Versión Completa Formato PDF - Cable Educación
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UNIVERSIDAD DE CHILE - FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES<br />
El Autor de la Semana<br />
José Ángel Buesa<br />
Selección de Poesía<br />
El Autor de la Semana - © 1996-2001<br />
Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Chile
El Autor de la Semana - © 1996-2001<br />
Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Chile<br />
José Ángel Buesa: Selección de Poesía<br />
Selección y edición de textos:<br />
© 2001 Oscar E. Aguilera F. (oaguiler@uchile.cl)<br />
Se prohíbe la reproducción comercial de los textos presentados en la serie “El Autor de la<br />
Semana”. Se autoriza la difusión a través de Internet de estos documentos, en otros sitios<br />
aparte de la Universidad de Chile, sólo con fines educativos y de difusión de la literatura,<br />
siempre que se indique la fuente, los detentores de los derechos, traducciones y cualquier<br />
otra información indicada en estas páginaas. La indicación de la fuente debe realizarse<br />
además con un link al sitio original y debe comunicarse al responsable de este sitio, Prof.<br />
Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
.
UNIVERSIDAD DE CHILE - FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES<br />
El Autor de la Semana<br />
José Angel Buesa<br />
José Angel Buesa nació el 2 de septiembre de 1910 en Cruces, ciudad de la antigua<br />
provincia de Las villas, ahora Cienfuegos, Cuba.<br />
Su precocidad lo lleva a incursionar en la poesía a los 7 años de edad, que es cuando<br />
empieza a escribir sus primeros versos. Al llegar a la adolescencia, marcha a Cienfuegos a<br />
continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y<br />
todo el medio ambiente de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta y éste<br />
empieza a plasmar en sus versos la magia destelleante del paisaje que lo rodea. Aún joven,<br />
deja a Cienfuegos para irse a trabajar a la Habana, donde la rutina de su empleo le da<br />
tiempo para tomar parte activa en los grupos literarios existentes en aquel entonces.<br />
Por ese entonces empieza a publicar sus libros, Sus principales obras son: La fuga de las<br />
horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis,<br />
Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria<br />
(todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de<br />
Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo<br />
Oasis y Poeta Enamorado (1949).<br />
Buesa se ve obligado a abandonar Cuba para empezar una peregrinación por varios países,
España, Islas Canarias, El Salvador y Santo Domingo República Dominicana donde muere<br />
en 1982.
José Ángel Buesa<br />
Selección
Carta a usted<br />
Señora:<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Según dicen ya tiene usted otro amante.<br />
Lástima que la prisa nunca sea elegante.<br />
Yo sé que no es frecuente que una mujer hermosa,<br />
se resigne a ser viuda, sin haber sido esposa.<br />
Y me parece injusto discutirle el derecho<br />
de compartir sus penas sus goces y su lecho<br />
pero el amor señora cuando llega el olvido<br />
también tiene el derecho de un final distinguido.<br />
Perdón... Si es que la hiere mi reproche... Perdón<br />
aunque sé que la herida no es en el corazón<br />
Y para perdonarme... Piense si hay más despecho<br />
que en lo que yo le digo, que en lo que usted ha hecho.<br />
Pues sepa que una dama con la espalda desnuda<br />
sin luto en una fiesta, puede ser una viuda.<br />
Pero no como tantas de un difunto señor<br />
sino para ella sola, viuda de un gran amor.<br />
Y nuestro amor recuerdo, fue un amor diferente<br />
al menos al principio, ya no, naturalmente.<br />
Usted será el crepúsculo a la orilla del mar,<br />
que según quien lo mire será hermoso o vulgar.<br />
Usted será la flor que según quien la corta,<br />
es algo que no muere o algo que no importa.<br />
O acaso cierta noche de amor y de locura<br />
yo vivía un ensueño y... y usted una aventura.<br />
Sí... usted juró cien veces ser para siempre mía<br />
yo besaba sus labios pero no lo creía.<br />
Usted sabe y perdóneme que en ese juramento<br />
influye demasiado la dirección del viento.<br />
Por eso no me extraña que ya tenga otro amante<br />
a quien quizás le jure lo mismo en este instante.<br />
Y como usted señora ya aprendió a ser infiel<br />
a mí así de repente me da pena por él.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
2
José Ángel Buesa: Selección<br />
Sí es cierto... alguna noche su puerta estuvo abierta<br />
y yo en otra ventana me olvidé de su puerta<br />
O una tarde de lluvia se iluminó mi vida<br />
mirándome en los ojos de una desconocida.<br />
Y también es posible que mi amor indolente<br />
desdeñara su vaso bebiendo en la corriente.<br />
Sin embargo señora... Yo con sed o sin sed<br />
nunca pensaba en otra... si la besaba a usted.<br />
Perdóneme de nuevo si le digo estas cosas<br />
pero ni los rosales dan solamente rosas.<br />
Y no digo estas cosas por usted ni por mí<br />
sino por... por los amores que terminan así.<br />
Pero vea señora... qué diferencia había<br />
entre usted que lloraba... y yo que sonreía.<br />
Pues nuestro amor concluye con finales diversos<br />
usted besando a otro... Yo escribiendo estos versos.<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
3
Ala y raíz<br />
Ala y raíz: la eternidad es eso.<br />
Y aquí, de frente al mar, en la ribera,<br />
la vida es como un fruto que cayera<br />
de un alto gajo, por su propio peso.<br />
Ala y raíz. Y el ala, sin regreso,<br />
a la raíz, con sed de primavera:<br />
que así el confín de la emoción viajera<br />
duerme a la sombra del follaje espeso.<br />
(El mar corre descalzo por la arena.<br />
Mi corazón ya casi es sólo mío.<br />
El ancla está aprendiendo a ser antena<br />
y el latido unicorde se hace escala.<br />
Después, libre del tiempo, en el vacío,<br />
Así: ¡mitad raíz y mitad ala!)<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
4
Amor tardío<br />
Tardíamente, en el jardín sombrío,<br />
tardíamente entró una mariposa,<br />
transfigurando en alba milagrosa<br />
el deprimente anochecer de estío.<br />
Y, sedienta de miel y de rocío,<br />
tardíamente en el rosal se posa,<br />
pues ya se deshojó la última rosa<br />
con la primera ráfaga de frío.<br />
Y yo, que voy andando hacia el poniente,<br />
siento llegar maravillosamente,<br />
como esa mariposa, una ilusión;<br />
pero en mi otoño de melancolía,<br />
mariposa de amor, al fin del día,<br />
qué tarde llegas a mi corazón...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
5
Balada del loco amor<br />
I<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
No, nada llega tarde, porque todas las cosas<br />
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;<br />
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,<br />
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.<br />
No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío<br />
saben secretamente que no hay amor tardío.<br />
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,<br />
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.<br />
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,<br />
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.<br />
II<br />
Amor, el niño loco de la loca sonrisa,<br />
viene con pasos lentos igual que viene a prisa;<br />
pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco<br />
lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.<br />
Así ocurre que un niño travieso se divierte,<br />
y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.<br />
Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,<br />
porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.<br />
Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde<br />
Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.<br />
III<br />
No, yo no diré nunca qué noche de verano<br />
me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.<br />
No diré que esa noche que sólo a ti te digo<br />
se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.<br />
No, no diré esas cosas, y, todavía menos,<br />
la delicia culpable de contemplar tus senos.<br />
Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,<br />
que era como la llave de una puerta cerrada.<br />
Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,<br />
y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
6
Canción de la búsqueda<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Todavía te busco mujer que busco en vano,<br />
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,<br />
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano<br />
y sin que me escucharas cuando dije: "te quiero..."<br />
Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.<br />
Y ya llega el otoño, y espero todavía:<br />
De lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,<br />
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.<br />
Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,<br />
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,<br />
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega<br />
nos entristece menos que lo que llega tarde.<br />
Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,<br />
más allá de la bruma de mis ojos huraños,<br />
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días<br />
y el horror de los días convirtiéndose en años...<br />
Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,<br />
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...<br />
Y al no decir: "¡Es ella!" - como diría ahora -,<br />
seguiré mi camino, murmurando: "Era ella..."<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
7
Balada del mal amor<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Qué lástima muchacha,<br />
que no te pueda amar.<br />
Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,<br />
y tú un arroyo alegre que sueña con el mar.<br />
Yo eché mi red al río…<br />
Se me rompió la red…<br />
No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,<br />
pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.<br />
Se besa por el beso,<br />
por amar el amor…<br />
Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso,<br />
pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.<br />
Amar es tan sencillo,<br />
tan sin saber por qué…<br />
Pero así como pierde la moneda su brillo,<br />
el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.<br />
¡Qué lástima muchacha,<br />
que no te pueda amar!<br />
Hay velas que se rompen a la primera racha,<br />
¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!<br />
Pero aunque toda herida<br />
deja una cicatriz,<br />
no importa la hoja seca de una rama florida,<br />
si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.<br />
La vida, llama o nieve,<br />
es un molino que<br />
va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,<br />
triturando el recuerdo de lo que ya se fue…<br />
Ya lo mío fue mío,<br />
y ahora voy al azar…<br />
Si una rosa es más bella mojada de rocío,<br />
el golpe de la lluvia la puede deshojar…<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
8
José Ángel Buesa: Selección<br />
Tuve un amor cobarde.<br />
Lo tuve y lo perdí…<br />
Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,<br />
porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.<br />
El viento hincha la vela, pero la deshilacha,<br />
y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…<br />
¡Qué lástima muchacha,<br />
que no te pueda amar!<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
9
Canción del amor lejano<br />
Ella no fue, entre todas, la más bella,<br />
pero me dio el amor más hondo y largo.<br />
Otras me amaron más; y, sin embargo,<br />
a ninguna la quise como a ella.<br />
Acaso fue porque la amé de lejos,<br />
como una estrella desde mi ventana...<br />
Y la estrella que brilla más lejana<br />
nos parece que tiene más reflejos.<br />
Tuve su amor como una cosa ajena<br />
como una playa cada vez más sola,<br />
que únicamente guarda de la ola<br />
una humedad de sal sobre la arena.<br />
Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,<br />
como el agua en cántaro sediento,<br />
como un perfume que se fue en el viento<br />
y que vuelve en el viento todavía.<br />
Me penetró su sed insatisfecha<br />
como un arado sobre llanura,<br />
abriendo en su fugaz desgarradura<br />
la esperanza feliz de la cosecha.<br />
Ella fue lo cercano en lo remoto,<br />
pero llenaba todo lo vacío,<br />
como el viento en las velas del navío,<br />
como la luz en el espejo roto.<br />
Por eso aún pienso en la mujer aquella,<br />
la que me dio el amor más hondo y largo...<br />
Nunca fue mía. No era la más bella.<br />
Otras me amaron más... Y, sin embargo,<br />
a ninguna la quise como a ella.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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10
Así, verte de lejos<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Así, verte de lejos, definitivamente.<br />
Tú vas con otro hombre, y yo con otra mujer.<br />
Y sí que como el agua que brota de una fuente<br />
aquellos bellos días ya no pueden volver.<br />
Así, verte de lejos y pasar sonriente,<br />
como quien ya no siente lo que sentía ayer,<br />
y lograr que mi rostro se quede indiferente<br />
y que el gesto de hastío parezca de placer.<br />
Así, verte de lejos, y no decirte nada<br />
ni con una sonrisa, ni con una mirada,<br />
y que nunca sospeches cuánto te quiero así.<br />
Porque aunque nadie sabe lo que a nadie le digo,<br />
la noche entera es corta para soñar contigo<br />
y todo el día es poco para pensar en ti.<br />
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11
Poema del renunciamiento<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste.<br />
Pasarás en silencio por mi amor, y al pasar,<br />
fingiré una sonrisa, como un dulce contraste<br />
del dolor de quererte ... y jamás lo sabrás.<br />
Soñaré con el nácar virginal de tu frente;<br />
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar;<br />
soñaré con tus labios desesperadamente;<br />
soñaré con tus besos ... y jamás lo sabrás.<br />
Quizás pases con otro que te diga al oído<br />
esas frases que nadie como yo te dirá;<br />
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,<br />
te amaré más que nunca ... y jamás lo sabrás.<br />
Yo te amaré en silencio, como algo inaccesible,<br />
como un sueño que nunca lograré realizar;<br />
y el lejano perfume de mi amor imposible<br />
rozará tus cabellos ... y jamás lo sabrás.<br />
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,<br />
-- el tormento infinito que te debo ocultar --<br />
te diré sonriente: "No es nada ... ha sido el viento".<br />
Me enjugaré la lágrima ... ¡y jamás lo sabrás!<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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12
Poema del fracaso<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,<br />
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;<br />
Quería aprisionar un alma en un poema,<br />
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.<br />
Mi corazón, un día, silenció su latido,<br />
y en plena lozanía se sintió envejecer;<br />
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido<br />
y morir recordando... Pero no pudo ser.<br />
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,<br />
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;<br />
Subió la escalinata de un palacio de oro<br />
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.<br />
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,<br />
por vivir plenamente la fiebre del placer;<br />
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,<br />
un goce para él solo... Pero no pudo ser.<br />
Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,<br />
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;<br />
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,<br />
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.<br />
Y he de decirte adiós para siempre, querida,<br />
sabiendo que te alejas para nunca volver,<br />
Quisiera retenerte para toda la vida...<br />
Pero no puede ser! Pero no puede ser!<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
13
Poema de la despedida<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Te digo adiós si acaso te quiero todavía<br />
Quizás no he de olvidarte... Pero te digo adiós<br />
No sé si me quisiste... No sé si te quería<br />
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.<br />
Este cariño triste y apasionado y loco<br />
Me lo sembré en el alma para quererte a ti.<br />
No sé si te amé mucho... No sé si te amé poco,<br />
Pero si sé que nunca volveré a amar así.<br />
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo<br />
Y el corazón me dice que no te olvidaré.<br />
Pero al quedarme solo... Sabiendo que te pierdo,<br />
Tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.<br />
Te digo adiós y acaso con esta despedida<br />
Mi más hermoso sueño muere dentro de mí.<br />
Pero te digo adiós para toda la vida,<br />
Aunque toda la vida siga pensando en ti.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
14
Ya era muy viejecita<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Ya era muy viejecita... Y un año y otro año<br />
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.<br />
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,<br />
sola como una hermana mayor en su jardín.<br />
Se fue quedando sola con los brazos abiertos,<br />
que es como crucifican los hijos que se van,<br />
con su suave manera de cruzar los cubiertos,<br />
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.<br />
Déjenme recordarla con su vals en el piano,<br />
como yéndose un poco con lo que se le fue;<br />
y con qué pesadumbre se mira la mano<br />
cuando le tintineaba su taza de café.<br />
Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,<br />
en su casita blanca y en su lento sillón;<br />
y si alguien no conoce qué soledad es esa,<br />
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.<br />
Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,<br />
en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,<br />
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,<br />
dos mariposas tristes volando en su portal.<br />
Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.<br />
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:<br />
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,<br />
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
15
Canción del viaje<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío<br />
y las iluminadas ventanillas de un tren.<br />
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,<br />
ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién.<br />
Pero sí que fue un viaje para toda la vida<br />
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,<br />
porque dejó olvidado su amor sin despedida<br />
igual que una maleta tirada en el andén.<br />
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,<br />
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.<br />
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,<br />
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
16
Nocturno IV<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Así estás todavía de pie bajo la lluvia,<br />
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.<br />
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,<br />
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.<br />
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos<br />
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos<br />
y tus manos cansadas que se iban en el viento<br />
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles<br />
y la hoja aquella que te cayó en el seno<br />
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas<br />
y engarzando diamantes en tu vestido negro.<br />
Así estás todavía lejanamente cerca<br />
desde tu lejanía de sombra y de silencio.<br />
Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,<br />
de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.<br />
La vida es tan pequeña que cabe en una noche.<br />
Quizá fue que en la sombra me encontré con tu beso<br />
y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,<br />
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.<br />
Sí, me has dejado triste porque pienso que acaso<br />
ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.<br />
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia<br />
con las manos temblando de frío y de deseo.<br />
Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes<br />
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,<br />
siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />
bajo la lluvia clara de una noche de invierno...<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
17
Arte poética<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,<br />
la estrofa que más vive, siempre es la más vivida.<br />
Un mal verso supera la más perfecta prosa,<br />
aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.<br />
Así como el exceso de virtud hace el vicio,<br />
el exceso de arte llega a ser artificio.<br />
Escribe de tal modo que te entienda la gente,<br />
igual si es ignorante que si es indiferente.<br />
Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas,<br />
sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.<br />
Y sobre todo, en arte y vida, sé diverso,<br />
pues sólo así tu mente revivirá en tu verso.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
18
A una lágrima<br />
Gota del mar donde en naufragio lento<br />
se hunde el navío negro de una pena;<br />
gota que, rebosando, nubla y llena<br />
los ojos olvidados del contento.<br />
Grito hecho perla por el desaliento<br />
de saber que si llega a un alma ajena,<br />
ésta, sin escucharlo, le condena<br />
por vergonzoso heraldo del tormento.<br />
Piedad para esa gota, que es cual llama<br />
de la que el corazón se desahoga<br />
cual desahoga espinas una rama.<br />
Piedad para la lágrima que azoga<br />
el dolor, pues si así no se derrama,<br />
¡el alma, en esa lágrima se ahoga!<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
19
Brindis<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
He aquí dos rosas frescas, mojadas de rocío:<br />
una blanca, otra roja, como tu amor y el mío.<br />
Y he aquí que, lentamente, las dos rosas deshojo:<br />
la roja, en vino blanco; la blanca, en vino rojo.<br />
Al beber, gota a gota, los pétalos flotantes<br />
me rozarán los labios, como labios de amante;<br />
y, en su llama o su nieve de idéntico destino,<br />
serán como fantasmas de besos en el vino.<br />
Ahora, elige tú, amiga, cuál ha de ser tu vaso:<br />
si éste, que es como un alba, o aquél, como un ocaso.<br />
No me preguntes nada: yo sé bien que es mejor<br />
embriagarse de vino que embriagarse de amor...<br />
Y así mientras tú bebes, sonriéndome -así,<br />
yo, sin que tú lo sepas, me embriagaré de ti...<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
20
Canción a la mujer lejana<br />
En ti recuerdo una mujer lejana,<br />
lejana de mi amor y de mi vida.<br />
A la vez diferente y parecida,<br />
como el atardecer y la mañana.<br />
En ti despierta esa mujer que duerme<br />
con tantas semejanzas misteriosas,<br />
que muchas veces te pregunto cosas,<br />
que sólo ella podría responderme.<br />
Y te digo que es bella, porque es bella,<br />
pero no sé decir, cuando lo digo,<br />
si pienso en ella porque estoy contigo,<br />
o estoy contigo por pensar en ella.<br />
Y sin embargo si el azar mañana<br />
me enfrenta con ella de repente,<br />
no seguiría a la mujer ausente<br />
por retener a la mujer cercana.<br />
Y sin amarte más, pero tampoco<br />
sin separar tu mano de la mía,<br />
al verla simplemente te diría:<br />
"Esa mujer se te parece un poco".<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
21
Canción cotidiana<br />
Tu amor llegó calladamente;<br />
calladamente se me fue...<br />
Porque el amor es una fuente<br />
que se nos seca de repente,<br />
sin saber cómo ni por qué.<br />
Amor de un beso que se olvida<br />
y de un suspiro que se va;<br />
amor de paso en nuestra vida,<br />
pues se le da la bienvenida<br />
cuando tal vez se aleja ya.<br />
Así tu amor fue como el mío,<br />
mujer de un claro atardecer:<br />
amor que pasa como un río,<br />
sin estancarse en el hastío<br />
ni repetirse en el placer.<br />
Amor feliz que da sin tasa,<br />
pues sólo pide, a cambio, amor;<br />
amor que deja, cuando pasa,<br />
no la ceniza de una brasa,<br />
sino el perfume de una flor.<br />
Amor que al irse no está ausente;<br />
amor sin dudas y sin fe,<br />
como este amor intrascendente,<br />
que, si llegó calladamente,<br />
calladamente se fue...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
22
Canción de la espera<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Espero tu sonrisa y espero tu fragancia<br />
por encima de todo, del tiempo y la distancia.<br />
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo<br />
regresarás... sé sólo que te estaré esperando.<br />
En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,<br />
en el minuto alegre y en el minuto aciago,<br />
en la función pagana y en el sagrado rito,<br />
en el limpio silencio y en el áspero grito.<br />
Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,<br />
allí donde está todo y allí donde no hay nada,<br />
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,<br />
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.<br />
Comprendo que de mí ya se ría la gente<br />
al ver cómo te espero desesperadamente.<br />
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,<br />
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo<br />
cansados de esperarte, ese día<br />
lejano yo te estaré esperando todavía.<br />
No importa: aunque me digan todos que desvarío,<br />
yo te espero en las ondas musicales del río,<br />
en la nube que llega blanca de su trayecto,<br />
en el camino angosto y en el camino recto.<br />
Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,<br />
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando,<br />
y si me convenciera que ese ansiado día<br />
no habría de llegar, también te esperaría.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
23
Canción de la lluvia<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Acaso está lloviendo también en tu ventana;<br />
Acaso esté lloviendo calladamente, así.<br />
Y mientras anochece de pronto la mañana,<br />
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.<br />
Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,<br />
sintiendo que despierta su ternura de ayer.<br />
Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,<br />
y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
24
Canción del amor prohibido<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Sólo tú y yo sabemos lo que ignora la gente<br />
al cambiar un saludo ceremonioso y frío,<br />
porque nadie sospecha que es falso tu desvío,<br />
ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente.<br />
Sólo tú y yo sabemos por qué mi boca miente,<br />
relatando la historia de un fugaz amorío;<br />
y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío...<br />
y aún nos arde en los labios algún beso reciente.<br />
Sólo tú y yo sabemos que existe una simiente<br />
germinando en la sombra de este surco vacío,<br />
porque su flor profunda no se ve, ni se siente.<br />
Y así dos orillas tu corazón y el mío,<br />
pues, aunque las separa la corriente de un río,<br />
por debajo del río se unen secretamente.<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
25
Canción del amor que pasa<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Yo soy como una nube que da sombra un instante;<br />
soy una hoguera efímera que no deja una brasa.<br />
Yo soy el buen amor y el mal amante.<br />
Dime adiós y sonríeme: Soy el amor que pasa...<br />
Soy el amor que olvida pero que nunca miente,<br />
que muere sonriendo porque nace feliz.<br />
Yo paso como un día fugazmente;<br />
y aunque se siembra un ala nunca tendrá raíz.<br />
No intentes retenerme: déjame que vaya<br />
como el agua de un río que no vuelve a pasar…<br />
Yo soy como una ola en una playa<br />
pues las olas se acercan pero vuelven al mar…<br />
Soy el amor de amar que odia lo inerme<br />
que se lleva el perfume pero deja la flor…<br />
Dime adiós y no intentes retenerme:<br />
Soy el amor que pasa… pero soy el amor.<br />
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26
Canción de la noche sola<br />
Fue mía una noche. Llegó de repente,<br />
y huyó como el viento, repentinamente.<br />
Alumna curiosa que aprendió el placer,<br />
fue mía una noche. No la he vuelto a ver.<br />
Fue la noche sola de una sola estrella.<br />
Si miro las nubes, después pienso en ella.<br />
Mi amor no la busca; mi amor no la llama;<br />
la flor desprendida no vuelve a la rama,<br />
y las ilusiones son como un espejo<br />
que cuando se empaña pierde su reflejo.<br />
Fue mía una noche, locamente mía:<br />
me quema los labios su sed todavía.<br />
Bella como pocas, nunca fue más bella<br />
que soñando el sueño de la noche aquella.<br />
Su amor de una noche sigue siendo mío:<br />
la corriente pasa, pero queda el río;<br />
y si ella es la estrella de una noche sola,<br />
yo he sido en su playa la primera ola.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Amor de una noche que ignoró el hastío.<br />
Somos las distantes orillas de un río,<br />
entre las que cruza la corriente clara,<br />
y el agua las une, pero las separa.<br />
Amor de una noche: si vuelves un día,<br />
ya no he de sentirte tan loca y tan mía.<br />
Más que la tortura de una herida abierta,<br />
mi amor ama el viento que cierra una puerta.<br />
El amor florece tierra movediza,<br />
y es ley de la llama trocarse en cenizas.<br />
El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,<br />
así como un ciego que tiende la mano.<br />
Amor de una noche sin amanecer:<br />
¡acaso prefiero no volverte a ver!<br />
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27
Canción de los amantes<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Donde quiera en las noches se abrirá una ventana<br />
o una puerta cualquiera de una calle lejana.<br />
No importa dónde o cuándo... puede ser donde quiera<br />
ni menos en otoño, ni más en primavera.<br />
Y hoy igual que mañana, mañana igual que ayer<br />
un hombre enloquecido besará una mujer.<br />
Tal vez nadie lo sepa... Como tal vez un día<br />
todos irán sabiendo lo que nadie sabía.<br />
Y para los amantes su amor desesperado<br />
podrá ser un delito... pero nunca un pecado.<br />
Por eso el amor pasa por las calles desiertas<br />
y es como un viento loco que quiere abrir las puertas<br />
Bien saben los amantes que hay caricias que son<br />
no una simple caricia sino una posesión.<br />
Y que un beso... uno solo puede más que el olvido<br />
si se juntan dos bocas en un beso prohibido.<br />
No, un gran amor no es grande por lo mucho que dura<br />
si se parece a un árbol reseco en la llanura.<br />
Y los amantes saben, que sin querer siquiera<br />
hay un amor que crece como una enredadera<br />
Es natural que el agua de un estanque sombrío<br />
sueñe en sus largas noches con el viaje de un río.<br />
Y si por algo es triste la lluvia que no llueve<br />
será porque es la lluvia condenada a ser nieve.<br />
Es natural que un día comprendan los amantes<br />
que no hay nunca sin siempre... que no hay después sin antes.<br />
Y así brota en el alma la rebelión de un sueño<br />
que es como un perro arisco que le gruñe a su dueño.<br />
El amor... esa estrella de una sombra infinita<br />
aunque muera cien veces... cien veces resucita<br />
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28
José Ángel Buesa: Selección<br />
Y suele ser un niño de manos milagrosas<br />
que rompe las cadenas y hace nacer las rosas.<br />
Ya no habrá días turbios... ya no habrá noches malas<br />
si hay un amor secreto que nos presta sus alas.<br />
Y el corazón renace con renovada fe<br />
igual que los rosales... que no saben porqué.<br />
Donde quiera en las noches, puede abrirse una puerta<br />
pero... tan suavemente que nadie se despierta<br />
Puede ser en otoño... puede ser en verano<br />
tanto un amor tardío... como un amor temprano.<br />
Una mujer... un hombre... y un oscuro aposento<br />
y allá afuera en la calle... sigue pasando el viento.<br />
Y si en la noche hay algo queriendo amanecer<br />
es simplemente un hombre que besa a una mujer.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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29
Canción de los remos<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Quizás olvidaremos, pues siempre hay que olvidar<br />
pero escucha los remos, cantando sobre el mar.<br />
Bajo este cielo claro tu alma llega a la mía<br />
como la luz de un faro desde la lejanía.<br />
Así como la espuma pasará este momento<br />
nuestra ilusión se esfuma, como la espuma al viento.<br />
Pero en el alma sola si un gran amor la llena<br />
hay algo de la ola y hay algo de la arena.<br />
Náufrago de su espanto, piloto de su hastío<br />
el mar canta en su canto que ya tu amor es mío.<br />
Yo soy la vela rota que da al aire su vuelo,<br />
y tú eres la gaviota que va a estrenar su vuelo.<br />
Pero aún quedan futuros que yo desconocía<br />
en tus ojos oscuros donde nunca es de día.<br />
Aún hay algo postrero mas allá del olvido<br />
y en tu amor recupero todo lo que he perdido.<br />
Ni digo que te quedes, ni quiero que te vayas.<br />
Pues soy como las redes tendidas en las playas<br />
arroyo de ternuras hazme tuyo en lo mío<br />
llenando de agua pura mi cántaro vacío.<br />
Ya mi voz tiene un eco, ya mi voz no se pierde.<br />
Por eso el tronco seco retoña la hoja verde.<br />
Y así mi vida espera la gracia de un retoño<br />
como la primavera que ilumina un otoño.<br />
Por eso aunque olvidemos<br />
que siempre hay que olvidar<br />
oye cantar los remos<br />
sobre el dolor del mar.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
30
Canción para la esposa ajena<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta,<br />
sin que nadie descubra cuál relata su historia,<br />
pues será simplemente, los versos de un poeta,<br />
tras de arrancar la página de la dedicatoria...<br />
Y pasarán años... Pero acaso algún día,<br />
o acaso alguna noche que estés sola en tu lecho,<br />
abrirás la gaveta - como una rebeldía,<br />
y leerás mi libro- tal vez como un despecho.<br />
Y brotará un perfume de una ilusión suprema<br />
sobre tu desencanto de esposa abandonada.<br />
Y entonces con orgullo, marcarás la página...<br />
y guardarás mi libro debajo de la almohada.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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31
Carta sin fecha<br />
Amigo:<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Sé que existes, pero ignoro tu nombre.<br />
No lo he sabido nunca ni lo quiero saber.<br />
Pero te llamo amigo para hablar de hombre a hombre,<br />
que es el único modo de hablar de una mujer.<br />
Esa mujer es tuya, pero también es mía.<br />
Si es más mía que tuya, lo saben ella y Dios.<br />
Sólo sé que hoy me quiere como ayer te quería,<br />
aunque quizás mañana nos olvide a los dos.<br />
Ya ves: ahora es de noche. yo te llamo mi amigo;<br />
yo, que aprendí a estar solo para quererla más;<br />
y ella, en tu propia almohada, tal vez sueña conmigo;<br />
y tú, que no lo sabes, no la despertarás.<br />
¡Qué importa lo que sueña!. Déjala así, dormida.<br />
Yo seré como un sueño sin mañana ni ayer.<br />
Y ella irá de tu brazo para toda la vida,<br />
y abrirá las ventanas en el atardecer.<br />
Quédate tú con ella. Yo seguiré el camino.<br />
Ya es tarde, tengo prisa, y aún hay mucho que andar,<br />
y nunca rompo el vaso donde bebí un buen vino,<br />
ni siembro nada, nunca, cuando voy hacia el mar.<br />
Y pasarán los años favorables o adversos,<br />
y nacerán las rosas que nacen porque sí;<br />
y acaso tú, algún día, leerás estos versos,<br />
sin saber que los hice por ella y para ti....<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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32
Celos<br />
Ya sólo eres aquella<br />
que tiene la costumbre de ser bella.<br />
Ya pasó la embriaguez.<br />
Pero no olvido aquel deslumbramiento,<br />
aquella gloria del primer momento,<br />
al ver tus ojos por primera vez.<br />
Y sé que, aunque quisiera,<br />
no he de volverte a ver de esa manera.<br />
Como aquel instante de embriaguez;<br />
y siento celos al pensar que un día,<br />
alguien, que no te ha visto todavía,<br />
verá tus ojos por primera vez.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
33
Con la simple palabra<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Con la simple palabra de hablar todos los días,<br />
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,<br />
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,<br />
así como las playas casi no son mar.<br />
Con la simple palabra con que se cuenta un cuento,<br />
que es la vejez eterna de la eterna niñez,<br />
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,<br />
muere con la esperanza de nacer otra vez.<br />
Con simple palabra te ofrezco lo que ofreces,<br />
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:<br />
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,<br />
pues la rosa se seca y el perfume se va.<br />
Con la simple palabra que arde en su propio fuego,<br />
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:<br />
Las estrellas no existen en las noches del ciego,<br />
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.<br />
Y así, como un arroyo que se convierte en río,<br />
y que en cada cascada se purifica más,<br />
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,<br />
con la simple palabra que no muere jamás.<br />
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34
Cuartetos del transeúnte<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Sonríe, jardinera, si en el surco te inclinas<br />
y buscas el secreto profundo de las rosas<br />
no pienses que las rosas se afean con espinas;<br />
sino que las espinas se embellecen con rosas.<br />
Jugué al amor contigo, con vanidad tan vana<br />
que marqué con la uña los naipes que te di.<br />
Y en ese extraño juego, donde pierde el que gana,<br />
gané tan tristemente, que te he perdido a ti.<br />
Al referir mi viaje le fui añadiendo cosas.<br />
Cosas que sueño a veces, pero que nunca digo,<br />
y así, donde vi un yermo, juré haber visto rosas.<br />
No me culpes, muchacha, que igual hice contigo.<br />
Yo sólo pude recordar tu nombre,<br />
tú, en cambio, recordaste cada fecha de ayer.<br />
Y aprendí que las cosas que más olvida un hombre,<br />
son las cosas que siempre recuerda una mujer.<br />
Aquí estaba la hierba, viajero de una hora,<br />
y, cuando te hayas ido, seguirá estando aquí.<br />
Bien poco ha de importarle que la pises ahora<br />
sabiendo que mañana nacerá sobre ti.<br />
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35
De muerte en flor<br />
Morir de muerte en flor toda la vida,<br />
en este sueño vertical, en este<br />
fugaz contacto azul con lo celeste,<br />
en esta vieja sed recién nacida...<br />
Y volver luego con el alma erguida,<br />
a la vez Norte y Sur, Este y Oeste,<br />
de la propia emoción, ya en ansia agreste.<br />
En inquietud sutil o en paz pulida.<br />
Y resurgir de cada muerte diaria<br />
más dueño de la vida, al ser más dueño<br />
de esta muerte parcial y necesaria.<br />
Y con esa cordial melancolía<br />
de los pocos que saben cada día<br />
morir y renacer dentro de un sueño.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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36
Discreto amor<br />
Mi viejo corazón toca a una puerta,<br />
mi viejo corazón, como un mendigo<br />
con el afán de su esperanza incierta<br />
pero callando lo que yo no digo.<br />
Porque la que me hirió sin que lo advierta,<br />
la que sólo me ve como un amigo<br />
si alguna madrugada está despierta<br />
nunca será porque soñó conmigo...<br />
Y sin embargo, ante la puerta oscura<br />
mi corazón, como un mendigo loco<br />
va a pedir su limosna de ternura<br />
Y cerrada otra vez, o al fin abierta,<br />
no importa si alguien oye cuando toco,<br />
porque nadie sabrá cuál es la puerta.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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37
Dúo de amor<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
En el hondo silencio de la noche serena<br />
se dilata un lejano perfume de azucena,<br />
y aquí, bajo los dedos de seda de la brisa,<br />
mi corazón se ensancha como en una sonrisa...<br />
Y yo sé que el silencio tiene un ritmo profundo<br />
donde palpita un eco del corazón del mundo,<br />
un corazón inmenso que late no sé dónde,<br />
pero que oye el latido del mío, y me responde...<br />
El corazón que sientes latir en derredor,<br />
es un eco del tuyo, que palpita de amor.<br />
El corazón del mundo no es ilusorio: Existe.<br />
Pero, para escucharlo, es preciso estar triste;<br />
triste de esa tristeza que no tiene motivo,<br />
en esta lenta muerte del dolor de estar vivo.<br />
La vida es un rosal cuando el alma se alegra,<br />
pero, cuando está triste, da una cosecha negra.<br />
El amor es un río de luz entre la sombra,<br />
y santifica el labio pecador que lo nombra.<br />
Sólo el amor nos salva de esta gran pesadumbre,<br />
levantando el abismo para trocarlo en cumbre.<br />
Sólo el amor nos salva del dolor de la vida,<br />
como una flor que nace de una rama caída;<br />
pues si la primavera da verdor a la rama,<br />
el corazón se llena de aroma, cuando ama.<br />
Amar es triste a veces, más triste todavía<br />
que no amar. El amor no siempre es alegría.<br />
Tal vez, por eso mismo, es eterno el amor:<br />
porque, al dejarnos tristes, hace dulce el dolor.<br />
Amar es la tristeza de aprender a morir.<br />
Amar es renacer. No amar, es no vivir.<br />
El amor es a veces lo mismo que una herida,<br />
y esa herida nos duele para toda la vida.<br />
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38
José Ángel Buesa: Selección<br />
Si cierras esa herida tu vida queda muerta.<br />
Por eso, sonriendo, haz que siempre esté abierta;<br />
y si un día ella sola se cierra de repente,<br />
tú, con tus propias manos, ábrela nuevamente.<br />
Desdichada alegría que nace del dolor.<br />
De un dolor de la rama también nace la flor.<br />
Pero de esa flor efímera, como todas, se mustia,<br />
y la rama se queda contraída de angustia.<br />
Cada hoja que cae deja el sitio a otra hoja,<br />
y así el amor -resumen de toda paradoja-<br />
renace en cada muerte con vida duradera;<br />
porque decir amor, es decir primavera.<br />
Primavera del alma, primavera florecida<br />
que deja un misterioso perfume en nuestra vida.<br />
Primavera del alma, de perpetuo esplendor,<br />
que convierte en sonrisa la mueca del dolor.<br />
Primavera de ensueño que nos traza un camino<br />
en la intrincada selva donde acecha el destino.<br />
Primavera que canta si el huracán la azota<br />
y que da nuevo aliento tras de cada derrota.<br />
Primavera magnánima, cuyo verdor feliz<br />
rejuvenece el árbol seco hasta la raíz...<br />
Amor es la ley divina de plenitud humana;<br />
dolor que hoy nos agobia y añoramos mañana...<br />
Eso es amor, y amando, también la vida es eso:<br />
¡Dos almas que se duermen a la sombra de beso!<br />
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39
El árbol viejo<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Buen árbol que perdiste bruscamente los dones<br />
de la flor y del fruto, bajo la racha fría:<br />
tu pesadumbre austera se parece a la mía,<br />
y así, como tus hojas, volarán mis canciones.<br />
Pero, tarde o temprano, vendrá la primavera,<br />
y, al rejuvenecerse tu tronco envejecido,<br />
tendrás la flor y el fruto, y el follaje, y el nido...<br />
Y yo, en cambio, no tengo tu esperanza siquiera.<br />
Cien veces me ofreciste tu sombra en el verano;<br />
cien veces tu perfume fue a visitar mi casa,<br />
buen árbol que floreces mientras la vida pasa,<br />
acaso porque ignoras que nunca pasa en vano.<br />
Mi niñez te recuerda casi como un amigo,<br />
aunque ya se agrietaba tu ancianidad de abuelo.<br />
Y hoy, al ver cómo creces todavía hacia el cielo,<br />
ni aun me queda el consuelo de envejecer contigo.<br />
Pues, aunque nos agobian idénticos otoños,<br />
sobre tus hojas secas crecen hojas lozanas,<br />
y así, algún día, el viento despeinará mis canas,<br />
trayéndome el perfume de tus nuevos retoños...<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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40
El clavel seco<br />
Como el clavel del patio estaba seco,<br />
yo, entristecido por sus tristes males,<br />
bajé al jardín para cavar un hueco,<br />
en buena sombra entre dos rosales.<br />
Y eran rosales cerca, gajo a gajo<br />
en una cercanía indiferente<br />
pero al cavar un poco, vi allá abajo<br />
sus raíces trenzadas locamente.<br />
Así, esta tarde, descubrí el secreto<br />
de un cariño verdadero, hondo y discreto,<br />
transplantando un clavel que se secó.<br />
Y, en nuestra indiferente cercanía,<br />
qué loco ensueño se descubriría<br />
si alguien cavara un hueco entre tú y yo.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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41
Elegía<br />
Golondrina del alba sombría,<br />
mariposa del alba radiante:<br />
cuánto puede durar un instante,<br />
¡Un instante de noche en el día!<br />
Yo, que supe ignorar tantas cosas,<br />
ahora sé que jamás nos veremos,<br />
pues te fuiste, empuñando los remos,<br />
en tu barca cubierta de rosas.<br />
Ahora sé la verdad de la tierra,<br />
que florece aunque nadie la labre,<br />
y la puerta de luz que se abre<br />
si una puerta de sombra se cierra.<br />
Ahora sé que la noche no miente<br />
cuando deja de caer su rocío:<br />
Fue un rosal a la orilla de un río,<br />
y quizás lo arrastró la corriente...<br />
Y te fuiste, luciérnaga loca,<br />
golondrina del alba sombría,<br />
con el tibio sabor de tu boca<br />
-¡de tu boca que nunca fue mía!<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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42
Elegía IV<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Me llegas en la brisa y en la espuma,<br />
tú, la perdida para siempre...<br />
Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo,<br />
que ahora llegas más casta y más ausente...<br />
Me llegas en el viento que huele a lejanía,<br />
me llegas en la sal que sabe a muerte,<br />
tú, sombra arrinconada en un silencio;<br />
tú, la perdida para siempre...<br />
Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia<br />
bajo qué estrellas moribundas vienes,<br />
con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío,<br />
tú, la perdida para siempre...<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
43
Elegía lamentable<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Desde este mismo instante seremos dos extraños<br />
por estos pocos días, quién sabe cuántos años...<br />
yo seré en tu recuerdo como un libro prohibido<br />
uno de esos que nadie confiesa haber leído.<br />
Y así mañana, al vernos en la calle, al ocaso,<br />
tu bajarás los ojos y apretarás el paso,<br />
y yo, discretamente, me cambiaré de acera,<br />
o encenderé un cigarro, como si no te viera...<br />
II<br />
Seremos dos extraños desde este mismo instante<br />
y pasarán los meses, y tendrás otro amante:<br />
y como eres bonita, sentimental y fiel,<br />
quizás, andando el tiempo, te casarás con él.<br />
Y ya, más que un esposo será como un amigo,<br />
aunque nunca le cuentes que has soñado conmigo,<br />
y aunque, tras tu sonrisa, de mujer satisfecha,<br />
se te empañen los ojos, al llegar una fecha.<br />
III<br />
Acaso, cuando llueva, recordarás un día<br />
en que estuvimos juntos y en que también llovía.<br />
Y quizás nunca más te pongas aquel traje<br />
de terciopelo verde, con adornos de encaje.<br />
O harás un gesto mío, tal vez sin darte cuenta,<br />
cuando dobles tu almohada con mano soñolienta.<br />
Y domingo a domingo, cuando vayas a misa,<br />
de tu casa a la iglesia, perderás tu sonrisa.<br />
IV<br />
¿Qué más puedo decirte? Serás la esposa honesta<br />
que abanica al marido cuando ronca la siesta:<br />
tras fregar los platos y tender las camas,<br />
te pasarás las noches sacando crucigramas...<br />
Y así, años y años, hasta que, finalmente,<br />
te morirás un día, como toda la gente.<br />
Y voces que aún no existen sollozarán tu nombre,<br />
y cerrarán tus ojos los hijos de otro hombre.<br />
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44
V<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
No me importa quién pase después por un sendero,<br />
si me queda el orgullo de haber sido el primero.<br />
Y el vaso que embriagara mi ilusión o mi hastío,<br />
aunque esté en otra mano, seguirá siendo mío.<br />
Por eso puedes irte, mi pobre soñadora,<br />
pues si el reloj se para, no detiene la hora,<br />
y tú serás la misma de las noches aquellas,<br />
aunque cierres los ojos para no ver las estrellas...<br />
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45
Elegía nocturna<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Quién nos hubiera dicho... Que todo acabaría<br />
como acaba en la sombra la claridad del día.<br />
Fuiste como la lluvia cayendo sobre un río<br />
para que fuera tuyo... todo lo que era mío.<br />
Fuiste como una lámpara que se encendió en mi vida,<br />
yo la soplé de pronto... Pero siguió encendida.<br />
Fuiste un río ilusorio cantando en un desierto<br />
y floreció la arena como si fuera cierto.<br />
Mi amor fue una gaviota que construyó su nido<br />
en lo alto de un mástil... Ahora el buque se ha ido.<br />
Ahora me envuelve un hosco silencio de campana<br />
donde sólo resuena tu campana lejana.<br />
Y como un surco amargo... Que se negara al trigo<br />
ahora mi alma no sueña... Por no soñar contigo.<br />
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46
Elegía para mí y para ti<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,<br />
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.<br />
Un año y otro año caerán como hojas secas<br />
de las ramas del árbol milenario del tiempo,<br />
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,<br />
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.<br />
II<br />
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,<br />
y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,<br />
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,<br />
de las desilusiones y los aburrimientos.<br />
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,<br />
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.<br />
III<br />
Acaso nos veremos un día, casualmente,<br />
al cruzar una calle, y nos saludaremos.<br />
Yo pensaré quizás: " Qué linda es todavía."<br />
Tú quizás pensarás: " Se está poniendo viejo "<br />
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.<br />
O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.<br />
IV<br />
Y seguirá muriendo la vida, año tras año,<br />
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.<br />
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,<br />
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.<br />
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,<br />
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....<br />
V<br />
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;<br />
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.<br />
Yo ya te habré olvidado definitivamente<br />
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.<br />
(Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,<br />
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)<br />
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47
VI<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,<br />
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.<br />
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,<br />
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.<br />
Y cada primavera renacerán las rosas,<br />
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.<br />
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48
Elegía por nosotros<br />
Erguida en tu silencio y en tu orgullo,<br />
no sé con qué señor que te enamora,<br />
comentas a manera de murmullo:<br />
¡Mirad ese es el hombre que me adora!<br />
Yo paso como siempre, absorto,... mudo,<br />
y tú nerviosamente te sonríes,<br />
sabiendo que detrás de mi saludo,<br />
te ahondas y después te me deslíes.<br />
Yo sé que ni te busco, ni te sigo,<br />
que nada te mendigo, ni reclamo,<br />
comento, nada más con un amigo:<br />
"Esa es la mujer que yo más amo".<br />
Yo sé que mi cariño recriminas,<br />
es claro tú no entiendes de esas cosas,<br />
qué sabe del perfume y las espinas,<br />
quien nunca estuvo al lado de las rosas.<br />
Tú sabes que jamás suplico nada,<br />
y me sabes cautivo de tus huellas,<br />
que vivo en la región de tu mirada,<br />
y comparto contigo las estrellas.<br />
Un día nos veremos nuevamente,<br />
y es lógico que bajes la cabeza,<br />
tendrás muchas arrugas en la frente,<br />
y el rostro entristecido y sin belleza.<br />
Serás menos sensual en la cadera,<br />
tus ojos no tendrán aquel hechizo,<br />
y aún murmuraré- ¡Si me quisiera!<br />
tú sólo pensarás: ¡Cuánto me quiso!<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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49
El falso amor<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado,<br />
la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.<br />
Un amor que se esconde, porque teme al futuro,<br />
puede ser un amor, pero no es el más puro.<br />
Un amor que se escapa de su propio sentido,<br />
es la rama del árbol sin la gloria del nido.<br />
Un amor que razona, que contrata su ensueño,<br />
inevitablemente será un amor pequeño.<br />
Un amor que me exige preceptos y rituales,<br />
con dudas aritméticas y páginas legales...<br />
Ese no es el amor que soñaba ofrecerte<br />
para toda la vida, sobre toda la muerte.<br />
Si tu amor es tan pobre, recuérdame perdido:<br />
cuando es poco el amor, ¡Vale más el olvido!<br />
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50
El gran amor<br />
Un gran amor, un gran amor lejano<br />
es algo así como la enredadera<br />
que no quisiera florecer en vano<br />
y sigue floreciendo aunque no quiera.<br />
Un gran amor se nos acaba un día<br />
y es tristemente igual a un pozo seco,<br />
pues ya no tiene el agua que tenía<br />
pero le queda todavía el eco.<br />
Y, en ese gran amor, aquel que ama<br />
compartirá el destino de la hoguera,<br />
que lo consume todo con su llama<br />
porque no sabe arder de otra manera.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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51
El hijo del ensueño<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
¡Un hijo! Tú sabes, tú sientes que es eso:<br />
ver nacer la vida del fondo de un beso<br />
por un inefable milagro de amor.<br />
Un beso que llene la cuna vacía<br />
y que ingenuamente nos mire y sonría,<br />
¡un beso hecho flor!<br />
¡Un hijo! Un fragante, fuerte y dulce lazo.<br />
Me parece verlo sobre tu regazo palpitando ya;<br />
y miro con moverse con pueril empeño<br />
las pequeñas manos de nuestro pequeño,<br />
como si quisieran sujetar un sueño<br />
que llega y se va.<br />
En el agua fresca de nuestras ternuras<br />
mojará las alas de sus travesuras<br />
como una paloma que aprende a volar.<br />
y será violento, loco y peregrino,<br />
y amará igualmente la mujer y el vino<br />
y el cielo y el mar.<br />
Con la sed amarga de la adolescencia<br />
beberá en la fuente turbia de la ciencia.<br />
¡Mi tierno cantor!<br />
Irá por el mundo con su lira al hombro<br />
dejando un reguero de rosas de asombro<br />
y aun áureo fulgor.<br />
Cruzará al galope la árida llanura<br />
pálido de ensueño, loco de aventura<br />
y ebrio de ideal.<br />
Y en su desvarío de viajes remotos<br />
volverá algún día con los remos rotos,<br />
trayendo en los labios un sabor de sal.<br />
Caminante absurdo, de caminos muertos<br />
pasará su sombra sobre los desiertos<br />
en una infinita peregrinación,<br />
y su alucinada pupila inconforme<br />
verá en su destino gravada<br />
una enorme interrogación.<br />
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52
José Ángel Buesa: Selección<br />
Pero será inútil su tenaz andanza<br />
persiguiendo un sueño que jamás se alcanza.<br />
Y ha de ser así, pues no hallará nunca, como yo,<br />
la meta de todas sus ansias de hombre y poeta,<br />
porque en las mujeres de su vida inquieta<br />
no hallará ninguna parecida a ti.<br />
Que tú eres la rosa de una sola vida,<br />
la rosa que nadie verá repetida<br />
porque al deshojarse secará el rosal.<br />
Y como en el mundo ya no habrá esa rosa,<br />
el irá en su búsqueda infructuosa<br />
en pos de una igual...<br />
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53
El pequeño dolor<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Mi dolor es pequeño,<br />
pero aun así bendigo este dolor,<br />
que es como no soñar después de un sueño,<br />
o es como abrir un libro y encontrar una flor.<br />
Déjame que bendiga<br />
mi pequeño dolor,<br />
que no sabe crecer como la espiga,<br />
porque la espiga crece sin amor.<br />
Y déjame cuidar como una rosa<br />
este dolor que nace porque sí,<br />
este dolor pequeño, que es la única cosa<br />
que me queda de ti.<br />
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54
El resucitado<br />
I<br />
No, nunca fue lo oscuro tan oscuro.<br />
Y está acostado pero no en su lecho.<br />
Quiere moverse y se lo impide un muro.<br />
Un muro en derredor, largo y estrecho.<br />
Llama, y su voz resuena extrañamente,<br />
sin que acudan su madre ni su hijo.<br />
Y un súbito sudor hiela su frente,<br />
Al palpar en su pecho un crucifijo.<br />
No, no hay duda: Esa sombra que lo aterra<br />
es sombra de ataúd bajo la tierra,<br />
y no es soñando, porque está despierto.<br />
Y lo aturde un pavor definitivo<br />
Al comprender que se le dio por muerto<br />
y al comprobar que fue enterrado vivo<br />
Pero un día, al abrir la sepultura,<br />
se sabría su muerte verdadera.<br />
Si el ataúd mostrara la hendidura,<br />
de un golpe de su mano en la madera.<br />
Y al pensar de repente en el mañana,<br />
piensa también enloquecidamente<br />
en el espanto de la madre anciana<br />
y en el horror del hijo adolescente.<br />
II<br />
Y allí, en la sombra, sin quejarse en vano<br />
sin dar un grito, sin alzar la mano,<br />
con una abnegación casi suicida<br />
cierra los ojos y se queda quieto<br />
porque así, solo así, será un secreto<br />
su horrible muerte de enterrado en vida.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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55
Epílogo<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Di que mi amor ha muerto de una forma habitual,<br />
aunque tú, por la espalda, le clavaste un puñal.<br />
Lo enterraremos juntos, sin pesar ni alegría,<br />
aunque yo sólo sepa que vive todavía.<br />
Pero no intentes nunca remover esa fosa:<br />
Déjala abandonada; déjala silenciosa...<br />
pues si un día la abrieras, tu mano desleal<br />
no hallaría otra cosa que tu propio puñal.<br />
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56
Era mi amiga<br />
Era mi amiga, pero yo la amaba<br />
yo la amaba en silencio puramente,<br />
y mientras sus amores me contaba<br />
yo escuchaba sus frases tristemente.<br />
Era mi amiga, pero me gustaba<br />
y mi afán era verla a cada instante.<br />
Nunca supo el amor que yo albergaba<br />
porque siempre me hablaba de su amante.<br />
Era mi amiga para todo el mundo<br />
porque a nadie mi amor yo confesaba,<br />
pero yo la quería muy profundo<br />
y forzosamente me callaba.<br />
Era mi amiga, y mi cuerpo sentía<br />
estremecer si ella me miraba,<br />
al oírla junto a mí feliz me hacía<br />
más de este amor ella nunca supo nada<br />
y aunque sólo mi amistad yo le ofrecía,<br />
era mi amiga, pero yo la amaba.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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57
Inesperadamente<br />
Inesperadamente tu amor llega a mi vida,<br />
mujer de besos hondos y plenitud creciente,<br />
como brota un retoño de una rama caída,<br />
como en un río seco renace la corriente.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Llegas como las nubes, inesperadamente;<br />
inesperadamente llegas como el verano,<br />
para dejarme el peso de una sombra en la frente<br />
y un dolor de raíces profundas en las manos.<br />
Y es que tu boca alegre me inspira un beso triste,<br />
y en tus ojos cercanos veo un mirar ausente,<br />
porque sé que algún día, lo mismo que viniste,<br />
te me irás de los brazos, inesperadamente...<br />
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58
La abeja<br />
Tu boca jugosa y fragante,<br />
su risa coqueta reía...<br />
Tan fresca la risa fluía,<br />
que su agua la fuente sonante<br />
por ti detenía...<br />
Tu boca reía... Tu boca,<br />
que tiene humedad de ambrosía,<br />
que tanto promete y provoca;<br />
tu boca de piel y armonía,<br />
reía...<br />
Y vino una abeja dorada,<br />
de mieles ansiosa,<br />
y quiso creyéndola rosa,<br />
posarse en tu boca encarnada<br />
fragante y jugosa...<br />
Y en tanto la abeja volaba<br />
buscando la miel de la rosa,<br />
riendo una risa nerviosa,<br />
tu boca el ataque esquivaba,<br />
melodrosa...<br />
Tu boca reía y gemía<br />
de angustia... La abeja de oro,<br />
en pos de la rosa que huía,<br />
ritmaba su vuelo sonoro...<br />
Y, al cabo, la abeja<br />
posóse en tu boca riente,<br />
Tu risa fue grito doliente,<br />
fue queja...<br />
II<br />
Decidme, señora, si es justa<br />
la cólera vuestra;<br />
decir si merezco esa adusta<br />
mirada que demuestra...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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59
Al ver vuestro aprieto, un instante<br />
quedóse mi mente perpleja:<br />
¡No había manera galante<br />
de darle la muerte a la abeja!<br />
Verdad que os besé; pero en eso<br />
no hay sombra de culpa:<br />
Matar una abeja de un beso,<br />
tal beso disculpa.<br />
No fue, mi Señora, osadía,<br />
besar vuestros labios, rosados:<br />
La abeja me iriso en su agonía.<br />
Miradme los labios hinchados.<br />
Cierto es que bendigo<br />
la abeja traidora,<br />
mas, ved cuánto sufro, en castigo<br />
de haberos besado, Señora.<br />
Reíd vuestra risa nerviosa,<br />
reíd vuestra risa coqueta;<br />
que ría la boca jugosa,<br />
que ría la húmeda rosa<br />
que adora el poeta...<br />
Reíd, y pensad un instante<br />
si el beso una injuria refleja:<br />
¿Había otro modo galante<br />
de darle muerte a la abeja?<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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60
La dama de las perlas<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Yo he visto perlas claras de inimitable encanto,<br />
de esas que no se tocan por temor a romperlas.<br />
Pero solo en tu cuello pudieron valer tanto<br />
las burbujas de nieve de tu collar de perlas.<br />
Y más, aquella noche del amor satisfecho,<br />
del amor que eterniza lo fugaz de las cosas,<br />
cuando fuiste un camino que comenzó en mi lecho<br />
y el rubor te cubría como un manto de rosas.<br />
Yo acaricié tus perlas, sin desprender su broche,<br />
y las vi, como nadie nunca más podrá verlas,<br />
pues te tuve en mis brazos, al fin, aquella noche<br />
vestida solamente ¡con tu collar de perlas!<br />
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61
La fuga infinita<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Se fue mi niñez...<br />
Batiendo sus alas de rosa partió...<br />
Le rogué, llorando: "¡Vuelve a mi otra vez!"<br />
-Volveré- me dijo... Pero no volvió...<br />
Después, mi inocencia, cual mística flor,<br />
se mustió entre las<br />
llamaradas locas del pagano amor,<br />
y a mi alma su aroma no tornó jamás...<br />
Y, al llegar mis dudas, se marchó mi fe...<br />
-"¿Volverás?"- le dije... No sé si me oyó:<br />
Hizo un gesto vago me miró y se fue.<br />
Luego, acurrucada, sufrió mi ilusión<br />
de los desengaños el flagelo cruel:<br />
Me miró con húmedos ojos de lebrel<br />
y se fue en silencio de mi corazón...<br />
Y yo sé que un día también tú te irás,<br />
sin que mis caricias puedan retenerte,<br />
pues ya hacia otros brazos, o ya hacia la muerte,<br />
no te detendrás...<br />
Porque sé que un día llegará el olvido,<br />
y sé que ese día te me irás, mujer,<br />
como tantas cosas que ya se me han ido:<br />
¡Para no volver!...<br />
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62
La sed insaciable<br />
Decir adiós... La vida es eso.<br />
Y yo te digo adiós, y sigo...<br />
Volver a amar es el castigo<br />
de los que amaron con exceso<br />
Amar y amar toda la vida,<br />
y arder en esa llama.<br />
Y no saber por qué se ama...<br />
Y no saber por qué se olvida...<br />
Coger las rosas una a una,<br />
beber un vino y otro vino,<br />
y andar y andar por un camino<br />
que no conduce a parte alguna.<br />
Sentir más sed en cada fuente<br />
y ver más sombra en cada abismo,<br />
en este amor que es siempre el mismo,<br />
pero que siempre es diferente.<br />
Porque en sordo desacuerdo<br />
de lo soñado y lo vivido,<br />
siempre, del fondo del olvido,<br />
nace la muerte de un recuerdo.<br />
Y en esta angustia que no cesa,<br />
que toca el alma y no la toca,<br />
besar la sombra de otra boca<br />
en cada boca que se besa.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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63
Lied<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Mi corazón se queda aunque mi amor se vaya ,<br />
porque el recuerdo nace de un ansia de olvidar.<br />
Tu amor tiene la tibia ternura de una playa;<br />
mi amor es inestable como el viento y el mar.<br />
Aunque mi amor se vaya no has de quedarte sola,<br />
pues te dejo el reflejo de la luz que encendí:<br />
Tu amor es una playa , mi amor es una ola,<br />
y necesariamente yo he de volver a ti.<br />
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64
Lluvia<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Acaso esté lloviendo también en tu ventana<br />
acaso esté lloviendo calladamente... así.<br />
Y mientras anochece de pronto la mañana<br />
yo sé que aunque no quieras, vas a pensar en mi.<br />
Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,<br />
sintiendo que despierta su ternura de ayer.<br />
Y si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,<br />
y aun lloverá en tus ojos al dejar de llover.<br />
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65
Madrigal de la lluvia de abril<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Ya no sé bien el sitio ni la hora,<br />
ni por qué fuiste mía, ni por qué te perdí.<br />
Sé que llovía como llueve ahora,<br />
aunque ahora es más triste porque llueve sin ti.<br />
Y sé que, de repente, cayeron dos diamantes<br />
sobre tus zapaticos de charol...<br />
Y era dulce aquel llanto de tus ojos radiantes,<br />
como esos mediodías en que llueve con sol.<br />
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66
Madrigal triste<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
¡Qué clara la mañana! ¡qué fresco y delicioso<br />
el viento! ¡Cuánta luz! ¡Cuánta leve armonía!...<br />
-Busqué a mi alrededor algo maravilloso...<br />
Y ella, a mi lado, sonreía...<br />
¡Cuánta muda tristeza en el cielo nublado!<br />
¡Qué silencio en las frondas donde el ave cantaba!<br />
-Busqué a mi alrededor algo desconsolado...<br />
Y ella, a mi lado, suspiraba...<br />
¡Qué soledad! ¡Qué angustia crispada en la doliente<br />
neblina! ¡Qué vacío en todo!...-Desolado<br />
Busqué a mi alrededor... Y busqué inútilmente:<br />
Ella no estaba ya a mi lado...<br />
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67
Mejor no quiero verte<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Mejor no quiero verte... sería tan sencillo<br />
cruzar dos o tres calles... Y tocar en tu puerta.<br />
Y tú me mirarías con tus ojos sin brillo<br />
sin poder sonreírme con tu sonrisa muerta.<br />
Mejor no quiero verte... porque va a hacerme daño<br />
pasar por aquel parque de la primera cita.<br />
Y no sé si aún florecen los jazmines de antaño<br />
ni sé quién es ahora la mujer más bonita.<br />
Mejor no quiero verte... porque andando en tu acera<br />
sentiré casi ajeno todo lo que fue mío.<br />
Aunque es sólo una esquina donde nadie me espera<br />
y unos cristales rotos en un balcón vacío.<br />
Sí... seguiré muriendo de mi pequeña muerte<br />
de hace ya tantos años el día que me fui<br />
pues por no verte vieja... mejor no quiero verte,<br />
pero tampoco quiero que me veas tu a mí.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
68
Mía<br />
Mujer soñada: Ya tú eres mía...<br />
Ya tú eres mía, como las rosas<br />
son del rosal, y el Sol, del día...<br />
Todos los seres, todas las cosas,<br />
me están diciendo que ya eres mía...<br />
¿No oyes el canto que alza el jilguero,<br />
revoleteando sobre el alero,<br />
vertiendo a chorros su melodía?<br />
Es que él bien sabe cuanto te quiero;<br />
es porque sabe que ya eres mía...<br />
¿No sientes cómo la mano blonda<br />
del Sol oculto tras de la fronda<br />
te unge del oro tibio del día?<br />
Es que el Sol sabe también cuán honda,<br />
cuán dulcemente ya tú eres mía...<br />
¿No ves la lluvia -que canta ahora-,<br />
regando perlas? Ya ella no llora<br />
con infinita melancolía,<br />
y es que la lluvia tampoco ignora<br />
que ya eres mía...<br />
¿No ves los juegos que entre las rocas<br />
las mariposas juegan airosas,<br />
en una móvil policromía?<br />
Es porque saben las mariposas<br />
que ya eres mía...<br />
¿No estas sintiendo que dulcemente<br />
la fresca brisa besa tu frente<br />
y alarga el beso sobre la mía?<br />
Es que ella sabe cuán hondamente<br />
ya tú eres mía...<br />
¿No ves las noches ahora más bellas?<br />
Es que han surgido nuevas estrellas,<br />
y entre relámpagos de pedrería,<br />
decir parecen que saben ellas<br />
que ya eres mía...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
69
¿No oyes al río, que descendiendo<br />
por los barrancos, calma su estruendo<br />
y se hace ahora blanda armonía?<br />
¿No te parece que va diciendo<br />
que ya eres mía?<br />
Mujer soñada: Ya tú eres mía,<br />
ya tú eres mía como las rosas<br />
son del rosal, y el Sol del día.<br />
Todos los seres, todas las cosas,<br />
-ríos, estrellas y mariposas-,<br />
oyen el himno de mi alegría,<br />
y hay más perfumes, porque hay más rosas,<br />
desde que puedo llamarte mía...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
70
Mi corazón se siente satisfecho<br />
Mi corazón se siente satisfecho<br />
de haberte amado y nunca poseído:<br />
así tu amor se salva del olvido<br />
igual que mi ternura del despecho.<br />
Jamás te vi desnuda sobre el lecho,<br />
ni oí tu voz muriéndose en mi oído:<br />
así ese bien fugaz no ha convertido<br />
un ancho amor en un placer estrecho.<br />
Cuanto el deleite suma a lo vivido<br />
acrecentado se lo resta el pecho,<br />
pues la ilusión se va por el sentido.<br />
Y, en ese hacer y deshacer lo hecho,<br />
sólo un amor se salva del olvido,<br />
y es el amor que queda insatisfecho.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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71
Nocturno IV<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Así estás todavía de pie bajo la lluvia,<br />
bajo la clara lluvia de una noche de invierno.<br />
De pie bajo la lluvia me llega tu sonrisa,<br />
de pie bajo la lluvia te encuentra mi recuerdo.<br />
Siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />
con un polvo de estrellas muriendo en tus cabellos<br />
y tu voz que nacía del fondo de tus ojos<br />
y tus manos cansadas que se iban en el viento<br />
y aquel cielo de plomo y el rumor de los árboles<br />
y la hoja aquella que te cayó en el seno<br />
y el rocío nocturno dormido en tus pestañas<br />
y engarzando diamantes en tu vestido negro.<br />
Así estás todavía lejanamente cerca<br />
desde tu lejanía de sombra y de silencio.<br />
Mi corazón te llama de pie bajo la lluvia,<br />
de pie bajo la lluvia te acercas en el sueño.<br />
La vida es tan pequeña que cabe en una noche.<br />
Quizás fue que en la sombra me encontré con tu beso<br />
y por eso me envuelve, de pie bajo la lluvia,<br />
el sabor de tu boca y el olor de tu cuerpo.<br />
Si, me has dejado triste porque pienso que acaso<br />
ya no estarás conmigo cuando llueva de nuevo.<br />
Y no he de verte entonces de pie bajo la lluvia<br />
con las manos temblando de frío y de deseo.<br />
Pero aunque habrá otras noches cargadas de perfumes<br />
y otras mujeres, y otras, a lo largo del tiempo,<br />
siempre he de recordarte de pie bajo la lluvia,<br />
bajo la lluvia clara de una noche de invierno...<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
72
Nocturno VII<br />
Ahora que te fuiste te diré que te quiero,<br />
ahora que no me oyes, ya no debo callar.<br />
Tú seguirás tu vida y olvidarás primero<br />
y yo aquí, recordándote a la orilla del mar...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Hay un amor tranquilo que dura hasta la muerte,<br />
y un amor tempestuoso que no puede durar.<br />
Acaso aquella noche no quise retenerte<br />
y ahora estoy recordándote a la orilla del mar...<br />
Tú que nunca supiste lo que yo te quería<br />
quizás entre otros brazos lograrás olvidar.<br />
Tal ves mires a otro, igual que a mí aquel día<br />
y yo aquí recordándote a la orilla del mar...<br />
El rumor de mi sangre va cantando tu nombre,<br />
y el viento de la noche lo repite al pasar.<br />
Quizás en este instante tú besas a otro hombre<br />
y yo seguiré recordándote a la orilla del mar.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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73
Nocturno VIII<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Aquí, solo en la noche, ya es posible la muerte.<br />
Morir es poca cosa si tu amor está lejos.<br />
Puedo cerrar los ojos y apagar las estrellas.<br />
Puedo cerrar los ojos y pensar que ya he muerto.<br />
Puedo matar tu nombre pensando que no existes.<br />
Ahora, solo en la noche, sé que todo lo puedo.<br />
Puedo extender los brazos y morir en la sombra,<br />
y sentir el tamaño del mundo en mi silencio.<br />
Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,<br />
y navegar por ríos que nacen en tu sueño.<br />
Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,<br />
la gran noche que tiembla de un extraño deseo.<br />
Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:<br />
Sí. En esta sombra, solo, sé que todo lo puedo.<br />
Y ya ves: me contento con cerrar bien los ojos<br />
y apagar las estrellas y pensar que me he muerto.<br />
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74
No era amor<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
No era amor. Fue otra cosa<br />
Pero según murmuran en la ciudad aquella,<br />
yo cometí el delito de inventarte una estrella,<br />
y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.<br />
No era amor, no era eso<br />
que se enciende en la sangre como una llamarada;<br />
Era mirar tus ojos y no decirte nada<br />
o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.<br />
Tarde para mi hastío,<br />
tarde para tu angustia de mariposa en vano,<br />
era como dos ciegos que se daban la mano,<br />
como dos niños pobres, tu corazón y el mío.<br />
Nada más. Ni siquiera<br />
suspirar en la lluvia de una tarde vacía,<br />
No era amor, fue otra cosa. No sé lo que sería<br />
Yo sé que es triste que nadie lo creyera.<br />
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75
Oasis<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Así como un verdor en el desierto,<br />
con sombra de palmeras y agua caritativa,<br />
quizás sea tu amor lo que me sobreviva,<br />
viviendo en un poema después que yo haya muerto.<br />
En ese canto, cada vez más mío,<br />
voces indiferentes repetirán mi pena,<br />
y tú has de ser entonces como un rastro en la arena,<br />
casi como una nube que pasas sobre un río...<br />
Tú serás para todos una desconocida,<br />
tú que nunca sabrás cómo he sabido amarte;<br />
y alguien, tal vez, te buscará en mi arte,<br />
y al no hallarte en mi arte, te buscará en mi vida.<br />
Pero tú no estarás en las mujeres<br />
que alegraron un día mi tristeza de hombre:<br />
Como oculté mi amor sabré ocultar tu nombre,<br />
y al decir que te amo, nunca diré quién eres.<br />
Y dirán que era falsa mi pasión verdadera,<br />
que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto;<br />
o dirán que era otra la que canté en mi canto,<br />
otra, que nunca amé ni conocí siquiera<br />
Y así será mi gloria lo que fue mi castigo,<br />
porque, como un verdor en el desierto,<br />
tu amor me hará vivir después que yo haya muerto,<br />
pero cuando yo muera, ¡tú morirás conmigo!<br />
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76
Otoño y jardín<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Señora: Es el crepúsculo. No importa si un retoño<br />
se ha abierto en los rosales del jardín, todavía:<br />
Ya ha llegado el terrible crepúsculo de otoño,<br />
que es decir un crepúsculo que dura todo el día.<br />
Señora: Es el otoño... Vuestras últimas rosas<br />
las está deshojando no sé qué desaliento.<br />
Y es que existe un otoño para todas las cosas,<br />
y el amor y la vida se nos van en el viento.<br />
Comprendedlo, señora: Nada podrá el rocío,<br />
ni siquiera las lágrimas. Ya todo será en vano;<br />
pues no hay nada más triste que un retoño tardío,<br />
y el amor es un poco de ceniza en la mano...<br />
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77
Poema crepuscular<br />
En el recogimiento de la tarde que muere,<br />
entre las imprecisas brumas crepusculares,<br />
cada jirón de sombra cobra vida, y sugiere<br />
vaporosas siluetas familiares.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
En la brisa que pasa, parece que suspira<br />
la virgen de ojos claros que aún sueña en mi regreso;<br />
el rumor de las frondas abre el ala de un beso,<br />
y desde aquella estrella, alguien me mira…<br />
Allá, entre la alameda, se perfila la sombra<br />
grácil de la mujer que amé más en la vida,<br />
y en la voz de la fuente vibra una voz querida,<br />
que en su canción de oro y cristal me nombra…<br />
Todo canta, a esa hora, la canción olvidada;<br />
todo sueña el ensueño que quedó trunco un día,<br />
y verdece de nuevo la ilusión agostada,<br />
ebria de fe, de ardor y de armonía…<br />
Y entre la sutil bruma de prestigios de incienso<br />
que exalta mis recuerdos y mi melancolía,<br />
en la paz de este parque abandonado, pienso<br />
en la mujer que nunca será mía…<br />
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78
Poema de la culpa<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Yo la amé, y era de otro, que también la quería.<br />
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.<br />
Después de haber besado sus cabellos de trigo,<br />
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.<br />
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo<br />
mis labios están dulces por ese amor amargo.<br />
Ella fue como un agua callada que corría...<br />
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.<br />
Perdónala Señor, tú que le diste a ella<br />
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.<br />
Su alma era transparente como un vaso vacío:<br />
yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.<br />
Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera<br />
turbadora y fragante como la primavera?<br />
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío<br />
sobre la yerba seca y ávida del estío?<br />
Traté de rechazarla, Señor, inútilmente,<br />
como un surco que intenta rechazar la simiente.<br />
Era de otro. Era de otro que no la merecía,<br />
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.<br />
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:<br />
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.<br />
Y ella me dio su amor como se da una rosa<br />
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...<br />
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:<br />
ella no fue culpable, Señor... ni yo tampoco<br />
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella<br />
y me diste los ojos para mirarla a ella.<br />
Sí, nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar<br />
y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.<br />
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,<br />
que sería pecado mayor si no la amara.<br />
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79
José Ángel Buesa: Selección<br />
Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,<br />
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,<br />
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,<br />
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!<br />
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80
Poema de la desposada<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Buena suerte muchacha. Lucirás muy bonita,<br />
con el velo de novia y el ramo de azahar,<br />
pero sin el sonrojo de tu primera cita,<br />
sino pálida y seria delante del altar.<br />
Pronto será la boda. Pero acaso un despecho,<br />
amargará las noches de tu luna de miel,<br />
si al abrir una puerta reconoces un lecho,<br />
o al cruzar un pasillo recuerdas otro hotel.<br />
Sin embargo, muchacha, cuando termines el viaje,<br />
ya serás la señora de no sé qué señor,<br />
aunque tal vez descubras, al abrir tu equipaje,<br />
que en la prisa -¡qué pena!- se te olvidó el amor.<br />
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81
Poema de la duda<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Nuestro amor ya es inútil como un mástil sin lona,<br />
como un cause sin agua, como un arco sin flecha,<br />
pues, lo que enciende un beso lo apaga una sospecha<br />
y en amor es culpable el que perdona.<br />
Ya es sombra para siempre lo que miró la duda<br />
con su mirada amarga como una fruta verde;<br />
y el alma está perdida cuando pierde<br />
el supremo pudor de estar desnuda.<br />
Así frente a la noche te he de tender la mano<br />
con un gesto cordial de despedida<br />
y tú no sabrás nunca lo que pesa en mi vida<br />
la angustia irremediable de haberte amado en vano.<br />
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82
Poema de la espera<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero.<br />
Y espero sonriente porque yo sé que un día<br />
como en amor, el último vale más que el primero<br />
tu tendrás que ser mía.<br />
Yo sé que tú eres de otro pero eso no me importa.<br />
Porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansía.<br />
Y mi amor es tan largo y la vida es tan corta<br />
que tendrás que ser mía.<br />
Yo sé que tú eres de otro pero la sed se sacia<br />
solamente en el fondo de la copa vacía.<br />
Y como la paciencia puede más que la audacia<br />
tú tendrás que ser mía.<br />
Por eso en lo profundo de mis sueños despiertos<br />
yo seguiré esperando porque sé que algún día<br />
buscarás el refugio de mis brazos abiertos<br />
y tendrás que ser mía.<br />
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83
Poema del amor ajeno<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Puedes irte y no importa, pues te quedas conmigo<br />
como queda un perfume donde había una flor.<br />
Tú sabes que te quiero, pero no te lo digo;<br />
y yo sé que eres mía, sin ser mío tu amor.<br />
La vida nos acerca y la vez nos separa,<br />
como el día y la noche en el amanecer...<br />
Mi corazón sediento ansía tu agua clara,<br />
pero es un agua ajena que no debo beber...<br />
Por eso puedes irte, porque, aunque no te sigo,<br />
nunca te vas del todo, como una cicatriz;<br />
y mi alma es como un surco cuando se corta el trigo,<br />
pues al perder la espiga retiene la raíz.<br />
Tu amor es como un río, que parece más hondo,<br />
inexplicablemente, cuando el agua se va.<br />
Y yo estoy en la orilla, pero mirando al fondo,<br />
pues tu amor y la muerte tienen un más allá.<br />
Para un deseo así, toda la vida es poca;<br />
toda la vida es poca para un ensueño así...<br />
Pensando en ti, esta noche, yo besaré otra boca;<br />
y tú estarás con otro... ¡pero pensando en mí!<br />
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84
Poema del amor imposible<br />
Esta noche pasaste por mi camino<br />
y me tembló en el alma no sé qué afán<br />
pero yo estoy consciente de mi destino<br />
que es mirarte de lejos y nada más.<br />
No, tú nunca dijiste que hay primavera<br />
en las rosas ocultas de tu rosal.<br />
Ni yo debo mirarte de otra manera<br />
que mirarte de lejos y nada más.<br />
Y así pasas a veces tranquila y bella,<br />
así como esta noche te vi pasar.<br />
Más yo debo mirarte como una estrella<br />
que se mira de lejos y nada más.<br />
Y así pasan las rosas de cada día<br />
dejando las raíces que no se van.<br />
Y yo con mi secreta melancolía<br />
de mirarte de lejos y nada más.<br />
Y así seguirás siempre, siempre prohibida,<br />
más allá de la muerte, si hay más allá.<br />
Porque en esa vida, si hay otra vida,<br />
te miraré de lejos y nada más...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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85
Poema del amor pequeño<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Fue breve aquella noche. Fue breve, pero bella.<br />
Poca cosa es el tiempo, que es también poca cosa,<br />
porque nadie ha sabido lo que dura una estrella<br />
aunque todos sepamos lo que dura una cosa.<br />
Nuestro amor de una noche fue un gran amor pequeño<br />
que rodó por la sombra como un dado sin suerte,<br />
pero nadie ha sabido lo que dura un ensueño<br />
aunque todos sepamos lo que dura la muerte.<br />
Una noche es eterna para el que no la olvida,<br />
y el tiempo nada importa para el sueño y la flor,<br />
y, como nadie sabe lo que dura la vida,<br />
nadie sabe tampoco lo que dura el amor.<br />
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86
Poema de las cosas<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Quizás estando sola, de noche, en tu aposento<br />
oirás que alguien te llama sin que tu sepas quién<br />
y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento<br />
que existen ciertamente, pero que no se ven...<br />
Y también es posible que una tarde de hastío<br />
como florece un surco, te renazca un afán<br />
y aprenderás entonces que hay cosas como el río<br />
que se están yendo siempre, pero que no se van...<br />
O al cruzar una calle, tu corazón risueño<br />
recordará una pena que no tuviste ayer<br />
y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,<br />
cosas que nunca han sido, pero que pueden ser...<br />
Por más que tu prefieras ignorar estas cosas<br />
sabrás por qué suspiras oyendo una canción<br />
y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,<br />
cosas que son hermosas, sin saber que lo son...<br />
Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido<br />
y un soplo de ceniza regará tu jardín<br />
y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido<br />
son las únicas cosas que nunca tienen fin.<br />
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87
Poema del desencanto<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Y comenzamos juntos un viaje hacia la aurora<br />
como dos fugitivos de la misma condena.<br />
Lo que ignoraba entonces no he de callarlo ahora:<br />
No valías la pena.<br />
Ya llegaba el otoño, y ardía el mediodía.<br />
Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,<br />
pero acerqué mis labios y la encontré vacía.<br />
No valías la pena.<br />
Te di a guardar un sueño, pero tú lo perdiste,<br />
o acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.<br />
Es triste, pero es cierto. Por ser tan cierto, es triste:<br />
No valías la pena.<br />
Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,<br />
y el eslabón amable que es más que una cadena.<br />
Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho:<br />
No valías la pena.<br />
Me alegré con tu risa; me apené con tu llanto,<br />
sin pensar que eras mala ni creer que eras buena.<br />
Te canté en mis canciones, y, a pesar de mi canto,<br />
no valías la pena.<br />
Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,<br />
o acaso el desaliento del que sembró en la arena.<br />
Pero yo no te culpo. Te digo, simplemente:<br />
No valías la pena.<br />
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88
Poema del domingo triste<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Este domingo triste pienso en ti dulcemente<br />
y mi vieja mentira de olvido ya no miente.<br />
La soledad a veces es peor castigo,<br />
ah, ¡pero qué alegre todo si estuvieras conmigo!<br />
Entonces no querría mirar las nubes grises<br />
formando extraños mapas de imposibles países<br />
y el monótono ruido del agua no sería<br />
el motivo secreto de mi melancolía.<br />
Este domingo triste nace de algo que es mío,<br />
que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío,<br />
mientras corren las aguas por la calle en declive<br />
y el corazón se muere de un ensueño que vive.<br />
La tarde pide un poco de sol, como un mendigo,<br />
y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo,<br />
y tendría la tarde, fragantemente muda,<br />
el ingenuo impudor de una niña desnuda.<br />
Si estuvieras conmigo, amor que no volviste.<br />
Oh, ¡qué alegre me sería este domingo triste!<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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89
Poema del espejo<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Déjame ser tu espejo, supliqué aquel día,<br />
recuerdo que tu mano se estremeció en la mía.<br />
Yo que envidio tu espejo, quiero saber que siente<br />
al copiar en la alcoba tu cuerpo adolescente.<br />
Detrás de los almendros, casi como del fondo<br />
del mar, surgió la luna, con su espejo redondo.<br />
Te vi de pie en la sombra, junto al lecho vacío<br />
se oyó un rumor de sedas, como el rumor de un río.<br />
Y yo, como el espejo de aquella alcoba oscura,<br />
yo, allí solo contigo, reflejé tu hermosura.<br />
Fue un instante, en la sombra. No sé bien todavía<br />
si eras tú, si fue un sueño, o una flor que se abría.<br />
Muchacha de la noche de un día diferente,<br />
yo no envidio a tu espejo, ya sé que nada siente,<br />
Ya sé que te duplica sin comprender siquiera<br />
que eres mujer, y hermosa como la primavera,<br />
Pues si lo comprendiera saltaría en pedazos<br />
por el ansia imposible de tenderte los brazos.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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90
Poema del éxtasis<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
No... nunca fue mi mano más lenta que en la hora<br />
secretamente mía de aquella noche aquella.<br />
fue así como una nube cuando oculta una estrella<br />
O así como una estrella que se pierde en la aurora.<br />
Nunca tuvo mi mano más quietud impaciente,<br />
semejante a la mano de un ladrón inexperto.<br />
Porque fue como un buque que oscilara en el puerto<br />
con el ansia inconforme de zarpar de repente.<br />
Si, aquella noche... noche para soñar en vano<br />
o encender una estrella... O apagar una duda.<br />
Surgió bajo mi mano tu belleza desnuda<br />
como si tu belleza surgiera de mi mano.<br />
Ni una sola palabra de temor o reproche<br />
abrevió el retardado placer del desenlace.<br />
Como crece un jacinto frente al alba que nace<br />
o como nace el alba del fondo de la noche.<br />
No... nunca fue una mano más lenta ni más leve<br />
que mi mano de amante con su gesto de amigo.<br />
Eras como la nieve cayendo sobre el trigo<br />
o un trigo milagroso brotando de la nieve.<br />
Y tu estabas inmóvil bajo la selva rosa<br />
como una flor fantástica que se abriera en el lecho.<br />
Mientras mi mano lenta descubría en tu pecho<br />
dos motivos iguales para llamarte hermosa.<br />
Pero desde esa noche de calma y de tormenta<br />
desorientadamente vacilé en una duda.<br />
Si cerraste los ojos por no verte desnuda<br />
o bien porque mi mano fue demasiado lenta.<br />
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– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
91
Poema del fracaso<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,<br />
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;<br />
Quería aprisionar un alma en un poema,<br />
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.<br />
Mi corazón, un día, silenció su latido,<br />
y en plena lozanía se sintió envejecer;<br />
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido<br />
y morir recordando... Pero no pudo ser.<br />
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,<br />
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;<br />
Subió la escalinata de un palacio de oro<br />
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.<br />
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,<br />
por vivir plenamente la fiebre del placer;<br />
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,<br />
un goce para él solo... Pero no pudo ser.<br />
Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,<br />
con tu sonrisa clara, que es un amanecer;<br />
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,<br />
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.<br />
Y he de decirte adiós para siempre, querida,<br />
sabiendo que te alejas para nunca volver,<br />
Quisiera retenerte para toda la vida...<br />
¡Pero no puede ser! ¡Pero no puede ser!<br />
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92
Poema del olvido<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,<br />
y tú, como una nube, pasaste por mi hastío.<br />
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,<br />
como se van uniendo los bordes de una herida.<br />
Los últimos ensueños y las primeras canas<br />
entristecen de sombra todas las cosas bellas;<br />
y hoy tu vida y mi vida son como las estrellas,<br />
pues pueden verse juntas, estando tan lejanas...<br />
Yo bien sé que el olvido, como una agua maldita,<br />
nos da una sed mas honda que la sed que nos quita,<br />
pero estoy tan seguro de poder olvidar...<br />
Y miraré las nubes sin pensar que te quiero,<br />
con el hábito sordo de un viejo marinero<br />
que aun siente, en tierra firme, la ondulación del mar.<br />
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93
Poema del poema<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Quizás pases con otro que te diga al oído<br />
esas frases que nadie como yo te dirá;<br />
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido<br />
¡te amaré más que nunca....y jamás lo sabrás!<br />
La desolada estrofa, como si fuera un ala,<br />
voló sobre el silencio... Y tú estabas allí:<br />
Allí en el más oscuro rincón de aquella sala,<br />
estabas tú, escuchando mis versos para ti.<br />
Y tú, la inaccesible mujer de ese poema<br />
que ofrece su perfume pero oculta su flor,<br />
quizás supiste entonces la amargura suprema<br />
de quien ama la vida porque muere de amor.<br />
Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes<br />
aquellos versos tristes y amargos como el mar,<br />
cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes,<br />
los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar.<br />
Después, se irguió tu cuerpo como una primavera,<br />
mujer hoy y mañana distante como ayer...<br />
vi que te alejabas sin sospechar siquiera<br />
¡que yo soy aquel hombre...y tú aquella mujer!<br />
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94
Poema del regreso<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Vengo del fondo oscuro de una noche implacable,<br />
y contemplo los astros con un gesto de asombro.<br />
Al llegar a tu puerta me confieso culpable,<br />
y una paloma blanca se me posa en el hombro.<br />
Mi corazón humilde se detiene en tu puerta<br />
con la mano extendida como un viejo mendigo;<br />
y tu perro me ladra de alegría en la huerta,<br />
porque, a pesar de todo, sigue siendo mi amigo.<br />
Al fin creció el rosal aquel que no crecía<br />
y ahora ofrece sus rosas tras la verja de hierro:<br />
Yo también he cambiado mucho desde aquel día,<br />
pues no tienen estrellas las noches del destierro.<br />
Quizás tu alma está abierta tras la puerta cerrada;<br />
pero al abrir tu puerta, como se abre a un mendigo,<br />
mírame dulcemente, sin preguntarme nada,<br />
y sabrás que no he vuelto ... ¡porque estaba contigo!<br />
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95
Poema del renunciamiento<br />
Pasarás por mi vida sin saber que pasaste,<br />
pasarás en silencio por mi amor y al pasar<br />
fingiré una sonrisa como un dulce contraste<br />
del dolor de quererte... y jamás lo sabrás.<br />
Soñaré con el nácar virginal de tu frente,<br />
soñaré con tus ojos de esmeraldas de mar,<br />
soñaré con tus labios desesperadamente,<br />
soñaré con tus besos... y jamás lo sabrás.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Quizás pases con otro que te diga al oído<br />
esas frases que nadie como yo te dirá<br />
y, ahogando para siempre mi amor inadvertido,<br />
te amaré más que nunca... y jamás lo sabrás.<br />
Yo te amaré en silencio... como algo inaccesible,<br />
como un sueño que nunca lograré realizar<br />
y el lejano perfume de mi amor imposible<br />
rozará tus cabellos... y jamás lo sabrás.<br />
Y si un día una lágrima denuncia mi tormento,<br />
-- el tormento infinito que te debo ocultar --<br />
te diré sonriente: "No es nada... ha sido el viento".<br />
Me enjugaré la lágrima... ¡y jamás lo sabrás!<br />
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96
Poema del secreto<br />
Puedo tocar tu mano sin que tiemble la mía,<br />
y no volver el rostro para verte pasar.<br />
Puedo apretar mis labios un día y otro día...<br />
y no puedo olvidar.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,<br />
casi aburridamente, sobre un tema vulgar,<br />
puedo decir tu nombre con voz indiferente...<br />
y no puedo olvidar.<br />
Puedo estar a tu lado como si no estuviera,<br />
y encontrarte cien veces, así como al azar...<br />
puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,<br />
y no puedo olvidar.<br />
Ya vez: Tú no sospechas este secreto amargo,<br />
más amargo y profundo que el secreto del mar...<br />
porque puedo dejarte de amar, y sin embargo...<br />
¡no te puedo olvidar!<br />
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97
Poema de una calle<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Amo esta calle, y amo sus tristes casas<br />
en las que se entristecen cumpleaños y bodas,<br />
porque esta calle triste, se alegra cuando pasas<br />
tú, mujer preferida entre todas.<br />
Amo esta calle acaso porque en ella subsiste<br />
no sé qué somnolencia de arrabal provinciano.<br />
Pero a veces la odio, porque aunque siempre es triste<br />
me parece más triste cuando te espero en vano.<br />
Y yo bien sé que esta calle nunca podrá ser bella<br />
con sus fachadas sucias y sus portales viejos.<br />
Pero sé que es distinta cuando pasas por ella<br />
y te miro pasar... desde lejos.<br />
Por eso amo esta calle de soledad y hastío<br />
que ensancha sus aceras para alejar las casas.<br />
Mientras te espera en vano mi corazón vacío,<br />
¡que es una calle triste por donde nunca pasas!<br />
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98
Poema final por nosotros<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Está bien, vas con otro, y me apeno y sonrío,<br />
pues recuerdo las noches que temblaste en mi mano,<br />
como tiembla en la hoja la humedad del rocío,<br />
o el fulgor de la estrella que desciende al pantano.<br />
Te perdono, y es poco. Te perdono, y es todo,<br />
yo que amaba tus formas, más amaba tu amor,<br />
y empezó siendo rosa lo que luego fue lodo,<br />
a pesar del perfume y a pesar del color.<br />
Hoy prefiero mil veces sonreír aunque pierda,<br />
mientras pierda tan solo el derecho a tu abrazo,<br />
y no ser el que olvida, mientras él quien recuerda,<br />
y tú bajes el rostro y él lo vuelva si paso.<br />
Quien te lleva no sabe que pasó mi tormento,<br />
y me apena su modo de aferrarse a lo vano,<br />
él se aferra a la rosa, pero olvida que el viento,<br />
todavía dirige su perfume a mi mano.<br />
Y por ser quien conozco tus angustias y anhelos,<br />
te perdono si pasas y si no me saludas,<br />
pues prefiero el orgullo de perderte con celos,<br />
a la angustia que él siente de tenerte con dudas.<br />
Y mañana quien sabe, no sabré si fue rubia,<br />
si canela, o si blanca la humedad de esta pena,<br />
y quizás te recuerde si me adentro en la lluvia,<br />
o tal vez me dé risa si acaricio la arena.<br />
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99
Poema para el crepúsculo<br />
Hora de soledad y de melancolía,<br />
en que casi es de noche y casi no es de día.<br />
Hora para que vuelva todo lo que se fue<br />
hora para estar triste, sin preguntar por qué.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Todo empieza a morir cuando nace el olvido.<br />
Y es tan dulce buscar lo que no se ha perdido...<br />
¡Y es tan agria esta angustia terriblemente cierta<br />
de un gran amor dormido que de pronto despierta!<br />
Viendo pasar las nubes se comprende mejor<br />
que así como ellas cambian, va cambiando el amor,<br />
y aunque decimos: ¡Todo se olvida, todo pasa...!<br />
en las cenizas, a veces nos sorprende una brasa.<br />
Porque es triste creer que se secó una fuente,<br />
y que otro beba el agua que brota nuevamente:<br />
o una estrella apagada que vuelve a ser estrella,<br />
y ver que hay otros ojos que están fijos en ella.<br />
Decimos: ¡Todo pasa, porque todo se olvida...!<br />
y el recuerdo entristece lo mejor de la vida.<br />
Apenas ha durado para amarte y perderte<br />
este amor que debía durar hasta la muerte.<br />
Fugaz como el contorno de una nube remota,<br />
tu amor nace en la espiga muriendo en la gaviota.<br />
Tu amor, cuando era mío, no me pertenecía.<br />
Hoy, aunque vas con otro, quizás eres más mía.<br />
Tu amor es como el viento que cruza de repente:<br />
Ni se ve, ni se toca, pero existe y se siente.<br />
Tu amor es como un árbol que renunció a su altura,<br />
pero cuyas raíces abarcan la llanura.<br />
Tu amor me negó siempre lo poco que pedí,<br />
y hoy me da esta alegría de estar triste por ti<br />
Y, aunque creí olvidarte, pienso en ti todavía,<br />
cuando, aún sin ser de noche, dejó de ser de día.<br />
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100
Poemas en la arena<br />
Las olas vienen.<br />
Las olas van.<br />
Como las olas,<br />
tu recuerdo viene y se va.<br />
I<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Las olas vienen.<br />
Las olas se van.<br />
Mi silencio -- un silencio de cien puertas cerradas--,<br />
se encrespa de rumores, como el mar.<br />
¡El mar, el mar, amor!<br />
¡Amor, el mar!<br />
Mi corazón es una playa triste,<br />
y tú eres una ola que viene y que se va...<br />
VI<br />
Nunca antes fue triste el primer trino de los pájaros.<br />
--Hoy sí.<br />
Como una flor de sombra,<br />
como una mariposa negra y gris,<br />
la noche fue a encenderse de amor entre tus manos,<br />
sobre tus manos diáfanas, que se tendían hacia mí...<br />
Nunca antes fue triste el primer trino de los pájaros.<br />
--Hoy sí.<br />
Y vi que te alejabas por un camino que ascendía<br />
hacia un inhóspito confín.<br />
Y quise acompañarte o detenerte,<br />
no sé... Pero el camino se fue borrando en pos de ti.<br />
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101
Quizás<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Quizás te diga un día que dejé de quererte,<br />
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;<br />
y acaso no comprendas en esa despedida,<br />
que, aunque el amor nos une, nos separa la vida.<br />
Quizás te diga un día que se me fue el amor,<br />
y cerraré los ojos para amarte mejor,<br />
porque el amor nos ciega, pero, vivos o muertos,<br />
nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos.<br />
Quizás te diga un día que dejé de quererte,<br />
aunque siga queriéndote más allá de la muerte;<br />
y acaso no comprendas, en esa despedida,<br />
¡que nos quedamos juntos para toda la vida!<br />
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102
Recapitulación<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Yo he vivido mi vida: Si fue larga o fue corta,<br />
si fue alegre o fue triste, ya casi no me importa.<br />
Y aquí estoy, esperando. No sé bien lo que espero,<br />
si el amor o la muerte, -lo que pase primero.<br />
Algo tuve algún día; lo perdí de algún modo,<br />
y me dará lo mismo cuando lo pierda todo.<br />
Pero no me lamento de mi mala fortuna,<br />
pues me queda un palacio de cristal en la luna,<br />
y por andar errante, por vivir el momento,<br />
son tan buenos amigos mi corazón y el viento.<br />
Por eso y otras me deja indiferente,<br />
aquí, allá y dondequiera, lo que diga la gente.<br />
-¿Trampas? - Pues sí, hice algunas;<br />
pero, mal jugador, yo perdí más que nadie<br />
con mis trampas de amor.<br />
-¿Pecados? - Sí, aunque leves, de esos que Dios perdona,<br />
porque, a pesar de todo, Dios no es mala persona.<br />
-¿Mentiras?- Dije muchas, y de bello artificio,<br />
pero que en un poeta son cosas del oficio.<br />
Y en los casos dudosos, si hice bien o mal,<br />
ya arreglaremos cuentas en el Juicio Final.<br />
Eso es todo. He vivido.<br />
La vida que me queda puede tener dos caras,<br />
igual que una moneda: una que es de oro puro<br />
-la cara del pasado- y otra -la del presente-<br />
que es de plomo dorado.<br />
Por lo demás, ya es tarde; pero no tengo prisa,<br />
y esperare la muerte con mi mejor sonrisa,<br />
Y seguiré viviendo de la misma manera,<br />
que es vivir cada instante como una vida entera,<br />
mientras siguen andando, de un modo parecido,<br />
los hombres con el tiempo y el tiempo hacia el olvido.<br />
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103
José Ángel Buesa: Selección<br />
Respuesta al poema de la culpa (Ella)<br />
Señor, yo no soy digna siquiera de rogarte:<br />
mi corazón ignora la palabra del arte.<br />
Sólo vengo a decirte que no me han comprendido,<br />
porque los hombres hablan con el orgullo herido.<br />
Cubren con bellas frases su más vulgar deseo,<br />
que a veces me turbaron, pero que ya no creo.<br />
Sin embargo, a los dos me di con alegría.<br />
Lo comprendo, Señor: ¡toda la culpa es mía!<br />
En los brazos de uno me entregué plenamente,<br />
y en los del otro... ¿Sabes lo que una mujer siente?<br />
Pregúntale a la Virgen, cuando ella era mujer,<br />
todo lo que nosotras llegamos a querer.<br />
Perdóname la audacia, pero aquella María,<br />
no supo del abrazo viril que me rendía.<br />
No miró aquellos ojos fijos en mi hermosura,<br />
como dedos ardientes sobre mi carne impura.<br />
Y no tembló aquel canto de amor en sus oídos<br />
que pudo abrir en músicas la flor de mis sentidos.<br />
Tú también sabes que el hombre se acerca a la mujer,<br />
ebrio por la promesa de su propio placer.<br />
Pero la mujer llora, se resiste, Señor,<br />
y cuando al fin se ofrece, sueña con el amor.<br />
Pues, mientras en el hombre la vida se hace fuerte,<br />
la mujer se desmaya con un poco de muerte.<br />
Quizás tuve un amante que me sedujo un día,<br />
¡tan malo que, por eso, me gusta todavía!<br />
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104
José Ángel Buesa: Selección<br />
Respuesta al poema de la culpa (El otro)<br />
Señor, yo soy el otro que también la quería,<br />
y vengo a confesarme, porque la culpa es mía.<br />
Ella tuvo la gracia fatal de nacer bella:<br />
quien la mira, ya nunca será bueno sin ella.<br />
Me duele soportar que alguno la haya amado,<br />
pero hay cosas tan bellas que no tienen pasado;<br />
y ella sólo mañana dejará de ser pura:<br />
cuando el roce del tiempo desgaste su hermosura.<br />
Ella se me dio toda, como yo me di a ella,<br />
ella me dio su flor y yo le di mi estrella;<br />
porque de su perfume trascendiendo en mi llama,<br />
no quedó un solo beso de los que él me reclama.<br />
Tal vez ella lo quiso, pero él lo dudaría,<br />
si la viera en mis brazos tan felizmente mía.<br />
Si le viera los ojos al sentirse gozada,<br />
cuando todo mi sueño le llena la mirada.<br />
No existe culpa en ella, ni en él, ni en ti Señor;<br />
y si es mía, ¡bendigo la culpa de mi amor!<br />
Hay que ser algo malo si se busca el poder,<br />
que domina la tierra sutil de la mujer.<br />
Ni demasiado malo, ni demasiado bueno,<br />
enfermé, sin morir, de su dulce veneno.<br />
Mi amor es el de un hombre, sencillamente humano,<br />
que sueña de limosna, sin extender la mano.<br />
¡Ah! Pero él se redime, sólo a ti te condena,<br />
él te arroja su amor, para esquivar su pena.<br />
Perdónalo, Señor... Di quién la merecía,<br />
pues yo soy el culpable: ¡la quiero todavía!<br />
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105
Se deja de querer<br />
Se deja de querer, y no se sabe<br />
por qué se deja de querer:<br />
Es como abrir la mano y encontrarla vacía,<br />
y no saber, de pronto, qué cosa se nos fue.<br />
Se deja de querer, y es como un río<br />
cuya corriente fresca ya no calma la sed;<br />
como andar en otoño sobre las hojas secas,<br />
y pisar la hoja verde que no debió caer.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Se deja de querer, y es como el ciego<br />
que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren;<br />
o como quien despierta recordando un camino,<br />
pero ya sólo sabe que regresó por él.<br />
Se deja de querer, como quien deja<br />
de andar por una calle, sin razón, sin saber;<br />
y es hallar un diamante brillando en el rocío,<br />
y que, ya al recogerlo, se evapore también.<br />
Se deja de querer, y es como un viaje<br />
detenido en la sombra, sin seguir ni volver;<br />
y es cortar una rosa para adornar la mesa<br />
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.<br />
Se deja de querer, y es como un niño<br />
que ve cómo naufragan sus barcos de papel;<br />
o escribir en la arena la fecha de mañana<br />
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.<br />
Se deja de querer, y es como un libro<br />
que, aun abierto hoja a hoja, quedó a medio leer;<br />
y es como la sortija que se quitó del dedo,<br />
y sólo así supimos que se marcó en la piel.<br />
Se deja de querer, y no se sabe<br />
por qué se deja de querer...<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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106
Segundo poema de la espera<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Por un agua de hastío voy moviendo estos remos,<br />
que pasan tanto al irme y tan poco al volver;<br />
pero quizá un día no nos separaremos,<br />
mujer mía y ajena, como el amanecer.<br />
No importa que me quede ni importa que me vaya,<br />
mientras pasan las nubes sin dejar de pasar,<br />
porque tu corazón es igual que una playa,<br />
que, pudiendo ser tierra, nunca llega a ser mar.<br />
Tu amor nunca responde cuando mi amor te nombra;<br />
tu amor, que sin ser mío, tantas veces perdí;<br />
y yo empuño los remos y viajo hacia las sombras,<br />
pues todo se hace sombra si estoy lejos de ti.<br />
Filibustero loco tras el botín de un beso,<br />
viajo por aguas tristes que me entristecen más;<br />
pero tu amor es siempre camino de regreso,<br />
mujer que nunca llegas y que nunca te vas.<br />
Tu amor es un remoto país desconocido,<br />
más allá del mañana, más allá del ayer;<br />
y ya sólo recuerdo las veces que me he ido<br />
recordando las veces que tuve que volver.<br />
Hay virtudes tan tristes, que es mejor ser culpable,<br />
y más si es una culpa de amor amarte así;<br />
pero, si en nuestras vidas hay algo inevitable,<br />
inevitable tú serás para mí.<br />
Ya me duelen las manos de remar en mi hastío;<br />
pero yo sé que un día dejaré de remar,<br />
y he de mirar el mundo como si fuera mío,<br />
y romperé los remos en la orilla del mar...<br />
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107
Sembrar<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Alza la mano y siembra, con un gesto impaciente,<br />
en el surco, en el viento, en la arena, en el mar...<br />
Sembrar, sembrar, sembrar, infatigablemente:<br />
En mujer, surco o sueño, sembrar, sembrar, sembrar...<br />
Yérguete ante la vida con la fe de tu siembra;<br />
siembra el amor y el odio, y sonríe al pasar...<br />
La arena del desierto y el vientre de la hembra<br />
bajo tu gesto próvido quieren fructificar...<br />
Desdichados de aquellos que la vida maldijo,<br />
que no soñaron nunca ni supieron amar...<br />
Hay que sembrar un árbol, una ansia, un sueño, un hijo.<br />
Porque la vida es eso: Sembrar, sembrar, sembrar.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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108
Símil del árbol<br />
Árbol ya largamente florecido,<br />
con el tronco tatuado de iniciales,<br />
lo dejaron en pie los vendavales,<br />
sin una hoja, ni una flor, ni un nido,<br />
igual que un corazón envejecido<br />
que aún palpita, sin bienes y sin males,<br />
lleno de sal, como los litorales,<br />
con fatiga de amor y sed de olvido.<br />
Pero en el árbol se detuvo un día,<br />
para cantar, un pájaro viajero,<br />
y el tronco aquel sintió que florecía...<br />
como florece un corazón huraño,<br />
para después sentir que le hace daño<br />
la flor tardía de su amor postrero.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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109
Símil del viento<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Te sentí, como el viento, cuando pasabas ya;<br />
como el viento, que ignora si llega o si se va...<br />
Fuiste como una fuente que brotó junto a mí.<br />
Y yo, naturalmente, sentí sed y bebí.<br />
Llegaste como el viento, náufraga del azar,<br />
con tus ojos alegres entristeciendo el mar.<br />
Y, para que la tarde pudiera anochecer,<br />
te fuiste como el viento, que no sabe volver.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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110
Soneto con sed<br />
Leyendo un libro, un día, de repente,<br />
hallé un ejemplo de melancolía:<br />
Un hombre que callaba y sonreía,<br />
muriéndose de sed junto a una fuente.<br />
Puede ser que, mirando la corriente,<br />
su sed fuera más triste todavía;<br />
aunque acaso aquel hombre no bebía<br />
por no enturbiar el agua transparente.<br />
Y no sé más. No sé si fue un castigo,<br />
y no recuerdo su final tampoco<br />
aunque quizás lo aprenderé contigo;<br />
yo, enamorado, soñador y loco,<br />
que me muero de sed y no lo digo,<br />
que estoy junto a la fuente y no la toco.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
111
Soneto del ahorcado<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El beodo narraba dificultosamente<br />
con hipos de agonía y vahos de aguardiente.<br />
El, residuo de hombre, sin vigor ni decoro,<br />
era el único dueño de un singular tesoro.<br />
Y vi en su mano torpe, tal como una serpiente<br />
de escamas de oro puro, la trenza reluciente:<br />
su tesoro romántico, su reliquia -aunque ignoro<br />
de quién era la trenza de cabellos de oro.<br />
Y una noche de lluvia se colgó de una rama,<br />
y un rechinar de dientes epilogó su drama<br />
de recorrer a tientas las brumas del alcohol.<br />
Y allí lo vimos todos, al inflamarse el día,<br />
y en su cárdeno cuello la trenza relucía<br />
cual si se hubiese ahorcado con un rayo de sol.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
112
Soneto del caminante<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
No despiertes jamás para vivir tu sueño<br />
porque el sueño es un viaje más allá del olvido.<br />
Tu pie siempre es más firme después de haber caído.<br />
Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño.<br />
El amor llega y pasa como un dolor risueño,<br />
como una rama seca donde retoña un nido.<br />
Sólo tiene algo suyo quien todo lo ha perdido.<br />
Nadie es dueño de nada sin ser su propio dueño.<br />
La vida será tuya si sabes que es ajena,<br />
que es igual ser montaña que ser grano de arena,<br />
pues la calma del justo vence el furor del bravo.<br />
Y aprende que el camino nace del caminante,<br />
pues, por más que ambiciones, humilde o arrogante,<br />
sólo has de ser el dueño de lo que eres esclavo.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
– Universidad de Chile. Edición y selección de textos Oscar E. Aguilera F. oaguiler@uchile.cl<br />
113
Soneto del tiempo<br />
Me verás sonreír, amiga mía,<br />
con aquel gesto frívolo de antaño,<br />
y hay un viejo dolor que me hace daño,<br />
un dolor que me duele todavía.<br />
Porque no en vano pasan día y día,<br />
y día a día llegan año y año,<br />
y el júbilo de ayer se queda huraño<br />
de soledad y de melancolía.<br />
No te engañes, amiga, con mi engaño:<br />
la copa en que bebiste está vacía,<br />
y el oro de sus bordes se hizo estaño;<br />
y esta frágil corteza de alegría<br />
cubre un viejo dolor que me hace daño,<br />
un dolor que me duele todavía...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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Soneto en la alcoba<br />
Te miraba acostada con mis ojos de bueno,<br />
tus ojos aprendían lentamente a soñar,<br />
y tu sueño iba a otro, a tu amor en estreno,<br />
embriagado de fuga, de capricho y de azar.<br />
Me tomaste una mano para palpar tu seno,<br />
tu corazón latía con el mío a la par:<br />
el tuyo acelerado por un amor ajeno,<br />
mi corazón tan cerca, sin poderlo alcanzar.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Así dejé de amarte y empecé a comprenderte.<br />
Sentí que me tocaba como un roce de muerte,<br />
un dolor voluptuoso, pasajero y vulgar.<br />
Y mientras me veías mansamente a tu lado,<br />
yo escapaba en silencio, para siempre alejado.<br />
¡Aunque esta misma noche te vuelva a desnudar!<br />
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115
Soneto lloviendo<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
No hace falta que llueva como llueve este día,<br />
y, sin embargo, llueve desde el amanecer.<br />
Si hay rosas y retoños, ¿para qué llovería?<br />
Si ya todo florece, ¿qué más va a florecer?<br />
Llueve obstinadamente y en la calle vacía<br />
las gotas de la lluvia son pasos de mujer.<br />
Pero cierro los ojos y llueve todavía,<br />
y al abrirlos de nuevo no deja de llover.<br />
Yo sé que no hace falta que llueva, pero llueve.<br />
Y recuerdo una tarde maravillosa y breve,<br />
que fue maravillosa porque llovía así...<br />
Y es tan triste, tan triste, la lluvia en mi ventana,<br />
que casi me pregunto, dulce amiga lejana,<br />
si no estará lloviendo para que piense en ti.<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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116
Soneto para la lluvia<br />
Mi corazón no sabe lo que espera,<br />
pero yo sé que espera todavía,<br />
igual que aquella noche que llovía<br />
y te besé bajo la enredadera.<br />
Tu amor se fue como si no se fuera,<br />
pues algo tuyo vuelve cada día,<br />
y me dejaste la melancolía<br />
de doblar el pañuelo a tu manera.<br />
Esta noche de viento y lluvia fría<br />
quiero pensar que, si tu amor volviera,<br />
al dejar de llover ya no se iría.<br />
Y estoy aquí, bajo la enredadera;<br />
y, como aquella noche que llovía,<br />
mi corazón no sabe lo que espera...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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117
Soneto para un reproche<br />
Yo no sé si tú esperas todavía,<br />
el gran amor con que soñaste en vano,<br />
que era un pozo en la tarde de verano,<br />
y era la sed que el pozo calmaría.<br />
Yo sólo sé que estuvo cerca un día,<br />
cuando tú lo creíste más lejano,<br />
y fue una llama que se heló en tu mano,<br />
al separar tu mano de la mía.<br />
Así fue: Poca cosa en el olvido,<br />
como el viento que llega y ya se ha ido<br />
o la rama partida sin dar flor;<br />
pero no es culpa mía si tú hiciste<br />
una cosa vulgar, pequeña y triste,<br />
de lo que pudo ser un gran amor.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
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118
Soñar<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Soñar es ver la vida de otro modo,<br />
y es olvidar un poco lo que realmente es,<br />
un sueño es casi nada y más que todo,<br />
más que todo al soñarlo... casi nada después.<br />
Por eso yo no sé si mi sueño es sólo un sueño,<br />
yo no sé si algún día lo tocará mi mano<br />
y yo no sé, ni me importa, si es grande o si es pequeño<br />
pero mi sueño es sueño porque lo siento en vano.<br />
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119
Te acordarás un día<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Te acordarás un día de aquel amante extraño<br />
que te besó en la frente para no hacerte daño.<br />
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía<br />
porque te quiso tanto... que no te lo decía.<br />
Aquel amante loco... que era como un amigo,<br />
y que se fue con otra... para soñar contigo.<br />
Te acordarás un día de aquel extraño amante,<br />
profesor de horas lentas con alma de estudiante.<br />
Aquel hombre lejano... que volvió del olvido<br />
sólo para quererte... como a nadie ha querido.<br />
Aquel que fue ceniza de todas las hogueras<br />
y te cubrió de rosas sin que tú lo supieras.<br />
Te acordarás un día del hombre indiferente<br />
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente.<br />
Viajero silencioso de las noches de estío<br />
que miraba tus ojos, como quien mira un río.<br />
Te acordaras un día de aquel hombre lejano<br />
del que más te ha querido... porque te quiso en vano.<br />
Quizás así de pronto... te acordarás un día<br />
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.<br />
Tu rosal preferido se secara en el huerto<br />
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.<br />
Y él andará en la sombra con su sonrisa triste.<br />
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.<br />
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120
Te contaré la historia<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Te contaré la historia del bergantín sombrío<br />
que echó un día las anclas en la quietud de un puerto,<br />
para ser en la turbia resaca del hastío,<br />
el ataúd flotante de su pasado muerto.<br />
Allí evocaba el luto de la insignia pirata<br />
y las tripulaciones con su bárbaro coro,<br />
en las fosforescencias de las noches de plata<br />
y en el deslumbramiento de las tardes de oro.<br />
Allí, en largos letargos bajo las nubes lentas,<br />
entre un enloquecido revuelo de gaviotas,<br />
adoraban el soplo brutal de las tormentas,<br />
en sus podridos pliegues, las pobres velas rotas.<br />
Abajo, en la sentina, mortecinos fanales,<br />
moscas y telarañas y barriles flotando,<br />
arriba en la cubierta, náufragos espectrales<br />
agitando los puños hacia el puente de mando.<br />
Ah, las islas del trópico, los dulces archipiélagos<br />
para siempre en los mapas de la mala fortuna,<br />
y un buque torvamente rondando los murciélagos<br />
mientras las mariposas vuelan hacia la luna.<br />
Viejo barco que supo que el confín no es redondo<br />
en las noches siniestras y en las albas felices,<br />
con las anclas hundidas más y más en el fondo<br />
como si de las anclas le nacieran raíces.<br />
Mástiles carcomidos donde las golondrinas<br />
reposan el otoño, como un último ultraje;<br />
timón con verdes costras de lepras submarinas<br />
y brújula sin norte para morir un viaje.<br />
Vientos del sur, o lluvias o locas primaveras,<br />
que poco importa todo para los barcos viejos;<br />
pero un escalofrío crujía en sus maderas<br />
al zarpar otras naves y al perderse a lo lejos.<br />
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121
José Ángel Buesa: Selección<br />
Allí, escuchando el himno de las resacas gordas,<br />
vaivén de espumas negras que nunca finaliza,<br />
se hubiera dicho un barco cargado hasta las bordas<br />
con un gran contrabando funeral de ceniza.<br />
Y allí estaba, en el puerto, con su largo letargo,<br />
de proa hacia el olvido, muriendo hacia el poniente.<br />
Y, sin embargo un día... Ah, un día, sin embargo,<br />
Soplo un viento de rosas, maravillosamente.<br />
Era el sagrado soplo del amor que transfigura<br />
los seres y las cosas en el tiempo sin fin<br />
y le dio un casco nuevo con nueva arboladura<br />
y nueve velas blancas al viejo bergantín.<br />
Y así fue que en la gloria de una alegre mañana,<br />
con la proa hacia el sueño y el timón al azar,<br />
esta vez bajo el mando de gentil capitana,<br />
el bergantín sombrío se echó de nuevo al mar.<br />
Y así acaba este cuento que es más tuyo que mío,<br />
tú, que escuchas mi cuento convertido en canción;<br />
tú, gentil capitana del bergantín sombrío,<br />
del bergantín sombrío que era mi corazón.<br />
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122
Tercer poema de la despedida<br />
Llamarada de ayer, ceniza ahora,<br />
ya todo será en vano,<br />
como fijar el tiempo en una hora<br />
o retener el agua en una mano.<br />
Ah, pobre amor tardío,<br />
es tu sombra no más lo que regresa,<br />
porque si el vaso se quedó vacío<br />
nada importa que esté sobre la mesa.<br />
Pero quizás mañana,<br />
como este gran olvido es tan pequeño,<br />
pensaré en ti, cerrando una ventana,<br />
abriendo un libro o recordando un sueño...<br />
Tu amor ya está en mi olvido,<br />
pues, como un árbol en la primavera,<br />
si florece después de haber caído,<br />
no retoña después de ser hoguera;<br />
pero el alma vacía<br />
se complace evocando horas felices,<br />
porque el árbol da sombra todavía,<br />
después que se han secado sus raíces;<br />
y una ternura nueva<br />
me irá naciendo, como el pan del trigo:<br />
Pensar en ti una tarde, cuando llueva,<br />
o hacer un gesto que aprendí contigo.<br />
Y un día indiferente,<br />
ya en olvido total sobre mi vida,<br />
recordaré tus ojos de repente,<br />
viendo pasar a una desconocida...<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
El Autor de la Semana ©1996-2001 Programa de Informática- Facultad de Ciencias Sociales<br />
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123
Tercer poema del río<br />
El agua del río pasaba indolente,<br />
reflejando noches y arrastrando días…<br />
Tú, desnuda en la fresca corriente,<br />
reías…<br />
Yo te contemplaba desde la ribera,<br />
tendido a la sombra de un árbol sonoro;<br />
y resplandecía tu áurea cabellera,<br />
desatada en el agua ligera,<br />
como un remolino de espuma de oro…<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Y pasaban las nubes errantes,<br />
mientras tú te erguías bajo el sol de estío,<br />
con los blancos hombros llenos de diamantes,<br />
en la rumorosa caricia del río.<br />
Y tú te reías…<br />
Y mirando mis manos vacías,<br />
pensé en tantas cosas que ya fueron mías,<br />
y que se me han ido, como tú te irás…<br />
Y tendí mis brazos hacia la corriente,<br />
hacia la corriente cantarina y clara,<br />
porque tuve miedo, repentinamente,<br />
de que el agua feliz te arrastrara…<br />
Y ya no reías…<br />
bajo el sol de estío,<br />
ni resplandecías de oro y de rocío.<br />
Y saliste corriendo del río,<br />
y llenaste mis manos vacías…<br />
Y al sentir tu cuerpo tan cerca y tan mío,<br />
al vivir en tu amor un instante<br />
más allá del placer y del hastío,<br />
vi pasar la sombra de una nube errante,<br />
de una nube fugaz sobre el río…<br />
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124
Último amor<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Yo andaba entre la sombra, cuando como un fulgor<br />
llegaste tú de pronto con el último amor.<br />
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras<br />
para reconocerte, para saber quien eras.<br />
Y eras la misteriosa mujer desconocida,<br />
que entristeció de ensueño lo mejor de mi vida.<br />
La de las tardes grises y los claros de luna,<br />
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.<br />
Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,<br />
lo mejor de mi vida será morir contigo.<br />
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía<br />
que así como llegaste, pudieras irte un día.<br />
Lo he pensado eso es todo. Pero si sucediera...<br />
Dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.<br />
Y cuando te hayas ido... yo que nunca me quejo,<br />
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.<br />
Pero si me muriera sin poder olvidarte<br />
y después de la muerte se llega a alguna parte,<br />
preguntaré si hay sitio para mí junto a ti,<br />
y Dios seguramente responderá que sí.<br />
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125
José Ángel Buesa: Selección<br />
Variante de una canción antigua<br />
En el tronco de un árbol voy a grabar tu nombre<br />
pero con mi capricho, vulgarmente galante,<br />
dejaré satisfecha mi vanidad de hombre,<br />
acaso más profunda que mi orgullo de amante.<br />
En esas letras toscas que grabará mi mano,<br />
tu nombre sin ternura crecerá hacia el olvido,<br />
pues, fatalmente, un surco que ha florecido en vano<br />
es cien veces más triste que el que no ha florecido.<br />
Y pasarán las nubes sobre el árbol que ignora<br />
que hay amores fugaces como sus primaveras...<br />
Y un día, al ver el nombre que estoy grabando ahora,<br />
me encogeré de hombros, sin recordar quién eras...<br />
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126
Ya era muy viejecita<br />
Ya era muy viejecita... Y un año y otro año<br />
se fue quedando sola con su tiempo sin fin.<br />
Sola con su sonrisa de que nada hace daño,<br />
sola como una hermana mayor en su jardín.<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Se fue quedando sola con los brazos abiertos,<br />
que es como crucifican los hijos que se van,<br />
con su suave manera de cruzar los cubiertos,<br />
y aquel olor a limpio de sus batas de holán.<br />
Déjenme recordarla con su vals en el piano,<br />
como yéndose un poco con lo que se le fue;<br />
y con qué pesadumbre se mira la mano<br />
cuando le tintineaba su taza de café.<br />
Se fue quedando sola, sola... sola en su mesa,<br />
en su casita blanca y en su lento sillón;<br />
y si alguien no conoce que soledad es esa,<br />
no sabe cuánta muerte cabe en un corazón.<br />
Y diré que en la tarde de aquel viernes con rosas,<br />
en aquel "hasta pronto" que fue un adiós final,<br />
aprendí que unas manos pueden ser mariposas,<br />
dos mariposas tristes volando en su portal.<br />
Sé que murió de noche. No quiero saber cuándo.<br />
Nadie estaba con ella, nadie, cuando murió:<br />
Ni su hijo Guillermo, ni su hijo Fernando,<br />
ni el otro, el vagabundo sin patria, que soy yo.<br />
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127
Ya todos la olvidaron<br />
José Ángel Buesa: Selección<br />
Ya todos la olvidaron. Ahora sí que se ha ido,<br />
pero, sobre las rosas de la tumba reciente,<br />
florecía el recuerdo más allá del olvido…<br />
Yo era el hosco, el ausente.<br />
Qué le importa a la noche que se apague una estrella,<br />
si el mar sigue cantando cuando pierde una ola.<br />
Ya están secos los ojos que lloraron por ella.<br />
Ya se ha quedado sola.<br />
Ahora ya sigue, sola, su viaje hacia el espanto,<br />
por las noches profundas, bajo el cielo inclemente.<br />
Ya nadie me reprocha que no lloré aquel llanto,<br />
que fui el hosco, el ausente…<br />
Ya nadie le disputa su silencio y su sombra,<br />
sobre todo su sombra, bajo la luz del día.<br />
Ya todos la olvidaron, Señor. Nadie la nombra.<br />
Yo la recuerdo todavía…<br />
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