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SELECCION SAMPER ORTEGA DE
LITERATURA COLOMBIANA
Editorial Minerva. S . A.
1935
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DON ANTONIO GOMEZ RESTREPO
Si hay algún escritor contemporáneo a quien
las letras españolas deban servicios eminentes,
es a nuestro compañero don Antonio Gómez
Restrepo que, con Menéndez Pidal, Rodríguez
MarÍn y Rubió y Lluch ocupa el lugar más visible
de la familia hispánica en el campo de
la literatura.
Entre nosotros, el nombre del señor Gómez
Restrepo figura alIado de los grandes humanistas
fallecidos ya, que le han hecho merecer a
Colombia el dictado de país intelectual: Caro,
Cuervo, Suárez. y sin haberse especializado en
filología y lingüística, él podría sin embargo
ser el continuador de la obra de Cuervo; de
las manos de Caro recogió el cetro de la crítica,
y admite comparación con Suárez en 10
que respecta al dominio del idioma, la galanura
de la frase y la universalidad de los conocimientos.
Porque Gómez Restrepo, que es profundo
en letras humanas y no carece de versación
en las divinas, posee un estilo tan fresco y ju-
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venil, que aun sus más recientes ensayos y
discursos tienen el brío y el sentimiento de los
que, en plena juventud, le conquistaron alto
puesto en todo el mundo castellano.
Nació don Antonio en Bogotá el 13 de enero
de 1869, y de"de los veinte años ha sido
profesor de literatura en el Colegio Mayor de
Nuestra Señora del Rosario y en otros acreditados
institutos docentes de esta capital.
Contaba veinticuatro años apenas cuando
Menéndez y Pela yo, Núñez de Arce y Tamayo
y Baus presentaron su candidatura a la
Academia Española, que 10 nombró su correspondiente
en 1893. Es el sucesor de don Diego
Rafael de Guzmán en el cargo de secretario
perpetuo de la Academia Colombiana, y
miembro de número de la de Bellas Artes y
de la de Historia, la cual ha presidido en dos
ocasiones; es miembro correspondiente de las
de este último ramo, en Madrid, Santiago de
Chile, La Habana, Caracas y Quito, de la de
Bellas Artes de San Fernando y de la de Bellas
Letras de Barcelona. La Academia Mejicana
lo cuenta entre sus miembros honorarios,
y con el mismo carácter le han conferido el
doctorado el Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario y, últimamente, la Universidad
de Santiago de Chile.
Cuanto a las actividades políticas del señor
Gómez Restrepo, puede anotarse que fue secretario
privado del presidente de la Repúbli-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 7
ca don Carlos Holguín; secretario de la Legación
de Colombia en Madrid, senador de la
República en 1903 y 1904; representante en
1931; subsecretario de Relaciones Exteriores
de 1897 a 1927, con las breves interrupciones
anotadas, y otras hacia 1909, año en que desempeñó
la cartera de Instrucción Pública, y
en 1921 para presidir la Embajada Colombiana
que fue a Lima con ocasión del centenario
de la independencia del Perú. Después ha sido
representante de Colombia ante los gobiernos
de Italia, Costa Rica y Guatemala.
Tres volúmenes de versos ha publicado el
señor Gómez Restrepo : Ecos Perdidos, Cantos
de Leopardi y Relicario; un juguete dramático
: En la región del ensueño; un bosquejo histórico
de la literatura colombiana, otro de la
historia de Bogotá y algunos apuntes de literatura
universal ; pero la parte más importante
de su obra, son sus ensayos críticos, que
darían materia suficiente para varios volúmenes:
entre ellos sobresalen los consagrados a
tvlenéndez y Pelayo, Santa Teresa, Cervantes,
Goethe, José Eusebio y Miguel Antonio Caro,
Rafael Pombo, Rufino José Cuervo, Rafael
Núñez, Julio Arboleda, Pérez Galdós, Ricardo
Carrasquilla, José Enrique Rodó, Jorge Isaacs,
Hernando Holguín y Caro, Manuel Pombo, Diego
F allon, el P . Coloma.... y todo ello sin
contar monografías tan instructivas como las
referentes al teatro clásico español, a los autos
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sacramentales, a la poesía colombiana, a la literatura
colombiana de mediados del siglo XIX,
y los discursos con que ha recibido en las Academias
Colombiana y de la Historia a varios
de sus colegas, lecturas en los mismos institutos,
artículos de crítica, en especial de libros
colombianos y los muchos y densos prólogos
con que ha presentado en el mundo de las letras
a autores que son hoy destacados.
Si la obra dispersa de Gómez Restrepo pudiera
reunirse atendiendo al orden ideo1ógir:o
de los géneros literarios, con ella se podría
formar una excelente historia de la literatura
colombiana, desde su origen, con toda clase
de referencias a sus antecedentes en la española.
Es de lamentarse que el propio don Antonio
no se haya resuelto a acometer esa tarea,
ya que como crítico, no hay quien le supere
entre nosotros, y si algún reparo se le
pudiera formular, sería su benevolencia para
con sus amigos, que lo son no ya quienes han
disfrutado de su trato, sino también los que
le precedieron en la vida pero le acompañan
silenciosamente desde los anaqueles de su bi·
blioteca, la más numerosa y selecta que haya
poseído un particular en Colombia. Ya dijo
el mismo Gómez Restrepo, hablando de Menéndez
y Pelayo que ela crítica es labor de
ciencia y obra personal, pues el arte obedece
a reglas, conforme a las cuales deben apreciarse
sus producciones; pero hay en él algo nota-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 9
ble y sutil, que se escapa al análisis vulgar y
sólo perciben esos profundos escrutadores del
mundo espiritual; esos buzos admirables, que
saben arrancar las perlas del fondo de aquel
océano, llamado el alma del hombre.' De aquí
la diferencia que presenta un mismo autor estudiado
por un crítico de veras o por un literato
de escasa penetración}} . Y de aquÍ, agregamos
nosotros, el que el señor Gómez Restrepo,
en su afán de aquilatar los valores mentales
de su patria y de estimular a quienes
inician la ascensión hacia la cumbre desde donde
él contempla, reposado, el panorama de
las ideas, dÉ- a conocer, siempre que emprende
en la tarea crítica, los destellos de originalidad,
los matices que a otros O.iOf menos expertos
que los suyos pudieran escaparse. Al
pensar en Gómez Restrepo, crítico, se nos viene
a las mientes aquel precioso apólogo en que
nos refiere Wilde que yendo Jesús por un camino
de Judea, halló un grupo de gentes contemplando
un perro muerto. Cada cual anotaba
cuándo los defectos del animal, cuándo la
inconveniencia de que se ha liase tan cerca de
la vía pública. Sólo Jesús, después de mirarlo
con ojos cargados de dulzura, observó ante los
atónitos denigradores del can: «Sus dientes son
hermosos como perlas».
A la manera de Caro, Gómez Restrepo ent:ó
también «en el campo de la crítica literarIa
por la puerta del humanismo», pues pocos
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como él habrán recorrido tantos y tan ricos
países en las regiones del pensamiento. Alguna
vez que, dej ándose llevar de su genial benevolencia,
nos daba a nosotros amigable orientación
para nuestras lecturas, recordamos haberle
oído trazar un bosquejo tan nítido de la
literatura sánscrita, que aun no le hemos olvidado,
a pesar de los años corridos desde entonces.
La variedad de sus conocimientos le permitió
a Gómez Restrepo ser el más eficaz colaborador
de monseñor Rafael María Carrasqui-
11a en el establecimiento de la extinguida facultad
de filosofía y letras del Colegio Mayor
de Nuestra Señora del Rosario, y le permite
ser para todos los actuales estudiosos de este
país algo así como una brújula, pues difícilmente
habrá un ramo donde Gómez Restrepo
no haya explorado, poco o mucho, pero en todo
caso lo bastante para dar a quien se la pida
una indicación oportuna.
No pocas de las composiciones poéticas de
Gómez Restrepo figuran en antologías, a pesar
de que su primer volumen de versos, Ecos Perdidos
, le acarreó, cuando fue publicado, acres
censuras de los jóvenes de su generación; los
reparos, y algunas de las composiciones del libro,
se han olvidado: pero las restantes brillan
con el mismo esplendor de esos oios que
él cantó:
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do, en cambio, tan extensa en el campo de la
prosa. En el fondo, don Antonio es tímido : la
henevolencia con que juzga él a los demás desaparece
cuando trata de juzgarse a sí mismo.
Sospecho que muchos de los estudios suyos de
que hoy se enorgullece la literatura colombiana,
se los debemos por iguales partes a él, que
los escribió, y a su esposa, doña Paulina Mallarino,
que no se los dejó destruír sin publicarlos.
Hemos mencionado a Paulina, porque la biografía
de Gómez Restrepo quedaría incomple­
ta si no nos refiriésemos a esta mujer excep­
cional, que para él supo ser a un tiempo musa,
madre y hermana, faro y acicate, y la me­
jor de las esposas, sin perder jamás el carác­
ter de novia, que conservó hasta el último ins­
tante. Sin Paulina, Gómez Restrepo hubiera
sido como uno de esos monjes del Renacimiento,
que durante años atesoraban ciencia, pero
sólo para llevársela consigo al sepulcro. Paulina
fue su estímulo suave y permanente: IR
sonrisa que esclareció su espíritu, un tanto penumbroso
de pesimismo; la fuerza que lo sustraía
discretamente del sosiego de su biblioteca
para ponerlo en contacto con el mundo ; el
complemento optimista de ese don Antonio
desdeñoso de la gloria, escaso de fe- -salvo en
lo religioso-y abúlico a la manera santafereña,
por elegante carencia de ambiciones.
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CARO, CRITICO
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tinos y a modelar su pensamiento en la lengua
de Virgilio, antes de ejercitar sus facultades
críticas en el examen de las obras ajenas.
Pero no se parece Caro a aquellos renacientes
italianos, como Valla y Pomponio Leto,
que convirtieron la admiración en idolatría
y se declararon secuaces de un paganismo
anacrónico. El. con mejor acuerdo, procuró
realizar el ideal que trazó Vives en el
tratado que tituló De vita et moribus eruditi,
y con el cual cierra su trascendental libro De
tradendis disciplinis; supo unir la afición a la
antigüedad con el espíritu cristiano; amar las
artes y practicar las más ascéticas virtudes, y
en primer término. la del desinterés, que Vives
recomienda tan expresivamente (1).
Cuando Caro llegó a la juventud, ya la
educación clásica había impreso su sello de
una manera indeleble en el espíritu de nuestro
compatriota. Si las primeras impresiones
de la vida son imborrables y a veces deciden
del carácter del hombre, fácilmente puede
calcularse la influencia de una educación dada
a un niño precoz por quien unía a la autoridad
del sabio la que da el augusto carác-
(1) «Nihil est enim tan diversum litteris, quan pecuniae
vel cuplditas, vel cura : ut quocunque haec incubuerit,
protinus estudium rerum cognoscendarum expellat;
quod se bona fide nisi liberis ac morbo illo solutis
pectoribus non committit,.
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GOMEZ RES TREPO : CRITICA LITERARIA 17
ter de abuelo. Don Miguel Tovar decidió de
la vocaci6n de Caro y prestó con ello un señalado
servicio a la cultura general del país.
Aunque hijo de uno de los grandes poetas
románticos, nunca se dejó fascinar Caro
por el esplendor y la novedad de esta escuela:
y ni Byron ni Lamartine, no obstante su
grandeza, le merecieron nunca un culto tan
Íntimo y ferviente como Virgilio y Horacio.
El genio latino imprimió a todas las manifestaciones
del pueblo-rey el sello de la universalidad.
Tanto en lo material como en lo
espiritual sus aspiraciones se encaminaron a
obtener el imperio del mundo. En los más remotos
términos de la parte del globo entonces
conocida, aún podemos admirar reliquias de
los portentosos monumentos que levantó, como
enseña de su poder, la Roma de los Césares.
Aquello pasó para no volver; pero el imperio espiritual
aún subsiste, y tiene en todos los pueblos
y en todas las razas sus gloriosos representan
tes: éstos son los grandes humanistas, poetas
y arqueólogos que cultivan y vivifican la tradición
latina: son los Mommsen y los Sabigny;
los Comparettis y los Carduccis; los Bentley
y los Gladstone; los Boissier y los Ferreros;
los Valer as y los Menéndez Pelayo. En la
América española ha habido dos varones egregios
que merecen figurar en ese coro; grandes
maestros y educadores de su raza, representantes
de la más alta liultura europea en
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medio de nuestras incipientes nacionalidades:
poetas, filósofos, legisladores, héroes de la
constancia y el valor cívicos. Al uno de ellos
la posteridad le ha alzado altares, consagrándolo
como patriarca de las letras americanas:
la posteridad para el otro empezó ayer no
más. Pero no creemos equivocarnos al afirmar
que con el transcurso de breves años las
figuras de Bello y Caro brillarán a una misma
altura y que sus frentes aparecerán ceñidas
con idéntico ramo de laurel.
Caro puede considerarse como el iniciador
de la crítica literaria en Colombia; su perspicaz
talento analítico lo llevaba espontáneamente
al cultivo de un género que adquirió
durante la centuria pasada un admirable desarrollo,
enlazándose con la historia y la filosofía,
y partiendo límites en ocasiones con las
ciencias naturales. Si estudiamos la producción
literaria en Colombia durante la segunda
mitad del siglo último, pasamos, casi sin
transición, de los artículos puramente encomiásticos,
de los breves rasgos panegíricos, de
las críticas gramaticales, a los estudios profundos
y filosóficos de Caro. El comparte con
otros varones ilustres de la América Española,
tales como Carda Icazbalceta en Méjico,
Piñeyro en Cuba, Juan María Cutiérrez en
la Argentina, la gloria de haber aplicado el
arte perfectÍsimo de Macaulay y Villemain a
asuntos de grande interés para nuestra raza.
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espíritus», agregó páginas de análisis penetrante
y sutil al tesoro de los moralistas franceses,
gloria incomparable de esa literatura.
Taine quiso dar a la crítica carácter científico,
basándola en su teoría de la raza, el medio
y el momento, que se presta a síntesis
deslumbradoras, como las que él ensayó exponiendo
la aparición y desarrollo de la estatuaria
griega y de la pintura holandesa, pero
que flaquea y queda mal parada cuando
se la analiza minuciosamente.
Caro supo aprovechar de la antigua crítica
preceptiva, la parte útil que encierra el examen
detallado de los primores de composición
y estilo que ofrecen las obras literarias. Su
comentario de Virgilio, a juzgar por las muestras
que ocasionalmente dio a conocer su autor,
revela en éste a un humanista de la estirpe
del padre La Cerda. Pero no se confinó
exclusivamente en este departamento erudito,
sino que, partiendo del análisis filológico de
los textos, se elevó a la esfera superior en
que el crítico abarca con mirada sintética el
conjunto de la obra de arte. La crítica de Caro
puede llamarse filosófica , porque no se satisface
con el estudio de los detalles, sino
que pone de manifiesto el pensamiento generador
de una obra, el móvil trascendental a
que ha obedecido la inspiración del artista.
De los fecundos resultados que de este siste-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 21
ma de crítica pueden obtenerse, nos da acabadas
muestras el estudio sobre Virgilio.
No cultivó Caro la crítica de actualidad,
esa que sigue día por día el movimiento intelectual
y justiprecia los libros nuevos en el
momento de su aparición. Prefirió la crítica
aplicada a la historia literaria, coincidiendo
en esta afición con Menéndez y Pelayo.
Este gran maestro, invitado hace quince
años a escribir revistas literarias para la España
Moderna, declaró que no haría crónicas
de actualidad sino trabajos de erudición,
más conformes con sus aficiones. Y agrega'
ba:

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excepcionales, habían merecido desde su aparición
la nota de clásicas. Jamás hubiera podido
cultivar la crítica agresiva, de injustos
ataques y malignas alusiones, el que definió
el género en las siguientes admirables líneas,
que entresacamos de una serie de cartas polémicas
escritas al desgaire y bajo el velo del
seudónimo, en 1889:

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 23
todo orden de ideas, en filosofía, en política,
en literatura, es su profunda fe católica. En
un siglo de vacilaciones, de dudas, de crítica
negativa y demoledora, Caro no trepidó jamás
en su insospechable ortodoxia. La religión era
a sus ojos no sólo eiemento esencial de la sociedad,
sino fuente primordial de la inspiración
artística. Discutiendo con el poeta venezolano
Pérez Bonalde, decía : «Ora contemplemos
el arte en general y la poesía en particular,
en sus condiciones esenciales, ora en las
circunstancias en que se desenvuel ve, siempre
aparece ligada con la religión». Uno de los motivos
determinantes de su predilección por Virgilio,
es que ve en él al poeta más religioso
de la antigüedad, una alma naturalmente cristiana.
Byron y Leopardi fueron, en su concepto,
poetas «a pesar de su escepticismo»; Víctor
Hugo «ha sido gran poeta cuando ha pedido
inspiración al cristianismo; cuando ha
dejado ese campo, haciendo alarde de escéptico,
ha caído en la puerilidad o en el delirio». Núñez
de Arce «vale más infinitamente por lo
que cree que por 10 que duda). Podría pensarse
que Caro, incurriendo en el mismo error de
ciertos estéticos como J ungman, identifica los
conceptos de bondad y de belleza, y exige del
arte una enseñanza directa. religiosa o moral;
pero no es así. El entendimiento de Caro era
demasiado vigoroso para no percibir la distinción
de aquellos conceptos filosóficos; y su
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sentimiento artístico demasiado vivo y sincero,
para no rendir tributo a la belleza dondequiera
que la encontrase. Pero su criterio espiritualista
no podía menos de presentarle, como
axioma indiscutible, que el arte requiere
como elemento esencial la idealidad, y que
«todo ideal es directa o indirectamente religioso,
porque todo ideal es en sí mismo superior
a la materia, y supone en quien lo concibe una
elación, un arrobamiento». De esta manera
la teoría se ensancha y permite que se cobijen
bajo un mismo pabellón muchos espíritus que
no podrían ponerse nunca de acuerdo en el
campo de las definiciones dogmáticas; pero que
sí se unen en su aspiración a lo suprasensible,
a lo infinito; en su anhelo de «traducir al simbolismo
del lenguaje humano el simbolismo del
universo. . .. acercándose más y más a las revelaciones
que se traslucen en las formas de la
creación». Pensando estas hermosas palabras,
comprendemos cómo Caro pudo simpatizar tan
hondamente con la poesía filosófica de Sully
Prudhomme, que no era cristiano, pero que
vivió aquejado de la sed de lo infinito. Nunca,
en cambio, hubiera podido entender Las
Blasjemias de Richepin, que efectivamente no
son poesía, como 10 reconoce un pensador tan
poco ortodoxo como Guyau.
Después de su fe religiosa, brilla en Caro
como principio director, su ferviente latinismo,
su culto a Roma, que para él no había deja-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 25
do de ser la magna parens de la civilización.
Se había empapado en el espíritu de la legislación
romana, había hecho propio, por medio
de meditación asidua, el tesoro ele la sabiduría
antigua; había educado su sentido estético
en el ideal de perfección del arte del siglo de
Augusto. Y la veneración por la madre avivaba
en él el afecto por los hijos, los pueblos
latinos, principalmente por España, que en la
edad moderna pareció destinada a una misión
providencial semejante a la del Imperio romano.
Las naciones latinas agrupadas en torno
del Mediterráneo han llevado a cabo una
obra de civilización y cultura, de cuyos resultados
viven todavía los pueblos contemporáneos
y vivirán durante siglos. Al propio
tiempo que Menéndez y Pelayo adelantaba
en España su gloriosa propaganda en defensa
del hispanismo, reclamando para su patria
la parte que justamente le corresponde en la
obra del progreso moderno, Caro se esforzaba
por reavivar en América los afectos de la raza,
algo amortiguados por los recuerdos de
la guerra de la independencia y por el posterior
aislamiento, y propendía a la formación
de una grande confederación espiritual entre
los pueblos de origen hispano. De aquí su
afición por los escritores que en nuestro continente
supieron conservar el tradicional espíritu
literario, enriqueciéndolo con felices novedades
de sabor americano. De aquí también
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26 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOt-.1BIA
su interés porque se mantuviese la unidad de la
lengua, como vigoroso lazo de hermandad entre
pueblos que ayer tuvieron idénticos destinos
y vivieron en un hogar común; pero
que hoy empiezan a diferenciarse, a vivir vida
propia y a esbozar los lineamientos de nacionalidades
futuras, algunas de ellas seguramente
destinadas a inmenso y original desarrollo.

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 29
antes en la Revista de ambos mundos, había estudiado
este aspecto fundamental del poema:
«La Eneida es, ante todo, un poema religioso:
el que no lo reconozca así, se expone a juzgarla
erróneamente. . .. El fin que se propone
su héroe y que lo hace desafiar tantos peligros,
es enteramente religioso. Si es verdad
que Eneas no lleva consigo sino sus dioses y
que su único designio sea el de introducirlos en
1 taHa, el poema que canta su piadosa empresa
no puede ser otra cosa que un poema religioso
.... Todo se explica en el poema y las
dificultades desaparecen y se atenúan cuando
se penetra en el verdadero pensamiento del
autor. » Y aplica este criterio para relevar del
cargo odioso que los críticos generalmente les
atribuyen a hechos tales como la ocupación
de Italia por una gente extranjera; y el cruel
abandono de Oido por Eneas. Pues bien, antes
de que estas disertaciones del ilustre Boissier
corrieran por el mundo, ya Caro. desde su retiro
de Bogotá, había dado idéntica explicación
del carácter y tendencias del poema. «El
pensamiento fundamental de la Eneida-dice-es
un pensamiento religioso; pues es el
epíteto designativo del héroe al mismo tiempo
que lo es característico del poeta. En la
Odisea sentimos vivamente los motivos humanos
que atraen a Ulises a su patria: en la
Eneida sólo la voz de los dioses llama a los
troyanos a Italia. Virgilio da una importan-
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30 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
cia capital a los motivos sobrenaturales. ¿No
se ve aquí el influjo de sus sentimientos profundamente
religiosos? Pero motivos de esta
clase no explican satisfactoriamente, se nos
dirá, la conducta de los hombres. Fuéra de
que los hombres inspirados trabajan con mayor
entusiasmo que lo hicieran si sólo los moviese
la esperanza de ver los frutos de árboles
que siembran en bien de sus descendientes,
Virgilio se anticipa a contestar la objeción,
haciendo que a cada momento aquel
motivo sobrenatural tome en el orden material
formas adecuadas a persuadir e impeler
la débil naturaleza del hombre, que a veces
lucha con la persuasión más clara." Y basado
en esta concepción del héroe como «un
hombre inspirado, pensamiento que ilustra y
voluntad que mueve, » y de la «acción como
una de aquellas providenciales en que alrede­
dor de un ilustre caudillo se agrupa un pueblo
que no delibera, sino que cree y obedece',
explica la deficiencia de los otros caracteres
trazados en el poema; justifica la conquista
de Italia, comparándola con la de Canaán
por los hebreos, y la del Nuevo Mundo por
los españoles, y excusa, en 10 posible, la con­
ducta de Eneas para con Oido, como sacrifi­
cio que hace un hombre de sus sentimientos
íntimos ante el reclamo de un deber superior.
Eneas, considerado así, gana en importancia
simbólica, lo que forzosamente pierde en in-
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GOMEZ RESTREPO· CRITICA LITERARIA 31
terés humano al entrar en comparación con
Héctor, por ejemplo, y otros héroes de la
1 lí(!da (1).
No comprendemos cómo el señor Merchán,
que tan a fondo conocía este estudio de Caro,
pudo interpretar de la manera como lo hizo,
unas palabras del juicio sobre el Quijote.
Decía Caro, refiriéndose a ciertos comentadores
de Cervantes:

32 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
meiante doctrina, sino distinguir entre la visión
intuitiva de las cosas, que es dón del
genio, y el análisis discursivo, que es propio
del crítico. Bien está que éste desentrañe la
tesis providencialista de la Eneida, pero no
sería igualmente legítimo que considerara a
Virgilio como un tratadista de filosofía de la
historia; bien está que ponga de manifiesto
la oposición de los grandes aspectos de la vida
que representan don Quijote y Sancho;
pero de aquí no se deduce que le fuera lícito
incorporar a Cervantes en el coro de los grandes
pensadores, como autor de tesis filosóficas,
y hacer del Quiiote algo como el Tratado
del Método, de Descartes. Hay mucha diferen­
cia entre la creación sintética del artista, que
funde de un golpe en su mente los múltiples
elementos de la obra, y la tarea del crítico
que los descompone para apreciar su significación
y su importancia. Así la naturaleza nos
ofrece en combinación armoniosa los colores
del arco iris, que es a los ojos del hombre,
una verdadera creación estética, y viene lué­
go el experimentador y disuelve los matices
del prisma para explicar científicamente la
aparición de aquel sorprendente fenómeno.
Muchos años después de Caro, estampó
O'Annunzio, en el gran discurso sobre arte
que esmalta las primeras páginas de 11 juoeo,
estos conceptos, que parecen un comentario a
la opinión de nuestro compatriota: «Esos hom-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 33
bres profundos (los sumos artistas), ignoran
la inmensidad de las cosas que expresan. Agarrados
a la vida por millones de raíces, no
como árboles aislados, sino como bosques enteros,
absorben infinitos elementos, para trasfundirlos
y condensarlos en formas ideales, cuyas
esencias les son tan desconocidas como el
sabor del fruto al ramo que lo produce. "
En el estudio sobre el Quijote, que es uno de
los más hermosos y profundos que e'Scribió,
Caro se muestra crítico filosófico y al par delicado
juez de las bellezas literarias de la inmortal
novela. A su juicio, el Quijote es el
poema de los españoles; pero poema que no
cabe dentro de los moldes de la preceptiva
tradicional y constituye por sí solo un género
nuevo. Ve en él el interés humano y el carRcter
nacional que debe tener toda epopeya;
aprecia su significación simbólica; pero sin
querer despojar a la obra del genio de su espontánea
frescura; de su inspiración ingenua
y semidivina. Nota, con suma delicadeza, que
«sin salir de lo verdadero raya, sÍ, en lo extraño,
la extensión de las escalas que Cervantes hace
recorrer a don Quijote y a Sancho, y el grado
en que describiendo ambos caracteres, mezcla
los elementos al parecer opuestos que los
componen>; agrega, con observación profunda,
que en «la segunda parte los personajes son
más y más verdadero,>, y digámoslo as:, más
amables. los guía mano de padre y ami-
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34 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
go>; y que el Quijote que allí aparece ces más
cervantino> que el de la parte primera. Clasifica
a Cervantes entre los genios «grandemente
dramáticos, que multiplican sus creaciones sin
dejarse ver a sí propios>, pero hace una distinción
tan original como ingeniosa, sosteniendo
que es «eminentemente dramático en las
acciones, pero lírico en los discursos>; y por
esta razón clas acciones de sus personajes son
elementos discordantes de que no puede jamás
formarse un conjunto que equivalga a la
biografía de él mismo ; pero de fragmentos de
discursos de todos ellos sí puede componerse
un todo armonioso, una exposición continua
de la filosofía del gran maestro>. Y pasando
a estudiar el estilo, dice con frase feliz : «Yo
compararía el Quijote con una ópera bufa, en
que el perpetuo encanto de una música sublime,
da a toda la composición un tono que el drama
sólo no alcanzaría>. Y entrando en la parte
técnica, nos hace ver les encantos de esa
prosa rítmica, que no es la prosa poética, artificial
y vana de los imitadores del Telémaco
o de los Mártires, sino una música orgánica,
de infinitos tonos, que va siguiendo los varios
giros del pensamiento y les comunica profunda
resonancia.
Si la misión del crítico es, ante todo, comprender,
pocos trozos castellanos revelan en su
autor dotes más felices para el cultivo del género
que el dedicado por Caro al examen de
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 35
las cualidades características de la poesía horaciana.
El señor Merchán, que era poco inclinado
a la hipérbole, no puede menos de salir
de su circunspección y exclama entusiasmado:
«Traza Caro los perfiles de la poesía horaciana
con más conciencia que la que de sus
propias obras tuvo quizá Horado mismo:.. Y
es que Caro, mediante largo y amoroso estudio,
había convertido en sustancia ' propia el
arte de Horacio; y al interpretar magistralmente
algunas odas y todas las epístolas del
poeta latino, había penetrado muy hondo en
la forma interna de su lirismo y había comprendido
perfectamente sus más geniales procedimientos
artísticos. De aquí la precisión con
que pudo exponer, de una manera crítica y
discursiva, todo aquel conjunto de cualidades
que aparecen fundidas en fórmulas sintéticas,
en las estrofas y exámetros del refinado cantor
de Venusa.
Virgilio y Horacio fueron los poetas latinos
predilectos de Caro. Admiraba a Lucrecio, pero
nunca le consagró su amor: alejábanlo de
él su irregularidad de poeta anteclásico, alternativamente
sublime y prosaico, y el crudo
epicureísmo de su filosofía. Reconocía de buen
grado los prodigiosos dones de Ovidio, pero
comprendía que era un poeta de decadencia.
Por Tibulo tuvo especial predilección, de que
dejó prueba elocuente en la traducción completa
de sus dulcísimas elegías.
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36 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Entre los poetas españoles buscó a los que
mejor representan la tradición de Horacio:
León en la lírica elevada; los Argensolas en la
poesía epistolar y satírica. Su genio se complacía
en el lirismo templado y dulce, a un
tiempo meditabundo y moral; que no sorprende
con rasgos fulmíneos, sino que penetra
blandamente en el corazón; así como también
estaban muy en armonía con su temperamen­
to los graves y vigorosos tercetos con que los
dos ilustres aragoneses levantaron a la razón
y al buen sentido un monumento poético, de
líneas puras y severas, al estilo de la grandio­
sa fábrica del Escorial.
En época en que las teorías de Sainte-Beu­
ve y Taine, eran poco conocidas en el mundo
español, ya Caro aplicaba a la crítica los procedimientos
recomendados por aquellos gran·
des maestros. Sus estudios sobre Bello y Olmedo,
sobre J osé Eusebio Caro y Julio Arboleda,
sobre el cronista Juan de Castellanos, son prue­
ba de lo que decimos.
Sitúa sus personajes en el medio en que se
formaron; aprecia las influencias de la época
sobre el genio de los artistas, y procura dar
luz al examen de las obras literarias con el estudio
paralelo de la biografía del autor.
A Olmedo, por ejemplo, se le había juzgado,
ya en forma de líricos ditirambos, como J.O hi­
cieron Torres Caicedo y León Mera; ya con
crítica menuda y negativa, como los hermanos
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 37
Amunáteguis; pero nadie se había preocupado
por establecer la filiación literaria del cantor
de J unín, ni señalarle su sitio en el grupo lírico
de que fue glorioso ornamento. Caro estudia
el desarrollo de la escuela salmantina
desde Meléndez hasta Quitana, y prueba por
medio de un delicado estudio comparativo, que
Olmedo siguió las tradiciones literarias y las
tendencias políticas de aquellos insignes poetas,
sin periuicio de la originalidad de su numen
patriótico y americano que, a su entender,
produjo los frutos más sazonados y perfectos
de ese género de poesía civil y heroica.
Hizo más Caro: fue a buscar en el archivo del
General O'Leary la correspondencia inédita de
Olmedo con Bolívar, para estudiar a la luz de estos
documentos íntimos la gestación del magníco
canto y saborear el juicio revelador y sugestivo
que sobre él iban consignando el héroe
y el poeta a medida que éste daba forma en
el taller a sus grandiosas concepciones. Léase
el estudio posterior de Cañete, y se podrá medir
la diferencia que va de crítico a crítico;
el uno penetra en las entrañas de la obra; el
otro, aunque docto y concienzudo, no logra
pasar de la superficie.
En el estudio sobre Bello, no se limita Caro
a elogiar las Silvas americanas como grandes
piezas poéticas; ni dice, como el señor Merchán,
que son obras admirables en sus pormenores,
pero de un género secundario en poesía,
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38 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
el género descriptivo; ve en ellas una manifestación,
nueva en nuestra lengua, de poesía
científica, y para hacer un justo aprecio de su
importancia, estudia el desarrollo del género,
desde el modelo inmortal de las Geórgicas, al
través de la poesía latina del Renacimiento,
hasta llegar a insignes vates modernos. Y de
esta confrontación en que hace gala de peregrina
y recóndita erudición, aparece confirmado
Bello como el Virgilio americano, título que
le había discernido la admiración entusiasta.
En el trabajo sobre J osé Eusebio Caro utiliza
el autor los recuerdos íntimos, la correspondencia
de familia, los artículos de polémica
periodística para iluminar la figura del poeta
y explicar la evolución de su genio lírico.
Así nos hace ver la perfecta armonía entre el
poeta y el hombre; la exacta correspondencia
entre los actos de su vida y sus efusiones poéticas;
la evidencia de su instinto profético,
que le anticipó la visión dolorosa de su suero
te. Rasgos que, juzgados aisladamente, podrían
considerarse ficciones literarias o exageraciones
románticas, adquieren el prestigio de las cosas
vividas, como que fueron expresión sincera
e ingenua de la realidad. Sólo que er. aquel
genio extraño, aun lo ordinario asume las proporciones
de lo excepcional.
No menos importancia tiene la biografía de
Arboleda, modelo de narración sobria y an!mada,
llena de profundas consideraciones de
©Biblioteca Nacional de Colombia

40 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
con las naturales reservas morales y filosóficas.
Fue un sincero apreciador de la bellleza, sobre
todo de la que reviste las formas acabadas
del arte clásico.
Ni es posible olvidar otros ensayos de carácter
más general, como el que puso al frente
de la Historia, de Piedrahita, y que es un estudio
filosófico sobre el carácter de la conquista
española; ni aquellos otros, que tratan
temas filológicos con una elevación de criterio
que los hace modelos de alta preceptiva, como
los titulados Americanismo en el lenguaje y
El uso en sus relaciones con el lenguaje, que
el señor Merchán calificaba de cevangelio de
la lengua;" y sobre el segundo de los cuales
decía don Rufino J. Cuervo en el prólogo de
su Diccionario: «Varios puntos de los que aquí
hemos tocado, los esclarece y fi i a con una precisión
filosófica y filológica tal, que infunde temor
de hablar otra vez sobre este tema, don
Miguel A. Caro en su discurso El uso en sus
relaciones con el lenguaje».
Fuéra de estas condiciones, la crítica de Caro
tiene otra y muy valiosa, de las que él mismo
exigía en su definición ya citada; es crítica
de artista, de hombre que conoce los procedimientos
literarios, su dificultad, su valor,
por haberlos él mismo practicado. Esta es condición
de gran precio, porque como notó Clarín,
en materias de literatura artística suelen
intervenir hombres de gran talento, pero que
©Biblioteca Nacional de Colombia

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 43
esa poesía (llamémosla así) amorfa e incoherente,
que nada expresa, que no comunica ninguna
emoción y que es el polo opuesto de la
música intelectual que nuestro crítico preconizaba.
Caro era poeta, y por eso pudo decir en
f rase vibrante: «La poesía no es humana música
de palabras, sino celeste música de pensamientos"
. Caro comprendía la alteza de la
misión de los vates verdaderos, y por eso escribió:
«No le está vedado al poeta el campo
de las luchas sociales; pero descienda al combate
como Santiago en medio de las huestes
ibéricas; luminoso, aéreo, armado a lo divino».
Caro, crítico, rendía el siguiente homenaje al
genio poético en la persona de Núñez de Arce:
«Acometiendo a poetas vestidos, como el
nuéstro, de armadura vulcánica, la crítica esgrimidora
puede tirar sin miedo a herirles el
corazón, segura de que, como el gran Diomedes
cuando hirió a Venus, apenas podrá causarles
J igeros rasguños».
Pasma la cantidad de talento, de ciencia,
de erudición que ostentó Caro en sus estudios.
Lástima que éstos sean trabajos aislados y que
el autor no hubiera concentrado sus fuerzas en
una obra fundamental, como una historia del
humanismo o un trabajo sintético, al modo
de l'aine, sobre la literatura española e hispanoamericana.
Tales como han quedado esos
escritos fragmentarios, parecen columnas es-
©Biblioteca Nacional de Colombia

44 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
parcidas, listas para la construcción de un edificio
majestuoso, cuyo plano murió con su
autor.
¿ Quiere esto decir que la crítica de Caro sea
infalible, que no haya nada que agregar ni
quitar a sus fallos; que su criterio tuviera la
amplitud universal del de Goethe, para sentir
con igual intensidad todas las formas del arte
y hacer plena justicia a todas las escuelas?
La infalibilidad no es atributo humano, y menos
en cuestiones literarias, donde influyen
tanto las aficiones personales, la educación,
la moda y el medio intelectual en que se escribe.
Además, a personalidades tan caracterizadas
e inteligencias tan dominadoras como
Caro, que había nacido para enseñar como
maestro y definir como doctor, no se les puede
pedir que empleen los distingos, las salvedades,
las medias tintas que también sientan
en un crítico de la familia de Valera. Pero
es justo observar que la inflexibilidad y rigidez
dogmáticas que se notan en Caro como
polemista y orador político, se manifIestan
menos en sus monografías literarias, debido,
en parte, como indicámos atrás, a la clase de
temas que trató de preferencia. Su gusto era
tan hospitalario, que habiendo sido en su JUventud
intérprete de Horacio y de Virgilio,
en su edad madura fue traductor excelente
de Byron y de Lamartine. Con todo, no diríamos
que él llegara a gustar del arte moder-
©Biblioteca Nacional de Colombia

GOMEZ RESTREPO: CRlTICA LITERARIA 45
no con el fresco entusiasmo de Menéndez y
Pelayo, quien logró una amplitud de visión,
un sereno desinterés de juicio, que son rasgos
de genio.
¡Caro y Menéndez Pelayo! Hé aquí dos de
los últimos representantes de la grandeza española.
Ellos, en esta época de decadencia,
recuerdan la vitalidad que en otros tiempos
tuvo la raza para producir seres superiores,
que dejaron vinculados sus nombres a obras
memorables.
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RAFAEL POMBO (1)
(1) Prólogo a la colección de las poesías completas
de Pombo.
©Biblioteca Nacional de Colombia

El congreso nacional, en sus sesiones de 1912,
dictó una ley para honrar la memoria de Rafael
Pombo, muerto el 5 de mayo de ese mismo
año, y en ella dispuso que las obras literarias
del poeta se imprimieran por cuenta de
la nación, previo el consentimiento de los herederos
y bajo la dirección de la academia colombiana
.
Habiéndome tocado ser albacea de la mortuoria
de Pombo, por honrosa designación testamentaria
de éste, hecha pocas horas antes
de su fallecimiento, me creí en la obligación,
no sólo de manejar los intereses dejados por
el poeta, sino oe poner en salvo su descuidado
tesoro literario, mucho má., valioso, por ser
alto timbre de gloria para la patria.
Nunca se resolvió Pombo a publicar sus
poesías, aun cuando más de una vez permitió
que se anunciase una edición completa de ellas,
accediendo a solicitudes ele sus numerosos admiradores.
Ni siquiera quiso aprovechar los últimos
años de su vida Que pasó voluntaria-
, 1
mente recIuído en la cama, en el pleno uso de
sus facultades, para reunir, poner en limpio y
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50 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ordenar su vasta producción poética, esparcida
en revistas y periódicos del país y del extranjero,
y consignada a veces en menudos
pedazos de papel, donde cuesta paciencia y no
poco esfuerzo descifrar renglones de letra microscópica,
trazados con lápiz y llenos de enmendaturas.
Apenas sacado el cadáver del poeta, se sellaron
sus habitaciones, y cuando el juez las
abrió para proceder a los inventarios, y fue
posible penetrar en aquel recinto, cerrado al
aire y al sol durante tantos años y obstruído
por enorme cantidad de libros, muebles y cuadros
antiguos, procuré reunir todos los papeles
en que aparecía la letra del poeta, sin desdeñar
aun los de más mezquina apariencia.
Esa gran masa de manuscritos fue puesta en
limpio, y terminada esta difícil tarea, confronté
cuidadosamente la copia con los originales.
No estaban allí todas las poesías de Pombo,
y aun es de notarse que el poeta no conservaba
algunos de sus más célebres cantos, o tenía
copias incompletas o redacciones por él
mismo desechadas. Fue preciso acudir a diversas
antologías y a numerosas revistas y hoj as
periódicas en donde colaboró Pombo, para completar
en lo posible la colección de sus poesías.
Hay que lamentar el extravío, que parece
definitivo, de una de las más bellas composiciones
que guardaba inéditas Pombo: la elegía
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 51
inconclusa, titulada El lago helado, que escribió
en los Estados Unidos, en la grande época
de su inspiración lírica; que mostró aquí a
varios amigos, y guardaba con cariñosa solicitud.
No es posible saber si el original único
fue sustraído por mano infiel o se perdió en
los momentos que siguieron a la muerte del
poeta. Como él solía tener libros y papeles
dentro de su lecho, no sería imposible que su
elegía predilecta, escondida en las sábanas
mortuorias, lo hubiera ido a acompañar en su
sueño eterno. El lago helado representaba en
la obra de Pombo lo que El lago en la de Lamartine
o la Tristeza de OlimPio en la de Víctor
Hugo, y su pérdida priva de una joya purísima
la corona poética del autor (1).
(1) En un borrador donde Pamba anot6 algunas
muestras de las varias clases de versos que había usado,
encontré la siguiente nota:
c'El lago helado' : estudio fantástico
de invierno; helada; noche de luna:
era un lago como esos que hacen las nubes ,
con sus bordes de plata, con sus querubes;
con su vaivén;
lago de media noche, blanco y profundo;
como entre cielo y tierra, como en el mundo,
y fuéra dél;
era una canastilla de desposada,
toda encajes y perlas, toda escarchada,
como a cincel".
¡Esto es cuanto sobrevive de tan patética y arrulladora
poesíal
©Biblioteca Nacional de Colombia

COMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 53
tallado. Fue original como pocos; pero en ocasiones,
exótico.
Para que el lector pueda seguir más fácilmente
la trayectoria que recorrió el genio del
poeta, desde sus ensayos casi infantiles hasta
los últimos fulgores de la eolad caduca ; es decir,
durante una vida literaria de sesenta años,
se ha procurado guardar en esta colección,
hasta donde ha sido posible, el orden cronológico,
que, colocando cada pieza en su Jugar,
le da su verdadera significación. permite apre·
ciar circunstancias de ocasión y de tiempo,
influencias de la edad o de la moda, y da
una idea clara de la evolución total del poeta.
Para los mismos aficionados a Pombo, será
motivo de sorpresa ver la fecha temprana
de composiciones que parecen obra de la edad
madura, y apreciar la grande elaboración poética
comprendida entre los años de 1851 a 1853,
que puede fijarse con el primer período de desarrollo.
Quizá alguien observe que se ha procedido
con indulgencia en la elección de uno
u otro de estos ensayos casi de niño ; pero ante
todo debe recordarse que cuando se trata
de los grandes maestros, y Pombo lo es para
nosotros, hay que darlos a conocer tan completamente
como sea posible, y además, puede
afirmarse que en esos versos de los diez y
nueve y de los veintiún años, está ya el germen
de la alta inspiración que debía llegar a
esplendorosa plenitud poco tiempo después;
©Biblioteca Nacional de Colombia

54 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
está el poeta en quien el romanticismo ha infiltrado
su pasión ardiente, su febril inquie­
tud, su ansia de un goce sin límites, y al propio
tiempo, su precoz desengaño de la vida, que
suele despertar ráfagas de desolado escepticismo.
El lector apasionado de Zorrilla, el traductor
de Byron, aparece, no como imitador
directo de ninguno de estos dos singulares poetas,
cuya fascinación era entonces irresistible,
pero sí como un romántico influído por la
música deliciosa de los Carttos del Trovador y
por las melodías, mucho más poderosas, de
Childe Harold. Ese primer período de Pombo
hubiera podido terminar en un sentimentalismo
malsano, si las influencias de la escuela
en boga no hubieran hallado correctivo en la
vigorosa complexión moral del poeta y en su
afición instintiva a la poesía popular, en cuyos
frescos raudales acudió a templar los ardores
de su apasionada musa. Si Zorrilla se
salvó de la palabrería insustancial, de la música
puramente para los oídos, resucitando las
leyendas de la antigua España; si Byron logró,
con el hondo sentimiento que tuvo de la
naturaleza, del arte y de la historia, dar un
fondo grandioso de interés humano a las solitarias
peregrinaciones del hosco y sombrío
Childe Harold y del sensual y egoísta Don
Juan, Pombo, en su esfera puramente lírica,
supo suavizar el sonido estridente de las que­
jas románticas con las alegres y animadoras
©Biblioteca Nacional de Colombia

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA S;
notas del bambuco nacional, tema inagotable
para él de deliciosas inspiraciones.
El romanticismo, como es sabido, introdujo
en el campo de las letras ese espíritu de agitación
febril, ese «hervir vividor» que el genio
napoleónico había llevado al arte militar,
a la diplomacia, a la política. Exaltó los ánimos,
caldeó las imaginaciones, e hizo correr la
pasión como torrente de lava encendida. La
poesía personal, el lirismo en su manifestación
más enérgica, desplegó las alas, y se oyeron
confidencias y revelaciones que antes no habían
sonado en la lira de los poetas. Una
tromba de fuego recorrió el mundo, devorando
los secos troncos y marchitas ramas de los
artificiosos bosquecilIos, donde buscó su pos­
trer refugio la poesía seudoclásica del siglo
XVII I. Byron, con su fama de poeta satáni­
co, con el renombre de sus extrañas aventu­
ras y de su fin glorioso, y con la potencia,
realmente extraordinaria, de su genio, fascinó
a los espíritus iuveniles y se atrajo numerosos
imitadores de su excentricismo y de sus
versos. Hasta el dulce, religioso y original Lamartine
sufrió el hechizo de Byron, y la meditación
poética sobre El hombre a él dedicada,
prueba ]a admiración que sentía por aquél,
a quien apellidaba rey de los cantos inmortales.
Byron fue también la primera grande admiración
de Pombo : en La Siesta, periódico literario
que redactó en asocio de Vergara y Ver-
©Biblioteca Nacional de Colombia

56 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
gafa, publicó numerosas traducciones en verso
del poeta británico, quizá sus primeros ensayos
en un género que le reservaba tan grandes
triunfos. Más adelante se combinaron
otras influencias más sanas con esta por todo
extremo peligrosa: la del propio Lamartine, la
de los grandes poetas Longfellow y Bryant, a
quienes conoció en los Estados Unidos. Las
notas de misantropía byroniana son cada vez
más raras, y finalmente desaparecen. Pero
Pombo fue poeta romántico hasta el fin de su
vida: cuando se mostró fiel a su genialidad
halló acentos inspiradísimos, aun en los años
de su cansada vejez ; cuando quiso seguir otro
rumbo, su musa perdió las alas y caminó prosaicamente
por la tierra. No hay una sola de
las legítimas inspiraciones de Pombo que corresponda
al tipo de la poesía clásica, tal vez
ni sus mismas traducciones de Horacio, cuya
mayor novedad estriba en. la interpretación
atrevida y genial del arte antiguo por un poeta
de sensibilidad moderna, como acontece con
el libro segundo de la Eneida, libremente traducido
por Schiller.
El estado de alma, producido por la exaltación
del romanticismó, aparece muy bellamente
expresado en la composición titulada Monotonía,
escrita en 1853, es decir, a los veinte
años. Después de hacer una brillante enumeración
de novelescas aspiraciones y de visiones
de países exóticos (nota caraGterística de la es-
©Biblioteca Nacional de Colombia

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 57
cuela), agrega, con vigor digno de Espronceda,
que quisiera hallarse
En todas partes, como el viento
es incansable agitación,
volando en pos del pensamiento
sin dejar nunca paz ni aliento
a este mi huésped descontento,
impertinente corazón.
Con todo el mundo por camino,
con el antojo por destino,
y éter excelso por maná,
en transportado torbellino
siemp re buscando un más allá.
Necio es el hijo de la tierra :
bástale mísero existir,
o a su varado mal se aferra:
el movimiento es lo que encierra
el gran secreto de vivir.
y flota el alma inuependiente
sin otra ley que su alta ley,
cual sobre el cauce va el torrente,
cual sobre el bosque águila ingente,
cual sobre el mundo, el astro rey.
Pero estas calmas de la vida
son imagen de las del mar:
a volar todo nos convida,
pero la brisa está dormida,
¡y esperar más es expirar!
©Biblioteca Nacional de Colombia

S8 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Con un alma animada por este interno fue­
go, Pombo debió hallarse en contradicción
constante con el medio en que le tocó pasar
su primera juventud. Su vocación poética era
irresistible, y entonces el ambiente nacional
era p8CO propicio para el cultivo de las letras.
José Eusebio Caro había muerto, y sus com­
patriotas sólo empezaron a reconocer la alteza
de su genio delante de su tumba, abierta
en playa solitaria: en vida, sus maravillosos
versos-muy superiores, ciertamente, al nivel
intelectual de la época-sólo fueron comprendidos
por unos cuantos hombres de gusto (1).
El país, pobre, poco poblado, en relativo ais­
lamiento, se agitaba en medio de estériles convulsiones
ci viles, y no podía premiar ni con
oro ni con los laureles de la gloria las producciones
literarias. Pombo, hijo de familia ilus­
tre (2), criado en un medio aristocrático, for-
(1) Cuando murió Caro, Pombo publicó una hoja
suelta con la firma de «Unos admiradores del genio>,
en la cual decía: «Estamos condenados a perder en
flor cuanto tenemos : desde Caldas, el hombre de la
ciencia, hasta Caro, el poeta del sentimiento y la filosofía
.. " Necesitábamos verle en el sepulcro para admirarle
como debíamos. Su genio brillará más así. Como
el Cotopaxi, brilla más entre las sombras de la noche.>
(2) Nació en Bogotá el 7 de noviembre de 1833 Fue
hijo de don Lino de Pombo y O'Donell y de doña
Ana Rebolledo. Por su padre, estaba estrechamente
relacionado con 1& ilustre farnili¡:¡ irl¡:¡ndesa establecida
©Biblioteca Nacional de Colombia

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 59
mado en las lecturas más capaces de exaltar
una fantasía juvenil, debió creerse defraudado
por la suerte adversa, del destino brillante a
que justamente podía aspirar, y debió lamen­
tar con amargura la pérdida inútil de sus me­
jores días. Había nacido para respirar en atmósfera
tempestuosa. y cuando estallaba el
rayo, sentía más enérgicamente las palpitaciones
de la vida (1) . Muy joven aún, llega a
(1) En los fragmentos de un diario Ín timo de Pomho
se leen cosas como estas: «En Popayán, donde la
tempestad tiene su carro y sus armas, y donde d;ariamente
hace víctimas, yo gocé y grité como un loco
viéndome envuelto por una de las más furÍ':>sas que
allí se recuerdan.. . . Viendo en 1848 el Salto de Tequendama,
uno de mIs compañeros tuvo que cogerme
de los brazos para que no me precipitase en él. porque
en mi entusiasmo ese monstruo de las cascadas me tenía
fascinado y me atraía irresistiblemente .. . . ¡y el
mar! el mar! ¡el fondo de todas las cascadas de mis
sueños! ¡ Dios mío! ¡C6mo me has de dejar sin conocerlo!
¡Yo amo, amo siempre, mi alma toda es amor y
adoraci6nl>
en E paña, y a la cual pertenecía el célebre general
que Ilev6 el título de duque de Tetuán. Es curioso observar
que varios de nuestros poetas más originales y
que han sentido mejor la naturaleza, han tenido sangre
del norte. P ombo y Arboleda eran O' Done 11 : Fallan
e Isaacs fueron hijos de ingleses Otro hermano de
Pombo, don Manuel, dej6 también muestras, así en
prosa como en verso, de brillante y delicadísimo ingenio,
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60 BIBL IOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Popayán, la ciudad aristocrática, de pasiones
volcánicas; sabe que hay una mujer, una niña,
de extraordinaria hermosura, y víctima de
la envidia, que se encruelece con los seres indefensos
y derrama sobre ella la baba de la
maledicencia, y aprovechando, según es fama,
una ocasión solemne, un festín, lee aquella
arrogante poesía que por esta circunstancia
lleva el título de La copa de vino, y se
proclama allí ardiente y platónico adorador y
caballero andante de la perseguida beldad. La
actitud de Pombo, que se enfrenta sólo contra
un temible círculo social, nos recuerda a
aquellos caballeros de aventura que, por espíritu
de hidalguía, ofrecían mantener el campo
contra todos los que ofendiesen la honra
o la belleza de alguna dama desvalida.
En 1854 se proclamó en Bogotá una dictadura
militar, trastornando el régimen legal, y
Pombo, joven de complexión delicada y de
gustos refinados, corrió a tomar las armas en
defensa del gobierno legítimo; prestó sus servicios
como ingeniero, y tomó parte en diversas
acciones de guerra, hasta entrar con el
ejército triunfante en la capital. En sus noches
de vivac escribió versos ardentísimos
contra el ridículo tiranuelo, y vencida la rebelión,
experimentó la embriaguez del triunfo,
y gozó. al ver reemplazadas las escenas de
matanzas por las sonrisas con que las bellas
©Biblioteca Nacional de Colombia

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LItERARIA 6i
bogotanas coronaban a los afortunados lidiadores:
No de otro modo en la deforme roca.
del náufrago suplicio y ataúd,
vienen después las aves candorosas
a alzar un himno a la naciente luz.
En las primeras poesías de Pombo se encuentran
rasgos reveladores de las cualidades
que habrían de hacer de él uno de los mayores
vates americanos; ya magníficos acentos
de pasión, como en La copa de vino; ya trozos
descriptivos donde hace ostentación de
ese arte de pintar vastos y solemnes panoramas,
que dan la impresión de lo infinito (1);
(1) En las mágicas tardes con que el cielo
de mi nativa tierra sc engalana,
cuando baña la espléndida sabana
en trémulo y briJIante tornasol;
y cual diamante colosal que cierra
el anillo de montes qlle la mima,
sobre el trono de nieve del Tolima,
como el ojo de Dios fulgura el sol;
y luégo, rey del mundo que tumbado
del solio excelso, entre su sangre expira,
desde el ancho arrebol, inmensa pira
su adi6s solemne al universo da;
y surge Venus en la limpia b6veda
cual cirio que le alumbra agonizante;
y franjas radia de color cambiante
como los iris del que muere ya.
Cuando el cielo le llora en su rocío
©Biblioteca Nacional de Colombia

62 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ya gritos de desesperación y de rebeldía, anun­
ciadores de íntima lucha, relámpagos precursores
de la hórrida tempestad que debía estallar
en La hora de tinieblas (1). Todos estos
elementos se desarrollaron con el viaje a los
Estados Unidos, como secretario de la legación
a cargo del general Herrán. El poeta vio
abrirse delante de sí más dilatados horizontes
literarios; se halló en un inmenso escenario
social; conoció el mar; visitó países de distin­
ta zona y habitados por gente de otra raza;
se relacionó con grandes artistas, como
Gottschalk, Teresa Carreño y Adelina Patti;
fue amigo de insignes poetas, como Longfellow
y Bryant, Tassara y Zenea; trató familiar-
(1) Si cuando Adán mi germen encerraba
rey una vez en el Edén me hicieron,
,dó la corona que a mi frente dieron?
L O heredé yo la maldición no más?
Si por la culpa, de la ciencia madre,
soy al par que Luzbel, angel caído,
,d6 los recuerdos de mi Edén perdido?
,O dónde mi poder de Satanás?
y absorto al funeral asiste el suelo;
y el alma, el corazón, el suelo, el cielo,
se impregnan de tristeza celestial;
cuando el bardo, el misántropo, el amante
en la alameda callan y deliran
ebrios con el aroma que respiran
los floripendios que enlaz6 el rosal.
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(Vaguedad)

GOMEZ RESTREPO: CRITicA LITERARIA 63
mente al general Páez, y colaboró con Piñeyro
en el Mundo Nuevo. Amplió. además. el
círculo de sus estudios y lecturas, y lleg6 a
adquirir gran caudal de ciencia y de experiencia.
El profundo literato completó en él al inspirado
poeta. y dio a su musa la fuerza trascendental.
el brío de pensamiento que admiramos
en sus obras de entonces. El inteligen­
te aficionado a la música y a las artes plásti­
cas, las puso a contribución para embellecer y
adornar sus producciones. En la escuela remántica
hubo poetas de escasa cultura ; artistas
instintivos; pero los hubo también educados
en severa disciplina literaria, como Rivas
y Espronceda ; de estos fue Pamba como lo
prueban sus traducciones de Virgilio y de Horacio
y sus estudios críticos, donde hizo ostentación
de su variada erudición y de su fino
y delicado criterio. Pamba fue incansable
lector toda su vida. y los libros de su biblioteca
estaban llenos de notas y observaciones.
En los Estados Unidos, la inspiración de
Pamba llegó a su plenitud y recorrió de ex­
tremo a extremo todos los tonos de la lira
castellana. haciendo gala de un estilo fácil,
flexible. brioso e incisivo, en que cada palabra
encierra un pensamiento y cada epíteto
equivale a una descripción. Desde la oda has­
ta el epigrama todo lo trató con increíble fa­
cilidad y destreza. Debajo de los artísticos
adornos de la forma se manifiesta la recia
©Biblioteca Nacional de Colombia

GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 65
de la creación. La música, arte de que fue
apasionado toda su vida, ejerció poderoso influjo
sobre su numen, no en la forma errática
e incoherente del moderno decadentismo, sino
convirtiendo en grandes sinfonías sus mejores
poemas; con una adaptación perfecta del ritmo
y el timbre de las estrofas al sentimiento
que en ellas se expresa. Sus Barcarolas son
dulcísimas melodías. Bien sabía el poder de la
música el que escribió aquella divina estrofa
de Angelina:
Es una de esas ráfagas de canto
que nada son, ni dicen, ni recuerdan,
pero con lastimero y tierno encanto
yendo y volviendo en la memoria están.
Esta cualidad, que brilla tanto en poetas
de otras razas, como Lamartine, Hugo y Musset,
no es muy frecuente en nuestros clásicos:
túvola, como dón nativo, Garcilaso, y entre
los modernos, Espronceda, Zorrilla, Becquer
y Juan Clemente Zenea. No es una música
puramente exterior: es la que forma un
solo cuerpo con la idea, la que surge de las
profundidades del alma, como eco devuelto
por , de
que habló San Juan de la Cruz. La poesía
erótica española tiene resonancias más claras
y precisas; timbre más metálico, menos
poder de evocación. Esa melodía misteriosa
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66 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
resuena más bien en los cantos místicos, en
la oda A la música de Salinas, en la Noche
oscura del alma.
Pombo es, ante todo, poeta del amor. Quizá
él hubiera preferido ser el cantor nacional,
el poeta civil, intérprete inspirado de los sentimientos
de su pueblo, voz resonante que
magnifica el entusiasmo o el dolor de la patria.
El fue un digno ciudadano, un sincero
patriota, y lo mostró con la palabra y con el
ejemplo, en momentos importantes de su vida.
En esta colección hay composiciones que
comprueban, con la elocuencia de las obras
bellas, la intensidad y pureza de su civismo,
su amor a Colombia, su grandioso espíritu :le
americanismo, su noble apego a la raza. Pero
su poesía era demasiado personal y volunt3riosa
para que pudiera ser eco de la colectividad,
y como cantor de la patria, Pombo
cede el paso a don José Joaquín Ortiz.
El poeta de la Bandera colombiana no bri­
lló, en cambio, en el género amoroso, del cual
no hay rastro ninguno en el volumen de sus
versos. Como ya queda dicho, la cuerda que
más dócilmente vibraba en la lira de Pombo,
era la que expresa los deliquios y las tormen­
tas del amor, como puede verse siguiendo pa­
so a paso su carrera poética, desde la explosión
caballeresca de La copa de vino, hasta el sugestivo
soneto senil Avisag, revelador de que debajo
de las cenizas vivía el volcán de la pasión y
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 67
del deseo. No tienen estos cantos, escritos en diversas
épocas y bajo la influencia de muy distintos
sentimientos, esa unidad orgánica que ofrecen
colecciones como el Cancionero delPetrarca,
donde se narran los varios episodios de una
sola historia de amor. No inmortaÍizó Pombo
a una mujer única como Laura o Beatriz, o
la Delina de José Eusebio Caro. Por sus versos
cruzan muchas figuras femeninas, creaciones,
unas, de la imaginación del poeta, tomadas
otras de la realidad. A esta variedad
de afectos y de personas corresponde la riqueza
de los temas, tratados por Pombo con el
brío de quien ponía su alma en cada nota de
amor. Léanse las cuatro estrofas que componen
la poesía titulada El seis de octubre: pocas veces
en castellano se ha alcanzado mayor intensidad
trágica de sentimiento y de expresión.
Y el mismo que se compara con el fiel
terranova que huye a morir lejos de lo que
ama para no trasmitirle la ponzoña que a él
lo consume, es el que expresa con áspera
energía byroniana lo voluble e inconstante del
corazón humano, en la siguiente estrofa de Angelina:
Con impúdica priesa los afectos
cual la viciosa yerba del camino,
cunden y se suceden, y el que hoy vino
vive de los despojos del de ayer,
i vive de su vergüenza! ¿ dónde el noble
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 69
en estos versos de ritmo tan caprichoso y de
tan viva combinaci6n de luces y sombras:
Lindas, como esos iris, risa falaz del Niágara;
vagas como ellos y caprichosas;
efímeras como ellos;
Crueles cual ese abismo de aguas y de cadáveres
que eriza los cabellos ...
Y así atrayentes, vertiginosas.
Todo es pasión y vida bajo su frente angélica,
como en sus altas c61eras el espantoso río;
¿su coraz6n? miradlo; oíd clamar sus víctimas
j en ese abismo oscuro ... sordo ... insaciable .. . frío!
Pombo, como otros grandes poetas, que fueron
enamorados rendidos del (eterno femenino'>,
pero a quienes emponzoñó el recelo de no
poder cautivarIo; y que en sus experiencias
amorosas tuvieron que sufrir engaños y decepciones,
dejó escapar alguna vez amargos reproches
contra el sexo adorado y temido, a
reserva de vol ver «com0 la fiera al cebo emponzoñado»,
a la adoraci6n de la belleza. Leopardi,
engañado por Aspasia, declara que la
mujer es incapaz de comprender la idea del
amor:
Non cape in quelle
anguste fronte ugual concetto ...
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 71
do, y sobre cuya cabeza descargan todo el
peso de culpas que equitativamente debían
repartirse por igual entre uno y otro amante.
Nunca pudo simpatizar Pamba con el Canto
a 1 eresa, cuya deslumbrante hermosura literaria
apenas podía apreciar por causa de la
indignación que en él despertaba la conducta
poco hidalga del poeta español para con su
víctima (1).
Muchas decepciones debió de sufrir Pamba,
amante eterno, que al cabo murió célibe; pero
fue caballero hasta el fin, y ya en su edad
madura, en vez de lanzar invectivas contra
sus amores pasados e irrevocables, hacía de
su recuerdo la luz de sus años caducos, y devolvía
con su magia de artista, a la beldad
envejecida, su prístino esplendor:
Bien pueden su hojarasca, y polvo, y hielo
acumular los años sobre ti;
mi corazón sacude el turbio velo,
y vuelvo a hallarte, ¡oh dádiva del cielo!
fresca y radiante en mí.
(1) Sobre este tema escribió un interesante artícu­
)0, más moral que literario, en el «Mundo Nuevo:>, de
Nueva York. En «Angelina:> hay una reminiscencia
sobre lo mismo, algo prosaica y más de crítico que
de poeta:
Ni faltará cuando una mártir pierda
amor, vida y honor, quien la amortaje
con un «Canto a Teresa:>, en homenaje
de admiración apasionada y fiel.
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72 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Porque a mí te envió él, y yo he guardado
tu mejor luz en ánfora inmortal:
porque a cosas de Dios, morir no es dado,
y eres tú claro espíritu, encarnado
en diáfano cristal.
(¡Siempre!)
Junto con el amor palpita en muchos cantos
de Pombo el sentimiento de la naturaleza.
Nuestro poeta la amó intensa y casi religiosamente,
y acostumbrado a admirar sus
estupendas manifestaciones al pie del Puracé y
del Tolima, no creyó que el arte pudiera competir
en fecundidad con ella, ni que su misión
fuera darle regularidad geométrica, a estilo
de los jardines de Le Notre, con el pretexto
de embellecerla y de perfeccionarla. En el
fragmento titulado El Valle. uno de sus más
lindos trozos descriptivos. formula su credo estético
en términos que habrían sorprendido a
los poetas de abanico del siglo XV II 1, que
creían haber depurado a la naturaleza de sus
imperfecciones :
Déja tu lira, poeta,
déja, pintor, tu paleta,
y tu cincel, escultor;
naturaleza es mejor
que el signo que la interpreta.
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 73
La palabra es sólo el tema
de una sensación sin nombre :
natura es el gran roema,
y su autor no es la blasfema
raquítica voz del hombre.
Describir por describir no era para Pamba
objeto digno del arte. Véase el gran canto En
el Niágara, donde realizó la hazaña de tratar
un tema que parecía haberse apropiado Heredia,
sin imitar en nada la oda célebre del poeta
cubano: esfuerzo muy digno de encomio,
porque esta obra maestra goza de prestigio
tal, que parece haber creado el modelo definitivo
de esta clase de poemas, pues aun Ortiz,
cantando al T equendama, recuerda el giro,
el tono y hasta expresiones de Heredia.
En la oda de éste echaban menos los hermanos
Amunáteguis (1), una de esas expresiones
gráficas que ponen a la vista el objeto
descrito. Pamba tiene aquí y al1í pinceladas
magistrales que no dejan apartar la atención
de aquel, «monstruo de gracia, blanco, fascinador,
enorme, augusto» ; de ese «museo de
cataratas, fábrica de nubes, mar desfondado
al peso de sus ondas» ; de ese c:río de truenos,
cometa de las aguas> ; de ese «divino anfiteatro>
(1) «Juicio crítico de algunos poetas hispanoamericanos».
Santiago, 1861, página 154.
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do entre ún misterio de borrasca y nieblas
luchan cual en eterna pesadilla,
monstruos de roca y Amazonas de agua.
Pero no se dej a abismar el poeta en la contemplación
del espectáculo. Lo que a él le interesa
más es el hombre y su destino; el recuerdo
de su amada muerta y de su madre
ausente, y las más bellas comparaciones están
impregnadas de sentimiento humano, que les
da más viva y poderosa eficacia.
El cielo mismo
tiende a tus pies esos divanes de ángeles
nácar del firmamento; y oponiendo
a un puente, mil; al arte de los hombres
el del Señor, suspende caprichoso,
-cual la sonrisa de la paz del alma
entre los estertores del que mueresu
iris tranquilo en medio a tu desastre.
Hay en el canto de Heredia cuatro versos
en que el poeta se levanta a la esfera de lo
sublime en alas del sentimiento religioso :
Abrió el Señor su mano omnipotente,
cubrió tu faz de nubes agitadas,
dio su voz a tus aguas despeñadas,
y ornó con su arco tu terrible frente.
A esos versos forman digno pendant estos
otros cuatro de Pombo, de distinto género de
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 75
sublimidad, en que se ve al poeta doblegar
también la frente ante la grandeza del creador:
En tí parece que comienza el mundo
soltándose de manos del Eterno,
para emprender su curso sempiterno
por el éter profundo.
En este poema, en que el poeta se revuelve,
no ya contra la mujer, sino contra todo el
género humano, en arranque misantrópico, digno
de Leopardi, aparece la naturaleza, en cambio,
bajo un aspecto muy distinto de aquel
en que la consideró el genio desolado del cantor
de Recanati:
No; nada alcanza a dar pavor en toda
la alma naturaleza: el mal más grave
que hace, es un bien; servirnos una tumba,
un lecho al fatigado. Ella es un niño,
siempre inocente y candorosa y dulce,
nodriza al fin que la bondad del cielo
concedió al hombre ....
Esta concepción recibió toques más energlcos,
hasta adquirir una grandiosidad trágica,
un alcance hondamente filosófico en esta estrofa,
digna de Lucrecio, que tomamos de una
composición de época posterior:
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76 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Esa madre de muerte, inmensa y bella ;
Venus que al par nos nutre y nos devora,
y presintiendo que escapamos de ella,
¡con tanto hechizo nos abraza y llora!
(Decíamos ayer)
De esto a las miniaturas de los poetas descriptivos,
hay tanta distancia como del poema
De natura rerum a los Jardines, del abate
DelilIe.
Entre los cantos de Pombo hay dos en que
el sentimiento del amor se combina de manera
más íntima con el de la naturaleza; como
si la pasión se desarrollara en forma más honda
y más intensa delante de los solemnes panoramas
de los campos y los bosques. La
una es poesía matinal, calentada por los tibios
y vivincantes resplandores del sol de primavera;
la otra es poesía vespertina, de puesta
otoñal, espléndida, pero impregnada de honda
melancolía. Aun cuando separadas por largo
período de tiempo, y escritas, la una en la
fuerza de la edad y la otra en el descenso de
la vida, estas dos composiciones son hermanas
gemelas, tienen la misma frescura, el mismo
hechizo musical. la misma magia imaginativa;
clara demostración de que el poeta conservó
siempre fresca la fuente del sentimiento y que
cada vez que quiso, sacó de ella las aguas vivas
de la inspiración verdadera. Llámase la
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 77
una Preludio de primavera, y la otra Decíamos
ayer; aquélla canta la emoción indefinible, a
un tiempo de alma y de cuerpo, que experimenta
el hombre al recibir el primer saludo
de la buena estación ; esa expansión de las
energías vitales, ese regocijo interior, sin objeto
y sin nombre. que abrillanta los ojos y
hace sonreír los labios ; ese goce de vivir, de
sumergirse en el vivificante raudal de la madre
naturaleza. La segunda poesía tiene la melancolía
de la vuelta atrás, de la mirada retrospectiva
que tendemos sobre panoramas remotos,
antes de que desaparezcan los últimos
rayos del sol y reine la oscuridad. Las estrofas
del Preludio son leves y cristalinas, frescas
como la brisa, diáfanas como el aire, arrulladoras
como la música de los torrentes, libres
ya de sus cadenas de hielo:
¡Oh! ¡que brisa tan dulce! va diciendo,
yo traeré miel al cáliz de las flores,
y a mi rico festín ya irán viniendo
mis veraneros huéspedes cantores.
¡Qué luz tan deliciosa! es cada rayo
larga mirada intensa de cariño;
sacude el alma su mortal desmayo
y el corazón se siente otra vez niño.
Naturaleza entera estremecida
empieza a preludiar la grande orquesta,
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78 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
y hospitalaria a todos nos convida
a disfrutar su regalada fiesta.
y todos le responden : toda casa
ábrese al sol, bebiéndolo a torrentes,
y cada boca al céfiro que pasa,
y al cielo azul los ojos y las frentes.
Al fin soltó su garra áspera y fría
el concentrado ry taciturno invierno,
y entran en comunión de simpatía
nuestro mundo interior y el mundo externo.
Como ágil prisionero pajarillo
se nos escapa el corazón cantando ....
El Decíamos ayer fue inspirado en sus primeras
estrofas por una poesía inglesa de Ella
Wheeler, pero luégo Pombo se entregó a la corriente
de sus recuerdos, y su inspiración, que
parecía definitivamente cansada, se renovó milagrosamente,
produciendo un extenso poema
lírico, que debe contarse entre las más finas
joyas de su repertorio. A la plácida dulzura
del Preludio, sucede la gravedad solemne de
la puesta del sol; al timbre de cristal de las
estrofas. la vibración profunda del Angelus
vespertino; cada estrofa es un cuadro perfecto,
trazado con pincel delicadísimo, que fija
el más fugitivo pormenor, y el poder de sugestión
de la poesía eleva los objetos a una
región ideal, que los depura y embellece.
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 79
Pero todo en redor : la limpia esfera,
el bosque, el viento, el pajarillo amable,
semejaba, en tu obsequio, que quisiera
pagar por mí la dádiva impagable.
Aún veo sobre el carbón de tus pupilas,
el arrebol fascinador de ocaso ;
veo la vacada, escucho las esquilas,
va entrando en el redil paso entre paso.
Escúcha : temerosa de la sombra
la blanda codorniz que al nido llama;
y al sentirte parece que te nombra,
y que por verte se empinó en la rama.
E inmediatamente después de esta miniatura,
el panorama se amplía con pompa digna
de un monarca oriental:
Escúchate a ti misma entre el concento
de aquella fiesta universal de amores,
cuando nos coronaba el firmamento
ciñéndonos de púrpura y de flores.
Esas' flores murieron ; ¿pero has muerto
tú, fragancia inmortal del alma mía?
y no se detiene aquÍ este derroche de magnificencia
decorativa y de grandeza de pensamiento.
El poeta, que sintió hondamente el
amor humano, la fascinación de la belleza
corpórea, no limitó a ella su adoración. Como
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80 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
gran poeta idealista, lleno de la idea de la inmortalidad,
en medio del rapto de la pasión,
nos abre de pronto la perspectiva de lo infinito,
como para consagrar el afecto terreno
en presencia de Dios :
¡La tarde! la hora de perfecto aroma,
la hora de fe, de intimidad perfecta,
cuando Dios, sobre el sol que se desploma,
el infinito incógn ita proyecta.
Cuanto es ya el suelo en fuego y tintes falto,
es de vasto el espíritu y profundo,
y abiertas las esclusas de lo alto,
flotamos como en brisas de otro mundo.
Igual impresión hallamos en La noche de diciembre,
poesía escrita bajo el hechizo de un
cielo sereno, visto desde las alturas andinas;
efusión de amor que culmina en rapto de elación
casi mística, de reconocimiento de la invisible
presencia de Dios:
Todo-la gota COnIO el orbe-cabe
en su grandeza y su bondad; tal vez
pensó en nosotros, cuando abrió esta noche
como a las turbas su palacio un rey:
¡Danza gloriosa de almas y de estrellas!
¡ Banquete de inmortales! ....
No se limitó Pombo a cantar sus amores:
supo evocar adorables figuras femeninas que
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COMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 81
acompañan al poeta en la inmortalidad; ya
vírgenes ideales, hermanas de las ondinas, ya
seres de pasión, amasados con fuego. Allí asoman
sus soñadoras cabecitas Luisa A .... la
Extranjera, Angelina, Elvira Tracy, La Eva
de los aires; allí destaca su arrogante perfil
Manuelita, la beldad de Popayán, en cuyo obsequio
hizo Pombo la sentimental y caballeresca
defensa de La copa de vino:
Tu faz, cuando alzas fiera la cabeza
desoyendo al dulcísimo importuno,
semeja en mármol la soberbia Juno
del sol de Oriente a la dorada luz;
y en ti de su poema de belleza
viéranse a un tiempo idolatrar de hinojos,
su garbo el griego, el árabe sus ojos,
su hechizo retozón el andaluz.
Rica era la paleta del artista que halló colores
apropiados para pintar una figura inocente
como Angelina. que parece creación de
un poeta prerrafaelista, y trazar al lado, el
bosquejo de la terrible Paula, la ardiente hija
de los trópicos, encarnación del deleite, del
espíritu de tentación, que atrae, consume y
mata. Así describe a Angelina:
Ya el sol de los quince años sonreía
en el rubor de niño de su frente,
y con el alma en gracia todavía,
sus formas sospechaban el placer;
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84 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
nidos por la primera vez. ¿De dónde sacó Pombo
el nombre de Edda y la idea de encarnar
en ella la pasión avasalladora que desafía al
mundo y es fuerte hasta la muerte? Pombo
escribió en una nota que acompaña al segundo
fragmento, que su heroína no tiene nada
que ver con las leyendas de Islandia, que llevan
el mismo nombre, y así es la verdad. Pero
quizá una oculta simpatía, proveniente de su
abolengo céltico, le hizo recordar a la célebre
Velleda, la sacerdotisa druídica, cuya desventurada
historia de amor constituye el más bello
episodio de Los mártires, de Chateubriand.
Víctima del amor fatídico e indomable por un
hombre que acepta su sacrificio, sin corresponder
a su pasión. Velleda es una de esas visiones
fantásticas, que se complació en evocar
Chateaubriand, ídolo inconstante y egoísta de
tantas nobles mujeres que se inmolaron por él
como la sacerdotisa celta por Eudoro. Claro
es que Pombo no imitó a Chateaubriand: la
condición de las dos mujeres es enteramente
distinta, y Edda habla, no como una pagana
semisalvaje, sino como una hija de la civilización
moderna. Que Pombo puso en su boca
palabras propias de un corazón femenino, lo
revela el hecho de que su canto fue especialmente
aplaudido por las damas, y fue correspondido,
con versos entusiastas, no sólo por el
gran poeta argentino Guido Spano, sino por
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 85
varias poetisas, que quisieron mostrar su simpatía
por su imaginaria compañera.
Dada la época y el medio social, era natural
que sorprendiera la brusca aparición de
una poetisa, que se atrevía a proclamar su
amor a la faz del mundo, con una franqueza
y valentía desusadas en la poesía castellana.
Las mujeres de nuestra raza están acostumbradas
a recibir el rendido homenaje de enamorados
trovadores; a ser objeto de culto y de
poética adoración. Aquel cambio repentino de
papeles, aquella proclamación del ídolo masculino,
era una novedad y un atrevimiento. Los
hombres, sintiéndose halagados en su vanidad,
aplaudieron. Las mujeres, viéndose interpretadas
en una faz de su vicia sentimental, que
las conveniencias procuran envolver en discretos
velos, sonrie::on a su hermana y compadecieron
su dolor. ¿ Quién entre los aficionados
de la anterior generación, dejó de sentir el estremecimiento
de las grandes emociones ante
aquel soberbio arranque?
Era mi vida el lóbrego vacío,
era mi corazón la estéril nada :
pero me viste tú, dulce amor mío,
y creóme un universo tu mirada.
A ese golpe mis ojos encontraron
bella la tierra, el ánima divina ;
mundos de sentimiento en mí brotaron,
y fue tu sombra el sol que me ilumina.
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9Cl BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
agobiado la ruina del gobierno legítimo en mi
país, la muerte de mi padre y otras graves
penas». No es del caso entrar en una refutación
filosófica de La hora de tinieblas. El que,
herido por el dolor, pretende resolver el problema
de la existencia del mal en el mundo,
con las solas fuerzas de la razón y sin levantar
los ojos a la esfera superior de la fe y de
la esperanza, tiene que ver levantarse delante
de sí el muro inmoble de la fatalidad; y ent'Jnces,
o estalla en gritos de rebelión y de protesta,
como otro Prometeo encadenado en la roca,
o adopta la actitud orgullosa de los estoicos,
exclamando como Vigny en La muerte del lobo:
Seulle silence est grand; tout le reste est faiblesse.
La repuesta, a un tiempo poética y filosófica,
que puede darse a estos arranques, está
contenida en el sereno y admirable verso de
Argensola:
¡Ciego! ¿ es la tierra el centro de las almas? (1)
(1) En una de las últimas colecciones poéticas de
Víctor Hugo, e Toute la Iyre:., hay una poesía titulada
cLumiere:., escrita, como la de Pombo, en estrofas de
diez versos, que podría publicarse al Jado de .La hora de
tinieblas:. como una respuesta optimista del gran lírico
francés a las desesperadas interrogaciones del colombiano:
¡Oh croire c'est la récompense
du penseur aimant quel qu' iI soit;
c'est en se confiant qu'on pense;
et c'est en espérant qu'on voit!
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 91
En obras de esta clase, en que la apreciación
ética y la literaria tienen que diferir profun­
damente, la belleza reside, no en la idea que,
tosca o fríamente expresada, a nadie conmovería,
sino en la energía del sentimiento, en la
profundidad del dolor que abruma al poeta y
que nos mueve a compartir su emoción, aun
cuando no aprobemos su rebelde actitud. Co­
mo dijo sabiamente Menéndez y Pelayo: «la
fuerza es un elemento estético, aun prescindiendo
de su aplicación'>. De aquí qUe el Sa­
tanás de MUton valga más para el arte que
sus ángeles buenos, dechados de pacífica per­
fección . Lo que nos interesa más en La hora
de tinieblas es el alma atormentada; nacida pa­
ra angélicas beatitudes, que derrama su pasión
en ráfagas tumultuosas. Da esta poesía la im­
presión de un mar agitado en noche equinoccial,
por un temblor que levanta convulsiva­
mente las olas, las revuelve contra la playa y
hace surgir, aquí y allá, volcanes submarinos,
coronados de penachos de fuego.
Si la inspiración de La hora de tinieblas tie­
ne sus antecedentes en Byron y en Lamarti­
ne, las décimas en que está escrita son hijas
legítimas del famoso monólogo de Segismundo,
sobre todo, de la primera, que contiene en sín­
tesis toda la negra filosofía de la pieza de
Pombo:
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92 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo,
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
pues el delito mayor
del hombre, es haber nacido.
Aquí está el germen de un drama pesimista;
pero las restantes estrofas, en vez de desarrollar
la concepción amarga del destino humano
que allí se esboza, expresan solamente el
ansia de libertad, que agitaba el pecho de Segismundo:
y La vida es sueño se desenvuelve
en ambiente providencialista, y pinta el triunfo
de la ley moral por medio de la purificación
de las pasiones. Pombo parece tomar el
monólogo de labios de Segismundo, sustituírse
a este personaje en su actitud selvática y llevar
a sus últimas consecuencias las premisas
del canto calderoniano, compitiendo con el
gran dramático en galas imaginativas, pero sin
tocar los linderos del gongorismo. Leyendo estas
tétricas y fulgurantes décimas, recuerda
úno aquellas palabras de Menéndez y Pelayo,
a propósito del Prometeo de Shelley: «Nunca
el espíritu de rebelión ha encontrado acentos
más enérgicos; y nunca la blasfemia poética,
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 93
verdadero crimen de lesa humanidad, ha salido
envuelta en tan magnífico ropaje:., Por lo '
demás, los mejores versos de esa pieza no son
los que contienen los más audaces anatemas,
pues la injuria, aun bellamente expresada, tiene
siempre un fondo antiestético, sino aquellos
otros en que el poeta manifiesta su misantrópico
hastío:
Gente, y más gente ... y más gente
pasa delante de mí:
¡oh! ¡qué triste es ver así
la humanidad en torrente!
o estrofas como ésta, donde palpita la añoranza
del ángel caído:
¿ qué vale, ¡oh soIl tu esplendor
reverberando a millares
desde el azul de los mares
hasta el carmín de la flor? (1)
¿Qué importan, noches de amor,
tus cariñosas estrellas?
¡Ah! j tantas cosas tan bellas
que, provocando a llorar,
parecen hoy extrañar
delicias que vieron ellas!
(1) En la redacci6n definitiva, Pombo sustituy6 estos
cuatro primeros versos por otros más correctos, pero quizá
menos brillantes.
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GoMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 9$
nacional, el bambuco. El Torbellino a misa es
poesía de alborada con su concierto de pájaros,
sus alegres fogatas, sus sanos aromas campesinos,
con su alegre rítornello, que repica
convidando a gozar de la vida:
Ya el alba ufana
sabrosa mana
su fresco aroma
de mejorana.
Ande el molino
pueda o no pueda,
que con su rueda
me engolosino.
¡Qué polvareda,
qué remolino!
¡Loca humareda
de amor y vino!
El bambuco ofrece un cuadro mucho más vasto:
tiene por fondo el maravilloso valle del Cauca.
En el ondulante cintillo de sus estrofas, el
poeta enlaza los más varios sentimientos, desde
el entusiasmo que le inspiran las bailadoras
del pueblo hasta los grandes recuerdos de
la patria: todo fundido al calor de una inspiración
ardiente, que eleva el espectáculo popular
a la grandiosidad de lo épico. Es poesía
tropical, por la opulencia de las imágenes y el
tono cálido del estilo, pero está trabajada con
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96 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
arte exquisito, que contiene las oJeadas del en­
tusiasmo dentro del límite cincelado de una
forma primorosa. La escena se desarrolla ba­
jo un cielo sereno, en noche de la cual dice el
poeta con andaluza arrogancia:
En una noche de aquellas
noches de la patria mía,
que bien pudieran ser día
donde no hay noches como ellas .
Pero debajo del palio de ese cielo hay una
tierra volcánica, donde todo, hombres y cosas,
se agitan, movidos por pasiorles tempestuosas,
y la naturaleza habla con la voz del trueno:
Oíamos los rugidos
del Cauca y sus reventones,
como enjambres de leones
celosos o mal dormidos.
Un inteligente crítico español observaba, hace
algunos años, que ese estilo entre noble y
familiar, entre sentimental y humorístico, que
parece propiedad de Campoamor en los Pe­
queños poemas, tiene sus antecedentes en el
Diablo Mundo de Espronceda, poema donde
se mezclan y confunden todos los tonos (1).
Pombo dio muestras de esta misma flexibilidad.
no en una obra continua, sino en diferen-
(1) Antonio Cortón cEspronceda».
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LlTERARIA 99
sa y acaba con un idilio. En piezas como éstas,
es fácil el tránsito a esa otra riquísima
sección que componen las Fábulas y Verdades
y los Cuentos para niños. Tuvo Pamba la ambición
de remozar un género, mirado por algunos
con cierto desdén, por creerlo poco propicio
para la verdadera poesía; y realizó para su
patria lo que Campoamor y Hartzenbusch hicieron
para España. No hay tema humilde que
un grande ingenio no logre embellecer, y los
tres poetas citados, moviéndose en esfera distinta
de la de Esopo, Fedro y Samaniego, dejaron
modelos de la fábula moderna, no menos
acabados que Jos antiguos. e inspirados
en una concepción más ideal y poética. Pamba
había estudiado mucho el género en una
colección titulada Fables, original and selected
by G. Moir Bussey. New York, 1865; pero apenas
tomó nada de allí. La obra de Pamba es
no sólo moral sino patriótica, animada por el
más puro sentimiento religioso y llena de nobles
enseñanzas de ftlosofía política, de previsión
y de civismo.
Pamba, desde hace cuarenta años, preveía
los peligros del naciente imperialismo del Norte,
y conjuraba a sus compatriotas para que
procurasen la .:oncordia de voluntades, dentro
de la diversidad de aspiraciones de los partidos
políticos, y trabajasen por asentar la unidad
nacional sobre bases inconmovibles. La federación
fue para él espantosa pesadilla, y se
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100 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
esforzó por desacreditar ese peligroso sistema,
hasta que tuvo la satisfacción de ver­
lo abandonado por la mayoría de los colom­
bianos, escarmentados con la dolorosa experiencia
y convencidos de la necesidad de formar
un solo bloque homogéneo de la nación, para que
pudiera resistir victoriosamente a la acción poderosa
de las fuerzas extrañas que hoy obran
en el continente. Afligíale que nuestras discordias
internas prendiesen con tanta facilidad la
tea de la guerra civil, y anhelaba por que lle­
gase el día en que los dos grandes partidos,
en vez de destrozarse impíamente en los cam·
pos de batalla, fuesen alas que permitieran a
la patria mantener el equilibrio en su ascensión
hacia la altura. Esmaltó su colección con
suaves himnos religiosos, para dar expansión
a la efusión colectiva, y enseñar a los niños
a levantar sus almas hasta el Dador de todo
bien. No repitió los conocidos temas clásicos,
en lo cual procedió con acierto, dada la perfección
a que dentro de su ideal limitado llegó
Samaniego; enriqueció la fauna tradicional con
ejemplares como el saurio de nuestro gran río,
que pintó en rasgos gráficos:
Largo, oj iverde y más feo
que un podrido tronco viejo,
pero veloz cual trineo,
a pesar del bamboleo
con que anda el animalejo;
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 101
iba un paisano caimán,
más doliente que alma en pena,
corriendo tras de un gañán,
que sorprendió de holgazán
a orillas del Magdalena.
Hizo circular por las venas de un género
exangüe la savia de una poesía ligera, aérea y
musical, y desat6 sobre las ramas secas el vuelo
de su brillante mariposa, a la cual cant6 tan
delicadamente como Hartzenbusch a La Efímera.
Prest6 Pombo un servicio aun mayor a la
niñez de habla castellana, tan poco provista
de obras poéticas adecuadas, que entretengan
y eduquen su virgen imaginaci6n; escribi6 los
Cuentos morales y los Cuentos pintados, que
ilustrados en los Estados Unidos y editados
por Appleton, no han cesado de recorrer toda
la América Española, y son tan familiares a
los niños como la Cenicienta y Nené Pulgada.
La idea de esos cuentos no es invenci6n de
Pombo; según confesi6n propia (1), la tom6 de
fuente extraña, creo que de originales ingleses.
(1) En un artículo publicado en el «Mundo Nuevo»,
de Nueva York, para anunciar las «Fábulas y verdades»,
y cuyo estilo denuncia la pluma de Pombo, se hace
referencia a «dos colecciones de cuentos en verso
que él adaptó al e.3p3ñol, trastormándolos a su manera
y sin darles su nombre,..
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102 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Pero la adaptación fue de tal clase, que les
dio nueva vida y se los apropió por derecho
de conquista. El ilustre escritor argentino don
] uan María Gutiérrez, decía en carta al señor
Caro, refiriéndose a los Cuentos: «Trabajo
humilde en apariencia, pero de mérito y
utilidad indiscutibles. El señor Pambo merece
que le estimen los amigos de la educación, como
a uno de los benefactores de la niñez sudamericana.
No es este poco timbre, según
mis ideas. Estas noches de invierno las he pasado
regulnrmente al lado del fuego, y consagrando
algunos ratos a la enseñanza de un
mulatillo de ocho años, de facilísima comprensión,
y haciéndole leer las historias de Simón
el Bobito de Los gatitos con guant3s , del Zorro
ladrón de aves caseras, etc., y mucho he gozado
al verle relampaguear los ojos de alegría y
volar en la lectura, atraído por los versos acentuados
convenientemente para sus oídos y para
su inteligencia» (1). El esfuerzo de Pombo
es de tal manera genial, que hasta ahora ha
quedado él como dueño exclusivo del género,
y Rin Rin Renacua;o, M ichín y Doña Pánjaga,
tienen individualidad inconfundible. y viven
en el olimpo imaginativo de los niños como en
el de los hombres, esas figuras míticas con que
(1) Vid. eJ uan Manuel Gutiérrez', por M . A. Caro.
En eEI pasatiempo). de Bogotá. números 37 y siguien
tes.
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 103
pobló el mundo la risueña fantasía de los antiguos.
Por común consentimiento, los años de permanencia
en los Estados Unidos son los más
brillantes de la carrera de Pombo, pues a su
rica producción original se unieron sus mejores
traducciones poéticas. Entonces interpretó
magistralmente las tres elegías inmortales: El
lago, La tristeza de OlimPio y el Souvenir; en­
tonces trajo a nuestra lengua numerosas piezas
de Longfellow y de Bryant, poetas con
quienes tiene varias analogías; entonces dio a
conocer joyas como El puente de los suspiros,
con que enriqueció la poesía castellana, como
lo hizo Bello al traducir el Moisés o La ora­
ción por todos. El gran crítico cubano Enrique
Piñeyro llamó a Pombo «rey de traductores, »
encomio que merece por la destreza con que
sabe hallar la expresión enérgica y única para
encerrar en nuevo molde imperecedero la idea
concebida en extraño idioma.
Esta gran floración corresponde a la virili­
dad del cantor: época que especialmente aman
las musas. El tercer período puede contarse
desde la vuel ta de Pombo al país hasta su fallecimiento.
Aquí comienza a adquirir preponderancia
cierta tendencia razonadora y discursiva,
que ya asomaba en algunos de sus mejores
cantos-Angelina, En el Niágara- pero
que entonces aparece avasallada por la imaginación
y el sentimiento; mientras que más
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA 1 ITERARlA 105
¡Siempre! Elegía, A Felipe S. Gutiérrez, Magia,
El trabaio, etc. Las composiciones en cuartetos
endecasílabos son particularmente felices.
En cambio se aficionó demasiado al soneto,
que vino a ser forma predilecta de su senectud,
y entre los cenrenares de esta época, al
lado de algunos realmente hermosos, abundan
los del género alambicado, desnudo de galas,
falto de música y de ambiente. Parece que
el poeta, no obstante las apologías que hizo
del soneto, considerándolo forma típica del afanado
mundo moderno; se sintIera estrecho en
tan ceñido molde y el pensamiento pugnara
por romper las ligaduras de la metrificación.
Hay poetas de inspiración caudalosa, que necesitan
los metros más amplios para desarrollarla
plenamente: Byron, Lamartine, Hugo,
apenas hicieron sonetos. Pombo, que llevaba en
el oído el ritmo del verso inglés e hizo en esta
lengua sonetos que le valieron aplauso de
autoridad excelsa (1), quiso acomodar en cas-
(1) El gran poeta Bryant. El soneto por él elogiado
dice así:
OUR MADONNA AT HOME
Couldst thou portray that face whose holy srelJ
Still sheds ite; peace o'er a ll the loved at home?
j This mme so long in other lands to roa m
That her smile only I remember well!
Hers at whose shrine. when sickness on me fell
In chilhood, suppliant thou didst kneel, my mother
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106 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
tellano toda la materia que hubiera cabido en
el idioma sajón, y se hizo oscuro a fuerza
1 saw you both smile, weep, embrace each other,
And which the sweeter was 1 could not telJ.
When memory now in manhood would recall
Her [eature, who whit thee doth share my heart,
Her half Corgotten face seems like to thine.
And both are still to me the source oC a1l
That's best in me oC poesy and art,
Nor either mother could my sould resigno
N. Y., December 1869.
LA MADONA DE LA CAS}..
¿ Pudieras tú describirme aquella imagen cuyo santo
hechizo continúa vertiendo paz en nuestro hogar sobre
lodos los seres amados? Hace tanto tiempo que va­
go por tierras ajenas, que ya no recuerdo bien sino su
sonrisa; aquella a cuyas plantas tú, madre mía, te a rrodillaste
suplicante cuando yo caí enfermo en la niñez,
y yo os vi entonces a entrambas sonreír, llorar, abrazaros
una a otra, y no pude decir cuál de las dos era la más
dulce
Ahora, en la virilidad, cuando mi memoria trata de
representarme aquella imagen que se reparte contigo
mi corazón, su rostro, medio olvidado, me parece muy
semejante al tuyo.
y uno y otro son todavía la fuente de cuanto hay
mejor en mí de poesía y ele arte, y a ninguna de esas
dos madres podtía mi alma renunciar jamás.
UNA GRAN PALABRA
El anterior soneto en inglés, insertado por vía de dedicatoria
de este librito cA mis dos madres», «María
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 107
de ser conciso. Con el tiempo se fue desarrollando
también en él la afición a emplear tér-
y Ana María», dio ocasión a cierta gran palabra que
en honor de mi religión y ele un venerado amigo mío,
protestante, quiero consignar aquí.
Un día de 1871, hallándome yo en Nueva York, lo
llevé, junto con otro soneto en inglés, referente a mi
buen padre. a la ofiema editorial de «Evening Post», y
los presenté a su anciano editor, Mr. William Cullen
Bryant, diciéndole: cHe tratado de hacer versos en inglb,
nada menos que dos sonetos, y tengo necesidad
de saber de boca de usted si eso es inglés y si suena
como poesía inglesa. cosas que por mí no puedo decidir.
Ahí se los dejo a usted». No queriendo rohar tiempo
a! venévolo señor Bryant, me retire inmediatame.nte.
Al día siguiente. 11 de marzo, encontré este

108 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
minos tomados del lenguaje común, de acc:erdo
con la teoría que expuso en carta a Menéndez
y Pelayo «sobre la conveniencia de romper
con cierta etiqueta de lenguaje que viene privándonos
en ocasiones de expresarnos con la
fuerza y verdad que admite nuestro idioma.
Tengo para mí que de romper esa etiqueta puede
resultar hoy, en manos más diestras que las
mías, un buen recurso de frescura y efecto en
la expresión. No sé si es a algún manejo de
Shakespeare o a mi natural anticeremonioso,
a lo que debo, también en violación de dicha
etiqueta, cierta afición a usar voces o modos
vulgares, cuando los aristocráticos no satisfacen
por débiles o por ya trillados y rutineros.
Profeso el principio de que los poetas deben
proponerse no sólo no dejar degradar el lenglJaje
usual e inocente, sino también ensancharlo
todo lo posible, elevando con buena elección
lo vulgar o llano que no tiene en 10 culto correspondencia
enérgica». Todo esto está muy
bien; siempre que el gusto más fInO presida a
la selección y distinga lo enérgico y expresivo
de lo prosaico y trivial. Hay que tener en
cuenta, además, la profunda diferencia que existe
entre el género lírico y el dramático, y que
Shakespeare usa un vocabulario muy crudo
como pintor de la sociedad de su tiempo. El
verso lírico castellano es exigentísimo, y no
tolera esa mezcla de toda clase de palabras,
que en otro idioma quizá no ofrece tan grave
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 109
inconveniente. Víctor Hugo en su postrera
evolución, se complació en hacer uso de
todo género de expresiones, aun las de Índole
más democrática; pero en francés no
están trazados con mucho rigor los linderos
entre la lengua poética y la de la prosa, y aun
así, las obras en donde hizo alarde de esa libertad
excesiva, no son de las que cuentan entre
sus mejores títulos de gloria. Además, una
palabra vulgar puede elevarse por virtud del
engaste artístico con que la realce el poeta; pero
esos prosaísmos, en un conjunto árido, se destacan
en toda su crudeza.
Escribió Pombo sonetos teológicos, que reunió
en un folleto (única cosa que coleccionó
en su vida), y sonetos destinados a probar,
con todo linaje de argumentos y comparaciones,
las excelencias del sistema de Hanneman.
Llamó a los primeros por capricho excéntrico,
Revólver místico, y los publicó, junto con algunos
de un desconocido poeta conceptista
de origen portugués, llamado José Soares de
Silva, y tanta semejanza tienen. por su alambicamiento
de frase, con éstos, que muchos
lectores tomaron ese nombre por un seudónimo
de Pombo, y atribuyeron a éste la obra
entera. No era así, sin embargo: el poeta luso-español
existió realmente, aun cuando su
nombre no figure en la historia literaria, y
poseo un ejemplar de su rarísimo y curioso
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110 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
libro, mezcla de verso y de prosa, todo en el
gusto de la época (1).
Examinando manuscritos de Pombo de este
último tiempo, puede observarse que en
ocasiones el primer impulso es genuinamente
poético, pero que en su afán de sutilizar el
pensamiento, de apurar el tema, de ser, en
suma, original, el escritor ha ido superponiendo
al esbozo primitivo correcciones y adiciones
poco felices, como remiendos de yeso
aplicados sobre un trozo de mármol (2). To-
(1) «Diario Métrico en aplauso de la inmaculada
concepción de María Santísima, distribuído para todo
el año y compuesto por Joseph Soares de Silva. Lisboa
occidental, MCCXVlh. Hay un soneto para cada
día del año. con un comentario lleno de citas de
padres y doctores, aunque el amor declara que «la
erudición de tan sagrados asuntos es totalmente ajena
de una seglar profesión', por lo que excusa el atrevimiento
con cel conforme afecto de mi voluntad, que
con invariable solicitud, casi en continua tarea de muchos
años, prorrumpió en la métrica consonancia de estos
sonetos.
(2) Pombo pudo quizá apropiarse lo que Byron decía
de sí mismo: c Yo no puedo rehacer lo ya
escrito. Soy como el tigre; si yerro el primer salto, me
devuelvo gruñendo al bosque; si acierto el salto es
aplastante:» . Citado por Taine en su «Literatura inglesa:».
Hay piezas de Pamba que brotaron en un solo
arranque de pasión, verbigracia, la ya citada. cEl 6 de
octubre,. La escribió al salir de una escena que
juzg6 de rompimiento definitivo con su amada; y
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COMEZ RESTREPO : CRITICA LITERARIA 111
da esta árida labor no equivale a cuatro versos
del soneto a Ricaurte-que con el titulado
De noche, brillan como diamantes entre un
montón de perlas muertas-versos que parecen
tallados por mano de un titán en roca
que desafía los embates del mar:
Tal vez destella su blancor lejano
la cumbre que empurpura el sol poniente,
o el decano peñón, do reverente
rinde su eterna salva el oceano.
Pero lo verdaderamente imcomparable es el
soneto De noche, que no fue, como se ha dicho,
obra de sus últimos días, pues se escribió
en 1890, pero que sí es su testamento filosófico
y poético, la coronación de su producción
lírica y la verdadera respuesta a La
hora de tinieblas. Encierran esos catorce versos
toda la melancolía de la vejez, cuando la
salud, las ilusiones, la vida, en una palabra,
se van alej ando con cruel y dolorosa indiferencia,
y hasta las musas dicen adiós. En el
antes florecido vergel empieza a reinar el silencio,
precursor de la muerte; pero entonces
el alma, ansiosa de inmortalidad, oye, en vez
al pie del manuscrito puso esta nota significativa:
.:El 8 por la noche fui a casa de las Too. e hicimos las
paces» Esta rapidez de impresiones intensas hace ver,
además, que hay que dar valor relativo a explosiones
como la de «La hora de tinieblas»
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112 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
de los rumores del mundo, que se apagan,
voces angélicas que la llaman, y a medida
que crecen las sombras invasoras, ve abrirse
el luminoso ámbito del cielo. El mejor comen­
tario de este soneto es su lectura: pocos, en
su género, le igualan en castellano.
Al entregar las obras de Pombo al público
no puedo menos de lamentar que esta edición
no se hubie!'a hecho cuando él vi vía, y
hubiera tenido la satisfacción de recibir el
aplauso de tantos ilustres poetas y críticos de
América y aun de España, que lo conocieron
y admiraron y que ya no existen. En especial,
es irreparable la desaparición de aquel giorioso
maestro, don Marcelino Menéndez y Pelayo,
que vivió haciendo votos por la publicación
de las poesías de Pombo, y que conociéndolas
apenas de manera fragmentaria,
las apreció en todo su valor y las juzgó
con esa perspicacia genial y ese entusiasmo
comunicativo con que supo adivinar y
sentir todo lo grande (1). Los que hoy em-
(1) Leemos en el "Horacio en España»: El traductor
de quien voy a hablar es, como tal, inédito y yo poseo
los autógrafos de sus versiones ; pero sus poesías originales
corren hace tiempo por el mundo y lo acreditan
de lírico de extraordinaria originalidad y de portentoso
brío, aunque algo caprichoso y excentrico. Sus versos,
no exentos de dureza a veces, pero henchidos siempre
de altos pensómientos y de un modo de sentir la
vida y la naturaleza, hondo, viril y nuevo en t1uestra
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 113
piezan su carrera literaria quizá no pueden
darse cuenta de lo que Pombo significa para
quienes se formaron baja el fresco hechizo de
sus cantos y guardan sus versos en la memoria,
unidos a los embalsamados recuerdos de
los días juveniles. Los poetas vienen al mundo
con la misión de decir a los que tienen
hambre y sed de ideal, palabras de esperanza
y de vida, y poseen la vara mágica que les
abre la escondida senda de las almas. Los temas
son siempre unos mismos: Dios, la naturaleza,
la mujer, el destino ... pero ¿quién será capaz
de abarcarlos, agotando su lrrestañable fecundidad?
De aquí que cada generación tenga sus
cantores (no siempre en verdad dela misma excelsa
estirpe), y no obstante, la poesía es siempre
reino por explorar, que atrae y atemoriza
a un tiempo con sus profundidades misteriosas.
No sé si después de tantos cambios de
gusto, de tantas evoluciones literarias, la poesía
de Pombo tenga para ciertos paladares
estragados, el sabor confortante de vino añejo
y generoso, con que reanimó a los espíritus
literatura, ora recuerd,ln a Byron, ora a Leopardi, ora
a Longfellow. ora a Cullen Bryant, sin que la semejanza
sea nUnca imitaci6n ni deje de sobreponerse a
toda la vigorosa y saludable naturaleza del poeta. L1á
mase este ingenio americano, tan digno de alta prez,
don Rafael Pombo, y su obra maestra es una oda a la
catarata del Niágara, ante cuya soberbia inspiraci6n
casi palidece la de Heredia:t.
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114 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
de su tiempo; pero nunca faltarán almas dispuestas
a militar bajo las banderas del que
escribió este programa de irreductible idealismo:
No mires para atrás como el proscrito
para engañar o distraer su duelo;
vuélve la espalda al adorado suelo,
que ya el mar quiere hundir.
y mientras llegas a la opuesta orilla,
donde te aguarda de la tumba el puerto,
ház como yo, soñar, soñar despierto,
soñar hasta morir.
Bogotá, noviembre de 1916
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DISCURSO
PRONUNCIADO EN LA NAUGURACION DEL BUSTO
DE JOSE EUSEBIO CARO POR DON ANTONIO GO­
MEZ RESTREPO, DELEGADO DEL GOBIERNO NA­
CIONAL Y R EPRESENT ANTE DE LAS ACADEMIAS
DE LA LENGUA Y DE LA HISTORIA
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Este trozo de mármol, tallado por hábil artista,
representa a uno de los más grandes
poetas y de los más extraordinarios caracteres
que han honrado el continente americano.
Hace cien años vino al mundo, en una apartada
e ilustre ciudad de provincia, y se extinguió
en breve, agotado por la intensidad de
su vida intelectual y afectiva, y por la lucha
que tuvo que sostener contra el medio inadecuado
y tormentoso en que lo colocó la suerte.
Murió impensadamente, produciendo con
su temprana desaparición tristeza y estupor
entre sus conterráneos, quienes, apenas se ocultó
el astro, apreciaron la intensidad y hermosura
de su luz. Desde entonces su nombre
viene a todos los labios siempre que se habla de
altos genios y de varones inmaculados. Su figura
no ha necesitado de la acción del tiempo,
para que se borren y desaparezcan las impurezas
de la vida, las manchas de la tierra,
y surja limpia y luminosa a la contemplación
de la posteridad. El mismo fundió el bronce
de su alma en el crisol del honor y del deber;
y lo dejó libre de escorias. No quiero decir
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118 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
que él tuviera la perfección sobrenatural de
los santos; sino que en el orden terreno su
vida constituye un dechado de bellE:za moral;
y que en su constante ascensión a las
al turas llegó a aquel grado en que lo bueno
esplende con Jos atributos de la hermosura; y
la austera virtud ostenta la aureola que ciñe
la frente de los escogidos del genio. En
esta vida trivial y contradictoria, en que todo
es lucha y desarmonía, él mantuvo constante
acuerdo entre sus palabras y sus actos;
y habiéndole tocado figurar en una de las
épocas más desdichadas de nuestra historia,
pudo alzar al cielo sus manos limpias de toda
mancha.
Caro vino al mundo en medio de la guerra
magna, en la época de angustias supremas
que precedió al nacimiento de Colombia, Alcanzó
a vislumbrar en su infancia los reflejos
de la incomparable epopeya; y vio alejarse y
desaparecer entre las sombras del sepulcro la
figura del Libertador. Cuando era niño, aún
no había terminado el período de los titanes;
cuando fue hombre, le tocó ver, no ya la
edad heroica, en que el crimen muestra carácter
de trágica grandeza, sino esa otra en
que, achicado el horizonte, hasta los mismos
gigantes sienten que se amengua su estatura;
y los pechos, acostumbrados a respirar el aire
libre de los campos de batalla continentales,
palpitan angustiados por falta de ambien-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 119
te. Epoca dura de formación, cuando la grandeza
recién desaparecida hace más cruel el
contraste con la miseria presente; y hombres
nacidos para brillar en el Agora y lucir en los
jardines de Academo y cantar a los triunfadores
delante de todo el pueblo congregado
para los juegos olímpicos, tienen que gastar
sus fuerzas en estériles luchas civiles, en el
seno de una sociedad pequeña, incipiente y
apartada del mundo.
Cuando vol vemos la vista a esos primeros
días de la república granadina, nos sorprende
y aflige el contraste entre la magnitud de las
figuras históricas y la estrechez del teatro de
acción que les señaló la suerte, En todos los
ramos hubo hombres eminentes, que organizaron
la nación y sentaron las bases de un edificio,
que debi6 ser hermoso templo de la libertad
y la justicia, si no lo hubiera conmovido
y cuarteado el espíritu impaciente y
anárquico de aquellos tiempos. Pocos países
jóvenes pudieron lisonjearse de haber tenido
en los puestos más altos del estado y de la
iglesia hombres como el general Francisco de
Paula Santander, el político guerrero, de variados
talentos y múltiples energías, que organizó
el gobierno en medio de los trastornos
de la guerra y de- las convulsiones revolucionarias;
y el arzobispo Manuel José de Mosquera,
que dio a la iglesia colombiana la majestad
y pureza de los grandes siglos; y hon-
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120 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ró a la patria con ejemplos de virtud heroica,
y de sabiduría y elocuencia dignos de los
Crisóstomos y de los Ambrosios. En ese grupo
abundan los nombres gratos al orgullo patrio,
como los de los Herranes y Márquez;
Aranzazus y Restrepos; Pombos y Ospinas.
Allí deben incIuírse los de los dos ilustres poetas,
cuyo centenario se cumple en este año;
flor, uno y otro, de la aristocracia granadina;
amigos y compañeros personales y políticos;
corazones de fuego y almas indómitas;
oradores y periodistas; flageladores de sus ad·
versarías en versos inmortales; vícLimas tempranas
de las pasiones de partido; guerrero el
uno por vocación genial; soldado de ocasión
el otro por amor a su causa; poetas los dos
que enriquecieron las letras castellanas con
versos de suma belleza, dignos de compararse
con los que entonces escribieron los grandes
maestros españoles. Nunca produjo este país,
a un mismo tiempo, dos varones tan preclaros;
y el año en que vieron la luz Caro y Arboleda
bien puede considerarse fausto y glorioso
en los anales de Colombia.
De Caro puede decirse lo que de algunos
genios del Renacimiento se dijo: que era un
hombre de muchas almas, por la gran variedad
de facultades que lo adornaron, permitiéndole
ser, a un tiempo, lírico insigne y organizador
de la contabilidad oficial. A él también
puede aplicarse aquella definición que
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 121
se dio de un original e inquieto pensador español
de esa época: espíritu salamandra, cuyo
centro es el fuego . Porque todo cuanto tocaba,
se convertía en lava encendida. Los rÍgidos
principios de la filosofía revestían, a su
mandato, el casco y la coraza de combatientes.
Aun las fórmulas matemáticas parecían
vivificadas por intenso fuego. Como periodista,
era de aqueilos que juegan su suerte en
un rasgo vengador de la pluma fulmÍnea. Amó
a la patria con pasión ardiente y celosa; y se
agarraba como un niño a su manto cuando
ella se disponía a lanzarlo, con mano de gigante,
más allá de los mmes. La amistad era
para él un culto; y el amor alcanzaba en su
corazón tal grado de intensidad, que le permitía
apreciar plenamente la eternidad de un
instante de dicha, y no satisfecho con esta
posesión transitoria, pretendía reclamar a su
amada, como parte precisa de su herencia de
cielo, en el día terrible de la ira, entre los horrores
de la hora final del mundo.
Hay poetas de vida tan uniforme, quieta y
aun insignificante, que sus pálidos rasgos biográficos
no guardan armonía con el brillo de
sus creaciones imaginativas. L.os versos de Caro
son la historia de su vida. fiel y enérgicamente
interpretada por el arte: cada poesía es
un acto; y cuanto el poeta escribió lo refrendó
el hombre, con hechos solemnes y decisivos
y aun con sangre de sus venas. Para la
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 123
miento. Cuando recordamos los actos subli-·
mes para unos, incomprensibles para otros,
que ejecutó sencillamente este estoico irreductible,
a quien ablandó el óleo del bautismo,
comprendemos que, aun cuando todos
hayamos sido formados del mlsmo lodo de la
tierra de donde salió Adán, hay criaturas en las
cuales fijó Dios larga mirada de amor y de
predilección, e hizo que la envoltura corpórea
fuera vaso trasparente a través del cual
irradiara el divino fulgor de espíritu inmortal.
Caro fue poeta por vocación irresistible de
su alma apasionada; y 10 fue a su modo, si­
guiendo su genialidad y SIn preocuparse del
efecto que sus versos produjeran entre sus
contemporáneos. Caro tenía una idea demasiado
alta del arte, para creer que en su cultivo
debiera darse importencia a los caprichos
de la moda o a las exigencias del vulgo
de los lectores. Figura en la escuela romántica,
porque hasta él llegó la influencia de Byron
y de Lamartine, soles que llevaron su luz
hasta los últimos confines del mundo civiliza­
do. Pero no fue un imitador fugaz, sino un
poeta eterno, que iba a buscar su inspiración
en las prístinas fuentes del sentimiento humano;
y a decir sobre Dios, la patria, la naturaleza
y el destino, palabras inflamadas en el
fuego que inspira a los videntes y profetas.
La forma, la vestidura externa de los versos
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124 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMB I A
de Caro lleva las huellas del gusto de la época;
pero su espíritu, desligado de las influencias
del momento, sobrenada en las olas mudables
del tiempo; y habla a los hombres de
hoy con más viva elocuencia talvez que a sus
contemporáneos; porque éstos que juzgaban
de cerca y sin preparación bastante, pudieron
mirar como extraño y exótico lo que visto a
suficiente distancia, reviste los caracteres de
la sublimidad; y porque Jos verdaderos vates
guardan para la posteridad revelaciones que
sólo se hacen patentes después de largos años;
como esas estrellas extinguidas hace siglos. y
cuyos bellos resplandores llegan ahora a iluminar
la tierra.
La poesía es eco humano de una revelación
divina; es voz que viene de un mundo
superior para explicarnos el misterioso simbolismo
que se oculta bajo la trivial apariencia
de las cosas; fuerza de expansión que dilata
los límites del universo visible; pensamiento
hecho luz; sangre del corazón, convertida en
vino generoso, que se escancia en cincelada
copa y, sin embriagar, exalta y conforta el
espíritu; dón que a veces participa de cierta
iluminación cuasi profética, mediante la cual
pudo Virgilio celebrar el nacimiento de un niño,
que debía renovar la tierra; Séneca predecir
el descubrimiento de un mundo nuevo;
Dante adivinar en la región austral del firmamento
la cruz del Sur, constelación en ton-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 125
ces ignorada para el viejo mundo; y Caro
anunciar desde su juventud primera su dolo­
roso destino; presentir el océano, con instin­
to de ave marina y llorar anticipadamente sus
futuras peregrinaciones y sus dolores de desterrado.
Cuando se piensa en el concepto qú"e se
formó Caro de la misión del poeta, se siente
lástima y compasión por los que aspiran a
merecer el título de tales con caprichosas
combinaciones de palabras sonoras, con vanos
juegos de imaginación, de donde está au­
sente el alma; cuando no con tristes manifes­
taciones de desequilibrio mental. Para Caro
la poesía era un rito sagrado; y él el sacerdote
que, puras las manos y limpio el corazón,
penetraba en el santuario, y oficiaba con
reverencia y temor. Escribió en verso, porque
conocía el poder misterioso del ritmo, que hace
más hondas y vivas las vibraciones del
pensamiento; y da a la idea la forma lapidaria
e imperecedera de los oráculos antiguos;
pero jamás pretendió cautivar a los lectores
con la simple música de las rimas ni con la
pompa externa de las palabras. Su poesía es
sobria y austera; y en ningún caso se ocurriría
compararla con la figura muelle y seduc­
tora de Venus Afrodita, que surge de su cu­
na de espumas, para atraer los corazones con
el ondulante hechizo de sus líneas; sino más
bien con esas gallardas estatuas de atletas, que
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126 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
nos ha legado la antigüedad: de recia musculatura,
de firme continente, serenos en su pujanza;
listos a arrojar el disco en el estadio; tan
seguros de sí mismos y tan obedientes al canon
estético, que el esfuerzo no altera la armonía
de las líneas; antes bien, hace resaltar
la soberana belleza de los contornos varoniles.
Larga preparación mental debía preceder
a la ejecución de las poesías de Caro:
porque todas ellas obedecen a un pensamiento
inicial, que se va desarrollando hasta iluminar
los últimos repliegues de la forma, como
luz de aurora que va penetrando por todas
las sinuosidades del paisaje, hasta aclarar
plenamente los remotos confines del horizonte.
Pero cuando esa inspiración había madurado
en el cerebro del poeta y había caldeado
su corazón, Caro, a semejanza del hierofante
antiguo que recibía temblando las revelaciones
de la divinidad, entraba en un período
de emoción profunda; y su esposa, que fue
su musa, lo veía sentarse durante largas horas,
a su mesa de trabajo, presa de conmoción
febril; y salir, una vez terminada la labor,
pálido y agotado por el abrazo viril con
que había aprisionado y hecha fecunda a la
materia indócil. Sólo así puede concebirse la
ejecución de obras como los ciclópeos versos
En alta mar. Cada una de sus poesías se lleva
parte de su tuerza vital. Sus versos no
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 127
son siempre tersos ni pulidos, porque con frecuencia
ostentan las huellas de la garra del
león, que se imprimió en ellos con nerviosa
intensidad. A veces se nota la lucha entre el
talento del matemático, que quisiera encerrar
el pensamiento en fórmulas de imperiosa precisión,
y la inspiración del poeta, que agita
fuertemente las alas, ansiosa de romper las ligaduras
que la comprimen. El poeta tiene en
ocasiones que emplear toda su pujanza para
blandear la barra de acero del concepto filosófico
a fin de darle la airosa elegancia de líneas
que el arte requiere.
Rugidos de león son los versos de Caro; rugidos
de dolor o de pasión. Pero en él, como
en todas las naturalezas poderosas, la dulzu .
ra suele brotar de la misma fuerza, como se
formó el panal de miel en las enormes fauces
del león brblico. El terrífico Dante, después
de emplear todos los tonos sombríos de su
paleta para pintar los círculos infernales y de
agotar el vocabulario de la invectiva para
abrumar y humillar a sus enemigos, halla en
su lira acentos de angélica dulzura cuando
canta a Beatriz, amor de sus primeros años.
Mil ton, el austero puritano, que puso en boca
de Satanás rasgos propios de la infausta
grandeza del Angel caído, entona en honor de
Eva recién creada, himnos de suavidad exquisita,
eco de las melodías del Paraíso. Caro,
después de lanzar contra los adversarios de
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128 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
su causa, las saetas vengadoras de Apolo y
de hacer crujir las carnes con el hierro candente
de su desprecio, se entrega a los deliquios
del amor correspondido y canta a su
amada con el candor del primer hombre, antes
de la turbación de la caída y de la vergüenza
del pecado. Así se levantó la figura de
Delina, desde su modesto retiro de Bogotá a
las alturas del Olimpo cristiano, donde moran,
ceñidas de aureolas celestes, las mujeres
elegidas que ha consagrado el genio: apoteosis
digna de la rara inteligencia y extraordinaria
hermosura de aquella mujer privilegiada.
La idea de Dios llena y vivifica toda la
poesía de Caro, inteligencia filosófica de primer
orden, que no se contenta con las soluciones
parciales, sino que busca la clave reveladora
de los enigmas supremos, la fuente de
las primeras verdades. Podemos representarnos
a Caro de pie, en las orillas del mar de
la eternidad, estrechando contra su pecho a
la adorada de su corazón y sondeando las til,ieblas
abismales para vislumbrar la luz del
sol eterno . Brisas de ese mar vienen a erizar
sus cabellos, haciendo flotar su blanca túnica
de poeta y arrancando proféticos acentos a
los bordones de su arpa. No se complacía Caro
en la contemplación de panoramas circunscriptos:
lo vago, 10 inmenso, lo ilimitado tenían
para él invencible atracción, porque despert.a-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 129
ban en su mente el recuerdo de lo infinito. Entre
los objetos del mundo físico, prefiere aque-
110s que despiertan la idea de la fuerza creadora,
de la vida indeficiente y activa: el mar,
el sol, el patrio Tequendama .... Sin haber
tratado temas devotos ni místicos, su poesía
tiene un carácter profundamente religioso; y
a veces ofrece la gravedad y la unción de un
himno litúrgico. Y es que en toda gran poesía
hay un fondo religioso, porque las almas
inspiradas llevan consigo la nostalgia de un
edén perdido y el presentimiento de un paraíso
reconquistado; y porque la contemplación
profunda del destino humano levanta al
poeta de la esfera puramente sensible y hace
pasar por sus versos ráfagas de misterio, como
acontece en los poetas griegos iniciados
en los secretos sacerdotales de Eleusis; en
ciertos rasgos de las odas de Píndaro; en los
coros de Esquilo y de Sófocles.
De corta extensión es la obra poética de
Caro; pero de tal intensidad y concentración
de idea y sentimiento, que presta más abundante
materia de estudio y meditación que
otras, mucho más fecundas y variadas. Lejos
de ser Caro poeta monótono y de una sola
cuerda, en su colección se advierte una gran
riqueza de asuntos y de tonos; y puesto úno
a escoger, no decidiría fácilmente cuál es la
más alta de sus notas líricas. Tiene un grupo
de gentilísimos romances, dignos de comparar-
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130 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
se con un coro de ágiles doncellas, que danzan
con ritmo perfecto, dejando admirar, al
través de los sutiles velos en que se envuelven,
la armoniosa elegancia de sus formas.
Ese grupo de breves composiciones bastaría
para asegurar la gloria de un gran lírico. En
otro género brilla, como un medallón antiguo,
el soneto a Héctor, maravillosa reducción de
un gran cuadro homérico, en donde Heredia
hubiera reconocido el arte concentrado y sugestivo
de sus Trofeos, como en los versos
En boca del ú.ltimo Inca hubiera admirado
Carducci el vuelo lírico de las aladas estrofas,
la frase concisa de corte latino y la expresión
indómita del amor a la libertad que
fueron dotes característicos de las Odas bárbaras.
El poeta innovador, que se anticipó medio
siglo a ciertos ensayos de metrificadores modernísimos,
aparece en composiciones como
juegos de niños y Estar contigo, donde usó el
verso eneasílabo con rara facilidad y que probablemente
recordaba Rubén Darío cuando
cantó juventud, divino tesoro; y en la sublime
poesía En alta mar, escrita en exámetros. Nadie
más digno que Caro de haber tenido a
su disposición ese metro amplio, musical y
soberbio que sirvió de adecuado molde a Virgilio
para cantar la grandeza de Roma. Caro
acertó a encerrar la majestad del océano en
esos versos grandes y solemnes, que gQlpean
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GÓMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 131
el oído como las olas cuando baten la roca
acantilada. Entre las poesías amorosas sobresale
la Lágrima de felicidad, que parece escrita
en los umbrales del paraíso, en el momento
de abrirse sus puertas para ofrecer albergue
en la morada de la inocencia al amor
consagrado por las lágrimas. El poeta ciudadano
que combate con la lira, como otros con
la espada, ostenta la oda La Libertad y el socialismo,
predilecta de Balart y de Menéndez
y Pelayo. Y aun queda el poeta sublimemente
didáctico, que cantando los misterios del nacimiento
y de la muerte, exponiendo la grandeza
y eficacia del dolor, definiendo la verdadera
libertad y celebrando el poder civilizador
de la fe cristiana en El bautismo, se puso a
la altura de esos sumos vates, que han sabido
emplear la poesía como medio de difundir
altas enseñanzas y han dado sublimes lecciones
al género humano : un Schiller, un Lamartine,
un LongfelIow, un Manzoni.
Caro, por el mismo aislamiento en que vivió,
no tuvo el dolor de ver repartida su herencia
poética entre la turba voraz de necios
remedadores, ni se vio aclamado como jefe de
escuela por prosélitos de que tuviera que avergonzarse.
Se yergue solitario, a manera de
montaña que levanta la frente para saludar o
despedir al sol, cuando en la tierra reinan las
tinieblas. Abrupta es la apariencia de sus rocas
cortadas a pico sobre negros abismos; es-
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132 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
casa y severa la vegetación que adorna sus
flancos. A sus cumbres solitarias sólo llega la
visita vespertina del cóndor, que se posa en
el picacho escueto para envolverse en el manto
de la noche.
Pero Caro sí dejó dignos representantes y
herederos de su genio, de su carácter y de su
corazón, en su primogénito, egregio tipo de
gran.deza romana; en su segundo hijo, gallardo
ejemplar del militar hombre de múndo; y
en su hija, que felizmente vive, para orgullo
de nuestra sociedad. Al lado de la robusta
encina del cantor de Bolívar, lució ella desde
sus tiernos años como flor de gracia, de gentileza
y de dulzura; pudiéndose decir que si
aquél representa el más grande pensamiento
de su padre, la ilustre dama, aquí presente,
es la encarnación de su más bella poesía.
Caro, mal apreciado en vida, ha recibido
después de su muerte, respetuoso culto de sus
conciudadanos; y a su genio se han rendido
magníficos homenajes. Lloraron su fallecimiento
José Joaquín Ortiz y Pedro Fernández Madrid;
lo cantó Rafael Pombo; escribió su biografía
Miguel Antonio Caro; juzgó sus poesías
con frases elocuentes Menéndez y Pelayo:
ha estado siempre con sus iguales. Hoy lo
honra el gobierno en nombre de la nación y
se entrega su busto a la admiración pública
en el sitio más hermoso y poético de la ciudad;
aquí donde vienen a tomar el sol los an-
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134 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ble para nuestros ojos, que ofrece en esos instantes
la puesta del sol. Así, cuando en medio
de la vida vulgar y sin horizontes, aparece
un genio como Caro en el cielo de la inteligencia,
comprendemos que los fúlgidos atavíos
con que se adorna, son apenas lejano
reflejo de ese sol inmortal, fuente de toda
verdad y de toda belleza, inaccesible a los
débiles ojos de la carne; pero que algún día
se hará patente, en el cielo más alto, a las
miradas del espíritu!
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DON JOSE JOAQUIN ORTIZ
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Hoy se cumple el primer centenario del na·
cimiento de don José Joaquín Ortiz, uno de
los hombres que han honrado más a Colombia
por su virtud y su talento; un individuo
a quien bien podemos apellidar patriarca de
nuestras letras y que al propio tiempo merece por
la sencillez y pureza de su vida, el calificativo
de patriarca cristiano; un poeta que ocupa
puesto de honor entre los más grandes que ha
producido el Continente.
Los que tuvimos la suerte de conocer al señor
Ortiz y de ser admitidos a la intimidad de su
modesto hogar, los que recibímos su voz de
aliento para nuestros primeros ensayos y vimos
al vieio poeta recitar nuestros versos infantiles
con el tono solemne con que él declamaba
sus propias odas heroicas; los que lo
vimos declinar majestuosamente y acompañámos
su humilde entierro con la melancolía de
quien asiste a la puesta de un sol; no podemos
ver llegar sin emoción esta fecha centenaria;
y saludamos, con íntima efusión, la sombra
del poeta de la patria. Si los deseos de
la amistad pudieran cumplirse, el nuevo siglo
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138 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
que hoy empieza vería reaparecer en nuestra
capital la venerable figura del señor Ortiz,
perpetuada en el bronce, al cual nunca aspiró
en su modestia cristiana, pero que tan adecuado
sería para realzar la figura del cantor
de nuestras glorias nacionales.
No fue el señor Ortiz un poeta precoz. Su
primer volumen de versos líricos y su tragedia
Sulma, impresos en Cartagena, en 1834, no
contienen el anuncio de un poeta de primer
orden. ' Son trabajos de imitación, que recuerdan
la escuela seudo-clásica del siglo XVIII.
Las grandes odas de Ortiz fueron obra de su
edad viril. Y tuvo el privilegio, raro en este
país, de conservar fresca la inspiración hasta
edad muy avanzada; y de ceñir su vejez con
corona de odas admirables. De aquí que el
señor Ortiz, aunque procede de época tan lejana,
dejara en los que le conocimos la impresión,
no de una ruina gloriosa, sino de un
poeta en plena actividad intelectual. Aun recordamos
la admiración que causó en el público
el 20 de julio de 1882, cuando se irguió
en la Plaza de Bolívar, cerca de la estatua
del Héroe idolatrado, y con voz grave, de
asombrosa plenitud, con ]a frente levantada
y los ojos centelleantes, cantó a Colombia
y España, los dos hogares de su alma, y envolvió
a la madre y a la hija en estrecho abrazo
de amor.
En su vida privada, era el señor Ortiz un
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 139
hombre ingenuo y sencillo, sin malicia y sin
ambición; que se envolvía en su capa, filosóficamente,
para pasar más inadvertido a las
miradas del vulgo profano; resto de una generación
que vivió de ideales heroicos, sin desdeñar
las vetustas costumbres tradicionales.
Pero en el alma del señor Ortiz ardía la llama
de la inspiración lírica: y cuando poseído
por la musa del canto, se sentaba en el trípode,
de su boca fluían augustas revelaciones; su
voz era imperatoria; levantaba a los héroes
de entre el polvo de las tumbas; y sus estrofas
tenían la resonancia de las grandes cataratas.
No es poeta heroico todo el que tiene la
ambición de serlo : ni el águila de Júpiter se
digna levantar sobre sus alas a todos Jos mortales
que quieren escalar la región del trueno.
Hay épocas, además, ya de postración y abatimiento,
ya de calma y de pacífico bienestar,
en que el poeta heroico no halla alimento adecuado
para su inspiración, ni espectáculos que
puedan seducir a la musa de Píndaro. Ortiz
vivió en un siglo de tristeza y desengaños para
las esperanzas del patriota; pero se había criado
entre los hechos de la edad heroica; había
sentido tronar el cañón de Vargas y de Boyacá;
había escuchado la palabra eléctrica del Libertador;
y estos recuerdos bastaron para llenar
su vida y embellecer el triste espectáculo
de la amarga realidad. Cuando regresaba a su
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140 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
casa, de su solitario paseo vespertino y cerraba
las puertas de su humilde estudio, empezaba
a vivir con las sombras de los héroes y
de los mártires; el encorvado anciano se transfiguraba,
hasta igualarse con ellos; y se sentía
predestinado para hablar a su pueblo y a su
raza, para conmover el alma de su nación;
para ser héroe de la palabra como los otros
lo fueron del sacrificio y la acción. Y entonces
se extasÍa con la gloria del pabellón nacional
y pronuncia esas frases magníficas que forman
parte de la herencia ideal de los colombianos:
¡Oh, la bandera de la patria es santa
Flote en las manos que flotare! ..
No está hoy de moda la poesía heroica y
el lirismo oratorio tiene menos adeptos que
hace veinte años. La juventud iniciada en nuevos
cánones artísticos, rehuye el contacto con
el alma colectiva, y se complace en la expresión
refinada y sugestiva de personalísimas y
extrañas emociones. El público suele deiarse
fascinar por el atractivo de estas sutiles impresiones,
de estos no definidos estados de alma;
pero cuando libre del peligroso hechizo
vuelve a la realidad y presta el oído a los
cantos robustos de otros poetas, cuya inspiración
corre por los campos de la literatura patria,
a la manera de los grandes ríos del tró-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 143
na!. ¡Ojalá que él, que fue mentor de tantos
literatos ilustres, siguiera presidiendo. como
sombra familiar, los estudios y trabajos de la
juventud colombiana; y le inspirara su fe in­
quebrantable; su inmenso amor a la Patria;
su culto por los héroes de la República; su
desdén por el criterio utilitario, que se ríe del
ideal y hace de la vida un cálculo egoísta; su
generoso entusiasmo que transformaba su humilde
casa santafereña en mansión frecuentada
por las musas y alumbrada, como para una
fiesta de gloria, con el fulgor de las estrellas
del arte!
Bogotá, julio 10 de 1914.
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oN JOSE CAICEDO ROJAS
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Hoy hace un siglo vino al mundo este ilustre
varón, cuyo nombre es una de las glorias
más auténticas de la literatura colombiana.
Sencillo y modesto, nunca buscó el aplauso
popular ni pretendió ocupar altos puestos públicos:
dedicó su vida al cultivo honesto y desinteresado
de las letras; al servicio de la Religión
y de la Patria. Publicó numerosos libros
en época en que editar un volumen representaba
un sacrificio pecuniario considerable y sin
recompensa. Fue amigo entusiasta de las artes.
Representó un tipo selecto de educación, delicadeza
y cultura. Murió en edad avanzada,
llorado por su familia y por cuantos sabían
apreciar las raras condiciones del caballero y
del escritor. Si su fecha centenaria ha pasado
en silencio, no es porque el olvido haya caído
sobre su memoria. Tal vez para la generación
que se formó desligada de la tradición nacional
y bajo influencias exóticas, el nombre de
Caicedo Rojas sea el de un desconocido; pero
aun quedan muchas gentes que lo conocieron
y trataron y guardan el perfume de la primera
lectura de Don Alvaro y de los Apuntes de
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148 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ranchería: para ellas el dulce y bondadoso Celta
es una figura familiar; y cuando sienten la
depresión producida por ciertos licores refinadísimos
de fabricación moderna, vuelven, con
dulce nostalgia a saborear la miel perfumada
de aromas campestres, que encerró en dorado
panal el exquisito ingenio del cpstumbrista
bogotano.
¿Quién podrá olvidar la figura de aquel anciano
venerable, correcto en el vestir, distinguido
en las maneras, lento en el andar, pausado
y suave en la conversación 7 Sus ojos claros,
su tez blanca y sonrosada, su frente amplia,
la sonrisa benévola que iluminaba su
rostro; las blancas patillas a la inglesa, inspiraban
respetuosa simpatía, aun antes de saber
que aquel vieiecillo, de tipo más bien sajón
que español, frecuentador de templos, museos
y bibliotecas, era un ejemplar de exquisita
cultura; y recorría meditabundo las viejas calles
de su ciudad natal. como queriendo fijar
el recuerdo de las postreras reliquias de la época
colonial, próximas a ceder bajo el empuje
de la ola renovadora del gusto moderno.
Don José Caicedo Rojas era un sincero y
fiel enamorado de la tradición. Nacido en los
últimos años de la dominación española, abrió
los ojos en una casa de hábitos coloniales;
y su corazón se apegó para siempre a los recuerdos
de lo pasado. Pero no en vano había
venido al mundo en el año terrible de la per-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 149
secución y del martirio de los patriotas; no en
vano guardaba entre sus memorias de niño el
eco del cañón de Boyacá: por eso unía en su
afecto a España y a Bolívar; a sus ojos; la República
era una continuación lógica de la colonia,
torpemente interrumpida en un momento
por el paréntesis sanguinario de la pacificación,
indigno de la civilización española. Para su alma
eran figuras familiares, Caballero y Góngora
y Caicedo y Flórez; Petrez y Caldas; Quesada
y Nariño; y relataba con entusiasmo patriótico,
tanto la heroica resistencia de don Sancho
J imeno en el castillo de Cartagena, como
las hazañas de Nariño y de sus compañeros
en la campaña de que fue testigo el abanderado
Espinosa.
Tenía Caicedo Rojas un alma de poeta, y
en su tomo de versos hay algunas composiciones,
tales como La fuente de Torca y El primer
baño, destinadas, desde que se escribieron,
a tener un puesto en las Antologías.
Su delicadeza afectiva, su gracia y agudeza,
hallan fácil expansión en sus elegantes estrofas.
Pero no tenía el vuelo lírico, el brillo imaginativo,
la intensidad de sentimiento, que caracterizan
a los grandes poetas; ni poseía ese
instinto musical, que crea nuevas combinaciones
sinfónicas. Sus facultades poéticas hallaban
campo adecuado en ciertos géneros en
prosa, como los cuadros de costumbres y las
leyendas coloniales, que cultivó con especial
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150 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
predilección. Sentía hondamente el encanto de
las cosas viej as; y su afecto iluminaba los recuerdos
de antaño, como el sol, al trasponer
el horizonte, envuelve los objetos en ráfagas
de luz dorada. La historia y la leyenda avivaban
su imaginación; y sabía comunicar animación,
color y vida, a cuadros pintorescos de
batallas y torneos, fiestas populares y peripecias
de viajes. El principal encanto de Don
Alvaro, la más extensa de sus obras, reside, no
en la trama novelesca, que es muy escasa, sino
en la pintura de la Santa Fe colonial, hecha
con conocimientos de anticuario e inspiración
de novelista histórico, formado en la
escuela de Walter Scott.
Amaba Ca ice do Rojas su ciudad nativa como
amaba Mesonero Romanos al antiguo Madrid.
Existen varios puntos de contacto entre
estos simpáticos escritores. Ambos unían el
amor a lo antiguo con el entusiasmo por el
verdadero progreso; y no protestaban contra
las reformas útiles, sino contra la destrucción
vandálica. Uno y otro eran archivo viviente
de interesantes memorias; y se complacían en
perpetuarlas, cortándolas en el estilo sosegado,
apacible y sabroso, con que un abuelo se dirige
a sus descendientes. A la narración seria
sabían mezclar, ya el grano de sal de la
observación festiva o satírica, siempre decorosa
y bien encaminada; ya el rasgo poético,
que levantaba el tono y hería gratamente la
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 151
imaginaciórt. Las Memorias de un setentón es
libro de deleitosa lectura. Con páginas tomadas
de los distintos volúmenes de Caicedo Rojas,
se podría formar una obra de índole seme­
jante.
Fue Caicedo Rojas académico de la lengua;
y como tal, cultivador atento y estudioso del
castellano. No era amigo del arcaísmo; no procuraba
remedar los períodos de Granada o
. de Cervantes: escribía la lengua de su tiempo,
pero con corrección, pureza y elegancia. No
sólo fue escritor de costumbres : dejó trabajos
literarios de gran precio, como su biografía de
Luis Vargas Tejada, una de las más bellas que
se han escrito sobre un autor nacional; como
su estudio sobre poesía épica americana y su
discurso académico sobre los refranes.
Cristiano a carta cabal, ciudadano benemérito,
ingenio castizo, que sólo cultivó en su
huerto plantas salutíferas y flores de suave e
inocente aroma: escritor no muy profundo, pero
rico en delicadezas, gracias y donaires; dueño
de un estilo que se desliza en giros blandos,
sinuosos v cristalinos, como la fuente de T orca,
que· inmortalizó en sus versos; Caicedo
Rojas es uno de 10 patriarcas de la literatura
colombiana. Hay nombres más altos que el
suyo; pocos hay que sean tan simpáticos en
toda la historia de nuestras letras.
Bogotá, 8 de agosto de 1916.
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DON DIEGO FALLON
DISCURSO PRONUNCIADO EN LA PEREGRINACION
HECHA A LA TUMBA DEL POETA EL 13 DE
AGOSTO DE 1907
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Señor Ministro, señores:
Cuando hace dos años un reducido y silencioso
grupo de amigos condujo a este sitio el
cadáver de Diego F aIlon, todos los que formábamos
parte del cortejo sentíamos honda
pena al comparar lo exigüo del homenaje con
el mérito excelso de aquel hombre. Pocos días
después se celebraba en esta ciudad la coronación
de otro gran poeta, de Rafael Pombo,
compañero y amigo de F allon, y el brillo de
aquella nobilísima apoteosis hacía resaltar más
la humildad del entierro del cantor de La
Luna. Tales son las desigualdades de la suerte,
cuya inconstancia es tan grande, que quizá
hoy el poeta laureado envidie en medio de
su soledad y tristeza el destino del que se le
anticipó en el viaje de las regiones eternas.
Pero los amigos y admiradores de F aIlon no
podíamos saldar con el olvido la deuda pendiente
con su memoria, por cuanto unos pocos
días se hayan desl izado ya sobre su tumba;
y hoy venimos aquí no a pagar esa deuda,
ni a darnos por satisfechos con este sencillo
homenaje, sino a dejar testimonio de que
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156 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
su recuerdo persiste en nuestros corazones; de
que muerto a los ojos de la carne, vive en
nuestros espíritus por medio de sus creaciones
poéticas, que centellean en el cielo del arte
colombiano con el fulgor que ostentan en
las noches serenas las vibraciones misteriosas
emanadas de astrvs que murieron hace ya
siglos.
No es tan rico nuestro país en glorias literarias,
que la desaparición de F allon pudiera
pasar inadvertida. Si circunstancias imprevistas
impidieron que el entierro de Fallon
fuera una manifestación de duelo nacional, no
hay quien dei e de apreciar el inmenso vacío
que dejó con su muerte esa figura excepcional,
esa personalidad originalísima, que ni tuvo
modelos, ni consiente imitadores, y en cuya
formación entraron elementos que rara vez se
juntan en un mismo individuo. Porque Fallon
no se parecía a ninguno de los hombres notables
por el pensamiento, que han brillado
en Colombia: era un ejemplar único, en quien
se armonizaron las más opuestas influencias
de raza, de educación, de temperamento; original
en lo grande y en lo pequeño; en el arte
y en la vida ; en sus intuiciones filosóficas
y en su modo de practicar el trato social.
Gentleman dotado de todas las condiciones típicas
del carácter bogotano, era un gran poeta
inglés de la raza de Shelley y de Worsdworth,
que escribía en el más puro idioma de
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 157
Castilla. Tuvo dotes de genio y condiciones
de sabio; y fue toda su vida niño; y lo
fue por tendencia de su alma y por virtud;
porque él quiso presentarse como un párvulo
delante de su Padre Celestial, para merecer
más por haber sido más humilde e ingenuo;
y no creyó que el manto de la gloria terrena
pudiera servirle para adornarse en su viaje a
la eternidad, ni aun siquiera para tenderlo como
sudario sobre sus despojos mortales.
El talento multiforme de Fallon podría dar
materia a un interesante estudio psicológico;
el rayo de luz de una crítica inteligente haría
chispear todas las facetas de ese diamante de
aguas purísimas, pero el foco más esplendente
lo constituirá siempre su pequeña obra poética.
F a110n no ha tenido el raro privilegio de
ser considerado por consentimiento unánime
como un maestro indiscutible en poesía, y de
haber podido entrar en competencia con nuestros
poetas más grandes y fecundos, sin más
caudal que el constituído por algunas composiciones,
tan escasas en número, que bastan
los dedos de una mano para contarlas. Pero
en cambio, qué calidad y rareza las de esas
joyas! Dos o tres de tales cantos ascienden a
las cimas más altas del lirismo y constituyen
ej emplares nuevos en el cuadro de la poesía
castellana. Cuando F a110n escribió La Luna,
la más acabada y grandiosa de sus creaciones,
la escuela romántica había muerto; pero nin-
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1 $8 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
guna nueva dirección se había impuesto todavía
en la literatura peninsular: eran años de
indecisión, de un marasmo de que no debía
salir el pensamiento español sino algún tiempo
después, como consecuencia de la violenta
sacudida de la revolución de septiembre. Para
escribir La Luna, Fallon no se inspiró en
ningún maestro, no imitó los procedimientos
de determinada escuela literaria: buscó la inspiración
en sí mismo, en las profundidades
de su alma, arrobada ante el espectáculo de
la naturaleza y en la contemplación de las verdades
eternas; se esforzó por entrever los fulgores
de la suma belleza; y uniendo en sí al
artista y al vidente, compuso un canto que
es una obra de arte perfecta y al propio tiempo
una elación, el vuelo impetuoso de una alma
que de un solo impulso llega hasta los umbrales
de lo infinito.
La poesía de Fallon es predominantemente
descriptiva, pero no a la manera tradicional
de la lírica española, que rara vez aplicó sus
labios a los senos inexhaustos de la naturaleza,
y generalmente la consideró como un adorno,
como un elemento decorativo en el arte.
A otra raza más soñadora correspondió dar
más original desarrollo a la poesía de la naturaleza,
considerando a ésta, no como entidad indiferente
y muda, sino como criatura animada
y sensible por cuyas venas circulan, con
ritmo solemne, los raudales palpitantes de la
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 159
vida. No volvieron al mundo las ninfas y faunos
de los antiguos ; pero todos los objetos se
animaron, como si dentro de cada uno hubiera
venido a albergarse un espíritu; lo mismo
en el átomo de polvo que danza en un rayo de
sol como en los informes bloques de piedra
que impávidos desafían el rayo. Fallon, descendiente
de esa raza por la línea paterna, fue el
mágico prodigioso de la naturaleza americana.
Su imaginación potentísima, en perenne ebullición,
y perpetuamente creadora, transformaba
en símbolos los más humildes objetos y
comunicaba animación y movimiento a lo inanimado.
Hallaba sutiles relaciones entre los seres
que pueblan la creación, y eslabonaba fácilmente
lo físico con lo espiritual y suprasensible.
El universo no era para él solamente el
alfabeto en el cual descifraba el nombre de
Dios, sino un sér activo que con las infinitas
vibraciones de sus moléculas saluda, como con
un himno inmenso, a su Creador. ¡Qué diferencia
tan grande entre la luna que invoca el
divino Herrera en una de sus elegías bajo la
forma de la diosa mitológica que rige el argénteo
carro, y la criatura púdica y misteriosa
que pone apenas su leve pie sobre el mundo
en el canto de Fallon! Y ¿qué decir de la
palma del desierto, que al conjuro del poeta
adquiere toda la graciosa languidez, todo el
voluptuoso hechizo de una beldad andaluza?
y el arte de Fallon no se limita a animar se-
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160 BIBLIOTECA ALDEANA DE CÚLOMBIA
res amables y graciosos, sino que tiene poder
bastante para arrancar de su sueño de miríadas
de siglos a los informes bloques de las
rocas de Suesca; los reúne en fantástico aquelarre;
y contemplando, entre irónico y cariñoso,
esas magnas creaciones de su mente, las
obliga a contar, en versos de potente resonancia,
no exentos de humorismo trascendental.
las épocas geológicas, las convulsiones que
acompañaron a la formación del mundo.
Muy varios elementos concurrieron a la producción
de la poesía de Fallon: innato sentimiento
artístico, que lo hacía apto para apreciar
la belleza bajo todas sus formas; prodigioso
instinto musical que se manifestó ampliamente
en su propio campo, y que lo hacía
dueño de todos los misterios del ritmo poético;
talento filosófico que le permitía elevarse
sin esfuerzo a la esfera metafísica. comunicando
luz intelectual a sus cantos: disciplina
científica. que le sirvió para adornar la poesía
castellana con galas y preseas antes exóticas.
Y estos elementos se fundieron armoniosamente
en síntesis ge.1ial, produciendo
obras que dan, como pocas en nuestra lengua,
la impresión de lo perfecto. Fondo y forma se
compenetran, sin dejar la menor huella del esfuerzo,
del trabajo material de composición.
A lo imprevisto de la idea, a la frescura de
la imagen corresponde la novedad de la expresión,
que es en F allon una creación perma-
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GOMEZ RESTREPO : CRITICA LITERARIA 161
nente. No se podría decir de él, como se ha
dicho en son de elogio de otros grandes poetas
modernos, que sus versos son obra de orfebre.
Como Lamartine, como Shelley creaba la belleza
ideal sin revelar fatiga, como cumpliendo
una función natural, como brilla una estrella,
como canta la aÍondra remontándose al
cielo entre los fulgores de la mañana. Y no es
que improvisara sus obras maestras: meditábalas
largamente. Pero supo evitar que el público
viera correr las gotas de sudor de la frente
olímpica iluminada por el genio. Más de
una vez traspasó la esfera de lo bello y penetró
en la de lo sublime. y entonces sus versos
nos comunican el estremecimiento sagrado
que causa el paso de Dios sobre el espíritu
del hombre.
La Lu.na es una obra de significación artística
tan intensa, que como el canto de Lamartine
A las estrellas, y el de Shelley a La
Nube, parece sumar en sí toda la virtualidad
poética de una lengua. Se asemeja Fallan al
gran vate francés en la majestad del cuadro
panorámico, en la impresión de religioso misterio
que se desprende de su interpretación
de la naturaleza, y al sumo lírico inglés en el
poder evocador, en el arte de dar vida y carácter
a las más vagas formas de lo creado.
Nunca las noches tropicales, las «azules noches
de verano:., han sido transportadas al
arte con toda su voluptuosa transparencia,
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162 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
con la arroba dora majestad de su luminoso
silencio, como en las aladas estrofas de Fallan.
Al terminar la lectura del canto, el hombre
inclina la cabeza, como abrumado bajo el peso
de lo infinito.
El corazón se dilata al considerar que al
elogiar al poeta no hay que hacer abstracción
del hombre, pues si el uno se elevó hasta las
regiones del genio, el otro llegó a las humildes
grandezas del justo. El, que pudo esperar
tánto de la vida, no le pidió sino lo que el
Señor indicó en la oración dominical : el pan
de cada día. Nunca se esforzó por lucrar sus
talentos, ni por obtener puestos ni honores, sino
por acendrar su espíritu. por ascender más
cada día por la escala de la perfección moral.
Al fin se abstrajo tanto, que podía parecer
un sonámbulo de la realidad, pero era entonces
cuando más abiertos tenía los ojos interiores
del lado del cielo. En medio de su trabajada
pobreza, vivió siempre alegre, con la
santa alegría de los seres que son vasos de
elección. Regocijó muchos espíritus con los risueños
juegos de su fantasía, con los chispazos
de su ingenio, pero jamás abrió ninguna
herida. iamas hizo contraer con el seño del
disgusto o de la reprobación el rostro de ninguno
de sus oyentes. Cuando llegó la muerte,
la esperó sin temor, abrazado al Crucifijo,
al cual pudo decir con el cantor de las meditaciones
:
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 163
o dernier confident de l'ame qui s' envole!
Ojalá que la admiración nacional levante a
F a110n en este recinto un monumento tan gentil
y tan adecuado como el que guarda en
París las cenizas de Alfredo de Musset. ¡Cuán
dulce será, para los que tanto quisimos al poeta,
venir a meditar a la sombra del árbol simbólico
que dé sombra a su busto de perfil
shakesperiano, mientras asoma la luna, musa
del muerto cantor, envolviendo la sabana con
sus rayos azulinos, y empiezan a titilar las estrellas,
que él llamó, con frase sublime, arenas
de la playa del mar de la eternidad, a
donde fue a saciar su alma la sed inextinguible
que lo aquejó en este mundo, del bien
eterno, de la verdad completa, de la belleza
absoluta!
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DIEGO URIBE
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Uno más ¡y de los predilectos de mi corazón!
Con la muerte de Diego Uribe desaparece
uno de los astros más brillantes que fueron
ornamento de la generación a que pertenezco.
El golpe ha sido tan rudo. que me ha hecho
enmudecer por varios días. Y hoy, cuando pretendo
consagrar un corto memento al compañero
inolvidable, pienso que mi mayor homenaje
nO quedará formulado en estas pobres
palabras, sino que se enhalará silenciosamente
del fondo de mi corazón adolorido.
Fue Uribe un insigne poeta por la delicadeza
e intensidad del sentimiento, que no se
exhaló en quejas vagas, sino que hallaba bellas
formas imaginaLivas para encarnarse y
musicales ritmos para expresarse. Siguió siempre
las naturales tendencias de su ingenio y
los dictados de su corazón, sin querer forzar
su naturaleza ni torcer su inspiración por seguir
la moda o el ejemplo de maestros lisonjeados
por la popularidad. Cultivó la poesía
como un sacerdocio, que le imponía graves e
ineludibles obligaciones, entre otras, la de ser
sincero y no traicionar nunca la pureza de su
vocación ni la integridad de sus ideales. Si a
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168 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
la hora de la muerte hubiera tenido que hacer
examen de conciencia literaria, no hubiera tenido
que avergonzarse ante Dios de ninguna
de sus inspiraciones poéticas, ni borrar una línea
como quien oculta una llaga moral o una triste
deformidad física. Su poesía fue siempre
pura, melancólica pero ungida con el óleo del
espiritualismo cristiano. Como hombre pudo
tener sus luchas, sus vacilaciones, las flaquezas
inherentes al linaje de Adán; pero no pretendió
elevar nada de esto a la región del arte
ni convertirlo en materia poética. Depuró
sus sentimientos, para no expresar en forma
artística sino aquello que por su naturaleza
ideal, era digno del lenguaje divino de las
musas.
Compartió Diego su gloria poética con la
dulce mujer con quien compartió también la
vida durante sus breves años de felicidad terrena.
Imposible recordarlo, sin evocar el poetico
nombre de Margarita. Cantó a su esposa,
la madre de sus hijos; y así como le consagró
en el campo de la poesía, le fue fiel hasta la
muerte en la realidad. No fueron sus sollozos
patéticos la hipócrita expresión de un dolor
fingido, ni la confesión dolorosa de un tardío
arrepentimiento. Lloró su felicidad perdida, su
hogar deshecho, el espectáculo doloroso de las
cuatro rubias cabecitas de sus hijos que flotaban,
como despojos, entre las espumas del
naufragio. Y a modo de fiel terranova, se sen-
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170 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
privado de la contemplación del mundo externo,
goza de una iluminación interior que le
permite ver, con los ojos del alma, una realidad
superior a la materia, y ante la cual la
luz del día arrojaría tinieblas sobre el esplendor
en que se baña su espíritu; la costurera
que trabaj a día y noche sin descanso y acompasa
con el ruido de su máquina el vaivén de
sus ilusiones, que se deslizan por su mente
e como el hilo por el blanco carretel:., los chicuelos
que bajan del páramo helado, trayendo
sobre sus espaldas «el musgo de los riscos y
flores montañeras», y a quienes el poeta contempla
desde el salón de baile adornado con
los despojos de esa carga infantil, con «los
guiñapos húmedos y la sonrisa amarga, parados
en la puerta de la floristería»; y hasta la
tigre hircana a quien el poeta presta algo de
su sensibilidad exquisita, haciendo rodar una
lágrima de sus salvajes pupilas, al recuerdo
nostálgico de su bosque natal. ¡Feliz el poeta
que logra caracterizar así sus figuras. dándoles
cartas de ciudadanía en el mundo del arte!
Al cantar Uribe a los niños abandonados,
a la mujer que sucumbe bajo el peso del trabajo,
al obrero que sufre, toca temas que han
excitado la inspiración socialista en otros poetas.
pero hay en el fondo de la poesía de
aquél, un espíritu compasivo y un hálito de
caridad cristiana que suavizan la dureza de
los gritos de queja o de dolor que bajo otras
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 171
plumas adquieren el carácter de una amenaza
social.
Era Diego Uribe un verdadero enamorado
de la poesía. Aun en las épocas en que sufrió
más rudos golpes en sus negocios y tuvo que
luchar a brazo partido con la suerte adversa,
entregándose a ocupaciones enteramente ajenas
a su índole y sus gustos, su corazón permaneció
fiel al culto de toda su vida y la poesía
tuvo en él hasta el último instante, un entusiasta
sacerdote. No podía tolerar que se hablara
de ella con frívolo desdén, como suelen
hacerlo ciertos espíritus secos y positivos que
miran al poeta como la ociosa cigarra en medio
de un pueblo de laboriosas hormigas. Como
protesta contra esta tendencia negadora
de todo ideal y que reduce la vida a la satisfacción
de las necesidades de la materia, escribió
Uribe aquella linda poesía, de tan noble
simbolismo, digna de SulIy Prudhomme y
que lleva por título En el barbecho. En esa
que pudiera calificarse de fábula lírica, el poeta
pone en contraste al buey de labor que se
inclina fatigado bajo el yugo y a la avecilla
que con su canto al parecer inútil alivia el
cansancio del paciente animal y alegra a la
naturaleza. Después de pintar la suspensión
en que ésta queda con el himno de aliento y
de júbilo del ave cantora, termina el poeta :
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 173
de fortuna, la dulce compensaci6n de sentirse
fortalecido con el cariño y solicitud de sus hijos,
de ver formarse a los varones en la escuela
del honor y del trabaio, y de contemplar
en sus dos encantadoras niñas la renovaci6n
de las gracias y las virtudes de su madre.
H a sido llorado con lágrimas del coraz6n,
de esas que al caer, cálidas y profusas,
sobre el sepulcro recién abierto, parece que
ablanden y entibien el lecho de dura tierra
donde se duerme el último sueño.
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•

MIGUEL RASCH ISLA
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El título que Miguel Rasch Isla ha dado a
su volumen de sonetos, corresponde muy bien
al carácter dominante de su poesía. Así como lo
sonetos de José Eustasio Rivera resplandecen
con fulgores de mediodía tropical, los de Rasch
Isla recuerdan esos crepúsculos vespertinos. ricos
de tintes suaves y delicados, de matices
evanescentes, que dejan en el alma y en los
ojos una grata impresión de melancólica armonía.
Del libro de Rasch Isla podemos repetir lo
que en pasada ocasión dijimos del de Rivera:
es un libro de verdadera poesía, española y ori·
ginal, escrito en arrogantes versos castellanos,
de corte castizo pero de sabor moderno y en
un estilo que no necesita de clave para su
acertada interpretación y cabal inteligencia.
Sus sonetos brillan con el primor y delicadeza
que en su ejecución ha puesto el artista.
Rivera es un poeta predominantemente objetivo.
Rasch Isla cultiva el lirismo subjetivo.
Pero así como de las poesías de aquél no
está ausente su personalidad, que a veces se
destaca con pujante energía, así la inspiración
íntima de Rasch Isla se aviva con el contacto
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178 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
del mundo externo, con la contemplación apasionada
de la naturaleza, que presta al poeta
colores y armonías y el rico tesoro de imágenes
y comparaciones que dan forma concreta
y viva a las vagas e íntimas emociones, a las
sutiles impresiones del artista soñador.
Los sonetos de Rasch Isla forman un cancionero
de amor; no componen un poema narrativo:
expresan emociones. Por su lectura
sabemos que el poeta ha amado intensamente,
y que como tantos otros lleva en su corazón
y en su mente la imagen de una amada imposible,
que no ha influído materialmente en
su existencia. pero que ha sido estímulo poderoso
para su inspiración. Rasch Isla es un
poeta sincero, sus versos son el eco de pasiones
hondamente sentidas. No ha inventado,
como recurso poético, una mujer ideal: ha
transformado en poesía el recuerdo que una
mujer real ha dejado en su memoria.
Rasch Isla es poeta idealista, pero no con ese
idealismo falso y frío que en vez de sentir,
ergotiza sobre el amor y que saca a la mujer
de la esfera de lo humano y de lo real, para
trasladarla a las frías regiones de la abstracción
metafísica. Es idealista porque ve en la
mujer, no sólo el aspecto sensible, sino el intelectual
y afectivo, y lleva al amor, junto
con el ardor de la sangre, el rendimiento caballeresco
que es propio de Jos poetas de esta
escuela. Por lo demás, la delicadeza de tacto
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 119
de un artista puede dar forma puramente estética
a lo que expresado trivialmente parecería
un atrevido movimiento de la pasión. Hasta
el desnudo puede tratarse con casta intención,
y hay gran diferencia entre la Venus de
Milo con su noble serenidad y la Venus CaHpiga,
con su provocativa y sensual actitud.
La poesía amorosa, con tendencia idealista,
arranca de la Edad Media y tiene en el Canzoniere
del Petrarca su más alta representaciSn.
La estrella del cantor de Laura ha brillado,
durante siglos, sobre poetas de diversas
razas, como Herrera, Ronsard y Sidney en el
Renacimiento, y como Leopardi, Lamartine,
Shelley y Rosseti, en los tiempos modernos.
¿ Cómo puede alcanzarse la novedad con temas
en que han ejercitado su inspiración muchas '
generaciones de grandes poetas? Aun cuando
los asuntos sean. sustancialmente. unos mismos,
se diversifican hasta 10 infinito. gracias a los
grandes artistas. que los renuevan por el sentimiento
y los hacen suyos por medio de la
expresión. Hasta en el timbre de los versos se
revela la sensibilidad peculiar de cada poeta;
con mayor razón se trasluce en las imágenes
que prefiere para encarnar su pensamiento;
en las comparaciones a que acude para ponerlo
de relieve y en esos rasgos enérgicos y decisivos.
que a modo de relámpagos, iluminan
los hondos abismos del alma.
La vuelta del poeta a los lugares que fue-
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180 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ron teatro de sus ya muertos amores, tema
muy explotado en todos los tiempos, y que
trató Petrarca en sus melancólicos sonetos de
Valclusa, inspiró, en el siglo pasado, tres de
las más bellas elegías que tiene la poesía moderna:
el Lago, de Lamartine; la Tristeza de
Olimpio, de Víctor Hugo, y el R ecuerdo , de
Alfredo de Musset. El asunto es análogo, pero
la inspiración tan distinta, como lo fue el carácter
de los tres excelsos líricos. El platonismo
amoroso es el alma de las Elegías, de F ernando
de Herrera, y también lo es del E pipsichydion,
de ShelIey, en cuyos encendidos versos
luce y centellea ; y sin embargo, nada hay tan
diverso como el genio del poeta español y el
del inglés.
Gusta Rasch Isla de envolver sus cuadros y
sus figuras en resplandores de luna; pero no
cuando el astro nocturno se ostenta amarillento
y tétrico, embozado en fúnebres vapores, sino
cuando vierte luz serena, que parece inmaterializar
los objetos. Su musa bien podría ir en
el cortejo que preside el ángel a quien caracterizó
Dante con aquellas divinas frases : creatura
bella, bianco vestita.
Hay en la poesía de Rasch Isla un fondo de
desencanto, de pesimismo, no trascendental y
filosófico, si no personal y casi instintivo,
basado en su propia y desengañada experiencia.
Esa melancolía tiñe de tinte crepuscular
no pocos de sus versos y contrasta con el vi-
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182 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
Sin embargo, seremos cual dos naves
Que hacia el mismo conjín, por apartadas
Rutas fueran marchando paralelas:
y que en mitad de las tal mentas graves,
Viéranse, aunque distantes, hermanadas
Por la visión de sus remotas velas.
Hay otra vigorosa impresión marítima en el
soneto intensamente triste, que se titula No
puede ser:
¡Adiós! mi desamor está sediento
Pero no de tus aguas. Tú has llegado
Cual procelaria errátil contra pi viento,
Hasta mi corazón sañudo y grave,
y es más lóbrego el mar desamparado
Si ba;o el huracán lo cruza un ave
E l siguiente soneto-bello ejemplar de la inspiración
idealista de nuestro poeta-se cierra
también con una gentilísima comparación :
Esta ilusión fue un rayo de la aurora
perdido de mi vida entre la bruma,
copo sutil de fugitivo espuma.
Sombra jugar de un ave viajadora.
La vi morir de súbito, señora,
Pero su muerte al corazón no abruma;
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 183
La ilusión es esencia que ,berfuma
Mejor, cuando el alma se evapora.
Hoy sólo siento en mi inteTlor aquella
Vaga inquietud del niño que delira,
Dormido en un jardín, con una estrella;
Que intenta asirla en su infilntil anhefo,
y de repente. al despertar, la mira
No ya en su sueño infiel, sino en el cielo.
Hay en Rasch Isla-y estos versos lo de'
muestran-bajo una forma castiza, un fondo
romántico; como suele ocurrir con todos los
poetas en quienes predomina el sentimiento.
El romanticismo es pasión; y sin ella, no existe
la poesía amorosa. Pero Rasch Isla no expresa
sus emociones en la manera tempestuosa,
apasionada e hirviente de los grandes poetas
de la época romántica-en nuestro entender
los más grandes líricos que ha visto el mundo-sino
en una forma más templada, más
contenida, de matices más tenues y tonos más
suaves, de acuerdo con el gusto que ahora
predomina. Su libro no es solamente una colección
de buenos versos, sino la historia sentimental
de su alma de poeta. Y esto hace
su mayor encanto.
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JOSE EUST ASIO RIVERA
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Tierra de Promisión llama Rivera a la colección
de sus poesías. El poeta no la ha contemplado
desde lejos. como vio Moisés desde
el monte NebQ la tierra de Canaán, sino que
ha morado en ella y la ha beneficiado, según
lo muestran los espléndidos racimos con que
viene cargado, a la manera de J osué y Caleb,
cuando regresaron de su exploración y llegaron
al campo de los israelitas.
Tierra de Promisión es ante todo, un libro
de verdadera poesía, castellana por su lengua,
nacional por su color; y está escrito en sonoros
y arrogantes versos, sin claudicaciones métricas
ni desfallecimientos rítmicos; todo lo cual
hace a Rivera acreedor al más sincero aplauso,
pues significa mucho que un poeta joven y
original como él dé el buen ejemplo de escribir
clara y limpiamente en su idioma y de
maneiar la versificación de acuerdo con exigencias
imperativas del oído castellano.
Una parte de los sonetos de Rivera está en
verso endecasílabo, otra muy importante, en
alejandrinos, según práctica muy extendida en
la moderna poesía castellana y que tiene algún
ejemplo en la época clásica, como el so-
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188 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
ne to a la Virgen del célebre versificador Pedro
de Espinosa.
Rivera es un poeta eminentemente obietivo:
observación que no ofrece novedad para quien
haya frecuentado sus versos, pero que no puede
menos de consignarse en cualquier estudio
que pretenda definir su personalidad artística.
No quiere esto decir que el eyo» , que
tan odioso era a Leconte de LisIe y a otros
poetas parnasianos, esté ausente de los versos
de Rivera ; pues en no pocos de sus sonetos,
se destaca la figura del poeta en frente de los
grandiosos panoramas que contempla y descubre.
Pero hay mucha distancia de esta actitud
a la del poeta íntimo que aparta los ojos del
espectáculo del mundo externo para sondear
los abismos de su sér interior y revelarnos los
secretos de su vida espiritual, a la manera de
Sully-Prudhomme.
Rivera sabe ver y sentir la naturaleza y sabe
además hacemos participar de esa visión
clara y luminosa del mundo exterior. No hay
quien no abra ansiosamente los ojos para recibir
las caricias de la luz v solazarse en la contemplación
de las cosas; pero en la mayor parte
de los hombres esa contemplación es vaga
y confusa, y no podría definirse en una forma
concreta. Rivera aprecia las líneas y los colores,
los objetos aislados y los vastos conjuntos;
los pormenores y las grandes masas, Tiene la
fantasía gráfica y es, al propio tiempo, un opu-
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 189
lento colorista; y por este aspecto, un digno
hijo del trópico.
Aun cuando los españoles fueron los primeros
y más audaces exploradores de este Con ti·
nente, no es en la poesía peninsular en donde
puede buscarse la huella de la naturaleza tropical.
Ercilla, insigne descriptor de sitios geográficos,
no era paisaj ista. En Europa, el gran
poeta del trópico es un moderno, nacido en
aquellas regiones Leconte de LisIe, natural de
la isla de Borbón. Cantó lo que sus ojos habían
contemplado desde su niñez; los parajes
que había recorrido; la luz que había producido
en su retina y en su fantasía una deslumbradora
embriguez; la ebullición de la vida, en
su plenitud salvaje en el seno de los bosques
impenetrables: el aroma penetrante de las ricas
especierías y de las flores exóticas; los elefantes
del desierto .. . .... Toda esta poesía
tiene un color, un relieve, una vida, que revelan
la impresión di recta de los obj etos; la familiaridad
con las escenas descritas; la experiencia
personal, en una palabra, que no puede
suplirse con lecturas .. ni con caprichosas invenciones.
Rivera también canta lo que ha visto y sentido
por sí mismo; lo que le es familiar desde
sus primeros años. Gracias a él han entrado
en el arte patrio-yen forma espléndida por
cierto-los paisajes de nuestras tierras cálidas;
de las vastas dehesas del T olima, abrasadas
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190 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
por el sol, que las hiere de plano, y de las
grandiosas pampas de nuestro Llano oriental,
en donde la naturaleza es hermana de la que
descríbió el poeta de la isla de Barbón.
Es Rivera un poeta masculino, hecho al rugido.
no al llanto; habituado a los espectáculos
imponentes y selváticos, más que a los que
ofrece la naturaleza domeñada por el hombre.
Sus versos tienen la resonancia de los grandes
torrentes, a cuyas márgenes se ha sentado tantas
veces el poeta solitario, ensayando templar
su arpa al diapasón de la voz augusta de la naturaleza.
Su pluma es buril y es pincel; pero
no 1 imita él el horizonte de sus cuadros; antes
bien, haciendo uso del gran poder de evocación
de que dispone la poesía, agranda infinitamente
sus perspectivas y rompiendo las
barreras de! mundo físico , proyecta sobre él ía
visión gloriosa de Jo infinito
Los sonetos de Rivera que más nos agradan
son aquellos en donde se manifiesta en toda
su limpidez la inspiración épica u objetiva. Ante
la majestad de la naturaleza nos parece de
escaso interés el dato anecdótico, aun cuando
tenga la gracia maliciosa del soneto marcado
con el número sexto de la primera parte. P ero
¿qué representa esto ante escenas como la
descrita en el siguiente, grandioso soneto ?
P erfilando sus moles sobre el dombo infinito,
La solemne montaña colosal se columbra,
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GOMEZ RESTREPO. CRITICA LITERARIA 191
y la triple ringlera de picachos alumbra
con luceros, sus torres de vetusto granito.
De repente, los vientos se despiertan al grito
Del condor, y ofuscando la lejana penumbra,
Un volcán, sobre el sueño de los montes, encumbra
Su penacho flamante con rubor inaudito.
Mitológico entonces, al reflejo remoto,
Como blanco castillo de opalinas almenas,
Un nevado levanta su pináculo ignoto.
y al bruñirlo la luna con temblores de argento.
Hacia allá, por encima de las cumbres serenas,
Como una nube blonda vuela mi pensamiento.
El arte de describir la naturaleza tiene sus
raíces en las literaturas clásicas, como lo sabe
todo el que haya ojeado las obras de Homero,
de T eócrito, de Virgilio. Sólo que en el
arte antiguo, el paisaje ocupaba un lugar secundario;
pues en él, como en la pintura italiana
del Renacimiento, el puesto preeminente
estaba reservado al hombre. Complacíase
Homero en distraer la imaginación de las escenas
de sangre y de matanza, por medio de
largas y vívidas comparaciones tomadas de la
vida rústica. Virgilio en sus c:Geórgicas:t pintó
el campo y los animales domésticos con arte
exquisito, fijando, en pinceladas admirables, el
recuerdo de los vivos lagos, de las umbrosas
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GÓMEZ RESTREPO : CRITICA LITERARIA 193
tunda y de la rima rica. Son poetas viriles.
Chocano se siente atraído por la historia y la
leyenda, y en su principal colección, en «Alma
América», predomina, sobre la parte puramente
descriptiva, la narración de carácter
épico. No así en «Tierra de promisión:., donde
el cuadro de la naturaleza no tiene otro
espectador que el poeta, quien lo refleja, no
como espejo inerte, sino transfigurado por la
imaginación y el sentimiento. Udón Pérez, hijo
de Maracaibo y enamorado de su espléndido
lago, nos da, en buena parte de su colección
«Anfora criolla', impresiones marítimas,
frescas, nítidas y transparentes, como quien
ha vivido en la fascinante intimidad de las
olas. Pero también, apartando los ojos de las
aguas, sabe dirigir sus miradas al bosque primitivo
en donde el salvaje aguza sus armas
y enherbola su flecha.
Citaremos tres sonetos para que los lectores
se complazcan en apreciar las ana10gías de
temperamento y las diferencias de estilo de los
poetas que acabamos de comparar:
LAS ORQUIDEAS
(De Chocano)
Anforas de cristal, airosas galas
De enigmáticas formas sorprendentes,
Diademas propias de apolíneas frentes,
Adornos dignos de fastuosas salas.
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194 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
En los nudos de un tronco hacen escalas;
y ensortijan sus talles de serpientes,
Hasta quedar en la altitud pendientes
A manera de pájaros sin alas.
Tristes como cabezas pensativas
Brotan ellas, sin torpes ligaduras
De tirana raíz, libres y altivas;
Porque también con lo mezquino en guerra,
Quieren vivir, como las almas puras,
Sin un solo contacto con la tierra.
PLANTAS ACUATICAS
(De Ud6n Pérez)
Llegan, se unen, giran.... y en la oscura
Superficie del río el grupo avanza,
Sereno, majestuoso, a semejanza
De un viejo galeón en miniatura.
Sugiere cada hoja la figura
De un corazón abierto a la esperanza;
Los vástagos en flor, puntas de lanza,
Aceros de conquista y de aventura.
Vibra y flamea volador enjambre
De púrpura y de oro en cada estambre,
Como breves banderas españolas,
y un pajarillo de jubón de seda
Marcha en la nave, como Alonso Ojeda,
En pos del Lago de cerúleas olas.
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GOMEZ RESTREPO: CRITICA LITERARIA 195
TIERRA DE PROMISION
(H-lX-De Rivera)
Con pausados vaivenes, refrescando el estío,
La palmera engalana la silente llanura;
y en su lánguido ensueño solitaria murmura
Ante el sol moribundo sus congojas al río.
Encendida en el lampo que arrebola el vacío,
Presintiendo las sombras, desfallece en la altura;
y sus flecos suspiran un rumor de ternura
Cuando vienen las garzas por el cielo sombrío.
Naufragada en la niebla, sobre el turbio paisaje
La estremecen los besos de la brisa errabunda;
y al morir en sus frondas el lejano celaje,
Se abandona al silencio de las noches más bellas;
y en el diáfano azogue de la linfa profunda,
Resplandece cargada de racimos de estrellas.
Como puede observarse en el último terceto,
posee Rivera el arte de los finales magníficos,
con frecuencia iluminados con fulguraciones del
sol y de las estrellas. Es inolvidable el cuadro
del ciervo que se yergue sobre el ventisquero
a los últimos reflejos del día:
y sobre el bloque deslumbrante y cano
Como la zarza del Horeb, se enciende
Su cornamenta en el fulgor lejano.
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196 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA
* * *
No terminaremos estas líneas sin citar otro
soneto en que Rivera, el cantor de las vastas
perspectivas y de los espectáculos grandiosos,
se muestra como primoroso orfebre, capaz de
engastar, en armónico concierto, gemas de variadísimos
matices. En este soneto describe al
lindo insecto que de pasada pintó Leconte de
LisIe, en aquella estrofa de su deliciosa poesía
4: Le Manchy >, una de las pocas en que
guardó un recuerdo Íntimo y personal, el perfume
de un amor de sus primeros años:
Tandis q' un papillon, les deux ailes en f1eur,
Teinté d' azur et d' écarlate,
Se posait par instants sur ta peau délicate,
En y laissant de sa couleur.
Dice así Rivera:
Persiguiendo el perfume de risueño retiro
La vivaz mariposa por el monte revuela
y en los aires enciende sutilísima estela
Con los élitros suaves de luciente zafiro.
En la ronda versátil de su trémulo giro.
Esclarece las grutas como azul lentejuela,
y al flotar en la lumbre que en los ámbitos riela,
Vibra el sol y en la brisa se difunde un suspiro.
Al rumor de las brisas y al vaivén de las quinas
Resplandece en la fronda de las altas colinas,
Polvoreando de plata la florida arboleda,
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GOMEZ RESTREPO; CRITICA LITERARIA 197
y gloriosa en el brillo de sus luces triunfales,
Sobre el limpio remanso de serenos cristales
Pasa, sin hacer sombra, con sus alas de seda.
Una crítica minuciosa hallaría, al examinar
los sonetos de Rivera, algún verso menos feliz
que sus compañeros, alguna rima forzada, alguna
expresión ideológicamente extraña, algún
rasgo crudo; y anotaría que no en todos los
momentos la inspiración del poeta se halló a
la misma altura; crítica útil cuando se hace
con criterio elevado, y no con los rastreros propósitos
de quien goza en hallar puntos opacos
en un fondo luminoso, y pone su conato en
ejercitar lo que un grande escritor colombiano
calificó gráficamente de «crítica ratonesca>.
Por nuestra parte consideramos que «Tierra de
promisión:. es una etapa en el movimiento ascensional
del poeta, el cual, ampliando su campo
de acción, puede llegar a una verdadera
concepción épica. A eso lo lleva su temperamento,
muy distinto del de aquellos poetas, deliciosos
también, que con sus cantos Íntimos y subietivos
satisfacen una gran necesidad del espíritu
humano, que se arroba ante la contemplación
de las bellezas del mundo, pero se complace
igualmente y quizá de manera más intensa, en
penetrar en las intimidades de una alma grande.
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INDICE
Págs.
Don Antonio G6mez Restrepo. . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Caro, crítico.................................. 13
Rafael Pombo................................ . 47
Discurso pronunciado en la inauguración del busto
de J osé Eusebio Caro.... . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Don José Joaquín Ortiz... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Don José Caicedo Rojas. . . .. . . .. ... . ... ... .. . . 145
Don Diego Fallan............................. 153
Don Diego Uribe ............................. 165
Miguel Rasch Isla............................. 175
José Eustasio Rivera.. ........ ... ...• . .... ..... 185
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SERI E LITERARIA
N.o 8
©Biblioteca Nacional de Colombia
BOGOTA
EDITORIAL MINERVA
1935

· ,
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