19.05.2013 Views

Pdf Nº8 (0) - Ánima Barda

Pdf Nº8 (0) - Ánima Barda

Pdf Nº8 (0) - Ánima Barda

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

6<br />

F ue despertar de la inconsciencia para<br />

atontarse con tantas preguntas.<br />

—¿Está despierto? ¿Está con nosotros? Sí,<br />

así es. Soy Don Gris, un agente a servicio secreto<br />

del gobierno y quiero saber qué sabe de<br />

nosotros, señor Hinds. ¿Qué esconden tantas<br />

arrugas?<br />

A lo que el viejecillo respondió con cara de<br />

extrañeza:<br />

—¡¿Qué?! ¿Puede repetir? ¿Puede hablar<br />

más alto? ¡A los jóvenes de ahora no se les<br />

entiende nada!<br />

La mayoría de las veces hizo aquello de no<br />

escuchar por necesidad (estaba algo sordo),<br />

la otra mitad por fastidiar a la gente vestida<br />

con trajes y caras largas. Era tan irrespetuosa…<br />

¿Por qué le preguntaban tantas cosas?<br />

El anciano acababa de recuperarse de una<br />

operación. Se encontraba en aquella habitación<br />

blanquecina junto a un hombre que no<br />

conocía de nada y que le fulminaba a preguntas.<br />

Y no, no era un concurso de holotelevisión.<br />

¿Por qué no habían enviado, al menos, a<br />

una enfermera sexi?<br />

Don Gris miró a Doña Gris. Ambos se encogieron<br />

de hombros. Ella ya lo había dicho<br />

antes: “Creo que otros se han trabajado ya al<br />

viejo este y le han robado todo lo que sabía”.<br />

Don no estaba dispuesto a creerlo aún, había<br />

hecho un curso de tres meses para ser incrédulo.<br />

Doña Gris marchó a por un café, mientras<br />

Don Gris seguía con su asedio.<br />

—Señor Hinds, el pasado cuatro de octubre,<br />

a las doce y treinta y dos, compró un rememorador<br />

en un mercadillo de las afueras<br />

de la ciudad, regentado por Bloom, el Ladrón<br />

de Cuerpos. Sabemos todo.<br />

—Es que estoy sin blanca.<br />

—¿Disculpe?<br />

—¡QUE ME LO COMPRÉ EN UN MER-<br />

CADILLO PORQUE ESTOY SIN BLANCA!<br />

¿Cree que la pensión me da para repararme?<br />

¡El año pasado vendí un riñón a cambio de la<br />

cadera nueva!<br />

—No es eso a por lo que he venido…<br />

—¿Por qué me hace perder el tiempo entonces?<br />

CARLOS J. EGUREN HERNÁNDEZ<br />

<strong>Ánima</strong> <strong>Barda</strong> - Pulp Magazine<br />

Don Gris sacudió el rostro. Vaya, aquello<br />

pintaba especialmente difícil. Había sido<br />

preparado para interrogar a tipejos que eran<br />

moles de músculos y se habían arrancado la<br />

lengua para no decir nada, pero el paciente<br />

Hinds parecía más complicado.<br />

—Señor Hinds, usted compró un rememorador<br />

que no estaba en blanco. Ni siquiera<br />

fue reiniciado. Ese grabador y visor tenía recuerdos<br />

de su antiguo portador. Perteneció a<br />

Don Rosa que…<br />

—¡Qué nombre más ridículo! ¿Ya no os ponen<br />

nombres de verdad? ¡Es vergonzoso!<br />

Don negó con la cabeza. Tenía que continuar.<br />

No podía ser vencido en un duelo contra<br />

un abuelito.<br />

—Escúcheme, señor Hinds. Le advierto de<br />

que esto no es broma.<br />

—¿Qué? Repita…<br />

Gris admitió que tenía que perfeccionar su<br />

técnica si quería descubrir la verdad. Debía<br />

dar algo más para empujar al viejo a la confesión.<br />

—Don Rosa era un agente doble. Estaba<br />

vendiendo secretos de estado al enemigo. No<br />

sabemos cuántos ni a quién exactamente,<br />

pero al enemigo.<br />

>>Nuestros agentes abatieron a Don Rosa.<br />

Por desgracia, cayó a un río y los miembros<br />

de la organización que le dieron la baja no<br />

fueron a por el cadáver, porque su turno laboral<br />

había concluido... Ya se imaginará usted<br />

cómo está la burocracia, supongo que pidió<br />

fecha para esta intervención hace tiempo.<br />

Tuvo que ser la lotería.<br />

>>Sea como sea, los Merodeadores encontraron<br />

el cuerpo de Don Rosa antes que el escuadrón<br />

que comenzaba su turno. Esos basureros<br />

sacaron todo lo necesario del cadáver,<br />

todo lo que pudieran vender: unos pulmones<br />

por aquí, unos litros de sangre por allá… Y<br />

entre ellos, el rememorador que llegó a usted.<br />

Lo necesitamos, señor Hinds. ¿Comprende<br />

que el destino del mundo libre depende de<br />

usted?<br />

La respuesta del viejillo, algo distraído<br />

mientras leía la guía de la holotelevisión, fue:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!