Cap.38 - Bicentenario

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LEVENDAS IIISTORICAS. 555
—Si, seithr general, y algo más que me dió para
V. E. Aver, a ver.
—Necesitamos acabir de ilegar, porque está todo
muy recosido en salva la parte.
Victoria detuvo una sonrisa y dijo:
—Buno, vamos ilegando para que me cuentestodo
en forma y para que me des ese objeto; para que comamos
lgo tambien, porque ya me estoy desmayando
de hambre.
Apresuraron entonces el paso, rehusándose Victoria
a subir en ci cansado caballo por mas instaricias
que Ic hizo Teodoro.
Lugo que ilegaron i primer sitio cubierto, tumbó
el asistente la silla, arnarró el caballo alli cerca para
.que se revo1cra y comiera ago del poco zacate que
or alli habia, pues ci buen p1sto estaba dos leguas
inas aditro y lugo trj) las Iuenas de pita que
no obstant sr may grandes estahan lienas de cometibIes.
sacindo por un lado el pescuezo una boteha
de aguardiente.
Victoria lueg. que vi.S aquelo se lanzó sabre los
trozos de carte fria y de galliria comb un desesperado,
se comió dos 6 tres gordas bien rellenas de urijoles,
de arroz y de picidiUo, d ó tin buen sorbo de
aguardiente y exclamó satisfecho:
—Ahora si, gracias a Dios que he comido tan bien
como en el mejor banquete. Ni el Virrey ha de haber
comido con tanto ape tito.
CaLseuior. dijo Teodoro rascándose la cabeza,