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La presencia de lo ausente - Gredos - Universidad de Salamanca

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Lo que más <strong>de</strong>bió seducir a Scully <strong>de</strong> Ryman – ese “guardián funerario <strong>de</strong> la pintura mo<strong>de</strong>rna”,<br />

como le llamó Yves-Alain Bois- fue su <strong>de</strong>scomposición analítica <strong>de</strong>l gesto pictórico,<br />

la explicitación <strong>de</strong> funciones y naturaleza <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s soportes y sujeciones <strong>de</strong>l cuadro, <strong>de</strong> <strong>lo</strong>s materiales<br />

y herramientas, la separación entre carácter e impulso. En Ryman no se trata tanto <strong>de</strong><br />

confirmar la unicidad <strong>de</strong>l acto pictórico frente a la moda consumista como <strong>de</strong> <strong>de</strong>construir la<br />

actividad artística. En el ámbito <strong>de</strong> la pintura, y con sus propios medios, Ryman reflexionó<br />

sobre la condición <strong>de</strong> la pintura y al hacer<strong>lo</strong> <strong>lo</strong>gró <strong>de</strong>limitar con más claridad el discurso crítico<br />

sobre su obra y su propio proce<strong>de</strong>r artístico. En otras palabras, pone cerco al punto cero <strong>de</strong><br />

la pintura, repiensa literalmente su fin y <strong>lo</strong>gra, pese a el<strong>lo</strong>, una obra asombrosamente variada e<br />

inequívocamente suya.<br />

Decía Scully: “El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la pintura abstracta radica en el cambio constante y en la incesante<br />

transformación <strong>de</strong> un estado físico en un estado visual, emocional y espiritual y viceversa.<br />

Y esto só<strong>lo</strong> es referible directamente a situaciones humanas.” Scully menciona así algo<br />

que en sus cuadros apenas pue<strong>de</strong> apreciarse: <strong>lo</strong> físico, <strong>lo</strong> emocional, <strong>lo</strong> humano. Son conceptos<br />

abstractos, que sin embargo parecen señalar una carencia <strong>de</strong> la que el pintor no pudo ser<br />

consciente mientras su quehacer gravitaba en torno a nombres como <strong>lo</strong>s <strong>de</strong> Ad Reinhardt y<br />

Brice Mar<strong>de</strong>n, Agnes Martin y Robert Ryman o Barnett Newman y Kasimir Malévich. Lo que<br />

aquí se anuncia verbalmente no es otra cosa, en última instancia, que la refutación <strong>de</strong> una<br />

estética <strong>de</strong>masiado rígida que renuncia a la composición, a la relación, a <strong>lo</strong>s va<strong>lo</strong>res humanos<br />

y al sentimiento; una estética basada exclusivamente en la experiencia <strong>de</strong> fenómenos ópticos y<br />

plásticos y limitada con el<strong>lo</strong> a la repetición <strong>de</strong> estructuras.<br />

<strong>La</strong> arrogancia <strong>de</strong>l minimalismo neoyorquino, su refinamiento y falta <strong>de</strong> fuerza empezaron<br />

a irritar a Scully y terminaron por hastiarle. Su orientación le parecía <strong>de</strong>l todo elitista y su<br />

obra dirigida a una minoría privilegiada. “Yo, en cambio, quería <strong>de</strong>volver a la pintura su<br />

capacidad <strong>de</strong> comunicación”. El pintor seguirá cultivando la abstracción pero rechazará el<br />

estiramiento y la falta <strong>de</strong> <strong>de</strong>finición <strong>de</strong> una actitud que, en su opinión, había llevado, bajo el<br />

influjo <strong>de</strong>l minimalismo, a la producción en serie y a la simple permutación.<br />

Judd y André, Lewitt y Morris tampoco escapaban a sus críticas. Sus reflexiones teóricas y<br />

sus obras suscitaron opiniones adversas y un <strong>de</strong>cidido rechazo. Pero una con<strong>de</strong>na como la que<br />

hizo Barbara Rose no la habría suscrito Scully ni en <strong>lo</strong>s años setenta ni más tar<strong>de</strong>. Ya en 1965<br />

había escrito sobre el “ABC Art”, que es como ella llamaba <strong>de</strong>spectivamente al minimalismo,<br />

que <strong>lo</strong>s artistas pertenecientes a él, como <strong>lo</strong>s místicos, negaban el yo y la personalidad individual<br />

para instaurar en su lugar el estado semi-hipnótico <strong>de</strong>l vacío <strong>de</strong> conciencia, <strong>de</strong> la quietud<br />

no significante y <strong>de</strong>l pleno anonimato que ya habían buscado <strong>lo</strong>s monjes y yoguis orientales y<br />

místicos occi<strong>de</strong>ntales como el Maestro Eckhart y Miguel <strong>de</strong> Molinos. Vale la pena recordar a<br />

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