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- Page 10 and 11: 6 chas veces siuiestro y siempre de
- Page 12 and 13: 8 pasaba sola en aquella suntuosa h
- Page 14 and 15: 10 Por la noche se reunían las dos
- Page 16 and 17: 12 Ta ni bien callaba cuando se le
- Page 18 and 19: 14 La joven viuda tenia on alma dem
- Page 20 and 21: 16 acertaba á comprender. Scnlia a
- Page 22 and 23: 18 && encuentre en la agonía, dir
- Page 24 and 25: 20 ha ido tomando alas, mi razón s
- Page 26 and 27: 22 con dureza la señorita de Clavi
- Page 28 and 29: 24 radas personas que os rodean. Mi
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- Page 32 and 33: 28 ta, cuyo sobre, de letra desigua
- Page 34 and 35: 30 terminantemente: te lo mando! Se
- Page 36 and 37: 32 nete, que be convertido en mi.ta
- Page 39 and 40: II. Flambieret*. iban á dar las oc
- Page 41 and 42: 37 el camino real, conteniendo prud
- Page 43 and 44: 39 —Oh! est» no es nada, no teng
- Page 45 and 46: po de París á la buena abuela, oc
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49 ¡lió Felicia, riendo. Varaos,
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51 de haber velado hasla tan larde,
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52 tante, en el que habría una ine
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54 á una noche serena; pero en el
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56 dustria scríeola, y que se llam
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58 lena, pues no habla mas que fran
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60 ira tácita de cortesanía al pr
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^¡Tmmmmmmmmi ni. I-o* «lias iran
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05 í>ajo de sus criados. Por las n
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67 euenías que aquí ves... —¿Q
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69 rido por uno de nuestros antepas
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7t suma de cien mil franco?, coloca
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73 y solo se oia á lo lejos el son
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75 —Ya están dando el último to
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77 nos de dos minutos; de modo que
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73 ta á oír misa al castillo. —
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81 para el sostenimiento del culto:
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83 Sícrapo al barranco para ofrece
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85 to interés sobre la posición d
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88 lo mas mínimo de la política,
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f)0 -^¡Qué mal hace en hablar asi
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92 un simple aldeano; tampoco por m
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94 entrar en posesión de un módic
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96 En otra ocasión le decia: «Ya
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98 que á despecho suyo modificaba
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100 que interrumpía la monotonía
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102 ca habla á nadie, jamás recib
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101 decirse que fuese invierno. Fel
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10G ocaso y un viento de tempestad
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108 tn ella, so dcturo sorprendida
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110 joven conoció al parecer la tu
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112 caía en abundancia sobre el um
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114 — ¡Con qué cuidado estará
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J16 Después de un momento, Felicia
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118 templó en silencio la lacba de
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Í20 de los relámpago, se arrodill
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122 el cazador con animación. Desp
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124 de su casa, os ocultaría y os
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i 20 miento, cspcci ilmente durante
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128 Habíase el cazador levantado,
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130 se levantó temblando, pues le
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132 —El arrojo ha salido de madre
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13 i ¡Pero mira á la muda que sem
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fl. E-«» «lias turbios. Felicia
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139 de aquel hombre la sostenían,
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141 adoptado esta resolución, Á
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143 saltar sobre su cama, si la tuv
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145 resoluciones, y sin querer ya d
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147 pifiáronse sos ojos de lágrim
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140 buscar la luz que había dejado
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151 conmover vuestro corazón y obt
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153 res en este cuarto?... ¡He aqu
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ÍS5 roas se suspendía. No parecí
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157 rajos del sol dejaban brillar d
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159 —Un minuto no mas!... ¡una p
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1GÍ naba, y repaso con una espresi
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163 mecimiento involuntario. —Ha
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•166 Ha indisposición no tuvo pe
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163 concluida la velada, se asomaba
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170 donarse á aquel vago deseo, á
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172 4o por lo bajo á Felicia: —M
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174 monedis, y volví» á sentarse
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17& «a, madama Dalaoge hablaba, re
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178 anciana criada, corria hacia la
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180 acontecimiento tan poco frecuen
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182 En aquel momento (lió el reló
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184 Dalange, tomando una luz, qujso
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186 dico y la joven fueron á senta
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188 Felicia llevaba justamente cons
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190 ban: después do mil tiernas pr
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192 euando Felicia se acercó, como
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DOS CUÑADAS NOVELA ESCRITA EN FRAN
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G do, descorna de tiempo en tiempo
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s —¿Estáis pensando en la hermo
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10 na en ese traje? En tal caso tra
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12 súbitamente, y esclamó, asomá
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u salones, en los que se estaban ya
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16 dadosamente: retiraos hasta que
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18 sallar el óvalo puro y encantad
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20 La viuda volvió la cabeza con a
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22 Serafina. Por lo tanto creyó de
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24 —Con efecto, replicó Serafina
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26 to de que el ayuda de cámara qu
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28 —¿Y qué me importa que me de
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31 II, Un encuentro inesperado. Era
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33 La señorita de Clavieres se hal
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35 rizándose; en seguida se volvi
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37 palco. Deseaba con impaciencia o
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39 trc las conjeturas involuntarias
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41 ciario es bien seguro que no esp
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43 una terrible desgracia en las fa
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45 El barón prolongaba su visita c
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47 — ¡Ha vuelto á encontrar á
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49 acerca, y no debemos pensar mas
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51 cian sus criadas. Pusiéronle es
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53 r/io con nuestro amigo. Nos hace
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espondió mos que con una inclinaci
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57 los países que lie visitado: al
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59 Necesito una esplicacion, y pode
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62 no le era de modo alguno agradab
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64 con el objeto sin duda de hacerm
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C6 fesíado basta entonces mas que
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68 acredita por lo menos soma prude
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70 nos bastante serenidad para conc
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72 en medio del ruidoso bullicio de
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74 das de una amistosa corresponden
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76 —Me parece que el calor y el r
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78 ye le había hablado de miss Dia
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80 taban cien parejas, comunicaba c
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82 mcr movimiento fué el de un des
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84 M. de Altcíayc so habia levanta
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86 ñas del opíparo banquete, ni d
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88 do llegó á formarse una corte
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90 si tuvieseis ia desgracia de elc
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92 se hallaba cesó muy pronto, y u
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94 pieza, á fin de ponerse á dist
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96 ver á Flambicrs, pareciéndole
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98 AOS oirá sucrle... La dificulta
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100 impulsaba á vivir de un modo s
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102 momento después como una sombr
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104 peracion 6 de furor. El alma ma
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106 mó el ama de gobierno, dispert
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108 la dejéis, rajáis á decirme
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110 Felicia, arrodillada junto al l
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102 hubiese de por medio un testame
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114 consternación á la puerta de
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116 ma de Clavieres, no, gracias al
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118 muy mala... Venid... Ay! acaso
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120 sola persona: ella me lo ba afi
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122 bargo, debe haber hablado de mi
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124 el bosque Je Bolonia. Aunque no
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126 Á estas palabras so acercó á
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123 Ja, y salió con 61 por un inst
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130 constantes: ninguno dejó de co
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132 y á su sobrino... Pero anles,
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134 ñor conde de Albys nos había
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136 comprendia la razón de lo que
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TI. El /liliácea. Luego que Serafi
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141 lanzaba un lastimero ahullido.
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143 Prosiguiendo después con una p
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145 meritorio del padre Lachaisse.
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147 razón, estaba disfrutando del
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149 prendí en medio de un interesa
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151 conde ¡e hacia antiguamente ia
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153 mi pobre Luciano!... Voy á bus
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155 la joven una carta, que conteni
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157 teniendo que tratar de un negoc
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159 hito en el hito, y continuó le
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161 —Parece que os ponéis pálid
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163 dente amigo podia ausiliarla en
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YII, Abnegación. Á las nueve de l
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1G7 Diciendo asi, se levantó á to
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169 tiempos tan malos!... Haecdmc e
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171 de tan dulce satisfacción, me
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173 mis proposiciones, añadió el
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175 con la sangre fría y la modera
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177 en otra parte nos esplicarénio
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170 señores, que quiera servirme d
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181 ó, por mejor decir, el diablo,
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183 palabras una despedida. Los tes
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185 ra sostenerse. Ha muerto!... ¡
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138 —¿Te acuerdas, hija mia, de
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DOS CUNADAS, TOMO I. Pajinas. I. Un