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Diario de una Bandera-Comandante Franco - Zona Nacional

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ESTE libro -DIARIO DE UNA BANDERA-, publicado en su primera edición el año<br />

1922, no respon<strong>de</strong> a ningún esquema literario. Su autor, el <strong>Comandante</strong> <strong>de</strong> Infantería don Francisco<br />

<strong>Franco</strong> Bahamon<strong>de</strong>, <strong>de</strong>clara sin ro<strong>de</strong>os, que se ha limitado a recoger «el conciso y verídico relato <strong>de</strong>l<br />

historial <strong>de</strong> <strong>una</strong> BANDERA»; y aña<strong>de</strong>: «a la que el <strong>de</strong>stino brindó el honor <strong>de</strong> <strong>de</strong>rramar<br />

repetidamente su sangre por España». En estas palabras, que tampoco obe<strong>de</strong>cen a estímulos literarios,<br />

resi<strong>de</strong> el secreto <strong>de</strong> las páginas que el <strong>Comandante</strong> <strong>Franco</strong> escribió hace treinta y cuatro años. Se trata,<br />

en efecto, <strong>de</strong> un breve historial que, sin afectación ni aspavientos, encierra <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí toda <strong>una</strong><br />

interpretación <strong>de</strong>l honor español. Pero no sólo <strong>de</strong>l honor, sino <strong>de</strong> su eficaz aplicación al servicio <strong>de</strong><br />

España. Importa sobremanera la honra, pero bien está que nos esforcemos en acompañarla con los<br />

laureles <strong>de</strong>l triunfo.<br />

A las dos soluciones <strong>de</strong>cisivas que se planteó Mén<strong>de</strong>z Núñez -barcos sin honra y honra sin<br />

barcos-, vale la pena <strong>de</strong> añadir <strong>una</strong> tercera que consiste en guardar o conquistar honra y barcos a un<br />

mismo tiempo.<br />

Un corresponsal -Tomás Borrás- escribía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Marruecos, el año 1921: «España tiene hambre<br />

<strong>de</strong> acierto.» La oficialidad que en el Ejército <strong>de</strong> Africa se iba creando representaba precisamente eso: un<br />

fervoroso propósito <strong>de</strong> unir inseparablemente los i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong>l honor con las fecundas retribuciones <strong>de</strong>l<br />

acierto. Clamaban por la obra bien hecha que asegura la victoria.<br />

Entre aquella juvenil y brillantísima generación <strong>de</strong> jefes y oficiales comenzaba a elevarse la<br />

personalidad <strong>de</strong>l <strong>Comandante</strong> <strong>Franco</strong>, que había sido teniente y capitán en las tropas indígenas, y<br />

<strong>de</strong>spués fue comandante <strong>de</strong> la Primera Ban<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> la Legión.<br />

En el DIARIO DE UNA BANDERA la narración es muy escueta. Tanto, que a veces<br />

parece fría. Por ejemplo: durante el primer combate <strong>de</strong> Taxuda (10 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> 1921) cae muerto el<br />

ayudante <strong>de</strong> <strong>Franco</strong>. El DIARIO registrará el hecho <strong>de</strong>l modo siguiente: «En estos momentos cae con<br />

la cabeza atravesada mi fiel ayudante. El plomo enemigo le ha herido mortalmente. Des<strong>de</strong> la guerrilla,<br />

dos soldados conducen su cuerpo inanimado. Con dolor veo separarse <strong>de</strong> mi lado para siempre al fiel y<br />

querido Barón <strong>de</strong> Misena.» Y ésta es <strong>una</strong> <strong>de</strong> las contadas ocasiones en que al autor se extravasa y<br />

<strong>de</strong>sborda un poco la pluma, porque, <strong>de</strong> ordinario, sus comentarios a la muerte circunvagante son mucho<br />

más lacónicos. Véase: «el capitán Cobos, <strong>de</strong> la Legión, cae herido muy grave.» «No es nada -nos dice-<br />

“Un balazo en el vientre. ¡Pobre as <strong>de</strong> las ametralladoras! La herida le había <strong>de</strong> causar la muerte.» O<br />

bien: «De las peñas bajan a un oficial muerto; es el teniente Rodrigo, <strong>de</strong> la quinta Compañía. El<br />

enemigo está muy cerca.»<br />

En otra página leemos: «El teniente Urzáiz, herido en el vientre, pasa cantando en <strong>una</strong><br />

camilla.»<br />

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