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UNIVERSIDAD DE CHILE - FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES<br />

El Autor de la Semana<br />

José Ángel Buesa<br />

Selección de Poesía<br />

El Autor de la Semana - © 1996-2001<br />

Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Chile


El Autor de la Semana - © 1996-2001<br />

Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Chile<br />

José Ángel Buesa: Selección de Poesía<br />

Selección y edición de textos:<br />

© 2001 Oscar E. Aguilera F. (oaguiler@uchile.cl)<br />

Se prohíbe la reproducción comercial de los textos presentados en la serie “El Autor de la<br />

Semana”. Se autoriza la difusión a través de Internet de estos documentos, en otros sitios<br />

aparte de la Universidad de Chile, sólo con fines educativos y de difusión de la literatura,<br />

siempre que se indique la fuente, los detentores de los derechos, traducciones y cualquier<br />

otra información indicada en estas páginaas. La indicación de la fuente debe realizarse<br />

además con un link al sitio original y debe comunicarse al responsable de este sitio, Prof.<br />

Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

.


UNIVERSIDAD DE CHILE - FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES<br />

El Autor de la Semana<br />

José Angel Buesa<br />

José Angel Buesa nació el 2 de septiembre de 1910 en Cruces, ciudad de la antigua<br />

provincia de Las villas, ahora Cienfuegos, Cuba.<br />

Su precocidad lo lleva a incursionar en la poesía a los 7 años de edad, que es cuando<br />

empieza a escribir sus primeros versos. Al llegar a la adolescencia, marcha a Cienfuegos a<br />

continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y<br />

todo el medio ambiente de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta y éste<br />

empieza a plasmar en sus versos la magia destelleante del paisaje que lo rodea. Aún joven,<br />

deja a Cienfuegos para irse a trabajar a la Habana, donde la rutina de su empleo le da<br />

tiempo para tomar parte activa en los grupos literarios existentes en aquel entonces.<br />

Por ese entonces empieza a publicar sus libros, Sus principales obras son: La fuga de las<br />

horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis,<br />

Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria<br />

(todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de<br />

Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo<br />

Oasis y Poeta Enamorado (1949).<br />

Buesa se ve obligado a abandonar Cuba para empezar una peregrinación por varios países,


España, Islas Canarias, El Salvador y Santo Domingo República Dominicana donde muere<br />

en 1982.


José Ángel Buesa<br />

Selección


Carta a usted<br />

Señora:<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Según dicen ya tiene usted otro amante.<br />

Lástima que la prisa nunca sea elegante.<br />

Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,<br />

se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.<br />

Y me parece injusto discutirle el derecho<br />

de compartir sus penas sus goces y su lecho<br />

pero el amor señora cuando llega el olvido<br />

también tiene el derecho de un final distinguido.<br />

Perdón... Si es que la hiere mi reproche... Perdón<br />

aunque sé que la herida no es en el corazón<br />

Y para perdonarme... Piense si hay más despecho<br />

que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.<br />

Pues sepa que una dama con la espalda desnuda<br />

sin luto en una fiesta, puede ser una viuda.<br />

Pero no como tantas de un difunto señor<br />

sino para ella sola, viuda de un gran amor.<br />

Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente<br />

al menos al principio, ya no, naturalmente.<br />

Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,<br />

que según quien lo mire será hermoso o vulgar.<br />

Usted será la flor que según quien la corta,<br />

es algo que no muere o algo que no importa.<br />

O acaso cierta noche de amor y de locura<br />

yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.<br />

Sí... usted juró cien veces ser para siempre mía<br />

yo besaba sus labios pero no lo creía.<br />

Usted sabe y perdóneme que en ese juramento<br />

influye demasiado la dirección del viento.<br />

Por eso no me extraña que ya tenga otro amante<br />

a quien quizás le jure lo mismo en este instante.<br />

Y como usted señora ya aprendió a ser infiel<br />

a mí así de repente me da pena por él.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

2


José Ángel Buesa: Selección<br />

Sí es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta<br />

y yo en otra ventana me olvidé de su puerta<br />

O una tarde de lluvia se iluminó mi vida<br />

mirándome en los ojos de una desconocida.<br />

Y también es posible que mi amor indolente<br />

desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.<br />

Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed<br />

nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.<br />

Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas<br />

pero ni los rosales dan solamente rosas.<br />

Y no digo estas cosas por usted ni por mí<br />

sino por... por los amores que terminan así.<br />

Pero vea señora... qué diferencia había<br />

entre usted que lloraba... y yo que sonreía.<br />

Pues nuestro amor concluye con finales diversos<br />

usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

3


Ala y raíz<br />

Ala y raíz: la eternidad es eso.<br />

Y aquí, de frente al mar, en la ribera,<br />

la vida es como un fruto que cayera<br />

de un alto gajo, por su propio peso.<br />

Ala y raíz. Y el ala, sin regreso,<br />

a la raíz, con sed de primavera:<br />

que así el confín de la emoción viajera<br />

duerme a la sombra del follaje espeso.<br />

(El mar corre descalzo por la arena.<br />

Mi corazón ya casi es sólo mío.<br />

El ancla está aprendiendo a ser antena<br />

y el latido unicorde se hace escala.<br />

Después, libre del tiempo, en el vacío,<br />

Así: ¡mitad raíz y mitad ala!)<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

4


Amor tardío<br />

Tardíamente, en el jardín sombrío,<br />

tardíamente entró una mariposa,<br />

transfigurando en alba milagrosa<br />

el deprimente anochecer de estío.<br />

Y, sedienta de miel y de rocío,<br />

tardíamente en el rosal se posa,<br />

pues ya se deshojó la última rosa<br />

con la primera ráfaga de frío.<br />

Y yo, que voy andando hacia el poniente,<br />

siento llegar maravillosamente,<br />

como esa mariposa, una ilusión;<br />

pero en mi otoño de melancolía,<br />

mariposa de amor, al fin del día,<br />

qué tarde llegas a mi corazón...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

5


Balada del loco amor<br />

I<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

No, nada llega tarde, porque todas las cosas<br />

tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;<br />

sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,<br />

cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.<br />

No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío<br />

saben secretamente que no hay amor tardío.<br />

Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,<br />

la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.<br />

Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,<br />

pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.<br />

II<br />

Amor, el niño loco de la loca sonrisa,<br />

viene con pasos lentos igual que viene a prisa;<br />

pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco<br />

lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.<br />

Así ocurre que un niño travieso se divierte,<br />

y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.<br />

Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,<br />

porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.<br />

Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde<br />

Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.<br />

III<br />

No, yo no diré nunca qué noche de verano<br />

me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.<br />

No diré que esa noche que sólo a ti te digo<br />

se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.<br />

No, no diré esas cosas, y, todavía menos,<br />

la delicia culpable de contemplar tus senos.<br />

Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,<br />

que era como la llave de una puerta cerrada.<br />

Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,<br />

y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

6


Canción de la búsqueda<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Todavía te busco mujer que busco en vano,<br />

mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,<br />

sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano<br />

y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."<br />

Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.<br />

Y ya llega el otoño, y espero todavía:<br />

De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,<br />

pero sigo soñando que he de encontrarte un día.<br />

Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,<br />

si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,<br />

al comprender, de pronto, que lo que nunca llega<br />

nos entristece menos que lo que llega tarde.<br />

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,<br />

más allá de la bruma de mis ojos huraños,<br />

la ansiedad de las horas convirtiéndose en días<br />

y el horror de los días convirtiéndose en años...<br />

Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,<br />

ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...<br />

Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,<br />

seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

7


Balada del mal amor<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Qué lástima muchacha,<br />

que no te pueda amar.<br />

Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,<br />

y tú un arroyo alegre que sueña con el mar.<br />

Yo eché mi red al río…<br />

Se me rompió la red…<br />

No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,<br />

pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.<br />

Se besa por el beso,<br />

por amar el amor…<br />

Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso,<br />

pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.<br />

Amar es tan sencillo,<br />

tan sin saber por qué…<br />

Pero así como pierde la moneda su brillo,<br />

el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.<br />

¡Qué lástima muchacha,<br />

que no te pueda amar!<br />

Hay velas que se rompen a la primera racha,<br />

¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!<br />

Pero aunque toda herida<br />

deja una cicatriz,<br />

no importa la hoja seca de una rama florida,<br />

si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.<br />

La vida, llama o nieve,<br />

es un molino que<br />

va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,<br />

triturando el recuerdo de lo que ya se fue…<br />

Ya lo mío fue mío,<br />

y ahora voy al azar…<br />

Si una rosa es más bella mojada de rocío,<br />

el golpe de la lluvia la puede deshojar…<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

8


José Ángel Buesa: Selección<br />

Tuve un amor cobarde.<br />

Lo tuve y lo perdí…<br />

Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,<br />

porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.<br />

El viento hincha la vela, pero la deshilacha,<br />

y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…<br />

¡Qué lástima muchacha,<br />

que no te pueda amar!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

9


Canción del amor lejano<br />

Ella no fue, entre todas, la más bella,<br />

pero me dio el amor más hondo y largo.<br />

Otras me amaron más; y, sin embargo,<br />

a ninguna la quise como a ella.<br />

Acaso fue porque la amé de lejos,<br />

como una estrella desde mi ventana...<br />

Y la estrella que brilla más lejana<br />

nos parece que tiene más reflejos.<br />

Tuve su amor como una cosa ajena<br />

como una playa cada vez más sola,<br />

que únicamente guarda de la ola<br />

una humedad de sal sobre la arena.<br />

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,<br />

como el agua en cántaro sediento,<br />

como un perfume que se fue en el viento<br />

y que vuelve en el viento todavía.<br />

Me penetró su sed insatisfecha<br />

como un arado sobre llanura,<br />

abriendo en su fugaz desgarradura<br />

la esperanza feliz de la cosecha.<br />

Ella fue lo cercano en lo remoto,<br />

pero llenaba todo lo vacío,<br />

como el viento en las velas del navío,<br />

como la luz en el espejo roto.<br />

Por eso aún pienso en la mujer aquella,<br />

la que me dio el amor más hondo y largo...<br />

Nunca fue mía. No era la más bella.<br />

Otras me amaron más... Y, sin embargo,<br />

a ninguna la quise como a ella.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

10


Así, verte de lejos<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Así, verte de lejos, definitivamente.<br />

Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.<br />

Y sí que como el agua que brota de una fuente<br />

aquellos bellos días ya no pueden volver.<br />

Así, verte de lejos y pasar sonriente,<br />

como quien ya no siente lo que sentía ayer,<br />

y lograr que mi rostro se quede indiferente<br />

y que el gesto de hastío parezca de placer.<br />

Así, verte de lejos, y no decirte nada<br />

ni con una sonrisa, ni con una mirada,<br />

y que nunca sospeches cuánto te quiero así.<br />

Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,<br />

la noche entera es corta para soñar contigo<br />

y todo el día es poco para pensar en ti.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

11


Poema del renunciamiento<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.<br />

Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar,<br />

fingiré una sonrisa, como un dulce contraste<br />

del dolor de quererte ... y jamás lo sabrás.<br />

Soñaré con el nácar virginal de tu frente;<br />

soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar;<br />

soñaré con tus labios desesperadamente;<br />

soñaré con tus besos ... y jamás lo sabrás.<br />

Quizás pases con otro que te diga al oído<br />

esas frases que nadie como yo te dirá;<br />

y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,<br />

te amaré más que nunca ... y jamás lo sabrás.<br />

Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,<br />

como un sueño que nunca lograré realizar;<br />

y el lejano perfume de mi amor imposible<br />

rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.<br />

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,<br />

-- el tormento infinito que te debo ocultar --<br />

te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".<br />

Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

12


Poema del fracaso<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,<br />

que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;<br />

Quería aprisionar un alma en un poema,<br />

y que viviera siempre... Pero no pudo ser.<br />

Mi corazón, un día, silenció su latido,<br />

y en plena lozanía se sintió envejecer;<br />

Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido<br />

y morir recordando... Pero no pudo ser.<br />

Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,<br />

en un fugaz anhelo de gloria y de poder;<br />

Subió la escalinata de un palacio de oro<br />

y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.<br />

Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,<br />

por vivir plenamente la fiebre del placer;<br />

Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,<br />

un goce para él solo... Pero no pudo ser.<br />

Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,<br />

con tu sonrisa clara, que es un amanecer;<br />

y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,<br />

quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.<br />

Y he de decirte adiós para siempre, querida,<br />

sabiendo que te alejas para nunca volver,<br />

Quisiera retenerte para toda la vida...<br />

Pero no puede ser! Pero no puede ser!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

13


Poema de la despedida<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Te digo adiós si acaso te quiero todavía<br />

Quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós<br />

No sé si me quisiste... No sé si te quería<br />

O tal vez nos quisimos demasiado los dos.<br />

Este cariño triste y apasionado y loco<br />

Me lo sembré en el alma para quererte a ti.<br />

No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco,<br />

Pero si sé que nunca volveré a amar así.<br />

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo<br />

Y el corazón me dice que no te olvidaré.<br />

Pero al quedarme solo... Sabiendo que te pierdo,<br />

Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.<br />

Te digo adiós y acaso con esta despedida<br />

Mi más hermoso sueño muere dentro de mí.<br />

Pero te digo adiós para toda la vida,<br />

Aunque toda la vida siga pensando en ti.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

14


Ya era muy viejecita<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Ya era muy viejecita... Y un año y otro año<br />

se fue quedando sola con su tiempo sin fin.<br />

Sola con su sonrisa de que nada hace daño,<br />

sola como una hermana mayor en su jardín.<br />

Se fue quedando sola con los brazos abiertos,<br />

que es como crucifican los hijos que se van,<br />

con su suave manera de cruzar los cubiertos,<br />

y aquel olor a limpio de sus batas de holán.<br />

Déjenme recordarla con su vals en el piano,<br />

como yéndose un poco con lo que se le fue;<br />

y con qué pesadumbre se mira la mano<br />

cuando le tintineaba su taza de café.<br />

Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,<br />

en su casita blanca y en su lento sillón;<br />

y si alguien no conoce qué soledad es esa,<br />

no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.<br />

Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,<br />

en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,<br />

aprendí que unas manos pueden ser mariposas,<br />

dos mariposas tristes volando en su portal.<br />

Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.<br />

Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:<br />

Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,<br />

ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

15


Canción del viaje<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío<br />

y las iluminadas ventanillas de un tren.<br />

Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,<br />

ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién.<br />

Pero sí que fue un viaje para toda la vida<br />

y que el último gesto, fue un gesto de desdén,<br />

porque dejó olvidado su amor sin despedida<br />

igual que una maleta tirada en el andén.<br />

Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,<br />

se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.<br />

Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,<br />

como esos pueblos tristes, donde no para el tren.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

16


Nocturno IV<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Así estás todavía de pie bajo la lluvia,<br />

bajo la clara lluvia de una noche de invierno.<br />

De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,<br />

de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.<br />

Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />

con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos<br />

y tu voz que nacía del fondo de tus ojos<br />

y tus manos cansadas que se iban en el viento<br />

y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles<br />

y la hoja aquella que te cayó en el seno<br />

y el rocío nocturno dormido en tus pestañas<br />

y engarzando diamantes en tu vestido negro.<br />

Así estás todavía lejanamente cerca<br />

desde tu lejanía de sombra y de silencio.<br />

Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,<br />

de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.<br />

La vida es tan pequeña que cabe en una noche.<br />

Quizá fue que en la sombra me encontré con tu beso<br />

y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,<br />

el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.<br />

Sí, me has dejado triste porque pienso que acaso<br />

ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.<br />

Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia<br />

con las manos temblando de frío y de deseo.<br />

Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes<br />

y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,<br />

siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />

bajo la lluvia clara de una noche de invierno...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

17


Arte poética<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,<br />

la estrofa que más vive, siempre es la más vivida.<br />

Un mal verso supera la más perfecta prosa,<br />

aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.<br />

Así como el exceso de virtud hace el vicio,<br />

el exceso de arte llega a ser artificio.<br />

Escribe de tal modo que te entienda la gente,<br />

igual si es ignorante que si es indiferente.<br />

Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas,<br />

sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.<br />

Y sobre todo, en arte y vida, sé diverso,<br />

pues sólo así tu mente revivirá en tu verso.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

18


A una lágrima<br />

Gota del mar donde en naufragio lento<br />

se hunde el navío negro de una pena;<br />

gota que, rebosando, nubla y llena<br />

los ojos olvidados del contento.<br />

Grito hecho perla por el desaliento<br />

de saber que si llega a un alma ajena,<br />

ésta, sin escucharlo, le condena<br />

por vergonzoso heraldo del tormento.<br />

Piedad para esa gota, que es cual llama<br />

de la que el corazón se desahoga<br />

cual desahoga espinas una rama.<br />

Piedad para la lágrima que azoga<br />

el dolor, pues si así no se derrama,<br />

¡el alma, en esa lágrima se ahoga!<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

19


Brindis<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocío:<br />

una blanca, otra roja, como tu amor y el mío.<br />

Y he aquí que, lentamente, las dos rosas deshojo:<br />

la roja, en vino blanco; la blanca, en vino rojo.<br />

Al beber, gota a gota, los pétalos flotantes<br />

me rozarán los labios, como labios de amante;<br />

y, en su llama o su nieve de idéntico destino,<br />

serán como fantasmas de besos en el vino.<br />

Ahora, elige tú, amiga, cuál ha de ser tu vaso:<br />

si éste, que es como un alba, o aquél, como un ocaso.<br />

No me preguntes nada: yo sé bien que es mejor<br />

embriagarse de vino que embriagarse de amor...<br />

Y así mientras tú bebes, sonriéndome -así,<br />

yo, sin que tú lo sepas, me embriagaré de ti...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

20


Canción a la mujer lejana<br />

En ti recuerdo una mujer lejana,<br />

lejana de mi amor y de mi vida.<br />

A la vez diferente y parecida,<br />

como el atardecer y la mañana.<br />

En ti despierta esa mujer que duerme<br />

con tantas semejanzas misteriosas,<br />

que muchas veces te pregunto cosas,<br />

que sólo ella podría responderme.<br />

Y te digo que es bella, porque es bella,<br />

pero no sé decir, cuando lo digo,<br />

si pienso en ella porque estoy contigo,<br />

o estoy contigo por pensar en ella.<br />

Y sin embargo si el azar mañana<br />

me enfrenta con ella de repente,<br />

no seguiría a la mujer ausente<br />

por retener a la mujer cercana.<br />

Y sin amarte más, pero tampoco<br />

sin separar tu mano de la mía,<br />

al verla simplemente te diría:<br />

"Esa mujer se te parece un poco".<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

21


Canción cotidiana<br />

Tu amor llegó calladamente;<br />

calladamente se me fue...<br />

Porque el amor es una fuente<br />

que se nos seca de repente,<br />

sin saber cómo ni por qué.<br />

Amor de un beso que se olvida<br />

y de un suspiro que se va;<br />

amor de paso en nuestra vida,<br />

pues se le da la bienvenida<br />

cuando tal vez se aleja ya.<br />

Así tu amor fue como el mío,<br />

mujer de un claro atardecer:<br />

amor que pasa como un río,<br />

sin estancarse en el hastío<br />

ni repetirse en el placer.<br />

Amor feliz que da sin tasa,<br />

pues sólo pide, a cambio, amor;<br />

amor que deja, cuando pasa,<br />

no la ceniza de una brasa,<br />

sino el perfume de una flor.<br />

Amor que al irse no está ausente;<br />

amor sin dudas y sin fe,<br />

como este amor intrascendente,<br />

que, si llegó calladamente,<br />

calladamente se fue...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

22


Canción de la espera<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Espero tu sonrisa y espero tu fragancia<br />

por encima de todo, del tiempo y la distancia.<br />

Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo<br />

regresarás... sé sólo que te estaré esperando.<br />

En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,<br />

en el minuto alegre y en el minuto aciago,<br />

en la función pagana y en el sagrado rito,<br />

en el limpio silencio y en el áspero grito.<br />

Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,<br />

allí donde está todo y allí donde no hay nada,<br />

en la pluma del ala y en el sol del ocaso,<br />

yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.<br />

Comprendo que de mí ya se ría la gente<br />

al ver cómo te espero desesperadamente.<br />

Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,<br />

cuando todos los pájaros paralicen el vuelo<br />

cansados de esperarte, ese día<br />

lejano yo te estaré esperando todavía.<br />

No importa: aunque me digan todos que desvarío,<br />

yo te espero en las ondas musicales del río,<br />

en la nube que llega blanca de su trayecto,<br />

en el camino angosto y en el camino recto.<br />

Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,<br />

en el alba o la tarde, yo te estaré esperando,<br />

y si me convenciera que ese ansiado día<br />

no habría de llegar, también te esperaría.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

23


Canción de la lluvia<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Acaso está lloviendo también en tu ventana;<br />

Acaso esté lloviendo calladamente, así.<br />

Y mientras anochece de pronto la mañana,<br />

yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.<br />

Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,<br />

sintiendo que despierta su ternura de ayer.<br />

Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,<br />

y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

24


Canción del amor prohibido<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente<br />

al cambiar un saludo ceremonioso y frío,<br />

porque nadie sospecha que es falso tu desvío,<br />

ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.<br />

Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,<br />

relatando la historia de un fugaz amorío;<br />

y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...<br />

y aún nos arde en los labios algún beso reciente.<br />

Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente<br />

germinando en la sombra de este surco vacío,<br />

porque su flor profunda no se ve, ni se siente.<br />

Y así dos orillas tu corazón y el mío,<br />

pues, aunque las separa la corriente de un río,<br />

por debajo del río se unen secretamente.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

25


Canción del amor que pasa<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Yo soy como una nube que da sombra un instante;<br />

soy una hoguera efímera que no deja una brasa.<br />

Yo soy el buen amor y el mal amante.<br />

Dime adiós y sonríeme: Soy el amor que pasa...<br />

Soy el amor que olvida pero que nunca miente,<br />

que muere sonriendo porque nace feliz.<br />

Yo paso como un día fugazmente;<br />

y aunque se siembra un ala nunca tendrá raíz.<br />

No intentes retenerme: déjame que vaya<br />

como el agua de un río que no vuelve a pasar…<br />

Yo soy como una ola en una playa<br />

pues las olas se acercan pero vuelven al mar…<br />

Soy el amor de amar que odia lo inerme<br />

que se lleva el perfume pero deja la flor…<br />

Dime adiós y no intentes retenerme:<br />

Soy el amor que pasa… pero soy el amor.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

26


Canción de la noche sola<br />

Fue mía una noche. Llegó de repente,<br />

y huyó como el viento, repentinamente.<br />

Alumna curiosa que aprendió el placer,<br />

fue mía una noche. No la he vuelto a ver.<br />

Fue la noche sola de una sola estrella.<br />

Si miro las nubes, después pienso en ella.<br />

Mi amor no la busca; mi amor no la llama;<br />

la flor desprendida no vuelve a la rama,<br />

y las ilusiones son como un espejo<br />

que cuando se empaña pierde su reflejo.<br />

Fue mía una noche, locamente mía:<br />

me quema los labios su sed todavía.<br />

Bella como pocas, nunca fue más bella<br />

que soñando el sueño de la noche aquella.<br />

Su amor de una noche sigue siendo mío:<br />

la corriente pasa, pero queda el río;<br />

y si ella es la estrella de una noche sola,<br />

yo he sido en su playa la primera ola.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Amor de una noche que ignoró el hastío.<br />

Somos las distantes orillas de un río,<br />

entre las que cruza la corriente clara,<br />

y el agua las une, pero las separa.<br />

Amor de una noche: si vuelves un día,<br />

ya no he de sentirte tan loca y tan mía.<br />

Más que la tortura de una herida abierta,<br />

mi amor ama el viento que cierra una puerta.<br />

El amor florece tierra movediza,<br />

y es ley de la llama trocarse en cenizas.<br />

El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,<br />

así como un ciego que tiende la mano.<br />

Amor de una noche sin amanecer:<br />

¡acaso prefiero no volverte a ver!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

27


Canción de los amantes<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Donde quiera en las noches se abrirá una ventana<br />

o una puerta cualquiera de una calle lejana.<br />

No importa dónde o cuándo... puede ser donde quiera<br />

ni menos en otoño, ni más en primavera.<br />

Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer<br />

un hombre enloquecido besará una mujer.<br />

Tal vez nadie lo sepa... Como tal vez un día<br />

todos irán sabiendo lo que nadie sabía.<br />

Y para los amantes su amor desesperado<br />

podrá ser un delito... pero nunca un pecado.<br />

Por eso el amor pasa por las calles desiertas<br />

y es como un viento loco que quiere abrir las puertas<br />

Bien saben los amantes que hay caricias que son<br />

no una simple caricia sino una posesión.<br />

Y que un beso... uno solo puede más que el olvido<br />

si se juntan dos bocas en un beso prohibido.<br />

No, un gran amor no es grande por lo mucho que dura<br />

si se parece a un árbol reseco en la llanura.<br />

Y los amantes saben, que sin querer siquiera<br />

hay un amor que crece como una enredadera<br />

Es natural que el agua de un estanque sombrío<br />

sueñe en sus largas noches con el viaje de un río.<br />

Y si por algo es triste la lluvia que no llueve<br />

será porque es la lluvia condenada a ser nieve.<br />

Es natural que un día comprendan los amantes<br />

que no hay nunca sin siempre... que no hay después sin antes.<br />

Y así brota en el alma la rebelión de un sueño<br />

que es como un perro arisco que le gruñe a su dueño.<br />

El amor... esa estrella de una sombra infinita<br />

aunque muera cien veces... cien veces resucita<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

28


José Ángel Buesa: Selección<br />

Y suele ser un niño de manos milagrosas<br />

que rompe las cadenas y hace nacer las rosas.<br />

Ya no habrá días turbios... ya no habrá noches malas<br />

si hay un amor secreto que nos presta sus alas.<br />

Y el corazón renace con renovada fe<br />

igual que los rosales... que no saben porqué.<br />

Donde quiera en las noches, puede abrirse una puerta<br />

pero... tan suavemente que nadie se despierta<br />

Puede ser en otoño... puede ser en verano<br />

tanto un amor tardío... como un amor temprano.<br />

Una mujer... un hombre... y un oscuro aposento<br />

y allá afuera en la calle... sigue pasando el viento.<br />

Y si en la noche hay algo queriendo amanecer<br />

es simplemente un hombre que besa a una mujer.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

29


Canción de los remos<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Quizás olvidaremos, pues siempre hay que olvidar<br />

pero escucha los remos, cantando sobre el mar.<br />

Bajo este cielo claro tu alma llega a la mía<br />

como la luz de un faro desde la lejanía.<br />

Así como la espuma pasará este momento<br />

nuestra ilusión se esfuma, como la espuma al viento.<br />

Pero en el alma sola si un gran amor la llena<br />

hay algo de la ola y hay algo de la arena.<br />

Náufrago de su espanto, piloto de su hastío<br />

el mar canta en su canto que ya tu amor es mío.<br />

Yo soy la vela rota que da al aire su vuelo,<br />

y tú eres la gaviota que va a estrenar su vuelo.<br />

Pero aún quedan futuros que yo desconocía<br />

en tus ojos oscuros donde nunca es de día.<br />

Aún hay algo postrero mas allá del olvido<br />

y en tu amor recupero todo lo que he perdido.<br />

Ni digo que te quedes, ni quiero que te vayas.<br />

Pues soy como las redes tendidas en las playas<br />

arroyo de ternuras hazme tuyo en lo mío<br />

llenando de agua pura mi cántaro vacío.<br />

Ya mi voz tiene un eco, ya mi voz no se pierde.<br />

Por eso el tronco seco retoña la hoja verde.<br />

Y así mi vida espera la gracia de un retoño<br />

como la primavera que ilumina un otoño.<br />

Por eso aunque olvidemos<br />

que siempre hay que olvidar<br />

oye cantar los remos<br />

sobre el dolor del mar.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

30


Canción para la esposa ajena<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,<br />

sin que nadie descubra cuál relata su historia,<br />

pues será simplemente, los versos de un poeta,<br />

tras de arrancar la página de la dedicatoria...<br />

Y pasarán años... Pero acaso algún día,<br />

o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,<br />

abrirás la gaveta - como una rebeldía,<br />

y leerás mi libro- tal vez como un despecho.<br />

Y brotará un perfume de una ilusión suprema<br />

sobre tu desencanto de esposa abandonada.<br />

Y entonces con orgullo, marcarás la página...<br />

y guardarás mi libro debajo de la almohada.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

31


Carta sin fecha<br />

Amigo:<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Sé que existes, pero ignoro tu nombre.<br />

No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.<br />

Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,<br />

que es el único modo de hablar de una mujer.<br />

Esa mujer es tuya, pero también es mía.<br />

Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.<br />

Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,<br />

aunque quizás mañana nos olvide a los dos.<br />

Ya ves: ahora es de noche. yo te llamo mi amigo;<br />

yo, que aprendí a estar solo para quererla más;<br />

y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;<br />

y tú, que no lo sabes, no la despertarás.<br />

¡Qué importa lo que sueña!. Déjala así, dormida.<br />

Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.<br />

Y ella irá de tu brazo para toda la vida,<br />

y abrirá las ventanas en el atardecer.<br />

Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.<br />

Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,<br />

y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,<br />

ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.<br />

Y pasarán los años favorables o adversos,<br />

y nacerán las rosas que nacen porque sí;<br />

y acaso tú, algún día, leerás estos versos,<br />

sin saber que los hice por ella y para ti....<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

32


Celos<br />

Ya sólo eres aquella<br />

que tiene la costumbre de ser bella.<br />

Ya pasó la embriaguez.<br />

Pero no olvido aquel deslumbramiento,<br />

aquella gloria del primer momento,<br />

al ver tus ojos por primera vez.<br />

Y sé que, aunque quisiera,<br />

no he de volverte a ver de esa manera.<br />

Como aquel instante de embriaguez;<br />

y siento celos al pensar que un día,<br />

alguien, que no te ha visto todavía,<br />

verá tus ojos por primera vez.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

33


Con la simple palabra<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Con la simple palabra de hablar todos los días,<br />

que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,<br />

voy diciendo estas cosas que casi no son mías,<br />

así como las playas casi no son mar.<br />

Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,<br />

que es la vejez eterna de la eterna niñez,<br />

la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,<br />

muere con la esperanza de nacer otra vez.<br />

Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,<br />

amor que apenas llegas cuando te has ido ya:<br />

Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,<br />

pues la rosa se seca y el perfume se va.<br />

Con la simple palabra que arde en su propio fuego,<br />

siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:<br />

Las estrellas no existen en las noches del ciego,<br />

pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.<br />

Y así, como un arroyo que se convierte en río,<br />

y que en cada cascada se purifica más,<br />

voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,<br />

con la simple palabra que no muere jamás.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

34


Cuartetos del transeúnte<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Sonríe, jardinera, si en el surco te inclinas<br />

y buscas el secreto profundo de las rosas<br />

no pienses que las rosas se afean con espinas;<br />

sino que las espinas se embellecen con rosas.<br />

Jugué al amor contigo, con vanidad tan vana<br />

que marqué con la uña los naipes que te di.<br />

Y en ese extraño juego, donde pierde el que gana,<br />

gané tan tristemente, que te he perdido a ti.<br />

Al referir mi viaje le fui añadiendo cosas.<br />

Cosas que sueño a veces, pero que nunca digo,<br />

y así, donde vi un yermo, juré haber visto rosas.<br />

No me culpes, muchacha, que igual hice contigo.<br />

Yo sólo pude recordar tu nombre,<br />

tú, en cambio, recordaste cada fecha de ayer.<br />

Y aprendí que las cosas que más olvida un hombre,<br />

son las cosas que siempre recuerda una mujer.<br />

Aquí estaba la hierba, viajero de una hora,<br />

y, cuando te hayas ido, seguirá estando aquí.<br />

Bien poco ha de importarle que la pises ahora<br />

sabiendo que mañana nacerá sobre ti.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

35


De muerte en flor<br />

Morir de muerte en flor toda la vida,<br />

en este sueño vertical, en este<br />

fugaz contacto azul con lo celeste,<br />

en esta vieja sed recién nacida...<br />

Y volver luego con el alma erguida,<br />

a la vez Norte y Sur, Este y Oeste,<br />

de la propia emoción, ya en ansia agreste.<br />

En inquietud sutil o en paz pulida.<br />

Y resurgir de cada muerte diaria<br />

más dueño de la vida, al ser más dueño<br />

de esta muerte parcial y necesaria.<br />

Y con esa cordial melancolía<br />

de los pocos que saben cada día<br />

morir y renacer dentro de un sueño.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

36


Discreto amor<br />

Mi viejo corazón toca a una puerta,<br />

mi viejo corazón, como un mendigo<br />

con el afán de su esperanza incierta<br />

pero callando lo que yo no digo.<br />

Porque la que me hirió sin que lo advierta,<br />

la que sólo me ve como un amigo<br />

si alguna madrugada está despierta<br />

nunca será porque soñó conmigo...<br />

Y sin embargo, ante la puerta oscura<br />

mi corazón, como un mendigo loco<br />

va a pedir su limosna de ternura<br />

Y cerrada otra vez, o al fin abierta,<br />

no importa si alguien oye cuando toco,<br />

porque nadie sabrá cuál es la puerta.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

37


Dúo de amor<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

En el hondo silencio de la noche serena<br />

se dilata un lejano perfume de azucena,<br />

y aquí, bajo los dedos de seda de la brisa,<br />

mi corazón se ensancha como en una sonrisa...<br />

Y yo sé que el silencio tiene un ritmo profundo<br />

donde palpita un eco del corazón del mundo,<br />

un corazón inmenso que late no sé dónde,<br />

pero que oye el latido del mío, y me responde...<br />

El corazón que sientes latir en derredor,<br />

es un eco del tuyo, que palpita de amor.<br />

El corazón del mundo no es ilusorio: Existe.<br />

Pero, para escucharlo, es preciso estar triste;<br />

triste de esa tristeza que no tiene motivo,<br />

en esta lenta muerte del dolor de estar vivo.<br />

La vida es un rosal cuando el alma se alegra,<br />

pero, cuando está triste, da una cosecha negra.<br />

El amor es un río de luz entre la sombra,<br />

y santifica el labio pecador que lo nombra.<br />

Sólo el amor nos salva de esta gran pesadumbre,<br />

levantando el abismo para trocarlo en cumbre.<br />

Sólo el amor nos salva del dolor de la vida,<br />

como una flor que nace de una rama caída;<br />

pues si la primavera da verdor a la rama,<br />

el corazón se llena de aroma, cuando ama.<br />

Amar es triste a veces, más triste todavía<br />

que no amar. El amor no siempre es alegría.<br />

Tal vez, por eso mismo, es eterno el amor:<br />

porque, al dejarnos tristes, hace dulce el dolor.<br />

Amar es la tristeza de aprender a morir.<br />

Amar es renacer. No amar, es no vivir.<br />

El amor es a veces lo mismo que una herida,<br />

y esa herida nos duele para toda la vida.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

38


José Ángel Buesa: Selección<br />

Si cierras esa herida tu vida queda muerta.<br />

Por eso, sonriendo, haz que siempre esté abierta;<br />

y si un día ella sola se cierra de repente,<br />

tú, con tus propias manos, ábrela nuevamente.<br />

Desdichada alegría que nace del dolor.<br />

De un dolor de la rama también nace la flor.<br />

Pero de esa flor efímera, como todas, se mustia,<br />

y la rama se queda contraída de angustia.<br />

Cada hoja que cae deja el sitio a otra hoja,<br />

y así el amor -resumen de toda paradoja-<br />

renace en cada muerte con vida duradera;<br />

porque decir amor, es decir primavera.<br />

Primavera del alma, primavera florecida<br />

que deja un misterioso perfume en nuestra vida.<br />

Primavera del alma, de perpetuo esplendor,<br />

que convierte en sonrisa la mueca del dolor.<br />

Primavera de ensueño que nos traza un camino<br />

en la intrincada selva donde acecha el destino.<br />

Primavera que canta si el huracán la azota<br />

y que da nuevo aliento tras de cada derrota.<br />

Primavera magnánima, cuyo verdor feliz<br />

rejuvenece el árbol seco hasta la raíz...<br />

Amor es la ley divina de plenitud humana;<br />

dolor que hoy nos agobia y añoramos mañana...<br />

Eso es amor, y amando, también la vida es eso:<br />

¡Dos almas que se duermen a la sombra de beso!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

39


El árbol viejo<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Buen árbol que perdiste bruscamente los dones<br />

de la flor y del fruto, bajo la racha fría:<br />

tu pesadumbre austera se parece a la mía,<br />

y así, como tus hojas, volarán mis canciones.<br />

Pero, tarde o temprano, vendrá la primavera,<br />

y, al rejuvenecerse tu tronco envejecido,<br />

tendrás la flor y el fruto, y el follaje, y el nido...<br />

Y yo, en cambio, no tengo tu esperanza siquiera.<br />

Cien veces me ofreciste tu sombra en el verano;<br />

cien veces tu perfume fue a visitar mi casa,<br />

buen árbol que floreces mientras la vida pasa,<br />

acaso porque ignoras que nunca pasa en vano.<br />

Mi niñez te recuerda casi como un amigo,<br />

aunque ya se agrietaba tu ancianidad de abuelo.<br />

Y hoy, al ver cómo creces todavía hacia el cielo,<br />

ni aun me queda el consuelo de envejecer contigo.<br />

Pues, aunque nos agobian idénticos otoños,<br />

sobre tus hojas secas crecen hojas lozanas,<br />

y así, algún día, el viento despeinará mis canas,<br />

trayéndome el perfume de tus nuevos retoños...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

40


El clavel seco<br />

Como el clavel del patio estaba seco,<br />

yo, entristecido por sus tristes males,<br />

bajé al jardín para cavar un hueco,<br />

en buena sombra entre dos rosales.<br />

Y eran rosales cerca, gajo a gajo<br />

en una cercanía indiferente<br />

pero al cavar un poco, vi allá abajo<br />

sus raíces trenzadas locamente.<br />

Así, esta tarde, descubrí el secreto<br />

de un cariño verdadero, hondo y discreto,<br />

transplantando un clavel que se secó.<br />

Y, en nuestra indiferente cercanía,<br />

qué loco ensueño se descubriría<br />

si alguien cavara un hueco entre tú y yo.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

41


Elegía<br />

Golondrina del alba sombría,<br />

mariposa del alba radiante:<br />

cuánto puede durar un instante,<br />

¡Un instante de noche en el día!<br />

Yo, que supe ignorar tantas cosas,<br />

ahora sé que jamás nos veremos,<br />

pues te fuiste, empuñando los remos,<br />

en tu barca cubierta de rosas.<br />

Ahora sé la verdad de la tierra,<br />

que florece aunque nadie la labre,<br />

y la puerta de luz que se abre<br />

si una puerta de sombra se cierra.<br />

Ahora sé que la noche no miente<br />

cuando deja de caer su rocío:<br />

Fue un rosal a la orilla de un río,<br />

y quizás lo arrastró la corriente...<br />

Y te fuiste, luciérnaga loca,<br />

golondrina del alba sombría,<br />

con el tibio sabor de tu boca<br />

-¡de tu boca que nunca fue mía!<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

42


Elegía IV<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Me llegas en la brisa y en la espuma,<br />

tú, la perdida para siempre...<br />

Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,<br />

que ahora llegas más casta y más ausente...<br />

Me llegas en el viento que huele a lejanía,<br />

me llegas en la sal que sabe a muerte,<br />

tú, sombra arrinconada en un silencio;<br />

tú, la perdida para siempre...<br />

Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia<br />

bajo qué estrellas moribundas vienes,<br />

con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío,<br />

tú, la perdida para siempre...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

43


Elegía lamentable<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Desde este mismo instante seremos dos extraños<br />

por estos pocos días, quién sabe cuántos años...<br />

yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido<br />

uno de esos que nadie confiesa haber leído.<br />

Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,<br />

tu bajarás los ojos y apretarás el paso,<br />

y yo, discretamente, me cambiaré de acera,<br />

o encenderé un cigarro, como si no te viera...<br />

II<br />

Seremos dos extraños desde este mismo instante<br />

y pasarán los meses, y tendrás otro amante:<br />

y como eres bonita, sentimental y fiel,<br />

quizás, andando el tiempo, te casarás con él.<br />

Y ya, más que un esposo será como un amigo,<br />

aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,<br />

y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,<br />

se te empañen los ojos, al llegar una fecha.<br />

III<br />

Acaso, cuando llueva, recordarás un día<br />

en que estuvimos juntos y en que también llovía.<br />

Y quizás nunca más te pongas aquel traje<br />

de terciopelo verde, con adornos de encaje.<br />

O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,<br />

cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.<br />

Y domingo a domingo, cuando vayas a misa,<br />

de tu casa a la iglesia, perderás tu sonrisa.<br />

IV<br />

¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta<br />

que abanica al marido cuando ronca la siesta:<br />

tras fregar los platos y tender las camas,<br />

te pasarás las noches sacando crucigramas...<br />

Y así, años y años, hasta que, finalmente,<br />

te morirás un día, como toda la gente.<br />

Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,<br />

y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

44


V<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

No me importa quién pase después por un sendero,<br />

si me queda el orgullo de haber sido el primero.<br />

Y el vaso que embriagara mi ilusión o mi hastío,<br />

aunque esté en otra mano, seguirá siendo mío.<br />

Por eso puedes irte, mi pobre soñadora,<br />

pues si el reloj se para, no detiene la hora,<br />

y tú serás la misma de las noches aquellas,<br />

aunque cierres los ojos para no ver las estrellas...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

45


Elegía nocturna<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Quién nos hubiera dicho... Que todo acabaría<br />

como acaba en la sombra la claridad del día.<br />

Fuiste como la lluvia cayendo sobre un río<br />

para que fuera tuyo... todo lo que era mío.<br />

Fuiste como una lámpara que se encendió en mi vida,<br />

yo la soplé de pronto... Pero siguió encendida.<br />

Fuiste un río ilusorio cantando en un desierto<br />

y floreció la arena como si fuera cierto.<br />

Mi amor fue una gaviota que construyó su nido<br />

en lo alto de un mástil... Ahora el buque se ha ido.<br />

Ahora me envuelve un hosco silencio de campana<br />

donde sólo resuena tu campana lejana.<br />

Y como un surco amargo... Que se negara al trigo<br />

ahora mi alma no sueña... Por no soñar contigo.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

46


Elegía para mí y para ti<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,<br />

y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.<br />

Un año y otro año caerán como hojas secas<br />

de las ramas del árbol milenario del tiempo,<br />

y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,<br />

se alejará en la sombra creciente del recuerdo.<br />

II<br />

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,<br />

y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,<br />

bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,<br />

de las desilusiones y los aburrimientos.<br />

Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,<br />

dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.<br />

III<br />

Acaso nos veremos un día, casualmente,<br />

al cruzar una calle, y nos saludaremos.<br />

Yo pensaré quizás: " Qué linda es todavía."<br />

Tú quizás pensarás: " Se está poniendo viejo "<br />

Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.<br />

O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.<br />

IV<br />

Y seguirá muriendo la vida, año tras año,<br />

igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.<br />

Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,<br />

o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.<br />

Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,<br />

pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....<br />

V<br />

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;<br />

pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.<br />

Yo ya te habré olvidado definitivamente<br />

y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.<br />

(Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,<br />

nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)<br />

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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

47


VI<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,<br />

las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.<br />

Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,<br />

te pasarás las horas bostezando y tejiendo.<br />

Y cada primavera renacerán las rosas,<br />

aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

48


Elegía por nosotros<br />

Erguida en tu silencio y en tu orgullo,<br />

no sé con qué señor que te enamora,<br />

comentas a manera de murmullo:<br />

¡Mirad ese es el hombre que me adora!<br />

Yo paso como siempre, absorto,... mudo,<br />

y tú nerviosamente te sonríes,<br />

sabiendo que detrás de mi saludo,<br />

te ahondas y después te me deslíes.<br />

Yo sé que ni te busco, ni te sigo,<br />

que nada te mendigo, ni reclamo,<br />

comento, nada más con un amigo:<br />

"Esa es la mujer que yo más amo".<br />

Yo sé que mi cariño recriminas,<br />

es claro tú no entiendes de esas cosas,<br />

qué sabe del perfume y las espinas,<br />

quien nunca estuvo al lado de las rosas.<br />

Tú sabes que jamás suplico nada,<br />

y me sabes cautivo de tus huellas,<br />

que vivo en la región de tu mirada,<br />

y comparto contigo las estrellas.<br />

Un día nos veremos nuevamente,<br />

y es lógico que bajes la cabeza,<br />

tendrás muchas arrugas en la frente,<br />

y el rostro entristecido y sin belleza.<br />

Serás menos sensual en la cadera,<br />

tus ojos no tendrán aquel hechizo,<br />

y aún murmuraré- ¡Si me quisiera!<br />

tú sólo pensarás: ¡Cuánto me quiso!<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

49


El falso amor<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado,<br />

la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.<br />

Un amor que se esconde, porque teme al futuro,<br />

puede ser un amor, pero no es el más puro.<br />

Un amor que se escapa de su propio sentido,<br />

es la rama del árbol sin la gloria del nido.<br />

Un amor que razona, que contrata su ensueño,<br />

inevitablemente será un amor pequeño.<br />

Un amor que me exige preceptos y rituales,<br />

con dudas aritméticas y páginas legales...<br />

Ese no es el amor que soñaba ofrecerte<br />

para toda la vida, sobre toda la muerte.<br />

Si tu amor es tan pobre, recuérdame perdido:<br />

cuando es poco el amor, ¡Vale más el olvido!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

50


El gran amor<br />

Un gran amor, un gran amor lejano<br />

es algo así como la enredadera<br />

que no quisiera florecer en vano<br />

y sigue floreciendo aunque no quiera.<br />

Un gran amor se nos acaba un día<br />

y es tristemente igual a un pozo seco,<br />

pues ya no tiene el agua que tenía<br />

pero le queda todavía el eco.<br />

Y, en ese gran amor, aquel que ama<br />

compartirá el destino de la hoguera,<br />

que lo consume todo con su llama<br />

porque no sabe arder de otra manera.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

51


El hijo del ensueño<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

¡Un hijo! Tú sabes, tú sientes que es eso:<br />

ver nacer la vida del fondo de un beso<br />

por un inefable milagro de amor.<br />

Un beso que llene la cuna vacía<br />

y que ingenuamente nos mire y sonría,<br />

¡un beso hecho flor!<br />

¡Un hijo! Un fragante, fuerte y dulce lazo.<br />

Me parece verlo sobre tu regazo palpitando ya;<br />

y miro con moverse con pueril empeño<br />

las pequeñas manos de nuestro pequeño,<br />

como si quisieran sujetar un sueño<br />

que llega y se va.<br />

En el agua fresca de nuestras ternuras<br />

mojará las alas de sus travesuras<br />

como una paloma que aprende a volar.<br />

y será violento, loco y peregrino,<br />

y amará igualmente la mujer y el vino<br />

y el cielo y el mar.<br />

Con la sed amarga de la adolescencia<br />

beberá en la fuente turbia de la ciencia.<br />

¡Mi tierno cantor!<br />

Irá por el mundo con su lira al hombro<br />

dejando un reguero de rosas de asombro<br />

y aun áureo fulgor.<br />

Cruzará al galope la árida llanura<br />

pálido de ensueño, loco de aventura<br />

y ebrio de ideal.<br />

Y en su desvarío de viajes remotos<br />

volverá algún día con los remos rotos,<br />

trayendo en los labios un sabor de sal.<br />

Caminante absurdo, de caminos muertos<br />

pasará su sombra sobre los desiertos<br />

en una infinita peregrinación,<br />

y su alucinada pupila inconforme<br />

verá en su destino gravada<br />

una enorme interrogación.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

52


José Ángel Buesa: Selección<br />

Pero será inútil su tenaz andanza<br />

persiguiendo un sueño que jamás se alcanza.<br />

Y ha de ser así, pues no hallará nunca, como yo,<br />

la meta de todas sus ansias de hombre y poeta,<br />

porque en las mujeres de su vida inquieta<br />

no hallará ninguna parecida a ti.<br />

Que tú eres la rosa de una sola vida,<br />

la rosa que nadie verá repetida<br />

porque al deshojarse secará el rosal.<br />

Y como en el mundo ya no habrá esa rosa,<br />

el irá en su búsqueda infructuosa<br />

en pos de una igual...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

53


El pequeño dolor<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Mi dolor es pequeño,<br />

pero aun así bendigo este dolor,<br />

que es como no soñar después de un sueño,<br />

o es como abrir un libro y encontrar una flor.<br />

Déjame que bendiga<br />

mi pequeño dolor,<br />

que no sabe crecer como la espiga,<br />

porque la espiga crece sin amor.<br />

Y déjame cuidar como una rosa<br />

este dolor que nace porque sí,<br />

este dolor pequeño, que es la única cosa<br />

que me queda de ti.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

54


El resucitado<br />

I<br />

No, nunca fue lo oscuro tan oscuro.<br />

Y está acostado pero no en su lecho.<br />

Quiere moverse y se lo impide un muro.<br />

Un muro en derredor, largo y estrecho.<br />

Llama, y su voz resuena extrañamente,<br />

sin que acudan su madre ni su hijo.<br />

Y un súbito sudor hiela su frente,<br />

Al palpar en su pecho un crucifijo.<br />

No, no hay duda: Esa sombra que lo aterra<br />

es sombra de ataúd bajo la tierra,<br />

y no es soñando, porque está despierto.<br />

Y lo aturde un pavor definitivo<br />

Al comprender que se le dio por muerto<br />

y al comprobar que fue enterrado vivo<br />

Pero un día, al abrir la sepultura,<br />

se sabría su muerte verdadera.<br />

Si el ataúd mostrara la hendidura,<br />

de un golpe de su mano en la madera.<br />

Y al pensar de repente en el mañana,<br />

piensa también enloquecidamente<br />

en el espanto de la madre anciana<br />

y en el horror del hijo adolescente.<br />

II<br />

Y allí, en la sombra, sin quejarse en vano<br />

sin dar un grito, sin alzar la mano,<br />

con una abnegación casi suicida<br />

cierra los ojos y se queda quieto<br />

porque así, solo así, será un secreto<br />

su horrible muerte de enterrado en vida.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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55


Epílogo<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Di que mi amor ha muerto de una forma habitual,<br />

aunque tú, por la espalda, le clavaste un puñal.<br />

Lo enterraremos juntos, sin pesar ni alegría,<br />

aunque yo sólo sepa que vive todavía.<br />

Pero no intentes nunca remover esa fosa:<br />

Déjala abandonada; déjala silenciosa...<br />

pues si un día la abrieras, tu mano desleal<br />

no hallaría otra cosa que tu propio puñal.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

56


Era mi amiga<br />

Era mi amiga, pero yo la amaba<br />

yo la amaba en silencio puramente,<br />

y mientras sus amores me contaba<br />

yo escuchaba sus frases tristemente.<br />

Era mi amiga, pero me gustaba<br />

y mi afán era verla a cada instante.<br />

Nunca supo el amor que yo albergaba<br />

porque siempre me hablaba de su amante.<br />

Era mi amiga para todo el mundo<br />

porque a nadie mi amor yo confesaba,<br />

pero yo la quería muy profundo<br />

y forzosamente me callaba.<br />

Era mi amiga, y mi cuerpo sentía<br />

estremecer si ella me miraba,<br />

al oírla junto a mí feliz me hacía<br />

más de este amor ella nunca supo nada<br />

y aunque sólo mi amistad yo le ofrecía,<br />

era mi amiga, pero yo la amaba.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

57


Inesperadamente<br />

Inesperadamente tu amor llega a mi vida,<br />

mujer de besos hondos y plenitud creciente,<br />

como brota un retoño de una rama caída,<br />

como en un río seco renace la corriente.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Llegas como las nubes, inesperadamente;<br />

inesperadamente llegas como el verano,<br />

para dejarme el peso de una sombra en la frente<br />

y un dolor de raíces profundas en las manos.<br />

Y es que tu boca alegre me inspira un beso triste,<br />

y en tus ojos cercanos veo un mirar ausente,<br />

porque sé que algún día, lo mismo que viniste,<br />

te me irás de los brazos, inesperadamente...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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58


La abeja<br />

Tu boca jugosa y fragante,<br />

su risa coqueta reía...<br />

Tan fresca la risa fluía,<br />

que su agua la fuente sonante<br />

por ti detenía...<br />

Tu boca reía... Tu boca,<br />

que tiene humedad de ambrosía,<br />

que tanto promete y provoca;<br />

tu boca de piel y armonía,<br />

reía...<br />

Y vino una abeja dorada,<br />

de mieles ansiosa,<br />

y quiso creyéndola rosa,<br />

posarse en tu boca encarnada<br />

fragante y jugosa...<br />

Y en tanto la abeja volaba<br />

buscando la miel de la rosa,<br />

riendo una risa nerviosa,<br />

tu boca el ataque esquivaba,<br />

melodrosa...<br />

Tu boca reía y gemía<br />

de angustia... La abeja de oro,<br />

en pos de la rosa que huía,<br />

ritmaba su vuelo sonoro...<br />

Y, al cabo, la abeja<br />

posóse en tu boca riente,<br />

Tu risa fue grito doliente,<br />

fue queja...<br />

II<br />

Decidme, señora, si es justa<br />

la cólera vuestra;<br />

decir si merezco esa adusta<br />

mirada que demuestra...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

59


Al ver vuestro aprieto, un instante<br />

quedóse mi mente perpleja:<br />

¡No había manera galante<br />

de darle la muerte a la abeja!<br />

Verdad que os besé; pero en eso<br />

no hay sombra de culpa:<br />

Matar una abeja de un beso,<br />

tal beso disculpa.<br />

No fue, mi Señora, osadía,<br />

besar vuestros labios, rosados:<br />

La abeja me iriso en su agonía.<br />

Miradme los labios hinchados.<br />

Cierto es que bendigo<br />

la abeja traidora,<br />

mas, ved cuánto sufro, en castigo<br />

de haberos besado, Señora.<br />

Reíd vuestra risa nerviosa,<br />

reíd vuestra risa coqueta;<br />

que ría la boca jugosa,<br />

que ría la húmeda rosa<br />

que adora el poeta...<br />

Reíd, y pensad un instante<br />

si el beso una injuria refleja:<br />

¿Había otro modo galante<br />

de darle muerte a la abeja?<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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60


La dama de las perlas<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,<br />

de esas que no se tocan por temor a romperlas.<br />

Pero solo en tu cuello pudieron valer tanto<br />

las burbujas de nieve de tu collar de perlas.<br />

Y más, aquella noche del amor satisfecho,<br />

del amor que eterniza lo fugaz de las cosas,<br />

cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho<br />

y el rubor te cubría como un manto de rosas.<br />

Yo acaricié tus perlas, sin desprender su broche,<br />

y las vi, como nadie nunca más podrá verlas,<br />

pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche<br />

vestida solamente ¡con tu collar de perlas!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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61


La fuga infinita<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Se fue mi niñez...<br />

Batiendo sus alas de rosa partió...<br />

Le rogué, llorando: "¡Vuelve a mi otra vez!"<br />

-Volveré- me dijo... Pero no volvió...<br />

Después, mi inocencia, cual mística flor,<br />

se mustió entre las<br />

llamaradas locas del pagano amor,<br />

y a mi alma su aroma no tornó jamás...<br />

Y, al llegar mis dudas, se marchó mi fe...<br />

-"¿Volverás?"- le dije... No sé si me oyó:<br />

Hizo un gesto vago me miró y se fue.<br />

Luego, acurrucada, sufrió mi ilusión<br />

de los desengaños el flagelo cruel:<br />

Me miró con húmedos ojos de lebrel<br />

y se fue en silencio de mi corazón...<br />

Y yo sé que un día también tú te irás,<br />

sin que mis caricias puedan retenerte,<br />

pues ya hacia otros brazos, o ya hacia la muerte,<br />

no te detendrás...<br />

Porque sé que un día llegará el olvido,<br />

y sé que ese día te me irás, mujer,<br />

como tantas cosas que ya se me han ido:<br />

¡Para no volver!...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

62


La sed insaciable<br />

Decir adiós... La vida es eso.<br />

Y yo te digo adiós, y sigo...<br />

Volver a amar es el castigo<br />

de los que amaron con exceso<br />

Amar y amar toda la vida,<br />

y arder en esa llama.<br />

Y no saber por qué se ama...<br />

Y no saber por qué se olvida...<br />

Coger las rosas una a una,<br />

beber un vino y otro vino,<br />

y andar y andar por un camino<br />

que no conduce a parte alguna.<br />

Sentir más sed en cada fuente<br />

y ver más sombra en cada abismo,<br />

en este amor que es siempre el mismo,<br />

pero que siempre es diferente.<br />

Porque en sordo desacuerdo<br />

de lo soñado y lo vivido,<br />

siempre, del fondo del olvido,<br />

nace la muerte de un recuerdo.<br />

Y en esta angustia que no cesa,<br />

que toca el alma y no la toca,<br />

besar la sombra de otra boca<br />

en cada boca que se besa.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

63


Lied<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Mi corazón se queda aunque mi amor se vaya ,<br />

porque el recuerdo nace de un ansia de olvidar.<br />

Tu amor tiene la tibia ternura de una playa;<br />

mi amor es inestable como el viento y el mar.<br />

Aunque mi amor se vaya no has de quedarte sola,<br />

pues te dejo el reflejo de la luz que encendí:<br />

Tu amor es una playa , mi amor es una ola,<br />

y necesariamente yo he de volver a ti.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

64


Lluvia<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Acaso esté lloviendo también en tu ventana<br />

acaso esté lloviendo calladamente... así.<br />

Y mientras anochece de pronto la mañana<br />

yo sé que aunque no quieras, vas a pensar en mi.<br />

Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,<br />

sintiendo que despierta su ternura de ayer.<br />

Y si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,<br />

y aun lloverá en tus ojos al dejar de llover.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

65


Madrigal de la lluvia de abril<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Ya no sé bien el sitio ni la hora,<br />

ni por qué fuiste mía, ni por qué te perdí.<br />

Sé que llovía como llueve ahora,<br />

aunque ahora es más triste porque llueve sin ti.<br />

Y sé que, de repente, cayeron dos diamantes<br />

sobre tus zapaticos de charol...<br />

Y era dulce aquel llanto de tus ojos radiantes,<br />

como esos mediodías en que llueve con sol.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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66


Madrigal triste<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

¡Qué clara la mañana! ¡qué fresco y delicioso<br />

el viento! ¡Cuánta luz! ¡Cuánta leve armonía!...<br />

-Busqué a mi alrededor algo maravilloso...<br />

Y ella, a mi lado, sonreía...<br />

¡Cuánta muda tristeza en el cielo nublado!<br />

¡Qué silencio en las frondas donde el ave cantaba!<br />

-Busqué a mi alrededor algo desconsolado...<br />

Y ella, a mi lado, suspiraba...<br />

¡Qué soledad! ¡Qué angustia crispada en la doliente<br />

neblina! ¡Qué vacío en todo!...-Desolado<br />

Busqué a mi alrededor... Y busqué inútilmente:<br />

Ella no estaba ya a mi lado...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

67


Mejor no quiero verte<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Mejor no quiero verte... sería tan sencillo<br />

cruzar dos o tres calles... Y tocar en tu puerta.<br />

Y tú me mirarías con tus ojos sin brillo<br />

sin poder sonreírme con tu sonrisa muerta.<br />

Mejor no quiero verte... porque va a hacerme daño<br />

pasar por aquel parque de la primera cita.<br />

Y no sé si aún florecen los jazmines de antaño<br />

ni sé quién es ahora la mujer más bonita.<br />

Mejor no quiero verte... porque andando en tu acera<br />

sentiré casi ajeno todo lo que fue mío.<br />

Aunque es sólo una esquina donde nadie me espera<br />

y unos cristales rotos en un balcón vacío.<br />

Sí... seguiré muriendo de mi pequeña muerte<br />

de hace ya tantos años el día que me fui<br />

pues por no verte vieja... mejor no quiero verte,<br />

pero tampoco quiero que me veas tu a mí.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

68


Mía<br />

Mujer soñada: Ya tú eres mía...<br />

Ya tú eres mía, como las rosas<br />

son del rosal, y el Sol, del día...<br />

Todos los seres, todas las cosas,<br />

me están diciendo que ya eres mía...<br />

¿No oyes el canto que alza el jilguero,<br />

revoleteando sobre el alero,<br />

vertiendo a chorros su melodía?<br />

Es que él bien sabe cuanto te quiero;<br />

es porque sabe que ya eres mía...<br />

¿No sientes cómo la mano blonda<br />

del Sol oculto tras de la fronda<br />

te unge del oro tibio del día?<br />

Es que el Sol sabe también cuán honda,<br />

cuán dulcemente ya tú eres mía...<br />

¿No ves la lluvia -que canta ahora-,<br />

regando perlas? Ya ella no llora<br />

con infinita melancolía,<br />

y es que la lluvia tampoco ignora<br />

que ya eres mía...<br />

¿No ves los juegos que entre las rocas<br />

las mariposas juegan airosas,<br />

en una móvil policromía?<br />

Es porque saben las mariposas<br />

que ya eres mía...<br />

¿No estas sintiendo que dulcemente<br />

la fresca brisa besa tu frente<br />

y alarga el beso sobre la mía?<br />

Es que ella sabe cuán hondamente<br />

ya tú eres mía...<br />

¿No ves las noches ahora más bellas?<br />

Es que han surgido nuevas estrellas,<br />

y entre relámpagos de pedrería,<br />

decir parecen que saben ellas<br />

que ya eres mía...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

69


¿No oyes al río, que descendiendo<br />

por los barrancos, calma su estruendo<br />

y se hace ahora blanda armonía?<br />

¿No te parece que va diciendo<br />

que ya eres mía?<br />

Mujer soñada: Ya tú eres mía,<br />

ya tú eres mía como las rosas<br />

son del rosal, y el Sol del día.<br />

Todos los seres, todas las cosas,<br />

-ríos, estrellas y mariposas-,<br />

oyen el himno de mi alegría,<br />

y hay más perfumes, porque hay más rosas,<br />

desde que puedo llamarte mía...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

70


Mi corazón se siente satisfecho<br />

Mi corazón se siente satisfecho<br />

de haberte amado y nunca poseído:<br />

así tu amor se salva del olvido<br />

igual que mi ternura del despecho.<br />

Jamás te vi desnuda sobre el lecho,<br />

ni oí tu voz muriéndose en mi oído:<br />

así ese bien fugaz no ha convertido<br />

un ancho amor en un placer estrecho.<br />

Cuanto el deleite suma a lo vivido<br />

acrecentado se lo resta el pecho,<br />

pues la ilusión se va por el sentido.<br />

Y, en ese hacer y deshacer lo hecho,<br />

sólo un amor se salva del olvido,<br />

y es el amor que queda insatisfecho.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

71


Nocturno IV<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Así estás todavía de pie bajo la lluvia,<br />

bajo la clara lluvia de una noche de invierno.<br />

De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,<br />

de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.<br />

Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />

con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos<br />

y tu voz que nacía del fondo de tus ojos<br />

y tus manos cansadas que se iban en el viento<br />

y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles<br />

y la hoja aquella que te cayó en el seno<br />

y el rocío nocturno dormido en tus pestañas<br />

y engarzando diamantes en tu vestido negro.<br />

Así estás todavía lejanamente cerca<br />

desde tu lejanía de sombra y de silencio.<br />

Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,<br />

de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.<br />

La vida es tan pequeña que cabe en una noche.<br />

Quizás fue que en la sombra me encontré con tu beso<br />

y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,<br />

el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.<br />

Si, me has dejado triste porque pienso que acaso<br />

ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.<br />

Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia<br />

con las manos temblando de frío y de deseo.<br />

Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes<br />

y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,<br />

siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />

bajo la lluvia clara de una noche de invierno...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

72


Nocturno VII<br />

Ahora que te fuiste te diré que te quiero,<br />

ahora que no me oyes, ya no debo callar.<br />

Tú seguirás tu vida y olvidarás primero<br />

y yo aquí, recordándote a la orilla del mar...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,<br />

y un amor tempestuoso que no puede durar.<br />

Acaso aquella noche no quise retenerte<br />

y ahora estoy recordándote a la orilla del mar...<br />

Tú que nunca supiste lo que yo te quería<br />

quizás entre otros brazos lograrás olvidar.<br />

Tal ves mires a otro, igual que a mí aquel día<br />

y yo aquí recordándote a la orilla del mar...<br />

El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,<br />

y el viento de la noche lo repite al pasar.<br />

Quizás en este instante tú besas a otro hombre<br />

y yo seguiré recordándote a la orilla del mar.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

73


Nocturno VIII<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Aquí, solo en la noche, ya es posible la muerte.<br />

Morir es poca cosa si tu amor está lejos.<br />

Puedo cerrar los ojos y apagar las estrellas.<br />

Puedo cerrar los ojos y pensar que ya he muerto.<br />

Puedo matar tu nombre pensando que no existes.<br />

Ahora, solo en la noche, sé que todo lo puedo.<br />

Puedo extender los brazos y morir en la sombra,<br />

y sentir el tamaño del mundo en mi silencio.<br />

Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,<br />

y navegar por ríos que nacen en tu sueño.<br />

Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,<br />

la gran noche que tiembla de un extraño deseo.<br />

Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:<br />

Sí. En esta sombra, solo, sé que todo lo puedo.<br />

Y ya ves: me contento con cerrar bien los ojos<br />

y apagar las estrellas y pensar que me he muerto.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

74


No era amor<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

No era amor. Fue otra cosa<br />

Pero según murmuran en la ciudad aquella,<br />

yo cometí el delito de inventarte una estrella,<br />

y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.<br />

No era amor, no era eso<br />

que se enciende en la sangre como una llamarada;<br />

Era mirar tus ojos y no decirte nada<br />

o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.<br />

Tarde para mi hastío,<br />

tarde para tu angustia de mariposa en vano,<br />

era como dos ciegos que se daban la mano,<br />

como dos niños pobres, tu corazón y el mío.<br />

Nada más. Ni siquiera<br />

suspirar en la lluvia de una tarde vacía,<br />

No era amor, fue otra cosa. No sé lo que sería<br />

Yo sé que es triste que nadie lo creyera.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

75


Oasis<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Así como un verdor en el desierto,<br />

con sombra de palmeras y agua caritativa,<br />

quizás sea tu amor lo que me sobreviva,<br />

viviendo en un poema después que yo haya muerto.<br />

En ese canto, cada vez más mío,<br />

voces indiferentes repetirán mi pena,<br />

y tú has de ser entonces como un rastro en la arena,<br />

casi como una nube que pasas sobre un río...<br />

Tú serás para todos una desconocida,<br />

tú que nunca sabrás cómo he sabido amarte;<br />

y alguien, tal vez, te buscará en mi arte,<br />

y al no hallarte en mi arte, te buscará en mi vida.<br />

Pero tú no estarás en las mujeres<br />

que alegraron un día mi tristeza de hombre:<br />

Como oculté mi amor sabré ocultar tu nombre,<br />

y al decir que te amo, nunca diré quién eres.<br />

Y dirán que era falsa mi pasión verdadera,<br />

que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto;<br />

o dirán que era otra la que canté en mi canto,<br />

otra, que nunca amé ni conocí siquiera<br />

Y así será mi gloria lo que fue mi castigo,<br />

porque, como un verdor en el desierto,<br />

tu amor me hará vivir después que yo haya muerto,<br />

pero cuando yo muera, ¡tú morirás conmigo!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

76


Otoño y jardín<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Señora: Es el crepúsculo. No importa si un retoño<br />

se ha abierto en los rosales del jardín, todavía:<br />

Ya ha llegado el terrible crepúsculo de otoño,<br />

que es decir un crepúsculo que dura todo el día.<br />

Señora: Es el otoño... Vuestras últimas rosas<br />

las está deshojando no sé qué desaliento.<br />

Y es que existe un otoño para todas las cosas,<br />

y el amor y la vida se nos van en el viento.<br />

Comprendedlo, señora: Nada podrá el rocío,<br />

ni siquiera las lágrimas. Ya todo será en vano;<br />

pues no hay nada más triste que un retoño tardío,<br />

y el amor es un poco de ceniza en la mano...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

77


Poema crepuscular<br />

En el recogimiento de la tarde que muere,<br />

entre las imprecisas brumas crepusculares,<br />

cada jirón de sombra cobra vida, y sugiere<br />

vaporosas siluetas familiares.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

En la brisa que pasa, parece que suspira<br />

la virgen de ojos claros que aún sueña en mi regreso;<br />

el rumor de las frondas abre el ala de un beso,<br />

y desde aquella estrella, alguien me mira…<br />

Allá, entre la alameda, se perfila la sombra<br />

grácil de la mujer que amé más en la vida,<br />

y en la voz de la fuente vibra una voz querida,<br />

que en su canción de oro y cristal me nombra…<br />

Todo canta, a esa hora, la canción olvidada;<br />

todo sueña el ensueño que quedó trunco un día,<br />

y verdece de nuevo la ilusión agostada,<br />

ebria de fe, de ardor y de armonía…<br />

Y entre la sutil bruma de prestigios de incienso<br />

que exalta mis recuerdos y mi melancolía,<br />

en la paz de este parque abandonado, pienso<br />

en la mujer que nunca será mía…<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

78


Poema de la culpa<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.<br />

Perdónala Señor, porque la culpa es mía.<br />

Después de haber besado sus cabellos de trigo,<br />

nada importa la culpa, pues no importa el castigo.<br />

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo<br />

mis labios están dulces por ese amor amargo.<br />

Ella fue como un agua callada que corría...<br />

Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.<br />

Perdónala Señor, tú que le diste a ella<br />

su frescura de lluvia y esplendor de estrella.<br />

Su alma era transparente como un vaso vacío:<br />

yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.<br />

Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera<br />

turbadora y fragante como la primavera?<br />

¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío<br />

sobre la yerba seca y ávida del estío?<br />

Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,<br />

como un surco que intenta rechazar la simiente.<br />

Era de otro. Era de otro que no la merecía,<br />

y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.<br />

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:<br />

las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.<br />

Y ella me dio su amor como se da una rosa<br />

como quien lo da todo, dando tan poca cosa...<br />

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:<br />

ella no fue culpable, Señor... ni yo tampoco<br />

La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella<br />

y me diste los ojos para mirarla a ella.<br />

Sí, nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar<br />

y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.<br />

Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,<br />

que sería pecado mayor si no la amara.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

79


José Ángel Buesa: Selección<br />

Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,<br />

que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,<br />

tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,<br />

tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

80


Poema de la desposada<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Buena suerte muchacha. Lucirás muy bonita,<br />

con el velo de novia y el ramo de azahar,<br />

pero sin el sonrojo de tu primera cita,<br />

sino pálida y seria delante del altar.<br />

Pronto será la boda. Pero acaso un despecho,<br />

amargará las noches de tu luna de miel,<br />

si al abrir una puerta reconoces un lecho,<br />

o al cruzar un pasillo recuerdas otro hotel.<br />

Sin embargo, muchacha, cuando termines el viaje,<br />

ya serás la señora de no sé qué señor,<br />

aunque tal vez descubras, al abrir tu equipaje,<br />

que en la prisa -¡qué pena!- se te olvidó el amor.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

81


Poema de la duda<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,<br />

como un cause sin agua, como un arco sin flecha,<br />

pues, lo que enciende un beso lo apaga una sospecha<br />

y en amor es culpable el que perdona.<br />

Ya es sombra para siempre lo que miró la duda<br />

con su mirada amarga como una fruta verde;<br />

y el alma está perdida cuando pierde<br />

el supremo pudor de estar desnuda.<br />

Así frente a la noche te he de tender la mano<br />

con un gesto cordial de despedida<br />

y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida<br />

la angustia irremediable de haberte amado en vano.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

82


Poema de la espera<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero.<br />

Y espero sonriente porque yo sé que un día<br />

como en amor, el último vale más que el primero<br />

tu tendrás que ser mía.<br />

Yo sé que tú eres de otro pero eso no me importa.<br />

Porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansía.<br />

Y mi amor es tan largo y la vida es tan corta<br />

que tendrás que ser mía.<br />

Yo sé que tú eres de otro pero la sed se sacia<br />

solamente en el fondo de la copa vacía.<br />

Y como la paciencia puede más que la audacia<br />

tú tendrás que ser mía.<br />

Por eso en lo profundo de mis sueños despiertos<br />

yo seguiré esperando porque sé que algún día<br />

buscarás el refugio de mis brazos abiertos<br />

y tendrás que ser mía.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

83


Poema del amor ajeno<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo<br />

como queda un perfume donde había una flor.<br />

Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;<br />

y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.<br />

La vida nos acerca y la vez nos separa,<br />

como el día y la noche en el amanecer...<br />

Mi corazón sediento ansía tu agua clara,<br />

pero es un agua ajena que no debo beber...<br />

Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,<br />

nunca te vas del todo, como una cicatriz;<br />

y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,<br />

pues al perder la espiga retiene la raíz.<br />

Tu amor es como un río, que parece más hondo,<br />

inexplicablemente, cuando el agua se va.<br />

Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,<br />

pues tu amor y la muerte tienen un más allá.<br />

Para un deseo así, toda la vida es poca;<br />

toda la vida es poca para un ensueño así...<br />

Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;<br />

y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

84


Poema del amor imposible<br />

Esta noche pasaste por mi camino<br />

y me tembló en el alma no sé qué afán<br />

pero yo estoy consciente de mi destino<br />

que es mirarte de lejos y nada más.<br />

No, tú nunca dijiste que hay primavera<br />

en las rosas ocultas de tu rosal.<br />

Ni yo debo mirarte de otra manera<br />

que mirarte de lejos y nada más.<br />

Y así pasas a veces tranquila y bella,<br />

así como esta noche te vi pasar.<br />

Más yo debo mirarte como una estrella<br />

que se mira de lejos y nada más.<br />

Y así pasan las rosas de cada día<br />

dejando las raíces que no se van.<br />

Y yo con mi secreta melancolía<br />

de mirarte de lejos y nada más.<br />

Y así seguirás siempre, siempre prohibida,<br />

más allá de la muerte, si hay más allá.<br />

Porque en esa vida, si hay otra vida,<br />

te miraré de lejos y nada más...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

85


Poema del amor pequeño<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Fue breve aquella noche. Fue breve, pero bella.<br />

Poca cosa es el tiempo, que es también poca cosa,<br />

porque nadie ha sabido lo que dura una estrella<br />

aunque todos sepamos lo que dura una cosa.<br />

Nuestro amor de una noche fue un gran amor pequeño<br />

que rodó por la sombra como un dado sin suerte,<br />

pero nadie ha sabido lo que dura un ensueño<br />

aunque todos sepamos lo que dura la muerte.<br />

Una noche es eterna para el que no la olvida,<br />

y el tiempo nada importa para el sueño y la flor,<br />

y, como nadie sabe lo que dura la vida,<br />

nadie sabe tampoco lo que dura el amor.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

86


Poema de las cosas<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Quizás estando sola, de noche, en tu aposento<br />

oirás que alguien te llama sin que tu sepas quién<br />

y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento<br />

que existen ciertamente, pero que no se ven...<br />

Y también es posible que una tarde de hastío<br />

como florece un surco, te renazca un afán<br />

y aprenderás entonces que hay cosas como el río<br />

que se están yendo siempre, pero que no se van...<br />

O al cruzar una calle, tu corazón risueño<br />

recordará una pena que no tuviste ayer<br />

y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,<br />

cosas que nunca han sido, pero que pueden ser...<br />

Por más que tu prefieras ignorar estas cosas<br />

sabrás por qué suspiras oyendo una canción<br />

y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,<br />

cosas que son hermosas, sin saber que lo son...<br />

Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido<br />

y un soplo de ceniza regará tu jardín<br />

y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido<br />

son las únicas cosas que nunca tienen fin.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

87


Poema del desencanto<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora<br />

como dos fugitivos de la misma condena.<br />

Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:<br />

No valías la pena.<br />

Ya llegaba el otoño, y ardía el mediodía.<br />

Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,<br />

pero acerqué mis labios y la encontré vacía.<br />

No valías la pena.<br />

Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,<br />

o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.<br />

Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:<br />

No valías la pena.<br />

Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,<br />

y el eslabón amable que es más que una cadena.<br />

Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho:<br />

No valías la pena.<br />

Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto,<br />

sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.<br />

Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,<br />

no valías la pena.<br />

Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,<br />

o acaso el desaliento del que sembró en la arena.<br />

Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:<br />

No valías la pena.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

88


Poema del domingo triste<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Este domingo triste pienso en ti dulcemente<br />

y mi vieja mentira de olvido ya no miente.<br />

La soledad a veces es peor castigo,<br />

ah, ¡pero qué alegre todo si estuvieras conmigo!<br />

Entonces no querría mirar las nubes grises<br />

formando extraños mapas de imposibles países<br />

y el monótono ruido del agua no sería<br />

el motivo secreto de mi melancolía.<br />

Este domingo triste nace de algo que es mío,<br />

que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,<br />

mientras corren las aguas por la calle en declive<br />

y el corazón se muere de un ensueño que vive.<br />

La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,<br />

y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo,<br />

y tendría la tarde, fragantemente muda,<br />

el ingenuo impudor de una niña desnuda.<br />

Si estuvieras conmigo, amor que no volviste.<br />

Oh, ¡qué alegre me sería este domingo triste!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

89


Poema del espejo<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Déjame ser tu espejo, supliqué aquel día,<br />

recuerdo que tu mano se estremeció en la mía.<br />

Yo que envidio tu espejo, quiero saber que siente<br />

al copiar en la alcoba tu cuerpo adolescente.<br />

Detrás de los almendros, casi como del fondo<br />

del mar, surgió la luna, con su espejo redondo.<br />

Te vi de pie en la sombra, junto al lecho vacío<br />

se oyó un rumor de sedas, como el rumor de un río.<br />

Y yo, como el espejo de aquella alcoba oscura,<br />

yo, allí solo contigo, reflejé tu hermosura.<br />

Fue un instante, en la sombra. No sé bien todavía<br />

si eras tú, si fue un sueño, o una flor que se abría.<br />

Muchacha de la noche de un día diferente,<br />

yo no envidio a tu espejo, ya sé que nada siente,<br />

Ya sé que te duplica sin comprender siquiera<br />

que eres mujer, y hermosa como la primavera,<br />

Pues si lo comprendiera saltaría en pedazos<br />

por el ansia imposible de tenderte los brazos.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

90


Poema del éxtasis<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

No... nunca fue mi mano más lenta que en la hora<br />

secretamente mía de aquella noche aquella.<br />

fue así como una nube cuando oculta una estrella<br />

O así como una estrella que se pierde en la aurora.<br />

Nunca tuvo mi mano más quietud impaciente,<br />

semejante a la mano de un ladrón inexperto.<br />

Porque fue como un buque que oscilara en el puerto<br />

con el ansia inconforme de zarpar de repente.<br />

Si, aquella noche... noche para soñar en vano<br />

o encender una estrella... O apagar una duda.<br />

Surgió bajo mi mano tu belleza desnuda<br />

como si tu belleza surgiera de mi mano.<br />

Ni una sola palabra de temor o reproche<br />

abrevió el retardado placer del desenlace.<br />

Como crece un jacinto frente al alba que nace<br />

o como nace el alba del fondo de la noche.<br />

No... nunca fue una mano más lenta ni más leve<br />

que mi mano de amante con su gesto de amigo.<br />

Eras como la nieve cayendo sobre el trigo<br />

o un trigo milagroso brotando de la nieve.<br />

Y tu estabas inmóvil bajo la selva rosa<br />

como una flor fantástica que se abriera en el lecho.<br />

Mientras mi mano lenta descubría en tu pecho<br />

dos motivos iguales para llamarte hermosa.<br />

Pero desde esa noche de calma y de tormenta<br />

desorientadamente vacilé en una duda.<br />

Si cerraste los ojos por no verte desnuda<br />

o bien porque mi mano fue demasiado lenta.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

91


Poema del fracaso<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,<br />

que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;<br />

Quería aprisionar un alma en un poema,<br />

y que viviera siempre... Pero no pudo ser.<br />

Mi corazón, un día, silenció su latido,<br />

y en plena lozanía se sintió envejecer;<br />

Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido<br />

y morir recordando... Pero no pudo ser.<br />

Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,<br />

en un fugaz anhelo de gloria y de poder;<br />

Subió la escalinata de un palacio de oro<br />

y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.<br />

Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,<br />

por vivir plenamente la fiebre del placer;<br />

Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,<br />

un goce para él solo... Pero no pudo ser.<br />

Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,<br />

con tu sonrisa clara, que es un amanecer;<br />

y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,<br />

quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.<br />

Y he de decirte adiós para siempre, querida,<br />

sabiendo que te alejas para nunca volver,<br />

Quisiera retenerte para toda la vida...<br />

¡Pero no puede ser! ¡Pero no puede ser!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

92


Poema del olvido<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,<br />

y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.<br />

Y se unieron entonces tu corazón y el mío,<br />

como se van uniendo los bordes de una herida.<br />

Los últimos ensueños y las primeras canas<br />

entristecen de sombra todas las cosas bellas;<br />

y hoy tu vida y mi vida son como las estrellas,<br />

pues pueden verse juntas, estando tan lejanas...<br />

Yo bien sé que el olvido, como una agua maldita,<br />

nos da una sed mas honda que la sed que nos quita,<br />

pero estoy tan seguro de poder olvidar...<br />

Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,<br />

con el hábito sordo de un viejo marinero<br />

que aun siente, en tierra firme, la ondulación del mar.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

93


Poema del poema<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Quizás pases con otro que te diga al oído<br />

esas frases que nadie como yo te dirá;<br />

y, ahogando para siempre mi amor inadvertido<br />

¡te amaré más que nunca....y jamás lo sabrás!<br />

La desolada estrofa, como si fuera un ala,<br />

voló sobre el silencio... Y tú estabas allí:<br />

Allí en el más oscuro rincón de aquella sala,<br />

estabas tú, escuchando mis versos para ti.<br />

Y tú, la inaccesible mujer de ese poema<br />

que ofrece su perfume pero oculta su flor,<br />

quizás supiste entonces la amargura suprema<br />

de quien ama la vida porque muere de amor.<br />

Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes<br />

aquellos versos tristes y amargos como el mar,<br />

cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,<br />

los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.<br />

Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,<br />

mujer hoy y mañana distante como ayer...<br />

vi que te alejabas sin sospechar siquiera<br />

¡que yo soy aquel hombre...y tú aquella mujer!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

94


Poema del regreso<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Vengo del fondo oscuro de una noche implacable,<br />

y contemplo los astros con un gesto de asombro.<br />

Al llegar a tu puerta me confieso culpable,<br />

y una paloma blanca se me posa en el hombro.<br />

Mi corazón humilde se detiene en tu puerta<br />

con la mano extendida como un viejo mendigo;<br />

y tu perro me ladra de alegría en la huerta,<br />

porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.<br />

Al fin creció el rosal aquel que no crecía<br />

y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:<br />

Yo también he cambiado mucho desde aquel día,<br />

pues no tienen estrellas las noches del destierro.<br />

Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;<br />

pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,<br />

mírame dulcemente, sin preguntarme nada,<br />

y sabrás que no he vuelto ... ¡porque estaba contigo!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

95


Poema del renunciamiento<br />

Pasarás por mi vida sin saber que pasaste,<br />

pasarás en silencio por mi amor y al pasar<br />

fingiré una sonrisa como un dulce contraste<br />

del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.<br />

Soñaré con el nácar virginal de tu frente,<br />

soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar,<br />

soñaré con tus labios desesperadamente,<br />

soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Quizás pases con otro que te diga al oído<br />

esas frases que nadie como yo te dirá<br />

y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,<br />

te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.<br />

Yo te amaré en silencio... como algo inaccesible,<br />

como un sueño que nunca lograré realizar<br />

y el lejano perfume de mi amor imposible<br />

rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.<br />

Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,<br />

-- el tormento infinito que te debo ocultar --<br />

te diré sonriente: "No es nada... ha sido el viento".<br />

Me enjugaré la lágrima... ¡y jamás lo sabrás!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

96


Poema del secreto<br />

Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,<br />

y no volver el rostro para verte pasar.<br />

Puedo apretar mis labios un día y otro día...<br />

y no puedo olvidar.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,<br />

casi aburridamente, sobre un tema vulgar,<br />

puedo decir tu nombre con voz indiferente...<br />

y no puedo olvidar.<br />

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,<br />

y encontrarte cien veces, así como al azar...<br />

puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,<br />

y no puedo olvidar.<br />

Ya vez: Tú no sospechas este secreto amargo,<br />

más amargo y profundo que el secreto del mar...<br />

porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...<br />

¡no te puedo olvidar!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

97


Poema de una calle<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Amo esta calle, y amo sus tristes casas<br />

en las que se entristecen cumpleaños y bodas,<br />

porque esta calle triste, se alegra cuando pasas<br />

tú, mujer preferida entre todas.<br />

Amo esta calle acaso porque en ella subsiste<br />

no sé qué somnolencia de arrabal provinciano.<br />

Pero a veces la odio, porque aunque siempre es triste<br />

me parece más triste cuando te espero en vano.<br />

Y yo bien sé que esta calle nunca podrá ser bella<br />

con sus fachadas sucias y sus portales viejos.<br />

Pero sé que es distinta cuando pasas por ella<br />

y te miro pasar... desde lejos.<br />

Por eso amo esta calle de soledad y hastío<br />

que ensancha sus aceras para alejar las casas.<br />

Mientras te espera en vano mi corazón vacío,<br />

¡que es una calle triste por donde nunca pasas!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

98


Poema final por nosotros<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Está bien, vas con otro, y me apeno y sonrío,<br />

pues recuerdo las noches que temblaste en mi mano,<br />

como tiembla en la hoja la humedad del rocío,<br />

o el fulgor de la estrella que desciende al pantano.<br />

Te perdono, y es poco. Te perdono, y es todo,<br />

yo que amaba tus formas, más amaba tu amor,<br />

y empezó siendo rosa lo que luego fue lodo,<br />

a pesar del perfume y a pesar del color.<br />

Hoy prefiero mil veces sonreír aunque pierda,<br />

mientras pierda tan solo el derecho a tu abrazo,<br />

y no ser el que olvida, mientras él quien recuerda,<br />

y tú bajes el rostro y él lo vuelva si paso.<br />

Quien te lleva no sabe que pasó mi tormento,<br />

y me apena su modo de aferrarse a lo vano,<br />

él se aferra a la rosa, pero olvida que el viento,<br />

todavía dirige su perfume a mi mano.<br />

Y por ser quien conozco tus angustias y anhelos,<br />

te perdono si pasas y si no me saludas,<br />

pues prefiero el orgullo de perderte con celos,<br />

a la angustia que él siente de tenerte con dudas.<br />

Y mañana quien sabe, no sabré si fue rubia,<br />

si canela, o si blanca la humedad de esta pena,<br />

y quizás te recuerde si me adentro en la lluvia,<br />

o tal vez me dé risa si acaricio la arena.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

99


Poema para el crepúsculo<br />

Hora de soledad y de melancolía,<br />

en que casi es de noche y casi no es de día.<br />

Hora para que vuelva todo lo que se fue<br />

hora para estar triste, sin preguntar por qué.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Todo empieza a morir cuando nace el olvido.<br />

Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido...<br />

¡Y es tan agria esta angustia terriblemente cierta<br />

de un gran amor dormido que de pronto despierta!<br />

Viendo pasar las nubes se comprende mejor<br />

que así como ellas cambian, va cambiando el amor,<br />

y aunque decimos: ¡Todo se olvida, todo pasa...!<br />

en las cenizas, a veces nos sorprende una brasa.<br />

Porque es triste creer que se secó una fuente,<br />

y que otro beba el agua que brota nuevamente:<br />

o una estrella apagada que vuelve a ser estrella,<br />

y ver que hay otros ojos que están fijos en ella.<br />

Decimos: ¡Todo pasa, porque todo se olvida...!<br />

y el recuerdo entristece lo mejor de la vida.<br />

Apenas ha durado para amarte y perderte<br />

este amor que debía durar hasta la muerte.<br />

Fugaz como el contorno de una nube remota,<br />

tu amor nace en la espiga muriendo en la gaviota.<br />

Tu amor, cuando era mío, no me pertenecía.<br />

Hoy, aunque vas con otro, quizás eres más mía.<br />

Tu amor es como el viento que cruza de repente:<br />

Ni se ve, ni se toca, pero existe y se siente.<br />

Tu amor es como un árbol que renunció a su altura,<br />

pero cuyas raíces abarcan la llanura.<br />

Tu amor me negó siempre lo poco que pedí,<br />

y hoy me da esta alegría de estar triste por ti<br />

Y, aunque creí olvidarte, pienso en ti todavía,<br />

cuando, aún sin ser de noche, dejó de ser de día.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

100


Poemas en la arena<br />

Las olas vienen.<br />

Las olas van.<br />

Como las olas,<br />

tu recuerdo viene y se va.<br />

I<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Las olas vienen.<br />

Las olas se van.<br />

Mi silencio -- un silencio de cien puertas cerradas--,<br />

se encrespa de rumores, como el mar.<br />

¡El mar, el mar, amor!<br />

¡Amor, el mar!<br />

Mi corazón es una playa triste,<br />

y tú eres una ola que viene y que se va...<br />

VI<br />

Nunca antes fue triste el primer trino de los pájaros.<br />

--Hoy sí.<br />

Como una flor de sombra,<br />

como una mariposa negra y gris,<br />

la noche fue a encenderse de amor entre tus manos,<br />

sobre tus manos diáfanas, que se tendían hacia mí...<br />

Nunca antes fue triste el primer trino de los pájaros.<br />

--Hoy sí.<br />

Y vi que te alejabas por un camino que ascendía<br />

hacia un inhóspito confín.<br />

Y quise acompañarte o detenerte,<br />

no sé... Pero el camino se fue borrando en pos de ti.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

101


Quizás<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Quizás te diga un día que dejé de quererte,<br />

aunque siga queriéndote más allá de la muerte;<br />

y acaso no comprendas en esa despedida,<br />

que, aunque el amor nos une, nos separa la vida.<br />

Quizás te diga un día que se me fue el amor,<br />

y cerraré los ojos para amarte mejor,<br />

porque el amor nos ciega, pero, vivos o muertos,<br />

nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos.<br />

Quizás te diga un día que dejé de quererte,<br />

aunque siga queriéndote más allá de la muerte;<br />

y acaso no comprendas, en esa despedida,<br />

¡que nos quedamos juntos para toda la vida!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

102


Recapitulación<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Yo he vivido mi vida: Si fue larga o fue corta,<br />

si fue alegre o fue triste, ya casi no me importa.<br />

Y aquí estoy, esperando. No sé bien lo que espero,<br />

si el amor o la muerte, -lo que pase primero.<br />

Algo tuve algún día; lo perdí de algún modo,<br />

y me dará lo mismo cuando lo pierda todo.<br />

Pero no me lamento de mi mala fortuna,<br />

pues me queda un palacio de cristal en la luna,<br />

y por andar errante, por vivir el momento,<br />

son tan buenos amigos mi corazón y el viento.<br />

Por eso y otras me deja indiferente,<br />

aquí, allá y dondequiera, lo que diga la gente.<br />

-¿Trampas? - Pues sí, hice algunas;<br />

pero, mal jugador, yo perdí más que nadie<br />

con mis trampas de amor.<br />

-¿Pecados? - Sí, aunque leves, de esos que Dios perdona,<br />

porque, a pesar de todo, Dios no es mala persona.<br />

-¿Mentiras?- Dije muchas, y de bello artificio,<br />

pero que en un poeta son cosas del oficio.<br />

Y en los casos dudosos, si hice bien o mal,<br />

ya arreglaremos cuentas en el Juicio Final.<br />

Eso es todo. He vivido.<br />

La vida que me queda puede tener dos caras,<br />

igual que una moneda: una que es de oro puro<br />

-la cara del pasado- y otra -la del presente-<br />

que es de plomo dorado.<br />

Por lo demás, ya es tarde; pero no tengo prisa,<br />

y esperare la muerte con mi mejor sonrisa,<br />

Y seguiré viviendo de la misma manera,<br />

que es vivir cada instante como una vida entera,<br />

mientras siguen andando, de un modo parecido,<br />

los hombres con el tiempo y el tiempo hacia el olvido.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

103


José Ángel Buesa: Selección<br />

Respuesta al poema de la culpa (Ella)<br />

Señor, yo no soy digna siquiera de rogarte:<br />

mi corazón ignora la palabra del arte.<br />

Sólo vengo a decirte que no me han comprendido,<br />

porque los hombres hablan con el orgullo herido.<br />

Cubren con bellas frases su más vulgar deseo,<br />

que a veces me turbaron, pero que ya no creo.<br />

Sin embargo, a los dos me di con alegría.<br />

Lo comprendo, Señor: ¡toda la culpa es mía!<br />

En los brazos de uno me entregué plenamente,<br />

y en los del otro... ¿Sabes lo que una mujer siente?<br />

Pregúntale a la Virgen, cuando ella era mujer,<br />

todo lo que nosotras llegamos a querer.<br />

Perdóname la audacia, pero aquella María,<br />

no supo del abrazo viril que me rendía.<br />

No miró aquellos ojos fijos en mi hermosura,<br />

como dedos ardientes sobre mi carne impura.<br />

Y no tembló aquel canto de amor en sus oídos<br />

que pudo abrir en músicas la flor de mis sentidos.<br />

Tú también sabes que el hombre se acerca a la mujer,<br />

ebrio por la promesa de su propio placer.<br />

Pero la mujer llora, se resiste, Señor,<br />

y cuando al fin se ofrece, sueña con el amor.<br />

Pues, mientras en el hombre la vida se hace fuerte,<br />

la mujer se desmaya con un poco de muerte.<br />

Quizás tuve un amante que me sedujo un día,<br />

¡tan malo que, por eso, me gusta todavía!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

104


José Ángel Buesa: Selección<br />

Respuesta al poema de la culpa (El otro)<br />

Señor, yo soy el otro que también la quería,<br />

y vengo a confesarme, porque la culpa es mía.<br />

Ella tuvo la gracia fatal de nacer bella:<br />

quien la mira, ya nunca será bueno sin ella.<br />

Me duele soportar que alguno la haya amado,<br />

pero hay cosas tan bellas que no tienen pasado;<br />

y ella sólo mañana dejará de ser pura:<br />

cuando el roce del tiempo desgaste su hermosura.<br />

Ella se me dio toda, como yo me di a ella,<br />

ella me dio su flor y yo le di mi estrella;<br />

porque de su perfume trascendiendo en mi llama,<br />

no quedó un solo beso de los que él me reclama.<br />

Tal vez ella lo quiso, pero él lo dudaría,<br />

si la viera en mis brazos tan felizmente mía.<br />

Si le viera los ojos al sentirse gozada,<br />

cuando todo mi sueño le llena la mirada.<br />

No existe culpa en ella, ni en él, ni en ti Señor;<br />

y si es mía, ¡bendigo la culpa de mi amor!<br />

Hay que ser algo malo si se busca el poder,<br />

que domina la tierra sutil de la mujer.<br />

Ni demasiado malo, ni demasiado bueno,<br />

enfermé, sin morir, de su dulce veneno.<br />

Mi amor es el de un hombre, sencillamente humano,<br />

que sueña de limosna, sin extender la mano.<br />

¡Ah! Pero él se redime, sólo a ti te condena,<br />

él te arroja su amor, para esquivar su pena.<br />

Perdónalo, Señor... Di quién la merecía,<br />

pues yo soy el culpable: ¡la quiero todavía!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

105


Se deja de querer<br />

Se deja de querer, y no se sabe<br />

por qué se deja de querer:<br />

Es como abrir la mano y encontrarla vacía,<br />

y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.<br />

Se deja de querer, y es como un río<br />

cuya corriente fresca ya no calma la sed;<br />

como andar en otoño sobre las hojas secas,<br />

y pisar la hoja verde que no debió caer.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Se deja de querer, y es como el ciego<br />

que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;<br />

o como quien despierta recordando un camino,<br />

pero ya sólo sabe que regresó por él.<br />

Se deja de querer, como quien deja<br />

de andar por una calle, sin razón, sin saber;<br />

y es hallar un diamante brillando en el rocío,<br />

y que, ya al recogerlo, se evapore también.<br />

Se deja de querer, y es como un viaje<br />

detenido en la sombra, sin seguir ni volver;<br />

y es cortar una rosa para adornar la mesa<br />

y que el viento deshoje la rosa en el mantel.<br />

Se deja de querer, y es como un niño<br />

que ve cómo naufragan sus barcos de papel;<br />

o escribir en la arena la fecha de mañana<br />

y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.<br />

Se deja de querer, y es como un libro<br />

que, aun abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;<br />

y es como la sortija que se quitó del dedo,<br />

y sólo así supimos que se marcó en la piel.<br />

Se deja de querer, y no se sabe<br />

por qué se deja de querer...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

106


Segundo poema de la espera<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Por un agua de hastío voy moviendo estos remos,<br />

que pasan tanto al irme y tan poco al volver;<br />

pero quizá un día no nos separaremos,<br />

mujer mía y ajena, como el amanecer.<br />

No importa que me quede ni importa que me vaya,<br />

mientras pasan las nubes sin dejar de pasar,<br />

porque tu corazón es igual que una playa,<br />

que, pudiendo ser tierra, nunca llega a ser mar.<br />

Tu amor nunca responde cuando mi amor te nombra;<br />

tu amor, que sin ser mío, tantas veces perdí;<br />

y yo empuño los remos y viajo hacia las sombras,<br />

pues todo se hace sombra si estoy lejos de ti.<br />

Filibustero loco tras el botín de un beso,<br />

viajo por aguas tristes que me entristecen más;<br />

pero tu amor es siempre camino de regreso,<br />

mujer que nunca llegas y que nunca te vas.<br />

Tu amor es un remoto país desconocido,<br />

más allá del mañana, más allá del ayer;<br />

y ya sólo recuerdo las veces que me he ido<br />

recordando las veces que tuve que volver.<br />

Hay virtudes tan tristes, que es mejor ser culpable,<br />

y más si es una culpa de amor amarte así;<br />

pero, si en nuestras vidas hay algo inevitable,<br />

inevitable tú serás para mí.<br />

Ya me duelen las manos de remar en mi hastío;<br />

pero yo sé que un día dejaré de remar,<br />

y he de mirar el mundo como si fuera mío,<br />

y romperé los remos en la orilla del mar...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

107


Sembrar<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Alza la mano y siembra, con un gesto impaciente,<br />

en el surco, en el viento, en la arena, en el mar...<br />

Sembrar, sembrar, sembrar, infatigablemente:<br />

En mujer, surco o sueño, sembrar, sembrar, sembrar...<br />

Yérguete ante la vida con la fe de tu siembra;<br />

siembra el amor y el odio, y sonríe al pasar...<br />

La arena del desierto y el vientre de la hembra<br />

bajo tu gesto próvido quieren fructificar...<br />

Desdichados de aquellos que la vida maldijo,<br />

que no soñaron nunca ni supieron amar...<br />

Hay que sembrar un árbol, una ansia, un sueño, un hijo.<br />

Porque la vida es eso: Sembrar, sembrar, sembrar.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

108


Símil del árbol<br />

Árbol ya largamente florecido,<br />

con el tronco tatuado de iniciales,<br />

lo dejaron en pie los vendavales,<br />

sin una hoja, ni una flor, ni un nido,<br />

igual que un corazón envejecido<br />

que aún palpita, sin bienes y sin males,<br />

lleno de sal, como los litorales,<br />

con fatiga de amor y sed de olvido.<br />

Pero en el árbol se detuvo un día,<br />

para cantar, un pájaro viajero,<br />

y el tronco aquel sintió que florecía...<br />

como florece un corazón huraño,<br />

para después sentir que le hace daño<br />

la flor tardía de su amor postrero.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

109


Símil del viento<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Te sentí, como el viento, cuando pasabas ya;<br />

como el viento, que ignora si llega o si se va...<br />

Fuiste como una fuente que brotó junto a mí.<br />

Y yo, naturalmente, sentí sed y bebí.<br />

Llegaste como el viento, náufraga del azar,<br />

con tus ojos alegres entristeciendo el mar.<br />

Y, para que la tarde pudiera anochecer,<br />

te fuiste como el viento, que no sabe volver.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

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Soneto con sed<br />

Leyendo un libro, un día, de repente,<br />

hallé un ejemplo de melancolía:<br />

Un hombre que callaba y sonreía,<br />

muriéndose de sed junto a una fuente.<br />

Puede ser que, mirando la corriente,<br />

su sed fuera más triste todavía;<br />

aunque acaso aquel hombre no bebía<br />

por no enturbiar el agua transparente.<br />

Y no sé más. No sé si fue un castigo,<br />

y no recuerdo su final tampoco<br />

aunque quizás lo aprenderé contigo;<br />

yo, enamorado, soñador y loco,<br />

que me muero de sed y no lo digo,<br />

que estoy junto a la fuente y no la toco.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

111


Soneto del ahorcado<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El beodo narraba dificultosamente<br />

con hipos de agonía y vahos de aguardiente.<br />

El, residuo de hombre, sin vigor ni decoro,<br />

era el único dueño de un singular tesoro.<br />

Y vi en su mano torpe, tal como una serpiente<br />

de escamas de oro puro, la trenza reluciente:<br />

su tesoro romántico, su reliquia -aunque ignoro<br />

de quién era la trenza de cabellos de oro.<br />

Y una noche de lluvia se colgó de una rama,<br />

y un rechinar de dientes epilogó su drama<br />

de recorrer a tientas las brumas del alcohol.<br />

Y allí lo vimos todos, al inflamarse el día,<br />

y en su cárdeno cuello la trenza relucía<br />

cual si se hubiese ahorcado con un rayo de sol.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

112


Soneto del caminante<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

No despiertes jamás para vivir tu sueño<br />

porque el sueño es un viaje más allá del olvido.<br />

Tu pie siempre es más firme después de haber caído.<br />

Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.<br />

El amor llega y pasa como un dolor risueño,<br />

como una rama seca donde retoña un nido.<br />

Sólo tiene algo suyo quien todo lo ha perdido.<br />

Nadie es dueño de nada sin ser su propio dueño.<br />

La vida será tuya si sabes que es ajena,<br />

que es igual ser montaña que ser grano de arena,<br />

pues la calma del justo vence el furor del bravo.<br />

Y aprende que el camino nace del caminante,<br />

pues, por más que ambiciones, humilde o arrogante,<br />

sólo has de ser el dueño de lo que eres esclavo.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

113


Soneto del tiempo<br />

Me verás sonreír, amiga mía,<br />

con aquel gesto frívolo de antaño,<br />

y hay un viejo dolor que me hace daño,<br />

un dolor que me duele todavía.<br />

Porque no en vano pasan día y día,<br />

y día a día llegan año y año,<br />

y el júbilo de ayer se queda huraño<br />

de soledad y de melancolía.<br />

No te engañes, amiga, con mi engaño:<br />

la copa en que bebiste está vacía,<br />

y el oro de sus bordes se hizo estaño;<br />

y esta frágil corteza de alegría<br />

cubre un viejo dolor que me hace daño,<br />

un dolor que me duele todavía...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

114


Soneto en la alcoba<br />

Te miraba acostada con mis ojos de bueno,<br />

tus ojos aprendían lentamente a soñar,<br />

y tu sueño iba a otro, a tu amor en estreno,<br />

embriagado de fuga, de capricho y de azar.<br />

Me tomaste una mano para palpar tu seno,<br />

tu corazón latía con el mío a la par:<br />

el tuyo acelerado por un amor ajeno,<br />

mi corazón tan cerca, sin poderlo alcanzar.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Así dejé de amarte y empecé a comprenderte.<br />

Sentí que me tocaba como un roce de muerte,<br />

un dolor voluptuoso, pasajero y vulgar.<br />

Y mientras me veías mansamente a tu lado,<br />

yo escapaba en silencio, para siempre alejado.<br />

¡Aunque esta misma noche te vuelva a desnudar!<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

115


Soneto lloviendo<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

No hace falta que llueva como llueve este día,<br />

y, sin embargo, llueve desde el amanecer.<br />

Si hay rosas y retoños, ¿para qué llovería?<br />

Si ya todo florece, ¿qué más va a florecer?<br />

Llueve obstinadamente y en la calle vacía<br />

las gotas de la lluvia son pasos de mujer.<br />

Pero cierro los ojos y llueve todavía,<br />

y al abrirlos de nuevo no deja de llover.<br />

Yo sé que no hace falta que llueva, pero llueve.<br />

Y recuerdo una tarde maravillosa y breve,<br />

que fue maravillosa porque llovía así...<br />

Y es tan triste, tan triste, la lluvia en mi ventana,<br />

que casi me pregunto, dulce amiga lejana,<br />

si no estará lloviendo para que piense en ti.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

116


Soneto para la lluvia<br />

Mi corazón no sabe lo que espera,<br />

pero yo sé que espera todavía,<br />

igual que aquella noche que llovía<br />

y te besé bajo la enredadera.<br />

Tu amor se fue como si no se fuera,<br />

pues algo tuyo vuelve cada día,<br />

y me dejaste la melancolía<br />

de doblar el pañuelo a tu manera.<br />

Esta noche de viento y lluvia fría<br />

quiero pensar que, si tu amor volviera,<br />

al dejar de llover ya no se iría.<br />

Y estoy aquí, bajo la enredadera;<br />

y, como aquella noche que llovía,<br />

mi corazón no sabe lo que espera...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

117


Soneto para un reproche<br />

Yo no sé si tú esperas todavía,<br />

el gran amor con que soñaste en vano,<br />

que era un pozo en la tarde de verano,<br />

y era la sed que el pozo calmaría.<br />

Yo sólo sé que estuvo cerca un día,<br />

cuando tú lo creíste más lejano,<br />

y fue una llama que se heló en tu mano,<br />

al separar tu mano de la mía.<br />

Así fue: Poca cosa en el olvido,<br />

como el viento que llega y ya se ha ido<br />

o la rama partida sin dar flor;<br />

pero no es culpa mía si tú hiciste<br />

una cosa vulgar, pequeña y triste,<br />

de lo que pudo ser un gran amor.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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118


Soñar<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Soñar es ver la vida de otro modo,<br />

y es olvidar un poco lo que realmente es,<br />

un sueño es casi nada y más que todo,<br />

más que todo al soñarlo... casi nada después.<br />

Por eso yo no sé si mi sueño es sólo un sueño,<br />

yo no sé si algún día lo tocará mi mano<br />

y yo no sé, ni me importa, si es grande o si es pequeño<br />

pero mi sueño es sueño porque lo siento en vano.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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119


Te acordarás un día<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Te acordarás un día de aquel amante extraño<br />

que te besó en la frente para no hacerte daño.<br />

Aquel que iba en la sombra con la mano vacía<br />

porque te quiso tanto... que no te lo decía.<br />

Aquel amante loco... que era como un amigo,<br />

y que se fue con otra... para soñar contigo.<br />

Te acordarás un día de aquel extraño amante,<br />

profesor de horas lentas con alma de estudiante.<br />

Aquel hombre lejano... que volvió del olvido<br />

sólo para quererte... como a nadie ha querido.<br />

Aquel que fue ceniza de todas las hogueras<br />

y te cubrió de rosas sin que tú lo supieras.<br />

Te acordarás un día del hombre indiferente<br />

que en las tardes de lluvia te besaba en la frente.<br />

Viajero silencioso de las noches de estío<br />

que miraba tus ojos, como quien mira un río.<br />

Te acordaras un día de aquel hombre lejano<br />

del que más te ha querido... porque te quiso en vano.<br />

Quizás así de pronto... te acordarás un día<br />

de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.<br />

Tu rosal preferido se secara en el huerto<br />

como para decirte que aquel hombre se ha muerto.<br />

Y él andará en la sombra con su sonrisa triste.<br />

Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.<br />

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120


Te contaré la historia<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Te contaré la historia del bergantín sombrío<br />

que echó un día las anclas en la quietud de un puerto,<br />

para ser en la turbia resaca del hastío,<br />

el ataúd flotante de su pasado muerto.<br />

Allí evocaba el luto de la insignia pirata<br />

y las tripulaciones con su bárbaro coro,<br />

en las fosforescencias de las noches de plata<br />

y en el deslumbramiento de las tardes de oro.<br />

Allí, en largos letargos bajo las nubes lentas,<br />

entre un enloquecido revuelo de gaviotas,<br />

adoraban el soplo brutal de las tormentas,<br />

en sus podridos pliegues, las pobres velas rotas.<br />

Abajo, en la sentina, mortecinos fanales,<br />

moscas y telarañas y barriles flotando,<br />

arriba en la cubierta, náufragos espectrales<br />

agitando los puños hacia el puente de mando.<br />

Ah, las islas del trópico, los dulces archipiélagos<br />

para siempre en los mapas de la mala fortuna,<br />

y un buque torvamente rondando los murciélagos<br />

mientras las mariposas vuelan hacia la luna.<br />

Viejo barco que supo que el confín no es redondo<br />

en las noches siniestras y en las albas felices,<br />

con las anclas hundidas más y más en el fondo<br />

como si de las anclas le nacieran raíces.<br />

Mástiles carcomidos donde las golondrinas<br />

reposan el otoño, como un último ultraje;<br />

timón con verdes costras de lepras submarinas<br />

y brújula sin norte para morir un viaje.<br />

Vientos del sur, o lluvias o locas primaveras,<br />

que poco importa todo para los barcos viejos;<br />

pero un escalofrío crujía en sus maderas<br />

al zarpar otras naves y al perderse a lo lejos.<br />

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121


José Ángel Buesa: Selección<br />

Allí, escuchando el himno de las resacas gordas,<br />

vaivén de espumas negras que nunca finaliza,<br />

se hubiera dicho un barco cargado hasta las bordas<br />

con un gran contrabando funeral de ceniza.<br />

Y allí estaba, en el puerto, con su largo letargo,<br />

de proa hacia el olvido, muriendo hacia el poniente.<br />

Y, sin embargo un día... Ah, un día, sin embargo,<br />

Soplo un viento de rosas, maravillosamente.<br />

Era el sagrado soplo del amor que transfigura<br />

los seres y las cosas en el tiempo sin fin<br />

y le dio un casco nuevo con nueva arboladura<br />

y nueve velas blancas al viejo bergantín.<br />

Y así fue que en la gloria de una alegre mañana,<br />

con la proa hacia el sueño y el timón al azar,<br />

esta vez bajo el mando de gentil capitana,<br />

el bergantín sombrío se echó de nuevo al mar.<br />

Y así acaba este cuento que es más tuyo que mío,<br />

tú, que escuchas mi cuento convertido en canción;<br />

tú, gentil capitana del bergantín sombrío,<br />

del bergantín sombrío que era mi corazón.<br />

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Tercer poema de la despedida<br />

Llamarada de ayer, ceniza ahora,<br />

ya todo será en vano,<br />

como fijar el tiempo en una hora<br />

o retener el agua en una mano.<br />

Ah, pobre amor tardío,<br />

es tu sombra no más lo que regresa,<br />

porque si el vaso se quedó vacío<br />

nada importa que esté sobre la mesa.<br />

Pero quizás mañana,<br />

como este gran olvido es tan pequeño,<br />

pensaré en ti, cerrando una ventana,<br />

abriendo un libro o recordando un sueño...<br />

Tu amor ya está en mi olvido,<br />

pues, como un árbol en la primavera,<br />

si florece después de haber caído,<br />

no retoña después de ser hoguera;<br />

pero el alma vacía<br />

se complace evocando horas felices,<br />

porque el árbol da sombra todavía,<br />

después que se han secado sus raíces;<br />

y una ternura nueva<br />

me irá naciendo, como el pan del trigo:<br />

Pensar en ti una tarde, cuando llueva,<br />

o hacer un gesto que aprendí contigo.<br />

Y un día indiferente,<br />

ya en olvido total sobre mi vida,<br />

recordaré tus ojos de repente,<br />

viendo pasar a una desconocida...<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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Tercer poema del río<br />

El agua del río pasaba indolente,<br />

reflejando noches y arrastrando días…<br />

Tú, desnuda en la fresca corriente,<br />

reías…<br />

Yo te contemplaba desde la ribera,<br />

tendido a la sombra de un árbol sonoro;<br />

y resplandecía tu áurea cabellera,<br />

desatada en el agua ligera,<br />

como un remolino de espuma de oro…<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Y pasaban las nubes errantes,<br />

mientras tú te erguías bajo el sol de estío,<br />

con los blancos hombros llenos de diamantes,<br />

en la rumorosa caricia del río.<br />

Y tú te reías…<br />

Y mirando mis manos vacías,<br />

pensé en tantas cosas que ya fueron mías,<br />

y que se me han ido, como tú te irás…<br />

Y tendí mis brazos hacia la corriente,<br />

hacia la corriente cantarina y clara,<br />

porque tuve miedo, repentinamente,<br />

de que el agua feliz te arrastrara…<br />

Y ya no reías…<br />

bajo el sol de estío,<br />

ni resplandecías de oro y de rocío.<br />

Y saliste corriendo del río,<br />

y llenaste mis manos vacías…<br />

Y al sentir tu cuerpo tan cerca y tan mío,<br />

al vivir en tu amor un instante<br />

más allá del placer y del hastío,<br />

vi pasar la sombra de una nube errante,<br />

de una nube fugaz sobre el río…<br />

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124


Último amor<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Yo andaba entre la sombra, cuando como un fulgor<br />

llegaste tú de pronto con el último amor.<br />

Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras<br />

para reconocerte, para saber quien eras.<br />

Y eras la misteriosa mujer desconocida,<br />

que entristeció de ensueño lo mejor de mi vida.<br />

La de las tardes grises y los claros de luna,<br />

la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.<br />

Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,<br />

lo mejor de mi vida será morir contigo.<br />

He pensado esta noche, sintiéndote tan mía<br />

que así como llegaste, pudieras irte un día.<br />

Lo he pensado eso es todo. Pero si sucediera...<br />

Dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.<br />

Y cuando te hayas ido... yo que nunca me quejo,<br />

me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.<br />

Pero si me muriera sin poder olvidarte<br />

y después de la muerte se llega a alguna parte,<br />

preguntaré si hay sitio para mí junto a ti,<br />

y Dios seguramente responderá que sí.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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José Ángel Buesa: Selección<br />

Variante de una canción antigua<br />

En el tronco de un árbol voy a grabar tu nombre<br />

pero con mi capricho, vulgarmente galante,<br />

dejaré satisfecha mi vanidad de hombre,<br />

acaso más profunda que mi orgullo de amante.<br />

En esas letras toscas que grabará mi mano,<br />

tu nombre sin ternura crecerá hacia el olvido,<br />

pues, fatalmente, un surco que ha florecido en vano<br />

es cien veces más triste que el que no ha florecido.<br />

Y pasarán las nubes sobre el árbol que ignora<br />

que hay amores fugaces como sus primaveras...<br />

Y un día, al ver el nombre que estoy grabando ahora,<br />

me encogeré de hombros, sin recordar quién eras...<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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126


Ya era muy viejecita<br />

Ya era muy viejecita... Y un año y otro año<br />

se fue quedando sola con su tiempo sin fin.<br />

Sola con su sonrisa de que nada hace daño,<br />

sola como una hermana mayor en su jardín.<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Se fue quedando sola con los brazos abiertos,<br />

que es como crucifican los hijos que se van,<br />

con su suave manera de cruzar los cubiertos,<br />

y aquel olor a limpio de sus batas de holán.<br />

Déjenme recordarla con su vals en el piano,<br />

como yéndose un poco con lo que se le fue;<br />

y con qué pesadumbre se mira la mano<br />

cuando le tintineaba su taza de café.<br />

Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,<br />

en su casita blanca y en su lento sillón;<br />

y si alguien no conoce que soledad es esa,<br />

no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.<br />

Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,<br />

en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,<br />

aprendí que unas manos pueden ser mariposas,<br />

dos mariposas tristes volando en su portal.<br />

Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.<br />

Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:<br />

Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,<br />

ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />

127


Ya todos la olvidaron<br />

José Ángel Buesa: Selección<br />

Ya todos la olvidaron. Ahora sí que se ha ido,<br />

pero, sobre las rosas de la tumba reciente,<br />

florecía el recuerdo más allá del olvido…<br />

Yo era el hosco, el ausente.<br />

Qué le importa a la noche que se apague una estrella,<br />

si el mar sigue cantando cuando pierde una ola.<br />

Ya están secos los ojos que lloraron por ella.<br />

Ya se ha quedado sola.<br />

Ahora ya sigue, sola, su viaje hacia el espanto,<br />

por las noches profundas, bajo el cielo inclemente.<br />

Ya nadie me reprocha que no lloré aquel llanto,<br />

que fui el hosco, el ausente…<br />

Ya nadie le disputa su silencio y su sombra,<br />

sobre todo su sombra, bajo la luz del día.<br />

Ya todos la olvidaron, Señor. Nadie la nombra.<br />

Yo la recuerdo todavía…<br />

El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />

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