 14 abr. 2007, .<br />
275<br />
Meyer, Chronologie.<br />
276<br />
Ibid.; Mackey, Sothic Dating.<br />
277<br />
Gardiner, Egypt: 64-66.<br />
278<br />
Mackey, Sothic Dating.<br />
279<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 41.<br />
280<br />
G. Smith, The Assyrian Eponym Canon (1875).<br />
77
el limmu, o epónimo, cuyo nombre fue añadido a la lista oficial de epónimos. Lo que se<br />
podría llamar la línea de fecha de los documentos oficiales tenía el nombre del epónimo,<br />
y los documentos de años distintos tenían el nombre del epónimo apropiado allí. La Lista<br />
de epónimos sirve para ordenar en el tiempo los documentos que incluyen un epónimo.<br />
Algunas copias de la lista proveen también el título o puesto del funcionario y una<br />
referencia a algún evento, y el rey fue epónimo durante su segundo año. 281<br />
En el eponimato de Bur-Sagale ocurrió un eclipse del sol cuya fecha se ha<br />
calculado como 15 de junio de 763 aC y el dato permitió asignar fechas a toda la lista, de<br />
891 a 648 aC. 282 Algunos documentos asirios tienen el epónimo con el año de un rey del<br />
Canon de reyes. Tales documentos permiten coordinar la Lista de epónimos con el canon,<br />
y confirman que el eclipse Bur-Sagale ocurrió en 763 aC. 283 Esta correlación permite<br />
extender la columna vertebral del sistema de referencia cronológica al período anterior al<br />
inicio del canon en 747 aC, hasta 891 aC. Posteriormente la cronología fue extendida<br />
mucho más todavía con la ayuda de las listas de los reyes de Asiria, Babilonia y Sumer.<br />
El sistema de referencia cronológica vigente<br />
Al inicio del siglo XX la exploración del antiguo Oriente había acumulado muchos<br />
datos nuevos que se ordenaron con las teorías y esquemas cronológicos ya mencionados.<br />
La cronología de referencia para la antigüedad en períodos anteriores había tenido dos<br />
elementos principales, el Canon de reyes, que reemplazó el esquema de las olimpiadas, y<br />
la cronología bíblica. En el siglo XX la columna vertebral de la cronología de referencia<br />
281 Thiele, Mysterious Numbers: 41, 49, 209-215.<br />
282 Ibid., 41-42.<br />
283 Ibid., 45.<br />
78
siguió siendo el Canon de reyes, acompañado por el complejo de datos, actitudes y<br />
teorías ya descrito, pero la cronología bíblica había sido descartada. En las siguientes<br />
secciones se presentan las bases vigentes de este sistema.<br />
Las bases del sistema<br />
Se han hecho muchos estudios de los conceptos de tiempo y su medición en la<br />
antigüedad que contribuyen a la comprensión de documentos cronológicos antiguos.<br />
Estudios de los calendarios antiguos incluyen los J. C. VanderKam, 284 R. T. Beckwith, 285<br />
M. E. Cohen 286 y S. Powels-Niami. 287 El resumen de Bickerman es referencia estándar<br />
para el estudio de los calendarios antiguos. 288 Otros estudios pertinentes de los conceptos<br />
de tiempo incluyen los de N. Wyatt, 289 G. J. Whitrow, 290 H. A. Groenewegen-<br />
Frankfort, 291 D. J. Wilcox, 292 L. Lundmark 293 y D. E. Greenway. 294 Obras antiguas<br />
284 J. C.VanderKam, Calendars in the Dead Sea Scrolls: Measuring Time (1998).<br />
285 R. T. Beckwith, Calendar & Chronology, Jewish and Christian: Biblical, Intertestamental &<br />
Patristic Studies (1996).<br />
286 M. E. Cohen, The Cultic Calendars of the Ancient Near East (1993).<br />
287 S. Powels-Niami, “The Samaritan Calendar and the Roots of Samaritan Chronology”, The<br />
Samaritans (1989): 691-742.<br />
288 Bickerman, Chronology: 13-61.<br />
289 N. Wyatt, Space and Time in the Religious Life of the Near East (2001).<br />
290 G. J. Whitrow, Time in History: Views of Time from Prehistory to the Present Day (1989).<br />
291 H. A. Groenewegen-Frankfort, Arrest and Movement: Space and Time in the Representational<br />
Art of the Ancient Near East (1987).<br />
292 D. J. Wilcox, The Measure of Times Past: Pre-Newtonian Chronologies and the Rhetoric of<br />
Relative Time (1987).<br />
293 L. Lundmark, “The Historian’s Time”, Time & Society 2/1 (1993): 61-74.<br />
294 D. E. Greenway, “Dates in History: Chronology and Memory”, Historical Research 72/178<br />
(junio 1999): 127-139.<br />
79
pertinentes incluyen las de O. Neugebauer, 295 Sir E. J. Forsdyke 296 y M. P. Nilsson. 297<br />
<strong>Recursos</strong> en línea incluyen la historia del tiempo de J. O'Connor y E. F. Robertson. 298<br />
En su estudio de la literatura sobreviviente de Egipto antiguo A. Gardiner expone<br />
breve y claramente las bases de los consensos cronológicos para Egipto antiguo y<br />
describe los documentos fundamentales. Los documentos incluyen las listas de reyes de<br />
Manetón, la lista de reyes de Torino, las listas de reyes de Abidos y Sakkara, la piedra de<br />
Palermo, la genealogía de los sacerdotes de Ménfis, el decreto de Canopus y los<br />
documentos que proveen las fechas Sothis. 299 Gardiner describe estos documentos y<br />
añade una descripción de las teorías usadas para construir la cronología, un ensayo sobre<br />
aspectos técnicos y una tabla extensa que resume los datos cronológicos, dinastía por<br />
dinastía. 300<br />
Gardiner dice que la primera tarea de los sucesores de Champollion fue aclarar el<br />
orden de los reyes antiguos de Egipto, y que sus labores pronto condujeron a la<br />
rehabilitación parcial de la reputación de Manetón, cuya obra sobrevive solamente en<br />
“resúmenes confusos”. 301 Observa que los egiptólogos no pueden liberarse del esquema<br />
dinástico, y predijo que seguiría siendo el marco de las exposiciones de la historia de<br />
Egipto antiguo. 302 La predicción sigue en pie.<br />
295<br />
O. Neugebauer, The Exact Sciences in Antiquity (1957).<br />
296<br />
Sir E. J. Forsdyke, Greece before Homer: Ancient Chronology and Mythology (1956).<br />
297<br />
M. P. Nilsson, Primitive Time-Reckoning: A Study in the Origins and First Development of the<br />
Art of Counting Time Among the Primitive and Early Culture Peoples (1920).<br />
298<br />
J. O'Connor y E. F. Robertson, “A History of Time: Classical Time”, The MacTutor History of<br />
Mathematics Archive, agosto 2002, 21 feb. 2007, .<br />
299<br />
Gardiner, Egypt: 46-69.<br />
300<br />
Gardiner, “Regnal Years and Methods of Dating”, “The Kings of Egypt from Manetho, the King-<br />
Lists, and the Monuments”, Egypt: 69-71 y 429-453.<br />
301<br />
Ibid., 46.<br />
302<br />
Ibid., viii.<br />
80
Gardiner advierte de las limitaciones serias que existen para conocer la historia<br />
antigua de Egipto. No se sabe cómo se pronunciaban los nombres de los reyes, salvo en<br />
casos excepcionales sumamente raros, el marco dinástico tiene muchos vacíos y<br />
atribuciones dudosas, el 90% de nuestra información es de tumbas y las inscripciones<br />
históricas disponibles son, mayormente, cortas y sumamente escasas. Gardiner dice que<br />
han sobrevivido remanentes minúsculos de lo producido por los egipcios antiguos, y que<br />
la historia de Egipto es una colección de fragmentos de trapos viejos. 303<br />
Gardiner califica el tema de la cronología como “difícil”. 304 Lamenta la ausencia de<br />
ejemplares completas de fuentes cronológicas fundamentales, como la piedra de Palermo<br />
y el papiro de Torino. 305 Promueve la teoría de Meyer del ciclo de Sothis sin mayor<br />
modificación, y explica cómo se calculan las fechas ancla de la teoría: Tutmosis III de<br />
d.XVIII reinaba en 1469 aC, el año 9 de Aménofis I de d.XVIII fue 1536 aC y el año 7 de<br />
Senwosre III de d.XII fue 1877 o 1872 aC. Señala el año 1872 aC como la fecha más<br />
temprana relativamente fija para la historia egipcia, y la describe como el único punto<br />
firme de anclaje de la cronología egipcia temprana. 306 Para Gardiner la cronología<br />
egipcia antigua depende del esquema dinástico y la teoría de Sothis.<br />
Gardiner suscribe a la identificación de Shoshenq con Sisac, y propone fecha para<br />
la invasión de Judá de alrededor de 930 aC. Advierte que los contenidos de la inscripción<br />
de Shoshenq no encajan bien con los datos del relato bíblico de Sisac. 307 La exposición<br />
de Gardiner de los documentos y teorías fundamentales de la cronología egipcia es clara,<br />
303 Ibid., 53.<br />
304 Ibid., 61.<br />
305 Gardiner, Egypt: 64.<br />
306 Ibid., 64-66, 148.<br />
307 Ibid., 329-330.<br />
81
y sigue vigente. Estudios complementarios incluyen los de K. A. Kitchen, 308 D.<br />
Redford 309 y T. Wilkinson. 310<br />
La cronología de Asiria se elabora a base de la Lista de epónimos y la Lista de<br />
reyes de Asiria. La lista de reyes se conoce en tres variantes, traducidos por A. Poebel y I.<br />
J. Gelb. 311 La lista de reyes consiste de nombres, con algunos detalles más. En su<br />
segunda parte los nombres están acompañados por un total de años reinados. Los últimos<br />
reinados cubren el período de la Lista de epónimos, lo que permite asignar fechas a los<br />
últimos reyes de la lista y, según J. A. Brinkman, permite extender la cronología con<br />
confianza hasta 1430 aC. 312<br />
Los documentos fundamentales para la historia de Asiria son descritos por A. L.<br />
Oppenheim. 313 Incluyen la Lista de epónimos, la lista de reyes, las inscripciones reales y<br />
la historia sincrónica, documento que relaciona reyes de Asiria y Babilonia. Traducciones<br />
recientes de la Lista de reyes de Asiria están disponibles. 314 La Lista de epónimos está<br />
disponible en la obra de Thiele. 315<br />
La cronología de Babilonia puede relacionarse con la Lista de reyes de Asiria a<br />
través de listas de reyes de Babilonia y la Lista de reyes de Sumer. Combinando toda la<br />
información disponible, J. A. Brinkman provee fechas, que se consideran seguras, para<br />
308 K. A. Kitchen, The Third Intermediate Period in Egypt: 1100-650 BC (1995).<br />
309 D. B. Redford, Pharaonic King-Lists, Annals and Day-Books (1986).<br />
310 T. A. H. Wilkinson, State Formation in Egypt: Chronology and Society (1996).<br />
311 Thiele, Mysterious Numbers: 42.<br />
312 J. A. Brinkman, “Mesopotamian Chronology of the Historical Period”, en A. L. Oppenheim<br />
Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization (1977): 335-348.<br />
313 Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 144-153, 163-170.<br />
314 J. B. Pritchard ed., tomo 2, The Ancient Near East: A New Anthology of Texts and Pictures<br />
(1975): 113-118; W. W. Hallo, K. L. Younger Jr., eds., The Context of Scripture, (1997-2002). J. J.<br />
Glassner, Assyrian King List, en J. Lendering, Livius, ,<br />
marzo 2006, 31 dic. 2007.<br />
315 Thiele, “Appendix F: The Assyrian Eponym List”, Mysterious Numbers: 209-215.<br />
82
los reyes de Mesopotamia a partir de Sargón, primer rey de la dinastía de Acad, cuyo<br />
reinado inició en 2334 aC. 316<br />
Oppenheim describe los documentos fundamentales de la historia de Babilonia con<br />
amplias referencias bibliográficas. Incluyen listas de reyes, listas de fechas en la forma de<br />
“nombres de año”, inscripciones de los reyes, crónicas anuales de 747-264 aC,<br />
colecciones de augurios del siglo VII aC, diarios astronómicos de 652-47 aC y las<br />
observaciones de Venus hechas durante la primera dinastía de Babilonia. 317<br />
Los diarios astronómicos son descritos por F. R. Stephenson y C. B. F. Walker. 318<br />
La documentación para el período del Canon de reyes, a partir de 747 aC, es abundante,<br />
pero antes es escasa excepto por períodos cortos aislados. Para estos períodos la<br />
cronología es mucho más precaria. Las tablas de Brinkman 319 y Oates 320 proveen buenos<br />
resúmenes de los datos básicos para la cronología de Mesopotamia antigua. Estudios<br />
recientes de documentos cronológicos de Mesopotamia antigua incluyen los de Wu<br />
Yuhong, 321 y Tom Boiy. 322<br />
El sistema vigente<br />
El libro de Bickerman es referencia estándar para la cronología del período entre el<br />
siglo VIII aC y el siglo V dC. Provee un análisis claro y una discusión extendida de los<br />
316 Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 335.<br />
317 Ibid., 143-153, 354-367, 394-395.<br />
318 F. R. Stephenson, C. B. F. Walker eds., Halley’s Comet in History (1985): 12-40, 64.<br />
319 Brinkman, “Mesopotamian Chronology”, Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 335-348.<br />
320 J. Oates, “Mesopotamian Chronology”, Babylon, (1986 ): 199-202.<br />
321 W. Yuhong, “How Did They Change from Masda Years to Akiti Years from Sulgi 45 to Sulgi 48<br />
in Puzris-Dagan?”, Journal of Ancient Civilizations 15 (2000): 79-92.<br />
322 T. Boiy, “Dating Methods during the Early Hellenistic Period”, Journal of Cuneiform Studies, 52<br />
(2000): 115-121.<br />
83
principios de la cronología antigua, y adjunta muchas tablas cronológicas. 323 La<br />
colección de ensayos de R. W. Ehrich es frecuentemente citada como referencia en<br />
discusiones cronológicas, e incluye trece estudios pertinentes. 324<br />
The Cambridge Ancient History fue una de las principales referencias para<br />
historiadores del mundo antiguo del siglo XX. Sus tres ensayos cronológicos principales<br />
contribuyeron grandemente a la difusión y consolidación de consensos académicos<br />
monolíticos. 325 P. J. Rhodes ha evaluado esta obra, y provee reflexiones útiles para su<br />
uso. 326 Las fechas presentadas en la Cambridge Ancient History siguen vigentes hoy, con<br />
pequeños ajustes.<br />
Otra fuente de referencia importante es Civilizations of the Ancient Near East,<br />
editada por J. M. Sasson. 327 Es una colección grande de ensayos de especialistas,<br />
organizada temáticamente. El ensayo de F. H. Cryer contiene explicaciones detalladas del<br />
sistema de referencia cronológica vigente. 328 Su bibliografía se divide en las siguientes<br />
secciones: Cronología, Técnicas, Áreas problemáticas, Calendarios antiguos, Calendarios<br />
asirios y babilónicos, Cronología hitita, Egipto y Cronología de Israel. Los títulos señalan<br />
las áreas de estudio requeridas para comprender los consensos cronológicos vigentes.<br />
Otros ensayos de la colección proveen información complementaria. 329 La bibliografía de<br />
323 Bickerman, Chronology (1980).<br />
324 R. W. Ehrich ed., Chronologies in Old World Archaeology (1992).<br />
325 W. C. Hayes, “Chronology of Egypt to the End of the Twentieth Dynasty”, en Prolegomena and<br />
Prehistory, tomo 1 de The Cambridge Ancient History (CAH) (1970): 173-192; M. B. Rowton, “Ancient<br />
Western Asia”, CAH: 193-238; F. H. Stubbings, “The Aegean Bronze Age”, CAH: 239-247.<br />
326 P. J. Rhodes, “The Cambridge Ancient History”, Craven Seminar on Greek Historiography in<br />
National Context, mayo 1999, 26 ago. 2006, .<br />
327 J. M. Sasson ed., Civilizations of the Ancient Near East (1995).<br />
328 F. H. Cryer, “Chronology: Issues and Problems” en tomo 2 de Sasson, Civilizations: 651-664.<br />
329 Sasson, Civilizations, tomo 3, “Mathematics, Astronomy and Calendars in Pharaonic Egypt”;<br />
“Astronomy and Calendars in Ancient Mesopotamia”; “Metrology and Mathematics in Ancient<br />
Mesopotamia”; “The Use of Knowledge in Ancient Mesopotamia”; y tomo 4, “The Deeds of Ancient<br />
84
Cryer no trata la cronología de los países mediterráneos, excepto por Egipto e Israel. Los<br />
problemas cronológicos de estos países se tratan en los estudios de S. Manning, 330 O.<br />
Dickinson 331 y J. Meyer. 332<br />
Todas estas obras de referencia presentan esquemas cronológicos basados en los<br />
datos y teorías ya mencionados. La columna vertebral de los consensos cronológicos<br />
vigentes hoy sigue siendo el Canon de reyes. Para períodos anteriores a su inicio el<br />
sistema de referencia cronológica depende de las cronologías de Egipto y Asiria<br />
desarrolladas durante el siglo XIX. La cronología de Egipto se presenta dentro del marco<br />
del esquema dinástico, las fechas Sothis y la identificación de Shoshenq con Sisac. La<br />
cronología de Asiria se presenta dentro del marco de las fechas fijadas a través de la Lista<br />
de epónimos, y se extiende hacia el pasado por medio de la Lista de reyes de Asiria. La<br />
cronología de Babilonia se fija a través de las listas de reyes de Babilonia, y se extiende<br />
hacia el pasado a través de la Lista de reyes de Sumer.<br />
Las cronologías de las demás naciones de la antigüedad se fijan a través de<br />
conexiones directas con Egipto, Asiria y Babilonia, o indirectamente a través de los<br />
períodos arqueológicos del esquema estratigráfico general, cuyas fechas dependen la las<br />
cronologías de Egipto, Asiria y Babilonia. La cronología bíblica ya no figura<br />
explícitamente como referencia cronológica para la historia del antiguo Oriente.<br />
Las discusiones cronológicas del siglo XX se han concentrado generalmente en<br />
refinar detalles del esquema descrito en los párrafos anteriores. Entre otros esfuerzos,<br />
Mesopotamian Kings”; “Autobiographies in Ancient Western Asia”; “The Historiography of the Ancient<br />
Near East”.<br />
330 S. W. Manning, The Absolute Chronology of the Aegean Early Bronze Age (1995).<br />
331 O. T. P. K. Dickinson, The Aegean Bronze Age (1994): 9-22.<br />
85
están las conferencias internacionales que enfocan la cronología antigua. La de<br />
Gothenburg, Suecia, en 1987, se centró en tres alternativas para la cronología de<br />
Mesopotamia: la cronología alta o larga, la cronología media y la cronología baja. 333 Las<br />
fechas alternativas son calculadas a base de observaciones del planeta Venus hechas<br />
durante la primera dinastía de Babilonia. Un proyecto de las universidades de Ghent,<br />
Chicago y Harvard ha demostrado recientemente que se están acumulando argumentos a<br />
favor de una cronología ultra-baja. 334<br />
En la conferencia de Ghent, Bélgica, en 2000, 335 V. G. Gurzadyan evaluó los<br />
argumentos astronómicos comúnmente usados para respaldar la cronología de<br />
Mesopotamia. Enfoca la discusión de eclipses y las observaciones de Venus, con énfasis<br />
en el estudio de J. D. Weir. 336 Concluye que muchos argumentos astronómicos<br />
tradicionalmente usados para fijar fechas en la cronología de Mesopotamia tienen<br />
defectos fatales, y que la evidencia astronómica es compatible con la nueva cronología<br />
ultra-baja, sin aportar pruebas definitivas a su favor. 337 Una extensa bibliografía sobre la<br />
astronomía y astrología de Mesopotamia antigua fue recopilada recientemente por R. H.<br />
332<br />
J. C. Meyer, Pre-Republican Rome: An Analysis of the Cultural and Chronological Relations,<br />
1000-500 B.C. (1983).<br />
333<br />
P. F. K. Åström ed., High, Middle or Low? Acts of an International Colloquium on Absolute<br />
Chronology held at the University of Gothenburg 20th-22nd August 1987 (Tomo I 1987, Tomo II 1989).<br />
334<br />
H. Gasche et al., Dating the Fall of Babylon: A Reappraisal of Second Millennium Chronology,<br />
Mesopotamian History and Environment, Series II, Memoirs IV (1998).<br />
335<br />
J. A. Armstrong, D. A. Warburton eds., “Just in Time”, Proceedings of the International<br />
Colloquium on Ancient Near Eastern Chronology (2nd Millennium BC), Ghent 7-9 July 2000 Acadica<br />
5/119-120 (2000). La conferencia incluyó las siguientes ponencias: G. Beckman, “Hittite Chronology”, D.<br />
Warburton, “Synchronizing the Chronology of Bronze Age Western Asia with Egypt”, W. Van Soldt,<br />
“Syrian Chronology in the Old and Early Middle Babylonian Periods”, G. Colbow, “Middle, Low or Ultra-<br />
Low?”, J. Reade, “Absolute Dates and Assyrian Calendars”, P. J. Huber, “Astronomy and Ancient<br />
Chronology” y V. G. Gurzadyan, “On the Astronomical Records and Babylonian Chronology”.<br />
336<br />
J. D. Weir, The Venus Tablets of Ammizaduga (1972).<br />
337<br />
Gurzadyan, “On the Astronomical Records”: 175-184.<br />
86
Van Gent. 338 El proyecto The Synchronization of Civilizations in the Eastern<br />
Mediterranean in the Second Millennium BC podrá contribuir a esta discusión. 339<br />
El período más crítico para la cronología egipcia es el Tercer Período Intermedio<br />
(TPI) de los reyes de d.XXI-XXV. Los reyes etíopes de d.XXV fueron contemporáneos<br />
con el período de dominio asirio. Los reinados asirios de este período tienen fechas<br />
seguras y el último rey de d.XXV reinaba cuando los asirios saquearon Tebas en 663 aC.<br />
El problema cronológico fundamental del TPI es la validez de su fecha de inicio y la<br />
solidez de los cálculos de su duración. Estas incertidumbres se transmiten a la cronología<br />
de dinastías anteriores.<br />
K. A. Kitchen publicó su estudio comprensivo de los problemas cronológicos del<br />
TPI en 1972. La segunda edición apareció en 1986 con un suplemento significativo, y<br />
esta edición fue republicada en 1995 con un prefacio extenso que comenta discusiones y<br />
descubrimientos recientes. El libro de Kitchen es la referencia estándar para la cronología<br />
del TPI. 340 Kitchen utiliza el esquema dinástico como marco, y defiende las fechas<br />
Sothis. 341 La identificación de Shoshenq I con Sisac es una pieza central de su<br />
reconstrucción cronológica y la utiliza para establecer una fecha absoluta para el inicio de<br />
d.XXII. 342<br />
338 R. H. Van Gent, “Bibliography of Mesopotamian Astronomy and Astrology”, Institute for<br />
History and Foundations of Science, Universidad de Utrecht, Holanda, 28 nov. 2005, 10 ene, 2007, .<br />
339 Programa especial de investigación de la Academia de Austria y UNESCO, SCIEM2000, 20 ene.<br />
2007, . Las investigaciones incluyen: “Chronological Data in<br />
Mesopotamia”, “Astrochronology”, “Dendrochronology” y “C 14 Dating for Absolute Chronology of<br />
Eastern Mediterranean Cultures in the 2nd Millennium BC”, entre otros.<br />
340 Kitchen, Third Intermediate.<br />
341 Ibid., Prefacio de 1995: xliv-xlv.<br />
342 Ibid., 72-76 y 432-447.<br />
87
En el prefacio original Kitchen declaró dos propósitos: reconstruir la cronología<br />
básica de d.XXI-XXV, y presentar un bosquejo histórico del período. 343 Sus conclusiones<br />
refuerzan los consensos cronológicos vigentes, pero su obra provee abundante material<br />
que puede ser usado para evaluar su esquema cronológico. La autoridad de Kitchen es<br />
predominante en este campo, y ha contribuido al proyecto SCIEM2000. 344<br />
P. James y sus colaboradores propusieron reducir la cronología del TPI por más de<br />
dos siglos. Su propuesta no fue aceptada por el establecimiento egiptológico y se evalúa<br />
más adelante. 345 El estudio reciente de E. Hornung y otros, Ancient Egyptian<br />
Chronology, ha coleccionado todos los materiales cronológicos para Egipto antiguo, y<br />
promete convertirse en referencia fundamental para la discusión de la cronología<br />
egipcia. 346<br />
Resumen<br />
Durante el primer período considerado aquí, entre el siglo V aC y el siglo III dC, es<br />
posible interconectar las historias de Oriente y Occidente por medio de obras de autores<br />
que escribieron en griego. A partir del tiempo de Alejandro se pueden relacionar los<br />
eventos ocurridos con nuestro calendario de manera poco controversial. La dificultad hoy<br />
es cómo formular un sistema coherente de referencia cronológica para períodos anteriores<br />
a Alejandro.<br />
Herodoto revela que los egipcios del siglo V aC decían que poseían documentos<br />
con listas de sus reyes desde el inicio, y que la sucesión de los sacerdotes fue de igual o<br />
343 Ibid., xi.<br />
344 K. A. Kitchen, “Regnal and Genealogical Data of Ancient Egypt: Absolute Chronology I” The<br />
Synchronization of Civilizations in the Eastern Mediterranean in the Second Millenium BC (2000): 29-52.<br />
345 James, Centuries (1991), y la discusión en Cambridge Archaeological Journal 1 (1991).<br />
88
mayor importancia. Sus informantes entremezclaron leyendas populares con sus reportes<br />
de lo ocurrido. Provee información sobre algunos períodos largos de tiempo que no<br />
relaciona con un esquema cronológico general, su secuencia de reyes de Egipto no<br />
concuerda con la realidad y su información no es suficiente para reconstruir la cronología<br />
de Egipto antiguo.<br />
Beroso, escribiendo en Babilonia en el siglo III aC, poseía información detallada<br />
sobre los reyes de Mesopotamia desde el principio. Los pocos fragmentos que quedan de<br />
su obra dan la impresión que tuvo una lista completa de sus nombres, cifras para los<br />
reinados y sumas para grupos de reinados. Su marco cronológico tuvo mucho menos peso<br />
que la secuencia de reyes de Herodoto en las cronologías posteriores.<br />
Manetón, sacerdote egipcio contemporáneo con Beroso, escribió una historia de<br />
Egipto similar a la de Beroso. Sobreviven fragmentos, conservados por Josefo y otros, y<br />
resúmenes en la forma de listas cronológicas. Los fragmentos, al igual que los<br />
monumentos e inscripciones, no agrupan los reyes en dinastías. Los resúmenes presentan<br />
los nombres reales en una secuencia de 31 dinastías, con cifras para los reinados y sumas<br />
de reinados. Las dinastías se presentan en tres grupos: d.I-XI, d.XII-XIX y d.XX-XXI, y<br />
el esquema todavía forma parte del sistema de referencia cronológica.<br />
Eratóstenes fue el bibliotecario en Alejandría hacia el final del siglo III aC.<br />
Reconcilió las contradicciones de cronologías griegas tradicionales en un esquema<br />
regional de referencia cronológica calculado a base de la secuencia de las olimpiadas,<br />
desde 776 aC. Se considera que el esquema es confiable solamente a partir del siglo V<br />
aC, ya que no se conocen listas de ganadores olímpicos de períodos anteriores.<br />
346 E. Hornung et al., Ancient Egyptian Chronology (2006).<br />
89
Diodoro de Sicilia vivió en el siglo I aC y escribió una historia extensa de las<br />
naciones antiguas. Explica que el ciclo del calendario en algunos lugares, en épocas<br />
remotas, fue el mes lunar, y no el año solar de doce meses. Otros ciclos de calendario<br />
fueron de cuatro meses. Sugiere que datos calculados a base de tales ciclos fueron<br />
tratados erróneamente por autores posteriores como si fueron ciclos de doce meses,<br />
resultando en edades y reinados exagerados. La explicación podría ser una clave para la<br />
comprensión de algunos datos cronológicos tempranos.<br />
Los judíos precristianos calcularon cronologías continuas desde la creación, y su<br />
fuente autoritativa de datos fue el Antiguo Testamento. No se limitaron a datos bíblicos y<br />
produjeron esquemas divergentes, pero no los conectaron con cronologías más generales.<br />
El esquema de los jubileos, como el de las olimpiadas, calculó períodos largos a base de<br />
registros antiguos. Ordenó los eventos pasados en períodos cíclicos de siete años, de<br />
manera similar al esquema de las olimpiadas, y relacionó su cronología calculada con el<br />
sistema cronológico que encontró en su fuente, Génesis.<br />
Josefo heredó la tradición judía de cronología bíblica, y también la costumbre de<br />
incluir datos egipcios. Intentó demostrar la antigüedad del pueblo judío con argumentos<br />
cronológicos. Demuestra que otras naciones también conocieron eventos como el diluvio<br />
y la construcción, destrucción y reconstrucción del templo. Intentó ubicar el éxodo y<br />
Moisés en la historia egipcia, pero se equivocó en identificar los hicsos con los israelitas.<br />
Josefo conocía cronologías griegas, babilonias, fenicias y egipcias, y confrontó la<br />
cronología bíblica con la de Manetón. Creía que los eventos pasados pueden ordenarse<br />
cronológicamente, que las narraciones del Antiguo Testamento revelan la historia del<br />
pueblo judío y que la cronología bíblica puede ser sincronizada con la de otras naciones.<br />
90
El Seder olam, posiblemente del segundo siglo dC, es el tratado básico de la<br />
cronología rabínica. Su sistema cronológico es basado exclusivamente en datos bíblicos,<br />
interpretados a través de un interés especial en la profecía mesiánica. No intenta ubicar<br />
los eventos tratados en las cronologías de las regiones donde ocurrieron, y asigna<br />
solamente 34 años al período persa, en contradicción con la realidad.<br />
El Canon de reyes de Ptolomeo es del siglo II dC, y representa un paso<br />
fundamental hacia la creación de un sistema de referencia cronológica sólido, basado en<br />
la astronomía y comprobado por numerosos datos antiguos. Es la columna vertebral del<br />
sistema de referencia cronológica para el período 747-31 aC. Se han objetado los cálculos<br />
de Ptolomeo por su falta de precisión, pero el canon es correcto al año, y los eclipses de<br />
los cuales sus fechas dependen ocurrieron en el año que Ptolomeo les asignó.<br />
Africano, en el siglo III dC, siguió la tradición judía de cronología y la sincronizó<br />
con las olimpiadas y las 31 dinastías egipcias en una cronología universal. Calculó que<br />
Ciro comenzó a reinar en el primer año de la olimpiada Nº55, que la primera olimpiada<br />
fue en el tiempo de Jotam y Acaz, reyes de Judá, y de Petubates, primer rey de d.XXIII, y<br />
que Moisés fue contemporáneo de Amosis, primer rey de d.XVIII, y de Ogygus, primer<br />
rey de Tebas.<br />
Eusebio conoció el trabajo de Africano, pero hizo sus propios cálculos. Su Crónica<br />
fue una presentación cronológica visual que mostraba simultáneamente la secuencia de<br />
eventos notables y una cronología coordinada de las olimpiadas, las dinastías egipcias,<br />
los cónsules romanos y la cronología bíblica desde Abraham. Eusebio consideró que su<br />
cronología fue confiable de 520 aC en adelante.<br />
91
El sistema de referencia cronológica de Eusebio fue adoptado por muchos otros,<br />
incluyendo el cristiano africano Agustín, en el siglo V dC, el cristiano bizantino Sincelo,<br />
en el siglo 9 dC, y el musulmán oriental Al-Biruni, en el siglo XI dC. La Crónica de<br />
Eusebio fue el soporte de un consenso cronológico general de la historia universal<br />
durante la época medieval y prevaleció durante más de un milenio.<br />
Entre los siglos XVI y XVIII hubo un interés renovado en la cronología antigua y<br />
algunas ideas frescas comenzaron a crear discusión. Lutero escribió un tratado de<br />
cronología general, volvió a la práctica judía de contar los años desde la creación, y<br />
prefirió el texto bíblico hebreo al griego. En este período se estableció la costumbre de<br />
hablar de años antes y después de Cristo, y se asentaron las bases de la nueva astronomía<br />
sobre las cuales Isaac Newton desarrolló su cronología revisada para las naciones<br />
antiguas.<br />
En este período se hicieron esfuerzos para reconciliar las cronologías regionales<br />
antiguas con la cronología bíblica. Algunos incluyeron los períodos de opresión dentro de<br />
los períodos de gobierno de los jueces, y se especuló sobre la posible contemporaneidad<br />
de las dinastías egipcias. Las fechas del sistema de Ussher establecieron un consenso<br />
general para la cronología bíblica por ser incluidas en el margen de la versión inglesa<br />
autorizada de la Biblia.<br />
Whiston refleja el nuevo conocimiento astronómico de su época con sus<br />
especulaciones sobre la interacción de la tierra con cometas. Desarrolló su propio sistema<br />
cronológico para la historia universal en base a la integración de la cronología bíblica,<br />
basada en los períodos largos mencionados en el Antiguo Testamento, con el Canon de<br />
reyes, basada en la astronomía.<br />
92
Newton creó un nuevo sistema de referencia cronológica para las naciones<br />
antiguas. Estudió las genealogías griegas con un período generacional de 18-20 años,<br />
basaba sus fechas en argumentos astronómicos, la cronología bíblica y el Canon de reyes,<br />
e identificó Sesostris con Sisac. Prefirió Herodoto a Manetón como fuente de datos<br />
egipcios, abandonó el esquema dinástico y extendió la cronología astronómica de<br />
Ptolomeo a 937 aC, su fecha para el viaje de los argonautas.<br />
El sistema cronológico de Newton dejó la cronología bíblica prácticamente sola<br />
para los períodos más tempranos. Fue controversial, y durante más de un siglo se<br />
debatieron sus interpretaciones de la literatura antigua y sus fechas astronómicas, hasta<br />
que los nuevos conocimientos y perspectivas del siglo XIX impactaron en las discusiones<br />
cronológicas.<br />
Ahora se hablaba de una historia del planeta, y del hombre, mucho más larga que<br />
los cinco a siete milenios contemplados antes, fueron introducidos nuevos métodos<br />
críticos que socavaron la autoridad bíblica, se descifraron las lenguas antiguas y se<br />
leyeron, por primera vez en milenios, los documentos cronológicos de los antiguos<br />
egipcios y asirios. Un efecto de estas innovaciones fue que la cronología bíblica dejó de<br />
ser parte de la columna vertebral del sistema de referencia cronológica para la<br />
antigüedad.<br />
Otro efecto del nuevo clima intelectual fue la producción de nuevas teorías<br />
cronológicas basadas en los hallazgos de las exploraciones orientales. Champollion,<br />
Seyffarth, Poole y otros volvieron el esquema dinástico a su estatus antiguo como base de<br />
la cronología egipcia, Champollion identificó Shoshenq, primer rey de d.XXII, con Sisac,<br />
creando una nueva fecha ancla y se establecieron otras fechas ancla más por medio de la<br />
93
teoría del ciclo de Sothis. A base de la Lista de epónimos se estableció un nuevo sistema<br />
cronológico para Asiria para el período 891-648 aC.<br />
Durante el siglo XX se ampliaron mucho los conocimientos arqueológicos y<br />
textuales del antiguo Oriente, y se elaboraron muchos detalles de los esquemas<br />
cronológicos nuevos para Egipto y Asiria. Se extendió el sistema de referencia<br />
cronológica hacia el pasado y a otras regiones, pero las cronologías de Asiria y Egipto<br />
elaboradas en el siglo XIX, con el Canon de reyes, siguen siendo la columna vertebral del<br />
sistema.<br />
94
CAPÍTULO 3<br />
LA ARQUEOLOGÍA Y EL SISTEMA<br />
DE REFERENCIA CRONOLÓGICA<br />
Introducción<br />
Un siglo y medio de trabajo arqueológico en los territorios del antiguo Oriente<br />
ha producido mucha información nueva, pero, a pesar de los reclamos persistentes de<br />
una minoría pequeña, hay consenso general que los descubrimientos arqueológicos<br />
encajan bien en los esquemas de referencia cronológica vigentes. Los aportes<br />
cronológicos de la arqueología han sido mayormente en los nuevos campos de estudio<br />
especializado que la disciplina ha creado. Para cada uno de estos campos se ha<br />
desarrollado un esquema cronológico de referencia que permite ordenar los resultados<br />
de las investigaciones y asignar fechas a los artefactos y estratos excavados.<br />
El propósito principal de este capítulo es aclarar los criterios utilizados para<br />
asignar fechas a los artefactos y estratos excavados, cómo se desarrollaron estos<br />
criterios y cómo se relacionan las fechas arqueológicas con los esquemas de<br />
referencia cronológica vigentes. Se repasa primero, en forma general, el aporte de la<br />
arqueología al sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente, y luego se<br />
examinan las técnicas de excavación para aclarar la relación entre las excavaciones y<br />
el sistema de referencia cronológica vigente.<br />
El aporte de la arqueología<br />
La arqueología comenzó a impactar todas las áreas de estudio del antiguo<br />
Oriente en las primeras décadas del siglo XIX. Para el final del siglo estaba<br />
firmemente establecida como disciplina académica, se habían creado instituciones
competentes dedicadas a ella y ya existía una literatura especializada amplia. 1 En las<br />
siguientes secciones se repasan los aportes de la exploración arqueológica de Egipto,<br />
Mesopotamia y Palestina al sistema de referencia cronológica, y luego se comenta la<br />
literatura arqueológica en forma general.<br />
La exploración de Egipto<br />
Napoleón, en su campaña egipcia de 1798-99, llevó consigo a un equipo de<br />
estudiosos para investigar los monumentos. Los frutos de esta iniciativa incluyen el<br />
hallazgo de la inscripción de Roseta, que proveyó la clave para descifrar los<br />
jeroglifos, y la publicación de la primera obra ilustrada sobre Egipto antiguo, la<br />
Descripción de l’Egypte de V. Denon, publicada por partes entre 1809 y 1813. 2<br />
I. Rosselini y Jean François Champollion fueron a Egipto para copiar<br />
inscripciones en 1828-29, y uno de los resultados fue la publicación de una obra<br />
ilustrada de varios tomos. 3 Exploraciones británicas produjeron las publicaciones<br />
similares de R. Hay, J. Burton y Sir J. G. Wilkinson, y los doce tomos de la<br />
expedición alemana de R. Lepsius aparecieron entre 1849 y 1859. 4<br />
Mientras se venía creando esta literatura de referencia se realizaron las primeras<br />
excavaciones, descritas por Gardiner como poco más que saqueos, para abastecer las<br />
colecciones de los nuevos museos europeos. Excavaciones de mayor escala,<br />
organizadas a partir de 1850 por A. Mariette, condujeron a la creación del museo de<br />
Cairo. En 1884 W. F. Petrie introdujo métodos más rigorosos 5 y estableció estándares<br />
que fueron respetados por sus sucesores. 6<br />
1<br />
D. Wilson, Science and Archaeology (1975): 1-26 provee un repaso de la historia de la<br />
arqueología desde una perspectiva científica.<br />
2<br />
J. Ruffle: Heritage of the Pharaohs: An Introduction to Egyptian Archaeology (1977): 8.<br />
3<br />
Ibid., y Sir A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs (1961): 15.<br />
4<br />
Gardiner, Egypt: 15.<br />
5<br />
Ibid.<br />
6<br />
R. Moorey, A Century of Biblical Archaeology (1991): 41-42; Ruffle, Heritage: 9-10.<br />
96
De esta manera fue establecida la arqueología egipcia como ciencia, y durante<br />
el último siglo y medio se han producido algunos datos de importancia cronológica.<br />
Los egipcios escribieron el nombre del rey de turno en algunas de sus inscripciones y<br />
documentos, muchas veces con el año del reinado. Prepararon de vez en cuando listas<br />
de sus reyes, y a algunas de ellas añadieron notas refiriéndose a campañas militares,<br />
eventos religiosos o expediciones comerciales. 7<br />
La evidencia es demasiado escasa para poder afirmar con seguridad que los<br />
egipcios antiguos vieron su historia como una secuencia continua de eventos<br />
relacionados entre sí. Las inscripciones no evalúan el desempeño de los reyes y<br />
tampoco proveen evidencia del uso de eras más largas que el reinado de turno. 8 El<br />
cronólogo tiene que depender de listas incompletas de reyes que no fueron diseñadas<br />
para propósitos cronológicos.<br />
Para el período predinástico Petrie desarrolló un sistema de cronología relativa<br />
basado en variaciones a través del tiempo de las características de los objetos en los<br />
entierros que excavó. Su sistema permite ordenar los hallazgos en secuencias<br />
temporales, pero no permite saber cuánto tiempo pasó entre eventos, y tampoco<br />
produce fechas. Tales secuencias son útiles pero no son cronologías.<br />
La cronología de referencia de los períodos dinásticos depende de las listas de<br />
reyes, las inscripciones reales, los fragmentos de Manetón y teorías como la del ciclo<br />
de Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq I. 9 Los aportes de la arqueología<br />
incluyen la aclaración de los contextos históricos de los documentos básicos, la<br />
confirmación de la duración de algunos reinados, la confirmación de algunas<br />
corregencias y la confirmación de la existencia contemporánea de reinados regionales.<br />
A pesar de estos aportes significativos la arqueología no ha producido información<br />
7 Ruffle, Heritage: 13-15.<br />
97
suficiente para construir un esquema cronológico independiente. Para poder asignar<br />
fecha a un artefacto egipcio hoy es todavía necesario ubicarlo en el esquema<br />
dinástico.<br />
La exploración de Mesopotamia<br />
G. Roux y S. Lloyd proveen resúmenes de la historia de exploración<br />
arqueológica de Mesopotamia. 10 Lloyd señala el informe de C. J. Rich en la revista<br />
Mines de l’orient en 1812, con las memorias de 1815 y 1818, como el inicio del<br />
estudio arqueológico de Mesopotamia, 11 y documenta la historia de descubrimiento<br />
de las ciudades, bibliotecas, palacios y monumentos de Babilonia y Asiria.<br />
Los eventos de esta historia de más importancia para el estudio del sistema de<br />
referencia cronológica incluyen la excavación de los palacios reales asirios, iniciada<br />
en 1842 por P. E. Botta, el descubrimiento de la biblioteca de Senaquerib en 1849 y el<br />
descubrimiento de la biblioteca de Asurbanipal en 1853. Un pequeño grupo de<br />
eruditos comenzó a leer los más de 24,000 documentos recuperados<br />
inmediatamente. 12 Los hallazgos de mayor importancia incluyen la Lista de epónimos<br />
de Asiria, la lista de nombres de año de Babilonia y las listas de reyes de Asiria,<br />
Babilonia y Sumer.<br />
Los historiadores de Mesopotamia han creado sus propios esquemas de<br />
cronología relativa basados en la evolución tipológica de artefactos excavados, la<br />
ubicación estratigráfica de los hallazgos y la medición de muestras de radiocarbono.<br />
Los resultados de tales estudios son resumidos en obras generales como las de J.<br />
8 Ibid.<br />
9 Ibid.<br />
10 G. Roux, Ancient Iraq (1980): 34-48.<br />
11 S. Lloyd, “These Came East”, en Foundations in the Dust: The Story of Mesopotamian<br />
Exploration, (1980): 7-21; C. J. Rich, Memoir on the Ruins of Babylon (1815) y Second Memoir on<br />
Babylon (1818); M. M. Rich, Narrative of a Journey to the Site of Babylon in 1811 (1839).<br />
98
Mellaart, A. L. Perkins, R. Whitehouse y S. Lloyd, y en la literatura de referencia. 13<br />
Hay consenso general que la fecha segura más antigua para Mesopotamia es el inicio<br />
del reinado de Sargón de Acad. 14 Para períodos anteriores a Sargón el documento más<br />
importante es la Lista de reyes de Sumer publicada por T. Jacobsen en 1939. 15 La<br />
cronología que Jacobsen propuso sigue vigente.<br />
Según A. L. Oppenheim no hay material historiográfico de Mesopotamia para<br />
períodos anteriores al inicio del Canon de reyes en 747 aC. Oppenheim se refiere a<br />
documentos antiguos que ordenan eventos que se han observado en una secuencia<br />
temporal. Para el período 747-264 aC este tipo de material es relativamente abundante<br />
en Babilonia. La situación contrasta con la de Egipto donde tal material está ausente<br />
antes de la época ptolemaica. 16<br />
Oppenheim da el nombre de la Época Oscura al período anterior a 747 aC<br />
porque la documentación de todo tipo es sumamente escasa. Observa que algunas<br />
crónicas babilónicas tardías contienen breves historias del mundo que mencionan en<br />
forma episódica eventos de tiempos anteriores a la Época Oscura. Los episodios<br />
contribuyen a la historia de los reyes más famosos pero no ayudan mucho con la<br />
construcción de un sistema cronológico de referencia general. 17<br />
Las listas babilónicas de nombres de año son más útiles para este propósito y se<br />
conocen alrededor de mil nombres de año distintos entre Sargón y la Época Oscura.<br />
Listas incompletas de epónimos asirios cubren casi todo el período de la lista de reyes<br />
12 Lloyd, Foundations: 87-129 y 137-138; J. D. Davis, “Assyria”, A Dictionary of the Bible<br />
(1911): 62-63; M. T. Larsen, The Conquest of Assyria: Excavations in an Antique Land 1840-1860<br />
(1996).<br />
13 J. Mellaart, The Neolithic of the Near East (1975); A. L. Perkins, The Comparative<br />
Archaeology of Early Mesopotamia (1949); R. Whitehouse, The First Cities (1977); S. Lloyd, The<br />
Archaeology of Mesopotamia: From the Old Stone Age to the Persian Conquest (1978).<br />
14 J. A. Brinkman, “Mesopotamian Chronology of the Historical Period”, en A. L. Oppenheim,<br />
Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization (1977): 335-348.<br />
15 T. Jacobsen, The Sumerian King List (1939).<br />
16 Oppenheim, “Historical Sources or Literature”, Ancient Mesopotamia: 144-146.<br />
17 Ibid.<br />
99
asirios pero no pueden conectarse con total seguridad con la cronología asiria del<br />
primer milenio. El conjunto de listas demuestra que sus autores entendían la historia<br />
como un proceso, pero las listas son demasiado fragmentarias para construir un<br />
sistema seguro de referencia cronológica. Algunas inscripciones reales mencionan<br />
períodos de cientos de años, pero es difícil interpretarlos porque no se sabe cómo se<br />
calcularon estos períodos. 18<br />
100<br />
Oppenheim observa que el propósito de las inscripciones reales no fue la<br />
publicación de información para los ojos de contemporáneos, ya que casi todas se<br />
encontraron en lugares donde su lectura era difícil o aún imposible. Muchas de las<br />
inscripciones reales indican que fueron hechas para los ojos de un futuro rey que<br />
reconstruiría el edificio, o para los ojos de los dioses. Sería precario fundamentar un<br />
sistema cronológico de referencia en tales documentos 19 .<br />
Von Soden opina que no es posible, a base de la documentación disponible,<br />
establecer una cronología segura para Mesopotamia para períodos anteriores a la<br />
Época Oscura. Promueve la adopción general de una cronología provisional de<br />
consenso para poder usar las cronologías arqueológicas relativas en forma productiva.<br />
De las tres alternativas comúnmente discutidas, la alta, la media y la baja, Von Soden<br />
opta por la cronología baja. 20 La discusión de estas alternativas ha ayudado a<br />
relacionar mejor las cronologías relativas de las secuencias estratigráficas con las<br />
cronologías basadas en inscripciones y documentos.<br />
Otra dificultad cronológica señalada por Von Soden es la costumbre<br />
mesopotámica de escribir listas de nombres de reyes contemporáneos en forma<br />
18 Ibid.; W. Von Soden, The Ancient Orient: An Introduction to the Study of the Ancient Near<br />
East (1994): 42-45; La fuente básica para las listas de nombres de año es A. Ungnad, “Datenlisten”, en<br />
E. Ebeling y B. Meissner eds., Reallexikon der Assyriologie, Tomo 2 (1938): 131-194.<br />
19 Oppenheim, “Historical Sources”.<br />
20 Von Soden, The Ancient Orient: 44-45.
sucesiva, y sin explicación. 21 Tales prácticas podrían despistar por completo a un<br />
cronólogo que no las comprende, con el resultado que sus cálculos tendrían errores<br />
grandes.<br />
La exploración de la Tierra Santa<br />
101<br />
La exploración sistemática de Palestina comenzó en 1838 con el viaje de<br />
exploración topográfica de Robinson y Smith. La historia de la exploración<br />
arqueológica de Palestina se detalla en las obras de W. F. Albright, C. M. Pfeiffer, R<br />
Moorey, A. Mazar, O. Bar-yosef con A. Mazar, E. Stern, A. E. Killebrew y J. P.<br />
Dessel. 22<br />
H. Schliemann, trabajando en Hissarlik, Turquía, entre 1871 y 1890, pensó que<br />
excavaba las ruinas de Troya, y reveló los restos acumulados de una serie de ciudades.<br />
Los muros de barro de cada ciudad se habían deteriorado o fueron destruidos, y luego<br />
las ruinas fueron niveladas para formar la base de una nueva ciudad. Las zanjas<br />
permitieron documentar los cambios de cultura material ocurridos a lo largo de la<br />
secuencia de ciudades, y las nuevas percepciones abrieron el camino a la comprensión<br />
de muchos otros montículos de ruinas. 23<br />
Las excavaciones sistemáticas en Palestina comenzaron en 1890 cuando W. F.<br />
Petrie interrumpió sus actividades en Egipto y aplicó las técnicas de Schliemann a la<br />
21 Ibid.<br />
22 W. F. Albright, The Archaeology of Palestine: A Survey of the Ancient Peoples and Cultures<br />
of the Holy Land (1949): 21-48; C. M. Pfeiffer, Diccionario Bíblico Arqueológico (1982): 69-71; R.<br />
Moorey, A Century of Biblical Archaeology (1991); A. Mazar, Archaeology of the Land of the Bible:<br />
10,000-586 BCE (1990): 10-21; O. Bar-Yosef y A. Mazar, “Israeli Archaeology”, en World<br />
Archaeology 13 (1982): 310-25; E. Stern, “The Bible and Israeli Archaeology”, en Archaeology and<br />
Biblical Interpretation: Essays in Memory of D. Glenn Rose, L. G. Perdue et al. eds., (1987): 31-40; A.<br />
E. Killebrew, “Between Heaven and Earth: Educational Perspectives on the Archaeology and Material<br />
Culture of the Bible”, en M. C. Moreland ed., Between Text and Artifact: Integrating Archaeology in<br />
Biblical Studies Teaching (2003): 11-30; J. P. Dessel, “In Search of the Good Book: A Critical Survey<br />
of Handbooks on Biblical Archaeology”, en Moreland, Between Text and Artifact: 67-98.<br />
23 Moorey, Century: 26.
excavación de un tel. 24 Moorey cita explicaciones de Petrie que demuestran su<br />
comprensión de los conceptos de estratigrafía y tipología. 25 Entre los materiales que<br />
excavó Petrie reconoció fragmentos de cerámica similares a los que había visto en<br />
Egipto. Allí estuvieron asociados con inscripciones, y Petrie pudo asignar las fechas<br />
de los reyes a las cerámicas. Petrie demostró el potencial de la cerámica como<br />
indicador de fecha, e introdujo el esquema egipcio de referencia cronológica a la<br />
arqueología de Palestina. 26<br />
102<br />
Los fragmentos de cerámica abundan en los tel de Palestina, y los textos son<br />
muy escasos, con la consecuencia que las secuencias estratigráficas tienen un rol<br />
central en el sistema de referencia cronológica para la región. 27 En contraste, en las<br />
excavaciones en Egipto, Asiria y Babilonia, las cerámicas y otros indicadores de la<br />
cultura material se encuentran frecuentemente en asociación con textos que facilitan<br />
la asignación de fechas. En tales contextos las secuencias cerámicas no tienen un rol<br />
central en el sistema de referencia cronológica, y los libros de referencia dedican poco<br />
espacio a ellas. 28<br />
Moorey identifica tres fases en la historia de los sistemas cronológicos para la<br />
Tierra Santa. En la primera fase cada excavador diseñó su propia terminología. 29 En<br />
la segunda fase, a iniciativa de John Garstang en 1921 ó 1922, y con la participación<br />
de las escuelas británica, francesa y americana de arqueología en Jerusalén, se adoptó<br />
una terminología cronológica de consenso. La terminología acordada incluyó períodos<br />
con los nombres étnicos ‘cananeo’, ‘palestino’, ‘filisteo’, ‘israelí’, ‘judío’ y<br />
24<br />
Tell el-Hesi. Tales nombres se escriben como tell en árabe y tel en hebreo.<br />
25<br />
Moorey, Century: 27-28.<br />
26<br />
Ibid., 29.<br />
27<br />
Ibid.<br />
28<br />
Por ejemplo, Lloyd, Archaeology; J. Mellaart, The Archaeology of Ancient Turkey (1978).<br />
29<br />
Moorey, Century: 29-35.
‘helénico’, y permitió clasificar las cerámicas en un solo sistema. Se asignó fechas a<br />
las distintas fases de acuerdo a sus conexiones con el esquema dinástico egipcio. 30<br />
103<br />
La tercera fase retuvo las divisiones del sistema étnico, pero adoptó la<br />
terminología tecnológica de Albright, que no prejuzgaba la relación entre los pueblos<br />
históricos y la cultura material. Este sistema permitió relacionar la arqueología de<br />
Palestina con la arqueología mundial. El Período cananeo fue redesignado Edad de<br />
Bronce, y el Período palestino fue redesignado Edad de Hierro. La terminología fue<br />
adoptada por la primera generación de arqueólogos israelíes, y sigue vigente. 31<br />
Algunos desarrollos técnicos tuvieron un impacto decisivo en el estudio<br />
cronológico de los artefactos y estratos excavados en Palestina. De ellos los más<br />
importantes son el refinamiento de la tipología cerámica iniciado por Albright, el<br />
refinamiento de la excavación estratigráfica iniciado por K. Kenyon y las mediciones<br />
de muestras de radiocarbono.<br />
Desde el tiempo de Petrie la arqueología de Palestina ha progresado mucho.<br />
Hoy los esfuerzos extranjeros van menguando, hay cuatro escuelas universitarias de<br />
arqueología, varias instituciones arqueológicas especializadas, proyectos nacionales<br />
de exploración y un ritmo impresionante de publicación técnica. Los arqueólogos de<br />
Palestina producen cada vez más información con implicaciones cronológicas.<br />
La literatura arqueológica<br />
Durante las últimas décadas el interés público en la arqueología del antiguo<br />
Oriente ha crecido grandemente, y hoy existe una literatura extensa y variada cuyas<br />
características influyen en las discusiones cronológicas. Hoy la cantidad de literatura<br />
dedicada a la arqueología del antiguo Oriente es impresionante. Muestras de esta<br />
30 Moorey, Century: 75; Albright, Archaeology: 111-112; N. A. Silberman, “Visions of the<br />
Future: Albright in Jerusalem, 1919-1929”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 12.<br />
31 Moorey, Century: 75.
ealidad son el catálogo del editorial Eisenbrauns con sus más de 2,500 títulos, 32 y la<br />
base de datos del portal ABZU, proyecto cooperativo de un conjunto de<br />
instituciones. 33 Hoy, nadie puede dominar todos los datos cronológicos que los<br />
muchos campos especializados de estudio han producido.<br />
104<br />
Sigue siendo difícil asignar fechas al material excavado. Cuando el especialista<br />
asigna fechas, frecuentemente depende de la opinión de especialistas de otros campos.<br />
Normalmente los excavadores no son expertos en los sistemas cronológicos cuyas<br />
fechas utilizan, y tienen que apelar, como todos los demás interesados, a los sistemas<br />
cronológicos de referencia generalmente reconocidos. Estas cronologías son<br />
ampliamente difundidas en la literatura de consulta.<br />
Hay mucha desigualdad entre zonas en cuanto a la disponibilidad de datos. Para<br />
algunas zonas hay abundancia de datos, mientras para otras los datos son escasos o<br />
desactualizados. En consecuencia los sistemas cronológicos de referencia para<br />
algunas áreas de estudio son bien fundamentados, y para otras no tanto. El usuario de<br />
las cronologías de referencia no siempre está consciente de estas diferencias.<br />
Las exploraciones arqueológicas contemporáneas son cuidadosamente<br />
diseñadas y emplean técnicas de alta precisión. Sin embargo, gran parte de los datos<br />
cronológicos de la literatura se produjo sin el beneficio de tales refinamientos.<br />
Frecuentemente las discusiones cronológicas dependen de un conjunto de datos<br />
desiguales, algunos de los cuales tienen buen sustento técnico, y otros no.<br />
Hay una demora inevitable, que se extiende a veces hasta décadas, en la<br />
publicación de los reportes finales de las excavaciones. Durante la espera el público<br />
interesado tiene que observar pasivamente, mientras un grupo pequeño de personas<br />
32 Ancient Near Eastern Studies Resource Catalog 2005, 30 jun. 2007, .<br />
33 El portal ABZU está en línea desde 1994, 30 jun. 2007, .
con conocimientos privilegiados mantiene discusiones entre sí que nadie más puede<br />
evaluar.<br />
Las técnicas de excavación<br />
105<br />
En las siguientes secciones se examina la relación entre las técnicas de<br />
excavación y el sistema de referencia cronológica. Se describen algunas<br />
características de la excavación estratigráfica, se analiza el sistema cronológico de<br />
Albright, se describe la cronología de referencia después de Albright, se comenta el<br />
impacto de las mediciones de radiocarbono, se analiza la relación entre los estratos<br />
excavados y la cronología y se analiza la relación entre artefactos excavados, textos<br />
antiguos y eventos.<br />
Características generales de la excavación estratigráfica<br />
Las excavaciones arqueológicas descubren restos del pasado conservados<br />
debajo de la tierra. Los primeros excavadores solamente querían recuperar artefactos<br />
y no prestaron mucha atención a su lugar de procedencia. Lloyd describe cómo<br />
trabajó H. Rassam en Iraq con grupos dispersos por todo el país de manera que era<br />
imposible supervisarlos adecuadamente. Describe también cómo se recuperaron las<br />
tablillas cuneiformes de las bibliotecas asirias a través de túneles oscuros, sin tomar la<br />
molestia de dibujar planos adecuados ni guardar registros. 34<br />
Tales operaciones se pueden comparar con excavaciones más recientes como la<br />
de los archivos de Ebla entre 1973 y 1976. Aquí se registró el lugar de procedencia de<br />
más de 14,000 tablillas de arcilla, se reconstruyó el sistema de almacenamiento de las<br />
34 Lloyd, Foundations: 135.
tablillas, se describieron los ambientes en los cuales fueron encontradas y se<br />
describieron algunos de los procesos de su traslado y uso. 35<br />
106<br />
Los pasos hacia el estudio científico de los artefactos excavados incluyeron la<br />
introducción de la ilustración gráfica, el registro sistemático de sus características y su<br />
clasificación tipológica. Pasos complementarios incluyen el desarrollo de técnicas de<br />
limpieza, reconstrucción y conservación, el uso de técnicas fotográficas y,<br />
recientemente, la publicación de resultados en línea.<br />
Los pasos hacia el estudio científico de los contextos de hallazgo requieren más<br />
explicación porque inciden directamente en la asignación de fechas. En su primera<br />
excavación en Palestina Petrie registró la posición de los artefactos recuperados. Su<br />
concepto de estratigrafía fue simplista, y ubicó los objetos excavados en una<br />
secuencia temporal de acuerdo a la altura de su lugar de hallazgo medida de una línea<br />
de base. Avances posteriores en las técnicas de excavación cambiaron el énfasis hacia<br />
reconstruir la secuencia de deposición de las capas de material excavado, y registrar<br />
con cuidado la asociación entre los artefactos excavados y esta secuencia. 36<br />
Albright comenzó su Archaeology of Palestine con descripciones de un<br />
proyecto arqueológico hipotético y el proceso típico de excavación. 37 K. A. Kitchen<br />
describió características de los tel que complican la tarea del excavador, y comenta<br />
que algunos tel son muy grandes, como Ashdod, que cubre más de 36 hectáreas, y<br />
Jericó, que es menos extenso, pero tiene restos acumulados de más de veinte metros<br />
de profundidad. 38<br />
La excavación arqueológica, normalmente, es un proceso de muestreo. Kitchen<br />
observa que la excavación típica estudia de uno a diez por ciento del material<br />
35 P. Matthiae, Ebla: An Empire Rediscovered (1980).<br />
36 Moorey, Century: 27-29, 60-62.<br />
37 Albright, Archaeology: 7-22.<br />
38 K. A. Kitchen, The Bible in Its World: Archaeology and the Bible Today (1977): 9-18.
acumulado en un tel, con la consecuencia que no se está estudiando hasta noventa y<br />
nueve por ciento del material disponible. 39 Si no se ubican bien las zanjas, de acuerdo<br />
a los criterios técnicos apropiados, no se puede reconstruir la historia de deposición de<br />
los materiales acumulados en el tel. Otros factores que complican la interpretación<br />
histórica de la excavación de un tel incluyen el efecto de períodos de erosión en las<br />
ruinas y la dificultad de identificar el nombre antiguo de los lugares excavados. 40<br />
107<br />
Mazar señala otras complicaciones más. Los restos originales pueden haber sido<br />
modificados por la construcción de muros, el relleno de depresiones, la nivelación de<br />
escombros y la excavación de pozos, tumbas, túneles o canales. Edificios excavados<br />
en una parte del tel pueden haberse usado durante mucho más tiempo que los de zonas<br />
adyacentes, y algunas zonas de un tel pueden haber permanecido desocupadas durante<br />
un tiempo. Si el arqueólogo no detecta los episodios de este tipo en el tel que excava,<br />
no puede acertar en la reconstrucción de la historia del lugar. 41<br />
Mazar describe tres etapas metodológicas en la historia de las excavaciones en<br />
Palestina. La primera fue la del método arquitectónico tradicional de excavaciones<br />
horizontales extensas. Este tipo de excavación intentó descubrir edificios enteros y<br />
zonas amplias, y su estratigrafía se describía con relación a los muros, pisos y otros<br />
elementos de construcción revelados.<br />
La segunda etapa fue la del método de zanjas profundas de área mucho menos<br />
extensa, con énfasis en la dimensión vertical y el análisis de las capas de tierra<br />
excavadas. Se dividieron tales excavaciones en cuadrados de cinco metros por lado, y<br />
se dejaron muros de tierra sin excavar entre las zanjas. En este tipo de excavación se<br />
dibujan secciones verticales de las capas de material encontrado, y la estratigrafía se<br />
39 Ibid.<br />
40 Ibid.; J. A. Blakely, F. L. Horton Jr., “On Site Identifications Old and New: The Example of<br />
Tell el-Hesi”, Near Eastern Archaeology 64/1 (marzo 2001): 24-36.<br />
41 Mazar, Archaeology: 21.
describe con referencia a estas capas. La tercera etapa se caracteriza por el método<br />
estandarizado vigente que combina excavaciones horizontales extensas con zanjas<br />
estratigráficas profundas. 42<br />
108<br />
Mazar describe el sistema típico de registro que documenta diariamente lo<br />
ocurrido en cada cuadrado de una excavación. Cada artefacto removido pertenece a<br />
una canasta enumerada, y cada elemento descubierto recibe un número de ubicación o<br />
locus. El registro diario incluye la descripción gráfica de cada zanja, la lista de<br />
números de canasta procedentes de cada zanja, la descripción de los contenidos de<br />
cada canasta y la descripción de cada locus excavado. 43<br />
El análisis tipológico de los artefactos excavados y el análisis de su procedencia<br />
estratigráfica permiten, en teoría, la reconstrucción de la historia de los cambios de<br />
cultura material ocurridos en el lugar. Según Mazar, las cerámicas son la mejor<br />
herramienta para analizar los cambios cronológicos ocurridos, y se estudian muchas<br />
características de ellas, incluyendo su composición, el proceso de manufactura, el<br />
origen de la arcilla y las formas, decoración y cantidades encontradas. 44<br />
Estas descripciones demuestran que la excavación estratigráfica es una<br />
actividad compleja que requiere la participación de profesionales competentes y<br />
personal auxiliar adecuadamente capacitada. Se requiere también el diseño cuidadoso<br />
del proyecto de excavación, la adhesión disciplinada a procedimientos adecuados, el<br />
registro sistemático de todo lo encontrado, el análisis técnico minucioso de los<br />
resultados y la publicación oportuna de un informe final completo.<br />
El proceso de asignar fechas a los artefactos y estratos excavados se centra en el<br />
establecimiento de la secuencia estratigráfica de la excavación, su ubicación en la<br />
secuencia estratigráfica general de referencia y la comparación tipológica de<br />
42 Ibid., 21-26.
cerámicas distintivas con las de la secuencia cerámica de referencia. Este proceso se<br />
analizará más adelante.<br />
El sistema de referencia cronológica de Albright<br />
109<br />
El sistema cronológico de Albright tuvo una influencia decisiva en la<br />
interpretación de las excavaciones de Palestina. Albright lo presentó y defendió<br />
durante cuatro décadas, a través de informes de excavación, conferencias, artículos y<br />
libros. Trabajó en Palestina, basada en Jerusalén, entre 1919 y 1929. La primera<br />
versión de su síntesis de la arqueología de Palestina fue publicada en 1932. El informe<br />
de su excavación de Tell Beit Mirsim fue publicado en cuatro partes entre 1932-43, y<br />
se convirtió en referencia cronológica estándar para las excavaciones de la región. 45<br />
Albright llegó a Palestina con su propio sistema cronológico. Antes de viajar<br />
había expuesto su propuesta, centrada en sincronizar la primera dinastía de Egipto con<br />
la dinastía de Akkad, a una reunión de orientalistas. Durante sus primeros meses en<br />
Palestina desarrolló una cronología de referencia para la región que armonizó la<br />
historia bíblica de Moisés a Samuel con su nueva cronología general. Fijó las fechas<br />
dentro de una década, incluyendo la fecha del Éxodo, 1260 aC, y la fecha de Débora,<br />
1180 aC. 46<br />
Albright relata cómo su generación de arqueólogos reconstruyó la arqueología<br />
de Palestina desde los cimientos. No aceptaron los resultados de investigaciones<br />
anteriores hasta que fueron corroborados por nuevas investigaciones independientes.<br />
Trabajaron en una atmósfera de cooperación con nuevas facilidades de transporte y en<br />
43 Ibid., 25-26.<br />
44 Ibid., 26-27.<br />
45 Albright, Archaeology: 1-6 y carátula; J. M. Sasson, “Albright as an Orientalist”, Biblical<br />
Archaeologist (BA) 56/1 (marzo 1993): 3-7; N. A. Silberman, “Visions of the Future: Albright in<br />
Jerusalem, 1919-1929”, BA 56/1 (marzo 1993): 8-16; B. O. Long, “Mythical Trope in the<br />
Autobiography of William Foxwell Albright”, BA 56/1 (marzo 1993): 36-45.<br />
46 Long, Mythical Trope: 37.
condiciones políticas favorables. 47 En Palestina Albright aprendió, de W. Phythian-<br />
Adams, el asistente de Garstang, cómo relacionar las cerámicas con la cronología, y<br />
publicó su estudio “A Revision of Early Hebrew Chronology” en 1921. 48<br />
110<br />
Su exposición de la historia arqueológica de Palestina demuestra que quería<br />
llenar vacíos en la secuencia cerámica para la zona y mejorar su cronología. Pensaba<br />
que sus juicios cronológicos podrían ser verificados por cualquier visitante inteligente<br />
al museo de Palestina, tenía confianza absoluta en sus propias conclusiones y pensaba<br />
que su sistema cronológico era racional, objetivo y correcto. 49<br />
Albright concluyó que el Bronce Inferior I, siglos XXXII-XXIX aC, fue<br />
contemporáneo con el último período predinástico en Egipto, que el Bronce Inferior<br />
II, siglos XXIX-XXVI aC, fue contemporáneo con la última parte de dinastía I y que<br />
el Bronce Inferior III, siglos XXVI-XXIII aC, fue contemporáneo con d.III-VI. Usaba<br />
una cronología egipcia mínima, y estaba convencido que las fechas de consenso para<br />
d.I-X eran aproximadamente correctas. 50<br />
Asignó fechas entre los siglos XX y XV aC a los períodos Bronce Intermedio y<br />
Bronce Superior IA. Las fechas se derivaron de la cronología egipcia, y Albright creía<br />
que estaban correctas dentro de un margen de dos décadas. 51 La dependencia de la<br />
cronología egipcia persiste en el Bronce Superior. El Bronce Superior IIA<br />
corresponde al período de Amarna, hacia el final de d.XVIII, en el siglo XIV aC. El<br />
Bronce Superior IIB corresponde a las dinastías XIX y XX de los ramésides en el<br />
siglo XIII aC. 52<br />
47<br />
Albright, Archaeology: 23-48 y especialmente las explicaciones de pág. 35.<br />
48<br />
Silberman, Albright: 11.<br />
49<br />
Albright, Archaeology: 39.<br />
50<br />
Ibid.,70-71.<br />
51<br />
Ibid., 83-84.<br />
52<br />
Ibid., 99.
111<br />
Albright utilizó el término ‘cronología absoluta’ para referirse a las fechas de la<br />
Edad de Hierro, y afirmó que los datos arqueológicos de Palestina no fueron útiles<br />
para el estudio bíblico antes de su establecimiento. 53 Para este período no hubo<br />
correlaciones directas con la cronología egipcia, pero las fechas egipcias asignadas al<br />
Bronce Superior lo ubican después de 1200 aC. El Hierro I, siglos XII-X aC,<br />
corresponde a la época de los jueces y la monarquía unida. El Hierro II, siglos IX-VII<br />
y el inicio del siglo VI aC, corresponde a la monarquía dividida. El Hierro III, 550-<br />
330 aC, corresponde a la época del exilio y la restauración. 54<br />
El corazón de la secuencia cerámica de referencia que construyó Albright fue la<br />
descripción de grupos cerámicos homogéneos. Las cerámicas excavadas se<br />
comparaban con las de la secuencia de referencia y adquirieron sus fechas. Su<br />
cronología cerámica para la Edad de Bronce dependía de demostrar conexiones entre<br />
los grupos cerámicos y las dinastías egipcias. La cronología cerámica para la Edad de<br />
Hierro tuvo que ordenar los grupos cerámicos en el intervalo 1200-330 aC sin<br />
conexiones directas con Egipto, y en este período conectaba su cronología cerámica<br />
directamente con los períodos bíblicos.<br />
El sistema cronológico de Albright depende de cuatro secuencias temporales: la<br />
secuencia cerámica, la secuencia de d.I-XX, la secuencia estratigráfica y la secuencia<br />
de eventos narrados en el Antiguo Testamento. Apela constantemente a estas<br />
secuencias para explicar los resultados de las excavaciones. La cronología egipcia<br />
proveía fechas para los objetos excavados. La historia bíblica describía los eventos<br />
que produjeron los materiales excavados, y también proveía fechas. Albright<br />
armonizó los dos grupos de datos a través de su sistema cronológico para explicar los<br />
hallazgos.<br />
53 Albright, Archaeology: 111.
112<br />
Un ejemplo puede ilustrar algunas de las suposiciones requeridas por este<br />
sistema. Albright asigna el estrato IVB de Meguido al tiempo de Salomón. 55 Esta<br />
afirmación sencilla implica suponer (i) que los excavadores eran competentes y sus<br />
reportes eran confiables, (ii) que el análisis que subdividió los estratos IV y V de los<br />
excavadores en los nuevos estratos VB, VA, IVB y IVA, era válido, (iii) que las<br />
cerámicas del estrato IVB fueron correctamente ubicadas en la secuencia cerámica de<br />
referencia y (iv) que la historia de Salomón puede explicar lo ocurrido en Meguido.<br />
También implica suponer (v) que la fecha calculada para Salomón es correcta,<br />
(vi) que la fecha asignada a las cerámicas de Meguido IVB es correcta y (vii) que el<br />
sistema cronológico de las dinastías egipcias es compatible con la cronología bíblica.<br />
Después de adoptar todas estas suposiciones, y tal vez otras más, recién se puede<br />
proceder a relacionar los edificios de Meguido IVB con Salomón. Las posturas de<br />
Albright combinan criterios arqueológicos, históricos y cronológicos con el estudio<br />
bíblico, y no es de sorprenderse que generaron mucha discusión.<br />
La influencia de Albright en el sistema de referencia cronológica vigente<br />
La revista Biblical Archaeologist dedicó un número entero a la evaluación de la<br />
carrera de Albright, y el editor comentó que no podía pensar en otro orientalista tan<br />
reconocido. 56 W. G. Dever observó que el marco cultural y cronológico elaborado por<br />
Albright dominó el campo de la arqueología bíblica a nivel internacional por mucho<br />
tiempo y sirvió bien. 57<br />
En la tabla a continuación las fechas de Albright se comparan con las de obras<br />
de referencia más recientes. Los libros de C. Pfeiffer, M. Avi-Yonah y A. Mazar se<br />
54<br />
Ibid., 111-112.<br />
55<br />
Ibid., 123-128.<br />
56<br />
D. C. Hopkins, “From the Editor”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993).<br />
57<br />
W. G. Dever, “What Remains of the House That Albright Built?”, Biblical Archaeologist 56/1<br />
(marzo 1993): 32.
incluyen porque son obras de gran difusión. Se añade el de I. Finkelstein y N. A.<br />
Silberman por ser una de las más leídas, y la de V. H. Matthews porque es un libro de<br />
texto reciente para cursos introductorios de historia de Israel.<br />
Hierro III<br />
Hierro II<br />
Hierro I<br />
Bronce<br />
Superior<br />
Bronce<br />
Intermedio<br />
Período de<br />
Transición<br />
Bronce<br />
Inferior<br />
TABLA COMPARATIVA DE ESQUEMAS CRONOLÓGICOS 58<br />
Albright<br />
1949<br />
550-300<br />
900-550<br />
1200-900<br />
1550-1200<br />
2000- 1550<br />
2200-2000<br />
3200-2200<br />
Pfeiffer<br />
1966<br />
600-300<br />
900-600<br />
1200-900<br />
1500-1200<br />
2100-1550<br />
---------<br />
3200-2100<br />
Avi-Yonah<br />
1975<br />
586-332<br />
1000-586<br />
1200-1000<br />
1550-1200<br />
2200-1550<br />
---------<br />
3150-2200<br />
Mazar<br />
1990<br />
----------<br />
1000-586<br />
1200-1000<br />
1550-1200<br />
2000-1550<br />
2300-2000<br />
3300-2300<br />
Finkelstein<br />
2002<br />
586-333<br />
900-586<br />
1150-900<br />
1550-1150<br />
2000-1550<br />
2200-2000<br />
3500-2200<br />
113<br />
Matthews<br />
2002<br />
----------<br />
1000-586<br />
1200-1000<br />
1550-1200<br />
2000-1550<br />
----------<br />
----------<br />
Los libros más recientes inician el Bronce Inferior más temprano que los libros<br />
antiguos debido al impacto de las mediciones de radiocarbono en las fechas de<br />
períodos anteriores. Las variaciones en la fecha del final del Bronce Inferior y el<br />
inicio del Bronce Intermedio se deben, en gran parte, a que algunos autores tratan por<br />
separado el período de transición entre estos períodos, y otros incluyen la transición<br />
en el Bronce Inferior o en el Bronce Intermedio. Hay una incoherencia en las fechas<br />
de Pfeiffer para el final del Bronce Intermedio y el inicio del Bronce Superior que<br />
parece error de imprenta.<br />
A pesar de la opinión de Dever, que la tipología y estratigrafía de Albright hoy<br />
parecen deficientes, erradas y obsoletas, 59 es de notar que su esquema de fechas sigue<br />
58 Albright, Archaeology: 70-71, 84, 99, 112; Pfeiffer, Diccionario: 68; M. Avi-Yonah ed.,<br />
Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land, tomo 1, (1975): 340; Mazar,<br />
Archaeology: 30; I. Finkelstein, N. A Silberman, The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of<br />
Ancient Israel and the Origin of Its Sacred Texts (2002): 20; V. H. Matthews, A Brief History of<br />
Ancient Israel (2002): 30.
vigente en los libros de referencia, con ligeras modificaciones. La reconstrucción de la<br />
disciplina que protagonizó logró construir consensos cronológicos duraderos.<br />
114<br />
En el mundo de habla inglesa durante gran parte del siglo XX el estudio de la<br />
historia de Israel fue dominado por la visión de Albright. Para Sasson, esta visión se<br />
centraba en el instinto del pueblo hebreo para Dios y su confianza en el pacto.<br />
Albright no intentó comprobar la confiabilidad de cada episodio bíblico, y tampoco<br />
creía que la versión bíblica de la historia fue fiel a lo ocurrido. Las escrituras estaban<br />
en el centro de la historia en el sentido de representar el gran logro del pueblo hebreo<br />
que fue descubrir y proclamar la lógica del monoteísmo. Según Sasson, la perspectiva<br />
de Albright no representa una postura teológica conservadora sino una actitud<br />
norteamericana típica hacia la centralidad de la Biblia. 60<br />
La visión de Albright fue asumida por su alumno, J. Bright, quien dedicó a<br />
Albright su History of Israel en 1959. Para el año 2000 esta obra circulaba en alemán,<br />
español, coreano e indonesio y se habían vendido más de 100,000 ejemplares. 61 N.<br />
Gottwald la calificó como la mejor visión panorámica de la historia de Israel en<br />
inglés, y B. O. Long, como historia cristianizada de Israel, en contraste con la versión<br />
zionista de M. Avi-Yonah. 62<br />
Bright exhortó a sus lectores a referirse constantemente al texto bíblico ya que<br />
la lectura de una historia de Israel no debe sustituir la lectura bíblica sino ayudar en su<br />
comprensión. 63 La segunda edición de History of Israel incluye 16 excelentes mapas a<br />
59 Dever, “What Remains?”.<br />
60 Sasson, “Albright”: 3-7.<br />
61 J. Bright, A History of Israel (1959); R. Clarey, “Reseña de John Bright: La Historia de<br />
Israel”, 2003, 28 ene. 2008, .<br />
62 N. K. Gottwald, “John Bright's New Revision of A History of Israel”, Biblical Archaeology<br />
Review 8/4 (1982): 56-61 evalua la tercera edición; B. O. Long, “Picturing Biblical Pasts”, noviembre<br />
2003, 13 ene. 2007, ; M. Avi-Yonah<br />
ed., A History of Israel and the Holy Land (1969).<br />
63 Bright, History: 15-19.
color, 64 y provee ocho diagramas cronológicos ordenados en columnas paralelas, con<br />
líneas que indican conexiones, y notas de explicación. El sistema cronológico sigue la<br />
estructura del sistema de Albright, y su presentación gráfica recuerda la Crónica de<br />
Eusebio. 65<br />
115<br />
Algunos de los títulos de los diagramas cronológicos son de períodos bíblicos,<br />
otros son fechas y uno es el nombre de un período arqueológico. Los tres tipos de<br />
nomenclatura coexisten sin confusión ya que los períodos bíblicos tienen fechas fijas<br />
y una equivalencia fija con los períodos arqueológicos. No hay duda que el libro de<br />
Bright ha contribuido grandemente a la difusión del sistema cronológico de Albright.<br />
A History of Ancient Israel and Judah de J. M. Miller y J. H. Hayes representa<br />
una postura revisionista que reemplazó, en parte, la perspectiva de Albright, Wright y<br />
Bright durante la década 1980-1990. Sin embargo, y a pesar de diferencias<br />
significativas de metodología, su esquema cronológico se desarrolla dentro del marco<br />
establecido por Albright. Lo mismo se puede decir de otras historias de Israel más<br />
recientes como la de V. H. Matthews. 66<br />
Este autor parte de la premisa que las narraciones bíblicas reflejan de alguna<br />
manera una historia que se puede reconstruir, adopta algunas perspectivas escépticas<br />
de la historia crítica, intenta afirmar la historicidad de las narraciones bíblicas cuando<br />
le parece posible y presenta su obra como suplemento al Antiguo Testamento. Expone<br />
la cronología de consenso, y aunque no menciona el tema en su índice temático,<br />
64<br />
Ibid., Plate I-XVI. Los mapas fueron editados por G. E. Wright y F. Filson.<br />
65<br />
Ibid., 15-19 y.<br />
66<br />
J. H. Hayes y J. M. Miller eds., Israelite and Judaean History (1977); J. M. Miller y J. H.<br />
Hayes, A History of Ancient Israel and Judah (1986); J. A. Soggin, A History of Ancient Israel (1984).<br />
G. Ahlström, The History of Ancient Palestine (1993); B. S. J. Isserlin, The Israelites (1998); H.<br />
Shanks ed., Ancient Israel: A Short History from Abraham to the Roman Destruction of the Temple<br />
(1999); M. D. Coogan ed., The Oxford History of the Biblical World (2001).
dedica siete páginas a ayudas para la cronología y reconstrucción histórica del período<br />
del éxodo y conquista. 67<br />
116<br />
La obra reciente de M. Liverani Israel's History and the History of Israel parte<br />
de la crítica textual, la crítica literaria, los datos arqueológicos y los datos epigráficos.<br />
Se presenta en dos fases: la historia insignificante de dos reinos pequeños en<br />
Palestina, y la historia imaginaria relatada en un conjunto de libros escritos para los<br />
que retornaron del exilio. Para Liverani cualquier cronología para la historia real de<br />
Israel tiene que partir de las excavaciones, y no del texto bíblico y el marco<br />
cronológico a usar es la cronología de consenso general. 68<br />
J. P. Dessel clasificó y evaluó la literatura de la arqueología bíblica. 69 Señala<br />
tres libros que formaron lo que llama el canon antiguo. El texto básico fue la edición<br />
revisada de The Archaeology of Palestine de Albright, de 1954. Los otros dos libros<br />
de este canon antiguo son Archaeology in the Holy Land de K. M. Kenyon, de 1960, y<br />
The Archaeology of the Land of Israel de Yohanan Aharoni, de 1978. 70<br />
Dessel señala la apariencia posterior de un canon nuevo que incluye el libro de<br />
A. Mazar, Archaeology of the Land of the Bible, el de A. Ben-Tor, The Archaeology<br />
of Ancient Israel y el de T. E. Levy, The Archaeology of Society in the Holy Land,<br />
publicados entre 1990 y 1995. 71 Añade a este canon nuevo obras de referencia<br />
publicadas entre 1993 y 1997: The New Encyclopedia of Archaeological Excavations<br />
in the Holy Land, The Oxford Encyclopedia of Archaeology in the Near East y<br />
67 Matthews, Brief History: xi-xiii, 23-30; D. W. Rooke, “Review of V. H. Matthews, “A Brief<br />
History of Ancient Israel””, Journal of Hebrew Scriptures 4 (2002-2003), 12 ene. 2007, .<br />
68 M. Liverani, Israel's History and the History of Israel (2005).<br />
69 J. P. Dessel, “In Search of the Good Book: A Critical Survey of Handbooks on Biblical<br />
Archaeology”, en M. C. Moreland ed., Between Text and Artifact:Integrating Archaeology in Biblical<br />
Studies Teaching (2003): 11-30.<br />
70 Albright, Archaeology; K. M. Kenyon, Archaeology in the Holy Land (1960); Y. Aharoni,<br />
The Archaeology of the Land of Israel: From the Prehistoric Beginnings to the First Temple Period<br />
(1982).
Civilizations of the Ancient Near East, 72 y un nuevo género de textos introductorios<br />
menos voluminosos. 73<br />
117<br />
Todas las obras mencionadas en esta sección comparten y promueven el mismo<br />
marco cronológico que Albright defendía, y se puede concluir que los libros de<br />
referencia de historia y arqueología para el antiguo Oriente lo propagan<br />
uniformemente. Sin embargo, el hecho que existe un consenso cronológico general no<br />
implica que todos estén cómodos con la situación. En una presentación reciente de la<br />
arqueología bíblica y siro-palestina, para el público general, Dever ubica el tema<br />
“Cronología y Terminología” en el primer lugar de su lista de asuntos críticos que los<br />
arqueólogos tienen que resolver. 74<br />
Las mediciones de radiocarbono<br />
A lo largo de la historia de los estudios cronológicos se percibe un anhelo<br />
constante de poder medir los intervalos entre eventos de manera independiente de los<br />
testimonios históricos escritos. El repaso histórico ha enfocado tres teorías de este tipo<br />
que se basaron en fenómenos astronómicos, la del egipcio, Claudio Ptolomeo, la del<br />
inglés, Sir Isaac Newton, y la del alemán, Eduard Meyer.<br />
Estas teorías han dejado huellas en los consensos cronológicos vigentes. El<br />
Canon de reyes de Ptolomeo relaciona las fechas de los reinados con los datos de<br />
eclipse, y forma la columna vertebral del sistema de referencia cronológica vigente. El<br />
71 Mazar, Archaeology; A. Ben-Tor ed., The Archaeology of Ancient Israel, (1992). T. E. Levy,<br />
The Archaeology of Society in the Holy Land (1995).<br />
72 E. Stern ed., The New Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (1993);<br />
J. M. Sasson ed., Civilizations of the Ancient Near East (1995); E. Meyers ed., Oxford Encyclopedia of<br />
Archaeology in the Near East (1997).<br />
73 W. Rast, Through the Ages in Palestinian Archaeology: An Introductory Handbook (1992);<br />
V. Fritz, An Introduction to Biblical Archaeology (1994); J. Laughlin, Archaeology and the Bible<br />
(2000); A. Hoerth, Archaeology and the Old Testament (1998); H. O. Thompson, Biblical<br />
Archaeology: The World, the Mediterranean, the Bible (1987); J. Currid, Doing Archaeology in the<br />
Land of the Bible (1999).<br />
74 W. G. Dever, “Biblical and Syro-Palestinian Archaeology: A State-of-the-Art Assessment at<br />
the Turn of the Millenium”, Currents in Research: Biblical Studies 8 (2000): 91-116.
sistema de Newton apela a un segundo fenómeno astronómico, la precesión de los<br />
equinoccios. Su teoría no fue generalmente adoptada, y se abandonó después de más<br />
de un siglo de debate, pero preparó el camino para la aceptación de una tercera teoría<br />
astronómica, la del ciclo de Sothis. Esta teoría fue promovida por Poole y otros<br />
durante la segunda mitad del siglo XIX, y recibió su exposición definitiva de Meyer<br />
en 1904. La teoría de Meyer sigue vigente para muchos, y es cuestionado seriamente<br />
por otros.<br />
118<br />
Durante las últimas décadas se ha desarrollado una variedad de técnicas nuevas<br />
para asignar fechas a diversos tipos de material excavado. La obra de M. J. Aitken<br />
provee una explicación de muchas de ellas. 75 Obras más recientes en este campo<br />
incluyen la de G. Lucas y T. Higham, y la de C. Ramsey y C. Owen. 76 Los métodos<br />
más aplicables a la arqueología de las edades de Bronce y Hierro son la<br />
termoluminiscencia, que se aplica a las cerámicas, la dendrocronología, que se aplica<br />
a madera, y el radiocarbono que se aplica a material orgánico en general. 77<br />
El objetivo de tales técnicas es medir los intervalos de tiempo sin depender de<br />
datos textuales, y en esto son similares a las teorías astronómicas de Ptolomeo,<br />
Newton y Meyer. Se intenta conectar los eventos del pasado directamente con<br />
procesos físicos, químicos y orgánicos cuyos cambios a través del tiempo se pueden<br />
medir con objetividad y precisión.<br />
Durante los años después de la Segunda Guerra Mundial W. F. Libby desarrolló<br />
su método de asignar fechas por mediciones de radiocarbono, por el cual ganó el<br />
premio Nobel de química en 1960. 78 El método ha sido analizado por muchos autores,<br />
75 M. J. Aitken, “Generalities”, Science-Based Dating in Archaeology (1990): 1-6.<br />
76 G. Lucas, The Archaeology of Time (2005); T. Higham, C. B. Ramsey y C. Owen eds.,<br />
Radiocarbon and Archaeology: Proceedings of the 4th Symposium, Oxford 2000. Oxford University<br />
School of Archaeology Monograph 62 (2004).<br />
77 Aitken, Dating: 1-6.<br />
78 W. F. Libby, Radiocarbon Dating (1955).
incluyendo D. Wilson y Aitken. 79 La revista Radiocarbon es el foro más visible para<br />
la publicación y discusión de los resultados de este método. 80<br />
119<br />
Según esta teoría el isótopo radioactivo conocido como radiocarbono, 14 C, se<br />
produce constantemente en la atmósfera superior por el impacto de radiación cósmica<br />
en los átomos de nitrógeno. Se difunde a través de toda la atmósfera como bióxido de<br />
carbono, es asimilado por las plantas y pasa a la cadena de alimentación de todos los<br />
seres vivos del planeta. 81<br />
El radiocarbono también va desapareciendo constantemente porque es inestable,<br />
y se convierte nuevamente en nitrógeno. Existe un equilibrio entre los procesos de<br />
creación y desintegración, de tal manera que no aumenta ni disminuye<br />
significativamente su cantidad total. 82<br />
La proporción de radiocarbono al carbono normal en los seres vivos es<br />
constante porque se asimila continuamente por la alimentación, y se pierde<br />
continuamente por la desintegración radioactiva. Cuando un organismo muere, deja<br />
de asimilar radiocarbono, y la cantidad de radiocarbono presente en el organismo va<br />
disminuyendo continuamente porque sigue desintegrándose. La medición de la<br />
cantidad de radiocarbono presente en un organismo muerto permite calcular el tiempo<br />
transcurrido desde su muerte. 83<br />
La teoría depende de varios postulados, incluyendo los siguientes: (i) la<br />
proporción de radiocarbono a carbono normal en la atmósfera ha sido constante a<br />
79 Wilson, Science: 67-123 recuenta la historia y provee explicaciones sencillas para el lector<br />
general. Aitken, Dating: 56-119 es un tratamiento técnico detallado que explica la teoría y provee<br />
ecuaciones etc., y una bibliografía amplia hasta 1990.<br />
80 A. J. T. Jull ed., Radiocarbon: An International Journal of Cosmogenic Isotope Research, 24<br />
may. 2008, . Información básica se encuentra en artículos de<br />
enciclopedia como “Datación por radiocarbono”, en Wikipedia, diciembre 2007, 22 ene. 2008,<br />
. Al otro lado del espectro hay<br />
recursos de referencia para profesionales como la página de R. G. Fairbanks, Radiocarbon Calibration,<br />
2005, 22 ene. 2008, .<br />
81 Resumen de Wilson, Science: 67-123 y Aitken, Dating: 56-119.<br />
82 Ibid.
través del tiempo, (ii) cada ser vivo siempre tiene en su cuerpo esta misma proporción<br />
de radiocarbono a carbono normal, (iii) cuando un organismo muere la proporción<br />
entre las dos formas de carbono cambia solamente a través de la desintegración del<br />
radiocarbono, y (iv) el decaimiento del radiocarbono siempre puede medirse con<br />
precisión en material orgánico muerto. 84<br />
120<br />
Se hacen constantemente mediciones nuevas, y se sigue desarrollando técnicas<br />
para eliminar los errores causados por mediciones deficientes, interferencia con las<br />
muestras y otras causas. Este desarrollo técnico ha permitido la eliminación de<br />
muchas incertidumbres y el establecimiento de estándares internacionales.<br />
A pesar de los avances el método tiene algunos problemas. Entre ellos está el<br />
postulado que las proporciones de radiocarbono a carbono normal siempre fueron<br />
iguales. Este postulado parece imposible de comprobar, y obliga a calificar las fechas<br />
calculadas como relativas ya que pueden tener errores sistemáticos no detectables. En<br />
la práctica se aceptan los resultados de los cálculos porque armonizan en forma<br />
general con las fechas del sistema de referencia cronológica de consenso.<br />
Aitken observa que las técnicas de medición proveen fechas imprecisas que<br />
requieren ser calibradas por la dendrocronología. 85 Durante los últimos años se han<br />
logrado grandes avances en este tipo de calibración, y actualmente se utiliza como<br />
referencia una secuencia continua de anillos de crecimiento de árbol de más de doce<br />
mil años. Limitaciones prácticas restringen las mediciones a materiales orgánicos más<br />
recientes que sesenta mil años, pero la capacidad del método de asignar fechas a<br />
materiales orgánicos antiguos va aumentándose conforme al refinamiento de la<br />
tecnología de medición. 86<br />
83 Ibid.<br />
84 Wilson, Science and Archaeology: 78.<br />
85 Aitken, Dating: 2.<br />
86 Fairbanks, Calibration.
121<br />
Muchos historiadores de las épocas de Bronce y Hierro han expresado<br />
desconfianza frente a las fechas de radiocarbono por su falta de precisión, y piensan<br />
que los consensos cronológicos vigentes proveen fechas más precisas. Von Soden, por<br />
ejemplo, observa que los resultados varían demasiado para proveer fechas confiables<br />
para períodos más recientes que 3000 aC. Mazar coincide con esta opinión, y la<br />
historia de Israel de Matthews ni menciona radiocarbono en su índice. 87<br />
En estudios recientes I. Finkelstein y E. Piasetzky han usado fechas de<br />
radiocarbono para apoyar su cronología baja para la fase arqueológica Hierro IIA. 88<br />
Sus argumentos colocan las fechas de radiocarbono en el centro de la discusión de la<br />
cronología de la Edad de Hierro de Palestina. Utilizan fechas calculadas a base de<br />
métodos estadísticos de alta precisión para desafiar las conclusiones de Bruins, Van<br />
der Plicht y Mazar. 89<br />
El debate es complejo, y se centra en establecer fechas que no dependen de<br />
textos antiguos para los estratos tradicionalmente asociados con Salomón y la<br />
invasión de Sisac. La asociación de estratos excavados con narraciones bíblicas y la<br />
identificación de Sisac son cuestiones muy discutidas que se consideran más adelante.<br />
Aquí se comenta solamente la manera en que algunos participantes en este debate han<br />
usado el método de radiocarbono.<br />
87 Von Soden, Ancient Orient: 45. Mazar, Archaeology: 28-29. Matthews, Brief History: 167-<br />
171. Un estudio reciente, M. G. Hasel, “Recent Developments in Near Eastern Chronology and<br />
Radiocarbon Dating” Origins 56 (2004): 6-31, enfatiza la falta de coherencia entre fechas de<br />
radiocarbono y las cronologías de Mesopotamia y Egipto. Provee una bibliografía de más de 230 libros<br />
y artículos en apoyo de sus argumentos.<br />
88 H. J. Bruins, J. van der Plicht y A. Mazar, “14C Dates from Tel Rehov: Iron-Age Chronology,<br />
Pharaohs, and Hebrew Kings”, Science 300 (abril 2003): 315-318; I. Finkelstein, E. Piasetzky,<br />
“Comment on “ 14 C Dates from Tel Rehov: Iron-Age Chronology, Pharaohs, and Hebrew Kings””,<br />
Science 302 (octubre 2003): 568; I. Finkelstein, E. Piasetzky, “Recent Radiocarbon Results and King<br />
Solomon”, Antiquity 77/298 (diciembre 2003): 771-779; I. Finkelstein, E. Piasetzky, “The Iron I-IIA in<br />
the Highlands and Beyond: 14 C Anchors, Pottery Phases and the Shoshenq I Campaign”, Levant 38<br />
(2006): 45-61.<br />
89 Finkelstein y Piasetzky, “The Iron I-IIA”, Levant: 45-61.
122<br />
Las mediciones presentadas por Finkelstein y Piasetzky tienen márgenes de<br />
error de entre 13 y 28 años. Estas mediciones se trasladan, después de calibración, en<br />
rangos de fechas para la destrucción de los siguientes estratos: Silo V, entre 1050 y<br />
1000 aC; Meguido VIA, entre 1015 y 920 aC, y Rehov V, entre 920 y 880 aC.<br />
Finkelstein y Piasetzky concluyen que el escenario más probable es que Silo V fue<br />
destruido cerca de 50 años antes de Meguido VIA, que fue destruido cerca de un siglo<br />
antes de Rehov V. 90 Luego combinan este escenario con datos de secuencias<br />
cerámicas y datos textuales para discriminar entre explicaciones históricas alternativas<br />
que difieren en no más de medio siglo. 91<br />
Finkelstein y Piasetzky calcularon sus fechas seleccionando el punto medio de<br />
los rangos de fechas como la fecha más probable. Este procedimiento es dudoso<br />
porque el punto medio de un rango de fechas de este tipo no es más probable que otro<br />
punto del rango. La fecha representada por el rango puede ser cualquier punto del<br />
rango. Los rangos de fecha para Silo V y Meguido VIA se traslapan, pero no es<br />
legítimo deducir que uno fue antes que el otro. Pueden haber sido contemporáneos, y<br />
no es imposible que Meguido VIA haya sido antes que Silo V. De igual manera los<br />
rangos para Meguido VIA y Rehov V se traslapan, y no es legítimo deducir que hubo<br />
un siglo entre ellos. Es necesario también recordar que los rangos de fechas sugeridas<br />
son medidas de probabilidad. Es solamente probable en un 68,5% que la fecha real de<br />
la muestra pertenezca al rango indicado. Esto implica que hay probabilidad de un<br />
31,5% que no pertenezca al rango. 92<br />
La idea que las mediciones de radiocarbono presentadas por Finkelstein y<br />
Piasetzky de Silo, Meguido y Rehov permiten ordenar los tres estratos en una<br />
secuencia temporal, y que esta secuencia duró un siglo y medio, es una ilusión. Su<br />
90 Ibid., Tabla 3 y comentario en las págs. 48-49.
deducción de fechas probables para las destrucciones es inválida. Los datos<br />
presentados permiten deducir que Rehov V fue probablemente posterior a Silo V,<br />
pero Meguido VIA pudo ser contemporáneo con cualquiera de los dos, o aún antes<br />
que Silo V. No es legítimo sacar conclusiones más precisas de estos datos, y la<br />
presencia de incertidumbres de esta magnitud no permite discriminar entre posibles<br />
fechas históricas separadas por solamente medio siglo.<br />
123<br />
Durante los últimos años se han iniciado proyectos de radiocarbono para aclarar<br />
en forma general la cronología de excavaciones en la Tierra Santa. Un informe<br />
reciente reporta discrepancias de entre uno y cinco siglos entre las fechas de<br />
radiocarbono y las fechas tradicionales para el período Bronce Inferior, que<br />
corresponde con d.I-VI. 93 Otro informe que enfoca las fechas de la Edad de Hierro<br />
dice que los resultados de una primera fase de investigaciones favorecen la cronología<br />
baja. Sin duda no se ha dicho la última palabra todavía en tales debates. 94<br />
El esquema cronológico de referencia para períodos prehistóricos en la<br />
arqueología de Palestina, y también otras regiones del antiguo Oriente, depende de<br />
mediciones de radiocarbono. Sin embargo, las fechas de radiocarbono no han<br />
impactado todavía en forma significativa en las fechas de referencia para la Edad de<br />
Bronce y la Edad de Hierro. Para estos períodos se acomodan las fechas de<br />
radiocarbono a los consensos cronológicos vigentes. Se vienen publicando cada vez<br />
más fechas de radiocarbono para estratos excavados en la Tierra Santa, y estos<br />
resultados podrían exigir a lo largo un replanteo de fechas clave de los esquemas<br />
cronológicos vigentes.<br />
91 Ibid., 49-58.<br />
92 Ibid.<br />
93 H. J. Bruins, J. Van Der Plicht, “Radiocarbon Challenges Archaeo-Historical Time<br />
Frameworks In The Near East: The Early Bronze Age Of Jericho In Relation To Egypt”, Radiocarbon<br />
43/3 (diciembre 2001): 1321-1332.
Los estratos y el sistema de referencia cronológica<br />
124<br />
De acuerdo a los criterios de Mazar una meta de las excavaciones arqueológicas<br />
es ordenar todos los loci excavados en una secuencia estratigráfica. Una segunda meta<br />
es describir con precisión cada locus y todos los artefactos recuperados. Una tercera<br />
meta es mantener un registro sistemático lo más completo posible para proveer una<br />
plataforma para la presentación, discusión e interpretación de los resultados. 95<br />
La comprensión clara del concepto de locus es fundamental para la metodología<br />
de excavación. Mazar sugiere que el locus, durante el primer período de excavaciones<br />
en Palestina, se definía en términos de los elementos arquitectónicos excavados.<br />
Durante el segundo período el locus se definía con referencia a las capas de material<br />
depositadas en la antigüedad. Mazar sugiere que el concepto de locus requerido ahora<br />
es algo más abstracto que incorpore los dos conceptos anteriores. 96<br />
Para fines de esta discusión podemos definir el locus como un conjunto de<br />
materiales que el excavador encuentra asociados, y los clasifica juntos en su registro.<br />
Un locus podría ser una capa distintiva de materiales, o parte de un edificio antiguo.<br />
Puede haberse originado en procesos constructivos o destructivos que depositaron<br />
materiales juntos en la antigüedad. Una idea esencial del locus es el conjunto de<br />
materiales que lo conforman, y otra es su distinción de otros loci cercanos. El<br />
excavador debe definir sus loci con la idea de ordenarlos en una secuencia temporal<br />
ya que formarán los elementos básicos de su secuencia estratigráfica.<br />
La descripción de los loci y su ordenamiento en una secuencia temporal no<br />
proveen todo lo necesario para elaborar una cronología. Para poder asignar fechas a<br />
94 I. Sharon, A, Gilboa, A. J. T. Jull y E. Boaretto, “Report on the First Stage of the Iron Age<br />
Dating Project in Israel: Supporting a Low Chronology”, Radiocarbon 49/1 (marzo 2007): 1-46.<br />
95 Mazar, Archaeology: 21-31.<br />
96 Ibid.
los estratos excavados el excavador necesita un método para medir intervalos de<br />
tiempo entre ellos. Tal método le permite crear una cronología relativa, y si puede<br />
medir también el intervalo entre algún estrato de su secuencia y el presente puede<br />
asignarle fecha.<br />
125<br />
Para ilustrar estos conceptos imaginemos un episodio en la historia de una<br />
familia que construyó su casa en el campo, que vivió en ella por un tiempo y que<br />
luego la abandonó para vivir en otro sitio. En ausencia de documentación escrita el<br />
único testimonio que este episodio ocurrió podría ser los restos de la casa.<br />
Un excavador de las ruinas tendría que trazar su zanja, y remover la tierra<br />
acumulada sobre las ruinas. Debajo de esta tierra podría encontrar un estrato de<br />
materiales colapsados cuando la casa cayó, y lo describiría locus por locus. Debajo<br />
del material colapsado podría encontrar otro estrato de materiales del tiempo de<br />
ocupación de la casa. Este material podría tener varias fases y lo describiría también<br />
locus por locus.<br />
A la vez que venía descubriendo los estratos de colapso y ocupación podría<br />
haber encontrado también fragmentos de pared y cimientos. Este tipo de locus podría<br />
encontrarse encima o debajo de los estratos de colapso y ocupación. Se podrían<br />
encontrar también las zanjas cavadas para los cimientos y el material de relleno usado<br />
para consolidarlos. Debajo de todo se encontraría el suelo o roca sobre el cual se<br />
construyó la casa.<br />
La misión del excavador se complicaría si encontrara los restos de otras<br />
construcciones encima o debajo de la casa que investiga, o si alguien hubiera<br />
excavado túneles o zanjas allí antes. Al terminar su zanja podría ordenar los loci<br />
registrados en una secuencia temporal de estratos enumerados desde la superficie:<br />
I El período pos-colapso
II El período de colapso<br />
III El período o períodos de ocupación<br />
IV El período o períodos de construcción<br />
V El período pre-construcción<br />
126<br />
Este esquema estratigráfico permitiría al excavador ordenar sus observaciones y<br />
análisis de la cultura material y sus cambios durante el tiempo que duró la casa. Lo<br />
haría usando las cerámicas, otros artefactos, los estilos de construcción y decoración y<br />
las evidencias del estilo de vida de la familia. Haría su informe final a base del<br />
esquema estratigráfico y presentaría todos los estudios realizados a través de este<br />
esquema.<br />
La excavación hipotética permite visualizar varios aspectos que se tienen que<br />
considerar en el curso de una excavación estratigráfica y el análisis de sus resultados.<br />
Habría que tomar en cuenta, por lo menos, lo siguiente: (i) la elaboración de la<br />
secuencia estratigráfica tiene que preverse en el diseño del proyecto de excavación (ii)<br />
las tareas de excavación tienen que realizarse de acuerdo a procedimientos<br />
establecidos y bajo supervisión adecuada (iii) la excavación cuidadosa de un locus<br />
crea la posibilidad de imaginar el proceso de su formación y reconstruirlo (iv) la<br />
elaboración de la secuencia estratigráfica de una zanja requiere el registro de la<br />
descripción de cada locus excavado, la descripción de cada artefacto recuperado y el<br />
lugar exacto de procedencia de todos los loci y los artefactos (v) la elaboración de una<br />
secuencia estratigráfica requiere el ejercicio de la imaginación para ordenar los loci<br />
identificados en una secuencia temporal hipotética (vi) una exploración arqueológica<br />
puede requerir la excavación de docenas de zanjas y tal vez cientos, o aún miles, de<br />
loci; para cada zanja se tiene que registrar las descripciones de los loci excavados y<br />
los artefactos recuperados de ellos (vii) la excavación de varias zanjas crea la
necesidad de elaborar una secuencia estratigráfica general que combina las secuencias<br />
elaboradas para cada zanja en una sola secuencia estratigráfica general; esta secuencia<br />
general forma la columna vertebral del informe final (viii) la secuencia estratigráfica<br />
general permite la reconstrucción plausible de la historia de la cultura material del<br />
lugar excavado (ix) el registro de los loci excavados, con los artefactos recuperados de<br />
ellos, es la única evidencia de la secuencia de eventos que los produjo; el proceso de<br />
excavación es destructivo, y remueve materiales depositados en la antigüedad; no<br />
puede repetirse, y en este hecho radica la necesidad de mantener un registro lo más<br />
completo posible (x) la secuencia estratigráfica, los loci y los artefactos recuperados<br />
no contienen elementos cronológicos; para crear una cronología relativa y asignar<br />
fechas a la secuencia, se tiene que apelar a alguna teoría que permite la medición de<br />
los intervalos que se quieren conocer (xi) el método principal usado para asignar<br />
fechas es la comparación de los estratos excavados con una secuencia estratigráfica de<br />
referencia cuyos períodos se relacionan en forma precisa con el sistema cronológico<br />
de consenso y (xii) frecuentemente se da el caso que el excavador es autoridad en la<br />
cronología de ciertos artefactos o secuencias estratigráficas; en tales casos es<br />
necesario enfatizar que el informe estratigráfico debe ser la base para la asignación de<br />
fechas y no las opiniones del excavador.<br />
127<br />
Esta descripción esquemática de una excavación hipotética no menciona<br />
muchos detalles que los excavadores tienen que tomar en cuenta pero puede servir<br />
para conceptuar cómo los excavadores conectan su excavación con la cronología. F.<br />
H. Cryer señala cuatro errores frecuentes en los estudios cronológicos de los<br />
excavadores: (i) favorecer una fuente sobre otra, ignorando la regla de dar mayor peso<br />
a fuentes de primera mano, (ii) asociar desastres naturales mencionados en textos<br />
antiguos con restos excavados sin suficiente evidencia, (iii) atribuir a las fechas
asignadas un nivel más alto de significado que lo justificado por la evidencia y (iv)<br />
proponer fechas muy específicas a base de técnicas como la paleografía y las<br />
mediciones de radiocarbono cuando estas técnicas solamente permiten la asignación<br />
de fechas generales. 97<br />
128<br />
A la luz de estas observaciones es evidente que existen muchas posibilidades de<br />
equivocarse en el proceso de asignar fechas a un conjunto de datos arqueológicos.<br />
Este proceso es subjetivo y requiere el ejercicio de la creatividad de parte del<br />
excavador ya que los loci, los estratos, la secuencia estratigráfica para una zanja y la<br />
secuencia estratigráfica general para una excavación son creaciones de la<br />
imaginación. Con la excepción de algunos textos e inscripciones los artefactos<br />
arqueológicos no aparecen con información cronológica que permite asignarles fecha.<br />
En ausencia de tales textos el excavador no encuentra nada que conecte directamente<br />
su excavación con la cronología. Para elaborar una cronología para sus estratos el<br />
excavador tiene que medir el tiempo transcurrido entre ellos, y comparar su secuencia<br />
de estratos con otras secuencias de fecha conocida.<br />
La interpretación de los resultados de excavación<br />
J. R. Bartlett caracterizó el trabajo de Albright como un intento de usar<br />
evidencia arqueológica para restaurar confianza en la historicidad esencial de la<br />
tradición bíblica y refutar el escepticismo excesivo de algunos historiadores bíblicos.<br />
El primer problema de Bartlett con este intento es que revela un concepto simplista de<br />
la ‘historia’ que escribieron los autores bíblicos. Su segundo problema es que Albright<br />
no reconoció que un hallazgo de artefactos no puede validar una interpretación de<br />
eventos. Su tercer problema es que Albright no reconoció suficientemente la<br />
42.<br />
97 F. H. Cryer, “Kronologi som historiografisk problem”, Bibel og historieskrivning (1999): 29-
diferencia entre los datos que producen los arqueólogos y los datos que extraen los<br />
especialistas del texto del Antiguo Testamento. 98<br />
129<br />
No convence la afirmación que Albright tuvo un concepto simplista de la<br />
historia bíblica porque estuvo en diálogo constante con las escuelas críticas y<br />
desarrolló teorías históricas propias. Bartlett no explica qué quiere decir aquí con<br />
‘simplista’, y su comentario parece revelar simplemente que no comparte la<br />
metodología de Albright. El segundo problema puede ser real, pero no se demuestra<br />
que Albright falló en esta área. El tercer problema de Bartlett puede ser real también.<br />
Hay numerosas diferencias entre los datos de excavación y los datos de estudio de<br />
textos, pero es una exageración afirmar que Albright no las reconoció.<br />
Se pueden ilustrar estos tres problemas con un ejemplo. No es lo mismo<br />
estudiar las flechas del ejército de Nabucodonosor recuperadas de los escombros de la<br />
destrucción de Jerusalén y leer el relato bíblico de esta misma destrucción. Aunque<br />
tuviéramos abundantes flechas y otros artefactos asociados con la destrucción, no nos<br />
permitirían validar lo que dice el autor bíblico al respecto, ya que el autor bíblico<br />
aporta información, opiniones y reflexión sobre los eventos que los datos<br />
arqueológicos no pueden aportar.<br />
La incompatibilidad de un texto antiguo con datos arqueológicos pertinentes<br />
permitiría deducir la presencia de errores o datos equivocados en el texto, pero otras<br />
explicaciones son también posibles. Tal vez la interpretación dada al texto sea<br />
inadecuada, o se haya errado en asociar los datos con el texto. La compatibilidad entre<br />
un texto antiguo y un conjunto de datos arqueológicos hace plausible la asociación del<br />
texto con los datos, pero no puede validar ni contradecir afirmaciones del texto que<br />
van más allá de la simple asociación de material excavado con eventos.<br />
98 J. R. Bartlett, “What Has Archaeology to Do with the Bible - or Vice Versa”, Archaeology
130<br />
La serie de eventos que conocemos como la destrucción de Jerusalén no puede<br />
repetirse. El texto que nos informa de ellos fue escrito por un autor que pudo estar<br />
presente o no cuando los eventos ocurrieron, y no es posible hoy pedirle aclaraciones.<br />
Los materiales involucrados en los eventos sí pueden ser recuperados por el<br />
excavador y sometidos a todo tipo de estudio, pero es necesario recordar que el<br />
estudio de los eventos, los artefactos y el texto son actividades de naturaleza distinta.<br />
Bartlett dice que la posesión de textos antiguos y datos arqueológicos para un<br />
pueblo antiguo permite escribir dos historias distintas a base de la ‘evidencia’. Si el<br />
historiador piensa que tanto los textos como los datos arqueológicos se refieren a los<br />
mismos eventos, puede seleccionar elementos de ambos para elaborar su<br />
reconstrucción de ellos. Así se podrían escribir no solamente dos sino muchas<br />
historias, ya que cada historiador hace su propia selección, combinación e<br />
interpretación de las evidencias.<br />
Bartlett dice que tanto la información textual como los datos arqueológicos<br />
requieren interpretación, y en esto tiene razón. El proceso de interpretación del<br />
material excavado se inicia mucho antes que el lector interesado lee el reporte de una<br />
excavación. El reporte ya incluye la descripción del excavador de los loci excavados y<br />
su asociación de los artefactos hallados con ellos. El reporte incluye también el<br />
resultado del trabajo de ordenar los loci en estratos, y elaborar una secuencia<br />
estratigráfica para relacionar sus zanjas entre sí. Los datos arqueológicos ya vienen<br />
interpretados en el reporte.<br />
Cada artefacto mencionado en el reporte de una excavación tiene relación única<br />
con tres concepciones elaboradas por el excavador: (i) su concepción de locus, (ii) su<br />
concepción de estrato, y (iii) su concepción de secuencia estratigráfica. Cada reporte<br />
and Biblical Interpretation (1997): 1-19. Los siguientes párrafos se refieren a la misma fuente.
arqueológico también relaciona los materiales excavados con tres concepciones más,<br />
de los consensos académicos: (i) los períodos arqueológicos, (ii) la secuencia<br />
estratigráfica general y (iii) el sistema de referencia cronológica usado para asignar<br />
fechas.<br />
131<br />
Las discusiones de las excavaciones deben tomar en cuenta que los datos<br />
arqueológicos incorporan estas tres dimensiones interpretativas del excavador, y las<br />
tres dimensiones interpretativas de consenso académico. Se debe tomar en cuenta<br />
también que cada una de estas seis categorías de interpretación descansa sobre<br />
postulados y teorías que se pueden cuestionar y discutir.<br />
Todas estas consideraciones son independientes de las consideraciones<br />
relacionadas a la interpretación de textos pertinentes, y de la confrontación de datos<br />
excavados con datos derivados de textos. Bartlett afirma acertadamente que los<br />
autores de los textos antiguos interpretaron los eventos que describieron, y este<br />
aspecto se examina más adelante.<br />
T. W. Davis observa que Albright determinaba la integridad de sus loci<br />
homogéneos con criterios tipológicos. Albright consideró un locus ‘limpio’ si no hubo<br />
conflicto cronológico entre las formas cerámicas que incluía, y trataba las formas<br />
cerámicas como indicadores cronológicos directos.<br />
Según Davis, Albright relacionaba directamente datos arqueológicos con datos<br />
textuales, mientras que Wright comprendió que la relación entre ambos es más<br />
ambigua. Dever descubrió, después de un buen tiempo, que los datos arqueológicos<br />
hablan solamente en respuesta a preguntas del excavador. Enseñó a sus estudiantes a
formular preguntas basadas en la antropología, y adoptó la arqueología de procesos<br />
para no tener que recurrir a las narraciones bíblicas. 99<br />
Resumen<br />
132<br />
La exploración arqueológica de Egipto ha puesto a disposición de los<br />
historiadores documentos e inscripciones que confirman, y proveen un contexto para,<br />
la información usada para elaborar el sistema de referencia cronológica. No ha<br />
producido un sistema independiente de referencia cronológica. Para asignar fechas a<br />
los artefactos es todavía necesario relacionarlos con el esquema dinástico.<br />
La situación es similar para Mesopotamia. La arqueología ha puesto a<br />
disposición las listas de epónimos, reyes y nombres del año que forman la base del<br />
sistema de referencia cronológica. Argumentos arqueológicos juegan un rol central en<br />
los debates en torno a las alternativas alta, media y baja para la cronología antigua de<br />
Mesopotamia.<br />
La exploración arqueológica de Palestina no produjo muchos materiales que<br />
contribuyeron a la elaboración del sistema de referencia cronológica porque los textos<br />
son muy escasos en las excavaciones. En ausencia de textos, se ha tenido que<br />
depender de indicadores cronológicos indirectos derivados de las secuencias<br />
estratigráficas y las tipologías cerámicas. La secuencia estratigráfica de Palestina<br />
depende de la cronología egipcia desde el tiempo de Petrie.<br />
La literatura arqueológica disponible hoy es muy amplia, y nadie puede<br />
dominar todos los datos cronológicos de todos los campos. La especialización ha<br />
creado varias dificultades para la asignación de fechas, y entre ellas está la<br />
dependencia del sistema de referencia cronológica común por consenso general.<br />
99 T. W. Davis, “Theory and Method in Biblical Archaeology”, J. K. Hoffmeier, A. Millard,<br />
eds., The Future of Biblical Archaeology: Reassessing Methodologies and Assumptions (2004): 20-28.
Todos usan el sistema y pocos se detienen para evaluar su solidez. Otras dificultades<br />
incluyen la falta de datos para algunas zonas, el problema de interpretar datos<br />
producidos por procedimientos técnicos anticuados y las demoras, a veces muy largas,<br />
en la publicación de los resultados de las excavaciones.<br />
133<br />
La excavación estratigráfica es un proceso complejo. Las excavaciones<br />
contemporáneas persiguen trazar con precisión las secuencias verticales de capas de<br />
deposición del material excavado, y la asociación con ellas de cada artefacto<br />
encontrado. A la vez buscan descubrir zonas horizontales extensas para facilitar la<br />
comprensión del carácter del lugar bajo excavación. Otra tarea fundamental es el<br />
registro detallado de los materiales excavados y su procedencia precisa para permitir<br />
el análisis posterior de resultados.<br />
Albright participó en el acuerdo Garstang que produjo el primer consenso entre<br />
arqueólogos de Palestina para asignar fechas a sus tipos cerámicos. Hizo una<br />
contribución mayor a la elaboración de la secuencia cerámica de referencia para la<br />
región e inventó la terminología vigente para los períodos arqueológicos.<br />
Su cronología arqueológica depende de fechas egipcias durante la Edad de<br />
Bronce. Para la Edad de Hierro no hubo conexiones directas con Egipto y los grupos<br />
cerámicos se ordenaban de la mejor forma posible entre la fecha para el final del<br />
Bronce Superior, 1200 ac, y el inicio del período helenista en 330 aC.<br />
Albright usaba su sistema de cronología general para conectar eventos bíblicos<br />
con los resultados de las excavaciones y construir explicaciones históricas. Su<br />
esquema de fechas para los períodos arqueológicos sigue vigente a pesar de muchas<br />
innovaciones técnicas y cambios metodológicos. La razón fundamental por la<br />
estabilidad de estas fechas es que no dependen de metodologías de excavación y<br />
análisis, sino de la cronología egipcia que no ha cambiado.
134<br />
El método de asignar fechas por medio de mediciones de radiocarbono tiene el<br />
potencial de establecer una cronología que no depende de textos para las edades de<br />
Bronce y Hierro. Sin embargo, hasta ahora se han acomodado las nuevas fechas al<br />
sistema de referencia cronológica vigente.<br />
Existen muchas posibilidades de equivocarse en el proceso de asignar fecha a<br />
un conjunto de datos arqueológicos. El proceso es subjetivo y requiere el ejercicio de<br />
la creatividad de parte del excavador ya que los loci, los estratos, la secuencia<br />
estratigráfica para una zanja y la secuencia estratigráfica general para una excavación<br />
son creaciones de la imaginación.<br />
Si no encuentra textos, inscripciones u objetos de fecha conocida el excavador<br />
no puede conectar directamente su excavación con la cronología. Para elaborar una<br />
cronología para su secuencia de estratos el excavador tiene que medir el tiempo<br />
transcurrido entre ellos y comparar su secuencia con otras secuencias de fecha<br />
conocida.<br />
Las discusiones de las excavaciones deben tomar en cuenta que los datos<br />
arqueológicos incorporan tres dimensiones interpretativas del excavador, el locus, el<br />
estrato y la secuencia estratigráfica. También deben tomar en cuenta las tres<br />
dimensiones interpretativas de consenso académico, el esquema de períodos<br />
arqueológicos, la secuencia estratigráfica general y el sistema de referencia<br />
cronológica usado para asignar fechas. Cada una de estas seis categorías de<br />
interpretación descansa sobre postulados y teorías que se pueden cuestionar y discutir.
CAPÍTULO 4<br />
LAS NARRACIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO<br />
Y EL SISTEMA DE REFERENCIA CRONOLÓGICA<br />
Introducción<br />
La cronología extraída de las narraciones del Antiguo Testamento fue parte de la<br />
columna vertebral del sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente durante<br />
mucho tiempo, pero dejó de serla en la segunda mitad del siglo XIX. El análisis de la<br />
relación entre las excavaciones y el sistema de referencia cronológica destacó los aportes<br />
de la arqueología a este sistema, y aclaró el proceso de asignar fecha a los materiales<br />
excavados. Este capítulo intenta aclarar la relación entre el sistema de referencia<br />
cronológica, los resultados de las excavaciones y los eventos narrados en el Antiguo<br />
Testamento.<br />
Se quiere responder la pregunta: ¿Por qué, y cómo, incide el sistema de referencia<br />
cronológica para el antiguo Oriente en los debates sobre los eventos narrados en el<br />
Antiguo Testamento? Se investiga la relación entre la cronología de referencia y estos<br />
debates, y se enfoca cómo se combinan datos arqueológicos, bíblicos y cronológicos en<br />
las reconstrucciones históricas.<br />
Se trata primero la relación entre la arqueología y las narraciones del Antiguo<br />
Testamento para proveer un contexto para la discusión posterior. Después se analizan<br />
algunas perspectivas que orientan el estudio de las narraciones. Luego se comentan los<br />
resultados del estudio de algunas de las narraciones: el éxodo, los orígenes de Israel y los<br />
orígenes de los estados hebreos. Finalmente se intenta analizar el rol del sistema de
eferencia cronológica en la confrontación de datos de las narraciones con datos de las<br />
excavaciones.<br />
La arqueología y las narraciones<br />
En esta sección se enfocan algunos temas que complementan las discusiones<br />
anteriores y proveen un contexto para la discusión más detallada que sigue. Se enfoca<br />
primero el impacto del redescubrimiento del antiguo Oriente en el estudio de las<br />
narraciones del Antiguo Testamento. En segundo lugar se enfoca cómo se trata la<br />
cronología en algunos diccionarios bíblicos. En tercer lugar se enfoca la relación entre la<br />
cronología derivada de las narraciones bíblicas y el sistema de referencia cronológica<br />
general. Finalmente se presenta una visión panorámica de debates recientes en torno a las<br />
narraciones del Antiguo Testamento.<br />
El antiguo Oriente y las narraciones<br />
136<br />
J. F. Champollion, en 1828, identificó Sisac con Shoshenq. 1 A. H. Layard, en 1846,<br />
halló el obelisco asirio que menciona el “tributo de Iaua hijo de Omri” 2 e identificó, entre<br />
1850 y 1853, 55 gobernantes, ciudades y países mencionados en los textos asirios que<br />
también aparecen en el Antiguo Testamento. 3 En 1872 G. Smith halló un texto<br />
cuneiforme similar al relato bíblico del diluvio, y en 1875 publicó la lista de epónimos<br />
asirios que inició los debates sobre la relación entre la cronología de los reyes asirios y la<br />
de los reyes hebreos. 4 La inscripción de Mesha de Moab fue hallada en 1868, y la del<br />
1<br />
D. Rohl, A Test of Time: The Bible from Myth to History (1995): 120-128.<br />
2<br />
S. Lloyd, Foundations in the Dust, (1980): 116; T. C. Mitchell, The Bible in the British Museum:<br />
Interpreting the Evidence (1988): 46-49.<br />
3<br />
R. Moorey, A Century of Biblical Archaeology (1991): 10-11.<br />
4<br />
G. Smith, The Hebrew People (1856); The Assyrian Eponym Canon (1875); The Chaldaean<br />
Account of Genesis (1876).
estanque de Siloé en 1880 (2 R. 1:1 y 3: 4-27). 5 En 1896 W. Petrie halló la inscripción de<br />
Merenptah que menciona el pueblo de Israel, y H. Winckler publicó su traducción<br />
alemana de las cartas de Amarna. 6 Se relacionaron todos estos textos extra-bíblicos con<br />
las narraciones del Antiguo Testamento.<br />
En la preparación de su Manners and Customs of the Bible, publicado en 1873 o un<br />
poco después, J. M. Freeman consultó 40 obras de difusión de los nuevos conocimientos,<br />
incluyendo seis diccionarios bíblicos, comentarios bíblicos, relatos de viajes de<br />
exploración, reportes de excavación, libros sobre costumbres orientales, un catálogo de<br />
museo y comentarios sobre la literatura oriental. Los 893 artículos son ilustrados con 168<br />
imágenes. 7<br />
Durante la última parte del siglo XIX la arqueología iluminó la historia de Israel, el<br />
contexto cultural del mundo bíblico, las formas literarias usadas en los libros bíblicos y la<br />
transmisión del texto, entre otros temas. 8 Se comenzó a hablar de arqueología bíblica, 9 y<br />
los protagonistas de todas las posturas en los debates de la época, sobre la historia del<br />
planeta y la historicidad de las narraciones bíblicas, citaban datos arqueológicos. 10<br />
La cronología en los diccionarios bíblicos<br />
Las nuevas fechas ancla de la cronología de referencia pronto fueron propagadas<br />
por los diccionarios bíblicos. El Imperial Bible Dictionary apareció entre 1864 y 1869. R.<br />
5<br />
Moorey, Century: 20-21; Mitchell, Bible: 51.<br />
6<br />
Moorey, Century: 41-42.<br />
7<br />
J. M. Freeman, “List of Authorities”, “List of Engravings”, Manners and Customs of the Bible<br />
(1873 o después): 7-12.<br />
8<br />
Mitchell, Bible: 23.<br />
9<br />
Moorey, Century: 2-3; Z. Zevit, “The Biblical Archaeology versus Syro-Palestinian Archaeology<br />
Debate in Its American Institutional and Intellectual Contexts”, en J. K. Hoffmeier y A. Millard eds., The<br />
Future of Biblical Archaeology: Reassessing Methodologies and Assumptions (2004): 11.<br />
10<br />
Moorey, Century: 3.<br />
137
S. Poole fue la autoridad para la cronología de Egipto, y J. Oppert para la de Asiria. Poole<br />
promovía el esquema dinástico y la teoría del ciclo de Sothis. 11<br />
El diccionario bíblico de J. Hastings apareció en 1898. Cita las discusiones<br />
cronológicas más recientes, y se apela a la teoría del ciclo de Sothis, que recibió su<br />
exposición definitiva recién en 1904. 12 El diccionario de J. D. Davis también apareció en<br />
1898. Davis se esforzó para incluir los últimos conocimientos geográficos, históricos y<br />
cronológicos. Su artículo sobre Egipto demuestra confianza en la teoría del ciclo de<br />
Sothis, y ubica el éxodo en el tiempo de Merenptah, d.XIX. Presenta soluciones propias<br />
para los problemas cronológicas, sin dar mayor explicación. 13<br />
El International Standard Bible Encyclopedia, editado por J. Orr, fue publicado en<br />
1915. Orr incluyó artículos de más de 200 autores de varias nacionalidades, y dio<br />
prominencia a los descubrimientos arqueológicos más recientes. La cronología de<br />
referencia adoptada depende del esquema dinástico de Manetón, la teoría del ciclo de<br />
Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq. Se adoptó una fecha tardía para el<br />
éxodo, y no se explican las teorías cronológicas detrás de las fechas presentadas. 14<br />
Esta enciclopedia se preparó durante la controversia fundamentalista, y Orr fue<br />
sensible en cuanto a actitudes hacia las escrituras. Afirma que los autores de los artículos<br />
no propagaban las teorías de los críticos literarios extremos con sus “especulaciones<br />
138<br />
11 D. MacDonald, “Egypt”, en P. Fairbairn ed., The Imperial Bible Dictionary (1864-69); J. Oppert,<br />
Chronologie (1856); R. S. Poole, Horae aegyptacae (1851); H. Ewald, Die Composition der Genesis<br />
kritisch untersucht (1823); H. Hupfeld, Die Quellen der Genesis und die Art ihrer Zusammensetzung<br />
(1853); “Patrick Fairbairn 1805-1874”, Glasgow Digital Library, abril 2003, 24 ene. 2008,<br />
.<br />
12 F. Hommel, “Assyria”, W. E. Crum, “Egypt”, en J. Hastings ed., Dictionary of the Bible (1898);<br />
F. Hommel, Geschichte babyloniens und assyriens (1885); Crum cita Petrie, Meyer, Mahler y Steindorff de<br />
G. Steindorf, Baedeker’s Egypt (1897); W. F. Wislicenus, Astronomische chronologie (1895); E. Meyer,<br />
Ägyptische Chronologie (1904).<br />
13 J. D. Davis, Dictionary of the Bible (1911): iii-vi, 190-197 y 131-141.
infundadas” y “fantasías sujetivas”. Sin embargo, Orr no fue sensible que su enciclopedia<br />
propagaba, como verdades científicamente comprobadas, y sin mayor comentario, teorías<br />
cronológicas igualmente especulativas, sujetivas y controvertidas. 15<br />
En 1962 apareció el New Bible Dictionary, cuyos 2,300 artículos fueron escritos<br />
específicamente para la obra en un espíritu de lealtad a las Sagradas Escrituras. Los<br />
autores estuvieron al día con los estudios bíblicos y arqueológicos recientes, y su meta<br />
fue producir un libro que contribuiría en forma sustancial a la comprensión de la “palabra<br />
de Dios para los hombres” sin imponer uniformidad rígida. 16 En el artículo sobre<br />
cronología se describe el método cronológico antiguo, que dependía casi exclusivamente<br />
de datos bíblicos, y lo descarta. La cronología egipcia presentada depende de la secuencia<br />
dinástica de Manetón, la teoría del ciclo de Sothis y la identificación de Sisac con<br />
Shoshenq. La cronología asiria presentada depende de la lista de epónimos. 17<br />
Se observa una contradicción en la política editorial de estos diccionarios de alto<br />
prestigio y uso internacional. Afirman claramente el deseo de no propagar teorías<br />
literarias sujetivas y especulativas y, a la vez, propagan teorías cronológicas igualmente<br />
sujetivas y especulativas como si fueran buena ciencia, y sin proveer explicaciones.<br />
Muchos libros de referencia en los campos de historia y arqueología del antiguo<br />
Oriente usan en forma intercambiable las nomenclaturas de fechas, períodos<br />
arqueológicos y períodos bíblicos, dando la impresión que las equivalencias están<br />
firmemente establecidas más allá de la discusión. Se da la impresión que los períodos<br />
14<br />
A. H. Sayce, “Egypt”, W. M. F. Petrie, “Egypt”, en J. Orr ed., International Standard Bible<br />
Encyclopedia (1915): viii-ix, disponible en línea, 12 jul. 2008, .<br />
15<br />
Orr, “Preface”, Encyclopedia; N. B. Stonehouse, J. G. Machen: A Biographical Memoir (1987):<br />
149-153.<br />
16<br />
F. F. Bruce, J. I. Packer, R. V. G. Tasker y D. J. Wiseman, “Preface”, J. D. Douglas ed., The New<br />
Bible Dictionary (NBD) (1962): v; D. J. Wiseman, “Assyria”, NBD: 100-107, K. A. Kitchen y T. C.<br />
Mitchell, “Chronology of the Old Testament”, NBD: 212-223; K. A. Kitchen, “Egypt”, NBD: 337-353.<br />
139
íblicos están firmemente ubicados en la cronología de consenso y que las fechas de los<br />
períodos arqueológicos han sido fijadas en forma definitiva, ocultando el carácter<br />
especulativo de las teorías detrás de las fechas de referencia.<br />
Los diccionarios bíblicos, con otros géneros de libros de consulta, han contribuido<br />
a la difusión de la cronología de referencia, y han ayudado a convertir un conjunto de<br />
resultados cronológicos tentativos en conclusiones universalmente respetadas con<br />
autoridad canónica casi incuestionable.<br />
La cronología bíblica y el sistema de referencia cronológica<br />
R. L. Numbers ha documentado algunos cambios de actitud frente a la cronología<br />
de referencia en los escritos de W. H. Green, profesor de Antiguo Testamento en<br />
Princeton, y uno de los principales defensores de la cronología bíblica hacia el final del<br />
siglo XIX. 18<br />
Green conocía los argumentos de geólogos, biólogos y paleontólogos a favor de<br />
alargar la historia del hombre mucho más allá del tiempo calculado por los cronólogos<br />
bíblicos tradicionales, y defendía la cronología tradicional mientras la ciencia no<br />
demostraba que el hombre estuvo en la tierra más tiempo que lo calculado por Ussher.<br />
Sin embargo, bajo la presión de evidencia científica cada vez más contundente, Green se<br />
mostró más dispuesto a sacrificar la cronología de Ussher que los resultados de las<br />
investigaciones científicas. 19<br />
Argumenta que las escrituras no proveen base suficiente para calcular la cronología<br />
del período anterior a Abraham porque tales cálculos dependen de las genealogías de<br />
140<br />
17 Kitchen y Mitchell, NBD: 212; Kitchen, NBD: 345.<br />
18 R. L. Numbers, "The Most Important Biblical Discovery of Our Time: William Henry Green and<br />
the Demise of Ussher's Chronology”, Church History 69/2 (2000): 257-276.
Génesis 5 y 11 que, según Green, están incompletas. Concluye que los escritos de Moisés<br />
no fijan, ni proponían fijar, la fecha del diluvio o la fecha de la creación. Green expresó<br />
estas opiniones en forma clara y detallada en un artículo “Primeval Chronology”, escrito<br />
en 1890. 20 Algunos colegas de Green en la facultad de Princeton, incluyendo C. Hodge y<br />
B. B. Warfield, expresaron su acuerdo con sus explicaciones. 21 Numbers documenta<br />
cómo las opiniones de estos eruditos, teológicamente conservadores, liberaron a muchos<br />
evangélicos posteriores de la obligación de defender la fecha de Ussher para la creación<br />
en debates sobre la edad de la tierra. 22<br />
Al comenzar su cronología bíblica con Abraham en vez de la creación, Green<br />
rompió con la tradición vigente desde el tiempo de Lutero para volver a la tradición<br />
anterior, inaugurada por Eusebio en su Crónica. Eusebio también había rechazado una<br />
costumbre vigente durante siglos, la de iniciar la cronología del mundo con la creación.<br />
La cronología bíblica de M. Anstey fue desarrollada en colaboración con el<br />
predicador popular G. C. Morgan, y tuvo el propósito de exponer el sistema cronológico<br />
del Texto Masorético. 23 Anstey tuvo confianza absoluta en la racionalidad y finalidad de<br />
sus propias conclusiones. Basándose en Daniel 9: 24-27, calculó que el período persa<br />
duró 82 años menos que el tiempo calculado por Ptolomeo, y apeló a Josefo, Seder olam<br />
y el poeta persa Firdusi en apoyo. Pensó que Ptolomeo tergiversó sus datos históricos en<br />
acomodarlos a sus fechas calculadas, y rechazó las fechas basadas en las olimpiadas<br />
porque se fundamentaron en testimonios que no tuvieron una antigüedad mayor que el<br />
141<br />
19 Ibid.<br />
20 W. H. Green, “Primeval Chronology”, Bibliotheca Sacra 47 (1890): 285-303.<br />
21 C. Hodge, Systematic Theology (1881-1883): 2, 40-41; B. B. Warfield, “On the Antiquity and the<br />
Unity of the Human Race”, Biblical and Theological Studies (1968): 238-261.<br />
22 Numbers, Most Important Biblical Discovery.
siglo III aC. Culpó a Eusebio por adoptar esta cronología deficiente en su Crónica, y<br />
despistar a todos los cronólogos posteriores. 24<br />
Anstey no tomó en cuenta que la cronología de Eusebio para el período persa tiene<br />
apoyo sólido en la lista de los cónsules romanos. Adoptó la opinión de Beecher, que la<br />
lista de epónimos asirios perdió los 51 nombres del período 833-772 aC, para reconciliar<br />
la cronología asiria con datos bíblicos, y citó en apoyo una nota de Sincelo, que dice que<br />
Nabonasar destruyó los registros de sus antecesores para asegurar que los cálculos<br />
cronológicos posteriores se harían a partir de su reinado. 25 La cronología bíblica de<br />
Anstey es incompatible con la cronología de consenso, y no intentó armonizar los dos<br />
sistemas.<br />
142<br />
Albright también contribuyó a la discusión de la cronología bíblica. En 1945<br />
publicó una cronología de los reyes hebreos que muestra desconfianza en muchos datos<br />
cronológicos de las narraciones bíblicas. Albright concluye que la fecha bíblica más<br />
antigua que se puede establecer es la de la destrucción de Samaria. Da preferencia a los<br />
sincronismos de los reyes de Judá, y cambia arbitrariamente la duración de algunos<br />
reinados, el de Roboam de 17 a 8 años, el de Uzías de 52 a 42 años, el de Manasés de 55<br />
a 45 años y el de Amasías de 29 a 18 años. Albright armonizó la cronología bíblica con la<br />
cronología de consenso, pero a costo de sacrificar la confiabilidad de los datos bíblicos. 26<br />
23 G. C. Morgan, “Foreword”, M. Anstey, The Romance of Bible Chronology: An Exposition of the<br />
Meaning, and a Demonstration of the Truth, of Every Chronological Statement Contained in the Hebrew<br />
Text of the Old Testament (1913): 7.<br />
24 Anstey, Romance: 13-61, especialmente 19-25 y 45.<br />
25 Ibid., 36-41. Esta teoría se evalua en Smith, Assyrian Eponym Canon: 72; E. R. Thiele, The<br />
Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (1963): 39-42; O. T. Allis, The Old Testament: Its Claims and Its<br />
Critics (1972): 399-400.<br />
26 W. F. Albright, “The Chronology of the Divided Monarchy of Israel”, Bulletin of the American<br />
Societies for Oriental Research (BASOR) 100 (1945): 16-22. Su sistema es resumido y evaluado por G.<br />
Galil, The Chronology of the Kings of Israel and Judah (1996): 4-5.
E. R. Thiele estudió la cronología de los reyes hebreos, entre 1944 y 1963, desde<br />
una perspectiva de respeto para los detalles del Texto Masorético. 27 Thiele supuso que<br />
sus datos son armoniosos, sin errores y suficientes para construir una cronología<br />
completa. Analizó cómo los escribas hebreos trataban los años de transición entre<br />
reinados, y cómo los escribas de Israel trataban los datos de Judá y viceversa. Distinguió<br />
entre años contados a partir del mes de Nisan y otros contados a partir del mes de Tisri, y<br />
postuló la existencia de corregencias para poder armonizar algunas anomalías en los<br />
datos bíblicos. 28<br />
Las premisas de Thiele le conducían a buscar una forma única de ordenar todos los<br />
datos cronológicos de los reyes hebreos que aparecen en el Texto Masorético en un<br />
sistema armonioso. Cuando lo logró, concluyó que había reconstruido la cronología de<br />
los reinos de Israel y Judá tal como sucedió, y que había demostrado la integridad del<br />
Texto Masorético. Su lógica le obligó a rechazar los sincronismos de 2 R. 17:1 y 18: 1, 9<br />
y 10, atribuyéndolos a la mano de un copista tardío y no a un escriba contemporáneo con<br />
los eventos. 29<br />
La cronología de Thiele produjo una cronología relativa para dos estados hebreos<br />
contemporáneos que flotaba en el tiempo. La conectó con la cronología asiria a través de<br />
textos del rey Salmanasar III que, según la interpretación usual, mencionan la presencia<br />
del rey Acab de Israel en la batalla de Qarqar en el año 6 de Salmanasar, y el tributo del<br />
27<br />
Thiele, Mysterious Numbers fue escrito a base de su disertación doctoral de 1943 para la<br />
University of Chicago. Información sobre Thiele y discusión de su cronología se encuentra en R. W.<br />
Younker, “Integrating Faith, the Bible, and Archaeology: A Review of the “Andrews University Way” of<br />
Doing Archaeology”, en Hoffmeier y Millard, Future: 47-48; L. McFall, “Some Missing Coregencies in<br />
Thiele's Chronology”, Andrews University Seminary Studies 30 (1992): 35-58; K. A. Strand, “Thiele's<br />
Biblical Chronology as a Corrective for Extrabiblical Dates”, Andrews University Seminary Studies 34<br />
(1996): 295-317.<br />
28<br />
E. R. Thiele, “The Chronology of the Kings of Judah and Israel”, JNES 3 (1944): 137-186;<br />
Mysterious Numbers: 3-38.<br />
143
ey Jehú de Israel en el año 18. Estas inscripciones, en combinación con datos bíblicos<br />
como los de 1 R. 22:51, 2 R. 3:1, 9:24 y 10:36, le permitió a Thiele concluir que el año 6<br />
de Salmanasar fue el último año de Acab y su año 18 fue el primer año de Jehú. 30<br />
La conexión con nuestro calendario se estableció a través de la Lista de reyes de<br />
Asiria, la Lista de epónimos de Asiria y documentos asirios que permiten sincronizar la<br />
lista de epónimos con el Canon de reyes de Ptolomeo. Thiele documentó en forma<br />
convincente esta conexión, y asignó la fecha de 853 aC al último año de Acab y 841 aC<br />
al primer año de Jehú. El establecimiento de estas fechas le permitió calcular fechas<br />
precisas para todos los eventos de su cronología flotante entre la división del reino de<br />
Roboam en 931 aC y la destrucción babilónica de Jerusalén en 586 aC. 31<br />
Mientras muchos adoptaron la cronología bíblica de Albright, otros adoptaron la de<br />
Thiele, incluyendo los editores de The New Bible Dictionary. 32 Thiele demostró que la<br />
idea de un vacío de 51 años en la lista de epónimos asirios va en contra de la evidencia, y<br />
confió en la validez del Canon de reyes de Ptolomeo. 33 Estas decisiones de Thiele<br />
colocan su sistema cronológico firmemente dentro del marco del consenso cronológico<br />
general. Es de notar que tanto Thiele como Albright sometieron sus cronologías bíblicas a<br />
las exigencias del consenso cronológico general, a pesar de tener actitudes muy diferentes<br />
hacia la confiabilidad histórica del texto bíblico.<br />
La cronología de Thiele ha sido criticada por ser complicada e improbable, por<br />
depender de postulados que el texto bíblico no autoriza y por inventar corregencias. Galil<br />
señala que los postulados de Thiele en cuanto a las prácticas de los escribas son derivados<br />
29<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 135, 186 y 190.<br />
30<br />
Mitchell, Bible in the British Museum: 44-49. Thiele, Mysterious Numbers: 26.<br />
31<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 39-52.<br />
32<br />
Kitchen y Mitchell, NBD: 217.<br />
144
de los datos que trataba de explicar y, por lo tanto, que no establecen la confiabilidad de<br />
estos datos. 34 Se puede concluir que Thiele desarrolló una cronología compatible con los<br />
datos disponibles, pero no necesariamente halló la cronología correcta ya que algunas de<br />
las objeciones a su metodología son razonables.<br />
Durante la segunda mitad del siglo XX se produjeron varias obras de cronología<br />
bíblica frecuentemente consultados, incluyendo los estudios de R. De Vaux, J. Finegan,<br />
R. K. Harrison y G. Galil. Todos ellos encajan en el marco de la cronología de consenso<br />
y son minas de información. 35 Galil adoptó un conjunto de principios similares a los de<br />
Thiele pero mucho menos complejo, y los aplicó de manera menos arbitraria. Galil<br />
respeta los datos bíblicos pero concluye que solamente un 90% de ellos son armoniosos y<br />
mutuamente compatibles. Sugiere que el autor de Reyes sabía que algunos datos de sus<br />
fuentes eran incompatibles pero los trasmitió de todas maneras.<br />
La década anterior a la publicación del libro de Galil produjo varios estudios de la<br />
cronología de los reyes hebreos, incluyendo los de D. N. Freedman, W. H. Barnes, J. H.<br />
Hayes con P. K. Hooker, E. H. Merrill y E. W. Faulstich. 36 Algunos comentarios, como<br />
el de G. H. Jones sobre el texto de I y II Reyes, incluyen discusiones importantes de<br />
cronología. 37<br />
145<br />
33 Thiele, Mysterious Numbers: 41-42.<br />
34 Galil, Chronology: 3-4.<br />
35 R. De Vaux, “Divisions of Time”, Ancient Israel: Its Life and Institutions (1961):178-194; J.<br />
Finegan, Handbook of Biblical Chronology: Principles of Time Reckoning in the Ancient World and<br />
Problems of Chronology in the Bible (1998); R. K. Harrison, “Ancient Near Eastern Chronology”,<br />
Introduction to the Old Testament (1969): 145-198; Galil, Chronology.<br />
36 D. N. Freedman, “Kingly Chronologies: Then and Later”, Eretz-Israel 24 (1993): 41-65; W. H.<br />
Barnes, Studies in the Chronology of the Divided Monarchy of Israel (1991); J. H. Hayes y P. K. Hooker, A<br />
New Chronology for the Kings of Israel and Judah and Its Implications for Biblical History and Literature<br />
(1988); E. H. Merrill, “The Accession Year and Davidic Chronology”, Evangelical Theological Society<br />
Papers 5 (1986); E. W. Faulstich, History, Harmony and the Hebrew Kings (1986).<br />
37 G. H. Jones, I and II Kings, The New Century Bible Commentary (1984).
Un estudio reciente de G. Larsson señala posibles influencias de Manetón,<br />
Eratóstenes y especialmente Beroso en la reestructuración cronológica de doce libros del<br />
Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces,<br />
Samuel, Reyes, Crónicas, Jeremías y Ezequiel. Larsson argumenta que existe un sistema<br />
cronológico unificado que se puede trazar a través de estos libros, y explica que consiste<br />
de tres calendarios paralelos. Piensa que originó en una redacción del texto hebreo cerca<br />
de 240-230 aC. 38 Esta perspectiva corta la conexión entre los datos bíblicos y los eventos<br />
ocurridos en el tiempo de la monarquía hebrea.<br />
Debates recientes en torno a las narraciones<br />
Los debates enfocados en las narraciones del Antiguo Testamento han cambiado<br />
notablemente su énfasis durante las últimas décadas. Hasta la década 1980-1990 el<br />
temario de tales debates seguía, en general, la agenda de arqueología bíblica establecida,<br />
en gran parte, por Albright y sus alumnos. A partir de esta década comenzó a<br />
desarrollarse, y pronto imponerse, una nueva agenda en los estudios del antiguo Oriente<br />
que poco o nada tenía que ver con la agenda tradicional de la arqueología bíblica.<br />
Un factor importante en estos cambios fue la maduración de la arqueología israelí,<br />
que venía creando agenda propia de temas de interés nacional. Paralelamente algo similar<br />
ocurría en otros países de la región. Otro factor fue el desarrollo técnico, cada vez más<br />
sofisticado, de la arqueología, y la creación de nuevas especialidades que poco tenían que<br />
ver con la arqueología bíblica. Un tercer factor fue la independización progresiva de los<br />
146<br />
38 G. Larsson, “Possible Hellenistic Influences in the Historical Parts of the Old Testament”,<br />
Scandinavian Journal of the Old Testament 18/2 (noviembre 2004): 296-311; “A System of Biblical<br />
Dates”, SJOT 16 (2002): 184-206; “Chronology as a Structural Element in the Old Testament”, SJOT 14<br />
(2000): 207-218; “More Quantitative Old Testament Research?”, Zeitschrift für die Alttestamentliche
estudios bíblicos de la arqueología, impulsada por motivos que incluyeron, entre otros, el<br />
cansancio de tratar vez tras vez problemas viejos sin solución, el entusiasmo generado<br />
por nuevas perspectivas literarias y las nuevas posibilidades abiertas por los avances<br />
informáticos.<br />
En esta atmósfera se comenzó a cuestionar la pertinencia de la agenda tradicional<br />
de la arqueología bíblica. Los estudios arqueológicos y bíblicos se separaron cada vez<br />
más y se enrumbaron en direcciones distintas. El sistema cronológico de referencia no<br />
figuraba en la agenda de debates, pero tanto los especialistas de Antiguo Testamento<br />
como los arqueólogos seguían apelando a la cronología tradicional.<br />
Z. Zevit observa que el debate académico sobre la validez de la arqueología bíblica<br />
se transformó en asunto de interés público por medio de la revista popular Biblical<br />
Archaeology Review con sus más de 100,000 lectores. 39 En tal atmósfera las cuestiones<br />
técnicas académicas se asocian fácilmente con las batallas y cruzadas en progreso entre el<br />
público interesado.<br />
Zevit describe tres debates que conectan las narraciones del Antiguo Testamento<br />
con la historia y la arqueología. El primero es el debate iniciado por W. G. Dever, en<br />
1974, cuando propuso reemplazar el término ‘arqueología bíblica’ con ‘arqueología de<br />
Siria y Palestina’. 40 El segundo es el debate entre ‘minimalistas’ y ‘maximalistas’<br />
iniciado por P. R. Davies y otros en 1992. 41 El tercero es la discusión reciente de la<br />
147<br />
Wissenschaft 110 (1998): 570-580; The Secret System: A Study in the Chronology of the Old Testament<br />
(1973); K. Stenring, The Enclosed Garden (1965).<br />
39 Z. Zevit, “The Biblical Archaeology versus Syro-Palestinian Archaeology Debate in Its American<br />
Institutional and Intellectual Contexts”, Hoffmeier y Millard, Future: 3-19.<br />
40 Z. Zevit, “Three Debates about Bible and Archaeology”, Biblica 83 (2002): 1-27; W. G. Dever,<br />
“Archaeology and Biblical Studies: Retrospects and Prospects”, Archeologia 4/1 (1974): 17-25, 34-43.<br />
41 P. R. Davies, In Search of Ancient Israel (1992); H. Shanks, “Face to Face: Biblical Minimalists<br />
Meet Their Challenge”, Biblical Archaeology Review (julio-agosto 1997) reporta una discusión entre<br />
Dever, MacCarter, Lemche y Thompson .
propuesta de I. Finkelstein y otros de asignar fechas más recientes a algunos estratos de la<br />
Edad de Hierro. 42 Zevit señala la complejidad de los argumentos históricos,<br />
arqueológicos y bíblicos evocados en estos debates, y la intransigencia de algunos de sus<br />
protagonistas.<br />
D. Merling observa que el cambio de percepción general que ocurrió, de creer que<br />
los datos arqueológicos demuestran la confiabilidad de las narraciones del Antiguo<br />
Testamento, a creer que las contradicen, fue tan drástico que provocó en algunos la<br />
pérdida de su fe. Señala a J. M. Miller y W. G. Dever como casos conocidos. Merling<br />
dice que Dever antes tuvo una expectativa falsa que la arqueología era capaz de<br />
comprobar la veracidad de los autores bíblicos. Cuando no encontró la evidencia que<br />
esperaba, concluyó que los relatos bíblicos de la historia temprana de Israel no son<br />
verificables, y cometió la falla lógica que esto implica que las narraciones no dicen la<br />
verdad. La ausencia de evidencia puede explicarse de varias maneras, pero no es legítimo<br />
escoger una de ellas e insistir que es la única que vale. 43<br />
Merling sugiere que no se deben confrontar datos arqueológicos con datos bíblicos<br />
sino evaluar la coherencia entre datos arqueológicos interpretados por alguna teoría y los<br />
datos bíblicos interpretados por otra. Las discusiones deben centrarse en las<br />
implicaciones de las teorías. No es conveniente que la arqueología reine sobre el texto<br />
bíblico, y tampoco que la crítica bíblica reine sobre la arqueología. 44<br />
42<br />
I. Finkelstein, “The Archaeology of the United Monarchy: An Alternative View”, Levant 28<br />
(1996): 177-187; “The Stratigraphy and Chronology of Megiddo and Beth-Shan in the 12th-11th Centuries<br />
B.C.E.” TA 23 (1996): 170-184; “Bible Archaeology or Archaeology of Palestine in the Iron Age? A<br />
Rejoinder”, Levant 30 (1998): 167-173; “Hazor and the North in the Iron Age: A Low Chronology<br />
Perspective”, BASOR 314 (1999): 55-70; “Hazor XII-XI with an Addendum on Ben-Tor’s Dating of Hazor<br />
X-VII”, TA 27 (2000): 231-247.<br />
43<br />
D. Merling, “The Relationship between Archaeology and the Bible: Expectations and Reality”, en<br />
Hoffmeier y Millard, Future: 29-42.<br />
44<br />
Ibid.<br />
148
K. A. Kitchen ha mantenido, durante décadas, que la historia narrada en los libros<br />
Génesis a II Reyes contiene memorias genuinas de la historia del antiguo Oriente y<br />
concuerda con la realidad revelada por las excavaciones. Kitchen rechaza la hipótesis<br />
documentaria clásica y sus variantes porque los supuestos documentos fuente existen<br />
solamente en el texto bíblico y la imaginación de especialistas. Kitchen cree que la<br />
cronología postulada por la hipótesis documentaria es muy corta a comparación del<br />
tiempo requerido por procesos históricos comparables en otras naciones antiguas, y<br />
rechaza la cronología aún más corta de los que ubican el origen de los libros Génesis a II<br />
Reyes en el siglo IV o III aC. 45<br />
B. D. Russell dice que la obra reciente de Kitchen ha demostrado la posibilidad de<br />
la historicidad de las narraciones bíblicas, pero no la ha comprobado. 46 J. Pace considera<br />
que la abundancia de datos que Kitchen presentó es una contribución mayor a la<br />
discusión de la historicidad de las narraciones del Antiguo Testamento y su contexto<br />
histórico. Pace cita una larga lista de frases irónicas, impacientes e intolerantes de<br />
Kitchen que indican su frustración con los minimalistas, y observa que tal lenguaje es<br />
inapropiado e innecesario. 47 Russell también pregunta si es apropiado que Kitchen<br />
cuestione la inteligencia o motivación de sus oponentes.<br />
J. M. Miller clasifica las actitudes contemporáneas hacia la historicidad de las<br />
narraciones bíblicas en tres grupos. En un extremo están los que llama ‘minimalistas’, y<br />
149<br />
45 K. A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testament (1966); “Pentateuchal Criticism and<br />
Interpretation”, Notes of Three Lectures (1965); “The Old Testament in Its Context”, Theological Students<br />
Fellowship Bulletin 59 (1971): 2-10; 60 (1971): 3-11; 61 (1971): 5-14; 62 (1972): 2-10; 63 (1972): 1-5 y 64<br />
(1972): 2-10, 5 feb. 2008, ; The Bible in Its World:<br />
Archaeology and the Bible Today (1977); On the Reliability of the Old Testament (2003).<br />
46 Reseñas de B. D. Russell y B. Power de K. A. Kitchen, On the Reliability of the Old Testament,<br />
Review of Biblical Literature 8 (agosto 2004), 26 may. 2008, .
en el otro están los que llama ‘maximalistas’. La mayoría no comparte las actitudes<br />
extremas pero muchos de ellos se inclinan más hacia un lado del espectro que al otro.<br />
Según Miller, para escribir la historia de Israel en el período pre-exílico, el minimalista<br />
descartaría el uso de las narraciones bíblicas como fuente de información, y trataría de<br />
explicar los hallazgos arqueológicos sin su ayuda. En contraste, el maximalista<br />
comenzaría confiando en la esencial historicidad del relato bíblico, y lo usaría para<br />
interpretar los hallazgos arqueológicos. 48<br />
N. P. Lemche evalúa las posturas de I. Provan y J. B. Kofoed y señala su rechazo<br />
de metodologías que niegan confiabilidad histórica a las narraciones del Antiguo<br />
Testamento. Lemche concluye que sus argumentos radican en ideas religiosas y, por lo<br />
tanto, reflejan actitudes que van en contra de la reflexión crítica. 49 Otro estudio de<br />
Lemche concluye que no se puede saber cuándo comenzó la historia de Israel y Judá por<br />
falta de información confiable. 50 P. R. Davies opina, como Lemche, que los debates<br />
sobre la relación entre las narraciones del Antiguo Testamento y la historia se polarizan<br />
por los prejuicios religiosos y políticos inevitables de los protagonistas. 51<br />
La cuarta parte de A Biblical History of Israel de I. Provan, V. Philips Long y T.<br />
Longman se dedica a consideraciones historiográficas y epistemológicas. En su<br />
evaluación de esta obra L. Grabbe dice que los autores no se interesan por la<br />
150<br />
47 J. Pace, “Review of K. A. Kitchen, “On the Reliability of the Old Testament””, Bulletin of the<br />
American Societies for Oriental Research 339 (2005): 117-118.<br />
48 J. M. Miller, “History or Legend? Digging into Israel’s Origins”, Christian Century (febrero<br />
2004): 42-47.<br />
49 N. P. Lemche, “Conservative Scholarship on the Move”, Scandinavian Journal of the Old<br />
Testament 19/2 (diciembre 2005): 203-252.<br />
50 N. P. Lemche, “Chronology and Archives: When Does the History of Israel and Judah Begin?” en<br />
D. M. Gunn y P. M. McNutt eds., “Imagining” Biblical Worlds: Studies in Spatial, Social and Historical<br />
Constructs in Honor of James W. Flanagan (2003): 264-276.<br />
51 P. R. Davies, “Introduction”, V. Fritz y P. R. Davies eds., The Origins of the Ancient Israelite<br />
States (1996): 12.
historiografía sino solamente por defender su convicción que el texto bíblico es una<br />
fuente histórica especial. Para Grabbe, lo que la Biblia dice de Israel no es, ni puede ser,<br />
historia, y el título del libro de Provan es contradictorio.<br />
En contraste, D. Firth opina que este libro provee aclaraciones historiográficas y<br />
epistemológicas necesarias para la comprensión del Antiguo Testamento. 52 La<br />
metodología de Provan, Long y Longman no es aceptable para Grabbe, pero el hecho que<br />
reseñó su libro indica que lo tomó en serio. Grabbe añade el comentario enigmático que<br />
es posible que Provan, Long y Longman saben algo que la mayoría de los historiadores<br />
no sabe. 53<br />
En estos debates está claro que, para algunos, las narraciones del Antiguo<br />
Testamento son fuentes históricas especiales de valor alto, y para otros, son fuentes<br />
históricas potenciales de valor dudoso. Para algunos, contienen testimonios presenciales<br />
creíbles, y para otros, son relatos ideológicos caracterizados por errores, incoherencias y<br />
anacronismos. Algunos las interpretan como testimonios de lo que ocurrió, mientras que<br />
otros consideran que tales interpretaciones violan principios básicos del estudio histórico.<br />
Las narraciones del Antiguo Testamento, como todo escrito, reflejan la ideología,<br />
filosofía, cosmovisión y teología de sus autores, y el historiador tiene que tomar en<br />
cuenta que sus autores, como todo autor, tuvieron prejuicios teológicos, políticos,<br />
filosóficos e ideológicos. No vieron el mundo de la misma manera que el hombre actual,<br />
pero este hecho no le quita al historiador la posibilidad de usar sus escritos como fuentes<br />
históricas.<br />
151<br />
52 I. Provan, V. P. Long y T. Longman III, A Biblical History of Israel (2003) y las reseñas críticas<br />
de L. Grabbe y D. Firth, Review of Biblical Literature, agosto 2004, 12 ene. 2007, .<br />
53 Ibid.
Los minimalistas coinciden con los críticos bíblicos tradicionales en asignar fechas<br />
pos-exílicas a porciones importantes de las narraciones bíblicas tempranas. Piensan que la<br />
cronología bíblica es inventada, y apelan a los consensos cronológicos generales como<br />
marco cronológico para sus reconstrucciones históricas. Los maximalistas reconstruyen la<br />
historia antigua de Israel a base de las narraciones bíblicas, e intentan armonizar su<br />
reconstrucción con las de los arqueólogos e historiadores, hechas también a base de los<br />
consensos cronológicos. La mayoría de los investigadores, que no son ni maximalistas ni<br />
minimalistas, sigue los lineamientos cronológicos de las teorías críticas clásicas, y los<br />
consensos cronológicos generales.<br />
Está claro que todas las escuelas de opinión en estos debates aceptan la cronología<br />
de consenso común para el antiguo Oriente, y de este hecho se puede concluir que la<br />
cronología de consenso no es factor divisivo en los debates recientes en torno a las<br />
narraciones del Antiguo Testamento.<br />
Los estudios bíblicos y arqueológicos pueden llevarse a cabo hoy en esferas<br />
separadas que raras veces entran en contacto. Sin embargo, persisten en la mente de<br />
muchos las antiguas preguntas levantadas por la agenda tradicional de la arqueología<br />
bíblica. Estas antiguas preguntas no han recibido todavía respuestas finales, y las áreas de<br />
convergencia de los estudios del Antiguo Testamento y la arqueología del antiguo<br />
Oriente no han recibido todavía sus exposiciones definitivas.<br />
Perspectivas que orientan el estudio de las narraciones<br />
Durante el siglo XX, el impacto de la arqueología produjo cambios de énfasis en el<br />
estudio de las narraciones bíblicas, y para mediados del siglo se habían establecido las<br />
152<br />
teorías dominantes de Alt, Noth, Albright, Wright y Bright. En cuanto a cronología estas
teorías se desarrollaron dentro del marco de la cronología de consenso y la asignatura<br />
tradicional de fechas a los supuestos documentos fuente del Pentateuco.<br />
A partir de la década 1980-90 se desarrollaron metodologías nuevas de estudio de<br />
las narraciones bíblicas, y algunos comenzaron a cuestionar su historicidad en forma más<br />
radical. Muchos hoy opinan que los autores bíblicos no tuvieron la intención de relatar<br />
eventos ocurridos en el pasado, y que sus relatos conservan poca información histórica<br />
genuina.<br />
En esta sección se enfocan algunas perspectivas que combinan el estudio de las<br />
narraciones del Antiguo Testamento con el estudio de los resultados de las excavaciones.<br />
Se comentan las siguientes perspectivas: W. F. Albright, G. E. Wright y J. Bright; R. De<br />
Vaux; J. J. Bimson; E. Yamauchi; P. R. Davies y N. P. Lemche; W. G. Dever; I.<br />
Finkelstein y N. A. Silberman.<br />
W. F. Albright, G. E. Wright y J. Bright<br />
En 1949 Albright pensaba que el período Bronce Intermedio correspondía a la<br />
época de los patriarcas bíblicos, pero que no era posible asignar fechas más precisas a sus<br />
migraciones. Luego revisó esta opinión, y dijo que la migración de Abram desde<br />
Mesopotamia ocurrió entre los siglos XX-XIX aC y la de Jacob a Egipto entre los siglos<br />
XVIII-XVII. 54 Inicialmente Albright usaba información de la dinastía de Hamurabi y los<br />
hicsos para evaluar paralelos con las narraciones bíblicas, y después siguió a E. A.<br />
Speiser y C. H. Gordon en usar un rango más amplio de documentos excavados para<br />
autenticar las narraciones patriarcales y comprender su vida y sus tiempos. 55<br />
153<br />
54<br />
W. F. Albright, The Archaeology of Palestine: A Survey of the Ancient Peoples and Cultures of<br />
the Holy Land (1949): 83, 235-236.<br />
55<br />
J. M. Sasson, “Albright as an Orientalist”, Biblical Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 6-7.
La meta general constante de Albright era revertir la influencia de la escuela de<br />
Wellhausen, y restaurar confianza en la historicidad de la Biblia hebrea. Creía que la<br />
exploración arqueológica había confirmado la ‘historicidad sustancial’ de las narraciones<br />
patriarcales. 56 Albright calificaba sus referencias a la historicidad de los patriarcas, decía<br />
que hubo un ‘núcleo histórico’ en las narraciones y pensaba que la arqueología<br />
demostraba el ‘carácter sustancialmente mosaico’ de la tradición. 57<br />
G. E. Wright, alumno prominente de Albright, dijo que la vida y época de Abram<br />
encajaban perfectamente en la arqueología del segundo milenio, especialmente en sus<br />
comienzos. Wright adoptó la cronología de Albright, y comentó que los datos<br />
conservados por los sacerdotes judíos pos-exílicos ubican la partida de Abram de<br />
Mesopotamia cerca de 1900 aC, seiscientos años antes del éxodo. Reconocía dificultades<br />
en reconciliar esta fecha con algunos datos bíblicos. 58<br />
J. Bright, otro alumno de Albright, también adoptó su cronología. 59 Bright asigna el<br />
marco cronológico y genealógico de Génesis al documento pos-exílico P. Asigna la<br />
mayor parte de las narraciones patriarcales a los documentos J y E, y opina que fueron<br />
combinados en un solo documento después de la caída de Samaria en 721 aC. Cree que<br />
las unidades independientes de tradición en los documentos J, E y P contienen<br />
información genuina de épocas tempranas, y que los autores de J, E y P no inventaron<br />
nada. 60<br />
154<br />
56<br />
W. G. Dever, “What remains of the house that Albright built?”, Biblical Archaeologist 56/1<br />
(marzo 1993): 32-34. W. F. Albright, History, Archaeology and Christian Humanism (1964): 56, 293.<br />
57<br />
Albright, Archaeology: 83, 224, 236.<br />
58<br />
G. E. Wright, Arqueología bíblica (1975): 58 y 72.<br />
59<br />
J. Bright, A History of Israel (1972): 48, 69-70.<br />
60<br />
Ibid., 69-71.
La hipótesis de Bright postula un largo período de transmisión oral de tradiciones<br />
diversas entre la época patriarcal y la época de escritura de los documentos J, E y P.<br />
Pensaba que la tradición patriarcal normativa se cristalizó en el siglo XIII aC cuando se<br />
formó el pueblo de Israel, 61 y concluyó que los patriarcas vivieron en la primera parte del<br />
segundo milenio, pero que era imposible asignarles fechas más precisas. 62 Afirma que las<br />
tradiciones bíblicas de los patriarcas tienen raíces históricas profundas, que los patriarcas<br />
fueron individuos reales y que su religión fue un fenómeno histórico real. 63<br />
Bright no explica cómo los datos cronológicos de los patriarcas se conservaron<br />
durante siglos hasta que fueron incluidos en P, cuando no figuran en las versiones escritas<br />
anteriores de la tradición, es decir en J y E. ¿Qué significa hablar de fechas para Abram si<br />
los eventos de su vida son la creación de un autor a base de tradiciones de origen diverso?<br />
¿La explicación de las narraciones patriarcales ofrecida por Bright no anula la<br />
historicidad de los eventos narrados? ¿Qué garantiza que todas estas tradiciones<br />
originaron en la misma época?<br />
En contra de la lógica de las teorías literarias que adoptaron, Albright, Wright y<br />
Bright escribieron constantemente de un período patriarcal, y se esforzaron para ubicarlo<br />
en la secuencia de períodos arqueológicos. Por medio de paralelos arqueológicos Bright<br />
ubicó los patriarcas en el período Bronce Intermedio, la primera parte del segundo<br />
milenio aC según la cronología de consenso. Los paralelos le permitieron sacar algunas<br />
conclusiones mínimas como afirmar que los patriarcas probablemente originaron en<br />
Mesopotamia, y que encajan mejor en el Bronce Intermedio que en el Bronce Superior. 64<br />
61<br />
Ibid., 71-73.<br />
62<br />
Ibid., 17-18, 74, 76.<br />
63<br />
Ibid., 85-102 y especialmente, por ejemplo, págs. 91-92, 95-97.<br />
64<br />
Bright, History: 81-85.<br />
155
R. De Vaux<br />
La discusión de las narraciones patriarcales de R. De Vaux parte del análisis<br />
documentario clásico de Génesis y la teoría de la historia de tradiciones. Acepta el<br />
consenso general de asignación de pasajes a los documentos J, E y P. 65 Según él, el<br />
documento P, escrito por sacerdotes pos-exílicos, puede incluir tradiciones antiguas, y<br />
provee el marco cronológico y la estructura literaria para Génesis. 66 Dice que J<br />
probablemente fue escrito en el tiempo de Salomón, y E en el siglo VIII aC. 67<br />
De Vaux apela a la historia de las tradiciones para conocer la tradición patriarcal<br />
antes de Salomón. 68 Dice que las etapas por las que se hizo común a todo Israel se<br />
reconstruyen solamente por conjeturas, pero concluye que es posible que Israel haya<br />
conservado recuerdos auténticos de sus orígenes, 69 y que la migración desde Ur, los<br />
vínculos entre los patriarcas y la alta Mesopotamia, los proto-arameos y los habiru son<br />
verosímiles. 70 Dice que el período más probable para el asentamiento de los ancestros de<br />
Israel en Canaán es el período entre los siglos XIX y XVII aC. 71<br />
Según De Vaux el relato de Génesis 14 no pertenece a J, E o P. Dice que los<br />
nombres de reyes y lugares mencionados indican la historicidad de la narración, pero que<br />
es imposible que las ciudades del Mar Muerto hayan sido vasallas de Elam en el segundo<br />
milenio aC. Añade que Elam nunca fue cabeza de una coalición de las potencias<br />
156<br />
65<br />
R. De Vaux, Historia Antigua de Israel (1975): 171-285. Se examina la cronología en las págs.<br />
258-265.<br />
66<br />
Ibid., 172.<br />
67<br />
Ibid., 172-174, 192.<br />
68<br />
Se sigue a G. von Rad, M. Noth, A. Jepsen, C. Westermann, R. Kilian y G. Wallis.<br />
69<br />
De Vaux, Historia: 174-185.<br />
70<br />
Ibid., 193-219.<br />
71<br />
Ibid., 255, 264.
mencionadas. De Vaux concluye que el relato fue escrito después de P a base de una<br />
tradición antigua genuina. 72<br />
El argumento sobre las relaciones de Elam se limita a los períodos que la<br />
cronología de consenso asigna al segundo milenio. De Vaux no consideró la posibilidad<br />
que podría ser necesario considerar las relaciones de Elam en períodos anteriores. Una<br />
mirada breve a las relaciones entre Mesopotamia y el occidente en períodos anteriores<br />
revela una serie de posibles contextos para las circunstancias geopolíticas de Génesis 14.<br />
La cultura material del Jemdet Nasr de Mesopotamia se vincula con la del final del<br />
Predinástico Tardío de Egipto, período que corresponde a la transición entre el<br />
Calcolítico y el Bronce Inferior en Palestina. 73 Albright propuso un sincronismo entre<br />
Naram-Sin de Acad y Menes de la primera dinastía egipcia. Elam jugó un rol en la caída<br />
de la dinastía de Acad, y, más tarde, en la caída de la tercera dinastía de Ur cuando<br />
aparecieron los zigurat, cuya construcción hace recordar las primeras pirámides<br />
egipcias. 74 En tales períodos Elam fue, a veces, el poder dominante y ejércitos<br />
mesopotámicos pudieron llegar hasta las fronteras de Egipto.<br />
Las conclusiones, puntos de vista, colecciones de datos y argumentos de<br />
perspectivas como las de Albright, Wright, Bright y De Vaux están firmemente<br />
establecidos en muchas obras de referencia. Los cambios de orientación en el estudio de<br />
las narraciones bíblicas y la arqueología de Palestina de las últimas décadas no los han<br />
erradicado, y muchos estudiantes del Antiguo Testamento las mantienen todavía. Tales<br />
157<br />
72 Ibid., 219-223.<br />
73 Sir A. Gardiner, Egypt of the Pharaohs (1961): 396-398.<br />
74 B. O. Long, “Mythic Trope in the Autobiography of William Foxwell Albright”, Biblical<br />
Archaeologist 56/1 (marzo 1993): 37; G. Roux, Ancient Iraq (1966): 151-153, 155-157 y 167-170.
posturas dependen, en parte, de las fechas asignadas a los documentos J, E y P, la<br />
cronología bíblica adoptada y las fechas de consenso para los períodos arqueológicos.<br />
J. J. Bimson<br />
J. J. Bimson estudió los problemas relacionados a la asignación de fechas al éxodo<br />
y la conquista. Su postura general es de confianza en la integridad de los relatos bíblicos,<br />
y también en la cronología de consenso. Desarrolla argumentos bíblicos y arqueológicos<br />
que ubican el éxodo al final del Bronce Intermedio, y propone modificar la fecha para el<br />
final de este período arqueológico. 75<br />
Bimson examina el argumento que usa la referencia a las ciudades Ramesés y Pitón<br />
en Ex. 1:11 para demostrar que el período de la opresión ocurrió en el tiempo del rey<br />
Ramsés II o después, y argumenta que no hay razón por ligar la opresión de los israelitas<br />
a la época de Ramsés II. La ubicación de Pi-Rameses en Qantir se ha confirmado, y el<br />
lugar fue ocupado en el tiempo del Reino Antiguo, el Reino Medio y los hicsos, pero no<br />
después del final del Reino Nuevo. 76<br />
158<br />
Bimson examina los datos arqueológicos de la transición entre el Bronce Superior y<br />
la Edad de Hierro, y también las campañas militares de los faraones de d.XIX en Canaán.<br />
Concluye que no hay evidencia de una conquista israelita de Canaán en esta época. 77 De<br />
su examen de los datos cronológicos de las narraciones concluye que apoyan la fecha<br />
temprana tradicional para el éxodo, en el siglo XV aC. 78<br />
En la cronología de consenso esta fecha no cae al final del Bronce Superior sino<br />
cerca de su comienzo. No hay evidencia arqueológica para una conquista de Canaán en<br />
75<br />
J. J. Bimson, Redating the Exodus and Conquest (1982).<br />
76<br />
Ibid., 33-40.<br />
77<br />
Ibid., 43, 60.
esta época, pero sí hay abundante evidencia de destrucción de ciudades en la época<br />
inmediatamente anterior, el final del Bronce Intermedio. Bimson propone reconsiderar la<br />
fecha de estas destrucciones porque considera que no ocurrieron en el siglo XVI sino en<br />
el siglo XV aC. Los datos disponibles no apoyan las explicaciones que las atribuyen a los<br />
hicsos o a campañas egipcias. Argumenta que sería posible bajar las fechas asignadas a<br />
las cerámicas asociadas con estas destrucciones al siglo XV aC para coincidir con la<br />
fecha bíblica del éxodo. 79<br />
Las interpretaciones dadas a la secuencia estratigráfica de Jericó son pertinentes a<br />
esta discusión. Entre 1930 y 1936, J. Garstang identificó una serie de ciudades antiguas<br />
en Jericó, y concluyó que la cuarta de ellas fue la ciudad conquistada, quemada y<br />
abandonada por los israelitas. 80 K. M. Kenyon, entre 1952 y 1958, demostró que los<br />
muros de esta cuarta ciudad fueron del Bronce Inferior y no del Bronce Superior. La casi<br />
ausencia de material del Bronce Superior llevó a Kenyon a sugerir que los restos de la<br />
ciudad atacada por los israelitas fueron erosionados durante un período de abandono<br />
posterior. Sin embargo, no se encontró evidencia de tal erosión en las laderas del tel. 81<br />
Para los que esperaban la confirmación de los resultados de Garstang esta<br />
conclusión fue desconcertante. Según Kenyon las excavaciones sí revelaron la existencia<br />
de una ciudad del Bronce Intermedio que fue quemada, pero la fecha fue cerca de 1550<br />
aC, un siglo y medio antes de la fecha bíblica de la conquista. Bimson argumenta que<br />
159<br />
78<br />
Ibid., 67-68, 73, 102-103.<br />
79<br />
Ibid., 107-110.<br />
80<br />
K. M. Kenyon, “Jericho”, en M. Avi-Yonah ed., Encyclopedia of Archaeological Excavations in<br />
the Holy Land (1977): 563-564.<br />
81<br />
Ibid.
nada impide asignar una fecha cerca del final del siglo XV a las cerámicas de esta<br />
destrucción, y propone conectarla con el relato bíblico de la invasión israelita. 82<br />
Este tipo de explicación, diseñada para resolver dificultades en un lugar específico,<br />
obliga a un examen general de las implicaciones de bajar la fecha del período<br />
arqueológico pertinente, con sus estratos y cerámicas asociados. Bimson opina que el<br />
ajuste requerido en este caso puede acomodarse dentro de la cronología de consenso sin<br />
cambiar más que la fecha de transición entre el Bronce Intermedio y el Bronce Tardío. 83<br />
Bimson propone una interpretación similar de la estratigrafía de Hazor. El<br />
excavador de Hazor, Y. Yadín, concluyó que las tribus israelitas destruyeron la ciudad<br />
del Bronce Superior durante la segunda mitad del siglo XIII aC. Después de su<br />
destrucción la ciudad fue abandonada, y luego reocupada, poco a poco y en un área<br />
mucho menor, durante el Hierro I. 84<br />
Se argumenta que, si Josué destruyó la última ciudad cananea, no quedarían más<br />
estratos cananeos que se podrían asociar con el Hazor de Jabín en el tiempo de Débora.<br />
Bimson propone asociar el ataque de Josué con la destrucción del final del Bronce<br />
Intermedio, y sugiere que la destrucción final del Bronce Superior fue consecuencia de la<br />
derrota de Sísara por Barac. 85<br />
Se ofrecen explicaciones similares de la arqueología del final del Bronce<br />
Intermedio de muchos sitios excavados en Palestina, y se demuestra que los relatos<br />
bíblicos y los datos arqueológicos son compatibles con la hipótesis que la conquista<br />
israelita ocurrió al final del Bronce Intermedio. El lugar excavado más problemático para<br />
82 Bimson, Exodus: 112-114, 119-136.<br />
83 Ibid., 215-223.<br />
84 Y. Yadín, “Hazor”, Avi-Yonah, Encyclopedia: 474-496.<br />
85 Bimson, Exodus: 172-187, con Jue. 4-5.<br />
160
esta hipótesis es la ciudad de Hai, que fue abandonada al final del Bronce Inferior, y no<br />
fue reocupada hasta la Edad de Hierro. 86<br />
Bimson colaboró con D. Livingston para defender la idea que no se habían<br />
identificado correctamente las ruinas de Hai y Betel. Livingston ubica Betel en El-Bireh,<br />
rechaza su ubicación tradicional en Beitín, y descarta la posibilidad que Hai sea Et-Tell.<br />
Livingston ha desarrollado explicaciones elegantes y convincentes de su propuesta,<br />
basadas en la topografía de la región, referencias bíblicas y referencias extrabíblicas a Hai<br />
y Betel. Livingston y B. Wood, que tiene una teoría similar, han organizado excavaciones<br />
independientes para buscar apoyo estratigráfico para sus teorías. Ubicaron, en distintos<br />
sitios, restos del final del Bronce Intermedio, o del inicio del Bronce Superior, que<br />
relacionan con la conquista israelita. 87<br />
La teoría de Bimson parte de la fecha temprana tradicional para el éxodo en el siglo<br />
XV aC, calculada con datos bíblicos. Bimson no encuentra evidencia de la conquista<br />
israelita en el período arqueológico que corresponde a esta fecha en la cronología<br />
convencional, es decir al final del Bronce Superior. En un período anterior, el final del<br />
Bronce Intermedio, sí encuentra evidencia abundante, y sugiere ajustar la fecha del<br />
período para coincidir con la fecha indicada por las narraciones bíblicas.<br />
P. R. Davies y N. P. Lemche<br />
P. R. Davies distingue tres conceptos de Israel antiguo que son: el Israel literario de<br />
las narraciones bíblicas, el Israel antiguo creado por los historiadores y el Israel histórico<br />
161<br />
86 Ibid., 201-211.<br />
87 D. Livingston, “Locating Biblical Bethel Correctly”, 2003, 20 feb. 2008, ; “Locating Biblical Ai Correctly”, 2003, 21 feb. 2008, ; “The Exodus-Conquest Dating Fiasco”, 2003, 20 feb. 2008, ; “Khirbet Nisya: The Search for Biblical Ai, 1979-2002”, 2003, 21 feb. 2008,
que existió en Palestina en la Edad de Hierro. 88 Davies adopta una perspectiva no<br />
teológica para estudiar la literatura bíblica, aplica a este estudio metodologías derivadas<br />
de las ciencias sociales y renuncia cualquier interés en la historicidad, valor literario o<br />
valor ético de ella. 89 Para Davies no es válido sujetar las construcciones literarias a la<br />
investigación histórica porque resulta en algo que no es ni historia ni literatura, y la tarea<br />
pertinente es estudiar la sociedad que creó el Israel literario de la Biblia. 90<br />
Datos genuinos o ficticios pueden ser presentados a través de una variedad de<br />
construcciones literarias, incluyendo la de narración histórica. Davis quiere separarlas,<br />
pero la historia y la literatura no son mutuamente exclusivas. Los prejuicios y<br />
perspectivas de un observador no necesariamente cortan la conexión entre su reporte y<br />
los eventos que describe.<br />
Davies puede renunciar todo interés en el contenido histórico, el valor literario y el<br />
valor ético de las narraciones bíblicas, pero otros investigadores no tienen que hacer lo<br />
mismo. Puede leer el texto bíblico para comprender el entorno social de sus autores, pero<br />
nada impide que otros lo lean para estudiar sus contenidos históricos. Si los autores<br />
bíblicos dan la impresión que relataron realidades del pasado, hay que admitir que sus<br />
prejuicios pueden haber distorsionado estas realidades, pero esto es algo que se debe<br />
evaluar.<br />
N. P. Lemche piensa que no se pueden aceptar las narraciones bíblicas como<br />
fuentes históricas antes de corroborar cada detalle con fuentes independientes, que el<br />
162<br />
www.ancientdays.net/book.htm>; B. G. Wood, “Kh. el-Maqatir 2000 Dig Report”, 21 feb. 2008,<br />
.<br />
88<br />
Davies, Ancient Israel: 11.<br />
89<br />
Ibid., 14-16.<br />
90<br />
Ibid., 18.
Pentateuco fue producto del judaísmo helenista y que las narraciones bíblicas no permiten<br />
reconstruir casi nada de la historia de Israel antes del siglo VIII aC.<br />
Lemche describe las características del período Bronce Superior basándose en las<br />
excavaciones y el estudio de los textos de Ebla, Ugarit y Amarna. Dice que el Pentateuco<br />
aparenta ser del Bronce Superior pero concluye que no tiene base histórica en este<br />
período. 91 El argumento es curioso. Si tiene razón en pensar que el Pentateuco fue escrito<br />
en el período helenista, ¿cómo podrían los supuestos autores helenistas conocer las<br />
características culturales del Bronce Superior para crear la ilusión que su texto vino de<br />
aquella época?<br />
E. Yamauchi<br />
Un estudio de E. Yamauchi enfoca la relación entre las obras de Homero y la<br />
arqueología, y analiza un debate entre ‘maximalistas’ y ‘minimalistas’ comparable con el<br />
debate sobre arqueología y Biblia. 92 Enfoca la opinión común que la escritura<br />
desapareció del mundo griego cuando la civilización micénica colapsó, excepto en la isla<br />
de Chipre.<br />
Yamauchi supone que cualquier memoria de la civilización micénica que<br />
sobrevivió fue trasmitida en forma oral, durante más de 400 años, a través de la Edad<br />
Oscura. El debate gira en torno a la posibilidad de usar los textos de Homero como fuente<br />
para la reconstrucción de los eventos de la época micénica. Algunos historiadores que<br />
querían negar esta posibilidad reconocieron que las obras de Homero, que son muy<br />
163<br />
91 N. P. Lemche, Prelude to Israel's Past: Background and Beginnings of Israelite History and<br />
Identity (1998). Otros estudios suyos incluyen: The Israelites in History and Tradition (1998); Ancient<br />
Israel: A New History of Israelite Society (1988); Early Israel: Anthropological and Historical Studies on<br />
the Israelite Society before the Monarchy (1985).
posteriores a la época micénica, describen correctamente objetos micénicos típicos<br />
recuperados de las excavaciones. 93<br />
Las excavaciones demostraron que algunas costumbres, estilos de construcción,<br />
edificios y templos de la época micénica fueron descritos correctamente por Homero. Por<br />
ejemplo, de los 164 lugares mencionados en el “Catálogo de Naves” de la Ilíada, 96 han<br />
sido identificados, y de estos 72 fueron ocupados en la época micénica y abandonados<br />
después. Homero describió correctamente 50 de estos lugares. Los nombres de muchas<br />
personas que aparecen en las obras de Homero tienen equivalentes en las tablillas<br />
micénicas, los acayos de Homero corresponden con los Ahiyyawa de los archivos hititas,<br />
y sus referencias a los fenicios corresponden con la historia conocida de este pueblo. 94<br />
Después de considerar algunas discrepancias entre las descripciones de Homero y<br />
los datos arqueológicos, Yamauchi observa que muchas de las críticas negativas de la<br />
historicidad de Homero se basan en argumentos de silencio. Sugiere que las discrepancias<br />
entre las descripciones de Homero y la realidad de la época micénica podrían reflejar más<br />
la falta de exploración arqueológica que una falta de veracidad de parte del autor.<br />
Yamauchi concluye que la evidencia disponible no justifica el escepticismo<br />
extremo de los minimalistas ni tampoco el optimismo extremo de los maximalistas, y que<br />
las tradiciones conservadas por Homero reflejan correctamente en forma general la<br />
realidad de la época micénica. Termina diciendo que los investigadores bíblicos no deben<br />
ignorar las implicaciones de las confirmaciones arqueológicas positivas de los textos<br />
164<br />
92<br />
E. Yamauchi, “Homer and Archaeology: Minimalists and Maximalists in Classical Context”,<br />
Hoffmeier y Millard, Future: 69-90.<br />
93<br />
Ibid., 73-74.<br />
94<br />
Ibid., 80-84; Homero, Ilíada: II.
homéricos, y cita la opinión de Dever que los paralelos con la historia temprana de Israel<br />
y el desarrollo de la tradición bíblica son claros. 95<br />
W. G. Dever<br />
El título de un libro reciente de W. G. Dever pregunta qué sabían los escritores<br />
bíblicos y cuándo lo supieron. Argumenta que la arqueología de la Edad de Hierro en<br />
Palestina demuestra que las narraciones bíblicas conservan memorias genuinas del<br />
período de los jueces y la monarquía, pero no de períodos anteriores. 96 D. Henige señala<br />
la falta de consistencia y lógica de parte de Dever en abandonar la historicidad de los<br />
relatos bíblicos que tratan del período pre-monárquico mientras defiende la historicidad<br />
de ciertos de sus datos. 97<br />
Un libro más reciente de Dever pregunta ¿quiénes eran los israelitas tempranos y de<br />
dónde migraron? 98 Ambos libros provocaron reacciones enérgicas y la bibliografía del<br />
segundo es un buen punto de partida para conocer la literatura reciente sobre la<br />
arqueología y las narraciones bíblicas. 99 Dever escribió para el público general y en<br />
165<br />
95 Ibid., 89-90.<br />
96 W. G. Dever, What Did the Biblical Writers Know and When Did They Know It? What<br />
Archaeology Can Tell Us about the Reality of Ancient Israel (2001).<br />
97 D. Henige, “A War of Pots and Kettles: The Dubious Discourse of W. G. Dever”, Scandinavian<br />
Journal of the Old Testament 20/1 (mayo 2006): 77-95.<br />
98 W. G. Dever, Who Were the Early Israelites and Where Did They Come From? (2003).<br />
99 T. L. Thompson, “Methods and Results: A Review of Two Recent Publications” Scandinavian<br />
Journal of the Old Testament 15/2 (noviembre 2001): 306-325. La otra publicación evaluada por<br />
Thompson en este artículo es I. Finkelstein y N. A. Silberman, The Bible Unearthed: Archaeology’s New<br />
Vision of Ancient Israel and the Origin of its Sacred Texts (2001). Evaluaciones críticas del libro de Dever<br />
oncluyen: J. R. Bartlett, Journal of Theological Studies 53/2 (octubre 2002): 563-567; P. James, Palestine<br />
Exploration Quarterly 134/2 (2002): 176-178; K. J. Udd, Journal of Biblical Studies 2/1 (2002); A. G.<br />
Vaughn, Review of Biblical Literature 12 (2003); M. Coogan, “Excavating the Truth”, America 185/1<br />
(2001): 33-35.
oposición abierta a las posturas de P. R. Davies, K. W. Whitelam, L. Grabbe, T. L.<br />
Thompson e I. Finkelstein con N. A. Silberman. 100<br />
Su objetivo es usar evidencia arqueológica para controlar su relectura de las<br />
narraciones bíblicas, 101 y describe cinco posibles posturas que son: (i) suponer que el<br />
texto dice literalmente la verdad e ignorar los resultados de excavación, (ii) suponer que<br />
probablemente el texto dice la verdad y buscar datos externos que lo pueden corroborar,<br />
(iii) buscar, sin preconcepciones sobre la confiabilidad del texto, convergencias entre el<br />
texto y los datos, (iv) suponer que el texto no dice la verdad salvo que datos externos lo<br />
corroboren y (v) rechazar el texto y otros datos porque el texto no puede decir la<br />
verdad. 102<br />
Se sitúa en la postura (iii) porque cree que es más probable encontrar la verdad así,<br />
pero no presupone, ni quiere demostrar, la verdad o falsedad del texto bíblico. Lo usa<br />
para señalar convergencias entre evidencias textuales y arqueológicas para la identidad y<br />
origen del pueblo de Israel, pero escoge cuáles datos incluir o excluir. 103 Esta postura<br />
tiene mucho en común con la arqueología bíblica de Albright, Wright y Bright. 104<br />
Dever sigue la cronología de consenso en ubicar el Bronce Superior entre 1500 y<br />
1200 aC y el Hierro I entre 1200 y 1000 aC. 105 Adopta una hipótesis literaria basada en<br />
un Tetrateuco, Génesis a Números, escrito en el siglo VIII-VII aC, y una Historia<br />
Deuteronomista, Deuteronomio a II Reyes, escrita en la segunda mitad del siglo VII aC.<br />
100<br />
Davies, Ancient Israel; K. W. Whitelam, The Invention of Ancient Israel: The Silencing of<br />
Palestinian History (1996); L. L. Grabbe ed., Can a History of Israel be Written? (1997); T. L. Thompson,<br />
The Mythic Past: Biblical Archaeology and the Myth of Israel (1999); Finkelstein y Silberman, Bible<br />
Unearthed.<br />
101<br />
Dever, Early Israelites: x.<br />
102<br />
Ibid., x, 41.<br />
103<br />
Ibid.<br />
104<br />
T. L. Thompson, “Historiography of Ancient Palestine and Early Jewish Historiography: W. G.<br />
Dever and the Not So New Biblical Archaeology”, en Fritz y Davies, Origins: 26-43.<br />
166
Piensa que el texto bíblico descansa sobre tradiciones orales, y documentos perdidos<br />
escritos a base de ellas, más de 500 años después de los eventos que dicen reportar. 106<br />
La declaración detallada de presuposiciones es un mérito de la exposición de<br />
Dever. Es evidente que influyen, y en forma contundente, en la comprensión de los datos<br />
textuales y arqueológicos que usa para buscar sus convergencias de evidencia sobre las<br />
cuales reconstruye los eventos pasados.<br />
En cuanto al éxodo, Dever cree que la fecha temprana no armoniza con los datos<br />
arqueológicos, que ocurrió en el siglo XIII aC y que Ramsés II de d.XIX es el único rey<br />
de Egipto que podría ser el faraón del relato bíblico. Apela al consenso de “todas las<br />
autoridades” para ubicar la transición entre la cultura cananea y la cultura israelita entre<br />
1250 y 1150 aC, al final del Bronce Superior. 107<br />
Identifica la ciudad de Ramesés de la esclavitud israelita con Pi-Ramesse en el<br />
Delta. Afirma que Pitón no fue ocupada al final del Bronce Superior, y tampoco Cades-<br />
Barnea, donde el relato bíblico indica que Israel vivió. 108 Afirma también que no hubo en<br />
el norte del Neguev, al final del Bronce Superior, ningún centro poblado identificable con<br />
Horma o Arad. Tampoco hubo ciudades en Edom, y por lo tanto no hubo rey para<br />
oponerse a los israelitas. En Hesbón, capital de Sehón, no hubo ciudad hasta el siglo X. 109<br />
Estas conclusiones de Dever sobre los relatos del éxodo y conquista del Pentateuco<br />
demuestran que sus suposiciones acondicionan estrechamente su búsqueda de<br />
convergencias entre los relatos bíblicos y los datos arqueológicos. 110 Las busca solamente<br />
167<br />
105<br />
Dever, Early Israelites: xi.<br />
106<br />
Ibid., 7-8.<br />
107<br />
W. G. Dever, “Archaeology and the Emergence of Early Israel”, en J. R. Bartlett, Archaeology<br />
and Biblical Interpretation (1997): 8-9.<br />
108<br />
Dever, Early Israelites: 14 y 20 con Ex. 1:11, 12:37 y Nm. 20:1-13.<br />
109<br />
Ibid., 27-30 comparado con Nm. 20:14-21, 21:1-3, 21-30.<br />
110<br />
Dever, Early Israelites: 8.
en la arqueología del siglo XIII aC, el final del Bronce Superior según la cronología de<br />
consenso. Cuando no encontró convergencia donde la buscó concluyó que los eventos del<br />
relato no ocurrieron. No contempla la posibilidad de buscar convergencia entre el relato<br />
bíblico y la arqueología de otra fecha, o de otro período arqueológico. Tampoco<br />
contempla la posibilidad de errores en las fechas de la cronología de consenso, y prefiere<br />
descartar la historicidad del relato bíblico antes de modificar sus postulados cronológicos.<br />
Dever concluye que el relato bíblico de la conquista refleja la historia del período<br />
en que fue escrito, lo que parece muy razonable a primera vista. Sin embargo, esta<br />
supuesta conclusión es solamente un reflejo de los postulados adoptados en cuanto a la<br />
fecha de origen de los textos bajo estudio. Postuló que el relato fue escrito en el siglo VII<br />
aC, y que este relato descansa sobre documentos más antiguos ya perdidos, que en su<br />
turno descansan sobre tradiciones orales que posiblemente conservaban detalles genuinos<br />
de la Edad de Bronce. 111 No intenta explicar cómo el relato bíblico de la conquista refleja<br />
la historia del siglo VII aC.<br />
El relato de la conquista en el libro de Josué es examinado con los mismos<br />
criterios. Dever observa que la ausencia de ciudades del Bronce Superior en Hesbón y<br />
Dibón fue un golpe duro para el modelo de conquista de Albright, Wright y Bright. Otro<br />
golpe duro fue el descubrimiento que tampoco hubo ciudades del Bronce Superior en<br />
Jericó, Hai y Gabaón. 112 Nota que hubo una ciudad en Laquís en el Bronce Superior que<br />
fue destruida, pero señala que esto ocurrió después del tiempo de Ramsés III, según<br />
111 Ibid.<br />
112 Ibid., 46.<br />
168
Dever medio siglo después de la fecha bíblica para Josué. Concluye que no ocurrieron los<br />
eventos de la conquista israelita narrados en el libro de Josué. 113<br />
Dever levanta, y responde, la pregunta ¿Cómo se deducen fechas de las cerámicas<br />
encontradas por los arqueólogos? Dice que la respuesta es sencilla ya que más de cien<br />
años de experiencia ha creado la confianza que se pueden asignar fechas dentro de un<br />
siglo a las formas cerámicas que se identifican, aún en pequeños fragmentos. Esta<br />
confianza radica en el hecho que se encuentran grupos de formas cerámicas relacionadas<br />
en contextos a los cuales se pueden asignar fechas por medio de escarabajos egipcios,<br />
argumentos astronómicos, monedas y radiocarbono. 114 Esta es esencialmente el punto de<br />
vista de Albright, basada en la tipología más que en la estratigrafía.<br />
Dever afirma que la cronología de los centros poblados del Hierro I en los cerros de<br />
Palestina no es controversial y que las fechas asignadas a ellos no varían en más de 50<br />
años. 115 Observa que las cerámicas de este período muestran “una sorprendente<br />
continuidad” con las del Bronce Superior. La diferencia es que el Hierro I tiene<br />
proporciones más altas de vasijas de cocina y jarrones de almacenaje, y carece de<br />
elementos egipcios y otros elementos importados. Dever dice que tales elementos<br />
importados están ausentes por definición, y que un hallazgo de cerámicas con<br />
características egipcias tendría que ser asignado a otro período. 116<br />
Para Dever el problema de ubicar los inicios del pueblo de Israel en la secuencia<br />
estratigráfica está resuelto. Para él se observa este proceso en los asentamientos poblados<br />
113<br />
Ibid., 45-50 y 227-228, comparado con Jos. 6-10.<br />
114<br />
Dever, Early Israelites: 95-96.<br />
115<br />
Ibid.<br />
116<br />
Ibid., 28-30.<br />
169
de los cerros centrales de Palestina en la transición entre los períodos Bronce Superior y<br />
Hierro I. 117<br />
I. Finkelstein y N. A. Silberman<br />
I. Finkelstein y N. A. Silberman quisieron relatar la historia de Israel desde una<br />
perspectiva arqueológica, y separar entre lo que ocurrió y las leyendas narradas en la<br />
Biblia hebrea. 118 Creen que el Documento Yavista, el libro de Deuteronomio y la Historia<br />
Deuteronomista, que para ellos forman el corazón histórico de la Biblia hebrea, fueron<br />
escritos en Jerusalén durante las reformas de Josías en el siglo VII aC. 119<br />
Dicen que el período patriarcal no debe ser comprendido como la fase más<br />
temprana de una historia secuencial de Israel. 120 Creen que la migración de los patriarcas<br />
a Egipto y su estadía allí son corroboradas por el relato manetónico de los hicsos y por<br />
datos arqueológicos. Creen a la vez que las narraciones patriarcales fueron escritas en el<br />
siglo VII aC como prehistoria piadosa para facilitar la centralización del culto y la<br />
unificación de los pueblos bajo Judá, después del retiro de los asirios. 121<br />
En cuanto al éxodo, creen que el relato bíblico contradice muchos datos<br />
arqueológicos del siglo XIII aC y, por lo tanto, que no hubo tal evento. 122 Después del<br />
retiro de los asirios de Palestina, en 656 aC, Egipto se estableció como la potencia<br />
regional principal, y sus reyes se opusieron a la expansión de Judá. Según los autores el<br />
117<br />
Ibid., 167.<br />
118<br />
Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 3.<br />
119<br />
Ibid., 10-15, 22.<br />
120<br />
Ibid., 35-36, 319-325.<br />
121<br />
Ibid., 46-47.<br />
122<br />
Ibid., 48-64.<br />
170
elato de la confrontación entre Moisés y el faraón fue escrito para reflejar la<br />
confrontación entre Josías y el faraón Necao. 123<br />
Los autores creen que no hubo conquista israelita de Canaán, 124 que el libro de<br />
Josué fue escrito en el siglo VII aC y que su autor combinó leyendas que explicaban<br />
ruinas, memorias de victorias pasadas y la idea de una conquista ordenada por Dios en un<br />
relato ficticio. El propósito del relato fue promover el ideal pan-israelita, y representar el<br />
rey Josías como salvador de su pueblo bajo la figura de Josué. 125<br />
En cuanto a David y Salomón, Finkelstein y Silberman creen que tampoco<br />
acontecieron los eventos narrados de ellos. Su explicación de los relatos bíblicos es que el<br />
historiador deuteronomista, escribiendo en el siglo VII aC, utilizó la leyenda del imperio<br />
glorioso de David y Salomón para exaltar el rey Josías, presentado como un nuevo David.<br />
El proyecto de los líderes de Judá fue convertir el templo y el palacio de Josías en el<br />
centro de un reino que haría realidad la leyenda del imperio glorioso. 126<br />
Finkelstein y Silberman expresan el deseo de compartir los avances arqueológicos<br />
más recientes sobre cuándo y por qué la Biblia hebrea fue escrita y por qué es todavía un<br />
texto poderoso hoy. 127 Los argumentos arqueológicos avanzados para apoyar la idea que<br />
los relatos bíblicos fueron escritos en el siglo VII aC repiten los argumentos negativos de<br />
las últimas décadas.<br />
Se buscó un período arqueológico para los patriarcas, pero no encajan bien en<br />
ningún período y los datos arqueológicos del tiempo de Ramsés y Merenptah no son<br />
123<br />
Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 68-71.<br />
124<br />
Ibid., 72-90.<br />
125<br />
Ibid., 90-96.<br />
126<br />
Ibid., 1-3.<br />
127<br />
Ibid.<br />
171
compatibles con él relato bíblico de la opresión y el éxodo. 128 Se apela a los estudios de<br />
D. Redford que demostró que muchos detalles del relato del éxodo concuerdan con la<br />
realidad del Delta en el siglo VII aC, y que algunos lugares mencionados fueron<br />
ocupados solamente en ese tiempo. 129<br />
La evidencia arqueológica presentada para apoyar la idea que la conquista no<br />
ocurrió enfoca la falta de correspondencia entre el relato bíblico y la arqueología del final<br />
del Bronce Superior. 130 Los autores señalan grupos de posible origen nomadito del Hierro<br />
I como los primeros israelitas que emergieron de la población cananea con una identidad<br />
étnica distintiva. El indicador que consideran decisivo es que la población de los cerros<br />
centrales de Palestina en el Hierro I no criaba cerdos ni comía su carne. 131<br />
Los argumentos aquí son precarios, y cuestionados, por ejemplo por Dever. 132 El<br />
indicador de etnicidad sugerido tampoco es seguro ya que, por ejemplo, se ha<br />
comprobado la ausencia de huesos porcinos del área sagrada de Tell el-Hayyat en el<br />
Bronce Intermedio IIA, mientras tales huesos estaban presentes en las zonas domésticas.<br />
¿Esta población también fue israelita? 133<br />
Los autores observan que se encontraron restos impresionantes del Bronce<br />
Intermedio y del Hierro tardío en Jerusalén, pero nada similar de la fase arqueológica<br />
128<br />
Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 27-72.<br />
129<br />
D. B. Redford, “An Egyptological Perspective on the Exodus Narrative”, en A. F. Rainey ed.,<br />
Egypt, Israel, Sinai: Archaeological and Historical Relationships in the Biblical Period (1987): 137-161;<br />
Egypt, Canaan and Israel in Ancient Times (1992): 98-122.<br />
130<br />
Finkelstein y Silberman, The Bible Unearthed: 72-96.<br />
131<br />
Ibid., 105-120.<br />
132<br />
Dever, Early Israelites: 154.<br />
133<br />
B. Hesse y P. Wapnish, “Paleozoology”, en tomo 4 de E. M. Meyers ed., The Oxford<br />
Encyclopedia of Archaeology in the Near East (1997): 206–7.<br />
172
correspondiente a la fecha bíblica de Salomón. David y Salomón no aparecen en textos<br />
antiguos excepto por la inscripción de Tel Dan que menciona la casa de David. 134<br />
En la primera parte del Hierro II la zona norte de los cerros centrales de Palestina<br />
tenía docenas de sitios poblados con una economía compleja y próspera. Los autores<br />
asocian las ciudades de esta zona con el estado de Israel. 135 La propuesta de cronología<br />
baja de Finkelstein se basa en la cerámica de uno de estos sitios, Jezreel, ciudad de Israel<br />
ocupada solo en el siglo IX aC. Esta cerámica es casi idéntica a la de la fase de Meguido<br />
antes designada ‘salomónica’. Basándose en el dato bíblico que Jezreel fue construida por<br />
Acab (I R. 16:24 y 21:1), Finkelstein propone bajar la fecha de la fase ‘salomónica’ de<br />
Meguido a la época de Acab. 136 Una consecuencia de este cambio es que la época de<br />
Salomón queda sin datos arqueológicos, y otra es que las destrucciones antes atribuidas a<br />
Sisac pertenecen a períodos posteriores. 137<br />
A. F. Rainey escribió un artículo con el título provocativo “Stones for Bread:<br />
Archaeology versus History”, rechazando la propuesta de Finkelstein sobre la formación<br />
de los estados de Israel y Judá. Finkelstein había descrito el reino de Israel en el norte de<br />
la Tierra Santa en el siglo IX aC como el único estado plenamente desarrollado de la<br />
región mientras Judá, Moab y Amón seguían siendo estados tribales. Según Finkelstein<br />
173<br />
134 Finkelstein y Silberman, The Bible Unearthed: 123-145.<br />
135 Ibid., 155-162, 169-180.<br />
136 Ibid., 186-190, 340-344.<br />
137 Ibid.,190-225. Un buen resumen de la controversia cronológica es M. Balter, “The Two Tels:<br />
Armageddon for Biblical Archaeology?”, Science 287/5450 (enero 2000): 31-32. Otra explicación es A. G.<br />
Vaughn, “What's a Bible Scholar to Do? ...When Archaeologists Can't Agree”, SBL Forum, 2007, 27 may.<br />
2008, .
Judá, Moab y Amón se convirtieron en estados plenamente desarrollados 150 años<br />
después de Israel bajo la presión de las invasiones asirias. 138<br />
Dever comparte muchos puntos de la explicación de los orígenes de Israel de<br />
Finkelstein, 139 pero señala seis diferencias críticas entre sus posturas y critica<br />
severamente su metodología. 140 Dever concluye que el análisis de Finkelstein de la<br />
cerámica del Hierro I depende de interpretaciones cuestionables de los datos, y de<br />
solamente cuatro fragmentos de cerámica. Si tiene razón, el sustento técnico de la teoría<br />
de Finkelstein es sumamente débil. 141<br />
Los análisis de Dever y Finkelstein se llevan a cabo dentro del marco de la<br />
cronología de consenso. Ambos buscaron datos arqueológicos correspondientes al éxodo<br />
y la conquista pero no los encontraron en el período arqueológico apropiado, es decir en<br />
el período Bronce Superior. Demostraron que el éxodo y la conquista no ocurrieron al<br />
final del Bronce Superior, pero esto no implica que no ocurrieron en algún otro período.<br />
Si se ha buscado el contexto del éxodo en el período equivocado su demostración es<br />
irrelevante, y los datos buscados podrían aparecer en la próxima excavación.<br />
Resultados del estudio de las narraciones<br />
La historicidad de los relatos del Antiguo Testamento se ha discutido por lo menos<br />
desde el tiempo de Josefo. Mientras estas discusiones se basaban en datos bíblicos, los<br />
argumentos sobre el éxodo y el desarrollo de Israel en Canaán estuvieron estrechamente<br />
relacionados. Las nuevas perspectivas de estudio de las últimas décadas y los argumentos<br />
138<br />
A. F. Rainey, “Stones for Bread: Archaeology versus History”, Near Eastern Archaeology 64/3<br />
(2001): 140-149. I. Finkelstein, “State Formation in Israel and Judah: A Contrast in Context, a Contrast in<br />
Trajectory”, Near Eastern Archaeology 62/1 (marzo 1999): 35-52.<br />
139<br />
Ibid., 153-154.<br />
140<br />
Dever, Early Israelites: 154.<br />
174
arqueológicos recientes tienden a independizar cada vez más los estudios de las<br />
narraciones y los estudios arqueológicos. Los eventos de la época patriarcal, el éxodo, la<br />
conquista, los jueces, David, Salomón y los demás reyes de Judá antes de Ezequías han<br />
prácticamente desaparecido de reconstrucciones recientes de la historia de Israel.<br />
En las secciones que siguen se comentan primero algunos estudios recientes del<br />
éxodo. Luego se examinan tres temas centrales a las discusiones del éxodo: su ubicación<br />
en la historia de Egipto, su fecha en la cronología bíblica y la validez de los argumentos<br />
basados en nombres. Finalmente se presenta una vista panorámica de estudios recientes<br />
de los orígenes de Israel y los orígenes de los estados hebreos.<br />
Estudios recientes del relato del éxodo<br />
Estudios comprensivos recientes del éxodo en relación con la arqueología incluyen<br />
los de B. Halpern, 142 E. S. Frehrichs y L. H. Lesko, 143 J. K. Hoffmeier 144 y C. A.<br />
Redmount. 145 El estudio de Redmount trata muchos de los temas importantes. Parte del<br />
análisis documentario clásico del Pentateuco, a pesar de estar consciente que se<br />
cuestionan cada vez más el contenido, la fecha y aún la existencia de los documentos<br />
fuente.<br />
Reporta que la búsqueda de elementos específicamente egipcios en el relato bíblico<br />
del éxodo dio resultados mayormente negativos. No se encontraron más de un par de<br />
referencias claras y algunos nombres egipcios, y concluye que las narraciones podrían<br />
141<br />
Ibid., 158-161.<br />
142<br />
B. Halpern, “The Exodus and the Israelite Historians”, Eretz Israel 24 (1993): 89-96; “The<br />
Exodus from Egypt ¿Myth or Reality?”, en H. Shanks ed., The Rise of Ancient Israel (1992).<br />
143<br />
E. S. Frerichs y L. H. Lesko eds., Exodus: The Egyptian Evidence (1997) incluye estudios de A.<br />
Malamat, F. J. Yurco, D. Redford, W. Dever y J. Weinstein.<br />
144<br />
J. K. Hoffmeier, Israel in Egypt: The Evidence for the Authenticity of the Exodus Tradition<br />
(1997).<br />
175
haberse escrito en casi cualquier lugar. 146 Observa que el Sinaí fue ocupada durante el<br />
Bronce Inferior y la Edad de Hierro, pero no durante el Bronce Superior, el período de las<br />
fechas tradicionales tardía y temprano para el éxodo. 147<br />
La selección arbitraria de datos caracteriza muchas discusiones del éxodo. Por<br />
ejemplo, D. Redford concluyó que el relato bíblico del éxodo es ficticio porque durante<br />
d.XVIII-XX no hay evidencia por una presencia sustancial de semitas en el Delta<br />
oriental, y las defensas fuertes de la frontera no hubieran permitido que pasara tal grupo<br />
si hubiera existido. El argumento de Redford ignora documentos egipcios bien conocidos<br />
de la época que mencionan extranjeros designados ‘apiru’ que trabajaban en la<br />
construcción de Per-Ramesse, referencias a varios grupos que cruzaron la frontera y<br />
referencias a esclavos que se escaparon. 148<br />
W. Stiebing parte del intento de establecer la fecha del éxodo a base de datos<br />
bíblicos, y concluye que los datos arqueológicos apoyan más su ubicación en el siglo XIII<br />
que en el siglo XV aC. Sin embargo, dice que tal ubicación del éxodo es problemática por<br />
falta de evidencia de una interrupción mayor en la cultura material de Canaán<br />
correspondiente a la conquista. 149<br />
Stiebing contempla la posibilidad que el éxodo se haya ubicado en el período<br />
arqueológico equivocado, y examina varias propuestas: (i) La ubicación del éxodo al<br />
final del Bronce Intermedio por J. Bimson se rechaza porque contradice datos<br />
145<br />
C. A. Redmount, “Bitter Lives: Israel in and out of Egypt”, en M. D. Coogan, The Oxford<br />
History of the Biblical World (1998): 79-121.<br />
146<br />
Ibid., 86-90.<br />
147<br />
Ibid., 90-94.<br />
148<br />
D. Redford, “Observations on the Sojourn of the Bene-Israel”, en Frerichs, Exodus: 57-66; J. Van<br />
Seters, Reseña de Ernest Frerichs y Leonard H. Lesko, eds., Exodus: The Egyptian Evidence, RBL, febrero<br />
1999, 15 feb. 2008, .<br />
149<br />
W. H. Stiebing Jr., Out of the Desert? Archaeology and the Exodus-Conquest Narratives (1989).<br />
176
arqueológicos, 150 y su ubicación en la Edad de Hierro por J. Callaway se rechaza por la<br />
misma razón. 151 (ii) La propuesta que la erupción de la isla de Thera explica fenómenos<br />
del relato bíblico se rechaza porque la erupción ocurrió mucho antes de la fecha bíblica<br />
del éxodo, y sus efectos apenas se sintieron en Egipto. 152 (iii) La propuesta de I.<br />
Velikovsky, que el acercamiento a la tierra de un cometa explica fenómenos del relato<br />
bíblico, se rechaza porque incluye interpretaciones dudosas de la mitología, contradice<br />
datos científicamente establecidos, contradice los datos arqueológicos disponibles y no<br />
explica la ausencia de referencias en la literatura antigua a los desastres cósmicos que<br />
supuestamente ocurrieron. 153 (iv) La propuesta de D. Courville y la propuesta similar de<br />
S. Vaninger, que ubican el éxodo al final del Bronce Inferior, y reemplazan las fechas de<br />
consenso para el período con fechas calculadas por medio de la cronología bíblica, se<br />
rechazan porque crean más problemas arqueológicos que resuelven. 154 (v) Las propuestas<br />
de los arqueólogos E. Anati y R. Cohen que ubican el éxodo en el Bronce Inferior por<br />
razones arqueológicas, se rechazan porque ignoran, o resuelven en forma insostenible,<br />
varios problemas cronológicos y arqueológicos. 155<br />
La ubicación del éxodo en la historia de Egipto<br />
No es fácil ubicar el éxodo en la historia de Egipto. Newton comenzó su Short<br />
Chronology diciendo que los cananeos expulsados por Josué se retiraron en multitudes de<br />
Canaán y conquistaron el reino de Timaus, Thamus o Thammuz en el norte de Egipto.<br />
Pensaba que el sur de Egipto tenía muchos reyes en ese período, y ubica la época de<br />
150 Ibid., 137-145.<br />
151 Ibid., 145-148.<br />
152 Ibid., 102-113.<br />
153 Ibid., 113-123.<br />
154 Stiebing, Out of the Desert:127-137.<br />
177
gobierno de los hicsos después de la conquista israelita de Canaán. Se fundamenta en la<br />
declaración de Josefo, citando Manetón, que los hicsos fueron expulsados y luego<br />
ayudaron a construir el templo de Salomón. 156<br />
Josefo y Julio el Africano asociaron el éxodo con la expulsión de los hicsos de<br />
Egipto por Tethmosis o Amos, primer rey de d.XVIII. Eusebio ubicó el éxodo hacia el<br />
final de d.XVIII bajo el rey Cencheres o Achencheres. 157 Lepsius, en 1849, propuso<br />
ubicar la opresión de los hebreos en el reinado de Ramsés II de d.XIX, y el éxodo en el<br />
reinado de su hijo Merenptah. Esta teoría, la fecha tardía tradicional, sigue vigente hoy,<br />
pero es más y más cuestionado. 158 En resumen los cronólogos tempranos ubican el éxodo<br />
en d.XVIII, Newton lo ubica antes de d.XV y los modernos lo ubican en d.XIX.<br />
El libro de Éxodo dice que el pueblo de los hijos de Israel edificó para Faraón las<br />
ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés (Éx. 1:11. La LXX añade “… y On, que es<br />
Heliópolis”). Los documentos egipcios disponibles no hacen referencia al éxodo, pero<br />
hablan de una ciudad llamada Per-Ramesse. Fue construida por Ramsés II en el Delta<br />
oriental, y creció al tamaño de Heracleópolis, Sais y Tebas. Durante d.XVIII-XIX hasta<br />
la mitad de la población egipcia vivía en las ciudades de Ménfis y Heliópolis. 159<br />
Las excavaciones no revelaron construcciones de gran escala durante d.XVIII en el<br />
Delta oriental, y se concluyó que la opresión en Ramesés no pudo ocurrir antes del<br />
178<br />
155 Ibid., 123-127.<br />
156 Sir I. Newton, The Project Gutenberg EBook of The Chronology of Ancient Kingdoms Amended,<br />
EBook 15784, mayo 2005, 25 ene. 2007, . Josefo, Contra Apionem: I,<br />
14, 26-31.<br />
157 W. G. Waddell, Manetho (1940): 101, 107, 111.<br />
158 C. De Wit, The Date and Route of the Exodus (1960): 5-7.<br />
159 B. Manley, The Penguin Historical Atlas of Ancient Egypt (1996): 54-55, 95-95. Por mucho<br />
tiempo se ubicaba Per-Ramesse en Tanis, pero desde las excavaciones de M. Bietak en Tell el-Daba<br />
algunos kilómetros más al sur, se ubica la capital hicsos, Avaris, y Per-Ramesse, allí.
tiempo de Ramsés II. 160 La llamada fecha tardía del éxodo depende del postulado que los<br />
israelitas construyeron Per-Ramesse, y ubica el éxodo en el tiempo de Merenptah, d.XIX.<br />
La fecha tardía identifica primero el faraón del éxodo como Merenptah, lo que implica,<br />
por la cronología de consenso, que el éxodo ocurrió en el siglo XIII aC.<br />
Hay diferencias importantes en metodología entre el cálculo de la fecha tardía y el<br />
cálculo de la llamada fecha temprana, propuesta por Lefébure, en 1896. Se calcula,<br />
directamente de datos bíblicos, una fecha en el siglo XV aC para el éxodo. Esta fecha,<br />
según la cronología de consenso, cae dentro del reinado de Aménofis II, d.XVIII. 161<br />
El método de la fecha temprana respeta los datos cronológicos del relato bíblico,<br />
mientras el método de la fecha tardía utiliza algunos e ignora otros. Ambos métodos<br />
dependen de la cronología de consenso, pero de distintas maneras. Si la cronología de<br />
consenso fuese cambiada, la fecha temprana no cambiaría, pero el faraón del éxodo sí,<br />
mientras la fecha tardía cambiaría, pero el faraón del éxodo no.<br />
La fecha del éxodo en la cronología bíblica<br />
El dato bíblico crítico es la referencia a los 480 años entre el éxodo y el cuarto año<br />
de Salomón de 1 R. 6:1. Muchos piensan que la fecha del éxodo se calcula fácilmente si<br />
se conocen las fechas de Salomón. Thiele ubica la muerte de Salomón en 931/ 930 aC, 162<br />
y Galil da la misma fecha. 163 Bright sigue la cronología de Albright y la ubica en 922<br />
aC, 164 mientras Matthews la ubica cerca de 925 aC. 165 Estos datos permiten calcular que<br />
160 De Wit, Exodus: 6.<br />
161 Ibid., 4.<br />
162 Thiele, Mysterious Numbers: 205.<br />
163 Galil, Chronology: 147.<br />
164 Bright, History: 225.<br />
165 Matthews, History: 55.<br />
179
el cuarto año de Salomón fue entre 967 y 958 aC., y el éxodo ocurrió entre 1447/1446 y<br />
1438 aC.<br />
Muchos han preguntado si los 480 años representan un intervalo real de tiempo<br />
transcurrido, observando que el libro de Reyes no explica el origen de la cifra. Bimson<br />
rechaza la teoría que la cifra es un número artificial obtenido por la multiplicación de las<br />
cifras significativas 40 y 12, y concluye que el intervalo duró más de 480 años por los<br />
datos del libro de Jueces. 166 Bimson observa que la Septuaginta dice 440 años, mientras<br />
el Texto Masorético dice 480, y opta por 480 porque es respaldada por Aquila, Símaco y<br />
la Pesita. 167<br />
Bimson calcula que los períodos de opresión y gobierno mencionados en el libro de<br />
Jueces suman a 410 años. Para calcular el tiempo entre el éxodo y Salomón habría que<br />
añadir a esta cifra lo siguiente: 40 años para Israel en el desierto (Nm. 32:13), una cifra<br />
para la guerra de conquista, otra para el gobierno de Josué y los ancianos, los 40 años de<br />
Elí (I S. 4:18), más de 20 años para el gobierno de Samuel (I S. 7:2), una cifra para el<br />
reinado de Saúl, los 40 años de David (I R. 2:11) y los primeros cuatro años de<br />
Salomón. 168<br />
Estas cifras suman a 534 años más tres períodos desconocidos para Josué, Samuel y<br />
Saúl. De datos de Josefo se puede calcular que Samuel y Saúl gobernaron 52 años en<br />
total, 169 que la guerra de conquista duró por lo menos 5 años (cp. Jos. 14:6-15) y que<br />
Josué gobernó por 25. 170 Usando estos datos el tiempo entre el éxodo y el cuarto año de<br />
166<br />
Bimson, Exodus: 74-75.<br />
167<br />
Ibid., 75-79.<br />
168<br />
Ibid., 80-81.<br />
169<br />
Josefo, Arqueologia: VI, XIII, 5; Ibid., VI, XIV, 9; Hch. 13:21.<br />
170<br />
Josefo, Arqueologia: V, I, 19, 29; Según Bimson, Éxodo: 85, Seder olam 12 indica que la guerra<br />
de conquista duró 14 años.<br />
180
Salomón sería algo más que 534 + 77 = 611 años, 131 años en exceso de los 480 años de<br />
I R. 6:1.<br />
Según Bimson los períodos de opresión del libro de Jueces suman a 111 años. Si<br />
estos períodos deben considerarse dentro de los períodos de los jueces, y el gobierno de<br />
los jueces era continuo, se reduce la discrepancia a 20 años. La Septuaginta asigna a Elí<br />
20 años en vez de los 40 del Texto Masorético, y si esta cifra representara el tiempo que<br />
Elí gobernó solo se resuelve la diferencia de años. 171<br />
Eusebio en su Crónica trata los 480 años como un período de tiempo transcurrido e<br />
incluye las opresiones dentro de los períodos de los jueces. Asigna 27 años a Josué,<br />
supone que Otoniel le sucedió directamente y asigna 40 años a Samuel y Saúl juntos. 172<br />
La cifra dada en Jueces 11:26, que 300 años pasaron entre la conquista de Hesbón y Jefté,<br />
es compatible con la interpretación de los 480 años como tiempo transcurrido. Todas<br />
estas consideraciones apoyan el cálculo que ubica el éxodo entre 1447/1446 y 1438 aC.<br />
Los cálculos contemplados para esta fecha temprana para el éxodo suponen que el<br />
relato bíblico reporta datos fieles a lo acontecido, y los argumentos de Bimson y otros<br />
dependen de armonizar la cronología del libro de Jueces con la cifra de 480 años. Se<br />
puede suponer que siempre hubo un solo juez principal para toda la nación, como Moisés<br />
y Josué. Jueces provee distintos tipos de datos cronológicos: períodos de opresión, como<br />
los ocho años bajo Cusan-risataim (Jue. 3:8), períodos de gobierno de algunos jueces, por<br />
ejemplo los 23 y 22 años de Tola y Jair (Jue. 10:2-3), períodos cuando la tierra descansó<br />
durante 40 u 80 años (Jue. 3:11, 30; 4:31) y los 300 años de Jue. 11:26.<br />
181<br />
171<br />
Bimson, Exodus: 80-84; Allis, Claims and Critics: 396.<br />
172<br />
A. Smith, Eusebius Chronicle: 103-105, 2007, 26 may. 2008, .
Los períodos de 40 años podrían entenderse como el tiempo de servicio de los<br />
jueces longevos. Al alcanzar el tiempo que duró el gobierno de Moisés, el juez modelo,<br />
los jueces serían mayores y podrían jubilarse. El sucesor sería el liberador más reciente,<br />
tal vez entrenado por el juez, como Moisés entrenó a Josué. Tal concepto explicaría los<br />
períodos de 40 y 80 años. Puede tener un paralelo en las referencias al censo de levitas de<br />
entre 30 y 50 años de edad (Nm. 4:23, 30, 35), y tal vez también podría ser el precedente<br />
para la entrega de poder de David antes que muriera (I R. 1:28-34). El concepto de<br />
gobiernos sucesivos de los jueces, incluyendo las opresiones en los períodos de gobierno,<br />
permite pensar en la continuidad de las instituciones públicas de Israel desde el tiempo de<br />
Moisés en adelante.<br />
Redmount conoce muchas propuestas para la fecha del éxodo, desde el tercer<br />
milenio aC hasta el final del segundo. Señala tres que tuvieron mayor apoyo: la<br />
identificación de Israel con los hicsos, en el siglo XVI aC, la fecha temprana tradicional,<br />
en el siglo XV aC, y la fecha tardía tradicional en el siglo XIII aC. 173<br />
Wright ubica el éxodo en el reinado de Ramsés II de d.XIX, y considera la fecha<br />
arqueológicamente segura. 174 Bright afirma que el relato bíblico del éxodo tiene raíces en<br />
eventos históricos, 175 y considera seguros solamente algunos datos del relato bíblico.<br />
Ubica el éxodo durante los primeros tres cuartos del siglo XIII aC 176 y sugiere una<br />
interpretación simbólica de los 480 años. 177<br />
R. Young enfoca las referencias a dos jubileos mencionados en el Talmud, y sus<br />
implicaciones para la fecha del éxodo. Observa que Ezequiel 40:1 y algunos comentarios<br />
173 Redmount, Bitter Lives: 103-106.<br />
174 Wright, Arqueología bíblica: 58, 72.<br />
175 Bright, History: 118.<br />
176 Ibid., 119-122.<br />
182
conservados en el Talmud demuestran que se esperaba un jubileo en 574 aC. Otro jubileo<br />
comentado en el Talmud ocurrió 49 años antes, en el año 18 de Josías. Young observa<br />
también que el jubileo de Ezequiel es el jubileo número diecisiete en el Talmud, y el<br />
Seder olam. Estos datos implican que el conteo de años sabáticos y jubileos comenzó en<br />
1406 aC, ubicado por Young en el año de la entrada a Canaán, decisión que ubica el<br />
éxodo en 1446 aC, 40 años antes. Esta fecha es compatible con las fechas calculadas por<br />
Thiele y Galil para Salomón, 178 y permite optar por 1446 aC en preferencia a otras<br />
opciones del rango de posibles fechas calculado anteriormente.<br />
Las discusiones basadas en nombres<br />
La centralidad del nombre Ramesés a la teoría de la fecha tardía del éxodo, y la<br />
amplia difusión de esta teoría en la literatura de referencia, llevan a reflexionar sobre el<br />
uso de nombres en tales argumentos. El libro de Génesis relata que Jacob y sus hijos<br />
fueron ubicados en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés. 179 Muchos intérpretes<br />
califican esta referencia como anacronismo y la descartan. Si se refiere a la ciudad de<br />
Per-Ramesse, aplicando la lógica de los argumentos que sustentan la fecha tardía del<br />
éxodo, se podría argumentar que Jacob vivía en el tiempo de la dinastía XIX.<br />
Una alternativa sería que el lugar se llamaba tierra de Ramesés antes del tiempo de<br />
Ramsés II. Es de notar que la residencia de Ramsés II no se llamaba simplemente<br />
Ramesés sino Per-Ramesse, o casa de Ramsés, y hay tres designaciones distintas que<br />
considerar en la discusión de este nombre: la ciudad de Ramesés (Ex. 1:11), la tierra de<br />
183<br />
177 Ibid., 121.<br />
178 R. Young, “The Talmud’s Two Jubilees and Their Relevance to the Date of the Exodus”,<br />
Westminster Theological Journal 68/1 (2006): 71-83. Otro estudio reciente de la cronología del éxodo es J.<br />
A. Franks, “Exodus Chronology”, en M. Dacy, J. Dowling, S. Faigan, eds., Feasts and Fasts: A Festschrift<br />
in Honour of Alan David Crown (2005): 179-193.
Ramesés (Gn. 47:11) y la ciudad de per-Ramesse, que difiere de las otras dos referencias<br />
por el elemento ‘per’ y no aparece en el relato bíblico.<br />
Ramsés significa hijo de Re’, o hijo del dios-sol. La designación fue usada en el<br />
tiempo de d.IV, y fue un título oficial de los reyes, su nomen, a partir de d.V. 180 De la<br />
referencia en Génesis a la “tierra de Ramesés” se podría argumentar que Jacob vivió en el<br />
tiempo de d.IV-V. En tal caso el éxodo habría ocurrido tal vez en el tiempo de d.VI y tal<br />
vez habrá sido la causa de la caída del Reino Antiguo, que hasta ahora no se explica<br />
satisfactoriamente. Parece evidente que el argumento basado en el nombre Ramesés no es<br />
suficiente para establecer la fecha del éxodo.<br />
Algunos nombres que aparecen en las narraciones bíblicas de la conquista aparecen<br />
también en los textos de execración de d.XII. El grupo temprano de textos, del tiempo de<br />
Senwosre III, incluye referencias a Jerusalén y Asquelón. El grupo tardío menciona 64<br />
lugares con sus gobernantes. Entre ellos aparecen muchos lugares mencionados en el<br />
texto bíblico incluyendo Horma, Asquelón, Siquem, Acsaf, Hazor, Jerusalén, Eglón, Lais<br />
y Bet-Semes. 181<br />
Durante d.XVIII-XX los documentos egipcios se refieren a campañas militares y<br />
otras acciones egipcias en territorios prominentes en las narraciones bíblicas. 182 Del<br />
tiempo de Aménofis III de d.XVIII hay referencias a un lugar ‘Yahweh (en) la tierra de<br />
los Shasu’, y a los ‘Shasu de Yahweh’. 183 En documentos del tiempo de los hicsos y del<br />
179<br />
Gn. 47:11.<br />
180<br />
Gardiner, Egypt: 84.<br />
181<br />
Y. Aharoni, M. Avi-Yonah, The Modern Bible Atlas (1979): 23-24.<br />
182<br />
Ibid., 32-46.<br />
183<br />
Dever, Early Israelites: 150-151, 236-237. Los Shasu son conocidos solamente de textos del<br />
Reino Nuevo según Redmount, Bitter Lives: 100; L. E. Stager, “Forging an Identity: The Emergence of<br />
Ancient Israel”; Coogan, Oxford History: 145.<br />
184
Reino Nuevo aparece el nombre Asher. 184 Las cartas de Amarna, del tiempo de d.XVIII,<br />
mencionan los ‘habiru’ y muchos lugares mencionados en las narraciones del Antiguo<br />
Testamento. 185<br />
A la luz de tales datos no hay razón por pensar que el argumento basado en el uso<br />
del nombre Ramesés sea muy sólido. Tampoco hay razón por pensar que la referencia<br />
explícita más antigua al pueblo de Israel, en la inscripción de Merenptah de d.XIX, sea la<br />
referencia más antigua al pueblo hebreo en documentos e inscripciones egipcias.<br />
Estudios recientes de los orígenes de Israel<br />
Durante las últimas dos décadas se ha intensificado el estudio del origen y<br />
formación del pueblo de Israel. Hasta la década de los 1980 los estudios de este tema se<br />
centraban en los relatos bíblicos de la conquista israelita de Canaán, e intentaban<br />
relacionar los resultados de las excavaciones con los relatos bíblicos. En muchas<br />
discusiones más recientes el rol de los relatos bíblicos ha disminuido, y se centra la<br />
atención en datos arqueológicos interpretados por modelos históricos que no incluyen el<br />
concepto bíblico de conquista violenta.<br />
Estudios recientes del origen de Israel incluyen los de L. J. Mykytiuk, 186 N.<br />
Gottwald, 187 R. Hendel 188 y J. M. Miller. 189 Estudios más antiguos incluyen el ensayo<br />
184<br />
K. A. Kitchen, “Asher”, NBD: 95.<br />
185<br />
“Biblical Archaeology: Evidence of the Exodus from Egypt”, Institute for Biblical and Scientific<br />
Studies, agosto 2007, 15 feb. 2008, . Las<br />
referencias citadas son: R. Giveon, “Toponymes ouest-asiatiques a Soleb”, Vetus Testamentum 14 (1964):<br />
244; D. Redford, Egypt, Canaan, and Israel in Ancient Times (1992): 272; M. Astour, “Yahweh in<br />
Egyptian Topographical Lists”, en M. Görg, E. B. Pusch eds., Festschrift Elmar Edel (1979): 17-34.<br />
186<br />
L. J. Mykytiuk, Identifying Biblical Persons in Northwest Semitic Inscriptions of 1200-539 BCE<br />
(2004).<br />
187<br />
N. Gottwald, “Rethinking the Origins of Ancient Israel”, en Gunn y McNutt, Imagining Biblical<br />
Worlds.<br />
188<br />
R. Hendel, “The Exodus in Biblical Memory”, JBL 120/4 (2001): 601-622.<br />
189<br />
Miller, “History or Legend?”: 42-47.<br />
185
historiográfico de I. Provan, 190 una colección de 14 ensayos escritos durante 45 años por<br />
B. Mazar, 191 una colección de ponencias editada por H. Shanks, 192 el estudio<br />
comprensivo de I. Finkelstein de la arqueología del asentamiento de Israel en Canaán, 193<br />
el estudio de G. Ahlström de la identidad de los israelitas 194 y el estudio de G. W.<br />
Ramsey de los intentos de reconstruir la historia temprana de Israel. 195<br />
Miller pregunta si los resultados de las excavaciones ayudan a distinguir entre<br />
historia y leyenda en las explicaciones tradicionales de los orígenes de Israel. Repasa la<br />
historia de los debates y enfoca el material epigráfico pertinente que incluye la referencia<br />
a Israel en la inscripción de Merenptah, la inscripción de la piedra moabita del tiempo de<br />
Acab y algunas referencias asirias y babilónicas a los reyes de Israel y Judá. 196<br />
J. J. McDermott describe los tres modelos clásicos que explican el origen del<br />
pueblo de Israel: el modelo de conquista de Albright, el modelo de infiltración pacífica de<br />
Alt y el modelo de revolución social de G. E. Mendenhall y N. K. Gottwald. Analiza las<br />
hipótesis que vienen reemplazándolos y concluye que el pueblo de Israel originó entre los<br />
pueblos indígenas de Canaán. 197<br />
R. D. Miller estudió los resultados de las excavaciones del Hierro I en la sierra<br />
central de la Tierra Santa con métodos antropológicos para aclarar la historia social de<br />
Israel antiguo. Observa que la cultura material del Hierro I demuestra continuidad directa<br />
con la del Hierro II en cuanto a las cerámicas, los centros poblados, la arquitectura, las<br />
186<br />
190<br />
I. Provan, “Ideologies, Literary and Critical: Reflections on Recent Writing on the History of<br />
Israel”, Journal of Biblical Literature 114 (1995): 585-606.<br />
191<br />
B. Mazar, Biblical Israel: State and People (1992).<br />
192<br />
Shanks, Rise of Ancient Israel (1992).<br />
193<br />
I. Finkelstein, The Archaeology of the Israelite Settlement (1988).<br />
194<br />
G. W. Ahlström, Who Were the Israelites? (1986).<br />
195<br />
G. W. Ramsay, The Quest for Historical Israel: Reconstructing Israel’s Early History (1982).<br />
196<br />
Miller, “History or Legend?”.<br />
197<br />
J. J. McDermott, What Are They Saying About the Formation of Israel? (1998).
costumbres de entierro y los artefactos de metal. Concluye que la población de ambos<br />
períodos fue israelita, ya que no se duda que la población del Hierro II lo fue. 198<br />
J. Weinstein analizó los datos arqueológicos del Hierro I, y observa que no se<br />
encontraron artefactos egipcios en la zona de la supuesta conquista israelita, y tampoco<br />
hay evidencia de migraciones de grupos grandes de Egipto a Canaán durante d.XIX-XX.<br />
Weinstein concluye que el éxodo y conquista del relato bíblico no ocurrieron. 199<br />
L. E. Stager evaluó las teorías que relacionan el pueblo de Israel con los caseríos<br />
del Hierro I en los cerros de Palestina. Stager rechazó las teorías que Israel nació por<br />
conquista violenta, migración de nómades pastorales, revolución campesina o proceso de<br />
ruralización. Su explicación de la historia temprana de Israel combina datos bíblicos con<br />
datos arqueológicos que enfocan las relaciones entre israelitas y filisteos. 200<br />
Estudios recientes de los orígenes de los estados hebreos<br />
Muchos estudios recientes de los estados hebreos de Israel y Judá buscan<br />
explicaciones antropológicas, sociológicas y arqueológicas para su origen. Las<br />
explicaciones frecuentemente tienen poca o ninguna relación con las concepciones<br />
tradicionales de la historia de Israel y Judá. Estudios recientes se han concentrado en la<br />
Edad de Hierro, y en temas como la relación entre etnicidad y cultura material, la<br />
emergencia de estados territoriales y la dinámica socio-económica regional.<br />
187<br />
198<br />
R. D. Miller II, Chieftains of the Highland Clans: A History of Israel in the 12th and 11th<br />
Centuries BC (2005); “Identifying Earliest Israel”, BASOR 333 (febrero 2004): 55-68.<br />
199<br />
J. Weinstein, “Exodus and Archaeological Reality”, en Frerichs y Lesko, Exodus: 93-94.<br />
200<br />
Stager, “Forging an Identity”.
J. L. Barton examinó la fecha de la llamada ‘Narración de Sucesión’ (2 Samuel 9-<br />
20 y 1 Reyes 1-2), 201 y S. M. Ortiz enfocó la casa de David. 202 A. Faust enfoca la<br />
relación entre procesos de abandono, urbanización y reocupación descritos por los<br />
excavadores, y la formación del estado de Israel. 203 D. M. Master examina varias teorías<br />
de formación de estado y los aplica a los problemas bíblicos y arqueológicos de Bet-Sán<br />
y Hazor en el siglo X aC. 204<br />
El tercer tomo de los ensayos coleccionados de N. Na’aman se dedica a problemas<br />
historiográficos relacionados con el período del primer templo, 205 y otra colección de<br />
ensayos, editada por T. L. Thompson, enfoca la historia y tradiciones referentes a la<br />
ciudad de Jerusalén. 206 Una colección de estudios editada por V. Fritz y P. R. Davies se<br />
concentra en el origen de los estados israelitas, e incluye dos ensayos de orientación, dos<br />
sobre metodología, tres sobre sociedad y cinco sobre las fuentes de información<br />
disponibles. 207<br />
Estudios sobre temas específicos incluyen la obra de M. C. Tetley sobre la<br />
cronología de los reyes hebreos y su estudio de la fecha de la caída de Samaria, 208 la<br />
188<br />
201 J. L. Barton, “Dating the Succession Narrative”, en J. Day ed., In Search of Pre-Exilic Israel:<br />
Proceedings of the Oxford Old Testament Seminar (2004): 95-106.<br />
202 S. M. Ortiz, “Deconstructing and Reconstructing the United Monarchy: House of David or Tent<br />
of David (Current Trends in Iron Age Chronology)”, en Hoffmeier y Millard, Future: 121-147.<br />
203 A. Faust, “Abandonment, Urbanization, Resettlement and the Formation of the Israelite State”,<br />
Near Eastern Archaeology 66/4 (diciembre 2003): 147-161; “Forum: Rural Settlements, State Formation,<br />
and ‘Bible and Archaeology’”, with responses by N. A. Silberman, L. L. Grabbe, A. Joffe and Z. Herzog,<br />
Near Eastern Archaeology 70/1 (marzo 2007): 4-25.<br />
204 D. M. Master, “State Formation Theory and the Kingdom of Ancient Israel”, Journal of Near<br />
Eastern Studies 60/2 (abril 2001): 117-131.<br />
205 N. Na’aman, Ancient Israel's History and Historiography: The First Temple Period (2006).<br />
206 T. L. Thompson ed., Jerusalem in Ancient History and Tradition (2003).<br />
207 Fritz y Davies, Origins.<br />
208 M. C. Tetley, The Reconstructed Chronology of the Divided Kingdom (2005); “The Date of<br />
Samaria’s Fall as a Reason for Rejecting the Hypothesis of Two Conquests”, Catholic Biblical Quarterly<br />
64 (2002): 59-77.
propuesta de M. Dijkstra para asignar nuevas fechas a los ostraca de Samaria 209 y el<br />
estudio de A. R. W. Green de la cronología de Tiro en el tiempo de David e Hiram. 210<br />
Las obras de D. M. Bone 211 y G. Galil 212 han contribuido al conocimiento de la<br />
cronología de los reyes hebreos, y la de Galil se ha convertido en referencia estándar<br />
frecuentemente citada.<br />
La confrontación de datos bíblicos con datos de excavación<br />
La complejidad de los problemas presentados en las secciones anteriores demuestra<br />
que la acumulación de información nueva sobre el antiguo Oriente durante el último siglo<br />
y medio ha tenido un impacto grande en la comprensión de las narraciones del Antiguo<br />
Testamento. Es evidente que la comparación de datos bíblicos con datos arqueológicos<br />
no es un asunto sencillo.<br />
Para hacer una reconstrucción histórica que incluye datos bíblicos y también datos<br />
de las excavaciones es necesario tomar decisiones y definir posturas frente a los datos de<br />
ambos campos. En las secciones que siguen se intenta analizar el problema de relacionar<br />
los datos de las narraciones del Antiguo Testamento con los datos de las excavaciones.<br />
Se examina primero cómo los relatos bíblicos presentan los eventos pasados. En<br />
segundo lugar se enfoca el problema de asignar fechas a la secuencia de eventos<br />
narrados. En tercer lugar se enfoca el problema de relacionar la secuencia de eventos<br />
209<br />
M. Dijkstra, “Chronological Problems of the Eighth century BCE: A New Proposal for Dating<br />
the Samaria Ostraca”, en J. C. de Moor y H. F. Van Rooy eds., Past, Present, Future: The Deuteronomistic<br />
History and the Prophets (2000): 76-87.<br />
210<br />
A. R. W. Green, “David's Relations with Hiram: Biblical and Josephan Evidence for Tyrian<br />
Chronology”, en C. L. Myers y M. O’Connor eds., The Word of the Lord Shall Go Forth: Essays in Honor<br />
of David Noel Freedman in Celebration of His Sixtieth Birthday (1983): 373-397.<br />
211<br />
D. M. Bone, Chronology of the Hebrew Divided Kingdom (1997).<br />
212<br />
Galil, Chronology.<br />
189
narrados con las secuencias de estratos de los arqueólogos. Finalmente se enfoca el rol de<br />
la identificación de Shoshenq I con Sisac en esta problemática.<br />
Los eventos del pasado en las narraciones<br />
En esta sección se examina una de las narraciones del Antiguo Testamento para<br />
intentar identificar los elementos que permiten relacionarla con otras narraciones, e<br />
intentar comprender cómo las narraciones en su conjunto proveen una base para la<br />
creación de una imagen coherente de los eventos que narran. El análisis se hace a base de<br />
una simple lectura rápida del texto en castellano, sin recurrir a estudios del texto original<br />
o los comentarios. Se examina la narración de I Samuel 23: 1-14, un episodio en la vida<br />
de David. 213<br />
Entre otras cosas el autor provee la siguiente información:<br />
1. Hubo un episodio bélico. Un ejército llegó a una ciudad y lo asaltó. Un segundo<br />
ejército de 600 derrotó al primero, le quitó sus ganados y liberó la ciudad. Un tercer<br />
ejército se preparó para atacar al segundo pero desistió cuando este salió del lugar.<br />
2. Hubo también un episodio de consultas a Jehová. El jefe del segundo ejército<br />
consultó a Jehová cuatro veces, Jehová respondió cuatro veces y las respuestas guiaron<br />
las decisiones del jefe. Las consultas fueron hechas por el jefe a través de un sacerdote<br />
que tenía un efod.<br />
3. Los eventos ocurrieron en la ciudad de Judá llamada Keila, que poseía eras y fue<br />
protegida por puertas y cerraduras. Keila ha sido identificada con Kh. Khila, ubicada en<br />
una colina, entre nueve y diez kilómetros al este de Beit Guvrin. 214<br />
213 Para este análisis esquemático se usó la versión Reina Valera de 1960.<br />
214 J. P. U. Lilley, “Keilah”, J. D. Douglas ed., The New Bible Dictionary (1962): 688.<br />
190
4. No se identifican líderes del primer ejército, que era de los filisteos, ni de la<br />
comunidad de Keila. El líder del segundo ejército se identifica como David, y el líder del<br />
tercer ejército como Saúl. Se identifica también el sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec<br />
que acompañó a David.<br />
El relato ocupa media página, o aproximadamente 1.5% del texto de I Samuel. Se<br />
relaciona con los demás relatos del libro a través de la estructura literaria del libro, y, en<br />
un segundo nivel, se relaciona con los demás relatos de I y II Samuel, en el canon hebreo,<br />
o con la serie de libros I-IV Reinos, en el canon griego. En un tercer nivel, el relato se<br />
relaciona con otras narraciones más que mencionan los temas que trata, o temas<br />
relacionados con ellos.<br />
Los elementos del relato que lo trascienden y lo relacionan explícitamente con<br />
otros relatos incluyen: los personajes David, Saúl y Abiatar; el lugar Keila, su pueblo y el<br />
pueblo filisteo que lo atacó; el culto de Jehová y Jehová mismo. El autor da a entender<br />
que los eventos relatados ocurrieron. Relata en una secuencia ordenada y verosímil los<br />
movimientos de ejércitos, las consultas militares, las consultas con Jehová y sus<br />
respuestas y la batalla con su desenlace. Según el relato la respuesta de Jehová fue tan<br />
concreta que la derrota del ejército filistea.<br />
Además de estos temas explícitos hay temas implícitos. Está implícita la fe, coraje<br />
y otras cualidades de David, que se destacan de varias maneras. Está implícita también la<br />
relación de Jehová con todas las partes mencionadas: David, Saúl, los filisteos, el pueblo<br />
atacado, la nación de que forma parte y el sacerdote. Los temas explícitos e implícitos<br />
conectan esta serie de eventos con muchas otras series de eventos de otras narraciones.<br />
191<br />
Estas conexiones permiten producir una imagen de temas que trascienden todas las
narraciones como la vida de David, la historia de Israel, el culto a Jehová y la historia de<br />
los actos de Jehová. A través de estos temas trascendentes los eventos ocurridos en Keila<br />
se relacionan con los grandes temas históricos y teológicos del Antiguo Testamento.<br />
Otro ejemplo del primer libro de Samuel puede ilustrar cómo ciertas referencias en<br />
las narraciones las trascienden y las relacionan explícitamente con otras narraciones. Se<br />
narra que Samuel se dirigió a la nación en dos ocasiones distintas, y entre todo lo que dijo<br />
mencionó eventos pasados que incluyen: Jehová sacó a Israel de Egipto, libró Israel de la<br />
mano de los egipcios y libró Israel de mano de todos los reinos que los afligieron (10:18-<br />
19), Jacob entró a Egipto, los padres de la audiencia de Samuel clamaron a Jehová,<br />
Jehová designó y envió a Moisés y a Aarón, Jehová sacó a los padres de la audiencia de<br />
Samuel de Egipto, Jehová los hicieron habitar en lo que es ahora su lugar, Jehová los<br />
entregó a Sísara, los filisteos y el rey de Moab y, finalmente, Jehová envió a Jerobaal,<br />
Barac y Jefté para librarlos (12: 6-11). Estos eventos son episodios prominentes de los<br />
relatos patriarcales, el relato del éxodo, el relato de la conquista y el relato de los jueces.<br />
Los dos discursos de Samuel establecen conexiones entre todos estos relatos.<br />
Las decisiones del lector<br />
Mientras lee la narración, o después de estudiarlo con más detenimiento, el lector<br />
toma decisiones. Algunas son decisiones literarias como la evaluación del lenguaje e<br />
intenciones del autor, el lugar del relato en la estructura del libro y la relación del relato<br />
con otras narraciones. Otras decisiones tienen que ver con la realidad y se las puede<br />
enfocar por medio de preguntas: ¿los eventos ocurrieron, o no ocurrieron? ¿ocurrieron en<br />
192<br />
la vida de David, o no, y en la vida de Israel, o no? ¿Jehová respondió, o no respondió, y
dio la victoria a David, o no? ¿estos actos de Jehová se conectan con los actos de Jehová<br />
mencionados en otros libros del Antiguo Testamento, o no se conectan con ellos?<br />
¿Cómo tomar tales decisiones? En el caso de los dos relatos mencionados se podría<br />
recurrir a alguna de las teorías literarias propuestas para explicar los libros de Samuel.<br />
Una opción sería ubicar el origen del libro en el siglo IV o III aC, e intentar explicar los<br />
relatos en términos de la situación socio-política de aquella época. Otra opción sería<br />
conectar el libro con la teoría de la Historia Deuteronomista, e intentar explicar los<br />
relatos a la luz de las circunstancias de los siglos VII o VI aC. Una tercera opción sería<br />
pensar que el libro conserva relatos que reflejan fielmente lo que ocurrió en Keila en el<br />
tiempo de David, y en Mizpa y Gilgal en el tiempo de Samuel.<br />
Cada opción podría conducir a investigar lo que se conoce de Keila, Mizpa y<br />
Gilgal, intentar visitar sus ruinas y hasta organizar expediciones arqueológicas para<br />
excavarlas. Tales expediciones tendrían interés especial en materiales de distintos<br />
períodos, de acuerdo a la opción literaria tomada: los siglos IV-III, los siglos VII-VI o el<br />
siglo X.<br />
La primera opción conduciría a perspectivas como las de Davies, Thompson y<br />
Lemche. La segunda opción conduciría a perspectivas como las de Finkelstein y<br />
Silberman. La tercera opción conduciría a perspectivas como las de la agenda tradicional<br />
de la arqueología bíblica que planteaban la exploración de los escenarios de los relatos<br />
para buscar información pertinente y complementaria a la del texto.<br />
El intento de comprender eventos pasados a través de la combinación de datos<br />
textuales y datos de excavación depende, en forma crítica, del grado de confianza que se<br />
193<br />
otorga al reporte de los eventos. Se podría pensar que el relato es correcto y bien
conservado, o que a penas conserve fragmentos de información genuina. Entre estos dos<br />
extremos hay un rango de posibilidades intermedias.<br />
La comprensión de los eventos depende también del grado de confianza otorgada a<br />
la exploración arqueológica. Se podría tener plena confianza de haber identificado<br />
materiales directamente relacionados con los eventos de interés, ser escéptico frente a<br />
esta posibilidad, o adoptar una postura entre los dos extremos.<br />
Tomadas las decisiones que determinan la postura adoptada, y hechos los estudios,<br />
se podría ordenar los resultados del estudio de las narraciones y los resultados del estudio<br />
de los materiales excavados en una reconstrucción histórica de los eventos de interés. Tal<br />
concepción es compleja, e incluye, por lo menos, los siguientes elementos críticos<br />
relacionados con las narraciones:<br />
(i) Las teorías literarias adoptadas para explicar las narraciones,<br />
(ii) Las decisiones tomadas en cuanto a la fecha de origen de las narraciones,<br />
(iii) Los criterios usados para ordenar los eventos narrados en secuencias,<br />
(iv) La cronología bíblica usada para asignar fecha a las secuencias de eventos, y<br />
(v) El grado de confianza otorgada al reporte de eventos.<br />
Incluye también, por lo menos, los siguientes elementos críticos relacionados con los<br />
materiales excavados:<br />
(vi) La metodología de excavación y análisis usada,<br />
(vii) La secuencia estratigráfica de referencia consultada,<br />
(viii) La cronología de referencia usada para asignar fechas, y<br />
(ix) El grado de confianza otorgada a la reconstrucción de eventos.<br />
194
Después de juntar los resultados del estudio de las narraciones y excavaciones<br />
pertinentes, el investigador tendría en su mente una concepción general de cómo fue el<br />
mundo de los eventos narrados. Construiría, consciente o inconscientemente, una especie<br />
de metarelato, dentro del cual ubicaría e interpretaría cada narración estudiada, y, a la<br />
vez, una especie de secuencia de cultura material que cumple un rol similar en su<br />
pensamiento para las secuencias excavadas. Con el tiempo se acostumbraría a combinar,<br />
consciente o inconscientemente, estos elementos: los datos textuales y arqueológicos, el<br />
metarelato y la secuencia de cultura material, en una imagen del pasado que se<br />
convertiría, para él, en la historia de los eventos estudiados.<br />
La cronología y la comprensión de las narraciones<br />
Uno de los problemas centrales para el intento de reconstruir los eventos del pasado<br />
de las narraciones bíblicas es establecer un equilibrio aceptable entre dos cronologías que<br />
muchas veces se encuentran en tensión. Una es la cronología que se elabora a base de los<br />
datos cronológicos del texto, y la otra es la cronología producida por decisiones en cuanto<br />
a la asignación de fechas a los documentos bíblicos.<br />
Se puede ilustrar este tipo de tensión con un ejemplo de la perspectiva de<br />
Finkelstein y Silberman. Comentan el relato del éxodo, buscan evidencia arqueológica de<br />
este evento en el siglo XIII aC, demuestran que el éxodo no pudo ocurrir en esta época y<br />
concluyen que el evento no ocurrió. 215 ¿Por qué buscaron evidencia del éxodo en el siglo<br />
XIII? En un nivel porque es la fecha tardía tradicional para el éxodo, y en otro, porque el<br />
éxodo tenía que ser antes del inicio de la monarquía para dejar tiempo para la historia de<br />
195<br />
los jueces, y por la mención de Ramesés en Éxodo 1:11 que indica que Ramsés II estuvo
en el trono. Este rey vivió en el siglo XIII aC según la cronología de consenso. Es<br />
evidente, entonces, que Finkelstein y Silberman buscaron evidencia por el éxodo en la<br />
arqueología del siglo XIII aC por razones relacionadas con la cronología bíblica y la<br />
cronología de consenso.<br />
Sin embargo, los autores creen que el relato fue escrito durante las últimas décadas<br />
del siglo VII aC, y que la confrontación entre Moisés y Faraón es una leyenda usada por<br />
el autor para reflejar la confrontación entre el rey Josías y el faraón Necao. Creen que el<br />
relato no tiene mucho que ver con el pasado de Israel sino con un presente de Judá, en<br />
plena expansión y en competencia con Egipto. Finkelstein y Silberman no tienen interés<br />
en los eventos del siglo XIII sino en los del siglo VII, lo que produce reacciones diversas<br />
en el lector de su libro que tiene en su mente la cronología bíblica tradicional.<br />
Para comprender los aspectos cronológicos de tales exposiciones de las narraciones<br />
del Antiguo Testamento hay que enfocar por separado: (i) la secuencia de eventos<br />
narrados, (ii) la relación entre ellos y el autor del libro, (iii) la fuente de los datos<br />
cronológicos que aparecen en las narraciones, (iv) los criterios cronológicos del autor del<br />
libro y (v) los posibles añadidos de datos a través de procesos de edición y copiado. La<br />
secuencia de eventos narrados puede pertenecer a una época y el trabajo y contexto del<br />
autor a otra. La cronología deducida de las narraciones puede estar en tensión con la<br />
cronología de consenso y con la cronología adoptada para el origen de los documentos.<br />
La secuencia temporal de eventos en las narraciones<br />
Algunos de los eventos pasados mencionados en los discursos de Samuel están<br />
ordenados en secuencia temporal (I S. 10: 18-19 y 12: 6-11). Jacob fue antes de Moisés y<br />
196<br />
215 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 56-57, 65-71. Las referencias a Finkelstein y
Aarón, los protagonistas del éxodo y la conquista. Esto coincide con el orden en que<br />
acontecieron los eventos según el Pentateuco. Samuel agrupa los opresores, Sísara, los<br />
filisteos y el rey de Moab, y los libertadores, Jerobaal, Barac y Jefté, por separado. El<br />
libro de Jueces narra las opresiones y liberaciones en una sola secuencia. La secuencia<br />
del libro de Jueces es explícitamente una sucesión temporal (por ejemplo Jue. 3: 30-31 y<br />
4: 1-2).<br />
Samuel ordena a Jacob, Moisés, el éxodo, la conquista y los jueces en una sucesión<br />
temporal. No utiliza la secuencia temporal del libro de Jueces cuando agrupa a los<br />
opresores y libertadores por separado, y tampoco cuando menciona los nombres de<br />
ambos grupos. Coloca al rey de Moab al final de los opresores, posiblemente para hacer<br />
la conexión con la opresión reciente por el rey Nahas de Amón, mencionado<br />
inmediatamente después, y no menciona a Saúl como libertador sino se coloca a sí mismo<br />
al final del grupo de libertadores (I S. 12: 9, 11, 12).<br />
Cuando Samuel hace referencia a los relatos del Pentateuco respeta la secuencia<br />
temporal de los eventos narrados allí. Cuando hace referencia a los eventos narrados en<br />
Jueces habla de los mismos eventos pero no los presenta en la secuencia temporal que<br />
utiliza el autor de Jueces, posiblemente porque el libro de Jueces no se había escrito<br />
todavía.<br />
Los libros del Antiguo Testamento en su conjunto permiten elaborar una secuencia<br />
temporal de los eventos principales narrados. La lista presentada a continuación señala<br />
algunos de los eventos prominentes de las narraciones del Antiguo Testamento que<br />
fueron estudiados por medio de proyectos de excavación. La lista se presenta en la<br />
Silberman en este y el siguiente párrafo son a estas páginas.<br />
197
secuencia temporal de las narraciones, con los eventos más recientes arriba para facilitar<br />
la comparación con las secuencias estratigráficas.<br />
La secuencia es:<br />
1. La reconstrucción del muro de Jerusalén<br />
2. El retorno y reconstrucción del templo en Jerusalén<br />
3. La destrucción de Jerusalén<br />
4. El reino de Josías<br />
5. La destrucción de Samaria<br />
6. El reino de Omri y Acab<br />
7. La invasión de Sisac<br />
8. El imperio de Salomón<br />
9. Las conquistas de Saúl y David<br />
10. El reino de Abimelec y la destrucción de Siquem<br />
11. La victoria de Débora sobre Sisara y Jabín<br />
12. La conquista israelita de Canaán<br />
13. La estadía de Israel en Sinaí y su peregrinación en el desierto<br />
14. El éxodo israelita de Egipto<br />
15. La opresión de Israel por los egipcios<br />
16. La estadía de José en Egipto<br />
17. La invasión de Canaán por los reyes orientales<br />
18. La migración de Abram desde Ur<br />
19. La dispersión de las naciones<br />
20. El diluvio<br />
21. El reino de Nimrod<br />
Los eventos Nº 1-2 son posteriores a la destrucción de Jerusalén (Nº3), y Nº 4, el<br />
reinado de Josías, ocurrió en las últimas décadas del siglo VII aC. Cuando se relacionan<br />
estos cuatro eventos con la cronología de consenso las fechas son seguras porque<br />
acontecieron después de las fechas seguras más antiguas que son: en Asiria, el inicio de la<br />
Lista de epónimos (891 aC), en Babilonia, el inicio del Canon de reyes (747 aC) y en<br />
Egipto, el inicio de d.XXVI (664 aC). 216 Con los eventos Nº1-4 no hay tensión entre la<br />
cronología bíblica y la cronología de consenso.<br />
Los eventos Nº 5-7 ocurrieron durante la monarquía hebrea dividida. Sus fechas<br />
198<br />
dependen de cálculos de cronología bíblica, y son consideradas seguras dentro de
márgenes de error máximo de una década. 217 Sus fechas caen dentro del período de la<br />
Lista de epónimos de Asiria y la cronología del reino dividido. Para este grupo de eventos<br />
el enlace clave entre la cronología bíblica, la secuencia estratigráfica y la cronología de<br />
consenso es la identificación de Shoshenq I con Sisac.<br />
Los eventos Nº 8-9 son de la monarquía temprana, antes de la división del reino de<br />
Roboam, Nº 10-15 son del período del éxodo, la conquista y los jueces, Nº 16-18 son del<br />
período patriarcal, y Nº 19-21 son de la historia temprana de Génesis 1-11. Todos estos<br />
grupos de eventos son de períodos anteriores al inicio de la cronología del reino dividido<br />
y la Lista de epónimos.<br />
La cronología bíblica de estas secuencias de eventos es controvertida ya que hay<br />
varias propuestas cronológicas para cada época. El enlace entre las secuencias temporales<br />
de eventos y la cronología de consenso es la cronología egipcia que depende, en estas<br />
épocas, del esquema de dinastías y de las fechas Sothis.<br />
Para las secuencias de eventos anteriores de la monarquía dividida tampoco se<br />
pueden hacer conexiones directas con la cronología de Mesopotamia porque las épocas<br />
oscuras de Asiria y Babilonia interrumpen la continuidad de sus cronologías. Las<br />
cronologías de Asiria y Babilonia para estas épocas no son independientes, sino que<br />
dependen de la cronología egipcia a través de sincronismos, como las de las cartas de<br />
Amarna, y relaciones con la secuencia estratigráfica de Siria y Palestina.<br />
Los eventos narrados en el Antiguo Testamento pueden dividirse en los tres<br />
períodos de la tabla de acuerdo a la solidez de las fechas comúnmente asignadas a ellos.<br />
La identificación de Shoshenq I con Sisac, las fechas Sothis y la interpretación de datos<br />
216 Por ejemplo, Thiele, Mysterious Numbers: 39-50, 205; Galil, Chronology: 147.<br />
199
íblicos, como los 480 años de I R. 6:1, son los temas críticos para la ubicación de<br />
eventos bíblicos en la cronología de consenso.<br />
La Solidez de las fechas asignadas a los eventos del Antiguo Testamento<br />
Eventos bíblicos<br />
Eventos desde el<br />
reinado de Josías<br />
en adelante<br />
Eventos desde la<br />
división de la<br />
monarquía hasta el<br />
reinado de Josías<br />
Eventos antes de la<br />
división de la<br />
monarquía<br />
La solidez de las fechas<br />
Fechas seguras<br />
Fechas más o menos seguras<br />
que dependen de la cronología<br />
de los reyes hebreos dentro de<br />
márgenes mínimos de error<br />
Fechas controvertidas que<br />
dependen de la cronología de<br />
los reyes, y de la interpretación<br />
de datos como los 480 años de I<br />
R. 6:1<br />
Las narraciones, las excavaciones y la cronología de consenso<br />
200<br />
Relación con la cronología de<br />
consenso<br />
664 aC en adelante<br />
Las fechas se relacionan con las<br />
dinastías egipcias a través de la<br />
identificación de Shoshenq I con<br />
Sisac<br />
Las fechas se relacionan con las<br />
dinastías egipcias a través de las<br />
fechas Sothis, y con<br />
Mesopotamia a través de<br />
sincronismos con Egipto<br />
Los excavadores elaboran secuencias temporales de eventos para explicar sus<br />
materiales excavados, y los estudiantes de las narraciones también las elaboran. Ambos<br />
tipos de secuencia son construcciones hipotéticas que corresponden a eventos pasados, y<br />
que pueden ser confrontadas para examinar la relación entre ellas.<br />
El hallazgo de textos entre los materiales excavados facilita tales confrontaciones, y<br />
la mención en tales textos de personas, lugares o eventos que también aparecen en las<br />
213.<br />
217 K. A. Kitchen, T. C. Mitchell, “Chronology of the Old Testament”, New Bible Dictionary (1962):
narraciones puede ser decisiva. Hallazgos de este tipo son mucho más frecuentes en la<br />
arqueología de Egipto y Mesopotamia que en la arqueología de Palestina, donde están<br />
casi ausentes. Esta situación representa una de las mayores dificultades que enfrentan los<br />
que intentan reconstruir la historia de Palestina.<br />
En la ausencia de hallazgos textuales en una excavación de interés para el<br />
estudiante de las narraciones bíblicas se recurre, normalmente, a la comparación indirecta<br />
de la secuencia derivada de los textos bíblicos y la secuencia derivada de las<br />
excavaciones. Ambas secuencias se comparan con un estándar común, la cronología de<br />
consenso.<br />
La secuencia derivada de las excavaciones se relaciona con la cronología de<br />
consenso a través de los períodos arqueológicos de la secuencia estratigráfica general. La<br />
secuencia de eventos derivada de las narraciones se relaciona con la cronología de<br />
consenso a través de la cronología bíblica y las decisiones tomadas en cuanto a la fecha<br />
de origen de los documentos bíblicos.<br />
La ubicación en la cronología de consenso de la secuencia de eventos deducidos del<br />
texto y la secuencia de estratos excavados crea una base para la confrontación de datos y<br />
la posibilidad de elaborar una reconstrucción histórica. Distorsiones en las comparaciones<br />
ocurrirán si hay errores en la cronología bíblica o la cronología postulada para los<br />
documentos bíblicos por un lado, y en la cronología estratigráfica por el otro.<br />
Un segundo tipo de distorsión ocurriría si la cronología de consenso, con la cual se<br />
comparan ambas secuencias de eventos, estuviera errada. Un tercer tipo de distorsión<br />
ocurriría si se hicieran enlaces equivocados entre los varios sistemas de cronología que<br />
201<br />
intervienen en las comparaciones. Con tantas posibilidades para equivocarse no es de
sorprenderse que no existe todavía un consenso general armonioso en cuanto a cómo<br />
relacionar los datos bíblicos con los datos arqueológicos.<br />
Los argumentos cronológicos son complejos, y muchas veces se esconden detrás de<br />
postulados que, a primera vista, no tienen nada que ver con la cronología, como una<br />
teoría de análisis literario o una tipología cerámica. Un caso especialmente importante es<br />
la identificación de Sisac con Shoshenq, decisión que fija la relación entre la cronología<br />
egipcia y la cronología bíblica. La fecha bíblica de Sisac es transferida a Shoshenq I de<br />
d.XXII, cuya fecha no se conoce, y crea una fecha ancla para toda la secuencia de<br />
dinastías.<br />
Los debates de arqueología y Biblia que apelan a materiales excavados en Palestina<br />
introducen a la discusión las fechas asignadas a estos materiales. Las fechas se asignan<br />
por asociaciones con los períodos arqueológicos, y las fechas de las edades de Bronce y<br />
Hierro de Palestina son derivadas de la cronología egipcias. Si las fechas ancla de la<br />
cronología egipcia son seguras, las fechas arqueológicas la son también. Cualquier error<br />
en la cronología egipcia es automáticamente introducido a la secuencia estratigráfica y, a<br />
través de ella, a las fechas asignadas a los materiales excavados.<br />
Los debates de arqueología y Biblia introducen también a la discusión las fechas<br />
derivadas de los textos citados. Estas fechas son de dos categorías. La primera incluye las<br />
fechas calculadas a base de datos de los textos bíblicos, fechas que son seguras a partir de<br />
la división del reino de Roboam en 931/930 aC. 218 La segunda categoría incluye las<br />
202<br />
218<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 205; Galil, Chronology: 147; Bright, History: 225; Matthews,<br />
History: 55.
fechas introducidas a la discusión con las teorías literarias adoptadas para explicar el<br />
origen de los libros bíblicos.<br />
Un error en la sincronización de las fechas arqueológicas con las fechas bíblicas<br />
podría causar caos. Si el error fuera de cien años el efecto sería como intentar explicar los<br />
escombros materiales de la Primera Guerra Mundial con los textos de los periódicos de<br />
hoy, o intentar explicar los edificios y autopistas de nuestra ciudad con los textos de los<br />
periódicos del tiempo de la Primera Guerra Mundial.<br />
Resumen<br />
Durante la segunda mitad del siglo XIX los nuevos conocimientos del antiguo<br />
Oriente comenzaron a impactar en el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento.<br />
En documentos e inscripciones asirios se encontraron muchas referencias a nombres que<br />
aparecen en las narraciones bíblicas, y se publicaron documentos egipcios como las<br />
cartas de Amarna y la inscripción de Merenptah. La literatura de referencia creció<br />
rápidamente, y se comenzó a hablar de arqueología bíblica.<br />
Los comentarios y diccionarios bíblicos asimilaron, desde el principio, las nuevas<br />
fechas basadas en el esquema dinástico, la identificación de Shoshenq con Sisac, las<br />
fechas Sothis y los epónimos asirios. La literatura de referencia para el estudio bíblico fue<br />
un canal importante de difusión y popularización de las fechas nuevas, y contribuyó a la<br />
creación de un consenso cronológico general.<br />
Los estudiantes de la cronología bíblica fueron impactados de distintas maneras por<br />
los nuevos conceptos. W. H. Green acomodó su cronología de Génesis a la tendencia de<br />
buscar períodos cada vez más largas para las épocas más tempranas. Cronólogos como<br />
203<br />
M. Anstey desarrollaron sistemas herméticos que solamente incluyeron datos bíblicos y,
en algunos casos, se alejaron de la realidad. W. F. Albright desarrolló un sistema<br />
cronológico bíblico a base de la nueva información del antiguo Oriente, y E. R. Thiele<br />
desarrolló una cronología de los reyes hebreos que armonizó el material bíblico y lo<br />
encajó en la cronología de consenso.<br />
Las perspectivas de Albright fueron asimiladas por muchos y se creó un paradigma<br />
duradero de arqueología bíblica. Ha sido abandonado durante las últimas décadas, y la<br />
nueva situación tiene que contemplar el desarrollo de escuelas nacionales de arqueología<br />
con técnicas y agenda propias, el desarrollo de métodos de estudio bíblico que lo separan<br />
cada vez más de la arqueología y la acumulación durante décadas de frustración por los<br />
resultados negativos de la arqueología bíblica. Hoy existe un espectro de perspectivas<br />
distintivas, y muchas veces incompatibles, sobre la problemática del estudio de las<br />
narraciones bíblicas.<br />
La síntesis de Albright coordinó los períodos arqueológicos, las dinastías egipcias,<br />
y la cronología bíblica con la cronología de consenso para el antiguo Oriente. Las<br />
narraciones bíblicas jugaron un rol importante en la síntesis. Albright rechazaba las<br />
consecuencias más negativas de las teorías literarias clásicas, pero aceptó su cronología<br />
de los orígenes de los libros bíblicos.<br />
R. De Vaux, y muchos otros, desarrollaron perspectivas similares a las de Albright<br />
y se creó un consenso de ubicar los patriarcas en el Bronce Intermedio, el éxodo y la<br />
conquista hacia el final del Bronce Superior y el desarrollo de las monarquías hebreas en<br />
la Edad de Hierro.<br />
Los resultados negativos de algunas excavaciones, especialmente las de Jericó y<br />
204<br />
Hai, con otras consideraciones, motivaron a J. J. Bimson a proponer ubicar el éxodo y la
conquista al final del Bronce Intermedio. Propuso bajar la fecha de transición entre el<br />
Bronce Intermedio y Superior por 150 años, pero no cuestionó las demás fechas del<br />
sistema de referencia cronológica.<br />
La perspectiva no teológica de estudio de las narraciones del Antiguo Testamento<br />
de P. R. Davies, y otros, explica los libros históricos de la Biblia con herramientas de las<br />
ciencias sociales. Intenta enfocar el entorno social de los autores, y lo ubica en períodos<br />
pos-exílicos, cortando la conexión entre las narraciones y los eventos ocurridos en<br />
Palestina antes del período persa.<br />
E. Yamauchi compara los debates de la historicidad de las narraciones bíblicas con<br />
los debates sobre las referencias a la época micénica en las obras de Homero. Según la<br />
cronología de consenso Homero vivió siglos después de la época micénica. Entre la<br />
época micénica y Homero hubo una edad oscura y se perdió la escritura. Sin embargo, las<br />
obras de Homero conservan muchos detalles correctos de la cultura material de la época<br />
micénica, cultura muy diferente de la de su propia época.<br />
W. G. Dever se ha opuesto enérgicamente a posturas como las de Davies. Busca<br />
convergencias entre los datos arqueológicos y datos bíblicos, pero sin intención de<br />
defender la historicidad, valor moral o valor literario de las narraciones bíblicas. Piensa<br />
que los relatos bíblicos de los patriarcas, el éxodo y la conquista son leyendas, y busca los<br />
orígenes de Israel en las poblaciones de los cerros centrales de Palestina en el Hierro I.<br />
I. Finkelstein ha desarrollado una cronología baja para los estratos del Hierro II en<br />
Palestina. Es controversial porque asigna los estratos antes atribuidos a Salomón a reyes<br />
posteriores, y deja el Imperio de Salomón sin respaldo arqueológico. Con N. A.<br />
205<br />
Silberman, Finkelstein ha publicado su nueva visión de la arqueología de Palestina y la
literatura bíblica. Explica las narraciones históricas como producto de los propagandistas<br />
del tiempo de Josías que usaron leyendas de los patriarcas, el éxodo, la conquista y el<br />
imperio para promover el ideal pan-israelita y la expansión de Judá.<br />
La búsqueda de conexiones entre el relato del éxodo, la historia egipcia y la<br />
arqueología del Bronce Superior produjo resultados negativos. Muchos investigadores<br />
mantienen las perspectivas de las teorías documentarias clásicas, a pesar de serios<br />
cuestionamientos. Para intentar salir del impase de la falta de evidencia se han sugerido<br />
fechas para el éxodo desde el tercer milenio hasta el final del segundo aC.<br />
Muchos debates sobre la historicidad del éxodo han enfocado las fechas tardía y<br />
temprana. La fecha tardía se calcula a base de la referencia bíblica a la esclavitud israelita<br />
en Ramesés. El lugar se identifica con la ciudad Per-Ramesse de Ramsés II, d.XIX, y se<br />
deduce que el éxodo ocurrió en el siglo XIII aC de la cronología de consenso.<br />
La fecha temprana se calcula del dato bíblico que el éxodo ocurrió 480 años antes<br />
del cuarto año de Salomón, y se concluye que fue en el siglo XV aC. Esta fecha es<br />
independiente de las fechas de la cronología de consenso que lo ubicaría en el tiempo de<br />
Aménofis II, d.XVIII.<br />
Muchas discusiones, como la teoría de la fecha tardía del éxodo, se basan en<br />
argumentos precarios sustentados en el uso de nombres. Por ejemplo, un título, el nomen<br />
de los reyes, que es muy similar al nombre Ramsés y significa lo mismo, fue usado desde<br />
el tiempo de d.V. Esta información resta fuerza al argumento que el nombre Ramesés en<br />
Éx.1:11 obliga buscar el éxodo en el tiempo de d.XIX.<br />
La síntesis de Albright puso énfasis en la búsqueda de evidencias de la conquista<br />
206<br />
violenta de Canaán por los israelitas al final del Bronce Superior. Cuando la síntesis
comenzó a quebrarse, la teoría que Israel originó en una conquista violenta fue<br />
reemplazada por otras explicaciones.<br />
Ahora se enfocaban procesos como el asentamiento de nómades, revoluciones<br />
campesinas, migraciones y el desarrollo de comunidades indígenas para explicar los<br />
orígenes de Israel. Esfuerzos recientes en esta área se concentran en la arqueología del<br />
Hierro I. Los orígenes de los estados hebreos se buscan hoy, muchas veces, en el estudio<br />
del desarrollo urbano en el Hierro II de Palestina, y la controversia más visible es la<br />
discusión de la cronología baja de Finkelstein.<br />
El análisis de narraciones del primer libro de Samuel aclara la manera en que<br />
elementos de las narraciones que las trascienden pueden servir para combinar imágenes<br />
de los eventos reportados en un cuadro general coherente de los eventos del pasado.<br />
El lector de las narraciones toma decisiones, consciente o inconscientemente, con<br />
respecto a cuestiones literarias y la realidad de los eventos narrados. Puede usar teorías<br />
literarias para comprender los textos, y debe evaluar su impacto en las relaciones<br />
cronológicas de los eventos bajo estudio. La cronología deducida de las narraciones<br />
puede estar en tensión con la cronología de consenso y la cronología adoptada para el<br />
origen de los documentos.<br />
Algunas narraciones bíblicas ordenan eventos pasados notables en secuencias<br />
temporales, y el estudio de las narraciones en su conjunto permite ordenar los eventos<br />
principales en una secuencia poco controversial y generalmente reconocida como<br />
presente en las narraciones. Las fechas de los eventos más recientes de esta secuencia son<br />
seguras, las fechas del grupo de eventos anteriores a ellos dependen de la cronología de<br />
207<br />
los reyes hebreos, y son seguras dentro de una década. Las fechas de todos los eventos
anteriores e este segundo grupo no son seguras, y dependen de la interpretación adoptada<br />
de datos bíblicos controvertidos y del grado de confianza otorgada a la cronología de<br />
consenso.<br />
Para confrontar datos de excavación con textos e intentar una reconstrucción<br />
histórica, hay que tomar muchas decisiones con respecto a los datos y los textos. Estas<br />
decisiones acondicionan los resultados. Con frecuencia la confrontación de secuencias de<br />
datos de excavación con secuencias de eventos de los textos se tiene que hacer en forma<br />
indirecta. Se comparan ambas secuencias de datos con el estándar común de la cronología<br />
de consenso.<br />
De esta manera el sistema de referencia cronológica juega un rol determinante en<br />
los debates de arqueología y Biblia. Si las fechas del sistema son sólidas pueden servir de<br />
árbitro. Si no son sólidas la cronología de referencia distorsiona los debates porque los<br />
textos se relacionan con la cronología de una manera, y los datos de excavación de<br />
manera diferente. Los cuestionamientos serios de la cronología de referencia son de gran<br />
interés para la confrontación de datos textuales con datos de excavación.<br />
208
CAPÍTULO 5<br />
EVALUACIÓN DEL SISTEMA<br />
DE REFERENCIA CRONOLÓGICA<br />
Introducción<br />
En este capítulo se intenta responder las siguientes preguntas: ¿Cómo diseñar<br />
pautas adecuadas para evaluar el sistema de referencia cronológica? ¿Cuán sólida es la<br />
cronología de referencia para el antiguo Oriente? ¿Por qué se piensa que es sólida? ¿Hay<br />
alternativas al sistema de referencia cronológica vigente? y ¿Cómo construir un sistema<br />
de referencia cronológica más confiable? El objetivo es evaluar la solidez del sistema de<br />
referencia cronológica. Se desarrollan primero criterios metodológicos para la evaluación<br />
del sistema, luego se evalúa su solidez y, finalmente, se exploran algunas posibilidades de<br />
mejorarlo.<br />
La formulación de criterios de evaluación<br />
En las siguientes secciones se intenta desarrollar pautas específicas para la<br />
evaluación del sistema de referencia cronológica. Se examinan primero algunas<br />
características del sistema. Después se examinan algunas características de las<br />
discusiones cronológicas. Luego se analiza el movimiento popular de cronología<br />
alternativa y la propuesta de revisión cronológica de P. James. Finalmente se intenta<br />
formular criterios precisos para la evaluación del sistema.<br />
Características del paradigma cronológico<br />
Hasta aquí se ha hablado del sistema de referencia cronológica, la cronología de<br />
consenso y la cronología convencional o tradicional, sin prestar mayor atención a las
diferencias entre estos conceptos. En esta sección se intenta aclarar más la terminología y<br />
los conceptos relacionados. Para tener mayor precisión en la discusión se usa el término<br />
‘esquema’ para referirse a una cronología específica propuesta por alguien, o usada por<br />
una comunidad académica. El término ‘consenso’ se usa para los esquemas que son<br />
adoptados por varias comunidades académicas.<br />
Se usa el término ‘paradigma’ para referirse a la totalidad de esquemas y consensos<br />
vigentes. El paradigma incluye todos los datos, definiciones, postulados, teorías y fechas<br />
ancla incorporados en el conjunto de esquemas cronológicos y consensos de opinión que<br />
sirve hoy como sistema de referencia cronológica para el estudio del antiguo Oriente.<br />
El repaso histórico demuestra que el paradigma es el resultado de un proceso<br />
histórico complejo que ha venido desarrollándose desde el tiempo de Herodoto. Incluye<br />
sistemas lógicos científicamente establecidos, y otros elementos de menor rigor. Sus<br />
diversos elementos se interrelacionan por medio de los consensos de opinión<br />
desarrollados por las comunidades académicas. El paradigma vigente es flexible, y ha<br />
asimilado los datos producidos por muchos arqueólogos y otros especialistas durante más<br />
de un siglo sin ser modificado en forma radical.<br />
Se conserva, y se propaga, por medio de una literatura canónica que incluye libros<br />
de referencia, libros de texto para estudiantes y revistas profesionales. Su autoridad es<br />
generalmente reconocida, y su continuidad garantizada por las culturas académicas<br />
institucionales, y también por los grandes recursos económicos comprometidos hoy con<br />
el estudio del antiguo Oriente.<br />
No es posible cambiar el paradigma por la simple presentación de esquemas<br />
210<br />
cronológicos nuevos. Para cambiar el paradigma tales esquemas tendrían que ser
adoptados por comunidades académicas de influencia, ser incluidos en los libros de<br />
referencia y ser incorporados en el proceso de entrenamiento de una nueva generación de<br />
especialistas. Las fechas de consenso son usados en forma habitual sin cuestionamientos<br />
en instituciones diversas de muchos países, y forman una parte esencial del lenguaje de<br />
comunicación interdisciplinaria. El paradigma cronológico seguirá vigente mientras las<br />
comunidades académicas lo siguen usando.<br />
El paradigma tolera cuestionamientos, incertidumbres creadas por la investigación<br />
y anomalías reconocidas. Asimila grandes cantidades de información nueva y se defiende<br />
solo porque siempre será más fácil flotar con la corriente que nadar en contra. El<br />
paradigma no es propiedad de los especialistas que elaboran los esquemas cronológicos,<br />
sino producto de la decisión de muchas personas que los utilizan. Los consensos<br />
cronológicos no son como las leyes naturales, y su vigencia es provisional y cuestionable.<br />
La permanencia del paradigma depende en parte de la solidez de sus esquemas<br />
cronológicos, en parte del simple hecho de haberse difundido ampliamente y en parte de<br />
las corrientes de pensamiento y opinión prevalecientes.<br />
Características de las discusiones cronológicas<br />
Una característica marcada de las discusiones de la cronología del antiguo Oriente<br />
es la larga vida de los esquemas cronológicos. Ejemplos son el Canon de reyes de<br />
Ptolomeo, que ha durado desde el siglo II dC, y las fechas deducidas de la teoría del ciclo<br />
de Sothis, que han durado más de un siglo.<br />
T. Jacobsen publicó, en 1939, un estudio de la cronología de las dinastías de Sumer<br />
con su edición crítica de la Lista de reyes de Sumer. 1 La lista incluye varios reinados de<br />
1 T. Jacobsen, The Sumerian King List (1939).<br />
211
las primeras dinastías que Jacobsen consideró míticos y no incluyó en su cronología. 2<br />
Reemplazó las cifras grandes del documento original con reinados estimados de 20 o 30<br />
años. 3 Una cronología que reemplaza cifras antiguas no comprendidas con cifras<br />
modernas inventadas no puede ser correcta. Las cifras que sustentan la cronología de<br />
Jacobsen no aparecen en ningún documento antiguo, y se podría pensar que tal situación<br />
desafiaría a otros investigadores a intentar comprender mejor las cifras grandes. Sin<br />
embargo, esto no ocurrió y la cronología estimada de Jacobsen pasó a los libros de<br />
referencia sin modificación ni explicación, y siguen vigentes. 4<br />
Este ejemplo ilustra dos características de muchas discusiones cronológicas. La<br />
primera es la persistencia en la literatura durante largo tiempo de fechas calculadas a base<br />
de teorías especulativas. La segunda es la canonización de las opiniones de un experto<br />
aun en asuntos fuera de su área de especialización. Jacobsen es reconocido como la<br />
autoridad que estableció y tradujo el texto de la Lista de reyes de Sumer. Este prestigio<br />
bien ganado ha sido transferido por la comunidad académica a su cronología tentativa,<br />
que adquirió autoridad permanente sin merecerla.<br />
El respeto por las especulaciones de un experto, o maestro apreciado, es frecuente<br />
en las discusiones cronológicas. Esta actitud ha dificultado, y aun truncado, la discusión<br />
de problemas cronológicos críticos, y ha conferido autoridad canónica a especulaciones<br />
tentativas. Es necesario distinguir entre las opiniones de un experto en su campo de<br />
especialización y sus opiniones en otras áreas.<br />
Otra característica de las discusiones cronológicas es que son conducidas casi<br />
siempre por personas que no son especialistas dedicados a la cronología. Cada campo<br />
2 Ibid, 165-167.<br />
3 Ibid., 178-180.<br />
4 J. Oates, “Mesopotamian Chronology”, Babylon (1986): 199-202.<br />
212
especializado de estudio del antiguo Oriente requiere un esquema cronológico para<br />
ordenar sus datos y comunicarse con otros campos, pero es curioso que no existe una<br />
especialidad que se dedica a la integración de todos los esquemas cronológicos de los<br />
campos especializados.<br />
El marco cronológico de la Cambridge Ancient History es presentado por tres<br />
especialistas que tratan por separado la cronología de Egipto, la cronología de Asia<br />
occidental y la cronología del Egeo. 5 La obra no contiene un tratamiento académico serio<br />
que integra las tres cronologías regionales, y simplemente las coloca juntas. Se deja a la<br />
meditación del lector los problemas de los vacíos, incompatibilidades y tensiones entre<br />
los tres sistemas de cronología regional presentados.<br />
La reverencia excesiva por las opiniones de los expertos, el respeto exagerado por<br />
los hitos cronológicos tradicionales y la ausencia de especialistas que se dedican a la<br />
integración y evaluación de los esquemas cronológicos mantienen fragmentado el<br />
conocimiento cronológico y dificultan seriamente la discusión de propuestas de cambio<br />
cronológico.<br />
El movimiento popular de cronología alternativa<br />
J. Crowe documenta la historia de un movimiento popular de cronología alternativa<br />
que cuestiona en forma radical el paradigma cronológico vigente. Originó con I.<br />
Velikovsky, un psiquiatra judío ruso que estudió con S. Freud y emigró a los Estados<br />
Unidos en 1939. Las especulaciones de Freud sobre una posible relación entre el<br />
monoteísmo de Moisés y el faraón Akhnatón, de d.XVIII, llevaron a Velikovsky a<br />
213<br />
5 W. C. Hayes, “Chronology of Egypt to the End of the Twentieth Dynasty”, en Prolegomena and<br />
Prehistory, tomo 1 de The Cambridge Ancient History (CAH) (1970): 173-192; M. B. Rowton, “Ancient<br />
Western Asia”, CAH: 193-238; F. H. Stubbings, CAH, “The Aegean Bronze Age”: 239-247.
cuestionar la cronología egipcia convencional. Publicó sus Theses for the Reconstruction<br />
of Ancient History en 1945. 6<br />
Velikovsky propuso explicar la historia del planeta como una serie larga de<br />
catástrofes causados por un cometa que casi colisionó con la tierra. Según Velikovsky el<br />
cometa amenazó periódicamente la tierra, interfirió con el planeta Marte y luego asumió<br />
su órbita actual como el planeta Venus. Esta interferencia convirtió a Marte en una<br />
segunda amenaza periódica que pasaba muy cerca de la tierra. Al final del siglo VIII aC<br />
los disturbios terminaron y Marte también asumió su órbita actual. 7<br />
Una teoría similar fue defendida por, entre otros, W. Whiston, y Velikovsky pudo<br />
apelar a las obras de muchos catastrofistas anteriores, la mitología de pueblos antiguos y<br />
teorías de psicoanálisis en apoyo de su explicación de la historia antigua. Sus obras de<br />
mayor difusión aparecieron entre 1950 y 1955, murió en 1979 y sus obras no publicadas<br />
aparecieron en el internet en 1999. 8<br />
Los seguidores de Velikovsky fundaron sociedades, revistas e instituciones<br />
educativas en varios países. La cronología revisada propuesta por Velikovsky tuvo<br />
errores fatales en cuanto a la interpretación de los resultados de excavaciones<br />
estratigráficas, y después de su muerte surgieron varias propuestas alternativas. Crowe<br />
clasifica estas propuestas de acuerdo a su identificación del faraón Sisac. Velikovsky<br />
pensó que Sisac fue Thutmose III de d.XVIII, D. Rohl pensó que fue Ramsés II de d.XIX<br />
6 P. J. Crowe, “The Revision of Ancient History: A Perspective”, Society for Interdisciplinary<br />
Studies, marzo 2001, 12 may. 2008, .<br />
7 I. Velikovsky, Worlds in Collision (1950); Ages in Chaos (1953); Earth in Upheaval, (1955).<br />
8 The Velikovsky Archive, 1999, 7 ago. 2008, .<br />
214
y P. James pensó que fue Ramsés III de d.XX. La cronología convencional identifica<br />
Sisac con Shoshenq I de d.XXII. 9<br />
La cronología revisada de Velikovsky dependió de su teoría catastrófica, pero la<br />
discusión cronológica subsiguiente se independizó y enfocó la cronología egipcia. Las<br />
propuestas de mayor interés para la discusión del paradigma cronológico son las de D.<br />
Courville, J. J. Bimson, P. James y D. Rohl.<br />
Courville propuso ubicar el éxodo al final del Bronce Inferior, y acomodó las<br />
fechas de la cronología egipcia y los períodos arqueológicos a la fecha temprana del<br />
éxodo. Esta obra examina muchos problemas pertinentes de la arqueología bíblica y<br />
propone soluciones radicales. Su propuesta de una cronología alternativa para Egipto no<br />
fue viable. 10 La propuesta de Bimson, de ubicar el éxodo al final del Bronce Intermedio, 11<br />
se consideró en el capítulo anterior, y la propuesta de James se considera en la siguiente<br />
sección. 12 Rohl propuso acortar el Tercer Período Intermedio de la cronología egipcia,<br />
elaboró en detalle la idea que d.XXI fue contemporánea, en gran parte, con d.XXII y<br />
desarrolló una cronología novedosa y especulativa para los eventos de la historia bíblica.<br />
La teoría de la contemporaneidad de d.XXI y XXII no fue viable. 13<br />
Muchos de los estudios del movimiento Velikovsky carecen de rigor académico,<br />
pero las obras de Bimson y James fueron reconocidos por el establecimiento académico y<br />
sus estudios fueron publicados por editoriales y revistas de alto prestigio. Los<br />
revisionistas evalúan mutuamente, y en forma permanente, las propuestas cronológicas<br />
nuevas, y Bimson ha evaluado las propuestas de Rohl y James. Rechaza la postura de<br />
9 Crowe, Revision.<br />
10 D. Courville, The Exodus Problem and Its Ramifications (1971).<br />
11 J. J. Bimson, Redating the Exodus and Conquest (1981).<br />
12 P. James, Centuries of Darkness (1992).<br />
13 D. Rohl, A Test of Time: The Bible- from Myth to History (1995).<br />
215
Rohl, acepta la de James con reservas y modificaciones y expone las implicaciones de<br />
cambios en el paradigma para la comprensión de las narraciones bíblicas. 14<br />
La revisión cronológica de P. James<br />
Las tesis principales de Centuries of Darkness de P. James y sus colegas fueron<br />
evaluadas en el Cambridge Archaeological Journal. 15 James presenta una visión<br />
panorámica de la cronología cerámica del Bronce Superior y la Edad de Hierro, examina<br />
los datos arqueológicos región por región y demuestra la existencia de muchas anomalías<br />
en la cronología cerámica vigente. Según James, la causa común de las anomalías es la<br />
dependencia de la cronología egipcia, y sugiere que desaparecerían con la reducción de<br />
las fechas de d.XVIII-XIX en aproximadamente 250 años. Reconoce que el desafío<br />
mayor para su teoría no es la demostración de las anomalías sino la construcción de una<br />
cronología alternativa convincente. 16<br />
James identifica dos referentes cronológicos principales para el Bronce Superior y<br />
la Edad de Hierro que permitieron la asignación de fechas a las cronologías regionales.<br />
La cerámica micénica fue ampliamente difundida en Europa y los alrededores del Mar<br />
Mediterráneo, y se encontró frecuentemente en asociación con artefactos de d.XVIII-<br />
XIX. En una época posterior la cerámica griega fue también ampliamente difundida, y se<br />
216<br />
14 J. J. Bimson, (When) Did It Happen? New Contexts for Old Testament History (1993).<br />
15 James, Centuries; P. James, I. J. Thorpe, N. Kokkinos, R. Morkot y J. Frankish, “Centuries of<br />
Darkness: Context, Methodology and Implications”, Cambridge Archaeological Journal (CAJ) 1/2 (1991):<br />
228-235; K. A. Kitchen, “Egyptian Chronology: Problem or Solution?”, CAJ: 235-239; B. Kemp,<br />
“Examining Ancient Crises”, CAJ: 239-244, N. Postgate, “The Chronology of Assyria - An Insurmountable<br />
Obstacle”, CAJ: 244-246; A. Snodgrass, “The Aegean Angle”, CAJ: 246-247; A. y S. Sherratt, “Urnfield<br />
Reflections”, CAJ: 247-250; Respuesta de James, CAJ 2/1 (1992): 127.<br />
16 James, Centuries: xxi.
pudo precisar la fecha de su primera apariencia por medio de referencias de Tucídides y<br />
otros a las colonias griegas. 17<br />
James documenta el consenso de opinión entre especialistas que hubo una edad<br />
oscura en Europa y el Mediterráneo después de la época micénica. Durante este periodo<br />
desaparecieron muchas tradiciones tecnológicas y artísticas, desapareció también la<br />
escritura y se redujo drásticamente la población. Cuando la vida urbana reapareció en la<br />
época de la cerámica griega reaparecieron las mismas tradiciones tecnológicas y<br />
artísticas, y también la escritura. James sugiere que esta edad oscura es una ilusión<br />
producida por las fechas derivadas de d.XVIII-XIX que se asignaron a la época<br />
micénica. 18<br />
Situaciones similares son documentadas para Anatolia, Siria, Palestina y Nubia, y<br />
James concluye que gran parte de estas anomalías se debe a una cronología<br />
artificialmente inflada para el Tercer Período Intermedio (TPI) de la historia egipcia. El<br />
TPI incluye d.XXI-XXV y sigue el Reino Nuevo que fue contemporáneo con la época<br />
micénica. El TPI termina con eventos cuya fecha se fija por el Canon de reyes. 19<br />
Según Kitchen, la fecha de inicio del TPI depende de la fecha final para d.XX de<br />
aproximadamente 1070 aC, fecha que depende de las fechas Sothis para el Reino<br />
Nuevo. 20 Se ordenan los abundantes materiales del TPI entre su inicio en 1070 aC y su<br />
fecha final de 664 aC. Durante el TPI la única conexión cronológica precisa entre la<br />
historia egipcia y la de otras regiones es la identificación de Sisac con Shoshenq I, primer<br />
17 Ibid., 27-103.<br />
18 Ibid.<br />
19 Ibid., 103-161, 204-219.<br />
20 K. A. Kitchen, The Third Intermediate Period in Egypt: 1100-650 BC (1986): 254-255.<br />
217
ey de d.XXII. La identificación permite transferir la fecha bíblica de Sisac a Shoshenq. 21<br />
Kitchen calcula que la transición entre d.XXI y d.XXII fue en 945 aC, con un margen de<br />
error máximo de una década. 22<br />
James rechaza la fecha convencional de inicio del TPI porque depende de las<br />
fechas Sothis que considera inválidas. Rechaza la identificación de Sisac con Shoshenq<br />
por ser especulación sin fundamento adecuado, y propone elaborar una nueva cronología<br />
mínima para el TPI a partir de su final en 664 aC. Cuestiona los postulados y deducciones<br />
de K. A. Kitchen, autor de la obra de referencia fundamental para el período, y presenta<br />
sugerencias para reducir la duración del TPI. 23<br />
James estaba consciente que, para lograr su propósito, tendría que proponer una<br />
cronología nueva para la secuencia estratigráfica de Palestina en el Bronce Superior y la<br />
Edad de Hierro, por sus múltiples conexiones con d.XVIII-XX. Propone una<br />
interpretación de la arqueología bíblica que no depende de referencias cronológicas<br />
egipcias. Aclara que las fechas de la Edad de Bronce de Palestina dependen de fechas<br />
egipcias, y no de la cronología bíblica, debido a la extrema escasez de material epigráfico<br />
excavado en Palestina. 24<br />
El análisis de James de la cronología de las excavaciones de Laquís propone ubicar<br />
las cartas de Laquis, encontradas en el estrato llamado Laquís II, en el tiempo de<br />
Nehemías, siglo V aC. La fecha de consenso para estas cartas es el tiempo de la<br />
destrucción de Jerusalén, un siglo y medio antes. James sugiere que Laquís III fue la<br />
ciudad atacada por los babilonios, y que Laquís IV fue la ciudad atacada por Senaquerib.<br />
21 Ibid., 220-231.<br />
22 Ibid., 467.<br />
23 James, Centuries: 231-259.<br />
24 Ibid., 162-203.<br />
218
La cronología de consenso mantiene que Senaquerib atacó Laquís III y que Laquís II fue<br />
atacada por los babilonios. Las fechas reducidas de James para Laquís II y III le permiten<br />
reducir las fechas de los estratos del Bronce Superior y Hierro en general ya que la<br />
arqueología de Laquís tiene múltiples conexiones con la de otros sitios excavados. 25<br />
Una tercera tarea indispensable para James fue demostrar que la cronología de<br />
Mesopotamia, que depende de la cronología de Asiria, pudo soportar una reducción de<br />
fechas que conservaría los sincronismos solidamente establecidos con Egipto y las<br />
narraciones bíblicas. Rechaza algunos de los postulados básicos de la cronología de<br />
consenso para Asiria y señala anomalías en ella similares a las de la edad oscura de<br />
Grecia. 26<br />
La Lista de reyes de Sumer presenta las dinastías de distintas ciudades como<br />
gobernantes sucesivos de la región. James observa que se ha demostrado la<br />
contemporaneidad de varias de ellas, 27 y sugiere que la Lista de reyes de Asiria puede<br />
ocultar un fenómeno similar. Señala también el fenómeno de corregencia documentada<br />
para Esparta, Egipto e Israel, 28 y sugiere que la Lista de reyes de Asiria podría ocultar<br />
corregencias aún no identificados. Estas sugerencias deberían examinarse con toda<br />
seriedad. 29<br />
Las tres propuestas de James en conjunto, el cuestionamiento de la cronología<br />
asiria, la precariedad de la cronología del TPI y la reinterpretación de la secuencia<br />
25<br />
Ibid., 162-203; A. Mazar, Archaeology of the Land of the Bible: 10,000 – 586 BC (1990): 241-<br />
244, 252-255, 275-276, 312-313, 332-334, 384-389, 427-435, 457-461, 464-465, 515-518; D. Ussishkin,<br />
“Lachish”, M. Avi-Yonah ed., Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (1977): 735-<br />
753.<br />
26<br />
James, Centuries: 261-290.<br />
27<br />
Jacobsen, Sumerian King List.<br />
28<br />
E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 126; Sir A. Gardiner, Egypt of the<br />
Pharaohs (1961): 326-334; Libros de Reyes y Crónicas.<br />
29<br />
James, Centuries: 299-309.<br />
219
estratigráfica para Palestina, representan un desafío serio a la fecha de consenso para la<br />
transición entre la Edad de Bronce y la Edad de Hierro, y James sugiere bajar esta fecha<br />
en aproximadamente 250 años. 30 El arqueólogo C. Renfrew afirmó que James había<br />
revelado una debilidad preocupante en el sistema de referencia cronológica para las<br />
edades de Bronce y Hierro. Pensó que James presentó bien su caso pero no encontró tan<br />
convincente su propuesta de cronología alternativa. 31 Es de notar que James presenta su<br />
propuesta de cronología alternativa como provisional, esquemática y tentativa. 32<br />
Kitchen rechaza los argumentos de James sin examinarlos en detalle, y se limita a<br />
defender su propia cronología para el TPI, que es también la cronología estándar de<br />
referencia para el período. Dice que la única presuposición de la cronología convencional<br />
para el período fue su fecha final, que la evidencia disponible demuestra que armoniza<br />
perfectamente con la identificación de Sisac con Shoshenq y que armoniza también con<br />
la fecha antecedente para el final de la dinastía XX de 1085 aC. 33 Refuta en forma<br />
contundente la propuesta de James que d.XXI fue, en gran parte, contemporánea con<br />
d.XXII. Kitchen piensa que este error en la cronología alternativa de James es fatal y que<br />
la propuesta queda refutada en forma definitiva. 34<br />
B. Kemp admite que la búsqueda de la mejor reconstrucción posible de la<br />
cronología de las edades de Bronce y Hierro podría continuar sin fin, y está abierta a la<br />
posibilidad de revisar la cronología de referencia, en contraste a Kitchen. Kemp no refuta<br />
los argumentos de James pero rechaza su tesis. Considera que las debilidades de la<br />
cronología de referencia no son razón suficiente para descartarla, que la actitud de James<br />
30 Ibid., 309-320.<br />
31 C. Renfrew, “Foreword”, en James, Centuries: xiv-xvi, xxi-xxii.<br />
32 James, Centuries: 254-259, 299-304.<br />
33 Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235-239.<br />
34 Ibid; Kitchen, Third Intermediate: xliii.<br />
220
hacia el desarrollo cultural es simplista y que James confía demasiado en argumentos de<br />
sentido común. 35 Kitchen expresa una opinión despectiva similar cuando dice que James<br />
y sus colaboradores dan la impresión de sencillamente no comprender cuán desparejo es<br />
nuestro conocimiento de la antigüedad. 36<br />
N. Postgate dice que James no ofrece una reconstrucción convincente de la<br />
cronología de Asiria, y que no explica cómo implementar sus sugerencias al respecto.<br />
Opta por seguir con la cronología de consenso. A. Snodgrass admite que James tiene<br />
razón en señalar que la cronología del Egeo depende de la cronología egipcia, y que<br />
tendría dificultad en refutar a James a base de datos del Egeo. Para Snodgrass el corazón<br />
del problema cronológico del período es la confiabilidad de las fechas ancla para Egipto,<br />
pero no expresa una opinión en cuanto a su solidez. 37<br />
A. y S. Sherrat aplauden a James por exponer las debilidades de la cronología de<br />
consenso pero no encuentran convincente su cronología alternativa. No les gusta el tono<br />
confiado de James, y señalan que su filosofía de ciencia va en contra de la tendencia<br />
contemporánea de intentar refutar teorías propias al estilo de Karl Popper. Caracterizan la<br />
estrategia de James como una epistemología anticuada de verificación. 38<br />
Los especialistas que respondieron a James presentan argumentos técnicos<br />
sofisticados, y consideran que los de James son simplistas, demasiado confiados y de<br />
sentido común. Se refugian en la cronología de consenso, y ninguno de ellos considera<br />
que es su tarea defenderla ni refutar los argumentos en su contra. Se puede concluir que<br />
James logró indicar en forma efectiva algunas debilidades serias del paradigma<br />
35 Kemp, “Examining Ancient Crises”: 243.<br />
36 Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235-239.<br />
37 Postgate, "The Chronology of Assyria”: 244-246; Snodgrass, “The Aegean Angle”: 246-247.<br />
38 Sherratt, “Urnfield Reflections”: 247-250.<br />
221
cronológico vigente. Se puede concluir también que James no logró presentar una<br />
propuesta alternativa convincente, y que algunos elementos centrales de su propuesta<br />
tienen errores fatales. Renfrew, especialista en prehistoria, dice que el análisis crítico de<br />
James acertó, y que sentía que se acercaba una revolución cronológica. 39<br />
En cuanto a metodología James ha demostrado claramente que la cronología de<br />
muchas regiones del antiguo Oriente en las edades de Bronce y Hierro depende de la<br />
cronología de Egipto.<br />
Ocho criterios de evaluación<br />
En la evaluación del paradigma cronológico vigente para el antiguo Oriente hay<br />
que tomar en cuenta la metodología de los arqueólogos, los debates en torno a las<br />
narraciones bíblicas y la arqueología, y los cuestionamientos de las fechas de consenso.<br />
Estas consideraciones exigen usar los siguientes criterios para evaluar el paradigma:<br />
(i) Es necesario evaluar las presuposiciones, postulados, definiciones y otras<br />
consideraciones epistemológicas que influyen en las discusiones cronológicas. Estas<br />
incluyen los méritos de las estrategias de verificación y falsificación, y los argumentos de<br />
sentido común.<br />
(ii) Existen anomalías y contradicciones en el paradigma, y los especialistas están<br />
dispuestos a tolerarlas por la conveniencia de mantener un consenso cronológico estable.<br />
Sin embargo, no se pueden ignorar cuestionamientos como el de Bimson de la fecha de<br />
transición entre el Bronce Intermedio y Superior, el de Finkelstein de las fechas del<br />
Hierro II y los de James de la realidad de algunas edades oscuras y las fechas ancla del<br />
39 Renfrew, en James, Centuries : xvi.<br />
222
paradigma. La persistencia de tales cuestionamientos revela la fragilidad del consenso<br />
cronológico y exige una evaluación seria del paradigma.<br />
(iii) La tendencia conservadora de las comunidades académicas exige que se<br />
incluyan en las propuestas de cambio cronológico toda la información pertinente, que se<br />
resuelvan dificultades reales sentidas por la comunidad académica y que se evite la<br />
introducción de nuevas dificultades.<br />
223<br />
(iv) La cronología de muchas regiones del antiguo Oriente depende de la de<br />
Egipto, lo que indica que la evaluación de la cronología de Egipto es una prioridad. La<br />
solidez de la cronología egipcia depende de la solidez del esquema dinástico, la<br />
identificación de Shoshenq con Sisac y las fechas Sothis.<br />
(v) El Tercer Período Intermedio (TPI) de Egipto, d.XXI-XXV, finalizó en 664 aC.<br />
La cronología interna del período es independiente de las fechas Sothis. Se ha<br />
demostrado que las dinastías XXI y XXII fueron secuenciales, y que d.XXII, XXIII,<br />
XXIV y XXV fueron, en parte, contemporáneas. Dodson y otros han demostrado que se<br />
puede acortar la duración del TPI. Es prioridad evaluar la solidez de la cronología del TPI<br />
porque la cronología de períodos anteriores depende de ella.<br />
(vi) La fecha bíblica asignada a Shoshenq I provee el único punto fijo en la<br />
cronología vigente para el TPI, y es necesario evaluar la solidez de la identificación<br />
tradicional de Shoshenq con Sisac que invadió Judá en el tiempo de Roboam.<br />
(vii) La cronología de Asiria y Babilonia depende de la Lista de epónimos y la Lista<br />
de reyes. Estas listas se relacionan, a través de sincronismos, con el Canon de reyes, la<br />
cronología bíblica y las dinastías XVIII, XXV y XXVI de Egipto. Es necesario evaluar la
solidez de la cronología tradicional para Asiria, y explorar las implicaciones de una<br />
eventual reducción de fechas en la cronología egipcia para la cronología asiria.<br />
(viii) No se pueden asignar fechas directamente a los artefactos, grupos cerámicos y<br />
estratos excavados. Se asignan fechas indirectamente por medio de inscripciones y textos,<br />
argumentos astronómicos y mediciones de radiocarbono. Es necesario evaluar las<br />
implicaciones de los avances técnicos en metodología arqueológica para el paradigma<br />
cronológico vigente.<br />
Evaluación del paradigma vigente<br />
En las siguientes secciones se intenta evaluar la solidez del sistema de referencia<br />
cronológica vigente para el antiguo Oriente de acuerdo a los criterios establecidos en la<br />
sección anterior. Se examinan primero algunas consideraciones epistemológicas, luego<br />
las anomalías, contradicciones y cuestionamientos del paradigma, y después las<br />
reacciones frente a las propuestas de cambio. Se examina la solidez de la cronología<br />
egipcia, la identificación de Shoshenq con Sisac, la cronología de Asiria y las fechas<br />
arqueológicas.<br />
Consideraciones epistemológicas<br />
El estudiante del antiguo Oriente consulta con frecuencia tablas cronológicas de<br />
referencia, y no quiere interrumpir su trabajo para evaluar las fechas cuya confiabilidad<br />
se toma por sentada por el simple hecho de encontrarse en las tablas. No quiere confirmar<br />
ni poner en duda las fechas sino utilizarlas. Las presuposiciones, postulados y<br />
definiciones solamente saltan a la vista en momentos de controversia y desacuerdo.<br />
224
Cuando un autor afirma que un estrato se asocia con un evento, otro autor puede<br />
asociar el mismo evento con un estrato anterior o posterior. Los protagonistas del<br />
desacuerdo elaboran argumentos a favor de su propia opinión y en contra de la opinión<br />
opuesta, y el desacuerdo puede asociarse con otras discusiones e institucionalizarse en<br />
escuelas divergentes. A estas alturas se someten los argumentos a exámenes rigorosos y<br />
se analizan los postulados detrás de las posturas.<br />
Un escenario no infrecuente se presenta cuando el excavador de una pieza cerámica<br />
propone una fecha basada en cálculos astronómicos, y un crítico propone otra fecha<br />
basada en un criterio diferente, como, por ejemplo, una inscripción antigua. Es probable<br />
que ninguno de los arqueólogos podrá evaluar los postulados astronómicos y lingüísticos<br />
detrás de las fechas que proponen.<br />
En caso de involucrar a especialistas en astronomía e idiomas en la discusión, el<br />
resultado podría ser que ninguno de los protagonistas domina todos los campos<br />
especializados a los cuales se apelan. Para resolver tales debates se suele apelar a la<br />
cronología de consenso como árbitro, con el resultado, a veces, de quedarse sin respuesta<br />
a los argumentos esgrimidos. En tales casos, y otros similares, los consensos<br />
cronológicos funcionan como medio de comunicación entre disciplinas.<br />
Los debates cronológicos frecuentemente apelan a datos arqueológicos y a datos<br />
textuales, levantando preguntas relacionadas con el valor del testimonio de los textos, y<br />
preguntas relacionadas con la aplicación de teorías modernas al análisis de artefactos<br />
antiguos.<br />
Los datos de las narraciones del Antiguo Testamento tienen importancia especial<br />
225<br />
para la discusión de los eventos de las edades de Bronce y Hierro en Palestina, e
investigadores de diversos campos e intereses profesionales apelan a sus datos. Las<br />
escrituras requieren un trato especial porque han estado en uso continuo desde la<br />
antigüedad, han tenido una influencia cultural grande en la civilización moderna, son<br />
textos largos con estructura literaria compleja, muchos de ellos fueron escritos a base de<br />
documentos anteriores y evocan una respuesta de fe en muchos de sus lectores. Hay<br />
opiniones diversas del valor de los datos cronológicos de las narraciones bíblicas, y del<br />
valor histórico de su testimonio.<br />
Las estrategias de verificación han jugado un rol fundamental en el estudio de la<br />
arqueología, la historia y la literatura antigua. Son métodos positivistas que buscan<br />
confirmar, o verificar en forma racional, las propuestas teóricas. K. Popper analizó sus<br />
debilidades, y desarrolló un método orientado hacia descartar ideas falsas. La verificación<br />
de instancias es interminable e inconclusa, pero la demostración de una instancia que<br />
contradice la realidad es contundente. 40 Las estrategias de falsificación orientan al<br />
investigador hacia la eliminación de las ideas falsas, y se asocian frecuentemente con<br />
escepticismo frente a la posibilidad de conocer la verdad, o la intención del autor de un<br />
texto antiguo. Tanto las estrategias de verificación como las de falsificación son usadas<br />
en las discusiones cronológicas.<br />
Fue la convicción de los protagonistas de la arqueología bíblica que tanto las<br />
exploraciones arqueológicas como el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento<br />
pueden iluminar la historia del antiguo Oriente. Los dos tipos de datos se relacionan con<br />
el paradigma cronológico de manera diferente. Los eventos de las narraciones se<br />
relacionan con el paradigma a través de sus datos cronológicos y las fechas de origen<br />
adoptadas para los documentos. Los artefactos excavados se relacionan con el paradigma<br />
40 K. Popper, The Logic of Scientific Discovery (1959).<br />
226
a través de los períodos arqueológicos de la secuencia estratigráfica general, que depende<br />
de la cronología egipcia.<br />
Los principales eventos de las narraciones del Antiguo Testamento no ocurrieron<br />
en los períodos arqueológicos en que los investigadores esperaban encontrar evidencia de<br />
ellos. Esta situación exige evaluar la relación entre las narraciones bíblicas, la secuencia<br />
estratigráfica general y el paradigma cronológico en forma integral.<br />
Anomalías, contradicciones y cuestionamientos<br />
El paradigma cronológico es un conjunto de consensos cronológicos creados por<br />
diversas comunidades académicas y es caracterizado por incertidumbres, incoherencias,<br />
anomalías y contradicciones. Cada campo de estudio especializado requiere un sistema<br />
cronológico detallado de referencia, pero los especialistas de campos afines tienen que<br />
interactuar y requieren un marco de referencia más general para facilitar la comunicación<br />
interdisciplinaria. El marco compartido puede ser una cronología regional, una secuencia<br />
estratigráfica, una cronología cerámica, un conjunto de mediciones de radiocarbono u<br />
otro sistema de común acuerdo que forma la base de un consenso cronológico compartido<br />
por las personas interesadas.<br />
Cada disciplina especializada incluye un conjunto estable de conocimientos, datos<br />
y metodologías que se enseña a los nuevos investigadores. Esta información compartida<br />
demarca las fronteras de la disciplina y es fuente de metas, normas y filosofía de trabajo.<br />
La actividad académica normal incluye trabajos en progreso, resultados parcialmente<br />
asimilados a las teorías vigentes, vacíos en los datos y conocimientos, teorías<br />
especulativas, problemas sin solución y debates.<br />
227
El paradigma cronológico comparte estas características, es utilizado por todos,<br />
pero pocas veces estudiado como sistema. Juega un rol fundamental en el conjunto<br />
normativo de conocimientos de las disciplinas históricas, crece y se refina con ellas, e<br />
incluye conocimientos establecidos, anomalías y problemas sin resolver. Los consensos<br />
cronológicos amplios son desarrollados por un conjunto de comunidades académicas<br />
especializadas para su uso mutuo, y pocos investigadores tienen la inclinación o el tiempo<br />
para evaluarlos detenidamente. Forman parte de la atmósfera de la comunidad académica<br />
y se usan como usamos el aire que respiramos, sin mayor reflexión.<br />
Los consensos cronológicos amplios abarcan todas las áreas de estudio de una<br />
región geográfica, período histórico o secuencia estratigráfica. El paradigma cronológico<br />
vigente es el conjunto de los muchos consensos cronológicos creados por los<br />
investigadores del antiguo Oriente. Combina las cronologías canónicas de cada disciplina<br />
especializada en un solo sistema, e incluye las anomalías, incoherencias y problemas sin<br />
resolver de cada una de ellas.<br />
El impacto de las propuestas de cambio<br />
La estabilidad del paradigma depende de la estabilidad de los consensos<br />
cronológicos que lo conforman. El repaso histórico identificó los consensos cronológicos<br />
principales del paradigma vigente, las teorías principales que proveen sus fechas ancla y<br />
los sincronismos principales entre las cronologías regionales. A pocos especialistas les<br />
interesa cuestionar estos elementos básicos ya que las fechas de referencia se han<br />
convertido en ganchos de uso común, de los cuales todos cuelgan sus cronologías<br />
especializadas.<br />
228
A casi nadie le interesa traer abajo la estructura de la casa dentro de la cual todos<br />
vivimos, y muchos especialistas comparten una actitud conservadora frente a las<br />
anomalías y problemas sin resolver del paradigma. Los cuestionamientos cronológicos y<br />
las propuestas de cronología alternativa son vistos como trabas, y generan actitudes de<br />
rechazo. Son generalmente ignorados, y se espera que los disidentes se desanimen o se<br />
vayan. Cuando la comunidad académica les responde las respuestas son contundentes,<br />
solidarias, políticas e institucionales. No contestan sus argumentos, se escudriñan sus<br />
credenciales, se les trata como enemigos del bien común y se exageran los defectos de<br />
sus presentaciones. Cuestionaron los valores de la patria, y deben ser fusilados para<br />
desanimar a imitadores potenciales.<br />
Los disidentes cronológicos que consiguieron publicidad y apoyo público suficiente<br />
para exigir una respuesta seria, y cuyo trabajo fue reconocido por los guardianes de la<br />
ortodoxia cronológica son pocos. Ninguno de ellos logró cambiar el sistema de referencia<br />
cronológica que quería modificar.<br />
Las ideas de Bimson fueron publicadas primero en una revista popular, pero su<br />
exposición completa fue publicada por el Journal for the Study of the Old Testament<br />
Supplement Series. El libro incluye mucho material dirigido al público no especializado.<br />
Su teoría fue adoptada por arqueólogos que la han investigado durante casi tres décadas,<br />
pero estos proyectos son muy limitados, y la comunidad académica los ha podido ignorar.<br />
Dever menciona la teoría de Bimson pero no evalúa sus argumentos, y la calificó como<br />
reacción conservadora idiosincrásica. 41<br />
41 W. G. Dever, Who Were the Early Israelites and Where Did They Come from? (2003): 40, 246.<br />
229
James también publicó sus ideas primero en una revista popular, y luego comenzó<br />
una revista cronológica especializada con un grupo de colegas. 42 Pronto abandonaron la<br />
revista, y publicaron el libro Centuries of Darkness, dirigido a un público no<br />
especializado. James y su equipo presentaron su caso en el Cambridge Archaeological<br />
Journal y provocaron una respuesta enérgica de un grupo de especialistas de renombre.<br />
Una de las propuestas especulativas de James tuvo errores fatales, y el error fue pretexto<br />
para declarar refutada su revisión cronológica en forma definitiva. No se respondieron<br />
sus argumentos, y no se ha vuelto a tratar su propuesta en la literatura especializada,<br />
aunque él y sus colegas siguen publicando.<br />
El disidente cronológico que más ha logrado en los últimos años es el arqueólogo I.<br />
Finkelstein. Durante más de una década desarrolló su propuesta de revisión cronológica<br />
en una larga serie de artículos para especialistas, y desde adentro de la comunidad<br />
académica. Desarrolló una nueva cronología baja para el Hierro II sin desafiar las fechas<br />
ancla del paradigma cronológico. Su nueva interpretación de la historia de Israel inició un<br />
debate permanente en la comunidad académica que captó la atención del público, y su<br />
libro popular The Bible Unearthed, escrito en colaboración con N. A. Silberman, fue<br />
leído por una audiencia muy grande.<br />
Es necesario reconocer el peso académico de los cuestionamientos cronológicos de<br />
Bimson, James y Finkelstein. En conjunto sus publicaciones forman un cuerpo<br />
considerable de literatura técnica de alta calidad. Lograron captar la atención de la<br />
comunidad académica, pero la mayor parte de sus argumentos queda sin respuesta<br />
adecuada todavía. Sus esfuerzos no provocaron cambios en los sistemas cronológicos de<br />
42 Studies in Ancient Chronology fue una revista académica especializada basada en el Institute of<br />
Archaeology, University College London que comenzó en 1987.<br />
230
eferencia para el antiguo Oriente, pero debilitaron el consenso general de apoyo al<br />
paradigma.<br />
Parece improbable que un forastero podría convencer una comunidad académica<br />
que debe cambiar su sistema de referencia cronológica. Forma parte de su cultura<br />
institucional y está en uso constante. Los especialistas no necesitan que otros les<br />
presenten las anomalías y problemas sin resolver con los cuales conviven y que han<br />
estudiado detenidamente. Una propuesta de revisión cronológica presentada a la<br />
comunidad académica tiene que ganar su respeto, y debe exponer solamente los puntos<br />
necesarios para su comprensión. Si ayuda a la comunidad académica a resolver<br />
dificultades reales, sin introducir dificultades adicionales, la propuesta de cambio podría<br />
ganar su simpatía.<br />
La solidez de la cronología egipcia<br />
El año después de la publicación de Centuries of Darkness el egiptólogo W. A.<br />
Ward evaluó la cronología egipcia, y afirmó que no fue posible establecer una cronología<br />
precisa para el período anterior a 664 aC por falta de consenso entre los egiptólogos.<br />
Señala cuatro áreas donde faltaba consenso: el valor de la tradición de Manetón, la<br />
duración incierta del reinado de varios reyes, la existencia de ciertas corregencias y la<br />
interpretación de los datos astronómicos usados para calcular fechas. 43<br />
Ward concluye que los sincronismos establecidos entre la historia egipcia y otras<br />
regiones del antiguo Oriente son confiables, que el sistema de dinastías de Manetón tiene<br />
defectos serios, que la cronología astronómica tradicional se ha ido para siempre y que la<br />
teoría del ciclo de Sothis ya no puede mantenerse. Ward reconoce que esta situación<br />
43 W. A. Ward, “The Present Status of Egyptian Chronology”, BASOR 288 (1992).<br />
231
podría ocasionar un ajuste en las fechas tradicionales, pero piensa que no sería más de<br />
algunas pocas décadas. 44 Su evaluación indica que ya no hay una cronología de consenso<br />
para Egipto antiguo porque el consenso se ha roto, y algunas de sus bases teóricas<br />
fundamentales se han ido para siempre.<br />
Tres años después de estas declaraciones Kitchen escribió un nuevo prefacio para<br />
The Third Intermediate Period in Egypt. Kitchen utiliza el esquema dinástico como<br />
marco, y, para dar el golpe de gracia a la cronología revisada de D. Rohl, reitera su<br />
confianza en las fechas Sothis. Afirma enérgicamente que una inscripción interpretada de<br />
acuerdo a esta teoría pone fuera de toda duda que el rey Merenptah reinaba en el siglo<br />
XIII aC. 45 No leyó el artículo de Ward, o no estuvo de acuerdo con él.<br />
En Egipto antiguo los años del reinado de cada rey fueron enumerados<br />
oficialmente, y sirvieron de referencia cronológica para los eventos destacados en sus<br />
inscripciones monumentales y otros documentos. El objetivo principal del estudio<br />
moderno de la cronología de Egipto antiguo es conocer la duración de cada reinado, y<br />
ordenar los reinados en la secuencia temporal correcta. Por lo menos desde el tiempo de<br />
Julio el Africano, siglo III dC, el esquema dinástico derivado de la obra de Manetón ha<br />
servido de marco para este proceso.<br />
El esquema provee cifras para cada reinado, ordena los reinados en secuencias<br />
temporales y da la impresión que incluye todos los reyes. La ausencia de un texto<br />
completo de la obra de Manetón, con los muchos variantes de los manuscritos, crea<br />
44 Ibid.<br />
45 Kitchen, Third Intermediate: xliv-xlv.<br />
232
muchas incertidumbres. Sin embargo, no se puede prescindir del esquema dinástico<br />
porque no se disponen de datos independientes suficientemente completos. 46<br />
La cronología dinástica, y los sincronismos con las secuencias estratigráficas de<br />
otras regiones que la confirman, es una cronología relativa que no provee fechas de por<br />
sí. El problema principal de la cronología egipcia siempre fue cómo relacionar las<br />
dinastías con nuestro calendario. En el siglo XIX se estableció la relación por medio de<br />
cinco fechas ancla. La más reciente es confirmada por conexiones con el Canon de reyes<br />
de Ptolomeo, y fija el inicio de d.XXVI en 664 aC. Ward indica que esta es la fecha más<br />
antigua que se ha podido establecer fuera de dudas para Egipto antiguo. La implicación<br />
clara es que las demás fechas ancla son dudosas. 47<br />
Las otras cuatro fechas ancla tienen bases discutidas. No han sido comprobadas,<br />
pero se han usado por más de un siglo y medio, y en ausencia de una alternativa<br />
convincente la cronología tradicional sigue vigente por simple necesidad. La primera de<br />
estas fechas ancla depende de la identificación, propuesta por Champollion, de Sisac con<br />
Shoshenq I, el primer rey de d.XXII. La identificación permite calcular las fechas de<br />
Shoshenq de los datos bíblicos para Sisac (I R. 14:25-26; II Cr. 12:1-12).<br />
Las tres fechas ancla restantes son calculadas a través de la teoría del ciclo de<br />
Sothis: 1469 aC, en el reinado de Tuthmosis III, d.XVIII; 1536 aC, el año 9 de Aménofis<br />
I, d.XVIII; y 1877 aC, el año 7 de Senwosre III, d.XII. 48 Según Ward, los egiptólogos ya<br />
abandonaron la teoría del ciclo de Sothis por falta de evidencia a su favor, lo que implica<br />
que las fechas deducidas de ella son inválidas. Cualquier reajuste cronológico requerido<br />
46 Gardiner, Egypt: 46-47, 53.<br />
47 Ward, Present Status.<br />
48 Gardiner, Egypt: 64-66.<br />
233
tendrá que hacerse con criterios que no dependen de la teoría del ciclo de Sothis, ni de las<br />
fechas ancla calculadas a través de ella.<br />
La conclusión de James, que las cronologías de varias regiones del antiguo Oriente<br />
dependen de la cronología egipcia, con la de Ward, que la fecha segura más antigua para<br />
Egipto es 664 aC, indican que la tarea de establecer mejores bases para la cronología<br />
egipcia para el período anterior a 664 aC es tarea prioritaria y urgente para los<br />
investigadores del antiguo Oriente. La cronología tradicional para Egipto antiguo ya no<br />
goza de un consenso general de apoyo. Tres de sus cuatro fechas ancla, las fechas Sothis,<br />
no tienen sustento. La cuarta, la identificación de Shoshenq con Sisac, es tratada más<br />
adelante.<br />
La duración del Tercer Período Intermedio<br />
Las respuestas de Kitchen a James demuestran que la cronología egipcia para el<br />
Tercer Período Intermedio (TPI) depende de tres fechas clave. La primera, y más<br />
reciente, es el final del período y el inicio de d.XXVI en 664 aC, fecha que tanto Kitchen<br />
como James acepta como solidamente establecida y fuera de duda.<br />
La segunda fecha clave es la del inicio del período. Kitchen la designa “the<br />
antecedent date” para el final de d.XX, 1080 aC, y comenta que no hay información de<br />
d.XX o d.XXI que permite fijar sus fechas. 49 Esta fecha clave se calcula sumando los<br />
reinados de d.XVIII-XX a partir de las fechas Sothis para d.XVIII. La fecha de inicio de<br />
esta manera depende de las fechas Sothis, y Kitchen la defiende mientras James la<br />
rechaza.<br />
49 Kitchen, “Egyptian Chronology”; Third Intermediate: 72, 250, 465-466.<br />
234
La tercera fecha clave para el TPI es la fecha bíblica de la invasión de Sisac,<br />
identificado con Shoshenq I, primer rey de d.XXII. Kitchen examina esta fecha en una<br />
sección que busca establecer una fecha absoluta para el final de d.XXI, y lo designa como<br />
el “essential synchronism”. 50 Adopta la fecha de Thiele, 926/ 925 aC, para la invasión de<br />
Sisac. Thiele la calculó de datos bíblicos, y la fundamentó en la Lista de epónimos, otros<br />
documentos asirios y el Canon de reyes. 51 Kitchen concluye que d.XXII inició con el<br />
reinado de Shoshenq I en 945 aC. 52<br />
Según James, el reinado de Shoshenq I inició alrededor de 810 aC, más de dos<br />
siglos después de Sisac, y los eventos de la transición entre d.XXI y XXII nada tienen<br />
que ver con el quinto año de Roboam, el año de la invasión de Sisac (I R. 14:25-26). 53<br />
Kitchen señala que la identificación de Shoshenq con Sisac armoniza bien con la fecha<br />
convencional para el final de d.XX, 54 y este argumento sería de peso si la fecha para el<br />
final de d.XX fuera segura. Sin embargo, depende de las fechas Sothis para d.XVIII,<br />
cuyo sustento en la teoría del ciclo de Sothis ha ido para siempre según Ward, opinión<br />
que Kitchen no comparte. 55 La identificación de Shoshenq con Sisac no puede apoyarse<br />
en las fechas Sothis, y su solidez tiene que ser evaluada. Esto se hace en la siguiente<br />
sección.<br />
La presentación de Kitchen implica que la cronología interna del TPI hace puente<br />
entre las fechas fijas de su inicio y su final, fijadas con criterios externos al periodo. Sin<br />
embargo, Kitchen niega que construyó la cronología del TPI de esta manera, e insiste que<br />
50<br />
Kitchen, Third Intermediate: 72.<br />
51<br />
Ibid., 72-76; E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (1965): 55.<br />
52<br />
Kitchen, Third Intermediate: 72-76.<br />
53<br />
James, Centuries: 257.<br />
54<br />
Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235-239.<br />
55<br />
Kitchen, Third Intermediate: xliv-xlv.<br />
235
la única presuposición fue la fecha final. 56 James partió de la suposición que solamente se<br />
conoce la fecha final, y elaboró una cronología mucho más corta para el TPI. Su<br />
estrategia de explicar d.XXI y XXII como contemporáneas fue refutada en forma<br />
contundente por Kitchen, pero, aun eliminando este error, la cronología de James para el<br />
TPI es mucho más corta que la de Kitchen. 57<br />
A. Dodson propuso reducir la duración del TPI por varias décadas. 58 Su propuesta<br />
fue rechazada por Kitchen con argumentos que apelan a las fechas Sothis y la<br />
identificación de Sisac con Shoshenq. 59 El estudio de Dodson demuestra que no solo<br />
James cuestiona la cronología tradicional del TPI. Kitchen ha reiterado su postura sobre<br />
la cronología del TPI en obras recientes. 60<br />
La solidez de la identificación de Sisac con Shoshenq<br />
El rechazo de las fechas Sothis como anclas cronológicas implica que la<br />
identificación de Sisac con Shoshenq adquiere un rol nuevo de ancla fundamental de la<br />
cronología egipcia para períodos anteriores a 664 aC. Este rol lo cumple también en el<br />
paradigma cronológico general porque la secuencia estratigráfica para Siria-Palestina, y<br />
muchas cronologías regionales, dependen de la cronología egipcia. Es irónico que la<br />
cronología egipcia, que desplazó la cronología bíblica de la columna vertebral del<br />
paradigma hace un siglo, ahora tenga que depender de una fecha bíblica, el quinto año de<br />
Roboam, fecha de la invasión de Sisac (I R. 14: 25-28 y II Cr. 12: 1-16).<br />
236<br />
56 Kitchen, “Egyptian Chronology”.<br />
57 Ibid.; James, Centuries.<br />
58 A. Dodson, “Towards a Minimum Chronology of the New Kingdom and Third Intermediate<br />
Period”, The Bulletin of the Egyptological Seminar 14 (2000): 7-18.<br />
59 Kitchen, Third Intermediate: xix-xxii.<br />
60 K. A. Kitchen, “The Shoshenqs of Egypt and Palestine”, Journal for the Study of the Old<br />
Testament 93 (2001): 3-12; On the Reliability of the Old Testament (2003).
Kitchen dedica muchas páginas al tema de la campaña de Sisac, y su identificación<br />
con Shoshenq. Su reconstrucción combina datos de Reyes y Crónicas con rutas<br />
reconstruidas de la inscripción de Shoshenq en Tebas, y el dato que Shoshenq dejó un<br />
monumento en Meguido. 61 Parte, con muchos otros que estudiaron el tema, del postulado<br />
que el relato bíblico y los monumentos de Shoshenq se refieren a los mismos eventos. Si<br />
el postulado es correcto es razonable intentar armonizar los datos de las distintas fuentes<br />
en una reconstrucción histórica. Quedaría solamente la cuestión de las diferencias entre<br />
los testimonios de las fuentes usadas, y su validez.<br />
La posibilidad de una cronología más corta para el TPI levantada por James,<br />
Dodson y otros, y el rol fundamental que la identificación de Sisac con Shoshenq<br />
desempeña en la cronología egipcia temprana y el paradigma cronológico exigen un<br />
examen de su solidez. ¿Se puede demostrar que la lista de ciudades de Shoshenq se<br />
refiere a la campaña de Sisac sin suponerlo de antemano? Para averiguarlo hay que tratar<br />
el texto bíblico y el texto egipcio por separado, evaluar por separado sus propósitos, sus<br />
contenidos y su confiabilidad, y luego compararlos.<br />
El libro de Reyes relata que Sisac rey de Egipto subió contra el Jerusalén de<br />
Roboam, y tomó los tesoros del templo y palacio. Crónicas añade que su ejército incluía<br />
carros, hombres de a caballo, libios, suquienos y etíopes, y reporta que tomó las ciudades<br />
fortificadas de Judá. Crónicas indica que los príncipes y el rey tendrían que ser siervos<br />
del rey de Egipto (I R. 14: 25-26; II Cr. 12: 2-4, 8-9 y 11: 5-12).<br />
El relato de la invasión es parte de un relato mucho más largo. Salomón heredó el<br />
gran reino de David, y dio a Jeroboam responsabilidad en el gobierno, en Siquem. Luego<br />
Jeroboam huyó de Salomón a Sisac rey de Egipto, quien le dio como esposa una ‘hija del<br />
61 Kitchen, Third Intermediate: 293-300, 432-447.<br />
237
ey’ llamada Ano, hermana mayor de la esposa de Sisac (LXX: I R. 12-14 y II Cr. 10-12).<br />
Cuando Salomón murió Roboam fue a Siquem para instalarse como rey, pero el pueblo<br />
entronó a Jeroboam. La división del reino fue permanente, y Roboam construyó<br />
fortalezas en el occidente y el sur de Judá. En su quinto año Sisac invadió, y después,<br />
durante dos siglos más, los dos reinos se desarrollaron aparte (I R. 12 – II R. 17).<br />
La inscripción de Shoshenq no incluye la narración de una campaña, sino una lista<br />
de lugares y un texto con otro tema. El relieve de Shoshenq le muestra golpeando sus<br />
enemigos delante del dios Amun quien, con una mujer que representa Tebas, agarra<br />
cuerdas que atan sus enemigos. Cada enemigo lleva el nombre de un lugar, y los nombres<br />
se presentan en once grupos. Muchos de los nombres han sido identificados, y hay varias<br />
teorías sobre posibles rutas y estrategias del ejército egipcio. 62<br />
El texto bíblico y el texto egipcio son muy diferentes. El relato bíblico aparece en<br />
varias formas en libros escritos cientos de años después de los eventos. La inscripción<br />
egipcia representa en forma gráfica enemigos atados sin narración explicativa. 63 La<br />
comparación de la inscripción de Shoshenq con la campaña de Sisac indica:<br />
(i) Shoshenq fue enemigo de Meguido y de lugares en la costa, los valles<br />
principales y los cerros centrales de Israel, pero Jerusalén no está entre sus enemigos.<br />
Una sola de las fortalezas de Roboam, Ajalón, está entre los enemigos de Shoshenq, con<br />
una fortaleza de Salomón, Bet-horón. El punto enemigo más cercano a Jerusalén que se<br />
ha identificado es Gabaón, diez kilómetros al norte de la ciudad. En ausencia de otra<br />
información habría que concluir que Shoshenq fue enemigo de Israel, y aliado de Judá o<br />
neutral frente a ella.<br />
62 Kitchen, Third Intermediate: 301 y 433.<br />
63 Ibid., 432-447.<br />
238
(ii) Sisac tomó las fortalezas de Judá y amenazó Jerusalén, llevándose los tesoros<br />
de Salomón. Conoció a Jeroboam y le dio esposa de su familia. El profeta predijo que los<br />
príncipes de Judá serían siervos de Sisac, y está claro que el relato bíblico implica que<br />
Sisac fue enemigo de Judá, y probablemente aliado de Israel.<br />
(iii) La comparación de los nombres Sisac y Shoshenq no ayuda mucho ya que hay<br />
argumentos a favor y en contra de que sean versiones del mismo nombre.<br />
La comparación directa del relato bíblico y la inscripción egipcia indica que los<br />
eventos recordados son distintos. En la inscripción Israel es el enemigo de Egipto, y en el<br />
texto bíblico Judá. Los dos textos podrían referirse a una sola serie de eventos solamente<br />
si se supone que el autor bíblico suprimió los datos de la campaña contra Israel, y el autor<br />
egipcio suprimió toda referencia a Jerusalén. Kitchen hizo varias suposiciones más para<br />
armonizar los dos textos. 64<br />
Todas las discusiones de la lista de ciudades de Shoshenq, y su relación con el<br />
relato bíblico de Sisac tendrán que olvidarse si tiene razón F. Clancy. Propone leer la lista<br />
como relación de todos los lugares pequeños del Neguev, el Sefela y el sur y sur-oeste de<br />
Judá, y concluye que el ejército de Shoshenq no fue al Jordán, Jerusalén, Israel, Sarón o<br />
Gaza. Clancy piensa que la inscripción de Shoshenq no tiene nada que ver con el relato<br />
bíblico de Sisac, y sugiere abandonar la identificación de los dos reyes. 65<br />
K. Wilson demuestra que la lista de Shoshenq pertenece a un género del cual se<br />
conocen muchos ejemplares. Un estudio comparativo demuestra que las listas no proveen<br />
itinerarios de ejércitos ni conservan detalles de campañas. Son parte de una proclamación<br />
del faraón como conquistador del mundo entero, y enumeran lugares enemigos en las<br />
64 Kitchen, Third Intermediate: 298-299.<br />
65 F. Clancy, “Shishak/Shoshenq’s Travels”, JSOT 86 (1999): 3-23.<br />
239
fronteras. Wilson concluye que la inscripción de Shoshenq no se refiere a una campaña<br />
militar, y que no apoya la idea que sus ejércitos destruyeron ciudades en Palestina. 66<br />
La identificación de Sisac con Shoshenq no depende solamente de la comparación<br />
del relato bíblico con la inscripción egipcia, sino de otros criterios. Fue sugerida por<br />
Champollion a base de la semejanza entre los nombres Sisac y Shoshenq, el contexto<br />
militar y su lectura de ‘reino de Judá’ en la inscripción. 67 Décadas después, esta lectura<br />
fue corregida a “monumento del rey”. La corrección eliminó la razón por identificar<br />
Shoshenq con Sisac, 68 y se debió evaluar su validez, pero el sincronismo produjo una<br />
fecha ancla para el paradigma cronológico y no fue revisada.<br />
incluyen:<br />
Si la identificación de Shoshenq con Sisac está errada las implicaciones son serias e<br />
(i) se requiere una cronología para el TPI que no depende ni de las fechas Sothis ni<br />
de la identificación de Sisac con Shoshenq,<br />
(ii) se tendrán que establecer fechas más seguras para los estratos de la secuencia<br />
estratigráfica de todas las regiones cuya cronología depende de Egipto, y<br />
(iii) no se podrá relacionar bien las narraciones bíblicas con la secuencia<br />
estratigráfica mientras no se corrige el error.<br />
La solidez de la cronología asiria<br />
El Cambridge Ancient History reconoce tres esferas cronológicas para el antiguo<br />
Oriente, el Egeo, Egipto y Asia occidental. James demuestra que la cronología del Egeo<br />
66<br />
K. A. Wilson, “The Campaign of Pharaoh Shoshenq I in Palestine”, setiembre 2004, 3 may. 2008,<br />
.<br />
67<br />
D. Rohl, A Test of Time: The Bible from Myth to History (1995): 120-128.<br />
68<br />
Rohl, Test of Time: 122; James, Centuries: 229-231; Kitchen, Third Intermediate: 72-76, 294-300<br />
y 432-447.<br />
240
depende de la de Egipto, pero gran parte de la cronología de Asia occidental depende de<br />
la de Asiria, que es independiente de la de Egipto en su parte final. Las correlaciones<br />
directas entre narraciones bíblicas e inscripciones asirias no son afectadas por la<br />
identificación equivocada de Sisac con Shoshenq, porque no interviene la cronología<br />
egipcia o la secuencia estratigráfica. Las correlaciones entre Asiria y Egipto en el período<br />
de Amarna y antes sí son afectadas, ya que hay una carta de Assuruballit I de Asiria<br />
escrita a Akhenatón, d.XVIII. 69<br />
La parte de la cronología asiria que es fundamentada en la Lista de epónimos se<br />
considera uno de los elementos más sólidos del paradigma cronológico. El eclipse del<br />
eponimato de Bur-Sagale (763 aC), 70 las múltiples conexiones entre los últimos reyes de<br />
Asiria y el Canon de reyes, la suposición que hubo un epónimo para cada año y la<br />
suposición que la lista es completa permiten fijar las fechas de los epónimos de 891ac a<br />
648 aC. 71<br />
Diez reyes, de Tukulti-Ninurta II hasta Salmanasar V, aparecen en la Lista de reyes<br />
de Asiria y en la Lista de epónimos en el mismo orden, y con el mismo número de años<br />
de reinado, lo que permite conectar firmemente estas dos listas y asignar fechas a esta<br />
serie de reyes. La cronología asiria, definitivamente a partir del eclipse de 763 aC, y<br />
posiblemente también a partir del inicio de la Lista de epónimos en 891 aC, tiene<br />
fundamentos sólidos. 72<br />
69<br />
James, Centuries: 304-306; K. A. Kitchen, Suppiluliumas and the Amarna Pharaohs (1962).<br />
70<br />
F. Espenak, NASA Eclipse Web Site, julio 2008, 29 jul. 2008, .<br />
71<br />
Thiele, Mysterious Numbers: 41-45.<br />
72<br />
Ibid., 42-43, 46-50 y 209-215; “The Assyrian King List”, en tomo 2 de J. B. Pritchard ed., The<br />
Ancient Near East: A New Anthology of Texts and Pictures (1975): 113-118.<br />
241
Se pueden calcular fechas asirias para períodos anteriores con la ayuda de la Lista<br />
de reyes que presenta los reyes, con sus períodos de reinado, en una sola secuencia. Sin<br />
embargo, la cronología asiria para estos períodos no está libre de anomalías y problemas<br />
sin resolver. James demuestra que, para Mesopotamia y regiones aledañas, existen<br />
anomalías arqueológicas similares a las de la edad oscura de Europa y el Mediterráneo. 73<br />
Según James la primera parte de la Lista de reyes de Asiria incluye enlaces genealógicos<br />
ficticios, algunos reyes de Asiria mencionados en las inscripciones no figuran en la Lista<br />
de reyes, para siete reyes de la lista su padre tiene un nombre diferente del nombre que<br />
figura en las inscripciones y que hasta once reyes son descritos como hijos de su<br />
antecesor cuando eran probablemente sus contemporáneos, y tal vez sus hermanos. 74<br />
La existencia de anomalías de este tipo no es razón suficiente por rechazar la<br />
cronología tradicional, pero mientras no se presente una propuesta alternativa<br />
convincente seguirá vigente. La Lista de reyes de Asiria sin el respaldo de otros datos<br />
independientes es una base cronológica precaria. Podría ocultar dinastías paralelas o<br />
contemporáneas, como la Lista de reyes de Sumer, o corregencias aún no identificadas. 75<br />
La solidez de las fechas arqueológicas<br />
Durante las últimas décadas se ha intentado desarrollar una serie de técnicas que<br />
permiten asignar fechas a los artefactos y estratos excavados, sin tener que apelar a textos<br />
antiguos. La más importante de estas técnicas es, sin duda, la medición de radiocarbono.<br />
Sin embargo, y a pesar de los muchos esfuerzos y recursos que se han invertido en la<br />
ampliación de la base de datos, el desarrollo de sistemas de calibración y el refinamiento<br />
73 James, Centuries: 261-290.<br />
74 Ibid., 291-299.<br />
75 Ibid., 299-309.<br />
242
de las técnicas de medición, este método de asignar fechas no ha generado todavía un<br />
sistema de referencia cronológica independiente que podría desafiar o reemplazar el<br />
paradigma vigente.<br />
La asignación de fechas a artefactos y estratos excavados depende de poder<br />
asociarlos con artefactos de fecha conocida o con textos que permiten ubicarlos en el<br />
paradigma cronológico. A la gran cantidad de datos ya disponibles de excavaciones<br />
estratigráficas se han añadido recientemente muchos datos de exploración sistemática de<br />
superficie para muchos distritos y regiones, especialmente en Palestina.<br />
Los nuevos datos juegan un rol importante en reconstrucciones recientes de la<br />
historia del pueblo de Israel. Stager calculó que un 93% de los lugares poblados del<br />
Hierro I en Canaán se establecieron en lugares no habitados en el Bronce Superior, y que<br />
casi un 50% se ubica en los cerros centrales. En las llanuras costeras de Sarón y Judá, la<br />
Sefela y los valles el Bronce Superior continuó después del inicio del Hierro I, hasta el<br />
tiempo de Ramsés III o IV. 76<br />
Mazar observa que la cultura material del Hierro I en muchas regiones es casi<br />
idéntica a la del Bronce Superior IIB, y que, por esta razón, Ussishkin quiso incorporar el<br />
período Hierro IA en el Bronce Superior. Mazar retiene el período Hierro IA, y<br />
argumenta que es mejor reconocerlo separadamente como período de transición por sus<br />
características distintivas. Estas incluyen la ausencia de evidencia de comercio<br />
internacional y destrucción de ciudades importantes, y el establecimiento inicial de los<br />
pueblos del mar en Palestina. 77<br />
243<br />
76 Avi-Yonah, Encyclopedia: 649; Mazar, Archaeology: 238-239; L. E. Stager, “Forging an Identity:<br />
The Emergence of Ancient Israel”, en M. D. Coogan ed., The Oxford History of the Biblical World (1998):<br />
134-136; Dever, Early Israelites: 50.<br />
77 Mazar, Archaeology: 290-300.
Dever describe características de la cerámica del Hierro I que la distinguen de la<br />
cerámica del Bronce Superior. Hay menos uso de técnicas de rueda, mayor uso de<br />
técnicas manuales de acabado y un número reducido de formas a comparación con el<br />
Bronce Superior. Hay continuidad en el desarrollo de las formas, especialmente en las<br />
ollas de cocina, desde el inicio del Bronce Superior hasta el final de la Edad de Hierro.<br />
Dever describe la cultura material del Hierro I como la de una sociedad rural agrícola<br />
basada en la familia. 78<br />
Si un 93% de los centros poblados del Hierro I fueron fundaciones nuevas, y la<br />
cultura material de muchos de ellos es prácticamente idéntica a la del Bronce Superior,<br />
existe la posibilidad que fueron contemporáneos con el Bronce Superior y no posterior.<br />
Solo un 7% de ellos fueron construidos sobre restos del Bronce Superior, y son<br />
demostrablemente posteriores a centros poblados de este período. De estos datos parece<br />
factible explicar gran parte de las diferencias entre la cultura material del Hierro I y el<br />
Bronce Superior IIB como la diferencia entre ciudades en contacto con la economía<br />
internacional y pueblos rurales contemporáneos aislados de ella.<br />
Las culturas materiales del Bronce Superior y el Hierro I pueden haber sido<br />
contemporáneas, por lo menos en parte, y no necesariamente secuenciales. De ser así<br />
algunos enigmas podrían encontrar soluciones sencillas, como los cementerios del<br />
Bronce Superior II sin centros poblados mencionados por Mazar, y los centros poblados<br />
del Hierro I sin cementerios mencionados por Dever. En esta conexión es pertinente la<br />
teoría de V. Fritz que argumentó a favor de una larga coexistencia de las poblaciones del<br />
Hierro I y el Bronce Superior. 79<br />
78 Dever, Early Israelites: 110.<br />
79 Mazar, Archaeology: 277-279; Dever, Early Israelites: 126 y 145-146.<br />
244
Dever provee estadísticas para centros poblados rurales en el Bronce Intermedio<br />
que indican que un fenómeno similar al proceso que produjo los del Hierro I puede haber<br />
ocurrido también en este período. 80 La cronología convencional de estos patrones de<br />
asentamiento interpone siglos entre las poblaciones rurales del Bronce Intermedio y las<br />
del Hierro I, y explica los patrones de población en los cerros centrales como oscilaciones<br />
entre períodos de ocupación nomadita y sedentaria. 81<br />
Si los pueblos rurales del Bronce Intermedio coexistieron con el Bronce Superior<br />
por un tiempo como los del Hierro I, pueden haber sido reemplazados directamente, y<br />
poco a poco, por las poblaciones del Hierro I. En tal escenario el Bronce Superior podría<br />
verse como la esfera geográfica del dominio egipcio en contacto con la economía<br />
internacional. La impresión de vacío cronológico por la ausencia del Bronce Superior<br />
puede ser una ilusión creada por considerar la tipología de las cerámicas como indicador<br />
cronológico en vez de un simple indicador de cultura material, error típico del enfoque de<br />
Albright y las técnicas de excavación de su época. 82 Al otro lado, no hay duda que, en<br />
sitios como Meguido, el Bronce Intermedio, el Bronce Superior y el Hierro I ocurren en<br />
secuencia temporal. 83 La práctica convencional de asociar fechas directamente con<br />
grupos cerámicos facilita la comisión de errores de interpretación.<br />
Los datos arqueológicos acumulados durante los últimos 150 años no han<br />
producido todavía cambios significativos en el paradigma cronológico, y, hasta la fecha,<br />
datos nuevos como las mediciones de radiocarbono se acomodan a la cronología<br />
80<br />
Dever, Early Israelites: 180-181.<br />
81<br />
I. Finkelstein, N. A. Silberman, The Bible Unearthed: Archaeology’s New Vision of Ancient Israel<br />
and the Origin of Its Sacred Texts (2002): 153-158.<br />
82<br />
W. G. Dever, What Remains of the House That Albright Built? Biblical Archaeologist 56/1<br />
(marzo 1993): 29-34.<br />
83<br />
Mazar, Archaeology: 197, 242, 301.<br />
245
convencional. Tal vez sea más frecuente que lo que se piensa comúnmente la asignación<br />
equivocada de material excavado a un ‘período’ de cultura material. Los períodos<br />
arqueológicos son conceptos teóricos modificables un tanto arbitrarios, y las transiciones<br />
entre ellos son mayormente muy graduales. Es más preciso hablar de complejos de<br />
cultura material que se asocian con secuencias estratigráficas y son atribuidos a períodos<br />
históricos.<br />
Hacia un paradigma cronológico más confiable<br />
La evaluación del paradigma permite la formulación de algunas recomendaciones<br />
para futuras investigaciones cronológicas. La evaluación deja claro que algunos aspectos<br />
del paradigma requieren estudio sistemático, y que se debe intentar identificar nuevas<br />
fechas ancla para épocas anteriores al inicio del Canon de reyes en el siglo VIII aC. En<br />
las siguientes secciones se enfocan la metodología requerida, las estrategias para<br />
proponer cambios, el problema de la cronología del TPI, el problema de la cronología<br />
asiria y algunas consecuencias de bajar sustancialmente las fechas egipcias.<br />
Mejorando la metodología<br />
Hay una sola cronología correcta de una serie de eventos del pasado. La cronología<br />
correcta incluiría todos los eventos ocurridos, los ordenaría en la secuencia temporal en<br />
que ocurrieron y les asignaría la fecha correcta. La posesión de tal cronología es un ideal,<br />
y ninguna de las cronologías de referencia vigentes para el antiguo Oriente es tan precisa.<br />
En las discusiones cronológicas hay que recordar lo siguiente:<br />
(i) Las discusiones cronológicas confiables demuestran que han intentado incluir<br />
246<br />
todos los datos pertinentes, y la exclusión de tales datos hace dudar de las conclusiones.
Las conclusiones podrían acertar a pesar de la exclusión de datos pertinentes pero tal<br />
posibilidad no elimina la incertidumbre que esta manera de proceder crea.<br />
(ii) Las discusiones cronológicas confiables señalan explícitamente las áreas no<br />
investigadas para alertar al lector de posibles defectos, y darle la oportunidad de<br />
contribuir a la resolución de problemas o corregir errores.<br />
(iii) Las reconstrucciones cronológicas se elaboran de datos de textos antiguos que<br />
no exponen los criterios cronológicos aplicados por sus autores. Los criterios de un<br />
estudiante moderno son muy diferentes de los de un autor antiguo, y es necesario<br />
articular al máximo las presuposiciones adoptadas.<br />
(iv) Las propuestas cronológicas son confiables a la medida que se elaboran de<br />
datos de fuentes independientes que se confirman mutuamente, y la acumulación de tales<br />
datos refuerza la confianza en la propuesta. Un solo dato contradictorio puede indicar que<br />
la propuesta está errada, y hay lugar para estrategias de verificación y falsificación.<br />
(v) Tanto los textos antiguos como las reconstrucciones modernas basadas en ellos<br />
pueden contener errores. Las propuestas cronológicas tienen que incluir la evaluación<br />
crítica de sus fuentes.<br />
(vi) Hay que separar claramente entre los datos antiguos y las deducciones, teorías<br />
y especulaciones modernas que los acompañan. Las propuestas convincentes evitan el<br />
escepticismo excesivo, la parcialidad y la excesiva confianza en las deducciones. El<br />
concepto de qué constituye un equilibrio aceptable varía con el tiempo, y también con las<br />
presuposiciones adoptadas.<br />
247<br />
(vii) La cronología mínima permitida por los datos es probablemente más cerca de<br />
la cronología correcta que otras alternativas, ya que la acomodación de datos no
comprendidos invita a extender las cronologías. Al otro lado, la falta de datos puede<br />
llevar a formular una cronología demasiado corta.<br />
(viii) Las propuestas cronológicas útiles permiten integrar en forma armoniosa los<br />
datos de diversos campos especializados. Los que integran y armonizan los datos de<br />
varios campos especializados se exponen a críticas de los especialistas de cada campo<br />
que provee datos, y la falta de comprensión de los datos usados crea distorsiones.<br />
(ix) Las actitudes conservadoras típicas de las comunidades académicas pueden<br />
entorpecer las discusiones cronológicas, y el celo de los especialistas puede restringir el<br />
rango de temas discutidos y la forma de discutirlos. Tales actitudes dificultan y postergan<br />
la mejoría de la cronología de referencia.<br />
(x) Ya que el paradigma es un conjunto de consensos cronológicos de alcance<br />
limitado se puede llegar a depender de argumentos circulares ocultos. Esto ocurre cuando<br />
se apela a fechas cerámicas de otra región en apoyo de una cronología, sin tomar en<br />
cuenta que las fechas de ambas regiones pueden depender de la misma cronología.<br />
(xi) El paradigma cronológico incluye las anomalías, contradicciones y problemas<br />
sin resolver inherentes en los consensos cronológicos que lo conforman.<br />
Estrategias para proponer cambios<br />
Además de tomar en cuenta los puntos señalados en la sección anterior los<br />
proponentes de cambios en los consensos cronológicos deben aprender del movimiento<br />
de cronología alternativa cuyos protagonistas principales se han mencionado en secciones<br />
anteriores. La cronología egipcia revisada de Velikovsky generó un enorme interés<br />
público, y fue rechazada enérgicamente por la comunidad académica. La asociación de<br />
248<br />
esta propuesta con teorías psicoanalíticas cuestionadas, ideas dramáticas sobre la historia
del sistema solar y metodologías dudosas garantizó su exclusión de los debates<br />
académicos. Velikovsky nunca completó la propuesta cronológica que anunció, y fue<br />
abandonada después de su muerte cuando sus seguidores demostraron errores fatales en<br />
su metodología y refutaron sus tesis centrales.<br />
La propuesta cronológica de Courville fue difundida dentro del movimiento<br />
Velikovsky. Su idea central, que el éxodo ocurrió al final del Bronce Inferior, estimuló<br />
mucha reflexión y especulación. Su metodología fue deficiente, pero la propuesta de por<br />
sí no deja de ser intrigante. La propuesta no fue desarrollada más allá de la presentación<br />
original, y fue abandonada porque sus argumentos compartieron algunos de los errores de<br />
Velikovsky, e introdujeron otros errores propios.<br />
La propuesta de Bimson surgió también dentro del movimiento Velikovsky, pero<br />
logró evitar los errores típicos del movimiento. Bimson desarrolló argumentos rigurosos<br />
para integrar la historia bíblica y la arqueología en una propuesta cronológica novedosa<br />
que explica el relato bíblico del éxodo y la conquista. No desafió abiertamente las fechas<br />
ancla del paradigma cronológico, y tampoco generó mucho debate académico. Su<br />
propuesta fue adoptada por un movimiento creciente de arqueología bíblica y sigue<br />
vigente.<br />
La propuesta de James y sus asociados también surgió del movimiento Velikovsky,<br />
y generó un breve debate académico. Este grupo sigue publicando de vez en cuando. Sus<br />
oponentes reconocieron el valor de la demostración de las anomalías del paradigma<br />
cronológico, pero señalaron errores que consideraron fatales en algunas de las propuestas<br />
de cronología alternativa.<br />
249
La parte de la propuesta de Rohl que trata de la cronología del Tercer Período<br />
Intermedio de Egipto tiene mucho en común con la de James, y comparte los errores<br />
señalados por los críticos académicos. Las ideas de Rohl fueron ampliamente difundidas<br />
en publicaciones populares y por un canal de televisión. Su propuesta de revisar la<br />
cronología del TPI fue rechazada por la comunidad académica por sus errores, su<br />
asociación con una reconstrucción especulativa y su presentación sensacionalista.<br />
Estas experiencias en su conjunto indican que el proponente serio de una revisión<br />
cronológica debe dirigirse a la comunidad académica desde adentro después de ganar su<br />
respeto. Debe proponer cambios útiles para la comunidad académica, y no solamente<br />
señalar anomalías y defectos en los consensos cronológicos vigentes. Debe establecer<br />
razones sólidas por los cambios que propone, y argumentos rigurosos en su apoyo. Debe<br />
eliminar de su propuesta argumentos dudosos, especulaciones y la presentación<br />
sensacionalista. En resumen, enfrenta el desafío difícil de contribuir a la solución de<br />
problemas que nadie hasta ahora resolvió, y no dar excusas a la comunidad académica<br />
para rechazar su propuesta sin examinarla rigurosamente.<br />
Reconstruyendo la cronología egipcia<br />
Las propuestas de mejorar el sistema de referencia cronológica para el antiguo<br />
Oriente deben partir de la revisión de la cronología egipcia convencional. Durante el<br />
primer milenio aC esta cronología depende de las fechas Sothis para d.XVIII, la fecha<br />
bíblica de la invasión de Sisac y la fecha del inicio de d.XXVI en 664 aC. La evaluación<br />
demuestra que las fechas Sothis y la identificación de Shoshenq I con Sisac no pueden<br />
250<br />
continuar como fechas ancla del paradigma cronológico, y la única fecha ancla confiable
que queda es 664 aC. Esta fecha debe ser el punto de partida para la construcción de una<br />
mejor cronología egipcia.<br />
La tarea más urgente es el desarrollo de una cronología más confiable para el<br />
período inmediatamente anterior a 664 aC, el Tercer Período Intermedio (TPI). La<br />
cronología de períodos posteriores no está en duda. Para períodos anteriores, si se<br />
descartan las fechas Sothis y la identificación de Sisac con Shoshenq como anclas, la<br />
cronología dependerá de la duración del TPI.<br />
Kitchen insiste que la única presuposición de su cronología del TPI es la fecha<br />
final, 664 aC, pero su referencia a “la fecha antecedente para el final de dinastía XX”<br />
revela que también tuvo en mente una fecha de inicio. 84 Tomó por sentada la validez de<br />
las fechas Sothis para d.XVIII en estimar la fecha de inicio del TPI.<br />
La solución de Kitchen para el problema cronológico del TPI se fundamentó en la<br />
suposición que las fechas Sothis sirven de anclas cronológicas, pero su rechazo crea una<br />
nueva perspectiva sobre el problema. Las reglas para la discusión de la cronología del<br />
TPI han cambiado porque han desaparecido todas las fechas antecedentes. Cada decisión<br />
tomada por Kitchen en cuanto a la duración de los reinados del TPI debe ser revisada,<br />
porque, en muchas ocasiones, resolvió incertidumbres por medio de decisiones que<br />
armonizan con su fecha antecedente. Ejemplos de estas decisiones se consideran en la<br />
siguiente sección y, tomadas con otros criterios, las decisiones podrían haber producido<br />
un TPI menos largo.<br />
Sin fecha fija para el inicio del período, todo el peso de la cronología convencional<br />
del TPI descansa sobre la transmisión de la fecha bíblica de Sisac a Shoshenq I. Kitchen<br />
construyó una cronología para el TPI que encaja perfectamente con la identificación de<br />
84 Kitchen, “Egyptian Chronology”: 235.<br />
251
los dos reyes, 85 pero varias de las decisiones tomadas en el camino podrían haber<br />
producido otro resultado.<br />
Si se puede considerar la identificación de Sisac con Shoshenq como establecida de<br />
antemano, se justifica plenamente la convicción que se conocen las fechas de Shoshenq I<br />
y la construcción de una cronología para el TPI que armoniza con ella. Sin embargo, la<br />
identificación es vulnerable a los cuestionamientos explicados anteriormente, y la fecha<br />
para el inicio de d.XXII calculada a base de la identificación no debe seguir usándose<br />
como fecha ancla del paradigma cronológico. Se tienen que reevaluar las muchas<br />
decisiones tomadas por Kitchen para establecer la duración y secuencia de los reinados<br />
del TPI, y eliminar la dependencia de las fechas ancla caducadas de sus argumentos.<br />
La duración del Tercer Período Intermedio<br />
Después del estudio fundamental de Kitchen hubo contribuciones sólidas a la<br />
cronología del TPI, incluyendo los de M. L. Bierbrier, 86 G. Hagens 87 y A. Dodson, 88<br />
quien propuso reducir la duración del período por décadas. La gran colección de datos de<br />
la obra de Kitchen es todavía el mejor punto de partir. En esta sección se evalúan algunas<br />
de las decisiones tomadas por Kitchen en la construcción de su cronología para el TPI. La<br />
idea de James y Rohl, que d.XXI y d.XXII fueron contemporáneas, no es viable. 89<br />
Un ejemplo de las decisiones de Kitchen es su actitud hacia los datos de Manetón.<br />
Todas las versiones de Manetón dan un total de 130 años por la duración de d.XXI. Julio<br />
85<br />
Ibid.<br />
86<br />
M. L. Bierbrier, The Late New Kingdom in Egypt (c.1300-664 BC): A Genealogical and<br />
Chronological Investigation (1975).<br />
87 st<br />
G. Hagens, “A Critical Review of Dead-Reckoning from the 21 Dynasty”, Journal of the<br />
American Research Center in Egypt 33 (1996): 153-163.<br />
88<br />
Dodson, Minimum Chronology; Kitchen, Third Intermediate: xix-xxii.<br />
89<br />
James, Centuries: 236-260. Rohl, Test of Time: 43-137. Kitchen, Third Intermediate: xliii-xliv;<br />
“Egytian Chronology”.<br />
252
el Africano presenta cifras de reinado que suman solamente a 114 años, y este total se<br />
podría reducir a 109 si se aceptara la variante de Eusebio para el segundo rey. Para<br />
d.XXII todas las versiones dan tres reinados que suman a 49 años. Julio el Africano<br />
añade que hubo seis reinados más, sin nombrar los reyes, lo que podría extender la<br />
duración de la dinastía a 116 ó 120 años. 90<br />
Si d.XXI y XXII fueron secuenciales su duración total mínima, según Manetón, fue<br />
de 109+49 = 158 años, y su duración total máxima fue de 130+120 = 250 años. Kitchen<br />
asigna la fecha de 1089 ó 1069 aC al inicio del reinado del primer rey de d.XXI y la fecha<br />
de 715 o 713 aC al final del reinado del último rey de d.XXII. Para Kitchen las dos<br />
dinastías duraron un mínimo de 354, y un máximo de 376 años. 91 Aún tomando en cuenta<br />
las dificultades que generan los variantes de las versiones de Manetón no parece<br />
aconsejable ignorarlas tan olímpicamente como lo hace Kitchen. Asigna hasta dos siglos<br />
más que Manetón a la duración total a las dos dinastías. James advierte que cada año<br />
dudoso añadido al TPI añade un año a las edades oscuras del Mediterráneo central y<br />
oriental, Asia occidental y África. 92<br />
Otro ejemplo de las decisiones cronológicas discutibles de Kitchen es su asignación<br />
de un reinado largo a Osorkon I, segundo rey de d.XXII. Este rey aparece en Manetón<br />
con el nombre Osorthôn, y todas las versiones le asignan 15 años. 93 El año más alto<br />
atestado por los monumentos e inscripciones de Osorkon I es el año 12. W. M. F. Petrie<br />
le había atribuido 36 años a base de la lectura equivocada de un texto que hoy se lee<br />
como “día 26”.<br />
90 Waddell, Manetho (1940): 155-161.<br />
91 Kitchen, Third Intermediate: 465, 466 y 588.<br />
92 James, Centuries: 232.<br />
93 Waddell, Manetho: 158-161.<br />
253
Kitchen nota este error de Petrie, pero, no obstante, le atribuye un reinado de 35<br />
años a Osorkon I. La decisión se fundamenta en la referencias al “año 33” y al “año 3” en<br />
una venda de lino de una momia. Otra pieza de lino de la misma momia llevaba el<br />
nombre de Osorkon I. Kitchen supone que el año 33 se refiere a Osorkon, ya que las otras<br />
posibilidades que considera, Psusennes I y Shoshenq III, fueron demasiado remotos en el<br />
tiempo. 94 Provee varios argumentos razonables, pero no contundentes, a favor de un<br />
reinado largo de 35 años para Osorkon I.<br />
Kitchen menciona que la hija del rey Psusennes II, último rey de d.XXI, fue esposa<br />
de Osorkon I pero deja de mencionar que dos de las tres versiones de Manetón le<br />
atribuyen a Psusennes 35 años, y la tercera versión, 14 años. Reconoce que hay dificultad<br />
con la lectura de “año 33”, y menciona la posibilidad que tenga que leerse como “año<br />
13”. Añade el comentario que, en tal caso, la diferencia de 20 años podría remediarse<br />
asignándola por partes a varios reyes subsiguientes. 95 Este comentario demuestra<br />
claramente que Kitchen presupone una duración fija para el TPI, duración que conoce de<br />
antemano, a lo largo de su discusión. No es convincente la declaración, en su respuesta a<br />
James, que presupone solamente la fecha final del período. 96 Otra serie de comentarios<br />
que lleva a la misma conclusión se encuentra en su evaluación de la teoría de Dodson. 97<br />
Menos reyes Osorkon<br />
Un tercer ejemplo de las decisiones cronológicas cuestionables de Kitchen es su<br />
tratamiento del reinado de un rey que designa Osorkon IV. James observa que una<br />
generación anterior de egiptólogos no reconoció un cuarto Osorkon, y cuestiona los<br />
94 Kitchen, Third Intermediate: 110-111.<br />
95 Ibid., 110, 182.<br />
96 Kitchen, “Egyptian Chronology”.<br />
97 Kitchen, Third Intermediate: xix-xxii.<br />
254
argumentos de Kitchen en cuanto a la necesidad de tal rey, sin evaluarlos en detalle.<br />
Atribuye los datos que Kitchen asigna a Osorkon IV a Osorkon III. 98<br />
Kitchen identifica cinco reyes Osorkon, y seis personajes más del mismo nombre,<br />
uno de los cuales, que designa Osorkon C, tiene títulos similares a los del Tefnakt que se<br />
enfrentó con Piankhi, de d.XXV. 99 Hubo un rey Osochôr hacia el final de d.XXI a quien<br />
las tres versiones de Manetón asignan 6 años. Kitchen dice que el prenomen ‘Akheperre<br />
Setepenre’ de un rey cuyo nombre se ha perdido se refiere a este Osochôr. Un documento<br />
de Tebas confirma que reinó por un mínimo de 2 años. 100<br />
Demuestra que Osorkon I y II de d.XXII y Osorkon III de d.XXIII fueron reyes<br />
distintos, con madres distintas, mencionados frecuentemente en los monumentos. 101 Un<br />
rey Osorkon de Bubastis y Re-Nefer se sometió a Piankhi, y un egipcio Shilkanni dio<br />
doce caballos a Sargón de Asiria en 716 aC. Kitchen concluyó que Shilkanni es el<br />
Osorkon que se sometió a Piankhi. 102<br />
Un anillo, en Leiden, de procedencia desconocida, tiene los nombres reales<br />
“Akheperre Setepenamun, Osorkon Meryamun”, y un objeto, en Paris, tiene el nombre de<br />
un rey Osorkon, con el nombre de su madre, o posiblemente su esposa. 103 Estos artefactos<br />
no pertenecen a ninguno de los reyes Osorkon I, II o III. Ambos objetos podrían<br />
pertenecer a Osochôr de d.XXI, ya que el variante en el prenomen ‘Setepenre’ o<br />
‘Setepenamun’ fue normal durante d.XXII a partir de Shoshenq I, y bien podría haberse<br />
usado también al final de d.XXI. Kitchen asigna ambos artefactos tentativamente al rey<br />
98<br />
James, Centuries: 254-255.<br />
99<br />
Kitchen, Third Intermediate: 514.<br />
100<br />
Waddell, Manetho: 154-157; Kitchen, Third Intermediate: 7-8, 14.<br />
101<br />
Kitchen, Third Intermediate: 88-94.<br />
102<br />
Ibid., 143, 365.<br />
103<br />
Ibid., 116-117.<br />
255
que trató con Sargón y Piankhi, y la decisión obliga a pensar que este Osorkon no es ni<br />
Osochôr, de d.XXI, ni Osorkon I, II o III, de d.XXII, sino un cuarto rey Osorkon de<br />
d.XXII que reinó al final de la dinastía y trató con Piankhi y Sargón, designado Osorkon<br />
IV. 104<br />
El mínimo número de reyes Osorkon requerido para explicar todos los artefactos y<br />
monumentos que llevan el nombre acompañado por títulos reales es cuatro, pero Kitchen<br />
insiste que hubo cinco. Kitchen demuestra que d.XXII y d.XXIII gobernaron<br />
simultáneamente en el Delta con sedes en Tanis y Leontópolis respectivamente, y que los<br />
reyes de d.XXIII, incluyendo Osorkon III, vivieron en el Delta. Desde el punto de vista<br />
geográfico Osorkon III podría haber tratado con Piankhi en Heliópolis y enviado caballos<br />
a Sargón.<br />
Kitchen enfatiza la diferencia radical entre los títulos de Osorkon II y Osorkon III<br />
en significado y estructura. Los títulos de Osorkon III son más sencillos, y similares a<br />
títulos de moda durante d.XXV y XXVI, que recuerdan los títulos de los reinos Antiguo y<br />
Medio. 105 Desde el punto de vista de los títulos también Osorkon III encaja perfectamente<br />
en el tiempo de Piankhi, primer rey de d.XXV, pero no en una época anterior.<br />
La razón fundamental por pensar que el Osorkon que trató con Piankhi y Sargón<br />
fue un cuarto rey Osorkon es cronológica. Si este rey fuese en realidad Osorkon III, a<br />
quien Kitchen asigna las fechas 777-749 aC, 106 se tendría que bajar sus fechas en más de<br />
30 años, y no habría forma de alargar los reinados de d.XXII y XXIII suficientemente<br />
para conservar la identificación de Sisac con Shoshenq. Abandonar esta identificación no<br />
104<br />
Ibid., 116-117.<br />
105<br />
Kitchen, Third Intermediate: 91.<br />
106<br />
Ibid., 471.<br />
256
fue una opción para Kitchen, pero tiene que ser considerada a la luz de las objeciones ya<br />
comentadas en contra de la identificación de Sisac con Shoshenq.<br />
En resumen, la creación de un rey Osorkon IV no parece necesaria ya que toda la<br />
información presentada por Kitchen sobre los reyes Osorkon puede ser atribuida a<br />
Osorthôn, de d.XXI, o a Osorkon I, II o III, de d.XXII, y hay que concluir que el estudio<br />
de Kitchen no resolvió el problema de la cronología del TPI en forma definitiva.<br />
Hay buenas razones por pensar que la duración total de d.XXI, XXII y XXIII fue<br />
sustancialmente menos que la calculada por Kitchen. Un reinado de 15 años, en vez de<br />
35, para Osorkon I la reduce por 20 años, la eliminación de Osorkon IV la reduce por 60<br />
años más y la adopción de la teoría de Dodson quitaría algunas décadas adicionales. 107<br />
Estas consideraciones reduciría la duración del período por un siglo o más, y el resultado<br />
sería similar a adoptar la duración máxima permitida por las cifras de Manetón. La<br />
adopción de las cifras mínimas de Manetón quitaría hasta dos siglos del período. Está<br />
claro que la cronología del TPI merece una nueva investigación detenida.<br />
Mejorando la cronología asiria<br />
Se ha visto anteriormente que no todas las cronologías regionales del antiguo<br />
Oriente dependen directa o indirectamente de Egipto. Las excepciones principales son la<br />
cronología bíblica, la cronología de Asiria y otras cronologías que dependen de estas dos.<br />
En esta sección se examina la posibilidad de mejorar la cronología asiria. Las bases de la<br />
cronología asiria son seguras a partir del eclipse de 763 aC, y posiblemente también a<br />
partir del inicio de la Lista de epónimos en 891 aC. 108<br />
107 Ibid., xix-xxii.<br />
108 Ibid., 209-215.<br />
257
Para fechas anteriores la cronología asiria depende exclusivamente de la Lista de<br />
reyes de Asiria. Este documento es poco comprendido, en parte por la falta de<br />
información y en parte porque normalmente no se consulta directamente, sino a través de<br />
tablas que son resúmenes de las deducciones cronológicas hechas de ella. La situación es<br />
formalmente similar a la dependencia de la cronología egipcia de resúmenes antiguos de<br />
los datos cronológicos de la obra de Manetón, y crea dificultades similares.<br />
El texto completo de las listas asirias incluye muchos detalles que no aparecen en<br />
las tablas cronológicas. La Lista de reyes provee, normalmente, el nombre del rey, el<br />
nombre de su padre y el número de años que reinó. En algunos casos, se añaden otros<br />
detalles. Las tablas cronológicas trasforman estos números en fechas consecutivas y<br />
quitan al lector la posibilidad de evaluar la relación entre los datos de la lista y las<br />
fechas. 109<br />
La cronología asiria se relaciona con la cronología egipcia durante los siglos VIII y<br />
VII aC a través de inscripciones, referencias bíblicas y otros documentos, pero, a pesar de<br />
conexiones sólidas con el Canon de reyes, no se han aclarado del todo las relaciones entre<br />
Asiria y Egipto durante este período. 110 Las dos cronologías se relacionan también a<br />
través de múltiples referencias en las cartas de Amarna que conectan el Imperio Hitita,<br />
Asiria, Babilonia, Siria, Palestina y Egipto y todas las regiones cuya cronología depende<br />
de ellos.<br />
Las cartas de Amarna proveen mucha información de gran interés para el<br />
estudiante de las narraciones bíblicas. Un tema, antes muy discutido, es la aparición de<br />
258<br />
109 Thiele, “The Assyrian Eponym List”, Mysterious Numbers: 209-215; “The Assyrian King List”,<br />
en tomo 2 de Pritchard, Anthology: 199-202; J. A. Brinkman, “Mesopotamian Chronology of the Historical<br />
Period”, en A. L. Oppenheim y E. Reiner, Ancient Mesopotamia: Portrait of a Dead Civilization (1977):<br />
335-348.<br />
110 Gardiner, Egypt: 340-351; J. Bright, A History of Israel (1972): 265-323.
los habiru en las cartas y su posible relación con los hebreos bíblicos. 111 Muchos lugares<br />
mencionados en las cartas aparecen también en las narraciones bíblicas. Las cartas<br />
revelan que hubo varias ciudad-estado en las llanuras de Palestina en esta época y sólo<br />
dos estados importantes, Siquem y Jerusalén, en los cerros centrales. Esta realidad<br />
geopolítica recuerda los escenarios bíblicos del tiempo de los jueces y la monarquía<br />
unida. 112<br />
Cualquier modificación a la cronología de Egipto que afecta la fecha de d.XVIII<br />
obligaría también a modificar la cronología asiria para conservar los sincronismos que<br />
dependen de las cartas de Amarna. La misma situación no obtendría con respecto a la<br />
cronología bíblica porque no hay sincronismo bíblico seguro con d.XVIII. Si la<br />
identificación de Sisac con Shoshenq se descartara las conexiones cronológicas más<br />
antiguas entre las narraciones bíblicas y los pueblos vecinos serían los sincronismos<br />
asirios del siglo IX, VIII y VII aC.<br />
Existen dos variantes de la Lista de epónimos para períodos anteriores al eponimato<br />
de Ninurta-Nasir (783 aC). Los tres nombres anteriores a Ninurta-Nasir aparecen en<br />
ambas variantes en orden distinto. El eponimato anterior a estos en la variante larga es de<br />
Balatu, cuyo nombre no aparece en la variante corta. 113 Las variantes permiten elaborar<br />
dos cronologías para fechas anteriores a 786 aC, y en la cronología más larga las fechas<br />
tienen un año más. Thiele demostró que la cronología más corta concuerda con la<br />
costumbre de nombrar al rey como epónimo en su segundo año. La adopción de la<br />
111 R. De Vaux, Historia Antigua de Israel (1975): 120-126, 214-219.<br />
112 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 153-159.<br />
113 Thiele, Mysterious Numbers: 46-50.<br />
259
versión corta de la lista obliga a reconocer que la lista tuvo dos epónimos en el año que<br />
corresponde a 786 aC. 114<br />
Thiele no pudo explicar en forma convincente esta anomalía y el enigma aun no se<br />
resuelve. El fenómeno de variantes en una lista oficial, que existía para eliminar dudas<br />
sobre el nombre del año, llama la atención. Puede tener una explicación sencilla, pero<br />
podría indicar también que hubo un cambio en el sistema de epónimos en ese año. Un<br />
copista pudo haber encontrado más nombres que esperaba, y su intento de eliminar la<br />
anomalía le llevó a producir la variante larga que tiene un epónimo por año. Si hubo<br />
algún cambio en el sistema de epónimos es necesario intentar comprenderlo para poder<br />
evaluar su efecto en la cronología de períodos anteriores al cambio.<br />
E. J. Bickerman observó que en Sumer hubo la costumbre de ligar la duración del<br />
año al período de servicio de algún oficial, y que la práctica produjo años de duración<br />
variable. El año en Babilonia era el tiempo trascurrido entre dos festivales de Año Nuevo<br />
o akitu, y en las épocas más tempranas hubo dos akitu en cada período de doce meses. 115<br />
El akitu existió desde el inicio de la historia de Mesopotamia, y fue ligado a los<br />
equinoccios, que ocurren dos veces al año, y al año agrícola de dos estaciones por año. Se<br />
celebraba dos veces al año en Ur, y representaba la renovación de la jurisdicción del dios-<br />
luna sobre la ciudad. Con el tiempo el festival se desligó de los equinoccios, pero se<br />
seguía celebrando, y fue copiado por otras ciudades. 116<br />
La periodicidad semestral de los akitu en épocas tempranas contrasta con el<br />
calendario civil de doce meses que también es documentado desde estas épocas. El uso<br />
de semestres para algunos propósitos, y años para otros, persistió hasta los períodos más<br />
114 Ibid.<br />
115 E. J. Bickerman, Chronology of the Ancient World (1980): 64-65.<br />
116 M. E. Cohen, The Cultic Calendars of the Ancient Near East (1993): 453.<br />
260
tardíos como, por ejemplo, en los diarios astronómicos que se conocen a partir de 652 aC.<br />
La mayoría de estos diarios contiene observaciones de la posición de la luna durante el<br />
primer, o segundo, semestre del año civil de doce meses. 117<br />
En el siglo VI aC el akitu fue el festival principal de Babilonia. Se celebraba cada<br />
doce meses, y duraba once días durante los cuales la imagen del dios salió de la ciudad a<br />
un templo. Durante la ceremonia el rey tuvo que dejar sus símbolos de autoridad, fue<br />
golpeado por un sacerdote y obligado a jurar al dios que cometió pecado durante el año.<br />
Luego el rey tomó la mano del dios, y el dios regresó a la ciudad en procesión triunfal. 118<br />
Estos detalles indican que no fue solamente el dios que renovaba su jurisdicción<br />
sino también el rey, como su subordinado, lo hacía también. Si la renovación de la<br />
autoridad del rey se asociaba con el akitu desde la época cuando se celebraba<br />
semestralmente, habría que concluir que los períodos de los reyes tempranos de<br />
Mesopotamia fueron semestres. Esta posibilidad recuerda la anomalía de dos nombres<br />
para un año en la Lista de epónimos. Si contaban los semestres y no los años de los reyes<br />
tempranos del sur, también podrían haberlo hecho en el norte. La explicación del año con<br />
dos epónimos podría estar relacionada con tales fenómenos. En tal caso este año de dos<br />
epónimos podría señalar, por ejemplo, el momento de abandono de un sistema semestral<br />
de epónimos para reemplazarlo con el sistema anual conocido. La aceptación de tal<br />
explicación tendría implicaciones importantes para la cronología para períodos anteriores<br />
al año en cuestión.<br />
En Egipto, en las primeras épocas, se ligaron los períodos de reinado con el conteo<br />
del ganado. Gardiner dice que las fechas se refirieron al ‘tiempo del conteo número tal’ o<br />
117 F. R. Stephenson y C. B. F. Walker, Halley’s Comet In History (1985): 13-15.<br />
118 Oppenheim, Ancient Mesopotamia: 122.<br />
261
al ‘tiempo después del conteo número tal’. Dice que el conteo se hizo cada segundo año y<br />
que estas fechas no aparecen a partir de dinastía XI. Gardiner sugiere que los conteos<br />
volvieron anuales, y observa que el grupo jeroglífico usado para referirse al intervalo<br />
contado no significa ‘año’ sino ‘ocasión’. 119<br />
La discusión de períodos semestrales de reinado en Mesopotamia sugiere una<br />
explicación alternativa para los conteos bienales de ganado. Si volvieron anuales los<br />
conteos, como sugiere Gardiner, ¿por qué se hizo este cambio? Podría ser que el cambio<br />
que ocurrió fue otro, el de contar períodos semestrales a contar períodos anuales. 120 La<br />
implicación sería que los reyes egipcios tempranos contaban semestres y no años, y<br />
solamente contaron años de doce meses a partir de d.XI.<br />
La posibilidad que los períodos sumados para calcular los reinados de reyes<br />
tempranos fueron semestres debe ser investigada seriamente. Las cronologías de<br />
referencia vigentes presuponen que los períodos de reinado fueron sumas de períodos<br />
calendarios de doce meses. Si fueron de seis meses en períodos tempranos se tendría que<br />
cambiar drásticamente las cronologías de estos períodos.<br />
El autor de la Lista de reyes de Sumer pensó que una sola dinastía gobernó a la vez,<br />
y que el poder pasó secuencialmente de una ciudad a otra, pero Jacobsen demostró que<br />
muchas las dinastías de esta lista fueron contemporáneas. 121 Un fenómeno similar ocurre<br />
con el esquema de dinastías egipcias que coloca en secuencia los reyes de d.XXII, XXIII,<br />
XXIV y XXV sin indicar que muchos de ellos fueron contemporáneos. Las cartas de<br />
262<br />
119 Gardiner, Egypt: 69-71.<br />
120 Los períodos promedios de gestación de los animales domésticos principales son: 279-292 días<br />
para vacas, 145-155 cabras, 112-115 chanchos y 144-151 ovejas, 365 asnos, alrededor de 410 días para el<br />
camello bactriano y 330-342 días para los caballos. “Average Animal Gestation Periods and Incubation<br />
Times”, MSN Encarta, 2008, 17 may. 2008, .<br />
121 Jacobsen, Sumerian King List (1939).
Amarna demuestran que hubo reyes contemporáneos en muchas ciudades de Palestina, y<br />
mencionan también reyes grandes que gobernaron regiones más extensas.<br />
Estos datos indican que la cronología antigua de Asiria y Babilonia tiene que tomar<br />
en cuenta la posibilidad que las listas de reyes, que son la columna vertebral de la<br />
cronología vigente, pueden ocultar reinados, y aun dinastías, contemporáneas, cambios de<br />
período de calendario y conteos semestrales en vez de anuales. Al comprobarse que<br />
alguna de estas posibilidades realmente fue practicada, se tendría que rectificar la<br />
cronología de referencia. James tiene una larga discusión de tales posibilidades y sus<br />
implicaciones para la cronología temprana de Asiria. 122<br />
Posibilidades nuevas para la arqueología bíblica<br />
¿Qué efecto tendría un cambio sustancial en la fecha de Shoshenq I en los debates<br />
de arqueología y Biblia? La invasión de Shoshenq se ha asociado con la destrucción de<br />
numerosos sitios en el territorio de Israel y el entorno del territorio de Judá. Los estratos<br />
destruidos, según A. Mazar, pertenecen al final del Hierro IIA, e incluyen Meguido IVB-<br />
VA y los demás niveles ‘salomónicos’. 123 Si se tuvieran que bajar las fechas de Shoshenq<br />
en un siglo o más, se tendrían que bajar las fechas del período Hierro IIA por el mismo<br />
número de años. Tal cambio comprimiría los estratos de los períodos Hierro IIB-C en un<br />
período de tiempo más corto que lo contemplado tradicionalmente.<br />
La cronología baja de Finkelstein le indica que las destrucciones señaladas por<br />
Mazar ocurrieron medio siglo después del tiempo de Shoshenq. 124 Si tiene razón se<br />
bajaría la fecha de muchos estratos en medio siglo más. Al bajar la fecha de los estratos,<br />
122 James, Centuries: 261-310.<br />
123 Mazar, Archaeology: 395-398.<br />
124 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed: 161-162, 231-232.<br />
263
se mantendría la relación tradicional entre ellos y la cronología egipcia, porque las fechas<br />
de los estratos son derivadas de la cronología egipcia. Las asociaciones tradicionales<br />
entre los estratos y la monarquía hebrea y Asiria sí cambiarían, porque las fechas bíblicas<br />
y asirias son independientes de la cronología egipcia en la Edad de Hierro. El efecto sería<br />
como si los ocupantes bíblicos y asirios de un edificio de muchos pisos tuvieran que ser<br />
reubicados uno o dos pisos más arriba, pero los ocupantes egipcios no. El efecto en la<br />
interpretación histórica de los estratos más tardíos del Hierro II sería menor que en los<br />
estratos más tempranos.<br />
El efecto de bajar las fechas de Shoshenq en la interpretación de la arqueología del<br />
Imperio de Salomón podría ser dramático. Finkelstein ha demostrado que no hay mucha<br />
posibilidad de relacionar los eventos del relato bíblico de Salomón con la arqueología del<br />
Hierro I, 125 y se tendría que intentar ligar las construcciones de Salomón con la<br />
arqueología del Bronce Superior. Temas como la inscripción de Merenptah que menciona<br />
Israel, los habiru de las cartas de Amarna y los paralelos literarios entre los textos de<br />
Ugarit y pasajes del Antiguo Testamento adquirirían un nuevo contexto histórico. Habría<br />
que recordar también que los reyes egipcios del período Amarna intercambiaron cartas<br />
con los reyes de Asiria y Babilonia.<br />
Bajar las fechas de Shoshenq I crearía nuevos contextos para episodios como el<br />
reinado de Abimelec y la destrucción de Siquem (Jue. 9), la victoria de Débora y Barac<br />
sobre Sísara y Jabín (Jue. 4-5), la conquista israelita de Canaán y el éxodo. El efecto de<br />
bajar las fechas egipcias en estos períodos podría ser acentuado por la rehabilitación de la<br />
125 Finkelstein y Silberman, Bible Unearthed y los artículos citados anteriormente.<br />
264
fecha temprana del éxodo. La mayor parte de las objeciones a la teoría de Bimson<br />
desaparecerían si la fecha de Shoshenq fuera reducida por un siglo y medio. 126<br />
Una reducción sustancial en las fechas de Shoshenq causaría una reducción similar<br />
en las fechas de todas las dinastías anteriores a d.XXII y en las fechas de todos los<br />
períodos arqueológicos. Podrían encontrarse soluciones nuevas a problemas antiguos<br />
como la fecha de los muros de Jericó. Garstang identificó los muros que cayeron en<br />
presencia del ejército de Josué, pero Kenyon demostró que las cerámicas asociadas eran<br />
del Bronce Inferior. Si Garstang tuvo razón en cuanto a la identificación de los muros,<br />
Kenyon ha demostrado que la conquista ocurrió al final del Bronce Inferior. 127<br />
La posibilidad de ubicar el éxodo y la conquista al final del Bronce Inferior ha sido<br />
argumentado seriamente, y en forma independiente, por Courville, 128 Vaninger, Anati y<br />
Cohen 129 Sus argumentos no fueron ni consistentes ni convincentes, pero si fuera<br />
recalibrada la cronología egipcia los especialistas podrían comenzar a explorar las nuevas<br />
posibilidades con la paciencia y tenacidad que han mostrado hasta la fecha. Los cambios<br />
cronológicos propuestos por James tendrían un impacto general en las reconstrucciones<br />
históricas de las edades de Bronce y Hierro. 130<br />
Dever, Finkelstein y otros han demostrado en forma convincente que el éxodo y la<br />
conquista, tal como los relatan los libros bíblicos, no ocurrieron en la transición entre el<br />
Bronce Superior y la Edad de Hierro. El resultado negativo contundente hace pensar que<br />
se requiere una hipótesis radicalmente nueva, como la de bajar las fechas de Shoshenq,<br />
para animar a los arqueólogos a examinar posibilidades frescas.<br />
126 Bimson, Exodus: 106-171.<br />
127 Kenyon, “Jericho”.<br />
128 Courville, Exodus Problem.<br />
129 Stiebing, Out of the Desert: 123-148.<br />
130 P. James, Centuries of Darkness (1991); D. Rohl, Test of Time (1995).<br />
265
Resumen<br />
Cada área especializada de estudio histórico requiere un esquema cronológico. Las<br />
comunidades académicas de campos afines combinan sus esquemas especializados en un<br />
conjunto de esquemas compartidos. El paradigma cronológico es la totalidad de tales<br />
consensos entre comunidades académicas. El paradigma creció a través de un largo y<br />
complejo proceso que duró muchos siglos. Es flexible, e incluye anomalías,<br />
incoherencias y problemas no resueltos. Es propagado por la literatura de referencia, y se<br />
mantiene mientras los consensos cronológicos que lo conforman siguen en uso.<br />
Una característica de los estudios del antiguo Oriente es la larga vida de las teorías<br />
y esquemas cronológicos. A veces el prestigio merecido de un maestro respetado en su<br />
campo especializado ha sido transferido a sus opiniones fuera de este campo. Algunos<br />
elementos fundamentales de los esquemas cronológicos vigentes originaron así, y han<br />
adquirido, con el tiempo, una autoridad canónica casi incuestionable.<br />
Otra característica relacionada de las discusiones cronológicas es que son<br />
conducidas por personas que no se dedican a la integración y evaluación de los esquemas<br />
cronológicos. La falta de especialistas en esta área ha contribuido al estado fragmentado y<br />
poco coherente del paradigma cronológico vigente.<br />
El movimiento de cronología alternativa que originó en las especulaciones<br />
cosmológicas de I. Velikovsky produjo propuestas originales. Varias de ellas no tuvieron<br />
sustento adecuado, pero las más destacadas han sido duraderas, y merecen reflexión seria.<br />
Entre ellas están la propuesta de Courville de ubicar el éxodo al final del Bronce Inferior,<br />
la propuesta de Bimson de ubicarlo al final del Bronce Intermedio y la propuesta de<br />
James de bajar las fechas ancla de las edades de Bronce y Hierro.<br />
266
James argumenta que las edades oscuras en la transición entre la Edad de Bronce y<br />
Hierro en varias regiones son una ilusión creada porque se ha exagerado el intervalo entre<br />
el período micénico y el período de las cerámicas griegas. Traza el origen de este<br />
problema a la cronología egipcia, y señala las fechas Sothis y la identificación de<br />
Shoshenq con Sisac como la raíz del problema. James propone rechazar estas fechas<br />
ancla, y reconstruir la cronología del Tercer Período Intermedio (TPI), reduciendo<br />
sustancialmente su duración.<br />
267<br />
La comunidad académica debatió en forma breve y superficial esta propuesta. Los<br />
que respondieron a James no analizaron sus argumentos, pero usaron errores en su<br />
reconstrucción tentativa como pretexto para rechazar su propuesta en forma definitiva.<br />
Está pendiente todavía una evaluación profunda, minuciosa e integral de la solidez del<br />
paradigma cronológico vigente.<br />
Los criterios para tal evaluación deben incluir (i) la consideración de las<br />
presuposiciones detrás de los esquemas cronológicos, y (ii) las anomalías, incoherencias<br />
y contradicciones de estos esquemas. Deben considerar (iii) las características del<br />
paradigma y las comunidades académicas, (iv) la dependencia de muchas cronologías<br />
regionales del esquema dinástico egipcio, (v) la importancia fundamental de la cronología<br />
del TPI en la cronología egipcia y (vi) el rol clave de la identificación de Shoshenq con<br />
Sisac en la cronología de este período. Además deben considerar (vii) la solidez de la<br />
cronología de Asiria y (viii) la solidez de las fechas de los períodos arqueológicos.<br />
Las consideraciones epistemológicas que juegan un rol en los debates cronológicos<br />
incluyen los méritos de las estrategias de verificación y falsificación, la convicción que<br />
las narraciones bíblicas pueden o no contribuir al conocimiento de eventos pasados y los
procesos sujetivos inherentes en la definición de los loci, estratos y secuencias de las<br />
excavaciones.<br />
El sistema de referencia cronológica ha servido como árbitro en muchos debates de<br />
arqueología y Biblia, y este rol es poco comprendido. Los datos arqueológicos se<br />
relacionan con la cronología de referencia a través de los períodos arqueológicos, cuyas<br />
fechas dependen de la cronología egipcia. Las secuencias de eventos narrados en los<br />
textos bíblicos se relacionan con la cronología de referencia a través de la cronología<br />
bíblica, y a través de las fechas de origen atribuidas a los libros bíblicos.<br />
Las anomalías del paradigma cronológico son toleradas por la comunidad<br />
académica. Las conocen bien y, muchas veces, han ejercido esfuerzos considerables para<br />
eliminarlas. Una propuesta de revisión cronológica enfocada en señalar las anomalías del<br />
paradigma es innecesaria y no sería bien recibida. Las propuestas deben enfocarse en la<br />
explicación de lo necesario para su comprensión, la resolución de problemas reales, la<br />
presentación completa y transparente de los datos pertinentes y la integración de los<br />
conocimientos cronológicos.<br />
La evaluación de la cronología egipcia hecha por Ward revela que el consenso<br />
general de apoyo para la cronología tradicional se ha roto. Las teorías astronómicas que<br />
apoyan las fechas ancla Sothis se han ido para siempre, y las fechas mismas permanecen<br />
en uso por inercia. La secuencia dinástica es confirmada por sus múltiples relaciones con<br />
la secuencia estratigráfica general. La fecha segura más antigua de la cronología egipcia<br />
es 664 aC. James demuestra que varias cronologías regionales dependen de la cronología<br />
egipcia, y esta conclusión, con la de Ward, indica la necesidad urgente de evaluar en<br />
forma integral el paradigma cronológico.<br />
268
Si las fechas Sothis ya no son anclas cronológicas firmes todas las fechas fijas<br />
previas al TPI en Egipto desaparecen. La cronología del período debe ser reconstruida a<br />
partir de su fecha final, 664 aC. Estrategias para acortar la cronología que dependen de<br />
proponer la contemporaneidad de d.XXI y dXXII no son viables. Dinastías XXII-XXV sí<br />
fueron, en parte, contemporáneas, pero no se han comprendido todavía todas sus<br />
relaciones cronológicas.<br />
La lista de ciudades de Shoshenq I y el relato bíblico de la invasión de Sisac se<br />
refieren a circunstancias diferentes, y estudios recientes de la lista concluyen que no<br />
reporta una campaña contra Israel, sino que enumera los enemigos de Egipto en la zona<br />
fronteriza para exaltar la autoridad del rey. Reconstrucciones históricas que combinan los<br />
datos de la lista con el relato bíblico dependen de suponer que la identificación de<br />
Shoshenq con Sisac es segura. Tales reconstrucciones no pueden ser usadas para evaluar<br />
la solidez de la identificación porque presuponen lo que se tendría que comprobar.<br />
La cronología asiria es sólida para fechas después de 763 aC, el año del eclipse de<br />
Bur-Sagale. La versión ininterrumpida de la Lista de epónimos probablemente garantiza<br />
la solidez de la cronología desde su comienzo en 891 aC. Para fechas anteriores la<br />
cronología asiria depende de un documento poco comprendido, la Lista de reyes de<br />
Asiria. Las cartas de Amarna demuestran que Assuruballit I fue contemporáneo con los<br />
reyes Amarna de d.XVIII. La lista podría esconder dinastías paralelas o corregencias, y<br />
las deducciones cronológicas hechas a base de sus datos deben ser confirmadas por datos<br />
independientes.<br />
La solidez de las fechas arqueológicas debe ser evaluada cuidadosamente. En<br />
269<br />
Palestina muchas fechas tradicionales dependen de consideraciones tipológicas más que
estratigráficas, porque fueron fijadas a base de la tipología cerámica antes del desarrollo<br />
pleno de las técnicas de excavación estratigráfica y exploración de superficie. Una<br />
posible fuente de error es la costumbre de concluir de la ausencia de grupos cerámicos de<br />
una secuencia de estratos que hubo una interrupción en la continuidad de ocupación. Tal<br />
ausencia puede tener otras explicaciones.<br />
Hay lugar para mejorar la calidad de las discusiones cronológicas, especialmente en<br />
cuanto a la confrontación de datos de excavación con datos textuales. Se requieren<br />
propuestas serias para mejorar la cronología egipcia y corregir las fechas ancla de la<br />
secuencia estratigráfica. La simple defensa de la cronología tradicional ya no convence, y<br />
la simple presentación de esquemas cronológicos nuevos no convencerá la comunidad<br />
académica a abandonar fechas tradicionales que son parte de su lenguaje de<br />
comunicación y de la atmósfera de cultura institucional que toda la comunidad académica<br />
respira.<br />
La construcción de una nueva cronología egipcia debe comenzar con la<br />
reconstrucción de la cronología del TPI, sin apelar a las fechas Sothis o la identificación<br />
de Sisac con Shoshenq. La cronología de Kitchen fue plausible dentro del marco de sus<br />
presuposiciones, pero si se rechazan sus fechas ancla, se podrían reconsiderar sus<br />
decisiones críticas.<br />
Una de estas decisiones fue asignar hasta dos siglos más que Manetón a la duración<br />
total del período. Otra fue adoptar un reinado de 35 años para Osorkon I, en vez de los 15<br />
años indicados por Manetón y los monumentos. Una tercera decisión fue atribuir ciertos<br />
hallazgos a un rey hipotético Osorkon IV cuando podrían ser atribuidos a uno de los tres<br />
Osorkon de d.XXII o a Osorthôn de d.XXI.<br />
270
Las bases para la cronología de Asiria son las fechas respaldadas por la Lista de<br />
epónimos, el Canon de reyes y otros documentos a partir de 891 aC, y el sincronismo de<br />
Amarna. Materiales a usar para extender la cronología segura hacia el pasado incluyen<br />
inscripciones, documentos, secuencias estratigráficas y las listas de reyes de Asiria,<br />
Babilonia y Sumer. Además de las posibles corregencias y dinastías paralelas escondidas<br />
en estas listas, se debe considerar la posibilidad que algunos cálculos antiguos se basaron<br />
en períodos semestrales, estacionales o mensuales.<br />
Bajar las fechas del TPI bajaría las fechas de las dinastías anteriores a d.XXI, y se<br />
tendría que establecer nuevas fechas ancla para los períodos arqueológicos. Las fechas de<br />
los períodos arqueológicos bajarían, pero las fechas de los eventos bíblicos no bajarían, y<br />
se tendrían que asociar los eventos de la historia bíblica con períodos más tempranos que<br />
lo acostumbrado. Se abrirían nuevas posibilidades como asociar el Imperio de Salomón<br />
con el Bronce Superior, asociar el período de los jueces con el período de los hicsos,<br />
asociar el éxodo y la conquista con el final del Bronce Intermedio, o Inferior, y asociar la<br />
coalición de reyes orientales de Génesis 14 con el Bronce Inferior o el Calcolítico.<br />
271
CAPÍTULO 6<br />
CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS<br />
Los resúmenes al final de cada capítulo contienen los resultados de las varias<br />
investigaciones hechas en relación con el paradigma cronológico vigente para el antiguo<br />
Oriente y no se repiten aquí. En las secciones que siguen se reflexiona en forma más<br />
global sobre el trabajo hecho, se enfatizan las conclusiones principales y se hacen algunos<br />
comentarios en cuanto a la pertinencia de la investigación para la educación teológica.<br />
El origen y desarrollo del paradigma<br />
Los cronólogos de distintas épocas plantearon los problemas cronológicos de<br />
distintas maneras, y usaron los datos y métodos disponibles para proponer soluciones. A<br />
través del tiempo se elaboraron esquemas cronológicos de amplio alcance que fueron<br />
adoptados como sistema de referencia cronológica por muchas personas. De esta manera<br />
fueron creados los consensos cronológicos, que, a lo largo del tiempo, fueron<br />
modificados. La historia del desarrollo del sistema de referencia cronológica permite<br />
visualizar en forma panorámica los datos, métodos, problemas, soluciones y propuestas<br />
pertinentes a la comprensión del paradigma cronológico vigente, y asienta algunas bases<br />
para su evaluación.<br />
Desde el tiempo del Imperio Persa hasta el siglo XIX los elementos centrales del<br />
paradigma cronológico fueron la cronología egipcia y la cronología de los patriarcas,<br />
jueces y reyes de Israel. Los datos egipcios fueron extraídos de Herodoto y Manetón, y<br />
los de Israel fueron extraídos, mayormente, del Antiguo Testamento.
Se estudiaron estos datos por métodos literarios. Herodoto contó los relatos<br />
históricos que recopiló en Egipto a los griegos. Su esquema cronológico fue evaluado por<br />
Manetón, que escribió para los egipcios helenizados. Los esquemas de Herodoto y<br />
Manetón fueron revisados y presentados por Josefo a los judíos, por Africano y Eusebio a<br />
los cristianos romanos y por Sincelo a los bizantinos medievales.<br />
Estas discusiones produjeron esquemas cronológicos duraderos como el esquema<br />
de reyes egipcios de Herodoto, el esquema de dinastías egipcias basado en la obra de<br />
Manetón, el esquema de olimpiadas de Eratóstenes, el esquema de jubileos de los judíos,<br />
las cronologías bíblicas de judíos y cristianos, el Canon de reyes de Ptolomeo y las tablas<br />
cronológicas de la Cronica de Eusebio.<br />
Las discusiones cronológicas cristianas e islámicas del período medieval, y las del<br />
Renacimiento, Reforma Protestante e Ilustración Europea no añadieron elementos<br />
duraderos al sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente. Aunque Newton<br />
fue uno de los arquitectos principales del pensamiento científico moderno, su propuesta<br />
cronológica fue pre-científica, y fue centrada en la discusión de documentos antiguos.<br />
Combinó el esquema de Herodoto con cálculos astronómicos para asignar fechas más<br />
bajas a los eventos de la historia griega. La propuesta de Newton dominó las discusiones<br />
cronológicas por más de un siglo hasta mediados del siglo XIX.<br />
El desciframiento y lectura de documentos antes desconocidos en la segunda mitad<br />
del siglo XIX condujo a la creación de nuevos elementos fundamentales para los<br />
esquemas de referencia cronológica. El esquema dinástico de Manetón remplazó en<br />
forma definitiva al esquema de Herodoto, Sisac fue identificado con Shoshenq I, se<br />
273<br />
inventó la teoría del ciclo de Sothis y se desarrolló una nueva cronología asiria a base de
la Lista de epónimos. Durante la segunda mitad del siglo XIX los cambios de<br />
cosmovisión asociados con las nuevas ciencias, el desarrollo de nuevas metodologías<br />
críticas y el redescubrimiento del antiguo Oriente disminuyeron sustancialmente el rol de<br />
la cronología bíblica en el paradigma cronológico.<br />
Durante el siglo XX los avances significativos en el conocimiento del antiguo<br />
Oriente, y el desarrollo de la arqueología no modificaron sustancialmente las bases del<br />
paradigma cronológico. El sistema de referencia cronológica para el antiguo Oriente<br />
desarrollado durante el siglo XIX sigue vigente hoy.<br />
La arqueología y el paradigma<br />
La gran cantidad de literatura hoy disponible sobre la arqueología del antiguo<br />
Oriente, y su alto grado de especialización crean dificultades considerables para el<br />
estudiante de la cronología. Los datos con los cuales tiene que trabajar están dispersos y<br />
escondidos en una montaña de información técnica difícil de accesar.<br />
Los resultados de la exploración arqueológica de Egipto, Mesopotamia y la Tierra<br />
Santa se han acomodado, y se siguen acomodando, dentro del paradigma cronológico<br />
tradicional. Sin embargo, se pueden notar algunos desarrollos en los esquemas<br />
cronológicos de consenso entre los arqueólogos que, a lo largo, probablemente<br />
modificarán algunas de las fechas ancla del paradigma tradicional.<br />
Se pueden identificar cuatro fases en el desarrollo del sistema de referencia<br />
cronológica de los arqueólogos de la Tierra Santa. En la fase inicial, hasta la Primera<br />
Guerra Mundial, hubo un caos mientras cada excavador elaboró su propia cronología.<br />
274<br />
Durante la segunda fase, entre las dos guerras mundiales, se partió del consenso Garstang
y la cronología de Albright llegó a ser la columna vertebral de las reconstrucciones<br />
históricas basadas en datos bíblicos y el análisis tipológico de las cerámicas.<br />
Una tercera fase se inició con el establecimiento de las escuelas israelí de<br />
arqueología. Adoptaron el esquema cronológico de Albright e implentaron técnicas de<br />
excavación y métodos de análisis cada vez más sofisticados. La cuarta fase, que se viene<br />
desarrollando recientemente, es caracterizada por la discusión de las fechas radiocarbono<br />
con su potencial de crear un sistema de referencia cronológica independiente de los textos<br />
antiguos.<br />
La referencia cronológica principal para los arqueólogos del antiguo Oriente es la<br />
secuencia de períodos arqueológicos que funciona como resumen de la secuencia<br />
estratigráfica general. Las fechas ancla de esta secuencia fueron importadas de la<br />
cronología egipcia (¿para Mesopotamia también?), y, hasta ahora, las nuevas fechas<br />
radiocarbono se acomodan al paradigma cronológico tradicional.<br />
La interpretación de los resultados de las excavaciones no es sencilla. Cada<br />
artefacto mencionado en los reportes arqueológicos se relacionó, en el momento de su<br />
registro, con un locus, un estrato y una secuencia estratigráfica. Cada artefacto excavado<br />
también se relaciona, a través del reporte de excavación, con el esquema de períodos<br />
arqueológicos, con la secuencia estratigráfica general y con la cronología usada para<br />
asignar fechas. Estas asociaciones cronológicas son atributos básicos de cada artefacto<br />
que aparece en los reportes de excavación.<br />
Sus atributos cronológicos acondicionan la manera en que los artefactos pueden ser<br />
usados en la reconstrucción de eventos pasados. Esta conclusión tiene importancia para la<br />
275<br />
evaluación de reconstrucciones históricas hechas a base de combinaciones de material
excavado y datos textuales. Los datos textuales tienen tambien atributos cronológicos,<br />
pero son diferentes de los de los artefactos excavados.<br />
Las narraciones del Antiguo Testamento y el paradigma<br />
Mientras la cronología bíblica dejaba su rol central en el paradigma cronológico<br />
durante la segunda mitad del siglo XIX, la arqueología venía impactando, cada vez más,<br />
en el estudio de las narraciones del Antiguo Testamento. Hubo tensión entre las fechas<br />
arqueológicas de consenso y las fechas bíblicas tradicionales. Un ejemplo importante de<br />
esta tensión es la existencia de dos fechas para el éxodo. Las dos fechas, la temprana y la<br />
tardía, dependieron de datos bíblicos, pero los usaron de distintas maneras.<br />
Las teorías literarias críticas introdujeron una tercera cronología a los debates de<br />
Biblia y arqueología, la de las fechas adoptadas para el origen de los libros bíblicos y sus<br />
documentos fuente. Esta tercera cronología tiene una influencia importante en las<br />
confrontaciones de textos con material excavado.<br />
La formación de una imagen coherente de eventos pasados a partir de las<br />
narraciones del Antiguo Testamento es un proceso complejo que requiere la toma de<br />
muchas decisiones. Las decisiones determinan el grado de confiabilidad del texto y el<br />
peso de sus datos en la confrontación con datos de excavación. Tanto los datos textuales<br />
como los datos de excavación tienen atributos cronológicos. Los datos de excavación se<br />
relacionan con la cronología de referencia a través de los períodos arqueológicos y la<br />
cronología egipcia. Los eventos bíblicos se relacionan con la cronología de referencia a<br />
través de los datos cronológicos del texto y la cronología adoptada para explicar el origen<br />
de los libros bíblicos.<br />
276
Si la cronología de consenso es correcta esta realidad no tendría importancia para<br />
las reconstrucciones históricas. Si la cronología de referencia tiene errores y tiene que ser<br />
reajustada, tiene una importancia crucial. Cualquier corrección en la cronología de<br />
consenso afectaría los datos bíblicos y los datos arqueológicos de manera distinta, y las<br />
asociaciones tradicionales entre eventos bíblicos y estratos tendrían que ser cambiadas.<br />
Evaluación del paradigma<br />
El paradigma cronológico vigente para el antiguo Oriente tiene defectos, anomalías<br />
e incoherencias. Tal situación es inevitable ya que el paradigma es la totalidad de los<br />
consensos cronológicos usados por comunidades académicas muy diversas. Cada<br />
consenso incluye un conjunto de esquemas cronológicos que se usan para ordenar los<br />
conocimientos de los campos especializados de estudio. Los consensos cronológicos son<br />
incompletos, tentativos, provisionales y mejorables. Funcionan como medio de<br />
comunicación entre disciplinas especializadas, y sus fechas ancla son usadas en forma<br />
rutinaria por todos como el aire que respiramos. Las discusiones cronológicas pueden ser<br />
frustradas si no toman en cuenta esta realidad.<br />
Las propuestas de cambio cronológico y su recepción por las comunidades<br />
académicas que las han evaluado indican que se requiere urgentemente una evaluación<br />
profunda e integral del paradigma cronológico vigente. En la columna vertebral del<br />
paradigma está la cronología egipcia tradicional. Durante las últimas décadas las bases de<br />
esta cronología se han cuestionado de tal manera que ya no hay un consenso general de<br />
apoyo para sus fechas ancla. Las fechas tradicionales siguen en uso por inercia y por falta<br />
de propuestas alternativas coherentes. La fecha sólida más antigua de la cronología<br />
egipcia reconocida hoy por consenso general es 664 aC.<br />
277
Es tarea urgente reconsiderar la cronología egipcia del período inmediatamente<br />
anterior a esta fecha, el Tercer Período Intermedio (TPI). La cronología tradicional de<br />
este período depende de la sumación de reinados de d.XVIII-XX, de las fechas Sothis<br />
para d.XVIII, y de la identificación de Shoshenq con Sisac. Hoy ya no se pueden<br />
mantener las fechas Sothis y la identificación de Shoshenq con Sisac como fechas ancla.<br />
Quedan solamente las sumaciones de reinados de las dinastías y el TPI ha perdido su<br />
fecha segura de inicio. Es tarea urgente reconstruir, a partir de su fecha final, la<br />
cronología de este período con los mejores criterios posibles. El trabajo fundamental de<br />
colección de datos de Kitchen, y las sugerencias todavía no refutadas de James (algunas<br />
han sido refutadas) pueden indicar el camino a seguir.<br />
Tareas complementarias incluyen reajustar la cronología asiria de acuerdo a los<br />
resultados del reajuste que resulte para la cronología egipcia, tomando en cuenta las<br />
fechas seguras que dependen de los epónimos y el sincronismo Amarna. Otra tarea<br />
complementaria es reajustar las asociaciones entre períodos arqueológicos y períodos<br />
bíblicos de acuerdo a la cronología corregida que resulte de los otros procesos<br />
mencionados. Cualquier cambio significativo en la duración del TPI tendrá un efecto<br />
dramático en las asociaciones entre períodos bíblicos y períodos arqueológicos y abrirá<br />
nuevos horizontes para el estudio de los problemas de arqueología y Biblia.<br />
El paradigma cronológico y la educación teológica<br />
¿Qué tiene que ver el paradigma cronológico para el antiguo Oriente con la<br />
educación teológica? Todos los interesados en el antiguo Oriente usamos las fechas del<br />
paradigma cronológico. Si estas fechas están erradas, todos estamos usando fechas<br />
278<br />
erradas. El educador teológico podría responder que esto no le importa y que es asunto de
historiadores especializados en la materia. Tendría razón si existieran tales especialistas,<br />
pero no las hay. Si hacen faltar ¿quién los preparará? ¿Podría ser tarea de los educadores<br />
teológicos?<br />
La respuesta dependería de la concepción de la educación teológica que se tiene. La<br />
educación teológica y los educadores teológicos tienen mucho que ver con los temas<br />
principales tratados en el presente estudio. Tradicionalmente la historia del cristianismo y<br />
la historia del impacto del cristianismo en la sociedad ha sido una parte importante del<br />
currículum de la educación teológica. La historia del paradigma cronológico toca esta<br />
historia en muchos puntos. El paradigma es especialmente pertinente para las partes del<br />
currículum teológico que tienen que ver con la cosmovisión cristiana, y la manera en que<br />
el estudiante integra los conocimientos especializados que adquiere a través de sus<br />
estudios.<br />
Los cambios en el paradigma cronológico están íntimamente relacionados con los<br />
cambios de cosmovisión y los cambios en la relación entre el cristianismo y la sociedad.<br />
De este punto de vista el estudio del paradigma cronológico es tan pertinente a la<br />
educación teológica como el estudio del impacto de la filosofía en las formulaciones<br />
teológicas y las metodologías de estudio bíblico. El tema de la arqueología bíblica ha<br />
estado en el centro de los debates de la defensa de la fe por mucho tiempo. La defensa de<br />
la fe es una prioridad de la educación teológica y los temas centrales de la presente<br />
investigación son directamente pertinentes. El estudio de las escrituras es también<br />
prioridad de la educación teológica y la solidez del paradigma cronológico para el<br />
279<br />
antiguo Oriente es de relevancia para todas las áreas de estudio del Antiguo Testamento.
El paradigma cronológico incide en la explicación del texto bíblico y su contexto cultural<br />
original.<br />
Los temas mencionados están en el centro del quehacer de la educación teológica.<br />
Los educadores teológicos debemos tener interés en los cambios de cosmovisión y los<br />
cambios en la relación entre cristianismo y sociedad. Debemos tener interés en la defensa<br />
de la fe, las maneras en que se ha hecho, los errores cometidos y las posibles estrategias<br />
nuevas a emplear. Debemos tener interés en cambios generacionales de presuposiciones<br />
que afectan la comprensión y aplicación de las narraciones bíblicas.<br />
Debemos tener interés en la interacción de las corrientes de pensamiento,<br />
presuposiciones y conceptos culturales que afectan la integración del pensamiento del<br />
estudiante de teología, y el establecimiento de prioridades de parte de los educadores<br />
teológicos e instituciones de educación teológica. Tal vez no nos toque resolver los<br />
problemas cronológicos señalados, pero sí nos toca comprender sus implicaciones para<br />
nuestra labor.<br />
A la luz de estos comentarios se puede sugerir que el estudio del paradigma<br />
cronológico para el antiguo Oriente debe ser introducido al currículum de la educación<br />
teológica por todas las razones mencionadas. Se podría incorporar tales estudios en forma<br />
apropiada en los cursos básicos de historia, Bíblia, hermenéutica, metodología teológica y<br />
cristianismo y sociedad.<br />
Se podría incluir el estudio de los problemas del paradigma cronológico entre los<br />
temas de investigación especializada de Antiguo Testamento a nivel postgrado y en el<br />
entrenamiento de docentes de Antiguo Testamento. La reducción de las fechas de la<br />
280<br />
cronología dinástica para Egipto abriría nuevas posibilidades para la arqueología bíblica
y haría posible la renovación de una disciplina cansada de debates frustrantes e<br />
interminables que nunca fueron bien comprendidos por sus protagonistas. Esta disciplina<br />
hoy, como durante las últimas décadas del siglo XIX, está en la mira de un sector del<br />
público general que espera contribuciones frescas de los arqueólogos, historiadores y<br />
especialistas de Antiguo Testamento.<br />
Tal vez se podría pensar aún en cómo preparar algunos especialistas en cronología<br />
para orientar a la comunidad en esta área desde el punto de vista de educación teológica.<br />
Si nadie más está entrenando cronólogos ¿por qué no se lo puede hacer en las escuelas de<br />
educación teológica?<br />
Para su implementación efectiva tales propuestas requerirían la creación de libros<br />
de referencia y libros de texto escritos con sensibilidad hacia los problemas del<br />
paradigma cronológico y su rol en la formación de la cosmovisión, los criterios<br />
hermenéuticos y las actitudes hacia la historia. La creación de un cuerpo básico de libros<br />
de texto adecuados a través de un tiempo razonable podría ser la meta principal de un<br />
programa de entrenamiento de cronólogos educadores.<br />
Conclusiones globales<br />
El aporte principal de la presente investigación está en el planteamiento de estudio<br />
integral de los problemas del paradigma cronológico. Muchos han señalado los defectos<br />
de los esquemas cronológicos, y han propuesto reformas del paradigma vigente. Sin<br />
embargo, no existe un estudio general del problema cronológico que integra en forma<br />
armoniosa todas las áreas consideradas aquí.<br />
El paradigma cronológico para el antiguo Oriente está en problemas. Su columna<br />
281<br />
vertebral, la cronología egipcia, está en crisis y requiere renovación. Cualquier cambio
sustancial en las fechas clave de la cronología egipcia tendría ramificaciones múltiples<br />
que incidirían de distintas maneras en el quehacer de los educadores teológicos.<br />
El paradigma cronológico acondiciona de manera sutil las percepciones generales<br />
de la pertinencia de los estudios bíblicos, y es también un componente importante de la<br />
cosmovisión. Los cambios en el paradigma cronológico contemplados en este estudio<br />
pueden ocasionar en el futuro cambios importantes en ambas áreas.<br />
Los procesos de integración de los diversos componentes del pensamiento son de<br />
mayor importancia para los educadores teológicos, y los temas investigados en este<br />
estudio proveen muchas ilustraciones de tales procesos. Una tarea mayor del educador<br />
teológico es orientar y estimular en cuanto a la integración del conocimiento bíblico,<br />
histórico y teológico en un pensamiento sensible a la sociedad y sus problemas. El<br />
estudio del paradigma cronológico puede ayudar en esta tarea.<br />
282
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